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Sobre la inmortalidad del alma y el mundo de las ideas en Platón. Carlos Antonio Jaralillo Jaralillo Viaje al Topus Uranus a través de la segunda navegación. Platón nombrara “segunda navegación” a la investigación que elabora sobre la existencia de un mudo que reside fuera de lo físico, fuera de la realidad contingente. Un mudo en el que residen las formas de todo lo contenido en el mundo sensible, pero que este carecerá de una coacción que altere tales formas; ese mundo entonces contiene el carácter primigenio de todo lo que se capta por medio de los sentidos, en él residen los conceptos de los objetos, y al ser este mundo inalterable, sin fin, ni cambio, es él concepto de bien. Podríamos decir que en el mundo suprasensible residen los todos los conceptos de todo lo que se presenta en el pensamiento, de lo animado y lo inanimado. Dicha travesía consistía en llegar hasta las causas finales, conocer el principio de las cosas, ya no a través del plano físico, sino únicamente por medio del razonamiento (logoi). En medio de alta mar se deja de confiar en el viento, para viajar por la propia fuerza de los remos, a través de los propios recursos del tripulante. Así es la segunda navegación, al contemplar la inestabilidad de las cosas físicas, y no solamente de ellas, sino también de los sentidos. Los sentidos se adaptan a operar bajo ciertas

Sobre La Inmortalidad Del Alma y El Mundo de Las Ideas en Platón

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Sobre la inmortalidad del alma y el mundo de las ideas en Platón.

Carlos Antonio Jaralillo Jaralillo

Viaje al Topus Uranus a través de la segunda navegación.

Platón nombrara “segunda navegación” a la investigación que elabora sobre la existencia

de un mudo que reside fuera de lo físico, fuera de la realidad contingente. Un mudo en el

que residen las formas de todo lo contenido en el mundo sensible, pero que este carecerá de

una coacción que altere tales formas; ese mundo entonces contiene el carácter primigenio

de todo lo que se capta por medio de los sentidos, en él residen los conceptos de los objetos,

y al ser este mundo inalterable, sin fin, ni cambio, es él concepto de bien. Podríamos decir

que en el mundo suprasensible residen los todos los conceptos de todo lo que se presenta en

el pensamiento, de lo animado y lo inanimado.

Dicha travesía consistía en llegar hasta las causas finales, conocer el principio de las cosas,

ya no a través del plano físico, sino únicamente por medio del razonamiento (logoi). En

medio de alta mar se deja de confiar en el viento, para viajar por la propia fuerza de los

remos, a través de los propios recursos del tripulante. Así es la segunda navegación, al

contemplar la inestabilidad de las cosas físicas, y no solamente de ellas, sino también de los

sentidos. Los sentidos se adaptan a operar bajo ciertas características, su actuar es en

función del medio al que se han adaptado; en el mito de la caverna los sentidos del hombre

se han acostumbrado a percibir solamente oscuridad y sombras, cuando el hombre sale de

la caverna, percibe a la luz en demasía a tal grado que lo deja ciego, sus sentidos fallan,

porque no están en condiciones de operar bajo esas características del nuevo mundo, les

lleva tiempo acostumbrarse a su nuevo hogar, entonces cuando los sentidos paulatinamente

evolucionan para resistir las nuevas condiciones, solo así es posible que pueden percibir

bajo las nuevas condiciones físicas.

“Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo

que vería más fácilmente serian, ante todo, las sombras, luego, las imágenes de

hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos.

Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el

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cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el

sol y lo que le es propio.” (Platón, Republica, Libro VII, p 409)

Los sentidos, el cuerpo, no es posee un carácter inalterable, caso contrario es frágil,

mutando y llevando al hombre al error; donde se podría encontrar un cimiento para el

proceder del hombre sería en aquello que no se modifica, solamente recuerda, el

pensamiento.

Conciencia del mundo suprasensible.

Pero de qué forma el hombre toma conciencia del mundo suprasensible, de ese mundo

inmutable, del mundo inalterable y eterno. La intuición de este mundo llega cuando el

carácter del hombre cambia, y deja de ocuparse en los asuntos comunes de los hombres, se

da cuenta de la transición de las cosas, y deduce que si todo cambia, el conocimiento es

imposible. Por eso pierde el interés por las disputas de los hombres, porque su pensamiento

esta en otra parte.

“(…) En efecto, (…) a aquel cuyo espíritu está ocupado con el verdadero ser no le

queda tiempo para bajar su mirada hacia las acciones de los hombres, ni para

ponerse lleno de envidia y malquerencia, a luchas con ellos, antes bien, como los

objetos de su atenta contemplación, son ordenados, están siempre del mismo modo,

no se hacen daño, ni lo reciben de otros y responden en total disposición a un orden

racional, por eso ellos imitan a estos objetos y se les asimilan en todo lo posible.”

(Platón, Republica, Libro VI, p 382)

El cambio en la actitud proviene de la contemplación de lo eterno, de aquello que siempre

permanece, lo inmutable, y el hombre trata de asemejarse a ello. El conocimiento no es

apropiarse de algo exterior al pensamiento, por el contrario es retornar a eso que está

contenido en él así como en las cosas.

La cuestión seria ¿Qué es lo que permite al hombre aprehender la inmutabilidad de las

cosas? De ninguna manera podría ser el cuerpo, porque él está sometido a cambios, y como

describimos antes, los sentidos están adaptados para operar bajo ciertas condiciones. Para

contemplar lo inmutable del mundo sería pues necesario que el propio hombre tuviese algo

de inmutable, necesitaría reconocer lo constantes de lo cambiante, en el hombre estaría

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contenido la noción de eternidad, y él toma conciencia de ella cuando silencia a los sentidos

y deja que pensamiento gobierne todo, esta potencia de conocimiento radicara según Platón

en el Alma, es por ella que podemos hacernos de conocimiento de lo inmutable, pero al

mismo tiempo observamos el cambio. Es como si el pensamiento tomase una foto de

alguna cosa, esa foto seria la realidad, la esencia de la cosa, entonces al pasar el tiempo

contempla que la cosa ya no es lo mismo, ya no tiene la misma intensidad de color, o la

misma fuerza o extensión, entiende el cambio porque compara aquella foto que hizo de la

foto y que permanece inmutable, con la cosa que contempla en el presente. Y esta foto

quedara guardada en el Alma. Ella posee la capacidad de conocer, esa capacidad se la ha

otorgado el eidos de Bien, cuando el cuerpo muere ella retorna a su lugar de origen que es

el Bien. Pero así como regreso a su origen también regresa a un cuerpo. Por lo tanto el alma

es inmortal, de la muerte surge la vida y viceversa, el conocimiento consiste en recordar

aquello que el Alma alguna vez contemplo, es una reminiscencia.

“No hay diferencia ninguna - dijo él-. Siempre que al ver un objeto, a partir de su

contemplación, intuyas de otro sea semejante o desemejante, es necesario – dijo

que eso sea un proceso de reminiscencia.(…) Por consiguiente, antes de que

empezáramos a ver, oír, y percibir todo lo demás, era necesario que hubiéramos

obtenido captándolo en algún lugar el conocimiento de qué es lo igual en sí mismo,

si es que a este punto íbamos a referir las igualdades aprehendidas por nuestros

sentidos, y que todas ellas se esfuerza n por ser tales como aquello, pero le resultan

inferiores.” (Platón, Fedón, pp 60-61-62)

Y eso que da la inmortalidad es la idea del Bien supremo. La idea del Bien dota de las

formas a las cosas, ellas contienen el ser, ellas existen gracias a la participación de las

formas que posee el Bien y que comparte, con los objetos del mundo. Los objetos contienen

la forma (eidos), pero al estar dentro del espacio-tiempo sufren de cambios, la forma que

poseen se altera, pero aquello que se mantiene de la forma es la ousía, ella permanece a

pesar del cambio. La ousía se mantiene, ya que es lo que el intelecto humano aprehende en

el pensamiento, pero no es pensamiento como proceso, sino aquello que capta y que no

escapa de él, por eso siempre se mantiene. Pero hablamos de un retornar a aquello que está

contenido en el propio pensamiento, pero no es que la esencia de las cosas este solamente

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en el pensamiento como puro concepto, sino la posibilidad de contemplar la esencia de las

cosas: así como el eidos del Bien dota de ser a las cosas, este dotara al hombre con la

capacidad de conocer, lo que lo transforma en sujeto cognoscente. Por un lado tenemos lo

que puede ser conocido, realidad cognoscible; y por otra lado tenemos el sujeto que tiene

conciencia de lo cognoscible, el sujeto de conocimiento. Y aquello que ha dado existencia a

los planes de realidad es la idea de Bien, por eso se habla de un retornar al principio, no se

encuentran separados como si cada uno tuviese existencia propia, no, el uno que sería como

el pensamiento, depende de lo múltiple, la variedad de objetos; pero ambos se encuentran

unidos por el uno supremo el Bien, padre de lo recto, de la exactitud, y que se asemeja al

sol.

“(…) sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno

a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él

estaría en condiciones de mirar y contemplar. (…) Y después de esto, colegiría ya

con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo

lo de la región visible y es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos

veían.” (Platón, Republica, Libro VII, p 409)

La inmortalidad del Alma se relaciona con el mundo de las ideas debido en primer lugar a

que las dos tienen un origen común, las formas y el alma participan de lo inmutable, de lo

bello, de lo recto o perfecto. Y en el pensamiento es donde se manifiesta esta relación,

gracias a él se puede contemplar el fin último, y asemejar a este, la idea del Bien supremo.

Dicha contemplación conlleva toda una serie de cambios en la actitud del hombre, actitud

que regirá su proceder, ya no se regirá por la injusticia y la corruptibilidad sino por la

justicia, esto último era la piedra angular del sistema político de Platón.

“Que el amor es un deseo, es una verdad evidente; así como es evidente que el deseo de las cosas bellas no es siempre el amor (…) Cada uno de nosotros debe de reconocer que hay dos principios que le gobiernan (…) el uno es el amor instintivo, y el otro es el gusto reflexivo del bien.(…) Cuando el gusto del bien, que la razón nos inspira, se apodera del alma antera y se llama sabiduría; cuando el deseo irreflexivo que nos arrastra hacia el placer llega a dominar, recibe el nombre de intemperancia.” (Platón, 1962, p 360.)

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“Cuando un hombre percibe las bellezas de este mundo y recuerda la belleza verdadera, su alma toma alas y desea volar; pero sintiendo su impotencia, levanta, como el pájaro, sus miradas al cielo, desprecia las ocupaciones de este mundo, y se ve tratado como insensato. De todos los géneros de entusiasmo esté es el más magnifico en sus causas y en sus efectos para el que lo ha recibido en su corazón, y para aquel a quien ha sido comunicado; y el hombre que tiene este deseo y que se apasiona por la belleza, toma el nombre de amante.”(Platón, Fedro, 1962, p 639.)

Bibliografía

Abbagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. FCE. México. 1985.

Gómez de Liaño, Ignacio Filósofos griegos, videntes judíos. Siruela, Madrid, España.

2000

Platón La Republica, Alianza Editorial, Madrid, España. 8va

reimpresion, 2010

Dialogos V: Parmenides Teeteto, Sofista, Politico.

Editorial Gredos, Madrid, España, 1988

Dialogos III: Fedón, Banquete, Fedro. Editorial

Gredos, Madrid, España, 1988