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NI CONCERTACION, NI PIÑERA. ¡¡¡ABAJO TODO GOBIERNO PATRONAL !!! A RETOMAR LA LUCHA, A RETOMAR LA CALLE Y LAS BANDERAS PROLETARIAS Los políticos burgueses miden cada cierto tiempo el nivel de odio y de simpatía que provoca su gestión. Los resulta- dos de la encuesta de febrero último fueron catastróficos para el gobierno de Piñera y para la Concertación. El rec- hazo a la gestión del gobierno aumenta y la aprobación dis- minuye. Aumenta la oposición a este gobierno sin que la Concertación capitalice el descontento ya que logra apenas un 27% de adhesión. La reacción del gobierno no se hizo esperar. El anuncio de la extensión a seis meses del descanso post natal de la mujer trabajadora se convirtió en el golpe noticioso del mes. ¿Qué mejor anuncio para un día 8 de marzo? ¿Qué mejor noticia para conmemorar el primer año del gobierno de derecha? ¿Qué mejor formula para frenar la caída en las encuestas? En sus inicios el proyecto del post natal estaba asociado a traspasar dos semanas del prenatal al post natal; a la san- ción por uso “fraudulento” de licencias médicas y a la eliminación de las salas cuna a cargo de los empresarios. Este proyecto no fue del total agrado de los patrones. Rec- laman porque nada se dijo respecto a la salas cuna. “Urge eliminar el artículo 203 del Código del Trabajo que obliga al empleador a proveer salas cuna en las empresas con 20 o mas trabajadoras. O se eliminan o las financia el estado”. Eso dicen los empresarios. (La Tercera 6 de marzo 2011) Las cifras involucradas en este proyecto dan cuenta que un post natal de 6 meses financiado por el fisco –es decir por todos los habitantes del país que pagamos IVA de 19% como impuesto al consumo - significa un gasto anual de150 millones de dólares. El año 2010 el gasto fiscal en licencia médicas por enfermedades del hijo menor de un año alca- nzó a 190 millones de dólares. Hay que comparar estas dos cifras para fijar posiciones frente a este proyecto. Tal como aparece el anuncio en la prensa verificamos que este go- bierno continua haciendo show televisivo y farándula con nuestros derechos y preocupaciones. Lo que no se destaca es que se cuestionan dos derechos fundamentales: el derecho a sala cuna y el derecho a la sa- lud. Porque desde hace tiempo las ISAPRES rechazan más del 25% de las licencias medicas que presentan los traba- jadores, no tan sólo licencias asociadas a la enfermedad de hijos menores de un año. El salario de los trabajadores se castiga mes a mes con el descuento obligatorio de las co- tizaciones de salud y de AFP pero cuando llega el momento de pagar licencias médicas o pensiones, las ISAPRES y las AFP se asustan y corren a las manos del Estado para que se pague estas prestaciones con cargo al fisco. José Piñera Echenique –hermano del actual presidente en su calidad de ministro de la dictadura- privatizó el sistema de seguridad social y de salud en Chile. Brindando a los empresarios privados la oportunidad de hacer buenos ne- gocios con nuestros derechos fundamentales. La reforma previsional de Bachelet vino a perfeccionar a favor de los empresarios privados este sistema de AFP que debiera ser completamente eliminado. Con la reforma de Bachelet el

Rearme 03 2011

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Periodico rearme 03 2011

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NI CONCERTACION, NI PIÑERA.¡¡¡ABAJO TODO GOBIERNO PATRONAL !!!

A RETOMAR LA LUCHA,

A RETOMAR LA CALLE Y

LAS BANDERAS PROLETARIAS

Los políticos burgueses miden cada cierto tiempo el nivel de odio y de simpatía que provoca su gestión. Los resulta-dos de la encuesta de febrero último fueron catastróficos para el gobierno de Piñera y para la Concertación. El rec-hazo a la gestión del gobierno aumenta y la aprobación dis-minuye. Aumenta la oposición a este gobierno sin que la Concertación capitalice el descontento ya que logra apenas un 27% de adhesión.

La reacción del gobierno no se hizo esperar. El anuncio de la extensión a seis meses del descanso post natal de la mujer trabajadora se convirtió en el golpe noticioso del mes. ¿Qué mejor anuncio para un día 8 de marzo? ¿Qué mejor noticia para conmemorar el primer año del gobierno de derecha? ¿Qué mejor formula para frenar la caída en las encuestas?

En sus inicios el proyecto del post natal estaba asociado a traspasar dos semanas del prenatal al post natal; a la san-ción por uso “fraudulento” de licencias médicas y a la

eliminación de las salas cuna a cargo de los empresarios. Este proyecto no fue del total agrado de los patrones. Rec-laman porque nada se dijo respecto a la salas cuna. “Urge eliminar el artículo 203 del Código del Trabajo que obliga al empleador a proveer salas cuna en las empresas con 20 o mas trabajadoras. O se eliminan o las financia el estado”. Eso dicen los empresarios. (La Tercera 6 de marzo 2011)

Las cifras involucradas en este proyecto dan cuenta que un post natal de 6 meses financiado por el fisco –es decir por todos los habitantes del país que pagamos IVA de 19% como impuesto al consumo - significa un gasto anual de150 millones de dólares. El año 2010 el gasto fiscal en licencia médicas por enfermedades del hijo menor de un año alca-nzó a 190 millones de dólares. Hay que comparar estas dos cifras para fijar posiciones frente a este proyecto. Tal como aparece el anuncio en la prensa verificamos que este go-bierno continua haciendo show televisivo y farándula con nuestros derechos y preocupaciones.

Lo que no se destaca es que se cuestionan dos derechos fundamentales: el derecho a sala cuna y el derecho a la sa-lud. Porque desde hace tiempo las ISAPRES rechazan más del 25% de las licencias medicas que presentan los traba-jadores, no tan sólo licencias asociadas a la enfermedad de hijos menores de un año. El salario de los trabajadores se castiga mes a mes con el descuento obligatorio de las co-tizaciones de salud y de AFP pero cuando llega el momento de pagar licencias médicas o pensiones, las ISAPRES y las AFP se asustan y corren a las manos del Estado para que se pague estas prestaciones con cargo al fisco.

José Piñera Echenique –hermano del actual presidente en su calidad de ministro de la dictadura- privatizó el sistema de seguridad social y de salud en Chile. Brindando a los empresarios privados la oportunidad de hacer buenos ne-gocios con nuestros derechos fundamentales. La reforma previsional de Bachelet vino a perfeccionar a favor de los empresarios privados este sistema de AFP que debiera ser completamente eliminado. Con la reforma de Bachelet el

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estado subsidia la contratación de jóvenes de entre “18 y 35 años de edad” y en definitiva viene a subsidiar directa-mente a la empresa privada. Esta reforma otorga pensiones a quienes no alcanzan a obtener una pensión mínima ha-biendo cotizado en las AFP. Está bien. Todo ser humano que no se encuentre en condiciones de trabajar, sea por enfermedad, por edad o cesantía, debe recibir una pen-sión digna que reemplace su ingreso. Pero que la pague la AFP ante la cual cotizó porque entregamos el 13% de la remuneración a cambio de una pensión futura. No en-tregamos nuestros ingresos a cambio de nada. Y tampoco los entregamos para que especulen en bolsas extranjeras provocando que nuestros fondos previsionales se pierdan en la tormenta de los mercados extranjeros.

Este gobierno va a terminar subsidiando a la empresa pri-vada en el gasto por salas cuna y a la par ataca el derecho a gozar de licencias médicas. ¿Qué médico se va atrever a otorgar licencia si se le amenaza con cárcel y con la pér-dida de la facultad de otorgar licencias?

Este gobierno envía sus proyectos envueltos en papel de regalo. Verificamos que el nuevo estilo para gobernar con-siste en referirse a nuestros derechos bajo la forma de un show televisivo. La tragedia de todos quienes perdieron familiares, amigos, bienes y tranquilidad durante el ter-remoto de febrero de 2010 se farandulizó. Las víctimas del terremoto siguen esperando una solución. La tragedia de la Mina San José fue patéticamente aprovechada por Piñera y el ministro de minería en circunstancias que los afectados eran 300 trabajadores que todavía no reciben el pago integro de sus finiquitos. No eran 33 eran y son 300

mineros con sus correspondientes familias. Para colmo, los trabajadores continúan sufriendo graves accidentes de trabajo.

La naturaleza empresarial, pro patronal y neoliberal de este gobierno se hace evidente por sus actos y no por la forma en que anuncia sus proyectos. El gobierno estudia la disminución o eliminación de la indemnización por años de servicio, la eliminación del pago de horas extras y la posibilidad de bajar el salario mínimo. La ministra del trabajo, señora Mathei (hija de uno de los tiranos de la junta militar) dijo que esas iniciativas se iban a comenzar a tramitar cuando tuvieran la seguridad de contar con los votos necesarios para su aprobación. Y como los votos vienen de los parlamentarios de la Concertación y del Partido Comunista los proyectos de ley se discuten y se aprueban antes de ser presentados. Se discuten entre el-los y de espaldas al pueblo. Pasando a llevar incluso los mecanismos previstos por esta falsa democracia. La CUT ya aprobó un salario mínimo trianual que puede bajar cuando hay cesantía que sobrepasa el 9% (léase El Mer-curio día 9 de enero de 2011)

Pero el futuro anuncia turbulencias. La lucha de clases se reanuda. Los levantamientos populares revolucionarios protagonizados en el Norte de África hacen temblar los índices económicos del mundo entero y vigorizan la lucha de todos los explotados del mundo. La inflación golpea la mesa de los trabajadores. Los alimentos y el pasaje en locomoción colectiva suben de precio. Estos hechos gol-pean a una población altamente endeudada, que ya com-pra hasta el pan con tarjetas de crédito, en medio de una

sociedad profundamente injusta como lo es la sociedad chilena.

El gobierno y los empresarios saben que deben irse con cuidado. Saben que no tiene políticos de recambio. Que la Concertación adolece de falta de un programa que la diferencie de la unión derechista gobernante. La crisis por la que traviesa la Concertación no es la de falta de liderazgos como ellos dicen, es programática e histórica. La burguesía sabe que cuando las masas populares se le-vantan cuesta mucho volver a dominarlas.

Sólo hace falta que los trabajadores avancen decididos hacia la reorganización de sus fuerzas y hacia la formu-lación de su propio programa político de clase. Hace falta que los trabajadores unan sus fuerzas a los estudiantes, cesantes, mujeres, pueblos originarios, a los trabajadores independientes convertidos en tales por la falta de traba-jo. Hace falta reanudar la lucha en la perspectiva de una huelga general.

Al calor del descontento que provocarán los efectos de la crisis mundial del capitalismo en Chile avancemos con total independencia de clase en nuestro rearme orgánico, político e ideológico. Esa es la única perspectiva posible.

Diversas luchas, escuelas sindicales, acciones de solidaridad e intercambio de posiciones políticas, militantes sindicales, estudiantes y tendencias políticas de izquierda coincidimos en la necesidad de impulsar la realización de una CONFEREN-CIA INTERSINDICAL DE CARÁCTER NACIO-NAL que tiene como objeto contribuir a elevar los niveles de organización, de conciencia y de com-batividad de los trabajadores de distintas ramas productivas y, en especial, de la clase obrera del país.

Desde el mes de diciembre de 2010 nos reunimos regularmente en la sede de la CEPCH lugar al que llegan con bastante sacrificio compañeros de Valparaíso, Temuco, Concepción, Talagante, San-tiago y Rancagua. En estas discusiones son nec-esarias para precisar los principios que orientan nuestra acción, para planificar nuestras acciones y combates venideros.

En esta ocasión presentamos un documento que servirá de base para la Declaración de Principios que en definitiva adoptemos.

Documento base para declaracion de princip-ios

Aprobado en general en la reunión del 14 de enero de 2011

1. Chile es un país capitalista, atrasado y es parte integrante de la cadena capitalista mundial;2. la particularidad de su desarrollo está deter-minada en la hora actual por la anormal, imper-

fecta, tardía y provisional realización de las tareas democrático burguesas.3. dichas tareas: reforma agraria, industrialización y expulsión del imperialismo son problemas co-munes al vasto territorio latinoamericano. En Chile la realización de la reforma agraria puso fin al latifundio y liberó del yugo embruteced-or del inquilinaje a cientos de miles de hombres del campo que hoy engrosan las filas de la clase obrera. La nueva concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos, proceso que se verifica desde 1973 en adelante, no ha restablecido el opro-bio del inquilinaje; 4. la burguesía nacional demostró su incapacidad histórica para generar industria y se configuró a si misma a la sombra del estado. La tímida indus-trialización realizada en Chile a partir de 1938 fue impulsada por gobiernos frentepopulistas y con dinero publico. El mejor fruto de la industria en Chile fue la estructuración del proletariado urba-no y fabril que, tras décadas de lucha, hizo suyo el ideario anticapitalista y por el socialismo enar-bolado por la FOCH de 1919.5. Hoy asistimos a un acelerado proceso de de-strucción de la industria nacional, se acentúa la dependencia, el atraso y el carácter primario ex-portador de nuestra economía. Con ello se recon-figura la existencia concreta de la clase obrera. 6. en 1970 se nacionalizó el cobre y el conjunto de nuestros recursos naturales. La expulsión del imperialismo de nuestro suelo duró pocos años. El cobre continua siendo nuestra principal riqueza pero mas del 70% de su explotación es realizado por trasnacionales imperialistas que nada dejan en Chile salvo miseria y desastre medioambiental;

7. la economía nacional se ha internacionalizado fuertemente desde 1980 en adelante. La apertura de nuestra economía aumentó la presencia del capital extranjero, el mercado interno se inundó de mercancías fabricadas en lejanas latitudes. 8. la burguesía nacional se fortaleció durante la dictadura militar de Pinochet y durante los go-biernos de la concertación. Se adueñaron de las empresas que eran del estado, se organizaron en escasos y poderosísimos grupos económicos asociados al capital imperialista que proviene de distintos países del primer mundo. Esa minoría social burguesa fuertemente transnacionalizada concentra en muy pocas manos la riqueza social-mente producida en el país. Esa minoría social privilegiada es dueña de Chile , del estado y sus fuerzas armadas, de la prensa, de los gobiernos, de las universidades y de la iglesia.

Situacion de la clase obrera

Las transformaciones ocurridas en el campo económico provocaron la proletarización de vastos sectores sociales. El antiguo inquilino sometido al latifundista es hoy asalariado. Se desempeña en la agroindustria, en la plantación y exportación de fruta, o en el área forestal. La antigua “pequeñobur-guesía” incluida en la categoría de “empleados” particulares de acuerdo a la antigua legislación es una especie en extinción. La brutalidad del capital niveló las condiciones de trabajo y terminó con la diferencia entre obreros y empleados. Unificó el sistema previsional de todos los trabajadores, salvo por supuesto el de Carabineros y FFAA, extendi-endo en forma obligatoria los años de trabajo. Por

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sus condiciones actuales de vida, grandes masas pequeño burguesas empobrecidas, se asimilan en forma creciente al proletariado. Padecen en alto grado la inestabilidad en el empleo, el trabajo in-formal y se desempeñan mayoritariamente en el sector servicios de la economía. Las puertas de la educación superior se han cerrado para sus hijos , pueden abrirlas a costa de hipotecar su futuro y el de los suyos.

En tanto, el régimen de subcontratación generó la existencia de un segmento creciente de prole-tariado minero que no goza de los privilegios de llamada “aristocracia obrera “ y que, al contrario, conoce la precariedad del empleo en toda su lac-erante extensión. El proletariado fabril y urbano junto a los trabajadores de la construcción sobre-pasan el millón de compañeros.

Organización obrera en Chile

La gran mayoría de los trabajadores no está agru-pada en sindicatos. En Chile prolifera la pequeña y mediana industria (provee mas del 60% de los puestos de trabajo del país). Este rasgo estructural del aparato productivo sumado a la generalización de la subcontratación de trabajadores, ofrece un panorama de fragmentación objetiva del prole-tariado nacional, lo que unido a la legislación vi-gente, se alza como un serio escollo para elevar los niveles de organización sindical.

Efectivamente la legislación permite la existen-cia de distintos tipos de sindicatos. Pero el único facultado para negociar colectivamente en forma obligatoria es el sindicato de empresa. Esta re-alidad alimenta bajas tasas de sindicalización combinada con un alto número de sindicatos: más de 14.000 sindicatos que no agrupan a más de 40 trabajadores promedio cada uno.

Estos pequeños sindicatos se agrupan en federa-ciones y confederaciones, las ultimas en centrales sindicales. El problema es que este tipo de uni-dad es unidad por la cumbre, por arriba, ya que la base sindical no participa directamente en las federaciones, confederaciones o centrales. Este escenario es propicio para la existencia de la bu-rocracia sindical. A la vuelta de más de 20 años la CUT nacida en Punta de Tralca para responder a la necesidad de luchar contra la dictadura, a la vuelta de los años, esta dirección de la CUT se ha vuelto contraria a los intereses de los trabaja-dores. Se identificó plenamente con los gobiernos de la concertación e hizo suyos todos los planes antiobreros impulsados por esos gobiernos. Hoy nada hace para revertir la debilidad que aqueja al mundo sindical y obrero. Los compromisos de la CUT con el campo enemigo se manifiestan hoy con las negociaciones en torno al salario mínimo.

Los obreros del país, los cesantes, los trabajadores que se autoemplean inventando cualquier cosa para ganarse la vida, los jóvenes que no pueden estudiar porque nuestros enemigos convirtieron la educación en un mercado, los niños que crecen en el abandono de los hogares de SENAME o sencil-lamente en la calle y que sólo tienen asegurado un puesto futuro en la cárcel, las mujeres temporeras agrícolas, las que quedan cesantes por el cierre de los programas de empleo, los obreros que siguen muriendo en sus puestos de trabajo, los huelguis-tas dejados a su suerte. En fin, el conjunto de los proletarios necesitamos con urgencia construir nuestras organizaciones clasistas y revolucionar-ias.

Los que estamos aquí hemos dado un paso al fr-ente y voluntariamente hemos dicho. Si. Quer-

emos aportar a la construcción de una corriente obrera clasista y revolucionaria. Esta corriente luchará por un sindicalismo que se constituya en la primera escuela de la lucha de clases. Un sindi-calismo que defienda en forma intransigente el derecho a obtener mejores condiciones de vida para las mayorías asalariadas del país y en espe-cial para los que nada tienen, ni siquiera un puesto de trabajo. Un sindicalismo que asuma la lucha por resolver los grandes problemas nacionales. Entre ellos lograr la gratuidad de la salud y de la edu-cación para los hijos de la clase obrera. Recuperar el cobre para Chile. Frenar de una vez por todas el acelerado avance de la descomposición social que produce la adoración del “dios dinero”. Por dinero se explota, se arriesga la vida de los obreros, se roba, se mata sin importar las consecuencias. Esa moral infame y burguesa es la que produce delin-cuencia y muerte en nuestras poblaciones.

Esta lucha gigantesca requiere de un reorde-namiento de las fuerzas proletarias. Un fortalec-imiento ideológico, político y orgánico. En el pas-ado, los trabajadores se fortalecieron uniendo sus luchas reivindicativas a la lucha de mayor alcance que tiene que ver con el fin del capitalismo y con la transformación revolucionaria de la sociedad. Con el fin de la sociedad basada en la explotación del hombre por el hombre y por el establecimiento de una sociedad socialista. Así lo expresaron en sus programas la FOCH en 1919 y la CUT en 1953. Esa fue la escuela en que se educaron los compañeros que elevaron a la clase obrera a un factor de primera importancia para la vida política nacional.

El sindicalismo que necesitamos debe hacer suyos determinados principios que le permitan una práctica coherente con sus nobles objetivos. Estos principios son:

La democracia sindical. el sindicato debe con-vertirse en un verdadero parlamento obrero en donde todos y cada uno de sus socios sea convoca-do a informarse, a debatir y a resolver los caminos a seguir frente a los gravísimos problemas que nos aquejan. Los dirigentes sindicales deben ser por-tavoces de los acuerdos tomados colectivamente. La organización sindical debe dotarse de mecan-ismos de control de la base sobre los dirigentes, establecer la revocabilidad de aquellos dirigentes que no cumplen sus funciones o que traicionan los intereses de su clase.La democracia sindical significa un rechazo cat-egórico de las prácticas burocráticas, el rechazo expreso de todo acuerdo tomado a espaldas de los trabajadores y es un principio que debe impregnar el funcionamiento de toda organización sindical: desde el sindicato base hasta las centrales nacio-nales.

La solidaridad de clase. La burguesía vive y muere sometida a la ley de la competencia, para un capitalista la ley que establece que “el pez más grande se come al más chico” es ley sagrada. Los capitalistas se devoran entre ellos para incremen-tar su tasa de ganancia, en su avaricia desmedida llegan hasta la guerra si la competencia así lo ex-ige. Para los trabajadores en cambio, la solidari-dad es una herramienta fundamental. Los trabaja-dores aislados somos débiles, juntos, organizados experimentamos nuestra fuerza. En nuestros días la solidaridad de clase debe manifestarse abriendo generosamente las puertas del sindicato a los tra-bajadores aún no organizados, abriendo las puer-tas del sindicato a nuestros compañeros arrojados a la cesantía. En nuestros días la solidaridad de clase debe expresarse proponiendo nuevas formas organizativas que unifiquen en la lucha cotidiana

a los trabajadores estables de una empresa con los trabajadores subcontratados.

La organización sindical debe oponerse categóri-camente a cualquier discriminación entre tra-bajadores. Los trabajadores tenemos intereses comunes, es la burguesía capitalista la que nos di-vide entre trabajadores de primera y segunda cat-egoría, entre trabajadores de la empresa y traba-jadores externos o subcontratados. Hoy más que nunca, la solidaridad de clase debe manifestarse en forma concreta rompiendo con la legalidad vi-gente para darnos formas organizativas capaces de albergar a todos los trabajadores de una unidad productiva, no nos puede importar quién aparezca contratando a los trabajadores subcontratados. La unidad de la clase obrera se inicia hoy aquí, en el terreno concreto, luchando por la unidad entre trabajadores activos y cesantes, luchando por la unidad entre trabajadores estables y trabajadores subcontratados.

La solidaridad de clase alcanza también una di-mensión internacional. La explotación capitalista no respeta fronteras nacionales, la solidaridad obrera tampoco ha de respetarlas. El gesto heroico de los mártires de Chicago que entregaron su vida para establecer limitar la jornada fue en beneficio de toda la humanidad. No a la superexplotación de los compañeros extranjeros, sean peruanos, co-lombianos o de cualquier país del mundo.

La autonomía sindical. La autonomía debe ser entendida como la necesidad de darnos la orga-nización que nos parece pertinente con total in-dependencia frente a los patrones, frente a las ig-lesias, las ONG y frente a los partidos políticos burgueses . Esto no significa caer en el apoliti-cismo, sólo significa que la organización sindical es más amplia y debe representar los intereses de todos los trabajadores sin importar sus creencias políticas o religiosas. La autonomía sindical sig-nifica que nuestro movimiento no puede hipotecar su futuro frente a gobiernos o frente a Organiza-ciones No Gubernamentales que ofrecen financi-amiento para, en definitiva, limitar nuestros méto-dos de lucha y nuestros objetivos.

La Independencia de clase. Este principio ar-ranca de la comprensión de algunas verdades elementales: nuestra sociedad se encuentra pro-fundamente dividida en clases antagónicas. El proletariado, la clase obrera, los trabajadores, en-tregamos nuestra fuerza de trabajo para producir el conjunto de la riqueza social. Esa riqueza so-cialmente producida es apropiada por los patrones, por los dueños de la fábrica, de las minas, de los centros de producción agrícola, forestal o minera. Esta es la base material que impulsa la lucha de clases porque intereses de burgueses y proletarios son antagónicos e irreconciliables.

Rechazamos toda idea de pacto social, todo pacto con los empresarios. El esfuerzo del proletariado y de su ejército sindical consiste en no confundir sus tareas con aquellas de otras clases y, mucho menos, proceder irreflexivamente a buscar fu-siones orgánicas con sectores hostiles y convivir bajo un común pabellón programático y político que, al fin de cuentas, sólo expresa el compromiso y la defensa de intereses que le son opuestos. La reorganización del movimiento sindical y la uni-dad sindical son viables sobre la base de una irre-nunciable independencia de clase, apoyada en un programa de clase, capaz de luchar por los objeti-vos inmediatos y los intereses históricos del prole-tariado que apunten a su definitiva emancipación.

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A modo de conmemoración de esta nueva jor-nada mundial del 8 de marzo, presentamos un documento que intenta aportar en el esclarec-imiento del origen, desarrollo y superación del problema de la opresión de las mujeres en la so-ciedad actual, la capitalista. Se hace necesario primero develar el problema desde el punto de vista teórico. Pero no toda teoría sirve. Se requiere de un análisis cuyo punto de vista no retroceda ante los mitos, la religión y la naturalización de las relaciones so-ciales e históricas que, en último término, han generado la condición actual. Sólo una teoría que no conoce compromisos con la actual socie-dad de clases es capaz de llevar la argumenta-ción hasta el final. Ahora bien, también se requi-ere de una filosofía que arranque de la realidad misma y no de las ideas preconcebidas ni de la moral ni del mal llamado “sentido común”, as-pectos que por si mismos son también esencial-mente históricos.

Es la filosofía marxista la que cumple con estos criterios, por haber demostrado más que nin-guna otra cientificidad, método y profundidad en el análisis. Por eso, este escrito adopta abier-tamente una posición marxista tanto para com-prender el problema de la opresión de la mujer como así para esbozar las posibles soluciones al respecto.

Origen histórico de la opresión de la mujer

Es común escuchar como argumento último para explicarse el origen de la opresión de la mujer, que este reside en las diferencias biológi-cas que caracterizan a cada uno de los sexos. Sería un error pretender que tales diferencias no existen, pero también lo sería pretender que éste simple y natural hecho condena a la mujer al yugo masculino. Tal argumento equivaldría a decir que el problema radica simplemente en que el rol social, fatal e indefectible, de la mujer es mal visto por los hombres y que lo que hace falta es valorarlo.

Es evidente que estas diferencias biológicas ex-isten y también es cierto que la primera división del trabajo que se conoce en la historia es la que se da entre el hombre y la mujer, esto mucho antes del surgimiento de las clases sociales. Sin embargo el desempeño de diversos roles social-es no implica, en este escenario primitivo, una subordinación de un sexo por otro. Se trata nada más que de diversas funciones, todas necesarias para la subsistencia y desarrollo del grupo hu-mano.

Mientras la sociedad humana explotó pasiva-mente la naturaleza, es decir, reduciendo los

recursos disponibles que ésta entregaba -caza y recolección-, era imposible acaparar individual-mente estos recursos ya que se habría expuesto a toda la tribu o clan al azote del hambre, po-niendo en peligro la existencia colectiva. Se trata del estadio del producto necesario, durante el cual el trabajo desempeñado por el grupo es-taba destinado en su totalidad a paliar el ham-bre. No era posible en este periodo ni la acapar-ación individual de lo producido ni una división del trabajo más sofisticada. En este estadio del desarrollo social el trabajo de los sexos estaba diferenciado, pero la función productiva que cumplían ambos era pública.

La revolución neolítica, quizás el acontecimien-to más importante que ha conocido la humani-dad desde sus orígenes, introdujo un escenario diferente pues significó el comienzo de la ex-plotación activa de la naturaleza -agricultura y ganadería- pasando los seres humanos a dominar las fuerzas naturales, haciendo posible aumentar los recursos disponibles. Este acontecimiento permitió crear un sobreproducto permanente, el que resultó determinante para el surgimiento de una división generalizada del trabajo dentro de la sociedad, ya no solo entre sexos, sino que embrionariamente se empiezan a configurar las clases sociales.

Junto con salir de su pobreza endémica, los seres humanos son capaces ya de producir un exce-dente social que con los siglos irá siendo objeto de apropiación individual. Esta apropiación se produjo pacíficamente al principio, mediante justificaciones religiosas por ejemplo, y poste-riormente por la fuerza, pueblos más desarrol-lados por sobre otros más atrasados. El hecho es que el rol ocupado por el sexo masculino como autoridades religiosas y jefes de tribu, determinó que fueran justamente los hombres quienes aca-pararon poco a poco el excedente resultante de todo este desarrollo económico.

Desde este momento ciertas cuestiones que en la sociedad tribal no eran importantes, pasaron a serlo. Hasta entonces encontramos abundantes ejemplos de pueblos y tribus donde el rol de la maternidad era ejercido conjuntamente por to-das las mujeres respecto de todos los hijos y los hombres cumplían un rol reproductor que nada tenía que ver con la mantención de la unidad familiar, puesto que no había claridad de cuál era el lazo filial que lo unía con una niña o niño determinado. “En ninguna forma de familia por grupos puede saberse con certeza quién es el padre de la criatura, pero sí se sabe quién es la madre. Aún cuando ésta llama hijos suyos a to-dos los de la familia común y tiene deberes ma-ternales para con ellos, no por ello deja de dis-tinguir a sus propios hijos entre los demás. Por

tanto, es claro que en todas partes donde existe el matrimonio por grupos, la descendencia sólo puede establecerse por la línea materna, y por consiguiente sólo se conoce la línea femenina. En este caso se encuentran, en efecto, todos los pueblos salvajes y los que se encuentran en el estadio inferior de la barbarie (…)”1

Al haber una acumulación del excedente por parte de algunos hombres, éstos se ven en la necesidad de trasmitir a su descendencia tal propiedad, para lo cual requieren tener certeza de que sus hijos lo son efectivamente. La famil-ia se reorganiza, pareciéndose cada vez más a la que conocemos hoy, un núcleo individualista, quedando la mujer subordinada exclusivamente a su marido, presa de las labores domésticas que este nuevo hogar impone. Engels resulta nueva-mente ilustrativo: “la domesticación de animales y la cría de ganado habían abierto manantiales de riqueza desconocidos hasta entonces, crean-do relaciones sociales enteramente nuevas. (…) Pero ¿a quién pertenecía esta nueva riqueza? No cabe duda que a la gens. Pero muy pronto debió de desarrollarse la propiedad privada de los re-baños (…) Convertidas todas estas riquezas en propiedad privada de las familias, asestaron un duro golpe a la gens basada en el matriarcado (…) Pero los hijos del difunto no pertenecían a su gens, sino a la de la madre; al principio heredaban de la madre (…) Así, a la muerte del propietario de rebaños, éstos pasaban en primer término a sus hermanos y hermanas y a los hi-jos de estos últimos o a los descendientes de las hermanas de su madre; en cuanto a sus propios hijos, se veían desheredados.

Así pues, las riquezas, a medida que iban au-mentando, daban, por una parte, al hombre una posición más importante que a la mujer en la familia y, por otra, hacían que naciera en él la aspiración de valerse de esta ventaja para modi-ficar en provecho de sus hijos el orden de her-encia establecido. Pero esto no podía hacerse mientras permaneciera vigente la filiación según el derecho materno. Este tenía que ser abolido y lo fue”.2

Para Engels el derrocamiento del derecho mater-no fue la gran derrota del sexo femenino en todo el mundo puesto que el hombre se convierte en el jefe de la casa y la mujer queda degradada, reducida a servidora y a instrumento de lujuria y reproducción. Así, es la determinación de las leyes de la herencia, y no la división sexual del trabajo, la que está en el fondo de la aparición de la familia patriarcal, institución que inaugura

1.- Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad pri-vada y el Estado, Obras Escogidas Marx y Engels, Tomo III, pág. 233, Editorial Progreso, Moscú, 19742.- Ibíd, págs. 243 y ss.

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la opresión de la mujer. Tampoco esta inferiori-dad se debe a razones relativas a la “naturaleza de la mujer” ni a la “esencia del hombre”.

Todo este proceso de apropiación privada de la riqueza, tiene como consecuencia no sólo la opresión de la mujer, sino que inaugura el surgimiento de las clases sociales en su primera forma: el esclavismo. Quien acumula individ-ualmente el patrimonio social ya no requiere trabajar para vivir, sino que vive a expensas del trabajo ajeno.

De esta forma, si la opresión de la mujer en-contrara su origen en determinismos biológi-cos, sería imposible llegar a explicarse todo este proceso y la coincidencia entre el origen de la explotación del hombre por el hombre y la sub-yugación de la mujer por el hombre.

El capitalismo y la doble opresión de la mu-jer

Si bien la opresión de la mujer ha estado presente en todas las sociedades de clases que conoce-mos, la esclavista, la feudal y la capitalista, sólo en esta última el carácter de la opresión cambia, toda vez que el peso se convierte en doble para la gran mayoría del género femenino ya que este sistema productivo incorpora masivamente a las mujeres al trabajo asalariado.

Generalmente se piensa que la mujer se ha in-corporado al trabajo asalariado sólo en las últi-mas décadas. El discurso de la clase dominante estimula esta creencia pretendiendo que la polif-uncionalidad de labores que tiene que sobrell-evar la mujer, es un factor de enaltecimiento. Sin embargo no es cierto que esto se trate de un fenómeno nuevo.

El Capital de Karl Marx, publicado por primera vez en 1867, es abundante en testimonios acerca de las condiciones en que la mujer y el niño son arrancados de su vida bucólica e insertados for-zosamente en la fábrica. “La maquinaria, al hac-er inútil la fuerza del músculo, permite emplear obreros sin fuerza muscular o sin un desarrollo físico completo, que posean, en cambio, una gran flexibilidad en sus miembros. El trabajo de la mujer y el niño fue, por tanto, el primer grito de la aplicación capitalista de la maquinaria. (…) Colocando a todos los individuos de la fa-milia obrera, sin distinción de edad ni sexo, bajo la dependencia inmediata del capital.”3

De hecho, podemos encontrar en este mismo tomo, extensas entrevistas a trabajadores de la minería y de la metalurgia, acerca de su pare-cer frente al trabajo femenino en ese tipo de faenas. Se trata de trabajos realmente pesados, difícilmente soportables por anatomías frágiles. Producto de las extenuantes jornadas y de las condiciones de trabajo, mujeres y niños emp-iezan a presentar altas tasas de mortalidad. Y si bien es cierto que al capital le interesa explotar mano de obra, también es cierto que no le in-teresa destruirla indiscriminadamente. Por esta razón la legislación, también tempranamente, comienza a poner coto a esta aniquilación masiva que resultaba del proceso productivo. Paulatinamente se da un retroceso en el empleo de mano de obra femenina que, efectivamente, sólo se relanza de manera masiva en las últimas

3.- Karl Marx, El Capital, Libro Primero, Sección IV, Capítulo XIII, Título 3º, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1999

décadas, principalmente después de la segunda guerra imperialista.

Esta primera experiencia de la incorporación de la mujer al trabajo asalariado es extremada-mente significativa, tanto por razones objetivas como subjetivas. Objetivamente el capitalismo, a diferencia de las anteriores sociedades de clase, es la primera que materialmente, en los hechos, iguala a los sexos en la función que cumplen en la producción de medios de vida.

“En el antiguo hogar comunista, la dirección del hogar, confiada a las mujeres, era también una industria socialmente tan necesaria como el cuidado de proporcionar los víveres, cuidado que se confió a los hombres. Las cosas cambi-aron con la familia patriarcal. El gobierno del hogar perdió su carácter público. La sociedad ya no tuvo nada que ver con ello. El gobierno del hogar se transformó en servicio privado; la mujer se convirtió en la criada principal, sin tomar ya parte en la producción social. Sólo la gran industria de nuestros días le ha abierto de nuevo –aunque sólo a la proletaria- el camino de la producción social. (…) La familia individ-ual moderna se funda en la esclavitud doméstica franca o más o menos disimulada de la mujer (…) El hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella al proletario. (…) La manumisión de la mujer exige, como condición primera, la reincorporación de todo el sexo fe-menino a la industria social, lo que a su vez requiere que se suprima la familia individual como unidad económica de la sociedad.”4

Esta reincorporación de la mujer a la industria social, si bien redobla la carga opresiva que ella soporta, puesto que se trata de una industria atravesada por la explotación clasista, se erige como la posibilidad de poner fin a la opresión sexual ya que el género femenino recupera en parte aquel status del cual fue despojada al aparecer la familia patriarcal. Ya no queda rel-egada exclusivamente al ámbito privado, sino que participa, al igual que el hombre, en la pro-ducción social.

En el plano subjetivo, el contacto de la mujer con la realidad asalariada, le permite ser arran-cada del embrutecimiento en que la sume la ret-aguardia doméstica. Mientras no sale del ámbito del hogar, no alcanza a comprender el alcance de los fenómenos sociales. Pero al incorporarse al trabajo asalariado, se une y participa de las luchas de los obreros en general, empezando a explicarse al menos en parte las fuerzas que go-biernan su realidad oprimida.

Por esta razón es posible afirmar que si bien el capitalismo combina, incrementando, la explot-ación de la mujer, éste se erige como la base objetiva y subjetiva para la liberación de la mis-ma.

La lucha por la liberación de la mujer y su perspectiva teórica e histórica

Desde el origen mismo del capitalismo podem-os encontrar participación de las mujeres en las luchas obreras. En la mismísima Comuna de París, las mujeres contaron con un importante protagonismo. Narra Silvio Costa que “el 18 de marzo de 1871, considerado el día del deflagrar

4.- Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad pri-vada y el Estado, Obras Escogidas Marx y Engels, Tomo III, pág. 261 y ss., Editorial Progreso, Moscú, 1974

de la Comuna, fueron las mujeres las primeras en dar la alarma y revelar la intención de las tropas al mando del gobierno de Thiers de reti-rar los cañones de las colinas de Montmartre y desarmar París. Las mujeres se pusieron delante de las tropas gubernamentales e impidieron con sus cuerpos que los cañones fueran retirados, e incitaron la reacción del proletariado y de la Guardia Nacional a la defensa de París.” 5

La intervención de las mujeres en la Comuna tiene especial significado, ya que al mismo ti-empo que luchaban por el triunfo de la primera revolución proletaria de la historia, defendían en este proceso sus propios intereses de géne-ro, bregando por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Pocos años después, en mayo de 1886 en Chi-cago, encontramos nuevamente la presencia de las mujeres luchando junto a los hombres por la conquista de la jornada de ocho horas de trabajo. Destaca la incansable luchadora Lucy González de Parsons quien pronunciara la explícita frase “somos las esclavas de los esclavos. Nos ex-plotan más despiadadamente que a los hom-bres” y quien fuera una de las fundadoras de la Unión de Mujeres Trabajadoras de Chicago, la que en 1882 fue por primera vez reconocida y sumada a las filas de Los Caballeros del Tra-bajo, en tiempos que no se permitía la militancia de mujeres en las organizaciones.

Más tarde, en 1917, encontramos el impresio-nante testimonio de León Trotsky, dirigente del Partido Bolchevique y protagonista de la Revo-lución Rusa, quien relata:

“El 23 de febrero era el Día Internacional de la Mujer. Los elementos socialdemócratas se pro-ponían festejarlo en la forma tradicional: con asambleas, discursos, manifiestos, etc. A nadie se le pasó por las mentes que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revo-lución. Ninguna organización hizo un llama-miento a la huelga para ese día. La organización bolchevique más combativa de todas, el Comité de la barriada obrera de Viborg, aconsejó que no se fuese a la huelga. Las masas -como at-estigua Kajurov, uno de los militantes obreros de la barriada- estaban excitadísimas: cada mo-vimiento de huelga amenazaba convertirse en choque abierto. Y como el Comité entendiese que no había llegado todavía el momento de la acción, toda vez que el partido no era aún sufi-cientemente fuerte ni estaba asegurado tampoco en las proporciones debidas el contacto de los obreros con los soldados, decidió no aconsejar la huelga, sino prepararse para la acción revolu-cionaria en un vago futuro. Tal era la posición del Comité, al parecer unánimemente aceptada, en vísperas del 23 de febrero. Al día siguiente, haciendo caso omiso de sus instrucciones, se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas a los met-alúrgicos pidiéndoles que secundaran el movi-miento. Los bolcheviques -dice Kajurov- fueron a la huelga a regañadientes, secundados por los obreros mencheviques y socialrevolucionarios. Ante una huelga de masas no había más reme-dio que echar a la gente a la calle y ponerse al fr-ente del movimiento. Tal fue la decisión de Ka-

5.- Silvio Costas, Profesor de Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Goiás (Brasil). Doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, La Comuna de París y las mujeres revolucionarias, http://generoconclase.blogspot.com/2009/03/la-comuna-de-paris-y-las-mujeres.html

O B R E R O

jurov, que el Comité de Viborg hubo de aceptar. “La idea de la acción había madurado ya en las mentes obreras desde hacía tiempo, aunque en aquel momento nadie suponía el giro que había de tomar.” Retengamos esta declaración de uno de los actores de los acontecimientos, muy im-portante para comprender la mecánica de su de-sarrollo.

Dábase por sentado, desde luego, que, en caso de manifestaciones obreras, los soldados serían sacados de los cuarteles contra los trabajadores. ¿A dónde se hubiera ido a parar con esto? Está-bamos en tiempo de guerra y las autoridades no se mostraban propicias a gastar bromas. Pero, por otra parte, el “reservista” de los tiempos de guerra no era precisamente el soldado sumiso del ejército regular. ¿Era más o menos peli-groso? Entre los elementos revolucionarios se discutía muchísimo ese tema, pero más bien de un modo abstracto, pues nadie, absolutamente nadie -como podemos afirmar categóricamente, basándonos en todos los datos que poseemos- pensaba en aquel entonces que el día 23 de febre-ro señalaría el principio de la ofensiva declarada contra el absolutismo. Tratábase -en la mente de los organizadores- de simples manifestaciones con perspectivas vagas, pero en todo caso sin gran trascendencia.

Es evidente, pues, que la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea inicia-tiva corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil, entre las cuales hay que suponer que habría no pocas mujeres casadas con soldados. Las colas estacionadas a la puerta de las panad-erías, cada vez mayores, se encargaron de dar el último empujón”6

La cita es extensa, pero se hace necesario men-cionar este hecho con detalle puesto que la Rev-olución Rusa es, junto con la Comuna de París, el más relevante acontecimiento de la lucha obrera contra el capitalismo y por el socialismo. Se aprecia que la participación de las mujeres no sólo fue importante sino determinante para la suerte del desencadenamiento de la revolución.

Es sabido que el calendario que regía en Ru-sia en ese entonces era el juliano, el cual estaba atrasado en trece días respecto del calendario gregoriano, usado en el resto de Europa y en casi todo el mundo hasta el presente. De este modo, el 23 de febrero ruso, al cual alude Trotsky al comienzo de la cita, coincidía con el 8 de marzo de Europa.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, tiene su origen en la lucha por el socialismo. Hemos visto que tanto Marx como Engels se ocuparon del tema, contemporáneamente tam-bién Paul Lafargue y Laura Marx lucharon por la liberación femenina en varios de sus escritos, siendo uno de los más conocidos El derecho a la Pereza. Pocos años más tarde, en 1890, con la fundación de la Segunda Internacional, Clara Zetkin comenzó la tarea de organizar a las mu-jeres para integrarlas a la lucha por el social-ismo.

Al partir el siglo XX, la batalla de las socialis-tas se cruza con la del movimiento de mujeres

6.- León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, pág. 115, Edi-torial RyR, Argentina, 2007

independientes, generalmente de clases medias o altas, que libraban la lucha por el derecho a voto. Se trata de las llamadas sufraguistas, cuy-as relaciones con las mujeres socialistas fueron conflictivas debido a las visiones y posición de clase diferentes. En 1909 el Partido Socialista norteamericano toma la idea de llamar a un Día de la Mujer, el cual fue conmemorado el 28 de febrero en Chicago y en otras fechas en diversas ciudades del país.

Dentro del Partido Socialista norteamericano como de otros partidos socialistas de Europa, se estaba dando la discusión de la conveniencia de levantar la lucha por el derecho a voto para las mujeres, puesto que para algunos se desviaría parte de la fuerza revolucionaria de las mujeres para volcarlos a lo que se catalogaba como una reivindicación burguesa. Esta idea estaba alen-tada por el hecho de que la mayoría de las su-fraguistas eran mujeres blancas y de clase alta.

La 1ª Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas, celebrada en Stuttgart en 1907, elabora una propuesta que comprometía a vari-os partidos socialistas a entrar en la lucha por el voto femenino. En esta Conferencia participa-ron 58 delegadas de 14 países, y la resolución fue elaborada conjuntamente por Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo y Alexandra Kollontai, del-egada rusa.

Tres años más tarde, en 1910, el Partido Social-ista norteamericano presenta al Congreso de la Segunda Internacional la propuesta de que el Día de la Mujer, que venía celebrándose desde hace ya unos años en EE.UU., fuera asumido por la Internacional y se celebrara por los socialistas de todos los países el último domingo de febrero de cada año. Esta propuesta fue aprobada, pero no se definió un día determinado. Eso quedó en-tregado a la decisión de cada país. Por ejemplo en Europa la primera celebración, en 1911, fue el 19 de marzo. En EE.UU. se siguió conmemo-rando el último domingo de febrero hasta 1914, año en el que se celebró el 19 de marzo, siguien-do las indicaciones de Europa.

En Rusia, bajo el zarismo, el primer Día de la Mujer fue conmemorado el 3 de marzo de 1913. Posteriormente, en 1917, en plena Guerra Mundial, las mujeres socialistas de este país re-alizaron su Día el 23 de febrero que, como ya se dijo, en calendario occidental se corresponde con el 8 de marzo. Y este día fue el inicio de la primera fase de la Revolución Rusa, conocida como Revolución de Febrero.

Años después, en 1921, se realizó en Moscú la Conferencia de Mujeres Comunistas, la que adopta el día 8 de marzo como fecha unificada del Día Internacional de las Obreras a nivel in-ternacional.

Toda esta historia es necesario relatarla ya que con el paso del tiempo, y con el stalinismo de por medio, el verdadero origen del 8 de marzo cayó en el olvido, siendo suplantado por la his-toria del incendio de una fábrica textil en Nueva York, donde habrían muerto 129 obreras que-madas, incendio que, según la socióloga Reene Cote, nunca se produjo.7 Esto se dice para confirmar que la lucha por la

7.- Ver el libro El Día Internacional de la Mujer – Los verdade-ros hechos y fechas de los misteriosos orígenes del 8 de mar-zo, hasta hoy confusos, maquillados y olvidados, Reene Cote, 1984.

liberación de la mujer ha estado, desde sus ini-cios, ligada a la lucha por el fin de la sociedad de clases. Es por esta razón que se hace difícil hoy hablar de feminismo a secas. Sería más ex-acto hablar de “feminismos” toda vez que, tal como en el conjunto de la sociedad, encontra-mos dentro de las mujeres distintas clases so-ciales y consecuentemente distintas posiciones ideológicas.

Sin embargo, si tomamos al feminismo como idea pura, abstracta, se trata de un pensamiento esencialmente revolucionario. Padece de una incurable incoherencia el planteamiento que se pretenda feminista y a la vez conservador. El conservadurismo busca mantener la orga-nización tradicional de esta sociedad, que man-tiene y perpetúa la subordinación de las mu-jeres. Las feministas que representan intereses burgueses se figuran que la única reforma que la sociedad requiere es la reforma de género, pero esta protesta contra el sistema es demasiado ex-clusiva para ser válida en el actual escenario de la humanidad, donde la clase social diferencia a los individuos más que los sexos.

Si bien la opresión de género es común a todas las mujeres, pertenecientes a las distintas clases, es bien diferente la manera en que debe vivirla quien cuenta con los medios económicos y quien no. Se sabe que son las mujeres pobres las que protagonizan las tasas de mortalidad por abor-tos hechos sin condiciones de higiene, que es la mujer pobre la que no tiene posibilidad de pagar a una persona para cuidar a los niños, etc.

Si fijamos el origen de la opresión de la mujer en la propiedad privada, solamente terminando con ésta, removiéndola como pilar de la sociedad, es posible fijar una perspectiva seria para la liber-ación de la mujer como sexo oprimido. Si bien mientras la sociedad actual exista es de suma importancia la lucha por conquistas democráti-cas, civiles, reproductivas, laborales, etc. es sólo con una estrategia resueltamente anticapitalista como se logrará liberar tanto a hombres como mujeres.

Se hace necesario destacar un notable ejemplo histórico de lo que aquí se afirma: la revolu-ción rusa de 1917 hizo más por la igualdad de la mujer en un año que lo que hicieron todas las democracias burguesas juntas en cien. Así, el Código Familiar dictado en 1918 en la URSS, estableció, entre otras, las siguientes medidas li-gadas directamente con la opresión femenina:

- Igualdad formal ante la ley- Igual salario por igual trabajo- Divorcio- Supresión de todos los derechos del marido sobre la mujer- Fin de la diferencia entre hijos- Derecho a voto- Derecho a ocupar cargos públicos- Aborto legal y gratuito. Fue el primer país del mundo en hacerlo.- Despenalización de la prostitución. Se decidió atacar sus causas.

Este ejemplo no pretende afirmar que en la URSS la sociedad dividida en clases dejó de existir, ni tampoco que el socialismo existió, pero sí se afirma que el impulso revoluciona-rio de 1917 tuvo esa aspiración que, más allá de lograrse efectivamente, demostró al planeta en-tero hasta qué punto la opresión, tanto del hom-

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bre como de la mujer, interesa y sirve a la socie-dad de clases. No está de sobra mencionar que Stalin, al hacerse de la conducción de la URSS, dictó un nuevo Código Familiar (1926) en el cual varios de estos derechos fueron suprimidos (como el derecho a aborto) o limitados (como el divorcio).

Al tornarse en problema de clase, los mejores aliados que encuentra la mujer en este camino de pelea en contra de la opresión, son todos aquellos interesados en poner fin al capitalismo, y no en los sectores del feminismo burgués.

Es urgente recrear un movimiento de mujeres que aspire a la abolición de la sociedad de ex-plotación. Un movimiento que, al igual que en la Comuna de París, defiende en esta lucha sus propios intereses de sexo oprimido.

No sería una perspectiva correcta subsumir la lucha por la liberación de la mujer dentro de la lucha de clases en general, sin matizar. “La emancipación de los trabajadores será obra

de los trabajadores mismos” sostuvo Marx. Este razonamiento es plenamente aplicable a la opresión de género. Si bien las mujeres no constituyen una clase social, también es cierto que nadie puede suplantarlas en la batalla por su propia liberación. Incluso, si todos los obre-ros estuvieran dispuestos a llevar adelante esta pelea, esto no daría resultado mientras no sean las mujeres las primeras interesadas.

Por eso, desde este artículo, se defiende la necesidad de crear organizaciones independi-entes de mujeres. No por fuera ni orgánicamente escindidas de las organizaciones del conjunto de la clase explotada, pero sí como sector que, interesado profundamente por la lucha general del proletariado, mantiene sus demandas par-ticulares. Claramente, las únicas organizaciones que pueden luchar consecuentemente, es decir hasta el final, por la liberación de la mujer, son aquellas que lo hagan desde una perspectiva revolucionaria y, por lo tanto, clasista, por el fin de la opresión de toda la humanidad.

Finalmente saludamos a las mujeres agrupadas en la Coordinadora 8 de Marzo que en forma resuelta rechazaron la intromisión de burócratas y sirvientes del capital en las manifestaciones de día de la mujer. Ellas señalan:

“La convocatoria a la conmemoración del 8 de marzo hecha por dirigentes de la CUT en con-junto con representantes de la concertación y de Junto Podemos Más, el 4 de febrero en con-ferencia de prensa, es un atropello al movimien-to social y político de las mujeres propio de la soberanía patriarcal, y es también un acto an-tidemocrático. Una fecha propia de las mujeres se ha instrumentalizado en función de intereses partidarios que rara vez han demostrado un auténtico compromiso con nuestras demandas históricas. Las prácticas de aprovechamiento y de negación de los movimientos sociales no son nuevos, no han contribuido a generar una cultura democrática en la sociedad chilena, y explican las derrotas”

Para afirmar y asegurar nuestra participación en la revolución de nues-tro pueblo que luchó por su derecho a la libertad y la dignidad nacional, este pueblo que dio decenas de mártires y miles de heridos y detenidos, y con el fin de completar y garantizar la victoria y contra los enemigos del interior y del exterior y aquellos que intentan secuestrar los sac-rificios del pueblo, hemos constituido “El Frente 14 De Enero” como marco político para promover y asegurar la revolución hasta lograr sus objetivos y luchar y parar las fuerzas de la contrarrevolución, frente y marco que agrupa los partidos, fuerzas y organizaciones nacionales, progresistas y democráticas.

Sus objetivos y tareas urgentes son:

1. La caída del gobierno actual de Ghanouchi o cualquier gobierno que incluya a personas del anterior régimen, que hicieron las políticas an-tinacionales y antipopulares y sirvieron a los intereses del derrocado presidente.

2. Disolver el partido del ex presidente, y la confiscación de sus sedes, bienes, activos financieros y fondos, porque son del pueblo.

3. La formación de un gobierno de transición que exprese la confianza del pueblo, de sus fuerzas políticas progresistas y de sus organizaciones sociales, sindicales y juveniles.

4. Disolución de la cámara de representantes, de los asesores y de todas las instituciones, del consejo superior de la magistratura, el desm-antelamiento de toda la estructura política del antiguo régimen, y la pre-paración para la elección de una asamblea constituyente para la elabo-ración de una nueva constitución democrática y un nuevo marco legal de la vida pública que garantice los derechos políticos, económicos y culturales del pueblo.

5. La disolución de la policía política, y promulgar una nueva política seguridad que respete los derechos humanos y las leyes.

6. Pedir responsabilidades a todos aquellos que se demuestre que, saquearon los bienes del pueblo, cometieron crímenes contra él, como la represión, encarcelamiento, la tortura y los asesinatos decidiendo, ordenando y ejecutando, así como a aquellos que se pruebe su mala conducta y mala gestión de la propiedad pública.

7. Las expropiación de los bienes de toda la familia, de las personas cer-canas, del entorno y de todos los responsables políticos que utilizaron su posición para enriquecerse a costa del pueblo.

8. Asegurar y generar empleo para los desempleados y tomar medidas

urgentes que garanticen las subvenciones del desempleo, la cobertura social y de salud, mejorar el poder adquisitivo del pueblo.

9. La construcción de una economía nacional al servicio del pueblo, donde los sectores vitales y estratégicos estén bajo control del estado, nacionalizar todas las empresas que han sido privatizadas, y la apli-cación de una política económica y social que rompa con el enfoque capitalista liberal.

10. Lanzamiento de las libertades públicas, individuales, y especial-mente la libertad de manifestación, organización, expresión, de prensa, información y creencia, la liberación de todos los detenidos y promulgar la ley de amnistía.

11. El Frente 14 enero saluda el apoyo de las masas populares y las fu-erzas progresistas del mundo árabe y del mundo y les invita a continuar sosteniéndolo.

12. Rechazar la normalización de relaciones con la entidad sionista y criminizarla, apoyar los movimientos de liberación nacional del mundo árabe y del mundo.

13. El Frente llama a todas las masas populares, las fuerzas progresis-tas y patrióticas para continuar con las movilizaciones y la lucha medi-ante todas las formas legitimas, y especialmente las manifestaciones en las calles hasta lograr los objetivos propuestos.

14. El Frente saluda a todos los comités, asociaciones y organizaciones populares, y les llama a ampliar su círculo de participación en todos los asuntos públicos y de la vida diaria y cotidiana.

GLORIA A LOS MARTIRES DE LA INTIFADA Y LA VICTORIA PARA NUESTRAS MASAS POPULARES REVOLUCIONAR-IAS

TUNEZ EL 20 DE ENERO 2011

Asociación de izquierda-los trabajadores Movimiento Unionista nasseristas

Movimiento De Nacionalistas Democráticos Nacionalistas Democráticos

Corriente Baazista Izquierdas Independientes

Partido Comunista Obrero de Túnez Partido Nacional de Acción Democrática

1. Expresamos nuestra total solidaridad con los levantamientos revoluciona-rios que derrocaron a los regímenes dictatoriales en Túnez y en Egipto y que se aprontan a triunfar en Libia;

2. condenamos enérgicamente toda forma de intervención del imperialismo norteamericano, europeo y de cualquier otra potencia extranjera o coalición en cualquiera de los territorios en conflicto;

3. la alta cesantía –especialmente entre los jóvenes-, el alza continua del precio de los alimentos, la represión dictatorial, el cierre de las vías de emi-gración junto a la ostentación y el lujo de las élites gobernantes y de las burguesías parasitarias, convirtieron la zona en un polvorín que necesitó de una sola chispa para estallar y convertirse en llamarada;

4. tras consignas democráticas y reivindicaciones sociales los pueblos árabes han dicho basta y comienzan su revolución para sacudirse del autoritarismo criminal impuesto por los gobiernos aliados del imperialismo norteameri-cano, de Israel y de las potencias Europeas;

5. Túnez, Libia y Egipto conocen un pasado colonial común. Liberados de la sujeción imperial directa ejercida por las “democracias europeas”, cayeron bajo la “influencia” de los bandidos norteamericanos que perpetuaron su destino de países monoexportadores de materias primas y consumidores de maquinarias y productos manufacturados en occidente. Entre ellos, Egipto hace la excepción. Exhibe una economía mas diversificada y cuenta con una clase obrera numerosa y organizada;

6. estamos ante un proceso revolucionario en desarrollo que ocurre en la época de la internacionalización creciente de las fuerzas productivas y de internacionalización de la lucha de clases. Este estallido ocurre en una zona del mundo de alta sensibilidad geopolítica y en las condiciones impuestas por la crisis mundial del capitalismo ;

7. la TSR se solidariza en forma expresa e incondicional con la clase obrera egipcia que multiplica las huelgas y manifestaciones en las que exige de-mocracia en la fábrica y redistribución de las riquezas. Todo nuestro apoyo a los 24.000 obreros textiles de Misr que expulsaron al gerente de la fábrica y rechazaron su afiliación a la Federación Sindical Gubernamental dando pasos decididos hacia su independencia de clase. Solidaridad incondicional con los desposeídos de Túnez que multiplican las tomas de terreno, con los trabajadores que levantan sus reivindicaciones salariales y avanzan al fortalecimiento de sus organizaciones sindicales y políticas;

8. ante la ofensiva obrera en Egipto la “burguesía democrática” y la juventud pequeñoburguesa repiten a coro “esta revolución tenía un objetivo claro: la democratización de la vida política egipcia, la caída de Mubarak, la reforma de la constitución, la disolución del parlamento y la instauración de ver-

daderas elecciones”. Dicen que Mubarak ya cayó y piden a los obreros que vuelvan al trabajo;

9. una vez más la experiencia histórica pone de manifiesto que la burgue-sía nacional es absolutamente incapaz de encabezar la lucha por conquistas democráticas y que tardíamente –cuando la revuelta popular ya ha estal-lado- intenta ponerse a la cabeza del movimiento para limitar sus objetivos, controlar sus formas de lucha y, en definitiva, sofocarlo;

10. la situación en el norte de África es de resultado incierto. La lucha de clases se ha desatado, el destino de la rebelión depende de la fortaleza y decisión de la clase obrera. En base a nuestra experiencia histórica y en nombre del internacionalismo revolucionario que anima nuestra lucha nos permitimos advertir a los compañeros del norte de África que personeros chilenos, artífices de la “transición pacífica a la democracia” en nuestro país se encuentran en Egipto invitados por el National Democratic Institute para ”ayudar” a la transición de ese país;

11. el pueblo chileno supo luchar y morir para derrocar la dictadura de Pinochet mientras a sus espaldas, los peones del imperialismo norteameri-cano vestidos con ropaje democrático arrebataron la dirección de esta lucha. Gobernaron durante 20 años el país a favor de las transnacionales y de un escaso grupo de familias que son los dueños de Chile. Mantuvieron la institucionalidad dictatorial, profundizaron la privatizaron de la salud, de la educación, del agua, de las carreteras y de la seguridad social. Entrega-ron el cobre –nuestra principal riqueza- a empresas trasnacionales privadas. Después de 20 años de gobiernos post-dictatoriales Chile es uno de los países mas injustos de la tierra;

12. para la clase obrera chilena y para la clase obrera de África la democ-racia comienza por la nacionalización y el control obrero de las fábricas e implica una redistribución radical de la riqueza en favor de las mayorías populares. Para cumplir con estos objetivos es imprescindible que la lucha por demandas democráticas sea encabezada por los obreros, los cesantes, los desposeídos y los desheredados de la tierra. Si el poder no se encuentra en manos de nuestros hermanos humillados, oprimidos y explotados la revolu-ción está en peligro.

13. La lucha democrática dirigida por la burguesía es el camino más rápido para el triunfo de la reacción. La TSR llama a desconfiar del ala “progresista de la burguesía democrática”, de sus “asesores” y de quienes buscan resta-blecer gobiernos monárquicos y autoritarios. La TSR llama a las masas in-surrectas de África del Norte a defender lo conquistado profundizando sus demandas, fortaleciendo sus organizaciones de clase y perfeccionando su programa político de clase.

SANTIAGO DE CHILE MARZO DE 2011.