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Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. C RENÉ RAMOS PAZOS © EDITORIAL JURÍDICA DE CHILE Carmen 8, 4º piso, Santiago Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 150.535, año 2005 Santiago - Chile Se terminó de imprimir esta quinta edición de 800 ejemplares en el mes de octubre de 2005 IMPRESORES: imprenta Salesianos S. A. IMPRESO EN CHILE PRINTED IN CHILE ISBN de este tomo: 956-10-1650-8 ISBN obra completa: 956-10-1649-4

Ramos Pazos, Rene - Derecho de Familia Tomo I 01

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Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

C RENÉ RAMOS PAZOS

© EDITORIAL JURÍDICA DE CHILE Carmen 8, 4º piso, Santiago

Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 150.535, año 2005

Santiago - Chile

Se terminó de imprimir esta quinta edición de 800 ejemplares en el mes de octubre de 2005

IMPRESORES: imprenta Salesianos S. A.

IMPRESO EN CHILE PRINTED IN CHILE

ISBN de este tomo: 956-10-1650-8

ISBN obra completa: 956-10-1649-4

Carolina
Resaltado
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RENÉ RAMOS PAZOS

DERECHO DE FAMILIA T O M O I

Quinta edición actualizada

E D I T OR I AL JURIDICA D E C HI L E

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A MODO DE PRESENTACIÓN DE ESTA QUINTA EDICIÓN

Cuando el año 1990 apareció la primera edición de esta obra, no estaba en mis cálculos que quince años después estaría haciendo la presentación de una quinta edición. Me gustaría pensar que ello ha ocurrido por sus méritos, pero debo reconocer que en buena medida es el resultado de las profundas modificaciones legislativas que durante estos quince años ha venido experimentando nuestro Derecho de Familia, lo que me ha obligado a incorporarlas, para que la obra mantenga su vigencia.

Primero fue la Ley N° 18.802, que eliminó la incapacidad jurídica de la mujer casada y mejoró sustancialmente sus derechos; después la Ley N° 19.335, que incorporó dos instituciones nuevas: los bienes familiares y el régimen de participación en los gananciales. Vino, en seguida, la Ley N° 19.585 que innovó profundamente en materia de filiación, igualando los derechos de todos los hijos e introduciendo importantes modificaciones en materia sucesoria, mejorando notablemente los derechos hereditarios del cónyuge sobreviviente. Finalmente, se dictó la Ley Nº 19.947, que reemplazó la Ley de Matrimonio Civil vigente por más de ciento veinte años, que trae a nuestro derecho positivo instituciones nuevas, como la separación judicial y el divorcio vincular, satisfaciendo con ello una aspiración largamente sentida por un sector importante de la sociedad chilena.

No se nos escapan las críticas y temores que la incorporación del divorcio ha generado, pero el cambio nos parece positivo porque reconoce una realidad que era absurdo seguir ignorando, desde que la indisolubilidad matrimonial desde hace mucho rato sólo existía en teoría pues en la realidad y

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D ER EC H O DE FAMILIA

desde hace más de ochenta años, los matrimonios se disolvían recurriendo al expediente de las nulidades matrimoniales fraudulentas, que un jurista alemán ha llamado "divorcio a la chilena".

En esta mirada panorámica no debemos omitir la Ley N° 19.968 –publicada en el Diario Oficial de 30 de agosto de 2004 y que debe entrar en vigencia el 1 de octubre de 2005–que creó los Tribunales de Familia. Esta norma regla el procedimiento por el que han de regirse las controversias que surgen de las relaciones de familia: acciones de filiación, derechos y deberes entre padres e hijos, relaciones entre cónyuges, alimentos, adopción, violencia intrafamiliar, separación judicial, divorcio, nulidad matrimonial, etc. En este libro no se examinan los Tribunales de Familia, materia que por su importancia debe ser abordada con la profundidad necesaria por los procesalistas, teniendo en cuenta que se está frente a una reforma sólo comparable a las introducidas al Proceso Penal.

Si bien las principales innovaciones que trae esta nueva edición dicen relación con las modificaciones de la nueva Ley de Matrimonio Civil, he aprovechado de revisar el libro en su totalidad, corrigiendo algunos aspectos, desarrollando otros (como lo referente al concubinato, por ejemplo), e incorporando opiniones y fallos nuevos. Estimamos que servirá a los estudiantes de Derecho por cuanto se ajusta a los programas de estudios vigentes, y será útil para los abogados, que podrán encontrar en ella una visión global y actualizada de nuestro Derecho de Familia.

Encontrándose en prensa esta obra se dictó la Ley Nº 20.030, publicada en el Diario Oficial del 5 de julio de 2005, que introdujo importantes cambios en materia de filiación. Me pareció oportuno comunicar esta situación a la Editorial jurídica de Chile, la que, con muy buena voluntad, me autorizó para hacer los cambios necesarios con el objeto de que el libro salga totalmente al día. Ello me significó un trabajo extraordinario, que asumí con especial dedicación y que tuve que realizar en pocos días. Es posible por ello que pueda haber incurrido en alguna omisión que trataré de salvar en una próxima edición.

Una última reflexión. Muchas de las materias tratadas admiten interpretaciones diversas. En la medida que me ha sido po-

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A MODO DE PRESENTACIÓN DE ESTA QUINTA EDICIÓN

sible, he tratado de explicarlas todas, aunque, seguramente, por las limitaciones de la humana condición, puedo haberlo hecho con más énfasis en aquellas que comparto.

Sólo me resta esperar que esta edición tenga la misma re-cepción que las anteriores. Si así ocurre, doy por bien empleado el esfuerzo desplegado.

RENÉ RAMOS PAZOS Ciudad Universitaria de Concepción, septiembre de 2005

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INTRODUCCIÓN

G E N E R A L I D A D E S 1. CONCEP TO DE FAMILIA. Etimológicamente familia procede de la voz famulia, por derivación de famulus , que a su vez deriva del osco f amel , que significa siervo, y más remotamente del sánscrito v ama, hogar o habitación, significando por consiguiente el conjunto de personas y esclavos que moraban con el señor de la casa. Por eso es que en sentido vulgar todavía se habla de familia para referirse a las personas que moran bajo un mismo techo, sometidos a la dirección y recursos del jefe de la casa. Sin embargo, esa acepción, que recogían las antiguas leyes de Las Partidas, no tiene hoy día ninguna trascendencia jurídica. No obstante, y casi como una curiosidad, podemos señalar que en el art. 815 del Código Civil, al tratar del uso y la habitación, se da una definición de familia que se acerca a ese concepto vulgar.

En un sentido ya jurídico, ha sido definida la familia como un conjunto de personas entre las que median relaciones de matrimonio o de parentesco (consanguinidad, afinidad o adopción) a las que la ley atribuye algún efecto jurídico; por ejemplo, impedimento matrimonial relativo al parentesco, llamamiento a la sucesión abintestato, designación para la tutela, etc. ( José Castán Tobeñas, Derecho Civil Español Común y Foral, t. V, vol. 1°, p. 28). En términos parecidos, la define Somarriva: "Conjunto de personas unidas por el vínculo de matrimonio, del parentesco o de la adopción” (Derecho de Familia. Edit. Nascimento, ed. 1963, N° 3, p. 10).

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DERECHO DE FAMILIA

2. FALTA DE UNA DEFINICIÓN LEGAL. No existe en nuestra legislación una definición de familia, salvo el referido art. 815 del Código Civil, para fines muy limitados. Después de la Ley Nº 19.335, que introdujo en nuestro país la institución de los "bienes familiares", en cuya virtud puede pasar a tener ese carácter "el inmueble de propiedad de ambos cónyuges o de alguno de ellos, que sirva de residencia principal de la familia y los muebles que guarnecen el hogar", se echa de menos una definición legal . 3. CONCEPTO CONSTITUCIONAL DE FAMILIA. La Constitución Política de la República expresa en su art. 1º, inc. 2º, que "La familia es el núcleo fundamental de la sociedad". Y más adelante agrega que "es deber del Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia, propender al fortalecimiento de ésta...".

De inmediato surge la duda sobre cuál es el alcance de esta declaración del constituyente. Cuando establece que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, ¿se está refiriendo únicamente a la familia matrimonial o cubre también a la no matrimonial? ¿Cuál es la familia que el Estado debe proteger? Para Gonzalo Figueroa Yáñez, la Constitución comprende a ambas, siendo "deber del Estado dar protección y propender al fortalecimiento de una y otra" ( P e r s o n a , P a r e j a y F ami l i a, Editorial Jurídica de Chile, 1995, pp. 70-72). En el mismo sentido, Jorge Ovalle, "Pareja y Familia", artículo publicado en El Mercurio, el 22 de noviembre de 1995. Con sólidos argumentos defiende esta misma posición el profesor Carlos Peña González, quien explica que el inc. 2º del art. 1º del texto constitucional, fue tomado de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como aparece consignado en la sesión 1.91 de la Comisión de Estudio para una nueva Constitución, y tal declaración en su art. 16, N° 3 dispone que "La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado". Y esa disposición debe ser entendida en relación con los arts. 2º y 7" de esa misma declaración, que proscriben toda forma de discriminación, incluida aquella que se efectúa en razón del nacimiento. Argumenta también con el Pacto de San José de Costa Rica –ratificado por Chile–, sosteniendo que ese pacto en el mismo precepto en que establece la igualdad de todos los hijos, prevé

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INTRODUCCIÓN

la protección de la familia, siendo por ello obvio "que la familia en cuestión no es la legítima, puesto que el pacto ordena no discriminar entre los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio". Concluye Peña afirmando que "aun cuando aceptáramos que, en efecto, el precepto constitucional alude a la familia legítima, ello habría sido objeto de una reforma constitucional secundaria provista por la reforma al inc. 20 del artículo quinto de la Constitución y la posterior incorporación del Pacto de San José..." (Carlos Peña González, "¿Hay razones constitucionales fuertes en favor de un estatuto igualitario?", artículo que forma parte del Libro Homenaje al Profesor Fernando Fueyo, Instituciones Modernas de Derecho Civil, Edit. ConoSur, 1996, pp. 140-150).

Opinión contraria sustenta Hernán Corral Talciani, para quien "si el concepto constitucional de familia debe tener un contenido determinado, éste no puede ser otro –a falta de declaración expresa en el texto o en las actas– que la familia fundada en el matrimonio. Otras formas de convivencia podrán ser más o menos admisibles jurídicamente, pero lo que la Constitución declara como núcleo fundamental de la sociedad es la familia edificada sobre la base de la unión personal de los cónyuges" (Familia y Derecho, Universidad de los Andes, Colección Jurídica, Santiago, 1994, p. 30). Da varias razones: a) la Constitución no precisó que se refería a la familia legítima, porque le pareció algo obvio que no requería explicitación, El constituyente se "quiso referir al modelo paradigmático, tradicional y clásico de familia, que no es otro que el de la familia legítima o matrimonial" (ob. cit., p. 29); b) la conciencia de que se trataba de una realidad obvia y que se daba por supuesta, explica el silencio que sobre el punto tuvo en la Comisión Constituyente; e) "los textos internacionales en ningún caso hablan de familia como una realidad abierta y de carácter descriptivo. Más bien, coinciden con el texto constitucional en que la familia es una institución fundamental y fundada en la misma naturaleza humana e íntimamente relacionada con el derecho a contraer matrimonio"; d) es absurdo pensar que constituya deber del Estado no sólo "proteger", sino "propender" al fortalecimiento de las uniones de hecho o de las parejas homosexuales" (ob. cit., pp. 29 y 30).

En el mismo sentido, Hugo Rosende Alvarez ("Algunas consideraciones acerca de los efectos unitarios de la filiación matri-

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D ERECH O DE FAM ILIA

monial y extramatrimonial", Revista de Derecho y, Jurisprudencia, (RDJ} t. XCII, la parte, p. 1), quien afirma que "la Constitución Política de la. República atiende a la familia basada en el matrimonio, según aparece por vía ejemplar en la Sesión N° 191 de la Comisión de Estudio de la Nueva Constitución, efectuada el 19 de marzo de 1976...".

De lo dicho puede concluirse que el punto no es claro. Y el tema no era menor, pues sirvió de argumento a los que estimaban que atendido que "la familia es el núcleo fundamental de la sociedad"", no era posible el establecimiento de una ley de divorcio –como alguna vez lo explicamos, ello no era así, como lo demostraba la historia fidedigna del establecimiento de la nor- ma constitucional–. En efecto, al discutirse el art. 1° de la Cons-titución, el Presidente de la Comisión Constituyente consultó "si habría inconveniente para aprobar esta disposición, dejando constancia de que la Comisión no ha querido en forma alguna. inmiscuirse en cl problema de la indisolubilidad del matrimonio o intentar resolverlo", y los comisionados Diez y Guzmán –que eran los que en algún momento del debate estuvieron en una posición diferente– manifestaron concordar con esa proposición (Sesión 191, Boletín Oficial, p. 30). Luego quedó claro que la norma constitucional no era obstáculo para el establecimiento de una ley de divorcio.

Cabe agregar que cualquier duda que pudiera haber existido sobre el tema ha quedado definitivamente disipada con la dictación de la Ley N° 19.947, que estableció el divorcio vincular en Chile. El art. 1° de esta ley expresa que "La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. El matrimonio es la base principal de la familia". El hecho de que la disposición diga que "el matrimonio es la base principal de la familia" demuestra que puede existir una familia que no se funda en el matrimonio, la que también debe gozar de la protección constitucional. Como curiosidad se puede agregar que cuando se discutió la ley de di-vorcio hubo una moción que no prosperó, según la cual "el matrimonio era la base de la familia legalmente constituida". 4 . LA FAMILIA NO CONSTITUYE UNA PERSONA JURÍDICA. En doc- trina hay opiniones divergentes respecto a si la familia constituye o no una persona jurídica. Hay prestigiosos civilistas, como

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INTRODUCCIÓN

Savatier, que partiendo de la base de que la noción de persona moral se confunde con la de sujeto de derecho, sostiene que la familia es una persona moral desconocida. Funda su afirmación en que hay muchas categorías de derechos subjetivos que no pertenecen, propiamente hablando, a ninguna de las personas físicas que componen una familia, sino a la familia considerada como un cuerpo. Cita, entre otros derechos, el nombre patronímico, con sus accesorios, el título nobiliario y el escudo de armas; los bienes constitutivos de los recuerdos de familia; la sepultura familiar; el bien de familia establecido en la ley francesa de 12 de julio de 1909; las legítimas o reservas hereditarias; los subsidios familiares, etc. En Francia a partir de 1942 ha habido a lo menos dos proyectos legislativos destinados a reconocer a la familia como persona moral.

Para Dabin, en cambio, sólo hay una institución familiar, es decir, derechos y deberes familiares; no hay persona familiar de que los miembros serían órganos. En la misma línea Planiol y sus seguidores, para quienes "la familia no es un grupo constituido según una norma jurídica precisa. Está compuesta por un número variable de personas unidas entre sí por determinadas relaciones jurídicas. No existe patrimonio familiar ni representación jurídica de la agrupación” (Castán, ob. cit., p. 30).

A modo de conclusión habría que decir que el Derecho Civil Moderno se estructura sobre la base de la persona individual y no de la familia. No se le atribuyen a ella derechos y obligaciones, sino a sus miembros y particularmente al jefe de familia. No obstante, no se puede desconocer que la idea es interesante para explicar algunas instituciones. Estamos de acuerdo con Castán cuando afirma que "el reconocimiento de esa personalidad por el Derecho positivo daría solidez a la institución familiar, frente al individuo y frente al Estado, y prestaría a las normas del Derecho Familiar una estructura orgánica y una técnica más clara y precisa que las que hoy tiene. Las teorías de los regímenes patrimoniales, la de la explotación familiar y del patrimonio familiar, podrían desenvolverse muy bien por el cauce que les ofrecería la existencia jurídica autónoma de la familia" (Castán, ob. cit., p. 31).

No obstante lo que se acaba de señalar, no puede desconocerse que la familia es algo más que un conjunto de relaciones

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individuales entre los miembros que la constituyen, y por ello no puede ser regida por criterios de interés individual ni de autonomía de la voluntad. Lo que se viene diciendo es importante, porque de ello derivan una serie de características propias del Derecho de Familia a que luego nos referiremos. 5.- DERECHO DE FAMILIA. Como toda rama del Derecho, puede ser definido en sentido subjetivo u objetivo. En sentido subjetivo, se habla de los "derechos de familia" para referirse a las facultades o poderes que nacen de aquellas relaciones que dentro del grupo familiar mantiene cada uno de los miembros con los demás para eh cumplimiento de los fines superiores de la entidad familiar. Y en sentido objetivo es "el conjunto de normas y preceptos que regulan esas mismas relaciones que mantienen entre sí los miembros de la familia" (Castán, ob. cit., p. 44). Más completa. porque extiende su ámbito a las relaciones con terceros, nos parece la definición de Ferrara, para quien sería "el complejo de las normas jurídicas que regulan las relaciones personales y patrimoniales de los pertenecientes a la familla entre sí y respecto de terceros". 6.- CARACTERÍSTICAS DEL DERECHO DE FAMILIA. Tiene el Derecho de Familia algunas características que lo diferencian claramente del Derecho Patrimonial:

1) El Derecho de Familia es de contenido eminentemente ético. Ello explica que en él se pueden encontrar preceptos sin sanción o con sanción atenuada, obligaciones incoercibles, porque el Derecho o es por sí mismo incapaz de provocar mediante la coerción la observancia de dichos preceptos, o cree más conveniente confiar su observancia al sentimiento ético, a la cos-tumbre, a otras fuerzas que actúan en el ambiente social. Así ocu-rre, por ejemplo, con aquella norma de nuestro Código Civil que establece que el hijo debe respeto y obediencia a sus padres (art. 222); con aquella otra que establece el derecho y el deber de cada cónyuge de vivir en el hogar común (art. 133), etc. Fácil es entender que si una mujer casada, por ejemplo, quiere dejar e] hogar común, no se le va a poder obligar a que permanezca en él. Por su naturaleza no es posible obtener un cumplimien-

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INTRODUCCIÓN

to forzado de esa obligación, quedando su cumplimiento entregado al sentido ético del cónyuge.

2) Todo el Derecho de Familia es disciplina de condiciones personales o estados (estado de cónyuge, de padre, de hijo, de pariente, etc.), que son inherentes a la persona y se imponen, como derechos absolutos, respecto de todos. De estos estados o posiciones personales surgen o pueden surgir relaciones econó-micas patrimoniales (derechos familiares patrimoniales, les llama la doctrina). Pero estos derechos económicos patrimoniales son consecuencia de dichos estados y por lo mismo inseparables de ellos. Ello hace que la relación económica cuando se produce en el seno de la familia adopte modalidades especiales. Así, por ejemplo, el padre de familia tiene un usufructo legal sobre los bienes de su hijo, que presenta diferencias esenciales con el derecho real de usufructo. El alimentario tiene un derecho personal o crédito para poder exigir que el alimentante le pague la pensión, que tiene formas especiales de ser cumplido, que lo diferencian de un crédito corriente (v. gr., arrestos). La obligación del tutor o curador de rendir cuenta de su administración está sometida a reglas especiales que lo diferencian del mandatario, etc.

3) En el Derecho de Familia hay un claro predominio del interés social sobre el individual. El interés individual es susti-tuido por un interés superior, que es el de la familia. Ese es el que se aspira a tutelar.

De las características recién señaladas derivan importantes consecuencias:

a) Las normas reguladoras del Derecho de Familia son de orden público, y como tales imperativas, inderogables. Es la ley únicamente, y no la voluntad de las partes, la que regula el contenido, extensión y eficacia de las relaciones familiares. Cierto es que la voluntad de los individuos juega, pero sólo en el inicio, pues posteriormente es la ley la que regula íntegramente esos actos. El mejor ejemplo es el matrimonio. Si las partes no consienten, no hay matrimonio. Pero lo que de allí se deriva lo establece la ley, no las partes. Y en cualquier otro acto de familia ocurre lo mismo. Piénsese en el reconocimiento de un hijo, en la adopción, etc.

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DERECHO DE FAMILIA

b) El principio de la autonomía de la voluntad –piedra angular del Derecho Patrimonial– no juega en el Derecho de Familia. Buen ejemplo de lo que decimos lo constituye el art. 149 del Código Civil, que sanciona con nulidad cualquiera estipulación que contravenga las disposiciones del párrafo sobre los bienes familiares.

c) En los derechos patrimoniales se parte del principio de la igualdad de las partes. En cambio en Derecho de Familia hay casos en que no es así. Existen relaciones de superioridad y re-cíprocamente de dependencia, llamados derechos de potestad. Y ello explica institutos tan importantes como el de la autoridad paterna o de la patria potestad. Y explica también que en el régimen de sociedad conyugal sea el marido el que administre no sólo los bienes sociales, sino también los propios de su mujer, no obstante que desde la entrada en vigencia de la Ley Nº 18.802, ella es plenamente capaz.

d) Exceptuados los derechos de potestad a que nos referíamos recién, los demás derechos familiares son recíprocos, v. gr., la obligación de los cónyuges de guardarse fe, de socorrerse y de ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida, de respetarse y protegerse (art. 131). Así también en los derechos de alimento y sucesorios.

e) Las relaciones de estado familiar son, en buena medida, derechos y deberes, p. ej., la patria potestad confiere al padre o madre una serie de derechos que también son deberes (admi-nistrar los bienes del hijo, representarlo, etc.); en el régimen de sociedad conyugal, la administración de los bienes sociales y de los de la mujer es un derecho y un deber del marido.

f) Los derechos de familia son en sí y por regla general, in-alienables, intrasmisibles, irrenunciables e imprescriptibles, ej. el derecho de alimentos (art. 334) (RDJ, t. 80, sec. la, p. 31).

g) Los actos de Derecho de Familia no están sujetos a modalidades. En algunos casos lo dice claramente la ley, como ocurre en el art. 102 al definir el matrimonio; en el art. 189 al tratar del reconocimiento de un hijo, o en el pacto del art. 1723.

h) Otra característica típica del Derecho de Familia es que la mayor parte de sus actos son solemnes, al revés de lo que ocurre en derecho patrimonial, en que la tendencia es al con sensualismo. Ejemplos de lo que decimos los encontramos en el

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INTRODUCCIÓN

matrimonio (art. 102); en el reconocimiento de un hijo (art. 187); en el pacto del art. 1723; en las capitulaciones matrimoniales (art. 1716), etc.

4) Principios que informan el Derecho de Familia en el Código Civil chileno. Evolución. Podemos afirmar que las bases fun-damentales del Derecho de Familia a la fecha de la dictación del Código Civil chileno eran las siguientes:

a) Matrimonio religioso e indisoluble; b) Incapacidad relativa de la mujer casada; c) Administración unitaria y concentrada en el marido de la

sociedad conyugal; d) Patria potestad exclusiva y con poderes absolutos, y e) Filiación matrimonial fuertemente favorecida. Eran, por lo demás, las ideas dominantes a la época de la

dictación del Código y todas miraban al fortalecimiento del vínculo familiar (Emilio Rioseco Enríquez: "El Código Civil y la evolución del Derecho de Familia", Revista de Derecho Universidad de Concepción, N° 98, pp. 541 al 560).

a) Matrimonio religioso e indisoluble. El Código Civil original mantuvo, en materia de matrimonio, lo que existía vigente a esa época, es decir reconoció como único matrimonio válido el religioso, entregando a la Iglesia Católica todo lo relacionado con su celebración, solemnidades, impedimentos y jurisdicción para conocer de su nulidad. Así quedó consagrado en los arts. 117 y 103. El primero decía: "El matrimonio entre personas católicas se celebrará con las solemnidades prevenidas por la Iglesia, y compete a la autoridad eclesiástica velar sobre el cumplimiento de ellas". Y el 103 agregaba: "Toca a la autoridad eclesiástica de-cidir sobre la validez del matrimonio que se trata de contraer o se ha contraído (...) La ley Civil reconoce como impedimentos para el matrimonio los que han sido declarados tales por la Iglesia Católica; y toca a la autoridad eclesiástica decidir sobre su existencia y conceder dispensas de ellos".

No olvidó Bello el matrimonio de los no católicos. En el art. 118 lo trató especialmente. También debía celebrarse ante un sacerdote católico que actuaba, en este caso, como ministro de fe, y ante dos testigos. En estos matrimonios no se cumplía ninguno de los ritos o solemnidades del matrimonio católico.

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DERECHO DE FAM ILIA

En esta materia, como en tantas otras, Bello demostró su sen-tido práctico. No siguió a su modelo francés, que había secula-rizado el matrimonio medio siglo antes, sino que respetó la situación existente en un país eminentemente católico.

Varios años después, con la diCtación de la Ley de Matrimonio Civil de 10 de enero de 1884, se produce la secularización del matrimonio. Pero en los años transcurridos se habían dictado diversas leyes que habían abierto el camino a la transformación. Es así como el 27 de julio de 1865 se promulgó una ley que interpretando el art. 5° de la Constitución de 1833 -que establecía la religión católica como religión oficial- declaró que dicha disposición permitía a los que no profesaban esa religión, practicar sus propios cultos dentro de edificios de propiedad particular, y además autorizó a los disidentes para fundar y sos-tener escuelas privadas para la instrucción de sus hijos en la doctrina de sus religiones. Más adelante, el 13 de octubre de 1875 se dictó la Ley Orgánica de Tribunales, que suprimió el fuero eclesiástico. Así, entonces, a la fecha de dictación de la Ley de Matrimonio Civil, la situación era distinta a la del año 1855.

El último hito en esta materia lo encontramos en la nueva Ley de Matrimonio Civil -Ley N° 19.947, del 17 de mayo de 2004-, que en su art. 20 establece que "los matrimonios celebrados ante entidades religiosas que gocen de personalidad jurídica de derecho público producirán los mismos efectos que el matrimonio civil, siempre que cumplan con los requisitos contemplados en la ley...". Volveremos sobre este punto cuando tratemos del matrimonio.

En cuanto al principio de la indisolubilidad matrimonial, se mantuvo hasta la entrada en vigencia de la nueva Ley de Matrimonio Civil, esto es, hasta el 18 de noviembre de 2004.

b) Incapacidad relativa de la mujer casada. En el Código Civil de Bello, la mujer casada era relativamente incapaz. Siempre se dio como razón que era necesaria esta incapacidad para mantener la unidad del régimen matrimonial chileno. La mujer era incapaz no por ser mujer ni por ser casada, sino por encontrarse casada en un régimen de sociedad conyugal. El art. 1447 del Código Civil la consideraba relativamente incapaz, al lado de los menores adultos y de los disipadores en interdicción de administrar lo suyo.

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INTRODUCCIÓN

La situación anterior se mantuvo hasta que entró en vigencia la Ley N° 18.802, el 8 de septiembre de 1989. Hay que agregar, sin embargo, que la condición de la mujer había ido mejorando paulatinamente en virtud de una serie de leyes modificatorias del Código Civil. Así, por ejemplo, con el Decreto Ley N° 328, del año 1925, posteriormente modificado por la Ley Nº 5.521, de 19 de diciembre de 1934, se estableció en Chile la institución de los Bienes Reservados de la Mujer Casada, que le dio plena capacidad para administrar lo que adquiriere con su trabajo separado del de su marido. Esa misma ley le permite ser tutora y curadora en las mismas condiciones que el hombre, si bien le exige autorización marital si no está divorciada perpetuamente.

c) Administración unitaria y concentrada en el marido de la sociedad conyugal. En la actualidad se mantiene este principio, pero atenuado por varias leyes. Desde luego, el Decreto Ley N° 328 y la Ley N° 5.521, recién mencionados, al establecer el patrimonio reservado de la mujer casada, excluyeron de la administración del marido todos aquellos bienes que la mujer adquiere con su trabajo. En seguida, la Ley Nº 10.271, de 2 de abril de 1952, introdujo importantes limitaciones a las facultades con que el marido administraba los bienes sociales, obligándolo a obtener autorización de la mujer para enajenar y gravar los bienes raíces sociales o arrendarlos por más de 5 u 8 años, según se trate de bienes urbanos o rústicos, respectivamente. Y la Ley N° 18.802, del 9 de junio de 1989, amplió estas limitaciones en forma importante.

d) Patria potestad exclusiva y con poderes absolutos del padre de familia. Bello, en materia de patria potestad, se separó de lo que era la tendencia universal –incluir en ella tanto lo relativo a las persona como a los bienes del hijo– y la limita únicamente a los bienes. En seguida, quita a la mujer toda injerencia en esta materia. Sigue la tendencia romanista y del derecho español antiguo, que consideraban la patria potestad como una prerrogativa exclusiva del padre.

Varios años después con el D.L. N° 328 de 1925 y con la Ley N° 5.521, de 1934, se vino a reparar esta situación, admitiendo la patria potestad de la madre a falta del padre legítimo. La Ley N° 10.271 amplió las facultades de la madre, al hacer extensiva la patria potestad a los derechos eventuales del hijo que está en

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DERECHO DE F A M IL IA

cl vientre materno y que de nacer vivo sería legítimo. Con poste-rioridad la Ley N° 18.802 otorga a la mujer a quien judicialmente se le confiera el cuidado de un hijo legítimo, el derecho a pedir su patria potestad (art. 240, inc. 6°, anterior a la reforma de la Ley Nº 19.585). Termina esta evolución con la Ley N° 19.585, que da al art. 244 del Código Civil el siguiente texto: "La patria potestad será ejercida por el padre o la madre o ambos conjuntamente, según convengan en acuerdo suscrito por escritura pública o acta extendida ante cualquier oficial del Registro Civil...".

e) Filiación matrimonial fuertemente favorecida. El Código Civil privilegió la filiación matrimonial. Así lo demuestra el hecho de que no se permitía la investigación de la filiación no matrimonial, no obstante que a la fecha en que se dictó el Código Civil varios códigos que le sirvieron de inspiración ya la admitían (Código de la Luisiana, art. 226; Código de Cerdeña, art. 185; Código de Vaud, art. 182; Código de Austria, art. 163, y Código de Prusia, art. 185) (Somarriva, Evolución del Código Civil Chileno, 2a edición, 1983, N° 76, p. 89). Así lo demuestra también el hecho de que los hijos legítimos excluían a los naturales en el primer orden de sucesión abintestato. Es decir, habiendo hijos legítimos, sólo ellos heredaban, a menos que el padre hiciere testamento y dispusiera en su favor.

Varias leyes fueron atenuando este principio. En primer lugar debe ser mencionada la Ley Nº 5.750, de 2 de diciembre de 1935, que, por primera vez, consagró la investigación de paternidad y de la maternidad ilegítimas, para fines alimentarios. En seguida, la Ley Nº 10.271, de 2 de abril de 1952, mejoró notablemente la condición del hijo natural. Así a partir de su entrada en vigencia, se admitió el reconocimiento forzado (art. 271 N°S 2, 3 y 4); en seguida, introdujo profundas modificaciones en materia sucesoria, v. gr., el hijo natural pasó a concurrir conjuntamente con los legítimos en el primer orden de sucesión intestada, si bien no en la misma proporción (art. 988 anterior a la reforma de la Ley N° 19.585); pasó ser asignatario de cuarta de mejoras (art. 1167, N° 4, hoy Nº 3), etc. Finalmente la Ley N° 19.585 termina definitivamente con toda discriminación entre los hijos. Todos ellos, provengan de filiación matrimonial o no matrimonial, gozan de los mismos derechos.

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INTRODUCCIÓN

7. PRINCIPALES LEYES COMPLEMENTARIAS Y MODIFICATORIAS DEL CÓDIGO CIVIL, EN MATERIA DE FAMILIA. Al tocar el punto anterior ya las hemos mencionado. Entre las leyes complementarias deben señalarse: la Ley de Matrimonio Civil de 10 de enero de 1884 y la de Registro Civil de 17 de julio de 1884, que secularizaron el matrimonio y que entraron a regir el 1° de enero de 1885 (la primera de éstas ha sido reemplazada por la Ley N° 19.947, del 17 de mayo de 2004); la Ley N° 5.343, de 6 de enero de 1934, sustituida por la Ley N° 7.613, de 21 de octubre de 1943, que incorporó en Chile la institución de la adopción y, sobre esta misma materia, la Ley N° 18.703, de 10 de mayo de 1988, que reguló la adopción de menores, y la Ley N° 19.620, que entró en vigencia el 27 de octubre de 1999, que establece el nuevo estatuto en materia de adopción, derogando a partir de esa fecha las Leyes N°s 7.613 y 18.703.

Entre las leyes modificatorias, hay varias importantes, que hemos ido señalando: el Decreto Ley N° 328, de 29 de abril de 1925, reemplazado por la Ley N° 5.521, de 19 de diciembre de 1934, que mejoró la situación jurídica de la mujer, incorporando la institución de los bienes reservados de la mujer casada y permitiendo, por primera vez, pactar el régimen de separación de bienes en las capitulaciones matrimoniales celebradas con anterioridad al matrimonio; la Ley Nº 5.750, de 2 de diciembre de 1935, que suprimió los hijos de dañado ayuntamiento y admitió, por primera vez en Chile, la investigación de la paternidad y maternidad ilegítimos; la Ley N° 7.612, de 21 de octubre de 1943, que modificó diversos preceptos del Código Civil, entre otros el art. 1723, que autorizó a los cónyuges para sustituir el régimen de sociedad conyugal por el de separación total de bienes; la Ley N° 10.271, de 2 de abril de 1952, que introdujo relevantes innovaciones en Derecho de Familia, especialmente en lo relativo a régimen matrimonial y filiación natural. Se debe también mencionar las Leyes Nºs 18.802, 19.335 y 19.585. La primera, de 9 de junio de 1989, dio plena capacidad jurídica a la mujer casada e introdujo otras modificaciones destinadas a mejorar su situación jurídica; la segunda, publicada el 23 de septiembre de 1994, incorporó el Régimen de "Participación en los Gananciales" y la institución de "los Bienes Familiares"; y la tercera, publicada en el Diario Oficial del 26 de octubre de 1998, que eliminó la distinción entre hijos legítimos, naturales e ilegíti-

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DERECHO DE FAMULIA

mos y, como consecuencia de ello, modificó sustancialmente lo relativo a patria potestad y derechos hereditarios.

Finalmente debemos señalar la Ley N° 19.947, de 17 de mayo de 2004 –que entró en vigencia 6 meses después–, que junto con establecer una nueva Ley de Matrimonio Civil –que incorporó la institución del divorcio vincular y de la separación judicial–modificó además, entre otras, la Ley N° 4.808 sobre Registro Civil, y la Ley N° 16.618, sobre menores. Todavía podemos agregar la Ley N° 19.968, que creó los Tribunales de Familia, que debe entrar a regir el 1° de octubre del año 2005, que contiene disposiciones que en cierto modo pueden significar modificaciones o complementaciones importantes a la legislación vigente (v. gr., ponderación de la prueba en los juicios de familia); y la Ley N° 20.030 (Diario Oficial de 5 de julio de 2005), que de-rogó el art. 196 y modifica el art. 199 del Código Civil. 8. PARENTESCO. El parentesco se define como la relación de familia que existe entre dos personas y puede ser de dos clases: a) parentesco por consanguinidad, y b) parentesco por afinidad.

El primero, llamado también natural, se funda en la relación de sangre que existe entre dos personas, cuando una desciende de la otra o ambas de un tronco o antepasado común. En esos términos está definido en el art. 28: "Es aquel que existe entre dos personas que descienden una de la otra o de un mismo pro-genitor, en cualquiera de sus grados".

El parentesco por afinidad, o parentesco legal, es el que existe entre una persona que está o ha estado casada y los consan-guíneos de su marido o mujer (art. 31, inc. 1°).

Somarriva desprende de esta disposición dos reglas impor-tantes:

1) Que los cónyuges no son parientes entre sí, lo que se ve confirmado por varias disposiciones del Código (arts. 15 y 353) en que se habla "del cónyuge o parientes", demostrándose de esa manera que aquél no está incluido en éstos, y

2) Que el parentesco por afinidad subsiste aun después de fa muerte de uno de los cónyuges, pues el art. 31 al referirse a este parentesco habla de una persona que "está o ha estado ca-sada" (Derecho de Familia, N° 4, pp. 11-12).

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INTRODUCCIÓN

No hay duda que el parentesco más importante es el por consanguinidad. El parentesco por afinidad no confiere derechos y la ley lo considera para establecer un impedimento para con-traer matrimonio (art. 6° de la Ley de Matrimonio Civil) y como inhabilidad en ciertos casos, como ocurre con los arts. 412 y 1061 del Código Civil.

Línea y grado de parentesco. Se entiende por línea de parentesco la serie de parientes que descienden unos de otros (línea recta) o de un tronco común (línea colateral, transversal u oblicua). Así, por ejemplo, el abuelo, padre e hijo están en la línea recta, porque el padre desciende del abuelo y el hijo del padre y del abuelo. En cambio, los hermanos están en la línea colateral, oblicua o transversal, porque ambos descienden de un tronco común: el padre. Lo mismo ocurre con los primos o con el tío y sobrino.

Grado es la distancia que existe entre dos parientes. Es importante, porque mientras más cercano confiere mayores derechos.

El parentesco en la línea recta se cuenta por el número de ge-neraciones: padre e hijo, primer grado; nieto y abuelo, segundo grado. En el parentesco colateral, para determinar el grado se sube hasta el tronco común y después se baja al pariente cuyo grado se desea conocer. Así, por ejemplo, los hermanos se encuentran en segundo grado en la línea colateral, porque en el primer grado se sube de uno de los hijos al padre y después se baja del padre al otro hijo. Por lo que se viene explicando, el grado más cercano de parentesco entre dos colaterales es el segundo grado (hermanos), no hay parientes colaterales en primer grado. Por eso se criticaba el art. 5° de la anterior Ley de Matrimonio Civil, que establecía que no podían contraer matrimonio entre sí: 2° Los colaterales por consanguinidad hasta el segundo grado inclusive, lo que importa una incorrección pues daba a entender que había parentesco colateral en primer grado. Este error ha sido corregido por la actual Ley de Matrimonio Civil (art. 6').

Respecto del parentesco por afinidad, se aplican las mismas reglas. Así lo dispone el art. 31, inc. 2°: "La línea y el grado de afinidad de una persona con un consanguíneo de su marido o mujer, se califican por la línea y grado de consanguinidad de dicho marido o mujer con el dicho consanguíneo. Así un varón está en primer grado de afinidad, en la línea recta, con los hijos habidos por su mujer en anterior matrimonio; y en segundo grado de afinidad, en la línea transversal, con los hermanos de su mujer".

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PRIMERA PARTE

DERECHO DE FAMILIA

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C A P Í T U L O I D E L M A T R I M O N I O

9. ETIMOLOGÍA DE LA VOZ MATRIMONIO. El origen de la palabra matrimonio no es claro. Corrientemente se hace derivar de la voz latina matrimonium, que provendría de las voces matris munium, gravamen o cuidado de la madre. Comentando esta derivación, las Decretales de Gregorio IX decían que "para la madre, el niño es, antes del parto, oneroso; doloroso en el parto y, después del parto, gravoso, por cuya razón el legítimo enlace del hombre y de la mujer se ha denominado matrimonio, más bien que patrimonio" (citado por Castán, ob. cit., p. 1001). Agrega Castán que este origen es poco seguro y le parece más aceptable hacerla derivar de matreum muniens, que significa la idea de defensa y protección de la madre, desde que, en efecto, el matrimonio tiene por función garantizar el cumplimiento de los deberes del hombre hacia la madre de sus hijos (ob. cit., p. 101).

10. DEFINICIÓN. El art. 102 del Código Civil lo define como "un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente".

Un análisis de la definición nos indica sus elementos: 1) Es un contrato; 2) Es un contrato solemne; 3) Que celebran un hombre y una mujer; 4) Por el cual se unen actual e indisolublemente y por toda

la vida; 5) Con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse

mutuamente.

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D ER ECHO DF: FA MILIA

1) El matrimonio es un contrato. Este es un punto muy discutido en doctrina, lo que nos lleva a estudiar, aunque sea en forma somera, las principales teorías para explicar la naturaleza jurídica del matrimonio.

Hay varias, que podríamos resumir del modo siguiente: a) el matrimonio es un contrato; b) el matrimonio es un acto del Estado, y c) el matrimonio es una institución.

a) La tesis de que el matrimonio es un contrato fue la dominante desde el siglo XVII al XIX. Los canonistas ya lo habían sostenido aduciendo que el vínculo matrimonial derivaba del acuerdo de las voluntades de los esposos. Es la que ha prevalecido entre los juristas franceses e italianos. Quienes la sustentan se apresuran a expresar que es un contrato con características peculiares, contrato sui géneris, pero contrato al fin de cuentas, desde que es el acuerdo de voluntades el creador de la relación jurídica.

Hay serias críticas a esta tesis. Así Roberto de Ruggiero (Ins-tituciones de Derecho Civil, t. 2°, vol. 2°, Edit. Reus), afirma que "no basta que se dé en aquél un acuerdo de voluntades para afirmar sin más que sea un contrato; ni es cierto tampoco que todo negocio bilateral sea contrato, aunque los contratos constituyen la categoría más amplia de tales negocios". Y agrega que "nada se gana con añadir que la materia especial de este contrato implica derogaciones más o menos profundas a las normas que regulan la materia contractual (...) Precisamente las normas que no sólo limitan, sino que aniquilan toda autonomía de la voluntad, de-muestran la radical diferencia que media entre el contrato y el matrimonio" (ob. cit., p. 68). "No es contrato porque las partes no pueden disciplinar la relación conyugal de modo contrario al que la ley establece; no lo es porque la materia sobre la que recae el acuerdo matrimonial es ajena al contrato, porque no pueden ser objeto de convención contractual las relaciones personales y familiares. Finalmente no lo es porque todas las normas de los contratos, especialmente el principio del mutuo disenso (resciliación) son inaplicables al matrimonio" (Ruggiero, ob. cit., pp. 68 y ss.). Además, como afirma Antonio Cicu, esta tesis no puede explicar algunas características propias del matrimonio, como su perpetuidad e indisolubilidad. "No se advierte --agrega–que mientras el contrato limita la libertad de un contratante fren-

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te al otro, el matrimonio no limita, sino que excluye la libertad, y pone por eso necesariamente a los esposos frente a un poder superior (Divinidad, Estado). Por eso el Estado no interviene como extraño" (El Derecho de Familia, traducción de Santiago Sentís Melendo, Edit. Ediar S.A., Buenos Aires, 1947).

b) El matrimonio es un acto del Estado. El italiano Cicu defiende esta concepción. "Es el Estado quien, a través del oficial civil, une a las partes en matrimonio. La voluntad de las partes sólo representa un presupuesto indispensable para que el Estado pueda unir a los contrayentes en matrimonio. Se podrá decir –agrega Cicu– que además del interés del Estado existe el interés bien distinto de los esposos, el cual incluso debe considerar-se como preponderante, tanto que el Estado está obligado, en defecto de impedimentos, a la celebración. Pero el interés de los esposos no puede ser considerado como un interés individual privado de los mismos; por consiguiente, también bajo este aspecto la concepción privadística carece de base" (ob. cit., pp. 308 y ss.).

Si nos damos el cuidado de analizar nuestra legislación positiva, tendremos que convenir que esta tesis resulta muy atractiva. En efecto, habrá de tenerse presente que la función del oficial del Registro Civil va más allá de la de actuar como simple ministro de fe. Es él quien tiene la responsabilidad de verificar, por los medios que la ley señala (manifestación e información) que las partes cumplan los requisitos legales; incluso si no es cuidadoso incurre en sanciones penales. Pero en seguida, y esto es lo fundamental, es él, el oficial del Registro Civil (o si se quiere el Estado, a través de él) quien los une. El inc. 2°, parte final del art. 18 de la Ley de Matrimonio Civil es categórico: "Preguntará a los contrayentes si consienten en recibirse el uno al otro como marido y mujer, y con la respuesta afirmativa, los declarará casa-dos en nombre de la ley"

c) El matrimonio es una institución. Según Jean Carbonnier (Derecho Civil, t. 1, vol. II, Edit. Bosch, 1960, p. 20), parece ser que la tesis del "matrimonio-institución” es original de Carlos Lefevre (Le mariage civil n'est-il q'un contrat?) y desarrollada después por autores tan eminentes como Emmanuel Lévy y Bonneccase.

Los partidarios de esta teoría buscan fundar la idea de la indisolubilidad del matrimonio. El matrimonio institución repele la noción de divorcio.

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DERE CHO DF. FAM ILIA

Podemos resumir esta tesis en las siguientes palabras de Jorge Iván Hübner Gallo, que sigue en esta materia a Renard: "El matrimonio es también una institución, donde el acuerdo de voluntades es sólo el acto de fundación que le da origen. La idea directriz es el propósito de un hombre y una mujer de unirse actual e indisolublemente y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse mutuamente (...) Constituida la institución matrimonial, cobra existencia propia y su estatuto, fijado por la Ley Civil como un reconocimiento del orden natural, no puede ser alterado por la voluntad de los fundadores. La `sociedad conyugal', formada por los bienes de ambos cónyuges, es la dotación económica destinada a la subsistencia y progreso de la institución y colocada bajo la administración del marido, en su calidad de jefe de grupo. Como corolario del carácter institucional del matrimonio, se deduce que no puede ser disuelto por la voluntad de los cónyuges; que su objeto está fuera del comercio humano; y que produce plenos efectos respecto de terceros" (Introducción a la Teoría de la Norma Jurídica y la Daría de la Institución. Editorial Jurídica de Chile, 1951, pp. 175-176).

Nuestra opinión en este punto es la siguiente: Descartamos, por las razones ya dadas, la tesis de que el matrimonio sea un con-trato. Creemos que el matrimonio es un acto de Estado. Es éste, a través del oficial del Registro Civil, el que une a los contrayentes. Pensamos también que esta tesis no contradice la idea del matrimonio institución. Justamente por su carácter institucional, interviene el Estado, para declararlos casados. Creemos que se dan en el caso los elementos de toda institución: núcleo humano básico (los cónyuges) que pasa a tener un valor por sí mismo; está organizado dentro del orden jurídico; hay una idea directriz de bien común (vivir juntos, procrear –es decir, formar una familia–y auxiliarse mutuamente); es permanente, en cuanto dura lo que viven los cónyuges y sus efectos perduran en la descendencia legítima. El acto fundacional se expresa en la voluntad de los contrayentes de recibirse el uno al otro como marido y mujer.

2) Es un contrato solemne. Pronto veremos que las principales solemnidades son la presencia de un oficial civil y de dos testigos hábiles.

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PRIMERA PARTE: DERECHO DEL FAMILIA - DEL MATRIMONIO

3) Que celebran un hombre y una mujer. Queda así claro que es de la esencia del matrimonio la diferencia de sexo. También queda claro que los que se unen son UN hombre y UNA m u j e r , en singular, con lo que se está descartando la poligamia y la poliandria.

4) Por el cual se unen actual e indisolublemente y por toda la vida. La voz "actual" descarta la idea de cualquier modalidad suspensiva. Respecto a las expresiones "indisolublemente" y "por toda la vida", si bien se mantienen en la definición, no corresponden a la realidad actual del matrimonio, desde que la Ley N019.947 introdujo el divorcio vincular. Al discutirse en el Senado esta última ley, se explicó que "La Cámara de Diputados no modificó el art. 102 del Código Civil en lo referido a la indisolubilidad del matrimonio, porque entendió que el divorcio sería una situación excepcional" (Boletín del Senado Nº 1.759-l8, p. 37). La misma opinión sustenta el profesor Hernán Corral Talciani, quien considera que "el divorcio, concebido como un remedio excepcional, en ningún caso podrá llegar a cambiar la fisonomía jurídica del matrimonio tal como existe en la actualidad. Las personas —se dice—se casan para vivir juntos toda la vida y no para divorciarse..." (Hernán Corral Talciani: "Ley de Divorcio. Las razones de un no", Estudios de Derecho Actual Universidad de los Andes, 2001, p. 40).

5) Con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse mutuamente. Sobre este punto, deberá tenerse presente que la finalidad no sólo es procrear, porque si así fuera, no se admitirían los matrimonios de ancianos, de personas enfermas o el matrimonio en artículo de muerte.

11. LEY DE MATRIMONIO CIVIL. En Chile el matrimonio se secularizó con la entrada en vigencia de la Ley de Matrimonio Civil, el 1° de enero de 1885. Sin embargo, la actual ley, —Ley N° 19.947—establece que los matrimonios celebrados ante entidades religiosas que gocen de personalidad jurídica de derecho público producirán los mismos efectos del matrimonio civil siempre que se cumplan determinadas exigencias que luego estudiaremos.

12. REQUISITOS DEL MATRIMONIO. Debemos distinguir entre requisitos de existencia y requisitos de validez.

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D E R E C H O D E F A M I L I A

1 3 . REQUISITOS DE EXISTENCIA. Son: diversidad de sexo de los contrayentes; consentimiento; presencia del oficial del Registro Civil.

La falta de alguno de estos requisitos produce la inexistencia del matrimonio (inexistencia, no nulidad). En efecto, si se casan dos varones o dos mujeres, es evidente que esa unión no es matrimonio. No se requiere que un tribunal así lo resuelva (justamente la teoría de la inexistencia nació para explicar lo que ocurría si se casaban personas del mismo sexo). Lo mismo si el matrimonio se contrae ante el Director de impuestos In-ternos, el Contralor General de la República o ante cualquier funcionario, por importante que sea, esa unión no es matrimonio, porque no se celebró ante el único funcionario que puede autorizarlo que es el oficial civil.

No es fácil que se den situaciones como las que estamos reseñando. Pero puede ocurrir —y de hecho se han producido algunos casos— cuando el matrimonio ha sido contraído ante funcionarios diplomáticos que no tienen entre sus atribuciones la de autorizar matrimonios. Así la Corte de Apelaciones de Santiago declaró nulo el matrimonio de dos hijos de franceses nacidos en Chile, celebrado en la legación de Francia en Santiago de Chile, por el Ministro de ese país en Chile (RDJ, t. 32, sec. 2a, p. 17). En rigor debió haberse declarado la inexistencia y no la nulidad. Años después se presentó un nuevo caso, resolviendo la Corte Suprema que "es inexistente el matrimonio celebrado en el extranjero ante el Cónsul de Chile durante la vigencia del Decreto Ley N° 578 de 29 de septiembre de 1925" (RDJ, t. 50, sec. la, p. 382.). Sin duda, esta última es la doctrina correcta.

Distinguir entre la inexistencia y nulidad de un matrimonio es importante, porque si el matrimonio es nulo, puede ser putativo y producir los mismos efectos civiles que el válido (art. 5] de la Ley N° 19.947). En cambio, no hay putatividad frente a un matrimonio inexistente. Seguramente esa fue la razón por fa que la Corte de Santiago declaró nulo —y no inexistente como correspondía— el matrimonio celebrado en la legación francesa.

Nuestra Corte Suprema ha hecho la distinción entre matrimonio nulo e inexistente, afirmando que el primero tiene una existencia imperfecta, por cuanto adolece de vicios en su constitución que pueden traer consigo la nulidad; en cambio, el

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - DEL MATRIMONIO

inexistente es sólo una apariencia de matrimonio, porque carece de los elementos sin los cuales no puede concebirse el acto (RDJ, t. 45, sec. p. 107). 1 4 . MATRIMONIO POR PODER. En relación con el consentimiento, es importante tener presente que el Código Civil admite que el consentimiento pueda manifestarse a través de mandatarios. Así lo establece el art. 103: "El matrimonio podrá celebrarse por man-datario especialmente facultado para éste efecto. El mandato deberá otorgarse por escritura pública e indicar el nombre, apellido, profesión y domicilio de los contrayentes y del mandatario".

El Código Civil no contemplaba el matrimonio por poder, omisión que vino a subsanar la Ley sobre Registro Civil. La Ley N° 10.271 lo incorporó al Código Civil, aprovechando el número —art. 103— de una disposición que había sido derogada. Con el objeto de armonizar el art. 15 de la Ley N° 4.808, con el art. 103 del Código Civil, la Ley N° 10.271 modificó dicho art. 15 estableciendo que "el poder para contraer matrimonio deberá otorgarse en la forma señalada por el art. 103 del Código Civil". La Ley N° 19.947 agregó a este art. 15 un nuevo inciso, para compatibilizar la norma con la validez que la nueva ley da al matrimonio religioso: "No tendrá aplicación lo previsto en el inciso precedente, tratándose de las inscripciones a que se refiere el art. 20 de la Ley de Matrimonio Civil".

El art. 103 es bastante exigente respecto del mandato. Este debe ser:

a) especial; b) solemne (se otorga por escritura pública, lo que constitu-

ye una excepción a la regla general del art. 2123 de que el mandato sea consensual), y

c) determinado, puesto que debe indicar el nombre, apellido, profesión y domicilio de los contrayentes y del mandatario. No se necesita dar las razones que explican el cuidado que el legislador empleó en esta materia.

15. REQUISITOS DE VALIDEZ DEL MATRIMONIO. Los requisitos de validez del matrimonio son: consentimiento libre y espontáneo; capacidad de los contrayentes y ausencia de impedimentos dirimentes, y cumplimiento de las formalidades legales.

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16. CONSENTIMIENTO EXENTO DE VICIOS. De acuerdo a lo que establece el art. 8° de la Ley N° 19.947, los vicios de que puede adolecer el consentimiento en materia matrimonial son: el error y la fuerza. El art. 33 de la anterior Ley de Matrimonio Civil con-templaba también el rapto, pero la ley actual lo eliminó.

No se comprende el dolo, lo que corresponde a una tradición que viene del Derecho Romano a través de Pothier y de los inspiradores y redactores del Código francés. Según tal tradición, establecer el dolo como vicio del consentimiento significaba poner en peligro la estabilidad del vínculo matrimonial, ya que es normal que en las relaciones que preceden a las nupcias se adopten actitudes destinadas a impresionar que pudieran llegar a ser constitutivas de este vicio. 17. EL ERROR. El art. 8° de la actual Ley de Matrimonio Civil -

Ley Nº 19.947-, modificando la situación anterior, contempla dos clases de error: "a) error acerca de la identidad de la persona del otro contrayente", y "b) error acerca de alguna de sus cualidades personales que atendida la naturaleza de los fines del matrimonio, ha de ser estimada como determinante para otorgar el consentimiento".

Respecto de este último tipo de error debe tenerse presente que para que vicie el consentimiento debe recaer no en cual-quiera cualidad personal, sino en una que atendida la naturaleza o fines del matrimonio sea estimada como determinante para otorgar el consentimiento. Sería el caso, por ejemplo, de quien se casa ignorando que la persona con la que contrae nupcias es impotente o estéril.

Es importante recordar que bajo la antigua Ley de Matrimonio Civil, se producía una interesante discusión doctrinaria sobre cuál era el error que viciaba el consentimiento, lo que con la nueva ley ha perdido vigencia. 18. LA FUERZA. El art. 8° de la Ley de Matrimonio Civil señala:

"Falta el consentimiento libre y espontáneo en los casos siguientes: 3º Si ha habido fuerza, según los términos de los arts. 1456 y 1457 del Código Civil, ocasionada por una persona o por una circunstancia externa que hubiere sido determinante para con-traer el vínculo".

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - DEL MATRIMONIO

La referencia a los arts. 1456 y 1 457 del Código Civil significa que para que la fuerza vicie el consentimiento debe ser grave, injusta y determinante.

Grave es la fuerza capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición (art. 1456), considerándose que tiene este carácter el justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave. El art. 1456 agrega que el temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento.

"La fuerza es injusta cuando constituye una coacción que implica actuar al margen de la ley o contra la ley, de modo que el ejercicio legítimo de un derecho jamás puede ser fuerza que vicie la voluntad, aun cuando indiscutiblemente signifique coacción” (Velasco, ob. cit., p. 97).

Finalmente la fuerza es determinante cuando se ha ejercido con el objeto de obtener el consentimiento (art. 1457), El art. 8° insiste en la idea de que para que la fuerza vicie el consentimiento tiene que haber sido determinante para contraer el vínculo matrimonial.

Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que sea empleada por el otro contrayente, pues el art. 8° sólo habla de "ocasionada por una persona". La situación entonces es igual a la establecida en el art. 1547 del Código Civil. La novedad que introduce la Ley N° 19.947 es que la fuerza puede ser ocasionada por una "circunstancia externa". Este agregado que hizo la Ley Nº 19.947 tuvo por objeto permitir la disolución del matrimonio de una mujer que se casa embarazada y que lo hace por ha presión social que mira con malos ojos el que una mujer soltera sea madre.

19. CAPACIDAD DE LOS CONTRAYENTES Y AUSENCIA DE IMPEDIMEN- TOS DIRIMENTES. En lo concerniente al matrimonio, las incapacidades se llaman impedimentos.

La regla general, igual que en materia patrimonial, es que todas las personas sean capaces. De consiguiente no hay más impedimentos que los que la ley señala.

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DERECHO DE FAMILIA

20. CLASES DE IMPEDIMENTOS. Los impedimentos en nuestra legislación pueden ser de dos clases: dirimentes, que son los que obstan a la celebración del matrimonio, de tal suerte que si no se respetan. la sanción es la nulidad del vínculo matrimonial; e impedientes, que nuestro Código Civil llama prohibiciones, cuyo incumplimiento no produce nulidad, sino otro tipo de sanciones.

Los impedimentos dirimentes están tratados en la Ley de Matrimonio Civil; las prohibiciones lo están en el Código Civil. 21. IMPEDIMENTOS DIRIMENTES. Pueden ser de dos clases: absolutos, si obstan al matrimonio con cualquier persona, ej., la demencia, el vínculo matrimonial no disuelto (art. 5" de la Ley de Matrimonio Civil), y relativos, si sólo impiden el matrimonio con determinadas personas, ej., vínculo de parentesco (arts. 6" y 7" de la Ley de Matrimonio Civil). 22. IMPEDIMENTOS DIRIMENTES ABSOLUTOS. Los establece el art. 5" de la Ley de Matrimonio Civil: "No podrán contraer matrimonio:

1º. Los que se hallaren ligados por vínculo matrimonial no disuelto;

2". Los menores de dieciséis años; 3". Los que se hallaren privados del uso de razón; y los que

por un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio;

4". Los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento para comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio, y

5". Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier medio. ya sea en forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas". 23. VÍNCULO MATRIMONIAL NO DISUELTO. Es un impedimento de carácter universal contemplado en casi todas las legislaciones, con escasas excepciones correspondientes a países islámicos que aceptan la poligamia (Egipto, Argelia, Marruecos, Túnez) (Eugenio Velasco Letelier: Familia, Divorcio y Moral , Editorial Jurídica de Chile, 1994, p. 63).

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Este impedimento también estaba establecido en la ley anterior (art. 4°, N° 1). Sin embargo, hay una diferencia que vale la pena anotar. Con la nueva ley puede alegar la nulidad "el cónyuge anterior y sus herederos", lo que no estaba dicho antes, por lo que era dudoso que pudieran hacerlo, a menos que probaren interés actual, vale decir, patrimonial. Al respecto pueden verse dos sentencias, una publicada en la Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 64, sec. lª, p. 177, y otra de la Corte de Concepción del 30 de mayo de 1994. comentada por los profesores Ramón Domínguez Benavente y Ramón Domínguez Aguila en la Revista de Derecho de la Universidad de Concepción N° 194, p. 189.

El incumplimiento de este impedimento no sólo tiene una sanción civil (nulidad del segundo matrimonio), sino también una penal, pues tipifica el delito de bigamia, sancionado por el art. 382 del Código Penal.

En el caso en que el primer matrimonio se hubiere anula-do, esa nulidad sólo va a producir efecto cuando la sentencia respectiva se encuentre ejecutoriada (arts. 1683, 1684, 1687 y 1689 del Código Civil), sin que tenga trascendencia la falta de subinscripción al margen de la inscripción matrimonial, pues ése es un requisito de publicidad frente a terceros. De esta forma, sí el nuevo matrimonio se celebra antes de estar ejecutoriada la sentencia, se incurre en vicio de nulidad, por existir vínculo ma-trimonial no disuelto.

Sin embargo, y en virtud del efecto propio de la declaración de nulidad –volver a las partes al estado anterior a la celebración del acto–, quiere decir que declarada la nulidad del primer matrimonio, ellos pasan a adquirir retroactivamente la condición de solteros, por lo que viene a resultar que el nuevo matrimonio es válido. Esto empero sólo es así si el primer matrimonio fue simplemente nulo, pues si ha sido putativo ha producido los mismos efectos civiles del válido y entre estos efectos, según ha sido entendido, está la mantención del impedimento. Así lo resolvió una sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago publicada en RDj, t. 41, sec. 2a, p. 17, que tiene un comentario favorable de don Manuel Somarriva. En sentido contrarío puede verse sentencia publicada en Revista Fallos del Mes N° 330, sentencia II, p. 264.

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En relación con lo que se acaba de expresar, es importante aclarar que el requisito fundamental para que haya matrimonio putativo es la buena fe de a lo menos una de las partes. Esta buena fe desaparece cuando se adquiere la conciencia de que existe el vicio de nulidad. Ello ocurre respecto del demandante cuan-do deduce la acción de nulidad, y respecto del demandado cuan-do contesta la demanda. Por ello si se celebra el segundo matrimonio después de deducida la acción o de contestada la demanda, este último es válido, pues ya había desaparecido la putatividad del primero.

De lo que se ha dicho se desprende que es básico para de-terminar si existe este impedimento, la circunstancia de que el primero sea válido, puesto que si es nulo, normalmente el impedimento no existe (salvo el caso del matrimonio putativo comentado). Por ello el art. 49 de la Ley de Matrimonio Civil establece que "Cuando, deducida la acción de nulidad fundada en la existencia de un matrimonio anterior, se adujere también la nulidad de este matrimonio, se resolverá en primer lugar la validez o nulidad del matrimonio precedente". Por esta razón, si el bígamo plantea esa excepción en el juicio criminal, éste deberá paralizarse hasta que el juez civil respectivo ante el cual se ha planteado la acción de nulidad del primer matrimonio, resuelva sobre su validez o nulidad. Ello por aplicación del art. 173 del Código Orgánico de Tribunales. 2 4. MATRIMONIO DE LOS MENORES DE 16 AÑOS. En la ley anterior el impedimento era la impubertad (art. 4º, N ' 2). En la actualidad la situación es diferente, pues ya no se atiende a la pubertad, por lo que una mujer mayor de 12 años y un varón mayor de 14, no obstante ser legalmente púberes –art. 26 del Código Civil– no pueden contraer matrimonio hasta que cumplan 16 años.

Si se incumple este impedimento, la sanción es la nulidad del matrimonio, la que sólo pueden alegar cualquiera de los cónyuges o alguno de sus ascendientes, pero alcanzados los 16 años por parte de ambos cónyuges, la acción de nulidad se radica únicamente en él o los que hubieran contraído matrimonio sin tener esa edad (art. 46 a). Agreguemos de inmediato que en este caso la acción de nulidad prescribe en un año contado desde la

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fecha en que el cónyuge inhábil llegare a la mayoría de edad (art. 48, letra a). 25. PRIVACIÓN DE RAZÓN O SUFRIR DE UN TRASTORNO O ANOMALÍA PSÍQUICA. El art. 5° señala que no podrán contraer matrimonio: "3° Los que se hallaren privados del uso de razón, y los que por un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio".

Como se puede observar, este numerando comprende dos situaciones distintas: la privación de razón, y la existencia de un trastorno o anomalía psíquica. En la ley anterior el impedimento lo constituía únicamente la demencia.

Respecto a la privación de razón (demencia), un doble motivo justifica el impedimento. En primer lugar, uno eminente-mente jurídico: imposibilidad de manifestar la voluntad. Y, en seguida, uno de orden eugenésico: la inconveniencia de que las personas que padecen este tipo de males contraigan matrimonio, para evitar una descendencia con taras. No tiene importancia la declaración de interdicción. Basta que la demencia exista al momento de contraer matrimonio para que opere el impedi-mento.

En esta materia se ha planteado si el demente declarado en interdicción puede contraer matrimonio en un intervalo lúcido. Somarriva se pronuncia afirmativamente por las siguientes razones:

a) No cabe aplicar a este caso el art. 465 del Código Civil, según el cual los actos del demente posteriores a la interdicción son nulos, aunque se alegue haberlos celebrado en un intervalo lúcido, por cuanto esa norma se refiere a actos patrimoniales;

b) En la ley anterior, el matrimonio era válido, y no habría habido intención de cambiar de criterio. Así lo habría expresa-do uno de los autores de esa ley, don Ricardo Letelier, a don Luis Claro Solar, respondiendo a una consulta que sobre el particular este último le planteara (Claro Solar, ob. cit., t. I, nota en la p. 318).

c) Finalmente, de acuerdo al art. 30 de la Ley de Matrimonio Civil (hoy art. 44), el impedimento tiene que existir al momento del matrimonio, por lo que no existiría si la persona

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estuviere en un intervalo lúcido (Somarriva, ob. cit., N° 20, p. 40). Además, el Derecho Canónico, fuente de inspiración de varias disposiciones de la Ley de Matrimonio Civil, acepta el matrimonio celebrado por un demente en un intervalo lúcido. En el mismo sentido Claro Solar y Barros Errázuriz.

Una opinión distinta encontramos en Eugenio Velasco, que la funda del modo siguiente:

a) No hay ninguna razón valedera para no aplicar el art. 465, desde que esa norma es de alcance general y no ha sido modificada por la Ley de Matrimonio Civil;

b) No es válido el argumento del Derecho Canónico, puesto que la Ley de Matrimonio Civil no lo sigue en esta parte;

e) La tendencia actual de la psiquiatría es no aceptar los intervalos lúcidos. En el mismo sentido de Velasco, Rossel (ob. cit., N° 32, p. 42).

Participamos e esta última opinión, teniendo en cuenta especialmente que no existen los intervalos lúcidos. Además nos parece inconveniente, desde el punto de vista de la descendencia, que las personas dementes puedan contraer matrimonio.

Detengámonos ahora en la 2a parte del art. N° 3: padecer de una anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, que incapacite a la persona de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio. Este impedimento tiene su origen en el Derecho Canónico, que establece que "son incapaces de contraer matrimonio quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica" (Canon 1095, Nº 3). Carlos López Díaz expresa que "no estamos aquí en presencia de una privación del uso de razón, como la anterior, sino de un trastorno o anomalía psíquica. Pero no cualquiera: debe incapacitar para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio, y más todavía, de manera absoluta". Y agrega este autor que pueden quedar incluidos en este caso los trastornos de identidad sexual, como el fetichismo y el travestismo (Carlos López Díaz, Matrimonio Civil, Nuevo Régimen, Edit. Librotecnia, 2004, pp. 60-61). Por nuestra parte, creemos que podrían encontrarse en este caso las personas que padecen el Síndrome de Down. Sin embargo, como es sabido, existen grados distintos de esta afección, lo que nos hace pensar que aquellos que la padecen en forma mode-

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rada no quedarían comprendidos en el impedimento. Será un problema médico legal resolver si esa persona está incapacitada en forma absoluta para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio. 26. FALTA DE SUFICIENTE JUICIO O DISCERNIMIENTO PARA COMPRENDER Y COMPROMETERSE CON LOS DEBERES ESENCIALES DEL MATRIMONIO. Este impedimento no estaba en la ley anterior, y lo contempla hoy el art. 5" N' 4 de la Ley de Matrimonio Civil. También ha sido tomado del Derecho Canónico (N ' 2 del Canon 1095). Queda comprendido en este caso el de aquel que sin padecer una enfermedad psiquiátrica, carece de la madurez necesaria para entender y asumir las obligaciones y deberes propios del matrimonio. Pensamos que pudiera ser el caso de aquella persona que es incapaz de desarrollar una actividad que le permita la obtención de los recursos indispensables para mantener a su familia. 27. N O PODER EXPRESAR CLARAMENTE LA VOLUNTAD POR CUAL-QUIER MEDIO. Este caso equivale al que la ley- anterior establecía en el art. 4º N° 4, con la salvedad que antes el consentimiento sólo podía expresarse de palabra o por escrito. En cambio la ley actual permite que se pueda manifestar por "medio del lenguaje de señas". 28. LA NUEVA LEY ELIMINÓ LA IMPOTENCIA PERPETUA E INCURABLE COMO IMPEDIMENTO PARA CONTRAER MATRIMONIO. La anterior Ley de Matrimonio Civil contemplaba como impedimento dirimente absoluto la impotencia perpetua e incurable (art. 4°, Nº 3). Se discutía entonces si la causal comprendía tanto la impotencia coeundi (incapacidad para realizar el acto sexual) como la impotencia generandi (incapacidad para procrear). Con la nueva ley este problema desaparece.

Al discutirse la nueva ley el Ministro de Justicia de la época explicó las razones que se tuvieron en cuenta para suprimir este impedimento. señalando que en la actualidad los adelantos de la tecnología permiten superar este problema —se refiere a la impotencia— en muchos casos. Además, agregó que su mantención podría ser un obstáculo para los matrimonios de las personas ancianas o minusválidas. Finalmente señaló que "ella (la impo-

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tencia) se entiende comprendida dentro del error acerca de las cualidades de la persona que haya sido determinante para otor-gar el consentimiento, el cual vicia el consentimiento y acarrea la nulidad" (Boletín 1759, p. 47). Luego, con la nueva ley, si una persona impotente contrae nupcias, siendo ignorada esta circunstancia por la otra parte, puede esta última demandar la nulidad del matrimonio por haber padecido de un error que, atendida la naturaleza o fines del matrimonio, ha de ser estima-do como determinante para otorgar el consentimiento. 29. IMPEDIMENTOS DIRIMENTES RELATIVOS. Los impedimentos

dirimentes relativos están contemplados en los arts. 6° y 7° de la Ley de Matrimonio Civil y son: parentesco y prohibición de ca-sarse con el imputado contra quien se hubiere formalizado investigación por el homicidio de su marido o mujer. 30. PARENTESCO. El art. 6° de la Ley de Matrimonio Civil

establece que "No podrán contraer matrimonio entre sí los ascendientes y descendientes por consanguinidad o por afinidad, ni los colaterales por consanguinidad en el segundo grado".

"Los impedimentos para contraerlo derivados de la adopción se establecen por las leyes especiales que la regulan.

El parentesco que obsta al matrimonio, en el caso de los ascendientes y descendientes, es tanto el por consaguinidad como el por afinidad, por lo que no podría un padre casarse con su hija, o un yerno con la suegra; en cambio tratándose del parentesco colateral, sólo opera la prohibición en la consanguinidad: no pueden casarse los hermanos, pero podrían hacerlo los cuñados, situación que, por lo demás, es muy frecuente. Nótese también que el parentesco a que se refiere el art. 6° puede pro-venir tanto de filiación matrimonial como de extramatrimonial, va que la ley no distingue y porque, además, las razones que justifican el impedimento son las mismas en ambos casos (Gaceta 1910, t. I, N° 387, p. 687). Finalmente, deberá tenerse presente que en el caso de los hermanos, el impedimento rige sea que se trate de hermanos de doble conjunción (hermanos carnales) o de simple conjunción (medios hermanos).

El impedimento de parentesco se encuentra establecido en todas las legislaciones. Habría que agregar que en esa materia

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el Derecho Canónico es más drástico, exigiendo, por ejemplo, dispensas para la celebración del matrimonio entre primos.

Finalmente debe señalarse que los arts. 27 de la Ley N° 7.613 y 18 de la Ley N° 18.703 sobre Adopción, amplían el impedimento de parentesco al establecer que "es nulo el matrimonio que contraiga el adoptante con el adoptado o el adoptado con el viudo o viuda del adoptante". Si bien estas leyes se encuentran de-rogadas por la Ley N° 19.620, que entró en vigencia el 27 de octubre de 1999, las personas que en virtud de ellas tenían la calidad de adoptantes o adoptados "continuarán sujetos a los efectos de la adopción previstos en las respectivas disposiciones, incluso en materia sucesoria" (art. 45 de la Ley N° 19.620). 31. PROHIBICIÓN DE CASARSE CON EL IMPUTADO CONTRA QUIEN

SE HUBIERE FORMALIZADO INVESTIGACIÓN POR EL HOMICIDIO DE SU MARIDO O MUJER, O CON QUIEN HUBIERE SIDO CONDENADO COMO AUTOR, CÓMPLICE O ENCUBRIDOR DE ESE DELITO. Este impedimento lo establece el art. 7° de la Ley de Matrimonio Civil. Equivale al que se contenía en el art. 6° de la ley anterior, con algunas modificaciones: a) se habla ahora de "imputado" para adecuar el lenguaje al nuevo procedimiento procesal penal; b) se incluye en el impedimento al encubridor. Antes la prohibición comprendía sólo al autor y al cómplice: c) la ley antigua impedía el matrimonio sólo en el caso de homicidio calificado (hablaba de "asesinato"), y d) en la ley anterior se requería, para que operara el impedimento, que existiera condena, en cambio actualmente basta con estar imputado.

Pothier explicaba que el fundamento de este impedimento era evitar que una persona estimulare al amante a matar a su cónyuge, para casarse con ella. A nosotros nos parece que tiene un sólido fundamento ético. Sin embargo, se ha dicho que tiende a desaparecer en las legislaciones modernas (Velasco, ob. cit., p. 142). 32. LA LEY ACTUAL ELIMINA EL IMPEDIMENTO DE ADULTERIO. El

art. 7° de la anterior Ley de Matrimonio Civil disponía que "No podrá contraer matrimonio el que haya cometido adulterio con su partícipe en esa infracción, durante el plazo de cinco años contado desde la sentencia que así lo establezca".

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El texto del art. 7" recién citado se había fijado por el art. 29 de la Ley Nº 19.335. Con anterioridad se prohibía a la mujer casarse con su co-reo en el delito de adulterio. Como la Ley N° 19.335, despenalizó el adulterio al derogar los arts. 375 al 381 del Código Penal, se había dado a la norma un sentido diferente que afectaba tanto al varón como a la mujer que cometían adulterio civil. La Comisión Mixta que estudió el proyecto que dio lugar a la Ley Nº 19.335, consideró la posibilidad de suprimir ese impedimento, idea que entonces no prosperó y que sólo vino a producirse con la Ley Nº 19.947. 33. IMPEDIMENTOS IMPEDIENTES O PROHIBICIONES. Ya hemos señalado que en la legislación chilena los llamados en doctrina "impedimentos impedientes" se denominan "prohibiciones". A diferencia de los impedimentos dirimentes que están tratados en la Ley de Matrimonio Civil, las prohibiciones lo están en el Código Civil, arts. 105 a 116 y 124 a 129, normas que, con algunas modificaciones, mantienen su vigencia.

No están definidos. Podemos decir que son ciertas limitacio-nes que la ley establece para la celebración del matrimonio, cuyo incumplimiento produce diversas sanciones que en ningún caso consisten en la nulidad del matrimonio.

Estos impedimentos son: consentimiento de ciertas personas para contraer matrimonio; guardas; segundas nupcias. 34. CONSENTIMIENTO DE CIERTAS PERSONAS PARA CONTRAER MATRIMONIO. De acuerdo al art. 106 del Código Civil, los me-nores de 18 años están obligados a obtener el consentimiento de ciertas personas para poder casarse. Como la ley no hace ningún tipo de distinciones, hay que entender que la exigencia rige aunque no se trate del primer matrimonio. De forma que si un menor se casó, enviudó y quiere casarse de nuevo, debe obtener el consentimiento igual que si fuere su primer matrimonio, si continúa siendo menor de edad.

El art. 105 del Código Civil establece que no podrá proce-derse a la celebración del matrimonio sin el asenso o licencia de la persona o personas cuyo consentimiento sea necesario según las reglas que van a expresarse, o sin que conste que el respectivo contrayente no ha menester para casarse el consen-

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timiento de otra persona, o que ha obtenido el de la justicia en subsidio.

En relación con lo que señala la disposición recién transcrita, el art. 9° de la Ley de Matrimonio Civil prescribe que al momento de la manifestación deberán indicarse los nombres y apellidos "de las personas cuyo consentimiento fuere necesario". 3 5 . PERSONAS QUE DEBEN PRESTAR EL CONSENTIMIENTO. Para saber qué persona debe prestar el consentimiento, debe distinguirse entre hijos con filiación determinada e hijos de filiación indeterminada.

Respecto de los primeros, la autorización para contraer matrimonio deben darla:

a) sus padres y si faltare uno de ellos, el otro padre o madre; b) a falta de ambos padres. el ascendiente o ascendientes del

grado más próximo, y si se produjere igualdad de votos, preferirá el favorable al matrimonio. Así lo establece el art. 107 con el texto dado por la ley Nº 19.585.

Se entiende faltar el padre, la madre u otro ascendiente, no sólo por haber fallecido, sino por estar demente; o por hallarse ausente del territorio de la República y no esperarse su pronto regreso. o por ignorarse el lugar de su residencia. También se en-tenderá faltar el padre o madre cuando la paternidad o maternidad haya sido determinada judicialmente contra su oposición (art. 109). Finalmente, de acuerdo al art. 110, también se entiende que falta el padre o la madre cuando estén privados de la patria potestad por sentencia judicial o que, por su mala conducta. se hallen in-habilitados para intervenir en la educación de sus hijos.

c) a falta de padres o ascendientes, la autorización la debe otorgar el curador general, v

d) a falta de curador general, el consentimiento debe darlo el oficial del Registro Civil que deba intervenir en la celebración.

Tratándose de hijos que no tienen filiación determinada respecto de ninguno de sus padres. el consentimiento para el matrimonio lo dará su curador general si lo tuviere o, en caso contrario, el oficial del Registro Civil llamado a intervenir en su celebración.

En el caso del hijo menor sujeto a adopción. las reglas sobre el consentimiento para el matrimonio son las siguientes:

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1) Hijo adoptado de acuerdo a la Ley N° 7.613. Cabe señalar, en primer lugar, que la Ley N° 7.613 se encuentra derogada a partir del 27 de octubre de 1999, por aplicación de la Ley N° 19.620, que estableció el nuevo estatuto en materia de adopción. Sin embargo, las personas que al 27 de octubre de 1999 ya tenían la calidad de adoptadas de acuerdo a la Ley N° 7.613, requieren para casarse de la autorización de su adoptante. Ello de acuerdo a lo dispuesto en el art. I5 inc. 2° de la Ley N° 7.613 y en el art. 45 de la Ley N° 19.620.

No resuelve la ley lo que ocurre si falta el adoptante. La res-puesta, empero, parece simple: deberá consentir en el matrimonio quien corresponda, atendiendo a si el adoptado tiene o no filiación determinada. Ello porque en el caso de la adopción el adoptado continúa formando parte de su familia y conservará en ella todos sus derechos y obligaciones (art. 15, inc. 1º, Ley N° 7.613).

2) Menor adoptado de acuerdo a la Ley N° 18.703. De acuerdo a esta ley, los menores, además de la adopción de la Ley N° 7.613, podían ser objeto de dos tipos de adopción: adopción simple y adopción plena. También la Ley N° 19.620 ha derogado a la Ley Nº 18.703. Sin embargo, como estas personas "continuarán sujetos a los efectos previstos en las respectivas disposiciones..." (art. 45 de la Ley N° I9.620), es necesario resolver a quién deben pedir la autorización para casarse.

En el caso de la adopción plena, no hay problemas, porque el menor pasa a tener el estado civil de hijo de los adoptantes, por lo que se le deben aplicar las reglas estudiadas para esa clase de hijos.

Respecto de la adopción simple, el problema lo resuelve el art. 15 de la Ley Nº 18.703: "El adoptante tendrá el derecho de consentir en el matrimonio del adoptado menor de edad. En el caso de que los adoptantes sean cónyuges, este consentimiento corresponderá otorgarlo al marido, y a falta de éste, a la mujer".

Respecto a la persona adoptada de acuerdo a la Ley N° 19.620, no hay problemas, pues en conformidad a ella el adoptado pasa a tener el estado civil de hijo del adoptante, que-dando desligado de su filiación anterior (arts. 1° y 37 de la Ley Nº 19.620).

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36. MOMENTO Y FORMA DE OTORGAR EL CONSENTIMIENTO. Se puede prestar por escrito o en forma oral. Así se desprende del art. 12 de la Ley de Matrimonio Civil: "Se acompañará a la manifestación una constancia fehaciente del consentimiento para el matrimonio, dado por quien corresponda, si fuere necesario según la ley y no se prestare oralmente ante el oficial del Registro Civil".

El consentimiento debe ser especial y determinado, es decir, se debe indicar la persona con quien va a contraer matrimonio. No basta una autorización general.

No se ye inconveniente para que el consentimiento se pueda dar por mandatario, desde que la ley acepta que en esa forma se pueda contraer matrimonio (art. 103). Tal mandato, pensamos, deberá ser especial, y otorgarse a lo menos por escrito, para que quede constancia del mismo. 37. DISENSO. Si el consentimiento lo deben prestar el padre, la madre o los ascendientes, estas personas no necesitan justificar su disenso. En estos casos, simplemente no podrá procederse al matrimonio del menor. Así lo consigna el art. 112 inc. 1°: "Si la persona que debe prestar este consentimiento lo negare, aun-que sea sin expresar causa alguna, no podrá procederse al matrimonio de los menores de dieciocho años".

Cuando quien debe prestar el consentimiento es el curador general o el oficial del Registro Civil, si lo niega debe expresar causa, y en tal caso el menor tendrá derecho a pedir que el di-senso sea calificado por el juzgado competente (art. 112, inc. 2°). Tienen competencia en esta materia el Juzgado de Menores (art. 26, N° 4 de la Ley N° 16.618, sobre Protección de Menores) y a partir del 1 ° de octubre de 2005, en que entra en vigencia la Ley N° 19.968 (que creó los Tribunales de Familia), corresponderá conocer de estos asuntos a los jueces de familia (art. 8°, N° 5 de la Ley N° 19.968).

Las razones que justifican el disenso están señaladas taxati-vamente en el art. 113: "Las razones que justifican el disenso no podrán ser otras que éstas:

1) La existencia de cualquier impedimento legal, incluso el señalado en el art. 116;

2) El no haberse practicado algunas de las diligencias prescritas en el título `De las segundas nupcias', en su caso;

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3) Grave peligro para la salud del menor a quien se niega la licencia, o de la prole;

4) Vida licenciosa, pasión inmoderada al juego, embriaguez habitual de la persona con quien el menor desea ( asarse;

5) Haber sido condenada esa persona por delito que merezca pena aflictiva (el texto de este número fue fijado por la Ley Nº 19.585);

6) No tener ninguno de los esposos medios actuales para el competente desempeño de las obligaciones del matrimonio". 38. SANCIONES PARA EL CASO EN QUE SE OMITA EL CONSENTIMIENTO. En primer lugar, debe quedar claro que la sanción no es la nulidad del matrimonio, porque estamos frente al incumplimiento de un impedimento impediente, no de uno dirimen-te. Hecha esta aclaración, veamos las sanciones aplicables al menor. Son las siguientes:

1) Cuando el consentimiento debía prestarlo un ascendiente, puede ser desheredado, no sólo por aquel cuyo consentimiento se omitió, sino por todos los demás ascendientes (art. 114, 1º parte). Aclaremos que el "desheredamiento es una disposición testamentaria en que se ordena que un legitimario sea privado del todo o parte de su legítima" (art. 1207, inc. l").

FI art. 114 debe ser concordado con el art. 1208, N° 4º que al señalar las causas del desheredamiento, menciona este caso en su numeral 4º: "Por haberse casado sin el consentimiento de un ascendiente, estando obligado a obtenerlo".

2) El menor pierde la mitad de lo que le habría correspondido en la sucesión intestada de los mismos ascendientes (art. 114, 2a parte).

3) El ascendiente cuyo consentimiento se omitió (sólo éste, no los demás como en los casos anteriores) puede revocar las donaciones que antes del matrimonio le hubiere hecho al menor (art. 115, inc. 1º). 39. SANCIÓN EN EL CASO DE LOS ADOPTADOS SEGÚN LAS LEYES N ° ' 7.613 ó 18.703. Si bien, como hemos explicado, la Ley Nº 7.613 se encuentra derogada por la Ley N° 19.620, que comenzó a regir el 27 de octubre e 1999 (que es la nueva Ley de Adopción), pueden presentarse problemas en el caso de que la

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persona adoptada de acuerdo a la Ley N° 7.613 se casare sin obtener la autorización de su adoptante. Ello porque el art. 45 de la Ley N° 19.620 estableció que "los que tengan la calidad de adoptante y adoptado conforme a la Ley N° 7.613 o a las reglas de la adopción simple contemplada en la Ley N° 18.703, continuarán sujetos a los efectos de la adopción previstos en las respectivas disposiciones, incluso en materia sucesoria". De consiguiente ese adoptado debe ser autorizado por su adoptante.

Ahora en el caso de que el adoptado se casare sin la autorización de su adoptante. ;cuál es la sanción? Esta situación no ha sido resuelta por la Ley Nº 7.613.

Se estima que. como según el art. 31, en lo relativo a incapacidades e indignidades v, en general, en todo lo referente a inhabilidades y prohibiciones legales, se consideran a adoptan-te y adoptado como padre e hijo, la sanción sería la pérdida de la mitad de la cuota que le corresponde en la sucesión abintestato del adoptante. Las demás sanciones no le serían aplicables, por no ser legitimario (art. 24, inciso final. Ley Nº 7.613) y, en el caso de la revocación de las donaciones, por no haber ningún texto que contemple tal sanción. En este sentido Somarriva (Derecho de Familia, Nº 40, p. 55); Rossel (ob. cit., N° 45, pp. 56-57); Fueyo, Derecho Civil, t. VI. N° 117, p. 145).

En el caso del menor adoptado de acuerdo a la Ley N° 18.703, deberá distinguirse si el menor está sujeto a adopción plena o simple. En la primera situación, como el adoptado pasa a adquirir el estado civil de hijo, cabe aplicarle las normas de tales hijos. Para el caso de la adopción simple no se ha establecido ninguna sanción. Por ello creemos que la falta del consentimiento del adoptante no está sancionada. 40. SANCIONES PENALES AL OFICIAL CIVIL QUE AUTORIZA UN MATRIMONIO DE UN MENOR SIN EXIGIR LA AUTORIZACIÓN. El art. 388 del Código Penal (con la redacción dada por la Ley Nº 19.947) establece que: "El oficial civil que autorice o inscriba un matrimonio prohibido por la ley o en que no se hayan cumplido las formalidades que ella exige para su celebración o inscripción. sufrirá las penas de relegación menor en su grado medio y multa de seis a diez unidades tributarias mensuales. Igual multa se aplicará al ministro de culto que autorice un matrimonio prohibido por la ley".

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La Ley N° 19.947 derogó los arts. 385 a 387 del Código Penal, que también contemplaban sanciones penales para el menor. 41. IMPEDIMENTO DE GUARDAS. Lo contempla el art. 116 del Código Civil: "Mientras que una persona no hubiere cumplido dieciocho años, no será lícito al tutor o curador que haya administrado o administre sus bienes, casarse con ella, sin que la cuenta de la administración haya sido aprobada por el juez, con audiencia del defensor de menores" (inc. 1º). "Igual inhabilidad se extiende a los descendientes del tutor o curador para el matrimonio con el pupilo o pupila" (inc. 2º).

El fundamento de esta inhabilidad es impedir que el guardador o sus parientes cercanos contraigan matrimonio con el pupilo o pupila, para encubrir una administración dolosa.

Los requisitos de este impedimento son: 1) Que el pupilo sea menor de 18 años; 2) Que el guardador tenga o haya tenido la administración

de los bienes del menor. Por ello el impedimento no afecta, por ejemplo, a un curador ad litem;

3) Que la cuenta no se haya aprobado por la justicia; 4) Que el ascendiente o ascendientes que deben autorizar-lo

para su matrimonio no lo hayan autorizado (art. 116, inciso final). Estos requisitos son copulativos, cualquiera de ellos que falte no opera el impedimento. 42. SANCIÓN PARA EL INCUMPLIMIENTO DEL IMPEDIMENTO DE GUARDAS. La establece el art. 116 inciso tercero: "El matrimonio celebrado en contravención a esta disposición, sujetará al tutor o curador que lo haya contraído o permitido, a la pérdida de toda remuneración que por su cargo le corresponda; sin perjuicio de las otras penas que las leyes le impongan.

El oficial civil que autorice un matrimonio sin percatarse del cumplimiento de este impedimento, incurre en responsabilidad penal. Se hace merecedor a la pena que indica el art. 388 del Código Penal. 43. IMPEDIMENTO DE SEGUNDAS NUPCIAS. Lo contempla el art. 124 del Código Civil, cuyo texto actual se debe al artículo tercero N° 3 de la Ley Nº 19.947: "El que teniendo hijos de pre-

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cedente matrimonio bajo su patria potestad, o bajo su tutela o curaduría, quisiere volver a casarse, deberá proceder al inventario solemne de los bienes que esté administrando y le pertenezcan como heredero de su cónyuge difunto o con cualquier otro título".

"Para la confección de este inventario se dará a dichos hijos un curador especial".

Con anterioridad a la entrada en vigencia de la Ley N° 19.947, este impedimento era aplicable sólo al "viudo o viuda" que tuviere hijos de precedente matrimonio bajo su patria potestad o bajo su tutela o curaduría y quisiere volver a casarse. Se aplicaba al viudo o viuda, porque como el matrimonio se disolvía por la muerte de uno de los cónyuges, era el único caso en que alguno de ellos se podía volver a casar. Pero al incorporarse la institución del divorcio vincular la situación cambió, por-que los divorciados están habilitados para contraer nuevas nupcias.

En el caso que el hijo no tenga bienes propios de ninguna clase en poder del padre o madre (la madre la agregó la Ley N° 18.802), habrá lugar al nombramiento del curador para el solo efecto de que certifique esta circunstancia. Así lo establece el art. 125.

Dados los cambios que se introdujeron al art. 124, hubo de modificarse también el art. 126, que sanciona al oficial del Re-gistro Civil que permita un matrimonio sin que se respete el impedimento, dice: "El oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio del que trata de volver a casarse, sin que se le presente certificados auténticos del nombramiento de curador, especial para los objetos antedichos, o sin que preceda información sumaria, de que el viudo o viuda no tiene hijos de precedente matrimonio que estén bajo su patria potestad o bajo su tutela o curaduría". 44. SANCIÓN. Si se celebra el matrimonio incumpliéndose este impedimento, hay sanciones para el viudo o viuda, para el di-vorciado o para quien anuló su matrimonio, y para el oficial ci-vil o para el ministro de culto que autorizó ese matrimonio.

Respecto de los primeros dice el art. 127: "El viudo o divor-ciado o quien hubiere anulado su matrimonio por cuya negli-

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gencia hubiere dejado de hacerse en tiempo oportuno el inventario prevenido en el art. 124, perderá el derecho de suceder como legitimario o como heredero abintestato al hijo cuyos bienes ha administrado".

El art. 127 sanciona al viudo o divorciado o quien hubiere anulado su matrimonio, cuando el inventario no se hace "en tiempo oportuno". Ello quiere decir. antes que se produzca una confusión entre los bienes del hijo con los del padre o de la madre y con los de la nueva sociedad conyugal.

El art. 384 del Código Penal sanciona penalmente al que por sorpresa o engaño obtiene que el oficial civil autorice el matrimonio, sin haberse cumplido con este impedimento. Además, hay sanción penal para el oficial del Registro Civil que celebre el matrimonio sin hacer respetar el impedimento (art. 388, Código Penal).

45. SITUACIÓN DE LA PERSONA QUE ADOPTÓ EN CONFORMIDAD A LAS LEYES NOS 7.613 ó 18.703. Tal como va lo hemos explicado, la Ley Nº 19.620 derogó, a partir del 27 de octubre de 1999, las leyes 7.613 y 18.703, pero respecto de los adoptantes y adopta-dos que va habían adquirido estas calidades mantuvo los efectos de tales adopciones.

De consiguiente, respecto de esas personas, se aplica lo dispuesto en los arts. 28 de la Ley N° 7.613 y 17, inc. 2° de la Ley N° 18.703. Ambas normas extienden el impedimento al adoptan-te. La primera señala: "El adoptante que, teniendo la patria potestad o la guarda de su adoptado, quiera contraer matrimonio, deberá sujetarse a lo prescrito por los arts. 124 y 126 del Código Civil, y si los infringe, deberá indemnizar al adoptado por los perjuicios que la omisión del inventario le irrogue, presumiéndose culpa en el adoptante por el solo hecho e la omisión”.

Por su parte la Ley N° 18.703, sobre adopción de menores, en su art. 17 inc. 2°, sanciona al adoptante que lo incumple en la misma forma que lo hace el art. 28 de la Ley Nº 7.613.

Luego se aplican al adoptante las mismas normas del viudo o viuda, divorciado o anulado, cambiándose únicamente la sanción que, en este caso, no es "la pérdida del derecho a suceder como legitimario o como heredero abintestato al hijo cuyos bienes ha administrado", sino la obligación de indemnizar al adop-

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tado los perjuicios que la omisión del inventario le irrogue, presumiéndose culpa en el adoptante por el solo hecho de la omisión. La explicación de la diferente sanción radica en que el adoptante no es legitimario ni heredero abintestato del adopta-do, luego no era posible la misma sanción del viudo o viuda, anulado o divorciado. 46. IMPEDIMENTO ESPECIAL PARA LA VIUDA O MUJER CUYO MATRIMONIO SE HAYA DISUELTO O DECLARADO NULO. El art. 128 establece que "cuando un matrimonio haya sido disuelto o declarado nulo, la mujer que está embarazada no podrá pasar a otras nupcias antes del parto, o (no habiendo señales de preñez) antes de cumplirse los doscientos setenta días subsiguientes a la disolución o declaración de nulidad".

"Pero se podrán rebajar de este plazo todos los días que hayan precedido inmediatamente a dicha disolución o declaración, y en los cuales haya sido absolutamente imposible el acceso del marido a la mujer".

El art. 129 establece que "El oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio de la mujer sin que por parte de ésta se justifique no estar comprendida en el impedimento del artículo precedente".

El fundamento de este impedimento es evitar la confusión de paternidades.

Cuando el art. 128 habla de "matrimonio disuelto o declarado nulo" incurre en una incorrección, pues el matrimonio nulo también está disuelto, de acuerdo con el art. 42 de la Ley sobre Matrimonio Civil. Habría bastado con que se hubiera dicho matrimonio disuelto.

Es oportuno señalar que es corriente la situación que plan-tea el art. 128, especialmente en el caso de la mujer que anula su matrimonio. Es frecuente que haya tramitado la nulidad para casarse de nuevo y sólo en ese momento el oficial del Registro Civil le advierte que no puede hacerlo hasta que transcurran los 270 días contados desde la fecha en quedó ejecutoriada la sentencia que declaró la nulidad. La situación se remedia pidiendo autorización judicial que se otorga previo informe del médico legista que acredita que la mujer no se encuentra em-barazada.

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4 7 . SANCIÓN A LA OMISIÓN DE ESTE IMPEDIMENTO. La sanción se establece en el art. 130 inc. 2°, en los siguientes términos: "Serán obligados solidariamente a la indemnización de todos los perjuicios y costas ocasionados a terceros por la incertidumbre de la paternidad, la mujer que antes del tiempo debido hubiere pasado a otras nupcias, y su nuevo marido".

Además, tanto la mujer como el oficial civil que autoriza el matrimonio incurren en responsabilidad penal, e acuerdo a los arts. 384 y 388 del Código Penal, respectivamente. 48. FORMALIDADES LEGALES DEL MATRIMONIO. Para estudiar las formalidades del matrimonio es necesario distinguir entre: matrimonios celebrados en Chile y matrimonios celebrados en el extranjero. 49. FORMALIDADES DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN CHILE. Aten- diendo al tiempo en que son exigidas, pueden ser: anteriores al matrimonio; coetáneas a su celebración, y posteriores al matrimonio. 50. FORMALIDADES PREVIAS O DILIGENCIAS PRELIMINARES. Son:

1) La manifestación; 2) Información sobre finalidades del matrimonio; 3) Cursos de preparación para el matrimonio; 4) Información de testigos.

5 1 . LA MANIFESTACIÓN. Se define como el acto en que los futuros contrayentes dan a conocer al oficial del Registro Civil su intención de contraer matrimonio ante él. Puede hacerse por escrito, oralmente o por medio de lenguaje de señas. Así lo señala el art. 9° de la Ley de Matrimonio Civil: "Los que quisieren contraer matrimonio lo comunicarán por escrito, oralmente o por medio de lenguaje de señas" (inc. 1°). "Si la manifestación no fuere escrita, el oficial del Registro Civil levantará acta completa de ella, la que será firmada por él y por los interesados, si supieren y pudieren hacerlo, y autorizada por dos testigos" (inc. 2º).

La manifestación se hace ante cualquier oficial del Registro Civil (art. 9", inc. 1º). A ella deberá acompañarse una constan-

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cia fehaciente del consentimiento para el matrimonio dado por quien corresponda, si fuere necesario según la ley y no se prestare oralmente ante el oficial del Registro Civil (art. 12).

En cuanto al contenido de la manifestación, dice el inc. 2° del art. 9°, que se hará "indicando sus nombres y apellidos; el lugar y la fecha de su nacimiento; su estado de solteros, viudos o divorciados y, en estos dos últimos casos, el nombre del cónyuge fallecido o de aquel con quien contrajo matrimonio anterior, y el lugar y la fecha de la muerte o sentencia de divorcio, respectivamente; su profesión u oficio; los nombres y apellidos de los padres, si fueren conocidos; los de las personas cuyo con-sentimiento fuere necesario, y el hecho de no tener incapacidad o prohibición legal para contraer matrimonio". 52. INFORMACIÓN SOBRE FINALIDADES DEL MATRIMONIO. El art. 10 establece que "al momento de comunicar los interesados su intención de celebrar el matrimonio, el oficial del Registro Civil deberá proporcionarles información suficiente acerca de las finalidades del matrimonio, de los derechos y deberes recíprocos que produce y de los distintos regímenes patrimoniales del mismo" (inc. 1°).

"Asimismo, deberá prevenirlos respecto de la necesidad de que el consentimiento sea libre y espontáneo" (inc. 2°) y deberá, además, comunicarles la existencia de cursos de preparación para el matrimonio, si no acreditan que los han realizado. Los futuros contrayentes podrán eximirse de estos cursos de común acuerdo, declarando que conocen suficientemente los deberes y derechos del estado matrimonial. Este inciso no se aplicará en los casos de matrimonios en artículo de muerte".

El inciso final establece que "la infracción a los deberes indicados no acarreará la nulidad del matrimonio ni del régimen patrimonial, sin perjuicio de la sanción que corresponda al funcionario en conformidad a la ley". Recordemos que existe una sanción penal que contempla el art. 388 del Código Penal. 53. CURSOS DE PREPARACIÓN PARA EL MATRIMONIO. Estos cursos persiguen promover la libertad y seriedad del consentimiento matrimonial, y tienen por objeto especialmente que los contra-yentes conozcan los derechos y deberes que impone el vínculo

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y tomen conciencia de las responsabilidades que asumen (art. 11, inc. 1°).

Pueden ser dictados por el Servicio del Registro Civil, entidades religiosas con personalidad jurídica de derecho público, por instituciones de educación públicas o privadas reconocidas por el Estado o por personas jurídicas sin fines de lucro cuyos estatutos comprendan la realización de actividades de promoción y apoyo familiar (art. 11, inc. 2°). El contenido de los cursos que no dictare el Servicio de Registro Civil e Identificación será determinado libremente por cada institución y debe ajustarse a la Constitución y a la ley. Para facilitar el reconocimiento de ellos, las instituciones deben inscribirse previamente en un Registro Especial que llevará el Servicio de Registro Civil (art. 11, inc. 3°).

54. INFORMACIÓN DE TESTIGOS. Se puede definir como la com-probación, mediante dos testigos, del hecho que los futuros con-trayentes no tienen impedimentos ni prohibiciones para contraer matrimonio (art. 14).

Esta formalidad vino a reemplazar la publicación de edictos y proclamas del Derecho Canónico. Sin duda que la información de testigos es menos efectiva que aquellas exigencias de este último.

55. SITUACIÓN ESPECIAL DE LAS PERSONAS PERTENECIENTES A UNA ETNIA INDÍGENA. La Ley N° 19.947 estableció la posibilidad de que los que pertenecen a etnias indígenas puedan cumplir con las formalidades previas al matrimonio –manifestación e información de testigos– en su lengua materna. E incluso que el matrimonio mismo se celebre en esa lengua. El art. 13 establece que "Las personas pertenecientes a una etnia indígena, según el art. 2° de la Ley N° 19.253,1 podrán solicitar que la manifesta-

De acuerdo al art. 2º de la Ley N° 19.253: "Se considerarán indígenas para los efectos de esta ley, las personas de nacionalidad chilena que se encuentren en los siguientes casos: a) Los que sean hijos de padre o madre indígena, cualquiera sea la naturaleza de su filiación, inclusive la adoptiva. Se entenderán por hijos de padre o madre indígena a quienes desciendan de habitantes originarios de las tierras identificadas en el art. 12 N°" 1 y 2; b) Los descendientes de las etnias indígenas que habitan el territorio nacional, siempre que posean a lo menos un apellido indígena. Un apellido no indígena será considerado como indígena, para

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ción, la información para el matrimonio y la celebración de éste se efectúen en su lengua materna".

"En este caso, así como en el que uno o ambos contrayentes no conocieren el idioma castellano, o fueren sordomudos que no pudieren expresarse por escrito, la manifestación, información y celebración del matrimonio se harán por medio de una persona habilitada para interpretar la lengua de el o los contra-yentes o que conozcan el lenguaje de señas".

"En el acta se dejará constancia del nombre, apellido y domicilio del intérprete, o de quien conozca el lenguaje de señas".

56. MATRIMONIOS EN ARTÍCULO DE MUERTE NO REQUIEREN DE MANIFESTACIÓN, INFORMACIÓN DE TESTIGOS NI DE CURSOS DE PREPARACIÓN PARA EL MATRIMONIO. Así lo establecen los arts. 10 y 17 de la Ley de Matrimonio Civil.

57. FORMALIDADES COETÁNEAS AL MATRIMONIO. De acuerdo al art. 15 de la Ley de Matrimonio Civil. "Inmediatamente después de rendida la información y dentro de los noventa días siguientes, podrá procederse a la celebración del matrimonio. Transcurrido dicho plazo sin que el matrimonio se haya efectuado, habrá que repetir las formalidades prescritas en los artículos precedentes".

58. TODO OFICIAL CIVIL ES COMPETENTE PARA LA CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO. Hasta que entró en vigencia la Ley N° 19.947, sólo tenía competencia para autorizar un matrimonio el oficial civil de la comuna o sección en que cualquiera de los contrayentes tuviera su domicilio o hubiere vivido durante los tres meses anteriores a la fecha de la celebración del matrimonio. Así lo establecía el art. 35 de la Ley N° 4.808. sobre Registro Civil.

La Ley N° 19.947 derogó este art. 35 y estableció en su art. 17 que "el matrimonio se celebrará ante el oficial del Registro Ci-

los efectos de esta ley. si se acredita su procedencia indígena por tres generacio-nes, y c) Los que mantengan rasgos culturales de alguna etnia indígena, enten-diéndose por tales la práctica de formas de vida. costumbres o religión de estas etnias de un modo habitual o cuyo cónyuge sea indígena. En estos casos, será ne-cesario, además, que se autoidentifiquen como indígenas".

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vil que intervino en la realización de las diligencias de manifestación e información”. Como, de acuerdo al art. 9°, la manifestación se puede hacer ante cualquier oficial del Registro Civil, quiere decir que las personas pueden casarse ante cualquier oficial del Registro Civil, con tal que sea el mismo ante el cual se hizo la manifestación e información de testigos. No vale la pena ponerse en el caso de que se llaga la manifestación ante un oficial del Registro Civil y se contraiga el matrimonio ante uno distinto, pues tal situación jamás podrá producirse, pues simplemente ningún oficial civil va a celebrar un matrimonio en esas condiciones, no va a terminar un acto que se inició ante otro funcionario.

La razón por la que se derogó el art. 35 de la Ley N° 4.808 y se atribuyó competencia a cualquier oficial del Registro Civil, fue eliminar la posibilidad de que se demandare la nulidad de un matrimonio por incompetencia del oficial del Registro Civil que, como es sabido, a falta de una ley de divorcio vincular, era la puerta de escape para disolver los matrimonios. 59. LUGAR DONDE DEBE EFECTUARSE EL MATRIMONIO. De acuerdo al art. 17 de la Ley de Registro Civil, el matrimonio se podrá efectuar:

a) En el local de la oficina del oficial del Registro Civil, o b) En el lugar que señalaren los futuros contrayentes,

siempre que se hallare ubicado dentro de su territorio jurisdiccional. 60. PRESENCIA DE TESTIGOS HÁBILES. El art. 17 inc. 2° de la Ley de Matrimonio Civil establece que el matrimonio se debe celebrar ante dos testigos, que pueden ser parientes o extraños.

Los testigos deben ser hábiles, y la regla es que cualquier persona, pariente o extraño, lo sea. No hay más testigos inhábiles que los indicados en el art. 16: "No podrán ser testigos en las diligencias previas ni en la celebración del matrimonio: 1°. Los menores de 18 años; 2°. Los que se hallaren en interdicción por causa de demencia; 3°. Los que se hallaren actualmente priva-dos de razón; 4°. Los que hubieren sido condenados por delito que merezca pena aflictiva y los que por sentencia ejecutoriada estuvieren inhabilitados para ser testigos, y 5°. Los que no en-tendieren el idioma castellano o aquellos que estuvieren incapacitados para darse a entender claramente".

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El art. 45 de la actual ley establece que "es nulo el matrimonio que no se celebre ante el número de testigos hábiles determinados en el art. 17". 61. ACTO DE CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO. El art. 18 de la Ley de Matrimonio Civil establece que "En el día de la celebración y delante de los contrayentes y testigos, el oficial del Registro Civil dará lectura a la información mencionada en el art. 14 (in-formación de testigos) y reiterará la prevención indicada en el art. 10 inc. 2°" (necesidad de que el consentimiento sea libre y espontáneo).

Agrega el art. 18 que "A continuación leerá los arts. 131, 133 y 134 del Código Civil (estas disposiciones se refieren a los de-beres conyugales). Preguntará a los contrayentes si consienten en recibirse el uno al otro como marido y mujer y, con la res-puesta afirmativa, los declarará casados en nombre de la ley".

Ya hemos explicado la función que cumple el oficial civil. Es él quien, representando al Estado y una vez verificado que se han cumplido todas las exigencias legales, declara casados a los contrayentes. Su participación tiene una trascendencia muy diferente a la que podría tener la presencia de un notario en el otorgamiento de una escritura pública.

Es ésta la razón por la que si el matrimonio no se celebra, o en el caso del art. 20 (matrimonio ante una entidad religiosa de derecho público) no se ratifica ante un oficial civil, tal matrimonio no tiene existencia. No es que sea nulo, sino que es inexistente, según lo estima la doctrina nacional (Sobre inexistencia del matrimonio, véase Eugenio Velasco, ob. cit., pp. 60 y ss.). Y por la misma razón, si el matrimonio no se celebra ante oficial del Registro Civil, no podrá ser putativo, como luego veremos. 62. FORMALIDADES POSTERIORES AL MATRIMONIO. Trata de esta materia el art. 19 de la Ley de Matrimonio Civil: "Inmediatamente (de declararlos casados en nombre de la ley), el oficial del Registro Civil levantará acta de todo lo obrado, la cual será fir-mada por él, los testigos y los cónyuges, si supieren y pudieren firmar; y procederá a hacer la inscripción en los libros del Re-gistro Civil en la forma prescrita en el reglamento".

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Agrega el art. 19 que "si se trata de matrimonio en artículo de muerte, se especificará en el acta el cónyuge afectado y el peligro que le amenazaba" (inc. 2°). 63. EN EL ACTO DEL MATRIMONIO SE PUEDEN RECONOCER HIJOS COMUNES NO MATRIMONIALES, Y PACTAR SEPARACIÓN DE BIENES O PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES. Lo primero está autorizado por el art. 187 Nº 1°, parte final, del Código Civil y por el art. 37 de la Ley N° 4.808 (en su texto dado por la Ley N° 19.947). Esta última norma señala que: "El oficial del Registro Civil no procederá a la inscripción del matrimonio sin haber manifestado privadamente a los contrayentes que pueden reconocer los hijos comunes nacidos antes del matrimonio, para los efectos en el artículo siguiente".

Respecto a la posibilidad de pactar separación de bienes o participación en los gananciales, el art. 38 inc. 2° de la Ley N° 4.808 lo permite expresamente, agregando en el inc. 3° que, si advertidos los contrayentes que pueden establecer estos regímenes matrimoniales, no lo hacen o nada dicen, se entenderán casados en régimen de sociedad conyugal. 64. VICIOS EN EL ACTA O EN LA INSCRIPCIÓN DEL MATRIMONIO. Los vicios en que se pueda incurrir en el acta o en la inscripción, o incluso su omisión, no producen la nulidad del matrimonio, desde que éste quedó perfeccionado cuando el oficial del Registro Civil los declaró casados en nombre de la ley. Luego, lo ocurrido con posterioridad no puede producir la nulidad del matrimonio. 65. DE LOS MATRIMONIOS CELEBRADOS ANTE ENTIDADES RELIGIOSAS DE DERECHO PÚBLICO. Desde el 1º de enero de 1885, en que entró en vigencia la antigua Ley de Matrimonio Civil, el único matrimonio que producía efectos civiles era el celebrado ante un oficial del Registro Civil. La falta de esa solemnidad producía, por lo menos en doctrina, la inexistencia del matrimonio.

Sin embargo, la Ley N° 19.947 cambió esta realidad, al esta-blecer que "Los matrimonios celebrados ante entidades religiosas que gocen de personalidad jurídica de derecho público producirán los mismos efectos que el matrimonio civil, siempre

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que cumplan con los requisitos contemplados en la ley, en especial lo prescrito en este capítulo –Capítulo II de la Ley N° 19.947– de su inscripción ante un oficial del Registro Civil" (art. 20, inc. 1°). 66. REQUISITOS PARA QUE EL MATRIMONIO RELIGIOSO PRODUZCA

EFECTOS CIVILES. Para que este matrimonio religioso produzca efectos civiles deben cumplirse los siguientes requisitos:

1°. debe celebrarse ante una entidad religiosa que tenga personalidad jurídica de derecho público;

2°. debe autorizarlo un ministro del culto que estatutaria-mente tenga facultades para ello;

3°. debe levantarse un acta que acredite la celebración del matrimonio y el cumplimiento de las exigencias que la ley establece para su validez, como el nombre y edad de los contrayentes y los testigos y la fecha de su celebración. Entendemos que los testigos son dos y no les debe afectar alguna de las inhabilidades establecidas en el art. 16;

4°. el acta deberá estar suscrita por el ministro del culto ante quien se hubiere contraído el matrimonio religioso y deberá cumplir con las exigencias contempladas en el art. 40 bis de la Ley N° 4.808. Entre estas está la de que debe individualizarse "la entidad religiosa ante la que se celebró el matrimonio, con ex-presa mención del número del decreto en virtud del cual goza de personalidad jurídica de derecho público. En el caso de las entidades religiosas reconocidas por el art. 20 de la Ley N° 19.638, deberán citar esta norma jurídica".

5°. El acta debe ser presentada por los contrayentes ante cualquier oficial del Registro Civil, dentro de ocho días, para su inscripción. El plazo corre desde la celebración del matrimonio religioso.

Respecto de esta exigencia es necesario tener presente: a) Que quienes deben presentar el acta al Registro Civil son

los propios contrayentes, en forma personal, no pudiendo ha-cerlo por medio de mandatarios. La Ley N° 19.947 agregó un inc. 2° al art. 15 de la Ley N° 4.808, que disipa cualquier duda. En efecto, el inc. 1° de esa disposición permite que los interesa-

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dos en una inscripción en el Registro Civil puedan cumplir ese trámite personalmente o a través de mandatarios. Ahora bien, el inc. 2°, agregado por la Ley N° 19.947, dispone lo siguiente: "No tendrá aplicación lo previsto en el inciso precedente, tratándose de las inscripciones a que se refiere el art. 20 de la Ley de Matrimonio Civil". La referencia al art. 20 de la Ley de Matrimonio Civil corresponde al matrimonio religioso. Una opinión distinta tiene I Hernán Corral. Afirma que "el texto del art. 20 de la nueva ley no exige categóricamente tal comparecencia personal, y la posibilidad de que el matrimonio pueda contraerse por mandatario (art. 103 del Código Civil) conduce a fortiori a la conclusión de que es posible que los contrayentes del matrimonio religioso puedan otorgar poder a un tercero para que, en su nombre, ratifique el consentimiento ya prestado y requiera la inscripción competente (quien puede lo más puede lo me-nos)". Reconoce, sin embargo, el profesor Corral "que el inc. 2º que se agregó al art. 15 de la Ley de Registro Civil tuvo por finalidad, en la intención de los legisladores, que se excluyera la representación respecto de este tipo de inscripción”, pero, a su juicio, el texto del precepto no resulta concluyente (Hernán Corral T.: "Una ley de paradojas. Comentario a la nueva Ley de Matrimonio Civil", R e v i s t a Chilena de Derecho Privado, 2004, Nº 2, pp. 259-272).

b) El plazo es de ocho días corridos (art. 50 del Código Ci-vil). Es un plazo de caducidad, puesto que de no inscribirse dentro de los 8 días, "tal matrimonio no producirá efecto civil alguno". Esto significa que el matrimonio es inexistente (nótese: no nulo, sino inexistente).

c) El plazo es para presentar el acta ante el oficial del Re-gistro Civil y para que se inscriba el matrimonio (para las dos cosas). Ello es así porque el art. 20 inc. 2° parte final dice: "Si no se inscribiere en el plazo fijado, tal matrimonio no producirá efecto civil alguno".

6°. Los comparecientes deben ratificar, ante el oficial del Re-gistro Civil, el consentimiento prestado ante el ministro de culto de su confesión, de lo que se deberá dejar constancia en la inscripción respectiva que también deben suscribir ambos contrayentes (art. 20, inc. 3°).

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67. REQUISITOS DE LA INSCRIPCIÓN DEL MATRIMONIO RELIGIOSO EN EL REGISTRO CIVIL. La Ley N° 19.947 incorporó a la Ley N° 4.808 el art. 40 ter, que establece los requisitos que deben con-tener las inscripciones de los matrimonios celebrados ante entidades religiosas.

Dentro de estas exigencias hay tres que, según el art. 40 ter inciso final, son esenciales: a) debe contener el acta a que se re-fiere el art. 20 de la Ley de Matrimonio Civil (acta de la entidad religiosa); b) debe señalar el documento que acredite la personería del respectivo ministro de culto; c) debe constar que se ratificó por los contrayentes el consentimiento ante el oficial del Registro Civil, y d) la firma de los requirentes de la inscripción y del oficial del Registro Civil. 68. NEGATIVA DEL REGISTRO CIVIL DE INSCRIBIR EL MATRIMONIO RELIGIOSO. El art. 20 inc. 4° establece que "sólo podrá denegarse la inscripción si resulta evidente que el matrimonio no cumple con alguno de los requisitos exigidos por la ley". De la negativa se podrá reclamar ante la respectiva Corte de Apelaciones. 69. JUICIO CRÍTICO SOBRE ESTA INNOVACIÓN DE LA LEY N° 19 . 94 7 . Nos parece que el hecho que el matrimonio religioso pase a pro-ducir los mismos efectos que el matrimonio civil es una innovación que puede traer más problemas que ventajas. En efecto, ¿qué pasa si vigente el plazo de 8 días muere alguno de los contrayentes (no me atrevo a llamarles cónyuges)? ;Lo hereda el sobreviviente? Pensamos que la respuesta es NO, porque todavía no hay matrimonio, ya que éste, y pese a todo lo que se diga, sólo se va a perfeccionar cuando ambas partes concurran al Registro Civil a ratificar el consentimiento prestado ante el ministro de culto de su confesión. Otro problema: ¿qué pasa si alguno de los contrayentes se niega a concurrir al Registro Civil a ratificar el consentimiento? Creemos que no hay delito penal, pero sí podría existir responsabilidad extracontractual. 70. FECHA DEL MATRIMONIO RELIGIOSO. Un aspecto importan-te que debe ser dilucidado es precisar la fecha del matrimonio en el caso que venimos tratando. ¿Será la de la ceremonia religiosa o aquella en que se ratifica ante el Registro Civil? Este pro-

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blema no es menor, ya que puede ser importante para varios efectos, v. gr., para la aplicación de la presunción del art. 184 del Código Civil; para determinar a qué patrimonio ingresa un bien adquirido entre la fecha del matrimonio religioso y su ratificación ante el Registro Civil, etc.

A mi juicio debe estimarse para todos los efectos legales que si el matrimonio religioso se ratifica dentro de los 8 días ante el Registro Civil, debe estarse a la fecha del matrimonio religioso, en-tendiéndose que cuando se inscribe en el Registro Civil sus efectos se retrotraen a la fecha del matrimonio religioso. En el mismo sentido opina Hernán Corral: "Entendemos que el consentimiento matrimonial válido se presta en estos casos ante el Ministro de Culto. e allí -agrega- que se hable de `ratificar' el consentimiento va prestado, y no e renovar o repetir dicha voluntad. Se ratifica lo que ya existe, y esa ratificación operará, según las reglas generales, con efecto retroactivo, bajo condición de que se practique la inscripción en el Registro Civil del matrimonio religioso con-traído. Es decir –concluye–, la fecha del matrimonio será la de su celebración religiosa, sin perjuicio de que se proteja a los terceros por la falta de publicidad de la unión en tanto no proceda la inscripción” (comentario recién citado, p. 261). En una nota al pie de página, explica el profesor Corral que "la naturaleza jurídica del acto ratificatorio permite mantener esa conclusión a pesar de que la Sala del Senado desechara una norma que establecía expresamente la eficacia retroactiva del reconocimiento..." para evitar posibles perjuicios a terceros (comentario cit., p. 261)." 7 1 . MATRIMONIOS CELEBRADOS EN EL EXTRANJERO. En la anterior Ley de Matrimonio Civil, esta materia estaba tratada en el art. 1 5. En la nueva ley pasa a estarlo en el art. 80.

El antiguo art. 15 establecía en su inc. 1º que "el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad a las leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en territorio chileno", y en seguida agregaba en el inc. 2° que si un chileno o chilena contraía matrimonio en el extranjero sin respetar los impedimentos dirimentes, esa con-

En sentido contrario Javier Barrientos y Aránzazu Novales, Nuevo Derecho M a t r i m o n i a l C h i l e n o , p. 2 7 9 .

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travención producía en Chile los mismos efectos que si se hubiere cometido en Chile.

El art. 80 de la nueva ley es más general, en cuanto señala que este matrimonio celebrado en el extranjero podrá ser declarado nulo de conformidad con la ley chilena si se ha contraído contraviniendo lo dispuesto en los arts. 5°, 6° y 7° de la ley, vale decir, sin respetar los impedimentos dirimentes. Como se puede observar, la nueva norma es más general, por cuanto no dice que la limitación rija sólo para los chilenos.

El art. 80 distingue entre: a) requisitos de forma; b) requisitos de fondo, y c) efectos del matrimonio.

a) Los requisitos de forma están referidos a las solemnidades externas. Se rigen por la ley del país en que el matrimonio se celebra (lex locus regit actum). Se sigue en esta materia el mismo principio que el art. 17 del Código Civil adopta para la forma de los instrumentos públicos.

b) En cuanto a los requisitos de fondo (capacidad y consentimiento), también se rigen por la ley del lugar de celebración del matrimonio. Ello con dos excepciones: 1) deben respetarse los impedimentos dirimentes contemplados en los arts. 5°, 6° y 7º de la ley, y 2) priva de valor en Chile a los matrimonios en que no hubo consentimiento libre y espontáneo de los cónyuges (art. 80, inc. 3°).

No resolvió la norma el antiguo problema de lo que ocurre si no se respeta en el extranjero el impedimento dirimente con-templado en el art. 27 de la Ley N° 7.613 o en el art. 18 de la Ley N° 18.703 (matrimonio que contraiga el adoptante con el adoptado o el adoptado con el viudo o viuda del adoptante). ¿Podrían estas personas contraer matrimonio válido en el extranjero, puesto que el art. 80, inc. 2º de la Ley de Matrimonio Civil se refiere sólo a los impedimentos dirimentes señalados en los arts. 5", 6° y 7° de la Ley de Matrimonio Civil, y no a éste que está en el art. 27 de la Ley N° 7.613 y en el art. 18 de la Ley N° 18.703. El problema no está resuelto en la ley. Somarriva opina que tal matrimonio sería nulo, por aplicación del art. 15 del Código Civil (Derecho de Familia, Nº 61, p. 73).

Finalmente en lo que se refiere a los efectos del matrimonio celebrado en el extranjero (derechos y obligaciones entre los cónyuges), éste produce en Chile los mismos efectos que si se hubiere

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contraído en Chile, siempre que se trate de la unión de un hombre y una mujer.

Una sentencia de la Excma. Corte Suprema de 14 de diciembre de 1992, resolvió que por ser una institución (el matrimonio), "todo lo relacionado con el matrimonio conforma el orden público familiar, en el cual, como es natural, tiene interés la sociedad toda, más allá del que puedan hacer valer los interesados directamente", para agregar en seguida "que sin perjuicio de lo señalado, es de toda evidencia que no pueden reconocerse en Chile aquellos matrimonios que contravengan el orden público chileno, cualquiera que sea el valor que se les atribuya en la legislación del país en que se contrajeron. Así, por vía de ejemplo, en Chile no podría invocarse respecto de una persona residente en Chile, un matrimonio múltiple (bigamia) o contraído por personas del mismo sexo, puesto que ello vulnera la esencia de esta institución e introduce un factor de desquiciamiento en la constitución de la familia, dentro de la concepción judeo cristiana que inspira nuestra legislación sobre la materia". La sentencia agrega que "los ritos, las costumbres, los convencionalismos no pueden ser considerados fuentes del matrimonio, cualesquiera que sea el valor que se le asigne en el país de origen ("Estudios 1993, Sociedad Chilena de Derecho Internacional", Santiago).

El art. 82 se refiere a un efecto específico del matrimonio, al derecho de alimentos. Establece que el cónyuge domiciliado en Chile podrá exigir alimentos del otro cónyuge ante los tribunales chilenos y en conformidad a la ley chilena (inc. 1°). El inc. 2° agrega que "Del mismo modo, el cónyuge residente en el extranjero podrá reclamar alimentos del cónyuge domiciliado en Chile".

Para terminar con los matrimonios celebrados en el extranjero, es útil consignar que el art. 135 inc. 2° del Código Civil re-gula lo relativo al régimen matrimonial aplicable a los cónyuges, materia esta que estudiaremos más adelante. 72. DE LA SEPARACIÓN DE LOS CÓNYUGES. El Capítulo III de la Ley

de Matrimonio Civil trata de la separación de los cónyuges, distinguiendo entre: a) separación de hecho, y b) separación judicial. 73. DE LA SEPARACIÓN DE HECHO. La Ley de Matrimonio Civil

trata la separación de hecho, buscando regular las consecuen-

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cias que de ella derivan: relaciones de los cónyuges entre sí y con los hijos, cuidado de estos últimos; derecho-deber del padre o madre que vive separado de los hijos de mantener con ellos una relación directa y regular; alimentos para los hijos y para el cónyuge más débil; administración de los bienes sociales y de la mujer cuando están casados en sociedad conyugal, etc. Así se desprende de los arts. 21 y ss. de la ley. 74. FORMA DE REGULAR LAS CONSECUENCIAS DERIVADAS DE LA SEPARACIÓN. La ley establece dos formas de hacer esta regulación: a) de común acuerdo, y b) judicialmente. 75. REGULACIÓN DE COMÚN ACUERDO. Se refiere a ella el art. 21: "Si los cónyuges se separaren de hecho, podrán, de común acuerdo, regular sus relaciones mutuas, especialmente los alimentos que se deban y las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio".

Court explica que la ley no exige ninguna solemnidad especial para que los acuerdos sobre esas materias tengan validez. por lo que por aplicación de las reglas generales, el acuerdo podría ser yerbal, salvo que la materia regulada requiriere de instrumento público (art. 1721, en relación con el art. 18 del Código Civil); y sin perjuicio de las limitaciones a la admisibilidad de la prueba testimonial (arts. 1708 y ss. del Código Civil) para probar el contenido y fecha de los acuerdos (Eduardo Court Murasso: Nueva Ley de Matrimonio Civil, Edit. Legis, 2004, p. 45).

"En todo caso, si hubiere hijos, dicho acuerdo deberá regular también, a lo menos, el régimen aplicable a los alimentos, al cuidado personal y a la relación directa y regular que mantendrá con los hijos aquel de los padres que no los tuviere a su cuidado".

"Los acuerdos antes mencionados deberán respetar los derechos conferidos por las leyes que tengan el carácter de irre-nunciables".

Es importante este acuerdo, porque, si cumple los requisitos que en seguida veremos, dan fecha cierta al cese de la con-vivencia entre los cónyuges, lo que es importante cuando se demanda el divorcio, como se desprende del art. 55 de la ley.

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76. REQUISITOS PARA QUE EL ACUERDO OTORGUE FECHA CIERTA AL CESE DE LA CONVIVENCIA. Según el art. 22, el acuerdo que venimos tratando otorga fecha cierta al cese de la convivencia cuando consta por escrito en alguno de los siguientes instrumentos: a) escritura pública o acta extendida y protocolizada ante notario público (nótese que debe cumplir ambos requisitos: extendida ante notario público y protocolizada); b) acta extendida ante un oficial del Re-gistro Civil, o c) transacción aprobada judicialmente.

Además "si el cumplimiento del acuerdo requiriese una inscripción, subinscripción o anotación en un registro público, se tendrá por fecha del cese de la convivencia aquella en que se cumpla tal formalidad" (art. 22, inc. 2º). Al discutirse la ley se puso como ejemplo de esta situación, el caso en que en el acuerdo se constituya un usufructo sobre un bien raíz (Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, Boletín 1759-18, p. 146).

Este artículo agrega finalmente que "La declaración de nulidad de una o más de las cláusulas de un acuerdo que conste por medio de alguno de los instrumentos señalados en el inciso primero, no afectará el mérito de aquél para otorgar una fecha cierta al cese de la convivencia". Si se lee con cuidado este inciso, se verá que contiene una excepción a los efectos de la nulidad contemplados en el art. 1687 del Código Civil. 77. REGULACIÓN JUDICIAL. Si los cónyuges no logran ponerse de acuerdo sobre las materias a que se refiere el art. 21, cualquiera de ellos podrá solicitar la regulación judicial (art. 23). Lo importante de esta norma es que ello podrá pedirse en el juicio iniciado respecto de cualquiera de las materias señaladas en el referido art. 21 (alimentos, tuición, etc.). Así lo dice el art. 23: "A falta de acuerdo, cualquiera de los cónyuges podrá solicitar que el procedimiento judicial que se sustancie para reglar las relaciones mutuas, como los alimentos que se deban, los bienes familiares o las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio; o las relaciones con los hijos, como los alimentos, el cuidado personal o la relación directa y regular que mantendrán con ellos el padre o madre que no los tuviere bajo su cuidado, se extienda a otras materias concernientes a sus relaciones mutuas o a sus relaciones con los hijos".

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El art. 24 agrega que "Las materias de conocimiento conjunto a que se refiere el artículo precedente se ajustarán al mismo pro-cedimiento establecido para el juicio en el cual se susciten (inc. 1º).

Como se puede observar, con estos artículos se obtiene unidad de competencia (art. 23) y unidad de procedimiento (art. 24), lo que representa una evidente economía procesal para las partes. Al discutirse estas normas en el Parlamento, el Ministro de Justicia de la época expresó lo siguiente: "La experiencia nos dice que cuando hay ruptura familiar, lo normal es que se llegue a los tribunales, no porque estén separados, sino porque se desea pedir alimentos, visitas o tuición, o por-que ha habido violencia intrafamiliar. Con el Proyecto del ejecutivo –agregó el Ministro– es mucho más fácil llegar al tribunal, puesto que llevada una de estas materias. el juez tiene la obligación de preocuparse de todas. y se concentra en una sola actividad lo que se hace en etapas, lo que, a su juicio, es bueno". 78. TRIBUNAL COMPETENTE. PROCEDIMIENTO. Cuando entren a funcionar los Tribunales de Familia –el 1º de octubre de 2005–, esta materia será de la competencia de esos tribunales (art. 8° de la Ley N° 19.968), que conocerán de ellas en el procedimiento contemplado en el Título III de esa ley. arts. 9° y ss. 79. FECHA CIERTA DEL CESE DE LA CONVIVENCIA CUANDO HAY REGULACIÓN JUDICIAL. Cuando la regulación de las materias señaladas en el art. 21 se hace judicialmente, el cese de la convivencia tendrá fecha cierta a partir de la notificación de la demanda (art. 25, inc. 1°). 80. RESUMEN SOBRE LOS CASOS QUE DAN FECHA CIERTA DEL CESE DE LA CONVIVENCIA. De lo que se viene diciendo resulta que hay fecha cierta del cese de la convivencia en los siguientes casos:

a) Cuando el acuerdo de los cónyuges conste, por escrito, en alguno de los instrumentos contemplados en el art. 22;

b) Cuando a falta de acuerdo, se demande judicialmente al-guna de las materias que indica el art. 23, caso en que la fecha cierta será la de la notificación de la demanda (art. 25, inc. 1°, y

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c) Hay todavía un tercer caso, contemplado en el art. 25 inc. 2°: "Asimismo, habrá fecha cierta, si no mediare acuerdo ni demanda entre los cónyuges, cuando, habiendo uno de ellos expresado su voluntad de poner fin a la convivencia a través de cualquiera de los instrumentos señalados en las letras a) y b) del art. 22 o dejado constancia de dicha intención ante el juzgado correspondiente, se notifique al otro cónyuge". En estos casos se trata de una gestión voluntaria a la que se podrá comparecer personalmente, debiendo la notificación practicarse según las reglas generales.

81. DE LA SEPARACIÓN JUDICIAL. El párr. 2° del Capítulo III de la ley, arts. 26 al 41, trata de la separación judicial.

82. CAUSALES DE SEPARACIÓN JUDICIAL. La separación judicial se puede demandar:

a) Por uno de los cónyuges si mediare falta imputable al otro, siempre que constituya una violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común (art. 26, inc. 1°). El adulterio no es causal de separación judicial cuando exista previa separación de hecho consentida por ambos cónyuges (inc. 2°).

En este caso, la acción para pedir la separación corresponde únicamente al cónyuge que no ha dado lugar a la causal (art. 26, inc. 3°).

b) Por cualquiera de los cónyuges, cuando hubiere cesado la convivencia (art. 27, inc. 10).

En este caso, si la solicitud fuere conjunta, "los cónyuges deberán acompañar un acuerdo que regule en forma completa y suficiente sus relaciones mutuas y con respecto a sus hijos. El acuerdo será completo si regula todas y cada una de las materias indicadas en el art. 21. Se entenderá que es suficiente si resguarda el interés superior de los hijos, procura aminorar el menos-cabo económico que pudo causar la ruptura y establece relaciones equitativas, hacia el futuro, entre los cónyuges cuya separación se solicita".

Hernán Corral estima que "por razones de coherencia interna del nuevo cuerpo legal –se refiere a la nueva Ley de Matri-

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monio Civil–, si los cónyuges obtienen de común acuerdo la se-paración personal hay que entender que optan por esa fórmula de regulación de ruptura, que en la ley aparece claramente como un régimen de regulación de la ruptura alternativa al divorcio. No será admisible, entonces –agrega–, que uno de ellos pretenda extinguir el régimen jurídico de la separación invocando el cese de la convivencia como fundamento del divorcio unilateral. Se aplicará aquí –continúa– la doctrina de los actos propios. El cónyuge que ha optado por una figura alternativa que mantiene la vigencia del vínculo y lo ha hecho de común acuerdo con su marido o mujer, no podría luego ir contra su propia de-cisión y solicitar el divorcio unilateral, imponiéndole este esta-do civil a su consorte" (Hernán Corral: "Una ley de paradojas. Comentario a la nueva Ley de Matrimonio Civil". Rev. Chilena de Derecho Privado, 2004, Nº 2, pp. 259-272). No comparto esta opinión. Creo que la separación judicial y el divorcio son instituciones diferentes, de tal suerte que lo que se resuelva respecto de la primera no puede inhabilitar a los cónyuges para interponer una demanda de divorcio. 83. LA ACCIÓN PARA DEMANDAR LA SEPARACIÓN JUDICIAL ES IRRENUNCIABLE. Así lo establece el art. 28. 84. TRIBUNAL Y PROCEDIMIENTO PARA CONOCER DE LA ACCIÓN DE SEPARACIÓN JUDICIAL. Corresponderá conocer de esa materia a los Tribunales de Familia (art. 8°, N° 16 de la Ley Nº 19.968). Mientras éstos no entren en funciones, serán de competencia del juez civil del domicilio del demandado (art. 1º, transitorio).

En cuanto al procedimiento será el propio de los Tribuna-les de Familia (arts. 9" y ss. de la Ley N° 19.968). Y mientras es-tos no entren en funciones, el procedimiento será el del juicio ordinario, con las modificaciones contempladas en el art. 1º transitorio, disposición tercera, de la Ley N° 19.947.

En esta materia hay que tener presente también el art. 29 de la Ley N° 19.947: "La separación podrá solicitarse también en el procedimiento a que dé lugar alguna de las acciones a que se refiere el art. 23, o una denuncia por violencia intrafamiliar producida entre los cónyuges o entre alguno de éstos y los hijos".

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85. MEDIDAS PROVISORIAS PARA PROTEGER EL PATRIMONIO FAMI-LIAR Y EL BIENESTAR DE CADA UNO DE LOS MIEMBROS QUE LA INTE-GRAN. De acuerdo al art. 30, cuando los cónyuges se encontraren casados en el régimen de sociedad conyugal "cualquiera de ellos podrá solicitar al tribunal la adopción de las medidas provisorias que estimen conducentes para la protección del patrimonio familiar y el bienestar de cada uno de los miembros que la integran. Ello sin perjuicio del derecho de las partes para de-mandar alimentos o pedir la declaración de bienes familiares de acuerdo a las reglas generales (art. 30, inc. 2º). 86. CONTENIDO DE LA SENTENCIA QUE DECLARA LA SEPARACIÓN. Según el art. 31 debe:

a) pronunciarse sobre cada una de las materias que indica el art. 21, a menos que se encuentren reguladas o no procediere la regulación de alguna de ellas, lo que indicará expresamente. Si las partes hubieren establecido la regulación, el tribunal debe revisar tal acuerdo, procediendo de oficio a subsanar las deficiencias o a modificarlo, si fuere incompleto o insuficiente (art. 31, incs. 1º y 2º), y

b) debe, además, liquidar el régimen matrimonial que hu-biere existido entre los cónyuges, si así se hubiere solicitado y se hubiere rendido la prueba necesaria (art. 31, inciso final). Evidentemente esto será así únicamente si estaban casados en sociedad conyugal o participación de gananciales. Esta norma constituye una excepción a la regla general de que la liquidación de la sociedad conyugal se debe hacer en conformidad a las normas de la partición de bienes, por un árbitro de derecho. 87. EFECTOS DE LA SEPARACIÓN JUDICIAL. La sentencia de sepa-ración judicial producirá sus efectos desde que quede ejecuto-riada. Debe además subinscribirse al margen de la respectiva inscripción matrimonial. Dice el art. 32 que "Efectuada la subinscripción, será oponible a terceros y los cónyuges adquirirán la calidad de separados, que no los habilita para volver a contraer matrimonio". Nótese que se genera un estado civil nuevo: el estado civil de separado.

Más adelante, la ley cuando trata de la reanudación de la vida en común, dice que producida ésta –la reanudación de la vida

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en común–, se "restablece el estado civil de casados" (art. 38). Desde el momento que esta disposición habla de que se restablece el estado civil de casados, podría entenderse que producida la separación judicial, se pierde el estado civil de casados, ya que sólo se puede restablecer lo que se ha perdido. Pero, ¿será ello así? En un primer momento así lo entendimos. Empero, hoy, con mayor reflexión, creemos que no puede ser así, que los se-parados judicialmente mantienen su condición de casados. Nos basamos para ello en el hecho de que entre las causales de terminación del matrimonio que indica el art. 42, no se contempla la sentencia que declara la separación judicial.

En otro orden de ideas, llama la atención que se requiera la subinscripción para que los cónyuges adquieran la calidad de separados, y no ocurra ello, como sería lo lógico, desde que la sentencia quede ejecutoriada. Entendemos que esta exigencia tiene por objeto la protección de terceros, por lo que en buena técnica, la sentencia debería producir efectos entre los cónyuges desde que quede ejecutoriada; y sólo respecto de terceros desde que se practique la subinscripción.

;Cuáles son entonces los efectos de la sentencia que declara la separación judicial? Veamos:

a) Como se acaba de señalar, a partir del momento en que se subinscribe, se adquiere por los cónyuges el estado civil de "separados judicialmente". La prueba de este nuevo estado se hace con la correspondiente partida de matrimonio, según la modificación que la Ley N° 19.947 introduce al art. 305 del Código Civil;

b) Deja subsistentes los derechos y obligaciones personales de los cónyuges, con excepción de aquellos cuyo ejercicio sea incompatible con la vida separada de ambos, como los deberes de cohabitación y de fidelidad (art. 33);

c) Se disuelve la sociedad conyugal o el régimen de participación en los gananciales que hubiere existido entre los cónyuges, sin perjuicio de que se pueda constituir prudencialmente a favor del cónyuges no propietario, un derecho de usufructo, uso o habitación sobre los bienes familiares (arts. 34 y art. 1792-27 en el nuevo texto de la Ley N° 19.947).

d) En principio, no se altera el derecho a sucederse por cau-sa de muerte, salvo que se hubiere dado lugar a la separación

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por culpa de un cónyuge, caso en que el juez efectuará en 1 sentencia la declaración correspondiente, de la que se dejará constancia en la subinscripción. Para estos efectos, la Ley N(' 19.947 sustituyó en el art. 1 182 inc. 2º del C. Civil la frase "di-vorcio perpetuo o temporal" por "separación judicial"' y dio una nueva redacción al art. 994, que ahora pasó a decir: "El cónyuge separado judicialmente, que hubiere dado motivo a la separación por su culpa, no tendrá parte alguna en la herencia abintestato e su mujer o marido";

e) El cónyuge que dio lugar a la separación judicial pierde el beneficio de competencia a que podría tener derecho (art. 1626, N° 2, en el nuevo texto).

f) En materia de alimentos, rigen las reglas especiales con-templadas en el párr. Y del Título VI del Libro 1 del Código Ci-vil. El nuevo texto del art. 175 (que establece la Ley Nº 19.947) prescribe: "El cónyuge que haya dado causa a la separación judicial por su culpa, tendrá derecho para que el otro cónyuge lo provea de lo que necesite para su modesta sustentación, pero en este caso, el juez reglará la contribución teniendo en especial consideración la conducta que haya observado el alimentario antes del juicio respectivo, durante su desarrollo o con posterioridad a él".

g) De acuerdo al art. 178 del Código Civil, en el nuevo texto dado por la Ley N° 19.947, se aplica a los cónyuges separados la norma del art. 160, según el cual ambos cónyuges deben proveer a las necesidades de la familia común en proporción a sus facultades, debiendo el juez hacer la regulación en caso necesario.

h) El hijo concebido durante el estado e separación no goza de la presunción del art. 184 del Código Civil, de tener por padre al marido (art. 37). No obstante, podrá el hijo ser inscrito como hijo de los cónyuges, si concurre el consentimiento de ambos. Esto último es lógico, pues importa un reconocimiento voluntario.

i) La sentencia firme de separación judicial autoriza para revocar todas las donaciones que por causa del matrimonio se hu-

Esta norma —con la modificación que le introduce la Ley Nº 19.947— priva de la calidad de legitimario al cónyuge que por culpa suya haya (lado ocasión a la separación judicial. Antes decía "al divorcio perpetuo o temporal".

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hieren hecho al cónyuge que dio motivo a la separación judicial (art. 1790 en el nuevo inc. 2º agregado por la Ley N° 19.947)

j) Los cónyuges separados judicialmente pueden celebrar contratos de compraventa entre sí (art. 1796, en el nuevo texto).

k) No se suspende la prescripción a favor de la mujer sepa-rada judicialmente de su marido (art. 2509 en el nuevo texto dado por la Ley Nº 19.947).

l) No podrá concederse la adopción a los cónyuges respecto de los cuales se haya declarado la separación judicial mientras ésta subsista (inc. 5" de la Ley N° 19.620, agregado por la Ley N° 19.947). Sin embargo, "los cónyuges que hubieran iniciado la tramitación de una adopción podrán solicitar que ésta se conceda aun después de declarada su separación judicial o el divorcio, si conviene al interés superior del adoptado" (inc. 3° del art. 22 la Ley Nº 19.620. agregado por la Ley Nº 19.947). 88. RECONCILIACIÓN O REANUDACIÓN DE LA VIDA EN COMÚN. El párr. 4 del Capítulo III de la nueva Ley de Matrimonio Civil, arts. 38 al 41, regula esa materia.

Puede producirse en dos momentos: a) Mientras se tramita el juicio de separación, caso en que, a

nuestro juicio, bastará con dejar constancia de ese hecho en el expediente, solicitando al tribunal el archivo de los antecedentes. Con ello se pone término al procedimiento (art. 38).

b) Cuando va hay sentencia, supuesto en que será necesaria una nueva sentencia que a petición de ambos cónyuges revoque la sentencia de separación. Para que esta nueva sentencia sea oponible a terceros, se debe subinscribir al margen de la inscripción matrimonial (art. 39, inc. 1° .

En el caso que la separación judicial se hubiere producido porque uno de los cónyuges lo solicitó en conformidad al art. 27, por haber cesado la convivencia, para que la reanudación sea oponible a terceros "bastará que ambos cónyuges dejen constancia de ella en un acta extendida ante el oficial del Registro Ci-vil, subinscrita al margen de la inscripción matrimonial". En este caso "el oficial del Registro Civil comunicará esta circunstancia al tribunal competente, que ordenará agregar el documento res-pectivo a los antecedentes del juicio de separación” (art. 39, inc. 2°).

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adolece de nulidad el contrato de compraventa celebrado entre cónyuges no separados judicialmente
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La reanudación de la vida en común no revive la sociedad conyugal ni el régimen de participación en los gananciales, pero los cónyuges podrán pactar por una sola vez este último en conformidad con el art. 1723 del Código Civil (art. 40 y artículo segundo N° 13).

Finalmente el art. 41 agrega que "La reanudación de la vida en común no impide que los cónyuges puedan volver a solicitar la separación, si ésta se funda en hechos posteriores a la reconciliación”. 89. DE LA EXTINCIÓN DEL MATRIMONIO. Esta materia está trata-da en el Capítulo IY de la Ley de Matrimonio Civil, arts. 42 y ss.

De acuerdo a estas normas, las únicas causales de terminación del matrimonio son:

1) La muerte de uno de los cónyuges (art. 42, Nº l); 2) La muerte presunta de uno de los cónyuges, cumplidos

que sean los plazos señalados en el art. 43 (art. 42, Nº 2); 3) La sentencia que declara la nulidad del matrimonio; y 4) La sentencia que declara el divorcio.

90. MUERTE NATURAL. Respecto a la muerte natural, poco hay que decir, salvo recordar que de acuerdo a la propia definición de matrimonio que da el art. 102 del Código Civil, los contra-yentes se unen actual e indisolublemente y por toda la vida, con lo que queda claramente establecido que el fallecimiento de uno de los cónyuges pone término al matrimonio. 91. MUERTE PRESUNTA. De acuerdo al art. 42 Nº 2, "el matrimonio termina: 2º Por la muerte presunta, cumplidos que sean los plazos señalados en el artículo siguiente". Estos plazos son:

a) El matrimonio se disuelve cuando transcurren diez años desde la fecha de las últimas noticias, fijada en la sentencia que declara la presunción e muerte (art. 43, inc. 1º). En la ley anterior ese plazo era de 15 años.

b) El matrimonio también termina si cumplidos cinco años desde la fecha de las últimas noticias, se probare que han transcurrido setenta años desde el nacimiento del desaparecido (art. 43, inc. 2º, 1a parte).

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c) Cuando la presunción de muerte se haya declarado, en virtud del número 7 del art. 81 del Código Civil –caso de la persona que recibe una herida grave en la guerra o le sobreviene otro peligro semejante–, transcurridos cinco años contados des-de la fecha de las últimas noticias, y

d) En los casos de los números 8° y 9° del art. 81 del Código Civil –persona que viajaba en una nave o aeronave perdida; y caso del desaparecido en un sismo o catástrofe que provoque o haya podido provocar la muerte de numerosas personas, respectivamente–, el matrimonio se termina transcurrido un año desde el día presuntivo de la muerte. En la ley anterior sólo se hacía referencia al Nº 8 y el plazo era de dos años contados des-de el día presuntivo de la muerte.

Respecto de la disolución del matrimonio por muerte presunta, es importante tener presente que la sentencia ejecutoria-da que declara la muerte presunta se inscribe en el Libro de Defunciones del Registro Civil de la comuna del tribunal que hizo la declaración (art. 5°, N° 5 de la Ley N° 4.808). Por ello, si el otro cónyuge pretende contraer nuevo matrimonio, deberá acompañar un certificado de dicha inscripción y probar que ha transcurrido el plazo correspondiente.

Finalmente y respecto del caso de la muerte presunta, es sabido que para determinar la administración de los bienes del desaparecido se distinguen tres etapas: período del simple desaparecimiento; concesión provisoria de los bienes del desaparecido y concesión definitiva de los bienes del desaparecido. Recordamos esto para precisar que no hay ninguna correspondencia entre esas etapas –que miran a la administración de los bienes del desaparecido– y la disolución del vínculo matrimonial. 92. DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO POR DECLARACIÓN DE NULIDAD PRONUNCIADA POR AUTORIDAD COMPETENTE. La Ley de Matrimonio Civil destina el Capítulo V, arts. 44 a 52, a reglamentar la nulidad del matrimonio.

La circunstancia de que la ley trate en forma especial la nulidad del matrimonio nos lleva a preguntarnos si rigen para este tipo de nulidad las normas contenidas en el Título XX del Libro IY del Código, arts. 1681 y ss.

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Nos parece, en principio, que no hay inconvenientes en aplicar esas normas a esta materia, en cuanto no se produzca incompatibilidad. 93. ALGUNAS PARTICULARIDADES DE LA NULIDAD MATRIMONIAL. La nulidad del matrimonio presenta algunas características propias, que la diferencian de la nulidad patrimonial. Podemos anotar las siguientes:

1) No hay causales genéricas de nulidad de matrimonio. La ley señala en forma precisa los vicios que acarrean la nulidad. En derecho patrimonial existen causales genéricas, v. gr., son nulos los contratos prohibidos por la ley; son nulos los actos o contratos en que se han omitido las solemnidades legales, etc. En cambio, tratándose de la nulidad del matrimonio, las causales son taxativas, p. ej., el matrimonio es nulo por no haberse celebrado ante el número de testigos hábiles determinados en el art. 17, etc.

La Ley de Matrimonio Civil sigue en esta materia la opinión dominante de los tratadistas franceses del siglo XlX, en orden a que no hay nulidad de matrimonio sin texto expreso (Velasco, ob. cit., p. 79).

2) En materia de nulidad matrimonial, no cabe distinguir entre nulidad absoluta o relativa. Simplemente hay nulidad, porque la ley no ha hecho tal distinción. Esta es la opinión mayoritaria de la doctrina y jurisprudencia (Somarriva, ob. cit., Nº 66, p. 78; Velas( o, ob. cit., p. 80).

1)e manera distinta piensan Luis Claro Solar, José Clemente Fabres ) y Barros Errázuriz. El primero explica que "En el matrimonio, lo mismo que en los contratos en general, tiene, pues, cabida la distinción de las nulidades en absolutas y relativas, aun-que no estén sujetas estrictamente a los mismos principios que rigen las nulidades de los demás contratos, porque en el matrimonio todo es especial y sometido a reglas que le son propias" (ob. cit., t. 1, N° 724, p. 407). La Corte de Apelaciones de Santiago en sentencia de 19 de octubre de 1988 afirma (consid. 6") que la distinción entre nulidades absolutas y relativas es aplicable a la nulidad del matrimonio, y que si tal distinción no la contempla la Ley de Matrimonio Civil, se debe a que no era necesario, desde que la hace el Código Civil (Gaceta jurídica 123, p. 15. Igual sentido RDJ, t. 94, sec. 2a, p. 148).

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En definitiva y como lo observa Velasco (ob. cit., p. 81), esta discusión es puramente teórica, puesto que la distinción entre nulidad absoluta y relativa tiene importancia para una serie de aspectos que aquí están expresamente reglamentados. Es sabido que la distinción entre nulidad absoluta y relativa interesa desde varios puntos de vista: titulares de la acción; admisibilidad de declarar de oficio la nulidad: plazos de prescripción y posibilidad de ratificar el acto nulo. Pues bien. en materia de nulidad de matrimonio, nada de esto interesa, puesto que la ley ha resuelto cada una de estas materias en forma expresa. Así, por ejemplo, señala en forma precisa los titulares de la acción de nulidad (art. 46); establece como norma general la imprescriptibilidad de la acción (art. 48), etc. Sin embargo, puede importar la distinción para los efectos de resolver si se aplica a la nulidad de matrimonio la sanción contemplada en el art. 1683 (carecen de acción de nulidad absoluta los que celebraron el acto y contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba). Sobre este punto hay abundante jurisprudencia.

3) En materia patrimonial, declarada la nulidad, las partes vuelven al estado anterior a la celebración del acto o contrato (art. 1687 del Código Civil). En materia matrimonial, no ocurre lo anterior respecto del cónyuge que de buena fe y con justa causa de error celebró el matrimonio. Juega en la nulidad del matrimonio una institución muy importante, el matrimonio putativo, destinada justamente a evitar que se produzcan algunos efectos propios de la nulidad. Esta materia estaba tratada antes en el art. 122 del Código Civil, y hoy lo está en los arts. 51 y 52 de la Ley de Matrimonio Civil.

4) No puede alegar la nulidad de un acto o contrato el que lo celebró sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba (art. 1683 del Código Civil). En materia de nulidad de matrimonio, no rige esta regla, si bien ha habido sentencias que han dicho lo contrario argumentando que nadie se puede aprovechar de su propio dolo.

A nuestro juicio las razones que aconsejan la nulidad matrimonial son de tanta trascendencia para la sociedad, que debe admitirse que aun quien se casó sabiendo el vicio pueda alegar la nulidad. Así, por ejemplo, si una persona conociendo su parentesco, se casa con su hermana, ¿podría alguien sostener que

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no puede alegar la nulidad porque celebró el matrimonio conociendo el vicio que lo invalidaba? Otro ejemplo, de más fácil ocurrencia: el bígamo puede pedir la nulidad de su segundo matrimonio invocando que se casó no obstante estar casado. Así lo ha resuelto la Corte Suprema (RDJ,, t. 55, sec. 1º, p. 305). En otro caso, la Corte de Apelaciones de Santiago, aplicando el principio de que nadie se puede aprovechar de su propio dolo, resolvió que no podía alegar la nulidad de su matrimonio la persona impotente que sabiendo que lo era contrajo matrimonio (RDJ, t. 54, sec. 2º, p. 55). El mismo tribunal, en sentencia publicada en Gaceta, Jurídica N° 123, p. 15, resolvió que "debe rechazarse la demanda de nulidad de matrimonio invocando como causal la existencia de un matrimonio celebrado en el extranjero, por cuanto al actor le está vedado invocar en su beneficio la nulidad de que se trata de acuerdo al art. 1683º (consid. 5"). En el mismo sentido, Gaceta jurídica 97, p. 33. Puede verse también sentencia publicada en RDJ, t. 94, sec. 2ª, p. 166).

5) Por regla general, la acción de nulidad de matrimonio no prescribe, pero debe alegarse en vida de los cónyuges (arts. 47 y 48 de la Ley de Matrimonio Civil). 9 4 . CAUSALES DE NULIDAD DE MATRIMONIO. Las causales de

nulidad son taxativas y los vicios que las constituyen deben haber existido al tiempo del matrimonio. Así lo consigna el art. 44 en su 1º parte: "el matrimonio sólo podrá ser declarado nulo por alguna de las siguientes causales, que deben haber existido al tiempo de su celebración:". Luego las únicas causales de nulidad de matrimonio en Chile son las siguientes:

1) Matrimonio celebrado existiendo algún impedimento di-rimente (art. 44, letra a);

2) Falta de consentimiento libre y espontáneo de alguno de los contrayentes (art. 44, letra b), y

3) Celebración del matrimonio ante testigos inhábiles o en menor número de los que la ley exige (art. 45). 9 5 . MATRIMONIO CELEBRADO EXISTIENDO IMPEDIMENTOS DIRI- MENTES. El art. 44 de la Ley de Matrimonio Civil señala que "el

matrimonio sólo podrá ser declarado nulo por alguna de las si-

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guientes causales, que deben haber existido al tiempo de su celebración: a) Cuando uno de los contrayentes tuviere alguna de las incapacidades señaladas en el art. 5°, 6° ó 7° de esta ley". 96. MATRIMONIO CELEBRADO CON INFRACCIÓN AL ART. 27 DE LA LEY N° 7.613 O AL ART. 18 DE LA LEY N° 18.703. Sobre este punto, el art. 27 de la Ley N° 7.613 señalaba que "Es nulo el matrimonio que contraiga el adoptante con el adoptado o el adoptado con el viudo o viuda del adoptante". El art. 18 de la Ley N° 18.703 repetía la misma norma.

Las leyes N º s 7.613 y 18.703 actualmente se encuentran de-rogadas (por la Ley N° 19.620, que entró en vigencia el 27 de octubre de 1999), pero nos asiste la duda de si rige este impedi-mento respecto de quienes fueron adoptados bajo el imperio de tales leyes. ¿Podría hoy día casarse el adoptante con la adoptada o el adoptado con la viuda del adoptante? La respuesta es dudosa, porque bien podría sostenerse que atendido lo que disponen los arts. 44 y 45 de la Ley de Matrimonio Civil, no hay más causales de nulidad que las que esas normas señalan, con lo que habría que concluir que la inhabilidad de los arts. 27 de la Ley N° 7.613 y 18 de la Ley N° 18.703 habría desaparecido. El hecho de ser la Ley N° 19.947 posterior a las leyes N°' 7.613 y 18.703 confirma esta conclusión, pues debería entenderse que a lo menos la Ley de Matrimonio Civil ha derogado orgánica-mente a los referidos arts. 27 y 18 de las leyes señaladas. 97. FALTA DE LIBRE Y ESPONTÁNEO CONSENTIMIENTO POR PARTE DE ALGUNO DE LOS CONTRAYENTES. Esta causal está contempla-da en el art. 44 letra b) de la Ley de Matrimonio Civil: "Cuando el consentimiento no hubiere sido libre y espontáneo en los términos expresados en el art. 8°".

Al estudiar los requisitos de validez del matrimonio, señalamos que de acuerdo al art. 8" de la Ley de Matrimonio Civil, los vicios de que puede adolecer el consentimiento son error sobre la identidad de la persona del otro contrayente; error acerca de alguna cualidad personal del otro contrayente que atendida la naturaleza y fines del matrimonio, sea estimada como determinante para otorgar el consentimiento; y fuerza, en los términos de los arts. 1456 y 1457 del Código Civil, ocasionada por una per-

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sona o por una circunstancia externa que hubiere sido deter-minante para contraer el vínculo. 98. MATRIMONIO CELEBRADO ANTE MENOR NÚMERO DE TESTIGOS O DE TESTIGOS INHÁBILES. Recordemos que el matrimonio se debe celebrar ante dos testigos (art. 17) y que no hay más testigos inhá-biles que los que indica el art. 16 de la Ley de Matrimonio Civil. 99. ELIMINACIÓN DE LA CAUSAL DE INCOMPETENCIA DEL OFICIAL DEL REGISTRO CIVIL. Bajo la vigencia de la anterior Ley de Matrimonio Civil, la incompetencia del oficial del Registro Civil podía obedecer a dos razones:

a) Cuando un oficial del Registro Civil autorizaba un matrimonio fuera de su territorio jurisdiccional, como por ejemplo, si el oficial civil e Valdivia celebrara un matrimonio en Concepción, v

b) Cuando el matrimonio se verificaba ante un oficial del Registro Civil que no correspondía al domicilio o residencia (por el tiempo legal) de ninguno de los contrayentes (art. 35 de la Ley Nº 4.808). Era el caso, por ejemplo, de las personas que se casaban en Concepción teniendo el varón domicilio en Santiago y la mujer en Viña del Mar.

Respecto del primer caso, nada ha cambiado. Los oficiales civiles sólo pueden ejercer su ministerio dentro del territorio que la ley les asigna. Si autoriza un matrimonio fuera de su territorio jurisdiccional, ese acto adolece de nulidad de derecho público, que se rige por los arts. 6" y 7" de la Constitución Política de la República.

De las dos situaciones recién descritas, la verdaderamente importante era la segunda, pues a ella se recurría para anular los matrimonios. Por ello, y aunque sea sólo por razones históricas, parece pertinente comentar este tipo de incompetencia.

El art. 31 de la anterior Ley de Matrimonio Civil establecía que era nulo el matrimonio que no se celebrara ante el oficial del Registro Civil correspondiente. Y el art. 35 de la Ley de Registro Civil establecía cuál era ese oficial civil correspondiente: "Será competente para celebrar un matrimonio el oficial del Registro Civil de la comuna o sección en que cualquiera de los contrayentes tenga su domicilio, o haya vivido los tres últimos meses anteriores a la fecha del matrimonio".

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Como en Chile no hubo divorcio vincular hasta que entró en vigencia la Ley N° 19.947 (18 de noviembre de 2004), las personas que querían anular su matrimonio recurrían al artificio de sostener que a la fecha de su casamiento el domicilio y la residencia de ambos estaban en un lugar distinto de aquel en que se habían casado, con lo que venía a resultar que el matrimonio aparecía celebrado ante un funcionario incompetente. Y para probar el domicilio y residencia que afirmaban haber tenido recurrían a la prueba de testigos. Como se trataba de probar un hecho negativo (que no tenían domicilio ni residencia en la comuna o sección del oficial civil ante el que se casaron), se pro-baba el positivo contrario, por lo que los testigos atestiguaban que ambos contrayentes a la fecha del matrimonio y durante los tres meses anteriores a su celebración tenían su domicilio y residencia en un lugar distinto de aquel en que se casaron.

Esta situación comenzó a ser aceptada por nuestros tribuna-les alrededor del año 1 9 5 y rápidamente se generalizó pasan-do a constituir lo que un jurista alemán denominó "divorcio a la chilena

La Ley N° 19.947 eliminó esta causal de nulidad al derogar el art. 35 de la Ley N° 4.808 N - eliminar el art. 31 de la antigua Ley de Matrimonio Civil.

100. ACCIÓN DE NULIDAD DE MATRIMONIO. La nulidad de un matrimonio debe ser declarada judicialmente. No opera por el solo ministerio de la ley. De consiguiente. si el matrimonio adolece de vicios que producen su nulidad, deberá interponerse la acción de nulidad.

Se ha fallado que para que un mandatario ejerza la acción de nulidad de matrimonio requiere de poder especial (RDJ, t. 99, sec. 2a, p. 109).. nuestro juicio, ese poder deberá cumplir con las mismas solemnidades del poder para contraer matrimonio. Hubo sobre el particular un caso clásico caratulado "Sabioncello con Hausmann”. que puede consultarse en la Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 29. sec. p. 351, que trae un interesante comentario de don Arturo Alessandri Rodríguez. 5 JURGEN SAMBLEBEN: "Heirat und Scheidumg in nemen chilenischen Elsegestz". STAZ Nº 3. 1998.

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101. CARACTERÍSTICAS DE LA ACCIÓN DE NULIDAD. La acción de nulidad tiene algunas características que le son propias:

1) Es una acción de derecho de familia. Por ello está hiera del comercio; es irrenunciable; no es susceptible de transacción (art. 2450, Código Civil), no cabe a su respecto el llamado a conciliación (art. 262 del Código de Procedimiento Civil); no puede someterse a compromiso (arts. 230 y 357, Nº 4 del Código Orgánico de Tribunales).

2) Por regla general su ejercicio sólo corresponde a cualquiera de los presuntos cónyuges (art. 46).

3) Por regla general es imprescriptible (art. 48). 4) Por regla general, sólo se puede hacer valer en vida de los

cónyuges (art. 47 de la Ley de Matrimonio Civil). 102. TITULARES DE LA ACCIÓN DE NULIDAD. Como acabamos de señalar, la acción de nulidad de matrimonio corresponde a cual-quiera de los presuntos cónyuges (art. 4(5).

Esta regla tiene varias excepciones: a) La nulidad fundada en el N° 2 del art. 5" –matrimonio de

una persona menor de 16 años– podrá ser demandada por cual-quiera de los cónyuges o por alguno de sus ascendientes, pero alcanzados los 16 años por parte de ambos contrayentes, la acción se radicará únicamente en el o los que lo contrajeron sin tener esa edad (art. 46 letra a).

b) La acción de nulidad fundada en alguno de los vicios del art. 8" (vicios del consentimiento) corresponde exclusivamente al cónyuge que ha sufrido el error o la fuerza (art. 46 letra b).

c) En los casos de matrimonio en artículo de muerte, la acción corresponde también a los demás herederos del cónyuge di-finto (art. 46, letra c). La redacción que la ley nueva da a esta norma resuelve un problema que planteaba la anterior, en cuanto a si sólo podían alegar la nulidad los herederos del cónyuge difunto o si también podían hacerlo los demás titulares.

d) Cuando la causal invocada es la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto, corresponde también la acción de nu-lidad al cónyuge anterior o a sus herederos (art. 46, letra d). Es útil señalar que en la ley anterior era muy discutible que pudiera alegar la nulidad el cónyuge anterior o sus herederos, por cuanto la ley antigua sólo hablaba de los presuntos cónyuges.

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Al respecto pueden consultarse dos sentencias, una publicada en el t. 64 de la Revis ta de Derec ho y Juris prudenc ia, sec. 1º. p. 177,

y la otra de la Corte de Concepción de 30 de mayo de 1994, comentada por los profesores Ramón Domínguez Benavente y Ramón Domínguez Aguila, en la Revista de Derecho de la Universidad de Concepción N° 194, p. 189.

Esta causal nos plantea un problema interesante: cuando el segundo matrimonio se celebró en el extranjero, ¿desde cuán-do se cuenta el plazo de prescripción de un año? Nos parece que hay dos respuestas posibles:

1) Que se cuente desde la fecha del fallecimiento del causante, que es lo que parece desprenderse del art. 34 de la Ley de Matrimonio Civil, o

2) Que se cuente desde la fecha del fallecimiento del cau-sante sólo a condición que a esa fecha se encontrare inscrito en Chile ese matrimonio verificado en el extranjero, que sería la solución que recomienda el sentido común, pues mientras no se verifique dicha inscripción, no existe una forma cierta de que los interesados en la nulidad puedan tomar conocimiento de la existencia del matrimonio verificado en el extranjero.

Una interpretación literal de la norma llevaría a concluir que la primera solución es la correcta, ya que podría afirmarse que la letra de la disposición es clara en cuanto a que "la acción podrá intentarse dentro del año siguiente al fallecimiento de uno de los cónyuges". Todavía podría agregarse que como tal norma no distingue entre matrimonios celebrados en Chile o en el extranjero, no corresponde al intérprete distinguir, por lo que debería aplicarse a ambos casos.

No estamos, sin embargo, por esa solución, que juzgamos manifiestamente inconveniente, pues bastaría con no inscribir el segundo matrimonio en Chile hasta que hubiere transcurrido un año del fallecimiento de uno de los cónyuges, para que en la práctica no fuera posible alegar su nulidad. Podemos dar las siguientes razones:

1) No podemos aceptar una interpretación que conduzca al fraude de la ley-;

2) Creemos que el art. 34 de la Ley de Matrimonio Civil sólo se ha puesto en el caso de que ambos matrimonios sean celebrados en Chile, y no en la situación de que el segundo matri-

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monio se haya verificado en el extranjero. Así las cosas, nos en-contramos frente a una laguna legal, que debe ser resuelta –como lo ha dicho reiteradamente la jurisprudencia– aplican-do lo dispuesto en el art. 24 del Código Civil, vale decir, recurriendo al espíritu general de la legislación y a la equidad natural. Y ambos caminos conducen a rechazar la interpretación que estamos cuestionando. Corresponde al espíritu general de la legislación que al impedido no le corra plazo, como lo de-muestran varias disposiciones del Código, v. gr., la que hace in-útil la posesión clandestina (art. 709 en relación con el art. 713); el art. 1691 inc. 2º, que, en el caso de los incapaces, hace correr el plazo de prescripción de la acción de nulidad relativa desde que cesa la incapacidad; el 2509, que establece la suspensión de la prescripción, etc. Si se adopta el camino de la equidad natural, se llega al mismo resultado, puesto que nada pudiera resultar más injusto que estimar prescrita una acción de nulidad respecto de un vicio que no había forma de verificar.

En conclusión, estimamos que en el caso vínculo matrimonial no disuelto, cuando el segundo matrimonio se celebró en el extranjero, el plazo de prescripción para alegar su nulidad debe empezar a correr desde el fallecimiento de uno de los cónyuges en el caso de que a esa fecha tal matrimonio se encontrare inscrito en Chile; en caso contrario, el plazo del año deberá contarse desde la fecha de esa inscripción. En este mismo sentido, sentencia de la Excma. Corte Suprema de 27 de noviembre de 1965, acordada por 5 votos contra 2 (RDJ t. 62, sec. 1ª, p. 435).

e) La declaración de nulidad fundada en alguna de las causales contempladas en los arts. 6º y 7º –vínculo de parentesco y matrimonio de una persona con el que tuvo participación en el homicidio de su marido o mujer– puede ser alegada, por cualquier persona, en el interés de la moral y de la ley. La naturaleza del vicio explica que se otorgue en este caso acción popular para demandar la nulidad. 1 0 3 . LA ACCIÓN DE NULIDAD ES IMPRESCRIPTIBLE. EXCEPCIONES. El art. 48 establece que la acción de nulidad de matrimonio no prescribe por tiempo. Y en seguida contempla varias excepciones:

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a) La causal fundada en la menor edad de uno de los con-trayentes prescribe en el plazo de un año, contado desde la fe-cha que el cónyuge inhábil para contraer matrimonio hubiere adquirido la mayoría de edad (art. 48, letra a).

b) Cuando la causal fuere vicio del consentimiento, la acción prescribe en tres años contados desde que hubiere desaparecido el hecho que origina el vicio de error o la fuerza (art. 48 letra b).

c) En el caso del matrimonio en artículo de muerte, la acción prescribe en un año contado desde la fecha del fallecimiento del cónyuge enfermo (art. 48 letra c).

d) Si la causal invocada es vínculo matrimonial no disuelto, la acción prescribe en un año contado desde el fallecimiento de uno de los cónyuges (art. 48, letra d), y

e) Si la causal de nulidad es la falta de testigos hábiles, la acción prescribe en un año, contado desde la celebración del matrimonio (art. 48, letra e). 1 0 4 . LA ACCIÓN DE NULIDAD SÓLO PUEDE INTENTARSE EN VIDA DE

LOS CÓNYUGES. EXCEPCIONES. Según el art. 47 de la Ley de Matrimonio Civil, "la acción de nulidad del matrimonio sólo podrá intentarse mientras vivan ambos cónyuges, salvo los casos mencionados en las letras c) y d) del artículo precedente", esto es, en los casos del matrimonio en artículo de muerte o cuando el vicio sea vínculo matrimonial no disuelto.

Sobre esta materia, se ha fallado que "el vocablo intentar que emplea el art. 34 de la Ley de Matrimonio Civil (hoy art. 47 de la actual Ley de Matrimonio Civil) debe entenderse en el sentido de entablar y notificar en forma legal la acción de nulidad de matrimonio por vínculo matrimonial no disuelto" (RDJ, t. 83, sec. 2ª, p. 6).

Respecto a la excepción relativa al vínculo matrimonial no disuelto, cabe señalar que fue incorporada por la Ley N° 10.271, y tuvo por objeto permitir que en el caso de bigamia, fallecido uno de los cónyuges se pudiera demandar la nulidad, para evitar que los dos matrimonios quedaren consolidados produciéndose dos líneas de descendencia matrimonial, dos sociedades conyugales, etc., lo que habría ocurrido de no establecerse la excepción.

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105. SENTENCIA QUE DECLARA LA NULIDAD DEBE SUBINSCRIBIRSE AL MARGEN DE LA INSCRIPCIÓN MATRIMONIAL. Así lo dispone el inc. 2° del art. 50. Sólo se trata de un requisito de oponibili-dad frente a terceros, como lo reconoce expresamente esta disposición. De consiguiente, si un cónyuge anulado contrae nuevas nupcias antes de subinscribir la sentencia de nulidad, su segundo matrimonio es válido, pues el vínculo matrimonial anterior ya estaba extinguido. 106. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE NULIDAD DEL MATRIMONIO. Declarada la nulidad de un matrimonio, los cónyuges quedan en la misma situación que tenían al momento de casarse. Ello por aplicación del art. 1687 del Código Civil. Ello significa lo siguiente:

1) Que si con posterioridad a la celebración del matrimonio que se anuló, uno de ellos contrajo un nuevo matrimonio, tal matrimonio es válido, pues no existe el impedimento de vínculo matrimonial no disuelto. Por la misma razón tampoco se ha incurrido en el delito de bigamia.

2) No se ha producido parentesco por afinidad entre cada cónyuge y los consanguíneos del otro.

3) No ha habido derechos hereditarios entre los cónyuges. 4) Las capitulaciones matrimoniales que pudieren haber

celebrado caducan. 5) No ha habido sociedad conyugal, habiéndose formado

únicamente entre los cónyuges una comunidad que debe ser liquidada de acuerdo a las reglas generales. Si los cónyuges se habían casado en régimen de participación en los gananciales, como se debe volver al estado anterior al matrimonio, no debe-ría haber reparto de gananciales.

6) La mujer no ha tenido el privilegio de cuarta clase que le otorga el art. 2481 N° 3º del Código Civil.

7) La filiación de los hijos concebidos dentro del matrimonio anulado sería extramatrimonial.

Fácil es entender la gravedad que toda esta situación supone. Por ello, y pensando especialmente en la filiación de los hijos. ha nacido la institución del matrimonio putativo, que pretende justamente evitar que se produzcan los efectos propios de la declaración de nulidad. Pasemos a estudiarla.

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107. MATRIMONIO PUTATIVO. Declarada la nulidad de un matrimonio, deberían las partes volver al mismo estado en que se hallarían si no se hubieren casado, lo que significa, entre otras cosas, aceptar que habrían convivido en concubinato, y que los hijos que en ese estado hubieren concebido tendrían filiación no matrimonial. Esta situación es de tal gravedad que desde antiguo ha preocupado a los juristas y los ha llevado a elaborar la institución del matrimonio putativo.

Los primeros vestigios de la institución se encuentran en las obras de los intérpretes (Hugo de S. Víctor, Pedro Omabardo, Uguccione de Piesa, etc.), a comienzos del siglo XII. A fines del mismo siglo esta elaboración de la doctrina canónica fue sancionada por las constituciones pontificias, con ocasión de decidir algunos casos particulares. De manera que el matrimonio putativo es uno de los tantos aportes al Derecho introducidos por el Derecho Canónico.

El Código Civil dio cabida a la institución del matrimonio putativo en el art. 122, que fue suprimido por la Ley N° 19.947, que lo reemplazó por los arts. 51 y 52 de la Ley de Matrimonio Civil. El inc. 1° del art. 51 prescribe que "El matrimonio nulo, que ha sido celebrado ante oficial del Registro Civil produce los mismos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge que, de buena fe, y con justa causa de error, lo contrajo; pero dejará de producir efectos civiles desde que falte la buena fe por parte de ambos cónyuges". 108. REQUISITOS DEL MATRIMONIO PUTATIVO. De la definición del art. 51 se desprende que los requisitos para que exista matrimonio putativo son los siguientes:

1) Matrimonio nulo; 2) Que se haya celebrado o ratificado ante un oficial del Re-

gistro Civil; 3) Buena fe de parte de uno de los cónyuges a lo menos, 4) Justa causa de error.

109. MATRIMONIO NULO. Si el matrimonio es inexistente, no cabe el matrimonio putativo. Esto es absolutamente claro y no hay opiniones discordantes. Y justamente por esta razón es trascendente la distinción entre matrimonio inexistente y nulo.

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Carolina
Resaltado
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110. DEBE CELEBRARSE ANTE OFICIAL DEL REGISTRO CIVIL. El art. 51 contempla expresamente esta exigencia. Con anterioridad a la reforma de la Ley Nº 10.271, el antiguo art. 122 del Código Civil tenía una redacción distinta, que dio lugar a algunos problemas. Decía "el matrimonio nulo, si ha sido celebrado con las solemnidades que la ley requiere, produce..., etc.". Ese texto arrojaba dudas acerca de lo que ocurría cuando el matrimonio se celebraba ante oficial civil incompetente, pues, según algunos, en ese caso no se había celebrado "con las solemnidades que la ley requiere" y por lo mismo no podía ser putativo. El mismo problema se planteaba en el caso de ausencia o inhabilidad de los testigos. La jurisprudencia había resuelto que en esos supuestos había matrimonio putativo (RDJ, t. 29, sec. 1º, p. 73).

La Ley Nº 10.271 puso fin al problema cambiando la redacción del referido art. 122 del Código Civil. Por su parte, la Ley N° 19.947 derogó el art. 122, reemplazándolo por el 51 de la Ley de Matrimonio Civil, que en su inc. 2° mantiene la misma redacción anterior, salvo en cuanto agrega lo de "ratificado" ante el oficial del Registro Civil, para comprender los matrimonios celebrados ante una entidad religiosa, los que para que adquieran valor se deben ratificar ante un oficial del Registro Civil. 111. BUENA FE, A LO MENOS, DE UNO DE LOS CÓNYUGES. Este es el requisito esencial del matrimonio putativo, puesto que la institución es un reconocimiento a esta buena fe.

El Código no define lo que se entiende por buena fe. Para nosotros, es la conciencia que tiene el contrayente de estar celebrando un matrimonio sin vicios.

Con anterioridad a la Ley Nº 19.947, se discutía si la buena fe debía probarse o se presumía igual que en materia posesoria (art. 707). En general, la doctrina se pronunciaba por la tesis de que el art. 707, si bien está ubicado en materia posesoria, es de alcance general, por lo que también debía aplicarse al matrimonio putativo (Fueyo, ob. cit., t. V, Nº 156, pp. 173-174; Somarriva, Derecho de Familia, N(' 80, pp. 101-102; Rossel, ob. cit.. N° 78, pp. 86-87). En cambio Claro Solar, aceptando que la opinión generalmente aceptada era presumir la buena fe, dice estar de acuerdo con Laurent cuando este autor afirma que una vez anulado el matrimonio, no puede producir efecto sino por

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excepción, cuando ha sido celebrado de buena fe y que, por tanto, es al esposo que reclama un efecto civil a quien toca probar que lo ha contraído de buena fe, desde que éste será el fundamento de su demanda (ob. cit., t. I, N° 758, p. 423).

Hubo fallos en ambos sentidos. Así, la Corte de La Serena resolvió en una oportunidad que la buena fe debía probarse (Gaceta, 1939, 2º semestre, Nº 108, p. 44 7) . En cambio, sostuvieron lo contrario algunos fallos de la Corte Suprema ( R D J t. 3. sec. 1ª, p. 426; t. 29, sec. 1ª, p. 73) .

La Ley N° 19.947 vino a poner fin a esta discusión, resolviendo el problema del mismo modo que lo había entendido la mayoría de la doctrina, es decir, que la buena fe se presume. Así lo dice expresamente el art. 52 de la Ley de Matrimonio Civil: "Se presume que los cónyuges han contraído matrimonio de buena fe y con justa causa de error, salvo que en el juicio de nulidad se probare lo contrario y así se declarare en la sentencia".

La buena fe es un requisito que se debe tener al momento de celebrarse el matrimonio. Si a ese momento uno solo estaba de buena fe, sólo para él el matrimonio es putativo. El matrimonio mantiene el carácter de putativo hasta que desaparece la buena fe. No es claro lo que ocurre cuando ambos contraen el matrimonio de buena fe y ésta desaparece en uno de los cónyuges primero que en el otro. En general, la doctrina estima que en este supuesto el matrimonio continúa como putativo únicamente respecto del que mantiene la buena fe. Fueyo opina diferente. Para él "si ambos (cónyuges) lo han contraído de buena fe y con justa causa de error, basta que uno de ellos conserve la buena fe para que los efectos del matrimonio válido alcancen a ambos cónyuges; puesto que para cesar los efectos se precisa la mala fe de `ambos cónyuges', como dice el Código" (hoy el art. 50 de la Ley de Matrimonio Civil) (ob. cit.. t. VI, Nº 154, pp. 171-172). 112. JUSTA CAUSA DE ERROR. Lo que ha querido decir el art. 122, al establecer esta exigencia, es que cualquier error no es suficiente. Debe tratarse de un error excusable. En definitiva este requisito tiende a confundirse con el de la buena fe.

Un error de hecho puede ser excusable. Pero es dudoso que pueda serlo un error de derecho, desde que la ley se presume

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conocida (art. 8º del Código Civil). Por lo demás, si antes seaceptaba que respecto de esta institución regía la presunción debuena fe establecida en la posesión, un mínimo de consecuenciaobligaba a aplicar también el art. 706. ubicado en la mismamateria, según el cual "el error en materia de derecho constituyeuna presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario".

Pongamos un ejemplo para clarificar las cosas: si se casa unapareja de hermanos, sin saber que lo eran, han padecido un errorde hecho, que permite la putatividad. En cambio, si la mismapareja se casa a sabiendas que eran hermanos, pero ignorandoque la ley no permite tal matrimonio, han sufrido un error dederecho que, según algunos, sería incompatible con la existenciade un matrimonio putativo.

Somarriva es de opinión de admitir el error de derecho, porcuanto el art. 122 (hoy art. 51) no hace ninguna distinción, sólohabla de "justa causa de error". Además, por la función quecumple la institución es conveniente ampliar su campo deaplicación (Derecho de Familia, Nº 82, pp. 103-104).

113. DECLARACIÓN JUDICIAL DE PUTATIVIDAD. En general ladoctrina nacional no exige más requisitos para el matrimonioputativo que los cuatro que se han señalado.

Bajo el imperio de la ley antigua (art. 122 del Código Civil)Fueyo opinaba que se requería además de una resolución judicialque declarare que el matrimonio había sido putativo. Así tambiénlo resolvió en su momento una sentencia de la Excma. CorteSuprema ( RDJ, t. 29, sec. la, p. 73).

En general, la doctrina vinculaba este problema con el de labuena fe y la justa cansa de error. Hoy día este problema estáexpresamente resuelto. En efecto, al presumirse estos requisitosdebe concluirse que todo matrimonio nulo es putativo, salvo queen el juicio de nulidad se alegare y probare lo contrario y así lodeclarare la sentencia (art. 52).

114. EFECTOS DEL MATRIMONIO PUTATIVO. El art. 51 precisa losefectos al señalar que "produce los mismos electos civiles que elválido, respecto del cónyuge que, de buena fe y con justa causa deerror, lo contrajo".

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Los autores hacen en esta materia las siguientes distinciones: efectos en relación con los hijos; y efectos entre los cónyuges. 115. EFECTOS EN RELACIÓN CON LOS HIJOS. La institución del matrimonio putativo fue creada con el objeto de evitar la ilegitimi-dad de los hijos en los casos en que el matrimonio se anulaba. Por ello resulta lógico que el hijo concebido durante el matrimonio putativo de los padres mantenga la filiación matrimonial.

Este efecto se produce sea que el matrimonio haya sido putativo para ambos padres sea que lo haya sido sólo para uno de ellos, puesto que siendo el estado civil indivisible, no podrían los hijos tener filiación matrimonial respecto de uno de sus padres y no tenerla respecto del otro.

Los efectos que produce el matrimonio putativo respecto de los hijos son permanentes, se mantienen aun cuando desaparezca la putatividad. Ello es consecuencia de ser el estado civil una calidad "permanente" de toda persona. como en su momento veremos. 116. LA NULIDAD DEL MATRIMONIO NO AFECTA EN CASO ALGUNO LA FILIACIÓN YA DETERMINADA DE LOS HIJOS, AUNQUE EL MATRIMONIO NO SEA PUTATIVO. Así lo establece el art. 51, inc. 4°: "Con todo, la nulidad no afectará la filiación ya determinada de los hijos, aunque no haya habido buena fe ni justa causa de error por parte de ninguno de los cónyuges".

Es importante destacar que en el art. 122 del Código Civil (derogado por la Ley N° 19.947) la situación era distinta, por-que cuando no se daban los requisitos del matrimonio putativo, la nulidad no afectaba la filiación matrimonial de los hijos, únicamente cuando la nulidad se había declarado por incompetencia del oficial civil, por no haberse celebrado el matrimonio ante el número de testigos requeridos por la ley o por inhabilidad de éstos. En los demás casos, declarada la nulidad del matrimonio, ésta afectaba la filiación de los hijos. Con la Ley Nº 19.947 la excepción se amplía a todo matrimonio nulo, cual-quiera sea el vicio de nulidad. 117. EFECTOS DEL MATRIMONIO PUTATIVO EN RELACIÓN CON LOS CÓNYUGES. El matrimonio putativo produce los mismos efectos

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civiles del válido mientras se mantenga la buena fe a lo menos en uno de los cónyuges. Desaparecida la buena fe en ambos, ce-san los efectos del matrimonio putativo. Así lo señala el art. 51, inc. 1° parte final.

;Cuándo cesa la buena fe? Respecto del cónyuge que demanda la nulidad del matrimonio, debe entenderse que el solo hecho de presentar la demanda constituye prueba de que la buena fe ha desaparecido para él, en ese momento. En cuanto al de-mandado, Somarriva, aplicando por analogía la regla dada por el art. 907 al hablar de las prestaciones mutuas, sostiene que la buena fe desaparece con la contestación de la demanda (Derecho de Familia Nº 86, p. 106). De acuerdo a lo que se viene diciendo, el matrimonio nulo produce los mismos efectos civiles que el válido hasta el momento de la contestación de la demanda. Ello sin perjuicio de que pueda probarse que la buena fe desapareció antes.

Atendido lo que se acaba de explicar, mientras se mantiene la buena fe a lo menos en un cónyuge, el matrimonio produce todos sus efectos, tanto en la persona de los cónyuges como respecto de los bienes. Así, deben cumplir con todos los deberes y obligaciones que surgen del matrimonio: fidelidad, ayuda mutua, socorro, se ha generado entre ellos sociedad conyugal si se casaron bajo ese régimen, etc.

La jurisprudencia, haciendo aplicación de estos principios, ha resuelto que si una persona casada, durante la vigencia de su matrimonio, contrae uno nuevo, este segundo es nulo, por existir vínculo matrimonial no disuelto, aunque se declare la nulidad del primero, pues tal matrimonio debe presumirse putativo y por ello ha producido los mismos efectos civiles del válido, es decir, ha generado el impedimento de vínculo matrimonial no disuelto (RDJ, t. 40, sec. 2', p. 17, con un comentario favorable de So-marriva, publicado al pie de la sentencia). En sentido contrario, puede verse la sentencia de la Corte de Apelaciones Presidente Aguirre Cerda, de 14 de mayo de 1996, en que se resolvió que "la institución del matrimonio putativo tiene consecuencias muy puntuales referidas a los bienes e hijos, pero en ningún caso puede pretenderse que por el hecho de haber sido declarado putativo un matrimonio nulo éste continúe vigente, existente, al extremo de constituir por sí solo un impedimento dirimente..."

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( RDJ, t. 93, sec. 2a, p. 51). Con anterioridad la Excma. Corte Suprema, en un fallo de 27 de mayo de 1986, había acogido un recurso de revisión que interpuso una persona que fue conde-nada por bigamia, y que fundó en la posterior declaración de nulidad del primer matrimonio. Tal fallo señaló: "Que en estas condiciones se ha acreditado que con posterioridad a la sentencia condenatoria, se ha constatado la existencia de un hecho demostrativo de la inocencia de la condenada, como quiera que la declaración de nulidad del primer matrimonio de la recurren-te en virtud de su efecto retroactivo hace desaparecer uno de los elementos esenciales del delito de matrimonio ilegal, que motivó la condena..." (Revista Fallos del Mes 330, sentencia 11, p. 264, consid. 3°).

Un estudio aparte merece lo relativo a la sociedad conyugal. Declarada la nulidad del matrimonio, si el matrimonio ha sido putativo, se disuelve la sociedad conyugal. Si el matrimonio ha sido simplemente nulo, ésta no ha nacido y por ende no se puede disolver lo que no ha existido. Así resulta del efecto retroactivo de la declaración de nulidad (art. 1687). Por ello, cuando el art. 1764 indica entre las causales de extinción de la sociedad conyugal la declaración de nulidad (N° 4), debe entenderse que ello sólo es así si el matrimonio fue putativo. En caso contrario, no se ha generado la sociedad conyugal, y sólo se ha producido una comunidad o sociedad de hecho que habrá de disolverse y liquidarse de acuerdo a las reglas generales.

En relación con la sociedad conyugal, cabe preguntarse qué ocurre cuando los requisitos del matrimonio putativo sólo concurren respecto de uno solo de los cónyuges. Es un problema que antes de la Ley N° 19.947 no estaba resuelto. En todo caso es claro que no puede haber sociedad conyugal para uno de ellos, y no para el otro. O hay sociedad conyugal para ambos o no la hay para ninguno. En general, se pensaba que el cónyuge que celebró el matrimonio de buena fe tenía derecho a optar entre liquidar la comunidad de acuerdo a las reglas dadas para la liquidación de la sociedad conyugal o a las establecidas para liquidar una comunidad o sociedad de hecho. Así Alessandri, Tratado Práctico de las Capitulaciones Matrimoniales, de la Sociedad Conyugal y los Bienes Reservados de la Mujer Casada, N° 767, p. 480; Somarriva, Derecho de Familia, N° 86, p. 107. Otros, en cambio,

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estimaban que había sociedad conyugal que aprovechaba incluso al cónyuge de mala fe, aplicando el principio mala fides superviniens non nocet (Fueyo, ob. cit., t. VI, N° 164, pp. 181-182; Rossel, ob. cit., Nº 81, pp. 909-910).

La Ley N° 19.947 resolvió este problema en la misma forma que lo hacía la mayor parte de la doctrina. El art. 51, inc. 2° de la Ley de Matrimonio Civil estableció que "Si sólo uno de los cónyuges contrajo matrimonio de buena fe, éste podrá optar entre reclamar la disolución y liquidación del régimen de bienes que hubiere tenido hasta ese momento, o someterse a las reglas generales de la comunidad".

Otro efecto que produce el matrimonio putativo es permitir al cónyuge de buena k conservar las donaciones que por causa de matrimonio le hizo o prometió hacer el otro cónyuge. Así lo establece el inciso final del art. 51: "Las donaciones o promesas que, por causa de matrimonio se hayan hecho por el otro cónyuge al que casó de buena fe, subsistirán no obstante la declaración de la nulidad del matrimonio". Está de más decir que, contrario sensu, las donaciones que se han hecho al cónyuge de mala fe deben ser restituidas. Así, por lo demás, lo dice en forma expresa el art. 1790 inciso primero del Código Civil.

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D E L D I V O R C I O

118. DEL DIVORCIO. En el párr. 5° de la anterior Ley de Matrimonio Civil, arts. 19 al 28, se establecía un mal llamado divorcio. Y decimos "mal llamado divorcio", porque universalmente se entiende que el divorcio produce la ruptura del vínculo matrimonial, pudiendo los ex cónyuges contraer válidamente nuevas nupcias, lo que no ocurría con el que venimos comentando. Los cónyuges quedaban separados de mesa, casa y lecho, pero no podían contraer un nuevo matrimonio. Había dos clases de divorcio, uno perpetuo y otro temporal, no pudiendo este último exceder de 5 años. Los efectos de uno y otro eran distintos, pero ninguno de los dos rompía el vínculo matrimonial.

La gran innovación de la Ley N° 19.947 es introducir el divorcio vincular en Chile. Tanto es así que corrientemente se habla de la "ley de divorcio", en circunstancias que trata además una serie de otras materias. Con la incorporación del divorcio vincular cae la última columna del Derecho de Familia del Código de Bello, quedando con ello nuestro derecho positivo en esta materia, a tono con la legislación comparada.'

Es sabido que el proyecto de divorcio vincular motivó un gran debate nacional, donde sectores importantes de la sociedad chilena manifestaron su oposición por estimar que esta institución debilitaba la familia chilena.

e La renovación será completa cuando se elimine en la sociedad conyugal la facultad del marido de administrar los bienes sociales y los propios de su mujer, contemplada en el art. 1749, norma arbitraria, claramente discriminatoria y por lo mismo inconstitucional.

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Me parece razonable la incorporación del divorcio vincular, pues a nadie puede merecer dudas que la realidad social del año 1857, cuando el Código Civil entró en vigencia, era muy distinta a la actual. En ella la mujer cumplía la elevada función de traer hijos al mundo, tanto como los que Dios quisiera darles, de criarlos, y educarlos. Su actividad se reducía al cuidado de sus hijos y de su marido. No trabajaba fuera del hogar . El marido, por su parte, era el proveedor exclusivo de la familia. Ese era el mundo de ayer, por emplear el nombre de uno de los más conocidos libros de Stefan Zweig.

Era absurdo pensar que una legislación hecha para una sociedad decimonónica pudiera satisfacer los requerimientos del mundo de hoy, donde la mujer estudia carreras universitarias, tiene los medios para regular su función reproductiva, trabaja fuera del hogar, lo que le da una independencia económica que hace 100 años no pudo imaginar, ocupa elevados cargos y aspira a las más altas dignidades. Del mundo de la carreta de bueyes se ha pasado al de las naves espaciales. Miradas así las cosas, era una ilusión creer que la institución matrimonial podía man-tenerse inconmovible.

Me complace que, por fin, después de tantos años,' se haya encontrado una solución para el grave problema social de las parejas que no han tenido la fortuna de lograr matrimonios felices. Siempre he creído que se deben enfrentar los problemas

En el año 1883, cuando se discutía la Ley de Matrimonio Civil, el diputado radical Manuel Novoa Somoza presentó tina indicación para permitir que el matrimonio se disolviese. Posteriormente, se sucedieron diversos proyectos que no lograron convertirse en ley. Así tenemos, en el año 1914 hubo uno del diputado radical Alfredo Frigolett; en el año 1927, otro del diputado Santiago Rubio; en 1934, otro presentado por los senadores Luís Alamos. Hernán Figueroa, Octavio Señoret, Darío Barrueto y Rodolfo Michels; el año 1964, uno presentado por la diputada por Concepción Inés Enríquez Fródden; en el año 1969 el presentado por los diputados Alberto Naudon y Carlos Morales A. Posteriormente, cuando el país recobró su normalidad institucional. hubo tres proyectos de ley de divorcio, el primero del año 1991. patrocinado por los diputados Laura Rodríguez, Adriana Muñoz. Víctor Barrueto, Roberto Muñoz y Mario Devaud; el segundo presentado el año 1993 por los diputados Adriana Muñoz, Carlos Montes, Mario Devaud, Víctor Barrueto y Juan Pablo Letelier; y finalmente, el tercero presentado el 11 (le noviembre de 1995, que dio lugar a la ley que motiva este trabajo. En cl ámbito académico debe destacarse un completo proyecto elaborado por el profesor Fernando Fueyo Laneri, en el año 1972.

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y no ocultarlos, como ocurrió entre nosotros durante tanto años, pues con ello, al ser la realidad más fuerte que el derecho, los afectados buscan soluciones recurriendo a puertas falsas, como sucedió con las nulidades de matrimonio fundadas en la incom-petencia del oficial del Registro Civil, que los tribunales y la sociedad toda terminaron aceptando, a sabiendas que eran manifiestamente fraudulentas, con lo que se producía un grave daño a las instituciones. 119. CAUSALES DE DIVORCIO. Como es sabido, respecto a las

causales de divorcio, la doctrina y la legislación comparada se mueven entre dos polos: "divorcio-sanción” y "divorcio-remedio" (llamado también "divorcio solución”). El divorcio-sanción está concebido como una pena para el cónyuge culpable de una conducta que lesiona gravemente la vida familiar. En el divorcio-remedio, en cambio, se acepta como solución a la ruptura definitiva de la armonía conyugal, cuando la convivencia de la pareja se torna imposible. Como explica Hernán Corral, "el legislador inglés fue uno de los primeros en romper con el tradicional 'divorcio-sanción' o por culpa (año 1969), para establecer la concepción del 'divorcio-remedio'. Lo hizo mediante un expediente técnico, que, como veremos, tendría seguidores: el establecimiento de una causa única de divorcio, determinada luego a través de la descripción de varias causales específicas". "La Matrimonial Causes Act, de 1973, establece como causa única de divorcio la irretrievable breakdown of mariage, esto es, la ruptura irremediable de la comunidad conyugal .8

Posteriormente, a partir de reformas introducidas en el estado de Los Ángeles, California, en 1969, la idea del divorcio sanción tendió a ser desplazada por la del divorcio-remedio. más nueva en el tiempo. Sin embargo, en definitiva, en ninguna parte se adoptan posiciones extremas, sino que se buscan fórmulas intermedias, en lo que pudiera llamarse un sistema mixto. Es lo que ocurre con la ley- que estamos glosando. En efecto, el art. 54 contempla causales propias del divorcio-sanción. y el artículo si- HERNÁN CORRAL TALCIANI: Ley de Divorcio. Las razones de un no". Estudios de Derecho Actual Universidad de los Andes. pp. 41-42.

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guiente establece el divorcio como remedio para una convivencia que ya no existe o que está gravemente deteriorada. 120. CAUSALES DE DIVORCIO-SANCIÓN. El art. 54 establece que "el divorcio podrá ser demandado por uno de los cónyuges, por falta imputable al otro, siempre que constituya una violación grave de los deberes y obligaciones que le impone el matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común. Luego los requisitos son: a) falta imputable a uno de los cónyuges; b) esta falta debe constituir una violación grave de los deberes y obligaciones que impone el matrimonio o de los deberes y obligaciones para con los hijos, y c) el incumplimiento de estos deberes u obligaciones debe hacer intolerable la vida en común.

Respecto al primer- requisito, deberá tenerse presente que la falta debe ser "imputable", es decir, culpable, de tal suerte que si, por ej., uno de los cónyuges sufre un grave accidente que lo deja parapléjico, tal hecho puede hacer intolerable la vida en común, pero no configura una causal de divorcio (Javier Barrientos Grandón y Aránzazu Novales Alquézar: Nuevo Derecho Matrimonial Chileno, Edit. LexisNexis, 2004, pp. 363-364).

Sin duda el tercer requisito es el determinante. Por consiguiente, frente a una demanda de divorcio será el tribunal que conozca del juicio de divorcio el que tendrá que ponderar si hubo incumplimiento a los deberes para con el otro cónyuge o para con los hijos y si este incumplimiento es de tal entidad que haga intolerable la vida en común.

La norma agrega que se incurre en esta causal, entre otros ca-sos, cuando ocurre cualquiera de los siguientes hechos:

"l°. Atentado contra la vida o malos tratamientos graves contra la integridad física o psíquica del cónyuge o de alguno de los hijos";

"2°. Transgresión grave y reiterada de los deberes de convi-vencia, socorro y fidelidad propios del matrimonio. El abandono continuo o reiterado del hogar común es una forma de trasgresión grave de los deberes del matrimonio";

"3°. Condena ejecutoriada por la comisión de alguno de los crímenes o simples delitos contra el orden de las familias y contra la moralidad pública, o contra las personas, previstos en el

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Libro II, Títulos VII y VIII, del Código Penal, que involucre una grave ruptura de la armonía conyugal". Dentro de estos títulos están los delitos de aborto, abandono de niños o personas des-validas, delitos contra el estado civil de las personas, rapto, vio-lación, estupro y otros delitos sexuales, incesto, matrimonios ilegales, homicidio, infanticidio, lesiones corporales, duelo, calumnia, injurias.

"4°. Conducta homosexual"; "5°. Alcoholismo o drogadicción que constituya un impedi-

mento grave para la convivencia armoniosa entre los cónyuges o entre éstos y los hijos", y

"6°. Tentativa para prostituir al otro cónyuge o a los hijos". Estas causales no son taxativas, pues la norma emplea la ex-

presión "entre otros casos" y muchas de ellas reproducen las causales de divorcio que contemplaba la anterior Ley de Matrimonio Civil.

Un aspecto que me parece útil destacar es que cuando se demanda el divorcio invocando causales, no rige la exigencia de que haya un plazo del cese de la convivencia. Ella está contemplada sólo cuando el divorcio se pide en conformidad al art. 55 de la ley (divorcio-remedio), y el divorcio-sanción está tratado en el art. 54. 1 2 1 . CAUSALES DE DIVORCIO-REMEDIO. El art. 55 contempla dos

casos de divorcio-remedio:

1) Cuando ambos cónyuges lo piden de común acuerdo, acreditan-do que ha cesado la convivencia entre ellos durante un lapso mayor de un año y acompañen un acuerdo regulatorio (completo y suficiente) de sus relaciones mutuas y para con los hijos "que resguarde el interés superior de los hijos, procurando aminorar el menoscabo económico que pudo causar la ruptura y estable-ce relaciones equitativas, hacia el futuro, entre los cónyuges cuyo divorcio se solicita" (art. 55).

Hacemos notar que el acuerdo entre los cónyuges sólo está referido a la acción de divorcio –ambos quieren divorciarse–, no al plazo de cese de la convivencia, pues ni aun en las normas aplicables a los juicios de divorcio que se tramiten antes de que entren en vigencia los Tribunales de Familia, se admite la prue-

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Nota adhesiva
Artículo 55.- Sin perjuicio de lo anterior, el divorcio será decretado por el juez si ambos cónyuges lo solicitan de común acuerdo y acreditan que ha cesado su convivencia durante un lapso mayor de un año. En este caso, los cónyuges deberán acompañar un acuerdo que, ajustándose a la ley, regule en forma completa y suficiente sus relaciones mutuas y con respecto a sus hijos. El acuerdo será completo si regula todas y cada una de las materias indicadas en el artículo 21. Se entenderá que es suficiente si resguarda el interés superior de los hijos, procura aminorar el menoscabo económico que pudo causar la ruptura y establece relaciones equitativas, hacia el futuro, entre los cónyuges cuyo divorcio se solicita. Habrá lugar también al divorcio cuando se verifique un cese efectivo de la convivencia conyugal durante el transcurso de, a lo menos, tres años, salvo que, a solicitud de la parte demandada, el juez verifique que el demandante, durante el cese de la convivencia, no ha dado cumplimiento, reiterado, a su obligación de alimentos respecto del cónyuge demandado y de los hijos comunes, pudiendo hacerlo. En todo caso, se entenderá que el cese de la convivencia no se ha producido con anterioridad a las fechas a que se refieren los artículos 22 y 25, según corresponda. La reanudación de la vida en común de los cónyuges, con ánimo de permanencia, interrumpe el cómputo de los plazos a que se refiere este artículo
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ba confesional para acreditar la fecha de cese de la convivencia. Así se dejó constancia en la Comisión de Constitución del Se-nado (Barrientos y Novales, ob. cit., p. 383).

Los autores recién citados señalan que en la Comisión de Constitución del Senado la mayoría estimó que en este caso "la causa del d i vorcio no es el mutuo acuerdo, sino que el cese de la convivencia...", explicación que ellos no comparten, puesto que "aunque exista el cese de la convivencia, no puede ejercer-se la acción de divorcio si no hay' mutuo consentimiento" (ob. cit., pp. 381-382).

Respecto a la tramitación que debe darse a esta petición, a nuestro juicio, es la que corresponde a las gestiones no contenciosas, por cumplirse las exigencias del art. 821 del Código de Procedimiento Civil: no haber contienda entre partes (desde que están de acuerdo) y existir tina norma legal –el mismo art. 55–que da competencia al tribunal para conocer del asunto. Lo anterior no significa que en tal gestión no se deba probar el cum-plimiento de las exigencias legales, en especial el cese de la convivencia por el plazo del año. Tampoco que se pueda omitir la sentencia. Debe haberla, igual que en toda gestión voluntaria. Queremos aclarar que no todos están de acuerdo en esta interpretación. Algunos piensan que atendido lo dispuesto en el artículo primero transitorio, regla tercera, esta materia se debe tramitar por las reglas del juicio ordinario con las modificaciones que esa misma norma señala. No nos parece ello correcto, pues de acuerdo a la regla recién citada, se deben tramitar de acuerdo a las reglas del juicio ordinario "los procesos", y no vemos cómo puede hablarse de proceso si hay acuerdo entre las partes.

En todo caso, recibida la solicitud de divorcio, el tribunal debe citar a la conciliación especial de que tratan los arts. 67 y ss., llamado que persigue un doble propósito: examinar las condiciones en que se podría superar el conflicto matrimonial; y, cuando proceda, "acordar las medidas que regularán lo concerniente a los alimentos entre los cónyuges y para los hijos, su cuidado personal, la relación directa y regular que mantendrá con ellos el padre o la madre que no los tenga bajo su cuidado".

2) Cuando lo solicite cualquiera de los cónyuges por haberse producido un cese efectivo de la convivencia conyugal, durante

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a lo menos tres años (art. 55, inc. 3°). Nótese que estamos frente a un caso de divorcio unilateral, muy resistido por algunos.

De acuerdo a este inc. 3°, los requisitos para que opere el divorcio en el presente caso son: 1) Cese efectivo de la convivencia conyugal; 2) que esta situación haya durado a lo menos tres años, y 3) que el actor haya cumplido con su obligación alimenticia respecto de su cónyuge e hijos.

a) En relación con el primer requisito, llama la atención que esta disposición hable de "cese efectivo de la convivencia conyugal", y no simplemente "cese de la convivencia", como lo establece el inc. 1º. Se ha dado como explicación que, en el caso que nos ocupa, no basta el hecho material de la separación, sino que requiere además que falte el animus separationis, es decir, la intención de no querer hacer vida común. Por ello se ha dicho que no habrá cese "aunque haya separación material y los espo-sos (sic) vivan en lugares diferentes v, por el contrario, si falta la afecctio, tendrá lugar técnicamente el cese de la convivencia, aunque convivan los esposos bajo un mismo techo" (Barrientos y Novales, ob. cit., p. 390).

b) Respecto al segundo requisito –que el cese efectivo haya durado a lo menos tres años–, sólo podrá probarse en la forma que indican los arts. 22 y 25, esto es:

por alguno de los instrumentos que se indican en el art. 22: por la notificación de la demanda de regulación de sus relaciones mutuas, especialmente los alimentos que se de-ban y las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio y, si hubiere hijos, al régimen aplicable a los alimentos, al cuidado personal y a la relación directa y re-gular que mantendrá con los hijos aquel de los padres que no los tuviere a su cuidado; cuando no mediando acuerdo ni demanda entre los cónyu-ge, uno de ellos haya expresado su voluntad de poner fin a la convivencia a través de cualquiera de los instrumentos indicados en el art. 22 y se haya notificado al otro cónyuge. Y – cuando uno de los cónyuges haya dejado constancia de su intención de poner fin a la convivencia ante el juzgado correspondiente y ello sea notificado al otro cónyuge (art. 25, inc. 2°).

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La última de estas situaciones constituye una gestiónvoluntaria a la que se podrá comparecer personalmente. Lanotificación se practicará según las reglas generales (art. 23, inc. 2º, parte final).

Esta limitación probatoria para acreditar el cese de la convi-vencia no rige para los matrimonios celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia de la nueva Ley de Matrimonio Civil. En estos casos, las partes no tienen mayores limitacionesprobatorias, salvo que la sola confesión no es suficiente,debiendo el juez analizar la prueba de acuerdo a las reglas de lasana crítica, y acoger la demanda si los medios de prueba aportados por las partes le permiten formarse plena convicciónsobre este hecho (art. 2º, transitorio, inc. 3°).

c) Si la parte demandada lo solicitare, se debe exigir al actor probar que durante el tiempo del cese de la convivencia ha dado cumplimiento a su obligación alimenticia respecto de su cónyugee hijos. El incumplimiento reiterado e injustificado de estaobligación hará que la demanda de divorcio sea rechazada (art. 55, inc. 3º).

En relación a este tercer requisito algunos comentarios: – La parte demandada para hacer exigible esta exigencia

debe oponer la correspondiente excepción perentoria. − No es claro si para que se rechace el divorcio debe haber-

se incumplido la obligación alimenticia tanto respecto delcónyuge como de los hijos o si basta el incumplimientorespecto de cualquiera de ellos. A nuestro juicio, pese aque la norma emplea la conjunción copulativa "y", dando a entender que debe haberse incumplido respecto de ambos, creemos que se debe rechazar la demanda sea que el incumplimiento haya sido con el cónyuge o los hijos. Lafinalidad de la disposición nos lleva a esta conclusión. Ensentido contrario opinan Barrientos y Novales (ob. cit., p.391).

− Estimamos que atendido lo dispuesto en el art. 1698 del Código Civil, el peso de la prueba incumbe al actor. Eltiene que probar el cumplimiento de la obligaciónalimenticia. La sentencia que rechace la demanda no produce cosa juzgada, de tal suerte que se puede volver a demandar, previo cumplimiento de los requisitos legales, es decir, nuevo cese de la

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Carolina
Resaltado
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convivencia, nuevo plazo de 3 años y cumplir en forma regular durante este nuevo plazo los deberes alimenticios, con el cónyuge e hijos. 122. CARACTERÍSTICAS DE LA ACCIÓN DE DIVORCIO.

a) Pertenece exclusivamente a los cónyuges (art. 56, inc. 1º). b) Corresponde a ambos cónyuges, salvo en el caso del a t.

54, es decir, cuando el divorcio es por culpa de uno de ellos, en que no la tiene el culpable (art. 56, inc. 2º).

c) Es irrenunciable (art. 57). d) Es imprescriptible (art. 57). e) Por su misma naturaleza. tiene que intentarse en vida de

los cónyuges. El cónyuge menor de edad y el interdicto por disipación

pueden ejercer por sí mismos la acción de divorcio, sin perjuicio de su derecho a actuar por intermedio de sus representantes (art. 58). 123. EFECTOS DEL DIVORCIO.

1) El art. 59 inc. 1º señala que "el divorcio producirá efectos entre los cónyuges desde que quede ejecutoriada la sentencia que lo declare" y el inc. 2° agrega que "sin perjuicio de ello, la sentencia ejecutoriada en que se declare el divorcio deberá subinscribirse al margen de la respectiva inscripción matrimo-nial. Efectuada la subinscripción, la sentencia será oponible a terceros y los cónyuges adquirirán el estado civil de divorciados, con lo que podrán volver a contraer matrimonio". Sin embargo, para que afecte a terceros es necesario que la sentencia se subinscriba al margen de la inscripción matrimonial.

Vemos una suerte de contradicción entre los dos incisos de este art. 59. En efecto, de estarnos al inc. 1°, como el divorcio produce efectos entre los cónyuges desde que queda ejecutoria-da la sentencia respectiva, quiere decir que a partir de ese momento —sin necesidad de la subinscripción— adquieren el nuevo estado civil de divorciados, que les habilita para casarse. En cambio, el inc. 2º expresa que "efectuada la inscripción, la sentencia será oponible a terceros (lo que sin duda es correcto) y los cónyuges adquirirán el estado civil de divorciados (ello es incorrecto, pues ese estado lo adquirieron antes. cuando la senten-

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Carolina
Nota adhesiva
Forma de probar
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cia quedó ejecutoriada), con lo que podrán volver a contraer matrimonio".

El estado civil de divorciado se prueba en conformidad al art. 305, C. Civil (según el nuevo texto dado por la Ley Nº 19.947).

2) El divorcio pone término al matrimonio pero no afectará la filiación ya determinada de los hijos ni los derechos y obligaciones que emanan de ella. Luego los hijos continuarán siendo hijos de filiación matrimonial de sus padres y tendrán, respecto de ellos, los derechos y obligaciones que tal filiación supone (art. 53).

3) Como consecuencia de la disolución del matrimonio, pone término a la sociedad conyugal (art. 1764, Nº l) o al régimen de participación en los gananciales (art. 1792-27, Nº 3).

4) El divorcio pone fin a los derechos de carácter patrimo-nial, como el de alimentos' y sucesorios entre los cónyuges (art. 60). Ello sin perjuicio de que se acuerde o se fije judicial-mente una compensación al cónyuge económicamente más débil, determinada en la forma dispuesta en el párr. lº del Capítulo VII de la ley, arts. 61 y ss.

5) La sentencia de divorcio firme autoriza para revocar todas las donaciones que por causa e matrimonio se hubieren hecho al cónyuge que dio motivo al divorcio por su culpa, con tal que la donación y su causa constaren por escritura pública (art. 1 790 en el nuevo texto).

6) Habilita al cónyuge para pedir la desafectación de un bien de su propiedad que esté declarado como bien familiar (art. 145, C. Civil, inciso final). Dice esta norma que en este caso el propietario del bien familiar o cualquiera de sus causahabientes deberá formular al juez la petición correspondiente.

1 24 . DIVORCIO OBTENIDO EN EL EXTRANJERO. Recordemos que en la ley- antigua esta materia estaba tratada en el art. 120 del Código Civil: "El matrimonio disuelto en territorio extranjero

9 El art. 171 del Código Civil parece decir algo distinto. Sin embargo, hay que entender que esa norma se refiere al divorcio antiguo contemplado en la anterior Ley de Matrimonio Civil. Así se desprende del art. 6 transitorio de la Ley Nº 19.947.

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en conformidad a las leyes del mismo país, pero que no hubiera podido disolverse según las leyes chilenas, no habilita a ninguno de los cónyuges para casarse, mientras viviere el otro cónyuge". Cabe recordar que esta norma creaba varios problemas, como por ejemplo, si se aplicaba sólo a los matrimonios de chilenos o también a los matrimonios mixtos de chileno con extranjero.

La Ley Nº 19.947 derogó este art. 120 y pasó a regular esta materia en el art. 83 en los siguientes términos:

a) El inc. 1° establece que "El divorcio estará sujeto a la ley aplicable a la relación matrimonial al momento de interponer-se la acción”. ;Cuál es esa ley aplicable a la relación matrimonial? La respuesta debe buscarse en los principios de derecho internacional privado (puede ser la ley de la nacionalidad, del domicilio, etc.).

b) El inc. 2° se refiere a un segundo aspecto: "Las sentencias de divorcio y de nulidad de matrimonio dictadas por tribunales extranjeros serán reconocidas en Chile conforme a las reglas generales que establece el Código de Procedimiento Ci-vil". Dicho en otras palabras, para cumplir esas sentencias en Chile deberá darse el exequátur por la Corte Suprema, para lo cual deberá acompañarse una copia debidamente legalizada de la sentencia.

Los incisos siguientes del art. 83 privan de valor a las sentencias de divorcio extranjeras. en los siguientes casos:

a) Cuando no ha sido declarado por resolución judicial (art. 83, inc. 3°).

b) Cuando se oponga al orden público chileno (art. 83, inc. 3°).

c) Cuando se ha obtenido con fraude a la ley (art. 83, inc. 4º). Y aquí se agrega algo importante, con el fin de evitar que las personas domiciliadas en Chile se vayan a divorciar al extranjero para evitar las limitaciones que establece la nueva ley. Dice la norma que "se entenderá que se ha actuado en fraude a la ley cuando el divorcio ha sido declarado bajo una jurisdicción distinta a la chilena, a pesar de que los cónyuges hubieren tenido domicilio en Chile durante cualquiera de los tres años anteriores a la sentencia que se pretende ejecutar, si ambos cónyuges aceptan que su convivencia ha cesado a lo menos ese lapso, o

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durante cualquiera de los cinco años anteriores a la sentencia, si discrepan acerca del plazo de cese de la convivencia. El acuerdo o la discrepancia entre los cónyuges podrá constar en la propia sentencia o ser alegado durante la tramitación del exequátur". Nótese que este inc. 4º establece una presunción de derecho de fraude a la ley.

Aunque la disposición tiene una redacción algo confusa, es claro que lo que pretende evitar es que los interesados en el divorcio viajen a hacerlo al extranjero para evitar el plazo de cese de la convivencia que les exige la legislación chilena.

125. REGLAS COMUNES A CIERTOS CASOS DE SEPARACIÓN, NULI-DAD Y DIVORCIO. El Capítulo VII de la ley, arts. 61 y ss., da algunas reglas aplicables al divorcio, nulidad y algunos tipos de separación. Estas son:

a) La relativa a la compensación económica al cónyuge económicamente más débil, en los casos de divorcio o nulidad.

b) La relativa a la conciliación. c) La referente a la mediación.

126. DE LA COMPENSACIÓN ECONÓMICA. Esta materia la trata el párr. 1º del Título VII, arts. 61 al 66. Constituye uno de los aspectos más interesantes de la ley v, a la vez, es el que implica mayor peligro. Interesante, pues persigue un objetivo de justicia: que el divorcio o la nulidad no deje a un cónyuge en la indigencia, para que pueda seguir viviendo con un mínimo de dignidad. Peligroso, porque si los tribunales no manejan con prudencia esta parte de la ley, puede llegar a constituir un freno a lo que se pretende, que es que las parejas mal avenidas puedan separarse, sea por la vía de la nulidad sea por la vía del divorcio. 10

127. CONCEPTO DE COMPENSACIÓN ECONÓMICA. Consiste en el derecho que asiste a uno de los cónyuges —normalmente la mu-

En el (CC español también se contiene la misma idea. El art. 97 establece que cl cónyuge al que la separación o divorcio produzca desequilibrio económico en relación con la posición del otro, que implique un empeoramiento en su situación anterior en el matrimonio, tiene derecho a una pensión que se lijará en la resolución. teniendo en cuenta entre otras las siguientes circunstancias (estas circunstancias son muy parecidas a las que establece el art. (52 de la Ley Nº 19.947).

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jer— cuando por haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las labores propias del hogar no pudo durante el matrimonio desarrollar una actividad remunerada o lucrativa, o lo hizo en menor medida de lo que podía y quería, para que se le compense el menoscabo económico que, producido el divorcio o la nulidad, sufrirá por esta causa. Así aparece del art. 61

En el Código Civil español —art. 97— se contempla la misma idea, cuando el divorcio o la separación han producido un des-equilibrio económico en relación con la posición del otro, que implique un empeoramiento de su situación anterior en el matrimonio, obligando al que queda en mejor situación a pagar una pensión, que se debe ir reajustando, la que después se puede substituir por un usufructo, por la constitución de una renta vitalicia o por la entrega de un capital en bienes o en dinero. La pensión o las bases fijadas pueden ser modificadas por alteraciones sustanciales en la fortuna de uno u otro cónyuge (art. 100 del CC español). En el C. Civil argentino también existen normas sobre la materia —art. 207—, que establece que el cónyuge que hubiere sido causante de la separación o del divorcio debe contribuir a que el otro, si no dio también lugar a la separación, mantenga el nivel económico del que gozaron durante su convivencia e incluso, en el caso de enfermedad, se establece la obligación de contribuir a los gastos médicos, pasando esta obligación a la sucesión. Como se puede observar, en estas dos legislaciones, la compensación se produce median-te el pago de una pensión que queda sujeta a modificaciones si cambia la situación patrimonial de las partes. En Chile la solución es diferente.

128. RUBROS A LOS QUE HAY QUE ATENDER PARA SU FIJACIÓN. El art. 62 señala los distintos aspectos que se deben considerar especialmente para fijar el quantum de esta compensación: duración del matrimonio y de la vida en común de los cónyuges —nótese no sólo la duración del matrimonio sino también la duración de la vida en común—; la buena o mala fe, la edad y esta-do de salud del cónyuge beneficiario; su situación previsional y beneficios de salud; su cualificación profesional y posibilidades de acceso al mercado laboral, colaboración que hubiere presta-do a las actividades lucrativas del otro cónyuge.

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Estos rubros no son taxativos, pues el art. 62 dice que ello, se deben considerar "especialmente". 129. IMPROCEDENCIA O REBAJA DE COMPENSACIÓN. De acuerdeal art. 62, inc. 2°, se puede denegar o rebajar esta compensación,al cónyuge que dio lugar a la causal de divorcio. 130. DETERMINACIÓN DE LA PROCEDENCIA Y MONTO DE LA COMPENSACIÓN. Puede fijarse de dos maneras: a) por acuerdo de la,partes, o b) judicialmente, a falta de acuerdo.

a) Fijación por las partes. Dice el art. 63: "La compensacióneconómica y su monto y forma de pago en su caso, serán con-venidos por los cónyuges, si fueren mayores de edad, medianteacuerdo que constará en escritura pública o acta deavenimiento, las cuales se someterán a la aprobación deltribunal".

b) Fijación por el tribunal. Si no hay acuerdo, se fija judicial-mente (art. 64). Se puede pedir esta determinación en la demandao con posterioridad, para lo cual el tribunal informará a loscónyuges sobre la existencia e este derecho durante la audienciade conciliación. Si el juez acoge la demanda de nulidad e dedivorcio, debe pronunciarse sobre la compensación económicaen la sentencia. 131. FORMA DE PAGO DE LA COMPENSACIÓN. De acuerdo al art.65, en la misma sentencia el juez debe señalar la forma de pagode la compensación, para lo cual podrá establecer las siguientesmodalidades:

a) Disponer la entrega de una suma de dinero, acciones uotros bienes. Si se fija una suma de dinero, podrá el juez fijaruna o varias cuotas reajustables, debiendo el tribunal adoptarlas seguridades para su pago, o

b) Constituir un derecho de usufructo, uso o habitaciónrespecto de bienes que sean de propiedad del cónyuge deudor.La constitución de estos derechos no perjudicará a losacreedores, que el cónyuge propietario hubiere tenido a la fechade su constitución, ni aprovechará a los acreedores que elcónyuge beneficiario tuviere en cualquier tiempo (de aquí sededuce que e, un derecho personalísimo del cónyuge titular).

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Si el deudor no tuviere bienes suficientes para solucionar el monto de la compensación mediante las modalidades señaladas, el juez puede dividirlo en cuantas cuotas fueren necesarias, para lo cual tomará en consideración la capacidad económica del cónyuge deudor y expresará el valor de cada cuota en alguna unidad reajustable (art. 66). 132. EN EL CASO DEL DIVORCIO-SANCIÓN, SE DEBE CONSIDERAR, PARA LA FIJACIÓN DE LA COMPENSACIÓN, LA CULPABILIDAD DEL CÓNYUGE. El art. 62 en su inc. 2º establece que "si se decretare el divorcio en virtud del art. 54, el juez podrá denegar la com-pensación económica que habría correspondido al cónyuge que dio lugar a la causal, o disminuir prudencialmente su monto".

En España nada se dice sobre el punto, no así en Argentina, en que se contemplan dos situaciones: 1) el cónyuge que hubiere dado causa a la separación personal (en palabras nuestras, el que hubiere dado lugar al divorcio por su culpa) deberá contribuir a que el otro mantenga el nivel económico de que gozaron durante su convivencia (art. 207 C. Civil argentino), y 2) los cónyuges aun cuando sean culpables de la separación tienen derecho a que el otro, si tuviere medios, le provea lo necesario para su subsistencia (art. 209 del C. Civil argentino). 133. CUANDO LA COMPENSACIÓN SE FIJA EN CUOTAS, PARA LOS EFECTOS DEL CUMPLIMIENTO, ÉSTAS SE ASIMILAN A LOS ALIMENTOS (ART. 66, INCISO FINAL). Estas cuotas se consideran alimentos para el efecto de su cumplimiento, a menos que se hubieren ofrecido otras garantías para su efectivo y oportuno pago, lo que se declarará en la sentencia (art. 66). Por consiguiente, para su pago el cónyuge deudor puede ser apremiado, sólo con multas" se puede decretar orden de arraigo en su contra, etc. Destacamos que estas cuotas no constituyen una pensión alimenticia. Así lo aclaró la Ministra Delpiano al responder a una pregunta del senador Diez. La cuota no es una pensión alimenticia, se la considera alimentos únicamente para los efectos del cumpli-

" Al no ser alimentos, no procede apremiarlo con arresto, en conformidad al art. 7. Nº 7° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José (le Costa Rica).

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miento, por lo que no rige la limitación contenida en el art. 7° de la Ley N° 14.908, de que no puede exceder del 50%, de las rentas del deudor. Otra consecuencia importante es que una vez Fijada no se debe alterar por circunstancias sobrevinientes, por ej., si el cónyuge que tiene que pagar queda cesante, tenga otros hijos o mejore su condición económica por cualquier razón. 134. DE LA CONCILIACIÓN. Según el art. 67, solicitada la separación o el divorcio, se debe llamar a las partes a una audiencia de conciliación especial, que persigue dos objetivos: tratar de superar el conflicto de la pareja, y si ello no es factible, acordar las medidas relativas a los alimentos de los cónyuges e hijos, su cuidado personal, la relación directa y regular que mantendrá con ellos el padre o la madre que no los tenga a su cuidado, y el ejercicio de la patria potestad. Este art. 67 debe relacionarse con el art. 90, según el cual en el llamado a conciliación se incluirán las materias señaladas en el inc. 2° del art. 89 (régimen de alimentos, cuidado personal de los hijos, relación directa y regular), aun cuando no se hubieren solicitado.

Como ya lo hemos advertido, se trata de una audiencia de conciliación especial que tiene una doble finalidad: a) la búsqueda de una solución a los conflictos de convivencia entre los cónyuges, v- b) acordar, cuando proceda, "las medidas que regularán lo concerniente a los alimentos entre los cónyuges y para los hijos, su cuidado personal, la relación directa y regular que mantendrá con ellos el padre o la madre que no los tenga bajo su cuidado y el ejercicio de la patria potestad". De consiguiente, no cabe que la parte demandada pueda en esta audiencia aceptar la demanda, o que ambas partes acuerden el divorcio. El divorcio requiere siempre de sentencia judicial que lo declare.

A la audiencia e conciliación se debe comparecer personalmente, pudiendo apremiarse al cónyuge que se niegue a asistir sin causa justificada. El juez debe instar a las partes a la conciliación y proponerles bases de arreglo que se ajusten a las expectativas de cada parte. 135. DE LA MEDIACIÓN. Se debe ordenar por el tribunal si las partes lo piden. No procede mediación en las causas de nulidad (art. 71).

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Si las partes no la solicitan, puede ordenarla el tribunal, al término de la audiencia de conciliación, salvo que estime que no sería útil. Para ello citará a las partes a una audiencia para proceder a la designación del mediador, que, si no es elegido de común acuerdo, lo debe designar el tribunal de inmediato de entre los que figuren en un Registro de Mediadores que debe llevar el Ministerio de Justicia.

La mediación presenta las siguientes características: a) Debe hacerse por profesionales idóneos, que aparezcan en

un Registro elaborado por el Ministerio de Justicia, salvo que los mediadores sean designados de común acuerdo por las partes.

b) Es voluntaria en el sentido que por regla general sólo pro-cede si las partes la piden (art. 71) y porque basta que alguna de ellas, citada por dos veces, no concurra a la audiencia del mediador para que ésta se estime frustrada.

c) Los acuerdos que deriven de la mediación son voluntarios. d) El proceso de mediación tiene plazo de duración: no puede

durar más de 60 días desde que el mediador haya recibido la comunicación del tribunal que lo designó, pero los cónyuges, de común acuerdo, pueden pedir ampliación del plazo hasta por otros 60 días.

e) Puede ser gratuita o remunerada. En este último caso, su costo será de cargo de las partes, siendo los honorarios máximos los establecidos en un arancel que dictará mediante decreto el Ministerio de Justicia. Los que gocen de privilegio de pobreza o sean patrocinados por la Corporación de Asistencia Judicial recibirán atención gratuita.

f) No procede en los juicios de nulidad (art. 73, inc. 1°). 1 36 . DISPOSICIONES TRANSITORIAS DE LA LEY N° 19.947. La Ley

N° 19.947 contiene varios artículos transitorios referentes a las normas procesales por las que se deben regir los juicios de separación judicial, de nulidad de matrimonio y de divorcio mientras no se encuentren instalados los Tribunales de Familia, esto es, con anterioridad al 1° de octubre de 2005; a la legislación aplicable a los matrimonios celebrados con anterioridad a la en-trada en vigencia de la Ley N° 19.947 (anteriores al 18 de noviembre de 2004); lo que ocurre con los juicios de nulidad de

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matrimonio y de divorcio perpetuo o temporal iniciados conanterioridad a la entrada en vigencia de la referida Ley N°19.947; la situación de los que a la fecha de entrada en vigenciade la ley se encuentran divorciados temporal o perpetuamente.Finalmente, el art. 7º transitorio señala que las in capacidadesreferidas a los imputados que se establecen en los arts_ 7° y 78 dela Ley de Matrimonio Civil se entenderán hechas a losprocesados en las causas criminales seguidas por hechosacaecidos con anterioridad a la entrada en vigencia de la reformaprocesal penal en la región respectiva. 137. TRIBUNAL COMPETENTE PARA CONOCER DE LAS ACCIONES DE

SEPARACIÓN JUDICIAL, NULIDAD O DIVORCIO. En esta materia sedebe distinguir: A) juicios que se inicien hasta el 30 de septiem-bre de 2005, B) situación a partir del 1º de octubre de 2005, enque entran en vigencia los Tribunales ( l e Familia, y C) juiciosque se encontraren en tramitación a la fecha en que entró envigencia la nueva Ley de Matrimonio Civi l . 138. PROCEDIMIENTO PARA LOS JUICIOS DE SEPARACIÓN JUDICIAL

DEMANDADA POR AMBOS CÓNYUGES. La disposición segunda delart. 1° transitorio establece que "cuando 1 es cónyuges solicitarenconjuntamente que se declare su separación judicial deconformidad al art. 27 (cuando ha cesado la convivencia entreellos), el procedimiento se substanciará en conformidad a lasreglas del Título 1 del Libro IY del Código de Procedimiento Civil(Disposiciones generales de los actos judiciales no contenciosos)y el juez resolverá con conocimiento de causa. 139. TRIBUNAL COMPETENTE Y PROCEDIMIENTO VIGENTE HASTA

EL 30 DE SEPTIEMBRE DE 2005. Según el art. 1º transitorio,disposición primera, será competente para conocer de los juiciosde separación judicial, de nulidad y de divorcio, el juez de le-trasque ejerza jurisdicción en materia c i v i l en el domicilio deldemandado. Este mismo tribunal conocerá de las materias a quese refiere el art. 89 –alimentos, cuidado personal de los hijos,relación directa y regular de los padres con los hijos que no estána su cuidado, cuestiones relacionadas con el régimen de bienesdel matrimonio– cuando las acciones correspondientes

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fueren deducidas conjuntamente con la demanda o con la reconvención, en su caso.

La disposición segunda del art. 1° transitorio establece que "cuando los cónyuges solicitaren conjuntamente que se declare su separación judicial, de conformidad al art. 27 (cuando ha cesado la convivencia entre ellos), el procedimiento se sustanciará en conformidad a las reglas del Título I del Libro IY del Código de Procedimiento Civil (Disposiciones generales de los actos judiciales no contenciosos), y el juez resolverá con cono-cimiento de causa".

En cuanto al procedimiento por el que se regirán los procesos de se-paración judicial, nulidad de matrimonio y divorcio. Salvo la excepción contemplada en el punto anterior –separación judicial pedida de común acuerdo–, los juicios de separación judicial, nulidad de matrimonio y divorcio se regirán por el procedimiento establecido en la disposición tercera del art. 1° transitorio, esto es por las reglas del juicio ordinario con algunas modificaciones, entre otras las siguientes: no proceden los trámites de réplica ni dúplica; las excepciones dilatorias deben deducirse en la contestación de la demanda y se tramitarán junto a las demás excepciones en forma conjunta con la cuestión principal; la prueba confesional no es suficiente para acreditar la fe-cha de cese de la convivencia entre los cónyuges: la prueba se rendirá en el plazo y forma establecidos para los incidentes, se apreciará de acuerdo a las reglas de la sana crítica y vencido el término probatorio el tribunal de inmediato citará a las partes para oír sentencia; la apelación de la sentencia definitiva se con-cederá en ambos efectos, no se esperará la comparecencia personal de las partes y tendrá preferencia para la vista de la causa. La apelación de las demás resoluciones se concederá en el solo efecto devolutivo.

1 40 . TRIBUNAL COMPETENTE Y PROCEDIMIENTO PARA LOS JUICIOS

QUE SE INICIEN A PARTIR DE 1° DE OCTUBRE DE 2005. De acuer- do a lo establecido en los arts. 87 y ss. de la Ley de Matrimonio Civil, a partir del 1° de octubre de 2005, en que entran a operar los Tribunales de Familia, estos juicios serán conocidos por esos tribunales (art. 1° transitorio de la Ley N° 19.947 y art. 8 Nº 16 de la Ley N° 19.968) y se tramitarán de acuerdo a las re-

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glas del procedimiento ordinario contemplado en la Ley Nº 19.968 (arts. 55 y ss.). Sin perjuicio de lo anterior, se aplicarán las reglas especiales, contempladas en los arts. 89, 90, 91 y 92 de la ley:

1) Art. 89: "Las acciones que tengan por objetivo regular el régimen de alimentos, el cuidado personal de los hijos o la re-lación directa y regular que mantendrá con ellos aquél de los padres que no los tenga bajo su cuidado, cuando no se hubieren deducido previamente de acuerdo a las reglas generales, como asimismo todas las cuestiones relacionadas con el régimen de bienes del matrimonio, que no hubieren sido resueltas en forma previa a la presentación de la demanda de separación, nulidad o divorcio, deberán deducirse en forma conjunta con ésta o por vía reconvencional, en su caso, y resolverse tan pronto queden en estado. de acuerdo al procedimiento aplicable" (inc. 1º). "La misma regla se aplicará en caso de que se pretenda modificar el régimen de alimentos, el cuidado personal de los hijos o la relación directa y regular que mantendrán con el padre o la madre que no los tenga bajo su cuidado, que hubieren sido determinados previamente. El cumplimiento del régimen fijado previamente sobre dichas materias se tramitará conforme a las reglas generales" (inc. 2º).

2) Art. 90: "En el llamado a conciliación a que se refiere el art. 67, se incluirán las materias señaladas en el inciso segundo de dicha disposición, aun cuando no se hubieren solicitado en conformidad a lo dispuesto en el artículo precedente, y se resolverán tan pronto queden en estado, de acuerdo al procedi-miento aplicable".

3) Art. 91: "Cuando se haya interpuesto solicitud de divor-cio, en cualquier momento en que el juez advierta antecedentes que revelen que el matrimonio podría estar afectado en su origen por un defecto de validez, se los hará saber a los cónyuges, sin emitir opinión. Si en la audiencia, o dentro de los treinta días siguientes, alguno de los cónyuges solicita la declaración de nulidad, el procedimiento comprenderá ambas acciones y el juez, en la sentencia definitiva, se pronunciará primero sobre la nulidad".

4) A t. 92: "Cuando la sentencia que dé lugar a la separación judicial, a la nulidad o al divorcio no sea apelada, deberá ele-

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varse en consulta al tribunal superior, y si él estima dudosa la legalidad del fallo consultado, retendrá el conocimiento del asunto y procederá como si se hubiera interpuesto apelación en su oportunidad. En caso contrario, aprobará la sentencia". 141. PROCEDIMIENTO APLICABLE A LOS JUICIOS DE NULIDAD DE MATRIMONIO Y DE DIVORCIO PERPETUO O TEMPORAL QUE AL MOMENTO DE ENTRAR EN VIGENCIA LA LEY N° 19.947 SE ENCONTRA-BAN EN TRAMITACIÓN. Según los arts. 3° y 4° transitorios, estos juicios continuarán sustanciándose conforme al procedimiento vigente al momento de deducirse la demanda. salvo que las partes pidan se aplique el nuevo procedimiento. 142. TERMINADOS POR SENTENCIA EJECUTORIADA LOS JUICIOS DE DIVORCIO PERPETUO O TEMPORAL O NULIDAD DE MATRIMONIO, LAS PARTES NO QUEDAN IMPEDIDAS PARA EJERCER LAS ACCIONES PREVISTAS EN LA LEY NUEVA. Así lo establece el art.: " transitorio. 143. LEGISLACIÓN APLICABLE A LOS MATRIMONIOS CELEBRADOS CON ANTERIORIDAD A LA ENTRADA EN VIGENCIA DE LA LEY N° 19.947. De acuerdo al art. 2º transitorio, las personas casadas con anterioridad a la vigencia de la nueva ley podrán separarse judicialmente. anular sus matrimonios y divorciarse en conformidad a las disposiciones de la nueva ley, con las siguientes salvedades:

1) Las formalidades y requisitos externos del matrimonio y las causales de nulidad que su omisión origina se regirán por la ley vigente al tiempo de su celebración, pero los cónyuges no podrán hacer valer la causal de nulidad por incompetencia del oficial del Registro Civil contemplada en el art. 31 de la anterior Ley de Matrimonio Civil.

2) No rigen para estas personas las limitaciones contempla-das en los arts. 22 y 25 de la Ley de Matrimonio Civil, para acreditar el cese de la convivencia. Ello quiere decir que pueden acreditar el cese de la convivencia por otros medios distintos a los que señalan esas normas.

Para la cabal comprensión de lo que venimos diciendo es necesario recordar que para obtener el divorcio (salvo el caso

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DERECHO DE FAMILIA

contemplado en el art. 54) se debe acreditar el cese de la convivencia entre los cónyuges (por uno o tres años, según los casos), y este cese sólo se puede probar por alguno de los siguientes me-dios:

a) Por una escritura pública o acta extendida y protocolizada ante notario público, o acta extendida ante oficial del Registro Civil o transacción aprobada judicialmente, en que se hubiere dejado constancia del acuerdo a que arribaron los cónyuges sobre sus relaciones mutuas o de ellos con sus hijos, alimentos, cuidado personal y relación directa y regular que mantendrá con los hijos aquel de los padres que no los tuviere a su cuidado.

b) Por la notificación de la demanda que uno de los cónyuges deduce en contra del otro para que se regulen las materias recién indicadas, cuando no se lograron poner de acuerdo.

c) Cuando no habiendo acuerdo ni demanda entre los cónyuges, alguno de ellos exprese su voluntad de poner fin a la con-vivencia a través de los instrumentos señalados en el art. 22 (escritura pública, acta, transacción) o dejado constancia de di-cha intención ante el juzgado correspondiente y ello sea notifi-cado al otro cónyuge.

Ahora bien, respecto de las personas casadas con anterioridad a la vigencia de la nueva ley, no es necesario que el cese de la convivencia se pruebe por alguno de estos medios, pudiendo recurrir a los demás medios probatorios, salvo a la confesión. Será el juez en cada caso el que deberá resolver si la prueba rendida es suficiente.

Lo que se viene diciendo es del mayor interés, porque demuestra que quienes deseen divorciarse de inmediato, pueden hacerlo probando que ya tienen cumplido el requisito del cese de la convivencia por el tiempo exigido por la ley. 144. ESTADO CIVIL DE LAS PERSONAS QUE A LA FECHA DE ENTRAR EN

VIGENCIA LA NUEVA LEY SE ENCONTRAREN DIVORCIADAS TEMPORAL O PERPETUAMENTE. El art. 6° transitorio establece que las Personas que con anterioridad a la vigencia de la nueva ley se hayan divorciado, temporal o perpetuamente, por sentencia ejecutoriada, tendrán el estado civil de separados y se regirán por lo dispuesto en ella para los separados judicialmente respecto

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del ejercicio de derechos y demás efectos anexos que tengan lugar después de su entrada en vigencia. 145. INCAPACIDAD DE LOS IMPUTADOS QUE SE ESTABLECEN EN LOS ARTS. 7° Y 78 DE LA LEY DE MATRIMONIO CIVIL. Se entenderán hechas a los procesados en las causas criminales seguidas por hechos acaecidos con anterioridad a la entrada en vigencia de la reforma procesal penal en la región respectiva (art. 7º, tran-sitorio).

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E F E C T OS DEL M A T R I M O N I O

146. EL MATRIMONIO ES UNA INSTITUCIÓN DE LA CUAL DERIVAN IMPORTANTES EFECTOS:

1) Relaciones personales de los cónyuges (derechos y obligaciones e que tratan los arts. 131, 133 y 134) ;

2) Régimen matrimonial; 3) Filiación matrimonial, v 4) Derechos hereditarios. Antes de la Ley N° 18.802, se mencionaban también como

efectos del matrimonio la incapacidad relativa de la mujer casa-da y la potestad marital. La verdad es que la incapacidad de la mujer casada nunca fue un efecto del matrimonio, sino una con-secuencia de que la mujer se encontrare casada en régimen de sociedad conyugal. De todas formas esa incapacidad desapareció con la Ley- N° 18.802. En cuanto a la potestad marital, que definía el art. 132 como "el conjunto de derechos que las leyes conceden al marido sobre la persona y bienes de la mujer", también fue suprimida por la Ley- N° 18.802, que derogó esa disposición.

También es importante consignar que con anterioridad a la entrada en vigencia de la Ley N° 19.585, uno de los efectos del matrimonio era que daba lugar a la filiación legítima. Hoy, debido a los cambios introducidos por esa ley, debemos entender que da lugar a la filiación matrimonial.

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T Í T U L O 1

RELACIONES PERSONALES DE LOS CÓNYUGES

147. RELACIONES PERSONALES DE LOS CÓNYUGES. DERECHOS Y

OBLIGACIONES DE QUE TRATAN LOS ARTS. 131, 132, 133 Y 134. El Código Civil en el Título VI del Libro I, arts. 131 y ss., regula las relaciones personales de los cónyuges, otorgándoles derechos e imponiéndoles deberes de contenido eminentemente moral. Constituyen "un conjunto complejo de deberes y facultades si-tuados en la persona de cada uno de los cónyuges, desprendidos, por así decirlo, inmediatamente de la naturaleza y esencia íntima de la institución. Son lazos de unión instalados en la misma pareja sin trascendencia exterior, y no se conciben sin el matrimonio ni tienen otro alcance que dar realidad a los designios fundamentales del mismo" (Federico Puig Peña, Tratado de De-recito Civil Español, t. II, p. 217) .

Estos deberes tienen algunas características especiales: 1) En general son deberes positivos, que imponen a cada

cónyuge un hacer activo; 2) Afectan sólo a los cónyuges. Los terceros sólo tienen el

deber general de respetar las situaciones creadas sin que puedan intervenir para ayudarlas o empeorarlas;

3) Tienen un marcado carácter ético, quedando su cumplimiento entregado fundamentalmente a la conciencia de los cónyuges. Ello trae por consecuencia que no siempre es fácil establecer un sistema de sanciones adecuado. Piénsese, por ejemplo, en la forma de sancionar a quien no quiere vivir con su cónyuge.

Con anterioridad a la entrada en vigencia de la Ley N° 18.802, se distinguía entre deberes y obligaciones recíprocos e individua-les. Entre los primeros estaban los deberes de fidelidad, socorro y ayuda mutua; y entre los segundos, la protección del marido a la mujer, la obediencia de ésta a aquél, la obligación de la mujer de seguir a su marido y el derecho que ella tenía de que el marido la recibiera en su casa.

Con la Ley N° 18.802 desaparecieron los deberes y obligaciones individuales, pasando a ser todos recíprocos. Son los siguientes:

1) Deber de fidelidad (art. 131) ; 2) Deber de socorro (arts. 131 y 134); 3) Deber de ayuda mutua o de asistencia (art. 131);

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4) Deber de respeto recíproco (art. 131) ; 5) Deber de protección recíproca (art. 131); 6) Derecho y deber de vivir en el hogar común (art. 133); 7) Deber de cohabitación, y 8) Deber de auxilio y expensas para la litis.

148. DEBER DE FIDELIDAD. Del matrimonio deriva una obligación que pudiéramos llamar principal: el deber de guardarse fidelidad el uno al otro. Está consagrada en el art. 131: "Los cónyuges están obligados a guardarse fe...", lo que significa no tener relaciones sexuales con terceros, no cometer adulterio.

El art. 132 (texto dado por la Ley N° 19.335) expresa que "el adulterio constituye una grave infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio y da origen a las sanciones que la ley prevé" y agrega que "cometen adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el varón casado que yace con mujer que no sea su cónyuge". El adulterio trae aparejadas las siguientes sanciones:

a) Si el incumplimiento al deber de fidelidad es grave y reiterado, haciendo intolerable la vida en común es causal de se-paración judicial (art. 26) y de divorcio (art. 54 N° 2 de la Ley de Matrimonio Civil). En el caso de la separación judicial no puede invocarse el adulterio cuando exista previa separación de hecho consentida por ambos cónyuges (art. 26, inc. 2°).

b) La mujer casada en régimen de sociedad conyugal puede pedir la separación judicial de bienes, en conformidad al art. 155, inc. 2° del Código Civil.

Sobre esta materia, es importante señalar que, históricamen-te, y por razones fáciles de entender, el legislador desde antiguo ha sido más riguroso con la mujer que con el marido en el caso de adulterio. Con la Ley N° 18.802, de 1989, desaparecieron al-gunas odiosas discriminaciones, como, por ejemplo, la que establecía el art. 171 del Código Civil, que hacía perder a la mujer adúltera sus derechos en los gananciales. Sin embargo y hasta el año 1994, en que entró a regir la Ley N° 19.335, subsistió un trato distinto para el adulterio del marido y de la mujer. En efecto, la mujer adúltera no podía contraer matrimonio con su co-reo en el delito de adulterio (art. 7° de la Ley de Matrimonio Civil); existía un trato desigual en materia penal, pues de acuerdo al art. 375 del Código Penal, cometía adulterio la mujer casada que

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vacía con varón que no era su marido y el que yacía con ella sabiendo que era casada. En cambio, el varón casado que yacía con mujer soltera o con mujer casada ignorando que lo era, no cometía adulterio penal. La Ley Nº 19.335 puso fin a estas in-justas desigualdades al cambiar el art. 7º de la Ley de Matrimonio Civil y suprimir el adulterio como delito penal, derogando los arts. 375 al 381 del Código Penal.

149. DEBER DE SOCORRO. Está establecido en los arts. 131 y 321 Nº 1 del Código Civil. El primero señala que los cónyuges están obligados "a socorrerse" y el segundo precisa que se deben alimentos entre s í . 1 2

Respecto de este deber, los cónyuges pueden hallarse en di-versas situaciones:

1) Pueden encontrarse casados en régimen de sociedad conyugal y en estado de normalidad matrimonial, esto es, viviendo juntos. En este supuesto, el marido debe proporcionar alimentos a la mujer, lo que hará con cargo a la sociedad conyugal, ya que el art. 1740 Nº 5 señala que la sociedad es obligada al man-tenimiento de los cónyuges.

2) Pueden estar separados de bienes o casados en régimen de participación en los gananciales. En estos supuestos, los arts. 134 y 160 regulan la forma como ellos deben atender a las necesidades de la familia común. La primera de estas normas

12 Algunos piensan que el deber de socorro es distinta a la obligación alimenticia. En ese sentido, Antonio Vodanovic Heklicka. quien señala algunas diferencias 1. La obligación de socorro nace del vínculo matrimonial; la de alimentos, del estado de necesidad; 2. La obligación de alimentos se genera en un estado anormal, en que marido y mujer viven separados; lo contrario ocurre con el deber de socorro; 3. Las prestaciones de socorro se cumplen día a día, automática-mente; los alimentos a requerimiento del necesitado y en forma periódica; 4. El contenido de la obligación de socorro es más amplio porque tiende a satisfacer Todas las exigencias de la vida que la capacidad económica de los cónyuges lo permita. En cambio los alimentos presuponen el estado de necesidad y se hallan limitados a cuanto es necesario para el mantenimiento del alimentado habida consideración de su posición social; 5. El socorro se presta generalmente en especie (comida, vestuario, habitación, ayuda médica); en cambio, los alimentos, en la mayoría de los casos, se pagan en dinero (Antonio Vodanovic 11. Derecho de Alimento s, 4ª edic., Edit. Lexis Nexis, 2004, Nº 39. pp. 34-35).

Por nuestra parte podemos agregar que una consecuencia de ser diferentes so-corro y alimentos, es que no rige para el socorro la limitación del 50% de las rentas del alimentante que, para los alimentos, establece el artículo 7º de la Ley Nº 14.908, ni la posibilidad de apremios.

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señala que "El marido y la mujer deben proveer a las necesidades de la familia común, atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos medie". El art. 160 reitera lo anterior, precisando que "en el estado de separación, ambos cónyuges deben proveer a las necesidades de la familia común en proporción a sus facultades".

3) Pueden estar separados judicialmente. En este caso opera el art. 175: "El cónyuge que haya dado lugar a la separación judi-cial por su culpa, tendrá derecho para que el otro cónyuge lo pro-vea de lo que necesite para su modesta sustentación; pero en este caso, el juez reglará la contribución teniendo en especial consi-deración la conducta que haya observado el alimentario antes del juicio respectivo, durante su desarrollo o con posterioridad a él".

4) Pueden encontrarse separados de hecho. Rige en su in-tegridad el art. 160 del Código Civil, recién transcrito.

5) Pueden haber anulado su matrimonio. En este caso cesa la obligación de prestarse alimentos, aunque el matrimonio hu-biere sido putativo.

6) Pueden encontrarse divorciados, caso en que cesa la obli-gación alimenticia.

¿Cuál es la sanción para el caso de no cumplirse con esta obli-gación? Después de la modificación de la Ley N° 18.802, la mujer puede pedir la separación judicial de bienes (art. 155 del Código Civil). Si el incumplimiento de esta obligación es grave y reiterado tornando intolerable la vida en común, el cónyuge afectado podrá demandar la separación judicial (art. 26 de la Ley de Matrimonio Civil en relación el 131 del Código Civil) y el divorcio (art. 54, N° 2 de la Ley de Matrimonio Civil). Y, natural-mente, si un cónyuge no proporciona alimentos al otro que los necesita, podrá verse enfrentado a una demanda de alimentos, según lo estudiaremos en su oportunidad.

150. DEBER DE AYUDA MUTUA. Consiste en los cuidados persona-les y constantes que los cónyuges se deben recíprocamente. Como dice un autor, este deber abarca "todo lo que pudiéramos llamar el lado negativo de la vida: miserias, desgracias, enfermedades". Alfonso X lo graficaba del modo siguiente: "Si alguno de los que fueren casados cegase o se ficiese sordo, o contrahecho, o perdiere sus miembros por dolores, aunque se ficiese gafo (leproso), non deue el uno desamparar al otro... antes deuen vivir todos en

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uno, e servir el sano al otro e proveerle de cosas que menester leficieren (Federico Puig Peña, ob. cit., p. 222).

Este deber está consagrado en el art. 131 del Código Civil.Por lo demás, se desprende de la propia definición dematrimonio. Su incumplimiento por parte del marido autoriza ala mujer para pedir la separación judicial de bienes (art. 155),solución poco lógica, pues tratándose de una situacióneminentemente moral, no se justifica una sanción de contenidopatrimonial.

151. DEBER DE RESPETO RECÍPROCO. Con la modificación queintrodujo la Ley N° 18.802 al texto del art. 131, los cónyuges tie-nen la obligación recíproca de guardarse respeto.

El incumplimiento grave de este deber, si torna intolerable lavida en común, constituye una causal para demandar la separaciónjudicial (art. 26 de la Ley de Matrimonio Civil). Además, el incum-plimiento del marido autoriza a la mujer para pedir la separaciónde bienes (art. 155 inc. 2° del Código Civil). Reproducimos en estaparte el mismo comentario que hicimos para el caso anterior.

152. DEBER DE PROTECCIÓN RECÍPROCA. El art. 131, con el textodado por la Ley N° 18.802, prescribe que "el marido y la mujer sedeben respeto y protección recíprocos". El incumplimiento porparte del marido autoriza a la mujer para solicitar la sepa-raciónjudicial de bienes (art. 155, inc. 2°). Además si se incumplegravemente este deber en términos que torne intolerable la vidaen común, puede llegar a constituir una causal de separaciónjudicial (art. 26 de la Ley e Matrimonio Civil).

153. DERECHO Y DEBER DE VIVIR EN EL HOGAR COMÚN. Estasituación está tratada en el art. 133, cuyo texto también fuedado por la Ley N° 18.802. Dice esta disposición: "Amboscónyuges tienen el derecho y el deber de vivir en el hogar común,salvo que a alguno de ellos le asista razones graves para nohacerlo".

;Cuál es la sanción para el caso de incumplimiento de esta obli-gación? Cómo podría el marido obligar a su mujer a que viva conél? Este es un tema que ha preocupado a la doctrina. Se han dadosoluciones diferentes. Así, alguna jurisprudencia francesa haestablecido que el cónyuge incumplidor debe pagar unaindemnización de perjuicios e incluso puede ser condenado a unamulta diaria de carácter coercitivo que ha de ser pagada hastatanto se integre

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al hogar común (Puig Peña, ob. cit., p. 228). No es buena esta solución, desde que es difícil precisar el monto de los perjuicios.

Algunos autores (Zacharie, Marcadé, Demolombe, etc.) es-timan que se puede exigir el cumplimiento de la obligación con el auxilio de la fuerza pública. Entre nosotros, Claro Solar admite esta sanción: "No creemos, sin embargo, que deba rechazarse el empleo de la fuerza pública dando como fundamento que importaría un apremio personal no autorizado expresamente por la ley, contrario a la libertad individual" (ob. cit., t. 1I, Nº 793, p. 32). Pero esta solución no es satisfactoria, por cuanto se requeriría de un permanente auxilio de la fuerza pública, lo que la hace impracticable. Además, resulta claramente vejatoria y contraria a la libertad personal. La generalidad de la doctrina la rechaza: Laurent, Delvincourt, Duranton. Duvergier, Baudry-Lacantinerie, Huc (citados por Claro Solar).

En el caso de que sea la mujer la que se resista a vivir en el hogar común, se ha dicho que cesaría la obligación del marido de darle alimentos. Esta solución importa la aplicación en esta materia del principio de que la mora purga la mora (art. 1552 del Código Civil). Es evidente que esta sanción propia del derecho patrimonial no se ajusta al incumplimiento de obligaciones derivadas del Derecho de Familia. Sin embargo, existen viejas sentencias que aceptaron esta Solución (v. gr., RDJ t. 24, sec. lª, p. 220). En contra de esa tesis, está la opinión de Elena Caffarena de Jiles: ¿Debe el marido alimentos a la mujer que vive fuera del h o g a r común? Nºs 160 y ss., p. 232; de Enrique Rossel, en comentario a sentencia publicada en RDj t. 48, sec. p. 36, y de varios fallos RDJ, t. 48, sec. 2ª, p. 25 y p. 13; t. 19, sec. 1ª p. 237; t. 52, sec. 1ª. p. 22L

Podemos concluir diciendo que el incumplimiento de este deber puede llegar a constituir una causal de separación judicial y de divorcio. En efecto el art. 54 N° 20 establece como causal de divorcio "el abandono continuo o reiterado del hogar común”.

El art. 133 del Código Civil, en su parte final. contempla una excepción al deber que se viene estudiando: "...salvo que a alguno de ellos le asistan razones graves para no hacerlo". No ha precisado la ley cuáles podrían ser estas razones. Creemos que será la justicia la que, en cada caso, tendrá que resolver el problema. Nos imaginamos que los trastornos siquiátricos que pudiera padecer un cónyuge y la agresividad que e ellos se sigue, pudiera ser un buen ejemplo.

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154. DEBER DE COHABITACIÓN. Es distinto al anterior, pues mira a la obligación que tienen los cónyuges de tener relaciones sexuales entre sí. El incumplimiento grave y reiterado de este deber puede llegar a constituir una causal para demandar la se-paración judicial (art. 26, inc. 1°) y el divorcio (art. 54, N° 2). 155. AUXILIOS Y EXPENSAS PARA LA LITIS. Esta materia está tratada en el art. 136 del Código Civil: "Los cónyuges serán obliga-dos a suministrarse los auxilios que necesiten para sus acciones o defensas judiciales. El marido debe, además, si está casado en sociedad conyugal, proveer a la mujer de las expensas para la litis que ésta siga en su contra, si no tiene los bienes a que se refieren los arts. 150, 166 y 167, o ellos fueren insuficientes".

Como se puede observar, esta norma regula dos situaciones diferentes: en la primera parte, la obligación de ambos cónyuges de proporcionarse los auxilios que necesiten para sus acciones o defensas judiciales; y en la segunda, la obligación del marido casado en régimen de sociedad conyugal, de otorgar expensas para la litis a su mujer.

Analicemos brevemente ambas situaciones:

1) Respecto de la obligación recíproca de proporcionarse auxilios para sus acciones o defensas judiciales, debe señalarse que esta norma ha sido entendida no como obligación de suministrar expensas, sino otro tipo de auxilios, como, por ejemplo, colaborar en la obtención de medios de prueba. Así Fernando Rozas Vial: Análisis de las reformas que introdujo la Ley N° 18.802. Editorial Jurídica de Chile, 1990, p. 30. En el mismo sentido, Ramón Domínguez A. ("Reforma del Código Civil sobre la situación jurídica de la mujer casada. Normas generales y sucesorales", artículo publicado en la Revista de Derecho de la Uni-versidad de Concepción, N° 184, p. 12), quien afirma lo siguiente: "Esta regla no es clara (se refiere al art. 136, lª parte), y se presta para una variedad interpretativa. Bien puede sostenerse que los auxilios para el juicio están constituidos por las pruebas de que se disponen, consejos para el juicio, ayuda en términos generales y que las expensas para la litis sólo las debe el marido si están casados en sociedad conyugal y siempre que se trate de una causa que la mujer siga en su contra. Con esa interpreta-

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ción la mujer resulta claramente desfavorecida frente a la situación actual". Y agrega: "Pero cabe también entender que sólo se trata de una inadecuada interpretación” y que lo que se quiso decir es que ambos cónyuges se deben recíprocamente incluso auxilios monetarios (expensas para la litis) "así como se deben socorros mutuos" (art. 134, que permanece inalterado). La par-te final no sería sino una precisión: "en caso de sociedad conyugal y aunque el juicio lo siga la mujer contra el marido, éste le debe expensas para la litis, a menos que ella tenga bienes suficientes bajo su administración. Desde luego que teniendo en cuenta la finalidad de la regla, criterio decisivo para la interpretación según nuestro modo de ver, habría de preferirse este sentido, que, no obstante, tiene en su contra el aparente tenor literal de la disposición. Entendemos que los auxilios económicos para seguir un juicio que un cónyuge debe al otro, deben depender únicamente del hecho que el que los requiere los necesite por no tener bienes bastantes y aquel a quien se los pide tenga me-dios para suministrarlos. Esta conclusión no está amparada claramente por el tenor de la ley".

2) En cuanto a la segunda parte del artículo, obliga al marido a dar expensas para la litis a su mujer, para que atienda los juicios que esta última siga con él. Vale decir, las expensas se refieren exclusivamente a los pleitos entre marido y mujer. Esta obligación sólo existe si se cumplen los siguientes requisitos:

a) Pleitos seguidos entre marido y mujer, sin que importe la naturaleza de la acción deducida, ni la condición procesal de cada uno. Sin embargo, esto último puede discutirse por la re-dacción de la norma, que sólo confiere a la mujer expensas para la litis que ésta (la mujer) siga en su contra (en contra del marido). Pese a los términos de la disposición, pensamos que la situación procesal de demandante o demandada carece de relevancia, pues constituiría una justicia inadmisible que el marido pudiera demandar a su mujer y que ésta por carecer de re-cursos no pudiere defenderse;

b) Sólo cabe si los cónyuges están casados en régimen de sociedad conyugal, y

c) Es indispensable que la mujer carezca de bienes suficientes para atender por sí misma este gasto. Por ello si tiene patri-

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monio reservado, o los bienes a que se refieren los arts. 166 ó 167 no puede demandar expensas, a menos que sean insuficientes, caso en que podrá pedir lo necesario.

Con la redacción del art. 136 dada por la Ley N° 18.802, se puso término a toda una discusión que motivaba el inciso final del antiguo art. 136, que obligaba siempre al marido a suministrar a la mujer los auxilios que necesitaba para sus acciones o defensas judiciales. Con ese texto, algunos entendían que el marido debía dar expensas sea que estuviere casado en sociedad conyugal sea que lo estuviere en régimen de separación de bienes (Así Fallos del Mes N° 350, p.1)70, sentencia 11; Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 77, sec. 2º, p. 175; t. 67, sec. p. 145). En cambio, en otros casos, la interpretación fue de que el marido debía suministrar expensas para la litis cuando se encontrare casado en régimen de sociedad conyugal únicamente, pues si estaba casado bajo régimen de separación de bienes, la mujer tenía bienes suficientes para poder atender este gasto (RDJ, t. 73, sec. 1ª, p. 50; t. 78, sec. 2ª p. 80; t. 84, sec. 2ª, p. 125).

Siempre nos pareció más razonable la última interpretación. La obligación sólo tenía sentido en el régimen de sociedad conyugal, en que por administrar el marido todos los bienes, tanto los sociales como los propios de la mujer, no se veía cómo podía ella atender estos gastos. El argumento de que éste era un deber de tipo moral no era consistente, pues sí así fuere la obligación habría sido recíproca y no sólo del marido. Con la redacción dada por la Ley Nº 18.802, el problema que venimos comentando quedó definitivamente resuelto en los términos dichos. 1 5 6 . POTESTAD MARITAL. Con anterioridad a la Ley N° 18.802, el

Código Civil establecía la denominada potestad marital, que el art. 132 definía como "el conjunto de derechos que las leyes con-ceden al marido sobre la persona y bienes de la mujer". La Ley N° 18.802 derogó esta norma, con lo que desapareció esta institución que evidentemente no se avenía con el nuevo espíritu de la reforma que esa ley introdujo.

Y lo que venimos diciendo es importante, pues de la potestad marital derivaban importantes consecuencias:

a) Incapacidad relativa de la mujer casada (arts. 136, 137, 138, 144, 146, 147, 148, etc.);

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b) Representación legal de la mujer por su marido (art. 43); c) Deber de obediencia de la mujer (art. 131, inc. 2°) ; d) Obligación de la mujer de seguir a su marido a donde

quiera éste trasladare su residencia (art. 133, inc. 1°); e) La mujer tenía como domicilio legal el de su marido

(art. 71) ; f) Derecho del marido para oponerse a que la mujer

ejerciera un determinado trabajo o industria (art. 150). Todos estos efectos que acabamos de enunciar

desaparecieron con la supresión de la potestad marital. 1 57 . PLENA CAPACIDAD DE LA MUJER CASADA. Hasta la entrada en vigencia de la Ley Nº 18.802, la mujer casada en régimen de sociedad conyugal era relativamente incapaz. Como tal estaba contemplada en el art. 1447 al lado de los menores adultos y de los disipadores en interdicción de administrar lo suyo. Esa ley cambió el texto del inc. 3° del art. 1447, dejando como relativamente incapaces únicamente a los menores adultos y a los disipadores en interdicción. Y como la mujer pasó a ser capaz va no requiere de representante legal, y por ello se modificó, según va lo hemos dicho, el texto del art. 43. Y al pasar a ser capaz ya no se hacía necesario mantener los arts. 136, 137, 138, 139, 140, I41, 142, 143 y 144, disposiciones todas que eran con-secuencia de la incapacidad (el art. 136 se refería a la autorización que requería la mujer para comparecer en juicio; el art. 137, a las exigencias para celebrar actos y contratos; el art. 138, a la forma como debía darse la autorización; el art. 139 señalaba que la mujer no necesitaba autorización del marido para testar, precepto que al ser capaz la mujer, dejó de tener sentido; el art. 139 disponía que la autorización marital podía ser general o especial: el art. 141 se refería a la revocación de la autorización marital; el art. 142, a la posibilidad de que el marido ratificara los actos celebrados por la mujer sin su autorización; el art. 143, a la autorización judicial supletoria; y el art. 144 señalaba que ni la mujer ni el marido, ni ambos juntos, podía enajenar o hipotecar los bienes raíces de la mujer, sino en los casos y con las formalidades que se establecían en el título de la sociedad conyugal). Estas normas fueron derogadas por la Ley Nº 18.802. Los actuales arts. 138, 138 bis, 139. 140, 141,

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142, 143 y 144 fueron incorporados por la Ley N° 19.335, y tratan de otras materias.

Sin embargo, es importante no confundir la capacidad que pasó a tener la mujer con el derecho a administrar sus propios bienes y los bienes sociales. En efecto, el art. 1749 del Código Civil man-tiene el principio de que el marido es el jefe de la sociedad conyugal y como tal administra los bienes sociales y los de su mujer ; idea que refuerza el art. 1750: "El marido es, respecto de terceros, dueño de los bienes sociales..." y el art. 1754 inciso final, en cuan-to establece: "La mujer, por su parte, no podrá enajenar o gravar ni dar en arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido, sino en los casos de los arts. 138 y 138 bis" (el texto que se acaba de citar lo dio la Ley N° 19.335).

Luego, la capacidad que con la reforma de la Ley N° 18.802 adquirió la mujer no le sirve de mucho, desde que no se le da ninguna participación ni en la administración de los bienes sociales ni en la administración de sus bienes propios. Sólo continúa con la administración de aquellos bienes que ya antes administraba (arts. 150, 166, 167). Nada ha ganado.

TÍTULO II

RÉGIMEN MATRIMONIAL 158. DEFINICIÓN. Se define el régimen matrimonial como el

estatuto jurídico que regla las relaciones pecuniarias de los cónyuges entre sí y respecto de terceros.

Puig Peña (ob. cit., p. 262), desprende de esta definición las siguientes consecuencias:

1) "El régimen matrimonial es en su esencia un estatuto de disciplinamiento, es decir, un conjunto de normas jurídicas ar-ticuladas en un `sistema' base del ordenamiento económico del lugar; por él se sabe cómo se pondrán a contribución los patri-monios del marido y de la mujer para la satisfacción de las ne-cesidades económicas de la familia; la repercusión que el matrimonio tendrá sobre la propiedad y administración de los bienes integrantes de aquéllos y la especial afección a las situaciones de responsabilidad";

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2) "Este estatuto regula los intereses económicos de los es-posos entre sí. Es decir, forma la carta económica del hogar en todas aquellas relaciones patrimoniales que son del matrimonio y sirven para el matrimonio. Por ello, las relaciones extrañas, aunque sean laterales o concomitantes, no forman parte del ré-gimen matrimonial, como sucede, por ejemplo, con el usufructo de los padres sobre los bienes de los hijos, que aunque es de orden económico y repercute en la posición patrimonial de la familia, no corresponde a esta materia, sino que son relaciones jurídicas emergentes de la patria potestad".

"Tampoco forman parte del régimen matrimonial aquellas consecuencias jurídicas que, aunque converjan sobre el matrimonio, vienen de campos totalmente distintos, bien del Derecho Privado, como ocurre, por ejemplo, con la vocación sucesoria de los cónyuges; como del Derecho Público, como su-cede con los beneficios concedidos al cónyuge sobreviviente por las leyes de previsión social";

3) "El régimen matrimonial actúa también como medida de protección de los terceros. Por ello los legisladores ponen buen cuidado en limitar la autonomía de la voluntad de las partes, para que aquellos que contraten con el matrimonio sepan en todo momento cuáles son las situaciones de responsabilidad y los patrimonios que quedan afectos a la misma".

159. DENOMINACIÓN. El nombre "régimen matrimonial" lo em-plean los autores sudamericanos y algunos franceses. Otros, como Enneccerus, hablan de "derecho matrimonial patrimonial"; de "régimen matrimonial pecuniario" (Roguin y la mayoría de los autores franceses); de "régimen de bienes en el matrimonio", que es la terminología que corrientemente emplean los españoles (Puig Peña, ob. cit., p. 262).

160. ALGUNAS CUESTIONES PLANTEADAS POR EL RÉGIMEN MATRIMONIAL. Esta materia suscita algunos problemas del mayor interés doctrinario. Mencionemos algunos:

a) ¿Es estrictamente necesario el establecimiento de un ré-gimen matrimonial? Planiol y Ripert se pronuncian por la negativa, aduciendo que si nada se establece, se produciría entre los cónyuges una separación absoluta de bienes que se regula-

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ría por el derecho común. La tendencia dominante, sin embargo, es la contraria, estimándose necesaria una regulación económica que resuelva algunos conflictos que no soluciona el derecho común y que proteja el interés de los terceros.

b) Aceptada la premisa de que es necesario un régimen ma-trimonial, cabe preguntarse qué intervención debe tener la voluntad de los cónyuges en su establecimiento. Hay sobre el punto opiniones muy diversas que van desde quienes piensan que la voluntad de los cónyuges es decisiva hasta otros que, por el contrario, opinan que esta materia no debe quedar sometida a la autonomía de la voluntad, "pues no son ni deben ser indiferentes a los Estados las condiciones en que queda establecida la organización económica de la sociedad conyugal, ya que siendo la familia una institución eminentemente pública, las relaciones jurídicas que surjan de la misma deben estar situadas en la previsión y cautela del legislador" (Puig Peña, ob. cit., p. 265).

En España, el art. 1315 del Código Civil (después de la modificación de 1981) permite a los cónyuges pactar en las capitulaciones matrimoniales, con la más amplia libertad, la manera como regirán sus relaciones patrimoniales durante el matrimonio. No tienen más límite que el orden público, las buenas costumbres y la moral. Si nada acuerdan, rige en forma supletoria una sociedad de gananciales. En Chile, en cambio, los cónyuges sólo pueden optar entre sociedad conyugal, separación de bienes y, desde que entró en vigencia la Ley N° 19.335, del año 1994, participación en los gananciales.

c) Finalmente, debe resolverse qué ocurre cuando las partes nada previeron sobre régimen matrimonial. Lo normal es que el legislador establezca uno que entre a operar en el silencio de las partes. Es lo que ocurre en Chile, en que, de acuerdo con el art. 135 inc. del Código Civil, si los cónyuges nada dicen, se entienden casados bajo el régimen de sociedad conyugal (art. 135, inc. 1° del Código Civil). 1 6 1 . ENUMERACIÓN DE LOS REGÍMENES MATRIMONIALES. Como observa Fueyo, existe una variedad casi infinita de regímenes matrimoniales. Afirma: "A unas estructuras básicas, con cierta individualidad propia, se añaden modalidades que podríamos llamar híbridas, pues toman algo de acá y de allá, combinadamente.

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Diríamos que esto último es lo que prima en las legislaciones reformadas de los últimos años; en cambio, en los libros, doctrinariamente, se insiste en las estructuras más bien puras, corno ajenas a combinaciones múltiples" ("Problemática General del Régimen Patrimonial del Matrimonio", artículo publicado en la Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 82, 1 parte, pp. 1 a 12).

La elección de un régimen matrimonial supone un pronunciamiento sobre las siguientes cuestiones:

a) Posición relativa de los cónyuges en la economía de la familia;

b) Suerte de los bienes de que son dueños los cónyuges al momento de casarse y de los que adquieran durante el matrimonio;

e) Administración de los bienes, y d) Derechos de los cónyuges o de sus herederos al finalizar el

régimen matrimonial (Enrique Barros: "Por un Nuevo Régimen de Bienes en el Matrimonio", Rev. Estudios Públicos, N° 43, 1991, pp. 139-166).

La generalidad de los autores nacionales (Arturo Alessandri, Tratado de las Capitulaciones Matrimoniales, pp. 19 y ss.; Manuel Somarriva, Derecho de Familia, pp. 1 79 y ss.: Enrique Rossel, Dere-cho de Familia. pp. 148 y ss., etc.) distinguen entre los siguientes tipos de regímenes:

1) Régimen de comunidad; 2) Régimen de separación de bienes; 3) Régimen sin comunidad; 4) Régimen dotal, y 5) Régimen de participación en los gananciales.

162. RÉGIMEN DE COMUNIDAD DE BIENES. Se define como aquel en que todos los bienes que los cónyuges aportan al matrimonio (esto es, los que tienen al momento de casarse) como los que adquieren durante el matrimonio, pasan a constituir- una masa o fondo común que pertenece a ambos cónyuges y que se divide entre ellos una vez disuelta la comunidad.

Hay diversos grados de comunidad, clasificándose este régimen en comunidad universal y comunidad restringida. Y esta última puede ser comunidad restringida de bienes muebles y ganancias o restringida de ganancias únicamente.

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En la comunidad universal todos los bienes que tengan los cón-yuges al momento de casarse y los que durante el matrimonio adquieran, sin distinción alguna, forman un fondo común que se repartirá entre ellos, por mitad, al momento de disolverse la comunidad. De manera que durante el matrimonio existe un solo patrimonio, que es el patrimonio común.

En la comunidad restringida sólo algunos bienes pasan a ser comunes. Si la comunidad es restringida de bienes muebles y ganancias, integran el patrimonio común los bienes muebles que los cónyuges aportan y los que adquieren, a cualquier título, durante el matrimonio. Además, forman parte del haber común los in-muebles adquiridos durante el matrimonio a título oneroso y las ganancias obtenidas por cualquiera de los cónyuges durante ci matrimonio. De manera que sólo quedan excluidos de la comunidad los bienes raíces que aportan y los que adquieran duran-te el matrimonio a título gratuito.

En la comunidad restringida de ganancias únicamente sólo ingresan al haber común los bienes muebles o inmuebles que los cónyuges adquieran durante el matrimonio a título oneroso y los frutos producidos tanto por esos bienes como por sus bienes propios. Todos los demás forman parte del haber propio de cada cónyuge.

En Chile existe un régimen de comunidad restringida de ga-nancias únicamente, porque si bien es cierto que los bienes mue-bles que aportan o adquieran durante el matrimonio a título gratuito ingresan al haber social, no lo es menos que confieren al cónyuge aportante o adquirente un derecho de recompensa o crédito que se hará efectivo al liquidarse la sociedad conyugal. Este régimen de comunidad restringida existente en Chile se denomina Sociedad conyugal y es entre nosotros el régimen legal patrimonial, esto es, el que la ley contempla cuando las partes nada dicen. Así se desprende del art. 135 inc. 1º "Por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges...".

Siempre se ha asociado el régimen de comunidad de bienes con la incapacidad de la mujer casada. Se dice, con algo de ligereza, que tal régimen supone la incapacidad de la mujer con el objeto de mantener una administración única de los bienes. Sin embargo, la realidad legislativa de otros países en que existe régi-

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men de comunidad demuestra que ello no es así. Lo mismo ha ocurrido en Chile desde que entró en vigencia la Ley N° 18.802. La mujer ha pasado a ser plenamente capaz y no obstante se man-tiene el régimen de comunidad de bienes, en que quien admi-nistra todos los bienes, tanto los sociales como los propios de la mujer, es, como ya lo hemos explicado, el marido, principio que tiene, no obstante, algunas excepciones (arts. 150, 166 y 167). 163. RÉGIMEN DE SEPARACIÓN DE BIENES. Es exactamente el ré-gimen contrario al anterior. Hay claramente dos patrimonios: el del marido y el de la mujer, que cada uno de ellos administra con la más amplia libertad. No hay patrimonio social o común. Es el régimen legal adoptado en Bulgaria, Turquía, Australia, Japón, Inglaterra, Escocia, Irlanda, y también en 38 de los 51 estados de Estados Unidos de Norteamérica (Francisco Merino Scheihing: `"Regímenes Matrimoniales en el Derecho Comparado", La Revista de Derecho, Universidad Central, julio-diciembre 1989, pp. 4-8).

En Chile existe el régimen de separación de bienes, corno alternativa al de la sociedad conyugal o al de participación en los gananciales. 164. RÉGIMEN SIN COMUNIDAD. Según el decir de Somarriva, es un régimen intermedio entre los dos que ya hemos analizado. En efecto, tal como ocurre en el de separación, cada cónyuge conserva sus propios bienes, pero –y en esto se asemeja al régimen de comunidad– todos los bienes son administrados por el marido, salvo algunos que la ley llama reservados, cuya administración corresponde a la mujer. Entre ellos están los adquiridos por la mujer con su trabajo; los que los cónyuges aportan en las capitulaciones matrimoniales con ese carácter; y los que deja un tercero a la mujer con la condición de que no los administre el marido. 165. RÉGIMEN DOTAL. Se caracteriza por la existencia de dos clases de bienes: los dotales, que la mujer aporta al matrimonio y entrega ah marido para que éste haga frente a las necesidades familiares; y los parafernales que la mujer conserva en su poder, administrándolos y gozándolos. Tiene su origen en Roma. Este

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régimen se consagra en carácter de convencional en Portugal y también en Italia, después de la reforma introducida por una ley de 1975 (Francisco Merino Scheihing, art. cit., p. 7). 166. RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES. Durante la vigencia del régimen, cada cónyuge tiene su propio patrimonio, que administra con libertad. Pero a su extinción, el cónyuge que ha adquirido bienes de mayor valor, debe compensar al que ha obtenido menos. En la variante más conocida, que es la denominada de "comunidad diferida", terminado el régimen se produce de ipso jure una comunidad –y eso explica su nombre–que integran todos los bienes adquiridos a título oneroso por los cónyuges durante su mantención, o sea, todas las ganancias que obtuvieron durante ese lapso. Estos gananciales se reparten por partes iguales, sin considerar para nada lo que cada uno aportó a este fondo común. Y es precisamente aquí donde radica la crítica mayor que se le formula, pues se dice que es injusto al favorecer al cónyuge menos trabajador en perjuicio del más laborioso. Pero frente a este inconveniente que, sin dudas, es verdadero, tiene el mérito de permitir a los cónyuges que mientras se mantiene, tengan una amplia libertad de movimientos.

En Chile se incorporó en una variante distinta a la de comunidad diferida (la variante crediticia) recién en el año 1994, con la Ley N° 19.335. Agreguemos que hubo varios proyectos previos, entre otros, uno preparado por don Eugenio Velasco, otro por la Universidad Gabriela Mistral (Temas de Derecho, Año 2 N° 2, 1987); y otro por don Enrique Barros (ob. cit., pp. 139-166). Este último señala como ventajas del régimen de partici-pación en los gananciales las siguientes:

1) Su simplicidad, pues durante su vigencia cada cónyuge administra libremente sus bienes;

2) Otorga adecuada protección a los terceros desde que exis-te certeza sobre el patrimonio que cada cónyuge obliga;

3) Recoge adecuadamente el principio constitucional de la igualdad ante la ley al no subordinar un cónyuge al otro;

4) "Expresa adecuadamente la comunidad de vida e interés que constituye el matrimonio", al hacer recíprocos los deberes de ayuda y socorro y reconocer, a diferencia del régimen de se-paración de bienes, la contribución del cónyuge que se dedica

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

al hogar a la economía de la familia. Cuando el régimen termina, ambos cónyuges reparten entre sí los gananciales por partes iguales con prescindencia de sus respectivos aportes;

5) Es un régimen flexible que se adapta con facilidad a las distintas realidades de la vida familiar (mujer que trabaja, mujer que sólo cumple funciones domésticas, etc.). Además, es perfectamente compatible con el establecimiento de la idea de restricciones a las facultades administrativas de los cónyuges respecto de ciertos bienes, y

6) Admite que judicialmente se pueda moderar en sus efec-tos (Enrique Barros, ob. cit., pp. 146-147).

El régimen de participación en los gananciales goza de mucho prestigio en la doctrina y se ha ido imponiendo en la legislación comparada (Hungría, 1952; Suecia, 1920; Países Nórdicos, entre los años 1920 y 1930; Alemania (Alemania Federal en ese momento), con la modificación introducida por la Ley N° 1.957; Colombia, 1932; Uruguay, 1946; Bolivia, 1972; Perú, 1984. El primer país americano en adoptarlo fue Costa Rica, en 1888.

Frente a toda esta variedad de regímenes matrimoniales, la pregunta que cabe formular es cuál es el mejor de todos. La res-puesta no es fácil. Tal vez habría que decir que en esta materia, como en muchas otras, es bueno no olvidarse de nuestra propia tradición para hurgar en realidades legislativas que nos son ajenas. Bien ha hecho el legislador chileno en actuar con cuidado en esta materia. Y podríamos agregar todavía que frente a los tres regímenes existentes en Chile, no se puede dar una res-puesta única en el sentido de que convenga tal o cual. Habrá que estudiar la situación en cada caso particular para poder aventurar una opinión. Así, por ejemplo, si quien formula la consulta es una persona que se va a casar por segunda vez, que ya tiene sus años, que adquirió durante su vida una fortuna importante, parecería prudente aconsejarle que lo haga en régimen de separación de bienes. Por cierto que el consejo será distinto si quienes hacen la consulta son un par de muchachos que no tienen más bienes que la ilusión de formar una familia. 167. RÉGIMEN MATRIMONIAL CHILENO. En el Código Civil original no existió otro régimen matrimonial que el que consagraba y consagra el art. 135 del Código Civil: "Por el hecho del matrimo-

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nio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges, y toma el marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se expondrán en el título `De la sociedad conyugal' (inc. 1°).

Sin embargo, con la dictación del D.L. 328, de 28 de abril de 1925 –que posteriormente fue reemplazado por la Ley N° 5.521, del año 1934–, la situación cambió, ¡'mes se permitió pactar separación de bienes en las capitulaciones matrimoniales. Desde ese momento, el régimen de sociedad conyugal quedó únicamente como régimen legal matrimonial, es decir, pasó a ser el régimen matrimonial que regía para los cónyuges que no pactaban sepa-ración de bienes. Veremos más adelante que por una modificación posterior establecida por la Ley N° 7.612, de 21 de octubre de 1943, se permitió sustituir el régimen de sociedad conyugal bajo el cual se habían casado, por el régimen de separación total de bienes.

El último hito en esta materia lo constituye la Ley N° 19.335, que incorporó a nuestra realidad positiva el régimen de partici-pación en los gananciales, en la variante crediticia. Como esta ley entró en vigencia transcurridos 3 meses desde su publicación en el Diario Oficial, ha podido establecerse a partir del 24 de diciembre del año 1994, por haberse publicado la ley en el Dia-rio Oficial del 23 de septiembre de 1994. 168. DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Se acostumbra definir la

sociedad conyugal como la sociedad de bienes que se forma en-tre los cónyuges por el hecho del matrimonio, definición que se obtiene del art. 135 inc. 1° del Código Civil.

En esta materia Bello siguió a la legislación española y muy en especial a los comentarios de los autores de esa legislación.

La sociedad conyugal comienza con el matrimonio, y cualquier estipulación en contrario es nula (art. 135, inc. 1º y art. 1721, inciso final). Sobre este punto es bueno explicar que al modificarse el Código Civil por la Ley N° 18.802, en cierto sen-tido se estableció un caso en que la sociedad conyugal no co-mienza con el matrimonio, sino con posterioridad. Ello ocurre con las personas que se han casado en el extranjero, los que según el art. 135 inc. 2° se mirarán en Chile como separados de bienes, a menos que inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago, y pacten en ese

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acto sociedad conyugal. Resulta obvio que en este caso esa sociedad conyugal comienza con posterioridad al matrimonio.

La sociedad conyugal termina en los casos señalados en el art. 1764 del Código Civil, cuyo estudio haremos más adelante. 169. NATURALEZA JURÍDICA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Se ha dis- cutido acerca de cuál es la naturaleza jurídica de la sociedad conyugal. Varias explicaciones se han dado. Se le ha querido asimilar al contrato de sociedad, a la comunidad, o a una persona jurídica.

Con respecto al contrato de sociedad, hay varias diferencias que demuestran que la sociedad conyugal, no obstante su nombre, no es una sociedad. En efecto, en la sociedad conyugal necesariamente debe existir diferencia de sexo, circunstancia irrelevante en el contrato de sociedad; en la sociedad conyugal no hay obligación de hacer aportes, en cambio es sabido que es elemento de la esencia del contrato de sociedad la estipulación de aportes; la sociedad conyugal la administra siempre el marido, siendo diferente en el contrato de sociedad, en que la puede administrar cualquiera de los socios o un tercero; en la sociedad conyu-gal las utilidades producidas —llamadas gananciales— se reparten por mitades, siendo diferente en el contrato de sociedad, en que las utilidades se reparten en proporción a los aportes. Finalmente, la sociedad conyugal no se puede pactar por un plazo determinado, lo que sí ocurre en el contrato de sociedad.

También hay buenas razones para estimar que la sociedad conyugal es una institución muy distinta a la comunidad. En primer lugar, mientras dura la sociedad conyugal la mujer no tiene ningún derecho sobre los bienes sociales. El art. 1750 señala que el marido es, respecto de terceros, dueño de los bienes sociales, como si ellos y sus bienes propios formaran un solo patrimonio. El art. 1752 es todavía más enfático: "La mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales durante la sociedad, salvo en los casos del art. 145" (si bien esta norma no ha sido modificada, debemos entender hecha ha referencia al art. 138 y no al 145, pues la Ley N° 19.335 cambió la numeración).

Hay además un interesante antecedente de historia fidedigna. Bello en una anotación hecha en el Proyecto de 1853, textualmente decía: "Se ha descartado el dominio de ha mujer sobre

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los bienes sociales durante la sociedad; ese dominio es una fic-ción que a nada conduce".

Otro razón para descartar la idea de comunidad es que la comunidad nace precisamente al momento en que la sociedad conyugal se disuelve. En esta comunidad que nace, lo repetirnos, a la disolución de la sociedad conyugal, los comuneros serán los cónyuges o el cónyuge sobreviviente con los herederos del cónyuge fallecido, según sea el caso. Disuelta la sociedad, la comunidad que se forma será liquidada de acuerdo a las reglas que establece el Código Civil, en los arts. 1765 y ss.

La jurisprudencia ha hecho aplicación del principio de que vigente la sociedad conyugal los cónyuges no son comuneros, al resolver que si una mujer casada vende un bien social está vendiendo cosa ajena (RDJ, t. 37, sec. 2a, p. L Corte de Temuco). Otro fallo resolvió que "carece de objeto y por lo tanto debe re-chazarse la medida precautoria de prohibición de celebrar actos y contratos sobre derechos que a la mujer le corresponderían en un inmueble de la sociedad conyugal, ya que no puede prohibírsele la celebración de actos o contratos sobre derechos que no tiene, los que sí corresponden al marido, vigente que se halle la señalada sociedad" (RDJ, t. 82, sec. 1ª, p. 42).

Tampoco puede afirmarse que la sociedad conyugal sea una persona jurídica, puesto que frente a los terceros, según ya se ha dicho, sólo existe el marido. No se puede demandar a la sociedad conyugal, sin perjuicio de que sea ésta la que en definitiva soporte la deuda. Se demanda al marido, no en representación de la sociedad conyugal, se le demanda directamente.

En resumen, la sociedad conyugal no es sociedad, no es comunidad, no es persona jurídica. Se trata de una institución sui géneris con características propias. Tal vez a lo que más se pare-ce, como lo dice Josserand, es a un patrimonio de afectación, esto es, a un conjunto de bienes aplicados a un fin determina-do (satisfacción de las necesidades económicas de la familia), con un activo y un pasivo propios. 170. CAPITULACIONES MATRIMONIALES. Las capitulaciones matrimoniales están definidas en el art. 1715 inc. 1 °: "Se conocen con el nombre de capitulaciones matrimoniales las convenciones de carácter patrimonial que celebran los esposos antes de contraer

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matrimonio o en el acto de su celebración”. De manera que caracteriza a la capitulación matrimonial el que sea un pacto celebrado antes o al momento del matrimonio. Por esa razón no constituyen capitulaciones matrimoniales los pactos que en conformidad al art. 1723 del Código Civil puedan acordar los cónyuges, pues se celebran durante la vigencia del matrimonio.

Puede observarse también que el Código las define como una "convención”. No dice que sean un contrato. Y el Código emplea bien el lenguaje porque las capitulaciones matrimoniales no serán contrato si no crean derechos y obligaciones para las partes. De manera que una capitulación matrimonial puede ser contrato si realmente crea derechos y obligaciones para los esposos; no lo será, en caso contrario. Así, por ejemplo, si sólo tiene por objeto estipular el régimen de separación de bienes, no es contrato, sino una simple convención. En cambio, será contrato si el esposo, en conformidad al art. 1720, inc. 2°, se obliga a dar a la esposa una determinada pensión periódica.

En nuestro país se usa la denominación capitulaciones matrimoniales; en otras partes estos acuerdos de orden patrimonial que acuerdan los esposos se llaman contratos matrimoniales.

171. CARACTERÍSTICAS DE LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES. 1) Son una convención, esto es, un acto jurídico bilateral. 2) Obligan no sólo a los esposos, sino también a los

terceros que contraten con ellos. 3) Constituyen un acto jurídico dependiente, esto significa

que es de la esencia de esta institución el que no va a llegar a existir si no existe el matrimonio. Podría pensarse que tienen el carácter de un acto jurídico condicional suspensivo, esto es, sujeto en su existencia al hecho futuro e incierto de existir el matrimonio. Pero no es así, porque la condición es un elemento accidental, en cambio la existencia del matrimonio es de la esencia de la capitulación matrimonial.

4) Por regla general son inmutables. Las únicas excepciones la constituyen los pactos del inc. 1° del art. 1723 (art. 1716, inciso final) y del art. 1º, inc. 3° de la Ley Nº 19.335. 172. CONSENTIMIENTO Y CAPACIDAD PARA CELEBRAR CAPITULACIONES MATRIMONIALES. Los esposos pueden prestar su consentimiento

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personalmente o a través de mandatarios. Lo que la ley no permite es que se preste el consentimiento a través de un representante legal. Ello porque si alguno de los esposos es absolutamente incapaz, simplemente no puede casarse; y si es relativamente in-capaz –menor adulto o disipador en interdicción de administrar sus bienes–, las capitulaciones las celebra el propio incapaz, con aprobación de la persona o personas que lo deben autorizar para que contraiga matrimonio. De manera que la capacidad para celebrar capitulaciones matrimoniales es la misma que se exige para casarse. Pero si se es menor de edad, requiere contar con la autorización de las mismas personas que lo deben autorizar para con-traer matrimonio. Así lo establece el art. 1721: "El menor hábil para contraer matrimonio podrá hacer en las capitulaciones matrimoniales, con aprobación de la persona o personas cuyo con-sentimiento le haya sido necesario para el matrimonio, todas...". Pero esta misma norma agrega que si el contrayente es menor de edad, requiere de autorización judicial para celebrar las capitulaciones que tengan por objeto renunciar los gananciales, enajenar bienes raíces, o gravarlos con hipoteca, censo o servidumbres.

El inciso segundo del art. 1721 establece que "el que se halla bajo curaduría por otra causa que la menor edad, necesita de la autorización de su curador para las capitulaciones matrimoniales, y en lo demás estará sujeto a las mismas reglas que el menor". Esta norma tiene aplicación únicamente en el caso del interdicto por disipación, pues tratándose del demente, del sordomudo que no pueda darse a entender por escrito o del impúber, ninguno de ellos puede contraer matrimonio. 1 7 3 . SOLEMNIDADES DE LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES. Las capitulaciones matrimoniales son un acto jurídico solemne. La solemnidad es diferente según se celebren antes del matrimonio o en el acto del matrimonio.

Si las capitulaciones se celebran antes del matrimonio, la so-lemnidad es triple:

a) escritura pública; b) subinscripción al margen de la respectiva inscripción ma-

trimonial, y c) que esta subinscripción se practique al momento de

celebrarse el matrimonio o dentro de los 30 días siguientes (art. 1716,

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

inc. 1°, la parte). Nótese que la subinscripción es una solemnidad, no un requisito de publicidad frente a terceros, pues el art. 1716 dice que "sólo valdrán entre las partes y respecto de terceros". Nótese también que los 30 días son un plazo fatal y de días corridos, esto es, no se descuentan los feriados (art. 50, C. Civil). El art. 1716 se ha puesto en el caso de los matrimonios celebrados en el extranjero y que no se hallen inscritos en Chile, y nos dice que "será menester proceder previamente a su inscripción en el Registro de la Primera Sección de la comuna de Santiago, para lo cual se exhibirá al oficial civil que corresponda el certificado de matrimonio debidamente legalizado. En estos casos, el plazo a que se refiere el inciso anterior –los treinta días– se contará desde la fecha de la inscripción del matrimonio en Chile".

Respecto de las capitulaciones matrimoniales celebradas en el acto del matrimonio, como en ellas sólo se puede pactar se-paración total de bienes o el régimen de participación en los gananciales (art. 1715, inc. 2º), no requieren de las mismas so-lemnidades, bastando que el pacto conste en la inscripción del matrimonio. Así lo señala el art. 1716, inc. 1°, parte final, norma que agrega que "sin este requisito no tendrá valor alguno". 1 7 4 . MODIFICACIONES DE LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES.

INMUTABILIDAD. Las capitulaciones matrimoniales celebradas antes del matrimonio pueden modificarse, debiendo hacerse estas modificaciones con las mismas solemnidades de las origina-les (art. 1722). Pero estas modificaciones sólo son posibles antes de celebrarse el matrimonio, pues verificado éste, "las capitulaciones no podrán alterarse, aun con el consentimiento de todas las personas que intervinieron en ellas, sino en el caso establecido en el inciso primero del art. 1723º (art. 1716, inciso final). Esta regla se encuentra hoy día complementada por lo dispuesto en el art. 1° de la Ley N° 19.335.

Aplicando ambas normas, se tiene que los cónyuges pueden introducir las siguientes modificaciones al régimen matrimonial bajo el cual se casaron: a) si lo hicieron en sociedad conyugal, pueden sustituirlo por el de separación total de bienes (art. 1723, inc. 1º) o participación en los gananciales (art. 1723); b) si se casaron bajo régimen de separación total de bienes, pueden re-emplazarlo por el de participación en los gananciales (art. 1723

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y art. 1°, Ley N° 19.335, inc. 2°), y c) si se casaron en régimen de participación en los gananciales de bienes, pueden reemplazarlo por el de separación de bienes (art. 1723 y art. 1°, inc. 3° de la Ley N° 19.335.

Como se puede apreciar, si los cónyuges se casaron en régimen de participación en los gananciales o de separación de bienes, no pueden cambiarlo por el de sociedad conyugal. Si lo hicieron en régimen de sociedad conyugal y después lo sustitu-yeron por el de separación de bienes, tampoco les es permitido volver a sociedad conyugal, pues eso está expresamente prohibido en el art. 1723, inc. 2°, parte final.

Situaciones distintas no resueltas en la ley. Son las siguientes: a) Si quienes se casaron en régimen de sociedad conyugal y.

posteriormente, usando el art. 1723, lo sustituyeron por el de separación de bienes, podrían nuevamente y en virtud del art. 1723, celebrar un nuevo pacto en que reemplazaran la separación de bienes por la participación en los gananciales, y b) si habiéndose casado en sociedad conyugal, y habiéndolo sustituido por el de participación en los gananciales, podrían celebrar un nuevo pacto en virtud del cual reemplazaran la participación en los gananciales por la separación de bienes.

Más adelante, cuando estudiemos el pacto del art. 1723, trataremos de resolver estas incógnitas. 175. OBJETO DE LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES. Para estudiar el objeto de las capitulaciones matrimoniales, deberemos distinguir entre las capitulaciones celebradas antes del matrimonio y las celebradas en el acto del matrimonio.

Las capitulaciones que se celebran en el acto del matrimonio sólo pueden tener por objeto pactar la separación total de bienes o el régimen de participación en los gananciales. Esto último en virtud de la modificación introducida al art. 1715, inc. 2° por la Ley N° 19.335. Nada más (art. 1715, inc. 2°).

En cambio, en las que se celebran antes del matrimonio ci objeto puede ser muy variado, así por ejemplo se podrá acordar la separación total o parcial de bienes (art. 1720, inc. 1°); estipular que la mujer dispondrá libremente de una determinada suma de dinero, o de una determinada pensión periódica (art. 1720, inc 2°); hacerse los esposos donaciones por causa de

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PRIMERA PAREE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

matrimonio (art. 1406); eximir de la sociedad conyugal cualquier parte de los bienes muebles (art. 1725, N° 4, inc. 2°); la mujer podrá renunciar a los gananciales (arts. 1719 y 1721); destinar valores de uno de los cónyuges a la compra de un bien raíz con el objeto de que ese bien no ingrese a la sociedad conyugal sino que sea propio del cónyuge respectivo (subrogación de inmueble a valores), art. 1727 N° 2, etc.

De manera que el objeto de las capitulaciones matrimonia-les celebradas antes del matrimonio puede ser muy variado. No existen más límites que los que indica el art. 1717, es decir "no contendrán estipulaciones contrarias a las buenas costumbres ni a las leyes" ni serán "en detrimento de los derechos y obligaciones que las leyes señalan a cada cónyuge respecto del otro o de los descendientes comunes" (art. 1717). Así, a modo de ejemplo, no se podrá convenir en las capitulaciones que la sociedad conyugal será administrada por la mujer; que la mujer no podrá tener un patrimonio reservado, etc. Hay que agregar todavía que el propio Código prohíbe expresamente algunas estipulaciones, así, por ejemplo, el art. 153 señala que "la mujer no podrá renunciar en las capitulaciones matrimoniales la facultad de pedir la separación de bienes a que le dan derecho las leyes"; el art. 1721 inciso final establece que "no se podrá pactar que la sociedad conyugal tenga principio antes o después de contraer-se el matrimonio; toda estipulación en contrario es nula"; no podría prohibirse que se demandara la declaración de un bien como "bien familiar" (art. 149).

Sólo a modo de curiosidad, señalemos que cuando se casó Aristóteles Onassis con Jacqueline vda. de Kennedy, celebraron un contrato matrimonial (capitulaciones), que reguló con extrema minuciosidad todas sus relaciones patrimoniales. Así, por ejemplo, se establecía que el primero debía pagar a la segunda una indemnización de US$ 10.000.000, por año de matrimonio si la abandonaba; si la situación fuera al revés, sólo y como única indemnización US$ 20.000.000, siempre que la separación fuere antes de los 5 años de matrimonio. Después de los 5 años, era la misma suma más una pensión anual de alimentos de US$ 124.000, durante 10 años, etc. (véase Fernando Fueyo: "Pro-blemática General del Régimen Patrimonial del Matrimonio", RDJ, t. 82, P parte, pp. 4 a 12.).

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176. DEL HABER DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Entendemos por haber o activo de la sociedad conyugal los bienes que la integran. Para hacer este estudio es necesario formular un distingo entre haber o activo absoluto y haber o activo relativo o aparente.

El haber absoluto lo forman todos aquellos bienes que ingresan a la sociedad conyugal en forma definitiva, sin derecho a re-compensa; en cambio, el haber relativo o aparente lo integran aquellos bienes que ingresan a la sociedad conyugal otorgando al cónyuge aportante o adquirente un derecho de recompensa que éste hará valer al momento de la liquidación. Pongamos un ejemplo de cada caso: durante el matrimonio uno de los cónyu-ges compra un automóvil. Ese bien ingresa al activo absoluto de la sociedad conyugal (art. 1725, N° 5). En cambio si al momento del matrimonio uno de los cónyuges era dueño de un automóvil, tal bien ingresa a la sociedad conyugal, pasa a ser un bien social, pero el cónyuge que era dueño (le llamaremos cónyuge aportante) adquiere un crédito, recompensa que hará valer cuan-do se termine la sociedad conyugal y se liquide. En ese momento tendrá derecho para que se le reembolse el valor del automóvil en valor actualizado. De manera que el automóvil en este último ejemplo ingresó al haber relativo de la sociedad conyugal.

Es importante agregar que esta terminología –haber absoluto y haber relativo– no la hace la ley, pero surge del art. 1725. 177. HABER O ACTIVO ABSOLUTO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Está integrado por los bienes que contemplan los arts. 1725 N° 1, 1725 N° 2, 1725 N° 5, 1730 y 1731, que se estudiarán en los números siguientes. 178. Los SALARIOS Y EMOLUMENTOS DE TODO GÉNERO DE EMPLEOS Y OFICIOS, DEVENGADOS DURANTE EL MATRIMONIO (ART. 1725, N° 1 DEL CÓDIGO CIVIL). Cualquiera remuneración que perci-ba uno de los cónyuges durante el matrimonio queda compren-dida dentro de este rubro, sin que tenga importancia la denominación que reciba: honorarios, gratificaciones, sueldos, salarios, etc. Lo único importante es que "se devenguen” durante el matrimonio. Así, por ejemplo, si al momento de casarse un abogado, tenía una gestión terminada y le adeudaban los hono-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

rarios, que se los pagan cuando ya está casado, ese bien no in-gresa al haber absoluto, sino al relativo, porque no se devengó "durante el matrimonio", sino antes.

Este caso crea algunas dificultades cuando se trata de servi-cios que se comienzan a prestar de solteros y se terminan cuan-do los cónyuges ya se encuentran casados. La doctrina soluciona el problema distinguiendo si el trabajo que motivó los honorarios es divisible o indivisible. Si es divisible, corresponderá a la sociedad conyugal la parte del honorario devengada durante la vigencia de la sociedad conyugal y al cónyuge aquella otra par-te devengada mientras permanecía soltero. El ejemplo que suele ponerse es el caso de los honorarios de abogados que se van devengando según sea el progreso del juicio respectivo.

En cambio si el trabajo es indivisible, por ejemplo, se le en-comienda a una persona la confección de una estatua, en ese caso el honorario se entenderá devengado cuando la obra esté terminada, pasando a ser los honorarios propios o sociales según corresponda.

Otro aspecto importante relacionado con el art. 1725 N° l, que estamos estudiando, es el que se refiere a las donaciones re-muneratorias. Señalemos, en primer término, que según el art. 1433, se entiende por donaciones remuneratorias "las que expresamente se hicieren en remuneración de servicios específicos, siempre que éstos sean de los que suelen pagarse" (inc. 1°). Digamos, en seguida, que el art. 1738 resuelve sobre el destino de esas donaciones remuneratorias, distinguiendo entre donaciones muebles e inmuebles y distinguiendo también según tales donaciones den o no den acción en contra de la persona servida. Si la donación es inmueble y corresponde a servicios que dan acción en contra de la persona servida, tal donación ingresa al haber absoluto de la sociedad conyugal. En cambio si no dan acción, ingresan al haber propio del cónyuge. Si la donación recae sobre un mueble y corresponde al pago de servicios que dan acción en contra de la persona servida, la donación ingresa al haber absoluto de la sociedad conyugal. Si no dan acción en contra de la persona servida, ingresan al haber relativo. Para terminar con las donaciones remuneratorias, agreguemos que la Ley N° 18.802 dio una nueva redacción al art. 1738, pues el texto anterior no distinguía entre donaciones muebles e in-

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muebles, de donde parecía desprenderse que para determinar si ingresaban al haber social sólo había que estarse a si daban o no daban acción en contra de la persona servida, con lo que se producía una suerte de contradicción entre esta norma y el art. 1725.

Dos problemas deben ser estudiados en relación con el art. 1725 N° 1 del Código Civil:

a) suerte que siguen los dineros ganados en el juego, y b) ingresos provenientes de la propiedad intelectual. Respecto de los dineros obtenidos en el juego, ingresan al

activo absoluto de la sociedad conyugal, sin importar si se trata de juegos de azar, de destreza física o intelectual.

En cuanto a los ingresos provenientes de la propiedad intelectual, se ha discutido si ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal o al haber relativo del cónyuge. Don Arturo Alessandri afirma que se debe distinguir, entre "el derecho mismo del autor, inventor o fabricante, y las utilidades pecuniarias que provengan de su explotación. Estas pertenecen a la sociedad, si se generan durante su vigencia" (art. 1725, N° 2), aun cuando la propiedad intelectual o industrial se haya constituido antes del matrimonio. Por consiguiente –continúa este autor– las ediciones ejecutadas o los ejemplares vendidos durante la sociedad, los derechos que devengue la representación de una obra teatral o la exhibición de una película cinematográfica efectuada durante su vigencia, las utilidades que provengan del aprovechamiento o de la cesión o venta de la propiedad intelectual o de las patentes de invención, marcas comerciales y modelos industriales que se efectúe "durante la sociedad, ingresarán al haber social, sin cargo de recompensa, cualquiera que sea la época en que se haya constituido la propiedad intelectual o industrial". Y agrega, en seguida: "La propiedad intelectual o industrial misma, esto es, el derecho de autor, inventor o fabricante para explotar la obra artística o literaria, o el invento, la marca comercial o el modelo industrial en la forma autorizada por la ley, que es en lo que ella consiste, pertenecerá a la sociedad, sin obligación de recompensa, si esta propiedad se constituye durante su vigencia, por ser el producto del trabajo intelectual de uno de los cónyuges" (art. 1725, N° 1). Si se constituyó antes del matrimonio, es del cónyuge autor de la obra, invento, marca o mo-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

delo; pero como se trata de un derecho mueble "aportado por él al matrimonio", ingresará también al haber social, quedando obligada la sociedad a restituir su valor, según el que tenía al tiempo del matrimonio, que es la época en que se efectuó el aporte (art. 1725, N° 4) (Arturo Alessandri R., Tratado Práctico de las Capitulaciones Matrimoniales, de la Sociedad Conyugal y de los Bie-nes Reservados de la Mujer Casada, pp. 1139-1140, N° 173).

La opinión de don Antonio Zuloaga Villalón es diferente. Dice: "En nuestro sentir, el derecho de autor en sí mismo, esto es, la facultad de explotar exclusivamente una obra del ingenio o del talento con un fin de lucro, no ingresa al haber de la sociedad conyugal". Concluye que el derecho de autor es y continúa siendo un bien propio del respectivo cónyuge, cuyos frutos o réditos ingresan al haber social, mas no el derecho en sí mismo. Ahora, agrega el mismo autor, "si durante la sociedad conyugal o antes de su constitución, alguno de los cónyuges adquiere el derecho de explotar una obra a título oneroso o lucrativo, ese derecho ingresará al haber de la sociedad conyugal de conformidad a los números 4° y 5° del art. 1725". Para ter-minar con este punto, digamos que el argumento decisivo de Zuloaga para estimar que el derecho de autor en sí mismo no ingresa a la sociedad conyugal, radica en que el art. 1° del De-creto Ley Nº 345, de 1925 –norma vigente a la época en que él escribió su libro–, señala que la propiedad intelectual consiste en el derecho exclusivo de distribuir, vender o aprovechar con fines de lucro una obra de la inteligencia por medio de... y re-pugna toda idea de comunidad o coparticipación a la de derecho exclusivo. Hoy día si bien no está en vigencia el D.L. 345, que ha sido reemplazado por la Ley N° 17.336, Diario Oficial del 2 de octubre de 1970, el argumento de Zuloaga sigue siendo válido por la naturaleza misma del derecho de autor, en que él es el único titular original del derecho (art. 7°), correspondiéndole privativamente determinar sobre la divulgación parcial o total de la obra (art. 6°) (sobre este punto, podrá verse: Antonio Zuloaga Villalón: Derecho Industrial y Agrícola, p. 408, N° 482).

Terminemos con el numerando 1º del art. 1725, señalando que si bien, como lo hemos venido explicando, ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal todas las remuneraciones de cualquiera de los cónyuges devengadas durante la sociedad

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conyugal, en el caso en que esas remuneraciones las perciba la mujer, en el ejercicio de un trabajo, profesión o industria sepa-rada de su marido, será ella quien administrará tales recursos, atendido lo dispuesto en el art. 150, que luego estudiaremos. Pero esta circunstancia no le quita a esos bienes el carácter de sociales, ya que su destino definitivo a la disolución de la sociedad conyugal, será ingresar a la masa de gananciales, a menos que la mujer los renunciare. 179. TODOS LOS FRUTOS, RÉDITOS, PENSIONES, INTERESES Y LU-CROS DE CUALQUIER NATURALEZA, QUE PROVENGAN, SEA DE LOS BIENES SOCIALES, SEA DE LOS BIENES PROPIOS DE CADA UNO DE LOS CÓNYUGES, Y QUE SE DEVENGUEN DURANTE EL MATRIMONIO (ART. 1725, N° 2). De manera que si un inmueble social produce rentas, esas rentas ingresan al activo absoluto de la sociedad conyugal. Lo mismo ocurre si el inmueble que produce las rentas es propio de uno de los cónyuges. A primera vista pudiere parecer injusto que no se haga una distinción. Aparentemente, y de acuerdo al principio de que las cosas producen para su dueño, lo justo sería que las rentas producidas por el bien propio ingresaran al haber del cónyuge dueño del bien que las produce. Este principio se rompe aquí. La explicación está en que los ingresos producidos sea por los bienes propios o sociales están destinados a atender las necesidades de la familia.

Por otra parte, la solución dada por el Código es justa, si se tiene en cuenta que, según el art. 1740 N° 4, "la sociedad es obligada al pago: de todas las cargas y reparaciones usufructuarias de los bienes sociales o de cada cónyuge". De modo que la situación es equitativa: si la sociedad soporta el pago de las reparaciones de los bienes propios del cónyuge, es razonable que los ingresos que ese bien genera ingresen también a la sociedad conyugal.

El art. 1725 N° 2 habla de "frutos" sin formular ninguna dis-tinción. Por ello, ingresarán al haber absoluto de la sociedad conyugal tanto los frutos civiles como los naturales. Lo único importante es que los frutos "se devenguen durante el matrimonio" (con más exactitud la norma debió haber dicho "se devenguen durante la sociedad conyugal").

Recordemos que los frutos civiles se devengan día a día (art. 790 del C. Civil, norma que si bien está ubicada en el usu-

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fructo, se estima por la doctrina que es de aplicación general); en cambio los frutos naturales para saber a quién corresponden habrá que ver si están pendientes o percibidos. Así viene a re-sultar que si al momento de casarse una persona es dueña de un bien raíz y se casó, por ejemplo, el día 15 de septiembre, las rentas de arrendamiento provenientes de la primera quincena no ingresan al activo absoluto (sino al relativo). En cambio, si la persona al casarse tiene un predio plantado con manzanas, y al momento del matrimonio esas manzanas están todavía en el árbol, el producto de esas manzanas ingresa al haber absoluto. En cambio si ya las tenía cosechadas, ingresarán al haber relativo (arts. 645, 781, 1772, C. Civil) .

Cabe preguntarse, por qué modo adquiere la sociedad conyugal estos frutos. La respuesta va a depender según se trate de los frutos producidos por los bienes propios del cónyuge o por un bien social. En el caso del fruto producido por un bien social, la sociedad conyugal lo adquirirá por el modo de adquirir accesión, de acuerdo a lo que previenen los arts. 646 y 648. En cambio, si el fruto proviene de un bien propio de uno de los cónyuges, la situación varía, pues en ese caso no puede hablarse de accesión (en cuya virtud el dueño de un bien se hace dueño de lo que la cosa produce), debiendo concluirse que el modo de adquirir es la ley -art. 1725 N° 2- que otorga a la sociedad conyugal el dominio de los frutos de los bienes propios del cónyuge. 180. USUFRUCTO DEL MARIDO SOBRE LOS BIENES DE LA MUJER. Lo

que estamos viendo nos lleva a estudiar el derecho de usufructo del marido sobre los bienes de su mujer y a determinar cuál es su verdadera naturaleza jurídica.

El Código hace referencia al derecho de usufructo que el marido tiene sobre los bienes de su mujer, en los arts. 810 y 2466 inciso final. También la Ley de Quiebras, en el art. 64, inc. 40

. Pues bien, ¿es cierto que el marido tiene el usufructo sobre

los bienes de su mujer? La respuesta dada por la doctrina es negativa (Somarriva, Derecho de Familia, p. 207, N° 185; Gonzalo Barriga Errázuriz, De los Regímenes Matrimoniales en General; del Patrimonio de la Sociedad Conyugal y de Cada Uno de los Cónyuges, N ' 78 y ss.; Arturo Alessandri, ob. cit., p. 245, N° 316). Se afir-

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ma que no hay derecho de usufructo, pese a que el Código lo llama de esa manera. Ello por las razones siguientes:

a) Si el marido tuviere un derecho de usufructo cuando enajenare los bienes de la mujer, estaría enajenando únicamente la nuda propiedad y eso no es así,

b) Hay un argumento de historia fidedigna. En los proyectos del Código Civil sólo se hablaba del usufructo que tenía el padre sobre los bienes del hijo de familia; no se hacía referencia a este otro usufructo que sólo vino a ser establecido en el Proyecto Definitivo, sin duda por inadvertencia del codificador:

1 8 1 . INEMBARGABILIDAD DEL USUFRUCTO DEL MARIDO. El art. 2466 –ubicado en el título "De la prelación de créditos"– señala en su ínc. 3°: "Sin embargo, no será embargable el usufructo del marido sobre los bienes de la mujer...". Se ve una suerte de contradicción entre esta norma y el art. 1725 N° 2, pues la primera dice que es inembargable el usufructo del marido sobre los bienes de la mujer, en tanto que la última señala que tales frutos ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal y eso implica que ellos pueden ser embargados para hacer efectivas las obligaciones sociales. Se han dado varias soluciones para resolver la contradicción:

1) Leopoldo Urrutia es de opinión que la inembargabilidad de que habla el art. 2466 es excepcional, se produciría, por ejemplo, en el caso de que la mujer en las capitulaciones matrimoniales hubiere renunciado a los gananciales. En tal caso los frutos pertenecerían al marido para hacer frente a las cargas del matrimonio (art. 1753). No es satisfactoria esta opinión, pues no hay ninguna razón para afirmar que el art. 2466 establezca la inembargabilidad sólo en casos excepcionales.

2) Carlos Aguirre Vargas da otra explicación. Distingue entre el usufructo en sí mismo –que es inembargable– de los frutos provenientes de los bienes de la mujer, una vez que han ingresado a la sociedad conyugal, que serían embargables de acuerdo a las reglas generales.

3) Don José Clemente Fabres tiene una opinión muy pare-cida a la anterior, la que comparte don Manuel Somarriva. Según él el usufructo es inembargable. Pero los terceros pueden embargar los frutos, con la limitación de que no pueden privar

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al marido de lo que necesite para atender las cargas de familia. Esta opinión recibió apoyo del antiguo art. 1363 del Código de Comercio, sustituido después por el art. 61 de la Ley de Quie-bras y posteriormente por el art. 64, inc. 4° de la actual Ley de Quiebras, norma que establece lo siguiente: "La administración que conserva el fallido de los bienes personales de la mujer e hijos, de los que tenga el usufructo legal, quedará sujeta a la in-tervención del síndico mientras subsista el derecho del marido, padre o madre en falencia. El síndico cuidará de que los frutos líquidos que produzcan estos bienes ingresen a la masa, dedu-cidas las cargas legales o convencionales que los graven. El tribunal, con audiencia del síndico y del fallido, determinará la cuota de los frutos que correspondan al fallido para sus necesi-dades y las de su familia, habida consideración a su rango social y a la cuantía de los bienes bajo intervención” (art. 64, inc. 4° de la Ley N° 18.175, Diario Oficial, 28 de octubre de 1982). 1 82 . INGRESAN TAMBIÉN AL HABER ABSOLUTO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL "LOS BIENES QUE CUALQUIERA DE LOS CÓNYUGES AD-

QUIERA DURANTE EL MATRIMONIO A TÍTULO ONEROSO" (ART. 1 7 2 5 N° 5). De acuerdo a esta disposición, cualquier bien que se ad-quiera durante la vigencia de la sociedad conyugal a título one-roso (compra, permuta, etc.) ingresa al haber absoluto de la sociedad conyugal. No tiene ninguna importancia el que el bien se compre a nombre de la mujer o del marido, pues en ambos casos el bien ingresa al activo absoluto de la sociedad conyugal Lo único que interesa es que el título traslaticio en cuya virtud se adquiere el bien se haya celebrado vigente la sociedad conyugal y, además. que el título traslaticio sea oneroso (arts. 1736, 1725, N° 5). Sobre este particular creemos oportuno citar un fallo de la Excma. Corte Suprema del 24 de abril de 1995, en que se estableció la siguiente doctrina: "La sentencia impugnada infringió el art. 1750 del Código Civil y las otras normas penales que se citan en el recurso de casación en el fondo al dejar sin efecto el comiso del automóvil empleado en la perpetración del delito e tráfico ilegal de estupefacientes. Dicho vehículo, por pertenecer a la sociedad conyugal existente entre uno de los pro-cesados y su mujer, debió ser objeto del comiso a que se refieren los arts. 31 del Código Penal y 17, inc. 1° de la Ley N° 18.403,

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por haber sido destinado por dicho reo, que es administrador de esa sociedad conyugal, para la comisión de un ilícito penal. Al respecto es irrelevante que el móvil aparezca inscrito a nombre de la mujer, por cuanto conforme al art. 1750 del Código Civil, para los terceros, los bienes sociales se consideran que forman parte del patrimonio del marido, de manera tal que como administrador de la sociedad conyugal puede disponer de ellos a su arbitrio" (Fallos del Mes N° 437, sentencia 3, p. 290).

Tengamos sí presente que si el bien lo adquiere la mujer den-tro de su patrimonio reservado, ese bien forma parte de dicho patrimonio y está sujeto en su administración a las normas con-templadas en el art. 150. 183. CASOS DE LOS ARTS. 1 7 2 8 Y 1729. El Código Civil, en los

arts. 1728 y 1729, hace una aplicación especial, para los casos que indica, del principio sentado en el art. 1725, Nº 5. Veamos cada una de estas situaciones:

Art. 1728. Dice la norma: "El terreno contiguo a una finca propia de uno de los cónyuges, y adquirido por él durante el matrimonio a cualquier título que lo haga comunicable según el art. 1725, se entenderá pertenecer a la sociedad; a menos que con él y la antigua finca se haya formado una heredad o edificio de que el terreno últimamente adquirido no pueda desmembrarse sin daño; pues entonces la sociedad y el dicho cónyuge serán codueños del todo, a prorrata de los respectivos valores al tiempo de la incorporación”.

Esta disposición establece en su primera parte que cuando se adquiere durante la vigencia de la sociedad conyugal a título one-roso (ése es el alcance de la expresión "que lo haga comunicable"), un inmueble contiguo al inmueble propio de uno de los cónyuges, el bien que se adquiere ingresa al haber de la sociedad conyugal. Hasta aquí la norma es la confirmación del art. 1725, N° 5. Pero agrega en seguida la situación excepcional: "a menos que con él -el terreno que se adquiere- y la antigua finca se haya formado una heredad o edificio de que el terreno últimamente adquirido no pueda desmembrarse sin daño, pues entonces la sociedad y el dicho cónyuge serán dueños del todo, a prorrata de los respectivos valores al tiempo de la incorporación”.

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

Lo que ocurre es que el predio antiguo y el nuevo se han confundido de tal modo que han llegado a perder su individualidad. En este caso, la norma estima conveniente, por una razón de tipo económico, considerarlos como un todo, que pasa a ser común de ambos cónyuges a prorrata de los respectivos valores al tiempo de la incorporación. Don Arturo Alessandri dice que corresponderá a los jueces de fondo resolver privativa-mente si ambos predios han formado una heredad o edificio (ob. cit., N° 266, p. 221). Este mismo autor nos aclara que para determinar los derechos de cada cónyuge en esta comunidad hay que estarse al valor de los bienes al momento de la incorporación, es decir, al momento en que se formó la heredad o edificio. Precisa Alessandri que "si la heredad se forma o el edificio se comienza a construir al tiempo de adquirirse el terreno, sus valores serán los que tengan entonces. Pero si el edificio se construye mucho después, serán los que tengan al comenzar su construcción y no los que tuvieron al tiempo de la adquisición del terreno".

Como el art. 1728 se refiere al caso en que la nueva adquisi-ción es a título oneroso, la situación excepcional que establece la norma no se da si el nuevo bien se adquiere a título gratuito, situación ésta que se regirá por las reglas generales.

Art. 1729. Esta norma dice: "La propiedad de las cosas que uno de los cónyuges poseía con otras personas proindiviso, y de que durante el matrimonio se hiciere dueño por cualquier título oneroso, pertenecerá proindiviso a dicho cónyuge y a la sociedad, a prorrata del valor de la cuota que pertenecía al primero, y de lo que haya costado la adquisición del resto".

Se trata en este caso de que el cónyuge es comunero con otras personas en un bien propio, y de que, vigente la sociedad conyugal, adquiere, a título oneroso, las cuotas que le faltan. En este caso, se mantiene la indivisión, ahora entre el cónyuge dueño de la cuota primitiva y la sociedad conyugal, a prorrata del valor de la cuota que pertenecía al primero, y de lo que haya costado la adquisición del resto. En el caso en que las nuevas cuotas se hayan adquirido a título gratuito, se extingue la comu-nidad, y el cónyuge pasa a ser dueño del total (art. 1729 a con-trario sensu en relación con el art. 2312, N° 1).

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Don Arturo Alessandri, explicando el alcance del art. 1729expresa que "corno ha dicho la Corte Suprema, el cónyuge y lasociedad no son condueños a prorrata de las cuotas que cada unotenga en la cosa, sino a prorrata del valor de la cuota que perte-necia a aquél y de lo que haya costado la adquisición del resto, es de-cir, a prorrata del valor invertido en esta adquisición y del quetenía la cuota del cónyuge al tiempo en que adquirió la suyano al tiempo de la liquidación de la sociedad conyugal". Y colo-ca en seguida el siguiente ejemplo. "Supongamos, dice, que emarido y A sean condueños de un fundo por mitad, que cuando aquél adquirió su cuota valía $ 200 y que durante la socie-dad compre la de A en $ 260: ese fundo no pertenecerá amarido y a la sociedad por mitad sino en la proporción de $ 20(para el primero y de $ 260 para la sociedad; es decir, el fundose estima en $ 460 y en él corresponderá al marido un valor equi-valente a $ 200 y a la sociedad, otro equivalente a $ 260" (ob.cit., N ' 268, p. 222).

Para que tenga lugar lo previsto en el art. 1729, deben con-currir los siguientes requisitos:

a) Que exista una indivisión entre uno de los cónyuges y otrapersona;

h) Que la cuota del cónyuge constituya un bien propio, y c) que las demás cuotas se adquieran a título oneroso.

184. INGRESAN TAMBIÉN AL HABER ABSOLUTO DE LA SOCIEDADCONYUGAL LAS MINAS DENUNCIADAS POR UNO O POR AMBOS CÓN-YUGES, DURANTE LA VIGENCIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL (ART.1730). Esta norma es concordante con lo que establece eCódigo de Minería en su art. 25. Según esta disposición, losderechos adquiridos en virtud de un pedimento o de unamani- festación mineros por las mujeres casadas en régimend( sociedad conyugal ingresarán al haber social, a menos quesea aplicable el art. 150 del Código Civil. 185. INGRESA AL ACTIVO ABSOLUTO DE LA SOCIEDAD CONYUGALL PARTE DEL TESORO QUE CORRESPONDE AL DUEÑO DEL SITIO ENQUE SE ENCUENTRA, CUANDO EL TESORO ES HALLADO EN UNTERRENO SOCIAL. Esta situación será analizada más adelantecuando estudiemos el haber relativo (arts. 625, 626 y 1731 delC. Civil).

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PRIMERA PARTE: DERECHO DF FAMILIA - EFECTOS DEI. MATRIMONIO

186. HABER RELATIVO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Ya se ha explicado que el haber relativo está formado por aquellos bienes que ingresan a la sociedad conyugal, pero que otorgan un crédito o recompensa al cónyuge aportante o adquirente, que se hace efectivo a la disolución de la sociedad.

Ingresan al haber relativo los siguientes bienes: 1) Los dineros que los cónyuges aportaren al matrimonio o

que durante la sociedad conyugal adquirieren a título gratuito (art. 1725, Nº 3);

2) Los bienes muebles que los cónyuges aportaren al matrimonio o que durante la sociedad conyugal adquirieren a título gratuito (art. 1725, Nº 4);

3) La parte del tesoro que se encuentre durante la vigencia de la sociedad conyugal (art. 1731);

4) Donaciones remuneratorias muebles, cuando el servicio prestado no da acción en contra de la persona servida (art. 1738, inc. 2°), y

5) Bienes muebles adquiridos a título oneroso durante la sociedad, cuando la causa o título de la adquisición ha precedido a ella (art. 1736, inciso final). 187. DINERO APORTADO O ADQUIRIDO POR UNO DE LOS CÓNYUGES A TITULO GRATUITO DURANTE LA VIGENCIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Así lo dice el art. 1725 N° 3. Es bueno aclarar que cuando se habla de dineros aportados al matrimonio se quiere significar los dineros que el cónyuge tenía al momento de casarse.

El numerando 3° del art. 1725 demuestra que estos dineros ingresan al haber relativo al establecer que la sociedad se obliga a pagar la correspondiente recompensa.

Es importante consignar que con anterioridad a la reforma de la Ley Nº 18.802, la norma tenía una redacción diferente. Establecía que la sociedad se obligaba a la restitución de igual suma. El cambio es significativo, porque hasta la vigencia de la Ley Nº 18.802, se entendía que el monto de la recompensa era la misma suma que el cónyuge aportó o adquirió a título gratuito, esto es, la recompensa no se pagaba reajustada, sino por su valor nominal, lo que, por cierto, quitaba a la institución toda importancia. Con la reforma, queda claro que se debe pagar la

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correspondiente recompensa, y de acuerdo al art. 1734, también con el texto dado por la Ley N° 18.802, tal recompensa debe enterarse de manera que la suma pagada tenga, en lo posible, el mismo valor adquisitivo. Claramente del nominalismo se pasa al valorismo.

Si se observa la redacción del art. 1725 N° 3, se verá que no está dicho que para que los dineros ingresen al haber relativo tienen que haber sido adquiridos a título gratuito. Sin embargo, es así, pues si se adquieren a título oneroso, tales dineros ingre-san al haber absoluto, sea porque correspondan al pago de remuneraciones (art. 1725, Nº 1), sea porque correspondan a réditos, pensiones, intereses o lucros generados por bienes sociales o propios de un cónyuge (art. 1725, Nº 2). 188. BIENES MUEBLES APORTADOS O ADQUIRIDOS A TÍTULO GRATUITO POR CUALQUIER CÓNYUGE DURANTE LA VIGENCIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Respecto de los bienes muebles aportados, repetimos lo que dijimos recién respecto del dinero, en el sen-tido que se entiende por bien aportado el que tenía el cónyuge al momento del matrimonio. En cuanto a los bienes muebles adquiridos durante el matrimonio, no dice el art. 1725 que para que ingresen al haber relativo los bienes muebles tienen que haberse adquirido a título gratuito, pero ello está establecido hoy día después de la modificación de la Ley N° 18.802, en el inc. 2° del art. 1726 y en el inc. 2° del art. 1732. Dice la primera de estas normas: "Si el bien adquirido es mueble, aumentará el haber de la sociedad, la que deberá al cónyuge o cónyuges adquirentes la correspondiente recompensa". Y el art. 1732, inc. 2° confirma la misma idea: "Si las cosas donadas o asignadas a cualquier otro título gratuito fueren muebles, se entenderán pertenecer a la sociedad, la que deberá al cónyuge donatario o asignatario la correspondiente recompensa".

Debe tenerse en cuenta que el art. 725 Nº 4 habla de "espe-cies muebles" y no de "bienes muebles". Lo anterior es importante, porque queda perfectamente claro que la cosa mueble puede ser corporal o incorporal. Si se hubiera hablado de "bienes muebles" sólo habrían quedado comprendidos, de acuerdo con el art. 574, los bienes muebles a que se refiere el art. 567, es decir, los bienes muebles corporales por naturaleza.

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Al establecer el numerando 4° que la sociedad queda obligada a pagar la correspondiente recompensa, claramente está indicando que esos bienes ingresan al haber relativo.

La Ley N° 18.802 modificó la redacción del artículo en lo relativo al pago de la recompensa. En efecto, antes se decía: "Que ando obligada la sociedad a restituir su valor según el que tuvieron al tiempo del aporte o de la adquisición”. Hoy la norma prescribe: "Quedando obligada la sociedad a pagar la correspon- diente recompensa". El cambio es trascendente, porque la

disposición había sido entendida en el sentido de que el valor de la recompensa era la misma suma de dinero que el bien valía al momento del aporte o de la adquisición. Es decir, regía cl nominalismo. Siempre nos pareció absurda tal interpretación, que hacía perder toda significación a la recompensa. justo es consignar que conocemos por lo menos un fallo que resolvió el problema de manera diferente, es decir, estableciendo que la recompensa debía pagarse reajustada (fallo arbitral dictado por don Mario Casarino Viterbo, de 20 de agosto de 1979, que reproduce don Jorge López Santa María en su artículo "Las obligaciones frente a la inflación. Corrección monetaria de recompensa adeudada por la sociedad conyugal a uno de los cónyuges". Revista de Derecho Universidad Católica de Valparaíso, V. 1980). Pero lo que ahora nos interesa es consignar que con la nueva redacción dada al art. 1725 N° 4, queda perfectamente resuelto que la recompensa se entera en valor reajustado, pues se debe pagar la "correspondiente recompensa" y el art. 1734 dice que las recompensas se pagan en valor actualizado.

El art. 1725 Nº 4, en su inc. 2º, establece que "podrán los cónyuges eximir de la comunión cualquiera parte de sus especies muebles, designándolas en las capitulaciones matrimoniales". De manera que si cl cónyuge, por ejemplo, al momento de casarse tiene un número importante de acciones o es dueño de un vehículo, y no quiere que estos bienes ingresen al haber relativo de la sociedad conyugal, puede hacerlo excluyéndolos en las capitulaciones matrimoniales. 189. TESORO. El art. 1 731 establece que "La parte del tesoro, que según la ley pertenece al que lo encuentra, se agregará al haber de ha sociedad, la que deberá al cónyuge que lo encuentre la

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correspondiente recompensa; y la parte del tesoro, que según la ley pertenece al dueño del terreno en que se encuentra, se agregará al haber de la sociedad, la que deberá recompensa al cónyuge que fuere dueño del terreno".

Para la acabada comprensión de esta situación, habrá de relacionarse esta norma con los arts. 625 y 626 del Código Civil. El primero, en su inc. 2º, define lo que se entiende por tesoro, diciendo "se llama tesoro las monedas o joyas, u otros efectos preciosos que elaborados por el hombre han estado largo tiempo sepultados o escondidos sin que haya memoria ni indicio de su dueño". A su turno el art. 626 establece la forma como se re-parte el tesoro entre el descubridor y el dueño del terreno en que se encontraba oculto. Señala la norma: "El tesoro encontrado en terreno ajeno se dividirá por partes iguales entre el dueño del terreno y la persona que haya hecho el descubrimiento".

"Pero esta última no tendrá derecho a su porción, sino cuan-do el descubrimiento sea fortuito, o cuando se haya buscado el tesoro con permiso del dueño del terreno".

"En los demás casos, o cuando sean una misma persona el dueño del terreno y el descubridor, pertenecerá todo el tesoro al dueño del terreno".

Si se relaciona el art. 626 con el 1731, se tienen las siguientes conclusiones:

1) La parte del tesoro que corresponde al descubridor -50%– ingresa al haber relativo, quedando obligada la sociedad al pago de la correspondiente recompensa a dicho cónyuge descubridor;

2) La parte del tesoro que corresponde al dueño del terreno -50%– seguirá la siguiente suerte:

a) Si el tesoro es descubierto en el terreno de uno de los cónyuges, la parte del dueño del terreno ingresará al activo relativo de la sociedad conyugal, la que deberá recompensa al cónyuge dueño del terreno, y

b) Si el tesoro es encontrado en un terreno social, la parte del dueño del terreno ingresará al activo absoluto de la sociedad.

Respecto del art. 1731, debe decirse que la Ley N° 18.802 le dio una nueva redacción, que es la que recién transcribimos,

modificación que tuvo por objeto dejar establecido que la parte

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

del descubridor, por ser un bien mueble, ingresa al haber relativo y no al haber propio del cónyuge, como parecía darlo a en-tender el antiguo art. 1731. Debe agregarse que el nuevo texto no se pronunció a quien pertenecía la parte del tesoro que corresponde al dueño del terreno cuando éste se encuentra en un bien social. Sin embargo, esta omisión no tiene mayor significación, pues resulta obvio que tiene que ingresar al haber absoluto por aplicación del art. 626. .190. INGRESA TAMBIÉN AL HABER RELATIVO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL, LA DONACIÓN REMUNERATORIA MUEBLE QUE SE HACE A UNO DE LOS CÓNYUGES, CUANDO EL SERVICIO PRESTADO NO DABA ACCIÓN EN CONTRA DE LA PERSONA SERVIDA. Así está establecido ,en el art. 1738 inc. 2°. "Si la donación remuneratoria es de cosas muebles aumentará el haber de la sociedad, la que deberá recompensa al cónyuge donatario si los servicios no daban acción contra la persona servida o si los servicios se prestaron antes de la sociedad". 191. BIENES MUEBLES ADQUIRIDOS POR UN CÓNYUGE DURANTE LA VIGENCIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL, CUANDO LA CAUSA O TÍTULO DE LA ADQUISICIÓN HA PRECEDIDO A ELLA. Así resulta de aplicar el art. 1736, 1ª parte, en relación con su inciso final. Cuando veamos el haber propio de cada cónyuge, nos deten-dremos en el estudio del art. 1736. 192. CON ANTERIORIDAD A LA LEY N° 18.802, SE CONTEMPLABA OTRO RUBRO EN EL HABER RELATIVO. En efecto, el art. 1725 decía "El haber de la sociedad conyugal se compone: 6° De los bienes raíces que la mujer aporta al matrimonio, apreciados para que la sociedad le restituya su valor en dinero" (inc. 1°). Agregaba la norma que "se expresará así en las capitulaciones matrimoniales, de-signándose el valor, y se procederá en los demás como en el contrato de venta de bienes raíces" (inc. 2°). Finalmente, el inc. 3° decía: "Si se estipula que el cuerpo cierto que la mujer aporta, pueda restituirse en dinero a elección de la misma mujer o del marido, se seguirán las reglas de las obligaciones alternativas".

El Código establecía esta posibilidad de que la mujer pudiera aportar, en las capitulaciones matrimoniales, un bien raíz a

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la sociedad conyugal, con el claro objeto de que en esa forma sociedad fuera más solvente y por ello pudiera tener un mayor y más expedito crédito.

¿Por qué se suprimió este numeral 6º del art. 1725? Se ha explicado esta supresión señalando que el art. 1725 N° 6 tenía por objeto facilitar al marido la enajenación y gravamen del bien raíz que al ser social sólo requería la autorización de la mujer y no la autorización judicial que exigía eh art. 1754. Como la ley N° 18.802 modificó el art. 1754 suprimiendo el trámite de la autorización judicial, pasó a dar lo mismo —se agrega— que el bien sea social o propio de la mujer, pues en ambos casos sólo se re quiere de su autorización. Así las cosas, dejó de tener utilidad L norma del art. 1725 N° 6. Esa es la explicación de la supresión que da don Fernando Rozas (Análisis de las reformas que introdujo, la Ley N° 18.802, Editorial jurídica de Chile, 1990, p. 44).

Creemos que la derogación del numeral 6° de que se viene tratando no constituye impedimento para que los esposos en la capitulaciones matrimoniales puedan establecer que la mujer pueda aportar un bien raíz a la sociedad conyugal. Una estipulación de ese tipo no contradice la ley ni las buenas costumbre ni lesiona los derechos que la ley señala a cada cónyuge respecto del otro o de los descendientes comunes, por lo que es perfectamente lícita (art. 1717). En el mismo sentido se pronuncia Rozas (ob. cit., p. 44). 193. HABER PROPIO O PERSONAL DE CADA CÓNYUGE. La

sociedad conyugal, como ya hemos visto, constituye un régimen de comunidad restringida de bienes, conservando cada cónyuge un cierto patrimonio propio o personal. Forman parte de este patrimonio propio:

1) Los inmuebles que un cónyuge tiene al momento de casarse;

2) Los inmuebles adquiridos por uno de los cónyuges durante la vigencia de la sociedad conyugal a título gratuito;

3) Los bienes muebles que los cónyuges excluyeron de la comunidad, en las capitulaciones matrimoniales (art. 1725, N° 4 inc. 20);

4) Los aumentos que experimenten los bienes propios d< cada cónyuge;

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

5) Las recompensas, y 6) Los inmuebles subrogados a un inmueble propio o a

valores destinados a ese objeto en las capitulaciones matrimonia-les o en una donación por causa de matrimonio. 194. BIENES INMUEBLES QUE UN CÓNYUGE TIENE AL MOMENTO DEL MATRIMONIO. No está dicho en forma expresa en el Código que los bienes raíces de que un cónyuge es dueño al momento de casarse permanezcan en su haber propio. Sin embargo, ello resulta claro por exclusión, ya que no ingresan al activo social.

En relación con el caso que nos ocupa, puede ocurrir que el bien raíz lo adquiera el cónyuge durante la vigencia de la sociedad conyugal y que no obstante no ingrese al activo social, sino al haber propio del cónyuge. Se refiere a esta situación el art. 1736, que en su la parte establece: "La especie adquirida durante la sociedad no pertenece a ella, aunque se haya adquirido a título oneroso, cuando la causa o título de la adquisición ha precedido a ella". En seguida. la norma coloca diversos ejemplos, que veremos a continuación. Pero advirtamos de inmediato que para que estos bienes incrementen el haber propio, tienen que ser inmuebles, pues en el caso de los muebles, ingresan al haber relativo, según lo consigna hoy día —con la modificación de la Ley N° 18.802— el inciso final: "Si los bienes a que se refieren los números anteriores son muebles, entrarán al haber de la sociedad, la que deberá al cónyuge adquirente la correspondiente recompensa". 195. ESTUDIO DE LOS CASOS DEL ART. 1736. 1. " N o PERTENECERÁN A lA SOCIEDAD LAS ESPECIES QUE UNO DE LOS CÓNYUGES POSEÍA A TÍTULO DE SEÑOR ANTES DE ELLA, AUNQUE LA PRESCRIPCIÓN O TRANSACCIÓN CON QUE LAS HAYA HECHO VERDADERAMENTE SUYAS SE COMPLETE O VERIFIQUE DURANTE ELLA" (N° 1).

Este numeral contempla dos situaciones diversas: a) Una primera que se produce cuando al momento del

matrimonio uno de los cónyuges está poseyendo un bien raíz, pero aún no ha transcurrido el plazo para ganarlo por prescripción, lo que sólo viene a acontecer durante la vigencia de la sociedad conyugal. Ese bien no es social, sino que propio del cónyuge, pues la causa o título de su adquisición ha precedido a la socie-

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dad. Ello es lógico por cuanto, declarada la prescripción por sentencia judicial, los efectos de la prescripción operan retroactivamente al momento en que se comenzó a poseer.

Este caso ha pasado a tener una especial importancia con el D.L. 2.695, que estableció normas para regularizar la posesión de la pequeña propiedad raíz y para la constitución del dominio sobre ella, pues en conformidad al art. 15 de ese cuerpo legal, la resolución del Ministerio de Bienes Nacionales que acoja la solicitud de saneamiento, se considera como justo título, que una vez inscrita en el Registro Conservatorio de Bienes Raíces da al interesado la calidad de poseedor regular del inmueble para todos los efectos legales. Transcurrido un año completo de posesión inscrita, el interesado se hace dueño del inmueble por prescripción. De manera que para saber si ese inmueble ingresa al haber propio o al haber social, habrá que estarse a la fe-cha de inscripción en el Conservatorio de la resolución del Ministerio, pues en ese momento comenzó la posesión.

b) La segunda dice relación con la adquisición del bien raíz por transacción. La transacción en cuanto se limite a reconocer o declarar derechos preexistentes, no forma nuevo título (art. 703, inciso final). Por ello si el cónyuge adquiere el bien raíz disputado en virtud de una transacción que se celebra vigente la sociedad conyugal, ese bien no es social, sino propio del cónyuge, pues la transacción es en ese caso un título declarativo. 196. 2. NO PERTENECERÁN A LA SOCIEDAD CONYUGAL, SINO AL CÓNYUGE, "LOS BIENES (RAÍCES) QUE SE POSEÍAN ANTES DE ELLA POR UN TITULO VICIOSO, PERO CUYO VICIO SE HA PURGADO DURANTE ELLA POR LA RATIFICACIÓN, O POR OTRO MEDIO LEGAL" (N° 2). Este numerando se refiere al caso en que uno de los cónyuges ha adquirido de soltero un bien raíz por un título vicioso, esto es, susceptible de anularse. Pues bien, si durante la sociedad conyugal se sanea el vicio, sea por ratificación o por extinguirse la acción de nulidad por prescripción (que es el otro medio legal de sanear el vicio), este saneamiento opera retroactivamente a la fecha en que se había adquirido el bien raíz por el cónyuge, por lo que resulta lógico que ingrese al haber propio y no al de la sociedad.

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

197. 3. No PERTENECEN A LA SOCIEDAD CONYUGAL "LOS BIENES QUE VUELVEN A UNO DE LOS CÓNYUGES POR NULIDAD O RESOLU-CIÓN DE UN CONTRATO, O POR HABERSE REVOCADO UNA DONACIÓN” (N° 3). Se trata de que un cónyuge de soltero vendió un bien raíz (o celebró respecto de él cualquier otro título traslaticio). Posteriormente, cuando va está casado, la venta o cl título traslaticio de que se trate se anula o se resuelve, volviendo por consiguiente el bien a su dominio en virtud del efecto propio de la nulidad o resolución. En este caso, el bien a pesar de adquirir-se durante la sociedad conyugal, no ingresa a ella, sino al cónyuge que había celebrado el contrato que se anuló o resolvió.

Este número se pone también en el caso de que un bien raíz que el cónyuge había donado de soltero, vuelva a su patrimonio por revocarse la donación. Si bien la revocación se realiza citando ya está casado, el bien no ingresa a la sociedad conyugal, sino a su haber propio, porque, como dice Somarriva, la revocación por ingratitud o en el caso del art. 1187, al igual que la nulidad o resolución, operan retroactivamente, como se desprende de los arts. 1429 y 1432 (De re ch o de Fa mi l i a , N° 1 99 . p. 2 2 4 ) . 198. 4. NO INGRESAN TAMPOCO A LA SOCIEDAD CONYUGAL, SINO AL ACTIVO DEL RESPECTIVO CÓNYUGE, "LOS BIENES LITIGIOSOS Y DE QUE DURANTE LA SOCIEDAD HA ADQUIRIDO UNO DE LOS CÓNYUGES LA POSESIÓN PACÍFICA" (N° 4). Se trata en este caso de un inmueble que el cónyuge adquirió de soltero, pero ya vigente la sociedad conyugal, es demandado por un tercero que alega derechos sobre ese bien, Dictada la sentencia que resuelve el conflicto en favor del cónyuge, los efectos de esa sentencia se retrotraen a la lecha de la adquisición, pues la sentencia no constituye un nuevo título, sino que es un simple título declarativo, según lo señala el art. 703, inciso penúltimo. 199. 5. TAMPOCO INGRESA A [A SOCIEDAD CONYUGAL, SINO AL HABER PROPIO DEL CÓNYUGE, "EL DERECHO DE USUFRUCTO (SOBRE UN BIEN RAÍZ) QUE SE CONSOLIDA CON LA PROPIEDAD QUE PERTENECE AL MISMO CÓNYUGE..." (N° 5). Aparentemente la situación es simple: e) cónyuge adquiere de soltero la nuda pro-piedad sobre un bien raíz. Posteriormente cuando ya está casado, se consolida el dominio, por extinguirse el usufructo. No obs-

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tante se han motivado algunas dudas, que dicen relación con elalcance de la voz "consolidación”. Así, para don Arturo Alessandri, se producirá la situación que establece esta norma"sea que esta consolidación se produzca por la terminaciónnatural del usufructo, por muerte o renuncia del usufructuario,por el ven-cimiento del plazo o el cumplimiento de la condiciónseñalada para su duración o por su adquisición a título gratuitou o n e r o so" (ob. cit., N° 239, p. 199). Y ello porque el art. 1736N° 5 no hace ninguna distinción. Agrega este autor que si [aconsolidación se produce a título oneroso el cónyuge deberárecompensa a la sociedad conyugal por el gasto en que ésta haincurrido. Advierte también que se podría pensar que si elusufructo se ad-quiere a título oneroso, debería ser el usufructoun bien social, por aplicación del art. 1725 N° 5, pero éldescarta esa posibilidad por dos razones:

a) en primer lugar, porque justamente el art. 1736 contempla una excepción, y

b) porque si opera la consolidación, se extingue el usufruc-to, según lo dice el art. 806.

Una opinión diferente sustenta don Gonzalo Barriga (ob. cit.,p. 132, N° 228), quien sostiene que la consolidación a que hacereferencia el art. 1736 Nº 5 se refiere exclusivamente a la queopera por extinción del plazo. Y por lo tanto, si la consolidaciónse produce por la adquisición del usufructo a título oneroso vigente la sociedad, tal usufructo sería de la sociedad conyugal.Ello por aplicación del art. 1725 Nº 5.

Don Manuel Somarriva nos dice sobre el particular que "am-bas doctrinas tienen base legal y pueden sostenerse con honra-dez" (Derecho de Fami lia N° 199, p. 224). 200. 6. NO PERTENECE A LA SOCIEDAD CONYUGAL, SINO AL CÓNYUGE ACREEDOR, "LO QUE SE PAGA (TIENE QUE TRATARSE DE UNINMUEBLE) A CUALQUIERA DE LOS CÓNYUGES POR CAPITALES DFCRÉDITOS CONSTITUIDOS ANTES DEL MATRIMONIO...". LO MISMO SE APLICARÁ A LOS INTERESES DEVENGADOS POR UNO DE LOS CÓN-YUGES ANTES DEL MATRIMONIO Y "PAGADOS DESPUÉS" (N° 6). 201. 7. LA LEY N° 18.802 AGREGÓ UN NUMERAL 70 AL ART. 1736, QUE DICE DEL MODO SIGUIENTE. "TAMBIÉN PERTENECERÁN AL

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CÓNYUGE LOS BIENES QUE ADQUIERA DURANTE I A SOCIEDAD EN

VIRTUD DE UN ACTO O CONTRAT() CUYA CELEBRACIÓN SE HUBIERE PROMETIDO CON ANTERIORIDAD A ELLA., SIEMPRE QUE l A PRO-MESA CONSTE DE, UN INSTRUMENTO PÚBLICO, O DE INSTRUMENTO PRIVADO CUYA FECHA SEA OPONIBLE A TERCEROS DE ACUERDO CON EL ART. 1703º.

Con esta complementación al art. 1736, se vino a resolver un problema que era fuente de conflictos. En efecto, era una situación ma o menos corriente que una persona de soltero celebrare un contrato de promesa de compra de un bien raíz y que eh contrato definitivo se otorgara cuando va estaba en vigencia la sociedad conyugal. En esta forma el problema queda definitivamente aclarado: el bien raíz ingresa al babel propio del cónyuge.

Sin embargo, para que opere esta situación excepcional es necesario que la promesa conste en un instrumento público o en un instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros de acuerdo con el art. 1703. La frase final del N° 7: "de acuerdo con el art. 1703º, no la estimamos feliz y nos parece simplemente de 'mis. Decimos que no es feliz por cuanto puede ocurrir que ha promesa conste en un instrumento privado que se protocoliza. En ese su-puesto, ese instrumento privado tiene también fecha cierta respecto de terceros, de acuerdo al art. 119 del Código Orgánico, y dada la redacción de la frase que venimos comentando. podría pensarse que en ese caso esa promesa no produce el efecto del art. 1736, Nº 7. Por cierto no creemos que sea así, pues parece indudable que lo que se ha querido es que se trate de una promesa que sea oponible a terceros. cualquiera fuere el motivo (sea el art. 1703 del C. Civil o el art. 419 del Código Orgánico de Tribunales). Terminemos con el art. 1736, con dos observaciones finales: a) En primer lugar señalando que la norma no es taxativa. Así lo deja de manifiesto el enunciado y la frase "por consiguiente", ron que se inicia el inc. 2°. De manera que siempre que se adquiera durante la sociedad conyugal un bien raíz, no pertenecerá a ella sino al cónyuge cuando la causa o título de la adquisición, cualquiera fuere el motivo, ha precedido a la sociedad. Así, se ha fallado que en el caso de viviendas asignadas por Cajas de Previsión, el título de adquisición para los efectos de esta

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norma estaría constituido por la asignación que hace la institución a un determinado imponente. Debe estarse a esa fecha, aun-que la escritura de compraventa se otorgue después (Causa rol 6.849, 6° Juzgado Letras de Concepción "Moncada con Ortega". La sentencia de primera instancia es de 19 de mayo de 1989 y la confirmatoria de la 1. Corte de Concepción del 26 de diciembre de 1989).

b) Si el bien raíz se adquiere con bienes de la sociedad y del cónyuge, éste deberá la recompensa respectiva. Así lo dice el inciso penúltimo del art. 1 736, inciso que fue incorporado por la Ley N° 18.802. 202. INMUEBLE ADQUIRIDO A TÍTULO GRATUITO POR UNO DE LOS CÓNYUGES DURANTE LA VIGENCIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. 1 ,os arts. 1726 y 1732 establecen que los inmuebles adquiridos a título gratuito por cualquiera de los cónyuges durante el matrimonio ingresan a su haber propio. Dice el art. 1726: "Las adquisiciones de bienes raíces hechas por cualquiera de los cónyuges a título de donación, herencia o legado, se agregaran a los bienes del cónyuge donatario, heredero o legatario; y las adquisiciones de bienes raíces hechas por arribos cónyuges simultáneamente, a cualquiera de estos títulos, no aumentarán el haber social, sino el de cada cónyuge" (inc. 1º). Y el art. 1'732 reitera la regla: "Los inmuebles donados o asignados a cualquiera otro título gratuito, se entenderán pertenecer exclusivamente al cónyuge donatario o asignatario y no se atenderá a si las donaciones u otros actos gratuitos a favor de un cónyuge, han sido hechos por consideración al otro".

Corno puede observarse, las dos disposiciones son casi idénticas, por lo que consideramos válida la observación de Somarriva (Derecho de Familia, N º 201, p. 227) en orden a que los dos artículos pudieron constituir una sola y única norma que contemplara las diversas modalidades de las adquisiciones gratuitas. Agrega este autor que "la existencia de ambos artículos como dos disposiciones separadas tiene una explicación histórica: el art. 1726 no figuraba en el Código aprobado por las Cámaras. Don Andrés Bello lo agregó al hacer la edición auténtica y exenta de errores que le encomendó el Poder Legislativo. Notó Bello que en el art. 1732 no se consideraban las adquisiciones

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simultáneas que a título gratuito hicieran los cónyuges y quiso salvar la omisión que había provocado discusiones entre los comentaristas del Código Francés". Por nuestra parte podríamos acotar que debió haberse aprovechado la Ley N° 18.802, que modificó ambas disposiciones, para haber solucionado la repe- tición. 203. BIENES MUEBLES QUE LOS CÓNYUGES EXCLUYEN DE LA SOCIEDAD EN LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES. Como sabemos, las especies muebles que los cónyuges tienen al momento de casarse ingresan al activo relativo de la sociedad conyugal (art. 1725, N° 4, inc. 1°). Sin embargo, el inc. 2º de este numerando permite excluir de la sociedad a algunos bienes de este tipo, que por ello permanecen en el patrimonio propio del interesado: "Pero podrán los cónyuges eximir de la comunión cualquier parte de sus especies muebles, designándolas en las capitulaciones matrimoniales". 204. AUMENTOS QUE EXPERIMENTEN LOS BIENES PROPIOS DE LOS CÓNYUGES. El art. 1727 señala: "No obstante lo dispuesto en el art. 1725 no entrarán a componer el haber social: 3º Todos los aumentos materiales que acrecen a cualquiera especie de uno de los cónyuges formando un mismo cuerpo con ella, por aluvión, edificación, plantación o cualquiera otra causa". Luego, si no ingresan al haber social, quiere decir que forman parte del haber propio del cónyuge respectivo.

El bien propio de un cónyuge puede experimentar aumentos por causas naturales –aluvión, por ejemplo– o debido a la mano del hombre (edificación, plantación). Ambas situaciones están comprendidas en el art. 1727 Nº 3. En el primer caso, nada deberá el cónyuge a la sociedad. Así lo consigna el art. 1771 inc. 2º: "Por los aumentos que provengan de causas naturales e independientes de la industria humana, nada se deberá a la sociedad". En cambio, si el aumento proviene de la mano del hom-bre, se genera una recompensa para la sociedad conyugal. Así lo consigna el art. 1746: "Se la debe asimismo recompensa por las expensas de toda clase que se hayan hecho en los bienes de cualquiera de los cónyuges, en cuanto dichas expensas hayan aumentado el valor de los bienes, y en cuanto subsistiere este

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valor a la fecha de la disolución de la sociedad; a menos que este valor exceda al de las expensas, pues en tal caso se deberá sólo cl importe de éstas".

No escapará que la situación que venimos tratando tiene mucha importancia cuando, por ejemplo, en un sitio de propiedad de uno de los cónyuges se levanta durante la vigencia de la sociedad conyugal un edificio de elevado valor. Es bien claro que el edificio es un bien propio del cónyuge, no es un bien social, aunque el edificio tenga mayor valor que el terreno. lo que corrientemente ocurre hoy día con la tendencia de construir edi-ficios de altura. 205. CRÉDITOS O RECOMPENSAS QUE LOS CÓNYUGES ADQUIEREN CONTRA LA SOCIEDAD Y QUE PUEDEN HACER VALER AL MOMENTO DE SU DISOLUCIÓN. Ya hemos visto al tratar del activo relativo, que ciertos bienes de los cónyuges ingresan al activo social, pero esta situación genera en favor del cónyuge aportante o adquirente un crédito o recompensa en contra de la sociedad conyugal que hará valer al momento de que ésta se disuelva. Más adelante estudiaremos esta institución de las recompensas con mayor detenimiento, y entonces veremos que pueden surgir también por otras razones. Lo que ahora nos interesa consignar es que estas recompensas o créditos constituyen un bien que permanece en el patrimonio personal de cada cónyuge mientras está vigente la sociedad conyugal. Son, pues, un bien propio del cónyuge de que se trata. 206. INMUEBLES SUBROGADOS A UN INMUEBLE PROPIO DE UNO DE LOS CÓNYUGES O A VALORES. El art. 1727 señala que "No obstante lo dispuesto en el art. 1 725 no entrarán a componer el haber social:

1°. El inmueble que fuere debidamente subrogado a otro in-mueble propio de alguno de los cónyuges;

20. Las cosas compradas con valores propios de uno de los cónyuges, destinados a ello en las capitulaciones matrimoniales o en una donación por causa de matrimonio...".

La primera cuestión que deseamos formular es que estos dos numerandos plantean la adquisición de un bien raíz por uno de los cónyuges, a título oneroso, durante la vigencia de la so-

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ciedad conyugal y que, no obstante ello, no ingresa al activo de la sociedad conyugal, corno debería ocurrir atendido lo dispuesto en el art. 1725, Nº 5 del Código Civil. Cierto es que el Nº 2 habla de "cosas compradas", sin distinguir si es mueble o inmueble, pero es claro que si la cosa fuere mueble, entraría al activo relativo de ha sociedad conyugal (art. 1725, Nº 4).

Luego la institución que estamos estudiando constituye una excepción a la regla contenida en el artículo 1 725 Nº 5, de que todos los bienes adquiridos a título oneroso durante el matrimonio ingresan al activo absoluto de la sociedad conyugal.

Con anterioridad a la Ley Nº 18.802, el Código normaba esta subrogación en los arts. 1727 Nºs 1 y 2. 1733, 1734 y 1735. La ley recién indicada no introdujo sustanciales modificaciones a esta materia, salvo que lo dicho en los antiguos arts. 1733, 1734 y 1735, pasó a quedar en una sola disposición, art. 1733. 207. CLASES DE SUBROGACIÓN. La subrogación puede ser de dos clases:

A. Subrogación de inmueble a inmueble, y B. Subrogación de inmueble a valores.

A su turno la subrogación de inmueble a inmueble puede ser de dos tipos:

a) subrogación por permuta, y b) subrogación por compra. Una cosa importante es que cualquiera que sea la

subrogación de que se trate, el bien que se adquiere es siempre inmueble. Una opinión distinta encontraremos en Pablo Rodríguez (Regímenes Patrimoniales, pp. 87-88). 208. A. a) SUBROGACIÓN POR PERMUTA. Esta situación la establece el art. 1733, inc. 1º: "Para que un inmueble se entienda subrogado a otro inmueble de uno de los cónyuges, es necesario que el segundo se haya permutado por el primero...".

Requisitos: 1) Que uno de los cónyuges sea dueño de un inmueble

propio; 2) Que vigente la sociedad conyugal permute ese bien raíz

por otro;

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3) Que en la escritura de permuta se exprese el ánimo de subrogar (art. 1733, inc. 1°, parte fina]);

4) Que exista una cierta proporcionalidad en los valores de ambos bienes (art. 1733, inc. 6°), y

5) Que si el bien raíz que se subroga es de la mujer ésta preste su autorización (art. 1733, inciso final).

209. QUE UNO DE LOS CÓNYUGES SEA DUEÑO DE UN INMUEBLE PROPIO. Justamente la finalidad de la institución es que el cónyuge dueño de un inmueble pase a serlo del nuevo que reemplaza al anterior.

Esta institución opera respecto de cualquiera de los cónyuges, con la salvedad de que cuando es un bien de la mujer el que se subroga, se requiere que la mujer preste su autorización. La razón por la que el cónyuge pueda tener en su haber propio un bien raíz puede ser variada: lo adquirió de soltero; o durante la sociedad conyugal a título gratuito; o a título oneroso, pero subrogándolo a otro bien raíz propio, o a valores o dineros destinados a ese objeto en las capitulaciones matrimoniales.

210. QUE, VIGENTE LA SOCIEDAD CONYUGAL, SE PERMUTE ESE BIEN INMUEBLE POR OTRO BIEN INMUEBLE. No requiere este requisito de mayor comentario.

211. QUE EN LA ESCRITURA PÚBLICA DE PERMUTA SE EXPRESE EL ÁNIMO DE SUBROGAR, Ello quiere decir que en la escritura pública de permuta se debe indicar que el nuevo bien que se ad-quiere por permuta se subrogará al que se entrega en virtud de la misma permuta, es decir, pasará a ocupar la misma situación que tenía el que sale, esto es, integra el haber propio del cónyuge y no el activo social. En el Código francés no es necesario cumplir con este requisito, operando la subrogación por el solo ministerio de la ley.

212. DEBE EXISTIR UNA CIERTA PROPORCIONALIDAD ENTRE EL BIEN QUE SE ENTREGA Y EL QUE SE RECIBE. Este requisito está establecido en el art. 1733 inc. 6°: "Pero no se entenderá haber subrogación, cuando el saldo en favor o en contra de la sociedad excediere a la mitad del precio de la finca que se recibe, la

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cual pertenecerá entonces al haber social, quedando la sociedad obligada a recompensar al cónyuge por el precio de la finca enajenada o por los valores invertidos y conservando este el derecho a llevar a efecto la subrogación, comprando otra finca".

V e a m o s algunos ejemplos:

1) El cónyuge es dueño de un bien raíz que vale $ 3.000.000 y s e permuta por otro que vale $ 5.000.000. Para saber si hay subrogación, debemos ver lo siguiente:

a) El saldo en favor o en contra de la sociedad. En este caso $ 2.000.000;

h) Mitad del valor de la finca que se recibe. En este caso: $ 2.500.000. En la situación planteada hay subrogación, porque el saldo en contra de la sociedad ($ 2.000.000) no excede a la mitad del precio de la finca que se recibe ($ 2.500.000).

2) El cónyuge es dueño de un inmueble que vale $ 2.000.000 y se permuta por otro que vale $ 6.000.000. En este caso no hay subrogación, porque el saldo en contra de la sociedad ($ 4.000.000) excede a la mitad del valor de la finca que se recibe ($ 3.000.000). 213. AUTORIZACIÓN DE LA MUJER CUANDO LA SUBROGACIÓN SE HAGA EN BIENES DE LA MUJER. No requiere de mayores comentarios este requisito salvo recordar que antes de la Ley Nº 18.802 la exigencia era mayor, p u e s s e requería autorización judicial con conocimiento de causa. Así lo decía el art. 1 735 en su texto anterior a esa ley.

214. SUBROGACIÓN POR COMPRA. En este caso los requisitos son los siguientes:

1) Que uno de los cónyuges sea dueño de un bien raíz propio.

2) Que este bien se venda y que con el producido de la venta se compre otro inmueble.

3) Que en las escrituras de venta y de compra se exprese el ánimo de subrogar.

4) Que haya una cierta proporcionalidad entre el precio del inmueble que se vende y el del inmueble que se compra.

5) Que si el bien que se subroga es de la mujer, ella preste su autorización.

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De estos requisitos, detengámonos únicamente en los seña-lados en los puntos 2 y 3, dado que los otros son iguales a los ya estudiados para el caso anterior.

Respecto del requisito signado con el Nº 2, sólo digamos que el Código trata de la situación en que primero se vende el bien raíz propio, y en seguida, con los dineros provenientes de esa venta, se compra el nuevo bien. Sin embargo, no está considerada la posibilidad de que se obre al revés, vale decir, que se compre primero (por ejemplo, usándose dineros obtenidos en préstamo) y, posteriormente, se venda el primer bien. Esta situación es lo que en doctrina se llama "subrogación por anticipación” o "subrogación por antelación”. Don Manuel Somarriva señala que en el Derecho francés se acepta esta clase de subrogación, agregando que en Chile las opiniones están divididas. La aceptan Gonzalo Barriga (ob. cit., Nº 14, p. 265) y también Pablo Rodríguez G. (Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica de Chile, 1996, p. 86); en cambio, don Arturo Alessandri (ob. cit., p. 236, N° 298) es de opinión que no tiene valor. La jurisprudencia también es contradictoria. Así, mientras la Corte Suprema ha repudiado tal subrogación (RDJ), u 18, sec. 1 ª, p. 478), la Corte de Apelaciones de Temuco la acepta (Sentencia de 18 de diciembre 1934). Somarriva no ve inconvenientes en aceptarla (Derecho de ramilla N° 213, p. 234). Por nuestra parte, estamos con la tesis de don Arturo Alessandri de que no tendría valor, por cuanto siendo la subrogación una institución excepcional, no puede dársele a sus normas más amplitud que las que literalmente tienen. Ello no obstante pensar que sería de mucha utilidad práctica

En cuanto al requisito Nº 3, de que en las escrituras de venta y de compra se exprese el ánimo de subrogar, podemos decir que tal exigencia está contemplada en la parte final del inciso primero del art. 1733: "y que en las escrituras de venta y de compra se exprese el ánimo de subrogar". 215. SUBROGACIÓN DE INMUEBLE A VALORES. Esta forma de sub-

rogación está contemplada en el art. 1727 Nº 2: "Las cosas coro-loadas con valores propios de uno de los cónyuges, destinados a ello en las capitulaciones matrimoniales o en una donación por causa de matrimonio".

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llamamos la atención en la forma verbal "compradas", pues ello nos está demostrando que no hay en este caso, subrogación por permuta. Somarriva, sin embargo, piensa que por aplicación del aforismo "donde existe la misma razón debe existir la misma disposición” no habría inconvenientes en aceptar en este caso la subrogación por permuta (ob. cit., N° 216, p. 236). Personalmente encontramos discutible tal solución, por el carácter excepcional que tiene la subrogación, que no admite interpretaciones por analogía.

Requisitos:

1) Que se compre un inmueble con valores propios de uno de los cónyuges, destinados a ello en las capitulaciones matrimoniales, o en una donación por causa de matrimonio;

2) Que se deje constancia en la escritura de compra que tal compra se hace con el dinero proveniente de esos valores y se deje constancia también del ánimo de subrogar;

3) Que exista una cierta proporcionalidad entre los valores y el inmueble que se adquiere,

4) Que si la subrogación se hace en bienes de la mujer, ésta preste su autorización.

En cuanto al primer requisito, digamos que hay dos oportunidades en que se puede dar a los valores este destino: en las capitulaciones matrimoniales o en una donación por causa de matrimonio. Respecto de esta última, puede ser hecha por un cónyuge al otro o por un tercero al cónyuge. Don Manuel Somarriva cree que también esa destinación podría hacerse en un legado (Derecho de Familia, N° 216, p. 236).

Sobre el segundo requisito, el art. 1733, inc. 2º exige una doble declaración:

a) que el inmueble se compre con el dinero proveniente de los valores destinados a ese efecto en las capitulaciones matrimoniales o en una donación (o en un legado), N ,

b) que la Compra se realice con el ánimo de subrogar, vale decir, de que el inmueble pase a ocupar el lugar jurídico que tales valores tenían, o sea, de que integren el haber propio del cón- yuge.

Respecto de los requisitos tercero y cuarto, nos 1 emitimos a lo ya estudiado al tratar de la subrogación de inmueble a inmueble.

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Para terminar con este punto. creemos de interés señalar que Pablo Rodríguez sostiene, contra la opinión de la doctrina, que es posible la subrogación de bienes muebles a valores (Regímenes Patrimoniales, Editorial jurídica de Chile, 1996, pp. 87-88). 2 1 6 . DIFERENCIAS QUE SE PRODUCEN EN TODA SUBROGACIÓN CUANDO LOS VALORES DEL BIEN SUBROGADO Y SUBROGANTE SON DIFERENTES. Cuando los valores del bien subrogado y subrogante son diferentes, pueden presentarse diversas situaciones:

1) Que no haya subrogación por no respetarse la proporcionalidad ya estudiada, contemplada en el art. 1733, inc. 6º. En este caso el bien que se adquiere ingresa al activo absoluto de la sociedad conyugal (art. 1725, N° 5). Sin perjuicio de ello, el cónyuge que era dueño del bien propio tiene derecho a recompensa por el precio de la finca enajenada y conserva el derecho a efectuar la subrogación comprando otra finca (art. 1733, inc. 6°, parte final).

2) Que produciéndose subrogación, el bien que se adquiere sea de menor valor que el inmueble o valores que se enajenan. En este caso el cónyuge dueño de tales bienes adquiere una recompensa en contra de la sociedad conyugal (art. 1733, incs. 3°, 4° y 5°);

3) Que produciéndose subrogación, el bien que se adquiere sea de mayor valor que el inmueble o valores que se enajenan, caso en que el cónyuge en cuyo favor se hace la subrogación deberá pagar a la sociedad conyugal la correspondiente recom- pensa (art. 1733, incs. 3°, 4º y 5º).

Las dos últimas situaciones que acabamos de ver estaban tra-tadas con anterioridad a la vigencia de la Ley Nº 18.802 en el art. 1734. La modificación consistió no sólo en el cambio de artículo, sino en dejar establecido que en el caso de producirse diferencias se pagará una recompensa. Con ello queda claro que se deben pagar tales diferencias en valor actualizado, por ser ése el principio que la Ley N° 18.802 estableció para las recompensas en el art. 1734.

217. PASIVO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Cuando estudiamos el activo de la sociedad conyugal distinguíamos cutre el ac-

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tivo absoluto y relativo. Pues bien, al estudiar el pasivo, haremos también una distinción entre el pasivo real y pasivo aparente de la sociedad conyugal.' ;

Una deuda integra el pasivo real de la sociedad conyugal cuando ésta debe pagarla sin derecho a recompensa. Se trata --empleando otra terminología— que esa deuda es social tanto desde el punto de vista de la obligación a la deuda como desde el punto de vista de la contribución a la deuda. La sociedad paga y soporta el pago.

Una deuda integra el pasivo aparente o relativo de la sociedad conyugal cuando ésta debe pagarla, pero no soportarla, pues al pagar adquiere una recompensa en contra del cónyuge de que se trate, que hará efectiva a la disolución de la sociedad conyugal. En este caso la deuda es social desde el punto de vista de la obligación a la deuda, pues el tercero acreedor se dirigirá para cobrarla en contra de los bienes sociales, pero esa deuda es personal del cónyuge desde el punto de vista de la contribución a la deuda, pues en definitiva él va a soportar el pago, desde que la sociedad conyugal hará efectiva en su contra la correspondiente recompensa.

De lo que venimos diciendo se sigue que el problema de la obligación a la deuda mira las relaciones de un tercero con la sociedad conyugal, en cambio, el de la contribución a la deuda. dice relación con los cónyuges, con los ajustes económicos que tienen que producirse entre ellos al momento de liquidar la sociedad conyugal. 2 1 8 . PASIVO ABSOLUTO. Ya hemos dicho que lo integran todas

las deudas que son sociales tanto desde el punto de vista de la obligación como de la contribución a la deuda. Es decir, la sociedad conyugal está obligada a pagar y a soportar el pago. Paga sin derecho a recompensa.

Integran este pasivo absoluto las siguientes deudas: 1) "Pensiones e intereses que corran, sea contra la sociedad,

sea contra cualquiera de los cónyuges y que se devenguen durante la sociedad" (art. 1740, N° 1).

13 Sobre esta materia puede verse sentencia de la Corte Suprema de 30 de agosto de 2004, publicada en Gaceta Jurídica N° 290. pp. 89 y ss.

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2) "Las deudas y obligaciones contraídas durante el matrimonio por el marido, o la mujer con autorización del marido, o de la justicia co subsidio, y que no fueren personales de aquél o ésta..." (art. 1740. N° 2, inc. 1°).

3) Pago de las obligaciones generadas por contratos accesorios cuando las obligaciones garantizadas por ellos no fueren personales de uno de los cónyuges (art. 1740, N° 2, inc. 2°).

4) "Todas las cargas y reparaciones usufructuarias de los bienes sociales o de cada cónyuge" (art. 1740, N° 4).

5) Gastos de mantenimiento de los cónyuges; de mantenimiento, educación y establecimiento de los descendientes comunes: y de toda otra carga de familia (art. 1710, N° 5).

6) Dineros pagados a la mujer en virtud de haberse consignado en las capitulaciones matrimoniales tal obligación, a me-nos que se haya establecido que el pago sería de cargo del marido (art. 1740, inciso final).

Veamos cada una de estas situaciones. 219. PENSIONES E INTERESES QUE CORRAN, SEA CONTRA LA SOCIEDAD, SEA CONTRA CUALQUIERA DE LOS CÓNYUGES Y QUE SE DEVENGUEN DURANTE LA SOCIEDAD. Este caso lo establece el art. 1740 N° 1. Esta norma es la contrapartida de la establecida en el art. 1 725 N° 2, pues si de acuerdo a esa disposición ingresan al activo absoluto de la sociedad conyugal todos los frutos, réditos, pensiones, intereses y lucros de cualquier naturaleza que provengan, sea de los bienes sociales, sea de los bienes propios de cada cónyuge, es lo lógico que, recíprocamente, las pensiones e intereses que corran contra la sociedad o contra cualquiera de los cónyuges sean soportadas por la sociedad conyugal. Así, por ejemplo, las rentas de arrendamiento que produce un in-mueble propio o social, ingresan al activo absoluto. Recíproca-mente, la renta de arrendamiento que se tiene que pagar debe soportarla la sociedad conyugal.

De acuerdo a esta norma, si uno de los cónyuges celebró de soltero un contrato de mutuo, y los pagos los hace durante la vigencia de la sociedad conyugal, los intereses serán de cargo de la sociedad conyugal. Y es justo, porque si a la inversa él hubiere prestado dinero a interés, y los pagos se los hicieran cuan-

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do va está casado en régimen de sociedad conyugal, tales inte-reses ingresarían al haber absoluto de la sociedad conyugal, de acuerdo al art. 1725 N° 2. 220. "DEUDAS Y OBLIGACIONES CONTRAÍDAS DURANTE EL MATRIMONIO POR EL MARIDO, O LA MUJER CON AUTORIZACIÓN DEL MARIDO, O DE LA JUSTICIA EN SUBSIDIO, Y QUE NO FUEREN PERSONALES DE AQUEL O DE ÉSTA (...)". Así lo consigna el art. 1 740 N' 2.

Como se puede observar, la norma distingue varias situaciones:

a) deuda contraída por el marido; b ) deuda contraída por la mujer con autorización del

marido , y e) deuda contraída por la mujer, con autorización judicial. Deberíamos agregar todavía: d) deuda contraída por la mujer con mandato del marido; e) deudas en que se obliguen conjunta, solidaria o subsidia-

riamente marido y mujer, y 1) deudas provenientes de compras al fiado que haya

realizado la mujer de bienes muebles destinados al consumo ordinario de la familia (art. 137, inc. 2°, C. Civil). 221. DEUDA CONTRAÍDA POR EL MARIDO. Sin duda, será ésta l a situación normal, desde que el marido es quien administra la sociedad conyugal. 222. DEUDA CONTRAÍDA POR LA MUJER CON AUTORIZACIÓN DEL MARIDO. Nos parece que esta situación, antes de la Ley Nº 18.802. debía relacionarse con el antiguo art. 146, pues allí se decía que "la mujer que procede con autorización del marido, obliga a l marido en sus bienes de la misma manera que si el acto fuera del marido...". Hoy, después de la modificación de la Ley Nº 18.802, no tiene sentido la norma a menos de entender que ella importa un mandato. En efecto, tal disposición debía ser interpretada en relación con el art. 146, que reglamentaba los efectos que producía el hecho de que la mujer contratara autorizada por su marido. pero el art. 4º de la Ley Nº 18.802 derogó el art. 146. Creemos que al redactarse la Ley Nº 18.802 no se reparó en esa circunstancia y por ello se mantuvo la frase "o la

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mujer con autorización del marido", en el numeral 2° del art. 1740. 223. DEUDA CONTRAÍDA POR IA MUJER CON AUTORIZACIÓN JU-DICIAL. Esta situación tenemos que vincularla con el art. 138 inc. 2°, según el cual cuando al marido le afectare un impedimento que no fuere de larga o indefinida duración, la mujer puede actuar respecto de los bienes del marido, de la sociedad conyugal y de los suyos que administre el marido, con autorización del juez, con conocimiento de causa. En tal caso, dice el inc. 3º del art. 138, la mujer obliga al marido en sus bienes y en los sociales de la misma manera que si el acto fuere del marido:

obliga además sus bienes propios, hasta concurrencia del beneficio particular que reportare del acto. 224. DEUDAS CONTRAÍDAS POR LA MUJER CON MANDATO GENERAL O ESPECIAL DEL MARIDO. Esta situación está tratada en el art. 1751: "Toda deuda contraída por la mujer con mandato general o especial del marido, es, respecto de terceros, deuda del marido y por consiguiente de la sociedad..." (inc. 1º, 1ª parte). En esta parte el art. 1751 es perfectamente concordante con lo dispuesto en el art. 1448, según el cual "lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiere contratado él mismo".

Con la reforma de la Ley N° 18.802, se salvó una situación que no estaba reglamentada en la ley y que era el caso en que la mujer mandataria no actuara en representación del marido, sino a nombre propio, lo que es perfectamente posible atendido lo dispuesto en el art. 2151. De acuerdo a esta disposición, cuando el mandante contrata a su propio nombre, no obliga respecto de terceros al mandante. Con el objeto de mantener la concordancia entre esta norma y el art. 1751, que estamos estudiando, la Ley N° 18.802, al dar un nuevo texto al art. 1751, estableció un inc. 2° que dice: "Si la mujer mandataria contrata a su propio nombre, regirá lo dispuesto en el art. 2151º. De con-siguiente. en este caso, la deuda contraída por la mujer no integra el pasivo absoluto de la sociedad conyugal, puesto que no podrá hacerse efectiva en los bienes sociales. Dicha deuda, de

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA EFECTOS DEL MATRIMONIO

acuerdo al art. 137 inc. 1º, sólo podrá hacerse electiva en el patrimonio reservado de la mujer o en los bienes que administre de acuerdo al art. 166 6 167 del Código Civil. 225. DEUDAS CONTRAÍDAS CONJUNTA, SOLIDARIA O SUBSIDIARIA-MENTE POR EL MARIDO Y MUJER. Este caso esta tratado en el art. 1751 inciso final: "Los contratos celebrados por el marido y la mujer de consuno o en que la mujer se obligue solidaria o subsidiariamente con el marido, no valdrán contra los bienes propios de la mujer...", lo que significa que deberán cobrarse a la sociedad conyugal, salvo en cuanto se probare que el contrato cedió en utilidad personal de la mujer, como en el pago de deudas anteriores al matrimonio (art. 1751, inciso final en relación con el art. 1750, inc. 2°). 226. DEUDAS PROVENIENTES DE COMPRAS AL FIADO, QUE HAGA LA MUJER DE BIENES MUEBLES DESTINADOS AL CONSUMO ORDINARIO DE LA FAMILIA. Así lo establece el art. 137 inc. 2°, que es una disposición agregada por la Ley N° 18.802. Naturalmente para que nos encontremos frente a esta situación, que es claramente excepcional –la regla es que los contratos celebrados por la mujer no obligan los bienes sociales sino exclusivamente los bienes que la mujer administra en conformidad a los arts. 150, 166 y 167 (art. 137, inc. 1°)– tendrán que concurrir copulativamente los requisitos que la norma contempla:

1) compra al fiado; 2) de bienes muebles, y 3) que esos bienes estén destinados naturalmente al

consumo ordinario de la familia. 227. PAGO DE DEUDAS GENERADAS POR CONTRATOS ACCESORIOS. Esta situación está establecida en el art. 1740 Nº 2 inc. 2°: "La sociedad, por consiguiente, es obligada, con la misma limitación, al lasto de toda fianza, hipoteca o prenda constituida por el marido".

Pueden presentarse diversas situaciones: a) Que el marido haya garantizado con prenda, hipoteca o

fianza una obligación de la sociedad conyugal. En este caso, la sociedad está obligada al pago de esta deuda que también so-

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porta la sociedad conyugal. Lo accesorio sigue la suerte de lo principal.

b) Que el marido garantice con prenda. fianza o hipoteca una obligación ajena. Antes de la vigencia de la Ley N° 18.802, se discutía si cuando el marido constituía una garantía para cau-cionar una obligación ajena, y pagaba, la sociedad tenía o no derecho a recompensa en contra del marido. Con la modificación que esta ley introdujo al art. 1749. el problema ha queda-do solucionado, puesto que para que el marido pueda constituir esta garantía requiere de la autorización de la mujer, y si no la obtiene, sólo obliga sus bienes propios (art. 1749, inc. 5°). De manera que si la mujer da su autorización, es incuestionable que los pagos que por este concepto haga la sociedad conyugal, los hace sin derecho a recompensa.

c) Que el marido garantice con prenda, fianza o hipoteca una obligación personal de uno de los cónyuges. En este caso, y en virtud del principio de lo accesorio, la sociedad está obliga-da al pago, pero con derecho de recompensa. Es decir, se trata de una deuda que está en el pasivo relativo de la sociedad conyugal. 228. TODAS LAS CARGAS Y REPARACIONES USUFRUCTUARIAS DE LOS BIENES SOCIALES O DE CADA CÓNYUGE (ART. 1740, N° 4). La ley no ha indicado lo que entiende por cargas y reparaciones usufructuarias. Por ello, parece atendible aplicar en esta materia las normas que establece el Código Civil al tratar del derecho de usufructo. Allí en el art. 795 se dice que "corresponden al usufructuario todas las expensas ordinarias de conservación y cultivo". Y, en seguida, en el art. 796 se agrega que "serán de cargo del usufructuario las pensiones, cánones y en general las cargas periódicas con que de antemano haya sido gravada la cosa fructuaria y que durante el usufructo se devenguen..." (inc 1°); y que "corresponde asimismo al usufructuario el pago de los impuestos periódicos fiscales y municipales, que la graven durante el usufructo, en cualquier tiempo que se haya establecido" (inc. 2º). Estas reparaciones usufructuarias se contraponen a las obras o

reparaciones mayores, que en el decir del art. 798, son las que ocu-rren por una vez o a intervalos largos de tiempo, y que conciernen a la conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria.

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Tratemos de colocar algunos ej emplos . E l pago de contribuciones de bienes raíces es una carga usufructuaria. Por ello, la sociedad conyugal está obligada a su pago, sea que correspondan al bien propio de un cónyuge, sea que el bien sea social, sin derecho a recompensa. En cambio, si se trata de cambiar el techo de la casa, es una reparación mayor y por ello, si el bien es social, lo hace la sociedad conyugal sin cargo de recompensa (pasivo absoluto), pero si el bien es propio del cónyuge, lo debe hacer la sociedad conyugal, con derecho a recompensa (pasivo relativo, art. 1716).

Aparentemente se pudiera ver como una situación injusta el que sean de cargo de la sociedad conyugal las reparaciones usufructuarias de un bien propio de un cónyuge. Sin embargo, nada más equitativo, desde que esta norma viene a ser la contrapartida de la establecida en el art. 1725 Nº 2, según la cual, ingresan al activo absoluto de la sociedad conyugal "todos los frutos, réditos, pensiones, intereses y lucros de cualquier naturaleza, que provengan, sea de los bienes sociales, sea de los bienes propios de cada uno de los cónyuges...". 229. GASTOS DE MANTENIMIENTO DE LOS CÓNYUGES; DE MANTE-NIMIENTO, EDUCACIÓN Y ESTABLECIMIENTO DE LOS DESCENDIENTES COMUNES; Y DE TODA OTRA CARGA DE FAMILIA (ART. 1740, N° 5). Dentro de este rubro se contienen diversas situaciones:

a) Gastos de mantenimiento de los cónyuges; b) Gastos de mantenimiento, educación y establecimiento de

los descendientes comunes, y c) Gastos para atender toda otra carga de familia.

230. GASTOS DE MANTENIMIENTO DE LOS CÓNYUGES. Si las remuneraciones que obtienen los cónyuges ingresan al activo absoluto de la sociedad conyugal (art. 1725, N° 1), resulta absolutamente razonable que el mantenimiento de ellos sea también de cargo de la sociedad conyugal. 231. GASTOS DE MANTENIMIENTO, EDUCACIÓN Y ESTABLECIMIENTO DE LOS DESCENDIENTES COMUNES. El art. 1740, en esta parte, debe ser concordado con el art. 230 del Código Civil, en cuan-to dicha norma señala que "Los gastos de crianza, educación y

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establecimiento de los hijos, son de cargo de la sociedad conyugal. según las reglas que tratando de ella se dirán...".

En relación con los gastos de crianza o gastos de mantenimiento –que de las dos maneras pueden llamarse –, comprenden la alimentación, habitación, vestido, atención de salud, etc. (Alessandri, ob. cit., N° 458). Son de cargo de la sociedad conyugal, puesto que, según el art. 224, toca de consuno a los padres... "el cuidado personal de la crianza y educación de sus hijos".

Respecto a los gastos de educación, comprenden los que de-mande la enseñanza básica, media, profesional o universitaria. El art. 1744 distingue entre expensas ordinarias o extraordinarias de educación de un descendiente común. Los gastos ordinarios son de cargo de la sociedad conyugal, aunque el hijo tuviere bienes propios (arts. 231, 1740, Nºs 5 y 1744). Sólo se podrían sacar de los bienes propios del hijo en caso necesario, o sea, cuando los bienes sociales no fueren suficientes.

Los gastos extraordinarios de educación, en cambio, deberán pagarse con los bienes propios del hijo, si los tuviere, y sólo en cuanto le hubieren sido efectivamente útiles. Serán de cargo de la sociedad conyugal, en caso contrario (art. 1744, inciso final). Para terminar con este punto, agreguemos que se han es-timado como gastos ordinarios de educación "los que demande la educación normal y corriente del hijo, atendida la posición social de los padres, como el pago de los colegios y de la universidad o instituto industrial o comercial en que se eduque, de los libros y uniformes que necesite, de los profesores que le den lecciones en su hogar" (Alessandri, ob. cit., N° 464); y como extraordinarios "los que salgan de ese límite, como el envío a estudiar al extranjero" (Alessandri, ob. cit., Nº 164).

Conviene agregar que "las expensas ordinarias y extraordinarias de educación de un descendiente común, y las que se hicieren para establecerle y casarle, se imputarán a los gananciales, siempre que no constare de un modo auténtico que el marido, o la mujer o ambos de consuno, han querido que se sacasen estas expensas de sus bienes propios" (art. 1744, inc. 1º. Agrega la norma que "aun cuando inmediatamente se saquen ellas de los bienes propios de cualquiera de los cónyuges, se entenderá que se hacen a cargo de la sociedad, a menos de declaración contraria".

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En relación con los gastos de establecimiento de los descendientes comunes, cabe señalar que tienen este carácter "los necesarios para dar al hijo un estado o colocación estable que le permita satisfacer sus propias necesidades, como los que demanden el matrimonio o profesión religiosa, su ingreso a un servicio público o particular, la instalación de su oficina o taller, etc." (Alessandri, ob. cit., N° 462). Estos gastos van a ser de cargo de la sociedad conyugal, cuando el hijo careciere de bienes propios (art. 231) y cuando, además, no constare de un modo auténtico que marido, mujer o ambos de consuno han querido que se sacasen de sus bienes propios (art. 1744, inc. 1°). 232. GASTOS PARA ATENDER OTRAS CARGAS DE FAMILIA. El art. 1740 en el inc. 2° de su numeral 5° prescribe que "se mirarán como carga de familia los alimentos que uno de los cónyuges esté por ley obligado a dar a sus descendientes o ascendientes, aunque no lo sean de ambos cónyuges; pero podrá el juez moderar este gasto si le pareciere excesivo, imputando el exceso al haber del cónyuge". De manera que, según esta norma, los alimentos legales que un cónyuge debe pagar a los hijos de un matrimonio anterior, o a sus padres o a un hijo tenido fuera del matrimonio son de cargo de la sociedad conyugal, sin derecho a recompensa, salvo que sean excesivos. En este último caso, si los paga la sociedad conyugal, será con derecho a recompensa por el ex-ceso. 233. PAGO QUE, EN CONFORMIDAD A LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES, DEBE HACERSE A LA MUJER PARA QUE PUEDA DISPONER A SU ARBITRIO (ART. 1740, INCISO FINAL). De acuerdo al art. 1720 inc. 2°, en las capitulaciones matrimoniales "se podrá estipular que la mujer dispondrá libremente de una determinada suma de dinero, o de una determinada pensión periódica, y este pacto surtirá los efectos que señala el art. 167".

Ahora bien, en este caso, estas sumas de dinero que se entregan a la mujer, de una vez o periódicamente, serán de cargo de la sociedad (pasivo absoluto), a menos de haberse convenido en las mismas capitulaciones que serían de cargo del marido (art. 1740, Nº 5, inciso final).

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234. PASIVO RELATIVO O APARENTE O PROVISORIO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Este pasivo lo componen aquellas deudas que la sociedad está obligada a pagar, pero que le otorgan un dere-cho de recompensa en contra del cónyuge respectivo. Dicho de otra forma, lo integran aquellas deudas que la sociedad paga, pero que en definitiva no soporta. O todavía podría agregarse que se trata de deudas sociales desde el punto de vista de la obligación a las deudas, pero personales desde el punto de vista de la contribución a las deudas.

Este pasivo está integrado por las deudas personales de los cónyuges. Así lo dice el art. 1740 N° 3. "La sociedad es obligada al pago: " De las deudas personales de cada uno de los cónyuges, quedando el deudor obligado a compensar a la sociedad lo que ésta in-vierta en ello". Subrayo la última parte, porque ella demuestra que tales deudas integran el pasivo relativo. Confirma la misma idea el N° 2 del mismo artículo, en cuanto dice que la sociedad es obligada al pago: "de las deudas y obligaciones contraídas durante el matrimonio por el marido, o la mujer con autorización del marido o de la justicia en subsidio, y que no fueren personales de aquél o de ésta, como serían, etc., y el inc. 2º del mismo Nº 2 "con la misma limitación”.

El problema consiste en determinar cuáles son las deudas personales de un cónyuge. No hay una definición exacta, peto la ley ya indicando casos. Veamos algunos ejemplos:

1) Deudas anteriores al matrimonio. En ese sentido Gaceta de los Tribunales, 1873, sentencia 1608, p. 709.

2) Deudas contraídas durante el matrimonio que ceden en beneficio exclusivo de uno de los cónyuges. Ej. las que se hacen para establecer a los hijos de un matrimonio anterior de uno de los cónyuges (art. 1740, N° 2). El mismo principio lo confirman otras disposiciones: art.. 137, inc. 2°: 138, inc. 3° y 138 bis, inc. 3º.

3) Deudas provenientes de multas o reparaciones pecuniarias a que fuere condenado uno de los cónyuges por un delito o cuasidelito (art. 1748).

4) Deudas hereditarias o testamentarias provenientes de una herencia adquirida por uno de los cónyuges (art. 1745, inciso final).

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

235. PRESUNCIÓN DE DEUDA SOCIAL. Algunos autores (Somarriva, Derecho de Familia, N° 245, p. 258) sostienen que del art. 1778 del Código Civil se desprende una presunción de ser sociales todas las deudas. Dice la norma: "El marido es responsable del total de las deudas de la sociedad; salvo su acción contra la mujer para el reintegro de la mitad de estas deudas, según el artículo precedente". 236. DE LAS RECOMPENSAS. Durante la vida de la sociedad conyugal se producen diferentes situaciones que van generando créditos o recompensas sea de uno de los cónyuges en favor de la sociedad conyugal, sea de la sociedad conyugal en favor de uno de los cónyuges, sea, por último, de un cónyuge en favor del otro. Así ocurre, por ejemplo, cuando el cónyuge al casarse tiene especies muebles o dineros. Estos ingresan al activo relativo de la sociedad conyugal, lo que significa que le otorgan un crédito en contra de la sociedad. Lo mismo acontece cuando el cónyuge adquiere durante la vigencia de la sociedad, dinero o especies muebles a título gratuito. Por otra parte, mientras subsiste la sociedad conyugal, se van pagando una serie de deudas personales de los cónyuges, que hace la sociedad, pero con derecho a recompensa, es decir, el cónyuge beneficiado tiene que reembolsar estos gastos cuando la sociedad termina.

Manuel Somarriva las define diciendo que "recompensa es el conjunto de créditos o indemnizaciones en dinero que se hacen valer al momento de liquidar la sociedad conyugal, a fin de que cada cónyuge aproveche los aumentos y soporte en definitiva las cargas que legalmente le corresponden” o, como el mismo dice, "son los créditos que el marido, mujer y sociedad pueden recla-marse recíprocamente" (Derecho de Familia N° 246, p. 259). 237. OBJETIVOS DE LAS RECOMPENSAS. Se ha dicho que las re-compensas tienen por objeto:

1º. Evitar todo enriquecimiento, a menudo involuntario, de un patrimonio a expensas del otro; nadie puede enriquecerse a costa ajena sin causa;

2°. Evitar que los cónyuges se hagan donaciones disimuladas en perjuicio de sus respectivos legitimarios y acreedores; los

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cónyuges sólo pueden hacerse donaciones revocables y la ley quiere que las hagan ostensiblemente para asegurarse que tienen ese carácter;

3º. Mantener la inmutabilidad del régimen matrimonial 1' el equilibrio entre los tres patrimonios. La composición de cada uno ha sido determinada por la ley o por las capitulaciones matrimoniales y no puede alterarse una vez celebrado el matrimonio; de ahí que cada vez que un valor sale de alguno de ellos, para ingresar a otro, debe ser reemplazado por uno equivalente;

4°. Proteger a la mujer contra los abusos del marido. Si las recompensas no existieren, sería fácil a éste, como administrador de la sociedad y de los bienes de la mujer, enriquecerse a su costa; "le bastaría utilizar los bienes sociales y de la mujer en su propio beneficio" (Arturo Alessandri R., ob. cit., N° 490, p. 336) .

En definitiva, el fundamento de esta institución está en evitar el enriquecimiento sin causa. 238. CLASIFICACIÓN DE LAS RECOMPENSAS. Pueden ser de tres clases:

a) Recompensas adeudadas por uno de los cónyuges a la sociedad conyugal;

b) Recompensa debida por la sociedad a uno de los cónyuges, y

c) Recompensas debidas entre cónyuges. 239. RECOMPENSA ADEUDADA POR UNO DE LOS CÓNYUGES A LA SOCIEDAD CONYUGAL. Uno de los cónyuges puede adeudar a la sociedad recompensas por diversas razones:

1) Porque la sociedad pagó una deuda personal suya (art. 1740, N° 3) ;

2) Porque durante la sociedad adquirió un bien raíz subrogándolo a valores o a otro inmueble propio, y el valor del bien adquirido es superior al que subrogó (art. 1 733, inc. 3º);

3) Porque durante la sociedad se hicieron mejoras no usu-fructuarias en un bien propio, que aumentó el valor de la cosa, como por ejemplo, en un sitio propio se construyó una casa. En este caso, el monto de la recompensa está regulado por el

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

art. 1746: "Se le debe asimismo recompensa por las expensas de toda clase que se hayan hecho en los bienes de cualquiera de los cónyuges, en cuanto dichas expensas hayan aumentado el valor de los bienes; y en cuanto subsistiere este valor a la fecha de la disolución de la sociedad; a menos que este aumento del valor exceda al de las expensas, pues en tal caso se deberá sólo el importe de éstas";

4) Porque adquirió una herencia y la sociedad pagó las deu-das hereditarias o testamentarias (art. 1745);

5) Porque hizo una erogación gratuita y cuantiosa a favor de un tercero que no sea descendiente común (arts. 1735, 1742, 1747):

6) Porque la sociedad pagó una multa o indemnización ge-nerada por un delito o cuasidelito suyo (art. 1748);

7) Porque, con dolo o culpa grave, causó perjuicios a la sociedad (art. 1748);

8) Por los precios, saldos, costas judiciales y expensas de toda clase que se hicieron en la adquisición o cobro de los bienes, derechos o créditos que pertenezcan al cónyuge (art. 1745);

9) Porque disuelta la sociedad conyugal y antes de su liquidación, se adquirió un bien a título oneroso, caso en que se adeuda recompensa a la sociedad por el precio de adquisición del bien, a menos que se pruebe que fue adquirido con bienes pro-pios o provenientes de la sola actividad personal (art. 1739, inciso final) (este caso fue agregado por la Ley N° 18.802). 240 . RECOMPENSAS DEBIDAS POR LA SOCIEDAD CONYUGAL AL CÓN- YUGE. La sociedad conyugal puede adeudar recompensas al cónyuge, por distintos conceptos:

1) Por las especies muebles o dineros que éste aportó a la sociedad o que durante ella adquirió a título gratuito (art. 1725 NºS 3 y 4 ) ;

2) Porque durante la vigencia de la sociedad conyugal se enajeno mi bien propio de uno de los cónyuges, a menos que con esos dineros se haya adquirido otro bien que se subrogó al primero o se haya pagado una deuda personal del cónyuge. Así lo dice el art. 1741: "Vendida alguna cosa del marido o de la mujer, la sociedad deberá recompensa por el precio al cónyuge vendedor, salvo en cuando dicho precio se haya invertido en la subrogación de que habla el art. 1733, o en otro negocio perso-

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nal del cónyuge cuya era la cosa vendida; corno en el pago de sus deudas personales, o en el establecimiento de sus descendientes de un matrimonio anterior";

3) Porque durante la sociedad conyugal operó la subrogación de inmueble a inmueble o a valores, y el bien adquirido era de menor valor que el bien subrogado (art. 1733, incs. 3º, 4° y 5°);

4) Si las expensas ordinarias y extraordinarias de educación de un descendiente común o las necesarias para establecerle o casarle se sacaren de los bienes propios de un cónyuge sin que aparezca ánimo de éste de soportarlas (art. 1744, inc. 1°).

241. RECOMPENSAS DEBIDAS POR LOS CÓNYUGES ENTRE SÍ. Un cónyuge va a deber recompensas al otro cuando se ha beneficiado indebidamente a su costa; o cuando con dolo o culpa le ha causado perjuicios. Hay varios ejemplos:

1) Cuando con bienes de un cónyuge se paga una deuda personal del otro;

2) Cuando con bienes propios del cónyuge, se hicieren re-paraciones o mejoras en un bien del otro;

3) Cuando un cónyuge, con dolo o culpa grave, causare daños a los bienes del otro, por ejemplo, lo incendiare (art. 1771).

242. PRUEBA DE LAS RECOMPENSAS. El que alega una recompensa deberá probar los hechos en que la funda (art. 1698). Para ello podrá valerse de todos los medios probatorios que establece la ley, con excepción de la confesión, puesto que el art. 1739 inc. 2º establece que: "Ni la declaración de uno de los cónyuges que afirme ser suya o debérsele una cosa, ni la confesión del otro, ni ambas juntas, se estimarán suficiente prueba, aunque se hagan bajo juramento". Sin embargo, la confesión produce una consecuencia, que indica el inc. 3º de la misma norma: "La confesión, no obstante, se mirará como una donación revocable, que, confirmada por la muerte del donante, se ejecutará en su parte de gananciales o en sus bienes propios, en lo que hubiere lugar".

243. RECOMPENSAS SE PAGAN EN DINERO Y EN VALOR REAJUSTADO. Siempre se entendió que las recompensas se pagaban en dinero, no obstante que no había ninguna norma que lo dijiera en forma expresa. Sin embargo, desde que entró en vigencia la Ley

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N° 18.802, la situación es diferente, por cuanto así lo estableció el art. 1734. También, y ya lo liemos dicho, esta nueva disposición sentó el principio de que las recompensas deben pagarse reajustadas, lo que sí constituyó una innovación de importancia, pues de no pagarse de esa manera, la institución pierde toda su eficacia, que era lo que había venido ocurriendo en Chile. Ya hemos tocado el punto al tratar el activo relativo de la sociedad conyugal. Consignemos, en todo caso, el texto de la norma: "Todas las recompensas se pagarán en dinero, de manera que la suma pagada tenga, en lo posible, el mismo valor adquisitivo que la suma invertida al originarse la recompensa". "El partidor aplicará esta norma de acuerdo a la equidad natural". Como se puede observar, otorga amplias facultades al partidor o liquidador de la sociedad conyugal, para poder establecer la reajustabilidad. 244. RECOMPENSAS NO SON DE ORDEN PÚBLICO. Las recompen- sas no son de orden público. De ello se sigue:

1) Que los cónyuges pueden renunciar a ellas. Sin embargo, es necesario formular algunas precisiones. La renuncia se puede hacer en las capitulaciones matrimoniales. De no hacer-se allí, no se podría, durante la vigencia de la sociedad conyugal, hacerla en términos generales, pues ello importaría alterar el régimen matrimonial. Pero sí se podría renunciar a una re-compensa determinada (Alessandri, ob. cit., Nº 492), y

2) Que se puede convenir otra forma de calcularlas o de pagarlas. Así, por ejemplo, el art. 1734 dice que se pagarán en dinero, pero nada obsta a que pueda aceptarse otra forma de pago, rigiendo en esta materia las reglas generales relativas a partición de bienes y dación en pago (Rozas, ob. cit., p. 45). 245. DE LA ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Para estudiar- la administración de la sociedad conyugal deben hacerse algunas distinciones:

I) Administración ordinaria; II) Administración extraordinaria.

La administración ordinaria puede referirse: a) a los bienes sociales, o b) a los bienes propios de la mujer.

Sigamos el mismo orden.

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246. ADMINISTRACIÓN ORDINARIA. La administración ordinaria de la sociedad conyugal, sea de los bienes sociales, sea de los bienes propios de la mujer, corresponde únicamente al marido. Así se establece en el art. 1749 del Código Civil y se reitera en los arts. 1752 .y 1754 inciso final. La primera de estas normas dice: "El marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal administra los bienes sociales y los de su mujer, sujeto, empero, a..." (inc. 1º 1ª parte). El art. 1752 agrega: "la mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales durante la sociedad, salvo en los casos del art. 145" (la referencia al art. 145, después de la Ley N º 19.335, debe entenderse hecha al art. 138). Y reitera la idea. en relación a los bienes propios de la mujer, el art. 1754 inciso final: "La mujer, por su parte, no podrá enajenar o gravar ni dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido, sino en los casos de los arts. 138 y 138 bis".

Es perfectamente claro que no obstante que la Ley Nº 18.802 otorgó plena capacidad a la mujer casada en régimen de sociedad conyugal, mantuvo la administración de los bienes sociales y de los bienes propios de la mujer, en el marido. En este aspecto —como ya lo hemos dicho— poco o nada varió la situación de la mujer con la Ley Nº 18.802.

247. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES SOCIALES. El Código trata la administración de los bienes sociales en el art. 1749, norma que en su 1ª parte, según acabamos de ver, sienta el principio de que el marido es el jefe de la sociedad conyugal y en tal carácter administra esos bienes.

En seguida, establece las limitaciones: "sujeto, empero, a las obligaciones y limitaciones que por el presente Título se le imponen y a las que haya contraído por las capitulaciones matrimoniales". Hay, pues, dos clases de limitaciones:

1) Las establecidas por los esposos en las capitulaciones matrimoniales, y

2) Las impuestas por el Título XXII del Libio IY del Código Civil. 248. LIMITACIONES A LA ADMINISTRACIÓN DEL MARIDO IMPUESTAS

EN LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES. Esta situación se da, por ejemplo, en el caso que los cónyuges, haciendo uso del de-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

recho que les confiere el art. 1720 irle. 2°, estipularen que la mujer dispondrá de una determinada suma de dinero, o de una determinada pensión periódica. Parece casi innecesario decir que estos acuerdos de los esposos no pueden tener una amplitud tan grande que se llegare por esta vía a privar al marido de la administración de los bienes sociales o propios de la mujer, pues si así ocurriere, tal pacto adolecería de objeto ilícito atendido lo dispuesto en el art. 1717 y por ello sería absolutamente nulo (art. 1682, en relación con el art. 1466 y con el art. 1717). 249. LIMITACIONES A LA ADMINISTRACIÓN DEL MARIDO IMPUES-TAS EN EL TÍTULO XXII DEL LIBRO IV. Sobre este particular, es importante distinguir tres etapas perfectamente diferenciadas:

a) Desde la dictación del Código Civil hasta la entrada en vigencia de la Ley N° 10.271, del 2 de abril de 1952, que comenzó a regir el 2 de junio del mismo año;

b) Desde la entrada en vigencia de la Ley N° 10.271 hasta que entró a regir la Ley N° 18.802, y

c) Desde la entrada en vigencia de la Ley N° 18.802 hasta ahora. 250. DESDE LA ENTRADA EN VIGENCIA DEL CÓDIGO HASTA EL 2 DE JUNIO DE 1952, la ley no imponía limitaciones al marido en cuanto a la administración de los bienes sociales. Los administraba como si fueren propios, sin necesidad de rendir cuenta. Sin embargo, y con el objeto de proteger a la mujer, se entendía —aplicando principios generales del derecho— que el marido respondía a la mujer de los perjuicios causados por su dolo o culpa grave (Alessandri, ob. cit., N° 550; Somarriva, Derecho de Familia. N° 252). Así lo había resuelto también la jurisprudencia (RDJ, t. 7, sec. 2ª, p. 25; t. 23, sec. 1ª, p. 175). Además, y aplicando el principio del enriquecimiento sin causa, cada vez que el marido obtenía un beneficio a costa de los bienes sociales, debía recompensa a la sociedad, situación que se sigue manteniendo después de las reformas de las Leyes Nºs 10.271 y 18.802. 251. CON LA ENTRADA EN VIGENCIA DE LA LEY N° 10.271, la situación cambió. Se introducen por primera vez una serie de li-

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mitaciones a la administración del marido. Estas limitaciones es-taban contempladas en el art. 1749 y eran las siguientes:

1) El marido no puede enajenar voluntariamente los bienes raíces sociales, sin autorización de la mu jer :

2) No puede gravar los bienes raíces sociales, sin autorización de la mujer, v

3) No puede dar en arriendo los bienes raíces sociales por más de 5 años si son urbanos o por más de 8 años si son rústicos, sin autorización de la mujer. 252. ÚLTIMA ETAPA. Finalmente. con la Ley Nº 18.802 se entra en la última etapa que se caracteriza por mantener las limitaciones establecidas en la Ley Nº 10.271, más otras que se agregan. Así viene a resultar que hoy día de acuerdo al art. 1749 el marido necesita de la autorización de la mujer para realizar los siguientes actos jurídicos:

1) Para enajenar voluntariamente bienes raíces sociales: 2) Para gravar voluntariamente bienes raíces sociales: 3) Para prometer enajenar o gravar bienes raíces sociales; 4) Para enajenar o gravar voluntariamente o prometer

enajenar o gravar los derechos hereditarios que correspondan a la mujer;

5) Para disponer por acto entre vivos a título gratuito de los bienes sociales;

6) Para dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales por más de 5 años si son urbanos o por más de 8 si son rústicos;

7) Para otorgar avales o constituirse en deudor solidario u otorgar cualquiera otra caución respecto de obligaciones contraídas por terceros.

En todos los casos recién señalados, la mujer debe prestar su autorización al marido, y si no la otorga se signen las sanciones que más adelante se dirán. 253. CARACTERÍSTICAS DE LA AUTORIZACIÓN DE LA MUJER. De acuerdo al art. 1749 inc. 7º del Código esta autorización

tiene las siguientes características: a) Debe ser específica; la) Es solemne:

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c) Se puede prestar personalmente o a través de mandatario; d) Puede suplirse por la autorización judicial, si la mujer la

negare sin justo motivo o estuviere impedida de prestarla, y e) Debe ser previa a la celebración del acto.

254. LA AUTORIZACIÓN DEBE SER ESPECÍFICA. El art. 1 749 inc. señala en su la parte: "La autorización de la mujer deberá ser específica...".

Esta exigencia la estableció la Ley Nº 18.802 y con ella se resolvió un problema que en un momento había preocupado a la doctrina. En efecto, cuando la Ley N 10.271 incorporó en nuestro ordenamiento vigente la idea de que el marido requería de la autorización de la mujer para poder realizar ciertos actos re-lativos a los bienes sociales, hubo dudas sobre si se podía otorgar una autorización general o si se requería de una autorización especial para cada caso. Así, para Arturo Alessandri (Reformas introducidas al Código Civil por la Ley N° 10.271, pp. 110 y 111) bastaba con la autorización general. En el mismo sentido, aunque estimaba que el asunto era discutible, don Manuel Somarriva, Derecho de Familia Nº 255, p. 272. En cambio, para Lorenzo de la Maza y Hernán Larraín la autorización debía ser específica (De la Maza y Larraín: Reformas introducidas al Código Civil por la Ley N° 10.271, pp. 286-287).

Con el texto que la Ley N° 18.802 dio al art. 1749, el problema anterior quedó definitivamente resuelto. La autorización de la mujer debe ser específica y entendemos por tal la que da la mujer para celebrar un acto jurídico determinado en condiciones también determinadas. Pablo Rodríguez expresa que específica significa que "debe referirse precisamente al acto de que se trata. Por consiguiente -agrega-, ella no puede ser genérica ni manifestarse la voluntad sin describir e individualizar el acto que se ejecutará" (Regímenes Patrimoniales, Editorial jurídica de Chile, Santiago, 1996, p. 113).

Sin embargo, la nueva redacción creó un problema. ¿Puede el marido constituir una hipoteca garantía general? o, dicho de otro modo, ¿cómo se concilia la exigencia de que la autorización debe ser específica, con la institución de la hipoteca garantía general, que se caracteriza porque se constituye la hipoteca para garantizar obligaciones de monto indeterminado, que se van con-

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trayendo a futuro? A nuestro juicio, sostener que como la ley exige autorización específica, no se puede constituir hipoteca garantía general, es confundir el contrato principal (mutuo, por ejemplo) con el contrato accesorio (hipoteca). La autorización de la mujer se requiere para constituir la hipoteca, y tiene que ser específica en ese sentido; no se necesita para contraer la obligación principal. De consiguiente, en nuestro concepto, la autorización es específica si la mujer la da para constituir una hipoteca garantía general, sobre un bien raíz social determinado. No lo sería si la mujer autoriza al marido para hipotecar, pero sin precisar el bien raíz sobre el que la hipoteca recae.

En el mismo sentido se pronuncia Fernando Rozas: "De la expresión `específica' no puede desprenderse que la Ley Nº 18.802 pretendió terminar con las cláusulas de garantía general, a pesar de lo discutibles que, en doctrina, nos parecen, pero que concerniente a algunas de ellas ha existido pronunciamiento favorable de la jurisprudencia. La ley no innova sobre el particular", y agrega: "Lo que se quiso evitar fue que la mujer, presionada por su marido, diera autorizaciones genéricas en que no se supiera hasta dónde se comprometía el patrimonio familiar. Por ejemplo, que el marido diera en hipoteca cualquier bien social para garantizar toda clase de obligaciones. Esta autorización sería genérica, no específica, y no cumpliría con lo que dispone el art. 1749, al respecto". "Por el contrario, una autorización en que se determine el bien que puede darse en hipoteca y en que se señala el deudor en favor de quien se dala, nos parece específica, aunque permita la cláusula garantía general" (ob. cit., p. 53).

La misma opinión tiene Pablo Rodríguez Grez ("El régimen patrimonial del matrimonio y el derecho sucesorio", Revista d Derecho, año 111, Nº 2, Facultad de Derecho Universidad Central, p. 63): "A mi juicio, la expresión `la autorización de la mujer deberá ser específica' significa que la caución debe ser autorizada por la mujer, sin que ella pueda genéricamente conferir autorización al marido para que constituya cauciones en favor de ter-ceros, ya sea en las capitulaciones matrimoniales o por acto posterior. Es evidente que esta autorización no se opone a la constitución de una garantía general para caucionar obligaciones presentes o futuras. Lo que la mujer autoriza es la caución

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEI. MATRIMONIO

y no las obligaciones específicas que ella cubre, cuando tiene la modalidad aludida...".

Una idea distinta sustenta Andrés Cunco Macchiavello: ("La hipoteca con cláusula de garantía general y las reglas de administración relativas a los inmuebles de la sociedad conyugal", p. 10, citado por Marcelo Forni: "Algunas consideraciones sobre la cláusula de garantía general hipotecaria", Seminario de Titulación, Universidad Diego Portales, p. 56). Cúneo afirma que "la interpretación literal, lógica y sistemática del nuevo texto del art. 1749 del Código Civil, lleva a concluir que la hipoteca con cláusula de garantía general en cuanto cauciona obligaciones indeterminadas no es compatible con la especificidad de la autorización y por lo tanto no puede pactarse válidamente sobre los bienes raíces sociales".

Sobre esta materia los bancos, para evitarse problemas, son muy cautelosos, como lo demuestra, por ejemplo, un informe jurídico emitido, por el Fiscal del Banco Hipotecario Internacional Financiero ( B H I F) , Sergio Baeza P.: "Con respecto a las referidas materias, esta Fiscalía estima que en el caso de hipotecas con cláusula de garantía general constituidas por el marido sobre bienes sociales o propios de la mujer, aun cuando garanticen sólo obligaciones del marido y/o de la mujer, deben contar con autorización específica de la mujer, la cual no tendría ese carác-ter si no se señalare en la misma hipoteca, al menos, el monto máximo global de obligaciones a que accederá la garantía". 2 5 5 . L A AU T OR IZ AC I Ó N E S S O LE M N E. Dice el art. 1749 inc. 7° que "la autorización de la mujer deberá ser específica y otorgada por escrito o por escritura pública si el acto exigiere esta solemnidad...". Expliquemos, en primer lugar, que con anterioridad a la Ley N° 18.802, la solemnidad era siempre escritura pública. Hoy puede ser por escrito o por escritura pública, según lo sea el acto para el cual se va a dar la autorización. Así, por ejemplo, Si se da la autorización para vender o hipotecar un bien raíz, debe darse por escritura pública; en cambio, si se requiere para celebrar un contrato de promesa sobre un bien raíz social o para dar en arriendo un bien raíz social, bastará con que se dé por escrito, porque ni la promesa ni el arriendo requieren de escritura pública.

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256. LA AUTORIZACIÓN PUEDE SER DADA PERSONALMENTE O A TRAVÉS DE MANDATARIO. El inc. 7° del art. 1 749 en su parte final así lo dice: "Podrá prestarse –la autorización– en todo caso por medio de mandato especial que conste por escrito o por escritura pública según el caso".

También en esta materia la Ley Nº 18.802 introdujo un cam-bio. Consiste en que antes el mandato, sin ninguna distinción, tenía que ser otorgado por escritura pública. Con la reforma, deberá constar por escrito o en escritura pública, según el caso, –así lo dice el art.. 1749–, lo que significa que si se otorga para una autorización de las que deben darse por escritura pública, el mandato también debe cumplir esa solemnidad; en cambio si se confiere para una autorización que debe darse por escrito, bastará con que el mandato se sujete sólo a esa solemnidad. En todo caso, el mandato, desde la reforma de la Ley N° 18.802, tiene que ser especial. Así lo exige hoy el art. 1 749.

Agreguemos que también se entiende dada la autorización cuando la mujer interviene "expresa y directamente de cualquier modo en el mismo (actor. Así lo dice el art. 1749, inc. 7º Hemos subrayado la expresión "de cualquier modo", porque fue agregada por la Ley Nº 18.802 y en esa forma quedó definitivamente aclarado que la mujer puede comparecer como parte o de otra manera en el acto (como testigo, por ejemplo). Con anterioridad se había prestado a dudas sobre lo que debía entenderse por intervención de la mujer. Así, por ejemplo, un fallo estableció que "el alcance de la expresión interviniendo expresa y directamente en el acto" que emplea el art. 1749 del Código Civil, significa que la mujer debe desempeñar un papel activo en el acto o contrato respectivo. Si se limita a presenciarlo, sin tomar parte en él, como un mero espectador; si tratándose, por ejemplo, de un inmueble social, no comparece en la escritura, aunque haya presenciado y aun aconsejado e instigado su otorgamiento para que el acto se realice en su propio beneficio, no hay autorización, no ha intervenido en la forma querida por el art.. 1749 del Código Civil. Lo mismo cabe decir si se limita a poner su firma al pie de la escritura de venta, hipoteca o arrendamiento otorga-da por el marido, pero sin comparecer en ella. Si el acto o con-trato consta por escrito, será menester que la mujer comparezca y suscriba el respectivo instrumento (RDJ, t. 59, sec. 1º, p. 72).

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257. LA AUTORIZACIÓN DE LA MUJER PUEDE SER SUPLIDA POR LA

JUSTICIA. El inciso final del art. 1749, que trata de esta materia, permite la autorización judicial en dos casos:

i. En caso de negativa de la mujer, y ii. Si la mujer está impedida para otorgarla, Veamos ambos

casos: 258. AUTORIZACIÓN JUDICIAL DADA POR NEGATIVA DE LA MUJER. Dice el art. 1749 inciso final primera parte: `"La autorización a que se refiere el presente artículo podrá ser suplida por el juez, previa audiencia a la que será citada la mujer, si ésta fa negare sin justo motivo". La ley no quiere que la mujer pueda oponer-se a la autorización sin razones valederas, por eso. si ella no quiere darla, deberá resolver el conflicto la justicia, ponderando hasta qué punto son justificadas sus razones.

Se ha fallado que "si la propiedad que se pretende enajenar sirve de casa habitación a la mujer casada –demandada por el marido para obtener que el juez supla la autorización de ella por negativa de ésta donde vive con sus hijos comunes, existe en la misma un negocio de peluquería que le produce una renta determinada y constituye tal inmueble el único bien raíz de propiedad de la sociedad conyugal, debe concluirse que la cónyuge se opone justificadamente a otorgar la autorización que se le solicita" (Corte de Valparaíso, 6 de junio de 1990, Gaceta Jurídica 120, p. 58. Posteriormente la Corte Suprema desechó el recurso de queja interpuesto en contra de esta sentencia, Gaceta jurídica 131, p. 30).

El Código ha previsto la autorización judicial en el caso de negativa de la mujer, porque quiere mantener el principio que quien administra es el marido. de tal suerte que si la mujer se opone tiene que ser por razones valederas. En caso contrario estaría haciendo un mal uso de esta facultad legal, habría un abuso del derecho. 259. AUTORIZACIÓN JUDICIAL DADA POR IMPEDIMENTO DE LA MUJER. El inciso final del art. 1749 señala: "Podrá asimismo ser suplida (la autorización de la mujer) por el juez en caso de algún impedimento de la mujer; como el de la menor edad, demencia, ausencia real o aparente u otro, y de l a demora se siguiere perjuicio".

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En este caso se exige que de la demora de la mujer se siga perjuicio. De manera que el marido tendrá que probar –lo que normalmente va a hacer con una información sumaria de testi-gos– que la mujer está impedida, y que de no hacerse la operación se seguirán perjuicios, puesto que el negocio de que se trata es necesario o conveniente para la sociedad. En este caso se procede sin citación de la mujer, por cuanto no está en situación de poder comparecer ante el tribunal justamente por el impedimento que le afecta. 260. LA AUTORIZACIÓN DEBE SER PREVIA. Don Arturo Alessandri sostiene que "la autorización de la mujer debe ser anterior al acto que el marido pretende celebrar o coetánea o simultánea con su celebración. Lo segundo ocurre cuando esa autorización resulta de la intervención expresa o directa de la mujer en él. En ningún caso puede ser posterior. No cabe autorizar la realización de un acto ya celebrado. La autorización de la mujer atorgada con posterioridad constituiría una ratificación..." ( Reformas introducidas al Código Civil por la Ley Nº 10.271, N° 94, p. 95).

Estudiemos en los números siguientes los actos respecto de los cuales la mujer debe dar su autorización al marido. 261. ENAJENACIÓN VOLUNTARIA DE BIENES RAÍCES SOCIALES. Dice el art. 1749 inc. 3º: "El marido no podrá enajenar o gravar voluntariamente..." los bienes raíces sociales. Sobre el particular, queremos hacer las siguientes precisiones:

a) Se refiere exclusivamente a la enajenación voluntaria, no a la forzada. Ello es lógico, pues, en caso contrario, los acreedores sociales no podrían hacer efectivos los créditos que tuvieren en contra de la sociedad o del marido. Se desvirtuaría su derecho de prenda general.

b) La limitación dice relación únicamente con los bienes raíce s sociales. Es decir, el marido puede con absoluta libertad enajenar los bienes muebles, cualquiera sea su valor, sin necesidad de la autorización de la mujer, por ejemplo, vender un camión o un avión. Nos encontramos aquí con otro ejemplo de la tendencia constante del Código de atribuir mayor importancia a los bienes inmuebles que a los muebles. Puede tratarse de una cosa corporal o incorporal. La ley no hace distinciones. Así, por ejem-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

plo, se requiere autorización de la mujer para enajenar una concesión minera, porque de acuerdo a la Ley Minera (Ley N° 18.097) y al Código de Minería dichas concesiones son dere-chos reales inmuebles (art. 2° de la Ley Minera; art. 2°, Código de Minería).

Si el marido es socio de una sociedad civil o comercial y esa sociedad es dueña de un bien raíz, no se requiere de la autorización de la mujer para que se pueda enajenar el bien, pues en tal caso el bien es de la sociedad civil o comercial de que se trate y no de la sociedad conyugal (con la entrada en vigencia de la Ley N° 19.335, que incorporó la institución de los bienes familiares, lo que se acaba de decir puede sufrir una excepción en el caso en que la sociedad sea dueña del inmueble que sea residencia principal de la familia y se declaren como bienes familiares los derechos del cónyuge en dicha sociedad. Ello en conformidad a lo que previenen los arts. 142 y 146 del Código Civil).

Para que rija la exigencia se tiene que tratar de bienes raíces sociales. De consiguiente, la limitación no opera tratándose de bienes raíces propios de cada cónyuge. Dicho esto sin perjuicio de que tratándose de bienes raíces propios de la mujer va. a ser necesario cumplir ciertas exigencias para su enajenación de acuerdo al art. 1754, que luego veremos.

c) Si bien el art. 1749 exige la autorización de la mujer para la enajenación y no hay tal mientras no se haga la respectiva tradición, hay que entender que la autorización deberá darse para la celebración del respectivo título traslaticio que antecede a la tradición. Así lo señala don Arturo Alessandri, Modificaciones introducidas al Código Civil por la Ley N° 10.271, N° 97, p. 97). Dice el profesor Alessandri: "La autorización de la mujer se requiere para el acto jurídico en virtud del cual se haga la tradición y no para ésta, es decir, para el contrato traslaticio de dominio, va que para que valga la tradición se requiere un título de esta especie (art. 675). La tradición no es sino la consecuencia necesaria de él, la forma de hacer el pago de la obligación contraída por el marido, y como todo contrato legalmente celebrado es ley para las partes contratantes, celebrado el contrato, el marido no po-dría eludir la tradición de la cosa sobre que versa. Es pues el contrato que tal efecto produce el que debe celebrarse con autorización de la mujer".

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262. RESCILIACIÓN DE LA COMPRA DE UN BIEN RAÍZ SOCIAL. En relación con la limitación que tiene el marido para enajenar bienes raíces sociales, debe apegarse que hay reiterada jurispru- dencia en el sentido de que también debe la mujer prestar su autorización para resciliar la compraventa de un bien raíz social; RDj, t. 84, sec. 1ª, p. 76, Gaceta Jurídica 118, p. 19; Gaceta jurídica 112, p. 22. Encontramos estos fallos ajustados a derecho, desde que el art. 1567 al tratar de la resciliación exige capacidad de disposición, y claramente no la tendría el marido si la mujer no lo autoriza. 263. GRAVAMEN VOLUNTARIO DE BIENES RAÍCES SOCIALES. El art. 1749 en su inc. 3º así lo establece: "El marido no podrá enajenar o gravar voluntariamente bienes raíces sociales...". La limitación, lo mismo que en el caso anterior, incide exclusivamente en los bienes raíces sociales. Con la redacción que la Ley N° 18.802 dio al art. 1749, quedó mejor en esta parte, pues antes no era claro si para que procediera la limitación el gravamen también tenía que ser voluntario.

De acuerdo a lo que se viene diciendo, si se impone una servidumbre legal a un predio social. no se requiere de la autorización de la mujer, porque no se trata de un gravamen voluntario. Lo mismo si se decreta un usufructo sobre un bien raíz social como forma de pagar una pensión alimenticia, de acuerdo al art. 11 de la Ley N° 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias. 264. PROMESA DE ENAJENACIÓN O GRAVAMEN DE UN BIEN RAÍZ SOCIAL. Esta limitación fue introducida por la Ley Nº 18.802. Y sin duda fue un acierto del legislador por cuanto con anterioridad había una gran discusión sobre si era necesario para la validez del contrato de promesa que la mujer tuviera que dar su autorización. Puede verse: Arturo Alessandri: Reformas introducidas al Código Civil por la Ley Nº 10.271, Nº 99, p. 98, para quien la mujer debía autorizar el contrato de promesa. En contra de esa tesis, De la Maza y Larraín, quienes con muy buenas razones llegaban a la conclusión de que tal promesa era válida (ob. cit., Nº 174, p. 284). Hubo muchísimos fallos de los tribunales,

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en ambos sentidos, como podrá comprobarse si se examina cl Repertorio del Código Civil, t. VI. 265. ENAJENACIÓN O GRAVAMEN VOLUNTARIO O PROMESA DE ENAJENACIÓN O DE GRAVAMEN SOBRE DERECHOS HEREDITARIOS DE LA MUJER. Dice el art. 1749 que "el marido no podrá enajenar o gravar voluntariamente ni prometer enajenar o gravar los bienes raíces sociales ni los derechos hereditarios de la mujer, sin autorización de ésta" (inc. 3º). Esta limitación fue introducida por la Ley Nº 18.802. En relación con ella, dice eh profesor Fernando Rozas que "en un provecto anterior esta limitación se imponía sólo si la herencia comprendía inmuebles". Y agrega que "en las actas de las sesiones conjuntas de las comisiones legislativas se dejó constancia de que la limitación se extendía a todos los derechos hereditarios de la mujer, aunque no comprendieran inmuebles" (ob. cit., p. 49).

En relación con esta norma, en otra oportunidad, criticamos su ubicación (véase "Modificaciones introducidas por la Ley Nº 18.802 a la capacidad de la mujer casada y al régimen matrimonial chileno". Revista Derecho Universidad de Concepción N° 184, p.25). Dijimos que no había razón para que estuviera en el art. 1749, por no tratarse de un bien social, sino propio de la mujer. Hoy día pensamos de manera distinta, puesto que los de-rechos hereditarios que pudieren corresponder a la mujer. al no ser derechos inmuebles, no constituyen un bien propio e ingresan por ello al activo relativo de la sociedad conyugal. 266. DISPOSICIÓN GRATUITA. POR ACTO ENTRE VIVOS, DE BIENES SOCIALES. El art. 1749 señala en su inc. 4º que "No podrá tampoco (el marido), sin dicha autorización (de la mujer), disponer entre vivos a título gratuito de los bienes sociales, salvo el

caso del art. 1735...", Es decir, el marido no puede hacer ninguna donación de bienes

sociales sin autorización de su mujer, salvo la excepción del art. 1735. Nótese que esta limitación, si bien parece tener un alcance general, relativa tanto a bienes muebles como inmuebles, tenemos que entenderla referida exclusivamente a los bienes muebles, puesto que si se tratare de inmuebles, la situación ya estaba contemplada en el i n c . 3

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267. ARRENDAMIENTO O CESIÓN DE TENENCIA DE BIENES RAÍCES SOCIALES POR MAs DE CINCO AÑOS SI SE TRATA DE PREDIOS URBANOS O MAS DE OCHO SI EL PREDIO ES RÚSTICO. Esta limitación está contemplada en el art. 1749 inc. 4°: "Ni dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales urbanos por más de cinco años, ni los rústicos por más de ocho, incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido".

En relación con este caso, hay que precisar: 1) Que se refiere a bienes inmuebles sociales. 2) Que la limitación rige para el arrendamiento o para

cualquier otro contrato que implique ceder la tenencia de esos bienes. Esto fue agregado por la Ley N° 18.802 y pensamos que comprende el contrato de comodato sobre un inmueble social.

3) Que con la modificación que la Ley N° 18.802 introdujo al art. 1749 en esta parte, queda definitivamente aclarado que deben computarse las prórrogas para el cálculo de los cinco u ocho años. De manera que si el contrato se celebra por cinco u ocho años o por plazos inferiores, no se puede prorrogar sin la autorización de la mujer. Este punto había motivado problemas, con anterioridad, en el caso de las prórrogas automáticas. Sobre este punto véase Arturo Alessandri R.: Reformas introducidas al Código Civil por la Ley N° 10.271, N° 132, pp. 110 y 111; y De la Maza y Larraín: Retomas introducidas al Código Civil por la Ley N°10.271, N° 176, pp. 286-287.

4) Como veremos en su oportunidad, la sanción a la falta de la autorización de la mujer no es la nulidad del contrato de arriendo, como hasta la entrada en vigencia de la Ley N° 18.802 acontecía, sino la inoponibilidad por el exceso de plazo a la mujer (art. 1757, inc. 1º). 268. CONSTITUCIÓN DE AVALES U OBLIGACIONES ACCESORIAS PARA GARANTIZAR OBLIGACIONES DE TERCEROS. Esta limitación la introdujo la Ley N° 18.802, y está contenida en los incs. 5° y 6° del art. 1749. Dicen estas normas: "Si el marido se constituye aval (debió haber dicho avalista), codeudor solidario, fiador u otorga cualquiera otra caución respecto de obligaciones contraídas por terceros, sólo obligará sus bienes propios" (inc. 5°). "En los casos a que se refiere el inciso anterior para obligar los bienes sociales necesitará la autorización de la mujer".

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Esta situación ha creado algunos problemas. Hay casos en que la celebración de un contrato genera, como efecto del mismo contrato, responsabilidad solidaria o subsidiaria. Así ocurre con la celebración de una sociedad colectiva mercantil (art. 370 del Código de Comercio). La pregunta que surge es la siguiente: ¿debe la mujer autorizar la celebración de este contrato? Situación parecida se presenta cuando se endosa una letra de cambio o un cheque, en que de acuerdo al art. 25 de la Ley N° 18.092 surge responsabilidad solidaria para el endosante. ¿Significa entonces que tales endosos debe también autorizarlos la mujer para que las obligaciones provenientes de ese acto se puedan hacer efectivas en los bienes sociales?

Pablo Rodríguez G. respondía afirmativamente, Decía: "El art. 1749 está redactado en términos amplísimos. El inc. 5° del mismo dice que si el marido otorga cualquier caución respecto de obligaciones contraídas por terceros, sólo obligará sus bienes propios. En consecuencia –agrega– si el marido endosa un documento y de ello se sigue responsabilidad solidaria, sólo obliga los bienes propios y' no los bienes de la sociedad conyugal' ("El régimen patrimonial en el matrimonio y el derecho sucesorio", Revista de Derecho, Universidad Central, julio-diciembre 1989). Hoy este distinguido profesor tiene una opinión diferente: "...esta regla no afecta aquellas situaciones en que la responsabilidad solidaria o subsidiaria del marido resulta de otro acto jurídico. f .n estos casos, la responsabilidad solidaria del marido `deriva' de un acto jurídico que no requiere de la autorización de la mujer para ejecutarlo..." (Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica de Chile, 1996, p. 116).

Pensamos que en ninguno de los ejemplos propuestos se re-quiere de la voluntad de la mujer. Ello porque aparte de entorpecer la administración de la sociedad conyugal. que la ley entrega al marido, no fluye de lo que establece el art. 1749 inc. 5º. Razonamos del modo siguiente: lo que reglamenta el art. 1 749 es el acto en que la voluntad del marido está enderezada a constituir el aval, la fianza o la obligación solidaria en favor de un tercero. Pero no se pueden aplicar esas reglas al caso en que no es la voluntad del marido la que genera la responsabilidad, sino la ley. En efecto, es la ley, en los dos casos que vimos, la que establece la responsabilidad solidaria. La voluntad

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del marido fue únicamente celebrar un contrato de sociedad comercial o de transferir mediante el endoso un documento mercantil.

En relación con el problema que se está tratando, Fernando Rozas arroja bastante luz: lo que se quiso fue –dice-- "que la familia no se viera privada de su patrimonio por los servicios a que son tan aficionados los chilenos". Por eso agrega "lo que se protege es el patrimonio familiar, es decir, el social, respecto del cual las mujeres son más conservadoras". Y termina con estas conclu-siones: "El marido puede celebrar libremente sociedades colectivas comerciales, a pesar de que en dichas sociedades los socios respondan solidariamente de las deudas sociales" (ob. cit., p.51).

Para terminar este punto, aclaremos que tratándose del endoso de documentos, pueden darse situaciones diferentes. Si el endoso es en prenda de obligaciones de terceros, se requiere que la mujer autorice para que se obliguen los bienes sociales. Pero si se trata de un endoso traslaticio de dominio, no se necesita de tal autorización, "aunque resulte obligado solidariamente a pagar al portador el valor de la letra o del pagaré, más los reajustes e intereses, en su caso. Su intención no fue obligarse solidariamente, sino transferir el dominio de la letra o del pagaré" (Rozas, ob. cit., p. 52). Termina Rozas señalando: "Pensamos que cuando el marido se constituye avalista de un tercero o da una letra o un pagaré en garantía de obligaciones de dicho tercero, incurre en la situación a que se refiere el inc. 5º del art. 1749, No pensamos lo mismo cuando el marido transfiere, mediante endoso, el dominio de la letra de cambio o del pagaré, en que la obligación solidaria puede ser el resultado del endoso traslaticio y no es querida directamente por el endosante" (ob. cit., p. 52). 269. SANCIÓN PARA EL CASO DE QUE SE OMITA IA AUTORIZACIÓN DE LA MUJER. Hemos visto que el art. 1749 requiere de la autorización de la mujer para que el marido pueda realizar una serie de actos o contratos. La sanción, cuando se omite tal autorización, es, por regla general, la nulidad relativa, según lo señala el art. 1 757: "Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los arts. 1749, 1754 y 1755, adolecerán de nulidad relativa...". Hacen excepción a esta regla las siguientes situaciones:

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1) Cuando la mujer no autoriza el contrato de arrendamiento (o aquel en que se cede la tenencia de un inmueble social) por más de cinco años si es urbano o por más de ocho si es rústico. La sanción es la inoponibilidad de esos contratos más allá de los plazos máximos señalados. Así lo dice el art. 1757, inc. 1º, 2a

parte: "En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los arts. 1759 y 1756". Esto fue establecido por la Ley Nº 18.802. Con anterioridad, se producía la nulidad relativa, lo que algunos criticaban (véase Manuel Somarriva, Derecho de Familia, Nº 257, pp. 274-275) .

2) Cuando el marido constituya cauciones para garantizar obligaciones de terceros. La sanción consiste en que sólo obliga sus bienes propios. No se obligan los bienes sociales (art. 1749, inc. 5º). Se ha resuelto que si se embarga un bien social por una caución otorgada por el marido sin la autorización de la mujer, la forma de reclamar de esta situación es pidiendo se excluya el bien del embargo de acuerdo a lo dispuesto en el art. 519, inc. 2º del Código de Procedimiento Civil. Corte Suprema, 11 de marzo de 2002 (causa rol 2859-01). En igual sentido, Corre de Concepción. 28 de agosto de 2002 (rol 9-2002). En otro fallo del 4 de marzo de 2003, la Corte Suprema resolvió que si no cuenta –el marido– con la autorización de la mujer; el acto jurídico es válido ante terceros, pero inoponible a la sociedad conyugal (Gaceta Jurídica 273, p. 44) . 270. TITULARES DE. LAS ACCIONES DE NULIDAD E INOPONIBILIDAD Y PLAZO PARA INTERPONERLAS. El art. 17)7, en su texto posterior a la Ley Nº 18.802, señala que "la nulidad o inoponibilidad (esto en el caso de los arriendos superiores a los plazos de cinco u ocho años) anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus h e r e deros o cesionarios" (inc. 2º) "el cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o sus herederos (inc. 3°). "En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato". Nos parece que el inc. 2º de esta disposición, en cuanto señala los titulares activos de la acción de nulidad relativa, no hace más que confirmar la norma del art. 1683. Seguramente

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lo que se quiso fue dejar en claro que no podían alegar la nulidad el marido, sus herederos o cesionarios. En cuanto al inc. 3°, el art. 1757 decía que "el cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde que cese la incapacidad de la mujer". La Ley N° 18.802 le dio una nueva redacción, para concordarla con el hecho de que la mujer casada ya no es relativamente incapaz. 271. SITUACIÓN QUE SE PRODUCE CUANDO LA MUJER AL CASARSE ES SOCIA DE UNA SOCIEDAD DE PERSONAS. Cuando una persona es socia, los derechos que tiene en la sociedad tienen naturaleza mueble. Por ello, al momento de casarse en régimen de sociedad conyugal, dichos derechos, de acuerdo al art. 1 725 N° 4°, ingresan al activo relativo o aparente de la sociedad conyugal y, por ello, su administración va a corresponder al marido (art. 1749). Como esta situación puede no convenir a los terceros que se asocian con la mujer, la ley permite que al celebrarse la sociedad se pueda acor-

dar que si ésta se casa, la sociedad se extinga. Tal pacto constituye la forma corno los terceros pueden protegerse de la injerencia de un tercero –el marido– en los negocios sociales. Pero si nada han convenido, rige la norma del art. 1749 inc. 2°: "Corno administrador de la sociedad conyugal, el marido ejercerá los derechos de la mujer que siendo socia de una sociedad civil o comercial se casare, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 150".

Nótese que el marido va a pasar a administrar los derechos de que se vienen tratando, pero no en calidad de representante legal de su mujer, pues tal representación desapareció con la Ley N° 18.802, sino en su condición de administrador de la sociedad conyugal. Por eso, esta norma que introdujo la Ley N° 18.802 vino a reemplazar al inciso final del art. 2106, que establecía que "el marido como administrador de la sociedad conyugal, representará de la misma manera a la mujer que siendo socia se casare".

Si la mujer, de acuerdo al contrato social, es la administradora de la sociedad, ella continúa con tal administración aun-que contraiga matrimonio (Pablo Rodríguez G., Rev.,. cit., p. 65). Ello nos parece absolutamente lógico, pues en ese caso se deben aplicar las reglas del mandato y tal mandato no se extingue por el hecho del matrimonio, en virtud de la derogación que la Ley N° 18.802 hizo del Nº 8 del art. 2163 del Código Civil. La administración de la sociedad no es un derecho que le corres-

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ponda a la mujer como socia, e incluso podría tenerlo sin ser socia (art. 385 del Código de Comercio).

El art. 1749 inc. 2º señala que el marido como administrador de la sociedad conyugal ejercerá los derechos de la mujer que siendo socia de una sociedad civil o comercial se casare, sin perjuicio de lo dispuesto en. el art. 150. Nos cuesta imaginarnos en qué caso puede operar el art. 150, puesto que es requisito para que exista patrimonio reservado el que la mujer tenga durante el matrimonio una actividad separada de su marido que le produzca ingresos. Y en la situación que estamos estudiando la mujer ha-bía celebrado la sociedad de soltera, es decir, los ingresos con que lo h i z o no pudieron provenir de una actividad separada de su marido, porque era soltera. Fernando Rozas pone como un ejemplo de esta situación una sociedad de profesionales. Dice que en ese caso, "la mujer sigue ejerciendo los derechos sociales, sin solución de continuidad, en el ejercicio de su patrimonio reserva-do. Después de disuelta la sociedad conyugal se aplicarán a los derechos sociales las reglas que señala el art. 150" (ob. cit., p. 28). 272. SITUACIÓN QUE SE PRODUCE CUANDO LA MUJER DESPUÉS DE CASADA CELEBRA UN CONTRATO DE SOCIEDAD. Se trata de un asunto distinto al que reglamenta el art. 1749, inc. 2°, pero que nos parece oportuno tratarlo en este momento por referirse también al caso de la mujer socia.

Durante el matrimonio la mujer puede celebrar un contrato de sociedad, pudiendo presentarse diversas hipótesis:

a) Que tenga un patrimonio reservado, y actuando dentro de él, celebre un contrato de sociedad. Este caso no presenta mayores problemas, porque queda regido íntegramente por el art. 150.

h) Que no tenga patrimonio reservado y celebre un contrato de sociedad. La mujer, por ser plenamente capaz, puede hacerlo. Debe entenderse que los arts. 349 del Código de Comercio y 4°, inc. 3° de la Ley sobre Sociedades de Responsabilidad, que exigían autorización del marido, han quedado derogados de acuerdo con el art. 2º de la Ley N° 18.802.

Sin embargo, al no tener bienes bajo su administración (por-que sus bienes los administra el marido), no va a poder cumplir con la obligación de hacer los aportes convenidos, a menos que

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D ERE CH O D E FAMILI A

el marido consienta. Si así ocurre, no vemos problemas, pero sí los yernos en el caso de que el marido no acepte. En tal supuesto, nos parece, opera el art. 2101, según el cual "si cualquiera de los socios falta por su hecho o culpa a su promesa de poner en común las cosas o la industria a que se ha obligado en el contrato los otros tendrán derecho para dar la sociedad por disuelta

c) Si la mujer tiene alguno de los patrimonios especiales establecidos en los arts. 166 ó 167, puede celebrar el contrato de sociedad, obligando únicamente los bienes de tales patrimonios (art. 137, inc. 1°). Tampoco vemos problemas si la mujer casada celebra el contrato (le sociedad y se obliga a aportar únicamente su trabajo personal. La sociedad es válida y ella está en condiciones de poder cumplir con su obligación de aportar' lo convenido.

Fernando Rozas dice que si "la mujer se obliga a aportar un bien propio de aquellos que administra el marido, hay que distinguir si lo hace con consentimiento del marido o sin él". "Si lo hace con consentimiento del marido, creemos que en la proporción del valor de ese aporte, el marido es socio" (ob. cit., p. 59). No nos parece que sea así. No puede ser socio el mirando. porque los terceros no celebraron con él el contrato de sociedad. Y en seguida el bien que se aporta tampoco es del marido, sino de la mujer. No vemos, entonces, en qué podría fundarse esta afirmación de que el marido pasaría a ser socio. 273. SITUACIONES EXCEPCIONALES EN QUE LA MUJER

PARTICIPA EN LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES SOCIALES Y LOS OBLIGA. Hay algunas situaciones en que, por excepción, la mujer participa en la administración de bienes sociales y los obliga. Veamos estos casos en los números siguientes. 274. LAS COMPRAS QUE LA MUJER HAGA AL FIADO DE OBJETOS MUEBLES NATURALMENTE DESTINADOS AL CONSUMO ORDINARIO DE

LA FAMILIA, OBLIGAN LOS BIENES SOCIALES (ART. 1 3 7 , INC. 2°) Por esta vía la mujer está interviniendo en la administración de los bienes sociales, y los está comprometiendo.

275. CASO DE LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL (ART. 1 3 8 , INC. 1º). Esta situación la estudiaremos más adelante.

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276. CASO DE IMPEDIMENTO DEL MARIDO, QUE NO SEA DE LARGA O INDEFINIDA DURACION (PORQUE SI FUERE DE LARGA O INDEFINIDA DURACIÓN ENTRAN A JUGAR LAS REGLAS DE LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA) Y DE LA DEMORA SE SIGUIERE PERJUICIO. La mujer puede intervenir con autorización judicial que deberá darse con conocimiento de causa (art. 138 inc. 2º).

277. CASO DE LA MUJER QUE ACTÚA CON MANDATO GENERAL O ESPECIAL DEL MARIDO. La mujer mandataria puede hacerlo en representación del marido o a nombre propio. Si lo hace en representación del marido, está obligando únicamente los bienes sociales y del marido (lo que no hace más que confirmar la regla del art. 1448). Sólo obligará sus propios bienes si se probare que el acto cedió en su utilidad personal (arts. 1750, 1751, inc. 1º).

Si la mujer mandataria contrata a su propio nombre, regirá lo dispuesto en el art. 2151. Así lo establece el art. 1751 inc. 2º. Ello significa que sólo obliga sus bienes propios .

278. OTR O CASO EN QUE LA MUJER PODRÍA INTERVENIR EN LA AD-MINISTRACIÓN DE BIENES SOCIALES. Finalmente, nos parece que con la modificación que la Ley Nº 18.802 introdujo al art. 1739 estableció otra posibilidad de que la mujer pueda intervenir en la administración de los bienes sociales. La Ley Nº 18.802 reemplazó el art. 1739. Nos importan, para lo que queremos explicar, los incs. 4º y 5º. Dice el primero: "Tratándose de bienes muebles, los terceros que contraten a título oneroso con cualquiera de los cónyuges quedarán a cubierto de toda reclamación que éstos –los cónyuges– pudieran intentar fundada en que el bien es social o del otro cónyuge, siempre que el cónyuge con-tratante haya hecho al tercero de buena fe la entrega o tradición del bien respectivo". Pongamos un ejemplo para entender la situación: un tercero compra a una mujer casada un refrigerador, un piano o un televisor, y se le hace la correspondiente tradición. Esos bienes son sociales y por ende la mujer no podría disponer de ellos. Por la misma razón, tales ventas son inoponibles a la sociedad conyugal, y el marido podría reivindicarlos. Sin embargo, el código, con el claro propósito de proteger a los terceros de buena fe que contrataron con la mujer, establece que

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"quedarán a cubierto de toda reclamación que éstos pudieren intentar fundada en que el bien es social". En el fondo, con esta frase "quedarán a cubierto de toda reclamación” presume de derecho que el bien era de la mujer y que por lo mismo podía venderlo. Para que opere esta situación tan excepcional, se deben cumplir los siguientes requisitos que indica la norma:

1) Que se trate de bienes muebles; 2) Que el tercero esté de buena fe, esto es, que no sepa que

el bien es social; 3) Que se haya efectuado la tradición del bien (justamente

este requisito es el que justifica la buena fe del tercero), y 4) Que no se trate de bienes sujetos a régimen de

inscripción, pues sí así fuere y el bien está inscrito a nombre del marido, desaparece la presunción de buena fe, desde que el tercero tenía la forma de saber que el bien no era de la mujer (art. 1739, inc. 5)). Contrario sensu, si el bien está inscrito a nombre de la mujer –situación muy corriente en el caso de los automóviles– ) la mujer lo vende, el tercero adquirente queda a cubierto de toda reclamación del marido.

De manera que si la mujer vende, como propios, un auto-móvil, o acciones de una sociedad anónima, o una nave o aeronave –todos bienes sujetos a régimen de inscripción–, tal venta es inoponible ala sociedad y el marido podría reivindicarlos, siempre que tales bienes se encontraren inscritos a nombre del marido. Si están inscritos a nombre de la mujer, no cabe la acción reivindicatoria del marido. 279. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES PROPIOS DE LA MUJER. Hemos dicho que dentro de la administración ordinaria de la sociedad conyugal, es necesario distinguir la administración de los bienes sociales y la administración de los bienes propios de la mujer. Ya hemos visto la administración de los bienes sociales. Pasemos entonces a estudiar la administración de los bienes propios de la mujer.

De acuerdo al art. 1 749 "el marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal administra los bienes sociales y los de su m mujer, sujeto, empero, a las obligaciones y limitaciones que por el presente Título se le imponen y a las que haya contraído por las capitulaciones matrimoniales" (inc. 1º). En seguida, al reglamen-

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tar en el art. 1754 la enajenación de los bienes propios de la mujer se señala que "La mujer, por su parte. no podrá enajenar o gravar ni dar en arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido, sino en los casos de los arts. 138 y 138 bis" (inciso final, cuyo texto actual fue dado por la Ley Nº 19.335). Estas dos normas dejan perfectamente perfilada la idea de que es el marido quien administra los bienes propios de la mujer sin que ella tenga más facultades que autorizar a su marido en ciertos casos.

280. SANCIÓN PARA EL CASO EN QUE LA MUJER CONTRAVINIERE LA NORMA DEL ART. 1754 INCISO FINAL. Hay controversia respecto de la sanción que se sigue en el caso de contravenirse por la mujer el inciso final del art. 1754. Así, para Fernando Rozas, es la nulidad absoluta, "ya que el inciso final del art. 1754 es una disposición prohibitiva. Si la enajenación la hace la mujer a través de una compraventa, ésta es nula por disponerlo así el art. 1810, que prohibe la compraventa de cosas cuya enajenación esté prohibida por la ley; y ése es el caso del inciso final del art. 1754º (ob. cit., p. 58).

Hernán Troncoso Larronde se pronuncia también por la nulidad absoluta. Afirma que no cabe aplicar a este caso la sanción contemplada en el art. 1757, pues esa norma sanciona con nulidad relativa "los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los arts. 1749, 1754 y 1755", y en el caso que nos ocupa, la sanción no proviene de haberse omitido alguno de los requisitos establecidos en dichas disposiciones, sino de haberse vulnerado lo señalado en el art. 1754 inciso final. Por otra parte, agrega, la infracción que sanciona cl art. 1757 se refiere al caso en que el marido enajene sin autorización de la mujer, no al caso contrario.

Pablo Rodríguez G. sostiene que "para determinar qué tipo de nulidad corresponde aplicar en caso de que la mujer enajene, grave, dé en arrendamiento o ceda la tenencia de sus bienes pro-pios que administra el marido, debe precisarse, previamente, si el inciso final del art. 1754, en el día de hoy, es una norma prohibitiva o imperativa", y agrega que antes de la reforma de la Ley N° 19.335 dicha disposición era indudablemente una norma prohibitiva, pero con la modificación ha devenido en impe-

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rativa y, por ende, la nulidad absoluta ha sido sustituida por la nulidad relativa (Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica de Chile, 1996, p. 139).

La jurisprudencia ha optado por la nulidad absoluta: "la compraventa de derechos hereditarios que recaen en un inmueble perteneciente a la mujer casada en sociedad conyugal y hecha por ésta, sin la intervención del marido, adolece de nulidad absoluta. El inciso final del art. 1754 del C. Civil prohíbe a la mujer gravar, enajenar o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido y por lo mismo, tratándose de una ley prohibitiva, su infracción produce la nulidad absoluta del negocio que la contraviene, por mandato de los arts. 10, 1466 y 1682 del C. Civil. Esta sanción aparece más conforme con los principios generales de la clasificación de las leyes, pues el art. 1754 inciso final no permite a la mujer enajenar por sí sola sus bienes inmuebles bajo ningún pretexto" (Corte de Concepción, sentencia de 28 de septiembre de 1994, causa rol 14-94, fallo citado en Revista de Derecho de la Universidad de Concepción, N° 195, p. 155). La misma sentencia agregó que "la mujer que interviene en el contrato nulo por falta de concurrencia de su marido no puede menos que saber que es casada y por lo mismo está impedida de demandar la nulidad absoluta del negocio que celebró en estas condiciones".

El fallo tiene un comentario favorable de los profesores Ra-món Domínguez Benavente y Ramón Domínguez Aguila, quienes expresan que comparten la tesis de la nulidad absoluta, por varias razones:

a) La regla de la nulidad relativa del art. 1757 no cabe aplicarla, porque dicha norma sanciona con nulidad relativa la falta de cumplimiento de requisitos del art. 1754, pero el inciso final del art. 1754 no establece requisito alguno, "sino una enfática orden: la mujer no puede celebrar actos de enajenación, gravamen o arrendamiento de sus bienes raíces. Sólo puede hacerlo en la hipótesis del art. 145 (debe entenderse 138, con el cambio de numeración que introdujo la Ley N° 19.335);

b) El art. 1754 contiene requisitos para aquellos casos en que es el marido quien celebra el negocio y ese requisito consiste en contar con la voluntad de la mujer. Luego la nulidad relativa se produce cuando es el marido quien celebre el negocio sin

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el consentimiento de su mujer. Pero en el caso que nos preocupa el acto lo celebra la mujer;

c) Finalmente, la nulidad relativa del art. 1757 está establecida en interés de la mujer y no de su marido, "a diferencia de lo que ocurría bajo el imperio del antiguo art. 1684, que entendía conferida la acción de nulidad relativa, por incapacidad de la mujer casada en sociedad conyugal, al marido, a ella y a sus herederos y cesionarios. Pues bien —continúa el comentario de los profesores Domínguez— si ahora la nulidad relativa del art. 1757 se concede a la mujer, no es posible aplicarla para el caso en que sea ella quien enajene sus bienes sin intervención del marido, porque se daría el absurdo de que quien concurre en el vicio sería el titular de la acción...".

En la primera edición de este libro nos pronunciamos por la tesis de la nulidad relativa. Hoy creemos mejor fundada la idea de que la sanción es la nulidad absoluta. Ello, a pesar de que el inciso final del art. 1754 fue modificado por la Ley N° 19.335, haciendo menos estricta la prohibición.

Un último comentario sobre el inciso final del art. 1754. La norma prohíbe a la mujer realizar sólo ciertos actos en relación con sus bienes propios, ¿significa ello que estaría facultada para ejecutar otros actos? Tomasello señala que "el hecho de que el art. 1754 inciso final del C.C. aluda sólo a la enajenación, gravamen o arrendamiento y cesión de la tenencia de bienes que ad-ministra el marido, es decir, que están en el haber propio de la mujer, no significa en nuestro concepto que la mujer pueda realizar otros actos respecto de idénticos bienes..." (Leslie Tomasello Hart, Situación Jurídica de la Mujer Casada, Edeval, Valparaíso, 1989, p. 105). Estamos de acuerdo con esta opinión. 281. CONSTITUCIONALIDAD DE LA NORMA DEL INCISO FINAL DEL ART. 1754. Claudia Schmidt Hott afirma que esta disposición es inconstitucional, por contravenir la garantía de la igualdad ante la ley, garantizada por el art. 19 N° 2 de la Carta Fundamental, que prohíbe establecer diferencias arbitrarias. Además, agrega que la norma contraviene el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, art. 3°, Diario Oficial de 27 de mayo de 1989; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 26, Diario Oficial de 29 de abril de 1989; la Con-

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vención Americana sobre Derechos Humanos, denominada Pacto de San José de Costa Rica, art. 17 N° 4, Diario Oficial de 5 de enero de 1991; y especialmente la Convención sobre eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, art. 15, N° 2 (Nuevo régimen matrimonial. Ley N° 19.335 analizada y comentada", Edit. ConoSur, 1995, pp. 20-21).

Una opinión diferente encontramos en Pablo Rodríguez, quien expresa que "las limitaciones consagradas en la ley en re-lación a los bienes propios de la mujer, si bien tienen carácter legal, han sido voluntariamente aceptadas por la mujer al momento de contraer matrimonio y optar por el régimen de sociedad conyugal", y agrega más adelante, "el derecho legal de goce que la ley otorga al marido para hacer frente a las necesidades de la familia común, no permite considerar que las limitaciones que sufre la mujer en relación a sus bienes propios sean injustificadas, arbitrarias, caprichosas o indebidas". Y termina expresando que "los tratados internacionales no impiden que los esposos, al contraer matrimonio, puedan fijar el régimen patrimonial a que se someterán, ni que éste consagre diferencias que se justifican en consideración a los deberes y obligaciones que pesan sobre ellos..." (Regímenes Patrimoniales, Editorial jurídica de Chile, 1996, p. 126).

Sin entrar al fondo del problema, nos parece, en todo caso, necesario dejar constancia de que no participamos del argumento de Pablo Rodríguez que por el hecho de haber aceptado la mujer casarse en régimen de sociedad conyugal, desaparecería el supuesto vicio de inconstitucionalidad. Aceptar esta razón es desconocer el carácter de orden público que tiene la disposición de la Carta Fundamental.

282. FUNDAMENTO DE ESTA ADMINISTRACIÓN. La razón de esta

situación no es la incapacidad de la mujer, ya que ésta, desde la entrada en vigencia de la Ley N° 18.802, es plenamente capaz. El fundamento debemos buscarlo en el hecho de que los frutos de los bienes propios de la mujer ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal (art. 1725, N° 2°) y por ello son administrados por el marido. Cierto es, por poner un ejemplo, que la mujer es dueña de un departamento, pero también es verdad que las rentas del mismo departamento ingresan a la sociedad

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conyugal, por lo que a la sociedad no le es indiferente que ese bien pudiere ser enajenado o arrendado en condiciones poco convenientes para el interés social. 283. FACULTADES DEL MARIDO EN ESTA ADMINISTRACIÓN. Las facultades que tiene el marido en la administración de estos bie-nes son más limitadas que respecto de los bienes sociales. Ello se explica, pues aquí está administrando bienes ajenos.

Nos parece, además, que en este caso el marido responde hasta de la culpa leve. No hay ninguna norma que lo diga en forma expresa, pero ésa es la regla que, en cada caso, va sentan-do el legislador respecto de quien administra bienes ajenos. Así lo prueban diversas disposiciones del Código (arts. 256, inc. 1°; 391; 1299; 2129, relativos al padre de familia, tutor o curador, albacea y mandatario, respectivamente).

Tratándose de la administración de estos bienes, la mujer podría obligarlo a rendir cuenta de su administración. Así lo afirma Somarriva (Derecho de Familia, N° 261, p. 279) y nos parece razonable, aunque ninguna ley lo establezca, desde que consti-tuye un principio general de derecho que quien administra bienes ajenos quede obligado a rendir cuenta. 284. LIMITACIONES A LAS FACULTADES DEL MARIDO EN ESTA AD-MINISTRACIÓN. Las limitaciones a la administración del marido dicen relación con las siguientes actos:

1) Aceptación o repudiación de una herencia o legado. 2) Aceptación o repudiación de una donación. 3) Nombramiento de partidor en bienes en que tiene interés

la mujer. 4) Provocación de la partición en bienes en que tiene interés

la mujer. 5) Para enajenar los bienes muebles de la mujer que el

marido esté o pueda estar obligado a restituir en especie (art. 1755).

6) Para dar en arriendo o ceder la tenencia de bienes raíces más allá de cinco u ocho años, según se trate de predios urbanos o rústicos.

7) Para enajenar o gravar los bienes raíces de la mujer. Veamos estos casos en el mismo orden.

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285. ACEPTACIÓN O REPUDIACIÓN DE UNA HERENCIA O LEGADO DEFERIDO A LA MUJER. La Ley Nº 19.585 introdujo un inciso final al art. 1225, que contiene esta limitación: "El marido requerirá el consentimiento de la mujer casada bajo el régimen de sociedad conyugal para aceptar o repudiar una asignación deferida a ella. Esta autorización se sujetará a lo dispuesto en los dos últimos incisos del art. 1749".

286. SANCIÓN PARA EL CASO EN QUE EL MARIDO OMITA ESTA EXI-GENCIA. 1,a sanción es indudablemente la nulidad relativa de esa aceptación o repudiación, por tratarse de la omisión de un re-quisito establecido en favor de la mujer.

287. ACEPTACIÓN O REPUDIACIÓN DE UNA DONACIÓN HECHA A LA MUJER. Requiere también del consentimiento de ésta en atención a lo dispuesto en el art. 1411 inciso final: "Las reglas dadas sobre la validez de la aceptación y repudiación de herencias o legados se extienden a las donaciones".

288. NOMBRAMIENTO DE PARTIDOR EN BIENES EN QUE TIENE IN-TERÉS LA MUJER. Esta limitación está contemplada en el art. 1326 del Código Civil. Dice el inc. 10: "Si alguno de los coasignatarios no tuviere la libre disposición de sus bienes, el nombramiento de partidor que no haya sido hecho por el juez, deberá ser aprobado por éste". Y agrega en el inc. 2º: "Se exceptúa de esta disposición la mujer casada cuyos bienes administra el marido; bastará en tal caso el consentimiento de la mujer, o el de la ¡astuta en subsidio".

289. SANCIÓN A LA FALTA DE CONSENTIMIENTO DE LA MUJER. Si se incumple esta regla, hay nulidad relativa, por tratarse de la omisión de un requisito que dice relación con el estado o calidad de las partes.

290. ¿PUEDE LA MUJER PEDIR EL NOMBRAMIENTO DE PARTIDOR? De acuerdo a lo que se acaba de señalar, cuando es el marido quien pide el nombramiento de partidor en bienes de su mujer, debe hacerlo con el consentimiento de ésta. La pregunta que cabe formular es si la mujer puede por sí sola solicitar el nom-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

bramiento de partidor. A nuestro juicio, ello es perfectamente posible, dado que desde que entró en vigencia la Ley N° 18.802, es plenamente capaz para intentar acciones judiciales y es sabido que la solicitud de designación de partidor es la forma de hacer efectiva la acción de partición. 291. PARTICIÓN DE BIENES EN QUE TIENE INTERÉS LA MUJER. De

acuerdo al art. 1322, quienes administran bienes ajenos por disposición de la ley no podrán proceder a la partición de las herencias o de los bienes raíces en que tengan parte sus pupilos, sin autorización judicial (inc. 1°). El inc. 2° contempla la situación especial de la mujer casada: "Pero el marido no habrá menester esta autorización para provocar la partición de los bienes en que tenga parte su mujer: le bastará el consentimiento de su mujer, si ésta fuera mayor de edad y no estuviere imposibilitada de prestarlo, o el de la justicia en subsidio".

Deberá tenerse presente que esta limitación rige para "provocar" la partición. Por ello no opera si la partición se hace de común acuerdo, en conformidad al art. 1325, pues en tal caso el marido no está "provocando" la partición. Tampoco rige la limitación si la partición la pide otro comunero. 292. SANCIÓN A LA FALTA DE CONSENTIMIENTO DE LA MUJER. La

infracción al cumplimiento de esta exigencia produce nulidad relativa (art. 1682, inciso final en relación con el art. 1348). 293. LA MUJER PUEDE PEDIR POR SÍ SOLA LA PARTICIÓN DE LOS

BIENES EN QUE TENGA INTERÉS. Llegamos a esta conclusión en atención a las razones dadas en el párr. 279.

294. ENAJENACIÓN DE BIENES MUEBLES QUE EL MARIDO ESTÉ O

PUEDA ESTAR OBLIGADO A RESTITUIR EN ESPECIE. Esta limitación está contenida en el art. 1755: "Para enajenar o gravar otros bie-nes de la mujer que el marido esté o pueda estar obligado a restituir en especie, bastará el consentimiento de la mujer, que podrá ser suplido por el juez cuando la mujer estuviere imposibilitada de manifestar su voluntad".

Cuando la norma habla de "otros bienes", hay que entender-lo en relación con lo que se dice en el artículo anterior, que está

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en o a los bienes inmuebles. 1)e consiguiente, está claro estos "otros bienes" son muebles.

El art. 1755 se refiere a dos situaciones diferentes: a) Enajenación de bienes muebles que el marido esté

gado a restituir en especie, y b) Enajenación de bienes que el marido pueda estar

obligado a restituir en especie.

a) El marido está obligado a restituir en especie los bienes muebles de la mujer que fueron excluidos de la sociedad conyugal en conformidad al art. 1725 Nº 4 inc. 2º. Con anterioridad a la Nº 18.802, se decía que el marido también estaba obligado a restituir en especie los bienes muebles de uso personal necesario de la mujer, porque tales bienes estaban excluidos de la sociedad conyugal, por el inciso final del art. 1739. Sin embargo, la Nº 18.802 derogó ese inciso, por lo que tal rubro desapareció.

b) El marido puede estar obligado a restituir en especie aquellos bienes muebles que la mujer aporta en las capitulación matrimoniales al matrimonio, debidamente tasados para que marido se los restituya en especie o en valor a elección de mujer. Tal estipulación en las capitulaciones matrimoniales p rece perfectamente lícita, de acuerdo al art. 1717. 295. SANCIÓN A LA FALTA DE AUTORIZACIÓN DE LA MUJER. Si h mujer no prestare su consentimiento para la enajenación de es tos bienes, tal enajenación adolecería de nulidad relativa, según lo establece el art. 1757. Y podría ser alegada por la mujer, sus herederos o cesionarios, en el plazo que esa misma disposición contempla. 296. ARRENDAMIENTO O CESIÓN DE TENENCIA DE BIENES RAÍCES DE LA MUJER, POR MÁS DE CINCO U OCHO AÑOS, SEGÚN SE TRATE DE PREDIOS URBANOS O RÚSTICOS. Esta situación está tratada en el art. 1756: "Sin autorización de la mujer, el marido no podrá dar en arriendo o ceder la tenencia de los predios rústicos de ella por más de ocho años, ni los urbanos por más de cinco, incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido".

Señalemos que con anterioridad a la Ley N° 18.802 sólo se regulaba el arrendamiento. La reforma agregó lo de "ceder la

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

tenencia". Podemos repetir aquí lo que dijimos al tratar el art. 1749, en orden a que un buen ejemplo de acto que ceda la tenencia es el contrato de comodato.

El inc. 2º del art. 1756 agrega que "es aplicable a este caso lo dispuesto en los incs. 7º y 8° del art. 1749". La referencia al inc. 7° significa que la autorización de la mujer debe ser específica y por escrito y que se entiende dada si interviene expresa y directamente, de cualquier modo, en el contrato. Quiere decir también que la mujer puede dar su autorización personalmente o por medio de mandatario especial cuyo mandato conste por escrito. Y la referencia al inc. 8° implica que en caso de impedimento o de imposibilidad de la mujer para prestar su autorización, opera la autorización judicial subsidiaria. Como dijimos en otra oportunidad, "algunos podrán formular a esta disposición la misma crítica que se hace al actual art. 1756 —nos referíamos al vigente antes de la reforma de la Ley Nº 18.802— en orden a que no resulta lógica la autorización supletoria de la justicia en el caso de negativa de la mujer, desde que, después de todo, se trata de bienes raíces de ella. Personalmente no comparto tal crítica, pues es cierto que se trata de bienes raíces de la mujer, pero de no arrendarse, el perjuicio es de la sociedad conyugal, ya que las rentas de arriendo ingresan al activo absoluto de esa sociedad conyugal" (art. 1725, Nº 2) (René Ramos Pazos, "Modificaciones introducidas por la Ley Nº 18.802 a la capacidad de la mujer casada y al régimen matrimonial chileno", Revista de Derecho (Universidad de Concepción, Nº 184, p. 26). 297. SANCIÓN A LA FALTA DE AUTORIZACIÓN DE LA MUJER. La sanción al incumplimiento de esta norma es la inoponibilidad para la mujer de los contratos de arrendamiento o de aquellos en que se cede la tenencia, por plazos superiores a cinco u ocho años. Así lo dice el art. 1757, inc. 1º, parte final. El inc. 2° agrega que la acción de inoponibilidad le corresponde a la mujer, herederos o cesionarios. 298. ENAJENACIÓN O GRAVAMEN DE BIENES RAÍCES PROPIOS DE LA MUJER. Esta situación está tratada en el art. 1754: "No se podrán enajenar ni gravar los bienes raíces de la mujer, sino con su voluntad" (inc. 1º.

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La disposición sufrió importantes modificaciones con la Nº 18.802. En efecto, antes se decía: "no se podrán enajenar o gravar los bienes raíces de la mujer que el marido esté o pueda estar obligado a restituir en especie, sino...". Había que distin- guir entre bienes raíces de la mujer que el marido estaba obli- gado a restituir en especie de aquellos otros que podía estar obligado a restituir en especie. Pertenecían al segundo grupo aquellos bienes raíces que, en conformidad al art. 1725 N° 6, mujer hubiere aportado en las capitulaciones matrimoniales debidamente tasados para que el marido se los restituyera a la disolución de la sociedad, en dinero o en especie, a elección de la mujer. Pero, como la Ley Nº 18.802 suprimió el N° 6 de art. 1725, fue necesario cambiar la redacción del inc. 1 ° de art. 1754, por la que ya hemos trascrito, que es mucho más simple: el marido no puede enajenar ni gravar bienes raíces de la mujer, sino con voluntad de la mujer.

Antes de la Ley N° 18.802, el art. 1754 era más exigente para la enajenación o gravamen de un bien raíz propio de la mujer. Se requería copulativamente:

a) Consentimiento de la mujer, y h) Autorización judicial, que debía darse con conocimiento

de causa y que sólo podía fundarse en la facultad concedida por la mujer al marido en las capitulaciones matrimoniales o en la necesidad o utilidad manifiesta de la mujer.

Esta doble exigencia quedó reducida exclusivamente a la primera: voluntad de la mujer.

El inc. 2° del art. 1754 establece que "La voluntad de la mujer deberá ser específica y otorgada por escritura pública, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el acto. Podrá prestarse, en todo caso, por medio de mandato es-pecial que conste de escritura pública".

No requiere la norma mayor comentario, puesto que casi es copia de la del art. 1749 ya estudiada. Deberá sí tenerse presente que, en este caso, el mandato deberá constar siempre por es-critura pública.

El inc. 3° del art. 1754 establece que "Podrá suplirse por el juez el consentimiento de la mujer cuando ésta se hallare imposibilitada de manifestar su voluntad". He destacado "imposi-bilitada" para indicar que si la mujer se opone, no cabe la

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

autorización judicial supletoria, porque la disposición no la con-templa. Y es lógico, porque después de todo se trata de un bien de la mujer. 299. AUTORIZACIÓN SUPLETORIA DE LA JUSTICIA PARA EL CASO QUE EL MARIDO SE OPONGA A LA ENAJENACIÓN DE UN BIEN PROPIO DE LA MUJER. La Ley Nº 19.335, al incorporar el art. 138 bis del Código Civil, vino a resolver un problema que había creado la Ley N° 18.802, que consistía en que si el marido se oponía a la voluntad de la mujer de enajenar o gravar un bien propio, ésta simplemente estaba impedida de hacerlo, pues no había la posibilidad de obtener una autorización judicial supletoria.

Decimos que era un problema que había creado la Ley N° 18.802, pues con anterioridad a su entrada en vigencia se había entendido que la mujer podía enajenar o gravar directamente sus bienes raíces, autorizada por su marido o, en el caso de impedimento o negativa de éste, por el juez en subsidio. No lo decía expresamente el art. 1754, pero se llegaba a esa conclusión aplicando la regla general contenida en el art. 137, que establecía, entre otras cosas, que la mujer no podía sin el consentimiento del marido enajenar sus bienes, y el art. 143, que prescribía que el consentimiento del marido podía ser suplido por el juez, en caso de imposibilidad o negativa. Pero la Ley Nº 18.802 generó el problema al sustituir totalmente lo dicho por el art. 137; eliminar el art. 143 y, además, establecer categóricamente en el art. 1754 que la mujer no podía enajenar, gravar ni dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido. De esa forma resultó que si el marido se oponía a la enajenación o gravamen de los bienes de la mujer, ésta simplemente quedaba en la imposibilidad de efectuarlos.

La Ley Nº 19.335, al agregar al Código Civil un nuevo artícu-lo, el 138 bis, dio solución al problema. En efecto, esta norma prescribe que "Si el marido se negare injustificadamente a ejecutar un acto o a celebrar un contrato respecto de un bien propio de la mujer, el juez podrá autorizada para actuar por sí misma previa audiencia a la que será citado el marido" (la Ley N° 19.968, sobre Tribunales de Familia, dio a esta norma este texto). De manera que si la mujer quiere enajenar o gravar un

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bien raíz propio, y el marido se opone, puede hoy día recurrir a la justicia, para que ésta lo autorice.

Al obrar la mujer autorizada por la justicia por negativa del marido, "sólo obligará sus bienes propios y los activos de sus patrimonios reservados o especiales de los arts. 150, 166 ó 167, mas, no obligará el haber social ni los bienes propios del marido, sino hasta la concurrencia del beneficio que la sociedad o el marido hubieren reportado del acto".

Si el marido está impedido para dar la autorización (impedimento que no sea de larga o indefinida duración, pues en caso contrario entran a operar las reglas de la administración extraordinaria), la mujer puede solicitar autorización al juez, que la dará con conocimiento de causa, si de la demora se siguiere perjuicio. En este caso, la mujer "obliga al marido en sus bienes y en los sociales de la misma manera que si el acto fuera del marido; y obliga además sus bienes propios, hasta concurrencia del beneficio particular que reportare del acto" (art. 138, incs. 2° y 3°).

300. E L MARIDO ES Q U I E N REALIZA LA ENAJENACIÓN. No obstante tratarse de bienes propios de la mujer, quien comparece enajenando o gravando es el marido en su condición de administrador de los bienes de su mujer. Esta última sólo presta su consentimiento en los términos que señala el art. 1754.

De acuerdo a lo que se acaba de decir, deberá dejarse clara-mente establecido que el marido comparece como administrador de los bienes de su mujer. Sería erróneo expresar que concurre en representación legal de su mujer, porque esa representación cesó con la Ley N° 18.802, ya que siendo la mujer plenamente capaz, no requiere de representante legal. Por ello, esa ley modificó el art. 43 eliminando al marido como representante legal de su mujer.

301. SANCIÓN A LA FALTA DE AUTORIZACIÓN DE LA MUJER. La enajenación o gravamen de los bienes raíces propios de la mujer, sin su consentimiento, trae consigo su nulidad relativa. Así lo establece el art. 1757, disposición que agrega que la acción de nulidad compete a la mujer, sus herederos o cesionarios; que el cuadrienio para impetrarla se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer

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o de sus herederos; y que, en ningún caso, se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o contrato. 302. CONSTITUCIONALIDAD DE LAS NORMAS SOBRE ADMINISTRACIÓN ORDINARIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Hay consenso en que el art. 1749 del Código Civil, que entrega al marido la administración de los bienes sociales y los bienes propios de su mujer, es contrario a la Constitución Política, pues vulnera la garantía de la igualdad ante la ley establecida en el art. 19 N° 2 del texto constitucional. Además no respeta diferentes tratados internacionales ratificados por Chile. Nos remitimos en este punto a lo dicho cuando tratamos el art. 1754 inciso final.

Sólo queremos agregar que una situación muy parecida se dio en Louisiana, Estados Unidos de América, donde se planteó la constitucionalidad de una disposición del Código de ese Estado que confería al marido facultades semejantes a las del art. 1749 del Código Civil chileno, resolviéndose que la norma era inconstitucional porque violaba la Cláusula de Igual Protección de la 14ª Enmienda (Kirchberg V. Feenestra). 303. ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. El art. 138 del Código Civil, en su inc. 1°, señala que "si por impedimento de larga o indefinida duración, como el de interdicción, el de prolongada ausencia, o desaparecimiento, se suspende la administración del marido, se observará lo dispuesto en el párr. 4° del Título De la Sociedad conyugal". Y el párr. 4° del Título de la Sociedad Conyugal trata "De la administración extraordinaria de la sociedad conyugal". Quiere decir entonces que la administración extraordinaria de la sociedad conyugal es la que procede en los casos en que por incapacidad o larga ausencia del marido éste no puede ejercerla.

Está tratada en el párr. 4° del Título XXII del Libro IV, arts. 1758 y ss., del Código. La primera de estas normas dice: "La mujer que en el caso de interdicción del marido, o por larga ausencia de éste sin comunicación con su familia, hubiere sido nombrada curadora del marido, o curadora de sus bienes, tendrá por el mismo hecho la administración de la sociedad conyugal".

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"Si por incapacidad o excusa de la mujer se encargaren estas curadurías a otra persona, dirigirá el curador la administración de la sociedad conyugal".

La administración extraordinaria ha sido definida como "La que ejerce la mujer como curadora del marido o de sus bien por incapacidad o ausencia de éste, o un tercero en el misma caso" (Arturo Alessandri, Tratado de las Capitulaciones Matrimoniales", Nº 708, p. 454).

Lo que tipifica la administración extraordinaria es que la ejer- za un curador del marido o de sus bienes, que puede o no se la mujer. Lo normal será que la curadora sea la mujer y por ello le corresponda la administración extraordinaria. 3 0 4 . CASOS EN QUE TIENE LUGAR LA ADMINISTRACIÓN EXTRAOR DINARIA. Tiene lugar cuando se le ha designado curador al marido, lo que puede ocurrir por alguna de las siguientes razones:

1) Por ser menor de 18 años; 2) Por haber sido declarado en interdicción por demencia,

prodigalidad o sordomudez (previo a ello tendrá que existir la resolución judicial que declare la interdicción), y

3) Por encontrarse ausente, en los términos del art. 473. 305. LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA NO REQUIERE DE DECRETO JUDICIAL QUE LA CONFIERA. Cumplidos los requisitos recién señalados, y discernida la curatela (el discernimiento supone que se ha rendido la fianza o caución y realizado el inventario solemne: art. 374), el curador asume la administración extraordinaria de pleno derecho, sin necesidad de declaración judicial. 306. CASOS EN QUE LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA LE CORRESPONDE A LA MUJER. Ello ocurre cuando ha sido designada curadora de su marido, situación que puede darse respecto del marido:

1) Demente (arts. 462, N° 1, 463 y 1758) ; 2) Sordo o sordomudo que no puede darse a entender

claramente (arts. 462, N° 1, 463 y 1758); 3) Menor de edad, desde que ninguna norma incapacita a la

mujer para ser curadora de su marido en este caso, y

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4) Ausente (art. 475, en relación con arts. 83, 462 N° 1, 463 y 1758). 307. CASOS EN QUE LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA CORRESPONDE A UN TERCERO. La administración extraordinaria va a corresponder a un tercero cuando sea designado curador del marido, lo que puede ocurrir en alguno de los siguientes supuestos:

1) En el caso de incapacidad o excusa de la mujer para servir ella el cargo de curadora de su marido (art. 1758, inc. 2°);

2) Cuando el marido está declarado en interdicción por disipación, pues ningún cónyuge puede ser curador del otro declarado disipador (art. 450). 308. DERECHO DE LA MUJER QUE NO QUISIERE ASUMIR LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA. Si la mujer no deseare o no pudiere asumir la administración extraordinaria de la sociedad conyugal, ella va a corresponder a un tercero: al curador que se designe al marido. La ley ha supuesto que ello puede incomodar a la mujer, desde que será este tercero, como administrador de la sociedad conyugal, el que administrará incluso los bienes propios de la mujer. Por ello, el art. 1762 la faculta para pedir en este caso la separación judicial de bienes.

Para hacer uso de este derecho, deberán reunirse los siguientes requisitos:

1) Que la mujer sea mayor de edad, pues en caso contrario no tendría sentido pedir la separación de bienes, desde que por ser menor necesitaría de todas formas de un curador para que le administre sus bienes, de acuerdo al art. 163. Así se desprende de los arts. 463 y 470.

2) El marido también tiene que ser mayor de edad, pues si es menor el art. 139 establece que necesita de un curador para la administración de la sociedad conyugal, y no hay ninguna disposición legal que le otorge a la mujer, en este caso, el derecho a pedir separación de bienes. Y como se trata de una excepción al derecho común, sólo puede ejercerse en virtud de ley expresa. Y no cabe aplicar a este caso la norma del art. 1762, "porque siendo consecuencia del art. 1758, no ha podido referirse sino a los que él contempla y éstos son la interdicción y ausencia del

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marido" (Arturo Alessandri, Tratado de las Capitulaciones Matrimoniales", Nº 718, p. 457. En el mismo sentido, Somarriva, Derecho de Familia, Nº 281, p. 297).

309. FACULTADES CON QUE SE EJERCE LA ADMINISTRACIÓN TRAORDINARIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Para estudiar las facultades con que se realiza la administración extraordinaria la sociedad conyugal, es necesario distinguir:

a) Si la administración la tiene un tercero, o b) Si la tiene la mujer.

310. ADMINISTRACIÓN POR UN TERCERO. Cuando la administra- ción extraordinaria la tiene un tercero, se trata simplemente un curador que está administrando bienes ajenos y por ello n la ejerce de acuerdo con este párr. 4° del Título XXII del Código Civil, sino en conformidad a las reglas propias de los tutores y curadores, establecidas en el Título XXI del Libro 1, arts. 39 al 427, y en los arts. 487 al 490 en el caso del marido ausente.

311. ADMINISTRACIÓN HECHA POR LA MUJER. Cuando la adminis- tración la tiene la mujer (no obstante que como hemos visto la va a tener por ser curadora del marido), no se aplican las reglas de la curaduría de bienes, sino las especiales contempladas en el Libro IV, Título XXII, párr. 4º, arts. 1759, 1760 y 1 761. De acuerdo a estas reglas, es necesario hacer una nueva distinción:

a) Administración de los bienes sociales, v b) Administración de los bienes propios del marido.

312. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES SOCIALES. La regla está con-tenida en el inc. 1° del art. 1759: "La mujer que tenga la administración de la sociedad, administrará con iguales facultades que el marido".

Las limitaciones que tiene la mujer en esta administración son las siguientes:

1) Para enajenar o gravar voluntariamente o prometer gravar o enajenar bienes raíces sociales, requiere de autorización judicial con conocimiento de causa (art. 1759, inc. 2°). Queremos llamar la atención a que con la reforma de la Ley Nº 18.802 se incorporó esta limitación que antes no existía. pues el texto anterior era el

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEI. MATRIMONIO

siguiente: "La mujer que tenga la administración de la sociedad, administrará con iguales facultades que el marido, y podrá además ejecutar por sí sola los actos para cuya legalidad es necesario al marido el consentimiento de la mujer..." (art. 1759, inc. 1°).

2) Para disponer entre vivos a título gratuito de los bienes sociales requiere de autorización judicial, dada con conocimiento de causa (art. 1759, inc. 3°). Nótese que la limitación se refiere a los "bienes sociales" en general, por lo que quedan comprendidos tanto los muebles como los inmuebles. No se re-quiere, sin embargo, de la autorización para hacer donaciones de poca monta, atendidas las fuerzas del haber social (art. 1759, inc. 3º, parte final, en relación con el art. 1735).

3) Para constituirse en aval, codeudora solidaria, fiadora u otorgar cualquier otra caución respecto de terceros, requiere también de autorización judicial con conocimiento de causa (art. 1759, inc. 6º).

4) Para dar en arriendo o ceder la tenencia de bienes raíces sociales, por más de cinco u ocho años según se trate de predios urbanos o rústicos. respectivamente, la mujer requiere de autorización judicial, con conocimiento de causa, previa información de utilidad (art. 1761). 313. SANCIÓN PARA EL CASO EN QUE LA MUJER REALICE ALGUNOS DE LOS ACTOS RECIÉN SEÑALADOS, PRESCINDIENDO DE LA AUTORIZACIÓN JUDICIAL. En los casos 1 y 2, la sanción es la nulidad relativa, correspondiendo la acción al marido, sus herederos o cesionarios y corriendo el cuadrienio para pedir la nulidad des-de que ocurrió el hecho que motivó la curaduría, no pudiendo demandarse la nulidad en ningún caso pasados diez años desde la celebración del acto o contrato (art. 1759, incs. 4° y 5°).

En el caso 3, la sanción es que la mujer que otorga esas cauciones en beneficio de terceros sólo obliga sus bienes propios y los que administra en conformidad a los arts. 150, 166 y 167. No obliga los bienes sociales (art. 1759, inc. 6º).

Finalmente, en el caso de contratos de arriendo o que impliquen la cesión de la tenencia de un bien inmueble por plazos superiores a los indicados, sin autorización judicial, la sanción es la inoponibilidad al marido o sus herederos de esos contratos más allá de los plazos indicados (art. 1761, inc. 1°, parte final).

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314. BIENES QUE OBLIGA LA MUJER ADMINISTRADORA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. El art. 1760 señala que "Todos los actos y contratos de la mujer administradora, que no le estuvieren vedados por el artículo precedente, se mirarán como actos y contratos del marido, y obligarán en consecuencia a la sociedad y al marido; salvo en cuanto apareciere o se probare que dichos acto o contratos se hicieron en negocio personal de la mujer". 315. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES PROPIOS DEL MARIDO. Res- pecto de la administración de los bienes propios del marido, la mujer los administrará de acuerdo a las reglas dadas para las curadurías. Así lo establece el art. 1759, inciso final. En esta materia la Ley Nº 18.802 introdujo un cambio fundamental, pues con anterioridad la mujer administraba los bienes propios del marido de acuerdo a lo que establecía el art. 1759, inc. 2º (del texto antiguo), lo que significaba que la mujer para enajenar o gravar bienes raíces del marido requería de autorización judicial con conocimiento de causa. La modificación es relevante, por cuanto hoy día la mujer para vender bienes raíces o bienes muebles preciosos del marido requiere de autorización judicial y además pública subasta (art. 1759 en relación con arts. 393 y 394 del Código Civil). 316. LA MUJER DEBE RENDIR CUENTAS DE SU ADMINISTRACIÓN. La mujer, como administradora de la sociedad conyugal, debe rendir cuentas de su administración desde que está actuando en su carácter de curadora del marido o de los bienes de aquél. Por ello y de acuerdo al art. 415. debe, igual que cualquier otro tutor o curador, rendir cuenta. 317. TÉRMINO DE LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINARIA. De acuerdo al art. 1 763: "Cesando la causa de la administración extraordinaria de que hablan los artículos precedentes, recobrará el marido sus facultades administrativas, previo decreto judicial". 318. DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. La sociedad con-ruga( se disuelve por las causales contempladas en el art. 1764. Esta disposición contiene cinco numerandos, pero las causales son siete, pues en los números 3 y 5 se contienen dos. Las causales son taxativas; no pueden las partes establecer otras:

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1) Por la muerte natural de uno de los cónyuges; 2) Por el decreto que concede la posesión provisoria o

definitiva de los bienes del cónyuge desaparecido: 3) Por la sentencia de separación judicial (art. 34 de la

Ley de Matrimonio Civil): 4) Por la sentencia e separación de bienes; 5) Por la declaración de nulidad del matrimonio; 6) Por la sentencia que declara el divorcio: 7) Por el pacto de participación en los gananciales según

el Título XXII-A del Libro Cuarto y el art. 1723 (modificación introducida por la Ley Nº 19.335), y

8) Por el pacto de separación total de bienes celebrado en conformidad al art. 1723. 319. CLASIFICACIÓN DE LAS CAUSALES. Estas causales se pueden clasificar en dos grupos:

a) Aquellas en que la sociedad conyugal se disuelve por vía de consecuencia. por haberse extinguido el matrimonio. Así acontece con las causales 1 y 5, y

b) Aquellas otras en que la sociedad conyugal se extingue por vía principal, lo que significa que termina no obstante continuar el matrimonio (causales 2, 3, 4, 6 y 7).

La distinción es importante. porque cuando se extingue por vía principal, los cónyuges continúan casados en régimen de separación total de bienes.

Estudiemos cada uno de estos casos. en el mismo orden señalado. 320. MUERTE NATURAL DE UNO DE LOS CÓNYUGES. La muerte natural de uno de los cónyuges constituye la forma normal de disolver el matrimonio y, por vía de consecuencia, la sociedad conyugal. Podemos acotar que en el Proyecto de 1853. art. 1932. se establecía que fallecido uno de los cónyuges, la sociedad continuaba entre el sobreviviente y los herederos del fallecido. Pero esta idea en definitiva fue desestimada. 321. DECRETO QUE CONCEDE LA POSESIÓN PROVISORIA O DEFINITIVA DE LOS BIENES DEL CÓNYUGE DESAPARECIDO. Es sabido que cuando desaparece una persona. sin que se tengan noticias de

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su paradero, se puede solicitar judicialmente la muerte presunta. También se sabe que hay que distinguir tres etapas en relación con la suerte que siguen los bienes:

a) Etapa del simple desaparecimiento (5 años contados des de la fecha de las últimas noticias o 6 meses en los casos de lo números 6, 7 y 8 del art. 81);

b) Etapa del decreto de posesión provisoria de los bienes del desaparecido; y

c) Etapa del decreto de posesión definitiva. Pues bien, la sociedad conyugal se disuelve normalmente con

el decreto que concede la posesión provisoria de los bienes del desaparecido. Así lo dice el art. 84, en su la parte: "En virtud del decreto de posesión provisoria, terminará la sociedad conyugal o el régimen de participación en los gananciales, según cual hubiere habido con el desaparecido...". Hemos dicho que ésta es la situación normal, y ello porque, por excepción, en algunos casos no se concede la posesión provisoria, sino directamente la posesión definitiva. Así ocurre cuando cumplidos 5 años desde las últimas noticias, se probare que han transcurrido 70 desde el nacimiento del desaparecido o, cualquiera que sea la edad del desaparecido si viviere, si han transcurrido más de 10 años desde la fecha de las últimas noticias (art. 82). Lo mismo acontece en el caso de los números 7, 8 y 9 del art. 81.

Si bien la sociedad conyugal se disuelve con el decreto que concede la posesión provisoria de los bienes del desaparecido (con las excepciones recién señaladas), se reputa disuelta el día fijado por el juez como día presuntivo de la muerte (último día del primer bienio contado desde la fecha de las últimas noticias, art. 81, Nº 6). Y para los efectos de proceder a la liquidación de la sociedad conyugal habrá que estarse a esa fecha, como lo prueba el art. 85. Así, por ejemplo, si desaparece una persona y las últimas noticias de su paradero se tienen el día 20 de septiembre de 1987, el tribunal debe declarar como día presuntivo de la muerte el 20 de septiembre de 1989, pero el decreto de posesión provisoria no podrá ser anterior al 20 de septiembre de 1992 (salvo las excepciones ya mencionadas), pues en esa fecha se cumplen los 5 años desde las últimas noticias. De manera que si con posterioridad al 20 de septiembre de 1989 el otro cónyu-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

ge hubiere comprado un bien, no entrará en la liquidación, pues se trata de un bien propio suyo. 322. SENTENCIA DE SEPARACIÓN JUDICIAL. Esta causal está con-

templada en el art. 1764 Nº 3, en el texto dado por la Ley Nº 19947, y en el art. 34 de la actual Ley de Matrimonio Civil. El art. 40 de la Ley de Matrimonio Civil establece que "la reanudación de la vida en común, luego de la separación judicial, no revive la sociedad conyugal ni la participación en los ganancia-les, pero los cónyuges podrán pactar este último régimen en conformidad con el art. 1723 del Código Civil".

El art. 178 del Código Civil, en el texto dado por la Ley N° 19.947, expresa que "A la separación judicial se aplicará lo dispuesto en los arts. 160 y 165". La referencia al art. 165 signi-fica que la separación es irrevocable y no podrá quedar sin efecto por acuerdo de los cónyuges ni por resolución judicial. 323. SENTENCIA DE SEPARACIÓN TOTAL DE BIENES. Esta causal

también está contemplada en el art. 1764 N° 3. Por su parte el art. 158 establece que "Una vez decretada la separación, se pro-cederá a la división de los gananciales y al pago de las recompensas..." (inc. 2°, con el texto dado por la Ley Nº 19.335).

Todos los autores están de acuerdo en que, en este caso, la disolución de la sociedad conyugal se produce de pleno derecho, sin retroactividad, tanto respecto de los cónyuges como de terceros —aunque éstos no conozcan la sentencia que decretó la separación— en el momento mismo en que. ejecutoriada ella, se subinscriba al margen de la respectiva inscripción matrimonial (art. 4°, N° 4°, de la Ley sobre Registro Civil), sin necesidad de que el juez la declare disuelta expresamente y aunque los cónyuges no procedan a su liquidación y continúen en indivisión (sobre este punto. véase A. Alessandri: Trotado de las Capitulaciones Matrimoniales, N° 762, p. 477. En el mismo sentido, Claro Solar: Tratado de Derecho Civil Chileno, t. II, N° 1023, p. 171).

En conformidad al art. 165 del Código Civil "la separación efectuada en virtud de decreto judicial o por disposición de la ley es irrevocable y no podrá quedar sin efecto por acuerdo de los cónyuges, ni por resolución judicial" (inc. 1° en texto dado por la Ley N° 19.947).

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324. SENTENCIA QUE DECLARA LA NULIDAD DEL MATRIMONIO. Está establecida en el art. 1764 Nº 4. Como ya lo hemos explicado, esta situación se va a producir únicamente cuando el matrimonio que se anula sea putativo, pues en caso contrario —matrimonio simplemente nulo- las partes en virtud del efecto propio e la nulidad (art. 1687) vuelven al estado anterior al matrimonio, con lo que viene a resultar que como no hubo matrimonio, no hubo tam-poco sociedad conyugal y, por ello, mal podría disolverse. 325. SENTENCIA DE DIVORCIO. La sentencia firme de divorcio al poner término al matrimonio (art. 12, Nº 4 de la ley de Matrimonio Civil), ha pasado a ser causal de disolución de la sociedad conyugal. 326. PACTO DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES, CELEBRADO EN CONFORMIDAD AL TÍTULO XXII-A DEL LIBRO CUARTO. Esta causal fue introducida por la Ley Nº 19.335.

En conformidad al art. 1792-1, inc. 1º del Código Civil, los cónyuges pueden, con sujeción a lo dispuesto en el art. 1723, sustituir el régimen de sociedad conyugal por el régimen de participación en los gananciales.

Destacamos que con anterioridad a la Ley Nº 19.335. el objetivo único del pacto el art. 1723 era la substitución del régimen de sociedad conyugal o de separación parcial por el de separación total de bienes. Hoy sirve también para reemplazar el régimen de sociedad conyugal por el de participación en los gananciales. Y no hay otra forma de hacerlo que cumpliendo con las solemnidades y requisitos que esta norma establece y que ve-remos en el número siguiente.

En la misma escritura en que se pacte la participación en los gananciales. los cónyuges pueden proceder a determinar el crédito de participación o celebrar otros pactos lícitos (art. 1723, inc. 3º). 327. PACTO DE SEPARACIÓN TOTAL DE BIENES CELEBRADO EN CONFORMIDAD AL ART. 1723. Esta causal de disolución está contemplada en el art. 1764 Nº 5.

Por su parte, el art. 1723 en su inc. 1º expresa que "Durante el matrimonio los cónyuges mayores de edad podrán substituir el régimen de sociedad de bienes (...) por el de separación total".

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

Fue la Ley N(' 7.612, de 21 de octubre de 1943, que estable-ció la posibilidad de que los cónyuges durante el matrimonio pudieran sustituir el régimen de sociedad conyugal por el de se-paración total de bienes. Con anterioridad ello no era posible y los cónyuges que deseaban terminar la sociedad conyugal recurrían al expediente de que la mujer demandara la separación judicial de bienes. Se trataba de pleitos simulados. Se producía una situación semejante a lo que posteriormente ocurrió con las demandas de nulidad de matrimonio por incompetencia del Oficial del Registro Civil. Para evitar estos pleitos simulados, la Ley N° 7.612 simplemente dio la oportunidad a los cónyuges de poder sustituir el régimen de sociedad conyugal bajo el cual se hubieren casado, por el de separación total de bienes, modificando el art. 1 723 del Código Civil. 3 2 8 . OBJETO DEL PACTO DEL ART. 1 7 2 3 DEL CÓDIGO CIVIL. Con la dictación de la Ley Nº 19.335, de 1991, el objeto del pacto de que trata el art. 1723 ha sido considerablemente ampliado, pues es el único medio para efectuar los cambios de régimen matrimonial que permite la ley chilena. En síntesis, en virtud de este pacto hoy día se puede:

a) pasar de sociedad conyugal a separación total de bienes: b) de sociedad conyugal a participación en los gananciales; c) de separación de bienes a participación en los gananciales: d) de participación en los gananciales a separación total de

bienes. 3 2 9. SÓLO PUEDEN CELEBRAR EL PACTO DEL ART. 1 7 2 3 LOS CÓN-

YUGES MAYORES DE EDAD. Con anterioridad a la Ley Nº 10.271, de 6 de abril de 1952. se había discutido si los cónyuges menores de edad podían convenirlo. El problema lo resolvió en forma expresa la Ley Nº 10.271, al agregar al inc. 1º del art. 1723 la expresión "mayores de edad". Quedó así claro que la mayoría de edad es un requisito del pacto, de tal suerte que si alguno de los cónyuges es menor, no puede celebrarlo ni aun con la aprobación o autorización de las personas mencionadas en el art. 1721. Con ello "se ha querido evitar la influencia que el marido podría ejercer sobre la mujer menor de edad' (Arturo Alessandri, Reformas Introducidas al Código Civil por la Ley Nº 10.271. Nº 89, p. 83).

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Si un cónyuge menor de edad lo acordare, la sanción ser' la nulidad absoluta por objeto ilícito, pues se habría celebrad un acto prohibido por la ley (art. 1723 en relación con los arts. 1466 y 1682). También podría afirmarse que la nulidad e absoluta por haberse omitido un requisito que la ley prescribe para el valor el acto en consideración a su naturaleza y no en atención al estado o calidad de quien lo ejecuta o celebra. 3 3 0 . CARACTERÍSTICAS DEL PACTO. Este pacto presenta las siguientes características:

1) Es solemne; 2) No puede perjudicar los derechos de terceros; 3) Es irrevocable, v 4) No es susceptible de condición, plazo o modo alguno.

Veamos cada una de estas características en el mismo orden señalado.

3 3 1 . EL PACTO ES SOLEMNE. De acuerdo a lo establecido en el art. 1723 inc. 2º, las solemnidades son las siguientes:

a) Debe otorgarse por escritura pública; 1)) La escritura debe subinscribirse al margen de la respectiva

inscripción matrimonial, y c) La subinscripción debe practicarse dentro del plazo fatal de

30 días contados desde la fecha de la escritura. Los requisitos b) y c) requieren un comentario especial.

Respecto de la exigencia de que la escritura pública se subinscriba al margen de la respectiva inscripción matrimonial, el art. 1 723 es muy claro en el sentido de que el pacto "no surtirá efectos entre las partes ni respecto de terceros, sino desde que esa escritura se subinscriba al margen de la respectiva inscripción matrimonial". Hemos destacado la frase "entre las partes", pues ella demuestra que la subinscripción es una solemnidad y no un simple requisito de oponibilidad a los terceros. No obstante la claridad de la norma, la Corte de Santiago en un par de oportunidades ha dicho que la subinscripción es un requisito de publicidad (Revista de Derecho y, Jurisprudencia, t. 51, sec. 2ª, p. 1; t. 56, sec. lª, p. 347).

En cuanto al plazo para practicar la inscripción, es importante tener presente:

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEI. MATRIMONIO

1) Que antes de la Ley N° 10.271, el art. 1723 no lo contemplaba; no había plazo para subinscribir. Por ello, al examinarse títulos anteriores a esa época, habrá de tenerse cuidado en este punto, y no rechazar aquellas escrituras de separación de bienes anteriores al 6 de junio de 1952, por no haberse practicado la subinscripción dentro del plazo de 30 días. Sin embargo, la jurisprudencia ha dicho sobre este punto que "aunque el texto vigente del art. 1723 del Código Civil a la fecha del pacto de separación de bienes (diciembre de 1945), cuya eficacia se discute en el juicio, no fijaba plazo para subinscribirlo al margen de la inscripción matrimonial, parece que ello debía practicarse durante el matrimonio y no después que éste se hubiere disuelto" ( RDJ, t. 67, sec. P, p. 567) ;

2) Que el plazo se cuenta desde la fecha de la escritura de separación;

3) Que el plazo es fatal (la norma dice "sólo podrá practicarse dentro del plazo de treinta días");

4) Que el plazo es de días corridos, no se descuentan los días feriados, por aplicación de la regla del art. 50 del Código Civil;

5) Que si bien en la misma escritura pública en que se celebre el pacto del art. 1723 se puede liquidar la sociedad conyugal y celebrar otros pactos lícitos (art. 1723, inc. 3°), el plazo dice relación exclusivamente con el primero, no con los otros actos jurídicos. Por ello, no habría ningún inconveniente, por ejemplo, para modificar la liquidación de la sociedad practicada en esta escritura, después de los 30 días.

Para terminar con esta característica, agreguemos que el pacto de separación total de bienes debe inscribirse en el Registro de Comercio cuando alguno de los cónyuges sea comerciante. Ello en virtud de la reforma que el art. 7° la Ley N° 10.271 introdujo al art. 22 del Código de Comercio. Don Arturo Alessandri afirma que "la omisión de esta inscripción no lo priva de efectos ni tiene ninguna sanción” (ob. cit., N° 89, p. 85). No es-tamos de acuerdo en que tal inscripción no tenga sanción. Nos parece que el pacto es inoponible a los terceros mientras no se practique la inscripción.

Al ampliarse el ámbito de aplicación del pacto del art. 1723, surge la duda de si cuando el objeto de ese pacto no es la sepa-ración de bienes (sino, por ejemplo, el establecimiento del ré-

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gimen de participación en los gananciales), debe también in. inscribirse para que afecte a terceros, desde que el art. 22 del Código de Comercio no fue modificado por la Ley N° 19.335, y sólo habla de "pacto de separación de bienes". Nos parece que debe aplicarse la regla cualquiera sea el objeto del pacto. Donde existe la misma razón, debe existir la misma disposición.

3 3 2 . EL PACTO NO PUEDE PERJUDICAR EL INTERÉS DE LOS TERCE- ROS. El art. 1723, inc. 2º, parte final, sienta este principio en los siguientes términos: "El pacto que en ella conste no perjudicará , e n caso alguno, los derechos válidamente adquiridos por ter-ceros respecto del marido o de la mujer y...". Un fallo ha precisado que los terceros a que se refiere el art. 1723 son los acreedores de uno u otro cónyuge, agregando que "sólo éstos —los acreedores de los cónyuges— tienen derechos adquiridos en contra de ellos. Tener derechos adquiridos es sinónimo de acreedor, vale decir, de tener un derecho personal o crédito vigente respecto de cualquiera de los cónyuges" (t. 93, sec. 1ª p. 167). Se ha fallado también que los terceros a que se refiere esta norma son los que tienen esa calidad a la época en que los cónyuges celebran el pacto del art. 1723 (Fallos del Mes 459, sent. 6º, p. 27, considerandos 3º y 4º. Véase también RDJ, t. 94, sec. 1ª', p. 31; t. 91, sec. 4ª, p. 166; Fallos del Mes 469, p. 227; Gaceta jurídica 274, p. 75).

Esta característica es la que ha presentado mayores problemas, pues no está claro qué significa exactamente la frase "no perjudicará en caso alguno los derechos válidamente adquiridos por terceros".

Si bien el problema ha sido analizado cuando el objetivo único del pacto era establecer la separación total de bienes, lo dicho es aplicable hoy día también a la nueva realidad creada por la Ley Nº 19.335.

"Para el Decano Alessandri, la frase bien pudo no haberse puesto por la ley, porque con ella lo único que se quiere significar es que la situación de los acreedores, una vez pactada la separación total de bienes, es la misma que tendrían en el evento de haberse disuelto la sociedad conyugal por otros modos" (citado por Ramón Domínguez A., "El contrato en perjuicio de terceros", Revista de Derecho Universidad de Concepción, Nº 175, p. 106).

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

Para Manuel Somarriva, consagra una forma de inoponibilidad, de tal forma que los acreedores sociales o del marido pueden dirigirse sobre los bienes adjudicados a la mujer del mismo modo que lo habrían hecho si no se hubiere producido la sepa-ración (Evolución del Código Civil Chileno, p. 233; Derecho de Familia, Nºs 177 y 297; Indivisión y Partición, Nº 631). En su Derecho de Familia cita el profesor Somarriva la sentencia publicada en Re-vista de Derecho y .Jurisprudencia, t. 16. sec. 2º, p. 23, que sienta la doctrina "que los bienes adjudicados a la mujer en compensación de sus aportes en la liquidación de la sociedad conyugal subsecuente a la separación convencional, responden de las deu-das sociales contraídas por el marido durante la vigencia de la sociedad conyugal; en consecuencia, desechó la petición de exclusión del embargo de estos bienes deducida por la mujer en el juicio seguido contra el marido, por estar acreditado que la deuda era social y los bienes adjudicados a la mujer tenían este mismo carácter". Como se puede ver, esta sentencia acepta la inoponibilidad de pleno derecho. En el mismo sentido de Somarriva. Luís Claro Solar: "Si los cónyuges se hallaban casados bajo el régimen de sociedad conyugal y pactan la separación total de bienes, los bienes que correspondan a la mujer y que formaban parte del haber social podrán ser perseguidos por los acreedores como si la separación de bienes no se hubiere pactado; y la mujer no podrá oponerles el nuevo pacto e invocar el nuevo régimen de bienes en él pactado para liberarse de la responsabilidad que afectaba a esos bienes, ni para desconocer los derechos reales que sobre ellos se hubieran constituido por el marido a favor de terceros" (Explicaciones de Derecho Civil Chile-no. t. II, Nº 1108. p. 273).

Ramón Domínguez A. es de opinión que la inoponibilidad es la solución adecuada al problema planteado, pero no concuerda con la idea de que tal inoponibilidad supone un simple des-conocimiento del acto de tal forma que el tercero pueda actuar como si tal acto no existiese. O sea, no acepta la inoponibilidad de pleno derecho (artículo recién citado. p. 107).

El profesor Daniel Peñailillo ("El pacto de separación de bienes y el perjuicio de los acreedores'', Revista de Derecho de la Universidad de Concepción, Nº 173, pp. 1-13 a 170; también se publica en RDJ, t. 80, 1ª parte, pp. 21 y ss.) ha analizado la situación de

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los terceros frente al pacto de separación total de bienes y la fór- ma como ellos pueden defenderse. Plantea diversas alternativa

1) Impugnación del pacto y de la liquidación, que pudiera atacarse por:

a) La acción pauliana; b) La acción de simulación, o c) La declaración de inoponibilidad.

2) Acción contra la mujer por las deudas sociales; 3) Ejecución al marido, con embargo de bienes adjudicado

a la mujer, y 4) Ejecución a la mujer. Hay sobre esta materia variada jurisprudencia. Así se ha

declarado en varios casos que opera la inoponibilidad de pleno derecho: RDJ, t. 46, sec. 2º, p. 23; Fallos del Mes 218, p. 340; RDJ, t. 81, sec. i', p. 149; Fallos del Mes 377, sentencia 4, p. 88; Gaceta Jurídica 290, pp. 89 y ss. En sentido contrario, Fallos del Mes 246, p. 104.

La Corte Suprema, en sentencia de 16 de diciembre de 1996, ha dicho que "el sentido muy claro del aludido art. 1723, hecho suyo por la doctrina y la jurisprudencia, es que la referencia a `los derechos válidamente adquiridos por terceros respecto del marido o de la mujer' alude a los acreedores de uno u otro cónyuge. Sólo éstos tienen derechos adquiridos en contra de ellos. Y tener derechos adquiridos es sinónimo de ser acreedor, vale decir, de tener un derecho personal o crédito vigente respecto de cualquiera de los cónyuges". Se trataba en el caso de una persona que había demandado el cumplimiento de un pagaré en Estados Unidos por la suma de U$ 50.000 con vencimiento el 15 de abril de 1989, juicio en el cual se dictó sentencia de primera instancia rechazando la ejecución, que se encuentra ape-lada por el ejecutante. "Esto permite aseverar —afirma el fallo en análisis— que no es el cumplimiento de una obligación incumplida lo que fundamenta la acción de inoponibilidad entabla-da, sino el evento incierto de una litis, motivo que impide que la acción (de inoponibilidad) pueda prosperar" (Fallos del Mes 457, sentencia 12, p. 2611). En otro fallo, de 26 de marzo de 1997, el más alto tribunal resolvió que "como lo que persigue el legislador es proteger a los terceros que detentan un crédito, que pueden hacer efectivo en el patrimonio de la sociedad conyu-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

gal, obviamente la calidad de acreedores la deben tener a la época en que los cónyuges modifican el régimen patrimonial de la sociedad conyugal y no después de aquel acto; ya que, en ese caso, los acreedores, para conocer el estado patrimonial y la situación real y jurídica de su deudor, pueden recurrir al estudio de los registros pertinentes de los Conservadores de Bienes Raíces..." (Fallos del Mes 459, sentencia 6, p. 27. Véase también RDJ, t. 91, sec. 4 , p. 166).

Finalmente podemos agregar que la Corte Suprema ha declarado que "el pacto de separación total de bienes suscrito de acuerdo a lo dispuesto en el inc. 2° del art. 1723 del Código Ci-vil es oponible a terceros, que no pueden desconocer las consecuencias jurídicas que dicho pacto genera en la sociedad conyugal y, por consiguiente, no es aplicable la norma contenida en el art. 1700 del mismo Código, que regula el mérito que entre las partes y los terceros tienen los instrumentos públicos en general" (RDJ t. 94, sec. 1ª, p. 100, ver Cons. 9°). 3 3 3 . EL PACTO ES IRREVOCABLE. Esta característica la consigna el

art. 1723 en su inc. 2°, parte final: "y una vez celebrado, no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges". Esta frase la incorporó la Ley N° 10.271, y con ella se pretendió poner término a algunas dudas sobre el particular. Se había sostenido que como el pacto de separación emana de un acuerdo de voluntades, quienes lo habían celebrado podían en cualquier momento dejarlo sin efecto, volviéndose al régimen de sociedad conyugal.

Don Arturo Alessandri, Reformas Introducidas al Código Civil por la Ley N° 10.271, N° 89, pp. 83-84, afirma que tal interpretación estaba en abierta pugna con la ley, puesto que atentaba contra el principio de la inmutabilidad del régimen matrimonial consagrado por el Código (art. 1716) (en el mismo sentido, De la Maza y Larraín, ob. cit.. N° 165, p. 271; Manuel Somarriva, Derecho de Familia N° 177, p. 197). En todo caso, para dejar las cosas definitivamente claras, la Ley N° 10.271 introdujo la modificación que venimos comentando.

En relación con esta característica, debemos agregar que con la dictación de la Ley Nº 19.335, de 1994. se ha creado un problema sobre el cual vale la pena detenerse. El art. 1723 dice que

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e pacto "no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges". Esta frase ya existía antes que la Ley Nº 19.335 diera la actual redacción a la norma. Y no creaba ni gima dificultad, puesto que era claro que lo que pretendía era que los cónyuges que habían sustituido el régimen de sociedad conyugal por el de separación total de bienes, no pudieran volver al régimen anterior.

Pero al dictarse la Ley Nº 19.335 se produce el problema, pues si bien mantiene la misma frase "no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges", no resulta claro si lo que pretende es sólo evitar la vuelta a la sociedad conyu g a l o su alcance es más general en el sentido de que obsta también a que los cónyuges que se separaron de bienes puedan sustituir ese nuevo régimen por el de participación en los gananciales. Como seremos al tratar este último régimen, dos interpretaciones son posibles: a) una primera, que no admite un nuevo cambio de régimen, y que se apoya en la frase que estamos comentando "no podrá dejarse sin electo por el mutuo consentimiento de los cónyuges", y también en el principio consagra-do en el art. 1716 inciso final de que todo régimen matrimonial debe ser inmutable; y b) una segunda, que acepta la posibilidad de que los cónyuges que, en virtud del pacto del art. 1723, pasaron de sociedad conyugal a separación total de bienes, puedan nuevamente cambiar de régimen matrimonial, adoptando ahora el de participación en los gananciales. Lo único que no podrían hacer, porque se lo impide el art. 1723, sería regresar a la sociedad conyugal, pero nada obstaría a que en virtud de un nuevo pacto celebrado en conformidad al art. 1723, pudieran volver a cambiar el régimen matrimonial, pasando ahora al de participación en los gananciales. En apoyo de esta tesis se puede decir que la les no prohíbe esta situación (sobre este punto puede verse artículo de Francisco Merino Scheihing, "Consideraciones en torno al régimen de participación en los ganancia-les en el Derecho chileno", contenido en el Libro Homenaje al profesor Fernando Fueyo Laneri, Instituciones Modernas de Derecho Civil. Edit. jurídica ConoSur Ltda., 1996, p. 193). 334. EL PACTO NO ES SUSCEPTIBLE DE CONDICIÓN, PLAZO O MODO ALGUNO. Esta característica también fue introducida por la Ley

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA- EFECTOS DEL MATRIMONIO

Nº 10.271, que agregó al art. 1723 un inciso final que contempla este principio en forma expresa. 335. EN LA MISMA ESCRITURA EN QUE SE CELEBRA EL PACTO SE PUEDE LIQUIDAR LA SOCIEDAD CONYUGAL Y ACORDAR OTROS ACTOS JURÍDICOS LÍCITOS. Así lo establece el art. 1723 inc. 3°: "En la escritura pública de separación total o en la que se pacte participación en los gananciales, según sea el caso, podrán los cónyuges liquidar la sociedad conyugal o proceder a determinar el crédito de participación o celebrar otros pactos lícitos, o una y otra cosa; pero todo ello no producirá efecto alguno entre las partes ni respecto de terceros, sino desde la subinscripción a que se refiere el inciso anterior" (sobre este punto véase RDJ, t. 99, sec. 2ª, p. 1).

También este inciso se debe a la Ley Nº 10.271, pero su texto actual fue dado por la Ley Nº 19.335. Con anterioridad a la primera de las leyes mencionadas, se discutía si era posible liquidar la sociedad conyugal en la misma escritura. Se decía por algunos que no era posible, porque la liquidación supone la disolución previa de la sociedad conyugal, y tal disolución sólo se iba a producir cuando se inscribiera el pacto de separación.

Ha pasado a ser claro entonces que en la misma escritura de separación de bienes se puede liquidar la sociedad conyugal y celebrar otros pactos lícitos. El ejemplo que siempre se pone sobre estos otros pactos lícitos es la renuncia de gananciales, que en esa oportunidad podría hacer la mujer.

Es importante, en todo caso, tener presente que si en la misma escritura se pacta la separación de bienes y se liquida la sociedad conyugal, se están celebrando en un mismo instrumento dos actos jurídicos diferentes. Esta distinción es importante, pues si bien el pacto de separación de bienes debe subinscribirse al margen de la inscripción del matrimonio, no acontece lo mismo con la escritura de liquidación. También puede ser de interés la distinción para otros efectos (sobre el punto véase, Daniel Peñailillo, "El pacto de separación de bienes y el perjuicio de los acreedores", Revista Derecho Univers idad de Concepción, Nº 173, pp. 150 y ss.). 3 3 6 . EFECTOS DE LA DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL.

Disuelta la sociedad conyugal, se producen los siguientes efectos:

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1) Se genera entre los cónyuges o, en su caso, entre el cónyuge sobreviviente y los herederos del fallecido, un estado de indivisión;

2) Esta comunidad no la administra el marido, sino todos los comuneros:

3) Quedan fijados irrevocablemente el activo y el pasivo social; 4) Cesa el derecho de goce que la sociedad tenía sobre los

bienes de los cónyuges; 5) Deberá procederse a la liquidación de la sociedad

conyugal, y 6) La mujer que no hubiere renunciado a los gananciales en

las capitulaciones matrimoniales, puede hacerlo ahora. Estudiaremos cada uno de estos efectos, en el orden que

acabamos de señala'. 3 3 7 . SE GENERA UNA COMUNIDAD ENTRE LOS CÓNYUGES O, EN SU CASO, ENTRE EL CÓNYUGE SOBREVIVIENTE Y LOS HEREDEROS DEL FALLECIDO. Nosotros hemos dicho que la sociedad conyugal no constituye una comunidad, y entre las razones que dimos está justamente el que la comunidad se viene a producir al momento de su disolución. Y en efecto así es, extinguida la sociedad conyugal, se forma una comunidad entre los cónyuges o, si la sociedad se ha disuelto por muerte de uno de ellos, entre el sobreviviente y los herederos del difunto. Es una comunidad a título universal, pues recae sobre un patrimonio, con mi activo y un pasivo. En el activo se contienen todos los bienes que eran sociales, incluyendo los bienes reservados, los frutos de las cosas que administraba la mujer de acuerdo a los arts. 166 y 167 y lo que hubiere adquirido con esos frutos; y en el pasivo, todas las deudas sociales, incluidas las deudas contraídas por la mujer en su patrimonio reservado. Aclaremos de inmediato, sin embargo, que si la mujer renuncia a los gananciales, el activo y el pasivo de su patrimonio reservado no ingresan a la comunidad (art. 150, inc. 7º).

Insistimos en la idea de que se trata de una comunidad a título universal. En este sentido existe abundante jurisprudencia, v. gr. RDJ, t. 87, sec. 2ª p. 71; t. 41, sec. 1ª, p. 382; t. 35, sec. 1º, p. 137; Gaceta Jurídica 211, sent. 3, p. 89. Se ha resuelto que "procede la tercería de dominio deducida por un comunero para

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oponerse al embargo de la cosa común por deuda de uno de los comuneros, pudiendo el acreedor dirigir su acción sobre la parte o cuota que en la comunidad corresponda al deudor o exigir que con su intervención se liquide la comunidad, de acuerdo con el art. 524 del Código de Procedimiento Civil" (RDJ, t. 87, sec. 2ª, p. 71). En el mismo sentido Gaceta jurídica año 1998, 211, p. 89 (cons. 5º). En el mismo sentido, Fallos del Mes 465, sent. 7, p. 1272; Nº 467, sentencia 18, p. 1838; RDJ, t. 94, sec. lª, p. 100.

Dos consecuencias importantes se siguen de lo que venimos diciendo:

a) Que al momento de la disolución de la sociedad conyugal, quedan fijados irrevocablemente el activo y el pasivo social, v

b) Que el marido va no continúa con la administración de los bienes sociales, pasando esta administración a los comuneros, que la deben realizar ciñéndose a las reglas ordinarias. 3 3 8 . LA COMUNIDAD ES ADMINISTRADA POR TODOS LOS COMUNE- ROS. El marido mientras estuvo vigente la sociedad conyugal ad-

ministró, con amplios poderes, los bienes sociales. Pero producida la disolución. esta situación cambia, pues al generar-se una comunidad, los bienes que la integran son administra-dos por todos los comuneros, de acuerdo a lo establecido en los arts. 2305 y 208L De aquí el adagio tan conocido que el marido vive como dueño y muere como socio.

Lo que venimos diciendo es de la mayor importancia, por-que significa, entre otras cosas, que si el marido grava o enajena bienes, tales gravámenes o enajenaciones son inoponibles a la mujer. Habría venta de cosa ajena, ha dicho la jurisprudencia (RDJ, t. 41, sec. 1ª. p. 382). Con anterioridad a la Ley Nº 10.271, el problema era más grave, pero desde que esa ley estableció que la mujer debe consentir en el gravamen o enajenación de los bienes raíces sociales. no existe peligro de que el marido enajene como propio un bien raíz que es de la comunidad. Pero la situación se mantiene respecto de los bienes muebles. Por ello si el marido o la mujer van a vender un bien importante –un camión. por ejemplo–. parece prudente que el adquirente exija la presentación de un certificado de matrimonio al día, para probar que se mantiene la sociedad conyugal (y

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si la venta la hace la mujer, que se mantiene el patrimonio reservado). En todo caso, con la modificación que la Ley N° 18.802 introdujo al art. 1739, el tercero adquirente ha quedado protegido de situaciones como las que venimos comentando, siempre que se cumplan los requisitos establecidos en los incs. 4° y 5º de esa norma. 339. FIJACIÓN DEL ACTIVO Y EL PASIVO SOCIAL. Disuelta la sociedad conyugal, quedan definitivamente fijados el activo y el pasivo social.

El activo queda integrado por todos los bienes que eran sociales al momento de producirse la disolución. De consiguiente, los bienes que cualquiera de los cónyuges pueda adquirir con posterioridad no integran la comunidad, sino que pertenecen al que lo adquirió.

No obstante, si el nuevo bien se adquiere en el período que media entre la disolución y la liquidación de la sociedad conyugal, la ley presume –presunción simplemente legal– que el bien fue adquirido con bienes sociales, por lo que el cónyuge adquirente deberá la correspondiente recompensa a la sociedad. Esta situación fue establecida por la Ley N° 18.802, que agregó dos incisos finales al art. 1739, que dicen: "Se presume que todo bien adquirido a título oneroso por cualquiera de los cónyuges después de disuelta la sociedad conyugal y antes de su liquidación, se ha adquirido con bienes sociales" (inc. 6°). "El cónyuge deberá, por consiguiente, recompensa a la sociedad, a menos que pruebe haberlo adquirido con bienes propios o provenientes de su sola actividad personal" (inc. 7°).

Agreguemos que si el bien se adquiere después de disuelta la sociedad conyugal, pero en virtud de un título anterior, tal bien ingresa a la masa común, por aplicación del principio establecido en el art. 1736, inc. 1°.

En cuanto al pasivo, queda también fijado al momento de la disolución y lo integran las deudas que a ese momento eran sociales y las que hubiere contraído la mujer en su patrimonio reservado (salvo que renuncie a los gananciales). Las deudas que un cónyuge contraiga posteriormente son personales suyas y sólo podrán perseguirse en los derechos que le corresponden en los bienes comunes. Por ello, si por una deuda de este tipo se embargaren

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bienes comunes, el otro cónyuge (o sus herederos) podrá plantear la correspondiente tercería de dominio, para que se restrinja el embargo ala cuota que corresponda (RDJ t. 23, sec. 1ª. p. 517).

340. DISUELTA LA SOCIEDAD, CESA EL DERECHO DE GOCE SOBRE LOS BIENES PROPIOS DE CADA CÓNYUGE. Como hemos dicho, vigente la sociedad conyugal. ingresan al activo absoluto los fru-tos de los bienes propios de cada cónyuge (art. 1725, N° 2). Sin embargo, ello cambia con la disolución. La nueva situación está reglamentada en el art. 1772: "Los frutos pendientes al tiempo de la restitución, y todos los percibidos desde la disolución de la sociedad. pertenecerán al dueño de las respectivas especies" (inc. 1°). Esta disposición sigue el mismo criterio adoptado en el usufructo, art. 781. La norma del art. 1772 sólo es aplicable a los frutos naturales. Respecto de los frutos civiles, la regla a aplicar es el art. 790, que si bien está establecida en el usufructo. es de aplicación general: "Los frutos civiles pertenecerán al usufructuario día por día". Por ello, si la sociedad se disuelve un día 15 de agosto, por ejemplo, la renta de arriendo de un bien raíz propio de uno de los cónyuges se reparte de la forma siguiente: la correspondiente a los primeros quince días ingresa la masa común; la proveniente de los últimos quince días incrementa el haber del cónyuge dueño.

341. DISUELTA LA SOCIEDAD CONYUGAL, DEBE PROCEDERSE A SU LIQUIDACIÓN. La ley no obliga a la inmediata liquidación; se puede permanecer en la indivisión todo el tiempo que se desee, sin perjuicio del derecho que asiste a cada comunero para pedir la partición en cualquier tiempo. de acuerdo al art. 1317. Sin embargo, lo recomendable es liquidar en el menor tiempo posible, con el objeto de evitar confusiones de carácter patrimonial. Recuérdese que hoy día, con la modificación de la Ley N° 18.802, se presume —art. 1739, inc. 6°— que los bienes adquiridos por cualquiera de los cónyuges después de la disolución y antes de la liquidación, han sido adquiridos con bienes sociales, lo que hace recomendable liquidar a la mayor brevedad.

342. CONCEPTO DE LIQUIDACIÓN. Somarriva dice que la liquidación de la sociedad "es el conjunto de operaciones que tie-

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nen por objeto establecer si existen o no gananciales, y en casi afirmativo, partirlos por mitad entre los cónyuges, reintegrar las recompensas que la sociedad adeude a los cónyuges o que éstos adeuden a la sociedad; y reglamentar el pasivo de la sociedad conyugal" (Derecho de Familia, N° 306, p. 314).

Según este mismo profesor, la liquidación comprende las siguientes operaciones:

1) Facción de inventario de los bienes; 2) Tasación de los bienes; 3) Formación del acervo común y retiro de los bienes

propios de cada cónyuge; 4) Liquidación de las recompensas que mutuamente se

deban la sociedad y los cónyuges; 5) Partición de los gananciales, y 6) División del pasivo.

343. FACCIÓN DE INVENTARIO DE LOS BIENES. El art. 1765 señala que "disuelta la sociedad, se procederá inmediatamente a la confección de un inventario y tasación de todos los bienes que usufructuaba o de que era responsable, en el término y forma prescritos para la sucesión por causa de muerte".

La ley quiere que quede constancia de los bienes y deudas que van a ser objeto de la liquidación. Ello para evitar la ocultación o distracción de bienes en perjuicio de los cónyuges o de sus herederos y de los terceros. 344. PLAZO PARA PRACTICAR EL INVENTARIO. El art. 1 765 no fija un plato para proceder a la confección del inventario. Sin embargo, la expresión "se procederá inmediatamente a la confección de un inventario" está demostrando que la intención del legislador es que se haga en el menor tiempo posible. Y ello es importante, porque los responsables del atraso deberán responder de los perjuicios que de la demora se sigan para los terceros. En ese sentido RDJ, t. 33, sec. 2', p. 51.

345. BIENES QUE DEBEN INVENTARIARSE. El art. 1 765 establece que el inventario debe comprender "todos los bienes que usufructuaba o de que era responsable (la sociedad)". Ello significa que deben inventariarse los bienes sociales, los bienes propios

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

de cada cónyuge (porque la sociedad usufructuaba de ellos), los bienes reservados (a menos que la mujer o sus herederos renuncien a los gananciales), y todos los bienes que a la disolución de la sociedad se encontraren en poder del marido o de la mujer, ya que de acuerdo al art. 1739, inc. 1°, se presumen sociales. Además el inventario debe comprender las deudas sociales y las provenientes del patrimonio reservado de la mujer (salvo que haya renunciado a los gananciales). No quedan comprendidos los bienes que la mujer administre de acuerdo a los arts. 166 y 167, pero sí los frutos de esos bienes, que siguen la misma suerte que los bienes reservados (arts. 166 N° 3 y 167, en relación con el art. 150). 346. FORMA DE PRACTICAR EL INVENTARIO. El art. 1765 señala que el inventario debe hacerse en el término y forma prescritos para la sucesión por causa de muerte. En otras palabras, se está remitiendo al art. 1253, que, a su turno, se remite a las normas establecidas para los tutores y curadores, vale decir, a los arts. 382 y siguientes del Código Civil. Dice el art. 382: "El inventario hará relación de todos los bienes raíces y muebles de la persona cuya hacienda se inventaría, particularizándolos uno a uno, o señalando colectivamente los que consisten en número, peso o medida, con expresión de la cantidad y calidad; sin perjuicio de hacer las explicaciones necesarias para poner a cubierto la responsabilidad del guardador". El art. 384 agrega que "Debe comprender el inventario aun las cosas que no fueren propias de la persona cuya hacienda se inventaría, si se encontraren entre las que lo son; y la responsabilidad del tutor o curador se extenderá a las unas como a las otras". El hecho de señalar bienes en el inventario no constituye prueba de su dominio. Así lo consigna el art. 385. Finalmente, si con posterioridad a la confección del inventario aparecieren nuevos bienes, se debe hacer un nuevo inventario (art. 383).

347. CLASES DE INVENTARIO. El inventario puede ser de dos clases: simple o privado y solemne. El inventario solemne es aquel que se efectúa por funcionario competente, previa resolución judicial, con las solemnidades previstas en la ley. Así lo estable-ce el art. 858 del Código de Procedimiento Civil. El inventarío que no reúna estos requisitos será simple o privado.

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348. OBLIGACIÓN DE HACER INVENTARIO SOLEMNE. Deberá practicarse inventario solemne cuando entre los partícipes de gananciales hubiere menores, dementes u otras personas inhábiles para la administración de sus bienes. Así lo establece el art. 1766 inc. 2º. En los demás casos bastará el inventario privado, a me nos que alguno de los interesados pida inventario solemne (art. 1765 en relación con el 1284). 349. SANCIÓN CUANDO DEBIENDO HACERSE INVENTARIO SOLEMNE S O L O S E HACE PRIVADO. La sanción consiste en que la persona responsable de esta omisión debe responder de los perjuicios que de ella deriven, debiendo procederse, en el menor tiempo, a regularizar esta situación. Así está establecido en el art. 1766. Agreguemos que son responsables de esta omisión todos los par-tícipes de los gananciales, salvo naturalmente los propios inca-paces, que son los únicos que pueden reclamar. Y responden solidariamente de los perjuicios.

Es importante destacar que la omisión del inventario solemne no invalida la liquidación de la sociedad conyugal. Así ha sido fallado reiteradamente: RDJ, t. 2°, sec. 1ª, p. 67; t. 18, sec. 1ª, p. 330; t. 29, sec. la, p. 462; t. 33, sec. 2ª, p. 51; t. 45, sec. 1ª p. 186. En el mismo sentido, A. Alessandri, Tratado de las Capitulaciones Matrimoniales, N° 827, p. 51; Pedro Lira U., "Algunas consideraciones sobre el estado de indivisión que sigue a la disolución de la sociedad conyugal", publicado en RDJ, t. 33, 1ª

parte, N° 13. p. 120. En sentido contrario, Gaceta 1900, t. I, N° 906.

Sobre esta materia, reviste interés la opinión de Ramón Domínguez Águila, quien expresa: "por nuestra parte pensamos que el art. 1766 no ha de aplicarse al caso del pacto y liquidación contenido en el art. 1723. Desde luego, el art. 1766 es producto de redacción original del Código, anterior por tanto en un siglo a la que: se contiene en el art. 1723 luego de la redacción que le diera la Ley Nº 10.271 y antes, la Ley N° 7.612. Estas, para facilitar la mutabilidad del régimen de sociedad a separación de bienes. permitieron que "en la escritura pública de separación” los cónyuges pudieran a la vez liquidar la sociedad conyugal. ¿Cómo poder hacerlo al mismo tiempo, si se exige que el inventario y tasación sean con previa solemnidad judicial? No habrá de olvidarse —continúa— que, desde un punto de vista lógico, que

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es el que rige esta cuestión, primero ha de existir la comunidad, cuyo activo y pasivo se fijan en el inventario, y para que haya comunidad en lugar de sociedad, ésta debe terminar" (Fraus Omnia Corrumpit "Notas sobre el fraude en el Derecho Civil", trabajo publicado en la Revista de Derecho de la Universidad de Concepción Nº 189, enero-junio 1991, pp. 7 al 34). 3 5 0 . CONVENIENCIA DE PRACTICAR INVENTARIO SOLEMNE. Estan- do claro que sólo cuando hay incapaces debe realizarse inventario solemne, no se crea que en los demás casos da lo mismo realizar uno u otro. Claramente no da lo mismo, puesto que el inc. 1° del art. 1 766 señala que "El inventario y tasación, que se hubieren hecho sin solemnidad judicial, no tendrán valor en juicio, sino contra el cónyuge, los herederos o los acreedores que los hubieren debidamente aprobado y firmado". De manera que el inventario simple no es oponible a los acreedores que no lo hubieren firmado. Y existe variada y reciente jurisprudencia, que ha desechado tercerías de dominio interpuestas por la mujer. cuando la tercería se funda en adjudicaciones hechas en una liquidación practicada sin inventario solemne. Dados los términos en que está redactada la norma "no tendrá valor en juicio", pensamos que la oponibilidad opera de pleno derecho. Sobre el punto podrán verse: Gaceta Jurídica 48, p. 52; Gaceta jurídica 52, p. 68; Gaceta J u rídica 102, p. 45; Gaceta Jurídica 108, p. 36; Gaceta Jurídica 129, p. 55; Fallos del Mes 129, p. 55; Fallos del Mes 374, sentencia 17, p. 889. Véase también RDJ, t. 87, sec. 1º, p. 2; t. 88, sec. 2ª, p. 41; Gaceta Jurídica 290, pp. 89 y ss. (Corte Suprema de 30 de agosto de 2004, consid. 13). Hay otros fallos no publicados, como por ejemplo, el de fecha 5 de noviembre de 1990, recaído en la tercería de posesión interpuesta por Rosa Aparicio, en el juicio ejecutivo caratulado "Vergara con Le Ros", rol 1058-89 de la I. Corte de Apelaciones de Concepción.

Finalmente conviene precisar que "la sanción de inoponibilidad establecida en el inc. 1º del art. 1766 del Código Civil sólo beneficia a aquel que tenga la calidad de acreedor al momento en que se efectúe el inventario y tasación de los bienes que formaban parte del patrimonio de la sociedad conyugal" ( RDJ, t. 94, sec. 1ª, p. 31).

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Además, la mujer para gozar del beneficio de emolumento contemplado en el inc. 1º del art. 1777, esto es, para no responder de las deudas de la sociedad sino hasta concurrencia de su mitad de gananciales, debe probar el exceso que se le cobra, mediante inventario, tasaciones u otros documentos auténticos. Así, pues, para ella es fundamental contar con un inventario solemne. 3 5 1 . DISTRACCIÓN U OCULTACIÓN DOLOSA DE UN BIEN SOCIAL. El art. 1768 sanciona al cónyuge o sus herederos que dolosamente ocultaren o distrajeren algún bien de la sociedad, haciéndolos perder su porción en la misma cosa y obligándolos a restituirla doblada. Textualmente dice: "Aquel de los cónyuges o sus herederos que dolosamente hubiere ocultado o distraído alguna cosa de la sociedad, perderá su porción en la misma cosa y se verá obligado a restituirla doblada".

"Hay distracción –dice Alessandri– cuando alguno de los cónyuges o de sus herederos sustrae un bien social para apropiárselo o exclusivamente en perjuicio del otro, de sus herederos o de los acreedores sociales" y "hay ocultación cuando, con el mismo objeto, esconde o hace desaparecer un bien social o silencia o niega su existencia, no obstante que la conoce o lo tiene en su poder". Y agrega este autor que "la ocultación o distracción puede referirse a cualquier bien social, aunque sea reservado" (Tra tado de las Capitulaciones Matrimoniales, Nº 831, p. 514).

Los requisitos que deben concurrir para que nos encontremos frente a esta situación son los siguientes:

1) Que se trate de un bien social (incluidos en éstos los reservados a menos que se hubiere renunciado a los gananciales):

2) Un acto material de ocultación o distracción, v 3) intención dolosa que deberá probarse, va que el dolo no

se presume (art. 1459). Has sobre este punto algunas sentencias de interés. Así por

ejemplo, se ha fallado que "la distracción u ocultación de alguna cosa de la sociedad supone un acto material que puede consistir en silenciar, esconder, sustraer o hacer desaparecer un bien, v, en general, cualquier hecho que importe eliminar bienes o valores de la liquidación de la sociedad para destruir la igualdad entre los cónyuges o sus herederos o para burlar a los acreedo-

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res sociales; y entre éstos ciertamente están los contratos ficticios o simulados" (RDJ, t. 55, sec. 1a, p. 188). El mismo fallo determinó que "procede aplicar la sanción establecida en el art. 1768 del Código Civil respecto de los bienes afectos a contratos de compraventas simulados celebrados por el marido con el fin de defraudar los derechos de su mujer en la liquidación de la sociedad conyugal". Otra sentencia estableció que había distracción si el marido superviviente da por suyos bienes sociales y procede a venderlos como propios (RDJ, t. 53, sec. 1°, p. 130).

¿En qué consiste exactamente la sanción? ¿Qué quiere decir el art. 1768 cuando habla de que se pierde su porción en la cosa y que se verá obligada a restituirla doblada? ;Es la cosa o la porción la que se devuelve doblada? No es claro el art. 1768. So-marriva (Derecho de Familia, N° 309, p. 317) dice que "la mayoría de los autores estiman que lo que debe restituirse doblada es la cosa y no la porción, N- ello puede hacerse mediante el pago de su valor". Y coloca el siguiente ejemplo: el marido oculta 100 acciones del Banco de Chile con un valor de $ 3.500 cada una. La sanción sería que dicho cónyuge pierde su derecho a las acciones y está obligado a restituirlas dobladas, es decir, la acción más su valor, esto es. $ 3.500. En ese sentido, Alessandri, ob. cit., Nº 843. p. 517. En contra Amunátegui, citado por A. Alessandri.

Un fallo ha dicho que "la restitución doblada del objeto distraído importa devolverlo en especie a la sociedad conyugal y, además, restituir otro tanto en dinero" (RDJ, t. 53, sec. lª, p. 150).

En cuanto al momento en que pudo verificarse la ocultación o distracción, nada dice la ley, por lo que cabe concluir que puede realizarse en cualquier momento antes de la liquidación (así Alessandri, ob. cit.. N° 841. p. 517).

Se ha fallado que "es coautor del delito establecido en el art. 1768 el heredero de la mujer que, después del fallecimiento de ésta. compra al marido un inmueble adquirido durante la vigencia de la sociedad conyugal, sin que los demás herederos concurran a la venta" y que "por consiguiente y en atención a que la pluralidad de autores de un delito civil da acción solidaria contra todos ellos (art. 2317 del Código Civil), las penas civiles que establece el art. 1768 pesan por igual o solidariamente en el presente caso, sobre el vendedor y comprador" (RDJ. t. 53, sec. 1a, p. 130).

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352. PLAZO DE PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN QUE TIENE EL CÓ YUGE INOCENTE EN EL CASO DEL ART. 1 7 6 8 . Alessandri estima q esta acción prescribe de acuerdo al art. 2515, por constituir e disposición la regla general (ob. cit., N° 854, p. 524). En cambio, Somarriva piensa que por tratarse de un hecho ilícito de aplicarse el plazo de prescripción de 4 años contemplado en art. 2332 (Derecho de Familia, N° 309, p. 318). Nos parece más jurídica esta última posición. 353. TASACIÓN DE BIENES. El art. 1766 establece que "disuelta la sociedad, se procederá inmediatamente a la confección de u inventario y tasación de todos los bienes...". De manera que n basta con que se inventaríen los bienes, sino que además es necesario tasarlos, es decir, fijarles valor.

Naturalmente que los bienes que se deben tasar son los mis mos que han sido inventariados, por lo que en esta parte nos atenemos a lo que dijimos a propósito del inventario. El art. 1766 se remite en esta materia a las reglas de la sucesión por causa de muerte; es decir, al art. 1335. Según esta norma, la tasación deberá realizarse por peritos, "salvo que los coasignatarios hayan legítima y unánimemente convenido en otra forma, o en que se liciten las especies, en los casos previstos por la ley".

De manera que para hacer la tasación en forma privada se requiere, según este artículo, que todas las partes sean plena-mente capaces. Sin embargo, el Código de Procedimiento Civil ha venido a complementar y modificar lo dicho por el art. 1335, al establecer en el art. 657 que "Para adjudicar o licitar los bienes comunes, se apreciarán por peritos nombrados en la forma ordinaria" (inc. 1°). "Podrá, sin embargo, omitirse la tasación, si el valor de los bienes se fija por acuerdo unánime de las partes, o de sus representantes, aun cuando haya entre aquéllas in-capaces, con tal que existan en los autos antecedentes que justifiquen la apreciación hecha por las partes, o que se trate de bienes muebles, o de fijar un mínimo para licitar bienes raíces con admisión de postores extraños" (inc. 2°).

Luego, desde la entrada en vigencia del Código de Procedimiento Civil, no se requiere de tasación solemne, aun cuando entre los interesados haya personas incapaces, en los siguientes casos:

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a) Si sólo se trata de liquidar bienes muebles; b) Cuando en los autos existen antecedentes que justifiquen

la apreciación hecha por las partes, y c) Cuando sólo se trata de fijar un mínimo para licitar bie-

nes raíces con admisión de postores extraños. El caso b que acabamos de indicar nos merece un comentario

especial. Es frecuente que cuando las partes otorgan una escritura de liquidación en que adjudican bienes raíces, se señale. para justificar el valor que ellos asignan al bien, el avalúo fiscal, insertando al efecto un certificado de avalúo o el último recibo de contribuciones. Sin embargo, podría estimarse —y de hecho he visto que algunos bancos rechazan estas escrituras— que el art. 657 habla de `"antecedentes" en plural, con lo que no basta-ría uno solo.

La Corte Suprema, en sentencia de 11 de enero de 1991, des-echó un recurso de casación en el fondo fundado en que habiéndose liquidado de común acuerdo una sociedad conyugal, sin darse cumplimiento a las exigencias de tasación de bienes raíces contenidas en el art. 657 del Código de Procedimiento Civil, se producía —según el recurrente— la nulidad absoluta de tal liquidación. Dijo el fallo que "el modo de establecer el precio o valor de los bienes partibles no es una exigencia de validez del acto o contrato o juicio de partición, sino una mera regla práctica, toda vez que si fuere un requisito e validez, éste no podría ser obviado por el acuerdo de las partes..." (Gaceta Juríd ica Nº 127, p. 57).

Para terminar con este punto, digamos lo mismo que señalamos cuando vimos el inventario, esto es, que la fuerza probatoria del inventario y tasación simples no es la misma que la del inventario y tasación solemnes, pues el art. 1766 señala que "el inventario y tasación, que se hubieren hecho sin solemnidad judicial, no tendrán valor en juicio, sino contra el cónyuge, los herederos o los acreedores que los hubieren debidamente aprobado y firmado". Señalemos también que el Código de Procedimiento Civil, en los arts. 895 y ss., ha reglamentado la forma de hacer la tasación solemne, y agreguemos que si debiendo hacerse tasación solemne se hiciere simple, la sanción es la misma estudiada para el caso del inventario, es decir, los responsables responderán solidariamente de los perjuicios, y se procederá a normalizar la situación en el menor tiempo (art. 1766).

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3 5 4 . FORMACIÓN DEL ACERVO COMÚN O BRUTO; RETIRO DE LOS BIENES PROPIOS, Y PAGO DE LOS PRECIOS, SALDOS Y RECOMPENSAS. Sobre la base del inventario se debe formar el acervo bruto o común, que lo integran todos los bienes sociales, reservados y propios de cada cónyuge. Se debe formar también un cuerpo común de frutos que incluya los frutos provenientes de los bienes recién indicados y también los frutos de los bienes que la mujer administraba de acuerdo a los arts. 166 y 167.

Hecho lo anterior, se deben realizar las siguientes operaciones para llegar al acervo líquido partible:

1) Acumular imaginariamente –vale decir en valor– al haber social todo aquello de que los cónyuges sean respectivamente deudores a la sociedad, por vía de recompensa o indemnización (art. 1769).

2) Cada cónyuge o sus herederos tiene derecho a deducir del acervo bruto:

a) Las especies o cuerpos ciertos que le pertenezcan (bienes propios), y

b) Los precios, saldos y recompensas que constituyan el resto de su haber (art. 1770, inc. 1°). 3 5 5 . RETIRO DE LAS ESPECIES O CUERPOS CIERTOS QUE PERTE

NEZCAN AL CÓNYUGE. Respecto de este retiro, rigen las siguientes reglas:

A) Cada cónyuge, o sus herederos, tienen derecho a sacar del acervo bruto sus bienes propios, muebles o inmuebles, corporales o incorporales. Por ejemplo, se podrá retirar una cosa mueble eximida de la comunidad, de acuerdo al art. 1725, N° 4, inc. 2°. El art. 1770 habla de "las especies o cuerpos ciertos que le pertenezcan”, frase que debe entenderse en el sentido de bienes perfectamente individualizados, corporales o incorporales (Alessandri, ob. cit., Nº 874, p. 534).

B) El retiro se efectúa a título de dueño. Es un simple retiro material. No hay adjudicación, porque ésta supone una comunidad previa, lo que no se da en este caso, pues se trata de bienes que han pertenecido exclusivamente al cónyuge que ahora los retira.

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C) Los bienes se restituyen en el estado en que se encuentran, aprovechando al cónyuge los aumentos naturales que la cosa ha experimentado (los aumentos debidos a la mano del hombre otorgan a la sociedad una recompensa en contra del cónyuge, que se rige por el art. 1746), y sufriendo sus deterioros, salvo que se deban a dolo o culpa grave del otro cónyuge, en cuyo caso deberá éste resarcirlos (art. 1771).

D) Deben restituirse los bienes con sus frutos pendientes al tiempo de la restitución y también los frutos percibidos desde el momento de la disolución (art. 1772, inc. 1°).

E) La ley no fija un plazo para la restitución. El art. 1770, inc. 2°, la parte, sólo expresa que "La restitución de las especies o cuerpos ciertos deberá hacerse tan pronto como fuere posible después de la terminación del inventario y avalúo".

F) Estos bienes propios del cónyuge no se pueden adjudicar al otro cónyuge, porque toda adjudicación supone comunidad previa. De manera que si se hiciera, sería una especie de venta entre cónyuges, que está prohibida en el art. 1796. Sin embargo, esta regla tiene algunas excepciones:

a) Si el cónyuge sobreviviente es heredero del cónyuge difunto (art. 1337);

b) Si los bienes sociales son insuficientes para pagar el haber de la mujer, caso en que ésta podrá dirigirse sobre los bienes propios del marido, elegidos de común acuerdo v, al no haber acuerdo, por el juez partidor o liquidador (art. 1773, inc. 2°) (Alessandri, ob. cit., N° 884, p. 538). 356. RETIRO DE LOS P RECIOS , SALDOS Y RECOMPENSAS. El art. 1770 señala que "cada cónyuge, por sí o por sus herederos, tendrá derecho a sacar de la masa las especies o cuerpos ciertos que le pertenezcan, y los precios, saldos y recompensas que constituyan el resto de su haber".

Estas deducciones se rigen por las reglas siguientes:

A) Las hace el cónyuge en su calidad de acreedor de la sociedad conyugal;

B) Las hace efectiva, pagándose directamente con bienes sociales, respetándose el siguiente orden: dinero y bienes muebles,

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y a falta de éstos, bienes inmuebles. Así lo dice el art. 1773: las que consistan en dinero, sea que pertenezcan a la mujer o al marido, se ejecutarán sobre el dinero y muebles de la socia dad, y subsidiariamente sobre los inmuebles de la misma".

Lo que se viene diciendo constituye una excepción a las reglas generales, puesto que lo normal es que el acreedor persiga su crédito en los bienes del deudor, exigiendo se vendan en pública subasta para pagarse con su producido (art. 2469). La excepción se explica por varias razones:

a) porque el acreedor es también comunero en el bien; b) porque de esa forma se evita la venta de bienes que a los

cónyuges puede interesar conservar, y c) se evita una venta que puede ser inconveniente y que

además causaría gastos. Este derecho de los cónyuges a cobrarse directamente en los

bienes sociales, puede ser renunciado, exigiendo se vendan los bienes sociales para pagarse con el producido del remate, según las reglas generales. También, pueden ellos acordar que no se respete el orden de prelación que indica el art. 1773.

C) Sólo puede hacerla el cónyuge cuando se le adeuda un precio, saldo o recompensa proveniente de la indivisión. De modo que los créditos extraños a la indivisión, como los que los herederos pudieren tener entre sí por otras razones, no autorizan esta deducción.

D) Los cónyuges hacen estas deducciones a título de acree-dores-comuneros, no a título de propietarios, como ocurría en el retiro de los bienes propios. Por ello, estos retiros constituyen una adjudicación. Y esto es importante para varios efectos

a) Porque la nulidad o rescisión de la partición acarrea la nulidad de estas adjudicaciones;

b) Porque, como toda adjudicación, ésta es declarativa, no traslaticia de dominio, aunque se haga en pública subasta (sobre este punto véase A. Alessandri, ob. cit., 899, 900 y 901).

E) Estos pagos deben hacerse dentro del año siguiente a la terminación del inventario y avalúo, plazo que puede ampliarse o restringirse por el partidor (art. 1770, inc. 2º).

F) Respecto de estos retiros, la ley otorga a la mujer algunos beneficios especiales:

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a) Le permite hacer estas deducciones antes que el marido (art. 1773, inc. 1°);

b) Si los bienes sociales fueren insuficientes, podrá hacer efectivo su crédito sobre los bienes propios del marido, elegidos de común acuerdo o, a falta de acuerdo, por el partidor (art. 1773). En este caso, no hay adjudicación, sino una dación en pago, y

c) La mujer es respecto de su marido una acreedora que goza de un privilegio de cuarta clase (art. 2481, N° 3) (sobre el alcance de este privilegio, véase A. Alessandri, ob. cit., Nº 913 a 922; M. Somarriva, Derecho de Familia, Nºs 925 y 926) . 357. LIQUIDACIÓN DE LAS RECOMPENSAS QUE RECÍPROCAMENTE SE ADEUDEN SOCIEDAD Y CÓNYUGES. Puede ocurrir que la sociedad adeude recompensas a alguno de los cónyuges o éstos a la sociedad. Hay, por así decirlo, una verdadera cuenta corriente entre el cónyuge y la sociedad que será necesario liquidar. Mientras no se haga esta liquidación no se va a saber si el cónyuge respectivo tiene un crédito que hacer efectivo en la partición, o, a la inversa, si es deudor. Por la misma razón, mientras no se practique esta operación, los acreedores de un cónyuge no podrían embargar el crédito que éste tiene contra la sociedad. Tampoco podría el cónyuge exigir el pago de la recompensa mientras no esté hecha la liquidación.

En definitiva si practicado el balance, éste arroja un saldo acreedor para el cónyuge, hará la respectiva deducción, en los términos estudiados (arts. 1770-1773). Si resulta un saldo deudor, quiere decir que él debe a la sociedad conyugal tal saldo, por lo que debe acumularlo imaginariamente de acuerdo al art. 1769. 358. DEDUCCIÓN DEL PASIVO COMÚN. Del acervo bruto podrá deducirse también el pasivo social. Hemos dicho que se "podrá" deducir el pasivo del acervo bruto, porque ello no es obligatorio para las partes, pudiendo, si así lo desean, prescindir del pasivo y repartir sólo el activo. Podrá advertirse que el art. 1774 señala que "ejecutadas las antedichas deducciones (y entre éstas no está el pasivo), el residuo se dividirá por mitad entre los cónyuges". Si al momento de la liquidación no se rebaja el pasi-

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yo, los acreedores sociales podrán de todas formas hacer efectivos sus créditos en la forma dispuesta en los arts. 1777 a 1779

Lo conveniente es considerar el pasivo al momento de hacer la liquidación, resolviéndose qué deudas soportará cada cónyuge. Sin embargo, estos acuerdos a que puedan llegar cónyuges sobre el pago de las deudas son inoponibles a los acreedores, que de todas formas podrán dirigirse en contra de que contrajo la deuda. Pero los acreedores podrían también acatar este reparto de deudas y actuar en consecuencia (arts. 13 1359). 3 5 9 . REPARTO DE LOS GANANCIALES. Una vez que se hacen

acervo bruto las acumulaciones y deducciones que hemos trata- do, lo que resta es el acervo líquido partible o gananciales, que se debe dividir por mitad entre los cónyuges (sin importar que cada uno haya aportado a la sociedad). Así lo establece art. 1774, ya transcrito.

Hay, sin embargo, algunas excepciones a la regla de repartir por mitad de los gananciales. Ello ocurre en los casos siguientes

1) Cuando hubiere habido ocultación o distracción dolos de un bien de la sociedad, caso en que el cónyuge o herederos responsable pierde su porción en la misma cosa y debe restituirla doblada (art. 1768).

2) Cuando en las capitulaciones matrimoniales se hubiere con vertido que los gananciales se repartan en otra proporción (sobre este punto véase: "¿Puede alterarse, en el hecho, la proporcionan dad del 50% para la división de gananciales", Fernando Fueyo Laneri, Revista Derecho Universidad de Concepción, Nº 119, p. 3).

3) Cuando la mujer renunció a los gananciales. Si uno de los herederos de la mujer renunció a su cuota en los ganancia-les, la porción del que renuncia acrece a la porción del marido (art. 1785). 3 60 . DIVISIÓN DEL PASIVO SOCIAL. RESPONSABILIDAD DE LOS

CÓNYUGES POR ESTE PASIVO. Esta materia está tratada en los arts. 1777, 1778 y 1779 del Código Civil. Para estudiarla, es necesario distinguir entre:

A) La obligación a las deudas, y B) La contribución a las deudas.

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361. OBLIGACIÓN A LAS DEUDAS. Frente a los terceros el maridoes responsable de las deudas sociales. Como administrador dela sociedad conyugal, él contrajo la deuda y él debe responder por la totalidad de la obligación sin que importe que haya o no recibido gananciales (arts. 1749, 1750, 1751). El art. 1778, en su 1ª parte, así lo establece: "El marido es responsable del total de las deudas de la sociedad...". Esta situación no cambia por la disolución de la sociedad, de tal suerte que el tercero acreedorpuede dirigirse por el total de la deuda sobre todo el patrimoniodel marido. Véase Fallos del Mes 469, sent. 9, p. 2216.

La situación de la mujer es diferente. Ella está obligada frentea terceros exclusivamente hasta lo que recibió a título degananciales. El art. 1777, inc. 1°, dice que "La mujer no es responsable de las deudas de la sociedad, sino hastaconcurrencia de su mitad de gananciales". De manera quedemandada la mujer por una deuda social, puede oponer alacreedor el beneficio de emolumento, que luego estudiaremos, y defenderse alegando que ella no responde de la deuda sinohasta el monto de lo que recibió a título de gananciales.

En relación a esta materia se ha fallado que "con la disolu-ción de la sociedad conyugal no desaparece la responsabilidaddel marido, pues éste –como lo precisa la norma del art. 1778del Código citado– sigue siendo responsable del total de las deu-das de la sociedad conyugal, concediéndosele la acción de re-petición que allí se establece. Mas, en el caso de la mujer queno hubiere renunciado a los gananciales, queda desde aquelmomento también responsable de las deudas de la sociedadconyugal de acuerdo con lo establecido en el art. 1777. En otras palabras, al deudor inicial se agrega por disposición de la ley unsegundo deudor, la cónyuge separada totalmente de bienes. Estaobligación personal de la mujer no dimana sino de la ley, fuente de la misma, corno lo reconocen los arts. 578 y 1437 del CódigoCivil" (RDJ, t. 88, sec. 2ª, p. 41).

También se ha fallado que "los acreedores por deudas per-sonales del marido o por deudas de la sociedad, pueden perse-guir indistintamente los bienes propios del marido y los bienessociales, de donde resulta que, en el hecho, toda deuda de lasociedad es, frente a terceros, personal del marido y toda deu-

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da personal de éste es deuda social" (cons. 7º) ( Corte Suprema, 30 de agosto de 2001, Gaceta Jurídica 290. pp. 89 y ss.). 362. TÍTULOS EJECUTIVOS EN CONTRA DEI. MARIDO. En el caso que la deuda contraída por el marido constare de un título ejecutivo —v. gr.. letra de cambio o pagaré firmado por el Marido ante notario—cabe preguntarse si este titulo puede hacerse efectivo contra de la mujer una vez disuelta la Sociedad Conyugal. En nuestra opinión ello no es posible, pues una cosa es la obligación o responsabilidad al pago de una deuda y otra distinta es la vía para hacer efectiva tal responsabilidad. Disuelta la sociedad conyugal. La mujer puede ser demandada por su cuota o parte en la deuda (art. 1777 inc . 1º), pero no se le puede perseguir

ejecutivamente. Lo anterior se explica por el concepto mismo de l o que es título

ejecutivo, definido como "aquel documento que da cuenta de un derecho indubitable, al cual la ley le atribuye la suficiencia necesaria para exigir el cumplimiento forzado de la obligación que en él se contiene" (Mario Casarino Viterbo Manual de Derecho Procesal. t. Y Nº 712. p. 80. Editorial Jurídica de Chile, 4ª edición. Santiago. 1985). Un conocido procesalista nos dice que una de las características de la acción ejecutiva es su autonomía, de la que "resulta que el título ejecutivo es suficiente por sí mismo para autorizar el procedimiento de ejecución. Nada debe i n vestigar el juez que no conste del título mismo. Pero. por esa razón, y como lógica consecuencia. es necesario que el título sea bastante por sí mismo. es decir. que debe reunir todos los elementos para actuar como título ejecutivo..." (Hugo Alsina, Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, t. III, Nº 6, p. 47, letra c). Compañía Argentina de Editores Buenos Aires, 1943).

Justamente porque el título ejecutivo debe bastarse a sí mismo, es que no se acepta lo que se ha dado en llamar la "yuxtaposición de títulos". esto es, que se junten dos instrumentos para configurar un título ejecutivo. Hay sentencias en este sentido (Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 76, sec. 2ª p. 270). En otra oportunidad. la Corte Suprema resolvió que "el título ejecutivo tiene que ser constitutivo de una obligación determinada y relativo a una persona también determinada ( R D J . t . 3 0 . s e c 1 ª , t. 30. sec. 1ª

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p. 286), Sobre este punto puede consultarse Tribunales Jurisdicción y

Proceso. Raúl Tavolari Oliveros. Editorial Jurídica de Chile. Santiago.

1991. p. 78.

Si existe un título ejecutivo en contra del marido. disuelta la

sociedad conyugal no se puede proceder ejecutivamente en contra de la

mujer porque del título mismo no aparece que esa mujer sea la cónyuge de

la persona que figura en el titulo, ni tampoco que tal matrimonio se

encuentra disuelto. Lo anterior es todavía mas claro tratándose de los

ejecutivos corno letras de cambio pagarés o cheques cuyas filmas se

encuentren autorizadas ante notario, por cuanto el Código de

Procedimiento Civil art. 434 Nº 4 inciso final es muy claro en orden a que

dichos documentos tendrán mérito ejecutivo "respecto del obligado cuya

firma aparezca autorizada por un notario..." lo que en el caso que estamos

comentando ocurre con la firma del marido y no con la de la mujer. En

este sentido, sentencia de 11 de diciembre de 1996, dictada por la Corte

de Concepción en causa "Banco de Chile con Villegas", rol Corte 1215-95

t. 94 sec. 1ª Pág. 36.

Don Arturo Alessandri señala que "el título que era ejecutivo

antes del matrimonio en contra de alguno de los cónyuges continua

siéndolo después de celebrado, sin necesidad de dar cumplimiento al art.

1377, que no tiene aplicación en materia de Sociedad Conyugal: se refiere

únicamente a los títulos que eran ejecutivos contra una persona difunta" y

agrega: "De ahí que una vez celebrado el matrimonio, el título que era

ejecutivo en contra de la mujer se puede hacer valer en contra del marido

sin necesidad de notificación previa" (Tratado Práctico de las

Capitulaciones Matrimoniales Nº 366. p.277. Véase también Nº 556, p.

371).

Compartimos la primera parte de esta opinión, persona no estamos de acuerdo en la conclusión. pues los títulos ejecutivos en contra de una persona no pueden hacerse valer en contra de otra, porque por si mismos no son suficientes para autorizar el procedimiento de ejecución y por otra parte. no es admisible la "yuxtaposición de títulos-. El único caso en que la ley admite que un título ejecutivo se puede hacer valer en contra de una persona diferente es el del art. 1377. Y realmente tampoco es excepción, porque los herederos representan al causante (art. 1097).

2 6 7

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3 6 3 . CONTRIBUCIÓN A LAS DEUDAS. El problema de la contribu-ción a la deuda consiste en determinar en qué medida va a so-portar cada cónyuge una deuda social. La respuesta la da el art. 1778: "El marido es responsable del total de has deudas de la sociedad; salva su acción contra la mujer para el reintegro de la mitad de estas deudas, según el artículo precedente". De manera que ambos cónyuges soportan el pago de la deuda por mitades. Y la regla es justa, puesto que si el activo se divide por mitad (art. 1774), lo equitativo es que en la misma forma se divida el pasivo (art. 1778). Hay, sin embargo, tres excepciones importantes, en que los cónyuges no contribuyen al pago de una deuda por partes iguales:

1) Beneficio de emolumento; 2) Cuando los cónyuges han convenido un reparto dife-

rente, y 3) Citando se trata de una deuda personal de un cónyuge.

3 6 4 . BENEFICIO DE EMOLUMENTO. Ha sido definido como "la fa-cultad que tiene la mujer o sus herederos para limitar su obli-gación y su contribución a las deudas de la sociedad hasta concurrencia de su mitad de gananciales, es decir, del provecho o emolumento que obtuvieron en ella" (Alessandri, ob. cit., N° 979). Está contemplado en el art. 1777.

Para que la mujer pueda hacer uso de este beneficio sólo deberá probar el exceso que se le cobra, en la forma dispuesta en el inc. 2º del art. 1777, esto es, "sea por el inventario y tasación, sea por otros documentos auténticos". La prueba sólo puede consistir en instrumentos públicos —ése es el significado de documentos auténticos, según el art. 1699—, de manera que no es admisible ni la prueba de testigos ni instrumentos privados, salvo el inventario privado, pero sólo respecto del acreedor que lo aprobó y firmó (art. 1766). Ha dicho la jurisprudencia que: "al no probar la demandada (mujer), de una manera que empezca al actor, el exceso de la contribución a que alude el art. 1777 del Código Civil, debe responder por el total de la obligación materia de la demanda" (RDJ. t. 88. sec. 2ª, p. 41, consid. 13º). El mismo fallo señala —consid. 12°— que, "según los autores y la jurisprudencia francesa, la mujer puede suplir la omisión del inventario por otros instrumentos auténticos sólo

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cuando alegue el beneficio de emolumento respecto del marido, pero no cuando lo alegue respecto de los acreedores" (Planiol y Ripert, Tratado Práctico Derecho Civil Francés, t. IX, N° 924, p. 326; Josserand, Curso de Derecho Civil Positivo Francés, t. III, 2ª edición, N° 358, p. 198).

La razón que ha tenido la ley para limitar la responsabilidad de la mujer está en que no ha sido ella quien ha administrado la sociedad conyugal, sino su marido. Es una protección que se le otorga para defenderla de la mala administración del marido.

El beneficio de emolumento no produce una separación de patrimonios. Por ello, los acreedores pueden hacer efectivo su crédito en todos los bienes de la mujer, no sólo en los que haya recibido a título de gananciales. Alessandri explica que "la mujer responderá siempre hasta concurrencia de la cantidad que en cifras represente su mitad de gananciales", y agrega: "lo que determina su responsabilidad no es el valor de los bienes que haya recibido, sino el monto de los gananciales que le corres-pondieron”. "La mujer que recibió mil pesos como mitad de ga-nanciales, responde hasta por mil pesos, aunque los bienes con que se le enteraron valgan, al tiempo de la demanda del acree-dor, quinientos o dos mil pesos" (ob. cit. N° 989, p. 598). 365. ¿A QUIÉN SE OPONE EL BENEFICIO DE EMOLUMENTO? La mujer lo puede oponer a un acreedor de la sociedad (jamás a un acreedor personal suyo). cuando se la demanda por una deuda social: y también lo puede oponer a su marido. Respecto de este último por vía de acción o como excepción. Lo primero ocurrirá cuando ella haya pagado una deuda social de monto superior a su mitad de gananciales, para que el marido le reembolse el exceso. Opondrá el beneficio por vía de excepción cuando el marido haya pagado una deuda social y demande a la mujer para que le restituya su mitad (art. 1778); la mujer le dirá que nada debe restituir o que sólo debe reembolsar una parte, por-que lo que se le cobra excede a lo que percibió a título de ga-nanciales. 366. CÓNYUGES PUEDEN ACORDAR LA DIVISIÓN DE LAS DEUDAS EN UNA PROPORCIÓN DIFERENTE. Los cónyuges pueden convenir que una deuda social la soporte uno de ellos en su integridad o en

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una proporción diferente al cincuenta por ciento. Ello es perfectamente posible, y lo aceptan los arts. 1340 y 1359 para los herederos, normas que se aplican al caso de la liquidación de sociedad conyugal de acuerdo al art. 1776. En el mismo sentid Pablo Rodríguez G., quien expresa que ello es posible con la s. vedad que los cónyuges o sus herederos no pueden alterar las no mas sobre responsabilidad consignadas en la ley (Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica de Chile, año 1996, p. 176). 367. PAGO DE UNA DEUDA PERSONAL. Cuando la sociedad paga una deuda personal de uno de los cónyuges, tiene un derecho de recompensa en contra de ese cónyuge, pala que de esa forma soporte en definitiva el pago total. 368. IRRENUNCIABILIDAD DEL BENEFICIO DE EMOLUMENTO. La mujer no puede renunciar en las capitulaciones matrimoniales a este beneficio (art. 1717). Sin embargo, nada le impide renunciado una vez disuelta la sociedad conyugal. 369. PAGO POR UNO DE LOS CÓNYUGES DE UNA DEUDA GARANTIZADA CON UNA CAUCIÓN REAL CONSTITUIDA SOBRE UN BIEN ADJUDICADO. Esta situación está tratada en el art. 1779: "Aquel de los cónyuges que, por el efecto de una hipoteca o prenda cons-tituida sobre una especie que le ha cabido en la división de la masa social, paga una deuda de la sociedad, tendrá acción contra el otro cónyuge para el reintegro de la mitad de lo que pagare; y pagando una deuda del otro cónyuge, tendrá acción contra él para el reintegro de todo lo que pagare".

La explicación es simple: la prenda e hipoteca son indivisibles. De consiguiente, el acreedor ya a demandar por el total, en contra del cónyuge a quien se le ha adjudicado la cosa hipotecada o empeñada (arts. 1526, N° 1, 2405, 2408). Tendrá entonces que pagar el total de la deuda, sin perjuicio de que podrá dirigirse en contra del otro cónyuge, para que le reintegre la mitad que éste tenía que soportar de la deuda. 370. RENUNCIA DE LOS GANANCIALES. El art. 1719, en su inc. 1º, establece que "La mujer, no obstante la sociedad conyugal, podrá renunciar su derecho a los gananciales que resulten de la

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

administración del marido, con tal que haga esta renuncia antes del matrimonio o después de la disolución de la sociedad". Y el art. 1781 agrega que "Disuelta la sociedad, la mujer mayor o sus herederos mayores tendrán la facultad de renunciar los gananciales a que tuvieren derecho...".

Esta renuncia es un beneficio que la ley da a la mujer (o a sus herederos), que consiste en que verificada esta renuncia, la mujer no responde de las deudas sociales, que sólo podrán ser exigidas y en su integridad al marido, sin derecho de reintegro. Constituye un importante medio de protección que la ley otorga a la mujer para defenderla de la mala administración del marido. 371. RENUNCIA HECHA POR EL MARIDO. Dada la finalidad de esta institución, no procede que el marido renuncie a los gananciales. Se podrá decir, sin embargo. que por qué no podría hacerlo, si es un derecho que sólo a él compete (art. 12 del Código Civil). Ello es cierto, el marido podría renunciar a los gananciales. pero tal renuncia no produce el efecto de liberarlo de responsabilidad por las deudas sociales. Hecha después de la disolución de la sociedad, constituiría una donación revocable del marido a la mujer que no requiere de confirmación para que subsista después de la muerte del primero (art. 1137). Así Somarriva, Derecho de Familia, Nº 342. Alessandri, ob. cit., Nº 1000, p. 604. 372. MOMENTO EN QUE SE PUEDEN RENUNCIAR LOS GANANCIA-LES. La mujer puede renunciar los gananciales en dos momentos:

a) En las capitulaciones matrimoniales celebradas antes del matrimonio (arts. 1719. 1721), v

b) Con posterioridad a la disolución de la sociedad conyugal (art. 1781). 373. RENUNCIA HECHA EN LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES. Esta renuncia puede constituir uno de los objetos de las capitu-laciones matrimoniales celebradas antes del matrimonio. Puede hacerla la esposa menor de edad, pero en ese caso requiere de autorización judicial (art. 1721, inc. 1º).

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374. RENUNCIA HECHA CON POSTERIORIDAD A LA DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD. El art. 1781 señala que "disuelta la sociedad, la mujer o sus herederos mayores tendrán la facultad de renunciar los gananciales a que tuvieren derecho". Y agrega: "No se permitirá esta renuncia a la mujer menor ni a sus herederos menores, sino con aprobación judicial. Como se ve, hay perfecta concordancia entre la norma del art. 1721 con la recién transcrita, pues en ambos casos se permite a las menores de edad renunciar, pero sujetas a la autorización o aprobación ju-dicial.

La renuncia, en este caso, puede hacerse en cualquier momento, desde que se disuelve la sociedad conyugal y hasta mientras no ingrese ningún bien social al patrimonio de la mujer. Así lo dice el art. 1782 inc. 1º. Ello se explica porque el hecho de recibir bienes a título de gananciales importa la aceptación de los gananciales. Por ello, porque ya se aceptaron, no se pueden renunciar.

Recordemos que cuando la sociedad conyugal se disuelve por haber operado el pacto de separación de bienes establecido en el art. 1723, puede hacerse la renuncia en la misma escritura pública en que los cónyuges se separan de bienes.

Alessandri estima que la mujer o sus herederos podrían ser obligados, a petición del marido, de sus herederos o de cualquier otro interesado a que manifiesten su voluntad de aceptar o re-pudiar. Ello aplicando por analogía los arts. 1232 y 1233 del Código Civil (ob. cit., N° 1015, p. 610). 375. CARACTERÍSTICAS DE LA RENUNCIA DE GANANCIALES. La re-nuncia a los gananciales presenta las siguientes características:

1) Como toda renuncia, es un acto jurídico unilateral que sólo requiere de la voluntad de la mujer o de sus herederos.

2) Es un acto jurídico consensual, pues la ley no lo ha so-metido a ninguna formalidad especial.

3) Es un acto puro y simple. Ello se desprende aplicando por analogía el artículo 1227 relativo a la repudiación de las asignaciones testamentarias.

4) Es un acto irrevocable. Así lo establece el art. 1782, inc. 2°: "Hecha una vez la renuncia, no podrá rescindirse...". Si bien la ley habla de "rescindir", tenemos que entender que lo que qui-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

so decir fue "revocar". Hay casos en que, por excepción, se puede dejar sin efecto:

a) Si la mujer o sus herederos prueban que fueron induci-dos a renunciar por engaño. Es un caso de nulidad relativa por existir dolo;

b) Si la mujer o sus herederos prueban que renunciaron por un justificable error acerca del verdadero estado de los negocios sociales. Es un caso de nulidad relativa por error;

c) Si la mujer o sus herederos renunciaron violentados por la fuerza. Este caso no está especialmente contemplado, pero resulta de aplicar las reglas generales, contenidas en los arts. 1456 y 1457;

d) También se puede dejar sin efecto la renuncia cuando se hizo en fraude de los acreedores del renunciante. En este caso la renuncia se podrá atacar por la vía de la acción pauliana.

En los casos a) y b), la acción de nulidad prescribe en cuatro años contados desde la disolución de la sociedad (art. 1782, inciso final) y no se suspende en favor de los herederos menores, porque el art. 1782 no establece la suspensión y esa norma se aplica con preferencia al art. 1692.

Cuando la causal de nulidad es la fuerza, prescribe en el pla-zo de 4 años contados desde que la fuerza cesa, y aquí rige la suspensión del art. 1692, por aplicarse las reglas generales.

Y, finalmente, en el caso de la acción pauliana, prescribe ésta en el plazo de un año contado desde la fecha de la renuncia (art. 2468, N° 3). 3 76 . FORMA DE RENUNCIAR LOS GANANCIALES. La ley no ha dado ninguna norma especial sobre la forma como deben re-nunciarse los gananciales. Por ello entendemos que la voluntad de la mujer se puede manifestar, como ocurre en la generalidad de los actos jurídicos, en forma expresa o en forma tácita. Será tácita cuando pueda desprenderse inequívoca-mente de hechos realizados por la mujer. Nos parece un buen ejemplo de esta situación el que la mujer después de disuelta la sociedad conyugal, enajene un bien que era parte de su patrimonio reservado, no obstante que con motivo de la disolución tal bien debe ingresar a la masa común. Por ello, si lo enajena ella sola, con esa conducta está manifestando su vo-

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luntad de que el bien no entre a los gananciales, lo que implica renunciarlos.

Pensamos que cuando hay bienes raíces, lo corriente será que la mujer haga la renuncia en forma expresa, en escritura públi-ca, que anotará en el registro de Propiedad del Conservatorio de Bienes Raíces, al margen de la inscripción de dominio. No es necesario practicar una nueva inscripción del bien a nombre de la mujer, por cuanto el acto de renuncia no constituye un título nuevo. 377. EFECTOS DE LA RENUNCIA DE LOS GANANCIALES. Cuando se renuncia a los gananciales antes del matrimonio, de todas for-mas va a haber sociedad conyugal (art. 1719) y de todas mane-ras los frutos de los bienes propios de la mujer ingresarán a la sociedad conyugal, para soportar las cargas de familia (art. 1753). En lo demás. los efectos serán los normales de toda renuncia de gananciales y van a operar a la disolución de la sociedad.

Los efectos normales de la renuncia –hecha antes del matrimonio o después de su disolución – son los siguientes:

1) Los derechos de la sociedad y del marido se confunden aun respecto de los cónyuges (art. 1783). De aquí derivan las siguientes consecuencias:

a) A la disolución todos los bienes pertenecen al marido, no hay comunidad que liquidar;

b) La mujer no tiene derecho alguno en el haber social, y

c) La mujer no responde de parte alguna de las deudas sociales.

2) Los bienes del patrimonio reservado de la mujer le per-tenecen a ella exclusivamente, no ingresan a los gananciales (art. 150, inc. 7º). La misma suerte corren los frutos de los bienes que administra separadamente la mujer de acuerdo a los arts. 166 y 167, y

3) La mujer conserva sus derechos y obligaciones a las re-compensas e indemnizaciones (art. 1784). 378. ACEPTACIÓN DE LOS GANANCIALES. El Código no ha dado normas sobre la forma en que deben aceptarse los gananciales. Por ello debe concluirse que la aceptación puede hacerla la mu

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

jer en forma expresa o en forma tácita. Será expresa cuando la hace en términos explícitos, v. gr., en escritura pública; será tá-cita cuando de hechos suyos pueda desprenderse inequívoca-mente su voluntad de aceptar los gananciales. Creemos que debe aplicarse por analogía lo dispuesto para la aceptación de las he-rencias por el art. 1241 del Código Civil. 379. EL DERECHO DE LOS HEREDEROS A RENUNCIAR LOS GANANCIALES ES DIVISIBLE. Así fluye del art. 1 785: "Si sólo una parte de los herederos de la mujer renuncia. las porciones de los que renuncian acrecen a la porción del marido". 380. DE LOS BIENES RESERVADOS DE LA MUJER CASADA. Son bienes reservados de la mujer los que ella adquiere con su trabajo separado de su marido, lo que adquiere con ellos y los frutos de unos y otros. Están tratados en el art. 130 del Código Civil.

El Código no habla de bienes reservados, y por ello también podría hablarse de peculio profesional o industrial de la mujer, denominación que el Código emplea, respecto del hijo (art. 250, Nº 1). Sin embargo, la denominación "bienes reservados" parece más propia y es la que usa la doctrina nacional, porque no sólo componen este patrimonio los bienes provenientes del trabajo de la mujer, sino también lo que con ellos adquiera. Por lo de-más, de esa manera son llamados por la mayoría de los Códigos extranjeros. v. gr., arts. 1265 y ss., del Código alemán: 190 a 193 del Código suizo, 191 del Código turco. etc. 381. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA INSTITUCIÓN DE LOS BIENES RESERVADOS. Esta institución sólo vino a ser incorporada al Código Civil por el Decreto Ley 328, de 12 de marzo de 1925, que en su art. 9° estableció: "Se considera a la mujer separada de bie-nes para la administración de aquellos que sean el fruto de su trabajo profesional o industrial'". Y dio capacidad judicial a la mujer, respecto de esta administración.

Presentó el decreto ley varios inconvenientes, que hicieron ilusorios los beneficios que la norma quiso establecer:

1) En primer lugar. no se dio a la mujer el derecho a elegir una profesión o industria, con lo que bastaba la negativa para que desapareciera la posibilidad de patrimonio reservado;

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2) Es cierto que reconoció a la mujer, respecto del patrimonio reservado, la capacidad de la separada de bienes. Sin embargo, a esa época la mujer separada de bienes tenía una capacidad muy restringida (por ejemplo, necesitaba de autorización del marido para gravar y enajenar bienes raíces);

3) El principal defecto consistió en no haber dado normas para la prueba del origen y dominio de los bienes reservados y de la capacidad de la mujer. Ello hacía que los terceros para con-tratar con ella exigían la autorización del marido, para no correr riesgos, con lo que se desnaturalizaba la institución.

4) Finalmente, nada dijo el Decreto Ley 328 de la suerte que corrían estos bienes a la disolución de la sociedad conyugal.

Con el objeto de corregir estas deficiencias, la Facultad de Leyes y Ciencias Políticas de la Universidad de Chile -que así se llamaba entonces la Facultad de Ciencias jurídicas y Sociales-preparó un proyecto, inspirado especialmente en la ley france-sa de 1907, que vino a transformarse en la Ley N° 5.521, de 14 de diciembre de 1934, publicada en el Diario Oficial del 19 del mismo mes. Conviene agregar que esta ley no sólo trató de los bienes reservados, sino que su contenido fue más amplio. En términos generales aumentó considerablemente la capacidad de la mujer. Lo importante para este estudio es que reglamentó cuidadosamente la prueba del origen y dominio de los bienes reservados y de la capacidad de la mujer. Lo mismo en lo relativo al pasivo y a la suerte que siguen los bienes a la disolución de la sociedad.

3 8 2 . CARACTERÍSTICAS DE LOS BIENES RESERVADOS.

1) Forman un patrimonio especial, con activo y pasivo propios.

2) Constituyen un régimen especial de administrar un con-junto de bienes sociales. El hecho de que los administre la mujer no les quita el carácter de sociales. Son sociales porque provienen del trabajo de uno de los cónyuges (art. 1725, N° 1). Y la mayor prueba de que lo son está en que a la disolución de la sociedad conyugal ingresan a la masa de gananciales, a me-nos que la mujer o sus herederos renuncien a los gananciales.

3) Constituyen una protección que la ley otorga a la mujer que trabaja. Luego son privativos de la mujer.

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

4) Esta institución opera de pleno derecho por la sola cir-cunstancia de que los cónyuges se casen en régimen de sociedad conyugal y de que la mujer tenga u n trabajo separado del marido.

5) Es una institución de orden público. Por ello la regulación la hace la ley, sin que las partes puedan modificarla. El art. 150, inc. 2º, emplea la expresión "no obstante cualquier estipulación en contrario". Por la misma razón, la mujer no podría en las capitulaciones matrimoniales renunciar a tener un patrimonio reservado (art. 1717). 3 8 3 . REQUISITOS DE LOS BIENES RESERVADOS. El art. 150, inc. 2°,

establece que "La mujer casada, que desempeñe algún empleo o que ejerza una profesión, oficio o industria, separados de los de su marido, se considerará separada de bienes respecto del ejercicio de ese empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no obstante cualquier estipulación en contrario...". De aquí se desprende que los requisitos para que nos en-contremos frente a esta institución de los bienes reservados son los siguientes:

1) Trabajo de la mujer; 2) Que el trabajo sea remunerado; 3) Que se desarrolle durante la vigencia de la sociedad

conyugal, y 4) Que se trate de un trabajo separado del marido.

3 8 4 . TRABAJO DE LA MUJER. La única fuente de los bienes reser-

vados es el trabajo de la mujer. Los bienes que la mujer adquiera por otro medio, herencia por ejemplo, no ingresan a este patrimonio, quedando sometidos al derecho común. 3 8 5 . TRABAJO REMUNERADO. Este requisito es lógico, por cuan-to

el art. 150, inc. 2°, la considerará separada de bienes respecto del ejercicio de ese empleo, oficio, profesión o industria "y de lo que en ellos obtenga ". Luego, su trabajo separado tiene que producirle bienes, tiene que ser remunerado. Las labores domésticas que haga en el hogar o los servicios de beneficencia que realice no van a generar bienes reservados. Cualquier trabajo remunerado, permanente, accidental, industrial, agrícola, comer-

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cial, profesional, lícito o ilícito, público o privado, es fuente de bienes reservados. 386. EL TRABAJO TIENE QUE DESARROLLARSE DURANTE LA VIGEN-CIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Por esta razón si la mujer trabaja de soltera N adquiere bienes, estos bienes no formarán parte de sus bienes reservados, sino que seguirán la suerte que les co-rresponda de acuerdo al derecho común. Así, por ejemplo, si de soltera compró un inmueble, éste será bien propio: en cambio, si tiene un automóvil o acciones de un banco, tales bienes ingresarán al activo relativo de la sociedad conyugal (art. 1725, Nº 1).

Para determinar si un bien es reservado hay que estarse al momento en que se prestó el servicio. Así si la mujer de soltera realizó un trabajo, y se lo pagaron cuando ya estaba casada, ese pago no ingresa a los bienes reservados. Y a la inversa, si de ca-sada realizó un trabajo que le es pagado cuando va la sociedad está disuelta, tal bien es reservado.

Es corriente que la mujer trabaje algunos años después de casada y en seguida jubile o se retire a las labores propias de su hogar. Ello, sin embargo, no hace que desaparezca el patrimonio reservado. Así lo demuestra el inc. 4º del art. 150, parte final, que habla de "que ejerce o ha ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de los de su marido". 387. TRABAJO SEPARADO DE SU MARIDO. Este requisito lo incor-poró la Ley N° 5.521, tomándolo de la ley francesa de 1907; no lo exigía el D.L. 328. De la historia fidedigna del establecimiento de la ley -dice Alessandri- se desprende que "hay trabajo se-parado de la mujer y del marido siempre que no trabajen en colaboración, aunque reciban una remuneración común. Y ex-plica que en el Senado, a indicación de la Comisión de Consti-tución, Legislación y Justicia, se sustituyó la palabra `distintos', que figuraba en el proyecto de la Cámara de Diputados, por "se-parados", a fin de expresar mejor la idea manifestada en el primer informe de esa Comisión, según la cual por trabajo separado de la mujer "debe entenderse no solamente aquel que se des-empeña por la mujer en una repartición, industria o negocio diverso, sino, también, el que ésta sirva en el mismo negocio,

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEI. MATRIMONIO

industria o repartición en que trabaje el marido, siempre que, en este últ imo caso, no haya entre ambos una relación directa, personal y privada de colaboración y ayuda solamente, sino una efectiva o in-dependiente contratación de servicios con un determinado em-pleador o patrón, ya sea éste el propio marido o un extraño" (primer informe de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado, citado por Alessandri, ob. cit., N° 1070).

Por la importancia del punto, reproducimos los comentarios de Alessandri, no obstante su extensión: "Para determinar si hay o no trabajo separado de la mujer, no se atiende a si los cónyuges reciben una remuneración separada o única: la forma de re-muneración es indiferente; a si se dedican al mismo o a distinto género de actividades ni a si trabajan en el mismo negocio, in-dustria u oficina o en otro diverso, sino exclusivamente a si hay o no colaboración y ayuda directa, personal y privada entre ellos. Si la mujer se limita a ayudar al marido en virtud del deber de asistencia que le impone el art. 131 del C.C., prestándole cooperación en las labores agrícolas, industriales, comerciales o profesionales, si, por ejemplo, atiende el negocio conjuntamente con el marido, despacha a los clientes cuando éste no puede hacerlo, le ayuda a contestar sus cartas, le dactilografía sus escritos o trabaja en colaboración con su marido, como si ambos escriben una obra en común, o si, teniendo una misma profesión, la ejercen de consuno, no cabe aplicar el art. 150: los bienes que adquiere quedarán sometidos a la administración del marido, de acuerdo con el derecho común (arts. 1725, N° 1, y 1749). Lo mismo sucederá si es el marido quien coopera en idéntica forma a la industria, comercio o profesión de la mujer. Pero si la mujer no es colaboradora del marido o viceversa, hay trabajo separado y bienes reservados..." (ob. cit., N° 1070).

En definitiva, éste es un requisito complejo que tendrá que ser ponderado en cada caso por los tribunales. Es interesante consignar que la ley francesa de 1907 expresamente señala que no constituyen bienes reservados "los provenientes del trabajo común”, lo que no hace la ley chilena, que sólo se limita a exigir "un trabajo separado", sin más comentarios. 388. ACTIVO DE LOS BIENES RESERVADOS. Los bienes reservados constituyen un patrimonio especial, por lo que, como ocurre en

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todo patrimonio, nos encontramos con un activo y un pasivo. Estudiemos primero el activo.

Integran el activo de este patrimonio los siguientes bienes: 1) Los bienes que la mujer obtenga con su trabajo; 2) Lo que la mujer adquiera con el producto de su trabajo, y 3) Los frutos, tanto del producto del trabajo como de los bie-

nes que haya adquirido con ese producto.

389. BIENES PROVENIENTES DEL TRABAJO DE LA MUJER. Es decir, todas las remuneraciones obtenidas por la mujer en su trabajo separado ingresan a los bienes reservados. Quedan incluidos los sueldos, honorarios, desahucios, indemnizaciones por acciden-tes del trabajo, pensiones de jubilación, las utilidades que ella obtenga en la explotación de un negocio cualquiera.

390. BIENES QUE ADQUIERE CON EL TRABAJO. LO QUE LA MUJER ADQUIERA CON SU TRABAJO TAMBIÉN PASA A FORMAR PARTE DEL PATRIMONIO RESERVADO. Así, por ejemplo, si con su trabajo la mujer compra un departamento, ese departamento es un bien reservado, aunque en la escritura de compra no se haga la refe-rencia que contempla la parte final del inc. 4° del art. 150, que tiene una finalidad puramente probatoria (Alessandri, ob. cit., N° 1080, p. 661). Si el departamento se quema, el seguro que pueda recibir la mujer también ingresa al activo de los bienes reservados, produciéndose una subrogación real. También la in-demnización por expropiación.

391. FRUTOS DEL PRODUCTO DEL TRABAJO O DE LOS BIENES AD-QUIRIDOS CON ESE PRODUCTO. Los frutos que obtenga la mujer de sus bienes reservados constituyen también un bien reserva-do. Ejemplo: si las economías provenientes de su trabajo las presta a interés. Este interés es un bien reservado. Lo mismo las rentas de arrendamiento de un bien reservado.

392. PASIVO DE LOS BIENES RESERVADOS. Hablar del pasivo de los bienes reservados es lo mismo que decir qué deudas se pueden hacer efectivas en este patrimonio. Durante la vigencia de la sociedad conyugal, se pueden exigir las siguientes obligaciones:

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

1) Las provenientes de los actos y contratos celebrados por la mujer dentro de este patrimonio (art. 150, inc. 5°)

2) Las provenientes de actos y contratos celebrados por la mujer aunque actúe fuera de los bienes reservados. Esto ha pa-sado a ser así después de la reforma de la Ley Nº 18.802, y f l u ye del art. 137, inc. 1º, establecido por dicha ley: "Los actos y con-tratos de la mujer casada en sociedad conyugal, sólo la obligan en los bienes que administre en conformidad a los arts. 150, 166 y 167". De manera que si, por ejemplo, la mujer compra un automóvil y se obliga a pagar su precio a plazo, quien se lo vende puede hacer efectivo su crédito en sus bienes reservados, aun-que la mujer no haya comprado el automóvil con el producto de su trabajo.

3) Obligaciones provenientes de actos o contratos celebrados por la mujer respecto de un bien propio, autorizada por la justicia por negativa del marido (art. 138 bis, incorporado por la Ley Nº 11).335). El inc. 2º de esta norma prescribe que "en tal caso, la mujer sólo obligará sus bienes propios y los activos de sus patri-monios reservados o especiales de los arts. 150, 166 y 167..., y

1) Obligaciones contraídas por el marido, cuando se pruebe que el contrato celebrado por él cedió en utilidad de la mujer o de la familia común (art. 150, inc. 6º). 3 93 . LAS OBLIGACIONES PERSONALES DE LA MUJER NO SE PUEDEN

HACER EFECTIVAS SOBRE EL PATRIMONIO RESERVADO. Con ante- rioridad a la entrada en vigencia de la Ley Nº 18.802, el inc. 7° del art. 150 decía: "Pero las obligaciones personales de la mujer podrán perseguirse también sobre los bienes comprendidos en dicha administración”. Con ese texto las obligaciones persona-les de la mujer (aquellas que sólo obligan los bienes propios de ella más no los sociales) se podían hacer efectivas en el patrimonio reservado.

Con el nuevo texto que la Ley Nº 18.802 da al art. 150, des-aparece el inc. 7º. Por ello. hoy día las deudas personales de la mujer no se pueden cobrar en su patrimonio reservado, salvo el caso del art. 137. inc. 1º, esto último por decirlo expresamente esta disposición. No nos parece que haya estado acertada la Ley N° 18.802 en esta parte, si bien está claro que la modificación favorece a la mujer, que es lo que ella quiso.

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Pablo Rodríguez G. tiene una opinión diferente en esta ma-teria. Sostiene que a pesar de la derogación del inc. 7° del art. 150, las obligaciones personales de la mujer pueden hacer-se efectivas en su patrimonio reservado. Da los siguientes argu-mentos: a) "la reforma del art. 150, en cuanto se eliminó el inciso séptimo, no tuvo por objeto sustraer estos bienes del cumplimiento de las obligaciones personales de la mujer..."; b) el inciso primero del art. 137 demuestra que "el espíritu de la ley es que la mujer responda de las obligaciones personales con todos los bienes que componen estos tres patrimonios (se refiere a los arts. 150, 166 y 167); c) sería injusto que la sociedad respondiera de los delitos y cuasidelitos cometidos por la mujer y que la acción de perjuicios no pudiera dirigirse en contra de los bienes reservados; d) la modificación del art. 150 no tuvo por objeto beneficiar a la mujer sustrayéndola del deber de pagar estas obligaciones" (Regímenes Patrimoniales, Editorial Jurídica de Chile, 1996, pp. 197-198). 394. CASOS EN QUE RESPONDEN BIENES AJENOS AL PATRIMONIO RESERVADO DE DEUDAS PROVENIENTES DE ESE PATRIMONIO. Ello puede ocurrir en dos situaciones:

A) Cuando los bienes del marido responden de una deuda contraída por la mujer en su patrimonio reservado, y

B) Cuando la mujer administra bienes de acuerdo a los arts. 166 y 167.

395. BIENES DEI, MARIDO RESPONDEN DE UNA DEUDA CONTRAÍDA POR LA MUJER EN SU PATRIMONIO RESERVADO. El inc. 5° del art. 150 establece que "Los actos y contratos celebrados por la mujer en esta administración separada, obligarán los bienes com-prendidos en ella y los que administre con arreglo a las disposi-ciones de los arts. 166 y 167, y no obligarán los del marido sino con arreglo al art.. 161º.

Está claro entonces que la regla es que los bienes del marido no respondan por las obligaciones que la mujer contraiga en su patrimonio reservado. En ese sentido, RDJ, t. 82, sec. 1', p. 81. La excepción es que el marido responda con sus bienes, con arreglo al art. 161, esto es:

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEI. MATRIMONIO

a) Cuando hubiere accedido como fiador o de otro modo, a las obligaciones contraídas por la mujer. Cuando la norma dice "o de otro modo", significa "conjunta o solidariamente".

b) Cuando el marido ha obtenido un beneficio de las obligaciones contraídas por la mujer, comprendiéndose en este beneficio el de la familia común, en la parte en que de derecho haya debido proveer a las necesidades de ésta. En este caso, los bienes del marido van a responder a prorrata del beneficio del marido o de la familia común. 396. CUANDO LA MUJER TIENE BAJO SU ADMINISTRACIÓN BIENES DE ACUERDO A LOS ARTS. 166 Y 167. La Ley N' 18.802 dio al actual inc. 5º (que corresponde al inc. 6º anterior a la reforma) una nueva redacción, que permite que las obligaciones contraídas por la mujer en su patrimonio reservado puedan hacerse efectivas en los bienes que separadamente administra de acuerdo a los arts. 166 y 167. En efecto, intercaló la frase "y los que administre con arreglo a las disposiciones de los arts. 166 y 167". 397. EL MARIDO NO PUEDE OPONERSE A QUE LA MUJER TRABAJE. Con la modificación que la Ley Nº 18.802 introdujo al art. 150, desapareció la facultad del marido de oponerse a que su mujer pudiera dedicarse al ejercicio de un empleo, oficio, profesión o industria.

Antes de esa reforma, el inc. 1º del art. 150 decía: "No obs-tante lo dispuesto en el art. 137 –incapacidad de la mujer para la celebración de toda clase de actos y contratos– la mujer casada de cualquier edad podrá dedicarse libremente al ejercicio de un empleo, oficio, profesión o industria, a menos que el juez, en jui-cio sumario y a petición del marido. se lo prohíba". Y en el inc. 2° establecía que para que tal sentencia produjere efectos respecto de terceros debía cumplir con algunos requisitos de publicidad.

La Ley N° 18.802 cambió la situación, suprimiendo la facultad del marido de oponerse a que la mujer trabaje en forma se-parada. El inc. 1° del art. 150 pasó a tener el siguiente tenor: "La mujer casada de cualquier edad podrá dedicarse libremente al ejercicio de un empleo, oficio, profesión o industria". Así, el derecho de la mujer a ejercer una actividad separada de su marido pasó a ser un derecho absoluto.

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398. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES RESERVADOS. La administración de los bienes reservados la ejerce la mujer con amplias facultades. La ley la considera para estos efectos como separada de bienes. Así lo establece el art. 150, inc. 2°: "La mujer casada, que desempeñe algún empleo o ejerza una profesión, oficio o industria, separados de los de su marido, se considerará separa-da de bienes respecto del ejercicio de ese empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no obstante cualquier estipulación en contrario...".

La limitación se contiene en la segunda parte del inciso: "pero si fuere menor de dieciocho años, necesitará autorización judicial, con conocimiento de causa, para gravar y enajenar los bienes raíces". En esta parte la ley es absolutamente lógica. Se-ría absurdo que por el hecho de estar casada la mujer tuviera una capacidad mayor que si fuere soltera (el art. 254 le exige autorización judicial en este caso).

Con la Ley N° 19.935, del año 1994, se ha generado la posi-bilidad de que algunos bienes del patrimonio reservado de la mujer sean declarados "bienes familiares", caso en que ya no podrá la mujer enajenarlos ni gravarlos voluntariamente, ni pro-meterlos gravar o enajenar, sin la autorización de su marido o de la justicia en subsidio (arts. 141, 142 y 144 del Código Civil). Volveremos sobre el punto al estudiar esa institución. 399. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES RESERVADOS HECHA POR EL

MARIDO. Hay casos en que la administración de los bienes reser-vados la tiene el marido:

1) La mujer puede conferir mandato a su marido para que administre. En este caso, se siguen las reglas del mandato. Así lo dice el art. 162: "Si la mujer separada de bienes confiere al marido la administración de alguna parte de los suyos, será obligado el marido a la mujer como simple mandatario".

2) En el caso de incapacidad de la mujer por demencia o sordomudez, el marido puede ser designado su curador y en ese carácter administrar el patrimonio reservado de su mujer, suje-tándose en todo a las reglas de los curadores. Si la mujer es menor de edad, la solución es distinta, pues el art. 150, inc. 1º, establece que en ese supuesto la mujer administra su patrimo-nio. Si la mujer fuere declarada en interdicción por disipación,

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

el marido no podría ser su curador, en conformidad al art. 450 del Código Civil, con el texto dado por la Ley N° 19.335.

Es importante tener presente que en la situación que estamos estudiando no rige para el marido la incapacidad del art. 503 del Código Civil, que impide a un cónyuge ser curador del otro cuando están separados totalmente de bienes. Ello, por-que la prohibición sólo opera para la separación total de bienes, que no es el caso del art. 150, en que sólo hay separación parcial de bienes. 400. PRUEBA DE LOS BIENES RESERVADOS. Éste es un aspecto de la

mayor trascendencia. Tanto es así que, como ya lo hemos visto, la institución de los bienes reservados, creada por el D.L. 328, no funcionó en la práctica por falta de normas especiales en esta materia, que sólo vino a establecer la Ley N° 5.521.

Con anterioridad a la Ley N° 18.802, había dos aspectos a considerar: 1) La prueba de la capacidad de la mujer, y 2) La prueba del origen y dominio de los bienes reservados. Nos parece que desde que entró en vigencia esa ley, la situación ha cambiado, puesto que la mujer ha dejado de ser incapaz, pasando a tener plena capacidad. Por ello preferimos decir que por ser la institución de los bienes reservados una institución excepcional, quien alegue la existencia de ese patrimonio y que se actuó den-tro de él o que un determinado bien es reservado deberá probarlo. Así viene a resultar que la prueba puede referirse a dos aspectos: "A) existencia del patrimonio reservado y que se actuó dentro de ese patrimonio, y B) que un bien determinado es parte de ese patrimonio". 401. PRUEBA DE LA EXISTENCIA DEL PATRIMONIO RESERVADO Y DE

QUE SE ACTUÓ DENTRO DEL MISMO. Ya hemos explicado que esta prueba corresponde a quien alega estas circunstancias. Sin em-bargo, se ha resuelto que el hecho de que una mujer casada choque con un vehículo que se encuentre inscrito a su nombre, sin que se impugne la calidad de dueña del mismo, hace presumir que se encuentra regido por el art. 150 del Código Civil, ya que de tratarse de un bien social debiera estar inscrito a nombre del marido (RDJ, t. 81, sec. 2°, p. 33). También se ha resuelto que "la mujer casada no separada de bienes, que suscribe un k.o.

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trato de prenda industrial, en el que indica que es industrial y pide un préstamo para adquirir un vehículo, al suscribir el pagaré que se le exige, obra en calidad de industrial, en el ejercicio de una actividad comercial separada de su marido y en consecuencia en los términos del art. 150 del Código Civil" (RDJ, t. 92, sec. 2ª, p. 14).

Puede interesar esta prueba tanto a la mujer como al marido, como a los terceros que contrataron con ella. A la mujer, porque si demanda, por ejemplo, el cumplimiento de un contrato cele-brado dentro de tal administración, tendrá que probarlo, pues, en caso contrario, sería el marido, como administrador de la sociedad conyugal, quien debería accionar; al marido, si un tercero lo demanda por una obligación contraída por la mujer, para excepcionarse alegando que tal deuda la contrajo la mujer dentro de su patrimonio reservado, por lo que no se pueden dirigir en su contra; y, finalmente, a los terceros que contrataron con la mujer, que tienen un interés evidente en poder probar que la mujer actuó dentro del patrimonio reservado cuando pretendan hacer efectivos sus créditos en bienes de ese patrimonio. 402. PRESUNCIÓN DE DERECHO DEL INC. 4° DEL ART. 150. La ley considera vital facilitar la prueba a los terceros, pues, en caso contrario, ellos no contratarían con la mujer o exigirían la com-parecencia del marido, con lo que se desnaturalizaría la institu-ción. Con esta finalidad estableció en su favor una presunción de derecho, en el inc. 4°: "Los terceros que contraten con la mujer quedarán a cubierto de toda reclamación que pudieren interponer ella o el marido, sus herederos o cesionarios, fundada en la circunstancia de haber obrado la mujer fuera de los términos del presente artículo, siempre que, no tratándose de bienes comprendidos en los arts. 1754 y 1755, se haya acreditado por la mujer, mediante instrumentos públicos o privados, a los que se hará referencia en los instrumentos que se otorgue al efecto, que ejerce o ha ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de los de su marido". 403. CARACTERÍSTICAS DE LA PRESUNCIÓN. 1) Se trata de una

presunción de derecho. Así lo prueba la frase contenida en la 1ª parte del inc. 40: "quedarán a cubierto

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

de toda reclamación”. De consiguiente, cumpliéndose los requi-sitos establecidos en el inc. 4°, la ley no admite que se pueda probar de ninguna forma que la mujer no ejercía ni había ejercido antes del contrato, un empleo, oficio, profesión o industria se-parados de su marido.

2) Es una presunción establecida en favor de los terceros. Así lo dice el inc. 4°: "Los terceros que contraten con la mujer quedarán a cubierto de toda reclamación...". La mujer no se fa-vorece con la presunción, por lo que si a ella interesa la prueba, tendrá que rendirla, recurriendo a todos los medios de prueba legales, incluso la prueba de testigos, por cuanto se trata de probar hechos. Podrá probar su patrimonio reservado con el pago de una patente profesional, comercial o industrial, con un decreto de nombramiento, etc.

3) La presunción está destinada únicamente a probar la existencia del patrimonio reservado y que la mujer actuó dentro de tal patrimonio. Por ello, si la mujer alega la nulidad del contrato por haber existido, por ejemplo, dolo, fuerza o cualquier otro vicio del consentimiento, no opera tal presunción. Tampoco sirve la presunción para probar que un determinado bien es reservado. 404. REQUISITOS PARA QUE RIJA LA PRESUNCIÓN DEL INC. 4° DEL ART. 150. Para que opere esta presunción deberán cumplirse los siguientes requisitos:

a) Que el acto o contrato no se refiera a los bienes propios de la mujer. Ese es el alcance de la referencia a los arts. 1754 y 1755.

b) Que la mujer acredite, mediante instrumentos públicos o privados, que ejerce o ha ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de su marido. Puede tratarse de ins-trumentos públicos o privados. Lo único que interesa es que prueben por sí solos el trabajo separado de la mujer. Por ejemplo, una patente profesional, industrial o comercial; un contrato de trabajo, un decreto de nombramiento; un contrato de arriendo en el que la mujer ejerce su comercio, etc. Un título profesional por sí solo no es prueba suficiente, porque no acredita que la mujer efectivamente ejerza la profesión a que tal título se refiere (así ha sido resuelto en sentencias publicadas en RDJ, t. 80, sec. 2ª, p. 121, consid. 5°; yen RDJ, t. 94, sec. 2ª, p. 49.).

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Esta última sentencia –publicada también en Gaceta Jurídica 202, p. 82– después de analizar los requisitos para que proceda el patrimonio reservado, expresa: "En consecuencia, el hecho de que la mujer casada se encuentre en posesión de un título profesional o cumpla con los requerimientos necesarios para desempeñar algún trabajo reglado, como ser, en el caso de la mujer comerciante, haber obtenido la correspondiente patente municipal a su nombre, no es suficiente, por sí solo, para dar por establecida la existencia del patrimonio a que se refiere el art. 150 del Código Civil; es necesario. también, que la actividad respectiva la ejerza la mujer de modo material, real y efectivo, y lo haga en forma separada de su marido, es decir, sin que exista colaboración entre ambos o, lo que es lo mismo, sin que pueda sostenerse que el trabajo de uno de ellos constituya una contribución a la actividad del otro".

Algunos exigen que sea más de un instrumento, por cuanto la norma habla en plural de "instrumentos públicos o privados". No pensamos que se deba dar a la norma tal alcance. No tendría ningún sentido, desde que con un solo instrumento se puede probar el trabajo separado de la mujer. Por lo demás, hay un antecedente de historia fidedigna que demuestra que un solo instrumento basta. Se trata del propio Mensaje con que el Ejecutivo envió la ley al Parlamento. Allí se dice lo siguiente: "La exigencia del proyecto no puede parecer muy rigurosa, porque siempre la mujer que ejerza un empleo, oficio, profesión o indus-tria. podrá procurarse un instrumento que acredite su ejercicio. Si es empleada pública, exhibirá el decreto de nombramiento, si es empleada particular u obrera, exhibirá un certificado de su empleador, de su patrón o del jefe de taller o fábrica en que trabaje; si es industrial, la patente profesional; y si ejerce alguna profesión, el respectivo título profesional" (Historia de la Ley N° 5.521, Prensas de la Universidad de Chile, 1935, pp. 56 a 62).

c) Que el contrato de que se trata conste por escrito. Lo dice la ley: "a los que se hará referencia en el instrumento que se otorgue al efecto" , y

d) Que en el acto o contrato se haga referencia al instrumento público o privado que demuestre que la mujer ejerce o ha ejercido un empleo, oficio, industria o profesión separados de su marido. El inc. 4º sólo habla de hacer referencia. Parece pru-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

dente copiar el instrumento, insertarlo en el contrato que se está otorgando.

Atendido lo que se ha venido explicando, cuando la mujer contrata dentro de su patrimonio reservado, por ejemplo, com-prando una propiedad, habrá de tomarse la precaución de in-sertar en la escritura de venta algunos de los documentos que prueben el trabajo separado. No basta con que se diga que la mujer actúa dentro de sus bienes reservados. Y no basta, por-que al no insertarse el instrumento, no opera la presunción, y los terceros que contrataron con ella pueden verse expuestos a que el marido o la misma mujer discutan la validez del contrato fundados en que no había patrimonio reservado (véase sobre este punto sentencia publicada en RDJ, t. 80, sec. 2ª, p. 121. en que se declaró la nulidad de un contrato de fianza celebrado por una mujer casada sin hacer referencia a ningún instrumento público o privado que acreditare que ejercía una profesión separada de su marido). 4 0 5 . PRUEBA DE QUE UN DETERMINADO BIEN ES PARTE DEL

PATRIMONIO RESERVADO. Esta situación está tratada en el art. 150 inc. 3°: "Incumbe a la mujer acreditar, tanto respecto del marido como de terceros, el origen y dominio de los bienes adquiridos en conformidad a este artículo. Para este efecto podrá servirse de todos los medios de prueba establecidos por la ley".

A la mujer puede interesar esta prueba, tanto respecto de su marido como de terceros. Respecto del marido, por ejemplo, si la mujer renuncia a los gananciales N- pretende quedarse con el bien. Y le interesará probar, respecto de un tercero, el carácter de reservado de un determinado bien, cuando el tercero pretenda hacer efectivo en él una deuda social.

Si bien el inc. 3° establece que la mujer podrá servirse de todos los medios de prueba establecidos en la ley, se ha entendido que no puede valerse de la confesión. atendido lo dicho en el inc. 2° del art. 1739: "ni la declaración de uno de los cónyuges que afirme ser suya o debérsele una cosa, ni la confesión del otro, ni ambas juntas, se estimarán suficiente prueba, aunque se hagan bajo juramento".

La Corte de Concepción, en sentencia de 28 de agosto de 1995, resolviendo un pleito entre marido y mujer, estimó que la confe-

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sión del marido en orden a que un bien era del patrimonio reser-vado de la mujer, no constituía prueba suficiente, en atención a lo establecido en el art. 1739 inc. 2°. La misma sentencia consideró que si bien la mujer tiene el peso de la prueba del origen de los bienes reservados, no se puede ser con ella excesivamente exi-gente, porque "el exceso de rigor puede llegar a ser contraprodu-cente, pues la prueba puede llegar a tornarse imposible, ya que es difícil y sin duda no es lo usual que la mujer mientras dure su patrimonio reservado lleve una verdadera contabilidad, y vaya guardando todos los comprobantes de sus ingresos y gastos", y agregó: "de no actuarse con ponderación en esta materia, se puede, por esta vía, llegar a desnaturalizar la institución de los bienes reserva-dos, con las graves consecuencias que de ello derivarían para la mujer que ejerce un trabajo separado de su marido".

En relación con esta materia, puede verse sentencia de 2 de abril de 1997 que resolvió el caso de una mujer casada en sociedad conyugal y separada de hecho durante un largo tiempo, que adquirió un bien raíz sin indicar que lo hacía dentro de su patrimonio reservado. Se admitió que la mujer pudiera acreditar posteriormente con diversas pruebas que el bien tenía la condición de reservado (Fallos del Mes 461, sentencia 15, p. 304). 406. SUERTE DE LOS BIENES RESERVADOS A LA DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL. Para determinar la suerte que siguen los bienes reservados a la disolución de la sociedad conyugal, es ne-cesario hacer una distinción:

1) Si la mujer o sus herederos aceptaron los gananciales, o 2) Si la mujer o sus herederos renunciaron a tales gananciales.

407. LA MUJER O SUS HEREDEROS ACEPTAN LOS GANANCIALES. En este caso los bienes reservados entran a formar parte de dichos gananciales, y se repartirán de acuerdo a las reglas que ya estu-diamos cuando vimos la liquidación de la sociedad conyugal. Los terceros acreedores del marido o de la sociedad podrán hacer efectivos sus créditos en esos bienes por pasar a formar parte de la masa partible. 408. BENEFICIO DE EMOLUMENTO EN FAVOR DEL MARIDO. En este caso, el art. 150 contiene un verdadero beneficio de emolumento

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en favor del marido al establecer que sólo responderá hasta con-currencia del valor de la mitad de esos bienes que existan al di-solverse la sociedad. Pero para ello deberá probar el exceso de contribución que se le exige con arreglo al art. 1777 (art. 150, inciso final).

Este beneficio e emolumento lo puede oponer el marido tanto a los terceros, cuando lo demanden por deudas que exceden el valor de la mitad de los bienes reservados con que se ha beneficiado, como a la mujer, cuando ésta pagare una deuda contraída en ese patrimonio y pretenda que el marido le reintegre la mitad de lo pagado, podría éste defenderse alegando que lo que se le está pidiendo reembolsar excede al beneficio que él obtuvo con los bienes reservados. 409. LA MUJER O SUS HEREDEROS RENUNCIAN A LOS GANANCIALES. En este supuesto, se producen las siguientes consecuencias:

a) Los bienes reservados no entran a los gananciales. La mujer o sus herederos se hacen definitivamente dueños de los mismos. Por ello, estimamos que si se trata de bienes raíces que la mujer adquirió en este patrimonio y están inscritos a su nombre, es importante que la renuncia se haga por escritura pública y se anote al margen de la inscripción de dominio. De esa forma, los terceros tendrán conocimiento de que la mujer o sus herederos tienen el dominio definitivo de tal bien.

b) El marido no responde por las obligaciones contraídas por la mujer en su administración separada (art. 150, inc. 7º).

c) Los acreedores del marido o de la sociedad no pueden perseguir los bienes sociales, salvo que prueben que la obligación contraída por el marido cedió en utilidad de la mujer o de la familia común. 410. ALCANCE DE LA DEROGACIÓN DEL INCISO FINAL DEL ART. 150, HECHA POR LA LEY N° 18.802. Hasta la entrada en vigencia de la Ley N° 18.802, el art. 150 tenía un inciso final que decía del modo siguiente: "Disuelta la sociedad conyugal, las obligaciones contraídas por la mujer en su administración separada podrán perseguirse sobre todos sus bienes".

La Ley N° 18.802 eliminó este inciso, lo que nos hace pre-guntarnos qué se quiso por el legislador con esta derogación.

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Sin duda que con ella se favorece a la mujer, puesto que impide que una vez que se disuelva la sociedad conyugal, sus bienes propios puedan ser perseguidos por las obligaciones contraídas dentro del patrimonio reservado. ¿Es injusta esta situación? Como en todas las cosas, depende de como se mire el problema. Podría decirse que es injusta, desde que deja un con-junto de bienes de la mujer a salvo de las obligaciones que con-trajo en la administración de su patrimonio reservado. Pero también se puede decir que la norma es justa, pues quienes con-trataron con la mujer dentro del patrimonio reservado, tuvieron en cuenta al contratar que ella está respondiendo de esas obligaciones únicamente con los bienes que integraban el patrimonio reservado, no con sus bienes propios. Y no se ve por qué esta situación tuviera que cambiar en favor del acreedor por el hecho de haberse disuelto la sociedad conyugal.

Por otra parte, la eliminación de este inciso es perfectamente concordante con la supresión del antiguo inc. 6°, que establecía que las obligaciones personales de la mujer podían perseguirse también sobre los bienes comprendidos en el patrimonio reservado. Y digo que es concordante, porque, en definitiva, la supresión de ambos conduce a que se produzca una absoluta separación entre el patrimonio reservado y los bienes propios de la mujer, haciéndose efectivo el siguiente principio: los bienes reservados responden únicamente de las deudas con-traídas en ese patrimonio; los bienes propios de la mujer sólo responden de sus deudas personales.

411. RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIA-LES. Hasta que entró en vigencia la Ley N° 19.335, el 24 de diciembre de 1994, sólo podían darse en Chile dos regímenes matrimoniales: sociedad conyugal o separación total de bienes. Esta ley incorporó una tercera posibilidad: que los esposos o cón-yuges puedan convenir el régimen de participación en los ga-nanciales.

El proyecto, en su origen, establecía el régimen de partici-pación en los gananciales como régimen normal, en substitu-ción del de sociedad conyugal. Y ello, con el objeto de ajustar nuestra legislación civil a los tratados internacionales suscritos por Chile, especialmente la Convención Sobre Eliminación de

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 18 de di-ciembre de 1979, promulgada en nuestro país por Decreto Su-premo N° 789, de Relaciones Exteriores, de 1989, publicado en el Diario Oficial del 9 de diciembre de ese año. Posteriormente el Presidente de la República presentó una indicación sustitutiva, transformándolo en régimen alternativo, al no contar con las mayorías constitucionales requeridas para su aprobación en la forma propuesta.

El régimen de participación en los gananciales constituye una fórmula ecléctica entre el de sociedad conyugal y el de separación de bienes, que concilia dos aspectos fundamentales del matrimonio, la comunidad de intereses que implica la vida matrimonial con el respeto a la personalidad individual de cada cónyuge.

El DFL 2-95, de 25 de septiembre de 1995, publicado en el Diario Oficial de 26 de diciembre de 1996, fijó el texto refundi-do, coordinado y sistematizado del Código Civil, incorporando a este Código un Título nuevo —Título XXII A— destinado a re-gular este régimen, lo que hace en los arts. 1792-1 al 1792-27. 412. FUENTES DE LA LEY N° 1 9 . 3 3 5 . El proyecto que dio origen a la Ley N° 19.335 tuvo como antecedente uno elaborado, el año 1987, por varios profesores de Derecho Civil por encargo de la Universidad Gabriela Mistral y otro del profesor Eugenio Velasco, del año 1970 (ambos aparecen publicados en Revista de la Universidad Gabriela Mistral, "Temas de Derecho", año 2, N° 2). Además se tuvo presente la ley de 1965, que reformó el Código Civil francés; la reforma alemana del año 1957, que sirvió de an-tecedente a la legislación francesa; el nuevo Código Civil de Perú, y la legislación reciente española y de Quebec, en Canadá (Enrique Barros, F a m i l i a y P e r s o n a s , Editorial Jurídica de Chile, 1991, pp. 130-131). 413. MOMENTOS EN QUE SE PUEDE CONVENIR ESTE RÉGIMEN. Se puede establecer en tres oportunidades: a) en las capitulacio-nes matrimoniales que celebren los esposos antes del matrimonio (art. 1°, inc. 1°, de la Ley N° 19.335, hoy art. 1792-1 del C. Civil); b) en las capitulaciones que se celebren al momento del

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matrimonio (art. 1715, inc. 2°, después de la modificación de la Ley Nº 19.335), y c) durante la vigencia del matrimonio, median-te el pacto del art. 1723 (arts. 1°, inc. 2°, de la Ley N° 19.335 y 1792, inc. 2°, del Código Civil). 4 1 4 . EL RÉGIMEN PUEDE ESTIPULARSE ORIGINARIAMENTE O ME-DIANTE LA SUSTITUCIÓN DE ALGUNO DE LOS OTROS REGÍMENES. Se puede convenir en forma originaria en las capitulaciones matrimoniales celebradas antes o en el acto del matrimonio. Si los cónyuges se hubieren casado en régimen de sociedad conyugal o de separación de bienes, pueden sustituir esos regímenes por el de participación en los gananciales. Así lo establece el art. 1°, inc. 2°, de la Ley N° 19.335 (hoy art. 1792-1, inc. 2°, C. Civil): "Los cónyuges podrán, con sujeción a lo dispuesto en el art. 1723 de ese mismo Código –se refiere al Código Civil–, sustituir el régimen de sociedad conyugal o el de separación por el régimen de participación que este Título contempla". Innecesario parece agregar que la única forma de hacer el cambio es mediante el pacto del art. 1723.

Si los cónyuges se hubieren casado en régimen de sociedad conyugal y posteriormente hubieren hecho separación de bie-nes, ¿podrían sustituir esa separación por el régimen e partici-pación en los gananciales? Hay dos soluciones posibles al problema:

a) Una primera, según la cual ello no se puede hacer en ra-zón de que el art. 1723, inc. 2°, prescribe que este pacto "no po-drá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges". Abona esta tesis el principio de la inmutabilidad del régimen matrimonial consagrado en el art. 1716, inciso final. Esta opinión la sustenta Hernán Corral T. (ob. cit., p. 166).

b) Pero también puede estimarse que ello sería factible, en razón de que para la recta interpretación de la frase final del inc. 2° del art. 1723 –"no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges"– debe tenerse presente que ella va se encontraba en el art. 1723 con anterioridad a la Ley N° 19.335, siendo entonces su significación muy clara en orden a que si los cónyuges habían sustituido la sociedad conyugal por el pacto de separación total de bienes, les estaba vedado volver al régimen de sociedad conyugal. Pero en el caso que nos ocu-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA- EFECTOS DEL MATRIMONIO

pa el problema es distinto: los cónyuges se casaron en régimen de sociedad conyugal: hicieron uso del art. 1723 y sustituyeron ese régimen por el de separación de bienes. Ahora, encontrándose casados en separación de bienes, desean sustituirlo por el de participación en los gananciales. Como se ve, no se trata de dejar sin efecto el pacto anterior volviendo al régimen de sociedad conyugal, sino de celebrar un nuevo pacto en conformidad al art. 1723 para reemplazar el régimen de separación de bienes por el de participación en los gananciales. Y esta situación no está prohibida por la ley.

Esta última interpretación. dice un autor, "posee la ventaja que hace accesible al nuevo régimen de participación en los ga-nanciales a los actuales matrimonios que hoy se encuentran ca-sados bajo el régimen de separación total como consecuencia de haber ya optado por él luego de haberse casado en sociedad de bienes, lo que sería imposible si damos a la oración 'no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges' un alcance más amplio que el señalado" (Francisco Merino Scheihing: "Consideraciones en torno al régimen de participación en los gananciales en el Derecho chileno", contenido en el Libro de homenaje al profesor Fernando Fueyo Laneri, Instituciones Modernas de Derecho Civil, Edit. Jurídica ConoSur Ltda., 1996, p. 193). El mismo profesor agrega que esta interpretación "presenta como contrapartida que atentaría contra el 'principio de la estabilidad' conveniente en todo régimen matrimonial, en cuya virtud se debe propender otorgar al sistema adoptado por los cónyuges la mayor fijeza posible. en atención a los múltiples intereses que en ellos se conjugan y que trascienden a los particulares del marido y de la mujer" (ob. cit., p. 193). 415. CÓNYUGES CASADOS EN EL EXTRANJERO PUEDEN ADOPTAR ESTE RÉGIMEN. En el caso de los cónyuges casados en el extranjero, pueden adoptar este régimen al momento de inscribir su matrimonio en Chile. Así lo establece el art. 135, inc. 2°, del Código Civil, después de la modificación que le introdujo la Ley Nº 19.335: "Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chile como separados de bienes, a menos que inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago, y pacten en ese acto sociedad conyugal o ré-

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gimen de participación en los gananciales, de lo que se dejará constancia en dicha inscripción” Véase RDJ, t. 93, sec. 2ª, p. 119. 416. VARIANTES DEL RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOSGANANCIALES. En doctrina, el régimen de participación en los gananciales admite dos modalidades: a) sistema de comunidaddiferida, o b) sistema crediticio o de participación co n compen-sación de beneficios.

En el primero, vigente el régimen, cada cónyuge tiene supropio patrimonio, que administra con libertad. A su extinción, se forma entre los cónyuges o entre el cónyuge sobreviviente y

los herederos del fallecido, una comunidad respecto de losbienes que cada uno adquirió durante el matrimonio a títulooneroso, que se divide entre ellos por partes iguales. Se denomina de comunidad diferida, pues la comunidad seposterga hasta la extinción del régimen. Una autora señala que"en la participación con comunidad diferida, como su nombre loda a entender, nace una comunidad efímera, limitada en eltiempo, para el solo efecto de ser liquidada y dividida entre loscónyuges o entre el c ónyuge sobreviviente y los herederos deldifunto"" (Claudia Schmidt Hott, Nuevo Régimen Matrimonial, Edit. ConoSur, 1995, p. 10).

Esta alternativa fue seguida tanto por el proyecto de Velascocomo por el preparado por la Universidad Gabriela Mistral.

En la segunda variante, vigente el régimen cada cónyugetiene su propio patrimonio que administra con libertad, peroproducida su extinción, el cónyuge que ha adquirido bienes atítulo oneroso por menos valor, tiene un crédito departicipación en contra del otro cónyuge, con el objeto de que,en definitiva, ambos logren lo mismo a título de gananciales.No se produce comunidad en ningún momento. Tuyo su origenen una ley de Finlandia de 13 de junio de 1929 y ha sidoestablecido como régimen supletorio en los Códigos alemán yfrancés (Carlos Peña G., "Exposición general sobre el régimen departicipación en los gananciales contenido en la Ley Nº 19.335", conferencia dicta-da en el Colegio de Ahogados de Chile). 417. SISTEMA ADOPTADO EN CHILE. La Ley Nº 19.335 optó por la variante crediticia, esto es, que tanto durante su vigencia como a la expiración del régimen, los patrimonios de ambos cónyu-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

ges (o del cónyuge sobreviviente y los herederos del difunto), permanezcan separados. Luego, a su extinción, no se genera un estado de comunidad, sino sólo se otorga al cónyuge que obtuvo gananciales por menor valor, un crédito en contra del que obtuvo más, con el objeto de que, a la postre, los dos logren la misma suma. El in( . del art. 1792-19 es categórico: "Si ambos cónyuges hubiesen obtenido gananciales, éstos se compensarán hasta la concurrencia de los de menor valor y aquel que hubiere obtenido menores gananciales tendrá derecho a que el otro le pague, a título de participación, la mitad del excedente".

El profesor César Parada sostiene que la vertiente seguida por nuestro legislador adolece de tres defectos: "a) Se aparta de nuestras tradiciones jurídicas, va que para mantenerlas tal como hoy se concibe, al disolverse la sociedad conyugal, era preferible establecer un régimen de comunidad y no de compensación y de crédito de gananciales, como se establece en la ley que analizamos; b) Que conforme a lo que se establece en esta ley, al momento de terminar el régimen, los cónyuges o sus herederos no tendrán ningún derecho real sobre los bienes objeto de la ganancia, sino que sólo tendrán un derecho personal o de Crédito, que. a nuestro juicio, es notoriamente más débil que tener un derecho real, y c) Además el régimen de comunidad final parece más acorde con lo que es el matrimonio, que constituye una comunidad espiritual y sólo por consecuencia, una comunidad patrimonial..." (conferencia dictada en el Colegio de Abogados de Chile, p. 20).

Una opinión contraria sustenta Carlos Peña G., quien afirma que "desde el punto de vista del derecho común y constitucional, tanto los derechos reales como los personales están igualmente garantidos. Unos y otros se encuentran protegidos constitucionalmente en conformidad al art. 19 N° 24. inc. 1°, de la Constitución y en virtud del antiguo art. 583 del Código Civil" (conf. cit., p. 58). Y agrega que los acreedores pueden embargar lo mismo, derechos reales o personales, exceptuándose solamente los no embargables. Igualmente, y por idéntica razón, uno y otro tipo de derechos están sometidos al desasimiento para el caso de la quiebra. Ello lo lleva a concluir que "desde el punto de vista de los cónyuges. y enfrente de terceros, la situación de comunero o acreedor resulta exactamente la misma" (ob. cit.,

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p. 59). El profesor Peña tampoco participa de la idea de que el sistema rompa una tradición comunitaria fuertemente arraigada, tradición que, a su juicio, es inexistente.

Hernán Troncoso L., por su parte, considera que las dos variables presentan ventajas e inconvenientes, agregando que la comunidad diferida implica mayor seguridad para el cónyuge que durante el régimen ha obtenido menos bienes, pues pasa a ser titular de un derecho real; en cambio, agrega, "esta alterna-tiva es desfavorable para los terceros que contraten con los cónyuges durante el matrimonio, pues éstos al hacerlo tuvieron en vista el patrimonio de éste, para hacer efectivo su derecho de prenda general y por un hecho que escapa totalmente a su previsión y control aquél puede veme confundido con el del otro cónyuge, lo cual puede implicar un riesgo para dicho tercero" ("Régimen e participación en los gananciales", Revista Derecho Universidad de Concepción, Nº 195, pp. 7-20).

Enrique Barros es partidario de la modalidad crediticia, dan-do varias razones: es más simple, cautela mejor el interés de los terceros, es coherente con la forma efectiva con que los cónyuges han actuado durante la vigencia del régimen de bienes y, finalmente, es compatible con reglas que corrijan los efectos indeseados (ob. cit., p. 127).

Personalmente me pronuncio por la variante crediticia. Creo que si los cónyuges adoptaron el régimen de participación en los gananciales y no el de sociedad conyugal, es porque. desean que los bienes que cada uno adquiera sean de su dominio ex-clusivo y ello en forma definitiva, idea que se desvirtúa en la al-ternativa de la comunidad diferida. Concuerdo, por lo demás, con lo dicho por los profesores Carlos Peña y Enrique Barros en orden a que el sistema elegido no presenta los inconvenientes que sus detractores señalan. 41 8 . CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA CHILENO. Podemos señalar como principales características del sistema chileno las siguientes:

a) Es un régimen alternativo a los de sociedad conyugal y de separación de bienes;

b) Es convencional, pues requiere del acuerdo de voluntad de ambos cónyuges;

c) Sigue la variante crediticia.

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419. FUNCIONAMIENTO DURANTE LA VIGENCIA DEL RÉGIMEN. Durante la vigencia del régimen, cada cónyuge es dueño de sus bienes, que administra con libertad, sujeto, empero, a las siguientes limitaciones:

a) Ninguno de ellos podrá otorgar cauciones personales a obligaciones de terceros, sin el consentimiento del otro cónyuge (art. 1792-3). Dicha autorización se sujetará a lo dispuesto en los arts. 142, inc. 2º, y 144 del Código Civil, y

b) si un bien es declarado "bien familiar", el cónyuge propie-tario no podrá enajenarlo. ni gravarlo voluntariamente ni prometer gravarlo o enajenarlo, ni darlo en arrendamiento, comodato o cualesquiera otros que concedan derechos personales de uso y goce, sin la autorización del otro cónyuge, o del juez si aquél la niega o se encuentra imposibilitado de darla (art. 1792-3 en rela-ción con los artículos 142 y 1 14 del Código Civil) .

Si se incumplen estas limitaciones, el acto adolecerá de nu-lidad relativa. Y, en este caso, "el cuadrienio para impetrar la nu-lidad se contará desde el día en que el cónyuge que la alega tuvo conocimiento del acto. pero no podrá perseguirse la rescisión pasados diez años desde la celebración del acto o contrato" (art. 1792-4) . 420. FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA A LA EXTINCIÓN DEL RÉGIMEN. Para estudiar esta materia es necesario precisar los siguientes con-ceptos: a) gananciales: b) patrimonio originario, y c) patrimonio final. 421. GANANCIALES. En conformidad al art. 1792-6, "se entiende por gananciales la diferencia de valor neto entre el patrimonio originario y el patrimonio final de cada cónyuge" (inc. 1º). Por ello, para calcular los gananciales es necesario realizar una operación contable que indique la diferencia entre el patrimonio originario y el patrimonio final.

El concepto de gananciales en el régimen de participación es diferente al de la sociedad conyugal, pues en este último se entiende por gananciales "al acervo líquido o partible que se divide por mitades, el que resulta de deducir del acervo común o bruto, los bienes propios de los cónyuges, las recompensas que adeude la sociedad a los cónyuges y el pasivo común” (art. 1774 del Código Civil) (Claudia Schmidt, ob. cit., p. 31).

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4 2 2 . PATRIMONIO ORIGINARIO. "Se entiende por patrimonio ori-ginario de cada cónyuge -agrega el inc. 2º del art. 1792-6- el exis-tente al momento de optar por el régimen de participación en los gananciales que establece este Título...". Se determinará aplicando las reglas de los arts. 1792-7 y ss., del Código Civil. Ello significa que se procede del modo siguiente:

a) Se deducen del activo de los bienes que el cónyuge tiene al inicio del régimen, las obligaciones de que sea deudor en esa misma fecha. Si el valor de las obligaciones excede al valor de los bienes, el patrimonio originario se estimará carente de valor (art. 1792-7 del C. Civil).

b) Se agregan al patrimonio originario las adquisiciones a título gratuito efectuadas durante la vigencia del régimen, de-ducidas las cargas con que estuvieren gravadas (art. 1792-7, inc. 2º, C. Civil).

c) También se agregan a este patrimonio originario las ad-quisiciones a título oneroso hechas durante la vigencia del régimen, si la causa o título de la adquisición es anterior al inicio del régimen. Así lo dice el art. 1792-8 del C. Civil, que, después de enunciar en su inciso primero el principio, indica en el inciso siguiente algunos casos en que tal situación se produce. Como se puede observar, se trata de una norma muy semejante al art. 1736 del Código Civil.

El art. 1792-8 contiene una enumeración no taxativa. 1) "Los bienes que uno de los cónyuges poseía antes del ré-

gimen de bienes, aunque la prescripción o transacción con que los haya hecho suyos haya operado o se haya convenido durante la vigencia del régimen de bienes;

2) Los bienes que se poseían antes del régimen de bienes por un título vicioso, siempre que el vicio se haya purgado durante la vigencia del régimen de bienes por la ratificación o por otro medio legal;

3) Los bienes que vuelvan a uno de los cónyuges por la nu-lidad o resolución de un contrato, o por haberse revocado una donación;

4) Los bienes litigiosos, cuya posesión pacífica haya adquiri-do cualquiera de los cónyuges durante la vigencia del régimen;

5) El derecho de usufructo que se haya consolidado con la nuda propiedad que pertenece al mismo cónyuge;

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6) Lo que se paga a cualquiera de los cónyuges por capitales de créditos constituidos antes de la vigencia del régimen. Lo mismo se aplicará a los intereses devengados antes y pagados después;

7) La proporción del precio pagado con anterioridad al inicio del régimen, por los bienes adquiridos de resultas de con-tratos de promesa.

No requiere esta disposición de un análisis más cuidadoso, por-que no hace más que reproducir, con leves modificaciones, lo que el art. 1736 establece para la sociedad conyugal. Nos llama la atención, sin embargo, que el número 7 no haya adoptado, en el caso de las promesas, la precaución —que sí tomó el art. 1736 N° 7— de que tuvieran que constar en un instrumento público o en un instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros. 423. N o INTEGRAN EL PATRIMONIO ORIGINARIO. No integran el patrimonio originario los frutos que provengan de los bienes originarios, las minas denunciadas por uno de los cónyuges ni las donaciones remuneratorias por servicios que hubieren dado acción contra la persona servida. Así lo establece el art. 1792-9.

¿Qué significa que estos bienes no ingresen al patrimonio originario? Simplemente, que van a integrar los gananciales, contribuyendo a aumentar el valor del crédito de participación en favor del otro cónyuge. Esto es así porque al no integrar el patrimonio originario, éste se ve disminuido, por lo que la diferencia con el patrimonio final es más amplia, y los gananciales quedan determinados por esta diferencia (art. 1792-6).

Así, no ingresan al patrimonio originario, en primer lugar, los frutos, incluso los generados por bienes originarios. Entendemos que la explicación de ello está en que para producir los frutos se requiere de una actividad que debe favorecer a ambos cónyuges y no sólo al propietario del bien que los produce.

Tampoco integran este patrimonio originario "las minas denunciadas por uno de los cónyuges" (art. 1792-9, 2ª parte). Es evidente que para que se encuentren en este caso, tienen que haber sido denunciadas durante la vigencia del régimen, pues si son anteriores, integran el patrimonio originario. La explicación de esta disposición radica, en el caso de las minas, en que se supone que tras la denuncia hay una actividad del cónyuge,

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lo que hace que la adquisición no sea realmente a título gratuito (el mismo fundamento del art. 1730 del Código Civil en materia de sociedad conyugal).

Finalmente, no se incorporan al patrimonio originario las donaciones remuneratorias, cuando corresponden a servicios que otorgan acción para exigir su cobro. Ello, porque, pese a su nombre (donación), tampoco tienen el carácter de gratuitas, según se desprende del art. 1433, inc. 1°, del Código Civil. 424. ADQUISICIONES HECHAS EN COMÚN POR AMBOS CÓNYUGES. Esta situación está reglada en el art. 1792-10: "Los cónyuges son comuneros, según las reglas generales, de los bienes adquiridos en conjunto, a título oneroso. Si la adquisición ha sido a título gratuito por ambos cónyuges, los derechos se agregarán a los respectivos patrimonios originarios, en la proporción que establezca el título respectivo, o en partes iguales, si el título nada dijere al respecto".

Luego, si el bien es adquirido por los cónyuges en común, a título oneroso. la cuota de cada uno incrementará sus respectivos gananciales, favoreciéndose de ese modo, al término del régimen, al otro cónyuge que participará de ellas; no ocurriendo lo mismo en las adquisiciones a título gratuito, que pasan a formar parte de sus respectivos patrimonios originarios.

Un autor se pregunta qué ocurre con las minas denunciadas por los dos cónyuges, respondiéndose que, en tal caso, "la mina será común de ambos cónyuges si la adquisición ha sido a título oneroso y si ha sido a título gratuito, los derechos se agregarán a los respectivos patrimonios originarios, por aplicación del art. 10 de la ley..." (César Frigerio, Regímenes Matrimoniales. Edit. Conosur, 1995, p. 127). No estamos de acuerdo con la forma como este autor plantea la situación. Como la ley habla de "minas denunciadas", tenemos que entender que corresponden a las que el titular adquiere originariamente en virtud de lo dispuesto en el art. 91 del Código de Minería. Por ello, no cabe hacer la distinción entre las adquiridas a título gratuito u oneroso, pues siempre el título ya a ser el mismo: sentencia judicial que la otorgue al primer manifestante. Por otra parte, en conformidad al Código de Minería, art. 173, en el caso de las minas manifestadas por dos o más personas se forma, por el solo

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ministerio de la ley, una sociedad legal minera al producirse la inscripción de la manifestación, pasando a tener cada uno de los manifestantes un determinado número de acciones proporcional a sus derechos en la manifestación. No puede entonces producirse una adquisición en común de una mina denuncia-da por dos o más personas. 425. OBLIGACIÓN DE PRACTICAR INVENTARIO. El art. 1792-11 establece que "Los cónyuges o esposos, al momento de pactar este régimen, deberán efectuar un inventario simple de los bienes que componen el patrimonio originario".

La falta de inventario no produce la nulidad del régimen. El inc. 2° señala que "A falta de inventario, el patrimonio originario puede probarse mediante otros instrumentos, tales como registros. facturas o títulos de crédito", y el inciso final agrega que "Con todo, serán admitidos otros medios de prueba si se demuestra que, atendidas las circunstancias, el esposo o cónyuge no estuvo en situación de procurarse un instrumento".

De manera que hay una jerarquía de pruebas. En primer lugar, el i n v entario; a falta de inventario. se aceptan otros ins-trumentos; y finalmente, si se acredita que, atendidas las cir-cunstancias, el esposo o cónyuge no estuvo en situación de pro-curarse un instrumento, se admite que pueda probar por cualquier otro medio. pues la ley no establece ninguna limitación al respecto. 426. VALORIZACIÓN DEL ACTIVO ORIGINARIO. Interesa destacar dos aspectos: a) forma como se valorizan los bienes, y b) quién practica esta valoración.

Respecto al primer punto, el art. 1792-13. inc. 1°, expresa que "Los bienes que componen el activo originario se valoran según su estado al momento de entrada en vigencia del régimen de bienes o de su adquisición”. "Por consiguiente –agrega esta norma–, su precio al momento de incorporación al patrimonio originario será prudencialmente actualizado a la fecha de la terminación del régimen”.

En cuanto al segundo aspecto. el inc. 2° establece que "La valoración podrá ser hecha por los cónyuges o por un tercero designado por ellos. En subsidio, por el juez".

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El inciso final del art. 1792-13 agrega que "Las reglas ante-riores rigen también para la valoración del pasivo". Ello quiere decir que tanto el activo como el pasivo del patrimonio originario deben reajustarse, al término del régimen, a los valores que corresponda. 427. PATRIMONIO FINAL: CONCEPTO, FORMA DE CALCULARLO. Se-gún el art. 1792-6, inciso segundo, se entiende por patrimonio final "el que exista al término de dicho régimen”. Para calcular-lo se deben practicar las siguientes operaciones:

A) Deducir del valor total de los bienes de que el cónyuge sea dueño al momento de terminar el régimen, el valor total de las obligaciones que tenga en esa misma fecha (art. 1792-14).

B) En conformidad al art. 1792-15, se deben agregar "ima-ginariamente" los montos de las disminuciones de su activo que sean consecuencia de los siguientes actos, ejecutados durante la vigencia del régimen de participación en los gananciales:

1) Donaciones irrevocables que no correspondan al cumplimiento proporcionado de deberes morales o de usos sociales, en consideración a la persona del donatario.

2) Cualquier especie de actos fraudulentos o de dilapidación en perjuicio del otro cónyuge.

3) Pago de precios de rentas vitalicias u otros gastos que persigan asegurar una renta futura al cónyuge que haya incu-rrido en ellos. Lo dispuesto en este número no regirá respecto de las rentas vitalicias convenidas al amparo de lo establecido en el Decreto Ley N° 3.500, de 1980, salvo la cotización adicio-nal voluntaria en la cuenta de capitalización individual y los depósitos en cuentas de ahorro voluntario, los que deberán agregarse imaginariamente conforme al inciso primero del pre-sente artículo.

Estas agregaciones "serán efectuadas considerando el esta-do que tenían las cosas al momento de su enajenación”.

"Lo dispuesto en este artículo no rige si el acto hubiese sido autorizado por el otro cónyuge".

La explicación de agregar cada uno de estos valores es pro-teger al otro cónyuge de actos que impliquen indebida genero-sidad (art. 1792-15, N° 1), fraude (art. 1792-15, Nº 2) o que

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

persiguen sólo la utilidad del cónyuge que los hace (art. 1792-15, Nº 3). Y, por la misma razón, no se siguen estas reglas si el otro cónyuge los autoriza.

Al agregarse al patrimonio final estos rubros, se protege al otro cónyuge, ya que se aumenta la diferencia entre el patrimo-nio originario y el final, lo que conduce a que sean más altos los gananciales, y como consecuencia, más elevado el crédito de participación. 428. INVENTARIO VALORADO DE LOS BIENES QUE INTEGRAN EL PATRIMONIO FINAL. El art. 1792-16 establece que "Dentro de los tres meses siguientes al término del régimen de participación en los gananciales, cada cónyuge estará obligado a proporcionar al otro un inventario valorado de los bienes y obligaciones que com-prenda su patrimonio final. El juez podrá ampliar este plazo por una sola vez y hasta por igual término".

Este inventario será, normalmente, simple y si está firmado por el cónyuge declarante hará prueba en favor del otro cónyuge para determinar su patrimonio final. Sin embargo, este último "podía objetar el inventario, alegando que no es fidedigno", caso en que "podrá usar todos los medios de prueba para de-mostrar la composición o el valor efectivo del patrimonio del otro cónyuge" (art. 1792-16, inc. 2º).

Finalmente, el art. 1792-16 prescribe que "Cualquiera de los cónyuges podrá solicitar la facción de inventario en conformidad con las reglas del Código de Procedimiento Civil y requerir las medidas precautorias que procedan” (inc. 3º). 429. AVALUACION DEL ACTIVO Y PASIVO DEL PATRIMONIO FINAL. El art. 1792-17 prescribe: "Los bienes que componen el activo final se valoran según su estado al momento de la terminación del ré-gimen de bienes" (inc. 10). El inc. 2º señala que "Los bienes a que se refiere el art. 1792-15 (las agregaciones de que hemos habla-do) se apreciarán según el valor que hubieren tenido al término del régimen de bienes". Las mismas reglas se aplican para la va-loración del pasivo (art. 1792-17, inciso final).

La valoración del activo y pasivo será hecha por los cónyuges o por un tercero designado por ellos. En subsidio, por el juez (art. 1792-17, inc. 3º).

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430. SANCIÓN AL CÓNYUGE QUE OCULTA O DISTRAE BIENES O SI-MULA OBLIGACIONES. En conformidad al art. 1792-18, "Si alguno de los cónyuges, a fin de disminuir los gananciales, oculta o distrae bienes o simula obligaciones, se sumará a su patrimonio final el doble del valor de aquéllos o de éstas".

Al sumarse al patrimonio final el doble del valor de los bienes ocultados o distraídos o de las obligaciones simuladas, este patrimonio final aumentará, y con ello los gananciales, lo que hará mayor el crédito de participación en favor del otro cónyuge.

Esta norma nos recuerda a la establecida para la sociedad conyugal por el art. 1768. Las formas verbales "oculta" o "distrae" deberán ser entendidas en el mismo sentido que señalamos al estudiar esa disposición.

Se trata de actos manifiestamente dolosos realizados en perjuicio del otro cónyuge, desde que están destinados a disminuir los gananciales para achicar el crédito de participación que deberá pagar a este último. Ello explica la sanción. La conducta dolosa deberá probarla el cónyuge que la alegue (arts. 1459 y 1698, inc. 1°).

la acción para hacer efectiva esta sanción prescribe, a nuestro juicio, en conformidad a lo establecido en el art. 2332, en cuatro años, por tratarse de un hecho ilícito.

431. SITUACIONES QUE SE SIGUEN AL EXISTIR DIFERENCIAS ENTRE EL PATRIMONIO ORIGINARIO Y EL PATRIMONIO FINAL. Para la de-terminación de los gananciales se debe comparar el patrimonio originario con el patrimonio final. De este cotejo, pueden resultar distintas situaciones:

a) Que el patrimonio final de un cónyuge fuere inferior al originario. En este caso, dice el art. 1792-19: "sólo él soportará la pérdida" (inc. 1º). La regla es justa, pues debe soportar las consecuencias de su mala administración.

b) Que sólo uno de los cónyuges haya obtenido ganancia-les. En este caso, el otro participará de la mitad de su valor (art. 1792-19, inc. 2º).

c) Que ambos hayan logrado gananciales. En este supuesto. estos gananciales "se compensarán hasta concurrencia de los de menor valor y aquel que hubiere obtenido menores ganan-

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ciales tendrá derecho a que el otro le pague, a título de participación, la mitad del excedente" (art. 1992-19, inc. 3º). Esta compensación opera por el solo ministerio de la ley.

El crédito de participación en los gananciales será sin perjuicio de otros créditos y obligaciones entre los cónyuges. Así lo establece el art. 1791-19, inciso final. 432. DEL CRÉDITO DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES. La ley no ha definido lo que entiende por crédito de participación en los gananciales. Para nosotros, es el que la ley otorga al cónyuge que a la expiración del régimen de participación en los gananciales, ha obtenido gananciales por un monto inferior a los del otro cónyuge, con el objeto de que este último le pague, en dinero efectivo, a título de participación, la mitad del exceso.

433. CARACTERÍSTICAS DEL CRÉDITO DE PARTICIPACIÓN. Podemos anotar las siguientes:

a) Se origina al término del régimen. Así lo establece el art. 1792-20. Obsérvese, sin embargo, que si bien el crédito se ya a originar a ese momento, su determinación ya a resultar sólo una vez que se liquiden los gananciales. Para ello, terminado el régimen, cualquiera de los cónyuges (o sus herederos si la extinción se debió a la muerte de uno de ellos) tendrá que demandar. en juicio sumario, que se liquiden los gananciales determinándose a cuánto asciende su crédito de participación. La acción para solicitar esta liquidación de los gananciales prescribe en el plazo de cinco años contados desde la terminación del régimen y no se suspende entre los cónyuges, salvo respecto de los herederos menores (art. 1792-26). Surge la duda de si, tratándose de un cónyuge menor de edad, rige la regla de que no opera la suspensión. Frigerio afirma que "si puede suspenderse a favor de los herederos menores del cónyuge fallecido, con mayor razón debiera suspenderse también en favor del cónyuge menor de edad, lo cual es perfectamente posible, atendida la edad mínima exigible para contraer matrimonio. En tal caso –agrega– el cónyuge menor deberá estar bajo curaduría y entonces cabría a su respecto la suspensión de la prescripción, conforme lo dispuesto en el art. 2520 en relación con el N° 1 del art. 2509" (ob. cit., p. 142).

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b) Durante la vigencia del régimen, es eventual. Por ello, es incomerciable e irrenunciable. Así lo consigna el art. 1792-20, inc. 2°. Nótese que se trata de una disposición prohibitiva, por lo que su incumplimiento produce nulidad absoluta (arts. 10, 1466 y 1682 del Código Civil). Nótese también que estas características sólo se dan mientras está vigente el régimen, pues sólo hasta ese momento tiene carácter eventual. Producida su extinción, deja de ser eventual, por lo que nada impide que pueda ser enajenado, trasmitido, renunciado. Y ello es así aun antes de que se liquiden los gananciales.

Tomasello señala que "el mencionado crédito, antes del tér-mino del régimen, es irrenunciable, pues si la renuncia fuere posible en tal oportunidad, el régimen mismo desaparecería...", y agrega que "nada impide la renuncia una vez terminado el régimen, circunstancia en la cual la liquidación de los ganancia-les se hará innecesaria..." (Leslie Tomasello Hart, El régimen de participación en los gananciales. La reforma de la Ley N° 19.335, Edit. Jurídica ConoSur, 1994).

c) Es puro y simple (art. 1792-21, inc. 1°). Ello significa que determinado el crédito de participación (lo que supone que se liquidaron los gananciales), el cónyuge beneficiado puede exigir el pago de inmediato. Sin embargo, se establece una excepción en el inc. 2º del art. 1792-21: "Con todo, si lo anterior causare grave perjuicio al cónyuge deudor o a los hijos comunes, y ello se probare debidamente, el juez podrá conceder plazo de hasta un año para el pago del crédito, el que se expresará en unidades tributarias mensuales. Ese plazo no se concederá si no se asegura, por el propio deudor o un tercero, que el cónyuge acreedor quedará de todos modos indemne".

d) Se paga en dinero. Esta característica no es de orden público, por lo que nada obsta a que los cónyuges acuerden lo contrario. El art. 1792-22, inc. 1° establece que "Los cónyuges, o sus herederos, podrán convenir daciones en pago para solucionar el crédito de participación en los gananciales".

La misma disposición (inc. 2º) ha previsto lo que ocurre si la cosa dada en pago es evicta: "Renacerá el crédito, en los términos del inciso primero del artículo precedente —renace la obligación de pagarlo en dinero efectivo y de inmediato—, si la cosa dada en pago es evicta, a menos que el cónyuge

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acreedor haya tomado sobre sí el riesgo de la evicción, especificándolo".

e) Goza de una preferencia de cuarta clase. Así lo establece el art. 2481 N° 3 con la modificación que le introdujo la Ley N° 19.335: "La cuarta clase de créditos comprende: (...) 3° "Los de las mujeres casadas, por los bienes de su propiedad que ad-ministra el marido, sobre los bienes de éste o, en su caso –es el caso del régimen de participación– los que tuvieren los cónyuges por gananciales".

Sobre este particular, Francisco Merino S. expresa que este privilegio "sólo cabe hacerlo valer frente a obligaciones que con-traiga el cónyuge deudor con posterioridad al término del régimen de participación, siendo inoponible a los créditos cuya causa sea anterior a dicho momento...", pues, en conformidad al art. 1792-25, `"estos créditos, entre los que debemos comprender a los comunes o valistas, prefieren al de participación” (ob. cit., p. 208).

f) El crédito de participación en los gananciales no constituye renta, para los efectos de la Ley de Impuesto a la Renta (art. 17, N º 30, de la Ley de la Renta, después de la modificación introducida por la Ley N° 19.347, Diario Oficial de 17 de noviembre de 1994). 434. PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PARA DEMANDAR EL PAGO DEL CRÉDITO DE PARTICIPACIÓN. El art. 1792-26 establece que la acción para pedir la liquidación de los gananciales prescribe en 5 años contados desde la extinción del régimen, pero no ha dado normas sobre el plazo en que prescribe la acción para exigir el pago del crédito. Por ello ha de concluirse que se aplican en esta materia las reglas generales, de 3 años para la acción ejecutiva y de 5 años para la ordinaria, plazos que se cuentan desde que la obligación se haya hecho exigible (arts. 2514 y 2515 del Código Civil). En este sentido, Hernán Corral Talciani (Bienes Familiares y Participación en los Gananciales, Editorial Jurídica de Chile, 1996, p. 160) agrega que "el plazo se contará, en el caso de liquidación judicial, desde que queda firme la sentencia que liquide el crédito, o desde el vencimiento del plazo que ella haya fijado para su pago, es decir, desde que la deuda se haya hecho exigible (cfr. art. 2414, inc. 2º, C. Civil). Por tra-

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tarse de una prescripción ordinaria de largo plazo, admitirá sus-pensión de acuerdo con las reglas generales (arts. 2509 y 2520) (ob. cit., p. 160).

Francisco Merino S., por su parte, señala que esta prescripción "podría interrumpirse por el ejercicio de la acción de liquidación de gananciales, conforme lo establecido en el inciso final del art. 2518 de ese Código (se refiere al Código Civil) (ob. cit., p. 208). 435. BIENES SOBRE LOS CUALES SE PUEDE HACER EFECTIVO EL CRÉDITO DE PARTICIPACIÓN. Si el cónyuge que está obligado a pagar no lo hace, procederá el cumplimiento forzado. Y, en este caso, la ley establece un orden respecto de los bienes sobre los cuales se hará efectivo el cobro. Dice al respecto el art. 1792-24: "El cónyuge acreedor perseguirá el pago, primeramente, en el dinero del deudor; si éste fuere insuficiente, lo hará en los muebles y, en subsidio, en los inmuebles". 436. INSUFICIENCIA DE BIENES DEL CÓNYUGE DEUDOR. Si los bie-nes del cónyuge deudor fueren insuficientes para hacer efectivo el pago del crédito de participación, el acreedor podrá "perseguir su crédito en los bienes donados entre vivos, sin su consentimiento, o enajenados en fraude de sus derechos" (art. 1792-24, inc. 2°).

Como puede observarse, la ley otorga en este caso dos acciones al cónyuge perjudicado: a) una acción de inoficiosa donación, que deberá dirigir en contra de los donatarios en un orden in-verso al de sus fechas, esto es, principiando por las más recientes, y b) la acción pauliana, si la enajenación la efectuó el cónyuge deudor en fraude de los derechos del cónyuge acreedor.

La primera prescribe en el plazo de 4 años contado desde la fecha del acto (donación). En el caso de la acción pauliana, prescribirá, en nuestro concepto, conforme a las reglas genera-les, en un año contado desde la fecha del acto o contrato fraudulento (art. 2468. Nº 3, del Código Civil).

Hernán Corral tiene una opinión distinta. Sostiene que la acción del art. 24 de la Ley N° 19.335 (hoy art. 1792-24), sólo es una acción revocatoria especial, que presenta semejanzas con la acción revocatoria del art. 2468 (en la enajenación fraudulen-

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ta) y con la de inoficiosa donación del art. 1187 del Código Civil (respecto de las donaciones). Y ello lo lleva a afirmar que la prescripción de que trata la parte final del inc. 2° es siempre de 4 años contados desde la fecha del acto que se pretende revocar (ob. cit., pp. 156-157). 437. LOS CRÉDITOS DE TERCEROS, ANTERIORES A LA EXTINCIÓN DEL RÉGIMEN, PREFIEREN AL CRÉDITO DE PARTICIPACIÓN. Así lo establece el art. 1792-25: "Los créditos contra un cónyuge cuya cansa sea anterior al término del régimen de bienes, preferirán al crédito de participación en los gananciales".

Esta norma guarda relación con el art. 1 792-14, que obliga, para calcular el patrimonio final, a deducir previamente las obligaciones que el cónyuge tenga al término del régimen. Pretende evitar el perjuicio de los acreedores de los cónyuges por obligaciones que éstos hubieren contraído durante la vigencia del régimen. 438. RELACIÓN ENTRE EL RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES Y LOS BIENES FAMILIARES. Como veremos al estudiar los bienes familiares, esta institución puede operar cualquiera sea el régimen matrimonial bajo el cual los cónyuges se encuentran casados. Para el caso de que lo estén en el de participación en los gananciales, el art. 1792-23 establece que "Para determinar los créditos de participación en los gananciales, las atribuciones de derechos sobre bienes familiares. efectuadas a uno de los cónyuges en conformidad con el art. 147 del Código Civil. serán valoradas prudencialmente por el juez".

En su oportunidad veremos que en conformidad al art. 147 del Código Civil, el juez puede constituir sobre un bien familiar, de propiedad de uno de los cónyuges, derechos de usufructo, uso o habitación en favor del otro. Pues bien. en tal caso esos derechos tendrán que ser valorados para determinar el crédito de participación. y tal valoración la hará el juez. Esa es la explicación de lo dispuesto en el art. 1792-23. 439. EXTINCIÓN DEL RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES. El art. 1792-27 prescribe que "El régimen de participación en los gananciales termina: 1) Por la muerte de uno de los

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cónyuges. 2) Por la presunción de muerte de uno de los cónyuges, según lo prevenido en el Título II, `Del principio y fin la existencia de las personas', del Libro I del Código Civil. 3) P la declaración de nulidad del matrimonio o sentencia de divorcio. 4) Por la separación judicial de los cónyuges. 5) Por la sentencia que declare la separación de bienes. 6) Por el pacto de separación de bienes".

Esta disposición es equivalente al art. 1764 del Código Civil que establece las causales e extinción de la sociedad conyugal Ello nos ahorra un mayor estudio. Nos parece necesario, s embargo, precisar lo siguiente:

a) En el caso de la muerte presunta, la extinción se produce con el decreto de posesión provisoria. Así lo establece art. 84 del Código Civil con el texto dado por la Ley Nº 19.335 Naturalmente que en aquellas situaciones en que no haya d (reto de posesión provisoria, la extinción se producirá con decreto de posesión definitiva.

b) En el caso de la nulidad de matrimonio, sólo operará extinción del régimen cuando el matrimonio sea putativo, pues si es simplemente nulo, no ha existido matrimonio y por lo mismo no se generó régimen matrimonial alguno, en virtud del efecto retroactivo de la declaración de nulidad, art. 1687 del Código Civil, y

c) En el caso de la separación judicial, el art. 34 de la Ley de Matrimonio Civil reitera que ella produce la extinción del régimen de participación en los gananciales. Por otra parte como en este caso el matrimonio se mantiene, lo que hace u necesario un régimen matrimonial, debe entenderse que tal régimen será el de separación de bienes. 440. EL CRÉDITO DE PARTICIPACIÓN SE ENCUENTRA EXENTO DE PAGO DE IMPUESTO A LA RENTA. Durante la tramitación de la Le Nº 19.335, se observó, por el Servicio de Impuestos Internos, que la ley debía contener una norma que eximiera de impuesto a la renta lo que un cónyuge obtenía por crédito de participación. Sin embargo, no se alcanzó a incorporar la disposición correspondiente. Por ello se dictó la Ley Nº 19.347, publicada en el Diario Oficial de 17 de noviembre de 1994, que dio solución este problema, agregando una nueva exención al art. 17 de la

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Ley de Impuesto a la Renta. Para ello se agregó a esta disposición un numeral 30, que establece que no constituyen rentas: "la parte de los gananciales que uno de los cónyuges, sus herederos o cesionarios, perciba del otro cónyuge, sus herederos o cesionarios, como consecuencia del término del régimen patrimonial de participación en los gananciales". El art. 2° de la Ley Nº 19.347 ordenó que esta norma entrara en vigor a contar de la misma fecha de la Ley N° 19.335, conforme a su art. 37, esto es, el 24 de diciembre de 1991. 441. LAS PERSONAS CASADAS CON ANTERIORIDAD A LA ENTRADA EN VIGENCIA DE LA LEY N° 1 9 .33 5 PUEDEN PACTAR RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES. La Ley N° 19.335 no estableció ninguna disposición transitoria que resolviera si las personas que a la fecha en que entró en vigencia va estaban casadas, podían acogerse a las disposiciones de la nueva normativa y optar por el régimen de participación en los gananciales. Frente a este silencio, se ha entendido que en virtud de la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes, ello es posible. Hernán Corral señala que "hemos de afirmar que los matrimonios va celebrados con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley N° 19.335 puedan pactar, vía art. 1723 ó 135, el régimen de participación en los gananciales, tanto si se trata de matrimonios contraídos bajo sociedad conyugal o separación total" (ob. cit., p. 165). Y, en seguida plantea que "no obstante, por imperativo del tenor del art. 1723, inc. 2°, tanto en su antigua redacción como en la actualmente vigente, debemos afirmar que aquellas personas que hayan pactado anteriormente separación total de bienes durante su matrimonio no podrían ocupar nuevamente esa norma esta vez para pactar participación en los gananciales, en conformidad a la nueva ley". Y agrega: "el art. 1723. inc. 2°, efectivamente dispone que el pacto de separación, una vez celebrado, no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges" (ob. cit., p. 166).

La última afirmación del profesor Corral la estimamos muy discutible, atendido lo que hemos señalamos en el párr. 414, al cual nos remitimos. 442. RÉGIMEN DE SEPARACIÓN DE BIENES. Como va lo hemos explicado, en Chile sólo se admiten tres regímenes matri-

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moniales: el de sociedad conyugal, que es el régimen legal matrimonial, o sea, el que opera en el silencio de las partes; el régimen de participación en los gananciales, y el régimen de separación de bienes. Estudiemos ahora este último, que está de-finido en el art. 152, que en su texto actual, dado por la Ley N° 19.947, señala: "Separación de bienes es la que se efectúa sin separación judicial, en virtud de decreto de tribunal competen-te, por disposición de la ley o por convención de las partes".

El régimen de separación de bienes se caracteriza porque cada cónyuge tiene su propio patrimonio, que administra con absoluta libertad, como lo señala el art. 159 (en su texto actual dado por la Ley Nº 19.947) : "Los cónyuges separados de bienes administran, con plena independencia el uno del otro, los bie-nes que tenían antes del matrimonio y los que adquieren durante éste, a cualquier título" (inc. 1°). "Si los cónyuges se separaren de bienes durante el matrimonio, la administración separada comprende los bienes obtenidos como producto de la liquidación de la sociedad conyugal o del régimen de participación en los gananciales que hubiere existido entre ellos" (inc. 2°). "Lo anterior es sin perjuicio de lo dispuesto en el párr. 2 del Título VI del Libro Primero de este Código" (esta referencia es a los bienes familiares). 443. CLASES DE SEPARACIÓN DE BIENES. La separación de bienes puede clasificarse del modo siguiente:

1. Atendiendo a su fuente: legal, judicial y convencional. Así se desprende del art. 152.

Il. Atendiendo a su extensión: total y parcial. La separación legal puede ser total o parcial; lo mismo la con-

vencional. En cambio, la separación judicial es siempre total. 444. SEPARACIÓN LEGAL DE BIENES. Puede ser:

A) Total o B) Parcial.

445. SEPARACIÓN LEGAL TOTAL. La ley contempla dos casos de separación legal total:

a) Sentencia de separación judicial, y b) Matrimonio celebrado en el extranjero.

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

446. SENTENCIA DE SEPARACIÓN JUDICIAL. Nótese que la separa- ción judicial constituye un caso de separación legal y no judicial, puesto que aunque hay una sentencia judicial, los cónyuges han litigado sobre otra materia, no sobre la separación de bienes. Si ésta se produce, es porque la sociedad conyugal se disuelve (arts. 1764, N° 3, del Código Civil y 34 e la Ley de Matrimonio Civil), y como por otra parte el vínculo matrimonial subsiste, tiene que existir un régimen matrimonial, que no puede ser otro que el de separación de bienes, pues la otra posibilidad, participación en los gananciales, requiere acuerdo e las partes.

El art. 173 del Código Civil (después de la modificación de la Ley Nº 19.947) expresa que "Los cónyuges separados judicialmente administran sus bienes con plena independencia uno del otro, en los términos del art. 159" (inc. 1°). "Lo anterior se en-tiende sin perjuicio de lo dispuesto en el párr. 2 del Título VI del Libro Primero de este Código- (inc. 2º). La referencia a este párrafo 2 del Título VI se entiende hecha a los bienes familia-res, con lo que se quiere señalar que los bienes que resulten de la separación pueden ser declarados bienes familiares.

El art. 159 mencionado en el inc. 1º del art. 173 dice del modo siguiente, según texto dado por la Ley Nº 19.947: "Los cónyuges separados de bienes administran. con plena independencia el uno del otro, los bienes que tenían antes del matrimonio y los que adquieren durante éste, a cualquier título" (inc. 1°). "Si los cónyuges se separaren de bienes durante el matrimonio. la administración separada comprende los bienes obtenidos como producto de la liquidación de la sociedad conyugal o del régimen de participación en los gananciales que hubiere existido entre ellos" (inc. 2º). El inc. 3° reitera la idea de que los bienes que resulten de la separación pueden ser declarados bienes familiares.

En este caso. aunque la ley no lo dice, resulta evidente que se aplican los arts. 161, 162 y 163. Esto significa:

1) Que los acreedores de la mujer sólo podrán dirigirse sobre sus bienes, respondiendo el marido únicamente en los siguientes casos:

a) Cuando se ha obligado como codeudor conjunto, solidario o subsidiario de la mujer, y

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b) Cuando las obligaciones de la mujer cedieron en beneficio exclusivo del marido o de la familia común, en la parte en que de derecho él haya debido proveer a las necesidades de ésta.

2) Que los acreedores del marido sólo podrán dirigirse sobre los bienes de éste y no sobre los de la mujer, salvo que se haya producido algunas de las situaciones de excepción recién indicadas (deuda conjunta, solidaria o subsidiaria o beneficio exclusivo de la mujer o familia común).

De acuerdo al art. 162, si la mujer separada confiere poder a su marido para que administre parte de sus bienes, el marido será obligado a la mujer como simple mandatario.

Finalmente, rige el art. 163, según el cual "Al marido y a la mujer separados de bienes se dará curador para la administración de los suyos en todos los casos en que siendo solteros necesitarían de curador para administrarlos". Sólo habría que agregar que en este caso, por tratarse de una separación total, rige el art. 503: "El marido y la mujer no podrán ser curadores del otro cónyuge si están totalmente separados de bienes" (inc. 1º). 447. LA SEPARACIÓN DE BIENES ES IRREVOCABLE. Con anterioridad a la Ley Nº 18.802, si se producía reconciliación entre los cónyuges, el juez, a petición de ambos, podía restablecer la sociedad conyugal. Así lo prescribía el art. 178 anterior a esa ley. Con la reforma introducida por esa norma legal, reiterada hoy por la Ley Nº 19.947, que modificó el art. 165 del Código Civil, "La separación efectuada en virtud de decreto judicial o por disposición de la ley es irrevocable y no podrá quedar sin efecto por acuerdo de los cónyuges ni por resolución judicial" (inc. 1º). 448. PERSONAS CASADAS EN EL EXTRANJERO. El segundo caso de separación legal total es el contemplado en el art. 135 inc. 2°: "Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chi-le como separados de bienes, a menos que inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago, y pacten en ese acto sociedad conyugal o régimen de participación en los gananciales, dejándose constancia de ello en dicha inscripción”.

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La norma recién transcrita fue establecida por la Ley N° 18.802 (posteriormente modificada por la Ley N° 19.335, que incorporó lo relativo al régimen de participación en los gananciales). Con anterioridad, el inc. 2° del art. 135 decía: "Los que se hayan casado en país extranjero y pasaren a domiciliarse en Chile, se mirarán como separados de bienes, siempre que en conformidad a las leyes bajo cuyo imperio se casaron, no haya habido entre ellos sociedad de bienes".

La diferencia entre la disposición antigua y la nueva es sustancial. Bajo el imperio del anterior art. 135, los casados en el extranjero que pasaban a domiciliarse en Chile se entendían se-parados de bienes, salvo que de acuerdo a las leyes bajo las cuales se casaron hubiera habido entre ellos sociedad de bienes. De manera que frente a un matrimonio verificado en el extranjero, para saber qué régimen matrimonial tenían en Chile, había que estudiar si en el país en que se habían casado había o no sociedad de bienes, qué tipo de sociedad y si se habían casado de acuerdo a ese régimen. No era entonces una tarea fácil, pues suponía el estudio de la legislación extranjera. Y más se complicaba el cuadro, porque aun existiendo sociedad de bienes, era necesario estudiar su naturaleza para saber si era semejante a la sociedad de bienes chilena.

Con la modificación introducida por la Ley N° 18.802, cambió radicalmente la situación. Las personas que se casan en el extranjero se entienden separadas de bienes en Chile. Sin embargo, la ley les da la oportunidad de pactar sociedad de bienes o participación en los gananciales, para lo cual deben cumplir los siguientes requisitos:

1) Inscribir su matrimonio en Chile, en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago (Recoleta), y

2) Que en el acto de inscribir su matrimonio —sólo en ese momento— pacten sociedad conyugal o participación en los gananciales, dejándose constancia de ello en dicha inscripción matrimonial.

Este ha pasado a ser el único caso en nuestra legislación en que la sociedad conyugal puede comenzar con posterioridad al matrimonio; es una excepción a lo establecido en el art. 1721, inciso final, pues comenzará con la inscripción de su matrimonio en Chile, lo que naturalmente es posterior a la fecha en que

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se casaron en el extranjero. Además es excepcional en cuanto nos encontramos frente a una sociedad conyugal convenida.

Para probar la sociedad conyugal en este caso, bastará con un certificado de la inscripción del matrimonio verificado en Chile. En el caso de personas casadas en el extranjero, que no han inscrito su matrimonio en Chile, si se quiere probar que es-tán casados en régimen de separación de bienes, será necesario exigirles una declaración jurada que exprese que no han inscrito su matrimonio en Chile.

El nuevo texto del inciso segundo del art. 135 presenta algunas interrogantes:

1) ¿Se aplica esta norma únicamente a los casados en el extranjero que se vienen a domiciliar a Chile; o también a aquellos que transitoriamente vienen a vivir a nuestro país, sin ánimo de permanecer en él, como empresarios o trabajadores que vienen a cumplir un cometido temporal?

2) Si las personas pactan el régimen de sociedad conyugal, opera este régimen sólo hacia el futuro o tiene también efecto retroactivo

Respecto a la primera cuestión, el problema se presenta por-que el texto anterior sólo regulaba la situación de los que se casaban en el extranjero y pasaban a domiciliarse en Chile; en cambio, el nuevo únicamente expresa que "los que se hayan casado en el extranjero se mirarán en Chile como separados de bienes...", sin hacer ninguna referencia al domicilio. Nuestra opinión es que se aplica tanto a los que pasan a domiciliarse en Chile como a los que transitoriamente vienen a desarrollar actividades en el país. Nos parece obvio que si el ánimo del legislador hubiere sido restringir los efectos de la norma sólo a los que se vinieren a domiciliar en Chile, lo habría dicho, tal como se hacía antes. Al no decir nada, tenemos que pensar que se quiso dar al art. 135 una aplicación amplia, que comprendiera aun a los extranjeros transeúntes. Por otra parte, no vemos con qué antecedentes se pudiera limitar la aplicación de la norma, haciendo una distinción que el legislador no hace.

En cuanto a la segunda pregunta, pensamos que la sociedad conyugal o la participación en los gananciales sólo operan hacia el futuro, sin efecto retroactivo, pues no puede haber retroactividad sin ley que la contemple en forma expresa. Estamos

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEI. MATRIMONIO

de acuerdo en esta parte con el profesor Ramón Rivas Guzmán ( L a Revi sta de Derecho, Universidad Central, Año III, julio-diciembre 1989, p. 66). En el mismo sentido, la Corte de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 23 de marzo de 1994, Gaceta Jurídica 165, p. 69: "El pacto sobre sociedad conyugal celebrado por personas casadas en país extranjero, al momento de inscribir su matrimonio en Chile, sólo produce sus efectos a partir de esa fecha, y no desde la celebración del matrimonio. Así se desprende tanto del tenor literal del art. 135 del Código Civil –modifi-cado por la Ley N° 18.802 de 1989– como del art. 9° del mismo Código, que prohíbe interpretar las leyes retroactivamente". Este fallo fue ratificado por la Excma. Corte Suprema el 27 de diciembre de 1994 (RDJ, t. 91, sec. lª. p. 126. En el mismo sentido, t. 93, sec. 2ª, p. 119). 449. SEPARACIÓN LEGAL PARCIAL. Dos casos de

separación legal parcial contempla el Código Civil: I, el art. 150, bienes reservados de la mujer casada, y II, el art. 166.

La primera de estas situaciones va la hemos estudiado. Preocupémonos ahora de la segunda. 450. SEPARACIÓN LEGAL PARCIAL DEL ART. 1 6 6 . Este caso

de separación dice relación con los bienes que adquiere la mujer por haber aceptado una donación, herencia o legado que se le hizo con la condición precisa de que no los administrare el marido. Respecto de ellos, la mujer se considera separada de bienes, aplicándose las reglas siguientes:

1) La mujer tiene las mismas facultades que la separada judicialmente, esto es, administra con independencia del marido (arts. 159, 166, N° 1, 173);

2) Ambos cónyuges deben proveer a las necesidades de la familia común a proporción de sus facultades, haciendo la regulación el juez en caso necesario (arts. 160, 166, N° 1, 134);

3) Los actos o contratos que la mujer celebre sólo dan acción sobre los bienes que componen este patrimonio, sin que tenga responsabilidad el marido, a menos:

a) que se haya obligado conjunta, solidaria o subsidiariamente con su mujer;

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h) que se haya beneficiado él o la familia común, en la par-te en que de derecho haya debido él proveer a las necesidades de ésta, caso en que responderá hasta el monto del beneficio (arts. 161, 166, Nº 1) ;

4) Los acreedores del marido no pueden dirigirse en contra de estos bienes a menos que probaren que el contrato cedió en utilidad de la mujer o de la familia común en la parte en que de derecho ella debiera proveer a la satisfacción de dichas necesidades (arts. 161, inciso final, 166 Nºs 1 y 2);

5) Estos bienes responden en el caso de que la mujer hu-biere realizado un acto o celebrado un contrato respecto de un bien propio, autorizada por la justicia, por negativa del marido. Así lo establece el art. 138 bis, incorporado por la Ley Nº 19.335;

6) Si la mujer confiere al marido la administración de una parte de estos bienes, responderá como simple administrador (arts. 162-166, Nº 1) ;

7) Si la mujer es incapaz, se le dará un curador para que los administre (arts. 163, 166, Nº 1). El marido puede ser curador de la mujer, pues no lo impide el art. 503, que se refiere a los casos de separación total, y

8) Los frutos producidos por estos bienes y todo lo que con ellos adquiera pertenece a la mujer, pero disuelta la sociedad conyugal, los frutos y lo que adquirió con ellos ingresan a los gananciales, a menos que la mujer los renuncie, caso en que los hace definitivamente suyos (art. 166, Nº 3, en relación con el art. 150). Si la mujer acepta los gananciales, el marido respon-derá de las obligaciones contraídas por la mujer en esta administración separada, sólo hasta el monto e la mitad de lo que le correspondió por los frutos y adquisiciones hechas con esos frutos. Esto último porque se aplican a este caso las normas del art. 150 (art. 166, Nº 3), que otorgan al marido un verdadero derecho de emolumento. 45 1 . SEPARACIÓN JUDICIAL DE BIENES. La separación judicial sólo puede demandarla la mujer, por las causales específicamente establecidas en la ley. Es un derecho que la ley contempla exclusivamente en su favor para defenderla de la administración del marido.

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA -EFECTOS DEL M A T RIMONIO 452. CARACTERÍSTICAS DE LA SEPARACIÓN JUDICIAL.

1) Como acabamos de señalarlo, sólo puede demandarla la mujer.

2) La facultad de pedir la separación de bienes es irrenunciable e imprescriptible. Respecto a la renuncia, lo dice el art. 153: "La mujer no podrá renunciar en las capitulaciones matrimoniales la facultad de pedir la separación de bienes a que le dan derecho las leyes".

3) Sólo opera por las causales taxativamente señaladas en la ley.

4) La separación judicial es siempre total, y 5) Es irrevocable (art. 165).

453. CAPACIDAD PARA DEMANDAR LA SEPARACIÓN. Si la mujer es menor de edad, requiere de un curador especial para poder pedir la separación judicial de bienes (art. 154). 454. CAUSALES DE SEPARACIÓN JUDICIAL. Sólo puede demandar-se la separación judicial de bienes por las causales taxativamente señaladas en la ley. Estas causales primitivamente eran sólo 5, pero la Ley Nº 18.802 estableció varias otras, con lo que hoy son las siguientes:

1) Interdicción o larga ausencia del marido, si la mujer no quisiere tomar sobre sí la administración de la sociedad conyugal, ni someterse a la dirección de un curador. podrá demandar la separación judicial de bienes (art. 1762) :

2) Si el cónyuge obligado al pago de pensiones alimenticias al otro cónyuge o a los hijos comunes hubiere sido apremiado por dos veces en la forma señalada en el inc. 1° del art. 15 (art. 19 de la Ley N° 14.908). La Ley N° 19.741, de 24 de julio de 2001. dio al art. 19 de la Ley N° 14.908 la siguiente redacción: "Si constare en el expediente que en contra del alimentante se hubiere decretado dos veces alguno de los apremios señalados en el art. 14, procederá en su caso, ante el tribunal que corresponda y siempre a petición del titular de la acción respectiva, lo siguiente: 1° Decretar la separación de bienes de los cónyuges...".

3) Insolvencia del marido (art. 155, inc. lª parte). 4) Administración fraudulenta del marido (art. 155,

inc. 1°, 2a parte).

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5) Mal estado de los negocios del marido por consecuencia de especulaciones aventuradas o de una administración errónea o descuidada, o riesgo inminente de ello (art. 155, inciso final).

6) Incumplimiento culpable del marido a las obligaciones que le imponen los arts. 131 y 134 (art. 155, inc. 2°, del Código Civil).

7) Incurrir en alguna causal de separación judicial, según los términos de la Ley de Matrimonio Civil (art. 155, inc. 2°, con la modificación introducida por la Ley N° 19.947).

8) Ausencia injustificada del marido por más de un año (art. 155, inc. 3°, según texto dado por la Ley N(' 19.947).

9) Si sin mediar ausencia, existe separación de hecho de los cónyuges por más de un año (art. 155, inc. 3°, parte final).

Veamos cada una de estas causales. 455. INTERDICCIÓN O LARGA AUSENCIA DEL MARIDO, SI LA MUJER NO QUISIERE TOMAR SOBRE SÍ LA ADMINISTRACIÓN EXTRAORDINA-

RIA DE LA SOCIEDAD CONYUGAL NI SOMETERSE A UN CURADOR. Así está establecido en el art. 1762, ya estudiado por nosotros al tratar de la administración extraordinaria de la sociedad conyugal.

456. CÓNYUGE CONDENADO A PAGAR UNA PENSIÓN DE ALIMEN-TOS AL OTRO CÓNYUGE O A LOS HIJOS COMUNES, QUE HA SIDO

APREMIADO POR DOS VECES. Esta causal está contemplada en el art. 19, inc. 1°, de la Ley N° 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, norma que, como hemos ex-plicado, tiene un texto nuevo dado por la Ley N° 19.335.

Para que opere esta causal deben cumplirse los siguientes requisitos:

Que un cónyuge hubiere sido condenado judicialmente a pagar una pensión de alimentos al otro o a los hijos comunes.

Que hubiere sido apremiado por dos veces, en la forma dispuesta en el art. 543 del Código de Procedimiento Civil, esto es, con arrestos o multas. No es necesario que estos apremios co-rrespondan a mensualidades consecutivas, ni tampoco que se hayan cumplido, pues ninguno de esos requisitos los establece la ley (RDJ, t. 63, sec. l ª, p. 165; t. 64, sec. 1 ª, p. 327; t. 67, sec. lª, p. 315; t. 68, sec. la, p. 168; Fallos del Mes 151, sentencia 5, p. 111). Pablo Rodríguez G. sostiene que esta causal "debe ser aprecia-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

da por el tribunal y declararse la separación de bienes siempre que ella corresponda a dos o más apremios alimenticios cuan-do ha habido culpa o dolo del alimentante" (ob. cit.. p. 166). Como se puede apreciar, este profesor agrega un requisito más: que el no pago de las pensiones se deba a culpa o dolo del alimentante. 457. INSOLVENCIA DEL MARIDO. El art. 155 establece en su inc. 1° que "El juez decretará la separación de bienes en el caso de in-solvencia (...) del marido". Sobre esta causal, existe variada jurisprudencia. Así se ha fallado que "para decretar la separación de bienes no es necesario que la insolvencia del marido haya sido declarada por fallo judicial" (Corte de Concepción, 6 de julio de 1932, Gaceta de los tribunales, 1932, 2° semestre, N° 111, p. 413). Otra sentencia ha definido la insolvencia estableciendo que "se produce cuando un individuo se halla incapacitado para pagar una deuda, o cesa en el pago de sus obligaciones por comprometer su patrimonio más allá de sus posibilidades (RDJ, t. 45, sec. 1', p. 623. En el mismo sentido puede verse, t. 81, sec. 1', p. 149).

En relación con esta materia, algunos autores creen que la sola circunstancia de que se declare en quiebra al marido basta para obtener la separación judicial de bienes invocando la in-solvencia del último (Luis Claro Solar, Derecho Civil Chileno y Com-parado, t. II, p. 163; Barros Errázuriz, Curso de Derecho Civil , t. IV, p. 176). Opinión contraria se encuentra en la Memoria "Sepa-ración de bienes" del Sr. Del Río Aldunate, Santiago. 1936, pp. 98 a 101, quien afirma que la quiebra sólo es un antecedente valioso para la prueba de la insolvencia. Lo que la mujer debe probar, en forma precisa, es que el pasivo del marido es superior a su activo.

Somarriva considera que cuando se invoca esta causal, la confesión del marido no hace prueba. Aplica la norma del art. 157 a este caso, no obstante que él está referido al mal estado de los negocios del marido. Dice: "Si nos atenemos a la letra de la ley, es evidente que en estos juicios se aceptaría la confesión del marido, va que el art. 157 sólo la elimina en el caso del mal estado de los negocios. Pero el origen de la disposición –ella fue toma-da de Pothier, quien se refería a ambos casos–; el principio se-

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gún el cual donde hay una misma razón debe existir una misma disposición; el hecho de que la insolvencia supone mal esta-do de los negocios; la circunstancia de que a diferencia del fraude el marido no tendría inconveniente en confesar su in-solvencia, lo que conduciría a aceptar juicios de separación de común acuerdo, son razones de peso para estimar que el legislador al referirse en el art. 157 al mal estado de los negocios también se ha querido referir a la insolvencia; y que, por lo tanto, es posible concluir que en ninguno de estos casos es aceptable la confesión del marido" (Derecho de Familia, N' 383, p. 368). 4 5 8 . ADMINISTRACIÓN FRAUDULENTA DEL MARIDO. Esta causal está contemplada en el art. 155, inciso primero, parte final: "El juez decretará la separación de bienes en el caso de administración fraudulenta del marido".

Los bienes que el marido debe administrar fraudulentamente para que nos encontremos en este caso son sus propios bienes, los de la sociedad conyugal o los de su mujer. En ese sentido, Somarriva, Derecho de de Familia, Nº 382, p. 367; Claro Solar, ob. cit., t. II, p. 160; Barros Errázuriz, ob. cit., t. lV, p. 1 77; Del Río Aldunate, ob. cit., Nº 91, pp. 118 y ss. La administración fraudulenta que el marido pueda hacer de bienes de terceros (de un pupilo, de una sociedad, por ejemplo), no habilita para pedir la separación de bienes. En ese sentido los autores recién citados, salvo Somarriva, que no toca el punto.

Los tribunales han tenido oportunidad de precisar el alcance de esta causal. Así se ha fallado que "se entiende por administración fraudulenta aquella en que el marido deliberadamente ejecuta actos ilícitos para perjudicar a su mujer y en que se disminuye el haber de ésta por culpa lata. Basta comprobar la existencia de un solo acto de esa especie para que se decrete por el juez la separación de bienes" (C. Suprema, Gaceta de los Tribunales, 1913, 1er semestre, N º 24, p. 78). En otro fallo se afirma que "La administración fraudulenta del marido es la que se ejerce con fraude o dolo, o sea, con intención positiva de inferir injuria a la propiedad de la mujer". Tal punto debe probarlo ella, estableciendo los actos o hechos positivos del marido tendientes a producirle perjuicios en sus bienes, es decir, actos o hechos efectuados con malicia o mala fe, dado que el dolo no se presu-

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ne sino en los casos especialmente previstos por la ley'' (RDJ, . 31, sec. 2º p. 1).

Un interesante fallo resolvió "que administra fraudulentamente el marido cuando procede con dolo o con culpa grave, movido por la intención de dañar, de presente o de futuro, los intereses de la mujer. Dícese también que administra fraudulentamente el marido que actúa con la intención positiva de inferir injuria a la propiedad de la mujer...". La misma sentencia agregó que "no puede calificarse de administración fraudulenta del marido si las deudas que ha contraído se han destinado a inversiones en el único bien raíz de la sociedad conyugal, que han tenido por efecto valorizarlo notablemente desde la fecha le su adquisición” (RDJ, t. 69, sec. U, p. 140).

Pensamos, y así lo planteamos en un juicio que terminó por avenimiento, que el hecho de que el marido sistemáticamente compre bienes raíces de valor importante a nombre de sus hijos menores, que definitivamente por su edad carecen de bienes, y posteriormente los venda, constituye una administración fraudulenta, por cuanto al actuar de ese modo evita que los bienes ingresen al activo absoluto de la sociedad conyugal y se )rescinde además de la autorización de la mujer para la enajenación, todo lo cual va a significar a la postre perjuicio para esta última desde que esos bienes no ingresarán a los gananciales. 459. MAL ESTADO DE LOS NEGOCIOS DEL MARIDO. Para que opere la causal no basta que los negocios del marido se encuentren en mal estado. Es necesario además que este mal estado provenga de especulaciones aventuradas o de una administración errónea o descuidada (art. 155, inc. 4°) . Se ha fallado que `"el hecho le afirmarse que el marido haya poseído en época anterior una fortuna muy superior a la actual no constituye mal estado de los negocios. El mal estado de los negocios –que no es sinónimo le pobreza– debe buscarse en la relatividad actual del pasivo con '1 activo liquidable y la mayor o menor facilidad de realización” RDJ, t. 35, sec. 1'. p. 248). También se ha resuelto que "no es necesario que sean múltiples los actos que acusan descuido en a administración de los bienes de la mujer para que proceda la separación: basta con que se advierta el peligro que pueda re-

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sultar a aquellos intereses de una administración errónea o descuidada" (RDJ, t. 33, sec. lª, p. 324).

Con la reforma que la Ley N° 19.335 introdujo al inciso final del art. 155, no es necesario que los negocios del marido se hallen en mal estado para demandar la separación judicial de bienes. Basta que exista riesgo inminente de ello.

Esta causal presenta dos particularidades: a) El marido puede oponerse a la separación, prestando fian-

zas o hipotecas que aseguren suficientemente los intereses de su mujer (art. 155, inciso final), y

b) Que en este juicio la confesión del marido no hace prueba (art. 156). 460. INCUMPLIMIENTO CULPABLE DEL MARIDO DE LAS OBLIGACIONES QUE LE IMPONEN LOS ARTS. 131 Y 134. Esta es una causal establecida en el art. 155, inc. 2º: "'También la decretará (la separación de bienes) si el marido, por su culpa, no cumple con las obligaciones que fe imponen los arts. 131 y 134...".

Recordemos que el art. 131 contempla las obligaciones de fidelidad, socorro, ayuda mutua, protección y respeto; y que el art. 134 establece la obligación de marido y mujer de "proveer a las necesidades de la familia común atendiendo a sus faculta-des y al régimen de bienes que entre ellos medie".

Pues bien, para que nos encontremos frente a la causal de separación de bienes, deben reunirse los siguientes requisitos:

a) Incumplimiento de alguno de estos deberes; b) Que quien incumpla sea el marido, y c) Que el incumplimiento sea culpable. De manera que la infidelidad del marido, por ejemplo, es

causal de separación de bienes; lo mismo el hecho de que no le proporcione alimentos a su mujer o a la familia común. 461. CASO DEL MARIDO QUE INCURRE EN ALGUNA CAUSAL DE SE-PARACIÓN JUDICIAL, SEGÚN LOS TÉRMINOS DE LA LEY DE MATRIMONIO CIVIL. Este caso está establecido en el art. 155, inc. 2º, según texto establecido por la Ley N° 19.947.

Recordemos que las causales de separación judicial están se-ñaladas en los arts. 26 y 27 de la nueva Ley de Matrimonio Civil (violación grave a los deberes y obligaciones que impone el ma-

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trimonio o de los deberes y obligaciones para con los hijos que haga intolerable la vida común; cese de la convivencia).

Basta con que concurra la causal de separación judicial para que se pueda pedir la separación de bienes. No es necesario que exista sentencia o que se haya demandado. 462. AUSENCIA INJUSTIFICADA DEL MARIDO POR MÁS DE UN AÑO. Así lo establece el art. 155, inc. 3°, del Código Civil. 463. SEPARACIÓN DE HECHO POR UN AÑO O MÁS. Esta causal fue incorporada por la Ley N° 19.335, y se contiene en el art. 155, inc. 30, parte final: "Lo mismo ocurrirá –esto es, la mujer podrá pedir la separación de bienes– si, sin mediar ausencia, existe se-paración de hecho de los cónyuges".

Llamamos la atención sobre los siguientes aspectos de esta causal:

a) Basta la simple separación de hecho, sin que sea necesario cumplir los requisitos que según el art. 473 del Código Civil configuran la ausencia, esto es, no presencia en el hogar, ignorancia de su paradero y falta de comunicación con los suyos;

b) Carecen de relevancia los motivos de la separación, y c) No tiene importancia determinar quién tiene la respon-

sabilidad en la separación. Por ello, aunque la haya provocado la mujer, tiene derecho a demandarla.

No sin razón podría argumentarse que si la separación se produjo por culpa de la mujer (fue ella la que abandonó el hogar común) se estaría aprovechando de su propio dolo, lo que resulta contrario a todo el sistema del Código. Aparecería invocando una causal que ella misma se fabricó. Sin embargo, y mirado desde otro ángulo, parece adecuado que si los cónyuges no están haciendo vida común, cese una sociedad conyugal que priva a la mujer de la administración de sus bienes propios.

En relación con esta causal, la Corte de Concepción en sen-tencia de 24 de mayo de 1999 resolvió que "el tribunal carece de facultades para entrar a pronunciarse sobre la inconveniencia que pudiera tener para la mujer y la familia el que se acoja la demanda por este motivo. Sólo le compete –agregó-- verificar si se ha producido o no la situación descrita en la norma invoca-da, es decir, si existió o no la separación de hecho por el lapso

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indicado en la ley" (consid. 9º). La misma sentencia agregó en otro de sus fundamentos que "en estrados se ha hecho cuestión por la parte demandada en el sentido de que no tuvo responsabilidad en la separación de hecho, por cuanto quien habría dejado la casa familiar habría sido la mujer. Sin desconocer el fundamento que una alegación de este tipo pudiera tener, si se tiene presente que en el sistema del Código Civil la separación judicial viene a ser una sanción al marido que por diversas razones tiene una conducta inconveniente o perjudicial para los intereses económicos de la mujer, en el caso de autos no se puede entrar a considerar tal alegación, por no haber sido planteada como excepción al contestarse la demanda y, por consiguiente, tampoco haber sido objeto de prueba" (consid. 13º). Hemos reproducido esta parte de la sentencia pues de ella parece fluir que si se hubiere planteado oportunamente la excepción de la culpa de la mujer en la separación, los ralladores pudieran haber considerado tal excepción (causa rol N ' 1145-98 del Ingreso de la Corte: "Bancalari con Zattera"). En el mismo sentido, Corte de Concepción, 7 de enero de 2005, causa rol 4514-2003.

464. MEDIDAS PRECAUTORIAS EN FAVOR DE LA MUJER. El art. 156 es- tablece que "Demandada la separación de bienes. podrá el juez, a petición de la mujer, tomar las providencias que estime conducentes a la seguridad de los intereses de ésta, mientras dure el juicio". La norma es de la mayor amplitud, por lo que debe entenderse que las medidas a tomar serán todas las que la prudencia del tribunal estime aconsejables, sin que se puedan entender limitadas a las establecidas en los Títulos IY y Y del Libro II del Código de Procedimiento Civil (Somarriva, ob. cit., Nº 387, p. 370).

La Ley Nº 18.802 agregó un nuevo inciso al art. 156, que permite a la mujer, en el caso de separación judicial por ausencia del marido, pedir al juez en cualquier tiempo –esto es, antes de que exista demanda de separación de bienes– las providencias que estime conducentes a la seguridad de sus intereses.

Este art. 156 constituye una excepción al art. 298 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto la mujer no necesita acompañar antecedentes que constituyan presunción grave del derecho que se reclama, va que en este caso el juez puede adoptar, a petición de la mujer, todas las providencias que estime con-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

ducentes a la seguridad de los intereses de ésta, mientras dure el juicio (Pablo Rodríguez, ob. cit., p. 230). 465. EFECTOS DE LA SEPARACIÓN JUDICIAL DE BIENES. Los efectos de la separación de bienes no operan retroactivamente, sino hacia el futuro. Para que la sentencia afecte a terceros es necesario que se inscriba al margen de la inscripción matrimonial (art. 4º, N° 4, en relación con el art. 8º de la Ley N° 4.808). En Francia, la sentencia opera retroactivamente a la fecha de la notificación de la demanda.

En cuanto a los efectos mismos de la sentencia, son los siguientes:

a) Produce la disolución de la sociedad conyugal o del régimen de participación en los gananciales (arts. 1764. N° 3, 1792-27, Nº 5, y 158).

b) Cada cónyuge administra con plena independencia los bienes que tenía antes del matrimonio y los que adquiera durante éste a cualquier título. La administración separada comprende los bienes obtenidos como producto de la liquidación de la sociedad conyugal o del régimen de participación en los gananciales que hubiere existido entre ellos (art. 159 del C. Ci-vil, según texto dado por la Ley N ° 19.947).

c) La mujer debe concurrir a proveer a las necesidades de la familia común en proporción a sus facultades, haciendo la regulación el juez a falta de acuerdo (arts. 134 y 160) .

d) Los acreedores de la mujer sólo tienen acción sobre sus bienes, no sobre los del marido, salvo:

1) que éste se hubiere obligado conjunta, solidaria o subsi-diariamente con su mujer (art. 161, incs. 1° y 2º), o

2) que el acto celebrado por la mujer hubiere reportado un beneficio a él o la familia común (art. 161. inc. 3º).

e) Si la mujer confiere poder al marido para administrar par-te alguna de sus bienes, el marido será obligado como simple mandatario (art. 162).

f) Si la mujer es incapaz, se le debe dar un curador para la administración de sus bienes, que no puede ser el marido (arts.163, 503).

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g) Decretada la separación judicial de bienes, ésta es irrevocable. Así lo dice el art. 165, inc. 1°. De manera que ya no se puede volver al régimen de sociedad conyugal o de participación en los gananciales.

Interesa destacar que no cabe en este tipo de separación la posibilidad de que los cónyuges puedan pactar por una sola vez el régimen de participación en los gananciales, en conformidad a lo dispuesto en el art. 1723, como ocurre en la separación con-vencional (art. 165, inc. 2º, en el nuevo texto dado por la Ley N° 19.947).

Con anterioridad a la reforma de la Ley N° 18.802, la sepa-ración de bienes pronunciada por el mal estado de los negocios del marido podía terminar por decreto del juez, a petición de ambos cónyuges. Así lo decía el art. 164, que fue derogado por la Ley Nº 18.802. 46 6 . SEPARACIÓN DE BIENES CONVENCIONAL. La separación con-vencional de bienes puede ser acordada en tres momentos:

1) En las capitulaciones matrimoniales que se celebran antes del matrimonio, pudiendo ser en tal caso total o parcial (art. 1720, inc. 1°). En el Código original, ello no era factible, situación que cambió con el Decreto Ley 328, primero, y luego con la Ley N° 5.521;

2) En las capitulaciones matrimoniales celebradas en el acto del matrimonio, en que sólo se puede establecer separación total de bienes (art. 1715, inc. 2°). Esta norma fue incorporada por la Ley N° 10.271. Recordemos que el único objeto de estas capitulaciones es establecer este régimen de separación o el de participación en los gananciales. Esto último con la modificación que introdujo la Ley N° 19.335, y

3) Durante el matrimonio, los cónyuges mayores de edad que se encontraren casados en régimen de sociedad conyugal o de separación parcial de bienes, o en régimen de participación en los gananciales, pueden convenir la separación total de bienes. Así lo establecen el art. 1 723 y el art. 1°, inc. 3°, de la Ley N° 19.335. En su momento dijimos que fue la Ley N° 7.612, de 21 de octubre de 1943, la que permitió la celebración de este pacto.

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467. EFECTOS DE LA SEPARACIÓN CONVENCIONAL DE BIENES.

Son los mismos que estudiamos para la separación judicial, con la salvedad de que en este caso el marido puede ser designado curador de su mujer incapaz, pues el art. 503, inc. 2º, lo permite en forma expresa. Sobre este punto es importante agregar que hasta la Ley N° 18.802, si los cónyuges estaban parcialmente se-parados de bienes, y el marido tenía la guarda de su mujer, no podía administrar los bienes comprendidos en la separación. Obstaba a ello el inc. 3º del art. 503, que fue derogado por la Ley Nº 18.802. Otra diferencia con la separación judicial es que en la separación convencional "los cónyuges podrán pactar por una sola vez el régimen de participación en los gananciales, en conformidad a lo dispuesto en el art. 1723, lo que no puede hacerse en la separación judicial".

T Í T U L O I I I

DE LOS BIENES FAMILIARES 468. GENERALIDADES. La institución de los bienes familiares

fue incorporada por la Ley N° 19.335, mediante una modificación al Código Civil, en cuya virtud agregó un párrafo, que pasó a ser el párr. 2º, al Titulo VI del Libro 1 del Código Civil, compuesto de 9 artículos, 141 al 149 inclusive.

Si bien la ley entró en vigencia 3 meses después de su publicación, en lo que respecta a los bienes familiares comenzó a regir de inmediato, por disponerlo así su art. 37. 469. FUENTES. Los antecedentes de esta institución los encon-

tramos en el Código Civil español, después de la reforma introducida en 1981, y en el Código de Quebec. En el primero, el art. 1320 establece que "para disponer de los derechos sobre la vivienda habitual y los muebles de uso ordinario de la familia, aunque tales derechos pertenezcan a uno solo de los cónyuges, se requerirá el consentimiento de ambos o, en su caso, autorización judicial" (inc. 1º). La semejanza de esta norma con los bienes familiares creados por la Le; Nº 19.335 es manifiesta.

Por su parte el art. 449 del Código de Quebec dispone que la vivienda familiar y su mobiliario no pueden ser enajenados,

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sino con el consentimiento de ambos cónyuges. A falta de acuerdo, la autorización debe darla la justicia. Corno podrá observar-se lo mismo ocurre en Chile.

Está claro que la Ley N° 19.335 se inspiró en estos ordena-mientos positivos extranjeros. Sólo nos resta agregar que varios años antes, en nuestro país, algunos profesores ya se habían preo-cupado de la situación de la vivienda familiar, especialmente de lo que ocurría después de la disolución del matrimonio. Así, Fer-nando Fueyo en un Proyecto de Ley sobre Divorcio Vincular, elaborado el año 1972, señalaba que "al regularse la obligación alimenticia, el juez decidirá sobre el uso y goce del bogar familiar si lo hubiere, y en lo posible se concederá al cónyuge que obtenga la tuición de los hijos; y si no fueren todos los hijos, aquellos que más necesiten de la continuación en el mismo hogar (Fernando Fueyo Laneri, "Hacia una primera Ley de Divorcio en Chile", pp. 46 y 47, Centro de Estudios Ratio Juris, año 1972. citado por Mario Andrés Romero Kries, "Análisis de la Institución de los Bienes familiares", Seminario de Titulación, Universidad de Concepción, año 1996, pp. 30-31). También debe citarse la opinión de don Sergio Fernández contenida en el encuentro de profesores de Derecho Civil, organizado por el Instituto de Docencia e Investigaciones Jurídicas, celebrado el año 1972, en Jahuel, opiniones que vertió a propósito del proyecto de ley de divorcio presentado por Fueyo Laneri. Según su parecer, las especies que componen el hogar común deben determinarse en la misma sentencia de divorcio y deben atribuirse a aquel de los ex cónyuges -o al tercero en su caso- a quien se Confíe la tuición de los hijos menores (Mario Romero K., ob. cit., pp. 32 a 35). 4 7 0 . FUNDAMENTO DE LA INSTITUCIÓN. Con esta institución se persigue asegurar a la familia un hogar físico estable donde sus integrantes puedan desarrollar la vida con normalidad, aun des-pués de disuelto el matrimonio. Como señala un autor, "la in-troducción del patrimonio familiar es una fuerte garantía para el cónyuge que tenga el cuidado de los hijos, en casos de sepa-ración de hecho o de disolución del matrimonio, y para el cónyuge sobreviviente, en caso de muerte. En el caso del cónyuge sobreviviente, apunta al mismo fin la incorporación de la asig-nación preferencial incorporada por la Ley N° 19.585, al agre-

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gar un nuevo número al art. 1 337 (normas dadas al partidor para cumplir su cometido).

La institución que estarnos tratando evita que las disputas patrimoniales entre los cónyuges o entre el sobreviviente y los herederos del otro cónyuge, concluyan con el desarraigo de la residencia habitual de la familia y es una garantía mínima de estabilidad para el cónyuge patrimonialmente más débil" (Enri-que Barros Bourie, "Proyecto para introducir en Chile la parti-cipación en los gananciales como régimen de bienes normal del matrimonio", contenido en la obra Fami lia y Personas, Editorial Jurídica de Chile, 1991, p. 130).

Constituyen una manifestación de lo que la doctrina del Derecho Civil denomina "Régimen Matrimonial Primario", que se define como el "conjunto de normas de orden público matrimonial, aplicables incluso a los cónyuges casados bajo separación de bienes y que no pueden ser dejadas sin efecto en las capitulaciones matrimoniales" (Barros, ob. cit., p. 129).

471. ESTÁN DESTINADOS A PROTEGER LA FAMILIA MATRIMONIAL. Así lo ha entendido la doctrina (Eduardo Court Murasso, "Los bienes Familiares en el Código Civil", Cuadernos Jurídicos, Facul-tad de Derecho, Universidad Adolfo Ibáñez, p. 9; Mario Romero Kries, ob. cit., p. 42). Ello parece indiscutible sí se considera, en primer lugar, que los bienes familiares están tratados en el Código como un párrafo del Título VI del Libro "Obligaciones y derechos entre los cónyuges", y, en seguida, que prácticamente todas las disposiciones del párrafo (arts. 141, 142, 143, 144, 145 y 146) hacen referencia a los "cónyuges".

Consecuencia de lo anterior es que la declaración de bienes familiares presupone la existencia del matrimonio. Si no hay matrimonio, no puede haber bienes familiares y, por la misma razón, disuelto el matrimonio ya no se podrá pedir que se declare un bien como familiar. Sin embargo, si vigente el matrimonio se declaró un bien como familiar, el solo hecho de que el matrimonio se extinga no produce la desafectación de pleno derecho, sino que deberá solicitarse judicialmente (art. 145, inciso final).

Por ser una institución destinada a la protección de la fami-lia, se ha fallado que no procede declarar bien familiar la vivien-

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da en que sólo vive la cónyuge demandante, sin los hijos (RDJ, t. 95, sec. 2a, p. 26). 472. ÁMBITO DE APLICACIÓN. Los bienes familiares tienen cabida cualquiera sea el régimen matrimonial a que se encuentre sometido el matrimonio. Lo declara así, en forma expresa, la parte final del inc. 1° del art. 141 del Código Civil. Por lo demás, si nada se hubiere dicho, de todas formas así resultaría por formar parte este nuevo párrafo –"De los bienes familiares"– del Título VI del Libro Primero del Código Civil, "Obligaciones y derechos entre los cónyuges".

Lo que se viene explicando demuestra que constituyen una verdadera carga impuesta por la ley en razón del matrimonio. De ello deriva que sus normas sean de orden público, por lo que la voluntad de los cónyuges no las pueda derogar, alterar o modificar, idea que está recogida en el art. 149: "es nula cualquiera estipulación que contravenga las disposiciones de este párrafo".

Si bien pueden darse en cualquier régimen matrimonial, es útil consignar que su establecimiento vino a ser una consecuencia de la incorporación a nuestro ordenamiento positivo del régimen de participación en los gananciales. En efecto, uno de los inconvenientes que la doctrina ha hecho valer en contra de ese régimen es que durante su vigencia opera corno separación de bienes, no dando origen a un patrimonio familiar. "Con el objeto de paliar esta desventaja, en el proyecto se introduce con prescindencia del régimen de bienes que entre los cónyuges rija la institución de los bienes familiares..." (Informe de la Comisión de Constitución, Legislación y justicia sobre el Proyecto que dio lugar a la Ley N° 19.335, Boletín de la Camara de Diputados 432-07-1) . 473. BIENES QUE PUEDEN SER DECLARADOS FAMILIARES. En conformidad a lo que disponen los arts. 141 y 146 del Código Civil, la declaración de familiar puede recaer únicamente sobre los bienes siguientes:

a) El inmueble de propiedad de uno o de ambos cónyuges que sirva de residencia principal a la familia (art. 141). Luego, el inmueble puede ser propio de un cónyuge, de ambos, social

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o reservado de la mujer. Estimamos sí que tiene que tratarse de un inmueble por naturaleza. Por ello si la familia vive en una vivienda construida en sitio ajeno, no cabe la declaración de bien familiar. Así lo resolvió la Corte de Concepción en sentencia de 8 de junio de 1998, recaída en la causa rol Nº 1133 - 97. Dicho fallo se funda en lo dispuesto en los arts. 141 y 145, que establecen la necesidad de practicar anotaciones al "margen de la inscripción respectiva", lo que sólo es posible cumplir tratándose de inmuebles por naturaleza.

Por otra parte, los autores concuerdan en que, como es re-quisito que el inmueble deba servir de residencia principal a la familia, ello implica que tiene que ser uno solo; y que no quedan comprendidos en el concepto las casas de veraneo, de des-canso o recreo (Leslie Tomasello Hart, E l Régimen de Participación en los Gananciales, Edit. Jurídica ConoSur Ltda., 1994, p. 147; César Frigerio Castaldi, Regímenes Matrimoniales, Edit. ConoSur Ltda. 1995, p. 149) .

La Corte de Santiago ha fallado (24 de marzo de 1998) que "si el inmueble que se pide ser declarado `bien familiar' no es residencia principal de la familia, comprendiéndose evidentemente en ese término a los hijos comunes y cónyuges, no es susceptible de la declaración judicial encaminada a ese efecto. El cónyuge tendrá en ese evento otros derechos u otras acciones que sólo miren o estén encaminadas a su interés personal" (G a c e ta Jur í d i c a 213, p. 108; RDJ, t. 95, sec. 1 j, p. 26; Gac eta Jur í d i c a 274, p. 89.

También ha sido resuelto que si la mujer, dentro del marco de la ley sobre violencia intrafamiliar, optó por hacer abandono de la vivienda que servía de hogar a la familia, no puede pos-teriormente demandar que esa vivienda sea declarada bien familiar, ya que la ley exige para que proceda tal declaración que la vivienda esté ocupada realmente por la familia al momento de presentarse la demanda correspondiente. El art. 141 del Código Civil emplea la forma verbal "sirva" (de residencia principal de la familia) y no "que sirvió o servirá". Esta sentencia tiene un voto disidente, que estimó que el alejamiento de la mujer del hogar doméstico por tiempo que no aparece definido, no le quita al hogar doméstico su carácter de tal, su condición de residencia principal de la familia, considerando que la mujer

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apenas alejada de fa fuente de origen de su conflicto pidió de inmediato la protección patrimonial-familiar que creó la Ley N° 19.335 (sentencia de 19 de enero de 1999, Corte de Apelaciones de Concepción. causa rol Nº 1269-96). En el mismo sentido del fallo de mayoría, Gian Carlo Rosso (ob. cit., p. 88).

Una opinión diferente sustenta doña Ana María Hübner Guzmán, quien sostiene que, en una situación como la que se viene planteando, "debe dársele al texto la interpretación que más cuadre con la naturaleza de la institución, permitiendo su declaración como bien familiar" (Ana María Hübner Guzmán. "Los Bienes Familiares en la Legislación Chilena", trabajo que forma parte de la obra "Los Regímenes Matrimoniales en Chile". Cuadernos de Extensión, Universidad de los Andes, 1998, p. 110).

La Corte de Concepción, en sentencia de 21 de mayo de 1999, se acerca a esta última opinión: "El art. 141, inc. 1º. usa la forma verbal "sirva" (de residencia principal de la familia), dan-do a entender que este requisito tiene que existir al momento de presentarse la demanda...", y agrega: "Estima esta Corte, sin embargo, que es admisible –atendida la elevada función social que la institución de los bienes familiares cumple– que se pueda interpretar la norma con más amplitud de la que aparece de su solo tenor literal, para evitar que el cónyuge que junio a sus hijos tiene que abandonar la casa por haberse producido un grave conflicto conyugal. quede desprovisto de la protección que la institución pretende dar al grupo familiar..." (sentencia no publicada).

b) Los bienes muebles que guarnecen el hogar (art. 141). En general la doctrina entiende que estos bienes son los señala-dos en el art. 574 del Código Civil, que forman el ajuar de una casa (Tomasello, ob. cit., p. 147; Claudia Schmidt, ob. cit., p. 57: Mario Romero K., "Análisis de la Institución de los Bienes Familiares". Seminario de Titulación, Universidad de Concepción, 1996, pp.

8 4 9 ) . Hernán Corral, en cambio, afirma que "no obstante la

pertinencia de la invocación del art. 574 CC es bastante discutible, va que se trata de una norma de carácter instrumental y no de fondo". Y agrega que "en la legislación extranjera existe también una cierta amplitud en el concepto de bienes muebles del ajuar

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA -EFECTO DEL MATRIMONIO

familiar, y la aplicación jurisprudencial y doctrinal tiende a ser extensiva, incluyéndose incluso los vehículos que se encuentran al servicio de la familia" (ob. cit., p. 53). Este profesor señala, en relación con el problema que estamos tratando, un antecedente importante de historia fidedigna de la ley. Explica que "en la Cámara de Diputados, el diputado Sr. Víctor Pérez planteó que la declaración que hace el proyecto de `muebles que guarnecen el hogar' no es técnicamente adecuada ni evita problemas a futuro. ¿Qué podemos entender por muebles que guarnecen el hogar? Un auto, un vehículo, ¿guarnecen el hogar? (sesión 52' L. 325a, de 10 de marzo de 1993, pp. 4621-4622)". Agrega el profesor Corral que "las preguntas no merecieron respuesta por parte de los defensores de la redacción” (ob. cit., p. 53).

Gran Franco Rosso E. entiende que "en definitiva los objetos comprendidos en el concepto de `muebles que guarnecen el hogar' son aquellos que frecuentemente o en forma ordinaria encontramos en un hogar chileno, en conformidad a la situación socioeconómica de la familia", y agrega que "en este sentido, preferimos la expresión del art., 1320 del Código Civil español, que habla de `muebles de uso ordinario de la familia'. Pero es imposible establecer una lista completa de objetos que lo integran. Hay muebles que pueden ser de uso frecuente sólo de un estrato social y no de otro" (Régimen jurídico de los Bienes Familiares, p. 104, Metropolitana Ediciones, Santiago, 1998).

Otro problema. Se preguntan los autores si es necesario inventariar los bienes muebles que quedan afectados por la declaración de bien familiar. Court opina que deben individualizarse tanto en la solicitud como en la sentencia que se dicte al efecto (ob. cit., p. 11). Por su parte, Frigerio afirma que "en todo caso, será útil presentar conjuntamente con la petición un inventario auténtico y fidedigno de los bienes muebles que guarnecen el hogar a fin de objetivizarlos debidamente". Y agrega: "El juez al acoger la demanda deberá precisar en la sentencia respectiva la individualización de tales bienes muebles que sean declarados familiares, de acuerdo con el mérito de autos, para lo cual la presentación del referido inventario será un antecedente de importancia a considerar" (ob. cit., p. 152).

Por mi parte, antes de resolver lo del inventario, creo perti-nente formular una pregunta previa. Cuando el art. 141 habla de

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los bienes que guarnecen el hogar, `se está refiriendo a bienes muebles perfectamente individualizados, existentes en el momento en que se pide fa declaración o se está pensando en una universalidad de hecho, de tal suerte que si los bienes muebles originarios se enajenan, puedan ser reemplazados por los que el cónyuge propietario vaya adquiriendo en su reemplazo: Personal-mente, me parece mejor solución la segunda, pues lo contrario implicaría hacer un inventario al momento de producirse la afec-tación y posteriormente tener que, estar concurriendo a los tribunales cada vez que se adquiriera un nuevo bien para pedir que se le considere bien familiar. El mismo hecho que la ley no haya establecido la obligación de inventariar resulta sugestivo, y hace pensar que el Código tomó la expresión "muebles que guarnecen el hogar" como una universalidad de hecho. Por lo demás, esta interpretación es la que más favorece al cónyuge no propietario y a la familia, que es a quienes se pretendió proteger con el estable-cimiento de los bienes familiares. Y, finalmente, guarda armonía con el sistema del Código, que reiteradamente admite la subrogación real (arts. 1504, 1672, 1727, Nºs 1 y 2, etc.).

Una opinión semejante a la nuestra encontramos en Rosso: "De lo dicho se desprende que, respecto a los objetos de la de-claración de bienes familiares que analizamos, la solicitud será absolutamente genérica, así también como la afectación de los mismos. Quedará claro que los muebles que guarnecen el hogar son bienes familiares, pero no así cuáles en concreto han sido afectados" (ob. cit., p. 105). En contra, Corral, para quien "un principio mínimo de seguridad jurídica exige que la declaración como familiares no pueda solicitarse u obtenerse con ex-presiones generales, como `el mobiliario' o `los muebles' de una determinada casa. Deberían precisarse en forma específica los bienes muebles que entrarán en la categoría de familiares, con una conveniente individualización, en lo posible mediante confección de inventario" (ob. cit., p. 54).

En otro orden de ideas, aun cuando no esté expresamente dicho en el art. 1141, deberá tenerse presente que los bienes mue-bles pueden ser declarados como familiares siempre que sean de propiedad de uno o de ambos cónyuges y que guarnezcan el hogar, aunque esta familia tenga su hogar en un inmueble arren-dado (en ese sentido, H. Corral, ob. cit., p. 52).

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c) Los derechos o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias del inmueble que sea residencia principal de la familia (art. 146). Para que nos encontremos en este caso, tienen que cumplirse los siguientes requisitos: 1) que la familia tenga su residencia principal en un inmueble o en parte de un inmueble, que sea de propiedad de una sociedad, y 2) que uno o ambos cónyuges tengan acciones o derechos en esa sociedad. Si bien el art. 146 habla de los derechos y acciones que los "cónyuges" (en plural) tengan en sociedades, en-tendemos que basta que uno solo tenga esas acciones. Así también lo entiende la doctrina (Frigerio, ob. cit., p. 119; Court, ob. cit., p. 44). 474. SÓLO SE PUEDEN DECLARAR COMO FAMILIARES LAS COSAS CORPORALES. Así se ha fallado que "aun cuando es cierto que en el ámbito del art. 141 del Código Civil resulta posible afectar con la declaración de bien familiar tanto los muebles como los inmuebles, con estricto apego a su texto y sentido (...) en ambas situaciones es siempre necesario que se trate de cosas de na-turaleza corporal. En efecto, no puede ser de otra forma, puesto que sólo los bienes que revisten esa calidad de corporales son susceptibles de constituir 'residencia principal de la familia' o de `guarnecerla' en su caso, como lo exige la disposición legal en comento" (Corte Suprema, 12 de marzo de 2002, causa "Steffen Cáceres, María G. E. con Pérez Fernández, Eugenio"). 475. FORMA DE CONSTITUIR UN BIEN COMO FAMILIAR. En cuan-to a la forma de constituir un bien como familiar, debemos hacer una distinción, según que el bien en que incide la declaración sea de propiedad de uno de los cónyuges o de una sociedad en la que uno o ambos cónyuges tengan acciones o derechos. En el primer caso, rige la norma del art. 14L y en el segundo, la del art.. 116. 476. CONSTITUCIÓN DE BIEN FAMILIAR DE UN INMUEBLE DE PRO-PIEDAD DE UNO DE LOS CÓNYUGES. En conformidad al art. 1-11, inc. 2º, la declaración de bien familiar "será hecha por el juez en procedimiento breve y sumario, con conocimiento de causa, a petición de cualquiera de los cónyuges y con citación del otro".

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Es necesario señalar que la Ley N° 19.968, sobre Tribunalesde Familia, ha modificado este inciso, por lo que a partir de lafecha en que entren a funcionar esos tribunales -1° de octubre de2005– para declarar un bien como familiar "el juez citará a losinteresados a la audiencia preparatoria. Si no se dedujeseoposición, el juez resolverá en la misma audiencia. En casocontrario, o si el juez considerase que faltan antecedentes pararesolver, citará a la audiencia del juicio".

Cabe tener presente que el proyecto original establecía que estadeclaración podía hacerla cualquiera de los cónyuges, medianteescritura pública, anotada al margen de la inscripción de dominiorespectiva. Posteriormente se cambió a la forma actual, porcuanto el Senado consideró que "por razones e prudencia eraconveniente entregar la declaración de bien familiar a la decisiónde un órgano jurisdiccional..." y así fue finalmente aprobado.

Lo anterior explica lo establecido en el inciso final del art. 141.En efecto, esta disposición expresa que "el cónyuge que actuarefraudulentamente para obtener la declaración a que se refiereeste artículo –entiéndase de bien familiar– deberá indemnizar losperjuicios causados, sin perjuicio de la sanción penal que pudierecorresponder". Tal precepto tenía sentido en el proyecto original,pero dejó de tenerlo cuando se aprobó que la declaración defamiliar la hacia la justicia, pues al ocurrir así mal puede hablarsede declaración fraudulenta de un cónyuge. 4 7 7 . CONSTITUCIÓN PROVISORIA. Si bien, como se acaba de ex-plicar, la declaración como bien familiar la hace la justicia, el inc.del art. 141 dispone que "con todo, la sola interposición de lademanda transformará provisoriamente en familiar el bien de quese trate". Después continúa la norma señalando que "en suprimera resolución el juez dispondrá que se anote al margen de lainscripción respectiva la precedente circunstancia", y terminaexpresa -lo que "el Conservador practicará la subinscripción conel solo mérito del decreto que, de oficio, le notificará el tribunal".

La ley no dice cuál es esa "inscripción respectiva", pero lorazonable es entender que lo será la inscripción del inmueble enel Registro de Propiedad, de manera que al margen de esainscripción deberá practicarse la anotación. Por esta razón, es-

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tamos de acuerdo con César Frigerio cuando afirma que "la declaración de. bien familiar de un inmueble no constituye un gravamen que deba necesariamente inscribirse en el registro de Hipotecas y Gravámenes del Conservador de Bienes Raíces; no obstante lo cual no existe inconveniente, agrega, en que se inscriba en ese Registro, de acuerdo con lo dispuesto en el N° 3 del art. 53 del citado Reglamento" (se refiere al Reglamento del Conservatorio de Bienes Raíces) (ob. cit., p. 151).

Una cosa nos parece evidente y es que los terceros no se pueden ver afectados por la declaración de familiar de un inmueble –ni la provisoria ni la definitiva– mientras no se practique la anotación indicada en el inc. 3° del art. 141. Así lo ha entendido también la jurisprudencia, al resolver que "conforme a lo dispuesto en el art. 142 del Código Civil, la declaración de bien familiar impide la enajenación o gravamen del inmueble objeto de tal declaración y la promesa de dichos actos relativa a ese inmueble, efectuada voluntariamente por uno de los cónyuges, prohibición que surte todos sus efectos desde que se practica provisoriamente en el Conservador de Bienes Raíces competen-te, una vez presentada la demanda, que persigue dicha declaración de bien familiar" (Gaceta Jurídica 223, p. 109. Véase también Fallos del Mes 469, sent. 15, p. 2240).

Si bien el Código establece la obligación de subinscribir tratándose únicamente de la declaración provisoria, parece obvio que ejecutoriada la sentencia definitiva que declare el bien como familiar, deberá practicarse una nueva subinscripción (en este sentido, Court, ob. cit., pp. 15 y 16). 4 7 8 . CONSTITUCIÓN DE FAMILIAR DE LOS BIENES MUEBLES QUE

GUARNECEN EL HOGAR. La ley no se ha puesto en el caso de que la declaración de familiar recaiga exclusivamente sobre los bienes muebles que guarnecen el hogar. Nos parece obvio que en tal supuesto la declaración tendrá que hacerse por la justicia. Sin embargo, en este caso, atendida la naturaleza de los bienes, no procede hacer inscripción de ningún tipo, no siendo aplicable el inc. 3° de la misma disposición. Así lo entiende también Tomasello (ob. cit., pp. 149 y 151 ).

Cabe hacer presente que a partir del 1 ° de octubre de 2005, cuando entren a funcionar los Tribunales de Familia, "las cau-

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sas sobre declaración y desafección de bienes familiares y la constitución de derechos de usufructo, uso o habitación de los mis- mos" será de la competencia de los Tribunales de Familia (art. 8º, N° 15, letra c) de la Ley N° 19.968, que conocerán de esta materia en el procedimiento contemplado en el Título III de esa ley (arts. 9 y ss.).

479. TITULAR DE LA ACCIÓN PARA DEMANDAR LA CONSTITUCIÓN DE UN BIEN COMO FAMILIAR. La acción para demandar la constitución de un bien como familiar sólo compete al cónyuge no propietario. Los hijos, en consecuencia, no son titulares de ella aun cuando puedan resultar beneficiados con la declaración. Así fluye de los arts. 141, inciso final, 142, 143 y 144, que hablan de cónyuges. En este sentido, Eduardo Court (ob. cit., p. 19) y Claudia Schmidt (Nuevo Régimen Matrimonial, Edit. Conosur, 1995, p. 55). 4 8 0 . CONSTITUCIÓN COMO SIEN FAMILIAR DE LAS ACCIONES Y DERECHOS DEL CÓNYUGE EN LA SOCIEDAD PROPIETARIA DEL BIEN RAÍZ EN QUE TIENE LA RESIDENCIA PRINCIPAL LA FAMILIA. En con- formidad al art. 146, inc. 3°, "la afectación (de derechos o acciones) se hará por declaración de cualquiera de los cónyuges contenida en escritura pública. En el caso de una sociedad de personas, deberá anotarse al margen de la inscripción social respectiva, si la hubiere. Tratándose de sociedades anónimas, se inscribirá en el registro de accionistas".

Como puede observarse, esta declaración es solemne, siendo la solemnidad la escritura pública. Tenemos dudas sobre la función que cumplen las anotaciones o inscripciones a que se refiere la disposición. Nos pareció en un comienzo que constituían una segunda solemnidad. Sin embargo, una mayor re-flexión nos lleva a estimar que se trata simplemente de requisitos de oponibilidad para que la declaración afecte a la sociedad y a los terceros que contraten con ella. Y ello, porque ése es el rol que normalmente cumplen las anotaciones (no digo inscripciones) registrales.

Si la sociedad fuere colectiva civil, como no está sujeta al re-gimen de inscripción, no será posible cumplir con el requisito de inscripción o anotación. Por eso el art. 146 emplea la frase "si la hubiere".

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481. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE BIEN FAMILIAR. La decla- ción de familiar de un bien no lo transforma en inembargab-

le, por lo que no se causa perjuicio a terceros; sólo limita la facultad de disposición de su propietario (que ya no lo podrá 'enajenar o gravar ni prometer enajenar o gravar, ni arrendar, ceder la tenencia, sin la autorización de su cónyuge) y otorga al cónyuge en cuyo favor se hace la declaración, un beneficio de excursión, con el objeto de que si es embargado por un tercero, pueda exigir que antes de procederse en contra del bien familiar se persiga el crédito en otros bienes del deudor.

482. LIMITACIÓN A LA FACULTAD DE DISPOSICIÓN. Esta limitación ,será diferente según: a) el bien que se declara familiar sea el inmueble que sirva de residencia principal a la familia, o los bienes muebles que guarnecen el hogar, o b) se trate de las acciones o derechos que los cónyuges tengan en una sociedad propietaria del bien raíz que sirve de residencia principal a la familia.

En el primer caso, el efecto está consignado en el art. 142, inc. 1°: "No se podrán enajenar ni gravar voluntariamente, ni prometer gravar o enajenar, los bienes familiares, sino concu-rriendo la voluntad de ambos cónyuges. Lo mismo regirá para la celebración de contratos que concedan derechos personales de uso o goce sobre algún bien familiar" (arrendamiento, co-modato). Agrega el inc. 2° que "La autorización a que se refiere este artículo deberá ser específica y otorgada por escrito, o por escritura pública si el acto exigiere esa solemnidad, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el mismo. Podrá prestarse en todo caso por medio de mandato especial que conste por escrito o por escritura pública según el caso".

En el segundo, está indicado en el art. 146, inc. 2°: "Produ-cida la afectación de derechos o acciones, se requerirá asimismo la voluntad de ambos cónyuges para realizar cualquier acto como socio o accionista de la sociedad respectiva, que tenga relación con el bien familiar" (la expresión bien familiar en este inciso es impropia, desde que el bien no es de ninguno de los cónyuges sino de la sociedad en que los cónyuges son socios). Luego, el cónyuge propietario, en este caso, queda sujeto a una

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doble limitación: 1) no puede disponer de los derechos o acciones en la sociedad, sino con autorización del otro cónyuge o de la justicia en subsidio; y 2) requiere de la voluntad del otro cónyuge para realizar los actos que deba hacer como socio o accionista, siempre que recaigan sobre el bien familiar.

No cabe ninguna duda que el cónyuge propietario, en el caso que estamos comentando, queda sujeto a la doble limitación indicada. Ello lo prueba la expresión "asimismo", contenida en el art. 146, inc. 2°, y lo confirma la historia fidedigna de la ley, pues al aprobarse en el Senado, se incorporó esta expresión para dejar en claro justamente que la limitación comprendía los dos aspectos. 483. CONSTITUCIONALIDAD DE LA INSTITUCIÓN DE LOS BIENES FAMILIARES. Durante la discusión del proyecto que dio lugar a la Ley N° 19.335, se plantearon, en el Senado (senador Sergio Fernández), dudas sobre la constitucionalidad de algunos aspectos. Así, se objetó que la declaración de familiar la pudiera hacer el cónyuge no propietario, lo que quedó solucionado modificando el proyecto en el sentido de entregar la declaración a la justicia.

Se señaló también que al limitarse la facultad de disponer de un bien propio, se vulneraba el derecho de propiedad con-sagrado en el art. 19, N° 24, y se atentaba en contra del principio de no entrabar la circulación de los bienes, idea central de nuestro ordenamiento positivo desde la dictación del Código Civil. El Senado tuvo a la vista un informe del profesor Carlos Peña, defendiendo la constitucionalidad del proyecto, en que se expresa que "la institución importa un desmedro de la auto-nomía de la voluntad, puesto que su facultad de disposición deja de ser omnímoda. Pero para que ello constituya una razón de inconstitucionalidad sería necesario que equivaliera a una privación de dominio, o a una limitación del mismo por justificaciones distintas a las autorizadas por el inc. 2° del número 24 del art. 19 de la Constitución”, agregando que "nuestro ordena-miento jurídico contiene diversas instituciones relativas a la pro-piedad, que se fundan en el interés mediato o inmediato de la familia, cuya naturaleza es igual a la que el proyecto denomina bienes familiares: el derecho de alimentos, que puede pagarse mediante derechos reales limitativos del dominio (art. 11 dé la

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA- EFECTOS DEL MATRIMONIO

Ley N° 14,908); el usufructo legal del marido y el padre de familia (art. 810, en relación con los arts. 243 y 1753 del Código Civil), etc." (Boletín del Senado 423-07).

Se dejó en claro que "desde el punto de vista del cónyuge no propietario, su voluntad es puramente declarativa, y además no es un acto de autotutela, sino que de tutela de los intereses familiares. El derecho a intervenir en la administración del bien es, para este cónyuge, un derecho personal de base legal concedido en interés de la familia, que sólo le permite asentir o di-sentir fundadamente, enfrente a las decisiones dispositivas del propietario" (Boletín 423-07).

Se criticó también al provecto la posible lesión al derecho de prenda general de los terceros, concluyéndose que la declaración de bien familiar no afectaba a los acreedores anteriores v, respecto de los posteriores, la posibilidad de excusión es una circunstancia que conocerán o podrán saber mediante el sistema registral y en tutela de sus propios intereses (Boletín del Se-nado 423-07) .

484. AUTORIZACIÓN JUDICIAL SUBSIDIARIA. El art. 144 establece que "En los casos del art. 142, la voluntad del cónyuge no propietario de un bien familiar podrá ser suplida por el juez en caso de imposibilidad o negativa que no se funde en el interés de la familia. El juez procederá con conocimiento de causa, y con citación del cónyuge, en caso de negativa de éste".

La última parte de este artículo ha sido modificada por la Ley Nº 19.968, por lo que cuando entren a operar los Tribuna-les de Familia -1° de octubre de 2005-, "el juez resolverá previa audiencia a la que será citado el cónyuge, en caso de negativa de éste". 485. SANCIÓN PARA EL CASO DE QUE SE REALICEN ESTOS ACTOS SIN LA AUTORIZACIÓN DEL CÓNYUGE NO PROPIETARIO. La sanción es la nulidad relativa, correspondiendo la acción rescisoria al cónyuge no propietario. Así lo dice el art. 143, inc. 1º. En el caso del art. 146, también la sanción es la nulidad relativa, pero no por aplicación del art. 143 (que sólo hace referencia al artículo anterior), sino de las reglas generales, por haberse omitido un requisito establecido en atención al estado o calidad de las partes.

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No señala la ley desde cuándo se debe contar el cuadrienio para alegar la nulidad relativa. Pensamos que debe comenzar a correr desde la celebración del acto o contrato (en ese sentido Claudia Schmidt, ob. cit., p. 60). Court, en cambio, es de opinión que en esta materia debería seguirse la misma fórmula que el art. 4° de la ley señala en el régimen de participación, esto es, que el cuadrienio se cuente desde el día en que el cónyuge que alega la nulidad tomó conocimiento del acto. Ello siempre que se aplique también la limitación de los 10 años que ese artículo contempla (ob. cit., p. 28). 486. EFECTOS DE IA NULIDAD RESPECTO DE LOS TERCEROS AD-QUIRENTES DE UN BIEN FAMILIAR. El art. 143 en su inc. 2º establece que "Los adquirentes de derechos sobre un inmueble que es bien social estarán de mala fe a los efectos de las obligaciones restitutorias que la declaración de nulidad origine".

Respecto de esta regla, queremos formular un par de comentarios. El primero, que nos encontramos frente a una presunción de derecho. En seguida, que la presunción rige únicamente para la enajenación de bienes inmuebles. No para los muebles, por no encontrarse sujetos a registro. Para ellos mantienen su vigencia el art. 1687 y la presunción de buena fe del art. 707.

En relación con la buena o mala fe del tercero, Frigerio se-ñala que "durante la discusión de este artículo surgió la duda acerca de la situación de los terceros adquirentes de bienes muebles no sometidos a registro, entendiéndose que ellos deben regirse por las reglas del art. 1A90 del Código Civil" (Diario de Sesiones del Senado, p. 286) (César Frigerio, ob. cit., p. 155). 487. DERECHOS DE USUFRUCTO, USO O HABITACIÓN CONSTITUIDOS JUDICIALMENTE SOBRE UN BIEN FAMILIAR. El art. 14'7, inc. 1º, prescribe que "durante el matrimonio, el juez podrá constituir; prudencialmente, a favor del cónyuge no propietario, derechos de usufructo, uso o habitación sobre los bienes familiares". Agrega que "en la constitución de estos derechos y en la fijación del plazo que les pone término, el juez tomará especialmente en cuenta el interés de los hijos, cuando los haya, y las fuerzas patrimoniales de los cónyuges", y termina señalando que "el tri-

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bunal podrá, en estos casos, fijar otras obligaciones o modalida-des si así pareciere equitativo".

El texto del art. 147 recién citado, anterior a la Ley N° 19.947, comenzaba diciendo: "Durante el matrimonio o después de la declaración de su nulidad". La ley recién citada eliminó la frase "o después de la declaración de su nulidad...".

En relación con la constitución de estos gravámenes, es importante tener en cuenta los siguientes aspectos:

a) Que el título de estos derechos reales lo constituye la re-solución judicial. Así lo consigna el inc. 2º del art. 147: "La declaración judicial a que se refiere el inciso anterior servirá como título para todos los efectos legales". Esta sentencia deberá inscribirse en el Registro de Hipotecas y Gravámenes respectivo (arts. 32, inc. 2°, y 52, Nº 1, del Reglamento del Conservatorio de Bienes Raíces).

b) Que la sentencia judicial que constituya estos derechos debe determinar el plazo de término. No pueden tener el carácter de vitalicios. Cumplido el plazo, se extinguen (arts. 804 y 812 del Código Civil).

c) Que la sentencia judicial puede establecer otras obliga-clones y modalidades si así pareciere equitativo. Ello lo hará teniendo presente el interés del cónyuge no propietario y de los hijos y la fuerza de los patrimonios. Court señala que en uso de esta facultad el juez. podría establecer, por ejemplo, que el cónyuge beneficiario pague una renta al cónyuge propietario o a sus herederos (ob. cit., p. 34).

e) Que estos gravámenes no podrán afectar los derechos de los acreedores que el cónyuge propietario tenía a la fecha de su constitución (art. 147. inc. 3°).

f) Que no aprovechan a los acreedores del cónyuge en cuyo favor se constituyen estos derechos. Ello lleva a Tomasello a concluir que "estos derechos de usufructo, uso o habitación tienen un carácter personalísimo, no son embargables y los acreedores no pueden subrogarse en su ejercicio" (ob. cit., p. 159). Por nuestra parte, estamos de acuerdo en la inembargabilidad (con-firmada por lo demás, en el caso de los derechos de uso y habitación, por los arts. 1618, N° 9, del Código Civil y 445, N° 15, del Código de Procedimiento Civil) y en que no opere la subrogación. Sin embargo, discrepamos que tratándose del usufructo,

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constituya un derecho personalísimo, pues de ser así no podría cederse v, al no prohibir la ley esta cesión, estimamos que se puede hacer, por aplicación de las reglas generales (art. 793 del Código Civil). Hernán Corral estima que "no podrá prohibirse la cesión del derecho de usufructo constituido sobre un bien familiar, pero en este caso el cónyuge propietario (o sus causahabientes) podrán solicitar el término de la afectación como familiar al haberse cambiado el destino del bien, y esto determinará consecuencialmente la extinción del usufructo" (ob. cit., p. 77).

No pasa lo mismo con el uso y la habitación, que sí son de-rechos personalísimos, por disponerlo de ese modo el art. 819 del Código Civil. 4 8 8 . ESTOS DERECHOS ¿TIENEN CARÁCTER ALIMENTICIO? No es

claro el art. 147, en relación con este punto. "Tomasello considera (ob. cit., p.158) que el fundamento de la

constitución de los derechos de usufructo, uso o habitación a que alude cl art. 147 del Código Civil no es puramente alimenticio, puesto que no se ha derogado el art. 11 de la Ley N° 14.908.

Por su parte, Frigerio expresa que a pesar de la similitud de ambas situaciones (art. 147 y art. 11 de la Ley N° 14.908), se inclina "por estimarlas diferentes y, en consecuencia, los derechos reales mencionados no tienen el carácter de derecho de alimentos, con todas las consecuencias jurídicas que ello conlleva". Y agrega: "En efecto, tales derechos los puede constituir el juez solamente sobre los bienes familiares y a favor del cónyuge no propietario" (ob. cit., p. 157).

Claudia Schmidt H. se limita a señalar que "la constitución de estos derechos tiene un carácter esencialmente alimenticio, pues en la fijación del plazo que les pone término, el juez tomará especialmente en cuenta el interés de los hijos, cuando los haya, y las fuerzas patrimoniales de los cónyuges" (ob. cit., p. 63). Por nuestra parte, pensamos que no se puede desconocer que estos gravámenes tienen "naturaleza alimenticia", como lo demuestra el hecho de que el tribunal para su constitución debe considerar las fuerzas patrimoniales de los cónyuges, y lo confirma el que los acreedores del cónyuge beneficiado no los pue-

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PRIMERA PARTE: DERECHO DE FAMILIA - EFECTOS DEL MATRIMONIO

dan embargar, según acabamos de ver. Consecuencia de ello es –a nuestro juicio– que el cónyuge afectado, invocando el art. 332 del Código Civil, podrá solicitar el cese de estos gravámenes en cualquier tiempo que el cambio en las condiciones económicas de los cónyuges no justifique su mantención. 489. TRIBUNAL COMPETENTE Y PROCEDIMIENTO PARA CONSTITUIR ESTOS DERECHOS. La ley no ha resuelto estos aspectos. En cuan-to al tribunal competente, se ha estimado que en todo caso el juez llamado a conocer del juicio de alimentos entre los cónyuges tiene competencia para constituir estos derechos (Tomasello, ob. cit., p. 159).

Respecto del procedimiento, cuando se pida en el juicio de alimentos, será el que corresponda a ese juicio; y si se demanda fuera de un juicio de alimentos, nos parece que debe aplicarse el procedimiento sumario, en conformidad a lo estatuido en el art. 680, inc. 1 °, del Código de Procedimiento Civil.

A partir del 1 ° de octubre de 2005, en que entran en vigencia los Tribunales de Familia, esta materia será de competencia de esos tribunales –art. 8°, N° 15, letra c) de la Ley N° 19.968–, que conocerán de ella en el procedimiento establecido en los arts. 55 y ss., de la misma ley. 490. EL USUFRUCTUARIO, USUARIO O HABITADOR, NO ESTÁ EXEN-TO DE LAS OBLIGACIONES ESTABLECIDAS EN LOS ARTS. 775 A 813 DEL CÓDIGO CIVIL. Ello, porque nada dijo el art. 147 sobre el particular. Se echa de menos aquí una norma semejante al art. 11 de la Ley sobre Abandono de Familia, en que claramente se con-signó la exención de estas obligaciones, estableciéndose única-mente la de confeccionar un inventario simple. 491. SI LOS CÓNYUGES ESTUVIEREN CASADOS EN RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES, LA CONSTITUCIÓN DE ESTOS GRAVÁMENES DEBERÁ CONSIDERARSE AL FIJARSE EL CRÉDITO DE PARTICIPACIÓN. Así lo señala el art. 1792-23: "Para determinar los créditos de participación en los gananciales, las atribuciones de derechos sobre bienes familiares, efectuadas a uno de los cón-yuges en conformidad con el art. 147 del Código Civil, serán valoradas prudencialmente por el juez".

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La norma resulta absolutamente justificada, pues, en caso contrario, el cónyuge beneficiado con estos derechos reales es-taría recibiendo un doble beneficio. 492. BENEFICIO DE EXCUSIÓN EN FAVOR DEL CÓNYUGE BENEFICIA-DO CON LA DECLARACIÓN DE BIEN FAMILIAR. La constitución de un bien como familiar no le da el carácter de inembargable. Sin embargo, y con el objeto de proteger al cónyuge beneficiado con tal declaración, se le otorga un beneficio de excusión, para que pueda "exigir que antes de proceder contra los bienes familia-res se persiga el crédito en otros bienes del deudor".

Este beneficio, no obstante su nombre, es diferente al que se contempla para el contrato de fianza, si bien se rige, en cuanto corresponda, por las disposiciones del Título XXXVI del libro Cuarto, arts. 2357 y ss., del Código Civil sobre fianza (art. 148, inc. 1°, del Código Civil). Y decimos que es diferente, pues en la fianza consiste en que el fiador pueda exigir que antes de pro-ceder en contra de él "se persiga la deuda en los bienes del deu-dor principal, y en las hipotecas o prendas prestadas por éste para la seguridad de la misma deuda" (art. 2357). Acá, en cambio, lo que se establece es que el cónyuge favorecido con la declaración de bien familiar puede exigir que se persiga el crédito en otros bienes del mismo deudor (art. 148, inc. 1°). 493. NOTIFICACIÓN AL CÓNYUGE NO PROPIETARIO DEL MANDA-MIENTO DE EJECUCIÓN. El art. 148 en su inc. 2° establece que "Cada vez que en virtud de una acción ejecutiva deducida por un tercero acreedor, se disponga el embargo de algún bien familiar de propiedad del cónyuge deudor, el juez dispondrá se notifique personalmente el mandamiento correspondiente al cónyuge no propietario. Esta notificación no afectará los derechos y acciones del cónyuge no propietario sobre dichos bienes".

1 a finalidad de esta notificación es que el cónyuge no propietario pueda plantear el beneficio de excusión, mediante la correspondiente excepción dilatoria (arts. 303, N° 5, y 464, N° 5, del Código de Procedimiento Civil). 494. DESAFECTACIÓN DE UN BIEN FAMILIAR. Regla esta materia el art. 145, estableciendo tres formas de desafectación:

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a) Por acuerdo de los cónyuges, caso en que cuando se re-fiera a un inmueble debe constar en escritura pública que debe anotarse al margen de la inscripción respectiva (art. 145, inc. 1°).

No resuelve la ley si del mismo modo se hace la desafectación en el caso de las acciones o derechos en sociedades propietarias del inmueble donde tiene residencia principal la familia. Claudia Schmidt considera que deberá cumplirse con las mismas formalidades (ob. cit., p. 65);

b) Por resolución judicial, recaída en juicio seguido por el cónyuge propietario en contra del no propietario, fundado en que el bien no está destinado a los fines que indica el art. 141, esto es, que no sirve de residencia principal a la familia si se trata de un inmueble o, tratándose de muebles, que no guarnecen el hogar común, lo que deberá probar. Esa petición se tramita en juicio sumario (art. 145, inc. 2°, en relación con el art. 141, inc. 2°). Cuando entren a ejercer en Tribunales de Familia, el juez citará a los interesados a la audiencia preparatoria y si no se dedujere oposición resolverá en la misma audiencia;

c) Por resolución judicial cuando "el matrimonio se ha de-clarado nulo, o ha terminado por muerte de uno de los cónyuges o por divorcio. En tales casos el propietario del bien familiar o cualquiera de sus causahabientes deberá formular al juez la petición correspondiente" (art. 145, inciso final, en el texto dado por la Ley N° 19.947). Luego, la simple extinción del matrimonio no produce de pleno derechos la desafectación del bien, pues aun disuelto el matrimonio, el bien puede continuar siendo la residencia principal de la familia, caso en que no cabe la desafectación, y

d) Por la enajenación voluntaria o forzada del bien familiar. La ley no lo ha dicho en forma expresa, pero es evidente que ello es así. La Corte de Concepción, en sentencia de 29 de diciembre de 1998, recaída en la causa rol 427- 98 (consid. 7°), resolvió que "tratándose de una enajenación voluntaria o forzosa, como sería el caso de venta en subasta pública decretada en juicio ejecutivo, el bien pierde ipso facto la calidad de familiar, sin que sea necesaria una declaración expresa en tal sentido, pues tal calificación no puede subsistir sí el bien va no pertenece a alguno de los cónyuges, ello porque no se estableció en la ley para estos bienes familiares una subrogación real. En tal situar

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ción se debe concluir que se ha producido una desafectación tácita". En el mismo sentido, Hernán Corral, ob. cit., p. 88, letra c); y Gian Franco Rosso Elorriaga, ob. cit., p. 285. Este último agrega que "entre las situaciones de enajenación en sentido estricto deben comprenderse las expropiaciones, pues en estos casos tampoco es posible entender que el bien familiar es re-emplazado, en su uso, por el dinero constitutivo de la indemnización correspondiente".

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ÍNDICE

A modo de presentación de esta quinta edición

..................................................................................................................................................IN

TRODUCCIÓN

GENERALIDADES

1. Concepto de familia .........................................................................................................11 2. Falta de una definición legal .....................................................................................12 3. Concepto constitucional de familia ......................................................................12 4. La familia no constituye una persona jurídica .............................................14 5. Derecho de Familia ..........................................................................................................16 6. Características del Derecho de Familia .............................................................16 7. Principales leyes complementarias y modificatorias del Código

Civil, en materia de familia ..........................................................................................23 8. Parentesco ..............................................................................................................................24

P R I M E R A P A R T E

DERECHO DE FAMILIA

C A P I T U L O I

DEL MATRIMONIO

9. Etimología de la voz matrimonio ............................................................................29 10. Definición ................................................................................................................................29 11. Ley de Matrimonio Civil ................................................................................................33 12. Requisitos del matrimonio ...........................................................................................33

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13. Requisitos de existencia ...............................................................................................34 14. Matrimonio por poder ....................................................................................................35

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DERECHO DE FAMILIA

15. Requisitos de validez del matrimonio ........................................... 35 16. Consentimiento exento de vicios .................................................. 36 17. El error ....................................................................................... 36 18. La fuerza ..................................................................................... 36 19. Capacidad de los contrayentes y ausencia de impedimentos dir-

rimentes ....................................................................................... 37 20. Clases de impedimentos .............................................................. 38 21. Impedimentos dirimentes ............................................................ 38 22. Impedimentos dirimentes absolutos ............................................ 38 23. Vínculo matrimonial no disuelto .................................................. 38 24. Matrimonio de los menores de 16 años ........................................ 40 25. Privación de razón o sufrir un trastorno o anomalía psíquica ....... 41 26. Falta de suficiente juicio o discernimiento para comprender y

comprometerse con los deberes esenciales del matrimonio .... 43 27. No poder expresar claramente la voluntad por cualquier medio ... 43 28. La nueva ley eliminó fa impotencia perpetua e incurable como

impedimento para contraer matrimonio ........................................ 43 29. lmpedimentos dirimentes relativos .............................................. 44 30. Parentesco .................................................................................. 44 31. Prohibición de casarse con el imputado contra quien se hubie-

re formalizado investigación por el homicidio de su marido o mujer, o con quien hubiere sido condenado como autor, cóm-

plice o encubridor de ese delito ..................................................... 45 32. La ley actual elimina el impedimento de adulterio ........................ 45 33. lmpedimentos impedientes o prohibiciones .................................. 46 34. Consentimiento de ciertas personas para contraer matrimonio..... 46 35. Personas que deben prestar el consentimiento ............................ 47 36. Momento y forma de otorgar el consentimiento ............................ 49 37. Disenso ....................................................................................... 49 38. Sanciones para el caso en que se omita el consentimiento ........... 50 39. Sanción en el caso de los adoptados según las Leyes 7.613 ó

18.703 ......................................................................................... 50 40. Sanciones penales al oficial civil que autoriza un matrimonio de

un menor sin exigir la autorización ............................................... 51 41. Impedimento de guardas ............................................................. 52 42. Sanción para el incumplimiento del impedimento de guardas....... 52 43. impedimento de segundas nupcias .............................................. 52 44. Sanción ....................................................................................... 53 45. Situación de la persona que adoptó en conformidad a las Leyes

7.613 ó 18.703 ............................................................................. 54 46. impedimento especial para la viuda o mujer cuyo matrimonio

se haya disuelto o declarado nulo ................................................. 55 47. Sanción a la omisión de este impedimento ................................... 56 48. Formalidades legales del matrimonio ........................................... 56

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ÍNDICE

49. Formalidades del matrimonio celebrado en Chile ............................... 56 50. Formalidades previas o di ligencias preliminares ................................ 56 51. La manifestación ......................................................................................... 56 52. Información sobre finalidades del matrimonio .................................... 57 53. Cursos de preparación para el matrimonio ............................................ 57 54. Información de test igos ............................................................................. 58 55. Situación especial de las personas pertenecientes a una etnia in-

dígena ............................................................................................................ 5$ 56. Matr imonios en art ículo de muerte no requieren de manifesta-

ción, información de test igos ni de cursos de preparación para el matrimonio .............................................................................................. 59

57. Formalidades coetáneas al matrimonio .................................................. 59 58. Todo oficial civi l es c ompet ent e para la celebración del ma-

t r imonio ........................................................................................................ 59 59. Lugar d o n d e debe efectuarse el matrimonio ........................................ 60 60. Presencia de tes tigos hábiles ................................................................... 60 61. Acto de celebración del matrimonio ....................................................... 61 62. Formalidades posteriores al matrimonio ............................................... 61 63. En el acto del matrimonio se pueden reconocer hi jos comunes no

matrimoniales, y pactar separación de bienes o participación en los gananciales ....................................................................................... 62

64. Vicios en el acta o en la inscripción del matrimonio ......................... 62 65. De los matrimonios celebrados ante ent idades religiosas de de-

recho público ............................................................................................... 62 66. Requisitos para que el matrimonio religioso produzca efectos ci-

vi les ............................................................................................................... 63 67. Requisitos de la inscripción del m a t rimonio religioso en el Re-

gistro Civil ................................................................................................... 65 138. Negat iva del Registro Civil de inscribir el matrimonio religioso .. 65 69. Juicio crít ico sobre esta innovación de la Ley Nº 19.947 ................ 65 70. Fecha del matrimonio religioso ............................................................. 65 71. Matrimonios celebrados en el extranjero ............................................. 66 72. De la separación de los c ó n y u g e s ........................................................ 68 73. De la separación de hecho ....................................................................... 68 74. Forma de regular las consecuencias derivadas de la separación. . . . . 69 '75. Regulación de común acuerdo ................................................................. 69 76. Requisi tos para que el acuerdo otorgue fecha cierta al cese de

la convivencia ............................................................................................. 70 77. Regulación judicial ........................................................................................................ 71) 78. Tribunal compet ent e. Procedimiento ................................................... 71 79. Fecha cierta del cese de la c o n vivencia cuando ha) regulación

judicial .......................................................................................................... 71 80. Resumen sobre los casos que dan fecha cierta del cese de la con-

vivencia ......................................................................................................... 71

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DERECHO DE FAMILIA

81. De la separación judicial ............................................................72 82. Causales de separación judicial .................................................72 83. La acción para demandar la separación judicial es irrenun- ciable .........................................................................................73 84. Tribunal y procedimiento para conocer de la acción de sepa- ración judicial ............................................................................73 85. Medidas provisorias para proteger el patrimonio familiar y el bienestar de cada uno de los miembros que la integran ..............74 86. Contenido de la sentencia que declara la separación ..................74 87. Efectos de la separación judicial ................................................74 88. Reconciliación o reanudación de la vida en común .....................77 89. De la extinción del matrimonio ..................................................78 90. Muerte natural ..........................................................................78 91. Muerte presunta ........................................................................78 92. Disolución del matrimonio por declaración de nulidad pronun- ciada por autoridad competente .................................................79 93. Algunas particularidades de la nulidad matrimonial ..................8094. Causales de nulidad de matrimonio ...........................................82 95. Matrimonio celebrado existiendo impedimentos dirimentes ........82 96. Matrimonio celebrado con infracción al art. 27 de la Ley Nº 7.613 o al art. 18 de la Ley Nº 18.703 ....................................83 97. Falta de libre y espontáneo consentimiento por parte de algu- no de los contrayentes ...............................................................83 98. Matrimonio celebrado ante menor número de testigos o de tes- tigos inhábiles ...........................................................................84 99. Eliminación de la causal de incompetencia del oficial del Re- gistro Civil .................................................................................84 100. Acción de nulidad de matrimonio ...............................................85 101. Características e la acción de nulidad ........................................86 102. Titulares de la acción de nulidad ...............................................86 103. La acción de nulidad es imprescriptible. Excepciones .................88 104. La acción de nulidad sólo puede intentarse en vida de los cón- yuges. Excepciones ....................................................................89 105 Sentencia que declara la nulidad debe subinscribirse al mar- gen de la inscripción matrimonial ..............................................90 106. Efectos de la declaración de nulidad del matrimonio ..................90 107. Matrimonio putativo ..................................................................91 108. Requisitos del matrimonio putativo ............................................91 109. Matrimonio nulo ........................................................................91 1 10. Debe celebrarse ante oficial del Registro Civil .............................92 l 1 l . Buena fe, a lo menos, de uno de los cónyuges ............................92 112. Justa causa de error ..................................................................93 113. Declaración judicial de putatividad ............................................94 11.l. Efectos del matrimonio putativo .................................................94

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115. Efectos en relación con los hijos .......................................................................................95 116. La nulidad del matrimonio no afecta en caso alguno la filia-

ción ya determinada de los hijos, aunque el matrimonio no sea putativo .....................................................................................95

117. Efectos del matrimonio putativo en relación con los cónyuges.....95

CAPITULO II DEL DIVORCIO

118. DEL DlVORClO ..........................................................................99 119. Causales de divorcio ................................................................101 120. Causales de divorcio-sanción ...................................................102 121. Causales de divorcio-remedio ...................................................103 122. Características de la acción de divorcio ....................................107 123. Efectos del divorcio ..................................................................107 124. Divorcio obtenido en el extranjero ............................................108 125. Reglas comunes a ciertos casos de separación, nulidad y di-

vorcio ......................................................................................110 126. De la compensación económica ................................................110 127. Concepto de compensación económica .....................................110 128. Rubros a los que hay que atender para su fijación ...................111 129. improcedencia o rebaja de compensación .................................112 130. Determinación de la procedencia y monto de la compensación..112 131. Forma de pago de la compensación ..........................................112 132. En el caso del divorcio-sanción, se debe considerar, para la fi-

jación de la compensación, la culpabilidad del cónyuge .............113 133. Cuando la compensación se fija en cuotas, para los efectos del

cumplimiento, éstas se asimilan a los alimentos ......................113 134. De la conciliación .....................................................................114 135. De la mediación .......................................................................114 136. Disposiciones transitorias de la Ley N° 19.947 .........................115 137. Tribunal competente para conocer de las acciones de separar

ción judicial, nulidad o divorcio ...............................................116 138. Procedimiento para los juicios de separación judicial deman-

dada por ambos cónyuges ........................................................116 139. Tribunal competente y procedimiento vigente hasta el 30 de

septiembre de 2005 .................................................................116 140. Tribunal competente y procedimiento para los juicios que se

inicien a partir del 1º de octubre de 2005 .................................117 141. Procedimiento aplicable a los juicios de nulidad de matrimo-

nio y de divorcio perpetuo o temporal que al momento de entrar en vigencia la Ley Nº 19.917 se encontraban en trami-

tación ......................................................................................119

INDICE

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DERECHO DE FAMILIA

142. Terminados por sentencia ejecutoriada los juicios de divorcio pepertuo o temporal o nulidad de matrimonio, las partes no quedan impedidas para ejercer las acciones previstas en la ley nueva 119

143. legislación aplicable a los matrimonios celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia de la Ley Nº 19.947 119

l-14. Estado civil de las personas que a la fecha de e n t rar en vigencia la nueva ley se encontraren divorciadas temporal o perpetuamenle 120

145. Incapacidad de los imputados que se establecen en los arts. 7° y 78 de la ley de matrimonio Civi l 121

CAPITULO III EFECTOS DEL M A TR lM ON IO

146. El matrimonio es una insti tución de la cual derivan importantes

efectos 123

T í t u l o I RELACIONES PERSONALES DE LOS CÓNYUGES

1 17. Relaciones personales de los cónyuges. Derechos y obligacio-

nes de que tratan los arts. 131, 132, 133 y 134 .............................. 124 148. Deber de fidelidad ................................................................................. 125 149. Deber de socorro .................................................................................... 126 150. Deber e ayuda mutua ............................................................................ 127 151. Deber de respeto recíproco .................................................................. 128 152. Deber de protección recíproca ............................................................ 128 153. Derecho y deber de vivir en el hogar común ................................... 128 151. Deber de cohabitación ........................................................................... 130 155. :Auxi lios y expensas para la lit is ....................................................... 130 156. Potestad marital ..................................................................................... 132 157. Plena capacidad de la mujer casada .................................................. 133

T í t u l o I I RÉGIMEN MATRIMONIAL

158. Definición ............................................................................................... 134 159. Denominación ......................................................................................... 135 160. Algunas cuestiones planteadas por el régimen matrimonial . . 135

3 5 8

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ÍNDICE

161. Enumeración de los regímenes matrimoniales ................................1 36 162. Régimen de comunidad de bienes .............................................137 163. Régimen de separación de bienes ..............................................139 164. Régimen sin comunidad ............................................................139 165. Régimen dotal ...........................................................................139 166. Régimen de participación en los gananciales .............................140 167. Régimen matrimonial chileno ..............................................................1 11 168. De la sociedad conyugal ............................................................142 169. Naturaleza jurídica de la sociedad conyugal ..............................143 170. Capitulaciones matrimoniales ...................................................141 171. Características de las capitulaciones matrimoniales ......................1 15 172. Consentimiento y capacidad para celebrar capitulaciones ma-

trimoniales ...............................................................................145 173. Solemnidades de las capitulaciones matrimoniales ......................146 171. Modificaciones de las capitulaciones matrimoniales. lnmutabi-

lidad .........................................................................................147 175. Objeto de las capitulaciones matrimoniales ...............................148 176. DEL HABER DE LA Sociedad CONYUGAL .................................150 177. Haber o activo absoluto de la sociedad conyugal .......................150 178. Los salarios y emolumentos de todo género de empleos y oficios.

devengados durante el matrimonio 179. Todos los frutos. réditos, pensiones, intereses y lucros de cual-

quier naturaleza, que provengan. sea de los bienes sociales, sea de los bienes propios de cada uno de los cónyuges, y que se devenguen durante el matrimonio .............................................154

180. Usufructo del marido sobre los bienes de la mujer ....................155 181. lnembargabilidad del usufructo del marido ...............................156 182. lngresan también al haber absoluto de la sociedad conyugal los

bienes que cualquiera de los cónyuges adquiera durante el ma- trimonio a título oneroso ...........................................................157

183. Casos de los arts. 1728 y 1729 .................................................158 184. lngresan también al haber absoluto de la sociedad conyugal,

las minas denunciadas por uno o por ambos cónyuges. duran- te la vigencia de la sociedad conyugal .......................................160

185. lngresa al activo absoluto de la sociedad conyugal la parte del tesoro que corresponde al dueño del sitio en que se encuen-

tra, cuando el tesoro es hallado en un terreno social .................160 186. HABER RELATIVO DE LA SOCIEDAD CONYUGAL.....................161 187. Dinero aportado o adquirido por uno de los cónyuges a título

gratuito durante la vigencia de la sociedad conyugal .................161 188. Bienes muebles aportados o adquiridos a título gratuito por

cualquier cónyuge durante la vigencia de la sociedad con- yugal ........................................................................................162

189. Tesoro ......................................................................................163

359

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190. lngresa también al haber relativo de la sociedad conyugal, la donación remuneratoria mueble que se hace a uno de los cónyuges, cuando el servicio prestado no daba acción en contra de la persona servida 165

191. Bienes muebles adquiridos por un cónyuge durante la vigencia de la sociedad conyugal, cuando la causa o título de la adquisición ha precedido a ella 165

192. Con anterioridad a la Ley N° 18.802, se contemplaba otro ru- bro en el haber relativo .............................................................165

193. Haber propio o personal de cada cónyuge ..................................166 194. Bienes inmuebles que un cónyuge tiene al momento del matrimonio

167 195. Estudio de los casos del art. 1736. 1. "No pertenecerán a la sociedad

las especies que uno de los cónyuges poseía a título de señor antes de ella, aunque la prescripción o transacción con que las haya hecho verdaderamente suyas se complete o verifique durante ella" (Nº 1) 167

196. 2. No pertenecerán a la sociedad conyugal, sino al cónyuge, "los bienes (raíces) que se poseían antes de ella por un título vicioso, pero cuyo vicio se ha purgado durante ella por la ratificación, o por otro medio legal" (N° 2) 168

197. 3. No pertenecen a la sociedad conyugal "los bienes que vuelven a uno de los cónyuges por nulidad o resolución de un contrato, o por haberse revocado una donación” (N° 3) 169

198. 4. No ingresan tampoco a la sociedad conyugal, sino al activo del respectivo cónyuge, "los bienes litigiosos y de que durante la sociedad ha adquirido uno de los cónyuges la posesión pacífica" (Nº 4) 169

199. 5. Tampoco ingresa a la sociedad conyugal, sino al haber propio del cónyuge, "el derecho de usufructo (sobre un bien raíz) que se consolida con la propiedad que pertenece al mismo cónyuge..." (Nº 5) 169

200. 6. No pertenece a la sociedad conyugal, sino al cónyuge acreedor, "lo que se paga (tiene que tratarse de un inmueble) a cual-quiera de los cónyuges por capitales de créditos constituidos antes del matrimonio...". Lo mismo se aplicará a los intereses devengados por uno de los cónyuges antes del matrimonio y "pagados después" (N° 6) 170

201. 7. La Ley Nº 18.802 agregó un numeral 7° al art. 1736, que dice del modo siguiente: "También pertenecerán al cónyuge los bienes que adquiera durante la sociedad en virtud de un acto o contrato cuya celebración se hubiere prometido con anterioridad a ella, siempre que la promesa conste de un instrumento público. o de instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros de acuerdo con el art. 1703º 171

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ÍNDICE

202. Inmueble adquirido a título gratuito por uno de los cónyuges durante la vigencia de la sociedad conyugal ..............................172

203. Bienes muebles que los cónyuges excluyen de la sociedad en las capitulaciones matrimoniales ..............................................173

204. Aumentos que experimenten los bienes propios de los cón- yuges ........................................................................................173

205. Créditos o recompensas que los cónyuges adquieren contra la sociedad y que pueden hacer valer al momento de su diso-

lución .......................................................................................174 206. lnmuebles subrogados a un inmueble propio de uno de los

cónyuges o a valores .................................................................174 207. Clases de subrogación ..............................................................175 208. A. a) Subrogación por permuta .................................................175 209. Que uno de los cónyuges sea dueño de un inmueble propio ......176 210. Que, vigente la sociedad conyugal, se permute ese bien inmue-

ble por otro bien inmueble ........................................................176 211. Que en la escritura pública de permuta se exprese el ánimo

de subrogar ..............................................................................176 212. Debe existir una cierta proporcionalidad entre el bien que se

entrega y el que se recibe ..........................................................176 213. Autorización de la mujer cuando la subrogación se haga en bie-

nes de la mujer .........................................................................177 214. Subrogación por compra ...........................................................177 215. Subrogación de inmueble a valores ...........................................178 216. Diferencias que se producen en toda subrogación cuando los

valores del bien subrogado y subrogante son diferentes ............180 217. PASIVO DE LA SOClEDAD CONYUGAL .....................................180 218. Pasivo absoluto .........................................................................181 219. Pensiones e intereses que corran, sea contra la sociedad, sea

contra cualquiera de los cónyuges, y que se devenguen duran- te la sociedad ............................................................................182

220. "Deudas y obligaciones contraídas durante el matrimonio, por el marido o la mujer con autorización del marido o de la justicia en subsidio y que no fueren personales de aquél o de ésta (...)" ......183

221. Deuda contraída por el marido ..................................................183 222. Deuda contraída por la mujer con autorización del marido ........183 223. Deuda contraída por la mujer con autorización judicial .............184 224. Deudas contraídas por la mujer con mandato general o espe-

cial del marido ..........................................................................184 225. Deudas contraídas conjunta, solidaria o subsidiariamente por

el marido y mujer ......................................................................185 226. Deudas provenientes de compras al fiado, que haga la mujer

de bienes muebles destinados al consumo ordinario de la fa- milia .........................................................................................185

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227. Pago de deudas generadas por contratos accesorios .................... 185 228. Todas las cargas y reparaciones usufructuarias de los bienes so-

ciales o de cada cónyuge ............................................................ 186 229. Gastos de mantenimiento de los cónyuges: de mantenimien-

to, educación y establecimiento de los descendientes comunes: de toda otra carga de familia ................................................... 187

230. Gastos de mantenimiento de los cónyuges .................................. 187 231. Gastos de mantenimiento, educación y establecimiento de los

dese endientes comunes ............................................................ 187 232. Gastos para atender otras cargas de familia ............................... 189 233. Pago que, en conformidad a las capitulaciones matrimonia-les.

debe hacerse a la mujer para que pueda disponer a su arbitrio ..................................................................................... 189

234. Pasivo relativo o aparente o provisorio de la sociedad conyugal ... 190 235. Presunción de deuda social ........................................................ 191 236. De las recompensas ................................................................... 191 237. Objetivos de las recompensas .................................................... 191 238. Clasificación de las recompensas ............................................... 192 239. Recompensa adeudada por uno de los cónyuges a la sociedad

conyugal ................................................................................... 192 240. Recompensas debidas por la sociedad conyugal al cónyuge ......... 193 241. Recompensas debidas por los cónyuges entre sí .......................... 194

212. Prueba de las recompensas ......................................................... 194 243. Recompensas se pagan en dinero y en valor reajustado ............. 191 244. Recompensas no son de orden público ...................................... 195

215. DE LA ADMINISTRACION DE LA SOClEDAD CONYUGAL ............ 195 246. Administración ordinaria .......................................................... 196 247. Administración de los bienes sociales ........................................ 196 248. Limitaciones a la administración del marido impuestas en las

capitulaciones matrimoniales .................................................... 196 249. Limitaciones a la administración del marido impuestas en el

Título XXII del Libro lY .............................................................. 197 250. Desde la entrada en vigencia del Código hasta el 2 de junio de

1952 ......................................................................................... 197 251. Con la entrada en vigencia de la Ley N° 10.271 ......................... 197 252. Ultima etapa ............................................................................ 198 253. Características de la autorización de la mujer ........................... 198 254. La autorización debe ser específica ........................................... 199 255. La autorización es solemne ....................................................... 201 256. La autorización puede ser dada personalmente o a través de

mandatario ............................................................................... 202 257. La autorización de la mujer puede ser suplida por la justicia ..... 203 258. Autorización judicial dada por negativa de la mujer ................... 203 259. Autorización judicial dada por impedimento de la mujer ............ 203

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260. La autorización debe ser previa ...................................................... 204 261. Enajenación voluntaria de bienes raíces sociales .......................... 204 262. Resciliación (le la compra de un bien raíz social ............................ 206 263. Gravamen voluntario de bienes raíces sociales ............................. 206 264. Promesa de enajenación o gravamen de un bien raíz social .......... 206 265. Enajenación o gravamen voluntario o promesa de enajenación

o de gravamen sobre derechos hereditarios de la mujer ............... 207 266. Disposición gratuita, por acto entre vivos, de bienes sociales ....... 207 267. Arrendamiento o cesión de tenencia de bienes raíces sociales

por más de cinco años si se trata de predios urbanos o más de ocho si el predio es rústico ............................................................. 208

268. Constitución de avales u obligaciones accesorias para garanti- zar obligaciones de terceros ............................................................ 208

269. Sanción para el caso de que se omita la autorización de la mujer ............................................................................................... 210

270. Titulares de las acciones de nulidad e inoponibilidad y plazo para interponerlas ........................................................................... 211

271. Situación que se produce cuando la mujer al casarse es socia de una sociedad de personas .....................................................212

272. Situación que se produce cuando la mujer después de casada celebra un contrato de sociedad ..................................................... 213

273. Situaciones excepcionales en que la mujer participa en la ad- ministración de los bienes sociales y los obliga ............................. 21

271. Las compras que la mujer haga al fiado de objetos muebles na- turalmente destinados al consumo ordinario de la familia,

obligan los bienes sociales ............................................................................21 1 275. Caso de la administración extraordinaria de la sociedad con-

yugal ................................................................................................ 211 276. Caso de impedimento del marido. que no sea de larga o inde-

finida duración y de la demora se siguiere perjuicio ..................... 215 277. Caso de la mujer que actúa con mandato general o especial

del marido ....................................................................................... 215 278. Otro caso en que la mujer podría intervenir en la administrar

ción de bienes sociales .................................................................... 215 279. Administración de los bienes propios de la mujer ........................ 216 280. Sanción para el caso en que la mujer contraviniere la norma del

art. 1754 inciso final ....................................................................... 217 281. Constitucionalidad de la norma del inciso final del art. 1754 ..... 219 282. Fundamento de esta administración ............................................ 220 283. Facultades del marido en esta administración ............................. 221 284. Limitaciones a las facultades del marido en esta administración 221 285. Aceptación o repudiación de una herencia o legado deferido

a la mujer ........................................................................................ 222 286. Sanción para el caso en que el marido omita esta exigencia ....... 222

ÍNDICE

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287. Aceptación o repudiación de una donación hecha a la mujer .......222 288. Nombramiento de partidor en bienes en que tiene interés la

mujer ........................................................................................222 289. Sanción a la falta de consentimiento de la mujer ........................222 290. ;Puede la mujer pedir el nombramiento de partidor? ...................222 291. Partición de bienes en que tiene interés la mujer ........................223 292. Sanción a la falta de consentimiento de la mujer ........................223 293. La mujer puede pedir por sí sola la partición de los bienes en

que tenga interés .......................................................................223 294. Enajenación de bienes muebles que el marido esté o pueda es-

tar obligado a restituir en especie ...............................................223 295. Sanción a la falta de autorización de la mujer .............................224 296. Arrendamiento o cesión de tenencia de bienes raíces de la mujer

por más de cinco u ocho años, según se trate de pre- dios urbanos o rústicos .............................................................224

297. Sanción a la falta de autorización de la mujer .............................225 298. Enajenación o gravamen de bienes raíces propios de la mujer .....225 299. Autorización supletoria de la justicia para el caso que e/ marido

se oponga a la enajenación de un bien propio de la mujer ...........227 300. El marido es quien realiza la enajenación ...................................228 301. Sanción a la falta de autorización de la mujer .............................228 302. Constitucionalidad de las normas sobre administración ordina-

ria de la sociedad conyugal ........................................................229 303. Administración extraordinaria de la sociedad conyugal ...............229 304. Casos en que tiene lugar la administración extraordinaria ..........230 305. La administración extraordinaria no requiere de decreto judi-

cial que la confiera ....................................................................230 306. Casos en que la administración extraordinaria le corresponde

a la mujer .................................................................................230 307. Casos en que la administración extraordinaria corresponde a

un tercero .................................................................................231 308. Derecho de la mujer que no quisiere asumir la administración

extraordinaria ...........................................................................231 309. Facultades con que se ejerce la administración extraordinaria

de la sociedad conyugal .............................................................232 310. Administración por un tercero ....................................................232 311. Administración hecha por la mujer ............................................232 312. Administración de los bienes sociales .........................................232 313. Sanción para el caso que la mujer realice algunos de los actos

recién señalados, prescindiendo de la autorización judicial .........233 314. Bienes que obliga la mujer administradora de la sociedad con-

yugal .........................................................................................234 315. Administración de los bienes propios del marido .........................234 316. La mujer debe rendir cuentas de su administración ....................234

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ÍNDICE

317. Término de la administración extraordinaria ...............................234 318. Disolución de la sociedad conyugal ............................................234 319. Clasificación de las causales ......................................................235 320. Muerte natural de uno de los cónyuges ......................................235 321. Decreto que concede la posesión provisoria o definitiva de los

bienes del cónyuge desaparecido ................................................235 322. Sentencia de separación judicial ................................................237 323. Sentencia de separación total de bienes ......................................237 324. Sentencia que declara la nulidad del matrimonio ........................238 325. Sentencia de divorcio .................................................................238 326. Pacto de participación en los gananciales, celebrado en con-

formidad al Título XXIl A del Libro Cuarto ..................................238 327. Pacto de separación total de bienes celebrado en conformidad

al art. 1723 ...............................................................................238 328. Objeto del pacto del art. 1723 del Código Civil ............................239 329. Sólo pueden celebrar el pacto del art. 1723 los cónyuges ma-

yores de edad ............................................................................239 330. Características del pacto ............................................................240 331. El pacto es solemne ...................................................................240 332. El pacto no puede perjudicar el interés de los terceros ................242 333. El pacto es irrevocable ...............................................................245 334. El pacto no es susceptible de condición, plazo o modo alguno .....246 335. En la misma escritura en que se celebra el pacto se puede li-

quidar la sociedad conyugal y acordar otros actos jurídicos lícitos ........................................................................................247

336. Efectos de la disolución de la sociedad conyugal .........................247 337. Se genera una comunidad entre los cónyuges, o, en su caso,

entre el cónyuge sobreviviente y los herederos del fallecido ..........248 338. La comunidad es administrada por todos los comuneros .............249 339. Fijación del activo y el pasivo social ............................................250 340. Disuelta la sociedad, cesa el derecho de goce sobre los bienes

propios de cada cónyuge ............................................................251 341. Disuelta la sociedad conyugal, debe procederse a su liquir

dación .......................................................................................251 342. Concepto de liquidación .............................................................251 343. Facción de inventario de los bienes .............................................252 344. Plazo para practicar el inventario ...............................................252 345. Bienes que deben inventariarse ..................................................252 346. Forma de practicar el inventario .................................................253 347. Clases de inventario ...................................................................253 348. Obligación de hacer inventario solemne ......................................254 349. Sanción cuando debiendo hacerse inventario solemne, sólo se

hace privado ..............................................................................254 350. Conveniencia de practicar inventario solemne .............................255

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351. Distracción u ocultación dolosa de un bien social ......................256 352. Plazo de prescripción de la acción que tiene el cónyuge ino- cente en el caso del art. 1768 ....................................................258 353. Tasación de bienes ....................................................................258 354. Formación del acervo común o bruto; retiro de los bienes pro-

pios, y pago de los precios, saldos y recompensas .......................260 355. Retiro de las especies o cuerpos ciertos que pertenezcan al cón-

yuge ..........................................................................................260 356. Retiro de los precios, saldos y recompensas ...............................261 357. Liquidación de las recompensas que recíprocamente se adeu- den sociedad y cónyuges ...........................................................263 358. Deducción del pasivo común .....................................................263 359. Reparto de los gananciales ........................................................264 360. División del pasivo social. Responsabilidad de los cónyuges por

este pasivo .....................................................................................361. Obligación a las deudas ............................................................265 362. Títulos ejecutivos en contra del marido ......................................266 363. Contribución a las deudas ........................................................268 364. Beneficio de emolumento ..........................................................268 365. ¿A quién se opone el beneficio de emolumento? .........................269 366. Cónyuges pueden acordar la división de las deudas en una proporción diferente ..................................................................269 367. Pago de una deuda personal .....................................................270 368. lrrenunciabilidad del beneficio de emolumento ...........................270 369. Pago por uno de los cónyuges de una deuda garantizada con una caución real constituida sobre un bien adjudicado ..............270 370. Renuncia de los gananciales .....................................................270 371. Renuncia hecha por el marido ...................................................271 372. Momento en que se pueden renunciar los gananciales ...............271 373. Renuncia hecha en las capitulaciones matrimoniales .................271 374. Renuncia hecha con posterioridad a la disolución de la so- ciedad ......................................................................................272 375. Características de la renuncia de gananciales ............................272 376. Forma de renunciar los gananciales ..........................................273 377. Efectos de la renuncia de los gananciales ..................................274 378. Aceptación de los gananciales ...................................................274 379. El derecho de los herederos a renunciar los gananciales es di- visible ......................................................................................275 380. DE LOS BlENES RESERVADOS DE LA MUJER CASADA ...........275 381. Evolución histórica de la institución de los bienes reservados 275 382. Características de los bienes reservados ....................................276 383. Requisitos de los bienes reservados ...........................................277 384. Trabajo de la mujer ...................................................................277 385. Trabajo remunerado .................................................................277

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ÍNDICE

386. El trabajo tiene que desarrollarse durante la vigencia de la so- ciedad conyugal ........................................................................278 387. Trabajo separado de su marido ..................................................278 388. Activo de los bienes reservados ..................................................279 389. Bienes provenientes del trabajo de la mujer ...............................280 390. Bienes que adquiere con el trabajo. Lo que la mujer adquiera

con su trabajo también pasa a formar parte del patrimonio re-

servado .......................................................................................................280 391. Frutos del producto del trabajo o de los bienes adquiridos con

ese producto ..............................................................................................280 392. Pasivo de los bienes reservados ...........................................................280 393. Las obligaciones personales de la mujer no se pueden hacer efectivas sobre el patrimonio reservado .......................................281 394. Casos en que responden bienes ajenos al paririmonio reserva- do de deudas provenientes de ese patrimonio .............................282 395. Bienes del marido responden de una deuda contraída por la mujer en su patrimonio reservado 282 396. Cuando la mujer tiene bajo su administración bienes de acuer- do a los arts. 166 y 167 .............................................................283 397. El marido no puede oponerse a que la mujer trabaje ..................283 398. Administración de los bienes reservados .....................................284 399. Administración de los bienes reservados hecha por el marido ......284 400. Prueba (le los bienes reservados .................................................285 401. Prueba de la existencia del patrimonio reservado y de que se actuó dentro del mismo .............................................................285 402. Presunción de derecho del inc. 4° del art. 150 ............................285 403. Características de la presunción ................................................286 404. Requisitos para que rija la presunción del inc. 4° del art. 150 . 287 405. Prueba de que un determinado bien es parte del patrimonio reservado ..................................................................................289 406. Suerte de los bienes reservados a la disolución de la sociedad conyugal ...................................................................................290 407. La mujer o sus herederos aceptan los gananciales ......................290 408. Beneficio de emolumento en favor del marido .............................290 409. La mujer o sus herederos renuncian a los gananciales ...............291 410. Alcance de la derogación del inciso final del art. 150, hecha por la Ley Nº 18.802 ..................................................................291 411. RÉGlMEN DE PARTlCIPAClÓN EN LOS GANANClALES ..............292 412. Fuentes de la Ley Nº 19.335 ......................................................293 413. Momentos en que se puede convenir este régimen ......................293 414. El régimen puede estipularse originariamente o mediante la sustitución de alguno de los otros regímenes ..............................294 415. Cónyuges casados en el extranjero pueden adoptar este régimen 295

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416. Variantes del régimen de participación en los gananciales ......... 296 417. Sistema adoptado en Chile ....................................................... 296 418. Características del sistema chileno ........................................... 298 419. Funcionamiento durante la vigencia del régimen ....................... 299 420. Funcionamiento del sistema a la extinción del régimen .............. 299 421. Gananciales ............................................................................. 299 422. Patrimonio originario ................................................................ 300 423. No integran el patrimonio originario .......................................... 301 .424. Adquisiciones hechas en común por ambos cónyuges ................ 302 425. Obligación de practicar inventario ........................................... 303 426. Valorización del activo originario ............................................. 303 427. Patrimonio final: concepto, forma de calcularlo ........................ 304 428. lnventario valorado de los bienes que integran el patrimonio

final ......................................................................................... 305 429. Avaluación del activo y pasivo del patrimonio final ................... 305 430. Sanción al cónyuge que oculta o distrae bienes o simula obli-

gaciones .................................................................................. 306 431. Situaciones que se siguen al existir diferencias entre el patri-

monio originario y el patrimonio final ........................................306 432. Del crédito de participación en los gananciales ..........................307 433. Características del crédito de participación ................................307 434. Prescripción de la acción para demandar el pago del crédito

de participación ........................................................................ 309 435. Bienes sobre los cuales se puede hacer efectivo el crédito de

participación ............................................................................. 310 436. Insuficiencia de bienes del cónyuge deudor .............................. 310 437. Los créditos de terceros, anteriores a la extinción del régimen,

prefieren al crédito de participación 311 438. Relación entre el régimen de participación en los gananciales

y los bienes familiares ...............................................................311 439. Extinción del régimen de participación en los gananciales ..........311

440. El crédito de participación se encuentra exento del pago de lmpuesto a la Renta ........................................................................312

441. Las personas casadas con anterioridad a la entrada en vigencia de la Ley N° 19.335 pueden pactar régimen de participa-

ción en los gananciales .............................................................313 442. RÉGlMEN DE SEPARACIÓN DE BIENES ..................................313 443. Clases de separación de bienes .................................................314 444. Separación legal de bienes ........................................................314 445. Separación legal total ...............................................................314 446. Sentencia de separación judicial ...............................................315 447. La separación de bienes es irrevocable ......................................316 4.18. Personas casadas en el extranjero .............................................316 449. Separación legal parcial ............................................................319

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Separación legal parcial del art. 166 ............................................... Separación judicial de bienes ................................................... 320 Características de la separación judicial ................................... 321 Capacidad para demandar la separación .................................. 321 Causales de separación judicial ................................................ 321 lnterdicción o larga ausencia del marido, si la mujer no quisiere tomar sobre sí la administración extraordinaria de la so- ciedad conyugal ni someterse a un curador ................................22 Cónyuge condenado a pagar una pensión de alimentos al otro cónyuge o a los hijos comunes, que ha sido apremiado por dos veces ....................................................................................... 322 lnsolvencia del marido ............................................................. 323 Administración fraudulenta del marido .....................................324 Mal estado de los negocios del marido ...................................... 325 Incumplimiento culpable del marido de las obligaciones que le imponen los arts, 131 y 134 ................................................. 326 Caso del marido que incurre en alguna causal de separación

judicial, según los términos de la Ley de Matrimonio Civil .......... 326 Ausencia injustificada del marido por más de un año ................ 327 Separación de hecho por un año o más .................................... 327 Medidas precautorias en favor de la mujer ................................ 328 Efectos de la separación judicial de bienes ................................ 329 Separación de bienes convencional ........................................... 330 Efectos de la separación convencional de bienes ....................... 331

T í t u l o 1 1 1

DE LOS BIENES FAMILIARES

Generalidades ......................................................................... 331 Fuentes ................................................................................... 331 Fundamento de la institución .................................................. 332 Están destinados a proteger la familia matrimonial ................... 333 Ámbito de aplicación ................................................................ 334 Bienes que pueden ser declarados familiares ............................ 334 Sólo se pueden declarar como familiares las cosas corporales 339 Forma de constituir un bien c o m o familiar ............................... 339 Constitución de bien familiar de un inmueble de propiedad de uno de los cónyuges ............................................................ 339 Constitución provisoria ............................................................ 340 Constitución de familiar de los bienes muebles que guarnecen el hogar ................................................................................... 341 Titular de la acción para demandar la constitución de un bien como familiar .......................................................................... 342

2. 3. 4. 5. 6. 8.

3

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480. Constitución como bien familiar de las acciones y derechos del cónyuge en la sociedad propietaria del bien raíz en que tiene

la residencia principal la familia ................................................342 481. Efectos de la declaración de bien familiar ...................................343 482. Limitación a la facultad de disposición .......................................343 483. Constitucionalidad de la institución de los bienes familiares .......344 484. Autorización judicial subsidiaria ................................................345 485. Sanción para el caso de que se realicen estos bienes sin la au- torización del cónyuge no propietario .........................................345

486. Efectos de la nulidad respecto de los terceros adquirentes de un bien familiar 346

487. Derechos de usufructo, uso o habitación constituidos judicial- mente sobre un bien familiar .....................................................346

488. Estos derechos ;tienen carácter alimenticio? .............................348 489. Tribunal competente y procedimiento para constituir estos derechos

349 490. El usufructuario, usuario o habitador, no está exento de las obli- 491. gaciones establecidas en los artículos 775 a 813 del Código Civil

349 492. Si los cónyuges estuvieren casados en régimen de participación en los

gananciales, la constitución de estos gravámenes deberá considerarse al fijarse el crédito de participación 349

493. Beneficio de excusión en favor del cónyuge beneficiado con la declaración de bien familiar 350

193. Notificación al cónyuge no propietario del mandamiento de ejecución ..................................................................................350

494. Desafectación de un bien familiar ...............................................350

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