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  • 8/8/2019 PasadoyPresenteLosTrabajadoresunavezms

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    Pasado y presente: Los trabajadores una vez ms.

    Rafael Agacino1

    En memoria de Rodrigo Cisternas Fernndez joven obrero

    forestal, 26 aos, asesinado el 3 de mayo de 2007 por lasfuerzas policiales en Arauco.

    La contrarrevolucin neoliberal chilena cambi radicalmente la estructura de la economa, y

    consecuentemente, casi todo su entramado institucional. Un aspecto central de este cambio fue la

    nueva organizacin industrial, es decir, la nueva forma en que se articul la propiedad, laproduccin y los procesos de trabajo, cuyo fundamento fueron las nuevas relaciones entre capital

    y trabajo, entre capitalitas y entre los propios trabajadores. La tarea poltico-ideolgica de la

    contrarrevolucin neoliberal fue fijar dichas relaciones como normas legales o garantizar, cuando

    se trataba de simples prcticas sociales, su reproduccin espontnea, sin necesidad de ley. Elconjunto de la institucionalidad dejure y de facto, constituy y constituye la arquitectura del

    proyecto neoliberal, extendido incluso a otras dimensiones de la vida. En lo que sigue nos

    ocupamos de sus aspectos principales desde la perspectiva del mundo del trabajo.

    1. La institucionalidad econmica neoliberal y su impacto en el mundo del trabajo.

    La nueva organizacin industrial se concret desde muy temprano a travs de unacentralizacin horizontal del capital y de la fragmentacin productiva. La centralizacin

    horizontal, como forma de control conglomerante de la propiedad, reconfigur al segmentodominante del empresariado dando paso a grupos econmicos con inversiones transversales, es

    decir, interesados cada vez ms en la acumulacin en general y menos en un valor de uso o

    rama especficos. La fragmentacin productiva, por su parte, bajo la forma de externalizacin de

    funciones o subcontratacin, modific la demografa empresarial generando una estructura muyheterognea que vincul orgnicamente a firmas medianas y pequeas -e incluso micro-empresas

    y trabajadores a domicilio- con los grandes conglomerados controladores de los procesos deacumulacin.

    Miradas estas tendencias desde el ngulo de los sujetos colectivos, por simple observacin seconstata que la franja del capital asociada a los conglomerados se fortaleci objetiva y

    1 Profesor Universidad Bolivariana. Comentarios a [email protected].

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    subjetivamente, mientras los trabajadores incluso importantes franjas de capitales pequeos-

    fueron obligados por la dinmica de las transformaciones a involucionar desde sujetos colectivosa simples categoras estadsticas sin significacin social o poltica alguna.

    Para la masa trabajadora este proceso fue acompaado por la precarizacin directa o indirecta de

    sus condiciones laborales por cuanto la institucionalidad laboral, incluso considerando lasreformas realizadas por los tres primeros gobiernos civiles, no se hizo cargo en plenitud del

    principio de desigualdad originaria entre capital y trabajo, idea fundante del derecho laboral.Salvo la estrecha franja de asalariados protegidos pertenecientes al Estado o a grandes

    empresas que mantienen ncleos estratgicos de empleo directo, la precarizacin de las

    condiciones laborales implic la precarizacin de las propias condiciones de vida de la gran

    mayora de los trabajadores. Y no slo por los bajos salarios, malas condiciones de trabajo ocontratos basura, sino tambin por la imposibilidad prctica o legal de ejercer los derechos de

    sindicalizacin y negociacin consignados en la misma ley laboral2.

    En efecto, la legislacin vigente, concebida por la dictadura y reformada por los gobiernos

    civiles, consigna cuatro tipos sindicatos - de empresa, interempresa, de trabajadores transitorios y

    de trabajadores independientes- de los cuales slo el primero est plenamente facultado paranegociar colectivamente. Los sindicatos interempresa, que requieren del acuerdo previo de los

    diferentes empleadores, y los de trabajadores transitorios, dada la naturaleza de la actividad o de

    la relacin, enfrentan serias dificultades para gestar organizaciones y procesos de negociacin

    perdurables. El mismo cuerpo legal autoriza dos modalidades de negociacin colectiva: lareglada y la no reglada. La primera consiste en un procedimiento en que las partes tienen

    obligaciones y derechos definidos y se obligan a culminar con la suscripcin de un contrato

    colectivo, mientras en la no reglada, el timingy su carcter dependen de las partes sin que stasdeban seguir un procedimiento que termine con la suscripcin de un convenio colectivo, ni

    tengan derecho a ejercer, como en el caso anterior, ciertas prerrogativas como la huelga legal. Es

    importante, adems, considerar que la negociacin colectiva, sea o no reglada, puede llevarse acabo tanto por sindicatos -instancias ms permanentes y con personalidad jurdica- como por

    grupos negociadores organizados para ese solo fin y cuya existencia generalmente se limita a la

    duracin del proceso.

    Este entramado institucional de jure es el que explica que en la actualidad no ms del 12% de la

    fuerza de trabajo ocupada est organizada formalmente en sindicatos, y que la cobertura de la

    negociacin colectiva incluyendo sindicatos y grupos negociadores- alcance a poco ms del 7%de los ocupados3.

    Si consideramos, por una parte, que slo el 8% de la fuerza de trabajo est organizada en

    sindicatos de empresa - la opcin ms favorable para la negociacin colectiva- y que el tamaomedio de dichos sindicatos gira en torno a los 35 afiliados, y por otra, que los otros cuatro puntos

    2 Ms detalles sobre los temas tratados en este y el punto siguiente en R. Agacino: Notas sobre el capitalismochileno y antecedentes para una plataforma de lucha por los derechos generales de los trabajadores , revista

    Economa Crtica y Desarrollo, Ao 1, N 2, Semestre II-2002, Santiago. Versin electrnica en

    www.redem.buap.mx.3 Direccin Nacional del Trabajo: Compendio de series estadsticas 1990-2006, Capitulo I: Sindicalismo y Captulo

    II: Negociacin Colectiva, disponibles en http://portal.dt.gob.cl/documentacion. La cobertura del 7% de la

    negociacin colectiva resulta de la suma aproximada, sin decimales- de las tasas de trabajadores involucrados en

    negociaciones respecto del total de fuerza de trabajo ocupada, excluida la administracin pblica, correspondientes a

    los aos 2005 y 2006.

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    porcentuales restantes de sindicalizacin (la tasa total alcanza al 12%) corresponden a sindicatos

    prcticamente imposibilitados de negociar colectivamente de forma eficaz y con efectosperdurables, se comprende la cuasi inutilidad de la legislacin laboral actual 4. As, un 88% de los

    trabajadores sin ningn tipo de organizacin propia y un 12% organizado de manera

    fragmentaria con poder mnimo, explican que un 93% de los ocupados de este pas estn al

    margen de la proteccin laboral que deriva de la negociacin colectiva y carezcan deherramientas legales efectivas para negociar las condiciones de venta y uso de su nico activo: su

    capacidad de trabajo.

    Por otra parte, la institucionalidad de facto se concret en un conjunto de prcticas que

    reforzaron la atomizacin y la involucin de los trabajadores comos sujetos colectivos. Los

    sistemas salariales asociados a la productividad individual, la introduccin de nuevos paradigmasde organizacin del trabajo (polivalencia, rotacin y ampliacin de tareas, etc.), y de la

    produccin (el justo a y tiempo, la maquila y subcontratacin de mano de obra), fueron la base

    estructural extra jurdica sobre la cual el capital logr mantener a raya a los trabajadores eimponer mas fcilmente su racionalidad como sentido comn. Este ltimo proceso se extendi y

    legitim cuando sobrevino la democracia, pues, durante los 17 aos siguientes, aprovechando la

    vulnerabilidad, la obsecuencia o permeabilidad a la corrupcin de las dirigencias, se losinvolucr en acuerdos marcos nacionales, en alianzas estratgicas sectoriales o, simplemente

    inyectndoles la morfina del consumismo, que desplaz al trabajo del centro y proclam al

    empresario y la empresa como causa de la riqueza y el bienestar. El verbo fue emprender, el

    sujeto el emprendedor o el empresario.

    2. Lmites del sindicalismo clsico y respuestas emergentes.

    En la fase post dictatorial de la contra revolucin neoliberal, el efecto de las transformaciones

    anteriores redujo la organizacin y lucha de los trabajadores a su mnima expresin. Laconcepcin dominante, que podramos denominar sindicalismo clsico5, retuvo ms por

    tradicin que por accin, cierta presencia en los segmentos ms protegidos de los trabajadores:

    los ocupados en el sector pblico, municipal y en grandes empresas estatales o privadas conempleo directo y estable. A pesar de las diversas fracturas que ha sufrido el sindicalismo clsico,

    en su interior conviven dos corrientes que se manifiestan en casi todas las organizaciones y

    4 Las cifras son tomadas directamente de la fuente indicada en nota anterior.5

    Denominamos as al movimiento sindical caracterstico del patrn de acumulacin desarrollista que, en lo central,

    represent a la franja de trabajadores estatales y de las grandes empresas de la minera, industria, el comercio y los

    servicios. No obstante las diferencias ideolgicas que coexistieron y coexisten en su interior, este sindicalismo es

    tributario de concepciones organizativas y prcticas de representacin burocrticas as como proclive a una relacinde dependencia respecto de los partidos polticos y el Estado, tendencias muy propias del ideario keynesiano o

    estatalista. Sus formas clsicas de organizacin han sido los sindicatos de empresa y las asociaciones gremiales. La

    distincin entre sindicalismo clsico y movimiento de trabajadores permite mostrar que ste ltimo no se agota ni

    se reduce a sola una de sus formas histricas: el sindicalismo. La historia oficial ortodoxa tiende a presentar las

    experiencias previas aquellas acaecidas entre fines del siglo XIX y las primeras dcadas del siglo XX- comoproto sindicalismo, mostrndolas como inmaduras y puramente espontneas. Nada ms falso. Se trat de procesos

    de constitucin y lucha cuyas concepciones organizativas y prcticas no slo fueron adecuadas a las condiciones

    impuestas por el patrn de acumulacin capitalista vigente en ese entonces, sino tambin, promotoras de la

    independencia y autonoma que pretendan convertir a la clase obrera en un autntico sujeto social y poltico.

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    centrales de las que hoy se compone6. La corriente social-concertacionista, incluidos en ella

    sectores claramente colaboracionistas y digitados por la patronal, prcticamente renunci a lamovilizacin, mostrndose desde el principio obsecuente con las administraciones civiles post

    dictadura. La otra, igualmente tradicional pero con una orientacin mas clasista, ha vivido

    atrapada en una mezquindad corporativa, bloqueada por un dogmatismo que le ha impedido

    comprender profundamente la nueva realidad del trabajo, y por ello, impotente para levantar una poltica hacia los trabajadores flexibilizados y precarizados cuyas concepciones, formas de

    organizacin y lucha tradicionales, simplemente no le acomodan ni objetiva ni culturalmente.

    Al lado del sindicalismo clsico, muchas veces en soledad, trastabillando, y sobre todo

    rompiendo con el chantaje que impuso la estrategia de los consensos de la Transicin chilena,

    varias franjas de trabajadores en el ocaso de los ochenta y durante el boom de inversiones de laprimera mitad de los noventa, comenzaron a reaccionar y ensayaron formas de convivencia,

    organizacin y luchas adaptadas a estas nuevas condiciones de precariedad y flexibilidad. Se

    trataba de experiencias que, a diferencia de aquellas vinculadas al sindicalismo clsico,construyeron formas propias de convivencia y apoyo mutuo, desarrollaron una militancia social

    amplia, enfrentaron negociaciones de facto al amparo o no de organizaciones legales, y

    ensayaron mtodos de participacin colectiva y accin directa. Entre estas experiencias, las msconocidas fueron las de los trabajadores del montaje industrial agrupados en el SINAMI, los

    contratistas del cobre vinculados a la divisin El Teniente de CODELCO 7, y los grupos de

    mujeres de la agroindustria (temporeras) que aprendieron de sbito a pelear por mejoras en sus

    salarios y pauprrimas condiciones de trabajo. En lo que va corrido de la presente dcada, laexperiencia ms emblemtica y aleccionadora, previa a las movilizaciones de trabajadores

    subcontratistas este ao 2007, es la de los estibadores subcontratistas de los puertos de Coronel,

    Lirquen, Talcahuano y San Vicente el ao 20038.

    Naturalmente las movilizaciones recientes de los trabajadores subcontratistas de las forestales y

    el cobre, as como las anteriormente citadas, tienen singularidades que explican sus xitos yfracasos, incluidos los tremendos costos humanos como fue el cuasi fusilamiento del joven

    obrero Rodrigo Cisternas por parte de Carabineros9. El tipo de empresa (holding pblico o

    privado, exportadora, etc.), el momento econmico y poltico en que se lanza el conflicto, laexperiencia y composicin del activo de trabajadores que se moviliza en cada caso, etc., son

    todos factores clave a la hora de su desenlace. Pero las diferencias fundamentales que interesa

    resaltar se refieren a las concepciones y prcticas respecto del sindicalismo clsico. Estas

    diferencias pueden ser relevadas desde varios ngulos; veamos algunos.

    En el caso de un tpico sindicato de empresa, su derecho a negociacin colectiva se concreta

    inicialmente presentando a su patrn directo un proyecto de contrato o de convenio segn se tratede un proceso reglado o no. Luego, si se trata de un contrato colectivo, la negociacin se cie a

    un conjunto de etapas con procedimientos y tiempos predefinidos, incluida la votacin y/o

    6 En la actualidad existen como centrales legalmente constituidas y/o reconocidas por la OIT, la CUT, la CAT y la

    UNT.7 Para un anlisis ms detallado de las estrategias sindicales en la minera ver Agacino, Rojas y Gonzlez: Capital

    transnacional y Trabajo. El desarrollo Minero en Chile, LOM, Santiago, 1998.8 Ver artculo de Luis Candia: Toma de puertos, victoria de los trabajadores , revista Pastoral Popular, N 285,

    agosto 2003.9 Hay registros grficos residentes en diferentes pginas web. Por ejemplo, http://www.youtube.com.

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    realizacin de la huelga legal, o bien, en el caso de convenio, desarrollando un proceso de

    negociacin sin pauta ni duracin definidas y sin derecho a huelga. As, si los sindicatos o gruposnegociadores logran resistir las prcticas antisindicales y aunar la voluntad de sus asociados para

    iniciar la negociacin, deben enfrentar luego problemas de orden tctico como: conformacin de

    equipos de negociacin efectivos, incluyendo asesora legal y econmica, reunin de

    informacin clave respecto de la economa, sector y la empresa, y sobre todo el problema demantener a su dirigencia unida e impermeable al soborno, as como a sus asociados involucrados

    y dispuestos a aplicar dosis crecientes de presin hasta llegar, si disponen de este recurso, a lahuelga legal.

    El ciclo de negociacin, repetido cada dos, tres o cuatro aos, es la prctica habitual de

    negociacin de los sindicatos de trabajadores de planta de grandes empresas tales comoMADECO, BANCO CHILE, AFP PROVIDA, ENAP, ESCONDIDA, BATA, CCU,

    TELEFONICA y otras similares. En todos ellas, debe destacarse, existe al menos unsindicato deempresa que presenta un pliego formalde peticiones a su empleador directo y conocido, y quecon la debida asesora y definiciones de negociacin, se dedica, en un espacio y tiempos

    formalmente reconocidos, a consensuar con su empleador las magnitudes de reajustes y mejoras

    en las condiciones laborales para sus asociados, y que a veces, ms por defecto que por efecto, sehacen extensibles a trabajadores no organizados u organizados en otros sindicatos o grupos

    negociadores de la misma empresa.

    Se comprender que si este ciclo entraa dificultades para los grandes sindicatos de empresas,stas se multiplican para los sindicatos pequeos, con escasos recursos econmicos, baja

    calificacin y experiencia de sus asociados y acceso limitado a medios de informacin. Peor en

    el caso de los grupos negociadores poco numerosos, y en los sindicatos inter empresas que debenconseguir la anuencia de los empleadores involucrados. Y as, en general, para todos los

    ocupados en los eslabones dbiles de las cadenas de subcontratacin y/o externalizacin cuya

    relacin laboral legal es tan precaria an cuando produzcan bienes o servicios para las grandesempresa mandantes10.

    Por ello, la negociacin tecnificada, es un modelo practicado por un segmento muy reducidode trabajadores organizados que, como ya hemos visto, fluctan en torno al 7% de la fuerza de

    trabajo ocupada.

    3.Ruptura y continuidad. Las nuevas prcticas y nuevos sujetos.

    La originalidad de las experiencias desarrolladas por los trabajadores para los cuales todo esteentramado institucional resulta cuasi intil, estriba en los sntomas de ruptura con las prcticas y

    concepciones del viejo sindicalismo constituido al amparo del patrn de acumulacin

    desarrollista. Lo que se observa es una recuperacin de prcticas histricas de organizacin ylucha, digamos pre-clsicas, ensayadas por el movimiento de trabajadores de fines del siglo XIX

    y principios del XX que, como se sabe, fue muy influenciado por concepciones libertarias y

    autonomistas.

    10 Empresas mandantes son aquellas que subcontratan a otras firmas a fin de que realicen actividades productivas o

    de servicios, o bien, en un sentido ms amplio, a objeto de que les suministran servicios de fuerza de trabajo para

    realizar tales actividades.

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    Estos sntomas de ruptura con el sindicalismo clsico, se manifiestan en un intento decomprender y actuar frente a la actual realidad del trabajo y la produccin con otros conceptos y

    medios organizativos. Lo anterior es muy evidente cuando se analizan las prcticas de las nuevas

    cohortes de trabajadores que conforman la fuerza de trabajo actual; stas son ya directamente

    hijas del modelo, han crecido y sobrevivido en las nuevas condiciones laborales y de laproduccin, por lo cual sus formas de entender su vida como trabajadores y sus luchas ya no se

    estructuran subjetivamente con los cdigos lingsticos y conceptuales propios del sindicalismoclsico, menos con sus formas organizativas y de convivencia11.

    Estas franjas han comprendido, en primer lugar, que la organizacin de los trabajadores consiste

    ante todo en la articulacin de voluntades sobre la base de una identidad general de clase quesupera la especfica identidad fundada en el oficio o la empresa. Tambin, una franca disposicin

    a actuar colectivamente en torno a intereses comunes. Y aunque en muchos casos la organizacin

    adopte la figura legal de sindicato o arranque de ella, lo importante es que la prctica de lasorganizaciones supera las restricciones impuestas por esa forma legal y cultural que se ha

    impuesto en las ltimas dcadas. Una manifestacin concreta de esta concepcin es que muchas

    de stas organizaciones de nuevo tipo mantienen la afiliacin con independencia de si eltrabajador est o no empleado, o si est o no trabajando en la misma empresa, faena o proyecto.

    El camino lo abri el antiguo SINAMI que utiliz la figura de sindicato nacional para

    mantener la afiliacin de masas de trabajadores que se desplazan de obra en obra con tiempos

    ms o menos prolongados de desempleo; y en nuestros das el paradigma, sin duda lo constituyeel Sindicato de Trabajadores del Puerto de San Vicente que cuenta con socios que rotandiariamente entre el empleo y el desempleo por cuanto los contratos con las empresas de estiba

    tienen una duracin mxima de 8 horas12.

    En segundo lugar, entienden que en las nuevas condiciones de produccin la relacin laboral-legalno se corresponde necesariamente con la relacin laboral-econmica. En efecto, como yahemos dicho, la fragmentacin productiva separa la relacin legal de la relacin econmica, pues

    la entidad que aparece como contratante no necesariamente es la entidad que se sirve directa o

    indirectamente de la fuerza de trabajo. La existencia de circuitos productivos, o cadenas desubcontratacin que vinculan desde talleres productivos, incluso en ocasiones trabajadores a

    domicilio, con pequeas y medianas empresas que suministran partes o piezas o simplemente

    fuerza de trabajo a una empresa mandante, hace intil la ley laboral. En efecto tiene algn

    sentido que se autorice la organizacin y negociacin a sindicatos de empresa o gruposnegociadores, si stos deben remitirse a un empleador que, como ocurre en miles de casos, no

    11 Un buen ejemplo es la reciente experiencia de un grupo de trabajadores de Supermercados Lder. Una

    organizacin formada bajo la cubierta de un club deportivo e integrada casi nicamente por jvenes logr, pormedio de una heterodoxa movilizacin, resultados favorables, y sobre todo, sobrevivir a los embates del

    empresariado. Una ventaja notable de este grupo jvenes, en contraste con las viejas generaciones de trabajadores

    formadas en el sindicalismo tradicional, es su mayor resistencia subjetiva a la amenaza del despido. Y no porque se

    trate de chicos indolentes o sin responsabilidades familiares, sino simplemente porque toda su vida laboral la han

    desarrollado en condiciones de flexibilidad precaria, y por tanto, digmoslo as, estn ya aclimatados a transitar entreel empleo y el desempleo, a cambiar de oficio, empresa e incluso de barrio cada dos o tres aos. Son carne para la

    picadora como dira laPolla Record, grupo musical muy escuchado por las nuevas generaciones de trabajadores.12 Ver reportaje de Manuel Ossa: Estibadores de San Vicente una organizacin comunitaria y sindical, revista

    Pastoral Popular, N 279, mayo 2002.

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    tiene ni la capacidad ni la independencia econmicas para negociar seriamente con sus

    trabajadores directos?

    As, en las condiciones de fragmentacin productiva y flexibilidad del mercado de trabajo, el

    sindicato formal no slo es inservible como instrumento organizativo para los trabajadores que

    rotan entre el empleo y el desempleo, sino tambin como medio para mejorar las condicionessalariales y de trabajo, si su mbito de negociacin se limita a al empleador directo.

    En tercer lugar, las franjas de trabajadores de las que hablamos han ido desarrollando la

    conciencia de que la organizacin y sus acciones deben adecuarse a exigencias mayores a la

    pura capacidad negociadora en mesa o de lucha en condiciones tradicionales de conflicto. Por el

    contrario, stas asumen desde la partida exigencias de carcter ms poltico, por cuanto serefieren a la constitucin de sujetos colectivos capaces de resolver al menos tres problemas

    tcticos que para el sindicato de empresa de las grandes firmas se suponen resueltos, a saber:

    (a) Construir una fuerza colectiva capaz de superar el efecto atomizador de la

    institucionalidad vigente. Dado que en la mayora de los casos la relacin laboral directa

    encubre al patrn o empleador real por medio de una infinidad de empleadores formales, lostrabajadores deben convencerse y convencer que hay que desplazar el espacio de

    organizacin y lucha de la relacin laboral-legal a la relacin laboral-econmica. Vale la

    pena indicar que este tipo de organizacin y negociacin solo en apariencia recuerda la

    negociacin por rama pues el referente aqu no es la rama sino el holding o el grupoeconmico y/o la empresa principal mandante.

    (b) Forzar a que la contraparte patronal real se constituya. Por la misma razn anterior, lostrabajadores, para siquiera aspirar a negociar con efectividad, deben preocuparse de hacer

    que el empleador real aparezca, d la cara y acepte negociar. Como se ha visto, debe ser

    forzado pues rehsa apelando al simple expediente de una relacin laboral de la cual l noforma parte.

    (c) Resistir la persecucin post negociacin. Si se logra forzar a los empleadores reales aconstituirse en contrapartes negociadoras, y sobretodo si la negociacin resulta favorable a

    los trabajadores, sabido es que hay que prepararse para la reaccin. En muchos casos, sta se

    asemeja a una suerte de terror empresarial que incluye despidos, listas negras y soborno.

    La patronal aprende rpidamente y no admite ser gratuitamente sorprendida dos veces.

    Tanto en las movilizaciones ilegales de los estibadores de la VIII regin el 2003, como en las detrabajadores forestales y del cobre de este ao, luego de lograr constituir una organizacin

    trasversal y desencadenar el proceso, el punto crtico ha sidoforzar la constitucin de una mesanegociadora con las empresas mandantes, e incluso, concitando la atencin de las autoridadespolticas (Intendente, ministros del trabajo e interior) y de los grandes propietarios como ocurri

    con Ricardo Claro en los puertos y Eliodoro Matte en Mininco. Se trata, como decan los

    trabajadores del puerto de San Vicente, de negociar con Tarzn, no con los monos13.

    13 A este respecto resulta interesante conocer el nmero de personas empleadas directa e indirectamente por cada

    conglomerado o holding. No contamos con cifras precisas pero recientemente se public una referencia sobre los

    trabajadores empleados por las principales empresas segn ventas anuales consolidadas en el ao 2006. Entre otras,

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    Por otra parte, las experiencias del SINAMI14, SINTRAC y ms recientemente de lostrabajadores subcontratados de CODELCO, muestran la necesidad de protegerse frente al

    soborno a dirigentes, despidos y listas negras. Este ltimo mecanismo, muy usado en los sectores

    de trabajo temporal y transitorio, ha implicado que muchos de sus militantes ms activos que

    usualmente cumplen el rol de delegados - sean forzados a cambiar de oficio e incluso a migrar, por cuanto las firmas subcontratistas se niegan a emplearlos. As, se ha vuelto necesario

    implementar fondos de huelga, fondos rotatorios o simplemente colectas solidarias, iniciativascolectivas que han recuperado las prcticas de apoyo mutuo y solidaridad autnomas tpicas del

    movimiento de trabajadores de inicios del siglo pasado.

    Como se observa, las concepciones organizativas y de convivencia, as como las definicionestcticas a utilizar en las luchas reivindicativas, deben considerar desde la partida un conjunto de

    dimensiones y tareas mucho ms amplias y complejas que aquellas propias de los sindicatos de

    trabajadores estables. La organizacin tiene poco de clientelismo entre dirigentes que ofrecenmejoras y socios que las demandan pasivamente; aqu se trata de organizaciones cuya nica

    posibilidad de mejorar las condiciones de sus asociados y sobrevivir es ampliar la mirada y

    mbito de accin, condicin muy favorable a la constitucin de sujetos sociales activos.

    4. Un paso adelante: los trabajadores una vez ms un sujeto poltico-social.

    En esta perspectiva y en cuarto lugar, lentamente comienza a plantearse la problemtica de losderechos generales cuya posibilidad de ser resuelta a partir de las negociaciones restringidas a

    los lugares de trabajo o con los empleadores directos, es prcticamente nula. Se trata dederechos sociales como la educacin, salud, vivienda, etc., que en el contexto del patrn de

    acumulacin desarrollista, segmentos de trabajadores lograron satisfacer negociando en sus

    espacios laborales en la medida que la institucionalidad vigente inclua mecanismos tripartitos(Estado, empresarios y sindicatos) que lo hacan posible. Tales mecanismos dieron origen, por

    ejemplo, a una serie de establecimientos educacionales, complejos habitacionales recurdese

    por ejemplo, la Escuela Matte en Puente Alto, las poblaciones Yarur y Copec en Santiago- yotras instalaciones destinadas a cubrir parte de estas demandas sociales.

    Es obvio que hoy esos logros son inimaginables negociando con los empleadores directos,

    incluso en caso de los sindicatos de empresa clsicos.Esas demandas requieren de una fuerza tal que, primero, sea capaz de reponer el rol central del

    trabajo y los trabajadores en la produccin de la riqueza social y en la sociedad, sobre todo

    reponerlo en la propia cabeza de los trabajadores cuya identidad est hoy trizada, y en segundolugar, forzar a que los sectores dominantes y el Estado se constituyan como contraparte de la

    cuestin social. La clave del presente es la constitucin de los trabajadores como sujeto

    es notable saber que CENCOSUD del grupo (Horst) Paulman, emple un total de 70.869 trabajadores en sus

    diferentes empresas durante el 2006; Falabella del grupo (Reinaldo) Solari ocup 49.507 trabajadores; D&S del

    grupo (Felipe) Ibez ocup 33.724 trabjadores y CELCO del grupo (Anacleto) Angelini emple 34.000

    trabajadores. Est claro entonces a quin dirigirse. Vase revista Capital N202, Santiago, 20/04/2006.14 Luego de una larga crisis generada por acusaciones cruzadas de corrupcin algunos dirigentes se habran

    transformado en contratistas suministradores de mano de obra para las empresas contraparte sin renunciar a su

    calidad de tales - sta organizacin se escindi y un grupo de trabajadores dio origen, a fines del ao 2003, al

    Sindicato Interempresa nacional de trabajadores de contratistas y subcontratistas, SINTRAC.

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    poltico-social; logrado esto se ver cunto se gana y cmo se sobrevive a los embates de un

    sistema neoliberal ya maduro que parece contar cada vez con menos artilugios para eludir lossntomas de su agotamiento.

    En noviembre de este ao se conmemorarn los 100 aos de la masacre de la Escuela Santa

    Mara de Iquique; a pesar de que ha pasado un siglo, la memoria est viva. Este simple hechoseala que la matrix neoliberal adolece defallas, de fisuras; por ellas sus anomalas estructurales

    afloran y golpetean la conciencia de quien se detenga un minuto a reflexionar con mnimaprofundidad sobre su miseria global. La primera anomala es su incompletitud histrica por

    cuanto no logra anular el pasado, el sedimento de la memoria; la segunda es su incompletitud

    actual, por cuanto ya no es posible mantener a bajo costo la brecha entre lo que promete y lo que

    satisface. Por el contrario sus costos son crecientes y hay menos humanidad dispuesta asoportarlos.

    Los obreros salitreros dejaron las oficinas y bajaron a Iquique para exigir al conjunto de lapatronal y al Estado se constituyeran en la contraparte de sus demandas. Hoy, casi como ley de la

    historia, las condiciones parecen obligar a los trabajadores a elevar su mirada y generalizar sus

    luchas para forzar la constitucin contraparte de la cuestin social. Respondern nuevamenteel capital y el Estado con plomo, crcel y torturas como lo hicieron en 1907?

    Santiago, memorable 15 de agosto de 2007.

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