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Jesús Casquete

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  • EL NACIONALISMO VASCO:MITOS, CONMEMORACIONES Y LUGARES DE LA MEMORIA

    Javier Ugarte (coord.)Javier Moreno Luzn (Coord.)

  • * El presente trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigacinDiccionario de smbolos del nacionalismo vasco financiado por la UPV/EHU (Ref.05/05). El autor desea dejar constancia de su agradecimiento a sus compaeros deproyecto, J. L. de la Granja y S. de Pablo, as como al personal del Archivo Hist-rico del Nacionalismo Vasco (Artea, Bizkaia).

    1 Refirindose al significado de la camisa parda, un testigo de excepcin del as-censo al poder en Alemania del nacionalsocialismo, el periodista cataln EugenioXammar, afirmaba en 1932 que una camisa de un determinado color equivale, poras decirlo, a todo un programa (E. Xammar, Crnicas desde Berln (1930-1936), Bar-celona, 2005, pg. 74). Ofreca as una magnfica caracterizacin de lo que es y re-presenta un smbolo en el mbito poltico: un programa.

    Msica y funerales en el nacionalismo vasco radical*

    JESS CASQUETEDpto. de Derecho Constitucional e Historia de la Teora Poltica

    EHU/UPV

    MSICA, POLTICA SIMBLICA Y EMOCIONES

    CADA cultura poltica se afana por forjar un universo simblico propio que sirva a sus miembros para identificarse con el grupo, a la vez que para delimitar las fronteras con el mundoexterior. Es as que los smbolos sirven como marcadores de fronte-ras y resultan un elemento indispensable para fomentar un sentidode la identidad colectiva, de formar un nosotros distinto al ellos.Habida cuenta de su valor integrador, pues, la tarea de creacin sim-blica se puede calificar de cualquier forma menos de balad.

    Sin alejarnos de la esfera poltica, cualquier objeto, aconteci-miento histrico, personaje, fecha, lugar, edificio o acto gestual quesirva de vehculo a una concepcin y transmita un mensaje quetrascienda al objeto representacional es un smbolo en potencia.As pues, la capacidad de vincular una imagen con una idea y de co-municar significados es uno de los rasgos definitorios del smbolo.Por expresarlo en otros trminos, los smbolos son mensajes codi-ficados, esto es, portadores de sentido, que adquieren su signifi-cado ltimo en una matriz cultural determinada, de modo quecuanto ms difundido est el smbolo, ms amplia ser la comuni-dad con acceso a su(s) cdigo(s) de significado1.

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  • 2 Sobre los smbolos en los movimientos sociopolticos, consltese: J. M. Jasper,The Art of Moral Protest, Chicago, 1997 y The Emotions of Protest, en J. Goodwiny J. M. Jasper, The Social Movements Reader, Blackwell, 2003; R. Aminzade y D. McA-dam, Emotions and Contentious Politics, en R. Aminzade et.al., Silence and Voicein the Study of Contentious Politics, Cambridge, 2001; J. Goodwin, J.M. Jasper y F. Po-lletta (eds.), Passionate Politics: Emotions and Social Movements, Chicago, 2001.

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    Adems de su propiedad relacional, la poltica simblica conllevauna gestin de las emociones. El recurso a los smbolos incorporauna inversin emotiva tanto por parte de los partcipes de unatrama de sentido determinada como de la opinin pblica queasiste a la utilizacin del smbolo. As pues, junto a su capacidadpara condensar ideologas y a su funcin de argamasa identitaria,otro de los rasgos de los smbolos es su capacidad para desenca-denar emociones. De ah que uno de los cometidos tanto de los ac-tivistas polticos como de las autoridades sea el de promover me-diante la utilizacin de smbolos, de forma implcita o explcita, elclima emotivo que favorezca a sus intereses, as como sortear aque-llas emociones a ellos perniciosas. En este sentido, los lderes deun movimiento sociopoltico sern tales en la medida que se mues-tren capaces de transformar una situacin de impotencia, miedo,desesperanza en el futuro o vergenza colectiva en otra presididapor la efervescencia colectiva, la esperanza, la adhesin y el com-promiso generalizado con las tareas requeridas para superar el mo-mento crtico. En tal empeo, uno de los recursos a su disposicinpasa por apelar a los smbolos que son patrimonio de una culturapoltica determinada, vale decir, por la manipulacin de los smbo-los en un sentido acorde con sus objetivos2. La poltica de la iden-tidad en general, con sus apelaciones al substrato emocional tantoo ms que a la razn, y el nacionalismo en tanto que caso espec-fico de dicha poltica, constituyen hoy en da uno de los principa-les semilleros de la poltica simblica.

    Distintos smbolos evocan diferentes emociones con una inten-sidad que est en funcin de que las comunidades de sentido dis-fruten o no del acceso a los cdigos interpretativos de dichos sm-bolos. As, un smbolo de la barbarie moderna tan complejo ydenso como Auschwitz no resuena y encuentra el mismo eco enAlemania y Polonia que, pongamos por caso, en Espaa o Mxico;no significa lo mismo para detractores del nacionalsocialismo (en-tre quienes despierta emociones de rabia, vergenza, culpa) quepara los neonazis (nostalgia, solidaridad, orgullo, entusiasmo).Y Auschwitz en tanto que smbolo no despierta las mismas emo-ciones que, por ejemplo por recurrir a otro lugar de la memoria

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  • 3 Acerca de los rituales en los movimientos sociales, vase J. Casquete, El poderde la calle. Ensayos sobre accin colectiva, Madrid, 2006.

    4 Pocas fotografas, imgenes a hurtadillas que dira Cartier-Bresson, han cap-tado la realidad ms profunda de las emociones que la serie tomada por el fot-grafo Robert Capa en Barcelona en Octubre de 1938 con motivo de la despedida alas Brigadas Internacionales. En dichas instantneas se aprecia a los brigadistas,puo en alto, entonando La Internacional en momentos cargados de una enormeemotividad. Sus rostros hablan el lenguaje de la decepcin y la impotencia porverse obligados a abandonar su participacin en la contienda civil espaola. Ver:R. Whelan (ed.), Robert Capa. The Definitive Collection, Phaidon, 2001, pgs. 208-209.

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    relacionado con el sentimiento de culpa, en este caso de la ale-mana, el acto de arrodillamiento protagonizado por el cancilleralemn Willy Brandt en 1970 en Varsovia ante el monumento a loshroes de la rebelin del gueto judo de aquella ciudad durante laSegunda Guerra Mundial.

    Los rituales son actos colectivos sobrecargados de smbolos enlos que un grupo social escenifica una accin de acuerdo con unasecuencia relativamente formal, repetitiva y predecible3. En ciertosentido, el smbolo es la unidad ms pequea del ritual. Sin smbo-los que condensen los mensajes y significados de una ideologa elritual se difuminara hasta confundirse con un acto rutinario so-cialmente estructurado como es, por ejemplo, el acto de limpiarselos dientes despus de cada comida. Los rituales, por el contrario,recuerdan a los participantes su compromiso moral bsico con elgrupo, refuerzan su sentido de esprit de corps y desencadenan emo-ciones de mayor o menor intensidad.

    A menudo la msica figura como uno de los ingredientes de losactos rituales. Interpretada de forma coordinada por los partici-pantes en el acto ritual o simplemente dejndose arrullar por susacordes, la msica desempea un papel vital a la hora de crear yrecrear una atmsfera emotiva al servicio de los objetivos del co-lectivo social que la interpreta. Y ello con independencia de suorientacin ideolgica. Movimientos sociales con una agenda pro-gresista que han aspirado a hacer efectivo el ideal de igualdad dey en la ciudadana, como el obrero y el movimiento por los dere-chos civiles de la minora afroamericana en EEUU, as como otrosmovimientos de protesta que sacudieron a varios pases occiden-tales durante la dcada de 1960, han hecho uso extensivo de la m-sica, en ocasiones como desencadenante, siempre como cataliza-dor de un clima de excitacin colectiva capaz de despertaremociones funcionales a los objetivos del movimiento. Cancionescomo La Internacional para el movimiento obrero4 o We shall

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  • 5 Acerca del vnculo entre msica y movimientos sociales: A. D. Morris, The Ori-gins of the Civil Rights Movement, Nueva York, 1984; R. Eyerman y A. Jamison, Mu-sic and Social Movements, Cambridge, 1998.

    6 Una de las escasas referencias acerca del papel que ha jugado la msica en eldesarrollo, difusin y supervivencia de la subcultura violenta del panorama skin-head de extrema derecha es el artculo de J.M. Cotter, Sounds of Hate: White Po-wer Rock and Roll and the Neo-Nazi Skinhead Subculture, Terrorism and PoliticalViolence, 11, 2, Verano 1999, pgs. 111-140.

    El pas con un panorama neonazi ms dinmico y rico (a la vez que amenazador,en la calle y en las urnas) es Alemania. La msica constituye uno de sus principa-les canales de transmisin de una visin segn la cual la filiacin tnica determinael valor del ser humano. Una interminable lista de canciones prohibidas son core-adas por los nostlgicos del nacionalsocialismo en sus actos privados, y cantantescomo Frank Rennicke o el grupo Landser se han visto elevados a la categora de ico-nos de quienes odian a inmigrantes, judos, izquierdistas y todo aqul que desen-tone en el jardn ario soado. Hasta septiembre de 2005 los servicios secretos ale-manes haban identificado ms de 100 conciertos neonazis; en 2003 fueron un totalde 119 y, al ao siguiente 137 (Tagesspiegel, 24-10-2005).

    7 P. Nora (dir.), Les lieux de mmoire. Vol.1, Paris, 1997; E. Franois y H. Schulze(eds.), Deutsche Erinnerungsorte. Vol. 3, Munich, 2001.

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    overcome y Theres a great day coming para el movimiento porlos derechos civiles, o cantantes como Woody Guthrie con su m-quina de matar fascistas (es decir, su guitarra) y sus epgonos(Pete Seeger, Phil Ochs, Joan Baez,) en el caso de los movimien-tos estudiantil y pacifista en EEUU, resultaron todos ellos claves ala hora de comprender las pulsiones emocionales que dichos mo-vimientos fueron capaces de espolear, y en especial la generacinde entusiasmo y fe en un futuro ms justo5. No obstante, la activa-cin de emociones mediante la msica no es una actividad que estabierta a un solo lado del espectro ideolgico. El franquismo conel Cara al sol, el fascismo italiano con Giovinezza, el nacional-socialismo con Horst Wessel Lied, Deutschlandslied o Brder,zur Sonne, zur Freiheit y el estalinismo con La Internacional sonejemplos de religiones polticas que han hecho un uso profuso dela msica para estimular en sus audiencias masivas el clima emo-cional adecuado a sus propsitos6. Adems de canciones o can-tantes identificados con una ideologa o movimiento determinado,existen lugares de la memoria de carcter musical capaces de des-pertar sentimientos de comunin e identificacin grupal en todoun pas, por encima de ideologas y clases sociales. Los himnos na-cionales, como La Marsellesa o el Himno Nacional Alemn, enca-jan en ocasiones dentro de esta categora7.

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  • 8 E. Durkheim, The Elementary Forms of Religious Life, Oxford, 2001 [1912], Li-bro 3, Cap. 5.

    9 La nica monografa existente sobre los rituales funerarios en el NVR, Los fu-

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    LA MSICA EN LA LITURGIA FUNERARIA DEL NACIONALISMO VASCO RADICAL

    En lo que sigue nos centramos en la utilizacin de la msica du-rante los actos de homenaje pstumo a militantes del nacionalismovasco radical (NVR, en adelante) encuadrados en sus ramas civil omilitar. A partir de las crnicas de las despedidas que la subcomu-nidad nacionalista radical tributa a los hroes-mrtires cados porla libertad de Euskal Herria en las circunstancias ms variopintas(vctimas de fuerzas parapoliciales, en enfrentamientos con las fuer-zas de seguridad, como consecuencia de la manipulacin de arte-factos explosivos o de un accidente de trfico, suicidados en pri-sin, etc.), indagaremos en la densidad simblica de sus actospblicos, convencidos como estamos de que sus escenificacionesrituales constituyen ocasiones impagables para adentrarse en eluniverso social y cultural de este actor del escenario sociopolticovasco. Ahondar en su discurso contribuye sin duda a un mejor co-nocimiento de su naturaleza; profundizar en sus prcticas socialesy en el bosque simblico que las rodea complementa y enriqueceel anlisis de su retrica hasta extremos a los que el anlisis dis-cursivo se muestra incapaz de llegar.

    Los actos pblicos a que nos referimos son por seguir la termi-nologa de Durkheim en este extremode carcter piacular, es de-cir, actos de duelo frente a una prdida individual hondamente sen-tida en el seno de su comunidad de referencia8. El luto expresadocolectivamente en el ritual funerario viene acompaado de una seriede emociones reactivas por ej., rabia, impotencia, desproteccin,indignacin, provocadas por la prdida de un miembro rele-vante del grupo. La copresencia fsica de una multitud de partici-pantes en torno a un mismo motivo, en nuestro caso el funeral, tienecomo uno de sus fines pretendidos transformar la desesperacin ydolor inicial por la prdida producida en sentimientos que sirvanpara reforzar el vnculo social por ejemplo, consuelo mutuo, espe-ranza, orgullo, desafo, unidad y compromiso con la causa.

    En total estaramos refirindonos a alrededor de 160 rituales fu-nerarios durante el perodo comprendido entre 1968 y 2005. Todoslos rituales de homenaje que les tributa el NVR giran alrededor dehroes-mrtires definidos como gudaris9. Podemos clasificar del si-

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  • nerales en el nacionalismo radical vasco, de Begoa Aretxaga (1988), ofrece una in-terpretacin antropolgica de los actos religiosos y de homenaje a etarras falleci-dos en variopintas circunstancias. La autora se fija en dimensiones tales como elpapel desempeado por la mujer o la secuencia del ritual. Nuestra aproximacin,en cambio, se centrar en los rituales laicos bajo el prisma de la ambientacin mu-sical que envuelve al ritual piacular.

    10 Estos datos se han obtenido a partir de los 61 etarras muertos hasta enero de1999 que recogen J.L. Barbera y P. Unzueta (Cmo hemos llegado a esto. La crisisvasca, Madrid, 2003, pg. 304), y procediendo a continuacin a su actualizacin conlas muertes muertes de miembros de ETA fallecidos desde entonces, que son: JosLuis Geresta (suicidado el 20-3-1999), Patxi Rementeria, Ekain Ruz, Urko Gerrika-goitia y Zigor Aranbarri (7-8-2000), Hodei Galarraga y Egoitz Gurrutxaga (24-9-2002)estos seis ltimos fallecidos a consecuencia de la explosin de los artefactos quetransportaban y/o manipulaban; Arkaitz Otazua (muerto en enfrentamiento conla Ertzaintza, 14-9-2003) e Imanol Gmez (fallecido en accidente de coche en elcurso de una persecucin policial en Francia, 20-7-2005). Por otra parte, los repre-sentantes de Herri Batasuna asesinados son: Toms Alba, concejal donostiarra ase-sinado en Astigarraga el 28 de septiembre de 1979; Mikel Arregi, concejal en la lo-calidad navarra de Lakunza muerto en un control de la Guardia Civil el 11 denoviembre de 1979; Santiago Brouard, concejal de la capital vizcana asesinado porel GAL el 20 de noviembre de 1984 y, por ltimo, Josu Muguruza, diputado en el Par-lamento de Madrid asesinado por un grupo ultraderechista el 20 de noviembre de1989. El dirigente suicidado es Eugenio Aranburu, en 1997.

    11 Ormazabal se refiere a nueve presos fallecidos en prisin hasta finales de 2003.Dichos datos habra que completarlos con el fallecimiento de la presa Oihane Erraz-kin, quien se suicid en la crcel francesa de Fleury-Merogis el 8 de Julio de 2004;de Jos ngel Altzuguren, ahorcado en la crcel de Soria el 31 de Octubre de 2005;de Igor Angulo, aparecido muerto en su celda en Cuenca el 27 de Febrero de 2006,y de Roberto Sinz, fallecido tras sufrir un infarto en el presidio de Aranjuez cua-tro das ms tarde de que se suicidase Angulo.

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    guiente modo a los protagonistas de los actos piaculares: 1) un to-tal de setenta miembros de ETA fallecidos en distintas circunstan-cias (enfrentamientos con fuerzas del orden, explosin de artefac-tos, etc.); 2) tres concejales y un parlamentario de Herri Batasunavctimas de la guerra sucia y, por ltimo, 3) un dirigente suicidadode la misma formacin poltica10. A estas cifras habra que aadirlas 66 vctimas de organizaciones parapoliciales o ultraderechistasen suelo vasco de que da cuenta la Ponencia Vctimas de la Vio-lencia del Parlamento Vasco (Noviembre 2000), los trece presos fa-llecidos durante su encarcelamiento y los seis detenidos muertosen dependencias policiales o inmediatamente despus de su pasopor comisara11.

    Tres son las piezas musicales que resuenan peridica y recu-rrentemente en los funerales por los hroes-mrtires del NVR: elEusko Gudariak, el Agur Jaunak y Guernica, marcha fnebre vasca dePablo Sorozbal. En el caso de las dos primeras, no se trata en sen-

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  • 12 El decurso de los acontecimientos durante el proceso de Burgos en pluma desus protagonistas puede leerse en: Mario Onaindia, El precio de la libertad. Memo-rias (1948-1977), Madrid, 2001; Eduardo Uriarte, Mirando atrs. De las filas de ETAa las listas del PSE, Madrid, 2005.

    13 Consltese: J. Casquete, El poder de la calle. Ensayos sobre accin colectiva,Madrid, 2006; J. Casquete, The Powers of Demonstrations, Social Movement Stu-dies, 2006 (en prensa); J. Casquete, Protest Rituals and Uncivil Communities, To-talitarian Movements and Political Religions, 2006 (en prensa).

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    tido estricto de piezas funerarias, pero su uso recurrente en estetipo de circunstancias nos invita a abordarlas desde este punto devista. A continuacin pasamos sin ms prembulos al estudio delorigen, significado y funciones, as como a los posibles usos para-djicos de cada una de estas composiciones musicales.

    Eusko Gudariak

    La cancin conocida como Eusko Gudariak es uno de los smbo-los ms frecuentados de toda la rica constelacin simblica delNVR. El proceso de Burgos, celebrado en diciembre de 1970, fue elmomento histrico que marc decisivamente la popularizacin deesta meloda. Mario Onaindia, el ltimo encausado de ETA en pres-tar declaracin en la causa, finaliz su intervencin un mircoles 9de diciembre declarndose prisionero de guerra, acogindose alConvenio de Ginebra de 1949 y lanzando un estruendoso GoraEuskadi Askatuta! Acto seguido, comenz a entonar el canto delEusko Gudariak, ahora ya secundado por sus otros quince compa-eros y el pblico asistente ante el tribunal franquista que los juz-gaba en Consejo de Guerra, el mismo tribunal que los habra de sen-tenciar poco despus a un total de 9 penas de muerte (tres de losprocesados acumularon dos penas de muerte cada uno) y de 519aos de prisin. El 31 de diciembre de ese mismo ao Franco con-mut las penas de muerte12.

    Con el paso del tiempo, su uso se ha convertido en norma obli-gada de los rituales manifestantes escenificados por el nacionalismoradical con una frecuencia sin parangn en el contexto occidental,pero resulta asimismo un ingrediente inexcusable de sus rituales fu-nerarios13. En efecto, el canto colectivo del Eusko Gudariak pone in-defectiblemente el punto final a los rituales protagonizados por elNVR. Aunque, tal y como comprobaremos en breve, el origen de laletra haya que buscarlo ms bien en el nacionalismo moderado, hoyen da el uso de este smbolo es prcticamente privativo del espec-

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  • 14 El vampirismo simblico era una prctica habitual de las religiones polticas.As, con Goebbels como mximo artfice, el movimiento nacionalsocialista se apro-pi de smbolos del comunismo tales como la hoz y el martillo, el color rojo o el 1.de Mayo. Ver: H. Hartwig, Plaketten zum 1. Mai 1934-1939. Herkunft und Funktionvon Bildsymbolen im Faschismus, sthethik und Kommunikation 26, 1976, pgs. 56-60; J. Casquete y I. Grastorf, Die Schlacht um die Strasse: Die 1. Mai-Demonstra-tion der NPD in der Reichhauptstadt, en D. Rucht (ed.), Berlin, 1. Mai 2002. Poli-tische Demonstrationsrituale, Opladen, 2003.

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    tro radical en lo que constituye un magnfico ejemplo de vampirismosimblico, esto es, de la apropiacin por parte de un actor sociopo-ltico de un smbolo en nuestro caso de una cancin que tienesu origen en otro actor y contexto histrico14. Entonados al unsonopor una multitud, los acordes de esta meloda patritica desempe-an un papel estelar en todo ritual funerario del NVR y marcan, juntocon las intervenciones hagiogrficas de los oradores, uno de los mo-mentos ms emotivos de todo el ceremonial.

    sta es su letra en la grafa actual:

    Eusko gudariak garaEuskadi askatzekoGerturik daukagu odolaBere aldez emateko.Irrintzi bat entzun daMendi tontorreanGoazen gudari danokIkurrinan atzean

    (Somos soldados vascosPara liberar EuskadiTenemos presta la sangrePara derramarla por ella.

    Se escucha un grito de guerraDesde la cima del monteAcudamos soldados todosTras la ikurria)

    Un excelente punto de partida para trazar el origen de la cancines el artculo que en 1947 public al respecto una pluma annimaen el nmero 5 de Alderdi, boletn interno del Partido NacionalistaVasco (PNV), publicado en Bayona. Llevaba por ttulo El himno delos gudaris, y en l se ofreca una explicacin acerca de la autorade la letra de la cancin. Segn dicha interpretacin, se encontraba

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    un grupo de nacionalistas congregados en San Miguel de Aralar (Na-varra) departiendo como siempre sobre las cosas del nacionalismoy de la Patria, cuando vieron aproximarse cantando a un grupo demendigoxales (montaeros) bilbanos que acudan en peregrinaje ala morada del patrn del partido. Al parecer, en una etapa anteriorde su periplo por tierras navarras dichos montaeros haban visi-tado Elizondo, en el valle del Baztn. De all traan prendida en elalma una meloda nacida sin duda en la caa de un pastor y trans-mitida ms tarde por un txistu annimo. El relator describe la me-loda como alegre y viril: tena aire de marcha montaera o dehimno. Los congregados convinieron en que haba que aadir unaletra a la msica. Y quin mejor para desempear dicha tarea queel all presente R. P. Manuel de Arriandiaga. El claretiano redact insitu una estrofa que, de inmediato, un coro nutrido y bien armo-nioso eran vascos dio al aire. La letra atribuida a Arriandiagareza del modo siguiente:

    Abestu, euzkotarrak, bai, abestu gogoz,Aberriari opaz, oyu eta santzoz.Aberrija dogu Ama laztan ori:Semiak gauz eta zintzo abestu Amari

    (Cantad, vascos, cantad gustosos,ofreciendo el canto a la patria con muestras de alegra.La patria es nuestra madre querida:Aqu tienes a tus hijos, cantemos lealmente a la madre)

    Con posterioridad contina nuestro annimo autor, aunque sinaportar referencia temporal alguna el poeta Esteban Urkiaga,Lauaxeta, le habra puesto la letra guerrera con que se habra po-pularizado. Sera la siguiente, la misma recogida ms arriba soloque en euskalki (dialecto) vizcano:

    Euzko-gudariak gara, Euzkadi azkatzeko;Gerturik gagoz odola bere aldez emoteko.I?intzi bat entzunda mendi-tonto?ian:Guazen gudari danak iku?inan atzian.

    Desgraciadamente, prosigue el autor, en el momento de la publi-cacin del artculo en 1947 ninguno de los dos autores a los que seatribuan las diferentes letras del Eusko Gudariak se encontraba en-tre los vivos para corroborar o matizar su interpretacin: vivieronpor la Patria, cayeron en ella y fueron a Dios. La frase final del ar-

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  • 15 El himno de los gudaris, Alderdi 5, 1947.16 I. Camino y L. de Guezala, Juventud y nacionalismo vasco, Bilbao (1901-1937),

    Bilbao, Fundacin Sabino Arana, 1991, pgs. 112, 120 y 181; S. de Pablo, L. Mees yJ.A. Rodrguez Ranz, El pndulo patritico, Historia del Nacionalismo Vasco, I: 1895-1936, Barcelona, Crtica, 1999, Anexo 2, pgs. 292-294.

    17 Archivo Histrico del Nacionalismo Vasco, KAP/929-2.

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    tculo, en tono proftico y a la postre certero, aventuraba que elhimno perdurar, entonado por las multitudes vascas, en honor dela Patria, en guerra o en paz15.

    Cuando el citado boletn de Alderdi llega a manos de Jos MaraGrate, su sorpresa fue mayscula. Nacido en 1902, en el momentode leer el artculo Grate ya acumulaba a sus espaldas una dilatadatrayectoria de militancia en el campo nacionalista. Se enrol siendoapenas un nio en las filas de Juventud Vasca de Bilbao (fundadaen 1904), la misma organizacin nacionalista guardiana de las esen-cias sabinianas de la que un da de Navidad de 1930 result elegidosecretario y, dos aos ms tarde, vicepresidente. Entre abril de 1933y julio de 1935 fue miembro del Euzkadi Buru Batzar del PNV re-presentando a Bizkaia y, una vez concluida la contienda civil y yaen el exilio, miembro fundador de la Junta Extraterritorial de Cara-cas16. Precisamente desde su exilio venezolano remite una extensamisiva a la direccin de su partido en el barrio de Beyris, en Ba-yona17. En su escrito fechado el 8 de febrero de 1948 Grate pun-tualiza la interpretacin del origen del Eusko Gudariak ofrecida pornuestro autor desconocido. En concreto, se muestra expresamenteconforme con la versin ofrecida en todos los pormenores menosen uno, en modo alguno menor: el relativo a la autora de la letra.La siguiente es su versin en 1948.

    Grate se refiere en su misiva a cierta ocasin se sobreentiendepor el contexto de la epstola que en Bilbao en la que un grupode Juventud Vasca entonaba la meloda baztanesa con la letra com-puesta por Arriandiaga. Fue entonces cuando un integrante delgrupo all presente, el bilbano Julin Ario, propuso al resto la cre-acin de otra letra ms viril, ms guerrera: A los dos das pro-sigue la cronologa de Grate le haca entrega a Ario de la com-posicin que ms tarde fue adoptado como Himno de los gudaris.As pues, el propio Grate habra sido el autor del Himno al soldadovasco. Adems de su testimonio personal, prosigue, hay un argu-mento a su juicio definitivo para refutar la autora de Lauaxeta: re-sulta impensable, incluso insultante a su buen nombre y mejor re-putacin, que la redaccin de la letra del Eusko Gudariak hubiese

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  • 18 El hecho de que Grate mencione expresamente la segunda estrofa de la letradel Eusko Gudariak en la carta dirigida a su partido vendra a desmentir otra inter-pretacin ampliamente extendida hasta la fecha de hoy segn la cual la segunda es-trofa completa (Irrintzi bat entzun da) sera un aadido posterior a 1932, unavez iniciada la contienda, obra de Alejandro Lizaso Eizmendi, txistulari de la bandade Rentera y capitn de ametralladoras del batalln Itxarkundia. En realidad, A. Li-zaso fue el arreglista de la msica, no el autor de la segunda estrofa. Vase Deia,11-6-1977, pg. 3. Una msica, por cierto, que segn J.L. Ansorena no tendra origenen el valle navarro del Baztn, sino en Aramayona (lava), donde la recogi el mu-siclogo R.M. de Azkue. Se tratara de la msica de la cancin Atzo Bilbon nengoen,popularmente ms conocida como Domingo Kanpaa o Mando baten gaean (Pro-cedencia de algunas melodas populares vascas, Txistulari 179, Julio-Septiembre1999, pg. 8).

    19 Cambio 16, nm. 309, 13-11-1977, pg. 96.20 Txistulari 94, 2. trimestre 1978, pg. 18.21 Agradezco esta observacin a Pruden Gartzia.

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    salido de la pluma de un poeta con un dominio de la lengua tan ex-quisito como era el de Lauaxeta. Conmovido a la vez que honradoporque una composicin propia pudiese hacerse pasar por obra delgran poeta vizcano fusilado por las tropas franquistas en 1937, G-rate desautoriza todo intento de atribursela, por la sencilla raznde que Lauaxeta no hubiese incurrido en el error gramatical pre-sente al final de la ltima estrofa, donde el sufijo -n expresivo delugar aplicado a ikurrian viene regido por el verbo de movi-miento joan (ir) en su declinacin de la primera persona del plu-ral de imperativo (goazen). Grate reconoce con humildad: errorde esta naturaleza nicamente lo comete un principiante en los es-tudios del euzkera, como a la sazn era el autor del Himno18. O sea,un error suyo fruto de su dominio precario del idioma. Con poste-rioridad Grate admiti en distintas ocasiones su limitado conoci-miento del euskera en el momento de redactar la letra del Eusko Gu-dariak: Yo, entonces, estaba aprendiendo el euskera y cometvarias faltas de gramtica gordas19; estaba estudiando euskera yno saba mucho20. Sin embargo, en realidad la letra de la segundaestrofa a que hace referencia Grate es correcta. Se trata de una li-cencia estilstica corriente en el uso oral del idioma que resulta dela contraccin del genitivo ikurria(re)n, de la ikurria21.

    Pese a haber sancionado anteriormente la versin ofrecida porel cronista de Alderdi en todos los extremos excepto en el relativoa la autora de la segunda letra, de la guerrera, en declaracionesposteriores Jos Mara Grate incurre en contradicciones manifies-tas con su versin original de 1948, algunas de ellas no menores.As, en su misiva a la central del PNV hace referencia a los jvenesbilbanos que haban regresado impactados de Aralar tras escuchar

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  • 22 Archivo Histrico del Nacionalismo Vasco, KAP / 929-2. nfasis, J.C.23 Cambio 16 nm. 309, 13-11-1977. Aprciese adems que en el relato de 1948

    habla de dos das, no de uno, entre el momento en que surge la idea de redactarun texto patritico y el momento de su entrega. Ntese asimismo que entre la to-nadilla baztanesa y el himno al soldado vasco de Grate no figura en lugar algunola bella composicin euzkerika del gran euzkerlogo [sic], R.P. Arriandiaga a quese refera en su nota aclaratoria dirigida a la direccin del PNV en 1948, composi-cin que ahora es silenciada por completo.

    24 Citado en M. Cruz, Las malas pasadas del pasado. Identidad, responsabilidad,historia, Barcelona: 2005: 42.

    25 Txistulari 94, 2. trimestre 1978, pg. 18; Euzkadi 133, 12 de abril 1984, pg. 26.26 Camino y Guezala, Juventud y, pg. 182.

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    una meloda baztanesa llena de aoranza melanclica y virilidad.Esta meloda era entonada, primero, por el grupo que nos la trajoa Bilbao, y, prontamente, por otros varios grupos que admiraban labelleza de la dulce y valiente meloda (nfasis, J. C.)22. El uso en laredaccin del pronombre personal en forma del dativo nos mues-tra inequvocamente que, en su primera versin, Grate no se in-clua a s mismo entre los expedicionarios a Aralar. Sin embargo, enversiones muy posteriores, datadas a finales de 1970 y mediados de1980, sostiene sin asomo de duda que l se contaba en el grupoefectivamente presente en Aralar. Ahora la narrativa discurre delmodo siguiente. Corra el ao 1932 cuando, participando de una ex-cursin de jvenes jeltzales a Aralar, a la bajada omos [sujeto, pri-mera persona del plural. nfasis: J. C.] una tonadilla que nos [da-tivo, primera persona del plural. Ibd.] gust mucho y alguien opinque haba que ponerle una letra patritica. Por la noche escrib losversos, y al da siguiente los llev al local de la Juventud Vasca23.El casi medio siglo de distancia que media entre el momento en queredacta los versos y las explicaciones que ofrece sobre su origenparecen hacer mella cuando de lo que se trata es de acceder a unconocimiento cabal y fiel al transcurso de los acontecimientos. Sudescripcin de los acontecimientos se ajustan como un guante a losrequisitos de lo que Shoemaker ha caracterizado como cuasirre-cuerdo: primero, el recuerdo vago de haber tenido una experien-cia y, segundo, la certeza de que alguien efectivamente la tuvo24.

    En un primer momento, segn l mismo reconoce, la nueva letrafue acogida con frialdad por sus correligionarios de la JuventudVasca de Bilbao25. Tan escaso fue el entusiasmo que mostraron quela cancin pareca estar condenada al olvido. Hasta que un buen dade 1936, recin comenzada la conflagracin civil y cuatro aos des-pus de haber compuesto el himno, Grate asisti atnito en las in-

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  • 27 Ms sobre el Euzko Gudariak, Euzkadi 53, 8-12-1977, pg. 3.28 Euzkadi nm. 133, 12-04-1984, pg. 26.29 El libro con las canciones no est datado. Sin embargo, la publicacin bimen-

    sual nacionalista Euzkerea recoge en su nmero VIII del 15 de agosto de 1932 unanuncio a pgina completa de Juventud Vasca de Bilbao en el que se ofrece un lis-tado con todas las publicaciones, insignias, placas, bustos y oleografas puestos ala venta por la organizacin juvenil. En dicho nmero figura el libro Euzko-Abesti-jak, con un total de 136 cantos y un precio de venta de 50 cntimos. Es la primeraocasin que dicho listado, que acompaaba a cada nmero de la revista, recoge lapublicacin citada. De ah que nos inclinemos a datar el libro de canciones a me-diados de 1932.

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    mediaciones del Hotel Carlton de Bilbao a la interpretacin de suversin de la cancin en boca de unos gudaris que se dirigan alfrente. Anda, si sta es mi letra, pens mientras la escuchaba26. Setrataba de gudaris de la compaa Kortabarria, reclutada por el PNVy formada en la segunda mitad de agosto de 1936. Segn un oficialannimo de dicha compaa, el capitn al mando, Bediaga, escuchen una ocasin a un par de gudaris cantar el Eusko Gudariak. Tantole agrad la cancin que propuso fuera adoptada como marcha dela compaa. Tras copiar la letra en el encerado, la compaa alcompleto la hizo suya27. Despus de todo la versin que Gratecrea relegada al fracaso no haba cado en saco roto.

    Todo parece indicar que J. M. Grate era un melmano consu-mado. Desde muy joven cultiv el gusto por la msica, bien fueseentonando en el mbito familiar junto con sus seis hermanos algntema de la poca con motivo de una efemrides, bien participandoen el coro de Juventud Vasca o, ms tarde, colaborando con el or-fen Euskeria. Con 14 aos rememora nuestro protagonistaaita [su padre] slo nos permita salir de casa para asistir a la pera.Para nosotros era todo un acontecimiento ya que, como era veranocuando las compaas presentaban sus obras en Bilbao, llegbamosa la casa de Algorta, donde pasbamos el verano, a las tres de lamadrugada28. Hay que recordar que en aqul entonces la msica,como el teatro, era un canal privilegiado para la difusin de los va-lores y cosmovisin nacionalistas.

    Resulta improbable que a alguien con una probada aficin por lamsica y adems dirigente de una de las organizaciones sectorialesde mayor solera y peso especfico en el nacionalismo vasco, comoera la Juventud Vasca de Bilbao, se le pasase por alto la publicacina mediados de 1932 del libro de canciones Euzko-Abestijak, editadopor la asociacin cultural Euzkeltzale-Bazkuna de Bilbao por en-cargo de la propia Juventud Vasca29. Cuando menos ninguna de las

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  • 30 Camino y Guezala, Juventud y, pg. 180.

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    publicaciones de este tenor aparecidas con anterioridad se le habapasado desapercibida. Al contrario, Grate recuerda otros libroscon canciones editados por Juventud Vasca y confiesa sin ocultarsu orgullo que nos las sabamos todas30.

    El Euzko-Abestijak era una compilacin de piezas tradicionales yde composiciones contemporneas, pero no de piezas originales es-critas para la ocasin. Muchas de ellas eran obra de autores de lapoca. Del total de 136 canciones de distintos gneros que lo inte-gran (himnos, canciones patriticas, de amor, religiosas, navideas,de cuna, ) hay una que nos interesa sobremanera destacar. Nosreferimos a la pieza titulada Gaizka-Daigun (Salvmosla), firmadapor Altuna. Se trata de Joseba Altuna Aldasoro (Bilbao, 1888-1971),bilbano habitual de las publicaciones nacionalistas de la poca, so-bre todo en su faceta de traductor y lingista. Reza del siguientemodo:

    EuzkoEuzkota?ak garaTa mate-doguAbe?ija,Geu-Abe?ija.EuzkoEuzkota?ak garaTa mate-doguAbe?ija.Gerturik gagoz geuBere aldez emotekoDaukogun odol gustijaGeure zanetako odola.Aupa, aupa, mutilak!Goraldu daigun EuzkadiAzkatasuna emonaz berai!Geuk gura dogu anayak eka?iAbe?ijaren alderaGeuk bia? dogu gaizkatu Euzkadi.Gaizka-daigun, ba!

    (Vascos, vascos somosY amamos a la PatriaA nuestra PatriaVascos, vascos somos

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  • 31 Adems de asiduo en las revistas culturales ligadas al nacionalismo, Altunahaba sido elegido vocal de la Juventud Vasca de Bilbao en 1912. Camino y Guezala,Juventud y, pg. 43.

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    Y amamos a la PatriaEstamos prestosA sacrificar por ellaToda la sangre que tenemosToda la sangre de nuestras venasnimo, nimo muchachos!Honremos a Euskadidndole la libertad!Ansiamos atraer a nuestros hermanosA la PatriaMaana salvaremos a la PatriaSalvmosla pues!)

    Grate y Altuna: coetneos, paisanos, activos ambos en los cr-culos culturales y polticos del nacionalismo31 Sera demasiadoforzado especular con la hiptesis de que a la altura de 1932 J. M.Grate estaba familiarizado con el poema-cancin de J. Altuna, yque se inspir en ella para componer la primera estrofa del himnoal soldado vasco? La alusin de notable semejanza formal a la dis-posicin a sacrificar la sangre por la patria, presente tanto en la pri-mera estrofa del Gaizka-Daigun como en los dos ltimos versos dela primera estrofa del Eusko Gudariak, apoyara una interpretacinen este sentido.

    Desde la dcada de 1970, es costumbre en las concentraciones ymanifestaciones protagonizadas por el NVR, y no solo en las de na-turaleza funeraria, finalizar el acto con la interpretacin del EuskoGudariak con el puo cerrado y elevado por encima de las cabezas.Su uso pblico se ha convertido en patrimonio casi exclusivo delnacionalismo radical, aun cuando fuese un miembro destacado delPNV quien puso letra a la meloda y una compaa del mismo par-tido la que elev la cancin a la categora de himno durante la Gue-rra Civil. Un smbolo del que podemos levantar acta de que ha sidodefinitivamente vampirizado por un actor sociopoltico, el NVR,ajeno a su invencin y primeros usos. Slo ocasionalmente ha es-cenificado el PNV de cara a la opinin pblica el canto del EuskoGudariak en reuniones de sus militantes y simpatizantes. Quizs lams presente en el imaginario colectivo sea la protagonizada en di-ciembre de 2003 por el entonces presidente del Euzkadi Buru Bat-

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    zar, Xabier Arzallus, en las escalinatas del Tribunal Superior Vascoen Bilbao con motivo del procesamiento de la mesa del ParlamentoVasco con su presidente Juan Mara Atutxa a la cabeza. El eco medi-tico de la noticia ilustraba hasta qu punto una cancin que formabaparte del patrimonio simblico del PNV era interpretado en la opi-nin pblica como un acercamiento a las tesis del nacionalismo ra-dical. Otra instancia en la que el PNV escenific (aunque con dis-crecin) el canto del Eusko Gudariak fue el homenaje al ertzaina ymilitante jeltzale Gotzon Doral en el cementerio de Irn con ocasindel dcimo aniversario de su asesinato por ETA el 4 de marzo de1996. En suma, un smbolo en origen privativo del PNV haba dejadode serlo en ejercicio por su apropiacin por parte del NVR.

    Por ltimo, no deja de encerrar cierto aire de contradiccin el in-tentar hacer compatible un smbolo patritico que airea la disposi-cin martirial a sacrificar la sangre por la patria, con otro smbolo,el puo cerrado, movimiento gestual utilizado histricamente porla clase obrera organizada para acompaar el canto conjunto de LaInternacional, canto que ensalza la solidaridad de clase por encimade las fronteras nacionales. En este sentido, se podra hablar de lacombinacin de ambos smbolos, puo en alto y cancin patritica,como de una imagen-oximoron, es decir, como una imagen que in-tenta conciliar smbolos que evocan mensajes de avenencia for-zada, por no decir que esencialmente contradictoria.

    Agur Jaunak

    El Agur Jaunak es una meloda popular de uso ampliamente ex-tendido en el folclore vasco. La letra que la acompaa dice as:

    Agur jaunak!, Jaunak agur!Agur terdiJaungoikoak eginak gireZuek eta bai gu ereAgur jaunak! Agur!Agur terdi, hemen gireAgur jaunak!

    Es decir:

    Saludos seores! Seores saludos!SaludosEstamos hechos por DiosVosotros y nosotros tambin

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  • 32 Sin embargo, el musiclogo Ansorena recoge el siguiente testimonio que lehizo llegar por carta en 1983 el diplomtico Jos Miguel de Azaola: A propsito delAgur Jaunak, voy a contarle lo que me ocurri en Viena en 1955. Estaba yo cenandoen el restorn [sic] que ocupa la bodega del antiguo palacio imperial, cuando el to-cador de ctara, que amenizaba la velada, se puso a interpretar una meloda idn-tica a la de esa cancin. Cuando termin de hacerlo, me acerqu a l y le preguntcul era el origen de aquella msica. Me dijo no poder precisarlo, pero que se tra-taba de una antiqusima meloda popular vienesa. Yo le tarare el Agur Jaunak, di-cindole que se trata de una cancin vasca; y l me dijo: efectivamente, es lomismo. J.L. Ansorena, Procedencia de algunas melodas populares vascas, Txis-tulari 179, Julio-Septiembre de 1995, pg. 10.

    33 Se puede rastrear el origen del Agur Jaunak de forma pormenorizada en los si-guientes artculos: I. Lpez Mendizbal, Sobre el Agur Jaunak, Txistulari 6, Abril-Mayo-Junio 1956, pgs. 1-2; Un Viejo Vitoriano, La pequea historia del Agur Jau-nak, Txistulari 52, Octubre-Noviembre-Diciembre 1967, pgs. 13-15; J.L. Ansorena, ElAgur Jaunak naci en Rentera, Txistulari 102, Abril-Mayo-Junio 1980, pgs. 15-17.

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    Saludos seores! Saludos!Saludos, estamos aquSaludos seores!

    Segn una versin ampliamente extendida acerca de su origen,letra y msica procederan del Pas Vasco-francs32. El artfice de sudifusin y popularizacin habra sido el escritor y msico donos-tiarra Antonio Pea y Goi, quien a su vez se la habra odo cantaren 1892 a un pelotari de Oihartzun (Gipuzkoa) llamado Manuel Le-kuona, Urtxalle. Con posterioridad, Ignacio Prez-Arregui y el PadreDonosti se encargaron de su arreglo musical para que sirviese desaludo oficial en recepciones pblicas ofrecidas por las autorida-des. Su primera interpretacin pblica tuvo lugar el 1 de agosto de1918 a cargo de los clarineros de la Diputacin de Guipzcoa du-rante la procesin de San Ignacio de Loyola, en Azpeitia. Exacta-mente un mes ms tarde sonaron de nuevo sus acordes con oca-sin de la celebracin del I Congreso de Estudios Vascos en Oate,ahora ante las mximas autoridades civiles y eclesisticas del PasVasco y Navarra, adems del rey Alfonso XIII33. Aunque las inter-pretaciones acerca del origen de la letra coinciden en apuntar al pe-lotari guipuzcoano como su importador del Pas Vascofrancs, nohay acuerdo a la hora de referirse al contexto que dio pie a su uti-lizacin original. En tanto que quien se esconde tras el pseudnimode un Viejo Vitoriano defiende que la cancin la interpretaban losvascofranceses que acompaaban a los pelotaris guipuzcoanoshasta la frontera a modo de despedida, el folclorista y musiclogoJ. L. Ansorena sostiene que se trataba de un canto de recibimiento

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  • 34 Frmula de saludo o de despedida. 1. Saludos, adis; 2. Saludo, salutacin,adis; 3. veneracin, respeto; 4. estrofa de saludo y despedida que hace el bert-sorali; 5. reverencia, saludo (baile; 6. Salve (religioso). Todo ello significa agur(Miren Azkarate (zuz.), Euskara-gastelania / Castellano-vasco. Hiztegia, Usurbil1996).

    35 Vase Resurreccin Mara de Azkue, Cancionero popular vasco (2 Vols.), Bil-bao, 1990; Ibd., Euskalerriaren Yakintza, Vol. 4, Madrid, 1989; P. Donostia, Obrascompletas del P. Donostia, Vols. VI, VII y VIII, Donostia, 1994.

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    que lleg a odos de Urtxalle por vez primera cuando, encontrn-dose con otros pelotaris en una posada en Saint-Jean-Pied-de-Port,se les acerc un mozo extendiendo la mano con ademn entre im-perioso y suplicante, probablemente como antesala a un desafode pelota. Podra ser que sus usos contemporneos no sean sinoun reflejo de esta ambigedad en las interpretaciones de su origen,puesto que la cancin se interpreta hoy lo mismo en actos de reci-bimiento, en su uso saludador tpico de actos institucionales, queen funerales, en su significado de despedida. La polisemia del tr-mino agur invitara a ambos usos, pues en euskera significa tantohola o saludos como adis34.

    Una vez trazado su origen, no nos sorprender que la cancin nofigure en ninguna de las dos recopilaciones ms exhaustivas delcancionero tradicional vasco. No aparece ni en la publicada por Az-kue entre 1921 y 1925, que incluye un total de 1.001 canciones, nien un anexo a otra obra suya publicado aparecida en 1947. Tam-poco hay rastro alguno de ella en el cancionero elaborado compi-lado por su coetneo P. Donosti, con un total de, con 1.124 entra-das, seguramente porque el capuchino saba mejor que nadie quela cancin, aun cuando popular, no era ni mucho menos de origenancestral. Se trataba de una tradicin inventada cuyos artficesprincipales haban sido Pea y Goi, Prez-Arregui y el propio P. Do-nosti35.

    El Agur Jaunak ha sido profusamente utilizado en los rituales fu-nerarios del NVR desde los aos de la transicin espaola a la de-mocracia hasta el da de hoy. Al contrario de lo que ocurre con elEusko Gudariak, en el imaginario colectivo no se produce identifi-cacin necesaria alguna entre cancin y NVR. Tambin a diferenciadel Eusko Gudariak, cuya interpretacin en los rituales manifestan-tes y funerarios del NVR incorpora siempre de forma indisociableletra y msica, el Agur Jaunak, es interpretado a menudo sin acom-paamiento alguno de letra, nicamente la meloda.

    A continuacin, y a partir de los homenajes de despedida pbli-cos a cuatro de sus militantes, indagaremos en el empleo de esta

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  • 36 Egin, 27-12-1978, pg. 6.

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    pieza-smbolo en los rituales funerarios de la subcomunidad nacio-nalista radical. Se trata de los actos funerales por el dirigente eta-rra Jos Miguel Bearan, Argala, asesinado en 1978; por el pediatray dirigente de Herri Batasuna Santiago Brouard, asesinado en 1984;por el tambin dirigente de Herri Batasuna y periodista Josu Mu-guruza, asesinado en Madrid en 1989, y por Jos ngel Altzuguren,preso etarra que se suicid en la crcel de Soria en 2005. Podranmultiplicarse los ejemplos, pero consideramos los mencionadoscomo suficientemente representativos de los usos de esta compo-sicin-smbolo por parte del NVR a lo largo de un amplio perodode tiempo.

    El 21 de diciembre de 1978, exactamente cinco aos y un da des-pus de (supuestamente) haber conectado los cables del explosivoque puso fin a la vida del presidente del gobierno espaol, el almi-rante Carrero Blanco, el dirigente etarra J.M. Bearan, Argala, sufraun atentado mortal en la localidad vascofrancesa de Anglet. Unamano negra haba colocado una bomba en los bajos de su coche. Lefalt tiempo al Batalln Vasco Espaol para reclamar la autora de loque tena todas las trazas de responder a la bblica ley del Talin.Durante el acto funeral con cuerpo presente el da 24, el acceso a lalocalidad natal de Argala, Arrigorriaga (Bizkaia), estuvo severamenterestringido por la polica, pero al da siguiente, da de Navidad, unacomitiva recorri el camino entre la plaza y el cementerio. La mar-cha iba encabezada por sus hermanos, quienes portaban un estan-darte de la Koordinadora Abertzale Sozialista KAS, seguidos poruna multitud en silencio. Las crnicas de la poca revelan que secant el Eusko Gudariak y, a peticin de una mujer, tambin el AgurJaunak36.

    Una de las personas que obtuvo permiso de las autoridades paraatravesar el cerco policial y que port el fretro de Argala por lascalles de Arrigorriaga hasta la iglesia fue Santiago Brouard, diri-gente de Herri Batasuna y presidente de HASI (Partido Socialista Re-volucionario Popular). Seis aos ms tarde, el 20 de noviembre de1984 (en s misma una fecha-smbolo, puesto que coincide con losaniversarios de la muerte de Jos Antonio Primo de Rivera y deFranco), Brouard correra la misma suerte a manos de un comandoparamilitar de los Grupos Antiterroristas de Liberacin GALcuando se encontraba en su consulta bilbana. Dos das despus,en el curso de los multitudinarios actos de homenaje y despedidacelebrados en la ciudad de la que llegara a ser teniente-alcalde, la

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  • 37 El Pas, 23-11-1984, pg. 13; Egin, 23-11-1984, pgs. 5 y ltima; El Correo Espa-ol-El Pueblo Vasco, 23-11-1985, pg. 14.

    38 HASI, II. Biltzarra, Septiembre de 1983, pgs. 136 y sigs.; Ver asimismo la en-trevista a Brouard recogida en Egin, 23-11-1984, pgs. 16-17.

    39 Los pases del socialismo real y sus campaas de secularizacin forzosa cons-tituyen una buena prueba histrica, no tanto de la incompatibilidad intrnseca entrela religin cristiana y la religin poltica del marxismo (ejemplificada en los regme-nes del bloque sovitico), cuanto de los problemas que en la prctica ha habido paraconciliar ambas interpretaciones del mundo. Como prueba de esta conciliacin pro-blemtica de la que hablamos, baste recordar que en los pases comunistas el nicolugar oficialmente reservado para la religin eran los museos del ateismo. Ver: J. Ca-sanova, Public Religions in the Modern World, Chicago, 1994, pg. 24.

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    banda de txistularis del ayuntamiento de Bilbao interpret los so-nes del Agur Jaunak. Avanzada la jornada, y una vez llegado el f-retro a su localidad natal de Lekeitio (Bizkaia), el coro infantil de lalocalidad Itsas Soinua enton (ahora con letra) el Agur Jaunak mien-tras el fretro era introducido en la iglesia37.

    Entonar una cancin con reminiscencias inequvocamente reli-giosas (estamos hechos por Dios/ vosotros y nosotros tambin)no deja de ser una singular manera de dar el ltimo adis a quienfuera el presidente de un partido poltico, HASI, que, escasamenteun ao antes del asesinato de su lder, aprobaba en su congreso unaPonencia de Estatutos en la que se defina a s mismo como la van-guardia organizada de los trabajadores vascos y optaba por orga-nizarse de acuerdo con los principios del centralismo democr-tico38. Resulta sorprendente despedir pblicamente con un cnticode resonancias cristianas tan manifiestas al lder de un partido ins-pirado en el marxismo revolucionario, ideologa que, desde queMarx declarara en una de las tesis sobre Feuerbach que la religines el opio del pueblo, no se ha distinguido, al menos en sus co-rrientes principales, por una convivencia armnica con otras inter-pretaciones religiosas del mundo, tampoco con el cristianismo39.

    Asimismo, en los actos de despedida a Josu Muguruza, redactor-jefe del diario Egin y parlamentario electo de Herri Batasuna en elCongreso de los Diputados, sonaron los acordes de la cancin-sm-bolo que nos ocupa. Asesinado en un hotel madrileo el 20 de no-viembre de 1989, la comunidad nacionalista radical le tribut inme-diatamente despus un homenaje pblico en Bilbao, la ciudad dondenaci y creci. Las crnicas periodsticas de la jornada no mencio-nan que sonasen los acordes del Agur Jaunak durante el homenajepopular tributado en las calles de la capital vizcana. Sin embargo,s que se dejaron or mientras un reducido grupo de familiares y co-rreligionarios trasladaba el fretro a las dependencias del incinera-

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  • 40 Egin, 27-11-1989, pgs. 1 y 4; Punto y Hora de Euskal Herria 560, 30-11 / 14-12,pgs. 60-61.

    41 Los datos que recogemos a continuacin estn espigados en el diario Gara delos das comprendidos entre el 1 y 6 de noviembre de 2005.

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    dor en el cementerio de Derio. La interpretacin corri entonces acargo de la Banda Municipal de Msica de Bilbao. Sus cenizas seranaventadas el domingo siguiente en la localidad navarra de Amaiur.Por su extraordinaria densidad simblica, merece la pena detenerseen la descripcin de la escenificacin de la ltima despedida a Mu-guruza. La eleccin de la ubicacin es de por s harto expresiva. EnAmaiur tuvo lugar en 1522 una batalla entre 100 y 200 defensores na-varros contra las tropas de Carlos I, en un intento postrero por re-cuperar la independencia de Navarra perdida unos aos antes, en1512, tras la conquista y posterior anexin a Castilla. Amaiur es le-do hoy en da por el NVR como un smbolo de la lucha por la inde-pendencia del Pas Vasco. En 1922 se erigi un monolito en el em-plazamiento donde siglos antes haba un castillo. En una de suscaras se lee: Napar askatasunaren alde Amayurko echarrian bo-rroka egin zuten gizonai. Betiko argia. 1522 (A los hombres que enel castillo de Maya pelearon en pro de la independencia de Navarra.Luz perpetua. 1522). Precisamente al pie del monolito, en la caracon la inscripcin mencionada en euskera, y tras escuchar los sonesde una txalaparta (instrumento de msica tradicional vasco) y debailar un aurresku (baile) de honor, la compaera de Josu Muguruzaextrajo de una kutxa (cofre) de madera las cenizas con los restos deMuguruza y las deposit sobre una ikurria. Lo hizo en un total desiete ocasiones, cada una de ellas simbolizando un herrialde (terri-torio) del Pas Vasco. Las cenizas fueron inmediatamente despusarrojadas al viento a los sones del Agur Jaunak40.

    Como ltimo ejemplo que ilustra el uso del Agur Jaunak en los ri-tuales funerarios del NVR mencionaremos el caso del preso etarraJos ngel Altzuguren41. Sus exequias tuvieron lugar en el bosquesimblico habitual que rodea los actos funerarios de la subcomuni-dad nacionalista vasca: ikurrias, banderas de Navarra (stas sloaparecen, lgicamente, cuando los actos de homenaje transcurren enaqul territorio), baile de un aurresku, pasillo de honor para dar en-trada al cortejo fnebre, canto del Eusko Gudariak Tampoco faltla interpretacin del Agur Jaunak. Inmediatamente despus del oficiofuneral los asistentes fueron abandonando ordenadamente la iglesiamientras sus notas brotaban del rgano parroquial. Flanqueados porun tupido pasillo de enseas vascas y navarras, los all congregados

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  • 42 La versin interpretada por la Orquesta Sinfnica de Madrid con la Coral An-dra Mari (CD Elkarlanean, KD-491, 1998) tiene una duracin algo superior a los seisminutos.

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    se encaminaron acto seguido al cementerio precedidos por el fretroy un sexteto de txistularis y atabaleros. Una vez depositado el ataden su nicho, los presentes arrojaron flores y puados de tierra al in-terior de la tumba. En ese preciso instante, un txistulari empez a in-terpretar en solitario el Agur Jaunak, al mismo tiempo que varias de-cenas de personas ponan letra a la meloda. Como de costumbre, elcanto del Eusko Gudariak puso el colofn al acto piacular.

    Como fue el caso de los actos de homenaje y funerales tributa-dos a Santi Brouard 21 aos antes, sorprende la utilizacin una le-tra de marcado carcter religioso en un entorno laico y de cortemarxista. En el caso de Brouard no cabe duda de ello, pues era pre-sidente de un partido poltico de esa confesin. Pero tambin en elcaso de Altzuguren el hecho de que en un acto pblico posteriorsonase La Internacional en su memoria invita a pensar que l tam-bin suscriba de una u otra forma la ideologa marxista (segn susallegados, haba aprendido la cancin-smbolo de la clase obrera ala vez que el Eusko Gudariak en su primera salida a los Pirineos).

    Guernica. Marcha Fnebre Vasca

    Guernica. Marcha Fnebre Vasca es una composicin para txistu ytrompa obra de Pablo Sorozbal (San Sebastin, 1897-Madrid, 1988)que data de 1966. A diferencia del Eusko Gudariak y el Agur Jaunak,que gozan de una amplia difusin, sus acordes resultan irreconoci-bles para la inmensa mayora de la poblacin en el Pas Vasco.

    Su interpretacin en el curso de los actos funerarios del NVR re-sulta ms difcil de rastrear que en los casos del Eusko Gudariak yel Agur Jaunak. Ello se debe a que su desconocimiento la hace pa-sar desapercibida incluso a los ms avezados periodistas de mediosde comunicacin afines al nacionalismo radical, que no siempre re-cogen en sus crnicas la presencia de este elemento creador y en-volvente de emociones. Es posible asimismo que su uso sea ms es-pordico, aunque solo sea porque la interpretacin precisa de unapequea banda de msica o, en su defecto, de la instalacin de unequipo de megafona. Adems, se trata de una pieza relativamentelarga que ve difuminarse la capacidad condensatoria de ideologasque se espera de los smbolos polticos42.

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  • 43 Citado en P. Woodworth, Guerra sucia, manos limpias. ETA, el GAL y la demo-cracia espaola, Crtica, 2002, pg. 85.

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    En todo caso, resulta un elemento simblico, si no recurrente, almenos s habitual en los rituales funerarios del movimiento socio-poltico que nos ocupa. Sus ecos resonaron desde la megafona ins-talada en el coche que abra la comitiva de Santiago Brouard en Bil-bao, as como desde la instalada en los postes y farolas de sulocalidad natal de Lekeitio. Apenas un ao antes de su asesinato, elmismo Brouard fue uno de los encargados en enero de 1984 de por-tar mar adentro a bordo de una barca las cenizas del etarra MikelGoikoetxea, Txapela, asesinado por el GAL. La viuda de Goikoetxeadej bien claro el significado que adquira la Marcha para ella: laMarcha Fnebre no es para monjes, ni sacerdotes, sino para guda-ris43. Tambin se dejaron or sus acordes en el funeral de DomingoIturbe, Txomin, que tuvo lugar en su villa natal de Mondragn (Gi-puzkoa) el 8 de marzo de 1987. La multitudinaria manifestacin deduelo acompa hasta el camposanto al fretro con sus restos ahombros de familiares, miembros de la Mesa Nacional de Herri Ba-tasuna y concejales de la formacin abertzale en la villa cerrajera alritmo de la Marcha de Sorozbal. All se le dedic una oracin y secant conjuntamente el Eusko Gudariak. Aos ms tarde, tambinson en Markina durante los oficios funerales por Patxi Rementera,uno de los cuatro etarras fallecidos en Bilbao el 7 de agosto de 2000al estallarles los 25 kilogramos de dinamita que portaban. Otro ejem-plo en que el NVR ha recurrido a la Marcha de Sorozbal en sus ri-tuales piaculares fue el funeral de Jos ngel Altzuguren el 2 de no-viembre de 2005, cuando los acordes de una marcha fnebre (lacrnica del diario Gara de dicha fecha no menciona cul, pero nosinclinamos a pensar que se trata de la de Sorozbal) resonarondesde la megafona instalada en la plaza del ayuntamiento. Por l-timo, los acordes de la marcha de Sorozbal se dejaron or en la lo-calidad vizcana de Santurtzi en el marco de los actos de homenajeorganizados para despedir al preso etarra Igor Angulo el 1 de marzode 2006, suicidado en la prisin de Cuenca dos das antes.

    Antes hemos visto que en el caso del Agur Jaunak se produce amenudo una disociacin entre la msica y la letra, de manera quese interpreta la primera sin ponerle la letra de marcada improntareligiosa (aunque tambin hemos visto que pueden ir juntas, porejemplo en los funerales de Brouard y Altzuguren). Ahora queremosdetenernos en otro modo de disociacin, aqul entre los usos deuna obra (musical, en este caso) y la personalidad de su autor.

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  • 44 Entrevista realizada en 1985 y disponible en la pgina web de la Asociacin deTxistularis, www.txistulari.com/musikariak/sorozabal/entrevista.htm. Fecha de con-sulta: 18 de Noviembre de 2005. Por otra parte, en El rbol de la ciencia, la novelams autobiogrfica de Po Baroja, el escritor donostiarra pone en boca de su pro-tagonista, el doctor Andrs Hurtado, una mxima que bien podra suscribir el pro-pio Sorozbal por cuanto denota una vocacin expresa por sacudirse las lealtadescomunitarias no consentidas: cada hombre es una estrella con su rbita indepen-diente (La raza, Tusquets, Barcelona, pg. 533).

    45 La primera cita en: Punto y Hora, 29-12-1977 / 4-01-1978, pg. 22; las dos res-tantes en Asociacin de Txistularis, www.txistulari.com/musikariak/sorozabal/en-trevista.htm.

    46 Punto y Hora de Euskal Herria, nm. 29 12-1977 / 4-01-1978, pg. 22.

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    Si hubisemos de atender a, y en consecuencia respetar, la vo-luntad del iconoclasta compositor de la Marcha Fnebre, no cabeduda de que los acordes de su Marcha nunca se dejaran escucharen el contexto en que lo utiliza el NVR. Alguien como Sorozbal, an-timilitarista confeso, individualista anarcoide de la escuela baro-jiana (me gustara ser uno de los txapelaundi del Bidasoa y cuanto[sic] menos, mejor)44, que recela de las patrias hasta el desprecioms indisimulado (No necesito ninguna patria, ninguna bandera.Para m las banderas son un trapo colgado de un palo; El con-cepto de patria es una burrada; No soy vasco ni madrileo, soyun ser humano no tengo patria ni quiero tenerla)45 y ridiculiza ymenosprecia de manera inmisericorde a los mrtires-patriotas (to-dos los que mueren por ideales patriticos me parecen unos des-graciados, unos infelices Morir? Ni por una patria ni por la otra.Morir por nadie)46 no presenta el perfil de alguien para quien el va-lor patritico figure en su plantilla de valores. Cuanto ms para queuna creacin suya figure de manera estelar en el ritual mortuoriode los gudaris cados en combate y recubiertos por una ikurria!

    MSICA Y FUSIN DEL INDIVIDUO EN EL GRUPO

    El recurso a las tres composiciones musicales que hemos repa-sado durante los rituales funerarios del NVR cumple dos funcionesprincipales. Por un lado, sirve de polo de identificacin grupal y fo-menta un sentido de comunin colectiva. A este respecto, y en lamedida que el uso pblico del Eusko Gudariak se ha ido restrin-giendo con el paso de los aos a la constelacin del nacionalismoradical, se podra afirmar que la citada cancin se ha convertido enun smbolo privativo suyo, un marcador de fronteras grupales que

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    resulta funcional a la hora de fomentar su sentido de la identidadcolectiva. Por el contrario, ni el Agur Jaunak ni la Marcha Fnebrede Sorozbal cumplen esta funcin de manera inequvoca, puestoque ninguna de estas composiciones ha sido monopolizada por elNVR hasta convertirlas en patrimonio de uso exclusivo. En el pri-mero de los casos, el Agur Jaunak, porque existen otros actores(por ej., autoridades) y contextos de utilizacin (por ej., actos derecibimiento, funerales religiosos) que han puesto lmite a la vora-cidad simblica de la subcomunidad nacionalista radical. En el se-gundo caso, porque la Marcha es una composicin contemporneade limitado arraigo popular y, en todo caso, demasiado extensacomo para convertirse en un smbolo condensador de todo un pro-grama poltico.

    Sin embargo, en lo que s coinciden las tres piezas musicales aquexaminadas es en que ayudan a crear entre los participantes en losrituales funerarios un clima emocional que refuerza su sentido depertenencia a la subcomunidad nacionalista radical. Todas ellascontribuyen a que el dolor inicial por la prdida de un ser sentidocomo prximo (segn la lgica de que era nosotros) se trans-forme en sentimientos de unidad y fe en un futuro triunfal. La m-sica no es, desde luego, el nico factor que en un contexto funera-rio facilita la transicin desde el sentimiento de dolor al de orgullode pertenencia al grupo. La copresencia fsica y la visualizacin deuna multitud congregada alrededor del gudari-mrtir muerto, ascomo los discursos hagiogrficos pronunciados en un momento uotro del acto piacular, son todos ellos factores a tomar en conside-racin cuando de lo que se trata es de reforzar el vnculo comuni-tario ante una perdida hondamente sentida en la comunidad. Loque hemos pretendido mostrar es que sin el acompaamiento mu-sical en las ceremonias de afirmacin que son los rituales funera-rios del NVR, la tarea de fundir, de disolver incluso, el yo en el no-sotros no resultara igual de efectiva.

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