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Este texto intenta explicar algunas claves sobre el ciclo de movilización que hoy busca entrar en las instituciones, desde la confluencia entre ciudadanía, movimientos sociales y partidos recién surgidos y tradicionales. Pretende reflexionar sobre las maneras de hacer política que ahora se plantean, ante un reflujo de la movilización social ha mostrado límites en este periodo y la incor- poración del gobierno desde las instituciones como parte del repertorio de actuación. El autor hace hincapié en la necesidad de persistir en la demanda de la unión entre ética y política en este nuevo ciclo. «Vivimos tiempos de cambios profundos. Aprovechando el contexto de crisis, los poderes económicos han emprendido una abierta ofensiva contra los derechos y las conquistas sociales de la mayoría de la población. Sin embargo, el anhelo de una democracia real es cada vez más intenso en las plazas, en la calle, en la red pero también en las urnas». 1 El 26 de junio de 2014 se presentaba el proyecto Guanyem Barcelona, hoy Barcelona En Comú, que empezaba a verbalizarse con estas palabras. Y rápidamente se multiplicaban iniciativas por el conjunto del Estado que unían esta forma ver- bal del verbo ganar con el nombre del municipio en el que surgían. El 4 de Noviembre se presentaba el proyecto Ganemos Madrid, hoy trabajando como Ahora Madrid. No sólo han aparecido “Ganemos”, diferentes denominaciones se están usando para dar nombre a proyectos que quieren presentarse a las elecciones municipales de mayo de 2015. Este texto intenta explicar algunas claves de esta movilización que busca entrar en las instituciones, desde la confluencia entre ciudadanía, movimientos sociales y partidos recién surgidos 99 Jordi Mir es miembro del Centre d’Estudis sobre Moviments Socials (UPF) JORDI MIR La revolución democrática desde abajo en el municipalismo: ciudadanía, movimientos sociales y otra manera de hacer política 1 https://barcelonaencomu.cat/es/manifiesto. de relaciones ecosociales y cambio global Nº 129 2015, pp. 99-109

La Revolucion Desde Abajo en El Municipalismo J. Mir

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  • Este texto intenta explicar algunas claves sobre el ciclo de movilizacin quehoy busca entrar en las instituciones, desde la confluencia entre ciudadana,movimientos sociales y partidos recin surgidos y tradicionales. Pretendereflexionar sobre las maneras de hacer poltica que ahora se plantean, ante unreflujo de la movilizacin social ha mostrado lmites en este periodo y la incor-poracin del gobierno desde las instituciones como parte del repertorio deactuacin. El autor hace hincapi en la necesidad de persistir en la demandade la unin entre tica y poltica en este nuevo ciclo.

    Vivimos tiempos de cambios profundos. Aprovechando el contexto decrisis, los poderes econmicos han emprendido una abierta ofensiva contralos derechos y las conquistas sociales de la mayora de la poblacin. Sinembargo, el anhelo de una democracia real es cada vez ms intenso en lasplazas, en la calle, en la red pero tambin en las urnas.1 El 26 de junio de2014 se presentaba el proyecto Guanyem Barcelona, hoy Barcelona EnCom, que empezaba a verbalizarse con estas palabras. Y rpidamente semultiplicaban iniciativas por el conjunto del Estado que unan esta forma ver-bal del verbo ganar con el nombre del municipio en el que surgan. El 4 deNoviembre se presentaba el proyecto Ganemos Madrid, hoy trabajando comoAhora Madrid. No slo han aparecido Ganemos, diferentes denominacionesse estn usando para dar nombre a proyectos que quieren presentarse a laselecciones municipales de mayo de 2015. Este texto intenta explicar algunasclaves de esta movilizacin que busca entrar en las instituciones, desde laconfluencia entre ciudadana, movimientos sociales y partidos recin surgidos

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    Jordi Mir esmiembro delCentre dEstudissobre MovimentsSocials (UPF)

    JORDI MIR

    La revolucin democrtica desdeabajo en el municipalismo:ciudadana, movimientos socialesy otra manera de hacer poltica

    1 https://barcelonaencomu.cat/es/manifiesto.

    de relaciones ecosociales y cambio global N 129 2015, pp. 99-109

  • y tradicionales. Tambin reflexionar sobre las maneras de hacer poltica que plantea. Elmunicipalismo como gobierno ms cercano al ciudadano, como espacio de encuentro depersonas y colectivos movilizados, como base de las y los de abajo, est protagonizando loque ya hay quien ha denominado la revolucin democrtica.

    Del 15M de 2011 al 20N de 2011

    Desde que se inici el periodo de movilizacin que conocemos como 15-M2 ha preocupadomucho la incidencia electoral que poda tener. Para los medios era una pregunta bsica; paralas organizaciones polticas era un asunto importante para su cuenta de resultados, de ah sepueden seguir los comportamientos que han ido teniendo; y para la ciudadana movilizadatambin generaba gran inters desde diversas perspectivas. Por ejemplo, preocupaba entreparte de las personas activas que una movilizacin crtica de este tipo coincidiera con victoriasconservadoras en municipales, autonmicas o generales. A la vez, desde las movilizacionessurgan reflexiones y propuestas encaminadas a utilizar las elecciones para mostrar la distan-cia que separa a parte de la ciudadana de las formaciones polticas institucionalizadas.

    Esta doble preocupacin muy presente en sectores movilizados y ambientes cercanos asus posiciones llev a que durante esa campaa electoral se produjera, posiblemente, elmayor ejercicio informativo para aclarar las diferencias entre las opciones de voto en blan-co, voto nulo y abstencin. Y, a la vez, que se multiplicaran las iniciativas de organizacionesy colectivos promoviendo diferentes opciones de voto ante las elecciones. Se impuls laabstencin, el voto nulo, el voto a fuerzas minoritarias, opciones ya muy presentes en otraselecciones, pero tambin otras ms novedosas como Aritmtica20n y Vota en tu Banco.Aritmtica buscaba promover la aparicin de iniciativas polticas que rompieran el monopo-lio de las grandes fuerzas polticas (PP, PSOE y CiU) e impedir que el PP gobernara pormayora absoluta. La propuesta de Vota en tu Banco, no era excluyente con otras opcionesde utilizacin del voto, buscaba evidenciar el papel que tienen las entidades financieras ennuestra sociedad y en el gobierno.

    Ante las primeras elecciones generales despus de la muerte del general Franco se mul-tiplic la publicacin de guas electorales para conocer los diferentes partidos que se pre-sentaban a las elecciones, verdaderos compendios en algunos casos de todas las forma-ciones existentes en el momento, para que los ciudadanos pudieran ejercer su derecho yeligieran informados entre las posibilidades a su alcance. Ante las elecciones del 20N de2011 lo que circul por la red y en forma de octavillas o pequeas publicaciones por la calle

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    2 Para una lectura ms centrada en el 15-M vase J. Mir Garcia, E. Prat Carvajal, 15-M: intentos de aproximar tica, polticay democracia, Oxmora. Revista Internacional de tica y poltica, 3, pp. 23-36; consultable enhttp://revistes.ub.edu/index.php/oximora/article/view/9775/12604 (2013).

  • fue algo sustancialmente diferente. Se intent informar desde el funcionamiento del sistemaelectoral a las implicaciones del voto en blanco, nulo y la abstencin. Por ejemplo, y signifi-cativamente, se insisti en las dificultades que poda generar el voto en blanco para el acce-so de los partidos no mayoritarios al reparto de escaos. Seguramente nunca como hastaese ciclo electoral se haba producido un inters tan grande por las opciones de voto distin-tas al apoyo a partidos polticos.

    En las elecciones del 20N la abstencin en el voto para el Congreso de los Diputadossubi al 28,31%, frente al 26,15% de los comicios anteriores. El voto nulo pas del 0,64%al 1,29%: 315.590 votos nulos. El voto en blanco del 1,11% al 1,37%: 330.898 votos. Y siaadimos los resultados de las elecciones al Senado, nos encontramos con que 1.835.318personas (un 9,02%) votaron nulo o en blanco. En caso de querer entrar en detalle en dife-rentes mbitos de la influencia de las movilizaciones vividas desde el 15M en los siguientesprocesos electorales convendra atender tambin a otras cuestiones como los programas,campaas electorales o seleccin de personas candidatas. Lo que no ocurri es lo quemuchas voces, no necesariamente de la propia movilizacin, haban pedido: creen un par-tido y presntese a las elecciones. No obstante, los resultados de formaciones como IU,ICV-EUiA, CUP o AGE que de un modo u otro se vinculaban a la movilizacin aumentaron.

    Poltica en maysculas y en minsculas

    Al acabar el ao 2012, Juan Carlos I, entonces rey de Espaa, en su mensaje navideo sea-laba: Quiero reivindicar la poltica grande, esa que para destacar su dignidad y valor sole-mos llamar la poltica con maysculas. La que, desde el Gobierno o desde la oposicin, fijasu atencin en el inters general y en el bienestar de los ciudadanos. As se refiri el monar-ca a la poltica que considera oportuno reivindicar. La poltica que se hace desde el Gobiernoo desde la oposicin. La poltica que se hace en el Parlamento, en Palacio, en las institucio-nes. El monarca haca una clara distincin clara entre los hacedores de la poltica y los recep-tores de esta poltica, los ciudadanos. La poltica hecha por Gobierno y oposicin, en estaconcepcin, debe tener como objetivo el inters general y el bienestar de los ciudadanos.Pero esta concepcin ya entonces estaba en crisis. En el ao 2012 que llegaba a su fin, losrepresentantes polticos en las instituciones, lo que hay quien llama clase poltica, habanalcanzado el podio de las tres principales preocupaciones para la ciudadana en Espaa, as

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    La revolucin democrtica desde abajo en el municipalismo

    El municipalismo como gobierno ms cercano al ciudadano, como espaciode encuentro de personas y colectivos movilizados, como base de

    las y los de abajo, est protagonizando lo que ya hay quien ha denominado la revolucin democrtica

  • nos lo indicaba el Barmetro del Centro de Investigaciones Sociolgicas (CIS).3 Detrs delparo y los problemas econmicos se sita la clase poltica y el 67,5% de la poblacin decaestar poco o nada satisfecho con la forma en que funcionaba la democracia en Espaa.

    Nuestra democracia se construy dejando el poder institucional en manos de la clasepoltica con la intervencin del conjunto de la ciudadana en poco ms que las jornadas elec-torales. Pero haba llegado un momento en el que el descontento con este mecanismo defuncionamiento ya se encontraba incluso ms all de los sectores que siempre lo pusieronen cuestin desde el mismo proceso que conocemos como Transicin. Los motivos de esteamplio descontento seguramente hay que encontrarlos en la oligarquizacin de los proce-sos que definen nuestra democracia y la constatacin de que la clase poltica no respondea las funciones encomendadas. Estas dos causas, aunque sealadas desde haca dcadaspor personas y colectivos lejos de ser mayora, estn detrs de los gritos que tanto se hanpodido escuchar en los movilizaciones de los ltimos aos: Lo llaman democracia y no loes, anterior al 15 M, y Que no, que no, que no nos representan, propia del 15 M.

    El ao II del 15 M evidenciaba que la nocin de lo que entendemos por poltica peda serreconsiderada, ampliada, profundizada Lo importante del 15-M empez a pasar en lasplazas como espacios de confluencia de gente diversa con anhelos cercanos. En las acam-padas haba gente nueva, pero mucha vinculada a otras movilizaciones y eso fue clave parala organizacin, su duracin y el trabajo que se desarroll en ellas. Supuso la apertura a unnuevo periodo de movilizacin. Lo novedoso del 15 M pudo estar en algunas de las reivin-dicaciones planteadas y propuestas ejecutadas. Pero conviene destacar el peso de actitu-des promotoras de formas de trabajo horizontal, transversal, en cooperacin entre gentes ycolectivos diferentes. La voluntad y capacidad de incluir, pieza fundamental.

    Desde haca ya unos aos las encuestas sobre participacin poltica existente nos ofre-can indicadores del crecimiento destacable de las formas que se consideran no tradiciona-les. Proliferan espacios de participacin que no son los considerados convencionales (par-tidos polticos, sindicatos) y tambin las maneras de hacer menos habituales (horizontali-dad, asamblearismo, desobediencia civil). Los ejemplos que ya podamos poner en 2012eran mltiples y diferentes. Haba coincidencia en avanzar en otra concepcin de la polti-ca que choca con concepciones muy asentadas. La democracia para muchas personas sig-nifica: elecciones, partidos polticos, Constitucin, Parlamento y procedimientos. No espoco, pero eso ya no era suficiente para muchas personas en 2012. Tampoco hoy.

    La concepcin de la poltica que empieza a extenderse plantea cosas diversas. Una pol-tica en la que las personas representantes verdaderamente lo son de las representadas, conespacios amplios para la participacin directa, de incorporacin de todas aquellas personas

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    3 Los barmetros del CIS se pueden consultar en http://www.cis.es/cis/opencm/ES/11_barometros/index.jsp

  • que quieran participar. Una poltica que construye legitimidad ms all de la legalidad esta-blecida. No es un impedimento que la ley no lo permita, establecer otra legitimidad compar-tida que se quiere transformadora de lo existente pasa por cuestionar la legalidad vigente ycambiarla. La demanda de ms democracia y de mayor calidad ha ido ganando apoyo,hasta ser algo ms que una reivindicacin de la que el sistema pueda prescindir. Lo que sipuede intentar hacer es absorberla y en eso est. Por eso, por ejemplo, el Partido Popular,el Partido Socialista Obrero Espaol o Convergencia i Uni plantean programas de regene-racin democrtica. El suelo se est moviendo y hay que moverse.

    La emergencia de lo electoral

    Cuando se acercaba el tercer aniversario del 15 M, al contrario que en 2011 y 2012, losperiodistas ya no llamaban para preguntar cmo est el movimiento 15M. A qu sedeba? La respuesta puede estar en que en 2013 ya no se vea el movimiento 15-M, ya nohaca falta explicar que uno poda considerar que el 15M no era un movimiento; que la movi-lizacin no tena que ver necesariamente con estar en las plazas. Lo que se poda intuir yaal acercarse el 15 de mayo de 2014 es que lo electoral se haba convertido en prioritariopara muchos sectores movilizados. Por qu? Bsicamente hay tres respuestas. Algunossiempre estuvieron en eso. Para los que no estaban, pareca importar la oportunidad y lanecesidad motivada por la emergencia social. Se vea que poda ser el momento parahacerse un sitio en las instituciones por la prdida de apoyos del bipartidismo (PP-PSOE) yse consideraba que la situacin econmica, social y poltica empuja a buscar mayor inci-dencia, o complementar la que se pueda tener, desde las instituciones. Esta preocupacinpor la incidencia siempre ha estado presente, pero ahora parece agudizarse ante las con-secuencias desbordantes en diferentes mbitos.

    La movilizacin social mejor acogida desde 2011 ha tenido algunas caractersticas defini-torias: la unin entre el decir y el hacer; la no aceptacin de la legalidad, la costumbre, oaquello habitual como un impedimento para luchar por aquello que se considera legtimo; laconcepcin de que es necesario reivindicar derechos y, a la vez, buscar la manera de garan-tizarlos. Aquellos colectivos que as han actuado no lo han hecho al margen de los partidos,pero s distinguiendo realidades. En buena medida porque los partidos polticos entran den-tro de aquello a transformar de acuerdo con la exigencia de una democracia transparente,participativa, que rinde cuentas, que establece limitaciones a las retribuciones. Cmo serelacionaran las personas que as piensan con las opciones electorales existentes?

    Las personas, colectivos o movimientos han optado por primar el actuar. Lo electoral noes un territorio visto como propio, es ms bien hostil, sin igualdad de oportunidades. Pero,en muchos casos, siempre est presente la necesidad de explorar porque las necesidades

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  • son demasiadas. Un pregunta que se poda lanzar hacia el futuro ese 15 de mayo de 2014:El nuevo ciclo electoral que se iniciara con las elecciones europeas, pocos das despusde este tercer aniversario del 15-M, contribuir a potenciar otra poltica institucional para unademocracia real?

    Los resultados de Podemos en las elecciones europeas pueden ser ledos como unamuestra de las expectativas de una parte de la poblacin para conectar con una nuevaopcin poltica que pueda estar ms cerca de ellos. Ya lo habamos podido experimentartambin, en otro formato y anteriormente, con la entrada de la CUP en el Parlament deCatalunya en 2012. O con la presentacin del proyecto Procs Constituent en Catalunya.Pero es de cara a las elecciones municipales previstas para mayo de 2015 cuando estemergiendo con ms claridad y mayor extensin esta voluntad de dar un paso hacia las ins-tituciones. Existe la voluntad de crear nuevos espacios en los que pueda encontrarse lagente, provenga de partidos o no, para buscar articular una propuesta que responda a loque una parte importante de cualquier municipio podra desear. No hay mucha tradicin,cultura, ni experiencia, pero hay quien lo ve deseable, necesario, e incluso imprescindible siverdaderamente se quiere intentar alcanzar los objetivos compartidos. La movilizacinsocial ha mostrado lmites en este periodo y se considera que el gobierno desde las institu-ciones tiene que formar parte del repertorio de actuacin.

    El hecho de que detrs de este tipo de iniciativas encontremos personas y colectivos queno se haban planteado la opcin electoral es una novedad que conviene destacar. Noentendan que fuera su espacio. Ahora esto ha cambiado. Las instituciones no son un fin,son un medio para todo lo que quisieran hacer. Un medio ms, porque en muchos casosestas personas y colectivos ya llevan tiempo trabajando, haciendo poltica e incluso se hanconvertido en referentes en el mbito de la educacin, el agua, la energa, la vivienda, laeconoma social, la profundizacin democrtica. Desde la movilizacin han cuestionado, cri-ticado, propuesto y defendido derechos. Tambin intentan ejercer de garantes de dere-chos cuando las instituciones no se responsabilizan. Hay quien los puede considerar unosrecin llegados ajenos al gobierno de las instituciones donde no sabrn trabajar. Hay quienest preocupado, o no comparte la propuesta, al considerar que donde se puede trabajarest fuera de las instituciones y que esta fuerza no se debe debilitar. Este tipo de proyectosson ambiciosos, lo quieren todo. Se quiere poder actuar en las instituciones y fuera. Hayleyes que conviene intentar hacer de otra manera, se busca gobernar de otra manera.

    Nueva poltica? Hacer poltica de otro modo

    Est cuajando la expresin nueva poltica y sin hacer una definicin clara de en qu con-siste se acostumbra a oponer a la vieja poltica existente y que se querra transformar. Hoy,

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  • la reivindicacin de otra manera de hacer poltica y las propuestas que intentan ponerla enprctica se construyen mayoritariamente desde el cuestionamiento de unas maneras dehacer poltica que no se comparten. Se hace desde una crtica clara y concreta de opcionestomadas por diferentes formaciones polticas en las ltimas dcadas, ya estuvieran en elgobierno de las instituciones o en la oposicin. Se hace sabiendo que desde la oposicin nose puede hacer lo mismo que al estar en el gobierno, pero que no es suficiente con el nocompartir, con el denunciar. Se hace desde opciones movimentistas que han optado porhacer poltica desde las instituciones. Se hace desde la consideracin de que se ha llegadoa un momento en que no se puede continuar tolerando lo intolerable. Se hace desde la posi-cin de que no basta con condenar los desahucios, los CIE, la corrupcin, los parasos fis-cales, el paro y la pobreza. No basta, y por eso cuando parece imponerse el discurso delNo hay alternativa, han intentado mostrar su coherencia entre el decir y el hacer, mostrarla necesidad de actuar. Cuando los desahucios se han convertido en un arma generadorade dolor, han intentado impedir y encontrar alternativas para las personas afectadas.Cuando casi nadie hablaba de los CIE, han entrado para hacerlos visibles. Cuando se hanquerido cerrar centros de atencin primaria, plantas de hospitales o escuelas, hay quien haabrazado estos espacios para impulsar su defensa. Cuando desde las instituciones no secuestiona la deuda que se presenta como origen de las polticas de austeridad, hay quienlo estudia, lo hace presente y consigue que algunos ayuntamientos empiecen a reconocercomo ilegtimo.

    Se reivindica otra manera de hacer poltica (nueva poltica?) y convendra entrar endetalle de qu est emergiendo exactamente y cmo puede relacionarse con la ya existen-te. Es una nueva poltica que tiene mucho de la vieja poltica que no habra envejecido, a suentender, y de la que se aprende constantemente. Una nueva poltica que descansa en lahorizontalidad que puede aportar la vieja asamblea. Una nueva poltica que apuesta por lavieja movilizacin social, por la construccin de contrapoder. Una nueva poltica que buscaunir el decir y el hacer, la vieja coherencia. Una nueva poltica que busca unirse a la viejatica, entendiendo que lo virtuoso fuera de la poltica institucional no deja de serlo al entraren ella. Una nueva poltica que se pone como objetivo conseguir algo tan viejo como quelas personas puedan vivir dignamente all donde se encuentren. Una nueva poltica que noempieza de cero, que encuentra referentes concretos en nuestra historia reciente, en per-sonas y colectivos que han hecho poltica desde el barrio, la fbrica, la cooperativa, la uni-versidad.

    Hay unos modos de hacer poltica que hay que cambiar. Hay unos modos de hacer pol-tica que han conducido a que se haya abierto una herida entre la ciudadana y la poltica ins-titucional, a que la democracia representativa no se preocupe por garantizar esta represen-tacin. Esto no es nuevo, viene de lejos y desde hace aos hay quien lo ha cuestionado ylo ha intentado cambiar. Hoy, como ayer, hay quien aspira a fortalecer la sociedad civil ante

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  • el Estado, el mercado, los poderes socioeconmicos y la partitocracia; promover la polticaentendida como participacin de la ciudadana; y desarrollar maneras de hacer poltica quese caractericen por la democracia interna, la horizontalidad, la representacin con rendicinde cuentas, la aceptacin de la pluralidad y la coherencia entre el decir y el hacer en las pol-ticas concretas. Una nueva poltica que no es tan nueva. Tal vez la novedad ahora es quehay ms personas dispuestas a intentar que sea posible y muchas la que lo esperan.

    La poltica como tica de lo colectivo y de las obligacioneshacia el ser humano

    Las propuestas polticas municipalistas, tambin las de mbito autonmico o estatal, quesurgen planteando maneras de hacer distintas a las dominantes sealan como una cuestinfundamental a tratar la relacin entre la tica y la poltica. Se contrapone tica a malas prc-ticas, a corrupcin. Los cdigos ticos se han convertido en una pieza imprescindible. Enmuchos casos, tan importante es lo que se quiere hacer como el cmo se quiere hacer o elcmo no se quiere hacer.

    En los ltimos aos, coincidiendo con esta crisis, ha crecido en el conjunto de nuestrasociedad la reivindicacin de la tica. Se ha denunciado la falta de tica y se ha demanda-do ms tica. Esta manera de expresarse puede esconder cierta confusin, podemos pen-sar que la tica es un componente bueno para la vida individual o colectiva. Pero haymuchas ticas posibles: las egostas, las altruistas, las que buscan el inters individual acualquier precio, las que intentan equilibrar con el inters colectivo, las orientadas a reivin-dicar nuestros derechos, las que se preocupan tambin de garantizarlos. Es por ello que latica, lo que consideramos bueno, correcto, deseable, no es lo mismo para todos. La ticaes un conjunto de normas morales que pueden guiarnos. Pero no todos seguimos las mis-mas. Y el hecho de que no compartamos la manera de hacer de otra persona no significaque a ella le falte tica. Puede haber muchas ticas posibles y seguramente algunas de ellashan guiado los comportamientos que hoy rechazamos. Es por ello que no es suficiente pedir,en abstracto, ms tica.

    La tica es reflexin, anlisis, argumentacin, debate, sobre lo que consideramos correc-to o incorrecto, bueno o malo, un bien o un mal. Sin necesidad de proponer nada concreto. Latica en una sociedad es bsica para interrogarnos sobre todo lo que hacemos individual y

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    La Plataforma de Afectados por la Hipoteca hoy es vista por muchas personas como lo ms parecido a un actor

    con la capacidad para ser un garante de derechos

  • colectivamente. Cul es una buena democracia? Cmo debe funcionar una correcta parti-cipacin poltica? Cmo acta una persona que representa bien a la ciudadana que lo haescogido? Cul es el sueldo que consideramos adecuado para un representante pblico?Qu criterios tienen que establecerlo? Las preguntas son muchas, pero es imprescindibleabordarlas si no queremos dejar asuntos tan importantes fuera del poder ciudadano.

    La tica, como anlisis, reflexin y debate no nos ofrece respuestas incuestionables, ver-dades absolutas. La tica nos anima a pensar, a proponer, a ponernos de acuerdo, a esta-blecer criterios que hemos argumentado y consensuado. En la tica no deberamos buscarrespuestas fciles y milagrosas, pero s un camino para llegar a establecer los fundamentosde nuestro comportamiento personal y colectivo. La tica nos debe ayudar a buscar funda-mentos compartidos, sabiendo que estos fundamentos en sociedades abiertas y plurales nopueden descansar en verdades reveladas y dogmas acrticamente asumidos.

    La tica no se mueve slo en el mbito terico. La tica se hace poltica al actuar en lasociedad. Se ha discutido y teorizado mucho sobre la relacin entre la tica y la poltica. Hayquien defiende la separacin de estos dos espacios, y un comportamiento claramente dife-renciado (incluso contrapuesto) en cada uno. Hay quien los intenta unir. Podemos tener elmismo comportamiento tico en nuestra vida personal que en la vida pblica? Somosaltruistas con los nuestros y egostas con los dems? La tica y la poltica viven una rela-cin pasional no resuelta, pero ahora emerge una demanda de unirlas. Se busca una pol-tica que haga posible la coherencia entre el decir y el hacer, una democracia en la que segaranticen verdaderamente los derechos de las personas, la participacin en el gobierno yla decisin. Se busca una tica que pueda fundamentar esta manera de hacer poltica.Quizs no es sencillo ni rpido encontrar los caminos que nos llevan al paraso. Pero hayvoluntad de sealar claramente aquellos que llevan al infierno y no volver a transitarlos.

    Hay otra voluntad muy clara: que esta poltica fundamentada en una determinada ticaincorpore las obligaciones hacia el ser humano. Desde las elecciones europeas Podemosse ha convertido en un referente ineludible al tratar de proyectos electorales. Antes, el refe-rente, incluso para la propia gente de Podemos, era la Plataforma de Afectados por laHipoteca (PAH).4 Hoy continua haciendo su trabajo, pero los votos a Podemos la han eclip-sado un poco al hablar de referencias. Pero en lo fundamental nada ha cambiado, es la PAHquien seguramente aporta el modelo ms actual de lo que se quiere hacer.

    Quin garantiza los derechos que estn reconocidos en nuestro pas? La Plataformade Afectados por la Hipoteca hoy es vista por muchas personas como lo ms parecido a un

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    4 Sobre la PAH vase J. Mir Garcia, J. Frana; C. Macas y P. Veciana, Fundamentos de la Plataforma de Afectados por laHipoteca: activismo, asesoramiento colectivo y desobediencia civil no violenta. Educacin Social. Revista de IntervencinSocioeducativa, 55, 2013, pp. 52-61: consultable en http://www.raco.cat/index.php/EducacioSocial/article/view/271042/368923.

  • actor con la capacidad para ser un garante de derechos. Asume obligaciones cuando nadielo hace para conseguir que haya personas que puedan tener hogar. De no ser por la Obrasocial de la PAH, en ms casos de los que ya padecemos estos derechos no estaran garan-tizados. Estn escritos, pero se est trabajando para hacerlos reales? El Tribunal Europeode Derechos Humanos, por ejemplo, ha pedido al Gobierno espaol que responda a unascuestiones relacionadas con las medidas adoptadas para garantizar que no se vulneran losderechos humanos reconocidos en casos de desahucios. Se ha pedido concrecin, en par-ticular, sobre cules son las disposiciones en materia de vivienda y atencin social previs-tas por las autoridades domsticas competentes en diferentes casos. Se hace? Las situa-ciones de emergencia habitacional que estamos viviendo nos ofrecen una respuesta.

    Hay preguntas esenciales, radicales, que conviene hacerse y que se estn planteandodesde estas iniciativas ciudadanas y movimentistas. Qu derechos estn reconocidos ennuestra sociedad? Quin los garantiza? Tenemos derecho a no pasar hambre? A dis-poner de los servicios bsicos de gas y agua sin que nadie nos los pueda cortar? Quin logarantiza? Qu responsabilidad tienen los diferentes gobiernos? Qu se puede hacerdesde los ayuntamientos como gobierno de los ciudadanos ms cercano a estas necesida-des?

    Esta tica que podramos denominar de las obligaciones y de la decisin debera llevar-nos a actuar para contribuir a que esta declaracin de las obligaciones hacia el ser humanosea real y efectiva. Nuestra sociedad nos pide una prctica radical para reconocer las obli-gaciones que cada uno de nosotros tenemos respecto a cada ser humano y ejercerlas. Deotro modo ser imposible garantizar derechos y satisfacer las necesidades de las personascon las que convivimos.

    La concrecin de una revolucin democrtica?

    Entre nosotros tiene lugar una gran revolucin democrtica. Todos la ven, pero no todos laenjuician de la misma manera. Unos la consideran como un fenmeno nuevo y, al tomarlapor algo accidental, todava confan en poder detenerla. Entre tanto, otros la juzgan irresis-tible, pues les parece el hecho ms continuado, antiguo y permanente que se conoce en lahistoria.5 Alexis de Tocqueville as se expres despus de su viaje a Estados Unidos en1831.

    Hoy hay quien coincidira con el pensador francs. La revolucin que vea Tocquevillelo era en comparacin con la sociedad de la que se vena y pocas satisfacciones nos darahoy. Francisco Fernndez Buey en 1993, despus de unos cuantos aos de democracia

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    5 A. de Tocqueville, La democracia en Amrica, Akal, Madrid, 2007, pp. 33-34.

  • realmente existente en Espaa, reclamaba la necesidad de otro concepto de democracia.6Lo deca asumiendo que todava en ningn lugar ha existido un gobierno del pueblo. Lademocracia, entendida como proceso, hoy vive entre tensiones que apuntan en direccionesopuestas. Veremos cmo evoluciona. Hay muchas preguntas por resolver. Pero la voluntadde una revolucin democrtica viene de lejos y seguramente estamos en el momento en elque parece ms cercana. El momento es tan importante como delicado y conviene tenerpresente que pese a las emergencias no estamos ante un sprint final. Ser muy importanteno defraudar las esperanzas existentes. No incumplir una vez ms la coherencia entre eldecir y el hacer. No dejar de respetar lo ambicioso del proyecto. No dejar de asumir la impor-tancia del cmo. No dejar de pensar que cada decisin, cada anlisis, cada propuesta, cadaargumento, cada pregunta, cada respuesta tiene la capacidad de construir democracia ytambin de debilitarla.

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    6 F. Fernndez Buey, Corrupcin en una democracia realmente existente, Jueces para la democracia, 20, 1993, pp. 3-6; con-sultable en http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2520576.