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La proactividad de la estrategia medioambiental del sector hotelero:
Una aplicación en Baleares
Antoni Llull Gilet
Francina Orfila-Sintes Universitat de les Illes Balears
Manuel Fernández Chulián Universidad de Burgos
Resumen: Tradicionalmente se ha considerado que las actividades turísticas tienen baja incidencia
en el entorno. Esta percepción ha desviado el interés de los grupos de presión hacia
otros sectores considerados más destructores del medioambiente. No obstante, la
continuidad de la actividad y de la competitividad de los destinos maduros, y sobre todo
aquellos encuadrados dentro de la categoría “soy y playa”, como el balear, dependen en
gran medida de la preservación del entorno donde se ubican. Es por ello que en este
trabajo se exploran las estrategias medioambientales proactivas y reactivas del sector
hotelero balear a través de una muestra representativa de 315 establecimientos hoteleros
que operan en Baleares. Mediante un análisis cluster se han agrupado a los
establecimientos en función de la estrategia medioambiental que siguen, comparando
las opiniones en cuanto a los grupos que mayor presión ejercen, las prácticas de
divulgación de información medioambiental y los sistemas de gestión ambiental. Los
resultados corroboran la baja presión que reciben las empresas de este sector por parte
de los grupos de presión externos, lo que se materializa en un bajo nivel de compromiso
medioambiental, bajos índices de divulgación y escasa implantación de sistemas de
gestión ambiental.
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La proactividad de la estrategia medioambiental del sector
hotelero: Una aplicación en Baleares
1. Introducción Existe un amplio consenso en el reconocimiento de que la humanidad ha alcanzado en
los inicios del siglo XXI las más altas cotas de desarrollo económico y tecnológico
jamás conocidas en su historia. Sin embargo, el consenso se extiende también a la
consideración de que esos innegables logros han sido alcanzados a costa de pagar un
elevado precio en forma de deterioro del medio ambiente y de agotamiento de recursos
naturales. Consiguientemente, el modelo de desarrollo seguido hasta ahora es
difícilmente sostenible en el futuro.
Los dos últimos siglos han sido testigos de unos niveles de impactos medioambientales
negativos inéditos en la historia del planeta, correlacionados con el desarrollo
tecnológico. Su efecto acumulado al día de hoy reviste la intensidad y gravedad
suficientes como para que la sociedad haya tomado conciencia del problema y reclame
la adopción de soluciones. El concepto de desarrollo sostenible se ha afianzado como
referente de la necesidad de rectificar el rumbo según el Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente y Programas de Acción de la Comunidad Europea en Materia
de Medio Ambiente. A pesar de la reconocida importancia del desarrollo sostenible,
Hobson y Essex (2001) detectan dificultades en la comprensión del término por parte de
la industria turística aunque ello no impide la adopción de algunas prácticas
medioambientales por parte de los establecimientos hoteleros.
En ese contexto económico global, el turismo constituye hoy un sector vital para el
desarrollo de una buena parte de países del mundo. Incluyendo sus efectos directos e
indirectos, y con datos referidos a 2003, el turismo aporta el 10,2% del Producto Interior
Bruto (PIB) mundial, el 11,8% de las exportaciones, y el 9,6% de la inversión
mundiales (WTTC, 2003).
En las Islas Baleares, el turismo genera directamente más del 60% del PIB, e
indirectamente en torno al 90% (Aguiló et al., 2003). Tras casi 50 años de desarrollo
turístico intensivo, constituyen un modelo paradigmático de los denominados destinos
turísticos ‘maduros’. Su oferta está mayoritariamente situada en el segmento de
mercado de “sol y playa”, con lo que la franja costera es el espacio territorial en el que
se concentra el producto turístico balear creando considerables costes medioambientales
(Aguiló et al., 2005; Urtasun y Gutiérrez, 2006).
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El turismo es una actividad íntimamente relacionada con la calidad medioambiental del
lugar en el que se desarrolla. Sin embargo, el desarrollo turístico intensivo conlleva
costes ambientales importantes, como el consumo de recursos naturales, generación de
contaminación y residuos, y pérdida de atractivos naturales. Impactos en su mayor parte
de difícil reversibilidad. Así pues, el medio ambiente es un factor de producción
necesario para la actividad turística, que se deteriora con ella (Chan y Wong, 2006;
Urtasun y Gutiérrez, 2006). De ahí deriva la importancia de gestionar los atributos
medioambientales del producto turístico para preservar la competitividad de esta
industria y la calidad de su producto (Mihalič, 2000).
En consecuencia, la gestión de la empresa turística ha de considerar los condicionantes
que impone la conservación del medio ambiente, puesto que éste constituye parte
integrante del producto turístico que vende. Los destinos maduros han acumulado
numerosos impactos que afectan negativamente a su entorno. De ahí que la gestión
medioambiental de las empresas hoteleras como principal referente del sector (Álvarez
et al. 2001) sea un factor clave para la supervivencia en un entorno internacional cada
vez más competitivo y en el que se han agotado las posibilidades de disminuir precio
(Mihalič, 2000).
El objetivo de este trabajo es contribuir a la mejora de la competitividad sostenible del
turismo a través del conocimiento de cuáles son los posicionamientos y las prácticas
adoptadas por las empresas hoteleras con respecto al reto medioambiental. En este
sentido el ámbito Balear constituye un escenario idóneo dónde contrastar cómo las
empresas hoteleras perciben los desafíos que plantea un desarrollo sostenible en el
sector, y cómo están actuando al respecto. Ello es debido a que el sector turístico abarca
una gran variedad de actividades, y un análisis riguroso de la estrategia medioambiental
se ha de centrar en una única actividad (Font, 2002; Álvarez et al., 2001). En este
sentido, el alojamiento hotelero destaca por su homogeneidad y peso relativo (Crespí-
Cladera y Orfila-Sintes, 2005).
Concretamente, se pretende analizar cómo perciben las empresas hoteleras sus
relaciones con el medio ambiente, y el posicionamiento que adoptan al respecto en
cuanto a organizaciones involucradas en la provisión de servicios turísticos. Es decir,
investigar el nivel de proactividad de la estrategia medioambiental (Aragón-Correa,
1998) del sector hotelero y su relación con la influencia ejercida por los diferentes
grupos de presión (Carey y Gountas, 1997; Henriques y Sadorsky, 1999), con el
desarrollo sostenible, con la divulgación de información medioambiental o
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transparencia informativa (Bansal y Roth, 2000) y con el grado de aplicación real de
prácticas medioambientales aproximado por los sistemas de gestión medioambiental
(Garrod y Chadwick, 1996).
La información obtenida de cada establecimiento de una muestra representativa del
sector hotelero en Baleares ha sido sometida a un análisis cluster que ha permitido el
establecimiento de dos grupos homogéneos internamente, y diferentes entre sí ante los
retos que plantea la sostenibilidad en el sector turístico (i.e., ‘reactivos’ y ‘proactivos’).
El trabajo se estructura como sigue: El siguiente apartado presenta el marco teórico que
incluye una breve revisión de la literatura sobre la importancia del medio ambiente en la
competitividad de las empresas turísticas y las principales variables clave con que se
relaciona; el apartado tercero describe la metodología utilizada para el estudio empírico;
el apartado cuarto expone los resultados obtenidos comparándolos con los de otros
estudios; finalmente, se exponen las principales conclusiones.
2. Marco teórico
2.1 La relación entre el turismo y el medio ambiente El turismo es una actividad fuertemente relacionada con el medio ambiente. La
experiencia que vive el turista incluye un amplio conjunto de bienes y servicios que no
se limitan a los de alojamiento, restauración, transporte y ocio. Éstos resultan
imprescindibles, pero se caracterizan por un elevado grado de estandarización en
cualquier rincón del planeta. Además, el producto turístico incorpora como parte
inseparable y esencial de sí mismo toda una serie de parámetros naturales, ambientales y
sociales, entre los que podemos citar el clima, el paisaje, las playas, el mar, las
infraestructuras, la hospitalidad, el tipismo, etcétera. Estos atributos dotan de unas
características únicas a cada producto turístico, y lo diferencian de sus competidores
(Mihalič, 2000).
En definitiva, la actividad turística necesita de un medio ambiente suficientemente
atractivo mientras que en su desarrollo contribuye a deteriorar el entorno del que
depende (Mihalič, 2000; Urtasun y Gutiérrez, 2006)). Este hecho constituye para el
turismo un elemento diferenciador de capital importancia. Comparémoslo, por ejemplo,
con un sector industrial muy contaminante. Lo que interesa destacar aquí es que, en
general, la actividad industrial no se ve tan perjudicada directamente por las
externalidades medioambientales negativas que genera. Éstas inciden sobre el conjunto
de la sociedad, pero no son tan apreciables en el producto final obtenido, por lo que no
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afectan en un grado tan significativo a su demanda. En cambio, la degradación
ambiental que produce la industria turística (contaminación, saturación de
infraestructuras, destrucción del paisaje) se torna contra la propia actividad que la
genera, pues forma parte inseparable de su propio producto.
Se ha de destacar otra característica relevante que diferencia al turismo de otras
industrias más contaminantes. Se trata de que los impactos negativos que cada
establecimiento genera sobre el entorno, que aun siendo individualmente menores, se
acumulan en el tiempo y en el espacio tras procesos de desarrollo turístico intensivo,
implicando una degradación relevante del entorno. Así ha sucedido en buena parte de
los destinos ‘maduros’. Esa degradación lenta y poco perceptible dificulta la toma de
conciencia y también las actuaciones para corregirla.
Debido a los factores mencionados, el sector turístico tiene mejor imagen
medioambiental ante la sociedad de la que tienen algunas actividades del sector
industrial (Chan & Wong, 2006). Ello induce a presuponer que la empresa turística no
está tan necesitada de legitimar su actuación como lo está la empresa industrial. Sin
embargo, existe una fuerza que empuja en sentido contrario, ya que la empresa turística
tiene una mayor dependencia de la calidad de su entorno ambiental que las empresas de
sectores industriales como muestran los estudios que hallan una mejor disposición a
pagar por aquellos destinos cuyos prestadores de servicios turísticos sí se preocupan por
preservar los atributos medioambientales del producto turístico (Aguiló et al., 2005;
Stabler y Goodball, 1997).
Es decir, la preocupación del sector turístico por el medio ambiente puede ser
catalogada como egoísta o, bien como consciencia de que sin responsabilidad social
corporativa no hay futuro: la industria puede funcionar en un ambiente contaminado; el
turismo, no. La degradación medioambiental que éste genera pone en cuestión su propia
continuidad y desarrollo (Mihalič, 2000). Asimismo, se puede mejorar la competitividad
individual con las disminuciones de costes y las mejoras de ingresos derivadas de la
gestión medioambiental proactiva, la performance económica e incluso financiera.
Sin embargo, la mejora del desempeño ambiental de las empresas hoteleras padece un
“dilema del prisionero”: el medio ambiente es un recurso primario fundamental y
competitivo de todo el destino turístico, cuya preservación supone costes individuales
que no todas las empresas están dispuestas a asumir puesto que implican una mejora
social que no es seguro que vayan a rentabilizar individualmente (Hassan, 2000).
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Además, en el sector servicios, por su propia definición, el cliente debe consumirlos en
el punto físico en el que radica la empresa productora. A diferencia de los sectores
primario y secundario, en el terciario no cabe la posibilidad de exportar el servicio
turístico a un lugar diferente de aquel en el que está radicada la empresa que lo produce.
Además, tampoco son exportables las externalidades negativas. Los daños inflingidos al
medio ambiente se producen en el mismo espacio físico en el que se producen y venden
los servicios turísticos, degradando así su calidad y capacidad de generación de riqueza.
Nuevamente se pone de manifiesto una diferencia relevante entre la industria y el
turismo. Aquella puede, en un momento determinado, cambiar la ubicación de su
fábrica a otro país en el que las exigencias ambientales –o laborales, o fiscales- sean
más laxas, sin que por ello deje desabastecida de productos a su clientela. Y esos
productos son físicamente idénticos, sea cual fuere el lugar en el que se producen.
Esta posibilidad de huida no existe en el sector servicios, entendida en sentido estricto.
Si bien las empresas turísticas pueden invertir en otros destinos -de hecho las
principales cadenas hoteleras lo están haciendo-, el producto que ofrecen en ellos es
cualitativamente diferente en muchos de sus atributos (lugar, entorno, precio, distancia,
etcétera). La industria, en cambio, fabrica un producto físicamente idéntico. Esta
característica multiplica el valor de la preservación de los atributos medioambientales
locales dada esta imposibilidad de deslocalizar el consumo.
Las Islas Baleares constituyen un ejemplo paradigmático de los destinos denominados
“maduros”, resultado de una explotación turística intensiva durante más de 40 años
como ejemplo de la falta de ordenación de ese desarrollo, caracterizado por la
degradación de buena parte de los atractivos ambientales que lo sustentan (Urtasun y
Gutiérrez, 2006) aunque se puedan superar una fase de declive incipiente aplicando las
estrategias adecuadas (Aguiló et al., 2005).
El respeto al medio ambiente es una exigencia creciente de la clientela que procede de
los países más desarrollados, donde el deterioro medioambiental producido por
actividades industriales es más significativo, y va unido a un mayor grado de
concienciación ecológica con lo que destaca la importancia de la gestión
medioambiental para la calidad y competitividad del producto turístico (González y
León, 2001).
Para ser eficaces, la conservación y mejora del medio ambiente no deben ser
responsabilidad exclusiva de las administraciones públicas. Antes al contrario, deben
involucrar a todos los sectores de la sociedad: personas individuales, organizaciones y
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empresas. Numerosas estrategias planetarias insisten en esta implicación de toda la
sociedad, entre las que sobresalen las Conferencias de Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro 1992, Johannesburgo 2002) y los sucesivos
Programas de Acción de la Unión Europea en Materia de Medio Ambiente.
La responsabilidad de las empresas con el medio ambiente es relevante, puesto que
como unidades económicas de producción de bienes y servicios incurren en impactos
significativos, en unos casos individualmente considerados, en otros como consecuencia
de su efecto sectorial acumulado. Éste último es el caso de las empresas de servicios,
que por la poca visibilidad de sus impactos ambientales han sido denominadas “las
destructoras silenciosas del entorno” (Álvarez et al., 2001).
Las políticas ambientales de las administraciones públicas con respecto a las empresas
combinan instrumentos de dos tipologías: Una es la coerción normativa que prohíbe
determinadas conductas o impactos, impone reglas de juego o aplica el principio “quien
contamina, paga”; otra, radica en los instrumentos voluntarios de autorregulación del
mercado, entre los que nos interesan especialmente a efectos de nuestra investigación
los Sistemas de Gestión Medioambiental y el suministro por las empresas de
información de contenido ambiental en la medida en que recogen aspectos relevantes de
la proactividad del comportamiento medioambiental de las empresas dada la escasa y
laxa regulación medioambiental en el sector (Álvarez et al., 2001; Hobson y Essex,
2001).
2.2 La proactividad medioambiental del sector hotelero En la provisión de servicios turísticos destaca la industria hotelera que, en lo general
presenta las mismas características comentadas hasta el momento y, en particular, de
otras que se comentan a continuación.
Efectivamente, en algún aspecto como los grupos de presión (Henriques y Sadorsky,
1999), se ha de considerar que en este sector se añade el de los touroperadores (Carey y
Gountas, 1997), o que el difícilmente apreciable impacto individual se acumula en el
impacto medioambiental total. En otros como la unidad de análisis, ésta es conveniente
que sea el establecimiento hotelero. Por una parte, es el ámbito en el que se pueden
aplicar las medidas de gestión medioambiental y, por la otra, establecimientos
pertenecientes a una misma empresa o unidad jerárquica de mayor rango pueden
presentar diferencias en la proactividad de su estrategia medioambiental.
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De hecho, recientemente se ha investigado la estrategia medioambiental de los hoteles
en varios ámbitos geográficos (Álvarez et al., 2001; Erdogan y Baris, 2007; González y
León, 2001; Hobson y Essex, 2001). Sin embargo, en un destino como el de las Islas
Baleares sigue faltando información relevante sobre éstos aspectos a pesar de algunos
trabajos como Aguiló et al. (2003) y Crespí-Cladera y Orfila-Sintes (2005). Además, los
desarrollos en gestión medioambiental que refuercen las conclusiones y se extiendan en
las limitaciones de los anteriores siguen siendo deseables tanto en los sectores de
servicios como en los del turismo.
La revisión de la literatura anterior en estrategia medioambiental de las empresas y del
sector hotelero lleva a considerar la proactividad medioambiental del sector hotelero a
través de su identificación y del análisis de su relación con algunos de sus principales
aspectos: los grupos de presión (Carey y Gountas, 1997; Henriques y Sadorsky, 1999);
el desarrollo sostenible; la transparencia informativa (Bansal y Roth, 2000) y la
aplicación de sistemas de gestión medioambiental (Garrod y Chadwick, 1996).
En la identificación de la proactividad de la estrategia medioambiental las empresas se
pueden agrupar siguiendo la literatura anterior (Aragón-Correa, 1998; Henriques &
Sadorsky, 1999; Sharma & Vredenburg, 1998; Álvarez-Gil et al., 2001; Fernández &
Nieto, 2004). Consecuentemente, para agrupar a las empresas en función de su
posicionamiento estratégico frente al medioambiente se tuvieron en cuenta tres grandes
dimensiones: La responsabilidad que la empresa muestra con el medioambiente; el
compromiso medioambiental medido a través de tres pilares que cubren actividades
dentro de los tres niveles organizativos (i.e., cambio estructural; aspectos
administrativos formales y actividades a nivel operativo) y la propia percepción de los
gestores sobre los impactos en el entorno de sus empresas.
3. Metodología
3.1 Muestra
El universo o población objeto de estudio es la oferta reglada de alojamiento turístico en
Hoteles, Hoteles-Apartamento y Apartamentos de las Islas Baleares. Según datos
oficiales de la Conselleria de Turisme a 1 de enero de 2000, estaba integrada por 1.769
establecimientos y disponía de 354.000 plazas, que representaban el 87,4% del total de
las plazas turísticas regladas.
9
Esta población de establecimientos de alojamiento turístico en las Islas Baleares es
representativa del sector turístico en el sentido mencionado anteriormente:
• El fuerte peso relativo del subsector de hospedaje en el conjunto del sector
turístico. Con datos referidos a 1999 (Sa Nostra, 2000: 232-234) el PIB
generado por este subsector supuso el 43,42% del total de servicios turísticos
exportados; un 24% del PIB del sector servicios, y un 18,43% del PIB total de
las Baleares.
• En otros subsectores resulta difícil, cuando no imposible, dilucidar qué parte de
su producción es turística y qué parte no lo es, por estar destinada también a la
población residente. Es el caso, por ejemplo, de bares y restaurantes. Aunque
la oferta de alojamiento turístico es también utilizada para el ocio de los
residentes, su importancia relativa es muy reducida.
• El subsector de alojamiento presenta un grado de concentración relativamente
elevado en forma de cadenas hoteleras. Esto facilita el análisis, debido a que
homogeneiza comportamientos.
El método de muestreo utilizado, dadas las características de la población objeto de
estudio, ha sido el muestreo aleatorio estratificado. La caracterización de la población se
realiza basándose en dos características que la diferencian: la situación geográfica según
la isla del archipiélago balear en la que radican, y la categoría ostentada por cada
establecimiento. Así, la selección muestral por proceso aleatorio simple de los 315
elementos que componen una muestra representativa que permite obtener resultados con
un margen de confianza del 95.5% (Arkin y Colton, 1963) se realizó de entre los
estratos a que da lugar la clasificación de la población según su categoría y la isla en la
que se localiza. La distribución de las empresas de la muestra se ha comparado con la
distribución de la población (Sa Nostra, 2000) en la tabla 1, confirmándose la
representatividad de la muestra dada la poca importancia cuantitativa de las diferencias
observadas.
[Tabla 1: insertar aquí]
3.2 Cuestionario El cuestionario estaba formado por un total de 14 cuestiones divididas en tres grandes
apartados, algunas de carácter dicotómico (Si/No) y la mayoría con escala tipo Likert
para conocer el grado de acuerdo de los gestores con las afirmaciones propuestas. El
10
intervalo propuesto varía entre 1 (Totalmente en desacuerdo) y 5 (Totalmente de
Acuerdo). El esquema seguido así como su correspondencia con los aspectos a explorar
se muestra en la Tabla 2.
[Tabla 2: insertar aquí]
Antes de su administración definitiva, el cuestionario fue sometido a un pretest para
comprobar la adecuación de las cuestiones. El trabajo de campo se realizó durante el
verano del año 2000, mediante entrevistas personales a los directores o gerentes de los
establecimientos, en lugar del envío de cuestionarios postales, que suele ser un
procedimiento más habitual. Los cuestionarios fueron cumplimentados por
encuestadores formados al efecto. Todo ello confiere un mayor grado de fiabilidad a los
resultados obtenidos.
Al inicio del cuestionario se preguntó no sólo el nombre del establecimiento y el de la
persona jurídica titular, sino también el de quien responde al cuestionario y el cargo que
ocupa con el fin de potenciar la fiabilidad del trabajo de campo.
De las 315 entrevistas realizadas, 4 no se consideraron válidas dado el alto grado de no
respuesta que presentaban. Asimismo, dado el elevado número de respuestas ausentes
en tres cuestiones del bloque “Información medioambiental” se optó por la eliminación
de las tres preguntas a la hora de realizar el análisis.
Dentro de los cargos que ostentaban los entrevistados, la totalidad era de la alta
dirección y en el 80% de los casos se trataba del máximo responsable.
3.3 Análisis Se usó el test factor único de Harman para descartar la existencia de un patrón único de
la varianza causado por la existencia de una única fuente para la obtención de datos
(Podsakoff & Organ, 1986). Mediante la aplicación de un análisis de componentes
principales a todas las variables relevantes del estudio, se obtuvo un total de 22 factores
con valor propio superior a uno que explicaban el 77% de la varianza. La presencia de
diversos factores junto a la baja proporción de varianza explicada por los dos primeros
(23% y 7% respectivamente), indica que los datos no siguen un patrón único de la
varianza.
Siguiendo a Henriques y Sadorsky (1999) y Álvarez et al. (2001), la clasificación de las
empresas según la estrategia medioambiental adoptada se realizó mediante un análisis
cluster. Se ha preferido utilizar procedimientos no jerárquicos dado que presentan
principalmente dos ventajas sobre los jerárquicos: los resultados son menos susceptibles
11
a los datos atípicos y, mediante un proceso iterativo, los casos van siendo asignados a
cada grupo de forma que en la solución final, la dispersión entre los individuos de un
mismo grupo es la menor posible y la diferencia entre grupos es la máxima (Hair et al.,
1999). Se procedió a realizar el análisis del estadístico F para comprobar si las
diferencias entre grupos de las variables elegidas para la clasificación eran significativas
y así identificar si son realmente efectivas en la caracterización de los clusters.
Se usó el análisis factorial para la condensación de las variables individuales en factores
que proporcionaran un mejor manejo e interpretación de los datos. Para ello, se utilizó el
análisis de componentes principales. Con el fin de obtener una mejor interpretación de
los factores obtenidos, se optó por la rotación ortogonal VARIMAX. Para comprobar la
adecuación de los datos disponibles, se realizó el contraste de esfericidad de Bartlett y
se analizó la medida de suficiencia de muestreo Kaiser-Meyer-Olkin (Hair et al., 1999).
Una vez obtenidos los factores para la muestra general, se procedió al cálculo de las
medias en cada uno de los grupos estratégicos. Finalmente, las puntuaciones factoriales
se transformaron en una escala 0-1 a efectos de comparación.
Para contrastar si las diferencias en medias de los factores dentro de los diferentes
grupos identificados en base a la proactividad de la estrategia medioambiental eran
significativas, se utilizó el test no paramétrico de Mann-Whitney. La utilización de
pruebas no paramétricas se debe a la ausencia de distribución normal de los factores
según el análisis de los coeficientes de asimetría y curtosis.
4. Resultados
4.1. Proactividad de la estrategia medioambiental Si bien todas las dimensiones fueron incluidas en el análisis para detectar los dos
extremos del rango de proactividad, el factor dedicado a la responsabilidad legal de las
empresas arrojó una F=0’721, no considerándose significativo (p = 0.369 > 0.05) a la
hora de clasificar las empresas en las diferentes estrategias, quedando finalmente
eliminado del análisis dado que no establecía una clara caracterización.
La Tabla 3 recoge los valores medios del resto de aspectos que sí fueron significativos
para cada uno de los dos grupos identificados por el análisis cluster. A partir de estos
valores puede caracterizarse cada una de las agrupaciones correspondientes a la
estrategia medioambiental.
[Tabla 3: Insertar aquí]
12
El grupo reactivos recoge la mayoría de la muestra, pues supone el 68% del total. Se
trata principalmente (61’5%) de hoteles –el resto son apartamentos-, con categorías de
una, dos y tres estrellas, que cuentan con una media de 180 plazas y con una plantilla
que ronda los 25 empleados, permaneciendo abiertos al público una media de 7 meses.
Se caracteriza por tener una baja percepción de los impactos que producen sus
actividades en el entorno, por ceñirse al cumplimiento de la legislación vigente en
materia de medioambiente y por una baja implementación de iniciativas en todos los
niveles de la organización.
El grupo proactivos está integrado por 98 establecimientos (el 32% del total), de los que
el 67’3% son hoteles en su mayoría de tres, cuatro y cinco estrellas. Cuentan con 307
plazas de media y permanecen abiertos al público durante 8 meses, contando con una
plantilla media que ronda los 50 empleados. Se caracteriza por su alta percepción de los
impactos que producen sus actividades en el entorno, por la equivalencia de la
responsabilidad moral a la legal y por un compromiso medioambiental moderado.
De nuestro análisis se desprende que dos son las variables fundamentales para
discriminar el posicionamiento de los hoteles de Baleares ante el medio ambiente. Se
trata de su tamaño y su categoría. Son más proactivos en la medida que aumentan su
tamaño y su categoría. Este resultado coincide con el de Crespí-Cladera y Orfila-Sintes
et al. (2005) que, sobre la misma población objetivo, indica que los establecimientos
hoteleros de Baleares son más innovadores en la gestión ambiental cuanto mayor es su
tamaño medio y su categoría. Asimismo, otros estudios en otros ámbitos geográficos
también hallan una relación similar: González y León (2001) en los hoteles de Gran
Canaria, Álvarez et al. (2001) en los del conjunto español y Hobson y Essex (2001) en
los de Plymouth. Esta regularidad es interpretable a la luz de los siguientes argumentos
tras reconocer la correlación positiva existente entre la categoría y el tamaño en este
sector (Crespí-Cladera y Orfila-Sintes, 2005): (i) los establecimientos de mayor tamaño
infringen un mayor impacto medioambiental con lo que es más importante su control;
(ii) la mayor visibilidad de su impacto hace que estén más controlados por los grupos de
presión y la sociedad en general; (iii) mayores recursos para invertir en medidas que,
muchas veces, implican un coste inmediato con una rentabilidad a largo plazo; (iv)
disfrutan de economías de escala en la repartición de los costes de las medidas de
protección medioambiental.
En general, y pese a que este último grupo sea etiquetado de seguir una estrategia
activa, el grado de implementación de iniciativas de corte ambiental (utilizadas como
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aproximación a la variable “compromiso medioambiental”) tiene un índice muy bajo,
que en ninguno de los casos alcanza el valor central 0’5 (en el mejor de los casos, sólo
el 20% afirmó realizar la iniciativa propuesta). De todos modos, estos bajos valores de
protección medioambiental parecen seguir siendo una constante como se desprende de
estudios posteriores en otros ámbitos geográficos (Hobson y Essex, 2001; Erdogan y
Baris, 2007).
4.2 Aspectos Explorados
4.2.1 Los grupos de presión Para el análisis de este aspecto se procedió a la condensación de las variables
representativas de los grupos de presión en factores mediante un análisis de
componentes principales, obteniendo como resultado un total de seis grupos de presión
(ver Tabla 4).
[Tabla 4: insertar aquí]
Existen diferencias significativas en la opinión de los gestores de las diferentes
estrategias de los grupos de presión. La más significativa se refiere al grupo
denominado “Propietarios”, mientras que para los establecimientos proactivos es el
grupo que mayor presión ejerce, para los reactivos, en cambio, tiene una baja influencia.
Este hecho puede venir determinado por el grado de separación entre propiedad y
gestión que existe en los diferentes establecimientos. En este sentido, los propietarios
puede que estén internalizando en mayor grado que los gestores no propietarios los
impactos negativos en el medioambiente de la actividad turística y, consecuentemente,
muestren una mayor proactividad de la estrategia medioambiental al igual que hallan
Crespí-Cladera y Orfila-Sintes (2005) para la innovación en la gestión medioambiental
del sector hotelero balear.
Con respecto al grupo “Organizacionales externos” (dónde se incluyen a los
proveedores y la competencia) también se presentan diferencias significativas en
opinión entre los grupos estratégicos, percibiendo mayor presión los establecimientos
proactivos que los reactivos. Los establecimientos de mayor categoría tienden a
distinguirse de la competencia, encontrando en la gestión del medioambiente un recurso
valioso para la generación de ventaja competitiva (González y León 2001).
Aun cuando existen diferencias entre las opiniones de los grupos estratégicos en cuanto
a los grupos de presión “Legales” (normativa y Administraciones Públicas) y “Clientes”
(clientes y tour-operadores), en general son considerados como los más influyentes en
14
temas relacionados con el medioambiente. Teniendo en cuenta que el sector turístico
balear se encuadra principalmente dentro de la modalidad “soy y playa”, estos
resultados no sorprenden, dado que los usuarios de este tipo de turismo prestan una
atención especial a los resultados inmediatos de los impactos de los hoteles sobre el
entorno natural más próximo a los mismos (Álvarez et al., 2001; Carey y Gountas,
1997). Otro aspecto a tener en cuenta es el fomento que desde el gobierno balear se está
haciendo sobre algunos aspectos medioambientales, como las ayudas económicas y
logísticas para la implantación voluntaria de sistemas de gestión.
No existen diferencias significativas de opinión en los grupos “Financieros” (auditores,
empresas de seguros y bancos) y “Ecologistas”. Ambos grupos son valorados por todos
los establecimientos como los que menor influencia ejercen en cuanto a sus impactos en
el entorno. Con respecto al grupo “Financieros”, según estudios previos, existe cierto
desinterés por su parte en cuanto a los criterios medioambientales que siga la empresa
(Gray y Milne, 2004). Además, en 2000, fecha en la que se realizaron las entrevistas,
aún no era obligatoria en España la divulgación de información medioambiental en las
cuentas anuales de las empresas, lo que justifica la baja influencia de este grupo por
parte de los gestores entrevistados.
En lo que se refiere a los “ecologistas”, Holden (2003) argumenta que éstos no tienen
por qué emprender una lucha activa contra el sector turístico en la medida que éste lo
necesita para el desarrollo de su actividad y su continuidad. De hecho, el sector hotelero
no se percibe normalmente como un destructor del medioambiente en comparación con
los sectores industriales como hallan Chan y Wong (2006). En general, parecer ser más
importante la presión ejercida por la propia demanda como señalan Erdogan y Baris
(2007) y Hobson y Essex (2001).
4.2.2 El Desarrollo Sostenible Existen tres opiniones que aúnan tanto a los establecimientos proactivos como a los
reactivos (ver Tabla 5). Por una parte se encuentra que los gestores de las empresas
hoteleras creen que la consecución del desarrollo sostenible en el sector turístico balear
depende principalmente de la Administraciones Públicas, y que la sostenibilidad se
alcanza actualmente. Estas respuestas podrían explicar en gran medida el bajo nivel de
iniciativas que se ha encontrado a la hora de medir el compromiso medioambiental de
las empresas que es comparable al de otros destinos como Plymouth (Hobson y Essex,
2001). Por otro lado, los gestores afirman que el desarrollo sostenible es incompatible
15
con el crecimiento turístico seguido hasta hace poco tiempo en las Baleares como
muestran los estudios posteriores (Urtasun y Gutiérrez, 2006). Aquí cabrían dos
interpretaciones, una optimista, es decir, los gestores confían en la necesidad de un
cambio drástico en la forma de hacer turismo, y una pesimista, es decir, los gestores no
tienen muy claro el concepto de desarrollo sostenible, interpretación que toma fuerza al
analizarla de forma conjunta con las dos opiniones anteriores. Sin embargo, algunos
trabajos permiten una interpretación optimista. Por una parte, Hobson y Essex (2001)
hallan que en Plymouth las iniciativas de protección medioambiental implementadas
por los hoteles no son incompatibles con la falta de un perfecto entendimiento del
concepto de desarrollo sostenible. Por otra parte, Aguiló et al. (2005) detectan una
iniciativa colectiva e individual significativa en los cambios para adecuarse al nuevo
turista que valora los atributos medioambientales.
[Tabla 5: insertar aquí]
Aunque existen diferencias significativas entre proactivos y reactivos, en ambos grupos
se afirma que el desarrollo sostenible será posible, y que costará mucho dinero. Con
respecto a esta última opinión puede no resultar sorprendente comprobar que son los
establecimientos proactivos los que más de acuerdo están en la medida que la
proactividad implica mayor conocimiento de las implicaciones de la estrategia
medioambiental sostenible en la que los costes inmediatos sólo se recuperan en el largo
plazo (Hobson y Essex, 2001).
Hay otras tres cuestiones que también presentan diferencias significativas en cuanto a la
percepción de los reactivos y los proactivos. Por un lado la responsabilidad de las
empresas para la consecución de la sostenibilidad, que si bien es más alta en el grupo
proactivo que en el reactivo, no llega al nivel de aceptación que se manifiesta al
referirse a la responsabilidad de las Administraciones Públicas. De hecho, mientras que
en conjunto, casi el 75% está de acuerdo con esta última afirmación, el porcentaje se ve
reducido al 59% al tratarse de la responsabilidad por parte de las empresas. El grupo
proactivo considera que la responsabilidad de un desarrollo más sostenible se reparte
prácticamente por igual entre los sectores público y privado. En cambio, las empresas
del grupo reactivo asignan una mayor responsabilidad a las administraciones públicas,
un 4,07, frente a un 3,51 para el sector privado al igual que ocurre que en otros ámbitos
geográficos (Hobson y Essex, 2001)
En cuanto a las condiciones necesarias para la consecución de la sostenibilidad, existen
diferencias significativas en cuanto al grado de aceptación de las mismas. En cambio,
16
las opiniones son coincidentes al afirmar que es necesaria una transparencia informativa
por parte de la empresa, y que la implantación de un sistema de gestión medioambiental
ayudará a alcanzar el desarrollo sostenible. Estos dos aspectos son analizados de forma
más profunda en las siguientes secciones.
4.2.3 Transparencia informativa A pesar del apoyo que recibe la afirmación “el desarrollo sostenible requiere
transparencia informativa” por parte de los gestores, la tendencia generalizada es la falta
de divulgación de información al exterior (ver Tabla 6).
[Tabla 6: insertar aquí]
Las diferencias entre los grupos estratégicos son considerables. En el grupo reactivo,
sólo una cuarta parte de los establecimientos conoce aspectos relacionados con el ahorro
de energía, la gestión de residuos y los envases. El porcentaje cae, en el mejor de los
casos, a un 4’7% cuando se trata de informar sobre ellos. Aunque el escenario es
comparativamente mejor en los establecimientos proactivos, en términos absolutos
ninguno de los aspectos era conocido por la mayoría de ellos. La situación tampoco
mejora en cuanto a los aspectos que son incluidos en la información que proporcionan
los establecimientos.
En todos los casos, los aspectos ambientales mejor conocidos son aquellos con mayor
incidencia directa en la cuenta de resultados y el patrimonio de las empresas: el ahorro
de energía, los costes de gestión de residuos y de envases, los derivados de la normativa
legal, así como las inversiones en activos medioambientales al igual que en otros
ámbitos geográficos (Hobson y Essex, 2001). Otro aspecto que se desprende de la Tabla
6 es que la predisposición a informar sobre aspectos ambientales es mucho menor que el
nivel de conocimiento que las empresas tienen sobre ellos lo que concuerda con la
reticencia a informar en general de cualquier aspecto interno y más de aquellos que
atañen a impactos y resultados (Álvarez et al. 2001).
Dada esta situación, no sorprenden ni los bajos valores que presentan los factores
dedicados a los medios de publicación, que nunca superan el 0’3 sobre 1, ni la
imposibilidad de análisis del resto de cuestiones dedicadas a la Información
Medioambiental (ver Tabla 7).
[Tabla 7: insertar aquí]
El factor “Financieros legales”, que incluye las cuentas anuales obligatorias, el informe
de gestión y el informe anual, presenta diferencias significativas entre los grupos
17
estratégicos, siendo los proactivos, como cabía esperar, los que utilizan con mayor
frecuencia estos medios en comparación con los reactivos. Este resultado es
interpretable en términos de rentabilidad esperada de la divulgación realizada (Stabler y
Goodball, 1997). De todos modos, cabe remarcar que en 2000, año en el que se
realizaron las entrevistas, aún no se había promulgado la Resolución del ICAC (2002)
sobre divulgación obligatoria de aspectos medioambientales en las cuentas anuales. Esta
Resolución incorporó al derecho contable español el contenido de la Recomendación de
la Comisión Europea (2001) en este sentido. Esto explicaría en parte este bajo grado de
divulgación. Además, el hecho de que la actividad hotelera se componga de una serie de
pequeñas operaciones que, por sí mismas, tengan un bajo impacto en el entorno hace
que el sector turístico tenga una mejor imagen medioambiental ante la sociedad y no
necesite legitimarse ante la sociedad, lo que influye en el grado de divulgación de
información medioambiental hacia los partícipes (Chan y Wong, 2006).
4.2.4 Sistemas de Gestión Medioambiental Partiendo de la diferencia significativa que existe entre los grupos estratégicos sobre el
grado de apoyo a la afirmación “el desarrollo sostenible se alcanzará con un SGMA”, se
pueden comprender los porcentajes que alcanzan las cuestiones dedicadas a explorar el
conocimiento e implantación de los sistemas de gestión más estandarizados, EMAS e
ISO.
[Tabla 8: insertar aquí]
En general, el sistema ISO goza de un mayor grado de conocimiento e implantación
tanto en los establecimientos proactivos como los reactivos. De hecho, dentro de los
establecimientos reactivos no hay ninguno certificado por el sistema europeo EMAS.
Esta situación puede venir causada por la menor exigencia que supone la adopción de la
norma internacional ISO en relación con la europea así como por la mayor
internacionalización del ISO (Chang y Wong, 2006). No obstante, poniendo énfasis en
la intención de implantar un sistema de gestión en el futuro, la mitad de las empresas
que conocían EMAS se mostraban dispuestas a implantar el sistema, mientras que este
porcentaje en el caso de ISO era del 36%. Esta tendencia puede estar influenciada por el
programa ECOTUR del Gobierno Balear, en el que se fomenta la implantación de forma
voluntaria del sistema europeo de gestión y auditoria medioambiental (EMAS)
mediante la concesión de subvenciones. Además, se puede considerar que el
18
cumplimiento de EMAS ha sido requisito para la etiqueta ecológica comunitaria desde
la Decisión de la Comisión de 14 de abril de 2003.
Dentro de los incentivos para implantar un sistema de gestión medioambiental y en
orden de preferencia se encuentran los de reducir costes, obtener ventaja competitiva y
evitar sanciones. La única diferencia significativa entre los grupos estratégicos radica en
lo referente a la distinción de la competencia, ya que los establecimientos proactivos
otorgan mayor peso a este incentivo que los reactivos, lo cuál era de esperar dado que la
competencia ejerce menor influencia en éstos últimos, tal y como se manifestó en el
análisis de los grupos de presión y en otros estudios.
[Tabla 9: insertar aquí]
La clasificación obtenida de los incentivos sugiere que los establecimientos hoteleros no
sólo están implantando los sistemas de gestión por motivos estrictamente financieros,
sino también para mejorar la imagen que se proyecta al exterior y así ganar una ventaja
competitiva. No obstante, parece que los factores internos y sobre todo financieros son
los que determinan en última instancia la adopción de un sistema de gestión
medioambiental como hallan Chan y Wong (2006). Este hecho puede estar indicando
que la adopción de este tipo de herramientas está siendo utilizada más para dar valor a
los accionistas que para desarrollar una forma de hacer negocios más sostenible (Garrod
y Chadwick, 1996).
No existe la misma unanimidad en cuanto a las dificultades a la hora de implantar los
sistemas de gestión medioambiental. En lo único que concuerdan tanto proactivos como
reactivos es en que este tipo de herramientas de gestión no les supondría sanciones por
parte de la Administración. Aun cuando existen diferencias significativas en cuanto al
apoyo otorgado por los gestores de los diferentes establecimientos, ambos grupos
también coinciden en que los sistemas de gestión ambiental no sólo son para las grandes
empresas.
En lo que sí se diferencian ambos grupos es en lo referente a la aplicabilidad a la
empresa y la necesidad de recursos técnicos y económicos para tal fin. Los
establecimientos reactivos afirman que actualmente los sistemas de gestión no son
aplicables a sus centros, y que no disponen de los medios necesarios para alcanzarlos.
Esta tendencia no se produce en los establecimientos proactivos, los cuales afirman ser
capaces de llevar los sistemas a la práctica y disponer de los recursos necesarios al igual
que en otros ámbitos geográficos (Chan y Wong, 2006).
5. Conclusiones
19
Este trabajo ha analizado la proactividad de la estrategia medioambiental de los
establecimientos hoteleros en Baleares debido a la importancia de la gestión
medioambiental de las empresas turísticas en la competitividad de todo el sector
mientras que pocos estudios se han centrado en el destino Balear.
Partiendo de la revisión de la literatura anterior se ha identificado el grado de
proactividad de la estrategia medioambiental de cada establecimiento en la muestra
representativa de establecimientos hoteleros de Baleares estableciéndose dos grupos
correspondientes a los dos extremos de proactividad medioambiental: reactivos y
proactivos.
Las principales características de los dos grupos estratégicos –i.e., tamaño y categoría-
que coinciden con las de otros estudios en el mismo sector (e.g., Álvarez et al., 2001,
Crespí-Cladera y Orfila, 2005; González y León, 2001) se analizan a la luz de algunos
de los principales aspectos de la proactividad medioambiental comparando los
resultados con los de estudios posteriores en otros ámbitos geográficos.
Concretamente, la baja incidencia de las prácticas medioambientales en el sector
hotelero puede provenir en parte de la falta de una regulación clara y estricta así como
de la ralentizada rentabilidad que éstas presentan, sobretodo comparando con el elevado
coste inmediato. De todos modos, cabe destacar la incidencia de algunos aspectos
comunes en el sector como la presión de los grupos de interés entre los que destacan la
demanda canalizada a través de los touroperadores y que la baja comprensión del
concepto de desarrollo sostenible no impida la implementación de algunas prácticas de
protección medioambiental. Asimismo, la transparencia informativa y la aplicación de
sistemas de gestión medioambiental que son más importantes en el grupo estratégico de
los proactivos, también presenta una incidencia mejorable, sobretodo si se tiene en
cuenta la importancia de las estrategias del sector hotelero en el conjunto de la
competitividad turística del destino dónde operan. De todos modos, la comparación con
los resultados de otros estudios en el sector hotelero parece indicar que esta situación no
depende tanto del ámbito geográfico como de otros incentivos entre los que cabría
destacar una actuación de la Administración Pública. En este sentido, aparte de acciones
de financiación y regulación, también entrarían todas aquellas destinadas a coordinar
esfuerzos de información y actuación por parte de las empresas privadas proveedoras de
servicios turísticos.
Algunas limitaciones de este estudio como el ámbito temporal no longitudinal y la
medición de las variables no impiden que las conclusiones halladas sean de relevancia
20
para la gestión de las empresas hoteleras y la implementación de políticas públicas
destinadas a mejorar la competitividad y sostenibilidad de los destinos turísticos.
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21
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23
Tabla 1. Distribución muestral y poblacional
ISLA 1* 2* 3* 4* y 5* 1* 2* 3* 4* y 5* Total
Mallorca 13,40 14,64 23,36 7,17 13,05 14,30 25,94 6,72 60,01
Menorca 6,85 4,05 3,74 0,93 6,66 4,10 3,44 0,93 15,13
Ibiza/Formentera 13,40 6,23 5,61 0,62 12,89 5,90 5,41 0,66 24,86
Total 33,65 24,92 32,71 8,72 32,60 24,30 34,79 8,31 100,00
% Establecimientos muestra % Establecimientos población
CATEGORÍA
24
Tabla 2. Estructura del cuestionario Pregunta
nº
Compromiso medioambiental 9
Responsabilidad legal y moral 3
Propia percepción de los gestores sobre los impactos de la empresa 1
2
Ventajas e inconvenientes 11
Tipo de información divulgada 12
Medios utilizados 10
Proceso de verificación 13
Partícipes 14
Grado de conocimiento e implantación de los sistemas 5 y 6
Incentivos 8
Dificultades 7
Poscionamiento estratégico
Transparencia informativa
Sistemas de Gestión
Medioambiental
ASPECTOS EXPLORADOS
Grupos de presión
25
Tabla 3. Análisis Cluster y Caracterización de los Grupos
Optivo. Táctico Estrtg.
1 1* y 2 * 56,40%3* 37,10%
4* y 5* 6,60%2 1* y 2 * 36,80%
3* 40,80%4* y 5* 22,50%
Hoteles Categoría
Variables Clasificadoras Datos demográficos
Proactivos
Compromiso MAGrupo Nº Percep
ciónResp. Moral
61,50%
67,30%306,9546,80
Reactivos213 0,23 0,46 0,25 0,29 0,32 23,43 179,77
Empl. Plazas
7,37
8,160,42
Abierto
0,330,370,630,7098
26
Tabla 4. Grupos de Presión: análisis factorial y diferencia en medias
V. Prop % Varianza Reactivos Proactivos Mann-Whitney p4,854 40,45 0,19 0,22 9989,5 0,632
Auditores 0,793Seguros 0,819Bancos 0,859
1,557 12,98 0,39 0,55 6773,5 0,000***
Accionistas 0,925Directivos 0,907
1,169 9,75 0,46 0,49 9140,5 0,091*
Normativa 0,828Estado 0,802
0,99 8,25 0,44 0,48 8945,5 0,057*
Clientes 0,866Touroperadores 0,803
0,717 5,97 0,42 0,46 8867,5 0,044**
Proveedores 0,653Competencia 0,758
0,647 5,39 0,38 0,39 10085,5 0,729Grupos ecologistas 0,853
% Varianza Total explicada 82,79Medida de adecuación KMO 0,807Prueba de esfericidad Bartlett
χ2 = 1651,697p = 0,000
*** Significativo al 1%** Significativo al 5%* Significativo al 10%
Organizacionales externo
Ecologistas
Valoración (0-1) Diferencia en medias
Financieros
Propietarios
Legales
Clientes
27
Tabla 5. Desarrollo Sostenible: Diferencia en medias
El Desarrollo Sostenible… Reactivos Proactivos Mann-Whitney p
2,81 2,47 8808,5 0,023**
4,07 3,87 10057,5 0,5863,51 3,84 8560,5 0,008***
3,3 3,39 9554,0 0,2002,57 2,66 101033,0 0,6423,3 3,92 6908,0 0,000***
Necesita trasparencia informativa 3,38 4,16 6001,5 0,000***
Se alcanzará con un SGMA 3,15 3,61 7754,5 0,000***
*** Significativo al 1%** Significativo al 5%
Es compatible con el crecimiento turísticoCostará mucho dinero
Valoración (1-5) Diferencia en medias
Es imposibleEs responsabilidad de las AA. PP.Es responsabilidad de las empresasSe consigue actualmente
28
Tabla 6. Aspectos Medioambientales susceptibles de divulgación
CONOCE INFORMA CONOCE INFORMAAhorro Energía 25,80% 4,70% 49,00% 11,20%Gestión de Residuos 25,40% 2,80% 43,90% 11,20%Envases 23,50% 3,30% 41,80% 12,20%Regulaciones 19,20% 2,80% 35,70% 11,20%Inversiones 15,50% 0,50% 30,60% 5,10%Provisiones 9,40% 0,00% 24,50% 9,20%Sanciones 9,40% 0,50% 25,50% 7,10%SGMA 8,50% 0,50% 26,50% 7,10%Contingencias 6,60% 0,50% 17,30% 7,10%Costes Externos 5,60% 0,00% 13,30% 3,10%Ingresos 5,60% 0,00% 13,30% 2,00%Responsabilidades 5,60% 0,90% 16,30% 6,10%Litigios 4,70% 0,50% 16,30% 3,10%Ecobalance 4,20% 1,40% 9,20% 3,10%
REACTIVOS PROACTIVOS
29
Tabla 7. Medios de publicación: análisis factorial y diferencia en
medias
V. Prop % Varianza Reactivos Proactivos Mann-Whitney p3,171 52,86 0,23 0,27 9606,5 0,015**
Cuentas Anuales 0,853Informe de Gestión 0,830Informe Anual 0,906
0,775 12,92 0,23 0,23 10331,5 0,757Carta a los Accionis 0,947
0,978 16,29 0,19 0,22 10306,5 0,702Declaración MA 0,906Publicidad 0,637
% Varianza Total explicada 82,07Medida de adecuación KMO 0,727Prueba de esfericidad Bartlett
χ2 = 878,277p = 0,000
** Significativo al 5%
Valoración (0-1) Diferencia en medias
Financieros Legales
Financieros Voluntarios
Medios Alternativos
30
Tabla 8. Grado de conocimiento e implantación de los SGMA
0,00% 14,70%
45,00% 50,00%
4,40% 10,90%
35,30% 36,40%
50,00% 52,30%
75,00% 79,50%
Conoce EMAS
Conoce ISO
43,90%
Conoce ECOTUR 26,30% 44,90%
Lo Tiene implantado
Tiene intención de hacerlo
NO conoce ISO 68,10%
65,30%
Conoce ISO 31,90% 56,10%
Lo Tiene implantado
Tiene intención de hacerlo
NO conoce EMAS 81,20%
Reactivos Proactivos
Conoce EMAS 18,80% 34,70%
31
Tabla 9. Sistemas de Gestión Medioambiental: Incentivos y
Dificultades
Reactivos Proactivos Mann-Whitney p
Incentivos4,12 3,85 9370,0 0,1803,51 3,81 8822,0 0,038**
3,50 3,66 9510,0 0,376Dificultades
3,00 2,57 8357,5 0,070*
3,09 2,70 8527,0 0,013**
2,66 2,88 9335,0 0,183Los SGMA necesitan medios técnicos no disponibles 3,03 2,60 8308,0 0,005***
Los SGMA son sólo para grandes empresas 2,83 2,35 7908,0 0,001***
*** Significativo al 1%** Significativo al 5%* Significativo al 10%
Los SGMA no son aplicables a mi empresaLos SGMA no se pueden llevar a la prácticaLos SGMA supondrían sanciones
Valoración (1-5) Diferencia en medias
Reducir costesCrear Ventaja CompetitivaEvitar sanciones