Itinerarios por Las Alpujarras. (nº3)

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    Itinerarios por las Alpujarras

    Un camino por Tmary Juviles Anne Mare y KaterinaLa Acequia Real deCstaras Un caminode agua de Trevleza Cstaras Jos PastorOtro

    viaje de leyendaCarlos

    Gil Palomo El juego y elexilio Juan Cruz Lpez Unanoche de verano JessArdoy Nostalgia Rakel Rodrguez

    http://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdfhttp://../RaRo_i%E5%A5%AEdice.pdf
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    Un camino por Tmar y Juviles Anne Mare y KaterinaLa Acequia Real de Cstaras Un camino deagua de Trevlez a Cstaras Jos Pastor Otro viajede leyenda Carlos Gil Palomo El juego y el exilio JuanCruz Lpez Una noche de verano Jess Ardoy Nos-

    talgia Rakel Rodrguez

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    ndice

    Un camino por Tmar y Juviles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7Anne Mare y Katerina

    La Acequia Real de CstarasUn camino de agua de Trevlez a Cstaras . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    Jos Pastor

    Otro viaje de leyenda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17Carlos Gil Palomo

    El juego y el exilio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27Juan Cruz Lpez

    Una noche de verano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31Jess Ardoy

    Nostalgia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35Rakel Rodrguez

    Depsito Legal: J-150-2004 ediciones RaRo, 2007

    Fotografas de Anne Marie, Katerina, Kate, Jose y CarlosImpresin: Digital Gami, Granada

    Diseo Grfico: Thomas Donner, Los Escullos (Almera)Impreso en Espaa

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    Un camino por Tmar y Juviles.Anne Mare y Katerina

    Hace mucho tiempo, que haba un Fuerte encima delcerro. Hace mucho tiempo que ya no existe, pero el cerro todavalleva su nombre. Nosotras vamos a tomar los viejos caminos demulas, unos caminos por donde transitaremos, siendo la primerageneracin, despus de cientos de aos, que puede disfrutarlostranquilamente; escuchando los cantos de los pjaros, disfru-tando del paisaje, observando las huellas del tiempo ya queantes estos caminos, sendas y veredas slo se utilizaban pornecesidad. Y estos lugares, que ahora os invitamos a recorrer,nos hablan de la historia, las tradiciones y de la cultura de estazona, las cuales, siempre estuvieron estrechamente relacionadascon la naturaleza.

    Nuestro paseo empieza pocos pasos arriba del cementeriode Tmar. Es la ruta medieval (PRA299), la que vamos a seguirhasta el pueblo de Juviles. Pasamos una era con su aventadora,donde tenemos una buena vista a otra era, a la acequia, a laalberca y al Pen Hundido un sitio arqueolgico como osdice el panel informativo de la ruta. Las numerosas eras nosrecuerdan las antiguas labores del campo. Las aventadorasestn all, perdidas y bien protegidas, todava demasiado jvenespara un museo.

    De la era pasamos bajo una gran chimenea y otros restosde la fbrica de mercurio. Entre los aos 1910 y 1936 haba dos

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    Trevlez, por la primaca del secado de los perniles. Si os interesams la piedra que la comida, mejor que vayis a la pequeaplaza, con su fuente y su iglesia. En la iglesia, una veleta o giralda,con la luna mora, hace que esta iglesia, del siglo XVI, de estilomdejar, sea nica en La Alpujarra.

    Tras el placentero descanso, tomaremos el camino delFuerte, que comienza justo por detrs del secadero de jamones(sigue los indicadores GR 7-142 o FUERTE). Bajando unos 400metros hacia un arroyo, podis hacer un alto en el camino yprobar las moras de los morales que hay en los alrededores (si

    no tenis miedo de mancharos con su sangre). Sus hojas sirvieronde alimento a los gusanos de seda. Entre los siglos X y XIV laproduccin de la seda fue una actividad importantsima en laTah de Juviles, que comprenda ms o menos unos veinte pueblos(tambin las poblaciones de Cdiar y Trevlez). Especialmenteen el siglo XIV, la seda de esta Tah (con 6400 habitantes) tuvouna gran fama, con sus 1600 morales cultivados alrededor deJuviles, todos en regado. Para su desgracia, el valor de este pro-ducto fue disminuyendo en importancia y los rboles siguieronun destino parecido. Con la entrada del algodn, los moralesdesaparecieron de La Alpujarra.

    Un buen sitio para refrescarnos, o echar una siesta, es laFuente Agria. El camino no est indicado, pero tras cruzar elarroyo de la Umbra, hay una pequea senda a la izquierda que

    poco a poco se va perdiendo entre la vegetacin. Pero no hacefalta llegar muy lejos, tras unos 200 metros ya vemos un claro y elnacimiento del manantial que, a su paso, deja un lecho anaranjado.Este agua, con abundante hierro y otros minerales, de saboramargo, no gusta a todo el mundo, pero sus virtudes curativasson reconocidas por la poblacin y todos, adems, puedenaprovecharse de la frescura y de la sombra de los rboles paradescansar, darse un respiro y coger nuevas fuerzas para subiral Fuerte. Seguimos el camino, hasta un cruce, donde tomamosel de la derecha. Despus de otros 200 metros atravesaremosunos terrenos grisceos. Es la famosa launa, el material indis-pensable y tradicional para la construccin de los techados

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    minas subterrneas de cinabrio, cuyos minerales eran trans-portados hasta la fbrica en vagonetas tiradas por mulas. Undato interesante que nos pareci increble, es el de que un litrode mercurio pesa 11,5 kilogramos. Paco Jimnez Rodrguez, deTmar, que trabajaba all, nos dijo que una vez encontraron elmercurio puro, en forma lquida. Este hecho ocurra muy pocasveces, pero nada es imposible en esta regin de extremos.Continuamos subiendo tranquilamente y, tal vez, con un pocode suerte, podamos ver cabras monteses. Les gusta la laderarocosa de la derecha, siempre baada por el sol. En Sierra

    Nevada, las cabras monteses, forman una de las poblacionesms importantes del mundo, y, por ello, son los animalesemblemticos del Parque Natural de esta Sierra.

    Dejamos las rocas atrs y entramos en el valle salvaje delro de Nieles. Un poco ms lejos, a la derecha, vemos una antiguaacequia. Los alrededores forman parte de un ecosistema dondepredomina la vegetacin de tipo mediterrneo: torvisco, pendejo,cresta gallo, cruja, hiniestra, lechiterna, jara blanca, azucema,zamarilla, ua de gato, carrasquilla, etc. Tambin encontramosnumerosas especies de tomillo y el romero blanco, con sus dulcesflores para las abejas. En el valle, hace tres aos, se instal unapareja de guilas perdiceras.

    Atravesamos un pequeo ro (en verano slo un cauceseco) para observar de nuevo la vegetacin del principio.

    Pasamos cortijos y bancales abandonados, los cuales nosrecuerdan que la gente vivi y trabaj aqu hasta no hacemucho tiempo. Caminamos entre olivos, almendros y bancalesregados. Las acequias, construidas por los rabes, son aqufundamentales para la existencia, como en toda La Alpujarra.Las rocas y las encinas completan este camino pintoresco.

    Despus de una hora andando, siempre suavementecuesta arriba, llegamos al pueblo alpujarreo de Juviles. En lpodis recuperar las fuerzas en sus bares, pasar un ratito en lapiscina, o comprar un rico jamn donde Mari Carmen. Con unclima conveniente, a una altitud de 1260m, el jamn de Juvilestiene una excelente calidad y compite con el cercano pueblo de

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    sus viedos y almendros en secano. Al llegar a Tmar descen-demos sus pequeas calles estrechas y silenciosas hasta unapreciosa plaza, a la que dan sombra unos lamos silvestres(olmos) y, ms adelante, un gran aliso. La iglesia y su fuente,casi de parada obligada, nos reconforta a falta de un buen vinoy una tapa. Pero como dijo el filsofo placeres sencillos. Aquno hay bares, no hay colegios, hay poca gente, pero los pocosque hay, intentan que su pueblo siga vivo. Cerca de la fuentehay un panel informativo, que no se os olvide leerlo antes desalir. Roco, de Juviles, nos dej un viejo libro escolar, con unas

    hermosas leyendas e ilustraciones: Viaje en el mundo de lasleyendas Alpujarreas de Katia Fersing y nosotras, para terminar,os contamos la siguiente:

    El Fuerte de JuvilesEn lo alto de los Tajos a los que llaman el Fuerte, se alzaba uncastillo moro que los Reyes Catlicos mandaron destruir. Allquedaron enterrados tesoros, monedas, sables, alfombrasmgicas Cerca de una era existe la entrada a una antiguamina que los moros cavaron hasta lo hondo del barranco de LaCimbua para ir a por agua. La leyenda cuenta que de esta minaparte un tnel que baja al interior de El Fuerte y llega a un rosubterrneo. Para conseguir cruzar este ro la nica condicines llevar consigo un palo de moral podrido. Tras cruzar este ro

    encontraremos una puerta que da a un palacio moro, rebosantede tesoros Nunca se encontr la boca del tnel, ya que, segn sedice, estuvo enterrada por ser peligrosa para los nios. Estas doscaminantes no encontraron el tesoro moro, aunque lo buscaron,pero han encontrado otras cosas, otras historias, otras palabras,otros vinos, otras formas de disfrutar de la vida y del camino.

    Fin.

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    aplanados alpujarreos: los terraos. Cerca, el camino se bifurca.Para llegar a el Fuerte tomaremos el de la derecha y subimos.Llegamos al punto culminante del cerro (altitud 1300m). Lugaral principio que se nos antoja rido y abandonado, con algunosviejos almendros. Pero, escondida y disipada en el entorno,descubrimos los restos de la antigua y extensa fortaleza rabe.En la entrada se observan los orificios que sirvieron para fijarlos goznes de las puertas. Tambin podemos distinguir losenclaves de los fosos, rellenos de piedra y una era al norte.Existen tres aljibes, dos al lado oeste y otro junto a la puerta

    norte, as como los restos de dos pequeos hornos. El contornoamurallado tiene un permetro total de 500 m. de longitud. Lamuralla, segn parece, tena nueve torreones. Para los intere-sados en saber ms de la historia de este fuerte hay una pginaweb www.la-alpujarra.org/timar/historia_elfuerte.htm , quemerece la pena visitar.

    Tambin en Juviles, si la sala de los ordenadores estabierta, podemos ver la maqueta del Fuerte. Una maquetahecha por un admirador de la historia, Juan Ramn, que dejBarcelona para pasear y disfrutar de estas tierras alpujarreas.Despus de un rato por la historia, volveremos al mismo caminodel GR 7 y continuaremos hacia Tmar. Cerca, en el camino,podemos ver los restos abandonados de los hornos de cal, lascaleras. Esta cal fue apreciada por sus propiedades desinfec-

    tantes y ha dado un aspecto mgico a las blancas aldeas alpu-jarreas. Un poco antes de llegar al alto podemos ver un arbustopegado a las peas, el carrasquillo, una planta emblemtica deAndaluca. Por este lugar tambin encontraremos muchas plantasmedicinales la azucema o alhucema, por ejemplo, a menudoutilizada por los autctonos para ahuyentar las polillas de losarmarios roperos (podis leer el interesante libro de Carlos GilPalomo: Sobre las plantas silvestres de Cstaras). Bajamos,tranquilamente, por el barranco de La Cimbua o de los Molinos,a nuestra izquierda, desde el cerro del Fuerte. Desde este sitiose nos abre la vista de Lobras y de Cdiar, y tambin se divisagran parte de la sierra de la Contraviesa, paralela al mar, con

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    La Acequia Real de Cstaras.Un camino de agua de Trevlez a Cstaras.Jos Pastor

    Los viajeros y caminantes que recorren esta zona de LaAlpujarra, con frecuencia se asombran de la gran cantidad deagua, frescor y paisajes que encuentran en sus paseos. Peroms se sorprenderan si analizando la pluviometra y lastemperaturas de esta regin, comprobaran que los datoscorresponden, en su mayor parte, a un clima rido. Este agua,que salva de ser un secarral estas sierras, proviene fundamen-talmente del deshielo de Sierra Nevada. Pero no slo con elagua de este deshielo se hubieran originado los paisajes tpicosde La Alpujarra. Ya que este paisaje, del que disfrutamos enparte, se lo tenemos que agradecer a toda una serie de acequiasy canalizaciones que tienen su origen en la poca en que estas

    sierras eran habitadas por los musulmanes. Toda esta red deconducciones de agua van a aportar al paisaje ese frescor, esavegetacin (y su fauna asociada), esas huertas y esos pueblosque tanto asombran al caminante.

    El viajero que esto escribe siempre se sinti atrado por lacultura del agua y todo lo relacionado con ella. Y en estos caminosque va describiendo y recorriendo, encuentra numerosas einteresantes manifestaciones: fuentes, lavaderos, molinos,abrevaderos, puentes, baos, acequias

    Hoy se quiere centrar en la Acequia Real de Cstaras y

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    vegetacin caracterstica alrededor de ella, aumentando as ladiversidad de hbitats de la sierra. Una forma inteligente yprctica de aprovechar y gestionar el agua.

    Pasando la pantaneta que abastece a Cstaras, el aguade la acequia empieza a ser repartida, con ms frecuencia que ensu tramo alto, a cortijos, caseras, pastizales, huertos y cultivos.Bajo la acequia y al otro lado de la carretera existe una plantacinde fresas, que el viajero cree que es la principal beneficiada coneste agua que baja de Trevlez. Al viajero le dijeron que partede este agua se lleva a la costa y que adems hay un proyecto

    para aumentar esta cantidad. El viajero que ha pasado muchashoras hablando y bebiendo vinos con las gentes de estos pue-blos, sabe que mientras en Cstaras hay gente que no puederegar, en la costa enseguida que les escasea el agua, suben apedir o a exigir para que sta les llegue hasta ellos. Si la tierraes para quien la trabaja, el agua tambin debera ser para losque mantienen y cuidan estas acequias. Pero el viajero prefiereno darle muchas vueltas al asunto y sigue su camino. Junto aun castao enorme a la altura del Barranco de la Fuente Sols odel Gayumbar, almuerza y se echa una siesta. A partir de unmomento, el camino que bordea la Acequia Real se internaentre barrancos y castaos y nos es imposible proseguir. Asque el viajero baja hasta la carretera, para desde all llegarse aNieles. En Nieles para a tomar un caf donde Matilde y Manolo;

    all Matilde le lee las poesas que ha escrito ltimamente. Laspoesas de Matilde hablan de su pueblo, de sus hijos, de sugente, de sus sentimientos al viajero le gusta escuchar otrasvoces, as que en todos sus paseos gusta detenerse a hablar conlas gentes. Cuando llega a Cstaras, bebe agua de la fuente delos cuatro caos, que viene de un criadero, y en los escalones dela placeta se sienta a escuchar a la fuente, a Guillermo, a Miguel,a Jos Santos, a Paco padre que viene de recoger avenate consu mula

    Ya tumbado, en la cama, se deja arrullar por el aguay los sueos.

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    para ello sube hasta el pueblo de Trevlez. Desde all siguiendocuesta arriba el curso del ro Trevlez, llegar hasta un parajedonde una parte del caudal del ro, la presa, es derivado paradar comienzo a la Acequia Real de Cstaras.

    Al poco tiempo de iniciar el paseo, salen al paso del cami-nante majestuosos y centenarios castaos que en el paraje delBarranco de los Castaos forman un soto (coto llamado porestos pagos) que tiene algo de mgico, una cascada y una granbelleza. La Acequia Real de Cstaras est excavada en la tierra yen la roca, y el camino que lo bordea es estrecho y frgil, muy

    frgil y hay que mirar dnde se ponen los pies. La ruta serpenteaapaciblemente entre pinares (silvestres, laricio y resinero), cas-taos y encinares. Y algunos cerezos (plantado por los acequierospara refrescarse con sus frutos, all por el mes de junio), mim-breras, rascas, lamos ( para sujetar los taludes de la acequia)y lugares donde baarse, o hacer fotografas, leer, sestear a lasombra, escribir, mirar las nubes, las truchas

    Es un paseo acompaado por el rumor del agua y, de cuandoen cuando, del chapuzn de una rana o del canto de un pjaro.El viajero durante este paseo que le llevar a Cstaras, pudoobservar o escuchar las siguientes aves: arrendajo, carbonerocomn, carbonero capuchino, mirlo, mito, agateador comn,ruiseor comn, pinzn vulgar, gaviln, guila calzada, picopicapinos, un cormorn comn en la pantaneta de Cstaras, un

    tipo de curruca que no supo apellidar, el multicolor abejaruco yla amarilla oropndola.La Acequia Real de Cstaras, como la gran mayora de

    acequias que hay en La Alpujarra, tienen los llamados criaderos.Estos criaderos son zonas llanas donde el agua se estanca parairse infiltrando poco a poco y as aprovecharla para el regado oel abastecimiento humano en el perodo estival, disponiendo,de esa manera, de una cantidad ms regular durante todo elao. Estas acequias, como el viajero descubrir en su paseo,tienen una gran importancia, tanto para mantener el agua en lacuenca durante ms tiempo, como para el desarrollo de una

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    Otro viaje de leyendaCarlos Gil Palomo

    Aqu me toca ahora contar una vieja historia que chapu-rreaban los antiguos de este pueblo y que no har tanto tiempoque escuch embelesado, sentado, en la plaza de los cuatrocaos. Como todas las leyendas de este mundo, tiene algo deverdad y algo de mentira, pero eso en estos momentos no tienemucha importancia.

    rase una vez una pequea regin, bastante dura, soleaday algo salvaje por aquellos tiempos, en donde los habitantesque fueron de este lugar, cultivaban la tierra y recogan conesmero los frutos que del campo crecan. Las cosechas, con elpaso de las estaciones, no fueron lo suficientemente cuantiosaspara todos sus vecinos, y, del suelo calizo y de los prados llanos,

    pareca poderse obtener, todava, mucho ms.Por esas fechas, se utilizaba slo el agua que circulabapor los barrancos y el de algunas de las fuentes que manaban.Aunque este agua, que aqu llaman remanente, era muy buena,de fina calidad y alguna hasta medicinal, tambin era escasa eintermitente. Hasta que alguien se detuvo a pensar, que siemprelos hay, e ide un plan siniestro y faranico: una acequia. A partirde aqul entonces cambiara para siempre el paisaje y la forma devida de los austeros y trabajadores habitantes de este concejo,que por esos das no lo era.

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    cultivando, pero ya no es lo mismo. An as, los barrancos man-tienen el agua y el frescor propios de un lugar serrano, y la acequiapermite, con su aportacin, que los arroyos y muchas de susfuentes sigan vivos. Como todo aqul que contemple desde ladistancia este territorio, sus gentes y leyendas.

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    El ingenio no era fcil de realizar, y slo haba un sitioposible desde donde obtener el agua, el ro Trevlez, de corrientesabundantes y heladas. La longitud, de unas dos leguas; la pen-diente deba de ser constante y uniforme; y, su trazado, el msfcil, entre tajos y rocas, para que su construccin fuera viable.El tiempo ha embellecido esta obra de ingeniera, mimetizadaen la ladera y bordeada de un arbolado especial. As naci unavega extensa, de lamos, castaos y olivares. Entre las huertas,frutales, y, como en otras tahs de La Alpujarra ms precoces,ya se podan obtener dos cosechas por campaa. Los exceden-

    tes del riego mantenan, aguas abajo, los molinos de pan queya podan moler una gran parte del ao. Como un pequeo estadoen miniatura, poco se necesitaba del exterior: algn que otropescado, alguna bestia de carga y poco ms, pues haba caza,lea, yerbas curativas, churrasca, y, desde ese momento, unagua abundante en cantidad y calidad. Trabajo, tambin habamucho trabajo, que no todo puede ser perfecto, como luego eltiempo confirm, y las hazas situadas en los bancales hacan lalabor demasiado penosa.

    Dicen los que leen, que existe o existi en la Hermandadunos textos en escritura morisca que explicaban el complejofuncionamiento de la acequia. Todo un arte del que participabacasi toda la comunidad de vecinos y, cada quince das, vuelta aempezar con otro turno de riego. Tal era su importancia que los

    antiguos llamaron una madre a la unidad de medida del agua,y por aqu siempre se ha dicho agua (del cielo) por San Juan,quita vino, aceite y pan, pero desde el suelo, a manto o congoteo, es otro tipo de sustancia preciosa, slo superada por elvino y algn que otro orujo, que siempre es necesario meteralguna alegra al sufrido cuerpo.

    Se dice Real, piensan algunos, porque el concejo deCstaras y Nieles perteneca al realengo y el rey tena la potestaden las rentas que de aqu se producan. Antes de que esto sedespoblara, se sembraba trigo, centeno, maz, cebada, garbanzos,habichuelas, habas, lino, vino, aceite, higos. Todava se sigue

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    El juego y el exilioJuan Cruz Lpez

    A Jose y Carlos

    Un hombre recorre con la mirada los confines de la habi-tacin donde hace ms de diez aos vive con lo poco que sepudo traer de la ciudad. Aprecia las manchas de humedad, lasmadejas de polvo que un pastor invisible conduce de lado alado de la alfombra. Es el tiro de la chimenea quien las gua, sedice mientras piensa en la inexplicable confortabilidad que lebrinda un cuartucho donde por sola decoracin tiene las fotosde un pasado que sabe irremediablemente perdido en el sacodel dolor. Porque es eso, precisamente eso, lo que le hizo dejarla ciudad, el trasiego indiferente del gento. Porque fue eso yalgo ms Algo que ignora pero que sabe que est dentro deesa historia que desde hace aos escribe, afanado en un viaje

    de ida y vuelta que parece no acabar nunca. Un libro que seretuerce sobre s mismo y que nunca termina. Porque sabe quees eso lo que ha venido a hacer all y teme que cuando la historiamuera tal vez no le quede ms remedio que salir a la nieve,dejarse caer y esperar a que le cubra la bruma como el ro arropel ltimo sueo de Virginia Woolf. Y piensa en lo irremediablede la muerte. Observa el fuego, mira sus manos. Hay un dolorque amasa su da a da pero lo sabe controlado. Como si el hombreque ahora es supiera domar los terrores que an siente comopropios del pasado. Tal vez intuye que aquella habitacin, aquellacasa, aquel pueblo perdido en plena Alpujarra le ha salvado deuna vida que, con casi toda seguridad, le hubiera obligado a

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    historia que debe ser contada. Esa historia ha de llevarme a latumba. Superar el dolor significa entender qu de mo tiene ellugar donde habito. El exilio interior como imagen de un paisajeque se mantiene puro. La nieve como testimonio de lo dolorosoy spero de la belleza. Toda creacin lleva dentro el testimoniode lo marchito, de la muerte Pero mi historia no ha acabado.Y esta vez no piensa tachar lo escrito. Sobre la nieve un rastrode sangre le recuerda cul es el precio que hay que pagar portodo juego.

    enajenarse de s mismo, y eso nunca Sonre. Observa a travsdel cristal la sana jovialidad con la que un par de nios peleande igual a igual sobre el manto que forman las primeras nievesdel invierno. Mira y piensa en lo extrao que le resulta el saborde ese caf Tal vez no quiera saber o darse cuenta de que esentonces, precisamente entonces, cuando est siendo feliz Se dala vuelta y apunta en un papel un par de lneas Y es el exilioel testamento que me hice a m mismo cuando era joven y anme quedaban ganas de salvarme de lo indecible Las tacha.Quizs piense que una pregunta menos es un trozo perdido de lo

    que se ha sido e intenta concentrarse en la novela. En el captuloque escribe un antroplogo espaol medio tarado busca en unpequeo pueblo del oeste de Estados Unidos el manifiesto fun-dacional de un grupo de poetas salvadoreos que se perdieronen el desierto. Le gusta tanto esta parte que sabe que quizsest escribiendo demasiado rpido y por eso de vez en cuando,muy de vez en cuando, baja a la cocina para hacer caf, sale a lacalle para tomar algo en el bar o pasea por la nieve El objetivoes hacer de esa historia un salvoconducto que le permita sen-tirse digno. Esa es la nica verdad. Se levanta de la mesa, dejael manuscrito sobre un sof y se contiene. Recuerda las pala-bras de una mujer No hagas de tu historia una carta de suicidioy, sobre todo, contn el ansia de parecer quien imaginas.Asesina a tus personajes cuando acabes o te traern la ruina.

    La historia que escribes te comer si te descuidas. Y siente unescalofro. Tal vez pensar en su propia felicidad le asfixie, perohasta qu punto es posible hacer de una novela una nuevaforma de autodestruccin. Quiz ese pueblo, la nieve, le salveuna vez ms de s mismo y le otorgue juicio. Apura el caf. Mirapor la ventana Uno de los nios que jugaban a pelearse tieneun ojo hinchado y sangra con abundancia. Llora y no pareceencontrar consuelo. Su amigo le abraza. Nuestro hombre piensaen las posibilidades que tiene de vencer a la desesperanza.Escribe He llegado hasta aqu para no abandonarme. La traicinmayor que uno puede hacerse pasa inexorablemente por larenuncia a lo que uno espera de s mismo y en mi caso hay una

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    Una noche de veranoJess Ardoy

    Con un cielo enorme lleno de estrellas y un cuartocreciente que me sonrea desde lo alto te miraba y la luz de laluna entraba por la ventana de la habitacin y t estabas dor-mida y yo no haba podido pegar ojo de tanta felicidad y porquelas campanas de la iglesia de este pueblo no paran de sonarcomo si a alguien le hiciera falta saber qu hora es a cadamomento de la noche o como si quisieran stas indicarme cuntofaltaba para que llegara el alba y t y yo volviramos a la realidady no quedara nada en aquella habitacin que era en esemomento el mejor lugar del mundo as que te miraba dormir ymiraba la luna y quera que te despertases para seguir amndotepero mientras pensaba en todas las cosas que haban ocurrido

    aquel da de verano el paseo por el barrio alto refrescndonosla cara en cada fuente y en cada alberca saludando a los paisanosy volviendo luego hambrientos al bar de los chicos melenudosque siempre andan escuchando msica y bebiendo y leyendo yjugando al futboln les ganamos creo recordar hasta eso nossali bien y lo celebramos con una cerveza bien fra con su tapade jamn correspondiente y estuvimos charlando y comimoscon ellos unas papas a los pobre y unos filetes y luego un poco deorujo para la digestin y cuando nos entr la pereza de despusde comer nos miramos y nos hicimos los remolones un pocopero estbamos deseando irnos a dormir la siesta o ms bien atrenzarnos el uno al otro y besarnos como si mi boca cupiera

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    para siempre y en realidad podra ser as y nos quedamos abra-zados hasta que t te dormiste y yo segu sin soltarte y sinpoder dormir por miedo a que llegara maana y entonces me dicuenta de las campanas y las fui contando y las odi un pocopor marcar el tiempo as que te abrac ms fuerte y sonre porquehaba conseguido ser feliz por un da en este pueblo de laAlpujarra de cuyo nombre de agua que cae y de piedras siempreme acordar

    dentro de la tuya y la tuya quisiera devorar la ma as que noslevantamos y dijimos que nos disculparan y nos dirigimos a lapensin de los chicos del bar y subimos a la primera planta queest ms fresquita en verano y nos tumbamos en la cama abra-zados y cansados pero pronto comenzamos a besarnos y amirarnos uno dentro del otro a ver qu veamos y nos quedamosdurmiendo sin darnos cuenta casi como nos habamos tumbadoal despertar nos quedamos un rato charlando hasta que nosdesperezamos y volvimos al bar a tomar una de esas infusionesque hace uno de los chicos y que tanto te gustan y tambin me

    gust a m aunque yo tuve que echarle azcar luego dimos unpaseo por el pueblo para luego salir por el camino del cemen-terio desde el cual haba una bonita vista y nos quedamos ascallados mirando el horizonte y el atardecer y mirndonos anosotros mismos all en ese lugar que casi acabbamos deconocer pero nosotros tambin casi acabbamos de conocernosy todo resultaba extrao y maravilloso al mismo tiempo y alvolver se estaba muy a gusto en la terraza del bar y tomamosunas cervezas hablando con los chicos de cmo iba el negocio yde la curandera y sus enfermos que lo son ms del alma que deotra cosa y de las plantas y de los forasteros y de los andarinesy de las curiosidades de las vecinas del pueblo y del pan y de lobien que se estaba all estos das en que todo surga nuevo sinel hasto de los aos y de la soledad y los perros jugaban en la

    plaza y los gatos vigilaban por si alguna tapa caa del plato ynos remos y nos remos y nos remos hasta que no pudimosrernos ms y as lleg la noche estrellada con cuarto crecienteque comenz a sonrerme desde lo alto y nos miramos y decidimossin hablar que nos bamos a la pensin as que nos despedimosde los chicos que siguieron all mucho rato ms como siemprebebiendo y charlando charlando y bebiendo y t y yo subimosa la habitacin y nos quitamos la ropa sonriendo y besndonossin prisa y cuando abr la ventana entr un chorro de luz blanca ylos dos nos quedamos mirando la luna y nos besamos mucho ratoy lo hicimos como si al da siguiente nos furamos a despedir

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    NostalgiaRakel Rodrguez

    Hace unos aos alguien me dijo que en un pueblo perdidode la Alpujarra granadina haba una librera, que haca lasveces de bar, o tal vez era un bar que haca las veces de biblio-teca. La cuestin es que esa afirmacin consigui levantarmelas ganas de viajar, despus de un tiempo de inactividad y des-gana. As que arranqu el motor de la vieja ranchera, met en unamochila las pocas cosas que tena y sal de una ciudad lluviosadel norte rumbo al sur.

    El viaje a este pueblo, Cstaras, no es fcil, viene en losmapas, pero son ms los que llegan all perdidos que los quevan a conciencia. Primero hay que ir hacia Granada y coger lacarretera de Motril, luego pasar Lanjarn, rgiva y Torvizcn.

    De este ltimo empieza una carretera que indica a unos pocoskilmetros un desvo a Almegjar. Y subir, todo es subida en unacarretera estrecha y llena de curvas (se aconseja viajar sin resaca)hasta que hay un desvo hacia Trevlez, pero ese no, hay quecontinuar todo recto hasta que se vislumbra Cstaras. Desde loalto de la carretera su visin es hermosa, es la primera vez perola piel se me eriza, como si yo hubiera estado all antes.

    La Alpujarra es una zona dura, como toda zona acostum-brada a la dureza y a la resistencia, sus habitantes tienen unmucho de resistentes unos se embelesan, nosotros resistimos,pienso mientras les observo. Sin embargo me sorprende su verdor,

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    la cabeza, por debajo de la gorra, otro insiste en que juguemosal futboln, que no, por dcima vez, los tipos que llevan el barleen, yo tambin. Hasta que alguien dice que es hora del paulo,muy bien, digo, pues a jugar al paulo.

    Voy dejando que pasen los das, hay decenas de rutasque hacer y el paisaje es hermoso. Me dicen que poda alquilar

    la antigua casa del maestro por un precio que me parece msque razonable. Me dejo llevar y digo que s. El tiempo pasa,llevo mis libros a la bilioteca-bar, hay que poner ms estanteras,pues se ponen. Y pasa el tiempo, en el pueblo la vida continacon una cadencia tranquila y reposada, se hacen talleres deplantas, de rutas, de vez en cuando vienen andarines a los que mehe acostumbrado a guiarles y hablarles de la zona, me llamanel Historias porque siempre tengo alguna historia que contarles,como esta que os cuento, del da que llegu a Cstaras y sindarme cuenta me qued. Ahora que han pasado unos cuantosaos, pienso que tal vez debiera coger la mochila y buscar nuevoslugares y cuando llegue el da me llevar en primer lugar ese

    Ilustracin:Man

    uelOlivencia

    no s porqu tena la idea de que iba a encontrarme un parajems rido, pero por un momento me parece estar en un valleasturiano.

    Pero estamos en Cstaras, sus gentes tienen rasgos duros,mirada inquisitiva, manos trabajadas, de pocas palabras. Noles hace mucha gracia la gente que viene de fuera, no les hacemucha gracia que tengas las manos demasiado finas, que sonrasdemasiado, que hables demasiado. No son amistosos de entradapero es que viene mucha gente por estos lares, que aparecen ydesaparecen sin dejar rastro. Mientras, ellos resisten. Por eso

    cuando te quedas un da s y otro tambin empiezas a descubrirsu familiaridad. Si te descuidas, acaban por cuidarte como a unhijo, con mala foll, pero con un cario inmenso, con ciertasorna, pero con un amor incondicional. As son los castareos.Adems muchos tienen su propia huerta y cuando llega el tiempode los tomates, hay tomates para todos, si es de calabacn, cala-bacn o habas o pimientos pero eso lo descubrir ms tarde.

    Pienso que puede sentarme bien este pueblo. No megusta la gente, soy un ser solitario y odio hablar por hablar, nolanzo muchas sonrisas tampoco, y padezco de nostalgia crnica,tal vez este sitio no me haga peor.

    En la plaza de la iglesia, cuatro tipos se apoyan en elpoyete, en silencio, me observan, tienen curiosidad por saberdnde voy. Pero yo sigo adelante, despus de haberles dirigido

    un leve movimiento de cabeza, veo la fuente de los caos, mellama la atencin, bebo, me refresco. Un poco ms adelante veoel bar del que o hablar, o la librera que tena un bar.

    Entro y nada ms traspasar la puerta veo el cartel Unosse embelesan, nosotros resistimos. Es un bar, s, pero conestanteras llenas de libros Gerald Brenand, Richard Ford, MarkTwain, guas de plantas, rutas de gran recorrido, muchoslibros de viajes

    Cuando quiero darme cuenta han pasado varias horas,me han dado de comer un men del da rico y barato. Y sobretodo me doy cuenta de que estoy sonriendo, de que a mi alre-dedor hay ms gente, me han dicho sus nombres, uno se rasca

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    cartel Unos se embelesan, nosotros resistimos y tambin elrumor del agua y las preguntas cansinas de Grabi y los ratoscon los Pacos, recordar las tapas de la Matea, la conversacinde Santos, los acentos de Juana, Patrick, Ana Marie o John pocotrigo, los silencios en la Posada, y sobre todo mi lugar favoritopara leer al pie de la piedra pic y alguien ocupar mi lugar yempezar diciendo aqu en este pueblo antes vivi un tipo quecontaba historias a la gente hasta que un da ya nadie hablede m, y yo me acordar de este pueblo en el que durante unosaos consegu esquivar a la nostalgia

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    Libros sobre Las Alpujarras de Ediciones RaRo:Sobre las plantas silvestres de Cstaras de Carlos Gil Palomo

    Coleccin Itinerarios por Las Alpujarras:Paseo a los Baos del Piojo

    Camino al PortichueloPor Juviles y la Acequia Real de Cstaras

    ltimas novedades de Ediciones RaRo:

    Sin, poemas de Rakel Rodrguez.Cuidado con el perro, poemas de JPG.Al Cabo de todo, relatos de viajes sobre el Cabo de Gata.5 raras, poemas de cinco mujeres de Jan.

    Ms informacin:[email protected] y [email protected]

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    Este librito se termin de imprimir en junio de 2007en los talleres de Impresin Digital Gami, Granada

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