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Así se cumplen las promesas. A ti, Gracias. Por darle el empujoncito a mi pluma y a mi alma, ese que necesitaba para volver a escribir. Ela y el Olvido Para Alex. Feliz Cumpleaños, Septiembre 10 de 2014.

Ela y el Olvido

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Page 1: Ela y el Olvido

Así se cumplen las promesas.

A ti, Gracias.

Por darle el empujoncito a mi pluma y a mi alma,

ese que necesitaba para volver a escribir.

Ela y el Olvido

Para Alex.

Feliz Cumpleaños,

Septiembre 10 de 2014.

Page 2: Ela y el Olvido

Mientras contaba las estaciones que le hacían falta para llegar a su parada, pasaba el tiempo en un

tonto juego: intentaba adivinar los nombres, edades, profesiones, y hasta sueños y secretos de las

personas que también viajaban, esperando.

Se preguntó mientras tanto si eran sólo palabras, o por fin había aprendido a disfrutar más el camino

y dejar de pensar en el destino.

Entonces, y esquivando miradas que ven al suelo y nunca se atreven a fijarse en los ojos, se distrajo

pensando en improperios para Benedetti: “Porque es tan corto el amor y tan largo el olvido”.

Habían pasado algunos meses desde que él y ella, Ela, se habían despedido.

Dejó el libro en la estantería, otro día lo compraría. No hoy. Quizá mañana. Y así volvería a buscarlo,

abrirlo, olerlo, hojearlo, mimarlo, disfrutarlo, como un amante al que mucho se desea, pero sólo se disfruta

de vez en cuando; casi un ritual para su pequeña diversión, aunque no muy festivo para el librero que

semana a semana veía cómo la chica iba y venía de sus libros, preguntando lo mismo cada vez.

¿Y éste?, ¿Cuánto vale?, ¿Traerás más de aquel otro autor?, ¿Harás rebajas? Y así, luego de preguntar y

preguntar, se marchaba de la tienda, muchas veces al mes sin llevar nada, aunque de vez en cuando algo

pasaba cuando se daba un lujo, y compraba.

De lejos alguien la observaba, distrayéndose de su propio libro.

Ela -así se llamaba-, no se percató de unos ojos que disimuladamente curioseaban sobre su particular gusto

literario, y se fijaban claro, en su falda.

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Miró el reloj calculando si alcanzaba a tomar un café antes de presentarse en la floristería de Alba, su tía.

Desde hace alguno meses la ayudaba a llevar su negocio; mejor ella que su prima Lorena, quien aspiraba a

algo más que “vender flores”.

Alba siempre excusaba a su hija, diciendo que estaba ocupada estudiando, o con amigos, o con gripe, o

dolor de cabeza... La verdad es que lo único que la aquejaba, era más bien una enorme y general falta de

ganas.

Y así, en medio de plantas y flores -de las que aún no terminaba de aprender sus nombres- trataba de ser

útil para su familia mientras hacía algún dinero para solventar sus gastos, que por estos días no iban más

allá de unas lindas botas de invierno que hacían juego con una sombrilla del mismo color, y un libro que la

había cautivado... Si, uno, uno sólo esta vez.

A fin de mes ya lo sabía, iría donde aquel viejo librero que tan curiosa u odiosa la encontraba, cada vez que

puntual asistía a su cita a la que se presentaba generalmente los miércoles o sábados en la tarde, cuando

con los mismos ojos medio curiosos-medio brillantes, iba al encuentro de aquellos libros en los que parecía

refugiarse.

Aunque bien sabía ella, que lo que realmente la atraía de aquellas tantas historias ajenas, era en realidad un

secreto disfrute de huir un poco del tedio que negaba, y que a veces la invadía, causado por su inexistente,

y a la que consideraba seriamente aburrida, vida sentimental.

Le gustaba pensar que vivía en una aldea a la que ella curiosamente llamaba La Ciudad de la

Lluvia, un lugar en el que se sentía feliz y en el que ella era la cuidandera de pequeños y grandes seres

hojados, que en sí contenían grandes historias.

Amados libros.

Las gotas caían en la ventana.

Tip tip, clac, clac, Libros.

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Libros, libros, libros, libros.

Era miércoles, sí, miércoles y su corazón latía con fuerza esperanzado en ir esa tarde a la librería, pero

había cosas menos divertidas y más responsables que hacer; cuentas por cobrar y otras por pagar.

Su prima Lorena, que como cosa extraordinaria había ido esa tarde a la floristería, la miraba soltando

risitas tontas.

-¿Cuándo me hablarás de un chico como lo haces de tus libros?

Quiero verte un día, con ese brillito en los ojos y picardía en la boca, más allá de decir “Me voy a la librería,

me voy a la librería”.Vaya que si no sabes dónde está la acción en esta ciudad!

Ela sonrió y siguió haciendo ordenando facturas.

-Treinta y cinco, más doce y quince de aquí...

-Ajá, sip, ¡Hey tu! es contigo, hazte la loca.

-Lore, Lore querida, qué pequeña y tonta eres.

Aunque a decir verdad, y aunque a su prima a veces le faltara un tornillo, una pregunta se estaba

instalando, incómoda en su alma.

Aún llovía, y la lluvia no era el mejor clima para comprar plantas o flores, lo que hacía esa tarde de la

floristería un lugar aburrido -ideal para que su mente empezara a divagar y cazar pensamientos- , pero

quedaba localizada en el centro, y a ella, además de sentirse de ayuda para su tía Alba, le gustaba sentirse

parte de esa aldea, en la que había cafés, humo, autos y bicicletas.

Y es que en ese rompecabezas de gotas, caras y casas, últimamente como que había algo que no encajaba, o

que quizá hacía falta.

¿Estaré enferma? -Tengo como escalofrío en la piel y los huesos. Ha de ser este clima lluvioso...¿Qué me

pasa? (¿Y es que esa aldeas no hay un Romeo? Se pregunta, a esta hora el narrador@).

¿Acaso faltará en esta historia, como en cualquiera que valga la pena contar, un corazón, un mago, un

amor, un Don Juan?

Ella era Ela. Y si, puede ser, quizá sin saberlo, que sólo por hoy, que a ella, a Ela, esta vez le faltara Él.

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Te propongo un trueque

¿Libros por flores?

No, no este mes Ela. Sabes que necesito el dinero.

Pero también necesitas las flores...

Contigo no hay caso.-susurró-.

¿Qué caso? De qué hablas...

Entonces pasó.

Unos ojos, esos ojos, y como nunca antes alguien lo había hecho, vieron a través de un alma. Y una falda.

De veras Ela, con esta lluvia, libros y flores como que no van muy bien.

Vamos Mario.

¿Qué libro es ahora?

¡Pero si yo vengo a comprar!...

¿Que vienes a qué Ela?

Mmmm, Está bien, dijo de mala gana. Lo admito, casi siempre vengo solo a mirar.... y a veces, muy

pocas a comprar... libros a tu librería desde que descubrí este muy “cool” y “fantástico lugar”, hace

ya tiempo. ¿Por qué no hacerlo?

¿Hacer qué? Ya no sé de qué hablas.

Que son sólo excus...

Y así, unos ojos,

que también tenían nombre, piel y pestañas,

vieron a Ela

a través de sus botas, y falda.

La detallaron entre libros,

-Jardinería, cocina, poesía barata, libros de viaje, un diccionario y un Atlas-

del libro a las botas, de la bota a la falda.

De la falda al pelo, desordenado,

Pelo, libro, librero que también observaba, alma.

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Excusas... de esas que siempre tienen todos cuando algo ordinario o quizá extraordinario pasa cuando hay

lluvia, Unos ojos -que también tenían piel y pestañas dijeron- esquivando la mirada del librero, y sacando

su paraguas.

“En invierno hay más infidelidades, por la lluvia, porque la gente busca más abrazos, más calor, más

contacto, por cuestión de sentir soledad o frío, pero también de piel y deseo -claro, o porque a veces

también aparece alguien del pasado-(...)”

-¡O simplemente porque les da la gana!.. dijo dejando el periódico en el asiento del lado, al tiempo que veía

la ciudad y su autobús avanzaba.- ¿En serio la gente quiere leer esto?¿No habrá nada mejor o más

interesante sobre lo cual escribir, que un artículo sobre si hay más infidelidades en verano o en invierno?

¡Algo que en verdad haga diferencia e importe!- dijo como para sí, pero aparentemente con un volumen

más del normal porque varios ojos se le quedaron mirando...

Unos ojos.

-¿Política, fútbol, religión, estética, fútbol, arte, economía, fútbol?... escuchó que le decía una voz masculina.

- Aunque te he visto leer los más diversos temas, y apostaría que ahora secretamente en casa estás leyendo

una novela..rosa. No puede ser tan malo. ¡Vamos, tu eres chica, no me digas que no te interesa saber qué

dicen los que escriben sobre las relaciones!... ¿Dije fútbol? Sonrió.

Entonces Ela cerró los ojos, y los abrió, escuchando la voz masculina que claramente se dirigía a ella,

mientras bajaba el diario que aún cubría su rostro, hasta sus piernas.

-El chico de la librería...

-La chica de la librería... -dijeron, al tiempo, los dos.

-¿Obtuviste algún libro del viejo librero? Como si la conociera de siempre, y sin presentarse, simplemente

preguntó.

-No, no este mes,...pronto le llevaré otras flores, que pueda ser que ahora sí le gusten- dijo ella nerviosa,

pensando en alguna respuesta no muy tonta, mientras ordenaba ideas, en medio de la sorpresa por aquel

extraño encuentro.

-Muy bien. Pues suerte esta vez. Esta es mi parada -dijo, viendo por la ventana. Adiós...

El autobús se detuvo y el chico se bajó.

Y así como llegó, se fue. Era Él. ¿Adiós? Sip, adiós.

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Lluvia de palabras.

Atlas viajero- Mapamundi en dos cuerpos

Una bici

El/Ela/Ella/cicatrices/Lluvia y frío en el centro/amores/

Un café

con un extrano/

Libros/Gente/Un jardín, un prado, una escuela, una flor

/Las botas.

Humo y viejas canciones.

Una moneda echada a la fuente, de la suerte.

De nuevo a la librería.

Una piedra, un sol, un silbido, un escape, una ventana.

Azul.

Un gato, algunas gallinas, estrellas, pocas.

Tu mano en mi falda.

¿Café? ¿Helado? Conquista, Victoria.

¿Derrota?

Los únicos abrazos que en verdad sanan son los de la abuela.

Sueños y destellos...

Unos ojos, tus ojos, mis manos, sus ojos.

Mis lágrimas.

Nudos del pasado, que buscan ser desatados.

Justa la vida no siempre, pero así es.

Por favor, perdón, lo siento, Gracias...

Números, cuentas, campanas y letras, promesas y des-promesas, rotas.

Ya no hay palabras.

La calle, el adiós, la flor y la carta.

El mensaje.

Te irás.

Vacío.

Otra vez.

Esa, Ela, ella, ellas, las otras

Lo que rasga y no se ve, lo que duele y lo que sangra.

Preguntas, dudas, certezas, tristezas e ideas. Flores

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Autores y misterios.

Oraciones, susurros, secretos y encuentros.

Placeres y latidos.

Fantasmas que vuelven en forma de besos y no pueden ser derrotados...

Sueños despiertos.

Let me sing you a waltz- Sin voz en la garganta.

Ella por él,

Elapara él

El para Ela

Para qué más. Si no quedan palabras.

Mariposas amarillas..., a las que les cortan las alas.

Tatuajes, en el alma

Colores y mandarinas

Libros que vuelan, y notas que escapan.

Frío en los huesos.

Ebriedad, Licor, vino y anestesia.

Ella.

El viejo librero.

El amante aventurero

Luces y sombras,

Libros de nuevo.

Primavera e invierno

Atardecer y amanecer.

Algo pasa.

Cine y rosas.

Miel, El. Mi él.

Ya no estás... Te fuiste y Te extraño.

Aún te sueño.

Chau, adiós, amor, que te vaya bien.

Senti-mientos.

AguaCero.

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Con las manos metidas la tierra fresca y algunos cabellos en su rostro, Ela, distraída, se ocupaba de los

asuntos de la floristería.

Su tía Alba había decidido no sólo vender flores, sino ampliar su actividad al Vivero, así que había más

trabajo para hacer, incluidos fines de semana.

Llevaba 2 semanas sin ir donde el viejo librero, y más allá de los nuevos títulos de los que se estuviera

perdiendo, un pensamiento recurrente sacudía esa mañana su mente y cuerpo.

-Sólo ha sido una tonta coincidencia...

Sí. Ver a ese chico en el autobús había causado en ella una emoción que no le era cómoda. La

intranquilizaba.

Y no es que no se hubiera interesado en chicos antes. Por supuesto. Incluso se acordó de uno de épocas del

colegio, al que solía saludar con una amable palabra o sonrisa, aunque los otros chicos se burlaran de

aquél.

Claro, era la adolescencia.

Pero esos años ya habían pasado, y por alguna razón aunque hubiese tenido sexo ocasional con alguno, lo

que había muy bien guardado para sí, era su corazón.

Ahí el asunto de que se sintiera vulnerable ante esos ojos...

Unos ojos.

-Ojos, que también tenían pestañas, piel y cuerpo-.

- Ojos que pronto susurrarían al oído

palabras, pasión contenida y caricias.

- Ojos que tenían manos y dueño.

Que la llevarían a las mariposas y al sol...

-Vida, placer, adioses y futuros recuerdos-

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/Música/ que lleva/a otros lugares/ ebriedad de pieles y cuerpos/espinas y rosas, rosas y espinas/se

elevan/festejan/inconscientes y desconocidos gemidos nacen/

mueren/se juntan/destellan/se estrellan/ se llaman/aman/claman/Renuncia/Olvido/

Rosa que es Rosa y Es-Pinas (O).

Rosa es como las rosas y tiene traje de princesa,

corazón de plumas,

y armadura.

La proteje y viste

también aísla

del dolor, del calor y del color

de sí,

de fuera.

Y si fuera...

Y si pudiera

-Y si vinieras-

Ojalá no te fueras.

También la cubre de belleza.

Rosa que no sabe ser rosa

sin espinas,

Rosa que es nombre, y es flor,

-una que le gusta mucho a Umberto-

Eco

de Rosa

Rosas que viste un bello traje y tacón,

perfume

que no quiere ser Penélope, prefiere ser sólo Rosa.

Rosa Rosas, la innombrable.

Inolvidable.

Rosa

Que tiene un amor, escondido

por el que deshoja margaritas,

del que aún siente la suavidad de sus besos,

que acarician y apenas rozan sus labios,

carnosos,

carmesí

que la llaman susurrando

a su oído.

...Escalofríos.

A pesar de los años y al pasar los años,

en voz baja

y en sueños,

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Y con un tacto y cuidado, casi invisible,

imperceptible.

hechos deseo

y recuerdo

le dicen,

Rosa.

Espina.

Esta historia continuará…

Significado del nombre Ela

Ela es una mujer sensible que posee gracia natural y da impresión de equilibrio y armonía. Al principio distante, reservada y secreta por timidez, se preocupa, sin embargo, por agradar. Muy apegada a los valores familiares, sociales y afectivos, es una mujer generosa a quien le gusta complacer y que detesta la violencia y la agresividad. Es particularmente sensible y teme que no la comprendan. Ela posee, además, sentido de conciliación. Es una mujer refinada, sensible a las cosas bellas y a la riqueza. Su voluntad es fuerte, pero a veces esta mellada por titubeos y dudas. Su carácter a veces se divide entre dos tendencias opuestas, que estarán más o menos acentuadas según su entorno parental, o por las vibraciones de su día, mes de nacimiento o camino de vida . Así, puede inclinarse hacia la búsqueda interior, la reflexión, incluso la intelectualidad o la espiritualidad, y será una amante de las lecturas y los conocimientos. O se muestra más prosaica, concreta, y prefiere la acción…dos actitudes que no son compatibles y que pueden coexistir en épocas diferentes (particularmente si nació un 7 de agosto o un 8 de julio). Si nació en julio, en la infancia seguramente predominará la tendencia más reflexiva e interiorizada. Y si nació en agosto, primará la tendencia iracunda, colérica, posesiva y activa. Sea como fuera, es una niña muy sensible. Habrá que darle responsabilidades, que sabrá asumir perfectamente, demostrándole, al mismo tiempo, mucho afecto. Si no, Ela podría demostrar indolencia, desdén, y buscaría aislarse... Por otro lado, no tolera la injusticia. Con la susceptibilidad que la caracteriza, esto será una fuente de cólera.