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Poesía serrana Artículo publicado en http://www.purasierra.com/2014/11/poesia-serrana.html Nuestras Sierras nunca han estado demasiado presentes, ni en prosa ni en verso, en las grandes obras de la literatura española. Como es lógico, su aislamiento es la razón más importante de que así sea. Sin embargo existen excepciones y entre los más grandes autores, algunos de los que han tenido ocasión de disfrutar de estas tierras han acabado glosándolas. En esta ocasión nos hemos centrado en la poesía y hemos seleccionado tres composiciones de tres autores más que conocidos, nacidos lejos de los Montes Universales, todas referidas a lugares de la Zona PuraSierra. Poca presentación precisan Gerardo Diego, Federico García Lorca y José Antonio Labordeta, a los que nos vamos a referir. Cántabro, andaluz y aragonés de Zaragoza respectivamente, todos visitaron en alguna ocasión, más o menos documentada según el caso, este rincón de España. A todos, además, hubo algo que les inspiró la composición de algún poema. Gerardo Diego visitó Cuenca en bastantes ocasiones. Tenía amigos conquenses, interés en la ciudad y su entorno e incluso parientes en algún pueblo serrano (al menos en una ocasión estuvo en Cañete y existe algún poema suyo que lo recuerda). Entre las obras que escribió relacionadas son estos viajes, el poema Romance del Júcar es seguramente el más conocido junto con otro, paralelo, relativo al río Huécar.

Poesía serrana

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Tres grandes poetas españoles (Gerardo Diego, Federico García Lorca y José Antonio Labordeta), tres estilos muy diferentes y tres poemas relacionados con nuestras Sierras.

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Page 1: Poesía serrana

Poesía serrana Artículo publicado en http://www.purasierra.com/2014/11/poesia-serrana.html

Nuestras Sierras nunca han estado demasiado presentes, ni en prosa ni en verso, en las grandes obras de la literatura española. Como es lógico, su aislamiento es la razón más importante de que así sea. Sin embargo existen excepciones y entre los más grandes autores, algunos de los que han tenido ocasión de disfrutar de estas tierras han acabado glosándolas. En esta ocasión nos hemos centrado en la poesía y hemos seleccionado tres composiciones de tres autores más que conocidos, nacidos lejos de los Montes Universales, todas referidas a lugares de la Zona PuraSierra. Poca presentación precisan Gerardo Diego, Federico García Lorca y José Antonio Labordeta, a los que nos vamos a referir. Cántabro, andaluz y aragonés de Zaragoza respectivamente, todos visitaron en alguna ocasión, más o menos documentada según el caso, este rincón de España. A todos, además, hubo algo que les inspiró la composición de algún poema. Gerardo Diego visitó Cuenca en bastantes ocasiones. Tenía amigos conquenses, interés en la ciudad y su entorno e incluso parientes en algún pueblo serrano (al menos en una ocasión estuvo en Cañete y existe algún poema suyo que lo recuerda). Entre las obras que escribió relacionadas son estos viajes, el poema Romance del Júcar es seguramente el más conocido junto con otro, paralelo, relativo al río Huécar.

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Federico García Lorca visitó Cuenca al menos en una ocasión (en 1932). Es posible que lo hiciera en otras pero los expertos no acaban de tenerlo claro. Tampoco lo es el hecho de que en ese viaje acudiera a la Ciudad Encantada. Lo que es cierto es que muchos años más tarde, en 1984, el diario ABC publicó los que han venido a ser conocidos como Sonetos del amor oscuro. Entre esos once sonetos existe uno titulado El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca que refleja perfectamente la esencia serrana. José Antonio Labordeta, el más cercano en el tiempo de los tres autores, es más conocido como cantautor y político que como vate. Sin embargo tiene una importante obra poética, anterior a cualquier otra suya de las más conocidas. El siempre sostuvo que sus canciones eran poemas musicalizados. Muy viajado, conoció perfectamente nuestras Sierras, en particular la parte aragonesa, de la cual se ocupó como político. El poema Todos los Santos en Albarracín fue inspirado por ese maravilloso pueblo. Tres grandes poetas españoles de la edad contemporánea, tres estilos muy diferentes y tres poemas que reproducimos a continuación:

Romance del Júcar

Gerardo Diego (1926)

A mi primo Rosendo

Agua verde, verde, verde, agua encantada del Júcar,

verde del pinar serrano que casi te vio en la cuna

-bosques de san sebastianes

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en la serranía oscura, que por el costado herido resinas de oro rezuman-;

verde de corpiños verdes, ojos verdes, verdes lunas, de las colmenas, palacios

menores de la dulzura,

y verde -rubor temprano que te asoma a las espumas-

de soñar, soñar -tan niña- con mediterráneas nupcias.

Álamos, y cuántos álamos se suicidan por tu culpa,

rompiendo cristales verdes de tu verde, verde urna.

Cuenca, toda de plata,

quiere en ti verse desnuda, y se estira, de puntillas,

sobre sus treinta columnas.

No pienses tanto en tus bodas, no pienses, agua del Júcar, que de tan verde te añilas,

te amoratas y te azulas.

No te pintes ya tan pronto colores que no son tuyas. Tus labios sabrán a sal,

tus pechos sabrán a azúcar

cuando de tan verde, verde, ¿dónde corpiños y lunas,

pinos, álamos y torres y sueños del alto Júcar?

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Cuatro vistas del Río Júcar

El poeta pregunta a su amor por la Ciudad Encantada de Cuenca

Federico García Lorca (1936)

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¿Te gustó la ciudad que gota a gota labró el agua en el centro de los pinos?

¿Viste sueños y rostros y caminos y muros de dolor que el aire azota?

¿Viste la grieta azul de luna rota

que el Júcar moja de cristal y trinos? ¿Han besado tus dedos los espinos

que coronan de amor piedra remota?

¿Te acordaste de mí cuando subías al silencio que sufre la serpiente,

prisionera de grillos y de umbrías?

¿No viste por el aire transparente una dalia de penas y alegrías

que te mandó mi corazón caliente?

Cuatro vistas de la Ciudad Encantada de Cuenca

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Todos los Santos en Albarracín José Antonio Labordeta (1965)

Silenciosa la anciana reza en tu cementerio. Corre la niña.

El cielo está pendiente de la roca. Aire sobre la muralla,

detenido, como un lamento,

como una larga frase derrumbada.

Guadalaviar torcido, ausente, lames, ceremonioso, la roca

que desciende.

Albarracín, quilla de piedra,

rojo penacho de cuestas y de arcadas, sobre ti duerme el tiempo,

sólo pervive el agua.

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Vista de Albarracín

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