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LOS PINGOTES 1 LA REVISTA DE LA ASOCIACIÓN RECREATIVO- CULTURAL DE AMIGOS DE FUENTES DE MAGAÑA DICIEMBRE 2015 Nº 9 9 días de agosto. Crónica de la IX Semana Cultural Comunidades de Villa y Tierra Justino Marín del Barrio. De cero a Texma La gran nevada. Por Abel Hernández El regreso. Por Jesús Nieva Ozcoz Vivencias y fe de mis gentes Y además: • Recuerdos y vivencias • Historia • Gastronomía • Literatura • Deportes • Salud • Tradiciones LOS PINGOTES Don Abel Pérez Gallardo. Una vida al servicio de un pueblo

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LOS PINGOTES 1

La revista de La asociación recreativo-cuLturaL de amigos de Fuentes de magaña

Diciembre 2015 Nº 9

9 días de agosto. Crónica de la IX Semana Cultural

Comunidades de Villa y TierraJustino Marín del Barrio. De cero a Texma

La gran nevada. Por Abel Hernández

El regreso. Por Jesús Nieva Ozcoz

Vivencias y fe de mis gentes

Y además:• Recuerdos y vivencias

• Historia

• Gastronomía

• Literatura

• Deportes

• Salud

• Tradiciones

L O S P I N G OT E S

Don Abel Pérez Gallardo. Una vida al servicio de un pueblo

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LOS PINGOTES 3

SUMARIO 09 diciembre 2015

Dirección:Junta Directiva de la Asociación: Nuria Domínguez Martínez, Javier González Castellano, Nieves Valer Ramos, Recaredo García Gaspar, Ana Aguado Martínez, Mª Isabel Marqués Martínez

Edita:Asociación Recreativa Cultural de Amigos de Fuentes de Magaña

Coordinación, diseño y maquetación:Recaredo García Gaspar

Imprime:COMETA artes gráficas

Depósito Legal:Z-4002-2007

La revista Los Pingotes es una publicación de la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña que constituye un punto de encuentro y divulgación de las actividades de la asociación, así como de la historia, las tradiciones, la gastronomía, la naturaleza y la cultura de Fuentes de Magaña y su entorno.

La revista no se responsabiliza ni comparte necesariamente las opiniones vertidas en entrevistas, artículos o colaboraciones que en este medio se publiquen.

www.fuentesdemagana.com

Colaboradores de la revista Los PingotesLa presente publicación es fruto de la colaboración de varias personas que aportan sus conocimientos y experiencias para enriquecer los contenidos de la revista. Si quieres colaborar en cualquiera de los apartados de esta publicación, ponte en contacto con nosotros. Te necesitamos.

04 Editorial. ¡A por la décima!

05 Memoria económica 2014 de la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña.

06 9 días de agosto. Crónica de la IX Semana Cultural.

14 Vivencias y fe de mis gentes.

20 Recuerdos y vivencias. La calle del Castillo.

21 Recuerdos y vivencias. La academia.

22 Reflexiones de un cura de pueblos.

24 La luz en Fuentes de Magaña. De la tea a la bombilla eléctrica.

26 Comunidades de Villa y Tierra. La Comunidad de Villa y Tierra de Magaña.

31 Un poco de Historia. Un testamento firmado en Fuentes de Magaña.

32 D. Justino Marín del Barrio. De cero a Texma.

34 Don Abel Pérez Gallardo. Una vida al servicio de un pueblo.

37 Recuerdos y vivencias. El trueque.

38 Para Leer. El tesoro de la ciudad perdida.

40 El regreso. Por Jesús Nieva Ozcoz.

44 La gran nevada. Por Abel Hernández.

46 Historia del Ultimate Fresbee. De Connecticut a Fuentes de Magaña.

47 Rutas MTB. Parques eólicos y pistas. Recorrido en bicicleta por Tierras Altas.

48 Desafío Tierras Altas. Crónica DTA 2015.

50 Gastronomía. Los buñuelos de la abuela María.

51 Salud. La paleta del pintor.

52 Ese vínculo llamado Fuentes de Magaña.

53 Crónica de Fuentes de Magaña y sus gentes.

LOS PINGOTES

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4 LOS PINGOTES

Editorial¡A por la décima!

S i 2014 fue un año histórico para el Real Madrid por conquistar su décima copa de Europa, 2016 será el año de la décima para los Amigos de Fuentes de Magaña. Parece que empezamos

ayer, pero en 2016 celebraremos la X Semana Cultural. Y si la conquista copera del Real Madrid fue portada de los principales diarios deportivos y dio lugar a celebraciones por todo el mundo, esperamos que 2016 sea también un año de celebración para nuestros socios y amigos que quede en la memoria colectiva de todos nosotros.

Y como un buen equipo de fútbol, también nuestra asociación precisa de nuevos fichajes que la refuercen. Hoy, con una plantilla de más de 200 jugadores, buscamos aumentar nuestra cantera con jóvenes que, a partir de 14 años de edad, quieran vestir nuestros colores y convertirse en socios de Amigos de Fuentes de Magaña. Por una cuota anual de 15 €, ofrecemos el orgullo de formar parte de un equipo de gente feliz e integrada. Al menos, así lo sentimos los que estamos dentro.

Y tras este breve símil futbolístico, desgranaremos brevemente el contenido de esta revista, que ya llega a su número 9 y que comienza con una completa crónica de las actividades que conformaron la programación de la IX Semana Cultural.

Vivencias y fe de mis gentes es un artículo de valor etnográfico que, como su título indica, recorre los usos y costumbres de las gentes de Fuentes durante siglos en los que el campo, la familia, la solidaridad y la iglesia, han sido piedras angulares de la convivencia entre vecinos. Asimismo, conoceremos en el artículo titulado La academia, las inquietudes pedagógicas de personas que hace ya décadas procuraron la formación de muchos niños de Fuentes para que, a pesar de vivir en un entorno rural, tuviesen acceso a oportunidades educativas.

Recordaremos como era la vida de los vecinos de la calle del Castillo hace unas décadas y descubriremos la importancia de la llegada de la luz eléctrica a Fuentes hace apenas 80 años, gracias al esfuerzo de muchos vecinos que, con su trabajo, hicieron que eso fuera posible.

En el apartado de historia analizaremos el nacimiento de las Comunidades de Villa y Tierra como forma de organización territorial durante la época de la Reconquista en las tierras al norte del Duero.

Este año, con sendos artículos, se rinde homenaje a la memoria de dos personas importantes muy vinculadas a Fuentes de Magaña: Justino Marín del Barrio, fundador de Textiles Marín; y Abel Pérez Gallardo, médico que ejerció la totalidad de su carrera en Fuentes de Magaña.

Quiero destacar la colaboración de escritores profesionales que participan en nuestra publicación, otorgándole así un mayor interés y calidad. Nuevamente, Abel Hernández e Isabel Goig se suman con sus artículos a las páginas de esta revista. Este año, se incorpora además Jesús Nieva Ozcoz con un emotivo relato titulado El regreso. Jesús Nieva es autor de El secreto de la ciudad perdida, apasionante novela que aprovechamos para comentar y recomendar en estas páginas.

El deporte también tiene cabida en nuestra publicación y este año protagoniza un artículo en torno al Ultimate fresbee -práctica deportiva que gana adeptos cada día- y otro dedicado a la prueba BTT Desafío Tierras Altas, que celebró en agosto con gran éxito su 2ª edición.

Completan esta publicación una reflexión acerca de la estresada actividad de un cura de pueblo durante los concurridos meses de verano, un divertido artículo en torno al inocente trueque entre niños, otro de psicología en relación a la importancia de los buenos recuerdos vinculados a la infancia y a lo vivido en pueblos como Fuentes de Magaña y, finalmente, una sencilla receta para elaborar ricos buñuelos.

Para terminar, como cada año, agradecemos la colaboración de las empresas y entidades anunciantes y destacamos la inestimable labor de quienes dedican su tiempo a recordar, investigar y escribir para nosotros los artículos de calidad que esta revista incluye. Que su lectura te sea grata.

Recaredo García Gaspar

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Memoria económica 2014 de la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña

GASTOS

INVERSIONESEquipo de sonido y altavoces 1.010,62GASTOS DE FUNCIONAMIENTOFranqueos, papelería, imprenta... 718,01Donativos y cuotas 156,00CABALGATA DE REYES 88,75VIII SEMANA CULTURALCamisetas, delantales y gorros 1.020,15Espectáculo infantil y risoterapia 340,00Espectáculo siega y trilla 1.102,98Taller aves rapaces 580,00Concierto mariachi 1.000,00Carteles y programas 135,30Placas de homenaje y trofeos 182,17Fuegos artificiales 103,09Comida popular 2.142,96Charanga El ruedas 750,00Otros (chocolatada, lienzos rifa...) 222,58Obsequios colaboradores 315,00FIESTAS DEL CRISTO (cena) 746,83EDICIÓN LOS PINGOTES 1.646,34FIESTA DEL PUCHERO 990,13LOTERÍA DE NAVIDAD 134,12GASTOS GESTIÓN DE CUENTAS 29,22TOTAL GASTOS 13.415,05

INGRESOS

CUOTAS DE SOCIOS 3.210,00AYUDAS Y SUBVENCIONESProynerso (anuncio revista) 200,00COMIDASComida popular agosto 2.150,00Cena Fiestas del Cristo 520,00Comida popular Puchero 636,00COLABORACIONES Y PROMOCIONESCopias DVDs 160,00Camisetas, sombreros, delantales 875,00Donativos tapas 22,00Asistencias Taller risoterapia 60,00LOTERÍAS Y RIFASRifa lienzos 500,00Rifa jamón 300,00Lotería Navidad 2.800,00LIQUIDACIÓN CUENTAS BANCOS 9,89PUBLICIDAD REVISTA 840,00TOTAL INGRESOS 12.282,89

SALDO A 31/12/2014SALDO 2013 9.719,75INGRESOS +12.282,89GASTOS -13.415,05SALDO 2014 8.587,59

Como cada año, aprovechamos esta revista para presentar un resumen de las cuentas de nuestra Asociación que,

un año más, se presentan saneadas y con un razonable equilibrio entre gastos e ingresos.

Las cuentas de 2014 son continuistas con respecto a años anteriores y la mayoría de los gastos e ingresos reflejados se vienen repitiendo cada año. Los gastos se concentran en conceptos vinculados fundamentalmente a la Semana Cultural y al conjunto de actividades desplegadas durante la misma, así como a la fiesta del Puchero o a la edición de esta revista.

En el apartado de ingresos destacan como fuentes de financiación fundamentales las cuotas aportadas por los más de 200 socios, que supusieron 3.210 €, la venta de lotería y rifas que generaron 3.600 €, las colaboraciones de empresas para la edición de la revista Los Pingotes, que sumaron 840 € y, por último, los abonos de los asistentes a las comidas y cenas populares que, básicamente, vienen a compensar los gastos derivados de la organización de estos eventos. Al final, 2014 se saldó positivamente con 8.587 €.

Quedaron pendientes de abono en 2014 las subvenciones otorgadas por la Mancomunidad de Tierras Altas que, por un total de de 632,86 € se ingresaron en febrero de 2015 y, por tanto, se reflejarán en las cuentas de este año.

Se comunica por medio del presente anuncio que con fecha 20 de febrero de 2015 la Mancomunidad de Tierras Altas notifica que la Asamblea de Concejales de dicha Mancomunidad ha resuelto conceder a la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña las siguientes ayudas:

• Para la edición del nº 8 de la revista Los Pingotes la cantidad de 343,53 €.

• Para la actividad Taller de cetrería, la cantidad de 289,33 €.

El Taller de cetrería subvencionado se celebró en agosto del año 2014 en el marco de la VIII Semana Cultural de Fuentes de Magaña y el nº 8 de Los Pingotes se editó y distribuyó en los meses de noviembre y diciembre de 2014.

ayudas

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Por Ismael Valer Marín

DÍA PRIMERO

Así fue y así lo cuento. Las actividades comenzaron a fluir el día uno de agosto a las cuatro y media de la tarde. Empezó “la cosa” con un campeonato de mus celebrado en el espacio cubierto que hay junto al frontón. Los ganadores aplicaron su buen arte de envidar a las cartas que les tocó jugar. A las 20 horas, en el auditorio improvisado de las terrazas, la Orquestina “La Cantina”, entre diálogos y ficticios personajes, dejo colgadas, en el aire, viejas melodías: Cerezo rosa, La casita de papel, etc. La audiencia escuchaba las canciones que la devolvían a su juventud.

DÍA SEGUNDO

El día dos de agosto amaneció pronto, muy pronto. En las plazas todo era dinamismo y tecnología. Tecnología en el arco de meta y en las más de 100 bicicletas que empu-jadas por otros tantos ciclistas iban a recorrer tres circuitos. Uno, el lar-go, de 65 kilómetros por las duras sierras de Tierras Altas; otro, de 35 por semejante orografía a la ante-

rior y, finalmente, el circuito infan-til por un recorrido rural rodeando el casco urbano. La organización, dicen los entendidos, fue perfecta, y la colaboración de los voluntarios excelente. Los servicios médicos fueron meros espectadores de las pruebas deportivas. El equipo de fisioterapeutas hizo que los ciclis-tas repusieran su condición física después de semejante esfuerzo y Jesús Martínez se encargó de re-cuperar las bicicletas con un buen manguerazo de agua. En el curso de la carrera, los corredores pudie-ron encontrar puestos estratégicos de avituallamiento perfectamente ubicados en los puntos “calientes”: refrescos, frutos secos, piezas de fruta… todo lo necesario para repo-ner fuerzas y seguir adelante hasta completar el recorrido. Al final y tras la entrega de trofeos, carne a la brasa en una comida de recom-pensa para participantes, amigos y familiares.

DÍA TERCERO

Fue el lunes día 3 de agosto cuando sonó el primer chupinazo de los cuatro que abrirían los encierros del toro-carretón. Los niños tomaron las calles. Después a reponer fuerzas en el aperitivo infantil en

9 días de agosto

Orquestina La Cantina

IX SEMANA CULTURAL

de FUENTES DE MAGAÑA

Torneo de mus

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el que, con imaginación, los más pequeños elaboraron sus propios pinchos.

Ese mismo día, la primera de las conferencias fue un canto a nuestros antepasados, aquellos que, con mucho esfuerzo físico y muchos sacrificios nos dejaron la estructura de un pueblo moderno. La ponente, Delfina Valer, Delfi, nuestra monja misionera, nos hizo sentir la emoción de los recuerdos en una exposición llena de nostalgia y agradecimiento a nuestros mayores.

Vino a cerrar el día la proyección de la película “Qué bien se te ve”, que trajo el recuerdo de los días de agosto de 2014 en los que se celebró la VIII Semana Cultural de Fuentes de Magaña y que ya quedaron para la historia. Encierro infantil

BTT Desafío Tierras Altas

Orquestina La Cantina

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DÍA CUARTO

El martes una nueva aportación se desplegó en el frontón. Ultimate frisbee se llama este juego –actividad deportiva. El disco volaba, unas veces, bien dirigido por los expertos, otras, tomaba una dirección caprichosa pues el lanzador carecía de la técnica suficiente. Nuestro socio Eduardo Paniello, jugador entusiasta de esta disciplina, quiso incluir en la programación de nuestra semana cultural un taller impartido por el mismo para enseñar las reglas y técnica de este deporte que, casualmente por esos

días, obtuvo el reconocimiento por el Comité Olímpico Internacional, pudiendo así competir con otras disciplinas para ser incluidos en futuros Juegos Olímpicos. ¡Y es qué tuvo que practicarse en Fuentes de Magaña para obtener tal reconocimiento!

El torneo de ajedrez es una actividad fija en la programación de la semana cultural. El interés de los organizadores es despertar entre los más jóvenes la afición por esta disciplina de tan favorables efectos entre quienes la practican. En esta ocasión, Arturo García alzó el trofeo de campeón.

Actividad infantil. Trabajando la arcilla.

Taller de Ultimate frisbee

Participantes en el taller de Ultimate frisbee Participantes en el torneo de ajedrez

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El martes es uno de los días de la sema-na en los que la Plaza Hueca se convier-te en punto de encuentro, sobre todo por la tarde. “Fuentes de tapas” es un evento esperado por todos. Las cocinas de las ca-sas echan humo durante las horas previas a la muestra. Todos se afanan en diseñar y elaborar tapas y pinchos para ofrecer a

los asistentes un abánico de sabores y de placeres gustativos. Las creaciones culi-narias presentadas resultaron excelentes. Entra por los ojos primero y después por la boca. Felicidades a todos los “profesiona-les” de la cocina. Este año hubo tinaja de melocotón con vino para acompañar a las abundantes tapas. Juan Ramos fue el taber-

nero “escanciador”. Este año el delantal que lucieron los participantes fue de color calabaza y, con unos 60 cocineros lucién-dolo, la escena recordaba a los exitosos programas televisivos de Master Chef. Y las más de 1.500 tapas que se degustaron en apenas media hora, un año más estuvie-ron a la altura esperada.

Torneo de ajedrez.

Participante en Fuentes de Tapas.

Finalistas del torneo de ajedrez.

Repartiendo el clásico remojón Tapas de la muestra gastronómica

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DÍA QUINTO

Como hay que cuidar el cuerpo, el miércoles, un buen paseo hasta la sierra. Valtajeros fue el destino con La Lomba por testigo. Bocata en la Veguilla después del encuentro entre los senderistas que cada año se agrupan en una excursión colectiva que ayuda a conocer nuestro término municipal, sobre todo a los más pequeños. Ya por la tarde, el ciclo de conferencias presentó un tema de rabiosa actualidad: Los riesgos de Internet. Iñigo Dito Alaya, cabo la Guardia Civil, desbrozó el complejo mundo de las redes y nos descubrió los entresijos y riesgos de Internet y alertó a los padres del mal uso que podrían hacer sus hijos de esta herramienta.

DÍA SEXTO

El jueves no es un día cualquiera en la semana cultural. La plaza huele a churros cuando la chiquillería, todavía, se está desperezando. Josean, un año más, elaboró este nutritivo desayuno ayudado por un

grupo de voluntarias que se encargaron de preparar el chocolate. El ajetreo continuo de la semana está en su ecuador, esperando la eclosión del fin de semana. Con el cuerpo espabilado y bien nutrido, a correr el 2º encierro y, sin solución de continuidad, el 2º taller de Ultimate frisbee. Comida, ligero descanso y futbol,

partido clásico donde los hijos, llenos de agilidad, pugnan por ganar a la madurez de sus progenitores. Pero este año fueron los padres los que obtuvieron la victoria. ¡No pasa nada, porque todo queda en casa!

Ya en la tarde noche del jueves, el frontón se llenó nuevamente de acordes de guitarra

Senderistas en Valtajeros

Excursionistas en la Veguilla

Iñigo Dito Alaya. Los riesgos de internet

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con el concierto de “Versiones y perversiones musicales”. El Dúo oscense formado por el guitarrista y cantante Ángel Valdivia y por la bailaora y cantante Tamara Giménez, nos sorprendiron por su fusión de pop, rock, canción y flamenquito.

DÍA SÉPTIMO

El cohete del 3º encierro nos despierta el viernes. Con pañuelo al cuello y periódico en la mano, a recortar la embestida de los morlacos por las calles. Las carreras atropelladas de los niños dejaron algunas caídas que, aunque no revistieron gravedad, activaron la ambulancia de Nuria que rápidamente evacuó a los heridos.

Los plataneros de la plaza que, este año, no dejaban pasar ni el más mínimo rayo de sol, acogieron la comida de alforja. Buenas viandas, buen vino, buenos postres, buen humor y, por tanto, buen ambiente.

La tarde se llenó de juegos malabares y contorsionistas en un espectáculo emocionante del Circo La Raspa que entusiasmo a todos. Tras un descanso para cenar, la noche se iluminó con el fuego de los volatines. La quietud de la noche castellana colaboró en el espectáculo y ningún espectador se movió hasta que los fuegos de los pebeteros se extinguieron. Faquires y malabaristas mantuvieron boquiabiertos a los espectadores que, al final del espectáculo, puestos en pie, ovacionaron a los artistas.

Competición de fútbol

José Antonio Herrero (“Josean”) Repartiendo el chocolate

Ángel Valdivia y Tamara Giménez

Circo La Raspa

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DÍA OCTAVO

La semana, en estos días de agosto, siempre tienen guardadas sorpresas. Los toros y los dobladores abrieron la mañana del sábado. Crearon ambiente de corrida incruenta de toros con picador bonachón y torero debutante en la plaza. Llegó en “mercedes” como corresponde a los grandes maestros acompañado de su apoderado. Juan “El Pacho” hizo el paseíllo con su cuadrilla y las Manolas. Gracias Juan, nos hiciste pasar un buen rato. ¡Gracia por tu colaboración! Angelines “La Chispi”, por una inoportuna lesión, no pudo atender a su compromiso anual de lidiar un toro para sus vecinos y amigos. ¡Qué tu lesión

sea de corta duración! El día estaba inseguro y amenazaba lluvia. Y por si acaso, dejamos solos a los arboles de la plaza y nos fuimos a comer a cubierto, en un local amplio, limpio, cedido por el Ayuntamiento y acondicionado en un tiempo record para acoger a 219 comensales. Los disfraces sufrieron el rigor de la tarde castellana cuando sopla el cierzo. Los que mejor soportaron la inclemencia fueron una banda de “pingüinos” que se habían escapado del polo. El bocata a media tarde repuso las fuerzas. Después fuegos artificiales y concierto-tributo a Los Secretos. Los hermanos Fran y Marcos, excelentes músicos y cantantes, nos deleitaron en un concierto de calidad.

Junta Directiva de la Asociación.Duo Cadreita.

Fran y Marcos. Tributo a Los Secretos

Pasacalles taurino Baile de disfraces

Baile de disfraces Baile de disfraces

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DÍA NOVENO

El noveno día, misa y homenaje a los mayores. Sentidas palabras, recuerdos y emoción contenida. El acto, este año, lo abrió el Sr. Alcalde presidente del Exmo. Ayuntamiento con una breve y ajustada alocución. Rubricó el acto la Presidenta de la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña e hizo la presentación de los homenajeados “el presentador-mantenedor” de la semana. ¡Fuerte aplauso! para Javier González, nuestro imprescindible “speaker”. Como cada año el homenaje estuvo amenizado por nuestros amigos del Dúo Cadreita. Abel Mendoza y Jesús Nieva nos mostraron su cariño a través de sus guitarras y sus escogidas canciones en un fin de fiesta entrañable.

La semana-novena se cerró de la forma más cultural. Mientras los homenajeados y familiares departían, animadamente, durante el aperitivo, Jesús Nieva firmaba ejemplares de su libro “El tesoro de la

ciudad perdida”. Una de las personas a la que dedicó un ejemplar me dejo leer la dedicatoria: “Para…..porque desde que nos conocemos me has tratado con todo cariño y me has mostrado la cara más entrañable y humana de las personas. El gran tesoro está en el corazón”.

Momento del homenaje a los mayores

Y concluída la novena semana cultural, ¡vamos a por la décima! 2016 es el año en que se cumple el 10º aniversario de nuestra asociación. De todos depende que su celebración sea un éxito.

Dúo Cadreita

Jesús Nieva

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MEMORIA O HISTORIAÚltimamente se habla mucho de la memo-ria histórica, pero ¿es realmente un con-cepto adecuado o estamos confundiendo lo que es memoria y lo que es historia?

La historia es la ciencia de la memoria y su estudio y conservación corresponde a las instituciones universitarias, a los archivos y a las bibliotecas. Los libros y otras fuentes documentales son su soporte escrito. Por su parte, la memoria es una función del cerebro que permite codificar, almacenar y recuperar la información del pasado.Pero memoria, !hay la memoria!, la memoria de nuestros pueblos, se recupera con conferencias como la que nos regaló Delfi Valer, “nuestra monja viajera”, en la que sus recuerdos fluyeron en forma de arados, de tradiciones como el Mayo, de bares, de oficios perdidos como el de herrero o el de pregonero que, en tiempos ya pasados, se ejercían en Fuentes. Memoria de nuestros pueblos son los libros de Abel Hernández y las historias trasmitidas por nuestros abuelos, padres o tíos. Son esos recuerdos de estraperlo, de desapariciones en la posguerra y de apariciones posteriores, ¡alegres apariciones! Esa memoria por desgracia se nos está yendo. Así, se fue mi tía Benita, hermana pequeña de mi padre, que fue para mi una fuente de la memoria de mi familia. Ella nos contó historias de la casa de mis abuelos, historias que hacían hasta con rima. Traigo aquí la última rima que me regaló postrada en una cama del hospital:

“Entre Fuentes y Cerbóntodos pasean el cerro y los amantes que se quierenpasan la vida en el cielo”

Por eso, conferencias como la de Delfi o recuerdos de nuestros pueblos que aún se conservan en la mente de nuestros mayores, para que alcanzasen la categoría de historia deberían quedar escritas. La revista los Pingotes es un medio idóneo para guardar un poco de “nuestra historia”.A ello nos diponemos en las siguientes páginas.

Ana Aguado Martínez

En uno de los libros de la Biblia hay una frase: “acuérdate de donde saliste”. Así, con este recuerdo me

lanzo a hacer un recorrido por el “ayer” de estas tierras y sus gentes. Gentes austeras y valientes que sabían vivir haciendo frente al frío cierzo, al cálido bochorno, al crudo invierno; sin pereza y haciendo cada día lo que había que hacer, venciendo el tedio, la monotonía y el aislamiento que podían reinar en el ambiente. No les regalaron nada, ellos fueron artífices y artesanos de su vida.

Sitúo mis vivencias en un tiempo en el que el pueblo tenía dos o tres carpinte-ros, dos fraguas, un horno municipal, además de un molino y una panadería particulares, un bar, dos tiendas que eran los “mercadona de la rinconada”,

una peluquería, una barbería, una tienda de tejidos, dos sastres, un zapatero, un estanco y varios funcionarios residentes: un secretario, un médico, un maestro y una maestra. Además, dos coches de línea y dos curas.

Quienes son de mi edad, e incluso más jóvenes, conocen como yo cómo era la vida cotidiana en este querido pueblo. Un poco más difícil es hablar de la Fe, pues el dicho es claro: “cada uno guarda su alma en su armario”. Sin correr el riesgo de entrar en la conciencia de nadie, me permitiré también hablar de la Fe de mis gentes, apoyándome en hechos, tradicio-nes y costumbres que han alimentado las creencias de nuestros antepasados.

Voy a comenzar por unas pinceladas de la vida normal de quienes trazaron surcos de progreso y esperanza para nosotros.

VivenciasDesde los años sesenta hasta hoy, hemos dado saltos acelerados a nivel cualitativo y cuantitativo y tal vez a algunos les re-sulte difícil imaginar cómo se ha pasado de labrar con el arado romano a realizar la misma tarea con un tractor climatiza-do, con mandos automáticos y GPS. La

Vivencias y fe de mis gentesPor Delfina Valer Marín

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siega y la trilla, tareas familiares feliz-mente recuperadas como memoria cul-tural, distan mucho del trabajo realizado hoy por un hombre y su cosechadora.

¡Y qué decir de los útiles empleados en la enseñanza! De la plumilla y el tintero hemos llegado al ordenador-escáner-fo-tocopiadora, pasando por el bolígrafo –que nos pareció un gran invento, ¡espe-cialmente el de cuatro colores! Qué decir de la cartilla y el Catón, donde apren-dimos las primeras letras y de aquellas enciclopedias que acumulaban todos los conocimientos en un libro de mayor o menor volumen según el grado en el que estuviese el alumno. Los mapas que se enrollaban y se desenrollaban según la lección de geografía que tocase y que nos permitían viajar por costas, mon-tes y ríos del mundo entero y, además, cuando arreciaba el frío, si los poníamos en la puerta de clase, nos aislaban de las inclemencias del tiempo.

La información corría a cargo del alguacil y su trompetilla, y así estábamos al tanto de las ordenanzas del ayuntamiento o de los vendedores y mercancías que llegaban a la plaza. El resto de los acontecimientos se comunicaban en la fragua, el lavadero o la fuente; o en el rato de espera de la salida matutina o de la llegada vespertina de las cabras alrededor del pilón; o espe-rando el coche de línea o la llegada del cartero con su valija en la que, además de cartas familiares, había algún periódico y cabía toda una oficina contable de giros, pagos, letras a plazos… La radio era el medio de conocer día a día lo qué pasaba en España más allá del Mostajo y de La Alcarama... Incluso, había algunos que escuchaban radio Andorra que, lógica-mente, daba una información distinta a la de Radio Nacional.

Al principio de los años 60 llegó al salón parroquial la primera televisión que nos permitió ver acontecimientos políticos,

religiosos, culturales, musicales, corridas de toros, partidos de futbol…!algo estaba cambiando!

Hoy tenemos accesos ilimitados al cono-cimiento, a la infor-mación, al estudio, a la comunicación, al transporte…. Cada uno su teléfono, su coche, su tablet… pero yo me pregunto: ¿hemos crecido al mismo ritmo en aquello que nuestros padres y abuelos fueron tan grandes?

Ellos tenían un “olfato de humanidad”, un sexto sentido que les hacia adivinar en su necesidad o en la necesidad del vecino aquellas cuestiones vitales o de-cisivas en las que había que implicarse.

Hoy lo llamamos “ser solidarios”; ellos, simplemente se ayudaban porque era cuestión de salir adelante.

Cuando había un enfermo grave, la familia, los allegados y algún vecino se ponían de acuerdo para cuidar y acompañar, sin drama, sin ruido, pero con una presencia eficaz hasta el final, tanto si el desenlace era bueno o menos bueno.

Y había otras cosas:

Ese vecino que tenía el macho o la yegua enfermos y que había que cuidar día y noche hasta que se le pasase la agitación. Ahí estaban los hombres haciendo turnos, sujetando y velando al animal para evitar males mayores.

El pastor que tenía un buen perro, pero que se había roto una pata y ahí acudían dos o tres hombres para inmovilizarlo, vendarle con trapos, tablas y huevo y ver con satisfacción cómo, pasado un tiempo, seguía sien-do buen guardián del rebaño.

En la era, la tarea de la trilla era dura. Cuando venía tormenta había que correr a recoger la parva y, si era necesario, se ayudaba a quien andaba más retrasado porque, antes de que cayese el chaparrón, había que salvar lo más que se pudiera la cosecha del año que, en realidad, era el pan de cada día.

Todo afectaba a todos, chicos y gran-des. La matanza del cerdo era una fiesta familiar y un trabajo compartido que aseguraba una buena reserva, en un tiempo que no había frigoríficos ni congeladores.

Un parto era la ocasión de recompensar a la mujer por su esfuerzo con el caldo de la mejor gallina del corral y con los bue-nos cuidados de las matronas del pueblo.

Gestos sencillos, ayudas concretas, actividades rutinarias sin brillo y sin recompensa. Cada uno estaba en su rin-cón, con sus cosas, pero cuando había que ayudar, la solidaridad estaba por encima de todo, aunque no supieran que esta palabra definía su actitud.

La familia era el núcleo social que se extendía al vecindario y a todo el pue-blo, a los mayores se les llamaba por su nombre o por su apodo, con el prefijo “tío”, ”tía” – el tío Chano, la tía Crescen-cia, el tío Claudio, la tía Aurelia, el tío Sandalio… ¡gran familia!

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16 LOS PINGOTES

Esa solidaridad se manifestaba no sólo en el pueblo, sino con los pueblos vecinos… Había fuego en Cerbón o en Valtajeros, sonaban las campanas a rebato y allí iba todo el que podía con calderos y palas a combatir el fuego. No había camiones, cisterna ni helicópteros pero había coraje numantino para hacer frente común a lo que se presentaba.

Y ¿qué decir de aquel coche de línea, con chofer y cobrador, que arrancaba con manivela y que, a veces, había que empujar por las cuestas de Villarraso y de Pobar, pero que realizaba con gallardía el trayecto Fuentes-Soria en dos horas?

Nuestras gentes vivieron monarquía, república, guerra, dictadura… Las ideo-logías estaban ahí, cada quien guardaba la suya, pero tenían una preocupación común: salir adelante y que sus hijos pudiesen vivir mejor que ellos. La tarea era grande y por eso se concentraban en las cosas pequeñas y, al mismo tiempo que intentaban mejorar la economía doméstica, el pueblo hacía funcionar las cosas del pueblo: luz, agua, reos de vecinos en servicios comunes para man-tener practicables caminos y acequias, sistema de cotización–igualas- para tener médico, ya que entonces no había Seguridad Social, madres que se com-prometían a colaborar en el comedor escolar… que preparaban los trajes para las comedias, contribuyendo así a que todo el pueblo disfrutase de una obra de teatro o de un sainete representados por jóvenes y niños con madera de artistas. La limpieza del lavadero a turno hacía que todas las mujeres pudiesen lavar la ropa en un medio más o menos cómodo

pero, sobre todo, lo más limpio posi-ble. Servir como mayordoma era una obligación y un pri-vilegio que ayudaba a mantener la Igle-sia en condiciones dignas para el culto y la oración. En una palabra: unión de esfuerzos para seguir mejorando las condiciones de vida. Las dificulta-des no les acoqui-naban, las vivían como desafíos para crecer.

A veces, comentando aquel ritmo de vida decimos: “eran esclavos de la tierra para sacar cuatro perras”. Pero en realidad eran libres, tenían un ritmo realmente ecológico. Vivían al ritmo de la naturaleza y de las tareas cotidianas, ni más ni menos. Dormían al lado de las pozas para guardar el turno del agua y valoraban como un tesoro los pequeños manantiales que alimentaban el regadío. Fruto de esas veladas hidrológicas eran las patatas y las berzas, con sus hermo-sos cogollos, que aseguraban la inten-dencia del crudo invierno. Tener en casa gallinas, cerdos o cabras proporcionaba comida, a la vez que en el corral se preparaba el abono con que cultivar las tierras. La “corta” de la leña, era otra ta-rea que aseguraba limpieza en el monte y calor en el hogar. Aquello era ecología aplicada, todo se reciclaba. La tierra se labraba dejándola en reposo para que produjese más al año siguiente.

Además, algunos realizaban un es-fuerzo suplementario entre la recogi-da de la cosecha del año y el comienzo de los trabajos para preparar la tierra para la siguiente: en ese espacio de tiempo otoñal algunos hombres iban al trujal de aceite a ganar algún jornal para mejorar un poco las economías domésticas.

Nuestros padres y nuestras madres nos enseñaron a trabajar, a jugar, a bailar y a rezar, porque todo era im-portante en la vida y porque así nos preparaban para ese porvenir soñado que, de todo corazón, deseaban para nosotros.

En esta rutina del día a día había un ingrediente, una salsa que daba color

y sabor a las semanas, a los meses, a los años; una especie de argamasa que, como ocurre en las construcciones de esta tierra, daba cobijo a las familias. Así en la vida de nuestras gentes la Fe era un elemento, si no esencial, si importante. A la iglesia nos traían al nacer y en ese mismo lugar comenzaba el último trecho hasta “San Sebastián” para aquellos que habían terminado su ciclo natural en este mundo.

Una vez recordadas algunas de las vivencias, consciente de que lo más im-portante siempre queda por decir, con el respeto debido a los protagonistas, voy a adentrarme en el terreno de sus creencias, terreno que es mezcla de tra-diciones, de costumbres, de Fe en Dios y, sobre todo, de buena voluntad.

La fe de mis gentesLa salsa que daba sabor al ritmo cotidiano y la argamasa que proporcionaba cobijo era la fe de nuestros mayores. Los gozos, las penas, las preocupaciones y las satisfacciones las vivían con un sentido transcendente que era como una manera de respirar, oxigenando así la existencia cotidiana.

La iglesia parroquial y el cura del pueblo constituían su mundo religioso. El obispo venia una vez al año y representaba a la iglesia de Roma…pero ¿qué eran Roma y el Vaticano? Y cuando se escuchaba la lectura del Evangelio ¿dónde estaban Palestina y Belén de Judá o Jerusalén? Y además, hasta los años 60, ¡la misa en Latín! Me diréis: fe de carbonero, creencias sin cultura y sin reflexión crítica, sin sin… pero con una FE llena de buena voluntad.

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LOS PINGOTES 17

Cada mes traía su lote de celebraciones:

En enero, la Epifania –los reyes magos, envueltos de misterio y generosidad, que con unos guirlaches nos dejaban tan contentos y nos enseñaban a ser buenos y generosos- y San Sebastián mártir, patrono de la hermandad que se ocupaba de acompañar en el ultimo tramo de la vida, sobre todo a quienes no tenían compañía ni medios para el entierro.

En febrero, la Candelaria, -presentación de los niños recién nacidos y sus madres, en memoria de “la presentación y purificación” narrada en los evangelios- y San Blas, el protector de la garganta -otorrino- con la bendición del rosco. Y el Miércoles de Ceniza, comienzo de un tiempo especial de camino espiritual acompañado con charlas y con los viernes de abstinencia y dos días de ayuno.

En marzo, San José y Semana Santa con el cumplimiento pascual. Y, sin comprender el por qué, a veces se celebraba en abril cambiando las fechas de un año a otro. Los tres días se vivían intensamente: el Jueves Santo con esa adoración que se prolongaba horas; El Viernes Santo, con su Vía Crucis y los Oficios; y el Sábado Santo con un fuego pascual y un bandeo que desataba las gargantas en Gloria y Aleluya, convirtiendo el momento en algo maravilloso. He dicho sin comprender el porqué, ya que no se sabía mucho de la Pascua judía en la que se sitúa lo que el “Nazareno” vivió, pero tal vez sea más exacto decir que nuestras gentes celebraban estos días sumergidos en el

misterio del “Paso del Señor”: “del árbol de la muerte salud nuestra salió”, y se rememoraba aquello de “rompiendo las cadenas triunfante y victorioso”… (ese himno suena a resurrección).

En mayo, mes de las flores a María, la Cruz de Mayo, la bendición de los Campos.

En junio, el Corpus Christi, paso del Santísimo por las calles, bendición en la plaza de arriba con la sensación real, como dice el salmo: que “Dios visita a su pueblo”.

En julio, Santa Isabel o la fiesta de la visitación, ahora celebrada el 31 de mayo, la Virgen del Carmen y Santiago apóstol.

En agosto, la Virgen,“la Asunción”.

Estas dos últimas -Santiago y la Virgen- marcaban un alto en las tareas de la siega, el acarreo y la trilla.

En septiembre, el Santo Cristo del Consuelo…¡qué devoción, qué fiesta, qué rosquillas y qué bailes! Y San Miguel, fiesta señalada en el ayuntamiento con su importante Concejo.

En octubre, la Virgen del Rosario, la Virgen del Pilar. En este mes, nuestras madres y abuelas rezaban el rosario, esa oración sencilla y aparentemente rutinaria, con un Padre Nuestro y 10 Ave Marías.

En noviembre, todos los Santos, fiesta de trascendencia espiritual y afectiva

recordando a todos. Y memoria de las ánimas benditas, con aquellos rosarios en los que se recordaba cada día a los difuntos de una familia.

En diciembre, la Inmaculada –patrona de la parroquia- y Navidad…fiesta de la ternura de un Dios-Niño que pide calor y cariño.

Así se completaba el círculo de 365 días, y cada domingo, un alto en el camino, la partida en el bar, el paseo y a comenzar la semana; de vez en cuando, una misa encargada al cura por las intenciones que buenamente pedía el interesado y así, a seguir el ritmo acompasado de la vida, domingo a domingo.

Podéis argumentar: ¿eso es Fe?,.. ¿eso es iglesia? – No, eso es un pobre calendario inexacto, hecho sin pausa ni detalle que no refleja el hondón de la fe sencilla que vivieron nuestras gentes. Ellos tenían claro que a algo, o mejor dicho a alguien, podían confiar sus penas, sus preocupaciones, sus alegrías. Sabían que ese alguien podía echar una mano en todo y le confiaban: el hijo o la hija que estaban lejos, fuera del pueblo, en la mili, sirviendo o estudiando; la cosecha que se estaba preparando; el porvenir del niño que acababa de nacer; o el descanso eterno del que pasaba a “mejor vida”.

Hoy, hay costumbres y tradiciones que han desaparecido por diversas circunstancias, pero yo guardo con cariño la memoria de vida, fe y fiesta que aún siento cuando ando por estas calles y estos campos:

Procesiones, con el alto que se hacía en la puerta de la mayordoma, auroras, bandeos de campanas, rosarios, música, rosquillas y remojón… otros sonidos de las campanas que invitaban a rezar, o tocaban a rebato en una urgencia… todo eso formaba una amalgama humana y espiritual que salía de la Iglesia o conducía a ella. Voces de los hombres que resonaban en la bóveda del templo dando la impresión que algo solemne e inexplicable estaba pasando; se rezaba y se cantaba con el corazón….Ese algo incomprensible para mi cabeza era la religiosidad de un pueblo que lejos de ser “fe de carbonero” era encuentro personal con Dios.

Mis gentes no eran perfectas, existían envidiejas, rencillas, diferencias….pero vivían en su pueblo y en su parroquia…y

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no había más. Rezaban juntos, por encima de las “distancias” o desuniones que pudiesen separarlos. Me diréis—¡pura apariencia!-, pero yo me permito afirmar que de apariencias nada. Rezaban y tal vez salían de la iglesia con los mismos prejuicios y problemas, porque las cosas y las personas no cambiamos en media hora, pero su fe se fundamentaba en el convencimiento de que Dios nos ama y sólo Él puede hacer común unión y dar sentido a nuestras vidas cada día. Sin saber explicarlo, poseían ese convencimiento de que por encima de todo y de todos se pueden superar sentimientos y relaciones más o menos positivas, haciendo del pueblo una comunidad de creyentes en un Dios que nos ama a cada uno como somos.

Eran creyentes de cuerpo entero, no buscaban convencer o explicar su fe, era así; el Verbo se hizo carne en Nazaret y nuestros mayores vivieron en su carne la fe de cada día: trabajaron y se multiplicaron como dice el Génesis, dieron a sus hijos lo que tenían haciendo eco a aquello de: “si vosotros sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuanto más vuestro Padre del cielo os las dará a vosotros”.

San Pablo escribió hace más de 20 siglos a su discípulo Timoteo: “tengo presente la sinceridad de tu Fe, esa que tuvieron tu abuela Loïde y tu madre Eunice…” La fe no es cuestión de recuerdos, conveniencias o filosofías; nuestras gentes no eran ritualistas, eran “memoriosos”, hacían memoria de lo que otros les habían transmitido y enseñado, y ese memorial ha llegado hasta nosotros. Así como hemos sido herederos de un huerto, somos herederos de un tesoro histórico cultural y religioso del que somos responsables y que, a nuestra manera, debemos mantenerlo entre nosotros y en las próximas generaciones no por beatería

o esnobismo cultural, no por ser más papistas que el Papa, sino porque en la lógica de la economía, los valores que se pierden no producen ningún beneficio y, en este sentido, los valores humanos y religiosos que perdemos nos recuerdan aquello del grano caído entre las zarzas que ahogaron la espiga, con lo cual nos quedamos sin cosecha y sin semilla para la nueva siembra.

La vida de nuestros padres y abuelos fue laboriosa, austera, monótona… pero llena de esperanza. Vivieron labrando el porvenir y mirando al cielo porque, además de trabajar, había que esperar que el tiempo acompañase. Hoy, la meteorología nos previene si se avecina borrasca, no tenemos que mirar a las nubes para forjar el porvenir, pero necesitamos levantar los ojos, redescubrir y vivir la Esperanza y el Amor que nuestros mayores mezclaron al afán de cada día.

En su vida: el trabajo, las alegrías, los problemas, las preocupaciones, las satisfacciones y disgustos eran el tejido humano que, unido a su fe, formaba la reciedumbre de nuestras gentes. Bien es verdad que la fe no les resolvía mucho en el terreno material, pero les daba ese saber vivir que les orientaba

desde el fondo de su corazón y les hacía llevadera la cruz de cada día, pues habían escuchado más de una vez aquello de “venid a Mi si estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré, porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. Su fe y buena voluntad transformaban los quebraderos de cabeza en trampolines para dar un salto adelante en la confianza, con la fe en ese Dios que es compañero de camino en las duras y en las maduras, así lo expresaban cantando: “con fe de redimidos confiados venimos a tu altar…te aclamamos a Ti, nuestro Consuelo… alumbre tu calvario los senderos de un pueblo que te quiere por Señor”.

Recordarlas de esta manera es lo que me hace decir de mis gentes que sin figurar en la lista oficial de Santos, ellos son Santos. Así lo cantó el poeta Antonio Machado: “gentes del alto llano numantino que a Dios rezáis como cristianas viejas, que el cielo os colme de alegría, de luz y de riqueza”. Nuestros predecesores están a nuestro lado como ángeles de la guarda echándonos siempre una mano. A nosotros nos toca creerlo o no, yo lo creo y os pido un recuerdo para ellos.

“Somos herederos de un tesoro histórico cultural y religioso del que somos responsables y que, a nues-tra manera, debemos man-tener entre nosotros y en las próximas generaciones”

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Recuerdos y vivenciasLa calle del Castillo

Arranca la calle del Castillo en un extremo de la plaza de la Constitución. Escribo estos

apuntes, sentado al sol de los últimos días de verano soriano en la terraza-calzada de la primera casa de la calle, a la derecha. Antes, este esplendido solar era el preceptivo corral donde las gallinas habitaban y escarbaban en el estiércol. A estas horas una lengua de sol se estira por toda la calle, llegando desde el alto hasta la plaza, hasta la misma fuente.

En la otra esquina, un artesano tenía su taller de carpintería y ebanistería. Ángel trabajaba la madera y hacia muebles que revestía con laminas de nogal y aplicaba, a puño, barniz, sustancia que les daba realce de obra artística. Había aprendido su oficio en la escuela de Bellas Artes de Logroño, edificio de construcción singular que estaba en el centro de la capital riojana. Tenía un taller muy mecanizado con su cepilladora de sierra circular. Pasado un tiempo, añadió la sierra de cinta donde convertía en tablas los gruesos trocos de árbol. He tenido la oportunidad de contemplar una de las obras de este ebanista donde la madera de chopo, recubierta con lámina de nogal y después barnizada, muestra un cuidadoso trabajo de ensamblaje y ajuste. Después su

actividad principal derivó a la ganadería porcina y, ya jubilado, llenó sus horas con la escultura en madera.

En la primera casa, a la izquierda, había una carnicería que la regentaron, hasta su clausura, Blanca, señora de generosa anatomía, y su marido que tenía un especial concepto de la vida. Los descendientes emigraron a Barcelona y el negocio se cerró. A continuación vivía la familia Milla. “El Milla”, como le conocíamos en el pueblo, fue sustituto de Damián en la conducción del coche de línea que, diariamente con frío, con calor, con agua, con viento o con nieve, a las siete y media, salía puntual hacia Soria.

En la calleja, a la derecha, vivía el “tío” Tomás, hombre del que aprendí una práctica lección. Yo había vuelto de vacaciones al pueblo. Me encontré a este hombre sentado en el banco de piedra que se extiende a lo largo del edificio del Ayuntamiento. Por edad, había dejado de trabajar sus tierras, yo no sabía que estaba jubilado. ¿Que hacemos “tío” Tomás?. “Aquí estamos aprendiendo a ser viejo. Las tierras las llevan ya mis sobrinos”. Después de una breve conversación, marche rumiando la frase. En toda época de la vida hay algo nuevo y distinto que aprender, incluso en la final hay que aprender, aunque solo sea a no molestar.

Saliendo de la calleja, un poco más arriba, a mano izquierda, había una puerta de madera que daba acceso a una larga calzada. Era la casa de Aurelia y Juan, dos personas entrañables con las que durante el verano, mientras las faenas de la trilla, tenía una estrecha relación. Desde mis ocho años hasta los veinticuatro, duró esta relación motivada porque ellos y mis padres compraron, a medias, la primera trilladora que hubo por estas comarcas. De la “tía” Aurelia guardo una imagen impagable de servicio y ayuda, y de mujer trabajadora donde la hubiera. El “tío” Juan tenía una habilidad especial para apretar y aflojar tornillos en

la vieja trilladora. Yo, cariñosamente, le llamaba tenazas y él aceptaba, con humor, el seudónimo. !Y qué decir de mis peleas con las mantadas y con el burro que tenía el “tío” Juan¡

Si continuamos calle arriba, antes de salir del pueblo, en tres casas a la derecha vivían Julia y Agustín, Venancio y María, a cuya numerosa descendencia, la emigración de los años 50 – 60 del siglo pasado la llevó a Sabadell, Zaragoza, Tudela… En la última de las tres casas nos encontramos con Fortu y su mujer Paca. Fortu fue personaje típico en las fiestas patronales de la comarca. Buen cazador, era una especie de buhonero que endulzaba a la chiquillería con los chicles Bazoka, cortados en rodajas, y la divertía con sus tiras de “mixtos”. También comprobaba la puntería de los mayores con sus carabinas de aire comprimido, sus dianas y su tonelito de rayos de sol que salía de su escondrijo cuando el perdigón acertaba con el punto exacto.

La calle del Castillo tenía su encanto en invierno. Llena de nieve, su pendiente facilitaba la realización de grandes bolas que, una vez en la plaza, duraban unos días hasta que el sol, el viento y las pisadas de las cabras las convertían en agua sucia. Era una magnifica pista para “esbararse” en los largos y duros inviernos de aquella época. Era una calle con vida, como todas las del pueblo. Cuando llegabas a su final, a las eras, y girabas la cabeza a la derecha, veías la espadaña de la iglesia y oías las campanadas del viejo reloj marcando la hora de aquella vida rural que no volverá. Tenemos otro tipo de vida. En saber vivirla, respetando el pasado y actuando positivamente en el presente, está la verdadera ciencia.

Por Ismael Valer Marín

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Recuerdos y vivenciasLa academia

En la Iglesia, como institución, siempre hubo personas que pusieron en práctica la doctrina

social del Evangelio, con la infancia o con los desvalidos. No hay más que recordar a Ignacio de Loyola, José de Calasanz o Juan Bautista de la Salle, fundadores todos ellos de instituciones que se dedicaron a la educación de la niñez cuando esta función no la atendía el Estado, o Vicente de Paul, cuando los hospitales eran de beneficencia.

Un fenómeno con las mismas raíces sociales, pero más cercano en el tiempo y en el espacio, sucedió en la década de los años 50 del siglo pasado. En aquellos tiempos, en el mundo rural, la niñez a los 14 años, o antes, solo tenía la opción del trabajo. La economía rural era incapaz de soportar el costo de los estudios de bachiller elemental y superior en la ciudad donde estaban los Institutos o Colegios que impartían estas enseñanzas.

Había en aquellos años en Fuentes dos curas. Eran hermanos gemelos con inquietudes sociales que pusieron en práctica a lo largo de su ejercicio sacerdotal. Se habían formado en Logroño, diócesis de Calahorra y La Calzada, a la que pertenecía la comarca de Tierras Altas hasta que la Iglesia se reorganizó,

ajustando las diócesis a la circunscripción geográfica de las provincias. Estos sacerdotes, Modesto y Longinos, habían nacido en Arnedo, núcleo industrial importante de La Rioja. Por todas estas circunstancias, las primeras promociones de La Academia rendían sus exámenes, en junio, en el Instituto de Enseñanza Media Quintiliano, poeta romano nacido en Calahorra.

A partir de 1956, los niños de Fuentes tenían la oportunidad de estudiar el bachiller, haciendo ingreso a los 11 años, o seguir en la escuela hasta los 14 años. En la primera promoción hubo alumnos de Fuentes, de Valtajeros, de Cerbón, de Matasejún. El “claustro” lo componían los dos sacerdotes y la maestra y el maestro que impartían sus lecciones cuando acababan su tiempo lectivo en las escuelas. El aula era un cuarto anexo al Salón parroquial, ahora convertido en cochera. Allí, en mesas corridas, se preparaban las asignaturas bajo la dirección de los “profes” y el esfuerzo personal de cada uno. Luego, en junio, había que rendir cuentas como alumnos libres en el Quintiliano. El camino hasta Calahorra era una “autentica excursión” por la carretera que bordea el río Cidacos, de sinuoso curso entre montañas donde, hace millones de años, reinaron los dinosaurios. Se pasaba por Yanguas, pueblo que quedo reflejado en el Quijote cuando Don Alonso Quijano tuvo su aventura con los yangüeses. Después se entraba en la Rioja: Las Ruedas y Enciso eran los primeros pueblos, el segundo con cierta actividad textil en la producción de mantas. Antes de llegar a Calahorra se

atravesaba Arnedo, donde se hacían unas zapatillas, marca La Cadena, inicio de la fuerte actividad industrial de calzado que ahora tiene esta población.

Cogieron el relevo otros dos sacerdotes, Carmelo y Miguel Ángel y, después de estos, dos sorianos de Tierras Altas. Abel y Delfín fueron los que dirigieron los primeros años de bachiller de los alumnos que entonces comenzaron a rendir sus exámenes en el Instituto Antonio Machado de Soria.

En aquella Academia comenzaron a dar sus primeros pasos bachilleres que después fueron excelentes maestros en muchos puntos de la geografía española, algún médico, algún químico... Desde la primera hasta la última promoción tuvieron, en común, cualidades nacidas y cultivadas en aquel ambiente rural: mucho esfuerzo, mucha dedicación y mucho trabajo que tenían que dar resultados positivos un día de junio en el que los nervios podían jugar una mala pasada y barrer el continuo y diario laborar de nueve meses de curso lectivo en una pequeña aula de un gran pueblo plantado en las estribaciones montañosas del norte de la provincia de Soria.

Por Ismael Valer Marín

En aquellos tiempos, en el mundo rural, la niñez a los 14 años, o antes, solo tenía la opción del trabajo.

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L a llamada comarca de Tierras Altas de Soria. Espacio hermoso y rico en variado patrimonio

artístico e histórico con icnitas, castillos, iglesias de varios estilos, torres, palacios, casas nobiliarias, museos, centros de interpretación...; patrimonio natural con rutas de senderismo, hayedos, pinares, dehesas, praderas, vegas...; y riqueza cinegética, micológica, paisajística... En definitiva, una variedad de pueblos, tipos y paisajes que merecen la pena.

Y aunque en general, un tanto escasa, “ma-yor” y diseminada, para mí, la principal riqueza de estas queridas Tierras Altas: sus gentes. Sin duda. Sí, esa gente escasa, ge-neralmente “mayor” y dispersa. Pero tam-bién esa gente emprendedora, entusiasma-da, arraigada, convencida, alguna no “tan mayor”, y que han apostado por esta tierra con su compromiso personal, profesional y vital. Esta gente mantiene y genera, contra viento y marea, sin romanticismos ni nos-talgias, la vida que hay por aquí. Gentes en medio de toda esta realidad, que durante el año discurre con calma y serenidad. Con la cotidianidad necesaria para la “norma-lidad” en el trabajo y en todos los demás aspectos de la vida.

Pero, de repente... llegan las vacaciones, el verano. Deseado por todos. Los

permanentes y los ocasionales, todos del pueblo. Unos días -para unos pocos, para otros suficientes, para otros deberían ser más… nunca llueve a gusto de todos- en donde todo se transforma y coge una velocidad vertiginosa. En la que no se da abasto en casi nada: tiendas abarrotadas, colas para comprar, consultas médicas desbordadas, bares atascados de almuerzos: cañas y “torrezno de Soria-tierra de sabor”.

Y entre todo este aluvión cotidiano de exageración veraniega: las fiestas de los pueblos. De todos: del más grande, de medianos y pequeños; habitados y deshabitados... Las fiestas, como eje central, las “movidas culturales-gastronómicas”, las semanas y jornadas culturales, foros, mercados, trillas, torneos deportivos... y otras variopintas actividades.

Antes de San Juan, que marca el pisto-letazo de salida para las fiestas de esta tie-rra, están otras de “me-nor calado” y más serenas, que tienen que ver con acon-tecimientos más estrictamente re-ligiosos: La Trinidad, la Cruz de mayo, San Isidro...

Pero con junio, llega el verano y, como digo, San Juan marca la salida del calendario festivo que terminará para mediados de septiembre con la fiesta de la Cruz, aunque con el remate de algún otro día de octubre, igualmente de “menor calado”. Y en toda esta “movida festiva” y un tanto trepidante, las celebraciones religiosas de la fiestas. -¿Habría fiesta patronal con la identidad que representa para nuestros pueblos sin estos actos religiosos?- Evidentemente para unos mera tradición y costumbre; para otros, importante momento de celebrar la fe y la vida en esta dimensión festiva. Y en todas ellas, en las fiestas y sus celebraciones: el cura, los curas.

Aquí en esta tierra nuestra, más o menos ya conocéis y vivís

la situación actual. Entre los meses de junio a

septiembre tenemos más de 40 pueblos en fiestas, con distin-tos actos, también de los religiosos. Y más de 5.000 km. reco-

rridos por estas carre-teras y pistas forestales

que todos conocemos.

Con el fin de atender, asistir y celebrar las fiestas en esta dimensión religiosa, como en toda actividad, hay

REFLEXIONES DE UN CURA DE PUEBLOSPor Antonio Arroyo Muñoz

Entre los meses de junio a

septiembre tenemos más de 40 pueblos en

fiestas, con distintos actos, también de los religiosos. Y más de 5.000 km. recorridos

por estas carreteras y pistas que todos

conocemos

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LOS PINGOTES 23

necesidad de programar y organizarse bien para “llegar” a todos los sitios: buscar compañeros sacerdotes del arciprestazgo y de otros lugares; “tirar” de compañeros oriundos de esta tierra que pasan por aquí sus vacaciones; aprovechar compañeros misioneros que descansan en el verano en esta querida tierra soriana..., y así poder llegar y cubrir las celebraciones festivas de nuestros pueblos. Es importante también la colaboración de los laicos-seglares que, con cierta sensibilidad y disponibilidad, colaboran en realizar celebraciones de la Palabra en el domingo y otros días festivos en algunas parroquias y comunidades.

Otra reflexión merecería la pena sobre esta realidad y, aunque ahora no es el momento, aprovecho este espacio para agradecer a los compañeros sacerdotes y a los laicos colaboradores la tarea y la mano que han echado el pasado verano, como en otras ocasiones. ¡Gracias de corazón a todos!

Lo hermoso y positivo que siento y vivo de todo ello, entre otras cosas, es la comprensión de la mayoría de la gente de los pueblos a la hora de entender “la situación” personal y la realidad que tenemos en esta zona. La acogida y el trato cercano y amable, por parte de los vecinos a los sacerdotes compañeros que han estado en distintos pueblos durante sus fiestas. Aunque sea a veces -no siempre- un poco “deprisa”, destaco mi relación,

trato y diálogo, en estas circunstancias de verano-fiestas, con la mayoría de vosotros: habituales y veraneantes, todos del pueblo.

La colaboración y participación dispuesta, activa y generosa en estas celebraciones re-ligiosas de las fiestas por parte de adultos, jóvenes y pequeños. Y, en el fondo de todo, sabed que es mi tarea y la misión que he de realizar como cura de los distintos pueblos y comunidades, multiplicada durante el ve-rano, sus fiestas y sus celebraciones religio-sas. Estas celebraciones, como expresión y manifestación de la fe, la vida y la fiesta, nos

ayudan a vivir esta dimensión festiva de la vida con criterios y valores de disponi-bilidad, gratuidad, alegría, esperanza, fra-ternidad y todos los demás compromisos que tenemos para el resto de momentos en la vida personal, familiar y profesional y también en la vida colectiva de nuestros pueblos.

Hay gente que, cuando nos vemos en verano, al saludarnos, me preguntan: “Toño, ¿cómo estás?” En broma y con sentido del humor -importante mantenerlo siempre-, les contesto: “deprisa”. Pues bueno, aunque a veces un poco “deprisa”, intento estar siempre disponible, en verano y en invierno y en todas las realidades de mi vida y de la de “mis gentes”, para todo y para todos, y hacer mío eso que dice un pasaje del evangelio: “Solo somos siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

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24 LOS PINGOTES

La luz en Fuentes de MagañaDe la tea a la bombilla eléctrica

Formas de obtener luz

Varios han sido los sistemas y artilugios que el hombre, desde la invención del fue-go, ha ido ideando para iluminar las estan-cias oscuras y la noche.

La tea es la forma más antigua de generar luz. Nuestros antepasados los celtíberos que poblaron las Tierras Altas de Soria ya la utilizaban. Se trata de un palo de ma-

dera empapado en resina o grasa en un extremo y que se enciende para alumbrar alrededor o prender fuego. Más adelante, evolucionó colocando en su punta trapos impregnados de grasa o aceite. Este siste-ma se mantuvo durante miles de años sin evolucionar, hasta que a partir del siglo X a. C. comenzó a utilizarse el candil.

El candil, protagonista de la noche du-rante cientos de años, usa también, como la tea, el aceite de oliva como combusti-ble. En este caso, el aceite se vierte en un recipiente abierto de metal del que sale una mecha de algodón empapada que se prende y produce la llama iluminatoria. Tiene un gancho también metálico para transportarlo o colgarlo en la pared. Si el candil es pequeño, delicado y con el reci-piente para el aceite cerrado, se denomina candileja, ideal para ponerla en la mesita de noche a la hora de dormir, evitando que ésta se manche.

Para acudir por la noche a la cuadra a dar una vuelta a los animales, se utilizaba el farol que tenía su llama protegida por unos vidrios para impedir que el aire la apagara.

La evolución del farol llevó al quinqué que cambió el aceite por petróleo como combustible y que contaba con un depósito en la parte inferior, quedando arriba la lla-ma protegida por un vidrio más trabajado en forma de chimenea. Conocido inicial-mente como lámpara de Argand, por haber sido inventada y patentada en 1780 por el físico suizo Argand, el quinqué resultaba más costoso que las lámparas de aceite y, por ello, fue utilizado primero por la clase alta, pero pronto se extendió a la clase me-dia hasta que, finalmente, llegó a las clases más humildes y al mundo rural.

Otra fuente de iluminación ancestral es la vela, consistente en una mecha que as-ciende por el interior de una barra de com-bustible sólido como la cera proveniente de los panales de abejas, aunque también las hay de grasa y parafina. El soporte donde se sustenta y transporta es la pal-matoria, que solía ser de bronce. Todavía hoy tenemos alguna vela en casa para salir del paso cuando falla la luz. Por su carác-ter simbólico, sigue siendo un sistema de iluminación complementario y decorativo en las iglesias y es habitual su encendido en los servicios religiosos y ceremonias.

La llegada de la lámpara de carburo supu-so un avance en materia de iluminación. Se trata de una pequeña olla a presión donde una piedra de carbonato cálcico, el carburo,

Hoy, con un simple clic en el interruptor, tenemos luz cuando y donde queramos. Este gesto tan cotidiano llegó al pueblo hace apenas 80 años. Hasta entonces, las generaciones que nos precedieron no pudieron disfrutar de la electricidad, invento relativamente moderno. Pero a pesar de tan enorme privación, lograron igualmente alumbrarse en la oscuridad. En este artículo conoceremos como lo conseguían.

Quinqué (foto izquierda)Lámpara de carburo (fotos inferiores)

Por Miguel Ángel Marín Gómezy Antonino Marín

Candil

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al entrar en contacto con el agua, despren-de un gas inflamable, el acetileno, que sale por un orificio donde arde en forma de lla-ma. El carburo era de metal y contenía dos depósitos, el inferior para la piedra de car-bonato y el superior para el agua. Un grifo pequeño permitía dar más o menos paso de agua, teniendo así más o menos reacción química con la piedra que estaba debajo y que desprendía más o menos gas. De esta forma, se regulaba el proceso y, por tanto, la intensidad de la llama que se producía, dando más o menos luz. El primer carbure-ro fue desarrollado en Nueva York en 1900 por Frederick Baldwin.

Pero el salto definitivo llegó con la luz eléctrica. El americano Thomas Edison inventó la bombilla con hilo incandes-cente en 1879. Fue un gran hallazgo para la Humanidad que ha llegado hasta nues-tros días con diferentes variaciones. Hoy, la bombilla tradicional ha sido reempla-zada por bombillas fluorescentes, de bajo consumo o, ya más modernas, de led.

En Fuentes de Magaña el gran avance de la luz eléctrica llegó más tarde y fue de la mano de Elías González que, al regresar hacia 1920 a su pueblo desde Argentina, a donde había emigrado, compró el Mo-lino del Río Monte donde principalmen-te molía grano. Fue hacia 1930 cuando, aprovechando la fuerza del agua, trans-formó energía hidráulica en energía eléctrica y suministró durante unos 20 años luz a Valtajeros, Cerbón y Fuentes de Magaña. Fue un progreso importante pero, como toda la luz que proviene di-rectamente de un salto de agua, era una

luz tenue que variaba mucho su intensi-dad por más que se intentaba regular ésta con el pozo del molino.

Suponía tanto avance tener electricidad en los pueblos que, hacia 1950, la compañía Electra de Zaragoza empezó a suministrar la luz a los municipios previo acuerdo con los ayuntamientos. La primera línea que se instaló en la zona fue la que, desde Valdelagua del Cerro, dio servicio a Cerbón. A Fuentes de Magaña le tocó el turno cuando la compañía Electra hizo la línea a San Pedro Manrique pasando por el pueblo.

Pero un obstáculo importante fue el precio. Disfrutar de la revolución que suponía la luz eléctrica no era barato por aquellos años. Llevarla a cada casa del pueblo costaba unas 1.000 pesetas de la época; ahora son 6 euros, pero entonces era muchísimo dinero, tanto que alguna familia dudó si instalar la luz en su casa. El Ayuntamiento de entonces, mirando por los vecinos, tomó dos decisiones para que no fuese tan gravoso traer la luz. Por un lado, rozó Valtelda, o sea, labró para cultivo monte comunal en el paraje que hoy conocemos como las Rozas Nuevas, permitiendo a los vecinos su cultivo sin pagar renta durante

unos años para facilitarles más ingresos. Por otro lado, negoció con la compañía eléctrica para conseguir una rebaja en el precio a cambio de que, de cada casa, fuera alguien a reo a trabajar gratis dentro de las cuadrillas de operarios de la compañía Electra para clavar los postes de la luz a su paso por el término de Fuentes, abaratando así los costes de instalación.

Gracias a esas eficaces iniciativas municipales, en los primeros años de la década de 1950, se pudo inaugurar la línea eléctrica que traía la luz al pueblo. Lo hizo el entonces Gobernador Civil de Soria, Jesús Posada Cacho, padre del actual Presidente del Congreso Jesús Posada, para lo cual se celebró una comida popular y el Ayuntamiento regaló un boto de vino a los mozos.

Quisera terminar con unas palabras de agradecimiento a aquellas personas del pueblo que hace 65 años, con su esfuerzo, clavaron los postes y tendieron los hilos de la luz. Con este artículo queremos rendir el merecido homenaje desde nuestra Asociación. Gracias a aquel trabajo, hoy en Fuentes de Magaña con un simple clic en el interruptor tenemos luz cuando y donde queramos.

Farol

Vela y palmatoria

La luz llega a Fuentes de Magaña

Bombilla de hilos incandescentes

Ruinas del antiguo molino y puente sobre el río Monte

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L as Comunidades de Villa y Tierra constituyeron un movimiento urbano que

acompañó al proceso de la reconquista cristiana de los territorios ocupados por los musulmanes y que fue de vital importancia para la configuración de la red urbana que surgió a partir de aquellos asentamientos cristianos. Dicha organización urbana servirá de base a la estructura del sistema urbano actual de la región de Castilla León.

A lo largo de los siglos estas Comunidades han atravesado diversas vicisitudes y han sido objeto de sucesivas supresiones y reconocimientos por las legislaciones de siglos pasados, hasta

llegar a su actual reconocimiento institucional, mantenido más por razones históricas que de otra índole. Es el caso del Estatuto de Autonomía de Castilla y León que mantiene su respeto y protección a estas entidades administrativas al vincularlas al «patrimonio institucional» de la Comunidad. En este sentido, el artículo 37 del texto refundido de las disposiciones legales vigentes en materia de Régimen Local, aprobado por Real Decreto Legislativo 781/1986, de 18 de abril, establece que las Entidades conocidas con las denominaciones de Mancomunidades o Comunidades de Tierra o de Villa y Tierra, o de Ciudad y Tierra, Asocios, Reales Señoríos, Universidades, Comunidades de Pastos, Leñas, Aguas, y otras análogas,

continuarán rigiéndose por sus normas consuetudinarias o tradicionales. Aunque dicha afirmación no deja de ser un mero reconocimiento histórico, ya que dicho artículo continua afirmando que, sin perjuicio de la autonomía de que disfrutan, estas instituciones deberán ajustar su régimen económico a lo prescrito en la legislación de régimen local sobre formación de presupuestos y rendición de cuentas, liquidaciones, inventarios y balances.

Sin entrar en un mayor análisis de la evolución histórica, en este artículo nos aproximaremos al origen de las Comunidades de Villa y Tierra y a su organización medieval, haciendo una mención singular a la Comunidad de Villa y Tierra de Magaña.

Las Comunidades de Villa y Tierra son unas entidades locales asociativas, muy antiguas en el tiempo, que constituyeron la forma de organización política de la Extremadura castellana, nombre con que se denominaba a las tierras situadas entre el río Duero y el Sistema Central y que fueron conquistadas entre los siglos XI y XII por los reinos cristianos a Al-Ándalus.

COMUNIDADES DE VILLA Y TIERRA

Por Recaredo García Gaspar

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La conquista del reino visigodo por dirigentes musulmanes del Califato Omeya fue un proceso que duró apenas 10 años y en el que se tomó casi todo el actual territorio de la Península Ibérica y parte del sur de Francia. En pocos años, la invasión musulmana del 711 confinó a los hispano-visigodos a una pequeña franja del norte de la Península.

Inicialmente, los refugiados astures y godos soportaron la dominación musulmana y estuvieron sometidos al pago de impuestos pero, tras los primeros años de imprecisión, desde este reducto en el norte peninsular, el noble godo Don Pelayo se rebeló contra los dominadores, venciéndoles en la Batalla de Covadonga en el año 722. Tras esta primera victoria sobre el Islam y convertido en el primer rey asturleonés, Don Pelayo inició la Reconquista cristiana del territorio peninsular, proceso de avance hacia el sur, lento pero persistente, que duraría varios siglos y que culminaría con la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492.

El proceso militar de la reconquista que tiene lugar entre los siglos VIII y XV en la Península Ibérica, va seguido de un proceso de repoblación por el que van ocupándose con población cristiana los territorios conquistados. No obstante, la reconquista no fue

un proceso de avance permanente y continúo, por lo que durante más de dos siglos la Meseta septentrional se convirtió en tierra de nadie entre el dominio musulmán y el cristiano, sometida a razias, cabalgadas e incursiones de uno y otro bando.

En este contexto de progresivo avance territorial en la época altomedieval, arrancan las Comunidades de Villa y Tierra y las Merindades que representan sendas formas de organización administrativa adoptadas tras la repoblación de las tierras reconquistadas a los musulmanes desde las montañas cántabras hasta el río Tajo. Ambos modelos de organización difieren tanto por sus límites geográficos como por su cronología. Desde el punto de vista geográfico, el río Duero constituyó una frontera natural que determinó que, al Norte del mismo, se desarrollasen las Merindades y, al sur, las Comunidades de Villa y Tierra. Una excepción fue la actual provincia de Soria que, a pesar de situarse la mayor parte de su territorio al Norte del Duero, territorialmente se estructuró en Comunidades de Villa y Tierra.

Desde el punto de vista cronológico, las Merindades responden al modelo de organización territorial y administrativo que se establece con las repoblaciones del los siglos IX y X, mientras que, principalmente a partir de Alfonso VI (Rey de León entre 1065-1072 y de Castilla entre 1072-1109) y tras la muerte en el año 1002 del caudillo musulmán Almanzor, los territorios reconquistados y repoblados durante los siglos XI y XII, con la finalidad de preservar estas zonas

fronterizas situadas en la denominada Extremadura castellana(1), se organizaron en Comunidades de Villa y Tierra.

Los Bereberes, provenientes de las zonas montañosas del Atlas Medio, en el Norte de África, desde el inicio de la conquista a comienzos del siglo VIII, debieron de preferir para instalarse las conocidas hoy como Tierras Altas de Soria por su aislamiento de otras zonas más pobladas. Estas tierras serranas les permitían vivir de forma más libre e independiente y dedicarse a la ganadería en los montes y dehesas del entorno, continuando así con las labores del pastoreo que ya desarrollaban en África. Además, la arboricultura y agricultura de supervivencia en los cerrados valles de los ríos Alhama, Linares y Cidacos les permitieron seguramente completar su economía de supervivencia.

En cualquier caso, parece claro que estos territorios fueron zona de escasa población con unos pocos núcleos rurales habitados por civiles y con algunos pequeños destacamentos militares musulmanes que defenderían las atalayas construidas para la vigilancia y defensa, como la torre de origen berebere, de la que sus restos todavía destacan sobre un altozano en Magaña.

Miniatura gótica. Asalto a un castillo musulmán.

Reconquista y repoblación

Alfonso VI en una miniatura del siglo XII en la Catedral de Santiago de Compostela.

Las Tierras Altas de Soria en el contexto de la invasión musulmana y de la posterior reconquista

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En este contexto, imaginemos que, transcurridos dos siglos desde la conquista inicial de estas tierras sorianas por los musulmanes, un día cualquiera, ya bien entrado el siglo X, los vigías bereberes de la atalaya situada en el cerro que corona la localidad de Magaña y que más tarde serviría de base para construir el castillo medieval, del que todavía hoy destacan sus restos, alertaron de la llegada de una avanzadilla cristiana, preludio de

las tropas que reconquistarían, bajo el mando del rey García de Navarra, las conocidas hoy como Tierras Altas de Soria.

A la reconquista de estas tierras, todavía siguió casi un siglo de inestabilidad a causa de las co-rrerías y escara-muzas guerreras de los musulmanes que no querían dar por per-didos estos territorios. Una vez consolidada la frontera natural en el río Duero, que marcó el límite entre los dominios cristianos y musulmanes, se sucedieron años de mayor tranquili-dad que propiciaron que en el siglo XI se acometiera, principalmente por nava-rros, la repoblación de las actuales Tie-rras Altas de Soria.

Después de 1076, los territorios del nor-te de Soria, lo mismo que gran parte de La Rioja, pasaron a depender de la corona de Castilla. Inicialmente, la mo-narquía incentivó la ocupación de estos territorios inseguros mediante un siste-ma de fueros y exenciones tributarias y propició que los nuevos pobladores se organizaran en “concejos”, sistemas municipales que favorecían el control de extensas zonas. Dentro de esta orga-nización territorial, al núcleo de pobla-ción predominante se le llamaba “Villa”

y a las pequeñas aldeas circun-dantes “Tierra”, constitu-

yendo en su conjunto las conocidas como

“Comunidades de Villa y Tierra”. Las C o m u n i d a d e s de Villa y Tierra castellanas son, por tanto, una creación medie-val vinculada a la

política repobla-dora del territorio

reconquistado situa-do entre el río Duero y

el Sistema Central y cono-cido como las Extremaduras.

Así, durante los siglos XI y XII se llegaron a constituir según el profesor Gonzalo Martínez Díez(2) hasta 42 Comunidades tras una colonización de estas tierras fronterizas y con el objetivo de asegurarlas eficazmente mediante la atracción de pobladores que llegaban buscando mejores condiciones de vida y mayor libertad. Así, desde las estribaciones del Moncayo, por tierras de la actual provincia de Soria, en los límites con el reino de Aragón y hasta la tierra pacense mucho más al sur, pasando por las actuales provincias de Segovia, Valladolid y Avila, se constituyeron las siguientes Comunidades: Yanguas, San Pedro Manrique, Magaña, Agreda, Ucero, Osma, San Esteban de Gormaz, Caracena, Gormaz, Berlanga, Andaluz, Calatañazor, Soria, Almazán, Medinaceli, Molina, Atienza, Aza, Montejo, Maderuelo, Ayllón, Sepúlveda, Fresno de Cantespino, Pedraza, Roa, Cabrejas, Peñafiel, Curiel, Fuentidueña, Cuéllar, Portillo, Iscar, Coca, Segovia, Olmedo, Medina

Origen de las Comunidades de Villa y Tierra

Representación de Alfonso VII de León

A la reconquista de

estas tierras, todavía siguió casi un siglo de

inestabilidad a causa de las escaramuzas guerreras de los musulmanes que no querían

dar por perdidos estos territorios

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del Campo, Arévalo, Avila, Béjar, Plasencia, Trujillo y Medellín. De entre todas ellas pues, dentro del ámbito territorial de la actual Mancomunidad de Tierras Altas de Soria, con Alfonso VII el Emperador se constituyeron en el siglo XII tres Comunidades de Villa y Tierra: Magaña, San Pedro de Yanguas y Yanguas, aprovechando probablemente una época de prosperidad económica favorecida por la riqueza de pastos y de ovejas merinas.

Aunque inicialmente todas estas Comunidades de Villa y Tierra tuvieron como finalidad la defensa de los territorios reconquistados a los musulmanes, una vez empujada la frontera hacia el sur y alejado el peligro, a esa finalidad primeramente defensiva, siguió un interés por el aprovechamiento comunal de montes, pastos y tierras de labor enclavadas en sus ámbitos territoriales. Pero la paulatina pérdida de la función militar y defensiva de la Extremadura castellana y la potenciación de su valor económico, perjudicó progresivamente la integridad territorial y la supervivencia de muchas Comunidades de Villa y Tierra. Desde mediados del siglo XIV, con el establecimiento de la dinastía Trastámara en el trono castellano-leonés, los monarcas comenzaron a otorgar a sus partidarios numerosas donaciones señoriales como, por ejemplo, la jurisdicción sobre villas y aldeas, y así, la mayor parte de las antiguas Comunidades de Villa y Tierra fueron perdiendo su carácter de realengo, pasando a ser territorios de señorío.

Las Comunidades de Villa y Tierra constituyeron, en opinión de Gonzalo Martínez Díez, uno de los sistemas más libres y democráticos de toda Europa. El proceso de creación y organización de estas Comunidades sigue un mismo modelo: una villa recientemente pobla-da actúaba de cabecera y recibía del rey no sólo la nuda propiedad (usufructo) sobre unos terrenos circundantes más o menos amplios para su revitalización y explotación por la nueva comunidad

con exclusividad, sino también una amplia autonomía municipal con im-portantes competencias gubernativas, económicas, fiscales, militares y hasta normativas. En este contexto, los veci-nos o villanos, organizados en conce-jo, ejercían sobre el territorio recibido los derechos de propiedad y organi-zación que anteriormente correspon-dían al Rey, a la nobleza y a la Iglesia.

En este contexto, todas aquellas aldeas que, o bien tuviesen una existencia anterior a la creación de la Comunidad y se encontrasen encuadradas en los nuevos territorios otorgados por el monarca a la nueva villa capitalina, o bien habían surgido con posterioridad a dicha creación dentro de dicho término municipal, se encontraban sometidas en todo al señorío colectivo ejercido sobre ellas por parte de las autoridades urbanas. El concejo de la villa era el depositario último del señorío total sobre el territorio bajo su administración, sin perjuicio del derecho correspondiente al monarca, y su revitalización, explotación y defensa corría siempre a cargo de los órganos gubernativos villanos.

Las competencias del concejo abarcaban los siguientes ámbitos:

Poblamiento. El concejo dirige el nacimiento e instalación de las aldeas en su territorio, reparte las heredades entre los vecinos y reserva otras tierras para aprovechamiento concejil y comunal.

Normas jurídicas. La Villa establece las normas que regulan las relaciones entre la propia aldea y otras, así como entre los vecinos de unas y otras. Las normas venían reguladas por los Fueros, sancionados por el monarca.

Autonomía. La Villa dependía únicamente del Rey. Elegían anualmente a sus propias autoridades que ejercían todas las competencias gubernativas, judiciales, económicas y aún militares. La relación con el Rey se articulaba a través de algún representante de éste en la zona, desde donde velaba por los intereses, especialmente los fiscales, de la Corona.

Estructura. Las Comunidades se integraban por la Villa, que solía ser amurallada con sus puertas de acceso, la ciudadela, el castillo y los arrabales; el alfoz o área de influencia de la Villa y sobre la que ejerce su jurisdicción, y el sexmo, que es una división territorial y administrativa en que se integraban varias aldeas habitualmente y que, en un principio, equivalía a la sexta parte de la Comunidad. En cada sexmo había un Procurador de Tierra que recibía también los nombres de procurador común o sexmero. En el sexmo de la Villa, la localidad capital o cabeza, se denominaba procurador síndico. Todos estos procuradores o sexmeros eran los representantes de todas las aldeas y sus funciones principales giraban en torno a la recaudación de impuestos, reparto de tierras del concejo y administración del patrimonio territorial del común de los vecinos.

Gobierno. En relación con el gobierno de la Villa y tierra, actuaban el regimiento, compuesto por los regidores y representantes de la tierra; los concejos aldeanos, formados por regidores de la Villa; y el común de la tierra, formado por representantes de los aldeanos y de entre los que se deducían los sexmeros.

Esta Comunidad de Villa y Tierra, con una extensión total de 85,78 km2, es una de las más pequeñas de las Comunidades de la Extremadura castellana. Preci-samente por su escasa relevancia apenas ha dejado huellas documentales y resulta difícil precisar sus orígenes. Dado que la primera mención de Magaña o de alguna de sus aldeas no va más allá del año 1181, y atendiendo a su situación geográfica,

La organización de las Comunidades de Villa y Tierra

La Comunidad de Villa y Tierra de Magaña

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pueden suponerse para Magaña unos orígenes repobladores cristianos muy semejantes a los de la localidad vecina San Pedro Manrique. Así, los primeros asentamientos cristianos podrían haberse dado en el siglo X y haber perdurado durante las campañas de Almanzor. Después, podría haberse organizado Magaña y su tierra en Comunidad de Villa y Tierra durante el reinado de Alfonso VII entre 1126 y 1157.

La primera noticia documentada sobre Magaña data del año 1181 y se trata de un documento de Alfonso VIII, expedido en Magaña el 14 de junio, de lo que se deduce la presencia del Rey en la villa en esa fecha. Pocos años más tarde, una bula de Clemente III, del 17 de marzo de 1188, enumeraba Magaña entre los territorios de la diócesis de Calahorra, lo mismo que otra bula de Celestino III, del 17 de abril de 1192.

Durante los tres primeros siglos de existencia en que mantuvo su carácter de realengo, la Comunidad de Villa y Tierra de Magaña, además de la villa que le da nombre, estuvo conformada por las aldeas de Cerbón, Fuentes de Magaña, Las Fuesas, Torretarrancho y Valtajeros.

En el siglo XV esta Comunidad adquirió su carácter de señorío al entregarse su tierra al condestable don Álvaro de Luna. Este señorío fue ampliado con siete aldeas de la Tierra de Soria, limítrofes con Magaña: Carrascosa de la Sierra, Suellacabras, Pobar, El Espino, La Losilla, Villarraso y Valdelagua del Cerro.

En los siglos siguientes, las alteraciones territoriales producidas por la incorporación de aldeas que inicialmente no estuvieron vinculadas a la Tierra de Magaña, desdibujan la composición inicial de esta antigua Comunidad de Villa y Tierra. Así, en el Censo de Floridablanca del siglo XVIII aparece dividida en cuatro partidos y con aldeas que originariamente no pertenecieron a Magaña:

1. Partido de Magaña, señorío del marqués de Vadillo, integrado por Magaña, Cerbón, Fuesas y Villarraso.

2. Partido de Fuentes de Magaña, señorío del marqués de San Miguel, formado por el propio Fuentes de Magaña con El Espino.

3. Partido de Suellacabras, señorío del duque de Alba, formado por

Suellacabras, Torretarranclo y Valdelagua del Cerro, compartido este último lugar con el Partido de Ágreda.

4. Valtajeros, villa eximida del duque de Santisteban.

(1) Extremadura Castellana: era una de las seis grandes demarcaciones territoriales en que se dividió la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media; nacida de la repoblación de los siglos XI y XII, se extendía desde el río Duero hasta la Cordillera Central y, rebasando ésta, llegaba al Tajo.

(2) Gonzalo Martínez Díez, (1924-2015). Medievalista y sacerdote jesuita español, catedrático de Historia del Derecho Español y académico de la Real Academia de la Historia.

BIBLIOGRAFÍA

• Las Comunidades de Villa y Tierra en la Extremadura Castellana. Martínez Díez, Gonzalo. Editorial Nacional. Madrid, 1983

• Las comunidades de Villa y Tierra castellanas, pasado y presente. Martínez Llorente, Félix Javier. Cuadernos Abulenses Nº 10 Julio-Diciembre 1988. Institución Gran Duque de Alba. Diputación Provincial de Ávila.

• El régimen jurídico de las Comunidades de Villa y Tierra: Aspectos históricos y régimen vigente. Fernández de Gatta Sánchez, Dionisio. Revista Jurídica de Castilla y León. Nº 21. Mayo 2010

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Un poco de historiaUn testamento firmado en Fuentes de Magaña

Desde hace unos años, revisando la documentación existente en el Archivo Histórico Provincial

sobre la comarca de Tierras Altas, he recogido, entre otros muchos datos, aquellos que hacen referencia a mandas testamentarias donde se lega a las iglesias y ermitas objetos litúrgicos o propiedades, especialmente los primeros. Quizá esta labor pueda servir para proponer un inventario, por un lado, y, por otro, para conocer la procedencia de esos bienes muebles, en el supuesto de que todavía permanezcan en las iglesias o ermitas.

La documentación relativa a la villa de Fuentes de Magaña se encuentra, en su mayoría, en los protocolos notariales de Magaña, que todavía no se han depositado en el Archivo. Pero a veces, entre los de San Pedro Manrique y su Tierra, aparecen algunos de Fuentes, tal vez por hallarse vacante, temporalmente, la notaría de Magaña. Es el caso de un testamento firmado el 23 de abril de 1782.

La testadora es natural y reside en Fuentes de Magaña. Se trata de María Ángel de Córdoba(1), conjunta persona de José Marqués. Excepcionalmente se desplazan los notarios a lugares distintos de donde

tienen establecida la notaría, incluso en los casos de testamentos que a veces se presentan redactados por el cura del lugar, con testigos, y se validan después ante el notario, lo que hace pensar que era persona principal, si bien ni ella ni su marido figuran en el documento con el “don” delante, de lo que se deduce que no pertenecen a la nobleza, o hidalguía, único caso en el que, junto con la pertenencia a la Iglesia, tenían derecho a la utilización del “don”.

El primer párrafo es semejante a otros testamentos de la misma fecha, menos pomposo y retórico que los firmados durante el siglo XVII:

Sepan cuantos esta carta de testamento vieren como yo María Ángel de Córdoba, natural y vecina de esta villa de Fuentes de Magaña, y conjunta persona de Josef Marqués, hallándome como me hallo gravemente enferma de la enfermedad que su Majestad se ha servido enviarme, pero con mi juicio natural, ordeno este mi testamento y última voluntad, la que quiero se afirme, creyendo como verdaderamente creo en todo aquello que cree nuestra Santa Madre Iglesia, en cuya fe protesto vivir y morir como buena y fiel cristiana, y espero de su divina Majestad por los méritos de Jesucristo nuestro Redentor y los de su Preciosa Madre, y de los demás Santos de la Corte Celestial, me ha de salvar, sin mirar a mis muchos pecados.

Por las mandas testamentarias se colige que eran poseedores de abundante patrimonio y que carecían de hijos. Manda ser enterrada en la iglesia de la Purísima Concepción, de Fuentes de Magaña, como era habitual hasta bien entrado el siglo XIX, cuando empezó a utilizarse el campo abierto, bien alrededor de la iglesia o en otros espacios más alejados.

La Iglesia, con sus distintas instituciones, era favorecida en todos los testamentos, hasta los de los más humildes, dándose el caso de verse los testamentarios en la obligación de vender propiedades para poder hacer frente a los gastos. En el caso que nos ocupa, las mandas de María Ángel Córdoba van más allá de lo obligatorio. Deja tres mil reales(2) para sufragios y doce medias(3) de trigo para el añal (4) “que se pagarán de la casa”.

Manda también “unos manteles buenos a cada altar de la iglesia y otros a San Sebastián (la ermita) y a la iglesia 80 pesos(5) para invertir en hacer un cáliz”. No sé si a día de hoy se conservarán esos manteles o si se llegó a hacer el cáliz, ya que hasta la fecha no he encontrado ningún documento sobre su ejecución, como acostumbraban a redactarse entre el platero y el cura del lugar.

A San Antonio, de la Villa, una heredad que está en el término de Cerbón “en donde dicen Vajocil”. También Cerbón recibe los favores post mortem de María Ángel Córdoba, al legarle a Jesús Nazareno, de Cerbón, veinte pesos. Por fin, a las Ánimas Benditas de Fuentes de Magaña la casa aledaños por un costado con la casa de Juan José y la calle Real.

Firmado en Fuentes de Magaña, 23 días del mes de abril de 1782.

Por Isabel Goig Soler

Isabel Goig Soler (Jaén). Escritora de obras en solitario como Los fogones sorianos y Fuentes, fuentecillas y manantiales de Soria. Junto con sus hermanas publicó Soria pueblo a pueblo, De fogones y pitanzas sorianas y Visite Soria y su provincia. En colaboración con Antonio Ruiz Vega Remedios caseros y otras Magias sorianas; junto a Luisa Goig Diccionario de Habla Soriana; y con Antonio Ruiz e Israel Lahoz Juegos populares sorianos.

En 2002, publicó El lado humano de la despoblación y en 2013 las novelas La Panadera del Rey (y el colegial de El Burgo) y La Vara de la libertad.

Su última obra etnográfica “Tal y como vivíamos”, publicada en 2015 recoge las costumbres rurales de antaño.

(1) El apellido Córdoba, por esos años, era frecuente en la zona, en especial en Valtajeros.

(2) Por los mismos años, un macho mular de cuatro años costaba 910 reales.

(3) En Castilla la media fanega equivalía a 21 celemines.

(4) El añal era la ofrenda que se daba por los difuntos el primer año de su fallecimiento.

(5) En el siglo XVIII el peso tenía un valor de ocho o quince reales, según zonas.

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32 LOS PINGOTES

Recuerdo a D. Justino Marín como un señor alto, elegante, trajeado y con aspecto de ser un

hombre rico e importante. Al menos, eso me parecía a juzgar, no sólo por su atuendo, sino también por la admiración que despertaba y la forma respetuosa con que la gente se dirigía a él. En mi familia, y supongo que en muchas otras, era denominado con afecto “El Jefe”. Qué suerte, ser jefe y rico, pensaba yo, en mi imaginario de niña. Con el tiempo, he aprendido que la suerte hay que buscarla y que no siempre los ricos nacen en familias ricas y, desde luego, éste no fue el caso de D. Justino.

Nadie –seguramente ni siquiera él- podía augurar la importante trayectoria que llegaría a alcanzar en el mundo de los negocios el joven Justino Marín que vino al mundo recién comenzado el siglo XX, el día 30 de noviembre de 1902, en el seno de una familia numerosa y muy humilde de Fuentes de Magaña. Eran nueve hermanos por lo que, siendo todavía un niño, tuvo que abandonar el pueblo para ir a trabajar a la localidad navarra de Fitero. Uno de sus primeros empleos fue el de ayudante de un vendedor ambulante al que acompañaba en sus desplazamientos por los pueblos. Viajaban montados en un carro del que sólo tiraba una mula. Sería esta experiencia, sin duda, la que marcaría su destino.

No obstante, la vida no se lo puso fácil y, siendo todavía muy joven, Justino contrajo la viruela, enfermedad infecciosa hoy erradicada, que ha sido la más letal y temida de la historia de la humanidad. Ingresado en el Hospital de Arguedas, estuvo atendido por unas monjas, las Hermanas de la Cruz, a las que siempre estaría agradecido por esa generosa dedicación que le salvó la vida.

Tras este episodio, volvió a Fuentes de Magaña pero, a pesar de que un certificado médico acreditaba su curación, no le permitieron la entrada al pueblo por miedo al contagio. El tío Barrado, que ya había pasado la viruela, estuvo acompañándolo junto a un pajar a las afueras, durante todo el día, un caluroso día de San Pedro. Salió a su encuentro su hermana Araceli, que era la mayor e hizo de madre tras quedar huérfanos, y le entregó algo de merienda y cincuenta pesetas que le prestaron unos vecinos. Así, Justino se vio obligado a volver sobre sus pasos y caminar, durante cinco horas, hasta Aguilar del Río Alhama para coger el autobús que le llevaría a Logroño.

En sus inicios, Justino contó con el apoyo ini-cial de un matrimo-nio de comerciantes de Arnedo, Sergio y Gregoria, que actua-ron como sus parti-

culares Business Angels ya que, a la vista de sus cualidades humanas y de su ca-pacidad para el trabajo, confiaron ple-namente en él y le prestaron mercancía para la venta, por lo que pasaron a ser sus primeros socios y sus amigos para toda la vida.

De esta manera, con mucho esfuerzo y total austeridad, comenzó su aventura empresarial en la venta ambulante. En la posada de Artajona, donde Justino se alojaba cuando iba a trabajar por la zona, alquilaba la habitación más fría para ahorrar 10 céntimos. Aun así, pronto manifestaría su instinto para los negocios invirtiendo sus primeros ahorros en un coche Ford T de pedales -antes incluso de saber conducirlo- para ir hasta Pamplona y, desde allí, desplazarse a otros pueblos de Navarra, convirtiéndose, ya en los años veinte, en un vendedor pionero para la época.

Por Carmen Ramos Jiménez

Justino Marín del Barrio

De cero a Texma

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En 1926, contrajo matrimonio con Consuelo, natural de Fuentes de Magaña, y fijaron su residencia en la localidad de Corella. Allí abrió su primera tienda donde vendía lencería fina, medias, sortijas, relojes Omega, Tissot y Cyma y perfumes Myrurgia. Y sería ya después de la guerra civil, en 1939, cuando pudo instalar otra tienda en Tudela, ciudad en la que estableció definitivamente la sede de su empresa y donde formó, junto a su esposa, también una gran familia.

Su historia, aunque antigua, nos resulta muy interesante porque hoy valoramos, más que nunca, la creatividad y el espíritu emprendedor imprescindibles para llevar a cabo proyectos importantes y asumir los riesgos que comportan. Son habilidades que nuestros hijos -y nosotros mismos- hemos perdido, alojados en una vida cómoda, donde encontramos todo resuelto para sobrevivir, y que nos vemos ahora obligados a fomentar desde la escuela con asignaturas y actividades, desde las administraciones públicas con ayudas y subvenciones y desde diversas instituciones con cursos y másteres. Es precisamente ahora, cuando más admirable nos parece la trayectoria vital de personas que, como nuestro paisano Justino, sin ninguno de estos apoyos y a pesar de múltiples dificultades, lograron alcanzar el éxito empresarial, generando riqueza y desarrollo para nuestro país.

Es innegable que D. Justino poseía ese espíritu emprendedor tan anhelado en nuestros días y sorprende que, con un comienzo de vida tan azaroso, finalmente consiguiese fundar, en sociedad con sus sobrinos Miguel, Ángel y Antonio Hernández, y más tarde también con sus hijos, la mítica empresa Textiles Marín S.A., con comercios de ropa de vestir y de hogar en las calles más importantes de ciudades como Tudela, Zaragoza, Madrid, Burgos, Salamanca y Valladolid y que llegó a tener una plantilla de más de doscientos empleados.

En Textiles Marín trabajaron decenas de fuenterreños que accedieron al

empleo sin prueba selectiva, ni dato en su currículum, que pesase más que ser nacido en Fuentes de Magaña y necesitar un puesto de trabajo. Muchos de ellos estuvieron en la empresa algunos años. Otros, toda su vida laboral, como es el caso de mi padre, Vicente, que durante casi 45 años contribuyó con su trabajo, y con el mayor interés, a la expansión del negocio y durante los que -también él- fue compensado con la estabilidad en el empleo, incluso en periodos, como los años setenta, muy complicados para la economía española, y gracias a lo cual hemos salido adelante muchas familias de Fuentes de Magaña.

D. Justino fue un trabajador incansable que nunca se jubiló y, con casi noventa años, visitaba con ilusión todas sus tiendas, atendía al público e incluso, si hacía falta, se ponía a hacer paquetes con el mozo de reparto. Seguramente, éste fue el secreto de su éxito. Tampoco olvidó de dónde venía y por ello era muy sensible a las situaciones de necesidad. Tuvo detalles y gestos de generosidad que la gente recuerda con nostalgia pues eran tiempos de escasez en los que los regalos brillaban por su ausencia. En los años cincuenta, para los Reyes Magos, mandaba material escolar que repartían los maestros entre los niños que lo necesitaban. En 1959,

regaló el primer televisor que vino al pueblo, y que se instaló en el teleclub, para el entretenimiento de los vecinos de Fuentes que, en muchos casos, nunca habían atravesado los límites de la provincia de Soria y para los que la televisión supuso su primera ventana al mundo.

Lamentablemente –y casi en paralelo a la vida de D. Justino- agonizó su empresa y, por diversos problemas, en el año 2003, tan sólo ocho años después de su fallecimiento, cerró Textiles Marín. Actualmente, aparte de nuestros recuerdos, sólo quedan vestigios de ella como algún rótulo desvencijado en sus antiguos locales, alguna prenda de la marca Texma olvidada en el armario y la placa conmemorativa que trabajadores, clientes y proveedores colocaron en el local de la calle Gaztambide de Tudela, donde inició el negocio en el año 1940.

Es indudable que D. Justino Marín fue un personaje interesante e influyente en la historia reciente de Fuentes de Magaña y de sus gentes, con una larga y fructífera vida, digna de recordar, en la que destacan valores muy positivos como el esfuerzo y la perseverancia y de la que se puede extraer todo un máster en emprendimiento. Por ello, no hemos querido dejar pasar la ocasión de rendirle este pequeño homenaje en nuestra revista “Los Pingotes”.

En Textiles Marín trabajaron decenas de fuenterreños que accedieron al empleo sin prueba selectiva, ni dato en su currículum, que pesase más que ser nacido en Fuentes de Magaña y necesitar un puesto de trabajo.

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M e gusta escribir. Pero me gusta escribir cuando sé lo que tengo que contar. Si no tienes

la idea de tu discurso ni la información necesaria, escribir algo medio decente parece imposible. Y pones la lavadora, no la de la ropa, sino la de las ideas, y tu cabeza empieza a darle vueltas y vueltas al asunto, pero todo está negro, sin que aparezca una idea brillante en la recámara. Esa es la parte mala de escribir. Definitivamente, las Musas se han ido a la cama con Morfeo y yo “estoy en blanco”. Pero entonces alguien te explica una anécdota de hace 40 años y ¡pam! se enciende una bombilla. Otro te deja una revista donde escribió un artículo sobre el mismo tema. ¡Pam! otra bombilla. Mi tía me dice “vamos a ver a fulanita que seguro que se acuerda de aquel tiempo”. Y vamos. Y ¡pam! otra bombilla. Y la parte mala se convierte en la mejor. Las Musas se despiertan y empiezan a hablarte. Y las palabras salen desde tu mente al teclado a través de tus dedos.

Y la página empieza a llenarse con un relato que contar… Gracias a cada uno de esos fuenterreños que con su valioso tiempo encienden las luces de mi cabeza. Gracias por trasladarme a esa época, por permitirme disfrutarlo en la distancia. Y este año gracias especialmente a ti Lourdes, por dejarme entrar en la intimidad de vuestra casa y enseñarme verdaderos trocitos de historia. Historia de un médico rural. Historia del médico de Fuentes.

Hace 80 años la vida en Fuentes de Magaña tenía que ser muy distinta. Para empezar vivían unas 400 personas. Sí, sí, 400. No sé dónde ni cómo debían meterse, pero los censos así lo reflejan. Era un tiempo en el que el pueblo era un bullicio todos los días del año. Había una escuela, un zapatero, una tienda de ultramarinos, una herrería, un médico… Un médico que no sólo se ocupaba de curar a los 400 habitantes del pueblo, sino también a los de las cercanías. Muchos y buenos doctores han pasado por estas tierras, pero si hay un galeno al que se le

recuerde con cariño ese es don Abel Pérez Gallardo. Don Abel para los vecinos, don Abel para todos.

Aunque acabó siendo hijo adoptivo del pueblo, don Abel no nació en Fuentes, nació en Campo de Gómara. Poco sabemos de su vida antes de llegar a cuidar de nuestras gentes, sólo que tenía una tía llamada Adela en Campo de Gómara a la que quería mucho y a la que recordaba con cariño ya siendo residente de nuestro pueblo. Nada más licenciarse como médico, fue destinado a Fuentes de Magaña a cubrir con su profesión varios pueblos de la serranía de San Pedro Manrique. Debían ser los años 30 aproximadamente cuando don Abel entró por primera vez por el Camino Ancho. Según parece, llegó vestido de militar en un caballo, un caballo blanco según recuerdan algunos, y mi abuelo Manolo tuvo que salir a buscarle a medio camino para que no se perdiera.

Don Abel Pérez Gallardo.Una vida al servicio de un pueblo

Por Silvia Marín del Barrio

Muchos y buenos doctores han pasado por estas tierras, pero si hay un galeno al que se le recuerde con cariño ese es don Abel Pérez Gallardo. Don Abel para los vecinos, don Abel para todos.

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En Fuentes de Magaña no tenía familia ni tampoco casa propia, así que se fue a vivir a la pensión de la tía Emilia. Para los jóvenes que no la conocieron, la tía Emilia era la madre de la Pili, y la abuela de la Lourdes, la Maribel y la Susana. Así que si os imagináis en la cuesta que baja hacia el bar, de espaldas a los columpios y miráis al frente, allí podréis ver una casa blanca con las persianas verdes que hace unos años fue un “Café- Pensión”. Y ahí, en la tercera ventana empezando a contar desde la derecha, dormía don Abel. No necesitaba grandes lujos. Tenía un espacioso arcón de madera donde guardaba su ropa y sus pertenencias. Un arcón en el que todavía hoy puede leerse escrito a lápiz por su puño y letra “Propiedad de Abel”. Sus libros de medicina, auténticos tesoros de los años veinte, los guardaba en la habitación contigua a su dormitorio, lo que entonces era el Café. Allí, junto a la ventana en una mesa camilla al calor del brasero, don Abel se reunía con el maestro, el veterinario y los curas para protegerse del frío invierno y echar una partidita de tute o guiñote. Además de astuto jugador, también en el Café hizo amigos cazadores puesto que le gustaba salir a cazar cuando tenía un rato libre y, según cuentan, parece ser que no se le daba mal.

Pero don Abel no pasaba consulta allí mismo. No, pero casi. Trabajaba a unos veinte metros. Bueno, eso por supuesto cuando no le tocaba subirse al caballo y recorrer trochas y caminos para ir a atender a gente de otros pueblos, que no debía ser fácil, sobretodo en tiempo de nieve y hielo. Sin embargo, cuando pasaba consulta en Fuentes lo hacía muy cerca de donde dormía. Si volvéis a situaros mentalmente con los columpios a vuestras espaldas, dos casas a la derecha de donde vivía pasaba consulta. Se trata de una estrecha casa entre la de la tía Florencia y el hogar de la Crescencia. Allí, hay una casa con dos balcones. Era en la habitación del balcón más bajo donde Don Abel, elegantemente vestido con su traje, atendía a los fuenterreños de sus dolencias. Veinticuatro horas al día, 365 días al año. El médico estaba disponible a cualquier hora del día para lo que hiciera falta. Un niño con anginas, “la culebrilla”, un cólico, un parto difícil, una caída de un pajar… Frente a su escritorio, primero de hierro y después uno mucho más distinguido de madera, armado con su fonendo, unas jeringas de cristal y una jarra con agua, don Abel curaba a los vecinos de Fuentes

con vocación y paciencia, como debe tener un buen médico. Pero no sólo sanaba el cuerpo, también el alma, o eso les debía parecer a muchos que lo consideraban su confesor y amigo. Hacía bien su trabajo y además trataba bien a la gente. Mi tío Paco recordaba con afecto como don Abel le prestaba sus libros para que pudiera leer en su juventud y como un verano le dejó su máquina de escribir para realizar un trabajo mientras cursaba sus estudios.

Y así, entre partida, consulta, día de caza y charla con sus amigos, fue pasando el transcurrir de los años. Nunca se casó ni tuvo hijos, pero sí una gran familia fuenterreña. Porque poco a poco se ganó el aprecio de los vecinos y al final se le consideraba como “de casa”. Tanto es así que en octubre de 1972, tras cuarenta años de profesión, se rindió un emotivo homenaje a don Abel Pérez Gallardo en Fuentes de Magaña. Fue un día alegre y soleado. Las autoridades provinciales y los alcaldes de los pueblos, con Marcos Aguado encabezando al nuestro, presidieron el acto. Los vecinos de Fuentes, Cerbón y Valtajeros se vistieron de gala y salieron a la calle. Y muchos fuenterreños,

que habían emigrado a distintas ciudades de toda España, volvieron para estar al lado del médico que les había visto crecer. “Don Abel, Te queremos”, “Sacrificó su vida a nuestro servicio”, rezaban algunas pancartas. Y hubo música y vino y baile. Aquel día don Abel tuvo el honor de ser nombrado hijo adoptivo de Fuentes de Magaña. Pero seguro que el título fue lo

Escritorio de D. Abel Pérez

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que menos le importó. Ver a unos 2.000 amigos agradeciéndole un trabajo bien hecho y mostrándole su cariño le debió provocar un nudo en la garganta. Porque a todos nos gusta sentirnos queridos, y ese día don Abel debió sentirse el hombre más querido del mundo.

Pero todo tiene un final y a nuestro médico se lo llevó un cáncer de colon. Murió en Fuentes de Magaña y se le dio cristiana sepultura en el cementerio del pueblo. Unos meses antes de morir, cuando él y todos ya lo sabían enfermo, mi tía Mari Tere le dijo: “¡Ay! don Abel, que la ciencia también se equivoca”. A lo que él tranquilamente le contestó: “La ciencia sí, pero el ojo clínico no”. Porque a don Abel no se le escapaba que la ciencia no tenía cura para su mal, y su buen ojo clínico le decía que ese sería el último de sus males. Y así fue.

Y de esta manera vivió don Abel en nuestro pueblo. Fue su primer y último destino, y dejó huella en sus habitantes. Por su trabajo y por su persona. Siempre he pensado que no es necesario que un médico sea el mejor doctor del mundo. Es suficiente con que sus pacientes lo consideren el mejor doctor que ellos podrían tener, porque probablemente eso significa que no lo cambiarían por ningún otro. Don Abel lo consiguió. Eso y mucho más. Fue el mejor doctor para los fuenterreños. El mejor doctor y un gran amigo.

La novela de Abel Hernández “Historias de la Alcarama” recoge en uno de sus capítulos titulado “El caso de la pastora de La Torre” un pasaje en el que se cuenta la intervención del médico Don Abel en un parto. Reproducimos a continuación parte del relato en el que Don Abel se traslada desde Fuentes de Magaña al hoy despoblado Torretarranclo, conocido popularmente como La Torre.

“Esta es la historia verídica de Justina, la pastora de La Torre, que tanto dio que hablar en la comarca y que a mí me la contó, de pri-mera mano, el médico de Fuentes, don Abel Pérez Gallardo…-Es el caso más duro que recuerdo de mis cua-renta años largos de médico rural- me dijo.…El Sordo se había quedado viudo y tenía una hija que iba pastora desde que cumplió los catorce años. Justina era una muchacha rolliza, morena y menuda……Aquella tarde de septiembre el Sordo esta-ba visiblemente preocupado y se le remarcaba el negro surco del entrecejo cuando, sin soltar el ramal del macho, llamó insistentemente a la puerta de la posada de la Emilia en Fuen-tes, donde se hospedaba el médico.- Mi Justina está mala, don Abel.- ¿Qué le pasa?El Sordo se encogió de hombros.Ya no hablaron más en todo el camino. Cada uno en su caballería, recorrieron a

buen paso la media legua larga y cuesta arriba que separa Fuentes de La Torre. Al llegar a la casa, estaba poniéndose el sol, ladró el perro y, cuando salió al encuentro del amo, éste le dio una patada en la tripa que le hizo gemir como si le hubiera roto las entrañas.La Justina estaba tumbada en su camastro, en una oscura habitación del somero. El Sordo encendió el farol de petróleo y dejo al médico con la enferma. La muchacha se retorcía y jadeaba. El médico le ordenó que se quitara el corsé de color indefinido, que debió ser de su madre, el justillo azul claro y la faja negra que le oprimía el cuerpo, un cuerpo blanco como el alabastro con unos pechos exuberantes y unos muslos podero-sos. Aún no había cumplido dieciocho años y estaba asustada. Sudaba copiosamente. El pánico se reflejó en sus grandes ojos cuando se dio cuenta de que el médico acababa de descubrir su secreto mejor guardado.Las contracciones se repetían casi sin inte-rrupción. Don Abel, que se había quitado la chaqueta y remangado la camisa, abrió la puerta de la habitación y allí estaba, detrás de la puerta, el Sordo, expectante.-¿Qué tiene? ¿Qué le pasa?- Está de parto.- ¡¡¿¿Qué??!!- Que va a parir, coño, que va a parir. El médico se lo dijo a gritos y ordenó al Sor-do que bajará aprisa a la cocina y calentara un balde de agua. Después entró junto a la parturienta con el pulso acelerado. Era un trance difícil. Estaba solo, con la única ayuda de su pequeño maletín negro, que contenía el fonendoscopio, el aparato de la tensión, el termómetro y el botiquín mínimo de primeros auxilios, a la luz de un farol de petróleo. En ese instante, se le agolparon en la cabeza todas las posibles complicaciones que había estudiado en la Facultad de me-dicina, y empezó a sudar tan copiosamente como la muchacha… “

Don Abel, un personaje de novela

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Recuerdos y vivenciasEl trueque

Hace unos 10.000 años, nuestros antepasados sorianos y primeros habitantes del Neolítico comenza-

ron a adornar Valonsadero con sus pintu-ras rupestres. Ellos introdujeron la agricul-tura y el pastoreo en una tierra fértil en la que ambos oficios echaron raíces hasta llegar a Jesús, nues-tro mayoral fuenterreño. También pulieron la piedra, aún descono-cedores de que el rey del alfil se asentaría en Tierras Altas va-rios milenios des-pués. Y establecieron el trueque como mé-todo de intercambio de bienes en una sociedad en la que todavía no existía la moneda.

Este contrato entre individuos tuvo gran arraigo en la población soriana hasta bien entrado el siglo XX. Prueba de ello fue el horno de leña con el que los vecinos de Fuentes de Magaña convivieron durante largos años. Situado en la plaza Hueca, daba trabajo a tres o cuatro horneras encargadas de dorar el pan que, previamente, había sido amasado por las vecinas. A cambio de esta labor, las oriundas del pueblo donaban un par de hogazas a las trabajadoras. Este trueque era conocido como “la poya”, y de él también se beneficiaron los encargados de recolectar la leña necesaria para encender.

Cada 29 de septiembre, día de San Miguel, las labores del horno eran sometidas a subasta con el fin de determinar quiénes desempeñarían ambos trabajos durante el próximo año. Lo mismo ocurría con

la limpieza de las calles, el semental de cerdas o el cuidado de las cabras. Después, la bota de vino corría de mano en mano para celebrar las nuevas concesiones.

Poco a poco, la calderilla fue imponiéndose al trueque tradicional. Sin embargo, los resquicios de este trapicheo permanecieron en la bondad de muchos que continuaron ofreciendo sus servicios a cambio de muy poco.

Recuerdo el pueblo de principios de los años 90. Mi generación, quinta arriba, quinta abajo, rebobinaba las cintas de cassette con boli bic y alucinaba con el infinito terreno de juego de Oliver y Benji. El verano era sinónimo de Fuentes de Magaña

y la palabra Ipad todavía no se había inventado. Sin

embargo, el trueque con nuestros abuelos

lo manejábamos de maravilla. Con tan sólo tres años yo ya tenía muy claro con quién quería negociar. Me

acuerdo de su cara, de su voz y, sobre

todo, de la dulce manera en que trataba a los niños.

El Minas era un buen hombre. Y tenía una yegua preciosa.

Fue la primera vez que subí a una potra. Y no lo hice sola. El Minas nos dejaba montar a dos niños juntos y nos paseaba por la plaza a lomos de su yegua haciendo brillar nuestros ojos como lo hacen las estrellas fugaces en una noche de verano en La Veguilla. Pero no fue el único que se dejó llevar por la emoción de los más niños.

Reconozco que esto del trueque lo aprendí como quise. Años después, siendo un poco más mayor pero sin llegar todavía a la línea para la montaña rusa, seguí utilizándolo sin complejos. Y así fue como la cochera de Isabelita se convirtió en una botica médica. Los árboles de la plaza ofrecían publicidad en letra de cuadernillo Rubio sobre las curas milagrosas de dolores reumáticos a través de masajes con cremas de tomillo. Pero no

fuimos las únicas. Las Belenes se abrieron su propia garita de peluquería en la calzada de la Morena. Ina y Oca, se hacían llamar. Y allá que íbamos por el pueblo reclutando clientes para un negocio u otro.

La botica funcionó bastante bien aquel verano. Fuera cual fuera la dolencia, el mejor tratamiento era siempre colocar los pies en alto sobre una silla y masajear hasta la extenuación. Las contracturas de cuello no se nos resistían nunca, tampoco los resfriados. A cambio, los “enfermos” dejaban un par de monedas para comprar cinco regalices en el bar. Y tan contentas.

Adaptamos esta tradición prehistórica como nos dio la gana. Salió adelante gracias de nuevo a la ayuda de todos los vecinos que quisieron pasar consulta. ¡Ay, Gorín, cuánta protección solar te daríamos aquel año! La tensión, el ritmo cardíaco, los oídos, la vista. Todas las semanas tenía su analítica completa. Y todas las semanas accedía con una sonrisa y sin que le insistiéramos apenas. También Felipe, abuelo de aquella boticaria de unos siete u ocho años. Se sentaban allí, sin rechistar, y nos insistían para que les echáramos un poco más de aquello o de lo otro mientras nos contaban fechorías de juventud.

¡Qué veranos tan sosos hubieran sido sin vosotros, abuelos! Por cierto, aún conservo un tarro con fabuloso alcohol de piedras del Empalme, mágico brebaje eficaz contra cualquier dolencia. ¿A quién le hace un trueque?

Por Cristina Jiménez Latorre

Poco a poco,

la calderilla fue imponiéndose al trueque

tradicional. Sin embargo, los resquicios de este trapicheo permanecieron en la bondad de muchos que continuaron

ofreciendo sus servicios a cambio de muy

poco.

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Kailas Editorial, Madrid, 2015

Una sorpresa ha sido descubrir la faceta de escritor de nuestro amigo Jesús Nieva, conocido

en Fuentes de Magaña porque cada año, desde hace ya ocho, viene amenizando el acto de homenaje a nuestros mayores y regalándonos su voz y su música como integrante del Dúo Cadreita junto a su inseparable compañero Abel Azcona.

Este año es un placer para mi recomendar la lectura de la primera novela de Jesús Nieva Ozcoz. Este profesor de literatura del colegio de San Francisco Javier de Tudela, ya ganador de varios concursos de relato corto y poesía, se estrena como novelista con El tesoro de la ciudad perdida, una obra llena de intriga que atrapa al lector desde sus primeras páginas con la emoción propia de la novela policiaca y de suspense. Pero no sólo la intriga es razón para recomendar esta apasionante novela.

Comienza la obra con la detallada recreación de un hecho histórico: el hallazgo de la ciudad perdida de Machu Picchu, el 24 de julio del año 1911, por el profesor de historia estadounidense Hiran Bingham quien, guiado por Melchor Arteaga, un campesino de la zona, y acompañado por un sargento de la guardia civil peruana

apellidado Carrasco, encontró la ruinas de la ciudad inca. Realmente, dichas ruinas ya se conocían desde hacía décadas y no puede afirmarse en sentido estricto, por tanto, que fuese Bingham quien las descubriese. Esta circunstancia queda patente en la novela pero, no obstante, fue este profesor quien puso en valor el yacimiento y consiguió, con el auspicio de la Universidad de Yale, la National Geographic Society y el Gobierno peruano, la dotación económica necesaria para llevar adelante la expedición, las excavaciones arqueológicas y el posterior estudio científico.

A partir de este descubrimiento de Bingham, se teje una trama apasionante que gira en torno al misterioso asesinato de James Chapman, profesor de la Universidad de Yale en New Haven, justo cuando andaba embarcado en el proyecto de desentrañar los restos y misterios de la recién descubierta ciudad inca del Machu Picchu. Por tanto, la historia real y la ficción se mezclan en esta novela en la que conviven personajes históricos con otros literarios creados en torno al citado crimen y cuya investigación policial actúa como hilo conductor de la trama.

La novela combina de forma equilibrada el estilo policiaco y de suspense, las aventuras al más puro estilo tintiniano y el género histórico con una detallada recreación del hallazgo arqueológico de la montaña del Machu Picchu. Igualmente, en algunos de sus pasajes, la novela presenta aspectos muy solventes propios de una revista especializada en arqueología y naturaleza, conteniendo descripciones de paisajes, ruinas y vestigios a la altura de artículos de la mítica y centenaria publicación Nacional Geographic. Y por si fuese poco, se suma a la trama un toque del género romántico, sin empalago, a través del enamoramiento

que surge entre dos de los personajes esenciales de la historia: el joven oficial de policía George Barcroff y Kate Chapman, hija del profesor asesinado.

Pero además de la trama, la novela contiene interesantes aspectos socio-económicos y culturales que destacan por su calidad y precisión. Por un lado, se aprecian interesantes apuntes de la economía y la sociedad de los albores del siglo XX: el incipiente capitalismo, la floreciente industrialización, las duras condiciones laborales, el trabajo infantil, los movimientos obreros y sus primeros logros sociales, los deseados recursos petrolíferos y mineros por parte de las grandes potencias y los, a veces, oscuros intereses de algunos de los miembros más pudientes de la sociedad en torno a los cuales se vislumbran aparentes casos de corrupción política y económica. La obra ofrece también una visión de crítica social hacia los aspectos más negativos del capitalismo de la época en la que se desarrolla la novela. Así, a través de las palabras de algunos de sus personajes, se refiere por ejemplo a la pobreza en el campo, a la llegada masiva de jornaleros a la gran urbe de Nueva York, a la industrialización veloz y deshumanizada de la ciudad y al acaparamiento de los beneficios por parte de los más poderosos, provocando el enriquecimiento de unos pocos y el empobrecimiento paulatino de la mayoría.

Igualmente están presenten en la novela claras referencias al imperialismo económico del pueblo norteamericano que, ya en las primeras décadas del siglo pasado, comenzaba a poner su semilla entre otros, en los países sudamericanos. El intervencionismo estadunidense fuera de sus fronteras con la supuesta finalidad de ayudar a los pueblos escondía, de

Para leer...El tesoro de la ciudad perdida

Por Recaredo García Gaspar

Varios géneros en una misma novelaLa novela combina de forma equilibrada el estilo policiaco y de suspense, las aventuras al más puro estilo tintiniano y el género histórico con una detallada recreación del hallazgo arqueológico de la montaña del Machu Picchu.

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forma más o menos velada, la búsqueda y explotación de las materias primas locales y de los consiguientes beneficios, derivando en muchas ocasiones en negocios fraudulentos y en casos de corrupción. Un problema de hace siglos y que todavía hoy está de plena actualidad.

También la novela retrata con trazos finos y detallados el casi nulo papel de la mujer en el mundo científico y universitario de la época. Por ello, la protagonista Kate Chapman aparece en la novela retratada casi como una heroína en un mundo de hombres, como una pionera con inquietudes intelectuales y con el arrojo de embarcarse en un apasionante viaje hasta la ciudad perdida de los Incas. En un pasaje de la novela, uno de los personajes, el profesor Grisham, se lamenta al comprobar la capacidad analítica de Kate: “lastima que en Estados Unidos la mujer todavía no sea admitida en la Universidad como en Europa. ¿Sabías que en Suecia incluso se ha autorizado a una mujer a dar clases… Tu habrías podido ser una gran alumna y una excelente profesora”.

La descripción de la ciudad de Nueva York tal y como era en el año 1911, resulta fascinante para el lector que se adentra en las calles de una ciudad que ya contaba entonces con casi 6 millones de habitantes. Las calles asfaltadas, los enormes edificios en el centro de la ciudad, la rebosante actividad, las grandes avenidas por las que discurrían los coches de caballos y los primeros automóviles en una necesaria convivencia, o las calles plagadas de comercios y de artículos expuestos en sus escaparates, atrapan tanto a los protagonistas de la novela en su visita a la ciudad como al propio lector.

También el lector casi sufre en sus carnes la fatiga de los protagonistas en el relato del duro ascenso desde la falda de los Andes hasta el yacimiento arqueológico en la montaña del Machu Picchu. Narra el autor como los expedicionarios, ayudados tan solo por mulas de carga y con enorme dificultad, van ascendiendo, casi trepando, por senderos imposibles con el fin de instalar el campamento en el núcleo de la ciudad inca. Igual de peligroso y

desafiante percibe el lector el descenso de los arqueólogos y las mulas cargadas con los primeros hallazgos de las excavaciones que, bajo lluvias torrenciales, consiguen llegar al río Urubamba al pie de la montaña.

Y admirable resulta también la precisión del autor al describir los trabajos arqueológicos desarrollados en el yacimiento inca, en el que algunos de los protagonistas van desentrañando y catalogando los restos arquitectónicos y los enterramientos allí hallados. El detalle en la descripción de estos trabajos denota unos conocimientos exhaustivos de los mismos por parte del autor, así como un gusto e interés por la arqueología.

Dice Jesús Nieva que en esta novela ha invertido casi ocho años en documentarse y crear una historia que transcurre esencialmente a caballo entre Nueva York y Perú al comienzo del siglo XX. Es incuestionable que la obra retrata con rigor y fidelidad la sociedad y la economía de la época, por lo que no cuesta nada al lector adentrarse en la trama dando un paso atrás en el tiempo de 100 años.

En fin, estas son solo algunas de las razones por las que recomiendo la lectura de esta entretenida y completa novela que, sin duda, cautivará al lector.

Firma de libros en Fuentes. 9 de agosto

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G onzalo detuvo su coche a un kilómetro para observar el perfil del pueblo. Habían

pasado cuarenta años desde su partida de Fuentes. ¡Cuarenta años! Toda una vida. Sus ojos adquirieron un brillo especial al divisar aquellas casitas y el corte en el cielo de la iglesia en aquella fría mañana de primavera. En aquel mismo lugar paraban con la bicicleta de barra su amigo Carlos y él al volver de poner cepos a los múltiples pajarillos: jilgueros, oropéndolas, abejarucos, herrerillos y carboneros. El pequeño bosque que rodeaba el pueblo fue en su niñez un inmenso pinar y también hayedo y quejigos. Por allí paseaban corzos y ciervos y a veces divisaban a los esquivos jabalíes. Desde allí se veían las Sierras del Alcarama y del Rodadero.

Entró en el pueblo por la calle Real. Algunas paredes de piedra parecían mantener vivo el recuerdo de su infancia. Detuvo el coche. El viejo frontón parecía seguir siendo el centro del pueblo. Todo era reconocible: La plaza y el barranquillo que dividía en dos el pueblo, aunque estaba tapado. Nuevos árboles y...la fuente. Giró a la derecha y subió hasta encontrar su vetusta casa. Sacó la vieja llave de tubo que un día le trajo su padre antes de marchar a Soria. La aferró con fuerza como si en ella recogiese el cariño de todos los ancestros que la usaron antes que él. Ajustó la bufanda al cuello y frotando las manos abrió la puerta de dos hojas. Seguía igual que cuando jugaba de niño y le servía para balancearse abriendo y cerrando. La casa estaba templada con sus gruesas

paredes. El olor era el mismo. Parecía increíble que el paso de los años no fuese capaz de modificar los aromas de una casa, una habitación, un corral. Se sentó en una vieja silla tapada con una sábana blanca y apoyó los codos en las piernas. Se sintió más solo que en toda su vida... y lloró.Recogió del corral algunos leños y encendió el hogar. Aquel hogar que sirvió para reuniones familiares alrededor del puchero colgado en el que su abuela preparaba aquellas interminables cenas del día de la matanza. El cerdo quedaba amarrado boca abajo en la escalera de madera en la calle. Se tapaba la cabeza con un cesto para evitar que mordiesen los perros. Recordaba el sabor de cada plato, cada cual distinto y más sabroso. El resto del año iban sacando de la despensa los chorizos, morcillas y sobre

EL REGRESOPor Jesús Nieva Oscoz

El regreso es un relato corto, lleno de emotividad, en el que Jesús

Nieva recrea una bella historia basada en los recuerdos del pasado

en Fuentes de Magaña de un grupo de personajes, algunos reales y

otros ficticios. Esta historia es la escusa que Nieva utiliza para rendir

homenaje a nuestros mayores.

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todo aquellos jamones secados con el aire de la sierra. Sonrió al recordar el día en que su primo Ángel y él soltaron de la tranca de la despensa la cesta de mimbre pensando que encontrarían las ricas pastas de su tía Modesta y lo que cayó fueron dos docenas de huevos guardados para la elaboración de las pastas. Era la primera sonrisa desde su regreso.Revisó una por una las distintas habitaciones de la casa. Las mismas paredes, quizás un poco más desconchadas. Las colchas sobre los colchones de lana que había visto varear de niño. Los viejos armarios y las cómodas de enormes cajones. Subió a la buhardilla. Pulsó la manilla de cuchara y entró. El techo seguía siendo de vigas de madera entrelazadas con cañizos. Las paredes estaban adornadas con toda clase de aperos de labranza: horcas de madera, cribas de distintos tamaños, el yugo del abuelo heredado del suyo y una interminable colección de azadas. Su mirada se posó en el viejo baúl donde su madre había ido recogiendo libros y objetos. Frotó sus ojos vidriosos y abrió la tapa chirriante. Tenía toda la pinta de no haber sido abierto hacía muchos años. Extrajo los primeros libros entre los que se encontraba la vieja biblia de la abuela y fue a dar con un álbum de fotografías en blanco y negro sin orden aparente. Lo ojeó de manera rápida y decidió bajarlo a la cocina para mirarlo más detenidamente.Abrió el vasar para ver de qué vajilla disponía. Ni siquiera había pensado qué iba a comer ese día. ¿Servirían comidas en el pueblo? Limpió el polvo de la mesa y se sentó para observar las fotografías del viejo álbum. Por allí iban desfilando las imágenes de muchas personas conocidas. Se detuvo en una que le resultaba conocida: la de hombres y mujeres en la era. Él era el niño que salía vuelto porque en el momento de la foto tiraba de la coleta a su prima Encarna. Estaban toda la familia junto a la vieja trilladora y la pajera. Habían terminado la faena.

Los recuerdos se agolpaban en su mente como los aperos de labranza en el desván: intactos pero empolvados y sin orden. Solo sabía que provocaban una enorme nostalgia y las imágenes rescatadas provocaban sentimientos, emociones que ponían el vello de punta y de nuevo hacían brotar las lágrimas que humedecían su rostro. ¿Por qué? ¿Por qué la vida te conduce por unos derroteros y no otros? ¿Por qué es tan

difícil que la convivencia con los seres queridos no pueda mantenerse en un punto estancado y permanente? Y sintió de nuevo esas punzadas espantosas en el pecho...

Entró en el restaurante Las Fuentes. Buscó una mesa y se sentó tranquilo. No creía conocer a nadie pero en apenas dos minutos se le acercó un hombre alto, con poco pelo pero bien cuidado y mejor vestido.

- ¿Tú eres Gonzalo, verdad?- Sí, Soy Gonzalo- dijo mientras miraba fijamente a quien tenía delante sin acertar a reconocerlo.- Cuánto hemos cambiado, amigo. Aquella sonrisa y el brillo de los ojos hizo que Gonzalo identificase por fin a Carlos. - ¡Carlos!- El mismo. Creía que me habías olvidado. ¿Qué haces por aquí?- He venido a dar una vuelta- disimuló Gonzalo-

Aquel encuentro suponía un huracán de nuevas emociones. Carlos insistió en llevar a Gonzalo a su casa donde comió con su mujer, Encarna, la de la cola de caballo de la era. Supo que el hijo mayor estaba trabajando de ingeniero en Madrid y la pequeña terminando medicina en Soria. Cuando llegó el turno de la familia de Gonzalo una mueca de

dolor desfiguró su rostro al tener que hablar de su esposa Elvira a la que había conocido en Zaragoza.

- Mi esposa falleció en una accidente de tráfico hace ahora tres años.

- Lo siento, Gonzalo.No pudo resistir expresar

lo que rondaba por su mente.- Conducía yo.Carlos quiso recomponer la situación hablando de sus hijos pero todavía fue peor

para Gonzalo.- Enrique, el mayor,

vive en Pamplona y hace más de dos años que

no sé nada de él. Me culpó de la muerte de Elvira y no quiere

hablarme. -Gonzalo rompió a llorar. Cuando consiguió serenarse continuó- Carolina está en Londres. Es intérprete y apenas hablo con ella por skype de vez en cuando.Carlos miraba fijamente a su amigo. Charlaron de los amigos comunes hasta más de las seis.- ¿No trabajas? . preguntó Gonzalo.- Sí, todavía trabajo. Soy el médico del pueblo. Así que hasta mañana no tengo consulta. Creo que tenemos tiempo para dar un paseo y charlar.La comida había sido copiosa y aceptó de buen grado. Hacía mucho tiempo que no comía tanto. Gonzalo preguntó por las personas del pueblo. - Pues mira- dijo Carlos. Se me acaba de ocurrir que, como algunos días visito a los más ancianos, y todos son amigos

Los recuerdos se

agolpaban en su mente como los aperos

de labranza en el desván: intactos pero

empolvados y sin orden

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y viejos conocidos, te podías venir conmigo. Te alegrará verlos.Gonzalo no tenía nada mejor que hacer y aceptó de buen grado la invitación.

- Iremos primero a ver a “La Cuqui” ¿Te acuerdas? Carlos y Gonzalo entraron en casa y, sentados en la cocina, mientras Carlos le tomaba el pulso y la auscultaba, iban charlando con ella. - Pili, dígame- le decía Carlos- ¿Por qué la llamaron a usted así?- No sé, hijo, pero creo que fue el cura . Yo nací en un tren ¿Sabes?- ¿En un tren?- Mi madre volvía de Argentina. Había ido allí al funeral de la abuela que había emigrado y muerto allí. Entre Lérida y Tardiente mi madre se puso de parto, y gracias a que en el tren había un médico y la ayudó que si no... El tren paró en Zaragoza y allí bajaron a mi madre. A los pocos días me bautizaron en el Pilar y por eso me llamaron Pilar. Allí estoy registrada.

Aquellas conversaciones con los pacientes eran de lo más hermoso. Carlos Había estado fuera mucho tiempo y cuando a sus cuarenta y cinco años pidió el traslado, harto de la ciudad y los agobios, sintió la necesidad de recuperar el cariño por su tierra y sus gentes. Quería mostrar a Gonzalo, que fuese el motivo que fuese el que le había traído a Fuentes, no iba a arrepentirse de vivir entre los suyos.

- Usted tenía una fonda, ¿verdad Pilar?- Una fonda y pensión. Trabajábamos mucho, hijo. Todo el día lavando, planchando... Había que ir a buscar el agua con cántaros a la fuente y las planchas eran de esas de carbón... - ¿Y quién venía a la pensión, señora Pilar?- Pues muchos arrieros que traían el ganado a pastar o de paso. Y cuando llegaban, mi madre me mandaba a dormir al granero, encima del trigo para dejar la habitación libre.- Pero todo no ha sido pasarlo mal. Usted ha bailado mucho, ¿no Pilar?- Sí , pero porque mis amigas venían a ayudarme a terminar los quehaceres, que si no, no llegaba ni al baile. Un día mi

novio me llevó en la moto a San Pedro Manrique a fiestas, y como era de noche, nos caímos de la moto y se me rompieron las medias de cristal que llevaba. ¡Qué disgusto! Aún me acuerdo, hijo.Gonzalo se puso la cazadora al salir a la calle. Carlos cargó con el maletín y le echo la mano al hombro. - Esta es nuestra gente. Personas que ha pasado toda su vida trabajando mucho. Honrados, buenos. Esto no es la capital. Fuentes es un buen lugar para curar viejas heridas.- Nadie va a devolverme a mi mujer, Carlos. Hay heridas que no las cura el tiempo... y tú lo sabes mejor que nadie.

Llegaron a casa de Alejandro.Alejandro, menos hablador, se puso triste al ser preguntado por su juventud. Había tenido una infancia muy dura y Carlos lo sabía aunque en aquellas pequeñas charlas le buscaba siempre el lado bueno.

- A los once años me sacaron de la escuela para trabajar de pastor. En mi casa éramos muchos hermanos y la guerra trajo mucha hambre. Trabajé de pastor para un matrimonio sin hijos que necesitaba algunos pastores para su ganado. Me trataron bien en aquel pueblo. Como no tenían hijos a mí

me veían como al hijo que no habían podido tener y me

dieron mucho cariño. - ¿Pero toda su vida

no estuvo de pastor?- Hasta que me fui a la ciudad.

Al salir de la casa de Alejandro,

Gonzalo comentó que aquel parecía el

destino de las gentes de aquellos pueblos, irse

a la ciudad. Carlos aseguró, no obstante que Fuentes volvía a

recuperar a sus gentes y sus descendientes a base del esfuerzo de algunos vecinos que se preocupan por organizar eventos y fiestas que conseguían atraer a los vecinos en determinadas épocas del año. Aquellos días maravillosos hacían que se recordase el pueblo como el mejor lugar para descansar y pasarlo bien con amigos y vecinos de toda la vida. En Fuentes hay vida. Los niños corretean y juegan y todos juntos celebramos las fiestas sin importar que nos juntemos de todas las edades. Esto es recuperar la vida que siempre hemos idealizado.

Aquella noche cenaron juntos. Gonzalo se instaló lo más cómodamente posible en su vieja casa y consiguió conciliar el sueño después de muchos días de insomnio. El despertar tranquilo del pueblo fue una experiencia relajante. El no tener que trabajar se había convertido en un sufrimiento más que un alivio y el cambiar de residencia le hacía concebir el tiempo de distinta manera. Carlos pensó que repetir la experiencia del día anterior le iría integrando en el pueblo al ir conociendo a distintas familias. Así que se dirigieron a casa de “el Pepe”.Curiosamente José también había trabajado de pastor con la misma familia que Alejandro y coincidía en que era un matrimonio muy cariñoso y que siempre le trató bien. Tenía un fuerte resfriado y Carlos tuvo que recetarle algunas medicinas de urgencia. La familia estaba preocupada y como era tan bueno, nunca se quejaba de nada hasta que caía enfermo.

- No sea usted tan bueno, José, quéjese antes.- Siempre he sido así. El cura nos llamaba a la parroquia para catequesis y nos enseñaba cantos de misa.- Pero alguna gorda también habrá liado usted, ¿eh Pepe?- continuó Carlos sonriendo.- Alguna, alguna...una vez robamos comida de la ventana, de esa que se dejaba al sereno porque pasábamos mucho hambre y nos fuimos al corral del

Aquellos días maravillosos hacían que se recordase el

pueblo como el mejor lugar para descansar y

pasarlo bien con amigos y vecinos de toda la

vida

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Venancio a comer. Y cuando estábamos en plena faena apareció el dueño con la escopeta de caza que a poco nos dispara allí mismo.Y reía la anécdota a la par que tosía .- Sí. Hicimos muchas- continuó- Yo siempre estaba en el pueblo de al lado. Tanto, que allí me querían buscar novia, la hija del tabernero y me decían que me quedara a dormir en la cama de la maestra que se había ido de vacaciones.- ¿Pero solo o con la chica, Pepe? Pepe rió y con él toda la familia.Después relató su vida de guardia civil. Muy dura recorriendo los caminos con el capote. Esto le hizo un hombre serio, maduro, respetuoso con las personas y con las normas. Cambió de destino muchas veces y con él su familia.Gonzalo miraba al anciano con ternura y Carlos a Gonzalo a quien iba entendiendo la razón por la que se encontraba allí.

La última visita fue a casa de Paco “El Cesáreo”. Carlos había oído de su boca docenas de veces las mismas anécdotas por eso las provocaba para que Gonzalo las escuchase. Los ancianos disfrutan repitiendo una y otra vez los mismos episodios. Ellos ejercitan su mente y nosotros mantenemos viva la memoria de nuestro pueblo, le dijo Carlos a Gonzalo.

- Salí de casa a los once años para trabajar de pastor. - ¿Y qué te pasó con el guarda, Paco?- le preguntó mientras miraba a Gonzalo con sonrisa picarona.- Pues que estando pastando en el Molino mis ovejas se alimentaron con las berzas del huerto que resultó ser del guarda, el Zacarías. Al cabo de los días me preguntó si sabía algo y yo le dije que cómo iba a ser mi ganado si yo estaba en Valdeprado, en la otra punta del pueblo. Pero el guarda siguió preguntando hasta que descubrió el pastel. Me tenía enfilado.- ¿Pero a que lo pasaban bien señor Paco?- Mucho. Éramos más pobres que las ratas y pasábamos hambre pero felices.- ¿Usted también robaba para comer alguna vez?- Hombre. Todos los jóvenes. Una vez entramos en una casa por la ventana para llevarnos unos pollos, pero luego salimos por la puerta por salir más rápido y con las prisas nos la dejamos abierta y claro, se escaparon todas las gallinas, así que nos pillaron.- ¡Pero si le pillaban siempre, Paco! A todo esto, ¿cómo es que te has quedado soltero si tú eras un don Juan? Y te ibas

de ronda a cantarles a todas las mozas. Paco reía aunque no contestaba pero lo que sí hizo fue cantarles alguna de sus canciones.

“Yo quisiera jo...jovencitasy que fueran pu...puras y bellaspara meterles en el co...corazón

un pedacito de pi... pícaro amor.”

Al salir de la casa del Paco fueron paseando hasta la suya. Al ir a despe-dirse Carlos le encaró y le dijo muy directo.- Gonzalo, soy médico. ¿Cuánto te queda?Gonzalo bajó la cabeza y palideció. - Lo siento, Carlos. No he venido a dar pena ni estoy buscando un enfermero para los últimos días de mi vida. No esperaba encontrarte ni sabía que eras médico.- Pero aquí estamos. Somos lo que somos y, sobre todo, somos amigos. No lo olvides.Solo había pasado un mes de la llegada

de Gonzalo a Fuentes. Aquel domingo Carlos se encontró en misa con Gonzalo. Al salir le pidió que fuese a su casa a tomar vermouth. Gonzalo sabía que le invitarían también a comer dándose cuenta de que cada semana que pasaba se debilitaba. Llegaron a la puerta y Gonzalo observó algunos coches cerca que desconocía. Entraron y allí encontró a su hijo Enrique con su esposa y el niño pequeño. Estaba Carolina que se arrojó a sus brazos con su novio inglés. También estaban algunos amigos de la infancia a los que Carlos había llamado. Gonzalo rompió a llorar al igual que Carlos y muchos de los presentes. Se fundieron en un abrazo. Quizás el último abrazo de una vida que se inició en Fuentes y que terminaba en Fuentes. Aquella tierra era el punto de encuentro de familias, de emociones, de esperanzas pasadas y promesas futuras. La tierra agradecida para todos los que la han regado con el sudor de su frente y las lágrimas de los encuentros.

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Ya no son breves al-g a r a z o s ,

que mi madre llamaba amargu-ras. O sea, esos ramalazos de nie-ve menuda o de aguanieve que te azota el cuerpo de

forma intermitente, que te amorata las manos y la cara y te mete en casa. Ha llegado por fin la gran nevada, que es otra cosa. El cielo se encapota, se pone de panza de burra, el horizonte se cie-rra, la oscura nube diluye los cerros y las sierras lejanas, se abate sobre las casas y los campos y obliga al pueblo -hombres y animales- a recluirse sobre sí mismo. Y entonces nieva, nieva sin parar, nieva a mantas, primero con una cierta agitación punzante si el viento helador baja de la Alcarama, afilado como un dalle, y luego mansamente, con copos como vedijas del esquilo. Es entonces cuando uno puede sentir den-tro el blanco y ligero peso de un silencio telúrico. El que no haya sentido este si-lencio de la nieve, no podrá imaginarse nunca la plácida conmoción interior de una experiencia parecida. Pues bien, si

no se equivoca la Agencia Estatal de Meteorología, en las Tierras Altas nie-va toda la semana. ¡Bendito sea Dios! ¿Año de bienes? No estoy seguro. Allí los bienes siempre han sido escasos. Sobre los pueblos muertos o despobla-dos la piadosa nieve, eso sí, es mucho más que un elemento decorativo; tiene función igualitaria, acaso de denuncia o desagravio, aunque resulte una demostración pasa-jera. Por lo demás, en aquellas tierras ásperas y tortura-das, sea o no año de nieves, nunca verás la cigüe-ña por San Blas, porque la cigüe-ña, como los viejos poetas de Castilla que cantaron a Soria, no se atreve a cruzar el puerto de Oncala y así se queda sin descubrir la belleza elemental de estos campos, de estos pueblos semiderruidos y de sus graciosos campanarios rurales.

Cuando en mi infancia llegaba la gran nevada, como la de estos días, la cocina, con la lumbre permanentemente encendida, era el refugio obligado de la

familia. Olía a matanza, que permanecía colgada en las varas del techo ennegrecido, y a humo de la támbara. Ronroneaban los gatos en la chapa y borbollaban los pucheros en el fuego. Sobre la mesa redonda cubierta de hule azul, junto a la alacena y bajo la espetera de los cazos de cobre, no podía faltar

el alegre porrón y la sobada baraja, completamente

imprescindible, que entretenía las tardes

y las noches interminables. La otra distracción era el trasnocho, reunión de mujeres con el cesto de la

costura y la lengua a punto para contar

historias, en el abrigo de la majada, bajo la

luz del carburo pagado a escote. En los días más crudos

del invierno, cuando la nieve cubría los campos, los animales permanecían encerrados en los bajos de la casa: las caballerías en la cuadra y las ovejas y las cabras en la majada. La convivencia cercana con estos animales, viendo parir a las ovejas o amamantando los tiernos caloyos, es una de las experiencias imborrables de la niñez y que recuerdo

Por Abel Hernández

La gran nevada

La cocina, con la lumbre

permanentemente encendida, era el refugio obligado de la familia...

Ronroneaban los gatos en la chapa y borbollaban

los pucheros en el fuego.

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con más placidez. Envuelto en el vaho cálido de la majada con olor a sirle y a heno, había que llenar los zarzos con gabejones de olorosa hierba seca o de esparceta y depositar en las canales o duernas el cesto de berzas bien picadas. Con la nieve envolviéndolo todo y los gruesos carámbanos colgando de los aleros, los bajos de la casa eran un hervidero de vida animal, que nos hacía, creo yo, más humanos.

No era extraño que, en medio del temporal, dejara de nevar en la madrugada. Brillaban entonces las estrellas como diamantes. Era la pausa que aprovechaban los animales del

Texto del Blog de Abel Hernández . Febrero de 2015.https://elcantodelcuco.wordpress.com

campo y del monte para salir de sus refugios o escondites a buscar alimento. En el pueblo era la señal para iniciar la cacería, siguiendo la huella infalible que las liebres, los huidizos conejos, el astuto zorro o el bando de perdices a peón dejaban en la nieve. Todavía recuerdo la forma de esas huellas, aún sabría distinguirlas. Con las primeras luces salían, como digo, los cazadores -incluidos los que no eran cazadores durante el año- con escopetas y con garrotes en busca de los indefensos animales. Para esta empresa sobraban los perros, que lo único que harían sería borrar los rastros. El cazador habitual jugaba con ventaja: iba con escopeta. Si en el matojo, el espino o el sabino donde concluía la huella, saltaba, al sentir su presencia, la liebre encamada, el freno de la nieve en la carrera la hacía víctima fácil del disparo. El cazador de ocasión lo tenía más difícil: se valía únicamente de la cachava o el garrote y de sus manos fuertes de campesino, dispuestas a escarbar afanosamente entre las piedras hasta dar con el pobre gazapo, si descubría que el escurridizo conejo

tenía su cado o escondite en el pequeño cantarral, donde acababa el rastro. El garrote lo usaba cuando sorprendía a la confiada liebre en la cama. Esta caza furtiva con nieve era dura, extenuante, pero solía resultar generosa, y los cazadores regresaban pronto a casa con el cuerpo aterido y el zurrón lleno, que se agradecía en aquella sociedad de subsistencia. Pronto se cubriría de nuevo el cielo, volvería a nevar y la nieve borraría todas las huellas.

Algo parecido ocurre hoy. La gran nevada de estos días ocultará por unos días en los pueblos deshabitados las cicatrices de las ruinas y las huellas del pasado. Junto al fuego de una vieja cocina con olor a támbara y a matanza habrá un viejo superviviente que comentará, mientras resuena el alarido de las úrguras en el hueco de la chimenea: “¡Ya no nieva como antes!”.

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46 LOS PINGOTES

Desde hace unos años soy jugador en un equipo de Ultimate Frisbee y cada semana practico esta deporte

que me permite estar en forma y compartir con amigos e incluso con mis hijos el gusto por un juego limpio que combina agilidad y astucia. Este año quise trasmitir a mis amigos de Fuentes de Magaña mi entusiasmo por el Ultimate Frisbee e incluimos en la programación de nuestra Semana Cultural un curso de iniciación para enseñar y practicar este deporte. Así, durante dos mañanas de agosto, el frontón se convirtió en campo de entrenamiento y unos cuantos niños y no tan niños se aplicaron al aprendizaje de las normas y habilidades básicas para practicar el Ultimate.

¿Y por que me gusta tanto el ultimate fresbee? Pues porque si su principio básico es el espíritu de competir -común a cualquier otro deporte-, también aglutina valores como la limpieza en el juego y el respeto entre los contrincantes. Por supuesto, este compromiso de juego limpio no menoscaba en nada el entusiasmo que desplegamos en el terreno de juego los que lo practicamos.

¿Pero que es el Ultimate Frisbee? La historia comienza con el uso de un objeto volador identificado, que nada tiene que ver con extraterrestres, sino con ocio, deporte y salud. El frisbee fue un juguete muy especial para los universitarios norteamericanos de los años 50 y 60 cuyo origen resulta curioso. En el año de 1871, William Russell Frisbie estableció en Connecticut su empresa de pasteles -Frisbie Pie Company- que alcanzó gran expansión. ¿Pero que tienen que ver los pasteles con los discos voladores?

Los estudiantes de la Universidad de Yale consumían los populares pasteles de la Compañía Frisbie que se vendían en una lata cuya base, tras consumir su contenido, empleaban para jugar lanzándola de unos a otros y gritando la palabra “frisbie”. Esta actividad lúdica fue creciendo en popularidad y se extendió entre los consumidores de pasteles.

En 1946 en la ciudad de los Ángeles, Walter Frederick Morrison patentó el primer “frisbee volador”, que no adquirió mucho éxito al estar construido de baquelita, un material que se rompía con facilidad. Diez años más tarde, con la llegada del plástico, Morrison decidió que este sería el material para fabricar definitivamente los discos voladores.

El uso de este disco de 175 gramos se convirtió desde los años 70 en Ultimate, un deporte que mezcla fútbol americano, frisbee y rugby. En Europa se introdujo a principios de los años 80 y, en España, los primeros equipos surgieron en la 2ª mitad de los 90.

Los beneficios de la práctica de este deporte son muchos. El famoso “fairplay” o juego

limpio que a tantos deportes se atribuye, es real en el ultimate, hasta tal punto que no se necesita árbitro ya que los jugadores respetan tanto la filosofía del juego como a sus compañeros, sin peleas ni trampas. Su juego exige táctica y estrategia, además de buena forma física ya que un partido puede alargarse bastante tiempo. Su práctica permite el trabajo de todos los músculos del cuerpo y, al ser un deporte aeróbico que combina el trote constante, el salto y los movimientos decididos, quema calorías durante una hora y media de juego o hasta que uno de los dos equipos llegue a los 19 goles.

Se juega por dos equipos de 7 jugadores -o 5 en la modalidad de playa- y un disco volador (frisbee). El objetivo es obtener puntos capturando el disco en una zona de anotación situada al lado opuesto del campo, de modo similar al fútbol americano. Los jugadores no pueden caminar ni correr mientras tienen el disco en las manos, ni puede haber contacto físico entre ellos. Al final, gana el partido el equipo que marque primero 19 puntos. Hay dos tiempos, con un descanso de 10 minutos cuando se alcanzan 10 puntos.

En fin, son solo unas nociones básicas para aproximar el conocimiento de este deporte a los lectores de los Pingotes. Las habilidades y sensaciones que se pueden obtener por medio del Ultimate son muchas. La diversión, la sana competencia, la sagacidad, la constancia, el ingenio y el trabajo en equipo son algunas de las que yo siento practicándolo. Y todos estos valores quise trasmitir en Fuentes de Magaña. Espero haberlo conseguido y que en los próximos años veamos a nuestros niños y jóvenes saltando decididamente para lanzar y atrapar un disco volador.

Historia del Ultimate Fresbee De Connecticut a Fuentes de Magaña

Por Eduardo Paniello Ramos

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Descripción de la ruta:Salida y llegada: Fuentes de Magaña

Atractivo recorrido por las divisorias de las Sierras del Rodadero y de Valdelaya, por caminos de concentración parcelaria, pistas de los parques eólicos y caminos tradicionales, con impresionantes vistas hacia la Sierra de Alcarama, Valtajeros y San Pedro Manrique, llegando a divisar en días claros la ciudad de Soria y la imponente mole del Moncayo.

A lo largo del camino contemplaremos preciosas panorámicas de las Tierras Altas de Soria y descubriremos el despoblado de Torretarrancho, una ganadería de vacas, toros y caballos, el mirador del acebal, alguna de las fuentes que riegan el Río Monte y el antiguo molino de Fuentes de Magaña.

En la parte final del recorrido, el descenso hacia la Hoya Mañera y las ruinas del molino es vertiginoso y debemos extremar el cuidado debido al firme que presenta tierra y piedra suelta.

Ruta MTB “Parques eólicos y pistas”Recorrido en bicicleta por Tierras Altas de Soria

Por Javier Sainz Valer

Ficha técnica:• 27,43 km.• 887 m. ascensión acumulada• 1.588 m. altitud máxima• Pistas y caminos• 100% ciclable• Dificultad media/alta• Atención al descenso

Inicio Llegada

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“Para nosotros, el 27 de septiembre de 2014 fue un día muy especial y deseamos que así lo fuese también

para todos. ¿Estáis preparados/as para la segunda edición?” Así terminábamos la crónica que hicimos el año pasado para la revista Los Pingotes. Agradeciendo de nuevo el espacio que nos ofrecen en la revista, os vamos a hacer una pequeña crónica de lo que vivimos el pasado 2 de agosto de 2015, fecha en la que celebramos la 2ª edición del Desafío BTT Tierras Altas.

Este año, tomamos la decisión de cambiar la fecha del evento (difícil decisión…), y moverla desde el último fin de semana de septiembre hasta el primero de agosto. La verdad es que nos costó un poco decidirnos, pero a la vista del resultado, creemos que el cambio fue positivo: más participantes, más público, más voluntarios y mucho ambiente.

En primer lugar, desde la organización nos nace un profundo agradecimiento a todos los que de una u otra manera ofrecen su colaboración y participación para que esto sea posible. Desde los participantes -venidos este año desde muchos lugares-

hasta los que animan al paso de los ciclistas por el pueblo, pasando por el apoyo incondicional del Ayuntamiento y por todos los que nos ayudan a acondicionar los caminos, los que colaboran con los avituallamientos, la fisioterapia, la vigilancia del albergue, la realización de las fotografías y vídeos, los motoristas de carrera, el control y señalización de los cruces, las inscripciones, la comida popular, los que han gestionado los patrocinios y las empresas patrocinadoras… En fin, un montón de gente y esfuerzo volcado en el evento. A todos ellos queremos transmitir con estas líneas nuestro más sincero agradecimiento.

Contábamos con la experiencia de 2014 y con el reto de mejorar en la medida de lo posible. Manteníamos recorrido y formatos (“larga” de 65 km y “corta” de 35 km), con alguna variación -subiendo a Sarnago por el Vallejo y eliminando el cortafuegos final del helipuerto-, y decidimos mantener el nivel de servicios que ofrecimos en 2014 a los participantes: duchas, buena comida, lavabicis, fisioterapia en meta, sorteos y premios… Este año además, gracias a la colaboración de Tierras Altas, aquellos participantes que lo deseasen pudieron pernoctar en el alberge de la Mancomunidad, guardando las bicis en la antigua escuela.

Pero la principal novedad de 2015 fue la incorporación de los mas pequeños al evento con la participación en el Desafío Infantil: 10 valientes bikers fueron los que tomaron parte en esta edición y seguro que en 2016 son muchos más porque la cosa fue muy bien, se lo pasaron genial y todo el pueblo vibró con el paso de cada uno/a de ellos/as por las curvas, las cuestas y las calles. Recorrían un circuito por el pueblo en formato de vueltas en función de la edad. Se definieron 4 grupos de edad que tendrían que completar entre 1 y 4 vueltas.

El recorrido de este DTA Infantil era muy variado, con calles, senderos, pista, un charco, una bajada y una subida... y aunque estaba totalmente marcado y con gente en cada esquina, no hubiera hecho falta. Se los sabían todos/as de memoria. Y es que los más pequeños nos demuestran que son capaces de mucho más de lo que los mayores pensamos. No sólo con la bici o el deporte. En general, en cuanto les dejamos a ellos, sin limitarles con nuestros propios límites, nos demuestran que tenemos mucho que aprender... ¡Qué grandes!

A pesar de ser el segundo año, los nervios el día de la prueba estaban a flor de piel. Hay mucho trabajo detrás y un deseo fuerte de que todo salga bien. Al ser

Por Javier Sainz Valer y Enrico Miracoli Romero

DESAFÍO TIERRAS ALTAS Crónica DTA 2015

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domingo (el año pasado fue en sábado), se notó la afluencia de gente desde el día anterior, algunos desde el punto de la mañana y otros más tarde, en furgonetas, autocaravanas o al albergue. Y eso es importante, que la gente venga a Fuentes, pasee, disfrute del entorno y descubra los secretos de este rinconcito de Soria. Este año los participantes han duplicado a los del año pasado. De 65 inscritos en 2014 hemos pasado a 130 en 2015. Y algo que nos alegra especialmente, este año contamos también con la participación de 7 chicas, 7 valientes bikers que participaron tanto en la marcha larga como en la corta.

Salió un día soleado y lleno de energía. La música empezó a calentar el ambiente desde las 7:30 de la mañana, y los participantes iban acercándose al frontón para recoger dorsales y tomar posiciones bajo el arco de salida. Este año nuestros amigos de INMETA se encargaron también de ser los speaker, poniendo una nota divertida y cercana a todos sus comentarios, haciendo partícipe al pueblo del desarrollo de la prueba.

La música se fundió con los aplausos del público cuando dieron las 9.00 y la marcha comenzó. Las duras rampas del inicio, que suben desde la plaza hasta los Pingotes, estiraron el grupo, permitiendo disfrutar cada uno a su ritmo de los preciosos parajes de la Ruta de las Fuentes. En la “bajada del dinosaurio”, los “fotógrafos oficiales” consiguieron retratar la velocidad y el control sobre la bici de los bikers, fotos que luego dejamos en la web para que cada cual las pudiese descargar.

A partir del paso por el pueblo, la marcha se adentró en las profundidades de los encinares de Las Fuesas y los pinares del Alcarama, obligando a dar lo máximo a cada uno de los participantes, que se vieron reconfortados en Sarnago,

Alcarama, Valdeprado y el Comunero con avituallamientos sólidos y líquidos. La vuelta al pueblo por los corrales y majadas de Valtelda y Valdecarpio puso la puntilla a una ruta exigente pero muy bonita, entrando desde Cerbón por el cementerio.

Lo que más nos gusta es que los que vienen nos transmiten que, a pesar de su dureza, disfrutan con la prueba y se sienten cuidados por la organización, por el pueblo y por los voluntarios. La respuesta y comentarios de los participantes nos hace dar por bueno todo nuestro esfuerzo y el de los voluntarios y colaboradores. Sentimos mucha emoción al hacerles partícipes de lo que las Tierras Altas esconden y, recibir sus sonrisas y esfuerzo, es una recompensa difícil de medir. Al igual que nos pasó en la 1ª edición, los caminos que tantas veces hemos recorrido en solitario, los sentimos diferentes tras celebrar el Desafío. Es como si algo de cada uno de los participantes y voluntarios hubiera dejado huella en los parajes por los que discurre la prueba.

Estas sierras con grandes desniveles, un poco alejadas de todo, y que tanta vida albergaron durante siglos, se encuentran hoy en grave peligro de despoblación. Estamos convencidos que iniciativas como el Desafío BTT Tierras Altas ponen su granito de arena en tratar de hacer conocidos estos parajes, además de servirnos como escenario ideal para una prueba de BTT. No nos cabe duda de que los pueblos y paisajes abandonados por los que pasamos se sienten honrados con la presencia de los ciclistas, motoristas y voluntarios, recorriendo los caminos que un día vieron partir a sus últimos habitantes.

Como bien saben los amigos de Fuentes de Magaña, “no hay dos sin tres”, así que nos ponemos las pilas desde ya para que la tercera edición del Desafío BTT Tierras Altas sea una realidad el próximo mes de agosto.

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GastronomíaLos buñuelos de viento de la abuela María

L os buñuelos de viento eran el postre de los días de fiesta en casa de mi abuela María. Su inconfundible

aroma ya se percibía al subir por la escalera el día del Cristo, o de Santa Isabel, o de cualquier domingo de verano cuando nos reuníamos quince o veinte personas a comer en su casa. Aunque tenemos la receta, mi abuela tenía una mano especial, fruto de la experiencia, para conseguir la característica ligereza de los buñuelos de viento y para que -haciendo honor a su nombre- cada buñuelo llevara más viento que masa, por lo se trata de un postre delicado y además, gracias a la sencillez de los ingredientes y a lo mucho que cunde la masa, resulta económico, aspecto también muy importante en las familias numerosas como era la nuestra.

Yo todavía no me había atrevido a hacerlos porque la abuela era la abuela y ella echaba la harina a ojo, “la que admita”, decía. Así que, para el pasado puente del Pilar, mi tía Sagrario y yo nos armamos de valor y comprobamos que sí, que se pueden hacer los buñuelos de viento y que es una receta sencilla de preparar. Y cuando están en la

bandeja realmente parece un día de fiesta, y la familia lo celebra devorándolos en un abrir y cerrar de ojos.

Por todo esto, queremos transmitiros esta sencilla receta para intentar que no se pierda y se siga elaborando con la misma maestría ¡Os retamos a intentarlo!

Ingredientes

• 2 huevos.• 1 vaso y medio de leche.• 2 vasos de harina.• 1 cucharada de bicarbonato ó 1 sobre de levadura.• Aceite de girasol.• Azucar y canela.

Preparación paso a paso

Romper los huevos con cuidado, separar las claras de las yemas y batir por separado.

Mezclar en un bol las claras y las yemas y añadir el vaso de leche. Después un poco de harina, el sobre de levadura o el bicarbonato y, poco a poco, incorporar el resto de la harina. La masa no tiene que quedar espesa, más bien algo cremosa. Dejar reposar la masa durante una hora más o menos.

Freír en abundante aceite de girasol. Cuando el aceite esté bien caliente, hay que ir echando la masa a la sartén con una cuchara sopera, no muy llena. Si al echar la masa a la sartén vemos que se desparrama, hay que añadir un poco más de harina porque si los huevos son grandes, admite algo más de cantidad. Si la masa está bien elaborada las bolitas se irán dando la vuelta en la sartén y si no, podemos ayudarnos con una espumadera. Una vez fritos los buñuelos, retirarlos y depositarlos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Seguidamente, pasarlos por azúcar y canela.

Por Carmen Ramos Jiménez y Sagrario Ramos Castellano

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H ace años que no estaba en el pueblo. La semana cultural tiene muchas facetas desde las que

se puede observar. Yo, al ver a bastantes niños jugar a “Tres navíos en el mar… y otras actividades, me centraré -a fuerza de resultar algo pesado- en la influencia que tienen en la memoria y la personalidad. Hablando entonces con algún paisano, me di cuenta que no podía transmitirle la importancia que yo le daba a las experiencias vividas durante la semana cultural. Lo intentaré ahora.

La propia identidad -reconocernos a nosotros mismos- es la base de la construcción de la personalidad. Los hechos y sus recuerdos van conformando una imagen de nosotros mismos. Se podría decir que la memoria es la “paleta de pintor” con la cual vamos pintando “el cuadro de nuestra vida”.

Cuando uno va acumulando a lo largo de su vida recuerdos positivos o negativos superados, se dota de unos colores que hacen que “el cuadro de su vida” sea más triste o más alegre. Por ello es tan importante ya desde la infancia favorecer recuerdos positivos en la construcción de nuestra personalidad. Solo hace falta recordar que muchos trastornos mentales tienen que ver con la pérdida de la identidad del yo o con la pérdida de memoria.

La memoria nos configura como seres humanos diferenciados. Nos miramos al espejo y nos reconocemos. Nuestros recuerdos son los que nos hacen ser lo que somos, al igual que las experiencias que

hemos tenido y el significado emocional que éstas han supuesto para nosotros.

¡Pero ojo! No influyen igual los recuerdos positivos que los negativos en la me-moria y en el cere-bro. Mientras los positivos contribu-yen a formar esa p e r s o n a l i d a d sana, los nega-tivos producen la rotura de las redes de memoria, aparte de podar ra-mificaciones de las neuronas, es decir, influ-yen también en el cerebro físico.

Además no guardamos todo lo que sucede alrededor en nuestra memoria. Se fijan mejor las experiencias con un estímulo emocional fuerte. Las emociones dan preferencia a unos recuerdos, de manera que cuanto más sensible se es a una experiencia, más aumenta la cantidad de detalles que una persona memoriza, y detalles no solo visuales, sino también olores, de tacto…. Quién de nosotros no tiene recuerdos de experiencias lejanas con profusión de detalles a pesar del paso del tiempo y además los recuerda con gusto y satisfacción y le hacen sentirse bien.

Lo vivido y conocido configuran la denomi-nada memoria autobiográfica. Un camino vital en el que influye la positividad o negati-vidad de los recuerdos. De hecho, los recuer-dos positivos participan más intensamente en la construcción de una personalidad sana.

Por el contrario, el impacto emocional de acontecimientos traumáticos no superados,

contribuyen a fragmentar la memoria ge-nerando a su vez cambios en el cere-

bro al romper los circuitos y ra-mificaciones de esa memoria.

En resumen, las experien-cias son, en primer lugar un factor determinante en

la construcción de nuestra memoria y personalidad y la

calidad de estas -positivas o negativas- influyen de forma di-

recta y diferente en construir una personalidad sana.

¿Por qué esta larga introducción? Vi a bastantes

niños y jóvenes, algunos nietos, otros biznietos, yermos y nueras de hombres y mujeres que yo conocí en mi infancia. Algunos de ellos no conocieron a esas personas, otros si no hubiesen venido a la semana cultural su memoria del pueblo y sus gentes no pasaría de ser con el tiempo algo parecido a: “Hijo, tu abuelo o bisabuelo era de un pueblo de Soria…” Ahora ya no, el pueblo y sus gentes son algo personal – no referenciado – y positivo que se ha colado en sus mentes y ayudan a conformar su identidad. Nada ya será igual para ellos sobre Fuentes si alguien con su participación o presencia no hubiese facilitado el tener esas experiencias.

Me he fijado más desde la perspectiva de niños y jóvenes, pero para los adultos no es muy diferente.

¿Es o no importante?

Por Francisco del Barrio Valer

Salud La paleta del pintor

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En estos días del siglo XXI que nos toca vivir, estamos tan llenos de estímulos que absorben nuestra

atención, que cuesta ser consciente de muchos detalles. Estamos en constante actividad, atareados con trabajos, hijos, estudios, desplazamientos, facturas, hobbies… y nuestros ratos intermedios normalmente estamos rodeados de compañeros digitales: desde la ya veterana TV, hasta las omnipresentes redes sociales e infinidad de aplicaciones que nos persiguen a cada instante. No hay descanso…

Fuentes de Magaña es una especie de paréntesis en esta vorágine. Muchas veces no he sido consciente de la importancia de ese paréntesis. Ahora, cada vez lo soy más. Y de repente llega un día en el que, sin móvil, sin tele y sin otra ocupación que dejar volar tu imaginación guiada por los recuerdos del verano, te “ves” respirando en tu mente el aire puro de las Tierras Altas. Y los detalles se presentan y van serenando la agitación del día a día.

En el pueblo, es como que las cosas fueran más despacio. Cierto es que ese encanto tiene su contrapartida. Mis ojos de “turista”, de visitante, no son capaces de reparar con la suficiente realidad en la dureza del invierno y en lo largas que se deben hacer las semanas durante gran parte del año. Mi sincera admiración por quienes siguen al pie del cañón manteniendo la vida y la actividad en ese rinconcito de Soria.

En Fuentes se aprecian más los detalles. Yo eso creo. En estos dos últimos años, inevitablemente, mi tiempo y mis recuerdos tienen forma de bici de montaña, de caminos solitarios y de colaboración en el evento de la BTT. Hay situaciones en las que se perciben una especie de “vínculos” entre las personas, que aunque son invisibles, mueven a todos en la misma dirección. Una de esas situaciones se da cuando hay un objetivo común y la gente se implica. Y ahora, con mi persona en Pamplona, pero mis recuerdos volando hacia Fuentes, siento que el Desafío BTT Tierras Altas, aparte del aspecto de reto deportivo, trae vínculo.

Un vínculo que nos invita a buscar lo que nos une. Un vínculo que allana el camino y facilita los puntos de encuentro. Un vínculo que llena los vacíos y acorta las distancias entre las personas. Un vínculo que une generaciones, que nos hace coger las azadas juntos, que nos hace prestar colaboración en donde se nos necesita, que nos hace desear que todo salga bien… Un vínculo que tiene un nombre: FUENTES DE MAGAÑA.

Está claro que al organizar la prueba me he visto abocado a contar con mucha gente y he tenido la oportunidad de vivirlo en primera persona, sintiendo que esos hilos invisibles nos ayudaban a generar unión, a trazar nuevos caminos y relaciones y a descubrirnos en otras facetas de las que estamos acostumbrados. Es mi experiencia y me siento afortunado de haberla podido sentir.

Pero como decía, creo que no es la BTT. Es Fuentes. Eso es lo que nos une a todos los que coincidimos por allí. Los que viven; los que vivieron, nacieron y vuelven allí como las golondrinas de Becquer; los que lo vistamos más o menos veces durante el año; los que ocasionalmente se dejan caer… Cuando se organiza algo, el vínculo reverdece y nuevos puentes se construyen. Creo que la novedad del evento, nos ayuda a vernos en situaciones diferentes a las habituales. Nos nacen nuevas motivaciones. Y eso es muy valioso.

Es de agradecer que en el pueblo haya novedades e iniciativas que cada año nos permiten convivir y reforzar el “vínculo”: desde la Semana Cultural hasta las celebraciones religiosas, pasando por las migas, el puchero, las jornadas, los foros de debate, los talleres, las meriendas y almuerzos, las partidas de cartas, los partidos de frontón o los asados al calor de la brasa.

Yo, de este verano, me llevo ese detalle: ese vínculo llamado Fuentes de Magaña.

Por Javier Sainz Valer

Ese vínculo llamado Fuentes de Magaña

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E l pasado 22 de agosto tuvo lugar en Fuentes de Magaña la III edición del Foro Social

La Alcarama. Este año el foro estuvo dedicado, en palabras de su coordinador, presentador y moderador Juan Manuel Martínez Hernández “al debate político acerca de la crisis social multidimensional en que todavía estamos sumidos”. Participaron un total de cinco ponentes designados por los cinco partidos

políticos nacionales más importantes en Soria: por el PP, Pedro Antonio Heras, procurador autonómico y empresario; por el PSOE, Félix Lavilla, diputado nacional y profesor de educación de adultos; por Podemos, Carmelo Romero, cabeza de lista por Soria a las próximas elecciones generales, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y escritor; por Ciudadanos, José Luis Alonso, cabeza de

lista por Soria a las próximas elecciones generales y empresario; y por IU, Enrique García, concejal del Ayuntamiento de Soria y operario industrial.

Todos ellos, desde diferentes enfoques, dieron su punto de vista sobre la situación política y social de la provincia en tiempos de crisis. En el debate se analizaron conceptos socio-económicos de plena actualidad tales como la sanidad o la educación pública frente a la privada; la redistribución de la riqueza; la reforma laboral; el fraude fiscal y la economía sumergida; la crisis del ladrillo y el necesario cambio de modelo económico; o la despoblación que asola a la provincia de Soria.

El debate contó con una más que aceptable afluencia y el balance final resultó altamente positivo por lograr que los políticos se acercasen al pueblo para debatir y razonar los posicionamientos de los diferentes partidos frente a los numerosos problemas existentes y apuntar posibles soluciones.

Por Miguel Ángel Marín Gómez¡Fuerte aplauso!

Noticias brevesCrónica de Fuentes de Magaña y sus gentes

3er Foro Social de la Alcarama

Si empiezo diciendo que el pasado 18 de noviembre hizo ya 10 años, pocos sabrán de qué hablo. Puede

que 16 personas sí, los 16 fuenterreños que asistieron en esa fecha de 2006 a la reunión fundacional de nuestra asociación. Se propusieron crear un movimiento abierto a todos que, durante unos días al año, reviviese Fuentes de Magaña. Sólo contaban con una cosa: la ilusión. Pero cuando se tiene ilusión, no hay límites. Por reunirse y tener esa iniciativa, ya se merecen un…¡fuerte aplauso!

En febrero de 2007 convocaron la 1ª Asamblea de la asociación y de allí surgió nuestra Junta Directiva que, casi nueve años después, sigue al completo formando un equipo: Nuria de Presidenta, Javi de Vicepresidente, Reca de Secretario, Nieves de Tesorera y Ana e Isabel de Vocales. Su misión era ponerse al frente de la asociación y traducir en hechos esas ganas de revitalizar el pueblo que mucha gente teníamos.

Vaya si lo hicieron. En agosto del mismo 2007 organizaron la 1ª Semana Cultural; en septiembre la colaboración con las actividades de las Fiestas del Cristo; y en diciembre llegaba la primera Fiesta del Puchero y el número 1º de la revista “Los Pingotes”. Sumaron esfuerzos para preparar desde la nada tantas actividades, bien organizadas y consolidadas 10 años después. Por todo ese gran trabajo desinteresado que nos ha dado gratos momentos ya

se merecen los seis componentes de la Junta Directiva un…¡fuerte aplauso!

Recordados los orígenes de nuestra asociación solo queda, y vuelvo a copiarle la expresión a Javi, ponerse… ¡a calentar, a calentar! para que la 10ª edición de la Semana Cultural, los demás actos del próximo año y la celebración, por todo lo alto, del 10º aniversario de la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña sean un éxito.

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HAN SIDO NOTICIA.En ocasiones, nuestros socios son noticia destacada en el desarrollo de sus actividades. En esta ocasión, Jesús Alvárez Aguado, futbolista, y Cristina Jiménez Latorre, periodista. Así aparecieron sus éxitos en la prensa.¡Felicidades!

Noticias brevesCrónica de Fuentes de Magaña y sus gentes

ACENTO ESPAÑOL EN EL LIVERPOOL

Tres aragoneses a prueba en MelwoodJesús Álvarez, junto con Carlos Moreno, ambos del equipo zara-gozano Montecarlo, y Roberto López del Amistad se ejercitaron en el Liverpool el pasado mes de enero. Álvarez pertenece a esa generación de jugadores naci-da en el año 1999 que apuntan maneras. Se trata de un central contundente y con muy buena salida de balón que se ha criado en el San Gregorio y que desde

la pasada temporada viste los colores del Montecarlo.Los tres jóvenes jugadores aragoneses han disfrutado de la prueba que han pasado durante una semana en la que han realizado entrenamien-tos y disputado varios partidos con el Liverpool sub 16. “Las instalaciones de entrenamientos con el espectacular Millenium Pavilion, es lo que más nos ha impresionado”, comentó Álvarez.

Jesús Álvarez y Carlos Moreno en Liverpool. AFICIÓN

19 de enero de 2015

29 de diciembre de 2014La selección sub 16 vence a Asturias (1-2), mientras que la juvenil cae cae ante los anfitriones (2-1) en el Campeonato de España

ROCES (ASTURIAS). La selección juvenil, actual sub-campeona de España, cayo en Asturias (2-1), mientras que los cadetes sumaron los tres puntos en juego tras vencer a los anfitriones (1-2), una de las favoritas, en el primer partido del Cam-peonato de España de Selec-ciones disputado en Roces, donde hoy disputarán el se-gundo y último de la prime-ra fase ante La Rioja. Los juveniles comenzaron muy fríos y ya en el minuto seis, tras un saque lateral de falta, marcó Asturias. Este gol cayó como un jarro de agua fría a los muchachos de Jesús Solana, Aragón seguía sin en-trar en el partido y fruto de este desconcierto llegó el segundo

gol asturiano. A partir de la media hora, Aragón cogió la batuta del encuentro y empe-zó a dar señales. Zalaya acortó distancias en el marcador en el minuto 38, pudiendo empa-tar David Muñoz unos minu-tos después. Tras el descanso, Aragón no cejó en su empeño, teniendo claras ocasiones para empatar por medio de Zalaya, Barrera, Marqués y Agorreta. Al final, los de Solana merecie-ron meyor suerte. Antes de este partido, una ju-gada de Moreno en el tiempo de prolongación puso la guinda al pastel en el primer envite del bloque que dirige Richi Civie-ra, tras introducir uno de los centrales asturianos el balón en su portería cuando estaban dos aragoneses en boca de gol. Aragón desplegó un buen juego al principio, aunque As-turias abrió el marcador. Tras el descanso, Alvárez logró el empate y el tanto de la victoria llegó en el minuto 82 en propia puerta de los asturianos.

HERALDO

Aragón da la cara en Asturias

Alvárez, autor del primer tanto de Aragón

El certamen, organizado por la peña Andatu, sirve para honrar la memoria del joven tudelano Javier Martínez Llort

DIEGO CARASUSÁNTudela

La tudelana Cristina Jiménez La-torre se proclamó ayer vencedora del VI Concurso de Microrrelatos Festivos Memorial Javier Martínez Llort organizado por la Peña la Peña Andatu de Tudela.Jiménez se llevo un premio de 100 euros en metálico por su obra titu-lada Candela, que el jurado eligió como la mejor de 23 microrrelatos presentados este año “por su hu-mor; por atapar la atmósfera de las ferias en su vertiente más festiva-mente romántica; y porque todos tenemos un poco de antihéroe”.La tudelana se mostró “emociona-da” por ser protagonista de un acto que “siempre ha vivido entre el pú-blico”. Además, Jiménez quiso dedi-

car su triunfo “a la familia y memo-ria de Javi”, el joven que da nombre al concurso y que fue asesinado en Tudela en abril de 2010.El segundo premio del certamen, do-tado con 30 euros, fue para el vecino de Tudela Francisco Sagra Martínez, por su obra titulada Liberarse Sin Des-plazarse. El jurado valoró del relato “su originalidad, su estilo lisérgico...,y porque no hay droga mejor que el lenguaje”.El premio lo recogió la amiga de Sa-gra, Inma Benítez Sesma, quien des-veló el guiño que esconden las siglas del título de la obra (LSD), a la vez que anunció que el dinero ganado se desti-nará al Club de la Rima “un grupo en el que nos juntamos para leer y desde el que queremos iniciar un proyecto con presencia de escritores en Tude-la”, “Así, este dinero se va a transfor-mar en literatura”, dijo Benítez.El jurado del concurso estuvo formado en esta edición por los miembros de la peña organizdora Eduardo Pérez Ruíz y Juan Lizar Martínez; la profesora de Literatura, Cristina Sádaba Ilizondo; y el director de cine, Julio Mazarico Soria.

El VI Concurso de Microrrelatos Festivos, para Cristina Jiménez

CRISTINA JIMÉNEZ LATORRE PRIMER PREMIO

Diario de Navarra. Domingo19 de julio de 2015

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Noticias brevesCrónica de Fuentes de Magaña y sus gentes

Fiesta del Puchero 2014

L a fiesta del Puchero es, junto a la Sema-na Cultural, una de las citas obligadas en Fuentes de Magaña para reencontrarse con

familia y amigos. La comida caliente, de puchero, ayuda a atajar el frío que por el mes de diciembre ya es muy serio en las Tierras Altas de Soria. Pero la comida no es más que un estímulo para vencer la pereza y una excusa para reunir a todos los que desafían la climatología y acuden al evento.

El 7 de diciembre, la fiesta del Puchero de 2014 congregó a muchas personas que degustaron unas buenas fabes con almejas y lomo a la riojana y que vencieron el frío con el calor de la amistad.

Crónica social

Laura Pescador García y Nacho Martínez Moreno. 26 de septiembre de 2015

Andrea Marín del Barrio y Eduardo Alba Jiménez. 5 de julio de 2014

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