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HORIZONTES Revista de NHAC Otoño 2009 Marco Antonio Aguirre Pliego Introducción. H ablar de San Pedro Ixcatlán, Tuxtepec, Oaxaca, es hablar de humedad, verdor y ar- quitectura vernácula; pero para abordar la última es necesario definirla. ¿Cuál es la arquitectura vernácula? El término verná- culo, según el diccionario, designa lo nativo. Es obvio que esto no nos satisface, pues se presta a confusiones. Rosa María Sánchez Lara, en un artículo intitulado “El significado de la arquitectura vernácula”, después de re- visar lo que es la arquitectura popular, dice: La arquitectura vernácula en cambio, que por lo demás hasta ahora ha sido analizada por críticos y estudiosos ajenos a su producción y uso (de ahí el aspecto pintoresco que se le ha conferido), ha sido denominada tam- bién como ingenua, espontánea, folklórica, etc., y en ella permanecen como constantes, elementos de carácter popular y tradicional. 1 Una definición más clara y más amplia habrá de buscarse teniendo en cuenta el significado de civiliza- ción dominante. Alvin Toffler de alguna manera nos inicia en el asunto cuando escribe: La especie humana ha experimentado hasta ahora dos grandes olas de cambio, cada una de las cuales ha sepultado culturas o civilizaciones ante- riores y las ha sustituido por formas de vida inconcebibles hasta entonces. La primera ola de cambio ―la revolución agrícola― tardó miles de años en des- plegarse. La segunda ola ―el nacimiento de la civilización industrial― necesitó sólo trescientos años. 2 La arquitectura vernácula es la arquitectura po- pular sobreviviente de la época agrícola. Es la arquitec- tura que se niega a desaparecer en la época industrial. Una de sus principales características es que en ella impera el sentimiento colectivo. Es la arquitectura de la colectividad preindustrial. La arquitectura vernácula es una arquitectura suspendida en el tiempo; o mejor dicho una arquitectura atemporal en la medida que su diseño no pretende significar una moda. Por el contra- rio, significa una resistencia cultural y desde ese ángulo es un fenómeno marginal con respecto a la cultura occi- dental contemporánea. El capitalismo industrial, como contradicción intrínseca, produce marginalidad. Otra característica esencial de la arquitectura ver- nácula es la de ser un producto eminentemente artesa- nal. Y aquí otra vez se expresa la resistencia cultural; la resistencia de un mundo que fue avasallado. La esfera de la arquitectura vernácula es la del espacio primigenio; la arquitectura que está cerca de la naturaleza, cerca de la fuente materna. De aquí la fasci- nación que suscita en el individuo de ciudad. La arquitectura vernácula es estética en la medi- da que armoniza con la naturaleza. El discurso que a continuación expongo sobre la arquitectura de San Pedro Ixcatlán, dista mucho de ser una tesis.Es solamente un resumen de impresiones fugaces, que tiene como marco conceptual la argumen- tación hasta aquí expresada. LA CASA TRADICIONAL DE SAN PEDRO IXCATLÁN. Localización de San Pedro Ixcatlán. Dib. de Marco A. Aguirre P. COMUNIDADES 16 1 Rosa María Sánchez Lara. El significado de la arquitectura vernácu- la, en ARQUITECTURA VERNÁCULA, cuadernos de arquitectura y conservación del patrimonio artístico. N° 10.INBA., México 1980. p. 11. 2 Alvin Toffler. La tercera ola. Edivisión. 11ª impresión. México, 1988. p. 26.

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HORIZONTES Revista de NHAC Otoño 2009

Marco Antonio Aguirre Pliego

Introducción.

Hablar de San Pedro Ixcatlán, Tuxtepec, Oaxaca, es hablar de humedad, verdor y ar-quitectura vernácula; pero para abordar la última es necesario definirla.

¿Cuál es la arquitectura vernácula? El término verná-culo, según el diccionario, designa lo nativo. Es obvio que esto no nos satisface, pues se presta a confusiones. Rosa María Sánchez Lara, en un artículo intitulado “El significado de la arquitectura vernácula”, después de re-visar lo que es la arquitectura popular, dice:

La arquitectura vernácula en cambio, que por lo demás hasta ahora ha sido analizada por críticos y estudiosos ajenos a su producción y uso (de ahí el aspecto pintoresco que se le ha conferido), ha sido denominada tam-bién como ingenua, espontánea, folklórica, etc., y en ella permanecen como constantes, elementos de carácter popular y tradicional.1

Una definición más clara y más amplia habrá de buscarse teniendo en cuenta el significado de civiliza-ción dominante. Alvin Toffler de alguna manera nos inicia en el asunto cuando escribe: La especie humana ha experimentado hasta ahora dos grandes olas de cambio, cada una de las cuales ha sepultado culturas o civilizaciones ante-riores y las ha sustituido por formas de vida inconcebibles hasta entonces. La primera ola de cambio ―la revolución agrícola― tardó miles de años en des-plegarse. La segunda ola ―el nacimiento de la civilización industrial― necesitó

sólo trescientos años.2

La arquitectura vernácula es la arquitectura po-pular sobreviviente de la época agrícola. Es la arquitec-tura que se niega a desaparecer en la época industrial. Una de sus principales características es que en ella impera el sentimiento colectivo. Es la arquitectura de la colectividad preindustrial. La arquitectura vernácula es una arquitectura suspendida en el tiempo; o mejor dicho una arquitectura atemporal en la medida que su diseño no pretende significar una moda. Por el contra-rio, significa una resistencia cultural y desde ese ángulo es un fenómeno marginal con respecto a la cultura occi-dental contemporánea. El capitalismo industrial, como contradicción intrínseca, produce marginalidad. Otra característica esencial de la arquitectura ver-nácula es la de ser un producto eminentemente artesa-nal. Y aquí otra vez se expresa la resistencia cultural; la resistencia de un mundo que fue avasallado. La esfera de la arquitectura vernácula es la del espacio primigenio; la arquitectura que está cerca de la naturaleza, cerca de la fuente materna. De aquí la fasci-nación que suscita en el individuo de ciudad. La arquitectura vernácula es estética en la medi-da que armoniza con la naturaleza.

El discurso que a continuación expongo sobre la arquitectura de San Pedro Ixcatlán, dista mucho de ser una tesis.Es solamente un resumen de impresiones fugaces, que tiene como marco conceptual la argumen-tación hasta aquí expresada.

LA CASA TRADICIONAL DE SAN PEDRO IXCATLÁN.

Localización de San Pedro Ixcatlán. Dib. de Marco A. Aguirre P.

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1Rosa María Sánchez Lara. El significado de la arquitectura vernácu-la, en ARQUITECTURA VERNÁCULA, cuadernos de arquitectura y conservación del patrimonio artístico. N° 10.INBA., México 1980. p. 11.

2Alvin Toffler. La tercera ola. Edivisión. 11ª impresión. México, 1988. p. 26.

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En el año de 1988 Oscar Gómez Torres y Mar-co Antonio Arriaga Solís, realizaron como tesis, para titularse de arquitectos, un estudio al que llamaron “Vivienda Rural para el Proceso de Reubicación en la Región del Papaloapan”. A través de ella analizaron el problema que confrontan los pueblos asentados en la cuenca de la presa “Miguel Alemán” también conocida

Vivienda ixcateca tradicional en la orilla lacustre. Dib. de Marco Antonio Aguirre Pliego

Antecedentes de este artículo

COMUNIDADES

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como presa de Temascal. El problema consiste en que existe el proyecto gubernamental de elevar el nivel del agua de la presa, cosa que afecta a varios poblados y que implica la reubicación de cada uno de ellos. En la tesis en cuestión, los autores analizan la propuesta del go-bierno y la rechazan proponiendo una más adecuada. El conocimiento de esta tesis me movió, primero, a co-nocer físicamente el sitio objeto del estudio; y después, a abordar la crítica de otros aspectos afines al mismo.

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La casa ixcateca tradicional.

La casa tradicional de San Pedro Ixcatlán se caracteri-za, desde el punto de vista espacial, en que es modular; es decir, se compone de locales, con funciones diferen-tes, separados por áreas de circulación al aire libre. Di-chas funciones generalmente suelen ser las siguientes: cocina, dormitorio y almacén; el cuarto sanitario, inva-riablemente separado del conjunto, es un cubículo con letrina.

Desde el punto de vista constructivo, los locales en cuestión tienen pisos de tierra apisonada, aunque en años recientes, hay que decirlo, algunas familias los han mejorado mediante firmes de concreto; las paredes de los recintos son de varas o cañas de otate dispuestas en forma horizontal, sin ventanas; las cubiertas están he-chas a base de entramados de morillos amarrados con cuerda de fibra vegetal y recubiertos con guano de la región. La forma de la cubierta, a dos aguas, con pen-dientes pronunciadas, genera un espacio que se utiliza como tapanco en el que se guardan utensilios y materias primas.

Desde el punto de vista plástico, la planta de los locales tiene forma de rectángulo alargado y sus respectivos ejes de composición están dispuestos de manera aleato-ria; la gran inclinación de las cubiertas hace que los vo-

lúmenes sean visualmente agradables; las proporciones de los diferentes elementos de cada unidad del conjunto son armoniosas entre sí. Complementan la imagen del paisaje los huertos en los que hay árboles de frutas tro-picales como el mango y la guayaba, y árboles de ornato como el palo de rosa (Tabebuia rosea), también llama-do roble tropical, cuya fronda, en primavera, se compo-ne mayoritariamente de flores rosadas.

Desde el punto de vista del conjunto entendido como población, las viviendas a las que me he referido ocupan los ejidos (los bordes del asentamiento) bajo un patrón de baja densidad; es decir, sin aglomerarse. En el área central del poblado las casas son de otro tipo: de mate-riales más durables, pues tienen paredes de madera o de ladrillo y cubiertas de lámina galvanizada; el único elemento que resulta común es la techumbre con dos vertientes, una de las cuales tiene un quiebre angular que favorece la formación de un alero que cubre gene-ralmente un corredor. Me parece que las casas céntricas están influidas por el esquema formal de las casas de la zona mazateca. Pero volviendo a las casas de la pe-riferia de San Pedro Ixcatlán, es decir a las viviendas tradicionales, después de analizarlas concibo la siguien-te reflexión que corrobora mi planteamiento inicial: a través de su aspecto expresan la obstinación por un de-terminado modo de ser, lo cual es válido bajo cualquier circunstancia.

Planta y detalles constructivos de una vivienda ixcateca tradicional. Dib. de Oscar Gómez y Marco A. Arriaga S.

Marco Antonio Aguirre Pliego es arquitecto con maestría en Historia de la Arquitectura en México, profesor jubilado de la UABJO, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y reci-piendario de la Placa de Honor de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana en [email protected]

Dos diferentes aspectos de la vivienda en San Pedro Ixcatlán. Fotografías de

Jesús Ignacio Ramírez Tovar.

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