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juglar y leyenda

Francisco el Hombre: juglar y leyenda

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juglar y leyenda

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FRANCISCO EL HOMBRE: JUGLAR Y LEYENDA

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Mariana Garcés CórdobaMaría Claudia López Sorzano Enzo Rafael Ariza Ayala Alberto Escovar Wilson-WhiteSebastián Londoño Camacho

Viviana Cortés Angarita

Alexander Casalins Pérez César Augusto Sánchez ContrerasBerena Vergara Serpawww.zeta-zeta.comCartagena de Indias, Septiembre de 2014ISBN: 978-958-58950-3-4Alexander Casalins Pérez

Beatriz Bechara de BorgePhillip Wrigth Berena Vergara

Esta pieza de divulgación hace parte de la las líneas estratégicas del Plan Especial de Salvaguardia de la música Vallenata Tradicional del Caribe Colombiano; reso-lución 1321 de 2014.Se permite divulgación parcial de esta obra citando la fuente y con previa autorización del Ministerio de Cultura – Observatorio del Caribe Colombiano.

Ministerio de Cultura República de Colombia

Ministra de Cultura Viceministra de Cultura

Secretario General Director de Patrimonio

Coordinadora Grupo de Patrimonio Cultural Inmaterial

AsesoraPlan Especial de Salvaguardia de

la Música Vallenata Tradicional del Caribe Colombiano

Grupo de Patrimonio Cultural Inmaterial

Redacción y Elaboración de Textos

Diseño y DiagramaciónImpresión

Edición de Textos

Observatorio del Caribe ColombianoDirectora Ejecutiva Director Científico

Coordinadora de Proyectos

Ministerio de Cultura Carrera 8 Nº 8-09

Línea gratuita 01 8000 913079 (571) 3424100

Bogotá D.C., Colombia www.mincultura.gov.co

Observatorio del Caribe ColombianoGetsemaní, Calle del Guerrero No. 29-02

Cartagena de Indias, Sur Américawww.ocaribe.org

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FRANCISCO EL HOMBRE: JUGLAR Y LEYENDA

Alrededor de la figura del acordeonista y juglar Francisco Moscote Guerra se teje una singular leyenda del folclor de la región Caribe

colombiana: la derrota infligida al Diablo en un enfrentamiento musical con Francisco el Hombre, personaje encarnado por Francisco Moscote. Los diferentes textos y narraciones sobre esta leyenda intentan construir o recrear un episodio que se remonta a una fecha inexacta, pero ubicada, según la cronología asociada al personaje, entre finales del siglo xix y los albores del xx.

Cuenta la leyenda que una noche Francisco el Hombre regresaba a su pue-blo después de una gran parranda, y en medio del camino decidió abrir su acordeón y entonar sus melodías. De repente escuchó una respuesta: otro músico hizo sonar su acordeón. Francisco el Hombre continuó tocando, y el misterioso hombre entonó una melodía aún mejor. Intrigado, Francisco el Hombre fue en busca de su contendor. Para su sorpresa, era el mismísi-mo Maligno. El humilde acordeonista, viéndose casi derrotado, interpretó el credo al revés, con lo cual hizo que el Maligno desapareciera junto con las tinieblas que impedían que la luna iluminara el camino.

Coinciden diferentes escritores (Diago Julio, 2010) (Mejía Duque, 2001) (Quiroz Otero, 1983) (Medina Sierra, 2002) en que la leyenda de Francisco el Hombre es uno de los episodios narrativos más representati-vos del folclor regional. En cuanto al personaje, se lo considera el primer juglar de la música de acordeón, y se presume que puede ser el autor de versos y canciones aún tenidos por anónimos de la música vallenata. Las discusiones también se concentran en la realidad de los acontecimientos (el enfrentamiento musical con el Diablo), e incluso en la existencia del personaje como sujeto y como creador de aires musicales. Las narracio-nes sobre este personaje entretejen experiencias y prácticas culturales de muchos pueblos de la región Caribe colombiana, así que en ellos es posible

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identificar o establecer patrones colectivos tales como las formas de orga-nización, representaciones sociales y el drama individual y colectivo.

La leyenda de Francisco el Hombre presenta, en sus múltiples versiones, muchos elementos comunes. Los principales son la lucha entre el bien y el mal, la aparición de elementos religiosos como la oración del credo, el Diablo como figura antropomorfa, y otros, como la presencia del juglar, el acordeón y la zona rural. Los textos narrativos provienen de distin-tas fuentes: se pueden encontrar referencias a la leyenda de Francisco el Hombre en canciones vallenatas, en obras literarias como la novela de Gabriel García Márquez Cien años de soledad, en los medios de difusión del Festival Vallenato, celebrado en Valledupar, e incluso en portales web de otras ciudades del país1. Todo ello da indicios de la transcendencia de la leyenda de Francisco el Hombre en el folclor regional y nacional2.

Estas narrativas sintetizan, a grandes rasgos, los diferentes relatos lite-rarios y orales que han construido la memoria de Francisco el Hombre. Es importante resaltar que se han hecho versiones que intentan separar al personaje de la leyenda, tratando de humanizar lo más posible su ima-gen mediante una semblanza exhaustiva que de razón de su procedencia y hasta, en ocasiones, se pretende rastrear sus posibles descendientes. Así, se dice que Francisco Moscote Guerra nació en 1850 en una población rural de nombre Galán, cerca de Riohacha, en el actual departamento de La Guajira, hombre que habría de protagonizar la contienda musical más conocida de la región Caribe.

1 Esta versión es tomada del sitio web www.parrandavallenata.com.2 Véase Diago Julio (2010) y Quiroz Otero (1983).

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ENCUENTROS ENTRE LEYENDAS: RELACIONES INTERTEXTUALES EN

FRANCISCO EL HOMBRE

Un aspecto importante a la hora de estudiar la leyenda de Francisco el Hombre es el reconocer que esta se inserta dentro de una tradi-

ción literaria, tanto oral como escrita; son muchas las referencias que se pueden encontrar de personajes virtuosos que se enfrentan a fuerzas supe-riores, el hombre contra el poder de las deidades. Si se tomara a Francisco el Hombre, acordeonista prodigioso, como la representación de las artes humanan se podrán encontrar similitudes con leyendas y mitos pertene-cientes a épocas y culturas distintas.

La mitología griega ofrece múltiples ejemplos de enfrentamientos entre los hombres y los dioses, dentro de esta variedad de relatos encontramos dos casos que sobresalen por tratarse de ser competencias en las que se miden las habilidades artísticas de los contendientes: Palas Atenea fue desafiada por la tejedora Aracne, cuyas habilidades con las agujas e hilos se habían hecho tan famosas y reconocidas, y en un acto de arrogancia

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retó a la diosa. En este caso en particular el resultado fue en perjuicio de la mortal que, al representar en su tejido escenas de los deslices amorosos que solían tener los dioses del Olimpo con los seres humanos, despertó la ira de Palas, la cual destrozó su obra y la condenó a tejer por el resto de su vida transformada en araña3.

Es preciso aquí recordar que en la mitología griega no se hace una dife-rencia radical entre dioses buenos o malos, aun así no se podría descartar las semejanzas entre el anterior relato y el de Francisco el Hombre. El arte, en ambos casos, es el medio por el cual los mortales pueden tener una pelea justa con los seres de fuerza superior. Para Francisco es la música de acor-deón; para Aracne es el tejido –por medio del cual crea obras plásticas–, y para Marsias, otro personaje de la mitología griega, es la melodía de su flauta.

La mitología cuenta la historia de Marsias, un sátiro de Frigia, que por alcanzar un alto grado de maestría tocando la flauta mágica de Atenea debió enfrentarse en duelo musical con el dios Apolo, famoso por ser un virtuoso de la lira. Al igual que Aracne, Marsias fue vencido por el inmortal al no

3 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/

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ser capaz de tocar la melodía al revés (era imposible hacerlo con la flauta). Su castigo fue ser desollado vivo por Apolo4.

La historia de Marsias posee un mayor grado de cercanía con el relato de Francisco el Hombre, pues se presenta el cantar o tocar ‘al revés’ como una habilidad que representa una contundente ventaja a la hora de demostrar el talento que se tiene. Mientras que Marsias se ve imposibilitado para realizar esta proeza, por ser su instrumento la flauta, Francisco el Hombre derrota al Maligno en el momento en que toca con su acordeón el credo al revés.

También se puede encontrar este tipo de semejanzas en el repertorio de leyendas colombo-venezolanas, sobresale aquí la historia de Florentino, un hombre fiestero y de vida despreocupada, cuyo talento era la trova llanera. Este relato esta insertado en la literatura escrita a través del poema narra-tivo de Alberto Arvelo Torrealba (1957), titulado Florentino y el Diablo. Al leer se puede presenciar el contrapunteo entre los dos personajes, y asi-mismo, se revela la increíble destreza con la que cuenta Florentino; siendo tal que ni siquiera el Diablo puede igualársele. Es esta, al igual que la de Francisco el Hombre, una narración en la que el hombre vence al mal por medio del arte al demostrar que su talento es mayor.

También es posible encontrar en el imaginario colectivo estadounidense relatos similares expresados en canciones populares, como es el caso de The Devil Went Down To Georgia, interpretada por la Charlie Daniels Band en 1979. Se basa principalmente en la historia de un niño, Johnny, que es descubierto por el Diablo tocando el violín. El Diablo estaba en ‘aprietos’ y necesitaba hacerse de un alma con urgencia, así que le prometió al niño un violín de oro si lograba vencerlo tocando el instrumento; si perdía, en cambio, tendría que entregar su alma. Luego de que ambos aceptaran la apuesta, el Diablo empezó a tocar, acompañado de una banda de demo-nios, pero fue Johnny el ganador indiscutible, por el talento extraordina-rio que poseía. El Diablo, humillado, dejó el violín dorado a los pies del ganador y desapareció del lugar. Existe una clara concordancia entre la

4 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/

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historia de Johnny y la de Francisco el Hombre, ambas dan la enseñan-za de que se puede vencer al mal (en este caso el demonio y el Maligno) siempre y cuando se tenga gran virtud y talento. Valores como la valentía, la humildad, la fe, entre otros, son los que se reconocen como positivos e indispensables para enfrentar al mal; eso sin dejar de lado el valor que se le otorga al talento y al arte humano como medio que permite desafiar a los propios dioses, si fuera necesario.

Otros relatos pertenecientes a la memoria oral de la humanidad mues-tran la música como un poderoso recurso utilizado con frecuencia por los demonios o el mal en contra del hombre. Para ilustrar esta idea tenemos la narración perteneciente a la mitología celta, que cuenta la historia del guerrero Finn quien venció a un demonio que aterrorizaba a los huma-nos lanzando bolas de fuego. Nadie había podido dar muerte al demonio debido a que este tocaba una música que provocaba un profundo sue-ño a todo aquel que la escuchara. Valiéndose de una lanza que le había obsequiado un antiguo compañero y que tenía el poder de infundir una furia incontrolable a la persona que se tocara la frente con su punta, Finn derrotó al demonio y se convirtió en capitán de la Fianna5 6.

Tal como se mencionó anteriormente, en la anterior leyenda la música no sirve para enfrentarse al mal, sino que está a su servicio y es el hombre quien debe ingeniárselas para triunfar sobre ella. Otras historias como la de Fausto, proveniente de Alemania, relatan pactos entre músicos y el Diablo7. Al parecer el arma predilecta del Diablo es la música, con ella busca siempre dar golpes certeros a los hombres.

Ahora bien, no todos los relatos populares que guardan una relación intertextual con la leyenda de Francisco el Hombre, plantean un duelo musical entre el hombre y seres del más allá, la astucia y demás cualidades humanas son igualmente utilizadas para vencer el mal. Ejemplo de esto es

5 Pequeñas bandas semindependientes de guerreros que vivían separados de la sociedad, en la épo-ca de los inicios de Irlanda.

6 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/7 Fausto era un músico exitoso pero inconforme, que vendió su alma al Diablo a cambio de place-

res mundanos y conocimiento ilimitado.

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la leyenda Originaria de Costa Rica, Diablo del puente de piedra, que cuenta la historia de un campesino que promete vender su alma al Diablo si este le construye un puente para pasar por un río, con la condición de que lo acabe antes de que cante el gallo. El Diablo, muy confiada de que ganaría aquella apuesta fácilmente se apresuró a construir el puente. El campesi-no, muy astuto, sacó de su carretilla unos gallos y, cuando le faltaba una piedra al Diablo para terminar su construcción, dio varios puntapiés a las aves hasta que una de ellas cantó justo antes de perder la apuesta. El cam-pesino, tranquilamente siguió con su camino dejando al Diablo derrota-do8. En historias como esta, se muestra al diablo como un ente ingenuo y fácil de timar, lo que no pasa exactamente en la de Francisco el Hombre, pues aunque éste lo vence, no es por timos sino por su habilidad superior y su fe cristiana.

El escritor Tomás Carrasquilla, adentrándonos en la tradición literaria colombiana, plasma en uno de sus cuentos, En La Diestra de Dios Padre, cómo un hombre campesino, supremamente humilde y solidario, recibe cin-co deseos de Jesucristo y San Pedro –quien lo toma por tonto, al principio–,

8 Esta versión es tomada del sitio web http://mitosyleyendascr.com/

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gracias a los cuales logra manipular a su antojo a la muerte y, además, ganarle al Diablo más de treinta mil millones de almas, en el mismísimo Infierno. El nombre de este personaje es Peralta. La historia de Peralta nos recuerda sobre manera a una historia relatada en el libro de Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes (1926), en el cual Miseria, luego de recibir tres deseos de parte de Jesucristo, logra engañar a gran cantidad de demonios en repe-tidas ocasiones y vivir una larga vida de lujos y abundancia9.

Tanto Francisco el Hombre como Peralta y Miseria, analizando las carac-terísticas de los tres relatos, vencieron el mal con ayuda de la fe cristiana. La lectura de estos relatos llevan a pensar que la leyenda de Francisco el Hombre se inserta dentro de una tradición narrativa que está presente en mitologías e imaginario colectivo de distintas culturas a lo largo de la historia: duelo de habilidades entre el hombre y los dioses en el que el arte (música, plás-tica) y los valores (astucia, humildad, valentía) son instrumentos y armas; quien tenga mejor dominio de ellos será el ganador del enfrentamiento.

9 A diferencia de Peralta, Miseria termina siendo rechazado tanto en el Paraíso como en el Purgatorio y el Infierno mismo, por creerlo desagradecido y estafador.

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FRANCISCO EL HOMBRE: ENTRE LA TRADICIÓN ORAL Y LA LITERATURA

LOCALYo vi tocar a Santander Martínez,

a Bolañito, a Francisco el Hombre… Carlos Huertas, el Cantor de Fonseca

La tradición oral ha posicionado a Francisco el Hombre tanto en la cul-tura musical como en la literatura de la región. Las diferentes narra-

ciones orales y escritas permiten visualizar a un personaje de características comunes, que, no obstante, tiene condiciones sobrenaturales y se inserta en la tradición a partir de unas bases históricas y geográficas. Francisco el Hombre, como personaje literario, es recreado en canciones, versos, pinturas y poesía. Las descripciones del hombre que enfrentó al Diablo lo dibujan con fisionomía afro, de alta estatura, hablan de su numerosa descendencia y destacan el hecho de que alcanzó una edad centenaria. Destacamos, en ese sentido, el texto de Walter Vides (2013), quien supone como descendientes de Francisco Moscote Guerra a las familias residentes en Machobayo de apellidos Camargo, Moscote, Amaya, Rodríguez, Pinto, Medina, Duarte y Magdaniel.

Entre los relatos audiovisuales más difundidos se destaca el presentado por el periodista Ernesto McCausland, quien entrevista a la señora Etelvina Machado en la población de Machobayo, mujer que es presentada como nieta de Francisco Moscote. Ella relata así los últimos días del juglar:

Cuentan que tres días antes de morir, Francisco pidió una tabla. Empezó a tocarla como si fuera un acordeón. Después pidió un machete, y empezó a dar machetazos al aire. Pidió que le trajeran un saco, que lo acostaran en el piso. Buscaron una estera, lo acostaron, y comenzó a agonizar. Al rato apa-reció una culebra al lado de él, llena de candela, como si la

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hubieran prendido con gasolina, y empezó a arrastrarse por su cuerpo. La casa era de palma y todos salieron por temor a un incendio; pero su nieta se devolvió: no quería dejar solo a su abuelo. Al entrar en la casa ya no estaba la culebra. Francisco el Hombre había muerto10.

Otro importante documento audiovisual fue realizado por el programa Culturama, en el que el licenciado Abel Medina Sierra hace una exposición sobre la vida y obra de Francisco Moscote, llamado el Hombre. Este docu-mental ofrece una visión más local de la vida y obra del personaje11, pero en ambos se aprecian elementos mágicos comunes en las leyendas populares, y sobre todo el enfrentamiento del bien y el mal, el último representado en el Diablo, al que en el leguaje local con frecuencia se lo designa como el Maligno. En cuanto a los elementos de la tradición religiosa, se puede constatar que la apropiación de los mismos es un proceso dialógico o diná-mico, en el que los habitantes de los pueblo del Caribe colombiano actua-lizan las creencias heredadas de la Colonia a partir de la cotidianidad local. En este caso, el sincretismo permite tomar la oración católica del credo e insertarla en un contexto secular, en la vivencia de un músico: Francisco el Hombre. Así, ya no es un miembro de la Iglesia quien debe enfrentar al mal, sino un hombre del pueblo, y los medios elegidos son un instrumen-to —el acordeón— y la entonación del credo al revés.

Otros relatos orales describen a Francisco el hombre como un sujeto de alta estatura, siempre bien vestido, y resaltan su picardía para enten-der y explicar el mundo. Un ejemplo de ello se constata en lo narrado por Eliseo Moscote:

10 La versión escrita del documental ha sido tomada del sitio web http://gkillcity.com/articulos/chon-go-cultural/francisco-el-hombre-que-derroto-al-diablo. En cuanto a la entrevista de McCausland, puede verse en el siguiente enlace de YouTube, que muestra de forma precisa lo señalado: https://www.youtube.com/watch?v=roeZAJKf Tl0&list=RDXKRLxUnHJ3U&index=7.

11 Un fragmento del documental puede ser visto en https://www.youtube.com/watch?v=XKRLxUnHJ3U.

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Mi abuelo Francisco Moscote medía casi uno con ochenta; fue un hombre bien hecho. Siempre vistió bien y le gusta-ba estar perfumado. Andaba siempre con su sombrero alón. Él me decía: ¡Vea, mijo!, pa’ conseguir mujeres no hay que tener plata, sino vestir bien, porque a las mujeres les gusta es lo que usted lleva puesto (Diago Julio, 2010).

Entre las canciones atribuidas a Francisco el hombre resalta La puya de Chencha (Diago Julio, 2010), una jocosa historia de amor en la que Francisco el Hombre es rechazado por una mujer que prefirió el amor de un panelero ya casado:

Hortensia me dijo a mí:No es este el tiempo pasado.Despreció a Francisco el Hombrepor querer a Lucas, ya casado.Hortensia me dijo a míque iba a queré a un panelero.

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Pero Francisco nuevamente sale, de algún modo, victorioso, pues al final la mujer, un tanto ambiciosa, se quedó deseando las pertenencias del panelero, ya que este nada le dio. Historias como esta revelan una tradi-ción en la que a los músicos le precedía la mala fama, pues se los tenía por mujeriegos y parranderos.

En la canción El canto del amor, una copla de origen anónimo, aunque muchos suelen atribuírsela a Francisco el Hombre (Diago Julio, 2010), el mal, en este caso la muerte, es vencido por la alegría que produce el ena-moramiento:

Este es el amor, amor, el amor que me divierte.Cuando estoy enamoradono me acuerdo de la muerte.

Estás canciones construyen la imagen de Francisco el Hombre como un sujeto enamorado, alegre, irónico y, sobre todo, como un músico destinado a luchar contra el mal. En las letras que se le atribuyen también se refleja una

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concepción ética de la vida. Así, de La puya a Chencha deriva una moraleja en la que se rechaza la avaricia y se resalta la igualdad entre las personas:

Ella se quedó esperando la miel pá’ los buñuelos, porque tuvo que acostarse en una cama, que todos tenemos.

En El canto del amor, la muerte es olvidada por la alegría que produce estar enamorado. Allí, el gozo y el amor se convierten en las herramientas para obtener una vida plena. Debemos recordar que el humor ha sido una constante en las letras de la música acompañada por acordeón; ejemplo de ello es la canción La puerca mona, cuya autoría también se atribuye a Francisco el Hombre:

Mataron a mi puerca monaEra de Francisco el HombreYa que mataron a mi puercaGuárdenme los chicharrones (Vides Ochoa, 2013, pp. 30-31)

Relatos de la leyenda

A continuación se presenta una muestra de las narraciones que reprodu-cen la leyenda de Francisco el Hombre, que con su diversidad conforman una parte fundamental del acervo cultural de la región caribe colombiana.

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La leyenda de Francisco el Hombre12 Eran las siete de la noche del domingo siete, cuando Francisco el Hombre se despidió de sus amigos, montó en su mula y con el acordeón entre sus manos, marchó a Machobayo, donde tenía a Teresa Lavette, su segunda esposa tras la muerte de Rosita Cuadrado. Él sabía perfectamente que eran seis horas de camino que le esperaban, pero hacer ese viaje y a esa hora, para Francisco el Hombre era una vieja costumbre. Sobre su mula cabalgaba, fumándose un largo tabaco fabricado por su hija Lorenza Antonia. Ejecutando su acordeón avanza-ba con la noche. No espoleaba siquiera su mula, no llevaba nunca prisa. Todo era soledad. Pero cuando llevaba tres horas y media de camino, la aven-tura nocturna de Francisco el Hombre estaba a punto de ser leyenda. Mientras seguía ejecutando su acordeón como a 10 o 15 kilómetros adelante, simultáneamente escuchaba otro acordeón, pero con sonido del otro mundo, extraordinario y con notas que hasta ese momento el solo creía sacarlas. Ese extraño hecho le produjo sorpresa, pero sin intimidarlo, hizo un receso en sus cantos sin detener los pasos de la mula y se limitó a escuchar en silencio ese otro instrumento que pau-latinamente trataba de superar al suyo, y fue precisamente cuando Francisco el Hombre se vio asaltado por los nervios por primera vez en su vida. Entonces inmediatamente reto-mó [al acordeón] y en forma de contestación irónica, con notas y coplas vulgares le mencionó la madre a su contendor. Así lo había escuchado desde niño, que a los muertos había que decirles inmoralidades para que se retiraran de una vez por todas. Pero el extraño acordeón de su contrincante con-tinuaba sonando con mucha más fuerza […]

12 Versión de Pepe Palacio Coronado en el texto de Ciro Quiroz Otero Vallenato, hombre y can-to (1983).

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El duelo a larga distancia y en la oscuridad seguía su curso con alternativas intervenciones, y el resultado arrojaba un empate a punto de romperse. Entre tanto, la claridad de la luna era sustituida por un cie-lo parcialmente nublado, y en un fuerte pero efímero tem-blor de la tierra hacía hervir los arboles de dividivi. Fue este precisamente el momento en que francisco el hombre com-prendió que se encontraba en una situación difícil de sortear.Ya con los vellos erizados y el corazón a una velocidad mayor que la del péndulo de un reloj, creyó tener a su contendor a dos kilómetros de distancia; ya lo tenía frente al frente. Era un hombre fantasmagórico como de cinco metros de alto, sobre un caballo tres veces superior a la mula del perplejo trotamundos. Aunque no lo había visto nunca antes, Francisco el Hombre se dio inmediatamente cuenta de que se trataba de Satanás, de quien tantas referencias había hecho por todos los lugares que visitaba, y sin pronunciar una sola palabra permaneció

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atónito contemplando al Diablo, que sin pestañear conti-nuaba ejecutando espeluznantemente su acordeón.A los cinco minutos de haber llegado, no quiso darse por vencido, y en cuestión de segundos, magistralmente le inter-pretó el padre nuestro en una forma mucho mejor a como lo había hecho dos días antes en la iglesia de Riohacha. Quiso complementarle seguidamente con un avemaría, pero el Diablo le interrumpió visiblemente exasperado, porque se estaba percatando de que Francisco el Hombre lo derrotaría con notable diferencia. Todo comenzó así:

Cantó el Diablo:Yo vengo de tierra lejanaYo soy un diablo desatao.Prepárate, Francisco el Hombre,Que te tengo acorralao.

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Contestó Francisco:Muy diablo puedes sé, No me tiene acorralao.Por ser diablo desatao,Te rezo el credo al revé.

Referencia intertextual de Francisco el Hombre en Cien años de soledad

Meses después volvió Francisco el Hombre, un anciano tro-tamundos de casi 200 años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las canciones compuestas por él mismo. En ellas, Francisco el Hombre relataba con detalles minu-ciosos las noticias ocurridas en los pueblos de su itinerario, desde Manaure hasta los confines de la Ciénaga, de modo que si alguien tenía un recado que mandar, le pagaba dos centavos para que lo incluyera en su repertorio… (Cien años de soledad, pág. 23).

La puerca monaAutor: Francisco el HombreMataron a mi puerca mona.Era de Francisco el Hombre.Ya que mataron a mi puerca,Guárdenme los chicharrones.

Me fui para Machobayo.De vuelta de cueva Honda,Ese aguacero tan grandeY esa puerca tan hedionda.Chema Roja y Salomón Son amigos indolentesQue me mataron la puerca

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Y la enterraron como gente.Yo estaba tranquilo en treintaY me mandaron a llamá.Dos me mataron la puerca Y dos me la van a pagar.

Me voy para CamaronesEn busca de un abogado, Que me paguen los lechonesComo si fueran capados. (Vides Ochoa, 2013, pp. 30-31).

Por último se transcribe un poema de Luis Carlos Brito Sierra, apodado el Mello de Galán, referenciado por el historiador Lázaro Diago Julio, quien señala que Brito hizo parte del conjunto musical de Francisco Moscote Guerra, el Hombre.

A Francisco Moscote, ‘El Hombre’Ana Juliana se llamaba la mamá de Francisco el Hombre,el tipo de más renombre,y todavía existe su fama.

Él, su acordeón lo tocaba con amor y alegría; él cantaba y se reía, y la gente se emocionaba. Galán fue su patria chica, donde Francisco nació, y en Machobayo murió, en una triste casita.

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El público lo critica, y ahí fue su eterno descanso, allí cayó en el fracaso el superacordeonista.El tío ‘Checame’ Moscote era el papá de Francisco;él fue quien le dio el principio y fue músico desde entonces. Aquel que nada conoce no dejará de ignorar que él quiso desarrollar la música de acordeón, y formó el primer complot con su esencia natural. Él fue bautizado en Treinta, en la iglesia de San Isidro; eso fue en el otro siglo:

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estábamos en la inocencia,cuando entonces no había prensa, ni tampoco grabación.Hoy hay la televisión, que todo lo representa. El 19 de noviembre del año 53, Francisco el Hombre se fue para siempre y nunca volver. El 24 de diciembre Francisco venía viajando cuando tocó con el diablo,que la historia lo refiere. En la ciudad de Riohacha fue su primera entrevista, y en los tendíos Buenavista salió y le pidió ranchera.

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Francisco en su desconfianzano le quiso saludar,y le rezó un conjuro real, y Satanás salió en balanza.La cuna de los acordeonesfue creada en La Guajira;todavía le damos ¡vivas!al viejo Francisco el Hombre. Todavía le ponen flores en su triste sepultura; él no fue nacido en cuna,fue un hombre sencillo y pobre. Francisco nació con el don y por él, por el mismo Dios fue amado, y fue el primer colombianoque hizo sonar un acordeón. El son del ‘Amor, amor’, lo sacó de su cerebroy nos lo dejó de recuerdoen esta alegre región.Galán, es grande tu nombre, y grande tiene que ser,porque tú viste naceral viejo Francisco el Hombre.Lo sintió el campo y las florescuando Francisco murióy al diablo conquistócon sus grandes oraciones.

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Sí, hay músicos de renombre,no se puede oscurecer,pero no han podido hacerlo que hizo Francisco el Hombre. Toditos sus seguidoresquisieron hacerlo igual;nunca tuvieron lugar:él, solo, ganó renombre. Él tocaba en Machobayo,Cotoprix, Monguí y Galán,a los Altos y al Tablazotambién iba a parrandear.Era un hombre popular,de todo el mundo deseado,le gustaba tomar tragoscuando se ponía a tocar. Son veinte las estrofas, la historia del viejo Francisco el Hombre,por autoría del viejoLuis Carlos Brito Sierra,el Mello de Galán.(Diago Julio, 2010, pp. 23-28)

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