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K A & C ISSN 1225-4606 A RTE Y C ULTURA DE C OREA Tomo 19, Nº 2 Verano 2010 Sesenta años desde la Guerra de Corea

Koreana Summer 2010 (Spanish)

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K o r e a n a r t & C u l t u r e vol. 24, no. 2 Summer 2009

ISSn 1225-4606

a r t e y C u l t u r a d e C o r e a tomo 19, nº– 2 verano 2010

Sesenta años desde la Guerra de Corea

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BELLEZA DE COREA

El llavero amuleto

ste objeto era originalmente un simple llavero que se convirtió en una pieza ornamental de sofisticada artesanía. La parte principal la com-

pone una especie de moneda conmemorativa, byeol-jeon, que puede tener inscritos símbolos o caracteres asociados con la longevidad o la buena fortuna, a la que se colgaban adornos con otras piezas numis-máticas, abalorios llamativos o cuerdas con nudos. Los aristócratas los daban como regalo de boda y se convertían en tesoros familiares. En la dote de la novia solía incluirse uno como deseo de prosperidad y buena fortuna para la nueva pareja.

El amuleto de la fotografía también fue un regalo de bodas. Tiene una moneda de cobre con el ideogra-ma chino de la longevidad grabado en el centro y la imagen de un niño a cada lado. Es bastante simple si lo comparamos con otros, que podían estar compues-tos por docenas de monedas decorativas. El diseño es, no obstante, impresionante. Tiene la forma de una flor del peral con cinco pétalos, símbolo de la Dinastía Joseon. En su parte superior aparece grabada la cara de Cheoyong, personaje legendario del que se decía que era capaz de ahuyentar a los demonios. La gente

solía llevar un talismán con su rostro para proteger-se de la viruela. En los bordes se halla el mítico león dragón (baek taek), que aparece en tiempos de paz y prosperidad.

Los ocho frutos del loto significan fertilidad; del borde inferior cuelgan medias calabazas en forma de melocotón, que representan la relación conyugal. Están pensadas para que encajen perfectamente, símbolo así de la felicidad matrimonial. Entre ellas, hay una moneda de cobre (yeopjeon), unida a un objeto en forma de cimitarra usado para limpiar la cazoleta de una pipa. Las borlas rojas y púrpuras están decoradas con cuentas de marfil. Este llavero amuleto es parte de la colección del Museo de Cerro-jos (www.lockmuseum.org), donde podemos hallar una gran cantidad de objetos antiguos: candados, cerraduras y llaveros como éste, aparte de distintos estudios sobre ellos

Las monedas decoradas de estos objetos tenían frecuentemente forma de bolsas de la buena suerte que de flores del peral. Otras eran muy coloridas. Su singular simbolismo revela la cultura y costumbres de tiempos pasados.

E

© Lock Museum

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Arte y Cultura de Corea Tomo 19, Nº– 2 Verano 2010

El cementerio de los Caídos de la ONU, en Busan, es el lugar final de descanso para las tropas de dicha organización que se sacrificaron por la defensa de Corea del Sur y de la paz mundial. Tras la firma del armisticio, fueron enterrados aquí los restos de 11.000 soldados de 21 países; sin embargo, muchos fueron luego entregados a los países de origen por deseo de sus familiares. Hoy, están enterrados aquí 2.300 de ellos, de 11 nacionalidades distintas.

© Song Bong-Keun

Sesenta años desde la Guerra de Corea8 La Guerra de Corea y sus consecuencias Han Kyung-Koo

16 La profundidad del trauma de la Guerra Hahn Myung-hee

22 El fenomenal desarrollo de posguerra de Corea Park Tae-gyun

28 Fotodocumental de la Zona Desmilitarizada de Corea Choi Byung Kwan

34 Reflexiones sobre la Guerra de Corea a través de la literatura Kim Chi-su

40 El prestigio internacional de Corea Lee Tae Joo

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44 ENTREVISTA Kim Yu-na

La patinadora Kim Yu-na, en lo alto del mundo | Kim Dong Wook

50 ARTESANO Jo Chung-ik

Los abanicos tradicionales de Jo Chung-ik: funcionalidad y arte Park Hyun Sook

56 CRÍTICA DE ARTE

Una exhibición revela el mundo escultórico de Kwon Jinkyu Kim Yisoon

62 DESCUBRIR COREA

Una firme pasión por la Corea de hoy y de la antigüedad Élisabeth Chabanol

66 EN EL ESCENARIO GLOBAL Shim Jae Doo, Yu So Yeon

Una pareja coreana de misioneros médicos en Albania durante 17 años Kim Mina

70 EN EL CAMINO Cinco islas en la costa oeste esperan la unificación Kim Hyungyoon

78 GASTRONOMÍA

Un plato de fideos fríos para combatir el calor estival | Lee Jong-Im

82 OPINIÓN DESDE LA LEJANÍA

Nuevas tendencias: los ciclos de cine coreano como vía de transmisión cultural en la ciudad de Buenos Aires | Paula Iadevito y Bárbara Bavoleo

84 VIDA

Las murallas de Seúl: historia viva en el corazón de la capital Charles La Shure

89 JORNADAS DE LITERATURA COREANA

Park Wan-suh Relatos de mujeres de la Guerra de Corea

“Encuentro en el aeropuerto”, de Park Wan-suh | Park Hye-kyung

Encuentro en el aeropuerto | Traducido por Kim un Kyung

Una publicación trimestral de la Fundación Corea2558 Nambusunhwan-ro, Seocho-gu, Seúl 137-863, República de Coreawww.kf.or.kr

DIRECTOR INTERINO Kim Byung-KookEDITOR EJECUTIVO Hahn Young-heeEDITORES José María Areta, Kim Un KyungCONSEJO EDITORIAL Cho Sung-taek,Han Kyung-koo, Han Myung-hee, Jung Joong-hun, Kim Hwa-young, Kim Moon-hwan, Kim YoungnaCOMPOSICIÓN Y DISEÑO Kim’s Communication AssociatesEDITOR ASOCIADO Lim Sun-kun DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA Kim Sam DIRECTOR ARTÍSTICO Lee Duk-limDISEÑADORA Kim Su-hye

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Koreana, registrada como revista trimestral en el Ministerio de Información (Número de Registro Ba-1003, con fecha del 8 de agosto de 1987), también se publica en inglés, chino, francés, árabe, ruso, japonés y alemán.

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Corea del Sur voló deliberadamente el puente para el ferrocarril de Hangang, y así intentar detener el avance de las tropas del Norte. Hoy, hay un total de 27 viaductos que cruzan el río que atraviesa Seúl, incluyendo el mencionado, ya reconstruido.

© NOONBIT Publishing Co.

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La Guerra de Corea, que comenzó con la invasión por sorpresa del Sur por Corea del Norte el 25 de junio de 1950, duró tres años. Las hostilidades terminaron con la firma de un armisticio en julio de 1953. Este conflicto se inició sólo cinco años después de que la península fuera liberada del régimen colonial japonés, y tres desde la instauración de gobier-nos tanto en el Norte como en el Sur: una nación dividida por potencias extranjeras. La Guerra devastó el Sur y dejó una tremenda agitación. Sesenta años después, Corea desempeña un papel importante en la resolución de los proble-mas comunes de la comunidad internacional, como se evidencia en la organización de la reunión del G-20 en Seúl en noviembre.

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La Guerra de Corea y sus consecuenciasHoy en día, dos generaciones después de la Guerra de Corea, la sociedad del país está dirigida por personas que no la experimentaron directamente. No obstante, es la única nación dividida del planeta y ambas partes están en una situación de confrontación continua. Para los coreanos, ese conflicto es “la guerra que no ha terminado”. Sesenta años después, sigue influyendo en el estilo de vida y actitud de la población.

Han Kyung-Koo Antropólogo y profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Seúl

Kim Yong-chul, Ahn Hong-beom Fotógrafos

El Museo de la Guerra, que se inauguró en junio de 1994, conmemora los acontecimientos históricos y los esfuerzos individuales durante la Guerra de Corea. Está situado en Yongsan-dong, en el distrito del mismo nombre, en Seúl.

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La Guerra de Corea fue un incidente de importancia en la política in-ternacional, pero tuvo un impacto mucho más profundo en los rasgos

socioculturales de la sociedad del país. La liberación del régimen nipón en 1945 fue importante, y el establecimiento de la República de Corea, tam-bién, pero dicha Guerra, entre 1950 y 1953, fue una influencia tan intensa que ha moldeado el comportamiento, la forma de pensar y el sistema de valores de su población y el desarrollo de la sociedad desde su inicio.

Perspectiva general del conflictoLa Guerra de Corea se inició a las 4:00 de la madrugada del domingo

25 de junio de 1950, con una invasión por sorpresa de las fuerzas norco-reanas. Las tropas surcoreanas, mal equipadas y entrenadas, se vieron obli-gadas a retirarse hacia el sur. Incluso después de que llegaran los refuerzos

de la ONU, el Norte casi ocupó toda la península, con excepción de áreas de las provincias de Gyeongsang-do, por lo que la unificación

forzosa de la nación era tan sólo cuestión de tiempo. Pero las tro-pas de las Naciones Unidas contraatacaron con un desembarco

triunfante en Incheon, por lo que lograron liberar Seúl, avan-zaron al norte hasta Pyongyang y llegaron al río Amnokgang

(Yalu). A partir de entonces, tras la participación de China, Seúl volvió a ser ocupada por las tropas enemigas, acción

que fue seguida por un fiero contraataque que condujo a duros combates en la línea presente del armisticio hasta que se declaró el cese el fuego en julio de 1953.

Prácticamente, toda la península coreana expe-rimentó los desastres de la guerra. Con el continuo cambio del frente de batalla, la destrucción de pro-piedades y vidas dejó a la sociedad en un estado de agitación muy importante. Esto resultó en grandes movimientos entre las líneas sociales y de clases,

y el desarrollo de una infraestructura física y de la sociedad nueva cuando la dividida península

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intentó recuperarse de la Guerra. Tras el colapso de los sistemas de relaciones personales y de valores, adquirió fuerza el proceso de modernización y surgieron nuevos sistemas. El ritmo de ur-banización e industrialización se aceleró. Como todos habían sufrido pérdidas materiales y personales, y la pobreza y el ham-bre se habían apoderado de la sociedad, aparte de que las fa-milias quedaron rotas y se produjo un enorme enfrentamiento ideológico, se sintieron impulsados a colaborar en el desarrollo económico y así superar tanto la miseria como la amenaza del comunismo, lo que provocó un enorme deseo de paz, seguri-dad, educación y cultura.

Además, la llegada de las tropas de la ONU produjo un enorme impacto. Como resultado de la enorme y activa parti-cipación de los EE. UU. en particular, dicho país se convirtió en “una nación” importante en la sociedad del Sur, durante y des-pués de la Guerra. Su ayuda militar y humanitaria, aparte de su avanzada tecnología, su riqueza, sus valores democráticos y el atractivo de su cultura sirvieron para influir en la forma en que se percibía aquí dicha nación.

RefugiadosAl principio de la confrontación, debido a la porosidad de

nuestra defensa y a las medidas erróneas de un Gobierno inex-

perto, fueron capturados numerosos surcoreanos por parte de las tropas del Norte, y fueron forzados a cumplir órdenes. El caos se vio agravado por los atrevidos pronunciamientos de las autoridades del Sur, que poco después tuvieron que abando-nar deprisa Seúl. Muchos de los que no lograron escapar a las primeras oleadas fueron asesinados, torturados, encarcelados o raptados, y los que sobrevivieron fueron a menudo acusados de “colaboradores”, dejándoles marcados de por vida. Las denomi-nadas “comprobaciones de antecedentes” eran rigurosas hasta los años 80; eran un sistema de investigación de colaboracio-nismo con el enemigo que impedía a los sospechosos entrar en política.

La defensa de la capital fue rota dos veces por las tropas comunistas. Con la intervención del Ejército de Voluntarios del Pueblo de China, las tropas que defendían la ciudad tuvieron que retirarse de nuevo, como parte de un masivo éxodo de gente que se dirigía al sur, por tierra y mar. Con ello, la ciudad de Busan, con unos 400.000 habitantes, vio su población crecer hasta el millón. Los más afortunados lograron vivir con sus familiares en pequeñas habitaciones; muchos otros se tuvieron que conformar con cartones, tablones o lona como refugio.

Hay que destacar que el hecho de que áreas de las provin-cias de Gyeongsang-do, incluyendo Busan y Daegu, que habían

1© NOONBIT Publishing Co.

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logrado escapar de la ocupación del Norte, han influido en la moderna sociedad surcoreana. Los residentes en estas zonas escaparon de lo peor de la destrucción física, y se vieron libres, por lo general, de ser acusados de “colaboracionismo”, por lo que no sufrieron los obstáculos sociales existentes tras la Gue-rra. Como se pensaba que estas áreas eran relativamente segu-ras y lo serían también en el caso de otro conflicto, institucio-nes y figuras importantes de todo el país establecieron vínculos estrechos con estas áreas durante el periodo de traslado. Esto permitió que dichas regiones se desarrollaran más rápidamente que las del suroeste tras la Guerra.

Cicatrización de las heridasAunque el sinsentido de pérdidas de vidas y propiedades

dejó el país en ruinas, las consecuencias fueron más profundas. Todos estaban heridos. La Guerra y sus secuelas determinaron el comportamiento y la mentalidad durante mucho tiempo. En Japón, se conoce como la “Guerra de los Quince Años” al periodo que comenzó con el Incidente de Manchuria y conti-nuó con el conflicto sino-japonés en 1937, que culminó con su derrota en la Segunda Guerra Mundial en 1945. Como Corea también estaba sometida al dominio colonial nipón durante este periodo, la tensión y sentimiento de crisis también au-

mentó aquí. Sólo unos años después de lograr la liberación del militarismo y movilización japoneses, sufrió la división nacio-nal y los horrores de la guerra. Incluso después del armisticio, la confrontación entre ambos bandos continuó. Por ello, los surcoreanos han sufrido décadas de tensión y han tenido que luchar para sobrevivir.

Así, han desarrollado una vitalidad y resistencia sin límites debido a estas dificultades, pero también están traumatizados. Varios aspectos de la población y su cultura, que se perciben de forma negativa, están enraizados en las cicatrices de este largo periodo de crisis y la experiencia de las atrocidades de la Gue-rra. Cuando los refuerzos y emisarios del extranjero llegaron al país, hallaron un pueblo en medio de un conflicto armado horrendo, antes de que se hubieran curado las que provocó la “Guerra de los Quince Años”. La presentación en sociedad de Corea llegó con este acontecimiento, algo que ha tenido una influencia singular en la perspectiva del país y su gente.

Para muchos en Corea del Sur, la contienda significó la pri-mera experiencia fuera de su comunidad local, ya fuera como

1~2 Fotografía de la calle de Sejongno inmeditamente después de la Guerra, y la plaza de Gwanghwamun, en el centro de dicha calle, en la actualidad.

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soldados o como refugiados, que luchaban por sobrevivir con completos extraños de todo el país. En esta situación de crisis y desesperación por sobrevivir, los justos eran considerados ineficaces; surgió la noción de que quien “seguía las normas” no sobreviviría. En estas circunstancias, la gente empezó a creer que competir honestamente y ajustarse a los valores tradicio-nales sólo serviría para fracasar. La pobreza y una total carencia de posesiones fomentaron un comportamiento tan censurable como colarse o ser un oportunista. Había también cierta ten-dencia a justificar la violación de las reglas afirmando que la competición no era justa o que otros también pasarían por alto las normas.

Incluso aunque las ruinas fueron reconstruidas y la gente salió de la miseria, el trauma tardaría mucho más en cicatrizar. La crisis había terminado, pero haber tenido que aguantar una cotidianidad tan dura no permitía que la gente volviera fácil-mente a la “normalidad”. Además, incluso la siguiente genera-ción, que no sufrió la Guerra directamente, no se vio libre de la influencia y recuerdos de sus traumatizados padres.

Aunque hay varios temas que necesitan solución, los corea-nos, que conmemoran en estos días el sexagésimo aniversario

del inicio de la confrontación, se ven más libres del dolor con el paso del tiempo. Todavía hay conflictos entre ambas partes, pero los surcoreanos han logrado democratizar su país y reali-zar una transición pacífica del poder. La libertad de prensa es mayor y se han mejorado los derechos humanos. Hay todavía preocupación, pero el profundo sentimiento de crisis que ha existido durante tanto tiempo está remitiendo.

Vestigios del nacionalismo en la educaciónEl caos en la Guerra y sus consecuencias han influido

enormemente en su sistema educativo. En Japón, una potencia agresora que acabó derrotada, la democratización de su educa-ción la realizaron las autoridades de EE. UU., que lo ocupaban. Pero en Corea, víctima del régimen militar y colonial nipón, los vestigios de la educación nacionalista de estilo japonés se mantuvo durante bastante tiempo debido a la división del país, a determinadas medidas anticomunistas y a la preocupación sobre la seguridad nacional.

Antes de la Guerra de Corea, el Ministerio de Educación re-quería que todos los estudiantes memorizaran un texto, cono-cido como “nuestro juramento”, que incluía las siguientes frases

Veteranos de la Guerra de Corea pertenecientes a la Commonweath británica en un viaje por el país, que incluía una gira por el cementerio de los Caídos de la ONU. La esposa de un oficial australiano enterrado aquí desde hace 60 años, fue sepultada junto a él, según sus últimos deseos.

© The U.N. Memorial cemetery

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de compromiso de lealtad: “Somos hijos de la República de Co-rea y defenderemos nuestra nación hasta la muerte”; “derrote-mos a los comunistas, para lo que hemos de estar unidos como el metal”; “ondeemos la bandera patria en la cima del monte Baekdusan y logremos la reunificación del Norte y el Sur”. Estas frases estaban impresas en todos los libros, no sólo en los de texto. Al estallar la Guerra, se glorificó la participación y sacri-ficio de los soldados. En los distintos recintos universitarios se crearon los Cuerpos de Defensa Nacional, y los estudiantes participaban en maniobras militares. Hasta los años 80 había normas estrictas sobre la longitud del pelo y forma de vestir de los estudiantes, que fueron eliminándose por ser aspectos de una educación autoritaria.

Prácticas dietéticasLa Guerra de Corea produjo un cambio dramático en las

prácticas dietéticas de los surcoreanos. Productos como el café, chicle, chocolate, caramelos, galletas y leche en polvo fueron introducidos por el Ejército de EE. UU. Bajo un programa agrí-cola, suministró gran cantidad de harina de trigo, lo que provo-có que aparecieran platos basados en este ingrediente, entre los que están los típicos fideos con salsa de alubias negras.

También se popularizaron platos norcoreanos, como los fideos en caldo frío. Algunos ya eran famosos en las grandes ciudades del Sur, pero el flujo masivo de refugiados del Norte ayudó a extender su cocina a todos los puntos del país. Nume-rosos norteños abrieron restaurantes en su nuevo hogar, por lo que recetas como fideos con sopa de carne, sopa de carne de vaca con arroz, crepes de frijoles verdes y platija fermentada se convirtieron en favoritas. Hasta recientemente, no era difícil identificar a los norcoreanos en restaurantes en Seúl y otras grandes ciudades, como los de Ojang-dong y Euljiro, que se especializaban en fideos fríos, y de manitas de cerdo en Jang-chung-dong.

Los fideos fríos de Pyongyang, se consideraban un manjar

en el Sur, entraron en las cartas de todos los restaurantes tras la Guerra. Un plato conocido como fideos mezclados, o fideos con pescado crudo (hoe), de la provincia de Hamgyeong-do, cambió su nombre y añadió el gentilicio de Hamheung tras la confrontación. La gente dice que era un intento de asociar este plato de pasta con el de Pyongyang, que ya era bien conocido.

Creencias religiosasLa Guerra de Corea y la división del país desempeñaron un

papel fundamental en las actitudes hacia la religión. En el caso del chamanismo, el Sur mantenía la tradición hereditaria de los chamanes, cuyos títulos se transmitían de una generación a la siguiente, mientras que el Norte reconocía a los poseídos por el espíritu, por lo que debían demostrar sus poderes. Sin em-bargo, tras la creación de la República Democrática Popular de Corea, el régimen los persiguió y se vieron obligados a refugiar-se en el Sur. Por ello, ambos tipos de chamanes se fundieron para dar paso a una nueva forma.

En cuanto a las religiones principales y sectas individuales, se vieron afectadas por la Guerra en distintas formas. Por ejem-plo, como la gran mayoría de fieles de Chondogyo (la Religión de la Vía Celestial) eran del Norte, el número de seguidores cayó en picado. El confucianismo y el budismo también vieron redu-cido el número de practicantes, mientras que los protestantes y católicos aumentaron notablemente. Como más de dos terceras partes de los cristianos presbiterianos vivían en el Norte, cuando fueron perseguidos por el régimen, se vieron forzados a trasla-darse al Sur, donde influyeron considerablemente en el desarro-llo del cristianismo tras la Guerra. Iglesias como la Youngnak y la de Choonghyun, ambas en Seúl, fundadas por “cristianos norteños” de Pyongyang, tuvieron un papel preponderante en las actividades anticomunistas de la sociedad surcoreana.

El cristianismo se expandió rápidamente por intervención del personal militar y de los prisioneros de guerra. Se ha docu-mentado que las tendencias cristianas de la administración del

Los surcoreanos han desarrollado una vitalidad y resistencia sin límites debido a estas dificultades, pero también están trau-matizados. Varios aspectos de la población y su cultura, que se perciben de forma negativa, están enraizados en las cicatrices de este largo periodo de crisis y la experiencia de las atrocidades de la Guerra.

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presidente Syngman Rhee también sirvieron para que esta fe fuera aceptada por la gente. Se veía como una religión que ser-vía de medio para obtener suministros de ayuda, como sendero que conducía a los EE. UU. y como manera de experimentar algo del estilo de vida americano en Corea. Había tantos co-reanos que dependían de la iglesia para obtener suministros que los EE. UU. empezaron a ser considerados como “tierra de gracia”. Hay especialistas que consideran que la creencia entre los cristianos aquí de que la bendición material proviene de la fe en Cristo tiene su origen en las experiencias de la Guerra y la posguerra.

Algunos creen que el cristianismo se popularizó tanto porque, a diferencia de otras creencias, ofrecía un sentimiento de comunidad y una lógica que ayudaba a la gente a entender la irracionalidad de las atrocidades de la Guerra. Este conflic-to provocó grandes desplazamientos tanto geográfica como socialmente, y la iglesia cristiana ofreció a los recién llegados estabilidad emocional y cohesión social. Los centros de culto fundados por los refugiados norcoreanos sirvieron como co-munidad a los que habían quedado desarraigados repentina-mente. Varios líderes religiosos pensaban que la contienda era “una prueba de Dios para poder emplear al pueblo coreano como medio para la salvación universal”, mientras que otros la interpretaron como señal del final del mundo. Aunque no eran muchos los que creían esto último, sí tuvo el efecto de hacer más entendible una realidad tan cruel e incomprensible.

Flujo de refugiadosOtra importante consecuencia, aparte de la enorme canti-

dad de vidas perdidas, fue el traslado forzoso de innumerables personas obligadas a abandonar sus hogares. En la mayoría de los casos, no fue posible que se trasladara toda la familia, por lo que se desplazaron los hombres para asegurar la continuidad del apellido. En muchas ocasiones también, era imposible que viajaran todos, por lo que hubo muchas separaciones. Cerca de millón y medio de personas huyeron al Sur desde 1945, tras la liberación del régimen colonial nipón, hasta 1953, el final del conflicto. Los que emigraron dejaron detrás de 4,5 a 6 millones de familiares, el 15-20 por ciento de la población en 1950.

Los norcoreanos se asentaron principalmente en las ciuda-des, lo que contribuyó al desarrollo urbano y modernización de mediados del siglo pasado, al igual que al surgimiento de ba-rrios bajos. En esa época, el porcentaje de urbanización del Sur estaba en el 24,5. Muchos se asentaron en regiones fronterizas, como Sokcho, lo cual alteró la composición de su población.

Antes de la liberación, los residentes de las zonas norocci-dentales de Corea ya eran famosos por ser abiertos y progre-sistas, aparte de estar bien educados y ser buenos hombres de negocios y cristianos. Como la gente que se marchó del Norte lo hizo para sobrevivir o para tener una vida mejor, era natural que trajera con ella al Sur un fuerte sentimiento de superviven-cia y gran resistencia.

Muchos refugiados enfatizaban sus creencias anticomu-

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nistas e incluso participaron en movimientos conservadores de dicha tendencia en Corea del Sur. Pero también sufrieron enormemente por los familiares que dejaron en el Norte; mu-chos, además, fueron vigilados de cerca por las autoridades. No fue hasta 1985, 32 años después del final de la Guerra, que se produjo la primera reunión de familias separadas de ambas Coreas. La segunda se produjo en 2000. Algunos emigraron a los Estados Unidos en busca de un entorno más seguro y del sueño americano.

Beneficios de la educación y el servicio militarA los coreanos, que habían adquirido un gran respeto por

la educación en el doloroso periodo del régimen colonial, la Guerra les enseñó que la modernización en el aprendizaje po-dría significar su supervivencia. El servicio militar obligatorio fue pospuesto para los universitarios durante el conflicto arma-do y el periodo de reconstrucción, mientras que la competencia en inglés y un sistema educativo modernos eran esenciales para conseguir un empleo y ascender en la sociedad. La riqueza ma-terial quedó destruida o fue saqueada durante la Guerra, pero la educación era un bien “seguro”, como una vía a un estatus social mejor y a la prosperidad económica. La educación de-terminó así el destino de familias enteras. Podría decirse que la pasión por el aprendizaje en los coreanos de hoy en día puede atribuirse a las lecciones aprendidas durante ese periodo.

Incluso tras la firma del armisticio, que supuso el final de

las hostilidades en el campo de batalla, no se consiguió la paz y la confrontación continuó. Corea del Sur se vio obligada a mantener un ejército de 600.000 soldados, una enorme exi-gencia si tenemos en cuenta la población del país, por lo que el servicio militar fue obligación de todos. Debido a la Guerra, la tensión existente entre ambos bandos y la ayuda militar esta-dounidense, esta “mili” ofrecía oportunidades valiosas para la educación y el adiestramiento. El generoso apoyo del Gobierno al Ejército hizo posible que éste lograra una tecnología y unas prácticas organizativas avanzadas. Aunque el anticomunismo desempeñó un papel destacado, este entorno centrado en lo militar sirvió de caldo de cultivo para los golpes de estado y re-gímenes militares subsiguientes.

El servicio militar ofrecía una puerta de entrada a la socie-dad, ya que las lecciones que se aprendían sobre el trabajo en equipo y los principios organizativos desempeñaron un papel importante también en el sector civil. Los críticos afirman que esta prestación contribuye al exceso de machismo en la so-ciedad y al refuerzo del patriarcado y el autoritarismo, aparte de crear obstáculos para una verdadera democracia. Pero la generación nipona anterior a la guerra admira a los coreanos por la fortaleza de su carácter y su espíritu de lucha, además de su gran camaradería, como resultado de la “mili”. Asimismo, parecen lamentarse de la ausencia de esas características en la generación de posguerra en Japón.

1 El campus de la Universidad Femenina de Ewha. Hoy, el 81,9 por ciento de los estu-diantes de bachillerato son admitidos en las instituciones de enseñanza superior, lo cual confirma el conocido entusiasmo por la educación del país.

2 La iglesia de Choonghyun, Seúl, fue fundada por cristianos norcoreanos que huyeron al Sur.

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Refugiados apresurados cruzan los restos del puente para el ferrocarril de Daedonggan, Pyongyang, hacia el sur. Esta fotografía, llena de desesperación, narra las trágicas consecuencias de la Guerra.

© NOONBIT Publishing Co.

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Hubo una época en que Corea era conocida en el mundo como “El Reino Ermitaño” o “La Tierra de la Calma Ma-

tutina”. Esto refleja la paz de la que se disfrutaba en este pequeño país, que ocupa un lugar de poca relevancia en el Noreste de Asia. Pero en la segunda mitad del siglo XIX empezó a gestarse una tormenta de la que la pequeña península no podría escapar. Comenzó con las presiones de las potencias occidentales para que abriera sus puertas y desembocó en la invasión del imperio nipón. Y cuando parecía que había logrado la independencia de esta formidable dinámica internacional, una potencia co-munista del norte arrasó todo el territorio. Al final, la península coreana, que compartía la misma sangre, el mismo idioma y la misma cultura durante milenios, fue seccionada en el paralelo 38, creándose así el escenario de esa hostilidad mutua.

El Milagro del Río HanLa Guerra de Corea supuso para los

habitantes de la península un periodo de sufrimiento sin precedentes. Toda la nación estaba acribillada a balazos, en ruinas y plagada de cadáve-res. Esta dura realidad era una sucesión de miseria, desesperación y tragedia. Después, tal y como se dice, “el tiempo lo cura todo”, por lo que tras años, las heridas de la confrontación comen-zaron a cicatrizar.

Las numerosas montañas del país, que se habían visto torturadas por el fuego de arti-llería y las bombas, lograron volver a cubrirse de verde, y Corea, como nación, devastada por

la contienda, comenzó gradualmente a volver a la normalidad. Sin embargo, en vez de volver a su estado anterior, renació del todo. Los coreanos crearon una forma tan nueva que el mundo comenzó a llamar “el Milagro del Río Han”. Al menos, en la superficie, parecía que todas las llagas se habían curado y en su lugar sólo quedaban cicatrices.

Pero la Guerra no ha concluido y a ambos lados de la DMZ (Línea de Demarcación, por sus siglas en inglés), lugar que existe desde el acuerdo de armisticio, el Norte y el Sur están en-frentados. Las marcas físicas y sociales son menos visibles, pero mental y emocionalmente, la amargura todavía es profunda. Aunque el dolor es menos obvio, ha calado en lo más hondo, donde las pesadillas de la batalla siguen vivas y frescas.

Familias separadasEl 30 de junio de 1983 fue un día inolvidable,

cuando toda Corea pasó la tarde pegada a la televisión mientras la cadena estatal

KBS emitía un programa que preten-día reunir a familiares que habían

estado separa-

La profundidad del trauma de la GuerraLa pasada primavera, en Imjingak, cerca de la DMZ, había un anciano de cabello blanco con el rostro lleno de arrugas, de pie junto a la verja, mirando las montañas y ríos de Corea del Norte. Los rayos del sol que se reflejaban en su pelo eran como rayos X, capaces de penetrar cuerpo y alma, revelando el profundo remordimiento que sentía por haber estado separado de su familia todo este tiempo. La tragedia de la Guerra de Corea, incluso después de 60 años, sigue siendo motivo de angustia para demasiados coreanos.

Hahn Myung-hee Director de la Academia Imisi para la Cultura Musical de Corea

Sung Jong-yun Fotógrafo

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dos desde la Guerra. Casi 30 años después, esta emisión todavía perdura en la mente de todos. El título, “¿Alguien conoce a esta persona?”, indicaba su pretensión de ser un especial único. Pero pronto terminó y KBS se vio inundada de llamadas de familia-res separados y ocupada por personas que fueron al estudio en persona para describir su situación.

Como resultado de esto, la cadena amplió la emisión hasta la mañana del día siguiente, y terminó poniendo el programa otros 138 días. Durante este tiempo, aparecieron unos 100.000 miembros de familias separadas, y se produjeron 10.189 re-uniones, lo que condujo a torrentes de emociones. El espacio repitió escenas similares de dolor, mientras que el edificio de la emisora, cubierto de miles de pósters de gente que buscaba a seres queridos, se convirtió en otro recuerdo de la tragedia de la Guerra.

No se podía sentir más que lamento por los “diez millones

de familiares separados”. Hay que subrayar que el número de familias divididas afectó a la cuarta parte de la población total del país. Quienes aparecieron en el espacio mencionado, surco-reanos o norcoreanos que habían huido, nunca habían vuelto a ver a los parientes desde la Guerra, aunque residían en el Sur. Los que dejaron a sus parientes en el Norte, no tenían ninguna esperanza de verlos. La Línea del Armisticio, que separa ambas Coreas, impide el tránsito de personas.

Después de los esfuerzos de la cadena, algunas personas de ambos lados han podido ver a sus familiares, aunque fuera breve e intermitentemente. Desde 1988, unas 127.000 personas han solicitado estas reuniones con sus parientes del Norte. De ellas, lo han conseguido 19.000. Durante este tiempo, han fa-llecido 42.000 solicitantes. Estas familias han estado separadas cerca de 60 años, desde el final del conflicto. Las personas más desesperadas son las que tienen 80 y 90 años. Para estos ancia-

1© NOONBIT Publishing Co.

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nos supervivientes, las esperanzas de ver a sus familiares per-didos, pero no olvidados, disminuyen rápidamente. El trauma de la Guerra es tan profundo que desafía la comprensión y la imaginación.

Recuperación de restosEl 25 de junio del año pasado, hubo una reunión de unas

200 personas, entre las que había personalidades de la cultura coreana, en la Academia Imisi, en un tranquilo valle a las afue-ras de Seúl. Se recitó poesía con ocasión del LIX aniversario del inicio de la Guerra. El programa comenzó con el comandante Lee Yong-seok, que describió sus esfuerzos para recuperar los restos de las víctimas de la Guerra. Siguió la lectura de emotivos poemas sobre ese periodo por el famoso presentador de televi-sión Kim Se-won, el talento de las voces de Kim Jong-seong y Yu Gang-jin y de la veterana actriz Park Jung-Ja. Hubo también un

concierto de canciones famosas de la época al saxofón, mientras que Ahn Sook Sun, famosa intérprete de pansori, dio más so-lemnidad si cabe al ambiente con sus melancólicas letras.

Las dos horas del evento unió a todos en una atmósfera sombría y apesadumbrada. Muchos no pudieron contener las lágrimas cuando el comandante contaba historias sobre su tra-bajo. En el año 2000, el Ministro de Defensa Nacional (MND) creó una Agencia para la Recuperación e Identificación de Res-tos de Caídos en Combate. Aunque fue creada tarde, esta orga-nización sigue el modelo del JPAC (Joint POW/MIA Accoun-ting Command), con base en Hawái. El MND estima que el número de víctimas cuyos cadáveres no han sido recuperados es de 130.000. En los diez años de operaciones de la Agencia de este Ministerio, se han hallado los de 4.133 combatientes.

Quedan todavía 126.000 esparcidos por la nación, que to-davía no han sido entregados a sus seres queridos. Con el paso

1 Aglomeraciones de soldados y refugiados en un barco LST por la orden de evacuación de Heungnam, del Mando de las Naciones Unidas, el 12 de diciembre de 1950. Tropas surcorea-nas y de la ONU, cuya retirada se vio cortada cuando China entró en el conflicto, se unieron a los civiles en una huida masiva por mar.

2, 3 El 30 de junio de 1983, cuando KBS emitió un programa en directo para reunir familias sepa-radas desde la Guerra, el edificio de la cadena de televisión se vio inundado por personas que deseaban hallar familiares. Cubrieron la facha-da con peticiones de ayuda. Originalmente, la emisión debía ser única, pero continuó durante 4 meses y medio. Se produjeron más de 10.000 reuniones.

De las 127.000 personas que solicitaron participar en el programa de reunión de familias separadas, unas 19.000 lo han lo-grado; otras 42.000 ya han fallecido. Para estos ancianos supervivientes, que pasan de los 80 y 90 años, las esperanzas de ver a sus familiares perdidos, pero no olvidados, disminuyen rápidamente. El trauma de la Guerra es tan profundo que desafía la comprensión y la imaginación.

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3© Hong Soon Tai

© Hong Soon Tai

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del tiempo, es cada vez más difícil recuperarlos ya que cambia el entorno, los puntos de referencia desaparecen y ya no hay tanta gente que pueda identificar lugares donde podrían hallar-se. En poco tiempo, será casi imposible hallarlos, por lo que se convertirán en polvo que nutrirá las bellas flores que iluminan nuestra patria. Es una realidad trágica y desafortunada.

En agosto del año 2000, justo después de la fundación de la Agencia del MND, hubo un incidente casi milagroso en Hyeon-ri, Inje-gun, provincia de Gangwon-do. Esta área, rodeada por montañas que alcanzan los 1.000 metros, fue el escenario de una violenta batalla durante la Guerra de Corea. En ella, murió Kim Gwon-sun, de Suncheon, ciudad del sureste del país. Cuando se alistó, tenía mujer y una hija de un año. Su esposa esperó durante tiempo, ya que no se hallaron restos, pero luego se volvió a casar y se trasladó a una isla en el sur.

La hija, Kim Chun-hwa, creció sin padre. Más tarde, se casó. Pero tanto ella como su marido nunca perdieron la espe-ranza de hallar los restos de Kim, que había muerto en com-bate. Al final, un antiguo camarada de éste le dijo que había muerto cerca del puente de Yongpyo, en el área mencionada. El comandante Lee y el equipo de la Agencia del MND llegaron allí, donde escucharon el testimonio de los residentes, que le contaron que An Seong-hwan, de 63 años y vecino del lugar,

había tenido un sueño estremecedor.En él, su padre se le aparecía y le decía: “Hijo, mañana ven-

drán invitados importantes; la persona que buscan está en un refugio antiaéreo detrás de la casa. El último cuerpo enterrado, el de menor estatura, es el que buscan”. Sorprendentemente, se hallaron los restos de tres soldados, y el de menor estatura, de todos estaba enterrado en último lugar, exactamente como se afirmaba en el sueño de An. Además, estos restos, con una he-rida de bala en la pierna, fueron identificados como los de Kim Gwon-sun a través de pruebas de ADN.

El dolor del desplazamientoLas sobrecogedoras historias sobre la Guerra de Corea son

muy numerosas; el trauma ha dejado en los coreanos un dolor indescriptible, por lo que es inevitable que algunos crean que un deseo tan arduo de reunirse con los suyos puede resultar en milagros, ya que, como se dice, la fe puede mover montañas. Los últimos 60 años son especialmente importantes para el ámbito cultural del Este de Asia, incluida Corea. Desde hace tiempo, Júpiter es conocido como el “planeta del año”, como estándar para definir periodos de tiempo. Es decir, los 12 años que tarda dicho planeta en orbitar el sol se conocen como las “12 ramas”, y forman un ciclo. Los 60 años que tarda en dar

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cinco vueltas se consideran el ciclo sexagenario, considerado una unidad en la vida de un ser humano. Por ello, se dice que los que cumplen el año 61 comienzan un “segundo ciclo vital”. Por ello, es sexagésimo aniversario del inicio de la Guerra de Corea tiene más significado.

A pesar de que ha pasado un tiempo considerable, incluso la contemplación del menor resto de la confrontación puede provocar que la gente reviva las pesadillas y el dolor del pasado. Esto se puede comprobar cuando ve fotografías de puentes de-rruidos en el río Hangang o las ruinas del puente del ferrocarril sobre el río Daedonggang, o las imágenes de refugiados que, como enjambres de abejas, suben a bordo de un barco estado-unidense en Heungnam. También ocurre cuando recordamos la avalancha de desplazados que abandonan su hogar en medio del invierno, sin destino conocido, durante la retirada del 4 de enero, o rememoramos la enorme cantidad de gente ham-brienta que ocupó el mercado internacional de Busan.

Muchos pueden ver claramente todavía los horrores de la Guerra cuando oyen la canción “Resiste, Geum-sun”, o se sien-ten inundados por un enorme remordimiento con “Estación de Busan, el lugar de la partida”. Muchas mujeres suspiran con “El desgarrador cerro de Miari”, que cuenta el desconsuelo de una mujer al ver cómo las tropas norcoreanas se llevan a su

marido. Para los que han estado separados de sus familiares durante todo este tiempo, escuchar la letra de “¿Alguien conoce a esta persona?” podría ser suficiente para reavivar los desespe-rados deseos de una reunión, aunque fuera fugaz.

En Imjinkgak, cerca de la DMZ, hay un monumento en recuerdo de todos los que huyeron al Sur durante la Guerra y dejaron detrás casa y familia. En ocasiones especiales, como Año Nuevo, esta gente viene aquí para saludar a sus padres en el Norte y realizar los ritos funerarios correspondientes. La pasada primavera, un día en que los rayos del sol eran bastante cálidos, tras el largo invierno, cerca de este lugar, había un an-ciano de cabello blanco con el rostro lleno de arrugas, de pie junto a la verja, mirando las montañas y ríos de Corea del Nor-te, que, reflejados en sus pupilas, permanecían en silencio. Co-gió un pañuelo y se lo acercó a los ojos una o dos veces. Estuvo ahí como un viejo árbol, mirando en silencio al otro lado. Los rayos del sol que se reflejaban en su pelo eran como rayos X, capaces de penetrar cuerpo y alma, revelando el profundo re-mordimiento que sentía por haber estado separado de su fami-lia todo este tiempo. Su corazón estaría desgarrado por la pena y frustraciones de la Guerra de Corea, que, incluso después de 60 años, sigue siendo motivo de angustia para demasiados co-reanos.

1 Monumento de Mangbaedan, en Imjingak, Paju-si, provincia de Gyeonggi-do. Aquí se acercan refugiados norcoreanos en fiestas señaladas y otras ocasiones especiales para realizar ritos ances-trales y recordar a sus familias al otro lado de la frontera.

2 Desde el tercer piso del observatorio de Imjingak, podemos ver Corea del Norte a través de binoculares.

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El fenomenal desarrollo de posguerra de CoreaEl país, con la ayuda de tropas de veintiuna naciones de la ONU, ha sido capaz de recuperarse de la devas-tación de la Guerra y entrar en el Grupo de los 20. Los 60 años de historia de este avance se refleja en un progreso inimaginable en su economía, sociedad, cultura, población y calidad de vida.

Park Tae-gyun Profesor de la Escuela de Posgrado de Estudios Internacionales de la Universidad Nacional de SeúlSeo Heun-kang Fotógrafo

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La Guerra de Corea fue un desastre para toda la península. No sólo en cuanto a destrucción física sino a angustia psi-

cológica provocada por la separación de las familias y las bru-tales masacres, traumáticas más allá de toda comprensión. Un aspecto notable de este daño fue el nivel de desesperación y de desconfianza que el conflicto produjo en la gente.

Cuando el país fue liberado del régimen colonial nipón, había un enorme optimismo sobre la oportunidad de crear una nación próspera. Aunque había dos gobiernos distintos en ambas partes de la península, nadie esperaba que la división durara mucho; todos creían que tras la pronta reunificación, el país avanzaría de manera autónoma. Por ello, ambos países desarrollaron planes para fomentar la recuperación económica.

Crecimiento de las exportaciones y aumento de la rentaPoco después, esta esperanza acabó rota tras el estallido de

la Guerra. Después del conflicto, la renta per cápita del país sólo era de 65 dólares, una cifra todavía más baja que durante el periodo colonial nipón. Incluso en 1961, ocho años después del término de las hostilidades y de dos administraciones, los ingresos sólo eran de 82 dólares. Y si tomamos en cuenta la in-flación, el incremento no suponía ninguna mejoría real.

No obstante, había esperanza. Se basaba, sobre todo, en la creencia de que si uno puede triunfar, debe hacerlo; por medio de la educación. Se puso en marcha la enseñanza primaria gra-tuita, lo que hizo posible que los admitidos en el primer ciclo de secundaria supusieran el 38 por ciento del total en 1961, un gran aumento en relación con el 16 por ciento de 1954. El número de universitarios, que era de 30.000 en 1952, se dupli-có en 1954, y en 1960 era ya más del triple. Lo mismo ocurrió con las universitarias, que eran unas 1.000 cuando la liberación (1945) y llegaron a 17.000 en 1960. El 2009, la cifra total de estudiantes de educación terciaria alcanzó los 3,07 millones, de los que 1,21 eran mujeres.

Este mayor acceso a la cultura fomentó el deseo de demo-cratización y de crecimiento económico, lo que condujo a la Revuelta Estudiantil del 19 de Abril y al milagro financiero del país, con unos niveles de desarrollo sin precedentes gracias, en gran parte, a los planes de la administración de Park Chung Hee. Este periodo comenzó en 1964 y, durante las siguientes tres décadas, hasta principios de los años 90, con la excepción de un periodo en los años 1980, Corea registró un incremento de más de 10 por ciento anual, superando con creces el de la potencia vecina de Japón.

El volumen de exportaciones, que no llegaba a los 100 mi-llones de dólares en 1962, cuando se pusieron en marcha los primeros planes de desarrollo económico, alcanzó los 1.000 millones en 1971, 10.000 en 1977 y llegó a los 420.000 en 2008, aunque hubo un declive del 13,8 por ciento hasta los 363.000 en 2008. De igual modo, el ingreso per cápita pasó de los 1.000 dólares en 1977 a 3.218 en 1987 y 10.000 en 1995; llegó a los 20.000 en 2007. Luego, se redujo a los 17.175 en 2009, el nivel más bajo de los últimos cinco años.

Situación industrialEl PNB del país fue de 832.900 millones en 2009, el déci-

mo quinto del mundo. De las 100 empresas mundiales más emprendedoras de 2009 según la revista de negocios Fortune, cuatro son nacionales, entre las que se halla Samsung Electro-nics. Los sectores del país más competitivos internacionalmen-te son la construcción naval, los semiconductores, la electróni-ca de consumo y la automoción. En cuanto a su tamaño com-parativo, las ventas de empresas coreanas entre las 500 más importantes del mundo supusieron el 2,9 por ciento en 1996, pero el número se redujo al 1,5 tras la crisis financiera, aunque después recuperó el nivel del 2 por ciento. La dependencia de

Barcos para viajes de recreo por el río Hangang, a la caída de la tarde.

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Corea de los intercambios bilaterales está entre la más alta de los países con gran actividad comercial ya que su estructura económica se centra en las exportaciones. El país muestra ca-racterísticas tanto asiáticas como occidentales en los productos que vende al exterior: eléctricos-electrónicos, textiles y auto-móviles.

Factores demográficosEl fuerte crecimiento y la transformación de su estructura

industrial produjeron cambios revolucionarios en la sociedad del país. El nivel de escolarización en el primer ciclo de la en-señanza secundaria alcanzó el 100 por ciento en 1987, aunque sólo suponía el 38 en 1961. Asimismo, los niveles en el segundo ciclo del bachillerato y en la enseñanza terciaria aumentaron considerablemente, del 21 al 80 por ciento y del 6 al 29, res-pectivamente, durante el mismo periodo. El porcentaje de asistencia en ambos ciclos de la enseñanza media alcanzaron el 99,9 por ciento y el 99,7 por ciento en 2008, y el porcentaje de admisiones a la universidad representó el 83,8 por ciento.

La mujer, en medio de tantos cambios, asumió papeles más activos. Hasta los años 70, su trabajo había quedado relegado a tareas manuales en las industrias procesadoras o de servicios, pero desde los años 80, fueron adquiriendo mayor especializa-ción. En 2009, el nivel de participación de la mujer en la activi-dad económica era del 50 por ciento. Un campo de especializa-ción es el docente: el 74 por ciento de los maestros de primaria, el 64,5 de los profesores del primer ciclo de enseñanza secun-daria y el 42,1 del de segundo ciclo son mujeres. El porcentaje de candidatos que pasan las oposiciones para funcionarios es bastante alto: el 65,7 por ciento para el cuerpo diplomático, el 51,2 para el funcionariado de alto rango y el 38 para abogados del Estado. En cuanto al número de diputadas, en la actual le-gislatura, la décimo octava, representa el 13,1 por ciento (41), un aumento del 7,8 respecto al año 2000 y de un 0,7 respecto al 2004.

UrbanizaciónLos cambios sociales pueden medirse por la distribución de

electrodomésticos como televisiones, radios y también de auto-móviles. En 1959, el número total de transistores era de 300.000, lo que representaba un porcentaje del 9,1 por ciento, mientras que el de televisores era de sólo 1.000. Había sólo 10 de estos por cada 1.000 habitantes en 1965, 200 en 1980 y unos 360 en 1995. Si se considera que una unidad familiar básica está com-puesta por 3 ó 4 miembros, Corea ha alcanzado la cifra de un aparato por cada familia. Los desacuerdos sobre qué canal ver, que existieron hasta los años 80, son ya asunto del pasado.

La migración a las ciudades también ha aumentado enor-memente. El porcentaje de urbanización, del 23 por ciento en 1955, pasó al 30 en 1960, el 47 en 1975, el 73 en 1990 y el 81 en 2005. En la actualidad, los ciudadanos, que se han cansado de la ajetreada vida de las metrópolis, tienden a trasladarse de nuevo a áreas rurales, aunque este volumen de personas toda-vía no es lo suficientemente grande para que las tendencias re-viertan. Aunque este crecimiento urbano se debe a la gente que se traslada del campo, está también causado por los esfuerzos de los ayuntamientos de ampliar sus límites jurisdiccionales.

Por el contrario, se ha dado una fuerte disminución de la población rural, que era de 16 millones en 1967 y comenzó a declinar drásticamente en la siguiente década. Los residentes en zonas urbanas pasaron del 28 por ciento en 1960 al 41 en 1971, y se dispararon al 74 en 1990. Como la electricidad fue más ac-cesible debido al movimiento Semaeul (nuevo pueblo), el nú-mero de centros rurales que disponían de ella pasó del 20 por ciento en 1970 al 98 por ciento en 1978, aunque esto no sirvió para parar la emigración a las urbes.

Este florecimiento de la población ciudadana se vio acom-pañada por un dramático incremento en el número de pro-pietarios de vehículos. En 1955, la cifra era de menos de 10 automóviles por cada 10.000 hogares; sobrepasó el centenar en 1980, el millar en 1990 y los 10.000 en 2005. En la actualidad,

El volumen de exportaciones, que no llegaba a los 100 millones de dólares en 1962, cuando se pusieron en marcha los prime-ros planes de desarrollo económico, alcanzó los 1.000 millones en 1971, 10.000 en 1977 y llegó a los 420.000 en 2008. De igual modo, el ingreso per cápita pasó de los 1.000 dólares en 1977 a 3.218 en 1987 y 10.000 en 1995; llegó a los 20.000 en 2007.

1 Astilleros en Ulsan de Hyundai Heavy Industries. Corea ocupa el primer lugar del mundo en la construcción de barcos.

2 El aeropuerto internacional de Incheon ha sido elegido el mejor del mundo durante cinco años consecutivos.

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hay más de uno por hogar. Este drástico aumento se debió a la gran producción de la industria del motor desde 1975 y se vio favorecido por los precios asequibles del combustible y la ampliación de la red vial en los años 80, aunque el hito más im-portante fue la finalización de la autopista de Gyeongbu (Seúl- Busan) en 1970.

La rápida transformación en una sociedad industrializada trajo a los coreanos un estilo de vida más opulento, como se puede comprobar en el número de familias que se consideran de clase media. En 1960, sólo el 20,5 por ciento se consideraba de dicha clase social. En 1980, este número se había duplicado (40,3 por ciento) y llegó al 53 por ciento en el año 2000. La conciencia de pertenencia a este nivel social representó los ci-mientos de la rápida democratización de la sociedad. En 2009, la clase media la componía el 66,7 por ciento de la población.

EnvejecimientoTodos estos rápidos cambios condujeron a una evolución

en los valores y estilos de vida tradicionales. Según mejoró la sanidad, la calidad de vida aumentó, y la sociedad empezó a envejecer rápidamente, por lo que las actividades tras la jubila-ción se intensificaron. La esperanza de vida pasó de 52,4 años en 1960 a 70 en 1987, 79 en 2005 y 79,4 en 2007. La altura de un adolescente de 17 años aumentó en casi 6 cm: de 163,7 en 1965 a 169,5 en 1987. Según un estudio sobre la salud realizada por el Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo en 2007, la

altura media de los jóvenes entre 19 y 24 años era de 175,9 cm para los varones y 161,9 cm para las mujeres. Estos cambios se deben a una reducción del número de habitantes por médico hasta los 1.218, algo más del 50 por ciento de disminución respecto a los datos de 1965 (3.066), y a la mejora de la higiene (aumento de hogares con agua corriente: 17,1 por ciento en 1965 y 70 en 1987).

El índice de envejecimiento (el porcentaje de población de más de 65 años comparado con el de los menores de 15) se ha alterado rápidamente y ha pasado del 7 en 1969 al 20 en 1990, el 35 en 2000, el 50 en 2005 y el 63,5 en 2009. Por otra parte, la tasa de fertilidad (número de hijos por mujer) ha disminuido de 4,5 en 1970, cuando se pusieron en marcha medidas de planifica-ción familiar, a 1,2 en 2005, lo que convierte a Corea en uno de los países con un índice de natalidad más bajos del mundo.

Aparte de este proceso, el cambio del estilo de vida también ha conducido a un aumento en el número de hogares en los que vive una única generación, ocupados por una familia nuclear o individuos, que pasaron del 7,5 por ciento en 1960 al 21,2 en 2005. Al mismo tiempo, también ha disminuido el tamaño de las familias en cada vivienda y ha pasado a menos de tres miembros (2005), así como las grandes proles de varias genera-ciones bajo un mismo techo, que han pasado del 28,5 por ciento (1960) al 12,5 (1990). El año pasado, los hogares donde vivían más de siete miembros de una familia representaban sólo el 0,5 por ciento del total. Como consecuencia de todo ello, la aten-

1 Una sala esterilizada de la fábrica de semiconductores de Sam-sung Electronics en Giheung. La industria de la electrónica, incluida la fabricación de chips, se ha desarrollado sorprenden-temente.

2 Corea exporta vehículos a todo el mundo. Es el quinto fabricante mundial de automóviles.

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ción a la tercera edad se ha convertido en un tema urgente, por lo que las llamadas “industrias plateadas” son un sector crecien-te. Hay que destacar que aumenta el fenómeno del aislamiento en la sociedad debido a la modernización: el porcentaje de los que se consideran religiosos se ha triplicado. En 1964 era del 13 por ciento (3,57 millones) pero en 1985 pasó al 43 por ciento (17,2 millones).

Otros indicadoresEl declive en el incremento de la población, debido al bajo

índice de natalidad, ha obligado a atraer mano de obra del ex-tranjero, por lo que el número de inmigrantes que residen en el país durante un largo periodo pasó de 150.000 en 1999 a casi 500.000 en 2005. Los matrimonios internacionales pasaron del 5 por ciento en 2002 y el 8,2 en 2003 al 11 en 2008. En contras-te con la década de los años 80 y 90, en las que la mayor parte de estas parejas estaban formadas por estudiantes de intercam-bio y soldados estadounidenses estacionados en Corea, en los años 2000, aumentan los compuestos por coreanos de zonas rurales y mujeres de otros países asiáticos. Los hijos de estas parejas son conocidos como “cosiáticos” y han ayudado a que haya más interés por el multiculturalismo en el país. Hoy no es raro ya ver extranjeros en cualquier lugar.

No obstante, la indiferencia hacia los inmigrantes y las con-secuencias sociales que esto supone son más serias. Además, aunque el número de residentes extranjeros en el país se ha in-crementado por las tendencias globalizadoras, el foco del país se centra en las naciones avanzadas y no en los países en desarrollo, a los que sólo destina una ayuda del 0,1 por ciento del PNB, lo que lo sitúa en el puesto 29 de los 30 que componen la OCDE.

La rápida industrialización del país y los cambios que ha provocado han causado que en 2005 fuera la séptima nación del planeta en uso de energía y, específicamente, de petróleo, lo cual también plantea problemas medioambientales. En 2009, bajó hasta el noveno puesto. A pesar de que es una sociedad ca-pitalista moderna, el porcentaje de trabajadores que pertenece a sindicatos pasó del 9 por ciento en 1963 al 15 en 1981, antes de disminuir de nuevo a menos del 10 por ciento en 2005. En 2008, era sólo del 10,5 por ciento. Se ha producido un desa-rrollo económico suficiente para que Corea pase de ser una economía emergente a una nación desarrollada, pero el interés de la sociedad en el bienestar y las condiciones laborales no han avanzado de igual modo. A pesar de la polarización de la socie-dad debido a la crisis financiera de 1997-98 y el envejecimiento de la sociedad, las medidas políticas sociales han dado marcha atrás en los últimos años.

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Fotodocumental de la Zona Desmilitarizada de CoreaLa Zona Desmilitarizada de Corea (DMZ) es un espacio prohibido. No obstante, en 1997, el Ministerio de Defensa Nacional me encargó fotografiarla. Los resultados de este proyecto se publicaron en The 155-Mile Armistice Line: A Land of Regret, Tension, and also Hope (las 155 millas de la línea del armisticio: tierra de lamento, tensión y también esperanza). Además, presenté la exhibición fotográfica “Korea’s DMZ: In Search for Peace and Life,” (la DMZ: en busca de paz y vida) en la sede de las Naciones Unidas, Nueva York (28 de junio-9 de julio de 2010).Choi Byung Kwan Fotógrafo

La Zona Desmilitarizada (DMZ), junto a la Línea del Armisticio, ha adquirido un aspecto totalmente virgen.

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Tras tres años de batallas, la Guerra de Corea terminó donde empezó. Fue un conflicto fratricida insensato en el que no hubo ganadores. El 27 de julio de

1953, el comandante en jefe del mando de las Naciones Unidas, el comandante general del Ejército norcoreano y el del Ejército de Voluntarios del Pueblo de China firmaron el Acuerdo del Armisticio, por el que cesaba toda hostilidad y se creaba una zona de seguridad de 4 kilómetros de anchura y 249,4 de longitud para evitar más contactos y más conflictos. Esta Zona Desmilitarizada (DMZ, por sus siglas en inglés), que separa ambas Coreas, está seccionada por una línea de demarcación militar. En la zona sur se han colocado 1.125 letreros de adver-tencia, en coreano e inglés.

Un sendero de 250 kilómetrosA principios de 1997, el Cuartel General del Ejército hizo planes concretos

para documentar el estado de la DMZ por medio de fotografías. Después de ser el elegido, recorrí los aproximadamente 250 Km de la DMZ tres veces durante dos años sin parar de hacer fotos. Fue la primera vez que un civil tomó imágenes de esta área en el medio siglo desde la Guerra. Empecé a ponerme nervioso unos días antes de iniciar mi viaje para fotografiar esta tierra trágica que el conflicto había abandonado. No podía creer que comería y dormiría con soldados durante este proyecto.

Puse dos bolsas en la parte trasera del todoterreno militar que me vino a bus-car y me acomodé al lado. Mi anciana madre me observaba desde la oxidada puerta de nuestra casa pero no dijo nada. En el asiento delantero, un comandante era el encargado de llevarme a un campamento militar junto a la DMZ. El vehículo siempre iba hacia el norte. Mi madre, de 80 años, se quedó en el portal hasta que la perdimos de vista.

En el viaje, vimos patrullas armadas caminando por el arcén en columnas interminables; el número de vehículos militares que iban y venían aumentaba. Según nos acercábamos, el ambien-te parecía más frío. Mi corazón latía con fuerza. No hallaba palabras… En el todoterreno, había una notable quietud. Se vislumbraban campamentos escondidos en las montañas que franquea-ban la carretera. Había controles militares en todos los sitios: soldados con el fusil al hombro ins-peccionaban el vehículo.

El oficial encargado de la información y educación de la tropa me asignó un alojamiento. Ha-bía olvidado totalmente a mi madre, sola en casa, y sólo deseaba que la Guerra desapareciera de esta tierra, que el Norte y el Sur se reconciliaran y así desapareciera la tensión. Pasé varias noches en vela, aunque intentaba dormir. Todo lo que veía desde la ventana era una cruz roja de neón; no se veían ni la luna ni las estrellas. Cada cierto tiempo, sonaba un disparo que me sobresaltaba.

1~3 La cabra montés (Monumento Natural número 217), la grulla manchú (Monumento Natural número 202) y la clavelina se han adaptado bien a la DMZ.

Durante más de medio siglo desde el armisticio, la DMZ ha estado vedada para los civiles; sólo los soldados podían acceder al área. Sin presencia humana, otras formas de vida han logrado prosperar, entre las que encontramos varias especies anima-les y vegetales que se consideraban extintas.

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Pasaba mucho tiempo después que los chirríos de los insectos habían cesado.Comencé a tomar fotografías del frente occidental. El paisaje era desconocido y parecía aban-

donado, aunque de una belleza singular. Había campos de minas en cualquier lugar, así que no daba ni un paso fuera del camino asignado. Las incomprensibles ruinas de la Guerra estaban por doquier: viejos trenes y vías convertidos en un montón de chatarra entre la que crecían ma-torrales, tanques y proyectiles oxidados, cascos agujereados, advertencias de minas de la época de la Guerra, puentes derruidos de los que sólo se veían los pilares, pueblos fantasma y escuelas abandonadas. Entre las ruinas, vi que habían crecido flores entre los agujeros de bala de un casco oxidado que, quise creer, eran el renacer del soldado muerto. Eso me retuvo algún tiempo.

Tesoro ecológicoDurante más de medio siglo desde el armisticio, la DMZ ha estado vedada para los civiles;

sólo los soldados podían acceder al área. Sin presencia humana, otras formas de vida han logrado prosperar, entre las que encontramos varias especies animales y vegetales que se consideraban ex-tintas. Algunas zonas han crecido como si fueran la selva. Hay vastas llanuras que se extienden en las cuatro direcciones. Los colores de las flores silvestres son especialmente vibrantes y bellos.

La DMZ, resultado de una dolorosa Guerra, puede considerarse una tierra prometida. Es un tesoro ecológico que merece ser protegido por todos los países. Estoy convencido de que si ambas

1 Flores silvestres crecen a través de los agujeros de bala de un casco.

2 Restos del puente de Amjeong-gyo, Cheorwon, destruido durante la Guerra.

3 Un póster de la exposición foto-gráfica en la ONU de Choi Byung Kwan.

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Coreas intentaran seriamente cicatrizar las heridas de la Guerra en un espíritu de reconciliación y coexistencia, e hicieran un llamamiento de ayuda a la comunidad internacional, la DMZ podría ser Patrimonio Natural de la Humanidad de la UNESCO. Sería un gran incentivo económico para ambos países.

En la parte meridional de esta Zona, se han construido observatorios para que la gente pueda ver, aunque a distancia, el territorio norcoreano, que nunca han visitado. Siempre que me detenía en uno de ellos me encontraba rodeado de personas de todo tipo; algunas habían quedado sepa-radas de sus familias. Hacían cola para ver la tierra que les vio nacer, que ya empezaba a perderse en el olvido.

Un día, en medio de una fría ventisca invernal, un anciano doblado por la edad miraba hacia el norte a través de unos binoculares. Me contó que su sueño era volver a ver su pueblo antes de morir. Me agarró las manos con fuerza, pero no podía hablar. Las suyas estaban arrugadas y pla-gadas de callos. La profundidad de su lamento y añoranza por su pueblo eran evidentes. Brotaron lágrimas y un remolino de viento trajo un aroma a desesperación.

Creo que la DMZ, que ha desempeñado un papel fundamental en prevenir más conflictos en la península durante el pasado medio siglo, es una cicatriz de la Guerra. Hoy, es una tierra que augura la paz entre el Norte y el Sur. No me sentí amenazado mientras fotografiaba esta zona. Re-zaba por la paz.

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Reflexiones sobre la Guerra de Corea a través de la literaturaEl tema de la Guerra de Corea ha desempeñado un papel fundamental en la literatura moderna del país. Los autores de la generación de posguerra recrearon sus experiencias sobre los horrores que vivieron y los de la tercera generación se basaron en las consecuencias y las heridas, todavía abiertas, que habían determinado sus vidas.

Kim Chi-su Crítico literario y profesor emérito de la Universidad Femenina de Ewha

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En términos de tema y contexto para la literatura de ficción coreana, ningún acontecimiento histórico ha influido

tanto como la Guerra de Corea. Con su sorpresiva invasión, las tropas norcoreanas obligaron a las surcoreanas a huir apresura-damente al sur, hasta Daegu, en sólo un mes, por lo que llega-ron a controlar las cuatro quintas partes del territorio meridio-nal. El contraataque, con el apoyo de tropas de la ONU, llegó en cinco meses hasta el río Amnokgang (Yalu). Sin embargo, cuando el Ejército de Voluntarios del Pueblo de China intervi-no, Seúl fue ocupada de nuevo. Tras una cruenta batalla para recuperar la capital, las fuerzas de las Naciones Unidas y Corea del Norte acordaron un cese de las hostilidades y ambas partes firmaron un armisticio en lo que hoy es la Zona Desmilitariza-da (DMZ, por su siglas en inglés). El éxodo de 10 millones de refugiados, que huyeron al sur durante la Guerra, llevó al caos a la sociedad surcoreana, basada en la agricultura.

Escritores de la Generación de PosguerraLa mayor parte de la ficción de los años 50 trata de la Gue-

rra o usa este periodo como escenario. Entre los miembros de esta generación, que estuvieron personalmente involucrados en la lucha, están Yeom Sang-seop, Ahn Soo-gil, Hwang Sun-won, Kim Dong-ni, Park Gyeong-ni, Jang Yong-hak, Sunwoo Hwi, Son Chang-sop, Seo Gi-won, Oh Sang-won, Lee Beom-seon, Lee Ho-chul, Song Byung-soo y Ha Keun-chan. Yeom Sang-sop, Ahn Soo-gil, Hwang Sun-won y Kim Dong-ni son parte de la primera generación de escritores posteriores a la libera-ción, mientras que a la segunda, que comenzaron a escribir a mediados del siglo pasado, se la conoce como la Generación de Posguerra. La contienda fue tan tumultuosa y catastrófica para las familias, las clases sociales y, en general, toda la sociedad surcoreana, que sirvió como línea divisoria entre dos grupos de literatos.

Este último participó directamente en la lucha y la vida de algunos miembros corrió peligro en ocasiones; atros vieron a sus amigos caer abatidos a su alrededor. Estos escritores usa-ron a los personajes para denunciar la insensata crueldad de la Guerra y para describir el desplazamiento y la lucha por la vida de los supervivientes. Los protagonistas se desesperan por la evanescencia y volubilidad de la vida humana mientras buscan desesperadamente un áncora moral para su vida cotidiana. Sin embargo, a pesar de sus sentimientos anticomunistas, no pue-den examinar la dirección ideológica de su sociedad. Ni siquie-ra pueden cuestionar el significado del conflicto en el que han tenido que participar. Tampoco pueden prever cómo será la sociedad en el futuro. Son, simplemente, víctimas de la Guerra y de la realidad. Esta Generación usaba la ficción como medio de recrear la realidad que había experimentado, para condenar la irracionalidad de la realidad y para señalar los caprichos del destino humano.

Sus obras tratan de distintos fenómenos asociados con las extremas circunstancias de la Guerra. Primero, la ideología

comunista aceptada por el Norte presentaba a los terratenien-tes como la raíz de todo mal, lo que dio como resultado la nacionalización de las tierras y su reparto entre los agricultores y jornaleros. Durante este proceso, se intensificó la confronta-ción entre propietarios y campesinos, que llegó a ser violenta, como se ve en las obras de Hwang Sun-won, Sunwoo Hwi, Lee Beom-seon y Ha Keun-chan. Segundo, los que participaron en la Guerra perdían su dignidad humana al recurrir a una bruta-lidad sin piedad, al verse forzados a realizar actos inimaginables por su propia supervivencia (Sunwoo Hwi, Oh Sang-won y Lee Beom-seon). Tercero, los jóvenes que habían perdido a familia-res y otros seres queridos debido al conflicto se veían superados por la pena debido al trauma del combate. Después de perder la fe en cualquier sistema de valores, a veces se inclinaban ha-cia la inmoralidad o llevaban vidas disipadas; las heridas de la Guerra no se curaban con facilidad y las consecuencias seguían provocando sufrimiento (Yeom Sang-seop, Hwang Sun-won, Seo Gi-won, Lee Beom-seon y Ha Keun-chan). Cuarto, aunque algunos niños perdieron a sus padres y hermanos y se vieron obligados a vagar en el oscuro mundo de los adultos para satis-facer el hambre, llegaron a aprender lo suficiente para superar las dificultades (Lee Ho-chul y Song Byung-soo). Quinto, el extraordinario poder del amor se revela por medio de mujeres que han perdido todo respeto por sí mismas y su orgullo como seres humanos, aunque no dudan en sacrificarse para salvar a un ser amado en peligro durante la Guerra (Yeom Sang-seop, Hwang Sun-won, Kim Dong-ni, Park Gyeong-ni y Seo Gi-won). Sexto, los refugiados que abandonaron a sus familias y sus pueblos cuando huyeron al Sur a menudo se hallaban mar-cados por la amargura debido a la dificultad de empezar una nueva vida y al dolor por no ser capaces de regresar a su tierra (Ahn Soo-gil, Jang Yong-hak, Lee Beom-seon y Lee Ho-chul).

Estos escritores hacían innumerables preguntas con sus retratos de almas vagabundas traumatizadas por la insensata violencia de la Guerra. En el contexto de estas extremas conse-cuencias, examinaban qué significaba ser humano, la dificultad de vivir como uno, la relevancia de la ética y las leyes que unen a la gente y la profundidad de la pena de perder a un ser amado sin saber siquiera por qué, o tener que matar a alguien porque era el enemigo.

La plazaChoi In-hun creó una nueva perspectiva de la Guerra con

su obra La plaza, de 1960. El protagonista, Lee Myeong-jun, es asaltado por miembros de una agencia de investigación surco-reana porque su padre había huido al Norte tras la liberación del país. Visita luego a un amigo en la ciudad de Incheon, desde donde se escapa como hizo su progenitor. Espera hallar el tan elogiado paraíso de los trabajadores, pero encuentra a su padre viviendo con privilegios. Se percata así de la contradicción del régimen comunista. En la invasión, supuestamente para liberar el Sur, el protagonista es reclutado. Luego le capturan en el río

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Nakdonggang y, cuando le dejan en libertad, no elige ni el Nor-te ni el Sur, sino que abandona ambas y se dirige a otro país.

Esta obra es una forma de ficción singular que se atrevió a tratar de los dos sistemas políticos, un tópico tabú en la socie-dad de la época, desde una perspectiva objetiva. El protagonista queda decepcionado del Norte y su justificación bélica, pero cuando conoce a Eun-hye en el campo de batalla, se da cuenta de que su amor por ella es su realidad más valiosa. Pero la Gue-rra no permite que ambos disfruten de sus sentimientos. Tras ser capturado, no puede aceptar la sociedad capitalista del Sur, repleta de corrupción, o la hipócrita tiranía del Norte, distinta al gobierno del pueblo que pregona, y decide abandonar la pe-nínsula.

El comunismo y el capitalismo de ambas partes son simple-mente una nomenclatura importada del exterior, no ideologías basadas en las necesidades de la sociedad coreana. Antes de

que el protagonista llegue a India, su destino elegido, se suicida arrojándose al océano. Este acto es una expresión meditada de alguien que se ha percatado de que la verdad del amor es mayor que la de cualquier ideología y que la muerte no es un escape o una derrota, sino un medio para alcanzar el estado perfecto de ese amor. Tiene la visión de una gaviota antes de ti-rarse al agua, lo que simboliza la nueva vida en el útero de Eun-hye. Su reverencia por la vida le fuerza a aceptar el fruto de su verdadero amor.

Aunque la mayor parte de la ficción de esta Generación trata del conflicto entre el bien y el mal, además de revelar la irracionalidad del ser humano como víctima de la guerra a través de un humanismo tradicional basado en una ideología anticomunista, La plaza presenta al individuo en sentido mo-derno a través de una persona que sufre enormemente debido al choque entre ideología y realidad, y paga un alto precio por

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© NOONBIT Publishing Co..

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el hallazgo del amor verdadero. Esta obra, que no podía ser presentada en una narración lineal tradicional, adoptó una for-ma más moderna en que el argumento queda continuamente interrumpido o vuelve al pasado. A este respecto, es una obra excepcional que ofrece una nueva perspectiva de la Guerra de Corea y representa un punto de partida para la tercera genera-ción de escritores.

La tercera generaciónCon este nombre nos referimos a los autores que vivieron

la Guerra de Corea durante su infancia, como parte de grupos de refugiados en retaguardia. Surgieron una década después del armisticio de 1953 y se los conoce como la “Generación del Hangeul”, por ser los primeros en aprender este alfabeto, el coreano, tras la liberación. Son los primeros en pensar en co-reano y expresarse en esta lengua. También se los conoce como la “Generación del 19 de Abril” por su papel destacado en la Revuelta Estudiantil de ese día en 1960. Entre los nombres más destacados están Kim Seung-ok, Yi Chong-jun, Park Tae-soon, Seo Jeong-in, Hong Sung-won, Kim Joo-young, Cho Hae-il, Kim Won-il, Jeon Sang-guk, Yoo Jae-yong, Cho Sun Jak y Yun Heung-gil.

Tienen recuerdos de infancia de la Guerra, pero descubren que las heridas que provocó se las han transmitido sus padres,

lo cual ha influido notablemente en su percepción de la reali-dad. Fue un grupo educado en la democracia y adquirió una actitud liberal e individualista, por lo que creían que podían determinar la naturaleza de su sociedad. Después de vivir los esfuerzos por democratizar el país en la Revuelta de abril, no dudaron en expresar sus puntos de vista sobre la dirección del sistema social. Buscaban descubrir también la causa funda-mental del conflicto y la confrontación entre los individuos y entre el individuo y la sociedad, aparte de defender los dere-chos de la persona en la economía industrializada y comercia-lizada de Corea. Sus temas eran variados y tenían una persona-lidad singular, pero seguían apreciándose trazas de la Guerra, tanto en el fondo como en primer plano.

Algunos narradores presentaban protagonistas que habían sufrido traumas en la infancia e intentaban enterrar esta expe-riencia, pero sufrían siempre que resurgía (Yi Chong-jun, Seo Jeong-in, Kim Won-il y Park Tae-soon). Otros describían per-sonajes forzados a cuidar a sus familias a pesar de su juventud, después de haber perdido a sus padres, por muerte o separa-ción, durante el caos de la Guerra (Kim Joo-young, Kim Won-il, Yoo Jae-yong, Cho Hae-il y Cho Sun Jak). Otro grupo creaba a individuos que, incapaces incluso de mencionar la ausencia de sus padres por motivos ideológicos, se ven atrapados por el nihilismo y viven vagabundeando, en busca siempre de su

1 Vista del campo de concentración de la isla de Ge-ojedo desde una de las torres de vigilancia donde un soldado hace guardia con una ametralladora.

2 Escenas de Flowers of Fire y The Descendants of Cain, y un póster de Superfluous Men, películas adaptadas de obras literarias que tratan de la trage-dia de la Guerra de Corea.

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© Korean Film Archive

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identidad (Kim Seung-ok y Kim Won-il).Aparte de ellos, había escritores que profundizaron en la

enorme pena causada por el conflicto, como la de la anciana cuyo nieto muere en el campo de batalla, o la amargura de un refugiado, que no logra cumplir su sueño de regresar a su hogar con su descendencia. Por medio de estas historias desgarradoras, los autores descubren las heridas y la división todavía palpables en los corazones y mentes de los coreanos (Yun Heung-gil, Yoo Jae-yong y Jeon Sang-guk). Otros que-rían contar la historia de las experiencias de cada grupo, clase e individuo de la sociedad coreana, denunciando la absurdez de la violencia en la Guerra y las ilusiones de la ideología, aparte de expresar un claro antibelicismo (Hong Sung-won). Aunque esta Generación no participó directamente en la Guerra, hizo preguntas sobre por qué esa experiencia perduraba en sus vidas. Esas cuestiones llevaron al descubrimiento de un indi-viduo moderno al contextualizar su existencia personal en la historia.

Desde la década de 1980, muchas de las obras de los miem-bros de este grupo adoptaron un tema central que incluía la muerte del protagonista. Así, intentaban reflejar el he-cho de que los personajes históricos clave, los

que habían participado en el conflicto o, al menos, lo habían vivido durante los primeros años de la década de los años 50, llegaban a su fin. Aunque parecía que la contienda podría llegar a olvidarse, los recuerdos transmitidos por los padres sirvieron para reavivarla en este grupo de autores, que quisieron revelar la importancia de esas experiencias. Aunque habían pasado bastantes años, la realidad de la división significaba que los jó-venes generación todavía sufrían las consecuencias. Por ello, la muerte de los que la vivieron llevó a estos narradores a ser más sensibles ante la realidad de la vida y a tratar de temas serios en sus obras. Quizá sea esta ironía, que la muerte puede engendrar vida, lo que manifiesta el doloroso sufrimiento de una Corea dividida.

Tareas para la cuarta generación¿Hay, pues, alguna manera de sanar las heridas de la Guerra

de Corea? Hasta que la nación no se reunifique, la curación total no es posible. No obstante, El huésped, obra de Hwang Suk-young, publicada en 2001, parece sugerir la posibilidad de que, si no es total, sí es posible el final del resentimiento y el odio. Hwang concluye que el pueblo coreano, después de ser incapaz de lograr la modernización por acuerdo, provocó un baño de sangre con el “mata o muere” después de enredarse en conceptos foráneos. Estos “conceptos foráneos”, como el socia-lismo o el cristianismo, son “el huésped” a que se refiere el au-tor. Esta novela inicia un camino de coexistencia para ambas Coreas al sanar las almas que todavía sentían la opresión del amargo resentimiento y liberarlas de la tendencia a la violen-cia. El autor afirma: “Con este ritual, quiero hacer dormir a los fantasmas de la Guerra Fría que todavía viven en la península

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La plaza es una forma de ficción singular que se atrevió a tratar de los dos sistemas políticos, un tópico tabú en la sociedad de la época, desde una perspectiva objetiva. Presenta al individuo en sentido moderno a través de una persona que sufre enor-memente debido al choque entre ideología y realidad, y paga un alto precio por el hallazgo del amor verdadero.

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Escenas de Taebaek Sanmaek, Yeongja’s Heyday, Flagman without a Flag, The Rainy Spell y The Foggy Town, películas basadas en obras literarias con el tema de la Guerra de Corea.

coreana”. Este “ritual” es su novela. Cree Hwang que escuchar las historias de los que murieron injustamente es la única ma-nera de expulsar los malos espíritus y traer la paz a estas almas que siguen vagando incluso tras su muerte porque no pueden descansar.

Necesitamos recordar las palabras que escribió Yi Chong-jun en su White Clothes (1994). Según él, debíamos llamar, calmar y reconfortar a los espíritus de “los innumerables hue-sos blancos sin tumbas”, incluyendo a los integrantes de las guerrillas comunistas y las fuerzas de represalia derechistas, que ahora son “nada sino huesos blancos despojados de color, pensamiento o ideología”. El autor pide lo mismo para las innumerables víctimas inocentes de ambos bandos, víctimas de la Guerra: consuelo y un entierro con funeral para que la reconciliación y la paz genuinas entre ambas Coreas se realice.

Sin embargo, el novelista indica que un auténtico funeral no puede organizarlo la primera generación, que vivió la Gue-rra, y ha de hacerlo la cuarta, que no tiene relación alguna con el conflicto: no tiene una inclinación personal, y eso le permite entender los problemas desde la objetividad, por lo que puede consolar a las víctimas de ambos bandos. Lee indica acertada-mente las limitaciones de la generación mayor, que todavía se ve acosada por las pesadillas de una invasión del Norte. Estas obras de literatura recuerdan a los lectores que la Guerra de Corea no ha terminado, sino que hay un cese de hostilidades, y transmiten la esperanza de que la paz verdadera llegue pronto para que las profundas heridas del pueblo coreano puedan por fin cicatrizar. Verdaderamente, los coreanos sueñan con un mundo sin guerras.

Cho Hae-il: America

Cho Sun Jak: Yeongja’s Heyday

Choi In-hun: La plaza

Ha Keun-chan: The Story of the Ferryboat; Roaring Laughter; The Royal Tombs and Occupying Forces

Hong Sung-won: Byeongchon on D-Day

Hwang Suk-young: El huésped

Hwang Sun-won: The Descendants if Cain; Los árboles en la cuesta

Jang Yong-hak: Archetypal Legend; John’s Book of Poetry

Jeon Sang-guk: Ah-be’s Family; Abandonment Burial

Jo Jung-rae: Taebaek Sanmaek

Kim Dong-ni: Evacuation of Heungnam

Kim Joo-young: The Sound of Thunder; Winter of the Son

Kim Seung-ok: Seoul-1964-Winter;Record of a Journey to Mujin

Kim Won-il: The House with a Big Yard; Evening Glow; A Festival of Fire

Lee byung-ju: Jiri Mountain

Lee Dong-ha: Toy City

Lee Ho-chul: Leaving Home; Petit Bourgeois

Lim Chul-woo: The Land of My Father

Oh Jung-hee: Garden of Childhood; Chinatown

Oh Sang-won: Records on Blank Paper

Park Gyeong-ni: The Marketplace and the Battlefield

Park Tae-soon: Theater in Ruins

Seo Gi-won: Blank Map; An Embrace, on This Mature Night

Seo Jeong-in: The Waltz

Son Chang-Sop: The Divine Comedy; Superfluous Men; Unsolved Chapter; The Rainy Season

Sunwoo Hwi: Flowers of Fire; Flagman Without a Flag; The Finale of the Chase

Yeom Sang-seop: Shower

Yi Chong-jun: The Walls of Rumor; The Tuner; The Wounded; White Clothes

Yi Mun-yol: The Age of Heroes

Yoo Jae-yong: Portrait of My Elder Sister; The Great Tree

Yun Heung-gil: The Rainy Spell; Mother

Obras literarias representativas sobre la Guerra de Corea

© Korean Film Archive

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Corea se ha alzado sobre las ruinas de un conflicto armado, de ser el país más pobre y más des-esperado del mundo, a convertirse en un miembro importante de la comunidad internacional.

Es la décimo tercera economía del mundo. El año pasado, se unió al Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), el grupo de naciones avanzadas donantes de la Organización para la Cooperación y el Desa-rrollo Económico (OCDE). Además, en noviembre de este año, organizará la reunión del G-20, que desempeña un papel fundamental en la coordinación de los esfuerzos para solucionar los problemas más acuciantes, entre los que están mitigar el cambio climático, adoptar reformas financieras, reducir la pobreza y resolver conflictos.

De destinatario a donanteEn el pasado, el país recibió apoyo de muchas naciones. Hasta los años 90, fue beneficiaria de

ayuda alimentaria y de urgencia tras su liberación del régimen colonial nipón, aparte de fondos para la reconstrucción tras la Guerra de Corea, y dinero y tecnología para el desarrollo económico, lo que supuso unos 12.700 millones de dólares, el equivalente a unos 60.000 millones en dinero actual. Estos fondos se han invertido en varias instituciones del país, como el Centro Médico Nacional, el Instituto de Ciencia y Tecnología (KIST), la Siderúrgica de Pohang (POSCO), el Centro de Formación Profe-sional Coreano-Germano, y la autopista de Gyeongbu. Hay que destacar que, de todas las naciones que han recibido asistencia internacional en las últimas décadas, sólo Corea se ha convertido en do-nante. Esto le ha granjeado la admiración de muchos países. Eckhard Deutscher, presidente del CAD, afirmó: “El ingreso de Corea es un logro que permite a las naciones menos favorecidas tener confianza en conseguir los mismos éxitos, y una victoria simbólica sobre el tradicional problema Norte-Sur”.

Hoy en día, Corea puede ofrecer su Ayuda Oficial al Desarrollo (ODA, por sus siglas en inglés) a 4 de las 21 naciones que la apoyaron durante la Guerra: Etiopía, Filipinas, Colombia y Tailandia. Tiene, asimismo, la intención de ampliar la cooperación con la puesta en marcha del Programa de Información (KSP), con el que pretende compartir sus experiencias en el desarrollo con aquellas que contribuyeron a su defensa durante el conflicto. Aparte de los 16 estados que mandaron combatientes y los 5 que enviaron personal médico, los 32 que ayudaron con fondos y suministros son, mayorita-riamente, economías en vías de desarrollo, como Camboya y Myanmar, que se hallan entre las menos favorecidas del mundo.

Etiopía, uno de los países más pobres de África, ha sido designado socio clave de Corea en el pro-grama “Iniciativa para el Desarrollo de África”, del Gobierno de Seúl. En Yeka, el lugar de nacimiento de veteranos de la Guerra de 1950, se ha construido un colegio y ya está en marcha un gran proyecto para cavar pozos de agua potable, un recurso escaso allí. En Filipinas, un aliado que disfrutaba de

El prestigio internacional de CoreaCorea no ha olvidado la ayuda que recibió de la comunidad internacional y ahora trabaja duro para pagar su deuda por medio de su Ayuda Oficial al Desarrollo y los esfuerzos para compartir sus experiencias con las economías emergentes. Quiere servir de puente entre el primer y tercer mundos para dar una respuesta más eficaz a los problemas actuales.

Lee Tae Joo Profesor de la Universidad de Hansung

1 La III Conferencia Interna-cional de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) se celebró en Seúl, Corea, en noviem-bre del año pasado.

2 Voluntarios de la KOICA (Agencia de Cooperación Internacional de Corea) ofre-ciendo servicios médicos en Etiopía.

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El prestigio internacional de Corea

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mayor desarrollo económico que Corea en la época del conflicto, Seúl está apoyando diversos planes, como la construcción de complejos industriales, la realización de estudios de viabilidad para levantar plantas de energía termoeléctrica y la mejora de las instalaciones aeroportuarias y de tendido eléctri-co, aparte de que ha levantado un centro de formación profesional, otro de tecnología de la informa-ción (TI), una planta de procesamiento de arroz, un hospital, un centro de procesamiento de produc-tos marinos y una clínica especializada en enfermedades pulmonares.

En Bogotá, la capital colombiana, que envió 5.100 soldados para defendrnos, Seúl ha construido una clínica de rehabilitación y está trabajando para mejorar varias instalaciones médicas. También está compartiendo su TI para ayudar al desarrollo del sector de las telecomunicaciones. En Tailandia, que también envió tropas, ha fortalecido las relaciones de cooperación construyendo escuelas en áreas marginales y fomentando el desarrollo de los estudios sobre Corea, para lo que ha construido un centro para la enseñanza del idioma. Existen diversas medidas de apoyo para las zonas rurales: trans-ferencia de tecnología de este sector y envío de grupos de voluntarios.

De este modo, Corea muestra que no ha olvidado la ayuda que un día recibió de la comunidad

internacional e intenta pagar esa deuda por medio de la expansión de su ODA y de los esfuerzos para compartir distintas experiencias acumuladas durante el desarrollo económico de la nación con eco-nomías menos avanzadas. El Gobierno de la nación se ha propuesto alcanzar el objetivo de alcanzar los 3.000 millones de dólares de ODA, el 0,25 por ciento de su PIB, en 2015, aparte de incrementar su presupuesto de asistencia para los años próximos. Ofreciendo también apoyo tecnológico y humani-tario intenta expandir las aportaciones también en calidad. Para ello, el IV Foro de Alto Nivel sobre la Efectividad de la Ayuda será organizado con la OCDE/CAD en Seúl el próximo año.

De enemigo a socioEs también destacable que China, aliado del Norte durante la Guerra, haya avanzado económi-

camente de una forma rápida, junto con Brasil, India y otras naciones, y sea un nuevo país donante. Además, como líder del G-77, esta nueva potencia asiática está fomentando la Cooperación Sur-Sur para complementar la ayuda occidental, que está asociada principalmente con el CAD. Por ello, Co-rea ha buscado la integración de la ayuda al desarrollo y la Cooperación Sur-Sur de nuevas naciones donantes, como China y Brasil, con la estructura tradicional de apoyo centrada en Europa para crear una nueva red global que sirva como puente entre las naciones más avanzadas y las que están en vías de desarrollo y así solucionar los problemas más acuciantes de la comunidad internacional. El rápido

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desarrollo y la creciente influencia de Pekín en el orden mundial tendrán un impacto notable en la estructura internacional de ayuda. Asimismo, sus relaciones con Corea seguirán avanzando.

Seúl ha experimentado dificultades que tienen ahora las naciones pobres y las que están en desa-rrollo, y ha logrado superarlas. Como otras economías emergentes, sufrió la explotación de las po-tencias coloniales y logró fundar un estado con la ayuda de la ONU. También ha sufrido una guerra fratricida y la división del país. En el proceso de modernización, a pesar de la pobreza y los regímenes autoritarios, superó tumultos sociales y tuvo que adaptarse al deseo de democratización del pueblo; logró desarrollarse económica y políticamente al mismo tiempo, lo cual supone una gran esperanza

para otros países en esa misma situación, con los que quiere compartir esta valiosa experiencia, por lo que puede ofrecer una ayuda con aplicaciones más prácticas.

VoluntariadoCorea hace lo posible por convertirse en un país conocido por sus esfuerzos en pro de la globali-

zación, la paz mundial y la protección medioambiental. Es una nación que ha pasado del margen al centro y se ha transformado de receptor de ayuda en donante; ahora está a la vanguardia del fomento del crecimiento ecológico. Es una nueva pasión también para los voluntarios en el extranjero, con es-fuerzos tanto del Gobierno como de las universidades, empresas privadas y toda la sociedad civil.

El ha anunciado planes para enviar a 20.000 voluntarios a todo el mundo durante los próximos 5 años como parte de la campaña “World Friends Korea”. El número de estos voluntarios es de varios miles, que pueden hallarse en todos los rincones del mundo. Sólo a través de estos esfuerzos para compartir nuestra experiencia y prosperidad podemos hacer realidad una Corea global que pertenez-ca a la comunidad internacional y viva con ella en armonía. Esta expansión del sentimiento de ciu-dadanía global nos permitirá que, al mismo tiempo que nos demos cuenta de que el sufrimiento del mundo no es un problema ajeno sino propio, creemos un país realmente globalizado.

1 Voluntarios ofreciendo servi-cios sanitarios a las víctimas del devastador terremoto que asoló Haití.

2 Con la ayuda de Corea se potabiliza agua en Suazilan-dia.

3 Con el apoyo coreano se ha construido un colegio en Etiopía.

Eckhard Deutscher, presidente del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), afirmó: “El ingreso de Corea es un logro que permite a las naciones menos favorecidas tener confianza en conseguir los mismos éxitos, y una victoria simbólica sobre el tradicional problema Norte-Sur”.

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© KOICA

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1 Kim Yu-na en un programa de exhibición con el acompañamiento de “Medita-ción”, de Thaïs, durante una gala en las pasadas Olimpiadas de ¿nvierno, en Vancouver.

2 Programa de exhibición de Kim Yu-na, con el acompañamiento de “Don’t Stop the Music”, de Rihanna, para celebrar su medalla de oro en la Final del Gran Premio de la Unión Internacional de Patinaje Artístico sobre Hielo 2009-2010.

ENTREVISTA

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“S eré mejor atleta que Michelle Kwan”. En 2003, un miembro del equipo coreano de patinaje artístico tuvo el coraje de afirmar que superaría a la gran Michelle, medalla de plata en las Olimpiadas de ¿nvierno de 1998 en Nagano, considerada en la época la

mejor patinadora del mundo. Una aseveración de tal magnitud por una cría que aca-baba de ingresar en el equipo nacional tenía que interpretarse como un deseo. Era, además, improbable por el lamentable estado de ese deporte en Corea, donde había, como mucho, 50 patinadores y una carencia crónica de instalaciones para entrenar.

Kim Yu-na, no obstante, destacó enseguida, impulsada por su ambición. No había nadie de su edad en el equipo, ni mayores, que fueran rivales para su talento: su destino era el mundo. Siete años después, Kim Yu-na logró su meta de convertirse en una patina-dora de más éxito que Kwan. Es ahora, la mejor de la historia.

Saltos perfectosLa primera vez que logró ponerse unos patines fue a los cinco años. Fue, no obstan-

te, en el verano de 1996, un año después, que comenzó a aprender técnicas del patinaje artístico. Tuvo la suerte de que se inaugurara el centro de Gwacheon, una pista cubierta cerca de su casa. Su hermana, que también empezó a aprender a patinar durante las vaca-ciones, desistió, pero Yu-na siguió. De hecho, le gustaba tanto hacerlo que de niña prefería ver videos de patinadores a dibujos animados.

Un día, ya cercano el final de su nivel avanzado, su entrenador le dijo que debería inten-tar hacerse profesional. Su madre, Park Mi-hee, que conocía el potencial de su hija, pensó en esa recomendación. Profesionalizarse significaba dedicar mucho tiempo y dinero durante, al menos, 10 años. De hecho, una vez que decidió hacerlo, los honorarios de su entrenamiento pasarían de 49.000 a 350.000 wones (unos 290 dólares). Asimismo, tuvo que reemplazar sus patines de 90.000 por otros de 1 millón. A partir de entonces, este deporte ocupó el centro de su vida.

Shin Hye-sook, la entrenadora de Yu-na en esa época, nos recuerda: “Mientras otros estudiantes descansaban, Yu-na lavaba sus guantes para la práctica del día siguiente”. Trabajaba así de duro: el hielo siempre era un asunto serio. Tenía un enorme anhelo por triunfar. Odiaba perder y siempre daba todo de sí misma. “Yu-na practicaba el

Cuando Kim Yu-na estaba en lo alto del podio tras su victoria en los Campeonatos Mundiales de Patinaje Artístico sobre Hielo 2009, veía un futuro más triunfante todavía: ganar la medalla de oro en las Olimpiadas de ¿nvierno de 2010. Hoy, el mundo espera a ver cuál será el siguiente logro de esta patinadora, que ha inspirado y emocionado a gentes de todo el mundo.Kim Dong Wook Periodista de la sección de deporte y ocio de The Dong-A Ilbo

La patinadoraKim Yu-na, en lo alto del mundo

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doble que los demás. Hizo dos años de entre-namiento en uno”, nos relata su madre. Aunque practicaba duro, siempre ha respetado las bases del deporte. Sus saltos han sido descritos como “de libro”. “Es difícil cambiar los hábitos una vez que aprendes. Malas costumbres en un deporte como éste, donde los atletas son puntuados por la precisión de sus movimientos, pueden conver-tirse en serios obstáculos para el éxito”.

Joven triunfoEl primer éxito internacional de Kim Yu-na

vino en la primavera de 2002, cuando ganó el trofeo Triglav en la competición anual celebra-da en Jesenice, Eslovenia. Por ello, en 2003 se convirtió en el miembro más joven del equipo nacional coreano. Después de tomarse un respi-ro, volvió a su entrenamiento rutinario, de 10 de la mañana hasta que se iba a dormir a las 2 de la madrugada, todos los días excepto domingos. Un año después, logró un nuevo hito en la histo-ria de este deporte en Corea al ganar la medalla de oro en gran premio ISU Junior, en Budapest, Hungría, convir-tiéndose en el primer deportista coreano en lograr una medalla de oro en una competición internacional desde que el patinaje artístico se introdujo en el país en 1908. Tras la ceremonia de entrega de medallas, telefoneó a su madre y le dijo: “He demos-trado de lo que soy capaz, ¿no, mamá? ¡Fíjate lo que todavía podré hacer!”. Claramente, pensaba en mayores éxitos.

Hubo, por supuesto, momentos aciagos en su carrera. Pensó en retirarse durante la preparación del Campeonato Mundial Junior de 2006. Su desesperación provenía de sus patines. Sus botas, que deberían durar cuatro meses, se rompían tras una semana o dos. Esta situación se repitió varias veces, incluso des-pués de cambiar de fabricante. Afortunadamente, tras el Mundial Junior un patrocinador le proporcionó otros de mejor calidad totalmente gratis.

Grandes avancesEse mismo año, Yu-na entró en una nueva fase de su carrera

profesional tras conocer a Brian Orser durante su visita a Canadá para consultar con el coreógrafo David Wilson. Orser se quedó impresionado: la llamaba “the total package” (el paquete comple-

to). Aceptó ser su entrenador, su primer estudiante de verdad; fue un auténtico guiño de la fortuna. Poco a poco aprendió a superar su vergüenza y halló su forma de expresarse. Wilson nos recuerda su primera impresión: “Yu-na era delgada, tenía piernas largas y una mirada muy seria. Mi intención era hacerla reír”. Una vez que comenzó a entrenar con Orser y Wilson, comenzó a sobresalir en las competiciones internacionales.

Kim empezó a lograr éxitos impresionantes. Primero, la medalla de bronce en Skate Canadá 2006, la competición que marcó su entrada en el mundo profesional. Después, a pesar de una lesión seria, terminó tercera en los Campeonatos Mundia-les de Tokio en 2007. “Fue algo positivo que terminara tercera. Si hubiera ganado en mi primera intervención como sénior, me hubiera obsesionado con lograr siempre el primer puesto. Sabía que habría muchas oportunidades de llegar a la cumbre”.

Desde la siguiente temporada siempre estuvo en lo más alto, como predijo. En la de 2007-08, ganó tres grandes premios. Sin embargo, en marzo de hace dos años, antes del Mundial en Got-emburgo, Suecia, sufrió una lesión de cadera. A pesar del dolor, logró la medalla de bronce. He seguido a Kim en varias competi-ciones y, como periodista, pronto me di cuenta de que esta joven

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tenía una extraordinaria determinación por ganar.Aunque la madre lloraba mientras veía las dificultades que

pasaba su hija al hacer su rutina, fue Yu-na la que acabo conso-lándola. “Aunque pensé retirarme, me convencí de lo contrario e hice lo que pude. No lamento haber acabado tercera”, nos recuer-da la patinadora. Aunque no ganó el Mundial de 2008, su popula-ridad en Corea se había disparado. El número de practicantes de patinaje artístico aumentó notablemente. Tras el apoyo de varias marcas, se convirtió en una de las celebridades más solicitadas.

Sueños superados“Tengo sueños como patinadora. Uno es ganar el Mundial.

Una vez que lo logre, me gustaría intentar lograr la medalla de oro en las Olimpiadas de ¿nvierno de 2010 en Vancouver”. Kim Yu-na dijo esto en marzo de 2008, poco antes del Campeonato Mundial de Patinaje Artístico sobre Hielo del mismo año. Su sueño de ganarlo se cumpliría al año siguiente, en Los Ángeles, donde estableció un nuevo récord con una puntuación de 207,71, la pri-mera mujer en superar los doscientos puntos desde la adopción del nuevo sistema de calificación en 2002.

Después de su actuación dijo: “Estoy sorprendida de mi pun-

tuación, de ser capaz de superar los 200. No sé si podré lograr otro récord en el futuro pero aunque no lo haga, me siento ya realizada”. Su preocupación no tenía base ya que ganó el Grand Prix, en octubre en París, con la increíble marca de 210,03, más de 30 puntos por encima de la segunda. Ganó la prueba y la final de la competición.

La obsesión de los aficionados coreanos la ha llevado a situaciones difíciles. Durante la final del Gran Premio celebrado en Goyang, Corea, el ánimo de los espectadores fue tan molesto que no logró completar una buena actuación. Tras su participación dijo: “El patinaje artístico es un deporte que debería contemplarse y en el que el excesivo vitoreo no es adecuado. Los ánimos durante la competición me confundieron y estresaron, y no me permitieron mantener la concentración”. A pesar de eso, aprecia el apoyo de sus fans, un grupo que se autodenomina “Coyote”, compuesto por personas de distintas edades y cuyo conocimiento de este deporte es notable. Han viajado al extranjero para animarla,

aunque algunos han sido criticados por los aficionados al deporte en Corea por su obsesión con Kim Yu-na. A pesar de ello, las audi-encias en otros países quedan impresionadas por su pasión.

Medalla de oro olímpicaKim era una de las favoritas para la medalla de oro de las

Olimpiadas de invierno de este año entre los especialistas en pati-naje y periodistas deportivos. Philip Hersh, del Chicago Tribune, escribió: “Yu-na Kim es absolutamente brillante. Es descarada, rápida y chispeante. Está en una liga totalmente distinta del resto”. En este ambiente, Kim mostró de lo que era capaz para conseguir su sueño.

Su actuación fue casi perfecta, lo cual confirmaba lo que dijo antes de la competición: “Estoy en la mejor forma posible”. Aunque su actuación fue impresionante, sintió el peso de la responsabilidad antes de cada programa. Para sus fans, es alguien con un “fuerte carácter”. Siempre ha tenido esa fortaleza. Sin embargo, las Olimpiadas, su sueño, suponían una situación límite. Kim no quiso hablar con los medios de comunicación antes de la competición porque podría suponer una distracción. Mostró una seriedad poco habitual, algo que se notaba en su rostro.

1 Tras cumplir su sueño de conseguir la medalla de oro de patinaje artístico en las Olimpiadas de Invierno de Vancouver 2010.

2 Realizando su impecable programa corto con el acom-pañamiento de La danza macabra, de Camille Saint-Saëns.

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1 Su excepcional técnica y su elegancia se ven mejorados nota-blemente por su físico, ideal para este deporte.

2 Al concluir su programa corto, acompañada de un popurrí de temas de James Bond, adoptó la pose que se asocia ahora con ella.

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Con tal presión, logró otro récord mundial con su programa: 228,56 puntos. Así alcanzó la medalla de oro que tanto ansiaba. “Me he entrenado para este momento durante mucho tiempo y estoy feliz de haber podido realizar mi programa como lo había preparado y conseguir la medalla de oro. Como son los Juegos Olímpicos, he intentado dejar en blanco mi mente y patinar. Tenía confianza y no sentía tensión. Era más ligera ahí. A pesar de la felicidad que siento, tengo que reconocer que me alegro de que haya acabado todo”.

Después de esta proeza, su rostro radiaba una satisfacción desconocida. Parecía libre, como su patinaje. Era difícil contener las emociones mien-tras bromeaba con los que la rodea-ban.

Durante la despedida del equipo olímpico nacional coreano, Kim parecía fatigada por las solicitudes de fotografías y autógrafos. Cuando vio mi carné, dijo que parecía más atractivo que en la real-idad, mientras mostraba la sonrisa de alguien que había alcan-zado su sueño.

Icono coreanoTras las Olimpiadas de Vancouver de este año, Kim siguió una

rutina distinta a la habitual, debido, en gran parte, a haber con-seguido lo que se proponía. En el Campeonato Mundial Femenino de este año, en Turín, Italia, 20 días tras la competición de Van-couver, terminó en séptimo puesto después de un programa corto plagado de errores. En la actuación larga logró terminar primera, lo que le garantizó el segundo puesto en la clasificación general. Kim afirmó: “No sabía que podría pasar un periodo tan difícil tras

las Olimpiadas. Lamento haber partic-ipado aquí”. Sus dificultades provenían de que había entrenado sólo una sem-ana antes de la competición. Necesi-taba un descanso tras los Juegos de Vancouver.

Gracias a su medalla de oro, se ha convertido en la mayor celebridad de Corea. Cualquier frase o acción suyas son noticia. No puede pasear sin lla-mar la atención. Aparece en muchos anuncios de televisión de marcas que la han patrocinado: ropa, bolsos, móviles y cosméticos relacionados con ella son productos populares. Cualquier cosa que tiene su nombre, como diarios, productos de panade-ría y, especialmente, pendientes de di seño, es un éxito de ventas. Se ha convertido en un icono de nuestro tiempo.

Además, la revista Time la ha elegido este año una de las personas

más influyentes del mundo.El patinaje artístico en Corea se ha revolucionado por ella. De

hecho, marca un antes y un después. Hay diez veces más prac-ticantes de este deporte desde que apareció Yu-na en las pistas, entre las que hay varias promesas. No obstante, todavía hay cierta carencia de normativas sobre los entrenamientos. Además, no hay una figura con un potencial similar que pueda seguir sus pasos.

Recientemente, ha habido rumores sobre su posible retirada. Hay algunos que se preocupan de que, si ella deja las pistas en la cumbre de su carrera, este deporte volverá a estar donde ella lo tomó. “Ahora, no puedo verme lejos de las pistas. Quizá algunos años más tarde me haré entrenadora”. Ha logrado mucho, pero su ascenso a la cima tan joven ha dejado a todo el mundo pen-diente de sus próximas decisiones.

“No me he acercado todavía a la perfección. No me gustaría ser recordada como una atleta exitosa, sino como una persona que ha lo-grado superarse constantemente. Mejor, me gustaría que me recordaran como una gran atleta que hizo lo que pudo para lograr sus sueños, pero también como Kim Yu-na, la persona que siempre quiso superarse” (cita de su ensayo “Los dramáticos siete minutos de Kim Yu-na”).

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ARTESANO

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n Corea, donde el 70 por ciento del territorio es montaño-so, la alineación de las cordilleras ha sido un factor impor-tante en el progreso de las características regionales. En

las provincias de Jeolla-do, una próspera área agrícola en la costa sur y suroeste, el terreno es llano. Varias formas artísticas se han desarrollado aquí, entre las que contamos el pansori, un tipo de ópera narrativa con un solo intérprete. Esta forma musical, cono-cida como “el sonido de Corea”, personaliza las sensibilidades culturales del país en el pasado.

Mientras uno pasea por un camino en dichas provincias, podemos hallar a algún anciano que puede cantarnos estrofas de “La canción de Sim Cheong” si se lo pedimos. El clima suave de esta área es ideal para el bambú, por lo que se convirtió en el centro de la artesanía de este material. Su frescura nos ofrece alivio en verano. Entre las aplicaciones prácticas de esta planta hallamos una persiana para colgar en la puerta que refleja la luz del sol aunque permite que pase la brisa, el jukbuin, o “esposa de bambú”, un armazón cilíndrico que, agarrándolo, ayuda a dormir en las noches más calurosas, y las perchas que ayudan a ventilar la ropa.

Hace mucho que son indispensables los paipáis de bambú con papel de morera. En chino, abanico se escribe seon (扇), y un maestro artesano en su elaboración es un seonjajang (扇子

匠). Durante la Dinastía Joseon (1392-1910), se creó en la ciudad

mencionada la agencia gubernamental Seonjacheong, para que supervisara la producción de estos objetos por ser dicha ciudad un centro reputado en su fabricación. Jo Chung-ik, de 63 años de edad, ha sido designado Patrimonio Cultural Intangible de la pro-vincia de Jeollabuk-do número 10.

Paipáis redondosEntre los abanicos coreanos tradicionales hallamos el ple-

gable y el paipái. Este último, que se hace poniendo papel de morera en un marco circular de tiras de bambú, se conoce en coreano por varios nombres, como banggu buchae, danseon y wonseon. Los plegables, conocidos con los nombres de jeopseon o jeopcheopseon, se hacen pegando el mismo papel a varillas del mismo material. En la antigüedad, los abanicos coreanos eran muy apreciados y solían ser regalos oficiales a los enviados de otros países. En la Dinastía Goryeo (918-1392), Corea desarrolló las técnicas para hacer abanicos plegables y pasaron a China y Japón.

El paipái, que tiene una historia más larga que el plegable, varía de forma y de decoración; en coreano, cada uno tiene un nombre. Por ejemplo, el taegeukseon presenta el símbolo del taegeuk en el centro, el oyeopseon se asemeja a la compleja forma de la hoja de una paulonia y el pachonseon, al de un llan-tén. El semiseon se caracteriza por un marco intrincado con

Los abanicos tradicionales de Jo Chung-ik: funcionalidad y arte

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Entre los abanicos coreanos tradicionales hallamos el plegable y el paipái. Este último tiene una his-toria más larga y una mayor variedad. En Jeonju, cuna de su fabricación, vive el Patrimonio Cultural Intangible de la provincia de Jeollabuk-do número 10, Jo Chung-ik, que ha continuado el legado de hacer estos objetos durante 30 años, con más de 100 diseños nuevos. Park Hyun Sook Colaboradora | Ahn Hong-beom Fotógrafo

El artesano Jo Chung-ik logró fama en el mundo de la artesanía del paipái tradicional al crear un diseño geométricamente proporcionado del Taegeuk, símbolo tradicional de tres secciones.

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varillas finas. La superficie del suseon está bordada, mientras que el yunseon se asemeja a los radios de una rueda. La superficie de un hwang chilseon está recubierta con laca, por lo que tiene un brillo dorado y una sutil fragancia. El daewonseon es tan grande que se requieren las dos manos para usarlo. Jo nació en Jangsu, provincia de Jeollabuk-do. Su carre-ra comenzó en Jeonju, a los 29 años, cuando fabricó el primero.

El símbolo del taegeuk“Antes de dedicarme a esto, vendía recuerdos

turísticos en el mirador Gwanghallu, en Namwon. Hice pequeños biombos con pinturas de escenas de ‘La historia de Chun-hyang’. Un día, entre los suvenires, me llamó la atención un taegeukseon. Esta artesanía, que era tan valorada en el pasado que se le ofrecía de regalo al rey en el festival de Dano, se había convertido en un simple recuerdo. La torpe reproducción del símbolo me molestó. Pensé: ‘grande o pequeña, cara o barata, una Chun-hyang bella debería ser dibujada como una chica elegante, no una Wolmae o Hyang-dan’ cualquiera. Así que creé un dibujo estándar para este símbolo. Hasta entonces, sus tres secciones se calculaban a ojo, así que no había regularidad. Pero las divisiones geométricas que hice yo tenían una apariencia artística que me agradaba; otros también elogiaron su aspecto”, nos explicó el artesano, cuyo apasionamiento se asemejaba al de un intérprete de pansori.

Se hizo famoso en su artesanía gracias al diseño artístico del tae-geuk, símbolo tradicional de tres secciones, en el que el azul, el amari-llo y el rojo representan el cielo, la tierra y los seres humanos, respec-tivamente. Los coreanos pueden recordar con cariño el dibujo que los atletas ondeaban con júbilo en las ceremonias de apertura y clausura de varias competiciones deportivas, como la Asiada de 1982, en Nueva Delhi, la de 1986 y las Olimpiadas de 1988, en Seúl, y el Mundial de fút-bol de 2002. Estos paipáis eran obra de las manos de Jo.

“Mientras los hacía, se abrió ante mí un mundo totalmente nuevo sobre este objeto. Rastreé las pocas pistas que iban quedando; empecé a recrear los estilos antiguos. A dife-rencia de los demás que tienen el título de Patrimonio Intangible, yo no he aprendido de un único maestro. Cada vez que intentaba un diseño nuevo, buscaba un experto

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para aprender las técnicas relacionadas necesarias. Así he repro-ducido todos los modelos, uno tras otro, entre los que puedo citar el

oyeopseon, pachoseon, semiseon y daewonseon. Luego intenté hacer otros totalmente nuevos con formas y decoraciones

distintas. Usé tiras finas de bambú para motivos de pinturas de género, como flores, aves y peces. He fabricado el más grande del mundo, que tiene 2,70 m de anchura y 4,20 de altura, y también el más pequeño, de 2,5 por 5 cm. He

hecho un abanico que se abre como la cola de un pavo real, para cuya estructura necesité 8.000 tiras de bambú”.

Renovación de la tradiciónEl taller de Jo (Jukjeon Sunjabang) está en Daeseong-dong,

Wansan-gu, Jeonju. Recibe el nombre del pseudónimo del artesa-no, Jukjeon, que significa “campos de bambú”. Ahí es donde fabrica tanto las recreaciones como los modelos nuevos de abanicos. Con una sonrisa nos dice: “No es un estudio ni una sala de exposición. aunque está bastante desordenada, ¿no?”. Esta ambigüedad puede referirse a lo que aludía el poeta Yun Seon-do en su “Canciones sobre cinco amigos”, que dice lo siguiente: “Ni un árbol, ni un arbusto / ¿Qué te hace tan recto? / ¿Por qué estas por dentro tan vacío? / Siempre verde / Eres mi adorado amigo”. Las paredes de este taller, de 165 metros

cuadrados, están cubiertas de todo tipo de abanicos. También hay montones de obras inacabadas y material por todos los sitios.

Sorprenden, en especial, las innumerables pilas de libros, de textos de literatura antigua, como Dongmunseon (antolo-

gía de la literatura coreana), compilada por el funcionario de la corte de Joseon Seo Geo-jeong, y Yeolha ilgi (diario

de Jehol), relato del viaje de Bak Ji-won a China. Hay también obras ilustradas sobre pintura, diccionarios coreanos y chinos y volúmenes de filosofía. Esta “sección” se parece mucho a una librería de viejo.

“Mi padre estudió los clásicos chinos. Yo era su hijo menor. Nací cuando él ya había cumplido los 40. Me enseñó los ideogramas chinos antes de empezar el colegio pero, curiosamente, empezó con la poesía de Tao Yuanming, en vez de Cheon-jamun [mil ideogramas clásicos]. En la escuela, pidió a mi maestro que me dejara empezar direc-

tamente el segurdo curso. Al recordarlo, pienso que

Jo preserva la estructura básica del paipái tradicional, aunque hace varias modifica-ciones en la distribución de los nervios de bambú y elementos decorativos.

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era la forma que tenía de mostrarme su cariño. No sabía ni leer ni escribir coreano, así que estaba perdido en ese nivel; no duró mucho: mi familia era tan pobre que tuve que dejar la escuela en quinto. Aunque mi gran educación formal no es extensa, adoro mis libros, influencia de mi padre; han iluminado mi existencia. Cuando hacía abanicos para ganarme la vida y me sentía sofoca-do, leía Una historia de Corea desde una perspectiva espiritual, de Ham Seok-heon, un erudito religioso. Me ayudó a comprender que consideraba mi trabajo simplemente un medio de sustento y fabricaba abanicos únicamente para ganar dinero, por costum-bre. El filósofo Ahn Byeong-uk dijo en Lo más bello del mundo: ‘La vida es un proceso de expresión personal’, así que intenté hacer un diseño nuevo todos los días, lo que ha hecho posible que logre más de 100”.

FabricaciónPara los coreanos de antaño, un abanico era mucho más que

un medio de refrescarse en verano: era un objeto necesario en el hogar. A menudo la gente decía que tenía “ocho virtudes”, o usos, entre los que estaban: dar aire, repeler los mosquitos, avivar un fuego, servir de protección para sentarse en la calle, como coge-dor y como base para llevar un bulto en la cabeza. Aparte de todo esto, ayuda a destacar las risas y mejorar la actuación de cha-manes, bailarines y cantantes. Cuando está decorado con poesía, caligrafía o pinturas, es una obra de arte funcional, apreciada en

“Los abanicos no son sólo un complemento para combatir el calor. Para eso, el aire acondicionado es más eficaz. Un paipái tradicio-nal puede refrescar un corazón enloquecido. Todos tenemos recuerdos de infancia en los que nuestra madre menea uno pausada-mente mientras nos dormimos en su regazo. Ese frescor de su cariñosa mano sirve para guiarnos toda la vida”.

1 Se colocan finas tiras de bambú en un papel blanco cortado en la forma deseada.

2 Se pega un taegeuk a un pliego fino de papel de morera.

3 Los dos pliegos se adhieren y se recortan los bordes.

4 Este paipái se decora con intrincados dibujos elaborados con finas tiras de bambú.

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cualquier momento y lugar.“Pienso, honestamente, que hacer un abanico no es complica-

do en absoluto. No es falsa modestia; con cierta destreza manual, lo único necesario es seguir un proceso. Cuando se tienen todos los materiales, se puede hacer un paipái en medio día. Un abanico con una estructura de bambú elaborada puede llevar más de dos meses. Para hacer un taegeukseon hay 11 pasos básicos. Primero se corta a un tamaño adecuado un tallo de bambú de 2 años de un área soleada. Se divide en tiras de 1,5 cm de anchura y se rebajan hasta que tengan un grosor de un milímetro. Luego se hacen tiras de la misma longitud y se redondean. Se colocan en un papel y se cubren con otro en el que hemos dibujado el símbolo. Para asegu-rarse de que todo se adhiere, se coloca entre dos tejidos gruesos para prensarlo. Este paso se conoce como dapseon. Se recortan los bordes para darle la forma final y se recubren con papel. Se añade un mango de madera con ribetes decorativos”.

Jo a menudo deja en blanco la superficie del paipái con

la esperanza de que un calígrafo o pintor de renombre añada su toque artístico. Cuando empezaba, sus solicitudes solían ser rechazadas. Ahora ya no. El famoso historiador del arte Jo Byeong-hui le dio dos de sus trabajos caligráficos e incluso ha legado a Jo sus obras más atesoradas. El pintor Song Kye-il viajó de Ilsan a Jeonju, en mitad del verano, para realizar una pintura a color en uno de sus abanicos.

“Estos objetos son creaciones artisticas y por ello revelan la personalidad del creador, por lo que siempre me impresionan. Para compartir ese sentimiento, organizo una exhibición anual de abanicos de Dano, en Jeonju, desde 2003. No son sólo un comple-mento para combatir el calor. Para eso, el aire acondicionado es más eficaz. Un paipái tradicional puede refrescar un corazón enlo-quecido. Todos tenemos recuerdos de infancia en los que nuestra madre menea uno pausadamente mientras nos dormimos en su regazo. Ese frescor de su cariñosa mano sirve para guiarnos toda la vida”.

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Se ha presentado recientemente en Seúl una gran retrospectiva de Kwon Jinkyu (1922-1973), un destacado escultor coreano, que también se mostró en Japón. Incluía obras inéditas, lo cual fue una oportunidad para ampliar la visión de su mundo artístico.Kim Yisoon Profesor de la Escuela de Posgrado de Arte de la Universidad de Hongik

Fotografía Museo Nacional de Arte Moderno

CRÍTICA DE ARTE

Una exhibición revela el mundo escultórico de Kwon Jinkyu

pesar de enormes nevadas, 38.000 personas acudieron a la exhibición de Kwon Jinkyu realizada en el Museo Nacio-nal de Arte de Deoksugung, desde el 22 de diciembre del

año pasado hasta el 1 de marzo. Esta asistencia es impresionante para una exposición en solitario de un escultor moderno. Se pre-sentaron 100 esculturas, 40 ilustraciones y un vaciado de yeso para mostrar cómo se realiza una figura de terracota. Fue una oportunidad para conocer su carrera, incluidos los bustos por los que es más famoso (Jiwon, Aeja y Sacerdotisa). Había también autorretratos de varias etapas de su vida, esculturas de seres humanos y animales de sus inicios, relieves abstractos y figuras budistas de su último periodo.

Exhibición en Corea y JapónKwon sólo realizó tres exhibiciones en vida. Tras su muerte,

se han presentado tres retrospectivas: en 1974, primer aniversa-rio de su fallecimiento; en 1988, por el décimo quinto; y en 2003 por el trigésimo. La del invierno pasado fue la más extensa, ya que llenó las cuatro galerías que ocupan los dos pisos del Museo de Deoksugung. Se planificó, además, pensando en Japón. Antes de venir aquí, se realizó en el Museo de Arte Moderno de la capi-tal nipona (10 de octubre-6 de noviembre del año pasado) y en el Museo y Biblioteca de la Universidad de Bellas Artes de Musashi-

no (19 de noviembre-5 de diciembre).En 2006, para preparar el LXXX aniversario de su fundación,

esta Universidad realizó una encuesta para determinar “el artis-ta más exitoso” entre sus graduados; Kwon, que se graduó en la Facultad de Escultura de dicha institución en 1953, entonces denominada Escuela de Bellas Artes de Musashino, fue el elegi-do. Era estudiante de Shimizu Takashi, el profesor y artista más distinguido de la institución. A causa de ello, la exhibición incluía obras de éste y 12 relieves de Antoine Bourdelle, profesor del pri-mero, para poder situar a Kwon en línea con los anteriores.

Vida trágicaKwon fue al país vecino en 1948 a cuidar a su hermano mayor,

que enfermó mientras trabajaba como médico en un hospi-tal local. Al año siguiente, tras su fallecimiento, entró en dicha Escuela para estudiar escultura. Como entre ambos países no había relaciones diplomáticas, y más tarde por el inicio de la Gue-rra de Corea, sólo unos cuantos pudieron ir allí a estudiar arte. Kwon siguió formándose allí durante el conflicto coreano. Des-pués de graduarse, fue empleado por el Departamento de Escul-tura. También recibió un premio en el famoso Nika Art Competi-tion. En 1959 volvió a Corea para cuidar a su madre, ya viuda, pero también para cambiar de rumbo artístico, sin la influencia de su

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1 Kwon Jinkyu con un autorretrato escultórico. Su estudio, situado en Dongseon-dong, Seongbuk-gu, Seúl, ha sido preservado como un lugar representa-tivo de los inicios de la cultura moderna coreana.

2 Cabeza de caballo (1969), terracota. En toda su carre-ra, uno de los temas escultóricos favoritos de Kwon han sido los animales, entre ellos, los caballos.

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maestro, y así crear su propia identidad.Kwon compró una casa en una colina lejos del centro de la

capital y convirtió el interior en un taller. Era muy primitivo, con un horno para sus obras de terracota y otro equipo necesario. Hasta su fallecimiento, a excepción de sus clases en la universi-dad o de reunirse con sus amigos, prefirió la soledad de su escon-dite, donde concebía sus proyectos y les daba forma. La gente que le visitaba a menudo menciona su melancolía. La tranquilidad de esta remota ladera, su naturaleza taciturna y el método artístico que empleaba: crear formas añadiendo incontables trozos de arcilla, se adecuaban a su pacífico entorno. Esta inmovilidad física y aislamiento del autor se ven reflejados en sus obras.

Para muchos, la vida de este creador está ligada con la sole-dad y el suicidio de un “artista trágico”. En la primavera de 1973, a la edad de 51 años, se quitó la vida, por lo que se reconoció más la tragedia que el talento creativo. Esta exhibición ha dejado claro que su drama vital no le resta valor a su obra. Después de estudiar en Japón durante el periodo de la Guerra y de trabajar en

su escuela durante seis años, regresó a su país y halló la fama: presentó tres exhibiciones patrocinadas en un periodo de 13 años. En esa época no era frecuente que un escultor siquiera expusiera, así que hacerlo con un mecenas era inimaginable. Los libros de visita de dichas presentaciones están repletos de nombres impor-tantes de la comunidad artística: historiadores y críticos de arte, escultores y otros creadores.

Aunque era famoso por ser taciturno e introvertido, los artis-tas coreanos le aceptaron como personaje influyente. En esa época, sin embargo, los compradores preferían pinturas asiáticas que poder colgar en la pared, y las esculturas de barro, decora-das o no, recibían poca atención. ¿Para qué iba a comprar alguien un trasto frágil y aburrido de terracota, aunque estuviera pintado? En los años 60, no era fácil para los artistas coreanos ganarse la vida; tampoco para Kwon. Incluso las obras del art informel, el arte conceptual, y la pintura monocromática, ahora consideradas formas importantes de creación en Corea, no eran muy solicita-das. En esas circunstancias, era sorprendente que lograra vender

1 Jinete (1965), arcilla.

2 Sacerdotisa (1965), terracota.

3 Jiwon (1967), terracota.

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dos de sus trabajos en la primera subasta de arte.Kwon es un escultor representativo de Corea. En la larga his-

toria del país, sólo unos cuantos representantes de su arte pue-den ser descritos como creadores de su tiempo: Yangji, el monje del reino de Silla durante el siglo VII, mencionado en Samgukyusa (datos de los Tres Reinos) por sus tallas budistas, y Kim Bok-jin (1901-1940), que introdujo esta expresión de Occidente. Duran-te este tiempo, ha habido innumerables escultores, pero eran básicamente artesanos, no creadores, porque tallaban objetos pensando en su uso, no en su valor estético. Sólo unos cuantos construyeron un mundo de creación y dieron forma a las ten-dencias de su época. Kwon Jinkyu, sin embargo, dejó un legado escultórico propio mayor que ningún otro.

Las exhibiciones en Japón y CoreaAmbas, junto con un simposio que se organizó complementa-

riamente, ofrecieron una oportunidad para estudiar en detalle su mundo artístico. Fue una rara ocasión para examinar este “genio

trágico”, cuya vida y carrera siguen siendo desconocidas para muchos. Aunque empezó a estudiar arte a una edad bastante tar-día, su dedicación fue total; sus colegas nipones y otros ex alum-nos de la Universidad le recuerdan como una persona madura y seria. Senna Hideo, un pintor especializado en obras occidenta-les, se fijó en su creatividad y durante 50 años guardó bustos de escayola que había dejado Kwon. En estas dos exposiciones se mostraron obras inéditas; quizá haya por ahí más trabajos suyos escondidos en algún lugar.

Entre sus objetos personales había un programa diario que nos indica que generalmente trabajaba en bocetos por la mañana, en esculturas por la tarde y después en diseños conceptuales. Hay también datos sobre su proceso de completar una obra, que deta-lla como aplicaba sus ideas a una forma particular. Era un crea-dor destacado, pero su importancia en la historia de la escultura coreana no se debe simplemente a su genialidad, como suele asu-mirse, sino a su disciplina y dedicación por desarrollar un mundo artístico propio. Quizá su muerte fue también una creación, ya que

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a menudo decía a sus estudiantes que moriría por el arte.

Conciencia de la existenciaEn el mundo artístico de Corea, Kwon Jinkyu es reconocido

como un creador que buscaba dar a conocer la tradición y los arquetipos nacionales, y por eso se le considera un artista con una fuerte conciencia política. A menudo decía: “Me gustaría fundar el realismo en Corea”. Como evidencia de esto, usó terracota y apli-có técnicas tradicionales como pintura seca, aparte de emplear motivos folclóricos, como el gwimyeon (rostro del demonio), tou (icono de arcilla), japsang (figura decorativa de los tejados) e imágenes de los murales de las tumbas de Goguryeo. Pero esta innovación transcendía los límites de la antigua cultura coreana, como se refleja en su interés por otras civilizaciones y tradiciones artísticas arcaicas y de creadores de antaño, además de sus con-temporáneos.

Podemos citar, entre sus predilecciones, Mesopotamia y

Egipto, aparte del arte cicládico, etrusco, griego, romano y rena-centista. También le interesaban los principios que guiaban a Cézanne, Rodin, Antoine Bourdelle, Shimizu Takashi, Aristide Maillol, Giacomo Manzu, Marino Marini y Giacometti. Al integrar a todos ellos, pretendía destacar la configuración fundamental. “Todo objeto tiene una estructura, pero la escultura coreana carece de una búsqueda profunda de dicha armazón”, decía. Esta afirmación debe entenderse en el contexto de su propia introspec-ción personal. Su búsqueda se centraba menos en la conciencia o ideología nacional y más en el espíritu puro del arte y su naturale-za universal. Por ello trabajó en figuras fundamentales y básicas, proyectando en ellas su conciencia de la existencia, similar a lo que hicieron Giacometti y otros de su generación tras la Segunda Guerra Mundial.

Su concepción se revela en sus tallas humanas, como sus autorretratos, y especialmente en los bustos de mujeres, rea-lizados alrededor de 1967, en los que su expresionismo es más

1 Autorretrato (1968), terracota.

2 Gato negro (1963), terracota.

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La exhibición incluía obras de Shimizu Takashi y 12 relieves de Antoine Bourdelle,profesor del primero, para poder situar a Kwon en línea con los anteriores.

evidente. Cada figura captura la apa-riencia física del modelo, pero todas transmiten un porte similar: la cabeza, algo más pequeña de lo normal, y un cuello largo que se alza sobre unos hombros caídos, formando todo una estructu-ra triangular. Se caracterizan por rostros erguidos que miran al horizonte. No hay pelo ni vestimenta. El cuello y los hombros nos recuerdan a Manzu o Marino Marini. El porte, no obstante, es dis-tinto. Kwon quiso mostrar los rasgos físicos individuales, pero no los sentimientos: todas las tallas están relacionadas con su sensi-bilidad personal. Y por ello, podemos ver la similitud entre Biguni, una monja budista cuyo modelo fue una chica llamada Yeong-hi, y Autorretrato con ropaje budista.

Enfatizar la estructura básica y no centrarse en la apariencia externa de un objeto fue una influencia clara de su maestro Shi-mizu Takashi y, a su vez, del maestro de éste, Antoine Bourdelle. Lo comprobaremos si comparamos sus obras en la exhibición.

Pero, a su vez, con la expresión de sentimien-tos como la solemnidad y la ansiedad, las obras

de Kwon son distintas de los otros dos creadores. La atención de su maestro a la estructura del cuerpo

humano se muestra bien en las obras de su discípulo. No obstante, el realismo y belleza de la figura humana, evidentes en Takashi, son menos relevantes para el artista coreano.

Kwon es uno de los principales escultores de Corea y ha sido frecuente objeto de estudio. Los especialistas, no obstante, tien-den a repetir un rango limitado de temas por falta de fuentes y documentación, a pesar de su extraordinaria acogida. Esta recien-te exhibición sirve de oportunidad para hacer una revisión global del creador y sus obras; el catálogo de la muestra, con artículos basados en materiales adicionales, también será de gran ayuda para los investigadores de su obra. De este modo, quizá el artista y sus trabajos despertarán la atención y el aprecio que merecen, tanto dentro como fuera del país.

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La Escuela Francesa de Estudios Asiáticos (EFEA) depende del Ministerio de Educación e Investigación galo. Sus principa-les metas se centran en explorar las antiguas civilizaciones de este continente por medio de investigaciones relacionadas con las humanidades y las ciencias sociales. En 2002, me encargaron la apertura del centro de Seúl en el Instituto de Investigación de Asia de la Universidad de Corea.

Élisabeth Chabanol Profesora adjunta de la Escuela Francesa de Estudios Asiáticos y directora del centro de Seúl

DESCUBRIR COREA

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Una firme pasión por la Corea de hoy y de la an-tigüedad

En noviembre de 2008, recibí una carta del Ministerio de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner, informán-dome que me había otorgado el premio de Caballero de la

Orden Nacional del Mérito. Este honor, al que me recomendó el ministro y que aprobó el presidente, reconocía mis esfuerzos por extender el conocimiento sobre la rica historia y patrimonio artís-tico de Corea y mi papel en la mejora de las relaciones franco-coreanas. Una vez que pasó la emoción inicial, comencé a pensar si lo merecía. Los pasados 20 años han consistido en experiencias enriquecedoras, descubrimientos fascinantes y desarrollo perso-nal, todo posible por una pasión desenfrenada por mis actividades académicas.

Primeros días en SeúlEsta pasión se inició la tarde del 14 de febrero de 1981, cuan-

do llegué en un vuelo desde Japón. Debido al toque de queda del momento, pasajeros y tripulantes tuvimos que ir al hotel Seoul Garden con escolta militar. Este alojamiento, que era entonces uno de los edificios más altos de la ciudad, servía de punto de referencia en la zona occidental. Al día siguiente se realizó el ejer-cicio de defensa civil mensual de la capital. En minutos, las calles quedaron desiertas mientras sobrevolaban aviones militares. El presidente era Chun Doo Hwan. Estábamos en mitad del invierno y hacía frío. La tristeza de las calles contrastaba con el resplandor del sol y los rostros que los seulenses, que se veían animados con

cierto brillo. Estuve en la capital tres días, pero fue suficiente para darme cuenta de que regresaría.

En 1986, después de completar mis estudios en la Escuela del Louvre, me matriculé en cursos de arqueología de China en la École Pratique des Hautes Études, en París, como parte del pro-grama de maestría de la Sorbona. Un día, mientras esperaba la hora de clase delante de la iglesia de la Universidad, escuché por casualidad a mis compañeros decir que existían dificultades para hallar a alguien que enseñara francés en Corea debido a que no había muchos candidatos. ¡No había candidatos! ¡No podía creer-lo! Esto es lo que me llevó al aeropuerto de Gimpo.

Inmediatamente, me dirigí a la estación de Yeongdeungpo, donde tomé el tren nocturno Tongilho para Daejeon. Llegué como pude a la Universidad de Chungnam, cerca del pueblo de Yuseong en aquel momento. Todavía puedo recordar los arrozales y el croar de las ranas, que se apoderaban de ellos en verano, espe-rando, con un calor sofocante, el fin de la época de lluvias, que empezaba a finales de junio, ayudada únicamente por un paipái tradicional de bambú y papel de morera con el dibujo de un paisa-je; la calle del mercado olía constantemente a ajonjolí.

También recuerdo los duros inviernos, en los que buscaba calor bajo un edredón (ibul). Había aterrizado en medio de una cultura foránea, machista, donde los contactos con el resto del mundo eran breves y escasos y nadie, con excepción de dos sacerdotes misioneros, hablaba inglés o francés.

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1 Élisabeth Chabanol organizó en 2006 una exhibición de su investigación en el Museo de la Universidad de Corea como parte de las actividades para conmemorar el CXX aniversario del establecimiento de relaciones diplomá-ticas entre Corea y Francia.

2 Élisabeth Chabanol y el embajador francés en una recepción para celebrar el premio de Caballero de la Orden Nacional del Mérito.

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La arquitectura de los Tres ReinosHabía venido a enseñar, pero también a aprender. Estaba pre-

parada para sumergirme en otra forma de vida. Esperaba experi-mentar lo que había leído y entender este país que tanto me había seducido cinco años atrás. Mi asimilación no fue sencilla pero, paso a paso, y de manera que engranaba con las fluctuaciones de una joven francesa, fui comprendiendo poco a poco este nuevo mundo. Sin embargo, durante estos años de formación nunca estuve sola para descubrir este universo distinto.

Me dieron el nombre de Ch ng A-r m al convertirme en miembro honorario del clan Ch ng de Gyeryeongsan, que tiene su origen el monte del mismo nombre, que signi-fica, literalmente, del “dragón-gallo”, situado en las afueras de Yuseong. Me transformé en una chica provinciana y, más específicamente, en residente de la provincia de Chungcheong-nam-do. Tuve que aprender a hacer platos coreanos, como doenjang jjigae (sopa espesa de pasta de soja), dwaeji gogi duruchigi (carne de cerdo con distintas especias), oi sobagi (kimchi elaborado con pepino relleno) y pajeon (panqueques con cebolleta). El único plato que me recordaba a mi país era el atún en lata. A veces se podía encontrar mantequilla en las tiendas y entonces me apresuraba a comprar-la.

Sin embargo, a menudo estaba rancia. Mi gusto por el vino cambió al makgeolli (vino lechoso de arroz fermentado) y dong-dongju (vino de arroz fermentado filtrado) que bebíamos en los días de protestas estudiantiles para luchar contra el duradero gas lacrimógeno. Los fines de semana soleados cruzábamos Gyeryeongsan. Partíamos del femenino templo de Donghanksa y llegábamos a Gapsa, de carácter más masculino, después de pasar por Nammaetap (pagoda del hermano y la hermana).

Poco después de mi llegada al país, me dirigí a Gongju, una de las capitales del antiguo reino de Baekche, para ver la necrópolis de la realeza situada en Songsan-ri y ver la tumba del rey Muryeong. En ese momento decidí qué estudiaría: la arquitectura de los Tres Reinos. Los años siguientes, el centro de mis investigaciones serían los antiguos estados de Baekche y Silla, cuya grandiosidad y espiritualidad están bien descritos en textos antiguos como Samguksagi y Samgungnyusa, y sus

restos arquitectónicos. Volvía a Francia rutinariamente como parte de mis estudios de maestría y doctorado en la Sorbona, aunque fueron los arqueólogos y profesores coreanos afiliados con universidades, institutos de investigación involucrados en la preservación de los restos y museos nacionales los que me guiaron en los estudios.

Rumbo al NorteEn febrero de 1997, me despedí de Hanbat (literalmente, gran

campo), como se conoce a Daejeon. Los dos años siguientes, tuve la oportunidad de terminar mi tesis doctoral en el Museo Nacio-

nal de Gyeongju. Allí, trabajé con dos maravillosos directores, los doctores Ji Gon-gil y Kang Woobang. Pasé estos dos años traba-jando con conservadores y arqueólogos, y explorando los lugares donde se hacían estudios arqueológicos, las salas de exhibi-ciones, áreas de almacenamientos de reliquias no difundidas y la biblioteca. También pasé algún tiempo haciendo estudios de campo sobre la estructura de las tumbas para la realeza de Silla y Silla Unificada, y objetos funerarios como coronas, pendientes, cinturones, piezas de cerámica y otros.

El enorme puzle que era mi carrera profesional comenzaba a adquirir forma. Todavía recuerdo la inquietud que sentí cuando vine a Seúl por primera vez. Estuve aquí durante los siguientes tres años, como editora de The Korea Herald, y entonces me familiaricé con el mundo de los negocios. Sin embargo, llegué a la conclusión de que la única manera de seguir inmersa en mis estudios sobre la herencia cultural de la península coreana mien-

Un día, mientras esperaba la hora de clase delante de la iglesia de la Sorbona, escuché por casualidad a mis compañeros decir que existían dificultades para hallar a alguien que enseñara francés en Corea debido a que no había muchos candidatos. ¡No había candidatos! ¡No podía creerlo! Esto es lo que me llevó al aeropuerto de Gimpo

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tras estaba en el país para poder estar al tanto de los últimos hallazgos arquitectónicos era hallar un empleo en un instituto de investigación. Mi cargo en la Escuela Francesa de Estudios Asiáti-cos (l’École Française d’Extrême-Orient o ÉFEO) me permitía eso, aparte de ser una oportunidad para dar a conocer la arqueología y el arte coreano a los estudiantes europeos.

Esta institución, fundada hace más de un siglo, depende del Ministerio de Educación e Investigación de Francia (Enseignement Supérieur et de la Recherche). Sus principales metas se cen-tran en explorar las antiguas civilizaciones de este continente por medio de investigaciones relacionadas con las humanida-

des y las ciencias sociales. En 2002, me encargaron la aper-tura del centro de Seúl en el Instituto de Investigación de Asia de la Universidad de Corea. En este proceso, me convertí en la primera especialista en Corea de dicho organismo. Uno de mis primeros proyectos de investigación trató de los primeros estudiosos franceses de este país, que fueron dos diplomáticos galos en Seúl: Victor Collin de Plancy y Maurice Courant, que tenían un profundo conocimiento de la nación y respeto por su gente. La segunda parte del proyecto tenía relación con los primeros coreanos que fueron a Francia, como Lee Beom-jin y Min Yeong-chan, para conocer Europa. En 2006, los resultados se presentaron en el Museo de la Universidad de Corea, el de Albert-Kahn, en Boulogne, y Media Center, en Troy, como parte de las celebraciones del 120 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. También se publicó un folleto explicativo.

Desde 2003, mi esfera de investigación se ha ampliado para incluir Corea del Norte. Había evitado durante mucho tiempo vol-verme hacia el norte de la Zona Desmilitarizada. Vivía en el Sur, primero en Daejeon y luego en Gyeongju, lejos de esa cicatriz que dividía artificialmente esta nación en dos. En este caso, negar su existencia parecía una opción menos dolorosa que tener que tra-tar del dolor que yace en su esencia. Sin embargo, me sería impo-sible visitar los principales lugares asociados con los reinos de Goguryeo y Goryeo. Aunque había visitado las áreas relacionadas con el primero en Manchuria, y tenía bastantes conocimientos de los lugares relacionados hallados entre Paju y Jeju, sabía poco

de las zonas situadas entre los ríos Yalu y Hangang.

Entonces, un día me ofrecieron la oportunidad de visitar el Norte. ¿Me había ayudado de nuevo el destino? Al igual que lo hizo en 1986, me hallé ante otra enorme oportunidad. Esta vez tenía que hacer un viaje a la República Popular Democrática de Corea. Era invierno, por lo que la nieve y el hielo cubrían todos los caminos al norte del paralelo 38. Aunque las tuberías de las joseonsik sallimjip (las casas tradicionales con tejas en el Norte, conocidas como hanok en el Sur) donde estaba se habían congelado, el calor que

surgía del suelo con calefacción radiante (ondol) era tan intenso que sentía como si mi columna vertebral se estuviera cociendo. De este modo me familiaricé con los lugares históricos y arqueo-lógicos de Gaesong, la capital de la Dinastía Goryeo (918-1392). Este sitio, al que he regresado regularmente, se ha convertido gradualmente en el foco principal de mis estudios.

Miro el camino que he recorrido hasta la fecha y me doy cuen-ta de que el premio que recibí debía ser para todos los que me han acompañado en este fascinante viaje. Este honor pertenece a todos los que han mostrado algún interés en aprender la len-gua y cultura de Francia, los que me han guiado en mis estudios sobre la península coreana y me incluyeron en sus proyectos de investigación y los que me apoyaron o tomaron parte en los míos. Espero fervientemente poder desempeñar un papel, aunque sea pequeño, en lograr un mejor entendimiento y unas relaciones más estrechas entre ambas naciones.

Élisabeth Chabanol en el Museo Sariwon, Corea del Norte. Desde 2003, ha podido ampliar sus estudios e incluir lugares de dicho país.

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En 1884, Horace Newton Allen, un médico misionero de la iglesia presbite-riana del norte, llegó a Corea, que entonces se conocía como Joseon. Casi un siglo después, Gang Won-hi se convirtió en 1972 en el primer doctor evange-lizador. Desde 1993, Shim Jae Doo y su esposa, Yu So Yeon, han ofrecido sus servicios médicos durante los últimos 17 años al pueblo de Albania.

Kim Mina Korea Doctor’s Weekly

EN EL ESCENARIO GLOBAL

Una pareja coreana de misioneros médicos en Albania durante 17 años

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oy, hay unos 271 médicos misioneros de Corea en todo el mundo: Asia, África, el Medio Oriente y el Este de Europa. Uno de los ejemplos más notables es Shim Jae Doo, el “misio-nero de los misioneros”. Desde su llegada a Albania en 1993, ha sido director de la clínica

Shalom, aparte de llevar a cabo otras actividades relacionadas con su profesión, el fomento de la educación y el bienestar social.

Reconocimiento en CoreaEn diciembre de 2009, Shim consiguió el segundo puesto en el premio Hanmi de la Asociación

Médica Coreana para el médico más dedicado. Este galardón pretende reconocer las contribu-ciones de miembros de esta profesión a su desarrollo o por sus servicios, de una década como mínimo, como investigador o practicante en cualquier parte del mundo. El primer galardonado fue Lee Jong-wook, ex director general de la Organización Mundial de la Salud. Shim recibió este reconocimiento por su dedicación y contribuciones personales al desarrollo de la salud y la educa-ción médica en Albania, víctima del derrumbe del comunismo, por lo que, tras 17 años de servicios en aquel país, era un claro merecedor del premio.

“La fecha límite para participar era el 1 de octubre. Uno de mis colegas de la Universidad de Kyung Hee logró, tras muchos esfuerzos, localizarme y ponerse en contacto conmigo en Albania. Me pidió que le enviara los materiales requeridos para presentar mi nominación el 30 de septiem-bre. Reuní toda la documentación y se la envié al día siguiente”.

Por encima de todo, Shim siente agradecimiento por el reconocimiento logrado a sus 17 años de servicio en Albania. Su esposa, Yu So Yeon, también médico, se unió a él tras finalizar su trabajo de especialización, lo cual significó rechazar un puesto de profesora universitaria. Esto sorprendió a sus colegas, que no podían entender a esta pareja: “¿Qué están haciendo con su vida?”. Siempre que vuelven a Corea, sienten desaliento cuando ven el éxito personal de sus compañeros como profesores o médicos. En parte, este desánimo surge del hecho de que la situación en aquel país

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balcánico no ha evolucionado tanto como deseaban.En la ceremonia de entrega del premio, sin embargo, todos los antiguos colegas de Shim asistie-

ron para felicitarle. Después de recibir un galardón tan distinguido, pudo conocer a directores de hos-pitales y clínicas con más facilidad para discutir una posible colaboración con la intención de mejorar la salud en Albania. También quería modernizar las facultades de odontología por medio de la coope-ración con las mejores de su campo en Corea. El Hanmi ha abierto así las puertas a varios proyectos de colaboración entre ambos países.

Educación y prácticas médicasSu esposa estudiaba unos cursos por detrás de Shim en la Universidad de Kyung Hee. Se espe-

cializó en patología anatómica y trabajó en dicha especialidad en la Universidad de Tirana desde 1994 a 2002. Aparte de esto, también guiaba a estudiantes y técnicos médicos, desarrollaba actividades suplementarias, como suministrar libros y revistas especializadas, y enseñaba patología celular. Por su parte, Shim fue interno en el tratamiento de la tuberculosis y otras enfermedades respiratorias en el hospital de la misma Universidad de 1994 hasta 1998. Fue el primero en introducir la terapia de la inhalación y dirigió un seminario sobre el asma, aparte de abrir una biblioteca en 1996.

“Tratar pacientes es importante, pero también espero fomentar la educación médica y el adies-tramiento en liderazgo en esta profesión. Así, puedo ayudar a los albaneses a ser más independien-tes. Trabajé hasta 2000 en una institución pública mientras me centraba, hasta el año pasado, en ampliar los servicios de la clínica Shalom, que abrió en 2001. Este año, hemos iniciado un proyecto para fomentar la enseñanza e internados de medicina. Intenté hacer esto en los años 90, pero no funcionó. En ese momento, la gente sólo se preocupaba de las primeras necesidades: medicamentos y asistencia sanitaria. Quise establecer un sistema que ayudara a la gente a ser más independiente, pero no lo entendieron así”.

En 1992, el Gobierno comunista perdió las elecciones y el país se abrió al exterior; pero la buro-

El doctor Shim Jae Doo, director de la clínica Shalom, Tirana, Albania, y su esposa y colega, la doctora Yu So Yeon, han dedicado unos 17 años de sus carreras a ofrecer sus servicios médicos al pueblo de aquel país balcánico.

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cracia heredada del régimen anterior hacía que los procedimientos administrativos fueran lentos y complicados. Como la gente estaba relativamente contenta con la situación precedente, no estaba muy preocupada por recibir ayuda. Parecía indiferente porque no había sensación de crisis. La carencia de una infraestructura adecuada también dificultaba el progreso. La clínica Shalom no tenía electricidad desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde. Por ello, los pacientes que necesitaban alguna prueba con equipo médico sólo podían hacerlo tras esa hora. Como el personal de urgencias del hospital de la Universidad era tan insuficiente, muchos venían a Shalom, día y noche. En 2004, otro misionero médico, Choi Jo-young, internista, llego para ayudarles con las consultas.

“La gente a menudo me pregunta por qué estoy en Albania desde hace tanto. Empezamos con casi nada e incluso una pequeña mejora era gratificante. Éramos felices de ver cómo todo avanzaba, así que el tiempo vola-ba”. Todos soltamos una sonora carcajada.

“Tenemos tanto que hacer”Incluso hoy, se tardan 24 horas en ir de Seúl a Tirana. Cuando Shim llegó allí por primera vez, el país parecía

todavía más distante porque los sentimientos anticomunistas eran fuertes en Corea. ¿Por qué eligió Albania? “La vida no siempre sigue un plan estricto, supongo. Supimos de Albania por un doctor, un graduado de la Universi-dad de Kyung Hee, que pasó algún tiempo en este país. Sólo sabíamos que era una nación pobre. En ese momen-to, me uní a un equipo misionero para Tirana organizado por un grupo al que pertenecía”.

Pero parecía que era Albania la que había elegido a Shim. Sólo sabía que el país había estado gobernado por comunistas y que la gente era pobre, pero se subió a un avión a Londres con su esposa y sus dos hijos, una esca-la en su viaje al país balcánico. La duración del vuelo hizo que aflorara un nuevo sentimiento por su nuevo destino y en una biblioteca británica leyó un libro sobre él. “Habíamos planeado que yo fuera solo para evaluar la situa-ción mientras mi mujer y mis hijos se quedaban en Inglaterra. Mientras buscaba material, hallé fotos de albane-ses. Sus rostros pedían ayuda a gritos: con ojos vacíos y un aspecto cansado y mísero. Mi mujer sintió lo mismo.

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“Este año, hemos iniciado un proyecto para fomentar la enseñanza e internados de medicina. Intenté hacer esto en los años 90, pero no funcionó. En ese momento, la gente sólo se preocupaba de las primeras necesi-dades: medicamentos y asistencia sanitaria. Pero ahora entiendo que es más importante ayudar al pueblo de Albania a ser independiente que quedarme aquí toda la vida.

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Supimos que teníamos mucho que hacer y necesitábamos apresurarnos”.En el aeropuerto de Tirana, sin embargo, su familia coreana era poco conocida para el pueblo albanés. Curio-

samente, los funcionarios de inmigración que tenían que decidir sobre si conceder los visados habían oído sobre Corea del Norte, que era, por motivos ideológicos, muy conocido allí. Parecieron deducir que si había un Norte, también debía haber un Sur, y les otorgaron los permisos. Desde entonces, han pasado 17 años, con sus altiba-jos. Durante la crisis de aquel país en 1997, tuvieron que refugiarse en Italia y lo abandonaron todo.

“Al principio, dije a los albaneses que viviría con ellos para siempre. Lo dije de corazón. Pero a punto estuvo de estallar una guerra y el Gobierno nos ordenó salir del país por nuestra propia seguridad. No podíamos negar-nos. No hacía mucho, un joven médico coreano que tuvo que abandonar Afganistán debido a la situación de los rehenes me relató su conflicto personal. No podía aceptar el hecho de que tenía que abandonar todo por esa causa. Yo sentía lo mismo, pero ahora entiendo que es más importante ayudar al pueblo de Albania a ser inde-pendiente que quedarme aquí toda la vida. Este año, he empezado a preparar a la gente para esta posibilidad”.

La salud de Shim se ha deteriorado mucho por vivir 17 años en un país con un clima tan frío y húmedo. Y como uno debería saber cuándo es el momento de irse, ¿cuándo será el suyo? Me dijo que había recapacitado sobre si estaba contribuyendo lo necesario. Cree, no obstante, que le gustaría estar más tiempo. El número de médicos misioneros se ha incrementado en los últimos años y a él le gustaría mejorar la asistencia sanitaria en Kosovo y Macedonia, e incluso en toda la península balcánica.

Gwanghaewon, el primer hospital occidental en Corea fue fundado por Horace Allen, y fue el antecesor del Severance, que luego educó a los primeros doctores de ese tipo de medicina. Hoy, el país tiene un sistema sanitario impresionante aparte de contar con un nivel avanzado según los estándares internacionales, con unos 80.000 médicos en todo el territorio. Hay también más en el extranjero, pasando consulta o investigando. Todo esto empezó hace 126 años, cuando un médico misionero llegó a Seúl. ¿Cómo será Albania dentro de 100 años? Quizá las contribuciones de Shim y su mujer consigan los mismos frutos.

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1 El doctor Shim en un seminario sobre odontología en Albania. Para mejorar la calidad educativa de las facultades de esta especialidad ha luchado por el establecimiento de relaciones con las principales escuelas en Corea.

2 El doctor Shim ofreciendo tratamiento médico en un campo de refugiados del conflicto de Kosovo.

3 Shim ha donado equipo de rayos X a un hospital militar en Albania.

4 La doctora Yu con médicos albanos y otro personal del Departamento de Patología Anató-mica en la Universidad de Tirana.

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EN EL CAMINO

Pintorescos acantilados y formaciones rocosas en Dumujin, en Baengnyongdo, el destino turístico más popular de las cinco islas situadas en la costa occidental de Corea.

En la costa occidental, cinco islas con un paisaje agraciado son recuerdos constantes del difícil alto el fuego entre ambas Coreas, en vigor ya desde hace más de medio siglo. Se pesca y se hace turismo en un límite estricto con las actividades militares.

Kim Hyungyoon Ensayista | Kwon Tae-Kyun Fotógrafo

© Yun Ki-jung

Cinco islas en la costa oeste esperan la unificación

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l primer día de viaje, llegué a la isla de Baengnyeong-do. Este lugar, a 228 Km desde el puerto de Incheon, es el punto más septentrional del territorio insular.

Está en la costa occidental. El hidroala completó el viaje a este aislado paraje en cuatro horas.

Hacía viento y estaba nublado. Aunque fue a finales de marzo, la primavera todavía no se había acercado por aquí. El frío hacía que el puerto pareciera más desolado. La caseta de información sobre el ferri estaba cerrada; había un área de almacenamiento de contenedores, aunque desconozco la finalidad. De los 400 pasajeros, la mitad siguieron su camino. Un grupo de unos 30 hombres de mediana edad, con ropa de montaña y una bandera coreana en el hombro, también se habían marchado. Pensé que eran antiguos infantes de mari-na, que habían servido en esta isla y habían decidido visitarla de nuevo en busca de recuerdos.

La devoción filial de Sim CheongLe hice señas a un taxi. La voz del conductor, de la ter-

cera generación de residentes en la isla, me recordó por su fuerte acento el dialecto que oí en Pyongyang, la capital norcoreana, donde estuve hace cinco años. Me di cuenta de

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lo cerca que estábamos. Llegamos al mirador de Simcheong-gak, desde donde podíamos ver Jangsangot, en Corea del Norte, al otro lado de las aguas. Simcheonggak es un mirador dedicado a Sim Cheong, una figura legendaria de la isla y heroína de un cuento folclórico famoso, reverenciada por su piedad filial. Para curar la ceguera de su padre, aceptó ser sacrificada para una tri-pulación de marinos chinos a cambio de 300 sacos de arroz.

Mi amigable taxista señaló un punto en el mar, conocido como Indangsu, lugar donde, se dice, fue arrojada la heroína para calmar al Rey Dragón, a medio camino entre Baeng-nyeongdo y Jangsangot, el cabo más meridional de la provincia de Hwanghae-do, en el Norte. En el relato, Sim Cheong es salvada por el Rey Dragón y se convierte en su reina. Pero según una leyenda local, se agarró a un loto que la llevó a la superficie y fue arrastrada a la isla, a Yeonbong Bawi, o roca del Loto.

Simcheonggak se halla en un pequeño parque rodeado de un muro de piedra, donde también hallamos un tanque. Su cañón apunta a la costa norcoreana, pero no parece operativo. Después supe que hay varios vehículos armados esparcidos por las cinco islas, lo cual revela la presencia militar en el área.

1 Lirios en verano en Baengnyeongdo, isla con una topografía singular.

2 Hay un servicio regular de transbordadores que conecta Baengnyeongdo con la península.

3 Esta isla es el principal hábitat de leones marinos en el país.

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Cruce de fronterasEstas cinco islas, situadas en la Línea de Demarcación

Septentrional (NLL, por sus siglas en inglés), la frontera marí-tima entre el Norte y el Sur: Baengnyeongdo, Daecheongdo, Socheongdo, Yeonpyeongdo y Udo. Esta última está deshabitada, por lo que no hay servicio de ferri. Esta Línea fue fijada en el alto el fuego de la Guerra de Corea, en 1953. Después, en 1973, Corea del Norte fijó su propia Línea de Demarcación Militar (MDL), por lo que las cinco islas quedaban en sus aguas territoriales, como protesta a la NLL, que, según alegó, fue creada arbitrariamente por Mark Wayne Clark, comandante de las tropas de la ONU esta-cionadas aquí. Estas cinco ínsulas se convirtieron así en peones entre ambas Coreas, y han sido escenarios de “intrusiones”.

El Norte, tras esta declaración, quiso intimidar a los resi-dentes de esta área con maniobras de barcos de guerra y cazas Mig que cruzaban la NLL. Como respuesta, el Gobierno de Seúl aumentó su presencia militar en las islas y las convirtió en una zona de seguridad. Aunque están bajo jurisdicción castrense, hay transbordadores que cruzan sus aguas con residentes y turistas. En el puerto de Junghwa-dong, en la costa meridional de Baeng-

nyeongdo, tomé el que me llevaba hacia el noroeste de la isla y que pasaba por unos impresionantes acantilados de basalto. Ya cerca del destino, los precipicios se hicieron más altos, mientras las olas arremetían contra la costa, creando así una superficie espumosa. El paisaje era magnífico. Pero incluso ahí, pude com-probar la presencia del Ejército, ya que en lo alto de las paredes rocosas, donde los cormoranes volaban en círculos, identifiqué una instalación antiaérea, como una cueva cavada en la pared.

Aviso de mar gruesaHabía planeado tomar el barco de la tarde a Daecheongdo,

pero el servicio se había cancelado debido a la advertencia del servicio meteorológico. Así que pasé el tiempo paseando por la costa hasta Dumujin, cerca de donde atracó mi transbordador el día anterior. Al final de un sendero de piedrecitas hallé una cuesta que llevaba a un acantilado con una buena vista del mar. Había un búnker en lo alto, pero durante el día no hay nadie.

Me acerqué al borde del precipicio y miré hacia el Norte. Aprendí a remar en canoa el verano pasado. Pensé que si tuviera una, podría remar fácilmente hasta ahí. La tierra prohibida estaba

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tan cerca... Una escalera descendía. Las aguas que había visto desde el barco bailaban en la playa. Los cormoranes no se acer-caban debido a las fuertes corrientes. Se contentaban con sobre-volar el acantilado, blanqueado por sus excrementos.

Esperé ver algunos leones marinos de los que se acercan a este lugar, pero no vi ninguno. Dumujin es una de las tres áreas de la isla donde estos mamíferos paran en primavera, después de parir en el golfo de Bohai, China, en invierno. Quizá todavía no fuera época, aunque un pescador me dijo que ya los había visto; no obstante, son menos activos cuando hace frío. Estos animales son especie protegida. En su búsqueda de comida perjudican a los pescadores destrozando sus buitrones. El número de lobos marinos que se acercaban a la isla antes no superaba los 300, aunque en la actualidad alcanzan los 1.000.

Hace miles de millones de añosEl tercer día, cuando se quitó la advertencia de temporal, me

subí al transbordador hacia Daecheongdo. En Baengnyeongdo hay bastante tierra cultivable, por lo que el 70 por ciento de sus residentes viven de la agricultura. Daecheongdo es montañosa, por lo que el 90 por ciento de los hogares depende de la pesca.

Tiene una extensión de un tercio de aquella y sólo 1.200 habi-tantes, una cuarta parte. Por eso, frente a los 8 taxis de Baeng-nyeongdo, aquí sólo hay dos.

Estas bellas islas en la costa occidental de Corea tienen pla-yas pintorescas, que atraen una marea de turistas de la península en verano, aunque sea un área militarizada. En Baengnyeongdo, fui a las de Sagot y Kongdol. La primera es una franja de 4 kiló-metros de longitud y 300 metros de anchura durante la marea baja. Es famosa también por ser una de las dos pistas de aterriza-je naturales del mundo. Kongdol, cuyo nombre significa “piedras en forma de alubias”, tiene un kilómetro de larga y está cubierta de piedrecitas de dicha forma. Paseé descalzo sobre ellas duran-te un buen rato. Se dice que el aire de Baengnyeongdo es el más puro del país. Ese paseo fue la experiencia más memorable de mi viaje.

En Daecheongdo, fui a la playa de Okjukpo, a una hora del puerto, donde hay una extensión de dos kilómetros de dunas de arena, conocida como “el desierto” por los residentes. No hay otro lugar en todo el país como este, al que también voy a llamar “el desierto”. Al pasear por la costa, estas formaciones de arena fina ofrecen un dramático contraste con los pinos de más allá.

1 Los residentes de esta isla son especialistas en asun-tos relacionados con la seguridad debido a la cercanía de la Línea de Demarcación Septentrional.

2 La isla de Socheongdo es montañosa y su costa muy accidentada.

3 Vista de Seocheongdo desde la isla de Daecheongdo.1

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3 © Jung Bo-sang

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En un cerro en Dumujin, Baengnyeongdo, puedo ver las aguas de Corea del Norte. Pensé que si tuviera una piragua, podría remar fácilmente hasta ahí. La tierra prohibida estaba tan cerca...

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© Jung Bo-sang

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Había paz en el desierto, que no parece haber cambiado mucho con el tiempo.

Había planeado ir a Socheongdo también, pero como tuve que estar un día más en la primera isla, tomé el transbordador a Incheon. Afortunadamente, pasamos por allí, así que, al menos, pude ver Bunbawi, o “rocas espolvoreadas”. Se llama así este lugar porque las peñas son blancas, como si alguien las hubiera rociado con polvos de talco. Son de limo que se ha transformado, con el tiempo, en mármol. Según la información que pude reco-pilar sobre ellas, contienen estromatolitos, sedimentos formados por el crecimiento de algas verdeazuladas. Estas estructuras, con un nombre muy difícil de pronunciar para mí, son, según dicen, fósiles y restos raros de vida de hace más de 3.000 millones de años. Miré esta área desde el barco con un respeto y admiración considerables.

Deleite en el aislamientoDesde Incheon, tomé un barco para visitar Yeonpyeongdo. El

nombre de esta isla me es familiar ya que es un lugar de origen de la corvina, uno de los pescados de los que más disfruto desde mi infancia. Sin dudarlo, la de aquí era uno de los alimentos favoritos para los coreanos de mi generación. Nunca se me había ocurrido pensar que la isla fuera tan pequeña. ¿Es posible que haya encogi-do desde 1970, cuando ya no había corvinas en sus aguas?

No hay taxis aquí, un islote con la mitad de tamaño de Dae-cheongdo, así que tuve que ir andando a todos los sitios, como al centro histórico del pescado mencionado, que está en lo alto de una colina en la costa meridional. Allí, aprendí curiosidades sobre este producto, que hizo tan próspero este lugar que se decía que incluso los perros llevaban dinero. De lo alto del acantilado podía ver las olas golpeándolo y me pregunté por qué desapareció tan repentinamente esta fuente de riqueza.

Llegué al mirador de Manghyang, en la zona más septentrio-nal de la isla. Desde ese punto podemos ver Haeju, en Corea del Norte. Según el propietario de la casa de huéspedes donde me alojaba esa noche, la costa del Norte solía estar iluminada por la noche hasta los años 80, pero desde entonces está oculta en la oscuridad. La fábrica de cemento también ha estado muda duran-te algún tiempo. Los diez kilómetros que me separaban me impe-dían ver los rostros. También hay varias instalaciones militares en esta isla. A menudo, uno se topa con barracones y soldados en traje de camuflaje, pero pronto me acostumbré a su presencia, que parecía dar seguridad al lugar.

En el camino a la playa de Junghwari, estaba totalmente solo, aparte del canto y gorjeo de los pájaros y del sonido de las olas. Cuando llegué al mar y miré al horizonte, me di cuenta del aisla-miento de estos remotos parajes. Estas islas, que siguen siendo fuente de tensión entre ambas Coreas, son un destino turístico ideal para alguien como yo, que disfruta de un viaje improvisado, guiado por lo que pueda interesarme en un momento dato. Esta agradable idea permaneció en mi mente tras el final de mi aven-tura.

1 El mirador de Simcheonggak, en la isla de Baengnyeongdo, es un monumento en memo-ria de Sim Cheong, una joven que personifica la piedad filial, según la literatura clásica coreana. Al fondo puede verse Jeongsangot, en Corea del Norte.

2 El alambre de espino colocado en varios lugares de la isla son un aviso constante de la división nacional del país.

3 La isla de Daecheongdo es famosa por sus elegantes acantilados y playas desiertas.

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El kongguksu es uno de los platos tradicionales favoritos durante los meses estivales. Consiste en fideos largos finos servidos en un caldo frío de soja, que se puede hacer fácilmente moliendo los granos preparados de esta legumbre. Tiene pocas calorías, es una buena fuente de proteína y ayuda a combatir el sofocante calor del verano.

Lee Jong-Im Directora del Centro de Investigación de la Gastronomía de Corea

Ahn Hong-beom Fotógrafo

Un plato de fideos fríos para combatir el calor estival

GASTRONOMÍA

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n cuenco de kongguksu (fideos con caldo lechoso de soja) se ha considerado tradicionalmente un medio eficaz para recuperar-se del cansancio durante el calor estival. De hecho, no es sólo

refrescante, sino que ayuda a recuperar la vitalidad física y mental, decaídas por el tórrido calor asociados con la canícula estival coreana. El consumo de excesiva cantidad de carne o grasas, debido al cambio de las costumbres y preferencias dietéticas, ha producido un aumento de las enfermedades relacionadas. El kongguksu, al estar elabora-do con legumbres, contiene proteína vegetal, cada vez más valorada entre la gente. En verano, los coreanos dependen de los llamados alimentos energéticos, como el samgyetang (pollo hervido en caldo de ginseng) y yukgaejang (sopa picante de carne de vaca y verduras), que, según se cree, ayudan a rejuvenecer el cuerpo y la mente. Además de los mencionados, otros platos preferidos en esta estación son el naengmyeon (fideos fríos) y el kkaeguksu (fideos en caldo de ajonjolí).

Origen del kongguksuAunque no está claro cuándo se empezó a comer este plato, el

libro de cocina Siuijeonseo (是議全書), publicado a finales del siglo XIX, incluye recetas para hacer kongguksu y kkaeguksu, lo que indica que son antiguos. La carencia de referencias anteriores podría deberse al hecho de que era tan común que no se consideraba necesario escribir su receta.

En el pasado, los aristócratas eruditos (yangban) creían en el beneficio de revitalizar su condición física y mental, que solía decaer con el calor veraniego, con kkaeguksu, fideos servidos en un caldo elaborado con ajonjolí. Según las recetas para el periodo estival incluidas en Dongguksesigi (東國歲時記, notas sobre las costumbres estacionales en Corea), los fideos se elaboraban con harina de trigo, se preparaba carne de pollo y verduras (como calabacín y pepino) y se combinaba todo en un caldo de pollo en el que se usaban semillas de

Un cuenco de kongguksu hecho con finos fideos con té verde y una colorida guarni-ción.

U

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80 Koreana | Verano 201080 Koreana | Verano 2010

Las legumbres en general son una gran fuente nutritiva, que se hace cada vez más popular como sustituto de la carne. Algunos ejemplos de alimentos coreanos con este ingrediente son el dubu (tofu), el doenjang (pasta de soja fermentada), el ganjang (salsa de soja) y el cheonggukjang (de fermentación rápida).

ajonjolí molidas. La gente común buscaba el mismo efecto refrescante en un plato de kongguksu. Hoy en día, las legumbres se han popularizado por ser una alterna-tiva más saludable que el caldo de pollo,

por lo que se consume mucho en verano.

La nutritiva sojaEl kongguksu se hace con soja, que

contiene ocho aminoácidos esenciales y varias vitaminas y minerales: hierro, cal-cio, potasio, vitamina A y C y ácido fólico. Aunque estas legumbres son una buena fuente de proteína vegetal, no contienen grasa. Son hipocalóricas, por lo que ayu-dan a adelgazar. Además, tienen mucha fibra, que ayuda a regular la función intes-tinal y reduce el riesgo de cáncer. Tam-bién son beneficiosas para la diabetes, porque colaboran en la regulación de los niveles de glucosa. La soja tiene el calcio y magnesios necesarios para mantener la densidad ósea, aparte de estrógeno vegetal, que puede ayudar a la mujer a mitigar los síntomas de la menopausia. Son muy recomendables también para los adolescentes, ya que ayudan a estabilizar la estructura ósea durante el crecimiento.

Como las isoflavonas, un componente primario de la soja, mejora la absorción

del calcio y suprime el crecimiento de las células cancerígenas, su consumo se recomienda para prevenir el cáncer de mama, ovarios y próstata. Y debido a su alto contenido en proteína y ácidos gra-dos insaturados, como el ácido linoleico/linolénico, disminuye el riesgo de arte-rosclerosis al reducir la acumulación de depósitos grasos en las arterias.

Preparación del kongguksuEn Siuijeonseo, en la receta de este

alimento, se lee: “Después de remojar la soja en agua, cuézase ligeramente. Muélase y fíltrese. Añada sal. Después de preparar los fideos de harina de trigo, métanse en el caldo de soja y añádanse tiras de verduras”.

Para la preparación de este plato, el primer paso es remojar la soja en agua, quitar la piel exterior y darle un ligero her-vor. Después de enfriar, se introducen en una batidora o licuadora. Se añade sal y se deja reposar en el refrigerador. Al moler-se, pueden añadirse semillas de ajonjolí,

1 Dar un ligero hervor a las alubias blancas o soja remojada.

2 Se emplean varios tipos de fideos, incluyendo uno con té verde.

3 Un tipo de alubias blancas antes de ponerlas en remojo.

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ajonjolí negro, piñones o cacahuetes para enriquecer el sabor. Luego se colocan los fideos de harina de trigo cocidos en este caldo, y como guarnición se colocan unas tiras de pepino.

Variedad de fideosEn la mayoría de los casos, se

emplean los denominados somyeon, unos fideos finos de harina de trigo. Como la pasta seca que se emplea en Occi-dente, son fáciles de preparar y guardar. Son los más adecuados para un caldo de soja. Un plato básico puede elaborarse simplemente mezclando los ingredientes y añadiendo algunas tiras de verduras. Como alternativa, podemos usar pasta a la que se ha añadido té verde o alga chlo-rella para darle una apariencia distinta y potenciar su sabor. Puede crearse una presentación más colorida con una guar-nición más variada, como pepino, tomate y pera en juliana, brotes de rábano o piño-nes.

Kongguksu

Ingredientes

Fideos (300 g), pepino (1/3), tomates (3), pimiento naranja (1/8),

pera (1/8), piñones (1 cucharada), algo de ajonjolí.

Caldo de soja: soja (2 tazas), ajonjolí tostado (1 cucharada), agua (8

tazas: 2 para cocer la soja, 3 para molerla y 3 para los

fideos), sal (1 cucharadita).

Preparación

1. Limpiar la soja y dejarla en remojo en agua unas 10 horas. Restregar los

granos para quitarles la piel.

2. Hervir ligeramente en dos tazas de agua. Quitar del fuego, colar y reservar el

líquido. Dejar que se enfríe (evitar hervirlas demasiado para mantener el sabor y los

nutrientes).

3. Moler la soja y el ajonjolí con una muela o una batidora y combinar con el agua de

cocción. Añadir 3 tazas de agua más y colarlo todo.

4. Añadir sal y guardar en la nevera.

5. Cortar el pepino, los tomates, la pera y el pimiento en juliana.

6. Poner el agua restante al fuego y añadir sal. Cuando empiece a cocer, poner los

fideos. Remover de vez en cuando. Cuando están hechos, escurrirlos e introducir en

agua fría. Separar en porciones.

7. Colocar una ración en un cuenco de servir. Añadir la juliana y echar caldo.

Decorar con piñones y ajonjolí. Poner cubitos de hielo.

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82 Koreana | Verano 2010

Según numerosos analistas y críticos de cine, la emergencia de cinematografías de variados orí-

genes, que ha hecho más compejo el fenómeno ac-tual del cine, encuentra su explicación en la matriz económica común a realidades nacionales diversas. Corea constituye, entre tantos, un claro ejemplo para quienes sostienen dicho argumento: cuando el desarrollo económico de la península logró des-lumbrar a nivel mundial, su cine comenzó a consi-derarse con seriedad y, progresivamente, esto se vio reflejado en un aumento de los índices de consumo de los filmes coreanos tanto a escala local como global. Esto demuestra cómo el Gobierno ha sabido combinar desarrollo económico con políticas de promoción cultural de modo satisfactorio y con-tinúa haciéndolo hasta la actualidad. En relación con el cine, ha impulsado con vigor y perseverancia gran cantidad de festivales y ciclos tanto en el país como en Europa y América Latina desde la década de los años 90 hasta nuestros días.

El surgimiento reciente de este tipo de eventos, festivales y ciclos de cine, se ha ido convirtiendo en el formato de difusión por excelencia de la cultura cinematográfica en su diversidad. De este formato se ha valido el cine coreano para hacer su aparición en la escena porteña.

Festivales y ciclos de cine coreano: itinerarios porteños

El Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) ha sido el ámbito privi-legiado para la difusión del cine coreano durante la década de los años 90. Si bien este espacio sigue brindando un terreno óptimo para la participación de los filmes coreanos en su variedad de géneros, se han sumado nuevas iniciativas para fomentar el intercambio cultural entre ambos países, entre ellas, los ciclos organizados por el Centro Cultural Corea-no en América Latina.

Desde el año 2006 hasta el actual se han reali-zado ocho ciclos de cine coreano cuyas temáticas abarcaron la proyección de largometrajes de reco-nocidos directores, la evolución de la industria ci-nematográfica nacional desde la década del 60 hasta la actualidad, cintas pertenecientes al “nuevo cine”, de ficción clásicas y contemporáneas, documentales, independientes y experimentales con formato de cortos y mediometrajes.

También en otros festivales internacionales que se celebran en nuestra ciudad las películas coreanas han participado ampliamente, en especial en los úl-timos cinco años, compitiendo en las categorías de mejor, director, guión, edición, actor, actriz y mejor

Nuevas tendencias: los ciclos de cine coreano como vía de transmisión cultural en la ciudad deBuenos Aires

OPINIÓN DESDE LA LEJANÍA

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El cine coreano ha logrado un espacio dentro de las actidades cinematográficas de la ciudad de Buenos Aires y ha abierto así el camino para un mayor entendimiento de la cultura del país.

Paula Iadevito y Bárbara Bavoleo Investigadoras del Grupo de Estudios del Este Asiático del Instituto Gino Germani (UBA)

Profesoras y doctorandas de la Universidad de Buenos Aires

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cortometraje. Algunos ejemplos son el Ⅶ Festival Internacional de Cine “Nueva Mirada” para la In-fancia y la Juventud (2008), en el cual fue premiado el largometraje de animación El viaje de Mug, de Lim Ah-ron, y el IV Festival de Cine Inusual de Buenos Aires, realizado el mismo año.

Estos espacios ofrecen a los espectadores por-teños producciones inéditas en nuestro país pro-piciando así el contacto entre culturas. Festivales y ciclos contribuyen al reconocimiento del cine co-reano no sólo por parte de los críticos de cine y de los círculos de cinéfilos sino también de un público joven que elige sumergirse en una estética cinema-tográfica poco convencional para los parámetros a los que estamos habituados.

La difusión: iniciativas y apuestas Lo interesante no es sólo que el cine nacional

trascienda fronteras ni que sume adeptos sino la velocidad con que se expande su visibilidad. “Cuan-do empezamos a realizar los ciclos de cine desde el Centro Cultural Coreano (2007), el número de asistentes no superaba las siete personas; hoy debe-mos pedir que confirmen por anticipado su partici-pación para evitar que se desborde la capacidad de la sala”, nos señala Lee Chin-kyong, especialista en gestión cultural y responsable del área de progra-mación.

Esta labor se ubica como continuadora de aque-lla que iniciara, hacia fines de la década de los años 90, el Departamento de Prensa y Difusión de la Embajada de Corea en Argentina. En sus estrategias de difusión, el uso de las tecnologías de información y comunicación, particularmente de Internet, posee un papel destacado. A su página web1), que ofrece información anticipada de los eventos programa-dos, se suma una publicacion electrónica de circu-lación mensual que hace accesible el detalle de las actividades a todos los interesados.

Además, mediante una de las redes sociales más populares en el país, Facebook2), la información de los ciclos de cine coreano y la sinopsis de las pelícu-bas proyectadas llegan a un público joven, que a su

vez multiplica los canales de propagación mediante la creación de nuevos grupos virtuales como el Club de Amigos del Cine Coreano, en la misma red so-cial3), o la construcción de blogs temáticos4) .

Aportando al entendimiento cultural a través del cine

La cadena de difusión que se genera en el ámbi-to virtual no agota sus efectos en la reproducción de información y la captación de público para los ci-clos o festivales de cine. La existencia de foros en ese mismo espacio permite una primera aproximación al conocimiento de prácticas culturales coreanas, que suele ser complementada, en la esfera real, con preguntas luego de finalizada la proyección de los largometrajes. En palabras de Lee: “Mucha gente nos pregunta sobre las costumbres coreanas que ven en la pantalla, por qué nos sacamos los zapatos, o nos sentamos en el piso, y cuando ven el desarrollo tecnológico que ha alcanzado el país quedan real-mente sorprendidos”.

Sin duda alguna, el cine coreano va dejando huellas en el epicentro cultural de la ciudad de Bue-nos Aires. Su calidad artística y la diversidad en sus argumentos hacen que sus espectadores aumenten y que sus seguidores se sientan atraídos por historias e imágenes que son diferentes a las de su propia reali-dad. Es justamente ahí donde el cine colabora con la difícil tarea de descubrir y comprender aspectos de una sociedad distante geográfica y culturalmente.

Trascender espacios, acercar realidades, multi-plicar información y posibilitar el conocimiento de la cultura son algunos de los notables efectos que la transmisión del cine coreano trae consigo.

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1 http://argentina.korean-culture.org/welcome.do.

2 http://www.facebook.com/pages/Centro-Cultural-Coreano/56232696620.

3 http://ja-jp.facebook.com/group.php?v=wall&gid=58286480499.

4 Entre muchos otros, podemos mencionar: http://cinecoreano.wor-dpress.com, www.expresoorientalcine.blogspot.com y http://www.blogdecine.com.ar.

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84 Koreana | Verano 2010

unque Seúl tiene 600 años, pasear a su alrededor es una experiencia relativamente nueva para los residentes de la capital. La sección que quedaba de esta estructura tenía el acceso prohibi-do después de que un grupo de espías norcoreanos se infiltraran por los montes de alrededor

de Seúl en enero de 1968. La sección del Inwangsan fue abierta al público en 1993, y las restantes del Bugaksan, detrás de la residencia presidencial, gradualmente en 2006 y 2007. Hoy, todos pueden experimentar una parte importante de la historia de la capital de Corea y ver la ciudad desde otra perspectiva.

600 años de historiaLa Dinastía Joseon gobernó la península de Corea durante 500 años, desde 1392 hasta que el país

fue anexado por Japón en 1910. Una de las primeras medidas que tomó el rey Taejo tras fundarla fue trasladar la capital a Seúl en 1394. Pero erigir una nueva capital no era suficiente; la ciudad debía tener todas las instituciones e instalaciones que a la metrópoli más importante le corresponden. Se construyeron palacios y santuarios, tan importantes en un estado confuciano, y en 1396 se comenzó a levantar la muralla.

Esta urbe está rodeada de sierras, y el centro, en particular, está enlazado a lo que se conoce como los “cuatro montes interiores”: el Bugaksan (342 m) al norte, el Namsan (262 m) al sur, el Naksan (125 m) al este y el Inwangsan (338 m) al oeste. La muralla fue diseñada para conectarlas con muros de paredes de piedra en las propias elevaciones y de tierra en las zonas planas. La mayor parte de la fortificación se completó en 1396, aunque en finalizar todo se tardó unos años más.

Dos décadas después, muchas secciones estaban derruidas y el rey Sejong ordenó reparar y res-taurar todo. Las obras se iniciaron en 1422 y en ella participaron 300.000 trabajadores de todo el país. Este número nos sorprende más si tomamos en cuenta que la población de Seúl era entonces de 100.000 personas. En sólo cinco semanas, los muros de piedra y las fortificaciones fueron reparados y las paredes de tierra fueron sustituidas por roca.

Aunque la idea era que protegiera la capital, nunca desempeñó ese papel, incluso durante los tumultuosos siglos XVI y principios del XVII. Los puntos más débiles de cualquier fortificación son los defensores y, si no hay nadie que se oponga al enemigo, incluso la fortaleza más grandiosa caerá. Cuando Japón invadió el país en 1592 y marchó a Seúl, el rey Seonjo y su corte huyeron, dejando la ciudad sin defensas, abandonada, sin una sola batalla. En 1624, rebeldes encabezados por un oficial llamado Yi Gwal volvieron a capturarla sin resistencia. Finalmente, cuando las invasiones manchúes

La ciudad de Seúl estaba rodeada originalmente por una muralla. Hoy, muchos de los habitantes de la capital pasan sus fines de semana rodeándola en un sendero que les permite conocer su historia y disfrutar de sus vistas. Esto es posible por la apertura gradual de secciones cerradas que se han restaurado.

Charles La Shure Profesor de la Escuela de Posgrado de Traducción e Interpretación de la Universidad Hankuk de Estudios Extranjeros

Kim Yong-chul Fotógrafo

VIDA

A

Las murallas de Seúl: historia viva en el corazón de la capital

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Verano 2010 | Koreana 85

de 1636, el rey Injo abandonó la capital para refugiarse en la fortaleza del Namhansan, una maniobra que no dio resultado ya que los invasores la rodearon y le obligaron a rendirse.

Antes de retirarse forzaron a Joseon a firmar un tratado, que contenía una cláusula que prohibía expresamente la reparación de las murallas o la construcción de otras nuevas. Así que durante unos 70 años, los muros de la capital se deterioraron. En el nuevo siglo, el rey Sukjong finalmente hizo caso omiso de dicho documento y ordenó que se reparara. Las obras comenzaron en 1704 y se termi-naron a intervalos cinco años más tarde.

Con la modernización y el periodo colonial nipón, la muralla se convirtió en un obstáculo para el progreso. En 1898 y 1899, se demolieron varias secciones para construir vías para el tranvía; en el siglo XX, estas demoliciones siguieron. Cuando Japón se anexionó oficialmente Corea en 1910, hizo planes para modernizarla como parte de su estrategia global para el Este de Asia. Los de la reforma de Seúl se publicaron en 1912, y casi todo el muro en llano se derribó. No fue hasta 1975 que Seúl fue capaz de comenzar a restaurarla, proyecto que todavía continúa. En 2006, la Administración del Patri-monio Cultural del Ayuntamiento de Seúl comenzó un proyecto que terminará en 2013, fecha en que planea presentar esta construcción para su posible consideración como Patrimonio del Mundo de la UNESCO.

La muralla del presenteEn la actualidad, existen 10,5 kilómetros de los 18,2 originales. La sección continua más larga

Las rutas a lo largo de las murallas de Seúl son variadas: desde paseos cortos a otros largos y difíciles, en los que hay que subir y bajar distintas lomas.

Las murallas de Seúl: historia viva en el corazón de la capital

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“Si queremos ver la historia de la capital, tenemos los palacios. Pero pasear a lo largo de su muralla nos hace sentir cómo era en el pasado y cómo se fundó en los principios del pungsu [feng sui]. Es una oportunidad singular de ver la ciudad”.

1 La puerta de Changuimun, el final de la sección del monte Bugaksan de la antigua muralla.

2, 3 Un paseo por estos caminos permi-te a los visitantes conocer distintos aspectos de la historia de Seúl y ver la ciudad desde otra perspectiva.

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que se conserva pasa por el monte Bugaksan, y sólo hay un hueco pequeño antes de seguir hacia el Inwansan. Hay secciones más pequeñas en el Naksan, entre las puertas de Hyehwamun y Heunginjimun (también conocida como Dongdaemun, o “Gran Puerta del Este”), y en el Namsan. Quizá la ruta más popular es la que va del Inwansan al Bugaksan, en parte porque es una zona que ha estado cerrada durante mucho tiempo.

Gu, residente de Seúl durante mucho tiempo, se sentía entusiasmado al pensar en ir a la muralla con sus dos herma-nos mayores: “Mi corazón late sólo con pensarlo”, nos cuenta. “Hemos vivido en Seúl durante cuarenta o cincuenta años y sólo he visto el Skyway Drive y el mirador de Palgakjeong en el Bugaksan”. Jo, que trabaja en el centro, en plena vista de los dos montes, va a la muralla dos veces al mes aproximadamente: “Me gusta ver toda la ciudad desde ahí arriba; hay, además, un buen número de sitios a lo largo de la ruta donde se han construido cenadores para que la gente disfrute de la panorámica”. Su com-pañera de trabajo, Lee, lo confirma: “Si queremos ver la historia de la capital, tenemos los palacios. Pero pasear a lo largo de su muralla nos hace sentir cómo era en el pasado y cómo se basó en los principios del pungsu [feng sui]. Es una oportunidad singu-lar de ver la ciudad”.

Como la mayor parte de la muralla bordea las cimas de los montes, los senderistas han de hacer un buen ejercicio para disfrutar de la vista de la ciudad. Ir hacia el este desde Changuimun, el muro asciende bruscamente hasta el Bugaksan, y los visitantes lo siguen por una escalinata serpenteante. Una vez en la cima, el aire puro y la contemplación de Seúl entre los picos eliminan cualquier fatiga.

Una vez que los visitantes son capaces de apartar los ojos de la ciudad, la muralla ofrece un viaje por la historia. Son claramente visibles tres estilos arquitectónicos, desde el de la época de Taejo y las renovaciones de Sejong, hasta la construcción siglos después en época de Sukjong. La edificación original consistía en piedras pequeñas, irregulares, unidas para formar fortificaciones que parecían muy naturales. Cuando Sejong la remodeló, se usaron rocas rectangulares, y otras más pequeñas para cubrir los huecos. Todavía da la sensación de naturalidad, pero las líneas son mucho más uni-formes. La del siglo XVIII es más peculiar, ya que se emplearon bloques de granito en forma uniforme para levantar una estructura resistente e imponente. Hay varias áreas, como las de la puerta más septentrional, Sukjeongmun, donde se ven estos tres estilos uno junto al otro.

El más observador se dará cuenta de que algunos bloques tienen ideogramas grabados. Algu-nos son fechas y nombres de los constructores. Como participaron muchos obreros de todo el país, algunos marcan las secciones construidas por los grupos de determinada región. Finalmente, toda la muralla se dividió en 97 secciones de unos 180 metros de longitud. En vez de numerarlas, los constructores usaron el texto de Mil ideogramas, un manual para aprender chino clásico básico. La primera parte, en el pico del Bugaksan, tiene el primer símbolo de este libro, que significa “los cie-los”. Las diferentes divisiones continúan en orden hacia el este, o en sentido de las agujas del reloj, y terminan de nuevo en el mismo pico con el signo 97, que significa “compadecer”.

Finalmente, están las propias características de esta construcción. Las más visibles e icónicas son las almenas en lo alto con tres troneras. Las dos externas son cortes directos en el muro, pero la central está en ángulo para poder disparar a los atacantes cercanos al muro. Hay también bastiones cuadrados y otros curvos a lo largo de su longitud. Estas estructuras ofrecían a los defensores un mayor campo de tiro; podían, además defender ambos lados. Las estructuras más imponentes son las puertas. De las cuatro principales, la del este, Heunginjimun, y la del sur, Sungnyemun, ahora están en medio de las ajetreadas calles de la capital; esta última está siendo reconstruida tras el incendio que la destruyó casi por completo en 2008. La puerta occidental, Donuimun, fue derribada

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por las autoridades coloniales niponas, aunque su restauración terminará en 2013. Sólo la del norte, Sukjeongmun, está en su entorno original.

La nueva moda del senderismoEsta muralla es un patrimonio cultural muy valioso que nos presenta la historia de la ciudad, pero

también es parte de la vida de la urbe presente. Rodea el centro, por lo que puede accederse desde distintos puntos, permitiendo así a los que se deciden a pasear junto a ella elegir el recorrido que más les guste, desde paseos cortos a subir y bajar laderas montañosas. En la actualidad, la gente parece siempre apurada para llegar a su destino sin pausarse a mirar a su alrededor. Muchos, no obstante, están haciendo esfuerzos para ralentizar su vida y pasar más tiempo pensando en el viaje que en el destino.

Entre los que disfrutan así, el senderismo se ha popularizado. De hecho, se ha fundado una nueva institución educativa con fondos públicos, Korea Trekking School, para presentar a la gente este pasatiempo relativamente nuevo. Según la página de internet de esta “escuela” (www.kts2009.com): “Mientras que la finalidad del montañismo es superar el peligro y la adversidad, y conseguir satis-facción por medio de aventuras y desafíos, el senderismo intenta eliminar cualquier riesgo y dejar que quienes lo practican disfruten del paisaje y se conviertan en parte de la naturaleza en un entorno seguro y relajado”.

Hay variadas rutas en Corea. La montaña Jirisan es la más alta del territorio peninsular, con 1.916 m, aparte de ocupar un lugar privilegiado en la imaginación colectiva por sus pliegues cubier-tos de niebla. Recientemente se ha restaurado un camino, el de Dulle, que da la vuelta a esta sierra. Tiene una longitud de unos 300 kilómetros y pasa por un territorio virgen. Está dividido en varias sec-ciones, que permiten paseos de distinta duración.

En la isla de Jejudo, el territorio más meridional del país, tenemos el sendero de Olle que recorre la costa y da la vuelta a la montaña más alta de Corea, el Hallasan (1.950 m). Hay 15 caminos distin-tos en esta ruta, con una longitud de 215 Km por el sur, desde el borde oriental al occidental, y hay planes de añadir más. Cerca de Seúl, se está construyendo una ruta alrededor del Bukhansan. En marzo se abrió la primera sección del de Sulle. Se abrirá totalmente en 2013. Parece que este pasa-tiempo está ocupando un espacio en la forma de vida coreana junto al montañismo, como una nueva actividad para el cuerpo y el alma.

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Después de una vista panorámica de la capital desde la altura, la muralla nos permite viajar en el tiempo.

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Jornadas de Li teratura Coreana

Park Wan-suh

Park Wan-suh (n.1931) apareció en el escenario de la literatura coreana a los

cuarenta años con su primera novela, Árbol desnudo. Es considerada una “gran

narradora” por su tratamiento de personajes ordinarios en circunstancias que

exponen su dualidad e hipocresía. Sobrevivió a la Guerra de Corea, por lo que ha

escrito sobre sus consecuencias.

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CRÍTICA

Park Wan-suh no tiene precedentes, pues ha abierto un nuevo horizonte

con su contemplación y sensibilidad femeninas, recreando temas históricos como la Guerra de Corea y la división territorial, exclusivos de escrito-res varones. Sus novelas recrean el microcosmos de la cotidianidad, dejado de lado por la perspectiva macrocósmica de la historia, asociada generalmen-te con la lógica masculina. Como consecuencia, ha sido capaz de describir, con abundancia de detalles y una delicada textura narrativa, las profundas e íntimas heridas que la Guerra dejó en los individuos. El talento innato de Park Wan-suh es el de narrar sus propias experiencias acerca del doloroso pasado del país; en otras novelas, por otra parte, trata de la realidad más reciente de sus contemporáneos. El turbulento periodo en la historia de Corea desde el dominio colonial japonés hasta del estallido de la Guerra coincide en efecto con el periodo de forma-ción de la autora. Por tanto, la violenta situación que tuvo que atravesar durante el periodo más crucial de su vida supuso un trauma irreversible, lo que ha hecho que recurra con frecuencia a ese tema en sus novelas.

Para sus personajes femeninos, una guerra es un desastre cruel e inesperado para toda la familia, ya que les arrebata a todos los varones, inclusive a los hijos, conduciéndoles a una brutal muerte. Aque-llas que sobreviven a esa realidad tan destructiva, tienen que cargar con la responsabilidad de seguir viviendo. Tras la desaparición de todos los hombres por causa de conflictos ideológicos, abandonadas con la dura responsabilidad de mantener con vida al resto de la prole, la vida de súbito se transforma en un esfuerzo de supervivencia cotidiana. En este

sentido, “Encuentro en el aeropuerto” no trata en sí de los horrores de dicho conflicto,

sino más bien de la vida de una mujer olvidada. Durante ese turbulento periodo, al igual que el varón lucha en el frente, la mujer, en la retaguardia, tiene que librar sus propias batallas para reemplazarle y ganarse la vida para mantener a los que han que-dado. El economato de una base americana en esta narración es un espacio simbólico que representa la dura realidad de las coreanas durante la Guerra y su intento de supervivencia y superación de la pobreza. En el relato, una trabajadora de esa tienda trafica con productos, que saca escondidos bajo su holgada falda en múltiples capas por todo el cuerpo, que cubren como si llevara una armadura. Esta descripción un tanto cómica de la protagonista contoneándose con el peso de los objetos de contrabando refleja la tra-gedia que los coreanos de aquellos tiempos sufrían en medio de la ruina.

La Guerra de Corea, que podría considerarse en su génesis un conflicto fratricida entre el Norte y el Sur, se internacionalizó y lo acabó siendo del este y el oeste. Los Estados Unidos fueron un potente aliado de Seúl, y su imagen se convirtió en la mente de muchos coreanos en la de un salvador que los protegió de la amenaza del comunismo y suminis-tró los artículos de primera necesidad a una nación devastada por la pobreza. En aquellos días, cuando veían pasar a soldados de aquel país, multitud de niños harapientos los perseguían, los rodeaban y les gritaban en un inglés torpe gime chocolate, gime chocolate. Esto podía verse en cualquier: simbolizaba la relación entre los dos países, uno como benefactor y otro como beneficiario. Mientras los niños pedían dulces, los adultos hacían contrabando con comida

Park Hye-kyung Crítico literario

Relatos de mujeres de la Guerra de Corea“Encuentro en el aeropuerto”, de Park Wan-suh

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y artículos de primera necesidad de los economatos militares. Era, en un sentido, su propia manera de mendigar. Para ellos, cuya destructiva guerra los había llevado al hambre y a la pobreza, los comercios llenos de atractivas colecciones de productos exóti-cos y refinados eran una tentación incontrolable. En esa época, la maravillosa mercancía de EE.UU. signi-ficaba algo más que un simple medio de ganar dinero en su pordiosera vida: eran misteriosos amuletos que les prometían una mejor vida. En este relato, por tanto, lo que realmente desea la contrabandista puede que sea la esperanza de prosperidad.

No obstante, era inevitable para los coreanos en la posguerra depender de la asistencia americana, lo cual les hacía humillarse enormemente ante sus soldados. Por tanto, fuera por una necesidad deses-perada de supervivencia o por una vaga esperanza de felicidad, su obsesión por la mercancía estimu-laba también su complejo de inferioridad, lo cual a su vez, recalcaba su despreciable realidad. En este sentido, los conflictos ideológicos no tuvieron lugar sólo en los frentes de batalla. La mujer en la reta-guardia, que tenía que rendirse ante la potencia del capitalismo y sufrir la pobreza de su propia nación, estaba también participando en la lucha de ideas. En el relato que nos ocupa, Señora Elasticidad, que usa palabrotas que no son ni coreanas ni inglesas, está descrita como una guerrera inquebrantable en medio del desesperado llanto de sumisión de sus compatriotas. Cuando las autoridades militares americanas deciden, después de un apagón que hubo, tirar un camión entero de carne al río Han-gang, ella intenta evitarlo dándole un mordisco al sargento en el brazo: “Hasta que los guardias se abalanzaron sobre ella y la separaron, permaneció

silenciosa e inmóvil con los dientes clavados en el antebrazo y los ojos totalmente abiertos. En ellos, como en los de una bestia en peligro de extinción, reinaba una implacable soledad”. Esto es testimonio de la solitaria batalla que libra para no ser presa del yugo del poder, incluso cuando, como dice: “Hay 30 millones que se benefician de los gringos”. Aunque ella misma es cómplice en una red de contraban-do, la rigidez del Ejército americano en aplicar la normativa de higiene, en clara contraposición a la inanición de su país aliado, podría considerarse pura brutalidad.

Para ella, preservar la dignidad es más impor-tante que vivir. Es por eso que la mortirfica tanto la muerte sin sentido de su primer marido en el camino de regreso a casa del frente. Y es por eso mismo que afirma muy orgullosa: “Vosotros, mise-rables, pensaréis que habéis salvado a 30 millones de coreanos pero hay un maldito americano que no muere de hambre gracias a una coreana. Tienen aquí a la coreana que mantiene al bastardo america-no y ese bastardo es mi marido”.

Por tanto, cuando ella le dice a su amiga: “Espe-ra que llegue a los Estados Unidos. No diré más palabrotas en inglés, trabándome la lengua. Viviré maldiciendo mi patria usando palabrotas en mi propio idioma”, no lo hace por patriotismo sino que expresa su firme voluntad de proteger los valores humanos frente a cualquier adversidad. Su rotunda negativa a rendirse, como la de una solitaria “bestia en peligro de extinción”, hace posible que el lector considere verosímiles estas palabras de la narrado-ra: “[…] ella va a contrapelo y es la única que mantie-ne a uno de ellos, algo de lo más intrépido; algo que sólo ella podía hacer”

Relatos de mujeres de la Guerra de Corea“Encuentro en el aeropuerto”, de Park Wan-suh

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