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LA -PROVISION DB CA TEDRAS UNIVERSITARIAS
1. Introducción.-Dcsde hace algunos años, entre nosotros se habla mucho de reformas 1miversitarias. Sin embargo, cuando se plantea un problema de esta índole, ya en los Cuerpos Colegisladores, ya en el seno de las Facultades, ocnrre casi siiempre un hecho inesperado que tiene mueha semeja11za con lo que en biología recibe el · nombre de atavismo o ~~lto atrás. Sea cual fuere el particular que se examine,, problemas de organización, de disciplina o de enseñanza, planes de estudio o procedimientos de examen, es fácil observar que las ''reformas'' académicas tien_den a volver a tipos o formas de vida inferior, característicos de edades pretéritas.
Justo es reconocer que esta tendencia reaccionaria no es privativ_1¡1 de la Universidad, sino más bien un fenómeno de carácter colectivo. Es un hecho doloroso que no escapa a la más superficial observación, que, desde muchos puntos de vista, Cuba está volviendo a su pasado colonial. "Para completar la regresión-me aseguraba un chusco ha pocos días---ya sólo nos faltan el Segundo Cabo y las cédulás' ·. Debió añadir que la Universidad dt> la Habana es un mero detalle de este retorno general.
Las instituciones sociales son algo así como actitudes colectivas, las cuales suponen en los individuos actitudes mentales, intereses y valores ideales, que son los fundamentos de toda institución. La nación que crea, v. gr., un Parlamento, un Tribunal Supremo de Justicia o un Centro de enseñanza superior, así lo hace porque concibe un i_deal nuevo de vida y porque li:i, _mayoría de los individuos o por lo ll}enos los. más previsores y capacitados han cambiado de actitud ante un problema que antes miraban -con indiferencia o desde un punto de vista. muy distinto . ~ Si la nueva institución responde a los fines que la motivaron, la actitud general se hará más firme y tanto el ideal soñado como el interés que en sostenerlo pone el individuo, echarán nuevas raíces en los corazones. Si pasa lo contrario, si la aGtitud individual es hostil o indiferente al t>Spírltu <le la nueva institución y el ideal a (Jlle ésta ·aspira una palabra hueca, la socic•dad regresará de µn modo inevitable a los errores, prejuicios y há,bitos de una fase anterior de existencia colectiva.
Algo parecido ocurre en la Universidad ele la Habana. La organización de la misma no corresponde a un ideal moderno ni a una actitud formada en relación con dicho id,eal. La T.rniver,;1dad no es un lahorato-11io de investigación científica¡ 1w es nn centro de alta edncación moral e intelectual; ni siquiera es un
Las oposiciones y exámenes p~blicos que la tradición exige en los paísés la.tinos traen como consecuencia el ~xcluir de la competencia a los má.s aptos.
f. PIULSEH; lniversidades iermánius. gran instituto de servicios nacionales: no sirve a la comunidad en el estudio y solución de los grancle8 problemas de nuestra vida colectiva. La Universiad de la Habana es s_implemente un gran centro burocrático, adonde la mayoría de los profesores va a ganar un sueldo y casi todos los alumnos a buscar un títul~. En estas condiciones, las fuerzas individuales, es decir los factores del progreso humano, provocan reacciones tan enérgicas, que la Universidad, en vez de marchar hacia adelante, tiende a moverse en dirección opuesta. Donde no hay ideales colectivos, el interés individual, la tradición o la rutina imponen las 1101·
mas de conducta humana. Los estudiante.~, que han levantado la simpática bandera de las reformas universitarias, tendrán que empezar por remover una masa enorme de prejuicios, de intereses, hábitos seculares y convencionalismos sin substancia." ¡ Dios les dé fuerzas ,para esa obra colosal!
2. El reactivo de los va.lores universitarios.-Para apreciar el valor de una universidad existe un reactivo muy sensible: el examen del sistema aplicado a la designación del personal docente. Las universidades son lo que vale su profesorado, y el profesorado e,; en substancia lo que está determinado en el sistema de provisión de cátedras. Si éste es acertado y previsor, la Universidad se hará digna de su nombre; si es detestable y anacrónico, la institución no llegará a un nivel científico muy alto. Cada país tiene las universidades que merece.
De acuerdo con la experiencia de todas las naciones cultas, el mejor sistema de provisión de cátedras es el del nombramiento libré. · Sin embargo, la mayoría de las personas con quienes lie hablado acerca del particular no ocultan su antipatía hacia esta forma de designac10n. Tal vez confundan la expresión "nombramiento libre" con otra de significación muy diforente, a saber "el nombramiento arbitrario''. Nada hay más opuesto al capric·ho ? la arbitrariedad que el sistema de libre designación, tal como se practica en las principales universidades del mundo. En casi todas ellas el nombramiento libre forma parte de un mecanismo muy complejo cuyas ruedas principales son un sistema de reglas y principios para la formación del personal docente, llna ~cción constante de las autori9ades académicas para aquilatar los méritos de cada profesor y un sistema de estímu los y ascensos que sos-1-euga en el profesorado una forma de emulación sana y fecunda. En realiclad, el nomhra mir.nto libre ofrece mayores gar¡mtías de jus1 icia e imparcialidad qne el concurso y las
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oposiciones. La historía de ·ras- universidades· lG demuestra suficientemente. En la mayoría de las norteamericanas, v. gr., el candidato a la función docente, &'Í. tie-ne disposiciones para eiló, recibe el nombramiento de instructor por ni{ tiempo muy corto, un año, v. gr. Si se di¡;tingue en la enseñanza y sobre todo en la investigacíón, puede ascender a profesor ayudante (assistant proft;;¡sor). Esta designación se hace por un tiempo determinado, por ejem- · plo tres o cinco años. Las cátedras permanentes, las de profesor asociado y profesói· titular (full professor) se reservan a 1os profesores de categoría inferior que hayan demostrado una gran capacidad científica.
En Alemania el sistema adoptado es más sencillo. El candidato al profesora-do superior principia su carrera como profesor libre (privat do.zent) sin otra remuneración que las pensiones que le satisfacen sus alumnos. ·si se distingue como sabio e investigador, puede llegar al rango de profesor ordinario o extraordinario. Las designaciones son hechas por el Gobierno, previa consulta de las respectivas Facultades; pero a veces el nombramiento recae en nn sabio de gran reputaci"ón no incluído en la-s propuestas.
Las universidades franee.sas · tienen un complicado sistema de maitres de · conférences, chargés de cours, agrég·és, profosseurs adjoints y profooseurs titulaires. Lbs adjuntos y titularrs s;on 110mbrados por el Ministro de lnstr11l\ción Pública a pro,puesta de la respectiva Facultad,· y la designación recae casi siemprn en un chargé de cours, adjunto o ag1:cgado de reputación bien merecicfa. ·
Todos estos países r casi todos los demás del mundo culto h~m desechado como pern icioso el sistema de oposiciones a cátedra, que ya sólo se conserva eH España, Portugal, Bul~ garia, eu Rusia y en varias naciones hispano-_ americanas. El éxito de la enseñanza superior no ha sonreído sino a las universidades que han aplicado el nombramiento libre a ·1a d('í:lignadón de su profesorado.
En Cuba, las oposiciones a cá tcdra han siclo combatidas por st1s mejores prclr.gogos, empezando por D. José de la Luz .r Caballero, quien en sn Informe sobre el Instituto Cnbano decía: '' Por justo y fuüdado que parezca el expediente de una oposición o de un examen para graduar la aptitud de un hombre para la enseñanza, la experiencia nos enseña· a cada paso cuán fallidas salen luego en 111.s clases las espera11zas que un hábil estudiante nos había hecho concebir en un lucidísimo acto público''. A pesar de estas ideas, tan sanas como previsoras, el sistema imperante eiltre nosotros es ¡ desde el siglo XVIII! el de las oposicioni•s, inspirado en las creencias inás rantias .r anacrónicas.
En 1900, el Dr. Enrique José Varon"::-1, entonces Secretario de lnstrucción Pública, quiso llevar un poco de inteligencia y de liberalismo a este aspecto de la organización académica, y al efecto, establ-eció un sistema de oposicionrs a cátedras clondr los 'r1'ibuirnlrs habían de
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apreciar en primer térmíno, es decir preferentemente los méritos y trabajos científicos. y docentes de cada candidato. Si los 'l'ribunales de oposición hubieran interpretado en sn espíritu y no a la letra las intenciones del Dr. Varona, la Universidad habría mejorado mucho en la calidad ele su profesorado. Pocas personas, sin embargo, se dieron CU'enta del alcance y signific~ción de la reforma, y el resulta1o'- del error ha sido que el sistema de oposiciones; despl.tés de pasar . por un rápido proceso · dé• degeneración, se ha convertido en una vergüenza de la Universidad y de la República. Las oposiciones-y éste es un secreto a voces-no se r~alizan 'ante el Tribuiial nombrado para apre_ciar los méritos . de cada uno de los aspirantes, sino ante las corporaciones que designan los jueces de los Tribunales. Para resolver tan grave situación, las Facultades han ido ''reformando'' · poco a poco el sistema de provisión de cátedras. Primero lo hicieron las de Derecho y Medicina ; pero, en vez de inspirarse en la experiencia ya adquirida y en la opinión de los mejores pedagogos, dichas Facultades buscaron en un p·ásado muerto, en una ideología trasnochada, la so.lución de un problema relacionado íntimamente con aspiraciones, valores e ideales de la vida moderna. · · · ·
Como era natural y lógico, la "reforma" nada mejoró, porque es imposible que un sistema bueno para el siglo XV pueda subsistir en una socied~d del siglo XX, es decir en un nuevo orden de ideas, necesidades e intereses.
Hjacc algunos meses, la Facultad de Letras y Ciencias, siguiendo el ejemplo de las otras, quiso mejorar su sistema ele provisión de cá- . tedras, y sin recordar que vivimos en el· siglo XX y no en la duodécima centuria, discutió y aprobó las base,<; ele un nuevo reglamento cuyo leitmotiv era una ley vigente en la vieja y atrasada Universidad colonial. Combatí con todas mis fuerzas el empeño de la Facultad; invoqué hechos que nadie puso en duda; expuse argumentos que nadie quiso discutir. Todo fué en vano.· El "nuevo'' sistema de oposiciones fué aceptado por inmensa mayoría; y entre sus más denodados defensores se halla.han-me entristece el decirlo-¡ los profesores más jóvenes de la Facultad!
3. Inconvenientes de las oposiciones a cátedra.-Hace tiempo que combato las oposi, ciones a cátedra, y hasta la fecha nadie há podido demostrarme que estoy en un error a ese respecto. · Por eso cada vez que insisto en el asunto, lo hagci con fe más robusta, con mayor acopio de argumentos y energías. Creo . que el sistema es detestable, lo mismo desde un punto de· vista general que en relación a nuestro medio ambiente. Considerado en abstracto, · el ·sistema es antipedagógico, anticientífieo y está en contradicción con la experiencia y con la lóg·ica más elemental. Desde ei punto de vista de su aplicación a Cuba, todos los heehos militan contra él.
4. El sistema es antipedagógico.-El sistema rs antipccln.gógico, porque dada su natn-
raleza (un ·examen en competencia) no permite apreciar las cua1idades básicas del profesor: la laboriosidad y la constancia en el trabajo, el entusiasmo por la ciencia, el temple moral, el ascendiente sobre la juventud, etc. La oposición no pone de manifiesto sino ciertos talentos y aptitudes que son muy útiles al hombre práctico, mas no necesarios al profesor y al hombre de ciencia. Tales eon la facilidad de expresión, la buena memoria, la rapidez de concepción, la elegancia en el porte y las maneras. El verdadero profesor, con sus virtudes, su originalidad de ideas, su amor al estudio y su entusiasmo, asoma rara vez en una oposición. Por eso, como observaba Luz y Caballero, es muy frecuente que resulte inepto como profesor un candidato euyos ejercicios deslumbraron a un docto y severo Tribunal. Este no se entera nunca de lo que pasa en las aulas ni en los laboratorios, talleres y clínicas.
5. El sistema es anticientífico.-Otro defecto de las oposiciones a cátedra consiste en que el sistema no está de acuerdo con las condiciones de la producción científica. Los profesorés de la Universidad deben ser ante todo y sobre todo hombres de ciencia, que vale tanto como decir sabios e invéstigadores. Los ejerc1c10s de oposición son pruebas rápidas, exámenés superficiales donde es humanamente imposible la originalidad científica, el descubrimiento de un hecho nuevo, la demostración de una verdad que amplíe el horizonte humano, la línea espi1·itual que separa lo conocido de lo inexplorado. CÓn mayor o menor brillo, erudición y claridad, los candidatos exponen descubrimientos y teorías ajenas, muy rara vez ideas propias. El psittacismo es tan no-_ torio en dicha clase de trabajos, que sólo por excepción alguno de ellos merece los honores -de · la publicación · en una: revista.
Para juzgar los méritos de un hombre de ciencia no existe otro camino que el e:'ltudio escrupuloso de sus obras, sus escritos, sus trabajos de investigación, su moralidad, su carácter y, para decirlo de una vez, su vida moral, científica y docente. En las oposiciones a cátedra podrá averiguarse si un aspirante es docto o erudito, si tiene talentos de conferencista o si es un hábil escritor; nunca o casi nunca si posee aptitudes para la investigación original. Los verdaderos sabios son casi siempre modestos y tímidos y huyen de las competencias ruidosas, porque saben que éstas les son desfavorables. Entre un sabio lento ytorpe de expresión y un orador diserto y brillante, la elección no es dudosa en una oposicwu. He presenciado algunos casos de esta selección de los peores. Hasta he visto, ¡ horresco referens !, a un sabio de mucho mérito tfrt-rotado eii nná oposición por un político pro fe"sional.
6. Las oposiciones están en desacuerdo con el sentido común y ·la experiencia.-Las oposiciones son antipedagógicas y anticientíficas, prt'O no son éstos sus únicos inconvenientes . 1~1 nrnyor consiste cu q1tc se hallan en con-
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tra-dicción con el sentido común y la experiencia. No se trata de una paradoja; no creo incurrir en exageraciones. Es un hecho positivo qu:e el sistema de oposiciones a cátedra
. infringe las reglas de la lógica más elemental. Cuando un hombre de negocios, un industrial, un artista, un escritor o en general una per- _ sona atareada necesitan un auxiliar, un secre-: tario o colaborador, jamás permiten que se les nombre por oposición. Y sin embargo, lo q ne parece detestable cuando se trata de un puesto de importancia exigua, es considerado bnc- . no para un cargo de tanta transcendencia como el de educador de la juventud, cultivador de una ciencia y maestro en los métodos de investigación científica. Las oposiciones constituyen un absurdo que no honra la intelectualidad de ningún país. Paulsen las trata con benevolencia al declarar que constituyen una superstición de los países latinos.
Por las razones antedichas y otras que silencio para no cansar, los mejores pedagog-os del mundo combaten con energía las~osiciones. Tan opuestos a las mismas son los pedagogos, que uno de ellos, el sabio español don Francisco Giner, ha dicho sin hipérbole que es indispensable escoger entre la enseñanza y las oposiciones, porque donde prevalecen las . oposicionps no puede haber buena enseíí.auza, y donde ésta se ha establecido con buen éxito · es porque se han abandonado las oposiciones. En todas partes la exp.eriencia ha demostrado que el sistema de oposiciones contribuye poderosamente al atraso de la ensefütnza superior.
7. Fracaso del sistema en Ouba.-Hc exa~ minado el sistema de oposiciones desde un punto de vista general y abstracto, y sólo me falta analizarlo en relación con 't{i:~íestro m~dio ambiente, es decir por el valo1: de sus resultados estimados a la luz de nuestra experiencia nacioual.
Algunas personas con quienes · h~ discutido acerca del particular han esgrimido un argu~ mento que todavía no he entendido bien, porque está en desacuerdo con todas las reglas de la lógica, aun las más vulgares y sencillas. El sofisma se reduce a afirmar que dado el ambiente moral en que vivimos, el sistema dé oposiciones, teóricamente detestable, es más · honrado e imparcial que el nombramiento li: hre. 'l'odo esto equivale a decir: en Cuba el, valor moral de los intelectuales es tan reducido, que el sistema de oposiciones a cátedras, a pesar de ser, en teoría por lo menos, el peor, es el único que brinda suficientes garantías de justicia e imparcialidad.
No creo ni he creído nunca que el nivel moral de los intelectuales sea más bajo entre nosotros que en Chile, la Argentina y otros países hispano-americanos donde ya se ha/4nunciado a las oposiciones a cáted~·a. Tal Yez se confunda al verdadero inteleetual, al hombre disciplinado en el trabajo del espíritu (lo cual requiere fuerte dosis de cultura ética), con el ps¡,udo-intelectual, que sólo tiene un ligerísimo barniz de instrucción y cultura mo-
raf. Péró' a~n concediendo al argumento todo . el valor que ,ge· 'le quiere ·dar, es· imposible· comprender ·cóko •una·ley 'o un réglamento priéden transmutar el caracttfr moral de'° una persóna. Si' el ' inteléctual de'• C-uba es corrompi,do ·cuan-
• . ' do · no sé ·encuentra en un Tribunal de oposi-ciones, ¿ en virtud de • qué alquimia mental, por qué ·sortilegio adquiere decencia _y · honradez cuando actúa como juez en un solemne acto aéadémico Y ¿ Acaso las fórmulas. jurídicas tien"en la virtud de cambiar ra-dicalmente el carácter moral Y Quien es perverso o débil y amoral en las situaciones comunes de la vida ¿será menos débil o pe~verso cuando es.té rode0a-da de:· formálidades técnicas?
En abono de mi tesis puedo citar no pocos hechos· que hablan ' elocuentemeut.e por sí solos. Durante · el régimen anÚguo, las oposiciones a cátedra se ajustaban a un procedimiento semejante al aprobado por la F'aculta.cl de Letras y Ciencias; y sin embargo, entonces como ahora las oposiciones eran fuente inagotable de protestas y de escándalos. Con un sistema que difiere ' poco del que estoy · examinando se han celebrado oposiciones en las Facültadés de De'rech.o y · Medicina,' y el procedimiento no ha evitadó · la designación de algunos profesores acusados de incompetencia o de desidia por los estudiantes y aun sortto vóce ; por aigun'os profesores.
Por otra parte, la historia de la enseña11za en · Cuba prueba hasta la saciedad que cuantas veces ¡e· ha intentado seriamente la a,pliéación del nombramiento libre, los resulta-dos han sido superiores a los que se hubieran obtenido en uha oposición. La Escuela -del Hogar, v. gr., designa· libremente su profesorwdo, y ella es quizá · la institución que mejor realiza entre nosotros su función docenté. Hasta la Universidad, que tanto combate el nombrami~nto libre, me proporciona pruebas en abono de mi t~is: los ayudantes facultativos se designan eu la Facultad de Letras y Cienciás mediante el nombramiento libre, y esto se hace, ¡ pára evitar los gra:vísimos inconvenientes d'e la oposició1f !
á.i Resumem-Las oposiciones constituyen Ún fosÚ académico, un prócedimiento me¡lioeval · qüe corresponde a · ideas y prejnicios dr una sociedad ya muerta. En· otro tiempo sr creía que ' las ciencias eran un conjunto de verdad-es formuladas de una Vez para - siempre. Hoy sabcm.os q1ie dichas disciplinas son procesos de investigación que nunca terminan. Si la designación del profesorado académiro ha de satisfacer los intereses v n~ccsiJadcs de la & poca p1·esen te, debe ¡r{spir~ rse en 1~11 concep tu d~nú'mico · del conocimiento y la. verdad. La investigación es_ el eje a ]rededor del duál girán las instituciones universitarias, y eiltre las oposiciones y la investigación científica ha habido siempre una absoluta incompatibílidad.
En mi discurso inangural de 1921 a 1922, propuse convertir la Escuela de Pedagogía en
uri •Iaboratorío dé 'investigación académi-ca. Para evitar a la Universidad el peligro de ·unensayo infructuoso en grande escal-a, propuse también ha pocos meses a la Facultad de Letras y Ciencias; con el apoyo · del doctor Rniz Cadalso y otros compañeros del Claustro, aplicar en dicha escuela el uombmmiento libre, a fin de aquilatar los méritos e inconvenientes de dicho sistema. La Facultad, por una pequeña mayoría, se declaró inconforme con mi desintereS'ada moción, porque, como dijo, tal vez con ironía, un joven profesor, no debía sacrificarse la unidad de la corporación. ¡ Argumento delicioso, tratándose de una ·1<..,acultail formada por una Escuela de· Letras, otra de Ciencias, otra de Pedagogía, otra de Ingenieros, y otra de Agrónomos y Químicos Azucareros!
La Facultad de Letras y Ciencias ha sido siempre uná torre de Babel, una verdadera Macedonia de aspiraciones e intereses encontrados. En estas condiciones, la primera ba,;r de todo p-royecto de reforma de dicha J<'acultañ. debe ser · la división dr ésta en tre5, Facu 1-· ta.des por lo me.nos: la de Pedagogía, la de Ciencias 'y Letras y la de Ingehlerbs y Agrónomos. Así no ocurrirá otra vez que una corporación renuncie> a un utilís-jmo trabajo dr investigación-de acuerdo con la función p1·0-pia y esencial de toda universidad-en obsequio de la unidad imaginaria y hueca de una Facultad.
Eñ mi · discurso inaugural de 1921-1922 proponía ensayar en la Universidad el nombramiento libre, del siguiente modo: los profesores de las Faeultadés se dividirán en tres clases: a.gregadós o instructores, ad:juntós· o asociados y profesores titula,res. Los agregados o instructores podrían ser nombrados por uno o dos años, los adjuntos por cinco y los titulares sin limitación de tiempo. La designación de los primeros crrespondería a la respectiva Facultad; la de los segundos al Consejo Universitario, a propuesta razonada de la Facultad, y la de los titulares al Secretario de Instrucción' Pública, a propuesta ra.zonada de la Facultad, con informe favorable del Consejo Universitario o de una Junta consultiva. de enseñanza superior. Para desempeñar el cargo de profesor titular sería necesario haber servido con brillo y distinción como profesor adjunto o tener una gran reputación científica en la es.peciálidad a que so refiera la cátedra.
El amor que tengo a la Univen;i<lad de la Habana, de la que i:;oy ha diez y siete aiios pfofesor, me mueve a pedir nuevamente al Claustro de la misma, a los Cuerpos Colegisladores, a los graduados de las Facultades y a los estudiantes el abandono del viejo y deRaéi·editado sístema de las oposiciones a eátPdra, el cual constituye la cansa principal del atraso PU qnP se enru cintra mH.'stra euseñamm superior.
A. M. AGUAYO.
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