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15 La construcción de lo “latino”: perspectivas antropológicas de la diáspora Por Liliana SUÁREZ NAVAZ, PH.D. El reconocimiento a latinoamericanos residentes en España es algo que debería hacerse más en esta sociedad que VH GLFH PXOWLFXOWXUDO SHUR TXH DSHQDV GH¿HQGH \ SURPXHYH VX participación activa. El proyecto 100 Latinos es una iniciativa que merece reflexión académica: ¿cuál es la identidad de estos nuevos ciudadanos que han llegado al país en una etapa histórica en la cual la inmigración no es bienvenida? ¿Cómo han realizado sus estrategias vitales y cuáles han sido los obstáculos y los incentivos para convertirse en ciudadanos europeos en

La construcción de lo “latino”: perspectivas antropológicas de la diáspora

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De como los latinoamericanos en España comienzan a llamarse a si mismos latin@s

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La construcción de lo “latino”: perspectivas antropológicas de la diásporaPor Liliana SUÁREZ NAVAZ, PH.D.

El reconocimiento a latinoamericanos residentes en España es algo que debería hacerse más en esta sociedad que

participación activa. El proyecto 100 Latinos es una iniciativa que merece reflexión académica: ¿cuál es la identidad de estos nuevos ciudadanos que han llegado al país en una etapa histórica en la cual la inmigración no es bienvenida? ¿Cómo han realizado sus estrategias vitales y cuáles han sido los obstáculos y los incentivos para convertirse en ciudadanos europeos en

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igualdad de condiciones que el resto? ¿Se sienten ciudadanos del mundo, mantienen los vínculos con sus lugares de origen, han generado un biculturalismo capaz de sortear las fronteras que la Europa fortaleza impone, vía legislación de extranjería y otras fronteras simbólicas que nos remiten a una herencia aún por superar?

No es descabellado introducir un proyecto como 100 Latinos a través de una propuesta antropológica cuyo objetivo sea consolidar la idea de que lo “latino” no existe como entidad acotada o esencia inmutable. Existen personas como las seleccionadas en este proyecto a quienes o bien se les asignan desde fuera este gentilicio de “latinos” o bien lo asumen como una identidad

y ser cautos: la exploración de cuestiones identitarias exige una investigación empírica rigurosa sobre cómo los sujetos individuales y colectivos entienden y se relacionan con la categoría “latino/a”. Éste es un proyecto

y en el que estoy comprometida. Más allá de los hallazgos que con el ritmo lento de la investigación podamos ofrecer, nuestro punto de partida antropológico sugiere entender lo “latino” como una construcción sociocultural contemporánea emergente, asociada a las prácticas migratorias de los latinoamericanos en el mundo.

La movilidad de la población global se ha incrementado de forma exponencial en las últimas décadas llegando a caracterizar esta etapa histórica como la era de las migraciones. Esta movilidad no es ya solo física, sino también simbólica, acelerada por los avances tecnológicos en comunicación y transporte. La posibilidad de viajar largas distancias por costes más reducidos unido a la revolución en las comunicaciones ha producido lo que el geógrafo David Harvey denominó el “colapso de las coordenadas de espacio y tiempo”.

Las condiciones contemporáneas de la construcción identitaria: globalización y movilidad.

Estos cambios han hecho de la movilidad el rasgo central del nuevo sistema económico y político con importantes efectos culturales.

Al mismo tiempo, las fronteras siguen siendo una institución central en la reorganización económica, política y cultural que produce la creciente globalización. Y no solo las fronteras políticas y jurídicas, sino aquéllas que marcan la identidad etno-cultural. Es sabido que la

omnipresente, la producción económica se descentraliza

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y los grupos poderosos desarrollan estrategias para

humana está fuertemente limitada por modelos de ciudadanía basados en el concepto decimonónico de estado-nación. Los modos de acceso a los derechos se restringen, precarizando así las migraciones que se

ajustan a un nuevo mercado laboral y a una red de distribución de servicios mundiales. El caso europeo es paradigmático, pero también encontramos en otros sistemas migratorios una tendencia político-jurídica sin precedentes históricos: la existencia de colectivos muy numerosos sin status administrativo, los erróneamente denominados “ilegales”. En todo el sur de Europa, por ejemplo, la “irregularidad” ha sido un común denominador de las trayectorias de todos los inmigrantes, facilitando la construcción de una frontera

interna entre los ciudadanos nacionales y los recién llegados, construidos como una amenaza al sistema y ajenos culturalmente. El conglomerado “inmigrantes no comunitarios” fungió como una nueva categoría de alteridad, igualando procesos y trayectorias migratorias muy diversos bajo el estigma de pobreza y exclusión.

La doble cara de las fronteras, que desaparecen para los procesos económicos y se refuerzan para los trabajadores que se desplazan al calor de esos mismos procesos económicos, crea una profunda paradoja: la interconexión (re)crea, de forma perversa, diferencias culturales.

Frente a las teorías de homogeneización cultural (la denominada “macdonalización”), el análisis de los procesos migratorios demuestra que los colectivos migrantes desarrollan estrategias para facilitar su

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asentamiento en diversos enclaves del mundo, en especial las redes sociales basadas en vínculos de paisanaje y parentesco.

de movilidad, refuerzan los lazos de socialización comunitaria

culturales de los inmigrantes en las diásporas. Así pues, el nuevo régimen de movilidad transnacional de poblaciones migrantes revaloriza el capital social y cultural de los migrantes adquiriendo un valor de resistencia frente a la incertidumbre, frente a las condiciones de exclusión e invisibilización que sufren los migrantes contemporáneos.

Latinoamericanos en España: heridas coloniales y nuevos imaginarios colectivos “latinos”.

España ha tomado parte de la movilidad internacional desde siempre, más aún, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que a pesar de que no existe una idea del país asociada a las migraciones, éstas han marcado su idiosincrasia: flujos de inmigración diversos (godos, diferentes grupos musulmanes, romanos, y la inmigración a la España europea) y de emigración (hacia las Américas en el periodo colonial, hacia el norte de Europa o África, o las más recientes surgidas a partir de la crisis) sitúan la península como un vórtice histórico de la cinética humana.

Después de décadas de emigración producida por el exilio político y por las necesidades económicas, la inmigración en España ha sido, según los datos de Naciones Unidas, la más acelerada del mundo en esta última década. No solo se ha pasado a tener una proporción de inmigrantes similar a la de otros países europeos, sino que la velocidad del asentamiento ha sido espectacular. Distinguimos dos etapas fundamentales: una primera, en la que los inmigrantes africanos predominan sobre el resto, y una segunda en la que los latinoamericanos masivamente se establecen en España, como efecto del cierre de fronteras de los Estados Unidos. Esta migración trasatlántica no tiene precedente histórico, o más bien, invierte la dirección

el exilio español de la época franquista. Los latinoamericanos son muy conscientes de esta

“reconquista” como en ocasiones se le ha denominado.

profundidad histórica, con heridas antiguas, recelos y estigmas mutuos, así como elementos culturales comunes establecidos como hegemónicos a través de la política colonial, como el idioma oficial y la cultura religiosa (esto es, una tradición cultural católica independientemente del nivel de práctica religiosa). También hay otros legados compartidos, poco reconocidos pero no por ello irrelevantes, como el racismo y la estratificación etno-racial heredada del sistema de castas colonial, o un sistema político clientelar y altamente burocratizado, entre otros.

No estaríamos entendiendo cabalmente la reconstrucción de las identidades latinoamericanas contemporáneas sin tener en cuenta la diáspora, los enclaves geopolíticos diversos donde los latinoamericanos se han establecido con éxito durante las últimas décadas. Esta exigencia teórica y empírica, nos obliga a incorporar los Estados Unidos en el escenario analítico. En este contexto surgen otras fronteras antiguas que han dividido

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al continente americano, no solo por las relaciones económicas y políticas desiguales entre el Norte y el Sur, sino por la dimensión cultural. De hecho, una de las primeras veces que el concepto de América Latina es acuñado es en un poema de 1857 del colombiano Jose Mª Torres Caicedo, Las dos Américas: “Mas aislados se encuentran, desunidos/esos pueblos nacidos para aliarse:/la unión es su deber, su ley amarse/igual origen tienen y misión/la raza de la América latina/al frente tiene la sajona raza/enemiga mortal que ya amenaza/su libertad destruir y su pendón”. Quizás sea éste el comienzo de la construcción del imaginario “latino” que buscamos entender, y no es baladí el hecho de que germine en un contraste con lo anglosajón, en cuyo tejido social ha arraigado con más fuerza el gentilicio “latino/a” (a la par de otros, como “hispano/a”, chicano/a y otros, en cuyo debate abierto no podemos aquí ahondar).

En un análisis cuantitativo de los datos de la inmigración latinoamericana en los Estados Unidos y en España los sociólogos Connor y Massey llegan a la conclusión de que, independientemente de los factores que distinguen uno y otro destino de la diáspora –región y país de procedencia, idioma

y cultura en el contexto de recepción, redes migratorias previas, regímenes de extranjería y ciudadanía, entre otros–, la situación socioeconómica y su status social parece muy similar, al menos a nivel cuantitativo (2010). En España la inmigración latinoamericana es reciente, pero arraiga con fuerza debido entre otros factores a las continuidades coloniales (lengua, patrones culturales más familiares).

de “latinos” los españoles podrían formar parte vis-à-vis de los anglosajones en los Estados Unidos, el gentilicio se restringe en territorio español, excluyendo la cuestión lingüística como relevante en la categorización social y enfatizando la condición inmigrante y postcolonial.

Para finalizar, creo necesario aludir al hecho de que, en mi experiencia de investigadora con colectivos inmigrantes diversos, ninguna minoría ha sido tan rápida y contundente en su agenda social y cultural. Son varios los factores que pueden explicar esta característica, pronosticada por el catedrático Izquierdo cuando habló de la “latinización de la inmigración en España” hace ya años (2003). Por el momento, diversas investigaciones demuestran que en España los colectivos de diversos países latinoamericanos mantienen con fuerza sus vínculos con el país de origen y predominan los gentilicios nacionales en sus procesos asociativos y en sus prácticas culturales, así como nuevas prácticas políticas y culturales asociadas a identidades minoritarias en América Latina, como la indígena o la afroamericana (Suárez Navaz, 2012). No obstante, como hemos mostrado recientemente, nuevos fenómenos asociados a la creación de colonias multigeneracionales, al poder de consumo de las colonias, y a la actividad de los medios de comunicación evidencian que lo “latino” está adquiriendo gran relevancia también en este lado del Atlántico.

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La construcción de lo “latino” en Europa: un arma de dos filos.Finalizaremos retomando el inicio de este texto. Si

bien lo “latino” no existe como realidad sociológica ni como categoría etno-cultural, se trata de una categoría identitaria que adquiere fuerza a través de dos dimensiones: la imbricación de los intereses privados, que buscan crear un colectivo más homogéneo y el impacto de los mecanismos de exclusión de la ciudadanía de destino. Al coincidir estas dos en los Estados Unidos y en España, la latinidad se está constituyendo, con particularidades propias de cada espacio, como constitutiva de la diáspora latinoamericana.

Según Portes, uno de los más destacados sociólogos de la migración, la emergencia de una minoría “hispana/latina” pan-nacional en los Estados Unidos es producto de la asimilación forzada en el contexto migratorio (2006). Según él, los nuevos inmigrantes aprenden a su llegada que son parte de esta minoría, independientemente de su elección personal. Hemos observado esto también en nuestro entorno. En unas recientes jornadas sobre medios de comunicación de la diáspora una de

aprendido a ser “latina” en España, conociendo y reconociéndose como parte de una minoría muy diversa que en su país de origen no existía. Los medios de comunicación “latinos”, las prácticas culturales y la mercadotecnia “étnica” implantada en los últimos años en España, que hemos investigado recientemente,

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evidencian la fuerza de esta identidad emergente (Suárez Navaz, 2011). Somos críticos, sin embargo, de la visión de este proceso como una extrapolación acrítica del caso norteamericano, una

hispano, o una mera manipulación del mercado. Se trata además de un caldo de cultivo similar en ambas orillas del Atlántico, alimentado aquí por las herencias perversas del colonialismo, el imaginario euro-centrista, y los mecanismos de exclusión de la “Europa fortaleza”.

Si bien las nomenclaturas de adscripción étnica a menudo

procesos de categorización y racialización a las minorías, no conviene minusvalorar el poder simbólico que pueden adquirir en manos de las propias comunidades nombradas. Se trata

de un fenómeno de reapropiación que revierte los estigmas y los convierte en fuentes de orgullo y resistencia, como el “Black is Beautiful” de la lucha afroamericana. En el caso de la diáspora asentada en los Estados Unidos este proceso de empoderamiento es ya un hecho político, económico y cultural consolidado. En España podemos hablar ya de colonias latinoamericanas asentadas en el país con profundas raíces, dado que mayormente se trata de un asentamiento familiar, a pesar del fuerte impacto de la crisis económica. Niños y niñas de origen latinoamericano estudian en los colegios públicos, los jóvenes habitan sus parques y calles y disfrutan de una oferta de ocio adaptada para los gustos “latinos”. Empresas y profesionales, estudiantes de postgrado, incluso la nueva tropa latinoamericana en las Fuerzas Armadas, escapan a una

Lo “latino” es, pues, una identidad emergente, contradictoria y ambivalente, alimentada por intereses económicos y políticos a la par que por el sentimiento de exclusión y negación cultural. Se trata de una identidad en construcción, influida sin duda por la cultura popular desarrollada en los Estados Unidos y distribuida globalmente a través de potentes industrias culturales, pero adquiere un sabor

los enclaves de la diáspora. Es deseable, no obstante, que la latinidad conviva con otras identidades latinoamericanas que la problematizan por su efectos “blanqueantes” y su potencial de invisibilización de colectivos históricamente marginados, como los indígenas o los afroamericanos. En un mundo globalizado en el que las identidades híbridas y las alianzas estratégicas

la diáspora, aglutinante, creativa y poderosa.

Referencias

Connor, P. y Massey, D.S. (2010): Economic Outcomes among Latino Migrants to Spain and the United States: Differences by Source Region and Legal Status. International Migration Review, Vol. 44/4, 802-829.

Portes, A. (2006): La nueva nación latina: inmigración y la población hispana de los Estados Unidos. REIS Vol. 116, pp. 56-92.

Suárez Navaz, L. (2011): Políticas de representación. Construcción y marketing de nuevas identidades en el espacio político mediático. Revista de Antropología Social Vol. 20, 229-261.

Suárez Navaz, L. (2012): K ichwa’s Migrat ions across Transcontinental Borders. Trans-territorial Practices of Identity and Rights within a Postcolonial Frame. The Journal of Latin American & Caribbean Anthropology Vol. 17(1). (En prensa).

Liliana SUÁREZ NAVAZ, Ph.D.Profesora titular del Departamento de Antropología Social

Universidad Autónoma de Madrid