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8/2/2019 GE2439_MADRESMALVINAS
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LASMADRES DEMALVINAS
Elma Pelozo es la mam de Gabino
Ruz Daz, soldado clase 62 del
Regimiento de Infantera 12
de Mercedes, Corrientes, quien pele
al grito de sapucay y cay
definitivamente en la batalla de Goose
Green. Su fe cristiana la mantuvo en
pie, pero el dolor de no saber cul
es la tumba de su hijo an la desvela.
Cambacito, como le decan en familia,
es uno de los 123 soldados NN en el
cementerio de Darwin. Ella ya firm
una carta a la presidenta Cristina de
Kirchner para pedir la identificacin.
Que la cruz tenga su nombre me
traera una nueva paz, dice.
Por Gaby Cociffi.Fotos: Alejandro Carra y lbum familia Ruz Daz.
La fuerza paraseguir viviendo mla dan Dios y mi hdesde el cielo
Mi
CambacitoAs le decan en familia.
Cambacito por
negrito, aclara Elma
(72) desde su campo en
Colonia Pando, a 33
kilmetros de San
Roque, Corrientes,
donde la familia creci
y vivi del cultivo de
tabaco y sanda.
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Si Dios me levanta en este lugar, mami, si yano regreso, no llore por m porque estoy lu-chando por la Patria. La pequea letra deGabino Ruz Daz, en ese amarillento formula-rio de encotel Empresa Nacional de Correos
y Telgrafos, que con franqueo pago haba llegado desde lasMalvinas, le anunci a su madre que deba esperar lo peor.El sabe que no va a volver , se dijo Elma Pelozo (hoy 72),sentada en la cocina de su casita de adobe y chapa, en Colo-nia Pando, a 33 kilmetros de San Roque, Corrientes. En so-
ledad dej escapar una lgrima, que rpidamente sec conel repasador para que su familia no la vea. A su memoria vol-vieron todas las imgenes del da en que su hijo le dijo adisy se fue a la guerra para siempre.La ltima vez que lo vi fue el 10 de marzo del 82. El viva
all en lo de mi madre, a quien acompaabay ayudaba mucho desde que el ltimo hijo se lehaba matado tomando veneno. Y se vino pa-ra la casa arriba del caballo tena un tordillonegro para despedirse de los hermanos, parahablar con su padre y para darme un beso lle-no de amor, recuerda hoy mientras sirve unospastelitos caseros de dulce y queso, y busca lanica foto que Gabino se sac en toda su vida.All, con diecinueve aos, se lo ve orgulloso ensu uniforme del Regimiento de Infantera 12 deMercedes, Corrientes, donde le toc hacer elservicio militar. Serio y firme en su camisa blan-ca, el corbatn y el pantaln caqui, el birrete conel escudo nacional apenas ladeado hacia la dere-cha, luce con honor su vestimenta de soldado.Era tan lindo mi Cambacito, dice Elma.
Cambacito, por negrito, aclara y acaricia la cara de Gabinoen esta foto ya gastada por el paso de los aos.EL GRITO DE SAPUCAY. En ese entonces ramos unafamilia feliz, suspira. Treinta aos despus, la familia ya no esla misma. Don Gabino Ruz Daz muri en 2011, luego de unapenosa enfermedad que lo tuvo postrado en la cama duranteuna dcada. Empez a apagarse all por el 84, el da en queen la Municipalidad le dijeron que su hijo estaba desapare-cido, pero que ya no vovlera, dice Antonia Teresa (55), unade sus hijas. Los dems Abel Alfredo (52), Miguel Angel (49),Roque Augusto (46), Nilda Itat (45), Rafael (44) y Adelina Ita-t (42) dividen su vida entre San Roque, Colonia Pando y Bue-nos Aires, trabajando en el campo y en una fbrica de vidrio,
para visitar cada tanto a su madre, que qued sola en el cam-po que los vio crecer.Ahora, cuando los recuerdos se cuelan por todos los rinconesde esta casa que gracias al dinero que recibieron de la pen-sin por el hijo muerto tiene cielorraso, machimbre, cermi-cos y ladrillos, Elma relee aquella carta que lleg desde las is-las. Y su voz se quiebra.Siento orgullo, mami. Yo jur por nuestra bandera y tengoque cumplir. Si Jess luch por nosotros y nos liber, yo lo
Salt de sutrincherayal
grito desapucayles
puso el pechoa los ingleses,
mientrasnosotros nosquedbamosen el pozo,
recordRamn Alegre,compaero enel Regimiento
12.
Una foto, unamedalla, unaescuelaEsta foto con su
uniforme de soldado
del Regimiento de
Infantera Mecanizada
12 de Mercedes,
Corrientes a 140
kilmetros de su
Colonia Pando natal
fue la nica que
Gabino se sac en toda
su vida.Abajo, el
momento ms doloroso
para la familia: en
1984, don Gabino
padre, su mujer, y los
siete hijos que le
quedaban, fueron
convocados por las
autoridades militares y
el intendente de San
Roque, Domingo Emilio
Muiagurria. All les
anunciaron que su hijo,
desaparecido en la
guerra, ya no volvera.
La escuela 216, donde
estudi Cambacito
hasta sptimo grado,
se llamaba Santa Rosa
de Lima; hoy fue
bautizada Hroe de
Malvinas Gabino Ruz
Daz. Me siento
orgullosa, dice su
madre.
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har por mi Patria, escribi aquel soldado pocos dasantes de morir en la batalla de Goose Green, el 29 demayo de l982, cuando salt de su trinchera y al grito desapucayles puso el pecho a los ingleses y sali a peleara campo abierto, mientras nosotros nos quedbamosen el pozo, record Ramn Alegre, compaero en elRegimiento 12, en una entrevista que le hicieron el lti-mo 2 de abril en la FM 107 de San Roque.No nos lla-men hroes a nosotros, Gabino lo fue. Era imparable yse jug la vida por la Patria, concluy con la voz man-chada de dolor.LA VIDA DE CAMBACITO. Desde la panza de sumadre, tan linda y tan redonda que todos crean que ibaa ser una nena, Gabino se anunciaba como un nio queslo traera felicidad. El 27 de junio de l962, el tercer hi-jo de los Ruz Daz lleg al mundo con la ayuda de la par-tera Dora Mio, la misma que hizo nacer a todos los her-manos. A los cinco das como marca la tradicin en laprovincia nortea, la comadrona regres al ranchito deadobe llevando el agua bendita para que el nio re-nunciara al demonioy fuera bautizado con el nombreque luego lo acompaara toda su vida. Su padre ya lohaba decidido: Se llamar como yo, Gabino.Cambacito creci en el campo, entre los cultivos de ta-baco y sandas, esos que le permitan a la familia llenar laolla y tener pan en la mesa cada noche. En la escuela
Santa Rosa de Lima ahora Escuela 216 Hroe de Malvi-nas Gabino Ruz Daz se destac en Ciencias Naturales.Su maestra de cuarto grado, Carmen Itat Nuez, lo de-fina como un chico muy despierto, que habla siemprede animales y es aplicado en la tarea. Su infancia depobreza y privaciones hizo que jams soara con escri-birle una carta a los Reyes Magos.Eramos muy humil-des, sabamos que para nosotros no haba regalos, ex-plica su hermana Antonia. Pero en cierta ocasin, donGabino se dio un lujo que an hoy sus hijos recuerdan
con emocin: les compr a cada uno de ellos una alcan-ca con forma de animal. A Cambacito le toc un do-rado enorme, como de 40 centmetros de largo. Arribade la aleta del pez tena la ranura para echar las mo-nedas, rememora Antonia.Cuando Gabino termin sptimo grado haca rato queya trabajaba en el campo de su abuela, Luca Aguilar:Era tan decidido, llevaba adelante la casa como todoun hombre, agrega su hermana.Las grandes diversiones de su adolescencia pasaron poralgn picadito de ftbol o ensillar loscaballos para ir a los bailes, donde se lu-ca con la cumbia y el chamam.El amor no le fue esquivo y, aunquenunca present una novia en familia,todos saben por boca de la nieta dedon Tito que Gabino se haba enamo-rado por primera vez de Elenita, queluego sigui Leonor, y ms tarde corte-j a Vicenta. Fue a esta ltima, asegu-ran, a quien le cont sus ilusiones: Novoy a ser polica como mi padre.Cuando me den la baja en el servicio militar voy a cul-tivar tabaco y sandas. Elma no sabe si su hijo le pidia aquella novia que lo esperara.No lo creo, l tena uncorazn inquieto, resume con picarda.MEMORIAS DEL ADIOS.Fue en tiempo de Pascuasde Resurreccin cuando a Gabino le toc despedirse desu familia.Lleg cuando ya caa la tardecita y me dijo:Maana me voy al Regimiento en un camin que llevafruta.Me acuerdo que tena ese pulver azul con bo-tones de madera que le quedaba tan lindo A la horade la cena se sent en la cabecera de la mesa, y todosnos sentamos rodendolo para despedirlo. Comimosestofado de pollo y yo le herv unos fideos, recuerda El-
ma, citando cada detalle con una precisin que con-mueve.Estaba ms gordito, ms hombrecito, como que elEjrcito lo haba hecho crecer. Durmi en casa esa no-che, y a la maana siguiente ensill el caballo en si-lencio y me abraz, cuenta. Antes de partir habl a so-las con su padre, a quien siempre le haba hecho casosin cuestionar una sola de sus palabras, y carg el pe-queo bolso con sus poqusimas pertenencias: un pan-
S quenuestro Seorest cuidandoa mi hijito,pero la heridano cicatrizanunca, siguesangrando,y todava loextrao
Recordando
al hroe
Gabino est
presente en la
memoria de los
habitantes
de Colonia Pando.
La directora de la
escuela que hoy
lleva su nombre,
Mabel Miranda, y el
maestro Aldo
Humberto
Dallemole, les
ensean a los
chicos que aqu
estudi un hroe.
Soldados NNLos veteranos Julio Aro y Jos Raschia, de la fundacin No me olvides, impulsaron,
con el apoyo de esta periodista, la necesidad de identificar a los soldados NN que hoy
descansan en el Cementerio de Darwin. A la causa se sumaron David Zambrino,
presidente del Centro de ex soldados combatientes de Malvinas del Chaco, junto a
Rubn Rada y Julio Mas, del centro de veteranos de Santa Fe. Todos los familiares
que quieran hacer el ADN de sus hijos o hermanos, pueden firmar una sencilla carta a
la Presidenta, que se les facilitar en forma personal o a travs de estos correos
electrnicos: [email protected], [email protected];
[email protected]. En su discurso del 2 de abril, Cristina Kirchner anunci el
envo de una carta a la Cruz Roja Internacional solicitando se implementen las
medidas necesarias para reconocer los cuerpos de nuestros cados.
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taln de abrigo, la camisa de fondo blanco con estampa-do de piecitos colorados y negros que tanto le gustabay usaba para los bailes, su pulver azul y las botas deluniforme recin lustradas.Lo vi irse por ese camino que ahora vos ests miran-do. La imagen se fue haciendo chiquita y l cada tan-to saludaba con la mano, relata con emocinCmo se enter de que su hijo estaba en la guerra?
Con la primera carta que me lleg. A m no me avisnadie que se iban, nadie del Regimiento llam, y tendr-an que haberlo hecho ellos eran criaturas. Ahora Gal-tieri est pagando en el infierno porque dej morir anuestros chicos y enlut a la Argentina.
LA FE SALVADORA.Catlica de nacimiento, evange-lista desde el 66 cuando los pastores le ensearon aencontrar las palabras para poder hablar conDios, Elma Pelozo siente que Jess la salv.La fuerza me la da Gabino y me la da Dios. En Diosencuentro consuelo. Y con esa aceptacin del desti-no que solo da la Fe, agrega con devocin cristiana:S que nuestro Seor est cuidando a mi hijito, pe-ro la herida no cicatriza nunca, sigue sangrando, y
todava lo extrao.Cuenta que en las noches, cuando la embarga la angus-tia, se sienta en su cama y agradece estar con vida. Lue-go se pone de rodillas para orar por el hijo que no vol-vi. Le pido a Dios palabras de oracin que meayuden a sentir su caricia. Y cuando siento sus cari-cias empiezo a orar con libertad, me salen palabrasque antes no haba imaginado, revela emocionada.Cuando Gabino se fue a la guerra, su madre rez cadanoche pidindole al Padre celestial que lo proteja.Pero su hijo no regres, nunca sinti que Dios no lahaba escuchado?Dios es el arquitecto de nuestra vida, hija. Solo El
comprende por qu decidi llamarlo a su lado.
Nunca me enoj con Nuestro Seor, El siempre te
est escuchando.
Cuenta, entonces, que cuando Cambacito estaba en lasMalvinas ella miraba el rbol florido que su marido habaplantado en la puerta de su casa, y pensaba que Diossuele cortar la flor que ms quiere para llevarla a su lado.Yo elega una flor cada da y se la de-dicaba a Dios, pensando que quizas no llevara a mi hijo. Pero nadieescapa a su destino, hija, nadie, dicecon conviccin.EL YA NO VA A VOLVER.Ahora quecae la tarde, y los mates siguen de ma-no en mano, Elma se anima a una nue-
va confesin jams antes revelada. Re-cuerda que una maana de mayo del82 se fue caminando por el baldo ha-
cia la casa de su madre. Doa Luca larecibi con una frase demoledora: Tuhijo no va a volver.Cllese mam!No hable de eso que de usted no de-pende, la cort con dureza. Esa noche se qued a dor-mir en la cama que su hijo haba usado desde los diezaos. Y sent que Gabino vino, se acost encima mo yme bes. Sent muy claramente la tibieza de su cuerpi-to, murmura. Era la madrugada del 29 de mayo de l982,la misma fecha en la que su hijo muri peleando en labatalla de Goose Green.Hoy s que me visit para des-pedirse. Yo sent el calor de mi hijo que no quera irsesin decirme adis, cuenta con emocin.Elma asegura que esa no fue la nica revelacin que tu-
vieron en la familia. Poco despus de terminada la gue-rra el 27 de junio, cuando Cambacito cumpla los 20aos, mientras tomaban mate afuera de la casa, escu-charon una voz clara que deca pap!. Su marido selevant de la silla y mir hacia la oscuridad del campo.Es l, dijo. Todos reconocieron la voz. Pero en ese en-tonces no saban que Gabino haba muerto en las islas.Cuando Cambacito no regres, cuando del Regimientode Mercedes les dijeron que estaba desaparecido, El-
En una cartame vino lamedallita deidentificacin.Era unachapita dezinc y estaba
manchada desangre seca.Ah me dicuenta de queCambacito yano volvera
La familia, ayery siempre
En una de las pocas fotos
familiares, cuando Gabino
ya haba muerto en las
islas: la ta Alba, algunos
de los hermanos de Ruz
Daz Antonia, Abel,
Roque, Rafael y Miguel
Angel junto a sus padres,
y a uno de los nietos,
Eliseo. Hoy, Elma junto a
su hija mayor, Antonia, y
su nieta Noem, hija de
Rafael y profesora de
Lengua y Literatura.
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ma se neg durante semanas a abrir las cartas que llega-ban porque tema encontrarse con la peor noticia. Llo-raba por las noches, a escondidas de su marido, ya queel padre estaba sufriendo y no quera agregarle dolora su dolor. Un mdico le recet calmantes para queal principio pudiera soportar tanta tristeza; pero Diosme dio la fuerza, afirma.Mucho tiempo despus de la guerra, tanto que ya no re-cuerda cunto, recibi un sobre sellado en Mercedes.En el mismo instante en que lo abri, murieron todas
sus esperanzas: Lo esper hasta lo ltimo, porque esta-ba como desaparecido, pero en esa carta me vino lamedallita de identificacin. Tena su nombre y su n-mero de documento. Era una chapita de zinc, partidaal medio, y estaba manchada. Yo creo que era sangreseca. Ah me di cuenta que Cambacito ya no volvera.ESAS ISLAS ALLA LEJOS.Durante veinte aos El-ma no pudo hablar del hijo que cay en la guerra. Te-na algo atragantado en la garganta, se me haca unnudo y se me atoraban las palabras, asegura. Su viajea las Malvinas y caminar entre las 230 cruces del cemen-terio de Darwin, la hicieron sentir que estaba cum-pliendo con lo que l me haba pedido: no llorarlo enel lugar que sufri y muri. Pero a Elma le falt enton-ces, y an le falta hoy, una tumba donde dejar una flor:el cuerpo de Gabino Ruz Daz, como el de otros 123 ca-dos, jams fue reconocido. Su cruz reza Soldado argen-
tino solo conocido por Dios.Me abrac a la placa quehaba llevado, y en la que habamos grabado su nom-bre, y camin entre las tumbas, Dnde tengo que po-ner este recordatorio?, me preguntaba. Esperaba sen-
tir algo, una seal. Ah, en la tercera fila, supe que de-ba apoyar el bronce. Fue algo interno, como si mi hi-jo me dijera: Estoy ac.Entonces me arrodill, dej elbronce y le rec, recuerda.A treinta aos de la guerra, Elma Pelozo se suma a losfamiliares que enviaron a una carta a la Presidenta so-licitando que se hagan los trmites necesarios para re-alizar el ADN de sus muertos (ver recuadro).Saberdnde est el cuerpo de mi hijo metraera una nueva paz, sintetiza.Sabe que en esa tierra de turba y niebla,Gabino pas hambre y fro, que hubosuperiores que lo trataron muy mal, pe-ro tambin sabe que al Cabo PrimeroJos Luis Rios misionero de Ob er,sargento post mortem su hijo le habajuramentado donde usted se quedame voy a quedar yo. Otros soldados lecontaron que ellos se dieron la manoen la trinchera para sellar el pacto, peroque el cabo cay muy pronto, y Camba-cito fue corajudo en la batalla.Ante laadversidad reaccionaba como su pa-dre, peleando, afirma conmovida.Siente orgullo de que su hijo hayamuerto luchando por la Patria?Me trae consuelo pensar que muripeleando y que no le toc vivir lo que
sufrieron otros veteranos. Siento penapor los soldados que volvieron muy mal y nadie los ayu-d. Los ocultaron con vergenza despus de que se ha-ban jugado la vida. Ac hubo uno que se tir debajo deun colectivo y otro que se prendi fuego. Y cuando esopasa, las almas se van al infierno. Esos chicos no merec-an no tener el descanso eterno porque muchos argenti-nos les dieron la espalda.Elma se emociona cuando habla de los ex combatientes.Todos ellos son un pedazo de mi vida, dice.Y cuentacon entusiasmo que cuando la visitan la llaman mamy ella los abraza como abrazaba a Gabino. Nunca te vasa olvidar de tu hijo, pero hubo nuevos hijos que me diola vida, finaliza.Ya es noche cerrada. Nos despedimos. Elma se acerca,me abraza, y me susurra al odo: Cambacito tena pe-gaditos los deditos del pie, justo los que estn despus
del dedo grande Estoy segura de que si lo veo, lo va-mos a poder reconocer muy rpido. Y mi hijo, final-mente, va a tener una cruz con su nombre en la tie-rra donde dej la vida.
Algunosveteranos sesuicidaron alvolver. Ycuando esopasa, lasalmas se vanal infierno.Esos chicosno merecanno tener eldescansoeterno porquemuchosargentinos lesdieron laespalda ynadie losayud
Una flor
Cuando su hijo estaba
en las Malvinas ella
pensaba que Dios
suele cortar la flor
que ms quiere para
llevarla a su lado.
Elega una cada da y
se la dedicaba al
Seor, pensando que
quiz as no llevara a
mi hijo. Pero nadie
escapa a su destino,
cuenta.
FE DE ERRATASEn la edicin 2437, por un error de impresin, hubo un salto de texto en la nota de Avelina Romero, madre del soldado Julio
Romero. En la primera columna de la pgina 136 deba leerse: El 12 de junio los ingleses desataron un fuerte ataque sobre
nuestras posiciones en Monte Challenger. Aquello fue terrible. Baruso haba viajado desde Corrientes