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Variaciones Borges 37 » 2014 E n este trabajo me propongo continuar líneas de análisis de artículos anteriores en donde he venido rastreando los modos en que la escritu- ra de Borges dialoga con discursos nacionalistas dominantes en distintos períodos de la historia argentina. En este caso, “La fiesta del monstruo” presenta una particularidad con respecto a otras producciones del autor. En efecto, ya en otro artículo sostuve que este cuento se intensifican los procedimientos paródicos de los textos precedentes de la serie del detec- tive Parodi y destaqué que se trata del texto en donde la polémica más directa contra el nacionalismo resulta el rasgo más saliente (“Parodia y política”). En este caso, continuando esta hipótesis de lectura, el objetivo es enmarcar el relato en una genealogía de textos argentinos en donde se representa la barbarie con distintas orientaciones ideológicas, pero simila- res procedimientos que contribuyen a consolidar una sintaxis de la violen- cia. El trazado retrospectivo y prospectivo de esta travesía de lectura está inspirada, por supuesto, en el ensayo de Borges “Kafka y sus precursores” (1951), en donde se nos enseña a romper con la linealidad cronológica en “LA FIESTA DEL MONSTRUO” Y SUS PRECURSORES Mariela Blanco

La Fiesta del monstruo y Sus Precursores

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Mariela Blanco, Variaciones Borges nro 37

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Variaciones Borges 372014Enestetrabajomepropongocontinuarlneasdeanlisisdeartculos anteriores en donde he venido rastreando los modos en que la escritu-ra de Borges dialoga con discursos nacionalistas dominantes en distintos perodosdelahistoriaargentina.Enestecaso,Laestadelmonstruo presentaunaparticularidadconrespectoaotrasproduccionesdelautor. Enefecto,yaenotroartculosostuvequeestecuentoseintensicanlos procedimientospardicosdelostextosprecedentesdelaseriedeldetec-tiveParodiydestaququesetratadeltextoendondelapolmicams directacontraelnacionalismoresultaelrasgomssaliente(Parodiay poltica). En este caso, continuando esta hiptesis de lectura, el objetivo es enmarcar el relato en una genealoga de textos argentinos en donde se representa la barbarie con distintas orientaciones ideolgicas, pero simila-res procedimientos que contribuyen a consolidar una sintaxis de la violen-cia.Eltrazadoretrospectivoyprospectivodeestatravesadelecturaest inspirada, por supuesto, en el ensayo de Borges Kafka y sus precursores (1951), en donde se nos ensea a romper con la linealidad cronolgica en LA FIESTA DEL MONSTRUOYSUS PRECURSORESMariela BlancoLa esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco159 158portante de estas operaciones es que ayudan a advertir la estrecha vincu-lacinqueexisteenlaescritura(oreescritura,msomenosapegadaal modelo) y la lectura. TantoelepgrafedeLarefalosadeAscasubi(1843)comolasimili-tud entre las escenas de asesinato en relacin con El matadero, resultan puntos ineludibles del linaje de La esta. Al mismo tiempo, desde una miradaprospectiva,podremosadvertirqueenestetextosecristalizan ciertos procedimientos que sern retomados en relatos como Cochecito y Cabecita negra, de Germn Rozenmacher. 1. PRIMER ESLABN: EL MATADEROLo que me interesa analizar de este texto es la manera en que se enlazan esta-violencia-autoritarismo para advertir cmo se ja una sintaxis que serresemantizadaenescriturasposteriores.Medetendrendosfrag-mentos en los que se alude a la presencia de la autoridad como consustan-cial a la concrecin de la esta: VivalaFederacin!VivaelRestaurador!Porquehandesaberloslecto-res que en aquel tiempo la Federacin estaba en todas partes, hasta en las inmundiciasdelMataderoynohabaestasinRestauradorcomonohay sermn sin San Agustn (32).La sala de la casilla tena en su centro una grande y fornida mesa de la cual no salan los vasos de bebida y los naipes sino para dar lugar a las ejecu-ciones y torturas de los sayones federales del Matadero. Notbase, adems, en un rincn, otra mesa chica con recado de escribir y un cuaderno de apuntes yporcindesillasentrelasqueresaltabaunsillndebrazosdestinado paraelJuez.Unhombre,soldadoenapariencia,sentadoenunadeellas, cantaba al son de la guitarra la resbalosa, tonada de inmensa popularidad entre los federales, cuando la chusma, llegando en tropel al corredor de la casilla, lanz a empellones al joven unitario hacia el centro de la sala. (40, nfasis mo)Enlacitasehaceevidenteelmodoenquelasimgenesdelaautoridad (Restaurador-juez) se sobreimprimen a las de las acciones del pueblo. En estecontexto,estapresenciaacrecientaelefectodelaburladelsistema burocrticoqueemanadelabusodepoderdelaturbaencolerizadaque ignora las instituciones en un marco en donde las discusiones sobre el sis-losmodosdeleer,sentandolasbasesdelasteorasqueposteriormente conoceramos como de la intertextualidad (Bajtin, Kristeva, entre otros).1El recorrido de esta lectura comienza a partir del El matadero (1839), de Esteban Echeverra, considerado el texto fundacional de la cuentstica argentina.2Medetendrenciertasimgenesyprocedimientosquedan cuenta de los primeros y signicativos pasos a la hora de fundar la repre-sentacin discursiva de la barbarie, para continuar con el modo en que son retomadosenLaesta(1947),escritoporBorgesyBioyCasares,para terminarconelanlisisdeCabecitanegra(1962),deGermnRozen-macher.Eldilogoentreestosdoscuentosserabordadoapartirdelos distintos modos en que ambos toman como foco la representacin de la barbarieperonista.Paradarcuentadelainversindelascoordenadas ideolgicas con el realismo crtico del 60,3 atender especialmente a las modulacionesdelossistemasenunciativos,quesonlosquehacenevi-dente las distintas caras ideolgicas que estos textos presentan. Conestepropsitodearmarunacartografadelaviolencia,resultan operativos los conceptos de genealoga y reescritura por permitir abordar lostextosdesdelasoperacionesderepeticinydesplazamiento.4Loim-1Enelvocabulariocrtico, lapalabraprecursoresindispensable, perohabraque tratar de puricarla de toda connotacin polmica o de rivalidad. El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modica nuestra concepcin del pasado, como ha de modicar el futuro (OC 2: 8990).2La signicancia que adquiere la consideracin de un texto como fundacional se ad-vierteclaramenteenelexcelentelibrodeDegiovanni, quienindagalospresupuestos ideolgicos y analiza los textos de la patria en busca de las operaciones que han con-gurado el canon nacional.3SetratadeladenominacinpropuestaporBorelloensuyaclsicolibrosobrena-rrativayperonismoparaanalizarlasnarrativasdeViasyRozenmacher. NoemUlla vincula a Rozenmacher con Briante, Piglia y Haroldo Conti (25). Otra forma de aludir a este fenmeno de revisin del peronismo por parte de los jvenes de izquierda del 60,desde una perspectiva losco-cultural ms amplia, es la que ofrece Tern en Nuestros aos sesentas, en donde habla de nueva izquierda.4Tomo la concepcin general de reescritura de Kristeva que tiende a enfocar el fen-meno literario como una innita red de conexiones, articulada sobre las operaciones de repeticin y diferencia. Esta perspectiva parte de la recuperacin del sentido primigenio deleercomorecoger, recolectar, espiar, reconocerlashuellas, cogeryhasta robar(236). Deaquemergenalmenosdosconsideraciones:laprimera, lalectura comopasoprevioeindisociabledelaescritura;lasegunda, queesadobleoperacin conlleva una activa apropiacin, una deglucin de voces ajenas que resultan sometidas a procesos de transformacin, dando lugar a una nueva productividad.La esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco161 160Otrorasgodelaretricafundacionaldelcuento,confuertevalorde productividadfutura,estdadoporeldetallismoconelqueestnreferi-das las escenas sangrientas, forma de transguracin simblica del auto-ritarismo anteriormente connotado por la gura del Restaurador: primero la de la huida del toro, con el degello del nio incluido y su consiguiente asesinato;luego,ladetorturadelunitario.Estaescenaesretomadacon muypocasvariantesenLaestaenlaescenadelapedreamientodel judo,smbolodelaguradelintelectuallibrepensadorqueseniegaa venerar la autoridad del monstruo. En ambos casos, es interesante notar que estas acciones estn precedi-das por descripciones de ambientes que si bien en una primera aproxima-cin podramos ver como dilaciones, luego nos hacen preguntarnos si no son el foco, pues, precisamente por ser distantes de la ancdota, son el ma-yor vnculo con lo real-contextual.8 Tambin me interesa destacar la condi-cin de orilla de los espacios de ambos cuentos, pues tanto El matadero como La esta inscriben sus acciones en el margen entre civilizacin y barbarie, connotados por la dicotoma entre lo urbano y lo rural, en el pri-mer caso, lo urbano y lo obrero, en el segundo en el que las descripciones estn puestas al servicio de destacar el origen social de los personajes que invaden el centro desde el sur de la ciudad. 2. DE LA FIESTA DE LA CARNE A LA FIESTA PERONISTAHacemos un rpido viaje temporal para advertir cmo cambia el mundo representado,elcontextodeenunciacin,perosemantienenalgunases-trategias discursivas.9 estrategia consisti en reivindicar la gura de Rosas, signo de la barbarie y todo aquello que la Argentina moderna deba superar desde el parmetro liberal (9697).8LoqueBarthesdenominacomonotacininsignicanteconvalorfuncionalin-directo porque parece[n] responder a una suerte de lujo de la narracin. No obstante,ensuanlisis, elfrancsmuestracmoestasnotassedestacanporsuvalordesignos connotativos.9Battistessa fech los hechos narrados en El matadero en la Cuaresma portea de 1839, siguiendolasreferenciasallutoporlamuertedeEncarnacinEscurradeRosas (fallecidael19deoctubrede1838)ylasnoticiassobrelascondicionesdeltiempoen losperidicosdelmomento(Ghiano11). RespectodeLaesta, sibiennohayuna referenciatemporalprecisa, podradatarseenlosaoscorrespondientesalaprimera etapa del gobierno de Pern, posteriores a su asuncin como presidente en 1946, dadas tema jurdico del pas eran incipientes y dividan las aguas entre el modelo unitario y el federal.5Estesegundoestereotipodeautoridadesretomado,conlasconsi-guientes diferencias que obedecen al cambio de contexto de enunciacin y de mundo representado, en La esta, a travs de la omnipresencia del personaje al que el narrador llama capo de nuestra carrada (ver cita ms adelante de cmo eran arriados los cabecitas negras a las manifestacio-nes polticas), emparentada con la gura del lder sindical tan representa-tiva del perodo peronista. Es de destacar que en El matadero tambin se aludeaestaguracomocaudillodeloscarniceros.6Deestemodo,co-mienzan a ser evidentes los elementos que Borges-Bioy eligen resignicar al retomar esta matriz discursiva, hacindose eco de las tensiones entre el sistema liberal y el modelo caudillista que se inicia en el XIX, que desde unaorientacinideolgicacompletamenteopuestaserntambinre-tomadas desde el propio revisionismo histrico y su operacin de trazar vnculos entre las guras de Rosas y de Pern.7 5Paraadvertirelcarcterinextricabledeley-violencia, resultailuminadoreltrabajo deBenjaminParaunacrticadelaviolencia. All, elpensadoralemnpresentauna tipologa de los tipos de violencia de acuerdo a tipos de sistemas jurdicos. Para el caso de El matadero y del modo en que la generacin del 37 representa el sistema rosista,es operativa su caracterizacin de violencia fundadora: La primera funcin de la vio-lencia es fundadora de derecho, y esta ltima, conservadora de derecho (30). Al mismo tiempo, este artculo abre una puerta para interpretar la omnipresencia de la violencia en las representaciones literarias argentinas desde su fundacin hasta nuestros das, dado que la visin dialctica de Benjamin contempla la recurrencia de la violencia como cons-tante del devenir histrico-jurdico: Esta ley de oscilacin se basa en que, a la larga, toda violenciaconservadoradederechoindirectamentedebilitaalafundadoradederecho en ella misma representada, al reprimir violencias opuestas hostiles. [] Esta situacin perdura hasta que nuevas expresiones de violencia o las anteriormente reprimidas, lle-gan a predominar sobre la violencia fundadora hasta entonces establecida, y fundan un nuevoderechosobresusruinas(44). Larelacinentrelasformasdelegitimidadde laautoridadyelordensocialimperanteesunalneaquepermitetrazarunpuentede lectura entre estas representaciones aqu analizadas.6NopuededejardesealarsetambinlavisinanticipatoriadeElmataderosi tomamos en cuenta la importancia que adquirir el sindicato de la carne durante el pe-ronismo, con el protagonismo de Cipriano Reyes como uno de los lderes impulsores de la manifestacin del 17 de octubre de 1945.7El libro de Fiorucci presenta un novedoso enfoque histrico de la compleja relacin entreelnacionalismoyPern, centradoenlaperspectivadelosintelectuales, especial-mente los antiperonistas. Respecto del revisionismo, seala ms all de la fundacin delInstitutoJuanManueldeRosasen1938laimprontaantiliberal, cuyaprincipal La esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco163 162de Martino, lo habran reledo al menos unas tres veces antes familiares y amigos.Lascircunstanciasquerodeanestarelecturahacenconjeturarel entusiasmo de Bioy por publicarlo, en contraposicin con la actitud ms renuente de Borges.12En un artculo anterior (Una genealoga) trac puentes de lectura entre La esta y Cochecito, de Rozenmacher, dado que ambos ofrecen visibles similitudes estructurales. En este caso, me detendr en los rasgos que emparentan La esta y Cabecita negra, especialmente a partir del tan analizado tpico de la invasin, estudiado precursoramente por crti-cos como Borello y Avellaneda, y continuado por Rosano y de Navascus, entre otros. Si bien la inversin ideolgica de la lectura del 60 en general y de estos cuentos, en particular, se ha destacado lo suciente, me focalizar aqu en los procedimientos discursivos de enunciacin que la posibilitan. EnLaesta,elprotagonistacuentasudeambularporelsurdela ciudad en compaa de un grupo de compaeros de similar procedencia social,previamentealaasistenciaaunactomasivodondePern,delibe-radamente innombrado, dar uno de sus famosos discursos al pueblo ar-gentino, que ser transmitido por radio nacional. Una de las notas distintivas del cuento, principal soporte de su carc-ter precursor, est dada por el simulacro de oralidad, logrado por una pri-merapersonaquedialogaconuninterlocutorfemeninocuyapresencia seexplicitasloatravsdelvocativoNelly.Noobstantelaeleccinde este relator resulta un tanto peculiar, dada la evidente distancia que separa esta instancia de la autoral por el alejamiento que propone la parodia; el focoestpuestoendestacarloridculodelarelacinautoritariadelos punteros polticos con respecto a la masa de jvenes del sur, a los cuales manipulanasuantojo.13Bastaverlamagnituddeestosactospolticos 12Pese a que Borges da su anuencia para que el texto se traduzca, esta respuesta a Bioy Casares da cuenta de su actitud reticente: Venero y envidio tu diligencia y me resigno fcilmente a la traduccin de las laboriosas bromas de H. Bustos Domecq. Comprendo que te mueve a su publicacin el escepticismo y no el deseo de que nos desacreditemos enteramente. EsperoquelasCrnicasdeestedesconcertanteautorpuedanrehabilitar-nos (Bioy Casares 1206).13Enestesentido, considerounaciertoelenfoqueinicialdellibroPolticasdelsenti-miento. ElperonismoylaconstruccindelaArgentinamoderna, alintentaranalizareldes-conciertoquecausaalosintelectualeslairrupcindelpuebloperonistaenlascalles apartirdel17deoctubrede1945. Sostienenloseditoresdelvolumen:Laestadel monstruo(1955)cambialapregunta:desdeelquesalcmohablaesoqueahora La esta del monstruo, escrito en colaboracin con Bioy Casares, es unrelatountantoatpicodentrodelaproduccindelautor.Elcalicati-vodeatpicoobedeceaque,comosabemos,Borgesrehuslaalusin directa al contexto en la mayor parte de su obra, el a su encarnizada ba-tallacontralasestticasrealistas,noporfaltadeproyectoparaimaginar la nacin, como suele armarse. No obstante, en este texto las referencias directastornanineludibleunalecturaqueloinscribadentrodelascoor-denadastemporalesquecoincidenconelcontextodeproduccin,pero cuyos antecedentes y proyecciones trasvasan esa delimitacin.10Hayalmenosdosnotasdistintivasenrelacinconestetextoque avalanestecarcterdeatipicidad:1.Elhechodeque,comosuprecursor deEcheverra,nohayasidopublicadoinmediatamentedespusdesu escritura;112.LarecurrenciaconqueBorgesyBioylohabranreledoen sus famosas cenas recogidas en el Borges de Bioy. De acuerdo con el ndice lasalusionesalasemisionesencadena(OCC457). Disiento, portanto, conCorts Rocca, quien insiste en fechar los hechos del mundo representado el 17 de octubre de 1945 (187 y ss.). Por el contrario, considero que una de las motivaciones del cuento recae en mostrar la frecuencia repetitiva de estos actos, rasgo tpico de la masicacin que se quiere parodizar. En efecto, las lneas nales son elocuentes: Estas orejas la escucharon,gordeta, mismocomotodoelpas, porqueeldiscursodetransmiteencadena(OCC 465). No hay mencin de una fecha precisa, por lo que puede entenderse de que se trata de cualquier da festivo en relacin con la liturgia peronista. El 1 de mayo, pongamos por caso. Otro dato que contradice que se trate del da inaugural del movimiento pe-ronista es la mencin de la marchita del Monstruo, pues si bien su origen y datacin precisos son un tema controvertido sobre el que los especialistas no se ponen de acuer-do, puede conjeturarse su difusin masiva luego de este da.10Ya hace unos aos que, afortunadamente, la crtica dedicada a estudiar la obra de Borges ha comenzado a revisar la tan mentada relacin entre la escritura de Borges y la poltica. Enestesentido, sedestacalalecturaminuciosadeBalderston, quienfuems all de los trabajos pioneros de Avellaneda, Molloy y Gramuglio, entre otros, para inda-garmeticulosamentelasreferenciashistrico-culturalesysusimplicanciasenlosrela-tosmsimportantesdeBorges. Apartirdeestetrabajo, sehavenidopaulatinamente desmontando esa perspectiva reductiva de la crtica anterior que cristaliz la lectura de la obra de Borges como absolutamente desvinculada de realidades extratextuales.11Comosesabe, losavataresdelacirculacindeestecuento, fechadoen1947, son complejos. De acuerdo al testimonio de Emir Rodrguez Monegal, este relato circul en manuscrito y sin nombre de autor, subterrneamente, en el Ro de la Plata. Fue publica-do a la cada de Pern, y an as, slo en Montevideo, en la seccin literaria del semanario Marcha, queentoncesyodiriga(287). En1977seincluyeenNuevoscuentosdeBustos Domecq, rmadoconlosnombrespropiosdelosautores. Nomuydiferentesfueron las condiciones de publicacin de El matadero, escrito en 1839 y publicado recin en 18701874 por Juan Mara Gutirrez en la edicin pstuma de Obras completas del autor.La esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco165 164el ruso y yo digo que ms vale la pena acusar su domicilio legal en Tolosa Norte. (OCC 45557, nfasis mo) Enestaconguracindelasubjetividaddelavozautoral,meinteresa detenerme en un sintagma en particular que da cuenta de una inversin conrespectoalostextosfundacionalesdenuestraliteratura.Nosetrata solamente de un hito a la hora de dotar de voz a la barbarie, sino que aqu ladistanciapardicaseveacentuadaporelintertextoconelcomienzo delanoveladeJosMrmol,Amalia,cuandoelnarradorenterceraper-sonavapresentandoconsuspensoaloshroesenclaracontraposicin con los brbaros federales y, luego de enumerar nalmente sus nombres, concluye:argentinostodos(8).Ladistanciaseveparadjicamentein-crementada por las incongruencias de registro. En efecto, resulta imperti-nente, en relacin con el discurso del personaje, la alusin a Pern como el Monstruo, de lo cual se deriva que esta falta de coherencia de registro operecomounamarcadiscursivamsqueacrecientaelobjetivoideol-gicodelosautoresaquienesestadiscordancialessirvecomounguio adicionalenfuncindesusobjetivospardicos.Esms,sereereasus propios compaeros como la merza, a partir de lo cual se advierte que la ideologa autoral se ltra en la voz del narrador como una interferencia ostensible; en otras palabras, no hay mecanismos de refractacin sino slo una burla directa que ni siquiera se preocupa por los ruidos disonantes del discurso del narrador. Adems, para recuperar otra polmica implcita, cabe destacar que estas interferencias violentan al extremo las reglas de la esttica realista, que tiene como columna vertebral la bsqueda de verosi-militud. Lo que sin dudas marca estas interferencias es la clara distancia entre plano del enunciado y el de la enunciacin.Msalldelasdescripcionesydetencionesdelasaccionessealadas, cabe destacar que la tensin narrativa de La esta se concentra en la escena de lapidacin nal del intelectual judo, remedo de la ejecucin del unitario de El matadero. En ambos casos, la violencia se concentra en un solo lado de la ecuacin, el de la barbarie, que a travs de un ritual festivo sangrien-to ejecuta a un representante de la civilizacin que ostenta su voluntad in-dividual de quedar excluido de los actos masivos liderados por un caudillo.1414Al analizar el sentimiento de invasin en textos del perodo peronista, de Navascus sedetieneenlacontraposicinentreelidealcomunitariodelanacinylosintereses del individuo, tan importante para considerar la obra de Borges en general, cuyo pensa-parapreguntarsealmenosporlosmecanismosdetrsdesurealizacin, su logstica diramos ahora. Pues bien; el cuento de Borges-Bioy gira en torno precisamente a esta previadelaesta,endondeladescripcinestpuestaalserviciodedes-tacar la ausencia o, mejor, la completa anulacin de las voluntades indivi-duales en pos del comportamiento masicado.Tom furia como una golondrina el camin de la juventud y antes de me-dia cuadra par en seco frente del Comit. Sali un tape canoso, que era un gusto cmo nos baqueteaba y, antes que nos pudieran facilitar, con toda consideracin, el libro de quejas, ya estbamos transpirando un brete, que ni si tuviramos la nuca de queso Mascarpone. []A la espera de la voy de aura y se fue! nos tuvieron hora y media al rayo delsol,alavista,porsuertedenuestraqueridaTolosa,queencuantoel botn sala a correrlos, los pibes nos tenan a hondanazo limpio, como si en cada uno de nosotros apreciaran menos el patriota desinteresado que el pajarito para la polenta. [] [] No me cansaba de pensar que toda esa muchachada moderna y sana pensaba en todo como yo, porque hasta el ms ablico oye las emisiones en cadena, quieras que no. Todos ramos argentinos, todos de corta edad, to-dos del Sur y nos precipitbamos al encuentro de nuestros hermanos ge-melos, que en camiones idnticos procedan de Fiorito y de Villa Domnico, de Ciudadela, de Villa Luro, de La Paternal, aunque por Villa Crespo pulula parece tener voz (22). No obstante, no hay que olvidar la distancia entre el plano de la enunciacin y el del enunciado que analizar a continuacin, que da cuenta de la burla en la representacin del eso. No se trata de cederle la voz al otro, sino de ridiculizarlo,comodemuestrasagazmenteAvellanedaensulibroprecursorElhabladelaideologa,puesesavozdacuentadeuncdigodecomportamientosqueresultajuzgadaporel lenguaje mismo empleado (ver ms adelante el anlisis de cmo se alude a la autoridad y a los miembros de la misma clase social). No hay diferencia, en este sentido, respecto de la irona de Echeverra, a pesar del cambio de una 3 a una 1 persona. Dentro del vo-lumen, el trabajo de Corts Rocca se distingue por subrayar la complejizacin de la ins-tancia narrativa que redundara incluso en una pulverizacin del narrador (187) que inscribira a este cuento como un precursor de un dialogismo fcilmente reconocible en narrativas posteriores, como las de Manuel Puig. Coincido respecto de la complejidad de la instancia narrativa, pero me parece una exageracin la intencin de leer un espacio de ambigedad como consecuencia de la complejidad. Precisamente, si algo distingue este relato del resto de la produccin de Borges es esta ausencia de apertura al juego de los mltiples sentidos. Es el texto que ms se acerca al modelo de relato de tesis. Refrendan estaposturalosdilogosrecogidosporBioyCasaresensudiariodeconversaciones: Borges: No hay dudas de que el narrador is an idiot (709).La esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco167 166El ms claro ejemplo de este contrapunto est dado por el tratamiento discursivo que recibe la gura de Pern. En ambos textos se elude la alu-sin directa al general, pero los distintos enunciados a partir de los cuales seloevoca,constituyenunamuestradelasdistintasorientacionesideo-lgicas dominantes:1. La esta: Monstruo, el gran laburante argentino (OCC 454);16 2. Cochecito: y que venga la ota a ver qu hacen porque la rosca se viene y no pasamos de este ao 50 sin traerlo al hombre aqu para que cuel-gueoligarcasentodaslasplazas(114,nfasismo);Pepesonripero nocomprenda.Dijosconlacabeza,mirlamanchadehumedadola foto en colores del general con uniforme de gala o el bandern con la cara de don Juan Manuel o quizs esos pergaminos con marco y vidrio de los sindicatos del interior. (115, nfasis mo)Deestemodo,mientrasBorges-Bioytomancomoobjetodedistancia eldiscursodelasclasessocialesperonistas,lostextosdeRozenmacher resignicanestamiradaantiperonistahaciendousodeprocedimientos discursivossimilares.Lashuellasdeestaoperacindedeslecturason tambinevidentesenCabecitanegra.Varioscrticoshanrepetidoque este cuento es una reescritura de Casa tomada de Cortzar, pero con una inversin ideolgica. No obstante, no han explicado esa inversin de ma-nera discursiva. Si en La esta Borges-Bioy introdujeron una vuelta de tuerca con res-pecto a El matadero, dotando de voz a la barbarie, en este caso se utiliza el discurso indirecto libre como una estrategia que rompe las expectativas del lector. En efecto, de manera muy sutil, un narrador en tercera persona va legando la voz al protagonista Lanari, exponente estereotipo de la clase desuperarlasimposibilidadesdelaparodia;latranscripcinquehayenestodesus experimentosdellenguajehablado;lamelancolaquetodoesopuedearrojarsobreel mismo Borges renegado adems explcitamente de su Carriego. Pero todo eso no me interesa ahora. Me interesa lo que el mismo Borges ha querido darnos: su versin del peronismo. Esa versin de Borges parece haberse constituido en el primer momento y se ha mantenido inclume a travs de diez aos: Borges vio de una vez el peronismo y nunca revis su visin (172, nfasis en el original).16El trabajo de Soria, centrado en analizar las guras de Pern y Eva difundidas por lapropaganda, aludealaconstruccindelaimagendelpresidenteresponsable, el primertrabajador, quemadrugaytrasladalascostumbresdelejrcitoalgobiernode la nacin (44).3. LA INVERSIN DE LOS POLOS EN LOS 60Ser el modo de funcionamiento de este ritual dicotmico lo que la escri-turadeRozenmachernosinvitararevisar.Enefecto,unadelasmarcas que dan cuenta del intertexto entre El matadero y La esta est dada por el comportamiento de estos grupos masicados cuando se enfrentan a su enemigo desprevenido y en minora y la consiguiente condena por parte de los autores como ltima instancia de sentido (Bajtn), la cual se advierte a partir de la distancia entre lo enunciado y la enunciacin a travs de los procedimientos ya sealados. LosrelatosdeRozenmachercomplejizanestainstanciadeenuncia-cin. En el caso de Cochecito, no se advierte la satirizacin del discurso del personaje, caracterstica de la acumulacin de bromas implcitas de los relatos de Borges-Bioy. Se trata ms de una estilizacin que de una parodia, a partir de la cual Rozenmacher aprovecha el punto de vista del cabecita, al igual que en el cuento homnimo, para dar cuenta de la determinacin socialdeunpersonaje.Deestemodosedesplazaelejedelapolmica oculta, propia del discurso bivocal. Mientras que en La esta la polmica seinstauraconlasideologasdelcontextodeenunciacin,elcuentode Rozenmacherdialogaideolgicamenteconescriturasanterioresdonde cristalizaron determinadas miradas sobre la mitologa peronista.15miento se concentra en uno de sus clebres ensayos, El escritor argentino y la tradicin.Dice de Navascus: el ideario ocial peronista, [] defenda el ideal comunitario de la nacinporencimadelosinteresesegostasdelindividuo. Pero, almismotiempo, no deja de ser patente que quien se opona al discurso de Pern, se arriesgaba a ser excluido delproyectonacional. Dichoenotraspalabras:noserperonistapodasertomado, en denitiva, como una renuncia a ser argentino, una traicin a una patria que se expresaba simblicamente en las marchas masivas del pueblo (6). Esta reexin condensa mu-cho de los conceptos vertidos en el libro de Fiorucci, quien intenta explicar el accionar de los intelectuales del perodo tambin de acuerdo con estas coordenadas de inclusin-exclusin.15Como ejemplo de la crtica que los jvenes intelectuales emprenden contra Borges a partir de 1955, y por transitividad a la mirada liberal de la historia, cito un pasa-je de la resea a La esta en la revista Contorno, rmada por V. Sanroman (que sera seudnimo de Ismael Vias): Con cuidados preceptivos podra uno entrar a describir las numerosas vetas aprovechables de La esta: la metafsica borgiana que la irriga aun quizs a pesar del mismo Borges, esa ausencia de nalidad y de lmite; el aire de orga surrealista del relato y del sucedido, y de orga surrealista un poco de vuelta del surrea-lismoydesuapoyofolclricoodadavueltacontrasmismanomuylejosdel MarechaldeAdnBuenosayres:locercaquelacapacidadborgianadeestilohaestado La esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco169 168Abundan los pasajes cuya principal nalidad es aportar datos respecto delorigensocialdelpersonaje,encontrasteconsupresenteburgus.Se trata,deestemodo,deprecisarelstatusdelamiradaprivilegiada(nola nicaencuantomsadelantedieredeladelnarrador)desdelaquese cuenta la historia. As, el presente burgus de Lanari resulta destacado por el contraste con el origen inmigratorio y la inclinacin artstica de su padre. La lnea genealgica que deriva en un creciente materialismo culmina con su propio hijo, a quien no le cost tanto progresar. Cito el siguiente pasaje, que concentra muchos de los elementos a analizar:Nopodaquejarse.Sedabatodoslosgustos.Prontosuhijoserecibira de abogado y seguramente se casara con alguna chica distinguida. Claro quehabatenidoquehacermuchossacricios.Entiemposcomostos, donde los desrdenes polticos eran la rutina, haba estado al borde de la quiebra. Palabra fatal que signicaba el escndalo, la ruina, la prdida de todo.Habatenidoqueaplastarmuchascabezasparasobrevivirporque sino,hubieranhecholomismoconl.Aseralavida.Perohabasalido adelante.Ademscuandoerajoventocabaelviolnynohabacosaque legustasemsenelmundo.Peroviopordelanteunporvenirdudosoy sombro lleno de humillaciones y miseria y tuvo miedo. Pens que se de-ba a sus semejantes, a su familia, que en la vida uno no poda hacer todo lo que quera, que tena que seguir el camino recto, el camino debido y que no deba fracasar. Y entonces todo lo que haba hecho en la vida haba sido para que lo llamaran seor. Y entonces junt dinero y puso una ferrete-ra. Se viva una sola vez y no le haba ido tan mal. No seor. Ah afuera, en la calle, podan estar matndose. Pero l tena esa casa, su refugio, donde era el dueo, donde se poda vivir en paz, donde todo estaba en su lugar, donde lo respetaban. Lo nico que lo desesperaba era ese insomnio. (33)Enprimertrmino,quierodetenermeenesehincapienelpresente,en contraposicinconelpasado,encuantoimplicaunaopcin,unpasaje, unaeleccinentredosclases.Luego,enelmodoenqueesamoralbur-guesaoperaenelordendeldeber(tenaqueseguirelcaminorecto,el camino debido), implantando un cerco que se traduce claramente a nivel espacial (su casa, su refugio) a partir del cual se explota el motivo de la invasin. En efecto, esa focalizacin en la mirada de Lanari tiende a exa-cerbarlabrechaentreelmundointerioryelmundoexterior,llegandoa sugerir como aceptable la interpretacin de que todo ocurri en su imagi-nacin, dada la ambigedad del nal. Si el afuera irrumpe en el mundo in-terno de Lanari, se debe precisamente a un desorden, el del insomnio, que media burguesa argentina, hasta el punto nal del cuento en donde adver-timos la ambigedad de la historia, que bien podra haber sido imaginada por el personaje, pues el relato nos llega a travs de su nica perspectiva. Por un lado, Avellaneda sostiene de manera convincente que Cabecita negraresignicaloscdigosylasrepresentacionesideolgicasde Casa tomada (Poltica y literatura 121), mientras que, por otro, Rosano proponelaironacomorecursoquepermitereinterpretarelparadigma civilizacin/barbarie (16). No obstante, creo que una mirada ms detenida sobre ciertos aspectos discursivos del relato puede ilustrar mejor cmo se concreta la inversin. EnCabecitanegra,todosloselementosdelrelato(espacio,lxico, ideologa,confusinplanointerno-externo,etc.)estnpuestosafun-cionarparaquelaviolenciansitadelaculturaemanedelprotagonista comorepresentantedelaclaseburguesa,porloquelatesisdelalnea liberal(Echeverra,Borges-BioyyelhomenajeadoexplcitoCortzar)de laamenazaexternaresultasubvertida.17Enelsiguientefragmentose advierte cmo se introduce el discurso del protagonista sin marcadores o conectores de ningn tipo, por lo que si bien el narrador en tercera se distanciaenalgunacircunstanciapuntualelpuntodevistadeLanari resulta dominante:Ese insomnio era una desgracia. Maana estara resfriado y andara abom-bado como un sonmbulo todo el da. Y adems nunca haba hecho esa idiotez de levantarse y vestirse en plena noche de invierno nada ms que paraquedarseah,fumandoenelbalcn.Aquinseleocurrahaceresas cosas? (32, nfasis mo) Esta fusin de miradas en uno de los primeros pasajes del cuento es ape-nasunamuestradelacomplejidaddelosplanosideolgicosdeltexto, demayorespesor,enestesentido,queLaesta.Enefecto,sienste laparodiaseconvierteenelmecanismoprivilegiadoadesmontarpara decodicar el cuento en clave ideolgica, en Cabecita negra, los modos en que la palabra del personaje se hibrida y se distancia de la del narrador son mucho ms complejos.17steeselpasajeendondeelintertextoconelcuentoCasatomadadeCortzar se hace explcito: Esa china que poda ser su sirvienta en su cama y ese hombre del que ni siquiera saba a ciencia cierta si era un polica, ah, tomando su coac. La casa estaba tomada.La esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco171 170disruptivodelordeninterno(invisiblegolpeteodealgncaballodeca-rro, 32), lo cual se evidencia con el corte y consiguiente cambio de atms-fera que introduce el grito de la cabecita negra.2 parte: el mundo externo invade la interioridad del protagonista. Se ma-terializa la amenaza que ya insinuaba el insomnio como marca del desor-deninterior.Losenunciadosqueintroducenalamujerenelmundode Lanari connotan la invasin barbrica: grit, aullaba a todo lo que daba como una perra salvaje y peda socorro sin palabras; Y de pronto grit de nuevo, reventando el silencio y la calma y el orden, haciendo escndalo y pidiendo socorro con su aullido visceral de carne y sangre, anterior a las palabras, casi un vagido de nia, desesperado y solo (3334). La inversin de la lectura resulta enriquecida por el homenaje claro al texto fundacional deEcheverraysumododeligarlasangre,lacarneyloanimal,especial-mente al presentar los personajes femeninos que pueblan el matadero.18 3 parte: retorno al mundo interno. La amenaza externa cruza el cerco inte-rior de Lanari con su consentimiento cuando invita al polica y a la mujer a su casa. Las marcas de la invasin se maniestan tanto en el plano de la interioridaddelpersonaje(Sintiunvrtigo,sintiqueestabaapunto de volverse loco y cerr los ojos para no girar en un torbellino, 38), como en el externo (Todo en la pieza estaba patas para arriba, todo revuelto y le dola terriblemente la boca del estmago, 38).18 Recordemos al menos este clebre pasaje de El matadero en donde se asocia a las mujeres de color con la animalidad y la sangre de la esta de la carne: Hacia otra parte,entre tanto, dos africanas llevaban arrastrando las entraas de un animal; all, una mu-lata se alejaba con un ovillo de tripas y, resbalando de repente sobre un charco de sangre,caaaplomo, cubriendoconsucuerpolacodiciadapresa. Acullseveanacurrucadas en hilera cuatrocientas negras destejiendo sobre las faldas el ovillo y arrancando, uno a uno, los sebitos que el avaro cuchillo del carnicero haba dejado en la tripa como rezaga-dos, al paso que otras vaciaban panzas y vejigas y las henchan de aire de sus pulmones,paradepositarenellas, luegodesecas, laachura(345). Laacumulacindeacciones ylayuxtaposicindedetallesmachacantespreguranesasintaxisdelaviolenciaque tambin determinar el carcter barroco de La esta. Del mismo modo, pueden ha-llarse constantes reminiscencias de esta ligazn de smbolos que connotan la barbarie,aunquelosparmetrosideolgicosfuncionesenotradireccin, entextosposteriores que alargan la serie al innito. Otro ejemplo clebre es El ord de Osvaldo Lamborghini.Agrego un cuento de Elvio Gandolfo, Las negritas, del cual tomo una de las mltiples citas que dan cuenta de su inscripcin en la serie: Esta vez fue ella misma quien lanz un fuerte relincho, y se inclin hacia delante de pronto, haciendo que saltaran hacia atrs los dos o tres espectadores ms cercanos, para respetarle el espacio, el aura, y para evitar las gotas del sacudn lquido que proyect su cuerpo (88). Ntese la importancia de las imgenes auditivas para dotar de rasgos animales a la barbarie femenina.viola un precepto que se repite dos veces en el cuento: la noche se haba hecho para dormir (32 y 36). El hecho de violentar uno de los principios de la gente decente abre la puerta a la violacin del mundo interno por parte del externo.As, mientras Borges-Bioy ridiculizan por completo, desde una prime-rapersona,lamiradadelabarbarie,laestrategiadeRozenmacherresul-ta menos directa. Cmo se advierte la distancia de la ideologa del autor respectodeladesupersonaje?Enprimertrmino,porque,comoyase enfatiz,setratadeunamiradarestrictiva,sumamenteestandarizaday parcializada.Porotrolado,atravsdeotrasmarcasdiscursivasquedan cuenta de la toma de distancia del narrador en tercera persona con respec-to a Lanari, aunque sea en una breve escena; se trata del pasaje en el que el protagonistaseencuentraconelvigilanteylavozdelnarradorsefunde conladeste:Viejobabosodijoelvigilantemirandoconodioal hombrecitodespectivo, seguroysobradorquetenaadelante.Haceteelgil ahora (35, nfasis mo). A continuacin, en la misma escena, el narrador mantiene esa mirada distanciada y connota la actitud de Lanari a travs de verbos como temblaba o gimi, casi manso y casi aduln, quejumbro-so (36). Esta mirada despectiva, despreciativa, constituye la clave desde la cual releer y cuestionar los cdigos y las representaciones ideolgicas de la moral burguesa. La contaminacin de las atmsferas interior y exterior tambin parece contradecir la subjetividad del personaje, obstinada en delimitar los mr-genes entre el adentro y el afuera, cuestionando as la propia dinmica de lainvasin.Deestemodo,elrelatosubviertelasrepresentacionesante-riores de la barbarie, revisando los lmites de la dicotoma y poniendo de maniesto que las fronteras entre el afuera-invasor y el adentro-invadido pueden ser reversibles. En efecto, hay notables cruces y puentes entre los espacios. En este sentido, los cambios de ambiente permiten determinar cmo un plano penetra al otro, delimitando tres partes diferenciables en el cuento marcados por la dinmica espacial:1parte:Lanarienelinteriordesudepartamentoyloshechospresenta-dos desde su subjetividad (el verbo ms repetido en el relato es sentir). Comienzaproponiendouncontrasteentreeladentro(casa,refugio, orden,familia,soledad)yelafuera(desordenpoltico,escndalo, muerte,niebla,ruidos,32).Losruidossepresentancomoelelemento La esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco173 172OBRAS CITADASAvellaneda, Andrs. Poltica y literatura: antes y despus de Cortzar. Revista CELEHIS. Actas del II Congreso Internacional CELEHIS de Literatura 16 (2004): 12134.. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Un modelo para descifrar.El habla de la ideologa. Modos de rplica literaria en la Argentina contempornea. Buenos Aires: Sudamericana, 1983. 5792.Bajtn, Mijail. Problemas de la potica de Dostoiveski. 1963. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1993.Balderston, Daniel. Timeline. http://www.borges.pitt.edu/. Fuera de contexto? Referencialidad histrica y expresin de la realidad en Borges. Rosario: Beatriz Viterbo, 1996. Barthes, Roland. El efecto de lo real. Lo verosmil. Buenos Aires: Tiempo Contemporneo, 1970. Benjamin, Walter. 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Al estar presentado como representante de la clase social burguesa, puede inferirse, como tesis implcitadeltexto,queelorigendelaviolenciaesdeordensocialyque emana de esa clase de la que el protagonista es emblema.El anlisis de la instancia enunciativa de estos cuentos, en donde se re-presenta la barbarie peronista, me permite concluir que la principal di-ferencia entre ambos es que mientras en La esta la palabra ajena termi-na siendo pasiva en el sentido de que se supedita a la perspectiva autoral como ltima instancia de sentido (siguiendo el modelo instaurado en El matadero) aunque sea el lector y su puesta en juego de cdigos la que la decodique, en la escritura de Rozenmacher la palabra termina sien-do realmente bivocal, ms turbulenta, ms compleja. Por un lado, en Ca-becita negra se destaca la ausencia de una mirada monolgica que cierre el relato; por otro, su espesor polmico se complejiza a la luz de una ins-tancia previa de lectura-escritura ideolgica del peronismo, la cual resulta reorientada a travs de las operaciones de repeticin y desplazamiento. Mariela BlancoCONICET Universidad Nacional de Mar del PlataLa esta del monstruo y sus precursoresMariela Blanco175 174Tern, Oscar. Nuestros aos sesentas. Buenos Aires: Puntosur, 1991.Ulla, Noem. Los aos sesenta: Puig y Rozenmacher. Buenos Aires: FFYL, UBA, 1994.Polticas del sentimiento. El peronismo y la construccin de la Argentina moderna. Buenos Aires: Prometeo, 2010. 18196.Degiovanni, Fernando. Los textos de la patria. Nacionalismo, polticas culturales y canon en Argentina. Rosario: Beatriz Viterbo, 2007.de Navascus, Javier. Masas, miedo y violencia en la narrativa argentina (19461970). El universo es una guerra: literatura y violencia en el siglo XX. Coord. 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