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UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 38, (pp. 331- 344) junio 2002, Bogotá, Colombia MODERNIDAD O POSMODERNIDAD Buco OCHOA • RESUMEN En lo que sigue se intentará discernir elementos propiamente modernos de otros que ya no lo serían; si acaso estos últimos son efectivamente posmodernos o no, es una cuestión que presenta grandes dificultades, y el propósito de esta ponencia es dejar e, problema sólo planteado. En otro trabajo hemos intentado establecer las claves de la modernidad', lo que pretendemos ahora es distinguir entre ciertos elementos que son estrictamente consecuencias de principios en torno a los cuales se articularía la modernidad y otros que significan una cierta ruptura con esos principios y que, por lo tanto, permitirían quizás hablar de una posmodernidad. Palabras clave: modernidad, posmodernidad, sospecha, poder, creencia. Universidad Católica de Valparaíso, Chile. 1. OcnoA, Hugo, «Una redefinición de la identidad humana como principio de transformación cultural de la moderenidad», en LINARES, Joan 13. y SÁNCHEZ DURÁ, Nicolás, (eds.), Filosofía y Cultura, Valencia, 2001. pp. 537-547

Modernidad o Posmodernidad, Ochoa

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Hugo Ochoa

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  • UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 38, (pp. 331- 344) junio 2002, Bogot, Colombia

    MODERNIDAD O POSMODERNIDAD

    Buco OCHOA

    RESUMEN

    En lo que sigue se intentar discernir elementos propiamente modernos de otros que ya no lo seran; si acaso estos ltimos son efectivamente posmodernos o no, es una cuestin que presenta grandes dificultades, y el propsito de esta ponencia es dejar e, problema slo planteado. En otro trabajo hemos intentado establecer las claves de la modernidad', lo que pretendemos ahora es distinguir entre ciertos elementos que son estrictamente consecuencias de principios en torno a los cuales se articulara la modernidad y otros que significan una cierta ruptura con esos principios y que, por lo

    tanto, permitiran quizs hablar de una posmodernidad.

    Palabras clave: modernidad, posmodernidad, sospecha, poder, creencia.

    Universidad Catlica de Valparaso, Chile. 1. OcnoA, Hugo, Una redefinicin de la identidad humana como principio de transformacin cultural de la moderenidad, en LINARES, Joan 13. y SNCHEZ DUR, Nicols, (eds.), Filosofa y Cultura, Valencia, 2001. pp. 537-547

  • UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 38, (pp. 331- 344) junio 2002. Bogot. Colombia

    MODERNITY OR POST MODERNITY

    H U00 OCHOA *

    ABSTRACT

    The following paper is intended to discern modem elements from other elements that would not be modem anymore; whether these last ones are accurately Post Modem or not is a matter of great difficulty, and the purpose of chis contribution is to merely pose the problem. In a former work we have tried to establish the keys of Modernity; our present purpose is to distinguish among certain elements which are strictly consequences of principies around which Modernity is co-jointed, and other elements that mean a certain breaking-off from such principies and, therefore, may allow us to speak about a Post Modernity.

    Keywords: modernity, post-modernity, suspicion, power, belief.

    Universidad Catlica de Valparaso, Chile.

  • 1. PRINCIPIOS

    COMO PUNTO DE partida propondremos tres principios organizadores de la actividad especulativa y prctica, a la luz de los cuales se pretende determinar los lmites de la modernidad. Estos principios no pretenden ser exhaustivos, pero sostenemos que responden a lo que se podra llamar, segn lo que en este mismo escrito se sostiene, una sensibilidad moderna.

    Principio de Totalidad:

    Todo problema puede ser planteado en trminos racionales, tal que pueda proponerse una solucin en esos mismos trminos, y las soluciones complican los problemas unos con otros de tal modo que slo pueden ser resueltos racional e integradamente.

    Principio de Comparabilidad:

    La racionalidad, tal como la entiende la modernidad, est ordenada a la solucin de problemas en trminos de eficiencia y de eficacia, de modo que las diferentes soluciones posibles son siempre comparables entre s.

    Principio de la primaca de la subjetividad:

    La nica fuente de verdad y de sentido es el sujeto, con respecto al cual se ordena y configura todo lo real, de modo que los criterios de eficiencia y eficacia se establecen en trminos de satisfaccin del sujeto.

    Explicacin de los principios

    ESTOS PRINCIPIOS SUPONEN, por lo tanto, que todo problema puede plantearse en trminos racionales, lo cual significa que si alguno no puede plantearse en esos trminos, no constituye un problema real, sea porque no tiene solucin, sea porque su vaguedad impide enfrentarlo y resolverlo. Problemas en los que interviene la afectividad u otras dimensiones que podran ser calificadas de prerracionales se hacen

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    presentes bajo esquemas discursivos, as sea bajo la forma de un dilogo que el sujeto entabla consigo mismo, incluso con un s mismo inconsciente y, en la medida en que estos problemas son racionalizados y puestos en evidencia, se resuelven o disuelven.

    Asimismo, que las soluciones sean comparables entre s no significa tanto que la razn sea unvoca, como que los problemas se presentan siempre y necesariamente revestidos como un desafo a la razn. Que la razn discurra sin tropiezos significa, entonces, que la voluntad alcanza su objeto, de modo que si bien distintas voluntades se ordenan a objetivos sin duda diversos y, por lo tanto, individuales o sectoriales, los distintos procedimientos estratgicos y metdicos para satisfacer ese objetivo pueden ser planteados universalmente y juzgados conforme a criterios tambin universales.

    Por otra parte, si bien el criterio anterior es estrictamente subjetivo, segn afirma el tercer principio propuesto, no debe entenderse slo en el sentido de que este criterio es establecido por un sujeto individual, sino tambin en el sentido de un complejo de sujetos que se articulan a distintos niveles entre s, formando una unidad estratificada. As, el sujeto individual se articula en distintos niveles como un sujeto en el que conviven un estrato trascendental, uno cultural y uno lingstico, un estrato de clase, otro biolgico-gentico, otro biogrfico, etc. Ciertamente esta articulacin no est exenta de conflictos internos, pero toca a la razn resolverlos segn criterios de eficacia y eficiencia dictados por el sujeto mismo. La armona entre los distintos estratos subjetivos significa, entonces, el mximo logro de satisfaccin, de modo que la excelencia de una vida humana consiste en la completa integracin, tanto respecto de s mismo como respecto de un orden de pertenencia social.

    2. SENTIR Y SOSPECHAR

    LA RAZN SE ENTIENDE a s misma en una doble perspectiva, como razn estratgica, es decir, como organon, y como razn crtica, es decir, como canon. En ambos casos el mtodo se refiere al sujeto, pero en el primero la pregunta fundamental es: cmo alcanzar legtimamente un objetivo?; en el segundo, la pregunta es cules son las condiciones de posibilidad, vale decir, a priori, para que un objeto se constituya en

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    objetivo?' Ambas dimensiones son complementarias entre s, por cuanto la primera opera en la constitucin del discurso y la segunda en el establecimiento de los principios a partir de los cuales procede el discurso. De modo que la razn estratgica exige, para un proceder no dogmtico, en trminos de Kant, una previa crtica de los supuestos del discurso3. En este sentido, las llamadas teoras de la sospecha no sospecharan de la razn misma, sino de una falsa racionalizacin, de modo que si se pone en evidencia su falsedad, se restituye la verdad en la misma medida que la razn recobra sus fueros.

    Esto es efectivamente lo que intentan Descartes y Kant; el primero duda, pero lo hace para establecer algo firme en la ciencia4, y el otro intenta construir una tercera va que salve los problemas tanto del escepticismo de Hume como del dogmatismo de Wolff. Pero lo mismo ocurre con Freud, porque si bien sospecha de la estructura organizada de una subjetividad superficial, parece que basta con traer a la conciencia los incordios del inconsciente para que la salud psquica se restablezca. Algo similar ocurre con Marx, por cuanto para ste la liberacin comienza con la toma de conciencia del proletariado, toma de conciencia que significa desentraar las contradicciones de una estructura de explotacin e intentar sustituirla por la verdadera racionalidad econmica, tan racional que pone fin a la historia en la misma medida que pone fin a toda contradiccin interna. Y Nietzsche, si bien sospecha de una tica de la caridad y de un lenguaje que enmascara al interprete en la misma interpretacin, lo que intenta es establecer una autntica moralidad y un lenguaje que llegue al corazn de lo real.

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    2. Cfr. MALDONADO, Carlos E., Esbozo de una filosofa de la lgica de la complejidad, en MALDONADO, Carlos E. (Ed.), Visiones sobre la complejidad, Ediciones el Bosque, Santaf de Bogot, 1999, pp. 9 y ss. 3. KANT, Crtica de la razn pura, A XI, XII; BXXIII ss. 4. DESCARTES, Mditations Mtaphysiques, Premire mditation, le livre de poche, Pars 1990, p. 29.

    En todos ellos hay, pues, un anhelo de realidad y de un ser autntico que significa traspasar la corteza que encubre la verdad construida por oscuros intereses, por ideologas dominantes o por tabes ancestrales o adventicios, que le impiden al hombre alcanzar su mayora de edad. De modo que los objetivos de todas estas sospechas, as como ellas

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    mismas, se inscriben perfectamente dentro de las pretensiones de la Ilustracin y, por lo tanto, son coherentemente modernas. Pero lo son en la medida en que la sospecha es, por decirlo as, metdica, es decir, tiene como objetivo salir de ella. Pero, como todo remedio, la sospecha puede producir una suerte de adiccin e instalarse como forma de vida, como una suerte de escepticismo cnico; este cinismo quiere reclamar para s el apelativo de posmoderno, apelativo que le conferira una cierta dignidad que lo legitimara; pero es propio de todo cinismo el pretender venir de vuelta, es decir, todo cinismo de suyo pretende ser radicalmente pos.

    Pero, por otra parte, intentando contrarrestar este escepticismo ms o menos cnico, los distintos niveles y formas de asercin efectivamente se han desplazado hacia una afectividad sensible, as el s que 5+2=75, "pienso la cosa en s"6, "creo en la inmortalidad del alma"' y el "opino que si mino los cimientos de la casa, sta se derrumbar"8, se han confundido en el indistinto y omnicomprensivo "siento". Saber, pensar, creer y opinar pueden ser, pues, comprendidos indistintamente como un sentir. As, pues, siento cmo son las cosas, siento lo que es verdad y en virtud de lo que siento lo distingo de la falsedad, siento lo que debo y lo que no debo hacer; y son en realidad mis entraas las que consulto a la hora de tomar una decisin; en definitiva, el "corazn" ha ido tomando el lugar de principio rector, tanto en el orden especulativo como en el prctico. Pero este desplazamiento es resultado de definir la eficiencia y la eficacia en trminos de la satisfaccin del sujeto, como lo establece el tercer principio propuesto; de modo que al convertirse esta satisfaccin en criterio de verdad y en principio de legitimacin del acto moral, la nica forma que tiene el sujeto de discernir, tanto en el orden especulativo como en el orden prctico, es interrogar a su sensibilidad. No obstante lo anterior, eso no significa que los problemas dejen de plantearse en trminos racionales, slo que en este caso la racionalidad est al servicio de la satisfaccin del sujeto, es decir, los medios de satisfaccin siguen siendo estrictamente racionales, si bien puede que los criterios de satisfaccin no lo sean. Al respecto se puede

    5. Cfr KAM, Crtica de la razn pura, B 15. 6. Cfr. Ibdem, B XXVI-XXVII. 7. Cfr. Ibdem. B 424 ss. 8. Cfr. Ibdem. B 2.

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    decir que la produccin est sometida a exigencias rigurosas de racionalidad, pero el consumo no necesariamente est sometido a las mismas exigencias.

    Sin embargo, si la sensibilidad se convierte en criterio de verdad y en principio rector para la toma de decisiones, puede llegar a ser

    tambin el nico recurso metdico, con lo cual la razn perdera incluso su papel instrumental y de canon. La formulacin del discernimiento puede, entonces, exponerse as: Siento que es verdad, siento que eso es lo que hay que hacer porque cuando lo afirmo o cuando lo hago me siento bien. La supresin del argumento que remite a principios con el carcter de premisas en el orden especulativo para decidir sobre la verdad, y la no consideracin de las consecuencias en el orden prctico para decidir respecto del deber9, significa la anulacin implcita del pasado y del futuro. Ahora bien, como seala Kantw, la satisfaccin futura es siempre problemtica y, por lo tanto, es un mal principio para regular la decisin, y la satisfaccin pasada, por su parte, es como tal irrecuperable y no significa una garanta respecto del futuro. En este sentido, se puede decir que la anulacin implcita del pasado y del futuro en el acto de discernir significa un abandono de los supuestos de la modernidad, por cuanto la supresin de la temporalidad como estructura fundamental de la subjetividad, entraa la disolucin tanto de una responsabilidad biogrfica del sujeto como de la proyeccin teleolgica de una identidad constructiva, lo cual slo puede conducir a formas esteticistas de ser y de obrar.

    4 3. QUERER Y PODER

    4

    As, PUES, LA VIDA HUMANA entraa una totalidad que se contiene entera a cada instante, pero esa contencin reclama una satisfaccin permanente.

    Esto porque la satisfaccin tan pronto alcanza su objeto se propone inmediatamente otro como fin. Ese fin tiene siempre el carcter de un problema porque plantea a la razn inevitablemente la cuestin de la articulacin de los medios con el fin en trminos de eficiencia y eficacia,

    9. Es necesario hacer notar a este respecto que cada vez que Kant intenta mostrar con ejemplos que el imperativo categrico tiene un valor incondicionado y universal, hace ver las nefastas consecuencias que se seguiran de su no acatamiento. 10. Cfr. KArrr, Crtica de la razn prctica, A 45-46/ Ak. V, 25.

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    de modo que la solucin racional tiene esencialmente un carcter metdico. Adems, el hecho de que las diferentes soluciones posibles a un problema sean entre s comparables, no significa otra cosa que el principio racionalizador es de suyo universal, en la medida que los diversos mtodos son contrastables en virtud de un procedimiento universal que permite establecer cul es el ms eficiente y eficaz. El objetivo en todo caso es siempre el mismo, la satisfaccin del sujeto y, si bien puede pensarse que los distintos sujetos reclaman formas de satisfaccin diferentes, en razn de la misma eficiencia y eficacia se tender a homogeneizar las demandas con el propsito de alcanzar mtodos y procedimientos a escala que permitan el mximo de logro para el mximo de sujetos.

    Por otra parte, estas soluciones racionales dadas a los distintos problemas establecen entre s, inevitablemente, relaciones de solidaridad, de modo que unas soluciones exigen otras, formando una red integrada no parcializable. As, por ejemplo, la ilusin de hacer una seleccin de lo mejor que ofrece la sociedad tecnolgica desechando algunos aspectos que puedan parecer desfavorables es, en el mediano plazo, inviable; las diferentes soluciones tcnicas se reclaman unas a otras. Desde esta perspectiva, es claro que la solucin a los problemas que pueda plantear la tecnologa no puede consistir sino en ms y mejor tecnologa. Es necesario tener presente a este respecto que una agricultura orgnica, por ejemplo, es una solucin no menos tcnica que la agricultura transgnica, en la medida que pueden ser comparadas entre s, ciertamente en trminos de eficiencia y eficacia. Pero como el criterio de eficiencia y eficacia est dado por la satisfaccin del sujeto, si bien la comparacin se puede hacer bajo los patrones racionales, la decisin final puede seguir aparentemente otros derroteros; aparentemente porque el criterio de satisfaccin del sujeto es un criterio perfectamente racionalizador para la toma de decisiones, por cuanto si bien puede incluso llegar a parecer arbitrario, es un criterio regulador que permite ordenar tanto el resultado como el mtodo de produccin.

    La racionalidad, entendida como instrumento al servicio de la voluntad, supone que su uso est siempre ordenado a un fin, pero no es la razn la que propone este fin, la razn va a la zaga de lo que la voluntad desea, precisamente porque est a su servicio. Pero la voluntad se determina cada vez segn lo que ya ha conseguido, es decir, como

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    la voluntad es de suyo ilimitada", tiene, por decirlo as, un afn de infinito. Este afn conduce al sujeto cada vez a la bsqueda de una nueva posicin de dominio, porque lo que la voluntad quiere, es decir, lo nico que puede calmar su sed de totalidad, no es esto o aquello, sino el poder; la voluntad es, pues, originariamente voluntad de poder. Lo que la voluntad en realidad quiere es su propio querer, pero su querer slo puede ser satisfecho por un poder que se acreciente a s mismo. De modo que la voluntad es de suyo afn de totalidad y, liberada a s misma, intentar alcanzar el mximo dominio posible sobre su entorno.

    De modo que, as como las soluciones racionales se reclaman entre s unas a otras, tambin los deseos de la voluntad se escalan entre s segn lo que cada vez logra. Esto significa que el mundo entorno va siendo sistemticamente configurado por un sujeto que, al transformarlo en hbitat, lo torna hacia s, disponindolo casi como parte de su propia estructura vital. Pero en virtud del mismo dinamismo del sujeto esa disposicin no es nunca definitiva, sino que reclama una nueva y otra, y otra; de manera que toda configuracin es siempre provisoria. Y esto porque la voluntad se regocija del poder en su ejercicio y no en la mera posesin, pero ciertamente no se limita a ejercerlo sobre el entorno fsico, sino que tambin realizar experiencias primero de ingeniera social y luego de ingeniera gentica.

    Ahora bien, los experimentos de ingeniera social expresamente tales realizados el siglo XX, que se han caracterizado por un empleo irrestricto del poder, han terminado en formas totalitarias de dominio y sus resultados han sido de tal modo nefandos que han quedado casi completamente desacreditados. Seguramente esta experiencia es la que invita a desconfiar de una ingeniera gentica que, anlogamente, intenta

    ahora conducir la evolucin humana, dirigida por una voluntad que pretende disear al hombre del futuro, al hombre nuevo. Pues bien, esta voluntad de llegar a constituir una nueva humanidad es coherentemente moderna, y es hija legtima de la Ilustracin. Sin embargo, como deca, la triste experiencia de otros intentos anlogos no slo ha llevado a una mayor cautela y desconfianza respecto de

    11. Cfr. DE:SC'ARIES,Mditations Miaphysiques, quatrieme mditation, le livre de poche, Pars 1990, pgs. 151-152.

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    estos propsitos, sino que tambin ha significado una revalorizacin de la naturaleza, y no slo de la naturaleza fsica, sino tambin de la naturaleza humana, tanto as que ha surgido nuevamente la pregunta si acaso no hay algo divino o sagrado en el ser humano y en la naturaleza entera. Es difcil discernir si acaso este giro es posmoderno o premoderno, pero en todo caso no es hijo de la Ilustracin.

    4. SABER Y CREER

    GALILEO, EN UN FAMOSSIMO pasaje, afirma que la naturaleza est escrita en caracteres matemticos, y como corolario de esta afirmacin, desecha todos los elementos cualitativos aduciendo que estos, en realidad, pertenecen al sujeto. El color, el aroma, el sabor, etc. son como las cosquillas'', es decir, no son nada objetivo sino solamente una reaccin del sujeto ante un estmulo que no tiene correlato real alguno. Sin embargo, esto tambin significa que, en la medida en que exista un mtodo para cuantificar estas cualidades, podrn stas convertirse en variables cientficas. Es necesario tener presente, no obstante, que la magnitud se constituye en virtud de una medicin, de modo que es el instrumento el que define el objeto. As, por ejemplo, tiempo es lo que mide el reloj, temperatura lo que mide el termmetro, presin lo que mide el presostato, etc. Tan pronto se establece un procedimiento de medicin de un objeto, ese objeto puede ser considerado cientficamente. As, por ejemplo, inteligencia sera lo que mide un determinado test, pero tambin la pobreza o el desarrollo cientfico de un pas son establecidos conforme a parmetros cuantitativos, porque slo de esa manera pueden ser, desde la perspectiva de la ciencia moderna, determinados rigurosamente y los distintos ndices comparados entre s.

    En principio, se puede afirmar que todava Newton y, en alguna medida, tambin Galileo, contina bajo el paradigma clsico de la contemplacin, es decir, bajo esa concepcin que piensa que la realidad se alcanza en un acto contemplativo que ve lo real sin tocarlo o, al menos, sin modificarlo. As, pues, el entendimiento es como la luz, que hace visible al objeto en su nuda realidad. Sin embargo, ya Kant hace

    12. Cfr. GAIJI,EI, Galileo. II sagiattore. N 48, en Le opere di Galileo Galilei, Nuova ristampa della Edizione Nazionale, Firenze, tomo IV, 1964, pp 347-350.

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    notar que el entendimiento conoce lo que el mismo ha puesto13, lo cual quiere decir, entonces, que el acto cognitivo significa una intervencin en el objeto tal que lo altera de alguna manera, y es esa alteracin producida por el sujeto cognoscente lo que este sujeto conoce. As, pues, el entendimiento no es como a luz, sino como una mano que palpa en la oscuridad. Sin embargo es necesario tener presente que Newton tiene claro que las leyes cientficas no deben ser interpretadas en trminos causales, sino funcionales; en este sentido el ideal de Laplace no es todava estrictamente moderno.

    Por otra parte, el conocimiento cientfico no es meramente experiencia], es experimental, lo cual significa que conocer es interactuar con el objeto, y lo que se conoce es la respuesta ante una determinada intervencin que el sujeto realiza. La "cosa en s", en trminos de Kant, est absolutamente ms all de todo esfuerzo cognoscitivo y el intento de llegar hasta ella es, no slo intil, sino que, ms grave an, significa que no se han superado los vicios metafsicos. Segn lo anterior, cabe preguntarse entonces cmo medimos?, pero, cmo lo hacemos efectivamente? Tal es el sentido de la pregunta que hace, por ejemplo, Einstein, cmo se sincroniza realmente dos relojes que estn en sistemas inerciales diferentes? La respuesta oblig a introducir una modificacin sustancial al concepto de tiempo, al menos tal como haba sido definido por Newton en los Principia. La afirmacin y demostracin de que el tiempo, cuando se trata de sistemas inerciales diferentes, en el caso de la relatividad especial, es relativo a la velocidad relativa de los sistemas es, no obstante, perfectamente coherente con los principios de la modernidad. La relatividad es resultado inmediato del carcter intramundano del observador. La mecnica de Newton, en cambio, est pensada desde el punto de vista de la divinidad, es decir, desde la perspectiva de un observador absolutamente extramundano. Pero, como se establece en el tercer principio propuesto, el que la nica fuente de verdad y sentido sea el sujeto significa que ste es ineludible, en este caso, como observador respecto del cual se configura el orden de sucesin y de simultaneidad, como se puede ver claramente en el modelo de Minkowsky. El principio de incertidumbre de Heisenberg y las paradojas de la mecnica cuntica tienen el mismo origen, es decir, la presencia ineludible, en toda medicin, de un observador intramundano.

    13. KANT, Crtica de la razn pura, B XVIII.

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    Asimismo, el que la configuracin de una hoja de abedul, la topografa de las montaas, la figura de un erizo de mar o, incluso, la evolucin de los precios de la bolsa puedan ser determinados por fractales, se inscribe coherentemente dentro del paradigma galileano: la naturaleza est escrita en caracteres matemticos. De modo que las nuevas matemticas, la teora de las catstrofes y los estudios sobre complejidad, si bien se alejan del modelo newtoneano, se corresponden perfectamente con el paradigma de la modernidad.

    Ahora bien, lo que el observador obtiene al observar es informacin y, como el sujeto intramundano es necesariamente posicional, la informacin intrnseca en un fenmeno (J) es distinta a la informacin obtenida observando el fenmeno (I)". Pero esto es directa consecuencia del punto de arranque de la modernidad, slo que ni Newton ni Galileo sacaron todas las consecuencias de ese supuesto: Si el sujeto es un observador intramundano, conocer significa interactuar con el objeto y, por lo tanto, lo que el sujeto conoce es el resultado de esa interaccin, es decir, el objeto entrega informacin de acuerdo a preguntas que interrogan desde una posicin determinada y que, por lo tanto, no coinciden con "lo que la cosa es para s misma". De all que el universo visto por un tal observador no puede ser determinista ni, por lo tanto, susceptible de ser expresado en trminos lineales. Pero esta conclusin debe ser comprendida como resultado de los supuestos del paradigma moderno, por cuanto la "satisfaccin del sujeto" en este caso, significa que el objeto responde segn lo que el sujeto interroga y segn el modo cmo lo hace.

    14. BINDF.R, Philippe, Cuatro versiones de la complejidad, en MALDONADO, Carlos E. (Ed.), Op. Cit., p. 43. El texto sigue: Para saber lo ms posible sobre un fenmeno, debemos minimizar la diferencia entre 1 y J. Esto usualmente lleva a una ecuacin diferencial. Por ejemplo, preguntar por la localizacin exacta de una partcula en el espacio y el tiempo lleva directamente a la ecuacin de Klein-Gordon, la ecuacin fundamental de la teora cuntica relativista, mientras que preguntar por la posicin en el espacio lleva a la ecuacin de onda de SchrOdinger. Esto es sorprendente y nos lleva a una nueva interpretacin de las leyes de la fsica: son lo mejor que podemos obtener al extraer informacin de un sistema. Esto resuena con una frase del fsico de Princeton John Wheeler: 'la participacin del observador da lugar a la informacin, y sta, a su vez, da lugar a la fsica'. Es llamativo que de alguna manera mediciones o 'preguntas' que le hacemos al sistema fsico, determinan las 'respuestas' o leyes naturales que ste devuelve.

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    Sin embargo, en algunos casos la ciencia contempornea ha llegado a un punto en el cual trasciende los patrones de eficiencia y eficacia para transformarse en una cosmovisin trascendental. Como seala Carlos Maldonado'', "si bien puede decirse de toda la complejidad que es holista, es en G. Bateson'6 aunque tambin claramente en Morin'7 en donde el carcter holista remite, aunque sea indirecta y tcitamente, a un trasfondo espiritual y/o religioso". Conversiones, por ejemplo, al budismo de ciertos cientficos connotados podran parecer algo anecdtico, pero lo notable de ello es que, segn sostienen, estas conversiones se deberan directamente a los resultados de su formacin e investigacin cientfica. El paso de la estricta racionalidad que alcanza la composicin de un modelo, as sea no lineal, a un orden en el que el sujeto se desplaza ms all de los lmites de lo observable, fijar los cuales fue el sentido de la tarea de Kant, no responde ciertamente ya al paradigma moderno; pero es difcil establecer si esto es posmoderno o premoderno.

    5. A MODO DE CONCLUSIN

    SENTIR, QUERER Y SABER sufren, como se ha intentado mostrar, una peculiar transformacin en los lmites de la modernidad, despus de recorrer un camino casi prefijado por los supuestos en torno a los cuales se constituye la Ilustracin. Sin embargo parece arriesgado o, en todo caso, precipitado, dar por terminada la modernidad y otorgarle certificado de nacimiento a una posmodernidad que, por el momento, no tendra otro carcter distintivo que el de pretender haber suscrito el acta de defuncin de su predecesora. Sin embargo, ciertamente la modernidad est en estos momentos en un punto de quiebre, pero es demasiado pronto para saber si este momento puede ser comparado con el que vivi la Edad Media a fines del siglo XI o con el que vivi en el siglo XVII. Toda poca tiene una intrahistoria, en un comienzo se explora un camino que pretende una fidelidad ortodoxa a principios originarios, luego surgen las herejas, pero stas no son todava cismticas. El cisma se produce siempre en el corazn de la ortodoxia, cabra pues preguntarse dnde est ese corazn?

    15. Op. Cit. pp. 17-18. 16. BATESON, G. Espritu y naturaleza, Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1984. 17. MORIN, Edgar, El mtodo, IV volmenes, Editorial Ctedra, Madrid, 1993-1994.

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