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A su vez, EnriqueGimenesArnau, en su obra "Introducción al DerechoNotarial", nos dice: "la fe pública consiste en la necesidad jurídica queobliga a estimar auténticos o indiscutibles los hechos o actos cometidosa su amparo, quiérase o no creer en ello".

"Jurídicamente la fe pública supone la existencia de una verdad ofi­cial, cuya creencia se imponeen el sentido de que no se llega a ello por unproceso espontáneo, cuya resolución queda a nuestro albedrío, sino porvirtud de un imperativo o coacción que nos obliga a tener por cierto deter­minados hechos o acontecimientos ... "

Entre los notarialistas argentinos, tenemos la definición dada por elprofesor de la Universidad de La Plata, Dr. José María Mustapich, quienen su "Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial" nos define la fapública, "como la calidad pública que mediante la intervención de un ofi­cial público, acuerda a ciertos documentos que por tal revisten autenti­cidad y eficacia".

Por su parte, Sanahuja y Soler, en su tratado de "Derecho Notarial"nos define la Fe Pública, como "la garantía que da el Estado de que deter­minados hechos que interesan al, derecho son ciertos. Mediante la fepública se impone coactivamente a todos la certidumbre de los hechosobjeto de la misma". '

La Fede Conocimiento es una derivación de la Fe Notarial en general.y ésta a su vez, de la Fe Pública.

Por lo tanto es interesante que antes de entrar al tema específico dela Fe de Conocimiento, recordemos lo que se entiende por Fe Pública y porFe Notarial.

Paraesto nadamejor que recurrir a lo expresado por los prestigiososnotarialistas españoles. ParaJosé María Mengual y Mengual, según lo con­signado en su obra "Elementos de Derecho Notarial": "Fe Pública es elasentimiento que con carácter de verdad y certeza, prestamos a lo mani­festado por aquellos a quienes el Poder Público, reviste de autoridad, asig­nándoles una función".

Fe Pública y Fe Notarial.

La identificación de los otorgantes y su constancia en un documentopúblico, da lugara un conjunto de problemasque se vienen planteandodesdehace muchísimo tiempo.

Sobre este tema, "Fe de Conocimiento", existen abundantes elabora­ciones doctrinarias y ha sido muy debatido, en Congresos y Jornadas No­tariales, Internacionales y Nacionales.

FE DE CONOCIMIENTOpor DOMINGO L. LANFRANCHI

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Fe de Conocimiento.Si esta "fe pública notarial" la referimos a la identificación de los otor­

gantes, ya específicamente estamos frente a lo que denominamos "fe deconocimiento" .

Asimismo, referente a este tema, el profesor de la Universidad Na­cional de Córdoba, doctor N. Enrique Amaya, en su trabajo "El Conceptode Fe Pública en Relación Probatoria del Instrumento Público", despuésde hacer referencia que en un concepto generalizado "se entiende porinstrumento público el acto otorgado con las formalidades que la ley esta­blece, en presencia de un escribano u oficial público, a quien la ley leconfiere la facultad de autorizarlo. Agrega: "Este funcionario, llámese no­tario u oficial público es el depositario de la fe pública que por delegaciónestadual, autentica el acto o los hechos que transcurren en su presencia.Es decir, la investidura de depositario de la fe pública acuerda trascen­dencia pública al acto. Su presencia corporiza esa garantía de que los he­chos o actos ocurridos son ciertos. Su intervención encarna la fe, la con­fianza imprescindible para la seguridad de las relaciones interindividuales".

Vemos entonces que si este funcionario es el Escribano, nos encon­tramos frente a lo que denominamos fe pública notarial. El Escribano me­diante su intervención acuerda trascendencia pública al acto.

Al decir fe, decimos creencia, crédito, convicción, certidumbre, ver­dad que prestamos a ese funcionario Escribano, cuyas escrituras son au­ténticas y su contenido tenido por cierto.

Fe, etimológicamente, proviene del latín "fldes" (diccionario Lectum,Edit. Sopena) 'Crédito que se presta a las cosas por razón de la autoridadque las dice". Fe pública: "autoridad legítima atribuída a Escribanos, Cón­sules, Secretarios de Juzgado ... para que los instrumentos que autorizanen debida forma sean considerados como auténticos".

El Notario en su función de intérprete y conformador del instrumentojurídico, le confiere a éste la fe pública notarial.

Las escrituras por él autorizadas son auténticas, hace que el instru­mento valga por sí mismo, y al ser representante de la fe, lo es da la ver­dad, por lo cual debe estar orgulloso y más aún, porque su actuar está alservicio de la comunidad.

"El concepto de fe pública (nos dice Eduardo J. Couture, en su tra­bajo así titulado) se asocia a la función notarial de una manera más directaque a cualquier otra actividad humana". y el profesor Francisco MartínezSegovia, en su obra "Función Notarial" al referirse acerca del valor de lafe notarial, expresa: "La fe notarial confiere "valor" a la obra del notario,al documento. También a la obra de las partes dirigida por el Escribano:el negocio. Ese valor es valor de plena fe. Ese valor de plena fe tiene al­cance público porque excede de los límites del alcance privado, ya que laplena fe tiene vigencia entre los partes y también con respecto a terceros.Esos terceros, son el público, el pueblo. Por eso puede calificarse la fenotarial como fe pública y el documento notarial como documento público".

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ParaJosé A. Negri, en su trabajo "La Fe de Conocimiento" al estudiarel origen del precepto, nos dice: "Que la certificación de la identidad, seaen forma implícita, sea expresamente, ya existía con anterioridad a lasLeyes de Partidas".

Más tarde las Partidas en la Ley5, tít. 8, de la 111,dijeron "e debe sermuy acucioso el escrivano de trabajarse de conocer los omes a quien fazelas cartas, quien son y de que lugar de manera que non pueda ser fechoningún engaño"

La Ley 7, título 8, libro 2, del FueroReal ya indicaba que "ningún escri­bano non faga carta entre ningunos omes, a menos de conocer de sabersus nombres si fueren de la tierra, sea los testimonios de la tierra y omesconocidos".

La Navísima Recopilación fue continuadora del Código Alfonsino y elfuero Real.

Esta "fe de conocimiento" de los otorgantes se exige en toda legisla­ción de tipo latino.

En nuestro Código Civil, en el artículo 1001 se establece" ... El Es­cribano debe dar fe de que conoce a los otorgantes ... " y en el artículo 1002:"Si el Escribano no conociere las partes, éstas pueden justificar ante élsu identidad personal con dos testigos que el Escribano conozca, poniendoen la escritura sus nombres y residencia, y dando fe que los conoce".

Estas escuetas palabras del artículo 1001: "El Escribano debe dar fede que conoce a los otorgantes ... " nos dice Carlos Emérito González ensu obra "Derecho Notarial", constituyen la esencia de la teoría de la fe deconocimiento, así denominada en el Derecho Histórico Español y adoptadaposteriormente por nuestra legislación y doctrina, especialmente por elCodificador Vélez Sársfield. Se le conoce también por dación de fe notarialy en el derecho francés e italiano, por identificación del documento y suconstancia" .

Nuestro Codificador en la nota al artículo 1001,nos remite a la Ley 1,Tít. 23, Lib. 10, Nov. Recopilación, que transcribe el capítulo 2 de la Prag­mática deAlcalá del 7 de junio de 1503,dictada por la Reina Isabel LaCató­lica, y a la Ley 54, Tít. 18 de la Partida 111.

En el capítulo once de la Pragmática dada por los Reyes Católicos enAlcalá de Henaresel 7 de junio de 1503,se dispuso "que si por ventura elEscrivano no conociese a alguna de las partes que quisieren otorgar agúncontrato o escritura, que no la haga ni reciba, salvo si dichas partes queasí no conociese presentasen dos testigos que digan que las conocen, yen caso haganmenciónde ello al fin de la escritura, nombrando los testigosy sentandos los nombres y de donde son vecinos, y no haciéndose estaexpresión se haga el otorgante por conocido del escribano y venga a sucargo dándosepor nulos los actos que sin esta circunstancia se otorgaren,y si el escrivano conociese al otorgante, de fe en la suscripción de que leconoce".

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La primera disposición que encontramos en la Legislación Española.es la ya citada ley 7. tít. 8. libro 2 del Fuero Real del año 1255. despuéseste precepto es acogido por las Leyes de Partidas a la que sigue la Noví­sima Recopilación. fuente de los artículos 1001 y 1002. de nuestro CódigoCivil.

En España estas disposiciones pasan a las Leyes Orgánicas del Nota­riado del año 1862. y van sucesivamente sufriendo modificaciones hastaque en mayo de 1962 al reformarse la ley orgánica del notariado españolse establece en su artículo 23: "Los notarios darán fe en las escrituras pú­blicas y en aquellas actas que por su índole especial lo requieran. de co­nocer a las partes o de haberse asegurado su identidad por medios suple­torios establecidos por las leyes y reglamentos".

Si observamos otras legislaciones. nos encontramos con preceptossimilares. así en Francia. ya en la Ordenanza de Blois. dada por Luis XII enel año 1498. prohibía a los notarios recibir contratos si no conocían a laspersonas. y en la ley del 13 de agosto de 1902. dispone "el nombre, el es­tado y la residencia de las partes deben ser conocidos por el notario, o ensu defecto, serIe atestado en el acto por dos personas mayores conocidosde ellas, que tengan las mismas condiciones requeridas que para ser tes­tigos instrumentales".

En Alemania, la Ley Notarial Federal dictada el 24 de febrero de 1961,en el capítulo "Deberes de examen e instrucción del Escribano", establece:"El escribano debe al documentar declaraciones verificar con especial cui­dado, la identidad de las partes intervinientes.

Si el escribano conoce a las partes tiene que consignarlo en la minuta.Si no las conoce debe indicar cómo se ha cerciorado de la identidad delas mismas".

En Italia, el principio genral es que el notario debe conocer la iden­tidad de las partes.

Asimismo, si observamos la legislación de los países americanos. nosencontrarnos que en todos ellos por regla general, se exige que el escribanodebe conocer a las partes y en caso de no conocerlas, asegurar su iden­tidad por medios supletorios, con excepción de Costa Rica que, como loexpresan en su obra "Fe de conocimiento", Jorge Alberto Bollini y Juan A.Gardey, su Ley Orgánica del Notariado no habla expresamente de la fe deconocimiento.

De acuerdo a lo que hemos expresado, podemos asegurar que de an­tiguo y en todas las legislaciones se vió la necesidad de que el Escribanoen su intervención debía asegurarse que aquellos actos celebrados al am­paro de su fe, emanaran de sus verdaderos titulares.

Es necesario que la identidad de los otorgantes tengan una fiscalizaciónen la persona del funcionario porque de otro modo, sus declaraciones ca­recerían de la inmutabilidad indispensable en todo proceso jurídico.

Hoy, este precepto, podemos decir que es confirmado, y prueba deello la tenemos en lo decidido en el Segundo Congreso Internacional del

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Notariado Latino, reunido en Madrid en octubre de 1950, que se ocupó deeste tema y resolvió: n La autenticidad del' documento notarial debe ex­tenderse a la identificación de los otorgantes. 29) Es función y deber delnotario cerciorarse de la identidad de los otorgantes, certificando o dandofe de conocerlos".

Pero no todos los estudiosos de la materia están de acuerdo con estecriterio, y si bien la mayoría se inclina porque esta identificación sea rea­lizada por el notario y bajo su responsabilidad,otros opinan que deben em­plearse medios automáticos que eliminen la intervención del notario o porlo menos que reduzcan esa intervención a una operación meramente ma­terial, y aún más, hay quienes llegan a pensar que esta identificación debequedar a exclusivo cargo de las mismas partes.

Estos últimos, o sean los que se inclinan porque la identificación estéa cargo exclusivo de los contratantes, invocan como razónde principio queel notario debe dar fe sólo de aquello que conoce directamente y por lotanto es suficiente que exprese que los intervinientes le manifiesten lla­marse de tal modo, realizándose la identificación por ellos mismos, presu­miéndose la veracidad de la identidad que invocan.

Antonio de Monasterio y Gali -citado por Bollini y Gardey, en suobra antes mencionada- expresa que: "Es suficiente que la identidad sepresuma y que esta presunción se apoye en la seguridad del Código Penal.

Es una exigencia incómoday que obstaculiza la libre contratación. Esinjusta en cuanto hace responsable al notario de una actividad, cuyo co­rrecto desempeño, es impecable".

Estos argumentos son rebatidos por el distinguido profesor uruguayoRufino Larraud,en su obra "Identificación de los comparecientes en la es­critura pública", al expresar: 'El concepto de que el notario es un merofedatario de hechos precibidos "de visu, et auditu suis sensibus", es doc­trina hoy superaday novale la pena rebatirla. Encuanto a que el documentonotarial debe ser entendido en su verdadera naturaleza de forma volun­taria, estamos de total acuerdo. Pero nos parece exagerado que por ello,se olvide enteramente que la escritura pública también es prueba del neogocio que contiene.

Como antes lo hemos expresado, el régimen más generalizado para laidentificación de los otorgantes, es el realizadopor conocimiento del agenteo sea el que es hecho de "ciencia propia" por el Escribano.

Es muy común encontrar entre los tratadistas, empleado el término"ciencia propia", con lo que se quiere significar que el conocimiento ver­dadero y cierto de los intervinientes corresponde al Escribano, quien debevalerse libremente de sus propios medios, formando así su convencimientorespecto de la identidad de aquéllos.

Así, Carlos Emérito González,en su obra "Teoría General del Instru­mento Público", nos dice: "la fe de conocimiento de los otorgantes la daráel escribano de "ciencia propia" y que para llegar a ese conocimiento queimplica la ciencia ordenará metódicamente los principios, causas o con-

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ceptos que configuren en su proceso subjetivo la absoluta seguridad deque el otorgante requirente es la misma persona que ejerce la titularidaddel derecho que se creará, modificará, transformará o extinguirá, en el actoo negocio jurídico a realizarse".

Expresa José María Mengual y Mengual, en su obra antes citada que"la fe de conocimiento es un estado psicológico-subjetivo, racionalmenteformado, del propio notario, que asevera bajo, su responsabilidad, queaquello que manifiesta y asegura, y que constituye el objeto de una rela­ción entre su pensamiento y el objeto sobre el cual dicho pensamiento ac­túan, en si, en su propia substancia, es su esencia interna, sin adulteraciónni desequilibrio y sin que exista el menor asomo de duda, ni vacilación".

José A. Negri, en su trabajo "Fe de Conocimiento", define a ésta "co­mo la garantía dada por el notario en base a su propia convicción que de­terminada persona se identifica con el nombre con que es reconocida".

Según Monasterio Gali, citado por Bollini y Gardey, "dar fe del cono­cimiento de una persona, tanto quiere decir como asegurar la identidad dela misma con su nombre, o mejor la identidad del nombre que es el verda­dero signo individual, con el sujeto que se lo atribuye. En una palabra, lafe de conocimiento es, en todo caso, un prejuzgamiento del estado civil".

Núñez Lagos, citado por Enrique Gimenes Arnau, en su obra "DerechoNotarial Español", nos dice que "la afirmación o calificación del notario noes una afirmación de carácter absoluto, pues para que el notario tuvierala evidencia, de visu, et auditu suis sensibus, de que el compareciente erala persona física y jurídica que se afirmaba, haría falta que como tal Notariopresenciara el hecho del parto y la identidad permanente del nacido desdeel alumbramiento hasta la comparecencia ... "

Creemos que es primordial que el documento notarial no ofrezca dudasde ninguna especie y menos aún en lo referente a la identidad de los otor­gantes, por lo tanto adherimos al sistema de identificación por parte delnotario, o sea el de "ciencia propia", estas palabras que significan que elnotario para la identificación de los comparecientes, se vale de sus propiosmedios.

Entre los sistemas que estamos examinando, éste, el de identificaciónpor conocimiento del agente, es el que más engrandece la función notarialy no somos partidarios de otros sistemas que eliminen el conocimientopersonal y directo del escribano.

Existen otros medios de identificación que podramos llamar supleto­rios, entre los que en primer término podemos citar, los testigos de cono­cimiento (tal lo preceptuado por el artculo 1002 del Código Civil) el queno obliga, pero sí faculta al Escribano que no conociera las partes, que és­tas pueden justificar ante él su identidad personal con dos testigos deconocimiento del Escribano cuyos nombres y residencia debe dejar cons­tancia en la escritura y además sobre quienes debe dar fe que los conoce.

Podemos asegurar que con nuestra experiencia de veinticinco añosde profesión este medio supletorio de identificación por testigos, en la

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Otros medios de identificación, son los documentos personales, comocédula de identidad, libreta cívica o de enrolamiento, pasaportes, todosellos expedidos por funcionarios públicos o entidades o reparticiones esta­tales. pero si a éstos los podemos considerar útiles para llegar al conoci­miento, no podemos decir que puedan sustituir de ningún modo la identi­ficación por conocimiento propio del agente y menos aún pretender reducirla intervención del notario a una simple operación material.

Con respecto a los documentos de identidad, debemos tener presenteque en la época actual, es muy factible su adulteración por los medios téc­nicos con que se cuenta, y que hoy hasta podríamos afirmar, sin exagera­ción, que es muy frecuente encontrarse en presencia de reiteradas sus­tracciones de documentos originales en blanco.

Hay autores. los menos, que le dan real importancia. pero la mayoríade ellos se manifiestan contrarios a este sistema de identificación docu­mentaria, y no encontramos ninguna legislación que la admita en formaexclusiva.

Además tenemos la identificación por la dactoloscopía, o sean lasimpresiones digitales. que si bien como algunos autores proponen podríaincorporarse al Código Civil como complemento de los testigos de cono­cimiento y así disminuir la responsabilidad del escribano, no compartimosla idea que pueda convertirse, como pretenden otros. en un régimen obli­gatorio y único de identificación.

No olvidemos que en nuestro país, por ley N913.482,se creó el Re­gistro Nacional de las Personas. que consiste en registrar y certificar laidentidad de toda personade existencia visible, haciéndoseconstar nombrey apellidos completos. datos físicos salientes, antecedentespersonales.etc.,y que ademáses obligatoria su obtención y su presentación para cualquiergestión que se realice ante dependenciasdel Estado. Esta libreta nacionalde identidad. constituirá un medio importante y muy eficaz para que el es­cribano pueda llegar a formarse un concepto más fehaciente acerca de laidentidad de los comparecientes, pero sin que ello pueda suplir la fe deconocimiento que dicho funcionario debe dar.

Todos estos medios de identificación nunca pueden llegar a sustituirla intervención directa del notario que en todos los casos representaráuna garantía muy superior a la que pueda ofrecer cualquier medio suple­torio.

Los autores que han estudiado este sistema se enrolan en corrientesdoctrinarias distintas que van desde aquellos que entienden que la fe deconocimiento es fundamental; es la base de todo el notariado, que el pre­cepto existente en la mayoría de las legislaciones similar a nuestro ar­tículo 1001del Código Civil: "El Escribano debe dar fe de que conoce alos otorgantes", debe mantenerse con todo su vigor. hasta aquellos otrosque manifiestan que debe desaparecer de la legislación, argumentando

práctica ha sido y es una verdadera excepción, siendo muy contados, porno decir inexistentes los casos en que los notarios han debido recurrir aeste sistema de identificación.

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Por su parte, Sanahuja y Soler manifiesta que "en principio es nece­sario que el notario garantice la identidad de las personas que intervienenen un negocio jurídico, porque 'a ilación entre unas situaciones y otrasexige para dar certidumbre a las relaciones jurídicas, que se fundamentebajo la fe notarial el punto de unión o de conexión, que es precisamentela persona que ostentando un derecho lo transmite a favor de otra".

La mayoría de los notarialistas de nuestro país, interpretando que elrequisito del conocimiento por parte del Escribano y su constancia en eldocumento notarial es el único medio de identificación que puede llevaral convencimiento de los contratantes la seguridad que anhelan, se in­clinan por la vigencia del precepto en la forma ya expresada.

Entre estos notarialistas y como defensor de este sistema clásicodel conocimiento personal encontramos a José A. Negri, quien ya en unaconferencia pronunciada en España en el año 1929, en la Academia No­tarial de Madrid, expresaba que no era partidario de alterar la legislaciónvigente a este respecto sustituyéndola por el sistema un tanto anodinode la Cédula de Identidad, y muchos años después el mismo Negr'i mani­festaba en el Segundo Congreso Internacional del Notariado celebrado endicha ciudad, en el año 1950, "mi opinión no ha variado ... antes bien, eltiempo transcurrido, los nuevos casos y alegatos contemplados y un másprofundo conocimiento de la institución notarial, lejos de atenuar aquellaconvicción han servido para acentuarla". y agregaba: " ... al suprimir la fede conocimiento como requisito esencial de la escritura pública ... se di­luirá ... la importancia de la escritura pública, como documento fehacientey se desintegrará con ella el eje de toda nuestra actividad profesional".

que se explicaba en épocas anteriores en que todos se conocían y no hoyque ya no existen las clásicas y consecuentes clientelas y que se cuentacon medios técnicos seguros de identificación, y más aún, si tenemos pre­sente que en las grandes ciudades es imposible que el notario conozca 'atodos los que soliciten su intervención.

No compartimos lo expresado por estos autores, que manifiestan queeste precepto debe "raspárse" de la legislació_n, basándose en que el Es­cribano hoy no puede conocer a todos los que solicitan sus servicios y quepor lo tanto por el mero hecho de haber autorizado el instrumento sea lavíctima, y sobre él recaigan las responsabilidades morales, procesales yeconómicas, manifestando que la identificación personal debe estar libradaal juicio y aceptación recíproca de los interesados, y sólo el escribanoreducirse a constatar tales expresoines.

Pero sí, estamos de acuerdo con aquellos autores que se inclinen porla vigencia del precepto, verdadero pilar sobre el que se asienta la funciónnotarial, compartiendo en un todo lo manifestado por Vicente Sancho Tello,citado por Bollini y Gardey, quien nos dice: "Que la fe de conocimientoes la expresión del íntimo convencimiento del escribano de que los otor­gantes son realmente a su juicio individuos en quienes concurren las cir­cunstancias que reseña en la escritura, sin que exista en su ánimo sos­pecha en contrario ... "

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Adherimos a este respecto a lo expresado por el Dr. Spota, quien ma­nifiesta que debe ser elevado a requisito de esencia de la escritura pú­blica porque uno de los presupuestos de la buena fe del instrumento pú­blico, radica precisamente en el conocimiento directo e inmediato quedel otorgante tenga el oficial público.

Bibiloni en su "Anteproyecto de Reforma del Código Civil" incluyeentre las causales de invalidez de la escritura el hecho de haber omitidola atestación del notario de conocer a las partes, y en el caso que corres­ponda, a los testigos de conocimiento, y para justificar tal sanción ad­vierte: "sin ello no hay escritura".

Es asimismo interesante, sobre el tema que estamos debatiendo, lorelativo a la extensión de la fe de' conoclmlente, si sólo ésta se refiere ala identidad de las personas físicas o si también abarca a su estado civil.En este punto, la mayoría de los autores entienden que la fe de conoci­miento sólo se refiere a la identidad de las personas físicas, no a la per­sona civil, salvo en lo referente a su nombre.

Escapana la fe de conocimiento lo relativo a su estado civil, como asi­mismo a su domicilio, residencia o vecindad. La jurisprudencia por lo ge­neral se ha inclinado a afirmar que el Escribano de acuerdo a lo estable­cido en el arto 1001del Código Civil, sólo está obligado a dar fe de queconoce a los otorgantes pero no a su estado civil.

Nos permitimos disentir con esta afirmación por las razones ya ex­puestas y corroboradas por los prestigiosos notarialistas antes citados.

También se encuentran divididas las opiniones en cuanto a si la fede conocimiento de los otorgantes o de los testigos de conocimiento ensu caso, debe ser requisito de forma esencial como lo ha establecido elderecho españolo por el contrario si la omisión de dar fe de conocimientopor parte del Escribano,no causa la nulidad de la escritura como en nuestroCódigo, por no estar enumeradaentre las causales de invalidez que nues­tro codificador establece en el arto 1004.

Si observamos lo manifestado por nuestros principales civilistas re­ferente a este tema en sus respectivos tratados, vemos que la mayoríade ellos apoyan el sistema adoptado por Vélez Sársfield, tal el caso deL1erena,Machado, Bibiloni y Salvat, manifestando este último: " ... quelas escrituras públicas, como todo instrumento público, están destinadasa hacer plena fe de su contenido contra todo el mundo,y por consiguiente,era necesario que el escribano conociese personalmente a los otorgantesde ellas. .. para evitar la incertidumbre y los perjuicios que resultaríande la sustitución de personas".

No así el Dr. Guillermo Borda, quien en su "Tratado de Derecho Ci-vil Argentino", al comentar el artículo 1001 del C. Civil, expresa "Laobligación de que el escribano conozca personalmente a las partes esun veradadero anacronismo". Se explicaba en las sociedades de mediadosdel siglo pasado. .. cuando no se poseían los medios técnicos de identi­ficación que hoy ofrecen tantas seguridades... ".

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Además, siguiendo este mismo criterio, entendemos que será nece­sario en una futura reforma de nuestra Ley Provincial N9 4183, no dis­pensar al Escribano, como lo establece su actual arto 46, de responsabi­lidad por declaraciones inexactas de los otorgantes respecto a su estadocivil y siempre referidos a los casos del arto 1277 mencionado.

Por último, veamos la responsabilidad que le cabe al Escribano encuanto a la dación de fe de conocer.

Compartimos lo manifestado por el Dr. Carlos Emérito González ensu obra ya citada: "La fe de conocimiento sin responsabilidad en la per­sona que la da, no es tal, porque nadie cree, cuando el que afirma no res­ponde por lo que sostiene".

Estamos frente a la responsabilidad que supone la inobservancia porparte del notario de la norma que le exige: "El Escribano debe dar fe deque conoce a los otorgantes ... ". Toda violación a una regla de derecho.debe acarrear como consecuencia una sanción.

No creemos que pueda desligársele al Escribano de responsabilidad.y menos aún compartimos lo manifestado por el Dr. Héctor Lafaille a esterespecto cuando formando parte de la Comisión Reformadora del Código.manifestara: "Le damos otras maneras más fáciles y cómodas al Escri­bano para desligarse de esa responsabilidad ... exigir la libreta de enro­lamiento o cédula de identidad ... ".

Tampoco consideramos que esa responsabilidad pueda ser asumidapor el Estado y menos aún como lo han pretendido otros, por el propiootorgante.

Si el Escribano es el autor del documento, sólo él debe dar esa fe.y sólo él es el responsable.

Pero una vez hecha esta afirmación, consideramos hasta dónde debellegar esa responsabilidad.

Adherimos a este respecto a lo dispuesto por el Segundo ConqresoInternacional del Notariado Latino, celebrado en Madrid, en el año 19S0antes mencionado, que resolvió: "a) El notario solamente tendrá respon-

Por nuestra parte, entendemos que si bien este criterio es el que seha mantenido hasta hoy, el mismo ha de sufrir un cambio en los casos aque hace referencia el arto 1277, reformado recientemente por la Ley nú­mero 17.711, que establece: "es necesario el consentimiento de amboscónyuges para disponer o gravar los bienes gananciales cuando se tratade inmuebles, derechos o bienes muebles, cuyo registro han impuesto lasleyes en forma obligatoria .....

En estos casos previstos por el arto 1277, por otra parte muy comunespor comprender un porcentaje elevado en el actuar diario del Escribano,deberá extremar éste, todos los recaudos necesarios para que la fe deconociminto se extienda a "ambos cónyuges", teniendo especial cuidadoal formular el juicio de identidad la relación conyugal y así llevará a loscontratantes la seguridad que éstos anhelan.

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De acuerdo a lo precedentemente expuesto, llegamos a las siguientesconcluslones:

CONCLUSIONES

Civil, cuandocometiere error en la fe de conocimiento, mediandoculpao negligencia de su parte, por no haber puesto el debido cuidado o dili­gencia en el cumplimiento de sus obligaciones profesionales, ocasionandodaños y perjuicios a terceros.

y Profesional o específica de sus funciones, en cualquiera de los casosanteriores por haber afectado, con su proceder, el decoro de la InstituciónNotarial.

Por su parte, las leyes de fondo y las orgánicas del notariado por logeneral, atribuyen al Escribano cuatro clases de responsabilidades: civil,penal. fiscal y profesional.

Del mismo modo nuestra ley Provincial N" 4435 sobre "Régimen Dis­ciplinario Notarial", en su arto 1" establece: "las responsabilidades en quepueden incurrir los Escribanos en el desempeño de sus funciones, son:a) Específica de sus funciones; b) Administrativa; e) Civil, y d) Penal".

En su arto2", nos dice: "la responsabilidad específica del funcionarioemerge del incumplimiento ... de las disposiciones de las leyes que rigenel ejercicio de la función notarial ... en cuanto esas transgresiones afec­ten la Institución Notarial, " o el decoro del cuerpo, , , ",

Enel 39: "la responsabilidad Administrativa deriva del incumplimientode las leyes fiscales, , , ",

En el 49: "la responsabilidad civil, " deriva de los daños y perjuiciosocasionadosa terceros, por, " mal desempeñode sus funciones de acuerdoa lo establecido en las leyes generales",

y en su arto5''',nos expresa: "la responsabilidad penal emerge de laactuación del Escribano en cuanto pueda considerarse dellctuosa, , , ".

En consecuencia entendemos, dejando de lado la responsabilidad fis­calo administrativa por no ser del tema que estamos analizando, que elEscribano incurrirá, en su dación de fe de conocimiento, en tres tipos deresponsabilidades: penal, civil y profesional o específica de sus funciones.

Penal, cuando cometiendo un delito de falsedad, asegure la identidaddel otorgante conociendo de antemano no ser ésta la persona referida enel documento (dolo).

sabilidad penal cuando cometiere falsedad deliberada (dolo). b) Tendráresponsabilidad civil por dolo, culpa o negligencia. c) la diligencia queha de prestar el notario es la normalmente exigible a un funcionario es­crupuloso".

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No significa esto que el notario no haga uso de los medios técnicos,más aún, partldarlos como somos de un notariado moderno en un mundomoderno, teniendo en cuenta el aporte que la técnica hace día a día en be­neficio de la ciencia, pero deben quedar condicionados a su criterio estric­tamente subjetivo todas las apreciaciones sobre la validez de los mediosque se le presenten, sin imposiciones legales ni normas que limiten su li­bertad de apreciación y su determinación libre.

La fe de conocimiento de los otorgantes o de los testiqos de conoci­miento en su caso, por parte del notario, debe ser, en una futura reformade nuestro Código Civil, elevada a requisito de esencia de la escritura pú­blica, siendo incluída entre las causales de invalidez de la misma.

Si bien la jurisprudencia por lo general se ha inclinado a afirmar queel Escribano, de acuerdo a lo establecido en el arto 1001 del Código Civil,sólo está obligado a dar fe de que conoce a los otorgantes, pero no a suestado civil, consideramos que frente a la reforma introducida por la LeyN9 17.711, el arto 1277 de dicho Código, y en los casos allí previstos, elnotario debe extremar todos los recursos necesarios para.que la fe de co­nocimiento se extienda a ambos cónyuges, teniendo especial cuidado, alformular el juicio de identidad, la relación conyugal. Como consecuencia delo antes expresado, estimamos que nuestra Ley Provincial N'?4183 debeser modificada en su artículo 46, no dispensando al Escribano en los casosa que se refiere el arto 1277 citado, de responsabilidad por declaracionesinexactas de los otorgantes respecto a su estado civil.

Por último, las responsabilidades que le caben al Escribano por ladación de fe de conocimiento, son de tres tipos: penal, cuando asegura laidentidad del otorgante, siendo de su conocimiento que no es ésta la per­sona referida en el documento, cometiendo, por lo tanto, un delito de fal-

El conocimiento verdadero y cierto de los intervinientes, correspondeal Escribano quien, actuando con prudencia y cautela, debe valerse libre­mente de sus propios medios, formando así su convencimiento racionalrespecto de la identidad de aquéllos.

El precepto establecido en el artículo 1001 del Código Civil, aquel quedispone que "el Escribano debe dar fe de que conoce a los otorgantes",debe mantenerse con toda su fuerza y vigor, por ser la única manera dellevar a los contratantes la confianza, tranquilidad y seguridad que éstosanhelan.El notario toma sobre sí la responsabilidad necesaria que trae apa­rejada la seguridad del acto, al realizar este conocimiento de "ciencia pro­pia", valiéndose de sus propios recursos.

Todos los demás medios de identificación, sólo sirven como supleto­rios, importantes y eficaces, para llegar el Escribano a formarse un con­cepto más fehaciente acerca de la identidad de los comparecientes, peroen ningún caso ellos pueden suplir la fe de conocimiento que sólo él puededar.

Para que en el documento notarial no queden dudas respecto de quie­nes son las personas intervinientes, su identificación debe estar a exclu­sivo cargo del notario.

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sedad; civil, cuando no habiendo puesto el debido cuidado o diligencia enel cumplimiento de sus obligaciones profesionales mediando, por lo tanto,culpa o negligencia de su parte, cometiere error en la fe de conocimiento,ocasionando daños y perjuicios a terceros; y en ambos casos, estará in­curso, además, en la responsabilidad específica de sus funciones" por ha­ber afectado con su proceder, la dignidad de la Institución Notarial.

DOMINGO L. LANFRANCHI