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La Agitada Navidad de Maigret - Georges Simenon

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novela francesa noel de maigret

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  • Una maana de Navidad en queMaigret y su esposa se disponan apasarla juntos y por la tarde ir alcine, se presentan a su casa un parde fulanas, la una que estterriblemente enamorada de l y laotra que no y le plantean el caso enel que Pap Noel se present por lanoche y regal a la hija de la que nouna mueca. El misterio est en queese gordo ridculo ni siquieraexiste

  • Georges Simenon

    La agitadaNavidad de

    Maigret

    ePub r1.0

  • IbnKhaldun 18.09.14

  • Ttulo original: Un Nol de MaigretGeorges Simenon, 1950Traduccin: Mara Teresa Garca

    Editor digital: IbnKhaldunePub base r1.1

  • Captulo I

    Siempre ocurra lo mismo. Al acostarse,haba dicho suspirando: Maana melevantar tarde.

    Y madame Maigret le haba credo,como si no la hubieran enseado nadalos aos pasados a su lado, como si nosupiese que no poda dar ningunaimportancia a las frases que su maridolanzaba en tales momentos. Ella no tenatampoco razn alguna para levantarsetemprano.

    Sin embargo, casi no habaamanecido cuando Maigret la sinti

  • moverse con precaucin entre lassbanas. l no se movi. Se afanaba enrespirar regularmente, profundamente,como si estuviera dormido. Pareca unjuego. Era gracioso sentirla avanzarhacia el borde de la cama conprecauciones de animal,inmovilizndose despus de cadamovimiento para asegurarse de que l nose haba despertado. Exista un momentoque el comisario esperaba siempre,como en suspenso: cuando los muellesde la cama, libres del peso de su mujer,se distendan con un leve crujido que seasemejaba a un suspiro.

    Entonces, madame Maigret recoga

  • la ropa de la silla y tardaba unainfinidad en girar el pomo de la puertadel cuarto de bao. Luego, ya en lacocina, se permita movimientosnormales.

    l volvi a dormirse. Noprofundamente. No por mucho tiempo.Sino el necesario para tener unsueecito confuso y emocionante. No lorecord despus, pero saba que habasido emocionante, y eso le mantuvo mssensible.

    Se vea una raya de luz plida ycruda entre las cortinas que nuncacerraban hermticamente. Esper an unpoco, acostado de espaldas, los ojos

  • abiertos. Le llego a las narices el olordel caf, y, cuando oy la puerta delpiso abrirse y cerrarse, comprendi quemadame Maigret bajaba de prisa paracomprarle croissants calientes.

    Maigret no coma nunca por lasmaanas, contentndose con una taza decaf puro. Pero era un rito, una idea desu mujer. Los domingos y das de fiestaestaba obligado a permanecer en lacama hasta tarde y ella iba a buscar loscroissants a la esquina de la calleAmelot.

    Se levant, se puso las zapatillas yla bata, y descorri las cortinas. Sabaque era temprano y que su mujer se

  • enfadara. Maigret hubiera sido capaz deun gran sacrificio por complacerla, perono poda permanecer en la cama sintener ganas.

    No nevaba. Era ridculo, pasadoslos cincuenta aos, sentirsedecepcionado porque no haba nieve unamaana de Navidad; pero las personasde cierta edad no son nunca tan gravescomo los jvenes creen.

    El cielo, nuboso, de un blanco sucio,tena aspecto de pesar sobre los tejados.El bulevar Richard Lenoir estabacompletamente desierto, y enfrente,encima de la gran puerta cochera, laspalabras Depsito Legal, Fils y

  • Compaa eran de un negro brillante. LaD, Dios sabe por qu, tena aspectotriste.

    De nuevo oy a su mujer trajinar porla cocina, deslizarse sobre la punta delos pies por el comedor, continuartomando precauciones sin saber que lestaba ante la ventana. Al mirar su reloj,colocado sobre la mesilla de noche, sedio cuenta de que no eran ms que lasocho y diez.

    La noche anterior haban ido alteatro. A continuacin, hubiesen cenadoen el restaurante, para hacer como todoel mundo; pero en todas partes las mesasestaban reservadas para la cena de

  • Nochebuena. Por tanto, regresaron a pie,cogidos del brazo. Era un poco menosde medianoche cuando entraban en sucasa y apenas haban tenido tiempo deesperar para cambiarse los regalos.

    Una pipa para l, como siempre.Para ella una cafetera elctrica, demodelo perfeccionado, de la que tantosdeseos tena y, a fin de permanecer fiel ala tradicin, una docena de pauelosmaravillosamente bordados.

    Maquinalmente llen su pipa nueva.En algunos inmuebles de la otra aceradel bulevar algunas ventanas tenanpersianas; otras, no. Poca gente se habalevantado. Slo aqu y all permaneca

  • una luz encendida, sin duda porquehaba nios que se haban levantadotemprano para precipitarse hacia elrbol de Navidad y los juguetes.

    En el piso alfombrado, pensaban losdos pasar una maana tranquila. Maigretpermanecera en bata hasta muy tarde,sin afeitarse, e ira a la cocina a charlarcon su mujer mientras sta pona lacomida en la lumbre.

    Maigret no estaba triste. Slo que susueo del que no dejaba de acordarse le haba dejado como una especie desensibilidad a flor de piel. Y quiz,despus de todo, no fuera el sueo, sinola Navidad. Era preciso aquel da ser

  • prudente, medir las palabras, de lamisma forma que madame Maigret habacalculado sus movimientos para salirdel lecho, porque ella tambin seemocionara con ms facilidad que otrosdas.

    Bueno! Lo mejor era no pensar eneso. No decir nada que hiciese pensar eneso. No mirar demasiado a la callecuando los nios empezaran a mostrarsus juguetes en la acera.

    Haba nios en la mayora de lascasas, si no en todas. Se oirantrompetas, tambores, pistolas Lasnias meceran sus muecas

    Hace algunos aos, l dijo en

  • aquella ocasin:Por qu no aprovechamos la

    Navidad para hacer un viajecito?Adnde vamos a ir? le haba

    preguntado ella con su buen sentidoinatacable.

    Para ver qu? Ni familia tenan aquien visitar, aparte de la hermana deella, que viva demasiado lejos.Hospedarse en el hotel de una ciudadextraa o en la posada de cualquierprovincia?

    Silencio! Haba llegado el momentode tomar el caf y, despus, se sentiracon ms aplomo. No se encontrabajams a gusto antes de su primera taza

  • de caf y su primera pipa.En el preciso instante que alargaba

    la mano hacia el pomo de la puerta, stase abri sin ruido y apareci madameMaigret con una bandeja. Mir el lechovaco y luego a l, desilusionada, prestaa llorar.

    Te has levantado!Ella ya estaba arreglada, peinada,

    con un delantal limpio.Yo, que gozaba con traerte el

    desayuno a la cama!Maigret haba intentado multitud de

    veces hacerla comprender que eso nosignificaba un placer para l, que leproduca malestar, que le causaba la

  • impresin de enfermo o impotente; apesar de todo, el desayuno en la camasignificaba para ella el summum delideal de los domingos y das festivos.

    No quieres volver a acostarte?No! no tena valor para

    hacerlo.Bien Felices Pascuas!Felices Pascuas! No me

    odias?Se hallaban en el comedor, con la

    bandeja de plata en una esquina de lamesa, la taza de caf que humeaba y loscroissants dorados en un platito.

    Dejando la pipa sobre la mesa, secomi un croissant para contentarla,

  • pero permaneci en pie, y observ,mirando al exterior:

    Polvo de nieve.No era, en realidad, nieve. Del cielo

    caa como un fino polvo blanco, y lerecordaba que, cuando nio, sacaba lalengua para coger algunos copos.

    Su mirada se fij en la puerta delinmueble de enfrente, a la izquierda delos depsitos. Dos mujeres sin sombreroacababan de salir por ella. Una, rubia,de unos treinta aos, se haba echado unabrigo sobre los hombros sin meterselas mangas, mientras que la otra, de msedad, se abrigaba con un chal.

    La rubia pareca dudar, dispuesta a

  • batirse en retirada. La morena, msbajita y ms delgada, insista, y Maigrettuvo la impresin de que sealaba a susventanas. En el encuadramiento de lapuerta, tras ellas, surgi la portera, quepareci acudir en ayuda de la delgada, yla joven rubia se decidi a atravesar lacalle, no sin volverse con ciertainquietud.

    Qu miras?Nada A unas mujeres.Qu hacen?Parece que vienen aqu.Porque las dos, en el centro del

    bulevar, levantaban la cabeza para miraren su direccin.

  • Espero que no vayan a estropearteel da de Navidad. Adems, an no hearreglado la casa.

    Nadie lo hubiera credo, porque,aparte de la bandeja, todo estaba en susitio y no se vea una mota de polvo enlos barnizados muebles.

    Ests seguro de que vienen aqu?Ya lo vers.Prefiri, por precaucin, ir a pasarse

    un peine, limpiarse los dientes y lavarseun poco la cara. An se hallaba en sudormitorio, donde encenda de nuevo lapipa, cuando oy llamar a la puerta.Madame Maigret debi de mostrarseremolona, porque transcurri un buen

  • rato antes de que se decidiera a abrir.Quieren hablarte le cuchiche

    . Pretenden que, tal vez, seaimportante, que necesitan un consejo.Conozco a una de ellas.

    A cul?A la bajita delgada, mademoiselle

    Doncoeur. Vive enfrente, en el mismopiso que nosotros, y trabaja durante todoel da sentada al lado de la ventana. Esuna seorita bien, que borda para una delas mejores tiendas del bulevar Saint-Honor. Me he preguntado muchas vecessi no estar enamorada de ti.

    Por qu?Porque cuando te vas se levanta

  • de su asiento para seguirte con la vista.Qu edad tiene?De cuarenta y cinco a cincuenta

    aos. No te vistes?Por qu no tena derecho, puesto

    que le molestaban en su propia casa y elda de Navidad, a las ocho y media de lamaana, a presentarse en pijama y bata?No obstante, bajo sta se puso unospantalones. Luego abri la puerta delcomedor, donde las dos mujeres sehallaban en pie.

    Perdnenme, seoras.Despus de todo, tal vez madame

    Maigret tuviese razn, porquemademoiselle Doncoeur no enrojeci,

  • sino que palideci, sonri, perdi susonrisa que volvi a recuperarinmediatamente y abri la boca sinencontrar de momento nada que decir.

    En cuanto a la rubia, que eracompletamente duea de s, dijo no sinhumor:

    No he sido yo quien ha queridovenir a verle.

    Por favor, quieren sentarse?Observ que la rubia, bajo su

    abrigo, estaba en camisn y no llevabamedias, mientras que mademoiselleDoncoeur iba de punta en blanco.

    Quiz se pregunte cmo hemostenido la audacia de dirigirnos a usted

  • empez esta ltima, buscando laspalabras. Al igual que todo el barrio,nosotras sabemos a quin tenemos elhonor de tener por vecino

    Esta vez se sonroj ligeramente,fijando los ojos en la bandeja.

    Hemos interrumpido su desayuno.Ya haba terminado. Las escucho.Ha ocurrido esta maana, o mejor

    dicho esta noche, en nuestra casa unhecho tan extrao que inmediatamentepens que era nuestro deber ponerlo ensu conocimiento. Madame Martin noquera molestarle. Le he dicho

    Tambin vive usted ah enfrente,madame Martin?

  • S, seor.Se notaba que no se encontraba a

    gusto por haber sido empujada a estaentrevista. Mademoiselle Doncoeurreanud su relato:

    Vivimos en el mismo piso,justamente enfrente de sus ventanas sesonroj de nuevo, como si eso fuera unaconfesin. Monsieur Martin se hallacon frecuencia de viaje por sus asuntos,lo cual es comprensible, porque esrepresentante de comercio. Desde hacedos meses su hijita se halla en cama acausa de un accidente ridculo.

    Cortsmente, Maigret se volvihacia la rubia.

  • Tiene usted una hija, madameMartin?

    Bueno, no es nuestra hija, sinonuestra sobrina. Su madre muri hace unpoco ms de dos aos y, desde entonces,la nena vive con nosotros. Se rompiuna pierna en la escalera y hubieradebido estar restablecida hace seissemanas, de no haber surgidocomplicaciones.

    Su marido no est en la ciudadahora?

    Debe de encontrarse en laDordogne.

    Contino escuchndola,mademoiselle Doncoeur.

  • Madame Maigret haba dado lavuelta por el cuarto de bao paraalcanzar la cocina, en donde se la oaremover cacerolas. De tiempo entiempo, Maigret lanzaba una ojeada allvido cielo.

    Esta maana me levant temprano,como de costumbre, para ir a la primeramisa.

    Y fue?S. Regres a las siete y media,

    porque o tres. Prepar mi desayuno. Talvez haya visto luz en mi ventana.

    El comisario hizo un gesto de que nose haba fijado.

    Tena prisa por llevar algunas

  • cosillas a Colette, para que no fuera unaNavidad tan triste. Colette es la sobrinade madame Martin.

    Qu edad tiene?Siete aos. No es as, madame

    Martin?Cumplir los siete en enero.A las ocho llam a la puerta de su

    piso.No estaba levantada dijo la

    rubia. Me acost tarde.Deca que llam. Madame Martin

    me hizo esperar un instante, el tiempo deponerse la bata. Yo llevaba los brazoscargados y le pregunt s poda dar aColette mis regalos.

  • Maigret se dio cuenta de que la rubiahaba tenido tiempo de examinar elcomedor, no sin echarle de cuando encuando una mirada penetrante en la quese notaba la desconfianza.

    Abrimos juntas la puerta deldormitorio.

    La nia tiene una habitacin paraella sola?

    S. El piso se compone de dosdormitorios, un cuarto de bao, uncomedor y una cocina. Pero tengo quedecirle No! Se lo dir despus Ledeca que abrimos juntas la puerta.Como la habitacin estaba a oscuras,madame Martin dio vuelta al

  • conmutador elctrico.Colette estaba despierta?S. Se notaba que haca mucho

    rato que no dorma y que esperaba. Yasabe usted cmo son los nios lamaana de Navidad. Si hubiese podidoservirse de sus piernas, se habralevantado para ir a ver lo que Pap Noelle haba trado. Quiz tambin otro niohubiera llamado. Pero es ya unamujercita. Se nota que piensa mucho,que es demasiado adelantada para suedad.

    Madame Martin mir a su vez por laventana y Maigret busc para saber culera su piso. Deba de ser el de la

  • derecha, al extremo de la casa, donde sevean dos ventanas iluminadas.

    Mademoiselle Doncoeur prosigui:Le dese felices Navidades.

    Textualmente le dije: Mira, querida, loque Pap Noel ha dejado para ti.

    Los dedos de madame Martin seagitaban, se crispaban.

    Pero sabe usted lo que ella merespondi sin mirar lo que le llevaba,que slo eran frusleras? Ya lo hevisto. A quin has visto?. A PapNoel. Cundo lo has visto? Endnde?. Aqu, esta noche. Ha venidoa mi dormitorio. Esto fue lo que nosdijo, no es cierto, madame Martin? De

  • otro nio, nos hubiera hecho sonrer,pero ya le he dicho que Colette es unamujercita. No gasta bromas. Cmo haspodido verle, si estabas a oscuras?.Haba una luz. Encendi lalmpara?. No. Tena una linternaelctrica. Mira, mam Loraine.Porque tengo que aclararle que lapequea llama mam a madame Martin,lo cual es lgico, puesto que ya no tienemadre y madame Martin ha ocupado supuesto

    Todo esto, en los odos de Maigret,empezaba a confundirse en un runrncontinuo. Todava no se haba tomado susegunda taza de caf. Su pipa acababa

  • de apagarse.De verdad vio a alguien?

    pregunt sin asomo de conviccin.S, seor comisario. Y por eso he

    insistido para que madame Martin vengaa hablarle. Tenemos la prueba. La nia,con una sonrisa maliciosa, separ lasbana y nos ense, metida en la camay apretada contra ella, una magnficamueca que no se hallaba el da anterioren la casa.

    No le dio usted esa mueca,madame Martin?

    Iba a darle una, mucho menosvaliosa, que compr ayer al medioda enlas Galeras. La mantena escondida a

  • mi espalda cuando entramos en eldormitorio.

    Lo cual quiere decir que alguiense ha introducido esta noche en su piso.

    Eso no es todo se apresur adecir mademoiselle Doncoeur, yalanzada. Colette no es una niamentirosa ni que se equivoca. Su madrey yo la hemos interrogado. Est segurade haber visto a alguien vestido de PapNoel con una barba blanca y una ampliatnica roja.

    En qu momento se despert?No lo sabe. Fue en el transcurso

    de la noche. Abri los ojos porquecrey percibir una luz, y, en efecto,

  • haba una en su dormitorio, alumbrandouna porcin del suelo, delante de lachimenea.

    No comprendo qu significa esodijo madame Martin suspirando. Amenos que mi marido sepa de ello msque yo

    Mademoiselle Doncoeur continuabaconservando la direccin de laentrevista. Se comprenda que era ella laque haba interrogado a la nena sinconcederle la ms ligera merced, comosi hubiera pensado en Maigret.

    Colette dijo que Pap Noel estabainclinado sobre el suelo, como encuclillas, y pareca dedicado a algn

  • trabajo.No tuvo miedo?No. Ella lo mir y, esta maana,

    nos dijo que estaba ocupado en hacer unagujero en el suelo. Crea que era porall por donde quera entrar en casa delos Delorne, que viven en el piso deabajo y tienen un niito de tres aos; yColette ha aadido que, seguramente, lachimenea era demasiado estrecha Elhombre debi de darse cuenta de que eraobservado. Parece que se alz y seacerc al lecho, sobre el cual colocuna enorme mueca, mientras se ponaun dedo en los labios para reclamarsilencio.

  • Lo vio salir?S.Por el suelo?No, por la puerta.A qu habitacin del piso da esa

    puerta?Al corredor, en la escalera. Es

    una habitacin que, antes, se alquilabaaparte. Comunica a la vez con el piso ycon el corredor.

    No est cerrada con llave?Lo est intervino madame

    Martin. No iba a dejar a mi nia enuna habitacin abierta.

    Ha sido forzada la puerta?Probablemente. No lo s.

  • Mademoiselle Doncoeur propusoinmediatamente venir aqu.

    Descubrieron un agujero en elsuelo?

    Madame Martin se encogi dehombros, como cansada; mas lasolterona contest por ella.

    Un agujero no, hablandoapropiadamente; pero se nota muy bienque han sido alzadas unas tablas.

    Dgame, madame Martin, tieneusted alguna idea de lo que podaencontrarse bajo ese suelo?

    No, seor.Hace mucho tiempo que vive en

    el piso?

  • Cinco aos, desde que me cas.Ese dormitorio formaba ya parte

    del piso?S.Sabe quin lo ocupaba antes de

    usted?Mi marido. Tiene treinta y ocho

    aos. Cuando nos casamos tena treinta ytres y viva all. Cuando regresaba aPars despus de un viaje, le gustabaencontrarse en su casa.

    No cree usted que haya queridodarle una sorpresa a Colette?

    Se halla a seiscientos osetecientos kilmetros de aqu.

    Sabe en dnde?

  • En Bergerac, probablemente. Susviajes se organizan con antelacin y esraro que no siga la ruta y el calendarioprevistos.

    En qu ramo trabaja?Representa los relojes Zenith para

    el Centro y el Sudoeste. Es un negocioen grande, usted lo sabr, sin duda, ygoza de una posicin excelente.

    Es el mejor hombre de la tierra!exclam mademoiselle Doncoeur, quecorrigi con las mejillas encarnadas:Despus de usted!

    Resumiendo: si he comprendidobien, alguien se introdujo en su piso estanoche bajo el disfraz de Pap Noel.

  • As lo asegura la pequea.No oy usted nada? Su

    dormitorio est lejos del de la nia?El comedor se halla entre los dos.Por la noche no deja usted

    abierta la puerta de comunicacin?No es necesario. Colette no es

    miedosa y, corrientemente, no sedespierta. Si tiene que llamarme,dispone de una campanilla sobre sumesilla de noche.

    Sali usted ayer noche?No, seor comisario respondi

    seca, como ofendida.Ni recibi a nadie?No tengo por costumbre recibir en

  • ausencia de mi marido.Maigret ech una mirada a

    mademoiselle Doncoeur, que no seinmut, lo que indicaba que eso debaser cierto.

    Se acost tarde?En seguida que la radio toc el

    Medianoche, cristianos. Hasta entoncesestuve leyendo.

    No oy nada anormal?No.Pregunt a la portera si tir del

    cordn para algn extrao?Mademoiselle Doncoeur intervino:Le he preguntado yo. Asegura que

    no.

  • Y esta maana no faltaba nada ensu casa, madame Martin? No tiene laimpresin de que hayan entrado en elcomedor?

    No.Quin est con la nia en este

    momento?Nadie. Est acostumbrada a

    permanecer sola. No puedo estar todo elda en la casa. Tengo que hacer lacompra, los recados

    Comprendo: Colette es hurfana,me ha dicho usted, no?

    De madre.Vive su padre an? Dnde est?

    Quin es?

  • Es hermano de mi marido. PaulMartin. En cuanto a decirle dndeest

    Hizo un gestoCundo lo vio por ltima vez?Hace un mes, por lo menos. Ms.

    Por los alrededores de Todos losSantos. Sala de una quincena.

    Cmo?Ella respondi con un dejo de

    irona:Puesto que estamos ya metidos en

    asuntos familiares, voy a contrselotodo.

    Se notaba que no simpatizaba conmademoiselle Doncoeur, a la que haca

  • responsable de aquella situacinevidentemente enojosa.

    Mi cuado no es ya un hombrenormal, sobre todo desde que perdi asu mujer.

    Qu quiere usted decirexactamente?

    Bebe. Antes ya beba, pero no deforma excesiva, y no le causaba granperjuicio. Trabajaba con regularidad.Tena una buena colocacin en unalmacn de muebles del bulevar Saint-Antoine. Despus del accidente

    El accidente de su hija?Hablo del que caus la muerte de

    su mujer. Un domingo se le meti en la

  • cabeza pedir prestado a un compaeroel coche para llevar a su mujer y a suhija al campo. Colette era muy pequea.

    Cundo ocurri eso?Hace unos tres aos. Fueron a

    comer a un merendero, por la parte deMantes-la-Jolie. Paul no dej de bebervino blanco y se le subi a la cabeza.Cuando regresaban a Pars, cantaba avoz en grito, y el accidente ocurri enlas proximidades del puente deBougival. Su mujer muri del golpe. lse fractur el crneo y fue milagroso quesalvara la vida. Colette sali ilesa.Desde entonces, mi cuado no es unhombre. Nos trajimos a la nia con

  • nosotros. Prcticamente, la tenemosadoptada. l viene a verla de tiempo entiempo, pero slo cuando est casisobrio. Luego vuelve a hundirse

    Sabe usted dnde vive? Otrogesto vago.

    Por todas partes. Nos ha sucedidoencontrarle, tirando de su cuerpo, en laBastille, como si fuera un mendigo.Algunas veces vende peridicos por lacalle. Hablo de esto delante demademoiselle Doncoeur, porque,desgraciadamente, toda la casa est alcorriente.

    No cree usted que haya tenido laidea de disfrazarse de Pap Noel para ir

  • a ver a su hija?Es lo que se me ocurri

    inmediatamente. Pero mademoiselleDoncoeur insisti en que viniramos ahablar con usted.

    Porque l no hubiera tenidoninguna razn para levantar las tablasdel suelo respondi sta no sinacritud.

    Quin sabe si su marido haregresado a Pars ms pronto de lo queprevea y?

    Seguramente ser algo por elestilo. Yo no estoy preocupada. Simademoiselle Doncoeur no

    Otra vez! Decididamente no haba

  • atravesado el bulevar muy a gusto!Puede usted decirme en dnde se

    aloja su marido?En el hotel de Bordeaux, de

    Bergerac.No ha pensado en telefonearle?No hay telfono en casa; slo en

    el piso primero, y no les gusta que lesmolesten.

    Tendra inconveniente en quellamara al hotel de Bordeaux?

    Asinti: luego, dud.Va a preguntarse qu pasa.Puede hablarle.No est acostumbrado a que yo le

    telefonee.

  • Prefiere permanecer en laincertidumbre?

    No. Como usted quiera. Lehablar.

    Maigret descolg el telfono y pidila comunicacin. Diez minutos ms tardetena el hotel de Bordeaux al otroextremo del hilo y pasaba el auricular amadame Martin.

    All! Quisiera hablar conmonsieur Martin, por favor. MonsieurJean Martin, s No importaDespirtele

    Explic, con la mano tapando elauricular:

    Duerme an Han ido a llamarle.

  • Visiblemente, buscaba lo que iba adecir.

    All! Eres t? Cmo?S. Felices Pascuas! Todo marchabien Colette est mejor No, no esslo por esto por lo que te telefoneoNo, no. Nada malo, no te preocupes

    Repiti, separando las slabas:Te digo que no te preocupes

    Slo que anoche ocurri un hechoextrao Alguien, vestido de PapNoel, entr en el dormitorio de Colette.No, no le ha hecho nada Le dio unamueca estupenda Mueca, s Y hahecho algo en el suelo Ha levantadodos tablas, que en seguida ha colocado

  • en su sitio apresuradamenteMademoiselle Doncoeur ha querido quehablase con el comisario que viveenfrente Te telefoneo desde su casaNo comprendes? Yo tampocoQuieres hablar con l? Se lo voy apreguntar Y a Maigret:

    Quiere hablar con ustedUna voz fuerte, al otro lado del hilo;

    la de un hombre ansioso, que no sabasin duda qu pensar.

    Est usted seguro de que no hanhecho dao a mi mujer y a mi hija?Es tan extrao! Si no fuera por lamueca, pensara en mi hermanoLoraine le hablar de l Es mi

  • esposa Pdale detalles Pero l nose hubiera entretenido levantando lastablas del suelo Tengo un tren a lastres de la tarde Cmo? Puedoconfiar en que usted cuidar de ellas?

    Loraine cogi de nuevo el aparato.Lo ves? El comisario tiene

    confianza. Afirma que no hay ningnpeligro. No vale la pena interrumpir tuviaje, precisamente cuando ests a puntode conseguir la plaza de Pars

    Mademoiselle Doncoeur la mirabafijamente y no haba mucha ternura en sumirada.

    Prometo telefonearte o enviarte untelegrama si hubiera novedades. Colette

  • est tranquila. Juega con su mueca. Anno he tenido tiempo de darle la que t lehas mandado. Voy a drsela ahoramismo.

    Colg y dijo:Ya lo ve!Luego, tras una pausa:Le pido perdn por haberle

    molestado. No ha sido culpa ma. Estoysegura de que se trata de una broma demal gusto, a menos que sea una idea demi cuado. Cuando est bebido no sepuede prever lo que pasa por sucabeza

    No piensa verle hoy? No creeque venga a visitar a su hija?

  • Depende. Si ha bebido, no. Cuidade no presentarse ante su hija en talestado. Cuando viene, se las arreglapara estar lo ms decente posible.

    Puedo pedirle permiso paracharlar con Colette?

    No tengo por qu impedrselo. Silo cree necesario

    Muchas gracias, monsieur Maigretexclam mademoiselle Doncoeur conuna mirada de complicidad y deagradecimiento a la vez. Esta nia estan interesante! Ya lo ver!

    Gan la puerta retrocediendo deespaldas. Algunos instantes ms tarde,Maigret las vea atravesar el bulevar,

  • una tras otra, la solterona pisndole lostalones a madame Martin y volviendo lacabeza para lanzar una mirada a laventana del comisario.

    Las cebollas se doraban en lalumbre. Madame Maigret abri la puertade la cocina, diciendo con dulzura:

    Ests contento?Silencio! Era mejor no darse por

    enterado, ni pensar, en aquella maanade Navidad, que eran un matrimonioviejo sin nadie a quien regalar.

    Era ya tiempo de afeitarse para ir aver a Colette.

  • Captulo II

    En mitad de su toilette, cuando iba amojar la brocha de afeitar en el aguatibia, decidi telefonear. No sepreocup de ponerse la bata. Y ahora sehallaba sentado en pijama, en el sillndel comedor, su silln, junto a laventana, esperando la comunicacin ymirando el humo que se elevabalentamente en todas las chimeneas.

    En el Quai des Orfvres, el timbreno tena para l el mismo sonido de losotros timbres, y crea ver los grandescorredores desiertos, las puertas

  • abiertas de los despachos vacos y latelefonista que llamaba a Lucas paradecirle:

    Es el jefe!Se consideraba un poco como cierta

    amiga de su mujer para quien el colmode la felicidad que ella se ofreca casitodos los das era pasarse la maanaen la cama, ventanas y cortinas cerradasa la suave luz de una lamparilla, yllamar a una u otra de sus amigas.

    Cmo? Que son las diez?Qu tiempo hace en la calle?Llueve? Ha salido ya? Ha hechola compra?

    Ella buscaba as, al filo del telfono,

  • ecos de la agitacin exterior,hundindose voluptuosamente cada vezms en la molicie de su cama.

    Es usted, jefe?Maigret hubiera deseado tambin

    preguntar a Lucas quin estaba deguardia con l, qu hacan uno y otro,cul era aquella maana la fisonoma dela Casa.

    Nada de nuevo? Mucho trabajo?Casi nada. Lo corrienteQuisiera que me consiguieras

    algunos informes. Creo que podrsobtenerlos por telfono. Ante todo,procrate la lista de los presos que hansalido hace dos meses, pongamos tres.

  • De qu crcel?De todas las crceles. No te

    ocupes ms que de los que han purgadouna condena de cinco aos por lomenos. Intenta saber si, entre ellos, hayuno que en alguna poca de su vida hayavivido en el bulevar de Richard Lenoir,entiendes?

    Tomo nota.Otra cosa. Hay que encontrar a un

    tal Paul Martin, borracho, sin domiciliofijo, al que se ve con frecuencia por elbarrio de la Bastille. No hay quedetenerlo. Ni molestarlo. Slo enterarsede dnde pas la Nochebuena. Lascomisaras podrn ayudarte.

  • En el fondo, al contrario de la amigade su mujer, le molestaba estar en sucasa, en su silln, en pijama, la cara sinafeitar, mirando un paisaje familiar einmvil, donde slo humeaban laschimeneas, mientras que al otro extremodel hilo el bueno de Lucas se hallaba deservicio desde las seis de la maana yhabra ya devorado sus sndwiches.

    Esto no es todo, viejo. Llama aBergerac. Al hotel de Bordeaux. Hay unviajante de comercio que se llama JeanMartin. No! Jean! No es el mismo. Essu hermano. Quisiera saber si, en el dade ayer o por la noche, recibi algunallamada de Pars, o un telegrama. Y

  • tambin dnde ha pasado la noche. Creoque es todo.

    Le llamo?No, porque tengo que salir. Te

    llamar yo.Ha ocurrido algo en el barrio?An no lo s. Quiz.Madame Maigret entr en el cuarto

    de bao para hablarle mientrasterminaba de arreglarse. Y por causa delas chimeneas no se puso el abrigo. Enefecto, al verlas con su humo lento quetardaba cierto tiempo en disolverse en elcielo, se imaginaba, tras las ventanas,interiores calurosos, y l iba a pasar unbuen rato en pisos reducidos, donde no

  • se le invitara a ponerse cmodo.Prefera, pues, atravesar el bulevar acuerpo, slo con el sombrero puesto.

    El inmueble, como el que Maigrethabitaba, era antiguo, pero limpio, unpoco triste, sobre todo en aquellamaana gris de diciembre. Evit pararseen la portera. La portera le mir unpoco enojada y, mientras suba laescalera, se entreabrieron a su paso laspuertas sin ruido, oyendo pisadasapagadas y cuchicheos.

    En el tercero, mademoiselleDoncoeur, que debi de espiarle por laventana, le esperaba en el corredor,intimidada y sobreexcitada a la vez,

  • como si se tratase de una cita de amor.Por aqu, monsieur Maigret.

    Madame Martin sali hace un buen rato.El comisario frunci las cejas y ella

    se dio cuenta.Le dije que haca mal, que usted

    iba a venir y que era preferible que sequedara en casa. Me respondi que ayerno hizo la compra, que no tena nada encasa y que, ms tarde, no encontrara lastiendas abiertas. Pase.

    Mademoiselle Doncoeur se hallabaante la puerta del fondo, que era la de uncomedor bastante reducido, bastanteoscuro, pero limpio y ordenado.

    Mientras la espero, cuido de la

  • nia. Colette se alegrar de verle,porque le he hablado de usted. Sloteme que usted le quite la mueca.

    Cundo decidi salir madameMartin?

    Inmediatamente despus deregresar de su casa. Se visti enseguida.

    Se hizo una toilette completa?No comprendo lo que quiere usted

    decir.Supongo que para ir a los recados

    del barrio no se vestir de la mismaforma que para ir al centro, verdad?

    Iba muy bien vestida, consombrero y guantes. Llevaba la bolsa de

  • la compra.Antes de ocuparse de Colette,

    Maigret entr en la cocina, donde sevean los restos de un desayuno.

    Desayun antes de ir a verme?No le dio tiempo.Despus?Tampoco. Slo se prepar una

    taza de caf puro. Fui yo quien di eldesayuno a Colette mientras quemadame Martin se arreglaba.

    Sobre el alfizar de la ventana quedaba al patio haba una fresquera yMaigret la examin con cuidado, viendoen ella carne, manteca, huevos ylegumbres. En el armario de la cocina

  • encontr dos panes sin empezar. Colettehaba tomado chocolate con croissants.

    Conoce usted bien a madameMartin?

    Es una vecina. La veo ms desdeque Colette est en cama, porque meruega con frecuencia que le eche unamirada cuando sale.

    Sale mucho?Bastante poco. Slo a los recados.Algo le haba chocado al entrar, que

    trataba de definir; algo en el ambiente,en la colocacin de los muebles, en laclase de orden que reinaba y hasta en elolor. Fue al mirar a mademoiselleDoncoeur cuando lo capt o crey

  • captarlo.Le haba dicho no haca mucho que

    Martin ocupaba el piso antes de casarse.Ahora bien: a pesar de la presencia demadame Martin desde haca cinco aos,continuaba siendo el piso de un soltero.Por ejemplo, seal en el comedor, dosampliaciones, colocadas a ambos ladosde la chimenea.

    Quines son?Los padres de Martin.No hay fotografas de los padres

    de madame Martin?Nunca la he odo hablar de ellos.

    Debe de ser hurfanaHasta el dormitorio estaba falto de

  • coquetera, de feminidad. Abri unarmario y, al lado de trajes de hombrecuidadosamente alineados, vio vestidosde mujer, la mayora trajes sastre, ropamuy sobria. No se atrevi a abrir loscajones, pero estaba seguro de que nocontenan baratijas ni esas cosillas sinvalor que las mujeres acostumbranamontonar.

    Mademoiselle Doncoeur! llam una voz infantil.

    Vamos a ver a Colette decidiMaigret.

    El dormitorio de la nia era tambinsevero, casi desnudo. En una camademasiado grande para ella se vea a

  • una niita de rostro serio y ojosinterrogadores, pero confiados.

    Es usted el comisario, seor?Soy yo, pequea. No tengas

    miedo.No tengo miedo. No ha vuelto

    mam Loraine?La frase le choc. No haban

    adoptado los Martin de cierta forma a susobrina?

    Ahora bien: la nia no deca mam asecas, sino mam Loraine.

    Cree usted tambin que fue PapNoel quien vino a verme anoche?

    Estoy convencido de ello.Mam Loraine no lo cree. No me

  • cree nunca.Tena una cara graciosa, con ojos

    muy vivos de mirada insistente. Laescayola que rodeaba una de sus piernashasta la parte superior del musloformaba una montaita bajo lacobertura.

    Mademoiselle Doncoeur permanecaen el umbral de la puerta y, con exquisitadelicadeza, a fin de dejarlos solos,anunci:

    Voy corriendo a m casa, no se mequeme lo que tengo en la lumbre.

    Maigret, que se haba sentado allado de la cama, no saba cmocomportarse. A decir verdad, no saba

  • qu preguntar.Quieres mucho a mam Loraine?S, seor.Responda prudentemente, sin

    entusiasmo, pero sin vacilacin.Y a tu pap?A cul? Porque tengo dos papas,

    sabe usted?: pap Paul y pap Jean.Hace mucho que has visto a pap

    Paul?No lo s. Tal vez semanas. Me

    prometi traerme un juguete paraNavidad, pero an no ha venido. Debede estar enfermo.

    Est enfermo con frecuencia?S. Cuando est enfermo no viene

  • a verme.Y tu pap Jean?Est de viaje, pero regresar para

    Ao Nuevo. Tal vez entonces le den laplaza de Pars y no tenga que marcharsems. l estar contento y yo tambin.

    Desde que ests en la cama hanvenido muchos amigos a verte?

    Qu amigos? Las nias delcolegio no saben dnde vivo. O, si losaben, no pueden venir solas.

    Amigos de tu mam Loraine o detu pap?

    No viene nunca nadie.Nunca? Ests segura?Slo el cobrador del gas o el de

  • la luz. Los oigo, porque la puerta estcasi siempre abierta. Los conozco. Dosveces solamente ha venido alguien ms.

    Hace tiempo?La primera vez fue la maana de

    mi cada. Me acuerdo porque el mdicoacababa de marcharse.

    Quin era?No lo vi. O que llamaba a la otra

    puerta, que hablaba. Mam Lorainecerr en seguida la puerta de midormitorio. Hablaron en voz bajadurante mucho tiempo. Despus, mamLoraine me cont que haba venido amolestarla para un seguro. Yo no s loque es eso.

  • Y volvi?Hace cinco o seis das. Esta vez

    era por la tarde, cuando ya habanapagado la luz de mi habitacin. Yo nodorma an. O que llamaban y luegoque hablaban en voz baja como laprimera vez. Me di cuenta de que no eramademoiselle Doncoeur, que vienealgunas tardes a hacer compaa a mamLoraine. Ms tarde tuve la impresin deque disputaban y tuve miedo. Llam, yacudi mam Loraine, que me dijo queera otra vez el del seguro y que debadormirme.

    Estuvo mucho tiempo?No s. Creo que me dorm en

  • seguida.No lo viste ninguna de las dos

    veces?No. Pero reconocera su voz.Aun cuando habla bajo?S. Precisamente porque habla

    bajo y hace un ruido como un fuertebordoneo. Puedo quedarme con lamueca, verdad? Mam Loraine me hacomprado dos cajas de bombones y uncosturero pequeo. Tambin me habacomprado una mueca, mucho mspequea que la de Pap Noel, porqueella no es rica. Me la ense estamaana antes de marcharse; luego lameti en la caja, porque, puesto que

  • tengo sta, no la necesito. La devolver.El piso estaba demasiado caliente;

    las habitaciones estrechas, escasas deaire, y, sin embargo, Maigret tena laimpresin de frialdad. La casa seasemejaba a la suya. Por qu, pues,aqu el mundo le pareca ms pequeo,ms mezquino?

    Se inclin sobre el suelo, en el lugardonde haban sido levantadas las dostablas, y no vio ms que una cavidadpolvorienta, ligeramente hmeda, igualque bajo todos los suelos. Algunosrasguos en la madera indicaban que sehaban servido de un formn o de algninstrumento semejante.

  • Examin la puerta y tambin allencontr trazas de apalancamiento.

    Pap Noel no se enfad cuandovio que t le mirabas?

    No, seor. Estaba haciendo unagujero en el suelo para ir a ver al niitodel segundo.

    No te dijo nada?Creo que sonri. No estoy segura,

    por su barba. No haba mucha luz. Perose puso un dedo en la boca para que yono llamara, porque las personas mayoresno tienen derecho a encontrarse con l.Lo ha visto usted alguna vez?

    Hace mucho tiempo.Cuando era usted pequeo?

  • Oy pasos en el corredor. Se abrila puerta. Era madame Martin con trajesastre gris, un paquete de provisiones enla mano, un sombrerito beige en lacabeza. Se notaba que tena fro. La pielde su rostro estaba tirante y muy blanca:pero deba de haber venido de prisa,subido la escalera apresuradamente,porque dos circulitos rojos se vean ensus mejillas y su respiracin erajadeante.

    Sin sonrer, pregunt a Maigret:Ha sido buena?Luego, quitndose la chaqueta:Le ruego que me perdone por

    haberle hecho esperar. Tuve que salir a

  • comprar varias cosas, pues ms tardehubiera encontrado las tiendas cerradas.

    No ha visto a nadie?Qu quiere usted decir?Nada. Me preguntaba si alguien

    habra intentado hablarle.Haba tenido tiempo de ir mucho

    ms lejos que la calle Amelot o la delChemin-Vert, donde se hallaban lamayora de las tiendas del barrio. Hastahaba podido tomar un taxi o el metro yllegar a Dios sabe qu punto de Pars.

    En todas las casas, los inquilinosdeban de estar al acecho, ymademoiselle Doncoeur vino apreguntar si la necesitaban. Madame

  • Martin iba seguramente a decir que no,pero fue Maigret el que respondi:

    Deseara que se quedara conColette mientras paso a la otrahabitacin.

    Comprendi que le peda queentretuviera a la nia mientras seentrevistaba con madame Martin. stadebi de comprenderlo tambin, pero nolo dej ver.

    Pase, por favor. Me permite quedeje esto? Puso las provisiones en lacocina, se quit el sombrero y se arreglun poco sus cabellos de un rubio plido.Cerrada la puerta del dormitorio, dijo:

    Mademoiselle Doncoeur est muy

  • nerviosa. Qu ganga para una solterona,verdad? Sobre todo para una solteronaque colecciona artculos de peridicossobre cierto comisario y que, al fin,tiene a ste en su propia casa! Mepermite?

    Sac un cigarrillo de una pitillera deplata, golpe el extremo y lo encendicon un mechero. Fue, tal vez, este gestoel que incit a Maigret a hacerle unapregunta:

    No trabaja usted, madameMartin?

    Sera difcil que trabajase y meocupase de la casa y de la nia al mismotiempo, aunque vaya al colegio.

  • Adems, mi marido no permite quetrabaje.

    Pero usted trabajaba antes deconocerlo.

    Desde luego. Tena que ganarmela vida. No se quiere usted sentar?

    Maigret se acomod en un sillnrstico con el asiento de paja trenzada,mientras que ella se apoyaba en el bordede la mesa.

    Es usted taquimecangrafa?Lo fui.Mucho tiempo?Bastante.Lo era an cuando conoci a

    Martin? Perdneme por hacerle estas

  • preguntas.Es su oficio.Usted se cas hace cinco aos.

    En dnde trabajaba en esa poca? Unmomento: puedo preguntarle qu edadtiene?

    Treinta y tres aos. Tena, pues,veintiocho y trabajaba en el Palais-Royal, en casa de monsieur Lorilleux.

    Como secretaria?Monsieur Lorilleux era dueo de

    una joyera, o ms exactamente de uncomercio de antigedades y monedasantiguas. Ya conoce usted esas viejastiendas del Palais-Royal. Yo eradependienta, secretaria y contable a la

  • vez. Era yo quien diriga la tiendacuando l se ausentaba.

    Estaba casado?Y padre de tres hijos.Lo dej usted para casarse con

    Martin?No exactamente. A Jean no le

    gustaba que yo continuara trabajando,pero l no ganaba lo suficiente y yo tenauna buena colocacin. Durante losprimeros meses de matrimonio yocontinu en mi empleo.

    Y despus?Despus ocurri un hecho simple

    e inesperado. Una maana, a las nueve,como de costumbre, me present en la

  • puerta de la tienda y la encontr cerrada.Esper, creyendo que monsieurLorilleux se haba retrasado.

    Viva en otra parte?S, viva con su familia en la calle

    Mazarine. A las nueve y media empec apreocuparme.

    Haba muerto?No. Telefone a su mujer, quien

    me dijo que haba salido del piso a lasocho como todos los das.

    Desde dnde telefone usted?Desde la guantera de al lado.

    Pas toda la maana esperando. Sumujer se reuni conmigo. Fuimos a lacomisara de Polica, en donde, dicho

  • sea de paso, no tomaron la cosa por lotrgico. Se contentaron con preguntar asu mujer si padeca del corazn, si tenauna amante, etc. Jams se le volvi a verni nunca se recibieron noticias suyas. Setraspas la tienda a unos polacos yentonces mi marido insisti en quedejara el empleo.

    Cunto tiempo despus de sumatrimonio ocurri eso?

    Cuatro meses.Su marido viajaba ya por el

    Sudoeste?Tena el mismo itinerario que

    actualmente.Se encontraba en Pars en el

  • momento de la desaparicin de su jefe?No. No creo.La Polica no registr los

    locales?Todo estaba en orden,

    exactamente como el da anterior por latarde. Nada haba desaparecido.

    Sabe usted lo que fue de madameLorilleux?

    Vivi algn tiempo con el dinerodel traspaso. Sus hijos deben de sermayores ahora; sin duda estarncasados. Ella tiene una mercera nolejos de aqu, calle del Pas-de-la-Mule.

    Continu relacionndose conella?

  • Sucedi que un da entr en sutienda. As supe que era mercera. Alprincipio no la reconoc.

    Cunto tiempo hace de eso?No s. Unos seis meses.Tiene telfono?Lo ignoro. Por qu?Qu clase de hombre era

    Lorilleux?Quiere usted decir fsicamente?Fsicamente primero.Era alto, ms alto que usted y an

    ms ancho. Era gordo, pero no de unagordura fofa, comprende usted lo quequiero decir?; que no se cuidaba de supersona.

  • Edad?Alrededor de los cincuenta. No lo

    s con exactitud. Llevaba un bigotepequeo y sus trajes eran siempredemasiado holgados.

    Se hallaba usted al corriente desus costumbre?

    Vena a la tienda a pie todas lasmaanas y llegaba aproximadamente uncuarto de hora ames que yo, de formaque acababa de abrir el correo cuandoyo entraba. No hablaba mucho. Era msbien triste. Pasaba la mayor parte delda en el despacho del fondo.

    Aventuras femeninas?Que yo sepa, no.

  • No le haca el amor?Ella dej caer secamente:No!Estaba contento con usted?Creo que le era una ayuda

    estimable.Le conoca su marido?Jams se hablaron. Jean vena a

    veces a esperarme a la salida de latienda, pero se mantena a ciertadistancia. Es todo cuanto quiere saber?

    Haba impaciencia en su voz, quizsun dejo de rabia.

    Tengo que recordarle, madameMartin, que ha sido usted quien ha ido abuscarme.

  • Porque esa vieja loca haaprovechado la ocasin para verle msde cerca y me ha llevado casi a lafuerza.

    No la agrada, mademoiselleDoncoeur?

    No me agradan las personas quese meten en lo que no les importa.

    Es su caso?Ya sabe usted que hemos recogido

    la nia de mi cuado. Crame si quiere:hago cuanto puedo por ella, la tratocomo tratara a mi hija

    Otra intuicin, algo vaga,inconsistente: Maigret mirabaatentamente a la mujer que tena enfrente

  • y que acababa de encender otrocigarrillo, y no lograba imaginrsela enplan mam.

    Ahora bien: con el pretexto deayudarme, est continuamente pegada am. Si salgo para algunos minutos, me laencuentro en el corredor, con el rostroalmibarado, dicindome: No ir adejar sola a Colette, verdad, madameMartin? Quiere que vaya a hacerlecompaa. Me pregunto si, cuando noestoy en casa, se entretiene enrevolverme los cajones.

    Sin embargo, la soporta.Porque no tengo ms remedio. Es

    Colette quien la reclama, sobre todo

  • desde que est en cama. Mi maridotambin la quiere, porque, cuando estabatodava soltero, tuvo una pleuresa y fueella la que lo cuid.

    Ha devuelto la mueca quecompr como regalo para Colette?

    Ya veo que la ha interrogado. No,no la he devuelto, por la sencilla raznde que la compr en uno de los grandesalmacenes que hoy estn cerrados.Quiere verla?

    Lo dijo en tono de desafo y,contrariamente a su deseo, Maigret ladej hacer y examin la caja de cartn,en la que estaba anotado el precio, unprecio muy bajo.

  • Me permite preguntarle adndeha ido esta maana?

    A hacer la compra.Calle del Chemin-Vert? Calle

    Amelot?A las dos.Sin indiscrecin, qu ha

    comprado?Rabiosa, entr en la cocina y agarr

    la bolsa de provisiones, que arrojsobre la mesa del comedor.

    Valo usted mismo.Haba tres latas de sardinas, jamn,

    mantequilla, patatas y una lechuga.Ella le miraba hoscamente,

    fijamente, pero sin temblar, con ms

  • maldad que angustia.Tiene otras preguntas que

    hacerme?Quisiera saber el nombre de su

    agente de seguros.No comprendi inmediatamente.

    Pareci rebuscar en su memoria.Mi agente?De seguros, s. El que vino a

    verla.Perdn! Lo haba olvidado. Y es

    porque usted habl de mi agente, comosi yo estuviera realmente en tratos conl. Es tambin Colette quien se lo hacontado. En efecto, vino alguien por dosveces; de esas personas que llaman a

  • todas las puertas y no hay forma dedesembarazarse de ellas. Al principiocre que venda aspiradores elctricos.Se trataba de seguros de vida.

    Estuvo mucho tiempo?El tiempo que tard en ponerle en

    la puerta, de hacerle comprender que notena ningn deseo de firmar una plizasobre mi cabeza o la de mi marido.

    A qu compaa representaba?Me lo dijo, pero lo he olvidado.

    Un nombre en el que estaba la palabraMutual

    Insisti?Exactamente.A qu hora suele dormirse

  • Colette?Apago la luz de su dormitorio a

    las siete y media, pero a veces se lecuentan historietas a media voz duranteun buen rato.

    La segunda vez que vino el agentede seguros eran ms de las siete ymedia, verdad?

    Madame Martin se haba dadocuenta ya de la trampa.

    Es posible. En efecto, estabafregando la vajilla.

    Le dej entrar?Puso el pie entre la puerta y el

    marco.Se dirigi a otros inquilinos de

  • la casa?No lo s. Supongo que ir usted a

    informarse. Porque una nia ha visto oha credo ver a Pap Noel, hace mediahora que me interroga usted como si yohubiese cometido un crimen. Si mimarido estuviese aqu

    A propsito, tiene contratado sumarido algn seguro de vida?

    As lo creo.Y como Maigret se dirigiese hacia la

    puerta, despus de haber cogido susombrero colocado sobre una silla, ellaexclam sorprendida:

    Nada ms?Nada ms. En el caso de que su

  • cuado venga a verla, segn parece queprometi a su hija, le quedarareconocido si me advirtiera o me lomandara. Ahora me gustara cambiaralgunas palabras con mademoiselleDoncoeur.

    sta le sigui por el corredor,pasando delante de l para abrir lapuerta de su piso, que ola a convento.

    Pase, seor comisario. Esperoque no haya mucho desorden.

    No se vea gato, ni perrito, nipaitos sobre los muebles ni figuritas enla chimenea.

    Hace mucho tiempo que viveusted en la casa, mademoiselle

  • Doncoeur?Veinticinco aos, seor

    comisario. Soy uno de los inquilinosms antiguos de la casa y recuerdo quecuando me mud aqu usted ya vivaenfrente y tena unos bigotes muygrandes.

    Quin ocupaba el piso de al ladoantes de que Martin se mudase a l?

    Un ingeniero de Caminos, Canalesy Puertos. No recuerdo su nombre, peropodra averiguarlo. Viva con su esposay su hija, que era sordomuda. Eso eramuy triste. Abandonaron Pars parainstalarse en el campo, en el Poitou, sino me equivoco. El anciano seor debe

  • de haber muerto ya, porque en aquellapoca ya estaba retirado.

    En estos ltimos tiempos ha sidousted molestada por un agente deseguros?

    Pues no. El ltimo que llam a mipuerta hace ya la friolera de dos aos.

    A usted no le gusta madameMartin?

    Por qu?Le pregunto si le cae bien o no

    madame Martin.Pues si yo tuviera un hijoContine!Si yo tuviera un hijo no estara

    contenta de tenerla por nuera. Sobre

  • todo, porque monsieur Martin es unhombre tan bueno, tan amable, tancarioso

    Cree usted que no es feliz conella?

    No dir tanto. No tengo nada quereprocharla en particular. Tiene sucarcter, no es verdad? Y est en suderecho.

    Qu carcter?Pues, en verdad, no s Usted ya

    la ha visto. Usted conoce estas cosasmejor que yo. Ella no es, del todo, comouna mujer. Escuche! Apostara quejams en su vida ha llorado. Educa a lania maravillosamente, es cierto. Pero

  • jams se le ocurre decirle una frasecariosa, y cuando yo quiero contarlecuentos de hadas, noto que seimpacienta. Estoy segura de que le hadicho que Pap Noel no existe.Afortunadamente, Colette no la cree.

    Tampoco la quiere?La obedece, se esfuerza por darle

    gusto. Pienso que Colette esextraordinariamente feliz cuando la dejasola.

    Sale mucho madame Martin?No mucho. No se le puede

    reprochar nada. No s como decirlo. Senota que ella vive su vida, comprende?No se ocupa de los dems. No habla

  • tampoco de s misma nunca. Es correcta,siempre correcta, demasiado correcta.Hubiera debido pasarse la vida en unaoficina haciendo nmeros y vigilando alos empleados.

    sta es la opinin de los otrosinquilinos?

    Forma tan poca parte de la casa! Acaso un buenos das indiferente alas personas que se encuentra en laescalera. En suma: si se la conoce unpoco es debido a Colette, porque lagente se interesa siempre por un nio.

    Ha visto usted alguna vez a sucuado?

    En el corredor. Jams le he

  • hablado. Pasa con la cabeza baja, comoavergonzado, y, a pesar del cuidado quedebe de tomar en cepillarse la ropaantes de venir, se tiene siempre laimpresin de que duerme vestido. Yo nocreo que haya sido l, monsieur Maigret.No es hombre que haga eso. A menosque hubiera estado excesivamenteborracho.

    Maigret se par todava en laportera, que estaba tan oscura que erapreciso tener la luz encendida todo elda. Era casi medioda cuando atravesel bulevar, mientras todas las cortinas delas ventanas de la casa que labandonaba se alzaban ligeramente.

  • Tambin en su ventana se movi lacortina. Era madame Maigret que leespiaba para saber si poda meter elpollo en el horno. Maigret, desde lacalle, le hizo un ligero gesto con la manoy estuvo a punto de sacar la lengua paraatrapar uno de esos copitos de nieve queflotaban en el aire y que recordabatenan un sabor inspido.

  • Captulo III

    Me pregunto si esa niita es feliz dijo madame Maigret, suspirando,mientras se levantaba de la mesa para ira la cocina en busca del caf.

    Se dio cuenta de que su marido no laescuchaba. Maigret haba retirado susilla y llenaba la pipa mirando la estufaque ronroneaba suavemente, conllamitas regulares que laman lasastillas.

    Madame Maigret aadi, para susatisfaccin personal:

    No creo que pueda serlo con esa

  • mujer.Maigret le sonri vagamente, como

    cuando no saba lo que ella haba dicho,y se hundi en la contemplacin de lasalamandra. Por lo menos haba dosestufas semejantes en la casa, con elmismo ronroneo; diez comedores, con elmismo olor de domingo, y sin dudaocurra exactamente igual en la casa deenfrente. Cada alveolo contena su vidaperezosa, en sordina, con vino sobre lamesa, pasteles, la garrafita de licor queiba a sacarse del armario, y todas lasventanas dejaban entrar la luz gris y durade un da sin sol.

    Era eso, tal vez, lo que desde por la

  • maana le deprima. De diez veces,nueve, una encuesta, una verdad, lemeta de una hora a otra en un mediosocial nuevo, le pona en contacto congentes de un mundo que l no conoca oconoca poco, y siempre tena queaprenderse hasta los menores hbitos ylos tics nerviosos de una clase socialque no le era familiar.

    En este caso, que no era tal, puestoque oficialmente no estaba encargado denada, todo era diferente. Por primeravez, un acontecimiento tena lugar en unmundo cercano al suyo, en una casa quehubiera podido ser la suya.

    Los Martin hubieran podido vivir en

  • su mismo descansillo en lugar de vivirenfrente, y sin duda hubiera, sidomadame Maigret quien se hubieraocupado de Colette en las ausencias desu ta. En el piso de encima viva unaanciana solterona que, aunque msgruesa y ms plida, era el vivo retratode mademoiselle Doncoeur. Los marcosde las fotografas de los padres deMartin eran exactamente iguales que losde los padres de Maigret, y lasampliaciones estaban hechasprobablemente en el mismo estadiofotogrfico.

    Era eso lo que le molestaba? Lepareca que le faltaba perspectiva, que

  • no vea a las gentes y a las cosas conojos bastante claros.

    Durante la comida haba contado asu mujer sus gestiones de la maana, yella no haba dejado de mirar lasventanas de enfrente con aspectopreocupado. La comida haba sido unverdadero banquete de fiesta que loshaba dejado ahtos.

    Est segura la portera que nadiede fuera entr en la casa?

    No est muy segura. Recibi aunos amigos que estuvieron con ellahasta las doce y media. Despus seacost y hubo muchas entradas y salidas,como es de costumbre en la

  • Nochebuena.Crees t que an pasar algo?Y era esa frase la que an

    martilleaba en su cabeza. Ante todo,exista el hecho de que madame Martinno haba acudido a l espontneamente,sino forzada por mademoiselleDoncoeur.

    Si ella se hubiese levantado mspronto, si hubiese sido ella la primeraen descubrir la mueca y or la historiade Pap Noel, hubiera ordenadosilencio a la nia?

    En seguida se haba aprovechado dela primera ocasin para salir, a pesar dehaber en la casa suficientes provisiones

  • para el da. Distrada, haba compradomantequilla, sin darse cuenta de que enla fresquera tena, por lo menos, unalibra.

    Maigret se levant de su asiento yfue a sentarse en su silln, junto a laventana, descolg el telfono y llam alQuai des Orfvres.

    Lucas?He hecho cuanto usted me orden,

    jefe, y tengo la lista completa de lospresos que han sido puesto en libertaddesde hace cuatro meses. Son menosnumerosos de lo que se poda pensar.No hay ninguno que, en cualquiermomento, haya vivido en el bulevar

  • Richard Lenoir.Eso no tena importancia. Maigret

    casi haba olvidado esa hiptesis.Adems, slo era una idea en el aire.Alguien que hubiera vivido en la casa deenfrente pudo esconder all el productode un robo o de un crimen antes de serdetenido.

    Puesto en libertad, su primercuidado hubiera sido, como es natural,intentar recuperar el botn. Ahora bien,debido al accidente de Colette, que latena inmovilizada en cama, eldormitorio no se hallaba vaco a ningunahora del da ni de la noche.

    Interpretar a Pap Noel para

  • introducirse en l ese da casi sinpeligro no hubiera sido, realmente, unaidea tan descabellada.

    Quiere usted que estudie suscasos por separado?

    No. Tienes noticias de PaulMartin?

    No ha costado trabajo. Leconocen en cuatro o cinco comisaraspor lo menos, entre la Bastille, lHtelde Ville y el bulevar Saint-Michel.

    Sabes lo que hizo anoche?Primero, fue a cenar a bordo de la

    pinaza del Ejrcito de Salvacin. Va alltodas las semanas, pues tiene sealadoun da, como cliente. Esas noches

  • procura estar sereno. Le sirvieron unacena de gala y tuvo que hacer colabastante tiempo.

    Despus?Hacia las once de la noche

    alcanz el Quartier Latin y se dedic aabrir la portezuela de los coches anteuna bote de nuit. Debi de recogerbastante dinero para beber, pues a lascuatro de la madrugada lo encontraroncompletamente borracho a cien metrosde la plaza Maubert. Lo llevaron a laprevencin. All continuaba esta maanaa las once. Acababa de salir cuandoped los informes, y me han prometidotrarmelo en cuanto le pongan de nuevo

  • la mano encima. Le quedaban algunosfrancos en el bolsillo.

    De Bergerac?Jean Martin tomar el tren de la

    tarde. Se mostr muy sorprendido y muyinquieto por la conferencia de estamaana.

    No recibi ms que una?Esta maana, s. Pero le llamaron

    ayer por la tarde cuando se hallabacenando en el hotel.

    Sabes quin?La empleada del hotel, que

    recibi la comunicacin, afirma que eravoz de hombre. Preguntaron si monsieurMartin se encontraba all. Mand a una

  • camarera para buscarle y cuando llleg haban colgado. Eso le estrope lanoche. Estaban reunidos unos cuantos,todos viajantes de comercio, y habanorganizado una juerguecita en no s qubote de la ciudad. Me han dado aentender que con ellos se encontrabanalgunas muchachas muy bonitas. Martin,tras ingerir algunas copas, para nodesentonar, habl todo el tiempo de sumujer y de su hija, pues habla de la niacomo si fuera suya. No por eso dej deestar fuera con sus amigos hasta las tresde la madrugada. Es lo que usted querasaber, jefe?

    Lucas no pudo evitar aadir,

  • intrigado:Se ha cometido un crimen en su

    barrio? Contina usted en su casa?Hasta el momento, no es ms que

    una historia de Pap Noel y una mueca.Ah!Quisiera que te procurases la

    direccin del director de los relojesZenith, de la avenida de la pera. Debesencontrarla a pesar de ser da de fiesta.Hay muchas probabilidades de que esten su casa. Me llamars?

    En cuanto tenga el informe.Su mujer acababa de servirle una

    copa de licor de ciruela de Alsacia, delque su hermana le mandaba una botella

  • de cuando en cuando. Maigret le sonriy estuvo tentado de no pensar ms queen esta historia ridcula y de proponerirse al cine para pasar la tardetranquilamente.

    De qu color son sus ojos?Tuvo que hacer un esfuerzo para

    comprender que se trataba de la nia,que, de todo el asunto, era lo nico queinteresaba a madame Maigret.

    Pues, la verdad, no sabradecrtelo. Seguramente no son negros,porque tiene el pelo rubio.

    Entonces son azules.Tal vez. Muy ciaros, en todo caso.

    Y especialmente tranquilos.

  • Porque no mira las cosas comouna nia. No ha redo?

    No ha tenido ocasin.Una verdadera nia encuentra

    siempre ocasin de rer. Slo necesitasentirse en confianza, que se le dejenpensamientos de su edad. A m no megusta esa mujer!

    Prefieres a mademoiselleDoncoeur?

    Es una solterona muy simptica, yestoy segura de que se entiende mejorcon la pequea que la tal madameMartin, a la que me encuentro confrecuencia en las tiendas. Es de esasmujeres que vigilan el peso y saca el

  • dinero, moneda a moneda, del fondo delportamonedas, con ojos recelosos, comosi todo el mundo tratara de engaarla.

    La interrumpi el timbre deltelfono, pero le dio tiempo de repetir:

    A m no me gusta esa mujer!Era Lucas, para dar la direccin de

    monsieur Arthur Godefroy, representantegeneral en Francia de los relojes Zenith.Viva en un hotel esplndido de Saint-Cloud, y Lucas se haba asegurado deque estaba en su casa.

    Paul Martin est aqu.Te lo han llevado?S. Se pregunta por qu. Espere

    que cierre la puerta Bien. Ahora no

  • puede orme. Primero ha credo que lesuceda algo a su hija y se ha echado allorar. Ahora est tranquilo, resignado,con una espantosa lengua estropajosa.Qu hago con l? Se lo envo?

    Tienes a alguien que loacompae hasta mi casa? Acaba dellegar Torrence y nada le gustar msque tomar un poco de aire, porque meparece que esta noche pasada debe dehaber juergueado de lo lindo. No menecesita usted?

    S. Ponte en contacto con lacomisara del Palais-Royal. Hace cincoaos aproximadamente desapareci untal Lorilleux, que tena una joyera o

  • algo parecido, sin dejar rastro. Megustara poseer los ms amplios detallesde esa historia.

    Sonri al ver que su mujer se habapuesto a hacer punto frente a l. Estainvestigacin se llevaba a cabo,decididamente, bajo el signo msfamiliar posible.

    Le llamo?S. No me pienso mover de aqu.Cinco minutos ms tarde tena al

    otro extremo del hilo telefnico amonsieur Godefroy, de acento suizo muymarcado. Cuando le habl de JeanMartin crey, primero, por molestarle elda de Navidad, que le haba ocurrido

  • un accidente a su viajante y se lanz ahacer un caluroso elogio del individuo.

    Es el muchacho ms trabajador,capaz y leal que tengo. El ao que viene,es decir, dentro de dos semanas, letendr conmigo en Pars comosubdirector. Le conoce usted? Tienealguna razn grave para ocuparse de l?Hizo callar a sus hijos, que estabandetrs de l. Perdneme. Toda lafamilia est reunida y

    Dgame, monsieur Godefroy,tiene usted conocimiento de quealguien, recientemente, en estos ltimosdas, se haya dirigido a su despachopara informarse del sitio donde

  • actualmente se encuentra monsieurMartin?

    Pues s.Quiere usted precisarme?Ayer por la maana alguien llam

    por telfono al despacho y solicithablar conmigo personalmente. Debidoa las fiestas me hallaba muy ocupado.Me debieron de dar un nombre, pero lohe olvidado. Quera saber dnde podraencontrar a Jean Martin para ponerle unaconferencia urgente y no vi ningunarazn para no decrselo. Le dije queestaba en Bergerac, y que se alojabaprobablemente en el hotel de Bordeaux.

    No le pidieron nada ms?

  • No. Colg en seguida.Muchas gracias.Est usted seguro de que no hay

    nada malo en esta historia?Los nios deban de agruparse a su

    alrededor y Maigret aprovech elmomento para despedirse cortsmente.

    Has odo?He odo lo que t has dicho,

    claro; pero no lo que l ha contestado.Ayer por la maana un hombre

    telefone al despacho para saber dndeestaba Jean Martin. El mismo hombre,sin duda, que telefone por la tarde aBergerac para cerciorarse de que estabaall y de que no poda encontrarse, pues,

  • en el bulevar Richard Lenoir por lanoche.

    Y es se el hombre que entr enla casa?

    Con toda seguridad. Lo cualprueba, por lo menos, que no se trata dePaul Martin, pues ste no hubieranecesitado hacer esas dos llamadastelefnicas. Con haberse informado porsu cuada

    Empiezas a ponerte nervioso.Confiesa que ests encantado con queesta historia haya surgido.

    Y como l tratase de disculparse:Es natural. Yo tambin estoy

    interesada. Cunto tiempo crees t que

  • la nia tendr an que permanecer encama con la pierna escayolada?

    No le he preguntado.Qu complicacin habr podido

    tener?De nuevo acababa de lanzar la mente

    de Maigret por una nueva ruta.No es tan irrazonable lo que has

    dicho.Qu he dicho?En suma, puesto que la nia est

    en cama desde hace dos meses, existe laprobabilidad, caso de que no surjancomplicaciones graves, de que nopermanezca mucho tiempo ya.

    Al principio tendr que andar con

  • muletas.sa no es la cuestin. Dentro de

    algunos das o de algunas semanas a mstardar, la nia saldr de su dormitorio.Ir de paseo con su madre. El terrenoestar libre y le ser fcil, a no importaquin, penetrar en el piso sin disfrazarsede Pap Noel.

    Los labios de madame Maigret semovan, porque mientras escuchaba ymiraba a su marido tranquilamente,contaba los puntos.

    Primero: es la presencia deColette en el dormitorio lo que haobligado al hombre a recurrir a unaestratagema. Porque ella lleva en cama

  • desde hace dos meses. Tal vez hace dosmeses tambin que l espera. Sin lacomplicacin que ha retrasado laconvalecencia, las tablas del suelohubieran sido levantadas hace unas tressemanas.

    Adnde quieres ir a parar?A nada. O, mejor dicho, me digo

    que el hombre no poda esperar ms,que tena razones imperiosas para actuarsin dilacin.

    Dentro de algunos das Martinestar de regreso de su viaje.

    Exacto.Qu han podido encontrar bajo

    las tablas del suelo?

  • Acaso han encontrado algo? Si elvisitante no ha encontrado nada, elproblema, para l, contina siendo tanurgente como lo era ayer. Actuar, pues,de nuevo.

    Cmo?No lo s.Dime, no tienes miedo por la

    nia? Crees que est segura con esamujer?

    Lo sabra si supiese dnde ha idomadame Martin esta maana con elpretexto de hacer la compra.

    Descolg el telfono y llam una vezms a la Polica Judicial.

    Soy yo de nuevo, Lucas. Quisiera

  • ahora que te ocuparas de los taxis. Megustara saber si esta maana, entre lasnueve y las diez, ha sido ocupado un taxipor una cliente en los alrededores delbulevar Richard Lenoir y adnde la haconducido. Espera! S Pienso eneso Es rubia, de unos treinta aos,ms bien delgada, aunque fuerte.Llevaba un traje sastre color gris y unsombrerito beige. En la mano, una bolsapara provisiones. En las calles no habrahoy por la maana muchos taxis.

    Est Martin ah?Todava no.No tardar en llegar. En cuanto al

    otro, Lorilleux, los del barrio del

  • Palais-Royal estn investigando en losarchivos. Tendr el informe dentro de uninstante.

    Era la hora en que Jean Martintomara el tren en Bergerac. DormaColette la siesta? Se adivinaba la figurade mademoiselle Doncoeur tras suscortinas y, probablemente, se preguntabaen qu se ocupaba Maigret.

    Las gentes empezaban a salir de lascasas; sobre todo, familias con niosque llevaban sus juguetes nuevosconsigo. Seguramente hacan cola a laentrada de los cines. Un taxi se detuvo.Se oyeron pasos en la escalera. MadameMaigret fue a abrir antes que tuvieran

  • tiempo de llamar. La bronca voz deTorrence pregunt:

    Est el jefe?Introdujo en la habitacin un hombre

    sin edad, que se apoyaba humildementeen la pared con los ojos bajos.

    Maigret fue a buscar dos copas alaparador y las llen de licor de ciruela.

    A tu salud dijo.Y la mano temblorosa del hombre

    dud. Alz unos ojos asombrados,inquietos.

    A su salud tambin, monsieurMartin. Le pido perdn por haberlehecho venir hasta aqu, pero estar mscerca para ir a ver a su hija.

  • No le ha ocurrido nada?Pues no. La he visto esta maana

    jugando alegremente con su nuevamueca. Te puedes marchar, Torrence.Lucas debe de tener trabajo para ti.

    Madame Maigret se eclipsllevndose su labor e instalndose en eldormitorio, al borde de la cama,siempre contando sus puntos.

    Sintese, monsieur Martin.El hombre slo haba mojado los

    labios en su copa y la haba dejadosobre la mesa, pero de cuando encuando le echaba una mirada ansiosa.

    No se preocupe por nada. Ya ledigo que conozco su historia.

  • Hubiera querido ir a verla estamaana dijo el hombre, suspirando.Me haba jurado acostarme y levantarmepronto para venir a desearla felicesPascuas.

    Tambin lo s.Siempre ocurre lo mismo. Juro

    que no tomar ms que una copa, yluego

    Slo tiene usted un hermano,monsieur Martin?

    S, Jean, que tiene seis aosmenos que yo. Con mi mujer y mi hija,es todo cuanto yo quera en este mundo.

    No quiere usted a su cuada?Se estremeci, sorprendido,

  • molesto.No tengo nada malo que decir de

    Loraine.Usted le ha confiado su hija, no

    es cierto?S, porque cuando muri mi mujer

    empec a perder pieComprendo. Es feliz su hija?Creo que s. No se queja jams.No ha intentado usted cambiar de

    vida, regenerarse?Todas las noches me prometo

    acabar con esta vida, y al da siguientevuelvo a empezar. Hasta he ido a ver aun mdico, que me dio consejos.

    Los sigui?

  • Durante algunos das. Cuando fuide nuevo a verle, tena mucha prisa y medijo que no tena tiempo de ocuparse dem, que lo mejor que poda hacer eraacudir a una clnica especializada.

    Alarg la mano hacia su copa, dud,y, para que bebiera, Maigret se llev lasuya a los labios.

    Nunca ha encontrado usted unhombre en casa de su cuada?

    No. No creo que haya nada quereprocharle por ese lado.

    Sabe usted dnde la conoci suhermano?

    En un restaurante de la calleBeaujolais, donde coma cuando estaba

  • en Pars entre dos viajes. Se hallabamuy cerca de su oficina y de la tiendadonde Loraine trabajaba.

    Fueron novios mucho tiempo?No lo s exactamente. Jean se

    march para dos meses y cuando regresme anunci que se casaba.

    Fue usted testigo de su hermano?S. En cuanto a Loraine, la duea

    de su pensin fue la que la sirvi detestigo. No tiene familia en Pars. Ya enaquella poca era hurfana Hayalgn mal?

    No lo s todava. Esta noche se haintroducido un hombre disfrazado dePap Noel en el dormitorio de Colette.

  • No le ha hecho nada?No. Le ha dado una mueca.

    Cuando la nia abri los ojos se hallabaocupado en levantar dos tablas delsuelo.

    Cree usted que me encuentropresentable para ir a verla?

    Ir usted dentro de un momento. Silo cree conveniente, puede afeitarse aquy cepillarse un poco. Es su hermanohombre que escondera algo bajo unsuelo de madera?

    l? Jams!Ni aunque fuera algo que

    quisiera ocultar a su esposa?No le oculta nada. Usted no le

  • conoce. Cuando viene, le da cuentacomo a un jefe, y ella sabe exactamentequ dinero lleva en el bolsillo.

    Es celosa?El hombre no contest.Hara mejor dicindome lo que

    piensa. Se trata de su hija.No creo que Loraine sea celosa,

    sino interesada. Por lo menos, mi mujeras lo pensaba. Mi mujer no la quera.

    Por qu?Deca que tena los labios

    demasiado finos, que era demasiadofra, demasiado corts, que siempre semantena a la defensiva. Segn ella, sehaba unido a Jean por su situacin

  • econmica, sus muebles, su porvenirEra ella pobre?No habla jams de su familia. No

    obstante, hemos sabido que su padremuri cuando ella era muy joven y quesu madre trabajaba como asistenta.

    En Pars?En alguna parte del barrio de la

    Glacire. Por eso ella nunca habla deese barrio. Como deca mi mujer, espersona que sabe lo que quiere.

    Segn usted, era amante de suantiguo jefe?

    Maigret le sirvi un dedo de licor yel hombre le mir agradecido; sinembargo, dud, seguramente por la

  • visita que iba a hacer a su hija y por elaliento.

    Voy a decir que le preparen unataza de caf. Su mujer deba de tener susideas sobre esto tambin, verdad?

    Cmo lo sabe usted? Tenga encuenta que ella jams hablaba mal de lagente. Pero, por Loraine, era casi unacuestin fsica. Cuando tenamos que vera mi cuada, suplicaba a mi mujer queno se dejara llevar de su desconfianza nide su antipata. Es raro que yo hable detodo esto en la situacin en que meencuentro. Acaso hice mal en dejarle aColette? A veces me lo reprocho. Peroqu otra cosa podra hacer?

  • Usted no me ha contestado a lapregunta que le he hecho sobre elantiguo jefe de Loraine.

    S. Mi mujer pretenda que tenanaspecto de amantes y que para Loraineera prctico casarse con un hombre queestaba la mayor parte del tiempo deviaje.

    Sabe usted dnde viva antes decasarse?

    En una calle que sale al bulevardde Sebastopol, la primera a la derecha,yendo de la calle Rivoli a los bulevares.Me acuerdo, porque fuimos a buscarlaen coche el da de la boda.

    Calle Pernelle?

  • sa. La cuarta o quinta casa a laizquierda; es una pensin que parecetranquila, decente, y en donde vivenpersonas que trabajan en el barrio.Recuerdo que, entre otras, haba algunassegundas tiples del Chtelet.

    Quiere afeitarse, monsieurMartin?

    Me da vergenza. Sin embargo,ahora que me encuentro frente a la casade mi hija

    Venga conmigoLe hizo pasar por la cocina para

    evitar el dormitorio donde se hallabamadame Maigret y le dio cuantonecesitaba, incluido un cepillo de ropa.

  • Cuando volvi al comedor, madameMaigret entreabri la puerta ycuchiche:

    Qu hace?Afeitndose.Una vez ms descolg el telfono.

    Siempre el bueno de Lucas, al que dabatrabajo en un da de Navidad.

    Eres indispensable en eldespacho?

    Si Torrence se queda, no. Tengolos informes que me pidi.

    Luego. Vas a ir a la calle Pernelle,donde buscars una pensin que debe deexistir todava. Es en las primeras casas,hacia el bulevar de Sebastopol. No s si

  • los dueos habrn cambiado despus decinco aos. Acaso encuentres a alguienque haya trabajado all en esa poca.Quisiera tener todos los informesposibles de una tal Loraine

    Loraine qu?Un momento. No haba pensado en

    eso.A travs de la puerta del cuarto de

    bao pregunt a Martin el nombre desoltera de su cuada.

    Boitel! le grit.Lucas? Se trata de Loraine

    Boitel. La duea de la pensin fuetestigo de su boda con Martin. LoraineBoitel trabajaba en esa poca para

  • Lorilleux.El del Palais-Royal?S. Me pregunto si entre ellos

    existan otras relaciones y si iba algunavez a la pensin a verla. Actarpidamente. Acaso sea ms urgente delo que pensamos. Qu ibas a decirme?

    Lo del caso Lorilleux. Era un tiporaro. Cuando desapareci hicieron unainvestigacin. En la calle Mazarine,donde viva con su familia, pasaba porun comerciante pacfico que educabaperfectamente a sus tres hijos. En elPalais-Royal, en su tienda, pasabancosas curiosas. No venda nicamenterecuerdos de Pars y monedas antiguas,

  • sino libros y grabados obscenos.Es una especialidad del sitio.S. Tampoco estn muy seguros de

    que no pasaran otras cosas. En eldespacho del fondo haba un divncubierto de tela de seda roja. Faltos depruebas, no insistieron, principalmenteporque no quisieron molestar a laclientela, compuesta en gran parte porgente ms o menos importante.

    Loraine Boitel?Apenas se la nombra en el

    informe. Estaba ya casada cuandodesapareci Lorilleux. Esper toda lamaana a la puerta de la tienda. Pareceque ella no lo vio el da anterior por la

  • noche, despus del cierre. Estabapreguntando por telfono este datocuando Langlois, de la brigadafinanciera, entr en mi despacho. Seestremeci al or el nombre deLorilleux, me dijo que recordaba algo yfue a echar un vistazo a sus archivos.Me oye bien? No es nada preciso. Sloel hecho de que Lorilleux haba sidosealado, hacia aquella poca, comoindividuo que cruzaba con frecuencia lafrontera suiza. Ahora bien, era elmomento en que el trfico de oro estabaen su apogeo. Se le vigil. Se le registrdos o tres veces en la aduana, peronunca se le pudo descubrir nada.

  • Vete a la calle Pernelle, queridoLucas. De prisa. Ahora ms que nuncacreo que es muy urgente.

    Paul Martin, con las mejillasblancas, completamente afeitado, sehallaba en el marco de la puerta.

    Estoy confuso. No s cmoagradecerle

    Va a visitar a su hija, verdad? Nos cunto tiempo tiene usted costumbrede permanecer con ella, pero desearaque no la dejara hasta que yo vaya areunirme con usted.

    Sin embargo, no puedo pasar lanoche all.

    Psela si hace falta. Arrgleselas

  • como pueda.Hay peligro?No lo s; pero su puesto est al

    lado de su hija.El hombre se tom la taza de caf

    solo con avidez y se dirigi hacia laescalera. Ya estaba cerrada la puertacuando madame Maigret penetr en elcomedor.

    No puede ir a ver a su hija con lasmanos vacas un da de Navidad.

    PeroMaigret estaba a punto de responder,

    sin duda, que no haba muecas en lacasa, cuando su mujer le alarg unpequeo objeto brillante: un dedal de

  • oro, que tena desde hace aos en sucosturero y que no le serva.

    Dselo. Esto siempre le haceilusin a una nia. Date prisa

    Desde lo alto de la escalera, elcomisario grit:

    Monsieur Martin! MonsieurMartin! Un momento, por favor!

    Le puso el dedal en la mano.Sobre todo, no le diga de dnde

    procede.En el umbral del comedor,

    permaneci en pie, grun; luego,suspir.

    Cundo acabars de hacermeinterpretar a Pap Noel?

  • Me apostara que eso le gustatanto como la mueca. Porque es unobjeto de persona mayor, comprendes?

    Vieron al hombre atravesar elbulevar, pararse un momento delante lacasa, volverse hacia las ventanas deMaigret como para darse valor.

    Crees que curar?No lo dudo.Si le sucediera algo a esa mujer,

    a madame Martin?Qu?Nada. Pienso en la nia. Me

    pregunto qu sera de ella.Por lo menos transcurrieron diez

    minutos. Maigret haba desplegado el

  • peridico. Su mujer ocupaba su sitiofrente a l y haca su labor contando lospuntos, cuando l murmur, lanzandouna bocanada de humo:

    Pero si no la has visto siquiera!

  • Captulo IV

    Ms adelante, en el cajn dondemadame Maigret meta todos los papelesque encontraba, el comisario encontraraun viejo sobre en cuyo dorso habaresumido maquinalmente, en eltranscurso de esa jornada, losacontecimientos. No fue hasta entoncescuando le choc algo de estainvestigacin llevada a cabo en sutotalidad en su piso y que citara en losucesivo como ejemplo.

    Contrariamente a lo que pasa confrecuencia, no hubo, propiamente

  • hablando, ningn azar, ningn golpe deteatro. Esta especie de suerte nointervino; pero la casualidad nointervino menos, y hasta de formaconstante, en el sentido de que cadainforme lleg a su hora, por los mediosms sencillos y los ms naturales.

    Sucedi que docenas de inspectorestrabajaron da y noche para recoger unainformacin de segundo orden. Porejemplo, monsieur Arthur Godefroy, elrepresentante de los relojes Zenith enFrancia, hubiera podido muy bien ir apasar las fiestas de Navidad a su ciudadnatal, Zurich. Hubiera podido,simplemente, no estar en su casa. O an

  • hubiera sido ms probable que notuviera noticia de la llamada telefnicaque hicieran a su despacho el daanterior relacionada con Jean Martin.

    Cuando Lucas lleg un poco despusde las cuatro, con la piel tirante y lanariz enrojecida, la misma cosa habaactuado en su favor.

    Una niebla espesa, amarillenta,acababa de caer de repente sobre Pars,lo cual es bastante raro, y en todas lascasas estaban las luces encendidas. Lasventanas, a uno y otro lado del bulevar,tenan aspecto de fanales lejanos; losdetalles de la vida real se hallabanborrados hasta tal punto que, como a la

  • orilla del mar, se oa mugir la sirena.Por una u otra razn

    probablemente a causa de un recuerdode infancia esto le agradaba aMaigret, como le agradaba ver a Lucasentrar en su casa, quitarse el abrigo,sentarse y tender al fuego sus manosheladas.

    Lucas era casi su rplica, con lacabeza ms pequea, menos ancho dehombros y un rostro que no le gustabaque fuera severo. Sin fanfarronera, talvez sin darse cuenta, por mimetismo, poradmiracin, imitaba a su jefe en sus msleves gestos, en sus actitudes, en susexpresiones, y esto chocaba aqu ms

  • que en el despacho. Hasta en la forma deoler el licor de ciruela antes de llevarsela copa a los labios.

    La patrona de la pensin de la callePernelle haca dos aos que habamuerto en un accidente en el metro, locual hubiera podido complicar lainvestigacin. El personal de esta clasede establecimientos cambia confrecuencia y haba pocas esperanzas deencontrar en la casa alguien que hubieraconocido a Loraine cinco aos antes.

    La suerte estaba de su parte. Lucashaba encontrado como patrn actual alantiguo guarda nocturno, y la casualidadquiso que, en otra poca, hubiera tenido

  • complicaciones con la Polica a causade ciertas historias sobre moralidad.

    Esto hizo que no hubiera grandificultad en hacerle hablar dijoLucas encendiendo una pipa demasiadogrande para l. Me sorprendi quehubiese tenido medios de comprar lafonda con tanta rapidez, pero terminpor explicarme que serva de hombre depaja a un individuo con vista, quecolocaba su dinero en esta clase denegocios, pero que no quera quefigurase su nombre.

    Qu clase de pensin?Correcta en apariencia. Bastante

    limpia. Un despacho en el entresuelo.

  • Habitaciones alquiladas por meses,algunas por semanas. Y tambin, en elprimero, habitaciones alquiladas porhoras.

    Recuerda a la joven?Muy bien, porque vivi ms de

    tres aos en la casa. Termin por darmecuenta de que no le caa simptica,porque la muchacha era terriblementemiserable.

    Reciba a Lorilleux?Antes de ir a la calle Pernelle me

    pas por la comisara del Palais-Royal afin de coger una fotografa de l quefiguraba en el expediente. Se la enseal patrn. En seguida lo reconoci.

  • Iba Lorilleux a verla confrecuencia?

    Unas dos o tres veces al mes,siempre con maletas. Llegaba hacia launa de la madrugada y se marchaba a lasseis. Ante todo, me he preguntado qupoda significar eso. He comprobado lasentradas y salidas de los trenes. Esocoincida con los viajes que haca aSuiza. Para volver, coga el tren quellega a medianoche y haca creer a sumujer que haba tomado el de las seis dela maana.

    Nada ms?Nada, sino que la Loraine era

    parca en propinas y que, a pesar de estar

  • prohibido, guisaba por las tardes en suhabitacin con un infiernillo de alcohol.

    Ningn otro hombre?No. Aparte de Lorilleux, una vida

    regular. Cuando se cas pidi a la dueaque la sirviese de testigo.

    Maigret tuvo que insistir a su mujerpara que se quedara en la habitacin, endonde permaneci sin hacer ningnruido, como si tratara de evitar que fueraadvertida su presencia.

    Torrence estaba en la calle, enmedio de la niebla, recorriendo lasparadas de taxis. Los dos hombresesperaban sin nerviosismo, cada unosentado en su silln, en posturas

  • idnticas, una copa de licor al alcancede su mano. Maigret empezaba aadormilarse.

    Ahora bien, ocurri con los taxis loque haba ocurrido con lo dems. Aveces, se da en seguida con el taxi quese busca; otras, se est varios das sinconseguir nada, sobre todo cuando no setrata de un coche perteneciente a unaempresa. Algunos chferes no tienenhorario fijo, merodean al azar, y no esextrao que no lean los avisos de laPolica.

    Pues bien, antes de las cinco,Torrence telefoneaba desde Saint-Ouen.

    He encontrado uno de los taxis

  • anunci.Por qu uno? Fueron varios?Me lo supongo. Esta maana lo

    alquil la joven en la esquina delbulevar Richard Lenoir y del bulevarVoltaire, y la condujo a la calleMauberge, cerca de la estacin delNorte. No lo reserv.

    Entr en la estacin?No. Se detuvo ante una casa de

    artculos de viaje que permanece abiertalos domingos y das de fiesta y el chferno se preocup ms de ella.

    Dnde est ahora?Aqu. Acaba de llegar.Quieres mandrmelo? Que venga

  • en su coche o que tome otro; pero quevenga lo ms pronto posible. Respecto ati, slo te queda encontrar al chfer quela trajo.

    Comprendido, jefe. El tiempo detomar un caf con coac, porque hace unfro espantoso.

    Maigret mir al otro lado de la calley vio una sombra en la ventana demademoiselle Doncoeur.

    Bscame en la gua de telfonosun comerciante de artculos de viajefrente a la estacin del Norte.

    Lucas slo tard unos instantes.Maigret telefone personalmente.

    All! Aqu, Polica Judicial. Esta

  • maana, un poco antes de las diez, tuvousted una cliente que debi de compraralgo, probablemente una maleta; unajoven rubia, con traje sastre gris, quellevaba una bolsa de provisiones en lamano. La recuerda?

    Acaso era todo tan fcil porquesuceda en un da de Navidad? Lacirculacin era menos activa, elcomercio apenas exista. Adems, lagente tiene tendencia a recordar con msclaridad los acontecimientos que sedesarrollan en un da diferente a losotros.

    Fui yo mismo quien la atend. Meexplic que tena que partir

  • precipitadamente para Cambrai, paraver a una hermana enferma, y que notena tiempo de pasar por su casa.Quera una maleta barata, de fibra, comolas que estn amontonadas a amboslados de la puerta. Eligi el tamaomediano, pag y entr en el bar de allado. Me encontraba en mi puerta, unpoco ms tarde, cuando la vi dirigirse ala estacin con la maleta en la mano.

    Est usted solo en la tienda?Hay un dependiente conmigo.Puede usted ausentarse durante

    media hora? Coja un taxi y venga averme a esta direccin.

    Supongo que usted pagar el taxi,

  • no? Debo decirle que me espere?Que le espere, s.Segn las notas del sobre, eran las

    seis menos cuarto cuando lleg el chferdel primer taxi, un poco sorprendido,puesto que se trataba de la Polica, deser recibido en una casa particular. Peroreconoci a Maigret y mir concuriosidad a su alrededor, visiblementeinteresado por el marco en que viva elfamoso comisario.

    Vaya a la casa que est justamenteenfrente y suba al tercer piso. Si laportera le detiene, diga que va a ver amadame Martin.

    Madame Martin, comprendido.

  • Llamar a la puerta que se halla alfondo del corredor. Si es una seorarubia la que le abre y que ustedreconoce, invente cualquier pretexto. Ledice que se ha equivocado de piso, o loque sea. Si es otra persona, solicitehablar personalmente con madameMartin.

    Y luego?Nada. Vuelve aqu para

    confirmarme que es la persona que ustedha llevado esta maana a la calleMauberge.

    Entendido, comisario.Cuando la puerta se cerr, Maigret

    tena, a pesar suyo, una sonrisa en los

  • labios.Al primero, ella comenzar a

    inquietarse. Al segundo, si todo va bien,ser presa del pnico. Al tercero, siTorrence logra ponerle la manoencima

    Vaya! No haba ni el ms levegrano de arena en el engranaje. Torrencetelefone.

    Creo que lo he encontrado, jefe.He descubierto un chfer que haencochado en la estacin del Norte a unamujer que responde a las seas dadas.Pero no la ha conducido al bulevarRichard Lenoir, sino a la esquina delbulevar Beaumarchais con la calle del

  • Chemin-Vert.Mndamelo.Tiene en su cuerpo algunas copas

    de ms.No importa. Dnde ests?En Barbes.No te causar gran trastorno

    pasarte por la estacin del Norte. Tepresentars en consigna.Desgraciadamente no estar el mismoempleado de esta maana. Mira si handejado en depsito una maleta nueva, defibra, que no debe de pesar casi y quehan debido de dejar entre nueve y diez ymedia de la maana. Anota el nmero.Sin una orden judicial no consentirn

  • que te la lleves. Pero pregunta el nombrey la direccin del empleado que estuvoesta maana de servicio.

    Y qu hago?Me telefoneas. Espero a tu

    segundo chfer. Si ha bebido, escrbelemi direccin en un trozo de papel paraque no se pierda en ruta.

    Madame Maigret haba ganado lacocina, donde se bailaba preparando lacena, sin haberse atrevido a preguntar siLucas cenara con ellos.

    Continuaba Paul Martin enfrentecon su hija? Acaso haba intentadomadame Martin deshacerse de l?

    Cuando llamaron a la puerta, no era

  • un hombre, sino dos, los que se hallabanen el descansillo, los cuales no seconocan y se miraban con asombro.

    El primer chfer, al regresar de lacasa de enfrente, se haba encontrado enla escalera de Maigret con el vendedorde maletas.

    La ha reconocido?No slo la he reconocido, sino

    que ella me ha reconocido tambin. Seha puesto plida. Corri a cerrar lapuerta que da a un dormitorio y mepregunt qu quera.

    Qu le respondi usted?Que me haba equivocado de piso.

    Comprend que ella dudaba en

  • ofrecerme dinero y prefer no darletiempo. Desde abajo, la vi en la ventana.Sabe seguramente que he entrado aqu.

    El vendedor de maletas nocomprenda nada. Era un hombre decierta edad, completamente calvo, deademanes suaves. Una vez marchado elchfer, Maigret le explic lo que tenaque hacer, y puso objeciones, repitiendocon obstinacin:

    Es una cliente, comprende? Esmuy delicado traicionar a una cliente.

    Termin por decidirse; pero, porprecaucin, Maigret envi a Lucasdetrs, por si se le ocurra cambiar deidea por el camino.

  • Menos de diez minutos despus sehallaban de regreso.

    Tengo que advertirle que slo heactuado bajo sus rdenes, molesto yobligado.

    La ha reconocido?Me llamarn a declarar bajo

    juramento?Es ms que probable.Eso causar gran trastorno a mi

    tienda. Las personas que compranmaletas en el ltimo momento son, aveces, gentes que prefieren que no sehable de sus andanzas.

    Tal vez slo sea necesaria sudeclaracin ante el juez de instruccin.

  • Era ella, s. No va vestida de lamisma forma, pero la he reconocido.

    Y ella tambin?En seguida me ha preguntado

    quin me mandaba.Qu le ha respondido?No s ya. Estaba molesto. Que me

    haba equivocado ce puertaNo le ha ofrecido nada?Qu quiere usted insinuar? Ni me

    ha invitado a sentarme. Hubiera sido anms desagradable.

    Mientras que el chfer no habapedido nada, ste, que seguramente sehallaba en buena situacin, insisti enrecibir una compensacin por el tiempo

  • que haba