Juan El Cristero (Primera Parte)

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  • 8/8/2019 Juan El Cristero (Primera Parte)

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    EL CRISTERO

    (Novela)

    Por: Bernardo Carlos Casas

    (DESARROLLO: norte de Jalisco y sur de Zacatecas)

    Personajes principales:

    Juan, el cristeroJos Cueva, el cura

    Avelina, esposa de JuanRita, hija de Juan

    Lupe, hija de JuanCuca, cuada de Juan

    Santiago, amante de RitaJulio, novio de Rita

    Julio Brito, enemigo de JuanTrinidad, coronel regionalAnacleto Lpez, general

    Narciso Flores, cristero de Los GuaposMaclovio, hermano de JuanBenita, amante de Anacleto

    Nieves, espa cristera

    Bernab, cristero traicionero

    Otros personajes citados en el desarrollo de la novela como Cristbal Magallanes,Pedro Sandoval, Jovita Valdovinos, Herminio Snchez, Enrique Gosotieta, el cura Montoya,Aurelio Acevedo, Mateo Correa, Melesio Castaeda, Carmen Robles, el cura Cabral, Jos IsabelFlores, el general Ortiz, el general Arenas, el general Quintero, Eutimio Hernndez y muchosms, participaron en hechos ciertos ah mismo narrados en las fechas indicadas, segn lahistoria. Los lugares y los hechos son ciertos, algunos nombres de personajes principales estncambiados, pero los marcos de dilogo son ficticios.

    La novela es un enlace entre lo real de los personajes y los hechos, y lo supuesto desus planes y proyectos. En resumen es una narrativa que describe lo que sucedi en la regindesde los albores de la lucha cristera en 1926 hasta su culminacin en 1929, dentro de un crculode hechos reales, como el guardar la integridad del cura Jos Cueva, por Juan Casas, durantetres aos, hasta el incierto desenlace familiar de los acontecimientos.

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    Juan el Cristero

    (novela)Por Bernardo Carlos Casas

    PRIMERA PARTE

    I

    El seor cura Jos Domingo Cueva lleg a Tlaltenango, su nuevo destino. Vio cmolas personas de rancho, que los domingos venan al pueblo a cumplir con el tercer mandato del

    declogo:santificars los das festivos, se encontraban con horarios de misas diversos: cinco dela maana, seis, siete y ocho; que si bien se acomodaban al gusto y necesidades del pueblo, noas al agrado y exigencias de las rancheras.

    La misa de cinco era para los comerciantes, o al menos muchos de ellos iban a esahora a fin de dedicar, el resto del da, para atender sus negocios.

    A la de seis y a la de siete, acuda en general todo creyente. La de ocho era paranios; sin embargo, misa especial para los ranchos no haba.

    La feligresa perteneciente a la parroquia segua siendo vasta, no obstante en 1917,Atolinga, que antes era vicara de Tlaltenango, haba alcanzado tal ao, rango de parroquia.

    De todas maneras los domingos a toda misa, correspondan llenos completos. Iban acumplir con el semanal precepto, personas de Veracruz, San Felipe, San Francisco, Santa Rosa,San Diego y San Jos; barrios del pueblo que tenan capilla, mas no capelln.

    Los domingos y das festivos era de ver la entrada al pueblo de personas de distintoslados, por todos los caminos.

    Por la entrada de la "Haciendita" llegaban personas de noble estirpe cazcanaprocedentes de ranchos como: Los Fresnos, Mesa de la Virgen, Mesa de Palmira, Azucenas yMorones. Por el camino del camposanto entraban personas de Los Ramos, San Juan de losLirios, San Jos, Los Guapos y otras comunidades localizadas por el mismo rumbo.

    Por la carretera a Colotln hacan su arribo al pueblo, los feligreses de La Era,Salazares, La Palma, Sedanos, Carretones, Contreras, Guadalupe, Momax, Tocatic yTeocaltiche. Las primeras siete comunidades, eran asentamientos de gente descendiente de losespaoles que recibieron mercedes de tierras despus de la conquista. Originarios de las ltimosdos comunidades entraban al pueblo parroquianos de sangre autctona.

    Del otro lado del ro, en tiempo de secas, cruzaban habitantes de ranchos yhaciendas, situados hacia aquel rumbo como Villalobos, Santa Eduwiges, San Payo yEncinillas. En poca de lluvias, el ro engrosaba su caudal y aquellos slo venan al pueblo si eraindispensable.

    Cueva, el nuevo seor cura platic con los viejos creyentes, sobre todo con los"rancheritos", como l les deca, a efecto de conocer su opinin respecto al horario de misas. lestaba seguro de poder mejorar, en beneficio de esa "grey amada del Seor", que desde lejos,vena a Tlaltenango a misa domingos y das festivos. Le contaron que haba cristianos de buen

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    corazn, que partan de su rancho a las cuatro de la maana, para alcanzar a llegar a misa deocho; a la misa de nios.

    Esa misa era larga, larga como la cuaresma en razn de las amplias explicacionesque a los infantes, daba el sacerdote. En punto de las ocho, el sacristn daba la tercera y ltimallamada y el cantor entonaba, acompaado del viejo armonio:

    Vamos nios al sagrarioQue Jess llorando est,Pero viendo tanto nio

    Qu contento se pondr!

    Al coro parroquial se llegaba por "el caracol", una escalera de cantera en espiral, tanvieja como la misma iglesia, por tanto, los peldaos eran altos de peralte, y desgastados dehuella. Era, para no darle vueltas al asunto, un tnel negro, retorcido y oscuro, que ms parecauna mazmorra de tiempos inquisitorios, que gradas para subir a entonar, alabanzas al Seor.

    El hecho es que cuando los nios cantores entraban a la tenebrosa espiral,experimentaban una especie de miedo que an se acentuaba ms, en la parte media; ah estaba laenjundia de lo ms negro, no se vea nada. Cuando empezaban a ver la luz, al trmino del tnel,lo que a su vista apareca, eran las caras con ojos saltones de santos viejos, que el curaalmacenaba en el ante coro del templo. Haba nios, cantores bisoos, que se llevaban el sustode su vida.

    Los santos viejos, ah arrumbados desde tiempos coloniales, padecan el limboterrible del abandono. Sin vestidos, desprovistos de coronas, faltos de resplandores, privados decetros. Unos tuertos, otros sin dientes, los ms sin dedos, aquellos mancos, estos ciegos; quindijera que eran santos, ms parecan convictos, monos apolillados o galeotes momificados.Decan que el cura los quemaba y guardaba las cenizas y llegado el mircoles, despus delmartes de carnaval, al tiempo que deca: "polvo eres y en polvo te has de convertir", pona en lafrente del creyente con sus dedos, ceniza de los santos viejos.

    A la misa de ocho, la misa de nios, que era la ltima en domingos y das festivos,asistan adems de las inocentes criaturas, los rancheros que no alcanzaban a llegar a tiempo aotras misas, dada la lejana de sus lugares de origen, como ya se dijo. De esa manera, Cueva seacerca a Juan y platican sobre el tema.

    -S, seor cura, le batallamos mucho -dijo Juan-, pero lo hacemos por amor a Dios,para su mayor gloria. As lo hicieron nuestros padres y abuelos.

    -Juan, son buenos los sacrificios y sin duda Dios Nuestro Seor los tomar en cuenta-dijo el cura Cueva-, pero la familia, los nios, los ancianos, la lluvia, el fro, la oscuridad dela madrugada; en fin los peligros a los que se expone a la familia por cumplir con el mandato;habiendo, escucha bien, forma de hacerlo diferente.

    Ese da Juan regres caviloso a su rancho. l era un labrador de San Juan de losLirios, un lugar al pie de la sierra de Morones; dueo de un pequeo rancho compuesto de casa,presa y tierra de labor. Ese era su patrimonio, adems de unas vaquitas, tres burros ajuareados,dos chivas paridas, tres enjambres de abejas, una yunta de bueyes con todo y coyundas, uncaballo con montura, una yegua con albardn, una manada de borregos, una docena de gallinas"rodailas" (Rod Island), un gallo copetn y una carabina 30-30.

    Todo era producto de su esfuerzo. Su padre a todos haba heredado; "menos al deatrs", como dice Campanitas de Oro, aquella vieja cancin infantil que se entona as:

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    "campanitas de oro djenme pasar/ con todos mis hijos menos el de atrs/, ser meln, sersanda/, ser la vieja del otro da"Menos al de atrs" porque Juan se encaprich y se cascon una linda indita de Los Ramos, rancho contiguo a San Juan de los Lirios; mujer que paradon Dimas, padre de Juan, era slo una india pata rajada. Para Juan era todo su amor y eso eralo importante.

    El seor cura Cueva antes de asumir su nuevo cargo como prroco del lugar, indagdel pueblo su grado de religiosidad, algo de su historia, sus virtudes y bondades, sus vicios ymaldades y pronto concluy que era un viejo asentamiento, que el curato fue de los primeros enla Nueva Galicia, que los feligreses eran en su gran mayora ardientes catlicos, dispuestos a darla vida por su fe. Supo que su antecesor fue Mateo Correa Magallanes.

    "Hay" -le dicen- uno que otro libre pensador que no le han quitado el sueo a ningnseor cura, "ni se lo quitarn a su merced, porque pa eso estamos nosotros que somos fervientesmarianos." Haban dicho.

    Fiel representante de ellos es Juan, de quien Cueva ya tiene antecedentes. Sabe quevive fuera del pueblo, que se ocupa del cultivo de la tierra y de la venta de sus exiguas cosechas.Indaga que est casado, que tiene hijos y que todos los domingos y fiestas de guardar, es de losprimeros en comulgar en la misa de nios.

    Juan segua intrigado por las palabras del prroco y a los ocho das que regres alpueblo, despus de misa a la sacrista se dirigi.

    -Seor cura, cul es ese camino diferente que hay para cumplir con el santosacrificio de la misa, sin desmaarse?

    -Es muy sencillo mi plan, mira hijo -dijo el cura-, yo puedo pedir a su excelencia elobispo, me conceda permiso de trinar. As oficio la misa de cinco, la de nios de ocho y unanueva a las once; exclusiva, o al menos especial, para los rancheritos. Las otras dos, la de seis yla de siete son rezadas y me ayuda el seor cura de Atolinga, el padre Pedro Robles.

    -Y no le parece muy arriesgado a su merc -dijo Juan- decir tres misas todotrinado de coraje en el mismo da? Yo pienso que decir tres misas el mismo da es cansado, poreso est que trina. Pero como dijo aqul, "no se haga t voluntad sino la ma."

    -Nada de aqul, Juan; nada de aqul. Ese Aqul es Nuestro Seor, quien en la cruzclama al Padre y le dice, mas no se haga mi voluntad sino la Tuya. Tu enredas las pitas paraque mejor me entiendas. En cuanto a trinar, es oficiar tres misas el mismo da.

    -Ah!, seor, ya ve su merc, uno oye rebuznar el burro y pos no sabe ni nde-dijo Juan.

    -Espero que seas buen catlico y que tu sencillez sea real -dijo Cueva- de modo queno lleven segundos sentidos tus palabras. No soy afecto a las bromas, no me gusta la jiribilla, demodo que te pido seriedad. Te he mandado decir con Nieves que vinieras. S que tu rancho esbuen punto para mis planes en caso de emergencia, dado que todo apunta hacia un encuentroentre iglesia y gobierno. Ha faltado tacto, no ha habido dilogo y cuando no hay eso, loshombres se van a las armas.

    -Pos si viera que Nieves no me habl -dijo Juan- yo vine a misa solo y aprovecho padecile que no le hallo muy bien a su pltica; se me hace enredoso eso de otra misa a las once yora ms me la complica su merc, al decirme que mi rancho entra en sus planes. algo peliagudose ve venir? O que se train.

    -Ya lo sabrs -dijo el cura.

    Juan se qued de una pieza; su jarana burlesca ante el cura no cuadr; donde que lcon sus chistes, casi siempre fuera de lugar, se haca el agradable al menos entre su clase.Desconoca de malos entendidos de su querida iglesia con el gobierno, no obstante desde haca

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    tiempo, en sus correras de Tlaltenango a Tequila, llevando cebollas y ajos a vender y trayendode Tequila aguardiente, oa a otros arrieros hablar de posible rotura de relaciones de la iglesiacon el gobierno. Esta vez se lo estaba diciendo el mismo cura, persona que para Juan, eraautntico representante de Dios en la tierra, por tanto, sabio entre los sabios, maestro entre losmaestros. Dios entre los dioses no; pero casi, casi. Haba querido chancear al cura, porque as se

    manejaba l, entre amigos, parientes, hermanos y sus mal hablados arrieros, compaeros deviaje; quienes a su aspereza lingstica, deban su fama. Ellos decan que " la india quere alarriero cuando es ms lpero y fiero, aunque ust no lo crea su merc", -haba dicho Juanalguna vez al cura-. De eso, ellos sacaban orgullo y "adis argolla, -decan-; miedo? Ni aldiablo! Menos a las mulasjijas". Juan no era lpero, era chancero.

    -No me diga, padrecito! Tantas herejas del gobierno claman venganza al cielo-dijo Juan-, ya Dios aqu nos puso, y pos le entramos. Tova no vendo mi 30-30, si de algo sirvea su merced.

    -Srenate Juan! Nadie habla de guerra. Ni quiero que le cuentes a nadie ni a tufamilia, me entiendes? dijo el cura- esta pltica es entre hombres; sin embargo las cosas noandan muy bien.

    II

    La misa de once fue un alivio para las personas de rancho, porque aligeraban suconciencia al alcanzar misa. Aun de los ms alejados lugares podan tomar camino al amanecero amanecido el da y alcanzaban a llegar al pueblo, encargar las bestias, ponerse los pantalones yestar en el templo desde la primera llamada, para alcanzar banca.

    No todos los rancheros podan asistir al santo sacrificio de la misa, ni todosalcanzaban banca, de modo que para remediar esto ltimo, cargaban en el burro uno o dosbanquitos plegadizos; de aquellos a manera de cruceta, que plegados, se podan llevar a todoslados; abiertos servan para sentarse. De todas formas, aunque no todos vinieran, la misa de onceregistraba todos los domingos y das festivos, llenos completos. Haba gente parada hasta en losatrios.

    Los rancheros que no podan venir a misa, se quedaban "cuidando el rancho" ytambin a las personas de marcada ancianidad, a los nios demasiado pequeos y a losdiscapacitados. El encargado de estos menesteres, era una persona de edad suficiente y decordura a toda prueba, que cumpla con misin tan compleja y delicada. El cura haba dicho enmisa y ejercicios cuaresmales, que esa clase de personas por cumplir con fin tan delicado yhumano, estaban exentas de la obligacin dominical o festiva de ir a misa, "mas" -lo aclar-"tienen que pagar de todos modos el diezmo"

    No siempre al regreso del pueblo, se encontraba en el rancho todo cual se habadejado. Cumplir con las obligaciones religiosas del domingo, no siempre fue de ventura, dicha yfelicidad. Si bien haba veces que todo pasaba sin novedad, las haba en que, hasta lo msremoto se estrenaba. "noms uno se aleja y no jalla su casa como la deja" lleg a decir Juanalguna vez.

    Juan le contaba al cura, que sus padres un da, se fueron al pueblo. Era domingo y ly sus hermanos, jvenes todos, se quedaron a cuidar el rancho. Al filo del medio da, la fuerzadel hambre los empuj a buscar comida y aunque haba frijoles, tortillas, chile y queso, vieronms factible el cntaro de miel. Alcanzaron un otate con pulla, y aplicando un poco depaciencia, lograron hacerle un agujero al bcaro, que suspendido de las vigas, en el cuarto deadobe y terrado que serva de sala, haba colgado su padre. As se usaba.

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    La miel contenida en ese recipiente de barro empez a escurrir, en formasemicircular, dado el efecto del otate en su intento por perforar el cntaro. Los muchachosaprontaron la boca y pronto fue ms la miel que les ba que la que ingirieron, pues el cntaroestaba a ms de siete varas de alto y al dejar escapar la miel, los llen a todos.

    Con miel hasta por las orejas y sin saber qu hacer, tuvieron la ocurrencia de

    limpiarse con lana, producto de la trasquila, que el estricto don Dimas guardaba en un rincn delcuarto, para luego venderla a los tejedores de cobijas. Todo fue peor, la miel se peg al calznde manta, a la camisa, al cuello, a la cabeza, a todo y aquellos parecan borregos.

    No bien acababan de hacer su gracia cuando apareci el viejo de cara adusta, quiende inmediato se percat de lo sucedido. Por castigo les dio a sus hijos, quedarse todo el dacomo carneros, dormir con la lana pegada a la ropa y al cuerpo. Al siguiente da, a las cinco dela maana: "al agua patos!" -dijo- y los mand a las fras aguas del estanque.

    Muy a menudo Juan -ya viejo-, contaba esta ancdota a sus amigos y compadres ystos se rean en serio; se la platic al mismo cura, pero ste, preocupado por las relaciones queentre iglesia y estado se estaban dando, acaso si esboz una leve sonrisa.

    Quiz por estos recuerdos de infancia, Juan prefera ensillar sus remudas y acudircon grandes y chicos los domingos a misa, adems l en su casa no tena ancianos, invlidos oenajenados. Los domingos y das festivos desde temprano enjaezaba sus bestias. Primero sucaballo, con esa silla de montar hecha en Colotln que se compr cuando las fiestas de San Luis,luego ya despus como fuera, el orden no importaba. La seora ira en su yegua y losmuchachos en burro.

    A Juan le gustaba que sus hijos llegaran temprano al acto religioso de ocho, a lamisa de nios, y que se fueran hasta mero adelante para que oyeran la explicacin, eimprimieran en su tierno corazn, todas aquellos cnticos, que tanto se imaginaba Juan, legustaban al nio Jess.

    El cura deca que en esa misa, el nio Dios sala del sagrario y aunque no lo vieran,ah estaba con ellos, "en su dulce compaa como el ngel de su guarda". Los infantes atendancon devocin sus palabras y hasta vean al Nio Jess entre ellos.

    La seora de Juan y sus hijas buscaban acomodo cerca del presbiterio por el costadoizquierdo del templo, lado de las mujeres. Los nios pequeos al centro y adelante; Juan cercadel plpito, al lado de los hombres. La familia de Juan era muy devota.

    Cueva invitaba a los nios a ser como el Nio Jess:"Todos los nios y nias han de aprender del Nio Jess la manera cmo deben de

    portarse. Mirad al buen Jess: parece que os est diciendo que le imitis, que obris como l,que os portis bien.

    "Jess era y es dios. l ha hecho el cielo y la tierra, el sol, la luna y las estrellas. lno deba obedecer a los padres porque era ms que ellos, y, no obstante, les obedeca.

    "Vosotros, nios y nias, tambin habis de obedecer a los padres y respetar a lossuperiores: no digis malas palabras, y huid de todo cuanto pueda pervertiros. Sea siempreJess vuestro modelo. Os habis de preguntar con frecuencia: Dira Jess lo que yo digo?Hara lo que yo hago? Si la conciencia os dice que no, no lo hagis, no lo hagis vosotros"-

    -Jess, Jos y Mara -deca el cura.-Os doy el corazn y el alma ma -contestaban todos los nios y mayores en misa de

    ocho.-Dminus vobscum -cantaba el cura.-Et cum spiritu tuo -contestaban desde el coro y continuaba la misa.

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    Juan, como todos los dems rancheros de huarache y de calzn, tena prohibidoentrar al pueblo en ese atuendo. Por ley tena que usar pantaln, prenda escasa y cara dada lademanda. Por eso, entre semana buscaba quien tuviera la dicha de tener pantaln, entre losamigos y parientes de San Juan; mientras se compraba unos en la Casa Flores, tienda por la calleNacional que venda telas y ropa. Juan, aun dentro de sus limitaciones, poda comprar un

    pantaln, pero don Nicols Flores, no tena; y en la tienda de Manuel Magallanes, se habanagotado tiempo atrs.De todos modos y sabiendo que en lo ajeno cae la desgracia, los guardaba bien

    doblados en las alforjas de su silla de montar, de manera que cuando llegaba a casa de lasseoritas lvarez en el centro de Tlaltenango, ya llegaba revestido. Un lienzo de piedra a laentrada del pueblo le serva de biombo y cuando volva a montar, ya era otro: era don Juan conpantaln.

    Don Juan con pantaln, S seor! Ajustado o sobrado de modo tal, que no una,varias veces, le llegaron a decir "que si el difunto era ms grande", cuando sobrado. Cuandojusta la prenda: que si era regalo de don Pablito Carlos; hombre de amplios recursos, quesonaba su nariz con billetes y los tiraba. Usaba los pantalones retrincados y cortos, de modo quela bastilla le quedaba de brinca charcos, muy por encima del borde de las botas de charro queusaba y tan justo del tiro, que se le notaban las verijas.

    Juan dejaba las bestias con las lvarez. Las desensillaba en la caballeriza y les dabaretozo y algo de pienso, en tanto las mujeres iban "al corral"; pero l no, porque ya por elcamino haba hecho "sus necesidades" tras cualquier huizache o en la hondonada de algnarroyo. En un cuartito, para la pastura, su seora y sus hijas se arreglaban el chongo con peinetas, horquillas, pasadores, listones y moos. Se quedaban "en camisa" y despus seenfundaban en enaguas amponas con blusa almidonada de manga larga y se calaban los zapatos,estilo chato con chinela de charol, casi siempre negros, y se iban a misa. La seora luca mediasde popotillo y rebozo; las hijas medias de seda con talonera y costura trasera, y sevillana paracubrir la cabeza al entrar al templo.

    Un da Juan pudo comprar una "silenciosa" con tiro de mulas. Entonces su familia yl, se venan cambiados desde el rancho. Sentado Juan al pescante pareca cochero francs conaquellos bigototes, saludando a todo caminante que se encontraba; y al tiempo que gritaba: Ajamulas! Agitaba las riendas.

    La silenciosa era un carruaje de cuatro ruedas jalado por un tiro de mulas. De susllantas de hule provea su nombre, pues al rodar no hacan ruido, ni rechinaban, como las ruedasde madera de las carretas de bueyes.

    Otras familias con atuendos distintos: faldas de colores chillantes y blusas plisadasverdes, amarillas o de un rojo fuerte iban por los caminos a pie, en burros, caballos osilenciosas, a hacer al pueblo lo mismo que Juan.

    Le haban enseado a Juan que ir a misa, era asistir al banquete del Seor y que si auna boda se va bien vestido, con cuanta ms razn ante Dios Nuestro Seor. l, le dijeron, noquiere elegancias, pero s limpieza. El frac del rico y el calzn de manta del pobre, valen igualante sus ojos "y en un descuido" -le haba comentado alguna vez el cura a Juan- "el vestido demanta o de cabeza de indio del pobre, tal vez valga ms que el frac del rico, a los ojos delSeor."

    III

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    En das ordinarios el trabajo del rancho, vuelve las botas festivas de Juan enhuaraches de "horca pollo", que son como toscas sandalias hechas de cuero y hule; cuero debaqueta en la planta y correas en el empeine. La suela de hule es de llanta vieja, de automvil oautobs unida a la planta por clavos tamao 9/25 para los hules gruesos y 8/20 para las suelasdelgadas. El pantaln de pechera, se guarda o se entrega a su dueo si se pidi prestado. Se anda

    con calzn blanco, ceidor y camisa de manga larga sin cuello y de manta tambin. Unsombrero viejo de ala ancha para el campo; nuevo para ir al pueblo, lo llevan todos los hombresde la comarca.

    A Juan no le gustan los sombreros tejanos ni los de curros, porque dice que son dejotos. Colgadas al cuello por medio de un hilo, lleva varias medallas que parecen de plata, peroson de estao y zinc, cuya blancura, contrasta con el hilo de camo, negro de mugre, del cualpenden y se enredan con el siempre fiel escapulario. Su cigarro de a jeme de puro tabacodesvenado, por el mismo cosechado, es otro de sus distingos.

    Las seoras y seoritas se tercian el rebozo, se calzan sus huaraches parecidos a losde los hombres, ponen en su cabeza un sombrero de palma de tejido ligero y as, regresan alrancho.

    Tlaltenango era un pueblo chico. Por el oriente el Jaloco era el lmite, por elponiente el templo de San Francisco, por el norte el Callejn del Diablo y por el sur el templo deVeracruz.

    El pequeo conglomerado gozaba de un saludable comercio. El mercado de carnes,frutas, verduras y abarrotes se localizaba en el Parian, adems haba un buen nmero de tiendasy tendejones. Se tena una plaza de toros ubicada a un lado del arroyo El Jaloco, vertientetemporal que parta en dos al pueblo. La plaza de toros tena capilla, sol y sombra, burladeros ycorrales. Un rastro donde ahora est el auditorio, una alameda, un acueducto, una planta de luz,cada barrio tena su capilla, una parroquia, los portales, una sucursal del banco Nacional,escuelas oficiales para nios y nias, una fbrica de sodas, una gran plaza, un monumento aHidalgo, el kiosco hecho en tiempos de don Porfirio, varios telares, huaracheras, la hojalaterade don Ramn, una tenera, dos talabarteras, tres sastreras, cinco peluqueras, un cementerio,un prostbulo, un colegio catlico, varias cantinas, el mesn de Mojarro, la botica de Montero, labotica de Pancho Colorado, la foto de don Wilfrido, las tres BBB de Chito Len, las melcochasde don Juan, el cachimn con limn, los dulces de Campitos. Para nacer las comadronas, paradivertirse las tierritas blancas, para darle vuelo con Elodia y la Gera Escatel, para morirse loscajones de Geo.

    Los rancheros venan al pueblo los domingos no slo a cumplir con sus deberesreligiosos. Casi todos aprovechaban para avituallarse y algunos de ellos expendan en petatesproductos del agro. De hecho, era el domingo el nico da en que se podan adquirir amoles, calde piedra, ocotes, molcajetes, salvia, maz prieto, aceitilla, lea, carbn, metates, temoloastes,elotes tatemados, chinas, piscadores, jomates, chuales, calabazas, tierra poma, pistes,manzanillas, madroos, hongos, tequesquite, chile cora, cacahuates y hasta manojos dejediondilla. Todos estos y otros productos del campo se vendan por la Calle de las Cebollas,nombre que empezaba a sobreponerse al de Morelos, verdadera denominacin de la calle queremataba en la llamada entonces "puerta verde", acceso al curato.

    Juan era un hombre muy prctico. Si en enero haba toros con motivo de la feriaanual, venda ajos y cebollas. Si eran das lluviosos de julio, venda, de todos modos, ajos ycebollas en el pueblo. Era como Jos Mart: cultivaba una rosa blanca en julio como en eneropara el amigo sincero que me da su mano franca/ y para el cruel que me arranca el corazncon que vivo/ cardo ni ortiga cultivo: cultivo la rosa blanca.

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    Deca Juan que primero era la devocin y despus la diversin, de modo que para lprimero era la misa, despus la venta de cebollas y ajos; que se daban en su huerta, y si dinero ytiempo haba, una copa de tequila en la cantina del To Pepe. En broma deca que ese"sacrificio", era para "salvar un alma del purgatorio", aunque no siempre su tonecito chancero ychacotn era bien recibido por todos.

    Un da en la taberna del To Pepe, Juan se encontr con un viejo rival en ideas quehaba conocido ofreciendo casa por casa sus ajos y cebollas. Un licenciado de bombn y debastn que tena a Plutarco Elas Calles en un pedestal de gloria por las acciones que estabaejerciendo a favor de la nacin. Sin embargo sus puntos de vista no los comparta Juan. ParaJuan, don Plutarco era menos que un agente del demonio, que al oponerse a los designios deDios estaba haciendo su mejor esfuerzo para ser, tarde que temprano, husped de Satans.

    Calles, ha empezado a modernizar la economa del pas, beneficindose Mxicocon la produccin petrolera, la cual si bien ha bajado de su mxima en 1921, sigue siendoimportante Le haba dicho el licenciado a Juan. Adems le dijo: Fund don Plutarco el bancode Mxico, instituy el primer impuesto sobre la renta, y ha gastado mucho dinero en educacin,salubridad e infraestructura. Parte de la riqueza porfirista ha regresado, aunque la poltica, -diceel mismo Calles- est en manos de la lite revolucionaria.

    Eran, una y otra, posturas muy radicales. El licenciado no poda convencer a Juan desus ideas, ni el cristero lograba imponer su criterio. Ese da se despidi el licenciado, y Juan msa fuerzas que por urbanidad, le tendi la mano. Quedaron de verse en otra ocasin.

    Das despus Juan fue con Cueva, y en la sacrista de la parroquia que tena unospreciosos armarios de bano con incrustaciones de ncar, le dice Juan:

    -Entonces, su merc; si no soy geno con mi arma con qu le puedo ayudar a lucharcontra el Anticristo; porque eso que ust dice, no es otra cosa que el Anticristo verd?

    -Tal vez no Juan, pero de todas maneras debemos prepararnos; los enemigos de lareligin andan sueltos.

    -Y cmo se reconocen?-No es fcil -dijo el cura-. Unos son lobos revestidos con piel de corderos, otros por

    sus palabras los reconoceris. Slo nos queda estar alertas.-Y hay alguna manera de acabar con el mal?-T eres ranchero y conoces la mala yerba o la cizaa que afecta tus cultivos -dijo el

    cura-; si la dejas que crezca, crece, y no se tienta el corazn para acabar con la semilla. Con elgrano de mies, diran los hebreos; con el grano de maz, decimos nosotros.

    -Seor cura, yo escardo y corto de riz el mal y se acaban los abrojos y la gramaluego asegundo pos ya sabe ust el que no asegunda nues labrador y andavete de yerbasmalas

    No dej el cura terminar a Juan su frase y le dijo:

    -T lo dijiste! Lo acabas de mencionar. As, cortando de raz el mal!.

    El intercambio de palabras entre Juan y el liberal licenciado en la cantina del ToPepe, no dej duda al confidente del cura, que el licenciado aquel, era esa yerba mala, que nodeja florecer el bien "que casualid que el licenciao ese, dice que los curas no son padres y queno hay que confesarse con ellos; quesque son puros nagilones que queren el poder que lesquit Jurez. Qu semiase que aqu hay gato encerrao"pensaba y volva a pensar una y otra

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    vez, Juan. Ocho das despus del primer encuentro, se volvieron a arrostrar ambos contendientesen el mismo lugar.

    Los bancos de la cantina del To Pepe eran altos con patas de varilla retorcida yasiento redondo de gruesa madera laqueada. Un descanso del mismo fierro torcido serva a lospies y ayudaba a los borrachos a estar ms cmodos.

    Cantina de pueblo en fin. En una esquina del local estaban "las yeguas", unos botesalcoholeros de lmina con capacidad para 19 litros, todos chorreados de orines. Sobre todo delmanguete de madera con asidero central de metal, a manera de argolla, por donde "el yeguero"los asa al gancho de su yugo, cuando ya rebosaban de beodos meados y los llevaba a vaciar alro. No haba drenaje, ni servicios sanitarios, ni agua entubada. S haba vino, rias constantes,escndalos y uno que otro muertito, sobre todo los domingos en la tarde o noche.

    Por el exterior del local "los macheros", unos maderos a guisa de porteras enanas defut bol, localizados en las faldas de la banqueta, para amarrar los caballos; y aquellas, siemprefieles puertecillas, en el vano de las entradas, siempre de rejillas rechinables de madera a mediaasta, que cubran un poco las caras abotagadas de los borrachos.

    Era costumbre llegar, saludar, tomar asiento, poner los codos sobre el mostrador yacomodarse en la barra. Lleg Juan, salud, todos contestaron menos uno, pidi su caballito detequila y de un sorbo dej vaco el pequeo envase de vidrio. Le sirvieron otro, le dio un trago yorden al cantinero le llevara una copa al licenciado; "que fuera del vino que l estuvieratomando."

    Fue el licenciado el nico que no contest al saludo de Juan y cuando le lleg lacopa, ni caso hizo. Estaba entretenido viendo los dichos que sobre borrachos, el to Pepe habacolgado por ah. Uno deca:A boca de borracho odos de cantinero. Otro refrn aluda a todosaquellos que se hacen viejos y quieren seguir tomando: aunque tengo malas piernas, bien visitolas tabernas. Ms arriba estaba colocado otro: Baco, Venus y tabaco ponen al hombre flaco.Uno que le gust mucho estaba casi frente al espejo: contra la muchas penas, las copas llenas;contra las penas pocas, llenas las copas. A su lado el dicho que habla de las verdes matas:Aguade las verdes matas, tu me tumbas, t me matas y me haces andar a gatas. Otros muchos msadornaban los rincones de aquella cantina. Y la pltica entre los parroquianos estaba muyanimada.

    Unos arrieros que venan de Durango decan que en Valparaso, Zac., un pueblo queest al norte de Huejuquilla el Alto, las cosas andaban un poco feas. Se sospechaba de unlevantamiento contra el gobierno por cuestiones de la religin.

    Juan not que le licenciado no se tomaba la copa, cosa que le molest. Se levant desu banco y fue y le dijo:

    -Tmesela licenciado! Es pa ust. Sepa que yo tambin s envitarall se lo haiga.-Yo no bebo lo que me invitan los fanticos como lo es usted -dijo el licenciado-,

    porque no sea que se me pegue-No le estoy preguntado! -dijo Juan- al tiempo que le sujeta por el pelo, le jala la

    cabeza hacia la barra y le pone en la garganta un pual de buen acero y mejor filo.-Cmo ve, me har el desaigre? -le dijo Juan- gritando y con los dientes trabados de

    coraje. Ust no ser de harina pero me huele a biscocho!-Sultame desgraciado! Porque esta agresin te va a salir cara -dijo el amenazado- y

    se quiso zafar pero Juan lo retuvo con fuerza.-Primero se toma la copa! Y a luego lueguito lo complazco, porque si Dios es

    servido -dijo Juan- Primero me hace ust mi gusto! Y sepa que a mis los licenciados mecuadran pa que me pelen los dientes.

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    Los parroquianos que alegres tomaban la copa aquel domingo, se apartaron delmostrador y dejaron solos a los rijosos. Juan desamag a su enemigo cuando ste acept,asintiendo con la cabeza, tomarse el vino; un delicioso coac francs que el To Pepe tena paraocasiones especiales: bien fuera para el licenciado, o para el presidente municipal, o quiz para

    el boticario, para el gerente del banco, y raras ocasiones para el cura que de vez en cuando, seinsuflaba una copa antes de la comida.Se apart Juan del licenciado, ste se compuso el traje, se tom la copa y sin decir

    una palabra se retir de la cantina. Juan regres a San Juan de los Lirios y al siguiente da tuvonoticia que su hermano Maclovio, tena una invitacin secreta de Narciso Flores, hombrevaliente y entrn de Los Guapos, quien lo animaba a unirse al movimiento rebelde contraCalles.

    IV

    -Qu vas a hacer, Maclovio? Aqu est tu familia -dijo Juan- El Narciso ese no jallaque hacer. En fin tu sabrs ya tas grandecito ya no te coces al primer hervor y que yo sepa,eres medio argolludo.

    -Mira Juan, no me eches sermones, que pa eso est el sior tata cura. No soyargolludo y menos argenudo. Eres mi hermano mayor y yo slo vine a prevenirte; me voy a labola porque hacen falta munchos brazos. Crio que Narciso Flores sabe de ms cosas, dice queen Valparaso se form un frente que defender nuestra santa religin. T que andas con elseor tata cura, has de saber tambin, no te hagas que la virgen te habla.

    -Oye Maclovio, Valparaso ta re lejos; t como no eres arriero no sabes. Qu va asaber el Narciso se! -dijo Juan- quien quita que sean puras habladas, porque para que llegueende Valparaso hasta el rancho un propio tiene que bajar a Huejuquilla, di ay, venirse con lanoticia hasta Mezquitic, luego subir toda la sierra, caminar la mesa larga, subir el monteempinao y llegar a San Andrs del Astillero, que ora llaman Monte Escobedo. Es andar entrepuros ocotales, casi sin vereda fija ni direiccin.

    Juan trataba de animar a Maclovio para que no se subiera en un "un puerco pinto",como l deca. Es decir que no se fuera a una aventura sin antes saber qu haba de cierto entodo eso y le sigui hablando de los puntos que an faltaban para llegar al rancho: "luegoHuejcar, Santa Mara de los ngeles, Colotln, Momax, el rancho de Jess Mara y por fin, alpie de la sierra de Morones, San Juan de los Lirios".

    -Qu espetas que haiga quen le atore! -dijo Juan-, llendo a buen paso, se hacen tresdas de camino.

    -Juan y tu crees qu eso es difcil para alguien que ama a Cristo? -dijo Maclovio.-No, porque los cruzados, los valientes cruzados, subieron montaas, cruzaron

    desiertos y ni la sed ni el hambre los detuvo hasta que llegaron y echaron pa fuera a losinfieles ora pos eso dicen, pero quen sabe, posquen los vido?.

    En tales trminos siguieron platicando Juan y Maclovio sentados en sillas de palocon asiento de tejido de ixtle, dentro del cuarto de adobe con piso de tierra, que serva a modode sala. Juan dijo:

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    "Avelina! Trainos un jarro de agua por vida tuya" -le hablaba Juan a su esposa-.Ella fue al cntaro que siempre estaba sentado sobre hmeda arena en la cocina; tom dos jarrosque boca abajo, bien lavados, descansaban en la tabla, que cercana al zarzo, serva de alacena, yllev el agua. No se retir hasta que los seores terminaron de beber y con atencin les preguntque si gustaban ms.

    Al da siguiente se levant Juan, cual era su costumbre, antes que el sol saliera; yapara entonces, su mujer le tena el almuerzo listo; de manera que se acomod ste cerca delmetate y a la luz mortecina del aparato de petrleo, alcanz la primera tortilla del jomate,calientita y esponjada, le puso chile verde del molcajete e hizo un taco, luego con otra tortillaempez a sopear el jocoque. Despus le dijo a Mara Avelina: (para l todas las mujeres eranMaras).

    -Mira Mara, si Dios quere maana temprano ensillo el cuaco, y gano pal pueblo.Quero que el seor cura me diga que tan cierto es el mitote que train por ay

    Sigui almorzando y su mujer nada deca, el nico ruido que se perciba era elcrepitar de los leos bajo el comal de barro en la chimenea y el que haca, la mano del metate almedio moler la masa para hacer el testal; despus el palmoteo de Avelina al darle forma a latortilla entre sus manos, antes de ponerla a cocer en el tiznado comal de barro.

    Muy limpia y acomedida, Avelina desde la vspera, traa agua del pocito de la presa,en un cntaro; se terciaba el rebozo y se lo pona en el hombro. De la tinaja de barro sentadasobre la arena en el batiente de la cocina, tapada con una jcara, ofreca a Juan un jarro de agua.Ella despus almorzara, pues "el costumbre", deca ella, era primero servir a los hombres.

    Ya amaneciendo se iba Juan a la labor. Ese ao adems de maz, tena sembradofrijol y calabazas entre la milpa, y como eran los primeros de agosto y el ao haba sidollovedor, las caas tapaban a su amo y las calabazas estaban en flor. Por cierto, Juan esperabacosechar buenas calabazas de Castilla, porque en esa besana las sembr cerca de los nidos dehormigas rojas; esos insectos que hacen su morada en campo peln talado por ellos mismos. Noles gusta vivir entre el zacate y la maleza y forman un crculo pedregoso alrededor de suagujero, circunferencia que mide desde un metro y hasta dos de dimetro, segn el tamao de lacolonia de hormigas.

    Son estos invertebrados unos animalitos muy curiosos, que rodean la entrada de suhogar de infinidad de piedrecitas, de un quinto del tamao del insecto, y forman con ellas unmontculo para defenderse de sus enemigos. Por alguna razn las calabazas que se dan cerca deestos hormigueros, son mejores que las dems en tamao, pezn, cscara, barbas y semillas.Juan a todo le sacaba provecho: barbas para los puercos, semillas para el mercado, pezones ycscaras para los burros, la pulpa para su familia. Por ms lucha que Juan haca, los burrosdejaban siempre los pezones, se coman slo las cscaras.

    De todas maneras, las hormigas no se escapan del principal enemigo: el hombre decampo, quien se lleva esas piedras de hormiguero y las mezcla con el frijol ya desenvainado,para que al venderlo, ste pese ms.

    Los campesinos de la comarca en el can de Tlaltenango, tenan fe en el ao buenoque se avizoraba, porque desde junio, no haba dejado de llover. La granizada de julio agarrms bien por la sierra y all s acab con las manzanillas y los madroos en flor. La calma deagosto, pensaban, la superaran con el tormentn que habra de caer el da de la Asuncin, dadoque la ltima y fuerte lluvia fue el da de Santa Ana.

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    V

    Juan llev a sus hijas ms grandes a la fiesta de Tocatic, el da de Santa Ana. En elcombate de ollas, tradicin anual de Tocatic, Rita la mayor, conoci a un pueblerino de no muymalos bigotes que le gui un ojo y como Rita no cantaba mal las rancheras, le dijo a Lupe, su

    hermana menor: "srveme de chapern", mientras el viejo Juan se entretena viendo la danza demoros y cristianos frente el vetusto templo de Tocatic.Rita, adems de buena presencia, era atenta, fina y educada, tanto como las monjas

    que la haban pulido en Guadalajara, cuando tratando que abrazara la vida monacal, el curaCueva la apart de su casa por un ao, cuando el cura, era cannigo de Zacatecas; pero Dios nolas quiere bonitas de cara, l ve ms all. Rita regres a su rancho, ante el descontento de supadre, quien ya contaba con una hija monja.

    -Me permite la acompae? -dijo Julio- hacindose el fuerte ante los nervios quesenta, e inclinando ligeramente el sombrero de ala corta.

    -Ni Dios lo quera! No ve que mi ap nos mira. Culele culele por all! perondile no sea indino! -dijo Lupe.

    -Perdneme nia, yo no le hablo a usted, le hablo a su hermana -dijo Julio.

    Es que Lupe segua tan serrana como sus ancestros; celosa y entrometida. Por lamisma razn sin que le hablaran contestaba y le tenan sin cuidado las formas o las manerasurbanas de decir o hacer las cosas. Deca las palabras en forma atropellada, como si fuera unametralleta. Rita, con su cara de santa de rancho, medi en el acto.

    -Lupe, disclpate con el seor! Qu modales son esos! En que los me metes!Dios mo. Perdnela usted seor, ella es as.

    A Julio se le calmaron un poco los temores a ser rechazado y ante el incidente seatrevi a decir:

    -No tengo nada que disculpar, ms bien dispense usted mi atrevimiento. Le juro quesu fina figura, su cara angelical, y el alma que por sus ojos se adivina lleva, hablan tan fuerte deusted, que slo oigo cantos celestiales su silencio lo dice todo y usted no tiene ms que decir,s.

    -Calle, calle por lo que ms quiera! -dijo Rita- se lo pido de favor; no soy afecta alas lisonjas y menos viniendo de alguien a quien no conozco. Si a mi se refiere est muyequivocado. Venimos a la fiesta de Santa Ana y ya nos vamos.

    E hizo el ademn de irse con la idea de apartarse de ese momento que resultaba paraella embarazoso.

    -Se lo dije que le colara y no le col. ora culele! Culele lejos! Antes que lo veami ap. -dijo Lupe.

    Se apartaron las hermanas y la mirada de Julio se perdi entre los parroquianos quealegres, jugaban al combate de ollas, pero indagando por ah, supo que la chica era del rancho deSan Juan. l hasta entonces, no haba visto mujer alguna que le llamara tanto la atencin y hastase atrevi a pensar que si ella aceptara matrimonio, estara dispuesto a casarse con ella.

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    Juan no se enter en el momento y ya de aquello pasaba ms de un mes, pero doaAvelina s saba; Rita le cont todo.

    Aquel da que Juan decidi ir a ver al cura, ensill su caballo y cuando ya sedispona a partir para el pueblo, vio que a galope tendido, alguien se estaba acercando por lavereda. Escondi entre la cerca y unos zempoales a su bestia y se limit a observar y cuando

    reconoci al cura Cueva, sali jubiloso a su encuentro.-Juan, Juan , Juan! qu bueno que te hall! -Dijo el cura- rpido! Ensilla tu

    caballo y sgueme, quiero platicar contigo.-Pos slo que sea ya. Lleg su merc en el mero momento Pos ya lo tengo ensillao!

    Pero antes chese un taquito o si quere y lleva priesa, mas que sea un jarro de agua ora que siquere una pajareta con piquete, que li aunque no sea con leche recin ordeada

    -Est bien Juan, que sea el vaso de agua. Dme de ah de tu cantimplora, mejor ydme dnde podemos platicar que nadie nos oiga? -dijo el cura, sin apearse.

    -Donde quera su merc le damos al chacotn, al cabo que el aigre del campo, selleva las palabras. No es como all donde ust vive, que hasta las paderes oyen.

    Se fueron rumbo al monte y el cura le dijo a Juan que de arriba haba llegado laorden de cerrar los templos. En Tlaltenango no haba culto desde el uno de agosto. Ante lasmuchas preguntas de Juan, Cueva responda a sus inquietudes; en trminos generales. El cura leplatic el origen del conflicto.

    -Es largo el problema, pero te lo voy a explicar resumido, porque en verdadconviene que ests enterado, por si llega a ofrecerse. Sucede Juan, que Plutarco Elas Callesquiere hacer respetar la Constitucin del 17 y hacer una Iglesia Nacional Mexicana

    -No me diga? Y ese Plutarco que limporta -dijo Juan-; si no hay otra iglesia msquesta, cmo puede haber otra?

    -Ya lo sabrs. La iglesia est en desacuerdo con los artculos 3, 5, 24, 27 y 130 porser opuestos a la libertad religiosa catlica.

    -Oiga su merced y no hay quen proteste?-Ya lo sabrs. El arzobispo de Mxico Jos Mora y del Ro escribi una carta

    pastoral contra la Ley Calles, en la cual el gobierno dispone, que no sea una junta de vecinos laque se haga cargo de los templos como lo sugiere la iglesia al suspenderse el culto, sino quesean los ayuntamientos de los pueblos y que usen los sagrados recintos para lo que ellosdispongan.

    -Oiga padrecito y naiden dice nada?-Ya lo sabrs. Por eso el obispo de Huejutla, Jos de Jess Manrquez y Zrate y el

    de Tacmbaro Leopoldo Lara y Flores, lanzaron otra pastoral donde se oponen a las medidas delgobierno.

    Juan ya ni preguntaba slo oa. El cura sigui diciendo que aunque esto fue desdemarzo del 26, ya desde 1925 haba nacido la Liga Nacional de la Libertad Religiosa que conayuda de la ACJM, el apoyo del Comit Episcopal y la Asociacin de Damas Catlicas,pretendi un bloqueo econmico y social para provocar una huelga de pagos fiscales, boicotgeneral para reducir el consumo al mnimo y retirar los depsitos bancarios a efecto de obligaral gobierno a derogar o cambiar los artculos de la Constitucin "que ya antes te dije"

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    -Y qu vamos a hacer? Esto se est poniendo feo -dijo Juan- yo creiba querapuro cuento lo de mi hermano Maclovio quesque se quere ir a echar bala. Por eso, yo ya mivapal pueblo. Iba a buscalo cuando ust lleg. La Divina Providencia me lo trujo enterito. Quvamos a hacer, le guelvo a preguntar?

    -Ya lo sabrs. Por lo pronto Juan, no puedo estar en el pueblo. El templo est

    ocupado por el gobierno y mi casa tambin. Se dice que ya empez la persecucin de lossacerdotes. Vine a esconderme a tu rancho.-Pos sepa ques ust bienvenido. Es para m una bendicin tenerlo aqu ya me dir

    ust si siempre le sirve mi carabina.-Ya platicaremos de eso, Juan; no siempre las armas son la solucin. Si quieres

    hacer una guerra santa, primero debes de agotar todas las instancias. Yo no estoy de acuerdocon la violencia. Vmonos regresando a tu casa, por el camino te ir contando lo que acaba depasar aqu cerca de tu rancho; un hecho que despus de lo que te dije acerca del cierre detemplos y la cancelacin de los cultos, nos pone en el camino de las armas sin remedio.

    Durante el regreso el seor cura Cueva le platic a Juan como en Momax el da 22de julio de 1926, los odios contra la religin hicieron vctimas a tres seores inocentes: ManuelCampos, Rafael Campos y Benjamn Daz, todos hombres de mucho respeto, muy conocidos yde firmes creencias. Despus de azotados a cintarazos en el cementerio, colocados de rodillas,fueron fusilados.

    Enterado el sacerdote por doa Nieves en Tlaltenango de estos hechos, tambin leplatica a Juan que cuando Dios cierra una puerta abre una ventana, pues eso sucedi el 22. El26, un hijo de don Rafael, de nombre Benjamn, que estaba en el seminario, se haba ordenadosacerdote. Sin embargo no deja de reconocer que la cuestin religiosa y su relacin con elgobierno se vuelve cada vez ms tensa, dado que el 28, segn los correos de doa Nieves, allen Potrero de Gallegos, una comunidad del municipio de Valparaso, Zac., Manuel Luna fueasesinado por ser catlico. Juan, sin decir palabra, estaba absorto en tanto Cueva, al notarlo, loreconforta al decirle que no todo son malas noticias que hay otras buenas, como la que Nieves lehizo llegar a casa de las lvarez, donde estuvo escondido antes de venirse al rancho, en elsentido que el 9 de agosto el obispado autoriz los planos para el nuevo templo del Seor de losRayos en Temastin, santuario que sin duda, "hemos de ver como triunfo de los ejrcitos delSeor" dijo el cura.

    No puedo por mucho tiempo el cura contar cosas agradables a Juan, dadas lasltimas informaciones que le dio su escucha, que de ser ciertas, eran igualmente terribles y lecuenta a Juan como el 15, segn Nieves, el teniente Blas Maldonado que trabaja bajo lasrdenes de un general llamado Eulogio Ortiz, detiene en Chalchiuites, un pueblo del norte deZacatecas, al cura Luis G. Btiz y a tres miembros de la ACJM y cuando los lleva a Zacatecas,Pedro Quintanar, un seor que andaba de compras en esa plaza, le da alcance y se abre el fuego,pero Maldonado al verse perseguido, prefiere darles muerte a los prisioneros que entregarlos aQuintanar y en caliente fusila al cura y a los tres acompaantes. En el encuentro el tenientepierde dos federales y don Pedro al retornar al pueblo, busca justicia, al no encontrarla, selevanta en armas.

    -De esa manera Juan, para el 22, Trino Castelln y Aurelio R. Acevedo, secundan aQuintanar al levantar en armas a los ranchos de Peitas y Peablanca, que se les unen en elrancho de Las Viudas. As forma Quintanar, el regimiento Valparaso.

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    -Ya no lo piense dos veces, seor cura -dijo Juan- mi carabina 30-30, con subendicin, se puede ir al regimiento y a usted lo voy a esconder tan bien, que no lo jallarn msque traigan perros entrenaos. Oiga y esos matones de cristianos no tendrn castigo?

    -Cacciarli i ciel pernon esser men belli ne lo profondo inferno gli riceve -dijo elcura.

    -Crioque estoy perdiendo el ido -murmur Juan-, qu dijo padre, no le entend loque se dice nada! Ha de disculpar su merc.-Eso Juan, no lo dije yo.-Pos yo mesmo creo que usted no lo dijo, porque yo siempre le entiendo y ahora no

    le entend ni miz! Pero si usted no fue quen fue?-Es decir Juan, s fui yo, pero no son palabras mas, son de Dante en el Divina

    Comedia y quieren decir que "los rechaza el cielo para no mancharse, y el mismo infiernoasquea de recibirlos" de manera que quiero que me escondas y maana te vayas con Nieves,le dices que vas de mi parte, que eres mi propio. Te guardas muy bien lo que te entregue,entendido?. Ya para terminar te quiero decir que la rebelin ya cundi; el 23 de este mes deagosto Pedro Quintanar reuni en el rancho de la Joya, de por all arriba de Valparaso a 45hombres que van a defender con armas en la mano, nuestra santa religin y de una vez para queests enterado, te dir que ya se present combate. Tu y yo, como estamos en la brega, vamos ausar una contrasea: tienes tabaco para mi cigarro.?

    Jos Cueva, el cura de Tlaltenango que andaba huyendo en San Juan de los Lirios,se refera a la entrada de los hombres de Quintanar a Huejuquilla el Alto, el 29, quienes juntocon la gente de Aurelio R. Acevedo, hacan un contingente de 100 hombres. Se aduean de laplaza, al grito de Viva Cristo Rey! Pero a las 14 horas entra la federacin y se traba un combateque dura hasta las once de la noche. Mueren 26 federales, un arriero de Huejcar y un borrachoque sintindose valiente, montado en su caballo presenta blanco a los dos bandos.

    En el fragor de la batalla un hombre resalta por su denuedo y entrega a la defensa dela causa religiosa, sin ser de la gente de ellos; se llama Valentn vila, a quien Quintanar invitaa unirse a ellos y despus se le lleg a conocer en la comarca y ms all, como Valentn de laSierra.

    VI

    Juan preocupado, dej al cura en la sala de su casa y se fue a buscarle un escondite.El seor Cueva que no conoca el rancho de Juan, permaneci sentado un momento en una delas sillas con asiento de ixtle tejido, que de tanto uso, ya tenda deshecho el centro del asiento ylas hebras del ixtle, que algn da fueron fuerte tejido, ahora eran hilillos desgastados, colgadoscomo tirlangas, alrededor de un hoyo central en la silla, donde las nalgas, siempre separadas, asse estrechaban ms. Casi en todas las casas del rancho, haba sillas estrechadoras de nalgas.

    Puso el prroco sus pies cuan pequeos eran en el descanso de la silla y dedic suatencin a observar la decoracin de las cuatro paredes aquellas. Santos por aqu, fotos por all,una mesa, un reloj despertador redondo, piso de tierra apisonado, vigas de roble con tabletaspara sostener el terrado, colgada la carabina y junto a sta un bule. En un rincn un yugo, unotate, unas coyundas, una china, un arado de palo sin reja, unas estornijas y una azuela. Trazasdactilares de largas matadas de chinche colorada en la pared encalada, se vean por doquier ydeyecciones redondas de moscas, cafs o negras, al por mayor; por montones, sobre todo en los

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    vidrios que guardaban los santos y las fotos. Un petate a guisa de alfombra, era el piso de lasilla, donde el cura descansaba.

    Este vistazo que dur unos segundos fue tiempo suficiente para que apareciera lafamilia de Juan. Doa Avelina su esposa, embarazada; Rita, la hija mayor; Lupe, otra hija;Josefita, muy sonriente y dos pequeos varones. El cura no se levant de su silla al saludo de

    "buenas tardes", que cada miembro del clan juanino le fue dando al besarle la mano. Ritaempez acto seguido la conversacin.

    -Sea usted bien venido seor cura, esta es su casa, nunca hubiramos pensado teneresta dicha. Nuestra humilde morada se siente honrada por esta visita.

    Todos los dems se quedaron como mudas estatuas, esperando que el cura dijeraalgo, o pensando quiz, que Rita continuara con su pltica, pero nadie dijo nada. Avelina era laindicada para haberle dado al cura el saludo, pero era tan corta, que no alcanzaba a articularpalabra alguna, acaso le indic medio en silencio a Lupe que le trajera al padre, un jarro deagua; pero Lupe era tan torpe o estaba tan aturdida con la inesperada visita de personaje tanespecial, que al llegar al mezquitero umbral, de la sala, se tropez y el jarro de agua, termin entepalcates a los pies del cura. Lupe avergonzada se escondi, lo que al cura le dio la oportunidadpor fin de hablar.

    -Mi nia, mi muchachita, mi pequea! Nada ha pasado; un jarro de agua quita lased y quita la pena. Sintense todos aqu en el suelo (y en qu ms, solo haba dos sillas) yescuchen, por qu estoy aqu, quiero que sepan a qu vine. T tambin, mi nia -le dijo aJosefita- que permaneca parada.

    Cueva les cont el propsito de su estancia y les dijo que guardaran todo eso ensecreto, porque por un tiempo no lo veran ms en el templo de Tlaltenango, que era probableque feligreses desconocidos lo buscaran en este rancho "y ustedes, siempre negarn conocerme,porque si ustedes dicen que s, tal vez se queden sin mi amistad, el rancho sin padre, y el pueblo sin prroco". Les dijo adems, que el pensaba seguir administrando los sacramentos aqu,dado que los templos haban sido cerrados y el gobierno persegua a los sacerdotes; adems, unhogar catlico se puede habilitar como templo, en casos como ste.

    Lleg Juan, la familia se retir al cuarto de donde haban salido y le dijo al cura queya tena la solucin a su problema, que le haba arreglado una especie de cueva, ah cerca de lacasa, en el zanjn de un arroyo seco, que haca mucho tiempo no llevaba agua porque sta sehaba desviado, arroyo arriba, para el estanque. La entrada estaba disimulada por unas salvias, eltecho sera de vigas y terrado; por piso, el lecho del arroyo; los muros, los paredones y comoparamentos, colgados en los paredones, un cuadro de la virgen de Guadalupe y otro del SagradoCorazn de Jess.

    -Pero por lo pronto esta noche y las dos que siguen, ust tendr que estar en elcuartito de arriba, encima del tapanco; hay una escalerita que sube al cuartito, all se queda;tiene una ventanita que ve al camino, por all puede mirar el peligro que se acerque; mientras yotermino de hacer el escondite.

    En casa de Nieves, Juan recibi un sobre tamao carta medianamente abultado,cerrado y atado con hilaza y el encargo encarecido, que a nadie lo entregara Juan, si no era alcura don Jos Cueva.

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    Juan sinti la satisfaccin del deber cumplido y muy solemne se despidi de doaNieves, pero al mismo tiempo sinti un aguijn; un incitativo baqueriano que lo invitaba a noretirarse a su rancho, antes de haber ido a saludar al To Pepe. En efecto lleg y ah se top conel licenciado ofendido, de quien hasta ese momento supo su nombre completo: Julio Brito.Estaba ste en su rincn acostumbrado y Juan no lo advirti de inmediato. No bien se haba

    acomodado Juan en la cantina, cuando se le acerc Brito y le dijo amenazndolo con unapistola:

    -Ahora me toca a m. Vas a tomar lo que a mi se me antoje y hasta que yo quiera!Cantinero, srvele a Juan una botella de alcohol! Tmatela Juan! Con calma yo te acompaocon mi coaquito, en tanto te platico que no te andes creyendo de los curas, las religiones son elopio de los pueblos fjate bien, no estoy hablando de tu religin, estoy hablando de lasreligiones, todas son la misma gata revolcada. El gobierno soporta las impertinencias de losmochos, porque tambin son ciudadanos; bola de jijos, tapados de la cabeza, pero ciudadanos alfin Tmatela no te hagas buey! rale! En tu carota te digo, lo que el poeta a los Mochos:A los cien aos un mocho/ aun no comprende a San Pablo/, y un chinaco a los dieciocho/ sabems que el mismo diablo. Yo soy ese chinaco y t siempre sers el mocho.

    Brito le arrim el arma a la cabeza y Juan le tom otro trago entre aspavientos yrepulsos, en tanto, recibe otra pltica sobre curas y monjas y de nuevo, la sutil sugerencia a quesiga tomando Juan de la botella, en tanto, entre rechinidos de dientes, palabras insidiosas, Britole dice al cristero, que por si no la saba, los Borgia fueron una familia donde el Papa Julio, erael amante de su hija Lucrecia y el cardenal, hermano de ella, era tambin amante incestuoso dela joven lividinosa; de modo que haba verdaderos bacanales en el Vaticano, de donde vena elpoder que Juan, con tanto fervor segua. Le platic, pistola en mano, que Juan Diego no existiy que las apariciones eran puro cuento.

    -No seas pendejo, cristerito! Qutate de cosas. La religin que tu practicas tienelados ms oscuros que una boca lobo. Mira, hubo una vez una mujer que lleg a ser Papa, dileal cura tu amigo Cueva, que es tambin amigo mo que te cuente eso; pero como no sabes de l,y desconoces para dnde fue, no te lo puede contar; eso es imposible, te lo voy a decir yo, conmis propias palabras peroChpale a la botella, no te ests haciendo pendejo, con una!

    Juan nada deca pero estaba trabado de coraje y aunque ya se haba tomado casi uncuarto de la botella y empezaba sentirse borracho, la pistola de Julio Brito estaba sobre su sien.El licenciado estaba respondiendo a la agresin que semanas antes, de Juan haba recibido, noobstante Juan nunca crey que un da, entre semana, se fuera a topar en esa taberna a Brito;aunque era el medioda y con frecuencia el boticario, el presidente y Julio tomaban una copacomo aperitivo ah con don Pepe; ese da slo estaban don Pepe y don Julio, cuando lleg Juan;pero ste no vio a Julio porque el licenciado estaba en la esquina "echando una firma" en losbotes alcoholeros o "yeguas".

    -As me gusta! Que tomen lo que yo invito. Salud! Cristero jijo de un! Ojalque despus que termines tu botella, te largues y nunca ms te vuelva a ver. Deben de saber, ty todos esos que se quieren levantar contra el gobierno, que se llamaba Juan el Papa que eramujer, y que despus de eso, los cardenales inventaron la silla consistorial y ahora, cada vez quehay humo blanco en el Vaticano es porque el Papa ya se sent en la silla esa, la cual tiene un

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    agujero por donde cuelgan los del Papa y todos los cardenales del consistorio, pasan y se lossopesan, al tiempo que segn el rito dicen: es un hombre.

    Juan senta que la sangre le herva de coraje, nunca en su vida haba odo hablar deaquello y pensaba que Brito se lo deca sin duda, porque lo quera ofender en sus creencias.

    Entonces se movi bruscamente, en una natural reaccin de zafarse y solt el paqueteconfidencial, que al cura le llevaba. Julio dej escapar el primer tiro.

    -No te muevas jijo de de toda tu! -Grit Brito- en tanto disparaba el arma, cuyaojiba atraves la copa del sombrero de Juan. Sigue con tus chin y en la otra te atravieso elcorazn. Tmale hasta el fondo!Ahora vas a saber quien es Julio Brito!

    Vindolo ya completamente tomado y sin poder responder a ninguna agresin nifsica ni verbal, ayudado por don Pepe, lo atravesaron en su noble jamelgo, que sabiendo elcamino se fue rumbo a San Juan.

    VII

    Otro Julio Brito, el hijo del enemigo de Juan, tena varias noches sin poder dormirbien. El recuerdo de aquellos lindos ojos de un azul tierno con los que apenas si cruz algunasmiradas en las pasadas fiestas de Santa Ana, lo traan confundido. Por eso fue con Bernab; untipo bajo de estatura, barba rala, muy descuidado, pelo enmaraado, apestoso l y de aspectoarriero, que viva cerca del callejn del Diablo.

    -No pog mire, no tengo viaje pa Jan Juan. Yo gano pal Plateao, voa llevar estogencargos; pero ji nos arreglamog le llevo la carta a la sugodicha, poj ay nomg me degvo untantito, pog yo tambin joy de Liriog.

    -Por eso vine don Bernab yo saba que usted era de San Juan, hgame ese favor,entrguesela en sus manos y dgale que al regresar usted del Plateado, me mande respuesta.

    Bernab era un tipo raro. Decan que cuando entr al pueblo Luis Moya, por all en1911 sirvi tanto a la gente del revolucionario, como a la gente de Aureliano Castaeda quedefenda la plaza. Le encantaba el dinero fcil y con tal de conseguirlo, dejaba de lado todos losescrpulos.

    En aquel entonces, cuando Moya tom la plaza en tiempos de la revolucin, fueBernab y le dijo a la gente, que apostada se encontraba en los portales de don Ins Ortega, queaquel que iba subiendo por el cable del pararrayos de la iglesia era Antonio Amaro, pap deJoaqun Amaro, gente de Moya. De un tiro los francos lo dejaron bien muerto. El mismoBernab, por unas monedas de plata, le haba dicho a personal de Moya, dnde estaba guardadoel dinero de la tesorera. Su aficin a meterse en lo que no le importaba lo haca un sujeto decuidado, por eso Julio protegi lo ms que pudo la carta a Rita para que no llegara abierta y enella le rogaba protegiera en forma igual o mejor, su respuesta.

    -Psele compadre -dijo Avelina- a ver tu Josefita, arrmale una silla a micompadre pa que se eche una gorda caliente; y a luego le dices a Rita que venga, entenga, paque me traiga unos blanquillos, Y qu milagro que se acuerda de los probes,cmo est lacomadre? Hace tiempo que no la miro.

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    -No agradegca la vegita comadre, voy pal Plateao y pog peng voa llegar a ver cmoegt Juan y pog no lo miro, ni tampoco vide ju caballo en el corral, quien quita egt pa dentro,pero tampoco lo jallo aqu

    -No se jalla, se fueron l y el seor

    Se qued la comadre con la palabra en la boca al recordar que el cura les haba dichoque su estancia tan secreta en casa de Juan, era cosa de vida o muerte y aunque conoca aBernab, el sacerdote haba dicho que guardaran la confidencia, con mayor razn sabiendo queel tal Bernab lo tenan por un as de la intriga y la patraa. De hecho Juan y el cura andabanjuntos por el barbecho.

    -El quen, comadre, el quen -dijo Bernab- en tanto entraba Rita y el asunto se olvidpor el momento y en un descuido de Avelina, entreg la carta a Rita y se despidi Bernabdiciendo que el camino era largo y que le saludaran a de Juan, que otro da "no le haca eldesaigre", dijo.

    -Le tendr presente sus recuerdos -dijo Avelina- y Bernab se march.

    Juan y el cura andaban por el campo viendo veredas, caminos, atajos, cercas,milpares, ranchos, arroyos y por la sierra cercana barrancas, cuevas y posibles rincones quepudieran servir de refugio al cura, en caso de necesitarlo. Mucho antes, Juan le haba comentadoal cura, con todo dolor de su corazn, que haba perdido los papeles.

    -Esperemos en Dios que esos papeles que perdiste no tengan mayor importancia-dijo el cura- pero no dejo de preocuparme, los enemigos no andan lejos y hasta a la msmnima frase o telegrama, le pueden sacar ventaja, aunque las notas estuvieran cifradas.

    -Le vuelvo a pedir perdn a su merc y como ya le dije, sospecho donde estn, o almenos, donde los dej. Yo quisiera que ust me permetiera y geno, si los jallo me quitar unpeso de encima. No agarro sueo noms pensando en eso. Y qu me dice de esas cosas quevocifera el licenciado?

    -Juan, tu santa religin, slo de pensar en ella, debiera moverte a meditacin y noandar haciendo caso de lo que te digan. Eres agricultor de pensamientos sanos. No des entradaen tus solares del alma a la maleza. "Pater meus agricola est" dice Juan en el captulo 15,versculo uno.

    -Cmo dice que dije?-Yo no dije que tu dijeras nada, porque no eres capaz de decir nada. Yo dije que

    Juan, el de la Biblia, no t, sino Juan el evangelista, dice que "Mi Padre Dios es agricultor" y siDios Nuestro Seor se siente agricultor, t debes de Sentirte orgulloso de serlo.

    -Es que a veces parece que ust est en la misa y habla sin que uno le jalle qudice pero dgame en cristiano a luego tantos enemigos de Dios hay en la tierra?

    -Y no estn lejos de aqu, estn entre nosotros -dijo el cura- y te quiero decir quedoce jvenes de la ACJM de Tlaltenango quieren tener una pltica conmigo de modo quenecesito me prestes tu troje y vayas por ellos. Te estarn esperando por la puerta falsa del corralde las lvarez. Ya estn listos. Llegas y les dices que no se vengan todos juntos, que salgan pordistintas calles, cada cuarto de hora. Tu los esperas en el panten y le indicas a cada uno Elcamino, y te vienes al ltimo.

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    No en vano el cura se preocupaba, cada da el abismo entre iglesia y estado era msprofundo, de hecho, el dos de agosto las autoridades de Santa Mara de los ngeles y VillaGuerrero, haban notificado al gobierno del estado de Jalisco que, tal como era la orden, habanentregado los templos a las juntas vecinales.

    En tanto en Colotln el mismo da, los nimos religiosos encendidos se hicieron

    presentes en un grupo de seoras de arraigado corazn cristiano, que armadas de garrotes ymachetes, pretendieron linchar al comerciante Plcido Vzquez por incrdulo y enemigo de lasanta religin, pero en su camino se topan con el regidor Jess Rosales, se olvidan del otroasunto y se lanzan contra ste, contra Rosales, al grito: Mtenlo por enemigo de Dios! Nomatan a nadie, ni a uno ni al otro, pero su intencin s era darle muerte a Jess y a Plcido.

    VIII

    Una carta muy tierna fue la que Julio entreg a Rita a travs de Bernab. En ella ledeca que no encontraba la razn de su propia inquietud, esa ansiedad que a Julio no le permitaexplicarse como su vida pasada, pacfica y desamorada, hoy se encontraba conflictiva yenamorada, pero que si ese era el precio del amor, con gusto lo pagaba, slo que ya era difcilsoportar vivir sin verla, que aun tena fresca en su memoria la tarde de Santa Ana, en la cual laconoci.

    "No s que es lo que me pasa, siento que el corazn me da brinquitos solamentede acordarme de sus lindos ojos, no quisiera ni que el viento la tocara, preferira la muerteantes de saberla de otro"

    Al llegar a esta altura de la carta, Rita record los ruegos de Santiago, porque steaunque primo hermano de ella, siempre le tuvo atenciones desde que juntos iban a la escuela delrancho, y al llegar a grande, de una y de muchas formas le dej entrever su intencin demantener una relacin de noviazgo, pero ella, cauta, siempre lo rechaz sin manifestarle de llenouna postura osca. Su manera dulce de tratar los asuntos de la vida no se lo permita; pero subondad tampoco la obligaba a aceptar una relacin amorosa e imposible por sangre, y lo mscontundente: quimrica e irrealizable por el corazn: ella no senta quererlo.

    Para Santiago segua fiel el recuerdo de aquella tarde primaveral cuando ella con susdoce floridos abriles, dej que la mano inquieta de l explorara sus piernas desnudas, cuando sequed medio dormida entre los jarales del arroyo, mientras su madre lavaba ropa sobre unapiedra a la vera del riachuelo y l cuidaba, por ah cerca, las vacas. Al verla perderse entre elfollaje, l se acerc por el lado opuesto y sin hacer ruido lleg hasta donde ella, recostada delado, descansando del duro jornal campirano que es para una mujer, la vida del rancho. All enla choza de arriba Chonita, una viejecita rechoncha y chimolera, teja a gancho una servilleta.

    Santiago lleg como reptil rastrero en brama, en repta postura hasta ella, por esotard tanto en llegar, mas el amor que por ella senta lo puso tembloroso al tenerla frente a l ytodo lo que acat fue estirar la mano y tocar sus nveos y aterciopelados muslos, quesemidesnudos los cubra un poco el vestido y como stos al parecer permanecieran insensibles,la vacilante mano sigui su camino, descubriendo a cada palmo un mundo fascinante,desconocido y apasionante que haca latir al corazn con ganas.

    "Rita! Riiita! Dnde te metites, muchacha de porra" fueron los gritos de doaAvelina los que deshicieron el encanto; buscaba doa Avelina a Rita para que tendiera la ropalimpia. Rita se incorpor tratando de acomodarse el pelo; abri con los dientes una horquilla yse recogi el cabello, al tiempo que con una ligera sonrisa se alejaba de Santiago.

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    "Ya voy am, estaba en el corral!". Santiago se retir tambin, confundido yatolondrado, a cuidar sus vacas que ya se andaban metiendo a lo sembrado como su dueo.

    Eso recordaba Rita al leer la carta de Julio y tambin vino a su memoria que despusde aquello, no fue para ella sino como una chiquillada sin mayor importancia. No as paraSantiago, para quien haba sido de mayor importancia, tanto que le lleg a decir a Rita que iba a

    juntar dinero para casarse con ella y "no dejar que ningn gaviln rooso me quite la paloma"le haba dicho el osado pariente enamorado, a la joven Rita."En esta carta le suplico acepte mi ofrenda de amor y me diga cuando viene al

    pueblo para procurar verla; yo de todas maneras, aunque usted no me lo diga, estar siempreal pendiente desde temprano los domingos. Ya s que viene a misa de ocho. En fin quiero quesepa que har todo mi esfuerzo por parecerle a usted digno de sus sentimientos que as comolos suyos, los mos son puros y cristalinos, y se quieren comparar, se quieren parecer, oasemejar a los de usted para que juntos algn da formen un solo sentimiento"

    La carta de Julio estaba por terminar y al parecer el suscrito, no se daba cuenta queel templo estaba cerrado. Rita no quera que terminara la carta, hubiera querido que fuera eterna.Se fue a leerla al escondite del cura, donde nadie poda sospechar que estuviera, dado que Cuevadisfrazado de campesino, haba ido al pueblo para ver el rumbo que las cosas estaban tomando,haciendo poco caso de la opinin de Juan que le haba dicho que ese da no fuera, porque habapeligro, por que haba moros en la costa. Haba changos en la azotea de la iglesia.

    Al concluir la lectura, vino un segundo repaso. Cuanta razn le asiste a mi padreal decir que aquel que no asegunda, no es buen labrador! Esta carta me gusta ms ahorita"pensaba ella al leer por segunda vez, al tiempo que recordaba que al enterarse su padre, porChonita la chismolera de que Rita se haba perdido entre la jaralera del arroyo con Santiago, unatarde de aquellas; muy enojado don Juan, se haba carteado con Cueva.

    El religioso al tiempo que le contestaba, le mandaba una recomendacin a Juan, paraque recibieran a Rita las madres Clarisas de Guadalajara, como novicia.

    "No exagero si le digo, que para m conocerla, ha sido en mi vida lo mejor que meha sucedido, djeme decrselo de frente, permtame probarle mi amor. Con el mismo amor queRomeo am a Julieta y con el mismo que Sancho a Dulcinea, con ese mismo la amo yo. Deusted, con sumo respeto: Julio".

    IX

    Entr Juan al escondite de Cueva llevando en la mano un portaviandas y encontr alcura disfrazado de campesino y le dijo:

    -Pero seor cura en esta oscuridad, apenas si lo distingo, jurara por Dios que no esusted. Aqu le traigo su almuerzo.

    Aprovech Cueva para decirle a Juan que haba ido al pueblo y disfrazado como fue,nadie lo reconoci. Hall el templo ocupado por soldados de la federacin y todo al parecer encalma. Vio como desde las torres de la iglesia, la gente del gobierno oteaba los alrededores, sinembargo un ambiente de desconcierto se adivinaba entre los habitantes. Empezaba a resentirseel efecto del mal entendimiento entre estado e iglesia, al no haber gran comercio ni mercancasqu vender. Le dijeron que un soldado durmi en el nicho angosto de la cpula del templo ydormido se desplom.

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    -Se dice Juan, que sumi la duela y qued muerto en el instante. Que los caballos seasustaron y pegaron carrera por todo el templo.

    -No alcanzo a creer que los changos haigan convertido el templo en un corral.merecido se tienen la cida! Ojal todos se cayeran -dijo Juan- pero Dios no cumple antojos

    -Ni endereza jorabados -agreg el cura- y adems quiero que sepas que Nieves me

    inform que los papeles que perdiste venan de Huejutla y al parecer son de mucha importancia.Acurdate por tu santa madre, dnde los dejaste Juan! Te voy a dar de plazo de aqu al fin delmes para que te acuerdes, si no los hallas, no s que ser de m. Tambin quiero que sepas quelos soldados se baan desnudos arriba en la parroquia en las grandes oquedades de la bveda,tapan las grgolas cuando llueve y se duchan a sus anchas, lo que ocasiona que se estnhumedeciendo las pechinas del crucero. Nieves me platic adems, que por all en Huejuquillalas cosas se ponen al rojo vivo, pues el cuatro de septiembre, Manuel y Honorio Llamas, fueronmuertos por los federales y el dos, del mismo mes, fue colgado Valentn Avila, por el rumbo deMilpillas.

    Le sigue diciendo Cueva a Juan que dado el rumbo que las cosas toman, al parecerla solucin al conflicto se va a prolongar, dado que don Felipe, cura de Huejcar, fue hechoprisionero por los federales el 3 de octubre por hombres de Eulogio Ortiz, militar "que alparecer" le dice a Juan, "trae al diablo canchado". Le sigue insistiendo que aquellos papelesperdidos pueden ser la clave para saber los rumbos que est tomado ese lucha y que mucholamenta lo que el 29, pas en Monte Escobedo, donde una partida de federales a la hora delrosario, echaron la caballada sobre los hombres del pueblo, preguntaban que dnde se escondael cura Montoya y a los que ellos identificaron como cristeros, fueran o no, los pasaron por lasarmas.

    -Yo quiero ser como Montoya, un cura que no le teme al enemigo -dijo el curaCueva- fjate Juan que ya por hay lo andan buscando, como a Juan Charrasqueado, y no lohallan y l, Montoya, en sus narices dice misa a campo abierto. El 11 de noviembre de este aode 1926, en El Gato, les dijo misa a la tropa cristera, fue como quien dice la primera misa decampaa. As es de grande el padre Buenaventura Montoya. Quin sabe como se nos vengadiciembre; mientras tanto, as como me trajiste a los jvenes acejotemeros de Tlaltenango,quiero que me los traigas de nuevo, tengo cosas que decirles. Hazle como la otra vez, quesalgan por distintos rumbos a intervalos de 15 minutos y que se concentren en tu troje.

    Al terminar de almorzar el cura enmudeci y se qued pensando por un rato con lamirada clavada en el suelo. Juan interrumpi.

    -Se le ofrece algo ms, su mercd? Si quere le traigo unas tacachotas con atoleblanco o una gorditas de horno con natas.

    -No Juan, estoy satisfecho, te agradezco; y juntos vamos dndole gracias a Dios porestos alimentos; juntos rezaron y Juan a atrevi a decir:

    -Yo quero que cuando entenga por ah un campito, me diga esas palabras tanbonitas que les dijo a los jvenes de la ACJM, lotro da que estuvieron por aqu. Quero que merepita como ta eso del caballo del Apocalipsis.

    -Que yo sepa -dijo el cura- no es lo importante el caballo, sino la analoga que hago,para que la entendais vosotros, del da en que Cristo ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

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    Despus de hacer un largo exordio y de explicarle a Juan que aquello, era parte deun viejo sermn que predic en Zacatecas un ao antes, termin diciendo: "pues este reysantsimo que dio al gobierno civil una migaja de su imperio, se reserv por medio de suiglesia, lo ms valioso: el alma y la conciencia de sus hijos Qu enaltecidas quedan nuestrasalmas al pender de tan noble rey! Qu gloriosa sumisin ante un prncipe que redime a las

    almas y conquista la libertad individual, que santifica los espritus e inmortaliza la existencia!Seas por siempre loado Oh soberano Seor! Sean orgullosas las almas que te estn rendidas,pues servirte a ti es reinar! Seas aclamado en la figura apocalptica, donde apareces montadocomo grande caudillo en tu caballo blanco, iluminando la senda con el fuego de tus ojos,blandiendo tu espada invencible, luciendo sobre el muslo solemne inscripcin: Rex regum etdominus dominantium, rodeado por las almas valientes de tus hijos en medio del fumigar delas montaas enhiestas que se estremecen y retiemblan al paso de tus huestes invictas"

    X

    Las cosechas haban sido buenas. Juan recogi ese ao maz suficiente para el gastofamiliar y aun para colocar en el mercado algunas fanegas. La troje estaba repleta tanto de estanoble gramnea, como de frijol, calabazas de Castilla, tomatillo y calabazas locas.

    Decan personas que venan de por all de Huejuquilla el Alto que por sus rumbos eltemporal haba sido desfavorable. Un arriero le cont un domingo a Juan en la calle de lasCebollas: "al partir mi maicito, no saqu ni pa pagar las habilitaciones, y yo que le promet ami vieja su chomite colorao, apenas le merqu aqu en Tlaltenango su cotinga; pero dicen quelas penas con pan son buenas, en llegando lo voa cantar: y le compro su cotinga/ paraqueparezca gringa/ chula se ha de ver mi chata/ que una vez fue gata/ de mi gen patrn"

    Contrat Juan a gente de Los Ramos de modo que pronto tuvo su cosecha guardaday se encarg de piscar los campos de Maclovio, quien por andar alzado con los rebeldes,sembr, escard y andaba dando segunda, cuando convencido por Narciso Flores de LosGuapos, se fue a la bola.

    Ante la falta del amo, el caballo enflaqueci y las milpas de Maclovio, con lasegunda a medias, no tuvieron ya ms cuidados, dado que l, dej la siembra por una ilusin, sefue con los cristeros, por tanto sus mazorcas eran moloncos; mucha milpa se amarill y lospitacoches se dieron gusto, no obstante, espanta pjaros ladeados y maltrechos, lucan paradiciembre sus garras de tirlangas. Juan entreg a la seora de Maclovio la exigua cosecha ymand subir al mezquite unos cuantos monos de tlazole, mientras que l haba llenado trestlazoleras completas. Slo de calabazas locas, obtuvo tres cacaixtles de pistes, mismos quevendi en el parin de Tlaltenango.

    Tarde con tarde, la mujer de Juan y Rita su hija, sacaban las adoberas de olotes y ados manos se pona a desgranar el maz, que aventado en el patio, serva para hacer el nixtamal.

    Un da el cura Cueva quiso ayudar en esas labores y una mazorca de granos filososlo hiri. Tom en la mano derecha el rosario y con la izquierda la mazorca y cuando iba en eltercer misterio glorioso, el meique izquierdo se meti entre la mazorca filosa y la olotera ytodito se le sangr. Sigui guiando el rosario, pero cambi los misterios gozosos por dolorosos;no desgran ninguna mazorca y muy disimulado se puso el pauelo en el dedo herido.

    Juan haca cada ao con olotes nuevos, una especie de adoberas para desgranar elmaz. Escoga los olotes ms fuertes, los cortaba al mismo tamao, los pona cuatrapeados en unaro de metal, a guisa de molde y cuando ya estaba lleno ste, retacado de olotes, con unascorreas remojadas de coyundas viejas haca nudo de puerco y apretaba stos cuanto poda. El

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    aro se desprenda al apretar los olotes y le quedaba una adobera de olotes. En ese plano rugoso,se deslizaban a dos manos las mazorcas para quitarles los granos, cuando el operador, sentado,se la pona entre las piernas.

    El cura con su dedo lastimado, ira en la letana cuando Rita se levant, sin dejar decontestar "ora pro nobis" y se fue al patio a aventar el maz; operacin que consista en

    colocar un chiquihuite vaco en el suelo, levantar uno ms pequeo con el miz desgranado ydejar caer el grano en el primero, para quitarle el tamo. Como esa tarde haca buen viento, eltamo se esparci por el patio y dej limpio el maz.

    El cura termin el rosario y Rita de aventar el maz. Dijo cueva:

    -As como vosotros habeis visto caer el tamo al aventar el maz, as caen las almasal purgatorio. Dios no quiere que el hombre se condene, l procura su salvacin y que seconvierta y viva.

    Al levantar la mano izquierda para dar nfasis a sus palabras la familia de Juan notla mano envuelta. Rita y Avelina se fueron a poner el nixtamal y Juan le pregunt:

    -Hace un rato su merc no traiba nada en la mano,qu le pas?-Nada hijo, un rasguo, eso le pasa a uno por hacer cosas que no sabe -dijo Cueva-,

    por eso el dicho dice zapatero a tus zapatos aunque tengas malos ratos. Yo sabr rezar elrosario, pero no s desgranar maz.

    -Ya aprender si ust quere, eso es ms fcil que decir misa -dijo Juan- yo cuandoquise hacer mi primer arado lo que me sali fue una estornija.

    -Mira Juan, vino un propio de la seora Nieves de Tlaltenango y me dice que hoy enla noche "vienen a escondidas" unas personas de all, que se quieren casar. Tu casa ser eltemplo, toma las debidas precauciones, los soldados me persiguen, pueden dar conmigo hoymismo si quisieran. Espero que no sea una trampa. Me voy a la cueva ma y tu me avisas cuandohayan llegado. Cuando est casando tu te subes al mezquite de la tlazolera y procuras otear loscaminos. Pero antes dime, Qu es eso de estornija?

    -Seor cura, los hombres de campo decimos estornija a una cua de madera que semete entre el arado y el timn. Hacer un arado entonces no es lo mismo que hacer una estornija.Yo quise hacer un arado y me sali una estornija. Me entiende mende, o le explico, Federico.Sus deseos sern cumplidos a cabalid, pero tambin le quero decir que la troje est llena,dnde les va a predicar a los muchachos el da que vengan?

    -Ya veremos eso Juan, por ahora has lo que te digo. Y no me andes con tusvaciladas. Qu es eso de Mendes Federico!

    Resultaron ser personas muy conocidas del cura las casamenteras por tanto, Cuevaestuvo -despus de matrimonio sin pompa-, dialogando con ellas y comentado las ltimasnovedades de la persecucin.

    Doa Avelina invit a las personas a cenar unos frijolitos de la olla con queso, chilecora del molcajete, atole de maz y tortillas calientes. Despus de lo cual, el cura siempreocurrente, y gustoso esa noche en lo particular de ejercer en parte su ministerio aunque fuera enforma clandestina, le cont a la concurrencia aquella ancdota del cura de Tecolotln.

    "Ya estaba sordo el pobre y le dijo un da al sacristn, mira Ferrer: al final delsermn, en esta solemnidad, voy a decir: qu quieres Ferrer? Y t, que estars bajo el plpitolisto para contestarme, habrs de gritar: La paz seor cura! Y como eso anhelamos todos, yoterminar diciendo: eso queremos todos, hermanos mos".

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    -Los seminarsitas que andaban de vacaciones por mi pueblo -dijo Cueva- oyeron yle dijeron al sacristn que le daran 50 pesos si contestaba en vez de la paz, Mujer!

    "El templo estaba repleto y los feligreses atentos a las palabras de su pastor; en el

    momento culminante, cuando el sermn alcanz el clmax y los fieles lloraban, el viejo curadijo: qu quieres Ferrer? El cura sordo no oy que Ferrer claramente dijo: Mujer! El santosacerdote termin diciendo: eso queremos todos hermanos mos."

    XI

    -Mire, licenciado, le juro por mi padre Dios que le perdono todas las ofensas quemiso, pero deme esos papeles que perd en la taberna; ust los tiene, no los puede tener nadiems o si quere me linco A mi se me cayeron con el To Pepe Se acuerda?

    Juan haba ido a la casa de Julio Brito en Tlaltenango y desde su caballo, sin bajarse,jal el lazo de la campana, y ese fue el sin par saludo cuando el licenciado abri la puerta.

    -Ah! qu Juan, como se ve que ustedes los fanticos no conocen la dignidad, nisaben de educacin. Primero se saluda, luego se plantea el asunto. Y si no lo sabes, deberssaber que no es de hombres andar reclamando una cosa que se pierde en el juego

    -De cul juego mi habla? Yo no jugu con ust esos papeles, no me agrada labaraja, es cosa del diablo; ora que esos papeles ni son mos, son del seor cura Jos Cueva. Yolos perd porque se me safaron, pos en cual juego me los gan, ni que nada; dgame quequere que haga pa que me los degelva.

    -Y crees que con pedirme perdn por las ofensas que te hice ya te los voy a dar?No cristerito; si apenas estamos pagados. Lo que t me hiciste a mi no tiene nombre, habermeobligado a tomar vino, noms porque t "tambin sabes envitar" Qu poca cosa eres! Cuntoaborrezco haberte tratado! Es ms: aprtate de mi presencia, no quiero verte ms por aqu. Si dela cantina no te saco, es porque no es ma. Pero me has dado buena idea, la voy a comprar paraprohibir la entrada a mochos como t Lrgate! Cristero jijo de Mara Morales!

    Don Julio cerr su puerta con elevadas seas de enfado y al golpear sta contra elmarco, el caballo de Juan se asust y quiso pegar carrera al relincho, pero Juan domin bien sujamelgo. Se qued a la puerta de la casa de Julio, sin saber qu hacer, con las manos en lacabeza de la silla. Qu otro camino podra haber para lograr el objetivo? Hablar con algnconocido del licenciado, que obrara como mediador? Y quin? Don Pepe el dueo de lacantina, era alzado y se senta de la casta divina; el presidente municipal, mal conoca a Juan. Laley no poda intervenir, era un asunto de particulares, Qu se poda hacer? Era urgente unasalida, era necesario recuperar el sobre, Fuera como fuera!.

    Ya pensaba en Juan llamar a Maclovio su hermano, que andaba alzado por all enlas barrancas de Totatiche y Villa Guerrero, para hacer un simulacro de secuestro y doblegar porla fuerza a Julio; o de plano, un asalto bien planeado y acorralar al licenciado, darle unescarmiento hasta que obligado por las circunstancias, y para no perder la vida, soltara lospapeles; cuando se abri la puerta de la casa y apareci Julio Brito de nuevo con los papeles enla mano, ya fuera de sobre.

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  • 8/8/2019 Juan El Cristero (Primera Parte)

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    -No te has ido jijo de un cristero ca trn! No te vayas aqu estn tus papeles,mralos por ltima vez, porque lo voy a quemar. Lo que dicen ya me lo s de memoria

    -No haga eso, hombre licenciado, tenga compasin de m! Soy hombre que cumplecon un deber, de veras, pdame algo y lo har, pero Dmelos!.

    -Qu puedes hacer t por m? No me gustas ni para que me limpies las botas! -dijo

    el licenciado- en tanto mantena las hojas suspendidas con la mano izquierda y un pedernal,yesca y eslabn en la derecha para encender el fuego.-Estos papeles no merecen que gaste uno cerillo en quemarlos, a fuego lento han de

    morir ante tus ojos cuando prenda la yesca. O t que piensas Juan el cristero? Qu buenapodo te pusieron! Eres ms cristero que Cristo! Fantico hasta decir basta! A mi se me figuraque t escondes al cura Cueva. Y ahora que me acuerdo: Que buen trato voy a hacer contigo!Me has dado una excelente idea! Ahora s te agarr Ja Ja Ja Ja! Ya lo tengo! Quiereslos papeles antes de que se quemen? Dime dnde est el Cura y te los regreso, pero pinsalobien, un dato falso y te desaparezco del mapa y con un cristero menos, le hago un bien a lahumanidad.

    -Hombre, licenciado, me la pone ust difcil Pos yo cmo voy a saber! Por quenme ha tomado su merc! Yo inoro, donde est el cura, a lo mejor se juy pal otro can.

    -Por beato, mocho y rezandero! Es por lo que te he tomado. Adems de eso eres nims ni menos que Un pobre catoliquillo! Y no me tuerzas la pltica, Quieres o no lospapeles!.

    -Los quero pero no s dnde se esconde el seor cura Cueva, pero dme lospapeles y le juro que investigo y le traigo noticias.

    -No seas pendejo Juan. T tienes la respuesta. Si Jos Cueva, es cueva, de seguroque su escondite es eso, una cueva. No puede un Cueva andarse escondiendo en un pozo. Y sino sabes, ya no me quites el tiempo. Hay trato o no hay trato? Los papeles por Cueva, oquemo los papeles.

    -Mire licenciado. En este momento no le doy la respuesta, no la s