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1 SEMINARIO NAZARENO MEXICANO CAMPUS MONTERREY MATERIA: Introducción a la Teología sistemática I MAESTRO: Silabo: Comprende el estudio introductorio de la teología arminiano-wesleyana clásica y contemporánea sobre la teología misma, la revelación de Dios especialmente por medio de las Escrituras, y la doctrina de Dios en relación consigo mismo y con la humanidad que Él creó. FUNDAMENTACIÓN DEL CURSO La teología necesita ser trabajada. Esto significa que hacer teología no implica solamente el hecho de repetir conceptos elaborados en otros contextos, sino que demanda del teólogo un trabajo sincero, constante y profundo en el entendimiento las doctrinas bíblicas, tomando en cuenta el entorno y el tiempo en los que vive. En este sentido, es fundamental estar

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SEMINARIO NAZARENO MEXICANO CAMPUS MONTERREY

MATERIA:Introducción a la

Teología sistemática I

MAESTRO:

Silabo:

Comprende el estudio introductorio de la teología arminiano-wesleyana clásica y contemporánea sobre la teología misma, la revelación de Dios especialmente por medio de las Escrituras, y la doctrina de Dios en relación consigo mismo y con la humanidad que Él creó.

FUNDAMENTACIÓN DEL CURSO

La teología necesita ser trabajada. Esto significa que hacer teología no implica solamente el hecho de repetir conceptos elaborados en otros contextos, sino que demanda del teólogo un trabajo sincero, constante y profundo en el entendimiento las doctrinas bíblicas, tomando en cuenta el entorno y el tiempo en los que vive. En este sentido, es fundamental estar conscientes de la centralidad del concepto de Dios y de la calidad de vida que debe tener todo aquel que se acerca a este estudio.Como personas cristianas inmersas en el mundo, necesitamos herramientas para relacionar entre sí, y con la realidad en que vivimos, los principios bíblicos de nuestra fe que recibimos del estudio de las Escrituras.Además, como ministros necesitamos tener un cuadro completo de las implicaciones de nuestro continuado conocer de Dios, para nuestro desarrollo personal y de nuestra fe, el servicio a nuestro prójimo y a la sociedad en sus diferentes expresiones.

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Debemos recordar que nos acercamos tanto a las Escrituras como a la teología con nuestra realidad humana intrínseca, contextual, y con la perspectiva de la fe que de alguna manera coloreará nuestro entendimiento y puesta en práctica de nuestra vida cristiana.Como miembros de una parte específica del Cuerpo de Cristo necesitamos descubrir, aceptar y apreciar la manera particular que entendemos el lugar y función de las Escrituras, cómo enfocamos nuestra relación con Dios, nuestra forma de percibir la relación de Dios con la humanidad, y cómo realizamos redentoramente el ministerio de la iglesia en nuestra realidad latinoamericana. Es decir, es imperativo para nosotros conocer nuestra herencia teológica para recibirla concienzudamente y hacer nuestro aporte responsablemente.Es este tipo de ayuda y orientación la que nos provee el estudio de la teología cristiana y es importante abordarlo de parte del ministerio como parte integral de su formación.

OBJETIVOS GENERALES

Al concluir este curso, el alumno estará en capacidad de:1. Conocer la naturaleza, definiciones, fuentes, métodos, función y desarrollo histórico general de la teología cristiana.2. Comprender el significado de la revelación, inspiración y del mensaje central de las Escrituras.3. Entender en términos amplios la doctrina de Dios y saber explicar la doctrina la Trinidad manifestada en las Personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que sirve como base fundamental para nuestra reflexión teológica y el desarrollo de la praxis pastoral.4. Conocer los postulados teológicos básicos con relación al origen y naturaleza del ser humano.

DESARROLLO TEMÁTICO

UNIDAD I: LA NATURALEZA DE LA TEOLOGÍA CRISTIANAOBJETIVOS ESPECÍFICOS:Al terminar esta unidad, el alumno estará en condiciones de:A. Identificar la terminología y definiciones de teología.B. Reconocer la naturaleza y el alcance de la teología.C. Evaluar los requisitos que debe tener todo teólogo cuando se dispone a estudiar la teología.D. Distinguir las divisiones principales y los métodos de organización de la teología.E. Explicar cuál es la fuente primaria y cuáles son las fuentes secundarias de la teología cristiana.F. Describir el desarrollo histórico general del estudio de la teología

TEMAS:a. Terminologíab. Definiciones de teologíac. Naturaleza y alcance de la teologíad. Requisitos cualitativos para el estudio de la teologíae. Divisiones principales de la teologíaf. Métodos de organización y presentación de la teologíag. Fuente primaria de la teologíah. Fuentes secundarias de la teología cristiana

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i. Desarrollo histórico de la teología cristiana

UNIDAD II: LO QUE CREEMOS ACERCA DE LA BIBLIAOBJETIVOS ESPECÍFICOS:Al terminar esta unidad, el alumno estará en condiciones de:A. Relacionar los conceptos de Biblia, revelación e inspiración.B. Reconocer la importancia de comprender la doctrina de la salvación a la luz de las Escrituras.C. Aplicar a la vida personal algunas guías de cómo estudiar la Biblia.

TEMAS:a. La biblia y la revelaciónb. La biblia y la inspiraciónc. La biblia y la salvaciónd. Guías para el estudio de la biblia

UNIDAD III: LO QUE CREEMOS ACERCA DE DIOS Y LA TRINIDADOBJETIVOS ESPECÍFICOS:Al terminar esta unidad, el alumno estará en condiciones de:A. Definir y explicar la doctrina de Dios y la doctrina de la Trinidad.B. Explicar los fundamentos teológicos principales la doctrina de Jesucristo como Persona de la Trinidad.C. Distinguir y describir los postulados más relevantes de la doctrina del Espíritu Santo como Persona de la Trinidad.

TEMAS:a. La doctrina de dios y la trinidad

1. La Trinidad2. La naturaleza de Dios3. El carácter de Dios

b. La doctrina de Jesucristo como persona de la trinidad1. Jesucristo es verdadero Dios2. Jesucristo es verdadero ser humano

c. La doctrina del espíritu santo como persona de la trinidad1. El Espíritu Santo es una Persona de la Trinidad2. La obra del Espíritu Santo3. El don del Espíritu Santo

UNIDAD IV: LO QUE CREEMOS ACERCA DEL SER HUMANOOBJETIVOS ESPECÍFICOS:Al terminar esta unidad, el alumno estará en condiciones de:A. Explicar el origen del ser humano a la luz de las Escrituras Sagradas.B. Analizar el tema de la naturaleza del ser humano desde el punto de visto bíblico y cristiano.C. Reconocer la importancia de aceptar que Dios ha impregnado su imagen en el ser humano.

TEMAS:a. El origen del ser humanob. La naturaleza del ser humanoc. La imagen de dios en el ser humano

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

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Barth, Karl. Introducción a la teología evangélica. Buenos Aires: Ediciones La Aurora, 1986.Bauer, Johannes. Diccionario de teología bíblica. Barcelona: Editorial Herder, 1985.Berkhof, L. Teología sistemática. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1987.Calvino, Juan. InstituciEarle, Ralph. Cómo nos llegó la Biblia. Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones, 1988.González, Justo L. Las obras de Wesley, Tomo I-XIV. Franklin, TN: Providence House Publishers, 1998.Grau, José. Introducción a la teología I. Terrassa: Editorial CLIE, 1973.Léon-Defour. Vocabulario de teología bíblica. Barcelona: Editorial Herder, 2001.Orr, W. ¿Existe Dios? Miami: Editorial Caribe, 1971.Pannenberg, Wolfhart. Cuestiones fundamentales de teología sistemática. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1976.Packer, J. I. Conociendo a Dios. Terrazas, Editorial CLIE, 1985.Purkiser, W.T. Explorando nuestra fe cristiana. Kansas City, MO.: Casa Nazarena de Publicaciones. 1988. 2a. edición.Stanley, M. Horton. Teología sistemática. Deerfield: Editorial Vida, 1994.Taylor, Richard. Diccionario teológico Beacon. Kansas City, MO: Casa Nazarena de Publicaciones, 1995. __________. Autoridad bíblica y la fe cristiana. Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones, 1985.Vila, Samuel. Pruebas tangibles de la existencia de Dios. Barcelona: Editorial CLIE, 1972.Wiley, H. Orton y Paul T. Culbertson. Introducción a la teología cristiana. Kansas City, MO: Beacon Hill Press, 1976.Wynkoop, Mildren Bangs. Bases teológicas de Arminio y Wesley. Kansas City, MO: Beacon Hill Press, s/f.ón de la religión Cristiana. Nueva Edición. F.E.L.C. 1967.Connor, John. Doctrina wesleyana aclarada. Indianapolis, IN: Wesley Press, 1989.Canobbio, Giacomo. Pequeño diccionario de teología. Salamanca: Ediciones Sigueme, 1996.Dunning, Ray. Gracia, fe y santidad: Una teología wesleyana. Kansas City, MI: Casa Nazarena de Publicaciones, s/f.

FORMA DE CALIFICAR:Asistencia y Participación en clases. 30%Lectura de libros (400 Paginas) 20%Exámenes 20%Trabajo Final. 30%

LIBROS PARA LA LECTURA: Introducción a la Teología Sistemática. H. Horton Wiley; Paul T. Culbertson. CNP. Dios, Hombre, y Salvación. Una teología bíblica. W. T. Purkiser, Ph.D; Richard S.

Taylor, Th.D; Willard H. Taylor, Ph.D. CNP

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UNIDAD I: LA NATURALEZA DELA TEOLOGÍA CRISTIANA

A. TERMINOLOGÍA

ANTROPOLOGIA: Estudio del hombre. (Griego: “Anthropos”=hombre). En teología, se refiere a las doctrinas relativas al origen, naturaleza y condición espiritual del hombre.

APOLINARISMO: Corriente del siglo IV, que recibieron este nombre por Apolinar de La odisea (Siria), que vivió entre el 310 y el 390; fue amigo de Atanasio y le apoyó en su lucha contra el arrianismo. Unos años después de haber sido elegido obispo de su ciudad, Apolinar, con el objeto de poner de relieve la personalidad divina de Cristo, afirmó que Cristo no tenía un alma propiamente humana, sino que el Verbo encarnado había tomado el lugar de esta alma; por lo mismo, ya no se podía hablar más de dos naturalezas sino de una única naturaleza y de una única persona en Cristo. Fue condenado por el Papa San Dámaso en el Sínodo romano del año 377.

ARRIANISMO: Es un antiguo error teológico surgido hacia 320. Su nombre se deriva de Arrio (aprox. 250-336), presbítero muy popular en Alejandría y padre de la falsa doctrina. Sostenía que Jesús no era coeterno ni coigual con Dios, sino la primera y más importante de Sus criaturas, y que había recibido la dignidad de Hijo de Dios debido a su justicia. Por tanto, Dios no se había encarnado; Jesús no era eterno, ni era Dios por naturaleza. Existía sólo una persona en la Deidad, el Padre. El arrianismo fue condenado en el Concilio de Nicea (325). Sin embargo, sobrevivió con suerte variable fuera del cristianismo ortodoxo. Los Testigos de Jehová son defensores actuales de una doctrina sobre Cristo similar a la de Arrio.

ARMINIANISMO: Es un sistema doctrinal concerniente a la salvación, cuyo nombre deriva del teólogo reformado holandés Jacobo Arminio (1560-1609). El sistema arminiano insiste en que la soberanía divina es compatible con un verdadero libre albedrío del hombre. El arminianismo tiene cinco proposiciones principales:1) Dios elige o reprueba sobre la base de su conocimiento anticipado (presciencia) de fe o incredulidad en cada hombre;2) Cristo murió por todos los hombres, y no sólo por los elegidos, aunque solamente estos últimos se salven;3) el hombre es tan depravado que la gracia divina es imprescindible para la fe o cualquier obra buena;4) esta gracia divina puede ser resistida por el hombre; y 5) hasta qué punto todos los que han sido verdaderamente regenerados perseverarán hasta el fin es un asunto que requiere más investigación. (Compare con el Calvinismo)

ATRIBUTO DIVINO: Una característica de Dios.

CALVINISMO: Es un sistema de interpretación cristiana concerniente a la salvación formulado por el teólogo protestante Juan Calvino (1509-1564). Subraya la predestinación y la salvación. Los cinco puntos característicos del calvinismo fueron desarrollados en respuesta a la doctrina de Arminio (véase Arminianismo). El calvinismo enseña:

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1) La depravación total: el hombre está afectado por el pecado en todo su ser, cuerpo, alma, mente y emociones;2) La elección incondicional: El favor de Dios hacia el hombre se debe por completo a la libre elección divina y nada tiene que ver con nada que el hombre haga. Es completamente inmerecido y no se basa en nada bueno que Dios vea en el hombre;3) La expiación limitada: Cristo no llevó los pecados de cada hombre que jamás haya vivido, sino sólo los de aquellos que fueron elegidos para salvación (Juan 10:11,15);4) La gracia irresistible: El llamado que Dios hace a alguien para su salvación no puede ser resistido;5) La perseverancia de los santos: No es posible que alguien salvado una vez pierda su salvación.Los cinco puntos pueden recordarse con más facilidad por el acrónimo TILIP (depravación Total, elección Incondicional, expiación Limitada, gracia Irresistible, Perseverancia de los santos).

CRISTOLOGÍA: Es la rama de la teología que estudia la persona y la obra de Cristo Jesús, tal como éstas aparecen en la Biblia. Algunos de los temas específicos de estudio son: 1) Su divinidad, 2) Su encarnación, 3) Sus oficios y títulos (vea Cristo), 4) Su sacrificio, 5) Su resurrección, 6) Su enseñanza, 7) Su relación con Dios y con el hombre y 8) Su retorno personal a la tierra.

DICOTOMÍA: La enseñanza de que un ser humano consta de dos partes: cuerpo y alma. El alma a veces se menciona asimismo como el espíritu (compare con tricotomía).

DOCETISMO: Herejía cristológica que aparece ya hacia fines de la edad apostólica, se difundió en los primeros años del siglo II y dejó su impronta en la mayor parte de los sistemas gnósticos. Para los docetas, la humanidad de Cristo era sólo aparente; negaban por tanto, como aclaraba San Ignacio de Antioquía a los fieles de Esmirna, que "Jesucristo hubiera verdaderamente salido de la estirpe de David, según la carne... que hubiera nacido verdaderamente de una virgen... que verdaderamente hubiera sido traspasada por clavos su carne"; que "la Eucaristía sea la carne de Cristo, la carne que ha sufrido por nuestros pecados, la carne que el padre, en su bondad, ha resucitado".

EUTIQUIANISMO: La doctrina errónea de Eutiques (378-454) abad de un monasterio en Constantinopla. Es similar al monofisistismo. Sostiene que las naturalezas divina y humana de Jesucristo estaban de tal manera imbricadas ?en cierto sentido confundidas entre sí- hasta hacerse indistinguibles. Como resultado, Cristo no sería verdaderamente capaz de relacionarse e identificarse plenamente con nosotros; no sería verdadera y plenamente divino ni humano. Por tanto, sería incapaz de actuar como el perfecto mediador entre Dios y el hombre, o de expiar realmente por nuestros pecados. (Vea también Unión hipostática, que es la doctrina correcta sobre las dos naturalezas de Jesús, y los errores sobre las dichas naturalezas del Nestorianismo y del Monofisismo).

GNOSTICISMO: viene de la palabra Griega “gnosis” la cual significa “conocimiento.” Existían muchos grupos que eran Gnósticos y no era posible describir fácilmente los matices de cada variante de las doctrinas Gnósticas. Sin embargo y generalmente hablando, el Gnosticismo enseñó que la salvación es lograda sólo a través del conocimiento especial (gnosis). Este conocimiento usualmente trataba con la relación individual hacia el Ser trascendente.

JUSTIFICAR, JUSTIFICACIÓN: Ser justificado es ser hecho o considerado justo. Desde el punto de vista teológico, es un acto divino, por el cual Dios declara al pecador inocente de sus pecados; no que lo sea ahora, sino que es "declarado" o considerado como inocente. Esta justificación no es, sin embargo, arbitraria, ya que se basa en el sacrificio de Jesús, en su sangre derramada: "...siendo ahora justificados por Su sangre..." (Rom. 5:9).

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Cuando Dios ve al cristiano, lo observa a través del sacrificio de Cristo y lo "ve" como si no tuviese pecado. Esta declaración de inocencia no es gratuita, ya que exige la satisfacción completa de la Ley de Dios: "...sin derramamiento de sangre no hay remisión" (Heb. 9:22). Por el sacrificio de Jesús, "por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida" (Rom. 5:18). En la justificación la justicia de Dios cae sobre Sí mismo, sobre Jesús, que de este modo ganó a la iglesia "por su propia sangre" (Hech. 20:28). Así podemos recibir misericordia y no ser condenados por nuestros propios pecados. También la gracia de Dios es derramada sobre nosotros: recibimos vida eterna. Esta justificación es un don de la gracia (Rom. 3:24), por fe (Rom. 3:28) debido a que Jesús cargó con nuestras culpas (Isa. 53:12).

KENOSIS: La palabra kenosis corresponde a un término griego que significa "vaciamiento". Es una enseñanza concerniente a la encarnación de Jesús que intenta resolver algunas paradojas que se plantean por la existencia de las naturalezas divina y humana en Jesús. Por ejemplo, "¿cómo puede un Dios omnisciente tornarse un bebé?” O "¿cómo puede Dios ser tentado a pecar?” Según la enseñanza de la kenosis, cuando Dios se encarnó se privó voluntariamente a Sí mismo de algunos de Sus atributos divinos, se "vació" de ellos (de aquí el nombre). En cierto sentido, pretende resolver el problema enseñando que en la encarnación, tenemos a "Dios menos algo", privándose de algunos atributos para poder llegar a ser un hombre; por otra parte, la doctrina ortodoxa de la Unión hipostatica enseña que allpí tenemos a "Dios más algo", es decir, añadiendo una naturaleza humana sin quitarse nada de la divina. La kenosis , pues, rebaja el hecho de la verdadera encarnación al arrojar dudas sobre la completa presencia de la plenitud de Dios habitando en la persona de Jesús, en medio de los hombres. Compare con Unión hipostática.

LIBRE ALBEDRIO: La libertad de la voluntad. Se define diferente según las varias ramas de la teología.

MEDIOS DE GRACIA: La afirmación de que Dios usa procedimientos circunstanciales, individuos, o sacramentos para comunicar su gracia, en lugar de obrar directamente. Dios, por ejemplo, pudo salvar a los elegidos directamente. Pero usa la predicación de la Palabra como medio para cumplir este propósito.

MONOFISISMO: El monofisismo (del griego monos, uno y physis, naturaleza) es un error concerniente a las dos naturalezas de Jesús (vea Unión hipostática). Según el monofisismo, en Jesús las dos naturalezas están combinadas en una sola; como consecuencia, surge el problema de que en Jesús ni Dios ni el hombre estarían plenamente representados, ya que El sería un ser con una naturaleza mixta, incompleta en cuanto a la divinidad y en cuanto a la humanidad (otros errores concernientes a las naturalezas de Jesucristo, son el Nestorianismo y el Eutiquianismo).

MONTANISMO: Herejía de fondo moral ascético, en la que se vio también implicado Tertuliano. Montano, natural de la Frigia, convertido hacía poco al cristianismo del culto de Cibeles, se consideraba como si fuera el ministro del Espíritu Santo, del que decía tener visiones y revelaciones.No enseñaba una verdadera gnosis; aceptaba de buen grado todo cuanto la revelación le proponía como un hecho incontrastable y no se entregaba a puras especulaciones, como era costumbre entre los gnósticos. Su ideal era, más bien, práctico y exclusivamente ético. En espera de la inminente parusía del Señor y de la aparición de la Jerusalén celeste, los cristianos no podían sentarse en cómodas poltronas; todo lo contrario, debían prepararse para el gran acontecimiento con una conducta austera, una ascesis en la que tuviese lugar de preferencia el Espíritu Santo y las funciones de la carne quedasen reducidas a lo más indispensable. Por lo mismo, nada de matrimonio, nada de placeres carnales, nada de afectación ni de cargos, sino sacrificio pleno y consciente en espera de

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la gran hora. Durante este tiempo de espera los cristianos debían dedicarse al ayuno y no caer en ningún pecado puesto que, después del bautismo, según Montano, ninguna culpa podía ser perdonada. Era, por tanto, el movimiento Montano un movimiento espiritual, una reforma moral; todo esto hubiera sido muy bello y muy hermoso si no hubiese pretendido completar la revelación cristiana diciendo que recibía como revelación de lo alto aquello que simplemente era fruto fantástico de su imaginación.

NESTORIANISMO: Es una herejía que lleva el nombre de Nestorio (hereje sirio, muerto en 451; fue patriarca de Constantinopla). Afirma que las dos naturalezas de Cristo, la divina y la humana, estaban tan separadas entre sí que no había contacto alguno entre ellas; en otras palabras, en Jesucristo coexistían dos personas, una divina y otra humana. Una consecuencia de este error es que sería inadecuado adorar a Jesús en tanto hombre. El nestorianismo fue condenado por el Concilio de Efeso, tercero ecuménico (431). Vea también Unión hipostática, Eutiquiansimo, y Monofisismo).

OMNIPOTENCIA: La omnipotencia es un atributo exclusivo de Dios, que es llamado muchas veces "el Omnipotente". Es la cualidad de tener todo poder (Salmo 115:3). Dios puede hacer todas las cosas: "para Dios todo es posible" (Mat. 19:26). Existen, sin embargo, limitaciones a esta definición. La primera es que la omnipotencia no significa que Dios pueda hacer algo contrario a Su naturaleza perfecta: no puede faltar a su palabra, no puede mentir, no puede ser injusto, no puede ser despiadado, etc. La segunda es que la omnipotencia tampoco significa que Dios pueda hacer cosas intrínseca o lógicamente imposibles, como en la vieja pregunta "¿puede Dios hacer una roca tan grande que El mismo no pueda luego moverla?". En este sentido, Dios no puede hacer cuadrados de tres lados, solteros casados o cosas semejantes.

OMNIPRESENCIA: La omnipresencia es un atributo exclusivo de Dios. Es la cualidad de estar presente en todas partes, todo el tiempo (Jer. 23:23,24). Dios no está limitado ni por el espacio ni por el tiempo, que son creaciones suyas. La omnipresencia no significa que la naturaleza sea una parte de Dios o sea Dios y por tanto digna de adoración. La Creación es una hechura de Dios y diferente de Su ser, pero no independiente de Él.

OMNISCIENCIA: La omnisciencia es otro atributo exclusivo de Dios. Es la cualidad de tener todo el conocimiento (Isa. 40:14). Dios sabe todo, lo que fue, lo que es y lo que será. Los atributos de omnisciencia, omnipotencia y omnipresencia representan a la naturaleza de Dios con respecto a Su relación con el orden que El creó.

PECADO: El pecado es todo aquello contrario a la Ley de Dios, que expresa Su santa voluntad. Por ejemplo, si uno miente, comete pecado. ¿Por qué? Porque Dios ha ordenado no mentir (Exo. 20:16). Al hacer lo que Dios ha prohibido, uno peca. Además, si uno deja de hacer lo que Dios ha mandado, también peca (Sant. 4:17). En ambos casos, el resultado es la separación eterna de Dios (Isa. 59:2). El pecado es iniquidad (1 Juan 1:3) e injusticia (1 Juan 5:17). El pecado lleva a la ceguera espiritual (Juan 9:41) y a la muerte (Rom. 6:23).Pablo trata del pecado en la carta a los Romanos. Allí demuestra que todos, judíos o no judíos, están bajo el dominio del pecado (Rom. 3:9). Pablo prueba que el pecado no es simplemente algo malo que se ha hecho, sino, básicamente, una condición del corazón humano (Rom. 3:3:10-12). En la carat a los Efesios, Pablo afirma que "somos por naturaleza hijos de ira" (Efe. 2:3). Sin embargo, "Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos" (Rom. 5:6).

PECADO ORIGINAL: Es una expresión que se emplea para describir el efecto del pecado de Adán sobre toda su descendencia (Rom. 5:12-23). Específicamente, es nuestra naturaleza pecaminosa heredada de Adán. La naturaleza pecaminosa se originó con Adán y pasa de padres a hijos. A causa del pecado original, somos naturaleza "hijos de ira”, es

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decir, estamos bajo el merecido juicio de Dios (Efe. 3:2), y solo aquellos que se arrepienten y se convierten de toda la manera vana de vivir creyendo en Jesucristo como Su Señor y Salvador, serán salvos por la gracia, Efesios 2:8-9.

PNEUMATOLOGIA: El estudio del Espíritu Santo, Su persona, Deidad, Obras en las vidas de los creyentes, y los dones espirituales. (Griego: “Pneuma”=espíritu)

REDENCION: Significa básicamente, “Comprar otra vez”. Basada en la costumbre del Antiguo Testamento de comprar esclavos y liberarlos después, se refiere al acto divino de “comprar” sus elegidos de la esclavitud del pecado por medio del sacrifico de Jesús.

SOTERIOLOGÍA: La palabra viene del griego soteria, “salvación”. Es la rama de la teología que se ocupa de estudiar la doctrina de la salvación. Algunos de los aspectos importantes de la soteriología son la expiación, la imputación y la regeneración.

TEOLOGÍA: En sentido estricto, es la disciplina que estudia la persona de Dios, su naturaleza, atributos, carácter, revelación y propósitos. En sentido amplio, involucra asimismo las relaciones de Dios con su creación, en especial con la raza humana, y el plan de salvación. Existe una teología natural, basada en lo que puede saberse de Dios a partir del orden creado (vea Revelación). Pero en orden a la salvación, es más importante la teología bíblica, ya que es en las Escrituras donde Dios se revela a Sí mismo y nos da a conocer el camino de la salvación.UNIÓN, HIPOSTÁTICA: Es un término técnico que designa la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesús. Cristo es Dios en la carne (Juan 1:1,14; Col. 2:9; Juan 8:58; 10:30-34; Heb. 1:8). El es plenamente Dios y plenamente hombre (Col. 2:9); así, tiene dos naturalezas, la de Dios y la humana. Decididamente, no es "mitad Dios, mitad hombre". Nunca perdió su divinidad, ni hubiese podido hacerlo.Continuó existiendo como Dios cuando se encarnó y agregó la naturaleza humana a Su eterna naturaleza divina (Fil. 2:5-11). Consecuentemente, en Jesucristo está la "unión, en una sola persona, de una plena naturaleza humana y una plena naturaleza divina". Ahora mismo, en el cielo hay un hombre, Jesús, quien es nuestro Mediador entre el Padre y nosotros (1 Tim. 2:5) y nuestro Abogado ante el Padre (1 Juan 2:1). Para información relacionada sobre Jesús y Sus dos naturalezas vea también Encarnación; sobre los errores concernientes a sus dos naturalezas, vea Eutiquianismo, Monofisismo, y Nestorianismo.

Jesús como Dios Es adorado (Mat. 2:2,11; 14:33).Se le ora (Hech 7:59).No tuvo pecado (1 Ped. 2:22; Heb. 4:15).Es omnisciente (Juan 21:17).Da vida eterna (Juan 10:28).En El habita la plenitud de la Deidad (Col.2:9).

Jesús como hombre Adoró al Padre (Juan 17).Oró al Padre (Juan 17:1). Fue tentado a pecar (Mat. 4:1). Creció en sabiduría (Luc. 2:52). Pudo morir (Rom. 5:8). Tiene un cuerpo de carne y hueso (Luc 24:39).

B. DEFINICIONES DE TEOLOGÍAEmpecemos con nuestro estudio al ver cómo algunos teólogos han definido teología.

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Definiciones Típicas de Teología Pueda parecer extraño decir esto, pero según Romanos 1:18-20, cada persona hace teología en algún sentido. Como dicen estos versículos: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." El griego que utiliza Pablo aquí para decir ¡Porque la ira de Dios se revela desde el cielo! sugiere que la ira de Dios esta· revelándose en la naturaleza ahora mismo.

Por supuesto, nuestra meta principal es hacer un intento serio y concentrado de estudiar la teología. Por lo tanto debemos avanzar más allá· de las observaciones teológicas que hace todo el mundo y enfocarnos en las definiciones de ¡teología ofrecidas por algunos teólogos representativos.

Tomas de Aquino Tomas de Aquino definió teología como: “Una ciencia unificada en la que se tratan todas cosas bajo el aspecto de Dios porque son Dios mismo o porque se refieren a Dios”. Generalmente utilizamos la palabra “ciencia” en una forma distinta a las personas educadas del pasado. Lo que llamamos “ciencia” hoy en día (p.ej. materias como la química física, biología, astronomía, etc.) se solía conocer en el pasado como ¡filosofía natural!

Charles Hodge Es interesante notar que aunque Hodge vivió varios siglos después de Tomas de Aquino, Él definió “teología” de una forma similar. Por ejemplo, ambos usaron la palabra “ciencia”, aunque el uso de Hodge de la palabra, se acerca más a la definición moderna de la palabra, que la definición de Aquino. Según Hodge, teología es: “La ciencia de los hechos de revelación divina como esos hechos conciernen a la naturaleza de Dios y nuestra relación con Él”.

“La Biblia no es más que un sistema de teología, así como la naturaleza es un sistema de química o de mecánica. Encontramos en la naturaleza los hechos que el químico o el filósofo mecánico tienen que examinar para determinar las leyes por las cuales se determinan. Así que, la Biblia, contiene la verdad que el teólogo tiene que coleccionar, autenticar, organizar y exhibir en su relación entre el uno y el otro”.

La Teología Cristiana ha sido definida de diversas maneras; sin embargo, una de las definiciones más comprehensivas y adecuadas ha sido formulada por William B. Pope, quien la define como “la ciencia de Dios y de las cosas divinas, basada en la revelación hecha al hombre por medio de Jesucristo y sistematizada en sus varios aspectos dentro de la Iglesia Cristiana”.

Según Clarke, “la Teología Cristiana es el tratamiento intelectual de la religión Cristiana”. El Dr. A.M. Hills afirma que “la teología es un discurso acerca de Dios en relación con los seres morales y Su universo creado”.

La definición de Pope ha sido reconocida como una de las mejores y sería bueno recordarla.

El Dr. Wiley afirma que una definición adecuada de la Teología Cristiana es “ la presentación sistemática de las doctrinas de la Fe Cristiana”. Tendemos a concordar en que esta es una definición aceptable.

C. Naturaleza y alcance de la teología

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El estudio de la Teología Cristiana debe ser expandido para abarcar un amplio círculo de investigación, y luego sistematizado de acuerdo con los principios considerados como dominantes en la historia del pensamiento Cristiano. Si la definición de Pope es analizada cuidadosamente, se notará que incluye las siguientes materias de estudio:Primero, Dios como la fuente, el objeto y el fin de toda la teología. Segundo, la Religión como lo que proporciona una conciencia básica en el hombre, sin la cual no puede haber en la naturaleza humana capacidad para recibir la revelación espiritual de la verdad divina.Tercero, la Revelación como la fuente primaria de los hechos a partir de los cuales se construye la teología sistemática.Cuarto, la relación de estos hechos con Jesucristo, el Verbo Personal y Eterno en la revelación de Dios.Quinto, el desarrollo y la sistematización de la teología en la Iglesia como la expresión de su vida Cristiana, bajo el inmediato control y supervisión del Espíritu Santo.Sexto, la Teología Cristiana debe ser considerada en su relación con el pensamiento contemporáneo.

D. Requisitos cualitativos para el estudio de la teologíaa.- Tener cierta inclinación espiritual. Es decir una disposición o inclinación espiritual que es en su naturaleza más íntima, una expresión de la realidad del reino de Dios centralizada en la persona y obra de Jesucristo.b.- Un espíritu de humildad reverente. Es decir su actitud debe ser lo puesto a la suficiencia propia. Ser un investigador humilde ante los ministerios de la encarnación y la expiación, que nos llevan a quitar los zapatos de nuestros pies.c.-Tener un amor sincero a la verdad por la verdad misma. d.- Tener un espíritu de confianza. Es decir debe creer que bajo la iluminación del Espíritu de Dios, puede encontrarse con la verdad que a su vez proporciona la sustancia de la teología.e.- Tener un celo profesional. “Debe sentir y vivir, día tras día y semana tras semana, como si la teología fuera su propio y más preciado trabajo, dándole lo mejor de su tiempo y facultades y una labor paciente”.

Otros requisitos:a.- Un conocimiento adecuado de la biblia, la Palabra de Dios.b.- Un entendimiento amplio de otros campos del conocimiento, en materias como lo son, Filosofía, historia, religión y psicología.c.- Una mente disciplinada.

E. Divisiones principales de la teologíaTodo el campo de la teología puede ser dividido ampliamente en (I) Teología Cristiana y (II) Teología Étnica. Por Teología Étnica entendemos las enseñanzas abrazadas por las religiones no cristianas, en oposición a la revelación de Dios en Cristo. Los pueblos no Cristianos tienen sus doctrinas acerca de Dios, o de los dioses, y de las cosas que para ellos son sagradas. Éstas deben ser clasificadas como teologías. Para los cristianos, el valor de esta teología étnica es básicamente ilustrativo, puesto que establece las diferencias fundamentales entre el Cristianismo y el paganismo. A través de este contraste el Cristianismo se muestra no sólo como una religión que ha alcanzado un nivel más alto en su desarrollo natural, sino como una religión que es única por cuanto es una revelación de Dios al hombre, en vez de un producto del hombre en su estado de barbarismo. Las grandes doctrinas del Cristianismo son vistas con mayor claridad cuando se colocan lado a lado con las deformidades del paganismo.La Teología Cristiana, como una ciencia positiva, por lo general se conforma a las cuatro divisiones principales de la Teología: Bíblica (también llamada Exegética), Histórica,

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Sistemática y Práctica. La Teología Protestante, la cual se basa enfáticamente en la Biblia como la Palabra de Dios, no puede sino establecer la Teología Exegética como una división separada y distinta, asignando a las Escrituras una posición dominante e irrestricta en la esfera del pensamiento teológico. De otra forma, la teología puede tornarse filosófica y vana, en vez de bíblica y vital. La Teología Exegética debe tomar en cuenta la progresión histórica y los eventos registrados de la historia sagrada, para convertirse, por lo tanto, en la base para la interpretación de toda la historia. La organización lógica de las verdades reveladas establecidas en la historia sagrada da lugar a la Teología Bíblica. Partiendo de la Teología Exegética (Bíblica), a través de este proceso de organización lógica, se nos da una idea clara de la conexión que traza el progreso del desarrollo histórico hasta nuestros días por medio de la Teología Histórica; se combinan las verdades dadas en una imagen mental ordenada, por medio de la Teología Sistemática; y a partir de ella la Teología Práctica hace las deducciones necesarias para convertir la teoría en práctica. Por lo tanto, la Teología Cristiana viene a ser un Organismo de Verdad. En nuestra consideración posterior de las formas de la teología observaremos estas cuatro divisiones establecidas en nuestro esquema.

TEOLOGÍA EXEGÉTICALa Teología Exegética, o Teología Bíblica, como frecuentemente se le llama, es el estudio de los contenidos de las Escrituras, exegéticamente determinados y clasificados de acuerdo con las doctrinas. Para los griegos, el término “exegeta” se refería a alguien cuyo oficio era interpretar el mensaje de los oráculos al pueblo, con el fin de lograr en el pueblo el entendimiento y comprensión del mensaje. Por lo tanto, la Teología Exegética abarca un extenso campo de interpretación, que comprende las Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamentos, y que es comúnmente organizada en dos divisiones principales:(I) Introducción Bíblica y (II) Exégesis o Interpretación Bíblica.

1. Introducción Bíblica. Este departamento incluye todos los estudios preliminares que sirven de introducción al trabajo exegético. El término más antiguo utilizado para designar este departamento era Isagógica, el cual incluía cuatro ramas de estudio: (a) Arqueología Bíblica, el estudio complementario de los hábitos y costumbres de los pueblos antiguos; (b) Canónica Bíblica, el estudio del canon de las Escrituras tal como era entendido por los antiguos Judíos, por los primeros Cristianos, y por las Iglesias Romana y Protestante; (c) Criticismo Bíblico, incluyendo el criticismo bajo o textual, cuyo objetivo era corroborar la correcta lectura del texto; y el criticismo alto, con frecuencia confundido con criticismo destructivo, el cual trata con la autoría, la fecha y la autenticidad de los libros de la Biblia, las circunstancias en las que fueron escritos, la motivación y el objetivo por los que fueron escritos; y (d) Hermenéutica Bíblica, o la ciencia de las leyes y los principios que subyacen a la correcta interpretación. 2. Exégesis Bíblica. Bajo esta división se incluye la interpretación, la exposición y la aplicación de las Escrituras. Dos cosas son esenciales: (a) un conocimiento interpretativo de los lenguajes sagrados y los lenguajes relacionados, y un entendimiento adecuado de arqueología oriental; y (b) el método de exégesis es igualmente importante. En diferentes períodos de la historia de la Iglesia diversos métodos de interpretación han dominado, tales como el método alegórico, el catenista, el dogmático, el pietista, el racionalista y el espiritualista.3. Historia de la Exégesis. Los estudios exegéticos tienen una historia que debe ser considerada de acuerdo con los diversos análisis o planes de interpretación. Entre estos destacan: (a) la exégesis Judía; (b) la exégesis del Cristianismo temprano; (c) la exégesis Patrística; (d) la exégesis Medieval; y (e) la exégesis de la Reforma. El trabajo exegético realizado por los estudiosos británicos y americanos es abundante y valioso, pero no cae dentro de ningún grupo distintivo.

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TEOLOGÍA HISTÓRICALa Teología Histórica en ocasiones se amplía para incluir todo el ámbito de la historia eclesiástica, pero en su sentido más estricto se refiere solamente al desarrollo histórico de la doctrina Cristiana y su influencia sobre la vida de la Iglesia. Incluye dos secciones: (1) Bíblica, la cual se limita a las porciones históricas de las Sagradas Escrituras; y (2) Eclesiástica, la cual traza el desarrollo de la doctrina en la Iglesia desde el tiempo de los apóstoles hasta el presente.1. Historia Bíblica. Esta sección comprende el estudio de las porciones históricas del Antiguo y el Nuevo Testamentos, y de la historia contemporánea a dichas porciones, por cuanto puede servir para arrojar luz con respecto a los relatos bíblicos. En el sentido más limitado del término, la Historia Bíblica tiene que ver primordialmente con los hechos y acontecimientos que se relatan en la Biblia, en la medida en que éstos se relacionan con el plan divino para la redención de la humanidad. La Dogmática Bíblica, por otra parte, se dedica al estudio de los contenidos doctrinales de las Escrituras presentados en el orden de su desarrollo histórico.2. Historia Eclesiástica. El objeto de estudio en esta sección es considerado como Historia de la Iglesia cuando trata con los eventos externos en la lucha de la Iglesia con el mundo, el desarrollo de sus instituciones y sus logros espirituales.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICALa Teología Sistemática organiza en orden lógico los materiales proporcionados por la Teología Exegética y la Teología Histórica; y lo hace con el fin de promover un estudio más completo y la aplicación práctica del mismo. Por lo tanto, puede ser definida como “la presentación científica y relacionada de la doctrina Cristiana con respecto a la fe y la moral”. Podemos describirla como la filosofía de la vida Cristiana. La Teología Sistemática no se interesa solamente en la fe, sino también en la práctica. Enfatiza el arrepentimiento tanto como la fe. Por lo tanto, debe incluir tanto la Dogmática como la Ética. La Dogmática representa la vida en su relación trascendente con Dios, la base eterna de su existencia; la Ética representa la vida de acuerdo con su relación inmanente con el mundo del hombre.La Teología Sistemática se divide en tres áreas: (I) Dogmática; (II) Ética; y (III) Apologética.1. Dogmática. La Dogmática Cristiana se define como la rama de la teología que trata con las doctrinas de la fe Cristiana sostenidas por la comunidad de los creyentes, en otras palabras, por la Iglesia. La Teología Sistemática no parte de los símbolos, sino de las Escrituras. Lo primero que pregunta no es lo que la Iglesia ha creído, sino cuál es la verdad de la Palabra revelada de Dios. Puesto que la Dogmática Cristiana constituye el punto central de toda la teología, ha venido a ser identificada en el pensamiento contemporáneo con la Teología Sistemática misma.2. Ética. La segunda rama principal de la Teología Sistemática es la Ética Cristiana, anteriormente conocida como Filosofía Moral. La Ética Cristiana puede ser correctamente definida como la ciencia de la vida Cristiana. En el esquema evangélico, la Dogmática y la Ética están estrechamente relacionadas.3. Apologética. La tarea de la Apologética Cristiana es justificar la verdad de la religión Cristiana ante el tribunal de la razón humana. Tiene además la tarea de probar que la religión Cristiana es la única manifestación verdadera y perfecta de Dios al hombre en la Persona de Jesucristo. Hay dos ramas similares de la teología que están íntimamente relacionadas con la apologética: (1) la Polémica, o el estudio de las diferencias doctrinales; y (2) la Irénica, o el estudio de la armonía doctrinal con el fin de promover la unidad Cristiana.

TEOLOGÍA PRÁCTICALa Teología Práctica se interesa en la aplicación práctica de las verdades descubiertas por las ramas precedentes del estudio teológico, y en sus valores prácticos en la

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renovación y la santificación del hombre. La organización de las áreas clasificadas dentro de esta división varía grandemente, pero por lo general se incluyen las siguientes: (1) Homilética, que trata con la composición y la entrega de los sermones; (2) Teología Pastoral, que se interesa en las aptitudes del ministro a cargo de una iglesia o misión; (3) Catequesis, que tiene que ver con la instrucción de los jóvenes, ya sea en edad o en su experiencia Cristiana, como preparación para la membresía dentro de la iglesia; (4) Liturgia, que trata con la conducción de los servicios regulares y especiales de la iglesia; (5) Evangelismo, término aplicado a las Misiones Locales y Extranjeras, y a aquellas formas de trabajo local o general que tienen que ver directamente con la propagación del evangelio y la salvación de los hombres; y (6) Eclesiología, comúnmente conocida como Canónica o Política de la Iglesia, que es el estudio de las diversas formas de organización de la iglesia, incluyendo el derecho canónico.El conocimiento de las distintas divisiones de la teología es de suma importancia, especialmente para aquellos a quienes Dios ha llamado al ministerio. La Teología Exegética provee las fuentes autoritativas; la Teología Histórica da perspectiva y balance; la Teología Sistemática provee los estándares doctrinales de la iglesia; la Teología Práctica procura hacer efectivo el conocimiento obtenido en las ramas anteriores. Sin este marco completo de la ciencia teológica no puede haber verdadera perspectiva, ni un conocimiento balanceado, ni estándares autoritativos, ni tampoco, por ende, ministerio altamente efectivo.

F. Métodos de organización y presentación de la teologíaPrincipales divisiones de la teología sistemática. a) Bibliología: estudio de las verdades esenciales concernientes a la Biblia. b) Teología Propia: Estudio tocante a las verdades de Dios - Padre, Hijo y E. S. c) Teología del Pacto: Verdades concernientes a las formas de relación de Dios con su creación, su origen, unidad y destino, sus decretos y obras. d) Antropología: Estudio concerniente a las verdades del hombre. e) Hamartología: (Gr. hamartía: no dar en el blanco = pecado), estudio concerniente al pecado su génesis, y consecuencias. f) Soteriología: (Gr. sotería: salvación), estudio de las verdades concernientes a la salvación de la creación de su estado pecaminoso. g) Eclesiología: (Gr. ekklesia = ek - de; klesia - Llamar = llamados de, otro uso asamblea de los llamados de, equivalente del Heb. qahal y edha) estudio concerniente a las verdades de la iglesia, cuerpo de Jesucristo. h) Escatología (Gr. eschata o eschatos: último) estudio de las verdades acerca de las cosas de los últimos tiempos. i) Angelología: (Gr. gagüelos: mensajero divino), estudio concerniente a los ángeles j) Demonología: (Gr. Daimonión = espíritu maléfico de naturaleza divina), estudio concerniente a las verdades acerca de los demonios. k) Cristología: (Gr. Cristos = el ungido), estudio acerca de la persona y obra de Jesucristo. l) Neumatología: (Gr. neuma = espíritu), estudio acerca de la concerniente a la persona del Espíritu Santo, su obra, sus dones y ministerios.

G. Fuente primaria de la teologíaFuentes Autoritativas. La Teología Cristiana, como la ciencia de la única religión verdadera y perfecta, se basa en los archivos documentales de la revelación de Dios de Sí mismo en Jesucristo. Así que la Biblia es la única Regla Divina de fe y práctica, y la única fuente primaria de autoridad de la teología Cristiana.Al considerar las fuentes autoritativas de la teología, sólo hay un camino seguro a seguir – las Escrituras deben ser nuestra única norma de fe y práctica. Aquello que no se encuentra en las Escrituras, o que no puede ser probado por ellas, no puede ser aceptado

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como un artículo de fe. Las Escrituras, tal como las conocemos, condensan todas las enseñanzas de Cristo, unificándolas y expandiéndolas a su pleno significado por la inspiración del Espíritu Santo. De este modo, ninguna fuente futura puede colocarse por encima de la fuente de toda verdad – el manantial abierto por Dios en Sí mismo. Para nosotros, por lo tanto, “la Biblia significa toda la revelación, y toda la revelación significa la Biblia”.

H. Fuentes secundarias de la teología cristianaSi bien es cierto que el Protestantismo reconoce a las Sagradas Escrituras como la autoridad suprema y primordial en la Iglesia, también toma en consideración que existen otras fuentes subsidiarias o secundarias de gran valor para la determinación de la Dogmática Cristiana. Dentro de estas fuentes secundarias y subsidiarias se pueden mencionar, primero, la Experiencia, la cual se conoce comúnmente como la fuente vital de la teología, por cuanto condiciona la correcta aprehensión de sus verdades; segundo, las Confesiones o Artículos de Fe, los cuales constituyen la cristalización de las creencias de períodos o grupos particulares, y generalmente se conocen como la fuente tradicional; tercero, la Filosofía, la cual es la fuente formal de la teología; y cuarto, la Naturaleza, como una fuente fundamental y condicionante.

1. La Experiencia. Es necesario aclarar que nuestro uso del término “experiencia” no se refiere meramente a la experiencia humana de la persona no regenerada; sino que se refiere a la experiencia Cristiana, en el sentido de una impartición de vida espiritual por medio de la verdad, y efectuada por el Espíritu Santo. El Nuevo Testamento declara que el conocimiento espiritual de las cosas divinas sólo es posible sobre la base de un contacto personal con Dios por medio del Espíritu. Nuestro Señor enfatizó esta gran verdad cuando dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17). Aquí Cristo afirma que el conocimiento de Dios no se obtiene a través de la investigación científica ni de la especulación filosófica, sino por medio de relaciones éticas y espirituales correctas. El conocimiento personal no se logra por medio de procesos lógicos, sino a través de contactos espirituales. Nuestro Señor indica que el eje del conocimiento personal es una voluntad obediente, y que el lazo de simpatía cada vez más profundo hace posible una comunión más íntima y un enriquecimiento del conocimiento personal. Este conocimiento ético que surge de la obediencia a la fe es un conocimiento de Dios rudimentario pero verdadero, y es por lo tanto una fuente subsidiaria de la teología Cristiana.

2. Confesiones y Credos. La palabra “credo” se deriva del latín credo, que se traduce como “yo creo”, y significa una confesión de fe o artículos de creencia. Las confesiones pueden ser individuales o colectivas. Como formulaciones colectivas de una fe común, las confesiones son testimonios públicos concernientes a la manera en la que las doctrinas de las Sagradas Escrituras son entendidas y enseñadas por la Iglesia. Los credos no le son impuestos a la Iglesia desde afuera, sino que crecen dentro de ella. Por lo general inician como convicciones individuales que gradualmente obtienen reconocimiento oficial. Al ser el fruto de la experiencia, tales confesiones representan una experiencia colectiva o corporativa, corroborada y comprobada por un grupo más amplio de creyentes. Son el fruto de la vida religiosa, la cual debe su origen a Jesucristo, a través del Espíritu, y por lo tanto deben ser considerados, en un sentido subsidiario, como verdaderas fuentes de la teología. Son las conclusiones a las cuales la Iglesia ha llegado en su interpretación de la Palabra de Dios y en su defensa contra los errores. En el desarrollo de los credos, cualquier falta de balance entre el principio formal y el material sale a la luz con toda claridad. Cuando el principio formal domina y la experiencia Cristiana es opacada, el credo deja de ser una confesión genuina y se convierte en un símbolo o una norma de fe. Este desvío desde la experiencia espiritual vital hacia el enunciado formal siempre se ocurre de manera lenta e imperceptible, y en la transición

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el credo pierde mucho de su libertad y espontaneidad inicial, y viene a ser cada vez más elaborado en su carácter.Los credos y confesiones tienen cuatro objetivos: primero, dar testimonio vivo de la verdad; segundo, testificar contra el error; tercero, proveer un lazo de unión entre aquellos que comparten la misma creencia; y cuarto, proveer un medio para continuar la sucesión de aquellos unidos por la creencia, y para instruir a éstos y a sus hijos. La relación entre los credos y las Escrituras consiste en que los credos están diseñados para expresar la verdad escritural en relación a los errores, las carencias y las preguntas de la época.Se puede decir que los tres Credos Ecuménicos preservan la sustancia de la fe de la Iglesia Primitiva antes de dividirse. Estos son: (a) El Credo de los Apóstoles; (b) El Credo Niceno; y (c) El Credo Atanasiano.

(a) El Credo de los Apóstoles. Visto desde la perspectiva de la organización sistemática, el Credo de los Apóstoles es una ampliación de la fórmula bautismal, y sus tres divisiones corresponden a la mención del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Sin embargo, debe ser considerado como un resumen de hechos más que como una interpretación teológica; y no fue escrito por los apóstoles, pero se le dio ese nombre porque representa un resumen de sus enseñanzas. Al parecer, en la Iglesia Primitiva existía cierta fórmula de declaración de creencia que debía ser confesada para ser admitido en la sociedad de creyentes. La Iglesia había recibido el mandato de los apóstoles de apegarse a la forma de palabras verbalizadas, y de guardar “el depósito”. Había dos tipos de fórmulas: (1) El Kerygma, el cual consistía en un registro condensado de la vida de Cristo; y (2) la forma Trinitaria – la cual se condensa en la formulación del credo tal como lo conocemos hoy en día. En su forma definitiva, el Credo de los Apóstoles es el credo bautismal occidental. Su formulación data de los años 100 a 150 d.C. y es prácticamente la misma que conocemos actualmente. ¡El Credo de los Apóstoles ha sido abrigado por la Iglesia por más de mil años! Se ha dicho, con toda propiedad, que este credo debería ser atesorado en el corazón y en la mente de todos los creyentes y que debería estar constantemente en sus labios. El credo es el siguiente:“Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro;

que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; ascendió al

cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, de donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo, y la vida perdurable. Amén.”

(b) El Credo Niceno. Hay una interesante historia vinculada a este credo, que fue adoptado en el Primer Concilio Ecuménico, realizado en Nicea de Bitinia durante el verano del año 325 d.C. El Concilio fue convocado por el Emperador Constantino, quien en ese momento no era un Cristiano bautizado, pero esperaba que esta medida restaurara la paz a la Iglesia, la cual estaba sumamente perturbada por la controversia suscitada por el arrianismo. Al Concilio asistió un gran número de obispos de Egipto y Asia Menor, y algunos de las provincias ubicadas más allá del Bósforo. Otras regiones también estuvieron representadas, y hubo además un importante número de obispos misioneros de regiones fuera del Imperio Romano. Las listas de nombres de los asistentes especifican solamente alrededor de doscientas veinte personas, pero Eusebio, el historiador, quien estuvo presente en el Concilio, habla de más de doscientas cincuenta personas.Constantino y Atanasio afirmaron que los presentes eran más de trescientos y, a pesar de las muchas controversias con respecto al número de asistentes, a este Concilio se le llama “el Concilio de los trescientos dieciocho santos padres”. El texto del credo original difiere en

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unos pocos puntos del texto final que vino a ser universalmente utilizado en la Iglesia. El texto generalmente aceptado dice de la siguiente manera:“Creo en un Dios, el Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles.

Creo en un Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, nacido de Su Padre antes de todos los mundos, Dios de Dios, Luz de Luz, el verdadero Dios del verdadero Dios, engendrado, no hecho; siendo de una misma substancia con el Padre; por quien todas las cosas fueron hechas; quien por nosotros los humanos y por nuestra salvación bajó del cielo, y se encarnó por el Espíritu Santo en la Virgen María, y fue hecho hombre; fue crucificado también

por nosotros bajo el poder de Poncio Pilato; sufrió la muerte y fue sepultado; al tercer día resucitó de acuerdo con las Escrituras; ascendió a los cielos; está sentado a la diestra del Padre; y vendrá otra vez con gloria a juzgar a los

vivos y a los muertos, y cuyo reinado no tendrá fin.Creo en el Espíritu Santo, el Señor y Dador de la vida, que procede del Padre y del Hijo, que es adorado y glorificado juntamente con el Padre y el Hijo; quien habló por los profetas. Creo en una Iglesia Universal

Apostólica; reconozco un bautismo para la remisión de los pecados; espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero. Amén”.

Se puede notar que este credo es sólo una ampliación de las tres divisiones del Credo de los Apóstoles, el cual, a su vez, era una ampliación de la fórmula bautismal.

(c) El Credo Atanasiano. El Credo Atanasiano es un documento escrito en latín, cuya fecha es incierta. Con frecuencia se le atribuye a Vicente de Lerins en el siglo V, otros lo atribuyen a Hilario, Obispo de Arles (449 d.C), o a Vigilio, Obispo de Tapsus, en Africa; mientras que Gieseler piensa que se originó en España durante el siglo VII. Es una ampliación mayor del Credo de los Apóstoles, y es mucho más explícito en sus enseñanzas con respecto a la Trinidad y la Encarnación que aquellos que lo preceden. Este credo nunca fue adoptado por un concilio general, pero fue reconocido en el siglo VII como uno de los símbolos ecuménicos. Con respecto a la excelencia comparativa de los tres credos, ha sido generalmente reconocido que el Credo de los Apóstoles sobresale por su antigüedad tradicional, el Credo Niceno se distingue por su estatus dogmático formal, y el Credo Atanasiano se destaca por la plenitud de sus declaraciones explícitas. Sin embargo, el Credo Atanasiano es demasiado largo para el uso común; los estudiantes lo pueden encontrar en las páginas 46 a 48 del libro de texto.

3. La Filosofía. La filosofía es la fuente formal de la teología. Su validez como fuente subsidiaria de la teología descansa únicamente en el hecho de que tiene el poder de sistematizar y racionalizar la verdad, de modo que pueda ser presentada a la mente en una forma propicia para su asimilación.El Cristianismo tuvo su origen en un mundo caracterizado no sólo por antiguas formas de religión, sino también por antiguos sistemas de filosofía. Así, el Cristianismo entró en conflicto simultáneamente con la religión y la filosofía paganas. El Cristianismo se introdujo como un sistema de verdad revelada, la cual, al provenir del Dios verdadero, afirmaba su autoridad absoluta. Esta revelación se enfrentaba a las pretensiones de la razón humana, por lo cual de inmediato entró en conflicto con la filosofía de la época.

4. La Naturaleza como Fuente Fundamental de la Teología. Las Escrituras reconocen el hecho de que la naturaleza revela a Dios, no sólo por las frecuentes referencias a la obra de la naturaleza, sino también por afirmación directa. El Salmo 19:1-4 afirma: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol”.El Apóstol Pablo, en su discurso en Listra (Hechos 14:15-17), y también en su discurso en Atenas (Hechos 17:22-34), hace ver con claridad que la naturaleza revela a Dios lo suficiente para guiar a los hombres a buscar y a adorar a Dios. Es en la introducción de su Epístola a los Romanos que Pablo escribe su más clara declaración sobre la revelación

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natural, y también define sus limitaciones. En Romanos 1:19-21 leemos: “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. De allí se desprende que no se puede dudar que Dios se revela a Sí mismo suficientemente a través de sus obras, de modo que establece en la naturaleza un fundamento sólido para la Teología. No obstante, Dios limita el alcance de esta revelación a un conocimiento de “su eterno poder y deidad” – esto es, Su existencia y personalidad. Los hombres pueden ser guiados por la naturaleza a buscar a Dios, a tener conciencia de Él, pero sólo a través de la revelación de Su Palabra pueden los hombres encontrar a Dios en el conocimiento de la salvación. Los racionalistas pueden afirmar que la luz de la naturaleza es suficiente para alcanzar la salvación, pero todas las ramas de la Iglesia histórica lo niegan. Ningún hombre puede afirmar lo que es necesario para la salvación, ni que la salvación es posible aparte de una revelación sobrenatural.

I. Desarrollo histórico de la teología cristianaTanto como maestra y como defensora de la Fe, la Iglesia Cristiana estuvo desde sus inicios bajo la necesidad de crear una teología, tanto para instruir a sus convertidos, como para defender la Fe contra el error. Así, la primera y más simple forma de teología fue llamada la doctrina de los Apóstoles. Esta se encuentra en los escritos de los primeros Padres, era una forma de teología Expositiva y práctica, tendiente a la edificación del rebaño. Luego surgió la teología Catequésica, para la instrucción preliminar de los convertidos, con el fin de prepararlos para el bautismo, conducida por los pastores y formulada en el Catecismo permanente de la Iglesia. Sobre estas dos formas preliminares de teología se establecieron los cimientos de la posterior Teología Bíblica. A su vez, surgió la necesidad de hacer defensa de la verdad, pues diversas herejías estaban apareciendo dentro de la comunidad, lo cual planteó el deber de reivindicar e interpretar la Fe en contraposición a tales herejías. Esta obligación dio lugar a la Apologética, en todas sus ramas, conocida en tiempos modernos como Evidencias. La Apología se refiere a la posición de la sociedad Cristiana ante los desafíos que el mundo le plantea. Las Evidencias pertenecen al carácter emprendedor y misionero de la defensa y la propagación de la Fe. La Apologética introdujo lo que se conoce como Teología Dogmática, la cual fue enseñada primeramente en los Credos que ya hemos estudiado – el Credo de los Apóstoles, el Credo Niceno y el Credo Atanasiano. De este modo llegamos al inicio de las cinco eras en el desarrollo de la doctrina Cristiana. No pretendemos sobrecargar nuestra mente con los aspectos específicos de cada una de estas eras; no obstante, todas ellas han hecho una contribución significativa al pensamiento teológico a lo largo de los siglos y han ejercido influencia sobre dónde estamos y lo que creemos hoy en día. Por lo tanto, procedemos a considerar las eras tradicionales, seguidas por lo que llamamos los Períodos.

Las Cinco Eras en el Desarrollo de la Doctrina CristianaI. Años 70 – 254 d.C. La Era de la Apologética. La principal tarea de la mente teológica durante esta era fue defender el Cristianismo contra la infidelidad presente fuera de la Iglesia.II. Años 254 – 730 d.C. La Era de las Polémicas o Controversias. Durante este período la tarea principal de la mente teológica fue mantener el Cristianismo contra las herejías que surgieron dentro de la Iglesia.

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III. Años 730 – 1517 d. C. La Era de la Sistematización de los Resultados Pasados, o del Escolasticismo, en el significado más amplio de la palabra.IV. Años 1517 – 1720 d. C. La Era de la Controversia de Credos.V. Años 1720 al cierre del siglo XIX. La Era de la Filosofía sobre el Cristianismo. Este período se caracteriza por la crítica y la especulación, la reconciliación de la fe con la ciencia, y de la razón con la revelación.

Al estudiar el desarrollo de la teología en la Iglesia, consideramos:Los Períodos en el Desarrollo de la Doctrina CristianaI. Años 70 – 730 d.C. El Período Temprano.II. Años 730 – 1517 d.C. El Período Medieval o Escolástico.III. Años 1517 – 1600 d.C. El Período de la Reforma.IV. Años 1600 – 1800 d.C. El Período Confesional.V. Años 1800 hasta el Presente. El Período Moderno.

I. El Período TempranoEl Período Temprano es particularmente el de los Padres de la Iglesia. Dichos Padres Apostólicos son aquellos de los siglos I y II, que se sabe que estuvieron personalmente asociados con los Apóstoles o que fueron directamente influenciados por ellos, de modo que sus escritos emanan el mismo espíritu de las últimas epístolas del Nuevo Testamento. Durante este período encontramos nombres tan reconocidos como Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, Policarpo (Obispo de Esmirna), Papias (Obispo de Hierápolis), e Ireneo (Obispo de Lyon). Más tarde, durante lo que se conoce como el período Apologético del Período Temprano, encontramos hombres como Justino Mártir, Clemente de Alejandría, Tertuliano, Cipriano, Orígenes, Ario, Agustín y Juan de Damasco.La historia de la teología en la Iglesia es una materia muy extensa y trataremos de estudiarla muy brevemente. Durante los primeros siete siglos de la Era Cristiana, los padres de la Iglesia se dedicaron paciente y perseverantemente a definir y explicar los materiales de la teología Cristiana, lo cual en muchas ocasiones les llevó a enfrentar el martirio. Tuvieron que enfrentarse al paganismo fuera de la Iglesia, y a numerosas herejías (errores) dentro de la misma. La mayoría de ellos fueron hombres de gran talento y profunda devoción. La teología era asunto de corazón y vida para estos defensores de la fe. El Período Temprano se destaca por la realización de siete Concilios Ecuménicos, seis de los cuales fueron convocados para discutir asuntos de doctrina.Estos Concilios le dieron a la Iglesia las declaraciones de doctrina claras y concisas sobre las cuales se ha edificado la teología de la Iglesia.Dentro de los escritores más importantes de este período tenemos a Orígenes, cuyos Primeros Principios, escritos alrededor del año 218 d.C., constituyen el primer intento formal de teología sistemática; Agustín, cuya influencia en el pensamiento teológico tiene mucho peso hasta hoy; y Juan de Damasco, cuyo Resumen de la Fe Ortodoxa es considerado como la primera obra digna de ser reconocida como teología sistemática. Juan de Damasco fue el gran teólogo de la Iglesia Católica Griega. Era conocido con el nombre de “Manantial de Oro” (Crisorroas – literalmente, “destilando oro”), por “causa de aquella gracia de espíritu que brilla cual oro en su doctrina y en su vida”.

II. El Período MedievalEste período abarca alrededor de siete siglos, desde la muerte de Juan de Damasco hasta el inicio de la Reforma, en la primera parte del siglo XVI. Este período estuvo marcado por constantes disensiones tanto en la Iglesia como en el estado. Destaca de manera particular la controversia que se dio en la Iglesia de Oriente, entre los Iconódulos y los Iconoclastas. Dicha controversia surgió con relación a las imágenes, en la cual los Iconódulos, que adoraban las imágenes, triunfaron sobre los Iconoclastas, que

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procuraban destruir las imágenes. Primordialmente este fue un período en el cual los doctores y eruditos se ocuparon activamente en la tarea de desarrollar sistemas bien ordenados de pensamiento teológico. La teología de Oriente era contemplativa y mística, y procuraba enseñar más por el símbolo que por el credo; la teología de Occidente era más analítica y progresiva y enseñaba más por medio de la presentación lógica de la verdad tal como se encuentra en los credos y confesiones.La última parte de este período, conocida como la Era Escolástica, alcanzó su clímax en el siglo XIII, cuando la teología del período fue coordinada y sistematizada por medio de un nuevo principio derivado de la filosofía aristotélica. El despertar de los seguidores de Mahoma en el Oriente ocasionó en gran medida la transferencia de la teología de las iglesias a las escuelas de Occidente.Dentro de los grandes nombres asociados con esta fase del desarrollo de la teología podemos mencionar a Anselmo, Abelardo, Pedro Lombardo y Tomás de Aquino. Los Cuatro Libros de Sentencias de Pedro Lombardo incluían un arreglo sistemático y ordenado de citas de los escritos de Agustín y de otros Padres de la Iglesia, y fueron usados como libro de texto para el estudio de la teología por más de quinientos años. La Summa Theologica de Tomás de Aquino representa el punto culminante de la obra teológica en el Período Escolástico. Esta obra se considera todavía como la norma en la Iglesia Católica Romana. Se dice que Tomás de Aquino planteó diez mil objeciones a sus propias ideas y respondió a todas ellas – al menos a su propia satisfacción. Su trabajo en el campo de la filosofía, la teología y la exégesis fue monumental, a pesar de que murió poco antes de cumplir cincuenta años.

III. El Período de la ReformaEl Período de la Reforma fue un período de controversias y formulaciones de credo que marcaron la transición del mundo medieval al mundo moderno. La separación de la Iglesia en dos grandes divisiones, el Catolicismo Romano y el Protestantismo, dio origen a dos tipos de teología radicalmente diferentes. Aunque éstos tienen varios elementos en común, también hay diferencias muy marcadas en casi cada punto esencial de su teología. El Protestantismo adoptó ciertas declaraciones doctrinales de los inicios de la Iglesia, tales como el Credo Niceno, y la mayor parte de la doctrina de Agustín con respecto al pecado y a la gracia. Rechazó la autoridad absoluta de la tradición, así como las recomendaciones de los concilios eclesiásticos. Sostuvo que las Sagradas Escrituras son la suprema autoridad en lo que respecta a la fe y a la moral, y se afirmó en la doctrina de la justificación por la fe.La teología del Período de la Reforma, en lo que respecta al pensamiento protestante, se clasifica en dos divisiones principales – la teología Luterana y la teología Reformada. La teología Luterana se caracteriza por ser profundamente sacramental, mientras que la Reformada es más intelectual y doctrinal. Uno de los teólogos luteranos más importantes de este período fue Melanchthon, el amigo de Lutero. Su obra Lugares Comunes fue publicada por primera vez en 1521, y posteriormente fue objeto de ochenta ediciones durante la vida de su autor. Sin embargo, la obra más notable de este período fue sin duda Institución de la Religión Cristiana, de Juan Calvino. Esta obra monumental apareció por primera vez en 1536, y consistía de cuatro libros y ciento cuatro capítulos.El orden es esencialmente Trinitario, y la idea central es la soberanía de Dios. Pocos libros en la historia del pensamiento Cristiano han tenido más influencia que la Institución de Calvino.Aunque no queremos entrar en detalles, es importante considerar las controversias del período de la reforma. Los períodos controversiales en la Historia de la Iglesia por lo general no son productivos, pero parece ser que a través de la controversia el material de la verdad puede ser preparado para una posterior sistematización, lo que más adelante viene a ser terreno propicio para grandes períodos de avivamiento espiritual.

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Ningún estudiante de teología dedicado puede pasar por alto la importancia de estas controversias; una vez que las reconocemos, no podemos menos que admirar la agudeza intelectual y el heroísmo moral de estos defensores de la fe. En el libro de texto encontrará una lista de estas controversias y de los temas principales de las mismas. Así, a través de la lucha y el debate, en ocasiones acompañados por prácticas que deben ser vistas con desaprobación, las doctrinas de la Iglesia fueron forjadas y preservadas. Importantes asuntos estaban en juego, y hombres de gran agudeza intelectual y heroísmo moral se aprestaron a defender la fe. Debemos creer también que había sobre todo una Providencia vigilante que redimía los errores y defectos de los hombres, y que el Espíritu Santo, que nos guía a toda verdad, fue quien determinó el destino de la Iglesia.

IV. El Período ConfesionalEste período del desarrollo teológico se extiende a lo largo de los siglos XVII y XVIII (1600 – 1800 d.C.). Durante estos años, los credos doctrinales de las organizaciones más grandes fueron arreglados en forma sistemática y entregados a la Iglesia como tipos variados de dogmática Cristiana. Los teólogos de este período en ocasiones eran llamados Escolásticos Protestantes, porque tendían con frecuencia a seguir los mismos o similares principios de sistematización utilizados por los eruditos del Período Medieval.No se debe asumir que las teologías de tipo variado se originaron con los doctores del Período Confesional. De hecho, aún en los escritores del Nuevo Testamento pueden observarse diferentes tipos de teología. Por ejemplo, tenemos a Pedro con su énfasis práctico; a Pablo, el lógico y sistemático; y a Juan, el hombre sabio que anunció dogmáticamente lo que había visto por medio de su intuición. Los desarrollos subsiguientes en el pensamiento Cristiano revelan muchas variaciones interesantes de énfasis y contenido, de las cuales sólo podemos mencionar algunas.La teología de la Iglesia Católica Griega se caracterizó por una tendencia filosófica y especulativa. En contraste con el pensamiento Católico Romano, rechazó la doctrina del papado, modificó los siete sacramentos, negó la inmaculada concepción de la Virgen María, divulgó la Biblia en el idioma vernáculo y afirmó su propia supremacía. Las características que establecen una diferencia entre el Catolicismo Romano y el Protestantismo son marcadas y numerosas. La Iglesia Católica Romana es sacramentaria, enseña que la Iglesia es el instrumento divinamente designado, a través del cual las bendiciones espirituales son comunicadas a los demás por medio de los sacramentos. La Iglesia Protestante es evangélica, sostiene que Dios salva a los hombres directamente al entrar en una relación personal y espiritual con ellos. El Protestantismo sostiene que la verdadera Iglesia está compuesta por todos aquellos que han sido redimidos por Cristo, y deriva su autoridad de la relación espiritual vital que existe entre sus miembros y la Cabeza divina de la Iglesia, Jesucristo. La teología Católica Romana prácticamente identifica a la Iglesia con su organización visible, la cual deriva su autoridad, no de una relación personal entre Cristo y sus miembros, sino de la comisión original dada por Cristo a Sus discípulos. Partiendo de estos puntos de vista divergentes sobre la naturaleza de la Iglesia, se pueden identificar las siguientes diferencias entre la teología Católica Romana y la teología Protestante:(1) El Protestantismo sostiene la universalidad del sacerdocio de los creyentes, en contraste con la orden especial del sacerdocio aceptada por el Catolicismo Romano.(2) El Protestantismo insiste en que la gracia es comunicada por medio de la verdad recibida en fe, en tanto que el Catolicismo Romano dice que la gracia se comunica solamente por medio de los sacramentos.(3) El Protestantismo exalta la predicación del evangelio por sobre todo ministerio sacramental del altar.(4) El Protestantismo declara que la gracia se recibe directamente de Cristo, por medio del Espíritu, y que esto le da a uno acceso a la membresía en la Iglesia como el cuerpo

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espiritual de Cristo. Por el otro lado, los Católicos Romanos insisten en que sólo por medio de la Iglesia puede establecerse una relación espiritual con Cristo. Debe notarse también que el Período Confesional estuvo marcado por el desarrollo de líneas divergentes de pensamiento entre varios grupos protestantes. Estas diferencias fueron evidentes en la formulación del sistema Luterano, el sistema Reformado, el sistema Arminiano y el sistema Sociniano. El término dogmática proviene de un vocablo griego que literalmente significa “decisión”, “mandato”, “decreto” u “ordenanza”. En el uso popular de hoy en día, este término denota un principio fijo u opinión fuerte que gobierna un amplio rango del pensamiento de una persona.

1. La Dogmática Luterana. Ha habido tres tendencias marcadas en el Luteranismo:(1) Primero, un movimiento que renovó su apego a las posiciones de Lutero, en oposición a las de su discípulo, Melanchthon.(2) Segundo, una reacción en contra del Luteranismo estricto en favor de los primeros Credos Ecuménicos.(3) Tercero, las posiciones de mediación.

2. La Dogmática Reformada. Partiendo de la teología de Calvino, hubo un movimiento en la dirección de forzar demasiado su posición, lo que condujo prácticamente a un “hiper-Calvinismo”.

3. La Dogmática Arminiana. La escuela Arminiana o Remonstrante surgió en Holanda en los inicios del siglo XVII, como una protesta contra el Calvinismo de la época. H. Wayne House, en su obra Charts of Christian Theology and Doctrine, presenta la famosa creencia TULIP del Calvinismo y el desafío Arminiano a la misma. Junto con Arminio encontramos a Simón Episcopio, Hugo Grocio, Felipe van Limborch, Juan Goodwin, Juan Fletcher y Juan Wesley – el padre del Metodismo en lo que respecta tanto a la doctrina como a la política de la Iglesia. El desarrollo posterior del Arminianismo, conocido comúnmente como Wesleyanismo, tiene lugar en el siglo XVIII.

4. La Dogmática Sociniana. Con frecuencia esta teología no es vista como un tipo distinto de dogmática, pero dado que el movimiento se remonta al Período de la Reforma, es mejor tratarlo aquí. Socinio, junto con su sobrino, del mismo nombre, son los fundadores de lo que en tiempos modernos se ha conocido como Unitarianismo. Debido a las influencias cambiantes de las circunstancias externas, consideraremos ahora algunas de las formas que asumió la teología, a saber: (1) El Movimiento Pietista; (2) El Movimiento Racionalista; y (3) El Movimiento Bíblico.

1. El Movimiento Pietista. En la última parte del siglo XVII y la primera parte del siglo XVIII creció una fuerte oposición contra la esterilidad del escolasticismo, lo cual dio origen al Movimiento Pietista en Alemania. El Pietismo se destaca por su énfasis en la religión del corazón, el nuevo nacimiento y la urgencia de las misiones. Como reacción contraria al énfasis de la Reforma en la total incapacidad del hombre, el Pietismo insistió en que el Cristiano puede progresar realmente hacia la perfección en santidad por medio de la gracia de Dios. Los pietistas nos recuerdan que el Cristianismo tiene que ver con la vida tanto como con la teología. Necesitamos prestar atención a su advertencia de que la justificación no puede permanecer por sí misma, sino que debe ser completada en la santificación. Aunque la justicia de Cristo nos da el derecho de ir al cielo, no podemos ser aptos para entrar al cielo aparte de la santidad personal. Los pietistas procuraban mantener un balance entre las dimensiones práctica y mística de la fe. Lo mejor del Pietismo fue su esfuerzo por penetrar y transformar la sociedad con la levadura del evangelio. Lo negativo del Pietismo fue que se tornó defensivo, lo que resultó en una mentalidad cerrada, que veía al mundo totalmente sumido bajo el dominio de los poderes de la oscuridad; su

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estrategia entonces fue retirarse y construir ciudadelas de luz en un mundo de oscuridad.2. El Movimiento Racionalista. El racionalismo sostiene la supremacía de la razón. Esto significa que la razón humana es suficiente para resolver todos aquellos problemas cuya solución es posible. Los intentos del racionalismo por descubrir la verdad con frecuencia se asocian con las filosofías de pensadores como Descartes, Leibnitz y Spinosa. La base común sobre la cual opera todo racionalista es la autosuficiencia de la razón; en otras palabras, la razón es la fuente de todo conocimiento. Esto deja poco lugar para otro tipo de fenómenos tales como el misticismo, los milagros, o cualquier otra manifestación asociada a la religión sobrenatural de la Biblia.3. El Movimiento Bíblico. Ante la tendencia creciente hacia el racionalismo, surgió una tendencia Bíblico-Teísta que sirvió para preservar la verdad contra los ataques de los racionalistas. La Teología Bíblica, como disciplina distinta, se desarrolló como una reacción contra las formulaciones sistematizadas de la fe Cristiana, las cuales se creía que imponían a la Escritura una rigidez desprovista de vida y ajena a ella. De importancia crítica fue la contribución de Johann Philipp Gabler, quien, en una conferencia dictada en 1787, distinguió el aspecto histórico de la teología bíblica (es decir, lo que los escritores bíblicos pensaban), del aspecto normativo (es decir, lo que la Biblia como un todo enseña). El efecto de esta distinción se manifestó de tres maneras: Primero, la religión bíblica, como la respuesta de la fe del hombre hacia la autorevelación de Dios, fue distinguida de la teología bíblica, entendida como la correcta expresión conceptual de la misma. Segundo, el condicionamiento histórico implícito en la progresividad de la auto-revelación de Dios da lugar a la posibilidad, no sólo de una diversidad teológica entre los testigos bíblicos, sino también de un distanciamiento entre su mente y la de los lectores en siglos posteriores. Tercero, una clara distinción fue hecha entre la teología bíblica, por una parte, y la teología sistemática, por otra, siendo la primera considerada como el componente indispensable, aunque no el único, de la segunda. La historia de la teología bíblica desde Gabler ha consistido en una lucha entre estos tres problemas.

V. El Período Moderno (Contemporáneo)Se ha dicho que Schleiermacher, conocido como el “padre de la teología moderna”, introdujo la vitalidad de la enseñanza evangélica en el pensamiento moderno, así como su contemporáneo, Juan Wesley, lo hizo en el campo de la religión. Los teólogos de esta era, a partir del año 1800, pueden clasificarse en las siguientes escuelas de pensamiento: (1) La escuela de Schleiermacher, que enfatizó que la fe Cristiana tiene su asiento en la conciencia del hombre. La religión fue concebida como un “sentimiento de dependencia”, y Cristo y Su redención fueron hechos el centro del sistema teológico.(2) La escuela Racionalista, en la cual la teología fue en su mayor parte influenciada por ciertos filósofos alemanes modernos. (3) La escuela de Mediación, que incluyó a un grupo de teólogos destacados, quienes trataron de sostener los principios evangélicos y al mismo tiempo combinarlos con lo mejor del pensamiento moderno. (4) La escuela de Ritschlian, que insistió firmemente en el reconocimiento del Cristo histórico, y en la aceptación de las Escrituras como el relato de la revelación. (5) La teología británica y americana, la cual incluye los primeros escritos Metodistas de carácter doctrinal publicados por Juan Wesley y otros.La forma de hacer teología ha variado considerablemente a lo largo de la historia de la Iglesia. Ha habido períodos en los cuales ha existido una uniformidad considerable dentro de la teología, junto con una uniformidad de método. La era del Escolasticismo Católico Romano es un ejemplo. La teología Protestante en ocasiones ha mostrado una

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uniformidad similar. El período inmediatamente posterior a la Reforma fue un ejemplo de esta uniformidad dentro del Luteranismo. Hoy en día, sin embargo, hay una diversidad considerable. Una característica de nuestro tiempo es la vida relativamente corta de las teologías. La gran síntesis teológica construida por Agustín se mantuvo vigente por aproximadamente ocho siglos. Tomás de Aquino formuló un sistema teológico y una metodología que se mantuvo por dos siglos y medio (y en algunos círculos Católicos hasta por siete siglos). La teología de Juan Calvino prevaleció por casi tres siglos. Sin embargo, cuando llegamos a Friedrich Schleiermacher, vemos que el liberalismo al cual él inspiró duró poco menos de un siglo.Una dimensión más amplia del ambiente teológico actual consiste en el deterioro de las grandes escuelas de pensamiento teológico. En la década de los 1950 uno podía identificar de manera básica a los teólogos como pertenecientes a una escuela en particular, fuera neo-ortodoxa, neo-liberal, o algún otro grupo. Sin embargo, hoy en día es frecuente encontrar sólo teólogos y teologías individuales. A pesar de que puede existir un consenso general o un agrupamiento de ideas, no existe un compromiso serio con ninguno de los sistemas de pensamiento como tales. De este modo, uno ya no puede simplemente decidirse a adoptar un sistema ya establecido. Por lo general, cada teólogo se vale por sí mismo.Hasta un extremo considerable, la teología evangélica o conservadora ha logrado evitar el declive. Puesto que su fuente es la Biblia, no sufre por las fluctuaciones de opinión con respecto al lugar relativo de la experiencia o la tradición, y tampoco debate si el enfoque primordial de la religión son los sentimientos o la actividad ética. A pesar de las diferencias significativas de enfoque teológico que han existido a lo largo de los siglos, el énfasis evangélico consiste simplemente en investigar lo que la Biblia dice con respecto a un asunto dado y acatarlo.

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Unidad II: LO QUE CREEMOS ACERCA DE LA BIBLIA

La Teología Cristiana está basada en la revelación de Dios en Cristo; el registro de dicha revelación se encuentra, en sus estados preliminares y perfectos, en las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos.El término Revelación se refiere a la forma subjetiva en la que Dios se da a conocer al hombre y enfatiza a Dios como el Revelador. La Fe Cristiana se refiere a las formas subjetivas de la revelación de Dios y enfatiza los hechos de esta revelación, recibidos por el hombre por medio de la fe.“Tanto la revelación como la fe Cristiana son coincidentes con las Escrituras. No decimos idénticas, porque la Teología Cristiana siempre debe hacer de Cristo, la Palabra Viviente y Eterna, la Suprema Revelación de Dios. Pero las Sagradas Escrituras, como el relato verdadero e inequívoco del Verbo Personal, y el medio de expresión continua a través del Espíritu Santo, deben venir a ser, en un sentido profundo y verdadero, el aspecto formal de la única revelación perfecta y verdadera”. De este modo, al considerar las Escrituras como la Regla de Fe formal, nuestro tema se divide, de manera natural, en tres divisiones principales: (1) La Naturaleza de la Revelación Cristiana, o Revelación; (2) El Origen de la Revelación Cristiana, o Inspiración de las Escrituras; y (3) Las Evidencias de la Fe Cristiana, o el Canon de las Sagradas Escrituras. La importancia del término REVELACIÓN es enfatizada por Wiley de la siguiente manera: “Por revelación, en el sentido más amplio del término, se entiende toda manifestación de Dios a la conciencia del hombre, ya sea por medio de la naturaleza y del curso de la historia humana, o a través de las revelaciones supremas del Verbo Encarnado y de las Sagradas Escrituras. De este modo se convierte en el término más elemental y comprehensivo de nuestro sistema teológico”.Se acostumbra dividir el tema de manera amplia en (I) Revelación General y (II) Revelación Especial.

I. La Revelación GeneralPor este término “entendemos el descubrimiento de Sí mismo que Dios hace a todos los hombres, en la naturaleza, en la constitución de la mente y en el progreso de la historia humana”. Un error común, cometido por algunos teólogos, es “considerar la revelación como el aspecto divino de aquello que, desde la perspectiva humana, puede ser visto como el proceso ordinario de aprendizaje”.En la lección anterior vimos que “la Filosofía de la Religión ha demostrado que esta religiosidad natural del hombre es en sí misma una revelación, y en su desarrollo conduce, directa y necesariamente, a la revelación de la existencia objetiva de Dios. El hecho es que la conciencia, por la cual el hombre conoce la diferencia fundamental entre el bien y el mal, le da a la Religión su carácter moral, y esto conduce inmediatamente a la naturaleza del Ser Supremo como Santo”.

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Al usar el término “Revelación” en vez de “Religión” abordamos el tema desde un ángulo diferente, pero obtenemos los mismos resultados. Esto nos lleva a considerar la Revelación.

A. Revelación por medio de la Naturaleza. Esto significa la revelación de Dios por medio del universo físico considerado aparte del hombre, como se mencionó anteriormente en referencia al Salmo 19 y a Romanos 1:19-21. No obstante, se señala que sin la luz de la revelación Divina hecha al alma por medio de Jesucristo, “el lenguaje de la naturaleza se proyecta sobre intelectos oscurecidos y sensibilidades embotadas y se lee a la luz mediana de una naturaleza espiritual viciada”.

B. La Revelación de Dios en la Naturaleza y Constitución del Hombre. Por medio de la revelación natural que se encuentra en la naturaleza y la constitución del hombre, éste se conoce a sí mismo como un ser espiritual y personal, y en la unidad de su personalidad, el hombre encuentra tres momentos o aspectos de su ser – el intelecto, el sentimiento y la voluntad. El hombre sabe también que tiene una conciencia, de la cual se origina un sentido de deber hacia un Maestro o Señor.El término Conciencia, en su raíz, significa “el conocer junto con alguien”. Así, Wiley dice que hay dos conceptos básicos en la Conciencia: (1) La conciencia es el yo comprendiendo al mundo y, de este modo, distinguiéndose a sí mismo del mundo, y (2) Es el yo comprendiendo a Dios y, de este modo, distinguiéndose a sí mismo de Dios. La conciencia sabe que, como persona, fue hecha para tener comunión con la Persona Suprema. Wiley concluye: “Somos llevados a la conclusión de que de la misma manera que la conciencia es aquella cualidad del yo que se conoce a sí mismo con relación a las cosas externas, y que no puede existir aparte de su objeto en el orden temporal; tampoco la conciencia puede existir sin un objeto personal en el orden eterno y permanente”.En la vida espiritual, el conocimiento de Dios no se origina por el pensamiento, sino que presupone una revelación. Y hay un discernimiento espiritual que ve en el significado de la realidad revelada. En la revelación de Dios en la conciencia Cristiana, la mente más humilde tiene una visión de Dios y del universo en relación con Él, que el genio secular, con todo su poder, no puede ver.

C. La Revelación de Dios en la Historia. “El progreso de la historia humana revela los planes de Dios de manera más sublime que la constitución de un individuo en particular puede revelar”.“La historia no es una serie de eventos sin conexión entre sí, la historia pertenece a la voluntad humana y es un registro de lo que los hombres han hecho”. Pero hay una Presencia Directriz interna en la historia, y una Voluntad Autoritaria detrás de la escena humana, la cual dirige todo hacia un objetivo expreso. En la historia del pasado Dios estaba presente, en Su guía providencial, dirigiendo la historia hacia un objetivo expreso en el cumplimiento del tiempo, cuando el Hijo de Dios Encarnado entró en el plano de la historia humana como Dios manifestado en la carne. Jesucristo es el punto central de toda la historia, tanto antes como después de Su venida. La luz de la revelación que Él trajo en Sí mismo ilumina los registros históricos del pasado, que se encuentran en el Antiguo Testamento. A la luz del hecho histórico, podemos mirar hacia atrás, a través de las páginas de la historia y reconocer un propósito en sus eventos; y podemos leer las palabras de los profetas y ver sus predicciones cumplidas. Siendo el punto central de toda la historia, Cristo ha tenido Su marca en ella. El hecho asombroso y significativo con respecto a esta iluminación fresca del Jesús de la historia es que Él es se muestra tan real y tan atractivo al mundo de hoy. Muchos siglos le separan de nosotros; cambios drásticos se han suscitado a lo largo de generaciones; la civilización ha avanzado a través de diversos períodos y grandes desarrollos, pero el Hombre de Nazaret es el mismo ayer, hoy y por siempre, en Su influencia sobre los hombres.

II. La Revelación Especial

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Por Revelación Especial nos referimos al propósito redentor de Dios manifestado en Cristo Jesús, por encima de la revelación más general de Su poder, tal como se manifiesta en Sus obras creativas. Wiley argumenta la necesidad de una Revelación Especial basado en el hecho de (1) la capacidad del hombre para tener comunión con Dios, lo cual fue el propósito de Dios al crear al hombre; (2) esta capacidad para la comunión con Dios presupone que Él se revelaría a Sí mismo a través de la personalidad humana, más allá de lo que sería posible por medio de una naturaleza limitada e impersonal; y (3) la entrada del pecado en el mundo después de la creación, que hizo necesario que Dios hiciera una revelación especial relativa a Su actitud hacia el pecado y a Su propósito en la redención.Estrictamente hablando, hay tres grados de revelación: (1) la revelación hecha a través de la naturaleza impersonal; (2) aquella hecha a través del hombre como un ser personal que en un sentido peculiar trasciende a la naturaleza; y (3) aquella hecha por medio de Jesucristo como el Verbo Encarnado de Dios. La naturaleza espiritual del hombre se convierte en el escenario para la revelación especial de Dios.Debemos considerar la revelación de Dios en Cristo en su sentido más profundo, como el desarrollo del consejo eterno de Dios en lo que concierne a la redención del hombre por medio de Cristo. Hay tres puntos importantes a este respecto: (1) el propósito redentor de Dios revelado en Cristo; (2) las Escrituras perfeccionadas como el testimonio definitivo de Jesús al hombre pecador; y (3) la coincidencia de éstas con la Fe Cristiana.

A. La Misión Redentora de Cristo. En cuanto a la naturaleza de la misión de Cristo, Pope dice que la revelación misma es consagrada al misterio escondido con Cristo en Dios, al secreto que ésta descubre. Así, en Hebreos 1:3, Cristo mismo es la suma de toda revelación, el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Se hace referencia a la encarnación como el misterio de la piedad (1 Timoteo 3:16), y Cristo mismo es llamado el Misterio de Dios (Colosenses 2:2) en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:3). En Cristo, que es nuestro Profeta, Sacerdote y Rey, se pierden todos los profetas con sus lámparas, todos los sacerdotes con sus altares y sacrificios, y todos los reyes con sus tronos y cetros; se pierden Él, que es la suma y el cumplimiento de todo lo sucedido antes de Su venida.

B. Las Escrituras Contienen y Son la Palabra de Dios. Jesucristo es la completa y perfecta revelación del Padre. Su testimonio es el espíritu de la profecía – la última palabra en la revelación objetiva. Por cuanto este testimonio es perfeccionado en las Escrituras, viene a ser la Palabra de Dios hecha objetiva. Ni la fe ni las Escrituras, sino únicamente Dios en Cristo, y en el Espíritu Santo, es el principio de la existencia del Cristianismo, mientras que la fe es primordialmente el principio del conocimiento del Cristianismo; y para la teología dogmática, la fe, con sus contenidos tomados de las Escrituras, constituye el material inmediato. Sin embargo, debemos sostener que no es la fe, con las Escrituras como su contenido, sino las Escrituras, como el recuento de la revelación divina, lo que demanda la aceptación del hombre. Cuando se reciben por la fe en Dios, quien se revela a Sí mismo en ellas, las Escrituras se convierten en el principio del conocimiento y la Regla de Fe.

C. Las Escrituras y la Fe Cristiana. La Revelación de Dios dada al hombre en las Sagradas Escrituras se convierte en la fe Cristiana cuando el hombre la recibe. Así, el cuerpo de la verdad se debe considerar (1) como dirigido al principio de la fe y (2) como la presentación de sus credenciales a la razón con el fin de ganar la aceptación de aquellos que todavía no pertenecen a la familia de la fe. Con respecto al principio de la fe, se discutirá, en primer lugar, el Libro Cristiano y, en segundo lugar, la Fe Cristiana. Con respecto a la presentación ante aquellos que todavía no son cristianos, se discutirán las Credenciales de la Revelación, con sus subtemas.

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a. La biblia y la revelaciónLa declaración de creencia de las iglesias tradicionales con respecto a las Sagradas Escrituras es:

Creemos en la inspiración plenaria de las Sagradas Escrituras, por las cuales aceptamos los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos dados por inspiración divina, revelando infaliblemente la voluntad de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra salvación, de manera que no se debe imponer como Artículo de Fe ninguna enseñanza que no esté en ellas.

El primer tema a tratar en cualquier discusión acerca de la revelación Cristiana necesariamente debe ser el Libro Cristiano, dado que solamente en él se encuentran los registros documentales de dicha revelación. Esto nos lleva de inmediato a una consideración de la naturaleza y la función de las Escrituras como el Oráculo de Dios. Cristo, la Palabra Personal, es en Sí mismo la revelación plena y definitiva del Padre. Sólo Cristo es el verdadero Revelador, según se manifiesta en Sus palabras y en Sus hechos. Para comprender la naturaleza y la función de la Biblia, ésta debe ser considerada desde la posición intermedia que ocupa entre la revelación inicial de Dios en la naturaleza y la revelación perfecta de Dios en Cristo – la Palabra Personal. Es evidente que la Biblia sostiene con la Palabra Viviente y Personal la misma relación que nuestras palabras, habladas y escritas, sostienen con nuestras propias personas. Para entender correctamente la Biblia como la Palabra escrita, debemos considerarla, por una parte, en su relación con la naturaleza y, por otra parte, en su relación con la Palabra Personal.

A. La Relación de la Biblia con la Naturaleza. La revelación de Dios en las Sagradas Escrituras no tiene la intención de invalidar Su revelación en la naturaleza, sino de complementarla. Esto es importante porque la mente asimila conceptos espirituales por medio de la observación de las cosas materiales. “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual” (1 Corintios 15:46). Aprendemos las cosas espirituales por medio de la analogía con las cosas terrenales. Mateo 13:34 nos dice acerca del uso que hacía Jesús de las parábolas: “Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba”. Cuando Jesús quería guiar a Sus discípulos a verdades más profundas del Espíritu, les mostraba los lirios a la orilla del camino, el pasto del campo y los gorriones. Partiendo de estas observaciones Él los conducía, no directamente a la verdad espiritual, sino primero al ámbito del hecho histórico, y entonces a los valores espirituales. Considerad los lirios del campo – ésta es su observación inicial, la base de toda investigación científica. Ni aún Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos – este es el ámbito del conocimiento secundario o histórico. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombre de poca fe? – este es el valor espiritual que constituye el objetivo final de Su enseñanza – un conocimiento del Padre y una confianza personal en Él. La Tierra y la Biblia son los dos libros de texto de Dios, y cada uno tiene su lugar, tiempo y función en la revelación progresiva. La naturaleza es la fuente inicial de conocimiento, la Biblia es la fuente complementaria. La naturaleza plantea misteriosas interrogantes, y la Biblia, en la medida en que es comprendida, las resuelve.La Biblia nos proporciona ideales, la naturaleza nos da las herramientas con las cuales los realizamos. La naturaleza nos habla de Su eterno poder y deidad, la Biblia nos habla de Su amor y Su misericordia. Sin la Biblia, el universo sería un enigma; sin la naturaleza, la Biblia carecería de significado. Cuando Nicodemo deseó el conocimiento de las cosas espirituales, Jesús le dijo: “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” (Juan 3:12)

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B. La Relación de la Palabra Escrita con la Palabra Personal. La fuente original del conocimiento Cristiano de Dios siempre será el Señor Jesucristo. Los libros inspirados no arrojan luz por sí mismos. La palabra escrita está subordinada a Cristo, la Luz eterna. El Verbo Personal se manifiesta a Sí mismo en y a través de la palabra escrita. Nunca hay contradicción entre los dos. El énfasis aquí es que cuando las Escrituras no logran traer a los hombres a un conocimiento personal de Cristo, la Palabra Viva, los hombres han confundido el énfasis, y la Biblia se convierte en un libro independiente, aparte de la Presencia viva del Autor.

C. La Concepción Falsa de la Biblia. Cualquier cosa, independientemente de cuán buena sea, puede ser establecida en una falsa independencia, y de ese modo oscurecer y obstruir la revelación de la Palabra Viva, y convertirse en un usurpador o pretensor del trono. La historia de la Cristiandad revela tres perversiones de las cosas divinas. (1) La Iglesia. Compuesta en sus inicios por los santos redimidos que vivían en amorosa obediencia al Señor, la Iglesia era victoriosa. Pero cuando la Iglesia, dirigida por falsos maestros y líderes, se convirtió en un fin en sí misma, usurpó el trono de Cristo. Esto condujo finalmente a la Reforma Protestante. (2) La Biblia. Poco después de la Reforma, el balance entre la Palabra y la Fe fue cambiando gradualmente y la Palabra escrita fue divorciada de la Palabra Viva. En vez de traer a los hombres a una relación vital con Cristo, la Biblia se convirtió en letra muerta y en mero formalismo. Cristo vino a ser una figura meramente histórica, no una Realidad viva; y los hombres buscaron más el conocimiento de la voluntad de Dios que a Dios mismo. Hoy en día esto sigue siendo un problema. (3) La Razón. La razón se convirtió en una falsa autoridad. Cuando la Biblia fue forzada a ocupar el lugar de un simple libro entre muchos otros, los hombres comenzaron a someterla a la prueba de la razón humana, fuera de la fe, con lo cual surgió el llamado “criticismo destructivo”. Como protesta ante esto surgió un grupo reaccionario, el cual, aunque se originó en un deseo legítimo de mantener la creencia en la inspiración plenaria de la Biblia, su autenticidad y su autoridad como la Regla de Fe, recurrió a una defensa meramente legalista de las Escrituras, que dependía de la lógica y no de la vida. Los hombres y las mujeres espirituales – aquellos llenos del Espíritu Santo, no están indebidamente preocupados por el criticismo. No descansan simplemente en la letra, que tiene que ser defendida por medio del argumento. Tienen una base más amplia y sustancial para su fe. Su fe descansa en su Señor resucitado, en Cristo glorificado. Ellos saben que la Biblia es verdadera, no por causa de los esfuerzos de los apologistas, sino porque están familiarizados con su Autor. El Espíritu Santo es el gran preservador de la ortodoxia. Para los Judíos, Cristo fue una piedra de tropiezo, y para los Griegos fue locura; “…mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1ª Corintios 1:24).

b. La biblia y la inspiraciónLas Sagradas Escrituras son reconocidas por todas las escuelas como la verdadera fuente de la Teología, y como el registro documental de la religión Cristiana y la depositaria de la revelación Cristiana. En esta lección consideraremos la naturaleza y la autoridad de las Sagradas Escrituras. Su autoridad descansa en el hecho de que las Escrituras constituyen una revelación inspirada de Dios al hombre. En un sentido teológico, la inspiración significa la operación del Espíritu Santo sobre los escritores de los libros de la Biblia, de tal manera que sus producciones vinieran a ser la expresión de la voluntad de Dios. Es por este medio que las Sagradas Escrituras constituyen la Palabra de Dios.

A. Definiciones de la Inspiración. El término “inspiración” se deriva de la palabra griega theopneustos, que literalmente significa “la inspiración hacia”, o “el aliento de Dios”, y es por lo tanto, “esa agencia extraordinaria del

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Espíritu Santo sobre la mente, en consecuencia de la cual, la persona que participa de ella puede abarcar y comunicar la verdad de Dios, sin error, sin equivocación y sin defecto”.Strong y Lee consideran que la inspiración se aplica solamente a la totalidad del cuerpo de las Escrituras cuando se toman como un todo, cuando cada parte es considerada en conexión con lo que le precede o le sigue. Esta posición es incorrecta.

B. Inspiración y Revelación.1. Por Revelación entendemos la comunicación directa de Dios hacia el hombre, de un conocimiento superior al que la facultad humana de razonamiento puede comprender, o que por alguna causa, cualquiera que ella sea, le era desconocido a la persona que la recibió.2. La Inspiración es la energía activa del Espíritu Santo por medio de la cual los hombres santos fueron aprobados para recibir la verdad religiosa y para comunicarla a otros sin error. El descubrimiento de la mente de Dios es Revelación cuando se ve desde el punto de vista de la verdad descubierta. Es Inspiración cuando se ve en relación con el método de su participación y de su transmisión. Estas distinciones encuentran su significado más profundo en las diferencias de oficio según corresponde al Hijo o al Espíritu.

(1) El Hijo es el Revelador, como la Palabra viva y eterna (Juan 1:14 y Colosenses 2:3). Como la Palabra Divina, Jesús es tanto Revelador (Mateo 11:27 y Lucas 10:22) como Revelación: El es Dios manifestado en carne (1 Timoteo 3:16).(2) El Espíritu Santo es el Inspirador, cuyo oficio es dar a conocer la confianza en Jesús. “El me glorificará” (Juan 16:14). Hay algunas expresiones en las Escrituras que hacen referencia tanto a la revelación como a la inspiración, como es el caso de Hebreos 1:1-2 – Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.

C. Las Posibilidades de la Inspiración. La acción de Dios, “el Padre de los espíritus”, actúa sobre la mente de los hombres a cualquier grado necesario para el cumplimiento de los propósitos de Dios. De ahí surge la pregunta relativa a los grados en la revelación, o como lo dice Wiley, los factores.1. El primero es la “superintendencia”, por la cual se entiende la creencia de que Dios guía a aquellos escogidos como los órganos de la revelación de tal manera que sus escritos están libres de error.2. El siguiente es la “elevación”, por la cual se otorga a la mente de los órganos escogidos un entendimiento mayor y una elevación de la percepción más allá de la medida natural del hombre.3. El factor supremo y más importante es la “sugestión”, por la cual se entiende la sugestión directa e inmediata de Dios al hombre por medio del Espíritu, de los pensamientos que él ha de usar, o incluso de las palabras que ha de emplear, para hacer de ellos agencias en la comunicación de Su voluntad a otros.

Concluimos que las Escrituras fueron dadas por inspiración plenaria, abrazando de principio a fin los elementos de superintendencia, elevación y sugestión, al grado de que la Biblia vino a ser la Palabra infalible de Dios, la regla autoritativa de fe y práctica en la Iglesia. Si los hombres pueden comunicarse entre sí sus pensamientos por medio del lenguaje y pueden hacerse entender por otros, ciertamente el Autor de nuestro propio ser puede revelarse a Sí mismo a los hombres. No es razonable suponer que Dios, “el Padre de los espíritus”, no tenga la facultad de comunicar la verdad a la mente humana o de instruir a los hombres en aquellas cosas conciernen a su bienestar eternal.

D. La Necesidad de la Inspiración. Hay dos razones por las cuales la inspiración es necesaria y dicha necesidad surge de la naturaleza de los asuntos que las Escrituras revelan:

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1. Hay verdades que no serían conocidas si no fuera por medio de una inspiración especial. Estas verdades son verdades históricas.2. El lenguaje autoritativo de las Escrituras argumenta la necesidad de la inspiración. Los escritores de la Biblia no nos presentan sus propios pensamientos, sino que introducen sus declaraciones con expresiones como “Así dice el Señor”. Este es el único fundamento sobre el cual demandan asentimiento. Se desprende, por lo tanto, que los escritores sagrados, o hablaron mientras eran movidos por el Espíritu Santo, o deben ser reconocidos como impostores – esta última conclusión pierde validez porque la calidad y el carácter de sus obras han permanecido. Si las Escrituras no hubiesen sido divinamente inspiradas, no podrían sostenerse como el estándar infalible de la verdad religiosa. Únicamente por el convencimiento de que los escritores bíblicos fueron ayudados por una influencia sobrenatural y divina, a tal grado de ser infaliblemente preservados de todo error, pueden las Sagradas Escrituras venir a ser la regla divina de fe y práctica.

Teorías de la InspiraciónSe han presentado varias teorías en un intento de armonizar y explicar la relación de los elementos divinos y humanos en la inspiración de las Escrituras. El Cristianismo, sin embargo, se basa en el hecho de la inspiración y no depende de ninguna teoría particular para constatar el origen de los escritos sagrados. Hay tres teorías principales con respecto a la inspiración. Se ha de notar que las llamadas teorías erróneas son llamadas de este modo no porque estén esencialmente equivocadas, sino porque enfatizan indebidamente un elemento en particular, por lo cual resultan inadecuadas como explicaciones del amplio rango de fenómenos de las Escrituras. Las tres teorías son: (1) La Teoría Mecánica o por Dictado, la cual enfatiza el elemento sobrenatural; (2) Las Teorías de la Intuición e Iluminación, que recalcan el elemento humano; y (3) La Teoría Dinámica o Mediatoria.

A. La Teoría Mecánica o por Dictado. Esta teoría enfatiza el elemento sobrenatural al grado de que la personalidad del escritor se pone a un lado y viene a estar bajo la dirección del Espíritu Santo, como un simple calígrafo o secretario. Según 2 Pedro 1:21 – “…los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. En esta teoría, la personalidad humana no tiene participación y los hombres se convierten en robots.

B. La Teoría de la Intuición. De acuerdo con esta teoría, la inspiración es sólo el conocimiento natural del hombre, elevado a un plano más alto de desarrollo. Esta teoría también está equivocada. Es racionalista en extremo y virtualmente niega el elemento sobrenatural en las Escrituras. En realidad, la comprensión humana de la verdad está nublada por un intelecto confuso y por afectos equivocados. El hombre necesita una comunicación directa de la verdad a través del Espíritu Santo. La Teoría de la Intuición niega la operación directa del Espíritu Santo e implica que las facultadas intelectuales de los escritores bíblicos comprendieron, por su propia virtud, toda la verdad que comunicaron.

C. La Teoría de la Iluminación. Esta teoría difiere de la anterior en que sostiene una elevación de las percepciones religiosas en vez de las facultades naturales. Se ha comparado a la iluminación espiritual que todo creyente recibe del Espíritu Santo en la experiencia Cristiana. La inspiración de los escritores de las Sagradas Escrituras, de acuerdo con esta teoría, difiere solamente en grado, no en calidad, de aquella que pertenece a todos los creyentes.

D. La Teoría Dinámica. Esta es una teoría mediatoria que explica y conserva la armonía propia entre los factores divinos y los humanos en lo que respecta a la inspiración de las Escrituras. Esta teoría sostiene que a los escritores sagrados les fue dada cierta ayuda extraordinaria sin

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interferencia de ninguna clase en sus características o actividades personales. Preserva la verdad bíblica de que Dios habló a través de las agencias humanas, pero insiste en que éstas no fueron reducidas a meros instrumentos pasivos. Pueden hacerse muy pocas objeciones a esta teoría. La Teoría Dinámica ha sido sostenida por reconocidos teólogos tales como: Pope, Miley, Strong, Watson, Wakefield, Summers, Ralston y Hills, y con alguna modificación por Curtis, Sheldon, Martensen y Dorner. En contraposición a la Teoría de la Intuición, esta teoría sostiene que hay un elemento sobrenatural en la inspiración, en lugar de un simple razonamiento intuitivo natural. En armonía con la Teoría de la Iluminación, sostiene que hubo una “elevación” por parte de los escritores sagrados, que preparó sus mentes y corazones para la recepción del mensaje, pero insiste en que tal teoría es inadecuada porque en adición a las agencias humanas preparadas debe haber una comunicación divina de la verdad.

Pruebas Escriturales de la Inspiración DivinaLas Escrituras afirman ser inspiradas divinamente. Puesto que el término inspiración denota la agencia específica del Espíritu Santo como Autor de las Sagradas Escrituras, se requiere dar el primer lugar al testimonio de la Biblia misma. Pope señala que no se trata de argumentar de manera redundante para recibir el testimonio de la Biblia con respecto a sí misma, si recordamos que en los asuntos divinos las credenciales siempre vienen primero, y deben estar sustentadas por sus propias evidencias. Estas credenciales serán consideradas en el siguiente orden: Primero, el Testimonio del Antiguo Testamento; segundo, las Declaraciones de nuestro Señor; y tercero, el Testimonio de los Apóstoles.

A. El Testimonio del Antiguo Testamento. Los patriarcas recibieron revelaciones de Dios, y algunas de ellas se registraron por escrito, pero es evidente que estos registros, por sí mismos, no fueron declarados oficialmente como Escrituras.1. A Moisés le fue dado el privilegio de crear el primer cuerpo de literatura conocida como Escritura Sagrada. Deuteronomio 34:10 – “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara”. Los mensajes de Moisés fueron dados con autoridad divina y en ellos aparece con frecuencia la frase “El Señor Jehová habló a Moisés, diciendo…”2. David también afirmó haber recibido una inspiración divina. “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua” (2 Samuel 23:2).3. Isaías constantemente introducía sus mensajes proféticos con las palabras, Así dice el Señor Jehová.4. Jeremías, Ezequiel y algunos de los profetas menores usaron expresiones como Vino a mí palabra del Señor, o Así ha dicho el Señor.Cristo es la verdadera y más sublime revelación de Dios, y la venida del Espíritu es la realización e interpretación de la verdad revelada en Él.

B. Las Declaraciones de Jesucristo. Cristo declaró que el Antiguo Testamento poseía autoridad divina, y Su testimonio debe ser la palabra final en lo que respecta a la naturaleza y a los resultados de la inspiración. Su testimonio es perfecto en cuanto al cumplimiento de las demandas de la fe Cristiana. Cristo consideraba al Antiguo Testamento como un canon completo, y declaró expresamente que el mandamiento o la ordenanza más pequeña debía tener su cumplimiento perfecto. Este es el significado de las palabras ni una jota ni una tilde (Mateo 5:18). Jesús citó cuatro de los cinco libros de Moisés; citó también los Salmos, Isaías, Zacarías y Malaquías. Reconoció las tres divisiones de las Escrituras que eran comunes en la tradición judía – la Ley, los Profetas y los Salmos (Lucas 24:44-45) y declaró que éstas daban testimonio de Él. Esto resalta en una controversia con los Judíos, en la cual Jesús dice: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan

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5:39). Jesús reconoció el contenido completo de las Escrituras en su unidad y declaró específicamente que éstas hacían referencia a Su propia Persona y obra.

C. El Testimonio de los Apóstoles. Los apóstoles dieron testimonio concerniente a la inspiración de las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamentos.1. El apóstol Pedro, inmediatamente antes de Pentecostés, se levantó en medio de los apóstoles y otros discípulos y declaró: “Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús” (Hechos 1:16).2. San Pablo frecuentemente hace referencia al Antiguo Testamento en sus escritos, utilizando una gran variedad de términos, tales como las Escrituras de los profetas (Romanos 16:26) y las Sagradas Escrituras (2 Timoteo 3:15). Pablo afirma la unidad de las Escrituras en el texto: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).3. La naturaleza de la Epístola a los Hebreos es tal, que toda su composición depende del Antiguo Testamento como la Escritura Sagrada. Citando Jeremías 31:31, Hebreos 10:16-17 dice: “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”.4. En 2 Pedro 3:2 se encuentra la exhortación de “…que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles”.5. 1 Corintios 2:12-13 dice: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”.

Valor del Tema para la TeologíaNingún tema ha sido de mayor importancia en el estudio de la teología que éste que está bajo consideración – la Inspiración de las Escrituras. Haciendo referencia nuevamente al versículo “…el Espíritu Santo habló antes por boca de David” (Hechos 1:16) podemos considerar el valor teológico del tema desde tres aspectos: primero, el Espíritu Santo como la Fuente de Inspiración; segundo, los hombres santos como los órganos de la inspiración; y tercero, las Sagradas Escrituras como un cuerpo de verdad divinamente inspirado.

A. El Espíritu Santo como la Fuente de Inspiración. La Inspiración pertenece al Espíritu. Tal como el Hijo es el revelador del Padre y por ende la Palabra eterna, así también el Espíritu Inspirador, que procede del Padre y del Hijo, es la única base de comunicación entre Dios y el hombre. El Espíritu Santo es el Espíritu de verdad y preside sobre la impartición de toda verdad.

B. Los Órganos de la Inspiración. Al enfatizar el hecho de que la Biblia es la Palabra de Dios y por ende inspirada por el Espíritu, el cual le otorga autoridad divina, no debemos pasar por alto el hecho de que la Biblia también tiene en ella un elemento humano. No solamente habló el Espíritu Santo a través de David, sino que David habló también. Se nos dice que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Una versión contemporánea de esto sería que “los hombres santos hablaron de parte de Dios, al ser inspirados

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por el Espíritu Santo”. De la misma manera que Jesús, la Palabra Personal de Dios, era al mismo tiempo divino y humano, así también la Palabra escrita de Dios debe ser considerada en la misma luz. Pasar por alto las dos naturalezas presentes en Cristo es desviarse hacia el Unitarismo, por una parte, o hacia el Docetismo, por otra parte. Se ha de recordar que el Unitarismo se describe como “una fe libre para la mente moderna”; “una fe que le ayudará a desarrollar la religión que está dentro de usted… (en vez de)…la religión prefabricada de una iglesia ”. Su concepto central es el de un Dios con una personalidad única en vez de Trina. El Docetismo, por su parte, fue la primera herejía Cristiana. Esta creencia sostenía que Cristo no vino en la carne, y presuponía un dualismo radical entre el espíritu y la materia, entre lo divino y lo humano, según el cual estos dos elementos no se pueden unir. Más adelante esto vino a ser un punto central del Gnosticismo, y ambas posiciones enfatizaron la divinidad de Jesús a expensas de Su humanidad.Pasar por alto los dos elementos presentes en la Palabra escrita es menospreciar ya sea su autoridad divina o su aplicación humana. Tal como Jesús fue crucificado a través de la debilidad, y aún así vivió por el poder de Dios; así mismo la Biblia ha sido atacada de manera amarga e incesante por sus enemigos, y aún así vive como un monumento perdurable de la verdad divina.Los órganos de la inspiración poseían tanto el carácter como la preparación necesarios. Eran hombres santos en corazón y en conducta. Fueron santificados por medio de la verdad y preparados así para su oficio y su obra. Puesto que la verdad moral y espiritual puede ser comprendida únicamente por hombres morales y espirituales, los órganos de la inspiración necesariamente tenían que ser santos en corazón y vida. Ellos no fueron simples instrumentos pasivos, sino agentes activos en pleno uso de sus facultades. Sus características y habilidades naturales no fueron suprimidas, sino elevadas y fortalecidas.

C. Las Sagradas Escrituras como un Cuerpo de Verdad Divinamente Inspirado. Si Dios verdaderamente habló a través de hombres santos, sus declaraciones deben constituir un cuerpo de verdad divina. A este cuerpo de verdad se aplica el término Sagradas Escrituras. Debemos considerar que la Biblia nos fue dada por medio de una inspiración plenaria. Con este término no nos referimos a ninguna de las teorías particulares de inspiración ya mencionadas, sino al carácter de la totalidad del cuerpo de verdad. Por inspiración plenaria se entiende el hecho de que toda la Biblia y cada parte de ella han sido inspirados divinamente. Esto no presupone necesariamente la teoría mecánica de inspiración, como algunos afirman, ni ningún otro método en particular; sino solamente que el resultado de dicha inspiración nos ha dado las Sagradas Escrituras como la Regla de Fe final y autoritaria en la Iglesia.A este respecto, en ocasiones surge la pregunta de qué seguridad tenemos de que Cristo tenían la intención de preservar y continuar Sus enseñanzas en un nuevo volumen de Escritura sagrada. Todo lo que se necesita para tener tal seguridad se encuentra en una promesa comprehensiva hecha por Jesús a Sus discípulos “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:12-14). Nuestro Señor aprobó las Escrituras del Antiguo Testamento como los registros preparatorios de Su propio evangelio y reino. Era necesario, por lo tanto, que éstos fuesen perfeccionados por las Escrituras del Nuevo Testamento, las cuales vendrían a darles su pleno significado y a poner sobre la totalidad del cuerpo de las Escrituras el sello de Su revelación perfecta. Pope, el gran teólogo, en su Compendio de Teología Cristiana, afirmó que “Cristo hizo provisión completa para la preservación de Su doctrina perfeccionada”. Todo lo que necesitamos para asegurar nuestros corazones fue dado en una gran promesa, la cual declaró que Sus palabras serían revividas en su unidad inquebrantable en la memoria de Sus discípulos.

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“…Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”; lo que Él todavía no podía decir acerca de Su Persona, Su Espíritu lo revelaría. “…Él os guiará a toda la verdad”; y el mismo Espíritu les mostraría las cosas que habrían de venir. El Espíritu no era otro que Él mismo por Su Agente reafirmando Sus propias palabras, revelando Su propia Persona y obra, y cumpliendo Su profecía del futuro. De manera que, finalmente, la aprobación de Nuestro Señor hace de la totalidad de las Escrituras la revelación terminada, que nunca será superada. Nada puede estar más claro que el hecho de que la entera plenitud de lo que el Revelador tenía que decirle al mundo debía ser comunicado a los apóstoles por medio del Espíritu Santo, no como una revelación posterior por parte del Espíritu, sino como la consolidación de la enseñanza del Salvador en su unidad perfecta y su expansión hacia su significado perfecto. Ninguna corriente de revelación futura puede colocarse por encima del manantial de verdad abierto por Dios en Sí mismo. Para nosotros, por lo tanto, “ la Biblia significa toda la revelación, y toda la revelación significa la Biblia”. De modo que podemos repetir con respecto al Libro lo que se ha dicho con respecto a la enseñanza de nuestro Señor: “ la Biblia significa toda revelación y toda revelación significa la Biblia”.

EL CANONEl Obispo Atanasio utilizó por primera vez el término canónico en una Carta de Pascua (Carta Festal) en el año 367 d. C. Desde el tiempo de Jerónimo (382 d. C., siglo IV), el término canon se ha utilizado tanto en sentido objetivo como subjetivo, cada uno dependiente del otro. El término Biblia se ha utilizado desde el siglo V, y significa una colección de libros por excelencia. Probablemente fue utilizado por primera vez por Crisóstomo.Antes de continuar con un estudio más detallado del desarrollo del canon, las siguientes observaciones son necesarias:1. La canonicidad de un libro no fue establecida por la autoridad de la iglesia primitiva, sino por su testimonio. Este es el testimonio de la iglesia con respecto a la autoría apostólica. El Dr. Shedd afirma que la autoridad de los primeros cristianos no es mayor que la de cualquier otro cristiano, pero su testimonio sí lo es.2. Las pruebas aplicadas por los primeros cristianos a los libros que circulaban entre las iglesias eran sencillas y limitadas, por lo general al origen y la autorización apostólicos. La autoridad de Marcos fue Pedro, y la autoridad de Lucas fue Pablo; de modo que estos Evangelios nunca fueron cuestionados. Si la autoría era incierta, se aplicaba la “Regla de Fe” y el testimonio de las iglesias en cuyo poder se encontraban los documentos.3. El elemento humano en la formación del canon fue importante. Las Escrituras no sólo tienen su revelación divina, sino también su aprehensión humana. La doctrina del Docetismo minimizó la humanidad de Cristo y el Socinianismo magnificó Su humanidad a expensas de Su deidad, de modo que ambos extremos son relativos a las Escrituras.

I. EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTOLas Escrituras del Antiguo Testamento están organizadas en tres divisiones principales: (I) La Ley (Torah), la cual incluye el Pentateuco; (II) Los Profetas, divididos en Profetas Antiguos o Primitivos, que incluyen los libros históricos de Josué, Jueces, Samuel y Reyes; y los Profetas Recientes: Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce; y (III) Los Escritos, generalmente conocidos como Hagiógrafos, los cuales incluyen los Salmos, Proverbios, Job, Daniel, Esdras, Nehemías, Crónicas y los cinco “rollos” de los Cantares de Salomón, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester. Dado que los Salmos constituyen el primer libro de la tercera división, en ocasiones se hace referencia a las Escrituras como la Ley, los Profetas y los Salmos (Mateo 11:13; Lucas 16:16; Hechos 26:22 y Romanos 10:5).Los orígenes del canon del Antiguo Testamento están encerrados en un profundo misterio. Se nos dice que Moisés, antes de morir, escribió un libro de la ley y mandó a los

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Levitas que lo pusieran al lado del arca, para que “…esté allí por testigo contra ti” (Deuteronomio 31:26). Uno de los hechos sobresalientes en la formación del canon del Antiguo Testamento ocurrió en el año 621 a. C., cuando Hilcías, el sumo sacerdote, descubrió el libro de la ley en el templo, durante la primera parte del reinado de Josías.Este incidente es considerado con justicia como un evento importante en la historia del canon. Aunque encontramos referencias a la ley de Dios en escritos tan antiguos como Amós (759 – 745 a. C.) y Oseas (743 – 737 a. C.), éstos no detallan los libros que en ese entonces estaban incluidos en el canon. Al comentar acerca de la convocatoria de Josías, Sanday dice que tenemos aquí un acto religioso solemne, en el cual tanto el rey como el pueblo aceptaron el libro que fue leído delante de ellos como expresión de la voluntad divina y tomaron sus preceptos como vinculantes sobre ellos mismos.La siguiente fecha importante fue el reconocimiento y la lectura de la Ley de Moisés, entre los años 500 y 450 a. C., tal como se registra en Nehemías 8:1 en adelante y en el Capítulo 10. La primera división de las Escrituras Hebreas – la Torah o Ley, fue aceptada plenamente como canónica alrededor del año 440 a. C. Fue leída delante del pueblo y se hizo un pacto que fue sellado por los príncipes, los levitas y los sacerdotes. La sección Profético - Histórica del canon del Antiguo Testamento, comúnmente conocida como “los Profetas”, fue también gradual en su desarrollo, y se considera que fue concluida alrededor del año 200 a. C.La tercera división, o Hagiógrafos, se considera que fue concluida alrededor del año 100 a. C. Los Judíos reconocían el canon del Antiguo Testamento tal como lo conocemos actualmente, el cual ya existía en el tiempo de Cristo. Los escritos de Josefo y de Filo de Alejandría dan fe de la veracidad al canon Hebreo. La etapa final en el arreglo del canon Judío fue la resolución del Concilio de Jamnia, en el año 90 d. C. El testimonio supremo con respecto al canon del Antiguo Testamento como divinamente inspirado se encuentra en el hecho de que fue ratificado por nuestro Señor y por Sus apóstoles.

II. EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTOLa formación del canon de las Escrituras del Nuevo Testamento fue un proceso gradual, que se extendió a lo largo de un período considerable de tiempo – desde el período ante-Niceno hasta el final del siglo IV. Ya para el año 400 d. C. toda duda con respecto a los libros del Nuevo Testamento se había desvanecido por completo – no así la controversia. La etapa más temprana en la formación del canon del Nuevo Testamento se encuentra en las colecciones de escritos hechas por las iglesias locales y, en algunos casos, por iglesias dentro de un área determinada. En 2 Pedro 3:16 se encuentra evidencia de la existencia de una colección temprana de las Epístolas Paulinas: “…casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender…” Otra referencia se encuentra en Colosenses 4:16.Generalmente se cree que tanto Efesios como Romanos fueron utilizados como cartas circulares.

Los Canones Primitivos.La primera mención de un canon definitivo es la de Marción (140 d. C.), considerado como herético. El recopiló las Epístolas de San Pablo, rechazando las Epístolas Pastorales y añadiendo una versión mutilada del Evangelio según San Lucas. Considerado por la Iglesia como un hereje, Marción recopiló únicamente aquellas epístolas que parecían concordar con sus opiniones heréticas, e hizo cambios en el Evangelio de Lucas para dar sustento a sus posiciones. Los otros tresEvangelios fueron rechazados. El canon Muratorio se formó alrededor del año 200 d. C., el cual contenía una lista de libros considerados como autoritarios en Roma.

Los Catálogos Primitivos de las Escrituras.

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En un período muy temprano, distintas personas formularon catálogos o listas de los libros del Nuevo Testamento. El más antiguo es el de Orígenes (210 d. C.), quien por alguna razón omite las Epístolas de Santiago y Judas, aunque las reconoce en otras partes de sus escritos. La siguiente lista es la de Eusebio (315 d. C.), quien hace una distinción entre los libros reconocidos (homologoumena) y los libros considerados como en disputa (antilogoumena).Los Homologoumena y los Antilogoumena. Como se mencionó anteriormente, el catálogo de Eusebio da una lista de todos los libros aceptados por sus contemporáneos, pero los organiza en dos clases: los libros reconocidos (homologoumena) y los que eran considerados como en disputa (antilogoumena); además agrega una tercera clase, los libros espúreos o rechazados (notha). Los libros incluidos en esta tercera clase, los libros rechazados, no fueron considerados como espúreos en el sentido de que faltaran a la verdad, sino solamente por el hecho de no tener suficiente prueba de su canonicidad.Unos cuantos de estos tratados fueron recibidos en la iglesia primitiva con gran veneración, por haber sido escritos por hombres que habían sido compañeros de los Apóstoles. Entre ellos se encuentran las epístolas de Clemente de Roma, Bernabé y Hermas, las cuales fueron incluidas en los Códices primitivos, donde aún se pueden encontrar, pero sólo como complementos.Acción de los Concilios. El Sínodo de Cartago (397 ó 419 d. C.) fue el primer concilio eclesiástico que ratificó oficialmente el canon tal como lo tenemos en la actualidad. Esta decisión fue confirmada por el Concilio Trullano en el año 692 d. C. Estos concilios solamente confirmaron lo que ya había sido aceptado por la Iglesia.

Los Apócrifos y los Pseudoepígrafos. La palabra “Apócrifo”, que vino a aplicarse a los libros extra-canónicos en el siglo II, tiene varios significados distintos. Originalmente significaba “oculto” y se refería ya sea a un origen secreto o a una autoridad secreta. El protestantismo rechazó los apócrifos y aceptó el canon Judío en vez del canon alejandrino, y las Escrituras Judías en vez de la Septuaginta. Los pseudoepígrafos eran una colección de escritos espúreos aparte de los apócrifos, que nunca fueron aceptados por los judíos ni por la Iglesia Cristiana.

Historia Posterior del Canon.En la Iglesia medieval el tema del canon fue por largo tiempo complejo y desconcertante. En el tiempo de la Reforma, cuando las líneas divisorias entre la Iglesia Católica Romana y el Protestantismo estaban siendo claramente trazadas, el Concilio de Trento, en 1546, abolió todas las diferencias entre los libros, declarándolos canónicos a todos. Todos los libros del canon reconocido del Antiguo Testamento y los libros apócrifos fueron puestos a un mismo nivel, haciendo de todos ellos el canon oficial de la Iglesia Católica Romana.La Iglesia Griega, después de muchos intentos de separar los libros apócrifos del canon, finalmente aceptó los apócrifos como parte del canon en el Sínodo de Jerusalén, en el año 1672 d. C, bajo Dositeo.Los protestantes rechazaron universalmente los libros apócrifos como canónicos, a la vez que admitieron su valor para la edificación. Los Metodistas en todas partes, junto con la Confesión de Westminster, rechazaron por completo los libros apócrifos como canónicos.

c. La biblia y la salvaciónArtículo de Fe N° IV. Las Sagradas Escrituras

4. Creemos en la inspiración plenaria de las Sagradas Escrituras, por las cuales aceptamos los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos dados por inspiración divina, revelando infaliblemente la voluntad de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra salvación, de manera que no se debe imponer como Artículo de Fe ninguna enseñanza que no esté en ellas.

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(Lucas 24:44-47; Juan 10:35; 1 Corintios 15:3-4; 2 Timoteo 3:15-17; 1 Pedro 1:10-12; 2 Pedro 1:20-21)

Podemos afirmar que la biblia no contiene ni un error cuando nos comunica todo lo que tenemos que saber para ser salvos. En los últimos 120 años, otros han usado la palabra “inerrante” para describir y afirmar que la biblia no contiene errores de ningún tipo. Primero, creemos que la materia y propósito de la biblia es comunicarnos el gran mensaje del evangelio, la palabra de salvación. El propósito no es enseñarnos métodos, cultura, historia o ciencia. El propósito de la biblia es llevarnos a una correcta relación con Dios y con los que nos rodean. Esto no quiere decir que la biblia necesariamente contenga errores en la historia o en la ciencia. Pero lo que debemos entender es que el propósito ultimo de la biblia es: Llevar a las personas a una relación correcta con Dios y con los que están a su alrededor.La biblia contiene todo lo que necesitamos saber para nuestra salvación. No hay necesidad de creer en nada más allá de lo que requiere la biblia. Este es otro principio protestantes básico diseñado para mantener nuestra concentración en el evangelio de Cristo en vez de ideas humanas.

d. Guías para el estudio de la bibliaSiete reglas principales de interpretaciónAunque vamos a estudiar varias herramientas para la interpretación, todas las herramientas y métodos se basan en estas siete reglas: 1. La Biblia es un libro inspirado. Ésta es la regla principal de la Interpretación. Significa que la Biblia viene de Dios y que su verdad es confiable.2. Al leer la Biblia, se debe seguir las mismas reglas que se usan para entender cualquier otro libro. Ésta es una regla sencilla, pero a menudo pasada por alto por los intérpretes bíblicos, quienes tratan de encontrar significados escondidos cuando el significado es evidente y claramente visible.3. Cada pasaje tiene un solo significado verdadero, y no muchos. Este significado por lo general es el sentido común, evidente y literal. Aunque puede haber un mensaje secundario en algunos pasajes, siempre hay un significado verdadero que tiene que ser comprendido primero.4. Las ideas en la Biblia generalmente se comprenden mejor dentro del contexto de los versículos que las rodean. El significado de palabras individuales es afectado al unirlas con otras palabras. Los autores rara vez usan las mismas palabras en distintas maneras en un solo pasaje.5. Las ideas en la Biblia fueron escritas en un contexto cultural e histórico y se entienden mejor dentro de este marco histórico. Todo lo que uno pueda aprender acerca de la época, las costumbres, pensamientos y cultura, será de ayuda para comprender más fácilmente lo que dice el texto.6. La Biblia interpreta la Biblia. Existe un solo sistema teológico en la Biblia y todas las doctrinas están de acuerdo la una con la otra.7. Cristo es el centro de toda la Biblia.

(“Las siete reglas” arriba son adaptadas de A Contemporary Wesleyan Theology (La Teología Wesleyana Contemporánea), Tomo ii, Wayne McCown, Hermeneutics (Hermenéutica), capítulo 17, Francis Asbury Press,

Grand Rapids, MI 1983, pp. 746-749.)

Tres pasos de interpretaciónHay siete reglas principales de interpretación bíblica, y tres pasos para seguir:Pasó uno: Observar – analizar exactamente lo que dice el texto.Pasó dos: Pensar – comprender exactamente lo que dice el texto.Pasó tres: Decir – explicar exactamente lo que dice el texto.

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El primer paso es el más largo. El primer paso toma aproximadamente el 80% del tiempo del estudio bíblico; el pensar puede tomar aproximadamente el 15%, dejando el otro 5% para decirlo. Esto significa que el 95% de la interpretación bíblica consiste del estudio, dejando un pequeño porcentaje para decir o expresar lo que se ha aprendido. En la lección 3 vamos a ver más a fondo el paso de observación. Para ahora vamos a ver algunas preguntas que pueden ayudarnos a observar y pensar.

Preguntas que ayudan a observar y pensar:· ¿Cuándo fue dicho esto?· ¿Quién lo está diciendo?· ¿A quién se lo está diciendo?· ¿Cuáles son las palabras exactas que se usan?· ¿Cuál es el contexto en que se está diciendo?

EL MÉTODO INDUCTIVOEl propósito del método inductivo del estudio bíblico es contestar a la pregunta “¿Qué significa este pasaje?” y luego explicarlo. Comenzamos con algunas preguntas:1) ¿Qué dice la Biblia? Al contestar esta pregunta intentamos comprender exactamente lo que dice. ¿Cuáles son los hechos? ¿Qué palabras se usan?2) ¿Qué significa? Con estas preguntas buscamos razones y significados. Hacemos las preguntas con el propósito de descubrir la intención del autor.3) ¿Qué significa para mí? Preguntamos porque queremos saber cómo se aplica la verdad bíblica a nuestra vida hoy.Cuatro partes de cualquier pasaje bíblico en que se pueden buscar respuestas a las preguntas mencionadas arriba, son:1. Palabras (verbos, sustantivos, adjetivos, etc.)2. El contenido básico del contexto.3. La forma literaria (carta, cuento, profecía, historia).4. Ambiente (sentimiento)El estudiante de la Biblia tiene que unir en su mente estas cuatro partes para poder comprender el significado completo del pasaje. El contexto y el ambiente son tan importantes como las palabras, pero no hay ninguna concordancia en que uno puede buscar el contexto y el ambiente, y por eso son los dos elementos que a menudo conducen a una interpretación equivocada. Le hacemos las preguntas “¿Qué dice?”, “¿Qué significa?” y “¿Qué significa para mí?” a cada pasaje, porque cada uno es diferente. Hay palabras que no tienen exactamente el mismo significado en cada pasaje.

OBSERVACIÓNEstructura: El primer nivel de la observación1. Obtener una comprensión general de la forma literaria del pasaje. Pregunte si el pasaje es:· Prosa o poesía· Historia· Profecía (sea en el sentido de predecir o de predicar)

· Enseñanza (la cual puede ser una parábola, práctica o teológica).· Mandato o ley· Literal o figurativa

1. Identificar los temas mayores en el pasaje. Pregunte: ¿Qué son los temas más importantes? ¿Es posible hacer un bosquejo de todo el libro según sus temas importantes? Vamos a usar el libro de hebreos como un ejemplo de cómo escoger los temas importantes de un pasaje o libro.

Ejemplo: Temas importantes de hebreos (que se relacionan mayormente a Jesús):Dios habló a través de Su Hijo Jesús - Hebreos 1:1

Mejor que los ángeles - Hebreos 1:4Más importante que Moisés - Hebreos 3:3

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Mejores promesas - Hebreos 4:1Superior al sumo sacerdote - Hebreos 4:14Más que Melquisedec - Hebreos 6:20Mejor pacto - Hebreos 7:22Mejor sacerdocio a través de Cristo - Hebreos 7:26Mejor tabernáculo - Hebreos 9:11Mejor sacrificio - Hebreos 9:23

Terminación de trabajo eterno - Hebreos 10:2Por lo tanto seremos mejores personas - Hebreos 10:19Advertencia - Hebreos 10:26Doctrina (creencia) - Hebreos 11:1Perseverancia - Hebreos 12:2Amor - Hebreos 13:1

Cosas que BuscarUn cazador busca pistas del animal que está tratando de encontrar: huellas del animal, excreciones, ciertos tipos de alimentos, evidencia de que el animal hubo comido, sonidos del animal, observación actual del animal.El cazador de la verdad también tiene que examinar las pistas. Abajo se mencionan seis claves para observar un pasaje o libro de la Biblia.

1. Busque las palabras y frases repetidasCuando una palabra o frase se repite varias veces, es por alguna razón. Note palabras importantes, generalmente verbos y nombres, que se repiten, y busque el propósito. Por ejemplo, lea Juan 15:4-10, y note cuántas veces se repite la palabra “permanecer”.

Ejercicio:Lea Juan 15:9-26 y busque por lo menos dos palabras que se repiten cinco veces o más.Una frase repetida puede enfatizar un punto importante o demostrar cierto tipo de lógica. En el libro de Hageo 1:5 y 7; 2:15 y 18 se encuentra la repetición de la frase “meditad bien”. Esta frase es importante en el mensaje total del profeta Hageo, quien intentaba motivar a la gente a construir el templo después de su regreso del cautiverio en Babilonia. Las cosas en que él pide que mediten son piezas claves de su lógica.

Ejercicio¿Cuál frase se repite en Amós 1:3, 6, 9, 11, 13; 2:1, 4, 4?

2. Busque progresión en el pensamientoPara poder identificar y comprender la progresión de ideas, debemos usar tanto la mente como los ojos. Los temas principales de un libro de la Biblia, por ejemplo, aquéllos descubiertos en el libro de hebreos, muchas veces demuestran esta progresión. El ejercicio previo tomado del libro de Amós demuestra una progresión muy importante.Amós comienza con los enemigos de Israel y los condena por las cosas malas que le hicieron a Israel diciendo que serán destruidos:Amós 1:3 Damasco (Siria)Amós 1:6 Gaza (los Filisteos)

Amós 1:9 Tiro (Fenecía).

Sigue con las naciones más estrechamente ligadas con Israel:Amós 1:11 EdomAmós 1:13 Amón

Amós 2:1 Moab

Finalmente, menciona Judá y la condena por rechazar “la ley del Señor” (Amós 2:4).

Ya ha condenado todas las naciones alrededor de Israel, incluyendo sus aliadas, amigos y parientes; entonces, sobre ¿quién cree usted que su próxima condenación va a caer? (conteste antes de leer Amós 2:6).

EjercicioCada uno de los milagros en el libro de Juan conduce a una enseñanza importante. En Juan 6:1-15, el milagro de la alimentación de los cinco mil conduce al punto encontrado en Juan 6:35 cuando Jesús declara “Yo soy el pan de vida”. Examine Juan capítulo 9 y explique la progresión del tema.

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¿Cuál es el milagro? ¿A cuál enseñanza conduce?

Ejercicio opcionalExamine el ejemplo dado arriba de los temas encontrados en hebreos, y explique la progresión de un tema a otro.

3. Busque los mandatosLos mandatos siempre son importantes, especialmente los mandatos de Jesús. Jesús dijo “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:4). El apóstol Pablo muchas veces da una serie de mandatos específicos, generalmente en la tercera parte de la epístola.Aproximadamente dos terceras partes de Romanos 12 contienen mandatos específicos.

EjercicioLea Juan capítulo 15 y busque dos mandatos directos de Jesús.

4. Busque las condicionesUna condición es una oración que declara que un resultado particular depende de cierta acción. A menudo la conjunción “si” denota condición, aunque también puede indicar suposición o aseveración terminante. Debemos observar muy bien el contexto. Por ejemplo 1 Corintios 15:1-2 dice: “Declaro… el evangelio…por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano”.Aquí el primer uso de la conjunción “si” se usa para una condición. La salvación por el Evangelio se condiciona a la retención de la Palabra predicada, de la cual depende.

Ejercicio1) Lea Juan capítulo 15 y marque la conjunción “si” cada vez que la encuentre. ¿Cuántas veces la encontró? ¿Cuántas de las “si” son condiciones?2) Lea Hebreos 10:26. ¿Cuál es la condición mencionada?3) Una condición en Apocalipsis 3:5 no incluye la conjunción “si”. Escriba la condición usando la palabra “si”.

5. Busque contraste y comparaciónOtro estilo de escribir encontrado a menudo en la Biblia es el contraste de dos cosas diferentes, o la comparación de una cosa con otra. En el libro de Juan el autor a menudo contrasta “luz” y “tinieblas” (vea un ejemplo de esto en Juan 1:5). En el capítulo 15, Juan contrasta “amor” (versículos 9 al 17) con “odio” (versículos 18 al 25).Muchas de las parábolas usan una comparación. Lea Mateo 13 para ver ejemplos. Las comparaciones (aunque no sean tan obvias como éstas) generalmente comparan algo conocido con otra cosa, para enseñar alguna verdad acerca de lo mencionado en segundo plano.

Ejercicio¿Cuáles ejemplos de contraste y de comparación puede encontrar en Romanos 8?

6. Busque las ilustracionesLas ilustraciones siempre tienen un mensaje. Son de diferentes formas y a veces la gente lo pasa por alto. En Hechos 7, mucho de lo que dice Esteban es una ilustración tomada de la historia de Israel.Las visiones que los profetas tuvieron son ilustraciones que Dios les dio con el propósito de comunicar un mensaje particular. Las parábolas de Jesús son ilustraciones. Para entender una ilustración conteste la pregunta “¿Cuál es el punto principal de esta ilustración?”

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EjercicioEn Eclesiastés 9:13-16 hay una ilustración. ¿Cuál es el mensaje?

Algunas otras cosas que el estudiante puede observar: un ejercicio opcionalLas siguientes pistas para entender la Biblia tienen una explicación corta con ejemplos de la Biblia.A. Causa y efecto: una cosa causa otra cosa, o sea, una cosa es resultado de otra cosa. Proverbios 27:14, Proverbios 11, Proverbios 29:1.B. Conversaciones entre una persona y Dios: Juan 3, Habacuc. C. Listas: Gálatas 5:19-23.D. Axiomas o proverbios: 1 Timoteo 1:15 “Palabra fiel y digna de ser recibida” (1 Timoteo 3:1; 4:9; 2 Timoteo 2:11).E. Hechos y acciones proféticas: Jeremías 18:1-4.F. Profecía que predice: Mateo 24.G. Indicadores del ambiente: Gálatas 1:6

Unidad III: LO QUE CREEMOS ACERCA DE DIOS Y LA TRINIDAD

a. La doctrina de Dios y la trinidadLA EXISTENCIA DE DIOSExisten tres conceptos de Dios. Entre los teólogos de tiempos pasados, los aspectos filosóficos de la doctrina de Dios eran tratados comúnmente bajo el título de Teísmo.El teísmo consiste en los aspectos filosóficos de la doctrina de Dios, por los cuales se entiende una creencia en un Dios personal, Creador y Sustentador de todas las cosas, quien es a la vez inmanente en la creación y trascendente, o por encima y separado de ella. Opuesto a este punto de vista se encuentra el Deísmo. El deísmo sostiene la personalidad de Dios, pero niega Su inmanencia en la creación y Su soberanía providencial sobre el universo. En ocasiones a esto se le llama el concepto de un Dios ausente. Históricamente el deísmo ha negado las Escrituras como una revelación divina.Por otra parte, el panteísmo constituye un énfasis desmedido en la relación de Dios con el universo, el cual recalca Su inmanencia a la vez que menosprecia Su trascendencia. El panteísmo niega la personalidad de Dios.En Romanos 1:20, Pablo afirma que: “las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.La existencia de Dios es una presuposición fundamental, no sólo de la religión Cristiana, sino de todas religión en su más alta expresión. Esta convicción es real y poderosa, es innata en el hombre y tiende a hacerse más y más explícita. De modo que la existencia de Dios debe ser considerada a la vez como una idea innata en el sentido limitado de este término, y como una verdad que se demuestra a sí misma en la razón. Como una idea innata, es un elemento necesario en la conciencia del ser humano.

REVELACIONES CONFIRMATORIAS DE DIOSDesde el momento en que el empirismo inglés fue llevado por Hume hacia un completo escepticismo, y la famosa Crítica de Emanuel Kant vino a ocupar una parte importante en la discusión, los argumentos históricos sobre la existencia de Dios han sido atacados persistentemente tanto por los oponentes como por los defensores de la posición teísta.

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Por lo tanto, procederemos ahora a considerar los diferentes argumentos dados sobre la existencia de Dios. Wiley dice que es necesario establecer desde el inicio el sentido en el que la palabra prueba se utiliza en referencia a la existencia divina. Ulrici sostiene que “las pruebas de la existencia de Dios coinciden con los fundamentos de la creencia en Dios; ellas son simplemente los verdaderos fundamentos de la creencia, establecidos y explicados de manera científica. Si no hubiera tales pruebas, tampoco habría tales fundamentos – en cuyo caso, no podría haber una creencia propiamente, sino una opinión subjetiva, arbitraria y auto-elaborada, por lo que debería ser degradada al nivel de mera ilusión”. Así, Wiley afirma que las pruebas de la existencia de Dios deben ser simplemente revelaciones confirmatorias y, como revelaciones confirmatorias, es evidente que el gran argumento teísta debe ser algo menos que la plena perspectiva Cristiana.La marcada distinción establecida por los estudiosos entre la razón y la revelación, condujo posteriormente a los dos grandes métodos de acercamiento que han desempeñado un importante papel en este departamento del pensamiento lógico.

1. El primer método es el método de la filosofía, el cual busca establecer la existencia de Dios únicamente desde la perspectiva de la razón humana y por ende, aparte de la revelación divina.2. El segundo es el método de autoridad, el cual apela a las Escrituras, y más especialmente a los milagros y las profecías.

Ambos métodos han sido históricamente importantes, y aportan en conjunto los argumentos tradicionales del teísmo.El método de acercamiento de la teología antigua, tanto Católica como Protestante, inició con los argumentos formales y abstractos de la razón, y luego incorporó la revelación Cristiana. Este esquema fue impuesto sobre la teología Cristiana a partir de la filosofía griega, y dominó todo el ámbito de la teología formal durante al menos mil setecientos años.La tendencia en teología ha sido sustituir la concepción racionalista de Dios por la revelación personal de Dios a través del Espíritu. Se ha dado la impresión de que por medio del examen de las evidencias de la existencia de Dios encontradas en la conciencia humana y en el mundo exterior, el hombre puede alcanzar un conocimiento espiritual y salvador de Dios.

Correctamente entendidos, estos argumentos tienen un valor tanto histórico como espiritual:

a. Indican el punto de partida general para el desarrollo de la idea de Dios, la cual habita primordialmente en la mente humana. Se encontrará que todos los procesos de los argumentos descansan fundamentalmente sobre el análisis de la conciencia original de Dios, la cual es patrimonio de toda creatura. Con respecto al conocimiento de Dios, hay una gran diferencia entre conocer a Dios y conocer acerca de Dios. Un conocimiento secundario, tal como el que es dado en los argumentos, nunca puede conducir a un conocimiento directo de Dios; no obstante, una vez que se conoce a Dios por medio de una revelación espiritual, “este conocimiento secundario que viene a nosotros, completa nuestra imagen mental de manera indirecta, mientras que nuestro conocimiento personal, aunque escaso, da vida y actualidad al todo”.

b. El segundo valor de los argumentos se encuentra en el hecho de que éstos marcan las distintas etapas de conocimiento, las líneas a lo largo de las cuales los pensamientos del hombre en todas las épocas se han dirigido hacia Dios.En los tratados más elaborados sobre Teísmo, es práctica usual dividir los argumentos en dos clases – los argumentos a priori y los argumentos a posteriori. Esta es una organización conveniente pero no es precisa. Es difícil trazar una línea y ubicar los argumentos totalmente en una clase u otra. Por a priori se entiende que la prueba de hecho o efecto se deduce del conocimiento de las causas existentes; por a posteriori se entiende el razonamiento que parte de los efectos para deducir las causas antecedentes.

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En este estudio consideraremos los argumentos cosmológico y teleológico, los cuales surgen de la naturaleza del mundo exterior, y los argumentos ontológico y moral, relacionados con la naturaleza y la constitución de la mente humana.

A. El Argumento Cosmológico (del cambio a la causa) es la Revelación de Dios como Poder.El término “cosmológico” ha sido adoptado convencionalmente porque intenta dar cuenta de, o explicar el cosmos o el universo. El argumento usualmente toma dos formas – la física, la cual depende de hechos del universo material, y la metafísica, la cual apela a la causalidad o fuerza eficiente. El argumento físico hace uso de dos hechos indiscutibles de la naturaleza – la materia y el movimiento. Es verdad que algo ha existido desde la eternidad, pero esto no puede haber sido materia, porque la materia es mutable. Puesto que la materia, al ser mutable no puede ser eterna, entonces el Creador, al ser eterno, no puede ser mutable ni material. La segunda forma de argumento es el metafísico, el cual apela a la causalidad o fuerza eficiente. La idea de causalidad surge en la mente por el ejercicio de la voluntad. Tenemos un concepto de causa solamente en virtud del hecho de que en la formación de la voluntad nosotros mismos somos, conscientemente, causas. Por lo tanto, la Causa Primera debe ser concebida por nosotros como una Voluntad, es decir, una Persona.

B. El Argumento Teleológico (de la adaptación al propósito) es la Revelación de Dios como Designio.La presencia de un designio o propósito en el universo ha sido más o menos claramente reconocida por el hombre desde el principio. La expresión más antigua de dicho propósito se encuentra en Génesis, donde se dice, por ejemplo, que las estrellas fueron hechas para proporcionar luz, que el fruto fue hecho para proporcionar alimento, y otras expresiones semejantes. Los Salmos están llenos de argumentos de este designio.El Salmo 104 ha sido llamado el salmo teleológico o de designio. Este argumento siempre ha ocupado un lugar importante entre los teístas.

C. El Argumento Ontológico (del pensamiento necesario al ser) es la Revelación de Dios como Realidad.Anselmo afirmó que la idea de perfección incluye existencia, porque aquello que no existe sería menos que perfecto; por lo tanto, dado que tenemos la idea de un Ser Perfecto, dicho Ser debe existir, por cuanto la idea incluye Su existencia, o de otro modo Él sería menos que perfecto. El poderoso y agudo intelecto de Anselmo poseía aquella intuición metafísica capaz de ver tanto el corazón de la expiación como el corazón de la existencia divina.Miley nos dice que tenemos la idea del Ser más perfecto, sobre el cual no es posible concebir un ser más grande o más perfecto. Esta idea incluye, y debe incluir la existencia real, por cuanto dicha existencia real es el contenido necesario de la idea del Ser más perfecto. Un ser ideal, si bien perfecto en concepción, no puede responder a la idea del Ser más perfecto. Este Ser más perfecto es Dios. Por lo tanto, Dios debe existir. La existencia relativa implica la existencia absoluta; y el conocimiento relativo implica el conocimiento absoluto. Dios debe ser el fin, así como el principio de todas las cosas.

D. El Argumento Moral (del ideal al poder adecuado para realizarlo) es la Revelación de Dios como correcta.La más alta revelación de Dios es la revelación de lo correcto. La tendencia del pensamiento especulativo es volverse de la naturaleza al hombre. No es que la naturaleza no tenga revelaciones que hacer, sino que la revelación más profunda se da a través del hombre. El hombre es la imagen Divina; la naturaleza es secundaria. No obstante, el argumento no es sino otra aplicación del principio causal aplicado al ámbito moral en lugar del mundo natural. El mundo moral es tan ordenado y lleno de propósito

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como lo es el mundo físico, y puede ser explicado únicamente por una causa de la misma naturaleza. El hecho central del ámbito moral es la conciencia; pero la conciencia no hace la ley moral. La ley moral es independiente del hombre e invariable a lo largo de todas las épocas. Sus leyes son implacables y su existencia no sólo demanda un Autor, sino que el ámbito moral revela Su carácter como amigo de la justicia y enemigo de la injusticia. El hombre debe buscar el bien supremo, y por lo tanto, el bien supremo debe ser posible. El bien supremo no puede existir a menos que Dios exista – debe haber por lo tanto un bien supremo por cuanto nuestra razón moral lo demanda. Existe algún bien supremo, por lo tanto Dios existe. “Deber” es una gran palabra e implica que existe en el bien supremo un Ser que es la causa suprema de la naturaleza, y quien es la causa o Autor de la naturaleza por medio de Su inteligencia o Su voluntad – esto es, Dios. Dado que la posibilidad del bien supremo está inseparablemente conectada con la idea de un Ser supremo, y que es moralmente necesaria para sostener la existencia de Dios, no podemos dejar de preguntarnos por qué algunos de los teólogos no encontraron la existencia de Dios en la ley moral en vez de deducirla de ella. El deber no es algo que existe aparte de las personas, sino en conexión con ellas y es reconocido por ellas. Por cuanto existe una Persona Suprema, reconocemos un bien supremo, un deber supremo, una ley moral.

La TrinidadLa doctrina evangélica de la Trinidad afirma que la Deidad es una substancia y que en dicha substancia hay tres Personas. Probablemente la declaración más sencilla de esta verdad se encuentra en el Credo de Nicea, el cual declara: “Sólo hay un Dios viviente y verdadero…Y en la unidad de esta Deidad hay Tres Personas, de una substancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo”. La doctrina de la Trinidad es una de las doctrinas más profundas y sagradas del Cristianismo. Es en el misterio de la redención donde la verdad se hace clara, a través del Cristo redentor. La doctrina de la Trinidad se puede conocer y entender únicamente a través de una relación personal con Cristo. Por lo tanto, es de esperar que la mayoría de las sectas nieguen la Trinidad. En la doctrina de la Trinidad encontramos una de las doctrinas verdaderamente distintivas del Cristianismo. Entre las religiones del mundo, la fe Cristiana es única al declarar que Dios es uno y que, a su vez, hay tres Personas que son Dios. Esta declaración, vista de manera superficial, pareciera ser una doctrina que se contradice a sí misma. De hecho, esta doctrina no se declara abierta o explícitamente en las Escrituras.Sin embargo, las mentes devotas han llegado a esta conclusión al buscar hacer justicia al testimonio de las Escrituras.La doctrina de la Trinidad es fundamental para el Cristianismo. Tiene que ver con quién es Dios, cómo es Él, cómo trabaja, y cómo debemos acercarnos a Él. Más aún, el tema de la deidad de Jesucristo, el cual históricamente ha sido un punto de gran tensión, está muy relacionado con el entendimiento que se tenga de la Trinidad. La posición que asumimos respecto a la Trinidad tiene una profunda influencia en nuestra cristología.La posición que asumimos respecto a la Trinidad también da respuesta a varias preguntas de naturaleza práctica. ¿A quién debemos adorar—solamente al Padre, al Hijo, o al Espíritu Santo, o al Dios Trino? ¿A quién debemos orar? ¿Se debe considerar el trabajo de cada uno de manera separada del trabajo de los otros, o podemos considerar la muerte expiatoria de Jesús en cierta forma como la obra del Padre también? ¿Se debe considerar al Hijo como igual al Padre en esencia, o debería ser relegado a un estatus inferior?Al formular nuestra posición respecto a la Trinidad, nuestro método teológico será puesto a prueba. Puesto que la Trinidad no se enseña explícitamente en las Escrituras, tendremos que reunir ciertos temas complementarios, hacer inferencias de las enseñanzas bíblicas y escoger un tipo particular de vehículo conceptual para expresar nuestro entendimiento. Además, dado que la formulación de la doctrina ha tenido una

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historia larga y compleja, tendremos que evaluar las construcciones pasadas en el contexto de su período y cultura y enunciar la doctrina de una manera que sea similarmente apropiada para nuestra época. Así, la formulación de una posición respecto a la Trinidad es un genuino ejercicio de teología sistemática, que requiere el uso de todas las destrezas que tenemos a nuestro alcance.La Base Experiencial de la Doctrina. La doctrina de la Trinidad no surgió de puntos de vista filosóficos; tampoco pudo haber surgido de cualquier otra fuente excepto como una expresión de la experiencia, y, como dice Wiley, “una experiencia compleja y rica”. La doctrina fue religión antes de ser teología, y para ser teología efectiva, siempre debe ser religión así como teología. De modo que la doctrina es intensamente práctica y a ella está ligada nuestra salvación eterna.La doctrina es revelada históricamente en estrecha relación con la redención, como se declara a continuación:“Dios el Padre envió a Su Hijo al mundo para redimirnos; Dios el Hijo se encarnó para salvarnos; y el Espíritu Santo aplica la obra redentora a nuestra alma. La Trinidad, por lo tanto, está vitalmente involucrada en la obra de redención, y es desde este aspecto práctico y religioso de la doctrina que la verdad debe ser considerada. Debido a su influencia sobre la conducta y destino humanos, ha sido necesario definirla metafísicamente con el fin de prevenir su perversión por el pensamiento especulativo.”Hay que recordar que la metafísica se refiere a la rama de filosofía que trata con la naturaleza de lo que se denomina “la realidad suprema” o Ser como tal. Se interesa por la naturaleza de las cosas a partir de las cuales todo lo demás ha sido hecho: el principio básico del universo. Es el marco de referencia que nos permite funcionar al dar sentido a la diversidad de la experiencia.

I. EL DESARROLLO ESCRITURAL DE LA DOCTRINAAsí como las Escrituras son nuestro fundamento de fe para todo lo que sabemos acerca de la revelación de Dios de sí mismo, también lo son para la doctrina de la Trinidad.

A. La Unidad de Dios. La gran herencia que la Iglesia Cristiana ha recibido del Judaísmo del Antiguo Testamento es la declaración de que “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Tal como lo declara Deuteronomio 6:4 – “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Wiley señala que Israel, con la guía y la ayuda divinas, había preservado la unidad de Dios “en medio de las más seductoras formas de politeísmo”. Hay muchas referencias en las Escrituras que respaldan esta afirmación: Éxodo 20:3; Deuteronomio 4:35; Isaías 42:8 y 44:6, 8; Marcos 12:29; Juan17:3 y Romanos 3:29.

B. La Triunidad de Dios. La evidencia bíblica de la Trinidad se encuentra en cinco fuentes en las Escrituras:

1. Las tres Personas manifestadas en el bautismo de Jesús (Mateo 3:16-17).2. El hecho de que los nombres divinos, atributos, obras y adoración son atribuidos respectivamente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.3. La formula bautismal, la cual nombra a las tres Personas de la Trinidad (Mateo 28:19).4. Las bendiciones, que reúnen los tres nombres de la Deidad.5. Los dones del Espíritu, tal como se identifican en 1 Corintios 12:4- 6.

C. La Concepción del Antiguo Testamento. Como sucede con otras verdades del Nuevo Testamento, la doctrina de la Trinidad se halla contenida en el Antiguo Testamento, pero sólo en forma embrionaria. Sólo con la revelación de Dios en Cristo podía alcanzar su desarrollo pleno.A la luz del Antiguo Testamento, la doctrina de la Trinidad se observa implícitamente en referencias tales como:

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(1) El uso de sustantivos plurales para designar a la Deidad es frecuente en las Sagradas Escrituras. En ocasiones esto se atribuye al sentido de majestad, así como los pronombres del plural son utilizados editorialmente en el tiempo presente. Sin embargo, teólogos de todas las épocas han afirmado que es imposible explicar el uso de sustantivos plurales en vez de singulares, a menos que haya una pluralidad de personas en la Deidad. (Génesis 1:1, 1:26 y 3:22; Deuteronomio 6:4; Malaquías 1:6; Isaías 54:5 y Eclesiastés 12:1).(2) El Ángel de Jehová, al cual se hace referencia desde Génesis hasta Malaquías, es otra expresión que contiene implícitamente la idea de la Trinidad. El “Ángel” es el Mensajero o la manifestación de Dios, el cual se menciona en forma separada pero, no obstante, se identifica con Dios. Por ejemplo, en Éxodo 23:20-21 hay una referencia a Jehová, al Ángel de Jehová y al Espíritu. Este último se encuentra en la expresión “mi nombre está en él.” La palabra Ángel en ocasiones se utiliza con el plural Elohim. (3) La Bendición Sacerdotal utiliza la palabra Jehová en un sentido triple. “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz” (Números 6: 24-27).Se puede decir que las tres partes de esta fórmula corresponden al “amor del Padre”, “la gracia del Señor Jesucristo” y “la comunión del Espíritu Santo” (2 Corintios 13:14).(4) Estrechamente relacionado a lo anterior se encuentra el Trisagio, es decir, el uso de la palabra “santo” tres veces consecutivas en el acto de adoración. Dado que la parte interna del santuario judío era conocida como “el Lugar Santísimo”, podemos entender que esto significa el Lugar Santo de los Santos. Era aquí donde los serafines cubrían sus rostros y daban voces unos a otros, diciendo: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:3). San Juan y San Pablo atribuyeron el Trisagio de Isaías 6:3 al Padre, al Hijo y después al Espíritu Santo. Isaías se refería al Mesías cuando dijo: “…y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu” (Isaías 48:16). El Mesías declaró de Sí mismo que había sido enviado por el Señor Dios y Su Espíritu. En Hageo 2:4-7 la Escritura dice: “Yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones”. Aquí hay una referencia a Jehová de los ejércitos, a Su Espíritu y al Mesías como el Deseado de todas las naciones.

D. El Hijo y el Espíritu en el Antiguo Testamento. Tanto la Paternidad de Dios como la Filiación son revelaciones del Nuevo Testamento y la una esperó a la otra.Sin embargo, la idea de Filiación está impregnada en la totalidad de las Escrituras del Antiguo Testamento, desde el primer versículo de Génesis hasta el último versículo de Malaquías. Ya hemos indicado que las alusiones a la Segunda Persona de la Trinidad se encuentran primeramente en expresiones tales como “el Ángel de Jehová”, “Palabra” o “Sabiduría”, y las descripciones del Mesías.

(5) La segunda alusión a la Filiación Divina se encuentra en el uso de los términos “Palabra” y “Sabiduría”, los cuales expresan de forma más clara el Logos Divino, el cual habría de encarnar en semejanza de hombre. El “Verbo” aparece en forma velada en el tercer versículo de Génesis: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (Génesis 1:3). La palabra “dijo” es la primera alusión al Logos o Verbo. Esto aparece de manera más clara en la personificación de la Sabiduría que se encuentra en Proverbios, en el capítulo ocho y parte del capítulo nueve. Aquí la

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Sabiduría aparece en contraste con la mujer insensata (Proverbios 9: 13-18). “¿No clama la sabiduría? …Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras…Con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo” (Proverbios 8:1, 22, 30). Podemos decir que el Verbo aparece primero de forma abstracta, luego aparece personificado y más tarde aparece como el Verbo hecho carne (Juan 1:1-18). (6) Es en las descripciones del Mesías donde encontramos la visión más clara de la Segunda Persona de la Trinidad como el Hijo Divino. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6). Otros pasajes se encuentran en Miqueas 5:2; Salmos 45:6-7, citado en Hebreos 1:8-9; y Malaquías 3:1. Este es el “Ángel del Pacto”, el Cristo que introdujo la Nueva Dispensación.

E. El Hijo y el Espíritu en el Nuevo Testamento. Como ya se ha mencionado, solamente en el Nuevo Testamento tenemos la revelación plena del Hijo como la Segunda Persona de la Trinidad, y de la personalidad y deidad del Espíritu Santo como la Tercera Persona Adorable.1. La deidad de Cristo es respaldada por las siguientes clases de pasajes:

(1) Aquellos que hacen referencia a Su preexistencia. Juan 1:15, 3:13, 8:58, 6:51, y 17:5. Todos estos pasajes demuestran con claridad que Cristo no solamente existía antes de Su encarnación, sino aún antes de la fundación del mundo.(2) Nombres y títulos divinos que son aplicados a Cristo. A Cristo se le llama Señor (Mateo 3:3, citando Isaías 40:3; Romanos 10:13, citando Joel 3:31; Juan 20:28 y Hechos 10:36). También se le llama Dios (Juan 1:1; Romanos 9:5; Tito 2:13 y 1 Juan 5:20).(3) Los atributos divinos que son aplicados a Cristo, tales como autoexistencia (Juan 2:19, 10:17-18 y 5:26); eternidad (Juan 1:1-2, 17:5, 24; Hebreos 1:8, 10-12; 1 Juan 1:2); omnipresencia (Mateo 18:20, 28:30; Juan 3:13; Efesios 1:21); omnisciencia (Mateo 9:4, 12:25; Marcos 2:8; Lucas 6:8, 9:47, 10:22; Juan 1:48, 2:24-25, 10:15, 16:30, 21:17; Colosenses 2:3; Apocalipsis 2:23); omnipotencia (Mateo 28:18; Lucas 21:15; Juan 1:3, 10:18; 1 Corintios 1:24; Efesios. 1:22; Filipenses 3:21; Colosenses 2:10; Apocalipsis 1:18); inmutabilidad (Hebreos 1:11-12, 13:8).(4) Obras divinas que son atribuidas a Cristo. La Creación (Juan 1:3, 10; 1 Corintios 8:6, Colosenses 1:16, Hebreos 1:10). Cristo sustenta y preserva todas las cosas, perdona pecados, da el Espíritu Santo, da paz, luz y vida eterna, y confiere dones espirituales.(5) Cristo es el Recipiente de la adoración divina y el homenaje. “Le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios” (Mateo 14:33). Aquí también se pueden mencionar las doxologías, bendiciones y acciones de gracias (2 Pedro 3:18; Apocalipsis 1:5-6; Romanos 1:7; 2 Corintios 13:14).

2. La Deidad y Personalidad del Espíritu Santo. Muchos de los principios concernientes a la deidad de Cristo también se aplican al Espíritu Santo.

(1) Las Escrituras enseñan claramente que el Espíritu Santo es una Persona distinta de las Personas del Padre y el Hijo. Se le llama “el Espíritu”, “el Espíritu de Dios”, “el Espíritu Santo” y “el Espíritu de gloria”.(2) Nuestro Señor se refiere al Espíritu Santo como “el Consolador” o “el otro Consolador”. El hecho de que el Espíritu Santo es más que un atributo o una influencia se desprende claramente de las palabras de nuestro Señor: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16).(3) Al hablar del Espíritu Santo se usa un pronombre personal (Él).(4) El nombre de Dios, Sus atributos, Sus obras y Su adoración se aplican al Espíritu Santo (Hechos 5:3-4; 1 Corintios 12:6-11; 2 Corintios 3:17).

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(5) La obra de Inspiración es el oficio particular del Espíritu. Leemos que Dios habló a los padres por los profetas (Hebreos 1:1). San Pedro atribuye esta inspiración al Espíritu: “…los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21); y más aún, al “…Espíritu de Cristo que estaba en ellos” (1 Pedro 1:11).

II. EL DESARROLLO DE LA DOCTRINA EN LA IGLESIADurante el período apostólico y sub-apostólico, la doctrina de la Trinidad no se desarrolló en lenguaje dogmático porque no existía una necesidad real para ello, hasta que la verdad fue desafiada por ciertas herejías que surgieron en la Iglesia.Sin embargo, Wiley afirma que los padres de la Iglesia creían y reproducían el espíritu y las enseñanzas del Nuevo Testamento, tal como lo revelan los escritos de hombres como Clemente de Roma, Ignacio, Justino Mártir y Clemente de Alejandría.Tanto la Iglesia Oriental, representada por los griegos, como la Iglesia Occidental, representada por los latinos, sostenían las dos posiciones católicas (es decir, universales) fundamentales: una unidad de esencia y una distinción de personas, según se establece en Juan 10:30 - Yo y el Padre uno somos, esto es, un ser, no una persona. La doctrina de la Trinidad pasó a un primer plano en el desarrollo del pensamiento teológico gracias a la creencia vital e intensamente práctica de que Cristo es el Hijo de Dios, igual al Padre en jerarquía. Tanto Ireneo como Tertuliano relacionaron al Hijo y al Espíritu con el Padre para formar una tríada que tendía al diteísmo o al triteísmo, según el Espíritu fuera considerado como personal o impersonal.A causa del celo por guardar la unidad de Dios y preservar los conceptos monoteístas, se dio una tendencia a subordinar al Hijo y hacerlo menos que igual con respecto al Padre, lo cual usualmente significaba que Cristo era considerado como un Ser creado. Esta tendencia a subordinar al Hijo fue llamada monarquianismo por Tertuliano. Wiley describe el monarquianismo como un “intento en vano de reconciliar la Trinidad con la unidad esencial de la Deidad”. El monarquianismo negaba la deidad de Cristo y del Espíritu Santo y sostenía que solamente el Padre es Dios. Este monarquianismo asumió dos formas a lo largo de su desarrollo en los inicios de la Teología de la Iglesia.

(1) La primera forma, la tendencia dinamística, la cual consideraba a Cristo como una criatura, encontró su desarrollo en el subordinacionismo de Orígenes y posteriormente en el arrianismo.(2) La segunda forma, conocida como modalista o sabelianista, identificaba a Cristo con el Padre y consideraba la Trinidad solamente como operativa, es decir, simplemente como tres modos distintos de manifestación. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran la misma Persona Divina, la cual se manifestaba en diferentes roles.

A. Teorías Antitrinitarias. Por lo general, los teólogos clasifican las teorías antitrinitarias en:

1. Monarquianismo. Los monarquianistas, debido a una mala interpretación de la naturaleza de la unidad divina, sostenían que la Trinidad era irreconciliable con ésta. Para los monarquianistas Dios el Padre era la única Persona, el cual, al encarnarse, fue llamado Dios Hijo o Logos. Fue el Padre mismo, en esta forma encarnada, quien sufrió por el pecado de la humanidad. Por esta razón los monarquianistas fueron llamados patripasianistas. Ellos negaban la existencia de alma propia en la persona de Jesucristo y sostenían que Cristo era Dios en alianza con una organización física, pero sin naturaleza humana real. El principal representante del monarquianismo fue Práxeas, al cual se opuso Tertuliano en su tratado Adversus Praxean.

2. Trinitarianismo Nominal. Esta forma de monarquianismo sostenía que Cristo era divino pero no verdadera Deidad. La distinción entre “divinidad” y “deidad” ha ocupado un lugar importante en la historia del Trinitarianismo. El Logos no era considerado como una

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Persona, sino sólo como la Sabiduría o la Razón Divina que emanaba de la Deidad Esencial, la cual se unió a sí misma de manera preeminente con el hombre Jesús en el momento de su nacimiento. Jesús fue llamado el Hijo de Dios porque fue iluminado en un grado superior a cualquiera de los profetas que le precedieron. El principal representante del Trinitarianismo Nominal fue Pablo de Samosata, Obispo de Antioquía, quien fue declarado hereje por los sínodos de Antioquía y, después de mucha demora, fue destituido de su cargo. Sabelio ocupó una posición intermedia entre esta forma de monarquianismo y las formas precedentes.

3. Humanitarianismo. Los humanitarianistas afirmaban la sola humanidad de Cristo y negaban su divinidad. Algunos sostenían una humanidad ordinaria y otros una humanidad extraordinaria. En esta tendencia encontramos a los Ebionitas, Teodocianos, Artemonitas, Alogi y Cerintos. Estos grupos estaban tan alejados de las enseñanzas comúnmente aceptadas de las Escrituras, que la Iglesia optó por no entrar en conflicto o controversia con ellos.

B. Sabelianismo. Esta forma de monarquianismo adoptó la Teoría Modal de la Trinidad. Rechazó la teoría de tres hipóstasis o Personas y la reemplazó por una teoría de tres “prosopa”, rostros o semblantes, correspondientes a las tres dispensaciones del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta doctrina fue enseñada primero por Práxeas en Roma, por Noeto en Esmirna y por Berilo en Arabia; pero fue Sabelio, Presbítero de Ptolemaida en Pentápolis, quien desarrolló más plenamente este error, el cual ha tomado su nombre. Sabelio sostenía que Dios se manifestaba a Sí mismo en tres modos personales. Dios como Padre es el Creador; el mismo Dios manifestado por medio de la Encarnación es conocido como el Hijo y cumple el oficio de Redentor; y finalmente, como Espíritu Santo, Dios lleva a cabo Su ministerio espiritual en la Iglesia. El principio es panteísta, por cuanto acepta que Dios evoluciona, dado que es el mismo Dios revelándose a Sí mismo como Jehová, luego revelándose más claramente a Sus criaturas como el Hijo, y por último de una manera más completa y en sentido espiritual como el Espíritu Santo. El único punto de esta teoría que satisface a la fe Cristiana es la deidad del Hijo, pero al afirmar esto, el sabelianismo niega la personalidad distinta del Padre y del Espíritu Santo. Su oposición a la postura bíblica es clara, puesto que en las Escrituras el Padre constantemente se dirige al Hijo, y el Hijo al Padre. La posición de Sabelio es vista como una postura intermedia entre el patripasianismo y el trinitarianismo nominal.

C. Arrianismo. En el otro extremo del sabelianismo se encuentra el arrianismo, el cual toma su nombre del Presbítero Arrio (256-336 d.C.), quien ocupó una posición importante en la iglesia de Alejandría en el tiempo en que se inició la controversia con el Obispo Alejandro I, alrededor del año 318 d.C. El arrianismo fue uno de los más formidables enemigos que el movimiento del trinitarianismo ha enfrentado. Hay dos etapas en el desarrollo del arrianismo: (1) la etapa del subordinacionismo, defendido por Orígenes, el cual asumió diversas formas al ser presentado por distintos escritores; y (2) el arrianismo propiamente dicho, expresado en las enseñanzas de Arrio. Arrio fue educado en la escuela de Luciano de Antioquía, donde el monarquianismo dinámico de Pablo de Samosata era la influencia dominante. Según el arrianismo, sólo Dios era eterno y por lo tanto no podía comunicar Su substancia a ningún ser creado. Arrio veía la unidad de Dios de una manera tan trascendente, que no sólo excluyó toda distinción dentro de la Deidad, sino también todo contacto fuera de ella. De modo que fue necesario que Dios creara al Hijo o “Verbo” como Su agente antes de poder crear el mundo. Cristo fue creado antes del inicio de los tiempos y es preeminente sobre toda criatura, pero no es igual al Padre ni co-eterno con Él. El Espíritu Santo mantiene con el Hijo la misma relación que el

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Hijo tiene con el Padre. Arrio creía que Cristo tomó únicamente un cuerpo humano, pero no un alma humana.

D. Los Escolásticos y los Reformadores. La declaración de la Trinidad efectuada en Nicea tuvo la aceptación general de la Iglesia, tanto Oriental como Occidental, con la salvedad de que la Iglesia Oriental tomó la posición de que el Espíritu Santo procedía únicamente del Padre, mientras que la Iglesia Occidental aceptó la posición conocida como cláusula filioque, según la cual el Espíritu Santo procedía de ambos, Padre e Hijo.Los Reformadores fueron fieles a la doctrina de la Trinidad establecida en los tres Credos. Ellos sostenían que una única esencia subsistía en tres Personas, siendo la unidad numérica y la Trinidad hipostática. Desarrollaron minuciosamente las distinciones entre las propiedades y procesiones, entre las procesiones intradivinas, generación y espiración, y los regímenes extradivinos, creación, redención y santificación. La circumincesión es particularmente una doctrina de la Reforma. La ircumincesión, que será considerada más adelante, significa que cada una de las tres Personas de la Trinidad existe o habita en las otras al participar de la substancia única, lo cual da unidad social en la pluralidad de Personas.

III. LOS TÉRMINOS TÉCNICOS DEL CREDOYa nos hemos referido a algunos de estos términos en estudios previos y aquí consideramos aquellos que son relevantes para la doctrina de la Trinidad.

A. Unidad y Trinidad. El término unidad aplicado a Dios se usa en conexión con substancia o esencia; el término trinidad se utiliza en relación con Personas.

B. Persona, Subsistencia e Hipóstasis. El vocablo del latín persona presupone otro término utilizado frecuentemente en teología, el término suppositum, el cual significa un individuo en sentido concreto. Una persona es un suppositum con una naturaleza racional, o un individuo racional. El término persona se aplica al principio de unidad, o al centro de esa naturaleza racional. En teología nunca se utiliza el significado moderno del término persona. Es aquel término por el cual se entiende el sistema completo de experiencias, posición de particular importancia en Cristología. Las Personas divinas no son individuos separados, sino que poseen una naturaleza o substancia en común, y la distinción entre ellas radica, no en una substancia separada, sino en la manera en la que comparten la misma substancia. Por substancia se entiende una distinción dentro de la substancia suprema y no la substancia misma. Este término se reserva para las distinciones de la Trinidad y, tal como se utiliza comúnmente, es equivalente de Persona o Hipóstasis.Hipóstasis también se utiliza para expresar las distinciones de la Trinidad, y como tal es equivalente de persona o subsistencia. Originalmente esta palabra significaba simplemente ser, y en este sentido era el equivalente exacto del término latino substancia.Sin embargo, esta palabra también conlleva otro significado, el de la constante realidad de algo que persiste a través de los cambios y la experiencia. En este sentido se aproxima más de cerca al término “ego” y, por consiguiente, vino a ser utilizado en el sentido de una subsistencia o persona. El uso de este término en un doble sentido trajo gran confusión a la Iglesia. Los latinos no sólo utilizaron la palabra esencia para traducir ousia, sino que utilizaron la palabra substancia para traducir tanto hipóstasis como ousia. De este modo la palabra hipóstasis se volvió ambigua. San Agustín dijo: “Aquello que se entiende como persona de acuerdo con nuestro uso se debe entender como substancia de acuerdo con el uso griego; pues ellos dicen ‘tres substancias (hipóstasis), una esencia’ en el mismo sentido en que nosotros decimos ‘tres Personas, una esencia o substancia’”.

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C. Procesión, Generación y Espiración.(1) Por procesión se entiende que el origen de una Persona procede de otra. Se aplica de manera general al Hijo y al Espíritu, pero de manera más específica al Espíritu Santo.(2) Por generación se entiende una relación eterna que siempre existe, y no simplemente un evento que sucedió una vez y entonces dejó de suceder. En teología, por lo general, se habla de la generación del Hijo como generación eterna.(3) El término espiración es similar a generación, pero es la propiedad particular del Espíritu. Así como se dice que el Hijo ha sido generado por el Padre, también se dice que el Espíritu ha sido espirado por el Padre y, en un sentido secundario, por el Hijo.

D. Propiedades y Relaciones.(1) Por propiedades se entiende las características peculiares de las Personas. Las propiedades son paternidad, filiación y procesión. La paternidad es la propiedad por excelencia del Padre, la filiación es la propiedad del Hijo, y la procesión es la propiedad del Espíritu Santo.(2) Por relación se entiende el orden en el cual una Persona se vincula a otra. Las relaciones son:1. Del Padre hacia el Hijo, paternidad; del Padre hacia el Espíritu, espiración.2. Del Hijo hacia el Padre, filiación; del Hijo hacia el Espíritu, espiración (teología Occidental).3. Del Espíritu hacia el Padre, procesión; del Espíritu hacia el Hijo, procesión, pero en un sentido diferente de la procesión con respecto al Padre.

E. Las Misiones y los Regímenes. Las relaciones mencionadas son procesiones eternas, en ocasiones conocidas como opera ad intra, de las cuales se derivan las procesiones temporales o misiones. La ejecución de estas misiones constituye los regímenes. Estos no son actividades separadas de las Personas, puesto que la actividad de Dios es una, sino relaciones con algún efecto temporal y externo, u opera ad extra. Es evidente que se debe hacer una distinción entre el que envía y el que es enviado (Juan 8:42). Por otra parte, la Persona que es enviada establece una nueva relación con aquello a lo que es enviado. El cambio no se da en la Persona, sino en la relación económica. La relación económica del Padre es la creación, la del Hijo es la redención y la del Espíritu es la santificación (inicial y entera). La relación de cada Persona con el efecto temporal es diferente, lo cual explica el hecho de que ciertos actos son atribuidos a una Persona y no a otra en la Deidad. En este sentido podemos decir que (1) el Padre es Dios sobre nosotros; (2) el Hijo es Dios con nosotros; y (3) el Espíritu Santo es Dios en nosotros. De este modo los valores religiosos de los regímenes hacen de la religión Cristiana la expresión plena de los valores prácticos y espirituales.

F. Circumincesión y Monarquía. Habiendo reconocido las distinciones entre las Personas de la Trinidad y su valor religioso, se hace necesario enfatizar la unidad divina de una manera nueva y diferente, ya no en relación con la unidad de Su substancia, sino en el sentido de unidad social.

1. La doctrina de la circumincesión sostiene que cada una de las tres Personas de la Trinidad penetra o habita en las otras al participar de la substancia única, lo cual da unidad social en la pluralidad de Personas.2. La Monarquía Divina enfatiza aún más la unidad de la Deidad al mantener un origen único de las Personas Divinas, esto es, el Padre, y esto en el sentido de unidad genética o grupo de parentesco.

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IV. LA DOCTRINA EVANGÉLICALa doctrina evangélica de la Trinidad se expresa mejor en las palabras de los antiguos credos y confesiones de fe. El Credo Atanasiano contiene la declaración más explícita, que dice:

Adoramos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir las Personas ni dividir la substancia. Porque una es la persona del Padre, y otra la del Hijo, y otra la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad.

El Artículo I de los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia Anglicana, revisados por Juan Wesley y los obispos metodistas en 1789, dice de la siguiente manera:

Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo, partes o pasiones; de infinito poder, sabiduría y bondad; el creador y conservador de todas las cosas tanto visibles como invisibles. Y en la unidad de esta naturaleza Divina hay tres personas de una misma substancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. (Artículo I de los Veinticinco Artículos del Metodismo).

Podemos decir, por lo tanto, que la doctrina evangélica afirma que la Deidad es de una substancia, y que en la unidad de esta substancia hay tres subsistencias o Personas; y además, que esto debe concebirse de tal manera que no se haga división de la substancia ni confusión de Personas.

La declaración de la doctrina evangélica se resume bajo cuatro encabezados: (1) La Unidad de la Esencia; (2) La Trinidad de Personas; (3) La Monarquía Divina; y (4) La Circumincesión.

A. La Unidad de Esencia. El término unidad se aplica a la esencia o substancia de Dios, en tanto que el término Trinidad se aplica a Su Personalidad. La Iglesia nunca ha enseñado que los términos una y tres se usan en el mismo sentido. No enseña que las tres Personas son una en el mismo sentido en el que son tres; tampoco enseña que la substancia es tres en el mismo sentido en que es una. No hay una trinidad de esencia o ser, sino una trinidad de Personas, una pluralidad dentro de la esencia única de Dios.Esta es la concepción más sencilla posible. Al afirmar que la substancia es numéricamente una y la misma, la Iglesia se protege contra el error de suponer que esta unidad es similar a la de la naturaleza humana, la cual puede ser la misma en dos o más individuos humanos. Mientras que la unidad pertenece a Dios en el sentido de la simplicidad e indivisibilidad de Su ser, el término implica más que esto, ya que la unidad del Ser Divino debe trascender toda necesidad, toda limitación humana y toda concepción finita. El término unidad se utiliza, por lo tanto, para expresar simbólicamente lo que de otro modo está fuera del rango de consideración humana. El Dr. Miley dice que la unidad no es, en sentido alguno, determinativa de lo que Dios es en Sí mismo. Él dice que sólo lo opuesto es la verdad. Dios es la unidad más profunda porque sólo Él es espíritu absoluto, existente en personalidad eterna, con la perfección infinita de atributos morales. Esta unidad más profunda no es, en sentido alguno, constitutiva o determinativa de lo que Dios es en Sí mismo, sino que es puramente consecuente con las perfecciones infinitas que son Su posesión exclusiva. Por lo tanto la unidad no es, en sentido correcto, un atributo de Dios.

B. La Trinidad de Personas. Si bien es cierto que las Escrituras asocian la Divina Trinidad principalmente con el proceso histórico de redención, esto no nos da lugar para suponer que se trata, por lo tanto, de una Trinidad meramente “económica”, o una Trinidad de manifestaciones, tal como lo sostiene el Sabelianismo. En este punto hay dos distinciones importantes:1. Trinidad “económica” – tiene que ver con la manifestación de la Trinidad en la redención, tal como es revelada y dada a conocer a través de la revelación de Dios en la redención.

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2. Trinidad “esencial” – enfatiza que la Trinidad en la Deidad no es simplemente una manifestación revelada en la redención o una expresión de la relación externa de Dios con el hombre, sino que la Trinidad existe en realidad en la relación interna de Dios consigo mismo. Esta posición se observa claramente en las Escrituras. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1). Las palabras “era” y “con” revelan aquí una distinción interna en la Deidad, una distinción entre Dios y Dios, y una relación de Dios con Dios. También vemos en 1 Corintios 2:10 – Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. El obispo Martensen dijo: “Cuando, por tanto, siguiendo las pisadas de la Iglesia, enseñamos que no sólo el Padre, sino también el Hijo y el Espíritu Santo han existido eternamente y son independientes de la creación, decimos que Dios no podría ser el Dios que se reveló a Sí mismo, el que se ama a Sí mismo, a menos que se haya distinguido a Sí mismo eternamente en un Yo y Tú (Padre e Hijo) y que se haya comprendido a Sí mismo eternamente como el Espíritu de amor, el cual procede de esa relación de antítesis en la esencia divina”.

C. La Monarquía Divina. Nuestra discusión aquí tiene que ver con los aspectos social y gubernamental de la Trinidad. La Monarquía del Padre hace referencia a Su preeminencia, considerada no desde el punto de vista de la esencia metafísica, sino desde el punto de vista de orden y relación. Pertenece a la esfera de los oficios de las Personas, no a la de Sus substancias. Es el principio de Unidad en el aspecto social de la Trinidad, no una desigualdad en el aspecto de la Trinidad esencial.En la declaración de Nicea concerniente a la monarquía, el Padre no es más divino que el Hijo, ni el Hijo más divino que el Espíritu Santo.

1. En el orden de subsistencia dentro de la esencia única, el Padre depende sólo de Sí mismo para Su Deidad, el Hijo deriva Su Deidad del Padre (Dios de Dios), es decir, Él es el Verbo o auto-revelación del Padre y es, por lo tanto, eternamente dependiente de Él; el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (del Padre a través del Hijo), y por lo tanto, en orden y relación es eternamente dependiente de ambos. En lo que respecta a naturaleza y ser (substancia, esencia), todas las personas de la Deidad son co-iguales y co-eternas.2. El orden en la Deidad no es temporal o cronológico, sino que se encuentra fundamentado en las tres distinciones o subsistencias de la esencia única, y es por lo tanto real y eterno.

D. La Circumincesión o Pericóresis. Tal como se mencionó anteriormente, circumincesión significa una co-inherencia de las Personas de la Trinidad, o aquella propiedad por la cual, en virtud de la identidad de esencia, las tres Personas se comunican entre sí sin que haya confusión de Personas. Esta doctrina protege la unidad de la Deidad, al afirmar que las Personas no existen una a la par de la otra como individuos separados, sino que cada una penetra y habita en las otras, de modo que no existe a la par de las otras sino en y a través de ellas. Afirma que hay unidad de propósito y coherencia en acción así como en esencia. Las tres Personas estaban unidas en la obra de la creación; también estaban involucradas en la obra de redención; y todas tomarán parte en la consumación de todas las cosas. La esencia divina es indivisible. Toda la Deidad se encuentra en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. En el Padre como el origen de todas las cosas; en el Hijo como la auto-revelación de Dios y en el Espíritu como Su auto-conciencia.Con respecto a la terminología científica de la doctrina, el Dr. Pope nos advierte que “es bueno estar familiarizados con los términos que expresan la relación del Uno al Triuno. Ningún estudiante sensato descartará o tratará de aminorar el valor que estos términos tienen. La Deidad es la Esencia Divina, o Substancia o Naturaleza; las Tres son subsistencias, Hipóstasis y Personas… En ninguna otra área es más necesaria la precisión que en el ordenamiento de la fraseología de la adoración. La mente y la lengua deben ser educadas de tal manera que se cuiden de usar el lenguaje impregnado en los errores triteísta, sabelianista o arrianista. Uno de los

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resultados del estudio reverente y cuidadoso será la disciplina que haga que cada palabra sea fiel al honor igual de cada una de las Personas Adorables en la unidad de las otras dos, y en la unidad de la Deidad, adorando y orando a cada una de ellas con esa reservación sagrada. Pero, después de todo, debemos recordar lo que la Iglesia antigua nunca se cansó de enfatizar en relación con este tema, que la naturaleza de Dios es inefable, inescrutable e indescriptible; sólo puede conocer la Deidad aquel a quien Dios le enseña; y tal conocimiento es, y será eternamente, sólo parcial”.

2. La naturaleza de DiosEl Dr. Wiley dice que la forma más simple de clasificación es la división dual en atributos absolutos y relativos. Después de revisar varios métodos de clasificación, Wiley afirma que el método de división triple es el método más simple y práctico para el estudio de los diversos atributos de Dios. Si se adoptara el método dual de atributos absolutos y relativos, nos veríamos en la necesidad de clasificar atributos tales como omnisciencia, omnipotencia y omnipresencia, los cuales implican la relación creadora de Dios con el mundo, junto con los atributos morales, tales como sabiduría, justicia, amor y bondad, por medio de los cuales Dios administra Su gobierno sobre los seres morales y responsables. Por otra parte, si se aceptara una clasificación dual de atributos naturales y morales, o atributos comunicables e incomunicables, nos veríamos obligados a clasificar en un mismo grupo los llamados atributos absolutos y relativos. Esto es confuso, por cuanto tendríamos que pasar por alto la distinción entre el modo de existencia de Dios y Su modo de operación. Por lo tanto, adoptamos el método de clasificación triple, ya que lógicamente es el método más simple para la clasificación de los atributos y al mismo tiempo es la forma más clara de presentación desde el punto de vista pedagógico. Este es nuestro bosquejo:

I. Atributos Absolutos, o aquellas cualidades que pertenecen a Dios en Su esencia aparte de su obra creadora.II. Atributos Relativos, o aquellos que resultan de la relación existente entre el Creador y lo creado, y que por necesidad requieren la existencia de una criatura para ser manifestados.III. Atributos Morales, o aquellos que pertenecen a la relación que existe entre Dios y los seres morales que se encuentran bajo Su gobierno, específicamente en lo que concierne a la humanidad.

II. LOS ATRIBUTOS ABSOLUTOSPor Atributos Absolutos o Inherentes entendemos aquellas cualidades que se relacionan con el modo de existencia de Dios, en contraposición a los que se refieren a Su modo de operación o de actividad. Deben concebirse aparte de toda relación con lo creado. Son absolutos en el sentido de que no están limitados por el tiempo ni el espacio, son independientes de toda otra existencia, y perfectos en sí mismos. Tienen su base en el hecho de que Dios es, en Sí mismo, un Ser Absoluto. Son inherentes en el sentido de que pertenecen al Espíritu, y son esenciales a cualquier concepto correcto de la naturaleza divina. Los atributos absolutos son seis, y a continuación se considera brevemente cada uno de ellos.

A. Espiritualidad. Wiley dice que el uso del término espiritualidad como un atributo se justifica por el significado del término pneuma, que quiere decir “espíritu o aliento”, y por los efectos del Espíritu. Utilizamos el término que más se aproxima a espíritu puro, el cual es originalidad, o sustancia de sí mismo, lo cual algunas veces incluye la unidad, la simplicidad y la idealidad. Al considerar la espiritualidad desde el punto de vista de la originalidad, no puede haber objeción alguna a reconocerla como un atributo. Por originalidad se entiende la sustancia de sí mismo, o la posesión de vida en Sí mismo, vida que es independiente de toda otra existencia. Así, solamente el Padre la posee porque sólo Él es una Persona Absoluta.

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Richard Watson, teólogo del Metodismo temprano, dice que Dios es esencialmente diferente de la naturaleza espiritual del hombre. La naturaleza de Dios y la naturaleza del ser humano no son la misma; no obstante, son similares, porque tienen muchos atributos en común, aunque en el caso de la naturaleza divina, en un grado de perfección infinitamente excedente. Wiley afirma que “debemos, por lo tanto, concebir el conocimiento y el amor como los mismos atributos tanto en Dios como en el hombre, sólo que en Dios están libres de toda imperfección”.

B. Infinitud. Por infinitud se entiende que no existen barreras ni límites para la Naturaleza Divina. Es un término que se aplica a Dios solamente, y de manera peculiar a los atributos personales de su poder, sabiduría y bondad.El término infinitud en ocasiones ha sido interpretado en un sentido negativo. Esto conduce directamente al Agnosticismo. Debemos considerar el término infinito como un concepto de contenido positivo, y como tal se aplica únicamente al Espíritu Personal. El término no tiene significado cuando se aplica extensivamente al tiempo y el espacio y su aplicación en este sentido conduce directamente al Panteísmo. Por esta razón no debemos considerar la trascendencia como simple externalidad, sino como una fuente ilimitada que fluye desde adentro. Por lo general, los teólogos han reconocido tres modos de presencia en el espacio. Los cuerpos están en el espacio (1) circunscritamente, es decir, limitados por él. Los espíritus están en el espacio (2) definitivamente, en el sentido de que no están en todas partes sino sólo en alguna parte. Finalmente, (3) Dios está en el espacio plenamente, llenando todo el espacio. Dios está por encima de las limitaciones de espacio, en el sentido de que éstas no se aplican a Él. Dios no está ausente de ninguna porción del espacio, así como tampoco está presente en una porción más que en otra. El hombre y la naturaleza están presentes ante Él en todas partes. El Espíritu Infinito, al cual este término se aplica de manera exclusiva, si es infinito en el verdadero sentido del término, debe ser capaz de crear existencias finitas y dotarlas de voluntad libre.

C. Eternidad. Por eternidad como un atributo de Dios entendemos que Él está por encima del tiempo, libre de toda distinción temporal de pasado o de futuro, y en cuya vida no puede haber sucesión. Este es el sentido de los pasajes de las Escrituras que hablan de la eternidad de Dios, de los cuales no hay otro que lo exprese de manera más explícita que aquel de la revelación del nombre YO SOY EL QUE SOY. Desde su primera declaración, hecha a Moisés (Éxodo 3:14), hasta la revelación final hecha a San Juan en el Apocalipsis, como “…el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8), este nombre no sólo declara la suficiencia propia de Dios, sino también Su eternidad. (Ver también Deuteronomio 33:27 y Salmo 90:2).En el Nuevo Testamento se expresa la misma idea, aunque de una manera más o menos negativa. San Pablo habla de “…su eterno poder y deidad” (Romanos 1:20). En estrecha relación con este pensamiento San Pablo menciona “…la gloria del Dios incorruptible” (Romanos 1:23). En la Primera Epístola a Timoteo se expresa el atributo de eternidad por medio de las siguientes palabras de alabanza: “Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:17).

Hay tres sentidos diferentes en que los teólogos han entendido la eternidad con relación al tiempo:

(1) Como extensión de tiempo sin fin, según lo cual el tiempo es una forma de existencia que es externa a Dios y condiciona Su existencia. Este punto de vista atenta contra la unidad de Dios y se muestra contradictorio con respecto a Su atributo de invariabilidad o inmutabilidad.

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(2) La idea de la ausencia de tiempo. Sin embargo, atribuirle a Dios las ideas de tiempo y sucesión como las condiciones bajo las cuales los seres finitos deben pensar y actuar, indicaría que la vida de Dios ha sido en partes sucesivas, las cuales deben ser finitas o infinitas. De ser infinitas, entonces cada parte sería igual al todo, y todas las partes serían iguales entre sí. Por otra parte, si las partes sucesivas han sido finitas, entonces habría una suma de cosas finitas, y en cualquiera de los dos casos la conclusión sería una reductio ad absurdum (es decir, un retroceso hacia lo que no tiene sentido).(3) Está la posición según la cual el tiempo y la eternidad se combinan en la conciencia divina. Como el Eterno, Dios está por encima de toda limitación temporal; y es precisamente por esta razón que el tiempo existe o tiene significado. Estas dos ideas, tiempo y eternidad, no son excluyentes. Más bien, están objetivamente relacionadas. Lo temporal necesariamente presupone lo eterno; y lo eterno es a su vez el fundamento positivo y la posibilidad perpetua de lo temporal.

En vez de estar opuestos entre sí, debemos considerar lo eterno como la garantía de continuidad. Desde un punto de vista negativo, la eternidad es meramente la negación del tiempo, pero en el sentido positivo, es un modo de existencia con el cual Dios da sustento al tiempo. La verdad de la eternidad, en el sentido positivo, está conectada de cierta manera misteriosa con la idea intuitiva de Dios, mientras que lo temporal pertenece a la idea intuitiva del hombre. Dios, como el Eterno, trasciende el tiempo, pero como el Dios de Sus criaturas, Él lleva a cabo Sus propósitos para ellos bajo la ley del tiempo que Él mismo ha creado. De este modo, al tratar con Sus criaturas, Dios las reconoce como pasadas, presentes y futuras en esta sucesión de existencia, o como ha sido correctamente expresado por un teólogo, Dios conoce el pasado como pasado, el presente como presente y el futuro como futuro.

D. Inmensidad. La inmensidad expresa el contraste entre el mundo espacial y el modo de existencia de Dios, de la misma manera que la eternidad expresa el contraste entre el mundo temporal y el modo de existencia de Dios. Así como el tiempo ha nacido de la eternidad, el espacio ha nacido de la inmensidad. La inmensidad de la infinitud es objetiva como el modo de la razón divina. La inmensidad no puede ser concebida como una extensión de espacio, al igual que la eternidad no puede ser concebida como una extensión de tiempo. Como Espíritu, Dios está por encima de toda limitación espacial.Como con los otros atributos, su mención en las Escrituras es primordialmente religiosa y devocional; en el caso particular de la inmensidad, su mención en las Escrituras tiene la intención especial de evitar el peligro de querer situar a Dios en un solo lugar determinado, aunque sea sólo en el pensamiento.

E. Inmutabilidad. Por inmutabilidad entendemos “lo invariable de Dios, ya sea en esencia o en atributo, en propósito o en conciencia”. Algunos teólogos suelen asociar eternidad con inmutabilidad.Vista desde una perspectiva ad intra (hacia adentro), la inmutabilidad excluye todo desarrollo, el proceso de llegar a ser, cualquier cambio o posibilidad de cambio; vista desde una perspectiva ad extra, Dios es el mismo antes y después de la creación, Su plenitud de vida, luz y amor no se vio disminuida por el libre flujo de estos elementos en la creación. Sin embargo, hay algunas limitaciones. La inmutabilidad divina no debe ser interpretada de manera que excluya cualquier movimiento en la vida divina. La inmutabilidad no es una identidad rígida, sino una característica de una inteligencia libre. Se refiere a la esencia y los atributos de Dios, y no a Sus operaciones en la creación y en la providencia, por cuanto éstas siempre están en armonía con la inmutabilidad de la naturaleza divina. Dios ama la justicia y aborrece la iniquidad. Consecuentemente, Su

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gobierno moral está siempre en armonía con Su naturaleza de amor santo. En ocasiones Dios ve a determinada persona con desaprobación y en otras con complacencia, según la persona sea desobediente o actúe con rectitud. Por lo tanto, la inmutabilidad divina es fundamental tanto para la moralidad como para la religión.Las referencias bíblicas sobre la inmutabilidad de Dios son particularmente ricas y satisfactorias. El Salmista declara: “Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán” (Salmo 102:27); y el autor de la Epístola a los Hebreos retoma las mismas palabras: “Pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán” (Hebreos 1:12). Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Y Hebreos 6:17-18 dice: “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”.

F. Perfección. Por el término perfección se entiende aquel atributo que completa y armoniza a todas las demás perfecciones. Es en virtud de Su perfección que Dios es auto-suficiente. Su ser no carece de nada que sea necesario para Su deidad. Su conocimiento, Su voluntad y Su amor no dependen de la existencia de una criatura, sino que encuentran sus relaciones y el ámbito infinito de su actividad en las Personas de la Trinidad. A su vez, debemos ver este atributo como una unidad; es único y absoluto. ElSeñor ordenó a Sus discípulos: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Como el Perfecto, Dios contiene en Su propio ser todo lo que se necesita para nuestra bendición eterna.

III. LOS ATRIBUTOS RELATIVOS O CAUSALESEstos atributos no constituyen una nueva clase de atributos, sino que son los mismos que los Absolutos, sólo que en otra forma de aplicación. Aquí el énfasis está sobre los atributos de Dios más directamente en relación con la creación de Dios, y especialmente con el hombre.Al detenernos ahora a considerar los Atributos Absolutos e intentar traerlos dentro del rango de la operación finita concerniente a la criatura, debemos apegarnos firmemente en nuestro pensamiento al hecho de que tales atributos conforman en entorno de cada representación. Esto permite prevenir cualquier dificultad que pudiera surgir del uso del lenguaje humano para describir a un Dios Santo, y asegurar así la verdad del hecho de que si Dios no hablara al hombre en términos que éste pudiera comprender, no podría haber ciencia de la teología ni religión alguna. Al pasar de la consideración de los atributos como Absolutos a la consideración de los mismos atributos como Relativos o Causales, cambiamos nuestro punto de vista de lo Absoluto a la Eficiencia, del Ser al Poder. Vamos a presentar los Atributos Relativos o Causales en el siguiente orden: primero, Omnipresencia; segundo, Omnipotencia; tercero, Omnisciencia; y cuarto, la culminación de los anteriores en la cualidad moral de la bondad, relacionada por una parte con la perfección, y por otra parte con los atributos éticos.

1. Omnipresencia. La inmensidad divina, considerada anteriormente, es la presuposición de la omnipresencia divina. En el caso de la inmensidad, Dios es considerado en un aspecto trascendental como superior a toda relación espacial; en lo que respecta a la omnipresencia, Dios es considerado en un aspecto inmanente, en el sentido de que está presente en todo el espacio, así como por encima de él. Por omnipresencia entendemos que Dios no está excluido de nada, así como tampoco está incluido en nada.

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Pero esta inmanencia debe verse como libre y no como necesitada. El Dr. Miley sostiene que la verdad no descansa en el sentido de una esencia divina que está en todas partes, la cual, considerada en sí misma, no tendría atributos personales, y por ende no podría ejercer la agencia que debe ser una realidad de la presencia divina. Tomás de Aquino enseñó que “Dios está en todas las cosas, no como una parte de su esencia, no como un accidente, sino como un agente que está presente en aquello sobre lo cual opera”. Hay tres formas en las cuales Dios puede ser considerado como omnipresente en el universo. Primero, la presencia real de la Deidad en cada porción del universo creado.“¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?” (Jeremías 23:24). Esto no quiere decir que la esencia de Dios está extendida o difundida en un sentido panteísta, porque el Espíritu no es sustancia extendida. Más bien se refiere a la presencia de Dios en un sentido dinámico o espiritual. Segundo, por omnipresencia se entiende la presencia de toda criatura delante de Dios, como parece indicar la afirmación “…porque en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). Visto desde el punto de vista práctico, este pasaje tiene la intención de plasmar en el hombre la impresión de toda criatura vive y se mueve en Su presencia, todo pensamiento es concebido y toda acción es realizada delante de Él, de modo que nada está oculto de los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta.Tercero, por omnipresencia entendemos el ejercicio del poder de Dios, lo cual se relaciona aún más estrechamente con la actividad divina. “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” (Salmo 139:7). Tomado dentro de su contexto, este pasaje indica que Dios está presente dondequiera que hay una manifestación de Su poder.Aunque en virtud de Su omnipresencia Dios está en todas partes, Él está presente de manera más peculiar y esplendorosa en la región a la que llamamos cielo, más que en cualquier otra esfera, de la misma manera que el sol brilla en todas partes, pero sólo en el firmamento despliega su esplendor a plenitud. Hay muchos pasajes que contienen ricas y variadas enseñanzas en cuanto a este tema: Jeremías 23:23-24; Isaías 57:15; Isaías 66:1; Job 28:24; Salmo 33:13-14. Pasajes como estos nos guían a una concepción del valor de la omnipresencia divina en la adoración religiosa. El hecho de que la Persona Infinita pueda estar en todas partes está más allá de toda comprensión para la mente finita, y aún así, cada vez que el pueblo de Dios se acerca a Él en oración, ellos pueden experimentar Su presencia en medio de ellos, en la plenitud de Sus perfecciones infinitas.

2. Omnipotencia. Este es el fundamento de todo lo que llamamos eficiencia o causalidad. La omnipotencia se define como “aquella perfección de Dios por virtud de la cual Él puede hacer todo lo que le place”. Jeremías 32:17 dice: “…ni hay nada que sea difícil para ti”. El Salmo 115:3 declara: “Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho”. Tanto el profeta como el salmista establecen una distinción en su pensamiento, limitando el poder de Dios a aquello que está en conformidad con Su buena voluntad. Dios puede hacer todo lo que desea y está limitado únicamente por Su voluntad, la cual no desea nada contrario a Su naturaleza divina. Desde tiempos antiguos Dios se reveló a Sí mismo a Abraham diciendo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 1:17); más adelante se encuentra la siguiente declaración: “Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente” (Éxodo 6:3). (Ver también Salmo 62:11; Salmo 33:8-9; Jeremías 10:12).El Dr. Wiley señala que en el Nuevo Testamento el término latino omnipotens significa “el que gobierna todo”, y es en este sentido que el término es utilizado la mayoría de las veces por los autores del Nuevo Testamento. Jesús declaró que “…para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Ver además 1 Juan 10:29; Romanos 4:17; Apocalipsis 1:8 (el Alfa y la Omega… el Todopoderoso); Apocalipsis 4:11. El Dr. Wiley resume esto al afirmar que el atributo de la omnipotencia “es la base para la

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adoración religiosa profunda y constante para con Dios, y es el fundamento y sostén para la seguridad y la confianza”. Ninguna doctrina es más importante desde el punto de vista de su valor religioso que la doctrina de la omnipotencia divina. Esto fue lo que hizo que nuestro Señor fuera a la cruz valerosamente, en la confianza de que por medio de la omnipotencia de Dios, Su causa triunfaría sobre la muerte, el último enemigo. Este es el atributo que ha impartido valor a los santos en todas las edades, y que a pesar de la desilusión y el fracaso aparente, les ha hecho más que vencedores.

3. Omnisciencia. Por omnisciencia se entiende el perfecto conocimiento que Dios tiene de Sí mismo y de todas las cosas. Es la perfección infinita de lo que en nosotros se llama conocimiento. “Su entendimiento es infinito” (Salmo 147:5). Dios entiende y conoce los corazones de los hombres. Nada está oculto de Él. Él ve las cosas tal cual son, tanto en sus causas como en sus fines. La enseñanza de las Escrituras con respecto a este atributo es la base de los valores religiosos (Isaías 42:9; 1 Crónicas 28:9). En el Nuevo Testamento este atributo es presentado con mayor claridad. Al dirigirse al Concilio de Jerusalén, el apóstol Jacobo utiliza esta expresión: “Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos” (Hechos 15:18). (Ver también Romanos 8:29; Efesios 1:4-5; 1 Pedro 1:2).Hay dos problemas relacionados con la omnisciencia:

(1) La cuestión del conocimiento divino de eventos contingentes, conocido comúnmente como presciencia. Hay dos posiciones con respecto a la presciencia – aquella llamada nesciencia, que niega este conocimiento previo de Dios, y aquella que lo afirma, llamada presciencia. Este tema es importante debido a su relación con la predestinación, la principal doctrina del Calvinismo.(2) El segundo problema tiene que ver con la relación existente entre la presciencia y la predestinación. Hay tres posiciones que se han asumido en teología en torno a este tema:

a. La posición Arminiana sostiene que el poder de elección contraria es un elemento constitutivo de la libertad humana, y que la presciencia debe referirse a los actos libres, y por lo tanto, a aquellos de pura contingencia. b. La posición Calvinista identifica presciencia y predestinación, y sostiene que los decretos divinos son la base de todos los eventos que ocurren, incluyendo las acciones voluntarias de los hombres.c. La posición Sociniana niega que Dios tenga conocimiento previo alguno de eventos contingentes. Esta teoría fue planteada como un intento de armonizar la presciencia y la libertad. Watson resume este argumento afirmando que “ la contingencia del hombre, aplicada a las acciones morales de los hombres, debe significar su libertad y se opone no a la certidumbre, sino a la necesidad… La presciencia de Dios no tiene influencia sobre la libertad ni la certidumbre de las acciones, por la sencilla razón de que es conocimiento y no influencia; y las acciones ciertamente pueden ser conocidas de antemano, sin que para tal conocimiento sea necesario que las acciones se lleven a cabo”. El término contingencia puede ser explicado como el que las acciones morales de los hombres deben ser libres, lo cual se opone a la necesidad, pero no se opone a la certidumbre.

4. Sabiduría. Estrechamente relacionado con la omnisciencia y en cierto sentido dependiente de ella, está el atributo divino de la sabiduría. El conocimiento es la aprehensión de las cosas tal como son, mientras que la sabiduría es la adaptación de este conocimiento a ciertos fines. Así como el conocimiento es necesario para la sabiduría, la omnisciencia de Dios es necesaria para Su sabiduría infinita (Job 12:13; Job 36:5; Salmo 104:24; Proverbios 3:19; Daniel 1:20; Romanos 11:33; 1 Corintios 1:24; 1 Corintios 1:30; Proverbios 8:22-23, 30; Juan 1:1; 1 Timoteo 1:17).

5. Bondad.

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La bondad de Dios es aquel atributo por razón del cual Dios desea la felicidad de sus criaturas. Esta perfección es la excelencia absoluta que Dios tiene en Sí mismo; la bondad es aquella excelencia que mueve a Dios a impartir el ser y la vida a las cosas finitas aparte de Su esencia divina, y a comunicarles tantos dones como ellos tengan capacidad de recibir. La bondad de Dios no es comunicada solamente a aquella parte de Su creación que es capaz de mostrar reciprocidad, sino que se aplica a toda la creación. Wiley cita: “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios” (Lucas 12:6). El Dr. Wiley menciona muchas referencias bíblicas acerca de la bondad de Dios tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

En relación con este atributo es usual dar consideración al tema de la teodicea.Teodicea significa la justificación de la sabiduría y la bondad de Dios en la creación y el gobierno del mundo; la justificación de la justicia de Dios al permitir la existencia del mal. El Dr. Wiley cita parte del tratamiento que el Dr. Pope hace del tema, en el cual Pope concluye que no hay respuesta satisfactoria excepto aquella revelada en las Escrituras, en la que el hombre como agente moral libre era capaz de escoger el pecado, lo cual en efecto hizo.Juan Wesley ofreció quizás una mejor solución al tratar de responder la pregunta de “¿por qué existe el pecado en el mundo?”. Él dijo: “Porque el hombre fue creado a la imagen de Dios; porque no es mera materia, un puñado de tierra o de arcilla, sin sentido ni entendimiento, sino un espíritu como su Creador; un ser dotado no sólo de sentido y entendimiento, sino también de una voluntad que se ejerce en diversos afectos. Para coronar todo ello, el hombre fue dotado de libertad, de poder para dirigir sus propios afectos y acciones, de capacidad para determinarse a sí mismo, o de escoger entre el bien y el mal. De hecho, de no haber sido el hombre dotado de esta libertad, de nada le habría servido todo lo demás. De no haber sido un ser libre así como inteligente, su entendimiento habría sido incapaz de vivir la santidad o cualquier otra virtud, lo mismo que un árbol o que una roca. Teniendo este poder, el poder de escoger entre el bien y el mal, el hombre escogió el mal. Fue así como el pecado entró en el mundo”.

3. El carácter de DiosAtributos morales1. Bondad (incluyendo misericordia, gracia). La bondad de Dios quiere decir que Dios es la norma suprema de lo bueno, y que todo lo que Dios es y hace es digno de aprobación. En esta definición “bueno” se puede entender como “digno de aprobación”, pero esto nos lleva a la pregunta, ¿aprobación de quién? Debido a que no somos más que criaturas, no tenemos libertad de decidir lo que merece aprobación y lo que no la merece. A fin de cuentas, y por consiguiente, el ser y las cosas que Dios hace son perfectamente dignos de su aprobación. Él es, por tanto, la norma definitiva de lo bueno. Jesús implica esto cuando dice: “Nadie es bueno sino solo Dios” (Lc 18:19). Los Salmos frecuentemente afirman que “el SEÑOR es bueno” (Sal 100:5), o exclaman: “Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno” (Sal 106:1; 107:1, et ál.). Por consiguiente, podemos decir que “bueno” es lo que Dios aprueba, porque no hay norma más alta de bondad que el propio carácter de Dios y su aprobación de lo que sea que concuerda con ese carácter.Nuestra definición también afirma que todo lo que Dios hace es digno de aprobación. Vemos evidencia de esto en la narración de la creación: “Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno” (Gn 1:31). La Biblia también nos dice que Dios es fuente de todo lo bueno en el mundo: “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras” (Stg 1:17; cf. Sal 145:9; Hch 14:17). Todavía más, Dios solo hace buenas cosas por sus hijos. Leemos: “El SEÑOR brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha” (Sal 84:11). Jesús enseña que mucho más que un padre terrenal, nuestro Padre celestial “dará cosas buenas a los que le pidan” (Mt 7:11), y el escritor de Hebreos

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observa que incluso su disciplina paternal es una manifestación de su amor y es para nuestro bien (He 12:10).En imitación a este atributo comunicable, debemos también hacer el bien (o sea, hacer lo que Dios aprueba) y por consiguiente imitar la bondad de nuestro Padre celestial. Pablo escribe: “Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gal 6:10; cf. Lc 6:27,33-35; 2 Ti 3:17). Es más, cuando nos damos cuenta de que Dios es la definición y fuente de todo bien, reconoceremos que Dios es el supremo bien que buscamos. Diremos con el salmista:

“¿A quién tengo en el cielo sino a ti?Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu,pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna”.(Sal 73:25-26; cf. 16:11; 42:1-2)

La bondad de Dios se relaciona estrechamente con varias otras características de su naturaleza. Por ejemplo, la misericordia y la gracia pueden verse como dos atributos separados, o como aspectos específicos de la bondad de Dios. Misericordia es la bondad de Dios hacia los que se hallan en miseria y aflicción. Gracia de Dios quiere decir bondad de Dios hacia los que solo merecen castigo.Estas dos características de la naturaleza de Dios a menudo se mencionan juntas, especialmente en el Antiguo Testamento. Cuando Dios proclamó su nombre a Moisés, proclamó: “El SEÑOR, el SEÑOR, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad” (Éx 34:6). David dice en el Salmo 103:8: “El SEÑOR es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor”.La gracia como la bondad de Dios mostrada especialmente a los que no la merecen se ve frecuentemente en los escritos de Pablo. Él recalca que la salvación por gracia es lo opuesto a salvación mediante el esfuerzo humano, porque la gracia es algo que se otorga gratuitamente: “Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó” (Ro 2:23-24).

2. Amor.El amor de Dios quiere decir que Dios se da eternamente a otros.Esta definición entiende el amor como darse a uno mismo desprendidamente para beneficio de otros. Este atributo de Dios muestra que es parte de su naturaleza darse a sí mismo a fin de dar bendición o bien a otros.Juan nos dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Vemos evidencia de que este atributo de Dios estaba activo entre los miembros de la Trinidad incluso antes de la creación. Jesús le habla a su Padre de “mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo” (Juan 17:24), indicando así que había amor y una entrega de honor de parte del Padre al Hijo desde toda la eternidad. Este amor también es recíproco, porque Jesús dice: “Pero el mundo tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga” (Juan 14:31). El amor entre el Padre y el Hijo también presumiblemente caracteriza su relación con el Espíritu Santo, aunque no se dice explícitamente. Este amor eterno entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo hacen del cielo un mundo de amor y gozo porque cada persona de la Trinidad trata de dar gozo y felicidad a los otros dos.Este dar de sí mismo que caracteriza a la Trinidad halla clara expresión en la relación de Dios con la humanidad, y especialmente con los pecadores. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” (1 Juan 4:10). Juan también escribe: “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida

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eterna” (Juan 3:16). Debería ser causa de gran gozo para nosotros saber que es el propósito de Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo darse a sí mismos a fin de darnos verdadero gozo y felicidad. Es naturaleza de Dios actuar de esta manera hacia aquellos sobre quienes ha puesto su amor, y continuará actuando de esa manera hacia nosotros por toda la eternidad.Nosotros imitamos este atributo comunicable de Dios, primero amando a Dios en reciprocidad, y segundo amando a los demás en imitación de la manera en que Dios los ama. Todas nuestras obligaciones ante Dios se pueden resumir en esto: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente… Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-38). Si amamos a Dios, obedeceremos sus mandamientos (1 Juan 5:3) y haremos lo que le agrada. Amaremos a Dios y no al mundo (1 Juan 2.15); y haremos esto porque él nos amó primero (1 Juan 4:19).

3. Santidad. La santidad de Dios quiere decir que él está separado del pecado y dedicado a buscar su propio honor. Esta definición contiene una cualidad relacional (separación de) y una cualidad moral (la separación es del pecado o del mal, y la devoción tiene como propósito dar honor y gloria a Dios). El concepto de la santidad como separación del mal y devoción a la gloria de Dios se halla en varios pasajes del Antiguo Testamento. Por ejemplo, la palabra santo se usaba para describir ambas partes del tabernáculo. El tabernáculo en sí mismo era un lugar separado del mal y del pecado del mundo, y el primer recinto se llamaba “Lugar Santo”. Estaba dedicado al servicio de Dios. Pero luego Dios ordenó que hubiera un velo o cortina, “la cual separará el Lugar Santo del Lugar Santísimo, y coloca el arca del pacto detrás de la cortina” (Éx 26:33). El Lugar Santísimo, en donde se guardaba el arca del pacto, era el lugar más separado del mal y del pecado, y más completamente dedicado al servicio de Dios. Dios mismo es el Santísimo. Se le llama el “Santo de Israel” (Sal 71:22; 78:41; 89:18; Is 1:4; 5:19,24; et ál.). Los serafines alrededor del trono de Dios claman: “Santo, santo, santo es el SEÑOR Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria” (Is 6:3). “Exalten al SEÑOR nuestro Dios; adórenlo en su santo monte: ¡Santo es el SEÑOR nuestro Dios!” (Sal 99:9; cf. 99:3,5; 22:3).La santidad de Dios es el modelo que su pueblo ha de imitar. Les ordena: “Sean santos, porque yo, el SEÑOR su Dios, soy santo” (Lev 19:2; cf. 11:44-45; 20:26; 1 P 1:16). Cuando Dios sacó a su pueblo de Egipto, los acercó a él y les ordenó que obedecieran su voz, les dijo: “Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa” (Éx 19:4-6). En este caso la idea de separación del mal y del pecado (que aquí incluyó de una manera muy contundente la separación de la vida en Egipto) y la idea de devoción a Dios (al servirle y obedecer sus estatutos), se ven en el ejemplo de una “nación santa”. Los creyentes del nuevo pacto también deben buscar “la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He 12:14) y saber que la disciplina de Dios se nos aplica “a fin de que participemos de su santidad” (He 12:10). No solamente los individuos, sino también la misma Iglesia debe crecer en santidad (Ef 5:26-27), hasta el día cuando todo en la tierra estará separado del mal, purificado del pecado y dedicado al servicio de Dios con verdadera pureza moral (Zac 14:20-21).

4. Rectitud (o justicia). En español los términos rectitud y justicia son palabras diferentes, pero lo mismo en el hebreo del Antiguo Testamento que en el griego del Nuevo Testamento hay solamente un grupo de palabras detrás de estos dos vocablos del español.Por consiguiente, se considerará que estos dos términos se refieren a un solo atributo de Dios. La rectitud de Dios es el concepto de que el Señor siempre actúa de acuerdo a lo que es correcto y es en sí mismo la norma suprema de lo que es recto.Hablando de Dios, Moisés dice: “Todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo” (Dt 32:4). Abraham apela con éxito al

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carácter recto de Dios cuando dice: “Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?” (Gn 18:25). Dios mismo dice: “Yo, el SEÑOR, digo lo que es justo, y declaro lo que es recto” (Is 45:19). En virtud de su rectitud, Dios tiene que tratar a las personas de acuerdo a lo que se merecen. Es necesario que Dios castigue el pecado, porque el pecado no merece premio; es malo y merece castigo.Cuando Dios no castiga el pecado, nos parece que es injusto, a menos que se vea que hay otra manera de castigar el pecado. Por esto Pablo dice que cuando Dios envió a Cristo como sacrificio para que llevara el castigo del pecado, fue “para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús” (Ro 3:25-26). Cuando Cristo murió para pagar la pena de nuestros pecados, mostró que Dios era verdaderamente recto, porque en efecto aplicó el castigo apropiado al pecado, aunque en efecto perdonó a su pueblo sus pecados.Con respecto a la definición de rectitud dada anteriormente, podemos preguntar: ¿Qué es «recto»? En otras palabras ¿qué debe suceder y qué debe ser? Aquí debemos responder que todo lo que se conforma al carácter moral de Dios es recto. Pero, ¿por qué es recto todo lo que se conforma al carácter moral de Dios? ¡Es recto porque se conforma a su carácter moral! Si en verdad Dios es la norma suprema de rectitud, no puede haber una norma fuera de Dios por la que midamos la rectitud o justicia. Él mismo es la medida suprema.En respuesta a las preguntas de Job sobre si Dios había sido recto en sus tratos con él, Dios le responde: “¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende?… ¿Vas acaso a invalidar mi justicia? ¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?” (Job 40:2,8). Luego Dios no le responde en términos de explicación que le permitirían a Job entender por qué las propias acciones de Dios eran rectas, sino más bien en términos de ¡una afirmación de la majestad y poder de Dios! Dios no necesita explicarle a Job la rectitud de sus acciones, porque Dios es el Creador y Job es la criatura (cf. Job 40:9ss).No obstante, debe ser motivo de acción de gracias y gratitud darnos cuenta de que Dios tiene rectitud y omnipotencia. Si fuera un Dios de perfecta rectitud sin el poder de llevar a la práctica esa rectitud, no sería digno de adoración y no tendríamos ninguna garantía de que la justicia a la larga prevalecerá en el universo. Pero si fuera un Dios de poder ilimitado, y no hubiera rectitud en su carácter, ¡cuán impensablemente horrible sería el universo! Habría injusticia en el centro de toda existencia y no habría nada que pudiera cambiarla. Debemos por consiguiente agradecer y alabar continuamente a Dios por lo que él es: “Todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo” (Dt 32:4).

5. Celos. Aunque la palabra celos se usa con frecuencia en sentido negativo en español, también a veces toma un sentido positivo. Por ejemplo, Pablo les dijo a los corintios: “El celo que siento por ustedes proviene de Dios” (2 Co 11:2). Aquí el sentido es “fervientemente protector y vigilante”. Tiene el significado de estar profundamente comprometido a buscar el honor y bienestar de alguien, sea de uno mismo o de algún otro. La Biblia dice que Dios es celoso de esta manera. Continua y fervientemente protege su honor. Le ordena a su pueblo no postrarse ante ídolos ni servirlos, diciendo: “Yo, el SEÑOR tu Dios, soy un Dios celoso” (Éx 20.5). Él desea que se le rinda adoración a él y no a dioses falsos (Éx 34:14, cf. Dt 4:24; 5:9). El celo de Dios se puede definir entonces como sigue: El celo de Dios significa que Dios continuamente busca proteger su honor. A algunas personas les cuesta trabajo pensar que el celo es un atributo deseable en Dios. Esto se debe a que el celo por su propio honor como seres humanos siempre es errado. No debemos ser orgullosos, sino humildes. Sin embargo debemos darnos cuenta de que

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el orgullo es malo por una razón teológica: Es que no merecemos el honor que pertenece solamente a Dios (cf. 1 Co 4:7; Ap 4:11).Sin embargo, no es incorrecto que Dios busque honor porque se lo merece plenamente. Dios reconoce abiertamente que sus hechos en la creación y la redención fueron por su propio honor. Hablando de su decisión de retener el castigo de su pueblo, Dios dice: “Y lo he hecho por mí, por mí mismo. ¿Cómo puedo permitir que se me profane? ¡No cederé mi gloria a ningún otro!” (Is 48:11). Es saludable para nosotros espiritualmente cuando entendemos en nuestro corazón el hecho de que Dios merece todo honor y gloria de su creación, y que es correcto que él busque este honor. Sólo él es infinitamente digno de ser alabado. Darnos cuenta de este hecho y deleitarnos en él es hallar el secreto de la verdadera adoración.

6. Ira. Tal vez nos sorprenda descubrir cuán frecuentemente la Biblia habla de la ira de Dios. Sin embargo, si Dios ama todo lo que es recto y bueno y todo lo que se conforma a su carácter moral, es lógico que aborrezca todo lo que se opone a su carácter moral.Por consiguiente, la ira de Dios dirigida contra el pecado se relaciona estrechamente con la santidad y justicia de Dios. La ira de Dios se puede definir como sigue: La ira de Dios significa que él aborrece intensamente el pecado. Se hallan frecuentes descripciones de la ira de Dios cuando el pueblo de Dios peca grandemente contra él. Dios ve la idolatría del pueblo de Israel y le dice a Moisés: “Ya me he dado cuenta de que éste es un pueblo terco…No te metas. Yo voy a descargar mi ira sobre ellos, y los voy a destruir” (Éx 32:9-10). Más adelante Moisés le dijo al pueblo: “Recuerda esto, y nunca olvides cómo provocaste la ira del SEÑOR tu Dios en el desierto. … A tal grado provocaste su enojo en Horeb, que estuvo a punto de destruirte” (Dt 9:7-8; cf. 29:23; 2 R 22:13).Sin embargo, la doctrina de la ira de Dios en la Biblia no se limita al Antiguo Testamento, como algunos han imaginado falsamente. Leemos en Juan 3:36: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios». Pablo dice: «Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad” (Ro 1:18; cf. 2:5,8; 5:9; 9:22; Col 3:6; 1 Ts 1:10; 2:16; 5:9; He 3:11; Ap 6:16-17; 19:15).Este también es un atributo por el que debemos agradecer y alabar a Dios. Tal vez no comprendamos de inmediato cómo se puede hacer esto, puesto que la ira parece ser un concepto negativo. Sin embargo, es útil preguntarnos qué sería Dios si fuera un Dios que no aborreciera el pecado. Sería entonces un Dios que se deleitaría en el pecado o por lo menos no se molestaría por el pecado. Tal Dios no sería digno de adoración, porque el pecado es aborrecible y digno de ser aborrecido. El pecado no debería ser. Es en verdad una virtud aborrecer el mal y el pecado (cf. Zac 8:17; He 1:9, et ál.), y nosotros imitamos correctamente este atributo de Dios cuando sentimos aborrecimiento contra el gran mal, la injusticia y el pecado.Además, como creyentes no debemos sentir temor de la ira de Dios, porque aunque “como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios” (Ef 2:3), ahora hemos confiado en Jesús, “que nos libra del castigo venidero” (1 Ts 1:10; cf. Ro 5:10). Cuando meditemos en la ira de Dios, nos asombraremos al pensar que nuestro Señor Jesucristo llevó la ira de Dios que era producto de nuestro pecado, a fin de que nosotros pudiéramos ser salvos (Ro 3:25-26).Es más, al pensar en la ira de Dios debemos también tener presente su presencia.La paciencia y la ira se mencionan juntas en el Salmo 103: “El SEÑOR es… lento para la ira y grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente” (Salmo 103:8-9). Por consiguiente, la demora en la ejecución de la ira de Dios sobre el mal tiene el propósito de llevar a su pueblo al arrepentimiento (vea Romanos 2:4).

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Cuando pensamos en la ira de Dios que vendrá, debemos simultáneamente estar agradecidos por su paciencia al esperar para ejecutar esa ira a fin de que incluso más personas puedan salvarse: “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9-10). La ira de Dios debería motivarnos a la evangelización y debería también hacernos estar agradecidos porque Dios finalmente castigará toda maldad y reinará sobre nuevos cielos y una nueva tierra en donde no habrá injusticia.

b. La doctrina de Jesucristo como persona de la trinidad

1. Jesucristo es verdadero DiosPosiblemente lo más asombroso de este período, aparte de la propagación del evangelio redentor, fue el establecimiento de la doctrina de Cristo y con ella el concepto de la Trinidad. Los autores del NuevoTestamento aportaron el material para la formulación de esta doctrina, por medio de sus afirmaciones claras y precisas acerca de la unidad de Dios, la deidad de Cristo y la personalidad y deidad del Espíritu Santo. Unir estas verdades fue el mayor logro teológico del pensamiento claro y el debate vigoroso que condujeron al Concilio de Nicea (325 D.C.) y después al Concilio de Calcedonia (451 D.C.).Mientras Nicea se pronunció en cuanto a la deidad de Jesús, el Concilio de Calcedonia, poco más de un siglo después, luchó con el concepto de la Encarnación o la unión de las naturalezas divina y humana en Cristo - Su deidad y Su humanidad. Cristo es declarado como “de la misma naturaleza con el Padre en Su Deidad y de la misma naturaleza del hombre en Su humanidad”.

2. Jesucristo es verdadero ser humanoNo se tiene ningún registro estrictamente objetivo acerca de Jesucristo; de hecho, no es posible que exista tal registro. Todo lo que sabemos acerca de Cristo ha sido registrado e interpretado por aquellos que creyeron que Él es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Las narraciones de los Evangelios no son relatos biográficos, sino confesiones de fe (1ª Juan 1:1 -3).Sin embargo, se debe aclarar que el evangelio de Juan combina la historia con la confesión. La gloria del Cristianismo es su historia. Nuestro Señor y Salvador no fue un personaje mítico, sino un hombre de carne y hueso que vivió hace 19 siglos. Sin embargo, el Cristianismo no es solamente historia. Como toda la historia de la Biblia, es una historia interpretada. Los Evangelistas creyeron que su comisión divina era proclamarle a todo el mundo que “Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo” (2ª Corintios 5:19). Esto quiere decir que para los evangelistas y apóstoles, el

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Jesús de la historia había venido a ser el Cristo de la experiencia. “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así” (2 Corintios 5:16).Ciertos aspectos del evento de Cristo que tienen significativa importancia doctrinal son: el nacimiento virginal, la circuncisión, el desarrollo normal de Jesús, el bautismo, la tentación, la pasión y muerte de Jesús, la sepultura y resurrección de Jesús y la ascensión.

A. El Nacimiento Virginal. El relato del nacimiento virginal de Jesús se observa en Mateo 1:18-25 y en Lucas 1:26-56. Mateo observa este milagro como el cumplimiento de la profecía dada por medio del profeta Isaías (Isaías 7:14), mientras que Lucas lo considera como un hecho fundamental de la historia en la obra redentora. Esta doctrina salvaguarda dos verdades vitales concernientes a Cristo: Su deidad y la ausencia de pecado en Su persona.

1. El Nacimiento Virginal y la Deidad de Cristo. En Jesús el Verbo eternal se hizo carne. El Hijo de Dios vino a la historia, no surgió de ella.2. El Nacimiento Virginal y la Ausencia de Pecado. Puesto que Jesús fue concebido del Espíritu Santo, Él era libre del pecado original. Jesús “nació del Espíritu”. En Él, como el último Adán, el don del Espíritu fue restaurado y la raza humana renovada a imagen de Dios.

B. La Circuncisión. Por Su nacimiento Jesús fue “nacido de una mujer” y por Su circuncisión fue .nacido bajo la ley. (Gálatas 4:4). El significado pleno de este ritual se observa cuando consideramos que la circuncisión simbolizaba el abandono de la naturaleza carnal (Deuteronomio 30:6 y Colosenses 2:11).

C. El Desarrollo Normal. Jesús es presentado en los Evangelios como un niño normal que se desarrolló intelectual, física, espiritual y socialmente (Lucas 2:52). Por la razón de que Su vida estaba bajo la dirección del Espíritu Santo, Jesús creció como una persona centrada en Dios. El santificó cada etapa de la vida humana.

D. El Bautismo. El bautismo de Jesús fue la inauguración de Su ministerio Mesiánico. La voz del cielo probablemente debe entenderse como el sello de la conciencia Mesiánica de Jesús, mientras que el Espíritu reposando sobre El en forma de paloma, era una revelación para Juan de que Jesús era el Ungido del Señor (Juan 1:32-34).Algunos estudiosos, a falta de discernimiento espiritual, todavía tropiezan cuando se trata del bautismo de Jesús; para ellos el bautismo sugiere que Jesús estaba consciente de culpa, cuando en realidad Él estaba haciéndose a Sí mismo pecado por nosotros. En las palabras de Crisóstomo, es como si Jesús dijera: “Tal como fui circuncidado para cumplir la ley, soy bautizado para ratificar la gracia - Si cumplo una parte y omito otra, dejo la Encarnación lisiada”.

E. La Tentación. Desde un punto de vista histórico, las tentaciones de Nuestro Señor fueron sugerencias satánicas para incitarlo a seguir el patrón del Mesianismo popular. Teológicamente hablando, las tentaciones deben ser entendidas como un genuino encuentro con Satanás. Jesús fue verdaderamente tentado e incitado al pecado.Por lo tanto, Él está en una posición en la que puede comprender desde adentro nuestro encuentro con la tentación (Hebreos 2:18).

F. La Pasión y Muerte.

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La Cruz es el punto central de la fe del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento declara que la muerte de Jesús fue un logro que involucró tres aspectos: Efectuó la propiciación de la santidad y la justicia divinas (Romanos 3:21-26); la liberación del control de Satanás y del pecado (Juan 12:31- 33; Hebreos 2:14 y Marcos 10:45); y la reconciliación entre Dios y el hombre (Colosenses 1:21- 22 y 2 Corintios 5:18- 21). El énfasis del Nuevo Testamento no está en la revelación sino en la redención.

G. La Sepultura y la Resurrección. La muerte, sepultura y resurrección de Jesús constituyen tres eslabones en una inquebrantable cadena en la tradición de los evangelios. Son tres fases de un solo evento.La resurrección de Jesús no fue simplemente la resucitación de Su cuerpo terrenal, porque .la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios. (1 Corintios 15:50). Fue la transformación de Su cuerpo terrenal a uno celestial, de Su cuerpo natural a uno espiritual. Por consiguiente, representa el patrón de nuestra resurrección (Filipenses 3:20-21).Teológicamente, la resurrección fue el sello de aprobación de Dios sobre Jesús como Su Hijo (Romanos 1:4 y Hechos 3:13-15), la ratificación del evangelio (1 Corintios 15:-20) y la profecía de nuestra resurrección (1 Corintios 15:20-23).

H. La Ascensión. La Ascensión señala el cierre de la vida terrenal de nuestro Señor. Jesús fue “tomado… al cielo” (Hechos 1:11). La Ascensión significa que ahora nosotros tenemos -libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo.(Hebreos 10:19-20). A su vez, significa la exaltación de Cristo a la cabeza de la Iglesia y al lugar de supremacía en el universo (Efesios 1:21-23). Finalmente, la Ascensión significa la partida de Jesús en la carne con el fin de establecer las condiciones en que el Espíritu Santo sería dado a la Iglesia (Juan 7:19 y Hechos 2:33).

Controversia cristológica“¿Qué piensan del Cristo?, ¿de quién es Hijo?” Al referirse al problema de la persona de Cristo, la Iglesia descubrió que hay algunas trampas peligrosas que deben ser evitadas si hemos de tener una cristología adecuada, acorde con las Escrituras.El estudioso de la doctrina Cristiana debe entender estos errores para no tropezar con ellos. Existe sólo un cierto número de posibles respuestas, y muchas respuestas que parecen nuevas y llamativas, al ser sometidas a un examen cuidadoso, resultan ser viejas herejías disfrazadas con terminología nueva.Bajo el riesgo de simplificar demasiado, se ha dividido el tema en tres secciones principales: Errores en cuanto a la Humanidad de Jesús, errores en cuanto a la Deidad de Jesús y errores en cuanto a la Unidad de la Persona de Jesús.

A. Errores en Cuanto a la Humanidad de Jesús. Las doctrinas cristológicas que no hacen completa justicia a la humanidad de Jesús se clasifican generalmente como doctrinas Docéticas. De acuerdo con este punto de vista, la humanidad de Cristo no era genuina. Jesús aparentaba ser humano, pero un análisis detallado prueba que Su humanidad era sólo una ilusión. Jesús era un ser cuasi humano, no era genuinamente “hueso de nuestro hueso, carne de nuestra carne”. La iglesia fue tan rápida y decidida en su condenación del Docetismo, como lo fue en cuanto a las herejías que negaban la deidad de nuestro Señor.Antes del siglo II, el Gnosticismo, o pensamiento Gnóstico, empezó a penetrar en la teología Cristiana. Uno de los supuestos básicos del Gnosticismo es la maldad de la

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materia. Un hombre de carne y sangre necesariamente sería pecaminoso por causa de su cuerpo material.El Gnosticismo negó la Encarnación. Cristo solamente aparentaba ser humano. Otra negación temprana de la humanidad de Jesús se encuentra en una herejía Trinitaria del siglo III llamada Sabelianismo. Sabelio sostuvo que Dios es una sola Persona que se ha manifestado de tres modos diferentes. Con esto niega la distinción personal entre el Padre y el Hijo. Este punto de vista violentaba las enseñanzas del Nuevo Testamento, donde Jesús aparece orando al Padre y cumpliendo la voluntad del Padre. La iglesia condenó esta posición como herética.

B. Errores en Cuanto a la Deidad de Jesús.1. Gnosticismo. El Gnosticismo negó la humanidad de Cristo y también rechazó Su verdadera deidad. Enseñaba que el Cristo celestial descendió sobre el Jesús humano en Su bautismo, permaneció sobre Él durante Su ministerio y ascendió al mundo espiritual en el momento de la muerte de Jesús. En efecto, Jesús y Cristo eran dos personas diferentes.

2. Ebionismo. Los Ebionitas eran una secta Judía contemporánea a los Gnósticos. Extremadamente leales al Antiguo Testamento, sostenían un punto de vista apegado con rigidez al monoteísmo, por lo que no podían encontrar un lugar para Jesús dentro de la Deidad. Ellos enseñaron que Jesús era el hijo natural de José y María, que cumplió de forma completa y perfecta la ley Judía, por lo que Dios lo escogió para ser el Mesías, y que está destinado a regresar y establecer un reino Judío.

3. Arianismo. Este grupo enseñó que “el Hijo tuvo un principio y Dios no tiene principio”. Si el Arianismo es verdadero, los Cristianos adoran “a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos”. (Romanos 1:25). Con esto se reducía al Cristianismo al nivel de idolatría pagana. El Concilio de Nicea en el año 325 D.C. condenó el Arianismo como herético.

4. Unitarismo. El unitarismo es un avivamiento del Ebionismo, con ciertas modificaciones. En general es el punto de vista de que Jesús fue simplemente un hombre bueno, un genio religioso con una percepción excepcional.

C. Errores en Cuanto a la Unidad de la Persona de Jesús.1. Apolinarianismo. Apolinario de Laodicea fue el primer maestro Cristiano que erró en cuanto al difícil problema de la relación entre la naturaleza divina y la humana en la persona de Jesús. Él no comprendía como una persona divina (el Logos) podría estar unida a una personalidad humana y encontró la solución diciendo que la humanidad de Jesús era incompleta.

2. Nestorianismo. Nestorio, Obispo de Constantinopla del siglo cuarto, fue acusado de separar las dos naturalezas de Cristo en dos personas. Nestorio entendió la unión del Logos y el hombre en Cristo como una unión moral, en analogía a la presencia de Dios habitando en la vida del cristiano. Jesús simplemente era una persona humana unida al Logos en una unión moral de amistad.

3. Eutiquianismo. Esta creencia enseñaba que la unión de la naturaleza divina y la humana no era posible y que sólo podía prevalecer una naturaleza, de modo que la humanidad de Cristo fue absorbida por Su deidad. Esto también se conoce como monofisismo. Antes de la Encarnación había dos naturalezas, el Logos divino y el óvulo humano en el vientre de la virgen María, pero en la unión de estas naturalezas el elemento humano fue divinizado. Así que Cristo tuvo sólo una naturaleza, la divina. Su humanidad solo era aparente.

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4. Monoteletismo. El Monoteletismo declaró que en Cristo las dos naturalezas estaban unidas sin mezclarse, pero había solamente una voluntad, un modo de operar. Este es un punto sutil, pero el monoteletismo debe ser juzgado como un error porque niega la realidad de la voluntad humana de Jesús. Este punto de vista presenta una imagen incompleta de la humanidad de Jesús y un relato inadecuado de la relación entre las naturalezas divina y humana en una sola persona.

5. Adopcionismo. El adopcionismo enseñaba que Cristo naturalmente era el Hijo de Dios, pero solamente en cuanto a Su deidad; en cuanto a Su humanidad era un hombre como cualquier otro, quien fue hecho Hijo por Adopción. Su humanidad fue adoptada en Su divinidad por un proceso gradual perfeccionado por medio de la Resurrección.

D. Cristología Ecuménica. En su lucha contra estos errores concernientes a la persona de Jesús, la iglesia ha forjado una Cristología que se puede catalogar como ecuménica o católica. Ya sea que examinemos la Confesión de Augsburgo, la Confesión Helvética, la Confesión de Westminster, los Treinta y nueve Artículos de la Iglesia de Inglaterra, los Veinticinco Artículos del Metodismo, los Artículos de Fe de la Iglesia del Nazareno o los Artículos de Creencia de los Centros de Compañerismo Bíblico, encontramos esencialmente la misma posición:

“Creemos en Jesucristo, la Segunda Persona de la Trinidad; que Él es eternamente uno con el Padre; que se encarnó por medio del Espíritu Santo y fue nacido de la virgen María, para que dos naturalezas completas y perfectas, es decir, la divina y la humana, estén unidas en una persona que es totalmente Dios y hombre, el Dios - hombre.Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados y que se levantó de la muerte, que tomó nuevamente Su cuerpo, junto con todas las cosas pertenecientes a la perfección de la naturaleza humana, que ascendió al cielo y está allí intercediendo por nosotros”.

c. La doctrina del espíritu santo como persona de la trinidadA continuación se va a considerar la enseñanza bíblica concerniente al Espíritu Santo, así como la posición teológica en la cual la Iglesia ha reunido su creencia en la unidad de Dios y su convicción de la deidad de Cristo y de la personalidad y la deidad del Espíritu Santo.

I. EL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO En el Antiguo Testamento hay 86 referencias acerca del Espíritu Santo o el Espíritu del Señor. El término Hebreo que se refiere al Espíritu Santo también se usa para referirse al aliento o viento y al espíritu del hombre. El ¡Espíritu de Dios! se refiere al poder, la fuerza y la majestad del Dios Creador; mientras que el ¡Espíritu del Señor! señala el amor, el favor y la ayuda del Dios Redentor. El Antiguo Testamento divide las referencias al Espíritu Santo en tres grupos: Aquellas que se relacionan con la actividad del Espíritu en el mundo en forma general; aquellas que hablan de Dios actuando de forma redentora en y a través de Su pueblo; y aquellas que hacen referencia a la venida del Mesías y a la era del Espíritu.

A. El Espíritu Santo y el Cosmos. El Espíritu Santo es un Espíritu personal, presente en Su creación, pero distinto de ella. No sólo está presente como el poder que sustenta el mundo, sino también como una influencia moral que afecta la vida de los seres humanos pecadores. El Espíritu de Dios es el Espíritu Santo.

B. El Espíritu de Dios en la Redención. Otro grupo de pasajes del Antiguo Testamento habla del Espíritu Santo en relación a la actividad redentora de Dios para con Su pueblo. Esto no solamente tiene que ver con la

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redención espiritual, sino que muchas veces se manifiesta en la liberación de la opresión y el peligro.El término “Espíritu Santo” es usado tres veces en el Antiguo Testamento, en contextos en los que parece tener un significado moral y espiritual muy similar al del Nuevo Testamento.No se puede decir que las Escrituras del Antiguo Testamento enseñan acerca de la obra regeneradora o santificadora del Espíritu Santo en este período, al menos no en el pleno sentido Cristiano de dicha obra. El Antiguo Testamento se refiere a la era del Espíritu que está por venir; y Juan comenta, acerca de la promesa de Jesús sobre la venida del Espíritu, que “aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. (Juan 7:39). Las Escrituras del Antiguo Testamento dan testimonio del hecho de que la obra redentora de Dios a favor de los Suyos y los impulsos y respuestas del alma en adoración son de la competencia del ministerio del Espíritu en todas las edades, antes de Pentecostés y también después.

C. El Espíritu Santo y las Profecías Mesiánicas. Otro grupo de pasajes del Antiguo Testamento se refiere al Espíritu Santo en relación con el Libertador que pronto ha de venir. La Era Mesiánica sería la Era del Espíritu. Esta es “la promesa del Padre” de la cual habló Jesús (Hechos 1:4), una promesa que se cumplió en Pentecostés. La Era Mesiánica sería recordada por un derramamiento universal y santificador del Espíritu de Dios -primeramente sobre Israel y después sobre toda la humanidad. Dios pondría Su Espíritu dentro del corazón de Su pueblo, capacitándolo para completar Su santa y justa voluntad.

D. El Espíritu y las Escrituras. Fue la inspiración del Espíritu Santo lo que hizo que los hombres santos de Dios escribieran y hablaran (2 Pedro 1:21: .porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.). Dios habló por boca de David, como se indica en Hechos 4:25: “por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas?”; y el Espíritu Santo habló por medio de Isaías, como se indica en Hechos 28:25: “Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo...”. El Espíritu Santo habló y testificó por medio de lo que fue escrito en el Antiguo Testamento, en las canciones de los Salmistas, en el libro de Levítico y en los mensajes de los profetas.Otros ejemplos en los que se observa al Espíritu hablando por medio de las Escrituras son: Hebreos 3:7, que dice: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz”; Hebreos 9:8: “dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie”; y Hebreos 10:15: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho...”.

II. EL ESPÍRITU SANTO EN EL NUEVO TESTAMENTOLa totalidad del concepto bíblico del Espíritu Santo se clarifica por completo en el Nuevo Testamento, cuando la Era del Espíritu por fin se inicia. Entonces se manifiesta con claridad la personalidad del Espíritu Santo y la amplitud de Su ministerio en la Iglesia y en el mundo.

La Personalidad del Espíritu Santo. El Liberalismo Unitario argumenta que el Espíritu de Dios, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, es simplemente el poder, la influencia o la actividad de Dios Padre en el mundo. Algunas sectas modernas populares, tales como los Testigos de Jehová y la

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Ciencia Cristiana se adhieren a esta negación de la personalidad y la deidad del Espíritu Santo.No es correcto referirse al Espíritu Santo como “él” o “eso”. Se debe tener el cuidado de usar los pronombres personales de “Él” o “Su” cuando se habla del Espíritu Santo.Una experiencia Cristiana verdadera y vital se deriva en gran parte de un claro sentido acerca de la personalidad del Espíritu Santo. Fallar en este punto y pensar en el Espíritu de Dios simplemente como un poder o influencia divina es estar muy cerca del paganismo supersticioso, que busca poseer y manipular el poder sobrenatural con lo cual se glorifica el propio ego. Reconocer la personalidad del Espíritu Santo mantiene a Dios en el centro en la vida humana.Fallar en el reconocimiento pleno de la personalidad del Espíritu Santo es limitar la adoración que El merece.En el Nuevo Testamento podemos encontrar una riqueza de evidencia que sostiene la personalidad del Espíritu Santo, en las abundantes referencias sobre Él y Su obra. En los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y en el libro de los Hechos hay 88 referencias al Espíritu Santo. En las Epístolas de Pablo hay 120 referencias. Las otras Epístolas agregan 14 referencias más. El Apocalipsis contiene 17 y el Evangelio de Juan, uno de los libros más importantes del Nuevo Testamento en cuanto a la enseñanza acerca del Espíritu Santo, tiene un total de 16 referencias. Prácticamente, todas estas citas testifican del hecho de que el Espíritu Santo es un Persona divina.

1. Actos Personales. A lo largo del Nuevo Testamento se encuentran muchos actos personales que son atribuidos al Espíritu de Dios y hay muchas referencias en las Escrituras para cada uno de ellos.

a. Él enseñab. Él hablac. El Espíritu Santo también guíad. Él testificae. El Espíritu Santo intercede u ora por el pueblo de Diosf. Además, El Espíritu Santo envía, sella, dirige a los hombres por medio de la inspiración, convence de pecado, justicia y juicio, glorifica a Cristo y unge.

Estos actos son un claro testimonio del fuerte sentido que los autores del Nuevo Testamento tenían acerca de la personalidad del Espíritu Santo.

2. Cualidades de Pensamiento y Propósito. Todos los actos personales del Espíritu Santo son actos que requieren cualidades de inteligencia y propósito:

a. El Espíritu Santo considera que ciertos cursos de acción son mejores que otros, tal como se ejemplifica en Hechos 15:28, al decir “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias”.b. Él conoce la mente de Dios, tal como lo indica 1 Corintios 2:11, cuando dice “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios...”. A su vez, 1 Corintios 2:16 dice “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo…”.c. Él escoge líderes para la Iglesia, tal como se indica en Hechos 20:28, cuando dice “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual ganó por su propia sangre”.d. El ama, tal como lo indica Romanos 15:30 cuando dice “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me

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ayudéis orando por mí a Dios...”.e. Él tiene voluntad, tal como lo indica 1 Corintios 12:11, cuando dice “pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere...”.

Los términos escoger, conocer, amar y tener voluntad, son términos que sólo pueden ser aplicados correctamente para referirse a personas.

3. El Espíritu Santo es Tratado como una Persona. En la Biblia se describen ciertos hechos y actitudes hacia el Espíritu Santo, que solamente pueden dirigirse a personas.

a. Tal como Dios Padre y Jesucristo, así también el Espíritu Santo puede ser blasfemado (Mateo 12:31, Marcos 3:29 y Lucas 12:10).b. Se le puede mentir (Hechos 5:3).c. Se le puede resistir (Hechos 7:51).d. Se le puede insultar o tratar con desprecio (Hebreos 10:29).e. Se le puede contristar (Efesios 4:30).

4. El Testimonio de Juan. El Evangelio de Juan da testimonio de la personalidad del Espíritu Santo de forma singular e inequívoca. Dicho testimonio se encuentra en los cinco grandes pasajes clave acerca del Espíritu Santo, en el discurso de la Última Cena: Juan 14:16-17: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”. Juan 14:26: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.Juan 15:26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”.Juan 16:7-8: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”.Juan 16:13-15: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”.

En el griego, el término para Espíritu es un sustantivo neutro, y las reglas normales de la gramática requieren el uso de un pronombre neutro, “él” o “su”. Sin embargo, haciendo caso omiso de las leyes de la gramática griega, Jesús siempre usa, de forma deliberada y consciente, los pronombres personales “Él” y “Su”. Clemente de Alejandría escribió: “Siendo el suyo el último de los cuatro Evangelios, Juan, percibiendo que los hechos corporales ya habían sido establecidos en los otros Evangelios, y siendo alentado por sus amigos e inspirado por el Espíritu, escribió un Evangelio espiritual”.

1. El Espíritu Santo es una Persona de la TrinidadLa doctrina de la Trinidad es, a la vez, la verdad más profunda de la fe Cristiana, la raíz de todo lo demás y la doctrina más difícil de explicar.Teólogos y hombres de iglesia han intentado entender y explicar esta doctrina, y sus intentos no siempre han sido de utilidad. Sin embargo, es hasta que se comprende que las raíces de la doctrina de la Trinidad son fundamentalmente bíblicas y religiosas, que se

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puede observar esta verdad en su perspectiva correcta. Si existe un problema en relación con esta doctrina, éste ha sido planteado por los hechos de la revelación y la experiencia Cristiana. Los hombres que tenían conocimiento de Dios, el Creador y Padre de todo, llegaron a un conocimiento personal de Dios por medio de Su Hijo y descubrieron una profunda iluminación interna y poder a través del Espíritu Santo. El cristiano no puede hablar de Dios sin recurrir a la doctrina de la Trinidad. Dios es uno, pero se ha dado a conocer a los hombres en tres “Personas”: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Efesios 2:18).

“La doctrina de la Trinidad, la cual atribuye al Espíritu Santo la existencia personal más explícita, fue el resultado, como se ha observado, del intento de la iglesia de unificar toda la información de la revelación, sin afectar la doctrina de la unidad o ‘singularidad’ de Dios”.

La conclusión de la Iglesia en general, ha sido captada en las palabras de Tertuliano, un padre de la iglesia de principios del tercer siglo: “Dios es uno en su ser y Su naturaleza, y tres en personas”. A lo largo de los siglos las mentes Cristianas más renombradas se han asombrado por la verdad de esta doctrina y aunque en diferentes épocas ha sido relegada y considerada como de valor secundario, siempre ha vuelto con nuevo poder y significado. En nuestros tiempos se ha observado un resurgir de la creencia en la importancia y la necesidad del Cristianismo Trinitario. Es dudoso que la Iglesia Cristiana, como un todo, haya estado más convencida de la verdad de esta doctrina que en nuestros tiempos. Los debates más recientes de dan en dos direcciones. Un grupo de pensadores Cristianos enfatiza la unidad de Dios y busca explicar la tri-unidad de Dios desde este punto de vista. Ellos usan la analogía de la persona individual como una explicación de la singularidad de Dios en tres personas. Un ejemplo sería el contenido de la conciencia humana, donde el ser piensa, siente y define su voluntad simultáneamente. Este grupo de autores se mueve en dirección al modalismo, el punto de vista según el cual Dios es uno en naturaleza y persona, pero muestra rostros diferentes en épocas diferentes.Otro grupo enfatiza la tri-unidad de Dios. Estos pensadores insisten en que cada Persona de la Trinidad se debe considerar por separado, como personalidades distintas, pero cuya unidad intensiva excede cualquier experiencia humana. Estos pensadores se orientan en dirección al triteísmo, es decir, se refiere a tres Dioses. En la Trinidad hay un solo Dios que tiene tres “modos de existencia” o “formas de ser”. Cada uno es, sin lugar a duda, Dios en naturaleza, distinguible pero inseparable de los otros dos.Las mejores declaraciones sobre la Trinidad enfatizan los elementos básicos de la doctrina Cristiana de la Trinidad e intentan hacerlo de forma simple. Esto es precisamente lo que cada uno debe hacer en su pensamiento y en su propia vida religiosa. Dios es uno, Él se ha revelado como Padre, nuestro Creador; como Hijo, nuestro Redentor; y como el Espíritu Santo, nuestro Santificador. “Todavía no hemos visto a las tres Personas sentadas en el trono divino, el uno al lado del otro; sin embargo hemos observado el amor del Padre, revelado y dado por el Hijo a través del Espíritu Santo, como decir uno detrás del otro en el orden de Su relación con nosotros. Tenemos al Padre, por medio del Hijo y a través del Espíritu Santo”. (Brunner).

2. La obra del Espíritu Santo

(1) Los Oficios del Espíritu Santo. Se dice que el Espíritu Santo es a la vez el Don y el Dador. Él es el Don del Cristo glorificado para la Iglesia, y habita dentro de ella como una Presencia creadora y energizante; y también se convierte en el Dador de todos los dones espirituales a la Iglesia. De acuerdo con Hechos 2:32-33, el don del Espíritu Santo es a la vez el Don del Hijo y “la Promesa del Padre”. Jesús también dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:23). Respecto a la fuerza de este versículo, Wiley escribió: “El Espíritu Santo es ahora el Agente del Padre y del Hijo, en quien ambos residen, y a través de quien los hombres tienen

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acceso a Dios”. El Hijo es el Abogado a la diestra del Padre, y el Espíritu Santo es el Defensor dentro de la Iglesia. En un repaso más amplio de la importante verdad del significado del Bautismo del Espíritu, consideramos lo siguiente: (a) Los Agentes del Bautismo. El bautismo, ya sea literal o metafórico, involucra un agente, un sujeto, y un medio de bautismo. En el bautismo de Juan (Mateo 21:25), Juan era el agente, las personas arrepentidas eran los sujetos, y el agua era el medio. En el bautismo con el Espíritu, Jesús es el Agente, los creyentes son los sujetos y el Espíritu es el medio con el cual son bautizados. No obstante, el Espíritu tiene Su propio bautismo: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo” (1 Corintios 12:13). Este es un evento que tiene lugar en la regeneración. Obviamente, éste no es el bautismo posterior que Juan prometió que Jesús habría de administrar a todos aquellos que cumplen con el bautismo de arrepentimiento. El bautismo de Cristo fue administrado a la iglesia el día de Pentecostés, y también a Cornelio y su casa (Hechos 11:16-17). Pedro identifica este bautismo específicamente como el don del Espíritu prometido. “Hay una distinción manifiesta”, escribe James Elder Cumming, “entre el Espíritu bautizando a los hombres en Cristo y Cristo bautizando a los hombres con el Espíritu Santo”. Wiley interpreta el bautismo por el Espíritu en 1 Corintios 12:13, como una referencia al bautismo con el Espíritu. Él dice: “No sólo debemos tener nueva vida, sino que, siendo miembros de una raza, debemos tener un nuevo vínculo social. Por esta razón, el bautismo con el Espíritu que purifica el corazón está estrechamente ligado con el Espíritu en Su relación carismática (o de otorgamiento de dones), tal como se muestra en el texto, ‘Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo’. Sólo cuando somos purificados de todo pecado por el bautismo con el Espíritu Santo, y el Espíritu viene a habitar en nuestro corazón, se puede decir que estamos plenamente en el cuerpo de Cristo – es decir, en el sentido de la relación del Nuevo Pacto. De otro modo, sólo somos hijos bajo el pacto (Gálatas 4:1-2)”.

(b) La Relación con la Llenura del Espíritu. Al comparar Hechos 1:5 y 11:16 con Hechos 2:4, se observa claramente que ser bautizado con el Espíritu es ser lleno del Espíritu. Quienes identifican el ser bautizado con el Espíritu con nacer del Espíritu están diciendo que todas las personas regeneradas son llenas del Espíritu. No sólo la experiencia refuta dicha noción, sino también las Escrituras, por implicación ineludible (Hechos 6:3, 8:12-17, 9:17; Efesios 3:16-19, 5:18). El hecho de que las Escrituras no refuten esta idea de manera directa sugiere que éste no era un problema en la Iglesia del Nuevo Testamento. Hay dos deducciones fundamentadas: (1) El nacimiento del Espíritu y el bautismo con el Espíritu no son equivalentes ni concomitantes. (2) Todos los que son bautizados con el Espíritu son por lo tanto llenos del Espíritu. Sin embargo, de inmediato encontramos dificultad si asumimos que lo inverso también es verdad – que todos los que las Escrituras mencionan como llenos del Espíritu eran también bautizados con el Espíritu. La llenura del Espíritu que acompaña al bautismo con el Espíritu es exclusiva de nuestra dispensación. Conlleva una purificación esencial de la naturaleza y una relación de intimidad que no estaba incluida en la llenura anterior a Pentecostés. Esta distinción motiva a Delbert R. Rose (siguiendo los pasos de Daniel Steele) a recordarnos la llenura carismática, la llenura extática y la llenura ética, las cuales pueden superponerse entre sí, pero no son lo mismo. Bezaleel, Juan el Bautista y sus padres experimentaron la llenura carismática (Éxodo 28:3, 31:3, 35:30-35; Lucas 1:15, 41, 67). Por lo tanto, la manifestación de charismata no es exclusiva de esta época, ni tampoco es evidencia de haber sido bautizado con el Espíritu Santo. De manera similar, los discípulos experimentaron la llenura extática antes de Pentecostés (Lucas 24:52-53; Juan 3:29). La llenura de quienes son bautizados con el Espíritu es esencialmente una llenura ética, cuyo elemento indispensable es la purificación del corazón (Hechos 15:8-9). Delbert Rose escribe: “En una palabra, ser bautizado con el Espíritu Santo es una llenura de un tipo específico. Esta experiencia puede o no estar acompañada por una ‘manifestación emocional’, o por la manifestación de algún don espiritual. Ninguna forma de ‘éxtasis’, ni la manifestación de alguno de los dones del

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Espíritu, es esencial para, ni evidencia de, la obra bautismal del Salvador”. Otra relación entre el bautismo y la llenura del Espíritu se puede observar en la concepción del bautismo como un evento de crisis con consecuencias perdurables. Los creyentes son bautizados con el Espíritu hacia una condición de llenura del Espíritu, una relación con el Espíritu que puede ser renovada (Hechos 4:31), y debe ser mantenida (Efesios 5:18) con mucha diligencia y oración. (2) La Función Soteriológica del Espíritu. Además de los dones y gracias del Espíritu, hay otros actos o funciones de Su obra administrativa que se denominan funciones “soteriológicas” de salvación. De acuerdo con el Dr. Wiley, éstas pertenecen especialmente a dos categorías generales – el Espíritu Santo como Señor y Dador de Vida y el Espíritu Santo como una Presencia santificadora. Ampliando sobre este tema, el Dr. Wiley dice que al analizar este estado de santidad desde el punto de vista del Agente, más que de la obra efectuada, notamos una operación triple del Espíritu en la experiencia única del creyente: el bautismo, el cual, en un sentido restringido, se refiere al acto de purificar o hacer santo; la unción, o la habitación del Espíritu en Su oficio de dar poder para la vida y el servicio; y el sello, o la misma Presencia habitando en el creyente en Su capacidad para llevar testimonio. Estos tres actos o funciones administrativas del Espíritu se refieren únicamente a las dos obras de gracia – la experiencia inicial de salvación y la obra subsecuente de la entera santificación. Estos actos pertenecen a Cristo y al Espíritu. Es Cristo quien despierta a la vida a las almas muertas, por medio del Espíritu; es Cristo quien bautiza a hombres y mujeres con el Espíritu Santo; y es Cristo quien unge y sella a Su pueblo con el Espíritu. Bajo el tema de las dos obras de gracia consideramos lo siguiente:

(a) El Nacimiento del Espíritu es la impartición de la vida divina al alma. El Espíritu Santo infunde vida a las almas que están muertas en delitos y pecados, y de este modo las convierte en individuos distintos en el ámbito espiritual. Estos individuos son hijos de Dios. A ellos les es dado el Espíritu de adopción por el cual son constituidos herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:15-17). La justificación y la regeneración son concomitantes con esta primera obra de gracia. Y aún así, con toda esta bendición, todavía permanece la “mente carnal”. El hecho de la permanencia de la “mente carnal” en la persona regenerada se encuentra respaldado por un triple testimonio: (a) el de las Escrituras (1 Corintios 3:1, 3; Gálatas 5:16-17); (b) el testimonio de los Credos de todo el Cristianismo ortodoxo; y (c) el testimonio de la experiencia humana.

(b) El Bautismo con el Espíritu. Como se ha indicado, el bautismo con el Espíritu es la inducción del individuo recién nacido a la totalidad de los privilegios del Nuevo Pacto, en el cual las leyes de Dios están escritas en la “tabla del corazón”, con el deseo interno de hacer toda la voluntad de Dios (Hebreos 10:16-18). El Dr. P. F. Bresee, fundador de la Iglesia del Nazareno, dijo: “Entonces, este bautismo con el Espíritu Santo… es la gloria culminante de la obra de salvación del alma. Todo lo que tuvo lugar antes fue en preparación para este bautismo. Los hombres son convencidos del pecado, nacen de nuevo y son hechos nuevas criaturas, de modo que puedan ser bautizados con el Espíritu Santo. Esto completa la salvación del alma. Jesús vino para destruir las obras del diablo – el bautismo con el Espíritu Santo hace eso. Jesús procuró la comunión, el compañerismo y la unidad con el alma humana, y por medio de este bautismo, es entronado y revelado en el hombre”. En Efesios 4:22-24, los creyentes reciben esta exhortación: “…despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Por lo tanto, el bautismo con el Espíritu debe ser considerado bajo dos aspectos. Primero, como una muerte a la naturaleza carnal. Segundo, como la plenitud de vida en el Espíritu. Puesto que la entera santificación es efectuada por el bautismo con el Espíritu, conlleva también dos aspectos – la purificación del pecado y la completa devoción a Dios.

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(c) La unción con el Espíritu. Aquí tenemos un aspecto más amplio de esta segunda obra de gracia – aquel que la considera desde el punto de vista de conferir autoridad y poder. Por lo tanto, no se refiere al aspecto negativo de la purificación, sino a la fase positiva de la habitación del Espíritu para dar poder al creyente para la vida y el servicio. Hay una unción especial sobre predicadores y maestros, que les confiere autoridad y poder para predicar el evangelio, y que también confiere a los santos poder y autoridad para testificar y servir. Fue por esta unción especial que los apóstoles y la iglesia oraron cuando enfrentaron fuerte oposición a su testimonio, según se relata en Hechos 4:29-31. Esto sucedió después del día de Pentecostés, y nos enseña que esta unción especial debe ser renovada de tiempo en tiempo, si el pueblo de Dios ha de ser efectivo en Su servicio santo.

(d) El Sello del Espíritu. Este es otro aspecto de la segunda obra de gracia. Este es el sello al que se refiere el apóstol Pablo en su carta a Timoteo. El sello tenía dos inscripciones – (1) “Conoce el Señor a los que son suyos”, o propiedad. (2) “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”, o santidad de vida. El Don Pentecostal del Espíritu Santo, el cual es, por una parte, el bautismo que purifica el corazón, y por otra parte, la unción que capacita para la vida y el servicio, es también, bajo otro aspecto, el sello de propiedad y aprobación de Dios. El sello es también la garantía de redención total en el futuro. Encontramos esta verdad en Efesios 1:13-14, pero allí también vemos, no sólo el “Don Prometido”, sino también el “Don de la Promesa”, el cual, en relación con las arras de la herencia, es la garantía de perfección futura. (3) El Espíritu Santo y el Individuo. Esta sección es muy importante y necesita una atención cuidadosa. Cuando el Espíritu formó el cuerpo del Cristo encarnado, y habitó en la nueva naturaleza que fue formada, se convirtió de este modo en el intermediario entre Cristo y el alma humana. Por lo tanto, hay dos fuentes de vida en Cristo – la plenitud del Espíritu y la naturaleza humana redimida a través de la cual el Espíritu es mediado, y por medio de la cual el Espíritu se une al alma del individuo. Esto se hace más evidente si tomamos en consideración el hecho de que, estando Cristo libre de pecado en naturaleza y acción, este nuevo hombre apareció en medio de una raza pecaminosa, y habitó en la semejanza de carne de pecado (Romanos 8:3). El que no tenía pecado, por Su nacimiento en una raza caída, llevó el castigo por el pecado de la raza, y murió fuera de la puerta, para santificar al pueblo mediante Su propia sangre (Hebreos 13:12; Tito 2:14). Solamente a través de la muerte podía ser liberado de la vieja raza en la cual había nacido; y sólo a través de la resurrección podía establecer un nuevo y único pueblo espiritual. Por lo tanto, Él fue el primero, engendrado de la muerte, que une en sí mismo, como lo hizo el primer Adán, al individuo y la raza. Esta discusión tiene una relación directa con el tema del pecado original. El pecado de Adán no sólo trajo castigo, sino también consecuencias, tanto para sí mismo como para su descendencia. Dos efectos siguieron a la primera transgresión – un acto criminal y un cambio subjetivo. Cuando el hombre pecó, Dios retiró la comunión de Su presencia a través del Espíritu. Privado de la vida, sólo la corrupción y la impureza quedaron. Esta naturaleza caída permanece en la descendencia de Adán como “pecado innato” o “depravación heredada”. Este es un elemento ajeno al carácter y la vida original del hombre. De modo que el pecado existe en dos formas, como un acto y como un estado o condición detrás de dicho acto; aunque la culpa no se vincula a este estado o condición, éste es parte de la naturaleza pecaminosa. En Adán la depravación vino como consecuencia de su pecado; en su descendencia el pecado existe como una naturaleza, aún antes de manifestarse en un acto de pecado. Como un estado o condición que es la herencia racial de todo ser humano nacido en el mundo, el pecado es la raíz o esencia de toda impureza o corrupción espiritual. Es la causa primaria de toda transgresión y el fundamento de toda

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actividad impura. Es la naturaleza detrás del acto, la idea genérica o racial del pecado a la cual se refiere San Juan cuando dice: “Toda injusticia es pecado” (1 Juan 5:17); y también: “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7; también Juan 1:29; Romanos 6:11; Mateo 7:18). Jesús habla de la naturaleza del árbol que determina el fruto. Wiley dice: “Debemos sostener firmemente el hecho que en las enseñanzas de Cristo hay un antecedente moral al acto, que es la naturaleza, así como el árbol es anterior al fruto”. Por lo tanto, no sólo existe la personalidad humana como un agente libre y responsable, sino también una naturaleza o carácter que está ligada a este agente. Si se nos permite usar los términos técnicos que por lo general se aplican únicamente a la Trinidad, podemos decir que así como en la Deidad subsisten las Tres Personas en una Naturaleza Divina; y que los ángeles subsisten en una naturaleza angelical; así también los seres humanos son personas que subsisten en una naturaleza humana. Antes de la caída, el hombre subsistía en una naturaleza humana santa; desde el momento de la caída, subsiste en una naturaleza caída y depravada. Como personas, cada ser humano es, por la naturaleza misma de la personalidad, separado y distinto de los demás; como miembros de una raza común, cada individuo posee una naturaleza en común con todos los demás. Esto provee el vinculo común de unión racial (1 Corintios 2:11). Así, es evidente que Cristo, como la Persona teantrópica, provee la fuente de vida tanto para la persona como para la raza. Puesto que en Él la naturaleza humana fue unida vitalmente con lo divino, esta nueva vida viene a ser, en la administración del Espíritu Santo, el principio de regeneración con respecto a la persona; y dado que Cristo no sólo murió por el pecado, sino al pecado, Su sangre derramada viene a ser el principio de santificación en lo que respecta a la naturaleza pecaminosa heredada de Adán. (4) El Espíritu Santo y la Iglesia. Pentecostés fue el nacimiento de la Iglesia cristiana. El Espíritu Santo formó la Iglesia en Pentecostés, con los individuos redimidos por Cristo, nuestra Pascua. Esto fue llevado a cabo por la promulgación de una nueva ley, escrita en el corazón y en la mente de los redimidos. Dios no creó a los hombres como una serie de almas aisladas, sino como una raza interrelacionada de individuos mutuamente dependientes; asimismo, el propósito de Cristo no es sólo la salvación del individuo, sino la edificación de un organismo espiritual de personas redimidas e interrelacionadas. Por lo tanto, el Espíritu Santo no es sólo el vínculo que une el alma individual con Cristo en una relación santa y vital, sino que es también el vínculo común que une a los miembros del cuerpo unos con otros, y a todos los miembros con la Cabeza Viva. El Espíritu es la vida del cuerpo, y desde Su inauguración en Pentecostés, tiene Su lugar dentro de la iglesia, pues está escrito que la iglesia como un templo santo es el lugar donde habita Dios en el Espíritu (Efesios 2:22). Esta humanidad santa se convierte en el vínculo espiritual en la vida colectiva de la iglesia. La iluminación del Espíritu fluye a través de la mente y el corazón de Jesús, y por lo tanto perpetúa la energía pura de Su humanidad sagrada. Él es el primero entre muchos hermanos. La iglesia, en su vida comunitaria, es un reino de la encarnación, así como un reino del Espíritu. En la humanidad de Cristo había dos misterios, la unión de la naturaleza humana con la divina y la plenitud inmensurable del Espíritu que habitaba en esa naturaleza santa; una administrada a través de la otra. Por lo tanto, cuando el Espíritu administra la naturaleza humana pura de Cristo, se dice que nos hace miembros de Su cuerpo espiritual y místico; cuando el Espíritu ministra en Su propia Personalidad como la Tercera Persona de la Trinidad, se dice que habita dentro del templo santo así construido. (5) El Espíritu Santo y el Mundo. El Espíritu representa a Cristo ante el mundo. Pero, puesto que el mundo no lo conoce en la plenitud de Su verdad dispensacional, Cristo está limitado en Sus operaciones a las etapas preliminares de la gracia. La naturaleza de esta obra nos es dada por nuestro Señor en Sus palabras de despedida: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De

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pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Juan 16:8-11). El pecado al que se refiere este pasaje es el rechazo formal de Jesucristo como el Salvador; la justicia es Su obra terminada de expiación como único fundamento para la aceptación ante un Dios justo; y el juicio es el destronamiento de Satanás como el príncipe de este mundo, y por ende la separación final de los justos y los malvados en el día final. Si el príncipe es juzgado, entonces todos sus seguidores deben sufrir la condenación.

3. El don del Espíritu SantoEl Don del Espíritu Santo en Su poder bautismal en el día de Pentecostés es sumamente significativo. El Don de la Persona del Espíritu Santo es el Espíritu de gracia y el Espíritu de verdad. La gracia es más importante que los dones espirituales para equipar a la iglesia, porque la gracia siempre incluye cualidades éticas. El Nuevo Testamento hace énfasis en recibir al Espíritu Santo como un Don (Lucas 11:13; Juan 7:39, 14:16; Hechos 2:38, 5:32, 8:20, 10:45). Las Epístolas (Romanos 5:5; 1 Corintios 2:12; 1 Tesalonicenses 4:7; 1 Juan 3:24, 4:13), apuntan claramente al Espíritu Santo y a Su Presencia y poder santificador, que la iglesia necesita desesperadamente. Los estudiosos han planteado la importancia del tema en la siguiente cita: “¿Hay algún significado especial en este marcado énfasis en el Don del Espíritu? Se pueden sugerir cinco aspectos. (1) Está claro que la venida del Espíritu Prometido es un evento único, distinto de la relación previa del Espíritu con los hombres. (2) Es una experiencia que se puede conocer de manera tan clara como el otorgamiento de dones y el recibimiento de dones. (3) Es una experiencia individual, aún cuando se recibe simultáneamente con otras personas (Hechos 22:3-4; 8:16-19). (4) La inferencia acumulativa es que el don es condicional, y por ende, no está disponible para aquellos que no cumplen las condiciones establecidas. Su disponibilidad proviene de la soberanía de Dios y la expiación de Cristo, lo cual involucra condiciones morales claramente especificadas. (5) Es a la vez una crisis y una experiencia instantánea”.

La acción señalada por la palabra “recibir” es por lo general activa y voluntaria. Cuando leemos en Juan 1:12 “a todos los que lo recibieron”, ciertamente debemos entender que se trata de una acción deliberada de aceptar a Jesús; no se refiere a receptores pasivos, sino a una aceptación activa por parte de aquellos que creen en Jesús en el sentido de que escogen recibirlo como Cristo y Señor. Es justificado interpretar a Pablo en este mismo sentido en su firme cuestionamiento a los Efesios: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” (Hechos 19:2), lo cual significa, ¿aceptaron al Espíritu Santo? Cuando Jesús “sopló” sobre Sus discípulos y les dijo “recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22), no se refería a la impartición inmediata del Espíritu, sino a un mandato de aceptar al Espíritu. El verbo está en tiempo aorista activo imperativo, por lo que se trata de un mandato a una acción incisiva, no de una declaración de hechos. De modo que el mandato está estrechamente relacionado con Lucas 24:49.

El Don del Espíritu comunica las gracias y los dones a los individuos que componen la Iglesia. Las gracias no sólo incluyen la presencia purificadora y santificadora del Espíritu, sino que también se manifiestan en el fruto del Espíritu (Gálatas 5:19-23). El fruto del Espíritu es la comunicación al individuo de las gracias que fluyen de la naturaleza divina y se relaciona más con el carácter que con la capacitación para el servicio. Es el resultado de la vida divina que fluye como una consecuencia necesaria de la presencia del Espíritu en el creyente. El fruto incluye nueve gracias – una trinidad de trinidades: (1) en relación con Dios, amor, gozo y paz; (2) en relación con los demás, paciencia, benignidad y bondad, y (3) en relación con nosotros mismos, fe, mansedumbre y templanza (o dominio propio).

Por otra parte, están los dones del Espíritu, conocidos en las Escrituras como charismata o dones de gracia. Estos dones son medios y facultades divinamente ordenados, los

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cuales Cristo otorga a Su Iglesia con el fin de capacitarla adecuadamente para llevar a cabo su misión en la tierra. Hay tres pasajes principales que hablan de estos dones: Romanos 12:6-8, Efesios 4:11 y 1 Corintios 12:4-1. Los dones del Espíritu son facultades sobrenaturales para el servicio, y están determinados por el carácter del ministerio que se va a desempeñar. Sin el funcionamiento adecuado de estos dones, es simplemente imposible para la Iglesia cumplir con éxito su misión espiritual. Al parecer, la iglesia de Corinto tenía más dones espirituales que las otras iglesias del Nuevo Testamento, pero a la vez tenían los mayores problemas. El apóstol Pablo estableció cuatro principios reguladores en cuanto a los dones del Espíritu. (1) Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. (2) Hay diferentes ministerios, pero el Señor es el mismo. Dios mismo determina cuál o cuáles dones del Espíritu son otorgados a cada creyente. Dios ordenó los miembros que componen el cuerpo natural como a Él le pareció (1 Corintios 12:18); de igual manera, el Espíritu reparte los dones a cada miembro del cuerpo espiritual como Él quiere (1 Corintios 12:11). Por lo tanto, los dones del Espíritu son aquellas facultades divinas otorgadas a cada miembro de manera individual, las cuales determinan sus funciones en el cuerpo de Cristo. (3) Hay diversidad de actividades, pero el mismo Dios opera en todas ellas. (4) La manifestación del Espíritu es dada a cada uno para el provecho de todos (1 Corintios 12:4-7). Si estos principios se aplicaran siempre, la mayoría de los problemas que surgieron en la iglesia de Corintio, así como los que prevalecen en muchas de las llamadas iglesias carismáticas de nuestros días, no existirían. El Dr. H. C. Emmert, quien ha realizado extensos estudios en esta área en particular, cree que los cristianos enteramente santificados y llenos del Espíritu van a recibir los distintos dones que necesitan para hacer la obra de Dios. Además, estos dones pueden variar de tiempo en tiempo en las mismas personas, de acuerdo con el trabajo y las tareas específicas que Dios les llama a realizar. Tanto las Escrituras como la experiencia práctica dentro de la iglesia nos enseñan que entre las personas que tienen dones especiales existe la tentación de llenarse de orgullo y por ende, caer en pecado. Las gracias de Dios siempre conllevan cualidades morales, mientras que los dones, tal como los vemos en el Antiguo y el Nuevo Testamento, no necesariamente lo hacen. Por lo tanto, el Apóstol escribió acerca de “un camino aún más excelente”, que es el camino del ágape, o el amor perfecto que se encuentra sólo en el poder santificador del bautismo con el Espíritu Santo. De este modo, está escrito: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:1-2).

Unidad IV: LO QUE CREEMOS ACERCA DEL SER HUMANO

a.- El origen del ser humanoEl origen del hombre como individuo fue un acto creativo en dos partes o dos etapas, por el cual el hombre vino a existir como un nuevo y distinto orden de existencia. En Génesis 2:7 leemos: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” El origen del hombre se menciona en el primer capítulo de Génesis para señalar que si bien es cierto

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el cuerpo del hombre está conectado con la tierra, el origen de su ser como hombre se debe al soplo de aliento divino que lo constituyó como un ser viviente.

1. Primer paso en el origen del hombre. La palabra “formó”, tal como se usa en este pasaje, conlleva la idea de creación a partir de materia preexistente – del polvo de la tierra, con los elementos químicos que lo componen – y dicha formación fue instantánea.2. La característica distintiva en la creación del hombre. Dios sopló en su nariz aliento de vida y el hombre vino a ser un ser viviente.3. El hombre fue hecho un espíritu, una persona, un ser consciente de sí mismo y determinante de sí mismo. En el hombre se entrelaza la vida natural, común con el resto de la creación, y la otra vida, la característica distintiva del hombre, un espíritu inmortal. Esto plantea la pregunta de la naturaleza dicótoma o tricótoma del hombre.

B. El Aspecto Genérico o Racial del Origen del Hombre. (Genérico – perteneciente a o característico del género). El hombre no sólo fue creado como individuo, sino también como un ser racial.1. En el relato del capítulo uno, la frase “varón y hembra los creó” tiene la intención de enseñar que el acto creativo (proclamación) se refería al hombre genéricamente; mientras que la segunda referencia a la creación del hombre (Génesis 2:21-23) no trata tanto con el acto creativo original, sino con el proceso formal por medio del cual el hombre genérico fue elaborado en dos sexos. Pablo dice: “Porque Adán fue formado primero, después Eva” (1 Timoteo 2:13). Con esto al parecer Pablo quiere decir que el hombre fue perfeccionado primero y de él Dios tomó aquello con lo que hizo a la mujer. Adán reconoció este hecho cuando dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.” (Génesis 2:23). La interpretación de la palabra hebrea traducida como “costilla” es desafortunada. El término original se utiliza cuarenta y dos veces en el Antiguo Testamento, sin embargo, sólo en esta ocasión se traduce como “costilla”. En la mayoría de las ocasiones se traduce como “lado” o “costado”. Así, el relato del Génesis enseña que todo individuo miembro de la raza, incluyendo a la primera madre, tiene su representante en el Primer Hombre; sólo de esta forma pueden las Escrituras declarar que Dios “…de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hechos 17:26).2. El aspecto genérico de la creación del hombre es presentado no sólo desde el punto de vista físico, sino como formando también la base de la estructura social. La formación de la mujer surgió de una necesidad: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). El hombre es básicamente un ser social. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). El orden de Dios es expuesto por Pablo en 1 Corintios 11:8- 9: “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.” El hombre es la “imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón” (1 Corintios 11:7).

b.- La naturaleza del ser humanoLas teorías de la Dicotomía y la Tricotomía:A. La teoría de la Dicotomía. Esta teoría sostiene que el hombre está compuesto por dos clases de esencia…una parte material (cuerpo) y una parte inmaterial (el espíritu o alma).El cuerpo material fue formado de la tierra. El espíritu o alma (términos utilizados aquí de forma intercambiable), lo inmaterial, fue la consecuencia del soplo de aliento divino.Según esta teoría existen solamente dos elementos distintos o substancias – la materia y la mente, o sea, lo material y lo espiritual. Sin embargo, con frecuencia se establece una distinción entre “substancia” y “poderes” – siendo la substancia inmaterial considerada como

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espíritu en un aspecto y como alma en otro. Quizás la definición más sencilla de “alma” consiste en verla meramente como “espíritu” en relación con el cuerpo. Hodge dice: “Por alma entendemos…un espíritu encarnado, un espíritu con un cuerpo. No se habla de los ángeles como almas porque ellos no tienen cuerpo”. Wiley, y también Miley, afirman que “la posición más sencilla parece estar más en armonía con las representaciones bíblicas de los elementos constitutivos del hombre.”

B. La Tricotomía es un concepto triple. La filosofía platónica consideraba al hombre como una esencia tripartita, concepto que fue aceptado por la Iglesia y por el apóstol Pablo, según se observa en 1 Tesalonicenses 5:23 – “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Lo mismo se observa en Hebreos 4:12. El Dr. A. A. Hodge dice: “El uso de estos términos por parte de los apóstoles prueba nada más que ellos utilizaron palabras en el sentido popular de la época para expresar ideas divinas.” La palabra griega traducida aquí como “alma” designa el alma enfatizando su calidad de ente racional. En otras palabras, el término espíritu designa la misma alma, pero enfatizando su calidad de principio vital y animador del cuerpo. Los dos se utilizan juntos para expresar la totalidad del ser de la naturaleza del hombre. En la teología de la Iglesia Occidental, la teoría de la Dicotomía es la posición generalmente aceptada. La Iglesia Oriental por lo general es tricotomista.

LA UNIDAD DE LA RAZA.Hay dos aspectos involucrados en cualquier consideración de la unidad de la raza: (1) la comunidad de origen y (2) la unidad de la especie. Ambos son esenciales para un correcto entendimiento del tema. (Especie: las características distintivas que la humanidad posee en común, las cuales hacen al ser humano distinto del resto de la creación, principalmente relacionadas, pero no exclusivamente, con las funciones corporales).Las Escrituras afirman tanto la unidad de la raza humana como su comunidad de origen. La palabra “Adán” es tanto el nombre de un individuo como el nombre de una familia. Es el nombre personal del primer hombre y el nombre genérico de la humanidad. La Biblia afirma que el hombre es uno y surgió de un origen común (Génesis 1:27). Hechos 17:26 nos dice que Dios “…de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres”.

A. Argumentos para la Comunidad de Origen. Lo siguiente respalda el relato del Génesis:1. La unidad de la raza es confirmada por la similitud de características físicas que se encuentran en todos los pueblos, tales como (1) identidad de formación vertebral; (2) temperatura corporal; (3) duración del embarazo; (4) fertilidad de las razas y (5) el promedio de años de vida.2. Características mentales, tendencias y capacidades similares en las diversas razas, lo que se demuestra en un cuerpo de tradición común.3. Un origen común del lenguaje.4. Una vida religiosa básica común. El hombre es universalmente religioso, “ incurablemente religioso”. En las religiones paganas de muchas naciones se encuentran conceptos distorsionados del relato del Génesis sobre el origen del hombre.

B. El Estado Primitivo del Hombre. Las Escrituras enseñan que el primer estado del hombre no fue el de barbarie ni el de una evolución gradual hacia un estado de civilización, sino que el hombre fue creado en un estado de madurez y perfección. No se trataba de una perfección que excluiría todo progreso o desarrollo futuro, sino que debe entenderse en el sentido de una adaptación propia para alcanzar el fin para el cual fue creado. No era evolución naturalista. La barbarie es el resultado de la degeneración del hombre como resultado del pecado.

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C. La Antigüedad de la Raza. La cronología de Ussher coloca el origen del hombre alrededor del año 4.004 a.C. La cronología de Hale, basada en la Septuaginta, dice que el origen del hombre tuvo lugar en el año 5.411 a.C. La incertidumbre de la cronología bíblica se debe a los diversos métodos utilizados para el recuento de las genealogías. La línea genealógica no siempre es trazada desde los ancestros inmediatos. Un ejemplo de esto es el de los hijos de Zilpa en Génesis 36:26, y un recuento posterior en Génesis 46:18. Ussher afirma: “No existe, por lo tanto, una razón válida para suponer que la raza humana es más antigua de lo que comúnmente se reconoce a través de las cronologías recibidas de la Biblia”.

D. La Unidad de la Especie. Lo anterior conduce inmediatamente al tema de la naturaleza del género y de la especie. La constancia de las especies depende del “principio inmaterial”, no de aspectos externos como color o forma. “Todos los animales” pueden ser rastreados hasta el embrión, hasta el punto mismo de inicio de la vida embrionaria, donde no hay parecido alguno con el animal que será en el futuro. Dana afirma: “Cuando los individuos se multiplican de generación a generación es simplemente una repetición del tipo-idea primordial; la verdadera noción de las especies no se encuentra en el grupo resultante, sino en la idea o potencial que se halla en la base de cada individuo del grupo.” Descubrimientos científicos posteriores en el campo de los genes y cromosomas han confirmado esta posición. La naturaleza del árbol determina el fruto.Filosóficamente – el Cristianismo heredó el realismo platónico. Más tarde, en la Edad Media, la Iglesia fue influenciada por Aristóteles y así, dos formas de realismo filosófico eran sostenidas: (1) El universal antes de la especie y (2) el universal en la especie.1. El universal antes de la especie significa que los géneros y la especie son substancias reales, creadas antes de los individuos e independientes de ellos; mientras que los individuos son tales sólo en virtud de su participación de la esencia original. En la teología moderna, el Dr. Shedd sostiene una forma modificada de realismo platónico.Él sostiene que el universal no existió antes de Adán, sino que fue creado al mismo tiempo que Adán. El Dr. Wiley parece favorecer esta posición, la cual parece estar respaldada por la solidaridad de la raza.2. El universal en la especie – el universal, aunque es real, existe sólo en los individuos. Esta es la posición del Dr. Charles Hodge, quien objeta el realismo platónico por las siguientes razones:

a. Es una simple hipótesis filosófica. Podría ser posible, pero no tiene evidencia positiva y está estrechamente relacionada con el panteísmo.b. No está respaldada por la conciencia. Somos conscientes de nuestra existencia personal, pero no somos consientes de una comunidad de esencia en nosotros y todas las demás personas.c. No se encuentra evidencia de esta doctrina en la Biblia, pero mucho de lo que la Biblia enseña es irreconciliable con ella.d. La Biblia enseña, y es parte de la fe de la Iglesia universal, que el alma continúa existiendo después de la muerte como una persona individual y consciente de sí misma. Esto es inconsistente con la teoría del realismo.e. Esta teoría es inconsistente con la doctrina de la Trinidad. La conclusión que necesariamente se deriva de ella es que el Padre, el Hijo y el Espíritu no son un Dios más de lo que Pedro, Santiago y Juan son un hombre. Las personas de la Trinidad son uno porque la Deidad es de Una esencia; pero si la humanidad es de una esencia numéricamente, la misma en todos los hombres, entonces todos los hombres son uno sólo, en el mismo sentido en que el Padre, el Hijo y el Espíritu son un Dios.f. Es inconsistente con la Encarnación de Cristo.

TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DEL ALMAAl concluir la última lección se mencionaron tres teorías relativas al origen del alma. Estas teorías son: (1) Preexistencia, (2) Creacionismo y (3) Propagación.

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A. Preexistencia. Esta teoría fue heredada del Platonismo. Orígenes fue el mejor representante de esta teoría en la Iglesia de los primeros siglos; otros representantes de esta teoría en épocas más recientes son Kant y Edward Beecher. La base de su argumento era la suposición de que la depravación innata se puede explicar solamente por un acto auto-determinado en un estado previo de existencia. De acuerdo con esta teoría, en algún punto del desarrollo natural del cuerpo, Dios hace que un espíritu de alguna otra vida se una con éste para formar la humanidad de un hombre. Una objeción a esta teoría es que no explica la presencia del pecado o la existencia del mal, sino que simplemente aplaza el problema. Esto da lugar a más preguntas. Si este no es el único mundo pecaminoso, sino que anteriormente existió otro mundo suficientemente grande para proporcionar todas las almas que han entrado y que entrarán en la humanidad, entonces el problema simplemente es más antiguo y más complejo de lo que esta vida nos ha hecho suponer. La teoría carece de respaldo real. Los problemas que presenta esta teoría son: (1) La preexistencia está a sólo un paso de la reencarnación y (2) tiende a minimizar la responsabilidad personal y la rendición de cuentas.

B. Creacionismo. Esta teoría sostiene que Dios crea de forma inmediata cada alma humana, siendo el cuerpo propagado por los padres. El origen de esta teoría se le atribuye a Aristóteles. Algunos defensores de esta teoría dentro de la Iglesia Oriental fueron Jerónimo, Pelagio, Cirilo de Alejandría y Teodoreto; y dentro de la Iglesia Occidental encontramos a Ambrosio, Hilario y Hierónimo. Esta es la posición de la Iglesia Católica Romana y también de la Iglesia Reformada. El Catolicismo Romano minimiza la depravación innata y enfatiza la libertad individual en los asuntos espirituales. La Iglesia Reformada hace énfasis en el individuo. Pelagio y sus seguidores utilizaron la teoría para justificar su posición sobre el estado original del hombre. Ellos rechazaban la depravación heredada y sostenían que si Dios crea el alma del hombre, Él debe crearla pura y santa para ser consistente con Su propia naturaleza. Algunos han pensado que el creacionismo es la única teoría digna de Dios o de la grandeza humana. Algunas objeciones a esta teoría son: (1) No explica por qué un individuo se parece a sus padres, y muchas veces a sus ancestros lejanos, tanto en espíritu como en cuerpo. Las similitudes físicas son referidas naturalmente a la derivación. La creación arbitraria de peculiaridades que se heredan explicaría las similitudes en espíritu, pero esta no es la manera de Dios. (2) Esta teoría no explica por qué el alma viene a la vida con la tendencia a pecar, tal como testifica la experiencia. Si Dios crea las almas por separado, entonces el pecado reside enteramente en el cuerpo, ¡o Dios crea directamente esta tendencia en el alma!

C. Propagación o Traducianismo. Esta teoría sostiene que tanto el alma del hombre como su cuerpo se derivan de sus padres. El término se deriva del latín traducere, que significa brotar como un pámpano de una vid con propósitos de propagación. Se trata, por lo tanto, de una analogía con las cosas vivas y supone que las almas nuevas se derivan del alma de Adán de la misma manera que los pámpanos traduceres (brotan) de una vid o los retoños de un árbol. Tertuliano fue el primero en defender esta teoría, que ha sido ampliamente acogida dentro de la Iglesia Protestante. El Dr. Strong y el Dr. Shedd son sus más hábiles defensores. La teoría implica que la raza humana fue creada inmediatamente en Adán, tanto con respecto al cuerpo como con respecto al alma, y ambos son propagados por la generación natural. El pasaje de las Escrituras que respalda esta posición es Génesis 5:3 – “Adán... engendró un hijo a su semejanza”. Esta teoría provee una explicación para la transmisión del pecado original o depravación.W. N. Clarke dice: “Producir un niño es producir un ser humano completo, cuerpo y espíritu. El individuo nace de la raza, la cual era antes que él. Esta es la única teoría que explica los hechos. (1) Explica el hecho de que los hijos se parecen a sus progenitores, tanto en espíritu como en cuerpo. (2) Explica la tendencia innata a pecar y la perpetuación del mal en la raza humana una vez que entró el pecado. (3) Está de acuerdo con el método general de

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Dios, pues en todas partes encontramos a Dios trabajando por procesos en vez de hazañas y actos creativos aislados. (4) Esta es la única teoría que hace de la suma total de los hombres una raza genuina. Según las otras teorías, físicamente el hombre es una raza, pero no espiritualmente.” “La raza produce al individuo, pero no lo crea. Dios crea al individuo, pero lo crea por medio de la raza. El misterio de la vida permanece, y el hecho de la conexión de Dios con la vida permanece. Dios está presente en todos los procesos creativos y todo poder creativo proviene de Él. La reproducción es el método de creación de Dios.”Watson escribe: “Algunos argumentan que el alma es extraduce; otros que es por creación inmediata. Sin embargo, las Escrituras parecen estar más a favor de la doctrina de propagación. ‘Adán... engendró un hijo a su semejanza’. ‘Lo que es nacido de la carne, carne es’. Lo cual ciertamente se refiere tanto al alma como al cuerpo.” Después de considerar algunas objeciones a esta teoría, basadas en la idea de que la propagación tiende al materialismo, Watson concluye: “el principio de la descendencia del alma parece estar más apegado al lenguaje de las Escrituras, y no es una confirmación insignificante de dicho principio el hecho de que cuando Dios decidió encarnar a Su propio Hijo, salió del curso ordinario y encontró inmediatamente una naturaleza humana sin pecado, por el poder del Espíritu Santo.” La teoría de propagación también encuentra respaldo en la sagrada defensa del matrimonio y el sexo, por los cuales las almas, así como los cuerpos, son traídos a existencia. El Dr. Emery cita Hebreos 12:9, que se refiere a Dios como el “Padre de los espíritus”, como respaldo a la teoría de propagación.

c.- La imagen de Dios en el ser humanoEl hombre fue creado a la imagen de Dios – esta es la nota distintiva del relato bíblico del origen del hombre. Esta semejanza a su Creador distingue al hombre de los órdenes inferiores de la creación y al mismo tiempo lo relaciona inmediatamente con el mundo espiritual. Esta imagen debe pertenecer a la máxima constitución del hombre como criatura.Pope dijo: “Como tal, era esencial e indestructible, la personalidad autoconsciente y auto-determinante del hombre, como un espíritu portador del sello de la semejanza de Dios – un reflejo de la naturaleza divina en la criatura”.

A. Desarrollo Histórico. Es universalmente aceptado que la imagen de Dios tiene la intención de expresar la semejanza general del hombre respecto a Dios. Hay grandes diferencias sobre los puntos de semejanza. La Teología Temprana tendía a distinguir entre imagen y semejanza (similitud).De acuerdo con Hodge, “todas estas distinciones, no obstante, descansan sobre una falsa interpretación de Génesis 1:26. Las palabras ‘imagen’ y ‘semejanza’ son simplemente explicativas una de la otra. Imagen y semejanza significa una imagen que es semejante. La simple declaración de las Escrituras es que el hombre, al momento de su creación, era semejante a Dios”.1. Las Tres Posiciones del Racionalismo

a. La imagen de Dios en el alma racional aparte de la conformidad moral. Los escolásticos, siguiendo a San Agustín, hacían una distinción entre imagen y semejanza, refiriéndose a la semejanza como las capacidades de razonamiento y libertad – o los atributos naturales, y a la imagen como justicia original – o los atributos morales. Sin embargo, en esta separación sostenían que la imagen sólo fue parte de la constitución original del hombre y que la conformidad moral, o justicia original, era una gracia extraordinaria que se perdió en el momento de la caída.b. Otra forma de racionalismo, defendido principalmente por los seguidores de Pelagio y los Socinianos (Unitarianos), afirmaba que la imagen de Dios en el hombre se encuentra en su dominio sobre las criaturas de la tierra, lo cual se menciona en relación con Génesis 1:26. En tiempos modernos esta posición ha recibido el respaldo de los defensores de la evolución racionalista, quienes ven el estado primitivo del hombre como un estado de barbarie y salvajismo; y quienes consideran la naturaleza moral, no como una dotación original, sino como la consecuencia de un proceso de lucha y realización.

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c. En tercer lugar, en el otro extremo se encuentran aquellos que sostienen que la imagen de Dios se encuentra solamente en la constitución original del hombre, y por lo tanto, se perdió completamente en la caída. Por lo general el protestantismo rechaza cualquier distinción entre la imagen y la semejanza de Dios, y considera que cada uno de estos términos es meramente explicativo del otro.

B. La Imagen Natural o Esencial. Esto significa su constitución original – aquello que lo hace un hombre y que lo distingue del orden inferior de los animales. La imagen natural del hombre se puede resumir en la palabra “personalidad”, en virtud de la cual éste posee ciertas facultades, tales como: (1) intelecto; (2) sentimientos o afectos; y (3) voluntad. La imagen natural existe en cada ser humano. Hay tres características sobresalientes de la imagen natural de Dios, las cuales se aplican al hombre en su estado caído.1. Espiritualidad. Este es el hecho más profundo en la semejanza del hombre con respecto a Dios, el cual se evidencia en la afirmación bíblica de que Dios es el “Padre de los espíritus” (Hebreos 12:9), y también en Hechos 17:29 – “Porque de la misma manera, también ahora somos descendencia de Dios”. Santiago 3:9 dice: “...los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios”, implicando de este modo la indestructibilidad de la imagen natural de Dios en el hombre. El espíritu en el hombre es como el Espíritu en Dios – uno es finito y el otro es infinito. Witsius dice que “ la personalidad en el hombre, con su naturaleza racional, afectiva y volicional, es como la personalidad en Dios, y esta semejanza aún prevalece, aunque en Dios los atributos son infinitos.”2. Conocimiento. Las facultades cognoscitivas del hombre también pertenecen a la imagen original en la cual fue creado. Esto se evidencia (1) en la conciencia como una propiedad inherente al espíritu, así como (2) en la autodeterminación, y (3) en la declaración directa de las Escrituras. En Colosenses 3:10 Pablo afirma que “…revestido del nuevo (hombre), el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. Es obvio que la imagen original en la que el hombre fue creado incluía conocimiento, tanto en su aspecto intelectual como moral; y habiendo perdido la imagen moral de Dios en la caída, ésta debe ser restaurada por la gracia divina – una renovación en conocimiento, conforme a la imagen de Dios. La cualidad moral del conocimiento al que se refiere este pasaje se encuentra en el texto griego, el cual significa literalmente “hasta el conocimiento”, una restauración a la semejanza moral y la comunión. El conocimiento como un aspecto intelectual o cognitivo pertenece a la imagen natural, mientras que el conocimiento como una cualidad ética y espiritual pertenece a la imagen moral en la cual el hombre fue creado. Así como la sabiduría marca la transición de los atributos relativos a los atributos morales de Dios, el conocimiento marca la transición de la imagen natural a la imagen moral de Dios en el hombre.3. Inmortalidad. Por lo general la Iglesia ha sostenido de manera constante que el hombre fue creado inmortal y que la muerte entró únicamente como consecuencia del pecado. Es importante notar que (1) la muerte espiritual fue el castigo del pecado, (2) mientras que la muerte física fue la consecuencia del pecado. La inmortalidad del hombre, como parte de la imagen de Dios en la cual fue creado, se refiere más específicamente al alma.Entre los racionalistas que han objetado la inmortalidad del hombre están los seguidores de Pelagio y los Socinianos. (1) El cuerpo de Adán como organización corporal no fue diseñado para la inmortalidad; y (2) tanto el hombre como los animales fueron creados macho y hembra para propagar la especie, con lo cual Dios pretendía una sucesión continua de individuos en vez de una preservación de los mismos. Esta es una perspectiva muy baja de la humanidad.Hay dos factores involucrados en el tema de la inmortalidad del hombre: (1) la inmortalidad del cuerpo y (2) la inmortalidad del alma. Watson afirma que Romanos 5:12

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refuta la noción pelagiana y sociniana de que Adán habría muerto aún si no hubiera pecado. (Wakefield y Ralston también comparten esta creencia). Watson dice: “Inevitablemente se desprende que, al menos en lo que respecta al hombre, de no haber sido por el pecado, no habría muerte.” Los resultados del pecado del hombre son tres: (1) la muerte espiritual, que fue el castigo por el pecado, el cual separó al hombre de la vida espiritual; y por ende las otras dos, (2) la muerte física y (3) la muerte eterna, que fueron las consecuencias inevitables de la muerte espiritual.Hay dos posiciones generales: (1) Que el cuerpo es naturalmente mortal, y que el plan divino incluía un medio compensador que contrarrestaba eficazmente la influencia de la muerte. Lutero y otros creían que este medio era el árbol de la vida. (2) Que el hombre era inmortal, pero que en su constitución original se hicieron provisiones por las cuales su cuerpo material adquiriera una espiritualización, ya fuera ésta gradual o instantánea. El Dr. Sheldon veía al “árbol de la vida” como la eficiencia divina que habría mediado el espíritu humano en su comunión continua con Dios, revitalizando así el cuerpo a través del espíritu humano, hasta que el cuerpo del hombre hubiese pasado a una vida glorificada sin ningún trastorno doloroso. Algunos teólogos piensan que una transformación como la de Cristo en el Monte de la Transfiguración habría tenido lugar al final del período de prueba del hombre. La inmortalidad del alma en relación con la imagen moral gira en torno a la pregunta: ¿Es la vida eterna, en su sentido literal, el privilegio exclusivo de los que son salvos en Cristo, o es el alma, por su constitución natural, inmortal en todos los hombres? Tertuliano y Orígenes creían que “la inmortalidad pertenece a la esencia misma del alma. El espíritu es en sí la persona, y la personalidad humana es inmortal.” Esta ha sido siempre la fe de la Iglesia. La cuestión de la inmortalidad del alma fue resuelta en el Concilio Laterano de 1513, y ha sido aceptada como Artículo de Fe desde entonces.

C. La Imagen Moral o Incidental. Aparte de las distinciones ya mencionadas entre la imagen natural y la imagen moral de Dios, basta con decir que además de los atributos de personalidad con los cuales el hombre fue dotado en la creación, a éste se le dio también cierta responsabilidad en cuanto al uso correcto de estas facultades naturales. Esta es una responsabilidad en tres sentidos:

1. Con respecto al poder de autodeterminación, el ser humano es responsable por el uso de esta libertad. En toda la Escritura se encuentra implícito que Dios recompensará al hombre por el uso correcto de su poder moral.2. Con sus sentimientos y en relación con la elección de los objetos de su afecto, el hombre es responsable por la calidad de sus escogencias.3. Con respecto a sus facultades intelectuales, el hombre es responsable por la dirección de sus pensamientos y la naturaleza de los ajustes que la inteligencia demanda. “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”.

El siguiente es un resumen de la posición acerca de la imagen natural y moral:1. La imagen natural (a) hace referencia a la personalidad, en contraposición a la creación animal, (b) que con autoconciencia y autodeterminación, (c) le da al hombre su habilidad natural y su responsabilidad moral.2. La imagen moral (a) se refiere al carácter o calidad de esta personalidad; (b) tiene que ver con el uso correcto o incorrecto de estas facultades; y (c) la imagen moral le da al hombre su capacidad moral y hace posible un carácter santo.

Está estrechamente relacionada con la santidad primitiva. La batalla hoy en día es un esfuerzo de muchos por negar la calidad moral. Ellos afirman que “lo correcto es lo que es correcto para ti”.

D. Cristo como la Imagen Perfecta de Dios. La imagen divina encuentra su expresión perfecta en el Hijo eterno como la Segunda Persona de la Trinidad. Se dice que Él es la “imagen expresa de Dios”, el resplandor de la gloria divina. El hombre fue creado a la imagen

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del Hijo eterno. Tanto en la primera como en la segunda (espiritual) creación del hombre, el Hijo fue el arquetipo y el patrón (imagen moral – Romanos 8:29).Fue esta relación específica del Hijo con el hombre, y del hombre con el Hijo, lo que hizo posible que el Verbo se hiciera carne. Cristo, por lo tanto, preservó la imagen plena y exacta de Dios en el hombre, y de este modo vino a ser el Redentor de una raza caída, restaurando al hombre a la semejanza moral de Dios, en justicia y verdadera santidad.

LA NATURALEZA DE LA SANTIDAD PRIMITIVAIntroducción. Las diferentes posiciones que hemos mencionado con respecto a la imagen de Dios en el hombre han llevado a opiniones ampliamente divergentes en lo que respecta a la naturaleza de la santidad primitiva. Los dos extremos están representados por el Pelagianismo y el Agustianismo. Tanto Pelagio como San Agustín hacían la distinción entre la “imagen” de Dios, la cual limitaban a la constitución natural del hombre, y la “semejanza” de Dios, la cual relacionaban con su naturaleza moral. Sin embargo, Pelagio y San Agustín diferían ampliamente en lo que respecta a la naturaleza de esta semejanza. Pelagio sostenía que el hombre fue creado solamente con la posibilidad de santidad; mientras que San Agustín sostenía que la santidad era una cualidad de la naturaleza original del hombre. Los padres de la Iglesia Católica Romana compartían la posición de San Agustín, de que el hombre poseía una santidad primitiva; sin embargo, puesto que dicha santidad era susceptible o capaz de perderse, pronto llegaron a la conclusión de que no podría haber sido, por lo tanto, un elemento esencial de la constitución original del hombre. El contraste entre el Pelagianismo y el Agustianismo en la Iglesia Católica Romana descansa en esto: el primero consideraba la santidad como una mera posibilidad; el segundo como un don sobrenatural. Los teólogos de la Reforma, en reacción contra el concepto de don sobrenatural del Catolicismo Romano, retornaron a la enseñanza original de San Agustín, pero al tratar de guardarse del Pelagianismo, cayeron en el error opuesto de considerar este estado subjetivo como un estado de santidad ética plenamente establecido.

A. Distinciones Fundamentales de la Santidad PrimitivaEn la consideración de la santidad primitiva hay dos distinciones fundamentales que se deben tomar en cuenta. Primero, hay una distinción entre la mera posibilidad de santidad y la santidad misma. La posibilidad de santidad es un estado negativo; la santidad en sí se distingue por una actitud positiva del alma – una tendencia espontánea a obedecer lo bueno y rechazar lo malo. Segundo, hay una distinción entre santidad creada y santidad ética. La santidad creada es un estado y tendencia subjetivos sin responsabilidad personal; la santidad ética surge de las escogencias morales y depende de la acción de un ser personal libre. Adán poseía ambas, la santidad creada y la santidad ética – la escogencia correcta en armonía con las tendencias de la santidad creada. El hombre reconoce el valor de lo correcto, lo cual da testimonio de que posee un entendimiento de los valores morales. Así se inicia el desarrollo del carácter santo. Esta es una razón de por qué la fe tiene valor moral. Por la fe en Jesús, el hombre se somete a la justicia que es en Cristo.Tanto el Pelagianismo como el Agustianismo tenían errores. Ambos pasaban por alto la distinción entre la santidad creada (como un estado subjetivo) y la santidad ética (consecuencia de las escogencias morales) y sostenían únicamente la santidad ética.Pelagio negaba que el estado creado pudiera ser un estado de santidad, y afirmaba solamente la posibilidad de escoger la santidad. San Agustín insistía en que el estado creado era un estado éticamente santo, no subjetivo, al cual estaba ligado el demérito. Así, él dedujo que el pecado original significaba culpa y depravación innatas. Pelagio negaba la posibilidad de demérito aparte de la escogencia personal. El calvinismo afirma que “en la caída de Adán todos pecamos.” El Dr. Miley dice que con un análisis apropiado, ambas posiciones se podrían sostener.

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Hay una distinción entre la santidad de una naturaleza y la santidad de una agencia personal. Toda vida humana (la vida interna del hombre) – la esfera del pensamiento, el deseo y la aspiración – tiende a expresarse externamente, no es pasiva, y se encuentra también en la esfera de las escogencias personales libres, por lo cual es sumamente ética.Bajo la esfera interna hay una naturaleza en la cual encontramos la ley determinante de la vida. A esto se refería Jesús cuando dijo en Mateo 12:33, “haced el árbol bueno, y su fruto bueno”. Así, el árbol tiene una cualidad distinta a la del fruto.Así también el hombre fue creado con una naturaleza subjetiva que subyace y da carácter a la esfera interna de la escogencia personal y a la esfera externa de la actividad personal.Esta naturaleza “es más profunda que la voluntad” (Romanos 7:15-23). Wesley se opuso firmemente al Pelagianismo y al Socinianismo. El Dr. John Taylor de Norwick, un Unitariano de la primera mitad del siglo XVIII, fue un firme defensor del Socinianismo con el cual contendió Wesley.La posición sociniana expresada por el Dr. Taylor era la siguiente: “Adán no pudo haber sido creado originalmente en justicia y verdadera santidad porque los hábitos de santidad no pueden ser creados sin nuestro conocimiento, concurrencia o consentimiento; porque en su naturaleza la santidad implica la elección y el consentimiento de un agente moral, sin lo cual no puede ser santidad.” De este modo, Taylor afirmaba que no se puede tener el árbol antes de tener el fruto producido por el árbol.Wesley responde: “Un hombre puede ser justo antes de hacer lo que es justo, santo en corazón antes de que sea considerado santo en la vida. La confusión de estos dos parece ser el fundamento de su extraña idea de que Adán debía elegir ser justo, que debía ejercer el pensamiento y la reflexión antes de poder ser justo. ¿Por qué? ¿Por qué la justicia es el correcto uso y aplicación de nuestras facultades? Este es su error capital. No, no es así; la justicia es el correcto estado de nuestras facultades. Es la correcta disposición de nuestra alma, el correcto temperamento de nuestra mente. Acepte esto y dejará de soñar con que Dios no podía crear al hombre en justicia y verdadera santidad” (1 Pedro 1:15-16).Esto lleva a la siguiente consideración: ¿Es el hombre un pecador porque peca, o peca porque es básicamente un pecador? O, ¿es justo un hombre por sus actos de justicia, o es justo porque su naturaleza ha sido creada así? Esto conduce al argumento de Pablo acerca de ser salvo por la fe y no por obras.

B. La Naturaleza de la Santidad en Adán1. La Santidad Creada como estado subjetivo consiste en una inclinación o tendencia espontánea hacia el bien – una disposición subjetiva que siempre responde al bien. Es más que inocencia. El hombre no sólo fue creado negativamente inocente, sino positivamente santo, con un entendimiento iluminado de Dios y de las cosas espirituales, y una voluntad completamente inclinada hacia lo bueno.Por Santidad Adánica se entiende la inclinación espontánea o disposición positiva que le pertenece a él en virtud de su creación.El Arminianismo, en contraposición al Agustianismo, afirma que éste sostiene que el estado recién creado de Adán era un estado de santidad y que este estado original era también un estado de justicia ética.El Dr. Miley afirma que “no sólo se pasa por alto aquí toda distinción entre la tendencia puramente espontánea y la acción ética correcta, sino que se intenta probar una santidad ética original de Adán desde el punto de vista de su necesidad para la obligación moral que de inmediato recayó sobre su existencia… Estamos de acuerdo con la antropología agustiniana general en lo que respecta a la realidad de la santidad primitiva, pero disentimos en lo concerniente a cualquier carácter ético propio de dicha santidad, y también en lo concerniente a su limitación a una simple cualidad de la naturaleza Adánica”.

C. Elementos Esenciales de la Santidad Primitiva. Hay dos elementos esenciales en toda doctrina verdadera de la Santidad Primitiva.

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1. La rectitud moral de la naturaleza de Adán como estado subjetivo, como se señaló anteriormente.

a. Distinción entre la creación de un estado moral como un estado subjetivo, yb. Las actividades de dicha naturaleza moral en la vida y la ética personal.Un verdadero Arminianismo distingue entre el error del Pelagianismo, que niega la santidad creada en el estado subjetivo de Adán, y el error del Agustianismo, el cual considera que Adán poseía una justicia ética además de santidad interna.

2. La presencia y agencia del Espíritu Santo. Esto no sólo es necesario para el pleno entendimiento de la verdad, sino que también provee una base para distinguir cualquier otra forma de error.El Arminianismo objeta la doctrina papal de que la santidad es un don sobrenatural, por cuanto involucra una posición errónea en cuanto a la naturaleza de la caída y del pecado original. También objeta la limitación de la santidad a una mera cualidad de la naturaleza Adánica.La verdad a este respecto es la siguiente: A la santidad de la naturaleza del hombre por creación se debe añadir la presencia inmediata y el poder del Espíritu Santo. Los teólogos Arminianos siempre han enfatizado este importante aspecto de la santidad primitiva, y en ocasiones ven al Espíritu Santo en estrecha afiliación con el estado del hombre y en otras ocasiones actuando más independientemente, pero siempre presente y cooperador.El Dr. Pope afirma: “Esta doctrina está incompleta sin la adición del don sobrenatural del Espíritu Santo, si se puede llamar sobrenatural a aquello que pertenece a la Unión de Dios con Su criatura elegida… El no añadió la imagen moral, pero guió los principios de acción del alma del hombre creado en esa imagen. Esto resuelve la dificultad expresada en ocasiones en cuanto a la creación de un carácter, el cual, se dice, por necesidad debe ser formado por quien lo porta. El hombre fue guiado por el Espíritu, quien fue el poder del amor en su alma, tanto en su primer estado como ahora en su estado actual”.

El relato bíblico de la creación afirma que “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Esto expresa la aprobación divina de la bondad del hombre. Dos textos del Nuevo Testamento citados frecuentemente también tienen implicaciones en cuanto a la naturaleza original del hombre – Efesios 4:24 y Colosenses 3:10. Se debe tomar nota de lo siguiente: (1) la transformación de la gracia aquí declarada es algo más profundo que la vida de acción personal, y debe, por lo tanto, incluir la renovación de la naturaleza moral; (2) se dice que esta transformación tiene lugar por la operación del Espíritu Santo – una purificación de la naturaleza moral; (3) esta renovación es una restauración a la imagen original en la cual el hombre fue creado; por lo tanto, (4) necesariamente el hombre debe haber sido creado santo – siendo esta santidad parte de la imagen original de Dios, en la cual fue creado.

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