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El parque de diversiones Jumbo Jumbo era el más grande de todo elplaneta Plutón porque de todo tenía un poco: anfiteatros, parques,acuarios, montañas rusas, pistas de patinaje, tiendas, salasrecreativas, centros de comida, un planetario y un circo.Jumbo Jumbo se había convertido en uno de los centros turísticosmás fructíferos e interesantes de los pocos que poseía Plutón, eincluso, desde el espacio, podía verse la telaraña de luces del parquesobre la superficie del planeta.Como nunca amanecía ni mucho menos era de día, Plutón estabasiempre destinado a la noche, lo que le daba una suerte de aspectocarnavalesco y muy de Noche de Brujas, pero nadie se quejaba, apesar de que a causa de ello, la piel de los plutonianos era blanca yfría, y llevaban unas ojeras de ríete tú de los vampiros.El lugar estaba abierto las 24 horas (18, a decir verdad, que es lo quedura un día en Plutón), así lloviese, relampaguease o cayese unalluvia de meteoritos; a cualquier hora se podía entrar, y para elpersonal que operaba las atracciones eso nunca era un problema, puestodo estaba controlado mayormente por robots y por indocumentadosilegales de Saturno que eran capaces de trabajar hasta el borde de lamuerte por un sueldo miserabilísimo, con tal de que no los llevarande vuelta a las recalcitrantes y poco conocidas minas del OlimpusMons.La directiva de Jumbo Jumbo contaba con varios ejecutivosfilántropos, por lo que se daba el lujo de tener un departamento derehabilitación de criminales, a quienes les hacían trabajar girando laenorme manilla de la Rueda de la Fortuna, o llevando entre losbrazos los palotes que arrastraban las carrozas para niños ricos,pudiéndose estos dar el lujo de pegarles
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latigazos en la espalda cada vez que desearan ir más rápido (huelgadecir que tenían especial precaución con los niños de seis brazos).Desde las plazas, siempre podía verse un mosaico de torres defantasía asomándose por encima de los árboles negros, conescalerillas en torno a ellas, que terminaban en formas cónicas,parecidas a la de un sombrero de bruja, típica de castillos clásicos.Justo en el centro del parque se hallaba la cúpula del planetario,desde donde se proyectaba un abismal telescopio dorado de varioscientos de metros de altura, en el que se examinaba constantemente alos gigantes gaseosos del Sistema Solar, pero que sin embargo noofrecía una vista muy aceptable de los misteriosos planetas sólidosque se hallaban después del cinturón de asteroides.El sol se veía como una bellísima y mediana estrella fugaz azulada decuatro brazos. Las parejas de enamorados subían en ocasiones lacolina artificial para sentarse y ver, hombro a hombro, el inacabableespectáculo palpitante.Otros, en cambio, preferían sentarse en los banquillos alrededor dellago, para arrojar harpías de maíz (nombre que le dan a las palomitas,a las que hacen crecer descontroladamente con un aceite mutante,enarbolando el descarado clima hiperconsumista de Plutón) a unaespecie de pez sin ojos que no tardaba en asomar su boca paratragarse el bocado.Más allá, cerca de la galería AV (Artistas Vagabundos), en la PlazaMayor, se hallaba un carrito que vendía algodones de azúcar. Lalarga fila de chiquillos esperaba su turno para recibir el deliciosodulce.Y es aquí donde nuestra historia comienza...La chica que atendía el puesto, bajita, verde y cabezona, de orejaslargas y puntiagudas, llevaba un gorrito blanco sobre el cráneo. Suslindos ojazos azules, maquillados con varias tonalidades violeta,estaban fijos hacia dentro del hueco de la máquina, donde introducíael brazo, sosteniendo la barquilla, obrando formas y figuras con elalgodón que eran todas unas obras de arte.Un par de retumbos arruinaron uno que empezaba a obtener la formade la cabeza de un unicornio. Levantó la mirada, y abrió los ojos
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como platos, mientras sus pupilas se hacían cada vez más diminutas.Una mano dejó un par de monedas sobre el mostrador.—Un algodón, por favor.El gorrito se deslizó por su redonda cabeza y cayó al suelo, y como sino se hubiese dado cuenta, tomó otra barquilla, y le preparó un conode algodón de azúcar de color rosado a la señorita que acababa depedírselo, sin dejar de mirarla, al punto de parecer casi descortés.Alargó la mano y se lo tendió.Sosteniendo delicadamente la barquilla entre sus dedos, la señorita,que lucía una linda falda verde de varias capas, unos zapatos decharol, unos calcetines blancos que le llegaban hasta las rodillas yunas trenzasen la cabeza, pasó de largo la plaza y siguió rumbo a una neblinosacalle de adoquines, alumbrada por farolas de luz amarilla.Esta calle desembocaba mucho más allá, era larguísima, hasta elpunto que el otro extremo se perdía de vista y, además, estabasolitaria.Pronto se transformaba en un puente que surcaba el lago, y despuésde casi una milla, acababa en una isla recubierta, casi en su totalidad,por una enorme carpa.El final del camino de adoquines estaba signado por una vallaarqueada con grotescas caras de payasos pintadas a los lados,mostrando sonrisas de barracuda.Había llegado al Circo de Jumbo Jumbo: el más grande de todo elSistema Solar.Pero el lugar estaba desierto: en la arena se hallaban grabadosmillares de huellas de zapatos y botas de todos los tipos y tamaños, yun ligero olor a tabaco dominaba la atmósfera, mezclado con unabrisa helada que gemía y acariciaba los banderines que tenía lacolosal carpa.Con tristeza, la señorita se dio cuenta de que había llegado tarde a lafunción; el show había terminado. Caminó lentamente hasta unexpendedor de goma de mascar, la bola de cristal mostraba chiclesque tenían formitas de cabezas de zombis y calabazas de cualquiercantidad de sabores: menta, fresa, naranja, durazno, mora y riñón de
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Zamurkiano.A cada paso que daba, más se asombraba por la inmensidad de lacarpa: al igual que un rascacielos corporativo, había que levantar lacabeza para ver dónde terminaba el gigantesco letrero que entre lucesde neón rezaba CIRCO JUMBO JUMBO en letras gruesas, decolores amarillo y rojo chorreantes. Algún artista debió pensar queeso le daba un aire atractivo, rematándolo con una gigantescacalavera de payaso encima, que parecía estar hincándole los dientesal letrero.Un filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total auna imagen aislada, y precisamente en el éxtasis mismo de lanovedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo. En elresplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. JUMBO-JUMBO. La imagennueva que el poeta me ofrenda, arraiga en seguida en mí: esallamarada del ser en la imaginación. Para iluminar filosóficamente elproblema de la imaginación poética es preciso llegar a unafenomenología de la imaginación; cuando la imagen surge en laconciencia como un producto directo del corazón, del alma, del serdel hombre captado en su actualidad. Se pide al lector de poemas quecapte la realidad específica de la imagen. La imagen en susimplicidad no necesita un saber. Es propiedad de una concienciaingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes es siempre origendel lenguaje.
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2El circo JUMBO-JUMBO y ELFELINOUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de la
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respiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso de
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admiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.
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¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se halla
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tan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos la
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guardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sus
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soledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(Max
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Picard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de sus
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imágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
3La crisis de las bestiasHay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total a una imagen aislada, y precisamente en el éxtasismismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando la
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imagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad de
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la lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOS
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ENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puede
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desprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de ser
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lanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de mi
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cuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagendel sótano están los miedos que habitan la casa. Uno casi no seaventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a las
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puertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentaconla nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tarde en lanoche, los automóviles roncan y el paso de los camiones me induce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de la
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tempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR PRIMERA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
4Un amigo perturbador
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En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.
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Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.
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El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,
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tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempre
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un poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!
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Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchacha
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y que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creer
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que soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser.
5Comidas sospechosasUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente de
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la imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,
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descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dicha
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hablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos una
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reserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatandespojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicos estántan relajados que no se siente su primer apego en el universo de lacasa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocar
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fulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que se
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formaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos dellector abandonan el libro, cuando la evocación de mi cuarto puedeconvertirse en umbral de onirismopara los demás… el alma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda de
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situación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones me
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induce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”
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(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
6Mis huevos en almibarLa imagen nueva que el poeta me ofrenda, arraiga en seguida en mí:esa llamarada del ser en la imaginación. Para iluminarfilosóficamente el problema de la imaginación poética es precisollegar a una fenomenología de la imaginación; cuando la imagensurge en la conciencia como un producto directo del corazón, delalma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide al lectorde poemas que capte la realidad específica de la imagen. La imagenen su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almas
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goces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, comosi el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.
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Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habita
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con intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como el
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fuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,
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el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.No
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nos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que es
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mía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud.
7Final del topEl león había comido hasta saciarse. Se encontraba tumbado sobreuna pila de películas futuristas y uno de otro cómic del Chavo delocho. Hay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total auna imagen aislada, y precisamente en el éxtasis mismo de lanovedad de la imagen.
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La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.
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El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elemento del buen vivir. Un gran versopuede tener una gran influencia sobre el alma de una lengua.Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo que
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conoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo los
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signos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nos
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reconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de lastormentas de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del serhumano. Antes de ser lanzado al mundo, el hombre es depositado enla cuna de la casa. Y siempre, en nuestros sueños, la casa es una grancuna.La vida empieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibiaen el regazo de una casa. El ser reina en una especie de paraísoterrestre de la materia, fundido en la dulzura de una materiaadecuada. Cuando se sueña en la casa natal, en la profundidadextrema del ensueño, se participa de este calor primero, de estamateria bien templada del paraíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,
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el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmarioúnico, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.No
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nos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquieraconocieron un palomar. Los libros le dan a nuestros ensueñosmilmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños las torres leídasen los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces convierto
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esas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesarde la tempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltadopor las olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París –Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casa
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humana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR SEGUNDA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
8Veo que sigues leyendoUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, una
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fenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras
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tentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?
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¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible de
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fenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatandespojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicos estántan relajados que no se siente su primer apego en el universo de lacasa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada del
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paraíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado
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de nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serdela naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labran latierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa no
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tiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Un filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas es
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imborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.
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Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.
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La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primer
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universo, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.
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… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!
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¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera.
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"Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,
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para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
3La crisis de las bestiasHay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total a una imagen aislada, y precisamente en el éxtasismismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poética
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es preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.
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El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contra
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fuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos han
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albergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Es
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cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento en
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que los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagendel sótano están los miedos que habitan la casa. Uno casi no seaventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.
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Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentaconla nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tarde en lanoche, los automóviles roncan y el paso de los camiones me induce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife es
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sólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR PRIMERA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
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Un amigo perturbadorEn el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.
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El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo que
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conoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo los
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signos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nos
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reconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,
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el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.No
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nos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que es
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mía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser.
5Comidas sospechosasUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por la
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imaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almas
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goces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.
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Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habita
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con intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatandespojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicos estántan relajados que no se siente su primer apego en el universo de lacasa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nueva
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casa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo con
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nuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos dellector abandonan el libro, cuando la evocación de mi cuarto puedeconvertirse en umbral de onirismopara los demás… el alma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta el
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miedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tarde
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en la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)
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"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
6Mis huevos en almibarLa imagen nueva que el poeta me ofrenda, arraiga en seguida en mí:esa llamarada del ser en la imaginación. Para iluminarfilosóficamente el problema de la imaginación poética es precisollegar a una fenomenología de la imaginación; cuando la imagensurge en la conciencia como un producto directo del corazón, delalma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide al lectorde poemas que capte la realidad específica de la imagen. La imagenen su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueño
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poético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, comosi el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra la
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imaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?
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Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo el
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mundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir la
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alacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.
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Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces convierto
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esas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud.
7Final del topEl león había comido hasta saciarse. Se encontraba tumbado sobreuna pila de películas futuristas y uno de otro cómic del Chavo delocho. Hay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total auna imagen aislada, y precisamente en el éxtasis mismo de la
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novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.
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La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elemento del buen vivir. Un gran versopuede tener una gran influencia sobre el alma de una lengua.Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.
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El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.
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Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de las
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antiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de lastormentas de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del serhumano. Antes de ser lanzado al mundo, el hombre es depositado enla cuna de la casa. Y siempre, en nuestros sueños, la casa es una grancuna.La vida empieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibiaen el regazo de una casa. El ser reina en una especie de paraísoterrestre de la materia, fundido en la dulzura de una materiaadecuada. Cuando se sueña en la casa natal, en la profundidadextrema del ensueño, se participa de este calor primero, de estamateria bien templada del paraíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir la
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alacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmarioúnico, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.
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Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquieraconocieron un palomar. Los libros le dan a nuestros ensueñosmilmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños las torres leídasen los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, el
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murmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesarde la tempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltadopor las olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París –Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas de
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hierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR SEGUNDA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
8Veo que sigues leyendoUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.
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La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,
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leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece la
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casa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Un filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede ser
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dicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es un
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elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugios
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de lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…
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los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?
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Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscuro
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de la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo el
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trueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofrece
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imágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
3La crisis de las bestiasHay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total a una imagen aislada, y precisamente en el éxtasismismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. La
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imagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeño
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orgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión del
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geómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudes
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primeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazo
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de una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se
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lee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagendel sótano están los miedos que habitan la casa. Uno casi no seaventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajas
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superpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentaconla nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tarde en lanoche, los automóviles roncan y el paso de los camiones me induce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de la
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ciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR PRIMERA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
4Un amigo perturbadorEn el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tiene
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un ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.
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Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de su
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cima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.
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Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,
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llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POR
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EL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los que
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ni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es una
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barca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser.
5Comidas sospechosasUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamente
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en el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.
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La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.
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El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.
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Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatandespojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicos estántan relajados que no se siente su primer apego en el universo de lacasa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan los
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tesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar en
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mi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos dellector abandonan el libro, cuando la evocación de mi cuarto puedeconvertirse en umbral de onirismopara los demás… el alma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labran
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la tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, el
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murmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casa
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humana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
6Mis huevos en almibarLa imagen nueva que el poeta me ofrenda, arraiga en seguida en mí:esa llamarada del ser en la imaginación. Para iluminarfilosóficamente el problema de la imaginación poética es precisollegar a una fenomenología de la imaginación; cuando la imagensurge en la conciencia como un producto directo del corazón, delalma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide al lectorde poemas que capte la realidad específica de la imagen. La imagenen su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética el
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alma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, comosi el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuere
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el drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les han
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cedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan los
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tesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Se
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recomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casa
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evocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz del
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trueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud.
7Final del topEl león había comido hasta saciarse. Se encontraba tumbado sobreuna pila de películas futuristas y uno de otro cómic del Chavo delocho. Hay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total auna imagen aislada, y precisamente en el éxtasis mismo de lanovedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir y
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extinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera un
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cambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elemento del buen vivir. Un gran versopuede tener una gran influencia sobre el alma de una lengua.Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la región
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pasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbona
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durante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidad
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insospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de lastormentas de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del serhumano. Antes de ser lanzado al mundo, el hombre es depositado enla cuna de la casa. Y siempre, en nuestros sueños, la casa es una grancuna.La vida empieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibiaen el regazo de una casa. El ser reina en una especie de paraísoterrestre de la materia, fundido en la dulzura de una materiaadecuada. Cuando se sueña en la casa natal, en la profundidadextrema del ensueño, se participa de este calor primero, de estamateria bien templada del paraíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario
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único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casa
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evocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquieraconocieron un palomar. Los libros le dan a nuestros ensueñosmilmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños las torres leídasen los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los coches
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se hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesarde la tempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltadopor las olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París –Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casas
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de los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR SEGUNDA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
8Veo que sigues leyendoUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas es
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imborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le
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conciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Un filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido el
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eje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.
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La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simple
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impulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.
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¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones de
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protección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...en
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el valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Uno
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casi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de los
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ruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en las
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profundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
3La crisis de las bestiasHay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total a una imagen aislada, y precisamente en el éxtasismismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, una
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fenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un poco
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apasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?
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¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible de
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fenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada del
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paraíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado
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de nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagendel sótano están los miedos que habitan la casa. Uno casi no seaventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa no
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tiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentaconla nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tarde en lanoche, los automóviles roncan y el paso de los camiones me induce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,
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naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR PRIMERA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
4Un amigo perturbadorEn el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poética
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es preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.
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El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contra
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fuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos han
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albergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de ser
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lanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de mi
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cuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a las
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puertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado por
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las olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser.
5Comidas sospechosasUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir y
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extinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera un
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cambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la región
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pasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbona
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durante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatandespojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicos estántan relajados que no se siente su primer apego en el universo de lacasa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesía
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perdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir el
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armario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos dellector abandonan el libro, cuando la evocación de mi cuarto puedeconvertirse en umbral de onirismopara los demás… el alma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Ese
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cuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los coches
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se hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
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6Mis huevos en almibarLa imagen nueva que el poeta me ofrenda, arraiga en seguida en mí:esa llamarada del ser en la imaginación. Para iluminarfilosóficamente el problema de la imaginación poética es precisollegar a una fenomenología de la imaginación; cuando la imagensurge en la conciencia como un producto directo del corazón, delalma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide al lectorde poemas que capte la realidad específica de la imagen. La imagenen su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.
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Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, comosi el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana del
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poeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Este
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libro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesía
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perdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento en
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que los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.
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Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de la
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tempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud.
7Final del topEl león había comido hasta saciarse. Se encontraba tumbado sobreuna pila de películas futuristas y uno de otro cómic del Chavo delocho. Hay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total auna imagen aislada, y precisamente en el éxtasis mismo de lanovedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.
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Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla nos
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comunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elemento del buen vivir. Un gran versopuede tener una gran influencia sobre el alma de una lengua.Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humano
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de los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.
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A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las
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tormentas de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del serhumano. Antes de ser lanzado al mundo, el hombre es depositado enla cuna de la casa. Y siempre, en nuestros sueños, la casa es una grancuna.La vida empieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibiaen el regazo de una casa. El ser reina en una especie de paraísoterrestre de la materia, fundido en la dulzura de una materiaadecuada. Cuando se sueña en la casa natal, en la profundidadextrema del ensueño, se participa de este calor primero, de estamateria bien templada del paraíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmarioúnico, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, con
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Proust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquieraconocieron un palomar. Los libros le dan a nuestros ensueñosmilmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños las torres leídas
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en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife es
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sólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesarde la tempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltadopor las olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París –Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR SEGUNDA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
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Veo que sigues leyendoUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.
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Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una gran
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influencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado Un filósofo que ha formado todo su pensamientoadhiriéndose a los temas fundamentales de la filosofía de las ciencias,que ha seguido el eje del racionalismo creciente de la cienciacontemporánea, debe olvidar su saber, romper con todos sus hábitosde investigación filosófica, si quiere estudiar los problemasplanteados por la imaginación poética… Hay que estar en el presente,en el presente de la imagen, en el minuto de la imagen: si hay unafilosofía de la poesía, esta filosofía debe nacer y renacer con elmotivo de un verso dominante, en la adhesión total a una imagenaislada, y precisamente en el éxtasis mismo de la novedad de laimagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir y
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extinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera un
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cambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la región
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pasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbona
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durante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesía
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perdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir el
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armario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casa
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evocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los coches
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se hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
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3La crisis de las bestiasHay que estar en el presente, en el presente de la imagen, en elminuto de la imagen: si hay una filosofía de la poesía, esta filosofíadebe nacer y renacer con el motivo de un verso dominante, en laadhesión total a una imagen aislada, y precisamente en el éxtasismismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.
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La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector querelee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, le conciernen.Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeño impulso deadmiración para recibir el provecho fenomenológico de una imagenpoética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir,como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es unelemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simple
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impulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.
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¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tanrelajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa…los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege al yo…Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción decasa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones de
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protección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...en
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el valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lector resuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser laenergía de un origen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “selee” una casa. Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser…empujaríamos con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamossin luz hasta la guardilla lejana… el menor de los picaportes quedóen nuestras manos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionadode nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen
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del sótano están los miedos que habitan la casa. Uno casi no seaventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…
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Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentaconla nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tarde en lanoche, los automóviles roncan y el paso de los camiones me induce amaldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo las metáforasdel océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se ha dichomuchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que sería
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nuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR PRIMERA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
4Un amigo perturbadorEn el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de unaconciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas es
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imborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulso
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sincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, como si el lector fuera el fantasma delescritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.
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La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de lafelicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primer
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universo, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatan despojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicosestán tan relajados que no se siente su primer apego en el universo dela casa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… otiembla tras gruesos muros. Todo albergue y habitación tiene valoresoníricos. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo elmundo viene a vivir por el sueño en una nueva casa. La casa, como elfuego y como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñaciónque ilumina la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando sesueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos la
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guardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de micuarto puede convertirse en umbral de onirismopara los demás… elalma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamoscon el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!
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¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujeroconvencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera.
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"Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda,a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente, naturalmente. Todaslas imágenes son buenas con tal de saber utilizarlas. Dice Baudelaire:"en el palacio ya no hay rincones para la intimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de sus
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imágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser.
5Comidas sospechosasUn filósofo que ha formado todo su pensamiento adhiriéndose a lostemas fundamentales de la filosofía de las ciencias, que ha seguido eleje del racionalismo creciente de la ciencia contemporánea, debeolvidar su saber, romper con todos sus hábitos de investigaciónfilosófica, si quiere estudiar los problemas planteados por laimaginación poética… Hay que estar en el presente, en el presente dela imagen, en el minuto de la imagen: si hay una filosofía de lapoesía, esta filosofía debe nacer y renacer con el motivo de un versodominante, en la adhesión total a una imagen aislada, y precisamenteen el éxtasis mismo de la novedad de la imagen.La imagen poética es un resaltar súbito del psiquismo.En el resplandor de una imagen poética, resuenan los ecos del pasadolejano, sin que se vea hasta qué profundidad van a repercutir yextinguirse. En su novedad, en su actividad, la imagen poética tieneun ser propio, un dinamismo propio. EL POETA HABLA EN ELUMBRAL DEL SER. La imagen nueva que el poeta me ofrenda,arraiga en seguida en mí: esa llamarada del ser en la imaginación.Para iluminar filosóficamente el problema de la imaginación poéticaes preciso llegar a una fenomenología de la imaginación; cuando laimagen surge en la conciencia como un producto directo del corazón,del alma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide allector de poemas que capte la realidad específica de la imagen. Laimagen en su simplicidad nonecesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta,
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en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta deorgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siempre
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discreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestrastentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por lalectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todolector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas, leconciernen. Siempre es necesario un impulso sincero, un pequeñoimpulso de admiración para recibir el provecho fenomenológico deuna imagen poética. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce deescribir, como si el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decires un elemento del buen vivir. Un gran verso puede tener una graninfluencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límitesque protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.
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Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imágenes que exigen para que las vivamos, que como en losnidos y en las conchas, nos hagamos muy pequeños.¡No encontramos en nuestras mismas casas reductos y rinconesdonde nos gusta agazaparnos?Agazapar pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Sólo habitacon intensidad quien ha sabido agazaparse. Todos tenemos unareserva de imágenes de agazapamiento. Hemos escrito un brevecapítulo sobre los rincones… hay grandes escritores que les hancedido una gran dignidad literaria.Hemos dispuesto la dialéctica de lo pequeño y de lo grande bajo lossignos de la Miniatura y de la Inmensidad. En JUMBO-JUMBO,tuvimos que partir de una especie de intimidad de la redondez. Estelibro condensa todos los cursos que hemos dado en la Sorbonadurante los tres últimos años de nuestra actividad docente.Para un estudio fenomenológico de los valores de intimidad delespacio interior, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado.Imaginar la casa me aumenta los valores de la realidad.A través de todos los recuerdos de todas las casas que nos hanalbergado y allende todas las casas que soñamos habitar ¿puededesprenderse una esencia íntima y concreta que sea una justificacióndel valor singular de todas nuestras imágenes de intimidad protegida?Más allá de la descripción… hay que viajar hasta llegar a las virtudesprimeras, a aquellas donde se revela una adhesión, en cierto modoinnata, a la función primera de habitar… captar el germen de la
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felicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en elcastillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible defenomenólogo. Hay que decir cómo habitamos nuestro espacio vital,como nos enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo.Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es nuestro primeruniverso, es realmente un cosmos. Pero nuestra vida adulta se hallatandespojada de los bienes primeros, los lazos antropocósmicos estántan relajados que no se siente su primer apego en el universo de lacasa… los valores del espacio habitado…ese no-yo que protege alyo… Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la nociónde casa… el mimo hace su casa en el aire… la imaginación construyemuros con sombras impalpables… o se conforta con ilusiones deprotección… o tiembla tras gruesos muros. Todo albergue yhabitación tiene valores oníricos. Los verdaderos bienestares tienenun pasado. Todo el mundo viene a vivir por el sueño en una nuevacasa. La casa, como el fuego y como el agua, nos permitirá evocarfulgores de ensoñación que ilumina la síntesis de lo inmemorial y delrecuerdo.Las diversas moradas de nuestra vida se compenetran y guardan lostesoros de los días antiguos. Cuando vuelven los recuerdos de lasantiguas moradas, vamos al país de La Infancia Inmóvil...nosreconfortamos reviviendo recuerdos de protección…somos siempreun poco poetas y nuestra emoción tal vez sólo traduzca la poesíaperdida.... una imagen nos conmueve con una profundidadinsospechada.En los poemas, tal vez más, que en los recuerdos,llegamos al fondo poético del espacio de la casa…ahí gozamos deSER.Sin la casa, el hombre sería un ser disperso… Lo sostiene através de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Escuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de serlanzado al mundo, el hombre es depositado en la cuna de la casa. Ysiempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna.La vidaempieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazode una casa. El ser reina en una especie de paraíso terrestre de lamateria, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando se
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sueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, separticipa de este calor primero, de esta materia bien templada delparaíso material.En sus mil alvéolos, el espacio conserva tiempo comprimido.Elespacio sirve para eso.… ¿era grande la habitación…? ¿Estaba muy atiborrada de objetos laguardilla...? ¿Era caliente el rincón...? ¿De dónde venía laluz…?¿Cómo se saboreaban los silencios tan especiales... delalbergue en el ensueño solitario...?Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duraciónconcretados por largas estancias... el conocimiento de la intimidad…incluso cuando ya no se tiene granero ni desván… quedará siempreel cariño que les tuvimos… la vida que vivimos en la buhardilla...enel valor de la concha… en el espacio de la dicha.Y el camino… ”¿hay algo más bello que un camino...?” preguntaGeorge Sand(Aurora Dupin). Cubrimos así el universo connuestrosdiseños vividos -Borges habla de la figura global que seformaría con todos nuestros pasos-. Sólo debo decir de la casa de miinfancia, lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica,para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a descansar enmi pasado… yo solo… en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir laalacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único,el olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas!Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Abrir elarmario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Serecomienda esa lectura suspensa de Marcel Proust, en su obra POREL CAMINO DE SWANN, uno de los más bellos ejemplos de laliteratura que regresa a la infancia; uno regresa, literalmente, conProust, a su infancia que es también la de uno...es en el momento enque los ojos dellector abandonan el libro, cuando la evocación de mi cuarto puedeconvertirse en umbral de onirismopara los demás… el alma del lectorresuena,conoce esa resonancia, que devuelve al ser la energía de unorigen. Se “escribe” un cuarto “se lee”un cuarto, “se lee” una casa.Todo el ser de la casa se despliega, fiel a nuestro ser… empujaríamos
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con el mismo gusto la puerta que rechina… iríamos sin luz hasta laguardilla lejana… el menor de los picaportes quedó en nuestrasmanos. En el hábito, expresamos ese enlace apasionado de nuestrocuerpo que no olvida la casa inolvidable.La infancia es ciertamente más grande que la realidad.¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños del niño!¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sussoledades!El techo protege de la lluvia y del sol, nos acerca la nube, hacia eltejado todos los pensamientos son claros. El sótano es el ser oscurode la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos, soñadocon él, nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo. Del lado dela tierra cavada, los sueños no tienen límite. Para Cari Gustav Jung,en la imagen del sótano están los miedos que habitan la casa. Unocasi no se aventura en el sótano.Viajemos ahí en el sueño… más allá del miedo humano, hasta elmiedo cósmico, que hace eco del hombre que vuelve a su leyenda desituación primitiva. La casa, el sótano, la tierra profunda, encuentranuna totalidad por la profundidad. La casa se ha convertido en un serde la naturaleza. Es solidaria de la montaña y de las aguas que labranla tierra.Y la torre, la que encanta a todo soñador de una antigua morada.Nonos sorprenderá que la torre tenga la estancia de una dulce muchachay que esté habitada por los recuerdos de una apasionada abuela. Esecuarto está aislado en la altura y domina el espacio.Así la casaevocada va de la tierra al cielo. Hace la caridad de una torre a los queni siquiera conocieron un palomar. Los libros le dan a nuestrosensueños milmoradas. Cuántas veces habitamos en los sueños lastorres leídas en los libros.Y el ensueño de las escaleras… y los peldaños para subir a laspuertas… tres peldaños, todo lo que sube y baja vuelve a vivirdinámicamente.En París no hay casas.Los habitantes de la gran ciudad viven en cajassuperpuestas. "Nuestro cuarto parisiense - dice Paul Claudel- entresus cuatro paredes, es una especie de lugar geométrico, un agujero
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convencional que amueblamos con estampas, cachivaches y armariosdentro de un armario"- Oiseaunoirdans le soleillevant— La casa notiene raíces. Los rascacielos no tienen sótano. Desde la acera hasta eltecho, los cuartos se amontonan y el toldo de un cielo sin horizonteciñe la ciudad entera. Los ascensores destruyen el heroísmo de laescalera."Las calles son como tubos donde son aspirados los hombres”(MaxPicard).Y la casa ya no conoce los dramas del universo. El rayo enciende uninstante los vidrios de la ventana; pero la casa no tiembla bajo eltrueno, no tiembla con nosotros y por nosotros. En nuestras casas,apretadas unas contra otras, tenemos menos miedo.Cómo ayudar a la cosmización del espacio exterior en la ciudad…Damos el ejemplo de un soñador que soluciona el problema de losruidos de París. Cuando el insomnio, mal de los filósofos, aumentacon la nerviosidad debida a los ruidos de la ciudad, cuando, ya tardeen la noche, los automóviles roncan y el paso de los camiones meinduce a maldecir mi destino citadino, encuentro paz viviendo lasmetáforas del océano. Se sabe que la ciudad es un mar ruidoso, se hadicho muchas veces que París deja oír, en el centro de la noche, elmurmullo incesante de la ola y de las mareas. Entonces conviertoesas imágenes manidas en una imagen sincera, una imagen que esmía, como si la inventara yo mismo, según mi dulce manía de creerque soy siempre el sujeto de lo que pienso.Si el rodar de los cochesse hace más doloroso, me ingenio para encontrar en él, la voz deltrueno, de un trueno que me habla y me regaña. Mi diván es unabarca perdida sobre las ondas; ese silbidosúbito, es el viento entre lasvelas. Y me digo a mí mismo para animarme: mira, tu esquife essólido, estás seguro en tu barca de piedra. Duerme a pesar de latempestad. Duerme en tu valor, feliz de ser un hombre asaltado porlas olas. Y me duermo arrullado por los ruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Esta
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imagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual seríavulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.
6Mis huevos en almibarLa imagen nueva que el poeta me ofrenda, arraiga en seguida en mí:esa llamarada del ser en la imaginación. Para iluminarfilosóficamente el problema de la imaginación poética es precisollegar a una fenomenología de la imaginación; cuando la imagensurge en la conciencia como un producto directo del corazón, delalma, del ser del hombre captado en su actualidad. Se pide al lectorde poemas que capte la realidad específica de la imagen. La imagenen su simplicidad no necesita un saber. Es propiedad de una
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conciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes essiempre origen del lenguaje.La poesía es, más que una fenomenología del espíritu, unafenomenología del alma. Una filosofía de la poesía debe recibir todoslos poderes del vocabulario, no debe simplificar nada ni endurecernada. La palabra alma es una palabra inmortal. En ciertos poemas esimborrable. Es una palabra del aliento. Una onomatopeya de larespiración.La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola laatención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede serdicha con tal convicción que comprometa todo un poema.Para comprender, para sentir y amar la obra de un artista, hay quelanzarse al centro, al corazón, a la encrucijada donde todo tomaJUMBO-JUMBO Hay que participar en una luz interior.La poesía es un compromiso del alma. En los poemas se manifiestanfuerzas que no pasan por los circuitos de un saber. El ensueñopoético goza, no sólo de sí mismo, sino que prepara para otras almasgoces poéticos. En el ensueño poético, el alma vela, sin tensión,descansada y activa. Para una maravillosa imagen poética, no hacefalta más que un movimiento del alma. En una imagen poética elalma dice su presencia.La poesía es un alma inaugurando una forma, dice Pierre-Jean Jouve.El alma inaugura. Es dignidad humana.Profundizamos el poema, así profundizamos nuestra existencia.Oímos y hablamos el poema, es nuestro; la repercusión opera uncambio en el ser.Parece que por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unasprofundidades. Por su novedad, una imagen poética pone enmovimiento toda la actividad lingüística. Al decirla y repetirla noscomunicamos el entusiasmo.El orgullo simple de la simple lectura que se nutre con la soledad dela lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si seconserva su simplicidad. Nosotros, los aficionados a la lectura feliz,no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeñoorgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. La punta de
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orgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siemprediscreta, secreta. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos,leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un pocoapasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de serescritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que laspáginas amadas, le conciernen. Siempre es necesario un impulsosincero, un pequeño impulso de admiración para recibir el provechofenomenológico de una imagen poética. Parece que el goce de leersea reflejo del goce de escribir, comosi el lector fuera el fantasma del escritor. El bien decir es un elementodel buen vivir. Un gran verso puede tener una gran influencia sobreel alma de una lengua. Despierta imágenes borradas.El verso o la estrofa donde la imagen poética irradia forman espaciosde lenguaje, UN ESPACIO SENSIBLE recorrido por el simpleimpulso de las palabras vividas. El verso tiene siempre unmovimiento, la imagen se vierte en la línea el verso, arrastra laimaginación como si ésta creara una fibra nerviosa.Para el fenomenólogo, la imagen está allí, la palabra habla, la dichahablada se ofrece – no es necesario haber vivido los sufrimientos delpoeta - . La poesía tiene una felicidad que le es propia, sea cual fuereel drama que descubre.El poeta es el que conoce, es decir, el que trasciende y nombra lo queconoce. No hay poesía si no hay creación absoluta.El psicoanalista puede muy bien estudiar la naturaleza humana delpoeta, pero no está preparado, a causa de su permanencia en la regiónpasional, para estudiar las imágenes poéticas en la realidad de sucima.En este texto vamos a examinar imágenes muy sencillas, lasimágenes del espacio feliz. Aspiramos a determinar el valor humanode los espacios de posesión, de los espacios defendidos contrafuerzas adversas, de los espacios amados. ESPACIOSENSALZADOS.El espacio captado por la imaginación no puede seguir siendo elespacio indiferente entregado a la medida y a la reflexión delgeómetra. ES VIVIDO. Concentra SER en el interior de los límites
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que protegen. Nos situaremos ante imágenes que atraen.Para la poética de la casa surgen abundantes preguntas. ¿Se parece lacasa a mi alma…? ¿Nos lleva al consuelo de la gruta primitiva…?¿JUMBO-JUMBO? ¿Nuestro inconsciente se aloja ahí?Nuestra alma es una morada. Por la casa y el cuarto aprendemos amorar en nosotros mismos.La casa mora en nosotros y nosotros en ella.¡Y los cajones, los cofres, los armarios! ¡Cuánta psicología bajo sucerradura! Hay en ellos una especie de estética de lo oculto. Un cajónvacío es inimaginable. Y los nidos y las conchas ¡esos dos refugiosde lo vertebrado y de lo invertebrado! … ¡esa gruta del animal que esla concha! Entremos a soñar el elemento.Hay imuna imagen sincera, una imagen que es mía, como si la inventara yomismo, según mi dulce manía de creer que soy siempre el sujeto de loque pienso.Si el rodar de los coches se hace más doloroso, meingenio para encontrar en él, la voz del trueno, de un trueno que mehabla y me regaña. Mi diván es una barca perdida sobre las ondas;ese silbidosúbito, es el viento entre las velas. Y me digo a mí mismopara animarme: mira, tu esquife es sólido, estás seguro en tu barca depiedra. Duerme a pesar de la tempestad. Duerme en tu valor, feliz deser un hombre asaltado por las olas. Y me duermo arrullado por losruidos de París – Bachelard.Además, todo comprueba que la imagen de los ruidos oceánicos de laciudad pertenecen a la "naturaleza de las cosas", JUMBO-JUMBO,está es una imagen bienhechora. Ivonne Carouth oye el albaciudadana cuando la ciudad tiene "rumores de concha vacía". Estaimagen ayuda, a mi ser madrugador, a despertarme dulcemente,naturalmente. Todas las imágenes son buenas con tal de saberutilizarlas. Dice Baudelaire: "en el palacio ya no hay rincones para laintimidad".Imaginar una cabaña de ermitaño. Hay que perder el paraíso terrenal,para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad de susimágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión. Lapoesía no nos da tanto la nostalgia de la juventud, lo cual sería
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vulgar, sino la nostalgia de las expresiones de la juventud. Nos ofreceimágenes como las que deberíamos haber imaginado en el "impulsoinicial" de la juventud. La estancia del ser, la casa del ser, nosdevuelve a la certidumbre de ser; ahí comenzaría una vida que seríanuestra, comenzaríamos una vida que nos pertenecería en lasprofundidades del ser."Un lámpara encendida tras la ventana vela en el corazón secreto dela noche"(Arthur Rimbaud)"Veré vuestras casas como luciérnagas en el hueco de las colinas”(HéléneMorange). Asphodélesetpervenches.Otro poeta llama a las casas que brillan sobre la tierra “estrellas dehierba". ChristianeBarucoa dice también de la lámpara en la casahumana: “Etoileprisionniérepriseau gel de l'instant” (Estrellaprisionera prendida en el hielo del instante).Parece que en estasimágenes las estrellas del cielo vienen a habitar la tierra… Las casasde los hombres forman constelaciones sobre la Tierra.A veces, muy escasas y mágicas, se ve el mundo como si se vieraPOR ÚLTIMA VEZ. Una noche estrellada, por ejemplo.
¿FIN?
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