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La re-construcción del conocimiento
Gonzalo Zurita Balderas
Universidad Nacional Autónoma de México
Resumen
El presente ensayo tiene como finalidad tratar de responder a la perenne
pregunta ¿Qué es el conocimiento? Para lograrlo, se adoptará la noción clásica
de creencia verdadera justificada. La postura que se defenderá es que el
conocimiento es un constructo social. Para justificar lo anterior se adoptará un
criterio de justificación pluralista que posibilite la verdad sin llegar a un relativismo
absurdo o al escepticismo. Para desarrollar lo anterior se revisarán los conceptos
de razón, racionalidad, marcos conceptuales y comunidad epistémica.
Finalmente, se abordará también al conocimiento con relación a otras ramas de
la filosofía, particularmente, la ética y la política.
Palabras clave: Conocimiento, justificación, pluralismo, marco conceptual,
verdad, etc.
Introducción
Aristóteles en la primera línea de su Metafísica proclama: “Todos los hombres desean
por naturaleza saber”.1 Esto es, que todo ser humano tiende por naturaleza al deseo
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por conocer. Desde los comienzos de lo que es llamado “civilización” la especie
humana ha desarrollado diversas ramas. En ese extenso desarrollo, con miles de
fluctuaciones germinaron creencias, saberes y conocimientos. Así pues, el preguntarse
por: ¿Qué es el conocimiento? Cobra una relevancia fundamental en la filosofía. La
epistemología será la encargada por excelencia de dar cuenta a esta pregunta, que
sigue siendo vigente. Con todo, hoy en día no es posible separar al conocimiento de las
demás ramas de análisis filosófico como la ética y la política. Quien decida lo que es
conocimiento y lo que no, implicará una amplia gama de repercusiones a nivel social,
cultural y epistémicas. La tesis del ensayo será defender que el conocimiento es un
constructo social. Para lograr lo anterior se procederá de la siguiente forma: se
revisarán los mayores antecedentes al caso Gettier así como sus consecuencias.
Después se analizarán las implicaciones de asumir a la ciencia como única forma de
conocimiento. En tercer lugar, se abordará la importancia de la racionalidad y los
marcos conceptuales. Finalmente, optaremos por un pluralismo para justificar diferentes
tipos de conocimiento.
1. Pre-Gettier y pos-Gettier:
Los orígenes por la pregunta acerca de ¿qué es el conocimiento? Se remontan a la
civilización griega. Platón en el Teeteto abordará esta cuestión. En el diálogo Sócrates
confronta al joven Teeteto en búsqueda de la definición de lo que es el conocimiento.
Así, en el diálogo se encuentran tres definiciones básicas: “El conocimiento es
percepción. (151d); El conocimiento es creencia verdadera. (187a); El conocimiento es
creencia verdadera acompañada de una explicación (que en tiempos modernos
llamaríamos justificación). (201c)”.2 Sócrates y Teeteto conforme el diálogo discurre van
2Óp. cit. Pp. 154-158
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refutando la primera definición, la segunda; pero lo más interesante, la tercera es
también abandonada. Sócrates le dirá a Teeteto que la justificación no convierta a la
creencia verdadera en conocimiento. Lo anterior, asevera Sócrates, es insostenible
puesto que no aporta nada más a la creencia verdadera, siendo entendida justificación
como la expresión del lenguaje (206c), o la enumeración de las partes del objeto
estudiado (206e), o algo que distingue al objeto estudiado de los demás (208b).3 El
diálogo termina en una aporía y se suspende el juicio.
Después de miles de años René Descartes, habría de ser el encargado de poner
a prueba si el conocimiento es posible. En el libro Meditaciones Metafísicas se interpela
a sí mismo y se da cuenta que lo que forma su cuerpo de conocimiento es endeble y sin
fundamento poderoso4. Ante esto, se propone a hacer un ejercicio: someter a prueba
todo lo que antes concibió bajo el nombre de conocimiento para acabar con las dudas
que lo pudiesen debilitar. Lo que él busca es la certeza absoluta. Por certeza se
entiende aquello de lo cual no es posible dudar más. Dice Descartes:
“Heme aquí obligado a confesar que todo cuanto yo creía antes verdadero, puede, en cierto
modo, ser puesto en duda, y no por inconsideración o ligereza, sino por muy fuertes razones,
consideradas con suma atención; de suerte que, en adelante, si he de hallar algo cierto y seguro
en las ciencias, deberé abstenerme de darle crédito, con tanto cuidado como si fuera
manifiestamente falso”.5
La duda metódica, a partir de ese anhelo por lo indubitable será que Descartes
construirá su edificio del conocimiento. El método científico será el encargado de traer
luz a los hombres y desentrañar a la naturaleza. Descartes consagra la tarea del
investigador, e identifica al conocimiento con aquello de lo cual no se puede dudar más.
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“no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y
distintamente a mí espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.”6 El
método científico será la panacea para combatir al escepticismo y se volverá la punta
de lanza con la cual los positivistas retomarán que el conocimiento es posible.
A pesar del rechazo por parte de Platón, esta definición de conocimiento se
convirtió en la clásica por excelencia. Al comenzar el auge del positivismo identificar
conocimiento con creencia verdadera justificada fue lo más común. Como señalan
Blasco y Grimaltos: “En esos términos definieron el conocimiento filósofos como Alfred
Ayer y Roderick Chisholm, hacia 1950.”7 Hasta la década de 1960 se podría decir que la
epistemología no tenía mayores problemas; no obstante, en 1963 Edmund Gettier
publicó su célebre artículo: ¿Es conocimiento la creencia verdadera justificada?8 En tres
páginas, Gettier problematizo si en realidad era irrefutable que el conocimiento fuera
creencia verdadera justificada. Veamos cual fue su postura.
Gettier menciona a Ayer, Chisholm, y Platón, y menciona que para estos tres
autores una condición necesaria para que de hecho se pueda hablar de conocimiento
es la justificación. Sin embargo, parece ser que la justificación no es suficiente para el
poder hablar de conocimiento. Más aún, Gettier pone dos casos en los cuales el sujeto
tiene una creencia verdadera y está justificado en creerla, empero, ¿se puede decir que
tiene conocimiento? Por ejemplo, Juan tiene un amigo llamado Esteban. Juan conoce
que Esteban tiene un perro ya que lo acompaño a comprarlo en la mañana. Ahora
pensemos que Esteban se dio cuenta que es alérgico a los canes y se lo regalo a otro
amigo de Juan, a saber, Mario. Juan está plenamente justificado en creer que él tiene
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un amigo con un perro. Si yo le preguntará quien tiene ese perro, él me respondería
que Esteban. Mas, no estaría en lo correcto, aunque estuviera justificado, ya que quien
realmente tiene el perro es Mario. De lo cual se sigue que aún teniendo una creencia
verdadera justificada, no se siga necesariamente conocer.9
Después de la publicación de este artículo, muchos epistemólogos se avocaron a
la tarea de resolver el problema Gettier. No abordaré los intentos ya que son
demasiados, y este no es el objetivo del ensayo. Simplemente deseo destacar lo
importante que fue para la formación de nuevos criterios epistémicos. A pesar de lo
anterior, es imprescindible el comentario que hacen Blasco & Grimaltos al respecto: “De
hecho, pensamos que se puede avanzar más por esta segunda vía, intentando aclarar
la naturaleza de la justificación, que por la primera.”10 La primera vía sería intentar
añadir o quitar elementos a la conceptualización de conocimiento, cuestión que sería
inclusive más complicada por la cantidad de contraejemplos que se podrían brindar.
Pero, seguir buscando en la cuestión de la justificación para ser una postura plausible, y
donde aún queda mucho por investigar. La problematización del concepto de
justificación, aunado a la apertura a nuevas perspectivas de lo que es el conocimiento
fueron brechas que la crítica de Gettier permitió. Esa es, quizá, la mayor herencia del
problema Gettier.
Uno de los filósofos que ha intentado re-conceptualizar el conocimiento ha sido
Luis Villoro. Su clásico libro Creer, saber, conocer publicado en 1982 da cuenta de su
apuesta. Al preguntarse por el conocimiento, Villoro empata con mi opinión y la Blasco
& Grimaltos, a lo que añade “Ya no me importará descubrir las causas del conocimiento
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sino las condiciones en las que un pretendido saber está justificado o no.”11 Así el
movimiento que realiza Villoro es de sumo interés para nuestra causa. El también
sostendrá que el conocimiento es un constructo social;12 además, será interesante
rescatar dos prejuicios que serán el puente para el siguiente apartado: el prejuicio
cientificista, y el prejuicio teórico.13
2. La ciencia, ¿única forma de conocimiento?
El prejuicio teórico consistiría –según Villoro– en pensar que el conocimiento es
simplemente una actividad contemplativa o teorética, como dirá Aristóteles. En realidad,
eso ha sido el resultado de hacer de “conocimiento” una palabra altamente
especializada como sostienen Blasco & Grimaltos, entre otros14. Empero, como
argumenta Villoro, no se puede hablar ya de un solo tipo de conocimiento, mucho
menos pretender que se restringe a la vida científica. El conocimiento tiene
motivaciones, y asimismo, es un elemente de la praxis cotidiana. Luego entonces, no es
una simple contemplación aislada de las condiciones sociales, morales y políticas de
cierta comunidad; lo cual se argumentará posteriormente. Por otro lado, el prejuicio
cientificista sería definido por Villoro como la tendencia a restringir el acto de conocer y
el conocimiento mismo al campo de la ciencia y el método.15 De esta forma, la
epistemología y el conocimiento son reducidos a la filosofía de la ciencia y al producto
de aplicar correctamente el método científico respectivamente. Ahora bien, ¿de dónde
surge el prejuicio cientificista? Se vuelve menester para responder a esta pregunta
revisar la modernidad, el positivismo y la ilustración.
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El positivismo inaugurado por Francis Bacon fue la escuela que luchó por la des-
mitificación de la vida del hombre. Novum Organum comprende su intento por justificar
el método inductivo y, compaginar a este con la ciencia, para así obtener la verdad y el
conocimiento del mundo. “Mi lógica se dirige a enseñar y educar el entendimiento (…)
para que haga verdadera anatomía de la naturaleza.”16 Ante los falsos ídolos, la ciencia
y el entendimiento, empuñando el método científico buscan liberar al hombre de sus
falsas suposiciones. La experimentación, el inducir las reglas generales son la única
forma de desaparecer a las supersticiones y mitos que se encargan de limitar el
conocimiento. Así, el pilar de su método será la experiencia justificada. “Pero la mejor
demostración es con mucho la experiencia, siempre que vaya acompañada de
demostración.”17 Le verificación a partir del método, de manera empírica, se convertirá
en la única manera de justificar el conocimiento. De esta forma, se configura todo un
esqueleto que posteriormente será reforzado por el movimiento de la Ilustración.
Immanuel Kant será la cúspide del pensamiento ilustrado. La Ilustración fue un
movimiento de gran peso intelectual durante el siglo XVIII. Y una de sus premisas
básicas era la apuesta por la razón; esta llevaría al hombre a construir sociedades
cosmopolitas, y lo liberaría de su estado de “menor de edad”. Kant diría en su
magnánimo texto ¿Qué es la ilustración? Lo siguiente: “La ilustración es la salida del
hombre de su minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad
estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de
otro.”18 El remitirse a un fundamento de la vida del hombre haría necesario que la
epistemología, la ética, y la política fueran necesariamente universales.
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Hay una gran reminiscencia del pensamiento de Bacon; no obstante, Kant da un
paso más allá. Él sostiene que existe una razón única inmanente a todos los seres
humanos, y que el ejercicio de la misma es lo que constituye la racionalidad. “según la
razón; poco más o menos como a las intuiciones del mundo sensible se añaden
conceptos del entendimiento, (…), y así hacen posibles proposiciones sintéticas a
priori, sobre las cuales descansa todo conocimiento de una naturaleza.”19 A pesar de
esto planteamiento universal que apela a la razón existe un tremendo problema con
esta conceptualización del conocimiento. La racionalidad se vuelve intrínseca al
método, del cual proviene el conocimiento. Sin esta racionalidad occidental, sin la
sumisión ante los preceptos que esta demanda, uno es a priori rechazado
sistemáticamente como irracional.
Marx Horkheimer en la Crítica a la razón pura arremeterá en contra de los
problemas que origina el encerrar a la razón en la simple lógica matemática, y a la
racionalidad en el ejercicio de la misma. “Para el positivismo si se quiere ingresar como
miembro de los gremios de la sociedad, es condición previa expresar una fe exclusiva
en la matemática.”20 Esta “fe” dogmática en la ciencia implica una de los errores más
grandes del proceso ilustrado.
Bacon identifica a la ciencia con el poder, pues “ciencia y poder coinciden en una
misma cosa.”21 Los “irracionales” de la historia, la razón ha dado legitimidad a la
conquista de América, la explotación de África. En la modernidad el poder, que es
identificado con el conocer sustenta la dominación. Enrique Dussel en Filosofía de la
liberación apunta hacia la carencia de crítica que el ego moderno instauro.22 La razón
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como justificación, se convierte en el “Dios” cartesiano, fundamento que lo salva del
colapso ante el escepticismo. Con el proceso de globalización bajo un único modelo,
una sola racionalidad, los conocimientos populares y ancestrales de los pueblos
originarios de América Latina –sólo por dar un ejemplo– son convertidos en simples
supersticiones sin sustento, sin valor epistémico. El método será el modelo por
excelencia; el único capaz de proporcionar conocimiento. Adorno & Horkheimer
concluirán de la Ilustración: “Sin consideración para consigo misma, la Ilustración ha
consumido hasta el último resto de su propia autoconciencia.”23
¿Significa lo anterior que debamos abandonar a la ciencia, prescindir de ella? No,
sería ingenuo pretender lo anterior. A la ciencia le debemos gran parte del progreso en
el conocimiento humano, el sobrepasar falsas idolatrías y perfeccionar nuestra aprehen-
sión del mundo. Lo que se sostendrá será la imposibilidad de decir que la ciencia, en-
tendida como única forma de racionalidad, es la única manera de obtener la verdad y
alcanzar a conocer algo. Pues, como se argumentará, existen más tipos de racionali-
dad, de métodos y de formas de actuar; de lo cual se sigue que existen diversos tipos
de conocimiento.
Lo que se exige a la Ilustración y a la ciencia, es el reconocimiento de su imposibili -
dad de otorgar verdad y conocimiento de todo. Gadamer concuerda al respecto y aña-
de: “sólo tiene sentido para ella (la ciencia) lo que se ajusta a su método de hallazgo y
examen de la verdad.” 24 Lo anterior, también es afirmar que el conocimiento sí es posi-
ble y está íntimamente ligado a la verdad. De lo anterior se desprende que sean revisa-
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dos de los conceptos de creencia, saber, comunidad epistémica, y marcos conceptua-
les.
3. Marcos conceptuales, creencia, saber
El planeta tierra, el único del cual sepamos que existe vida, alberga al ser humano. Sin
embargo, pretender que el ser humano es un todo homogéneo resultaría absurdo si se
hace un análisis profundo de su configuración. Se hablan más de 20 lenguas, existen
cientos de dialectos; hay miles de culturas alrededor del orbe. La pretensión de globali-
zar, entendida como un proyecto de homogenización, todos los países, todas las cultu-
ras es, por decir lo menos, peligroso. ¿Cuál es el problema? En primer lugar, implica
uniformar a las culturas, hacer que las personas entiendan al mundo como un todo
igual, unívocamente. De lo cual se sigue, que sólo pueda existir un modelo económico
correcto, una postura ética, una forma de conocer. En segundo lugar, hay alguien que
decidirá que es la unidad, y lo que no entre en esa unidad quedará fuera. Una vez más,
lo irracional, lo otro, es aquello que debe ser eliminado.
Peligran entonces, las milenarias culturas prehispánicas de toda Latinoamérica,
las tribus africanas, los campesinos tradicionales. Como señala León Olive: “La preten-
sión de que las sociedades industrializadas poseen los principios de racionalidad que
se deben imponer por su propia fuerza, ha llevado, a una posición (…) intolerante.”25
Ante esta amenaza inminente, es necesario que el sujeto se vuelva crítico ante esta
idea de racionalidad.
La posición que defenderé será que existe más de un tipo de racionalidad. En
cada sociedad, o cada grupo social del mundo existen diferentes formas de valoriza-
ción. Es decir, cada grupo social tiene una determinada serie de axiologías, concepcio-
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nes del mundo, valores políticos, intereses y creencias. En un país como México, que
es esencialmente multicultural, de manera pocas veces cordial las diversas colectivida-
des conviven. La serie de elementos antes mencionados son todos constructos socia-
les, con lo cual quiero decir, que no tienen una existencia en sí mismos. Por ejemplo, la
idea de justicia tojolabal no tiene una existencia por sí misma salvo dentro de su comu-
nidad. A esta serie de conceptos que engloban la conceptualización del mundo de cier-
ta colectividad las nombraremos marco conceptual.
Al respecto, Olivé añade que “el meollo de los marcos conceptuales está forma-
do por el conjunto de presupuestos que llevan consigo los razonamientos y las eleccio-
nes gnoseológicas o prácticas de los miembros de una determinada comunidad.”26 El
conjunto de esta carga a priori predispone al individuo a actuar de determinada forma.
Villoro distingue en el término razón dos significados. El primero es la facultad inmanen-
te a todo ser humano. La segunda sería “el fundamento” en el cual el sujeto basa sus
creencias.27 Por lo cual, admitiendo la diversidad de marcos conceptuales, se acepta
más de un tipo de razón. El llevar a la práctica estos fundamentos, justificando racional-
mente el actuar del sujeto, es lo que constituye la racionalidad. De lo cual se sigue, que
existe más de un tipo de racionalidad.
Aquí de nuevo habría que distinguir entre dos sentidos de racionalidad. 28 En pri-
mera instancia, la racionalidad se entendería como el ejercicio de razonar e interpela-
ción con base en razones. En segunda instancia, la racionalidad constituye la ejecución
de juicios con base en buenas razones. La segunda noción, que es la de interés para el
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ensayo, es necesariamente determinada por los marcos conceptuales. En este sentido,
se argumentará la formación de diversas comunidades epistémicas.
Los marcos conceptuales demarcarán una interpretación del mundo que predis-
pone a los individuos a cierto comportamiento, y dentro de los mismos se encuentran
creencias. La creencia es definida por Villoro como: “la disposición de un sujeto consi-
derada en cuanto tiene relación con la realidad tal como se le presenta a ese sujeto.”29
Ahora bien, existe una diferencia importante entre la creencia y el saber. Cuando un su-
jeto dice: “creo que hoy lloverá”, significa que no tiene una seguridad acerca del hecho
de que el presenta día, el fenómeno que es denominado lluvia acaecerá. Pero, si otro
sujeto emite la siguiente oración: “sé que hoy lloverá”, el sentido cambia. En el primer
caso se trata de una creencia con un fundamento que no tiene un nivel “objetivo”, po-
dría decirse que es una razón meramente subjetiva. Por el contrario, en el segundo
caso la afirmación es contundente, lo cual hace pensar que la persona tiene un susten-
to sólido, coherente y alcanza un grado de objetividad independiente del sujeto.30 El sa-
ber es una creencia sustentada en la razón objetiva, por lo cual alcanza una intersubje-
tividad y una aprobación. ¿Pero quién lo aprueba? Es ahí donde entra en juego el con-
cepto de comunidad epistémica. Estas se desarrollan dentro de los marcos conceptua-
les y cumplen una función particular: restringe las creencias racionales. Asimismo, las
comunidades epistémicas están confinadas a los conocimientos y recursos materiales
que tienen a su disposición. Parten de un marco conceptual específico, lo cual supone
también que están en un determinado tiempo y espacio.31 De esta forma, el saber se
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conforma de manera intersubjetiva, y le da arraigo la racionalidad que es adjudica por
una comunidad epistémica.
4. La pluralidad del conocimiento
Ya ha quedado establecido que no existe una sola racionalidad, que esta depende de
los marcos conceptuales, y que a su vez, las comunidades epistémicas dan la aproba-
ción de lo que se entiende por racional. Es momento de atar todos los cabos sueltos. La
tesis del ensayo es que el conocimiento es un constructo social, de lo cual se despren-
de que habría que definir lo que es entendido por conocimiento y cómo justificarlo. El
conocimiento, desde la postura que intento defender, es una creencia verdadera justifi-
cada. No se añade nada a la noción tripartita de conocimiento tan criticada por Gettier.
El camino al cual me avoco es a la justificación del conocimiento a partir del pluralismo.
El pluralismo parte de dos supuestos básicos. Existe una diversidad de marcos
conceptuales, con todas sus consecuencias. Y la razón, entendida como facultad del
ser humano, permite la interacción dialógica entre los distintos marcos conceptuales.
De lo anterior, no se sigue que el pluralismo justifique un relativismo extremo donde no
exista la verdad. Tampoco, es una tesis que impida la formación de conocimiento, ni
que sustente en palabras de Kuhn una inconmensurabilidad total.32 Para defender lo an-
terior apelaré a dos conceptos objetividad y verdad.
La objetividad es la constatación de un hecho en el mundo que no depende del
individuo. En la objetividad intervienen completamente tanto la comunidad epistémica
como los marcos conceptuales. Para ejemplificarlo, utilizaré un ejemplo. Pensemos que
Carlos observa un fenómeno x, a saber, una ola del mar. Carlos pertenece al Instituto
Nacional de Ciencias del Mar, y por ello sabe que las olas del mar son un fenómeno na-
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tural que se debe a la marea, que son fluctuaciones de la gravedad afectada, por la
luna, etc. El conocimiento que tiene lo debe a su educación, etc. Ahora, Roberto que es
parte del grupo étnico maya observa el mismo fenómeno x. El sabe que las olas se de-
ben al soplo de una deidad que impulsa las aguas eternamente. El marco conceptual
determina las creencias que fundamentan el saber de cada individuo. La objetividad es
otorgada por el peso racional que otorgan las comunidades epistémicas. Como apunta
Olivé: “lo que es saber objetivo en una sociedad, para una comunidad epistémica, pue-
de no serlo para otra.”33 Por lo cual, lo relativo está en la objetividad ya que depende del
marco conceptual y la comunidad epistémica pertinente. La siguiente cuestión a anali-
zar seria el concepto de verdad.
Mientras que la objetividad depende de cada marco conceptual, la verdad no de-
pende del marco conceptual sino como de hecho es el mundo.34 Villoro entenderá a la
verdad como: “debe aceptarse que si p es verdadera, p existe con independencia de
cualquier sujeto.”35 Sin embargo, contrario a Villoro quién tiene una noción de corres-
pondencia de la verdad, concuerdo con Olivé y sostengo que es necesario añadir otra
condición. El marco conceptual es aquel que crea la representación de cualquier objeto
en la totalidad del mundo. Es decir, que si yo conozco una montaña es debido a que
hay toda una teorización sobre el mundo que me permite conceptualizar cierto suceso.
No es un idealismo ya que no es que el sujeto genere al mundo, ni mucho menos una
postura nominalista ya que no depende del nombre que le demos al hecho. Esta postu-
ra es llamada realismo interno.36
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El realismo interno sostendrá que el mundo existe con independencia del sujeto.
Esto supondría un problema para los marcos conceptuales; mas este no es el caso. Los
hechos en el mundo existen para el hombre únicamente en cuanto son conceptualiza-
dos, y por ende, demarcados dentro de un marco conceptual. Olivé dirá que “mediante
la aplicación de los marcos conceptuales que esos objetos y hechos vienen a la exis-
tencia.”37 Si admitiéramos la tesis de Villoro de verdad como correspondencia nuestra
construcción del conocimiento se relativizaría de manera extrema, no dejando lugar a
otras formas de entender el mundo.
La otra condición que debe ser dada en la postura que deseo asumir es una ca-
pacidad dialógica. En este apartado Jürgen Habermas con su libro Verdad y justifica-
ción serán nuestra guía. En al hablar de la racionalidad y la capacidad de diálogo inhe-
rente a todo ser humano apunta:
Quien cree disponer de un saber presupone la posibilidad de una resolución o
desempeño discursivo de la correspondiente pretensión de verdad. (…) el tener
reflexivo de juicios verdaderos no sería posible si no pudiéramos exponer nuestro
saber, y si no pudiéramos corregirlo y ampliarlo, es decir, aprender mediante
nuestro trato práctico con una realidad que a menudo se nos resiste.38
La resolución, la posibilidad de exponer y aprender son los elementos que constituyen
el pilar desde el cual es posible llegar a acuerdos. La razón inmanente, permite que se
desarrollen diálogos, convenciones mediante las cuales se empata con el mundo. La
verdad entonces, necesariamente ha de ser consensuada; sin que esto implique que
cualquier cosa pueda ser verdadera. Pues, la misma razón exige únicamente los mejo-
37
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res argumentos, siendo la racionalidad y el diálogo las condiciones necesarias para lle-
gar a un acuerdo. Así entonces, dos condiciones adicionales a la verdad serían –de
acuerdo con Putnam y Habermas– las condiciones epistémicas optimas y las condicio-
nes dialógicas optimas.39
La conceptualización del mundo se vuelve fundamental para todo aquel que bus-
ca teorizar sobre el mismo. Reitero que los múltiples conocimientos se remiten a una
construcción social, y que el conocimiento puede explicado por la noción clásica de
creencia verdadera justificada. Para justificar que algo conocimiento bajo esta perspec-
tiva es preciso revisar la noción de pluralismo epistémico. Con todo, aún queda mucho
por investigar y, huelga decirlo, problematizar. Sobre todo, tomar en cuenta que la gno-
seología –como dice Villoro– no hace teoría aislada de su realidad. Por el contrario, la
epistemología constituye un ejercicio de re-construcción del conocimiento.
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