20
ESCUELA LATINOAMERICANA PARA LA ACTORIA SOCIAL JUVENIL La identidad cultural latinoamericana Juan Nicolás Padrón Aporte de Venezuela Mayo de 2008

Identidad_Latinoamericana_VZ

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Juan Nicolás Padrón Mayo de 2008 Aporte de Venezuela ESCUELA LATINOAMERICANA PARA LA ACTORIA SOCIAL JUVENIL Documentos para la reflexión y la acción Este artículo fue escrito para CEPOREJUN (Venezuela) y para la Escuela Latinoamericana para la Actoría Social Juvenil para por el escritor cubano Juan Nicolás Padrón. En el camino de la Patria Grande 3

Citation preview

Page 1: Identidad_Latinoamericana_VZ

ESCUELA LATINOAMERICANA PARA LA ACTORIA SOCIAL JUVENIL

La identidad culturallatinoamericana

Juan Nicolás Padrón

Aporte de Venezuela

Mayo de 2008

Page 2: Identidad_Latinoamericana_VZ

Escuela Latinoamericana de Formaciónpara la Actoría Social Juvenil

Documentos para la reflexión y la acción

3En el camino de la Patria Grande

LA IDENTIDAD CULTURAL DE AMÉRICA LATINA YEL CARIBE O ¡VIVA EL ARROZ CON MANGO!

Este artículo fue escrito para CEPOREJUN (Venezuela) y parala Escuela Latinoamericana para la Actoría Social Juvenil para por elescritor cubano Juan Nicolás Padrón.

No hay en el planeta una región tan bien preparada para una integración como elárea de América Latina y el Caribe. En estos momentos, tiene muchas mássemejanzas culturales entre sus pueblos que Europa con sus diferentes lenguas;e incluso, más que inmensos países como los Estados Unidos, con regiones enel desierto bien distantes de la congelada Alaska; o que la propia China, reuniónde culturas milenarias con tradiciones antiquísimas, pero también distintas porsu filosofía y concepción del mundo. En Europa, los sucesivos reinados handisciplinado socialmente una región para obedecer a un mandato; en los EstadosUnidos, el inflexible poder federal ha impedido expresar cualquier diferenciaque atente contra el status; y en China, muy antiguos imperios forjaron una

Page 3: Identidad_Latinoamericana_VZ

conducta y un pensamiento que se ha impuesto más allá de cualquier prácticaeconómica o criterio político: en todos esos casos, no es propiamente la culturala base de su integración. En Latinoamérica y en las “islas dolorosas” delCaribe, ha predominado el “caciquismo” por encima de cualquier otraorganización social y política, y posiblemente este factor ha sido el causante deque no se haya catalizado una integración mayor con las condiciones másfavorables desde el punto de vista cultural.

Hace más de 500 años era también evidente una posible unidad en estehemisferio sur americano, mas de otra manera: ese mosaico de civilizacionesque componían los mayas, los aztecas y decenas de pueblos del presenteMéxico y América Central; el otro gran polo cultural que comprendía el imperioandino de los incas con su crisol de pueblos de montañas, desde los actualeschibchas de Venezuela hasta los inconquistables araucanos del hoy Chile; y elinmenso territorio tropical de las selvas del Amazonia habitado por numerosospueblos, los tupi-guaraníes de la actual zona del Paraguay y los caribes queconvivían en las islas antillanas junto a los pacíficos arahuacos, entre tantos;todos ellos, conformarían un universo de culturas muy cercanas en susexpresiones literarias, teatrales, musicales y danzarias, en sus representacionesreligiosas o filosóficas y en la comunidad de pensamiento social que los uníanen la protección a la Madre Tierra, aunque la organización social de los aztecasy los incas era semejante al “modo de producción asiático” en su podercentralizado, que incluía concentrar en una persona la representación teológica yel poderío militar.

Tales concepciones del mundo americano precolombino se intentaron aniquilardespués del exterminio de sus pueblos en la conquista y colonización deAmérica. La lucha de los europeos por imponer su civilización en los pueblosoriginarios del hemisferio, enfrentó tempranas rebeliones indígenas como la de1511 del cacique Agüeynaba en Borinquen, hoy Puerto Rico; o la que cuenta lafamosa leyenda en ese mismo año del cacique Hatuey de Quisqueya, actualRepública Dominicana, cuando al ser quemado vivo en una hoguera de Cuba, lepreguntaron que si quería ser cristianizado para ir al cielo y su respuesta fue queprefería estar en el infierno para no encontrarse allí con sus verdugos.Rebeliones en tierra firme, como las de Tupac Amaru, descuartizado por cuatrocaballos en 1572, descendiente de los incas en el Perú conquistado; o las deCaupolicán en 1553, en la indómita Arauca, territorio boscoso del sur de Chilenunca colonizado, cantado por Alonso de Ercilla, quizás en un “acto fallido”, enla epopeya La Araucana; revelan que el sentimiento emancipador en estosterritorios siempre predominó a pesar de que la mayoría fueron dominados porla conquista española.

Page 4: Identidad_Latinoamericana_VZ

Una refinada poesía azteca en lengua náhuatl o una melancólica lírica en lenguaquechua, como los yaraví o los huaynos, fue desconocida por la culturadominante española; la grandiosa mitología del Popol Vuh, que se contaba enmaya-quiché, las exquisitas profecías del Chilam Balam, o las festivas obraspara ser representadas del Rabinal Achi y Ollantay, quisieron ser sepultadas enel olvido, porque toda conquista, después del genocidio, impone la cultura delcolonizador. Los pueblos indígenas después de ser conquistados se enfrentaronal colonizador con una resistencia que no solamente fue militar, sino tambiéncultural. Nació de esta manera la cultura de la resistencia americana, que tieneraíces profundas y ocultas, códigos y lenguajes a veces misteriosos y difíciles dedescifrar para quien no ha sufrido la humillación y la soberbia deconquistadores que impusieron su idioma y cultura, para ciudades que sobre lasruinas de sus templos se erigieron las catedrales católicas.

La llegada de los primeros negros africanos a las tierras americanas para iniciaruna de las páginas más vergonzosas de la historia de la humanidad, laesclavitud, complejizó aún más el panorama de la identidad hemisférica, casi almismo tiempo que la de los primeros asentamientos españoles, franceses,ingleses, holandeses… En este proceso apenas se ha destacado en los estudiosprimermundistas a los negros cimarrones que no aceptaron la esclavitud y quemurieron fugitivos en los palenques, perseguidos por rancheadores y perrosamaestrados; enormes rebeliones aplastadas con sangre de esclavos negrosafricanos, como “La Rebelión de los Palmares” en Brasil, en 1602, movilizarondurante muchos años a ejércitos coloniales portugueses. La rebelión que declaróla independencia de Haití en 1792 ante la sublevación general de la isla enmedio de los acontecimientos de la Revolución Francesa, se enfrentó a ejércitosde España, Francia e Inglaterra, derrotándolos a todos, y proclamó una repúblicade ciudadanos iguales, status no conseguido con la independencia de las 13colonias inglesas en la revolución que fundó a los Estados Unidos. Apenas hoyse quiere resaltar que las tropas napoleónicas fueron derrotadas en Haití antesque en España y en Rusia, y que la constitución haitiana fue mucho másavanzada que la de los Estados Unidos.

No existieron voces fuertes como las del Padre dominico Bartolomé de lasCasas, quien proclamó la defensa de los indígenas ante Europa, para abolir laesclavitud de los negros en América, y así detener ese despojo horroroso dehijos de África arrancados de diversas culturas milenarias. La servidumbrecontinuó demasiado tiempo de una forma o de otra en indios y negros. Por estasrazones, tampoco ha sido suficientemente bien conocido el aporte cultural ymitológico, social y religioso, que han hecho las diversas y ricas culturas

Page 5: Identidad_Latinoamericana_VZ

africanas, especialmente las del golfo de Guinea, y que han contribuidodecisivamente a la actual identidad caribeña y americana, incluyendo lacontribución de los negros al inmenso Brasil y las de los que viven en las costasdel Pacífico en sus respectivos países. “Afroamérica” es un concepto todavíaextraño y poco reiterado para los estudios que se hacen desde el primer mundo,porque la evolución que ha tenido en América la cultura de Áfricaconjuntamente con la de Europa, ha resultado uno de los procesos de mestizajemas complejos que ha tenido el planeta en los últimos siglos de la era anterior.Hay mucha información sobre las culturas europeas pero muy poca sobre lasafricanas, y en esta composición, en no pocas culturas nuevas, el componentemayor viene de África.

Entre los siglos XVI, XVII y hasta XVIII, el mestizaje cristalizó y se impuso enAmérica Latina y en el Caribe como sustancia de fundación para lograr unapeculiar identidad con un nacimiento decantado y particularmente peculiar encada una de las diferentes regiones, representado con la figura del criollo.Virreinatos y capitanías generales españolas, colonias francesas, inglesas yholandesas en América, en su constante emigración de europeos y africanos, ytambién de asiáticos, forjaron pueblos que fueron diferenciándose en cadaregión. Se conformaron: “pueblos testimonios”, los que sobrevivieron algenocidio y donde predominó el indígena, como los mesoamericanos de Méxicoy Guatemala, los andinos de Perú y Ecuador, o las culturas amazónicas;“pueblos transplantados”, que impusieron el predominio del imaginario culturaldel colonizador después del exterminio de sus pobladores autóctonos, como fueen el caso de Norteamérica y Río de la Plata; y los “pueblos nuevos” quefraguaron nuevas matrices simbólicas a partir del continuado mestizaje, comosucedió en Brasil y el Caribe, por poner los ejemplos más característicos.

Pero estos nacimientos se completaron con una sucesión de llegada y regreso deelementos culturales que fueron asimilándose mutuamente; es decir,aceptándose o rechazándose, adaptándose y fundiéndose, entre América, Europay África, hasta conformar un panorama sociocultural de gran riqueza paracualquier continente. De esta manera, se ha mantenido una cultura tradicionalindígena en América muy diversa en cada zona, en dependencia de sus culturasmadres; diferentes culturas afroamericanas o de afrodescendientes, que hanenriquecido el acervo cultural de la región donde viven según el predominio desus ancestros; una cultura ilustrada, generalmente la dominante, con capacidadpara imponerse según los códigos de la modernidad lidereada porrepresentaciones del primer mundo, y que se ha establecido fundamentalmenteen las ciudades; y así mismo, una cultura popular urbana dominada, marginaday marginal, que ha tomado fisonomía propia en las últimas décadas; y por

Page 6: Identidad_Latinoamericana_VZ

último, culturas híbridas campesinas y regionales rurales, que han quedado almargen de los procesos civilizatorios modernos, como defendiéndose de eseavance que la crisis de la modernidad trató de imponer en cada rincónamericano.

Durante los primeros siglos de la conquista y la colonización española enAmérica, maduró una cultura literaria a contrapelo de los propósitos de lametrópoli, pues como se sabe, para cualquier mentalidad colonial, las coloniasno tienen cultura propia, solamente son una prolongación del imperio.Comenzaron a escribirse historias, crónicas, diarios y obras didácticas quereflejaban los miedos y las supersticiones, las dudas y el imaginario de losterritorios conquistados: sitios de fuentes de juventud eterna, ciudades de oroque llamaron El Dorado, lugares poblados solo por mujeres Amazonas… en fin,las posibles descripciones de El Paraíso. Posteriormente predominó unaliteratura inscrita dentro de lo que Europa consideró Barroco, pero desde unaperspectiva y estilo que fue modificándose en América para transformarse en eldenominado Barroco de Indias, cuya primera figura fue una mujer, la monjamexicana Sor Juana Inés de la Cruz, quien logró una riqueza literaria y unaproyección filosófica a su obra de exquisita originalidad y fuerza expresiva querevindicó la dignidad de la inteligencia de la mujer ante la soberbia machista defrailes y obispos. Que la primera figura de letras en América haya sido SorJuana, apenas tampoco se presenta así.

El complejo proceso musical y danzario de América se fue“transculturalizándose”; ritmos musicales y diferentes bailes se fundieron,danzas y contradanzas traídas de Europa con rumbas y tambores africanos juntoa una cultura tradicional indoamericana y de otras partes del globo, fueronfusionadas en pueblos que se divertían en el carnaval y que recordaban fechassimbólicas, honraban dioses y conmemoraban cosechas, dando lugar afestividades dedicadas a las bondades otorgadas por la naturaleza o a fiestassociales que se repetían cada vez más con una amalgama mayor de armonía yritmo, cuerda y percusión, colorido y sonoridad, representaciones de lo uno y lootro. La literatura, la música, el baile y muy diversos modos que conforman lacultura material y espiritual de los pueblos americanos, fueron intercambiándoseen muchas direcciones y en un sentido y otro. Europa conoció el tabaco cubano,el chocolate mexicano y la papa peruana… y así de la misma manera queAmérica había usado estos productos, asumió suya también la manera detomarse un café antes encender el tabaco, preparar el chocolate con leche eincluir a la papa en los más imaginativos platos de la cocina.

Page 7: Identidad_Latinoamericana_VZ

Sería absurdo o ridículo minimizar la influencia de Europa en la construcciónhíbrida de la actual cultura latinoamericana y caribeña, de la misma manera quelos colonialistas lo hicieron y lo hacen, y especialmente la de los pueblos queconforman la península ibérica, en la formación y realidad cultural de la regiónamericana. Una buena parte de la base cultural de nuestra América proviene deesa composición de pueblos que poblaron esa península europea, muy antiguoscomo los celtas, los iberos, los galaicos, los astures, los cántabros, los vascones,los vacceos, los vetones, los carpetanos, los oretanos, los edetanos, los lusitanos,los turdetanos… con una riquísima y variada cultura, que a su vez se mezclócon la de fenicios, cartagineses y romanos, y más tarde, con los visigodos ygermanos, y por último, con los musulmanes y africanos, que ocuparon casitodo el territorio durante casi ocho siglos. El reino cristiano medieval españolhabía acabado de derrotar a los moros cuando conquistó y colonizó a América,encabezado por los castellanos y los aragoneses como líderes de esas guerras,pero hay mucho de la cultura de los árabes y del norte de África que semantenía y se mantiene en la cultura de las Españas, y tales semillas setrasladaron a este hemisferio.

Así mismo, la riquísima realidad cultural de los pueblos africanos de la costaoccidental del África subsahariana, especialmente la cercana al golfo de Guinea,un lugar fundamental de aprovisionamiento de esclavos a América, conformóun mapa social de esencias culturales todavía poco estudiado. El imperio deGhana en el siglo XI y los Oyo e Ifé de la actual Nigeria por ese siglo, fueronlas culturas madres que alimentaron las matrices de muchos pueblos de la zona.Los Susú, los mandingas, los famosos imperios de Mali y de Bono, junto alflorecimiento de la cultura de los yorubas, desarrollaron las bases de una diversacultura africana a las puertas del siglo XV, cuando en guerras fraticidas sedesgastaban estos pueblos y surgía el refinadísimo imperio de Shonghai, concarácter multiétnico y con mayoría islámica. Ya en el siglo XVI emergió elimperio de Benin y los bantúes extendieron su cultura desde el reino deBakongo, alrededor del río Congo, hacia el sur y el centro de África. En esevitral de saberes, conceptos, filosofías, religiosidades, mitologías, ritmos,movimientos, decoraciones, símbolos… aparece el dominio del invasor queextirpó del seno de estos pueblos a sus hijos convertidos en esclavos enAmérica.

Injustamente se tejió una “leyenda negra” contra España en relación con lasangrienta esclavitud africana y con los crímenes monstruosos cometidos paraestablecer el colonialismo en América. Es cierto que hubo esclavitud sangrientay crímenes monstruosos, pero no fueron más que las depredaciones genocidascometidas por Holanda, Francia, Inglaterra, Alemania, Bélgica y los propios

Page 8: Identidad_Latinoamericana_VZ

Estados Unidos, en todo el mundo para establecer el sistema capitalista. Losilustrados y civilizados ingleses y holandeses tenían las principales compañíasque cazaban a esclavos en África para vendérselos a los españoles americanos,con el mismo ímpetu que defendían la venta de maquinarias como resultado dela Revolución Industrial: la acumulación del capital no tenía razones éticas.Roberto Fernández Retamar se ha referido al tema, poniendo al desnudo laverdadera hipocresía de los imperialismos rivales de España en el dominio deAmérica. La naturaleza bárbara proviene del sistema capitalista y no de ningúnpaís, nación, o mucho menos pueblo en particular. Por el contrario, una de lasEspañas, trajo a los americanos una fuerte alegría de vivir, un “espíritu burlón”,una fuerte presencia “de la rabia y de la idea”, que ha sido la madre de lasrebeliones y la supervivencia de las resistencias.

Complejos, géneros y modalidades con mayor o menor antigüedad, la mayoríade ellos recibidos, intercambiados, fundidos, devueltos, vueltos a recibir…desde España, Europa o/y África, como el punto, el galerón, el son, el joropo, eldanzón, la bomba, la plena, la conga, la rumba, la cumbia, el vallenato, laguaracha, el merengue, el calypso, el aguinaldo, la habanera, el bambuco, laguajira, el biguine, el reagge, la gaita, el porro, el tamborito, el palo de mayo, elbolero… bastarían como un buen pretexto para preguntarle a los caribeños:¿quién no hubo cantado o tarareado, hubo bailado o se movió con ellos? Y de lamisma manera, ¿qué criollo latinoamericano de tierra firme no disfrutó de labaguala, la vidala, el yaraví, el huayno, el sanjuanito, el carnavalito, la cueca, lamarinera, la zamba, el triunfo, el gato, el cielito, el tango, el pericón, la mediacaña, el cuándo, el federal, el vals, el pasillo, la mazurca, el samba, el batuque,el candombe, la marcha… en sus respectivas regiones? Resulta ocioso e inútilbuscarle un pedigrí a cada ritmo porque la mezcla, o mejor, la mezcolanza,aunque parezca confusa, es la mejor genealogía de cada música.

El retrato, el rostro, la identidad, que como bien sabemos, no son fijos,inmóviles o absolutos; han tenido en América Latina y el Caribe, a partir definales del siglo XVIII y del siglo XIX, una consolidación que se fraguó en elpensamiento emancipador de las luchas por la independencia y en laconformación de las patrias de los criollos, todavía “europoides”, aún“españoles de ultramar”, pero ya no solo con diferencias, sino con evidentescontradicciones. Intelectuales y periodistas, políticos y militares, con discursosficcionales o ensayísticos, en sublimes batallas y sangrientas guerras,protagonizaron hermosas páginas de heroísmo en la lucha insurreccional contrael poder de la metrópoli española: los curas Hidalgo y Morelos; el LibertadorBolívar, los militares San Martín, O’Higgins o Sucre; junto a pensadores de latalla de Martí, Juárez o Sarmiento; Andrés Bello, Simón Rodríguez o Francisco

Page 9: Identidad_Latinoamericana_VZ

de Bilbao… construyeron un legado social y político, una tradición de lucha porla libertad y diversos aportes significativos y perdurables para establecer lajusticia y la democracia, una democracia sin límites sociales, en sus respectivospueblos, con las armas y con la política, pero junto a ellas, con las ideas y con lacultura.

Entre tantas novelas románticas, antiesclavistas, de idealización amorosa,indigenistas y costumbristas; entre tantas narraciones históricas, realistas onaturalistas; o entre los propios cuentos que presentaron la modernidadamericana en el Modernismo, la literatura mostraba un común ideal libertarioque ha sido lujo de la cultura de nuestros pueblos. Países de poetas que cantarona la libertad, como Olmedo, Heredia, Caro, Echevarría, Mármol, Zenea, PérezBonalde…; líricos populares vinculados a las tradiciones folclóricas de susrespectivos pueblos, como Hilario Ascasubi, Antonio Lussich, José AntonioTrelles, Estanislao del Campo, José Hernández…; originales poetas quedevolvieron los galeones a España cargados de metáforas, como Martí, Darío,Gutiérrez Nájera, Casal, Silva, Nervo, Lugones, Herrera y Reissing, JaimesFreire, Valencia, Santos Chocano…; dejaron una impronta cultural definitiva enla identidad de estos pueblos que nunca será suficiente su estudio paracomprender la verdadera dimensión de esos ideales en la base cultural de losamericanos del sur en relación al significado de la libertad, la democracia y lajusticia social.

Al llegar el siglo XX la cultura de estos pueblos híbridos y liberales, con gransensibilidad social y extraordinarias potencialidades de recursos naturales yhumanos, van venciendo los peligros de nuevos colonialismos, varias vecesreciclado. Las luchas sociales y políticas en América Latina y el Caribe, cadavez se sustentaron más en una identidad cultural definitiva. Nuevasrevoluciones sociales y políticas surgieron como la mexicana, la primera de lamodernidad en el mundo, que ha dejado no solamente el legado de líderesagrarios que todavía hoy tienen que hacer mucho en América porque se hantergiversado o manipulado su imagen, como Pancho Villa o Emiliano Zapata,sino también representaciones culturales e imaginarios artísticos en pensadorescomo José Vasconcelos y Alfonso Reyes, que debemos revisitar con ojosnuevos, o en artistas plásticos como Rufino Tamayo, David Alfaro Siqueiros,Diego Rivera, Frida Khalo y Juan Clemente Orozco, artistas atados a latradición popular en su libertad creativa, por tan solo citar los más relevantesque impulsaron esta identidad cultural del pueblo mexicano en la primera mitaddel siglo desde esos cambios violentos.

Page 10: Identidad_Latinoamericana_VZ

Otra gran revolución social y política en la segunda mitad del siglo XX es lacubana, que también ha dejado otra huella cultural decisiva en la identidad de laIsla, pero además en el hemisferio de los americanos del sur. Líderes políticosde la talla de Ernesto Che Guevara, Fidel Castro, Carlos Rafael Rodríguez, JuanMarinello y Raúl Roa, entre otros, tienen un puesto en la cultura nacional ycontinental, independientemente de sus acciones en la política. A la revolucióncubana se le asocia automáticamente con la cultura que la sustenta: músicoscomo Leo Brower, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés; escritores como NicolásGuillén, José Lezama Lima y Alejo Carpentier; cineastas como SantiagoÁlvarez o Tomás Gutiérrez Alea; o bailarinas como Alicia Alonso, demuestranel vínculo martiano de asociar la cultura a la libertad en ese apotegma de “serculto es el único modo de ser libres”. Revolución social y política se enlazaroncon la identidad cultural de un pueblo, que cada vez proyecta más unpensamiento que cada vez rompe los estrechos marcos nacionales paraadentrarse en el concepto cultural de América Latina y el Caribe.

El siglo XX sirvió para que pensadores radicalizaran sus utopías partiendo dediferentes manifestaciones en distintos lugares del continente: el intelectualdominicano Pedro Henríquez Ureña y el ensayista argentino Ezequiel MartínezEstrada, desde la teoría literaria; el joven revolucionario cubano Julio AntonioMella y el pensador peruano José Carlos Mariátegui desde el marxismolatinoamericano; los mexicanos Pablo González Casanova y Leopoldo Zeadesde la filosofía; los antropólogos brasileños Darcy Ribeiro o Paulo Freiredesde esa disciplina social, incluyendo desde este último en el camino de la“Teología de la Liberación”, antes sustentado en la lucha con las armas por elsacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres. El siglo XX marcó lamaduración en el entrecruzamiento de discursos emancipatorios desdediferentes posiciones y disciplinas, y que está posibilitando ahora mismo lagestación de nuevas matrices libertadoras de la cultura latinoamericana ycaribeña.

Teoría y filosofía, religión y religiosidades, cultura literaria, artes visuales,música y folclor… se han unido en el siglo XX como nunca antes en AméricaLatina y el Caribe en la búsqueda de un propósito desalienante y desajenante,que provocó el capitalismo subdesarrollado y dependiente en estos pueblos conla creación de las oligarquías nacionales, respondiendo a los intereses supremosdel capitalismo mundial en sus centros hegemónicos. Esa raíz de cultura deresistencia forjada en una identidad nacional en cada región de virreinatos ycapitanías, y que sustentaba la lucha contra el colonialismo español, ahora estálista para la construcción de otras políticas sociales que se están creando, pornaturaleza, anticapitalistas; ellas constituyen las bases esenciales para la

Page 11: Identidad_Latinoamericana_VZ

construcción de otra identidad cultural supranacional que va más allá deresponder a los intereses de las clases oligarcas. La cultura es el factorfundamental para esta construcción, pues no hay otra forma posible paracomenzar una revolución social verdadera sino fomentando una revolución enlas ideas y en la cultura.

La irrupción de las vanguardias poéticas latinoamericanas, como el ultraísmoargentino de Borges, ya lejos del español; el creacionismo del chilenoHuidobro, con distancia del francés; el estridentismo del mexicano MaplesArce, separado del futurismo italiano; la poesía mulata de Guillén, ni españolani africana…; o bien los excepcionales y exclusivos cuerpos poéticos de CésarVallejo y Pablo Neruda, con un lenguaje poético propio que revolucionó lapropia lengua, entre cientos de insólitos discursos de poetas que vinierondespués, fueron marcando no solo un lenguaje autónomo y a veces distante delos referentes europeos, sino una riquísima poesía que ha hecho posible de quecada vez más no solo esas relaciones dependan menos de la órbita de esos“centros”, sino que surjan referentes de este lado del océano ante el localagotamiento de poetas municipales de Europa ante las diversas potencialidadesamericanas. Este proceso del pensamiento poético latinoamericano y caribeñopropio, ha fomentado el interés de los americanos en estudiar con más interéslas bases singulares de nuestra imagen poética, cada vez más rica ypotencialmente más diversa que algunas de las desgastadas poéticas europeasque no pocas veces irrumpen en nuestro panorama poético con fama y éxitogracias al fetiche del mercado y de premios.

Partiendo de una narrativa regional en obras del colombiano José EustasioRivera, del argentino Ricardo Güiraldes o del venezolano Rómulo Gallegos; oen la propia novelística de la revolución mexicana, como Los de abajo deMariano Azuela o El águila y la serpiente, de Martín Luis Guzmán; de lanovela indigenista, como las peruanas El mundo es ancho y ajeno, de CiroAlegría y Los ríos profundos, de José María Arguedas; de las novelasparadigmáticas sobre dictadores (El señor presidente, del guatemalteco MiguelÁngel Asturias; Yo, el supremo, del paraguayo Augusto Roa Bastos; El otoñodel patriarca, del colombiano Gabriel García Márquez; El recurso del método,del cubano Alejo Carpentier; Oficio de difuntos, del venezolano Arturo UslarPietro; General a caballo del cubano Lisandro Otero; y más recientemente, Lafiesta del chivo, del peruano Mario Vargas Llosa; entre otras); se ha creado unarica tradición narrativa de sostenida calidad y que ya forma parte de la identidadnarrativa clásica de la región.

Page 12: Identidad_Latinoamericana_VZ

Quizás menos entendida por norteamericanos y europeos ha sido la que se haetiqueteado con vocablos académicos como “realismo mágico” o “lo realmaravilloso” para referirse al mundo de México en Pedro Páramo o El llano enllamas de Juan Rulfo, o las propias viñetas de Confabulario de Juan JoséArreola; al universo natural y social del Caribe en El siglo de las luces, El reinode este mundo o Los pasos perdidos, del cubano Alejo Carpentier; al imaginariofantástico en las narraciones imaginativas de la Historias de cronopios y famasde Julio Cortázar, Ficciones o El Aleph de Jorge Luis Borges, La última nieblade María Luisa Bombal, o La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares,todos de Argentina. Novelas y narraciones “existencialistas” y “existenciales”;“psicológicas” y “psicologistas”;… han reflejado la peculiar subjetividad de losamericanos del sur en obras de Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, ManuelGálvez, Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal, Ernesto Sábato, ManuelRojas… que han separado totalmente la cultura latinoamericana de sus inicialesfuentes, a tal punto que no pocas veces no se entienden en sus contextos cuandose estudian desde Europa o los Estados Unidos, porque se parten de contextosque ya se han alejado mucho uno del otro.

Estos hechos no se podían desconocer más al llegar los años 60 y la grandeza deeste impresionante cuerpo literario que se evidenció entonces, cuando editoresespañoles, franceses, italianos… inventaron un término comercial cómodo parareconocer (léase vender) mejor a la narrativa literaria latinoamericana: “ElBoom”. Cierto que hubo explosión, una más, fundamentalmente en los años 60:La región más transparente del mexicano Carlos Fuentes, La ciudad y losperros del peruano Mario Vargas Llosa, Paradiso del cubano José LezamaLima, Rayuela del argentino Julio Cortázar, la siempre imprescindible Cienaños de soledad del colombiano Gabriel García Máquez (posiblemente “nuestroQuijote”)…; entre otros tantos ejemplos. Pero después, en los años 80, vino el“Postboom”, cuyas novelas más notables como Boquitas pintadas y El beso dela mujer araña del chileno Manuel Puig, Un mundo para Julius del peruanoAlfredo Bryce Echenique, La casa de los espíritus y Paula de la chilena IsabelAllende, Los relámpagos de agosto del mexicano Jorge Ibargüengoitía, Castigodivino del nicaragüense Sergio Ramírez, entre otras muchas, dejaron sinposibilidades de seguir nombrando estas avalanchas con esos términoscomerciales tan simples.

Ya los nombres y las obras abundan tanto que es imposible no dejar fuera aotros nombres no menos importantes, como Skármeta, Galeano, Monsisváis,Monterroso, Poniatowska, Lemebel, Otero… Algo semejante ocurrió en lapoesía femenina; nombres de mujeres como la maestra y diplomática chilenaGabriela Mistral, la rebelde uruguaya Delmira Agustini, la audaz argentina

Page 13: Identidad_Latinoamericana_VZ

Alfonsina Storni, o las veneradas y reconocidas Juana de Ibarbourou y DulceMaría Loynaz (la primera uruguaya y la segunda cubana), y otras tantas comoJulia de Burgos, Amanda Berenguer, Idea Vilariño, Olga Orozco, RosarioCastellanos, Alejandra Pizarnik…; parcialmente conocidas y más manipuladaso que estudiadas, y que han enriquecido con creces el discurso poético femeninode la región, junto a otros diversos y extraordinarios escritores, como lasexcelencias de las poéticas y discursos reflexivos de Paz y Lezama; losexistencialistas Lihn y Madariaga; los surrealistas Molina, Arenas y Sologuren;el antipoeta de Parra y los coloquialistas de Cardenal, Gelman, Dalton,Fernández Retamar… En fin, que ya no alcanzarían los “boom” y los“postboom”. Después de todos estos nombres, ahora mejor hablemos de cuálsería el “boom” español.

Mas esta extraordinaria riqueza cultural, social y política de América Latina y elCaribe a todo lo largo del siglo XX no se expresó solamente en la literatura.Obras plásticas como el arte cinético del argentino Julio Le Parc, el artevanguardista del también pintor argentino Xul Solar, las identificables gordasmonumentales del pintor y dibujante colombiano Fernando Botero, los rostroshumillados del artista ecuatoriano Oswaldo Gayasamín, el peculiar figuratismode inspiración surrealista del pintor chileno Roberto Matta, la pintura abstractadel constructivismo del artista uruguayo Joaquín Torres García, la obra de losmovimientos concretos y neoconcretos de los pintores y escultores brasileñosHelio Oiticica y Lygia Clark, el simbolismo del también artista brasileñoEmiliano di Cavalcanti, los vitrales y lucetas de la pintora cubana AmeliaPeláez, las expresiones paisajísticas del pintor mexicano Gerardo Murillo, loscélebres grabados que iniciaron el indigenismo del artista peruano José Sabogal,la integral obra pictórica del mexicano José Luis Cuevas, los íremes delfabuloso artista cubano Wifredo Lam… y un largo etcétera, han expresado elvariado y riquísimo quehacer de los artistas más reconocidos del siglo en laregión.

En todos estos artistas puede advertirse las intenciones de reafirmar unaidentidad cultural de los pueblos en que viven, partiendo de tendencias artísticasnacidas muchas veces en Europa o en los Estados Unidos, pero ya lejos de suorigen como resultado concreto de sus obras. Su principal valor artístico haconsistido en que han adaptado modelos importados y los han“latinoamericanizados” o “caribeñizados”, para expresar con nuevo lenguaje yoriginal estilo un arte híbrido de excelencia, como mismo lo hicieron los artistasde Europa de otros de Asia y África, como mismo lo han hecho otros más en losEstados Unidos de viejos artistas de Inglaterra y del resto de Europa. Estasrealidades culturales vienen demostrando desde hace algunos años que

Page 14: Identidad_Latinoamericana_VZ

asistimos a la madurez de una civilización de pueblos que nada tienen que vercon Europa y los Estados Unidos; ni tampoco con África o cualquier otro lugardel planeta. América Latina y el Caribe son realidades culturales poderosas,independientes y productoras de matrices y símbolos propios, que además detener singularidades regionales y particularidades nacionales, gozan de unageneralidad expresada en una identidad común.

Pero son muchos más los artistas latinoamericanos y caribeños que en el primermundo califican con el peyorativo término de “artesanos” por su arte popular,debido al histórico menosprecio de las matrices simbólicas popularesexpresadas por esos pueblos. Millones de cerámica de barro, de lapislázuli, jadeo turquesa; pequeñas esculturas de mármol o vidrio; piezas de cestería y tejidos;tocados o penachos de arte plumario; una diversa imaginería de caracolas, fibrasvegetales y cuero, huesos o piedra; escudos ceremoniales; máscaras;bajorrelieves; una gran diversidad de maravillosa orfebrería de oro, plata,cobre… se exhiben y venden en cualquier plaza y mercado, en las calles y en lasferias, en las fiestas patronales y en cualquier acto ceremonial como expresióndel arte popular latinoamericano y caribeño, que se ha llamado “artesanía”. Siuna pieza de mármol de Carrara o de vidrio de Murano se exhibe en un museoitaliano, es arte; si una maravillosa estatuilla de mármol rosado y verde conpiedras de jade y lapislázuli se expone en México, es “artesanía”.

El siglo XX latinoamericano y caribeño también consolidó la enorme riqueza desus músicas y bailes. Sigue vigente la música tradicional de los indígenas, lamúsica aymara del altiplano andino con sus cantos ceremoniales; los huaynoscon arpa, guitarra, mandolina y charangos; la música de los pueblos quechuasde Los Andes tocada con flautas hechas de barro, caña o hueso, paraconmemoraciones religiosas o sociales y que ha mantenido su antiguo sonidopolifónico. La sonoridad de los pueblos originarios de América va desde lacapacidad para sincretizarse, como lo han hecho los indígenas pipiles del ElSalvador, enmascarando la pugna de moros y cristianos que España les habíatraído de sus tradicionales fiestas y que ellos sincretizaron con magistralimaginación, o ciertas músicas secretas como la de los jíbaros del Ecuador, quelos chamanes las emplean como un ritual de curación para sacar los hechizosdel cuerpo del enfermo, quizás coincidiendo con algunas prácticas de los celtas.El pueblo latinoamericano y caribeño se integra al mundo sin prejuicio y sinfundamentalismos, intercambiando saberes, y en esta perspectiva está muchomás cerca el futuro de la “aldea global”.

Si bien los europeos trajeron su música y sus bailes al “Nuevo Mundo” despuésde la colonización, la impronta africana ha sido decisiva para la construcción de

Page 15: Identidad_Latinoamericana_VZ

la música latinoamericana, y especialmente de la caribeña. La llamada músicaafroamericana tiene tres centros fundamentales: el sur de los Estados Unidos, elCaribe insular y continental, así como los ritmos de los negros del Brasil. Estospolos conforman, junto a otros, los universos sonoros más ricos del planeta. Elsur negro norteamericano tiene estrechos vínculos con estas músicas: el blue, elsoul, el ragtime…, y especialmente el jazz transformado en “jazz latino”,forman parte del mismo mestizaje de ritmos que vivieron los pueblos hacia elsur del Río Bravo y hasta la Patagonia. El Caribe insular aporta esencias condiversos tipos de rumba, o variantes del son, el changuí, la guaracha, unanotable variedad de canciones y música bailable con asombrosas fusiones, quetiene en Cuba un centro irradiador importante. La extraordinaria variedad demerengues dominicanos y haitianos; la misteriosa música del vudú de Haití; labomba, el cuembé, el maiandá, el calindé, el mendé… de los puertorriqueños; elfamoso reggae de Jamaica; los célebres calypsos de Trinidad Tobago, con sussteel bands y su carácter festivo y carnavalesco…; presentan un mosaicomusical en el Caribe que descubre la extraordinaria potencia rítmica de losnegros africanos en América.

De la misma manera, el Caribe continental, con el son jarocho de México,tocado con arpa veracruzana, jarana y requinto; el tamborito o la cumbia dePanamá; el palo de mayo de Nicaragua; los extraños ritmos muy mezclados deBélice, como el brokdown o el bram; el joropo tocado con cuatro y arpa enVenezuela y las ya famosas gaitas zulianas; el bambuco, la cumbia y elvallenato de Colombia, con su excitante ritmo para bailar…; componen un arcoiris sonoro de extraordinaria complejidad. Así mismo, la sorprendentepotencialidad rítmica de Brasil, sus batuques, sambas, marchas, bambucos,emboladas… definen una región musical de riquísima originalidad que ya nadadebe a sus orígenes. Todos ellos, componen un mundo sonoro exclusivo que estocado, bailado, escuchado y disfrutado por los pueblos en sus diversiones,dibujando uno de los principales perfiles culturales de lo latinoamericano y locaribeño en que la música y el ritmo es pasión.

La música latinoamericana actual es una de las más diversas del planeta, sufusión es un proceso natural, por lo cual es presumible que continúefundiéndose y refundiéndose, tal y como ha sucedido con otros acontecimientosculturales en la región con gran celeridad: bien podemos encontrar en la músicatradicional de Guatemala que se toque con marimba e instrumentoselectrónicos, o que un tango argentino o uruguayo tenga nuevas versiones enorquestas de bandoneones y estructura sinfónica; no es raro que en loscarnavales de Santiago de Cuba o en San Salvador de Bahía pueda encontrarsejunto a los tambores batá de África y una corneta china, un sintetizador; o que

Page 16: Identidad_Latinoamericana_VZ

dentro de las orquestas populares de música bailable se encuentren cualquiertipo de instrumentos musicales o incursiones temáticas y sonoras. El propiorock sajón ha tenido una notable asimilación en variados ritmoslatinoamericanos y caribeños en la actualidad y también aquí la disposición parael mestizaje es condición de valor y no de descrédito.

Y estas fusiones naturales llegaron desde hace muchos años, cuando seconformaba en la música de concierto de los criollos o la imagen de la “músicanacional” de nuestros pueblos: Carlos Chávez, inspirado en Stravinski ySchönberg, compuso la música de concierto nacional de México, y en otrosentido, Silvestre Revueltas se adentró en obras sinfónicas también ya“mestizas”; el brasileño Carlos Gomes compuso música de su país atraído porcompositores italianos, y las famosas bachianas brasileras de Heitor Villa Lobosestuvieron inspiradas en Bach; el uruguayo Eduardo Fabini influido en elimpresionismo musical europeo llegó a expresar el sonido de su país; el músicoargentino Alberto Ginastera se basó en el rico folclor de su pueblo paracomponer obras vanguardistas, intercambiando préstamos de este lado y delotro del océano; así mismo, los cubanos Amadeo Roldán y Alejandro GarcíaCatarla, compusieron obras sinfónicas de vanguardia con toda la gama deinstrumentos traídos del África y “aplatanadas” en Cuba; y de la misma manera,el genial guitarrista cubano Leo Brower ha acumulado un copioso repertorio deexcelencia sinfónica cuya impronta popular de la isla puede adivinarse.

Tanto en la música popular como en la de concierto, América Latina y el Caribeexhiben una poderosa identidad musical digna de tenerse en cuenta en cualquierparte del mundo. El bolero, la canción degustada por excelencia en AméricaLatina y el Caribe, ha sido acompañado por trovadores, tríos de guitarras ypercusión, agrupaciones diversas y formatos de orquestas en que se han incluidolas más disímiles orquestaciones. También, rancheras y corridos de México;vidalitas, milongas y tangos de Argentina y Uruguay; callejeras de Costa Rica;o claves y criollas de Cuba… han basado su proyección creativa en la fusión deelementos cultos y populares, de aquí y de allá, y donde más mezcla, mejor. Enla Hispanoamérica de los 60 irrumpió la “nueva canción” o “nueva trova”, connombres como Atahualpa Yupanqui, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, VíctorJara, Alí Primera, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, DanielViglietti… y varias agrupaciones en que sobresale el grupo chileno Quilapayún,entre otros. Esta diversidad le aportó al género de la canción otros ingredientessociales y políticos que la actualizaron. Pero en general, la canción, con suspréstamos e intercambios sonoros, con sus guiños y complicidades, hanpropuesto un estudio más serio en los metalenguajes de los pueblos, apenas

Page 17: Identidad_Latinoamericana_VZ

adivinado por un turista ocasional o un “musicólogo” que no profundice en lasraíces sociales de esas músicas.

Muchos artistas populares anónimos, que son también músicos virtuosos,forman parte de una cultura musical diversa que sustenta y completa la auténticaidentidad cultural de los artistas latinoamericanos y caribeños. Trovadores decualquier ciudad o pueblo latinoamericano o caribeño que cantan y tocan por lacomida y que montan en ómnibus o tranvías; mariachis mexicanos que tocan enbodas, cumpleaños, fiestas personales o patrióticas…; bandas de todo tipo quedivierten al público en playas y plazas, en ferias y bares; pianistas derestaurantes que capaces de ejecutar piezas difíciles y complejas, simplifican yreducen el gusto para sus oyentes…; también forman parte de un rostro deexcluidos que han sido maltratados por algunos que lo han estereotipado de“marginales” cuando en realidad son productos de una marginación. Tambiénellos, con su mala fama, tocando “sopa”, ganándose el pan soplando opercutiendo, están dispuestos a seguir refundando sonoridades, a continuar conotras fusiones, todavía con menos prejuicios que no pocos músicos de academiadel resto del mundo entienden.

Sería imposible resumir todas las identidades culturales que se han tejido en laregión a partir de una historia que ha proclamado el mestizaje como su banderay su paradigma. Baste repasar la imagen cinematográfica, no pocas vecestrenzada con el testimonio periodístico para entrecruzar el arte del cine a ladenuncia política. Documentalistas y cineastas han puesto su arte a favor de lascausas más justas, como la fantástica imagen y peculiar sentido de realismo delbrasileño Glauber Rocha; los combativos sucesos recogidos por el lente delboliviano Jorge Sanjinés; la exquisita elaboración de la historia reflejada en elcine del cubano Tomás Gutiérrez Alea; los significativos aportes al cinedocumental realizados por el cubano Santiago Álvarez; la construcción de lafantasía del cine en la obra del argentino Fernando Birri; las impactantesescenas de denuncias del argentino Fernando Pino Solanas; las riesgosasimágenes tomadas por el chileno Miguel Litín; y otro largo etcétera.

Pero la identidad cultural de América Latina y el Caribe a finales del siglopasado, dejó pendiente una tarea: la insurgencia de los marginados. Cuatronuevos actores son protagonistas: los indígenas, los negros, la mujer y losjóvenes. La América indígena fue anunciada por Bolívar y Martí, y ademásdefinida magistralmente por José Carlos Mariátegui. En la Visión de losvencidos, texto que realizó hace algunos años el profesor mexicano MiguelLeón-Portilla, apoyándose en un estudio de los antiguos mexicanos; en la nuevahistoria que nos enseñó el guatemalteco Manuel Galich en su libro Nuestros

Page 18: Identidad_Latinoamericana_VZ

primeros padres; o en la fabulosa recopilación de tres tomos del uruguayoEduardo Galeano, Memorias del fuego; puede comprobarse la admirable culturasilenciosa que subyace en los pueblos indígenas que pueblan nuestra América.Guillermo Bonfil ha revelado la necesidad de estudiar la proyección de sucapacidad política en Utopía y revolución: el pensamiento político de los indiosen América Latina; y ha sido puesto en primer plano en el llamado “indígenaimportado” por el lituano-chileno Alejandro Lipschütz desde hace muchos años.Tales textos constituyen las nuevas bases de un estudio para el indígenaamericano actual, encaminado a dirigir procesos culturales y procesos políticoscon paciencia y equilibrio ejemplares.

El cubano Don Fernando Ortiz estudió exhaustiva y brillantemente el tema delos negros en América, expuesto en decenas de libros; en uno de ellos, Elengaño de las razas, expuso fehacientemente la naturaleza racista de la tragediade exclusión a que fueron y son sometidos los negros, desoída desde siemprepor el occidente cristiano y tergiversada por los teóricos del capitalismo. Textosfundadores de este pensamiento, como el del barbadense George Laming; lospoemas del cubano Nicolás Guillén; el pensamiento de la haitiana Suzy Castor;el ideario anticolonialista del jamaicano Marcus Garvey; la novela Así habló elTío del haitiano Jean Price Marc, o la narrativa de su colega Jacques Roumain,en que sobresale Gobernadores del rocío, o la del propio compatriota JacquesStephen Alexis con El compadre General Sol; la poética y el pensamiento delmartiniqueño Aimé Cesaire…; manifiestan una clara orientación del discursoanticolonialista opuesto a las pésimas y antidiluvianas políticas racistas delprimer mundo recicladas en nuestra América, siempre mestiza.

El pensamiento de la mujer, posiblemente el más marginado por múltiplescausas históricas, educacionales, sociales, políticas, religiosas, culturales…constituye una de las identidades más difíciles de promover en esta horaamericana. En 1977 la Casa de las Américas publicó el texto de Moema ViezzerSi me permiten hablar…, basado en los testimonios de la boliviana DomitilaBarrios de Chungara: aquí se expuso el discurso denunciado y apenasescuchado desde la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, la cubana GertrudisGómez de Avellaneda, la chilena Gabriela Mistral, la argentina VictoriaOcampo, la dominicana Camila Henríquez Ureña… y otras tantas más. Másrecientemente, la cubana Luisa Campuzano está convocando en la propia Casade las Américas a un congreso todos los años en Cuba sobre variados temasfemeninos. Estos esfuerzos, junto a muchos otros realizados en los másfecundos contextos de nuestros países, forman parte de la lucha para que semultipliquen las denuncias sobre las viejas injusticias a que fuero y están siendosometidas las mujeres hoy en nuestros pueblos, desde la historia y ahora mismo.

Page 19: Identidad_Latinoamericana_VZ

Muchos libros ya se ha publicado de autoras como los de la chilena LucíaGuerra, la venezolana Beatriz González, la mexicana Elena Poniatowska, laguatemalteca Rigoberto Menchú… paladines del discurso femenino actual, yque son referentes para este nuevo estudio, pero la sociedad civil debepronunciarse todavía con mayor vigor ante situaciones repugnantes.

Ante estas nuevas actorías en la identidad cultural de América Latina y elCaribe, sobresale la de los jóvenes. Ellos fundan una esperanza definitiva cadavez que se reúnen o estudian, basada en una ética personal y concienciaciudadana, en una humilde participación sin protagonismos egoístas, querepresentan las verdaderas perspectivas de solución de justicia social y humana,no solo para nuestros pueblos sino también para salvar el entorno natural quemás posibilidades ecológicas tiene para el futuro del planeta. La acción de losjóvenes latinoamericanos y caribeños resultará decisiva en esta lucha, y nosolamente por su entusiasmo y fuerza instintiva, sino también desde elpensamiento y las ideas, que deberá fortalecerse mediante la rica cultura denuestros pueblos. Nunca antes se habían reunido tantos requisitos para unaefectiva integración política, la que parte de una cultura que cada vez está másfundida y confundida entre las tierras de nuestra América. Esta posibilidadpuesta en manos de jóvenes conscientes y modestos, honestos y honrados,firmes en sus compromisos y con sus objetivos bien claros, constituye la mayorconfianza para asegurar que ellos sembrarán “la semilla de la América nueva”.

Page 20: Identidad_Latinoamericana_VZ