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Facetas Marzo.29

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Ibagué, marzo 29 de 2009

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El cambio lingüístico

Una antigua leyenda griega cuenta que el rey de Frigia, Gordias, había ofrendado su carro a Zeus en agradecimiento por haberle concedido el trono. El carro dado al dios quedó guardado en la fortaleza de la ciudad, atado por una cuerda con un nudo tan complicado que nadie podía deshacerlo. Se había prometido el imperio de toda el Asia a quien lograse desatarlo, pero aun así el nudo permaneció invicto hasta que Alejandro, el joven hijo de Filipo de Macedonia, llegó a Frigia. Cuando se le planteó el desafío del nudo gordiano, el joven conquistador desenvainó su espada y lo cortó de un solo golpe. En el español de hoy, llamamos nudo gordiano a toda dificultad insoluble o para la cual parece no haber solución.

a evolución del lenguaje humano tiene su origen en la cultura y no en la genética, señala un estudio realizado por el University College London (UCL), y cuyos resultados han aparecido publicados en la

prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS). Cierto es, explican los investi-gadores, que la adquisición y el procesamiento del lenguaje están gobernados por caracteres genéticos pero, ¿hasta qué punto estos carac-teres genéticos, responsables de nuestra capa-cidad de comunicarnos lingüísticamente, han coevolucionado con el lenguaje mismo? A partir de la modelación de las vías por las que los genes para el lenguaje podrían ha-ber evolucionado, así como de la evolución del lenguaje en sí, la investigación ha podido demostrar que genes y lenguaje no caminan en paralelo. De hecho, la adaptación genética al lenguaje sería altamente improbable, ex-plican los científicos, teniendo en cuenta que las convenciones culturales a este respecto se transforman mucho más rápidamente que los genes. Según se explica en un comunicado emi-tido por la UCL, de acuerdo con un fenómeno conocido como el efecto Baldwin, las caracte-rísticas que se aprenden o se desarrollan a lo largo de la vida pueden, gradualmente, pasar a formar parte del código genético de generacio-nes posteriores. Esto sucede porque aquellos

organismos con una fuerte predisposición a adquirir una característica se encuentran en una situación ventajosa desde el punto de vista evolutivo. Es decir, que los comportamientos aprendidos pueden hacerse instintivos en ge-neraciones subsiguientes. Así, a medida que pasa el tiempo y se suceden las generaciones, la cantidad de exposición ambiental requerida para desarrollar ciertas características inicial-mente aprendidas disminuye. Cuando llega el momento en que no se re-quiere ninguna exposición ambiental para que una determinada característica se encuentre en un individuo eso quiere decir que dicha ca-racterística se encuentra ya incorporada en su código genético. Un ejemplo del efecto Baldwin es el de una especie amenazada por un nuevo predador y un comportamiento que hace más difícil al predador la caza de su presa. Los in-dividuos que aprenden más rápidamente dicho comportamiento estarán en ventaja. A medida que el tiempo avance, la habilidad para apren-der el comportamiento mejorará por selección genética, hasta que en cierto momento parezca ser un instinto. Otro ejemplo sería la aparición de la intolerancia a la lactosa en las poblaciones humanas con una larga tradi-ción de animales domésticos productores de leche. En la presente investi-gación se exploraron las cir-cunstancias bajo las cuales

un mecanismo evolutivo podría haber provo-cado la asimilación genética de características relacionadas con el lenguaje, es decir, el gra-do en que el efecto Baldwin habría afectado a nuestros caracteres genéticos relacionados con la comunicación oral. Con un modelo teórico basado en simu-laciones informáticas, se establecieron los modelos de las formas en las que los genes codificadores de propiedades específicamente lingüísticas podrían haber coevolucionado con el lenguaje mismo. Así, se descubrió que los genes del lenguaje han coevolucionado con éste sólo en aquellos aspectos altamente esta-bles de nuestro entorno lingüístico. En cambio, cualquiera de los cambios repentinos acaeci-dos en dicho entorno no habría proporcionado un objetivo lo suficientemente estático como para que se produjeran los procesos típicos de la selección natural, explican los investiga-dores. Por tanto, cualquier capacidad biológica referente a la lengua no habría podido evolucio-nar a la par que las propiedades cambiantes del lenguaje, dado que éste se transforma a mucha mayor velocidad que los genes.

es un proceso cultural, no genéticoes un proceso cultural, no genético

> LA PALABRA DEL DÍANudo gordiano

Por Yaiza Martínez*

Por otro lado, la investigación ha permitido concluir que nuestra especie es la única que po-see un “módulo del lenguaje” genético, en el que se encuentran las bases genéticas de nuestro lenguaje. Estas bases parece que precedieron a la emergencia del lenguaje mismo. El profesor de la UCL, Nick Chater, uno de los autores de la in-vestigación, afirma que el lenguaje es exclusiva-mente humano, y que la cuestión de si procede de la biología o de la cultura es central para la comprensión de lo que es el “ser humano”, así como tiene implicaciones fundamentales para el entendimiento de la relación entre genes y cultu-ra. El presente estudio demuestra que, aunque tenemos una predisposición genética al lengua-je, explica Charter, éste evoluciona mucho más deprisa que nuestros genes, lo que sugiere que el lenguaje es producido y dirigido más bien por la cultura que por la biología. Los resultados de la investigación sugieren, por tanto, que el lenguaje sería un sistema evolucionado culturalmente, y no un producto de la adaptación biológica. Diversas teorías, como el innatismo de Noam Chomsky, han señalado que el lenguaje tiene cierta predeterminación biológica, con base en análisis de la adquisición del lenguaje en los niños. A pesar de este innatismo, los resultados obtenidos en este estudio, que apuntan a que nuestra biología va más despacio que el lengua-je y sus cambios, serían consistentes con otras teorías sobre el lenguaje que señalan que éste surge de la capacidad única del ser humano para la inteligencia social.

*elcastellano.org., la página del idioma español.

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Por Alejandro José López Cáceres*

e habrá pasado, seguramente, que cuando estás leyendo te encontrás con una línea brillante, de esas que uno quisiera recordar porque sintetizan poéticamente cierta idea, alguna sensación, deter-minada intuición. Y te dejás llevar por ese impulso inconsciente que te hace agarrar un lápiz, o un re-saltador, y usarlo para destacarla. Después, al con-

cluir la lectura, cuando sucumbís a la tentación de echar una última ojeadita para despedirte del volumen —antes de ins-talarlo temporalmente en su anaquel—, ahí aparecen todas, notorias ya gracias a tu sensibilidad de lector. Tal vez podría-mos denominarlas “frases subrayables”, o quizás “oasis de la prosa”. Porque son eso, pequeños manantiales verbales que fueron escritos para tu deleite. Por cierto que acabo de terminar, muy gratificado, Rei-na de América. Descubro que he dejado este libro de Nu-ria Amat repleto de trazos. Al volver sobre éstos, me doy cuenta de que su profusión es directamente proporcional a la felicidad que me ha causado esta novela. Releo algunos apartes y lo confirmo: estoy ante una auténtica orfebre del lenguaje. Y he de anotar que mi alegría de lector tiene visos de descubrimiento, pues ya no abundan —en estos tiempos de escritura industrial— autores que cultiven eso que Roland Barthes denominó “el artesanado del estilo”. En Reina de América se nos cuenta el periplo de Mon-serrat, una joven española que viaja a Colombia con Wilson, su marido escritor. La costa del Pacífico es el escenario de esta historia en la que se dan cita los ejecutores de nuestras calamidades interminables: la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes y la Fuerza Pública. Orientada por los pa-

sos de la negra Aída —acaso el más entrañable de los per-sonajes creados por Amat—, nuestra protagonista recorre la selva tropical y descubre el Pozo de las Mujeres Muertas, centro de acopio del comercio cocalero. La condición de extranjera permite que Rat (Monserrat) advierta lo insólito del entorno y de las situaciones; pero, al mismo tiempo, hace que recaiga sobre ella el peso de la se-gregación. En su narración de tono intimista nos da cuenta de dichas sensaciones y percepciones. Sin embargo, esta mujer blanca inmersa en una población negra llega a inte-grarse de forma dolorosa. La violencia tiene la cruel facultad de igualar a todo el que transfigura en víctima. De manera que, al ser adoptada por la tragedia, Rat termina convertida en un miembro más de la comunidad. Antes de cerrar la novela de Nuria Amat, caigo en la cuenta de que las “frases subrayables” tienen diferentes modos de ser. De hecho, históricamente han recibido nom-bres distintos según la clase de repercusión que busquen en el lector. Las que aparecen en las obras de Balzac, de matiz moralizante, son denominadas apotegmas: “hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir”. Aquellas de connotación filosófica, y que parecen formas poéticas de la definición, son aforismos, como los que es-tilaba Oscar Wilde: “El cigarrillo es el perfecto ejemplo del placer perfecto. Es exquisito y deja insatisfecho”. Hay otras que giran en torno al humor —Ramón Gómez de la Serna, su creador, las llamó greguerías—; García Márquez suele recu-rrir a ellas con mucha fortuna: “La estatua en cuya cabeza se fija una paloma debería sonreír”. Los “oasis de la prosa” que aparecen en Reina de Amé-rica tienen un carácter particular.Quizás podríamos designar-los como aforismos fenoménicos, pues son síntesis verba-

les que no suelen estar destinadas a condensar ideas sino a iluminar sensaciones, a capturar percepciones. Así, cuando está más asustada, Monserrat nos dice: “Cada uno llevaba una historia oculta en su silencio. Algo con qué amarrar el vértigo del miedo”. Y dejá que me despida con éste, que es una joya: “La noche era un enorme corazón negro que no cesaba de latir a nuestro lado”.

*Escritor colombiano. Letralia, Tierra de letras.

Los oasis de la prosa

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Día mundial de la Día mundial de la poesíapoesíaObras del pintor tolimense Edilberto Calderón

El 21 de marzo se celebró el Día Mundial de la Poesía, día consagrado por la Unesco en el año 2000. A partir de entonces se han aumentado los foros, encuentros, con-ferencias y veladas poéticas y se han reconocido poetas tan importantes como Mahmud Darwich (Palestina), Rafael Alberdi (España), Pablo Neruda (Chile), W.H. Auden (Reino Unido-Estados Unidos) y Leopoldo Sedar Senghar (Sene-gal) En Colombia también se exalta la poesía en varias ce-lebraciones, dentro de las cuales las más nombradas son el Festival Internacional de Poesía de Medellín, y la activi-dad permanente de La casa de Poesía Silva, que en Bogotá semanalmente realiza recitales, concursos y lanzamientos

de libros. Pero también las encontramos en muchas ciudades de Colombia, dentro de las que no podemos olvidar a Ibagué con dos festivales de poesía: el de los Ocobos y el de Ibagué en flor. Vemos como el arte poético se convierte, entonces, en un espacio de diálogo y reflexión, donde la poesía siempre lleva en sí la imagen de un presente que nunca se petrifica, es la relación del mundo, la cultura con el lenguaje y la palabra. Para Harold Bloom “No hay luz que nos permita dilucidar más de lo que proviene del pensamiento. Siempre regresamos al orden primigenio en este caso a la búsqueda poética a la razón del ser de los poe-

mas. La poética es ese universo para poder mirar el mundo que hace que se relacionen, amigos, compa-ñeros, parejas sentimentales, amantes, sociedad, con tan solo existir, es ese equilibrio para nacer de nuevo a la luz”. Y así la poesía también es una evidencia que asom-bra, es un mirar hacia lo desconocido, es la herramien-ta que le permite a los seres humanos encontrarse consigo mismos y reafirmar su identidad. Antes y ahora la poesía siempre hechizará los espí-ritus sensibles.

*Educadora y poeta colombiana

Por: Myriam Castillo. Monsalve*

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unque algunos creen que las mujeres sólo pueden realizar trabajos domésticos, y subestiman sus capa-cidades, es claro que el papel que desempeña en la sociedad ha dado un giro de 180 grados. Este es el caso de Alba Jahel Vega Torres, topógra-fa e ingeniera civil, que lleva veinte años trabajando

en obras y abriendo el camino para brindarles a las mujeres la oportunidad de ingresar en este rudo campo. “Aunque para mí fue complejo demostrar que antes de tener buenas piernas, tenía cerebro y podía hacer buenas cosas. Hoy miro cada esquina de la ciudad y puedo encontrar obras en las que he participado, y entonces digo ¿por qué no darle la posibili-dad a otras mujeres?”, dice. Por eso, Alba Jahel creó una empresa llamada Mat Ingeniería, donde trabajan 60 mujeres, que se han venido capacitando gra-cias a la colaboración de sus compañeros del gremio. Mucha gente le pregunta por qué no formó una fundación o

¿Sexo débil?¿Sexo débil?

AMaría Paula Garcés Vélez / EL NUEVO DIAEllas se sienten dignas y orgullosas de su labor, ya que antes que mujeres productivas son excelentes seres humanos.

María Paula Garcés Vélez / EL NUEVO DIAAlba Jahel Vega Torres inició trabajando con el género femenino desde el año 2000 con el Plan Colombia.

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>FACETAS 5una ONG, si su propósito era ayudar, pero ella siempre tuvo claro que lo que quería era una empresa en don-de el objetivo principal fuera trabajar para ganarse las cosas, permitiendo que las mujeres empleadas en este campo se sintieran dignas y orgullosas de su labor. La mayoría de las mujeres que trabajan en cons-trución habían sido empleadas domésticas y estaban insatisfechas con las oportunidades que les brindaba la vida; pero ahora, además de responder con todas sus obligaciones en la construcción y hacer su trabajo con agrado y amor no abandonan sus labores diarias como madres y amas de casa. Hoy en día, la ingeniera Vega es la interventora de la obra que se viene adelantando en el Hospital San Fran-cisco, donde laboran cinco mujeres como maestras, oficiales y auxiliares de obra, devengando un millón y medio, 650 mil pesos y un salario mínimo respectiva-mente. Aunque el proceso de adaptación de los hombres ha sido lento, pues por más que se hable de equidad de género, hay un largo camino que falta por recorrer, además de ser considerado un campo exclusivo del sexo masculino. A pesar de existir algunas limitaciones físicas para las mujeres, no ha habido inconvenientes porque ellas han demostrado que pueden, razonando y entendiendo la parte estructural, y con la responsabilidad, el empe-ño y el orden que le ponen a lo que hacen. Marcela Castro tiene 25 años. Es la maestra de la obra y asegura que está cumpliendo un sueño, pues puede aportar un granito de arena a la economía de su hogar. Se casó hace ocho años con un maestro de construcción, quien también se siente orgulloso de su

trabajo y apoya sus decisiones. “Nosotras tenemos fuerza suficiente y hemos tratado de tra-bajar a la par con los hombres. Pienso que lo hemos logrado” añadió Marcela Castro. El objetivo principal es proporcionarles oportunidades a las personas capacitadas, por eso en este momento se cuenta con el apoyo de Incubar Tolima, entidad a través de la cual se gestionan capacitaciones en el SENA. Por otro lado, Marcela Alapo es auxiliar de obra, lleva más de dos años trabajando en construcciones y afirma que desde que entró a este mundo su vida tuvo un cambio extremo, pues dejó de sufrir las discriminaciones por su género, su apariencia y su nivel de estudios, incluso con los trabajos realizados rebajó 35 kilos, situación que logró subirle la autoestima. “Alba es un ángel caído del cielo que me cambió la vida, me levantó el ánimo y la moral que tenía por el suelo hace mucho tiempo” comentó la auxiliar de obra. Actualmente está validando el bachillerato todos los días des-pués del trabajo, en el colegio San Simón. Anteriormente, las mujeres estaban sometidas a largas jorna-das de trabajo, a laborar en locales oscuros, mal ventilados y sin los servicios sanitarios adecuados. Adicionalmente, los patrones tenían la idea de que el salario femenino era un ingreso familiar complementario y esto justificaba que fuera inferior al de los hombres. También eran víctimas de chantajes sexuales y de comportamientos masculinos irrespetuosos, circunstancias que han venido modificándose gracias a la liberación femenina, pues hoy en día la mujer tiene voz y voto. La idea es continuar derrumbando los paradigmas estableci-dos con argumentos y comprobar que las capacidades que tiene el género femenino, pueden ser superiores a las de los hombres.

María Paula Garcés Vélez / EL NUEVO DIAA pesar de las arduas jornadas laborales y de los los inclementes rayos del sol, las mujeres que trabajan en construcción siempre hacen su trabajo con amor.

María Paula Garcés Vélez / EL NUEVO DIALas mujeres se han capacitado y sienten que el esfuerzo que han realizado tiene retribuciones económicas.

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Nacida en Chaparral, es una de las actrices más lindas

Adriana Campos: “Me siento debutando “Me siento debutando en la TV colombiana”en la TV colombiana”

on diez años de trabajo en la televisión los que com-pleta Adriana Campos, con la participación en más de diez producciones televisivas y una película. Un largo y exitoso recorrido. Sin embargo, pocas han sido las oportuni-dades que ha tenido para que uno de sus personajes

haga parte de una de las telenovelas del prime time de la televisión colombiana. Sus últimas cinco telenovelas las realizó para Tele-mundo y aunque fueron transmitidas por el Canal Caracol, estas se emitieron en horas de la tarde, por lo que el rating

fue bajo. Por eso, para la joven tolimense, su participación en

“Vecinos” ha sido el momento del desquite en la pantalla chica nacional, con su personaje de “Nicole”.

Campos no se cambia por nadie y aunque muchos televidentes la ven como un nuevo talen-

to en la actuación, le encanta ver las reacciones que suscita su personaje entre quienes siguen la producción del Canal Caracol.

Ni buena, ni mala - “Nicole” es un personaje que ha

crecido a lo largo de la teleno-vela “Vecinos”…

Empezó como un personaje chiquito y empezó a crecer gracias a la inquietud de los televidentes, ganan-

do en protagonismo. Nicole es un perso-naje que ahora tiene su propia historia de amor dentro de la te-lenovela. - ¿Cómo creó a Nico-

le, su personaje? Es un personaje rico de

explotar, porque es una mujer que parece que desea hacerse

pasar por virgen, pero en realidad es toda una bomba en las lides del amor, como ya lo han visto los televidentes.

- ¿Muy diferente a lo realizado en telenovelas anteriores? Sí. Vengo de un formato de televisión con personajes muy planos, donde los buenos son irrealmente buenos, y los malos son muy caricatu-ras, mientras que en el caso de Nicole, es un personaje muy humano, que es muy bueno, pero con todos sus efectos y errores.

Intenso trabajo en Telemundo -Fueron cinco años haciendo telenovelas para Telemundo… Sí, fue un largo periodo, con sus aciertos y sus errores como en todo en la vida, pero ahora siento que estoy en otro plano, participando en la verdadera telenovela colombiana. Telemundo es otro tipo de televisión, que me ayudó mucho a crecer, que me ha permitido presentarme en diferentes países de Latinoamérica y Estados Unidos, pero ya era hora que los televidentes colombianos vieran mi trabajo. - Y ahora, ¿cuál es su camino a seguir? Estaremos con “Vecinos” hasta mediados de este año con las exten-sas grabaciones. Mi idea es poder dedicarme al cine y al teatro por una buena temporada, en especial con unos montajes que estoy preparando con la productora de mi novio, el también actor Mauricio Oschman, el protagonista de “Victoria”. ¿Un amor que nació en el set de grabación? Un amor que nació mejor en la misma productora de televisión, en Telemundo, pues mientras yo trabajaba en “El Zorro”, él llegó al país para “Victoria”. Así nos conocimos. ¿Volvería a Telemundo? Sin duda alguna, fue mi casa durante cinco años y allí me sentí muy bien. Las puertas quedaron abiertas. ¿Y el cine? Es una asignatura pendiente en mi carrera. Hice parte del elenco de “La boda del gringo” y la experiencia me gustó mucho. Se requiere de buen tiempo y dedicación para el cine. Ya llegará una nueva oportuni-dad. En “Vecinos” dejó ver sus en-cantos físicos cuando “Nicole” hace un “striptease”. ¿Cómo mantiene su figura? Me encanta el gimnasio, le dedico mucho tiempo. También soy aficio-nada a practicar varios deportes a la vez, como la natación y el tenis. ¿A qué dedica su tiempo libre? A mi novio cuando está aquí en Colombia.

Su personaje “Nicole” ha ganado en protagonismo en la telenovela “Vecinos”. La mayor parte de su carrera

actoral la ha desarrollado en las producciones de Telemundo. Espera tener el tiempo para volver al teatro.

SBogotá, Colprensa

Por Sergio Villamizar D.

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>FACETAS 7

POESÍA>

Huésped sin sombra

Nada deja mi paso por la tierraEn el momento del callado viajehe de llevar lo que al nacer me traje:el rostro en paz y el corazón en guerra.

Ninguna voz repetirá la míade nostálgico ardor y fiel asom-bro.La voz estremecida con que nombroel mar, la rosa, la melancolía.

No volverán mis ojos renacidosde la noche a la vida siempre ilesa,a beber como un vino la bellezade los mágicos cielos encendi-dos.

Esta sangre sedienta de hermo-surapor otras venas no será cobrada.No habrá manos que tomen, de pasada,la viva antorcha que en mis ma-nos dura.

Ni frente que mi sueño mutiladorecoja y cumpla victoriosamen-te.Conjuga mi existir tiempo pre-sentesin futuro después de su pasa-do.

Término de mí misma, me rodeocon el anillo cegador del canto.Vana marea de pasión y llantoen mí naufraga cuanto miro y creo.

A nadie doy mi soledad. Conmi-govuelve a la orilla del pavor, igno-ta.Mido en silencio la final derrota.Tiemblo del día. Pero no lo digo.

Raíz Antigua

No es de ahora este amor.

No es en nosotrosdonde empieza a sentirse ena-moradoeste amor, por amor, que nada espera.Este vago misterio que nos vuel-vehabitantes de niebla entre los otros.Este desposeídoamor, sin tardes que nos miren juntosa través de los trigos derrama-doscomo un viento de oro por la tie-rra;este extrañoamor,de frío y llama,de nieve y sol, que nos tomó la vida,aleve, sigiloso, a espaldas nues-tras,en tanto que tú y yo, los distraí-dos,mirábamos pasar nubes y rosasen el torrente azul de la mañana.

No es de ahora. No.De lejos viene—de un silencio de siglos—,de un instanteen que tuvimos otro nombre y otrasangre fugaz nos inundó las venas,este amor por amor,este sollozodonde estamos per-didos en querernoscomo en un laberin-to iluminado.

Canción Lejana

Y yo también como la tardetoda me tornaré di-chosa

para quererte y esperarte.Iluminada de tus ojosvendrá la luna,vendrá la luna por el aire.

Tú me querrás inmensamente.Mi corazón será infinitopara la angustia de tu frente.Yo te daré los sueños míos:amor, dolor, sencillamente.

Después será la enamorada son-risa,el beso, la memoria llena de ti, maravillada.Y el gozo azul de estar contigofuera del tiempo, sin palabras.

De golondrina en golondrinanos llegará la primaverade la mirada pensativa.

Y un mismo cauce de dulzuratendrán las rosas y los días.Yo te daré los sueños míos:amor, dolor, sencillamente

Meira DelmarPoeta colombiana, Barranquilla, 1922 – 2009

EL CUENTO>

Penetraron en el salón con el sigilo de los gatos. Antes de que don Abe-lardo pudiera reaccionar le hundieron en las costillas los cañones de sus armas (dos escopetas y un revólver) y lo empujaron con brusquedad hacia el despacho, al fondo de la residencia. Eran tres hombres jóvenes, muy jó-venes, y se les notaba crispados y nerviosos, dispuestos a todo, y él era tan sólo un pobre viejo solitario. De modo que a pesar de la indignación y la rabia que el brutal atropello le hundía en el cuerpo no se le ocurrió siquiera oponer resistencia. Sí pensó, por el contrario, en lo diferente que sería todo de hallarse aquí Abelardito, su amado hijo, militar de carrera. Bien entrenado y con más que sobradas agallas el joven pondría a raya, “en cuestión de segundos”, a los tres desalmados. Pero Abelardito se hallaba en el distante cuartel haciendo frente a las obligaciones propias de su oficio, y no regresa-ría a la casa hasta el fin de semana, de suerte que el desvalido anciano no tuvo más opción que plegarse a la voluntad de los asaltantes. Ya en el despacho lo tumbaron sobre una silla. El de la escopeta de do-ble cañón recortado (vestía en tonos marrones) se fue a vigilar la puerta de entrada; el que portaba la escopeta de cañón largo (vestía todo de negro) se situó a su izquierda, aplicándose con saña en atornillarle el largo cañón del arma en las costillas; el tercero (de frente a él y mirándole de hito en hito: era sin duda el Jefe) se concentró en “sacarle” la combinación de la caja de cau-dales oculta tras el cuadro al óleo situado sobre el gran escritorio de oscura madera labrada. Su voz áspera y apremiante llegaba al anciano distorsionada por la negra máscara de nylon con la que todos protegían sus rostros: —Sólo quiero que me des los números de la caja, viejo. A ti ya no te hace falta para nada todo ese dinero. ¿Qué más te da entonces que lo disfrutemos nosotros que sí podemos? De segundo en segundo subía la violencia en la voz a la par que en sus costillas la punzante presión del cañón del arma del bandido de negro situa-do a su izquierda. Pero a pesar de todo don Abelardo no daba su brazo a torcer. No cedía. Fuera de sí, el Jefe hundió el cañón de su Smith & Weson en la sien derecha del voluntarioso anciano, montó el gatillo, lo urgió furioso: —¡No seas terco, coño, viejo de mierda! ¡Dame de una vez los maldi-

tos números o te vuelo la tapa de los sesos! Ahora don Abelardo cedió y reveló los núme-ros. Mas de inmediato se arrepintió de haberlo hecho. ¡Ah, el fruto de su trabajo de toda una vida volatili-zado en segundos a manos de estos desgraciados! Indignación y rabia se impusieron avasallantes a su instinto de conservación (que lo había mantenido todo este tiempo anclado a la silla “como un cobarde”), y de un ágil salto cayó sobre el bandido de la esco-peta a su lado. Ferozmente forcejeó con él hasta que consiguió arrancarle la negra máscara del rostro. En seguida —como si le hubieran partido el corazón de un hachazo— se le oyó bramar: —¡Abelarditoooo..! Fue todo. El joven descargó la culata de su escopeta sobre la cabeza del anciano y todavía le dis-paró dos veces cuando éste rodó al suelo bañado en sangre. Los tres hombres vaciaron con celeridad la caja de caudales y abandonaron prestamente la casa.

*Escritor español

Por Carlos Enrique Cabrera*

Atraco

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DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales PERIODISTA: COORDINADOR: Benhúr Sánchez Suárez, María Paula Garcés Vélez. Redacción cultural EL NUEVO DÍA, DIRECTOR GRÁFICO: Ernesto Lombana, ASISTENTE: Ingrith Johanna Buitrago. FOTOGRAFÍA: Obras del pintor tolimense Edilberto Calderón, fotos María Paula Garcés. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.

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Por Héctor Sánchez *

La vida es un cuentoeyendo hace muchos años el mi-nucioso libro del argentino José Luis Romero, ya en mejor vida (Latinoamérica: las ciudades y las ideas, 1976), llegué a entender por qué había reverenciado con algu-na desconfianza, la desafiante ob-

servación de que la novela, género literario —no las cosas aquellas de la tele—, cuenta lo que la historia calla. Se lo recuerdo a quie-nes alguna vez lo leyeron. Romero exploró en la evolución integral, o mejor, des-integral de las metrópolis, los rasgos definitorios y predominantes de diversas comunidades la-tinoamericanas. Lo movió el hecho de que la historia oficial y sus cronistas, han hecho brillar el metal de sus revelaciones, hacién-donos creer que es oro, cuando en verdad lo único que hay en esas piezas es brillo, pero no oro. Se paseó físicamente y se paseó in-tenso por los archivos, desde Buenos Aires hasta México, pero no lo hizo en forma con-vencional y, supongo que con una mueca errante y divertida, al saberse un investiga-dor sin naftalina, ni solapa nevada. Lo que hizo fue leerse las principales novelas del continente. Las de Mariano Azuela, Carlos Fuentes, las de Miguel Angel Asturias, José Antonio Osorio Lizarazo, Mi-guel Otero Silva, José María Arguedas, Juan Carlos Onetti, Leopoldo Marechal, Augusto Roa Bastos y, todas las que en su momento condujeron por parecidos conductos, a su propósito de ahondar en la vida del latino-americano, a través de la novela, y teniendo como punto de partida la arquitectura, su hábitat. El resultado de esta obra está ligado a la magnitud del resultado, perenne a través de los años y tan vivo como un tango clásico. Inútil sugerir a nuestros políticos de raza que intenten leerlo por si alguna vez se encuen-tran una alcaldía. No lo harán porque son los únicos seres de la especie humana que na-cieron aprendidos. En la justicia que la literatura hace a la historia, recojo un episodio que involucra a Ibagué y que la suma con méritos suficientes a la picaresca nacional. Cuando la picaresca era blanda y no había necesidad de matar a nadie y los granujas eran tan decentes que, en ocasiones, reconocían ante los jueces

sus fechorías. Leyendo El mensajero, Porfirio Barba Jacob, antio-queño, poeta, un libro con sus quinientas páginas, re-dactadas por su paisano Fernando Vallejo, encuentro un episodio que no tiene des-perdicio, allá por 1930. Re-fiere el cronista, que el poeta Barba Jacob, el inspirado, escandalizante y mártir de su exaltado hedonismo, atrave-só el Combeima, proveniente de Armenia, a la entrada del caserío bajó de su caballo para afeitarse y, entonces sí, presentarse ante su hermana Mercedes Osorio que vivía allí y estaba casada. Barba Jacob había andado desde México por todos esos pequeños paí-ses centroamericanos, como era su costumbre, a salto de mata, dejando atrás cuentas por pagar y arrastrando como un cometa, la estela de sus escándalos que, aún minimizados resulta-ban monstruosos. Treinta años después se encontró con su hermana que había dejado de ser pobre y había alcanzado una prole de catorce hi-jos. Sus abuelos, padres y hermanos habían muerto, así que el abrazo fue sincero. Y hubo fiesta y una larga recordación familiar en el vacío inevitable que deja el tiempo, cuan-do se enfrenta a dolor de abrir puertas. La casa era inmensa, tan grande que tenía seis patios y cuartos suficientes para asignar al tarambanas de la vida profunda, uno de los mejores. Tanta prosperidad era consecuen-cia de la perseverancia y tino que Salvador Castro, esposo de Mercedes, había impues-to a sus negocios. Eso, la constancia, saber leer y escribir y acostarse temprano con su esposa a traer hijos al mundo, eran las llaves que habían conducido a Salvador al paraíso de un juego de azar, conocido desde enton-ces como la Lotería del Tolima. Refiere el señor Vallejo, que producto de esos sorteos, que cubrieron premios mayo-res, hasta la sorprendente cifra de cinco mil

pesos, don Salvador llegó a convertirse en un burro cargado de plata, que invirtió en sesenta casas y una gigantesca finca ganadera. Las cuentas no cuadran porque los premios debían ir al bolsillo de los apostantes y no llegaron, pero en cambio multiplicaron las vacas e in-muebles del astuto negociante. Cómo no iba a fundamentar su patrimonio si el resultado de los sorteos se enviaba a los pueblos por el telégrafo y los números premia-dos iban cambiados, mientras la familia Castro se daba la gran vida y seguía comprando ga-nado y casas y, todos a una, reclamando su tajada. Fue un gran negocio mientras los apos-tadores inocentes que prendían velas y seguían confiando en su buena suerte lo perdieron todo, como tantas veces ocurrió. Y malo cuando su padrino, el de don Salvador, el general Vásquez Cobo perdió las elecciones con el liberal Enri-que Olaya Herrera. Ahí su ardorosa familia transmutó en jauría incontrolable y ladró sus amenazas si no in-demnizaban su silencio. Hasta el telegrafista aprovechó el motín para reclamar también su parte o, la delación, con el número de su cédu-la, iría como una flecha al despacho de las au-

toridades. El acoso movió a Salvador a ejecutar documentos notariales en favor de su esposa, hermana de Barba Jacob y, para ello el poeta fue contratado para que efectuara registros en Sogamoso, bien lejos de Ibagué. A su nombre, el de Salvador y con su firma falsificada, las escrituras convirtieron en millonaria a la señora Mercedes Osorio. En pago, la señora Merce-des expulsó a su hermano Barba Jacob de la casa de seis patios y le entregó, para que luego no se dijera, una cifra de dinero que le alcan-zaría para embarcarse en Buenaventura, a lo que el viento de la mala fortuna impusiera a su itinerario sin reposo por el Caribe, convertido en pedigüeño, malvado, solitario, lujurioso, hijo de la mala vida. ¿Observan ustedes por qué la novela cuenta lo que la historia calla? Cómo entender a España sin Miguel de Cervantes Saavedra, a la madre Rusia imperial sin Tolstoi, a México sin Martín Luis Guzmán, a Argentina sin Julio Cortázar, a Uruguay sin Juan Carlos Onetti, a Colombia... A Colombia no hay quien la entien-da.

* Escritor

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