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LA MUSICOTERAPIA Arturo Guillén Selfa UJI per a Majors Sede Camp de Morvedre Curso 2009/10

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LA MUSICOTERAPIA

Arturo Guillén Selfa

UJI per a Majors

Sede Camp de Morvedre

Curso 2009/10

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INDICE

I. ¿QUÉ ES LA MUSICOTERAPIA?

A. Definición B. Terapias Alternativas C. Lo qué no es la Musicoterapia D. El musicoterapeuta

II. ANTECEDENTES

A. Antiguos B. Recientes

III. CUALIDADES Y FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA MUSICOTERAPIA

A. Cualidades de la música como herramienta terapéutica B. Teoría de la musicoterapia: el sonido como onda

1. Frecuencia 2. Cadencia 3. Intensidad 4. Ritmo, pulso y acento 5. Melodía 6. Armonía 7. Altura 8. Tiempo

C. Características de las notas musicales

IV. METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE TRABAJO

A. Técnicas activas y pasivas B. Los métodos más reconocidos en musicoterapia: el modelo

Benenzón

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V. EFECTOS

A. Fisiológicos B. Neurológicos C. Psico-emocionales D. Análisis de los beneficios en niños y ancianos

VI. OBJETIVOS: Variedad en función de las respuestas

VII. APLICACIONES

A. Áreas generales de intervención: patologías B. La musicoterapia en educación especial

1. Disminuidos auditivos a) El ritmo y la palabra b) El ritmo y el movimiento

2. Disminuidos visuales 3. Deficientes mentales 4. Psicóticos y Autistas

C. Musicoterapia y Conflicto Extremo

VIII. CONCLUSIONES

IX. BIBLIOGRAFÍA

X. ANEXOS

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A modo de justificación

El impulso para hacer un trabajo de investigación sobre musicoterapia procede de dos fuentes. Una, tener un familiar musicoterapéuta. Otra, no haber entendido nunca demasiado bien el concepto de musicoterapia.

Como se podrá ver en las páginas que siguen, la musicoterapia no se deja captar fácilmente. Es demasiado inclusiva y demasiado compleja como para que se pueda abarcar en su totalidad. Así que nos hemos reducido a hacer un rastreo de las fuentes lo más amplio y profundo que hemos sabido, a fin de poder presentar una descripción de los aspectos más sobresalientes de este arte-ciencia, tal como es practicado en la actualidad en los países avanzados de nuestro entorno.

Un trabajo de esta naturaleza no persigue llegar a conclusiones funcionales y por esto nos mantenemos igualmente alejados de mostrar preferencias o juicios de valor. Valga pues simplemente para justificar el trabajo pedido y satisfacer nuestra curiosidad en el tema.

Al final, solo firma el trabajo una persona, que es la única responsable del mismo.

Arturo Guillén Selfa

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1 ¿QUE ES LA MUSICOTERAPIA?

A. Definición

Etimológicamente, la voz musicoterapia se deriva de dos conceptos griegos:

Música: Arte de combinar sonidos.

Terapia: Tratamiento o curación.

Así que podríamos decir que la Musicoterapia es el tratamiento o curación por medio de la combinación de sonidos.

La World Federation for Music Therapy (2006) define la Musicoterapia como la utilización de la música y/o sus elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta profesional, con un paciente o grupo, en un proceso diseñado para promover y facilitar la comunicación, la interacción, el aprendizaje, la movilidad, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos para trabajar las necesidades físicas, emocionales, sociales y cognitivas de las personas.

B. Terapias Alternativas

Hay muchas formas de terapia. La musicoterapia forma parte del frondoso árbol de las ahora llamadas terapias alternativas, por ejemplo:

Terapias de los sentidos: musicoterapia, aromaterapia, cromoterapia Risoterapia Acupuntura Fisioterapia Hierbas y medicamentos Hipnosis y terapias mentales Homeopatía Terapias corporales: quiropraxia, reflexología, osteopatía Terapia nutricional Quiropráctica Fitoterapia

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Cuando hablamos de sonidos queremos decir que la musicoterapia nos llega a través de nuestros sentidos. Pero ¿qué son las terapias de los sentidos? Las terapias de los sentidos, o sensitivas, son aquellas cuyo fin es lograr un efecto beneficioso en el organismo, influyendo positivamente en su funcionamiento interno, por medio de la exposición a estímulos adecuados dirigidos a alguno de los sentidos. Dentro de este grupo de terapias se distinguen tres fundamentales:

Musicoterapia: se fundamenta en el empleo de la música, así como cualquier elemento relacionado con ésta, para ejercer la acción terapéutica.

Aromaterapia: se fundamenta en el empleo de aromas y fragancias para ejercer la acción terapéutica.

Cromoterapia: se fundamenta en el empleo de luces de diferente tonalidad y color para favorecer un efecto beneficioso.

Más específicamente, además de una terapia sensitiva, la musicoterapia forma parte de lo que se conoce como “terapias a través de las artes” que, además de la musicoterapia, engloban la terapia por las artes plásticas, la terapia por la danza y el movimiento, y la terapia por el arte dramático (Ruud, 1993).

B. Lo qué no es la Musicoterapia

Existen infinidad de formas y usos de la música pero no todas pueden ser consideradas aptas para la musicoterapia. Conviene hacer algunas distinciones. Una de las áreas donde la confusión es más fácil es con la educación musical.

Diferencias entre la educación musical y la musicoterapia

Uno de los grandes problemas a la hora de conceptuar el término musicoterapia es su confusión con la educación musical, un hecho que lleva a pensar erróneamente que el profesor de música es un musicoterapeuta.

Para dejar bien clara la distancia entre ambas disciplinas suelen mencionarse ocho diferencias:

1. En educación musical la música se usa como un fin en sí mismo (enseñamos a tocar un instrumento) pero en la musicoterapia la música se usa como un medio para producir cambios.

2. En educación musical tenemos un proceso cerrado e instructivo que está basado en un currículo; en musicoterapia, el proceso es abierto, experimental, interactivo y evolutivo.

3. En educación musical los contenidos se dividen en temas que quedan descritos en el

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currículo, mientras que los contenidos en musicoterapia son dinámicos y se van creando a lo largo del proceso.

4. Los objetivos en educación musical son generalistas y universales con poca diferenciación pero en musicoterapia los objetivos son individuales y particulares.

5. Las actividades en educación musical se diseñan para mejorar la calidad de las interpretaciones; en musicoterapia solo se considera su valor terapéutico.

6. En educación musical no se consideran evaluaciones iniciales y previas sino que se evalúa linealmente a todos los individuos por igual, mientras en musicoterapia se tiene muy en cuenta la valoración inicial y se evalúa los resultados según los objetivos dinámicos que han sido fijados tras la valoración previa.

7. En educación musical el encargado del proceso es un profesor y en musicoterapia es un terapeuta.

8. En educación musical la relación se establece entre profesor y alumnado, donde el profesor es un suministrador de los contenidos o motiva la experiencia del aprendizaje. En musicoterapia, la relación se establece entre musicoterapeuta y sus clientes, creando una alianza terapéutica de ayuda; es decir, los contenidos residen en el propio cliente.

Así pues, en la educación musical se pretende enseñar al alumno la música, siendo el maestro quien enseña, y por lo tanto la música es un fin mientras que en musicoterapia la relación que se pretende es interpersonal: la música es el medio para establecer una relación. El objetivo de la educación musical es estudiar la música. Los objetivos de la musicoterapia son ayudar al paciente a superar sus deficiencias, (Willems, 1979).

D. El musicoterapeuta

La figura del terapeuta tiene un relieve especial.

El éxito terapéutico de la música depende de las adaptaciones apropiadas de la música —siempre realizadas por un musicoterapeuta profesional especializado— a los niveles de funcionamiento y capacidades de los usuarios.

¿Qué hace un Musicoterapeuta?

El musicoterapeuta diseña, monitoriza y evalúa paso a paso actividades con música que favorecen el desarrollo personal. Para esto utiliza todas las formas en las que los seres humanos nos relacionamos con la música: cantando, tocando instrumentos, moviéndonos (bailando) y componiendo música, según lo que sea apropiado en cada caso. (Davis, Gfeller, Thaut, 2000)

El musicoterapeuta, como profesional clínico especializado en la utilización de la música para fines terapéuticos, sigue un protocolo de intervención con una serie de fases (Davis, 2000):

1. Toma de contacto.

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2. Evaluación inicial.

3. Plan de tratamiento, que incluye la:

–Formulación de objetivos a corto y a largo plazo.

–Implementación del tratamiento.

4. Seguimiento:

–Documentación.

–Evaluaciones periódicas.

El musicoterapeuta es un profesional con unos conocimientos y una identidad, tanto en el ámbito musical como en el terapéutico, que integra todas sus competencias desde la disciplina de la musicoterapia, para establecer una relación de ayuda socio-afectiva mediante actividades musicales, en un encuadre adecuado, con el fin de promover y/o restablecer la salud de las personas con las que trabaja, satisfaciendo sus necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas y promoviendo cambios significativos en ellos.

Un musicoterapeuta implementa dispositivos específicos para la admisión, el seguimiento y el alta en un tratamiento musicoterapéutico del paciente. El bienestar emocional, la salud física, la interacción social, las habilidades comunicacionales y la capacidad cognitiva son evaluados y considerados a través de procedimientos específicos, tales como la improvisación musical clínica, la imaginería musical receptiva, la creación clínica de canciones y la técnica vocal terapéutica, entre otros. En ese proceso, el musicoterapeuta promueve y registra los cambios expresivos, receptivos y relacionales que dan cuenta de la evolución del tratamiento. El musicoterapeuta emplea instrumentos musicales, música editada, grabaciones, sonidos corporales, la voz y muchos otros materiales sonoros. (Bruscia, 1997).

Una razón por la que existe la musicoterapia, y por la que se necesita a un profesional calificado para ejercerla, es que el fenómeno musical es muy complejo. Por "fenómeno musical" debe entenderse el grupo de relaciones, asociaciones, interacciones que un individuo tiene con una pieza musical en un momento dado. Pensemos que en nuestra vida diaria el efecto de una canción depende de muchas cosas: del lugar, las circunstancias y, tal vez, la persona con quien se escuchó por primera vez. Depende de la familiaridad (si ya la había escuchado antes). Depende de lo constructivas que sean las asociaciones e imágenes generadas en mí por esa música. Depende de mi agrado hacia los instrumentos, el estilo, la voz, o demás elementos musicales. Depende de la actividad que esté realizando cuando me la presenten. Depende del estado de ánimo (y hasta de salud) en el que yo esté. O sea, mi relación con una pieza musical va a ser muy compleja y va a depender, sobre todo, del que me ayude a tener esa relación (Domenech, Blasco, López, 1987).

El musicoterapeuta es el nexo imprescindible entre la música y el paciente. La musicoterapia no considera que la música por sí misma pueda curar; no existen recetas musicales generales para sentirse mejor (Poch, 1999).

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II. ANTECEDENTES

A. Antigüedad

En muchas leyendas, cosmogonías y ritos sobre el origen del universo, en diversas culturas, el sonido juega un papel decisivo. La música fue para el hombre primitivo un medio de comunicación con el infinito. Por ejemplo, para los egipcios el dios Thot creó el mundo con su voz. Los médicos brujos solían y suelen utilizar en sus ritos mágicos, canciones y sonidos para expulsar los espíritus malignos que existen en el individuo enfermo y se ayudan con la danza, la expresión corporal y la ejecución instrumental.

La musicoterapia tiene su origen en la noche de los tiempos. Los primeros musicoterapeutas son los chamanes, médicos brujos tribales quienes utilizan cánticos, salmodias, susurros y estructuras rítmicas repetitivas para inducir estados de conciencia a nivel colectivo con fines catárticos y religiosos. Hay pruebas del uso ritual de la música en casi todas las grandes culturas de la antigüedad.

En Grecia la música se utilizaba como una fuerza especial sobre el pensamiento, la emoción y la salud física, recetándose a personas con trastornos emocionales. La medicina pasó a ser empírica, por lo que la buena salud era el resultado de un equilibrio entre los cuatro humores (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra). A este poder que tiene la música sobre los oyentes, los griegos le llamaron ethos.

En la antigüedad se conocía y utilizaba este tipo de poder. Ahora bien, no toda la música produce los mismos efectos, sino que cada tipo de vibración tiene unas consecuencias diferentes. Así por ejemplo, Plutarco dice que la música es un arte visiblemente útil particularmente en los peligros de la guerra. Unos emplearon flautas, como los lacedemonios, entre quienes se tocaba con la flauta el aire llamado Canto de Castor, cuando avanzaban dispuestos a atacar a los enemigos. Otros hacían la marcha contra los adversarios al son de la lira; los cretenses emplearon mucho esa práctica. Otros hacían uso extensivo de las trompetas. Es más o menos conocido por todos que David, según la Biblia, tocaba la cítara en presencia del rey Saúl para calmar sus crisis de melancolía.

Los testimonios abundan: Pitágoras curaba a sus discípulos enfermos cantando; Homero cuenta cómo Ulises calma sus heridas sangrantes a través de cantos; Asclepíades para aliviarse de la ciática tocaba una trompeta, y su prolongado sonido hacía vibrar las fibras nerviosas, produciendo la cesación del dolor; Teofrasto, sucesor y continuador de Aristóteles en la Escuela Peripatética, escribió que los músico-médicos aplicaban la música contra el desmayo, la angustia, desarreglos del sueño, dolor de caderas, ciática, molestias de estómago, dolor de cabeza, mordedura de víboras.

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Quiere decirse que los griegos dieron ya a la música un empleo razonable y lógico, sin implicaciones mágicas o religiosas, utilizándola como prevención y curación de las enfermedades físicas y mentales.

Los griegos y los egipcios nos hablaron de los efectos psicológicos de las diferentes escalas y modos musicales. De la misma manera, hindúes, chinos y japoneses antiguos, reconocen en sus ragas y modos pentatónicos, estructuras musicales aplicables a diversas actividades y estados de ánimo.

Los antiguos sabían que las escalas musicales difieren esencialmente unas de otras, y quienes las escuchan son afectados de distinta manera por ellas. Muchos autores del siglo pasado no lograron entender cómo era posible que los tetracordios pudiesen provocar reacciones emocionales tan variadas, por la simple razón de poseer el semitono en distinto lugar. Si no fuese por las autorizadas citas de Platón, Aristóteles y otros teóricos, los autores modernos se hubieran reído del concepto de ethos, como lo hicieron en su momento muchos críticos griegos. Pero la musicología fue demostrando que había que tener en cuenta otros elementos, además del arreglo de tonos y semitonos característicos de los modos, como son el ritmo, la velocidad, el género y la altura absoluta ( Locatelli de Pérgamo, 1980).

En el siglo XV, Marsilio Ficino se esforzó en dar una explicación física de los efectos de la música, uniendo filosofía, medicina, música, magia y astrología. Ficino aconsejaba que el hombre melancólico ejecutara e inventara aires musicales. A mediados del siglo XVII, en su Anatomy of Melancholy, Robert Burton reunió todos los ejemplos disponibles de curación por medio de la música. En el siglo XVIII se habló de los efectos de la música sobre las fibras del organismo, se le atribuyó un efecto triple a la música: calmante, incitante y armonizante. En el siglo XIX, Esquirol, psiquiatra francés, ensaya la música para curar pacientes con enfermedades mentales. Tissot, médico suizo, diferenciaba la música incitativa y calmante y estimaba que en el caso de epilepsia estaba contraindicada la música (Carapetyan, 1948).

B. Antecedentes recientes

Entre 1900 y 1950 el creador de la rítmica y precursor de la musicoterapia fue Emile Jacques Dalcroze, quien sostenía que el organismo humano es susceptible de ser educado eficazmente conforme al impulso de la música. Unió los ritmos musicales y corporales. Sus discípulos fueron pioneros de la Terapia Educativa Rítmica. Dalcroze rompió con los rígidos esquemas tradicionales permitiendo el descubrimiento de los ritmos del ser humano, único punto de partida para la comunicación con el enfermo. Edgar Willems, pedagogo, educador, y terapeuta ha realizado profundos estudios alrededor de la preocupación por investigar y profundizar acerca de la relación hombre-música a través de las diferentes épocas y culturas. Karl Orff, tomó como base de su sistema de educación musical el movimiento corporal, utilizando el cuerpo como elemento de percusión y el lenguaje en su forma más elemental. Para Orff la creatividad unida al placer de la ejecución terapéutico-musical permite una mejor socialización y el establecimiento de una buena relación con el terapeuta, así como un aumento de la

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confianza y autoestima en el paciente.

En Estados Unidos, desde la Primera Guerra Mundial, los hospitales de veteranos contrataban músicos como ayuda terapéutica, preparando así el camino para la musicoterapia como disciplina científica. Esta valiosa experiencia sirvió para que los médicos la tomaran en cuenta y en 1950 se fundó la Asociación Nacional de Terapia Musical, la cual edita una revista, realiza un congreso anual e inicia la formación de terapeutas musicales.

En Inglaterra se fundó en 1958 la Sociedad de Terapia Musical y Música Remedial dirigida por Juliette Alvin. Luego cambió su nombre por Sociedad Británica de Musicoterapia que concede el título de musicoterapeuta y también edita un boletín. Desde 1958 en la Academia de Viena, se dictan cursos especializados en Musicoterapia con práctica en hospitales psiquiátricos y neurológicos. En Salzburgo, Herbert Von Karajan, fundó un instituto de Musicoterapia, orientado hacia la investigación Neuro y Psico-Fisiológica.

En América Latina se han desarrollado varias asociaciones tales como: La de Argentina fundada en 1966. En 1968 se realizaron allí las primeras Jornadas Latinoamericanas de Musicoterapia. En el transcurso del mismo año se fundó la Asociación Brasileña, al año siguiente la Uruguaya, la Peruana y la Venezolana. En el año de 1970 se fundó la Sociedad Colombiana de Musicoterapia.

En España, el año 1977 se celebró en Madrid el primer Symposium Nacional de Musicoterapia, con la presencia de renombrados especialistas. El segundo se celebró en Zaragoza en el 2008, y el tercero este año 2010 en Cádiz. Puede constatarse el impulso de la musicoterapia en España en los últimos años, sucediéndose los cursos y las actividades docentes en las Universidades españolas, y acelerándose el proceso de organización territorial de la musicoterapia por comunidades, estando la catalana, la vasca y la valenciana entre las más activas.

Ahora bien, el análisis del panorama de la musicoterapia contemporánea desde una perspectiva española permite reconocer dos contextos profesionales diferenciados por factores sociales, culturales, políticos, lingüísticos, y en menor medida geográficos: el iberoamericano y el anglosajón, los cuales dejan entrever un desarrollo desigual en el ámbito profesional y académico con las evidentes repercusiones en lo que a investigación, producción científica y publicaciones se refiere. En la actualidad el grueso de las investigaciones en musicoterapia se llevan a cabo, principalmente, en los países anglosajones. La consulta de las principales bases de datos revela una escasez evidente de publicaciones relacionadas con investigación en lengua española, observándose un predominio de lo editado en lengua inglesa. Desde la perspectiva científica, la investigación en los diferentes ámbitos que ocupan a la musicoterapia puede considerarse escasa en los países hispano-parlantes, y España no escapa a esta situación, aunque aumenta rápidamente la cantidad y calidad de las aportaciones.

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III. CUALIDADES Y FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA MUSICOTERAPIA

A. Cualidades de la música como herramienta terapéutica

El argentino Benenzón, psiquiatra y musicoterapeuta, uno de los más distinguidos teóricos de la musicoterapia actual, y una de las máximas autoridades mundiales en el campo de la musicoterapia, expresa así las cualidades de la música como herramienta terapéutica:

– Es un modo de expresión universal.

– Estimula los sentidos, evoca sentimientos y emociones y facilita respuestas fisiológicas y mentales. 

– Su estructura y naturaleza intrínseca tiene la capacidad de autoorganizarnos interiormente y de organizar el grupo.

– Energiza el cuerpo y la mente.

– Es una modalidad flexible, artística y adaptable a diferentes casos y circunstancias.

– Ayuda a establecer, mantener y fortalecer la relación terapeuta/paciente.

– Facilita la expresión en personas que no son verbales o tienen dificultades comunicativas.

– Aumenta la conciencia de uno mismo, de los demás y del entorno.

– Da la oportunidad de que personas con dificultades tengan experiencias sociales placenteras, positivas y gratificantes.

El corolario es que la musicoterapia tiene la cualidad de tener un efecto directo a nivel psicológico en personas que de otro modo son “inalcanzables” (Benenzón, 2000).

Serafina

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B. Teoría de la musicoterapia: el sonido como onda

El sistema nervioso se compone de células que se comunican entre sí a través de sustancias denominadas "neurotransmisores", tales como las endorfinas, las cuales provocan la sensación de bienestar a las vez que tienen un efecto sedante, antidepresivo y analgésico. La forma que hasta ahora se ha tratado los problemas de los neurotransmisores ha sido mediante fármacos. Sin embargo, hay terapias vibracionales que mediante la vibración de la música, aromas, esencias florales o meditación, han establecido que la mente es capaz de regenerar esos neurotransmisores restaurando el equilibrio del cuerpo. Es decir, que la vibración del sonido puede conseguir liberar endorfinas (Wigram-Maranto,1997).

La medición de las ondas electromagnéticas del cerebro ha demostrado que hay un número de longitudes de onda claramente reconocibles, cada una conectada a un estado de conciencia diferente. Sabemos que el estado normal del cerebro produce ondas Beta. Las ondas Alfa están presentes en el cerebro en un estado de meditación y de conciencia en calma. Las ondas Zeta se producen en un estado de "medio sueño" y las ondas Delta se activan solamente mientras se duerme profundamente.

También ha sido posible grabar las ondas que emiten los cuencos cantores tibetanos. Se ha descubierto que entre los modelos de onda de los distintos cuencos cantores hay un modelo de onda que se puede medir y que es equivalente al de las ondas Alfa que produce el cerebro. Estos cuencos son muy usados porque inspiran un sentimiento de profunda relajación y de "apertura del espacio interior".

En el cerebro la información se transmite a través de las "neuronas", células nerviosas con largas prolongaciones ramificadas que se conectan para transmitir impulsos nerviosos. Esta transmisión utiliza las propiedades electromagnéticas de las células para transmitir ondas de comunicación rápida. Cada uno de los diez mil millones de neuronas de la mente humana tiene un potencial ilimitado. Podría ser que la vibración de libre movimiento producida por los cuencos cantores estimule las neuronas para realizar más conexiones. Si esto es así, podría significar que la conciencia literalmente se desarrolla. (Despins, 1989)

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¿Cómo puede curar la música? : Bases científicas de la musicoterapia

La aplicación de la música como recurso para sanar es, además de un denominador común en todas las grandes civilizaciones que conocemos, una evidencia experimental de la ciencia más actual. Veamos en qué se basa su uso terapéutico.

El ritmo, determinadas construcciones melódicas, la frecuencia de ciertas notas, etc., son aspectos que tienen consecuencias de sobra conocidas en nuestro cuerpo, provocando reacciones tan evidentes como la alteración de nuestro ritmo cardíaco y respiratorio produciéndonos tensión o relajación muscular. Sin embargo, estos efectos fisiológicos encuentran una explicación en el campo de la Física, ya que todos los recursos que los provocan, ya sea el ritmo, una nota aguda o grave, una sonoridad alegre (determinada por el uso de escalas mayores), hacen referencia a los aspectos físicos más básicos del sonido.

La música, como conjunto de sonidos ordenados supone, asimismo, no sólo una experiencia sensible, sino que implica también la percepción de un conjunto de ondas, ondas que tienen sus propias características físicas, su propia vibración, y que son capaces de afectar a nuestra actividad cerebral, entre otros efectos (Michels, 1985).

Cuando hablamos de la música o del sonido como onda, hacemos referencia a una serie de parámetros básicos que lo definen como tal y que se entienden mejor atendiendo a la siguiente correspondencia:

1. Frecuencia o posición en el pentagrama.

Respecto a la frecuencia, cabe señalar que si percibimos un sonido como agudo o grave, estamos refiriéndonos a su altura o posición en el pentagrama, y ésta viene determinada por la cantidad de veces que vibran en un segundo las partículas o, si se quiere, un supuesta cuerda imaginaria. Este número de vibraciones son los conocidos ciclos por segundo o hertzios, es decir, lo que se entiende como la frecuencia de esa onda. A mayor frecuencia de vibración de las partículas, más agudo nos parecerá el sonido u onda que percibamos.

Las notas altas y agudas, actúan preferentemente sobre las contracturas musculares, se propagan rápidamente en el espacio, aunque en distancias cortas, actúan fuertemente sobre el sistema nervioso, constituyen una señal de alerta y aumentan los reflejos, al mismo tiempo que nos ayudan a despertarnos o sacarnos de un estado de cansancio o

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agotamiento. En sentido negativo, hemos de tener en cuenta que también pueden dañar, si son muy altas, e incluso producir descontrol y alteraciones de los impulsos nerviosos.

Las notas bajas y graves no parece que tengan influencia sobre las terminaciones nerviosas y su efecto es más mecánico, por lo que tienen mayor influencia sobre las zonas corporales huecas, como los pulmones, corazón y abdomen, quizá porque son lugares idóneos para las resonancias. Las notas graves se perciben mal en distancias cortas, por lo que su efecto inmediato es difícil de medir, aunque son capaces de ser audibles a una distancia de muchos kilómetros. Su efecto mecánico es tan poderoso que puede resquebrajar muros, carreteras, terrenos, y actuar con un efecto vibratorio muy intenso en cualquier cuerpo sólido. Terapéuticamente tienden a producir efectos sombríos, visión pesimista del futuro y tranquilidad extrema (Dewhurst-Maddock; 1993).

2. Cadencia o ritmo.

La cadencia de las notas musicales, es el segundo factor en importancia y así tenemos que, mientras que los ritmos lentos inducen a la paz, los rápidos invitan al movimiento y a exteriorizar los sentimientos.

La duración del sonido viene determinada por el tiempo que dura la vibración y, en nuestro caso, por el tiempo durante el cual lo percibimos.

3. Intensidad o volumen.

El tercer elemento musical es la intensidad, la cual indudablemente ha ocupado recientemente una preponderancia aún mayor que las otras dos, a causa de los potentes equipos de sonido. Cualquiera de los otros dos efectos, frecuencia o cadencia, produce efectos mucho menores que la intensidad del volumen, hasta el punto de que una nota o partitura que en sí es tranquilizante puede volverse irritante si el volumen es más alto que lo que la persona puede soportar (Cfr. Musicoterapia y Conflicto Extremo, pp ).

El que un sonido nos parezca más o menos “fuerte”, más o menos intenso, depende, entre otros aspectos, de la amplitud de la onda: si imaginamos un péndulo oscilando de izquierda a derecha, la amplitud sería lo “grande” que sea el intervalo que recorre, la altura que alcanza en los extremos; si entendemos que ese péndulo es una partícula o esa cuerda imaginaria, vemos que mientras más intenso nos parece el sonido, mayor es la distancia que ha recorrido.

Como vemos, todas estas cualidades hacen referencia, de forma muy esbozada, al sonido como onda, como realidad física, y es precisamente ése el uso que hacen los expertos en musicoterapia: emplean la música como un conjunto de frecuencias capaces de afectar nuestra actividad mental y física, ya que los sonidos constituyen auténticos generadores de lo que se denominan “patrones de actividad eléctrica cerebral

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coherente”, frecuencias electromagnéticas que se pueden emplear para enviar nuevas “órdenes”, del mismo modo que nuestro cerebro envía los impulsos a nuestro cuerpo.

Los expertos en esta ciencia aseguran que esa influencia se produce sobre nuestro “ordenador central”, de modo que éste generará nuevos procesos cognitivos e incluso modificará la regulación que hace de las funciones vegetativas de nuestro organismo (Jensen, 1992).

Todo este planteamiento hace que muchos expertos consideren la musicoterapia como una de las llamadas medicinas vibracionales. La Medicina Vibracional u Ontomedicina considera al ser humano como una unidad, para lo que aplica los postulados de la Física moderna a la Medicina, concretamente las teorías cuánticas e incluso ciertas ideas de Einstein. De este modo, este planteamiento define al hombre como “un conjunto multidimensional de campos de energía interconectados”, entendiendo el cuerpo físico como la parte más densa, con la frecuencia de vibración más lenta. Dicho conjunto, según los defensores de este tipo de terapias, se encuentra en armonía cuando tenemos salud, de modo que la enfermedad supone una muestra de algún tipo de perturbación electromagnética en su origen. Desde este punto de vista, por tanto, la salud y la curación es una responsabilidad personal, sujetas a las ordenes de ese “ordenador central” que es nuestro cerebro (Fregtman, 2008)

A continuación necesitamos conocer algunos de los usos terapéuticos de los componentes de la música:

4. Ritmo

Es un elemento premusical. Existía antes de la música. Es un elemento que también está en la naturaleza. Está en la fisiología del cuerpo (corazón, respiración, movimiento, actividad cerebral, lenguaje). El ritmo es el movimiento ordenado. Es el orden en la proporción y en el tiempo. En algunas patologías nos vamos a encontrar a personas paralizadas por algún tipo de deficiencia. En muchos casos el ritmo puede ayudar a solucionar estos problemas. Se dice que cada uno de nosotros tiene un ritmo interior. A veces se denomina compás psíquico y se manifiesta en la forma de nuestras actividades. El ritmo se usa en musicoterapia sin intelectualizarlo. No interesa que el paciente aprenda música, sino que se beneficie de ella. Se trabaja mucho con ritmos muy cuadrados y marcados. Un ejemplo típico es cuando se pone música con un ritmo de marcha y se le pide al paciente que lo palmee marcando el pulso, que lo palmee marcando el acento, y si hay un grupo, una mitad marca el pulso y la otra mitad los acentos.

Conceptos afines al ritmo son el pulso y el acento.

• Pulso: El conjunto de los tiempos o pulsaciones regulares sobre los que se

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desarrolla la música puede ser más rápido o más lento. Aquí es donde se ve el compás psíquico de las personas. Hay personas hiperactivas y hay otras más lentas en sus acciones. Podemos subdividir el pulso y, por ejemplo, por cada pulso en vez de dar una palmada podemos dar dos.

• Acento: Son las pulsaciones que se destacan periódicamente, dentro del conjunto, por contener una cantidad de energía mayor (Michels, 1985).

Actividades basadas en el ritmo.

Se puede trabajar el ritmo con el movimiento:

Movimientos corporales básicos como andar correr saltar o balancearse.

Percusiones corporales con las palmas, muslos, pies, etc.

tanto sin desplazamiento como con desplazamiento.

Se puede trabajar el ritmo con el lenguaje:

A través de una canción, pero partiendo primero de los aspectos más básicos del lenguaje como la palabra. Esto se hace por si hay niños con problemas de lenguaje y una canción no la pueden cantar. También se pone entonación (exclamación, integración, enfado...) a la hora de decir la palabra para favorecer la expresión. El ritmo de la palabra puede acompañase de movimientos.

Se puede trabajar el ritmo con instrumentos de percusión:

Se suelen usar instrumentos de percusión Orff, xilófonos, metalófonos, etc.

5. La Melodía

Es la disposición horizontal de tonos musicales relacionados unos con otros de forma que expresan una idea musical; en la canción, la elevación o descenso de los sonidos refleja la cualidad del texto y el texto debe reflejar la cualidad de la línea melódica. Podemos utilizar canciones conocidas o también se puede inventar, improvisar, o adaptar canciones.

La melodía puede establecer o reflejar estados de ánimo, sentimientos y emociones. Debido a la unión natural de melodía y habla, las melodías afectan directamente a la fonación, prosodia, cadencia, entonación, inflexión y calidad de la voz. La melodía se puede utilizar cuando se dan problemas de lenguaje. Cantando patrones melódicos se estimula el lenguaje. Los deficientes mentales no son capaces de inventar canciones y tienen un lenguaje monótono y poco expresivo pero poco a poco practican con palabras sencillas, como por ejemplo su nombre.

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La melodía se puede combinar con el movimiento. El flujo de la melodía y cambios de altura de las notas, a menudo ayudan a la persona a moverse de manera más coordinada. Este trabajo está recomendado en deficientes mentales con cuerpos rígidos y espásticos (falta de movimiento y movimientos no coordinados).

6. La Armonía

Es el sonido simultáneo de tonos emparentados, conocidos como acordes, este elemento provee de textura a la música. Mediante la consonancia y la distancia se puede usar la armonía para lograr ciertos efectos: para apoyar el canto y el sonido de algún instrumento, con lo que se incrementa la expresividad y la motivación.

La armonía cambia el efecto emocional de la música intensificándolo. Se hacen acompañamientos basados en el modo pentatónico oriental (do, re, mi, sol, la), lo cual es bueno para que no existan distancias entre terapeuta y paciente. También se usa la armonía para llamar la atención: utilizando un acondicionante repentino devuelve la atención al paciente, sobre todo en los deficientes mentales.

7. La Altura

El sonido puede ser agudo o grave. Es una cualidad del sonido. Los grandes contrastes en altura se pueden utilizar para desarrollar la discriminación auditiva, para centrar o dirigir la atención y también para trabajar la direccionalidad: arriba-abajo, agudo-grave. Este concepto puede que no sea comprendido por determinados pacientes, que sin embargo pueden responder a él. También se usa para trabajar el habla, por ejemplo con pacientes con voz monótona.

8. El tiempo

Velocidad de la música. Puede variar desde Prestíssimo hasta larguíssimo. Cada persona tiene un tiempo interior. El terapeuta observa el tiempo desde el primer encuentro. Se puede usar para intentar disminuir o aumentar el nivel de energía del paciente, ya que ambos extremos interfieren en el rendimiento. Puede usarse también para incrementar la actividad preceptivo-motriz, articulación del habla, y para desarrollar la agilidad.

C. Características de las notas musicales

Para un uso terapéutico efectivo de la música suelen tenerse en cuenta una serie de características de las notas musicales:

Las notas agudas a bajo volumen son agradables de escuchar, nos invitan al relax, nos predisponen al trabajo y nos dan alegría. Son antidepresivas y nos proporcionan felicidad. Se corresponderían con el despertar de la naturaleza, cantos de pájaros, grillos veraniegos, cascadas, y se expresarían mediante instrumentos como el clarinete, el arpa, o la guitarra clásica.

Las notas agudas de alto volumen, sin embargo, constituyen una llamada de alerta, una nota de atención vigorosa, nos despiertan del sueño con rapidez; eso puede irritarnos y excitarnos. Se usarían para movilizar a grandes masas ya que esos sonidos inducen a la acción. Los equipararíamos con la sirena de las fabricas, o portuarias, el sonido de las trompetas del ejercito, el grito desgarrado

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de un niño. Son sonidos sobrecogedores. Su soporte instrumental incluiría la guitarra eléctrica, la trompeta y los platillos de la batería y la percusión en general.

Las notas agudas a alto volumen y muy rápidas son aquellas que influyen de forma más rápida y directa en las personas proyectándolas hacia la acción. Nos invitan al movimiento corporal, nos predisponen a mezclarnos con grupos de gente y casi nos obligan a seguir una dirección determinada. Emocionalmente ayudan contra la apatía, la debilidad de carácter y los complejos. Tienen un efecto muy perjudicial en el oído, son irritantes del sistema nervioso hasta el punto de descontrolarnos, aumentan la agresividad y perjudican las relaciones sociales íntimas y personalizadas. La música rock, grandes masas de agua en movimiento, el desbordamiento de un río o el sonido de un enjambre de cigarras son algunos ejemplos.

Las notas graves a bajo volumen son las notas más sedantes, las que nos motivan a movernos con lentitud, con paciencia, y las que invitan a la reflexión. Pueden calmar rápidamente a grupos de personas discrepantes, provocar el sueño de un niño inquieto y producir una relajación muscular y nerviosa rápida y eficaz. Por ejemplo, el silencio de la noche, el movimiento de las olas, los sonidos de la naturaleza en calma. O bien, las palabras cariñosas, la respiración durante un sueño profundo y hasta el sonido de un pequeño ventilador. En instrumentos, el contrabajo, el oboe y el violonchelo.

Las notas graves a fuerte volumen son notas intimidatorias, que obligan a detenerse ante la presunción de peligro. Nos producen miedo, o al menos prudencia, y nos invitan a movernos con extrema lentitud. Se emplean generalmente para obligar a la reflexión inmediata a personas muy agresivas. Por ejemplo, los timbales (muy utilizados en el ejército), los sonidos estridentes del saxo o el trombón. En la naturaleza encontramos las avalanchas de tierra y nieve, los movimientos sísmicos, el trueno, el rugir de un animal salvaje o el estallido de un volcán en erupción, una explosión, un tornado o un maremoto. Si la cadencia es muy rápida, el efecto de pánico puede ser incontrolable.

(Bence & Méreaux, 1988)

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IV. METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE TRABAJO

Los aspectos antes señalados sobre la variedad de áreas y niveles de práctica profesional en que se desarrolla la musicoterapia, han contribuido a que proliferen diferentes metodologías y técnicas de intervención en esta disciplina. La fundamentación y definición de la musicoterapia como disciplina y profesión es demasiado amplia y compleja para ser avalada por un solo tipo de conocimiento, siendo uno de sus elementos de conceptualización la vinculación existente entre la música y la terapia y a partir de la cual se establecen los planteamientos teóricos que pertenecen al encuadre o campo de acción propio de la musicoterapia.

Según Bruscia (1997) el desafío de desarrollar una teoría de la musicoterapia consiste en estudiar su unicidad y su desarrollo teórico, porque ello tiene una implicación directa sobre la práctica profesional y en la investigación. Desde un punto de vista metodológico, con este punto de partida se puede más fácilmente delimitar lo que es y lo que no es pertinente realizar dentro de un encuadre musicoterapéutico.

En términos generales, podemos citar una serie de aspectos metodológicos que son los que definen la práctica profesional de la musicoterapia o lo que se conoce como encuadre musicoterapéutico, pero a su vez cada área de trabajo y/o patología requerirá un modo especifico de intervención que se traducirá en una serie de estrategias para organizar el tratamiento en función de las necesidades del paciente y el contexto de trabajo, y poder así utilizar las técnicas adecuadas (Wigram, 1995).

El elemento distintivo que caracteriza a la musicoterapia es la utilización de la música, en la más amplia concepción del término, donde el centro de cada sesión se convierte en una experiencia musical. Los procedimientos básicos utilizados para trabajar son los que permiten la expresión corpo-sonoro-musical del paciente en sus diferentes modalidades: exploración de sonidos corporales, vocales e instrumentales, interpretación o improvisación, composición instrumental y/o vocal, creación de secuencias y climas sonoros, actividades rítmico-melódicas y audición de material discográfico, entre otros.

Al ser la musicoterapia una profesión interdisciplinaria debemos citar que también pueden utilizarse otras técnicas o formas artísticas simultáneamente a la música como recurso para lograr los objetivos del tratamiento: dramatización, expresión verbal, movimiento y danza, pintura, expresión gráfica, entre otras. Entre los factores que intervienen en la elección de una metodología de trabajo determinada podemos citar:

Las corrientes teóricas o de pensamiento a las que se adscribe dentro de la disciplina y la comunidad científica en la que habita el musicoterapéuta que desarrolla su labor.

El tipo de patología con la que se trabaja y el tipo de tratamiento que esta requiere.

El contexto de trabajo y las necesidades institucionales (hospital, escuela,etc.).

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A. Técnicas activas y pasivas

La clasificación de las técnicas de trabajo de la musicoterapia también ha sido tratada por diferentes autores. La clasificación más extendida es la que agrupar las técnicas de intervención en activas o pasivas (Alvin, 1978; Benenzon, 1989;). Las técnicas son activas cuando el paciente participa en la sesión a través de su actuación personal. Actualmente el término activas está siendo reemplazado por el de interactivas, (Wigram, 1997) debido a la situación de interacción y comunicación que se produce durante el proceso de intervención musicoterapéutico. Las técnicas son pasivas cuando el paciente participa de la actividad musical desde una perspectiva más "tranquila" y menos participativa activamente desde el movimiento o la actividad musical propiamente dicha. Maranto (1993) distingue seis técnicas diferentes de intervención en musicoterapia: receptiva, recreativa, improvisatoria, compositiva, activa y una combinación de las anteriores, dentro de las cuales pueden realizarse diferentes tipos de actividades. Bruscia (1987) a su vez, divide las técnicas activas en técnicas de improvisación, recreación, composición y audición. Entre las técnicas pasivas Bonny (1994) describe los beneficios de una técnica cada vez más extendida en musicoterapia, el Guided Imaginery and Music (GIM), y Wigram-Maranto (1997) describen los beneficios de la Terapia Vibroacústica. Ateniéndonos a la clasificación clásica de técnicas activas y pasivas citamos algunas de las técnicas de trabajo existentes en a actualidad:

Técnicas Activas

Técnicas psicomusicales activas en grupo Técnicas de improvisación libre instrumental y/o vocal Musicoterapia Orff Psicodrama musical Método Nordoff Robbins o de Musicoterapia Creativa Sonorización de situaciones Combinación de improvisación, dramatización y movimiento Técnicas corporales aplicadas a la música Composición instrumental y/o vocal Grabación de secuencias sonoras

Técnicas Pasivas Técnicas de audición musical Visualizaciones sonoro-musicales Expresión gráfica y verbal de la audición musical Método Bonny o de las Imágenes Guiadas y Música (GIM) Técnicas Vibroacústica Regresiones musicales

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La riqueza de las técnicas de musicoterapia es mucha. Entre las más usadas en la musicoterapia activa hay una amplia gama de gestos básicos sonoros:

• Sacudir: campanillas, sonajas. etc. • Golpear: tambores, con parche de cuero. • Entrechocar: manos, claves, castañuelas. • Rasgar: parches, cuerdas, superficiales rugosas o lisas. • Pulsar: teclas, botones cuerdas. • Apretar: chifles. • Soplar: flautas, silbatos, etc. • Aspirar: sirenas, armónicas y similares. • Prender: percutores de varios calibres.

Pero el musicoterapeuta también maneja sonidos no musicales cuando el paciente:

• Grita: buscando atención y actuando contra una situación que no consigue dominar.

• Regurgita: como autoestimulación o como manifestación de desagrado. • Gime: como autoestimulación o como expresión de un dolor. • Habla: a veces de forma rítmica o melódica. • Canturrea: reproduciendo parte de canciones o elementos publicitarios. • Rechina: por bruxismo. • Chasquea: por autoestimulación vocal.

Hay que destacar pues que, en conjunto, los aspectos no verbales de la comunicación son los principales instrumentos de trabajo de los musicoterapeutas y los que posibilitan que el musicoterapeuta pueda evaluar con más precisión las funciones comunicacionales o la carencia de ellas que presenten sus pacientes (Brennan, 2008).

Claro está que en el diseño de una sesión específica de musicoterapia son muy diversos los objetivos. La situación de cada persona (edad evolutiva, patología, discapacidad, situación social, etc.) determina cuales deben ser esos objetivos, aunque también el tipo de institución donde se realiza la terapia puede influir en esas decisiones.

Uno de los objetivos básicos que siempre se trabaja en musicoterapia es el desarrollo de la escucha mantenida en el contexto sonoro y musical de la sesión, puesto que la escucha, con su correlato de silencios, es la implicación emocional del paciente con todo aquello que suena y, por tanto, permite que sus afectos y emociones se manifiesten tal y como son. Este hecho es determinante para que el musicoterapeuta pueda elegir la metodología específica.

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B. Los Métodos más reconocidos en Musicoterapia son :

La musicoterapia creativa, de los norteamericanos Paul Nordoff y Clive Robbins (plantea que todas las personas, incluso las más discapacitadas, poseen una sensibilidad musical que puede ser utilizada para estimular su crecimiento y desarrollo).

La musicoterapia de orientación psicoanalítica, de la inglesa Mary Priestley (uso analítico, informado y simbólico de la música improvisada por el musicoterapeuta y el paciente)

La musicoterapia GIM según la cual ciertos sonidos inducen ciertos estados de conciencia ( guided imaginary and music ), de la norteamericana Helen Ronny. El paciente se sometía a un viaje a través de la música, y las imágenes (guiadas) que la persona experimentaba se convertían en símbolos poderosos para el autoconocimiento y el crecimiento personal.

El “Modelo Benenzón ”, del argentino Rolando Benenzon, fue nominado como uno de los cinco modelos más importantes de la musicoterapia durante el IX Congreso Mundial de Musicoterapia realizado en Washington, USA, en Noviembre de 1999. El substrato teórico se basa en las ideas de autores como Freud, Jung, Lorenz, Fiorini, y otros. En estudios profundos sobre la música y el objeto sonoro: Schaeffer, Sachs, Shaffer, entre otros. Y en un análisis de los fundamentos de la educación musical: Willems, Dalcroze, Kodaly, Orff. El modelo Benenzón, es el más conocido y aplicado en España. Distingue dos momentos o fases importantes en la sesión de trabajo del musicoterapeuta:

1. Fase de diagnostico: Sus objetivos son descubrir el ISO o identidad sonora del paciente o del grupo, así como el objeto intermediario y el objeto integrador. Conocer al paciente desde el punto de vista sonoro o musical.

La metodología consiste en la realización, en primer lugar, de la ficha psicoterapéutica (cuestiones relativas a las vivencias sonoras y musicales del paciente: descubrir cómo el paciente se mueve dentro de lo no verbal y como lo realiza). Se observa al paciente en su realización y uso de los instrumentos a su alcance. Esta observación, durará aproximadamente veinte minutos por sesión. Después de la observación viene la evaluación de cuatro fragmentos musicales y se observan las reacciones del paciente ante cada fragmento, que durará dos o tres minutos aproximadamente. Se eligen ejemplos musicales variados:

• De ritmo muy primitivo, equipo binario (se relaciona con el ritmo cardiaco; el pulso es algo fisiológico)

• Predomina la melodía y el ritmo es secundario.

• Música donde predomina la armonía (la base de la armonía es el acorde), música de ambiente que abarca todo el espacio.

• Fragmento de música electrónica. Intenta averiguar cuál de los elementos musicales impacta más al paciente.

Entre un fragmento y otro, habrá lapsos de 5 minutos no musicales. En este tiempo, el terapeuta observa las reacciones del paciente.

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2. Fase terapéutica: sesión de musicoterapia propiamente dicha. Es la fase terapéutica del tratamiento en el cual el músicoterapeuta hace uso de toda su capacidad de comunicarse con el paciente. Es aquí donde la formación del músicoterapeuta se pone en juego. Distingue dentro de cada sesión 3 etapas:

• Caldeamiento o catarsis: preparar el organismo para la acción. Cuando hablamos del organismo nos referimos a la persona general. El caldeamiento puede acarrear una descarga tensional o catarsis, o bien puede darse sólo el caldeamiento.

• Percepción y observación del encuadre no verbal. El musicoterapéuta percibe el ISO del paciente e intenta abrir un canal de comunicación con él. El ISO del terapeuta entra en juego, hay como un tanteo a nivel sonoro con el paciente.

• Diálogo sonoro: ya está establecido el canal de comunicación y es cuando se cree que se produce el efecto terapéutico, porque lo que se está buscando es una comunicación sonora no verbal con otra persona. Muchos terapeutas afirman que el objetivo de la musicoterapia es simplemente conseguir un mundo sonoro no verbal de comunicación.

(Benenzón, 2000)

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V. EFECTOS

La música parece poner en marcha los mecanismos de asombro ante situaciones que nos sorprenden, lo cual nos genera una reacción emocional. Las melodías agradables producen, entre otros efectos, un considerable descenso de los niveles de hormonas estresantes en sangre, lo que hace a la música útil para reducir la percepción del dolor, relajar a los pacientes en las fases pre y post operatorias, e incluso en la entrega de malas noticias si éstas van acompañadas de un estímulo musical. El efecto, no obstante, depende no sólo del tipo de composición, sino del trasfondo cognitivo y cultural del individuo. Estudios del Instituto de Investigación del Cáncer del Reino Unido, revelaron que las técnicas de relajación en las que se emplean melodías pueden reducir hasta en un 30 % los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer de mama, disminuyendo los dolores y las nauseas derivadas de la quimioterapia. Se han constatado beneficios de la musicoterapia en pacientes aquejados de enfermedades incapacitantes con reducción hasta de un 50 % de la sensación de dolor e inmovilidad en una artrosis severa (Schwarz & Schweppe, 2002).

Al hablar de los efectos de la musicoterapia tenemos que contestar a la difícil pregunta de por qué la música es capaz de curar. Debemos decir algo sobre el efecto curativo de la música.

A nivel popular hay dos interpretaciones de cómo funciona la terapia musical. Ambas pueden ser correctas. La primera sostiene que la música tiene algún efecto positivo sobre nuestro sistema nervioso. Esta interpretación se origina en un estudio en la Universidad de California, que demostró que los niños que se exponen a la música de Mozart antes de una prueba de inteligencia demuestran un mejoramiento en la puntuación al ser comparados con un grupo control. Los investigadores concluyeron que la música de Mozart, que es básicamente una serie de variaciones complejas y brillantes sobre temas sencillos, activa unas vías neurológicas que resultan en un mejoramiento en la acción intelectual demostrado mediante tests. Aunque este efecto es pasajero algunos investigadores lo interpretan en el sentido de que cierto tipo de música logra unos cambios favorables en el cerebro de las personas que la escuchan. Hay investigadores que sospechan que la música, cuando se introduce a edades sumamente tempranas, puede tener efectos favorables permanentes sobre el sistema nervioso (Bruscia, 2008). La otra posibilidad es que la música actúe meramente como una distracción. Se sabe desde la antigüedad que la distracción puede tener efectos favorables sobre la percepción del dolor. El dolor se agrava mientras más pensamos en el mismo, por lo que cualquier cosa que desvíe nuestra atención puede hacer que nuestra sensación de dolor disminuya. Ciertamente la música puede actuar distrayéndonos y apartando nuestra atención de eventos desagradables. Sin embargo, según muchos estudiosos del tema esto no es todo. Aparentemente también tiene la capacidad de evocar sentimientos y estados de ánimo que pueden ser de gran ayuda para controlar no sólo el dolor sino el temor y la ansiedad que le acompañan y que exacerban la percepción del mismo. Esta noción parece simplista. La idea de que las terapias de distracción tienen el efecto de aliviar el dolor y de bloquear el pensamiento no es completamente cierta. Muchas personas trabajan y estudian mejor con un trasfondo musical. La música, usada de

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forma correcta parecer tener un efecto que no es meramente el efecto del ruido (Harold, 1954).

Probablemente hay una explicación neurológica para los efectos de la música. Puede que no sea un lenguaje universal, pero ciertamente es un modificador universal de los estados de ánimo. Desde el momento en que la civilización desarrolló alguna forma de idioma musical la ha utilizado como un método para tranquilizar. Por ejemplo, el uso de sonidos suavizantes parece ser tan necesario a nuestro organismo como el de cualquier vitamina (Thayer, 1993).

Si bien los efectos terapéuticos de la música han sido reconocidos desde la antigüedad, la aplicación de la música en el entorno terapéutico parte de principios teóricos que han sido revelados a través de estudios científicos realizados a partir de mediados del siglo XX. A través de los estudios recientes, ha quedado demostrado (Radocy & Boyle, 1997) que en el ser humano

• La música influencia una serie de respuestas fisiológicas . • La música evoca recuerdos y asociaciones . • La música influencia el estado anímico .

O sea, en términos generales y en función de las características musicales específicas, las respuestas a la música que suelen analizarse son, principalmente, las

• Respuestas fisiológicas, es decir, cosas como la frecuencia del latido cardíaco, la frecuencia respiratoria, respuestas galvánicas de la piel, sudoración, tensión muscular, secreción hormonal, y secreción gástrica, entre otras.

• Respuestas neurológicas: excitación de las diferentes áreas de la corteza cerebral, del sistema límbico, cerebelo, y sistema nervioso autónomo.

• Respuestas psico-emocionales: atención, motivación, memoria, participación en actividades, grado de comunicación, etc.

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A. Efectos Fisiológicos del sonido

Si uno cierra los ojos por un minuto y escucha el mundo alrededor escucha bocinas, martillos, gotas de lluvia, niños riendo, una orquesta sinfónica, etc. La terapia musical sostiene que lo que uno escucha puede afectar a la salud, positiva o negativamente. En musicoterapia se trata de conseguir que el sonido sea un gran sanador.

Hoy sabemos que la música tiene una serie de efectos fisiológicos. La música influye, entre otros, sobre el ritmo respiratorio, la presión arterial, las contracciones estomacales y los niveles hormonales. Los ritmos cardiacos se aceleran o se vuelven más lentos de forma tal que se sincronizan con los ritmos musicales. También se sabe que la música puede alterar los ritmos eléctricos de nuestro cerebro, (Lago, 2005).

Música y respiración La respiración es ante todo un proceso rítmico. El patrón general humano es de 25 a 35 respiraciones por minuto. Un promedio bajo, profundo y sostenido contribuye a calmar, controlar emociones, estimular el pensamiento y generar un mejor metabolismo del cuerpo.

Al contrario, una respiración rápida nos puede llevar a pensamientos dispersos, conductas impulsivas, a cometer errores y sufrir accidentes. Así pues, una música de altos niveles, de más de 60 "golpes" por minuto, produce malos efectos, de la misma manera que una dieta desordenada produce mala salud.

Música y presión arterial El corazón humano está particularmente sintonizado con la música. Las pulsaciones responden a variables musicales tales como frecuencia, ritmo y volumen.

De tal manera que un ritmo rápido hace rápido el palpitar y uno lento lo ralentiza. Por ello los ritmos lentos crean menos tensión y estrés, manteniendo en calma al cuerpo, permitiendo la relajación.

La música es pues un calmante natural, pero lo opuesto también es cierto: ritmos fuertes pueden energizarnos y activarnos casi hasta el daño físico.

Música, tensión y coordinación muscular

El tono y la flexibilidad del sistema muscular son poderosamente influenciados por el tono, el sonido y la vibración musical, tal como fue demostrado por el profesor Olav Skilie en Noruega. La música con frecuencias entre 40-66 hercios, reduce la tensión muscular y tiene efectos relajantes. Hoy en día este efecto se conoce como Terapia Vibroacústica, de gran poder curativo en procesos de dolores musculares.

Música y temperatura corporal La música alta o ruidosa puede elevar en varios grados la temperatura corporal mientras

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que la suave y de ritmo cadencioso, puede disminuirla.

Música y endorfinas

Las endorfinas, los sedantes naturales del cerebro, son hoy en día una de las sustancias más estudiadas por la bioquímica moderna.

El Centro de Investigaciones de la Universidad de Stanford, California, encontró que la euforia experimentada mientras escuchaban música los sujetos de estudio y la "sanación química" creada por el gozo y las emociones producidas por la riqueza musical de ciertas piezas de películas, cantos religiosos y cuartetos de música clásica, produjeron estados de anestesia al dolor y mejoraron el sistema inmunológico.

Estos experimentos también hallaron que las inyecciones de Naloxona, una droga bloqueadora de las endorfinas, interrumpía la sensación tranquilizante de escuchar música. Al final del siglo XIX comenzaron las primeras experiencias verdaderamente científicas en un espíritu objetivo y materialista, midiendo cuantitativamente los efectos fisiológicos de las ondas sonoras. Algunas de las conclusiones de estas investigaciones son : • El ritmo musical tiene influencia sobre el funcionamiento cardíaco, la frecuencia respiratoria, la tensión arterial y la función endocrina. • El sonido provoca cambios en los trazados eléctricos del organismo, así como en el metabolismo y en la biosíntesis de variados procesos enzimáticos. • También estimula el tálamo y la corteza, lo que permite el contacto a través de la música con pacientes que carecen de contacto verbal a causa de un episodio confusional, autista, alucinatorio o depresivo. • Determinados sonidos hacen vibrar por resonancia la hipófisis, encargada de controlar la síntesis de numerosas hormonas y relacionada con la orientación tempo-espacial ; afecta a la glándula pineal, que coordina el ritmo respiratorio, cardíaco, el funcionamiento de las glándulas sexuales, y regula las actividades de la pituitaria a través de la secreción de melatonina. • Se demuestra claramente que el sonido puede tener un efecto excitante, calmante o armonizante sobre todo el organismo. (Wigram & Maranto, 1997; Schneck & Berger, 2006).

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B. Efectos neurológicos

Aunque todos hemos experimentado el efecto que la música tiene en nuestro ánimo, la ciencia ha tenido que recorrer un largo camino para explicar cómo es que el sonido articulado (una melodía, un concierto, una canción, incluso formas musicales menos estructuradas) influye tanto en nosotros. La revolución que la neurología y la neuropsicología han provocado, con los avances en la comprensión del funcionamiento del cerebro humano, deja al descubierto que la relación que tenemos con la música es mucho más compleja de lo que jamás imaginamos. No es que “nos llegue hasta el alma”; la música nos llega hasta el cerebro, donde distintos y complejos mecanismos neuronales en ambos hemisferios participan cada vez que escuchamos algo. Por ello los sonidos pueden transportarnos al pasado, hacernos sentir emociones en un estado “puro” como felicidad, nostalgia o tristeza, disminuir la ansiedad e incluso funcionar como un gran aliado en la recuperación de enfermedades y patologías: depresión, Alzheimer, Síndrome de Tourette, accidentes cardiovasculares o autismo, por mencionar sólo algunos de los hallazgos terapéuticos en los que la música está involucrada. (Sacks & Tomaino, 1991).

Solo en el año 2000 se pudo dar una explicación neurológica del bienestar que la música produce. Robert Zatorre y Anne Blood, ambos neuropsicólogos del Laboratorio Internacional para la Investigación del Cerebro, la Música y el Sonido (BRAMS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Montreal, realizaron tomografías cerebrales por emisión de positrones (técnica no invasiva de la medicina nuclear para medir la actividad metabólica de las células de los tejidos del cuerpo, conocida también como PET, por sus siglas en inglés) en estudiantes de música a quienes se les pidió llevar una pieza de música clásica para escucharla durante la tomografía. La única condición era que tenía que ser música que les hubiera dado alguna vez una agradable e intensa respuesta emocional, con pasajes que les ocasionaran “escalofríos” y que no estuviera asociada a algún evento importante de sus vidas. Todos llevaron obras que calificaban en esos criterios. Al reproducir los fragmentos musicales seleccionados por los estudiantes como los más emocionantes, Zatorre y Blood observaron en ellos que su frecuencia cardiaca y respiratoria cambiaba: había mayor flujo sanguíneo en las zonas del cerebro involucradas en procesos de recompensa y motivación, así como de emoción y excitación. La música pareció activar los mismos circuitos neuronales, “los mismos centros de placer que son estimulados por la comida, el sexo o las drogas adictivas”, según Zatorre. (Blood & Zatorre, 2001).

En febrero de 2009 científicos de la Universidad de California descubrieron que la región del cerebro donde se almacena la memoria de nuestro pasado —la región media prefrontal del cortex— funciona también como un centro en donde se vincula la música que nos es familiar con los recuerdos y las emociones. Eso explicaría por qué cuando escuchamos una canción asociada a alguna época de nuestra vida regresan del olvido rostros, olores, voces, o las emociones que rodearon ese recuerdo muchas veces de forma vívida. Para Petr Janata, profesor de psicología del Centro para la Mente y el Cerebro de la misma universidad y director de la investigación, este hallazgo podría llevar a desarrollar terapias musicales que ayuden a personas con Alzheimer, ya que la zona es una de las últimas en atrofiarse en el curso de la enfermedad. Su hipótesis es que creando soundtracks - grabaciones sonoras - biográficas se podría mejorar la calidad de vida y ralentizar el deterioro que genera el Alzheimer.

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La música también es aliada en la recuperación de accidentes cerebrovasculares (ACV). Seis de cada 10 personas con ACV sufren una alteración en la conciencia visual debido al daño en zonas cerebrales importantes para integrar la visión, atención y acción. Esto entorpece la capacidad para ver o para entender lo que ven. Pero, ¿qué pasa si escuchan su canción favorita en el iPod mientras están convalecientes? Investigadores del Colegio Imperial de Londres y de la Universidad de Birmingham encontraron que los pacientes de ACV que escuchan su música favorita recuperan con mayor facilidad la habilidad de ver y de comprender la información visual.

Mediante el estudio de anomalías como la «amusia» –incapacidad para sentir la música–,el hipermusical síndrome de Williams –un extraño fenómeno de extrema sociabilidad–, las alucinaciones musicales o la música como inspiradora de auténtico terror, Oliver Sacks elabora un lúcido análisis de cómo la música es un factor clave para crear la identidad humana, ya sea de una manera patógena o como una terapia muy positiva a la hora de tratar el Parkinson, la demencia, el síndrome de Tourette, la encefalitis, etc.

Oliver Sacks, en su libro Musicofilia, relata el caso de Woody, un hombre con Alzheimer avanzado que aunque no podía decir qué día era, ni a qué se había dedicado toda su vida, recordaba canciones completas y las cantaba con mucho gusto. El canto, dice Sacks, es capaz de animarlo, calmarlo, centrarlo e devolverlo a la realidad. Es capaz de devolverlo a sí mismo y, no menos importante, consigue fascinar a los demás, despertar su asombro y admiración, reacciones cada vez más necesarias para alguien que, en sus momentos de lucidez, es dolorosamente consciente de su trágica enfermedad.

Estudios realizados en la Universidad de California (en Davis) muestran que tanto la memoria como la música y las emociones activan la misma región del cerebro, lo que puede tener implicaciones muy positivas para los pacientes de Alzheimer. La idea de que las canciones y melodías pueden evocar memorias de personas, lugares y momentos de nuestro pasado no es nueva, pero Petr Janata, profesor asociado en dicha Universidad ha averiguado por qué (Janata, Tomic, Rakowski, 2007). Las investigaciones de Janata se basan en descubrimientos anteriores de que los pacientes de Alzheimer que tienen dificultades con su memoria siguen respondiendo a la música. Tras trazar las coordenadas de la actividad cerebral de un grupo de individuos mientras escuchaban música, Janata notó actividad en la corteza medial prefrontal, un área ubicada justo detrás de la frente. Los descubrimientos de Janata sugieren que a medida que el Alzheimer progresa, este área del cerebro permanece intacta por más tiempo, mientras las otras partes del cerebro se deterioran con más rapidez. Cuando una canción despierta un recuerdo, explica Janata, “la música sirve como banda sonora para una película mental que comienza a rodarse en nuestra mente.” Janata creó “mapas tonales” de la actividad cerebral de un individuo a medida que tocaba varios acordes. Las áreas activas en el estudio tonal corresponden a las mismas zonas de donde los individuos parecían extraer sus memorias (Janata et al., 2002). Connie Tomaino, otra de las pioneras en vincular neurología y música —actualmente directora del Instituto para la música y funciones neurológicas, en Nueva York, y colaboradora del neurólogo Oliver Sacks— afirma que la música actúa en la rehabilitación como “aeróbicos cerebrales”, y pone a trabajar múltiples circuitos neuronales. Tomaino asegura que la mitad de los pacientes que no puede hablar después

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de una embolia, sí puede cantar. Cuenta el caso de un hombre que llevaba cinco años sin poder hablar debido a varios ACV. Tomaino, en cada sesión, tocaba canciones para ver si alguna atraía la atención del hombre, hasta que la encontró. Resultó ser una canción infantil a la que él tenía asociados recuerdos familiares; lo que empezó como un esfuerzo con sonidos guturales para poder seguir a Tomaino y a su acordeón, terminó en el canto de la canción completa. Luego vino el habla: y se hizo la voz. La música —y las terapias que buscan activar los circuitos neurológicos involucrados en escucharla y reproducirla— son un medio muy efectivo para restaurar funciones dañadas.

También las arterias son sensibles a lo que escuchamos, particularmente si se trata de canciones u obras que nos ponen de buenas. Esa lista de música favorita que cada uno tiene, además del placer que genera —o precisamente por ese placer que activa la liberación de químicos cerebrales conocidos como endorfinas— puede dilatar hasta un 26 por ciento el diámetro de las venas, mejorando la circulación. Así lo presentaron en noviembre del 2009 investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, en Baltimore, durante las sesiones científicas de la American Heart Association.

El estudio más reciente de Janata, “The Neural Architecture of Music-Evoked Autobiographical Memories” (“La arquitectura neural de los recuerdos autobiográficos evocados por la música”), publicado en la revista Cerebral Cortex, siguió una estructura similar. Janata usó canciones de entre las listas top 100 y un sistema de autorespuestas. Los sujetos fueron escogidos entre quienes tuvieron una tasa de éxito mayor del 30% en el reconocimiento de memorias autobiográficas evocadas por la música en el estudio anterior. La diferencia fue que esta vez Janata mantuvo un registro de la actividad cerebral de sus sujetos por medio de un instrumento de resonancia magnética, o equipo de fMRI. La revista ScienceDaily informó de que mientras más fuerte y personal era la memoria, según lo indicado por las respuestas de los individuos en una encuesta previa, mayor era la actividad cerebral en las imágenes del fMRI en las áreas superior y dorsal de la corteza medial prefrontal. Janata espera poder usar sus investigaciones para diseñar una terapia para el tratamiento del Alzheimer estrictamente basada en la música.

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C. Efectos psico-emocionales Como ya hemos mencionado, existen dos tipos principales de música en relación con sus efectos:

Música sedante: Es de naturaleza melódica sostenida, y se caracteriza por tener un ritmo regular, una dinámica predecible, consonancia armónica y un timbre vocal e instrumental reconocido con efectos tranquilizantes.

Música estimulante: Aumenta la energía corporal, induce a la acción y estimula las emociones. Suele decirse que sus efectos pueden ser de

Movilización: Ya que la música es energía que moviliza a los seres humanos a partir de su nacimiento y aún desde la etapa prenatal, o de

Musicalización: Al escucharla o crearla, la música imprime una energía de carácter global que circula libremente en el interior de la persona para proyectarse después a través de las múltiples vías de expresión disponibles.

Desde el punto de vista de la conducta se han podido generalizar los efectos de los varios elementos contenidos en la música:

Tempo: Los tempos lentos, entre 60 y 80 pulsos por minuto, suscita dignidad, calma, sentimentalismo, serenidad, ternura y tristeza. Mientras que los tempos rápidos de 100 a 150 pulsos por minuto, suscitan impresiones alegres, excitantes y vigorosas.

Ritmo: Los ritmos lentos inducen a la paz y a la serenidad, mientras que los rápidos suelen producir la activación motora y la necesidad de exteriorizar sentimientos, aunque también pueden provocar situaciones de estrés.

Armonía: Los acordes consonantes están asociados al equilibrio, el reposo y la alegría. Los acordes disonantes se asocian a la inquietud, el deseo, la preocupación y la agitación.

Tonalidad: Los modos mayores suelen ser alegres, vivos y graciosos, provocando la extroversión de los individuos. Los modos menores inducen a la melancolía y el sentimentalismo, favoreciendo la introversión del individuo.

La altura: Las notas agudas provocan una actitud de alerta y aumento de los reflejos. También ayudan a despertarnos o sacarnos de un estado de cansancio. Los sonidos graves suelen producir efectos sombríos, una visión pesimista o una tranquilidad extrema.

La intensidad: Un sonido o música tranquilizante puede irritar si el volumen es mayor que lo que la persona puede soportar.

La instrumentación: Los instrumentos de cuerda suelen evocar el sentimiento por su sonoridad expresiva y penetrante, mientras que los instrumentos de viento destacan por su poder alegre y vivo. Los instrumentos de percusión se caracterizan por su poder rítmico, liberador y que incita a la acción y el movimiento.

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D. Análisis de los beneficios en niños y ancianos

En los muchos estudios realizados, hay constancia de que los beneficios psicoemocionales de la música son más directos y potentes en niños y ancianos.

NIÑOS

Cada niño tiene su propia musicalidad en menor o mayor medida. Pero incluso en los más jóvenes (neonatos) la musicoterapia tiene efectos muy positivos sobre la frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria y saturación de oxígeno con bebés de 0 a 6 meses en Cuidados Intensivos Pediátricos. (Del Olmo Barros, M J., Rodríguez Garrido C., Ruza Tarrío F., 2010)

La musicoterapia para recién nacidos está creciendo muy rápidamente. Es fascinante comprobar que la musicoterapia, al igual que el contacto físico y los masajes, son especialmente adecuados para estos bebés. Los resultados en el corto y largo plazo de las investigaciones documentadas en este estudio hablan por sí mismos: menor nivel de estrés, mejora del sueño, aumento de los niveles de oxígeno y ganancia de peso, mas rápido crecimiento de la circunferencia craneal, reducción del tiempo de hospitalización (3-5 días), mayor desarrollo motor y verbal, etc. También se constatan mejoras en las madres, por ejemplo mayor frecuencia de lactancia, menor carga emocional, mas estabilidad, etc. (Spintge & Droh, 1992).

Unos estudios muy interesantes son los que se refieren al fallo renal en pacientes de pediatría , es decir, la efectividad de la música para aliviar los efectos negativos experimentados por pacientes infantiles con hemodiálisis. El fallo renal es especialmente problemático y doloroso en niños y la musicoterapia se he revelado como especialmente productiva en la reducción del dolor y del estrés (Taylor, 2000). Los desordenes neurológicos están también frecuentemente (80% de los casos) asociados al fallo renal. En general se deben a la toxicidad por aluminio la cual produce perdidas en las capacidades motoras y verbales, desordenes del habla, epilepsia, demencia y puede llegar a causar retraso mental. Por todo ello los pacientes con deficiencias renales deben seguir una dieta estricta y hay muchos niños/adolescentes que no son capaces de seguir estas instrucciones poniendo así en peligro su vida, (Painter & Carlson, 1995). Los estudios más recientes indican que la musicoterapia se ha utilizado con gran éxito en hospitales como normalizador del entorno y para reducir el dolor y la ansiedad de los pacientes hospitalizados.

En una combinación de efectos psicofisiológicos en niños, la música contribuye a desarrollar su coordinación motriz con movimientos de asociación y disociación, equilibrio, marcha, etc. al mismo tiempo que ayuda a desarrollar la discriminación auditiva aprendiendo sonidos y ruidos, ayudándoles a recordarlos y reproducirlos.

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(Standley, 1995)

La musicoterapia crea en los niños una serie de posibilidades afectivas, emocionales, de personalidad y cognitivas. La musicoterapia activa contribuye a reforzar la autoestima y la personalidad mediante la autorrealización y les ayuda a elaborar pautas de conducta que faciliten su integración social. Los niños suelen liberar mucha energía reprimida y consiguen el equilibrio personal a través del ritmo (Lathom-Radocy, 2002; Loewy, 1997). Los motivos de estrés en niños hospitalizados y sus padres, y el uso de musicoterapia para aliviarlos han sido estudiados por Wolfe and Woolsey (2003).

ANCIANOS

1. Musicoterapia y Demencias

Está en fase de progresión acelerada el estudio de los beneficios clínicos de la musicoterapia para personas con demencia (Brotons, 2000).

Objetivos de la musicoterapia son desarrollar el potencial y/o restaurar las funciones de la persona de manera que pueda conseguir una mejor integración y, consecuentemente, una mejor calidad de vida, a través de la prevención, rehabilitación o tratamiento.

En el contexto geriátrico, la musicoterapia se entiende como «la utilización especializada de la música al servicio de personas mayores que necesitan ayuda a nivel físico-motriz, cognitivo, y/o socioemocional. El objetivo es ayudarles a conseguir y a mantener su nivel óptimo de funcionamiento». (American Music Therapy Association, 2006).

Neurólogos de prestigio internacional como el Dr. Oliver Sacks han manifestado que la música tiene una capacidad exclusiva para organizar y reorganizar la función cerebral cuando ésta está alterada (Sacks & Tomaino, 1991). Así mismo, se han publicado varias revisiones bibliográficas y dos meta-análisis de estudios clínicos en el área de musicoterapia y demencias (Brotons 2000; Vink, Birks, Bruinsma, & Scholten, 2006), llegándose a las siguientes conclusiones:

–Las personas con la enfermedad de Alzheimer, a pesar de manifestar déficits de lenguaje y memoria, continúan cantando canciones del pasado y danzando con melodías antiguas (Braben, 1992).

–La música puede ser un canal de comunicación para recordar y repasar eventos importantes de la vida (memoria biográfica) (Geula, 1986; McCloskey, 1990).

–Mientras el lenguaje se va deteriorando, ciertas habilidades musicales continúan preservándose (Swartz, Walton, Crummer, Hantz & Frisina, 1989).

–La musicoterapia ofrece un sentimiento de éxito y logro, de dinamización y estimulación, de evocar palabras, de calmar y dar confort al enfermo y cuidador (Pomeroy, 1993; Tappen, 1994).

–Elicita emociones y asociaciones, permitiendo que la persona tenga acceso a estados anímicos y memorias, pensamientos y contextos que aparentemente

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se han olvidado (Sacks & Tomaino, 1991).

2. Preferencias/Participación en Actividades Musicales

Se ha demostrado que las personas mayores con demencia continúan participando en actividades musicales estructuradas hasta en fases avanzadas de la enfermedad (Brotons & Pickett-Cooper, 1994). Sin embargo, también ha sido interesante descubrir que la capacidad del musicoterapeuta profesional para adaptar las intervenciones y experiencias musicales al nivel de funcionamiento de las personas es algo fundamental e imprescindible para lograr el éxito terapéutico. Ello se ha hecho más evidente en aquellas experiencias musicales que requieren más creatividad y espontaneidad, como son la composición/improvisación, juegos musicales y escribir canciones.

Tocar instrumentos musicales y actividades de danza/movimiento son el tipo de experiencias musicales en que más participan las personas con demencia y hasta fases más avanzadas (Clair, 1996).

Aunque el canto es una técnica muy utilizada, la capacidad de cantar en enfermos con demencia declina a medida que la enfermedad progresa.

3. Habilidades Cognitivas

La amnesia, la afasia, la apraxia, la agnosia y la anomia, son algunos de los síntomas más frecuentemente observados en personas con la Enfermedad de Alzheimer (Scruggs, 1991). Anteriormente se ha mencionado el hecho de que ciertos procesos cognitivos relacionados con habilidades musicales se pueden preservar, incluso hasta en las últimas fases de la enfermedad. Algunos autores han investigado la capacidad que tiene la música para situar al enfermo en un contexto determinado, y elicitar el recuerdo de eventos relacionados con aquel contexto (Rickert, Duke, Putzke, Marson, & Graham, 1998). Se demuestra así la ayuda que la música presta a la memoria episódica y autobiográfica. Esto tiene implicaciones prácticas, dado que las artes creativas utilizan una gran variedad de actividades terapéuticas que permiten acceder a la memoria residual, ya que se apoyan más en la información sensorial como elemento potenciador de la memoria. Ha quedado demostrando que la música tiene un mayor impacto positivo en personas con demencias severas cuando se compara con otro tipo de estímulos (Lord & Garner, 1993; Tomaino, 1996). Consecuentemente, la música puede funcionar como catalizador y así ejercitar y mantener otros procesos cognitivos no-musicales paralelos, como:

–El funcionamiento general de la mente (Smith, 1990).

–La memoria reciente (aprendizaje de nuevas canciones, recuerdo de caras...) (Scruggs, 1991; Tomaino, 1996).

–La memoria remoto-biográfica (Becker, Mintun, Aleva, Wiseman, Nichols, & Dekosky, 1996).

–El lenguaje (contenido y fluidez) (Brotons & Koger, 2000).

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4. Habilidades Sociales/Emocionales

A medida que la demencia avanza, se van perdiendo las habilidades sociales a la vez que va también aumentando la presencia de agitación y de problemas de conducta. Se están buscando afanosamente técnicas que permitan potenciar el mantenimiento e incluso el re-aprendizaje de habilidades sociales que en algún momento formaron parte del repertorio habitual de estas personas. De este modo se puede contribuir a frenar o reducir el aislamiento social, y facilitar al enfermo oportunidades para que continúe formando parte vital y participando en su entorno social el máximo de tiempo posible.

En este área, cuando se compara la musicoterapia con otras actividades, como pueden ser completar puzzles o, simplemente la no-actividad, algunos estudios demuestran una mayor eficacia de las técnicas musicoterapéuticas para mejorar la participación, el habla y la interacción verbal con otros miembros del grupo, promover iniciativas de contacto físico, sonrisas, e incluso para aumentar el afecto demostrado (Lord & Garner, 1993; Olderog-Millard & Smith, 1989; Pollack & Namazi, 1992).

Dentro de este apartado, también hay que mencionar aquellas intervenciones dirigidas a cuidadores familiares/profesionales. La participación de los cuidadores en sesiones de musicoterapia ha conllevado una mejora en el estado anímico general y calidad de vida en los familiares, y una menor sensación de "quemado" en los profesionales (Brotons & Martí, 2003).

La interacción y la comunicación entre enfermos y cuidadores se pueden potenciar, e incluso mejorar, mediante experiencias musicales estructuradas. Las intervenciones de musicoterapia pueden servir para enseñar nuevas formas de interacción entre personas afectadas y sus cuidadores familiares (Clair, Tebb & Bernstein, 1991).

5. Problemas de Conducta

La irritabilidad, el aislamiento, la depresión, la ansiedad, el miedo, la paranoia, la agresividad, los delirios y alucinaciones, la deambulación, la agitación y los problemas de insomnio, son síntomas que acompañan frecuentemente el deterioro cognitivo (Fauth, Zarit, Femia, Hofer & Stephens, 2006).

Las intervenciones musicoterapéuticas han demostrado ser una buena alternativa a la medicación y a los recursos fisioterapeuticos, sobre todo aplicadas a nivel individual o en pequeños grupos (3-5 personas), para manejar los problemas de conducta de las personas con demencia tales como:

–La agitación durante el día (Brotons & Pickett-Cooper, 1996).

–La agitación manifestada durante las comidas (Ragneskog, Kihlgren, Karlsson, Norberg, 1996).

–La agresividad a la hora del baño (Thomas, Heitman, Alexander, 1997).

–Insomnio (Brotons & Pickett-Cooper, 1996).

–Deambulación (Groene, 1993).

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VI. OBJETIVOS

La musicoterapia tiene objetivos variados dependiendo de la perspectiva con la que se ejerza:

práctica, o sea, educativa, de rehabilitación, preventiva o de terapia. filosófica-psicológica, o sea, conductual, psicodinámica, existencial, humanista,

etc. Uniendo componentes de la perspectiva práctica y la perspectiva filosófico-psicológica se llevan a cabo distintos procesos dependiendo del objetivo que se desee. Es decir, se puede realizar un proceso de musicoterapia desde una perspectiva psicológica humanista, con el objetivo de dar confianza a la persona en ella misma, en búsqueda de su realización personal, o bien se puede llevar a cabo desde una perspectiva médico-práctica en pacientes diagnosticados, por ejemplo, con la enfermedad de Alzheimer u otras demencias. En este tipo de diagnósticos se ha comprobado que uno de los mayores logros del tratamiento de la musicoterapia es la evocación de vivencias a través de la melodía y, de esta manera, la música consigue estimular recuerdos aparentemente olvidados por la persona que sufre pérdida progresiva de su capacidad cognitiva (Berger, 2009).

El musicoterapeuta debe tener "ojo clínico" para permitirle identificar áreas problemáticas y su correlativo tratamiento musical. Esto es posible porque su formación le capacita para relacionar funciones fisiológicas y psico-emocionales. Los objetivos, específicos para cada caso, consisten en un tratamiento con música que surge de la comprensión de los déficits fisiológicos y emocionales del paciente. Así que, en musicoterapia, un objetivo dado consiste en una estrategia, o tratamiento paso a paso, que alcance a ayudar o corregir una disfunción fisiológica o psicoemotiva. (Baxter, Berghofer, MacEwan, 2007). Conociendo los diversos tipos de repuestas puede el musicoterapeuta seleccionar su estrategia entre una gama de objetivos:

Respuestas Fisiológicas: Tanto la producción (musicoterapia activa) como la percepción musical (musicoterapia pasiva) atraviesan el cuerpo, ponen en juego su sensorialidad, frecuentemente involucran movimiento y accionan las posibilidades expresivas y receptivas del sujeto. En este campo es posible trabajar con:

• - Estimulación sensoperceptiva • - Exploración y despliegue de posibilidades de movimiento • - Ritmo • - Coordinaciones • - Relajación • - Expresión corporal y gestual

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(Schneck & Berger, 2006).

Respuestas Neurológicas: Tanto la experiencia de escuchar como de producir música y sonidos, pone en juego y permite estimular diferentes capacidades cognitivas, como son:

• - Concentración y capacidad atencional • - Memoria • - Habilidades organizacionales (secuenciales y simultáneas) • - Percepción y discriminación • - Capacidad de representación simbólica • - Ideación, imaginación y creatividad

(Thaut, 2008) Respuestas psicoemocionales: La música es un lenguaje que permite a personas con diferentes tipos de dificultades expresar las vivencias de su mundo interno, representando sus sentimientos, sensaciones y emociones que muchas veces no logran ser canalizados por el sendero de la palabra hablada. Encontrar una vía de expresión posible y accesible como puede ser la música, fortalece la autoestima y permite desarrollar o recuperar la salud. Algunos objetivos de trabajo en este campo son:

• - Identificación, expresión y elaboración emocional • - Validación y Autoestima • - Seguridad personal y autoconfianza • - Capacidad lúdica • - Sentimiento de Identidad • - Plasticidad psíquica

(Thaut, 2008)

Como sabemos, el terapeuta utiliza las experiencias musicales y las relaciones que se desarrollan a través de ellas para influenciar el estado emocional, mental o físico del paciente antes, durante o después del tratamiento médico y para ayudar a los pacientes a que se adapten a su enfermedad, tratamiento y/o recuperación.

Teniendo en cuenta los distintos tipos de respuestas de los pacientes, hay una amplia gama de objetivos que el musicoterapeuta puede fijarse:

– Reducir la pena, el trauma y miedo a la enfermedad, tanto para

los pacientes como para los familiares y seres queridos.

– Trabajar con los sentimientos acerca de la muerte, la incapacidad, el dolor, etc.

– Resolver conflictos interpersonales entre los pacientes y sus seres queridos.

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– Facilitar la decisión de llevar a cabo otras opciones de tratamiento.

– Reducir la depresión, la ansiedad, la tensión o el insomnio

debido a una enfermedad, tratamiento o proceso de recuperación.

– Facilitar grupos de apoyo entre los pacientes y fomentar actitudes

positivas acerca de la salud.

Para el caso potencialmente más grave de enfermedad terminal con respuesta débil o inexistente, se ha propuesto una división práctica de objetivos:

Objetivos generales:

• Abrir canales de comunicación

• Mejorar la calidad de vida del paciente.

• Ayudar a aliviar los síntomas biológicos, psicológicos y sociales mas graves y molestos.

• Fortalecer la autoestima.

• Facilitar la aceptación de la muerte como un fenómeno normal de la vida.

Objetivos específicos:

• Aliviar los temores y las ansiedades.

• Fortalecer la conciencia de identidad.

• Disminuir la sensación de aislamiento.

• Facilitar la expresión emocional a través de la comunicación no-verbal.

• Posibilitar el acceso a los recuerdos para facilitar los procesos de reflexión de la propia vida.

• Favorecer sistemas de comunicación familiar abiertos y eficaces que faciliten la expresión de los sentimientos.

Resumiendo, el musicoterapeuta debe tener claro cuáles son sus objetivos, generales y particulares. Tiene que saber el nivel que el paciente debe alcanzar “si la terapia tiene éxito”. Siempre, y en cualquier caso, cooptando los deseos del paciente. No cabe esperar, por supuesto, que todas las actuaciones consigan siempre el objetivo propuesto.

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VII. APLICACIONES

A. Áreas Generales de Intervención: Patologías

Está reconocido que apenas hay patologías generales en las que la musicoterapia no pueda ser de utilidad. Dependiendo de los diversos países y sistemas hospitalarios, suelen citarse las siguientes donde la musicoterapia tiene un uso más intensivo:

Cáncer. Enfermedades Terminales.

Deficiencias mentales

Dislexia, Dislalia y Afasia

Educación Especial: Deficientes Visuales y Auditivos

Síndrome de Down. Psicóticos. Autistas.

Paralíticos Cerebrales

Neurosis. Ansiedad. Depresión

Socialización y Autoestima

Insomnio. Estrés. Hiperactividad. Agresividad.

Embarazo.

Cirugía intensiva e invasiva.

El tamaño de este trabajo no permite ocuparse en detalle de todas estas áreas.

Solo mencionamos aquí algunas aplicaciones tomadas de estudios recientes en Estados Unidos.

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Contra la Depresión

La investigación: A 20 hombres y mujeres, entre los 61 y 68 años de edad, que escucharon piezas conocidas mientras practicaban diversas técnicas de reducción de estrés -sin la ayuda de un musicoterapeuta- les mejoró el ánimo y les disminuyó la depresión, según un estudio de ocho semanas de la Escuela de Medicina de la Universidad Stamford. Mientras tanto, un grupo de control que no se benefició de la música ni de los ejercicios, no mejoró. Si usted se siente deprimido, busque tratamiento médico. Pero si está sencillamente triste, pruebe este enfoque musical:

La mejor música: temas alegres, enérgicas y rítmicas. Dependiendo de su gusto, podría ser una rítmica pieza como “La Macarena” , o “Beso a beso”, de Mona Jiménez.

Cómo hacerlo: Mientras suena la música, realiza ejercicios rápidos, dependiendo de tu estado físico. Deja que la música te mueva. Mantén los movimientos suaves y fluidos. Respira al compás de la música. Con cada nueva frase musical, encuentra una forma diferente de moverte. Vuelve suavemente a la situación de reposo cuando termine la música.

Contra el Insomnio

La investigación: Según un estudio de la Universidad de Louisville, la música clásica ayudó a que 24 de 25 personas con problemas de insomnio se durmieran más rápidamente durante períodos más largos o volvieran a quedarse dormidas con más facilidad al despertarse a media noche.

La mejor música: Pieza suaves, melódicas y lentas. Los participantes en el estudio escucharon la “Música acuática” de Haendel, el Canon de Pachelbel y “Las cuatro estaciones” de Vivaldi.

Cómo hacerlo: Comienza a relajarte después de cenar. Omite el café de la noche, y evita las llamadas telefónicas después de las 21 horas. Escucha música más suave y calmada a medida que se acerque la hora de acostarte. Sigue escuchando en la cama. Descansa sin moverte, respirando profundamente.

Contra el Estrés

La investigación: Muchos estudios han encontrado que las melodías suaves pueden calmar la ansiedad y aquietar el ritmo cardiaco y la presión arterial, incluso bajo condiciones de mucho estrés. “El estrés cotidiano también responde a la música”, dice la Dra. Hanser de la Escuela de Música Berkeley, Universidad de California.

La mejor música: “Busque algo que capte su atención, para que las preocupaciones del día -sobre lo ya sucedido y sus planes sobre lo que podría suceder en el futuro- se desvanezcan”, dice la Dra. Hanser. Usted quiere liberar su mente y dispararse. La música debe captar su atención y al mismo tiempo relajar su cuerpo. Por ello, todo vale. La música lenta -una balada cantada por Julio Iglesias, un bolero o una música instrumental lenta (el violín es una magnífica opción)- es la mas recomendada. Pero si una pieza lenta le da tiempo a tu mente para preocuparse, cambia de táctica y considera algo mas movido.

Cómo hacerlo: Siéntate o acuéstate cómodamente donde no te molesten. Después de escuchar unos minutos, añade un ejercicio de relajamiento. Comenzando por los pies, tensa suavemente y luego afloja los músculos. “Puede sentirse fresca después de tan sol

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o diez minutos”, dice la Dra. Hanser. “Más adelante tal vez pueda pensar con más claridad y emprender el futuro con una actitud más positiva y relajada”.

Contra el Dolor y el Malestar General

La investigación: Los malestares físicos se pueden aliviar con melodías fluidas y ritmos que le distraigan, dicen los musicoterapeutas y los científicos. Según un estudio de la Universidad de Yale, las personas que escuchan su música preferida mientras están despiertas durante una operación necesitaban menos cantidad de sedantes y analgésicos que quienes no la escuchaban. La música puede traer un alivio temporal a los dolores de corta duración así como a molestias más duraderas como la artritis y la osteoporosis. La música no elimina la necesidad de analgésicos totalmente, pero ayuda a que su acción sea más efectiva.

La mejor música: Las canciones suaves y calmantes. “Usted desea romper el ciclo de dolor mandando a su cuerpo claves para relajarse, manteniendose ocupado y distrayendo su mente”, dice Martha Burke, directora del Centro de Investigación de Terapia Musical en Durham, EE.UU . “Una música suave, o con un ritmo lento y continuo pude ayudar a promover el relajamiento, lo cual puede alterar su percepción del dolor”. Así, tal vez respondas a melodías tipo canciones de cuna. O, si te sientes agitado, una salsa o una cumbia. También puedes probar con algo de moda de Ricky Martin. Después de unos 5 a 10 minutos, cambia a algo más relajado. Esto puede llegar a calmar tu ritmo cardíaco y tu respiración, sedándote aún más. El objetivo es reducir la tensión producida por el dolor.

Cómo hacerlo: Siéntate o acuéstate en la posición que te resulte más cómoda mientras escuchas la música. Dedica por lo menos 15 minutos para concentrarte totalmente en ella. Esto es más que una música de fondo que escuchas para lavar los platos o leer el diario. La clave está en que le dediques toda tu atención: no te distraigas. Respira acompasadamente.

Citaremos ahora dos áreas muy "sui generis" dentro de las aplicaciones de la musicoterapia. La primera, EDUCACION ESPECIAL, es especialmente valiosa desde una perspectiva más social pues abarca muchos casos, muchos niveles y, muy frecuentemente, a los miembros más débiles de la sociedad: niños y ancianos. La segunda, CONFLICTO EXTREMO, porque es novedosa y potencialmente alcanza unos niveles de trauma difíciles de entender cuando estamos alejados del conflicto causante de dicho trauma.

B. M u s i c o t e r a p i a e n E d u c a c i ó n E s p e c i a l

La Musicoterapia está basada en la producción y audición de música escogida por sus resonancias afectivas, por las posibilidades que da al individuo para expresarse a nivel individual y de grupo. Por eso se utiliza con éxito en numerosas instituciones especializadas en la reeducación de inadaptados, discapacitados y, en general, necesitados de una Educación Especial.

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Por sus efectos positivos, produciendo relajamiento o acción, según los casos, y creando una atmósfera de alegría y confianza, la música enriquece la vida, y por este motivo es necesario que rodee al discapacitado un ambiente musical controlado y rico en estímulos, puesto que esta experiencia sensorial es lo que le va a proporcionar un desarrollo emocional, psicofisiológico y social equilibrado. Una estimulación de los sentidos proporcionará la posibilidad de reeducación y recuperación que se busca con los niños que tienen problemas y deficiencias de estímulos, y cuanto más temprana sea la estimulación, mejores resultados obtendremos, pues satisfará las necesidades primarias de descubrir y crear el mundo de los sonidos, del ritmo y del movimiento.

En la clase de música, los niños disminuidos cantan, tocan instrumentos, se expresan corporalmente, improvisan y aprenden. Dentro del ámbito escolar pocas cosas son más terapéuticas que el aprender. Al emerger el primer sonido lo van transformando en otros sonidos y gradualmente los convierten en algo significativo como por ejemplo un pulso, un ritmo, una melodía, un timbre o una armonía. La música es el medio para obtener otros resultados y a la vez un fin en sí misma. En educación especial la musicoterapia no pretende apuntar a las aptitudes musicales (que no son pocas en estas personas) sino a los principios de significatividad y funcionalidad de los aprendizajes artísticos.

Es importante conocer que uno de los principales problemas de los niños discapacitados, ya sean por causas físicas o psíquicas, es el de la comunicación porque les resulta difícil expresarse y relacionarse. Por medio de la música el niño diferente encuentra una vía de relación y de expresión de sus sentimientos; la música, como medio terapéutico y educativo, contribuye a la formación integral del niño discapacitado, le ayuda a descubrirse a sí mismo y a los demás por medio de un nuevo lenguaje que le permite comunicarse y vivir.

Veamos algunos grupos necesitados de educación especial (Taranilla & Taranilla, 2006), (Lacárcel, 1995)

1. Disminuidos auditivos:

Estos grupos van desde los sordos hasta los hipoacústicos más o menos graves. Hay que adecuar la musicoterapia a cada grado, pero incluso aquellos que son 100% sordos tienen posibilidades de reeducarse a través de la musicoterapia. Para los demás tipos de disminución, la ciencia ha hecho grandes adelantos, sobre todo en materia de audífonos.

Si el niño con déficit auditivo no es atendido en la edad escolar, tiende a replegarse en sí mismo y esto le puede ocasionar serios trastornos de conducta, a nivel afectivo, nervioso, social, etc.

Este tipo de niños no oye la música como los demás, solo sienten algún tipo de vibraciones y sensaciones. Esto es lo que va tener que aprovechar el musicoterapeuta. El centro donde se van a generar estas sensaciones será la zona umbilical, y de aquí será

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donde partamos, de estas sensaciones puesto que existen otros sistemas de percepción que serán los que nos ayuden a suplir la carencia del oído. El sistema Rinestésico (pueden percibir vibraciones en la piel y en los huesos) nos proporciona información sobre el cuerpo y les ayuda a restablecer la relación cuerpo-mente.

Los sordos o hipoacústicos son individuos con una inteligencia normal, pero que ven mermados sus túneles de información, por lo que sufren un retraso. Dependiendo del déficit en decibelios que sufra, así será la atención específica, según la siguiente escala:

De 50 a 60 decibelios. Son pesados de oído, necesitan atención especial en los primeros años, pero pueden llegar a integrarse bien.

De 60 a 75 decibelios. No tendrán habla en los primeros años de escuela, pero con un programa adecuado y la Musicoterapia se podrían lograr grandes resultados.

De 75 a 85 decibelios. Son considerados profundamente sordos, pero estos casos son pocos. Con ellos será necesario la ampliación con auriculares especiales. Se ha de empezar desde muy pequeños. En musicoterapia partimos de la vivencia de “sentir” el sonido y el ritmo para llegar a ser capaces de distinguirlos del ruido.

El sonido musical, es decir, la línea melódica, es algo que a los niños sordos o hipoacústicos les costará mucho percibir, incluso habrá algunos que nunca sepan distinguir lo que es un sonido grave de otro agudo. Por eso, para estos individuos, el ritmo es algo muy importante desde dos perspectivas:

- El ritmo en las palabras: prosódia, canto, recitaciones, expresiones verbales, rimas, melodías, etc…

- El ritmo en el movimiento: percusiones corporales, marchas, danzas, expresión corporal, manejo de instrumentos.

a) El ritmo en las palabras: problemas con el lenguaje

Se ha comprobado que la musicoterapia mejora la articulación, la cualidad de la voz, y el fraseo; desarrolla el control de los tonos, su clase y volumen, ayuda a la expresión de unidades de pensamiento en un momento determinado, desarrolla la discriminación del lenguaje y mejora la locución mediante un adecuado y correcto ritmo y acentuación verbal.

Unos de los objetivos que se propone la musicoterapia con este tipo de discapacitados es ayudarles en la discriminación auditiva para mejorar la locución mediante una serie de actividades: percepción de resonancias mediante la impresión táctil, y la sensación de la vibración de la voz humana; ejercicios para adquirir la voz en resonancia, con diferentes vocales y consonantes; para el desarrollo del volumen de voz; estudio de los sonidos y su simbolización; creación de frases con sentido rítmico; juegos y ejercicios de ritmos y prosodia; lectura labial; practicar la velocidad de la lengua y labios en distintos ritmos; realización de polirritmias con diferentes fonemas; montaje de poemas,

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narraciones, cuentos, refranes, etc., propuestos por el musicoterapeuta, y creación y montaje de frases, poemas, cuentos, etc., propuestos por los niños.

Respecto al canto, como iniciación, se pone a los niños en situación de explorar diferentes juguetes sonoros que estimulen su curiosidad, y así tomar conciencia de que existe el mundo sonoro que les rodea. Una vez que pueden sentir las vibraciones pueden ya perfectamente explorar su diversidad con un instrumento musical.

Apoyándose en la percepción táctil de las vibraciones, podremos inicial breves ejercicios con sonsonetes y melodías para fortalecer labios, lengua, control de saliva, respiración, ritmo y fuerza de ejecución. El niño hipoacúsico puede llegar a entonar y cantar determinadas canciones, siempre que estén adaptadas a su grado de hipoacúsia. (Hemsy de Gainza, 1996)

Hemos de tener en cuenta que el sonido será percibido y ejecutado de forma global, no con/por el oído exclusivamente, y en esto se centra el trabajo de la musicoterapia con deficientes auditivos.

b) El ritmo y el movimiento  

El ritmo no lo podemos considerar desde una perspectiva atomizada, aislada e independiente, puesto que para el niño con deficiencias auditivas es un factor de vital importancia para la comprensión del mundo que le rodea. Los niños sordos son capaces de desarrollar actividades rítmicas en grupos de niños normales. La utilización del ritmo en el movimiento, da lugar a una mejor coordinación motora y corporal, una aptitud y desenvoltura del equilibrio y control postural, así como una rehabilitación de la organización motriz. La adaptación del niño al ritmo a través del movimiento, le va a liberar de uno de los defectos habituales en estos deficientes (Thaut, 2008).

Danza con sordos

La danza es movimiento y en el movimiento el niño sordo puede exteriorizarse, sentir su cuerpo, salir de su soledad interior y comunicarse con el otro, con el grupo, liberando de esta manera sus angustias. No en vano la danza es expresión de vida y la podemos considerar como un juego, un grito, una súplica, un sentimiento.

Los instrumentos

Lo mismo que el hombre primitivo utilizó como primer instrumento de percusión su cuerpo, lo mismo ocurre en Educación Especial, y concretamente con los sordos. La expresión y vivencia musical por lo tanto, debe inspirarse en los orígenes de la música. Una vez que el niño o grupo de niños han experimentado cómo las vibraciones de los pasos, golpes, etc., se perciben a través del piso y del aire, pasaremos a utilizar los instrumentos musicales. También podrán percibir el sonido y la vibración tocando la superficie vibratoria con las manos o cualquier otra parte del cuerpo, incluso se puede amplificar la vibración y el sonido utilizando globos.

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Entre los instrumentos deben predominar los de percusión de gran tamaño por producir unas vibraciones más intensas. No obstante, son de gran utilidad los instrumentos de parche pequeños, como el pandero y la pandereta, por su fácil manejo y la posibilidad de desplazarse marcando pulsos y ritmos. Los instrumentos de placa son de gran interés por las resonancias graves que obtenemos de ellos, así como por la riqueza de sus sonidos.

Aunque los instrumentos de metal no son muy apropiados, también tienen su importancia, al menos dos de ellos:

- Los cascabeles con correas para poderlos fijar a las muñecas o a los tobillos; a la vez que el niño se mueve, va sintiendo la vibración producida.

- Los platillos de gran diámetro, ya que al chocarlos entre sí o golpeándolos con una baqueta, producen una vibración que es perceptible a través del aire y del tacto.

2. Disminuidos visuales

La sensibilidad táctil es de gran utilidad a la hora de manipular instrumentos. El niño ciego o ambliope puede practicar cualquier instrumento, si su inteligencia es normal y sus aptitudes musicales son las adecuadas. Los instrumentos a utilizar serán predominantemente los del método ORFF.

Algunas actividades pueden ser: exploración y manipulación de instrumentos; agrupación de instrumentos por su timbre, material, etc.; reconocimiento auditivo; asociación e improvisación rítmica; imitación de ritmos propuestos y espontáneos; acompañamiento instrumental de rimas, frases, cuentos, poemas, etc.

3. Deficientes mentales.

El objetivo de la musicoterapia se centra en aquellos niños que son capaces de responder a un tratamiento enmarcado dentro de la Educación Especial en centros tanto especializados como de integración. Los objetivos a conseguir son: desarrollar la comunicación del niño con lo que le rodea; aumentar la readaptación social mediante el trabajo en grupo; crear un ambiente de seguridad, vital para el deficiente mental; facilitar la gratificación, y en consecuencia la autoestima, por medio de las actividades musicales; y ampliar su percepción sensorial estética.

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Uno de los problemas más importantes que se le presenta al niño deficiente mental es la adaptación, debido a las dificultades que presenta en los factores intelectuales, afectivos, emocionales, sociales, sensoriales y motores. Encontramos en los deficientes mentales dos grupos:

- Hipotónicos: necesitan estimular los impulsos motrices.

- Hipertónicos: necesitan disciplina en sus movimientos.

Se trabaja el aspecto corporal desde un enfoque eminentemente rítmico: el

espacial. Se trata de mantener los hechos musicales en su máximo primitivismo, para despertar el impulso rítmico de los niños. Es importante la canalización métrica del sonido y sus cualidades, a los intervalos, melodías y ordenamiento de la escala, y en el dominio de la percepción y la receptibilidad. En el primer contacto es necesario encontrar el medio para que el niño se exprese, ya sea mediante el ritmo, el ruido, el sonido o la melodía. No es recomendable usar gran cantidad de objetos, pues el niño debe familiarizarse con unos pocos. Su deficiencia impone que lo más importante es la simplicidad.

4. Psicóticos. Autistas.

El niño autista suele tener problemas de lenguaje, aunque percibe y es sensible al

lenguaje. Escucha y comprende lo que se le dice más de lo que podía parecer en muchas ocasiones. La expresión de nuestra voz, la inflexiones y entonación son muy importantes, pues su atención la manifiesta a través de casi imperceptibles movimientos o miradas. Tienen un retraso y afectación de la inteligencia, no responden a los medios de comunicación, sufren el síndrome de aferramiento, poseen movimientos estereotipados y desordenados, y no suelen admitir ni desear contacto con los demás.

El niño autista tiene ciertos intereses y preferencias musicales. Esto no quiere decir que sienta una sensibilidad especial hacia la música, sino que en la mayoría de los casos la toman como un sustitutivo de la comunicación verbal. Les gusta escuchar la música en solitario porque pueden seguir libremente su propio ritmo interior que está impregnado de una fuerte carga de autoerotismo. A estos niños les gusta producir ruido y utilizar su cuerpo sin sentirse observados.

El objetivo que se persigue en las sesiones con ellos es el de que, a través de los sonidos, el movimiento y la música, podamos penetrar en su mundo interior tratando de alcanzar fenómenos regresivos que sirvan de orientación para una adecuada y más completa atención terapéutica.

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C. Musicoterapia y Conflicto Extremo

Aplicar la musicoterapia a los conflictos violentos es uno de los objetivos más complicados y recientes dentro de la musicoterapia comunitaria, con la que se ha tratado de entender y aplicar los efectos curativos de la música en el ser humano a nivel personal y social, afectivo, psicológico y físico. Se trata de reflexionar sobre las nociones de conflicto, sus características y sus fases en las sociedades modernas; encontrar la relación entre la música y el conflicto y establecer los diferentes roles que se puedan dar en dicha relación; conocer los posibles efectos del conflicto armado; reflexionar sobre el papel del arte en la reconstrucción de sociedades en conflicto, y diseñar varias propuestas de trabajo musicoterapéutico orientadas a la prevención, atención en casos de crisis graves o participación en procesos de transformación social. (Paniagua, 2006) A través de la historia la música ha sido utilizada ya sea como inspiradora de acciones positivas y constructivas o bien como instrumento de humillación y terror. Kjell Skyllstad (2005) habla del poder de la música, la música como fuerza y energía que con objetivos muy concretos puede ser canalizada y desviada hacia la expresión de contenidos agresivos, violentos, racistas, etc., y analiza el uso sistemático de la música como tortura (la llamada no touch torture =tortura sin contacto), como arma de guerra por parte de las tropas estadounidenses. Se han citado muchas variantes, desde el “bombardeo acústico” en los campos de batalla de Irak al bombardeo musical, unido a humillaciones sexuales y al aislamiento sensorial a que estuvieron sometidos los prisioneros de Abu Grahib o Guantánamo. Asimismo, Suzanne G. Cusick profesora de musicología en la Universidad de Nueva York ha estudiado la proliferación reciente de las llamadas “armas no letales”, entre las cuales, se encuentra la música o el sonido. La premisa común es que el sonido puede lastimar a los seres humanos, sin necesidad de matarlos, mediante un gran abanico de posibilidades. Los teóricos del uso de la música en el campo de batalla enfatizan el efecto del sonido en el cuerpo, mientras que los teóricos del cuarto de interrogatorios dan más relevancia a la capacidad que tienen la música y el sonido para destruir la subjetividad.

En su libro A Question of Torture, el historiador Alfred W. McCoy rastrea el origen de la expresión "tortura sin contacto" a proyectos realizados por los servicios secretos estadounidenses, canadienses y británicos desde la Segunda Guerra Mundial.

Recientemente se están publicando artículos y libros sobre las aplicaciones más recientes de música como tortura realizadas por las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Un ejemplo es el artículo de Eric Schmitt, y Carolyn Marshall “Task Force 6-26: Inside Camp Nama; In Secret Unit’s ‘Black Room’, A Grim Portrait of US Abuse”, publicado en el New York Times, del 19 de marzo de 2006. Así pues, dado que, por su capacidad expresiva y comunicativa, la música goza de un

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gran poder de convocatoria y transmisión, no solo se ha fomentado su uso para fines específicos (en algunos casos, destructivos) sino que también ésto la ha situado en el punto de mira de gobiernos y estados represivos. En contraste, el acto de hacer música ha sido, en muchos escenarios, un acto de libertad. Así, en los estados dictatoriales, es el poder político (en ocasiones, muy ligado a la religión) quién establece la música que se puede oír y la que no. La música ha causado o, al menos, acompañado a la violencia en muchas ocasiones, algunas de las peores en el pasado mas reciente. Pero también, por eso mismo, ha surgido la oportunidad de usar la música para sanar (Prat & Mejía, 2007).

En este contexto la pregunta clave es ¿Qué puede aportar la música a las personas que han vivido una experiencia traumática?

• La música ofrece a la persona la experiencia de percibirse en el tiempo y en el espacio, ya que la música existe en el tiempo y requiere de un espacio para tener lugar, es decir, la música se vive en el cuerpo físicamente y también como emoción. En este sentido, Steven Feld usa el término acustemología, sugiriendo una unión entre acústica y epistemología e investigar la primacía del sonido como una modalidad de conocimiento y de estar en el mundo. (Feld, 1990)

En personas que han vivido una experiencia traumática, la concepción del tiempo puede verse afectada. Ahí, la música puede reconducir y acompañar el proceso de readquisición del propio tiempo. Trabajar con el tiempo implica volver a reapropiarse del propio futuro y del deseo de este futuro.

En el contexto de una experiencia traumática, es importante tener en cuenta el rol de la creatividad en el proceso curativo y de reapropiación del propio poder después de la victimización. En ese sentido, la creación de algo nuevo es un acto de desafío ante la destrucción, por la que el propio sistema de creencias ha sido hecho añicos. Es necesario que el proceso de construcción de un nuevo esquema se conecte con la realidad cambiada y permita a la persona adaptarse a la nueva situación, dándole la posibilidad de crear una realidad propia satisfactoria (Ochoa, 2006).

Durante un conflicto, el espacio es uno de los primeros elementos que se rompe, dañando las redes sociales. En ese proceso, los espacios de socialización y los privados dejan de ser percibidos como “seguros”. Por lo tanto, las sesiones de musicoterapia tendrán como gran reto ofrecer un espacio seguro en el que las emociones puedan ser contenidas y sostenidas. Sin ese espacio de “seguridad”, el trabajo difícilmente podrá ser fructífero.

En el caso de los niños en situación de estrés emocional a raíz de la experiencia de eventos que han puesto en riesgo la propia vida, las personas cercanas (familiares, amigos...) y el medioambiente, el proceso de restablecimiento de una vida familiar estable y del sentido de normalidad son cruciales.

El juego es un elemento muy importante en las sesiones de musicoterapia para niños víctimas de un conflicto. A través del juego musical, el niño está reapropiándose de un lenguaje que le pertenece y además está comunicando algo sobre sí mismo. Así pues, aprovechando la terapia para desarrollar la capacidad de jugar, en muchos casos se inician procesos esenciales de definición del yo y del otro.

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El juego, además, puede ser algo simbólico que permita al niño expresar el malestar y la inquietud que la experiencia traumática le ha creado de forma permanente. Así pues, el juego no es sólo una forma de comunicación y establecimiento de nuevas relaciones sino también de expresión de sentimientos y situaciones vividas, la cual cosa contribuye en numerosas ocasiones a romper con el aislamiento.

En general, la musicoterapia usada en los traumas causados por conflictos extremos, como actividad artística que es, permite el tratamiento del factor tiempo:

Enfrentándose al pasado: la musicoterapia permite salir del foco de atención de la situación y da herramientas para que los pacientes puedan mediar con sus propias emociones y sentimientos.

Enfrentándose al presente: las actividades se desarrollan en un ambiente cultural adecuado y ofrecen salidas alternativas a actividades que podrían atraer a los pacientes que están en una situación de necesidad emocional (traumas psicofisiológicos de la guerra, drogas, crimen, etc.).

Enfrentándose al futuro: las actividades psicosociales con el tiempo favorecen la aparición del sentido de esperanza que el conflicto y la violencia han truncado. Además, la musicoterapia acompaña y anima a contar la propia historia, poniendo así el evento en perspectiva. Todo eso permite al paciente continuar con el proceso vital y mirar positivamente hacia el futuro. (Sutton, 2002)

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VIII. CONCLUSIONES  

 

Las investigaciones en el campo de la Musicoterapia, de la Psicología de la Música y de las relaciones entre la Música y la Medicina, han demostrado convincentemente la relación existente entre la música como expresión artística y el sistema nervioso, la neurofisiología y las emociones, dando sentido a la integración de la música en procesos terapéuticos complejos.

Los distintos elementos que componen la música, su estructura, contenido emocional, poder de comunicación no-verbal, y sus estrechas vinculaciones con el lenguaje pre-verbal del ser humano, hacen de ella un medio extremadamente útil para la integración de las áreas cognitivas, afectivas y motoras del ser humano.

Hemos visto como la musicoterapia comprende el uso de la música, el sonido, la voz, el movimiento, los instrumentos musicales y el cuerpo, con fines de desarrollo personal y terapéutico, que abarcan la rehabilitación, la prevención y el mejoramiento de la salud física, mental y emocional. Implica una serie de actividades musicales, corporales y sonoras receptivas, interpretativas, y creativas destinadas a evaluar problemas y a cumplir los objetivos terapéuticos propuestos; entre otros, los del área afectivo-emocional, la rehabilitación sensorial y motora, la integración social y la superación de conflictos vitales.

Se aplica en niños y adultos en una gran variedad de trastornos emocionales, sensoriales, mentales, en la discapacidad física y una gran diversidad de enfermedades, incluyendo las psiquiátricas. También se extiende a casos muy específicos, como la reducción del dolor, las enfermedades terminales, Alzheimer, discapacitados, etc. Otras áreas de aplicación son con embarazadas, recién nacidos y tercera edad. Últimamente se le están encontrando funcionalidades muy positivas ante situaciones de estrés y trauma máximos.

En cada uno de los campos mencionados, ya sea de la medicina, de la psicología o la educación, se aplican las técnicas de diagnóstico musicoterapéutico y se diseñan las estrategias en concordancia con los objetivos de los equipos interdisciplinarios de salud y educación en los que habitualmente actúa el profesional musicoterapeuta.  

Tanto en su diversidad en los tratamientos (escucha selectiva, improvisación, actuación, composición, movimiento, verbal, otras experiencias con el arte musical, etc.) como en la diversidad de instituciones ( escuelas, hospitales, geriátricos, centros de día, etc.) en las que va encontrando acomodo, la musicoterapia permite elegir respuesta, ante uno mismo y ante el grupo, y expresarse de modo socialmente aceptable. Da oportunidades de asumir responsabilidad, en conductas auto-orientadas o dirigidas a los demás. Aumenta la interacción social, la cooperación grupal y la creatividad artística.

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Como fusión de música y terapia, la musicoterapia es a la vez un arte, una ciencia y un proceso interpersonal.

Como arte, tiene que ver con la subjetividad, la individualidad, la creatividad y la belleza.

Como ciencia, tiene que ver con la objetividad, la colectividad, la repetibilidad y la verdad.

Como proceso interpersonal, tiene que ver con la empatía, la intimidad, la comunicación, la influencia recíproca y la interpretación de roles.

Al ser un arte y una ciencia que se practica dentro de un proceso interpersonal requiere la integración de muchos elementos, a veces aparentemente contradictorios. La musicoterapia puede ser objetiva y subjetiva, individual y colectiva, interpersonal e intrapersonal. De alguna manera, la musicoterapia debe concebirse de forma que abrace esta multiplicidad y sin embargo preserve su unicidad e integridad.

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IX. BIBLIOGRAFIA

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X. ANEXOS

ANEXO I ¿Cuál es la Mejor Música?

Al ir aprendiendo algo sobre musicoterapia, un lector casual se haría posiblemente la pregunta: si yo quisiera “automedicarme” ¿cuál sería la mejor música para mí?

Pues aquí va una respuesta a vuelapluma: según E. Thayer Gaston, ex-director del departamento de terapia musical de la Universidad de Kansas, la mejor música para propósitos terapéuticos es la que provee variaciones sobre un tema familiar ya que estamos hechos para reaccionar a los estímulos noveles siempre y cuando éstos no sean muchos ni desconocidos. Una pieza musical que sea totalmente novedosa puede tener como resultado el que la persona que la escucha pierda la atención. Igual sucede si, por el contrario, la música es demasiado familiar.

ANEXO II El Efecto Mozart

Cuando Don Campbell publicó su libro sobre el “Efecto Mozart”, dio forma a sensaciones que mucha gente había tenido durante años. La música clásica es bella y una de las más bellas es la de Mozart.

El jefe de servicio de Neonatología del hospital La Fe de Valencia, el Dr. Vicente Roqués, ha explicado el ya conocido y estudiado “Efecto Mozart”, el cual demuestra que los bebés que escuchan música de Mozart dentro del vientre de la madre a partir de la semana 23-24 de gestación lloran menos, duermen más, tienen mejor ganancia de peso y mejor plasticidad cerebral tras el nacimiento.

Roqués subraya que “se trata de una experiencia muy beneficiosa para el niño ingresado que humaniza más el cuidado y cuya aplicación es enormemente sencilla y barata”. (Hospital La Fe, Octubre, 2005) 

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ANEXO III Una Experiencia en Cataluña

Los expertos catalanes, Serafina Poch Blasco, autora del libro: “Compendio de Musicoterapia”, y el músicoterapeuta Ramón Vallés, que están desarrollando una meritoria labor didáctica en grupos de personas mayores, comprueban unos notables resultados de recuperación en los valores personales y, por consiguiente, la mejoría general de la autoestima de quienes participan en las sesiones.

Han puesto en marcha unas clases, una vez a la semana, en el Centro Cívico “El Vapor”, de Santa Perpetua de Mogoda, localidad barcelonesa en la comarca del Vallés Occidental. Hay doce asistentes por clase.

Cada sesión dura hora y media. En la primera sesión, se marcan los objetivos generales a largo plazo, que se respetarán en todas y cada una de las sesiones, y después están los objetivos específicos de cada sesión. Para tomar conciencia del desarrollo de la musicoterapia, les enseñan el término “body-percussion”, o sea, el cuerpo como base y primer instrumento que tenemos a nuestra disposición. Después, a este movimiento se le da voz, que también forma parte del cuerpo como instrumento, cuya base es el ritmo.

El ritmo para las personas mayores es fundamental, pues hace que el individuo mejore todo su caudal de movimientos, tan deteriorados por los años. Supone, por lo tanto, una inmensa felicidad alcanzar la sincronización de los movimientos, a nivel individual, dentro de la primera fase (ritmo).

En las primeras sesiones se practican los movimientos espaciales de conjunto, lo que permite la interpretación de movimientos diversos (animales de la selva, etc.), tanto en sus sonidos como en sus gritos y gestos. Con todos estos ejercicios se pretende mejorar la atención y concentración de todos y cada uno de los participantes. Todo ello, dentro de la fase rítmica.

En segundo lugar se pasa a la fase afectiva, donde se utilizan toda clase de instrumentos, de diferentes culturas, y la audición de piezas musicales. De esta manera, afloran al exterior toda clase de sentimientos, buscando la manifestación de los deseos más nobles

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del individuo, creando en la persona confianza en sí misma al aceptar esa apertura individual, que suele estar un tanto escondida por los tabúes culturales.

Luego viene la armonía, la parte más intelectual de la música. Para desarrollar esa etapa se selecciona una pieza musical atendiendo a su construcción: tonalidad, compás, ritmo, gustos históricoculturales, etc. Con todo ello se pretende entender la música, buscando explicaciones por qué unas piezas musicales tienen unas características concretas.

Para terminar, siempre se acostumbra a realizar unos ejercicios de relajación, siguiendo técnicas determinadas, que se acostumbra a hacer con los ojos cerrados y tumbados en el suelo, para alcanzar la relajación plena del organismo, aunque algunos prefieren estar sencillamente sentados, mientras se entregan a los suaves y armoniosos compases de un canto gregoriano.

Los propios participantes expresan sus logros después de veinticinco sesiones. “La música para mí potencia la memoria, y también puede ayudar a sociabilizar y hacernos más libres. Yo confieso que he llorado en algunas partituras”, manifiesta Jesús Pomares (61 años). “A mí me viene muy bien la música, porque he aprendido a controlar los nervios, adaptándome mejor a los ritmos de la vida, sintiéndome muy feliz y a gusto con el buen ambiente que se respira en estas sesiones”, comenta María Llonch (68 años). “Desde que vengo aquí, la alegría de vivir se me ha multiplicado, porque siento cómo me impregna por dentro y después lo transmito por fuera a los demás”, expresa Josep Selvas (71 años). “Yo intento combatir la soledad, por la reciente falta de mi esposo, y también con los problemas derivados de la salud, con fuertes dolores articulares de movimiento, con la música, al oír los valses, que logran suavizar y superar progresivamente, con la convivencia del grupo, estas duras cargas”, declara con ternura María Punsola (76 años). “Siento con la música una fuerza interior tan profunda que veo como los problemas, por muy pequeños o grandes que sean, se diluyen”, explica con la mayor convicción Josep Carreras (84 años). “La música de Puccini me hace llorar; en cambio, Verdi sólo me produce un goce. Yo he crecido con la música desde la infancia. La música es, sin duda, de las mejores terapias”, comenta Arcadi Llonch (65 años). “A mí la música me encanta, especialmente la música clásica, y más cuando la explican, la música me libera, me alegra la vida; me gustaría saber más para aprender”, indica con el mayor sentimiento Teresa Robira (77 años). “Yo he descubierto realmente la música con estas sesiones, y desde que asisto a estos encuentros estoy valorando otras dimensiones de la vida, que desconocía, las cuales me están ayudando a crecer espiritual y socialmente”, nos dice María Piñals (72 años). “Yo he encontrado en estas sesiones unos valores que me eran realmente desconocidos, ahora, al oír la música clásica, no sólo me gusta más, sino que veo en sus partituras unas vibraciones que me hacen mejorar en salud y bienestar general”, manifiesta Clement Oriols (70 años).

Y, por último, Ramón Vallés, el músicoterapeuta, de 72 años, no dudó en manifestar: “Desde que hago musicoterapia se ha producido en mí un cambio cualitativo y de crecimiento interior verdaderamente importante”.

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