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Mini novela rara de mostros Lovecraftianos. Capitulo 1. 16 de junio de 2011 a la(s) 2:45 Londres, 1879. La fria noche habia cubierto la ciudad. De un momento a otro el atardecer dio paso al atercipelado velo de la noche, y una a una las chimeneas comenzabas a emitir tenues columnas de humo que daban a la brisa nocturna el leve pero inconfundible aroma de la madera quemada. Mientras los comercios cerraban sus puertas y las madres llamaban a los niños a la cama, los primeros noctambulos y juerguistas respiraban hondo para llenar sus pulmones con la embriagadora juventud de la noche. Con esos pensamientos en la mente, el oficial Anderson comenzaba su patrulla rutinaria. Con las manos enfundadas en los bolsillos del abrigo y silvando una alegre tonada que habia oido en algun lugar, rogaba por que aquella noche las cosas fueran como casi siempre lo eran en sus reportes matutinos: tranquilas y sin novedades. Lamentablemente para Anderson esa noche sus plegarias no serian escuchadas. La pasividad del momento se vio de pronto interrumpida por un aterrador grito desde el final de la calle. Anderson de inmediato entro en alerta e instintivamente empuño su baston mientras aceleraba el paso hacia el lugar. Al llegar, una pequeña multitud ya se habia congregado alrdedor de algo en medio de la calle. Anderson saco su silbato y soplo un par de veces mientras se abria paso. -¡Orden, por favor! ¡Orden! ¿Que signifi...- Amigos

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Mini novela rara de mostros Lovecraftianos. Capitulo 1.16 de junio de 2011 a la(s) 2:45

Londres, 1879.

 

La fria noche habia cubierto la ciudad. De un momento a otro el atardecer dio paso

al atercipelado velo de la noche, y una a una las chimeneas comenzabas a emitir

tenues columnas de humo que daban a la brisa nocturna el leve pero

inconfundible aroma de la madera quemada. Mientras los comercios cerraban sus

puertas y las madres llamaban a los niños a la cama, los primeros noctambulos y

juerguistas respiraban hondo para llenar sus pulmones con la embriagadora

juventud de la noche.

 

Con esos pensamientos en la mente, el oficial Anderson comenzaba su patrulla

rutinaria. Con las manos enfundadas en los bolsillos del abrigo y silvando una

alegre tonada que habia oido en algun lugar, rogaba por que aquella noche las

cosas fueran como casi siempre lo eran en sus reportes matutinos: tranquilas y sin

novedades.

 

Lamentablemente para Anderson esa noche sus plegarias no serian escuchadas.

 

La pasividad del momento se vio de pronto interrumpida por un aterrador grito

desde el final de la calle. Anderson de inmediato entro en alerta e instintivamente

empuño su baston mientras aceleraba el paso hacia el lugar.

Al llegar, una pequeña multitud ya se habia congregado alrdedor de algo en medio

de la calle. Anderson saco su silbato y soplo un par de veces mientras se abria

paso.

 

-¡Orden, por favor! ¡Orden! ¿Que signifi...-

 

Anderson no pudo terminar la frase. Ante el habia un espectaculo horroroso.

El cuerpo de un hombre se hallaba en el suelo. A primera vista uno hubiera

pensado que se trataba de un anciano, pero una mirada mas atenta daba a

conocer que en realidad mas parecia un cadaver momificado, consumido y reseco.

Un revolver de seis tiros yacia firmemente empuñado en su mano izquierda,

probablemente en un intento de defenderse de algun peligro, pero no tuvo tiempo

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de dar un solo disparo. Sus ropas eran caras y denotaban su buena condicion

economica; podian verse numerosos y profundos cortes, pero no habia un solo

rastro de sangre. Pero sobre todo,  la retorcida mueca de panico en su rostro era

lo mas desconcertante y aterrador.

El hombre habia muerto presa de solo Dios sabe que terrible horror.

 

Anderson se repuso rapidamente de la impresion. Ya habia oido de un par de

casos con caracteristicas similares acontecidos unas semanas atras. Casi una

hora despues se habia corrido la voz en el vecindario y algunos oficiales mas

habian llegado a la escena. La muchedumbre se agolpaba alrededor del cadaver y

los oficiales se esforzaban por mantener a raya a los intrusos.

 

- ¿Lo viste?.- se escucho decir a alguien.

- Justo por la ventana.-

- Horrible.-

- Y miralo...-

 

Uno de los oficiales se acerco al cuerpo y lo examino con la vista.

 

-Justo como los otros dos, ¿o no, George?. Como si lo hubiera atacado un maldito

vampiro o algo asi.-

 

El otro agente no dijo nada. Su atencion estaba centrada en otro lugar, mas

especificamente en el nuevo grupo de recien llegados que se acercaba a ellos.

 

- Atencion, aqui viene el especialista.- murmuro con voz grave.

- El gran y malditamente poderoso señor.- dijo el otro con sarcasmo.

 

Un hombre de mediana edad, de postura marcial y atletico se acerco a ellos con

soltura. Las pesadas botas negras y la gruesa gabardina de cuero sobre las ropas

grises se habian convertido casi en un simbolo distintivo.

 

- Edward Carnby.- Se oyo murmurar a alguien.

- El cazabrujas.- dijo otra voz.

 

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El hombre procuro fingir no haber oido esto ultimo. Lo habian llamado asi muchas

veces, practicamente era su nombre artistico si se puede decir asi, pero nunca le

habia gustado tal apodo.

 

- Caballeros.- dijo dirigiendose a los oficiales, para luego arrodillarse junto al

cadaver.- ¿Ha sido identificado el cuerpo?.-

- Si, señor. Los testigos lo han reconocido como Jhon Hopkins, abogado. Su

oficina esta localizada en este mismo lugar.-

- ¿Han examinado la oficina?.- dijo Carnby sin apartar los ojos del cuerpo.

- Si, señor. Es un desorden, pero no hay ningun rastro de sangre.-

- Y aqui tampoco.- añadio Carnby, incorporandose.

- Forzamos la puerta, señor. Tenia seguro por dentro, y esa ventana estaba

cerrada con llave asi que no veo la manera de que alguien haya entrado por ahi.

Me disculapara pero...-

 

En ese momento el oficial advirtio que Carnby lo contemplaba con mirada

inquisitiva. Sintio que de algun modo intentaba escudriñar en sus pensamientos.

 

- ¿S-Señor?, ¿Hay algun problema?.- pregunto con incomodidad.

- Te esta mirando, Bill.-  murmuro otro agente a su lado.

 

Fue cuando el agente comprendio que no era a el a quien Carnby miraba, sino a

algo o a alguien mas a su espalda.

 

- No, no a mi.- dijo mientras se volteaba.

Mininovela rara de mostros Lovecraftianos. Capitulo 2.17 de junio de 2011 a la(s) 0:35

Al instante todas las miradas se posaron sobre el hombre. Vestido con ropas de

calidad, de baja estatura, compleccion delgada,  postura ligeramente encorvada y

un poblado bigote que ocultaba su labio superior, procuraba pasar lo mas

inadvertido posible hasta entonces. Entre sus temblorozas manos un sombrero

redondo amenazaba con resbalar en cualquier momento. Sus cansados ojos

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mostraba un claro nerviosismo o temor, quizas ambos, y a pesar de ser el centro

de atencion en el momento, el no quitaba la vista del cuerpo en la calle.

 

- ¿Lord Wellington?.- exclamo Carnby al percatarse de su presencia.

- Es Hopkins ¿Verdad?.- dijo el hombre apartando la vista del cadaver, en un tono

mas de afirmacion que de pregunta.

 

Carnby se acerco a el y poso su mano izquierda sobre su hombro. Lord Wellington

evito cruzar miradas con el.

- Lo es. Con el ya son tres asesinatos.-

 

"Asesinato". De pronto aquella palabra saltaba de boca en boca entre los

presentes.

 

- Se ha negado a cooperar con mi investigacion...- continuo Carnby haciendo caso

omiso a los murmullos- ...pero ahora, señor, realmente debo insistir.-

- Si... por supuesto... Pero por el amor de Dios, no aqui.- exclamo Lord wellington

con clara incomodida- Venga conmigo, inspector, tengo un lugar cerca...-

 

Una media hora despues, Carnby y Lord Wellington se encontraban en un

departamento a unas cuantas cuadras del luugar de los hechos. Los agentes

habian dispersado a los mirones en cuestion de minutos y con igual diligencia el

cadaver habia sido despachado a las instalaciones correspondietes para su

autopsia.

Para Carnby, la verdadera investigacion recien comenzaba.

 

La ostentosa habitacion parecia sacada de una exposicion arqueologica. Las

paredes estaban tapizadas de vitrinas y repisas a rebosar de artefactos y reliquias

de un sinfin de pueblos antiguos o primitivos. Carnby conocia la historia de

algunos de ellos, de bastantes en realidad, pero insignificantes en comparacion a

la totalidad de la coleccion que alli se desplegaba. Gruesas cortinas de tercipelo

tapaban la vista a la calle, impidendo a la vez que la luz del exterior entrase en la

sala, por lo cual habian sido dispuestas numerosos candelabros en diversos

puntos estrategicos, aunque ni siquiera en conjunto su tenue resplandor lograba

expulsar en totalidad a las sombras, que se asomaban misteriosas entre los

rincones.

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Una gran chimenea de marmol habia sido encastrada en el muro norte, frente a la

puerta de entrada, invitando a acercarse a la calides de su fuego; y junto a ella, un

grande y lujoso sillon de seda rojo esperaba paciente a acoger al visitante

cansado del ajetreo diario.

 

-¿Algo de beber?.- dijo Lord Wellington mientras habria un pequeño gabinete de

licores oculto entre el mobiliario. Parecia bastante mas animado y relajado una vez

se hubo alejado de los ojos y oidos de los curiosos.

- No, gracias.- exclamo Carnby con cordial seriedad.

- Bueno, pues si no le molesta, yo si.- dijo Wellington al momento en el que abria

una polvorosa botella de vino frances y vertia su contenido en una elaborada copa

de cristal.- Y no le molestara si le digo que le ha hido muy bien, a pesar de ser

muy joven. Si todo lo que se cuenta de usted es cierto, lo menos que puedo decir

de usted es que es un hombre realmente admirable.-

 

Carnby no dijo nada. En su mente se dedicaba a repasar los ultimos

acontecimeintos relacionados con el incidente que lo habia traido hasta alli en

primer lugar.

Lord Wellington se acomodo en el sillon, dio un largo sorbo a su copa y continuo:

 

- El rumor dice que fue nombrado caballero por salvar a la vieja, nuestra ilustrada

Reina Victoria, de las brujas de Farnham...- volvio a llenar la copa con vino.- ¿Es

cierto?-

- Me temo que no tengo la libertad para referirme a los detalles de mi servicio con

su majestad.- dijo Carnby sin cambiar de actitud en lo mas minimo.

- ¿Que hay de ese problema en la torre ahce algunos años?.- insistio Wellington.

- Como dije. No tengo esa libertad...-

- Claro, claro. Todo es muy secreto contigo amigo... ¿Que hay de esa secta de

Highgate?¿ Algo que ver con...-

- Lord Wellington, si pudieramos concentrarnos en el asunto...- un leve tono de

impaciencia se asomo en las palabras de Carnby-... Hace tres noches fue Richard

Maynard, la ultima noche fue Albert Tisdale, y Jhon Hopkins hace unos momentos.

Todos muertos de la misma manera. Todos miembros de su expedicion.-

 

Wellington poso su mirada en el liquido carmesi de su copa. Parecia sumido en

antiguos recuerdos. Los mismo receurdos que le atormentaba noche tras noches

desde que volviera de aquel viaje. Ya no podia guardar mas el secreto. Un secreto

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que habia comenzado a cobrarse la vida de todos quienes estuvieron presentes

en ese entonces.

 

- ¿Seguro que no quiere una bebida?.- exclamo volviendo a la realidad.- ¿No?,

bueno, esta siendo bastante generoso en llamar "expedicion" a nuestra salida.

Hubieramos tenido una verdadera expedicion si el museo britanico nos hubiese

patrocinado con una pequeña donacion. Pero no. Si los apostoles no lo

mencionan, si Homero no escribio sobre ellos, esos tipos no quieren saber nada. Y

siento decir que mis propios recursos privados no son lo que solian ser...-

- Sir...-

- Por supuesto, nada de eso importa ahora. Solo quiere saberque es lo que esta

ocasionando estas muertes. Quiere saber si yo se.-

 

Wellington volvio el rostro hacia la chimenea. El fuego aun ardia con vigor pero

una extraña sensacion de frio inundo la sala. Carnby sintio que la piel se le

erizaba, y aquello nunca habia sido buena señal.

 

- Pues bien, señor Carnby.- continuo Wellington- Por supuesto que lo se.-

Mininovela rara de mostros Lovecraftianos. Capitulo 3.26 de junio de 2011 a la(s) 0:47

- Es un mundo extraño, Carnby. Aunque usted lo sabe mejor que la mayoria. -

murmuro Wellington con la mirada perdida en el vino de su copa- Pero se esta

equivocado acerca del numero de esas muertes. Por mas de la mitad.-

 

Dejo la copa sobre la mesita de noche y volvio la mirada hacia Carnby. El, por su

parte, permanecia estoico mientras escuchaba con suma atencion las palabras de

Wellington.

 

- Saunders fue el primero. Mientras estabamos en el desierto. Los periodicos

reportaron que fue la fiebre, pero nunca vi una fiebre como esa, pero... bueno...

pobre Saunders, pero ¿no es razonable que el fuera el primero en irse? fue su

loco sueño el que empezo toda la cosa, y su locura fue la que nos condeno al

final.-

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Carnby recorrio con la mirada la habitacion. A su parecer, esta comenzaba a

hacerse mas fria y oscura que antes, a pesar de que el fuego de la chimenea ardia

aun con vigor.

 

- Hay teorias, Carnby... Imagine civilizaciones surgiendo y cayendo antes de la

llegada del hombre. Pueblos ancestrales, pero mucho mas vanzados que nosotros

ahora, ¿como cuadra eso con sus historias de la biblia?, ¿que significaria

comprobar algo como eso?. No le dire lo que Sanders aprendio, como lo aprendio,

o como nos llevo al lugar, pero hay una ciudad alla afuera en el Sahara miles de

años mas vieja que Troya...-

 

Una vez mas la mirada de Wellington se veia perdida entre las brasas. En su

mente ilustraba con recuerdos e imaginaciones cada una de las palabras que

salian de su boca.

 

- Urrasan... o quizas Hipos. Cualquier ciudad que sea, la mayor parte esta bajo

tierra, quizas debido a un cataclismo prehistorico. La mayoria fue enterrada sin

esperanza. No teniamos hombres o equipo para realizar una correcta excavacion,

pero aun asi encontramos las ruinas de aquellas civilizacion, y entre ellas tambien

hayamos artefactos de esa cultura perdida: herramientas de piedra tallada,

evidencia de seres humanos antiguos que habitaron ese lugar, pero era claro que

lo hicieron mucho tiempo despues de que los constructores originales se hubieran

ido.

Aunque no fue hasta nuestro tercer dia de excavacion cuando hicimos el mas

grande descubrimiento...-

 

Pude que fuesen imaginaciones suyas, pero en ese momento Carnby habia creido

oir que algo grande y pesado se habia posado en el tejado. Wellington estaba

demasiado ocupado en sus pensamientos como para advertirlo.

 

- Un esqueleto, señor Carnby, un esqueleto casi completo de... algo... algo como

un hombre, pero no un hombre, y no era un mono o alguna otra clase de animal

conocido. Ashby estaba muy seguro de ello. - el rostro de Wellington ahora

reflejaba un temor largo tiempo reprimido- Una "pesadilla Darwiniana" le llamo.

Una buena parte de el se rompio cuando lo sacamos, pero no antes de tomarle

unas cuantas fotografias.

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Saunders se enfermo esa misma noche y al dia siguiente los nativos huyeron.

Ashby queria volver a enterrar los huesos, pero el resto no lo oimos...

Cuando Sanders murio nos dijimos que fue natural y cuando Asby enfermo en el

mar nos dijimos lo mismo, pese a que noche tras noche nos decia entre llantos

que algo estaba detras de el, que podia ver su cara...- el dolor de los recuerdos

ensombrecio aun mas el ya agobiado rostro del hombre- Finalmente murio de un

ataque al corazon druante la noche. Pocos dias despues, Griffin comenzo a

quejarse de pesadillas y una semana despues se ahogo luego de caer por la

borda mientras gritaba incoherencias...-

 

Carnby contemplaba los mas recientes artefactos en la coleccion de Wellington,

posiblemente tambien eran parte de los objetos que habaia traido de su

expedicion, aunque no vio nada semejante a un esqueleto por ninguna parte.

 

- A pesar de las tragedias, el resto de nostros estabamos diseñando nuestros

propios planes para cuando llegaramos a casa. Contratamos a un escultor para

que reprodujera algunos de los huesos, en base a las fotografias, para reemplazar

los que se rompieron, y entonces exhibir el esqueleto completo en el Museo Real

de Arqueologia, junto con algunos otros objetos que recuperamos de la ciudad. La

idea princpial era hacer dinero para preparar correctametne una segunda

expedicion y asi poder volver a la ciudad para hacer un trabajo adecuado.

Pero no pasaron ni dos semanas desde que habiamos comenzado a preparar los

huesos falsos cuando Maynard fuera asesinado... luego Sims...

Hopkins vino a mi esta mañana, muerto de miedo, diciendo que debiamos

deshacernos de los huesos, de los reales.

 

Esta vez acepte.

 

Contratamos a un trabajador de las calle. Le dijimos que se deshiciera de ellos, no

importaba como o donde, no queriamos saberlo, solo que se deshiciera de ellos...-

 

Wellington volvio a llenar su copa. La confesion le habia ayudado a recuperar la

calma y el temor parecia haberse desvanecido.

 

- Y esperabamos que eso fuera el final de ello.- murmuro antes de dar un buen

trago- No se donde estan los huesos ahora o como encontrar a ese tipo al que se

los dimos.-

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- ¿Cual era su nombre?.- pregunto Carnby mientras se inclinaba ligeramente ante

las estanterias con la intencion de ver mas claramente los objetos que guardaba.

 

- No lo recuerdo bien. ¿Blackwell?¿Blackburn? Black... diablos. ¿Cual era su...-

 

Carnby se volvio rapidamente sobresaltado. El inesperado sonido de la copa de

cristal haciendose añicos al golpear el suelo acabo con su interes en los objetos y

la quietud de la sala con igual efectividad.

- ¡Pero que...- Las palabras de Carnby fueron cortadas en seco y un fugaz

escalofrio le recorrio de pies a cabeza al ver la espantosa escena que se

desarrollaba frente sus ojos.

Mininovela rara de mostros Lovecraftianos. Capitulo 4.27 de junio de 2011 a la(s) 22:36

El cuerpo de Wellington yacia inmovil en el sillon. Su rostro se veia putrido y

reseco, y sus ojos opacados como los de un ciego expresaban un sorpresivo

terror. No era necesario un examen mas detallado para darse cuenta que era ya

un cadaver. Habia muerto sin apenas darse cuenta de lo que ocurria. Sin siquiera

tiempo de pedir auxilio.

Y sobre el, aferrado al respaldo de tercipelo, estaba aquella criatura. Un

humanoide  de poco mas de metro y medio, de piel oscura y sin nada de pelaje.

Su cabeza parecia el producto de la cruza blasfema de varias especies de

mamiferos: grandes y sensibles orejas de murcielago, pequeños y brillantes ojos

como los de una rata, y una nariz chata junto a una boca repleta de pronunciados

dientes omnivoros como los de un chimpance. Sus extremedidades igualmente

recordaban a las de un simio; siendo las superiores en apariencia mas fuertes y

largas que las piernas, todas terminadas en terribles garras de cuatro dedos. Su

poderosa musculatura era evidente a travez de su desnuda piel: debia de tener

una fuerza y agilidad abrumadoras para un ser de ese tamaño.

 

Por un instante Carnby se paralizo, mas aquella no era la primera vez que veia

cosas de aquella indole (o incluso peores) por lo que no le tomo mas que un par

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de segundos apra reponeres y empuñar su fiel revolver. Justo a tiempo, pues la

criatura no tardo en emitir un agudo chillido y avalanzarce ferozmente contra el.

 

-¡Perdonanos señor, de todo..!.-

 

La criatura cayo sobre Carnby con fuerza desmeda, lanzandolo contra las vitrinas

tras de el. Trozos de vidrios y artefactos destrozados fueron regados por la

habitacion con gran estruendo, mientras carnby luchaba por quitarse de encima a

la bestia. Finalmente lo logro propinandole una fuerte patada.

 

-¡De todo mal...!.-

 

En la pelea Carnby habia soltado el revolver, por lo que a tientas cogio uno de los

objetos esparcidos por el suelo (una especie de cilindro de barro cocido, grabado

con caracteres inteligibles), al instante en el que el monstruo arremetia una vez

mas sobre el.

 

-¡De las bajezas...!-

 

El cilindro se hizo añicos al impactar contra la cabeza de la criatura, la que emitio

un evidente aullido de dolor.

 

-¡Pecados...!-

 

La criatura no se daba por vencida y lanzaba un zarpaso tras otro, desgarrando el

abrigo de Carnby que apenas y podia mantenerla a raya.

 

-¡Y maquinaciones del diablo...!-

 

Las fuerzas comenzaron a abandonar al investigador y parecia que su destino ya

estaba hechado. Sintiendo que perdia la batalla, en un ultimo intento busco con la

mano algo mas con lo que defenderse, y dio con lo que parecia ser una vara de

madera.

 

-¡Santo padre, perdonanos...!-

 

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Un resplandor dorado innundo la habitacion y obligo a la bestia a retroceder.

Carnby alzo la vara que tenia empuñada y descubrio que en realidad se trataba de

una especie de rustica espada sin filo. No tenia guardamanos, basicamente era

una hoja de algun metal dorado atada firmemente con cuerdas a un palo que

hacia de empuñadura, sin emabargo la punta de la hoja era diferente, pues se

habria en dos hacia lados opuestos, otorgandole una apariencia bifida.

Pero lo mas impresionante era el poderoso resplandor que emitia, como si fuera

hierro al rojo blanco, pero tan luminoso como la luz del dia.

Al ver la reaccion de la bestia, Carnby comprendio que la luz lo dañaba, por lo que

con fuerzas renovadas se incorporo y la empuño contra la criatura como si fuera

un crucifijo.

 

-¡Santo señor!¡Padre todopoderoso!¡Dios eterno y padre de nuestro señor

Jesucristo quien mando al caido y blasfemo tirano a las llamas del Infierno!¡Quien

envio a su propio hijo al mundo a aplastar a ese leon..!-

 

La criatura retrocedia abrumada. Carnby no sabia si era por sus palabras, por la

luz de la espada, o bien por ambos, pero de cualquier forma estaba funcionado. La

bestia pronuncio un sonido gutural que bien pudo ser un desafio como un

blasfemo insulto a la fe de Carnby.

 

-¡Por su poder te lo ordeno!¡Dime tu nombre, demonio!-

 

La espada parecia aumentar aun mas su resplandor con cada una de sus

palabras. La criatura se limitaba a cubrirse el rostro con los brazos y a alejarse

tambaleandose, sin dejar de emitir esos sonidos incomprensibles, que claramente

eran alguna clase de lengua olvidada o desconocida.

 

-¡Habla!-

 

Entonces, sin previo aviso, una voz de ultratumba se oyo en la sala. Era un

murmullo lejano y espectral, como el silbido de un rafaja del viento a entre las

lapidas de un cementerio, pero muy claro y consistente. Era la voz de Wellington,

y era su cadaver quien pronunciaba esas palabras.

 

- Blackwood... Donald Blackwood...-

 

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Carnby se quedo estupefacto por unos momentos. No esperaba algo como eso.

Sin emabargo la criatura aprovecho esta oportunidad para contratacar, y con una

impresionante muestra de fuerza fisica cogio el sillon en el que se encontraba el

cuerpo de Wellington y lo arrojo contra Canbry, el cual apenas y pudo evadir el

golpe saltando hacia un lado.

La criatura no perdio tiempo y corrio hacia una de las ventanas que daban al

tejado del edificio contiguo, atravezando el vidrio como si nada.

 

- Perdona, señor, nuestras ofensas...- murmuro Carnby mientras cogia su revolver

de entre los vidrios rotos.- ...y las ofensas de nuestros ancestros.-

 

Acto seguido y sin dudar, el investigador fue tras los paso de la bestia, siguiendola

por la ventana con la espada al frente, pero su brillo habia comenzado a menguar

y ya no emitia una luz tan potente como antes.

 

- Ni tampoco tomar venganza por nuestros pecados...-

 

Por mas que buscaba entre las somrbas de las chimeneas, Carnby no podia ver a

la criatura. Mas algo le decia que no estaba lejos y que, de hecho, le observaba.

 

- Perdonanos, señor...-

 

Carnby estaba con todos sus sentidos alerta. Sabia que la criatura estaba en

algun lugar. Podia sentir su presencia. Podia sentir sus maleficos ojos clavados en

el.

 

- Perdona a tu gente...-

 

Fue necesario un leve descuido por parte de la bestia para que Carnby se diera

cuenta de su ubicacion. Un solo paso en falso sobre una teja quebradiza,

debilitada por las inclemenecias del clima.

 

-... a quienes has perdonado con tu preciosa...-

 

Carnby se volteo como felino. Levanto su revolver y apretillo el gatillo sin cesar

hasta que solo pudo oir el chasquido del martillo golpeando las vainas vacias del

tambor. Las seis balas de plata surcaron el aire y se impactaron todas en el

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cuerpo de la criatura en el momento justo en el que esta caia sobre Carnby,

parandola en seco al vuelo.

 

-¡... SANGRE!-

 

La bestia cayo con un golpe seco sobre los tejados. Ya no se movia. Pero antes

de que Carnby pudiese acercarse lo suficiente para comprobar que estaba muerta,

el cuerpo de la criatura comenzo a desvancerse en un humo de color negro que se

disipaba en el aire. En cosa de segundos habia desaparecido totalmente.

 

-... y no estes enojado para siempre. Amen.-

 

La luz del alba comenzaba a asomarse. La criatura se habia ido sin dejar mas

rastro que una habitacion destrozada y un cadaver reseco como prueba de su

existencia. Pero a su vez solo habia dejado mas preguntas que respuestas. La

experiencia le decia a Carnby que era muy probable que no hubiese acabado con

la criatura esa noche, que no seria la ultima vez que la enfrentaria, y que

definitivamente algo tenia que ver con lo que Wellingotn le habia contado; pero al

menos ahora tenia un nombre:

 

Donald Blackwood.