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1 Simón Rodríguez i No quiero parecerme a los árboles, decía, que echan raíces en un lugar, sino al viento, al agua, al sol, a todas las cosas que marchan sin cesar. 1 "¡Murió Bolívar! Desde entonces yo vivo vagando en el olvido" certera frase de Simón Rodríguez que describe muy bien lo que sucedió con su existencia después de 1830 cuando fallece Bolívar y también después de su propia muerte ocurrida a la edad de 84 años, el 28 de febrero de 1854 en el pequeño poblado de Amotape cerca de Paita en Perú. Un orgullo para el periodismo penquista debiera ser, la posibilidad de haber contado entre los pioneros de la prensa regional al destacado intelectual venezolano Simón Rodríguez. Pero su nombre, aquí no es recordado por una calle, una plaza, una escuela o un modesto pasaje. Simón Rodríguez continúa "vagando en el olvido" por la calles de Concepción. Quizás su fantasma continúe paseándose por la calle Castellón, entre Freire y Maipú un poco más abajo de la Iglesia de la Merced, donde aún se conserva un pedazo de muro que perteneció al Instituto Literario en el cual hizo clases. En ese mismo edificio se publicó entre 1833 y fines de 1834, El Faro del Bío-Bío, en el que se supone que escribió y en cuya imprenta dio a luz la introducción a la parte final de su obra Sociedades Americanas en 1928" con el subtítulo de "Luces y virtudes sociales". Simón Rodríguez llegó a Concepción en una fecha un poco posterior al 13 de marzo de 1833, invitado por el Intendente de la Provincia José Antonio Alemparte. La citada fecha es la de su arribo a Chile en el puerto de Valparaíso. Unos meses después, el jueves 17 de octubre de ese mismo año se publica el primer número del Faro del Bío-Bío, el primer periódico que aparecía al sur de Santiago, en la Capital del Sur como se conocía a Concepción por esos años. En el cual, Rodríguez habría participado como redactor. La razón de su viaje uno más entre los incontables que realizó en su vidafue hacerse cargo de la dirección de una escuela anexa al Instituto Literario. También durante el año 1833 hizo clases de matemáticas en dicho establecimiento, labor que debió dejar por instrucciones del propio Intendente Alemparte, por algunas excentricidades que se permitía Rodríguez, aunque continuó dirigiendo la escuela anexa. La Capital del Bío-Bío, no lo trató como se merecía un intelectual de su nivel, quizás por sus excentricidades, quizás porque al poco tiempo de instalarse en esta ciudad ya convivía con una mujer mapuche quien no era su esposa, quizás porque no iba a misa y a sus hijos no sólo no los bautizaba, sino que les ponía nombres no cristianos como Zanahoria, Poroto y Choclo. 1 Amunátegui, M.

Simón Rodríguez (en Concepción)

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Simón Rodríguezi

No quiero parecerme a los árboles, decía, que echan raíces en un lugar, sino al viento,

al agua, al sol, a todas las cosas que marchan sin cesar.

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"¡Murió Bolívar! Desde entonces yo vivo vagando en el olvido" certera frase de Simón Rodríguez que describe muy bien lo que sucedió con su existencia después de 1830 cuando fallece Bolívar y también después de su propia muerte ocurrida a la edad de 84 años, el 28 de febrero de 1854 en el pequeño poblado de Amotape cerca de Paita en Perú.

Un orgullo para el periodismo penquista debiera ser, la posibilidad de haber

contado entre los pioneros de la prensa regional al destacado intelectual venezolano Simón Rodríguez. Pero su nombre, aquí no es recordado por una calle, una plaza, una escuela o un modesto pasaje. Simón Rodríguez continúa "vagando en el olvido" por la calles de Concepción. Quizás su fantasma continúe paseándose por la calle Castellón, entre Freire y Maipú un poco más abajo de la Iglesia de la Merced, donde aún se conserva un pedazo de muro que perteneció al Instituto Literario en el cual hizo clases. En ese mismo edificio se publicó entre 1833 y fines de 1834, El Faro del Bío-Bío, en el que se supone que escribió y en cuya imprenta dio a luz la introducción a la parte final de su obra “Sociedades Americanas en 1928" con el subtítulo de "Luces y virtudes sociales".

Simón Rodríguez llegó a Concepción en una fecha un poco posterior al 13 de marzo de 1833, invitado por el Intendente de la Provincia José Antonio Alemparte. La citada fecha es la de su arribo a Chile en el puerto de Valparaíso. Unos meses después, el jueves 17 de octubre de ese mismo año se publica el primer número del Faro del Bío-Bío, el primer periódico que aparecía al sur de Santiago, en la Capital del Sur como se conocía a Concepción por esos años. En el cual, Rodríguez habría participado como redactor.

La razón de su viaje —uno más entre los incontables que realizó en su vida— fue

hacerse cargo de la dirección de una escuela anexa al Instituto Literario. También durante el año 1833 hizo clases de matemáticas en dicho establecimiento, labor que debió dejar por instrucciones del propio Intendente Alemparte, por algunas excentricidades que se permitía Rodríguez, aunque continuó dirigiendo la escuela anexa.

La Capital del Bío-Bío, no lo trató como se merecía un intelectual de su nivel, quizás

por sus excentricidades, quizás porque al poco tiempo de instalarse en esta ciudad ya convivía con una mujer mapuche quien no era su esposa, quizás porque no iba a misa y a sus hijos no sólo no los bautizaba, sino que les ponía nombres no cristianos como Zanahoria, Poroto y Choclo.

1 Amunátegui, M.

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El escritor

Fracasado su proyecto de colocar sus ideas sobre la educación en práctica en la escuela de Chuquisaca en Bolivia, Simón Rodríguez buscó convencer a sus contemporáneos y quizás también a las generaciones venideras, a través del raciocinio, para lo cual se propuso publicar sobre todo la obra que expresaba sus ideas acerca de la sociedad, ideas que el creía aplicables sólo en nuestro continente. Así en 1828 publicó en Arequipa la introducción de su obra o el pródromo como él le llama y que según el Diccionario de la lengua española de la RAE significó "malestar que precede a la enfermedad".

En 1830 publica El libertador del mediodía de América i sus compañeros de armas

defendidos por un amigo de la causa. Un alegato en favor de su amigo y discípulo Simón Bolívar, del cual se publicará un extracto en El Mercurio de Valparaíso el 25 de febrero de 1840.

Después de un frustrado intento de publicar las Sociedades Americanas en Lima

consigue en Concepción el apoyo del Intendente de la Provincia José Antonio Alemparte, quien le impone la condición de que comenzara con la cuarta y última parte del libro que era la que interesaba a Alemparte. Rodríguez tuvo que aceptar y en 1834 se publicó en la imprenta del Instituto Literario de Concepción la Introducción a la cuarta parte.

Sobre esta publicación, es muy ilustrativo el comunicado aportado por un lector de

iniciales J. S. P. que encontramos en El Faro del Bío-Bío N° 50 del miércoles 22 de octubre de 1834, y que alude a la obra de Simón Rodríguez publicada en Concepción, aunque extrañamente no menciona el nombre del autor de Sociedades Americanas.

Sr. Er. del Faro Ha llegado a mis manos un escrito intitulado Sociedades Americanas &c, principiado en

Arequipa en 828 y continuado ahora en esta ciudad, aunque no por el orden que el autor se propuso, según se ha traslucido, tanto por el deseo de complacer en ello al jefe de la provincia que ha sido talvez el mandatario en quien han encontrado mejor acojida las ideas republicanas, cuya base es la del escrito indicado, cuando por conciliar otras necesidades que no es del caso decir. Convencido el autor de la ineficacia de todos los medios empleados hasta el día para mejorar la suerte de América, y no contándose con el triste recurso de que ella se vaya aprovechando de ejemplos que le ofrece la Europa vieja en preocupaciones y orgullosa de su saviduría propone como el medio más seguro la educación popular, arma contra la que se han mantenido en guardia los tiranos. En la obra se manifiesta el plan de esta educación, y por las pruebas que ha podido darnos en el ensayo práctico que hemos visto en esta ciudad, se puede asegurar que la filosofía acendrada, el estudio más constante y la meditación más profunda, han podido solo dar un resultado tan seguro y tan fácil de obtener donde haya patriotismo y donde el gobierno quiera descansar en la opinión pública. Como chileno hago votos porque el de la nación inmortalice su administración tomando a su cargo la educador, popular bajo distinta forma que lo está en el día; pues una larga experiencia ha enseñado cuan poco o nada se consigue con los medios empleados que no se contente con decir como muchos: que odríamos estar más atrasados; esa es obra del tiempo

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porque se podrá responder a lo 1° que debíamos estar más adelantados; y a lo 2o lo que al tiempo se deja en el tiempo se queda.

Desearía Sr. Er. que U. se dignase dar un lugar en su periódico a esta indicación que el deseo de mejor suerte para mi país me ha arrancado, y que si U. se sirviera ilustrarla como tan fácilmente puede hacerlo, le sería mui reconocido su atento

S. Q. S. M. B. - J. S. P.

En Arequipa imprimió la introducción de la obra y no había podido continuar. En Concepción daba a la imprenta la introducción a la cuarta parte, quedándose solo en introducciones.

En 1839, publica su Carta a cinco bolivianos a la caída de la confederación Perú-

boliviana, y luego, 11 artículos en febrero de 1840 en El Mercurio de Valparaíso y reedita su libro Sociedades Americanas, del cual existe una reedición de 1842 hecha en Lima.

Quizás su última publicación sea el Extracto sucinto de mi obra sobre la Educación

Republicana en el periódico El Neogranadino de Bogotá. Tal como el temía, la muerte lo sorprende con un baúl de manuscritos jamás publicados los cuales terminan devorados por el fuego en el gran incendio de Guayaquil ocurrido en 1896 que consumió más de la mitad de esa ciudad y toda la obra inédita de Rodríguez. El exhibicionista y su castigo

Sus primeros biógrafos, los chilenos Amunátegui, dicen que "solía pasearse por la

mañana en su cuarto con el traje que usó Adán antes de su primer pecado" y Eduardo Galeano, sin citar la fuente de su información, escribe: "se rumorea que una de sus escuelas, la de Concepción, fue arrasada por un terremoto que Dios envió cuando supo que Don Simón enseñaba anatomía paseándose en cueros ante los alumnos".

En todo caso, y para desvirtuar en parte estos rumores diremos que el sismo del 20

de enero de 1835, no estuvo focalizado en la escuela dirigida por Simón Rodríguez y no fue un terremoto cualquiera de los incontables que se producen en nuestro país. Fue llamado "La Ruina" y destruyó completamente no solo la ciudad de Concepción, sino también Talcahuano, con tsunami incluido, y las ciudades de Chillán y Los Ángeles.

Posteriormente, como consecuencia del sismo, Chillán fue trasladado de su antiguo emplazamiento en Chillán Viejo y las ciudades de Concepción y Los Ángeles estuvieron a punto de ser reconstruidas en lugares diferentes. Concepción pudo haber sido trasladada a Punta de Parra, pero ya la habían trasladado una vez desde Penco, y la ciudad ya no quería más mudanzas. Finalmente, se decidió que permaneciera en el mismo sitio. Este movimiento sísmico se sintió con fuerza en todo el territorio chileno de la época el cual llegaba hasta la ciudad de Mendoza. Además el único muro anterior a 1835 que queda en Concepción, es justamente el del edificio que albergó al Instituto Literario, a El

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Faro del Bío-Bío y probablemente a la escuela anexa de dicho instituto la cual era dirigida por Rodríguez.

Después del terremoto, el Intendente Alemparte formó una Comisión Científica

encargada de evaluar la situación y proponer un eventual traslado de la ciudad de Concepción a un sitio más seguro. En dicha comisión participó Simón Rodríguez junto al ingeniero y ex rector del Instituto Nacional Carlos Ambrosio Lozier y al profesor del Instituto Literario y agrimensor Juan José Arteaga. Después de realizado su trabajo, la Comisión Científica propuso llevar la ciudad a Punta de Parra, sin embargo, las autoridades, con la participación de algunos ciudadanos destacados, decidieron desoír el consejo de la mencionada comisión y reconstruir la ciudad de Concepción en su misma actual ubicación.

Anteriormente ya le había correspondido formar parte de la Junta Provincial de

Estudios, la que trabajó en la obra de fomentar la educación en la provincia y estaba constituida por los señores Bernardo Osorio, Juez Letrado; Pedro del Río, Tesorero Fiscal y Simón Rodríguez como profesor, todos ellos en calidad de propietarios. Los suplentes eran Domingo Ocampo Secretario de la Intendencia y Domingo Cruzat como vecino. Sus ideas

En general, las ideas de Simón Rodríguez no corresponden a las de su época, un

caso que nos puede servir como ejemplo es su propuesta sobre la ortografía que la podemos resumir en desterrar toda letra que como la hache no se pronuncia y también la "u", en los casos en que ésta tampoco representa un sonido, y además, le parece un derroche que haya dos o más letras para un solo sonido, como sucede con la “k”, la "q" y la "c" delante de la "a", la "u" y la "o".

Esta idea se parece muchísimo a la propuesta que lanzó Gabriel García Márquez en

1997 en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española realizado en Zacatecas donde leyó su texto "Botella al mar para el dios de las palabras" y provocó gran alboroto y polémica. Dejemos que García Márquez lo diga con sus propias palabras:

Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches

rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?.

La "Botella al mar para el dios de las palabras" fue como una molotov lanzada a los académicos más conservadores que armaron tremendo alboroto ya que se consideran a si mismos como los dioses de las palabras cuando solo tienen el poder de dictar algunas normas que la mayoría viola por ignorancia. Probablemente, le hubieran gritado loco a

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Gabriel García Márquez, el autor del atentado, si no hubiese tenido el chaleco antibalas de un Premio Nobel de Literatura. Aparte del alboroto y los traseros chamuscados, nada cambió en la ortografía española, después de Zacatecas.

Un siglo y medio separan a ambas propuestas y aunque tampoco la de García

Márquez haya sido aceptada, ya en 1997 los adolescentes, casi niños, chateaban más o menos en la forma propuesta por el novelista, en parte por ahorrarse algunos golpes en las teclas y quizás también por irreverencia pura, simplemente por el gustito de violar las reglas, allí en el chat lejos de la tutela de padres y profesores donde podían saludarse sin escándalo con un "Ola komo t va" y recibir como respuesta un "bkn".

Simón Rodríguez también quería que el lenguaje incluyera un sistema de signos

que indiquen el tono, el acento y la modulación de la voz, lo cual lo llevó a extraviar el camino llegando a hacer perder la claridad del lenguaje incluyendo muchos signos algebraicos como llaves, paréntesis, líneas y signos igual.

Por ese camino llega a la situación opuesta a la de Stephen Hawking quien escribe un libro completo de divulgación científica, Historia del Tiempo, sin usar más que una ecuación, la célebre ecuación de Einstein, E=mc2. En contraste, Simón Rodríguez quien no tiene un consejero económico que le advierta que cada ecuación que incluya en sus libros reducirá sus ventas a la mitad escribe en cada página, sobre cualquier tema social que aborda, una cantidad de cosas muy semejantes a una ecuación, acercándose todo lo posible al lenguaje matemático.

Parece que los usuarios de internet han resuelto mejor el tema inventando los

emoticones unos jeroglíficos como ; ) o : ) que permiten agregar un guiño o una sonrisa al mensaje y que ayudan a entender mejor la intención del que escribe, los cuales han evolucionado a caritas sonrientes o tristes y otras que expresan las emociones más frecuentes.

El loco

Muchos lo han considerado loco, los Amunátegui abren su biografía colocándose en el lugar de sus lectores quienes podrían preguntarse "¿I qué utilidad puede sacarse de la historia de un loco? ¿Con que objeto escribirla? ¿Qué provecho resultará de leerla?" y no lo hacen para afirmar su cordura sino como ellos dicen: "En cuanto a nosotros, hemos escrito la biografía de don Simón Rodríguez porque no la juzgamos enteramente desnuda de interés. La vida de un loco es muchas veces una lección para los cuerdos. Los locos como los niños suelen decir grandes verdades; i si no las dicen, el conocimiento de SUS

extravíos sirve para impedir que caigamos en las mismas aberraciones".

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Seguramente, más de alguno no sólo le hizo remolinos en la sien a sus espaldas, sino que le gritó loco en su cara, pues de alguna forma le responde a quienes le llaman loco en una página de su libro "Sociedades Americanas en 1828" publicado en Concepción (1834) y reeditado luego en Valparaíso (1840) el siguiente texto está tomado de esta última edición (conservamos su ortografía y el particular uso de mayúsculas y cursivas):

La novedad de estas observaciones como la orijinalidad de pretender

que no debe haber ... POPULACHO en las REPUBLICAS

hacen pasar al autor de este tratado por loco

déjesele transmitir sus LOCURAS á los Padres que están por nacer.

Ellos las leerán y juzgarán lo que quieran

sin preguntar quien las escribió. Los padres actuales que tengan ya su plan, instruyan á sus hijos en él,

y escríbanlo para que no se les olvide ponerlo en práctica. hagan mas

búrlense de los desatinos del LOCO para que sus descendientes los desprecien

Ellos harán lo que les parezca ... Para ellos será, tal vez, CUERDO el loco

O ni de LOCOS ni de cuerdos harán caso y harán

(como nosotros estamos haciendo) lo que les dé su muí sobrada gana.

La locura es contagiosa

Con toda su locura, Simón Rodríguez es una persona que provoca admiración y quizás por eso inconscientemente lo hemos llegado a comparar con otra persona aún más admirable, nos referimos a Ernesto Guevara. Esta comparación parece gratuita y arbitraria, incluso una locura. Suponemos que la razón puede estar en el no lejano aniversario número 40 de la muerte del Che conmemorado el 8 de octubre de 2007, o del cumpleaños número 80 que hubiera sido el 14 de junio del presente año 2008. Como sea, Ernesto Guevara de la Serna, de alguna forma, como un fantasma traspasando cualquier barrera se introdujo en este texto.

— ¡Bienvenido Comandante! Ambos nacen en esta América del Sur, Simón en Venezuela, Ernesto en Argentina.

Y mueren fuera de sus respectivas patrias, en otros países de este mismo continente. Sus restos son repatriados a Venezuela y a Cuba (la segunda patria del Che) respectivamente.

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Los dos fuman cigarros. De Ernesto existen muchas fotos con un enorme habano, a pesar de ser médico y tener asma, de Simón sabemos que fumaba cigarros por una página de un diario que habría llevado Louis Antoine Vendel-Heyl donde relata con detalle una visita que le hiciera a Simón Rodríguez en Valparaíso el viernes 29 de mayo de 1840: "Hallábase en medio de algunos alumnos a quienes daba, si no me engaño, una lección de matemáticas. Luego que supo que yo quería hablarle, me hizo atravesar de nuevo el patio por donde había entrado, i después de haberme llevado a su cocina, adonde necesitaba pasar para encender un cigarro...". A pesar de fumar cigarros Simón Rodríguez vivió hasta los 84 años. ¡Que no se enteren las tabacaleras, que son capaces de usarlo en su publicidad!

Ninguno va a misa. Este hecho, no debe haberle causado mayores problemas a

Ernesto, pero era un asunto grave en la sociedad en que vivió Simón Rodríguez, más aún si consideramos que era hijo de un clérigo: el cura caraqueño Alejandro Carreño. Simón Narciso Rodríguez había nacido en Caracas la noche del 28 al 29 de octubre de 1769 y los primeros años de su vida llevó el apellido Carreño que luego cambió por el su madre: Rodríguez. Cuando abandonó Venezuela adoptó el nombre de Samuel Robinson para proteger su identidad. En muchas ocasiones volvió a usar ese nombre.

Ambos viajan por el mundo en muchos casos a pie. Según los hermanos

Amunátegui, Simón "Antes de que viniera a Chile había viajado cuarenta i cuatro años, veinte i seis en Europa i diez ¡ ocho en América, de los cuales había empleado dos en recorrer los Estados Unidos, siendo una particularidad digna de notarse que comúnmente no viajaba sino a pie." Ernesto recorre 4.500 kilómetros en bicicleta con motor por el norte argentino, luego se embarca como paramédico en barcos petroleros de YPF y recorre desde Comodoro Rivadavia hasta Trinidad Tobago, pasando por Curazao, Guyana, Venezuela y varios puertos de Brasil luego emprende un viaje por América del Sur recorre Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela y regresa a Argentina. Parte luego a Bolivia y sigue a Guatemala, el golpe contra Jacobo Árbenz lo hace salir hacia México, de ahí irá a Cuba con la expedición del Granma, luego del triunfo de la revolución y como diplomático cubano los viajes lo llevan a Europa, Asia y África, continente al que volverá como guerrillero. Su último viaje es a Bolivia donde lo alcanza la muerte.

Ellos elijen Bolivia para poner en práctica sus ideas. Guevara para hacer una

revolución socialista y extenderla luego a todo el continente. El proyecto de Rodríguez consistía en formar ciudadanos que tuvieran costumbres republicanas para cumplir los fines sociales y una industria para asegurar su subsistencia. Abarcaba la educación de los niños y el cultivo de la tierra que debía proporcionar a éstos trabajo o materiales para los oficios manuales o mecánicos. Este proyecto fue compartido con Simón Bolívar quien le dio todo su apoyo.

Don Simón indicó a Bolivia como el lugar más adecuado para tentar la esperiencia por su situación apartada i la condición pacífica de su jente. Si hubiera encontrado un desierto o una

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Tebaida los habría preferido; pero no divisando a mano sitios semejantes, escojía el Alto Perú como el país más solitario i en aquel momento el más tranquilo del nuevo continente, a fin de que nadie le turbara en sus tareas. Quería trabajar en medio de la soledad i el silencio por la rejeneración de la sociedad futura representada en los niños, con el mismo sosiego que hallaban los cenobitas en el alejamiento del mundo para trabajar en su propia justificación.

Bolívar aprobó la indicación y designó a Chuquisaca para teatro del primer ensayo.2

Sus proyectos en Bolivia fracasaron. A Guevara le costó la vida, mientras que Rodríguez tuvo que abandonar Bolivia en un viaje que lo llevó finalmente a Concepción.

Ambos recorren Chile. Ernesto ingresa cruzando el Lago Esmeralda y viajando de

sur a norte, recorre Osorno, Valdivia, Temuco y Santiago en una destartalada moto, que muere en esta última ciudad como pudimos ver en la película Diarios de Motocicleta. En Valparaíso se embarca de polizonte hasta Antofagasta. Simón llega a Valparaíso en barco el 13 de marzo de 1833, luego viene a Concepción hasta el año 1836 en que se muda al poblado de Trilaleubu, a la hacienda Monte Blanco cerca de Pemuco y a Tucapel, tres localidades de la actual Región del Bío-Bío, hasta que el hambre lo ahuyenta de esta región en 1837, hambre que se convertirá en terrible hambruna que diezmará al pueblo mapuche en el invierno de 1839. En 1837 se va a Santiago y se reencuentra con Andrés Bello. En 1838 abre una escuela y una fábrica de velas en Valparaíso y luego abandona Chile, probablemente en 1840.

Tanto uno como el otro son socialistas. Rodríguez como filósofo desarrolla por su

cuenta ideas socialistas similares a las de Fourier y Saint-Simón filósofos franceses de la corriente del socialismo utópico. Guevara es un revolucionario socialista marxista, que elabora nuevas tácticas a partir de las experiencias militares o guerrilleras de Cuba y de África. Escriben artículos y libros.

Tienen su rostro en el dinero que nunca poseyeron en abundancia. Guevara en los

billetes cubanos de 3 pesos. Rodríguez en los venezolanos de 20.000 bolívares antiguos y ahora en los de 50 bolívares fuertes equivalentes a 50.000 bolívares antiguos. Encuentro con Louis Antoine Vendel-Heyl

Una parte de lo que conocemos sobre Simón Rodríguez en Chile se lo debemos a

otro viajero, nos referimos al sabio francés Louis Antoine Vendel-Heyl quien realizaba una travesía de estudio como profesor del buque academia L'Oriental, cuando esta nave arribó a Talcahuano, el inquieto profesor recorrió Concepción, donde conoció la obra de Simón Rodríguez Las Sociedades Americanas y tuvo noticias de que su autor había vivido en esa ciudad, pero que luego se había instalado en Valparaíso, otro puerto en la ruta de

2 Amunátegui, M.

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L'Oriental. Averiguó su dirección para entrevistarse con Rodríguez en cuanto su barco recalara allí.

El interés de Vendel-Heyl por tener esta entrevista surge porque cree ver en los

textos de Rodríguez el pensamiento sansimoniano que él profesa. Cuando finalmente, el 29 de mayo de 1840, logra ubicar al pensador americano la conversación en un momento intenta esclarecer este punto.

Don Simón principió por leerme la continuación de ese cuaderno titulado Sociedades

Americanas, que había despertado mi curiosidad en Concepción. Le hablé entonces de la analojía que había entre sus ideas i las de Fourier i Saint Simón. No

había oído sus nombres sino poco tiempo antes, i no había leído sus obras. Los sabios franceses con quienes más relaciones había tenido durante su permanencia en Francia habían sido nuestros viejos profesores del Jardín de las plantas, los señores Vauguelin i Faugeas de Saint Fond, en cuya casa recordaba haber visto a Brard.

Conversando de estas cosas, me contó que en el curso de sus viajes, que mui joven todavía le habían conducido a muchas rejiones de Europa i América, había descubierto el muriato de hierro nativo, del cual hai depositada una muestra en el museo de historia natural bajo el nombre de Samuel Robinson, en que figuran las iniciales de su nombre i apellido. Con motivo de haber aludido por la circunstancia mencionada el nombre que llevaba, creí deber hacerle el cumplimiento de observarle que en su nombre se encontraban reunidos el de Saint Simón i el de los primeros discípulos de este reformador, Eugenio y Olindo Rodríguez.

Me puse entonces a hablarle de los dogmas religiosos del sansimonismo. Me escuchó sin asombro; pero manifestó que sus creencias al respecto eran diversas. Poco importa, le respondí yo, la diversidad de los medios con tal que la moral sea la misma

i el objeto idéntico. Lo esencial como U. dice en su cuaderno, es hacer la vida cuanto más feliz sea posible para si i para los demás.3

Esta pudo ser la última vez que se vieran ambos personajes, sin embargo cuando el 23 de junio la fragata L'Oriental zarpaba de Valparaíso, naufragó y los pasajeros, entre ellos Vendel-Heyl debieron regresar al puerto que recién habían abandonado. El sabio francés intentó asociarse con Rodríguez para levantar su deprestigiada escuela. Sin embargo éste rechazo el ofrecimiento pensando en que podría perjudicar a Vendel-Heyl. Tal vez esa solo fue una excusa y la verdadera razón es que ya había estado demasiado tiempo en Valparaíso y su espíritu errante ansiaba partir. Así muy pronto cerró su escuela y partió a Perú, abandonando Chile para siempre.

Cuan profunda es la huella que deja Simón Rodríguez en nuestra tierra es tema de

discusión, el libro publicado en Concepción, los artículos que posiblemente escribió en El Faro del Bío-Bío o los que ciertamente publicó en El Mercurio de Valparaíso y el libro que reeditó en Valparaíso podrían ser todo el recuento. Sin embargo, el que Bernardino Pradel haya sido su discípulo, protector y amigo quien después se destacó luchando en las guerras civiles de 1851 y 1959 hace pensar que sus ideas libertarias germinaron en algunos hombres que las conocieron de cerca.

3 Amunátegui, M.

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El Faro del Bío-Bío

Rastreamos en vano la colección completa de El Faro del Bío-Bío esperando encontrar su firma al pie de algún texto ya fuera con el nombre de Simón Rodríguez o de Samuel Robinson, el cual también usó muchas veces incluso en Chile, u otro apelativo que nos pareciera que podría corresponder a él, pero no tuvimos éxito, no encontramos ni siquiera una alusión directa a su persona, sin embargo, olimos un rastro en una nota bastante breve, es en la edición N° 50 del miércoles 22 de octubre de 1834 donde figura, sin ser explícito el título de su libro publicado aquí en Concepción.

Sociedad de Amigos, Pasquines La sociedad de amigos, para justificar las esperanzas de los que la han creado, continúa sus

amables reuniones cuya dulzura nada ha podido perturbar hasta hoy. Los respetos, la alegría, la decencia y la franca unión se hacen en ella cada día más notables, y aumentan con su atractivo irresistible el número de los discípulos de este ateneo del placer. Sólo una cosa nos ha sorprendido en esta última reunión, es que al salir varias personas se han quejado de haber encontrado en sus sombreros más de esos escritos sucios llamados pasquines.

Estamos convencidos de que los autores de las demasiado numerosas indecencias que circulan en el público hace ya algún tiempo, y que atacan a personas de respeto, no forman parte de la sociedad de amigos, pero recomendamos a los que se hallan a la cabeza de este establecimiento, por la elección de los suscriptores, que velen en no admitir definitivamente sino a los suscriptores y a los que lleven su boleto de entrada. En cuanto a los reclamos que se nos han dirigido con respecto a estos panfletos por tipos de aquellos que los han sufrido y que querrían que hiciéramos justicia respecto de estos papeles anónimos en nuestro diario, no los creemos bastante fundados para hacer derecho a estos reclamos, y nos limitamos a aconsejar a los reclamantes que desprecien unos escritos obscuros y muchas veces ininteligibles, obras de algunos enemigos de las luces y de las virtudes sociales, haciendo el uso a que se destina un papel inútil; este es único y mejor modo de vengarse de los cobardes: haberles tachado de infamia es haberles contestado.

Esos "enemigos de las luces y de las virtudes sociales" podrían ser enemigos de

Simón Rodríguez quien pudo ser la víctima de esos pasquines, también podríamos pensar que este texto sin firma es de su autoría.

El diario El Sur de Concepción publicó unas nota sobre El Faro del Bío-Bío y sobre

otros periódicos de Concepción que son fragmentos de las cartas dirigidas a su hijo por el señor de iniciales T. S. S. cuyo nombre no conocemos, pero que quizás pudiéramos encontrar en La Tarántula, periódico en el cual escribía. Lo importante es que T. S. S. refiriéndose a El Faro del Bío-Bío, dice:

Periódico semanal que se publicó antes del año 1835, siendo uno de sus principales redactores don Simón Rodríguez, venezolano, tutor, maestro de primeras letras y amigo del inmortal libertador de Colombia don Simón Bolívar, este señor Rodríguez fue mui partidario del sistema de Fourier en las familias; uno de sus más aventajados discípulos y ardiente admirador fue el señor Pedro Santos Cruzat.

Don Simón Rodríguez escribió un libro que corrió impreso en aquella época y en la ciudad de Concepción, que llevaba por lema "Sociedades Americanas", era un hombre raro y estravagante

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en su modo de vestir y aún de pensar, anciano ya, pobre y sin amigos vivió en sus últimos tres años en el fundo Monte-Blanco cerca de Pemuco asociado a uno de sus más queridos discípulos don Bernardino Pradel quien le tuvo gran aprecio y cariño.

Rodríguez fundó una escuela en Concepción donde tuvo por discípulos, a más de los nombrados, a los señores Pablo Mascenlli y Guarda, Miguel del Río y Peña y varios otros que en este momento no recuerdo, en aquella se le enseñaba prácticamente algunas industrias como ser la de carpintero, de albañil, la de herrería y otras.4

Aunque las líneas que acabamos de leer fueron publicadas en El Sur 50 años después del paso de Simón Rodríguez por Concepción y otros lugares de nuestra región, pudieron haber sido escritas mucho tiempo antes ya que son "pájinas que arranco de las cartas que dirijo a mi hijo C..."\ según declara su autor, y tienen un tono testimonial del cual es difícil dudar.

En sentido contrario a lo anteriormente señalado, René Louvel Bert dedica 4

páginas de sus Crónicas y Semblanzas de Concepción a un bosquejo histórico de El Faro del Bío-Bío y no señala ninguna participación de Simón Rodríguez en el mismo. Por su parte, Horacio Lara Marchant en su librito La Ciudad Mártir, en espacio mucho más breve, tampoco lo menciona. Reinaldo Muñoz Olave en su obra El Instituto Literario de Concepción 1823-1853 nombra a Simón Rodríguez, en sus diversas funciones que ejerció en Concepción y no lo menciona como redactor de El Faro del Bío-Bío.

A pesar de esto, nuestra convicción es que un espíritu tan inquieto como el de

Simón Rodríguez difícilmente se hubiera mantenido totalmente al margen de un periódico que se producía en el mismo lugar en que él dictaba clases. Conocía el oficio de la imprenta y admiraba este antiguo invento que se encontraba en este siglo de oro en pleno apogeo, por eso sospechamos que quizás sea suya esta nota:

Monumento elevado a la memoria de Guttenberg Un monumento va a elevarse en Maguncia a la memoria de Juan Gensfleisch de

Guttenberg, a quien el mundo es deudor de la imprenta. Hallándose Guttenberg en Estrasbourg desterrado de su patria, en 1436, comunicó a algunos amigos suyos, también desterrados, sus primeros ensayos en letras móviles; pero solamente en Maguncia, su ciudad nativa, fue donde se imprimió su primera obra en 1440. La invención de Guttenberg data pues desde 1436, en dos años más se cumplirá el 4

o siglo de su existencia. La ciudad de Maguncia quiere formar este monumento

en la plaza misma, que tiene el nombre de su ilustre compatriota. Con este objeto va a abrirse una suscripción a la que deberán concurrir los hombres ilustres de todas las naciones. Se llevará a los archivos de la ciudad de Maguncia un estado de las sumas remitidas y la lista de los nombres de los donatarios.

El monumento de que acabamos de hablar elevado a Guttenberg prueba que a despecho de los hombres ciegos que desearían extinguir las luces, y sobre todo proscribir los diarios, estos receptáculos de las investigaciones útiles y de la verdad, la razón no retrogradará, y sus clamores

4 El Sur, julio 5 de 1889.

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indecentes, lejos de formar la crítica, establecen más que nunca las ventajas inapreciables del descubrimiento a que se rinde homenaje después de tantos siglos.5

Simón Rodríguez, era experto en muchas cosas, desde la pedagogía hasta la fabricación de velas, pero sobre todo era experto en viajes, los Amunátegui afirman: "Estaba animado por la pasión de los viajes, como otros lo están por la del juego o del amor. El doctor Gall habría descubierto en su cerebro el órgano de la locomotividad. Hacía por gusto lo que el judío errante por necesidad según cuenta la leyenda". Por esta razón reproducimos más adelante el artículo sin firma De los Viajes y de su Origen, del Comercio &c. publicado en El Faro del Bío-Bío del sábado 19 de octubre de 1833, aunque no corresponde al estilo de Simón Rodríguez existe la posibilidad de que sea de su autoría.

En el caso que estos textos sin firma no sean de la pluma de Simón Rodríguez,

podrían ser obra del redactor de El Faro, el francés Luís Boché, un personaje casi tan extraordinario como el propio Rodríguez. Según una versión Boché sería un industrial con algún conocimiento en materia de prensa, según otros sería un médico del ejército napoleónico quien había viajado mucho ejerciendo su profesión en un buque danés primero y luego en un buque francés dedicado al estudio de la caza de la ballena en el Atlántico.

Boché desembarcó en Valparaíso en 1830, año en que en dicho puerto se declaró una

epidemia de escarlatina. Se trasladó a Santiago donde dio a conocer un trabajo sobre esta enfermedad y luego pasó a nuestra ciudad donde permaneció hasta 1834, fecha en que se alejó debido a una serie de malentendidos e incidentes provocados por su carácter ligero y las ácidas polémicas que sostuvo desde el periódico. Años después falleció en Ecuador. Boché era nervioso, turbulento, batallador, lleno de vida y entusiasmo; era un hombre inteligente, rápido y espiritual. Tal fue la discutida y aún poco estudiada personalidad del primer redactor de "El Faro del Bío-Bío".6

Es notable el parecido entre Simón Rodríguez y Luís Boché en lo relativo a su

carácter, viajero incansable, Boché podría ser también un digno tripulante de esta Nave del Olvido.

Al final de este capítulo, incluimos un texto que con plena certeza podemos decir

que fue escrito por Simón Rodríguez, publicado en El Mercurio de Valparaíso, el 27 de febrero de 1840, se trata de un Extracto de la introducción a su obra titulada Las Sociedades Americanas en 1828, como serán y como podrían ser en los siglos venideros.

5 El Faro del Bío-Bío, febrero 26 de 1834. 6 Louvel. R.

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El Faro del Bío-Bío, octubre 19 de 1833

DE LOS VIAJES Y DE SU ORIGEN, DEL COMERCIO &c.

Si hay hombres que merezcan la admiración de sus semejantes y los homenajes de la patria; que sean dignos a un mismo tiempo de las recompensas de su siglo y de los honores de la posteridad, lo son ciertamente estos navegantes intrépidos, que favorecidos sin duda por circunstancias felices, pero movidos más por el bien general que por el interés personal, y no aspirando más que a la gloria, esta compañera de la inmortalidad, han sido los primeros que se han atrevido a lanzarse en los mares, y luego en todo el mundo, tan rápidos como el pensamiento, con el designio de agrandar el círculo de nuestros conocimientos, de llevar la luz, el comercio y las artes, a cien pueblos diversos, cuya existencia parecían haber adivinado.

Así, los nombres de la mayor parte de estos valerosos marinos, Colomb, Gama, Anson, Bouganville, Cook, Lapeyrouse &c, brillan a nuestros ojos con un resplandor que durará más allá de las reliquias que en pos de si deja el hombre opulento que no ha consagrado su vida entera sino a los placeres, a la ociosidad y a estas dulzuras hijas de la molicie que, degradando al que a ellas se abandona, enervan su noble carácter y se oponen al fin para el cual lo había creado la naturaleza.

Sin embargo, este espíritu de descubrimientos y de viajes, que no sube tampoco (y esto se entiende de la Europa) a épocas muy remotas, no fue el único móvil que hizo lanzarse de un punto a otro del globo a tantos hombres inaccesibles al miedo; el oro, que remachó los grillos de los peruanos, la insaciable codicia, condujeron a mil aventureros, que no teniendo nada que perder en su país, y cuyo arrojo ocupaba el lugar de la virtud, deben no solamente distinguirse, sino separarse de los grandes hombres que acabamos de citar, pues a estos grandes hombres no debe imputarse únicamente la mortandad de tantos millares de individuos que con una atrocidad inaudita, que con un furor ciego de monstruos asesinaban infamemente, declarándose adoradores de un Dios de paz, de justicia y de misericordia!

Con todo, bajo cualquier aspecto que se considere la especie de emigración que se hizo entonces, y cualesquiera que sean los crímenes que hayan manchado la gloria de los primeros viajeros, después de satisfecha la curiosidad, debió hablar el interés, y el comercio nació. Así es como en nuestros campos, en un día de tempestad, el rayo que lleva a todas partes el terror, que arranca de raíz y arroja a gran distancia la vieja encina, que derriba la cabaña, destruye el palacio y que no perdona ni aun el templo del Eterno, es precursor y muchas veces compañero de estas lluvias benéficas que traen a la tierra agotada, o demasiado herida por los fuegos de un sol abrasador, la frescura, la vida y la fecundidad.

El comercio nació; y luego otros navegantes, no menos intrépidos, se abalanzaron a los peligros y enfrentaron privaciones de toda especie; pero hicieron por especulación lo que los primeros no habían hecho sino por entusiasmo, por la gloria.

El comercio nació, lo he repetido, esta expresión sería inexacta, si por ella se entendiera que antes de las expediciones lejanas, no había habido comercio; pero no queremos dar a entender, sino que los descubrimientos que de él resultaron, hicieron nacer un comercio nuevo de géneros casi desconocidos entre nosotros; y a más aumentaron considerablemente su extensión y su importancia.

Según todos los autores, los fenicios fueron los primeros negociantes de que hace mención la historia. Los griegos siguieron a los fenicios, los romanos a los cartagineses y a los griegos. Cuando Roma se hizo señora del mundo, habiéndose perdido todo, el comercio volvió a su origen en el oriente.

Sin embargo, los orientales, aunque grandes navegantes, no nos han dejado ninguna instrucción sobre sus viajes a larga distancia; pero se sabe que David, enviaba sus flotas hacia las costas de África, de Persia y de las Indias. Los fenicios después de haber arrasado todas las costas del Mediterráneo, emprendieron la peligrosa navegación del Océano Oriental, y establecieron colonias, según Diódoro, en la América, pero todos los diarios de estos primeros navegantes han sido sin duda envueltos en la ruina de las famosas bibliotecas de Alejandría y de Pérgamo.

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La injuria de los tiempos, nos ha privado también de lo que los griegos han escrito sobre los viajes; no tenemos una relación más antigua que la que nos ha dejado Jenofonte bajo el título de retirada de los diez mil.

Podemos sin embargo mirar como una relación, la geografía de Estrabón, dividida en 17 libros, pues era un gran viajero y, lo que es más importante, viajaba como filósofo.

Según la geografía de Estrabón, Adriano descubrió la navegación del mar Rojo. En este tiempo floreció Pausanias que comenzó el viaje histórico de la Grecia el año 16° de

Antonino Pió, 153 o 154 de la era cristiana. Esta relación comprende en 10 libros, el Ático, Corinto, la Argélida, Laconia, Mesenia, la Elida, la Beocia y la Fócida.

Dionisio el geógrafo, cuyos escritos tenemos, apareció bajo Séptimo Severo, según Saumasise. (in Solynum).

Dos viajeros menos conocidos que los precedentes son Piteas y Eulímenes; uno y otro, gaulos de nación, hijos de Marsella; y escribieron en griego su lengua materna. Baillet los coloca antes de la olimpiada 114; Piteas tuvo por principal objeto el saber perfectamente la geografía, y con esta mira emprendió largos viajes y recorrió todas las costas del océano, desde Cádiz hasta la embocadura del Tanais, fue el primero que descubrió la isla de Tula hoy Islandia. - Eutimenes descubrió las regiones del sur.

A los viajeros griegos, siguen los latinos. Balblllas, prefecto de Egipto en los tiempos de Nerón, puso por escrito todo lo notable que

había visto en esta provincia, pero desgraciadamente hemos perdido su libro. Rutilius, prefecto de Roma, bajo el emperador Honorio, gaulo de nación, ha dejado un

itinerario en versos hexámetros y pentámetros, dividido en 2 libros; contiene la relación de su viaje marítimo desde Ostia hasta las Galias.

Al fin del siglo 9o Oleo, natural de Noruega, Wistan, inglés, recorrieron el mar Báltico, y penetraron hasta el fondo del norte. AlfreJo, rey de Inglaterra, hizo la relación ce su viaje, y la escribió en lengua anglo-sajona.

Finalmente, en el siglo 12, Asia fue el objeto principal de los viajes, y las cruzadas dieron la ocasión. Los principales viajeros de este tiempo son: Benjamín de Tudela, Juan Duplan Carpin, Aselin Rubruquis, Marco Polo, Laiton, Juan de Maudeville y Contahni.

Pero si el comercio no pudo obtener importancia, sino después que la obtuvo la marina misma, es menester confesar que, bajo este punto de vista, nada hemos tenido que pedir a los antiguos Ellos nos habían transmitido casi todas las artes que han resucitado con las letras; pero nosotros les llevamos ventaja en la marina militar y mercante. Efectivamente, Tiro y Sidón, Cartago y Roma no han visto c si más que el mediterráneo; y para navegar en este mar, no se necesitaba (dice Reynal) más que barcos chatos que desembarcaban cartagineses o romanos; pues estos fueron casi los únicos pueblos que enrojecieron el mar con su sangre: los atenienses y las repúblicas del Asia hicieron felizmente más comercio que carnicería.

Después que estas naciones famosas hubieron dejado la tierra y el mar, a salteadores y piratas, la marina permaneció, por espacio de 12 siglos, en la nulidad, y no despertó en Europa, en la edad media, sino por la necesidad que se tuvo de rechazar a los ingleses y principalmente a los normandos. Carlomagno, en Francia, Alfredo el grande, de quien hemos hablado, en Inglaterra y algunas ciudades, en Italia tuvieron algunos barcos y este principio de navegación resucitó por algún tiempo el comercio marítimo.

Volviendo al principio, y si continuo analizando el autor que he citado, estos enjambres de bárbaros que devoran el cadáver y el esqueleto de Roma, vinieron del mar Báltico en balsas toscas y piraguas, a talar y a saquear nuestras costas del océano; pero sin apartarse del continente, ya no eran viajes sino desembarques, los que se renovaban cada día. Los dinamarqueses y los normandos no estaban armados en corso, y casi no sabían pelear sino en tierra.

En fin, añade el historiador, la casualidad o la China dio la brújula a la Europa, y la brújula le dio la América. La aguja magnetizada, mostrando a los navegantes cuanto se acercaban o se alejaban del norte, los alentó para intentar viajes más largos, hasta perder la tierra de vista por espacio de meses enteros. La geometría y la astronomía enseñaron a medir la marcha de los astros,

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y a apreciar con corta diferencia cuando se avanzaba al este o al oeste. Desde entonces debía saberse a que altura, a que distancia se estaba de todas las costas de la tierra; y aunque el conocimiento de las longitudes sea mucho más inexacto que el de las latitudes, uno y otro aceleraron bastante los progresos de las navegaciones para hacer nacer el arte de la guerra naval, y descubrir un nuevo mundo.

Cristóbal Colomb apareció: "Venid y seguidme. Yo seré vuestra guía en un mar desconocido y en la inmensidad del océano. Venid! y bogaremos sin otro fin, sin otra esperanza que este mundo que nadie ha visto y que me empeño en haceros ver", dijo a sus 90 compañeros, y a pesar de que las antípodas eran tratados por la razón de quimera, por la superstición, de error y de impiedad, con tres pequeños navíos, cuyo armamento no costaba arriba de 20,000 pesos, dio a la mar el 3 de agosto de 1492, y descubrió este nuevo hemisferio que su ingenio había adivinado y cuyo conocimiento ha influido tan eficazmente en los destinos del universo y en las generaciones futuras.

El Mercurio, Valparaíso, febrero 27 de 1840

EXTRACTO De la introducción a una obra intitulada

SOCIEDADES AMERICANAS En 1828

Cómo serán y como podrían ser en los siglos venideros.

Su epígrafe es

En esto han de pensar los americanos - no en pelear unos con otros

LOS POLÍTICOS (dice el autor)

No deben reconocer, en el día, otros partidos que los de la CAUSA SOCIAL

El de la monarquía, que defienden los Europeos El de la República, que defienden los americanos

Ambos con el laudable deseo de ACERTAR, no por la pueril manía de PREVALECER

RAZONES deben ser las armas de estos dos partidos: y por la DECENCIA en manejarlas se han de distinguir, a porfía, las naciones

modernas

LA SOBERANÍA Sea representada por uno

Sea........por muchos Debe medir su conducta por las leyes del DECORO

Amenazas y dicterios Traiciones y asaltos

son bajezas de las que deben avergonzarse los Soberanos Permítase advertir, a los que no estudian mucho el valor de los términos, que los Españoles figuran, con la palabra DECORO, la

hermosura moral bajo varios aspectos.

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DECORO, para ellos, significa honor honestidad

respeto recato reverencia honra

circunspección gravedad estimación pureza

entiéndase

por LIBERTAD DE IMPRENTA La facultad que dan los conocimientos, para abogar por el bien común

No la licencia que se toman las pasiones, para denigrar al que promueve este bien

DESTIÉRRESE de las sociedades cultas

el pernicioso abuso de la prensa: no se autorice en público, lo que la urbanidad prohibe en reuniones privadas

NO SE PERMITA

a un particular, la libertad de insultar a las Naciones ni a sus Jefes, bajo pretexto de dar su parecer a favor de los Pueblos.

- El Gobierno que permite estos excesos, los aprueba tácitamente, y se hace responsable de ellos -Las guerras actuales se deben, en

gran parte a la indiscreción de los diaristas y a la imprudencia de los gabinetes

En, PÚBLICO se discute el mérito de las cosas

y PRIVADAMENTE el de las personas.

Porque las operaciones del Gobierno Republicano, están expuestas a los ojos de todos, es permitido criticarlas ... con DECENCIA; pero no todos están facultados para residenciar al Gobierno- ni a nadie dan

las leyes licencia para insultar a los magistrados. Si el Pueblo no respeta el puesto, en que coloca el órgano de su AUTORIDAD, cada

día habrá menos ciudadanos respetables, que quieran ocuparlo. Se echará, tal vez, de menos en esta introducción, las citas de la

antigüedad, que adornan de ordinario los discursos.

En lugar de pensar en Medos, en Persas, en Egipcios, pensemos en los Indios. La DECADENCIA que experimentaron en su propio suelo,

los Griegos y los Romanos, después de algunos siglos de dominación ... no nos importan tanto, como la DECREPITUD PREMATURA, en que

empiezan a caer CASI A SU NACIMIENTO las Repúblicas, que han hecho los Europeos y los africanos, en el suelo de los Indios.

Se extrañará también la falta de EXCLAMACIONES CONTRA LA TIRANÍA itan comunes en los discursos republicanos! Se omiten por lo mismo

que son comunes.

El que quiera aprender a quejarse, lea al buen Obispo de Chiappa ¡En el Purgatorio! i No hay un formulario de lamentos más completo! El que quiera usar los emblemas para imprecar contra el despotismo,

cómprese una colección de gacetas y proclamas ¡En el infierno! No hay un almacén mejor surtido de

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grillos!....cadenas!.... hachas!....cuchillos!....

yugos!....azotes! vergas de hierro!

y de otros instrumentos de sujeción y de martirio.

i Simón Rodríguez en: SCHILLING QUEZADA, Juan y ROJAS JARA, Gabriel: La Nave del Olvido, Centro de

Comunicación Ciudadana, Concepción, 2008, pp. 9-30.