“Los jóvenes a la obra” por Manuel Seoane Corrales

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  • 8/3/2019 Los jvenes a la obra por Manuel Seoane Corrales

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    Ya hemos visto aunque rpidamente, como podra realizarse unatransformacin instrumental. Ahora conviene que veamos quienes son losque deben realizarla. Y este punto, que en otros pases aparecera comode importancia secundaria, en el nuestro tiene caracteres fundamentales ydecisivos. Y es que nosotros proclamamos el fracaso de todos los partidospolticos existentes hasta hoy y tambin el de los hombres que los sirvierondirecta o indirectamente o que fueron cmplices, por accin o por inhibicin

    Ya me he referido extensamente, al comenzar esta charla, a los civilistasque, en realidad, son todos los viejos polticos del Per. Porque los queno lo son por etiqueta, lo son por espritu o por conveniencia. De maneraque slo corresponde insistir en que ellos representan la vieja mentalidadconservadora, reaccionaria, del pasado derrotista del Per.Nuestra posicin es de beligerancia y de lucha. Significamos una horanueva en la historia nacional. Procedemos de las filas descontentas deesa generacin que vivi los aos de la guerra europea, que asisti a los

    fenmenos sociales de la revolucin rusa y que gest los descontentoscreadores de la reforma universitaria. Nuestra genealoga nacional comienzaen nosotros mismos. Salvamos, solamente, el grito de guerra de GonzlezPrada, cuando, con visin proftica del porvenir de la nacionalidad decaLos viejos a la tumba; los jvenes a la obra.Para nosotros vejez y juventud no son meros estados biolgicos. Sonprincipalmente, estados de conciencia. Hay muchos jvenes civilistas

    dorados y partidarios del fascio, que son ancianos junto a los viejos delaprismo. Y viceversa. Para nosotros juventud y vejez son actitudes frente ala vida: optimismo en la lucha, decisin para afrontar problemas bsicos,resolucin para servir una causa; disciplina en los actos colectivos; amor portodo lo que signifique renovacin y progreso. Desde un punto de vista casifilosfico podemos decir que las clases del trabajo, de reciente formacin,son clases jvenes, frente a las clases parasitarias, que son clases viejas. Elgrito de guerra de Gonzlez Prada, en nuestros labios, es voz de adelanto

    de superacin, de renuevo total.

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    Excluimos a los viejos de espritu, no slo porque ellos representan unarmora en una accin resuelta de transformacin, sino porque estn plagadosde todos los defectos que han conducido al pas al fracaso. Porque nuestraaccin aprista no es slo de hombres jvenes, sino tambin de manoslimpias. Reaccionemos contra esa tolerancia inicua que ha permitido quelas fortunas mal habidas sean objeto de reverencia y admiracin. En el Persiempre se ha ambicionado tener un puesto fiscal, no tanto por el puestosino por los chanchullos que podan cometerse a su sombra. El PartidoAprista ser inexorable en el juicio de todos los ladrones fiscales. Quienroba al Estado roba al pueblo, y es por tanto un agente de derrota y traicinPara militar en nuestro Partido, por consiguiente, exigimos, no solamente juventud de espritu, sino tambin moralidad de espritu. La verdaderajuventud slo puede serlo cuando se hermana con el cumplimiento honesto

    de los deberes individuales y sociales.Esta seleccin, que nosotros aumentamos cuando pedimos el concursoeficiente de todos los soldados del aprismo, es decir, cuando los obligamosa capacitarse para comprensin y servicio de la poltica, que es una ciencia,esta seleccin, digo, nos ha puesto, lgicamente, contra los viejos polticosperuanos. Todos ellos estn dispuestos a hacernos un frente nico ydetenernos el paso. A raz de la prisin de nuestro camarada Carlos ManuelCox, y de las intempestivas y fracasadas visitas de la polica a mi casa, ya

    he escrito que los gobernantes actuales, representantes del civilismo y dela vieja mentalidad reaccionaria del pas, quieren cambiar el sentido de lafrase de Gonzlez Prada. Ellos nos dicen: Los viejos a Palacio, los jvenesa la isla. Pero nosotros respondemos invariablemente: Los viejos a latumba, los jvenes a la obra. Es decir, el civilismo a la derrota, el aprismoa la construccin del nuevo Per.Debo terminar. Slo quiero recordar en esta hora en que se inicia una luchaque tendr proyecciones histricas, el nombre de Alfredo Palacios, el maestro

    argentino que ha dirigido un hermoso mensaje a los jvenes del Per, ycuyo prestigio moral e intelectual, de relieves continentales, nos otorgaun espaldarazo de honor. Y tambin quiero recordar a Haya de la Torre,el calumniado Haya de la Torre, alma de nuestro movimiento, que vieneempujando, desde 1923, este complicado proceso de renovacin nacionalA Haya de la Torre, a quien atacan los comunistas, y a quien los frosinvernales de Berln vieron acudir, una maana a la estacin desabrigadoy enfermo, mientras los defensores del proletariado viajaban en primera

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    azul, envueltos en hermosas pieles de Rusia. A Haya de la Torre, a quien ElComercio niega el derecho para vivir una democracia, olvidando que Hayaes un prestigioso vocero del pensamiento americano en Europa, que hadesfilado honrosamente por las mejores universidades del viejo y el nuevocontinente. A Haya de la Torre, que acribillado por el chismero ciudadanosigue marchando impertrrito en su camino de redencin social.Y como l, a los cados en la lucha, Alarcn Vidaln, Salomn Ponce, EdwinElmore, Luis Bustamante y el alto espritu de Jos Carlos Maritegui, quehasta 1927, antes de su ltima crisis de su enfermedad, estuviera totalmentea nuestro lado. Y a Carlos Manuel Cox, el primer aprista vctima de la actualdictadura, y a los que estn an en el destierro, como Luis Heysen, EnriqueCornejo, Rmulo Meneses, Vsquez Das, Oscar Herrera y tantos otros.Hemos recordado a los guas y a los cados. Ahora es necesario que nos

    miremos a nosotros mismos y nos aprestemos a no desor el llamadonacional. S que contra nosotros hay orden de prisin y destierro. Podrnencerrarnos en las crceles o arrojarnos al exterior. Pero siempre seguiremosen la lucha. Y desde atrs de los barrotes, o desde ms all de las fronteras,seguiremos luchando por el aprismo. Y algn da, cercano sin dudaabriremos las puertas de la prisin o regresaremos al pas, para cumplirnuestro deber cvico. Que todos y cada uno de nosotros se decidan a salvarel porvenir de la nacionalidad. Si antes combatimos contra el leguismo,

    ahora combatiremos contra el sanchismo, que representa el total contenidodel vocablo. En nuestras manos est nuestro propio porvenir. Luchemos,pues, contra los amos de afuera y de adentro. Y todos: obreros, campesinos,estudiantes, empleados, maestros, oficiales y soldados, pequeoscomerciantes, pequeos propietarios, todos los que viven de su trabajounmonos y formemos el frente nico de la Justicia. Tenemos un solo ygrande enemigo. Formemos una sola y grande unin.

    Fuente: SEOANE, Manuel, Nuestros Fines (Versin taquigrfica de una ConferenciaProhibida). Segunda edicin con un apndice especial, 1931, pp. 52-56.

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