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Universidad Nacional de Colombia-Bogotá, Colombia-Noviembre de 2009- No 8 ISSN 1794 - 6239

Revista CONTESTARTE No 8

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El grupo CONTESTARTE surge debido a la indiferencia por la cultura y su nombre proviene de ese intento de contestar a esta actitud con la Testa, el Arte y la Imaginación. Todas las actividades del grupo desembocan en la publicación de la Revista Cultural CONTESTARTE, la cual lanzó su primer número el 7 de Agosto de 2004 y fue fruto del deseo de crear un espacio para todos aquellos que querían expresar sus ideas con palabras o imágenes. CONTESTARTE es una revista interdisciplinaria y dentro del ámbito en el que se desarrolla, a saber, el campo “cultural”, -en su gama más amplia-, se incluye la poesía, el cuento, el ensayo literario, filosófico; información y crítica sobre música, cine, teatro, artes plásticas y ensayos sobre el pensamiento pedagógico y docente. La revista CONTESTARTE une, entonces, las Ciencias Humanas con el Arte, o mejor dicho, en nuestras palabras: une la testa con el arte; el pensamiento con la imaginación.

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No

8

ISSN 1794 - 6239

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Director y Editor

Director Honorario

Comité editorial

Julio E. Bohórquez Castiblanco

Diana Méndez Edgar Leonardo SierraHenry Alberto Aldana GutiérrezJuan Carlos RodríguezPaola María Torres Fontecha

Catalina Bohórquez Mendoza

DiseñoAnderson Cubillos

ColaboradoresJorge Vasco

Portada

Contraportada

Autor: Carlos Andrés García Arboleda (CANEN)Colombiano Residente en Barcelona, España

Autor: María Alicia Guzmán Cendak (CendAk)Pintora Argentina.Nombre: Ida y vuelta * Puente colgante dibujado una tarde de invierno a orillas del río Quequén.

*La portada y contraportada de la Revista Contestarte No 8 han sido seleccionadas, a nivel mundial, mediante lo que hemos denominado “Primer Concurso de arte Contestarte”, realizado a través de internet. Muy agradecidos con los autores por su maravillosa obra.

* Contestarte implica una gesticulación de la boca,

del rostro en completo, en el cual se quiere expresar

algo.

Inspirado en el nombre de la revista y su filosofía,

quiero plasmar la transmisión de esa energía, el

sentimiento, la transgresión, la esencia de la expre

sión cuando se contesta…

Porque en tinta? Por toda la tinta que se riega en

una revista y ojala nunca se agote en el tintero….

Esta publicación es posible gracias al apoyo de Bienestar Universitario de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.

Toda responsabilidad de los artículos es del autor. En caso de detractores, víctimas inocentes o de adrede, sensibilidad por lo escrito, etc. Contestarte no tiene ninguna obligación.

Permitida la reproducción total o parcial de los artículos publicados en los números de la Revista Cultural Contestarte, con el debido crédito correspondiente a sus autores.

Un agradecimiento especial a Andrea Fandiño Cardona quien nos apoyó para que nuestro proyecto editorial se lograra materializar.

Rector: Moisés Wasserman Lerner

Vicerrector de sede:Beatriz Sanchez Herrera

Decano de la Facultad de Ciencias Humanas: Fabián Sanabria Sánchez

Director de Bienestar Ciencias Humanas:María Elvia Domínguez

Coordinadora Programa Gestión de Proyectos:Elizabeth Moreno Domínguez

Coordinadora Grupos Estudiantiles de Trabajo:Andrea Fandiño Cardona

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANASDIRECCIÓN DE BIENESTAR

DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIOPROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS

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ContenidoPág.

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Personaje *Una tarde con el maestro Noel Olaya

Artes plásticas *Amérika en el Jardín de Freud

Crónica *Fernando Vallejo

Historia *El agua *Pasaremos a pleno día

Literatura *Cena la loca *El espacio de los amantes *La soledad *Ella no era de aquí *Las coloridas galaxias *Si hablo es porque no puedo estar callado *En mis sueños están mis importancias *Nada poética *Efecto marea *Panorámica de una habitación estrecha

...Contenido...

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Revista Contestarte Con al testa y con el arte. Con el pensamiento y la imaginación

{Personaje}

Personaje*

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Revista Contestarte Con al testa y con el arte. Con el pensamiento y la imaginación

{Personaje}

Autor: Fernando Dueñas Peña Nombre de la Obra: Mauricia

Técnica: Tinta china sobre papel

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Revista Contestarte Con al testa y con el arte. Con el pensamiento y la imaginación

{Personaje}

...Una tarde con el maestro Noel Olaya...

Noel OlayaPor Catalina Bohórquez Mendoza y

Juan Carlos Rodríguez Romero

Introducción

Al maestro Noel Olaya le corresponde un reconocimiento por toda la dedi-cación, el orgullo y el enorme placer

que le confieren sus logros en el estudio de las lenguas clásicas e indígenas, también por el conocimiento de lenguas modernas como el francés, italiano y alemán, además de lenguas semíticas como el hebreo y arameo, entre otras tantas.

A sus 80 años, y para nuestra alegría, aún hace parte del profesorado de la Universidad Na-cional de Colombia, donde es reconocido por su calidad como maestro, a tal punto que se le concedió, por solicitud al consejo de la Facul-tad de Ciencias Humanas, la distinción como Profesor Emérito en el año 2006.

Escuchamos por primera vez su nombre, cuan-do un estudiante de lingüística, quien admira

al profesor Noel Olaya por su amor a la ense-ñanza, nos habló de él. Aquel afirma que el maestro aún no abandona las aulas, trabaja por satisfacción personal y brinda valiosos aportes en el campo de las lenguas clásicas1 , indígenas y modernas.

De esta descripción, surgió la curiosidad del grupo Contestarte por conocer a tan ilustre personaje, a quien los estudiantes le rindieron un homenaje en la fachada del Edificio “Anto-nio Nariño” (hoy Departamento de Lingüística y Filología), bautizándolo con el grafiti: Edifi-cio “Noel Olaya P”. Basta con levantar un poco la mirada para observar, en una expresión juve-nil y llena de orgullo, todo el respeto y la admi-ración de sus estudiantes. Quizás si algún día se borre con un brochazo este homenaje, uno de lo más sencillos, emotivos y sinceros, la hue-lla dejada por el maestro no se quitará jamás.

Unatarde

con el maestro

Orgulloso docente Ad Honorem de la Universidad Nacional

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{Personaje}

...Una tarde con el maestro Noel Olaya...

Autor: Anderson CubillosNombre de la Obra: Noel OlayaTécnica: Tinta china sobre papel

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{Personaje}

...Una tarde con el maestro Noel Olaya...

Maestro de la Universidad Nacional desde 1986

Con nostalgia, Noel recuerda que des-pués de su llegada a Colombia y gracias a una convocatoria de la Uni-

versidad Nacional logró, por sus amplias capa-cidades y por su basta experiencia en el estudio de las lenguas, integrarse a la planta docente del Departamento de Filología. Luego de un llamado del maestro Zaranka, quien en ese entonces era director del Depar-tamento de lenguas, el maestro Noel se pre-sentó, a sus cincuenta y ocho años, al concurso para la selección de profesor de latín y ganó sin mayor dificultad a los demás candidatos. Con esto comenzó una nueva faceta de su vida como docente de la Universidad Nacional de Colombia, de la cual se siente muy orgulloso. Esto lo comprobamos al hablar con él y sentir el gran amor que tiene hacia esta institución y hacia sus estudiantes, a quienes recuerda con una grata sonrisa.

Primer acercamiento al estudio de las lenguas

Gracias a la colaboración de su hijo Mi-guel, nos acercamos al maestro Noel Olaya colmados de admiración. Con

cierto nerviosismo a la hora de la entrevista, llegamos a la casa de Noel, donde encontra-mos las puertas abiertas y a un gran maestro. Entre libros incontables, nos narró sus ex-periencias académicas y resolvió la duda que puede surgir a cualquiera que escucha hablar de sus logros: ¿Cómo estudió tantos idiomas? ¿De dónde surge tal interés? Estas preguntas fueron respondidas haciendo un recorrido por una serie de anécdotas de su infancia, aunque

afirma que de su vida le gusta hablar poco, en este momento vida y obra se funden.

Su primer acercamiento a las lenguas fue el resultado del deseo de ser Jesuita, luego de culminar la primaria a los diez años. Gracias al apoyo de Monseñor Perdomo, tío suyo, este deseo le fue concedido un año después y logró ingresar al Seminario Menor de Sibaté (Cun-dinamarca), donde desde primero de bachille-rato estudió latín y francés2 , ya en los últimos años comenzó a aprender inglés y griego.

A diario recibía clases de lengua latina y las materias de Filosofía y Teología se dictaban en la misma lengua. Al estilo de un colegio bilin-güe, debía hablar, escribir y presentar exáme-nes en latín. En las comidas se leían fragmen-tos de la Vulgata3 , el Antiguo Testamento a la hora del almuerzo, y el Nuevo Testamento antes de cenar. Por ello mismo, por convivir con el latín todo el día, cuando ingresó al Se-minario Mayor ya tenía dominada esta lengua a la perfección. El maestro compartía el vecindario en Sibaté, según sus propias palabras, “con los locos y los bobos”. Una colonia de mendigos, entre los que admite haber encontrado un par de personas interesantes, de capacidad memorística sor-prendente. Uno de ellos casi sabía de memoria el directorio telefónico de Bogotá y otro podía determinar el día exacto de una fecha deter-minada.

Su gusto por las lenguas lo llevó, en quinto de bachillerato, a ir aún más allá de lo que le ofre-cía el seminario. Se puso un reto más grande, aprender italiano solo, esto lo logró escuchando óperas. En la discoteca del seminario encontró “El trovador” y “El barbero de Sevilla”. Escu-chaba estas óperas mientras leía los folletos y,

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...Una tarde con el maestro Noel Olaya...

Autor: Andrés Bohórquez Peña Nombre de la Obra: Sin título

Técnica: Grabado sobre madera

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...Una tarde con el maestro Noel Olaya...

alternamente, estudiaba la gramática italiana. Pero siempre hay dificultades cuando se quie-re aprender una lengua. En este caso, aunque conocía la gramática italiana y entendía la len-gua al escucharla, nunca había practicado la pronunciación. Fue sólo muchos años después, en las mismas calles romanas, cuando tuvo la oportunidad de hacerlo: interpelado por unos campesinos acerca de una dirección, y a pesar de estar recién llegado a la ciudad, supo expli-carles, basado en su mapa, hacia dónde debían ir. Lo que nunca se supo es si los campesinos lograron llegar.

Cuando culminó su bachillerato entró al Se-minario Mayor. Allí, mientras estudiaba filo-sofía, cursó tres años de griego clásico y bíblico y los acompañó con el aprendizaje autónomo del alemán y el hebreo. Luego de ser ordenado sacerdote, fue enviado a Roma a continuar sus estudios. El gusto por las lenguas y el camino ya avanzado en su formación lo orientaron ha-cia el estudio de las Ciencias Bíblicas. En el desarrollo académico en Roma, estudió tres semestres de hebreo y arameo para leer la Biblia. Después, para cumplir la norma del aprendizaje obligatorio de una lengua oriental, estudió siríaco (arameo oriental) y como cur-so electivo estudió egipcio, asiriobabilónico y copto.

Una experiencia indígena

De vuelta en Colombia, Noel Ola-ya se interesó por el estudio de las lenguas indígenas y el esfuerzo por

salvaguardar nuestro patrimonio lingüístico, por el cual muy pocos se habían interesado. Comenzó entonces a explorar las lenguas de diferentes grupos indígenas a lo largo y ancho de Colombia, como los Koguis y Arhuacos en la Sierra Nevada de Santa Marta y los Embera

al occidente de Colombia. Se sumergió en la cotidianidad de estos grupos y en sus matices culturales para tratar de entender su forma de interpretar la realidad, ayudarlos a reafirmar su identidad y mantener sus tradiciones.Cuenta Noel que un día su espíritu aventurero y curioso lo llevaría a descubrir el mundo de las lenguas indígenas, y no era para menos, pues, después de haber explorado el griego, latín, he-breo, italiano, francés, inglés, alemán, egipcio, arameo antiguo y copto, era muy interesante comenzar a internarse en el estudio de las len-guas de nuestros antepasados remotos, con lo cual complementaba y engrandecía su trabajo como investigador y restaurador cultural. En ese momento de la entrevista, con su es-píritu juvenil, Noel se levantó de la mesa, se dirigió a su gran biblioteca y buscó sus cartillas de lectoescritura para koguis, en las cuales se les enseñaba a leer y a escribir tanto en español como en su propia lengua, gracias a un sistema de transcripción que él mismo puso en práctica y perfeccionó. En sus trabajos pudimos encon-trar gráficas, cuentos, leyendas, un vocabulario gráfico muy completo, palabras y frases llenas de magia ancestral, en las cuales se alaba a la madre tierra y se rinde culto a lo cotidiano. Fue asombroso descubrir el trabajo de un hombre íntegro que se esforzó por plasmar, es-tructurar y dar orden a una tradición oral rea-cia a la escritura, garantizándole a un pueblo, de esta manera, el derecho a no desaparecer, conservar y destacar a toda costa su legado an-cestral. También, nos dejó descubrir su gusto por la música indígena, dejándonos escuchar unas cuantas grabaciones de su colección. Los soplos y tambores se mezclaban con la flauta en un ritmo repetitivo y misterioso, que atra-paba las voces de un canto indígena místico y memorable. Habiéndose interesado no sólo en la lengua, sino también en la cultura indígena, y gracias

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a todos los conocimientos que adquirió, trató de explicarnos con gran genialidad, diligencia y carisma, por medio de palabras y gráficas trazadas en un tablero que cuelga en su estu-dio, la manera como los indígenas reconocen y grafican en el espacio los puntos cardinales, ya que trataba de demostrarnos que alguien que se hiciera llamar indígena debía saber dibujar estos puntos de manera correcta. Así, según él, para reconocer un verdadero indígena basta con ponerlo a dibujar un mapa.

Nos explicó además, recurriendo a gestos y a ejemplos corporales, la verdadera postura de un Kogui y su manera de mirar. El maestro enfatizó que occidente ha influenciado en gran medida a los indígenas y que es difícil encon-trar uno verdaderamente autóctono, sin nin-gún tipo de influencia occidental. Es un exper-to entonces en reconocer los detalles propios de un indígena que conserva sus tradiciones.

Nuestro aprendizaje

Al tener esta grata charla con una de las personas más reconocidas de la Universidad, descubrimos que en su

mente están frescas todas las experiencias de su vida, que en su cuerpo y en su rostro se perciben años de estudio y sabiduría, y que en su espíritu sigue habitando el hombre fuerte e incansable de aquellos años de seminario, de viajes y de buen estudio. En pocas palabras, Noel Olaya es un hombre digno de todos los honores, los halagos y las conmemoraciones. Con la satisfacción de haber hablado con un lingüista mayor, nos despedimos del maestro Noel Olaya, y como queriendo no irnos, du-rante una hora permanecimos de pie oyendo música de flautas, pitos y capadores, también charlando de lenguas de la familia Chibcha, de jeroglíficos egipcios y de anécdotas de toda una

vida; hasta que al fin, con una nueva despedi-da, nos alejamos de un maestro de maestros.

Frases memorables

“No es que tenga facilidad para las lenguas, sino que las he estudiado, que es distinto”

Para los filósofos:“Un filósofo que no sepa latín y griego, francés, inglés y alemán siempre va a ser un filósofo de segunda, porque para leer a los grandes filósofos tiene que leer una traducción”

Para los lingüistas: “Lo lógico es que un lingüista aprenda algunas lenguas. Por ejemplo, que conozca dos lenguas importantes dentro de las lenguas indoeuropeas: latín y griego. Que conozca alguna de las lenguas semíticas: árabe, hebreo, arameo, asiriobabilónico y camitas: egipcio o copto. Que conozca también algunas de la familia linguística chibcha. Porque un Lingüista que no haya estudiado alguna len-gua es un lingüista de cuarta”

______________________________________1 Por ello se dedicó en su honor las III Jornadas Filológi-cas, publicadas por la Facultad de Ciencias Humanas en el 2006.2 Primera lengua internacional antes de la segunda guerra mundial3 Versión latina de la Sagrada Escritura.______________________________________ *Catalina Bohórquez Mendoza es Filósofa

de la Universidad Nacional de Colombia y Juan Carlos Rodríguez Romero es estudiante de Filología- Frances de la

misma Universidad. [email protected]

[email protected]

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{Artes Plásticas} Revista Contestarte Con al testa y con el arte. Con el pensamiento y la imaginación

Artes Plásticas*

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Autor: Martha Cecilia Meza Nombre de la Obra: detalle de ilustración cómic:”Non c’è storia”(no hay historia)

Técnica: Plumilla/papel

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...Amérika en el Jardín de Freud...

AmérikaEquipo de redacción Contestarte

en eljardín Freudde

Para nadie es desconocido que el Jardín de Freud es un punto de encuentro en la Universidad Nacional, no sólo de es-

tudiantes, sino también de volátiles esencias y de imágenes psicodélicas que giran alrededor de Amérika, una escultura de piedra colocada entre equinoccios y solsticios.

Hace veinticinco años, tres quijotes estudian-tes de Bellas Artes recuperaron las olvidadas moles de piedra, y con cinceles, masetas y he-rramientas adaptadas para tan colosal trabajo, les otorgaron forma, equilibrio, sentimiento y orientación. Así, con la fuerza de la imagina-ción, de los martillos hidráulicos y de las grúas, se concretó Amérika. Esta escultura a lo largo de los años ha sido pisoteada, recorrida, pinta-da, manoseada y encumbrada para ver la rana que está en su cúspide, y desde allí poder vis-lumbrar las facultades de Medicina, Odonto-logía, Ciencias Humanas, Sociología, Derecho y Veterinaria. Amérika marcó el nacimiento de

un gran número de obras ligadas a una identi-dad milenaria y a un antepasado del arte indí-gena precolombino.

Amérika es símbolo de sexualidad y pluralis-mo, razón por la cual, tal vez, como casi todo en la Universidad Nacional, fue la causante de diversas protestas, las cuales fueron lanzadas contra los artistas, mientras elaboraban la obra, en forma de botellas y silbidos. Una vez más el descubrimiento o inauguración de Amérika generaba controversias; algunos no entendían cómo podía levantarse una escultura para in-vadir un espacio que los estudiantes considera-ban propio. Con el tiempo lograron entender-la, incluso pidieron disculpas. Otros pensaron que era un homenaje a los “tirapiedra”. Hoy los nuevos espectadores no se inmutan ante su presencia y, se comprende, no conocen su historia. Nosotros mismos no la conocíamos, cuatro años caminando a sus pies sin saber de ella. Sin embargo, Amérika no podía estar

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...Amérika en el Jardín de Freud...

callada por mucho más tiempo. Un pequeño grupo de curiosos la escalamos, la atravesamos, investigamos y, al fin, la comprendimos. Nos pusimos a la tarea de encontrar los artí-fices de Amérika, sondeando pistas en catálo-gos, páginas de Internet, conversaciones con amigos, recorridos alrededor de la escultura, para encontrar finalmente los nombres de los colosos escultores: Manolo Colmenares, José Manuel Patiño y Gabriel Quiñones.

Con Manolo Colmenares el contacto fue fá-cil, una amistad de muchos años nos abrió las puertas de su estudio en Suba. Allí, en un ambiente de puro arte -entre pinturas, graba-dos, acuarelas, esculturas y su taller de fun-dición- nos contó su versión y protagonismo en la realización de Amérika. A José Manuel Patiño lo localizamos por su página web, ahí pudimos observar lo maravilloso de sus dibu-

jos, y en nuestro encuentro pudimos saber que la talla escultórica ha sido de su mayor interés en la técnica artística; cuando joven solía tallar madera y siempre quiso, junto con su padre, comprar una volqueta y hacer una escultura en la Guajira. Por último, a Gabriel Quiñones fue posible contactarlo gracias a una persona cercana quien lo conoce y admira muchísimo. Encontramos en Gabriel dos facetas: la del hombre crítico y analítico, que no traga entero, y la de un humanista romántico lleno de amor por la vida, por la esencia misma del hombre y por la defensa de sus ideales.

La sensación que dejó en nosotros el encuentro con estos tres artistas se puede resumir en po-cas palabras: “Apasionante regresión hacia el legado y la ideología de la Universidad Nacio-nal de Colombia”. Nuestros invitados conme-moran con nostalgia aquellos tiempos cuando

Fotografía: Archivo de Manuel Colmenares (Amérika)

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la universidad era un espacio muchísimo más abierto de búsqueda de conocimiento, donde no había limites entre la psicología, las artes plás-ticas, la arquitectura o la ingeniería; un espacio para fomentar una simbiosis humana donde se intercambiaban las fuentes y las influencias intelectuales para nutrirse de los grandes pen-sadores de todas las épocas, lo que permitía un campo de discusión real, abierto y para todos, un lugar para confrontar ideas, disfrutando de los espacios que abría la universidad. En me-dio de esta nostalgia nos contaron la historia de Amérika, obra escultórica que dejaría hue-lla en las generaciones venideras de la comuni-dad universitaria que, sin conocer sus autores, la disfrutarían de igual manera ya fuera desde una apreciación estética, un encuentro fortui-to, un momento de descanso o una mirada pasajera, quedando en su inconsciente como

.dadisrevinu al noc otneimiconocer ed olobmís

El nacimiento de la Amérika de piedra, una inspiración ancestral

El encaje, el engranaje, la unión de las piedras que constituyen Amérika se-mejan, simulan el equilibrado y com-

plicado proceso en el que se reunieron tres mentalidades distintas, para generar una obra colectiva. Cómo menciona José Manuel: “yo era el técnico”, Manolo era la fuerza emocional, la fuerza positiva y Gabriel era el de la actitud política y reflexiva. José Manuel siempre sir-vió como negociador entre Gabriel y Manolo quienes usualmente disociaban. En 1984, tres artistas plásticos estaban ter-minando su carrera en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Cada uno planeaba trabajar una técnica y una temática

Fotografía: Archivo de Manuel Colmenares (América)

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...Amérika en el Jardín de Freud...

diferente en su trabajo de grado, sin embargo, por unas piedras olvidadas en la Facultad de Bellas Artes, se reunieron para elaborar una sola obra, y a pesar de que en la facultad mu-chas esculturas de piedra fueron abandonadas luego de iniciadas, estos artistas se arriesgaron a superar el miedo a trabajar la dureza y majes-tuosidad de la piedra.

Comenzaron a planificar el diseño y la compo-sición de la escultura a partir de simbolismos propios del arte prehispánico como los dualis-mos: la muerte y la vida, la mujer y el hombre, el cuerpo y el espíritu. Así mismo, utilizaron otros símbolos representativos de las culturas indígenas: la rana y los astros como la luna y el sol. La escultura se hizo pensando en la re-cuperación de nuestra identidad cultural y de todo el valor intrínseco, estético y técnico de culturas tan importantes, por ejemplo, la mal llamada cultura agustiniana, la Muisca, la Ca-lima y en general las culturas indígenas de este continente.

Inicio de la obra y ubicación de Amérika

Según Gabriel Quiñones, las piedras se comenzaron a trabajar sin autorización hasta cuando la obra tomaba ya forma,

momento en el cual se concedió el permiso para terminar el trabajo. Una vez presentaron este trabajo como tesis, en papel y diapositi-vas, la Universidad le confirió el título de lau-reado. Este reconocimiento honorífico, ante los maestros de la Facultad y la Universidad, impulsó la elaboración y terminación de la escultura. Manolo, José Manuel y Gabriel co-menzaron a planificar el sitio donde iban a tra-bajar y donde quedaría instalada la escultura. Los tres artistas, que no tenían claro a donde

iría a parar ese sin igual montón de piedras, exploraron todos los rincones posibles para su ubicación. Fueron varios los sitios que ronda-ron sus mentes, por ejemplo: la parte de atrás de Ingeniería, el espacio frente a la capilla, etc., pero ninguno tan especial como el Jardín de Freud. Ya antes de que Amérika fuera insta-lada en este lugar, el Jardín de Freud represen-taba pluralidad, éste era el sitio preferido por muchos estudiantes, al igual que hoy, para des-cansar de la monotonía universitaria, o darse un nuevo aire. En palabras de Manolo: “des-pués de recorrer toda la ciudad universitaria y consultar con planeación de la universidad, escogimos el Jardín de Freud, porque es un punto de encuentro permanente de artistas y de toda la gente de la universidad, y no sólo de la marihuana y la rumba, sino de conceptos de vida. Y creo que sigue siendo el espacio ideal.”

Convirtiendo las piedras en ideas: equilibrio, sombras astrales y el cometa Halley

La ejecución de la obra comenzó en 1984, coincidió con el cierre histórico de un año de la Universidad Nacional.

Este suceso perjudicó a toda la comunidad universitaria, pero benefició a este grupo de artistas porque podían trabajar de una forma más cómoda y sabrosa. Tenían a su disposición cuanto espacio necesitaran, sin que los moles-taran.

Muchas personas apoyaron el desarrollo de la difícil tarea que tenían por delante, puesto que la talla en piedra es un trabajo que requiere de bastante fuerza. Las herramientas de trabajo, en un inicio, fueron cinceles y macetas, las cuá-les serían destinadas para un trabajo artístico

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pesado y fatigoso. Más tarde adaptaron herra-mientas remachadoras y las convirtieron en martillos neumáticos que facilitaron el traba-jo. Sin embargo, este esfuerzo al final fue re-compensado con su inauguración, con su tesis laureada y sobre todo con la marca y la huella que ha dejado para siempre en la universidad, marca que ha quedado grabada en muchas de las generaciones de estudiantes de la Univer-sidad Nacional como símbolo de uno de los lugares más emblemáticos del campus: el Jar-dín de Freud. El maestro Manolo Colmenares reconoce este gran esfuerzo con satisfacción, sin embargo, dice riéndose que no quedó con ganas de volver a trabajar en piedra.

Estos artistas sortearon numerosos obstáculos: las dificultades para financiar la construcción de la escultura, el conflictivo ambiente social y político de la Universidad, ya que luego de los sucesos del 16 de mayo de 1984 ésta fue cerrada por un año. Les tocó aguantar hambre, enfermarse, tragar polvo. “Hicimos esa escul-tura con las uñas. Lo bonito de la “Nacho” es que la escolaridad depende de uno, lo bueno es que en ese entonces teníamos mucho tiempo para pensar”, menciona José Manuel.

Fotografía: Anderson Cubillos

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Las piedras, con un peso aproximado de vein-te toneladas, fueron trabajadas independien-temente y nunca estuvo la pieza armada sino hasta el último día, cuando gracias a la ayuda de dos grúas lograron ubicar cada piedra es su lugar. No obstante, señala José Manuel: “La instalación de las piedras para formar la es-cultura fue como un parto, no podíamos hacer varios ensayos en la colocación de las piedras, pues éstas se podían desportillar”. Hubo mu-cha especulación sobre la estabilidad de la es-cultura, se decía que no se iba a sostener, que no tenía el equilibrio suficiente. Con base en dos maquetas, que se ensamblaron a escala, pudieron determinar los puntos de equilibrio y de peso.

Además del ensamble cuidadoso de las piezas, luego de experimentos con bombillos, logra-ron hacer un interesante juego de sombras y orientar la escultura según los equinoccios y los solsticios1 ; el día del equinoccio, un rayo de luz entra por un punto de la escultura e ilu-mina un espermatozoide tallado en una de las piedras, dándole vida a la escultura. Hay que tener presente que, aunque así funcionó por al-gún tiempo, hoy tal vez no podamos ver revivir al espermatozoide con la luz del sol, ya sea por causas naturales, un día nublado, o por el barro que se encuentra en el orificio, lo cual impide el paso de la luz.

En 1986, año de terminación de la escultu-ra, volvió a hacer su aparición, después de 75 años, el cometa Halley, evento tan importante que también quedó representado en esta obra de arte. Fue como si el firmamento mismo le diera la bienvenida. En ese año también na-ció Amérika, la hija del maestro Colmenares, quien fue bautizada con tal nombre en honor al trabajo de su padre.

Su legado, recuperación de las raíces culturales indígenas

Amérika tenía, entonces, otra misión diferente a la de deleitar a los inquie-tos estudiantes de la Universidad Na-

cional. Debía recuperar la identidad cultural indígena de todos aquellos que nos considera-mos hijos de esta tierra. En esa época existía cierto deseo de recobrar identidades pasadas; sin embargo, el reconocimiento de las raíces indígenas avergonzaba a muchos. Manolo dijo que ser indio daba pena, nuestra cultura lo condenaba y lo sigue condenando hoy. Un claro ejemplo de ello es el letrero en los buses que dice: “No sea indio, timbre sólo una vez”. El indio era tratado peyorativamente. Amé-rika representa una voz de protesta contra tanta discriminación y ultraje. En palabras de Gabriel, la obra se caracteriza por transmitir la lucha por la identidad indígena y repensar la historia de América recurriendo a las raíces incas, aztecas y chibchas, representando esta trascendencia directamente en la piedra, la cual es un elemento ancestral y natural.

Los maestros José Manuel Patiño, Gabriel Quiñones y Manolo Colmenares son escul-tores que hacen sentir orgullosos a los colom-bianos, porque no solamente llevan el arte en las venas, sino también la patria. La patria que llevan en la sangre es la América ancestral, la Amerindia, la América con K, y esa motiva-ción los ha llevado a hacer de su arte algo pú-blico, a denunciar el genocidio indígena ya por todos olvidado.

Ahora queda claro que Amérika no constituye una alusión al inconsciente y que el Jardín de Freud no recibe su nombre por ella, como se repite a los nuevos estudiantes de la Univer-

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sidad Nacional semestre tras semestre en la semana de inducción. Amérika recibe su nom-bre por este continente cargado de ancestrales simbolismos y por la esperanza de llegar a ser una tierra de promisión y de justicia social.

Esperamos que Amérika logre renacer en sus mentes, que la visiten, la escalen y la compar-tan. Al fin y al cabo esa era la intención de sus creadores: que su obra estuviera al alcance de cualquier persona sin importar su estrato o rol social, que cualquiera pudiera sentirla, recrear-la y manifestarla, que fuera un verdadero y único lenguaje universal, un instrumento para trascender.

Queremos reiterar nuestro compromiso de rendir homenaje a éstos tres artistas y a su obra, manifestando también nuestro deseo de

ver relucir a Amérika como en sus primeros días, la piedra tallada limpia e iluminada. Con-sideramos que la comunidad de la Universidad Nacional y todos aquellos que nos visiten, de-ben tener presente su historia y los protago-nistas de ella.

A los pies de Amérika muchos han pasado sus tardes, se han resguardado del sol y han com-partido momentos inolvidables con libros, vo-látiles esencias y amigos; tal vez exageramos, y ellos ya olvidaron esos momentos, pero lo que no deben olvidar es toda la majestuosidad cul-tural indígena de América, en la cual se inspi-raron estos artistas para hacer esta obra.______________________________________1 A quien pueda interesarle, este año los equinoccios son el 20 de marzo y el 22 de septiembre y el solsticio el 21 de junio.

Fotografía: Archivo de Manuel Colmenares (América)

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Crónica*

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Autor: Martha Cecilia Meza Nombre de la Obra: detalle de ilustración cómic:”Non c’è storia”(no hay historia)

Técnica: Plumilla/papel

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...Fernando Vallejo...

Por Edgar Leonardo Sierra Rodríguez

FernandoVallejo

El sábado 9 de febrero de 2008 conocí a Fernando Vallejo. El día, como siem-pre en el Distrito Federal, envuelto en-

tre nubes espesas, con un clima templado y un tráfico horroroso. Llegué tarde a la invitación a almorzar: primero, se me olvidó que en los sá-bados sale el Tianguis -un mercado en donde venden de todo un poco, instalado en la calle, lo cual aumenta el atascamiento ya de por sí denso en que vive esta ciudad-; segundo, un trancón o “taco” gigante que padecí antes de llegar a donde se coge el Metrobus (Transmi-lenio versión mexicana); y por último, la inevi-table perdida mientras buscaba el bus que me servía para llegar a mi destino.

El Metrobus atestado de gente, dentro del cual apenas si se podía respirar, me recordó aque-llas apretujadas ineludibles en el Transmilenio de Bogotá o en el metro de Medellín. Al final, cuando llegué a la estación Campeche, donde tenía que bajar, ya muy atrasado, hice un gran acopio de mis fuerzas y, haciendo uso de mi voluminoso y pesado cuerpo, traté de abrirme paso como un toro envenenado. Casi logro salir, pero en el último momento una de las arandelas de mi pantalón se enredó ferozmen-

te a la chaqueta de un pasajero, de modo que me dejó a un paso de quedar atrapado entre la multitud. A mi paso dejé a un viejito algo cie-go, medio metido en el bus y con la mitad del cuerpo afuera; este vehículo, a diferencia de los gusanos rojos de Bogotá, arrancó sin que las puertas se hubiesen cerrado. Lo empujé hacia adentro con los restos de fuerza que me queda-ban, y de manera desagradecida me insultó en un mexicano que gracias a Dios no entendí.

Salí corriendo de la estación, pasé corriendo por un barrio lleno de niños que jugaban, cafe-terías y restaurantes de alto estrato, luego vi una pareja gay que corría detrás de un perro que se les soltó. Llegué al edificio, toqué el timbre, me habló una señora a la cual tampoco le entendí mucho, hasta que se me acercó un hombrecito -supuse que era el vigilante del edificio- y me abrió la puerta. Sin esperar un solo momento pasé, sabiendo que era el apartamento número siete el que buscaba, de la emoción no se me ocurrió preguntar si había un ascensor dispo-nible. Por lo tanto subí corriendo y el corazón me latía fuerte a medida que llegaba al sépti-mo, en un edificio de sólo un apartamento por piso. Al fondo, nervioso, escuchaba a las perras

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...Fernando Vallejo...

de Vallejo que ladraban al sentir la presencia robusta de un hombre que se acercaba deprisa.Llegué a la puerta, toqué con la mano, ésta se abrió lentamente y él mismo fue quien me recibió. Ahí estaba Vallejo, al fin, un hombre como de mi estatura, alto, muy delgado, con sus cachetes rojos y sus gafas remendadas con una cinta gutapercha que le cubrían un amplio espectro de un ojo; el pelo blanco, camiseta a cuadros y pantalón de dril en buen estado. Me saludó, yo le pedí disculpas por el retraso. Me hizo pasar a una sala, donde se encontraban en la mitad una mesa, tres sillas y tres platos de fina porcelana italiana. Había dos pianos, uno pequeño y otro de cola, el cual parecía que aca-baba de tocar, arrancando con pasión las notas de una partitura de las sonatas de Beethoven, rayada con algunas anotaciones en lápiz he-chas por él, la cual yacía sobre las teclas aun vibrantes.

La tarde pintaba gris, sobre los vidrios de la sala que dan a la calle de Ámsterdam la luz pasaba cansada, despidiendo un tono pálido y triste. Luego conocí a David Antón, el compañero de Fernando, un señor también de edad, de ojos azules penetrantes y apariencia calmada. Me preguntaron que de dónde era y yo, que recién he decido ser de Santa Marta -aunque en mi cédula diga que soy bogotano, pero la intensi-dad de unos recuerdos y del carácter formado junto al mar, entre el bullicio de la costa, me hacen sentirme más samario que nadie -, res-pondí orgullosamente: de Santa Marta. Ellos me dijeron que habían estado allí hace ya más de 30 años, que fueron a conocer la Quinta de San Pedro Alejandrino, donde murió Bolívar. Vallejo me preguntó si quería tomar algo y yo para tratar de perder la timidez que me em-bargaba pedí un vaso de agua, mientras que Fernando me ofrecía una amplia variedad de licores como un tequila, un vino o quizá un

whiskey. Siguió insistiendo tanto que, por no decirle que no, le pedí un whiskey, aunque te -nía la resaca de una noche de encuentros oscu-ros, efímeros y culpables en un lupanar mexi-cano llamado “la casita”, ubicado sobre una vía con un nombre que en Colombia parecería pecado: insurgentes. Nos sentamos a almorzar una comida deliciosa, pasta al pesto con lan-gostinos fritos y vino chileno. Me preguntaron lo de costumbre: que dónde me quedo en este país, qué estoy haciendo, de qué vivo, qué sitios he visitado. Hablamos un poco de Chávez, de la situación en Colombia, bagatelas. Insisten-temente mencionaba a sus dos perras, a las que recogió en la calle y en las cuales se nota un ex-tremo cuidado, una entrega de amor inusitada por parte de su dueño.

La sala tiene además una colección de chivitas o buses escaleras, en donde se representa a los campesinos con sus trajes típicos. También hay champanes, esos barcos de río que surcan el Cauca y el Magdalena llenos de piña y pláta-nos, conducidos por hombres fornidos con un color moreno en la piel, quienes iluminan con sus sonrisas radiantes los atardeceres púrpura de las sabanas en estos ríos majestuosos. Sobre el otro piano hay algunas fotos, éstas son más que todo de David posando con algunas divas de un cercano pasado: hasta una fotografía de Fanny Mickey con su melena incendiada, re-cordada en México por pedirle el favorcito al escritor Mexicano Vicente Leñeros de llevarle una “cosita”, un telón de escenario en su equipa-je de mano, para traerlo a uno de los festivales de teatro que dirige en Bogotá. Por demás, hay una foto de Fernando con David y su perra, más un juego de envases de farmacias desapa-recidas en las que se lee: Cocaine, Opium, He-roine. Sobre otra mesa, una acuarela de la poli-cía colombiana con un cargamento de Coca.

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...Fernando Vallejo...

David tuvo que irse, pues tenía un compromi-so. Me quedé conversando con Fernando. Des-pués de la excelente comida, la muchacha que los ayuda con los oficios de la casa, Olivia, nos brindó un delicioso café colombiano, servido en esos pocillos de tinto que venden en el ae-ropuerto y que hay en la mayoría de las casas de colombianos en México. Tienen escritas las palabras “café colombiano” junto a la bandera tricolor, el borde superior se tiñe de dorado y se consigue por 20 dólares un juego de cuatro puestos en el duty free del aeropuerto. Por su-puesto, el apartamento de vallejo no podía ser la excepción: un lugar que alberga a unos de los más grandes sátiros y críticos de Colombia, un hombre lleno de colombianidad. La muchacha me pregunta que si soy un paisano del señor, a lo cual respondo que claro, que también vengo de ese país tan presente en esta casa, en donde casi se respira ese aire proveniente de un mar fresco, azul puro; de altas y frondosas monta-ñas de un tono verde esmeralda.

Me tomé el tinto mientras hablaba con Fer-nando. Me explicó que sus libros están escri-tos en un lenguaje literario y que, aunque si bien estaban llenos de colombianismos y de lenguaje coloquial, su obra está en lenguaje de letras. Me contó además que él empezó tarde a escribir, a eso de los 40 años, porque es muy difícil hacerlo y lo sigue siendo, que tal vez le falta un libro más por hacer y ya. De Medellín me habló de aquella época en la cual lo mejor que había era lo que rodeaba a la catedral, los lugares en donde se encontraba a charlar con sus amigos, quienes tenían muchas empresas en donde se empleaban muchachos de las co-munas ubicadas en esas montañas que parecen deslizarse por la ciudad. La conversación no fluía mucho, pues parecía que estas cosas le revolvían la mente, lo aturdían, y se sumaba a esto una expresión agotada de sueño. Me dijo

que no dormía muy bien, que a veces le daban algunas ganas de dormir, pero que otras veces pasaba de largo las noches frías y se aburría mucho.

Me comentó que tenía que ir a donde un ami-go de él, Raúl Ortiz y Ortiz, un personaje fa-moso en México por la traducción de Lowry al español y de obras de Shakespeare. Así que me pidió que lo acompañara y fuimos. Camina-ba rápido pero con pasos cautivos, le pregun-té acerca de la entrevista que le dio al tiempo cuando estuvo en Bogotá. Me dijo que lo que apareció en ese periódico fue lo que se le dio la gana de poner a la entrevistadora, que de-cidió pedir la nacionalidad Mexicana porque un juez falló contra él en el caso del artículo de SOHO y que, por lo tanto, le daba miedo que no le renovaran el pasaporte, teniendo que quedarse en Colombia por tiempo indefinido: por eso decidió pedir la nacionalidad.

Llegamos a la casa de Raúl, nos recibieron unos perros hermosísimos que nos ladraron, Fernando comentó que a pesar de que lo cono-cían lo querían matar. Raúl tiene una colección de té y Fernando escogió uno de Ceylan para probarlo: yo hice lo mismo. Nos presentamos ante la sobrina de Raúl y ante un señor Chile-no quien, más tarde me enteraría, es profesor de español y literatura en Chile, en preparato-ria: un hombre que, como yo, tenía el mismo deseo de conocer a Fernando. Bajó Raúl, un personaje anti-diluviano, anciano, y saludó con efusividad a Fernando, a quien le dijo: es-toy preparando una clase sobre Dante, Álvaro Mutis y un señor que lleva cien años en la sole-dad, pero no sabemos en qué círculo colocarte. Ante esto responde Vallejo: Que no sea en el que está mi mamá, tampoco en el de la Gula, o el de la deshonestidad… Lástima que no exista el círculo de la gula alcohólica, y se río.

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...Fernando Vallejo...

De regreso a su apartamento tuvimos que pa-sar por un parque esnob llamado México, ro-deado de cafés y tiendas de moda. Este parque es muy recordado por las soberbias borrache-ras y parrandas de Gael García y Diego Luna, a quienes al parecer no bastan una cantidad pequeña de botellas de tequila. En uno de esos bares, con el afán de mirar quién estaba aden-tro, Fernando estrelló su rostro contra el vidrio pulido, produciendo un sonido seco y certero: quedó aturdido e indefenso. Comenzaba a os-curecer. Para mí era como si el tiempo impara-ble lo obligara a caer, trastornado, en medio de una aparente debilidad hacia la noche, la cual en otras épocas era su más grande fortaleza. Apresuró el paso a casa, como temiendo que esa noche, compañera de antaño y ahora ace-chante abismo de oscuridad, lo consumiera.

Un año después, en Febrero del 2009, después de más de 30 años de no ir a Cartagena, en el marco de un evento color oro y de sombra sospechosa, allí estaba él. Era un teatro blanco, al cual lo separa del mar una muralla heroica, aterida de sangre fría. Fernando habló en un

espacio lleno: al frente, rodeándolo las risas y las caras de asombro de una sociedad que no sabe cómo enfrentarse a su realidad y a sus fantasías. Sus murmullos llenaban el mágico espacio. Escritores de toda índole y de muchas lenguas trataban de entender el escándalo que producía una perorata de nombres eclesiales y políticos. Al terminar la charla un gentío se agolpaba para obtener una foto o una firma de libros -para la alegría de la editorial- recién comprados en el lobby.

Esa noche, débil de nuevo en el lóbrego espacio, mientras que a su paso un viento que remue-ve conciencias agitaba su camisa, Fernando no pudo subir los escalones del teatro Here-dia. En silencio y con la cabeza gacha decidió cambiar de rumbo, mientras varios jovencitos le gritaban maestro, y al mejor estilo de un bar de ligue le pasaban sus correos o sus números celulares en papelitos blancos.______________________________________ *Edgar Leonardo Sierra Rodríguez es Filósofo

de la Universidad Nacional de Colombia. [email protected]

Fotografía: Archivo de Contestarte

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Historia*

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Autor: Andrea Barrera VargasNombre de la Obra: City 1012

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...El Agua...

Centro de Historiade CotaAguaPor Julio Enrique Bohórquez C.

El

El agua de la pila

En lo alto del Majuí, donde crecen los musgos, el chusque, los helechos, el mortiño, los arrayanes, los borrache-

ros blancos y amarillos y entre ellos mezclados los pájaros, los alacranes, las ancestrales ranas muiscas llamadoras del agua2 , allí, en este ce-rro mágico donde moró Bochica; gota a gota el agüita cristalina se va formando y su cauce haciendo, para caer convertida en cañada y ser recogida en la pila para calmar la sed, lavar la ropa y limpiar el ser humano.“De la cañada de Cetime se tomaba el agua para el consumo humano en Cota. El agua la recogían de la quebrada que venía de la cañada en un pequeño estanque que está ahí todavía y con un tubo la desviaban hacia una pila de pie-dra que estaba arriba en lo que hoy llamamos la avenida El Libertador, donde la familia Me-leg, ahí iba la gente a recoger el agua, ahí había una llave, estamos hablando del año 51- 52 más o menos, ése fue el primer acueducto que yo recuerde, posteriormente la desviaron con un tubo hacia el centro de la plaza, donde tam-bién había una pileta. El agua se transportaba en burros o en yunta de bueyes. Posteriormen-te en la época de los concejales de Julio Co-rreal, Hernando González y mi persona (Luis Medellín), fue cuando se proyectó el nuevo acueducto hacia 1960. Había un pequeño es-tanque, que en realidad era una alberca que

recogía de la cañada, esa se amplió e incluso está todavía (sic). Las primeras perforaciones se hicieron hacia 1962 y de ahí se comenzó el pueblo a surtirse de agua subterránea. Debido a que el acuífero de Cota era alto, casi todas las casas tenían aljibe y el agua era muy buena. Aquí se encontraba agua a 1.5.metros. A veces se cargaba agua de las quebradas de Jinchita y de Chicú.”3 Afirman muchos pobladores que las mujeres y los niños eran los principales recogedores de agua, acudían generalmente dos personas por cada casa, llevando un balde o una olla grande de aluminio de dos orejas y durante el recorri-do cambiaban de mano y de lado para aguan-tar el peso del agua. No era extraño que con el bamboleo de la olla, se derramara el preciado líquido y mojara los pies, las piernas y los pan-talones de lo cargadores. Naturalmente había que descansar, ahí con los otros habitantes cargando su agua para la comida, se formaban tertulias entre vecinas y comadres, hablando los temas rápidos para no demorar el cocido de las comidas. El agua llegaba a las casas y era almacenada en pequeñas albercas situadas en los patios.

Nace el acueducto

“En honor al mérito, en el acueducto actual, fue factor primordial Ernesto castillo quien era el personero (sic). Ese señor impulsó

El siguiente texto constituye una recopilación de la memoria oral de dos de los protagonistas de la creación del acueducto municipal de

Cota, Cundinamarca

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...El Agua...

mucho el municipio. En esencia para el acue-ducto sucedió esto: Hubo una disidencia po-lítica dentro el liberalismo de la cual yo ( Julio Correal) formé parte con José María González, el señor Manuel González, Fernando Mórtigo e Ignacio Bernal; bueno, éramos varios y fuimos exitosos porque los barrimos en las elecciones. De ahí arrancaron proyectos muy buenos porque era que esto estaba en un atraso pero enorme, había Concejos sucesivos y no avan-zaba. Entonces hubo necesidad de la famosa disidencia, de eso se obtuvo, al entrar a ejercer la legislatura ,la construcción de la concentra-ción escolar Camilo Torres y el cambio de toda la instalación eléctrica porque eran postes de madera con alambrado muy bajo, los camiones se enredaban y con la colaboración del doctor Cesar Garcés Vernaza en ese entonces gerente

)lanoigeR amonótuA nóicaroproC( RAC al edse obtuvo que cambiaran la postería y le pusie-ran alambrado en aluminio y que Cota fuera el segundo municipio en Colombia con luz de mercurio después de Tocancipá, claro que en

Bogotá ya existía en la avenida 68. En eso hago hincapié en la colaboración de Ernesto Casti-llo porque el era un motor en la forma como se iniciaban las cosas. Bueno, después de ese periodo del Concejo se disgregaron, yo man-tuve la disidencia; pero entré nuevamente y ya había ingresado Hernando González que era la persona prominente que en ese momento le quedaba al liberalismo. Ernesto me dijo que pensamos hacer en concreto, entonces yo le dije tengo una idea loca pero de eso quiero que a mí no me nombre como protagonista y es ponerle agua a Cota, que nadie ha sido capaz de poner agua a Cota en forma ordenada. Me dijo: ¿usted está loco, usted que está pensan-do? le dije: ¿Por qué? , ¡Si ese proyecto vale un montón de dinero¡ ¿y de donde esta ese dinero,

,)000.054$( ?ougixe yum se otseupuserp le isle dije yo no sé, alguien ayudara ¿pero no le parece? Ernesto acogió la idea y se la pasó a Hernando González y de ahí nació el proyecto del acueducto que actualmente existe, lo que pasa es que ha sido ampliado y mejorado. Se

Fotografía: Alfonso Guerrero * Pila del agua ubicada en la Avenida el Libertador, Cota, Cundinamarca.

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...El Agua...

inicio la obra y nos colaboró muchísimo la CAR (Corporación Autónoma Regional) y un entidad que estaba encargada del acueducto y alcantarillado en cundinamarca que se llamaba Acuamarca y se hizo el acueducto tanto que el mismo pozo de concentración de aguas es el mismo y buena parte de las tuberías van por el mismo sitio. El acueducto que se hizo en ese entonces con Hernando González y con Simón Segura que fue otro artífice connotado de la cuestión, quedó muy bien hecho, con su respectiva tubería en ese entonces en Eternit, que después la cambiaron porque el asbesto es cancerígeno.”4

El Agua Subterránea

Hacia 1962 se comenzaron las perfo-raciones para abastecer el consumo de agua en el Municipio de Cota.

)9002( dadilautca al ne euq narugesa sonuglAel recurso hídrico subterráneo no es suficiente para proporcionar agua a una población cre-ciente y a una zona industrial cada vez más amplia y compleja. Sin embargo, César O. Ro-dríguez4 , Hidrogeólogo M.Sc. Ph.D. Profesor del Departamento de Geociencias de la Uni-versidad Nacional de Colombia, asegura que hay agua potable en el subsuelo en casi todas las partes del mundo. Ciudades como Méxi-co, cubren el 80% de sus necesidades con agua potable a partir de pozos profundos. De igual manera lo hacen ciudades como la Habana, Múnich, Sao Paulo y Buenos Aires, sólo para mencionar algunas.El profesor César Rodríguez afirma que la falta de utilización del agua subterránea se debe a que todavía su hallazgo es considerado como algo “misterioso”, “impredecible” e “in-controlable” y que buena parte del desaprove-chamiento de este recurso se debe a una falta de claridad sobre el comportamiento del agua

subterránea a nivel gerencial y mandos medios como ingenieros e investigadores. Por eso a nivel institucional toman decisiones, que por no estar fundamentadas en una buena infor-mación técnica, terminan finalmente en in-versiones improductivas. En el caso de Cota, la determinación actual es tomar el agua de la EAAB (Empresa de Acueducto y alcantarilla-do de Bogotá) que, como dato curioso acaba de perforar el subsuelo con éxito, para proveer de agua potable por mínimo 30 años a una buena zona del sur de Bogotá y para situacio-nes de emergencia causadas precisamente por las variables que puedan ocurrir en los cuer-pos de agua dulce superficiales como Embal-ses, Lagunas y Ciénagas. Y finalmente, aunque del agua queda mucho por contar, volvemos al ahora desértico Majui, para clamar por el cuidado de este líquido vital. Ya no se forman las gotitas de agua, ni la cañada, no hay musgo, ni helechos, ni ranas míticas que con su croar unan la tierra con cielo y hagan llover. El agua hay que cuidar.______________________________________1 En la mitología Muisca, las ranas eran las llamadoras del agua.2 Narración oral de don Luis Antonio Medellín, contada en el Centro de Historia de Cota, el 14 de Julio de 2007.Narración de Don Julio Correal, contada en el Centro de Historia de Cota en Septiembre de 2007.3 Narración de Don Julio Correal, contada en el Centro de Historia de Cota en Septiembre de 2007.4 César O. Rodríguez. El agua subterránea. En: UN Perió-dico, 8 de febrero 2009, pág. 16,17.

El Centro de Historia de Cota está adscrita la Academia de Historia de Cundinamarca.______________________________________ *Julio Enrique Bohórquez C es Odontólogo de

la Universidad Nacional de Colombia. Fundador de la Revista Contestarte. Director Honorario.

[email protected]

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...“Pasaremos a pleno día”...

día”“Pasaremosa pleno

Relato de la “Operación Cerbero”, sinónimo de audacia en la historia naval.

Por Andrés Mejía Vernaud

–Pasaremos a pleno día. Zarparemos a media-noche, y atravesaremos el estrecho a pleno día.

Mientras contemplaba el imponente mástil del Scharnhorst, el almiran-te Ciliax, vestido con el negro uni-

forme de la Kriegsmarine alemana, dijo con serenidad estas palabras a sus lugartenientes, para luego observar en los rostros de aquellos la sorpresa y el desconcierto. Lo que Ciliax proponía que se intentara, era una proeza: que se retara hasta el máximo posible a la suerte, al valor y a la historia. Una proeza cuyo más cer-cano antecedente, muy diferente sin embargo de la situación actual, había que buscarlo en el siglo XVI: en la derrota de la magnífica Arma-da Invencible en 1588. Desde aquel suceso, la marina inglesa ejerció en el Canal de la Man-cha una supremacía que nadie fue capaz de de-safiar. Dos siglos más tarde, dicha superioridad era ya, asunto global: la armada imperial britá-nica era dueña de los mares del mundo. Lo que Ciliax proponía ahora, en una tarde de junio de 1941 en el muelle de la ciudad francesa de Brest, era que la marina de guerra alemana de-safiara a la poderosa flota británica en la vecin-dad de su propio hogar, en el mismísimo Canal de la Mancha. No para enfrentarla en batalla. No para derrotarla, o aniquilarla. El almirante Ciliax no buscaba más que una salvación para

sus amados buques, en particular para el for-midable Scharnhorst.

Este acorazado se hallaba en el puerto francés desde marzo de 1941, junto con el también poderoso Gneisenau. Allí habían buscado re-fugio luego de haber sembrado el terror en las rutas de los aliados en el Atlántico norte. Ha-bían sufrido en esas jornadas algunos daños, y por tanto necesitaban el reposo y la cura. Dos meses después, llegaría a acompañarles otro imponente buque, el Prinz Eugen, el cual venía cubierto de orgullo tras haber participado en la batalla en la cual el acorazado Hood, orgullo supremo de la marina británica, fue hundido por el legendario Bismarck. Se sabía que la presencia de estos tres buques en el puerto de Brest, intranquilizaba al alto mando alemán, y al propio Führer, concentrado ahora en su mayor obsesión: el ataque a la Unión Soviéti-ca. Si permanecían en Brest, la RAF, la fuerza aérea británica, de seguro los convertiría en un blanco de ataques constantes. Y aunque el puerto francés les servía como plataforma perfecta para lanzar incursiones hacia el At-lántico, Hitler no pensaba por aquellos días más que en el Este y en el Norte, ámbito de su ofensiva contra el bolchevismo. De modo que el Führer dispuso que los buques regresaran a Alemania. Se le hizo ver que su decisión era

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...“Pasaremos a pleno día”...

casi imposible en la práctica, pues para llevar-la a cabo habría que atravesar el Canal de la Mancha. Hitler decidió entonces que los bu-ques fuesen desarmados, y llevados por tierra al territorio alemán en partes. Tal cosa signifi-caría su muerte definitiva, pues con seguridad las necesidades del frente ruso reclamarían que se utilizase en su favor el metal y el armamento extraídos del Scharnhorst, del Gneisenau y del Prinz Eugen. Fue entonces cuando el almiran-te Ciliax, lleno de pavor ante la posibilidad de que sus buques tuviesen un final tan deslucido y deshonroso, concibió su fantástico e increí-ble plan: sus buques, debidamente escoltados, zarparían del puerto de Brest a la medianoche hacia el Canal de la Mancha. Navegarían la mayor distancia posible protegidos por la os-curidad. Luego, atravesarían a pleno día la par-te más estrecha del canal, el llamado Paso de Calais o Estrecho de Dover. Allí, no tendrían más remedio que dar batalla a los inclementes ataques que de seguro recibirían. Si lograban pasar el estrecho con vida, llegarían a puerto alemán, y se habrían salvado de ser desarma-dos en pequeñas piezas. Hitler aceptó que el plan de Ciliax se intentase. Se autorizaba así la “Operación Cerbero”

*****–Lo intentarán en la noche, en la oscuridad de la noche, y muy probablemente una noche sin luna.

Así, en una tarde de febrero de 1942, pasados ya casi ocho meses de la decisión de Ciliax, el almirante inglés Bertram Ramsay comunicó a sus lugartenientes lo que aparecía en los infor-mes del almirantazgo. Ramsay, comandante de las fuerzas navales inglesas en el Canal de la Mancha, no ignoraba que los alemanes se proponían navegar con sus tres buques hasta las aguas de Alemania; la inteligencia britá-

nica, con la ayuda de la Resistencia francesa, había detectado actividad que indicaba que los alemanes preparaban sus buques para zarpar. Sabía que no intentarían pasar por el ancho Atlántico: allí patrullaba lo más fuerte de la marina británica, y los tres buques ale-manes, averiados por los ocasionales ataques aéreos, que sufrieron durante su permanencia en Brest, no estaban en condiciones de enta-blar batalla con los grandes acorazados ingle-ses. Pero el pasar por el Canal de la Mancha no les libraba de riesgos: por el contrario, los exponía al ataque masivo de la aviación, de los destructores anclados en Harwich, y de nu-merosas lanchas torpederas que patrullaban la costa inglesa. Además tendrían que cruzar por aguas minadas. Por eso, el almirantazgo inglés estaba seguro de que intentarían el cruce en la noche, protegidos por la oscuridad. El vetera-no Ramsay, vestido con la elegante chaqueta cruzada de los oficiales de la Marina Real bri-tánica, concibió entonces la “Operación Fuller”, una compleja red de ataques aéreos y navales cuyo propósito era destruir las tres leyendas de la marina alemana, cuando navegaran por esas aguas, desde las cuales, en ciertos tramos, puede verse la costa de Gran Bretaña.

La Operación Fuller, de perfecto diseño, ig-noraba sin embargo un detalle crucial de la Operación Cerbero: la travesía no se haría en la noche, como creían los ingleses, sino que se iniciaría en las altas horas de la oscuridad, y alcanzaría su punto de mayor tensión a plena luz del día. Por esa razón, los comandantes británicos no dieron importancia a la noticia que recibieron de sus aviones de observación la tarde del 11 de febrero: habían fotografiado, en la rada de Brest, a los tres buques alemanes en perfecta formación, rodeados de una escol-ta de destructores y dragaminas. Los ingleses, más por rutina que por estrategia, lanzaron

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sobre ellos un tímido ataque aéreo que no les provocó más que un retraso, una molestia. Los submarinos ingleses siguieron órdenes de sus superiores, quienes seguían convencidos de que la travesía sería nocturna, y se retiraron de sus posiciones a las 22 horas, momento que, consideraban ya demasiado tardío para que los alemanes emprendiesen su viaje.

A las 22:45 de ese 11 de febrero se puso en marcha la orden de partir. Pasan largas horas y largos minutos, en los cuales Ciliax se pregun-ta en qué momento empezarán los ataques. La calma lo sorprende un poco. En ese momento, Ciliax ignora que varios aviones británicos es-tuvieron a punto de descubrir su flotilla; en to-dos los casos, algún problema técnico impidió que eso sucediera: un radar averiado, un radio en la frecuencia incorrecta... La suerte ayuda a Ciliax a navegar tranquilo en la fría oscuridad, y a recibir el amanecer entre una tranquila y gris niebla. La mañana sucede sin contratiem-pos. Han avanzado ya la increíble distancia de 300 millas. Pero a las 11 horas, las patrullas aéreas inglesas transmiten a sus bases una in-formación inquietante: han avistado, a la altura de Dover, es decir, en pleno Paso de Calais, una escuadra alemana con tres grandes buques y varias lanchas torpederas. Se interrumpe súbi-tamente la tranquilidad de Ramsay, quien ha-bía dormido como un bebé. De manera inme-diata se pone en marcha un desordenado plan de ataque. Desde Dover se disparan baterías de cañones, cuyo alcance resulta insuficiente. Se ordena un ataque con aviones torpederos Swordfish, pero estos necesitan una escolta de cazas Spitfire. Pasan largos minutos de confu-sión entre los torpederos y los cazas, hasta que el capitán Eugene Esmonde, al mando de los Swordfish, decide lanzar el ataque: todos sus aviones son derribados. Dos horas más tarde, Ciliax siente una fuerte sacudida: el Scharn-

horst, buque en el cual viaja, ha chocado con una mina. El buque puede seguir navegando, pero por seguridad se decide trasladar a Ciliax a un destructor. Los ingleses lanzan varios ata-ques aéreos desordenados, caóticos, e inútiles. La formación sigue su marcha: ha pasado las zonas minadas, y la calma vuelve durante un rato. Se romperá, sin embargo, a la altura de Harwich, donde varios destructores británicos salen al paso de la flotilla. Se inicia un feroz combate naval, en el cual los buques alemanes se valen de su poderosa artillería –tan podero-sa, que ningún destructor inglés pudo acercar-se a ellos, y el que más cerca llegó fue alcanzado por los cañones alemanes. Último recurso: ata-ques aéreos desesperados, que no hacen efecto alguno sobre los buques alemanes. Al empezar a caer la tarde, los ingleses deben afrontar la más increíble de las noticias: una escuadra na-val alemana ha logrado pasar a pleno día por el Canal de la Mancha, y ha logrado llegar casi totalmente ilesa a las aguas del Tercer Reich.

*****Epílogo: no toda acción espectacular significa una victoria estratégica. Al abandonar estos buques, en el puerto francés de Brest, no fue-ron ya más una amenaza para el tráfico naval de los aliados en el Atlántico. Pocas semanas después de la asombrosa travesía por el canal, el Prinz Eugen y el Gneisenau fueron destrui-dos por ataques de aviones y submarinos. Más tiempo sobrevivió el Scharnhorst, buque que fue hundido en batalla por la flota británica en diciembre de 1943. ______________________________________

* Andrés Mejía Vernaud Estudiante de Filoso-fía de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador

del ILP de Bogotá, colaborador habitual de la revista Cambio. [email protected]

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Literatura*

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Autor: Laura Juliana Cabra Arias Nombre de la Obra: Angustia.

Técnica: Aguadas y grafito

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...Cena la loca...

locaCena

la

Por Lucas Vargas y Sierra

Azucena Puertas fue conocida como la caza fantasmas durante su paso por el convento de Andes. Ahora todo

el mundo la conoce como Cena la Loca, esto sucedió después del encuentro con la más fa-mosa de sus presas, aunque antes era respetada en el convento; las medianas y las pequeñas le temían por lo que se rumoreaba sobre ella, las grandes por lo que la habían visto hacer. Di-cen que una vez una de las monjas la obligó a comer una mazamorra asquerosa, grumos ne-gros en una masa compacta con el olor carac-terístico a leche agria. La monja fue impasible a los ruegos de Azucena –con una frialdad que sólo rompía cuando se trataba de alimentar a sus canarios mascotas-, y esta no tuvo más remedio que tragarse hasta la última cuchara-da, aguantando las arcadas que le invadían el cuerpo sin ningún respeto. Al otro día, cuando las alumnas bajaban al comedor común, se oyó claro el grito de la monja al encontrar las jau-las de sus canarios vacías, en cambio estaban rebosantes de mazamorra.

Nadie se atrevió a decir que la noche anterior Azucena no había subido a su cuarto, sino que se había quedado para orar en la capilla, luego

aprovechó la oscuridad para deslizarse hasta la cocina y así robar la mazamorra sobrante, su idea era tirarla al estanque, para que no volvieran a repartirla en la mesa, pero cuando caminaba con la olla oyó tímidamente el canto de un canario. Entonces, recordando el viacru-cis de esa mañana, decidió llevar su venganza hasta un punto más alto. Liberó a los canarios, y llenó las jaulas con la mazamorra antes de devolver la olla a la cocina.

Fue esa noche también que comenzó su carre-ra de caza fantasmas al develar el misterio de los cantares nocturnos, preciso cuando salía de la cocina oyó cantar en la iglesia. Hace noches las internas oían esos cantos, por ello la herma-na superiora se había encargado de explicarles cómo era la aparición de ese cura milenario, que tiempo atrás había sido aplastado por una campana mal instalada en mitad de un coro du-rante la misa de gallo. Azucena escuchó clara-mente cómo comenzaban los cantos. Después de un pequeño combate interno, la curiosidad pudo más que el miedo. Caminó despacio, des-calza, con todos los músculos tensos, al llegar a la puerta de la iglesia se persigno por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos…, en-

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...Cena la loca...

tró a la iglesia segura de ver frente a sí a un cura regordete, con las vísceras expuestas y la cabe-za partida como una sandia luego de un maza-zo. Su desilusión no fue poca cuando en lugar del cura espectro, se encontró a un joven con problemas de insomnio. Aunque la desilusión fue sólo momentánea, pues un hombre parecía una criatura mitológica en ese convento, donde el único permitido era el cura de los domin-gos. Se le acercó al muchacho, quien dejó de cantar para mirarla y sin muchos preámbulos le preguntó su nombre. Ella le respondió, y le preguntó de inmediato que qué hacía él allí, que cómo se llamaba, que porqué cantaba en las noches. Resultó ser un preso ideológico, hijo de uno de los grandes cafeteros de la zona. Éste una vez cometió el error de decir que dios no existía y su familia escandalizada decidió meterlo al convento, las monjas no lo dejaban salir de día, por eso sólo salía en las noches, cantaba porque era lo único bonito que tenía el cristianismo, los cantos, lo demás era pura mierda para embrutecer a la gente. Mucho gusto niña, Darío Gil, para servirle. Azucena y Darío se hicieron buenos amigos, cuando ella

le preguntó porqué no se volaba, él le contestó que su papá le había advertido que si se volaba lo mataba, y el viejo cumplía sus promesas. Fue con Darío con quien Azucena perdió su virgi-nidad, allí mismo, en la iglesia, debajo de una estatua de Nuestra Señora. Ese día Azucena descubrió que sí existía el cielo y que María de-finitivamente no era virgen, pues ni que hubie-ra sido boba para perderse de algo tan bueno.

A Darío lo mataron los conservadores una vez que salió del convento acompañando a la madre superiora a comprar maíz para la mazamorra. En la plaza pública se puso a hablar de Marx, lo lincharon y arrastraron el cadáver por toda la plaza antes de dejarlo al frente de la estatua de Bolívar que hay en el parque, esa que de ser tan fea es hasta bonita. En el convento lo llo-raron solamente dos personas: Azucena, quien cuando recibió la noticia decidió no amar ja-más a otro hombre para meterse de monja, y Flor, quien era la novicia que lo proveía de los libros revolucionarios, pues también ella dis-frutaba leerlos. Flor era la única que sabía so-bre la relación de Darío con Azucena, si no los

Fotografía: Julio E. Bohórquez Castiblanco* Habitante de la calle del barrio Siete de Agosto, Bogotá

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delató, fue porque le debía un silencio a Azu-cena y porque no veía nada de malo en ello.La noche en que Azucena conoció a Flor había luna llena, ese mismo día en la tarde la lluvia había dejado los cultivos inundados. Las in-ternas habían sido mandadas temprano a la cama, pues no las podían mandar a arar como era costumbre, y a ninguna de las monjas se le había ocurrido un viacrucis a través del loda-zal. Se ordenó entonces reclusión absoluta, de modo que se entretuvieran a punta de rosarios, entre tanto danos hoy nuestro pan de cada día, Azucena dejaba vagar la mirada por la peque-ña ventana de su habitación. y en el monte de siempre, en el lugar de siempre, la vio, una luce-cita oscilante, pequeña, la cual alumbraba más fuerte por escasos momentos antes de volverse débil y de nuevo fuerte. Dijo a sus compañeras de cuarto que siguieran con los rezos, que ella iba por esa guaca. Se deslizo cuatro pisos col-gada de un desagüe y apenas tocó tierra corrió hacia el monte con decisión militar.

El lugar era un bosquecito de guaduas, no más grande que un potrero. Entró cuidadosa por-que sabía bien lo mucho que arden las pelusas de esos árboles gigantescos, caminó un buen rato sin hacer ruido y al final la vio; estaba re-costada contra un guadual, fumando tranqui-lamente, una monja pálida, alta, de ojos como perdidos. El corazón le latía a mil por hora, las manos le sudaban frío, se acercó un poco mas, pero esta vez con la torpeza que nos impone el miedo, se tropezó y se fue de bruces al piso. La monja se sobresaltó y la miró sorprendida, fue entonces cuando Azucena reconoció a una de las novicias que cuidaban la zona de lectura. El miedo se disipó de inmediato, no había nada que temer, era una monja como cualquier otra. Flor le sonrió, le ofreció un cigarrillo y le pidió el favor de que no le dijera nada a las superio-res, que si no, ambas se meterían en un pro-

blema. A Azucena esa monja indisciplinada le cayó en gracia, aceptó el cigarrillo para darse cuenta –en medio de las burlas de Flor- que fumar no era tan fácil como parecía, le dijo a Flor que estuviera tranquila, que ella no decía nada, y Flor que le sonríe, le ofrece otro ciga-rrillo y le dice que gracias Cenita, te debo una. Cuando Azucena volvió a su cuarto; sudada, empantanada, con la voz afectada a causa de su primer cigarrillo, las compañeras le pregunta-ron que cómo le había ido con el espanto, que si había encontrado oro. Mejor, ahora el espan-to me debe un favor.

Luego de la muerte de Darío, Flor se convir-tió en la compañera inseparable de Azucena, compartían recuerdos del preso ideológico, se reunían a escondidas a fumar, y comentaban las lecturas de las santas escrituras, pero sobre todo las de las escrituras malditas. Azucena se sorprendió de la astucia de Flor al empastar ediciones bilingües de Las Mil y Una Noches en el cuero negro de los nuevos testamentos, de ese modo se podía pasar horas enteras le-yendo los descalabros de Sherezada sin ser in-terrumpida por las monjas que se maravillaban de su fervor. Con el mismo método devoró por completo a los poetas malditos, y aprendió el francés, a Marx y a Lenin, y a Moro que decía en su Utopía que todas las religiones debían ser respetadas, algo que si llegaba a los oídos del cura dominical sería suficiente para man-dar a cualquiera descansar a los pies de la es-tatua de Bolívar. Fue Flor quien convenció a Azucena de no irse de monja, le hablaba del poder y de la liberación femenina, que en ese entonces era una herejía más, pero Flor le decía a ella que estaba joven, que le iban a tocar tiem-pos mejores, que viera que en Chile las putas organizaron una protesta y todo el mundo las oyó, que el partido conservador estaba en las últimas, que cuando los rojos fueran los del

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poder todo iba a ir mejor para la mujer. Cuan-do Azucena le preguntaba que porqué enton-ces ella se había metido de monja, la mirada de Flor se perdía más de normal y una nube de melancolía le cubría el rostro. Solo una vez le contestó que el problema era que ella no quería marido, sino esposa y eso Cenita no cambiara nunca ni con godos o marinillos al poder, y le alargó una foto en la que aparecía Flor mucho mas joven, tomada de la mano con una compa-ñera de su misma edad, ambas vestidas de no-vicias de primer orden. ¿Qué le pasó a ella? La desaparecieron, se esfumó Cenita, en el viento, como si nada hubiera pasado.

Luego de Flor, Azucena cazó muchos más fantasmas; el llorón de la cañada resultó ser un campesino que todos los miércoles por la noche bajaba a bañar los cerdos porque ba-ñándolos así, con agua helada bajo la luz de la luna, engordaban más; el herrero de los cachos del diablo eran una banda de jugadores que se reunían en los muros de la sacristía, tirando monedas a ver cual de todos dejaba más cer-ca de la pared; el pájaro carpintero era el no-vio de una de las novicias que golpeaba con piedritas una ventana exacta en plena noche, evidencia del poder del amor, éste desapareció cuando desapareció la novicia ; el carnicero no era más que una de las monjas mas ancianas que se negaba a usar protectores, las sabanas manchadas de sangre no correspondían a fu-gaces puñaladas sino a la “profecía” mensual de la superiora. Después de tantos fantasmas cap-turados, Azucena estaba segura de que nada en este mundo carece de una explicación racional, pensar de ese modo le costó varios regaños y millones de penitencias, en especial el día que durante las confesiones el cura le preguntó sus pecados y ella le respondió con una receta de cocina bien conocida: la de la mazamorra. Ale-gaba que todo tenía explicación, lo que pasaba

es que nadie la buscaba con suficiente empeño, porque en Colombia, y más en este pueblucho, somos una manada de perezosos que preferi-mos echarle la culpa de todo a dios, y a ese que a lo mejor no existe o no vive acá sino en Chile, alentando las marchas de las prostitutas que son las primeras en entrar al reino de los cielos. La gente se sorprendía en silencio de la manera de hablar de esa muchacha, los conservadores no sabían que hacer, porque a un hombre lo podía colgar fácilmente de los testículos, pero una mujer los cogía fuera de base. Fue por esa época en que Azucena persiguió a la meona.

Los dormitorios de las internas se dividían en pequeñas, grandes y medianas, a lo largo de un corredor larguísimo. Los únicos baños quedaban al lado del dormitorio de las peque-ñas. Contaban que desde el dormitorio de las grandes salía una mujer alta y morena, con el pelo corto en un montón de rizos, caminaba lentamente frente a los dormitorios de las me-dianas y las pequeñas, entraba al baño, se oía el ruido característico de una vejiga llena, y lue-go el agua que corría. La mujer salía, y en un punto impreciso antes de llegar al dormitorio de las grandes, desaparecía. Azucena estaba convencida de que se trataba de alguna de sus compañeras que se quería pasar de lista, por eso montó vigilancia perpetua afuera del dor-mitorio, esperando ver salir a la meona para desenmascararla. Fue un jueves cuando por fin la vio, justo como la describían, alta, morena, con un montón de rizos. La siguió, era difícil hacerlo pues la mujer caminaba más rápido de lo que creía. La esperó a la salida del baño, y cuando aquella salió, ésta reinició su persecu-ción, llamando a su presa para que se detuvie-ra. Ole, meona, pará pues para que hablemos, pará meona, pará que dejaste el baño lleno. Al final la meona se detuvo y dio la vuelta para mirar a Azucena, entonces la reconoció; era la

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mujer que aparecía en la foto al lado de Flor, le sonrió a Azucena y se desvaneció en el aire, como si nada hubiera pasado.

Al otro día Azucena le dijo a Flor lo que había pasado y Flor se la gozó, que como se le ocu-rría, que eso era que estaba bien dormida y lo soñó todo. Azucena no quiso alegarle, y dejó las cosas así, pero decidió que no todo tenía una explicación lógica. Por esa época fue cuan-do Flor se enlisto en la guerrilla, ya bien vieja, con el hábito raido. Si uno no pelea por lo que quiere nadie va a pelear por una Cenita, vea que dicen que el país va bien, pero cada vez hay más mendigos, y más desaparecidos como mi Cecilia, y más ricos los ricos y más jodidos no-sotros, hay que hacer fuerza, no dejar las cosas así, y si nos toca empuñar el fusil lo empuña-mos, pues si antes hemos matado en nombre de dios bien podemos matar en nombre de la justicia, que esa sí la necesitamos.

La noticia de la muerte de Flor golpeó a Azuce-na duro y en donde duele, estaba en embarazo de su primer hijo, y su esposo dictaba clases en la Universidad de Antioquia, en la Facultad de Derecho. Era opositor declarado del gobierno, y hablaba cada vez que podía sobre la igualdad, la justicia, el respeto a la vida. Nunca incitó a la violencia, le decía sus alumnos que ese no era el modo, que había otras formas, que uno debe pensar más allá, que uno no pide sino que pro-pone. Y Azucena se preocupaba cada vez que había paro en la U, mira Nando que te tenés que cuidar, que ya sabes que a esa gente no le gusta lo que andas diciendo de que la guerra no es necesaria, que dicta tus clases tranquilo pero no les metas ideas políticas a esos mu-chachos en la cabeza, acuérdese que tiene que estar vivo para criar a Miguel. Y él que no le pidiera eso, que la Universidad era campo de batalla o nada, pero batalla de ideas no de pu-

ñales, de debates y no de bombas y desapare-cidos y moto sierras. Y ella sabía que él tenía razón, y lo amaba por eso, por temerario, por incansable, por loco, por terco, por tonto.A Nando lo mataron saliendo de la León XIII, con Miguel entre brazos, sonriente y feliz como nunca antes. Le vaciaron una ronda de metralla sin descansar, cuando se acabaron las balas se dieron cuenta del bebé, al que también le cayeron varios tiros. Mejor, así acabamos de una vez con esa dinastía de cobardes y pende-jos. Azucena lo oyó todo desde pocos metros atrás, apenas saliendo de la clínica. Abrazó a su esposo, a su hijo, lloró las lágrimas que nunca había llorado desde Darío y que no volvería a llorar. Ese fue el día que se le corrió la teja, y es que a quién no después de eso.

Ahora la gente la llama Cena la loca y nadie se pregunta nada, se apartan de su camino. Algu-nas almas que aún creen en el género humano le regalan comida, que ella engulle por inercia, viste ropas usadas varias tallas mayores, cami-na por el parque de Belén espantando palomas, y se la pasa hablando sola.

Si Darío, vos eras mejor amante, pero tranquilo Fernando que yo a vos te amaba como una loca, y es que cómo se ama a un loco sino estando loca. Miguelito, como estás de grande, mira Flor que yo quería que vos fueras la madrina de Miguel, pero te dejaste matar antes de que él naciera. ¡Cállate! No me hablé de política, ni de guerras, ni de que uno tiene que luchar, ni de nada de eso que todo es mentira. Las guerras existen como existen las palomas y nada podemos hacer por evitarlo, y los pobres siempre los van a haber, y el que quiera hacer algo al respecto es un pendejo, ¡Un puto pendejo! Vea yo como quedé, sin ni mierda en esta vida, y los criminales libres, como siempre, comiendo en restaurantes caros de cuenta de los impuestos. Eso todo es igual, liberales y conserva-

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dores, paracos y guerrillas, bruto y listo. Todo es la misma mierda en la que todos nos revolcamos. ¿Y usted qué mira pelado? ¿Verdad que Miguelito está muy grande? Póngame atención que le voy a compartir sabiduría, yo me llamó Azucena, y me decían caza fantasmas, y es que los fantasmas

sí existen, y hágame caso pelado, no se meta en donde no lo llaman, que todo el que va por lana queda trasquilado. Flor, no le eche cuentos raros al joven, déjelo tranquilo que estamos conversando lo más de rico…

“Azucena y yo hablamos muchas veces; no sé cuánto de su historia sea verdad, cuánto haya agregado su imaginación frenética, cuánto haya agregado la mía. Dicen que Dios no se muestra a los hombres porque ante su imagen enloqueceríamos. Pues Azucena vio la reali-dad de su época, y esa realidad tuvo que haber sido el mismo Dios, pues pagó con su cordura el conocimiento de una verdad espanto-sa.Nadie acudió a su muerte, con ayuda del padre Cuartas pudimos enterrar sus cenizas en un osario común en la iglesia de Nuestra Se-ñora de Belén. Murió en paz, sonriendo, durante uno de los agua-ceros de Villa de la Candelaria que no perdonan a nadie y que no le dio tiempo de hallar refugio. La encontramos recostada al lado de la estatua del libertador que hay en el parque de Belén. Eran las tres de la tarde, nadie se había dado cuenta de que estaba muerta la mujer más vivaz del parque, creían que estaba dormida pues eso es lo que hacen los mendigos, dormir y nada más.Espero guardar con esto un poco su memoria, sé que no soy digno de contar la historia que ella me confió a cambio de palitos de queso, pero no es lugar para su fantasma el olvido. Confío en que tal vez su espectro se les aparezca a ustedes como se me aparece a mí en ocasiones. Gracias Cenita, lamento de verdad no poder seguir tu consejo y desear tanto seguir tu ejemplo.”_______________________________________________________________________________

* Lucas Vargas y Sierra es Estudiante de Periodismo de la Universidad de Antioquia. [email protected]

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...El espacio de los amantes...

amantesespacioEl

Por Edgar Andrés Chaverra Basto

de los

Ella nunca se enteró de lo que a él le su-cedía. Nunca optó por preguntárselo. Quizás, sí lo hizo, siempre lo hizo au-

sente. Confusa y ausente, nunca fue capaz de acercarse a él lo suficiente.

Él, por su parte, siempre estaba ausente.

Era cierto que para él, ella era lo que le faltaba, lo que completaba su ser, su vacío.

–Quiero tener tu presencia a mi alcance- decía él en tanto ella se alejaba un poco.

Su presencia, la de él, era para ella, el suplicio de un sacrificio al que no quería apostar.

Él la veía tan cerca algunas veces, tan lejos otras veces, tan inconclusa siempre, pero no le importaba, la quería así; pero ella siempre per-manecía ahí, tan distante, tan reducida: siem-pre espectral.

-Temo por mí…desapareceré- le decía él.- No temas. Todo desaparece, ¡Todo desaparece.¡- Ella, al decir esto suspiró. Se hizo un silencio

espeso entre ellos. –No importa, entonces des-apareceré….Él veía en ella lo inalcanzable, lo inagotable. Ella le veía siempre a la espera; espera incansa-ble de un olvido inminente.

-¿Y si tú?... ¿Yo?...nada. No estoy aquí…

Caminaban sin moverse del punto fijo. Ella y él, solos y ausentes, no percibían lo otro que había entre ellos. El momento se torno angustiante. El tiempo se ausentó; los alejó de sí. Él ya no era él; ella ya no era ella. Sólo que-daba el vacío entre ellos, o lo que ellos eran.

No se reconocían.

-Tengo algo que decirte. La miró con profunda ternura. ¿Qué es eso?

Él le dijo -que su vida…

Así la imagen no alcanzó a usurparle la imagi-nación. -No…Le susurró silenciosamente.- De nada sirve- Ella permanecía. Él se alejaba, cargando el peso

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...El espacio de los amantes...

del silencio. Ella le observaba desprevenida. Nunca ella sintió tanta alegría en su corazón. Mientras él se iba, ella sentía que aquello era el instante infinito de la existencia.

-¡Desaparecer¡ ¡Desaparecer¡- Gritó al viento. Ella le escuchó, y suavemente lo sintió como una leve caricia que la abrazaba.Cuando el instante se repitió: pasó lo mismo. Él, ausente. Ella, distante.

Los cuerpos se hicieron pesados. Nada de él le pertenecía a ella. Nada de ella le pertenecía a él. Era el vacío lo que los unía; el desconoci-

miento de quienes eran: de sus nombres.Permanecían juntos en la distancia.

Él se mueve en la inmovilidad. Ella se mue-ve hacía él. Lo que pasa nunca acaba, siempre termina comenzando. Él no dispuso en ella la confianza del porvenir. El porvenir es siempre un por-venir. Nunca llega, no cambia, y se re-pite infinitamente. Ella corrió hacia él, hasta donde su sombra la abandonara, la hiciera des-aparecer. ______________________________________

* Edgar Andrés Chaverra Basto es Estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia.

[email protected]

Autor: Joyce Angie Nombre de la Obra: Irrealidad

Técnica: Grabado sobre madera

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...La Soledad...

Era un día soleado, como todos los días en “la vaca multicolor”, Richard camina-ba por las calles del centro de la ciudad,

mientras miraba indiferentemente las vitrinas de los almacenes, llenas de cosas inservibles que no le interesaban. De cuando en cuando se detenía a fisgonearlas, pero nunca compra-ba nada, hasta que se detuvo en frente de una vitrina que le llamó inmediatamente la aten-ción, se acercó a ella y empezó a mirar uno por uno de los artículos que allí se hallaban; entró al almacén y compró algo que había visto en la vitrina, y que seguramente le había gustado. Salió del almacén, rápidamente, con el artículo en su mano, pero sin siquiera mirar aquel obje-to que tanto le había llamado la atención, como si ya no le importara; continuó caminado entre una multitud que lo estrujaba bruscamente al andar; no aguantaba más tantos colores juntos haciendo presión sobre su pecho y su espalda, así que decidió entrar en un café que se encon-traba repleto - pues era hora de almuerzo, y la gente salía de sus trabajos a hablar y chismo-sear en algún café -, se sentó en una silla lo más retirada posible del ruido, cuando el mesero lo atendió le pidió un tinto sin azúcar, pero con mucho café; sacó de la bolsa aquello que había

SoledadLa

Por Paulo Cesar Rico Gutiérrez

comprado minutos antes y comenzó a detallar-lo minuciosamente. Evidentemente, se trataba de un libro, lo empezó a leer muy atentamente hasta que el mesero lo interrumpió para ser-virle su tinto.”Con mucho gusto” -le dijo el mesero a Richard-, quien, aunque había pau-sado su lectura, no lo miró, no había quitado la mirada del libro en ningún instante, y mucho menos había pronunciado palabra alguna. Se sentía el cuchicheo de los chismosos por todo el café, esto irritaba un poco a Richard, quien, después de probar su tinto, inició nuevamente la lectura. Al leer, su semblante cambiaba, pa-recía complacido y cómodo. En el momento más efervescente de su lectura, un chiquillo in-oportuno le agarro la mano y lo sacudió, cuan-do Richard lo miró, con unos ojos que mostra-ban furia, le ofreció chicles en venta. Richard sentía tanta rabia que decidió ignorar al des-afortunado niño e intentó continuar su rego-cijo intelectual. Sin embargo, los cuchicheos se habían agudizado y martillaban horriblemente la cabeza de Richard, éste sentía ganas de vo-mitar, tantas voces lo mareaban y tanta revol-tura de colores lo volvía loco, de modo que no aguanto más y salió del café. Nuevamente se vio entre una multitud. “Otra vez a caminar” -

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...La Soledad...

se dijo- “¿A dónde ir?” -se preguntó- y sin dar respuesta a esta cuestión, emprendió de nuevo su camino. Caminó durante mucho tiempo, las calles se hacían conocidas, estaba llegando a su casa; “hola Richard ¿cómo está?” - le preguntó doña Rosita, la vieja más extravagante cono-cida por Richard; “sí” -contestó él- y siguió su camino. Entró a su casa e inmediatamente fue a prepararse un café, con mucho café, pero sin azúcar. Se sentó en su sofá situado frente a una ventana, mientras caía la tarde, seguía leyendo aquel libro que aparentemente era lo único que lograba regocijar su alma. Su larga caminata lo había extenuado demasiado, hasta que el can-sancio lo venció y se quedó dormido sobre el sofá. Cuando despertó, el sol ya se había pues-to, sentía hambre, así que salió a la calle a bus-car un lugar donde comer algo. Caminó hasta un restaurante de comida Italiana, pues amaba las lasañas que allí preparaban, se comió dos de éstas y salió del restaurante; sentía deseos de caminar, ahora lo podía hacer tranquilamente, pues en las noches casi nadie estaba en la calle. Caminaba mientras veía pasar la poca gente que aún no encontraba reposo: ancianas, pa-rejas de enamorados, niños, etc. Al final de la avenida vio cómo dos hombres acometían con-tra otro totalmente indefenso, ignoraba por qué, pero tampoco le interesaba. Vio cómo los dos hombres salieron a correr y dejaron ten-dida en el suelo a su victima. Desafortunada-mente, ésta se encontraba en medio del camino de Richard, y él no pensaba cambiar su rumbo. La victima se arrastraba por el suelo mientras intentaba lanzar gritos agónicos en busca de ayuda. Cuando Richard llegó hasta aquella, se paró a su lado y vio que era un mendigo; lo ha-bían apuñaleado varias veces. “Ayúdeme” -dijo forzosamente el mendigo a Richard- “ayúdeme en nombre de Dios”- dijo nuevamente- mien-tras intentaba sujetar el pantalón de Richard, quien con un brusco movimiento hizo que lo

soltara. Al ver la impotencia del pobre mendigo y al escuchar sus agonizantes suplicas, Richard decidió ayudarlo, entonces lanzó tres monedas al lado del mendigo y siguió su camino, indig-nado por haber ayudado a aquel desgraciado. En cada esquina veía prostitutas que le ofre-cían su cuerpo a cambió de algunas monedas; mientras esculcaba sus bolsillos se preguntaba: “¿por qué di mis ultimas monedas a ese maldi-to mendigo?, al cabo ni las necesitará”. Seguía caminando y las calles se volvían cada vez más solas, más solas, entonces pensó en regresar a casa. Mientras pensaba esto, lo abordaron dos hombres que le exigieron que les entrega-ra todo lo que tuviera, Richard les dijo que lo único que tenía se lo había dado a un maldito moribundo. Repitieron su exigencia mientras le mostraban un cuchillo totalmente ensan-grentado. Richard, sin angustiarse en ningún momento y con una serenidad tal que parecía encontrarse en una situación favorable, les dijo: “Entonces es mejor que me maten, porque real-mente no tengo nada que darles”. Fue así como aquellos hombres le asestaron tres puñaladas certeras y huyeron. Richard yacía tirado en el piso mientras recordaba la imagen del mendi-go, era su misma imagen, de manera que como pudo se acomodo y se sentó junto a un zaguán, de forma que pareciera lo menos mendigo po-sible, de modo que nadie encontrara motivo para ayudarlo, pues no quería importunar a nadie, ni tampoco que lo importunaran. Con su último aliento sacó su nuevo libro de la cha-queta, sonrió como los niños al cometer sus fe-chorías. Leyó detenidamente, regocijándose en cada palabra de aquel libro, hasta que su vida seinterrumpió intempestivamente.

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* Paulo Cesar Rico Gutiérrez es Estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia.

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...Ella no era de aquí...

Por Edison Alexander Bedoya Gómez

aquíno eraElla

de

La primera vez en notar algo extraño, fue en aquella ocasión, cuando al levantar el brazo como señal para detener el au-

tobús, un gallinazo se posó en su mano y la ob-servó con expresión devoradora. En las noches se caía en sueños confusos y perturbadores, y siempre un aleteo insistente en los vidrios del ventanal le anunciaba la llegada del amanecer. Al separar las cortinas veía un gallinazo inten-tando entrar con afán en su habitación.

Gallinazos en todos los tejados, por cada hoja de los árboles, en los postes, en los cables del alumbrado público, volando en círculos sobre su cabeza, por donde caminara o mirara había cientos de manchas negras emplumadas.

Al salir del hospital, el dictamen médico con-firmó sus más terribles sospechas.

Arrugo el papel contra su pecho, exhaló un profundo suspiro y el papel se desgajó lenta-mente en sus dedos.

Una figura se aleja hacia el horizonte, sobre su cabeza vuelan en círculos manchas negras em-plumadas. Mientras el suave viento juguetea con un papel de sellos médicos, donde se al-canza a leer esta sentencia: “sí, definitivamente la vida es una enfermedad incurable”.

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* Edison Alexander Bedoya Gómez es Estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia.

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...Las Coloridas Galaxias...

¡Cómo te quiero! Prolijo mi quehacer, inmenso mi destino, cui-dar tu camino, entregarte mi querer.

¡Cómo te quiero!

Nuestro amor se deslizará por un bosque mul-ticolor, tu silueta flotará entre doradas flores, tu figura danzará en aguas de bellos colores. Mi amor por ti no permitirá, que jamás algún día, se desmorone tu fantasía, mágica prince-sa, dueña de mi alegría.

¡Cómo te quiero!

Entregaremos algunos de nuestros pasos al particular Dionisio, nos regocijaremos en sus suaves placeres, el vino nos embrollará en sua-ves amaneceres.

_________________________________* Edinson Álvaro González Medina es Estudiante Español y filología clásica de la Universidad Nacional de [email protected]

Las coloridas galaxias se alejan con un insólito deambular, éstas producen en el paisaje cósmico un solitario y frío

universo, solo nuestro beso será fuente de cálido abrigo. Las voces de una antigua aldea hebrea, exclamaron a los vientos futuros: “la pálida luna arrojará un melancólico llanto de sangre, de antiguos ángeles guerreros, inte-rrumpiendo la simpática danza de las mareas.” ¿Cómo desfilarán las encrespadas aguas azu-les? ¿Quién saludará las piedras costeras con espumeante cristal líquido? Será preciso solici-tar el brillo de tus ojos, para que la cosmogonía no extrañe la hermosa y resplandeciente luna, y así, de manera sosegada, retorne la simpáti-ca danza de las mareas. El carruaje de Helios anuncia que abandonará la esfera de fuego que nos saluda con su caluroso rayo, con su rojizo atardecer, ¿Qué será de ti magnifica estrella? Pues los susurros de los dioses, pronostican, que te sumergirás en un escenario de oscura presentación. ¿Quién entregará luz y vida a las estrellas que decoran el firmamento? Solicita-remos tu resplandeciente alma, princesa mía, para iluminar con genial maestría, las estrellas que dibujan la fantasía en la noche azulina, que endulza a los nobles mortales.

GalaxiasColoridasLas

Por Edinson Álvaro González Medina

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...Si hablo es por que no puedo estar callado...

Si hablo es porque no puedo estar callado,porque las palabras se me escapan de la boca,porque estoy siempre feliz, enamorado,porque mi lengua es una lengua loca.Si hablo es porque tanto hay que decirnos,tantos poemas de vos, y tantas prosas,porque para algo tiene que servirnosel odio o el amor, o ambas cosas.Si hablo es porque abril me ha sorprendidomirando el horizonte, tan lejano,porque hablando nos libramos del olvido,porque esto es lo que me hace más humano.Si hablo es porque callar es imposible ahoracuando se exige que mi voz suene, sin demora.

* Lucas Vargas y Sierra es Estudiante de Periodismo de la Universidad de Antioquia.

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Habloes por que no

Por Lucas Vargas y Sierra

Si

puedoestarcallado

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...En mis sueños solo están mis importancias...

Estar dormido es no poder controlar tus sueños, es no poder ver la diferencia entre estar despierto o dormido,/Aunque estés despierto.Despiertas cuando te sumerges...Estar despierto es ver la realidad de los despiertos y los dormidos,/Aunque los despiertos estén dormidos.-¡Despiértame cuando esté dormido pero nunca me despiertes mientras esté soñando¡- Desearía nunca haber despertadoDesearía haber seguido siendo un sueño.El sueño es estar tranquiloMi sueño es despertar tranquilo,Pero, ¿cómo vivir un sueño si no estas soñando,cómo despertar tranquilo si se trunca un sueño?-Sueño y estoy tranquilome encuentro intranquilo si no estoy soñando-. Algunos andan dormidos y soñando/ Aunque parezcan muy despiertos.Otros creen que están soñando, pero en realidad están perdidos(por que sus sueños son de otros aún más intranquilos...)-¡Duerme tranquilo, y nunca te preocupessi no puedes dormir en un sueño, - y crees que si lees esto estás despierto-.

* Jorge William Vasco Zapata es Estudiante de Artes Plásticas de la Universidad de Nacional de Colombia.

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En mis

importanciassolo están missueñosPor Jorge Vasco

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...Nada poética...

Es cierto, a ningún poeta le conviene el encierro,tampoco salir. Ni el ron le conviene, menos estar sobrio.No necesita nadie que lo moleste, pero “es tan molesto vivir, y es tan molesto estar solo” No ama lo bello, sólo se enamoraAún teme lo horrendo que puede llegar a ser El mundo, los demás, él. No lo llena el aire. Por más que intente, no logra estrangularlo el vacío. Nada puede penetrar su blanduraque también se pone dura de vez en cuando. En compañía de ella corta la ilusión, se absuelvedel destierro y se condena al único espejismodel que es adictoCuando siente esa mandíbula masticándole por dentro,todo el tiempo, sin receso alguno, las mujeres y laspalabras se le confunden. Así como la tinta y el semen.En el momento de más luz que debería tener su mirada,el poeta yace apagado. Las palabras se van a la casa de sus verdaderos novios. Y las mujeresquedan atrapadas en su piel, transcritas a SU bola de papelpegachento y mojado.

* Gustavo Andrés Valdés Acero es Estudiante de Filosofía de la Universidad de Nacional de Colombia.

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poéticaNadaPor Gustavo Andrés Valdés Acero

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...Efecto Marea...

Hoy desperté con tu recuerdo royendo mi máscara. Te creía lejos, pero el efecto marea te ha traído. Y no sé si es la luna o tu seno izquierdo (que cabía perfecto en mi mano)Al cual llamabas Luna. Poco comprendo yo de fuerzas,de leyes. Sólo sé que mi cuerpo añora tu cuerpo. Y es como un hambre, se pareceal hambre. Yo intento mantenerlo contento. Te juro que le doy de comer, me tomo con juiciola sopita sin amor. A veces hasta le doy desayunoy almuerzo. No es ese el problema, mi cuerpo no muere de inanición, muere de ti,de tu ausencia que hunde su talón en mi pecho,de tu ausencia que es como un tanqueque me pasa por encima. Porque, después de todo,para qué gastar munición en mí? Tu atravesaste el puente, después, quemaste mis venas.Una y otra vez repitoMe rindo, me rindo, me rindo! Pero no te satisface. Quieres asegurartede haber sido un completo Armagedónen mi pesebre, quieres frustrar el rito que me devuelva a la vida. Te he tomado demasiado en serio, esos son los cargos,Has logrado condenarme aunque sonrío. No era mi intención irme sin haber amado como un loco que aúlla el recuerdode haber quebrado tu represa.

* Gustavo Andrés Valdés Acero es Estudiante de Filosofía de la Universidad de Nacional de Colombia.

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MareaEfectoPor Gustavo Andrés Valdés Acero

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...Panoramica de una habitación estrecha...

Panorámica

Por Ignacio Javier Beetar Zúñiga

de una

Novocaína en el cerebroLa pared en la que apoyo mi cabeza.Los remolinos del agua en la taza del inodoro.El dinero que religiosamente me gira mamá a fin de mes.La expresión de asombro de mi perro mientras me rasco el culo.El fastidio de tener que terminar de leer una estúpida noveladonde una niña japonesa de dos años se cree una tubería.El Clonazepán y la Novocaína que le robé a la tía Gavina antesde venirme a vivir a Medellín.El dolor de espalda y de piernas por tanto andar las calles de esta ciudad de mierda. Los eructos y flatulencias que me provocan las lentejas y los cigarrillos.El ir y venir de carros y motos antes y después de ponerun pie fuera del apartamento.Los cumpleaños que siempre olvido.Las amenazas de mi novia cuando la dejo hablando sola en el teléfono.La hediondez en mis zapatos.Las ganas de conocer Nueva York.La voz carrasposa de Tom Waits.La pereza de salir a buscar empleo.Y otras cosas que se me escapan cada vez que enciendo la tele.

habitación estrecha

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...Panoramica de una habitación estrecha...

La gente detesta mi mal aliento6:30 pmTengo medicinas suficientes para combatir mi mal alientopero no las tomo por pereza.La poca gente que conozco no me habla.Evitan mis invitaciones a beber.Pero eso no me importa.Compro diez cervezas y me instalo en el sofá de la salacon un espejo frente al rostroy me digo tres o cuatro cosas.

7:20 pmEl teléfono suena antes de terminar la primera cerveza.Alguien ha hecho una llamada por cobrar desde Estambul.Preguntan por Carol (la rubia feliz de Barcelona)y yo digo que aquí no vive ninguna Caroly que esto no es Barcelona sino Medellíny que ya quisiera yo que esto fuera Barcelona.

3:00 amEl humo en la oscuridad no es humo sino la manode alguien sin rostro.Odio fumar en la oscuridad.Odio las caricias desconocidas.

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...Panoramica de una habitación estrecha...

ManíasTengo la manía de recorrer las calles en zigzagy evito pisar los bordes de las aceras más de dos veces seguidas.Me detengo en las esquinas y miro las montañasdetrás de los edificios.Y tengo la sensación de que nada es tan real como parece.Y que el camuflaje puede ser, si así se quiere,una mejor forma de estar en paz con el mundo.Y sin embargo vuelvo los ojos al suelo y continúo mi camino,siempre en zigzag y tratando de no pisar los bordes de las acerasdemasiadas veces.

En la estación más próxima compro un ticket de ida y vuelta a casa.Y lo compro de ida y vuelta porque en realidadno quiero regresar tan pronto.Permanezco de pie en el paradero.Y de cuando en cuando limpio la punta de mis zapatos.Y me apeno de llevar la misma ridícula camisa de todaslas noches.Y dejo que el tren siga su curso.Y que el amor espere por mí inútilmente.Y que todas mis manías arremetan de golpe.Que el transporte avance.Que la gente baje y suba como de ordinario.En aparente paz con el mundo pero con miedo a viajar demasiado solos.Porque a las nueve de la noche cualquier vagón del metroles parece peligroso.

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...Panoramica de una habitación estrecha...

Releyendo a Paul AusterSentado en el retrete. Con las manos sobre las rodillas y los ojos fijos en el rollo de papel higiénico. Esperando que la peste fluya. Que todo se despeje.He vuelto a leer El palacio de la luna.Experimento una extraña satisfacción.Una sensación de abandono que no tiene nada que ver con el silencio.Tal vez con la soledad, pero definitivamenteno con el silencio.Hoy nadie me ha llamado por teléfono.Las rosas y los geranios de la sala aún no están marchitos.En la nevera no hay nada de comer pero esono me preocupa.Es un buen momento para meditar.Para dar rienda suelta a la felicidad.¿Estará la felicidad en el retrete?¿Será que estar sentado en el retrete haciendo lo que se debees un síntoma de felicidad?No he pagado las cuentas del apartamentoy posiblemente no pueda hacerlo durante mucho tiempo.Pero, bah, todo es como debe:En la sala aún hay rosas y geranios.En el retrete, una porción del mundo que no voy a echar de menos.

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...Panoramica de una habitación estrecha...

InstanteAnoche recibí un e-mail de un viejo amigoque vive en Buenos Aires.El mensaje era corto y directo:Eres un tipo desagradable.Un escritorzuelo mediocrepero te quiero.Sé que hay más escritorzuelos mediocres en el mundoy que sobre todo y más que nada abundan en Buenos Aires.Pero patéticos e ingenuos como túmuy pocos.Es probable que después de tantopor fin haya decidido sincerarse.Es probable que su opinión sea acertada.Pero eso poco importa ahora.Él seguirá andando las calles de una metrópoli agotada.Yo seguiré tecleando cada nochea pesar mío.A pesar de los viejos amigos que en uno u otro momentosuelen dar pésimos consejos.A pesar de este apartamento ajeno donde cada cosaque miro y toco me repele.

Es así como se mueve el mundo.Es esta la mejor y única forma de darle muerte a las canciones.

* Ignacio Javier Beetar Zúñiga es Estudiante de Filosofía de la Universidad de Antioquia.

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DIBUJONombre de la Obra: De la serie: el inconsciente es el propio cuerpo

Autor: Jorge VascoTécnica: tinta sobre papel, agenda de viaje

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