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3 Revista Ingeniería Civil Introducción En todas partes del mundo existe una rela- ción muy intensa entre el río y la ciudad que se asienta en sus orillas. Londres y el Támesis, París y el Sena, Florencia y el Arno, Lima y el Rí- mac, son algunos de los muchísimos binomios río-ciudad que podría mencionarse. Esta re- lación es esencialmente dinámica y compleja, porque así son sus componentes. El tratamien- to que las ciudades del mundo dan a los ríos que las cruzan es muy variado, dependiendo de diversos factores y circunstancias, así como, por cierto, de las características hidráulicas, hi- drológicas y sedimentológicas de cada río. Así por ejemplo, Zoido y Fernández señalan que el Guadalquivir “es un factor clave en la función urbana de Sevilla” y recuerdan “las azarosas re- laciones del Guadalquivir con la ciudad a cau- sa de sus avenidas” y la invasión por las aguas de los espacios urbanos y las consiguientes repercusiones de diverso orden. En general, las grandes y más importantes ciu- dades han alcanzado soluciones armoniosas para los problemas fluviales, estéticos y funcio- nales generados por su proximidad al río. Re- cordemos que son las ciudades y los pueblos los que se acercan al río y no éste a ellos. Por ello se ha dicho que en el binomio río-ciudad “el río es la realidad dominante”. El río puede vivir sin la ciudad, pero la ciudad no puede vi- vir sin el río. Heródoto dijo que “son los ríos los que deben determinar la vida de los pueblos, mientras que éstos con mucho pueden deter- minar la muerte de los ríos, pero no su vida.” En la búsqueda de soluciones armoniosas juega un papel importantísimo el carácter de cada río. Es así como muchas veces se trata de ríos maduros, de régimen netamente tranqui- lo y cuya variación estacional y anual de cau- dales alcanza valores extremos sólo en situa- ciones verdaderamente excepcionales. A la vez, en ellos se dispone de información, orden, recursos y demás elementos que permiten el planeamiento y ejecución de las acciones de control fluvial y de ocupación territorial. Pero, cuando los ríos son en realidad torrentes, jó- venes, agresivos, con gran diferencia entre sus caudales máximos y mínimos, de fuerte e irregular transporte sólido y su tratamiento e incorporación a la ciudad no ha seguido un plan, entonces los problemas, acumulados du- rante centurias, se manifiestan en un momen- to dado de una forma violenta. El binomio río-ciudad adquiere características especiales cuando, como ocurre en varios ríos de la costa peruana, se trata en realidad de to- rrentes, es decir de cursos de agua con flujo supercrítico y descargas muy variables en el tiempo. En ellos el problema más grave para su incorporación a la ciudad es la escasez o au- sencia de agua. Se les podría considerar como “ríos secos”. Tal es el caso del Rímac, pues aguas abajo de la última captación el cauce no sólo está sin agua un porcentaje elevado del tiempo, sino que sus condiciones sanitarias son indeseables. Como la demanda de agua de la ciudad aumenta rápidamente el cauce estará seco gran parte del tiempo. Pero, estos “ríos secos” de pronto, especialmente cuando se presenta el Fenómeno El Niño (FEN), des- cargan grandes caudales que ponen en peli- gro las instalaciones ubicadas frente a ellos. Por lo tanto, el tratamiento del río debe ver- se de un modo integral. Como el río es el elemento de drenaje natural de la cuenca su comprensión y manejo, como parte del bino- mio río-ciudad, tiene que ubicarse dentro de la compleja naturaleza de la cuenca, puesto que el río transporta agua, sólidos y cuerpos extraños, así como la contaminación. Por lo tanto, la incorporación del río a la ciudad tiene que formar parte de un enfoque holístico en el que la solución de los problemas hidráulicos (en la más amplia acepción del término) sea de prioridad absoluta para lograr una deco- rosa “fachada fluvial” de la ciudad. Al estudiar las complejas relaciones río-ciudad desde el punto de vista morfológico y de ordenación, es evidente que las características del río influ- yen en las de la ciudad y el desarrollo urbano de ésta en las del río. Por ello resulta propio hablar de una interacción entre la dinámica fluvial y el desarrollo urbano. Como consecuencia de una inadecuada ocu- pación territorial en las proximidades de un río y de un desconocimiento del comportamien- to fluvial, surgen como paliativos los encauza- mientos, a veces asociados a un estrechamien- to excesivo, cuyas consecuencias pueden ser la socavación del cauce fluvial y el desborde con la consiguiente inundación urbana. En la costa peruana la presencia eventual del Fenó- meno El Niño hace más intensa y problemá- tica la interacción entre el río y la ciudad. Los puentes han sufrido las consecuencias de este mal manejo. En esta exposición se busca presentar la pro- blemática del binomio río-ciudad en la costa peruana y, en especial, la difícil relación entre el río Rímac y los centros urbanos que atraviesa. El binomio río-ciudad en la costa pe- ruana En la costa peruana tenemos claros y dramá- ticos ejemplos del divorcio que ha existido, a partir de la conquista, entre el desarrollo de la expansión urbana y los problemas fluviales co- rrespondientes. Importantes ciudades se han visto inundadas, sus puentes afectados, las vías de acceso destruidas, sus servicios públi- cos interrumpidos y toda la vida normal de la población fuertemente perturbada. Los pro- blemas del binomio río-ciudad se presentan en muchas partes del Perú. En 1998 el río Ica inundó, una vez más, la ciudad. El río Piura en algunas oportunidades ha inundado la ciudad del mismo nombre y en 1998 derribó impor- tantes puentes. La ciudad de Tumbes sufre inundaciones del río en cuyas orillas se asien- ta. El número de ejemplos podría multiplicar- se. Recordemos, pues, que la planificación del uso de la tierra es sumamente importante y en ella la Hidráulica Fluvial es un componente decisivo. Son numerosos los problemas que presenta el binomio río-ciudad. La cuenca debe mirarse de un modo integral, pues la comprensión y el tratamiento de un río no pueden desligar- se de lo que ocurre en ella. Utilizar el agua, defendernos de su fuerza y protegerla de la contaminación, son los elementos fundamen- tales para planificar el uso del agua de una cuenca. Debe haber, pues, en forma efectiva y real una autoridad responsable de la cuenca Primera Parte: EL BINOMIO RÍO-CIUDAD Y LA DIFÍCIL RELACIÓN ENTRE EL RÍO RÍMAC Y LOS CENTROS URBANOS QUE ATRAVIESA Arturo Rocha Felices Consultor de Proyectos Hidráulicos INTERACCIÓN DE LA DINÁMICA FLUVIAL Y EL DESARROLLO URBANO

Interacción de La Dinámica Fluvial y El Desarrollo Urbano

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Interacción de La Dinámica Fluvial y El Desarrollo Urbano

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  • 3Revista Ingeniera Civil

    Introduccin

    En todas partes del mundo existe una rela-cin muy intensa entre el ro y la ciudad que se asienta en sus orillas. Londres y el Tmesis, Pars y el Sena, Florencia y el Arno, Lima y el R-mac, son algunos de los muchsimos binomios ro-ciudad que podra mencionarse. Esta re-lacin es esencialmente dinmica y compleja, porque as son sus componentes. El tratamien-to que las ciudades del mundo dan a los ros que las cruzan es muy variado, dependiendo de diversos factores y circunstancias, as como, por cierto, de las caractersticas hidrulicas, hi-drolgicas y sedimentolgicas de cada ro. As por ejemplo, Zoido y Fernndez sealan que el Guadalquivir es un factor clave en la funcin urbana de Sevilla y recuerdan las azarosas re-laciones del Guadalquivir con la ciudad a cau-sa de sus avenidas y la invasin por las aguas de los espacios urbanos y las consiguientes repercusiones de diverso orden. En general, las grandes y ms importantes ciu-dades han alcanzado soluciones armoniosas para los problemas fluviales, estticos y funcio-nales generados por su proximidad al ro. Re-cordemos que son las ciudades y los pueblos los que se acercan al ro y no ste a ellos. Por ello se ha dicho que en el binomio ro-ciudad el ro es la realidad dominante. El ro puede vivir sin la ciudad, pero la ciudad no puede vi-vir sin el ro. Herdoto dijo que son los ros los que deben determinar la vida de los pueblos, mientras que stos con mucho pueden deter-minar la muerte de los ros, pero no su vida. En la bsqueda de soluciones armoniosas juega un papel importantsimo el carcter de cada ro. Es as como muchas veces se trata de ros maduros, de rgimen netamente tranqui-lo y cuya variacin estacional y anual de cau-dales alcanza valores extremos slo en situa-ciones verdaderamente excepcionales. A la vez, en ellos se dispone de informacin, orden, recursos y dems elementos que permiten el planeamiento y ejecucin de las acciones de control fluvial y de ocupacin territorial. Pero, cuando los ros son en realidad torrentes, j-venes, agresivos, con gran diferencia entre sus caudales mximos y mnimos, de fuerte e

    irregular transporte slido y su tratamiento e incorporacin a la ciudad no ha seguido un plan, entonces los problemas, acumulados du-rante centurias, se manifiestan en un momen-to dado de una forma violenta.

    El binomio ro-ciudad adquiere caractersticas especiales cuando, como ocurre en varios ros de la costa peruana, se trata en realidad de to-rrentes, es decir de cursos de agua con flujo supercrtico y descargas muy variables en el tiempo. En ellos el problema ms grave para su incorporacin a la ciudad es la escasez o au-sencia de agua. Se les podra considerar como ros secos. Tal es el caso del Rmac, pues aguas abajo de la ltima captacin el cauce no slo est sin agua un porcentaje elevado del tiempo, sino que sus condiciones sanitarias son indeseables. Como la demanda de agua de la ciudad aumenta rpidamente el cauce estar seco gran parte del tiempo. Pero, estos ros secos de pronto, especialmente cuando se presenta el Fenmeno El Nio (FEN), des-cargan grandes caudales que ponen en peli-gro las instalaciones ubicadas frente a ellos.

    Por lo tanto, el tratamiento del ro debe ver-se de un modo integral. Como el ro es el elemento de drenaje natural de la cuenca su comprensin y manejo, como parte del bino-mio ro-ciudad, tiene que ubicarse dentro de la compleja naturaleza de la cuenca, puesto que el ro transporta agua, slidos y cuerpos extraos, as como la contaminacin. Por lo tanto, la incorporacin del ro a la ciudad tiene que formar parte de un enfoque holstico en el que la solucin de los problemas hidrulicos (en la ms amplia acepcin del trmino) sea de prioridad absoluta para lograr una deco-rosa fachada fluvial de la ciudad. Al estudiar las complejas relaciones ro-ciudad desde el punto de vista morfolgico y de ordenacin, es evidente que las caractersticas del ro influ-yen en las de la ciudad y el desarrollo urbano de sta en las del ro. Por ello resulta propio hablar de una interaccin entre la dinmica fluvial y el desarrollo urbano.

    Como consecuencia de una inadecuada ocu-pacin territorial en las proximidades de un ro y de un desconocimiento del comportamien-

    to fluvial, surgen como paliativos los encauza-mientos, a veces asociados a un estrechamien-to excesivo, cuyas consecuencias pueden ser la socavacin del cauce fluvial y el desborde con la consiguiente inundacin urbana. En la costa peruana la presencia eventual del Fen-meno El Nio hace ms intensa y problem-tica la interaccin entre el ro y la ciudad. Los puentes han sufrido las consecuencias de este mal manejo.

    En esta exposicin se busca presentar la pro-blemtica del binomio ro-ciudad en la costa peruana y, en especial, la difcil relacin entre el ro Rmac y los centros urbanos que atraviesa.

    El binomio ro-ciudad en la costa pe-ruana

    En la costa peruana tenemos claros y dram-ticos ejemplos del divorcio que ha existido, a partir de la conquista, entre el desarrollo de la expansin urbana y los problemas fluviales co-rrespondientes. Importantes ciudades se han visto inundadas, sus puentes afectados, las vas de acceso destruidas, sus servicios pbli-cos interrumpidos y toda la vida normal de la poblacin fuertemente perturbada. Los pro-blemas del binomio ro-ciudad se presentan en muchas partes del Per. En 1998 el ro Ica inund, una vez ms, la ciudad. El ro Piura en algunas oportunidades ha inundado la ciudad del mismo nombre y en 1998 derrib impor-tantes puentes. La ciudad de Tumbes sufre inundaciones del ro en cuyas orillas se asien-ta. El nmero de ejemplos podra multiplicar-se. Recordemos, pues, que la planificacin del uso de la tierra es sumamente importante y en ella la Hidrulica Fluvial es un componente decisivo. Son numerosos los problemas que presenta el binomio ro-ciudad. La cuenca debe mirarse de un modo integral, pues la comprensin y el tratamiento de un ro no pueden desligar-se de lo que ocurre en ella. Utilizar el agua, defendernos de su fuerza y protegerla de la contaminacin, son los elementos fundamen-tales para planificar el uso del agua de una cuenca. Debe haber, pues, en forma efectiva y real una autoridad responsable de la cuenca

    Primera Parte:

    EL BINOMIO RO-CIUDAD Y LA DIFCIL RELACIN ENTRE EL RO RMAC Y LOS CENTROS URBANOS QUE ATRAVIESA

    Arturo Rocha FelicesConsultor de Proyectos Hidrulicos

    INTERACCIN DE LA DINMICA FLUVIAL Y EL DESARROLLO URBANO

    Colaboradores

    MSc. Ing. Roberto Luis Campaa Toro

    Dr. Arturo Rocha FelicesMSc. Ing. Juan Jos Velsquez DazIng. Petronila Ibaez Lagorio

    Ing. Maribel Burgos Namuche, M. Sc.

    Comit Editorial

    Ing. Martha Carmona Carrasco

    Diseo e Impresin

    Crea Ediciones Grficas e.i.r.l.

    COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERConsejo Departamental de LimaCaptulo de Ingeniera Civil

    Interaccin de la Dinmica Fluvial y el Desarrollo Urbano3

    Hidrologa del Ro Rmac12

    15Estudio del Modelo Hidrulicoen Fondo Mvil del Ro Rmac, Tramo Puente "El Ejercito"

    26Faja Marginal en Tramos Urbanos de RosAplicacin al Tramo Urbano del Ro Chilln

    29El Impacto del Fenmeno de el Nioen Zonas Urbanas

    38Disipacin deEnerga Ssmica para el Diseo y Reforzamientode Edificaciones

    INDICE GENERALINDICE GENERAL

    La revista Ingeniera Civil no se solidarizanecesariamente con las opiniones expresadasen los artculos firmados en la presente edicin.Se permite la reproduccin parcial o totalde los artculos consignando la fuente.

    CAPTULO DE INGENIERA CIVILMarconi N 210 / San Isidro / Telefax: 422 8047Correo: [email protected]/civil

    Junta Directiva 2010 - 2011

    PresidentaIng. Elsa Carrera Cabrera

    Vice-PresidenteIng. Leonardo Alcayhuaman Accostupa

    SecretarioIng. Juan Jos Benites Daz

    Pro-SecretarioIng. Alejandro Burga Ortz

    VocalesIng. Jos Carlos Matas LenIng. Daniel Roberto Quiun WongIng. Miguel Luis Estrada MendozaIng. Erika Fabiola Vicente MelndezIng. Felipe Edgardo Garca Bedoya

    INGENIERIA

    CONSEJO DEPARTAMENTAL DE LIMA

    Decano Ing. Francisco Aramayo Pinazo

  • 4 Revista Ingeniera Civil

    en su integridad, encargada de planificar y co-ordinar su manejo con los diferentes sectores involucrados, comprendiendo lo relativo a su conservacin y mantenimiento, acciones de forestacin, obras de defensa, encauzamiento, mantenimiento de puentes y el aprovecha-miento del agua en sus mltiples usos, lo que obviamente incluye el control de la contami-nacin.

    El conocimiento de los ros debe empezar con el de la probabilidad de ocurrencia de grandes avenidas y con la consideracin de sus carac-tersticas desde el punto de vista de la Hidru-lica Fluvial. En la costa peruana la presencia eventual del Fenmeno de El Nio hace ms intensa y problemtica la interaccin entre el ro y la ciudad. A lo que debe aadirse que en muchos cursos de agua costeos no hay descargas fluviales durante una buena parte del tiempo.

    El ro Rmac Ral Porras Barrenechea ha dicho que Es el ro Rmac, torrentoso, voluble y desigual, innave-gable y hurfano de transportes, desconoce-dor del papel unificador de los cursos fluviales, camino frustrado, carente de paisaje y de alma, pero obrero silencioso en la fecundacin de la tierra y creador oculto de fuerza motriz, el que impone su nombre a la capital indo-hispnica del Sur.

    El Rmac es un tpico torrente costeo con irre-gulares descargas en el tiempo. En los meses de verano el ro transporta grandes cantidades de slidos y de cuerpos extraos, pues la cuen-ca, como muchas otras del Per, se encuentra muy deteriorada, sufre un agudo proceso de erosin y de aparicin frecuente de huaicos. En un reciente artculo titulado El Rmac Ur-

    bano (CIP-CDL) el ingeniero Ernesto Maisch Guevara ha afirmado que El Rmac, en reali-dad, no es un ro sino un torrente de montaa que discurre desordenadamente por la fuerte pendiente (supercrtica), de la formacin alu-vial del valle, que es fcilmente erosionable.

    El ro Rmac en su recorrido hasta el nivel del mar tiene una pendiente media de casi 4%. El tramo fluvial ubicado inmediatamente aguas arriba de Chosica (Matucana - Ricardo Pal-ma) se caracteriza por su fuerte pendiente y gran inestabilidad de taludes. Corresponde a la porcin de la cuenca que aporta la mayor cantidad de slidos al sistema. Es una zona en la que los huaicos y deslizamientos son comu-nes. En este tramo la capacidad de transporte slido es mayor que en el tramo de Chosica, de menor pendiente relativa. La quebrada Pedregal, de la cuenca del Rmac, ha descargado en algunas oportunidades, haciendo honor a su nombre, piedras y rocas y causado numerosas muertes y destruccin de viviendas. Estos problemas se presentan en muchos lugares. As, en las cuencas del Rmac y del Santa Eulalia se tiene ubicadas nume-rosas cuencas de quebradas como zonas de riesgo por amenaza de huaicos.

    La erosin de la cuenca del ro Rmac se ca-racteriza no slo por su gran intensidad, sino por formar parte de un proceso general de deterioro, agravado por la irregularidad de las lluvias, laderas escarpadas, materiales no consolidados y la falta creciente de vegeta-cin. Todo esto ocurre dentro de un proceso agudo de desruralizacin, de abandono del campo y de las prcticas ancestrales de con-servacin de los suelos. Lo anterior trae como inevitable consecuencia la prdida del poder autorregulador de la cuenca, lo que implica la

    agudizacin de las avenidas y de los estiajes y la aparicin de huaicos, que por su naturaleza son eventuales y de gran poder destructivo.

    A pesar de la enorme importancia social y eco-nmica de la cuenca del ro Rmac, no se ha ejecutado oportunamente un programa para su manejo integral, el que debera ser promo-vido e impulsado por las Autoridades, con la participacin de los usuarios. De esta mane-ra se podr encontrar una solucin definitiva a los mltiples problemas de contaminacin, inestabilidad fluvial, desbordes e inundacio-nes, daos a la carretera, al ferrocarril, a la cali-dad de agua y a muchos otros ms.

    No slo es importante la variacin estacional; hay aos en los que en los meses de verano el Rmac alcanza grandes caudales, que general-mente tienen corta duracin. Este fenmeno es ms intenso en los caudales slidos. Las concentraciones de material en suspensin han alcanzado valores extraordinariamente altos, aun para caudales bajos. Sin embargo, en ciertas pocas, a veces muy largas, los cau-dales son escasos y se usan ntegramente para el abastecimiento poblacional. El crecimien-to desordenado de las poblaciones ribereas y sus carencias cvicas y sanitarias hacen que se considere al ro Rmac como un colector de desperdicios al que se arroja basura y to-dos los residuos de las actividades humanas e industriales, lo que dificulta y encarece su aprovechamiento. Dentro de los numerosos problemas de contaminacin existentes, bas-tara con recordar el peligro que representan los relaves mineros de Tamboraque, cuya atencin debe ser anterior a cualquier idea de embellecimiento del ro. Todas estas caracte-rsticas del Rmac y de su cuenca no pueden ignorarse cuanto se trata de incorporar el ro al paisaje urbano.

    El tramo limeo del Rmac

    La relacin entre Lima y el Rmac es muy es-trecha. Desde sus orgenes Lima no us ms agua que la que exista en su ro. El control del agua del ro por medio de las bocatomas era fuente de poder en el antiguo Per, y Lima no era la excepcin. Todo esto tiene que mirarse a la luz de la aridez existente en el rea.

    Desde la fundacin de la ciudad de Lima el tramo citadino del ro Rmac ha sido objeto de diversas obras (puentes, bocatomas, encauza-mientos, defensas) que no se han ejecutado dentro de un plan de desarrollo que contem-ple el binomio ro-ciudad. La consecuencia ha sido que la sucesiva construccin de obras ha alterado profundamente las condiciones naturales del ro creando problemas serios. El ro Rmac presenta problemas en casi todo su recorrido, pues el crecimiento de la ciudad ha invadido gran parte de su cauce, el que tiene una pendiente de 1% o ms. Como conse-

    Figura N 1. Plano de Lima del padre mercedario Pedro Nolasco Mere (1685).Se observa el ancho y caractersticas morfolgicas del ro Rmac.

  • 5Revista Ingeniera Civil

    cuencia se ha producido la respuesta fluvial en forma de socavacin frente a las obras realiza-das, que han representado estrechamientos sucesivos del cauce con el consiguiente peli-gro que esto significa.

    Una de las caractersticas de la ciudad de Lima es que todo el tramo citadino del ro Rmac se encuentra desprovisto y desvin-culado de un tratamiento que lo incorpore a la esttica y funcionalidad de la ciudad. Los estrechamientos de la caja fluvial son alarmantes. El ingeniero Ernesto Maisch Guevara, muy conocedor del ro Rmac, ha mostrado en repetidas oportunidades su preocupacin frente a los estrechamientos excesivos que viene sufriendo el Rmac. En un artculo reciente menciona la invasin del cauce en los aos cuarenta por poblado-res de San Martn de Porres, la del Puente del

    Figura N 3. Se observa el ancho y caractersticas morfolgicas del ro Rmac en la actualidad.

    Figura N 2. Plano de Lima (1797). Se observa el ancho y caractersticas morfolgicas del ro Rmac.

    Ejrcito, las que se produjeron aguas arriba de los puentes Santa Rosa y de Piedra, la de Huachipa y otras ms.

    Este es un problema que se presenta en mu-chas partes del pas: la expansin urbana ha ocupado paulatinamente las reas naturales de inundacin de los ros, las que como cau-ce secundario servan para el escurrimiento temporal de los grandes caudales (Figuras N 1, 2 y 3). El Rmac en Chosica

    Otro de los problemas que presenta el ro R-mac en su relacin con los centros poblados se encuentra en Chosica. All el cauce del ro ha sufrido estrechamientos importantes, que limitan la caja fluvial y la posibilidad de que el ro ocupe sus reas de inundacin.

    En la zona en la que el Rmac atraviesa Chosica las construcciones llegan hasta el borde mis-mo del ro, sin que ste se encuentre en sus mximos caudales. Hay una seccin en la que el ancho del ro se ha reducido a 17 metros. Todo esto motiva que el ro no tenga cauce apropiado y que cuando se presentan aveni-das y huaicos se produzcan desbordes.

    Comentarios sobre un proyecto de incorporacin del ro Rmac a la ciudad de Lima

    Ha habido algunos intentos, como idea ur-banstica, de incorporar el ro a la ciudad. En diciembre de 1982 la firma consultora norte-americana Grover, Fernndez, Frazer, and Asso-ciates, Inc. plante a la Municipalidad de Lima un Proyecto de Remodelacin del Rmac que se desarrollara en dos etapas. La Primera con-sista en el Desarrollo del brazo principal del ro desde el Puente de Piedra hasta el Puente Balta y el Rescate de 20 000 m2 para cons-trucciones inmobiliarias. La Segunda Etapa consista en el Diseo de un canal-ramal que circunvalara el sector histrico del distrito del Rmac y el Rescate de 75 000 m2 adicionales para construcciones inmobiliarias. De este modo se habilitara casi 100 000 m2 para uso inmobiliario.

    Y aada en su Propuesta que Desde el punto de vista tcnico el proyecto es completamen-te factible; desde el punto de vista financiero parece evidente que el dinero que se recupe-rara por la venta de los locales a edificarse en los terrenos libres sera ampliamente superior al que sera necesario para llevar adelante la obra. Por encargo de la Municipalidad de Lima, a travs de su Fondo Metropolitano de Inversiones, el autor emiti un informe en el que opin por desestimar la Propuesta debido a su falta de sustento tcnico.

    Dicha Propuesta fue divulgada por la revista Caretas (N 731) bajo el ttulo La hora del Rmac. El prestigioso ingeniero Rafael Rodr-guez Bories en carta a la revista, con copia al autor de este artculo, mostr claramente las inconsistencias tcnicas y econmicas de la referida Propuesta.

    Es, pues, evidente que los temas vinculados a la incorporacin de un ro a la ciudad, y del Rmac en particular, no pueden plantearse, ni resolverse, sin un enfoque integral de la cuen-ca y del ro. Debemos recordar, adems de las grandes y eventuales avenidas de agua y de slidos que tiene el Rmac, que se trata de un sistema deficitario. Las demandas crecientes de la ciudad causan que aguas abajo de la cap-tacin de La Atarjea, el ro est prcticamente seco casi todo el tiempo. Naturalmente que este proyecto no prosper, as como no podr desarrollarse ninguna otra idea urbanstica de

  • 6 Revista Ingeniera Civil

    1. Importancia y presentacin del tema

    La pregunta que da ttulo a este trabajo pa-recera tener una respuesta muy simple. Sin embargo, no es as. La dificultad que existe para dar una respuesta confiable es una de las razones por las que ocurren numerosas fallas en las obras, viales o no, ubicadas en las proximidades de un ro o sobre su lecho. Sa-bemos que, por lo general, los cursos de agua no tienen un ancho constante y definido, sino que ste vara en funcin de los caudales que se presentan, as como de otros numerosos e importantes factores. Esa variacin es par-ticularmente intensa en los ros jvenes, los que tienen una mayor tendencia a cambiar, no slo su ancho sino su seccin transversal y su recorrido.

    Cmo saber cul es el ancho que va a tener un ro cuando se presente una determinada avenida? Resolver esta cuestin es tarea de la Hidrulica Fluvial. Pero, hay una dificultad ma-yor involucrada en la cuestin: Cun grandes pueden ser las avenidas que se presenten al-guna vez? Y, de las avenidas que puedan ocu-rrir, cul o cules escogeremos al establecer la Avenida de Diseo.

    En el manejo de ros es necesario aceptar que puede presentarse una avenida mayor que la esperada y, entonces, el ro adquirir transito-ria y eventualmente un ancho mayor. De ac la necesidad de considerar adecuadamente los conceptos de cauce fluvial, riberas y fajas marginales, no slo desde el punto de vista de la planificacin de las obras ubicadas en las inmediaciones de un ro, sino como una infor-macin valiosa e indispensable para el manejo de las avenidas y del uso de las reas de inun-dacin. Para todo lo cual es necesario recordar algunos conceptos sobre los diferentes tipos de ros a los que nos enfrentamos.

    2. Clasificacin de los ros

    Para estudiar los efectos de la proximidad entre un ro y las obras viales es necesario tener en

    cuenta que existen dos grandes tipos de ros: los aluviales y los confinados. Los ros aluvia-les, o de ancho indefinido, estn cambiando constantemente de posicin y forma. Su an-cho es muy variable. No podemos perder de vista que los ros que corren sobre un material aluvial tienen la tendencia a adquirir median-te un mecanismo que ha sido llamado de au-toajuste, la pendiente, el ancho y el tirante co-rrespondientes al gasto lquido, al gasto slido y al tamao de los sedimentos que arrastran, lo que ha sido estudiado principalmente por Blench. Este principio general de Hidrulica Fluvial sigue siendo vlido durante las grandes descargas de agua y de slidos que se presen-tan eventualmente (Figura N 1).

    Resulta entonces claro que un ro aluvial tiene tendencia a desplazamientos longitudinales y transversales y a desarrollar procesos fluvio-

    CUL ES EL ANCHO DE UN RO Y SUS IMPLICANCIAS EN EL DISEO DE LAS OBRAS VIALES?Este texto corresponde a la conferencia dictada en el IX Congreso Internacional de Obras de Infraestructura Vial, organizado por el Instituto de la Construccin y Gerencia (ICG). Lima, setiembre 2010.

    Figura N 1. Ro de ancho indefinido: con reas de inundacin

    Segunda Parte:

    Referencias

    1. ARTURO ROCHA INGENIEROS ASOCIA-DOS. Opinin para la Municipalidad de Lima sobre un Proyecto de Remo-delacin del ro Rmac. 7 de febrero 1983.

    2. BENATTO Anbal Daniel. Defensa, Ciudad y Ro. La tica del territorio. Universidad Nacional del Nordeste, Argentina, 2003.

    3. GROVER, FERNNDEZ, FRAZER, AND ASSOCIATES. Propuesta para la remodelacin del Ro Rmac. 15 de diciembre 1982.

    4. MAISCH GUEVARA Ernesto. La ciudad de Lima y el ro Rmac. El Ingeniero Civil N 70, enero-febrero 1991.

    5. MAISCH GUEVARA Ernesto. El Rmac urbano. El Ingeniero de Lima. Revista del Colegio de Ingenieros del Per-Consejo Departamental de Lima, Ao XII N 58, febrero 2011.

    6. PORRAS BARRENECHEA Ral. La raz india de Lima.

    7. REDONDO FERNNDEZ F. y VARA ESCUDERO M. Encauzamientos en zonas urbanas. Revista del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, N 45, 1999.

    8. ROCHA FELICES Arturo. Agua para Lima en el siglo XXI. Consejo Departa-mental de Lima. Colegio de Ingenieros del Per, 1996.

    9. ROCHA FELICES Arturo. Introduccin a la Hidrulica Fluvial. Universidad Nacional de Ingeniera, 1998.

    10. RODRGUEZ BORIES Rafael. Comuni-cacin personal sobre el Proyecto de Remodelacin del ro Rmac. 3 de febrero 1983.

    11. ZOIDO NARANJO F. y FERNNDEZ SALINAS V. Las relaciones ciudad-ro en Andaluca. II Jornadas de Geogra-fa Urbana. Universidad de Alicante, 1996.

    embellecimiento de las mrgenes del ro que no vea el problema en su integridad, en la que el aspecto de los problemas hidrulicos sea de vital importancia.

    En el manejo de la relacin ro-ciudad es muy importante fijar un ancho para el ro. Ese es el tema del que se trata en la segunda parte de este trabajo.

    Apunte del proyecto de canalizacin del ro Rmac y del tratamientode volumen y paisaje. 100,000 m2 a ser habilitados.

    Proyecto Increible integrar el viejoro a la ciudad. Una idea que permitircanalizar al Rmac y crear un cinturn

    de agua alrededor de una zona tradicional

  • 7Revista Ingeniera Civil

    morfolgicos como erosin (degradacin) y sedimentacin (agradacin). En estas circuns-tancias se hace evidente el conflicto entre el ro y las estructuras ubicadas en sus proximi-dades, especialmente cuando en el diseo de ellas no se hubiese tenido en cuenta el intenso dinamismo fluvial (Figura N 2).

    En cambio, los ros confinados no tienen la posibilidad de desplazamientos transversales (laterales). El confinamiento puede ser natu-ral o artificial. El tpico confinamiento natural se presenta cuando un ro corre entre cerros (Figuras N 3 y 4). El confinamiento artificial ocurre cuando se ha construido defensas y el ro est encauzado (Figura N 5).

    Cuando se presentan las avenidas, el ro alu-vial desarrolla la tendencia antes sealada de adquirir su propio ancho e invade (inunda) las reas vecinas, que muchas veces le pertene-cen porque son parte del cauce fluvial. Otras veces son las obras viales las que invaden el cauce (potencial) de un ro y se presentan graves daos. La movilidad fluvial tiene carac-tersticas especiales cuando se trata de un ro mendrico, debido a la migracin de mean-dros (Figura N 6).

    En los ros entrelazados el ancho es grande y difcil de precisar. De lo expuesto resulta que hay que tener muy claros los conceptos sobre

    el terreno por donde corren las aguas de un ro o arroyo. Es el cauce por donde ordinaria-mente corren las aguas de un ro o arroyo, se-gn la definicin del DRAE. De ac viene la ex-presin salirse de madre, que significa salirse del cauce, desbordarse un ro, lo que ocurre muchas veces.

    Los trminos cauces, riberas y fajas margina-les, antes mencionados, estn definidos en la Ley y a ella nos referiremos a continuacin. La Ley N 29338 llamada de Recursos Hdricos fue promulgada el 30 de marzo del 2009 y el 23 de marzo del 2010 se expidi su Reglamento, cuyo Captulo III trata de los Cauces, Riberas y Fajas Marginales, el que se incluye como Anexo de esta exposicin. El conocimiento del signi-ficado e implicancias de los trminos que dan ttulo al Captulo III, y de otros relacionados, es sumamente importante en el planeamiento y diseo de las obras, viales o no, ubicadas en las inmediaciones de los cauces o sobre ellos. Estos conceptos ya estaban considerados en la antigua Ley General de Aguas de 1969 y sus reglamentos.

    El Reglamento de la Ley de Recursos Hdricos define el lveo o cauce como El continente de las aguas durante sus mximas crecientes (Art. 108). Sin embargo, el Reglamento no precisa qu debe entenderse por mximas crecientes. Este es un problema difcil, que

    Figura N 2. Ro de ancho indefinido: con tendencia a aumentar o disminuir su ancho.

    Figura N 3. Ro con confinamiento natural

    Fi gura N 4. Ro Vilcanota (confinamiento natural) Figura N 5. Ro confinado artificialmente (encauzamiento)

    debemos tener presente, y al que no puede drsele una solucin general, pero que tam-poco debe ignorarse.

    El cauce pertenece al ro. El cauce es un Bien Natural Asociado al Agua y forma parte del Do-minio Pblico Hidrulico, que se detalla ms adelante. En consecuencia, es la Autoridad la que debe fijar en cada ro, en cada tramo de l si fuese necesario, cules son las mximas crecientes que determinarn el ancho del cauce. Es significativo que el Reglamento use el plural: mximas crecientes. Es decir, que implcitamente se est refiriendo a la seleccin de un periodo de retorno, asociado a una de-terminada creciente, que aparece cada cierto tiempo.

    Evidentemente que el ancho del cauce puede fijarse de varios modos, segn las caractersti-cas de cada ro y de la informacin disponible. El problema tiene que resolverse en cada ro (en realidad, en cada tramo fluvial) y para cada circunstancia. Podra adoptarse un determi-nado periodo de retorno y hallar el caudal co-rrespondiente a partir del cual se determinar el ancho fluvial. Otra posibilidad es realizar el examen del lugar e identificar hidrulicamen-te el cauce que eventualmente (es decir, cada cierto tiempo) ocupa el ro. Para esto es muy til el testimonio de los habitantes del lugar y las huellas dejadas por las mximas crecien-

    cauces, riberas y fajas marginales, los que se exponen a continua-cin.

    3. Los cauces

    Conviene recordar a partir de la normati-vidad vigente y del DRAE (Diccionario de la Real Academia Espaola) algunas de-finiciones fundamen-tales para el mejor co-nocimiento del cauce de los ros. Madre es

  • 8 Revista Ingeniera Civil

    tes. Recordemos que lo que sucedi alguna vez, volver a suceder. La realidad fsica, topo-grfica y geolgica, entre otras consideracio-nes, pueden ser determinantes (morfologa fluvial, estabilidad de taludes, etc.). En cada ro, de un modo u otro, debe fijarse en cada tramo el ancho del ro correspondiente al con-cepto de cauce. Domina, pues, el concepto de lo que podramos llamar el rea de influencia del ro. En muchas partes del mundo se usa el concepto de plenissimun flumen con el que se designa las ms altas aguas en su estado normal.

    Pero, en las zonas ridas y semiridas los cau-ces no siempre estn ocupados por el agua. De ac la necesidad de examinar los llamados cauces secos.

    3.1 Los cauces secosLos llamados ros secos y las quebradas se-cas, a los que podra llamarse cauces secos, son muy comunes en el Per, pues se originan como consecuencia del rgimen irregular de lluvias que hay en muchos lugares. Se trata de los cauces inactivos. Estos ros y quebra-das pueden no presentar descargas durante dcadas, de all la denominacin (engaosa) de secos, pero en determinadas circunstan-cias ocurren descargas fuertes y de corta du-racin. Tambin se les da el nombre de ros locos, pues a la irregularidad de sus descargas se aade la inestabilidad (divagacin) de su cauce.

    Cuando determinados cauces permanecen muchos aos como inactivos puede ocurrir que como consecuencia del transporte de las arenas elicas, o por cualquier otra circuns-tancia, el cauce quede cubierto y, cuando en un momento dado se presente una crecida, el ro crear otro cauce. Los cauces inactivos son verdaderos paleocauces (cauces antiguos) que interesan mucho a los arquelogos y que deben preocupar a los ingenieros. Debe te-nerse en cuenta que dichos cauces siguen siendo potencialmente cauces fluviales y que, como ha ocurrido muchas veces, en un mo-mento dado se activan nuevamente. A estos cauces de descargas eventuales algunos au-tores, como Martn-Vide, los llaman ros ef-meros, por oposicin a los ros perennes. Son caractersticos de las zonas ridas y semiridas y muy frecuentes en el Per. Se comprende fcilmente que estos cauces secos pueden dar lugar a un ancho que es difcil de calcular y de prever.

    A veces ocurre que al activarse los cauces secos se manifiestan como un abanico flu-vial (Figura N 8). Las ocupaciones urbanas, agrcolas o de cualquier otro tipo, de uno o ms de los brazos constituyentes del abanico, disminuyen notablemente la capacidad de conduccin del sistema. Muchas veces ocurre que son las obras viales las que ocupan estos

    brazos y los reducen a una o ms alcantarillas. En consecuencia, la formacin de los abanicos obliga a pensar y establecer muy bien cul es el ancho fluvial que debe considerarse.

    El Reglamento de la Ley de Recursos Hdricos menciona los cauces que han quedado inacti-vos (es decir, que no tienen descargas) y seala que esto se produce por variacin del curso de las aguas y aade que continan siendo de dominio del Estado, y no podrn ser usa-dos para fines de asentamientos humanos o agrcolas. (Art. 109). Evidentemente, que la variacin del curso de las aguas puede de-berse a condiciones naturales o inducidas por la accin humana.

    Con respecto a la ocupacin de los cauces inactivos el Reglamento slo se refiere a dos prohibiciones (asentamientos humanos y agrcolas). Sin embargo, es evidente, que debe evitarse la construccin de obras viales (o de cualquier otro tipo) en cauces inactivos o en sus reas de influencia. Si su utilizacin fuese indispensable debera examinarse y pre-verse cuidadosamente la posibilidad real de que dichos cauces se activen, es decir que se conviertan nuevamente en ros o quebradas capaces de descargar en un determinado mo-mento (a veces, muy fuertemente).

    De hecho, aunque el Reglamento no lo men-cione, se suele considerar tambin como cauces inactivos a los que tienen otro origen (diferente a la variacin del curso de las aguas), como podra ser, simplemente, razones hidro-meteorolgicas (ausencia de lluvias). Pasar por alto la existencia de cauces inactivos (ros y quebradas secas) tendra graves consecuen-cias para la estabilidad de las obras construidas en su lecho o en sus inmediaciones.

    4. Las riberas

    Las riberas, al igual que los cauces, son Bienes Naturales Asociados al Agua y estn defini-das en el Reglamento de la Ley de Recursos Hdricos, el que seala que son Las reas de los ros, arroyos, torrentes, lagos, lagunas, com-prendidas entre el nivel mnimo de sus aguas

    y el que ste alcance en sus mayores avenidas o crecientes ordinarias. (Art. 111).

    El Reglamento tampoco precisa o define qu debe entenderse por mayores avenidas o por crecientes ordinarias, sobre lo que s existen algunas pautas en las legislaciones de otros pases. Obsrvese que ac el Regla-mento no usa la expresin mximas crecien-tes. Sin embargo, el Reglamento da algunos criterios para delimitar las riberas (Art. 112). Ellos son:

    a) Nivel medio de las aguas, tomando para tal efecto periodos mximos de informa-cin disponible.

    b) Promedio de mximas avenidas o crecien-tes ordinarias que se determina conside-rando todas las alturas de aguas que sobre-pasen el nivel medio sealado en el literal anterior.

    Es indudable que la aplicacin de los criterios para fijar el cauce y las riberas presenta dificul-tades prcticas muy grandes. Pero, ellos no pueden dejar de considerarse en el planea-miento y diseo de las obras, viales o no, ubi-cadas en las proximidades de un ro. Existen numerosas obras, no solo viales, que se cons-truyeron literalmente dentro del cauce o en las riberas, con consecuencias desastrosas. Este asunto es tan importante que la Ley, a travs de su Reglamento, limita los desarrollos y ocu-paciones aun ms all de las riberas y obliga a respetar las fajas marginales.

    5. Las fajas marginales

    En el Per los conceptos referidos a las fajas marginales estn definidos en la ley de Recur-sos Hdricos y en su Reglamento. En la ley se establece que las fajas marginales son Bienes Naturales Asociados al Agua.

    5.1 DefinicinEl Reglamento establece que las fajas margi-nales Estn conformadas por las reas inme-diatas superiores a las riberas de las fuentes de agua, naturales o artificiales (Art. 113.1). Y aade que sus dimensiones en una o ambas mrgenes de un cuerpo de agua son fijadas por la Autoridad Administrativa del Agua, de acuerdo con los criterios establecidos en el Re-glamento, respetando los usos y costumbres establecidos (Art. 113.2). Este concepto se aplica tanto en las reas rurales como en las urbanas.

    En los cauces artificiales (canales) tambin de-ben determinarse las respectivas fajas margi-nales, las que se definirn en los estudios de las obras de infraestructura hidrulica mayor y sern habilitadas en la etapa constructiva del proyecto (Art. 116).

    Figura N 6. La migracin del meandro amenaza la estabilidad de un camino prximo

  • 9Revista Ingeniera Civil

    En algn momento (de baja probabilidad de ocurrencia) las fajas marginales se converti-rn transitoriamente en cauce fluvial. De ac que deben estar delimitadas y debe sealarse cules son las restricciones para su uso. Esto debe tenerse en cuenta por los proyectistas de obras civiles. Las fajas marginales son reas de uso restringido. Hay determinadas actividades que estn prohibidas en ellas: no pueden usar-se para fines de asentamiento humano, agrco-la u otra actividad que las afecte. Es decir, por ejemplo, que no pueden construirse viviendas. Para la ejecucin de obras de defensa riberea y la utilizacin de materiales ubicados en las fajas marginales se requiere la autorizacin de la Autoridad Administrativa del Agua.

    En lo que respecta a los programas de mante-nimiento de las fajas marginales el Reglamen-to seala en su artculo 118 que La Autoridad Administrativa del Agua, en coordinacin con el Ministerio de Agricultura, gobiernos regio-nales, gobiernos locales y organizaciones de usuarios de agua promover el desarrollo de programas y proyectos de forestacin en las fajas marginales para su proteccin de la ac-cin erosiva de las aguas. Los proyectos de forestacin, no solo ayudan a la proteccin de las mrgenes, sino que contribuyen a que stas no tengan usos prohibidos o inconvenientes. Sin embargo, resulta claro que es difcil poner-se de acuerdo entre varias organizaciones.

    En algunos lugares del pas hay preocupacin por lo que ocurre con las reas prximas a los ros. As, en mayo 2010 se realiz el Encuen-tro entre Comunidades Campesinas, Comits de Riego y Juntas Administradoras de Servi-cios de Saneamiento de la subcuenca Huata-nay (Cusco) y una de sus conclusiones fue la de conformar un Consejo Multisectorial para afianzar la proteccin de las fajas marginales del ro Huatanay. Se inform acerca de la In-vasin no planificada del territorio en la que las poblaciones se instalaron en zonas cercanas a las riberas del ro invadiendo la faja marginal y en muchos casos angostando el cauce del ro lo que origin la variacin del rgimen hdrico y de las zonas naturales de inundacin.

    5.2 Delimitacin y linderosEl Reglamento da varios criterios para la deli-mitacin, en cada caso, de las fajas marginales. Entre ellos estn:

    a) La magnitud e importancia de las estruc-turas hidrulicas de las presas, reservorios, embalses, canales de derivacin, entre otros.

    b) El espacio necesario para la construccin, conservacin y proteccin de las defensas ribereas y de los cauces.

    c) El espacio necesario para los usos pblicos que se requieran.

    d) La mxima crecida o avenida de los ros, lagos, lagunas y otras fuentes naturales de agua. No se considerarn las mximas crecidas registradas por causas de eventos excepcionales.

    El literal c podra incluir dentro de los usos pblicos, las obras viales. Llama la atencin lo sealado en el literal d: Qu es mxima cre-cida?, Qu son eventos excepcionales? Qu es una mxima crecida que no corresponda a un evento excepcional? Estas variadas deno-minaciones demuestran que se requiere una precisin para cada tramo fluvial y para cada fin especfico.

    En lo que respecta a los ros cabe la pregunta siguiente: Hasta dnde se extiende el Dominio Pblico? Esta pregunta guarda relacin con las interrogantes planteadas lneas arriba acerca de la definicin, por ejemplo, de una mxima crecida. Sobre este tema, la ley espaola hace algunas precisiones importantes; as, Carlos Villarroya Aldea, Jefe de rea del Dominio Pblico Hidrulico de la Direccin General del Agua, seala que: De acuerdo con el Reglamento del Dominio Pblico Hidrulico, el caudal terico de la mxima crecida ordinaria se define como el valor medio de los mximos caudales anuales en su rgimen natural, observados en diez aos consecutivos, que sean representativos del comportamiento hidrulico.

    La Autoridad debe fijar y sealizar en cada ro los linderos de las fajas marginales. En efecto, el Reglamento mencionado seala que La se-alizacin en el lugar de los linderos de la faja marginal, previamente fijados por la Autoridad Administrativa del Agua, se efectuar median-te el empleo de hitos u otras sealizaciones (Art. 117). Las fajas marginales son, o pueden ser, y en eso se diferencian del cauce, una pro-piedad privada, pero de uso restringido. Algo similar ocurre con el retiro municipal en las construcciones urbanas.

    6. El Dominio Pblico Hidrulico

    Cuando un Estado se constituye como tal proclama para s la propiedad de los recursos naturales de su territorio. Eso es lo que ocurre con el agua en sus diversas manifestaciones. La Ley de Recursos Hdricos seala (Art. 5, 6, y 7) los Bienes de Dominio Pblico Hidrulico (agua, en cualquiera de sus formas), que son materia de regulacin por ella:

    1. La de los ros y sus afluentes, desde su ori-gen natural;

    2. La que discurre por cauces artificiales;3. La acumulada en forma natural o artificial;4. La que se encuentra en las ensenadas y es-

    teros;5. La que se encuentra en los humedales y

    manglares;

    6. La que se encuentra en los manantiales;7. La de los nevados y glaciares;8. La residual;9. La subterrnea;10. La de origen minero medicinal;11. La geotermal;12. La atmosfrica; y13. La proveniente de la desalacin.

    A los que debe aadirse los Bienes Naturales Asociados al Agua, los que nos interesan espe-cialmente para fines de planeamiento y diseo de obras de ingeniera ubicadas en las proxi-midades de un ro. Ellos son:

    a) La extensin comprendida entre la baja y la alta marea, ms una franja paralela a la lnea de la alta marea en la extensin que determine la autoridad competente;

    b) Los cauces o lveos, lechos y riberas de los cuerpos de agua, incluyendo las playas, ba-rriales, restingas y bajiales, en el caso de la amazona, as como la vegetacin de pro-teccin;

    c) Los materiales que acarrea y deposita el agua en los cauces.

    d) Las reas ocupadas por los nevados y los glaciares;

    e) Los estratos o depsitos por donde corre o se encuentra el agua subterrnea;

    f ) Las islas existentes y las que se formen en los mares, lagos, lagunas o esteros o en los ros, siempre que no procedan de una bifurcacin del curso del agua al cruzar las tierras de particulares;

    g) Los terrenos ganados por causas naturales o por obras artificiales al mar, a los ros, la-gos, lagunas y otros cursos o embalses de agua;

    h) La vegetacin riberea y de las cabeceras de cuenca;

    i) Las fajas marginales a que se refiere esta Ley; y

    j) Otros que seale la Ley.

    De lo anteriormente expuesto resulta cla-ro que para el planeamiento y diseo de las obras de ingeniera ubicadas en las proximida-des de los ros es necesario conocer cules son los bienes que constituyen el Dominio Pblico Hidrulico y los respectivos Bienes Naturales Asociados al Agua. Dichos bienes estn cons-tituidos por aquello que no es, ni puede ser, propiedad privada.

    La aplicacin de la Ley de Recursos Hdricos y la Ley General de Aguas, que la antecedi, tie-nen a travs de sus respectivos Reglamentos un tratamiento similar en lo que respecta a los

  • 10 Revista Ingeniera Civil

    cauces, riberas y fajas marginales. Como una ilustracin de los problemas y soluciones en torno al manejo de las reas adyacentes a los ros, se presenta brevemente algunos aspec-tos de una Sentencia del Tribunal Constitucio-nal, del ao 2001.

    Al resolver cierto litigio el Tribunal Constitu-cional seal que si bien la ley y su reglamen-to declararon reas intangibles los cauces, las riberas y las fajas marginales de los ros tambin lo es que con ello se establece li-mitaciones a una propiedad que no le perte-nece al Estado, sino a los demandantes. Por lo tanto, seala el Tribunal, estas normas no pueden de plano establecer limitaciones y desconocer derechos que ciertos particulares tienen sobre determinadas reas que son de su propiedad, sino ms bien, y ya que segn los procuradores se trata de un tema de inte-rs pblico, debe existir una previa declara-cin legal de inters pblico y el pago de la indemnizacin justipreciada correspondien-te, a fin de que se respeten los derechos que ellos tienen sobre dichos terrenos, de confor-midad con las condiciones establecidas en el artculo 70 de nuestra norma constitucional. Y aade que ya se han establecido limitacio-nes a la propiedad de los demandantes, al ha-ber dejado sin efecto resoluciones, contratos y permisos de ocupacin temporal, adems de prohibirse la instalacin de asentamientos humanos y la realizacin de actividades agr-colas, pecuarias e industriales.

    Se ve, pues, que estos asuntos de cauces, ribe-ras y fajas marginales tienen que ser vistos des-de diversos ngulos que incluyan los aspectos tcnicos, legales, sociales y econmicos, todos ellos a la luz del inters pblico.

    7. Las invasiones viales

    El cauce fluvial est expuesto a invasiones de diferente tipo: agrcolas, urbanizaciones, actividades industriales, infraestructuras di-versas (viales, hidrulicas, etc.), depsitos de basura, de desmonte, etc. Las invasiones del cauce producen un estrechamiento que pue-

    de causar el aumento de la socavacin o el desborde del ro, entre otros efectos. La in-vasin de cauces es un fenmeno que ocurre en diferentes partes del mundo. Sus conse-cuencias afectan la vida y la seguridad de las personas, as como sus inversiones econmi-cas. Por ello debe haber un ordenamiento de la ocupacin de las reas inundables. Esta exposicin se restringe a algunos aspectos vinculados a las obras viales.

    La construccin de obras viales en las proxi-midades de los ros suele significar una inva-sin de los cauces fluviales. Este tema ha sido tratado por muchos autores. Para la presente exposicin se ha tenido muy presente el im-portante trabajo Highways in the River Envi-ronment de Richardson, Simons, Karaki, Ma-hmood y Stevens. Se denomina Invasin vial (encroachment, en ingls) a cualquier ocupa-cin del cauce y/o de sus reas de inundacin para construir obras viales.

    Los ros aluviales, que como se seal anterior-mente son los de ancho indefinido, tienen la posibilidad de crecer lateralmente (ensanchar-se) y aun de desplazarse en cantidades impor-tantes o formar nuevos brazos. De ac que para el planeamiento de una obra vial prxima a un ro haya que examinar y tener en cuen-ta esta circunstancia. Sin un encauzamiento adecuado ninguna obra en contacto con el ro podr ser segura.

    Volviendo al concepto de invasin vial es necesario precisar que sta tiene diversas re-percusiones entre las que estn las hidruli-cas, fluviomorfolgicas y ambientales, que se originan en el hecho de que el ro constituye una unidad inseparable. Lo que se haga o deje de hacerse en un lugar repercute en otros lu-gares del ro. Hay determinadas obras viales que quedan cerca de los ros. Surge as, como consecuencia de la proximidad, la posibilidad de invasin.

    Las invasiones, tal como se han definido, tie-nen muchas veces su origen en las peculiares caractersticas de nuestro territorio y en la escasez de tierras para el desarrollo de activi-

    Figura N 7 . Los terraplenes de aproximacin al puente estn dentro del cauce y constituyen una invasin transversal.

    dades sociales y econmicas. El valle, que es el lugar en el que la vida humana se desarro-lla ms fcilmente, resulta siendo disputado por el ro, la carretera, el ferrocarril, el canal, la agricultura, y el desarrollo habitacional e industrial. Esta difcil condicin nos obliga a ser excepcionalmente cuidadosos en la pla-nificacin del uso de la tierra. Las invasiones viales son de dos tipos: transversales y longi-tudinales.

    7.1 Invasiones transversalesSe dice que las invasiones son transversales cuando lo son con respecto al eje del ro. Las invasiones transversales estn por lo general asociadas a los puentes y a las obras hidruli-cas, aunque no exclusivamente.

    Hay dos modalidades de invasiones transver-sales vinculadas a puentes. Una de ellas se refiere a los terraplenes de aproximacin que suele hacerse, transversalmente al ro, con el objeto de disminuir la longitud de un puen-te (Figura N 7). Esto obligara al ro a pasar por un cauce con un ancho menor que el que necesita. El ro aluvial reacciona y profundiza su cauce o busca la manera de recuperar su ancho. En un caso o en otro se puede producir la falla del puente. En otras oportunidades su-cede que al ser los terraplenes elementos ex-traos al ro y al no haberse tomado en cuenta las caractersticas de su interaccin con el flujo, el ro busca un nuevo cauce.

    Otra forma de invasin transversal ocurre cuando se construye un puente en el que las luces entre los pilares son pequeas. Como se sabe un ro transporta muchas veces gran cantidad de cuerpos extraos, que even-tualmente constituyen una palizada que al llegar a los pilares bloquea el espacio entre ellos y obstruye el paso de agua, llegndose a la falla de la estructura. Tambin hay una invasin transversal cuando un camino atra-viesa un abanico fluvial. Un camino cons-truido transversalmente a un abanico fluvial constituye otra forma de invasin transversal (Figura N 8). Se denomina abanico fluvial al fenmeno mediante el cual un ro se abre en

    Figura N 8. Abanico fluvial

    CAMINO

  • 11Revista Ingeniera Civil

    varios brazos. Generalmente un abanico flu-vial se presenta como consecuencia de una disminucin de pendiente y, por lo tanto, de la velocidad.

    Usualmente, al construirse un camino que atraviesa los brazos del abanico fluvial se pro-yecta un puente sobre lo que parece ser el cauce principal y se proyecta algunas alcan-tarillas sobre los que parecen ser cauces se-cos. Cuando ocurren avenidas importantes el ro busca la manera de recuperar sus an-tiguos brazos y cauces (paleocauces). Es en-tonces cuando el conjunto de la carretera, su terrapln y los cruces de los cursos de agua se convierten en una represa, en una inva-sin transversal al ro y ocurre la inundacin, el desborde fluvial y la aparicin de nuevos cauces. Este fenmeno es ms o menos fre-cuente en la costa peruana.

    7.2 Invasiones longitudinalesOtras veces se construye el camino, el ferroca-rril o el canal, paralelamente al cauce fluvial, dentro del lveo (cauce), dando lugar a que terrapln y defensa se confundan y el cauce se estreche (Figura N 9). En algunos lugares se encauza el ro, lo que a veces implica su rectificacin, o el corte de meandros, para acomodarlo al camino. Hay otras formas de invasin, que podramos llamar totales, que se presentan cuando se construye sobre un cauce seco o sobre una quebrada, lo que es muy frecuente. En relacin con las invasiones no se debe olvidar que en el Per uno de los recursos ms escaso es la tierra.

    7.3 Qu hacer ante las invasiones? Producida una invasin aparece la respues-ta del ro, la que puede ser inmediata (corto plazo) o mediata (mediano o largo plazo). Por lo general, la reaccin del ro ante la invasin de su cauce se manifiesta durante las grandes crecidas y puede ser local o generalizada, en funcin de la extensin del cauce comprome-tida por la invasin.

    Con respecto a las invasiones viales no queda sino dos posibilidades. En primer lugar, evitar-las, siempre que ello sea posible. Si esto no fuese posible, las invasiones viales deben ser tratadas sin olvidar que se trata de un proble-ma de Hidrulica Fluvial.

    8. Ancho del encauzamiento

    Una de las formas de fijar (artificialmente) el ancho de un ro es construyendo un en-cauzamiento. El encauzamiento fluvial re-presenta el proceso largo y paulatino hecho por el hombre para adecuar la Naturaleza a sus necesidades. Un encauzamiento se hace para proteger un rea o para crear las condi-ciones favorables de funcionamiento de una estructura o de un proyecto (un puente, una bocatoma, un camino, una ciudad, una irriga-cin, etc.)

    La dinmica fluvial juega un papel importan-te en el comportamiento de un ro encauza-do. Los procesos de erosin (degradacin) y sedimentacin (agradacin) en el cauce fluvial creado por un encauzamiento sue-len ser muy intensos. Es muy importante la seleccin adecuada del ancho de encauza-miento, el que guarda mucha relacin con la idea de los ros en equilibrio. Precisamente, all se seala que en funcin del autoajuste un ro tiene una tendencia a fijar sus propias variables hidrulicas (ancho, tirante y pen-diente). El encauzamiento es la imposicin de estas variables. El diseo y construccin de un encauzamiento no puede dejar de tener en cuenta y, an ms, debe precisar debidamente adems del cauce, las riberas y las fajas marginales. Esta consideracin es particularmente importante cuando se trata de obras viales, ubicadas en el rea de influencia (reas de inundacin) de un ro. Lamentablemente, el Manual de Diseo de Puentes (MTC-2003) no menciona en sus as-pectos hidrulicos, la necesidad de conside-

    Figura N 9. El camino construido dentro del cauce, paralelamente al ro, constituye una invasin longitudinal.

    rar las caractersticas de los cauces, riberas y fajas marginales cuando se determina la longitud de un puente.

    Si el encauzamiento produjese un estrecha-miento excesivo, el ro socavara y profundiza-ra su lecho, para comprobar lo cual bastara con mirar el ro Rmac atravesando la ciudad de Lima (o el ro Piura, atravesando la ciudad del mismo nombre). Por el contrario, si el en-cauzamiento tuviese un ancho muy grande, entonces el ro divagara dentro de l y podra atacar peligrosamente las defensas constitu-yentes del encauzamiento.

    El encauzamiento puede significar tambin un cambio en el alineamiento natural del ro. Si se corta un meandro, el tramo resultante tiene mayor velocidad y pendiente y, por lo tanto, mayor capacidad de arrastre (posibilidad de erosin).

    Una vez que se ha fijado para determinadas condiciones el ancho de un ro se puede proceder al encauzamiento y, por ejemplo, al diseo de un puente. La longitud del puente ser consecuencia del ancho establecido para el ro, y no al revs, como en algunas oportuni-dades se ha hecho.

    9. Conclusiones y Recomendaciones sobre el ancho fluvial

    I. No es fcil definir el ancho de un ro. La in-adecuada consideracin del ancho fluvial y del rea de influencia del ro trae numero-sos daos a las obras ubicadas en sus inme-diaciones.

    II. En el planeamiento y diseo de las obras de ingeniera ubicadas en las proximidades de un ro se debe tener presentes los con-ceptos expuestos sobre cauces, riberas y fajas marginales.

    III. Una decisin equivocada implica no solo la invasin del Dominio Pblico Hidruli-co, sino un hecho fsico innegable: la ocu-pacin del rea que pertenece al ro y que ste, en algn momento tratar de recu-perar.

    IV. En el Captulo III del Reglamento de la Ley de Recursos Hdricos se usa varios con-ceptos para referirse a las avenidas, los que no estn definidos: Mximas crecientes, Mayores avenidas, Crecientes ordinarias, Mxima crecida, Mxima avenida, Even-tos excepcionales, Mxima crecida que no corresponda a un evento excepcional. En consecuencia se recomienda adoptar algunas precisiones generales al respecto y especficas en cada caso.

  • 12 Revista Ingeniera Civil

    CAPTULO III

    CAUCES, RIBERAS Y FAJAS MARGINALES

    Artculo 108.- Cauces o lveos Para efectos de la Ley, los cauces o lveos son el continente de las aguas durante sus mximas crecientes.

    Artculo 109.- Cauces inactivosLos cauces que han quedado inactivos por variacin del curso de las aguas, continan siendo de dominio del Estado, y no podrn ser usa-dos para fines de asentamientos humanos o agrcolas.

    Artculo 110.- Reparacin de dao por desvo del cauce110.1 Cuando los flujos o corrientes de los cauces naturales o artifi-

    ciales desven su curso por accin del hombre causando da-os, la reparacin ser por cuenta del autor del hecho.

    110.2 La Autoridad Nacional del Agua al tomar conocimiento de la desviacin no autorizada del curso del agua por accin de una persona natural o jurdica, se constituir al lugar para verificar y evaluar los hechos y los daos ocasionados as como para dictar las disposiciones de la restitucin inmediata e inicio del procedimiento sancionador.

    Artculo 111.- RiberasLas riberas son las reas de los ros, arroyos, torrentes, lagos, lagunas, comprendidas entre el nivel mnimo de sus aguas y el que ste alcan-ce en sus mayores avenidas o crecientes ordinarias.

    Artculo 112.- Criterios para la delimitacin de las riberasLa delimitacin de las riberas se realiza de acuerdo con los siguientes criterios:a. Nivel medio de las aguas, tomando para tal efecto perodos mxi-

    mos de informacin disponible.b. Promedio de mximas avenidas o crecientes ordinarias que se de-

    termina considerando todas las alturas de aguas que sobrepasen el nivel medio sealado en el literal anterior.

    Artculo 113.- Fajas Marginales113.1 Las fajas marginales son bienes de dominio pblico hidrulico.

    Estn conformadas por las reas inmediatas superiores a las ri-beras de las fuentes de agua, naturales o artificiales.

    113.2 Las dimensiones en una o ambas mrgenes de un cuerpo de agua son fijadas por la Autoridad Administrativa del Agua, de acuerdo con los criterios establecidos en el Reglamento, respe-tando los usos y costumbres establecidos.

    Artculo 114.- Criterios para la delimitacin de la faja marginalLa delimitacin de la faja marginal se realiza de acuerdo con los si-guientes criterios:a. La magnitud e importancia de las estructuras hidrulicas de las

    presas, reservorios, embalses, canales de derivacin, entre otros.b. El espacio necesario para la construccin, conservacin y protec-

    cin de las defensas ribereas y de los cauces.c. El espacio necesario para los usos pblicos que se requieran.d. La mxima crecida o avenida de los ros, lagos, lagunas y otras

    fuentes naturales de agua. No se considerarn las mximas creci-das registradas por causas de eventos excepcionales.

    ANEXO

    REGLAMENTO DE LA LEY DE RECURSOS HDRICOS N 29338 Decreto Supremo N 001-2010-AG, 2010

    Artculo 115.- Actividades prohibidas en las fajas marginales115.1 Est prohibido el uso de las fajas marginales para fines de asen-

    tamiento humano, agrcola u otra actividad que las afecte. La Autoridad Nacional del Agua en coordinacin con los gobier-nos locales y Defensa Civil promovern mecanismos de reubi-cacin de poblaciones asentadas en fajas marginales.

    115.2 La Autoridad Administrativa del Agua autoriza la ejecucin de obras de defensa riberea y la utilizacin de materiales ubica-dos en las fajas marginales necesarios para tal fin.

    Artculo 116.- Fajas marginales en cauces artificialesLos estudios de las obras de infraestructura hidrulica mayor definirn las dimensiones de las fajas marginales correspondientes, las mismas que sern habilitadas en la etapa constructiva del proyecto.

    Artculo 117.- De la sealizacin de los linderos de la faja marginalLa sealizacin en el lugar de los linderos de la faja marginal, previa-mente fijados por la Autoridad Administrativa del Agua, se efectuar mediante el empleo de hitos u otras sealizaciones.

    Artculo 118.- De los programas de mantenimiento de la faja marginalLa Autoridad Administrativa del Agua, en coordinacin con el Minis-terio de Agricultura, gobiernos regionales, gobiernos locales y organi-zaciones de usuarios de agua promover el desarrollo de programas y proyectos de forestacin en las fajas marginales para su proteccin de la accin erosiva de las aguas.

    Artculo 119.- Reservas para fines de defensa nacionalA iniciativa del Ministerio de Defensa y con la opinin de la Autoridad Nacional del Agua, mediante Decreto Supremo refrendado por el Pre-sidente del Consejo de Ministros se determinarn las fajas marginales a reservarse para fines de defensa nacional.

    Artculo 120.- Del rgimen de propiedad de terrenos aledaos a las riberas120.1 En las propiedades adyacentes a las riberas, se mantendr libre

    una faja marginal de terreno necesaria para la proteccin, el uso primario del agua, el libre trnsito, la pesca, caminos de vigilancia u otros servicios pblicos, segn corresponda.

    120.2 En todos estos casos no habr lugar a indemnizacin por la servidumbre, pero quienes usaren de ellas, quedan obligados, conforme con el derecho comn, a indemnizar los daos que causaren, tanto en las propiedades sirvientes como en los cau-ces pblicos o en las obras hidrulicas.

    Artculo 121.- Prdida de la propiedad de terrenos adyacentes a fajas marginalesCuando las aguas, por causas propias de la naturaleza, arrancan una porcin considerable y reconocible de un terreno colindante con la faja marginal, el propietario perder su derecho de propiedad, si dentro de los siguientes dos aos de ocurrido el evento no inicia las acciones necesarias para su recuperacin. En este caso pasa a formar parte del dominio pblico hidrulico.

    Artculo 122.- Del aislamiento de un predio por un nuevo cauceCuando un nuevo cauce deje aislado o separados terrenos de un predio o estos fueran inundados con motivo de las crecientes de las aguas, dichos terrenos continuarn perteneciendo a su propietario, cuando stas se retiren.

  • 13Revista Ingeniera Civil

    CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES DE LA INTERACCIN DE LA DINMICA FLU-VIAL Y EL DESARROLLO URBANO

    Conclusiones

    I. El ro y la ciudad que se desarrolla en sus mrgenes constituyen una unidad que debe ser comprendida y tratada como tal. Sin embargo, se trata de una relacin compleja, pues ambos sufren cambios continuamente, lo que da lugar a una fuer-te interaccin entre la dinmica fluvial y el desarrollo urbano.

    II. Son los centros urbanos los que se acercan a los ros y no stos a aqullos. Cuando no existe el planeamiento urbano adecuado, las ciudades crecen desordenadamente, ocupan el cauce fluvial y producen es-trechamientos, a veces excesivos, lo que trae como consecuencia que las grandes crecidas causen daos a las obras e instala-ciones ubicadas en sus inmediaciones, por socavacin o por inundacin. En la costa peruana hay numerosos ejemplos de esta falta de planeamiento.

    III. La incorporacin al paisaje urbano de los ros que atraviesan las ciudades y que tienen largos periodos sin descargas significativas y, eventualmente, grandes caudales acompaados de fuerte cantidad de slidos, presenta enormes dificultades que slo pueden tratarse de un modo integral y multidisciplinario, pues su enfoque es holstico.

    IV. En el planeamiento del uso de la tierra y en el diseo de las obras de ingeniera ubica-das en las proximidades de un ro o sobre el lecho fluvial es necesario tener presentes los conceptos de Hidrulica Fluvial, inclu-yendo los de cauces, riberas y fajas mar-ginales. Sin embargo, no es fcil definir el ancho de un ro. Su inadecuada conside-racin y la de su rea de influencia trae nu-merosos daos a las obras ubicadas en sus inmediaciones. Una decisin equivocada implica no solo la invasin del Dominio P-blico Hidrulico, sino un hecho fsico inne-gable: la ocupacin del rea que pertenece al ro y que ste, en algn momento tratar de recuperar.

    V. Falta una autoridad nica para el manejo de cada ro, especialmente en los tramos urbanos. Hay mltiples responsables, lo que dificulta o impide el control adecuado del ro y de su interaccin con las instala-ciones vecinas.

    VI. Hay ros como el Rmac que en realidad son torrentes, de rgimen muy irregular, esca-sos de agua, con mucho transporte de s-

    lidos y gran contaminacin, en los que pre-ocupa los estrechamientos causados por acciones humanas que provocan aumento de la velocidad de la corriente y la peligrosa degradacin del cauce. Preocupa tambin la erosin de la cuenca, la irregularidad de las descargas y el elevado grado de conta-minacin que presentan, lo que dificulta su incorporacin al paisaje urbano. Debe detenerse el maltrato creciente que viene sufriendo el Rmac.

    VII. Un fuerte y creciente porcentaje del tiem-po el cauce del ro Rmac, ubicado aguas abajo de la captacin de La Atarjea, se en-cuentra seco, al igual que otros ros de la costa, lo que complica cualquier proyecto de embellecimiento de ese tramo fluvial.

    Recomendaciones

    I. Debe haber en forma real y efectiva una au-toridad responsable de cada cuenca en su integridad y del manejo del ro. En el caso del Rmac esto es absolutamente urgente.

    Referencias

    1. ARANCIBIA Samaniego Ada. Criterios para manejo de quebradas y su aplicacin en el diseo de obras civiles. Lima, 1998

    2. MARTN-VIDE Juan P. Ingeniera de Ros. Universidad Politcnica de Catalua Barcelona, 2007.

    3. MARTNEZ VARGAS y MARTNEZ DEL ROSARIO Jos. Defensas Ribereas en el ro Rmac. Facultad de Ingeniera Civil, UNI, Seccin de Postgrado, Boletn Tcnico N 8, Mayo-Agosto 2003.

    4. PALOMINO VELAPATIO Zuly y CAMPAA TORO Roberto (Asesor). Medidas de atenuacin de avenidas en la cuenca baja del ro Chilln. Tesis de Grado. UNI.

    5. REPBLICA DEL PER. Reglamento de la Ley de Recursos Hdricos. Decreto Supremo N 001-2010-AG, 2010.

    6. REPBLICA DEL PER. Ley de Recursos Hdricos. 2009.

    7. RICHARDSON E.V. , SIMONS D.B. y otros. Highways in the River Environment.

    8. ROCHA FELICES Arturo. Introduccin a la Hidrulica de las Obras Viales. (Segunda edicin). Instituto de la Construccin y Gerencia, Lima, setiembre 2010.

    9. ROCHA FELICES Arturo. Comentarios sobre Aspectos Hidrulicos del Manual de Diseo de Puentes. IV Congreso Internacional de Ingeniera Estructural, Ssmica y Puentes. Lima, junio 2010.

    10. ROCHA FELICES Arturo. Revisin de los estudios del encauzamiento y de los puentes ferroviarios en la quebrada Alcamayo-Cuzco. Instituto de Recursos Naturales (INRENA). Diciembre 2004.

    11. ROCHA FELICES Arturo. Interaccin del comportamiento fluvial y las obras viales durante el Fenmeno de El Nio. II Congreso Nacional de Obras de Infraestructura Vial. ICG. Lima, agosto 2003.

    12. RODRGUEZ AGUILERA Patricio y VILLODAS Rubn. Delimitacin del dominio pblico hidrulico y el ordenamiento de las reas inundables en las mrgenes de los ros de la provincia de Mendoza. Jornadas Internacionales sobre Gestin del Riesgo de Inundaciones y Deslizamientos de Laderas. Brasil, mayo 2007.

    13. T R I B U N A L C O N S T I T U C I O N A L . Sentencia. 22 diciembre 2001.

    14. VILLARROYA ALDEA Carlos. La delimitacin del Dominio Pblico Hidrulico y el proyecto LINDE. Ambienta. Setiembre, 2004.

    II. La incorporacin del ro a la ciudad debe ser una actividad multidisciplinaria y tener un enfoque holstico en el que la solucin de los problemas de Hidrulica e Hidrolo-ga sea de prioridad absoluta para lograr as una decorosa fachada fluvial de la ciu-dad al ro.

    III. Debe detenerse el maltrato creciente que vienen sufriendo muchos ros, especial-mente el Rmac. Debe impedirse nuevos estrechamientos de los cauces fluviales. Por lo tanto, debe fortalecerse las labores de conocimiento del ro, la preservacin de la cuenca, el afianzamiento de caudales, la recuperacin del ancho fluvial y la disminu-cin de la contaminacin, para acercarnos as a la restauracin fluvial.

    IV. Debe tenerse presente y solucionarse el problema de que la oferta de agua del R-mac es insuficiente, no slo para el abas-tecimiento de la ciudad, cuya demanda es creciente, sino para dar a su cauce las ms elementales condiciones de salubridad y de ornato.