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NoraGrey,unaalumnaaplicadaenbuscadeunabecaparalauniversidad,vive con sumadre viuda en una granja a las afueras de Portland, Maine.CuandoPatchseconvierteensunuevocompañerodeinstituto,Norasientealavezatracciónyrepulsiónhaciaesteextrañopersonajequepareceteneracceso a sus pensamientos. Luego se entera de que Patch es un ángelcaídoquequiereconvertirseenhumano.Noraestábajosucontrol,perohaytambiénotras fuerzasen juegoyde repenteseencuentraviviendohechosinexplicablesyenmediodeunasituaciónmuypeligrosa.
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BeccaFitzpatrick
Hush,HushHush,HushI
ePubr1.0sleepwithghosts11.01.14
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Títulooriginal:Hush,HushBeccaFitzpatrick,2009Traducción:PabloM.Migliozzi
Editordigital:sleepwithghostsePubbaser1.0
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Para Heather, Christian y Michael. Nuestra infancia no era nada sinimaginación.YaJustin.Graciaspornoelegirlaclasedecocinajaponesa.Tequiero.
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Diosnoperdonóalosángelescuandopecaron,sinoquelosarrojóalinfiernoylosdejóenlastinieblas,encadenadosalaesperadeljuicio.
2PEDRO2:4
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Prólogo
ValledelLoira,Francia,noviembrede1565
Chaunceyestabacon lahijadeungranjeroen laorilladel ríoLoiracuandosedesató la tormenta.Había dejado su caballo vagando por el prado, así que sólo lequedaban sus dospiernas para regresar al castillo.Arrancóunahebilla plateadadecalzado, ladepositóen lapalmade lamanode lachicayviocómoella sealejabacorriendo,elbarrosalpicándolelasfaldas.Despuéssepusolasbotasyechóaandarrumboacasa.
Mientrasoscurecía,lalluviacaíacomounacortinadeaguasobrelacampiñaquerodeabaelcastillodeLangeais.Chaunceycaminabatranquilamentesobrelastumbashundidasyelhumusdelcementerio;inclusoenmediodelanieblamásespesapodíaencontrarelcaminoacasasinmiedodeperderse.Esanochenohabíaniebla,perolaoscuridadylalluviatorrencialengañabanbastante.
Percibióunmovimientoaunladoygirórápidamentelacabezahacialaizquierda.Lo que a primera vista parecía un ángel que coronaba un monumento cercano seirguióentodasualtura.Elmuchachoteníabrazosypiernas,ynoerademármolnidepiedra. Llevaba el torso desnudo, holgados pantalones de campesino y los piesdescalzos. Saltó del monumento; su cabello negro chorreaba agua. Las gotas sedeslizabanporsurostro,oscurocomoeldeunespañol.
LamanodeChaunceyfuealaempuñaduradesuespada.—¿Quiénva?Labocadelmuchachoinsinuóunasonrisa.—No juguéis con el duque de Langeais —le advirtió Chauncey—. Os he
preguntadoquiénsois.Responded.—¿Duque?—Elchicoseapoyóenunsauceretorcido—.¿Obastardo?Chaunceydesenvainólaespada.—¡Retiradlo! Mi padre era el duque de Langeais. Ahora el duque soy yo—
añadiótorpemente,ysemaldijoporeso.Elchicomeneólacabezaconpereza.—Vuestropadrenoeraelantiguoduque.Chaunceyseenfurecióantelanuevaofensa.
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—¿Y vuestro padre?—preguntó extendiendo la espada. Todavía no conocía atodos sus vasallos, pero los estaba conociendo. El nombre de la familia de esemuchacho no se le olvidaría—.Os lo preguntaré una vezmás—dijo en voz baja,secándoselacaraconlamano—.¿Quiénsois?
Elmuchachoseacercóyapartólahojadelaespada.DerepenteparecíamayordeloqueChaunceyhabíasupuesto,quizáshastateníaunoodosañosmásqueél.
—SoyunhijodelDiablo—respondió.Chaunceynotóunnudoenelestómago.—Estáiscomouncencerro—masculló—.Largaos.Bajo lospiesdeChauncey,deprontoel suelo se inclinó.Erupcionesdoradasy
rojizasestallaronensusretinas.Soltólaespada.Tuvoqueencorvarseylasmanossele pegaron a los muslos. Levantó la vista hacia el muchacho, entre parpadeos ygemidos, tratandodecomprenderquéestabaocurriendo.Lacabezaledabavueltas,comosihubieseperdidoeldominiodesumente.
Elchicoseagachóalaalturadesusojos.—Escuchadmebien.Necesitoalgodevosynomeiréhastaquelotenga.¿Habéis
entendido?Con los dientes apretados, Chauncey sacudió la cabeza para expresar su
resistencia.Intentóescupiralmuchacho,perolalenguasenegóaobedecerylasalivacayóporsubarbilla.
ElchicoapoyólasmanosenlasdeChaunceyyelcalorquemóaéste,quesoltóunalarido.
—Necesitounjuramentodelealtadfeudal—dijoentonceselchico—.Inclinaossobreunarodillayjurad.
Chaunceyordenóasugargantaunarisaáspera,perolagargantasecerróyahogóelsonido.Surodilladerechaseflexionó,comosialguienlehubiesepateadolacorva,pese a que detrás no había nadie, y él cayó de bruces en el barro. Se retorció decostadoyvomitó.
—Juradlo—insistióelmuchacho.Chauncey teníaelcuelloenrojecidodecalor; requirióde todassus fuerzaspara
cerrarsusmanosendospuñosdébiles.Seriodesímismo,incrédulo.Nosabíacómo,pero aquel bribón le estaba provocando náuseas y debilidad. Y no levantaría elcastigohastaobtenersujuramento.Diríaloqueteníaquedecir,perojurándoseasímismoqueacabaríaconelautordesemejantehumillación.
—Señor,medeclarovuestrohombre.ElmuchachoasintióypusoaChaunceydepie.—Venid a verme aquí para el comienzo del Jeshván —dijo—. Necesitaré de
vuestrosserviciosdurantelasdossemanasentrelalunanuevaylalunallena.—¿Una…quincena?—Chaunceytemblababajoelpesodesuira—.¡Yosoyel
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duquedeLangeais!—VossoisunNefilim—replicóelmuchachoconunamagodesonrisa.Chaunceyteníaunaréplicaprofanaenlapuntadelalengua,peroselatragó.Sus
siguientespalabrasfueronpronunciadasconfríamalicia:—¿Quéhabéisdicho?—Pertenecéis a la raza bíblica de losNefilim.Vuestro verdadero padre era un
ángel caído.Vos soismitadmortal—buscó losojosdeChauncey—ymitad ángelcaído.
Elduqueoyólavozdesututorenalgúnrincóndesumente,leyéndolepasajesdelaBiblia,hablándoledeunarazadesviada,creadacuandolosángelesexpulsadosdelcielo se emparejaron con mujeres mortales. Una raza temible y poderosa. Unescalofríoquenoledesagradódeltodolorecorriódepiesacabeza.
—¿Quiénsoisvos?Elmuchachosediolavueltaysealejósinmás.Chaunceyquisoseguirlo,perono
consiguióquelaspiernasaguantaransupeso.Arrodilladobajolalluvia,alcanzóaverdos gruesas cicatrices sobre la espalda de aquel torso desnudo. Las marcas sejuntabanformandounaVinvertida.
—¿Soisuncaído?—gritó—.Oshanquitadovuestrasalas,¿verdad?Elchico,elángeloquienquieraquefuera,nosevolvió.Chaunceynonecesitaba
confirmaciónalguna.—¿Quéservicioosprestaré?—gritó—.¡Exijosaberdequésetrata!Larisalejanadelmuchachoresonóenelaire.
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Capítulo1
Coldwater,Maine,enlaactualidad
EntréenlaclasedeBiologíaymequedéboquiabierta.MisteriosamentefijadaenlapizarrahabíaunamuñecaBarbie,conKenasulado.Estabancogidosdelbrazoydesnudos, salvoporunashojas artificiales colocadas enpuntosprecisos.Sobre suscabezashabíaunainvitacióngarabateadaconunatizarosadetrazogrueso:
BIENVENIDOSALAREPRODUCCIÓNHUMANA(SEXO).
VeeSky,queestabaamilado,dijo:—Porestoestánprohibidoslosmóvilesconcámara.Unasfotografíasdeesoenla
revista digital es todo lo que necesito para que la junta directiva quite la clase deBiología.Yentoncesdispondríamosdeestahoraparahaceralgoproductivo,comorecibirtutoríaspersonalizadasdechicosguaposdeloscursossuperiores.
—Venga,Vee—respondí—.Juraríaqueestabasdeseandoque llegaraeste temadesdequecomenzóelsemestre.
Ellapestañeóysonrióconpicardía.—Estaclasenovaaenseñarmenadaquenosepa.—VeeseescribeconVdevirgen,¿verdad?—Nogritestanto.—Meguiñóunojojustocuandosonóeltimbre.Fuimosaocuparnuestrosasientos,juntasenunpupitrecompartido.El entrenadorMcConaughycogió el silbatoque colgabade su cuelloy lohizo
sonar.—¡Equipo,avuestrosasientos!McConaughyconsiderabaqueenseñarBiologíaenelcuartocursodesecundaria
era una tarea accesoria respecto de su trabajo como entrenador de un equipouniversitariodebaloncesto,ynosotroslosabíamos.
—Puedequenoseoshayaocurrido,chicos,queelsexoesmuchomásqueunavisitadequinceminutosalasientotraserodeuncoche.Elsexoesciencia.¿Yquéeslaciencia?
—¡Unaburrimiento!—exclamóunalumnodesdeelfondodelaula.—Laúnicaasignaturaquevoyasuspender—tercióotro.Losojosdelentrenadorsepasearonporlaprimerafilaysedetuvieronenmí.—¿Nora?—Elestudiodealgo—respondí.
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Seacercóyapoyóeldedoíndicesobreelpupitre,delantedemí.—¿Quémás?—Elconocimientoalcanzadopormediodelaobservaciónylaexperimentación.
—Sonóbonito,laverdad,comosiestuvierahaciendounapruebaparaelaudiolibro.—Dilocontuspropiaspalabras.Metoquéellabiosuperiorconlapuntadelalengua,enbuscadeunsinónimo.—Lacienciaesinvestigación.—Estavezsonócomounapregunta.—Laciencia es investigación—repitió el entrenador juntando lasmanos—.La
cienciarequierequenostransformemosendetectives.Dichoasí,lacienciaparecíadivertida.Peroyohabíapasadotiemposuficienteen
susclasescomoparaperdertodaesperanza.—Yunbuentrabajodedetectiverequierepráctica—continuó.—El sexo también —fue el siguiente comentario desde el fondo. Todos
reprimimoslarisa,a lavezqueelentrenadoradvertíaal listilloapuntándoloconeldedo.
—Esono será parte de la tarea para esta noche.—Volvió a centrarse enmí—.Nora,tesientasalladodeVeedesdecomienzosdelsemestre.—Asentí,aunquetuveunmalpresentimientosobreadóndequeríallegar—.Ylasdostrabajáisjuntasenlarevistadigitaldelinstituto.—Asentínuevamente—.Apuestoaqueosconocéismuybien.
Veemediounapataditapordebajodelamesa.Sabíaloqueestabapensando:queél no tenía la menor idea de cuánto nos conocíamos. Y no me refiero sólo a lossecretosquerecogíamosennuestrosdiariospersonales.Veeesmialmagemela.Ellaesunarubiaplatinodeojosverdes,ylesobraalgúnqueotrokilitoenlascurvas.Yosoyunamorenadeojosgrisesyunpelorizadovoluminosoqueseresistealamejorde las planchas. Y soy todo piernas, como un taburete de barra. Pero hay un hiloinvisible que nos une; las dos creemos que ese vínculo comenzó mucho antes denuestros nacimientos. Y estamos convencidas de que perdurará por el resto denuestrasvidas.
Elentrenadormiróalrestodelaclase.—Dehecho,apuestoaquetodosconocéisbastantebienalcompañeroquetenéis
al lado. Habéis decidido sentaros juntos por alguna razón, ¿no es así? Confianza.Lamentablemente,losmejoresdetectivesevitanlaconfianza.Esunobstáculoparalainvestigación.Poresohoyvamosamodificarladisposiciónenelaula.
Abrílabocaparaprotestar,peroVeeseadelantó.—¿Quéchorradaesésa?Estamosenabril.Escasi el finaldelcurso.Ahorano
puedesalirnosconésas.McConaughyinsinuóunasonrisa.—Puedohacerlohastaelúltimodíadeclase.Ysisuspendesvolverásaestaraquí
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elpróximosemestre,yvolveréasalirconésasunayotravez.Veelomiróceñuda.Esfamosaporsuceñofruncido:sumiradaloexpresatodo
sin abuchearde formaaudible.Aparentemente inmunea sugesto, el entrenador sellevóelsilbatoalaboca,ynosotroscaptamoslaidea.
—Quieroquetodoslosqueesténsentadosenelladoizquierdodelpupitre(ésteeselladoizquierdo)secambienalasientodedelante.Losdelaprimerafila(sí,Vee,tútambién)seiránalfondo.
Veemetiósucuadernoenlamochilaydesgarrólacremalleraalcerrarla.Yomemordíellabioyladespedíbrevementeconlamano.Luegomedilavueltaparaecharunvistazoalaclase.Conocíalosnombresdetodosmiscompañeros…exceptoeldeuno. El alumno transferido. El entrenador nunca se dirigía a él, y al parecer él lopreferíaasí.Sesentabaconloshombroscaídosenlamesadeatrás,ysusfríosojosnegrosmirabanfijamentealfrente.Siempreigual.Avecesmeresultabaincreíblequesimplemente se sentara allí, día tras día, mirando a la nada. Con toda seguridadpensabaenalgo,peromiinstintomedecíaqueprobablementeeramejornosaberlo.
DejósulibrodeBiologíasobrelamesaytomóasientoenlaantiguasilladeVee.Lesonreí.
—Hola.SoyNora.Susojosnegrosmecalaronylascomisurasdesuslabiossecurvaronhaciaarriba.
En aquella pausa mi corazón titubeó, una sensación de lúgubre oscuridad parecíaproyectarsecomounasombrasobremí.Desaparecióalinstante,ysusonrisanoeraamistosa.Eraunasonrisaqueanunciabaproblemas.Yunapromesa.
Miréalapizarra.BarbieyKenmedevolvieronlamiradasonriendodeunmodoextrañamentealegre.
Elentrenadordijo:—Lareproducciónhumanapuedeseruntemadifícil…—¡Buuuh!—abucheóuncorodealumnos.—Exige un tratamiento maduro. Y como en toda ciencia, la mejor forma de
aprender es investigando.Durante lo que queda de clase practicaréis la técnica deldetectiveparaaveriguartantocomoseaposibleacercadevuestronuevocompañerodepupitre.Paramañanaquierountrabajoescritosobrevuestrosdescubrimientosy,creedme,voyaverificarsuautenticidad.EstoesBiología,noLiteratura,asíqueniseos ocurra inventar. Quiero ver una interacción real y un trabajo de equipo.—Suspalabrasimplicabanun«oalgomás».
Permanecíen total indiferencia.Lapelotaestabaenel tejadodelchico.Sonreí,sorprendidade lobienque funcionaba.Fruncí la nariz, tratandode imaginar a quéolía.Acigarrillosno,aalgomásfuerteyapestoso.Puros.
Localicé el reloj de pared y empecé a dar golpecitos con el lápiz al ritmo delsegundero.Hinquéuncodoenlamesayapoyélabarbillaenelpuño.Suspiré.
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Genial.Aestepasoibaasuspender.Continuaba con la vista al frente, pero oía el suave deslizamiento de su boli.
Estaba escribiendo, y yo quería saber qué. Diez minutos sentados juntos no locualificabanparasacarningunaconclusiónacercademí.Conunarápidamiradadesoslayoviquellevabaescritasunascuantaslíneas,ysufolioseguíallenándose.
—¿Quéescribes?—lepregunté.—Y además habla inglés—dijomientras lo garabateaba en la hoja, con trazos
suavesyperezosos.Me acerqué a él tanto comome atreví, tratando de leer quémás había escrito,
perodoblóelfolioporlamitad,ocultándoloalavista.—¿Quéhasescrito?—quisesaber.Alargó lamanoparacogermihoja limpia,deslizándolasobre lamesahaciaél.
Hizounabolaconella,estrujándola.Antesdequeyopudieraprotestar,laarrojóalapapeleraquehabíajuntoalamesadelentrenador.Canasta.
Mequedémirandolapapeleraunmomento,paralizada,entreincrédulayfuriosa.Luegoabrímicuadernoporunapáginaenblanco.
—¿Cómotellamas?—lepregunté,lápizenristre.Levantélavistajustoatiempoparaencontrarmeconotrasonrisaoscura.Parecía
desafiarmeaquelesonsacara.—¿Tu nombre?—insistí, deseando quemi voz quebrada estuviera sólo enmi
imaginación.—LlámamePatch.Lodigoenserio.Llámame.Guiñóunojoaldecirlo,ytuvelacertezadequeseburlabademí.—¿Quéhacesentutiempolibre?—interrogué.—Notengotiempolibre.—Supongoqueestatareallevanota,asíque¿porquénomeloponesfácil?Sereclinóenelrespaldodelasilla,entrelazandolasmanosdetrásdelacabeza.—¿Quieresquetelopongafácil?Eraunainsinuación,demodoquemeesforcéporcambiardetema.—Enmitiempolibre—retomópensativo—hagofotos.Escribí«fotografía»conletradeimprenta.—No he acabado —dijo—. Tengo una colección bastante completa de una
columnista de la revista digital que cree en la alimentación orgánica, que escribepoesía en secreto y que se estremece de sólo pensar que tiene que escoger entreStanford,Yaley…¿cómosellamaesagrandequeempiezaconH?
Lo miré fijamente un instante, conmocionada ante su acierto. No podía haberacertadodepura suerte.Sabía.Yyoquería saber cómoeraque sabía tanto.Ahoramismo.
—Peroalfinalnoirásaningunadeésas—añadió.
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—Ah,¿no?Metió lamanodebajo del asiento demi silla y la arrastró hacia sí.Dudé entre
apartarme,demostrándoleasíqueestabaasustada,onohacernaday fingirquemeaburría.Optéporlosegundo.
—Y aunque consiguieras entrar en las tres universidades —continuó—, lasdespreciaríasporconsiderarlasunclichédeléxito.Pontificareslaterceradetustresgrandesdebilidades.
—¿Ycuáleslasegunda?—dijebastanteirritada.¿Quiéneraesetío?¿Acasotodoformabapartedeunabromapesada?
—Noconfíasennadie.Rectifico:sóloconfíasenlagenteequivocada.—¿Ylaprimera?—Teempeñasentenerlotodocontrolado.—¿Aquéterefieres?—Tienesmiedodeloquenopuedescontrolar.Se me erizó el vello de la nuca y el aula pareció enfriarse. Podría haberme
acercadoalescritoriodelentrenadorysolicitarleunnuevocambiodeubicación.Perome resistía a que Patch pensara que podía intimidarme o asustarme. Sentí unanecesidad absurda de defenderme y decidí que no iba a retroceder hasta que él lohiciera.
—¿Duermesdesnuda?—mepreguntó.Mimandíbulaamenazócondesencajarse,perologréevitarlo.—Claro,atitelovoyacontar.—¿Hasidoalpsicólogoalgunavez?—No —mentí. La verdad era que acudía a sesiones de orientación con el
psicólogodelinstituto,eldoctorHendrickson.Peronoeraporvoluntadpropiaynomeapetecíahablardeello.
—¿Hashechoalgoilegal?—Pues claro que no. —Superar el límite de velocidad de vez en cuando no
contaba. No para él—. ¿Por qué nome haces una pregunta normal? Como… quémúsicamegusta.
—Novoyapreguntarteloquepuedoadivinar.—¿Sabesquétipodemúsicamegusta?—Barroca. Cuando se trata de ti todo tiene que ver con el orden, el control.
Apuesto a que tocas… ¿el chelo? —Lo dijo como si se lo hubiera sacado de lamanga.
—Error. —Otra mentira, pero se me pusieron los pelos de punta. ¿Quién erarealmenteaquelchico?Sisabíaquetocabaelchelo,¿quéotrascosassabía?
—¿Quéeseso?—Tocólacarainternademimuñecaconelboli.Meapartébruscamente,porinstinto.
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—Unamarcadenacimiento.—Pareceunacicatriz.¿Eresunasuicida,Nora?—Susojosencontraronlosmíos
ypudepercibirsurisa—.¿Padrescasadosodivorciados?—Vivoconmimadre.—¿Ytupadre?—Murióelañopasado.—¿Cómomurió?Meestremecí.—Lomataron.Ésassoncosaspersonales,sinoteimporta.Hubounmomentodesilencioysusojossesuavizaronunpoco.—Tienequeserduro.—Parecióquehablaraenserio.Entonces sonó el timbre y Patch, sinmás, se puso en pie y se dirigió hacia la
puerta.—Espera—lo llamé. No se volvió—. ¡Unmomento!—Salió por la puerta—.
¡Patch!Aúnnotengonadasobreti.Sediolavueltayregresóhastamí.Mecogiólamanoygarabateóalgoantesde
quemedieratiempoaretirarla.Bajé la vista y vi siete números escritos con tinta roja enmi palma, y cerré el
puño.Queríadecirlequeniensueños ibaa llamarloesanoche.Queríadecirlequehabíasidoculpasuyaporhabersetomadotodoel tiempoparainterrogarme.Queríadecirlemuchascosas,y,sinembargo,mequedécortada,incapazdecerrarlaboca.
Alfinaldije:—Estanocheestoyocupada.—Yotambién—repusoélconunasonrisa,ysemarchó.Mequedéasimilandoloqueacababadepasar.¿Habíaconsumidotodoeltiempo
interrogándomeapropósito?¿Parahacerquesuspendiera?¿Acasopensabaqueunasonrisaradiantepodíaredimirlo?«Sí—medije—.Esoesloquepiensa».
—¡Notellamaré!—legritéasusespaldas—.¡Nunca!—¿Hasacabadotucolumnademañana?—EraVee.Aparecióamilado,haciendo
anotaciones en la libreta que llevaba a todas partes—. Estoy pensando que lamíahablarásobrelainjusticiadeobligarteacambiardesitio.Mehatocadounachicaquedicequehaacabadoeltratamientocontralospiojosestamañana.
—Allávaminuevocompañero—dijeseñalandolaespaldadePatchenelpasillo.Caminabadeunmodoirritantementeseguro,eltipodeandarquecombinabienconcamisetasestampadasyunsombrerodecowboy.Patchnovestíanilounonilootro.Eradelaclasedechicosquellevantejanososcurosybotasoscuras.
—¿El transferido del último curso? Supongo que la primera vez no estudiómucho.Nilasegunda.—Melanzóunamiradaastuta—.Alaterceravalavencida.
—Me da miedo. Sabe qué música me gusta. Sin tener la menor pista dijo:
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«Barroco».—Miintentodeimitarsuvozgravefuebastantepobre.—¿Ungolpedesuerte?—Ademássabe…otrascosas.—¿Comoqué?Suspiré.Sabíamásdeloqueyoqueríaadmitir.—Sabecómometersedebajodemipiel—dijefinalmente—.Mañanahablarécon
elentrenadorylediréquenosvuelvaacambiar.—Pueshazlo.Podríausarlodeganchoparamipróximoartículo.«Elalumnado
del cuarto curso se resiste». Mejor aún: «El cambio de ubicación recibe unabofetada».Hummm…megusta.
Alfinaldeldíafuiyolaúnicaenrecibirunabofetada.Elentrenadordesechómialegatopara reconsiderar lanuevadisposición en el aula.Todoparecía indicarqueseguiríapegadaaPatch.
Demomento.
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Capítulo2
MimadreyyovivimosenunagranjadelsigloXVIIIenlasafuerasdeColdwater.EslaúnicacasasobrelacarreteradeHawthorne,ylosvecinosmáscercanosestánamásdeunkilómetrodedistancia.AvecesmepreguntosielconstructororiginalsediocuentadequedeentretodaslasparcelasdetierradisponibleseligióconstruirlacasaenelcentrodeunainversiónatmosféricaquepareceaspirartodalaniebladelacostadeMaineytrasplantarlaaljardín.Enaquelmomento,lacasaestabaveladaporunanieblatenebrosaquerecordabaaespíritusprófugosyerrantes.
YopasabalatardeclavadaauntaburetedelacocinaencompañíadelosdeberesdeÁlgebraydeDorothea,nuestraamade llaves.Mimadre trabajapara lacasadesubastas Hugo Renaldi, coordinando subastas de antigüedades y propiedadesinmueblesalolargodetodalacostaEste.Aquellasemana,ellaestabaenelnortedelestadodeNuevaYork.Sutrabajoleexigíaviajarmucho,ypagabaaDorotheaparaquecocinaraylimpiara,aunqueestoyseguradequelaletrapequeñadelcontratodeDorotheaincluíaquemevigilaradecerca.
—¿Cómo va el colegio?—me preguntó con su acento alemán. Estaba de piejuntoalapila,fregandolosrestosdelasañaadheridosenelfondodeunacazuela.
—TengounnuevocompañerodepupitreenlaclasedeBiología.—¿Esoesbuenoomalo?—Antes,Veeeramicompañeradepupitre.—Ya. —A medida que fregaba con más energía, la carne de su brazo se
zarandeaba—.Osea,quemalo.Suspiréadmitiéndolo.—Cuéntamealgodeesenuevocompañero.¿Cómoesfísicamente?—Es alto, moreno e irritante.—Y misteriosamente impenetrable. Los ojos de
Patcherancomodosbolasdecristalnegras.Loabsorbíantodosinrevelarnada.Noesquequisierasabermássobreél.Nomegustabaloqueveíaasimplevista,asíquedudabadequemegustaraloqueacechababajolasuperficie.
Peroesonoeradeltodocierto.Loqueveíamegustaba,ymucho.Unosbrazosdelgados y musculosos, unos hombros anchos pero relajados, y una sonrisa entrepícarayseductora.Teníaunpactofrágilconmigomisma,enunintentopor ignoraraquelloqueempezabaavolverseirresistible.
A las nueve en punto,Dorothea terminó su jornada y cerró con llave antes desalir. Yo le hice la doble señal con las luces del porche para despedirla; las lucesdebieron de penetrar la niebla, porque ella respondió con un bocinazo.Me quedé
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sola.Hice inventario de cómome sentía. No tenía hambre. No estaba cansada y ni
siquieramesentíasola,peroestabaunpocoinquietapormitrabajodeBiología.LehabíadichoaPatchquenolollamaría,yseishorasatráslodecíaenserio.Ahorasólopensabaenquenoqueríasuspender.Biologíaeraparamí laasignaturamásdifícil.Minotaoscilabaproblemáticamenteentreunsobresalienteyunnotable.Enmimenteésaeraladiferenciaentremediabecayunabecacompletaparaelfuturo.
Fui a la cocina y cogí el teléfono.Miré lo que quedaba de los siete númerostatuados enmimano. Enmi fuero interno deseaba que Patch no respondiera amillamada.Sinoestabadisponibleosenegabaacooperarconeltrabajo,eraevidentequepodíausarloensucontraparaconvenceralentrenadordequeanularaelnuevomapadeubicaciónenlaclase.Aferradaaestaesperanza,marquésunúmero.
Patchcontestóaltercertono.—¿Sí?Contotalnaturalidad,dije:—Llamo para ver si podemos quedar esta noche. Dijiste que estabas ocupado,
pero…—Nora.—Pronuncióminombrecomosi fuerael rematedeunchiste—.Creía
quenollamaríasnunca.Odiabatenerquetragarmemispalabras.OdiabaaPatchporrestregármeloporlas
narices. Odiaba al entrenador y sus trabajos demenciales. Abrí la boca, con laesperanzadedeciralgoatinado.
—Bien.¿Podemosquedarono?—Resultaquenopuedo.—¿Nopuedesonoquieres?—Estoyenmediodeunapartidadebillar.—Podíapercibirlarisaensuvoz—.
Unapartidamuyimportante.Porelruidodefondodedujequedecíalaverdadsobrelapartidadebillar.Siera
másimportantequemitrabajodeclase,esoeradiscutible.—¿Dóndeestás?—lepregunté.—EnelSalóndeBo.Noeslaclasedesitioquefrecuentas.—Entonceshagamoslaentrevistaporteléfono.Tengounalistadepreguntas…Colgó.Mequedémirandoelauricular,alucinada,yluegoarranquéunahojaenblancode
micuaderno.Enelprimerrenglónescribí:«Gilipollas».Enelsiguienteañadí:«Fumapuros.Morirádecáncerdepulmón.Esperemosquepronto.Excelenteformafísica».Deinmediatotachéesteúltimocomentariohastaquequedóilegible.
Elrelojdelmicroondasmarcabalas9.05.Talcomoloveía,teníadosopciones:ome inventaba la entrevista con Patch, o iba al salón de juegos. La primera opción
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habríasidomuytentadora,sihubiesepodidosuprimir laadvertenciadelentrenadordequeverificaría la autenticidadde las respuestas.No sabía tanto acercadePatchcomo para inventarme toda la entrevista. ¿Y la segunda opción? No era nadatentadora.
Como me costaba tomar una decisión, opté por llamar a mi madre. Parte denuestroacuerdoparaqueaellalefueraposibleviajarytrabajartantoeraqueyomecomportararesponsablemente,nocomolaclasedehijaquerequiereunasupervisiónconstante.Megustabamilibertad,ynoqueríahacernadaqueindujeraamimadreaoptar por una reducción de salario y un empleo cerca de casa a fin de tenermevigilada.
Alcuartotonoseactivósubuzóndevoz.—Soy yo—dije—. Era sólo para ver cómo iba todo. Tengo que terminar un
trabajo de Biología, y después me voy a la cama. Llámamemañana a la hora decomer,siteapetece.Tequiero.
Despuésdecolgarencontréunamonedaenelcajóndelacocina.Mejordejarlasdecisionescomplicadasenmanosdelazar.
—Cara, voy—le dije al perfil de GeorgeWashington—. Cruz, me quedo.—Lancélamonedaalaire,laatrapécontralapalmademimanoymeatrevíamirar.Micorazónseaceleró,ypenséquenoestabaseguradequésignificabaeso—.Lasuerteestáechada—dije.
Decididaaacabarconesoloantesposible,cogíunmapaymisllavesysaquémiFiatSpidermarchaatrásporelcaminodelaentrada.Elcocheprobablementehabíasido una monada allá por 1979, pero no es que me encantaran la pintura marrónchocolate,eloxidadoguardabarrostraseroolosasientosrajadosdecueroblanco.
ResultóqueelSalóndeBoestabamáslejosdeloquepensaba,cercadelacosta,amediahoraencoche.MetíelFiatenunaparcamientodetrásdeunedificiogrisdeladrilloconuncartelluminosointermitente:elSalóndeBo.Paintballybillares.Lasparedesestabancubiertasdegraffitis,yelsuelo,sembradodecolillas.Sinduda,ellocalerafrecuentadoporuniversitariosdeeliteyporciudadanosmodelos.Tratabademostrarse distante, pero notaba cierto nerviosismo en el estómago. Después deasegurarme por segunda vez de haber cerrado bien todas las puertas, me dirigí allocal.
Mepusealacoladelaentrada.Mientraselgrupodeadelantepagaba,mecoléycaminéhaciaellaberintodesirenasestridentesylucesparpadeantes.
—¿Tehasganadounavisitagratis?—megritóunavozásperadefumadoramisespaldas.
Regreséypestañeéanteuntaquillerotatuadoenexceso.—Novengoajugar—expliqué—.Estoybuscandoaunapersona.Élgruñó.
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—Siquierespasar tienesquepagar.—Apoyó lasmanosencimadelmostrador,donde había una tabla de precios pegada con cinta adhesiva, indicando que eranquincedólares.Sóloefectivo.
Noteníadinero.Ydehaberlotenidonolohabríagastadoparapasarunosminutosinterrogando a Patch sobre su vida personal. Sentí un arrebato de ira por lo delcambio de ubicación en clase y, sobre todo, por tener que estar en ese sitio. Sólonecesitabaencontrar aPatch, luegopodríamos saliryhacer la entrevista.Nopodíairmeconlasmanosvacíasdespuésdehaberconducidohastaallí.
—Si no regreso en dos minutos, pagaré los quince dólares —propuse y, sinatenderalsentidocomúnylapacienciarequerida,hicealgoimpropiodemíyvolvíacolarme.
Meadentréatodaprisaenelsalónconlosojosbienabiertos,buscandoaPatch.No podía creer que estuviera haciendo eso, pero era como una bola de nieve,cobrando fuerza y velocidad a medida que avanzaba. A esas alturas sólo queríaencontraraPatchylargarmedeallí.
Eldelataquillameseguía,gritando:«¡Eh,tú!»Segura de que Patch no estaba en la planta principal, bajé las escaleras a toda
prisa,siguiendolasseñalesqueconducíanalasaladebillares.Alpiedelaescalera,unailuminaciónenrielproyectabapálidaslucessobrevariasmesasdepóquer,todasocupadas.Elhumodelospuros,casitandensocomolanieblaqueenvuelvemicasa,formabanubesbajountechodeescasaaltura.Entrelasmesasdepóquerylabarrahabíavariasmesasdebillar.Patchestabaestiradosobrelamásalejada,intentandountiroporbandacomplicado.
—¡Patch!—llamé.Enese instante realizóel tiro,clavandoel tacodebillarenelpañode lamesa.
Levantó la cabeza con brusquedad. Me miró con una mezcla de sorpresa y decuriosidad.
Eltaquillerollegóamiladoconpasospesadosymesujetóporelhombro.—Venga,afuera.LabocadePatchformóunasonrisa.Difícilsabersieraburlonaoafectuosa.—Estáconmigo.Estoparecióejercerciertainfluenciasobreeltipo,queaflojósupresa.Antesde
que cambiara de opinión, me liberé de su mano y caminé zigzagueando entre lasmesashaciadondeestabaPatch.Losprimerospasoslosdicontodalacalma,perofuiperdiendoconfianzaamedidaquemeacercaba.
Enseguidanotéalgodiferenteenél.Nosabíaquéexactamente,perolopercibíacomosifueseelectricidad.¿Másanimosidad?
Másconfianzaensímismo.Más libertad para ser él mismo. Y aquellos ojos negros, que me resultaban
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inquietantes. Eran como imanes que controlaban cada uno de mis movimientos.Traguésalivacondisimulo,tratandodeignorarelclaquéquesentíaenmiestómagorevuelto.Algono ibabien,desde luego.Habíaalgoenélquenoeranormal.Algoquenoera…seguro.
—Perdonaporcolgarte—dijoacercándose—.Lacoberturanoesmuybuenaaquíabajo.
Sí,claro.Conungestodelacabezaindicóalosdemásquesemarcharan.Hubounsilencio
incómodoantesdeque alguien semoviera.El primero en retirarseme rozó con elhombroalpasar.Diunpasoatrásparanoperderelequilibrio,yallevantarlavistameencontréconlasmiradasfríasdeotrosdosjugadoresquesemarchaban.
Genial.SielentrenadorhabíasentadoaPatchamilado,noeraresponsabilidadmía.
—¿Bola ocho? —le pregunté, enarcando las cejas e intentando aparentarseguridad.QuizátuvierarazónyBonofueraunsitioadecuadoparamí,peroahoranoibaasalircorriendo—.¿Cómoestánlasapuestas?
Susonrisaseensanchó.Estaveznohubodudadequesereíademí.—Nojugamospordinero.Dejémimochilasobrelamesa.—Quépena.Pensabaapostartodoloquetengocontrati.—Leenseñémitrabajo,
las dos líneas escritas hasta el momento—. Te hago unas pocas preguntitas y melargo,¿deacuerdo?
—¿«Gilipollas»? —leyó Patch en voz alta, apoyado en su taco de billar—.¿«Cáncerdepulmón»?¿Esunaprofecía?
Meabaniquéconlahojadeltrabajo.—Doyporsentadoquecontribuyesaesteambientecargadodehumo.¿Cuántos
purospornoche?¿Uno?¿Dos?—Yonofumo—dijoconconvicción,peronomelotragué.—Ajá—dije,apoyandolahojasobrelamesa,entrelabolaochoylamoradalisa.
Toqué la bolamorada sin querermientras escribía en el tercer renglón: «Sí, fumapuros».
—Estásjugandosucio—repuso,todavíasonriente.Lomiréalosojosynopudeevitarimitarsusonrisa.—Esperemosquenotefavorezca.¿Tusueñomásanhelado?—Mesentíorgullosa
deéstaporquesabíaquelodejaríasinrespuesta.Requeríapensarconantelación.—Besarte.—No tiene gracia —dije aguantando su mirada, agradecida de no haber
tartamudeado.—No,perohacequetesonrojes.
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Mesentéenelbordedelamesa,tratandodeparecerimperturbable.Mecrucédepiernas,usandolarodillacomoescritorio.
—¿Trabajas?—RecojolasmesasenelBorderline.Elmejorrestaurantemexicanodelaciudad.Noparecíadesconcertadoporlapregunta,aunquetampocoencantado.—Hasdichounaspocaspreguntitas.Yavasporlacuarta.—¿Religión?—Religiónninguna…Culto.—¿Pertenecesaunculto?—mesorprendí,peseaquedeberíahaberdisimulado.—Resulta que necesito a una chica sana para un sacrificio. Al principio había
pensadoenseducirlaparaganarmesuconfianza,perosiyaestáslista…Lopocoquequedabadeunasonrisadesapareciódemirostro.—Nomeestásseduciendo.—Todavíanoheempezado.Bajédelamesayloencaré.Mesacabaunacabezadeestatura.—Vee me dijo que eras un estudiante del último curso. ¿Cuántas veces has
suspendidoBiologíadecuarto?¿Una?¿Dos?—Veenoesmiportavoz.—¿Estásnegandolossuspensos?—Estoydiciendoqueelañopasadonofuialinstituto.—Susojossemofabande
mí,loquesólosirvióparafortalecerme.—¿Hacíasnovillos?Dejóeltacosobrelamesadebillaryconundedomeindicóquemeacercara.No
lohice.—¿Quieres oír un secreto? —dijo en tono confidencial—. Nunca he ido al
colegio.¿Otrosecreto?Noestanaburridocomoesperaba.Estabamintiendo.Todoelmundo ibaalcolegio.Había leyes.Estabamintiendo
parafastidiarme.—Creesquemiento—dijorisueño.—¿Nuncahasidoalcolegio?Siesofueraverdad,ytienesrazón,nocreoquelo
sea,¿quéhizoquetedecidierasairesteaño?—Tú.Un temor impulsivo retumbó en mi interior, pero eso era exactamente lo que
Patchquería.Memantuvefirmeytratédemostrarmedisgustada.Aunasí,mellevóunratoencontrarmivoz.
—Esonoescierto.Debió de acercarse un paso, porque de repente sólo nos separaban unos
centímetros.—Tus ojos,Nora.Esos ojos fríos y grises son irresistibles.—Ladeó la cabeza,
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comoparaestudiarmedesdeotroángulo—.Yesoslabiossensualesatraencomounimán.
Sinperderlacomposturaantesucomentario,yaunqueunapartedemírespondiópositivamentealmismo,diunpasoatrás.
—Yaestábien.Memarcho.Peroapenaslodije,supequenoeraverdad.Sentíelimpulsodeañadiralgomás.
Rebuscandoenmimarañadepensamientos,intentédescubrirquésentíayquédebíadecir.¿Porquéeratansarcástico,yporquéactuabacomosiyohubierahechoalgoparamerecerlo?
—Parecequesabesmuchosobremí—dije,quedándomecorta—.Másdeloquedeberías. Es como si supieras exactamente lo que debes decir para hacerme sentirincómoda.
—Meloponesfácil.Unachispaderabiaardiódentrodemí.—Admitequelohacesapropósito.—¿Hacerqué?—Esto,provocarme.—Repite«provocarme».Tubocapareceprovocativacuandolodices.—Yahemosacabado.Siguecontupartida.—Agarréeltacodebillaryselotendí
con brusquedad. No lo cogió—. No quiero sentarme a tu lado—añadí—. Nomegusta ser tu compañera de pupitre.Nomegusta tu sonrisa condescendiente.—Metemblaba la barbilla, algo que normalmente sólo ocurre cuando miento. ¿Estabamintiendo? Si así era, quería darme de tortas—.Nome gustas tú—concluí de lamaneramásconvincenteposible,yempujéeltacocontrasupecho.
—Pues yo me alegro de que el entrenador nos haya puesto juntos —repuso.Detectéuna ligera ironíaen lapalabra«entrenador»,peronopude imaginar loqueescondía.Estavezagarróeltaco.
—Yameencargarédequenoscambien,descuida—respondí.A Patch eso le pareció tan divertido que todos sus dientes asomaron en otra
sonrisa.Alargólamanohaciamí,yantesdequepudieraapartarmedesenredóalgodemipelo.
—Teníasuntrocitodepapel—dijo,dejándolocaeralsuelo.Cuandoalargólamanoalcancéaverunamarcaenelinteriordesumuñeca.Me
parecióuntatuaje,perounasegundamiradarevelóunamarcadenacimientorojaymarrón,conunpocoderelieve,similaraunasalpicaduradepintura.
—Ésenoeselmejorsitioparaunamarcadenacimiento—dije,desconcertadaaladvertirquelateníacasienelmismolugarquemicicatriz.
Con aire despreocupado, aunque discreto, tiró de su manga para cubrirse lamuñeca.
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—¿Preferiríasquelallevaraenunlugarmásíntimo?—No tengo preferencias al respecto. —Dudé de cómo había sonado, así que
añadí—:Sino la tuvierasmedaría igual.—Yremaché—:Tumarcadenacimientometraesincuidado.
—¿Algunapreguntamás?¿Algúnotrocomentario?—No.—PuesentoncesnosvemosenlaclasedeBio.Penséendecirlequenovolveríaavermenuncamás.Peronoibaatragarmemis
palabrasdosveceselmismodía.
Aquellanoche,mástarde,medespertóunruido.Mequedéquieta,conlacabezahundida en la almohada, todos mis sentidos alertas. Mi madre estaba fuera de laciudadpor lomenosunavezalmes,asíqueestabaacostumbradaadormirsolaencasa,yhacíamesesqueimaginabapasosquerecorríanelpasillohaciamihabitación.La verdad era que nunca me sentía completamente sola. Justo después de quemataranamipadredeundisparoenPortlandmientrascomprabaunregaloparamimadre el día de su cumpleaños, una extraña presencia entró enmi vida. Como sialguienestuvieraorbitandomimundo,vigilandodesdeladistancia.Alprincipio,esapresencia fantasmal me tenía sobre ascuas, pero como no ocurría nada malo miansiedadsecalmó.Empecéapreguntarmesihabíaunarazóncósmicaqueexplicaramispresentimientos.Talvezelespíritudemipadreandabacerca.Laideaamenudomereconfortaba,peroaquellanocheeradiferente.Sentíalapresenciacomounhielosobremipiel.
Algirarunpocolacabeza,vislumbréunasombratenebrosaproyectadasobreelsuelodelahabitación,unasiluetadehombre.Medilavueltaparaponermedecaraalaventana,lalunaeralaúnicafuentedeluzquepodíaproyectarunasombra.Peronoseveíanada.Meabracéalaalmohadaymedijequehabíasidounanubepasandopordelante de la luna.Oun trozode algo arrastradopor el viento. Sin embargo, amipulsolecostóunosminutosestabilizarse.
Cuando reunívalorpara salir de la cama, el jardíndebajode laventana estabacalmoysilencioso.Sóloseoíanlasramasdelárbolrozandolapareddelacasa,yloslatidosdemicorazón.
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Capítulo3
El entrenador McConaughy estaba delante de la pizarra hablando en tonomonótonoacercadealgo,peromimentenavegabalejosdelascomplejidadesde laciencia.
Estaba redactando los motivos por los que Patch y yo no deberíamos sercompañerosdegrupo,haciendounalistaenelreversodeunahojadeexamen.Tanpronto como acabara la clase presentaría mis argumentos al entrenador. «Pocodispuesto a cooperar con el trabajo —escribí—. Demuestra escaso interés por eltrabajoenequipo».
Peroeran las cosasquenoanotaba lasquemásmepreocupaban.Me resultabaextraña lamarca de nacimiento de Patch y estaba asustada por el incidente enmiventana la noche anterior. Francamente, no concebía que Patch me estuvieraespiando,perotampocopodíaignorarlacoincidenciadeestarseguradehabervistoaalguienmirandopormiventanahorasdespuésdehabermeencontradoconél.
Mientras pensaba en Patch espiándome, metí la mano en el compartimentodelanterodemimochilaysaquédoscomprimidosdeuncomplementodehierro,paratragármelosenteros.Duranteunmomentosequedaronatascadosenmigarganta,yluegobajaron.
ConelrabillodelojoviaPatchenarcarlascejas.Ibaaexplicarlequeeraanémicayqueteníaquetomarhierrounpardevecesal
día,sobretodosiestabaestresada,peromelopensédosveces.Laanemianosuponíaningúnriesgositomabadosisregularesdehierro.Noestabaparanoicahastaelpuntode pensar quePatch pretendiera hacermedaño, pero en ciertomodomi vulnerableestadodesaluderaalgoquepreferíaocultar.
—¿Nora?El entrenador se encontraba al frente de la clase, su mano extendida parecía
indicarqueestabaesperandoalgo:mirespuesta.Unardorseexpandiólentamentepormismejillas.
—¿Podríarepetirmelapregunta?Laclaseriocondisimulo.Algoirritado,elentrenadorlarepitió:—¿Quécualidadesteatraendeunposiblecompañero?—¿Deunposiblecompañero?—Venga,notenemostodalatarde.OíaVeereírsedetrásdemí.
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Migargantaparecíacerrarse.—¿Quierequehagaunalistadelascaracterísticasdeun…?—Deunposiblecompañero,sí,esoayudaría.MiréaPatchdereojo.Élestabacómodamentereclinadoensusilla,loshombros
relajadosensujustamedida,estudiándomeconairesatisfecho.Medirigiósusonrisadepirataymovióloslabios:«Estamosesperando».
Puse las manos sobre la mesa una encima de la otra, procurando parecer másserenadeloqueestaba.
—Nuncalohepensado.—Puespiénsaloahora,yrápido.Elentrenadorhizoungestoimpacienteamiizquierda.—Tuturno,Patch.A diferencia demí, Patch habló con aplomo. Se había colocado con el cuerpo
ligeramenteorientadohaciaelmío,nuestrasrodillasseparadaspormilímetros.—Inteligente.Atractiva.Vulnerable.Elentrenadorestabaescribiendolosadjetivosenlapizarra.—¿Vulnerable?—preguntó—.¿Yeso?Veeintervino:—¿Esto tiene algo que ver con el tema que estamos estudiando? Porque en el
libro de texto no dice nada sobre las características que debe reunir el compañeroideal.
Elentrenadordejódeescribirymiróatrásporencimadelhombro.—Cadaanimalatraeasuscongéneresconelpropósitodereproducirse.Lasranas
sehinchan.Losgorilassegolpeanelpecho.¿Habéisvistoalgunavezuna langostamacholevantarsesobrelaspatasychasquearlaspinzasparallamarlaatencióndelahembra?Laatraccióneselprimerelementodelareproducciónentodoslosanimales,incluidosloshumanos.¿Porquénonosdasulista,señoritaSky?
Veelevantólamanoyextendióloscincodedos.—Guapísimo,rico, indulgente,sobreprotectoryunpoquitoperverso—enumeró
bajandoundedoconcadarasgo.Patchrioporlobajoydijo:—El problema de la atracción entre humanos es que nunca sabes si ésta será
correspondida.—Excelenteobservación—dijoelentrenador.—Los humanos son vulnerables—continuóPatch—porque se les puede hacer
daño. —Y me dio un leve rodillazo. Me aparté, sin atreverme a imaginar quépretendíadecirconesegesto.
Elentrenadorasintió.—Lacomplejidaddelaatracción(yreproducción)entrehumanosesunodelos
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rasgosquenosdiferenciandelasotrasespecies.MeparecióquePatchresoplabasuavemente.Elentrenadorcontinuó:—Desde el comienzo de los tiempos, las mujeres se han visto atraídas por
hombres con marcadas aptitudes para la supervivencia (como puede ser lainteligenciaoladestrezafísica),puesloshombresdeestascaracterísticastienenmásprobabilidadesderegresaracasaconcomidaalfinaldeldía.—Levantólospulgaresenelaireysonrió—.Recordad:comidaigualasupervivencia.
Nadierio.—Asimismo—prosiguió—,loshombressevenatraídosporlabellezaporquees
señal de salud y de juventud; no sirve emparejarse con unamujer enferma que nosobreviviráparacriaralosniños.—Elentrenadorseajustólasgafasysonrió.
—Eso es terriblemente sexista —protestó Vee—. Dígame algo con lo que seidentifiqueunamujerdelsigloXXI.
—Siabordalareproduccióndesdeunpuntodevistacientífico,señoritaVee,veráque los niños son la clave de la supervivencia de nuestra especie. Y cuantosmásniñostenga,mayorserásucontribuciónalbancogenético.
PudeimaginarmelamuecadedisgustodeVee.—Creoqueporfinnosvamosacercandoaltemadehoy:sexo.—Casi —dijo el entrenador, levantando un dedo—. La atracción es previa al
sexo, pero después de la atracción viene el lenguaje corporal. A vuestras posiblesparejas tenéis que comunicarles vuestro interés, sólo que sin utilizar demasiadaspalabras… Muy bien, Patch. Imaginemos que estás en una fiesta. Ves a muchaschicasdediferentesformasytamaños.Rubias,morenas,pelirrojas,algunasdepeloazabache. Algunas son habladoras, mientras que otras parecen tímidas. Hasencontradoaunachicaquees tu tipo:atractiva, inteligenteyvulnerable.¿Cómolecomunicaríastuinterés?
—Meacercaríaylehablaría.—Estupendo.Ahoravienelomásimportante.¿Cómoaveriguaríassiesunapresa
accesibleo,encambio,quierequetelargues?—Laestudiaría.Mepreguntaríaquépiensayquésiente.Ellanomelovaacontar
alaprimera,porloquetendréqueprestaratención.¿Memiradefrente?¿Aguantalamirada y luego la aparta? ¿Se muerde el labio y juega con su pelo, como estáhaciendoNoraenestemomento?
Laclaseenteraprorrumpióenrisas.Apoyélasmanosenmiregazo.—Ella es una presa —dijo Patch, dándome otro rodillazo. Entre todas las
reaccionesposibles,mesonrojé.—¡Muy bien! —exclamó el entrenador, su voz cargada de electricidad,
celebrandoconunasonrisaelinterésdetodalaclase.
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—Los vasos sanguíneos del rostro de Nora se están dilatando y tiene la pielcaliente—dijoPatch—.Sabequelaestáncortejando.Legustarecibiratención,peronosabemanejarse.
—Noestoysonrojada.—Estánerviosa—dijoPatch—.Seacariciaelbrazoparadesviarlaatenciónde
surostroasufigura,oquizásasupiel.Sonsuspuntosfuertes.Casime ahogué. «Está bromeando—medije—.No, es un enfermo».Y yo no
tenía experiencia en el trato con dementes. Me quedé mirándolo fijamente,boquiabierta. Si tenía alguna esperanza de estar a la altura de Patch, tendría quepensarenunanuevamaneradeabordarlo.
Apoyélasmanossobreelpupitreylevantélabarbillaparademostrarqueaúnmequedabadignidad.
—Estoesridículo.Estirandoelbrazoauncostadoconpicardía,Patchseagarróal respaldodemi
silla.Tuvelaextrañasensacióndequeeraunaamenazadirigidaamí,ydequeélnosedabacuentaoleimportabapocolareaccióndelaclase.Laclaseenteraseechóareír,peroélnoparecíaoír las risas.Memirabaa losojoscon tanta intensidadquecasilleguéacreerquehabíadelimitadounmundoprivadoparanosotros.
Movióloslabiossinhablar:«Vulnerable».Enganché los tobillos a las patas de mi silla y la arrastré bruscamente hacia
delante,haciendoquesubrazocayeradelrespaldo.Noteníaunpelodevulnerable.—¡Ahílotenéis!—dijoelentrenador—.Asífuncionaelprocesobiológico.—¿Yahorapodemoshablardesexo,porfavor?—solicitóVee.—Mañana.Leedelcapítulosieteyvenidpreparadosparaundebate.Sonóeltimbre,yPatchechósusillahaciaatrás.—Hasidodivertido.Repitamoscuandoquieras.—Antesdequesemeocurriera
algomásincisivoqueun«No,gracias»,élpasópordetrásdemíydesaparecióporlapuerta.
—Estoy organizando una petición para que despidan al entrenador—dijoVee,acercándoseamimesa—.¿Dequé iba laclasedehoy?Porpoconohizoque túyPatchosacostaraisdesnudossobrelamesayconsumaraiselacto.
Ledirigíunamiradainterrogante:«¿Parecíaquequeríarepetir?»—¡Jolines!—concluyóVeedandounpasoatrás.—Tengoquehablarconelentrenador.Teveréentutaquillaendiezminutos.—Claro.Meacerquéalescritoriodelentrenador,queestabaencorvadosobreun librode
jugadasdebaloncesto.Aprimeravista,todaslasXylasOdabanlaimpresióndequeestabajugandoaltresenraya.
—Dime,Nora.—Hablósinlevantarlavista—.¿Quépuedohacerporti?
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—Quierodecirlequelanuevadisposiciónenclaseyelnuevoplandetrabajomeincomodan.
Élempujólasillahaciaatrásyentrelazólasmanosenlanuca.—A mí me gusta la nueva disposición. Casi tanto como este nuevo marcaje
hombreahombrequeestoypreparandoparaelpartidodelsábado.Puse una copia del código de conducta del instituto y los derechos de los
estudiantessobrelamesa.—La norma dice que ningún alumno debería sentirse amenazado dentro del
colegio.—¿Tesientesamenazada?—Me siento incómoda.Yquisiera proponer una solución.—Alver quenome
interrumpía, respiré aliviada—. Me ocuparé de la tutoría de cualquier alumno deBiologíasivuelveasentarmealladodeVee.
—Patchpodríanecesitaruntutor.Evitéapretarlosdientes.—Esoquedadescartado.—¿Lohasvistohoy?Estaba implicado en la clase.En todo el añono le había
oído decir una sola palabra, pero ha sido sentarlo a tu lado y… ¡bingo! Sucalificaciónenestaasignaturavaamejorar.
—YladeVeevaaempeorar.—Esloquetienenopodermiraratuladoyencontrarteconlarespuestacorrecta
—respondióconironía.—ElproblemadeVeeeslafaltadeconstancia.Yoleecharéuncable.—De momento seguiremos así —dijo mirando el reloj—. Llego tarde a una
reunión.¿Algomás?Exprimí mi cerebro en busca de otro argumento, pero al parecer no estaba
inspirada.—Esperemosunassemanasaverquépasa.Ah,ylodedarleclasesparticularesa
Patchibaenserio.Cuentocontigo.—Y,sinesperarmirespuesta,sepusoasilbarlamelodíadelconcursotelevisivoJeopardyysemarchódelaula.
A las siete en punto el cielo se había oscurecido.Me subí la cremallera demiabrigo para ir bien tapada. Vee y yo volvíamos del cine y nos dirigíamos alaparcamiento, después de ver El sacrificio. Yo me ocupaba de las reseñas de laspelículas para la revista digital, y como ya había visto las demás películas que seproyectaban,nosresignamosaverlaúltimapelículadeterror.
Veedijo:—Eslapelimásestrafalariaquehevisto.Novolveremosavercinedeterror.Pormí,genial.Teniendoencuentaquelanocheanteriorhabíaalguienescondido
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enel jardínque espiabamihabitaciónyque acababadeverunapelícula sobreunacosadorenpotencia,empezabaasentirmeunpoquitoparanoica.
—¿Teloimaginas?—dijoVee—.Vivirtodatuvidasinsaberquelaúnicarazóndequetemantengasconvidaesqueserásusadaparaunsacrificio.
Nosestremecimos.—¿Yquémedicesdelaescenadelaltar?—continuó, irritándomepornodarse
cuentadequeyohabríapreferidohablardelciclodelavidadeloshongosantesquedelapelícula—.¿Porquéelmalocalientalapiedraantesdeatarla?Cuandooícómoellasefreía…
—Yavale—dijecasigritando—.¿Adóndevamos?—Sólotedigoque,siunchicoalgunavezmeplantaunbesocomoése,vomito
hastalastripas.Repugnanteespocoparadescribirsuboca.Esoeramaquillaje,¿nocrees?Nadieenlavidarealtieneunabocacomoésa…
—Mireseñaestarálistaantesdelamedianoche—dije,cortándolaenseco.—Ah.Vale.Entonces,¿vamosalabiblioteca?—Veequitóelseguroalaspuertas
desuDodgeNeonvioletadel95—.Estásmuysusceptible,quelosepas.Subíporlapuertadelpasajero.—Esculpadelapeli.—Ydelmirónquehabíaanocheenmiventana.—Nohablosólodeestanoche.Henotado—dijotorciendolabocaconmalicia—
quellevasdosdíasmalhumoradaenlaclasedeBiología.—Tambiénesfácildeexplicar.CulpadePatch.Vee lanzó un vistazo al retrovisor. Lo ajustó para mirarse los dientes. Se los
relamióyesbozóunasonrisaensayada.—Tengoqueadmitirlo:suladooscuromeatrae.Yo no quería admitirlo, pero Vee no era la única. La atracción que sentía por
Patch no la había sentido por nadie. Entre nosotros había un magnetismo oscuro.Cerca de él, me sentía atraída por el peligro. Y en cualquier momento él podíaempujarmemásallá.
—De sólo oírte me dan ganas de… —Vacilé, tratando de pensar cuál eraexactamenteelimpulsoquemeprovocabaesaatracciónporPatch.Nadaagradable.
—Dimequenoesguapo—pidióVee—,yteprometoquenovolveréamencionarsunombre.
Alargué lamanopara encender la radio.De entre tantas cosas para hacer teníaquehaberalgomejorquearruinarnoslanochehablandodePatch.Estarsentadaasuladounahoradiariacincodíasalasemanaeramásdeloquepodíasoportar.Noibaadarletambiénmisnoches.
—¿Ybien?—mepresionóVee.—Sifueraguapoyoseríalaúltimaenenterarme.Miopiniónnoesimparcial,lo
siento.
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—¿Quéquieresdecir?—Sumanera de serme resulta insufrible.Ni toda la belleza delmundo podría
compensareso.—Noesbelleza.Élestá…bienmoldeado.Essexy.Puselosojosenblanco.Veehizosonarelclaxonypisóelfrenocuandouncochesaliódelantedeella.—¿Quépasa?¿Noestásdeacuerdooesqueloschicosmalosnosontutipo?—Notengotipo—respondí—.Nosoytanestrechademiras.Veeseechóareír.—Tú,chica, erespeorqueeso.Eresobtusay limitada.Tumentees tanamplia
comoesosmicroorganismosdelprofesor.Nohayunsolochicoenelinstitutoqueteinterese.
—Eso no es cierto —me defendí maquinalmente. Pero era verdad: nunca mehabíainteresadodeverdadporalguien.¿Eramuyraro?—.Nosetratadeloschicos,setrata…delamor.Noloheencontrado.
—Nosetratadelamor—mecontradijoVee—.Setratadepasarlobien.Enarquélascejas,dubitativa.—¿Besaraunchicoquenoconocesyquenoteimportaespasártelobien?—¿Nohasestadoatentaa lasclasesdeBio?Lacosavademuchomásqueun
beso.—Oh—dijeconsuficiencia—.Elbancogenéticoyaestábastantedeformadosin
micontribución.—¿Quieressaberquiéncreoyoqueesrealmentebueno?—¿Bueno?—Untíobueno—aclaróVeeconunasonrisaindecente.—Niidea.—Tucompañero.—Nolollamesasí—dije—.«Compañero»tieneunaconnotaciónpositiva.Veeaparcóenunsitiocercadelaentradadelabibliotecayapagóelmotor.—¿Hasfantaseadoalgunavezconbesarle?¿Lehasechadounamiraditadereojo
ytehasimaginadoarrojándotesobreélparaplantarleunbesoenlaboca?Ledirigíunamiradaqueesperabaquetransmitieratodomihorror.—¿Ytú?Veesonrió.Trataba de imaginar qué haría Patch si dispusiera de esta información. Con lo
pocoquesabíadeél,percibíasuaversiónporVeecomosifuesealgopalpable.—Noeslobastantebuenoparati—dije.Ellarefunfuñó.—Cuidado,asísóloconseguirásquelodeseemás.
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Enlabibliotecaocupamosunamesaenlaplantaprincipal,cercadelaseccióndenarrativa para adultos. Abrí mi portátil y tecleé: «El Sacrificio, dos estrellas ymedia».Talvezfueraunapuntuaciónmuybaja,peroteníamuchascosasenlacabezaynomeapetecíaserespecialmentejusta.
Veeabrióunabolsadechipsdemanzana.—¿Quieres?—No,gracias.Miródentrodelabolsa.—Sinovasacomer,tendréquecomérmelastodas.Ynomeapetece.Veeestabahaciendounadietadecoloresabasedefrutas.Tresfrutasrojasaldía,
dosanaranjadas,unpuñadodeverdes…Cogióunachipdemanzanasecaylaexaminó.—¿Quécoloresése?—lepregunté.—EselverdedelaGrannySmithqueproducearcadas.Meparece.Enesemomento,MarcieMillar,laúnicaestudiantedecuartocursoquehacíade
animadoradelosequiposuniversitarios,sesentóenelbordedelamesa.Llevabasupelo bermejo peinado con dos coletas y, como de costumbre, su piel permanecíaoculta bajo medio pote de maquillaje. Con respecto a la cantidad estaba bastantesegura,puesnoseveíanirastrodesuspecas.Desdeelprimerañoquenoveíaunasola peca en la cara deMarcie, elmismo año que ella conoció a la vendedora decosméticosMaryKay.Uncentímetroymedioseparabaeldobladillodesufaldadesuropainterior,siesquellevabaropainterior.
—Hola,gordita—dijoMarcieaVee.—Hola,rarita—respondióVee.—Mimadreestábuscandomodelosparaestefindesemana.Pagannuevedólares
lahora.Penséqueigualteinteresaba.LamadredeMarcieeralaencargadadelosgrandesalmacenesdelaciudad,ylos
finesdesemanaponíaaMarcieyal restode lasanimadorasa lucirbiquinisen losescaparates.
—Le está costando lo suyo encontrarmodelos para lencería de talla grande—comentóMarcie.
—Tienes restos de comida en los dientes —le dijo Vee a Marcie—. Parecechocolatelaxante.
Marcie se relamió los dientes y se apeó de la mesa. Mientras se alejabacontoneándose,Veesemetiólosdedosenlabocaehizoungestodevomitar.
—Tienesuertedequeestemosenlabiblioteca—medijo—.Tienesuertedequenonoscrucemosenuncallejón.Porúltimavez,¿quieres?
—Paso.Veesealejóparatirarlabolsaalabasura.Alcabodeunosminutosregresócon
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unanovelaromántica.Sesentóamiladoy,enseñándomelacubierta,dijo:—Algúndía,estonospasaráanosotras.Raptadasporvaquerosmediodesnudos.
Mepreguntocómoserábesarunoslabiosconcostrasdebarroycurtidosalsol.—Asqueroso—murmurémientrasescribía.—Hablandodeasqueroso…—Levantólavoz—.Ahíestánuestrochico.Parédeteclearymiréporencimadelhombro,ymipulsosealteró.Patchestaba
al otro lado de la sala, en la cola de préstamos.Como si presintiera que lo estabamirando,sevolvióhaciamí.Nosmiramosfijamentetressegundos.Yoapartélavistaprimero,peronosinrecibirantesunasonrisapausada.
Mislatidossevolvieronirregulares,ymeordenétranquilizarme.Noibaaentrarensujuego.NoconPatch.Amenosquehubieseperdidoeljuicio.
—Vámonos—ledijeaVee.Cerrémiportátily lometíenlafunda.Guardéloslibrosenmimochila,ymientraslohacíasemecayeronalgunosalsuelo.
—Estoy intentando leer el título que lleva en la mano…—dijo mi amiga—.Esperaunmomento…Cómoserunacosador.
—Vengaya—dije,peronoestabasegura.—Esése,oCómoirradiarsensualidadsinelmenoresfuerzo.—¡Chsss!—Tranquila,nonosoye.Estáhablandoconlabibliotecaria.Sellevael libroen
préstamo.Loconfirméconunamiradarápida,ycaíenlacuentadequesinosíbamosenese
momentonos cruzaríamosconél en la salida.Yentonces tendríaquedecirle algo.Volvíasentarmeyempecéahurgarmediligentementelosbolsillossinbuscarnadaenparticular,mientrasélterminabaconsutrámite.
—¿Notepareceinquietantequesepresenteaquíjustocuandoestamosnosotras?—preguntóVee.
—¿Túquéopinas?—Creoqueteestásiguiendo.—Amímepareceunacoincidencia.—Estonoeratotalmentecierto.Sihubiese
hechounalistadelosdiezsitiosenqueesperabaencontrarmeconPatchenunatardecualquiera, no habría incluido la biblioteca pública. La biblioteca tampoco habríaaparecidoenunalistadeloscienlugaresposiblesdeencuentro.¿Quéhacíaélallí?
La pregunta era especialmente perturbadora después de lo ocurrido la nocheanterior.Nose lohabíamencionadoaVeeporqueesperabaqueseencogieraenmimemoriahastadesaparecer.
—¡Patch!—susurróVeeconsorna—.¿EstásacosandoaNora?Letapélabocaconlamano.—Basta.Enserio.—Adoptéunaexpresiónsevera.—Apuestoaqueteestásiguiendo—insistióVee,despegandomimanodesucara
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—.Apuesto a que tiene antecedentes.Apuesto a que tieneórdenesde alejamiento.Deberíamoscolarnoseneldespachodeldirectoryfisgarensuexpediente.Ahídebedeconstartodo.
—Novamosacolarnosenningúndespacho.—Podría montar un numerito. Soy buena montando numeritos. Nadie te vería
entrar.Seríamoscomoespías.—Nosomosespías.—¿Sabessuapellido?—preguntóVee.—No.—¿Sabesalgodeél?—No.Ytampocoquierosabernada.—Vengaya.Teencantanlosbuenosmisterios,yésteesinmejorable.—Enlosbuenosmisterioshayuncadáver.Aquínotenemoscadáver.—¡Demomento!—RioVee.Saquédoscomprimidosdehierrodelbotequeteníaenlamochilaymelostragué
enseco.
VeeaparcóelNeonenlaentradadesucasaapenaspasadas lasnueveymedia.Apagóelmotorymeenseñóelmanojodellavescolgandodeundedo.
—¿No vas a llevarme a casa? —le pregunté. Era malgastar saliva, pues yaconocíasurespuesta.
—Hayniebla.—EscomoPatch,apareceydesaparece.Veesonrió.—Vaya,noteloquitasdelacabeza.Noteculpo.Desdeluegoesperosoñarconél
estanoche.Uf.—Ylanieblanuncadesaparececercadetucasa—continuóVee—.Denocheme
espanta.Cogílasllaves.—Gracias.—Nome culpes. Dile a tu madre que se mude más cerca. Dile que hay algo
nuevollamadocivilizaciónyquevosotrasdeberíaisintegraros.—Supongoqueesperasqueterecojamañanaantesdelcolegio.—Alassieteymediaestaríabien.Eldesayunocorrepormicuenta.—Másvalequeestébueno.—Sébuenaconmibebé.—LedioungolpecitoalsalpicaderodelNeon—.Pero
nodemasiado.Novayaapensarquelequieresmásqueyo.De camino a casa dejé quemis pensamientos viajaran brevemente hasta Patch.
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Vee tenía razón, había algo en él increíblemente atrayente. E increíblementeescalofriante. Cuantomás pensaba en ello,másme convencía de que pasaba algoraro.Elhechodequelegustaracontrariarmenoeraprecisamenteunanovedad,perohabíaunadiferenciaentremetersedebajodemipielenclaseyacabarsiguiéndomehasta labiblioteca.Pocagentese tomaría tantamolestia,amenosque tuvieranunabuenarazón.
A mitad del camino, una lluvia intensa despejó las tenues nubes de nieblasuspendidas sobre la carretera. Dividiendo mi atención entre la carretera y loscontrolesdelvolante,intentabaencontrarloslimpiaparabrisas.
Las luces del alumbrado parpadearon, yme pregunté si se estaba aproximandouna nueva tormenta. Cerca del océano el tiempo cambiaba constantemente, y unaguaceropodíaintensificarsehastaconvertirseenunainundaciónrepentina.AceleréelNeon.
Las luces volvieron a parpadear. Un escalofrío me recorrió la nuca y sentí unhormigueoen losbrazos.Mi sexto sentidopasóaunestadodemáximaalerta.Mepregunté sime seguían.No seveían farospor el retrovisor.Tampocohabíacochesdelante.Estabasola.Noeraunpensamientomuyreconfortante.Volvíaacelerar.
Encendí los limpiaparabrisas, pero ni siquiera a máxima velocidad podíanseguirle el ritmo a la lluvia torrencial. El semáforo siguiente se puso en amarillo.Frené,measegurédequenoveníaningúncocheyluegocrucélaintersección.
Oíelimpactoantesdeverlasiluetaoscuradeslizándosesobreelcapó.Gritéypiséelfreno.Lasiluetagolpeóelparabrisasconuncrujido.Bruscamente giré el volante a la derecha. El Neon dio un coletazo e hizo un
trompoenelmediodelcruce.Lasiluetarodósobreelcapóydesapareció.Conteniendo el aliento, con ambas manos aferradas al volante y los nudillos
blancos,levantélospiesdelospedales.Elcochediounaúltimasacudidaysecaló.Elhombreestabaagachadoapocosmetros,mirándome.Noparecía tenerniun
rasguño.Vestía tododenegroy se fundíacon lanoche, con loquealprincipionodistinguíningunafacción,perocaíenlacuentadequellevabaunpasamontañas.
Sepusodepieyseacercó.Apoyólasmanossobrelaventanilladelconductorynuestrasmiradas se encontraron a través de los orificios del pasamontañas.En susojosparecíaasomarunasonrisaletal.
Atizóungolpeenlaventanilla,haciendovibrarelcristal.Arranqué el coche. Traté de sincronizar la primera marcha, el acelerador y el
embrague.Elmotorzumbó,peroelcochediootrasacudidayvolvióacalarse.Volvíaencenderlo,peroestavezmedistrajounchirridometálicodisonante.Vi
conhorrorcómolapuertaempezabaaarquearse.Laestabaarrancando.Metí la primera.Mis zapatos resbalaban sobre los pedales.Elmotor rugió y la
agujadelasrevolucionesporminutosedisparó.
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El puño del hombre atravesó la ventanilla haciendo añicos el cristal. Sumanobuscómi hombro, apretándome el brazo con fuerza. Lancé un grito ronco, pisé elaceleradorysoltéelembrague.ElNeonsalióchirriando.Élcontinuóagarradoamibrazo,corriendojuntoalcochedurantevariosmetrosantesdecaeralsuelo.
Avancé a toda velocidad con el ímpetu de la adrenalina.Miré por el retrovisorparaasegurarmedequenomeseguía,yluegotorcíelespejoparaevitarmirar.Tuvequeapretarloslabiosparacontenerelllanto.
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Capítulo4
ConduciendoporlacarreteradeHawthornepasépormicasa,dilavuelta,toméelatajohastaBeechyregreséalcentrodeColdwater.MeapresuréallamaraVee.
—Haocurridoalgo.Yo…él…apareciódelanada…elNeon…—Sihablasasínoteentiendo.¿Quéhapasado?Mesequélanarizconeldorsodelamano,temblandodelacabezaalospies.—Apareciódelanada.—¿Quién?—Él —intenté atrapar mis pensamientos y convertirlos en palabras—. ¡Saltó
delantedelcoche!—Oh,cielos.Diosmío.Oh,cielos.¿Hasatropelladounciervo?¿Túteencuentras
bien?¿YBambi?—Selamentóamedias,yluegogruñó—.¿YelNeon?Ibaaresponder,peroVeemecortó.—Olvídalo.Tengoseguro.Sólodimequemibebénoestácubiertoderestosde
ciervo.Nohayrestosdeciervo,¿verdad?Cualquieraquefueselarespuestaqueibaadarle,pasóaunsegundoplanoymi
menteseadelantódospasos.Unciervo.Quizápodíahacerlopasarporunaccidenteconunciervo.QueríaconfiarenVee,peroalmismo tiemponoqueríaparecerunaloca.¿Cómoibaacontarlequehabíaatropelladoaun tipoque,aunasí, se levantócomosinadayempezóaarrancar lapuertadelcoche?Meestiréelcuellohastaelhombro.Nohabíamarcasalavistadondemehabíaapretado.
De pronto tomé conciencia, sobresaltada. ¿De verdad iba a negar lo ocurrido?Sabíaloquehabíavisto.Noeramiimaginación.
—Vaya mierda —dijo Vee—. ¿Qué pasa que no contestas? El ciervo estáincrustado en el morro del coche, ¿verdad? Has conducido con el animal pegadodelantecomounamáquinaquitanieves.
—¿Puedodormirentucasa?—Noqueríaseguirenlacalle,enlaoscuridad.DeprontocaíenlacuentadequeparairalacasadeVeeteníaquevolverapasarporelcrucedondehabíaatropelladoaaqueltipo.
—Yaestoyenlacama—dijo—.Entrasinllamar.Con lasmanos ceñidas al volante conduje a travésde la lluvia, rogandoque el
semáforodelcruceestuvieseenverdeypudierapasar.Loestaba,ypiséelaceleradormirandoalfrente,peroalmismotiempoechandoojeadasfugacesalassombrasquebordeabanlacarretera.Nohabíaindiciosdelhombredelpasamontañas.
AlcabodediezminutosaparquéelNeonenlaentradadelacasadeVee.Eldaño
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enlapuertaeraconsiderable,ytuvequeabrirladeunapatada.Luegofuicorriendohasta la puerta principal, eché el cerrojo nada más entrar y bajé a toda prisa lasescalerasdelsótano.
Veeestabasentadaenlacamaconlostobilloscruzados,elportátilapoyadoensusrodillas,losauricularesconectadosyeliPodatodovolumen.
—¿Crees que debería ver los daños ahora mismo o después de dormir por lomenossietehoras?—gritóporencimadelamúsica.
—Creoquelasegundaopcióneslamejor.Veecerróelportátilysequitólosauriculares.—Acabemosconestodeunavez.Cuandosalimosmequedéestupefacta.Noeraunanochecálida,peroel fríono
era la razóndeque semepusiera lapieldegallina.Ni laventanilladel conductorestabahechapedazos,nilapuertaestabadoblada.
—Algo no va bien —dije. Pero Vee estaba ocupada inspeccionando cadacentímetrodesucoche.
Meacerquéytoquéconundedoelcristaldelaventanilla.Intacto.Cerrélosojosyvolvíaabrirlos:seguíaintacto.
RodeéelNeonpor laparte trasera.Yacasihabíacompletadounavueltaenteracuandomeparéenseco.
Unarajafinadividíaendoselparabrisas.Veelavioalmismotiempoqueyo.—¿Estásseguradequenofueunaardilla?Tuve un flashback de aquellos ojos letales detrás del pasamontañas. Eran tan
negrosquenopodíandistinguirselaspupilasdeliris.Negroscomolosde…Patch.—Míramellorardefelicidad—dijoVeeechándosesobreelcapóparaabrazarlo
—.Unarajitadenada.¡Esoestodo!Imposté una sonrisa, pero mi estómago se agrió. Cinco minutos antes, la
ventanillaestabahechatrizas,ylapuerta,doblada,peroahoraparecíaimposible.No,parecíauna locura.Yohabíavistoaquelpuñoatravesarelcristal,habíasentidosusdedosaferrandomihombro.
¿Ono?Cuantomás trataba de recordar el episodio, menos podía precisarlo. Pequeños
destellos de información perdida atravesaban mi conciencia. Los detalles sedesdibujaban.¿Erauntipoalto?¿Bajo?¿Delgado?¿Corpulento?¿Habíadichoalgo?
Nopodíarecordar.Esoeraloquemásmeaterraba.
PorlamañanasalimosdecasadeVeealassieteymediaynosdirigimosaEnzoparatomarundesayunocaliente.
Conunatazaentremismanos,intentédisiparelcrudofríoquesentíapordentro.
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MehabíaduchadoypuestounacamisayunachaquetadepuntodelarmariodeVee,ymehabíamaquilladounpoco,peronorecordabahaberlohecho.
—No mires ahora, pero el señor Suéter Verde está mirando hacia aquí,imaginando tus largas piernas sin tejanos… ¡Oh, pero si acaba de saludarme! Noestoydebroma.Mehahechounsaludomilitar.Quéencanto.
No estaba escuchando.El accidente se había reproducido enmi cabeza toda lanoche, ahuyentando cualquier posibilidad de conciliar el sueño.Mis pensamientoseranunamaraña,misojosestabansecosycansados,ynopodíaconcentrarme.
—El señor Suéter Verde parece normal, pero su acompañante parece un chicoduroymalo—dijoVee—.Emiteunaseñaldeltipono-te-metas-conmigo.DimequenoseparecealhijodeDrácula.Dimequemeloestoyimaginando.
Levantandolamiradalojustoparaecharundiscretovistazo,meencontréconunacara bonita de rasgos delicados. El cabello rubio le caía sobre los hombros. Ojoscolorcromo.Sinafeitar.Impecablementevestidoconunaamericanahechaamedidaencimadeunsuéterverdeyunostejanosnegrosdemarca.
—Teloestásimaginando—dije.—¿No te has fijado en los ojos hundidos? ¿El pico de viuda? ¿Su figura de
larguirucho?Hastapodríaserlobastantealtoparamí.Vee se acerca almetro ochenta, pero tiene una obsesión con los tacones altos.
Tambiéntieneunaobsesiónconnosalirconchicosbajitos.—Vale,¿quéocurre?—preguntóVee—.Parecespasmada.Notendráquevercon
la raja en el parabrisas, ¿verdad que no? Si atropellaste un animal, no pasa nada.Podría ocurrirle a cualquiera. De acuerdo, las posibilidades se reduciríanconsiderablementesitumadresetrasladaraalacivilización.
PensabacontarleaVeeloquehabíaocurrido.Pronto.Sólonecesitabaunpocodetiempo para aclarar los detalles. El problema era que no sabía cómo hacerlo. Lospocos detalles que recordaba eran inconsistentes. Era como si una goma de borrarhubiese dejadomimemoria en blanco.Recordaba el aguacero cayendo en cascadaporloscristalesdelNeon,empañandotodoelmundoexterior.¿Ysideverdadhabíaatropelladounciervo?
—Hummm… no te lo pierdas —dijo Vee—. El señor Suéter Verde se estálevantandodesusilla.Ahítienesuncuerpoqueasistealgimnasioregularmente.Yvienehacianosotras,susojosenbuscadebienesraíces,tusbienesraíces,chica.
Unsegundomástardenossaludóconun«Hola»graveyagradable.Ambaslevantamoslavistaalmismotiempo.ElseñorSuéterVerdeestabadepie
juntoanuestramesa,lospulgaresenganchadosenlosbolsillosdesustejanos.Teníalosojosazules,congreñasrubiasalamodasobrelafrente.
—Hola—respondióVee—.YosoyVee.ÉstaesmiamigaNoraGrey.Lamiréconceño.Nomeparecióbienquemencionaramiapellido,comosieso
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violaraunacuerdotácitoentrechicas,y,sobretodo,entreamigasdetodalavida,enpresenciade chicosdesconocidos.Saludé con lamanodemanera indiferenteymellevélatazaaloslabios,quemándomelalengua.
Élacercóunasillade lamesadeal ladoysesentóahorcajadas,apoyando losbrazosenelrespaldo.Metendiólamanoydijo:
—YosoyElliotSaunders.—Selaestreché,aunquemepareciódemasiadoformal—.YésteesJules—añadióseñalandoconlabarbillaasuamigo,aquienVeehabíasubestimadoalllamarle«alto».
Toda la estatura de Jules descendió sobre una silla que estaba al lado de Vee,haciendoquelasillaparecierapequeña.
Ellaledijo:—Creoqueereselchicomásaltoqueheconocido.Enserio,¿cuántomides?—Unonoventaycinco—respondióJulesentredientes,cruzándosedepiernas.Elliotseaclarólagarganta.—¿Deseanlasdamasquelestraigaalgo?—No,gracias—dijelevantandomitaza—.Yahepedido.Veemepateópordebajodelamesa.—Paraellaundonutrellenodecremadevainilla.Queseandos.—Teestássaltandoladieta,¿eh?—lapinché.—Menos cachondeo. La vaina de la vainilla es una fruta. Una fruta de color
marrón.—Esunalegumbre.—¿Estássegura?Noloestaba.Julescerrólosojosysepellizcóelcaballetedelanariz.Aparentementeestabatan
emocionadodesentarseconnosotrascomoyodequeseacercaran.MientrasElliotibaalmostrador,loseguíconlamirada.Sindudaibaalinstituto,
peronoalColdwaterHighSchool.Sucaramesonaría.Teníauncaráctersimpáticoysociablequenopasaba inadvertido.Denohabermesentido tanafectada,deverdadmehabríainteresado.Comoamigo,quizámás.
—¿Vivesporaquícerca?—lepreguntóVeeaJules.—Sí.—¿Vasalinstituto?—AlKinghorn—respondióconciertoairedesuperioridad.—Noloconozconideoídas.—Uncolegioprivado.EnPortland.Entramosalasnueve.—Selevantólamanga
ymirósureloj.Veehundióundedoenlaespumadesucapuchinoylediounlametazo.—¿Escaro?
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Juleslamiródirectamenteporprimeravezyentornólosojos.—¿Eresrico?Apuestoquesí—añadióVee.Jules lamiró como si ella acabara dematarle unamosca posada en su frente.
Empujósusillahaciaatrás,tomandodistanciadenosotras.Elliotregresóconunacajadeseisdonuts.—Dosconcremadevainillaparalasdamas—dijoempujandolacajahaciamí—,
ycuatroglaseadosparamí.NosécómoeslacafeteríadelColdwaterHigh.Casiescupimoslaleche.—¿VasalColdwaterHigh?—Empiezohoy.AcabandetrasladarmedelKinghorn.—Nora y yo vamos al Coldwater High —dijo Vee—. Espero que os sintáis
afortunados.Sinecesitáissaberalgo,comoaquiéninvitarparaelbailedeprimavera,notenéismásquepreguntar.Norayyonotenemoscompañeros…demomento.
Decidí que era hora de levantar el campamento. Era evidente que Jules estabaaburrido e irritado, y estar en su compañía no ayudaba a mi estado de ánimointranquilo.Simulémirarelrelojdemimóvilydije:
—Mejorvamostirando,Vee.TenemosqueestudiarparaelexamendeBiología.Elliot,Jules,hasidounplacer.
—Perosielexameneselviernes—dijoVee.Meencogípordentro.Porfuera,sonreí.—Esverdad.MereferíaalexamendeInglés.Laobrade…GeoffreyChaucer.—
Todossabíanqueestabamintiendo.Enciertomodomirudezamesabíamal,sobretodoporqueElliotnohabíahecho
nadaparamerecerla.Peronoqueríaquedarmeallísentada.Queríaavanzar,alejarmedelanocheanterior.Quizálapérdidadelamemorianofueraalgotanmalodespuésdetodo.Cuantoantesolvidaraelaccidente,antesvolveríamividaalanormalidad.
—Esperoquetengasunprimerdíaestupendo,yquizánosveamosalahoradelalmuerzo—ledijeaElliot.
LuegocogíaVeedeunbrazoylaarrastréhacialapuerta.
Lasclasesestabanllegandoasufin,sólofaltabaBiología,ytrasunabreveparadaenmitaquillaparacambiardelibrosmedirigíalaula.VeeyyollegamosantesquePatch;ellaocupóelasientovacíodemicompañero,sepusoahurgarensumochilaysacóunacajadecaramelospicantes.
—Marchandounafrutaroja—dijoofreciéndomelacaja.—Déjameadivinar…¿lacanelaesunafruta?—Apartélacaja.—Tampocohasprobadobocadoenelalmuerzo—dijoVeefrunciendoelceño.—Notengohambre.—Mentirosa.Siempretieneshambre.¿EsporPatch?Nocreerásenserioquete
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estáacechando,¿no?Porquelodeanocheenlabibliotecaeratodounabroma.Me froté las sienes con pequeños masajes circulares. El dolor que se había
instaladodetrásdemisojosempeoróaloírelnombredePatch.—Patchesloquemenosmepreocupa—dije.Noeracierto.—Esmisitio,sinoteimporta.VeeyyolevantamoslavistasimultáneamentealoírlavozdePatch.Semostróbastanteamable,peronoapartólosojosdeVeemientrasellaseponía
de pie y se colgaba lamochila al hombro.Mi amiga no parecía tener prisa; él leindicóelpasilloconelbrazo,invitándolaadejarlesitio.
—Estásguapa,comosiempre—medijomientrastomabaasiento.Sereclinóenlasilla con las piernas estiradas. Era alto, pero nunca había calculado su estatura.Mirandoahoralalongituddesuspiernas,imaginabaquesuperabaelmetroochenta.Unoochentaycinco,quizá.
—Gracias—respondí sin pensar.Yme arrepentí. ¿Gracias?De todas las cosasquepodíadecir,lopeoreradarlelasgracias.Noqueríaquepensaraquemegustabansus cumplidos. Porque no me gustaban… en general. No había que ser muyperceptivaparadarsecuentadequeeraunchicoproblemático,ybastantesproblemasteníayoenmivida.Nonecesitabamás.Talvezsiloignoraba,éldesistiríadeiniciaruna conversación. Y entonces podríamos sentarnos juntos en silencio y armonía,comoelrestodeloscompañerosdepupitreenlaclase.
—Yademáshuelesbien—dijoPatch.—Se llamaducharse.—Permanecímirando al frente.Al ver queno respondía,
megiréhaciaél—.Utilizasjabón,champúyaguacaliente.—Ytedesnudas.Conozcoelejercicio.Ibaacambiardetemacuandosonóeltimbre.—Guardadloslibros—dijoelentrenadordesdesuescritorio—.Voyarepartirun
cuestionarioparaqueentréisencalorparaelexamendelviernes.—Separóenfrentede mí, humedeciéndose el dedo mientras trataba de separar dos cuestionarios—.Quiero que estéis callados durante quince minutos mientras respondéis a laspreguntas.Luegohablaremosdelcapítulosiete.Buenasuerte.
Acabé con las primeras preguntas, respondiéndolas con la rápida fluidez de lainformación memorizada. Aunque no sirviera para otra cosa, el cuestionario memanteníaconcentrada,haciéndomeolvidarelaccidentedelanocheanteriorylavozinterior que ponía en dudami cordura. Cuando hice una pausa para sacudirme uncalambredelamanoconqueescribía,notéquePatchseinclinabahaciamí.
—Parecescansada.¿Unanochedura?—susurró.—Te vi en la biblioteca. —Tomé la precaución de mantener mi bolígrafo
deslizándosesobrelahojadelcuestionario,aparentandoquetrabajaba.—Elpuntoculminantedeminoche.
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—¿Meestabassiguiendo?Echólacabezaatrásyrioporlobajo.Probédeotromodo.—¿Quéestabashaciendoallí?—Fuiasacarunlibro.Intuíqueelentrenadormeobservabaymecentréenelcuestionario.Despuésde
responderunaspreguntasmás,echéunaojeadaamiizquierda.MesorprendíalverquePatchmeseguíamirando.Sonrió.
Mi corazón dio un vuelco, sobresaltado por su sonrisa extrañamente atractiva.Para mi horror, tan pasmada estaba que se me cayó el bolígrafo. Rebotó sobre elpupitreunpardevecesantesdecaeralsuelo.Patchseinclinópararecogerlo.Meloofreció con la palma extendida, y tuve que esforzarme para no rozarle lamano alcogerlo.
—Despuésdelabiblioteca—susurré—,¿adóndefuiste?—¿Porquélopreguntas?—¿Meseguiste?—Parecesunpoconerviosa,Nora.¿Quéteocurre?—Levantólascejascongesto
depreocupación.Sóloparaaparentar,porquehabíaunbrillodemofaensusojos.—¿Meestássiguiendo?—¿Porquéibaaseguirte?—Dímelotú.—Nora.—Lavozdelentrenadormehizovolveralcuestionario,peronodejéde
pensarencuálhabríasidolarespuestadePatch,yesomedabaganasdeestarbienlejosdeél.Alotroladodelaula.Alotroladodeluniverso.
Elentrenadorhizosonarsusilbato.—Tiempo.Pasadloscuestionarioshaciadelante.Elviernesosesperaunexamen
similar. Y ahora…—se frotó las manos sonoramente, y aquel ruido seco me dioescalofríos—pasemosa la leccióndehoy.SeñoritaSky,¿puedeadivinarcuáleseltemadehoy?
—S-e-x-o—deletreóVee.En ese preciso instante desconecté por completo. ¿Me estaba siguiendo Patch?
¿Erasurostroelqueseocultabadetrásdeaquelpasamontañas,siesquerealmenteallíhabíaunrostro?¿Quépretendía?Deprontoempecéasentirmuchofríoymecogíloscodos.QueríaquemividavolvieraaserloqueeraantesdequePatchirrumpieraenellaconrudeza.
Alfinaldelaclaseimpedíquesemarchara.—¿Podemoshablar?Élyaestabadepie,asíquesesentóenelbordedelamesa.—¿Quépasa?
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—Séquenoquieres sentarte ami ladomás de lo que yoquiero sentarme a tulado.Creoqueelentrenadorconsideraríacambiarnosdesitiositúselopides.Sileexplicaslasituación…
—¿Lasituación?—Quenosomos…compatibles.Sefrotólabarbilla,ungestomaquinalalquemehabíaacostumbradoalospocos
díasdeconocerlo.—¿Nolosomos?—Noesunanovedad.—Cuando el entrenador me solicitó mi lista de atributos deseados en un
compañero,yohablédeti.—Puesretíralo.—Dije:inteligente,atractiva,vulnerable.¿Noestásdeacuerdo?Lohacíaconelúnicopropósitodellevarmelacontraria,loquemeponíaaúnmás
nerviosa.—¿Ledirásalentrenadorquenoscambiedesitioono?—Paso.Empiezasagustarme.¿Quésesuponíaquedebíaresponderaeso?Evidentementeestababuscandoque
yoreaccionara.Loquenoeradifícil,dadoquenuncapodíasabercuándohablabaenbromaocuándoerasincero.
Tratédequemivozsonararelajada.—Creoqueestaríasmuchomejorconotrocompañero.Y tú losabes.—Sonreí,
tensaperoamable.—Me temo que podría acabar sentado al lado deVee.—Sonrió con lamisma
amabilidad—.Novoyatentaramisuerte.Veeapareciójuntoanuestramesa,mirándomeyluegoaPatch.—¿Interrumpoalgo?—No—dije, cerrando bruscamente la cremallera de mi mochila—. Le estaba
preguntando a Patch sobre los deberes para esta noche. No recuerdo qué páginashabíaqueleer.
—Latareaestáescritaenlapizarra,comosiempre—dijoVee—.¿Vasadecirmequenolahabíasleído?
Patchseechóa reír,comosicompartieraunchisteprivadoconsigomismo.Noeralaprimeravezquedeseabasaberenquéestabapensado.Porqueavecesteníalacertezadequeesoschistesprivadosteníanqueverconmigo.
—¿Algunaotracosa,Nora?—preguntó.—No—respondí—.Nosvemosmañana.—Loesperaréconansias.—Meguiñóunojo.Deverdadquelohizo.CuandoPatchsealejó,Veemeagarródelbrazo.
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—Buenasnoticias.Cipriano,éseessuapellido.Loleíenlalistadelentrenador.—¿Yporquésesuponequedeberíaalegrarme?—Todos los alumnos que toman una medicación recetada tienen que hacerlo
constar en la enfermería. —Tiró ligeramente del bolsillo de mi mochila, dondeguardaba mis comprimidos de hierro—. Y la enfermería está convenientementesituadaenelinteriordeladirección,oficinadonde,dalacasualidad,seguardantodoslosarchivosdelosestudiantes.
Conunbrilloenlosojos,Veeenlazósubrazoconelmíoymecondujohacialapuerta.
—Eselmomentodellevaracabounverdaderotrabajodedetective.
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Capítulo5
—¿Puedoayudarteenalgo?Forcéunasonrisadelantedelasecretariadeldirector,esperandoquenopareciera
tanfalsacomoenrealidadera.—Tengounamedicaciónrecetadaquetomoadiarioenelcolegio,ymiamiga…
—Mivoz se quebró al pronunciar la palabra, ymepregunté si después de ese díavolveríaatenerganasdellamaraVee«miamiga»—.Miamigameinformódequetengoquehacerloconstarenlaenfermería.¿Sabeustedsiesasí?—Nopodíacreerque estuviera allí con la intención de hacer algo ilícito. Últimamente estabaexhibiendo comportamientos impropios. Primero había ido a buscar a Patch a unsalón de juegos demala fama a altas horas de la noche.Ahora estaba a punto defisgonearensuarchivodeestudiante.¿Quémeestabapasando?Omejor,¿quémeestaba pasando con Patch, que en todo lo relacionado con él yo no podía evitarprocedersincriteriopropio?
—Sí, por supuesto —dijo la secretaria—. Todos los medicamentos deben serregistrados. La enfermería está al fondo, tercera puerta a la izquierda, enfrente deldepartamento de archivos.—Señaló un pasillo a su espalda—. Si la enfermera noestá,puedesesperarlaensuoficina.Regresaráenunminuto.
Fabriquéotrasonrisa.Laverdadesquenoesperabaquefueratanfácil.Avanzando por el pasillo,miré varias veces por encima del hombro.Nadieme
seguía.Elteléfonodeladirecciónestabasonando,peroaunmundodedistanciadelpasillodondemeencontraba.Estabasola,demanoslibres.
Medetuveenlatercerapuertaalaizquierda.Respiréhondoyllamé,peroporlaoscuridaddelaventanaeraevidentequenohabíanadiedentro.Empujélapuerta.Semovió con reticencia, chirriando al abrirse a una pequeña habitación con azulejosblancosgastados.Permanecíunmomentoenlaentrada,casideseandoqueaparecieralaenfermeraparanotenerotraopciónqueinformarsobremimedicaciónyretirarme.Unamiradafugazalotro ladodelpasillomerevelóunapuertaconunrótuloenelcristal:archivosdeestudiantes.Dentroestabaoscuro.
Me concentré en un pensamiento que no podía quitarme de la cabeza. Patchafirmaba que no había asistido al colegio el último año. Yo estaba segura de quementía,peroencasodequedijeralaverdad,¿habríaunexpedienteasunombre?«Almenostendránlasseñasdesudomicilio—pensé—.Ysucartilladevacunación,ylasnotas del último semestre». Aun así, una posible suspensión parecía un preciodemasiadoaltoporecharunvistazoalacartilladevacunacióndePatch.
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Me apoyé contra la pared ymiré el reloj.Veeme había dicho que esperase laseñal.Dijoquesabríareconocerla.
Genial.Elteléfonodeladirecciónvolvióasonar,ylasecretarialocogió.Mordiéndomeellabiolancéotramiradafugazalrótulodelapuerta:archivosde
estudiantes.Eramuyprobablequelapuertaestuvieracerradaconllave.Talvezlosarchivosexigíanmáximaseguridad.DabaigualquéclasedenumeritomontaraVee;silapuertaestabacerrada,noibaapoderentrar.
Mecambiélamochiladehombro.Pasóotrominuto.Quizádeberíamarcharme…Pero¿ysiVeeteníarazónyrealmentemeestabaacechando?ComosucompañeradepupitreenlaclasedeBiología,elcontactoregularconélpodíaponermeenpeligro.Teníalaresponsabilidaddecuidardemímisma…¿Verdadquesí?
Si la puerta estaba sin llave y los expedientes ordenados alfabéticamente, notendría inconveniente en localizar a Patch rápidamente. Añadiendo unos segundospara ojear las páginas en busca de algo sospechoso, posiblemente estaría otra vezfueraenmenosdeunminuto,casicomosinohubieseentrado.
Enladirecciónsehabía instaladounsilencioextraño.Derepente,Veeaparecióen el pasillo. Se acercó amí bordeando la pared, caminando agazapada, lanzandomiradasfurtivasporencimadelhombro.Eralamaneraenquecaminabanlosespíasenlaspelículasviejas.
—Todobajocontrol—susurró.—¿Ylasecretaria?—Hatenidoquesalirunmomento.—¿Hatenido?Nolahabrásdejadoincapacitada.—Estavezno.GraciasaDios.—Llamédesdeel teléfonopúblicoquehayfueraparaanunciarunaamenazade
bomba—dijo Vee—. La secretaria llamó a la policía, y luego salió corriendo enbuscadeldirector.
—¡Vee!Sedioungolpecitoensureloj.—Eltiempocorre.Noqueremosestaraquícuandolleguelapolicía,¿verdad?«Dímeloamí».Ambasmiramoslapuertadelasaladearchivos.—Apártate—medijodándomeunempujónconlacadera.Setiródelamangaparacubrirseelpuñoyloestampócontralaventana.Nada.—Ése era de prueba —dijo. Retrocedió para lanzar otro puñetazo pero yo le
aferréelantebrazo.—Puedequenoestécerradaconllave.—Giréelpomoylapuertaseabrió.
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—Esonohasidonadadivertido—dijoVee.Cuestióndegustos.—Entra—me ordenó—. Yo vigilaré. Si todo va bien, nos reuniremos en una
hora.Búscameenel restaurantemexicanoen laesquinadeDrakeyBeech.—Ysealejóagazapadaporelpasillo.
Estaba con un pie dentro y otro fuera de la estrecha habitación, donde losarmarios de los archivos se alineaban de pared a pared. Antes de que mi sentidocomúnmeordenarasalirdeallí,entréycerrélapuerta,apoyándomecontralahoja.
Respirandohondomedescolguélamochilayavancédiligente,repasandoconeldedolosarchivadores.Encontréelrotuladocar-cuv.Alprimertirónseabrióconunruidometálico.Lasetiquetasdelosarchivosestabanescritasamano,ymepreguntésielColdwaterHigheraelúnicocolegiosinsistemainformáticoquequedabaenelpaís.
MisojosencontraronrápidamenteelapellidoCipriano.Saqué el expediente del cajón repleto. Lo sostuve un instante, tratando de
convencermedequeibaahaceralgonodemasiadograve.¿Ysiconteníainformaciónprivada?ComocompañeradeBiologíadePatch,teníaderechoasaberciertascosas.
Deprontoseoyeronvocesenelpasillo.Busqué torpemente en el expediente abierto y me estremecí. Aquello no tenía
ningúnsentido.Lasvocesseacercaban.Metí el expediente sin mirar y empujé el cajón, que volvió a cerrarse con un
chirrido.Aldarmelavueltamequedéhelada:alotroladodelaventanaeldirectorseparóenseco,conlamiradaclavadaenmí.
Cualesquieraquefueranlaspalabrasqueestuvieradirigiendoalgrupo,formadoprobablementeporlosprincipalesprofesoresdelinstituto,sefueronapagando.
—Disculpenunmomento—leoídecir.Elgruposiguióavanzandoenmediodelbullicio.Élno.
Abriólapuerta.—Éstaesunárearestringidaparalosalumnos—meinformó.Intentéesbozarungestodedesamparo.—Lo siento. Estoy tratando de encontrar la enfermería. La secretaria dijo la
tercerapuertaaladerecha,perocreoquehecontadomal…—Enseñélaspalmasdelasmanos—.Meheperdido.
Antesdedarletiempoaresponder,abrílacremallerademimochila.—Tengo que registrar esto. Es un complemento de hierro —expliqué—. Soy
anémica.Meobservóunmomento,arrugandolafrente.Meparecióverlesopesarquéera
preferible: si ocuparse de mí o de una amenaza de bomba. Me indicó con un
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movimientodelabarbillaquesaliera.—Debeabandonareledificioinmediatamente.Se apoyó en la puerta abierta y yo pasé por debajo de su brazo; mi sonrisa
claudicó.
Una horamás tarde,me senté en un reservado del restaurantemexicano de laesquinadeDrakeyBeech.Uncactusdecerámicayuncoyotedisecadocolgabandelaparedporencimademí.Unmariachiconunsombreromásanchoquesuestaturasemeacercóconpasolento,rasgueandoensuguitarraunacansinaserenata,mientrasunacamareradejabaelmenúsobrelamesa.Fruncíelentrecejoalleerelnombredellocal: the borderline. Nunca había estado allí, sin embargo, me resultó vagamentefamiliar.
Vee se acercó y se dejó caer en el asiento de enfrente. El camarero acudióenseguida.
—Cuatrochimis,unadobledecremamexicana,unaracióndenachosyunadefrijoles—ordenóVeesinconsultarelmenú.
—Unburrito—pedíyo.—¿Querránlacuentaporseparado?—Nopiensoinvitarla—respondimosalunísono.Cuandoelcamarerosefue,dije:—Cuatrochimis.Megustaríasaberdóndeestálafruta.—Noempieces.Tengohambre.Nohecomidonadadesdeel almuerzo.—Hizo
unapausa—.Sóloloscaramelospicantes,quenocuentan.Vee es voluptuosa, una rubia escandinava muy sexy de un modo poco
convencional.Hahabidodíasenquenuestraamistaderaloúnicoqueponíafrenoami envidia.Al lado deVee, lo único que puedo lucir sonmis piernas, y quizámimetabolismo,peromipelodesdeluegoqueno.
—Másvalequesedéprisaconlosnachos—dijo—.Sinocomoalgosaladoencuarentaycincosegundosmesaldráurticaria.Yencualquiercasopasodeladieta.
—Aquítienensalsadetomate,queesalgorojo—señalé—.Yelaguacateesunafruta,meparece.
Surostroseiluminó.—Ypediremosunosdaiquirisdefresa.Veeteníarazón.Eraunadietafácildeseguir.—Vuelvo enseguida—dijo saliendo del reservado—.Ya sabes, tengo la regla.
Cuandoregresequierooírlaexclusiva.Mientras la esperaba,mequedémirando al ayudante de camarero que estaba a
unasmesas de distancia.Se afanabapasandoun trapo sobre unamesa.Había algofamiliar en sus movimientos, en cómo su camisa le caía sobre la espalda bien
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moldeada.Casicomosisospecharaqueloestabanmirando,seenderezóysevolvióhaciamí.Sumiradaseclavóenmisojosenelprecisoinstanteenqueyocomprendíaquéencontrabatanfamiliarenél.
EraPatch.Me quedé de una pieza, incrédula, cuando recordé que me había dicho que
trabajabaenelBorderline.Seacercósecándoselasmanosensudelantal,alparecerdisfrutandodemiapuro.
Miúnicasalidaeraescondermebajolamesa.—Vaya,vaya—dijo—.¿No tienesbastanteconvermecincodíasa la semana?
¿Tambiénteapeteceporlanoche?—Lamentoestadesafortunadacoincidencia.Sesentóenel sitiodeVee.Apoyó losbrazos, tan largosque llegabanhastami
ladodelamesa.Cogiómivasoylohizogirarentresusmanos.—Eseasientoestáocupado—dije.Alverquenorespondíalequitéelvasoybebí
un trago de agua, tragándome un hielo sin querer. Me quemó por dentro—. ¿Nodeberíasestartrabajandoenlugardeconfraternizarconlosclientes?—Meatraganté.
Sonrió.—¿Quéhaceseldomingoporlanoche?Resopléinvoluntariamente.—¿Meestásinvitandoasalir?—Teestásvolviendounaengreída.Esomegusta,ángel.—Loqueatitegustemetraesincuidado.Nopiensosalircontigo.Niunacita.Y
menosasolas.—QuisedarmedepatadasporsentirunacaloramientoalpensarenloquesupondríaunacitaasolasconPatch.Contodaseguridad,no lodecíaenserio.Contodaseguridad,loúnicoquepretendíaeraatormentarmeporrazonesquesóloélconocía—.Unmomento,¿acabasdellamarme«ángel»?
—Ajá.—Puesnomegusta.Sonrióabiertamente.—Puesasísequeda.Ángel.Se inclinó sobre lamesa yme pasó el pulgar por la comisura demi boca.Me
aparté,demasiado tarde.Se frotóelpulgar,manchadodebrillode labios, contraelíndice.
—Asíestásmejor.Tratéde recordardequéestábamoshablando,peronada tandifícil como fingir
indiferenciadespuésdequemetocara.Meechéelpelohaciaatrássobreloshombrosyretoméelhilodelaconversación.
—Encualquier caso, nomedejan salir por las noches si al día siguiente tengoclase.
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—Quépena.Hayunafiestaenlacosta.Penséquepodíamosir.—Parecíadecirloenserio.
Diosmío.Elacaloramientopersistíaenmisangre,asíquetoméuntragodeagua,procurandoenfriarme.EstarasolasconPatchseríaintrigante,ypeligroso.Nosabíaexactamenteporqué,peroporestavezconfiéenmiinstinto.
Fingíunbostezo.—Bueno,comotehedicho,tengoclasealdíasiguiente.—Conlaesperanzade
convencermeamímismamásqueaél,añadí—:Ysi tantoteinteresaesafiesta, teaseguroquenoiré.
«Tomaya—pensé—.Casocerrado».Ylesolté:—Encualquiercaso,¿porquémeinvitasamí?HastaesemomentomehabíaconvencidodequenomeimportabaloquePatch
pensarademí,peroentoncessupequemeautoengañaba.Yaunqueesepensamientoprobablemente regresaría para obsesionarme, sentía suficiente curiosidad por Patchcomoparairconélacualquiersitio.
—Quieroestarasolascontigo—dijo.Misdefensassereactivaronipsofacto.—Escucha,Patch,noquierosergrosera,pero…—Sí,yaloveo.—¡Bueno,túempezaste!—Excelente.Unareacciónmuymadura—.Nopuedoir
aesafiesta.Findelahistoria.—¿Porque tienes clase al día siguiente o porque te da miedo estar a solas
conmigo?—Lasdoscosas—semeescapó.—¿Tedanmiedotodoslostíos…osóloyo?Puse los ojos en blanco, como diciendo «no-pienso-responder-a-esa-pregunta-
estúpida».—¿Te hago sentir incómoda?—Su boca se mantenía neutra, pero sugería una
sonrisaespeculativa.Sí,realmenteejercíaunainfluenciaperniciosasobremí.Yselasarreglabapara
borrarcualquierpensamientológicodemimente.—Losiento—respondí—.¿Dequéestábamoshablando?—Deti.—¿Demí?—Detuvidapersonal.Mereí,sinsaberdequéotromodoreaccionar.—Siestotienequeverconmigo…yelsexoopuesto…Veeyamehasoltadoese
rollo.Nonecesitooírlodosveces.—¿YquédicelaviejaysabiaVee?
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Ocultémismanos,vistoquenoeracapazdetenerlasquietas.—Noentiendoporquéestástaninteresado.Sacudiólacabezasuavemente.—¿Interesado? Estamos hablando de ti. Estoy fascinado. —Sonrió, y fue una
sonrisafantástica.Elefectofueunincrementodemipulso.—Creoquedeberíasregresaraltrabajo—dije.—¿Sabes?,megustapensarquenohayunsolochicoenelinstitutoqueestéala
alturadetusexpectativas.—Olvidabaqueeresunexpertoenmissupuestasexpectativas—memofé.Meestudiódeunmodoquemehizosentirtransparente.—Noeresmuyreservada,Nora.Nitímida.Sólonecesitasunabuenarazónpara
esforzarteporconoceraalguien.—Noquierohablarmásdemí.—Creessabertododetodoelmundo.—Esonoescierto—dije—.Porejemplo,nosémuchoacercadeti.—Porquenoestásdispuestaaconocerme.No había nada suave en el modo en que lo dijo. De hecho, su expresión era
afiladísima.—Hehusmeadoentuarchivodeestudiante.Mispalabraspendieronun instanteenel aireantesdeque losojosdePatch se
encontraranconlosmíos.—Estoysegurodequeesoesilegal—contestóconcalma.—Tucarpetaestabavacía.Noconteníanada.Nilacartilladevacunación.Nisiquierafingiósorpresa.Sereclinóenelasiento,susojosrelucientescomola
obsidiana.—¿Meestásdiciendoquetemesquetecontagiedealgo?¿Sarampiónopaperas?—Teestoydiciendoqueteveoveniryquieroquelosepas.Nohasengañadoa
todoelmundo.Voyaaveriguarquétramasytedejaréaldesnudo.—Esloquemásdeseo.Me ruboricé, captando la indirecta demasiado tarde. Por encima de su cabeza
diviséaVeezigzagueandoentrelasmesas.—AhívieneVee.Tienesqueirte.Perosequedóallí,observándome.—¿Porquémemirasasí?—lodesafié.Seinclinóhaciadelanteparalevantarse.—Porquenoeresparanadaloquemeesperaba.—Nitú—repliqué—.Erespeor.
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Capítulo6
A lamañana siguienteme sorprendió ver a Elliot entrar en la primera hora deEducación Física justo cuando sonaba el timbre. Llevaba pantalones cortos debaloncestoyunasudaderaNikeblanca.Suszapatillasaltasparecíannuevasycaras.DespuésdeentregarleunpapelalaseñoritaSully,mevio,mesaludóconlamanoyseacercóalasgradasdondeyoestaba.
—Meestabapreguntandocuándovolveríamosacruzarnos—dijo—.LadirecciónhareparadoenquenohecursadoEducaciónFísicaenlosúltimosdosaños.Enloscolegiosprivadosnoesobligatorio.Estándebatiendocómoharánencajarcuatroañosválidos de Educación Física en los dos próximos. Así que aquí estoy. TengoEducaciónFísicaenlaprimerayenlacuartahora.
—Nuncasupeporquétetrasladaronaquí—dije.—Perdílabecaymispadresnopodíanpagarlamatrícula.LaseñoritaSullyhizosonarsusilbato.—Entiendoqueesesilbatosignificaalgo,¿no?—dijoElliot.—Diez vueltas alrededor de la pista—dije poniéndome de pie en la grada—.
¿Eresunatleta?Elliotselevantódeunsaltoysepusoadarrápidospasosdepúgil.Lanzóalaire
algunos ganchos y golpes rápidos. Concluyó con un gancho que se detuvo acentímetrosdemibarbilla.
—¿Unatleta?—Sonrió—.Hastaeltuétano.—TelovasapasarengrandeconlaseñoritaSully.Trotamos juntos las diez primeras vueltas, luego salimos afuera, donde todo
estaba teñido de una niebla fantasmal que parecía querer obstruir mis pulmones,ahogándome. El cielo dejó filtrar unas pocas gotas, amenazando con desatar unatormentasobrelaciudaddeColdwater.Mevolvíhacialaspuertasdeledificio,perosabíaqueerainútil:laseñoritaSullyeraunaentusiasta.
—Necesitodoscapitanespara elpartidodebéisbol—voceó—.Venga, aver siespabiláis. ¡Quiero ver esas manos en el aire! Si no hay voluntarios formaré yomismalosequipos,ynosueloserjusta.
Elliotlevantólamano.—Muy bien—dijo la profesora—.Aquí, junto a lameta. Y qué tal…Marcie
Millarcomocapitándelequiporojo.MarciemiróaElliot.—Venga.
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—Adelante,Elliot,eligetúprimero—dijolaseñoritaSully.Rascándoselabarbilla,Elliotobservódetenidamentealaclase,comosiconsólo
mirarnospudieraevaluarnuestrashabilidadesparabatearypararlabola.—Nora—escogió.Marcieechólacabezaatrásyrio.—Gracias —dijo a Elliot, dirigiéndole la típica sonrisa desarmante que, por
razonesquenoalcanzoacomprender,idiotizaalsexoopuesto.—¿Porqué?—preguntóElliot.—Porregalarnoselpartido.—Marciemeseñalóconeldedo—.Haycienrazones
porlasqueyosoyanimadorayNorano.Lacoordinacióneslaprimeradeellas.La miré con ojos entornados, luego fui hacia Elliot y me puse a su lado,
tapándomelacabezaconunsuéterazul.—Norayyosomosamigos—dijoElliotaMarcieserenamente,casiconfrialdad.
Eraunaexageración,peronoibaacorregirlo.Marcielorecibiócomouncubodeaguahelada,yyolodisfruté.—Esoesporquenohasconocidoanadiemejor.Comoyo.—Marcieseenroscó
unmechóndepeloenundedo—.MarcieMillar.Prontooiráshablardemí.—Oteníaunticenelojo,olelanzóunguiño.
Elliot no respondió, y mi valoración respecto de él aumentó unos puntos. Unhombre inferior habría caído de rodillas e implorado por la mínima atención queMarcieestuvieradispuestaaconcederle.
—¿Vamos a quedarnos aquí toda la mañana esperando a que llueva o nosponemosatrabajar?—terciólaseñoritaSully.
Una vez formados los dos equipos, Elliot llevó a los nuestros a la caseta dejugadoresydecidióelordendebateo.Meentregóunbateymecolocóuncasco.
—Túseráslaprimera,Grey.Todoloquenecesitamosesunsencillo.Mientraspracticabamiswing,apuntodedarleaElliotconelbate,dije:—Peroyotengoganasdeunacarrera.—También marcaremos un jonrón. —Me envió al home—. Ve a ocupar tu
posiciónypracticatuswing.Me puse el bate al hombro, pensando que quizá debería haber prestado más
atencióndurantelasSeriesMundiales.Vale,quizádeberíahaberlasvisto.Micascosedeslizóhasta taparme lavistayyo lo levanté tratandodedivisarelcampo interior,perdidoentremacabrasvolutasdeniebla.
MarcieMillar ocupaba su lugar en elmontículo del lanzador. Sostenía la boladelantedesurostroyadvertíquemeenseñabaeldedocorazónlevantado.Medirigióotrasonrisadelassuyasymelanzólabola.
Lacogíderefilón,enviándolaalazonadetierra,fueradelalíneadefoul.—¡Strike uno! —gritó la profesora desde su posición entre la primera y la
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segundabase.—¡Llevabademasiadoefecto, lánzaleunalimpia!—gritóElliotdesdelacaseta.
TardéendarmecuentadequelehablabaaMarcieynoamí.Marcie volvió a lanzar y la bola trazó un arco bajo el cielo sombrío. Intenté
golpearla,peroestavezfalléporcompleto.—¡Strikedos!—anuncióAnthonyAmowitzdetrásdesumáscaradereceptor.Lomirécondureza.Meapartédelabasedelbateadorypractiquémiswingrepetidasveces.Casino
vi queElliot se acercaba por detrás.Me rodeó con los brazos y colocó susmanossobreelbate,alineadasconlasmías.
—Dejaqueteenseñe—medijoaloído—.Así.¿Lopillas?Ahorarelájate.Giralascaderas,eltrucoestáenlascaderas.
Sentíaunintensocalorenelrostromientrastodalaclasenosmiraba.—Creoqueyalotengo,gracias.—¡Idosaunhotel!—nosgritóMarcie.Losjugadoresserieron.—Situvierasunlanzamientodecenteellagolpearíalabola—lerespondióElliot.—Yosélanzar.—Yellasabebatear.—Ymesusurró—:Pierdeelcontactovisualenel instante
quearroje labola.Sus lanzamientosno son limpios, asíque tendrásqueesforzarteparaalcanzarlos.
—¡Venga,estáisretrasandoeljuego!—nosgritólaseñoritaSully.Fueentoncescuandoalgoenelaparcamiento,másalládelacasetadejugadores,
mellamólaatención.Meparecióoírminombre.Medilavuelta,aunquesabíaquenadiemehabíallamadoenvozalta.Minombrehabíasidosusurradoenmimente.
«Nora».Patch llevabaunagorradebéisbolazul.Estabaapoyadocontra lavallacon los
dedoseneltejidodealambre.Nollevabaningúnabrigo,apesardeltiempo.Ibatodode negro.Memiraba con ojos opacos e inaccesibles, pero sospeché que detrás deellosocurríanmuchascosas.
Otrasartadepalabrasinvadiómimente.«¿Aprendiendoabatear?Bonitodetalle».Respiré con calma y me dije que aquellas palabras sólo estaban en mi
imaginación. La otra posibilidad era que Patch tuviera el poder de conducirpensamientosal interiordemimente, locualera imposible.Simplementenopodíaser.Amenosqueyosufrierauntrastornodelirante.Esomeasustómásquelaideadeque él hubiese transgredido los métodos de la comunicación normal y pudiese, avoluntad,hablarmesinsiquieraabrirlaboca.
—¡Grey!¡Concéntrateeneljuego!
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Pestañeé, reaccionandojustoa tiempoparaver labolaviniendohaciamí.Fuiabatear,peroentoncesoíotrogoteodepalabras.
«No…aúnno».Merefrené,esperandoquelabolamellegara.Amedidaquedescendíadiunpaso
alfrentedelabasedelbateador.Bateécontodasmisfuerzas.Seoyóuncrujidotremendoyelbatevibróenmismanos.Labolasaliódisparada
haciaMarcie,quecayósobresutrasero.Pasandoentreeljugadormedioylasegundabase,labolafueapararalosjardines.
—¡Corre!—gritótodomiequipodesdelacaseta—.¡Corre,Nora!Corrí.—¡Sueltaelbate!—gritaron.Losolté.—¡Párateenlaprimerabase!Nolohice.Nadamás llegar a la esquina de la primera base, giré y eché a correr hacia la
segunda. El campo izquierdo ahora tenía la bola, en posición para dejarme fuera.Agaché la cabeza, seguí corriendoy tratéde recordar cómoalcanzaban labase losprofesionalesque jugabanen la televisión.¿Con lospiespordelante?¿Decabeza?¿Frenaban,caíanyrodaban?
Labolasalióvolandohacialasegundabase,unacosablancaquegirabaenalgúnpunto de mi visión periférica. Un excitado cántico religioso trajo a mis oídos lapalabra«¡Tírate!»,peroyoseguíasinsaberconquédebíaalcanzarlatierraprimero,siconlospiesoconlasmanos.
El jugadorde la segundabasecogió labolaenelaire.Mezambullídecabeza,conlosbrazosextendidos.Elguantesaliódelanada,abatiéndoseenpicadosobremí.Medioenlacaraconsufuerteoloracuero.Micuerposedesarmóenla tierra,unmontóndepolvoyarenadisolviéndosebajomilengua.
—¡Eliminada!—gritólaseñoritaSully.Caí de lado ymepalpé el cuerpo en busca de heridas.Tenía una sensación de
ardorenlaspiernas,unaextrañamezcladecaloryfrío,ymequedaríacortasidijeraque, al levantarme el chándal, tuve la impresión de que dos gatos habían caídoencimademismuslos.Lleguécojeandoalacasetadelosjugadoresymedesplomésobreelbanquillo.
—Unamaravilla—dijoElliot.—¿Miacrobaciasuicidaomipiernadestrozada?—Conlarodillacontraelpecho
mesacudítantatierracomopude.Elliotseinclinóymesoplólarodilla.Lascostrasmásgrandesdetierracayeron
alsuelo.Hubounsilencioincómodo.
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—¿Puedesandar?—mepreguntó.Mepusedepie,demostrandoque,sibienmipiernaeraundesastrederasguñosy
polvo,todavíapodíausarla.—Puedollevartealaenfermería.Cogetumochila—dijo.—¿Teparece?Estoybien.—Miréhacia lavalla,dondehabíavistoaPatchpor
últimavez,peroyanoestabaallí.—¿Esequeestabaenlavallaestunovio?—mepreguntóElliot.Me sorprendió queElliot hubiese reparado en la presencia dePatch.Estaba de
espaldasalavalla.—No.Sólounamigo.Enrealidad,nisiquieraeso.Esuncompañerodelaclase
deBiología.—Teestássonrojando.—Debedeserelviento.La voz de Patch todavía resonaba enmi cabeza.Mi corazón latíamás rápido,
pero,encambio,misangreseenfriaba.¿Mehabíahabladoatravésdelpensamiento?¿Había un vínculo entre nosotros que permitía que eso ocurriese? ¿O me estabavolviendoloca?
Elliotnoparecíamuyconvencido.—¿Deverdadnohaynadaentrevosotros?Noquierocortejaraunachicaqueno
estádisponible.—Nada.—Yencualquiercaso,yonoibaapermitirquelohubiera.«Esoestáporverse».¿QuéhabíadichoElliot?—¿Perdona?—dije.Élsonrió.—ElDelphicSeaportvuelveaabrirelsábadopor lanoche.Julesyyoestamos
pensando en ir. Parece que el tiempo no será demasiadomalo. ¿Tal vez Vee y túqueráisvenir?
Melopensé.SirehusabaunainvitacióndeElliot,Veememataría.Además,salirconElliotparecíaunabuenamaneradeescaparalaatracciónquesentíaporPatch.
—Pareceunbuenplan—respondí.
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Capítulo7
ErasábadoporlanocheyDorotheayyoestábamosenlacocina.Ellaacababademeterunacazuelaenelhornoyestabarepasandolalistadetareasquemimadrelehabíadejadoenlapuertadelanevera.
—Hallamado tumadre.Noregresaráhastaeldomingopor lanoche—medijomientras fregaba condetergente la pila de la cocina conuna energía quemehacíadolerelbrazo—.Hadejadounmensajeenelcontestador.Quierequelallames.¿Hasestadollamandocadanocheantesdeirtealacama?
Yo estaba sentada en un taburete, comiendo un bollo de pan con mantequilla.Acababadedarleunmordisco,peroDorotheamemirabaesperandounarespuesta.
—Hummm-hum—asentí.—Hoyhallegadounacartadelinstituto.—Señalóconlabarbillalascartasque
habíasobreelaparador—.¿Puedequesepasdequésetrata?Meencogídehombrosconesmeradainocenciaydije:—Niidea.Peroteníaunaideabastanteclara.Docemesesatráshabíaabiertolapuertademi
casaparaencontrarmeconlapolicía.«Tenemosmalasnoticias»,dijeron.Elentierrodemipadrefueunasemanamástarde.Desdeentonces,todosloslunesporlatardeacudía a mi sesión con el doctor Hendrickson, el psicólogo del instituto. Habíafaltadoalasúltimasdos,ysinolasrecuperabaesasemanamemeteríaenproblemas.Lacartaprobablementeeraunaadvertencia.
—¿Tienesplanesparaestanoche?¿TúyVeehabéispensadoenalgo?¿Talvezunapelículaaquíencasa?
—Talvez.Deverdad,Dorth,yopuedolimpiar lapilamástarde.Venasentartey…cómetelaotramitaddemibollo.
ElmoñogrisdeDorotheaseledeshacíamientrasfregaba.—Mañana voy a una conferencia —dijo—. En Portland. Hablará la doctora
MelissaSanchez.Elladicequeunapuedesentirsemássexyatravésdelamente.Lashormonassondrogaspeligrosas.Amenosqueledigamosloquequeremos,tienenunefecto contraproducente. Se nos vuelven en contra.—Se giró yme apuntó con elenvasededetergenteparaenfatizar—.Ahoramelevantoporlamañanayescriboconelpintalabiosenelespejo:«Soysexy.Loshombresmedesean.Lossesentaycincosoncomounosnuevosveinticinco».
—¿Creesquefunciona?—pregunté,intentandonosonreír.—Funciona—respondió.
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Melamílosdedosconmantequillamientraspensabaunarespuestaapropiada.—Asíquevasadedicarelfindesemanaareinventartuladosexy.—Todamujernecesitareinventarsuladosexy.Dichoasímegusta.Mihijaseha
hecho implantes.Dice que lo hizo para ellamisma, pero ¿quémujer se pone tetaspara ella misma? Son una carga. Se ha puesto tetas para satisfacer a un hombre.Esperoquetúnohagasestupidecesporunchico,Nora.—Agitóeldedo.
—Créeme,Dorth,nohaychicosenmivida.—Deacuerdo,quizáshabíadosalacechoenlaperiferia,rondando,perocomonoconocíalosuficienteaningunodelosdos,yunodeellosmeasustaba,parecíamássegurocerrarlosojosyhacercomosinoestuvieranallí.
—Esoesbuenoymalo.Sidasconelchicoequivocado,temetesenproblemas.Siencuentras al chico apropiado, encuentras el amor. —Su voz se suavizó con lareminiscencia—.CuandoeraunajovencitaenAlemania,tuvequeescogerentredosmuchachos. Uno era muy malvado. El otro era mi Henry. Estuvimos felizmentecasadosdurantecuarentayunaños.
Eraelmomentodecambiardetema.—¿Cómoestátuahijado…Lionel?Entornólosojos.—¿TegustaelpequeñoLionel?—Nooo…—Yopodríaarreglaralgo…—No,Dorothea,deverdad.Gracias,pero…ahoramismoestoymuyconcentrada
enlosestudios.Quieroiraunauniversidadderangosuperior.—Siacasomásadelante.—Telodiré.TerminémibolloacompañadaporelrumordelacharlamonótonadeDorothea,
interponiendoinclinacionesdecabezayalgúnqueotro«ajá»cadavezqueellahacíaunapausaalaesperadeunarespuesta.Peroloquedeverdadmepreocupabaerasiquería quedar conElliot esa noche.Al principiome había parecido una gran idea,pero cuanto más lo pensaba, más dudaba. Por una parte, lo había conocido hacíaapenasunpardedías.Yporotra,noestabaseguradecómoselotomaríamimadre.Seestabahaciendo tarde,yelDelphicestabapor lomenosamediahoraencoche.Además,losfinesdesemanaelDelphicerafamosoporsudesenfreno.
SonóelteléfonoyelnúmerodeVeeaparecióenelidentificadordellamadas.—¿Hacemosalgoestanoche?—quisosaber.Abrí la boca, sopesandomi respuesta, pero cuando le comenté la invitación de
Elliotnohubovueltaatrás.Lanzóunchillido.—¡Oh,Diosmío!¡Diosmío,Diosmío,Diosmío!Acabodederramarelesmalte
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de uñas sobre el sofá. Espera, voy por una toallita de papel. ¿El esmalte sale conagua?—Alcaboregresó—.Creoquehearruinadoelsofá.Estanochetenemosquesalir.Noquieroestaraquícuandodescubranmiúltimaobradearteaccidental.
Dorotheahabíabajadoalcuartodebaño.Noteníaganasdeescucharlaquejarsedelasinstalacionesmientraslimpiaba,asíquemedecidí.
—¿QuétepareceelDelphicSeaport?ElliotyJulesirán.Quierenquedar.—¡Meestásdandodemasiadosdetalles!Reservalainformaciónvital,Nora.Paso
arecogerteenuncuartodehora.—Ycolgó.Subíymepuseunsuéterblancodecachemiraajustado,unos tejanososcurosy
unosmocasinesazulmarino.Diformaalcabelloqueenmarcamirostroenroscándoloenmidedo,comohabíaaprendidoamanejarmis rizosnaturales,y…¡voilà!Unosespirales bastante decentes.Me aparté del espejo dos veces yme dije que era unamezcladechicasimpáticaysexy.
Cincominutos después,Vee subió con elNeon el camino de la entrada e hizosonarelclaxonenmodostaccato.Amímellevabadiezminutosrecorrerladistanciaentre nuestras casas, pero por lo general respetaba el límite de velocidad. Veecomprendía la palabra «velocidad», pero «límite» no formaba parte de suvocabulario.
—Me voy al Delphic Seaport con Vee—dije en voz alta para que me oyeraDorothea—.Sillamamimadre,¿teimportaríapasarleelmensaje?
Dorotheasalióanadeandodelcuartodelbaño.—¿HastaelDelphic?¿Aestahora?—¡Quetediviertasentuconferencia!—dijeescapándomeporlapuertaantesde
queellapudieraprotestarohacerquemimadresepusieraalteléfono.Vee llevaba su pelo rubio recogido en una coleta, con algunos rizos gruesos
colgando.Unasargollasdeoropendíandesusorejas.Lápizde labioscolorcereza.Pestañasnegrasylargas.
—¿Cómolohashecho?—pregunté—.Teníascincominutosparaestarlista.—Siempre lista.—Veeme lanzóuna sonrisa—.Soy el sueñode cualquierboy
scout.Meinspeccionóconojocrítico.—¿Qué?—dije.—Estanochevamosaquedarconunoschicos.—Porloúltimoquehesabido,asíes.—Aloschicoslesgustanlaschicasqueparecen…chicas.Enarquélascejas.—Yyo¿quéparezco?—Parecesunaquehasalidodeladuchayyaestá.Nomemalinterpretes.Laropa
estábien,elpeloestábien,peroelresto…Aquítengoalgo.—Metiólamanoensu
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bolso—.Como soyunabuena amiga, teprestomipintalabios.Ymi rímel, pero siantesmejurasquenotienesningunaenfermedadocularcontagiosa.
—¡Notengoningunaenfermedadocular!—Vale,sólolopreguntoporcubrirmelasespaldas.—Bah,olvídalo.Veesequedóboquiabierta;nosepodíacreerquenoquisieramaquillarme.—¡Tesentirásdesnudasinesto!—Exactamente.Laverdad,no teníamuyclaro lode ira la fiestasinmaquillaje.Noporqueme
sintieraunpocodesnuda,sinoporquePatchmehabíasugeridolodenomaquillarme.Paraconvencerme,medijequemidignidadnoestabaen juego.Nimiorgullo.Mehabíanhechounasugerenciayyoeralobastanteabiertacomoparaprobarla.Loquenoqueríaadmitir eraqueparaprobarlahabíaescogidounanocheen laquenomeencontraríaconPatch.
Mediahoramástarde,VeeconducíaporelcaminodeaccesodelDelphicSeaport.Tuvimosquedejarel cocheen lazonamásapartadadelaparcamiento,debidoa laafluencia del fin de semana. Situado sobre la costa, el Delphic Seaport no eraconocidoprecisamentepor su clima templado.Unviento a rasdel suelo arrastrababolsas de palomitas y envoltorios de caramelos, arremolinándolos a nuestros pies,mientrasnosdirigíamosalataquilla.Hacíatiempoquelosárboleshabíanperdidosushojas, y las ramas se extendían amenazadoramente sobre nosotras como dedosdesarticulados.ElDelphicSeaporteratodaunaatracciónduranteelverano,consusinstalacionesrecreativas,susbailesdemáscaras,suspuestosdevidencia,susmúsicosgitanos y su espectáculo de fenómenos. Nunca supe si las deformidades humanaseranrealesounailusión.
—Unadulto,porfavor—pedíalataquillera.Ella cogió el dinero y deslizó una pulsera por debajo de la ventanilla. Luego
sonrió, enseñando sus dientes blancos de vampiro, de plástico y manchados depintalabiosrojo.
—Que te diviertas —dijo con voz lúgubre—. Y no dejes de visitar nuestraatracción recientemente remodelada.—Dio un golpecito en el cristal señalándomeunapilademapasyfolletos.
Cogíunomientrasmedirigíaalostorniquetes.Eltextorezaba:
PARQUEDEATRACCIONESDELPHIC¡LASENSACIÓNMÁSNOVEDOSA!
ELARCÁNGEL¡REMODELADOYRENOVADO!
PIERDALAGRACIADIVINAENUNACAÍDAVERTICALDETREINTAMETROS
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Vee leía el folleto por encima de mi hombro. Sus uñas amenazaban conperforarmeelbrazo.
—¡Tenemosquemontarnos!—aulló.—Al final —le prometí, con la esperanza de que si visitábamos primero las
demásatraccionesseolvidaradeésa.Hacíaañosquenosentíamiedoa lasalturas,quizá porque las había evitado concienzudamente.No sabía si ya estaba preparadaparaaveriguarsieltiempohabíadisipadomimiedo.
Despuésdepasarporlanoria,losautosdechoque,laalfombramágicayalgunascabinasdejuego,VeeyyodecidimosqueeraelmomentodebuscaraElliotyaJules.
—Aver…—dijoVeemirandolosdoscaminosquecircunvalabanelparque.Unmomentodesilencio.—Elsalóndejuegos—dijefinalmente.—Correcto.Acabábamosdecruzarlaspuertasdelsalóndejuegoscuandolovi.NoeraElliot.
TampocoJules.EraPatch.Melanzóunamiradadesdesuvideojuego.Lamismagorradebéisbolquellevaba
cuandolovidurante laclasedeEducaciónFísica leocultabagranpartede lacara,perovislumbréeldestellodeunasonrisa.Aprimeravistamepareciósimpática,peroluegorecordécómohabíairrumpidoenmispensamientosysemehelólasangre.
Conunpocodesuerte,Veenolohabríavisto.Lahiceavanzarpocoapocoentrelagente,consiguiendoquePatchquedarafueradesuvista.Loúltimoquequeríaeraqueellainsistieraenacercarnosyentablarunaconversación.
—¡Allá están!—exclamó Vee, agitando la mano por encima de su cabeza—.¡Jules!¡Elliot!¡Aquí!
—Buenasnoches,señoritas—dijoElliotabriéndosepasoentrelamultitud.Julesseguíasuestela,conlafrescuradeuntrozodecarnedehacetresdías—.¿MedejáisqueosinviteaunaCoca-Cola?
—Meparecebien—respondióVee,mirandoaJules—.Paramíunadiet.Julessedisculpóparairalservicioydesaparecióentreelgentío.Alcabodecincominutos,ElliotregresócondosCoca-Colas,quenosentregó.Se
frotólasmanosycontemplóelsalón.—Bien,¿pordóndeempezamos?—dijo.—¿NodeberíamosesperaraJules?—preguntóVee.—Nosencontrará.—Hockeydeaire—propuse.Elhockeydeaireestabaenelotroladodelsalónde
juegos. Cuanto más lejos de Patch, mejor. Seguramente era una coincidencia queestuvieraallí,peromisinstintosrecelaban.
—¡Mirad!—exclamóVee—.¡Unfutbolín!—Yseabriócaminoenzigzagrumbo
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alamesa—.Julesyyocontravosotrosdos.—Esjusto—dijoElliot.Elfutbolínhabríaestadobiensinofueraporquesehallabaaescasadistanciade
Patch y su videojuego. Me propuse ignorarlo. Si estaba de espaldas a él, apenasrepararíaensupresencia.QuizáVeetampocoloviera.
—Oye,Nora,¿ésenoesPatch?—dijoVee.—¿Eh?Ellaseñalóconeldedo.—Esedeallí.Esél,¿no?—Nolosé.Elliotyyosomoselequipoblanco,¿vale?—PatchsesientaconNoraenlaclasedeBio—explicóVee.Meguiñóunojocon
picardía,peropusocaradeinocentecuandoElliotsevolvióhaciaella.Lamiré sacudiendo la cabeza sutilmente pero con firmeza, transmitiéndole un
perentorio«para-ya».—Estámirandohaciaaquí—dijoVeeentredientes.Seinclinósobreelfutbolín,
dando a entender que su conversación conmigo era privada, pero susurró alto paraqueElliotlaoyera—.Tienequeestarpreguntándosequéhacesaquícon…—MoviólacabezaseñalandoaElliot.
Cerrélosojos.¿Paraquéqueríaenemigosconamigasasí?—Patchhadejadoclaroquequiereseralgomásqueelcompañerodepupitrede
Nora—continuóVee—.Ynoselepuedeculpar,desdeluego.—¿Deveras?—dijoElliot,lanzándomeunamiradade«no-me-sorprende».Veemededicóunasonrisatriunfalde«agradécemelo-más-tarde».—Noesasí—lacorregí—.Es…—Espeorqueeso—remachómiamiga—.Norasospechaquelaestásiguiendo.
Lapolicíaestáapuntodeintervenir.—¿Jugamosdeunavez?—dijelevantandolavoz,ycoloquélabolaenelcentro
deltablero.Nadiemehizocaso.—¿Quieres que hable con él?—se ofreció Elliot—. Le diré que no queremos
problemas.Lediréqueestásconmigo,yquesitieneunproblemalodiscutaconmigo.Diosmío,noqueríaquelaconversacióntomaraeserumbo.—¿QuépasaconJules?—pregunté—.Dijoquevolvíaenseguida.—Escierto,quizáselohatragadoelváter—observóVee.—DéjamehablarconPatch—dijoElliot.Sibienapreciabasupreocupación,nomegustabalaideadequeseenfrentaraa
Patch.ÉsteeraunfactorX:intangible,espeluznante,desconocido.¿Quiénsabíadeloqueeracapaz?Ellioterademasiadobuenoparaserenviadoalosleones.
—Nomeasusta—añadióElliot,comosimeleyeraelpensamiento.Evidentemente,noestábamosdeacuerdo.
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—Esunamalaidea—dije.—Alcontrario,esunaideagenial—mecontradijoVee—.Deotromodo,Patch
podríaponerseviolento.¿Recuerdaslaúltimavez?—¿Laúltimavez?—repetí con afectación.No tenía ni ideadepor quéVee se
obstinaba, aparte de su inclinación por dramatizarlo todo. Lo que para ella era undrama,paramíeraunahumillaciónmorbosa.
—Esetíopareceunbichoraro—dijoElliot—.Lediréunpardecosas.—Ysediolavueltaparairhaciaél.
—¡No!—exclamé, reteniéndolo por la manga—. Él… esto… podría volver aponerseviolento.Déjamehablaramí.—EntornélosojosmirandoaVee.
—¿Estássegura?—preguntóElliot—.Notengoproblemaenocuparmeyo.—Creoqueserámejorsivoyyo.Me sequé el sudor de las palmas en los tejanos, respiré hondo yme encaminé
haciaPatch, unospocos juegosde consolamás allá.No tenía ni ideadequé iba adecirle.Esperabaquefuerasólounsaludobreve,pararegresarluegoconElliotyconVeeydecirlesquetodoestabaenorden.
Patchvestíacomosiempre:camisanegra,tejanosnegrosyuncollarplateadoquecontrastaba con su tez oscura.Estaba arremangadopor encimadel antebrazoy susmúsculossetensabanmientraspulsabalosbotones.Eraalto,delgadoyfuerte,ynome habría sorprendido que bajo su ropa tuviera cicatrices, recuerdos de peleascallejerasyotrashazañas.Noesquequisieramirarbajosuropa.
CuandolleguéalaconsoladePatch,apoyéunamanoenellateralparallamarsuatencióny,conlavozmáscalmadaposible,dije:
—¿EsunPac-Man?¿OunDonkeyKong?—En realidadparecíaun juegomásviolentoymilitar.
Élesbozóunasonrisalenta.—Esunjuegodebéisbol.Quizápodríascolocartedetrásdemíydarmealgunas
indicaciones.Lasbombasestallabanenlapantallayloscuerposvolabanporlosairesenmedio
degritoselectrónicos.No,noeraunjuegodebéisbol.—¿Cómo se llama? —me preguntó Patch, dirigiendo una mirada casi
imperceptiblealfutbolín.—Elliot.Oye,tengoqueserbreve.Meestánesperando.—¿Lehevistoantes?—Esnuevo.Acabandetrasladarlo.—Primerasemanaenelcolegioyyaestáhaciendoamigas.Untipoafortunado.
—Me miró de reojo—. Puede que tenga un lado oscuro y peligroso que noconocemos.
—Parecequeesmiespecialidad.
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Esperéaversilopillaba,peroselimitóaresponder:—¿Teapeteceunapartida?—Giró lacabezahaciael fondode lasala.Através
delgentíosólosealcanzabaaverlasmesasdebillar.—¡Nora!—mellamóVee—.Venaquí.¡Elliotmeestádandounapaliza!—Debovolverconmisamigos—ledijeaPatch.—Si gano—dijo, como si no estuviera dispuesto a aceptar un no—, le dirás a
Elliotquetehasurgidoalgo.Ledirásqueyanoestáslibreestanoche.Menudaarrogancia.—¿Ysiganoyo?—Nopudeevitarreplicar.Memiródearribaabajo.—Nocreoquetengamosquepreocuparnosporeso.Impulsivamentelediunpuñetazoenelbrazo.—Tencuidado—murmuró—.Podríanpensarqueestamosflirteando.Tuveganasdedarmedebofetones,porqueesoeraexactamenteloqueestábamos
haciendo.Peronoeraculpamía,sinodeél.Ensupresencia,yoexperimentabaunaconfusapolaridaddedeseos.Partedemíqueríasalircorriendoalgritode«¡Fuego!¡Fuego!»,peromipartemástemerariaanhelabasaberhastadóndepodíaacercarmesinquemarme.
—Unapartidadebillar—medesafió.—Estoyconmisamigos.—Vehacialasmesas.Yomeocuparédeeso.Me crucé de brazos, esperando parecer severa y un poco exasperada, pero al
mismotiempotuvequemordermeellabioparareprimirunasonrisa.—¿Quépiensashacer?¿PelearteconElliot?—Sólosiesnecesario.Seguroquebromeaba.¿Seguro?—Acabadedesocuparseunamesa.Veycógela.«Aquenoteatreves».Meenvaré.—¿Cómolohashecho?Al ver que no lo negaba, sentí una punzada de pánico. Era real. Él sabía
exactamenteloqueestabahaciendo.Laspalmassemecubrierondesudor.—¿Cómolohashecho?—insistí.Medirigióunasonrisaastuta.—¿Hacerqué?—Nofinjasquenoloestáshaciendo—leadvertí.Apoyóunhombroenlamáquinaymemiró.—Dimequéesloquesupuestamenteestoyhaciendo.—Mis…pensamientos.
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—¿Quépasaconellos?—Cortaelrollo,Patch.Miróalrededorconhistrionismo.—Noquerrásdecirque…mecomunicocontumente,¿verdad?Sabesqueesoes
imposible.Traguésalivay,conlacalmaquelogréreunir,dije:—Medasmiedo,ynocreoquevayasahacermeningúnbien.—Podríahacertecambiardeopinión.—¡Noooooora!—me llamóVeepor encimadel estrépitodevocesydepitidos
electrónicos.—BúscameenelArcángel.Retrocedí.—Nihablar—dijeimpulsivamente.Patchmerodeócasirozándomeyunescalofríorecorriómiespalda.—Teestaréesperando—mesusurróaloído.Ysaliódelsalóndejuegos.
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Capítulo8
Regresé al futbolín algo aturdida. Elliot estaba encorvado sobre el tablero congestodeconcentracióncompetitiva.Veechillabaysereía.Julesseguíasinaparecer.
Miamigalevantólavistadeltablero.—Bueno,¿quéhapasado?¿Quétehadicho?—Nada.Lehedichoquenonosmolestaraysehaido.—Puesnoparecíaalteradocuandosehamarchado—observóElliot—.Sealoque
seaquelehayasdicho,hafuncionado.—Quépena—selamentóVee—.Esperabaunpocodeacción.—¿Listosparajugar?—preguntóElliot—.Estoydeseandoganarmeunapizzaa
pulso.—Yoestoylista,siJulesregresa—dijoVee—.Estoyempezandoapensarqueno
lecaemosbien.Siguedesaparecido.Quizásesunmensajenoverbal.—¿Bromeas? Está encantado con vosotras, chicas —dijo Elliot, con excesivo
entusiasmo—.Es sólo que le cuesta relacionarse. Iré a buscarlo.No osmováis deaquí.
Nadamásquedarnossolas,ledijeaVee:—Voyamatarte,¿losabes?Ellalevantólasmanosyretrocedió.—Eraporhacerteunfavor.Elliotestálocoporti.Cuandotehasidolehedicho
quetienesaunosdiezchicosllamándotetodaslasnoches.Tendríasquehaberlevistolacara.Apenassipodíadisimularloscelos.
Lancéungruñido.—Eslaleydelaofertaylademanda—dijoVee,tanpragmáticaella—.¿Quién
hubieradichoqueestudiareconomíaibaaservirnosdealgo?Miréhacialaspuertasdelsalón.—Necesitoalgo—dije.—¿AElliot,quizá?—No:necesitoazúcar.Mucha.Unalgodónazucarado.—Loquenecesitabaera
unagomadeborrargiganteparasuprimir todas lashuellasquedejabaPatchenmivida.Sobretodo,lasdesucomunicacióntelepática.Meestremecí.¿Cómolohacía?¿Yporquéamí?Amenosque…sólofuerami imaginación. IgualquecuandomeimaginéatropellandoaalguienconelcochedeVee.
—Amí tampocomevendríamalunchutedeazúcar—contestóVee—.Hayunvendedorcercadelaentrada.YomequedaréaquíparaqueJulesyElliotnopiensen
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quenoshemosido.Túveporelalgodón.Unavezfuera,desanduveelcaminohastalaentrada,peroallocalizaralvendedor
de algodones me vi atraída por la montaña rusa al final del pasaje peatonal. ElArcángel,unserpenteanteconvoydevagonetas,seelevóporencimadelosárbolesypasó a toda velocidad sobre los rieles iluminados, desapareciendo demi vista.MepreguntéporquéPatchqueríaquenosencontrásemosallí.Sentíunapunzadaenelestómagoy,apesardetodo,mevienfilandoelpasajerumboalArcángel.
Inmersaentrelospeatones,manteníalavistafijaalolejos,enlosrielesdondelasvagonetas del Arcángel ondulaban en el cielo. El viento había pasado de frío ahelado, pero ésa no era la razón de que me sintiera cada vez más turbada. Lasensaciónvolvióahacersepresente.Aquellasensaciónescalofrianteyvertiginosadequealguienmeobservaba.
Echéunamiradafurtivaaamboslados.Nadaextrañoenmivisiónperiférica.Diungirodecientoochentagrados.Unpocomásatrás,enunpequeñopatiodeárboles,unafiguraencapuchadasediolavueltaydesaparecióenlaoscuridad.
Conelcorazónaceleradoadelantéaungruponumerosodepeatones,alejándomedelpatio.Trasavanzarunoscuantospasos,volvíamiraratrás.Nadieparecíaestarsiguiéndome.
Alreanudarlamarchachoquécontraalguien.—Perdone—dije,tratandoderecuperarelequilibrio.Patchmesonrió.—Perdonada.Lomiréentreparpadeos.—Déjameenpaz.Tratédeesquivarlo,peromeagarródelbrazo.—¿Quéteocurre?Parecequevayasavomitar.—Eselefectoquemeproduces—leespeté.Serioymedieronganasdepatearlelasespinillas.—Notevendríamalunrefresco.—Todavíamesujetabadelbrazo,ymearrastró
hastaunpuestodelimonadas.Meempeciné.—¿Deverdadquieresayudarme?Puesapártatedemí.Mequitóunrizodelacara.—Meencantatupelo.Meencantacuandosealborota.Escomoverunapartede
tiquenecesitaexpresarsemásamenudo.Me alisé el pelo con rabia, pero caí en la cuenta de que parecía estar
arreglándomeparaél.—Tengo que irme—dije—.Veeme está esperando.—Una pausa—. Supongo
queteveréellunesenclase.
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—MóntateenelArcángelconmigo.Levanté la vista. Los chillidos retumbaban en el aire mientras las vagonetas
pasabancongranestruendo.—Dospersonasporasiento.—Susonrisasevolvióatrevida.—Nihablar.—Sisigueshuyendodemí,nuncasabrásloqueestáocurriendo.Aquelcomentariotendríaquehabermehechohuircorriendo,peronofueasí.Era
comosiPatchsupieraexactamentequédecirparapicarmicuriosidad.Quédecirycuándo.
—¿Quéestáocurriendo?—Sólotienesunamaneradesaberlo.—Nopuedo.Lasalturasmedanmiedo.Además,Veemeestáesperando.—Pero
derepentelaideadesubiralláarribadejódeasustarme.Yanomedabamiedo.Deunmodoabsurdo,saberqueestaríaconPatchmedioseguridad.
—Siconsiguesllegarhastalomásaltosingritar,lepediréalentrenadorquenoscambiedesitio.
—Yaselopedí.Envano.—Puedequeyoseamásconvincentequetú.Melotomécomouninsultopersonal.—Yonosuelogritar—repliqué—.Ymenospordarunavueltaenunaatracción
deferia.—«Ymenosaúnporti».CaminamoshacialacoladelArcángel.Sobrenuestrascabezasestallabanfugaces
torrentesdegritoshistéricos.—NuncaantestehabíavistoenelDelphic—dijoPatch.—¿Túvienesmuchoaquí?—ToménotaparanohacermásescapadasalDelphic
losfinesdesemana.—Estelugaryyocompartimosunahistoria.La cola avanzaba mientras las vagonetas se vaciaban y nuevos buscadores de
emocionessubíanabordo.—Déjameadivinar—dijeconsarcasmo—.Aquíesdondehacíasnovilloselaño
pasado.PeroPatchselimitóadecir:—Darteinformaciónalrespectosupondríaarrojarluzsobremipasado.Yprefiero
nohacerlo.—¿Porqué?¿Quétienedemalotupasado?—Nocreoqueseamomentoparahablardeeso.Mipasadopodríaasustarte.«Demasiadotarde»,pensé.Nuestrosbrazossetocaron,unrocequemeerizóelvello.—NoincluyelaclasedecosasquecuentasatufrívolacompañeradeBiología—
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añadió.El viento gélido me envolvió y me congelé por dentro. Pero no fue nada
comparadoconelfríoquesuspalabrasmeinyectaron.Patchseñalólarampaconunmovimientodelacabeza.—Nuestroturno.Empujéeltorniquete.Alllegaralaplataformadeembarque,lasúnicasvagonetas
libresestabanalprincipioyalfinaldeltren.Patchsedirigióaladedelante.Laestructuradeaquellamontañarusa,pormuyremodeladaqueestuviera,nome
inspirabaningunaconfianza.Lasvagonetasdemaderaaparentabanhaberpasadomásde un siglo a la intemperie del riguroso clima de Maine. Los motivos artísticospintadosalosladoseranaúnmenosestimulantes.
La que Patch escogió tenía cuatro motivos. El primero representaba a unosdemonioscornudosarrancándole lasalasaunángel.Elsiguientemostrabaalángelsinalasencaramadoenunalápidamortuoria,mirandoaunosniñosquejugaban.Eneltercero,elángelestabaentrelosniños,retorciéndoleunamanoaunaniñapequeña.Enelúltimo,elángelatravesabaelcuerpodelaniñacomounfantasma;lasonrisadela niña había desaparecido y le habían crecido cuernos como a los demonios delprimermotivo.Sobreloscuatrocolgabaunalunaplateada.
Aparté lamirada yme aseguré de que las piernasme temblaban por el vientogélido.Subimos.
—Tupasadonomeasustaría—ledijemientrasmeabrochabaelcinturón—.Másbien,creoquemedejaríahorrorizada.
—Horrorizada —repitió, como asintiendo. Qué extraño, Patch nunca daba elbrazoatorcer.
Loscarritossepusieronenmovimiento.Deunmodobrusconosalejamosdelaplataforma y encaramos una larga cuesta. Un olor a sudor, orín y salitre marinollenaba el aire. Patch estaba tan cerca que podía olerlo. Percibí un ligero aroma ajabóndementa.
—Estáspálida—dijo,acercándoseparahacerseoírporencimadeltraqueteodelacremallera.
Desdeluegoqueestabapálida,peronoibaaadmitirlo.Enlacimahubounmomentodevacilación.Akilómetrosdedistanciaseveíael
campo oscuro, allá donde se mezclaba con los fulgores de la periferia quegradualmenteibanconformandolacuadrículadelucesdePortland.Elvientoamainó,dejandoquelahumedadambientalsemepegaraalapiel.
Miré a Patch de reojo y encontré cierto consuelo en tenerlo ami lado. Él medirigióunasonrisapícara.
—¿Asustada,ángel?Cuandosentíquemipesosevolcabahaciadelante,meagarréalabarrafrontal.
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Unarisatemblorosabrotódemigarganta.La vagoneta se precipitaba con una rapidez endemoniada; mi pelo ondeaba
enloquecido.Virando a izquierda y derecha, traqueteábamos sobre los rieles ymisentrañas se sacudíanviolentamente.Miré hacia abajo, tratandode concentrarme enalgoquenosemoviera.
Fue entonces cuando me di cuenta de que mi cinturón de seguridad se habíasoltado.
TratédegritarleaPatch,peroelfragordelvientosetragómivoz.Elestómagomediounbruscovuelcoyconunamano tratédeabrocharmeelcinturónmientrasconlaotraaferrabalabarrafrontal.Elcarritotorcióalaizquierdaymehizochocarel hombro contra Patch, apretándome bruscamente contra él. Luego ascendióvertiginosamente, y tuve la sensación de que despegaba en pleno vuelo, casisoltándosedelosrieles.
Ahora bajábamos en picado. Las luces centelleantesme cegaban; no podía verhaciadóndegirabanlosrielesalfinaldelacaída.
Era demasiado tarde. Doblamos a la derecha. Sentí una descarga de pánico, yentonces ocurrió.Mi hombro izquierdo chocó contra la portezuela, que se abrió, ysalí despedidamientras el convoy seguía a toda velocidad sinmí. Rodé sobre losrieles,intentandoaferrarmeaalgo.Mismanosnoencontraronnadaycaíporelbordedelamontañarusa,hundiéndomeenlanegruradelanoche.Elsueloseacercabaatodavelocidadyyochillaba.
Losiguientequesupefuequeelconvoychirrióhastadetenerseenlaplataformadedesembarque.
MedolíanlosbrazosporlafuerzaconquePatchmesujetaba.—Paramíesohasidoungrito—dijosonriéndomedemaneraburlona.Aturdida,lovicolocarunamanosobresuorejacomosielgritotodavíaresonara
allí. Aún sin saber qué había ocurrido, observé su brazo, donde mis uñas habíandejadosemicírculosensupiel.Luegomefijéenmicinturóndeseguridad.Loteníaabrochadoalrededordelacintura.
—Micinturón—empecé—.Penséque…—¿Quépensaste?—mepreguntóPatch;suinterésparecíaauténtico.—Pensé…quesalíavolandodelcarro.Creíqueibaa…morir.—Ajá.Losbrazosmetemblaban.Lasrodillassetambaleabanbajoelpesodemicuerpo.—Supongoqueseguiremoscompartiendopupitre—dijoMatchconciertomatiz
devictoriaenlavoz.Estabademasiadoatontadaparadiscutir.—El Arcángel…—murmuré mirando por encima de mi hombro, mientras las
vagonetasiniciabanunnuevoascenso.—Esunángeldealtorango.—Habíaengreimientoensuvoz—.Cuantomásalto,
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másduraeslacaída.Fui a replicar que desde luego había salido despedida del carro y fuerzas
incomprensiblesmehabíansalvadoatiempo,peroencambiocontesté:—Yocreoqueapenassoyunángelcustodio.Patchsonriósatisfechoymeguioporelpasajepeatonal.—Teacompañoalsalóndejuegos—dijo.
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Capítulo9
Enelsalóndejuegosmeabrícaminoentrelagente,pasandoporlataquillaylosservicios. Al llegar al área de los futbolines, advertí que Vee ya no estaba allí.TampocoElliotniJules.
—Parecequesehanido—dijoPatch.Ensusojospercibíciertasatisfacción,perotratándose de él podían estar expresando algo totalmente distinto—. Necesitas aalguienquetelleveacasa.
—Veenuncamedejaríatirada—repuse,poniéndomedepuntillasparamirarporencimadelagente—.Talvezestánjugandoalping-pong.
Meabrípasocaminandodecostado.Patchmesiguió,dandosorbosaunalataderefrescoquehabíacompradoantesdeentrar.Sehabíaofrecidoacogerunaparamí,peroenelestadoenquemeencontrabanocreípodersujetarla.
Tampocoenlasmesasdeping-ponghabíarastrosdeVeeodeElliot.—Tal vez están jugando al Fliper —sugirió Patch. Desde luego se estaba
burlandodemí.Meruboricéunpoco.¿DóndeestabaVee?Élmeofreciólalataderefresco.—¿Seguroquenoquieresuntrago?MirélalatayluegoaPatch.Elhechodequemehirvieralasangredesólopensar
enponermibocadondeélhabíapuestolasuyanoeraunarazónparadecírseloalacara.
Rebusqué en mi bolso y saqué el móvil, pero se había apagado y no queríaencenderse.Noentendíacómolabateríapodíaestaragotadasilahabíacargadojustoantesdesalir.Lointentéunayotravez,peronada.
—Miofrecimientosigueenpie—dijoPatch.Probablementeestaríamássegurahaciendoautoestopyviajandoconunextraño.
Todavíamesentíaconmocionadaporloquehabíaocurridoenlamontañarusa,ylaimagen de mi caída se repetía una y otra vez. Estaba cayendo en picado… y, depronto, estaba desembarcando del carrito como si nada.Así había ocurrido. Era laexperienciamás aterradora que había vivido, tanto que al parecer sólo yo la habíanotado.NisiquieraPatch,queibaamilado.
Megolpeélafrenteconlamano.—Sucoche.Seguroquemeestáesperandoenalaparcamiento.Treintaminutosdespuéshabíarecorridotodoelaparcamiento.ElNeonnoestaba
porningunaparte.NopodíacreerqueVeesehubieramarchadosinmí.Quizáshabía
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surgidounaemergencia,peronopodíasaberlo,yaquenopodíarevisarlosmensajesen el móvil. Intenté sosegarme, pero al pensar en la posibilidad de que ella mehubiesedejadotirada,larabiabullódentrodemí,listaparaserevacuada.
—¿Yasetehanacabadolasopciones?—preguntóPatch.Me mordí el labio, pensando en otras opciones. No las había. Pero tampoco
estabaseguradeaceptarsuofrecimiento.Enundíacualquierairradiabapeligro,yesanocheeraunacombinacióndepeligro,amenazaymisterio,todojunto.
Alfinalsuspiréyroguénoestarcometiendouncrasoerror.—Mellevarásdirectoacasa—dije.Sonómáscomounapreguntaquecomouna
orden.—Siesoquieres…EstabaapuntodepreguntarlesihabíanotadoalgoextrañoenelArcángel,pero
me arrepentí. Me daba demasiado miedo preguntar. ¿Y si sólo habían sidoimaginaciones mías? ¿Y si me parecía vivir cosas que en realidad no ocurrían?Primeroeltipodelpasamontañas.Ahoraesto.EstabaseguradequelacomunicaciónmentalconPatcherareal,pero¿ylodemás?Deesonopodíaestarsegura.
Élavanzóporelaparcamiento.Unamotonegraybrillantedescansabasobre lapatadeapoyo.Élsemontóyconungestomeseñalóelasientodeatrás.
—Sube.—Bonitamoto—dije.Locualnoeracierto:parecíaunatrampamortalnegray
lustrosa.Nuncaenmividamehabíamontadoenunamoto.Ynoestabaseguradequerer hacerlo aquella noche—. Me gusta sentir el viento en la cara —agregué,buscandodisfrazarelterrordemovermeamásdecienkilómetrosporhorasinnadaqueseinterpusieraentremicuerpoylacarretera.
Habíaunsolocasco(negroyconelvisorpolarizado),yélmeloofreció.Locogí, subí a lamotoypercibí cuán insegurame sentía sinotra cosaqueun
asientoestrechodebajodemí.Mecoloquéelcasco.—¿Es difícil conducir? —pregunté, cuando en realidad quería decir: ¿es
peligroso?—Quéva,enabsoluto—dijo,respondiendoaambaspreguntas,laexplícitayla
tácita.Serio—.Estástensa.Relájate.Al salir de la plaza de aparcamiento, el movimiento repentino me asustó; me
habíacogidoasucamisaparamantenerelequilibrio.Ahoralorodeéconmisbrazoscomoenunabrazodeosopordetrás.
Enlacarretera,Patchaceleróymismuslosseciñeronaél.Ojalánolonotara.Cuandollegamosamicasa,redujolavelocidadparasubirelhúmedocaminode
laentrada, apagóelmotory seapeó.Yomequitéel cascoy lodejéenel asiento.Abrí labocaparadeciralgocomo«Graciasportraerme,nosvemosel lunes»,perolaspalabrassedisolvieronalverqueélsedirigíaalosescalonesdelporche.
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Nisiquierapudeimaginarmequéestabahaciendo.¿Queríaacompañarmehastalapuerta?Imposible.Entonces…¿qué?
Subí al porche detrás de él y lo alcancé en la puerta.Entre la confusión y unacrecientepreocupación,vicómosacabaunmanojodellavesconocidasdesubolsilloeintroducíalademicasaenlacerradura.
Medescolguéelbolsodelhombroyabríelcompartimentodondeguardaba lasllaves.Noestaban.
—Devuélvememisllaves—exigí,desconcertadapornosabercómomelashabíabirlado.
—Setecayeronenlasaladejuegosmientrasbuscabaselmóvil—dijo.—Medaigualdóndesecayeran.Devuélvemelas.Patch levantó las manos, proclamando su inocencia, y se apartó de la puerta.
Apoyóunhombroenelmarcoymemiró.Intentégirarlallave.Nosemovía.—La has atascado —dije, sacudiendo el manojo. Bajé un peldaño—. Anda,
pruebatú.Estáatascada.Con un simple clic hizo girar la llave. Con lamano sobre el pomo arqueó las
cejas,comoqueriendodecir:«¿Puedo?»Traguésaliva,ocultandounaoleadadeasombroydepreocupación.—Adelante.Noteencontrarásconnadie.Estoysolaencasa.—¿Todalanoche?Desdeluegoofreceresainformaciónnohabíasidolomásacertado.—Dorotheavendráenseguida—mentí.Dorotheasehabíaidohacíarato.Yaera
casimedianoche.—¿Dorothea?—Nuestraamadellaves.Esmayorperofuerte.Muyfuerte.—Intentépasarpor
sulado.Nofuncionó.—Suenaaterrador—dijo,retirandolallavedelacerradura.Melaofreció.—Puedelimpiarellavaboenmenosdeunminuto.Esmásqueaterrador.—Cogí
lallaveylorodeéparaentrar.Intentécerrarlapuerta,peroaldarmelavuelta,Patchocupóelumbral,susbrazosafirmadosaambosladosdelmarco.
—¿Nomeinvitasaentrar?—preguntó.Pestañeé.¿Invitarloaentrar?¿Enmicasa?¿Élyyoasolas?—Estarde—dijo.Susojosseacercaronalosmíos,reflejandounbrilloperverso
—.Debesdeestarhambrienta.—No.Sí.Osea,sí,pero…Deprontoestabadentro.Retrocedítrespasos.Cerrólapuertaconelpie.—¿Tegustalacomidamexicana?—Me…—«Megustaríasaberquéhacesdentrodemicasa».
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—¿Lostacos?—¿Lostacos?—repetí.Alparecerlehizogracia.—Tomate,lechugayqueso.—¡Yaséloqueesuntaco!Antesdequepudieradetenerlo,avanzóporelpasilloygiróalaizquierda.Hacia
lacocina.Fue hasta el fregadero y abrió el grifo mientras se enjabonaba las manos.
Sintiéndosecomoensucasa,primerofuealadespensa,despuésechóunvistazoalfrigoríficoysacóalgunascosas:salsa,queso,lechugaytomate.Luegohurgóenloscajonesycogióuncuchillo.
Mesentíalbordedelpánicoalverloconuncuchillo,cuandoalgomedistrajo:mireflejoenunadelassartenesquecolgabadelasgancheras.¡Mipelo!Eracomosimehubierapasadounaapisonadoraporlacabeza.Mellevélamanoalaboca.
Patchsonrió.—¿Erespelirrojanatural?Lomiré.—Nosoypelirroja.—Lamento contradecirte, pero eres pelirroja. Aunque le prendiera fuego a tu
pelo,noseríamásrojo.—Escastaño.—Aunquetuvieraunmechónpequeño,minúsculo,infinitesimalde
pelorojizo,seguíasiendomorena—.Debedeserlailuminación.—Sí,puede.—Sonriósocarrónyseleformóunhoyuelo.—Vuelvoenseguida—dije,apresurándomeasalirdelacocina.Subílasescalerasymehiceunacoletaenelpelo.Unavezresueltoeso,intenté
ordenarmispensamientos.NomesentíacómodaconPatchmoviéndoseasusanchaspormicasa,armadoconuncuchillo.YmimadrememataríacuandodescubrieraquelohabíadejadoentrarsinqueDorotheaestuvieseencasa.
—¿Podemosdejarloparaotrodía?—lepreguntéalcabodedosminutos,alverqueseguía trajinandoen lacocina.Me llevéunamanoalestómago, indicandoqueteníamolestias—.Tengonáuseas.Seguroqueporelviajeenmoto.
Paródecortarymemiró.—Yacasiestá.Habíacambiadoelcuchilloporotrodehojamásgrandeyafilada.Como si pudiera leerme el pensamiento, levantó el cuchillo, examinándolo. La
hojalanzódestellosbajolaluz.Semehizounnudoenelestómago.—Dejaesecuchillo—leordenéserenamente.Patch me miró y luego al cuchillo y después a mí de nuevo. Lo dejó en la
encimera.
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—Novoyahacertedaño,Nora.—Bueno…esometranquiliza—conseguídecirconlagargantareseca.Hizogirarelcuchillo,conelmangoapuntandohaciamí.—Venaquí.Teenseñaréapreparartacos.Nomemoví.Unbrillo en susojosmedecíaquenome fiarade él…ynome
fiaba. Pero el miedo que me provocaba tenía algo de atractivo. Sentía algoextremadamenteperturbadoralestarcercadeél.Ensupresencianopodíafiarmedemímisma.
—¿Y si hacemos un trato? —Inclinó el rostro, ensombrecido, y me miróentornando los ojos—. Tú me ayudas a preparar los tacos y yo respondo a tuspreguntas.
—¿Mispreguntas?—Creoqueyasabesaloquemerefiero.Lo sabía exactamente. Me ofrecía echar un vistazo a su mundo privado. Un
mundodesdeelquepodíahablarleamimente.Unavezmás sabíaexactamente loqueteníaquedecir,enelmomentojusto.
Sin decir una palabramepuse a su lado.Deslizó la tabla para cortar y la dejódelantedemí.
—Primero —dijo, colocándose a mi espalda y apoyando las manos en laencimera, junto a las mías— escoge un tomate.—Acercó su boca a mi oído. Sualientocálidomehizocosquillas—.Esoes.Ahoracogeelcuchillo.
—¿Elcocinerosiempresecolocatancerca?—pregunté,sinestarseguradesilaagitacióninteriorquesentíamegustabaomeasustaba.
—Cuandoestárevelandosecretosculinarios,sí.Agarrabienesecuchillo.—Yalohago.—Estupendo. —Dio un paso atrás y me examinó, atento a cualquier
imperfección.Poruninstantemeparecióverunasonrisasecretadeaprobación—.Nosepuedeenseñaracocinar—dijo—.Conesosenace.Lo tienesono lo tienes.Escomolaquímica.¿Creesqueestáshechaparalaquímica?
Presioné el cuchillo contra el tomate; se partió en dos y ambas mitades semecieronsuavementesobrelatabla.
—Dímelotú.¿Estoyhechaparalaquímica?Patchemitióunsonidoprofundoquenologrédescifraryseechóareír.
Despuésdelacenallevólosplatosalfregadero.—Yolavoytúsecas.Hurgando en el cajón junto al fregadero encontró un trapo y me lo arrojó
juguetonamente.—Bien, eshoradeesaspreguntaspendientes—dije—.Empezandoporaquella
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nocheenlabiblioteca.¿Meestabassiguiendo…?—Mivozseapagó.Élseapoyóperezosamenteenlaencimera.Supelooscuroasomabapordebajode
lagorradebéisbol.Unasonrisaaparecióensurostro.Lamentesemenublóydelanadasurgióunpensamientoacuciante.
Queríabesarle.Deinmediato.Patcharqueólascejas.—¿Quépasa?—Eh…nada.Nada.Túlavasyyoseco.No tardamosenacabarcon losplatosyde repentenosencontramosmuycerca
unodelotro juntoal fregadero.Patchhizounmovimientoparaquitarmeel trapoynuestroscuerposserozaron.Ningunodelosdossemovió,manteniendoelfrágillazoquenosunía.
Diunpasoatrás.—¿Tienesmiedo?—No.—Mientes.Mipulsoseaceleróunpoco.—Notengomiedodeti.—Ah,¿no?—Quizá sólo sea que tengomiedo de…—Memaldije. ¿Cómo iba a terminar
aquellafrase?Noibaadecirlequetodoenélmeaterraba.Esoledaríaventajasobremí—.Quizásóloseaquetengomiedode…de…
—¿Dequeyoteguste?Aliviadadequemeecharaunamano,respondídemaneraautomática:—Sí. —«Oh, maldita sea»—. ¡Quiero decir, no! Definitivamente no. ¡No me
referíaaeso!Patchserioporlobajo.—Unapartedemínosesientenadacómodacontigo—dije.—¿Pero?Meaferréalaencimeraqueteníadetrásbuscandounpuntodeapoyo.—Peroalmismotiemposientounaatracciónpeligrosahaciati.Élesbozóunasonrisaburlona.—Eresdemasiadocreído—añadí,empujándoloconlamanohaciaatrás.Me estrechó una mano contra su pecho y tiró de mi manga por encima de la
muñeca,cubriendolamanoconella.Rápidamentehizolomismoconlaotramangaymesujetóambasmanosporlospuños.Abrílabocaparaprotestar.
Tiró demí y, de repente,me levantó yme sentó sobre la encimera.Mi rostroquedó a la misma altura que el suyo.Me miró fijamente con una sonrisa oscura,incitante.Y fueentoncescuandomedicuentadeque llevabadías fantaseandocon
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esemomento.—Quítatelagorra—ledijeimpulsivamente.Sevolviólaviserahaciaatrás.Memoví sobre la encimera,mispiernascolgandoaambos ladosde sucuerpo.
Unavozinteriormedecíaquemedetuviera,peronolehicecaso.Él extendió sus manos sobre la encimera, junto a mis caderas. Se arrimó
inclinando la cabeza.Me sentí abrumada por su aroma, que olía a tierra oscura yhúmeda.
Despuésdedosinhalacionesintensas,medijequeaquellonoestababien.NoconPatch.Medabamiedo.Enelbuensentido,sí,perotambiénenelmalo.Enelpeor.
—Debesirte—suspiré—.Sí,serálomejor.—¿Adónde?¿Aquí?—Acercósubocaamihombro—.¿Oaquí?—Yluegoami
cuello.Mimenteeraincapazdeprocesarunsolopensamientológico.LabocadePatch
se deslizaba hacia arriba, subiendo por mi mandíbula, sorbiendo suavemente mipiel…
—Semeestánadormeciendolaspiernas—mascullé.Noeradeltodofalso.Sentíaunhormigueoentodoelcuerpo,incluyendolaspiernas.
—Puedosolucionarlo.—Susmanosseposaronenmiscaderas.Súbitamenteempezóasonarmimóvil.Diunrespingoylocogídemibolso.—Hola,cielo—mesaludómimadrealegremente.—¿Puedollamarteencincominutos?—Claro.¿Quéocurre?Cerréelmóvil.—Debesirte—ledijeaPatch—.Ahora.Volvióagirarselagorradebéisbol.Subocaeratodoloqueveíadesurostropor
debajodelavisera,ysecurvóenunasonrisamaliciosa.—Notehasmaquillado.—Meheolvidado.—Queduermasbienestanoche.—Loharé,descuida.—¿Quépretendíadecirme?—Conrespectoalafiestademañana…—Melopensaré—alcancéadecir.Patchmetióunpapelitoenmibolso,produciéndomesensacionesdeardorenlas
piernasconsólorozarme.—Aquíestáladirección.Teestaréesperando.Vensola.Al cabo de un instante oí la puerta principal cerrarse detrás de él. Un rubor
ardienteme subió al rostro. «Demasiado cerca», pensé. El fuego no tenía nada demalo…mientrasnopermanecierasdemasiadocerca.Algoatenerencuenta.
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Meapoyécontralaencimera,respirandoentrecortadamente.
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Capítulo10
Desperté bruscamente cuando empezó a sonarmimóvil. Todavía dormida,metapélacabezaconlaalmohadaytratédeaislarelruido.Peroelteléfonoinsistía.
La llamada fueaparar albuzóndevoz.Cinco segundosmás tarde, el teléfonoempezóasonarotravez.
Estiré un brazohacia un ladode la cama, busqué a tientas hasta encontrarmistejanosysaquéelmóvildeunodelosbolsillos.
—¿Sí?—dije,altiempoquebostezabaconlosojoscerrados.Alguienbufóalotroladodelalínea.—¿Quéhapasado?¿Noibasacompraralgodóndeazúcar?¿Porquénomedices
dóndeestásyasívoyaahorcarteconmispropiasmanos?Mepalmeévariasveceslafrente.—¡Creíaquetehabíansecuestrado!—continuóVee—.¡Quetehabíanabducido!
¡Quetehabíanasesinado!Tratédeencontrarelrelojenlaoscuridad.Derribéelmarcodeunafotoquehabía
sobrelamesilladenoche,ylasdedetráscayeronenefectodominó.—MeentretuvemirandoelArcángel—dije—.Cuandoregreséalsalóndejuegos
yatehabíasmarchado.—¿Quéclasedeexcusaesésa?Miréelrelojdelamesilla.Eranmásdelasdosdelamañana.—Estuve dando vueltas por el aparcamiento durante una hora —dijo Vee—.
Elliotsepateótodoelparqueenseñandolaúnicafotoquetengodetienmimóvil.Tellamé almóvil tropecientas veces.Unmomento. ¿Estás en casa? ¿Cómo llegaste acasa?
Merestreguélosojos.—MetrajoPatch.—¿Patchelacosador?—Nomequedabaotraopción—dijesecamente—.Tefuistesinmí.—Pareces exaltada.No, no es eso.Más bien agitada…aturdida y excitada.—
Podíavercómoseleabríanlosojosdeparenpar—.Tebesó,¿verdad?Norespondí.—¡Lohizo!¡Losabía!Hevistocómotemira.Sabíaqueestoibaaocurrir.Melo
veíavenir.Ahoranoqueríapensareneso.—¿Cómofue?—insistióVee—.¿Unbesodemelocotón?¿Deciruela?¿Oquizás
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unbesodeal-fal-fa?—¿Qué?—¿Fueunpiquitoounbesoconlengua?Esigual.Notienesqueresponder.Patch
noeslaclasedechicoqueseocupadelospreliminares.Hubolengua.Seguro.Me cubrí la cara con la otramano. Patch probablemente pensaba que no tenía
ningúncontroldemímisma.Mehabíaderretidoentresusbrazoscomomantequilla.Antes de decirle que debía marcharse, había emitido un sonido medio suspiro dedichaymediogemidodeéxtasis.
Esoexplicabasusonrisaarrogante.—¿Podemoshablarlomástarde?—pregunté,pellizcándomelanariz.—Deesonada.Suspiré.—Estoymuertadecansancio.—Nopuedocreerquequierasdejarmeconlaintriga.—Loquequieroesqueloolvides.—Pornadadelmundo.Intentévisualizarlosmúsculosdelcuellorelajándose,contrarrestandoeldolorde
cabezaquesentía.—¿Sigueenpielodeirdecompras?—Pasaréarecogertealascuatro.—Creíaquehabíamosquedadoalascinco.—Las circunstancias han cambiado. Pasaré más temprano, si es que puedo
librarmedemifamilia.Mimadretieneunacrisisnerviosa.Seculpaasímismapormis malas calificaciones. Aparentemente, la solución es pasar más tiempo juntas.Deséamesuerte.
Cerré el móvil. Veía la sonrisa amoral de Patch y sus relucientes ojos negros.Despuésdedarvueltasen lacamavariosminutos,dejéde intentarconsolarme.Laverdaderaque,mientrasPatchestuvieraenmicabeza,nohabríaconsueloposible.
Cuandoerapequeña,elahijadodeDorothea,Lionel,rompióunodelosvasosdelacocina.Barriótodoslostrozosdecristalesexceptouno,ymeretóalamerlo.MeimaginabaqueenamorarsedePatcheraunpococomolameraquelpedazodecristal.Sabíaqueeraunaestupidez.Sabíaquelastimaba.Despuésdetantosaños,unacosanohabíacambiado:meseguíaatrayendoelpeligro.
Derepentemeincorporéenlacamaycogíelmóvil.Labateríaestabacargada.Sentí un hormigueo inquietante en la espalda. Se suponía quemimóvil estaba
muerto.¿CómohabíanconseguidollamarmemimadreyVee?
Lalluviagolpeteaba los toldoscoloridosde las tiendasdelpaseomarítimoyse
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derramaba sobre la acera. Las antiguas farolas de gas que flanqueaban la callebrillabananimadamente.Entrechocandonuestrosparaguas,Veeyyocaminábamosatrompicones por la acera. Pasamos por debajo del toldo a rayas rosa y blanco deVictoria’sSecret.Sacudimoslosparaguasalmismotiempoylosdejamosfueradelaentrada.
Elestruendodeuntruenonosprecipitóaentrar.Yo tenía los zapatosmojados y temblaba de frío.Varias lámparas difusoras de
aromas ardían en un expositor en el centro de la tienda, rodeándonos con un olorexóticoeintenso.
Unamujerdepantalonesnegrosycamisetaajustadanegraseacercó.Llevabaunacintamétricaalrededordelcuello.
—Chicas,¿queréistomaroslasmedidasgratis…?—Apartalamalditacinta—leespetóVee—.Yasécuálesmitalla.Nonecesito
quemelorecuerden.Le sonreí a la mujer a modo de disculpa mientras seguía a mi amiga, que se
dirigíaalfondodelatienda,dondeestabanlossaldosylasofertas.—No tienes que avergonzarte de tu talla—le dije aVee.Cogí un sujetador de
rasoazulybusquélaetiquetadelprecio.—¿Quiénhadichonadadeavergonzarse?—respondió—.Noestoyavergonzada.
¿Porquédeberíaestarlo?Laschicasdedieciséisquetienentetascomolasmíasestáncargadas de silicona, y lo sabe todo el mundo. Dame una razón para estaravergonzada.—Sepusoa rebuscarenuncesto—.Creoqueaquíno tienenunsolosujetadorquepuedaalojaramisbebés.
—Los llaman sujetadoresdeportivos, y tienenun efectovisualdesagradable—dije,echándoleelojoaunsujetadordeencajeencimadelapila.
No tendría que haber ido amirar lencería. Era obvio queme traía a la cabezacosasrelacionadasconelsexo.Comolosbesos.ComoPatch.
Cerré los ojos y recordé su mano sobre mi muslo, sus labios recorriendo micuello…
Veemepillódesprevenidalanzándomeunaprendaíntimadecolorturquesaconestampadodeleopardo.
—Esto te quedaría bien—dijo—. Todo lo que necesitas para rellenarlo es untraserocomoelmío.
¿Enquéestabapensando?HabíaestadoapuntodebesaraPatch.ElmismoPatchquepodríaestarinvadiendomimente.Elmismoquemehabíasalvadodeunacaídamortal en elArcángel, porque estaba segura de que esohabía ocurrido, aunquenotuviera ninguna explicación lógica.Me preguntaba si él, de alguna manera, habíadetenidoeltiempodurantemicaída.Sieracapazdemeterseenmispensamientos,talvezfueracapazdeotrascosas.
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Otalvez,penséestremecida,yanopodíafiarmedemispensamientos.TodavíaconservabaelpapelitoquePatchhabíametidoenmibolsillo,peropor
nadadelmundopodíairaesafiesta.Disfrutabaensecretodelaatracciónquehabíaentrenosotros,peroelmisterioyunararezaespeluznanteseimponían.Deahoraenadelante teníaqueeliminaraPatchdemivida,yestavez ibaenserio.Seríacomounadietapurificadora.Elproblemaeraelefectocontraproducentede lasdietas.Enciertaocasiónmepropusenoprobarelchocolateduranteunmesentero,peroalcabodedossemanasmediporvencidaymezampémáschocolatedelquehubieracomidoentresmeses.
Rogué quemi fallida dieta sin chocolate no fuera un presagio de lo que iba aocurrirsitratabadeevitaraPatch.
—¿Quéestáshaciendo?—pregunté,atraídaporVee.—¿Atiquéteparece?Leestoyquitandolasetiquetasdesaldoaestossujetadores
parapegarlasenlosquenoestándeoferta.Asípuedollevarmesujetadoressexisalpreciodelosbaratos.
—Nopuedeshacereso.Enlacajaescaneanelcódigodebarras.Tevanapillar.—¿Códigodebarras?Aquínadieescaneaningúncódigodebarras.—Noparecía
muyseguradeloquedecía.—Pues sí lo hacen.Te lo juro.—Pensé quementir eramejor quever cómo se
llevabanaVeealacárcel.—Bueno,amímepareceunabuenaidea…—Porquénocogeséste—ledije,arrojándoleunretazodesedaconlaesperanza
dedistraerla.Sujetó las braguitas delante de sus ojos. La tela estaba bordada con cangrejos
rojosenminiatura.—No he visto cosa más repugnante—dijo—.Me gusta esa negra que tienes.
Deberíasquedártela.Veapagarmientrasyosigohusmeando.Fuiapagar.Después,pensandoqueseríamásfácildejardepensarenPatchsime
fijabaencosasmásnimias,meacerquéalaseccióndeperfumes.EstabaoliendounfrascodeDreamAngelscuandopercibíunapresenciafamiliar.Fuecomosialguienhubieradejadocaeruncubodehielodentrodemicamisa.Era lamismasensaciónescalofriantequeexperimentabacadavezquePatchseacercaba.
Vee y yo éramos las dos únicas clientas en la tienda, pero al otro lado delescaparatealcancéaveruna figuraencapuchadadebajodeun toldode la aceradeenfrente. Nuevamente perturbada, me quedé paralizada un momento antes derecomponermeeirenbuscadeVee.
—Vámonos—ledije.Estabarebuscandoenuncestodecamisones.—Uau.Miraesto,pijamasdefranelaalcincuentaporciento.Necesitounoasí.
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Yoseguíasinquitarelojodelescaparate.—Creoquemeestánsiguiendo.Veelevantólacabezabruscamente.—¿EsPatch?—No.Miraalotroladodelacalle.Veelohizo.—Noveoanadie.Yotampocoveíaanadie.Uncochepasó,tapándomelavisión.—Creoquehaentradoenlatienda.—¿Cómosabesqueteestásiguiendo?—Tengounmalpresentimiento.—¿Se parece a alguien que conozcamos? Por ejemplo… una mezcla de Pipi
CalzaslargasylaBrujaMaladelOeste, loqueevidentementenosdaríaunaMarcieMillar.
—No eraMarcie—dije, sin dejar demirar al otro lado de la calle—.Anoche,cuando salí del salón de juegos por el algodón de azúcar, vi a alguien que meobservaba.Creoqueeslamismapersona.
—¿Hablasenserio?¿Porquémelodicesahora?¿Quiénera?Nolosabía.Yesomeasustabamucho.—¿Hayunasalidatrasera?—preguntéaunadependienta.Elladejódeordenaruncajónylevantólavista.—Sóloparaempleados.—¿Erahombreomujer?—quisosaberVee.—Nolosé.—Bueno,¿yporquépiensasqueteestásiguiendo?¿Quéquiere?—Asustarme.—Parecíaunarespuestarazonable.—¿Porquéquerríaasustarte?Unavezmás,nolosabía.—Necesitamosdistraerlaatención—ledijeaVee.—Eraexactamenteloqueestabapensando—respondióella—.Ysabemosqueyo
soyunaexperta.Dametuchaqueta.Lamiréfijamente.—Nihablar.Nosabemosnadadeesapersona.Novoyadejarquesalgasvestida
comoyo.¿Ysiestáarmado?—Avecestuimaginaciónconsigueasustarme—dijoVee.Tenía que admitirlo, la idea de que fuera un asesino era improbable. Pero con
todaslascosashorripilantesqueocurríanúltimamente,noteníalaculpadeestarconlosnerviosdepuntaysuponerlopeor.
—Yo saldré primero—dijo Vee—. Si me sigue, tú le sigues. Subiré la colina
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haciaelcementerio,yallíloabordaremosparapedirleexplicaciones.Un minuto más tarde, Vee salió de la tienda vistiendo mi chaqueta y con mi
paraguasrojo.Apartedelhechodequeteníaunoscentímetrosyunoskilosmásqueyo, podía pasar por mí. Agazapada detrás de la mesa de los camisones, vi alencapuchadosalirdelatiendadeenfrenteyseguiraVee.Meacerquéalescaparate.Sibienlasudaderaanchaylostejanosquevestíaledabanunaspectoandrógino,suandarerafemenino.Definitivamentefemenino.
Perseguida y perseguidora doblaron la esquina y desaparecieron, y yo salí a lapuerta.Lalluviahabíadevenidoenaguacero.
SosteniendoelparaguasdeVeeechéaandar, siemprepordebajode los toldos,esquivando la lluvia torrencial. Sentía cómo se empapaban las perneras de mipantalón.Mearrepentídenohabermepuestobotas.
Amisespaldas,elpaseomarítimoseextendíaparaleloalocéanogris.Lahileradetiendasfinalizabaalpiedeunacolinaempinadayverde.Enlacimaapenasseveíalaaltavalladehierroforjadodelcementeriodelaciudad.
Le quité el seguro al Neon y puse los limpiaparabrisas al máximo. Salí delaparcamientoygiréalaizquierda,acelerandoeneltortuosocaminodeascensodelacolina.Losárbolesdelcementerioasomabanpordelante,susramascobrandovidaenapariencia a través del limpiaparabrisas frenético. Las lápidas de mármol blancoparecían surgir comopuñalesde la oscuridad.Las lápidasgrises sedisolvían en elaire.
Salidodelanada,unobjetorojoseestampócontraelparabrisas.Cayójustoenmicampodevisión,salióvolandoydesaparecióporencimadelcoche.PiséelfrenoyelNeondiounpatinazohastapararseencimadelarcén.
Abrílapuertaybajé.Fuihastalapartetraseradelcoche,enbuscadelobjeto.Hubo unmomento de confusiónmientrasmimente procesaba lo que veía:mi
paraguasrojotiradosobrelahierba.Estabaroto;destrozadodeunladocomocabíaesperardespuésdeestrellarsecontraelparabrisas.
Enmediodelaintensalluviaoíunsollozoentrecortado.—¿Vee?—dije.Crucéalotroladodelcamino,haciéndomeviseraconlamanoy
mirandoentodaslasdirecciones.Habíauncuerpotendidoyencogidojustodelante.Echéacorrer.
»¡Vee!—Caí de rodillas junto a ella. Estaba tumbada de lado, con las piernasreplegadascontraelpecho.Gimió—.¿Quéhapasado?¿Teencuentrasbien?¿Puedesmoverte?—Echélacabezaatrás,parpadeandobajolalluvia.«¡Piensa!»,meordené.Elmóvil.Teníaquellamaral911.
»Voyporayuda—ledijeaVee.Ellagimióymeaferrólamano.Meinclinésobreella,sujetándola.Laslágrimasardíandetrásdemisojos.
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—¿Quéhapasado?¿Ha sido lapersonaque te seguía? ¿Ella tehahechoesto?¿Quéhaocurrido?
Murmuró algo ininteligible que sonó a «mi bolso». Sí, su bolso habíadesaparecido.
—Tranquila,tepondrásbien.—Mecostódecirlosinvacilar.Unoscuropresentimientoseagitabaenmí,ytratabademantenerloaraya.Estaba
seguradequelamismapersonaquemehabíaseguidoenelDelphicyenlatiendaeralaresponsable,peromeculpéamímismapormeteraVeeenaquello.Corríhastaelcocheymarquéel911enmimóvil.
Tratandodeahuyentarlahisteriademivoz,dije:—Necesitounaambulancia.Amiamigalahanatacadoyrobado.
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Capítulo11
Elluneslopaséaturdida.Fuideclaseenclaseesperandoelúltimotimbredeldía.Había llamadoalhospitalantesde iral institutoymedijeronqueVeeestabaenelquirófano.Teníafracturadoelbrazoizquierdoynecesitabacirugía.Nopodríaverlahasta la tarde,cuandose lehubierapasado laanestesiay lahubiesendevueltoasuhabitación. Era muy importante escuchar su versión de la agresión antes de queolvidaralosdetallesolosadornara.Cualquiercosaquerecordarapodríaayudarmeaaveriguarquiénlohabíahecho.
Mientraslashorassealargabanalaesperadelatarde,miatenciónpasódeVeeasuperseguidora,lamujerqueesperabafueradeVictoria’sSecret.¿Quiénera?¿Quéquería?QuizásólofueraunacoincidenciaperturbadoraqueVeehubiesesidoatacadaenaquellacircunstancia,peromiinstintodecíalocontrario.Ojaláhubiesetenidounaimagenmásclaradesuaspecto.Lasudaderaconcapuchaylostejanos,ademásdelalluvia, habían hecho un buen trabajo de encubrimiento. Todo lo que sabía era quepodíatratarsedeMarcieMillar.Peropresentíaquenoeralaasociacióncorrecta.
AbrímitaquillaparacogerellibrodeBiología,ymedirigíalaclase.Entréymeencontré lasilladePatchvacía.Era típicodeél llegarenelúltimomomento, justocuandosonabaeltimbre,perosonóyelentrenadorsedirigióalapizarrayempezóadarlalección.
YopensabaenlasillavacíadePatch.UnavocecillaenmicabezaespeculabaconquesuausenciapodríaestarrelacionadaconlaagresiónaVee.Erauntantoextrañoque desapareciera al día siguiente. Y no podía olvidar el escalofrío que sentímomentos antes de mirar fuera de Victoria’s Secret y darme cuenta de que meestabanvigilando.Siemprequehabíatenidoesasensaciónanteriormente,eraporquePatchestabacerca.
Lavozde larazónrápidamentedescartó la implicacióndePatch.Podíaserquehubiese pillado un resfriado. O que se hubiera quedado sin gasolina camino delinstituto.OquizáshabíaunapartidaconapuestaaltaenelSalóndeBoycreíaqueeso era más provechoso que pasarse la tarde aprendiendo las complejidades delcuerpohumano.
Alfinaldelaclase,elentrenadormedetuvoantesdesalir.—Unmomento,Nora.Medilavueltaymedescolguélamochila.—Dígame.Meentregóunpapel.
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—LaseñoritaGreenemepidióqueteentregaraesto—dijo.Cogílanota.—¿Greene?—Noteníaningúndocenteconesenombre.—Es la nueva psicóloga del instituto. Acaba de reemplazar al doctor
Hendrickson.Desdoblélanotayleíelmensaje.
QueridaNora:OcuparéellugardeldoctorHendricksoncomotupsicólogaenelinstituto.Henotadoquehasfaltadoalasdosúltimascitasconeldoctor.Porfavor,vencuantoantesparaponernosaldía.Heescritoatumadreparainformarleacercadelcambio.Cordialmente,
SeñoritaGreene
—Gracias —dije al entrenador, doblando la nota hasta que me cupiera en elbolsillo.
Enelpasillomemezcléentrelosestudiantes.Yanopodíaescaquearme,teníaqueir.RecorrílospasilloshastalaconsultadeldoctorHendrickson.Comoeradeesperar,enlapuertahabíaunaplacaconunnombrenuevo:Greene,psicóloga.
Llamé a la puerta. La señorita Greene tenía una piel pálida inmaculada, ojosazules,unabocaexuberanteyunpelo rubio finoy lisoque le llegabaa lacintura,divididoenlacoronilladesucabezaovalada.Enlapuntadesunarizreposabanunasgafasmariposadecolorturquesa,yvestíaformalmenteconunafaldatubogrisyunablusa de seda rosa. Tenía una figura esbelta y femenina.No parecíamás de cincoañosmayorqueyo.
—Tú debes de serNoraGrey. Estás igual que en la foto de tu archivo—dijo,dándomeunapretóndemano.Teníaunavozbruscaqueno resultabagrosera.Unavozdeempresaria.
Retrocediendo,meinvitóaentrarensudespacho.—¿Teapeteceunzumooagua?—¿QuéhapasadoconeldoctorHendrickson?—Cogió la jubilación anticipada. Yo tenía este puesto en la mira desde hacía
tiempo,asíqueaprovechélaocasión.EstabaenFlorida,perocrecíenPortland,ymispadrestodavíavivenaquí.Esbonitoestarotravezcercademifamilia.
Examiné el pequeño despacho.Había cambiadomucho desdemi última visita,hacíaapenasunassemanas.Lasestanteríasdeparedaparedahoraestabanllenasdemanuales académicos, encuadernados en tapas duras de colores sobrios y letrasdoradas. El doctor Hendrickson utilizaba las estanterías para exponer fotos de sufamilia, pero no había retratos de la vida privada de la señoritaGreene.Elmismohelechodesiemprecolgabajuntoalaventana,perocuandoestababajoloscuidadosdeHendrickson solía tener un colormás próximo almarrón que al verde. Greene
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llevaba unos pocos días y todo parecíamás vivo y atractivo. Había una silla rosaforradadecachemiraenfrentedelescritorio,yvariascajasapiladasenunrincón.
—Elviernes fuemiprimerdía—meexplicó al ver queobservaba las cajas—.Todavíaestoydesembalando.Siéntate.
Dejé la mochila en el suelo y tomé asiento en la silla. No había nada en eldespachoquemedieraunapistasobrelapersonalidaddeGreene.Habíaunapiladearchivos encimadel escritorio, que no estaba ordenadoni desordenado, y una tazablancaqueparecía contener té.Nohabía rastrosdeperfumenideambientador.Lapantalladelordenadorestabaapagada.
Ella se inclinó sobre un archivador detrás de su escritorio, sacó una carpeta decolormanila y escribiómi nombre en la etiqueta con un rotulador negro. Lo dejósobreelescritoriojuntoamiarchivoanterior,queexhibíaalgunashuellasdelatazadecafédeHendrickson.
—Me he pasado el fin de semana revisando los expedientes del doctorHendrickson—dijo—. Entre nosotras, su caligrafía me produce migraña, así queestoyintroduciéndolosenelordenador.Mesorprendiódescubrirquenolohacía.¿Aquiénseleocurreaestasalturasescribiramano?
Tomóasientoensusillagiratoria,secruzódepiernasymesonrióamablemente.—Bien. ¿Por qué no me cuentas un poco sobre tus sesiones con el doctor?
Apenaspuedodescifrarsusnotas.Alparecerhablabaissobrecómotesentíasconelnuevotrabajodetumadre.
—Noesnadanuevo.Yallevaunañoenesetrabajo.—Antes, ella solía estar en casa, ¿correcto? Y después del fallecimiento de tu
padre cogió un empleo a tiempo completo. —Echó un vistazo a una hoja de miexpediente—. Trabaja para una casa de subastas, ¿correcto? Al parecer coordinasubastasdepropiedadesendiferentespuntosdelacosta.—Memiróporencimadesusgafas—.Esolerequierepasarmuchotiempofueradecasa.
—Queríamosconservarnuestracasaenlasafueras—expliqué,casialadefensiva—.Nopodíamospagarlahipotecasiellasequedabaatrabajarenlaciudad.—MissesionesconeldoctorHendricksonnomeagradabanespecialmente,peroempezabaaresentirme con él por dejarme en manos de aquella mujer. Percibía su deseo porescarbarencadarincónoscurodemivida.
—Comprendo,perodebesdesentirtemuysolaocupándotedetodoenlacasa.—Tenemosunaasistentaquesequedaconmigotodaslastardeshastalasnueveo
lasdiezdelanoche.—Unaasistentanoeslomismoqueunamadre.Lancéunamiradaalapuerta.Nisiquieramemolestéenserdiscreta.—¿Tienesunaamiga?¿Unnovio?¿Alguienconquienhablarcuandotuasistenta
noeslapersonamás…apropiada?—Sumergióunabolsitadetéenlataza,queluego
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levantóparabeberunsorbo.—Tengounaamiga.—Decidíserescueta.Cuantomenoslecontara,máspronto
acabaríalasesión.YmásrápidopodríavisitaraVee.Enarcólascejas.—¿Unnovio?—No.—Eresunachicaatractiva.Imaginoqueenelsexoopuestodebedehaberalgún
interesado.—Seloexplicaré—dijehaciendoacopiodepaciencia—.Deverdadleagradezco
que trate de ayudarme, pero ya tuve esta misma conversación con el doctorHendricksonhaceunañocuandomuriómipadre.Repetirlaconustednoayuda.Escomovolveratráseneltiempoyrevivirlotodootravez.Sí,fuetrágicoyterrible,ysigoenfrentándomeaellocadadía,peroloquedeverdadnecesitoesseguiradelante.
Elrelojdelaparedhacíatictac.—Bien—dijo ella por fin, fabricando una sonrisa—. Es muy útil conocer tu
puntodevista,Nora.Esloqueheintentadocomprenderdesdeelprincipio.Tomarénotadeloquepiensas.¿Algunaotracosadelaquequierashablar?
—No.—Sonreíamablemente.Ella pasó unas páginasmás demi expediente. No tenía ni idea de qué podría
haberanotadoHendrickson,ytampocoqueríaquedarmeparaaveriguarlo.Levantélamochiladelsueloymedesplacéhastaelbordedelasilla.—Mesabemalsuspenderlasesión,perotengoqueestarenunsitioalascuatro.—Ah,¿sí?NomeapetecíahablarledelaagresiónaVee.—Paraunabúsquedaenlabiblioteca.—¿Paraquéclase?Dijeloprimeroquemevinoalamente:—Biología.—Hablandodeclases,¿cómolollevas?¿Algúnproblemaconalgunaasignatura?—No.Siguiópasandopáginas.—Excelentesnotas—comentó—.Aquídiceque teestásocupandode la tutoría
de tu compañero de Biología Patch Cipriano. —Levantó la vista, esperando unaconfirmación.
Mesorprendióquemitareadetutorafuesetanimportantecomoparafigurarenelexpedientedelpsicólogo.
—Hasta el momento no hemos tenido ocasión de acordar un encuentro.Problemasdehorarios.—Meencogídehombrosenplan«quéselevaahacer».
Dejó caer mi carpeta sobre la mesa y acomodó las hojas sueltas en una pila
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ordenada,queluegointrodujoenlanuevacarpetaquehabíaetiquetadoamano.—Pienso hablar con el profesor McConaughy para que establezca algunos
parámetros respecto a tus tareas de tutora. Me gustaría que los encuentros seprodujeran aquí en el colegio, bajo la supervisión de un profesor u otromiembrodocente.Noquieroque ledesclasesparticulares fueradel instituto.Sobre todo,noquieroqueosveáisasolas.
Unescalofríomerecorrió.—¿Porqué?¿Quéocurre?—Noestoyautorizadaparahablardeello.LaúnicarazónquesemeocurríaeraquePatcherapeligroso.«Mipasadopodría
asustarte»,habíadichoenlaplataformadelArcángel.—Graciasportutiempo—dijolapsicóloga.Caminóhastalapuerta,laabrióyse
apoyó en ella con su cadera esbelta. Me dedicó una media sonrisa, pero parecíaforzada.
Después de abandonar el despacho llamé al hospital. La cirugía de Vee habíaconcluido, pero ella estaba todavía en la sala de postoperatorio y no podía recibirvisitashastalassietedelatarde.Consultéelrelojdelmóvil.Faltabantreshoras.Fuihasta el Fiat, que estaba en el aparcamiento de estudiantes, y me subí, con laesperanzadequeunatardeenlabibliotecahaciendolosdeberesmehicieramáscortalaespera.
Pasélatardeenlabiblioteca,yantesdedarmecuentaelrelojdeparedanunciabaqueya eramásdemedia tarde.Mi estómago rugía en el silenciode la sala, ymispensamientossedirigieronhacialamáquinaexpendedoradelaentrada.
La última tarea podía esperar un rato, pero todavíamequedaba un trabajo querequería de una consulta. En casa tenía un ordenador IBM antiguo con acceso aInternet mediante llamada telefónica, y por lo general me ahorraba tener quedesquiciarmeenlasaladeinformáticadelabiblioteca.TeníatiempohastalasnueveparaenviarunareseñadeteatrodeOteloalaredaccióndelarevistadigital,ehiceuntratoconmigomisma,prometiéndomequeiríaporcomidadespuésdeterminarlo.
Tras guardar mis cosas me dirigí al ascensor. Pulsé el botón para cerrar laspuertas,sinindicardeinmediatoelpiso.Saquéelmóvilyllaméalhospital.
—Hola—dijea laenfermeraquemeatendió—.Tengounaamigaen lasaladeposoperatorio.Anteshellamadoymehandichoquesaldríaestanoche.SunombreesVeeSky.
Hubounapausaenqueoílasteclasdelordenador.—Lallevaránaunahabitaciónprivadaenunahora.—¿Aquéhoraterminaelhorariodevisita?—Alasocho.
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—Gracias.—Colguéypulséelbotóndelaterceraplanta.Una vez allí,me dirigí a la hemeroteca, con la esperanza de encontrar reseñas
teatralesenelperiódicolocalquemeinspirasen.—Disculpe—dijealencargado—.BuscoejemplaresdelPortlandPressdelaño
pasado.Específicamente,laguíadeteatro.—Aquí del año pasado no tenemos nada, pero yo diría que los archivos del
Portland Press están disponibles en su páginaweb. Sigue recto por el pasillo quetienesdetrásyatuizquierdaveráslasaladeinformática.
Enlasalameconectéaunordenador.Estabaapuntodesumergirmeenmitareacuandodeprontomevinouna idea.Nopodíacreerquenosemehubieraocurridoantes.Despuésdeasegurarmedequenadieestuvieramirando,escribíenlabarradeGoogle:«PatchCipriano».Talvezencontraraunartículoquearrojase luz sobre supasado.Oquizáteníaunblog.
Miréconelceñofruncidolosresultadosdelabúsqueda.Nada.NiFacebook,niMySpace,niunblog.Eracomosinoexistiera.
—¿Cuálestuhistoria,Patch?—murmuré—.¿Quiéneresenrealidad?Al cabo demedia hora había leído varias reseñas ymis ojos se habían puesto
vidriosos.AmpliémibúsquedaenInternetatodoslosperiódicosdeMaine.Aparecióunenlacedelperiódicodel colegioKinghorn.Pasaronunos segundosantesdequerecordara de dónde me sonaba ese nombre. Elliot había sido trasladado desde elKinghorn. Decidí investigar. Si el colegio era tan de elite como Elliot afirmaba,probablementetuvieranunperiódicodecente.
Hiceclicksobreel link, repaséla listadearchivosyescogíalazareldel21demarzodelañoanterior.Alinstanteyateníauntitular.
ESTUDIANTEINTERROGADOPORASESINATOENELKINGHORN
Acerquémisilla,contentadeleercosasmásinteresantesquereseñasdeteatro.
Un estudiante de dieciséis años del colegio Kinghorn, a quien la policía estaba interrogando por el casodenominado«ElahorcamientodeKinghorn»,hasidopuestoenlibertadsincargos.DespuésdequeelcuerpodeKjirstenHalverson,dedieciochoaños,fueraencontradocolgandodeunárbolenelcampusdelcolegio,lapolicíainterrogóalestudiantedesegundoañoElliotSaunders,quienfuevistoconlavíctimalanochedesumuerte.
Mimentetardabaenprocesarlainformación.¿Elliotfueinterrogadocomopartedelainvestigacióndeunasesinato?
HalversontrabajabacomocamareraenBlindJoe’s.LapolicíaconfirmóqueHalversonySaundersfueronvistoscaminando juntos por el campus la noche del sábado. El cuerpo de Halverson fue descubierto lamañana deldomingo,ySaundersfue liberadoel lunespor la tardedespuésdequeseencontraraunanotadesuicidioenelapartamentodeHalverson.
—¿Hasencontradoalgointeresante?
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DiunrespingoaloírlavozdeElliotdetrásdemí.Megiréyloviapoyadoenelmarcodelapuerta.Susojosestabanligeramenteentornados;suboca,formandounalínea. Algo se extendió por mi rostro, algo así como un rubor, sólo que todo locontrario.
Moví la silla ligeramente a la derecha, tratando de colocarme enfrente de lapantalla.
—Sólo…sóloestaba terminandomi trabajo. ¿Y túqué?¿Quéandashaciendo?Noteheoídoentrar.¿Cuánto tiempollevasahídepie?—Mivozseoíaen todalasala.
Élentróenlasala.Busquéatientaselbotónparaapagarlapantalla.—Estoyintentandoinspirarmeparaescribirunareseñadeteatroquedeboenviar
alarevistaestanoche.—Seguíahablandodemasiadorápido.¿Yelbotón?Elliotentornólosojosparamirar.—¿Unareseñadeteatro?Misdedosrozaronunbotónyoícómoelmonitorseapagaba.—Perdona,¿quédecíasquehacesaquí?—Pasabacaminandocuandotehevisto.¿Algúnproblema?Parecesnerviosa.—Oh,eslafaltadeazúcar.—Apilémislibrosypapelesylosmetíenlamochila
—.Nohecomidonadadesdeelalmuerzo.Elliot agarróuna sillay laacercóa lamía.Se sentóy se inclinóhaciadelante,
invadiendomiespaciopersonal.—Talvezpuedaayudarteconlareseña.Meechéhaciaatrás.—Vaya, esmuy amable de tu parte, pero por ahorame rindo.Necesito comer
algo.Esunbuenmomentoparaunapausa.—Dejaqueteinviteacenar.Hayunrestauranteenlaesquina.—Teloagradezco,peromimadremeestaráesperando.Haestadotodalasemana
fuerayregresaestanoche.Mepusedepieytratédepasarporsulado,peroélsacósumóvilyextendióel
brazo.—Llámala.Bajélavistahaciaelteléfonobuscandounaexcusa.—Nomedejansalirporlasnochesentresemana.—Sellamamentir,Nora.Dilequelatareaesmáslargadeloqueesperabas.Dile
quenecesitasquedarteotrahoraenlabiblioteca.Nonotaráladiferencia.Suvozestabaadoptandountonodecrispaciónquedesconocía.Susojosazulesse
entrecerrabanfríamente,subocaparecíamásfina.—Amimadrenolegustaquesalgaconchicosqueellanoconoce—dije.Elliotsonrió,perosincalidez.
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—Losdossabemosquenohacescasoatumadre,yaqueelsábadoestabasenelDelphic.
Tenía la mochila colgada de un hombro y estaba ajustando la correa. No dijenada.PasépordelantedeElliotysalíatodaprisadelasala,sabiendoquesiencendíalapantallaveríaelartículo.Peroyanohabíanadaqueyopudierahacer.
Caminodelahemerotecameatrevíamirarporencimadelhombro.Lasparedesdecristalmepermitieronverquelasaladeinformáticaestabavacía.Elliotnoestabaporningunaparte.Volví sobremispasoshastaelordenador, atentaa si reaparecía.Encendí la pantalla; el artículo sobre la investigación del asesinato seguía allí. Loimprimíenlaimpresoramáscercana,loguardéenmicarpeta,salídelsistemaymeapresuréamarcharme.
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Capítulo12
Elmóvil sonó enmi bolsillo.Comprobé que ningún bibliotecariome estuvieradirigiendounamiradaasesinaycontesté.
—¿Mamá?—Buenasnoticias.Lasubastahaconcluidoantesdeloprevisto.Saldréunahora
antesydeberíallegarmástemprano.¿Dóndeestás?—Vaya.Noteesperabahastatarde.Estoysaliendodelabiblioteca.¿Cómohaido
porelnortedeNuevaYork?—Semehahecholargo.—Seechóareír,peroparecíaagotada—.Tengomuchas
ganasdeverte.Miréalrededorenbuscadeunreloj.QueríapasarporelhospitalyveraVeeantes
deiracasa.—Lasituaciónes lasiguiente—ledije—:ahora tengoquevisitaraVee.Puede
quemeretraseunpoco.Peromedaréprisa,teloprometo.—Porsupuesto.—Percibíunatisbodedecepciónensuvoz—.¿Haynovedades?
Estamañanaherecibidotumensajesobrelaoperación.—Laoperaciónha terminado.Ahoramismo la están llevando a unahabitación
privada.—Nora.—Notéunarrebatodeemociónensuvoz—.Mealegromuchodequeno
teocurrieraati.Sitepasaraalgomalonopodríasoportarlo.Sobretodo,desdequetupadre…Enfin,mealegrodequeestésilesa.SaludaaVeedemiparte.Teveoluego.Unabrazoyunbeso.
—Tequiero,mamá.ElCentroMédicoRegionaldeColdwateresunedificiodeladrillodetresplantas
con un pasadizo cubierto que conduce a la entrada principal. Crucé las puertasgiratorias de cristal y fui almostrador de información para preguntar porVee.Medijeronquelahabíanllevadoaunahabitaciónhacíamediahora,yqueelhorariodevisitas terminaba en quinceminutos.Localicé los ascensores y pulsé el botón parasubiralaplantasuperior.
Alllegaralahabitación207empujélapuerta.—¿Vee?—Respiréhondo,crucéelrecibidorylaencontréreclinadaenunacama,
conelbrazo izquierdoescayoladoyencabestrillo—.Hola—dijealverqueestabadespierta.
Ellasoltóunsuspirodecolocada.—Amolasdrogas.Deverdad.Sonincreíbles.Inclusomejoresqueelcapuchino
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de Enzo. Es una señal. Estoy destinada a la poesía. ¿Quieres oír un poema? Soybuenaimprovisando.
—Ah.UnaenfermeraentróyrevisóligeramentealareinaVee.—¿Tesientesbien?—lepreguntó.—Olvidalodelapoesía—dijoVee—.Estoyhechaparalacomedia.Toc,toc.—¿Eh?—dije.Laenfermerapusolosojosenblanco.—¿Quiénes?—Coge—respondióVee.—¿Quecojaelqué?—Cogelatoallaquenosvamosalaplaya.—Quizáconvendríadarlemenossedantes—sugeríalaenfermera.—Demasiadotarde.Acabodedarleotradosis.Esperaaverlaendiezminutos.—
Volvióasalirporlapuerta.—¿Yentonces?—lepreguntéaVee—.¿Cuáleselveredicto?—¿El veredicto?Quemimédico es una bola de sebo. Se parece a unOompa-
Loompa.Nomemiresasí.LaúltimavezqueentrósepusoacantarPajaritosavolar.Ynoparadecomerchocolate.Sobretodo,animalesdechocolate.¿Tienesunaideade la cantidad de conejos de chocolate que se venden para Pascua?Eso es lo quecenanlosOompa-Loompa.Yparaelalmuerzo,patodechocolateconguarnicióndepíosamarillos.
—Merefieroalveredicto…—Señalélaparafernaliamédicaquelaadornaba.—Ah. Un brazo roto, conmoción cerebral, un surtido de cortes, rasguños y
moretones. Gracias a mis reflejos logré apartarme de un salto antes de que mehicieran más daño. Cuando se trata de reflejos, soy como un gato. Soy unaCatwoman.Soyinvulnerable.Sipudoconmigofueporlalluvia.Alosgatosnonosgustaelagua.Nosafecta.Esnuestrakriptonita.
—Losiento.Yosoylaquedeberíaestarenesacama.—¿Yperdermetodasestasdrogas?Deesonada.Nihablar.—¿Lapolicíahaencontradoalgunapista?—pregunté.—Nanay,nadadenada,cero.—¿Ningúntestigopresencial?—Ocurrió en un cementerio enmedio de la tormenta. Lamayoría de la gente
normalestababajotecho.Tenía razón. La mayoría de la gente normal estaba bajo techo. Por supuesto,
nosotrasylamisteriosaperseguidoraéramoslasúnicaspersonasenlacalle.—¿Quéocurrió?—Yoibacaminandohaciaelcementeriocomolohabíamosplaneado,cuandode
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repenteoípasosqueseacercabanpordetrás.Entoncesmedilavuelta,ytodosucediómuy rápido. El destello de una pistola, y él, que se abalanzó sobremí. Como lesexpliquéalospolis,micerebronomedecíaexactamente:«Cógelelamatrícula».Fuealgomásdel tipo:«Vayamonstruo,mevaaaplastar».Élgruñó,meaporreóvariasvecesconlapistola,cogiómibolsoyechóacorrer.
Vaya.—Unmomento.¿Erauntío?¿Levistelacara?—Claroqueerauntío.Teníaojososcuros…ojosgrises.Peroestodoloquevi.
Llevabaunpasamontañas.Alescuchar lodelpasamontañas,micorazónseparóun instante.Eraelmismo
tipoquehabíasaltadodelantedelNeon,deesoestabasegura.Veeeralapruebadeque no me lo había imaginado. Recordé cómo habían desaparecido todas lasevidencias del choque. Tal vez eso tampoco me lo había imaginado. Ese tipo,quienquieraquefuera,erareal.Yestabaahífuera.PerosilasabolladurasenelNeonnohabíansidoimaginacionesmías,¿quéfueloquerealmenteocurrióaquellanoche?¿Acasomivisiónomimemoriasufríanalgúntipodealteración?
Al instanteme vinieron a lamente unmontón de preguntas secundarias. ¿Quéqueríaestavez?¿EstabarelacionadoconlamujerqueesperabafueradelVictoria’sSecret? ¿Sabía que iría de compras al paseomarítimo?El pasamontañas explicabaqueloteníatodoplaneadodeantemano,conloquesabíadóndeestaría.Ynoqueríaqueyoloreconociera.
—¿Le dijiste a alguien que nos íbamos de compras? —le pregunté a Vee derepente.
Empujólaalmohadadetrásdesucabeza,buscandounaposiciónmáscómoda.—Amimadre.—¿Sóloaella?¿Anadiemás?—PuedequeselomencionaraaElliot.Depronto,misangrepareciódetenerse.—¿AElliot?—¿Cuáleselproblema?—Debocontartealgo—dijeconseriedad—.¿Recuerdaslanochequeconducíael
Neonrumboacasayatropelléunciervo?—¿Sí?—dijoellafrunciendoelentrecejo.—Noeraunciervo.Erauntipo.Untipoconpasamontañas.—Joder,tía—susurró—.¿Meestásdiciendoquenofuiatacadaporcasualidad?
¿Meestásdiciendoqueesetipoqueríaalgodemí?No,espera.Queríaalgodeti.Yollevabatuchaqueta.Élmeconfundiócontigo.
Micuerposevolviódeplomo.Despuésdeunossegundosdesilencio,elladijo:
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—¿EstásseguradequenoledijisteaPatchquenosíbamosdecompras?Porquepensándolo mejor, creo que ese tío tenía el físico de Patch. Alto, delgado, fuerte,sexy,dejandoaunladolapartedelaagresión.
—LosojosdePatchnosongrises,sonnegros—apunté,peroeraconscientedequelehabíadichoaPatchquenosíbamosdecomprasalpaseomarítimo.
Veeencogióloshombrosenungestodeindecisión.—Quizás el tío tuviera los ojos negros. No lo recuerdo. Sucedió muy rápido.
Puedo ser específica con respecto a la pistola—dijo—.Meapuntaba amí.Quierodecir,directoamí.
Ordenémentalmentealgunaspiezasdelrompecabezas.SiPatchhabíaatacadoaVee, tenía que haberla confundido conmigo al verla salir de la tienda con michaqueta.Yalcomprobarquehabíaseguidoalachicaequivocada,lahabíagolpeadoconlapistola,furioso.ElúnicoproblemaeraquenopodíaimaginaraPatchdándoleunapalizaaVee.Improbable.Además,sesuponíaqueestabaenlafiestadelacosta.
—¿TuagresorseparecíaenalgoaElliot?—pregunté.Observé queVee asimilaba la pregunta. El sedante que le habían administrado
parecíaenlentecersuprocesodepensamiento,ycasipodíaoírcadaengranajedesucerebrofuncionandocondificultad.
—LefaltabankilosylesobrabancentímetrosparaserElliot.—Todoestoesculpamía—dije—.Nuncadebídejartesalirdelatiendaconmi
chaqueta.—Séquenoquieresoíresto—repusoVee,conteniendounbostezoinducidopor
la droga—, pero cuanto más pienso, más parecidos encuentro entre Patch y miagresor.Lamismafigura.Elmismopasolargo.Quépenaquesuexpedienteescolarestévacío.Necesitamosunadirección.Necesitamosinvestigarafondoensubarrio.Necesitamosdarconunavecina,unaabuelitasimplonaalaquesepuedaengatusarparaquecoloqueunawebcamensuventanaorientadahacialacasadePatch.PorquealgoraropasaconPatch.
—¿Deverdadcreesqueéltehizoesto?—pregunté,aúnnoconvencida.Veesemordióellabio.—Creoqueocultaalgo.Algogordo.Esonoibaadiscutírselo.Veesehundióensucama.—Tengounhormigueoentodoelcuerpo.Mesientoestupendamente.—Nosabemosdóndevive—dije—,perosídóndetrabaja.—¿Estáspensandolomismoqueyo?—preguntóVee,susojosiluminándosepor
uninstanteenlabrumadelasedación.—Basándomeenexperienciaspasadas,esperoqueno.—La verdad es que necesitamos poner en práctica nuestras habilidades
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detectivescas. Usarlas o perderlas, eso es lo que dice el entrenador. NecesitamosaveriguarmássobreelpasadodePatch.Oye,quesinosdocumentamosestoyseguradequeelentrenadornossubirálanota.
Tenía serias dudas al respecto, dado que si Vee se veía envuelta en lainvestigaciónprobablementedaríaungiroilegal.PornomencionarqueesetrabajodeinvestigaciónenparticularnoteníanadaqueverconlaclasedeBiología.Nidelejos.
LapequeñasonrisaqueVeemehabíaarrancadodesapareció.Pormuydivertidoque fuera tomarse a broma la situación, yo estaba aterrorizada. El tipo delpasamontañasandabasueltoyplaneabaelsiguienteataque.ExistíalaposibilidaddequePatchsupieraloqueibaaocurrir.Eltipodelpasamontañashabíasaltadodelantedel Neon al día siguiente de que Patch se sentara conmigo en clase de Biología.Quizánofueraunacoincidencia.
Laenfermeraasomólacabezaporlapuerta.—Sonlasochoenpunto—medijoseñalandosureloj—.Elhorariodevisitasha
terminado.—Ahorasalgo—respondí.Encuantosuspasosseperdieronporelpasillo,cerrélapuertadelahabitación.
Quería privacidad antes de hablarle algo sobre la investigación del asesinato queafectabaaElliot.PerocuandoregreséalacamadeVeeparecíaquelamedicaciónyahabíasurtidoefecto.
—Yaestállegando—dijoconunaexpresióndepuroéxtasis—.Elsubidóndeladroga…encualquiermomento…unaoleadadecalor…adiós,señordolor.
—Vee…—Toc,toc.—Estoesimportante,deverdad.—Toc,toc.—Vee,setratadeElliot.—Toc,toc—repitióconvozcantarina.Suspiré.—¿Quiénes?—Bu.—¿QuéBu?—¡Buuuah!Alguienllorayyonosoy.—Estallóenunarisahistérica.Comprendiendoqueerainútilintentarlo,ledije:—Llámamemañanadespuésdeque tedenel alta.—Cerré lacremallerademi
mochila—.Porcierto,tehetraídolosdeberes.¿Dóndequieresquetelosdeje?Señalóelcubodelabasura.—Ahímismo.
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EntréelFiatenelgarajeymeguardélasllavesenelbolsillo.Nohabíaestrellasenelcielo,yempezabaallover.Bajélapuertadelgarajehastaelsueloylacerréconllave.Entréenlacocina.Habíaunaluzencendidaenelpisodearriba,yalinstantemimadrebajócorriendolasescalerasymeabrazó.
Mimadretieneelcabellooscuroonduladoylosojosverdes.Esapenasmásbajaque yo, pero tenemos la misma estructura ósea. Siempre huele a Love, de RalphLauren.
—Mealegratantoqueestésbien…—medijo,apretándomefuerte.«Porlospelos»,pensé.
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Capítulo13
A las siete de la tarde del día siguiente, el aparcamiento del Borderline estabarepleto.Después de una hora de ruegos,Vee y yo convencimos a sus padres paracelebrarsuprimeranochefueradelhospitalconchiles rellenosyunosdaiquirisdefresa.Almenosesofueloquedijimos.Perolociertoeraqueteníamosunasegundaintención.
AparquéelNeonenunespacioestrechísimoyapaguéelmotor.—Puaj—dijoVeecuandoledevolvílasllavesymisdedosrozaronlossuyos—.
¡Estássudandoamares!—Estoynerviosa.—Vaya,nomehabíadadocuenta.Sinquerermiréhacialapuerta.—Séloqueestáspensando—dijoVee,apretandoloslabios—.Ylarespuestaes
no.Niseteocurra.—Nosabesloqueestoypensando—dije.—¡Jo,ytantoquelosé!—Nopensabaecharcorrer—medefendí—.Yono.—Mentirosa.ElmarteseralanochelibredePatch,yVeemehabíametidoenlacabezaqueera
la ocasión perfecta para interrogar a sus compañeros de trabajo. Me imaginabaacercándomealabarraenplancoqueta,mirandoalcamarerocomoloharíaMarcieMillar,parapasardirectamentealtemadePatch.Necesitabaladireccióndesucasa.Necesitaba una detención previa por cualquier motivo. Necesitaba saber si teníaalgunaconexiónconeltipodelpasamontañas,pormuyvagaquefuera.Yaveriguarquéhacíanenmividaeltipodelpasamontañasyaquellamisteriosamujer.
Miré dentro de mi bolso, asegurándome de que todavía llevaba la lista depreguntasquehabíapreparado.Deun ladodelpapelestaban laspreguntassobre lavidapersonaldePatch.Enelreversoteníaalgunosapuntesparaflirtear.Porsiacaso.
—Vaya,vaya—dijoVee—,pero¿quéeseso?—Nada—repliquédoblandolalista.Ellatratódearrebatarmeelpapel,peroyofuimásrápidaylometíenelfondodel
bolso.—Reglanúmerouno—dijoentonces—:paraflirtearnoseutilizannotas.—Paracadareglahayunaexcepción.—¡Yésanoerestú!—Veecogiódosbolsasdeplásticodelasientotraseroyse
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diolavueltaparasalirdelcoche.Nadamásapearme,ellasevaliódesubrazobuenoparaarrojarmelasbolsasporencimadeltechodelNeon.
—¿Quéson?—lepreguntéatrapandolasbolsas.Lasasasestabanatadasynosepodía ver lo que contenían, pero el inconfundible extremo de un tacón de agujaamenazabaconagujerearelplástico.
—Talla treinta y nueve. Piel de tiburón —respondió Vee—. Es más fácilinterpretarunpapelcuandotemetesenél.
—Nopuedocaminarcontaconesaltos.—Puesmenosmalquenosonaltos.—Loparecen—dijemirandoeltacóndeagujaquesobresalía.—Sólotienenunosdocecentímetros.Genial. Si tenía la suerte de no romperme el cuello, sólo tendría que sentirme
humilladaseduciendoaescondidasaloscompañerosdetrabajodePatch.—Tecuento—medijoVeemientrasapretábamoselpasoporlaacerarumboala
puertaprincipal—.Heinvitadoaunpardepersonas.Cuantosmásseamos,mejornoslopasaremos,¿nocrees?
—¿Aquién?—pregunté, sintiendosurgirunacorazonadaoscuraen labocadelestómago.
—AJulesyaElliot.AntesdequetuvieraocasióndedecirleaVeeloterriblequemeparecíaesaidea,
ellaseadelantó:—Hallegadolahoradelaverdad:meheestadoviendoconJules.Aescondidas.—¿Qué?—Deberíasversucasa.LadeBruceWayneespocacosa.Puedequesuspadres
sean narcotraficantes en Sudamérica o herederos de una riqueza ancestral. Comotodavíanolosconozco,nopuedosaberlo.
Mequedésinpalabras.Abríycerrélaboca,perosindecirnimu.—¿Cuándoocurrió?—conseguípreguntarfinalmente.—JustodespuésdeaquelencuentropremonitorioenEnzo.—¿Premonitorio?Vee,notienesniidea…—Espero que hayan llegado primero y reservadomesa—dijoVee estirando el
cuelloparaverelgentíoacumuladoenlapuerta—.Noquieroesperar.Deverdadqueestoyadosescasosminutosdemorirmedehambre.
AgarréaVeeporelbrazobuenoylediuntirón.—Tengoalgoquecontarte…—Yalosé,yalosé.CreesquecabelaposibilidaddequefueraElliotquienme
atacó el domingo. Pues amíme parece que has confundido a Elliot con Patch.Ydespués de que esta noche hagas tu trabajo de detective, los hechos me darán larazón.Créeme,meinteresasaberquiénmeatacótantocomoati.Quizámás.Ahora
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esunacuestiónpersonal.Ysivamosadarnosconsejosmutuamente,aquívaelmío:aléjatedePatch.Sóloporprecaución.
—Me alegra que hayas pensado en eso —repuse secamente—, pero escucha:encontréunartículo…
Las puertas del Borderline se abrieron. Una ola de calor salió del interiortrayéndonoslosaromasdelaslimasydelcilantro,juntoconlamúsicadeunabandademariachissonandoporlosaltavoces.
—BienvenidasalBorderline—dijolarecepcionista—.¿Soissólovosotrasdos?Elliot estaba detrás de ella en el vestíbulo. Nosmiramos al mismo tiempo. Él
sonrióconlaboca,peronoconlosojos.—Señoritas —dijo frotándose las manos mientras se acercaba—. Estáis
esplendorosas,comosiempre.Meescociólapiel.—¿Dóndeestátucómplice?—preguntóVeepaseandolamiradaporelvestíbulo.
Farolillosdepapelcolgabandeltecho,yunmuraldeunpueblodeMéxicoabarcabados paredes. Las mesas reservadas estaban todas ocupadas. No había ni rastro deJules.
—Malas noticias —dijo Elliot—. El caballero está enfermo. Vais a tener queconformarosconmigo.
—¿Enfermo?—repitió Vee—. ¿Cómo que enfermo? ¿Qué clase de excusa esésa?
—Enfermo,comocuandosetienenvómitosydiarrea.Veearrugólanariz.—Demasiadainformación.YotodavíaintentabahacermealaideadequeestuvierapasandoalgoentreVeey
Jules. Jules daba la impresión de ser hosco y resentido, y no parecía para nadainteresadoenestarconVeeniconnadie.NomesentíaenabsolutotranquilasabiendoqueVeepasabatiempoasolasconJules.Nonecesariamenteporlodesagradablequeeraniporlopocoqueyoleconocía,sinoporlaúnicacosaqueyosabíaacercadeél:queélyEllioteranamigosíntimos.
La recepcionista cogió tresmenús de un pequeño armario y nos condujo a unreservadotancercadelacocinaquepodíasentirseelfuegodeloshornosatravésdelas paredes. A la izquierda estaba el bar. A la derecha, las puertas de cristalempañadas que conducían al patio.Mi blusa de popelina ya estaba adherida amiespalda.Peromisudorpodía tenerquevermáscon laprimiciadeVeeyJulesqueconelcalor.
—¿Aquíestábien?—preguntólarecepcionista,señalandoelreservado.—Estupendo—dijoElliotysequitó lacazadora—.Meencantaestesitio.Siel
ambientenotehacesudar,esperaaprobarlacomida.
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Lasonrisadelarecepcionistaseencendió.—Usted ya ha estado aquí. ¿Puedo recomendarle empezar con unos nachos y
nuestranuevasalsadejalapeño?Eslamáspicantedelacasa.—Meencantanlascosaspicantes—dijoElliot.Estaba segura de que se comportaba como un baboso. Había sido demasiado
generosa al pensar que no era tan grosero como Marcie. Había sido demasiadogenerosa acerca de él, y punto. Ahora sabía que desde el principio ocultaba unainvestigaciónporasesinatoyasabercuántosotrosesqueletosenelarmario.
Larecepcionistalorepasóconunamiradaapreciativa.—Regresaré con los nachos y la salsa. La camarera vendrá enseguida para
tomarleselpedido.Veesesentóprimero,yomesentéasulado,yElliotocupóelasientoenfrentede
mí. Nuestras miradas se encontraron y en sus ojos había algo oscuro. Rencor,probablemente.Talvezinclusohostilidad.Mepreguntabasisabíaqueyohabíavistoelartículo.
—El púrpura te queda bien, Nora—dijo, señalando con la cabezami bufandamientrasmelaquitabaylaatabaalasasasdemibolso—.Resaltatusojos.
Vee me dio un pisotón. Ella pensaba que realmente me estaba haciendo uncumplido.
—Oye—ledijeaElliotconunasonrisaartificial—,¿porquénonoscuentasalgosobreelKinghorn?
—Sí—seunióVee—.¿Tienensociedadessecretas?¿Comoenlaspelículas?—¿Qué os puedo contar? —dijo Elliot—. Un colegio estupendo. Fin de la
historia.—Cogióelmenúyleechóunvistazo—.¿Alguienquiereunaperitivo?Yoinvito.
—Sieratanestupendo,¿porquétetrasladaste?—Penetrésusojosyaguantélamirada.Aunquesólofueraligeramente,enarquélascejas,desafiante.
UnmúsculodelamandíbuladeElliotsemoviójustoantesdequeenseñaraunasonrisaresquebrajada.
—Porlaschicas.Oíqueporaquíeranmuchomásguapas.Losrumoresresultaronciertos.—Meguiñóunojoysentíunescalofrío.
—¿Por qué Jules no se trasladó contigo?—preguntó Vee—. Podríamos habersidoloscuatrofantásticos,perotodavíamejores.Loscuatrofenómenos.
—LospadresdeJulesestánobsesionadosconsueducación.Decirqueselesvalavidaenelloseríapoco.Lojuro,esechicollegarámuylejos.Nadapuededetenerlo.Yopiensoque soybuenoen el cole,mejorque lamayoría, peronohaynadiequesupereaJules.Esundiosacadémico.
LamiradasoñadoraretornóalosojosdeVee.—Hastaahoranoheconocidoasuspadres—dijoella—.Lasdosvecesquefuia
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sucasaestabanfueradelaciudadotrabajando.—Trabajanmucho—confirmóElliot, volviendo a bajar la vista hacia elmenú,
dificultándomeleersusojos.—¿Aquésededican?—pregunté.Élbebióun tragodeagua.Medio la impresióndequeestabahaciendo tiempo
mientraspensabaunarespuesta.—Diamantes.PasanmuchotiempoenÁfricayenAustralia.—NosabíaqueAustraliafueraimportanteenelnegociodelosdiamantes—dije.—Niyo—apuntóVee.Dehecho,estabaseguradequeenAustralianohabíadiamantes.—¿PorquévivenenMaine?—pregunté—.¿PorquénoenÁfrica?Elliotseconcentrómásaúnenelmenú.—¿Quévaisapedir?Lasfajitasdecarnetienenbuenapinta.—SilospadresdeJulesestánenelnegociodelosdiamantes,apuestoaqueson
expertos en elegir el anillo de compromiso perfecto —dijo Vee—. Siempre hequeridounsolitarioconunaesmeralda.
LediunapatadaaVeepordebajodelamesa.Ellamepinchóconeltenedor.—¡Ay!—chillé.Lacamareraseplantóenelextremodelamesaparatomarelpedido.—¿Parabeber?Elliotrepasóelmargensuperiordesumenú,luegomemiróamíydespuésaVee.—Coca-Colalight—pidióVee.—Aguaconlima,porfavor—dije.La camarera regresó con sorprendente rapidez trayendo nuestras bebidas. Su
regreso era mi pie para abandonar la mesa y empezar con el plan, y Vee me lorecordóconunsegundopisotónpordebajodelamesa.
—Vee —dije entre dientes—, ¿me acompañarías al lavabo? —De repente noqueríallevaracaboelplan.NoqueríadejaraVeeasolasconElliot.Loquequeríaerallevármela,contarlelodelainvestigaciónporasesinatoyencontrarlamaneradequeElliotyJulesdesaparecierandenuestrasvidas.
—¿Porquénovassola?—repusoella—.Creoqueseríaunmejorplan.—Señalóla barra con la cabeza como indicándome «ve», mientras me ahuyentaba condiscretosmovimientospordebajodelamesa.
—Estabaplaneandoirsola,perodeverdadquemegustaríaquemeacompañaras.—¿Quéospasa,chicas?—dijoElliot,repartiendosusonrisaentrelasdos—.La
verdad, no he conocido a ninguna chica que pueda ir sola al lavabo.—Se inclinóhaciadelanteysonrióconcomplicidad—.Dejadmeconocerelsecreto.Enserio.Ospagaré cinco dólares a cada una. —Se llevó la mano al bolsillo trasero—. Diezdólaressimedejáisirconvosotrasyverdequésetrata.
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Veeledirigióunasonrisa.—Pervertido.Notedejesesto—medijoamí,cargandoenmisbrazoslasbolsas
deplástico.Elliotlevantólascejas.—Esbasura—le explicóVee conun toquemordaz—.Nuestro cubode basura
estárepleto.Mimadremepreguntósiyaquesalíapodíadeshacermedeella.Elliot semostró incrédulo,yaVeenopareció importarle.Me levantécargando
coneldisfrazenmisbrazos,ydigerímifrustración.Caminando entre las mesas me dirigí al pasillo que conducía al servicio. El
pasillo estaba pintado de terracota y decorado con maracas, sombreros de paja ymuñecasdemadera.Allíhacíamáscalor,ymeenjuguélafrente.Elplanconsistíaenacabar coneso lo antesposible.Encuanto regresara a lamesapondríaunaexcusaparairmeymellevaríaaVeeconmigo.Conosinsuconsentimiento.
Después de echar un vistazo en las tres cabinas del lavabo de señoras yasegurarmedequeestabasola,eché llavea lapuertayvacié lasbolsasencimadeltocador. Una peluca rubia platino, un sujetador púrpura de realce con aro yalmohadillasextraíbles,un topnegro,unaminifaldacon lentejuelas,unos leotardosdecolorfucsia,unpardetaconesdeagujadepieldetiburóntallatreintaynueve.
Volví a meter en las bolsas el sujetador, el top y los leotardos. Me quité elpantalón y me puse la minifalda. Oculté mi pelo bajo la peluca y me apliqué elpintalabios.Lorealcéconunagenerosacapadebrillodelabios.
—Puedes hacerlo —me dije frente al espejo, volviendo a tapar el brillo yjuntando los labios—. Puedes conseguir unaMarcieMillar. Seducir a los hombresparasonsacarlos.Nopuedesertandifícil.
Mequité losmocasines, losmetíen labolsa juntoconmis tejanosyescondí labolsadebajodeltocador.
—Además—continué—, no hay nadamalo en sacrificar un poco de orgullo acambio de información. Si quieres enfocarlo desde una perspectivamalsana, hastapodríaspensarqueencasodenoobtenerrespuestasacabarásmuerta.Porquetegusteono,ahífuerahayalguiendispuestoahacertedaño.
Balanceando en el aire los zapatos de piel de tiburón, los observé condetenimiento.Noeranlacosamásfeadelmundo.Hastapodíadecirsequeeransexis.Los tiburonesatacanColdwater,Maine.Me loscalcéypractiquécaminandovariasvecesdeunladoaotrodelservicio.
Dosminutosmástardemesentéconcuidadoenuntaburetedelabarra.Elcamareromeechóelojo.«¿Dieciséis?—sepreguntó—.¿Diecisiete?»Parecía diez añosmayor que yo y tenía el pelo castaño cortado al rape y con
entradas. De su lóbulo derecho colgaba un pendiente plateado. Camiseta blanca ytejanos.Noerafeo,perotampocounApolo.
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—Nosoymenordeedad—dijelevantandolavozporencimadelamúsicaydelbarullo de la conversación—.Estoy esperando a una amiga.Desde aquí tengounavista estupenda de la puerta. —Saqué la lista de preguntas de mi bolso yencubiertamentelacoloquédebajodeunsalerodecristal.
—¿Quéeseso?—mepreguntóelcamarero,secándoselasmanosyseñalandolalistaconlacabeza.
Deslicélalistamásaúndebajodelsalero.—Nada—respondíentonoinocente.Enarcóunaceja.Decidínoceñirmealaverdad.—Es una lista de la compra. De regreso a casa tengo que comprar algunas
verduras paramimadre.—«¿Qué ha pasado con lo de flirtear?—me pregunté—.¿QuéhapasadoconlodejugaraserMarcieMillar?».
Melanzóunamiradaescrutadoraquenomepareciódeltodonegativa.—Despuésdecincoañosenestetrabajo,sédetectaraunamentirosa.—Nosoyunamentirosa—dije—.Quizásestuvieramintiendohaceun instante,
perofueunasolamentira.Unamentirijillanomeconvierteenunamentirosa.—Tienespintadeperiodista—respondióél.—Trabajo en la revista digital del instituto.—Tonta demí. Los periodistas no
inspiranconfianza.Lagentesuelesospechardelosperiodistas—.Peroestanochelatengolibre—mecorregí—.Estanochesóloplacer.Nadadetrabajo.Nadadeagendasextraoficiales.Nadadenada.
Despuésdeunsilenciodecidíqueeraelmomentodeavanzar.—¿TrabajanmuchosestudiantesdeinstitutoenelBorderline?—Tenemosaunoscuantos,sí.Recepcionistasyayudantesdecamarero.—¿Enserio?—dijefingiendosorpresa—.Talvezconozcoaalguno.Elcamareromiróaltechoyserascólabarbilla.Sumiradavacíanomeinspiraba
confianza. Por no mencionar que apenas disponía de tiempo. Elliot podía estarponiendodrogasletalesenlaCoca-ColalightdeVee.
—¿TesuenaPatchCipriano?—pregunté—.¿Trabajaaquí?—¿Patch?Sí,trabajaaquí.Unpardenochesalasemanaylosfinesdesemana.—¿Estedomingoporlanochevinoatrabajar?—Procurénoparecerdemasiado
curiosa.PeronecesitabasabersihabíaunaposibilidaddequePatchhubieraestadoenelpaseomarítimo.Dijoqueteníaunafiestaenlacosta,peroquizáshabíacambiadodeplanes.Sialguienmeasegurabaqueeldomingopor lanocheestaba trabajando,podíadescartarsuimplicaciónenelataqueaVee.
—¿Eldomingo?—Volvióarascarse—.Lasnochessememezclan.Pregúntalesalascamareras.Seguroquealgunalorecuerda.Todasseríencomotontasysederritencuando Patch viene a trabajar. —Sonrió, como si por algún motivo yo pudiera
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comprenderlas.—Porcasualidad,¿notendrásaccesoasusolicituddetrabajo?—Incluyendosu
domicilio.—Vaaserqueno.—Sólo por curiosidad —dije—, ¿sabes si es posible que te contraten aquí si
tienesantecedentespenales?—¿Antecedentespenales?—Lanzóunarisotada—.¿Meestástomandoelpelo?—Vale,noantecedentespenales,pero¿ysihascometidoundelitomenor?Apoyólasmanosenlabarrayseinclinóhaciadelante.—Ni hablar —dijo. Su tono había dejado de ser complaciente para tornarse
ofensivo.—Esoestámuybien.Esbuenosaberlo.—Cambiédeposiciónsobreeltaburete,
y sentí la piel demismuslos despegándose del vinilo. Estaba sudando. Si la reglanúmerounodelflirteoeranollevarlistas,estabaseguradequelareglanúmerodoseranosudar.
Consultémilista.—¿SabessiPatchhatenidoalgunavezunaordenjudicialdealejamiento?¿Sabes
si tiene antecedentes por acosador? —Decidí lanzarle todas las preguntas en unúltimointentodesesperadoantesdequememandaraafreírespárragos,opeoraún,meecharadelrestauranteporacosoocomportamientosospechoso—.¿Sabessitienenovia?—preguntébruscamente.
—Pregúntaseloaél.Pestañeé.—Élnoestáaquí.Miestómagoseaflojóantelasonrisadelcamarero.—Estanochenotrabaja,¿verdad?—pregunté—.Sesuponequeelmartesessu
díalibre.—Sí,asíes.PeroestásustituyendoaBenji,queestáenelhospital.Apendicitis.—¿QuieresdecirquePatchestáaquí?¿Ahora?—Miréporencimadelhombro,
acomodándome la peluca para cubrirme el perfil mientras lo buscaba por todo elrestaurante.
—Haidoalacocinahaceunosminutos.Casimecaídeltaburete.—Creoquehedejadoelcocheenmarcha.¡Peromehaencantadohablarcontigo!
—Memarchéalserviciotanrápidocomopude.Una vez allí cerré la puerta con llave y, apoyada de espaldas, respiré agitada.
Luego me acerqué al lavamanos y me mojé la cara con agua fría. Patch iba aenterarse de que lo espiaba. Mi inolvidable actuación así lo garantizaba. Menudahumillación. Y Patch era sumamente reservado. A las personas reservadas no les
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gusta que husmeen en sus vidas. ¿Cómo reaccionaría al saber que lo estabaobservandoconlupa?
Yentoncesmepreguntéporquéhabíaidohastaahí,yaqueenlomásprofundodemínocreíaqueélfueraeltipodelpasamontañas.Quizátuvierasecretososcuros,perturbadores,peroirporahíconunpasamontañasnoerapropiodeél.
Cerréelgrifo,yallevantarlavistavilacaradePatchreflejadaenelespejo.Gritéymedilavuelta.
Élnosonreía,niparecíamuycontento.—¿Quéestáshaciendoaquí?—dijeconlavozentrecortada.—Trabajoaquí.—Quierodeciraquí.¿Esquenosabesleer?Esellavabodeseñoras…—Estoyempezandoapensarquemesigues.Cadavezquemedoylavuelta,allí
estástú.—QueríadistraeraVee—expliqué—.Haestadoenelhospital.—Sonabacomo
siestuvieraaladefensiva,loqueseguramentemehacíaparecermásculpable—.Nopensaba encontrarme contigo. Se supone que es tu noche libre. ¿Y qué me estáscontando?Soyyolaqueteveocadavezquemedoylavuelta.
Sumiradaera afiladae intimidatoria.Sopesabacadaunademispalabras, cadaunodemismovimientos.
—¿Quieresexplicarmelodetupelohortera?—dijo.Mearranquélapelucaylaarrojésobreeltocador.—¿Quieresexplicarmedóndehasestado?Hacedosdíasquenovasaclase.EstabacasiseguradequePatchnorevelaríasuparadero,peroencambiodijo:—Jugandoalpaintball.¿Quéhacíastúenlabarra?—Hablarconelcamarero.¿Esuncrimen?—Apoyandounamanoeneltocador,
levantéunpieparaquitarmeuntacóndetiburón.Meinclinéunpoco,ymientraslohacíalalistadepreguntassesaliódemiescoteycayóalsuelo.
Mearrodillépararecogerla,peroPatchsemeadelantó.Lasostuvoencimadesucabezamientrasyosaltabaparaagarrarla.
—¡Devuélvemeeso!—dije.—«¿Ha tenidoPatch algunavezunaorden judicial de alejamiento?»—leyó—.
«¿EsPatchuncriminal?»—¡Dámelo!—insistífuriosa.Élrioporlobajo,yyosupequehabíavistolasiguientepregunta.—«¿Patchtienenovia?»Seguardóelpapel enelbolsillo trasero.Estabadispuestaa recuperarlo,pesea
dondeseencontraba.Seapoyódeespaldaseneltocadorymemiróalosojos.—Siestásbuscandoinformación,prefieroquemepreguntesamí.
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—Esaspreguntas—señalésubolsillo—eransólounabroma.Veelasescribió—añadíenunmomentodeinspiración—.Todoesculpasuya.
—Conozcotuletra,Nora.—Vale,deacuerdo,estábien—admitímientrasintentabaencontrarunarespuesta
inteligente,perotardédemasiado.—Niórdenesdealejamiento—dijo—.Nidelitos.Levantélabarbilla.—¿Novia?—Medijequenomeimportabasurespuesta.Yafueraunacosauotra,
lomismodaba.—Esonoesasuntotuyo.—Intentastebesarme—lerecordé—.Loconvertisteenasuntomío.Unamagodesonrisapirataacechabaensuboca.Tuvelaimpresióndequeestaba
recordandocadadetalledeaquelbeso,incluidomisuspiro-gemido.—Exnovia—dijoalcabo.Elalmasemecayóalsuelomientrasunsúbitopensamientoacudíaamimente.
¿YsilachicadelDelphicyelpaseomarítimoeralaexnoviadePatch?¿YsimeviohablandoconPatchenelsalóndejuegosypensóquehabíaalgoentrenosotros?SitodavíasesentíaatraídaporPatch,eradeesperarquesesintieracelosaymesiguieraatodaspartes.Algunaspiezasdelrompecabezasparecíanencajar…
Entonces,éldijo:—Peroyanoestá.—¿Quéquieresdecir?—Sefue.Novaavolver.—¿Quieresdecirque…murió?Patchnolonegó.Derepentesentíunapesadezyunnudoenelestómago.Esonomeloesperaba.
Patchteníaunanovia,yhabíamuerto.Lapuertadel lavabode señorasvibrócuandoalguien tratódeentrar.Mehabía
olvidadode que estaba cerrada con llave.Entonces ¿cómohabía entradoPatch?Oteníauna llave,obienhabíaotraexplicación.Otraexplicaciónen laquepreferínopensar,comoquesehabíadeslizadopordebajodelapuertacomoelaire.Comoelhumo.
—Tengo que volver al trabajo—dijo.Me lanzó unamirada que se demoró uninstantedebajodelascaderas—.Minifaldamortal.Piernasdeinfarto.
Antesdequeyopudieraconformarunarespuestacoherente,élsalióporlapuerta.Lamujermayorqueesperabaparaentrarmemiró,yluegosediolavueltaymiró
aPatch,quesealejabaporelpasillo.—Querida—medijo—,pareceunbribóndecuidado.—Biendicho—mascullé.
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Seretocósucabellocortocanosopeinadoenespiral.—Unachicapuedemorirporunbribóncomoése.Despuésdecambiarmede ropa regreséal reservadoymesentéal ladodeVee.
Elliotmirósurelojyluegoamí,levantandolascejas.—Perdónporlatardanza—dije—.¿Meheperdidoalgo?—Nada—dijoVee—.Lodesiempre,lodesiempre.—Megolpeólarodilla,yen
elgestoibaimplícitalapregunta:«¿Ybien?»Entonces,Elliotdijo:—Te has perdido a la camarera. He pedido un burrito para ti. —Una sonrisa
escalofriantetiródelascomisurasdesuslabios.Vimioportunidad.—Enrealidad,nosésiquierocomer.—Hiceunamuecadeascoquenoeradel
todoartificial—.CreoquemehadadolomismoqueaJules.—Oh,Diosmío—dijoVee—.¿Teencuentrasbien?Neguéconlacabeza.—Buscaréalacamareraylediréquenospongalacomidaenunacaja—sugirió
Veemientrasbuscabalasllavesenelbolso.—¿Yyoqué?—dijoElliot.—¿Lodejamosparaotrodía?—propusoVee.«Bienpensado»,medije.
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Capítulo14
Regreséacasapocoantesdelasocho.Metílallaveenlacerradura,cogíelpomoyempujélapuertaconlacadera.Habíallamadoamimadreunashorasantesdelacena;ellaestabaen laoficina,conmuchascosaspendientes,ynosabíaaquéhorallegaría.Esperabaencontrarmelacasaensilencio,oscurayfría.
Al tercergolpedecadera lapuertacedió,yyoarrojémibolsoen laoscuridad,paraluegoforcejearconlallave,todavíametidaenlacerradura.DesdelanocheenquePatchhabíavenido,lacerraduramostrabaunatendenciavoraz.MepreguntabasiDorothealohabíanotadoantes.
—Devuélvemelamal-di-tallave—dijesacudiéndolahastasacarla.Elrelojdepiedelpasillomarcólahoraenpunto,yochocampanadasestridentes
retumbaronrompiendoelsilencio.Estabaentrandoenelsalónparaencenderlaestufade leña cuando se oyó el frufrú de una tela y un leve crujido al otro lado de lahabitación.
Grité.—¡Nora!—dijomimadre,apartandounamantae incorporándosesobreelsofá
—.¿Quédemoniosteocurre?Yoteníaunamanosobreelcorazónylaotraapoyadaenlapared,sosteniéndome.—¡Mehasasustado!—Estabadormida.Sitehubieraoídoentrartehabríadichoalgo.—Seapartóel
pelodelacarayparpadeóconseriedad—.¿Quéhoraes?Medesplomésobreel sillónmáscercanoy tratéde recuperarmipulsonormal.
Mi imaginación había hecho aparecer un par de ojos despiadados detrás de unpasamontañas. Ahora que sabía con certeza que ese tipo no era producto de miimaginación, sentía un deseo imperioso de contarle todo amimadre, desde cómohabía saltado delante del Neon hasta su papel como agresor de Vee. Me estabasiguiendo, y era violento.Cambiaríamos la cerradura de la puerta.Y hasta parecíalógicoavisaralapolicía.Mesentiríamuchomásseguraporlasnochesconuncochepatrullajuntoalbordillo.
—Pensaba esperar para hablarte de esto—dijo mi madre, interrumpiendo mispensamientos—,peronuncasesabesivaapresentarseelmomentoapropiado.
Fruncíelentrecejo.—¿Quésucede?Diounsuspirolargoyangustioso.—Estoypensandoenvenderlacasa.
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—¿Yeso?¿Porqué?—Llevamosunañoluchando,ynocreoquellegueaganartantocomoesperaba.
Hepensadoenbuscarunsegundoempleo,peronocreoqueeldíatengasuficienteshoras.—Seriosinunapizcadehumor—.ElsalariodeDorotheanoesmucho,peroesungastoextra.Loúnicoquesemeocurreesmudarnosaunacasamáspequeña.Oaunapartamento.
—Peroéstaesnuestracasa.—Allíestabantodosmisrecuerdos.Nopodíacreerqueellanosintieralomismo.Yoharíacualquiercosaporquedarnos.
—Esperarétresmesesmás.Peronotehagasdemasiadasilusiones.Entoncessupequenopodíacontarlelodeltipodelpasamontañas.Renunciaríaal
día siguiente, conseguiría un trabajo en la ciudad y no quedaríamás remedio quevenderlacasa.
—Hablemosdealgomásalegre—dijoella forzandounasonrisa—.¿Qué tal lacena?
—Bien—respondímalhumorada.—¿YVee?¿Seestárecuperando?—Mañanayapuederegresaralcolegio.Mimadresonrióconironía.—Suertequeserompióelbrazoizquierdo.Deotromodonopodríatomarnotas
enclase,ymeimaginolodecepcionadaqueestaría.—Ja, ja.Voyaprepararmeunchocolatecaliente.—Mepusedepieyseñaléen
direcciónalacocina—.¿Quieresuno?—Laverdadesquesí,meapetece.Voyaencenderelfuego.Trasunarápidaescapadaa lacocinaparacoger las tazas,elazúcary la latade
cacao,regreséyencontréamimadrecolocandoelhervidorsobrelaestufadeleña.Mesentésobreelbrazodelsofáylealcancéunataza.
—¿Cómosupistequeestabasenamoradadepapá?—lepregunté,esforzándomepor parecer despreocupada.Hablando demi padre podíamos acabar llorando, algoqueesperabaevitar.
Ellasearrellanóenelsofáypusolospiessobrelamesa.—Nolosupe.Hastadespuésdeunañodecasados.Noeralarespuestaqueesperaba.—Entonces…¿porquétecasasteconél?—Porquecreíaestarenamorada.Ycuandocreesestarenamoradaestásdispuesta
aaguantaryahacerquefuncionehastaqueseconviertaenamor.—¿Teníasmiedo?—¿Decasarmeconél?—Serio—.Ésaeralaparteexcitante.Comprarelvestido,
reservarlacapilla,probarmeelanillodecompromiso.MeimaginélasonrisamaliciosadePatch.
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—¿Teníasmiedodepapá?—SólocuandoperdíanlosNewEnglandPatriots.SiemprequeperdíanlosPatriotsmipadreibaalgarajeyencendíasumotosierra.
Dosotoñosatráshabíallevadolasierraalbosquedetrásdenuestrapropiedad,yhabíaconvertidodiezárbolesenleña.Todavíanosquedabamásdelamitadparaconsumir.
Mimadrediounapalmadasobreelsofáyyomeacurruquéjuntoaella,apoyandolacabezaensuhombro.
—Loechodemenos—dije.—Yotambién.—Tengomiedodeolvidarmedecómoera.Noenlasfotos,sinocuandoandaba
porcasalossábadosenchándal,preparandohuevosrevueltos.Ellaentrelazósusdedosconlosmíos.—Túsiempretehasparecidomuchoaél,desdequeeraspequeña.—¿Deverdad?—Meincorporé—.¿Enqué?—Él era un buen estudiante,muy inteligente.No era una persona llamativa ni
extrovertida,perolagentelorespetaba.—¿Eraunapersona…misteriosa?Mimadre,alparecer,reflexionóalrespecto.—Lagentemisteriosaguardamuchossecretos.Tupadreeraunapersonaabierta.—¿Algunavezserebeló?Serio,sorprendida.—¿Lehasvistorebelarsealgunavez?HarrisonGrey,elcontablemáshonestodel
mundo…¿rebelándose?—Soltó un jadeo de asombro teatral—. ¡Por supuesto queno!Solíadejarseelpelolargoduranteuntiempo.Eraonduladoyrubio,comoeldeunsurfista.Claroquesusgafasdecareyleechabanaperderellook.Oye…¿porquéempezamosahablardeesto?
NosabíacómoexplicarlemissentimientoscontradictorioshaciaPatch.Osea,nosabía cómohablarle de Patch.Mimadre probablemente solicitaría una descripciónqueincluyeralosnombresdesuspadres,susnotas,losdeportesquepracticabaylasuniversidadesenquepensabasolicitarplaza.NoqueríaalarmarladiciéndolequemejugabamihuchaaquePatchteníaantecedentespenales.
—Hayunchico—dije,incapazdereprimirlasonrisaalpensarenPatch—conelqueheestadopasandoelratoúltimamente.Sobretodoporcosasdelcolegio.
—Ah,unchico.¿Ybien?¿Esdelclubdeajedrez?¿Delconsejoestudiantil?¿Delequipodetenis?
—Legustaelpool—expuseconoptimismo.—¡Unnadador!¿EstanguapocomoMichaelPhelps?Claroquesihablamosdel
aspectoyosiempremeinclinoporRyanLochte.[1]
Penséenaclararlequemereferíaalbillar,noalanatación.Quizáfueramejorno
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aclararnada.Billar,natación…erancasilomismo,¿verdad?Sonóelteléfonoymimadreseestiróparacontestar.Despuésdediezsegundosse
dejócaerotravezsobreelsofáysediounapalmadaenlafrente.—No,nohayproblema.Lorepasaréylollevarémañanaaprimerahora.—¿Hugo?—lepreguntécuandocolgó.Hugoeraeljefedemimadre.Decirque
llamabaa todashorasseríaquedarsecorto.Unavez la llamóundomingoparaquefueraatrabajarporqueélnosabíahacerfuncionarlafotocopiadora.
—Sehadejadounpapeleosinacabarenlaoficinaynecesitaquelorepase,peronocreoquemellevemásdeunahora.¿Yahashecholosdeberes?
—Todavíano.—Puesvamosallá—suspiróylevantólospies—.¿Teveoenunahora?—DileaHugoquedeberíapagartemás.Serio.—Muchomás.Unavezasolas,despejélamesadelacocinaehicesitioparamislibrosdetexto.
Literatura,Historia,Biología.Cogíunlápiznuevo,abríelprimerodeloslibrosymepuseaestudiar.
Alosquinceminutosmimenteserebeló,negándoseadigerirotropárrafosobreel sistema feudal europeo. Me preguntaba qué hacía Patch después de trabajar.¿Estudiar?Difícildecreer.¿Comerpizzaymirarpartidosdebaloncestoen la tele?Improbable. ¿Jugar al billar y hacer apuestas en el Salón de Bo? Eso parecía unabuenasuposición.
Sentía el deseo inexplicable de ir hasta Bo y justificar mi comportamientoanterior,perolaideafuerápidamentedescartadaporelsimplehechodequenoteníatiempo.Mimadreregresaríaantesdeloquemellevaríairyvolver.PornomencionarquePatchnoeralaclasedechicoalquesepodíaperseguiryencontrar.Hastaahoranuestrosencuentroshabíansucedidosegúnsuagenda,nolamía.Siempreeraasí.
Subíparaponermealgocómodo.Entréenmihabitaciónyditrespasosantesdepararmeenseco.Loscajonesdemicómodaestabanabiertos;lasprendas,tiradasporelsuelo.Lacama,deshecha.Laspuertasdelarmario,abiertas,colgandotorcidasdelasbisagras.Habíalibrosymarcosdesparramadosportodaspartes.
Viel reflejodeunmovimientoenel cristalde laventanaymedi lavuelta.Élestabaapoyadoen lapareddetrásdemí,vestidocompletamentedenegroyconelrostrocubiertoporunpasamontañas.Micerebrocayóenunremolinodeconfusión,apuntodeordenarleamispiernasqueecharanacorrer,cuandoélseabalanzósobrelaventana,laabrióysaltóágilmente.
Bajélasescalerassaltandolospeldañosdetresentres,melancéporencimadelabarandilla,corríatodaprisaporelpasillohastalacocinaymarquéel911.
Un cuarto de hora más tarde, un coche patrulla irrumpió en el camino de la
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entradadandosacudidas.Todavía temblando,descorríelcerrojodelapuertaydejéentraralosdosagentes.Unoerabajitoyrechoncho,depeloentrecano;elotro,másbienaltoydelgado,conelpelotanoscurocomoPatch,aunquemuycortoporencimadelasorejas.EnciertomodoseparecíaaPatch.Tezmediterránea,rostrosimétrico,ojosrasgados.
EldecabellooscuroeraelinspectorBasso.Sucompañero,elinspectorHolstijic.—¿TúeresNoraGrey?—mepreguntóéste.Asentí.—Mimadresehaidopocoantesdequeocurriera.—Demodoqueestássola.Volvíaasentir.—Cuéntanos qué ha pasado—solicitó, cruzándose de brazos y separando los
pies,mientrassucompañeroavanzabaunospasosenelinteriordelacasayechabaunvistazo.
—He llegado a casa a las ocho yme he puesto a hacer los deberes—dije—.Cuando he subido ami habitación, había un hombre. Estaba todo revuelto. Lo hadestrozadotodo.
—¿Haspodidoreconocerlo?—Llevabaunpasamontañas.Ylaslucesestabanapagadas.—¿Algunamarca?¿Tatuajes?—No.—¿Estatura?¿Peso?Hurguédemalaganaenmifrágilmemoria.Nodeseabarevivirelmomento,pero
eraimportantequerecordaracualquierrasgo.—Pesomedio,peromásbienaltodeestatura.Casidelaalturadesucompañero.—¿Hasdichoalgo?Neguéconlacabeza.Bassoreaparecióydijoasucompañero:—Todoenorden.Luego subió al primer piso. La madera del suelo crujía encima de nosotros
mientrasélavanzabaporelpasillo,abriendoycerrandopuertas.Holstijicyyosubimosjuntoslasescaleras,yyolocondujeporelpasillohastami
dormitorio, donde estaba el otro con las manos en la cintura, contemplando lahabitación.
Mequedétotalmentepetrificada,invadidaporunhormigueodepánico.Lacamaestabahecha.Mipijama,biendobladosobrelaalmohada,talcomolohabíadejadopor la mañana. Los cajones de la cómoda, cerrados, y encima de la cómoda, losmarcos perfectamente ordenados. El baúl al pie de la cama, también cerrado. Nohabíanadatiradoenelsuelo.Lascortinascolgabanperfectamente,unaacadalado
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delaventanacerrada.—Hasdichohabervistoaunintruso—merecordóelinspectorBasso.Memiraba
conojosatentos.Ojosexpertosendetectarmentiras.Entré en la habitación, pero echaba en falta el toque familiar de confort y de
seguridad.Habíaundejesubyacentedeintromisiónydepeligro.Señalélaventana,tratandodequenometemblaralamano.
—Cuandoheentrado,hasaltadoporlaventana.Bassomiróporlaventana.—Es demasiado alto —observó. Intentó abrir la ventana—. ¿La has cerrado
despuésdequesefuera?—No.Hebajadocorriendoyhellamadoal911.—Pues alguien la ha cerrado.—Seguía mirándome con sus ojos afilados, los
labiosapretadosformandounalíneafina.—Nocreoquenadiepudierahuirdespuésdesaltardesdeunaalturacomoésta—
dijoHolstijic,poniéndosealladodesucompañerojuntoalaventana—.Consuertesemarcharíaconunapiernarota.
—Talveznohasaltado,talvezhabajadoporelárbol—dije.Bassosediolavuelta.—Bueno, ¿en qué quedamos? ¿Saltó o bajó por el árbol? Puede que te haya
empujadoysalidoporlapuertaprincipal.Seríaunaopciónlógica.Esoesloqueyohubierahecho.Telopreguntaréunavezmás.Piénsalobien.¿Realmentehasvistoaalguienentuhabitaciónestanoche?
Nomecreía.Pensabaquemelohabíainventado.Porunmomentolleguéapensarlomismo.¿Quémeestabaocurriendo?¿Porquéseenrevesabalarealidad?¿Porquénocoincidíaconlaverdad?Porelbiendemisaludmental,meconvencídequenoerayo.Eraél.El tipodelpasamontañas.Élmeestabahaciendotodoeso.Nosabíacómo,peroeraculpasuya.
Holstijicrompióelsilencio:—¿Aquéhoraregresantuspadres?—Vivoconmimadre.Hatenidoqueirhastalaoficina.—Tenemosquehacerosunaspreguntasalasdos.—Meindicóquemesentaraen
lacama,peroyomovílacabeza,aturdida—.¿Hasrotorecientementecontunovio?—No.—¿Quémedicesdelasdrogas?¿Hastenidounproblema,ahoraoenelpasado?—No.—Hasdichoquevivescontumadre.¿Ytupadre?¿Dóndeestá?—Estohasidounerror—dije—.Losiento.Nodeberíahaberllamado.Los dos policías intercambiaronmiradas.Holstijic cerró los ojos y se frotó las
comisuras internas.Bassoparecíacansadodeperderel tiempoyestabadispuestoa
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dejarlocorrer.—Tenemoscosasquehacer—dijo—.¿Estarásbienaquísolahastaquetumadre
regrese?Apenasleoí.Nopodíaapartarlosojosdelaventana.¿Cómolohizo?Uncuarto
dehora.Habíatenidouncuartodehoraparaencontrarlamaneradevolveraentraryordenarlo todo antes de que llegara la policía. Y conmigo haciendo guardia abajotodo el tiempo.Al caer en la cuenta de que habíamos estado solos en la casa,meestremecí.
Holstijicmeentregósutarjeta.—¿Ledirásatumadrequenosllame?—Nohace faltaquenosacompañeshasta lapuerta—dijoBasso.Ya ibapor la
mitaddelpasillo.
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Capítulo15
—¿CreesqueElliothamatadoaalguien?—Chsss—mandécallaraVee,mirandoporencimadelasmesasdellaboratorio
paraasegurarmedequenadienosestuvieraoyendo.—Sin ofender, chica, pero esto empieza a volverse ridículo. Primero que me
atacó. Ahora que es un asesino. Perdona, pero ¿Elliot un asesino? Él es, cómo tediría,elchicomásencantadorqueheconocido.¿Cuándofuelaúltimavezqueolvidósujetartelapuertaparaquepasaras?Puessí,escierto…nuncaloolvidó.
Vee y yo estábamos en clase de Biología, y Vee estaba tumbada boca arribaencimadeunamesa.Estábamoshaciendounapruebadepresiónarterial,ysesuponíaque Vee tenía que estar descansando en silencio durante unos minutos. EncondicionesnormaleshabríahechoeltrabajoconPatch,peroelentrenadornoshabíadadoeldía libre, loquesuponíaque teníamos libertadparaelegirauncompañero.Vee y yo estábamos en el fondo del laboratorio; Patch estaba trabajando con unhazmerreírllamadoThomasRookeryenlapartededelantelaboratorio.
—Lointerrogaroncomosospechosoenunainvestigacióndeasesinato—susurré,sintiendolosojosdelentrenadordirigirsehacianosotras.Garabateéunasnotasenmihoja de laboratorio. «El sujeto está calmo y relajado. El sujeto se ha abstenido dehablar durante tresminutos ymedio»—. Evidentemente, la policía creía que teníamotivosymedios.
—¿EstásseguradequeeselmismoElliot?—¿CuántosElliotSaunderscreesquehabíaenelKinghornenfebrero?Veesemasajeóelestómago.—Es que parece tan, pero tan difícil de creer… Y en cualquier caso, ¿si lo
interrogaronqué?Loimportanteesqueloliberaron.Noloencontraronculpable.—PorquelapolicíaencontróunanotadesuicidioescritaporHalverson.—¿QuiénesHalverson?—KjirstenHalverson—dijecon impaciencia—.Lachicaquesupuestamentese
ahorcó.—Quizáseaciertoquesecolgó.Quierodecir,¿quépasasiundíadijo:«Eh, la
vidaesunamierda»,ysecolgódeunárbol?Esascosaspasan.—¿No te parece demasiada coincidencia que en el apartamento de ella
encontraranpruebasdeallanamientocuandodescubrieronlanotadesuicidio?—VivíaenPortland.Losallanamientossoncosasdetodoslosdías.—Creoquealguiencolocóesanota.AlguienquequeríasacaraElliotdelapuro.
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—¿Quiénibaaquererhacerlo?—preguntóVee.Ledirigímimejormiradasarcástica.Veeseincorporóconsucodoileso.—Asíque,segúntú,ElliotsubióaKjirstenHalversonaunárbol,leatóunasoga
alcuello,laempujódelarama,luegoallanósuapartamentoydejóunaevidenciaqueapuntabaalsuicidio.
—¿Porquéno?Ellamedevolviólamiradasarcástica.—Porquelapolicíaloanalizatodo.Siellosdictaminaronquefueunsuicidio,yo
también.—¿Yquémedicesdeesto?—dije—.Apenassemanasdespuésdeserpuestoen
libertad,Elliotsecambiódecolegio.¿PorquéalguiendejaríaelKinghornparaveniralColdwaterHigh?
—Enesotienesrazón.—Creo que está intentando escapar de su pasado. Creo que se le volvió
insoportableseguirasistiendoalmismocampusdondematóaKjirsten.Llevalaculpasobresuconciencia.—Megolpeéellabioconellápiz—.TengoquecogerelcocheeiralKinghornparaaveriguaralgo.Ellasólofallecióhacetresmeses;lagentetodavíaestarámurmurandocosasalrespecto.
—No sé, Nora.Me damala espina empezar una operación de espionaje en elKinghorn.Quiero decir, ¿vas a ir a preguntar específicamente por Elliot? ¿Y si seentera?¿Quévaapensar?
Bajélavistahaciaella.—Sinoesculpable,notienenadadequépreocuparse.—Y si lo fuera, te mataría para silenciarte. —Vee sonrió como el gato de
Cheshire.Yonosonreí—.Quierosaberquiénmeatacótantocomotú—continuó,entonomásserio—,peroteaseguroquenofueElliot.Loherecordadounascienveces.Noseleparecenidelejos.Créeme.
—Vale,quizásElliotnoteatacó—dije,tratandodeconformarlaperosinánimodelimpiarelnombredeElliot—.Sigueteniendomuchascosasensucontra.Estuvoimplicado en la investigación de un asesinato, para empezar. Y para seguir, esdemasiadoencantador.Locualesextraño.Yparaacabar,esamigodeJules.
Veefruncióelentrecejo.—¿Jules?¿QuépasaconJules?—¿Notepareceraroquecadavezquequedamosconellos,Julesdesaparece?—¿Adóndequieresllegar?—Lanocheque fuimosalDelphic, Jules se fuecasi inmediatamenteal lavabo.
¿Regresó?¿Despuésdequemefueraacomprarelalgodón,Elliotloencontró?—No,peroloatribuyóaproblemasintestinales.
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—Pues anochemisteriosamente faltó a la cita por enfermedad.—Restregué lagomadellápizalolargodeminariz,pensativa—.Pareceenfermarsemucho.
—Meparecequeloestásanalizandodemasiado…talvezpadeceelSII.—¿ElSII?—Síndromedelintestinoirritable.Descartéesasuposiciónenbeneficiodealcanzarunaideaquesenosescapaba.El
Kinghorn estaba a una hora en coche por lo menos. Si el colegio era tanacadémicamente riguroso como Elliot afirmaba, ¿cómo es que Jules disponíacontinuamente de tiempo para venir a Coldwater de visita? Yo lo veía casi cadamañanaconElliotcuandopasabaporEnzocaminodelaescuela.Además,llevabaaElliotacasadespuésdelinstituto.EracomosiElliottuvieraaJulesenlapalmadelamano.
Peroesonoeratodo.Merestreguémásfrenéticamentelagomadellápizcontralanariz.¿Quésemeescapaba?
—¿PorquéElliotmataríaaKjirsten?—mepreguntéenvozalta—.Quizásellaloviohaciendoalgoilegal,yéllamatóparasilenciarla.
Veedejóescaparunsuspiro.—Estoestáempezandoaentrarenterritoriodelabsurdo.—Hayalgomás.Algoquenovemos.Veememirócomosimicapacidaddelógicaestuvieradevacaciones.—Personalmente,creoqueestásimaginandocosas.Separecebastanteaunacaza
debrujas.Y entonces súbitamente supe qué seme estaba escapando. Llevaba todo el día
rondándome, reclamandomi atención desde algún rincón demimente, pero habíaestado demasiado abrumada con todo lo demás como para reparar en ello. Eldetective Basso me había preguntado si faltaba algo. Sólo ahora me daba cuenta:había dejado el artículo sobre Elliot encima de mi cómoda, pero esa mañana noestaba—consultémimemoriaparaasegurarme—,habíadesaparecido.No,noestabaallí.
—¡Oh,Diosmío!—dije—.Elliotentróenmicasaanoche. ¡Eraél!Se llevóelartículo. —Dado que el artículo estaba a simple vista, era obvio que él habíadestrozado la habitación para aterrorizarme, posiblemente como castigo por haberencontradoelartículoalaprimera.
—¿Quién,qué?—dijoVee.—¿Quéocurreaquí?—dijoelentrenador,parándoseamilado.—Esodigoyo,¿quéocurre?—replicóVee.Meseñalóyseriodemíaespaldas
delentrenador.—Esto…elsujetoparecenotenerpulso—dije,dándoleaVeeunfuertepellizco
enlamuñeca.
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Mientras el entrenador tanteaba el pulso a Vee, ella simulaba estar a punto dedesmayarseyseabanicaba.Elentrenadormefulminóconlamiradaporencimadesusgafas.
—Las pulsaciones son fuertes, Nora. ¿Estás segura de que el sujeto se haabstenidodetodaactividad,incluidohablar,durantecincominutos?Estepulsonoestanlentocomomeesperaba.
—Al sujeto le cuesta mucho no hablar—interpuso Vee—. Y le resulta difícilrelajarsesobreunamesadepiedra.ElsujetoquisieraproponerunintercambioparaqueNoraseaelnuevosujeto.—Veeutilizósumanoderechaparaaferrarseamíyseincorporó.
—No hagáis que me arrepienta de haberos permitido elegir compañero—nosadvirtióelentrenador.
—No haga que me arrepienta de haber venido hoy a la escuela —dijo Veeamablemente.
El entrenador le lanzó una mirada de advertencia, luego cogió mi hoja delaboratorioyrepasóelfoliocasienblanco.
—Elsujetoequiparalasclasesdelaboratorioconlossedantes—dijoVee.Elentrenadorhizosonarsusilbato,atrayendotodaslasmiradasdelaclase.—¿Patch?—dijo—.¿Te importaríavenir?Pareceque tenemosunproblemade
equipo.—Sólobromeaba—seapresuróadecirVee—.Oiga,harélatarea.—Haberlopensadoantes—repusoelentrenador.—Perdóneme,seloruego—suplicóVee,parpadeandodeunmodoangelical.Éllecolocóelcuadernodebajodesubrazoileso.—No—ledijo.«Losiento»,medijoVeemoviendo los labiosmientras sedirigíademalagana
haciadelante.Alinstante,Patchsesentóenlamesaamilado.Juntólasmanosentrelasrodillas
ymemirófijamente.—¿Qué?—dije,desconcertadabajoelpesodesumirada.Sonrió.—Meestabaacordandodeloszapatosdetiburón.Anoche.Sentí el acostumbrado revuelo en el estómago, y como de costumbre no podía
sabersieraalgobuenoomalo.—¿Qué tal tu noche? —pregunté con voz cuidadosamente neutra, como para
romper el hielo.Mi aventura de espionaje aún se interponía incómodamente entrenosotros.
—Interesante.¿Ylatuya?—Notanto.
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—Telopasasteengrandehaciendolosdeberes,¿eh?Seestababurlandodemí.—Nohicelosdeberes.—¿Quéhiciste?Mequedémudauninstante.Mequedéallídepieconlabocaabierta.—¿Teestásinsinuando?—Sólomeinteresopormicompetencia.—¿Porquénomaduras?Susonrisaseextendió.—¿Porquénoterelajas?—Para el entrenador, ya estoy sobre la cuerda floja, así que hazme un favor y
concentrémonosenelejercicio.Noestoydehumorparahacerdesujeto,asíquesinoteimporta…—Miréfijamentelamesa.
—Paramíesimposible—dijo—.Notengocorazón.Penséquenolodecíaliteralmente.Merecostésobrelamesayjuntélasmanossobreelvientre.—Dimecuandohayanpasadocincominutos.—Cerrélosojos,prefiriendonover
losojosnegrosdePatchexaminándome.Alcabodeunosminutosabríunojo.—Tiempo—dijoPatch.Levantéunamuñecaparaquemetomaraelpulso.Patchmecogió lamanoyunaoleadadecalorseextendiópor todomibrazoy
acabóconuntemblorenelestómago.—Elpulsodelsujetoaumentaconelcontacto—dijo.—Noescribas eso.—Se suponíaque teníaqueparecer enfadada.En todocaso
parecíaestarreprimiendounasonrisa.—Elentrenadorquierequeseamosrigurosos.—¿Yquéesloquetúquieres?Patchmemiróalosojos.Sereíapordentro.Estabasegura.—Ademásdeeso—dije.
DespuésdeclasepaséporeldespachodelaseñoritaGreeneparanuestracita.Alfinal del día, el doctor Hendrickson siempre dejaba la puerta entreabierta, unainvitaciónimplícitaparaquelosalumnossedetuvieranalpasar.Ahora,cadavezquerecorríaesetramodepasillomeencontrabalapuertacerrada.Deltodo.Loimplícitoenesecasoerael«Nomolestar».
—Nora—dijotrasabrirlapuerta—,adelante,porfavor.Siéntate.Estavezyahabíadesembaladotodoyladecoracióndeldespachoestabaacabada.
Había traído algunas plantas más, y un panel de estampados botánicos colgaba
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horizontalmenteenlaparedencimadelescritorio.—Heestadopensandoacercade loquedijiste laúltimavez—empezó—.Yhe
llegadoalaconclusióndequenuestrarelacióndebebasarseenlaconfianzayenelrespeto.Novolveremosahablardetupadre,amenosquetúquieras.
—Vale—asentíconcautela.¿Dequéíbamosahablar?—Me han llegado noticias bastante decepcionantes —dijo. Su sonrisa se
desvanecióyseinclinóhaciadelante,apoyandoloscodossobrelamesa.Sosteníaunbolígrafo,ylohacíarodarentresuspalmas—.Noquierohusmearentuvidaprivada,Nora,perocreoquefuimuyclararespectoaturelaciónconPatch.
Noestabaseguradeadóndequeríallegar.—Nolehedadoclasesparticulares.—Y,enrealidad,¿eraasuntosuyo?—Elsábadoporlanoche,PatchtellevódesdeelDelphichastatucasa.Ytúlo
invitasteaentrar.Meesforcéporreprimirlaprotesta.—¿Cómolosabe?—Parte de mi trabajo como psicóloga consiste en aconsejarte. Por favor,
prométemeque irás conmucho,muchocuidadoconPatch.—Memirócomosideverdadesperasequeseloprometiera.
—Es complicado —expliqué—. Mi amiga me dejó en el Delphic. No teníaalternativa. No es que esté buscando la ocasión para pasar tiempo con Patch. —Bueno,aexcepcióndelanocheanteriorenelBorderline.Enmidefensapuedodecirquenoesperabaencontrarmeconél.Sesuponíaqueteníalanochelibre.
—Mealegramuchooíreso—respondió,peronoparecíadeltodoconvencidademi inocencia—. Dejando eso a un lado, ¿hay algo de lo que hoy quieras hablar?¿Algoquetepreocupe?
No iba a contarle que Elliot había allanado mi casa. No me fiaba de aquellapsicóloga.Habíaalgoenellaquememolestaba,peronosabíaexactamentequé.YnomegustabalamaneraenquemedabaaentenderquePatcherapeligroso,sindecirmeporqué.
Levantélamochiladelsueloyabrílapuerta.—Puesno—contesté.
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Capítulo16
Veeestabaapoyadacontramitaquilla,haciendodibujitosensuescayolaconunrotuladorpúrpura.
—Hola—dijocuandoelpasillosedespejó—.¿Dóndeestabas?Tehebuscadoenlaredaccióndelarevistayenlabiblioteca.
—HetenidounacitaconlaseñoritaGreene,lanuevapsicólogadelinstituto.—Lodijeenuntonodelomáspragmático,peroteníaunasensacióndetemblorydevacío.NopodíadejardepensarenElliot irrumpiendoenmicasa.¿Quéle impedíahacerlodenuevo?¿Ointentaralgopeor?
—¿Ycómohaido?Girélacombinaciónysaquéloslibrosdemitaquilla.—¿Sabescuántocuestaunbuensistemadealarma?—Venga,chica,pero¿quiénibaaquererrobarteelcoche?Lafulminéconunamiradaceñuda.—Esparamicasa.QuieroasegurarmedequeElliotnopuedavolveraentrar.Veelevantólasmanos.—Nada.Nohedichonada.SisiguesempeñadaenatribuirestoaElliot…estásen
todotuderecho.Tambiénestáscomounacabra,perooye,estuderecho.Cerrélataquilladeungolpeyelruidoretumbóenelpasillo.Metraguélaréplica
encendidadequealmenoselladeberíacreerme,yencambiodije:—Voyalabiblioteca,ytengoprisa.Salimos del edificio y cruzamos los jardines rumbo al aparcamiento.Me paré
repentinamenteybusquéelFiatamialrededor,yfueentoncescuandorecordéquemimadremehabíadejadoesamañanaenelcolegiocaminodeltrabajo.YVeeconsubrazorotonopodíaconducir.
—Mierda—dijoleyendomispensamientos—.Notenemoscoche.Protegiéndomelavistadelsol,escrutélacalle.—Supongoqueestosignificaquetendremosqueandar.—Tendremos no. Tendrás. Te acompañaría, pero una visita por semana a la
bibliotecaesmicupo.—Estasemananohasidoalabiblioteca—lerecordé.—Ya,perotengoqueirmañana.—Mañanaesjueves.¿Cuándoentuvidahasestudiadounjueves?Veeseapoyóunauñaenellabioyadoptóunaexpresiónpensativa.—¿Ycuándounmiércoles?
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—Nunca,queyorecuerde.—Pueseso.Nopuedoir.Iríacontralatradición.Mediahoramástardesubíalaescalinatadelabiblioteca.Unavezdentro,dejélos
deberesparamástardeyfuidirectaalasaladeinformática,dondemepuseanavegaren busca demás información sobre el ahorcamiento en el Kinghorn. No encontrémucho. Al principio le daban mucho bombo, pero cuando se encontró la nota desuicidioyElliotfueraliberado,elhechodejódesernoticia.
EraelmomentodeviajaraPortland.Noibaaaveriguarmuchomásexaminandolosarchivosdenoticias,peroquizátuviesemássuertehaciendotrabajodecampoallímismo.
Cerrélasesiónyllaméamimadre.—¿Esnecesarioqueestéencasaalasnueveestanoche?—Sí.¿Porqué?—EstabapensandoencogerunautobúsaPortland.Mededicóunadesusrisasenplanme-tomas-el-pelo-¿no?—Tengo que entrevistar a unos estudiantes del Kinghorn—dije—. Es para un
proyecto de investigación. —No le estaba mintiendo. Por supuesto, habría sidomucho más fácil justificarlo si no hubiera cargado con la culpa de ocultarle elallanamientoylavisitadelapolicía.Habíapensadoencontárselo,perocadavezqueabría la boca las palabras se escabullían. Estábamos luchando por sobrevivir.Necesitábamos los ingresosdemimadre.Si le contaba lodeElliot, renunciaríadeinmediatoasutrabajo.
—Nopuedesirsolaalaciudad.Mañanahayclaseyprontooscurecerá.Además,paracuandollegueslosestudiantesyasehabránido.
Soltéunsuspiro.—Deacuerdo.Llegaréacasatemprano.—Séqueteprometíquepasaríaarecogerte,peroestoyatascadaenlaoficina.—
Oía de fondo cómo removía sus papeles, y la imaginé con el auricular entre elhombroylabarbillayelcableenrolladovariasvecesalrededordesucuerpo—.¿Esdemasiadopedirtequevengasandando?
El tiempo eramás bien frío, pero yo llevabami chaqueta y tenía dos piernas.Podíacaminar,aunquelaideadeirandandoacasameprovocabaunhormigueoenelestómago.Peroamenosquemequedaraapasar lanocheenlabiblioteca,noteníamásremedio.
Estabaapuntodesalirdelabibliotecacuandooíminombre.MedilavueltayviaMarcieMillar.
—Mehe enteradode lo deVee—dijo—.Deverdadque esmuy triste.Quierodecir, ¿quién querría agredirla?Amenos, ya sabes, que fuera necesario.Quizás elagresoractuóendefensapropia.Heoídoqueestabaoscuroyllovía.Noseríaextraño
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confundiraVeeconunalce.Oconunosoounbúfalo.Concualquieranimalgrandeypesado,enrealidad.
—Oh,Diosmío, es un placer hablar contigo, pero antes preferiría cosas comometerlamanoeneltrituradordebasura.—Seguícaminandohacialasalida.
—Ojalá se mantenga a salvo de la comida de los hospitales —dijo Marcie,pisándomelostalones—.Heoídoqueesmuyricaengrasa.Ellanopuedepermitirseseguirganandopeso.
Medilavuelta.—Yavale.Unapalabramásy…—Lasdossabíamosqueeraunaamenazavana.Marciesonrióconafectación.—¿Yqué?—Arpía—ledije.—Bichoraro.—Zorra.—Friki.—Cerdaanoréxica.—Oh —dijo Marcie, retrocediendo melodramáticamente con una mano en el
corazón—. ¿Se supone que tengo que ofenderme? Prueba con otra cosa. Menudaobviedad.Almenosyosécómoejercitarunmínimoautocontrol.
Elguardiadeseguridadqueestabaenlapuertaseaclarólagarganta.—Vale, basta ya. O lo arregláis fuera o venís a mi oficina para que llame a
vuestrospadres.—Dígaselo a ella—repusoMarcie señalándome con el dedo—.Yo intento ser
amable. Ella me ha agredido verbalmente. Yo sólo estaba presentando miscondolenciasporlodesuamiga.
—Hedichoqueloarregléisfuera.—Le quedamuy bien ese uniforme—suspiróMarcie con su sonrisa seductora
marcadelacasa.Élseñalólapuertaconlacabeza.—Fuera.—Peronolodijodeunmodobrusco.Marciesecontoneóhastalasalida.—¿Le importaría sostenerme la puerta? Tengo lasmanos ocupadas.—Llevaba
sólounlibro.Enrústica.El guardia pulsó el botón para minusválidos y las puertas se abrieron
automáticamente.—Oh,gracias—dijoMarcie,arrojándoleunbeso.Nolaseguí,puesnoestabaseguradeloquepasaría,aunqueestandotancargada
de emociones negativas seguramente haría algo de lo que despuésme arrepentiría.Lasofensasylaspeleasnoibanconmigo,salvoquesetratasedeMarcieMillar.
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Dimediavueltayvolvíaentrarenlabiblioteca.Enlazonadeascensorescogíuno para bajar al subsuelo. Podría haber esperado unosminutos hasta queMarciedesapareciera,peroconocíaotrasalidaydecidímarcharmeporallí.Hacíacincoaños,el ayuntamiento había aprobado el traslado de la biblioteca pública a un edificiohistóricoubicadojustoenelcentrodelviejodistritodeColdwater.Eraunedificiodeladrillodeladécadade1850,rematadoporunacúpularománticayunagaleríaparaverlosbarcosquenavegaban.Lamentablementenocontabaconunaparcamiento,demodoquesehabíaconstruidounpasajesubterráneoqueconectabalabibliotecaconelgarajesubterráneodelpalaciodejusticia,alotroladodelacalle.Elgarajeahoraservíaaambosedificios.
El ascensor se detuvo y bajé. El pasadizo estaba iluminado con lucesfluorescentesqueparpadeaban.Mellevóunratodecidirmeacruzarlo.Deprontomealcanzóelrecuerdodelanocheenquemataronamipadre.Mepreguntésiélestabaenunacalletanapartadayoscuracomoaquelpasadizo.
«Tranquila—medije—.Aquellofueunactodeviolenciaazaroso.Llevasunañosintiendo paranoia en las callejuelas oscuras, las habitaciones oscuras, los lavabososcuros.Nopuedespasarteel restode tuvidaesperandoque teamenacenconunapistola».
Decididaaprobarquemimiedosóloteníafundamentoenmicabeza,avancéporel pasaje, oyendo el suave chirrido de mis suelas sobre el cemento. Cambié lamochiladehombroycalculécuántotardaríaenllegaracasaandando,ysipodíaonocortar camino por las vías del tren ahora que ya era de noche. Esperaba quemanteniendo lamentealegreyocupadapudiera soslayarmicreciente sensacióndealarma.
Alfinaldelpasadizohabíaplazasdeaparcamiento,yunaformaoscuraapareciójustoenfrentedemí.
Medetuveamitaddeunazancadaymicorazónsesaltóunlatido.Patchllevabauna camiseta negra, unos tejanos holgados y unas botas con puntera de acero. Sumiradanoparecíasincera.Susonrisaerademasiadoastutaparasentirmetranquila.
—¿Quéestáshaciendo aquí?—lepregunté, apartándomeunmechóndepeloymirandolasalidadecochesdetrásdeél,queconducíaaunnivelsuperior.Sabíaqueestaba justo enfrente, pero algunos fluorescentes no funcionaban, lo que medificultaba la visión. Si Patch tenía en mente una violación, un asesinato u otraaberración,mehabíaatrapadoenellugarapropiado.
Élavanzóhaciamíyyoretrocedí.Meparérepentinamentedeespaldascontrauncocheyevaluémisposibilidades.
Dilavuelta,colocándomeenfrentedePatch,ambosseparadosporelcoche.Patchmemiróporencimadeltechodelvehículo.Enarcólascejas.—Tengopreguntas—dije—.Muchas.
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—¿Acercadequé?—Acercadetodo.Torciólaboca,ysupequeestabaocultandounasonrisa.—Ysimisrespuestasnotesatisfacen,¿intentarásfugarte?—Señalólasalidadel
garajeconunmovimientodelacabeza.Éseeraelplan.Másomenos.Conalgúnqueotroimpedimentoobvio,comoel
hechodequePatcheramuchomásvelozqueyo.—Veamoscuálessonesaspreguntas—dijo.—¿Cómosabíasqueestabaenlabiblioteca?—Loheadivinado.EnningúnmomentocreíquePatchestuvieraallíporunacorazonada.Habíaalgo
enélqueerapropiodeundepredador.Silasfuerzasespecialessupierandeél,haríantodoloposibleparareclutarlo.
Patchsedesplazóhaciasuizquierda.Reaccionéasumovimientodesplazándomehacialatraseradelcoche.Cuandoélsedetuvo,yotambiénlohice.Élestabajuntoalmorro;yyo,enlacola.
—¿Dóndeestabaseldomingopor la tarde?—pregunté—.¿MeseguistecuandofuidecomprasconVee?—TalvezPatchnofueraeltipodelpasamontañas,peroesonosignificabaquefueseajenoalarecientecadenadeacontecimientosperturbadores.Meestabaocultandoalgodesdeeldíaquenosconocimos.¿Eraunacoincidenciaqueel último día normal en mi vida hubiera sido el anterior a aquel encuentro?Seguramenteno.
—No.Porcierto,¿quétalfue?¿Comprastealgo?—Puedequesí—respondí,pilladaporsorpresa.—¿Comoqué?Traté de recordar. Vee y yo sólo habíamos ido a Victoria’s Secret. Yo había
gastado treinta dólares en un sostén de encaje negro, pero no iba a entrar en esosdetalles. Lo que hice fue relatarle lo ocurrido, desde que empecé a tener elpresentimientodeque alguienme seguíahasta que encontré aVee aun ladode lacalle,víctimadeunasaltobrutal.
—¿Ybien?—lepreguntéalterminar—.¿Tienesalgoquedecir?—Puesno.—¿NoestabasenteradodelosucedidoaVee?—Puesno.—Notecreo.—Esoesporque tienesproblemasdeconfianza.—Extendió lasmanos sobreel
coche,inclinándosesobreelcapó—.Yahemoshabladodeeso.Mesentí furiosa.Unavezmás,Patchlehabíadadolavueltaa laconversación.
Enlugardetratarsobreél,eltemavolvíaaseryo.Meirritabasobremaneraqueme
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recordara que sabía toda clase de cosas acerca de mí. Cosas íntimas. Como misproblemasdeconfianza.
Se movió en el sentido de las agujas del reloj. Yo me apresuré a alejarme,deteniéndome en el mismo instante que él. De nuevo quietos, memiró fijamente,comosiintentaraleermipróximomovimiento.
—¿QuéocurrióenelArcángel?¿Mesalvaste?—pregunté.—Sitehubierasalvadonoestaríamosaquímanteniendoestaconversación.—Querrás decir que si no me hubieras salvado no estaríamos aquí. Estaría
muerta.—Noesesoloquehedicho.Noentendíaquéserefería.—¿Porquédicesquenoestaríamosaquí?—Túaúnseguiríasaquí.—Hizounapausa—.Yoprobablementeno.Antesdequepudieraentenderdequéestabahablando,seprecipitónuevamente
hacia mí, esta vez por la derecha. En mi estado de confusión, cedí parte de ladistanciaquenosseparaba.Enlugardedetenerse,Patchrodeóelcoche.Echéacorrerhacialasalidadelgaraje.
Había dejado atrás tres coches cuando me alcanzó. Me cogió del brazo y mearrinconócontraunacolumna.
—Olvídatedeeseplan—dijo.Lomiréconodio,aunquehabíapánicodetrásdemimirada.Élmeenseñóuna
sonrisa desbordante de intenciones oscuras, confirmándome que tenía motivossuficientesparasudardemiedo.
—¿Quéestápasando?—dije,esforzándomeporsonarhostil—.¿Cómopuedeserqueoiga tuvozenmicabeza?¿Yporquédijistequehabíasvenidoaeste institutopormí?
—Estabacansadodeadmirartuspiernasdesdelejos.—Quierolaverdad.—Meatraganté—.Merezcosaberlotodo.—Saberlo todo —repitió con una sonrisa burlona—. ¿Tiene que ver con tu
promesadeponermealdescubierto?¿Dequéestamoshablandoahoraexactamente?Norecordabadequéestábamoshablando.Sóloeraconscientedelcalorabrasador
desumirada.Teníaqueinterrumpirelcontactovisual,conloquebajélavistaymemirélasmanos.Estabanbrillantesdesudor,ymelasllevéalaespalda.
—Tengoqueirme—dije—.Debohacerlosdeberes.—¿Qué ha ocurrido ahí dentro? —Señaló los ascensores con un brusco
movimientodelabarbilla.—Nada.Antesdequepudieraevitarlo,juntósupalmaconlamía.Deslizósusdedosentre
losmíos.
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—Tienes los nudillos blancos —dijo rozándolos con los labios—. Y parecesexcitada.
—Déjame.Noestoyexcitada.Yahora,sinoteimporta,tengoqueirahacer…—Nora.—Pronunciómi nombre en voz baja, aunque con toda la intención de
averiguarloquequeríasaber.—HetenidounapeleaconMarcieMillar.—¿Porquése locontaba?Loúltimo
que quería era ofrecerle otra ventana a mi interior—. ¿Vale? —enfaticé conexasperación—.¿Satisfecho?¿Quieressoltarmeya?
—¿MarcieMillar?Intentédesenlazarmisdedos,peroPatchteníaunaideadiferente.—¿No conoces a Marcie? —dije cínicamente—. Difícil de creer, teniendo en
cuentaquevasalColdwaterHighytienesuncromosomaY.—Cuéntamelodelapelea—pidió.—HallamadogordaaVee.—¿Y?—Yyolahellamadocerdaanoréxica.Patchparecióesforzarsepornoromperareír.—¿Eso es todo? ¿Nada de golpes? ¿Ni mordiscos, ni arañazos, ni tirones de
cabello?Lomiréconlosojosentornados.—¿Quieresqueteenseñeapelear,ángel?—Sépelear.—Alcélabarbillapeseaestarmintiendo.Estaveznosemolestóencontenerlarisa.—Dehechohetomadoclasesdeboxeo.—Kickboxing.Enelgimnasio.Unasola
clase.Patchlevantólamanoylacolocócomounadiana.—Golpea.Contodatufuerza.—Nosoypartidariadelaviolenciagratuita.—Aquí no nos ve nadie.—Sus botas estaban alineadas con la puntera demis
zapatos—.Untíocomoyopodríaquererabusardeunachicacomotú.Enséñameloquehasaprendido.
Retrocedílentamenteysumotonegraaparecióenmicampodevisión.—Estábien,dejemoslaviolencia.¿Quieresquetelleveacasa?—meofreció.—Iréandando.—Estarde,yestáoscuro.Teníarazón.Megustaraono.Pero me debatía en una lucha encarnizada. En primer lugar habría sido una
idiotezirmeacasaandando,yahoramedebatíaentredosmalasdecisiones:dejarquePatchmellevara,oarriesgarmeaquehubieraalguienpeorahífuera.
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—Empiezoapensarquelaúnicarazóndequetesigasofreciendoallevarmeesquesabesqueestacosanomegustanada.—Soltéunsuspironervioso,mepuseelcascoymontédetrásdeél.Noeraculpamíaquequedaratanpegadaaél.Elasientonoeraprecisamenteespacioso.
Patchprofirióporlobajounsuspirolascivo.—Yodiríaquehayunparderazones—dijo.Aceleróendirecciónalasalidadelgaraje.Unabarreradefranjasblancasyrojas
yunamáquinaautomáticanos impedíansalir.Patchclavó los frenos,haciendoquemepegaraaélaúnmás.Metiódineroenlamáquinayunavezenlacallevolvióaacelerar.
Aparcólamotoen laentradademicasa,yyomeagarréaélparanoperderelequilibriomientrasmeapeaba.Ledevolvíelcasco.
—Graciasportraerme.—¿Quéhaceselsábado?Unapausabreve.—Tengouncompromisoconlodesiempre.Alparecer,esodespertósuinterés.—¿Lodesiempre?—Hacerlosdeberes.—Cancélalo.Mesentíamuchomásrelajada.Patcheracálidoyfornidoyolíademaravilla.A
mentaya tierraoscuray fértil.Nadienoshabíasalidoalcruceenelcaminohastacasa,y todas lasventanasde laplantabajaestaban iluminadas.Porprimeravezentodoeldíamesentíasegura.
SalvoquePatchmehabíaarrinconadoenunpasajesubterráneoyposiblementemeestabasiguiendo.
—Nosalgoconextraños—dije.—Suertequeyosí.Pasaréarecogertealascinco.
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Capítulo17
Todo el sábado cayó una lluvia fría, y yo estaba sentada cerca de la ventanaviendocómohacíacrecerloscharcoseneljardín.TeníaunejemplarmuymanoseadodeHamlet sobre el regazo, un bolígrafo detrás de la oreja y un tazón vacío dechocolateamispies.Elfoliodepreguntasdecomprensióndeltextoreposabasobrelamesillaenblanco,talcomolohabíaentregadolaprofesoraLemonhacíadosdías.Muymal.
Mi madre se había ido a clase de yoga hacía media hora, y si bien yo habíapracticadodiferentesmanerasdecomunicarlemicitaconPatch,finalmentelahabíadejadomarcharsesinabrirlaboca.Meconvencídequenoeramuygrave:yateníadieciséisañosypodíadecidirlahorayelmotivoparasalirdecasa,perolociertoesquedeberíahaberledichoqueibaasalir.Genial.Ahoraibaacargarconlaculpatodalatarde.
Cuandoelrelojdepiedelpasillodio lascuatroymedia,debuenaganadejéellibroysubí trotandolasescalerasrumboamidormitorio.Mehabíapasadotodoeldíaestudiandoyhaciendolosquehaceresdomésticos,loquemehabíaayudadoanopensar en la cita. Pero ahora que estaba en los minutos finales predominaba unaexpectativanerviosa.Megustaraonopensar en ello,Patchyyo teníamos asuntospendientes. Nuestro último beso se había interrumpido. Tarde o temprano, el besotendríaqueconsumarse.Yolodeseaba,peronoestabaseguradeestarpreparadaparaque ocurriera esa misma noche. Por si fuera poco, no me ayudaba en nada laadvertenciadeVeequeaparecíaenmimentecomounaseñaldepeligro:«aléjatedePatch».
Meparédelantedelespejodelacómodaparahaceruninventario.Maquillajelojusto,apenasuntrazoderímel.Elpelodemasiadovoluminoso,paranovariar.Podíausar un poco de brillo en los labios. Me lamí el labio inferior, dándole un lustrehúmedo.EsomehizopensarenelbesointerruptusconPatch,ymeruboricé.Siunbesonoconsumadopodíaprovocarmeeso,¿quépodríahacermeunbesodeverdad?Mireflejosonrió.
«No tiene mayor importancia», me dije mientras me probaba pendientes. Losprimeroserangrandes,extravagantes,decolorturquesa…demasiadoostentosos.Losdejé a un lado y probé otra vez con unas lágrimas color topacio. Mejor. MepreguntabaquépropondríaPatch.¿Unacena?¿Unapelícula?«TienetodalapintadeserunacitaparaestudiarBiología—ledijeamireflejoconairedespreocupado—.Sóloquesinbiologíaninadaqueestudiar».
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Mepuselos tejanosymisbailarinas.Meajustéa lacinturaunpañuelodesedaazul,losubíalolargodemitorso,yatélosextremosenlanucaparahacermeuntopescotado.Mesacudíelpelo,yjustoentoncesllamaronalapuerta.
—¡Yavoy!—gritébajandolasescaleras.Meechéunúltimovistazoenelespejodelpasillo,luegoabrílapuertaprincipal.
Erandoshombresvestidoscongabardinasoscuras.—Hola—dijoelinspectorBasso—.Volvemosavernos.Tardéunmomentoenencontrarmivoz.—¿Quélestraeporaquí?Moviólacabezaaunlado.—Supongoquerecuerdasamicompañero,elinspectorHolstijic.¿Teimportasi
entramosy te hacemosunaspreguntas?—No sonó como sime estuviera pidiendopermiso,sinomásbiencomounaamenaza.
—¿Ocurrealgo?—pregunté,mirandoaunoyaotro.—¿Estátumadreencasa?—Estáensuclasedeyoga.¿Porqué?¿Quéocurre?Sesacudieronlospiesyentraron.—¿Puedesdecirnosquépasóelmiércolesporlatardeenlabibliotecaentretúy
MarcieMillar?—mepreguntóHolstijic,dejándosecaerenelsofá.Bassopermaneciódepie,examinandolosretratosdefamiliaexpuestossobrelarepisadelachimenea.
Labiblioteca.Elmiércolesporlatarde.MarcieMillar.—¿Marcie se encuentra bien? —pregunté. No era un secreto que no sentía
ningunaclasedeafectoosimpatíaporMarcie.Peroesonoqueríadecirquedesearaverlaenapuros,opeoraún,enpeligro.Sobretodo,nodeseabaverlaenapurossiesomeinvolucrabaamí.
Bassopusolosbrazosenjarra.—¿Quétehacepensarquenoseencuentrabien?—Yonolehicenada.—¿Por qué discutisteis?—preguntóHolstijic—. El guardia de seguridad de la
bibliotecanoscontóquetuvisteisunadiscusiónacalorada.—Nofueparatanto.—¿Cómofue?—Nosdijimosalgunascosas—respondí,evasiva.—¿Quécosas?—Insultos.—¿Recuerdasquéinsultos,Nora?—Yolallamé«cerdaanoréxica».—Mepicabanlasmejillasypormivozparecía
avergonzada.Silasituaciónnohubiesesidotanseria,mehabríainventadoalgomáscruelydegradante.Y,sobretodo,algoquetuviesemássentido.
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Ambosintercambiaronmiradas.—¿Laamenazaste?—mepreguntóHolstijic.—No.—¿Adóndefuistedespuésdelabiblioteca?—Acasa.—¿SeguisteaMarcie?—No.Comolehedicho,regreséacasa.¿Vanadecirmequéhasucedido?—¿Hayalguienquepuedaatestiguarlo?—MicompañerodeBiología.Élmevioenlabibliotecayseofrecióatraermea
casa.Yoestabaconunhombroapoyadoenun ladode lapuertaventanadeaccesoal
salón,yelinspectorBassosemeacercóysecolocódelotrolado,enfrentedemí.—¿PorquénonoscuentasalgodeesecompañerodeBiología?—¿Quéclasedepreguntaesésa?Levantólasmanos.—Unapreguntaderutina.Perosiquieresqueseamásespecífico,loseré.Cuando
yoibaalinstituto,sólomeofrecíaallevaracasaachicasquemeinteresaban.Vamosalgrano.¿QuéclasederelacióntienescontucompañerodeBiologíafueradeclase?
—¿Estádebroma?Bassolevantóunadelascomisurasdelaboca.—Ajá.¿PedisteatunovioqueledieraunapalizaaMarcieMillar?—¿Lehandadounapaliza…?Seapartóde la entraday se colocódirectamente antemí, taladrándomecon su
miradasevera.—¿Querías enseñarle lo que les pasa a las chicas que no mantienen la boca
cerrada?¿Creíasquemerecíaunapequeñalección?YoconocíachicascomoMarcieenelinstituto.Lopidenagritos,¿noescierto?¿Marcieloestabapidiendoagritos,Nora?Alguienlediounapalizademuerteelmiércolespor lanoche,ycreoquetúsabesmásdeloquedices.
Meesforzabaporreprimirmispensamientos,temerosadequepudieranreflejarseenmi rostro.Talvez fueraunacoincidenciaque, lamismanochequemequejédeMarciedelantedePatch,ellaacabararecibiendounapaliza.Yquizánolofuera.
—¿Tendremosquehablarcontunovio?—dijoHolstijic.—Noesminovio.EsuncompañerodeBiología.—¿Ahoravendráarecogerte?Séquedeberíahaberdicholaverdad.Peropensándolomejor,nocreíaquePatch
hubiese agredido a Marcie. Ella no era la mejor persona del mundo, y se habíaganadounbuennúmerodeenemigos.Algunosdeesosenemigospodíanactuarconbrutalidad,peroPatchnoeraunodeellos.Darunapalizaporquesínoerapropiode
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él.—No—respondí.Bassosonriófríamente.—¿Todoesevestuarioparaquedarteunsábadoporlanocheencasa?—Puessí—dijeconsequedad.Holstijicsacóunalibretadenotasdelbolsillodesuabrigoylaabrió,elbolígrafo
yalisto.—Necesitamossabersunombreydirección.Diezminutosdespuésdequelosinspectoressemarcharan,unJeepCommander
negrosedetuvoenlaentrada.Patch trotó hacia el porche bajo la lluvia, con unos vaqueros negros y una
camisetatérmicagris.—¿Cochenuevo?—lepreguntétrasabrirlelapuerta.Medirigióunasonrisamisteriosa.—Loganéenunapartidadebillarhaceunpardenoches.—¿Haygentequeapuestasucoche?—Aveces.—¿TehasenteradodelodeMarcieMillar?—Selosoltésinrodeos,esperando
pillarloporsorpresa.—No. ¿Qué ha pasado? —Lo preguntó tranquilamente, y deduje que quizás
estaba siendo sincero.Lamentablemente, en lo referente amentir Patch no daba laimpresióndeserunaficionado.
—Alguienlediounapaliza.—Quépena.—¿Algunaideadequiénpuedehabersido?Si detectó la preocupación enmi voz, lo disimuló. Se apoyó de espaldas en la
barandilladelporcheysefrotólamandíbula,pensativo.—Niidea.Mepreguntésimeestabaocultandoalgo,perodescubriraunmentirosonoerami
fuerte.No teníamucha experiencia. Por lo generalme rodeaba de gente en la queconfiaba…Porlogeneral.
PatchaparcóelJeepdetrásdelSalóndeBo.Cuandollegamosalprincipiodelacola,eltaquilleronosmiróalternativamente,tratandodeversiíbamosjuntos.
—¿Quétal?—dijoPatch,ypusotresbilletesdediezsobreelmostrador.El taquilleromeescrutó.Habíanotadoque leestabamirando los tatuajesverde
moho que cubrían su antebrazo.Desplazó una bola de ¿chicle?, ¿tabaco?, hacia elotrocarrilloydijo:
—¿Quémiras?
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—Megustatuta…—alcancéadecir,peroélmeenseñólosdientes—.Creoquenolecaigobien—lesusurréaPatchcuandoentramos.
—NohaynadiequeaBolecaigabien.—¿ÉseesBo,delSalóndeBo?—ÉseesBohijo,delSalóndeBo.Bopadremurióhaceunosaños.—¿Cómo?—Enunareyerta.Ahíabajo.SentíelimpulsoderegresarcorriendoalJeepypirarme.—¿Estesitioesseguro?Patchmemiródesoslayo.—Vale.Sólopreguntaba.Abajo, la saladebillar tenía elmismoaspectoque laprimeravezque lahabía
visitado.Paredesdecementopintadasdenegro.Mesasde fieltro rojoenel centro.Mesas de póquer dispersas en la periferia. Iluminación en riel de baja intensidadformando curvas de un extremo a otro del techo. El olor acumulado del humo detabacosaturandoelambiente.
Patchescogiólamesadebillarmásalejadadelasescaleras.SacódosSevenUpdelbarylasabrióenelbordedelmostrador.
—Nuncahejugadoalbillar—leconfesé.—Eligeuntaco.—Fuehastaelsoportedelostacoscolgadoenlapared.Yobajéunoylollevéalamesa.Patchsepasólamanoporlacaraparaborrarunasonrisa.—¿Quépasa?—dije.—Enelbillarnosepuedemarcarunjonrón.Asentí.—Nadadejonrón.Recibido.Sonrió.—Estáscogiendoeltacocomosifueseunbate.Teníarazón.Loestabacogiendocomosifueseunbate.—Asíparececómodo—aduje.Sepusoamiespalda,meapoyólasmanosenlascaderasymecolocódecaraala
mesa.Merodeóconlosbrazosyagarróeltaco.—Así—dijo, corrigiendo la posición demimano derecha unos centímetros—.
Y…así.—Formóuncírculoconelpulgaryelíndiceypasóeltacopordentroyporencimademidedomayor—.Tienesquedoblarteporlacintura.
Me inclinésobre lamesa,con la respiracióndePatchcalentándomelanuca.Éltiródeltacohaciaatrás,deslizándolodentrodelcírculo.
—¿Qué bola quieres golpear? —preguntó, estudiando el triángulo de bolasdispuesto en el otro extremo de la mesa—. La amarilla del frente es una buena
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opción.—Elrojoesmicolorfavorito.—Puesentonceslaroja.Movióeltacoadelanteyatrásapuntandoalabolablanca,preparandomitiro.Yo
mirélabolablanca,yluegoeltriángulodebolasalotroladodelamesa.—Estásunpoquitíndesviado—dije.Sentísusonrisa.—¿Cuántoquieresapostar?—Cincodólares.Losentímenearsuavementelacabeza.—Tuchaqueta.—¿Quieresmichaqueta?—Quieroquetelaquites.Mibrazosemovióbruscamentehaciadelanteyefectuéeldisparosinquerer.La
bola saliódisparada, impactó contra la rojaydeshizo el triángulo,haciendoque elrestodelasbolasrebotaranentodaslasdirecciones.
—Vale—dijequitándome lachaqueta—.Puedequemehayas impresionadounpoco.
Patch examinómi top escotado de seda. Sus ojos estaban tan oscuros como elocéanoamedianoche,unaexpresióncontemplativa.
—Precioso—dijo.Luegorodeólamesa,estudiandoladistribucióndelasbolas.—Cinco dólares a que no metes la azul rayada—dije; estaba protegida de la
blancaporunabarreradebolasdecolores.—Noquierotudinero—repuso.Nosmiramosfijamente,yunhoyuelominúsculo
afloróensurostro.Mitemperaturainterioraumentóungrado.—¿Quéesloquequieres?—pregunté.Patchbajóeltacosobrelamesa,practicóunsolomovimientodetiroygolpeóla
bolablanca.Elimpulsodelabolablancasetransfirióalaverde,yluegoalaocho,quegolpeólaazulrayadahaciéndolacaerenunatronera.
Soltéunarisanerviosaytratédedisimularlahaciendocrujirlosnudillos,unmalhábitoalquenosuelosucumbir.
—Vale,puedequemehayasimpresionadounpocomás.Patchseguía inclinadosobre lamesa,y levantó lavistahaciamí.Mipielardió
consumirada.—Nohemosllegadoaapostarnada—objeté,resistiendoel impulsodecambiar
mipesoalaotrapierna.Eltacoresbalabaunpocoentremismanos,ydiscretamentemesequéunapalmacontraelmuslo.
—Meladebes—replicó—.Algúndíamelacobraré.
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Meechéareír.—Yaquisieras.Seoyeronpasosbajandoporlasescalerasalotroladodelsalón.Aparecióuntipo
altoyfibrosodenarizaguileñaycabellooscuro.PrimeromiróaPatchyluegoamí.Sonriólentamente,luegoseacercóylediounbuentragoamibotelladeSevenUp,quehabíadejadoenelbordedelamesa.
—Perdona,creoque…—empecé.—Nomedijistequeteníaunamiradatantierna—lecomentóaPatch,secándose
labocaconeldorsodelamano.Hablabaconunfuerteacentoirlandés.—Tampocolehabléaelladetumiradadetipoduro—replicóPatch,ysusonrisa
sedemoróunmomento.Elhombreseapoyójuntoamíenlamesadebillarymetendiólamanodelado.—MellamoRixon,cariño—dijo.Leestrechélamanodemalagana.—Nora.—¿Interrumpoalgo?—dijoRixon,mirándonosalosdosalternativamente.—No—dijealavezquePatchdecía«Sí».Derepente,RixonseabalanzójuguetonamentesobrePatchylosdosempezarona
darsepuñetazosdebroma.Seoyóuna risa ronca,unos forcejeosyuna telaque serasgaba, y entonces vi la espalda desnuda de Patch: dos cicatrices gruesas laatravesaban a lo largo. Empezaban cerca de sus riñones y terminaban en susomóplatos, abriéndose para formar una V del revés. Eran unas cicatrices tanmonstruosasquecasigritéhorrorizada.
—¡Eh,déjameya!—exclamóRixon.Patchsequitódeencimadeélysucamisarasgadaondeóabriéndose.Selaquitó
ylaarrojóalcubodelabasuraquehabíaenlaesquina.—Dametusudadera—ledijoaRixon.Éstemelanzóunguiñoperverso.—¿Túquédices,Nora?¿Seladoy?PatchloembistióyRixonlevantólasmanos.—Eh,tranquilo—dijoretrocediendo.SequitólasudaderayselaarrojóaPatch,quedándoseconunacamisetablanca
ajustadaquellevabadebajo.Mientras Patch se la ponía y ocultaba sus abdominales, tan marcados que me
cortabanlarespiración,Rixonsevolvióhaciamí.—¿Tehacontadocómoseganóelmote?—¿Perdona?—AntesdequenuestrobuenamigoPatchsemetieraajugadordebillar,elchaval
prefería el boxeo irlandés a puño limpio. No se le daba muy bien. —Sacudió la
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cabeza—. La verdad, era realmente patético. Me pasaba casi todas las nochesvendándolo,yalpocotiempotodoelmundoempezóallamarloPatch,«venda».Ledijequedejaraelboxeo,peronomeescuchó.
MiréaPatchyélmedirigióunasonrisademedalladeoroenpeleasdebares.Sólo la sonrisa ya dabamiedo, pero debajo de la rudeza exterior encerraba ciertodeseo.
Patchseñalólasescalerasconunmovimientodelacabezaymetendiólamano.—Salgamosdeaquí—dijo.—¿Adóndemellevas?—pregunté,estupefacta.—Yaverás.MientrassubíamoslasescalerasRixonmegritó:—¡Quetengassuerteconesepájaro,cariño!
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Capítulo18
De regreso, Patch tomó la salida de Topsham y aparcó al lado de la históricafábricapapelerade laciudad,situadaaorillasdel ríoAndroscoggin.Enotraépocahabíacumplidolafuncióndeconvertirlapulpademaderaenpapel.Ahora,uncartelenorme al otro lado del edificio anunciaba: fábrica de cerveza sea dog. El río eraanchoyturbulento,conárbolescrecidosenambasorillas.
Seguíalloviendoacántarosyyahabíaanochecido.Teníaquellegaracasaantesquemimadre.Nolehabíadichoquesalíaporque…enfin,laverdadesquePatchnoeradelaclasedechicosquelasmadresvenconbuenosojos.Patcheradelaclasedechicosquemanipulanlascerradurasdelascasas.
—¿Ysicompramosalgodecomidaparallevar?—pregunté.Patchabriósupuerta.—¿Algunasugerencia?—Sándwichdepavo.Perosinpepinillos.Nimayonesa.Meganéunadesusmediasonrisas.Últimamentemeganabaunmontóndeellas.
Estaveznoconseguíaentenderquéhabíadichoparamerecerla.—Veréquépuedohacer—dijosaliendodelcoche.Dejólallavedecontactopuestaylacalefacciónencendida.Durantelosprimeros
minutos repasé nuestra noche hasta el momento. Y luego caí en la cuenta de queestabasolaensujeep.Suespacioprivado.
SiyofueraPatchyquisieraesconderalgoenunlugarseguro,nolotendríaenmihabitación,nienlataquilladelcolegionienmimochila,puessoncosasositiosquepuedenserconfiscadosoregistradossinprevioaviso.LoesconderíaenmiflamanteJeepnegroconunsofisticadosistemadealarma.
Mequitéelcinturóndeseguridadyrebusquéenlapiladelibrosqueteníaamispies,esbozandounalentaymaliciosasonrisaantelaposibilidaddedescubriralgúnsecretodePatch.No esperaba encontrar nada enparticular.Me conformaba con lacombinación de su taquilla o algo por el estilo. Revolviendo con la punta del pieviejostrabajosdeclaseamontonadossobrelasalfombrillas,encontréunambientadorcon fragancia de pino, una copia del CD de AC/DCHighway to Hell, cabos delápicesyuntíquetdesupermercadodelmiércolesalas22.18horas.
Abrílaguanteraybusquéenelmanualdelconductoryotrosdocumentos.Percibíundestellocromoysentíunrocemetálicoenlosdedos.Saquéunalinternayquiseencenderla,peronofuncionaba.Desenrosquélaparteinferior,pueslaencontrabaunpocoligeradepeso,ycomocabíaesperarnoteníapilas.MepreguntéporquéPatch
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llevabauna linterna inútil en la guantera.Fuemiúltimopensamiento antesdequemisojossecentraranenunamancharesecaenunextremodelalinterna.
Sangre.Volví a guardar la linterna y cerré la guantera. Me dije que eran muchas las
accionesquepodíandejarun rastrode sangre enuna linterna.Comoagarrarla conuna mano herida, usarla mientras se lleva un animal muerto a un lado de lacarretera…oaporrearuncuerporepetidasveceshastahacerlosangrar.
Con el corazón retumbando, me sobresalté ante la primera conclusión quemevinoalamente.Patchmehabíamentido.HabíaagredidoaMarcie.Elmiércolesporlanochemehabíallevadoenmotoacasa,luegohabíacogidoelJeepyhabíasalidoabuscarla. O quizá se habían cruzado por casualidad y la había atacadoimpulsivamente. En cualquier caso, Marcie estaba herida, la policía estabainvestigando,yPatcheraculpable.
Razonando, sabíaque erauna conclusiónprecipitada, pero emocionalmente eramucho loqueestabaen juegocomoparadarunpasoatrásypensárselodosveces.Patchteníaunpasadoaterradorymuchos,muchossecretos.Silaviolenciabrutalygratuitaeraunodeellos,nopodíasentirmesegurapaseandoencocheconél.
Eldestellodeunaluzdistanteiluminóelpavimento.Patchsaliódelrestauranteycruzóelaparcamientoconunabolsamarrónydosrefrescos.SubióalJeep.Sequitóla gorra de béisbol y se frotó la cabezamojada. Su pelo ondulado se esparció portodaspartes.Metendiólabolsamarrón.
—Sándwichdepavo,sinmayonesanipepinillos,yunabebida.—¿Le diste una paliza a Marcie Millar?—pregunté tranquilamente—. Quiero
saberlaverdad,ahora.ÉlapartóelSevenUpdesuboca.Medirigióunamiradapenetrante.—¿Quéhasdicho?—Lalinternaentuguantera.Explícamelo.—¿Has estado hurgando enmi guantera?—No parecíamolesto, pero tampoco
contento.—Haysangresecaenlalinterna.Hoylapolicíahaestadoenmicasa.Creenque
estoyimplicada.AMarcielaatacaronelmiércolesporlanoche,justodespuésdequeyotedijeraquenolasoportaba.
Patchlanzóunarisabrusca,sinasomodehumor.—¿CreesqueaporreéaMarcieconesalinterna?Metióelbrazodetrásdelasientoysacóunapistolaenorme.Grité.Seinclinósobremíymetapólabocaconlamano.—Esunapistoladepaintball—dijoconfrialdad.Miré el arma y luego a Patch repetidas veces, percibiendo puntitos blancos
alrededordemisojos.
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—Esta semana he estado jugando al paintball—añadió—. Creía que ya te lohabíacomentado.
—Eso…esonoexplicalasangreenlalinterna.—Noessangre.Espintura.JugábamosalCapturarlaBandera.Desviélamiradahacialaguantera.Lalinternaera…labandera.Meinvadióuna
mezcladealivio,sentimientosdeestupidezyculpaporhaberloacusado.—Oh—dijedébilmente—.Lo…losiento.—Peroparecíademasiadotardepara
disculparse.Patch miraba fijamente al frente, respirando hondo. Me preguntaba si estaba
aprovechandoelsilencioparaliberartensiones.Despuésdetodo,lohabíaacusadodeagresión.Mesentía fatal,peroestabademasiadonerviosaparaencontrar lamaneracorrectadedisculparme.
—Porloqueveo,elnúmerodeenemigosdeMarciehaaumentado.—EstoyseguradequeVeeyyoencabezamoslalista—dijetratandoderelajarel
ambiente,aunquenodeltodoenbroma.
Patchparóelcochedelantedemicasayapagóelmotor.Teníalagorradebéisbolcaladahastalascejas,peroahorasubocainsinuabaunasonrisa.Suslabiosparecíanblandos y suaves, y yo tenía serias dificultades para dejar de mirarlos. Lo másimportanteeraque,alparecer,mehabíaperdonado.
—Tendrásqueseguirentrenándoteenelbillar,ángel—dijo.—Hablandodebillar.—Meaclarélagarganta—.Quisierasabercuándoycómo
piensascobrarteesoquesegúntú…tedebo.—Noseráestanoche.—Meobservó,estudiandomireacción.Sentíunamezcla
de alivio y de decepción. Sobre todo, decepción—. Tengo algo para ti —añadió.Metiólamanodebajodelasientoysacóunabolsadepapelblancoconimpresionesdeguindillas.EraunabolsadecomidaparallevardelBorderline.Ladejóentrelosdos.
—¿Quées?—preguntémirandoenelinteriordelabolsa.—Ábrelo.Saquéunacajadecartónmarrónylevantélatapa.Conteníaunaesferadenieve
conunDelphicSeaportenminiaturaenelinterior.Unalambreencírculoformabalanoria,yotrodobladoenbucles,lamontañarusa;unasláminasdemetalreproducíanelpaseodelaalfombramágica.
—Esprecioso—dije,sorprendidadequePatchsehubieratomadolamolestiadecomprarmeunregalo—.Gracias.Meencanta.
Éltocóelcristalredondeado.—ÉseeselArcángelantesdequefueraremodelado.—Detrásdelanoria,unfino
alambreseretorcíadandoformaalosaltosybajosdelArcángel.Enlomásaltohabía
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un ángel con las alas rotas, la cabeza inclinada,mirando hacia abajo con los ojosvacíos.
—¿Quéocurriólanochequemontamosjuntos?—lepregunté.—Esmejorquenolosepas.—¿Simelodicestendrásquematarme?—repusemedioenbroma.—Noestamossolos—respondióél,mirandoporelparabrisas.Levantélavistayviamimadredepieenlapuertadelacasa.Conhorror,lavi
salirycaminarhaciaelJeep.—Déjamehablaramí—dije,guardando laesferadenieveen lacaja—.Túno
digasniunapalabra.¡Niuna!Patchseapeóydiolavueltahastamipuerta.Nosencontramosconmimadreen
elcaminodelaentrada.—Nosabíaquehabíassalido—medijosonriente,aunqueaquellosignificaba«ya
hablaremosluego».—Surgióenelúltimomomento—expliqué.—Después de yoga he venido directa a casa—dijo. El resto se sobreentendía:
«Tendrásqueexplicarte».Yocontabaconquese iríaa tomarunosbatidosconsusamigasdespuésdeclase.Nuevedecadadiezveceslohacía.SefijóenPatch—.Porfintengoelplacerdeconocerte.Alparecer,mihijaesunagranadmiradoratuya.
AbrílabocaparapresentarlosdelamaneramásbreveposibleydespediraPatch,peromimadresemeadelantó.
—SoylamadredeNora.BlytheGrey.—Éste es Patch—dije, buscando acabar cuanto antes con los cumplidos. Pero
sólo se me ocurría gritar «¡Fuego!» o fingir un síncope. Y ambas cosas parecíanpeoresqueenfrentarmeaunaconversaciónentrePatchymimadre.
—Noramedijoqueerasnadador—comentómimadre.TuvelasensacióndequePatchsetronchabapordentro.—¿Nadador?—¿Estásenelequipodenatacióndelcolegioocompitesenlaligainterurbana?—Lo hago más como actividad… recreativa—dijo él, interrogándome con la
mirada.—Bueno,esotambiénestábien.¿Dóndevasanadar?¿Alcentrorecreativo?—Prefierohacerloalairelibre.Enríosylagos.—¿Noesdemasiadofrío?Patch negó con la cabeza.La conversación parecía de lomás normal.Y desde
luegocoincidíaconmimadre:Mainenoeraunsitiocálidonitropical.Temoríasdefríonadandoalairelibre,inclusoenverano.SiPatchdeverdadnadabaalairelibre,esqueestabalocooteníaunaaltatoleranciaaldolor.
—Bueno—dijeaprovechandolapausa—.Patchtienequemarcharse.—Lomiré
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ymovíloslabios:«Lárgate».—EseJeepesmuychulo—dijomimadre—.¿Telocomprarontuspadres?—Melocompréyo.—Debesdetenerunbuentrabajo.—RecojolasmesasenelBorderline.Patchhablaba lomenosposible,esforzándoseenconservarsuhalodemisterio.
Me pregunté cómo era su vida cuando no estaba conmigo. En el fondo no podíaevitarpensarensupasadoaterrador.Hastaahorahabíafantaseadocondescubrirsussecretos inconfesablesporquequeríademostrarmeamíyaPatchqueeracapazdedesenmascararlo,peroahoraqueríaconocersussecretosporqueeranpartedeél.Ypeseaquetratabadenegarlo,sentíaalgoporél.Cuantomástiempopasabaconél,másseguraestabadequemissentimientosperdurarían.
Mimadrefruncióelentrecejo.—Esperoqueel trabajonoentorpezca tusestudios.Personalmentecreoque los
estudiantes de secundaria no deberían trabajar durante el curso escolar. Menudoagobiotendrásconlosplatos.
Patchsonrió.—Nohayproblema.—¿Te importa si te pregunto por tu notamedia?—continuómimadre—. ¿Es
demasiadogrosero?—¡Caramba,qué tardesehahecho!—dijemirandoel relojqueno llevaba.No
podía creer que mi madre fuese tan inoportuna. Era una mala señal. Sólo podíasignificarquesuprimeraimpresióndePatcherapeordeloquemetemía.Aquellonoeraunapresentación.Erauninterrogatorio.
—Doscomados—respondióél.Mimadrelomirófijamente.—Estábromeando—meapresuréadecir,yloempujédiscretamenteendirección
al Jeep—.Patch tienecosasquehacer.Partidasdebillarpendientes.—Me llevé lamanoalaboca.
—¿Billar?—repitiómimadre,confundida.—Norase refierealSalóndeBo—aclaróPatch—.Peronoesallíadondevoy.
Tengoquehacerunosrecados.—NuncaheestadoenelSalóndeBo—comentómimadre.—Noesnadadelotromundo—dije—.Notelorecomiendo.—Unmomento—dijoellacomosiacabaradelevantarseunabanderarojaensu
memoria—.¿Estásobre lacosta?¿CercadelDelphicSeaport?¿NohubountiroteoenelBohaceunosaños?
—Ahoraesmástranquiloqueantes—dijoPatch.Lo miré con ojos entrecerrados. Me había ganado de mano. Pensaba mentir
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descaradamentediciendoqueallínuncaocurríanincidentesviolentos.—¿Te apetece entrar a tomar un helado?—lo invitómimadre, aparentemente
aturdida, debatiéndose entre el trato amable y la reacción impulsiva de arrastrarmehasta la casa y echar el cerrojo—. Sólo tenemos de vainilla —añadió paradesanimarlo—.Esdehacevariassemanas.
Patchnegóconlacabeza.—Tengoqueirme.Quizásotrodía.Encantadodeconocerte,Blythe.Aprovechélapausaparallevaramimadrehacialapuertaprincipal,agradecida
dequeelencuentronohubieraidotanmalcomometemía.Derepente,mimadresediolavueltaylepreguntóaPatch:
—¿QuéhabéishechotúyNoraestanoche?Élmemiróylevantóunpocolascejas.—Compramos comidapara llevar enTopsham—meadelanté—.Sándwiches y
refrescos.Unanocheinofensiva.ElproblemaeraqueloquesentíaporPatchnoerainofensivo.
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Capítulo19
Dejélaesferadenieveensucajaylaguardéenmiarmariodetrásdeunapiladejerséis con rombos que le había birlado a mi padre. Al abrir el regalo delante dePatch,elDelphicmehabíaparecidorelucienteyprecioso,consusarcosirisformadospor el reflejo de la luz en los alambres. Pero en mi habitación, el alegre parqueparecía embrujado. Un campamento ideal para seres incorpóreos. Y no estaba deltodoseguradequenocontuvieraunaminicámara.
Despuésdecambiarmeydeponermeelpijamafloreado,llaméaVee.—¿Ybien?—dijoella—.¿Cómohaido?Esevidentequenotehaasesinado.Un
buencomienzo,¿no?—Hemosjugadoalbillar.—Túodiaselbillar.—Mehaenseñadounpardecosas.Ahoraque sédequéva,nomeparece tan
aburrido.—Apuesto a que podría enseñarte unas cuantas cosasmás en otras áreas de tu
vida.—Ya.—Encircunstanciasnormalesmehabríasonrojadoconsucomentario,pero
estabademasiadoseria.Meesforzabamucho,pensando.—Séquenoeslaprimeravezquetelodigo,peroPatchnomeinspiraconfianza
—dijoVee—.Todavíatengopesadillasconeltipodelpasamontañas.Enunademispesadillassearrancalamáscara,yadivinaquiénes:Patch.Creoquedeberíastratarlocomoaunarmacargada.Hayalgoenélquenoesnormal.
Esoeraexactamentedeloquequeríahablar.—¿Cuálpodríaserelorigendeunacicatrizconformadeuveenlaespalda?—le
pregunté.Hubounsilencio.—Ostras—graznóVee—.¿Lohasvistodesnudo?¿Dóndelohabéishecho?¿En
elJeep?¿Ensucasa?¿Ensuhabitación?—¡Nolovidesnudo!Fuecasualidad.—Ya,esoyaloheoídoantes.—Tiene una cicatriz enorme en la espalda.Como una uve al revés. ¿No es un
pocoraro?—Claro.ÉsteeselPatchdelqueestamoshablando.Lefaltauntornillo.Abote
pronto, se me ocurre que podría ser consecuencia de… ¿una pelea callejera? ¿Unrecuerdodelacárcel?¿Uncochequeloarrollóysedioalafuga?
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Una mitad de mi mente estaba atenta a la conversación, pero la otra, másprofunda,estabaenotraparte.MevinoalamemorialanocheenquePatchmeretóasubir alArcángel.Recordé las pinturas extrañas y horripilantes en el lateral de loscarritos.Recordélasbestiasconcuernosarrancándolelasalasaunángel.RecordélamarcadelaValrevésdondeantesestabanlasalasdelángel.
Porpoconodejécaerelteléfono.—Pe-perdona,¿qué?—preguntéaldarmecuentadequeVeehabíaseguidoconla
conversaciónyesperabamirespuesta.—¿Quéhapa-sa-dodes-pués?—enfatizócadasílaba—.TierrallamandoaNora.
Necesitodetalles.Meestoymuriendo.—Nohapasadonada.Hatenidounapeleaysucamisaseharasgado.Findela
historia.Veesequedósinaliento.—Deesoteestoyhablando.Salísjuntos,¿yélvaysemeteenunapelea?¿Qué
problematiene?Parecemásanimalquehumano.Mentalmentecomparé lascicatricesdeaquelángelcon lasdePatch.Ambas se
habíanvueltodelcoloroscurodelregaliz,ambasibandesdelosomóplatoshastalosriñones, y ambas se curvabanhacia fuera amedida que recorrían la longitud de laespalda. Me convencí de que era muy probable que sólo fuera una horripilantecoincidencia que las cicatrices de Patch estuvieran fielmente representadas en loscarritos del Arcángel.Me dije que había muchas clases de accidentes que podíandejar cicatrices así. Una pelea callejera, un recuerdo de la cárcel, un coche, comohabíaseñaladoVee.Lamentablemente,todoesomeparecíafalso.Comosituvieralaverdaddelantedelosojosymefaltaraelvalorparaverla.
—¿Esunángel?—mepreguntóVee.—¿Qué?—¿Esunángelomantienesuimagendechicomalo?Porquenometragoesode
quenohaintentadonada.—Vee,tengoquedejarte.—Mivozparecíacubiertadetelarañas.—Yaveo.Vasacolgarmeantesdequepuedasonsacartedetalles.—Nohapasadonadadurantelacita,ytampocodespués.Noshemosencontrado
conmimadreenlaentradadecasa.—¡Quédices!—CreoquePatchnolehacaídobien.—Nomedigas.¿Porquéserá?—Tellamomañana,¿vale?—Quetengasdulcessueños,chica.«Vaaserdifícil»,pensé.BajéalpequeñodespachodemimadreyencendínuestroviejoordenadorIBM.
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La habitación era pequeña, con un tejado a dos aguas,más un cuartucho que unahabitación.Unaventanagrasientaconcortinasdesteñidasdelosañossetentadabaaunladodeljardín.Enunterciodelahabitaciónnopodíaestartotalmentedepie.Enelresto,micoronillatocabalasvigasdeltecho.Allícolgabaunabombilladesnuda.
Al cabo de diezminutos, el ordenador se conectó a Internetmediante llamadatelefónica. Escribí en la barra de Google: «ángel+alas+cicatrices». Dejé mi dedosuspendido encima de enter, temerosa de que seguir adelante implicaba admitir laposibilidaddequePatchnofuera…enfin,humano.
Ledialateclaehiceclicsobreelprimerenlaceantesdearrepentirme.
ÁNGELESCAÍDOS:UNAVERDADATERRADORA
EnlacreacióndelJardíndelEdén,losángelescelestialesfueronenviadosalaTierraparavigilaraAdányaEva.Pronto,sinembargo,algunosángelesambicionaronloquehabíamásalládelosmurosdeljardín.SevieronasímismoscomolosfuturossoberanosdelaTierra,codiciandoelpoder,lariquezaeinclusoalasmujereshumanas.JuntostentaronyconvencieronaEvaparaquecomieradelfrutoprohibido,yabrieronlaspuertascustodiadasdelEdén.Comocastigoasugravepecadoydesobediencia,DioslosdespojódesusalasyloscondenóavivirenlaTierraparasiempre.
Leíporencimaalgunospárrafos;elcorazónmelatíadeformairregular.
Losángelescaídossonlosmismosespíritusmalignos(odemonios)descritosenlaBibliacomousurpadoresdecuerposhumanos.VaganporlaTierraenbuscadecuerposhumanosqueacosarycontrolar.Tientanaloshumanosparaquehaganelmalintroduciendopensamientoseimágenesensusmentes.Siunángelcaídoconsiguepervertiraunhumano,puedeentrarensucuerpoeinfluirsobresupersonalidadysusacciones.Sin embargo, la ocupación de un cuerpo humano por un ángel sólo puede ocurrir durante el mes hebreo deJeshván.ElJeshván,conocidocomoelmesamargo,eselúnicoquecarecedefestividadesjudíasdeimportancia,loqueloconvierteenunmesprofano.DuranteelJeshván,entrelalunanuevaylalunallena,losángelescaídosinvadenenmasaloscuerposhumanos.
Mequedémirandofijamenteelmonitorvariosminutos.Sinpensamientos.Nada.Sólouncúmulodeemocionesqueseenredabanenmiinterior.Frío,pánicoy…unhorriblepresentimiento.
Un escalofrío me despertó. Recordé las pocas ocasiones en que Patch habíatraspasado losmétodosdecomunicaciónnormalyhabía susurradomensajesenmimente,talcomoafirmabaelartículoacercadelosángelescaídos.ComparandoestainformaciónconlascicatricesdePatch…¿eraposiblequeélfueraunángelcaído?¿Pretendíatomarposesióndemicuerpo?
Seguíleyendoporencimaelrestodelartículo,deteniéndomecuandoencontrabaalgotodavíamásextraño.
Los ángeles caídos que tienen una relación sexual con un humano producen una descendencia de seressobrenaturalesllamadosNefilim.LarazadelosNefilimesunarazamalignayantinaturalquenoestabadestinadaahabitar laTierra.AunquemuchoscreenqueelDiluvioUniversalenlostiemposdeNoéteníaelpropósitodepurificarlaTierradelosNefilim,nohaymaneradesabersiestarazahíbridaseextinguióosilosángelescaídoshanseguidoreproduciéndoseconhumanosdesdeentonces.Parecelógicoqueasísea,loquesignificaqueesmuy
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probablequelarazadelosNefilimhabitehoysobrelafazdelaTierra.
Meapartédelescritorio.Metítodoloquehabíaleídoenunacarpetayloguardé.Elarchivologuardécomo«miedo».Noqueríapensarenesoahora.Yaloharíamástarde.Quizás.
Elmóvilsonóenmibolsilloymeasusté.—¿Dijimosquelosaguacateseranverdesoamarillos?—mepreguntóVee—.Ya
he comido todas las frutas verdes que me tocaban hoy, pero si me dices que losaguacatessonamarilloslahepifiado.
—¿Túcreesenlossuperhéroes?—Despuésdever aTobeyMaguireenSpiderman, sí.Y también estáChristian
Bale. Es más viejo, pero está muy bueno. Dejaría que me rescatase de los ninjasespadachines.
—Habloenserio.—Yotambién.—¿Cuándofuelaúltimavezquefuistealaiglesia?—lepregunté.Escuchéelpequeñoestallidodeunglobodechicle.—Eldomingo.—¿CreesquelaBibliaesdefiar?Esdecir,¿creesqueloquediceesreal?—Creo que el pastor Calvin es guapo. A la manera de los cuarentones. Eso
resumebastantebienmiconvicciónreligiosa.Fuiamihabitaciónymemetídebajodelasmantas.Cogíunamantaextrapara
protegermedeunfríorepentino.Oenlahabitaciónhacíafrío,obienerayolaquemesentíaheladapordentro,noestabasegura.Palabrascomo«ángelcaído»,«ocupacióndehumanos»y«Nefilim»meobsesionaban,alejándomedelsueño.
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Capítulo20
Estuve toda la noche dando vueltas en la cama; el viento rodeaba la casa ysalpicaba la ventana con piedrecillas.Medesperté varias veces con el ruido de lastejasarrastradasquecaíanaun ladode lacasa.Cadapequeño ruido,ya fueran lasventanas que vibraban o los muelles de mi colchón, hacía que me despertarasobresaltada.
Aesodelasseismediporvencida,melevantéycaminéporelpasillorumboaladucha.Despuésmepuseaordenarmihabitación.Miarmariosefuequedandovacíoy,comoeradeesperar,llenétresveceselcestodelaropasucia.Estabasubiendolasescalerasconunacoladareciénhechacuandollamaronalapuerta.EraElliot.
Llevabaunos tejanos,unacamisaacuadrosarremangadahasta loscodos,gafasdesolyunagorradebéisbol.Porfueraparecíaunamericanoejemplar,peroyosabíaquenoeraasí.
—NoraGrey—dijoentonocondescendiente.Seinclinóhaciadelanteysonrió,yyonotésualientoaalcohol—.Mehascausadomuchosproblemasúltimamente.
—¿Aquéhasvenido?Echóunvistazoalinteriordelacasaporencimademihombro.—¿Túquécrees?Hevenidoahablar.¿Puedopasar?—Mimadreestádurmiendo.Noquierodespertarla.—Nohetenidoocasióndeconocera tumadre.—Lamaneraenquelodijome
pusolospelosdepunta.—Perdona,¿quénecesitas?Susonrisaeraunpocosensiblerayunpocodespectiva.—Notegusto,¿verdad,NoraGrey?Amododerespuestamecrucédebrazos.Diounpasoatrásconunamanoapoyadaenelcorazón.—Ay.Aquíestoy,NoraGrey,enunintentodesesperadoporconvencertedeque
soyunchicocomocualquierotroyquepuedesconfiarenmí.Nomedecepciones.—Escucha,Elliot,tengocosasquehacer…Estrellólosnudilloscontralaparedcontalfuerzaquelapinturasedesconchó.—¡Noheterminado!—barbotófurioso.Derepenteechólacabezaatrásyriopor
lobajo.Sedoblóymetiólamanoensangrentadaentrelasrodillas—.Diezdólaresaquemearrepentirédeesto.
LapresenciadeElliotmeponía lapieldegallina.Recordécuandoapenasdíasatráspensabaqueeraguapoyencantador.Mepreguntabacómopodíahabersidotan
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estúpida.Estabapensandoencerrar lapuertayecharle la llavecuandoElliotsequitó las
gafasde sol, descubriendounosojos inyectados en sangre.Se aclaró la gargantayhablóconvozsincera.
—He venido a decirte que Jules está bajo mucha presión en el colegio. Losexámenes,elcentrodeestudiantes,lassolicitudesdebecas,bla,bla,bla.Nopareceelmismo.Tienequedejartodoesoporunpardedías.DeberíamosirnosloscuatrodeacampadaenSemanaSanta, Jules,Vee, túyyo.SalirmañanaparaPowderHornyregresarelmartesporlatarde.LedaríalaposibilidadaJulesdedesconectar.—Cadapalabraparecíainquietanteycuidadosamenteensayada.
—Losiento,yatengoplanes.—Dejaqueteconvenza.Tengotodoelviajeorganizado.Lastiendas,lacomida.
Tedemostraréquesoyuntíogenial.Haréquetelopasesbomba.—Creoquedeberíasirte.Apoyósumanoenelmarcodelapuerta,inclinándosehaciamí.—Respuesta incorrecta. —Por un instante, el sopor vidrioso de sus ojos
desapareció,eclipsadoporalgoretorcidoysiniestro.Diunpasoatrás,casiseguradequeElliotllevabaelvirusdelasesinatoenlasangre,casiseguradequelamuertedeKjirsteneracosasuya.
—Veteollamoauntaxi—dije.Elliot abrió lamosquiteracon talviolenciaqueésta seestampócontra lapared
exterior.Meagarróporelalbornozymesacófueradeuntirón.Meempujócontralaparedymeinmovilizóconsucuerpo.
—Vasavenirdeacampadaquierasono.—Quítatedeencimao…—dijerevolviéndome.—¿O qué? ¿Qué vas a hacer? —Me sujetaba por los hombros, y volvió a
estamparmecontralapared,haciendocastañetearmisdientes.—Llamaré a la policía.—No sé cómome atreví a decirlo. Jadeaba y tenía las
manospegajosas.—¿Vasallamarlaagritos?Noteoirán.Laúnicamaneradequetesuelteesque
mejuresquevendrásalcampamento.—¿Nora?Nos giramos hacia la puerta principal, por donde había llegado la voz de mi
madre.Elliotdejó susmanos sobremíunmomentomás, luegoemitióun ruidodedisgustoymeapartódeunempujón.Cuandobajabalospeldañosdelporchesediolavuelta.
—Estonoquedaráasí.Meapresuréaentrarycerrélapuerta.Empezaronaardermelosojos.Deslicéla
espaldaporlahojaymesentéenlaalfombrilladelaentrada,conteniendoelllanto.
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Mimadreaparecióenloaltodelaescalera,ciñéndoselabataporlacintura.—¿Nora?¿Quéocurre?¿Conquiénestabas?Pestañeé.—Era un chico del instituto. —No podía evitar que me temblara la voz—.
Quería…quería…—YamehabíabuscadobastantesproblemasporsalirconPatch.Mimadre pensaba asistir por la noche a la boda de la hija de una compañera detrabajo,perosilecontabaqueElliotmehabíamaltratadonoiríapornadadelmundo.Y eso era lo último que quería, porque necesitaba ir a Portland a investigar sobreElliot. Bastaría una pequeña prueba incriminatoria para meterlo en chirona, perohasta que eso ocurriera no me sentiría segura. Percibía cierta violencia crecientedentro de él, y no quería esperar a ver sus resultados—.Queríamis apuntes sobreHamlet—dijeporfin—.Lasemanapasadamecopióenelexamen,yparecequeseestáacostumbrandoaello.
—Oh, cielo. —Vino a mi lado y me acarició el pelo—. Entiendo que eso temoleste.Siquierespuedollamarasuspadres.
Neguéconlacabeza.—Entonces prepararé el desayuno.Anda, ve a vestirte.Cuando bajes ya estará
listo.Estabadepiefrentealarmariocuandosonómimóvil.—Yalosabes,¿no?¡Nosvamosloscuatrodecam-pa-men-toenSemanaSanta!
—Veeparecíajubilosa.—Vee—dijeconvoztemblorosa—,Elliotestáplaneandoalgo.Algohorripilante.
Laúnicarazónporlaquequiereirdecampamentoesparaestarasolasconnosotras.Novamosair.
—¿Cómoque no?Estás de guasa o qué. Por una vez que podemos hacer algoemocionanteparaSemanaSanta,¿vasanegarte?Sabesquemimadrenomedejaráirsola.Haréloquesea.Deverdad.Harétusdeberesduranteunasemana.Venga,Nora.Quieroescucharesapalabrita.Dila.Empiezacons…
Lamanoconquesujetabaelmóvilmeestabatemblando.Melopaséalaotra.—Elliot ha estado en mi casa hace quince minutos, borracho. Me… me ha
maltratadofísicamente.Sequedócalladauninstante.—¿Quéquieresdecirconquetehamaltratadofísicamente?—Mehaarrastradofueraymehaempujadocontralapared.—Peroestababorracho,¿no?—¿Yesoquétienequever?—repuseindignada.—Bueno, le han pasado muchas cosas. Lo acusaron injustamente de estar
implicadoenelsuicidiodeunachica,ysevioobligadoacambiardecolegio.Sitehahecho daño, y que conste que no estoy justificándolo, quizá significa que necesita
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ayuda…psicológica.—Pero…—Estababorracho,¿no?Quizánosabíaloquehacía.Mañanasesentiráfatal.Abrí la boca y volví a cerrarla.No podía creer queVee se pusiera de parte de
Elliot.—Tengoquedejarte—dijesecamente—.Tellamarémástarde.—¿Puedo ser sincera, chica? Sé que estás preocupada por el tipo ese del
pasamontañas.Nomeodies,perocreoquelaúnicarazónporlaquequierescolgarleelmuertoaElliotesporquenoquieresqueseaPatch.Loracionalizastodo,yesomedejaalucinada.
Mequedéestupefacta.—¿Queloracionalizotodo?Patchnosehapresentadoenmicasaestamañanay
mehaestampadocontralapared.—¿Sabesqué?Notendríaquehabértelomencionado.Olvídalo,¿vale?—Deacuerdo—dijefríamente.—Pueseso…¿Quéhaceshoy?Me asomé a la puerta, atenta a lo que hacíamimadre. En la cocina se oía la
batidora en un cuenco. Una parte demí no le veía sentido a seguir compartiendocosasconVee,perolaotrasentíaresentimientoyagresividad.¿Queríaconocermisplanes?Pormígenial.Sinolegustaban,alláella.
—En cuanto mi madre se vaya a una boda en Old Orchand Beach, cogeré elcocheeiréaPortland.—Labodaempezabaalascuatrodelatarde,yconelbanqueteposterior mi madre no llegaría a casa hasta las nueve. Lo que me daba tiemposuficienteparapasarlatardeenPortlandyregresarantesqueella—.Dehechoqueríapedirte el Neon. No quiero quemimadreme pille por el cuentakilómetros demicoche.
—Caray.QuieresinvestigaraElliot,¿noescierto?VasameterlasnaricesenelKinghorn.
—Voy a hacer algunas compras y a comer algo por ahí—dije, deslizando lasperchasporlabarrademiarmario.Cogíunacamisetademangalarga,unostejanosyungorroarayas,blancoyrosa,reservadoparalosfinesdesemanaylosdíasenquemipeloesundesastre.
—¿YlodecomeralgoporahíincluyepararseenunrestauranteapocascallesdelKinghorn?¿UnrestauranteenelqueKjirstenno-sé-quétrabajabadecamarera?
—Noesmalaidea—respondí—.Quizálohaga.—¿Ydeverdadpiensascomer,osólovasainterrogaralagente?—Puedequehagaalgunaspreguntas.¿PuedollevarmeelNeonono?—Claroquepuedes—dijo—.¿Paraquéestánlasamigas?Inclusoteacompañaré
enesepaseíllodestinadoalfracaso.Peroprimerotienesqueprometermequevendrás
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alcampamento.—Olvídalo.Cogeréelautobús.—¡Ya hablaremos de lo de Semana Santa! —gritó Vee antes de que pudiera
colgar.
HabíaestadoenPortlandenvariasocasiones,peronoconocíalaciudad.Bajédelautobús armada conmimóvil, unmapa ymi propia brújula interior. Los edificioserande ladrillo, altosy estrechos,y tapaban la salidadel sol, que resplandecíapordebajodeunaespesaextensióndenubarrones,proyectandountoldodesombrasobrelascalles.Lastiendasylasgaleríasteníancartelespintorescossobrelaentrada.Lascalles estaban iluminadas por farolas negras con forma de sombrero de bruja.Despuésdeandarunasmanzanas,lascallesmástransitadasdieronpasoaunaextensazona arbolada, y entonces vi una señal del Colegio Kinghorn. Una iglesia con suagujaysutorrederelojasomabaporencimadelosárboles.
SeguíporlaaceraygiréenlaesquinadelacalleTreintaydos.Elpuertoestabaapocasmanzanas,ylleguéaverdelejosalgunosbarcosquepasabanpordetrásdelastiendasmientrasseacercabanalmuelle.Bajandoporlacallevilaseñalqueconducíaal restauranteBlindJoe’s.Saquémi listadepreguntasy la releíporúltimavez.Laideaeraquenoparecieraqueestabarealizandounaentrevista.EsperabaquesacandoeltemadeKjirstencomoporcasualidadlosempleadosmedejarancaeralgoquelaprensahubierapasadoporalto.Deseandoquelaspreguntassemequedarangrabadasenlamemoria,tirélalistaenlapapeleramáscercana.
Lapuertarepicócuandoentré.Las baldosas del suelo eran amarillas y blancas, y los reservados estaban
tapizadosenazulmarino.Delasparedescolgabanfotosdelpuerto.Mesentéenunreservadocercadelapuertaymequitéelabrigo.
Unacamareraconundelantalblancomanchadoaparecióamilado.—MinombreesWhitney—medijo—.BienvenidaalBlindJoe’s.Elespecialde
hoyeselsándwichdeatún.Lasopadeldíaesdepescado.—Teníaelbolígrafolistoparatomarmeelpedido.
—¿BlindJoe’s?—Fruncíelentrecejoymetoqué labarbilla—.Pueselnombremesuena…
—¿No lees la prensa? El mes pasado salimos en los periódicos durante unasemanaentera.Losquinceminutosdefamaytodoeso.
—Ah, vale.Yame acuerdo.Hubo un asesinato, ¿no es así?La chica trabajabaaquí,¿no?
—KjirstenHalverson.—Pulsóelbotóndelboliconimpaciencia—.¿Quieresquetetraigaesasopadepescadoparaempezar?
Nomeapetecía.Dehechonomeapetecíanadaenabsoluto.
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—Debedehabersidoduro.¿Eraisamigas?—Caray, no. ¿Vas a pedir o no? Te contaré un secretito: si no trabajo no me
pagan.Ysinomepagannopuedopagarmialquiler.De pronto deseé que me atendiera el camarero que había al otro lado del
restaurante.Erabajo,calvohastalasorejasyteníaelfísicodeunpalillodedientes.Sumiradanuncasuperabaelmetrodealtura.Debíadesentirsetanpatéticocomoyome sentiría en su lugar, con lo que pensé que una sonrisa amigable de mi partebastaríaparaquemesoltaralabiografíacompletadeKjirsten.
—Losiento—ledijeaWhitney—.Esquenopuedoquitarmeesecrimende lacabeza. Claro que para ti ya será agua pasada. Debes de haber tenido a la prensahaciéndotepreguntastodoeltiempo.
Medirigióunamiradapenetrante.—¿Necesitasmástiempoparamirarelmenú?—Creoquelosperiodistassonirritantes.Seinclinó,apoyándosesobrelamesa.—Loquemeirritasonlosclientesquemehacenperdereltiempo.Suspiréensilencioyabríelmenú.—¿Quémerecomiendas?—Todoestábueno.Pregúntaseloaminovio.—Enseñóunasonrisatensa—.Éles
elcocinero.—Hablandodenovios…¿Kjirstenteníanovio?—«Buenaconexión»,medije.—Vengaya.¿Erespolicía?¿Abogada?¿Periodista?—Sólounaciudadanapreocupada.—Sonócomounapregunta.—Ya. ¿Sabes qué? Pide un batido, unas patatas fritas, una hamburguesa de
ternera,unplatodesopa,ydéjameunveinticincoporcientodepropina,yentoncestecontaréloquelehecontadoatodoelmundo.
Estudiélasopciones:midineroolasrespuestas.—Hecho—dije.—Kjirsten estaba liada con ese chico, Elliot Saunders, el que salió en los
periódicos.Sepasabatodoeldíaaquí.Laacompañabaasucasacuandoellaacababaelturno.
—¿Hablastealgunavezconél?—No.—¿CreesqueKjirstensesuicidó?—¿Cómovoyasaberlo?—Alparecer,ensuapartamentoencontraronunanotadesuicidio,perotambién
señalesdeallanamiento.—¿Y?—¿Notepareceunpoco…raro?
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—SimeestáspreguntandosicreoqueElliotpudohaberdejadolanota,claroquelo creo. Los niños ricos como ése pueden hacer cualquier cosa sin que les pillen.Probablemente contrató a alguien para que dejara la nota. Así es como funcionacuandotienesdinero.
—NocreoqueElliottengamuchodinero.—Miimpresiónsiemprehabíasidoqueel rico era Jules. Vee no paraba de hablar de su casa—. Creo que estaba en elKinghornconunabeca.
—¿Unabeca?—repitióconunresoplido—.¿Quéhasestadobebiendo?SiElliotno tiene un pastón, ¿cómo hizo para comprarle a Kjirsten un apartamento?Explícamelo.
Intentécontrolarmisorpresa.—¿Lecompróunapartamento?—Kjirstennoparabadepregonarlo.Amímedesquiciaba.—¿Paraquéselocompró?Whitneymemirófijamente,conlasmanosenlascaderas.—Dimequenoerestanbobacomopareces.Vale.Paratenerprivacidad.Intimidad.Entendido.Continuépreguntando:—¿SabesporquéElliotsefuedelKinghorn?—Nosabíaquesehabíaido.Intentabacuadrarsusrespuestasconlaspreguntasquetodavíamequedabanpor
formular.—¿Conocíaagenteaquí?¿AlguienmásapartedeKjirsten?—¿Cómovoyaacordarme?—Hizounamuecadedisgusto—.¿Parezcounode
esosquetienenmemoriafotográfica?—¿Notesuenaunchicomuyalto?Realmentealto.Depelolargorubio,guapo,
ropahechaamedida.Searrancóunauñamagulladaconlosincisivosyselaguardóenelbolsillodel
delantal.—Sí,meacuerdodeesechico.Difícilnoacordarse.Tanmalhumoradoycallado.
Vinounaodosveces.Nofuehacemuchotiempo.QuizáparacuandoKjirstenmurió.Me acuerdo porque estábamos sirviendo sándwiches de carne para el día de SanPatricioynoconseguíquepidierauno.Memirabaconodio,comosifueraadarlavueltaalamesaparacortarmeelcuellosimequedabaallíleyéndoleelmenúdeldía.Perocreorecordaralgomás.Noesquemeentrometa,perotengooídos.Avecesnopuedo evitar oír cosas. La última vez que el chico alto y Elliot vinieron estabanencorvadossobreunamesahablandodeunexamen.
—¿Unexamenenelinstituto?—¿Cómovoyasaberlo?Porloqueoí,parecíaqueelchicoaltohabíasuspendido
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un examenyElliot no estaba nada contento a causa de ello.Empujó la silla haciaatrásysemarchóhechounafuria.Nisiquierasecomiótodoelsándwich.
—¿MencionaronaKjirsten?—ElchicoaltollegóprimeroypreguntósiKjirstenestabatrabajando.Yoledije
quenoyélhizounallamadaconsumóvil.AlcabodediezminutosaparecióElliot.KjirstensiempreatendíalamesadeElliot,perocomohedicho,ellanoestaba,asíquelosatendíyo.SihablarondeKjirsten,nolosescuché.PeromedabaamíqueelchicoaltonoqueríacercaaKjirsten.
—¿Recuerdasalgomás?—Depende.¿Vasapedirpostre?—Supongoquetomaréuntrozodetarta.—¿Tarta?¿Tedoycincominutosdemivaliosotiempoysólopidesuntrozode
tarta?¿Creesquenotengonadamejorquehacerquecharlarcontigo?Lancé unamirada alrededor. El restaurante estaba vacío.Aparte de un hombre
encorvadosobreunperiódicoenlabarra,yoeralaúnicaclienta.—Vale…—Repaséelmenú.—Vasapedirteunalimonadaconframbuesaparatragaresatarta.—Logarabateó
ensubloc—.Yluegouncafé.—Siguiógarabateando—.Esperoquemedejesotroveinteporcientodepropina.—Melanzóunasonrisaengreída,seguardóelbloceneldelantalysedirigióalacocina.
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Capítulo21
Eltiemposehabíavueltofríoylluvioso.Lasfarolasemitíanunbrilloamarillentoy fantasmagórico que apenas penetraba la espesa niebla de la calle. Salí delBlindJoe’s,alegrándomedehaberconsultadoelpronósticomástempranoyhaberllevadomiparaguas.Mientraspasabapordelantedelasventanasveíaalagentereunidaenlosbares.
Estabaapocascallesdelaparadadelautobúscuandounasensaciónconocidaseinstalóenminuca.Lahabíasentidolanocheenqueestabaseguradequealguienmeobservaba por la ventana demi habitación, también en el Delphic y una vezmásantes de queVee saliera deVictoria’s Secret conmi chaqueta puesta.Me agaché,fingiendoatarmeloscordones,ylancéunamiradafurtivaalrededor.Lasdosacerasdelacalleestabandesiertas.
Alcambiarelsemáforo,reanudélamarchaandandorápidoyconlamochilabajoelbrazo.Ojaláelautobúspasaraasuhora.Cortéporuncallejónpasandopordetrásdeunbar,juntoaungrupodefumadores,ysalíalacalledearriba.Fuitrotandohastalasiguienteesquina,giréenotrocallejónydilavueltaalamanzana.
Oíelmotordelautobús,yunmomentodespuésdoblólaesquinasurgiendodelaniebla.Redujo lamarcha juntoalbordilloy subí.Por finde regresoa casa.Era laúnicapasajera.
Escogíunasientovariasfilasdetrásdelconductorymeagachéparaquedarfueradesuvista.Élcerrólaspuertasyelautobúsrugió,poniéndoseenmarcha.EstabaapuntodesuspiraraliviadacuandorecibíunmensajedeVee.
dondsts?portland.ytú?,respondí.tmb.enunafstaconjulesyelliot.nsvms?xqstsenportland?Noesperélarespuestaylallamédirectamente.Hablareramásrápido.Yesoera
urgente.—¿Ybien?¿Quémedices?—mepreguntóVee—.¿Estásparaunafiesta?—¿SabetumadrequeestásenunafiestaenPortlandcondoschicos?—Empiezasaparecerunpoconeurótica,chica.—¡NopuedocreerquehayasvenidoaPortlandconElliot!—Tuveunasensación
deansiedad—.¿Sabequeestáshablandoconmigo?—¿Paraquevayaytemate?No,losiento.ÉlyJulesfueronalKinghornabuscar
algo,yyomehequedadosola.Necesitoaalguienquemeayudealigar.¡Eh!—gritó
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Vee—. Las manos quietas, ¿vale? Q-u-i-e-t-a-s. ¿Nora, me oyes? No estoyexactamenteenelmejorlugar.Eltiempoesprimordial.
—¿Dóndeestás?—Unmomento,ahoratelodigo…Vale.Elnúmerodeledificiodeenfrenteesel
1727.LacallesellamaHighsmith,estoycasisegura.—Llegaréloantesposible,peronomequedaré.Mevoyacasa,ytútevendrás
conmigo.¡Pareelautobús!—legritéalconductor.Élpisóelfreno,ymeestampécontraelasientodedelante.—¿Puede decirme en qué dirección está la calleHighsmith?—le pregunté una
vezqueconseguíllegaralfinaldelpasillo.Señalóaladerechaatravésdelasventanillas.—Hacia el oeste. ¿Piensas ir andando? —Me miró de arriba abajo—. Te lo
advierto:esunbarriopeligroso.Genial.Tuvequeandarunaspocascallesparadarmecuentadequeel conductorhabía
hecho bien en advertirme. El escenario cambió drásticamente. Las fachadaspintorescasfueronreemplazadasporedificiosconpintadasdebandascallejeras.Lasventanas eranoscuras, con enrejadosdehierro.Las aceras eran caminosdesoladosqueseadentrabanenlaniebla.
Un ruidometálico surgió de la niebla, y apareció unamujer que empujaba uncarroconruedascargadoconbolsasdebasura.Susojoseranuvaspasas,pequeñosyoscuros,ysedesviaronhaciamíenunamiradacasidepredadora.
—Peroquétenemosaquí—dijoconsubocadesdentada.Retrocedíunpasoyagarrémimochilaconfuerza.—Unabrigo,guantesyunbonitogorrodelana—dijo—.Siemprequisetenerun
gorrodelanabonito—añadió,subrayandolapalabra«bonito».—Hola —le dije, aclarándome la garganta y tratando de parecer amigable—.
¿SabecuántofaltaparalacalleHighsmith?Soltóunacarcajada.—Unconductordeautobúsmeindicóestadirección.—¿Te dijo que Highsmith era por aquí? —dijo ella—. Yo sé cómo llegar a
Highsmith,ynoesporaquí.Esperé,peronomediomásdetalles.—¿Creequepodríaindicarmecómollegar?—pregunté.—Yosécómo llegar.—Se tocó lacabezaconundedoqueseparecíamuchoa
unaramitanudosayretorcida—.Lotengotodoaquí.—Vale.Explíquemecómollegar,porfavor.—No te lo puedo decir a cambio de nada —contestó ella—. Tendrás que
pagarme.Unamujer tienequeganarse lavida.¿Nunca tehandichoqueen lavida
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nadaesgratis?—No llevo dinero encima.—No mucho, en cualquier caso. Lo justo para un
billetedeautobús.—Perosíunabrigopreciosoycalentito.Bajélavistahaciamiabrigoacolchado.Unvientoheladomedespeinaba,ycon
sólopensarenquitarmeelabrigosemepusolapieldegallina.—AcabanderegalármeloporNavidad.—Se me está helando el trasero aquí en la calle —dijo ella con aspereza—.
¿Quieresquetedigacómollegarono?No podía creer que me encontrara en ese sitio. No podía creer que estuviera
canjeando mi abrigo con una mendiga. Era tanto lo que Vee me debía queposiblementenuncaestaríamosenpaz.
Mequitéelabrigoyvicómolamujerseloponía.Mialientosecondensaba.Merodeécon losbrazosyzapateéparaahuyentarel
frío.—Bien,¿vaadecirmecómollegaraHighsmith?—¿Prefiereselcaminolargooelcorto?—Elco-co-corto—dijeconuncastañeteodedientes.—Esotecostaráunpocomás.Elcaminocortotieneunatarifaadicional.Yatelo
dije,siemprehequeridotenerungorrodelanabonito.Mequitéelgorrodecolores.—¿DóndeestáHighsmith?—laapremié,tratandodeconservarmitonoamigable.—¿Vesesecallejón?—dijoseñalandodetrásdemí.Medilavuelta.Elcallejón
estabaacincuentametros—.MéteteallíysaldrásaHighsmithjustoalotrolado.—¿Esahí?—dijeincrédula—.¿Enlasiguientecalle?—Lobuenoesquecogeráselcaminocorto.Lomaloesqueeninviernoningún
caminoresultacorto.Claroqueahorayoestoyguapaycalentitaconmiabrigoymigorrobonito.Simedastusguantesteacompañohastaallí.
Memirélosguantes.Almenosteníalasmanoscalientes.—Melasarreglaré.Seencogiódehombrosy siguióarrastrandoel carrohasta laesquina,dondese
quedójuntoaunpostepegadoalapared.El callejón estaba oscuro y revuelto, con cubos de basura, cajas de cartón
húmedas y algo que podía ser un calentador de agua desechado. O una mantaenrolladaalrededordeuncadáver.Unaaltavalladetelametálicacerrabaelcallejón.Nisiquierapodíasaltarunavallademetroymedioenplenaforma;nihablardeunadecuatrometros.Estabaflanqueadaporedificiosde ladrillosaambos lados.Todaslasventanasteníanrejas.
Pisando cajas de embalaje y bolsas de basura me iba abriendo camino. Los
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vidrios rotos crujían bajomis zapatos. Un destello blanco pasó entre mis piernas,dejándomesinaliento.Ungato.Sóloungato,quedesaparecióenlaoscuridad.
PenséenenviarleunmensajedetextoaVeeparaquevinieraabuscarme,cuandorecordé que me había dejado el móvil en el bolsillo del abrigo. Maldición. ¿Quéprobabilidadhabíadequelamendigamedevolvieraelmóvil?Paraserprecisa,pocasoninguna.
Decidíquevalíalapenaintentarlo,yaldarmelavueltaviunsedánnegrolustrosoquepasabaporlabocadelcallejón.Laslucesrojasdelosfrenosseencendieronconunbrillosúbito.
Intuitivamente,meocultéentrelassombras.Lapuertadelcocheseabrióysonóundisparo.Dosdisparos.Lapuertasecerróy
elsedánnegrosalióchirriando.Elcorazónmeretumbabaenelpecho,mezclándoseconelsonidodepasosalacarrera.Alinstantemedicuentadequeeranmispropiospasos,yqueestabacorriendohacialabocadelcallejón.Giréenlaesquinaymeparéenseco.
Elcuerpodelamendigayacíadesplomadosobrelaacera.Corríymearrodilléjuntoaella.—¿Se encuentra bien? —le pregunté frenéticamente, dándole la vuelta. Una
expresión boquiabierta, sus ojos de uvas pasas vacíos.Un líquido oscuro salía delabrigoacolchadoqueyohabíallevadohastahacíapocosminutos.
Sentí el impulso de apartarme de un salto, pero me contuve y busqué en losbolsillosdelabrigo.Teníaquepedirayuda,peromimóvilnoestaba.
Habíaunacabinadeteléfonoenlaesquinaalotroladodelacalle.Corríhastaallíymarqué el número de emergencias.Mientras esperaba,me volví paramirar a lamendiga,yentoncesmequedéperpleja:elcuerpohabíadesaparecido.
Metemblaba lamanocuandocolgué.Unospasosresonabanenmisoídos,peronopodíasabersiestabanlejosocerca.
«Esél—pensé—.Elhombredelpasamontañas».Metíunasmonedasenelteléfonoycogíelauricularconlasdosmanos.Tratéde
recordarelnúmerodePatch.Cerrandolosojosvisualicélossietedígitosquehabíaescritoenmimanoeldíaquenosconocimos.Losmarqué.
—¿Sí?—contestóPatch.Casime eché a llorar al oír suvoz.De fondo se oía el choquede las bolas de
billar sobre lamesa, y supe que estaba en el Salón deBo. Podría venir en quinceminutos.Veinte,quizá.
—Soyyo—dijesinatrevermealevantarlavozporencimadeunsusurro.—¿Nora?—Estoy en… estoy en Portland. En la esquina de Hempshire y Nantucket.
¿Puedespasararecogerme?Esurgente.
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Estabaacurrucadaenelsuelodelacabina,contandosilenciosamentehastacien,tratando de mantener la calma, cuando un Jeep Commander negro se acercó albordillo.Patchabriólapuertadelacabinayseagachóamilado.
Sequitólagruesasudaderanegrademangaslargas,quedándoseconunacamisetanegra,yme laenfundórápidamente.Laholgadaprendamehacíaparecerpequeña,con lasmangascolgandomuypordebajodemisdedos.Olía ahumo,a salitreyajabóndementa.Habíaalgoenesamezclaquemeinfundióunhálitodeconfianza.
—Vamos al coche —dijo Patch. Me ayudó a levantarme, puso mis brazosalrededordesucuelloyacercómirostroalsuyo.
—Creoquevoyaenfermarme—dije.Elmundoseinclinaba,yconél,Patch—.Necesitomistabletasdehierro.
—Chsss…—chistó, sosteniéndome contra él—. Todo va a estar bien. Ahoraestoyaquí.
Conseguíasentirconlacabeza.—Vámonosdeaquí.Asentíotravez.—TenemosqueencontraraVee—dije—.Estáenunafiestaaunacalledeaquí.CuandoelJeepdoblólaesquina,elcastañeteodemisdientesmeretumbabaenla
cabeza.Nuncaenmividahabíaestado tanaterrada.Veraaquellasin techomuertamehabíarecordadoamipadre.Lavisiónestabateñidaderojo,ypormuchoquelointentaranopodíalimpiarlasangredelaimagen.
—¿Estabasenunapartidadebillar?—lepregunté.—Estabaapuntodeganarunacasaadosada.—¿Unacasa?—Unadeésastanmonasquehayenellago.Peronoimporta;habríaterminado
detestandoellugar.LafiestaesenHighsmith.¿Sabeselnúmero?—Nolorecuerdo—dije,sentándomerectaparavermejorlasventanas.Todoslos
edificiosparecíanabandonados.Nohabíaseñalesdeningunafiesta,nidenada.—¿Recuerdassumóvil?—mepreguntóPatch.SacóunaBlackberrydelbolsillo.—Quedapocabatería.Nosésipodréhacerunallamada.LeenviéunmensajeaVee.¿dóndeestás?Cambio de planes, me respondió. j y e no encontraron lo que buscaban. nos
vamosacasa.Lapantallaseapagó.—¿Tienesuncargador?—Nolollevoencima.—VeevaderegresoaColdwater.¿Podríasdejarmeensucasa?
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Minutos después estábamos en la carretera de la costa, circulando por unacantiladojustoencimadelocéano.Yahabíahechoesecaminoantes,ycuandoelsolseponelasaguassetiñendeazulpizarraconparchesdeverdeoscuroallídondesereflejan losárbolesdehojaperenne.Eradenoche,yelocéanoeraunsuavemantonegro.
—¿Vasadecirmequéocurre?—preguntóPatch.Todavía no teníamuy claro si debía contarle el episodiode lamendiga, que le
habíandisparadodespuésdeque sepusierami abrigo,queyocreíaqueesasbalaseranparamí,yqueelcadáverhabíadesaparecidoinexplicablemente.
Recordé lamirada escéptica del inspector Basso cuando no encontró rastro deallanamiento en mi habitación. No estaba de ánimos para recibir miradas así, niqueríaqueserierandemíotravez.
—Me perdí, y una mendiga me acosó —dije—. Me obligó a entregarle miabrigo…—Me limpié la nariz con el dorso de la mano y sorbí—. Y tambiénmigorro.
—¿Quéhacíasallí?—BuscabalafiestadondeestabaVee.EstábamosamediocaminoentrePortlandyColdwater,enuntramofrondosoy
deshabitadodelacarretera,cuandoderepenteempezóasalirhumodelcapódelJeep.Patchfrenó,aparcandoaunladodelacarretera.
—Espera aquí—dijomientras se apeaba.Levantó el capóydesapareciódemivista.
Un minuto después volvió a bajar el capó. Restregándose las manos en lospantalonesseacercóamiventanillaymeindicóquelabajara.
—Malasnoticias—dijo—.Eselmotor.Intenté parecer informada e inteligente, pero mi expresión sólo transmitió
perplejidad.Patchlevantóunacejaydijo:—Descanseenpaz.Elmotor,merefiero.—¿ElJeepnosemoverá?—Noamenosqueloempujemos.Detodosloscoches,teníaqueganarelfallido.—Dametumóvil—pidió.—Loheperdido.Sonrió.—No me lo digas. Lo has olvidado en el bolsillo de tu abrigo, ¿verdad? La
mendigaselohaquedadotodo,¿eh?Exploróelhorizonte.—Tenemos dos opciones. Podemos hacer autoestop o andar hasta la próxima
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salidayencontrarunteléfono.Salí del coche, cerrando la puerta con fuerza, y le di una patada a la rueda
delantera.Larabiameservíaparaocultarelmiedoportodoloquemehabíaocurridoesedía.Simequedabaasolas,meecharíaallorar.
—Creoqueenlapróximasalidahayunmotel.Llamarédesdeunaca-ca-cabina—dijeconlosdientescastañeteando—.TúquédateaquíconelJeep.
Esbozóunasonrisa,peronoparecíaconvencido.—No dejaré que te me pierdas de vista. Pareces un poco desquiciada, ángel.
Iremosjuntos.Meplantédelantedeélconlosbrazoscruzados.Conzapatillasdetenis,misojos
quedabanalaalturadesushombros.Meobliguéamantenermeerguidaparamirarloalosojos.
—No pienso acercarme contigo a unmotel.—Mejor decirlo con firmeza parareducirlasposibilidadesdecambiardeopinión.
—¿Crees que nosotros dos y unmotel demala muerte sería una combinaciónpeligrosa?
«Pueslaverdadesquesí».PatchseapoyócontraelJeep.—Podríamosquedarnosaquíadiscutirlo.—Entrecerrólosojosalzandolavistaal
cieloalborotado—.Perolatormentaestáapuntoderesurgir.ComosilaMadreNaturalezaquisieradarsuveredicto,elcieloseabrióyempezó
acaerunamezcladelluviayaguanieve.LedirigíaPatchmimiradamásfríayresopléenfadada.Comosiempre,élteníarazón.
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Capítulo22
Veinteminutosmástarde,Patchyyollegamosalmotelito.Duranteelcaminoaltrotebajolalluvia,nolehabíadirigidolapalabrayahoranosóloestabaempapadasino también desconcertada. Llovía a cántaros y no podríamos regresar al Jeep enbreve.Loquenosdejabaamí,aPatchyalmotelitojuntosduranteciertotiempo.
La puerta repicó cuando entramos, y el recepcionista se puso de pieabruptamente,sacudiéndoselasmigajasdepanydequesodelregazo.
—¿Cuántossois?—dijo,ysechupóunpardededos—.¿Sólodos?—¿Tie-tie-tieneunteléfono?—respondíatropelladamente.—Lalíneaestácortada.Culpadelatormenta.—¿Có-có-cómoquelalíneaestácortada?¿Notieneunmóvil?ElrecepcionistamiróaPatch.—Miamigaquiereunahabitaciónparanofumadores—dijoPatch.Lomiréconlosojoscomoplatos.«¿Estásloco?»,gesticulémoviendoloslabios.Elhombrepulsóunasteclasensuordenador.—Mepareceque…Unmomento…Sí,mequedaunaparanofumadores.—Nos la quedamos—dijoPatch.Memiró de soslayo, insinuandouna sonrisa.
Entornélosojos.Justoentonceslaslucesdeltechoparpadearonyseapagaron,dejandoelvestíbulo
aoscuras.Hubounmomentodesilencio,yluegoelrecepcionistasepusoabuscaratientasyencendióunalinternadetamañoindustrial.
—Yofuiboyscout—comentó—.Enmijuventud.—Entonceste-te-tendráunmóvil—dije.—Lotenía.Hastaquenopudepagarmáslafactura.—Seencogiódehombros—.
Yasabéis,mimadreesunatacaña.¿Su madre? Debía de tener unos cuarenta. No era que eso me importara. Me
preocupabamuchomásmipropiamadreyloqueharíacuandoregresaradelabodaydescubrieraquesuhijanoestabaencasa.
—¿Cómopagarán?—preguntóelrecepcionista.—Efectivo—dijoPatch.Elempleadosoltóunarisitamoviendolacabezaarribayabajo.—Aquí es una forma de pago muy habitual. —Se inclinó y habló en tono
confidencial—. Muchos clientes prefieren no dejar rastros de sus actividadesextracurriculares,yasabéis.
LaparteracionaldemicerebromedecíaquenopodíapasarlanocheconPatch
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enunmotel.—Estoesunalocura—ledijeenvozbaja.—Pues yo estoy loco, sí.—Otra vez estaba al borde de una sonrisa—. Por ti.
¿Puededejarmelalinterna?—lepreguntóalrecepcionista.Elhombrebuscóbajoelescritorio.—Tengo algo mejor: velas de supervivencia —dijo, y puso dos encima del
mostrador.Encendióunaconunacerilla—.Cortesíadelacasa.Ponedunaenelbañoyunaenlahabitaciónynonotaréisladiferencia.Lacajadecerillastambiénvaderegalo.Seráunbonitosouvenir.
—Gracias—dijoPatch,ymecogiódelbrazoalsalir.Enlahabitación106echólallavealapuerta.Colocólavelasobrelamesillade
noche, y luego encendió la otra. Se quitó la gorra de béisbol y se sacudió el pelocomounperromojado.
—Necesitasunaduchacaliente—medijo.Asomólacabezaal lavabo—.Vaya,hayjabónydostoallas.
Levantélabarbilla.—Nopu-puedesobligarmeaquedarmeaquí.—Habíaaccedidoaentrarparano
quedarme fuera enmediode la lluvia, y tambiénporque tenía la esperanzadequerestablecieranlalíneatelefónica.
—Hasonadomáscomopreguntaquecomoafirmación—dijoPatch.—Puesentoncesre-re-responde.Dejóasomarsusonrisadepillo.—Esdifícilmirarteycontestarqueno.Bajé la mirada y me vi con la sudadera negra de Patch, mojada y ceñida al
cuerpo.Fuiallavaboycerrélapuerta.Abrí el agua caliente almáximo yme quité la sudadera y el resto de la ropa.
Habíaunlargopelonegroadheridoalapareddeladucha;lodespeguéconuntrozode papel higiénico que arrojé al váter. Luego entré a la ducha y corrí la cortina,observandocómomipielbrillabaconelcalor.
Mientrasmeenjabonabaelcuelloyloshombros,medijequepodíamanejarlodedormirenlamismahabitaciónquePatch.Noeraelmejorarreglonielmásseguro,pero yo misma me encargaría de que no pasara nada. Además, no tenía másopciones…
Laparte alocada y espontánea demi cerebro se rio demí. Sabía lo que estabapensando.AlprincipiomehabíasentidoatraídahaciaPatchporuncampodefuerzamisterioso.Ahoraloquemeatraíaeraalgomuydistinto,algoqueimplicabagrandesdosisdeardor.Elcontactoesanocheerainevitable.Enunaescaladelunoaldiez,elmiedoqueesomeproducíaeraocho.Ylaexcitación,nueve.
Cerréelagua,salídeladuchaymesequé.Consólomirarmiropamojadasupe
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quenomeapetecíavolveraponérmela.Quizáshubieraenelmotelunasecadoraquefuncionaraconmonedas…unaquenorequirieraelectricidad.Suspiréymepuse lablusaylasbragas,quehabíansobrevividoalopeordelalluvia.
—¿Patch?—susurréatravésdelapuerta.—¿Yaestáslista?—Apagalavela.—Hecho—susurró.Surisa tambiénseoyótanbajoquebienpodríahabersido
unsusurro.Apaguélavelaysalía laoscuridadtotal.Oí larespiracióndePatch.Noquería
pensar en lo que llevaba o no llevaba puesto, y sacudí la cabeza para rechazar laimagenqueseestabaformandoenmimente.
—Miropaestáempapada—dije—.Notengoquéponerme.Oíelrocedelatelamojadacontrasupielcomounlimpiaparabrisas.—Mejorparamí.—Sucamisetacayósobreunapiladeropahúmedaenelsuelo.—Estoesmuyembarazoso—ledije.Percibísusonrisa.Estabacerca,demasiadocerca.—Deberíasducharte—ledije—.Ahoramismo.—¿Tanmalhuelo?Enrealidadolíaestupendamente.Elhumohabíadesaparecido,lamentasehabía
vueltomásintensa.Patch se metió en el lavabo. Volvió a encender la vela y dejó la puerta
entreabierta,queproyectóunafranjadeluzalolargodelsueloyuntrozodepared.Deslicémi espalda por la pared hasta sentarme en el suelo. Era de todo punto
imposible pernoctar allí. Tenía que regresar a casa. Quedarme a solas con Patchestabamal,másalládecualquierjuramentodeprudencia.Teníaqueinformarsobreel cadáver de la mendiga. ¿O no? ¿Cómo iba a informar sobre un cadáverdesaparecido?Meconsideraríanunachalada.¿Meestabavolviendoloca?
Hiceunesfuerzoymeconcentréenelasuntoprioritario.NopodíaquedarmeallísabiendoqueVeeestabaconElliot,enpeligro,mientrasyopermanecíaasalvo.No,debíaexpresarloconotraspalabras:esodequeestabaa salvoera relativo.CuandoPatchestabacercanomepasabanadamalo,peroesonoteníaquellevarmeapensarqueeramiángelcustodio.
Ojalánosemehubieseocurridolodelángelcustodio.Haciendoacopiodefuerzade voluntad, borré de mi cabeza todos los pensamientos sobre ángeles: custodios,caídosyde cualquierotra clase.Medijequeprobablemente estaba enloqueciendo.Porloquesabía,lamuertedelamendigahabíasidounaalucinación.ComotambiénlascicatricesdePatch.
El agua sedetuvo,ypocodespués él salióvestidoúnicamente con sus tejanos.Dejó la vela del baño encendida, y la puerta, abierta. Un color delicado iluminó
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tenuementelahabitación.UnamiradafugazysupequePatchdedicabavariashorasalasemanaacorrery
levantarpesas.Uncuerpoconesadefiniciónnoseconseguíasinesfuerzoysudor.Derepentemesentíreblandecida.
—¿Dequéladodelacamaquieresdormir?—preguntó.—Pues…Unasonrisaastuta.—¿Nerviosa?—No—mentícondescaro.—Quémalmientes—dijo él, todavía sonriente—.Nunca he conocido a nadie
quemientatanmal.Puselosbrazosenjarra,comodiciendo:«Pero¿quédices?»—Venaquí—dijo,poniéndomedepie.Sentícómoseevaporabamianteriorpromesaderesistirme.Simequedabadiez
segundosmásaesadistanciadePatchmisdefensassehundirían.Habíaunespejoen lapareddetrásdeél,yporencimadesushombrosvi laV
invertidaformadaporlascicatricesquedelineabanunbrillooscurosobresupiel.Meenvaréypestañeé,tratandodehacerdesaparecerlascicatrices,peroseguían
allí.Sinpensar,deslicémismanossobresupechobuscandosuespalda.Conundedo
rocélacicatrizdeladerecha.Patchsepuso tensoanteelcontacto.Yomequedéhelada, lapuntademidedo
temblandosobrelacicatriz.Mellevóuninstantedarmecuentadeque,enrealidad,noeramidedoloquetemblaba,sinoyo.Todomicuerpo.
Fuiabsorbidaporuntúnelsuaveyoscuro,ytodosevolviónegro.
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Capítulo23
EstabaenelSalóndeBocontemplandovariaspartidasdebillar, apoyadaen lapared.Lasventanasestabancubiertasynopodíasabersieradedíaodenoche.PorlosaltavocessonabaunacancióndeStevieNicksquehablabadeunapalomadealasblancasydeestar al finalde losdiecisieteaños.Nadieparecía sorprendidopormisúbitaaparicióndelanada.
Yentoncesrecordéquenollevabanadapuesto,salvounablusaybragas.Nosoyvanidosa, pero ¿cómo podía ser que estuviera en medio de una concurrenciamasculina,apenascubiertaconpañosmenores,yquenadiememirarasiquiera?
Mepellizqué.Estabaperfectamenteviva,almenosesoparecía.Agitélamanoparadisiparelhumodeltabaco,yviaPatchalotroladodelsalón.
Estabasentadoaunamesadepóquer,relajado,consuscartascercadelpecho.Atravesé el salón descalza, con los brazos cruzados sobre el pecho tratando de
cubrirme.—¿Podemoshablar?—ledijealoídoconciertonerviosismo,yaquenoteníani
ideadecómohabía llegadoalSalóndeBo.Estabaenelmotel,yun segundomástardehabíaaparecidoallí.
Patchempujóunapiladefichasdepóquerhaciaelcentrodelamesa.—¿Puedeserahora?—ledije—.Esurgente…—Semefuelavozalfijarmeenel
calendariodelapared.Estabaochomesesatrasado,enagostodelañoanterior,justoantesdequeempezaraelcurso.MesesantesdequeyoconocieraaPatch.Seguroqueeraunerror,undespistedequienquieraqueestuvieseacargodearrancarlosmesesantiguos, pero al mismo tiempo consideré con disgusto la posibilidad de que elcalendarioestuvieraenlafechacorrecta.Yyono.
CogíunasilladelamesadealladoylaacerquéaPatch.—Tiene un cinco de picas, un nueve de picas, un as de corazones… —Me
interrumpíaldarmecuentadequenadiemeprestabaatención.No,noeraeso.Nadiepodíaverme.
Alotroladodelsalónseoyeronpasosquebajabanpesadamenteporlasescaleras,yelmismotaquilleroquemehabíaamenazadoconecharmelaprimeravezquevisitéelsalónaparecióalpiedelaescalera.
—Arribahayalguienquequierehablarcontigo—dijo.Patchenarcólascejas,preguntandoensilencio.—Nohaqueridodecirmesunombre—añadióelotro—.Selohepreguntadoun
pardeveces.Lehedichoque estabas enunapartidaprivada, peroha insistido.Si
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quierespuedoecharla.—No.Hazlapasar.Patchjugósumano,recogiósusfichasyempujósusillahaciaatrás.—Meretiro—dijo.Fuehastalamesadebillarjuntoalasescaleras,seapoyóen
ellaysemetiólasmanosenlosbolsillos.Loseguíychasqueélosdedosdelantedesusojos.Ledipatadasenlasbotasy
manotazosenelpecho.Niunrespingo,nielmenormovimiento.Enlaescaleraseoyeronpasosligerosquebajaban,ycuandoviquesetratabade
la señoritaGreeneme quedé boquiabierta. El pelo rubio le caía hasta a la cintura,totalmenteliso.Llevabaunostejanosajustadosyunacamisetarosasinmangas,eibadescalza.Asívestida,hastaparecíacasidemiedad.Ibalamiendounapiruleta.
ElrostrodePatchesunamáscara,ynuncaséloqueestápensando,peroapenasvio a la psicóloga supe que se sorprendía. Se enderezó rápidamente mientras sumiradasetornabaalertaycautelosa.
—¿Dabria?Micorazónsedisparó.Sideverdadmeencontrabaochomesesantes,¿cómoera
posiblequeellosseconocieran?Ellatodavíanotrabajabaenelinstituto.¿Yporquééllallamabaporsunombredepila?
—¿Cómo estás?—saludó la señorita Greene (Dabria) con una sonrisa tímida,tirandolapiruletaaunapapelera.
—¿Quéestáshaciendoaquí?—LosojosdePatchsetornaronmásatentos,comosinopudieraaplicaraDabriaaquellode«loquevesesloquees».
—Meheescapado.—Sonrióconunladodelaboca—.Necesitabavolveraverte.Llevo tiempo intentándolo, pero la seguridad, en fin, ya sabes, no es precisamentelaxa.Sesuponequeturangoyelmíonodeberíanmezclarse.Peroesoyalosabes.
—Hasidounamalaidea.—Séquenodurómucho, pero esperabaun recibimientomás amable—repuso
ella,haciendounmohínconloslabios.Élnorespondió.—Nohedejadodepensarenti—añadióDabria,ahoracontonobajoysensual,y
se acercó un paso a Patch—. No ha sido fácil bajar hasta aquí. Lucianna se estáinventando excusas para explicar mi ausencia. Estoy arriesgando tanto su futurocomoelmío.¿Noquieresescucharalmenosloquetengoquedecirte?
—Habla—dijoPatchconciertorecelo.—No he renunciado a ti. Todo este tiempo… —Se interrumpió y volvió a
pestañear enuna repentina exhibiciónde lágrimas.Cuandovolvió a hablar, suvozsonómássosegada,aunquetodavíavacilante—.Sécómopuedesrecuperartusalas.—Sonrió.
Patchnoledevolviólasonrisa.
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—Tanprontocomo recuperes tus alas, podrás regresar—prosiguióella, suvozibaadquiriendoconfianza—.Todovolveráasercomoantes.Nadahacambiado.Nomucho.
—¿Dóndeestálatrampa?—No hay trampa. Tienes que salvar una vida humana. Muy razonable,
considerandoelcrimenporelqueteexpulsaron.—¿Cuálserámirango?Toda la confianzadesaparecióde losojosdeDabria,yyo supequeél lehabía
hechounapreguntaincómoda.—Yo sólo te he dicho cómo recuperar tus alas —contestó con una pizca de
condescendencia—.Creoquedeberíasagradecérmelo…—Contestaamipregunta.—Perosulúgubresonrisarevelabaqueélyalosabía.
O que tenía una idea bastante aproximada. Cualquiera que fuera la respuesta deDabria,aPatchnoibaagustarle.
—Vale.Serásuncustodio,¿deacuerdo?Élechólacabezaatrásyserio.—¿Quéhaydemaloenseruncustodio?—preguntóDabria—.¿Porquénoeslo
bastantebueno?—Tengoalgomejorenmente.—Escucha,Patch,nohaynadamejor.Teestásengañandoatimismo.Cualquier
otroángelcaídoaprovecharíalaocasiónderecuperarsusalasyconvertirseenángelcustodio.¿Porquétúno?—Laperplejidadylairritaciónahogaronsuvoz.
Patchseapartódelamesadebillar.—Hasidoagradablevolveraverte,Dabria.Quetengasunbuenviaje.Derepente,Dabrialoagarródelacamisa,loatrajohaciasíyleplantóunbesoen
laboca.Lentamente,Patchfuecediendo,ablandandosucuerpo.Levantólasmanosyleacariciólosbrazos.
Meatraganté,presadeloscelosydelaconfusión.Unapartedemíqueríadarselavuelta y llorar; otra, largarse y empezar a gritar. Pero nada de eso serviría. Erainvisible. Evidentemente, la señorita Greene, Dabria… quienquiera que fuese… yPatchcompartíanunpasadoamoroso.¿Seguiríanestandojuntosenelfuturo?¿HabíaconseguidoellauntrabajoenelColdwaterHighparaestarcercadePatch?¿Poresoseempeñabaenquemealejaradeél?
—Tengo que irme —dijo ella, soltándose—. Ya me he quedado demasiadotiempo.LeprometíaLuciannaquenotardaría.—Bajólacabezacontrasupecho—.Teechodemenos—susurró—.Salvaesavidayvolverásatenertusalas.Regresaamí—suplicó—.Venacasa.—Seapartóderepente—.Tengoqueirme.Nadiedebeenterarsedequeheestadoaquí.Tequiero.
Ysedio lavuelta.Entonces, laansiedaddesaparecióde su rostro, reemplazada
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porexpresióndeastutaconfianza.Erael rostrodealguienquehabía superadoconfarolesunapésimamanodecartas.
Patchlaretuvoporlamuñeca.—Ahoradimeaquéhasvenido—pidió.Meestremecíanteeltrasfondooscurodesuvoz.Paracualquierextrañoparecía
perfectamentetranquilo,peroparaalguienqueleconocieraunpocoresultabaobvio.LamaneraenquemirabaaDabriadecíaqueellahabíacruzadounalíneayquemáslevalíaretrocederinmediatamente.
Patchlallevóhacialabarra.Lasentóenuntabureteysesentóenotroasulado.Yomesentéjuntoaél,paraoírloporencimadelamúsica.
—¿Porquémepreguntasaquéhevenido?—balbuceóDabria—.Yatehedichoque…
—Mientes.Sequedóboquiabierta.—¿Piensasque…?—Dimelaverdad.Ahora—insistióPatch.Elladudóantesdecontestar.Lomiróconojosencendidosyluegodijo:—Vale.Séloquepretendes.Patchseechóareír.Eraunarisaquedecía:«Pretendomuchascosas.¿Acuálde
ellasterefieres?»—Sé que has oído rumores sobre elLibrodeEnoc. También sé que crees que
puedeshacerlomismo,peronopuedes.Patchsecruzódebrazossobrelabarra.—Tehanenviadoaquíparapersuadirmedeseguirotrorumbo,¿noesasí?—Una
sonrisaasomóasusojos—.Siestoybajoamenaza,losrumoresdebendeserciertos.—No,noloson.Sonsólorumores.—Siocurrióunavez,puedevolveraocurrir.—Nunca ocurrió. ¿Te tomaste lamolestia de leer elLibrodeEnoc antes de tu
caída?¿Sabesexactamenteloquedice?—Talvezpuedasdejarmetuejemplar.—¡No blasfemes!—se escandalizó ella—. ¡Tú tienes prohibido leerlo! Con tu
caídatraicionasteatodosyacadaunodelosángelesdelcielo.—¿Cuántos de ellos saben lo que pretendo? ¿Cuán grande es la amenaza que
pendesobremí?Ellasacudiólacabeza.—Esonopuedorevelarlo.Yatehedichomásdeloquedebería.—¿Intentarándetenerme?—Losángelesvengadoresloharán.Élledirigióunamiradallenadeintención.
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—Amenosquecreanquemehasconvencido.—Nomemiresasí.—Dabalaimpresióndequeellaseesforzabapormostrarse
firme—.Nomentiréparaprotegerte.Loqueintentashacerestámal.Noesnatural.—Dabria.—Pronunciósunombreenuntonosuavementeamenazante,delmismo
modoquepodríahaberleretorcidoelbrazoalaespalda.—Nopuedoayudarte—dijoellaconconvicción—.Nodeesemodo.Quítatelode
lacabeza.Séunángelcustodio.ConcéntrateenelloyolvídatedelLibrodeEnoc.Patchapoyóloscodosenlabarra,pensativo.Alcabodijo:—Dilesquehemoshablado,yquehemostradointerésenseruncustodio.—¿Interés?—repitióella,incrédula.—Interés—confirmóél—.Dilesquehepedidounnombre.Sivoyasalvaruna
vida,necesitosaberquiénencabezalalistadetudepartamento.Séquecomoángeldelamuerteestásaltantodeesainformación.
—Esainformaciónessagradayconfidencial,ynuncaespredecible.Loshechosenestemundocambianconstantementesegúnlasdecisioneshumanas…
—Unnombre,Dabria.—PrimeroprométemequeteolvidarásdelLibrodeEnoc.Dametupalabra.—¿Tefiarías?—No—dijoella—.Nomefiaría.Patchseriofríamenteytrascogerunpalillosedirigióalasescaleras.—Patch,espera—llamóella.Saltódeltaburete—.¡Patch,porfavor,espera!Éllamiróporencimadelhombro.—NoraGrey—dijoella,yalpuntosetapólabocaconlamano.LaexpresióndePatchsedemudóligeramente,conunamezcladeincredulidady
de disgusto. Lo que no tenía sentido, puesto que, si el calendario de la pared eracorrecto,élyyodemomentononoshabíamosconocido.Minombrenoteníaporquésonarlefamiliar.
—¿Cómovaamorir?—preguntóél.—Alguienvaamatarla.—¿Quién?—Nolosé—dijoella,tapándoselosoídosysacudiendolacabeza—.Haymucho
ruido y alboroto aquí abajo. Todas las imágenes se vuelven borrosas, pasandemasiadorápido,nopuedoverconclaridad.Necesitovolveracasa.Necesitopazytranquilidad.
Patch le colocó un mechón del pelo detrás de la oreja y la miró de modopersuasivo.Ella se estremeció ante el contacto, luego inclinó la cabeza y cerró losojos.
—Nopuedover…Noveonada…esinútil.—¿QuiénquieremataraNoraGrey?—insistióPatch.
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—Espera, laestoyviendo.—Suvozsonóansiosa—.Hayunasombradetrásdeella.Esél.Lasigue.Ellanolove…peroélestáallí.¿Porquéellanolove?¿Porquénoechaacorrer?Nopuedoverlelacara,estáenlasombra…—Susojosseabrieronentreparpadeos.Inspirósobresaltada.
—¿Quiénes?Dabriasetapólabocaconlasmanos.Temblando,miróaPatch.—Tú—susurró.
Aparté el dedo de la cicatriz de Patch y la conexión se interrumpió. Tardé unmomentoenorientarme,peroPatchmetumbósobrelacamaymesujetólasmanosencimadelacabeza.
—Nodebíashacereso.—Habíarabiacontenidaensurostro,oscuroyapuntodeestallar—.¿Quéhasvisto?
Lediunrodillazoenlascostillas.—¡Suéltame!Secolocóahorcajadasencimademí,inmovilizandomispiernas.Conlosbrazos
estiradossobrelacabeza,nopodíahacerotracosaqueretorcermebajosupeso.—¡Suéltameogrito!—Yaestásgritando.Ynocreoqueenestesitiovayasacausarmuchaconmoción.
Esmásunacasadeputasqueunmotel.—Meenseñóunasonrisadura,mortíferaensuscomisuras—.Telopreguntoporúltimavez,Nora.¿Quéhasvisto?
Yoestabaalbordedelaslágrimas,micuerpoenterobullendoconunaemociónextrañaeindefinible.
—¡Medasasco!—leespeté—.¿Quiéneres?¿Quiéneresdeverdad?Laexpresióndesubocasevolvióaúnmásespeluznante.—Nosvamosacercando.—¡Quieresmatarme!ElrostrodePatchnorevelónada,perosumiradasevolviómásfría.—Al Jeep no le pasaba nada, ¿verdad?Mementiste.Me has traído aquí para
matarme. Eso dijo Dabria. Pues bien, ¿a qué esperas? —No tenía idea de quéconseguiría con eso, y tampocome importaba. Escupía palabras en un intento pordistraermedemipropiohorror—.Siemprehasqueridomatarme.Desdeelprincipio.¿Vasahacerloahora?—Lomirabafijamente,condurezaysinpestañear,tratandodecontenerlaslágrimasmientrasrecordabaeldíafatídicoenqueélhabíaaparecidoenmivida.
—Ganasnomefaltan.Me retorcí debajo de él.Traté de volcarme hacia un lado; luego, hacia el otro.
Finalmentecomprendíqueestabamalgastandomisfuerzasymequedéquieta.Élmemirabafijamenteconlosojosmásnegrosquejamáshabíavisto.
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—Apuestoaqueestotegusta—ledije.—Unabuenaapuesta,sinduda.Micorazónsehabíadesbocado.—Hazlodeunavez—lodesafié.—¿Matarte?Asentí.—Peroprimeroquierosaberporqué—añadí—.Delosmillonesdepersonasque
hayenelmundo,¿porquéamí?—Undefectogenético.—¿Esoestodo?¿Eslaúnicaexplicación?—Demomentosí.—¿Quésignificaeso?—Volvíalevantarlavoz—.¿Voyasaberelrestounavez
quemehayasvencidoymatado?—No tengo que vencerte para matarte. Si hubiera querido que murieses hace
cincominutos,habríasmuertohacecincominutos.Meatraganté.Rozóconelpulgarmimarcadenacimiento,unroceengañosamentesuave,loque
lovolvióaúnmásinsoportable.—¿QuéhaydeDabria?—pregunté,respirandocondificultad—.Ellaescomotú,
¿noesasí?Losdossoisángeles.—Mivozsequebróalpronunciarlapalabra.Patchredujounpocolapresiónsobremiscaderas,peronomesoltólasmuñecas.—Sitesuelto,¿meescucharás?Simesoltabaibaasalircomounrayoporlapuerta.—¿Quémástedasiechoacorrer?Mecogerásymearrastrarásdenuevohasta
aquí.—Ya,peroesoseríamontarunaescena.—¿Dabria es tu novia?—pregunté con voz entrecortada. No estaba segura de
querersaberlarespuesta.Noeraquemeimportara.AhoraquesabíaquePatchqueríamatarme,eraridículoqueinclusomeinteresarasaberlo.
—Era.Lofuehacemuchotiempo,antesdequeyocayeraenelladooscuro.—Forzóunasonrisasinhumor—.Tambiénfueunerror.—Retrocedióparaapoyarseenlostalones,liberándomedespacio,atentoasiyoreanudabaelforcejeo.
Metumbésobreelcolchónrespirandoagitadamente,apoyadaenloscodos.Contéhastatresymearrojésobreélcontodasmisfuerzas.
Loembestíenelpecho,peronisiquierasetambaleó.Meescabullícondificultaddedebajodeélyarremetíapuñetazos.Logolpeéenelpechohastaquemedolieronlospuños.
—¿Yaestá?—preguntóél.—¡No!—Leclavéelcodoenelmuslo—.¿Quépasacontigo?¿Esquenosientes
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nada?Mepusedepiesobreelcolchónylopateécontodasmisfuerzasenelestómago.—Tehasganadounminutomás—medijo—.Desahógate.Luegoyomeencargo.Nosabíaquésignificabaeso,niqueríaaveriguarlo.Saltédelacamaconlavista
puesta en la puerta. Patch me atrapó al vuelo y me empujó contra la pared. Suspiernasestabanalineadasconlasmías;losmuslos,enfrentados.
—Quiero la verdad—exigí, luchando por no llorar—. ¿Viniste al colegio paramatarme?¿Eratuobjetivodesdeelprincipio?
Unticensumandíbula.—Sí.Mesequéunalágrima.—¿Teregodeasconesto?Deesosetrata,¿noesasí?¡Hacesqueconfíeentipara
luego pillarme desprevenida! —Sabía que mi indignación era irracional. Deberíahabermesentidoaterradaydesesperada,haber intentadoescapar.Lomás irracionaleraquetodavíanoqueríacreerquefueraamatarme,ynolograbadesecharesapizcadeconfianza.
—Estásenfadada—dijo.—¡Estoydestrozada!—grité.Susmanossedeslizaronpormicuello.Apretándomesuavementelagargantacon
lospulgaresmeechólacabezaatrás.Sentílapresióndesuslabioscontralosmíos,con tal fuerzaque impidiósalir loquefueraqueestuvieraapuntode llamarle.Susmanos bajaron hastamis hombros, rozaronmis brazos y se posaron enmi regiónlumbar.Sentíligerosescalofríosdepánicoyplacer.Intentóestrecharmecontraél,yyolemordíellabio.
Serelamióconlapuntadelalengua.—¿Mehasmordido?—¿Paratitodoestoesunabroma?—lepregunté.Volvióalamerseellabio.—Notodo.—¿Quénoesunabroma?—Tú.Lanocheparecíadesequilibrada.Eradifícilenfrentarseaalguientanindiferente
comoPatch.No,indiferenteno:perfectamentecontrolado.Oíunavozenmimente:«Tranquila.Confíaenmí».—Oh,Diosmío—dijeconrepentinaclaridad—.Estáshaciéndolootravez,¿no
esasí?Meestásliando.—RecordéelartículoquehabíaencontradoenGooglesobreángeles caídos—. Puedes llenarmi cabeza con algomás que palabras, ¿no es así?Puedesllenarlaconimágenes,imágenesmuyreales.
Nolonegó.
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—El Arcángel —dije, comprendiendo finalmente—. Aquella noche intentastematarme,¿verdad?Peroalgosaliómal.Luegomehicistecreerquemimóvilestabamuerto para que no pudiera llamar a Vee. ¿Pensabas matarme de camino a casa?¡Quierosabercómoconsiguesquevealoquetúquieresquevea!
Surostrosemanteníacautelosamenteinexpresivo.—Puedo poner imágenes en tu cabeza, pero tú decides si te las crees o no.Es
comounaadivinanza.Las imágenes se superponencon la realidad,y tú tienesqueadivinarcuálesreal.
—¿Esunpoderespecialdelosángeles?Negóconlacabeza.—Sólo de los ángeles caídos. Ningún otro ángel invadiría tu privacidad, ni
aunquepudiera.Porquelosotrosángeleseranbuenos.YPatchno.Apoyólasmanosenlapareddetrásdemí,unaacadaladodemicabeza.—Hicequeelentrenadornoscambiaradesitioenclaseparaestarcercadeti.Te
hice creer que caías del Arcángel porque quería matarte, pero no pude seguiradelante.Casilohice,peromedetuve.Ensulugardecidídarteunsusto.Despuéstehicecreerquetumóvilestabamuertoporquequeríallevarteacasa.Cuandoentréentucasacogíuncuchillo.Pensabamatarte.—Suvozsesuavizó—.Perolograstequecambiaradeopinión.
Respiréhondo.—No te entiendo. Cuando te dije que mi padre estaba muerto te mostraste
apenado.Cuandotepresentéamimadrefuistemajo.—Majo—repitió—.Serámejorqueesoquedeentretúyyo.Lacabezamedabavueltas,ypodíasentirelpulsoenlassienes.Yahabíasentido
antes esepánicocardíaco.Me faltabael aire.Necesitabaunchutedehierro.OeraPatch,quemehacíapensarquelonecesitaba.
Levantélabarbillayentrecerrélosojos.—Saldemimente.¡Ahora!—Noestoyentumente,Nora.Meagachéymerodeélasrodillasconlosbrazos,respirandohondo.—Síqueloestás.Tesiento.¿Esasícomopiensashacerlo?¿Asfixiándome?Suavesestallidosresonaronenmisoídos,yunnegroborrosoenmarcómivisión.
Tratédellenarlospulmones,peroeracomosiyanoquedaramásaire.ElmundoseinclinóyPatchsedeslizóaunladodemicampovisual.Apoyéunamanoenlaparedpara mantener el equilibrio. Cuanto más intentaba respirar, más se cerraba migarganta.
Seacercóamí,peroyoagitélamano.—¡Aléjate!
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Élapoyóunhombroenlaparedymemiródefrente,congestodepreocupación.—A-lé-ja-te—balbuceé.Nolohizo.—¡Nopuedorespirar!—gemíconvozahogada,arañandolaparedconunamano,
agarrándomelagargantaconlaotra.Depronto,Patchmerecogióymellevóhastalasillaquehabíaalotroladodela
habitación.—Metelacabezaentrelasrodillas—dijoguiandomicabezahaciaabajo.En esa posición logré respirar deprisa, tratando de llenar los pulmones. Muy
lentamentemicuerpovolvíaadisponerdeoxígeno.—¿Mejor?—mepreguntóPatchalcabodeunminuto.Asentí.—¿Llevasencimalastabletasdehierro?Neguéconlacabeza.—Manténlacabezabajayrespirahondo.Lohice,sintiendocómolaopresióndelpechoserelajaba.—Gracias—musité.—¿Siguessinconfiarenmí?—Siquieresqueconfíeenti,dejaquevuelvaatocartuscicatrices.Patchmeobservóunmomento.—Noesbuenaidea—respondióalcabo.—¿Porqué?—Porquenopuedocontrolarloqueves.—Deesosetrata.Esperó unos segundos antes de contestarme. Su voz sonó grave, sin rastro de
emoción.—Sabesquetengosecretos.—Habíaunapreguntaimplícitaenesaspalabras.Yosabíaqueélteníaunavidaocultayalbergabasecretos.Noeratanpresuntuosa
como para creer que una parte importante de ellos tenían que ver conmigo. Patchteníaunavidaalmargendeaquellaquecompartíaconmigo.Másdeunavezhabíaespeculadosobrecómoseríasuotravida.Siempreteníalasensacióndequecuantomenossupieraacercadeella,mejor.
—Dameunarazónparaconfiarenti—dije.Sesentóenlaesquinadelacama;elcolchónsehundióbajosupeso.Seinclinó
hacia delante apoyando los antebrazos en las rodillas. Sus cicatrices quedaron a lavista,consombrasespeluznantesbailandosobresuespaldaa la luzde lavela.Losmúsculosdesuespaldasetensaronyserelajaron.
—Adelante—dijo en voz baja—. Ten en cuenta que la gente cambia, pero elpasadono.
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De pronto no supe si quería hacerlo. Patch me aterrorizaba en casi todos losaspectos,peroenlomáshondodemínocreíaquequisieramatarme.Delocontrario,ya lo habría hecho. Contemplé sus horribles cicatrices. Confiar en él parecía mástranquilizador que sumergirme nuevamente en su pasado sin tener idea de lo quepodía encontrar. No obstante, si ahora me echaba atrás, Patch sabría que le teníamiedo.Meestabaabriendounadesuspuertasporquese lohabíapedido.Nopodíapedirleunacosaasíyluegoarrepentirme.
—Nomequedaréatrapadaallíparasiempre,¿verdad?—pregunté.Patchlanzóunarisita.—No,descuida.Haciendoacopiodecoraje,mesentéenlacamaasulado.Porsegundavezenla
noche,misdedosrozaronsucicatriz.Unabrumagrisinvadiómicampovisual,desdelosbordeshaciaelcentro.Todoseoscureció.
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Capítulo24
Estabatumbadadeespaldas;miblusaabsorbíalahumedaddebajodemicuerpoylasbriznasdehierbamepinchabanlosbrazosdesnudos.Lalunaenloaltoeraapenasuna tajada, una sonrisa ladeada. Aparte del estruendo de un trueno lejano, todopermanecíaensilencio.
Pestañeévariasveces,ayudandoamisojosaadaptarsealaescasaluz.Alvolverlacabeza,unasimétricaformaciónderamascurvasqueasomabanentrelahierbasematerializó ante mis ojos. Me incorporé despacio mientras dos esferas negras memiraban fijamente desdemás arriba de las ramas.Me concentré en identificar esaimagenfamiliar.Yentonces,horrorizada,caíenlacuenta:estabatumbadajuntoaunesqueletohumano.
Retrocedíarrastrándomehastallegaraunavalladehierro.Superadoelmomentode confusión, reviví mi último recuerdo. Había tocado las cicatrices de Patch. Ellugardondemeencontrabadebíadeestarensumemoria.
Unavozmasculinayvagamentefamiliarsehizooírenlaoscuridadcantandounamelodíaporlobajo.Mevolvíhaciaellayviunlaberintodelápidasqueseextendíancomo fichasdedominóenmediode laniebla.Patchestabaencuclillas encimadeunadeellas.Sólollevabatejanosyunacamiseta,peseaquelanochenoeracálida.
—¿Coqueteandoconlamuerte?—preguntólavozfamiliar.Eraronca,sonorayconacentoirlandés.Rixon.Sesentóconlaespaldaapoyadaenlalápidadeenfrente,mirando a Patch. Él se pasó el pulgar por el labio inferior—. Déjame adivinar.¿Quieres poseer a un muerto? Caramba —añadió meneando la cabeza—. Losgusanos que semeten por los agujeros de los ojos…por nomencionar los demásagujeros.¿Noseríairdemasiadolejos?
—Por eso me gusta tenerte cerca, Rixon. Siempre ves el lado positivo de lascosas.
—EstanochecomienzaelJeshván.¿Porquéhaceselidiotaenuncementerio?—Estoypensando.—¿Pensando?—Unprocesoenelcualutilizomicerebroparatomarunadecisiónrazonable.Rixontorcióelgesto.—Empiezas a preocuparme. Venga. Es hora de irnos. Chauncey Langeais y
Barnabasnosesperan.Lalunacambiaamedianoche.Además,tengovistounpostreenlaciudad.—Emulóunronroneogatuno—.Séquetegustanpelirrojas,peroyolasprefierorubias,yunavezquememetaenuncuerpointentaréocuparmedeunasunto
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pendienteconunarubiaquemehaestadotirandolostejosestatarde.AlverquePatchnosemovía,añadió:—¿Estástontooqué?Tenemosqueirnos.¿Norecuerdaseljuramentodelealtad
feudaldeChauncey?Eresunángelcaído.Nopuedessentirnada.Hastaestanoche,claro.LaspróximasdossemanasseránunregalodeChaunceyparati.Demalagana,claro—añadióconunasonrisa.
Patchlomiródesoslayo.—¿QuésabesdelLibrodeEnoc?—Lomismoquecualquierángelcaído:pocoynada.—Me han dicho que en ese libro hay una historia acerca de un ángel que se
convierteenhumano.Rixonsemondóderisa.—¿Tehasvueltoloco?—Uniósusmanosconlaspalmashaciaarriba,imitando
un libroabierto—.ElLibrodeEnoc esuncuentopara irseadormir.Yunode losbuenos,alparecer.Temandadirectoalpaísdelossueños.
—Quierouncuerpohumano.—Seríasmás felizcondos semanasyunNefilim.Uncuerpomitadhumanoes
mejor que nada. Chauncey no puede deshacer lo que ya está hecho.Ha hecho unjuramentoytienequecumplirlo.Lomismoqueelañopasadoyelanterior…
—Dossemanasnoessuficiente.Quieroserhumano.Demanerapermanente.—Lomiró,consiguiendoqueRixonseecharaareírotravez.
—ElLibrodeEnocesuncuentodehadas.Somosángelescaídos,nohumanos.Nuncafuimoshumanos,ynuncaloseremos.Findelahistoria.AhoradejadehacerelidiotayayúdameaencontrarelcaminoaPortland.—Estiróelcuellohaciaatrásyobservóelcielooscurecido.
Patchseapeódelalápida.—Voyaconvertirmeenhumano.—Claro,compañero,seguroqueloharás.—ElLibrodeEnoc diceque tengoquematar amiNefilimvasallo.Tengoque
mataraChauncey.—No, no tienes que hacerlo —repuso Rixon, con un deje de impaciencia—.
Tienes que poseerlo.Ocupar su cuerpo y utilizarlo como si fuera tuyo.No es quequieraaguartelafiesta,peronopuedesmataraChauncey.ElNefilimnopuedemorir.Además,silomatarasnopodríasposeerlo.
—Silomatara,meconvertiríaenhumanoynotendríaqueposeerlo.Rixon se frotó la frente, como si supiera que su argumento estaba cayendo en
sacorotoyesolecausaradolordecabeza.—Si pudiésemos matar a un Nefilim, ya habríamos encontrado la manera de
hacerlo.Lolamento,chaval,perosinoestoyprontoenlosbrazosdeesarubiaseme
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endureceránlossesos.Yalgunasotraspartesdemi…—Haydosopciones.—¿Eh?—Salvar una vida humana y convertirte en un ángel custodio, o matar a tu
Nefilimvasalloyconvertirteenhumano.Escoge.—¿ÉsassonmástonteríasdelLibrodeEnoc?—Dabriamehizounavisita.LosojosdeRixonseabrierondeparenparysoltóunacarcajada.—¿Lapsicóticadetuex?¿Quéandabahaciendoporaquí?¿Laexpulsaron?¿Le
quitaronlasalas?—Vinoadecirmequepodrérecuperarmisalassisalvounavidahumana.LosojosdeRixonseensancharonaúnmás.—Sitefíasdeella,adelante.Nohaynadamaloenserunángelcustodio.Pasarse
el día manteniendo a los mortales fuera de peligro puede ser… divertido,dependiendodelmortalqueteasignen.
—Pero¿sipudieraselegir?—preguntóPatch.—Nosepuedeelegir.Ytediréporqué:nocreoenelLibrodeEnoc.Yoquetú
meconcentraría en ser ángel custodio.Yomismome loestoypensando.Quépenaquenoconozcaaningúnhumanoapuntodepalmarla.
HubouninstantedesilencioyluegoPatchpareciósacudirsesuspensamientos.—¿Cuántodineropodemosganarantesdelamedianoche?—preguntó.—¿Jugandoalascartasoboxeando?—Cartas.ARixonlebrillaronlosojos.—Pero¿quétenemosaquí?¿Unniñobonito?Dejaquetedéunbuenvapuleo.—
CogióaPatchporelcuello,peroPatchserevolvióylosdoscayeronalsuelo,dondeseenzarzaronapuñetazos.
»¡Yavale,yavale!—gritóRixon,levantandolasmanosengestoderendición—.Quenosientaeldolornosignificaquequierairporahíconellabiopartido.—Guiñóunojo—.Nomeayudaráaganarpuntosconlasmujeres.
—¿Yquétalunojomorado?Rixonsellevólosdedosalosojos,tanteando.—¡Seráscabrón!—dijo,ylelanzóunpuñetazo.
Retirémidedodelacicatriz.Sentíunpicorenlanucayelcorazónmepalpitaba.Patchmeobservó,unasombradeincertidumbreensusojos.
Debíaadmitirquequizánoeraelmomentodeconfiarenlaparteracionaldemicerebro. Quizás era una de esas ocasiones en que necesitaba traspasar los límites.Aparcarlasreglas.Aceptarloimposible.
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—Así que definitivamente no eres humano—dije—. Eres un ángel caído. Unchicomalo.
Esolearrancóunasonrisa.—¿Creesquesoyunchicomalo?—Teapoderasdeloscuerposdeotragente.Asintió.—¿Ytambiénquieresapoderartedelmío?—Quierohacerdetodocontucuerpo,menoseso.—¿Quélepasaaltuyo?—Micuerposeparecemuchoalcristal.Esreal,peroporfuera.Túpuedesverme
yoírme,yyoteveoyteoigo.Cuandometocas,losientes.Yonoloexperimentodelamismamanera.Yono te siento.Loexperimento todoa travésdeuna láminadecristal,ylaúnicamaneradeatravesarlaesposeyendouncuerpohumano.
—Oenpartehumano.Lascomisurasdesuslabiossetensaron.—Cuandohastocadolascicatrices,¿hasvistoaChauncey?—Te he oído hablar con Rixon. Ha dicho que debías poseer el cuerpo de
ChaunceydurantedossemanascadaañoduranteelJeshván.HadichoqueChaunceytampocoerahumano.EraunNefilim.
—Chauncey es unamezcla de ángel caído y de humano.Es inmortal comounángel, pero tiene todos los sentidos de los mortales. Un ángel caído puedeexperimentarsensacioneshumanasenelcuerpodeunNefilim.
—Sinopuedessentir,¿porquémebesaste?Patchdeslizóundedoalolargodemiclavícula,haciaabajo,ysedetuvoenmi
corazón.—Porquelosientoaquí,enmicorazón—susurró—.Noheperdidolacapacidad
de emocionarme. —Me miró de cerca—. Entre nosotros hay una conexiónemocional.
«Cálmate»,pensé.Peromirespiraciónyasehabíaaceleradoyentrecortado.—¿Quieresdecirquepuedessentirfelicidadotristezao…?—Deseo.—Unasonrisaapenasinsinuada.«Continúa—medije—.Notedejesatraparportuspropiasemociones.Enfréntate
aellasmástarde,unavezquetengaslasrespuestas».—¿Porquéteexpulsaron?Memirófijamentealosojosduranteunossegundos.—Codicia.—¿Dedinero?Patchseacariciólamandíbula.Sólolohacíacuandoqueríaocultarloqueestaba
pensando.Estabareprimiendounasonrisa.
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—Y de la otra. Pensé que si me expulsaban me convertiría en humano. LosángelesquetentaronaEvafueroncondenadosalaTierra,ycorríanrumoresdequehabían perdido sus alas y se habían vuelto humanos. Cuando dejaron el cielo, nohicieron esa clase de ceremonia a la que estábamos todos invitados. Fue unaceremoniaprivada.YonosabíaqueleshabíanarrancadolasalasyquehabíansidocondenadosavagarporlaTierra,ávidosdeposeercuerposhumanos.Entoncesnadiehabía oído hablar de los ángeles caídos. Así que para mí tenía sentido que meexpulsaran, para así perder las alas y convertirme en humano. Al mismo tiempo,estabalocoporunachicahumana,ymeparecióqueelriesgomerecíalapena.
—Dabriadijoquepodíasrecuperartusalassalvandounavidahumana.Dijoqueserías un ángel custodio. ¿No es eso lo que quieres?—No comprendía por qué seoponíatantoaeso.
—Noesparamí.Yoquieroserhumano.Lodeseomásquecualquierotracosa.—¿YquépasaconDabria?Siyanoestáisjuntos,¿porquéellasigueaquí?No
meparecióquefueraunángelcaído.¿Ellatambiénquiereserhumana?Patchsequedósúbitamenteinmóvil,rígidoslosmúsculosdesubrazo.—¿DabriasigueenlaTierra?—Trabaja en el instituto. Es la nueva psicóloga, la señorita Greene. Me he
reunidoconellaunpardeveces.—Semehizounnudoenelestómago—.Despuésdevertusrecuerdos,penséquehabíacogidoesepuestoparaestarmáscercadeti.
—¿Quéfueexactamenteloquetedijo?—Quemealejaradeti.Hizoalusiónatupasadooscuroypeligroso.—Hiceuna
pausa—.Hay algo en esto que no está bien, ¿verdad?—le pregunté, sintiendo unhormigueoinquietanteentodamiespinadorsal.
—Tengoque llevarteacasa.Después iréal institutopara revisarsusarchivosaversiencuentroalgoútil.Mesentirémástranquilocuandosepaquéestátramando.—Patchdeshizolacama—.Cúbreteconesto—medijo,entregándomelassábanas.
Mi mente se esforzaba en ordenar aquellos fragmentos de información. Derepentesentílabocaseca.
—Ellatodavíasientealgoporti.Talvezquierequemequitedeenmedio.Nuestrasmiradasseencontraron.—Yotambiénlocreo—dijoPatch.Unpensamientoperturbador llevabaunosminutosdandovueltas enmi cabeza,
intentando llamar mi atención. Ahora casi se anunciaba a gritos, diciéndome queDabriapodíasereltipodelpasamontañas.DesdeelprimermomentohabíapensadoquelapersonaqueatropelléconelNeoneraunhombre,lomismoquehabíapensadoVeedesuagresor.AhoranomesorprendíaqueDabrianoshubieseengañadoa lasdos.
Trasunarápidavisitaallavabo,Patchsalióvistiendosucamisetahúmeda.
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—IréabuscarelJeep—dijo—.Espérameaquí.Terecojoenlapuertatrasera.
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Capítulo25
Unavezasolas,puselacadenaenlapuerta.Acerquélasillaylaencajédebajodel picaporte.Me aseguré de que las ventanas estuvieran bien cerradas.No estabaconvencidadequetodoesofuncionaraconDabria,nisiquierasabíasimeseguíalospasos, pero supuse que era mejor no arriesgarse. Después de ir y venir por lahabitación durante varios minutos, descolgué el teléfono de la mesilla de noche.Seguíasinlínea.
Mimadreibaamatarme.MehabíaescapadoparairaPortlandyhabíaacabadoconPatchenunmotel.Si
nomecastigabadeporvida,tendríasuerte.No.Lasuerteseríaquenorenunciaraasuempleo y solicitara una plaza comomaestra sustituta hasta encontrar un trabajo atiempocompletoenlaciudad.Tendríamosquevenderlacasa,yyoperderíaloúnicoquemeuníaamipadre.
Casiuncuartodehoramástarde,echéunvistazoporlamirilla.Sólooscuridad.Desatranqué la puerta, y justo cuando iba a abrirla unas luces parpadearon a misespaldas.Medilavueltasobresaltada,esperandoveraDabria.Lahabitaciónseguíavacía,perolaelectricidadhabíavuelto.
Abrí la puerta con un sonoro clic y salí al pasillo. La alfombra era de un rojosangre,unpocopeladaenelcentroyconalgunasmanchasoscuras.Lasparedeserandeuncolorneutro,peroseestabandesconchando,seguroqueporlamalacalidaddelapintura.
Uncarteldeneónindicabalasalida.Seguílaflechaygiréalfinaldelpasillo.ElJeepsedetuvodelantedelapuertatrasera.Salícorriendoymemontéenelasientodelpasajero.
Cuando llegamos a casa no había luces encendidas. Yo tenía una terriblesensacióndeculpaymepreguntabasimimadrehabríasalidoabuscarme.Lalluviahabíacesado,ylanieblacampabaalrededordelacasayentrelosarbustoscomounadorno navideño.Los árboles que salpicaban el camino de la entrada permanecíantorcidos y deformes por los constantes vientos del norte. Después del anochecer,todaslascasasparecíanpocoatractivasconlaslucesapagadas,perolanuestra,consuspequeñasventanas,su tejadoligeramentearqueadoysusmalashierbas,parecíaunacasaembrujada.
—Voyaecharunvistazo—dijoPatch,bajandodelcoche.—¿CreesqueDabriaestádentro?Negóconlacabeza.
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—Peronoestádemáscomprobarlo.EsperéenelJeep,yalcabodeunosminutosPatchregresó.—Todoenorden—dijo—.Iréalinstitutoyregistrarésudespacho.Quizásehaya
olvidadoalgointeresante,aunquenolocreo.Luegovuelvo.Medesabrochéelcinturónyordenéamispiernasqueme llevaranrápidamente
hasta la casa. Al abrir la puerta oí que el Jeep daba la vuelta y se marchaba. Elentarimadodelrecibidorcrujióbajomispiesydeprontomesentímuysola.
Sinencenderlaslucesrecorrílentamentetodaslashabitaciones,empezandoporlaplantabaja,yluegosubílasescaleras.Patchyahabíaechadounvistazo,perounanueva comprobación no estaba de más. Una vez segura de que no había nadieescondidodebajodeunacama,traslacortinadeladuchaoenlosarmarios,mepuseunos tejanosyunsuéternegrodecuelloenpico.Encontréelmóvildeemergenciaquemimadreguardabaenelbotiquíndeprimerosauxiliosdebajodellavamanosylallamé.
Atendióenseguida.—¿Nora?¿Erestú?¿Dóndeestás?¡Meteníaspreocupadísima!Respiréhondo,rogandoquelaspalabrasadecuadasacudieranamíymeayudaran
asalirbienlibrada.—Teloexplicaré—empecéenmitonodedisculpamássincero.—LacarreteradeCascade seha inundadoyhan tenidoquecerrarla.He tenido
quevolverycogerunahabitaciónenMillikenMills,queesdondeestoyahora.Heintentadollamaracasa,perolaslíneasestabancortadas.Tehellamadoalmóvil,peronolohascogido.
—Espera.¿TodoestetiempohasestadoenMillikenMills?—¿Dóndecreíasqueestaba?Diunsuspirodealivioymesentéenelbordedelabañera.—Nolosé—dije—.Yotampocopodíalocalizarte.—¿Desde qué número me estás llamando? —preguntó mi madre—. No
reconozcoestenúmero.—Eselmóvildeemergencia.—¿Dóndeestátumóvil?—Loheperdido.—¡Qué!¿Dónde?Lleguéalainseguraconclusióndequeunaomisióneralaúnicasalida.Noquería
alarmarla.Tampocoqueríarecibiruncastigobíblico.—Debodehaberlodejadoenalgúnsitio.Yaaparecerá.—Enelcadáverdeuna
mendiga.—Tellamaréencuantoabranlascarreteras—dijoella.AcontinuaciónllaméaVee.Despuésdecincotonos,saltóelbuzóndevoz.
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—¿Dóndeestás?—dije—.Llámameaestenúmeroloantesposible.Colgué,tratandodeconvencermedequeVeeestababien.Perosabíaquenoera
cierto.Elhiloinvisiblequenosuníamehabíaadvertidohacíaratoqueseencontrabaenpeligro.Yelpresentimientoaumentabaconcadaminutoquepasaba.
Enlacocina,encontrémibotedetabletasdehierrosobrelaencimera.Metraguédosconunvasode leche.Mesentéunmomento,dejandoqueelhierromehicieraefecto,notandoquemirespiraciónsehacíamásprofundaylenta.Luegomedirigíalaneveraparaguardarelcartónde leche,cuando lavidepieen lapuerta,entre lacocinayellavadero.
Un líquido fríomemojó los pies, yme di cuenta de que había dejado caer laleche.
—¿Dabria?—dije.Ladeólacabeza,mostrandociertasorpresa.—¿Cómosabesminombre?—Hizounapausa—.Ah,telohadichoPatch.Retrocedí hasta el fregadero, poniendo distancia entre nosotras. Dabria no se
parecíaennadaalaseñoritaGreenedelinstituto.Ahorateníaelpeloenmarañado,noliso,y sus labiosbrillabanmás, reflejandociertaavidez.Sumiradaeramásaguda,conunamanchaoscurabordeandolosojos.
—¿Quéquieres?—lepregunté.Lanzóunarisaquesonócomocubosdehielotintineandoenunvaso.—QuieroaPatch.—Noestáaquí.—Losé.Heesperadoen lacallehastaqueseha ido.Peronome refieroaeso
cuandodigoquequieroaPatch.La sangre bombeada a mis piernas circulaba de regreso a mi corazón
produciéndomeunlevemareo.Meapoyéenlaencimeraparaconservarelequilibrio.—Séqueintentabasmanipularmedurantemissesionesdeorientación.—¿Esoestodoloquesabes?—repuso,ysusojosescrutabanlosmíos.Recordé la noche en que estaba segura de que había alguien mirando por la
ventanademihabitación.—Tambiénmehasespiadoaquí—dije.—Éstaeslaprimeravezqueestoyentucasa.—Pasóeldedoporelbordedela
cocinaysesentóenuntaburete—.Esunacasabonita.—Deja que te refresque la memoria —dije, intentando parecer valiente—. Te
asomastealaventanadelahabitaciónmientrasyodormía.Susonrisasecurvóaúnmás.—No, pero te seguí cuando fuiste de compras. Ataqué a tu amiga y le metí
algunasideasenlacabeza,paraquecreyeraquehabíasidoPatch.Nofuidemasiadolejos.Paraempezar,élnoesprecisamenteinofensivo.Meimportabasobretodoque
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túletuvierasmiedo,muchomiedo.—Paraquemealejaradeél.—Peronolohiciste.Siguesinterponiéndoteenlonuestro.—¿Lovuestro?—Vamos,Nora.Sisabesquiénsoy,sabesdequétehablo.Quieroquerecupere
lasalas.Élnoperteneceaestemundo.Meperteneceamí.Cometióunerror,yvoyacorregirlo.—Sutonoera inflexible.Seapeódel taburetey rodeó laencimerade lacocinaparaacercarseamí.
Retrocedísiguiendoelbordedelaencimera,manteniendoladistancia.Rastreémicerebrobuscandolamaneradedistraerla.Odeescapar.Habíavividodieciséisañosenaquellacasaylaconocíacomolapalmademimano.Conocíatodoslosrecovecossecretos y los mejores escondites. Forzaba mi cerebro para dar con un plan: algoimprovisadoybrillante.Miespaldatocóelaparador.
—Mientrastúsigasincordiando,Patchnovolveráconmigo—dijoDabria.—Creo que sobrevaloras sus sentimientos hacia mí.—Parecía una buena idea
quitarimportanciaanuestrarelación.ElcarácterposesivodeDabriaparecíagobernarsucomportamiento.
Unasonrisaincrédulaaparecióensurostro.—¿Crees que siente algo por ti? Todo este tiempo has pensado… —Se
interrumpióconunarisa—.Noestáaquíporqueteama.Loquequiereesmatarte.Sacudílacabeza.—Élnovaamatarme.LasonrisadeDabriaseendureció.—Siesoes loquecrees,noeresmásqueotra chicaa laqueha seducidopara
conseguirloquequiere.Tieneundonparaeso—añadióconperspicacia—.Amímesedujo para sonsacarme tu nombre, no le resultó nada difícil. Yo caí presa de suhechizoyledijequelamuerteveníaaporti.
Sabíadequéestabahablando.Habíasido testigodeeseprecisomomentoenelinteriordelamemoriadePatch.
—Yahoraestáhaciendolomismocontigo—añadió—.Latraiciónduele,¿noesasí?
Sacudílacabeza.—No…—¡Se propone hacer un sacrificio contigo! —estalló—. ¿Ves esa marca? —
Deslizóundedopormimuñeca—.SignificaqueeresunamujerdescendientedeunNefilim.YnodecualquierNefilim,sinodeChaunceyLangeais,elvasallodePatch.
Mirémi cicatriz, y por un instante realmente la creí. Pero sabía que no podíaconfiarenella.
—Hayunlibrosagrado,elLibrodeEnoc—dijo—.Enél,unángelcaídomataa
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suvasalloNefilimpormediodel sacrificiodeunadesusdescendientes.¿NocreesquePatchquieramatarte?¿Cuálessumayordeseo?Unavezquetesacrifiqueseráhumano.Tendrátodoloquequiera.
Extrajouncuchillodelbloquedemaderaquehabíasobrelaencimera.—Y por eso tengo que librarme de ti. Parece que, de un modo u otro, mi
premonicióneraacertada.Lamuertevieneaporti.—Patch está por llegar —dije mientras se me revolvía el estómago—. ¿No
quiereshablardeestoconél?—Serérápida—continuó—.Soyunángeldelamuerte.Mellevoalmasalaotra
vida.Apenasterminemellevarélatuya.Notienesnadaquetemer.Queríagritar,peromivozestabaatrapadaenmigarganta.Mecoloquédetrásde
lamesa.—Sieresunángel,¿dóndeestántusalas?—Se acabaron las preguntas —repuso con impaciencia, y con determinación
empezóaacortarladistanciaquenosseparaba.—¿Cuántotiempohacequedejasteelcielo?—lepreguntéparaganartiempo—.
Llevasvariosmesesporaquí,¿no?¿Nocreesquelosdemásángeleshabránnotadotuausencia?
—Cállate—espetó,ylevantóelcuchilloproyectandoelbrillodelahoja.—Te estás tomando muchas molestias por Patch —insistí, mi voz no tan
desprovistadepánicocomohabríaquerido—.Mesorprendequenoteimportequeteusara cuando le convenía a suspropósitos.Me sorprendequequierasque recuperesusalas.Despuésdeloquetehizo,¿notealegraquelohayanexpulsado?
—¡Medejóporunahumanasinningúnvalor!—espetó,unazulencendidoensusojos.
—Notedejó.Enrealidad,no.Loexpulsaron…—¡Loexpulsaronporquequeríaserhumanocomoella!Perome teníaamí. ¡A
mí! —Soltó una risa burlona con la que no disimuló su rabia y su pena—. Alprincipio estaba dolida y enfadada, e hice todo lo posible para olvidarlo.Después,cuando los arcángeles supieron que sus intentos por convertirse en humano eranserios,meenviaronparahacerlecambiardeidea.Meprometíquenovolveríaacaerensusredes,pero¿dequésirvió?
—Dabria…—dijesuavemente.—¡Ni siquiera le importó que la chica estuviese hecha del polvo de la tierra!
¡Todos vosotros sois tan sucios y egoístas…! ¡Vuestros cuerpos son salvajes eindisciplinados!Tanprontoalcanzáislafelicidadcomocaéisenladesesperación.¡Esdeplorable!¡Ningúnángelaspiraaeso!—Sepasóelbrazoporlacara,secándoselaslágrimas—. ¡Mírame amí! ¡Apenas puedo controlarme! ¡Llevo demasiado tiempoaquíabajo,sumidaenlasuciedadhumana!
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Medi lavueltay salí corriendode la cocina, llevándomepordelanteuna silla,quecayóenelcaminodeDabria.Corríporelpasillo,sabiendoqueestabaatrapada.Lacasateníadossalidas:lapuertaprincipal,alaqueDabriapodríallegarantesqueyoatravesandoelsalón,ylapuertatraseradelacocina,cuyopasoestababloqueadoporella.
Recibíunfuerteempujónpordetrásycaídebruces.Mearrastréporelsuelodelpasillo y me volví de espaldas. Dabria se cernía sobre mí, su piel y su peloresplandeciendoconunablancuracegadora,apuntándomeconelcuchillo.
Nopensé.Lelancéunapatadacontodamifuerza,dándomeimpulsoconlaotrapierna,ylaalcancéenelantebrazo.Elcuchillocayódesumano.Mientrasmeponíadepie,Dabriaapuntóalalámparadelapequeñamesadelaentradayconsudedolaenvióvolandohaciamí.Meaparté rodandoy la lámpara sehizopedazoscontraelsuelo.
—¡Muévete! —ordenó Dabria, y el banco de la entrada se movió paraobstaculizarlapuertaprincipal,bloqueándomelasalida.
Subí con dificultad los peldaños de las escaleras de dos en dos, usando labarandilla para darmemayor impulso.Dabria se reía detrás demí, y al instante labarandilla se desprendió, cayendo al pasillo de abajo. Para evitar caerme, echémipesohaciaatrás.Manteniendoelequilibrio,lleguéaloaltodelaescalera.Memetíenlahabitacióndemimadreycerrélapuerta.
Corrí hacia una de las ventanas que flanqueaban la chimenea y contemplé laalturadedospisosquemeseparabadelsuelo.Justodebajohabía tresarbustosquehabíanperdidolashojasconlallegadadelotoño.Nosabíasisobreviviríaalacaída.
—¡Ábrete!—ordenóDabriadesde el otro ladode la puerta.Lamadera se rajómientraslapuertahacíafuerzaparasoltarsedelacerradura.Mitiemposeacababa.
Fui hasta la chimenea y me metí en el tiro. Acababa de subir los pies,sosteniéndoloscontraelhumero,cuandolapuertaseabrióviolentamentegolpeandocontralapared.OílaszancadasdeDabriahacialaventana.
—¡Nora!—mellamóconunavozdelicadayescalofriante—.¡Séqueestáscerca!Tesiento.Nopuedescorrerynopuedesesconderte.¡Voyaincendiarlashabitacionesdeestacasaunaporunasihacefalta!Ydespuésquemarétodoloqueencuentreamipaso.¡Novoyadejarteconvida!
Unresplandorrojizoiluminólahabitación,acompañadodelcrepitardeunfuegoencendiéndose.Lasllamasproyectaronsombrasdanzantes.Seoíaelruidosecoyelchisporroteo del fuego, consumiendomuy probablemente losmuebles y lamaderadelsuelo.
Mequedéencogidaenlachimenea.Elcorazónsemedisparóyelsudormecaíaagotas. Aspiré varias veces, exhalando lentamente para controlar el ardor en mispiernas, firmemente contraídas. Patch había dicho que iba al instituto. ¿Cuándo
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regresaría?Sin saber siDabria todavíaestabaen lahabitación,pero temerosadeque sino
salíadeinmediatoquedaríaatrapadaenmediodelfuego,bajéunapiernayluegolaotra. Salí de la chimenea. Dabria no estaba a la vista, pero las llamas estabansubiendoporlasparedesyelhumoenvolvíalahabitación.
Meapresuréasaliralpasilloperonomeatrevíabajarporlaescalera,suponiendoqueDabriaesperabaqueintentaraescaparporunadelasdospuertasdelacasa.Fuiami habitación y abrí la ventana. El árbol de fuera estaba cerca y era lo bastanterobustocomoparaintentarundescenso.Talvezpodríaescabullirmeentrelanieblaquerodeabalacasa.Losvecinosmáspróximosestabanamenosdeunkilómetrodedistancia, y corriendo rápido podría llegar allí en sieteminutos.Estaba a punto desacarunapiernaporlaventanacuandooíuncrujidoenelpasillo.
Meencerréenelarmariosinhacerruidoymarquéel911enelmóvil.—Hayalguienenmicasatratandodematarme—susurréalaoperadora.Acababa
dedarmidireccióncuandoseabriólapuertademihabitación.Mequedéinmóvil.Porlacelosíadelarmariovientraraalguien.Laluzeratenue,noteníaelmejor
ángulo, así que no podía distinguir casi nada. La figura levantó la persiana de laventanaymiróhaciafuera.Rebuscóenuncajónabierto,toqueteandomiscalcetinesymi ropa interior.Cogió la peineta plateada demi cómoda, la observó y volvió adejarla.Cuandolafigurasevolvióhaciaelarmario,merecorrióunescalofrío.
Tanteandoelsueloconlamanobusquéalgoparadefenderme.Micodochocóconunas cajas de zapatos, derribándolas. Maldije para mis adentros. Los pasos seacercaronrápidamente.
Lapuertadelarmarioseabrióyyolancéunzapatofuera,seguidodeotro.Patchmaldijo envozbaja,me arrebató el tercer zapato de lamanoy lo arrojó
detrásde él.Tiródemípara sacarmedel armarioymepusodepie.Antesdequepudiera sentirmealiviadade tenerlo a él yno aDabriadelantedemí,meestrechócontrasucuerpo.
—¿Teencuentrasbien?—mesusurróaloído.—Dabria está aquí —dije con los ojos llenos de lágrimas. Me temblaban las
rodillas,yPatcheratodoloquemepermitíamantenermeenpie—.Estáincendiandotodalacasa.
Patchcolocóunjuegodellavesenmimanoycerrómipuñosobreellas.—ElJeepestáaparcadoenlacalle.VealDelphicyespérameallí.Melevantólabarbillaparaquelomiraraalosojos.Rozómislabiosconunbeso,
provocándomeunaoleadadecalor.—¿Quévasahacer?—lepregunté.—OcuparmedeDabria.—¿Cómo?
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Medirigióunamiradaquedecía:«¿Deverdadquieresdetalles?»Lassirenasaullabanenladistancia.Patchmiróporlaventana.—¿Hasllamadoalapolicía?—CreíaqueerasDabria.Élyaestabasaliendoporlapuerta,cuandorepitió:—Iréaporella.TúvealDelphicyespérameallí.—¿Quépasaconelfuego?—Lapolicíaseencargará.Apretélas llavesenmipuño.Lapartedemicerebroquetomabalasdecisiones
estabadividida,considerandodosopciones:huirdelacasaydeDabriaymástardeencontrarme con Patch, o tomar en cuenta lo que había dicho Dabria: que Patchqueríasacrificarmeparaconvertirseenhumano.
No lo había dicho a la ligera o paramolestarme.Ni siquiera para volverme encontra de él. Parecía que hablaba en serio. Tan en serio que intentómatarme paraevitarquePatchloconsiguieraprimero.
El Jeepestabaaparcadoen la calle, tal comoPatchhabíadicho.LoarranquéyaceleréporlacarreteradeHawthorne.Dandoporsentadoqueseríainútil intentarlootravezconelmóvildeVee,llaméasucasa.
—Hola, señora Sky—dije tratando de aparentar absoluta normalidad—. ¿EstáVee?
—¡Hola,Nora!No,noestá.DijoqueibaaunafiestaenPortland.Creíqueestabacontigo.
—Ya,peronosseparamos—mentí—.¿Dijoadóndeibadespuésdelafiesta?—Creoqueaverunapelícula.Ycomonocogeelmóvil,supongoquelotendrá
desconectado.¿Estátodobien?Noqueríaasustarla,perotampocoibaadecirlequeestabatodobien.Yopresentía
quenadaestababien.LoúltimoquesabíadeVeeeraqueestabaenuna fiestaconElliot.Yahoranocogíaelmóvil.
—Me parece que no —dije—. Voy a dar una vuelta a ver si la encuentro.Empezaréporelcine.¿Leimportaríaecharunvistazoporelpaseomarítimo?
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Capítulo26
Era la noche del domingo previo a las vacaciones de Semana Santa, y el cineestabarepleto.Mepuseenlacoladelataquilla,atentaacualquierindiciodequemehubieran seguido. Nada alarmante hasta elmomento, y el apiñamiento de cuerposofrecíaunbuenresguardo.MedijequePatchibaaocuparsedeDabriayqueyonoteníanadaquetemer,peronoestabademásmantenersealerta.
Naturalmente, en mi fuero interno sabía que Dabria no era mi mayorpreocupación.Tardeotemprano,PatchibaasaberqueyonoestabaenelDelphic.Deacuerdoconlaexperienciapasada,noteníaningunaesperanzadepoderescondermede él durante mucho tiempo. Me encontraría. Y entonces me vería obligada aenfrentarle con la pregunta queme causabapavor.En realidad, lo queme causabapavoreralarespuesta.Porqueenmimentehabíaunasombradeduda,unsusurroquemedecíaqueDabriamehabíacontadolaverdadsobreloquenecesitabaPatchparaconvertirseenhumano.
Lleguéalataquilla.Lapelículadelasnueveymediaestabacomenzando.—Una para El sacrificio —pedí sin pensar, y al punto el título me resultó
misteriosamente irónico. Hurgué en mis bolsillos y empujé un buen puñado demonedaspordebajodelaventanilla,rogandoquefuerasuficiente.
—¡Jolines!—refunfuñólataquillera,mirandolasmonedasdesparramadasdebajodelaventanilla.Laconocíadelinstituto.EraunaalumnadeloscursossuperioresysellamabaKaylieoKylie—.Quéamabledetuparte—ironizó—.Comosinotuvieragenteesperandoninada.
Lagentedelacolamurmuraba.—Hevaciadolahucha—intentésergraciosa.—No me digas. ¿Y esto es todo lo que había? —replicó, y resopló mientras
separabalasmonedasdeveinticinco,diez,cincoyuncéntimoenmontoncitos.—Puessí.—Ya, ya.—Metió lasmonedas en la caja y deslizómi entrada y lasmonedas
sobrantes por debajo de la ventanilla—. Están esas cosas llamadas tarjetas decrédito…
Cogílaentrada.—Porcasualidad,¿nohasvistoaVee?—¿QuéVee?—VeeSky.Decuarto.EstabaconElliotSaunders.KaylieoKylieabriólosojosdesmesuradamente.
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—¿Teparecequeestoyaquíparamemorizarlascarasquepasan?—Olvídalo.—Toméaireymedirigíalaentrada.El cinedeColdwater tienedos salas a ambos ladosdeunpuestodepalomitas.
Despuésdequeelchicode lapuerta rompieramientradapor lamitad,entréen lasala2ymesumergíenlaoscuridad.Lapelículayahabíaempezado.
Lasalaestabacasillena,exceptounaspocasbutacasaisladas.Bajéporelpasillobuscando a Vee. Al final del pasillo giré y recorrí el frente de la sala. Era difícildistinguirlascarasenlaoscuridad,peroestabacasiseguradequeVeenoestabaallí.
Salíymedirigíalasala1.Noestabatanllena.Diotravuelta,peroallítampocoencontréaVee.Mesentéenunabutacadelfondoeintentéaclararme.
Medabalaimpresióndequeaquellanocheeracomouncuentotenebrosoenelquemehabíaextraviadoydelquenosabíacómosalir.Uncuentoconángelescaídos,híbridoshumanosy sacrificios.Me froté lamarcadenacimientoconelpulgar.NoqueríapensarenlaposibilidaddequefueraladescendientedeunNefilim.
Saqué el móvil de emergencia y me fijé en si tenía llamadas perdidas. Nada.Estabaguardandoelmóvilcuandounacajadepalomitasaparecióamilado.
—¿Tieneshambre?—preguntóunavoz juntoamihombro,unaserenaperonoprecisamente alegre. Traté de mantener la calma—. Levántate y sal de la sala—añadióPatch—.Teseguirédecerca.
Nomemoví.—Sal—insistió—.Tenemosquehablar.—¿Sobrecómovasasacrificarmeparaconvertirteenhumano?—repuseconvoz
suavemientrasmisentrañassevolvíandeplomo.—Sideverdadtelocreyeras,seríamuygracioso.—¡Me lo creo!—Almenos hasta cierto punto. Pero una vezmás retornaba el
mismopensamiento:siPatchqueríamatarme,¿porquénolohabíahechoya?—¡Chsss!—dijoelchicodeallado.Patchinsistió:—Salotesacoalafuerza.Mevolvíhaciaél.—¿Perdona?—¡Chsss!—volvióachistarelchico.—Esporsuculpa—ledijeseñalandoaPatch.Elchicomemiró.—Oye—medijo—,sinotecallasllamaréalsegurata.—Genial, llama al guardia. Dile que se lo lleven—dije señalando otra vez a
Patch—.Dilequequierematarme.—Yosíquieromatarte—siseólanoviadelchico,inclinándosepordelantedeél
paramirarme.
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—¿Quiénquierematarte?—preguntó el chico.Todavíame seguíamirandoporencimadelhombro,peroahoraconcuriosidad.
—Ahínohaynadie—dijolanovia.—Puedeshacerteinvisible,¿verdad?—ledijeaPatch,asombradaporsupoderal
mismotiempoqueenfadadaporquelousara.Élsonrióconciertatensiónenlascomisuras.—¡Estáchalada!—refunfuñólanoviahaciendoaspavientos.Miróasunovio—:
¡Hazquesecalledeunavez!—Guarda silencio, por favor—me dijo el chico. Señaló la pantalla—.Mira la
película.Toma,aquítienesmirefresco.Salíalpasillo.SentíaaPatchmoversedetrásdemí,aunadistanciainquietante,
aunquesintocarme.Siguióasíhastaquesalimosdelasala.Enelvestíbulo,mecogiódelbrazoymeguiohaciaellavabodemujeres.—¿Quéobsesióntienesconloslavabosdemujeres?—dije.Me hizo entrar, cerró la puerta con llave y se apoyó en ella de espaldas,
mirándomefijamente.Susojosmostrabanclarosindiciosdequequeríaatizarmedelolindo.
Yo estaba apoyada en el lavabo, tanteando los bordes con las palmas de lasmanos.
—Estás furiosoporquenohe idoalDelphic.—Levantéunhombro tembloroso—. ¿Por qué al Delphic, Patch? Es domingo por la noche. El Delphic cierratemprano.¿Algunarazónespecialparahacermeiraunparquedeatraccionesoscuroenelqueprontonohabráunalma?
Seacercóhastaquedarcasipegadoamí.—Dabria me ha dicho que necesitabas sacrificarme para obtener un cuerpo
humano—expliqué.Patchtardóuninstanteenresponder.—¿Ytúpiensasqueyopodríahacerlo?Meatraganté.—Entonces,¿noesverdad?Nosmiramosfijamente.—Tienequeserunsacrificiovoluntario.Nobastaconmatarte.—¿Ereslaúnicapersonaquepuedehacermeeso?—No,peroprobablementesealaúnicaqueconoceelresultadofinal,ylaúnica
que lo intentaría.Para eso iba al instituto.Teníaqueacercarmea ti.Tenecesitaba.Ésaeslarazónporlaqueaparecíentuvida.
—Dabriame ha dicho que te expulsaron por una chica.—Sentí una irracionalpunzadadecelos.Maldición,aquellonoteníanadaqueverconmigo.Sesuponíaqueibaainterrogarlo—.¿Quéocurrió?—Ansiéquemedieraunapistaacercadeloque
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sentía,perosusojosreflejabanunaoscuridadfría,sinemocionesvisibles.—Sehizomayorymurió.—Debedehabersidoduroparati—murmuré.Esperó unos segundos antes de responder. Su voz sonó tan grave que me
estremecí.—Siquieressaberlotodo,deacuerdo.Telocontarétodo.Quiénsoyyloquehe
hecho.Hastaelúltimodetalle.Nomedejarénada,pero tú tienesquepreguntarme.Tienesquequerer saberlo.Así sabrásquién fuiyquién soyahora.Actualmentenosoyunsanto—dijopenetrándomeconsusojos,queabsorbíantodalaluzsinreflejarnada—,perohesidopeor.
Ignoréelnudoquesemehizoenelestómagoydije:—Cuéntamelotodo.—Laprimeravezquelavi,yotodavíaeraunángel.Sentíunansiainstantáneay
posesiva.Me enloquecí.No sabía nada de ella, salvo que sería capaz de cualquiercosacontaldeacercarme.Laobservéduranteuntiempo,yluegosememetióenlacabezaquesibajabaa laTierrayposeíauncuerposeríaexpulsadodelcieloymeconvertiríaenhumano.LociertoesqueignorabatodosobreelJeshván.Descendíunanoche de agosto, pero no logré poseer ningún cuerpo. De regreso al cielo, unosángelesvengadoresmedetuvieronymearrancaronlasalas.Meexpulsarondelcielo.Ahíempezaronmisverdaderosproblemas.Cuandomirabaaloshumanos,sólosentíaun deseo insaciable de poseer sus cuerpos. Me habían desprovisto de todos mispoderesynoeramásqueunacriaturadébilypatética.Noerahumano.Eraunángelcaído.Lohabíaperdidotodo,asídesimple.Durantetodoestetiempomeheodiadoporello,porrenunciaratodoacambiodenada.—Memiródeunamanerasingular,haciendo queme sintiera transparente—. Pero si nome hubiesen expulsado, no tehabríaconocido.
Sentíatantasemocionescontradictoriasquepenséquemeahogaría.Contuvelaslágrimasyproseguíconímpetu.
—DabriahadichoquemimarcadenacimientosignificaqueestoyemparentadaconChauncey.¿Escierto?
—¿Deverdadquieressaberlo?Nosabíaquéquería.Todomimundoparecíaunabromademalgusto,yyoerala
únicaquenoentendía sus claves.NoeraNoraGrey,una chicadelmontón.Era ladescendiente de un ser no humano.Ymi corazón anhelaba a otro no humano.Unángeloscuro.
—¿Porpartedequién?—preguntéfinalmente.—Detupadre.—¿Dónde está Chauncey ahora? —Por más que fuésemos parientes, prefería
pensar que estaba lejos. Muy lejos. Lo suficiente como para que nuestro vínculo
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familiarnoparecierareal.—Novoyamatarte,Nora.Nomatoalaspersonasquesonimportantesparamí.
Ytúereslaprimera.Elcorazónmediounvuelco.Apretélasmanoscontrasuestómago,tanfirmeque
supielnisiquieracedía.Estabainterponiendoentrelosdosunadistanciainútil,puesniunavallaelectrificadahabríahechoquemesintieraasalvodeél.
—Estásinvadiendomiespacioprivado—dije,retrocediendounoscentímetros.Patchapenasinsinuóunasonrisa.—¿Invadiendo?Estonoesunexamendeadmisión,Nora.Me coloqué algunos cabellos sueltos tras las orejas y di un paso al costado,
bordeandoellavamanos.—Meestásagobiando.Necesito…espacio.Loquenecesitabaeranlímites.Necesitabafuerzadevoluntad.Necesitabaqueme
encerraran, pues una vez más quedaba claro que no podía confiar en mí mismacuando Patch estaba presente. Tenía que marcharme sin más demora, y sinembargo…no lohacía.Tratabade convencermedeque simequedaba eraporquenecesitabarespuestas,peroesoerasólounaparte.Laotraparteeraaquelloenloquenoqueríapensar.Laparteemocional.Lapartecontralaqueerainútilluchar.
—¿Ocultasalgomássobremí?—quisesaber.—Ocultomuchascosassobreti.Misentrañasseremovieron.—¿Porejemplo?—Por ejemplo, lo que siento estando aquí contigo. —Apoyó una mano en el
espejodetrás demí, arrimando su cuerpo—.No tienesni ideade loquemehacessentir.
Sacudílacabeza.—No.Para.Estonoestábien.—Haydiferentesinterpretacionesdeloqueestábien—murmuró—.Todavíanos
encontramosenunazonasegura.Creo quemi instinto de conservaciónme gritaba: «¡Corre y salva el pellejo!»
Desafortunadamente,lasangremerugíaenlosoídosynopodíaoírconclaridad.Ytampocopodíapensarconclaridad.
—Definitivamente bien. Bien, por lo general —enumeró las diferentesinterpretacionesdeltérmino—.Bienenalgunoscasos.Quizásestébien…
—Ahoraquizánoestébien.—Respiréhondo.Conel rabillodelojodiviséunaalarmacontraincendiosenlapared.Estabaaunoscuatroocincometrosdedistancia.SieralosuficientementerápidapodíaatravesarelservicioyaccionarlaantesdequePatchmedetuviera.Elpersonaldeseguridadacudiríasindemora.Yoestaríaasalvo.Yesoeraloquequería…¿verdadquesí?
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—Yonoloharía—dijoPatch,meneandolacabezasuavemente.Asíytodo,meabalancésobrelaalarma.Aferrélapalancaytiréhaciaabajopara
hacerla sonar. Pero la palanca no cedía, por más fuerza que hiciera. Y entoncesreconocílapresenciadePatchenmicabeza,ysupequeeraunjuegopsicológico.
Mevolvíparamirarlodefrente.—¡Sal demimente!—vociferé y arremetí contra su pecho. Patch dio un paso
atrás,manteniendoelequilibrio.—¿Aquévieneeso?—preguntó.—Atodoloquehaocurridoestanoche.—Asumaneradehacerquemevolviera
locaporélcuandoyosabíaqueestabamal.Delascosasqueestabanmal,éleralapeor.Estabatanmalqueparecíaestarbien,yesomedesquiciabaporcompleto.
Podríahaberledadounpuñetazoenlamandíbulasinomehubieracogidoporlasmuñecasysujetadocontralapared.Apenasquedabaespacioentrenosotros,sólounestrechomargendeaire,peroPatchlosuprimió.
—Seamossinceros,Nora.Túestáslocapormí.—Laprofundidaddesusojosnoteníalímites—.Yyoestoylocoporti.—Seinclinóypusosubocasobrelamía.Enrealidad, gran parte de él estaba sobre mí. Varias zonas estratégicas de nuestroscuerpos estaban en contacto, y requerí de toda mi fuerza de voluntad paradesprenderme.
Echélacabezaatrás.—Aúnnoheterminado.¿QuépasóconDabria?—Todoarreglado.—¿Quésignificaesoexactamente?—Era imposible que conservara sus alas después de planear matarte. Cuando
intentara regresaralcielo, losángelesvengadores se lashabríanquitado.Lehabríallegadolahoratardeotemprano.Yosimplementeaceleréeltrámite.
—Asíque…¿selascortaste?—Seestabandeteriorando.Lasplumasestabanrotasydébiles.Sisequedabaen
laTierramuchotiempomás,cualquierángelcaídoquelavierasabríaquelahabíanexpulsado.Sinolohacíayo,lohabríahechootro.
Esquivéotrodesusavances.—¿Volveráamolestarme?—Esdifícilsaberlo.Con inesperada rapidez, me agarró del borde del jersey y tiró hacia él. Sus
nudillosmerozaronelombligo.Elcaloryelfríomeinvadieronsimultáneamente.—Túpodríasconella,ángel—dijo—.Oshevistoalasdosenacción,yapuesto
porti.Paraesonomenecesitas.—¿Yparaquétenecesito?Se echó a reír, no con brusquedad pero sí con cierta lascivia. Sus ojos estaban
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enfocados totalmenteenmí.Susonrisaerapuraastucia…aunquemás tierna.Algoempezóarevoloteardetrásdemiombligoydescendióenespiral.
—Lapuertaestácerradaconllave—dijo—.Ynosotrostenemosalgopendiente.Mi cuerpo parecía haber silenciado la parte racional de mi cerebro. La había
ahogado, en realidad. Mis manos ascendieron por sus pectorales y mis brazosenlazaronsucuello.Patchmelevantóporlascaderasyyorodeésucinturaconmispiernas.Mipulsoseaceleró,peronomeimportó.Lobeséenloslabios,absorbiendoel éxtasis de su boca, de sus manos sobre mi cuerpo, sintiéndome a punto deestallar…
Elmóvil sonó enmi bolsillo.Me aparté bruscamente dePatch, respirando condificultad,yelteléfonovolvióasonar.
—Buzóndevoz—dijoPatch.Enlomásprofundodemiconcienciasabíaquedebíacontestaresallamada.No
recordababienelporqué;besaraPatchhabíahechoquehastalaúltimapreocupaciónseevaporase.Meliberédeél,apartandoelrostroparaquenopudieraapreciarcuánexcitada estaba por haberlo besado durante diez segundos. Por dentro gritaba defelicidad.
—¿Sí?—contesté,conteniendoel impulsode limpiarmeelbrillocorridode loslabios.
—¡Chica!—dijoVee.Lacoberturanoerabuena, suvozseoíaentrecortada—.¿Dóndeestás?
—¿Dóndeestás tú?¿SiguesconElliotyJules?—Metapélaotraorejaparaoírmejor.
—Estoy en el instituto. Hemos forzado la entrada —dijo con voz traviesa—.Queremos jugar al escondite, pero nos falta gente para dos equipos. ¿Conoces aalguienquequieravenirajugarconnosotros?
Defondoseoíaelmurmullodeunavozincoherente.—Elliotquierequetedigaquesinovienesparasersucompañeradeequipo…
Espera…¿Qué?Elliotsepusoalteléfono.—¿Nora?Ven a jugar con nosotros. En caso contrario, aquí hay un árbolmuy
apropiadoparaVee.Semehelólasangre.—¿Elliot?—dijeconvozronca—.¿Quédices?Perolacomunicaciónsecortó.
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Capítulo27
—¿Quiénera?—mepreguntóPatch.Metemblabatodoelcuerpo.Tardéenresponder.—VeesehacoladoenelinstitutoconElliotyJules.Quierenquevaya.Creoque
Elliot leharádañoaVeesinovoy.—Lomiré—.Ycreoque tambiénse loharásivoy.
Secruzódebrazos,frunciendoelentrecejo.—¿Elliot?—La semana pasada en la biblioteca encontré un artículo que decía que había
sido interrogado por un asesinato cometido en el Kinghorn, el colegio al que ibaantes.Desdeentoncesmedamalaespina.Muymalaespina.Creoquehastaentróenmicasapararecuperarelartículo.
—¿Algunaotracosaquedeberíasaber?—LachicaasesinadaeralanoviadeElliot.Lacolgarondeunárbol.Yacabade
decirme:«Sinovienes,aquíhayunárbolmuyapropiadoparaVee».—AElliotlotengovisto.Parececreídoyunpocoagresivo,peronocreoquesea
unasesino.—MetiólasmanosenmibolsillodelanteroysacólasllavesdelJeep—.Iréaverquépasa.Notardaré.
—Creoquedeberíamosllamaralapolicía.Negóconlacabeza.—LograrásqueencierrenaVeeenuncentrodemenoresporallanamiento.Una
cosamás:¿quiénesJules?—ElamigodeElliot.Estabaconnosotraslanochequetevimos.Fruncióelentrecejoaúnmás.—Sihubierahabidootrochicolorecordaría.Abriólapuertayloseguí.Unporterovestidoconpantalonesnegrosyunacamisa
granateestababarriendolosrestosdepalomitasdelpasillo.ParpadeóalveraPatchsaliendo del lavabo de señoras. Lo reconocí del instituto: Brandt Christensen.Estábamos juntosenLiteratura.Elsemestreanterior lehabíaayudadoaescribirunensayo.
—Elliotmeesperaamí,noati—ledijeaPatch—.Sinoaparezco,quiénsabeloquepuedaocurrirleaVee.Esunriesgoquenoestoydispuestacorrer.
—Sidejoquevengas,¿meharáscasoentodo?—Deacuerdo.—¿Sitedigoquesaltes?
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—Saltaré.—¿Sitedigoquetequedesenelcoche?—Mequedaréenelcoche.—Eracasicierto.Enelaparcamientodelcine,PatchapuntóalJeepconelmandodelllaveroylos
intermitentesparpadearon.Derepenteseparóensecoymaldijoentredientes.—¿Quépasa?—pregunté.—Losneumáticos.Bajé la vista y, tal comome temía, las ruedas del lado del conductor estaban
pinchadas.—¡Nopuedocreerlo!—dije—.¿Hepisadounosclavos?Patchseagachójuntoaunneumáticoylepasólamano.—Hasidoundestornillador.Alguienloshapinchadoadrede.Por un instante pensé que era otro truco psicológico. Tal vez Patch tenía sus
razonesparanoquererquefueraconélalinstituto.Despuésdetodo,suantipatíaporVeenoeraningúnsecreto.Peronolosentíadentrodemicabeza.Siestabaalterandomispensamientos,habíaencontradounanuevamaneradeconseguirlo,porqueloqueestabaviendomeparecíamuyreal.
—¿Quiénhapodidohaberlohecho?Sepusodepie.—Lalistaeslarga.—¿Meestásdiciendoquetienesmuchosenemigos?—Heenfadadoaalgunagente.Haymuchaspersonasqueapuestanypierden.Me
culpandequedarmeconsuscoches,yotrascosas.Se acercó a un utilitario, abrió la puerta del conductor y se sentó al volante.
Alargóunbrazopordebajoysumanodesapareció.—¿Qué haces?—pregunté retóricamente, parándome junto a la puerta abierta.
Sabíaperfectamenteloqueestabahaciendo.—Busco la llave de repuesto. —La mano de Patch reapareció tirando de dos
cablesazules.Conciertahabilidadpelólasdospuntasylasunió.Elmotorarrancó—.Ponteelcinturón.
—Nopiensoparticiparenelrobodeuncoche.Seencogiódehombros.—Nosotroslonecesitamosahora.Ellosno.—Esrobar.Esoestámal.Pero él no parecía nada preocupado. De hecho se lo veía muy relajado en el
asientodelconductor.«Noeslaprimeravezquelohace»,pensé.—Primera regla del robo de coches —dijo con una sonrisa—: intenta no
permanecerenlaescenadelcrimenmástiempodelnecesario.—Unminuto—pedí,yregresécorriendoalcine.
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Enlaentrada,laspuertasdecristalreflejabanelaparcamientoamisespaldas,yviaPatchbajandodelutilitario.
—Hola,Brandt—dije.Élseguíabarriendopalomitasconunrecogedordemangolargo.
Memiró,peroenseguidaalgollamósuatenciónporencimademihombro.Laspuertas del cine se abrieron y percibí a Patch detrás de mí. Por su manera deaproximarse,nosediferenciabamuchodeunanubequeeclipsaelsol,oscureciendosutilmenteelpaisaje,anunciadounatormenta.
—¿Quétecuentas?—dijoBrandt,algovacilante.—Tengounproblemaconelcoche—dije,tratandodeponercarasimpática—.Sé
que es un incordio, pero como te ayudé con aquel ensayo sobre Shakespeare elsemestrepasado…
—Quieresquetedejemicoche.—Bueno…sí.—Es un cacharro. No es un Jeep Commander. —Miró a Patch como
disculpándose.—¿Anda?—Si por andar entiendes que las ruedas giren, sí, anda. Pero no está para
prestarlo.Patch sacó su cartera y extrajo tres billetes de cien dólares nuevecitos.
Disimulandolasorpresa,lodejéhacer.—He cambiado de idea —dijo Brandt, los ojos como platos, guardándose el
dinero.HurgóensusbolsillosyarrojóaPatchunasllaves.—¿Marcaycolor?—preguntóPatch,atrapándolasalvuelo.—Depende.MitadVolkswagen,mitadChevette.Solíaserazul.Esofueantesde
oxidarseyvolverseanaranjado.¿Melodevolveréisconeldepósitolleno?—preguntóBrandt,probandosuerte.
Patchsacóotrobilletedeveinte.—Por si nos olvidamos —dijo metiéndolo en el bolsillo de la pechera del
uniformedeBrandt.UnavezfueraledijeaPatch:—Podríahaberloconvencidoparaquemeloprestara.Sólonecesitabaunminuto
más.Y,porcierto,¿porquérecogesmesasenelBorderlinesiestásforrado?—Noloestoy.Ganéeldineroenunapartidadebillarhaceunpardenoches.—
MetiólallaveenlacerraduradelcochedeBrandtyabriólapuertadelpasajeroparaquesubiera.
Patchcondujoatravésdelaciudadporcallessilenciosasyoscuras.Notardamosmucho en llegar al instituto. Aparcó a un lado del edificio y apagó el motor. Elcampusestabapobladodeárbolesderamasretorcidasysombrías,cubiertastansólo
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porunanieblahúmeda.DetrásdeellosasomabaelColdwaterHigh.LapartemásantiguadeledificiodatabadelsigloXIX,ydespuésdelatardecerse
parecíamuchoaunacatedral.Grisyominoso,muyoscuro,muyabandonado.—Acabodetenerunmalpresentimiento—dije,escudriñandoeledificioenbusca
deventanas.—Quédateenelcocheyprocuraquenotevean—dijoPatch,entregándomelas
llaves—.Sialguiensaledeledificio,lárgate.Bajódelcoche.Llevabasucamisetanegraajustada,tejanososcurosybotas.Con
supelonegroysupielmorena,eradifícildistinguirlodelfondo.Cruzólacalley,enpocossegundos,secamuflóporcompletoenlanoche.
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Capítulo28
Los primeros cinco minutos pasaron volando. Los siguientes diez minutos seestiraron hasta volverse veinte. Yo intentaba ignorar la sensación espeluznante deestar siendovigilada.Mirabaconojosdemiope laspenumbrasquecircundabaneledificio.
¿Por qué tardaba tanto Patch? Barajé algunas hipótesis, sintiéndome másintranquilaaún.¿YsinolograbadarconVee?¿QuépasaríacuandoseencontraraconElliot?Nocreíaqueéstepudiesedoblegarlo,perosiemprehabíaunaposibilidad,siElliotdisponíadelelementosorpresa.
Elmóvilsonóenmibolsilloymellevéunsustodemuerte.—Teestoyviendo—medijoElliotcuandocontesté—.Sentadaahífueraenese
coche.—¿Dóndeestás?—Mirándotedesdeunaventanadelasegundaplanta.Estamosjugandodentro.—Nomeapetecejugar.Colgó.Conelcorazónenlagarganta,salídelcoche.Levantélavistahacialasventanas
opacasdelcolegio.NocreíaqueElliotsupieraquePatchestabadentro.Porsuvozparecíaimpaciente,nomolestoniirritado.MiúnicaesperanzaeraquePatchtuvieraun plan y se asegurara de que nada nos ocurriera a Vee y a mí. La luna estabanublada,ybajounasombrademiedomedirigíalapuerta.
Meadentréenlaspenumbras.Misojostardaronenacostumbrarsealatenueluzdelafarolaqueentrabaporelventanucoencimadelapuerta.Lasbaldosasdelsueloreflejabanunbrilloceroso.Lastaquillasestabanalineadasaambosladosdelpasillocomosoldadosrobotdurmientes.Másqueunasensacióndetranquilidad,irradiabanunaamenazaoculta.
Las luces exteriores iluminaban los primeros metros de la entrada, pero másadelante ya no se veía nada. A un lado de la puerta estaba el cuadro demandos.Accionélosinterruptoresdelasluces.Noseencendieron.
Puestoqueenlacallehabíaluz,dedujequealguienhabíacortadolaelectricidadenelinterior.MepreguntésiformabapartedelplandeElliot.Nopodríaverlo,comotampocoaVeeniaPatch.Ibaatenerquebuscaratientasentodaslasaulas,enunjuegolentodedescartehastaqueloencontrara.JuntosdaríamosconVee.
Avancélentamenteguiándomeporlapared.Alolargodelasemanarecorríaesetramo de pasillo varias veces, pero en la oscuridad de repente me resultó
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desconocido.Ymáslargo.Muchomáslargo.En la primera intersección repasé mentalmente los alrededores. A la izquierda
teníalassalasdemúsicaylacafetería.Aladerecha,losdespachosadministrativosyunaescaleradecaracol.Seguírecto,adentrándomeenlazonadeaulas.
Mipietropezóconalgo,trastabilléycaíalsuelo.Unaluzgrisbrumosasefiltróporunaclaraboyajustoencimademicabeza,amedidaquelalunaseabríapasoentrelas nubes iluminando el cuerpo con que había tropezado. Jules estaba tumbado deespaldas, su expresión congelada en una mirada vacía. Tenía el largo pelo rubiorevueltosobreelrostroylosbrazosextendidosaamboslados.
Retrocedíacuatropatasymecubrí labocaenmediodeun jadeo.Mispiernastemblabancon laadrenalina.Muydespacio,apoyé lasmanosenelpechodeJules.Norespiraba.Estabamuerto.
Me puse de pie y ahogué un grito. Quería llamar a Patch a voces, pero esorevelaría a Elliotmi ubicación, si es que no la conocía ya. Sobresaltada, caí en lacuentadequepodíaestarapocosmetrosdemí,regodeándoseconsuperversojuego.
La lunapalidecióyyoescudriñéelpasillo,desesperada.Todavía teníaun largotramo por delante. La biblioteca estaba en la planta superior, por un tramo deescaleras ami izquierda. Las aulas empezaban a la derecha. Tras unmomento deindecisión,escogí labiblioteca,siguiendoa tientaseloscuropasilloparaapartarmedelcuerpodeJules.Megoteabalanariz,yreparéenqueestaballorandoensilencio.¿Por qué había muerto Jules? ¿Quién lo había matado? Y si él estaba muerto,¿tambiénloestabaVee?
Las puertas de la biblioteca estaban abiertas y entré a ciegas.Más allá de lasestanterías,alotroladodelaestanciaprincipal,habíatrespequeñassalasdeestudioinsonorizadas;siElliotqueríaaislaraVee,éseeraellugaridealparaencerrarla.
Medirigíahaciaallícuandooíungemidodehombre.Meparéenseco.Las lucesdelpasilloexterior seencendieron, iluminandounpoco labiblioteca.
Elliot yacía en el suelo a pocosmetros, pálido y con la boca abierta. Sus ojos sevolvieronenmidirección,yalargósubrazohaciamí.
Semeescapóungritodesgarrador.Medilavueltayechéacorrerhacialapuerta,apartando sillas demi camino con empujones y patadas. «¡Corre!—me ordené—.¡Encuentraunasalida!»
Salí tambaleándome, y justo entonces las luces del pasillo se apagaron,sumiéndolotodounavezmásenlaoscuridad.
—¡Patch!—gritéconvozentrecortadaymeatraganté.Jules estaba muerto. Elliot, casi muerto. ¿Quién los había atacado? Traté de
comprenderloquepasaba,peronomequedabacapacidadderazonamiento.Unempujónenlaespaldamehizoperderelequilibrio.Otroempujónmelanzóa
unlado.Megolpeélacabezacontraunataquilla,quedandoaturdida.
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Un haz de luz barrió mi campo de visión, y unos ojos oscuros detrás de unpasamontañasmemiraron. La luz venía de una linterna deminero sujeta sobre lafrente.
Melevantéeintentéecharacorrer,peromiatacantefuemásrápidoymeatrapó,empujándomedeespaldascontralataquilla.
—¿Medabaspormuerto?—Detectéensuvozunasonrisagélidayarrogante—.No podía dejar pasar la última oportunidad de jugar contigo. Cuéntame. ¿Quiéncreíasqueeraelchicomalo?¿Elliot?¿Oacasopensasteque tumejoramigapodíahaceresto?Esloquetieneelmiedo.Sacalopeordenosotros.
—¿Erestú?—Metemblabalavoz.Julessequitólalinternayelpasamontañas.—Enpersona.—¿Cómolohashecho?—balbuceé—.Norespirabas.Estabasmuerto.—Todohasidograciasati,Nora.Situmentenofueratandébil,nopodríahaber
hechonada.¿Tedesanimasaberquedetodaslasmentesqueheinvadidolatuyaeslamásmaleable?¿Ylaquemejormelohahechopasar?
Melamíloslabios.Mibocateníaunextrañosaborsecoypegajoso.Podíaolerelmiedoenmialiento.
—¿DóndeestáVee?Meabofeteólamejilla.—No cambies de tema. Tienes que aprender a controlar tu miedo. El miedo
socavalalógicayofrecemuchasposibilidadesaalguiencomoyo.Desconocía esa faceta de Jules. Siempre tan callado, huraño, indiferente a su
entorno.Permanecíaenunsegundoplano,sinllamarapenaslaatención,despertandopocassospechas.«Muylisto»,pensé.
Meagarródelbrazoymearrastró.Loarañéymerevolví,peroélmediounpuñetazoenelestómago.Metambaleé,
boqueando.Deslicé la espaldacontra la taquillahastaquedar encogidaenel suelo.Unsoplodeairemeentróporlabocaymeatraganté.
Julessepalpólasmarcasquemisuñaslehabíandejadoenelantebrazo.—Estotecostarácaro.—¿Porquémehashechoveniraquí?¿Quépretendes?—gemí.Mecogiódelbrazolevantándomedeuntirónymellevóarastrasporelpasillo.
Dándoleunapatadaaunapuertaabierta,me lanzódentro,yyocaícon laspalmassobreelsuelo.Luegoentróycerrólapuertaviolentamente.
Reconocílosoloresfamiliaresdelpolvodetizaylosproductosquímicosrancios.Ilustraciones del cuerpo humano y de células decoraban las paredes. En la partedelanteradelaulahabíaunalargamesadegranitoconunfregadero.Delanteestabanlasmesasdellaboratorio,tambiéndegranito,dispuestasenhileras.Estábamosenel
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laboratoriodeBiologíadelentrenadorMcConaughy.Undestellometálicoamiladollamómiatención.Unescalpelotiradoenelsuelo,
cercadelapapelera.Olvidadoporelentrenadoryporelempleadodelalimpieza.MelometíenlacinturilladelpantalónjustocuandoJulesmelevantóbruscamente.
—Hetenidoquecortar lacorriente—dijo,ydejó la linternasobre lamesamáspróxima—.Nosepuedejugaralesconditesihayluz.
Acercódossillasarrastrándolasylascolocóunaenfrentedelaotra.—Siéntate—ordenó.Lancéunamiradaalasventanasdelaparedopuesta.Mepreguntésipodríaabrir
una y escapar antes de que Julesme pillara.Entre otrosmil pensamientos quemeinstaban a la autoconservación, me dije que no tenía que parecer asustada. Algúnrincóndemimentetodavíaalbergabalosconsejosdelcursodedefensapersonalquehice conmimadre tras lamuerte de papá.Mantener el contacto visual,mostrarsesegura,apelaralsentidocomún…yotrascosasqueeranmásfácilesdedecirquedeponerenpráctica.
Jules me cogió por los hombros, obligándome a sentarme. El frío metal seescurrióenmistejanos.
—Dametumóvil—meordenóextendiendolamano.—Lohedejadoenelcoche.Soltóunarisita.—¿Pretendesjugarconmigo?Tengoatumejoramigaencerradaenalgunaparte
deledificio.Siquieresjugarconmigo,ellasevaasentirexcluida,¿nocrees?Tendréqueinventarmeunjuegoespecialparaella.
Saquéelmóvilyseloentregué.Conunafuerzasobrenaturallopartióporlamitad.—Ahoraestamossólotúyyo.—Sedejócaerenlasillafrentealamíayestiró
las piernas voluptuosamente. Dejó un brazo colgando del respaldo—. Hablemos,Nora.
Meincorporéeintentécorrer,peroélmeretuvoporlacinturaantesdequedieratrespasosyvolvióasentarme.
—Yo solía tener caballos—dijo—. Hace mucho tiempo, en Francia, tenía unestablodepreciososejemplares.Loscaballosespañolessonmisfavoritos.Loscogíanenestadosalvajeymelostraíandirectamenteamí.Losdomabaenpocassemanas.Perosiemprehabíaalgúncaballolocoeindómito.¿Sabesloquelehacíaaunanimalquenosedejabadomar?
Meencogídehombros.—Cooperaynotendrásnadaquetemer—dijo.Nomefieniporunsegundo.Habíaunbrillosiniestroensusojos.—He visto a Elliot en la biblioteca —dije con voz temblorosa. Elliot no me
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gustabaniconfiabaenél,peronomerecíatenerunamuertelentaydolorosa—.¿Túlehashechodaño?
Seacercó,comosifueraacompartirunsecreto.—Sivasacometeruncrimen,nuncadejespruebas.Elliotformabapartedetodo
esto.Sabíademasiado.—¿Poresoestoyaquí?¿PorelartículoqueencontrésobreKjirstenHalverson?Julessonrió.—AElliotseleolvidómencionarmequeestabasaltantodelodeKjirsten.—¿Túlamataste?—preguntéconrepentinainspiración.—TeníaqueponerapruebalalealtaddeElliot.Teníaquequedarmeconlomás
importante. Elliot estaba en el Kinghorn gracias a una beca, y nadie dejaba derecordárselo.Hastaqueaparecíyo.Fuisuprotector.AlfinaltuvoqueescogerentreKjirstenyyo.Osea,entreeldineroyelamor.Aparentementenohayplaceralgunoen ser un indigente entre príncipes. Lo soborné, y fue entonces cuando supe quepodíacontarconélcuandollegaralahoradevérmelascontigo.
—¿Quétengoqueveryo?—¿Todavíano lohasadivinado?—La luzdestacaba la crueldadde su rostroy
creabalailusióndequesusojoserandeplatafundida—.Heestadojugandocontigo.Te he usado como una especie de intermediario, porque a quien de verdad quierohacerledañonoselepuedehacerdaño.¿Sabesquiénesesapersona?
Mi cuerpo se aflojó ymis ojos se desenfocaron.El rostro de Jules parecía unapinturaimpresionista,borrosaenlosbordes,carentededetalle.Lasangreseagotabaenmicerebro,ytuvelasensacióndequemeescurríasobrelasilla.Mehabíasentidoasísuficientesvecescomoparasaberquenecesitabahierro.Deinmediato.
Volvióaabofetearme.—Concéntrate.¿Dequiénteestoyhablando?—Nolosé—admitíapenasporencimadeunsusurro.—¿Sabesporquénoselepuedehacerdaño?Porquenotieneuncuerpohumano.
Sucuerpocarecedesensacionesfísicas.Siloencierroylotorturonoconsigonada.No siente nada, ni un ápice de dolor. ¿Seguro que todavía no sabes quién es?Últimamentehaspasadobastante tiempoconesapersona.¿Qué tepasa,Nora?¿Esquenoimaginasdequiénsetrata?
Unhilodesudorcorríapormiespalda.—Cada año, a comienzos delmes hebreo de Jeshván, él toma posesión demi
cuerpo—continuó—.Durantedossemanasenteras,tiempoduranteelcualcedolasriendasdemiexistencia.Nodispongodelibertadnicapacidaddeelección.Duranteesas dos semanas no puedo liberarme, pues presto mi cuerpo a otro ser. Podríaconvencerme a mí mismo de que nada está ocurriendo, pero no, imposible,permanezcoahí,prisionerodentrodemipropiocuerpo,viviéndoloacada instante.
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¿Sabesloquesesiente?¿Tienesalgunaidea?—gritó.Guardésilencio,sabiendoquehablarseríapeligroso.Julesseechóareír,conun
resoplidoentredientes.Surisamepareciólomássiniestroquehabíaoídojamás.—Hice un juramento permitiéndole tomar posesión de mi cuerpo durante el
Jeshván—prosiguió—.Yoentoncesteníadieciséisaños.—Seencogiódehombros,perofueunmovimientorígido—.Metorturóparaobligarmeajurar.Despuésmedijoqueyonoerahumano.¿Puedescreerlo?Quenoerahumano.Medijoquemimadre,una humana, fornicaba con un ángel caído.—Enseñó una sonrisa odiosa; tenía lafrente salpicadade sudor—. ¿Tehedichoqueheredé algunos rasgos demi padre?Soyunembaucador, igualqueél.Hagoqueveascosas irreales,queoigasvoces…Comoahora.¿Puedesoírme,Nora?¿Siguesasustada?
Medioungolpecitoenlafrente.—¿Hayalguienahí,Nora?¡Nooigonada!JuleseraChauncey.EraunNefilim.Recordémimarcadenacimiento,y loque
Dabriamehabíadicho.Julesyyoteníamoslamismasangre.Llevabaenmisvenaslasangredeunmonstruo.Cerrélosojosymeresbalóunalágrima.
—¿Recuerdaslaprimeranochequenosvimos?Saltédelantedetucoche.Estabaoscuro y había niebla. Estabas con los nervios a flor de piel, por lo que fue mássencilloengañarte.Disfrutéasustándote.Aquellanocheletoméelgusto.
—Sihubiesessidotú,mehabríadadocuenta—murmuré—.Nohaymuchagentetanaltacomotú.
—Nomeestásescuchando.Puedohacerqueveas loqueyoquiera.¿Creesquemepasópor alto undetalle tanobvio como la estatura?Viste lo queyoquise quevieras.Visteaunhombrecomúnycorrienteconunpasamontañasnegro.
Seguí sentada, muerta de miedo. No estaba loca. Jules estaba detrás de todoaquello.Él síqueestaba loco.Podíacrear juegospsicológicospuestoquesupadreeraunángelcaídoyélhabíaheredadosuspoderes.
—Asípues, no registrastemihabitación—dije—.Sólomehiciste creerque lohabíashecho.Poresoestabatodoenordencuandovinolapolicía.
Aplaudiólentamentemideducción.—¿Quieres saber la mejor parte? Podrías haberme apartado de tu mente. No
podría haberme metido en tu cabeza sin tu permiso. Me metía, y tú nunca loimpedías.Erasdébil.Erasunapresafácil.
Todo tenía sentido,ymemaldijepor ser tan frágil.Yoeraun libroabierto.NohabíanadaqueimpidieraaJulesabsorbermeensusjuegospsicológicos,amenosqueaprendieraaapartarlodemimente.
—Ponteenmilugar—dijo—.Tucuerpoinvadidoañotrasaño.Imaginaunodiotan intenso que sólo la venganza puede aliviar. Imagina la cantidad de energías yrecursos invertidos para vigilar de cerca a tu objeto de venganza, esperando
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pacientemente elmomento en que el destino te conceda la oportunidad no sólo dedesquitarte,sinodeinclinarlabalanzaatufavor.—Clavósusojosenlosmíos—.Túeresesaoportunidad.Sitehagodaño,seloharéaPatch.
—EstássobrevalorandoloquePatchsientepormí—repuse,lafrenteperladadesudor.
—LlevosiglosobservandoaPatch.Elveranopasadohizolaprimeravisitaatucasa,aunque túno lonotaste.Tesiguióalgunasvecescuando ibasdecompras.Devezencuandosedesviabadesucaminoparacruzarsecontigo.Luegosematriculóentu colegio.Mepreguntéqué tenías de especial yme esforcépor averiguarlo.Hacetiempoqueteobservo.
Elpavorseapoderódemí.Eneseinstantesupequeloquesiemprehabíasentidoquemeseguíacomounfantasmanoeralapresenciademipadre.EraJules.Ahorasentíalamismapresenciaheladaysobrenatural,sóloquecienvecesamplificada.
—NoqueríaquePatchsospecharayseecharaatrás—continuó—.AsíqueElliotentróenescenaynotardóenconfirmarmeloqueyasuponía.Patchestáenamoradodeti.
Todoencajaba.JulesnosehabíapuestoenfermolanochedelDelphiccuandosemarchóallavabo.YtampocolanocheenquefuimosalBorderline.DurantetodoestetiempoteníaquepermanecerinvisibleparaPatch.EnelmomentoquePatchloviera,eljuegohabríaacabado.PatchsospecharíaqueJules—Chauncey—estabatramandoalgo.EllioteralosojosylosoídosdeJules,ylellevabatodalainformación.
—Elplaneramatarteenelcampamento,peroElliotnologróconvencertedequevinieras—dijo Jules—.Hoy te he seguido hasta el restauranteBlind Joe’s y te hedisparado. Imagínate la sorpresa cuando he descubierto que había matado a unamendigaquellevabatuabrigo.Peromirapordónde,hahabidounfinalfeliz.—Sutonóserelajó—.Ahoratetengo.
Meremovíenelasiento,yelescalpelosedeslizómásadentrodemipantalón.Sino teníacuidado,quedaría fuerademialcance.SiJulesmeobligabaaponermedepie,caeríaporlapernera.Yesoseríaelfin.
—Deja que adivine lo que estás pensando—dijo, poniéndose de pie para ir lapartedelanteradelaula—.EstásempezandoadesearnohaberconocidoaPatch.Quenuncasehubieraenamoradodeti.Venga,ríetedellíoenquetehametido.Ríetedetupésimadecisión.
EscucharlohablardelamordePatchmecolmódeunaesperanzairracional.Saquéelescalpelodemistejanosymepusedepiedeunsalto.—¡Noteacerquesoteapuñalo!¡Tejuroqueloharé!Jules emitió un sonido gutural y barrió con el brazo la mesa principal. Los
cacharros de laboratorio se hicieron pedazos contra la pizarra y los papeles sedesperdigaronporelsuelo.Vinohaciamídandozancadas.Muertademiedo, lancé
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unaestocadacontodamifuerza.Loalcancéenlapalmadelamano,haciéndoleuncorte.
Julessiseóyretrocedió.Sinesperar,leclavéelescalpeloenelmuslo.Élmiróboquiabiertoelmangoquesobresalíadesupierna.Loextrajoconlasdos
manos,yunamuecadedolorenelrostro.Elescalpeloseleescurriódelasmanosycayóalsuelo.
Diounpasotambaleantehaciamí.Lancé un chillido y lo esquivé, perome golpeé la cadera con el borde de una
mesa, perdí el equilibrioy caí al suelo.El escalpelo estaba apocos centímetrosdedistancia.
Jules me puso boca abajo y se sentó a horcajadas sobre mí. Presionómi caracontraelsuelo,aplastandominarizyamortiguandomisgritos.
—Un intentovaliente—gruñó—.Peroesonomematará.SoyunNefilim.Soyinmortal.
Traté de coger el escalpelo, clavando los dedos de los pies en el suelo paraestirarmeesosúltimoscentímetrosvitales.Lo rocé con losdedos.Yacasi lo tenía,peroentoncesJulesmealejóarrastrándome.
Le lancéun taconazoa laentrepierna;élgimióysefuecojeandoauncostado.Melevanté,peroJulesrodóhastalapuertaysepusoderodillasparaimpedirmeelpaso.
Elpeloletapabalosojos.Gotasdesudorcaíanporsucara.Teníalabocatorcidaenungestodedolor.
Cadamúsculodemicuerpoeraunresortedispuestoasaltar.—Tedeseobuenasuerteentuintentodehuida—dijoconunasonrisacínicaque
parecíademandarleungranesfuerzo—.Yaverásdeloquetehablo.—Yentoncessedesplomó.
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Capítulo29
NosabíadóndeestabaVee.NecesitabapensarcomoJules:¿dóndelaesconderíasifueseél?
Enunsitiodelquefueradifícilescaparyquefueradifícildeencontrar,razoné.Repasé el edificio mentalmente, limitándome a las plantas superiores. Las
posibilidadeseranqueVeeestuvieraenlasegunda, laúltima,sincontarlapequeñaterceraplanta,queeramásbienunático.Unaescaleradecaracolestrechaa laquesóloseaccedíadesdelasegundaplantaconducíaalático.Arribahabíadosaulastipobungalow:elauladeespañolavanzadoylaredaccióndelarevistadigital.
Veeestabaenlaredacción.Losabía.Avanzando lo más rápidamente posible en la oscuridad, acometí a ciegas dos
tramos de peldaños. Después de un par de intentos fallidos encontré la estrechaescaleraqueconducíaalaredaccióndelarevistadigital.Alllegararribaempujélapuerta.
—¿Vee?—llaméenvozbaja.Ellarespondióconungemido.—Soy yo —dije, dando cada paso con sumo cuidado por el pasillo entre
escritorios, intentando no tropezar con nada para no dar ninguna pista a Jules—.¿Estásherida?Tenemosquesalirdeaquí.—Laencontréechaunovilloenelfondodelasala,apretandolasrodillascontraelpecho.
—Jules me ha golpeado en la cabeza —dijo—. Creo que me he desmayado.Ahoranoveo.¡Noveonada!
—No,noeseso.Juleshacortadolacorrienteyestátodooscuro.Cogemimano.Tenemosquebajarahoramismo.
—Creo que me ha hecho daño.Me late la cabeza. ¡Creo que me he quedadociega!
—Noestásciega—susurré,sacudiéndolasuavemente—.Yo tampocoveonada.Tendremosquebajarlasescalerasatientas.Saldremosporelgimnasio.
—Hapuestocadenasentodaslaspuertas.Unsilenciotensoseinterpusoentrenosotras.RecordéaJulesdeseándomesuerte
alescapar,yahorasabíaporqué.Unescalofríoseextendiódesdemicorazónalrestodemicuerpo.
—La puerta por la que entré no estaba bloqueada —dije finalmente—. Es lapuertadelladoeste.
—Puesdebedeser laúnica.Yohevistocuandoponíacadenasenlasotras.Ha
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dichoqueasínadieestaríatentadodeescaparsemientrasjugábamosalescondite.Hadichoquefueranovalíaesconderse.
—Siesapuertaeslaúnicadesbloqueada,intentarábloquearla.Nosesperaráallí.Peronoiremosporallí.Saldremosporunaventana—dijemientrasurdíaunplan—.Porelotroladodeledificio.Esdecir,porestelado.¿Tienestumóvil?
—Julesmelohaquitado.—Una vez que salgamos nos separaremos. Si Jules nos persigue, tendrá que
decidirseporunadelasdos.Laotrairáporayuda.—YasabíaaquiénelegiríaJules.Vee no le servía para nada, sólo como señuelo para atraerme—. Corre tan rápidocomopuedasyencuentraunacabina.Llamaalapolicía.DilesqueElliotestáenlabiblioteca.
—¿Estávivo?—preguntóVeeconvoztemblorosa.—Nolosé.Permanecimosacurrucadasjuntas,ynotéquetirabadesucamisaparasecarselas
lágrimas.—Todoestoesculpamía.—LaculpaesdeJules.—Tengomiedo.—Estaremos bien—dije tratando de transmitirle confianza—. He apuñalado a
Julesenlapiernaconunescalpelo.Estásangrandomucho.Esprobablequerenuncieaperseguirnosyvayaenbuscadeayudamédica.
Veesollozó.Lasdossabíamosqueyoestabamintiendo.EldeseodevenganzadeJulesseimponíaasuherida.Seimponíaatodo.
Bajamos las escaleras, pegadas a la pared, hasta que llegamos a la plantaprincipal.
—Por aquí—le susurré al oído, cogiéndola de lamanomientras caminábamosporelpasilloatodaprisa,dirigiéndonosalalaoeste.
Nohabíamosavanzadomuchocuandounsonidogutural,nadaalegre,sepropagóporaqueltúneldeoscuridad.
—Vaya,vaya,¿quétenemosaquí?—dijolavozdeJules.—Corre—ledijeaVee,ylediunapretónenlamano—.Mequiereamí.Llamaa
lapolicía.¡Corre!Veeechóacorrer.Suspasosseesfumarondeunmododeprimentementerápido.
Me pregunté por un instante si Patch seguía en el edificio, pero fue sólo unpensamiento tangencial. Mi mayor concentración estaba puesta en no perder elconocimiento.PorqueunavezmásmehallabaasolasconJules.
—Contactarconlapolicíalellevaráporlomenosveinteminutos—medijoJules,eltaconeodesuszapatosaproximándose—.Yononecesitotantotiempo.
Medilavueltayechéacorrer.Élselanzóenmipersecución.
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Palpandolasparedesconlasmanos,giréaladerechaenlaprimeraintersecciónycorríporunpasilloperpendicular.Obligadaa seguir lasparedesparaguiarme,mismanos golpeaban contra los bordes de las taquillas y las jambas de las puertas,lastimándome.Giréotravezaladerecha,corriendotanrápidocomopodíahacialadoblepuertadelgimnasio.
Sillegabaatiempoamitaquillaenelgimnasio,podríaencerrarmedentro.Enelvestuariodelaschicashabíaunosarmariosenormesdeparedaparedydesdeelsuelohasta el techo.A Jules le llevaría su tiempo revisarlos unopor uno.Con suerte, lapolicíallegaríaantesdequeélmeencontrara.
Entréenelgimnasioycorríhaciaelvestuario.Algirarelpomodelapuertasentíunterrorfríoypunzante:lapuertaestabacerradaconllave.Volvíainsistir,peronocedía.Medilavueltabuscandofrenéticamenteotrasalida,peroestabaatrapadaenelgimnasio.Meapoyédeespaldasenlapuerta,cerrélosojosconfuerzaparaevitareldesmayoyoímirespiraciónirregular.
Cuandovolvíaabrir losojos,via Julesavanzandobajoelbrumoso resplandorlunarqueentrabaporlasclaraboyas.Sehabíaatadolacamisaalrededordelmusloyunamanchadesangresefiltrabaatravésdelatela.Sehabíaquedadoencamisetaypantalones.Llevabaunapistolametidaenlacinturilla.
—Porfavor,dejaquemevaya—supliqué.—Veemehacontadoalgointeresantesobreti.Letienesmiedoalasalturas.—
Levantólavistahacialasvigasdelgimnasio.Unasonrisadividiósurostro.El aire estaba impregnado con los olores del sudor y el barniz de la madera.
Habíanapagadolacalefacciónporlasvacacionesdeprimaveraylatemperaturaerafría.Lassombrasseexpandíanporelsuelopulidomientraslalunaseabríapasoentrelasnubes.Julesestabadeespaldasalasgradas,ydeprontoviaPatchmoversedetrásdeél.
—¿FuistetúelqueatacóaMarcieMillar?—lepreguntéaJulesparadistraerlo.—Elliotmedijoquehabíaciertahostilidadentrevosotras.Noqueríaquenadie
mástuvieraelplacerdetorturaramichica.—¿Ylaventanademihabitación?¿Erastúelquemeespiabamientrasdormía?—Nadapersonal,descuida.Derepente,Julessepusorígidouninstante,yalsiguienteseabalanzósobremí.
Meagarróporlamuñecaymepusodeespaldascontrasupecho.Sentíelfríocañóndeunapistolacontralanuca.
—Quítatelagorra—leordenóaPatch—.Quieroverlacaraquepondráscuandolamate.Nopuedesevitarlo.Comoyonopuedoevitareljuramentoquetehice.
Patch se acercó unos pasos, despacio, pero yo percibía su alerta contenida. Lapistolaaumentólapresiónyyomesobresalté.
—Unpasomásyserásuúltimoaliento—advirtióJules.
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Patchestudiabaladistanciaentrenosotros,calculandolarapidezconquepodríacubrirla.Julestambiénsepercató.
—Nolointentes—dijo.—Novasadispararle,Chauncey.—¿No?—Julesapretóelgatillo.Lapistolahizoclicyyoabrílabocaparagritar,
perotodoloquesaliófueunllantotrémulo.—Es un revólver —explicó Jules—. Las cinco recámaras restantes están
cargadas.«¿Lista para poner en práctica esos movimientos de boxeo de los que tanto
alardeas?»,medijoPatchtelepáticamente.—¿Qué?—balbuceé.Súbitamente me inundó una oleada de fuerza. Una fuerza exterior que se
expandió hasta llenarme. Mi cuerpo fue perdiendo su propia fuerza y libertad amedidaquePatchtomabaposesióndemí.
Antesdequefueraconscientedecuántomeaterrabaesapérdidadecontrol,sentíundolorpunzanteenelpuño.PatchestabautilizandomipuñoparagolpearaJules.Elarmacayódesumanoysedeslizóporelsuelodelgimnasiohastaquedaraunosmetrosdedistancia.
Patchhizoquemismanosarrastrarana Jules contra lasgradas. Jules tropezóycayó aparatosamente. Lo siguiente que supe fue que mis manos lo cogían por lagargantay legolpeaban la cabezacontra lasgradas.Allí lo sostuve, apretandomisdedosalrededordesucuello.Susojossehincharonydesorbitaron.Tratabadehablarmoviendoloslabios,peroPatchnoaflojaba.
«Nopodréestardentrodetimuchotiempomás—medijoPatchmentalmente—.NoestamosenJeshványnomeestápermitido.Encuantomesalga,echaacorrer.¿Hasentendido?Corretanrápidocomopuedas.Chaunceyestarádemasiadodébilyaturdidoparameterseentucabeza.Correynotedetengas».
Oí un zumbido agudoy sentí cómomi cuerpo se desprendía de la posesión dePatch.
LasvenassemarcabanenelcuellodeJules,ysucabezacolgabaaunlado.«Venga—oíaPatchqueloapremiaba—.Desmáyate…desmáyate…»Pero ya era demasiado tarde. Patch desapareció de mi interior. Se fue tan de
repentequemequedéaturdida.Volvíaatenerelcontroldemismanos,ysoltéaJulesimpulsivamente.Élluchaba
porrespirarymemirabaentreparpadeos.Patchestabaenelsueloavariosmetrosdemí,inmóvil.
De inmediatocrucéelgimnasiocorriendoa todavelocidad.Me lancécontra lapuerta,esperandosaliralpasillo,perofuecomochocarcontraunapared.Laempujéunayotravez,sabiendoqueestabadesbloqueada.Hacíacincominutoshabíaentrado
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porallí.Carguécontodomipeso,envano.Lapuertanoseabrió.Medilavuelta,laadrenalinahaciéndometemblarlasrodillas.—¡Saldemimente!—legritéaJules.Él se incorporópara sentarse enel escalónmásbajode lasgradas,mientras se
masajeabalagarganta.—No—respondió.Volvíaintentarloconlapuerta.Lediunabuenapatadaalabarrayluegogolpeé
conlasmanoselcristal.—¡Socorro!¡Ayuda,porfavor!¡Auxilio!MiréporencimadelhombroyviqueJulesseacercabacojeando,supiernaherida
flaqueando a cada paso. Cerré los ojos con fuerza, tratando de concentrarme. Lapuerta se abriría en cuanto localizara su voz y la ahuyentara. Rastreé todos losrincones de mi mente, pero no pude encontrarla. Estaba en lo más profundo,escondiéndose demí. Abrí los ojos. Jules estabamuchomás cerca.Másme valíaencontrarotramaneradesalir.
En lo alto de las gradas había una escalera de hierro empotrada en la pared.Llegaba hasta la cuadrícula de las vigas en el techo.En el extremoopuesto de lasvigas, sobre la pared de enfrente, casi justo encima de donde yo estaba, había unconductodeventilación.Sillegabahastaallí,podríaescabullirmeporeltejado.
Pasé corriendo junto a Jules en una carrera enloquecida y subí las gradas.Missuelasresonabansobrelamadera,produciendounecoentodoelgimnasio,loquenome permitía oír si Julesme seguía de cerca. Llegué hasta el primer peldaño de laescalerayempecéatrepar.Conelrabillodelojovilafuentedeaguaalláabajo,lejos.Seveíamuypequeña, loquesignificabaqueestabaaunaalturaconsiderable.Muyalto.
«Nomireshaciaabajo—medije—.Concéntrateenmirarhaciaarriba».Subíconcuidadounescalónmás.Laescalerasemovió,puesnoestababiensujetaalapared.
De pronto oí la risa de Jules y perdí la concentración. Imágenes de una caídapasaron pormimente. Claro, él las estaba implantando. Luegomi cerebro dio unvuelco,yyanorecordabacómosubirobajar,nipodíadistinguirmispensamientosdelosdeJules.
Mi miedo era tan denso que empañó mi visión. No sabía en qué peldaño meencontraba. ¿Mis pies estaban bien colocados? ¿Estaba a punto de resbalar?Aferrándome a un peldaño con ambasmanos, apoyé la frente contra los nudillos.«Respira—medije—.Respira».
Yentonceslooí.Uncrujidometálicoperezosoyagonizante.Cerrélosojosparaevitarelvértigo.Lasabrazaderasmetálicasquefijabanlapartesuperiordelaescaleraalaparedse
aflojaron. El quejido metálico se convirtió en un gemido agudo, a la vez que el
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siguienteconjuntodeabrazaderassedesprendíadelapared.Conungritoatrapadoenlagargantavicómolapartesuperiorsesoltaba.Aferradaalaescaleraconbrazosypiernas, me preparé para una caída hacia atrás. La escalera osciló un momento,sucumbiendopacientementealagravedad.
Yentonces todosucediómuyrápido.Lasvigasy lasclaraboyasdesaparecieronenmediodeunmareoconfuso.Yyocaíhastaque,súbitamente,laescalerasedetuvoen seco. Rebotó violentamente, perpendicular a la pared, a unos treintametros dealtura.Elimpactodelacaídahizoquesemesoltaranlaspiernas,quedandosujetaalaescaleratansóloporlasmanos.
—¡Socorro!—gritépataleandoenelaire.La escalera se tambaleaba, descendiendo unos metros más. Se me salió una
zapatilla,quequedóenganchadaenlosdedosdelpieporuninstante,paraluegocaer.Alcabodeunlargomomentolaoíestamparsecontraelsuelodelgimnasio.
Memordía la lenguamientras el dolor en los brazos se hacíamás intenso. Seestabandesprendiendodesusarticulaciones.
Yentonces,enmediodelmiedoydelpánico,oílavozdePatch.«Apártalodetumente.Siguesubiendo.Laescaleraestáintacta».—Nopuedo—dijesollozando—.¡Mecaeré!«Apártalodetumente.Cierralosojosyescuchamivoz».Lo hice mientras tragaba saliva. Me aferré a la voz de Patch y noté que una
superficiesólidaseformababajomispies,queyanocolgabanenelvacío.Sentíunpeldañohaciendopresiónbajomissuelas.ConcentrándomemásenlavozdePatch,esperéaquetodovolvieraasulugar.Patchteníarazón.Estabaenlaescalera.Ylaescalera,fijadaalapared.Recuperémideterminaciónanterioryseguísubiendo.
Al llegar a lomás altome senté precariamente sobre la vigamás cercana. Larodeéconlosbrazosybalanceéunapiernaparapasarlaporencima.Estabadecaraala pared, con el conductodeventilación amis espaldas, peroyanadapodía hacer.Conmuchocuidadomearrodillésobre laviga.Poniendo todamiconcentraciónenello,empecéaavanzar lentamentehaciaatrásdispuestaaatravesar laextensióndelgimnasio.
Demasiadotarde.Juleshabíatrepadoenunsantiamén,yahoraloteníaamenosdecincometrosde
distancia.Seencaramóalaviga.Apoyólasmanosyempezóaarrastrarsehaciamí.Teníaunamarcaoscuraenlaparteinteriordelamuñeca;atravesabasusvenasenunángulodenoventagradosyeracasinegro.Cualquierahabríapensadoquesetratabadeunacicatriz,peroparamísignificabamuchomás.Elvínculofamiliareraevidente:teníamoslamismasangre,lasmismasmarcasidénticas.
Ambosestábamosmontadossobrelaviga,caraacara,atresmetrosdedistancia.—¿Unúltimodeseo?—mepreguntó.
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Miréhaciaabajo,peseaquememareaba.Patchpermanecíainmóviltendidoenelsuelo, como si estuviera muerto. En ese instante deseé retroceder en el tiempo yrevivir cadamomento con él.Otra sonrisa secreta, otra risa compartida.Otro besoardoroso.Encontrarloaélhabíasidocomoencontraraalguienaquiennosabíaqueandaba buscando. Había aparecido enmi vida demasiado tarde, y ahora se estabamarchandodemasiadopronto.Lorecordéprometiéndomequerenunciaríaatodopormí.Ya lo había hecho.Había renunciado a su propio cuerpo humano para que yopudieravivir.
Metambaleéeinstintivamenterecuperéelequilibrio.LarisadeJulesmellegócomounsusurrogélido.—Paramíeslomismositedisparoositedejascaer.Nohaydiferencia.—Síhaydiferencia—dije.Mivozsonabadébilperosegura—.Túyyotenemos
la misma sangre. —Levanté mi mano vacilante, enseñándole la marca—. Soy tudescendencia.Sisacrificomisangrevoluntariamente,Patchseconvertiráenhumanoytúmorirás.AsíestáescritoenelLibrodeEnoc.
Jules me miró con ojos desprovistos de brillo, absorbiendo cada una de mispalabras.Porsuexpresiónadivinéqueestabasopesándolas.Unruborseexpandióporsurostro,yentoncessupequemecreía.
—Tú…—farfulló.Seme acercó con una rapidez frenética, al tiempoque se llevaba lamano a la
cinturaparasacarelrevólver.Laslágrimasmeescocíanlosojos.Sintiempoparamás,medejécaerdelaviga.
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Capítulo30
Unapuertaseabrióysecerró.Esperabaoírpasos,peroelúnicosonidoproveníadeltictacdeunreloj;unlatidorítmicoyconstanteatravésdelsilencio.
Elsonidocomenzóadesvanecerse,disminuyendopocoapoco.Mepreguntabasilooiríadetenerseporcompleto.Derepentesentímiedodeeseinstante,inseguradeloquevendríadespués.
Unsonidomuchomásvibranteeclipsóel reloj.Eraunsonido relajante,etéreo,unadanzamelódicaenelaire.«Alas—pensé—,quevienenparallevarme».
Contuve el aliento y esperé, esperé. Y entonces el reloj empezó a dar marchaatrás.En lugar de hacersemás lento, el tictac se volviómás firme.Una espiral delíquido se formó dentro de mí, en remolinos cada vez más profundos. Me sentíarrastrada hasta el presente. Me deslicé por el interior de mí misma, hastadesembarcarenunlugaroscuroycálido.
Abrílosojosparpadeandoyreconocílospanelesderobledeuntechoinclinado.Estabaenmihabitación.Meinundóunasensacióndetranquilidadyentoncesrecordédóndehabíaestado.EnelgimnasioconJules.
Meestremecí.—¿Patch? —dije con voz ronca. Intenté sentarme, y luego prorrumpí en un
sollozo apagado.Algopasaba conmi cuerpo.Medolía cadamúsculo, cadahueso,cadacélula.Mesentíacomouncardenalgigante.
Oímovimiento cerca de la puerta. Patch se asomó. Tenía los labios apretados,pero sin su habitual mueca de sarcasmo. Sus ojos contenían una profundidaddesconocidayunaireprotector.
—Peleaste muy bien en el gimnasio —dijo—. Pero creo que te vendría bienseguirconlasclasesdeboxeo.
Derepente,lorecordétodo.Laslágrimasmebrotarondelomásprofundo.—¿Quépasó?¿DóndeestáJules?¿Cómohellegadoaquí?—Mivozsequebró—.
Medejécaerdelaviga…—Fuistemuyvalienteparahacereso.—LavozdePatchsonabaronca.Entróycerrólapuerta,yyosupequeerasumaneradedejarfueratodolomalo.
Estabaponiendounalíneadivisoriaentretodoloquehabíaocurridoyyo.Seacercóysesentóenlacamaamilado.
—¿Quémásrecuerdas?
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Intenté reconstruirmis recuerdos, retrotrayéndome.Recordéelbatirdealasquehabía oído poco después de arrojarme al vacío. Sin duda había muerto. Un ángelhabíavenidoallevarsemialma.
—Estoy muerta, ¿verdad? —dije suavemente, mareada de miedo—. ¿Soy unfantasma?
—Cuando saltaste, tu sacrificio mató a Jules. Técnicamente, si tú regresas, éltambién debería hacerlo. Pero como él no tiene alma, no dispone de nada parareanimarsucuerpo.
—¿Heregresado?—dije,yroguéquenofueraunaesperanzainfundada.—Noaceptétusacrificio.Lorechacé.Un«Oh»seposósobremislabios,peronosaliódemiboca.—¿Quieresdecirquerenunciasteaconvertirteenhumanopormí?Levantómimanovendada.Debajodetodalagasamelatíanlosnudillosdetanto
atizar a Jules. Patch me besó cada uno de los dedos, tomándose su tiempo, sindespegarsusojosdelosmíos.
—¿Dequémesirveuncuerposinopuedotenerte?Más lágrimas resbalaron por mis mejillas. Patch me abrazó, estrechando mi
cabeza contra su pecho. Poco a poco el miedo se alejó, y supe que todo habíaterminado.Todoibaaestarbien.
De repente me aparté bruscamente. Si Patch había rechazado el sacrificio,entonces…
—Mehassalvadolavida.Datelavuelta—leordenéconseriedad.Patch esbozó una sonrisa astuta y obedeció. Le levanté la camiseta hasta los
hombros. Su espalda era suave; los músculos, definidos. Las cicatrices habíandesaparecido.
—Nopuedesvermis alas—dijo—.Estánhechasdemateria espiritual, aunquesemejenplumas.
—¿Ahora eres un ángel custodio? —Todavía estaba demasiado impresionadacomoparaasimilarlo,peroalmismotiemposentíaasombro…curiosidad…felicidad.
—Soytuángelcustodio—precisó.—¿Tengomipropioángelcustodio?¿Cuálesexactamentetufunción?—Custodiartucuerpo.—Susonrisaseladeóaúnmás—.Metomomuyenserio
mi trabajo, lo cual significa que tendré que relacionarme con tu cuerpo a un nivelpersonal.
Sentímariposasenelestómago.—¿Significaqueahorapuedessentir?Memiróensilencioporunmomento.—No,perosignificaquenoestoyenlalistanegra.Abajoseoyóelruidosordodelapuertadelgarajequeseabría.
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—¡Mimadre!—dijeconvozahogada.Miréelrelojenlamesilladenoche.Eranmás de las dos de la madrugada—. Deben de haber abierto la carretera. ¿Cómofunciona esto de ser un ángel custodio? ¿Soy la única persona que puede verte?Quierodecir,¿eresinvisibleparalosdemás?
Patchmemirófijamente,comosicreyeraqueyobromeaba.—¿Noeresinvisible?—chillé—.¡Puesveteahoramismo!Hiceunmovimientoparaempujarlofueradelacama,perofueinterrumpidopor
unadolorosapunzadaenlascostillas.—Siteencuentraaquímematará.¿Sabestreparalosárboles?Dimequesí.Élsonrióburlonamente.—Sévolar.«Ah.Vale.Deacuerdo,muybien».—La policía y los bomberos han estado aquí—añadió—.Habrá que vaciar la
habitación principal, pero lograron impedir que el fuego se expandiera. La policíaregresará y hará algunas preguntas.Yodiría que ya han intentado localizarte en elmóvildesdeelcualllamastealteléfonodeemergencia.
—SeloquedóJules.Patchasintió.—Losuponía.Nomeimportaloqueledigasalapolicía,peroteagradeceríaque
medejarasfueradeesto.—Abriólaventanademihabitación—.Unacosamás.VeellegóalacomisaríajustoatiempoylosmédicosdelserviciodeurgenciassalvaronaElliot.Estáenelhospital,peroserecuperará.
Oílapuertaprincipal,quesecerraba.Mimadreestabaencasa.—¿Nora?—llamó. Dejó el bolso y las llaves en la mesilla de la entrada. Sus
tacones altos resonaron en el entarimado—. ¡Nora! ¡Hay una cinta de la policíadelantedelapuertaprincipal!¿Quéhasucedido?
Miré laventana.Patchsehabía ido,perohabíaunaplumanegraadheridaenelladoexteriordelcristal,fijadaporlalluvianocturna.Oporlamagiadeunángel.
Abajo, mi madre encendió la luz del pasillo, y un haz se coló por la rendijainferiordemipuerta.Contuveelalientoymepuseacontar,dandoporsupuestoqueteníatiempoantesde…
—¡Nora!—gritóella—.¡Quélehapasadoalabarandilla!Menosmalquetodavíanohabíavistosuhabitación.
Elcieloeradeunazulclaroylimpio.Elsolempezabaaasomarporelhorizonte.Era lunes, un nuevo día; los horrores de las últimas veinticuatro horas habíanquedadoatrás.Habíadormidocincohorasapiernasueltay,apartedelosdoloresquesentíaentodoelcuerpoporhabersidoabsorbidaporlamuerteyluegoescupida,mesentíaincreíblementerenovada.Noqueríaempañarelmomentorecordándomequela
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policíavendríapararecabarmiversióndeloshechosdelanocheanterior.Todavíanohabíadecididoquéibaacontarles.
Fui albañocon sigilo (vestidaconmicamisadedormir, evitandopreguntarmecómomehabíacambiado,yaquesupuestamenteibavestidaconropadecallecuandoPatchme trajoa casa)ycomencécon la rutinade lamañana.Me lavé la caraconaguafría,mecepillélosdientesymevolvíaatarelpeloconunagomita.Yaenmihabitación,mepuseunacamisalimpiayunostejanoslimpios.
LlaméaVee.—¿Cómoestás?—lepregunté.—Bien.¿Ytú?—Bien.Silencio.—Vale—seapresuróadecir—.Todavíaestoyaterrorizada.¿Ytú?—Totalmente.—Patchme llamópor lanoche.Medijoque Jules tehabíadadounapalizade
muerteperoqueestabasbien.—¿Deverdad?¿Patchtellamó?—LlamabadesdeelJeep.Dijoqueestabasdurmiendoenelasientotraseroyque
te llevaba a casa.Explicóquepasabade casualidadpor el instituto cuandooyóungritoy teencontródesmayadaenelgimnasio.Luego levantó lavistayvioa Julessaltardesdeunaviga.CreequeJulessufrióunacrisisnerviosa,unefectosecundariodelpesodelaculpaquesentíaporhaberteaterrorizado.
No me di cuenta de que estaba conteniendo el aliento hasta que lo solté. Alparecer,Patchhabíaarregladoalgunosdetalles.
—Yasabesquenomelo trago—continuóVee—.YasabesquecreoquePatchmatóaJules.
EnellugardeVee,yoprobablementepensaríalomismo.—¿Quépiensalapolicía?—pregunté.—Enciendelatele.EnelCanalCincoloestáncubriendoendirectojustoahora.
DicenqueJulessecolóenelinstitutoysesuicidó.Untrágicosuicidioadolescente.Pidenalagentequetengaalgunainformaciónquellamealteléfonoqueapareceenpantalla.
—¿Quéledijistetúalapolicíacuandollamaste?—Estaba asustada.No quería queme trincaran por allanamiento.Así que hice
unallamadaanónimadesdeunacabina.—Vale, si la versión de la policía es un suicidio, supongo que eso fue lo que
ocurrió.Al fin y al cabo, ésta es laAmérica de hoy en día. Los forenses están denuestraparte.
—Meestásocultandoalgo—dijoVee—.¿Quépasóexactamentedespuésdeque
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mefuera?Ahíesdondeelasuntosecomplicaba.Veeeramimejoramigaynuestrolemaera
«Nadadesecretos».Peroalgunascosassonimposiblesdeexplicar.Laprimera,quePatcheraunángelcaídoreconvertidoenángelcustodio.Ylasegunda,queyohabíasaltadodelavigayhabíamuerto,perotodavíaestabaviva.
—RecuerdoqueJulesmearrinconóenelgimnasio—dije—.Yquemehablabadetodoeldoloryelsufrimientoquepensabainfligirme.Despuésdeesonorecuerdomuybienlosdetalles.
—¿Es demasiado tarde para disculparme?—dijoVee. Sonabamás sincera quenunca—.TeníasrazónconrespectoaJulesyaElliot.
—Disculpasaceptadas.—Deberíamos ir de compras —dijo—. Siento la imperiosa necesidad de
comprarmezapatos.Montonesdepares.Loquenecesitamosesunabuenaterapiadecompradezapatospasadosdemoda.
Sonóeltimbreymiréelreloj.—Tengoquehacerunadeclaraciónalapolicíasobreloshechosdeanoche,pero
tellamaréencuantoacabe.—¿Anoche? —Vee levantó la voz, despavorida—. ¿Cómo es que saben que
estabasenelinstituto?Noleshabrásdadominombre,¿verdad?—Enrealidadocurrióalgoantes.—AlgollamadoDabria—.Yatellamaré—dije,
ycolguéantesdequetuvieraquesalirdelpasoconotraexplicaciónfalaz.Recorrícojeandoelrecibidor,yjustoal llegaraloaltodelaescaleraviquemi
madrehacíapasaradospersonas.LosinspectoresBassoyHolstijic.Los condujo al salón, y si bienHolstijic sedejó caer en el sofá, su compañero
permaneció de pie. Estaba de espaldas a mí, pero mientras yo bajaba un escalóncrujióenmitaddelaescalera,yélsediolavuelta.
—NoraGrey—dijoconsuvozdepoliduro—.Nosvolvemosaver.Mimadrepestañeó.—¿Seconocían?—Suhijatieneunavidaemocionante.Casitenemosquevenircadasemanaasu
casa.Mi madre me dirigió una mirada inquisitiva y yo me encogí de hombros,
haciéndomeladespistada,sugiriendoqueeranbromasdepolicías.—¿Por qué no te sientas,Nora, y nos cuentas qué ocurrió?—dijo el inspector
Holstijic.Mesentéenunodelossillonesdefelpa.—Anoche,justoantesdelasnueve,estabaenlacocinabebiendounvasodeleche
cuandoapareciólaseñoritaGreene,mipsicólogadelinstituto.
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—¿Entróenlacasasinmás?—preguntóBasso.—Me dijo que yo tenía algo suyo. Entonces subí corriendo la escalera y me
encerréenlahabitacióndemimadre.—Retrocede—pidióBasso—.¿Quéeraesoqueellaquería?—No lo especificó. Pero dijo que en realidad ella no era psicóloga. Dijo que
estaba usando su puesto de trabajo para espiar a los alumnos. —Miré a todosalternativamente—.Estáloca,¿no?
Losinspectorescruzaronmiradas.—Buscaré sunombreyveré loqueencuentro—dijoHolstijic,poniéndoseotra
vezdepie.—Déjame aclarar esto—dijo su compañero—. ¿Dices que te acusó de robarle
algoquelepertenecíaaellaperonotedijoquéera?Otrapreguntacomplicada.—Estabahistérica.Sóloentendílamitaddeloquedijo.Corríymeencerréenla
habitaciónprincipal,peroellarompiólapuerta.Yoestabaescondidaenlachimenea,y ella dijo que le iba a prender fuego a la casa, habitación por habitación, hastaencontrarme.Despuésencendióunfuego.Justoenmediodelahabitación.
—¿Cómoloencendió?—preguntómimadre.—Nolosé.Yoestabaescondidaenlachimenea.—Estoesdelocos—dijoelinspectorBasso—.Nuncaheoídonadasimilar.—¿Creen que volverá? —preguntó mi madre, acercándose a mí por detrás y
poniendosusmanosprotectorassobremishombros—.¿Noraestáasalvo?—Puedequeleintereseinstalarunsistemadeseguridad.—Bassoabriósucartera
yleentregóunatarjeta—.Sonbuenosprofesionales.Dígalesquevademiparteyleharánundescuento.
Horas después de que los inspectores se hubieranmarchado, volvió a sonar eltimbre.
—Debendeserlosdelsistemadealarma—dijomimadrealcruzarseconmigoenelpasillo—.Handichoqueenviaríanauntécnicohoymismo.NosoportolaideadedormiraquísinningunaclasedeprotecciónhastaqueencuentrenaesaGreeneylaencierren.¿Esqueenel institutonisiquierase tomanlamolestiadecomprobar lasreferencias? —Abrió la puerta. Era Patch. Llevaba unos tejanos gastados y unacamisetablancaceñida,ytraíaunacajadeherramientasenlamanoizquierda.
—Buenastardes,señoraGrey.—Patch.—Nopodríaprecisareltonodemimadre.Unamezcladesorpresayde
turbación—.¿VienesaveraNora?Élsonrió.—Vengoahaceruninformedesucasaparainstalarelsistemadealarma.
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—Creíaqueteníasotrotrabajo—repusomimadre—.¿NorecogíaslasmesasenelBorderline?
—Estetrabajoesnuevo.—Patchmemiró,yyomeacaloréenmuchaspartesalavez.Dehecho,estabamuycercadetenerfiebre—.¿Vienesunmomento?
Loseguífuerahastadondeestabasumoto.—Todavíatenemosmuchodequehablar—dije.—¿Hablar? —Negó con la cabeza, con expresión de deseo. «Y si te beso»,
susurróenmispensamientos.No fue una pregunta, sinomás bien una advertencia. Sonrió al ver que yo no
protestaba,yacercósubocaalamía.Elprimercontactofuesóloeso,uncontacto.Muysuave.Merelamíysusonrisaseacentuó.
—¿Más?—mepreguntó.Enredélasmanosensupelo,atrayéndolohaciamí.—Más.
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Agradecimientos
Gracias a CalebWarnock y a mis compañeros escritores del cursoWriting inDepth;nopodríahabercontadoconmejorcompañíaalahoraderealizaresteviaje.Mi reconocimiento para Laura Andersen, Ginger Churchill y Patty Esden, que enningúnmomentomepermitieronabandonaryquefueronsinceras(inclusocuandoyonoloquería).YunagradecimientoespecialaEricJamesStoneporayudarmeconelajustedelosúltimosdetalles.
TambiéndebodarlasgraciasaKatieJeppson,AliEisenach,KylieWright,MeganyJoshWalsh,LindseyLeavitt,yRileyyJaceFitzpatrick,tantoporelcuidadodelosniños comopor la información sobreprocedimientosquirúrgicos, las ideasquemeaportaronylainmerecidapacienciaquetuvieronconmigo.
Ha sidounplacer absoluto trabajar conEmilyMeehan,mi sabiaeditora,yconmis numerosos amigos de la editorial Simon andSchusterBFYR, quienesme hananimadoycolaboradoparahacerque todoesto fueraposible: JustinChanda,AnneZafian,CourtneyBongiolatti,DorothyGribbin,ChavaWolin,LucyRuthCummins,LucilleRetino,ElkeVilla,ChrissyNoh,JuliaMaguireyAnnaMcKean.¡Graciasatodosellos!
Me sientomuy agradecida de que Catherine Drayton entrara enmi vida en elmomentooportuno.Graciaspor ayudarmea sacar esto adelante.Nuncaolvidaré lallamadacuandomeenterédequehabíancompradomilibro…
GraciasaJamesPortoporunacubiertaquesuperóconcrecesmisexpectativas.Ymilgraciastambiénamicorrectora,ValerieShea.
Y,sobretodo,graciasamimadre.Portodo.Besosyabrazos.
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BECCAFITZPATRICK(nacidael3defebrerode1979)esunaescritoraestadounidense,conocidaporhaberescritounodelosbestsellersdelNewYorkTimes:Hush,Hush.Criada enCenterville (Utah), se graduó en abril de 2001 enUniversidadBrighamYoung con una licenciatura en Ciencias de la Salud, y se fue a trabajar comosecretaria,maestra, y de contadora en una escuela secundaria alternativa enProvo.Paraluegodedicarseasugranpasión:escribir.
Enfebrerode2003,sumaridoJustin,unnativodeFiladelfia,lainscribióenunaclase de escritura creativa para su vigésimo cuarto cumpleaños. Fitzpatrick hadeclarado: «Ese día me fui de la niña que escribió las historias diarias en laintimidadde su diario, a la niña que escribió las historias y los compartió con lagentefueradelosmundosensucabeza.FuetambiénenesacategoríaqueempecéaescribirHush,Hush».Acerca del regalo de Justin tambiénpodemos encontrar unareferenciaen ladedicatoriadelprimer tomodesusaga.Ladedicatoria reza:«ParaHeather, Christian yMichael. Nuestra infancia no era nada sin imaginación. Y aJustin.Graciaspornoelegirlaclasedecocinajaponesa.Tequiero».Alparecer,sumaridotuvoquedecidirseentreelcursodeescrituracreativayeldecocinajaponesa.
PocodespuésdeterminardeescribirlasagaHush,Hushlaautoraanuncióestarescribiendounanuevahistoria.ÉstatienecomotítuloBlackIce.
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Notas
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[1]Juegodepalabrasintraducibleentrepool,«piscina»,ylamodalidaddebillardelmismonombre.(N.delT.)<<
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