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Supergesto Nº 112

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EDITORIALNavidad en nuestro interior

PAÍS A PAÍSHasta siempre, Alejandro

ANÉCDOTAJuan XXIII

TÚ,¿QUÉ PIENSAS?Una ley en Chinaobliga a los hijosa visitar a sus padres

ESCAPARATECristina Rodríguez yBlanca Serres,representantesde OMP en la JMJ Río

JMJ RÍO 2013“Vayan, sin miedo,para servir”

HAGIOGRAFÍAAlejandro Labaka

PREMIOMONTSERRATSARTO “Lo aprendí en un libro”

FIRMAS INVITADASLorenzo Silva

PÓSTER

ASÍ VA EL MUNDO

DESDE LA MISIÓNMarcos Delgado Arce, misionero en Benín

REPORTAJELa cultura “selfie”

PUERTAS ABIERTASSí al encuentro y la acogida

NOMBRES PROPIOS

ESTE MUNDO

CON NUESTROSMISIONEROSLuisa Riera y Verónica Alonso

JÓVENESMISIONEROSJuventud y Familia Misionera

RELATOUna grieta en el asfalto

ESTÁ EN LOS LIBROS

PARTICIPARON

PIENSA Y JUEGA

LA LLAMADA

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Se aproxima la Navidad. Y Jesús vuelve a nacer parati y para todos. Su nacimiento nos llena de alegría yesperanza. Él es quien llena de sentido nuestra vida.

Si caminamos a su lado, permaneceremos lejos deegoísmos, odios, enfrentamientos e incomprensiones,

tan habituales en el mundo actual. Él nos llevarápor la senda del amor fraterno, del saber escuchar,

del comprender, perdonar, acoger, ayudar a losdemás, sin excluir ni marginar... Es cierto que

seguirle hoy a veces no resulta fácil. Precisa denuestra valentía, esfuerzo y entrenamiento. Pero,

¿no merece la pena? Feliz Navidad a todos.

Dirección:Rosa Lanoix

Diseño y maquetación:Antonio Aunés

Colaboradores:

Justo Amado, Fuencisla del Amo,

Alfonso Blas, Ana María Fernández,

María Teresa Fernández del Vado,

Coro Marín, Alicia Muñoz,

María Puncel Reparaz, Quique,

Dora Rivas, Joan Sanmartí,

José Ignacio Rivarés, Francisco Solé,

Montserrat Vilaseca, Juan Zabala.

Fotografía::José Ramón Moreno Guillo, EFE y Archivo de O.M.P.

Depósito Legal:M. 7103-1991

Imprime: :ARIAS MONTANO, S.A.

Para ponerte en contactocon nosotros:SUPERGESTOC/ Fray Juan Gil, 528002 - Madrid

Si lo prefieres, llámanos alTef: 91 590 27 80

También puedes hacernosllegar un e-mail: [email protected]

y nuestra página web: www. revistasupergesto.eswww.omp.es ywww.domund.org

Suscripciones:Roberto Murga

[email protected]

AÑO XXII Nº112 NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2013

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s Navidad. Jesús viene a nacer en

cada uno de nosotros. Y quiere

comprobar cómo sigue siendo de

acogedor nuestro interior... Apenas

un pesebre, sí. Humilde, por no

decir austero, pero en el que no debe faltar lo

fundamental: siempre repleto del calor de la

amistad; plagado de arrullos de amor, de abra-

zos de fraternidad; a rebosar de esa alegre luz

que, en la oscuridad de la noche, siempre ilumi-

na el futuro, que se desea mejor para todos;

con las puertas abiertas de par en par al paso

del necesitado, al regalo de la mera compañía:

de la felicidad y penas compartidas...

A Jesús le encanta hacerse presente por

Navidad. Viene siempre, para quedarse; para

que sintamos su presencia, su amistad, su capa-

cidad de escucha. Quiere constatar la firmeza

de nuestros pasos, saber de nuestros logros,

pero también de nuestros problemas y preocu-

paciones, de nuestros titubeos. Quiere que des-

cubramos nuestros fallos, para procurar no vol-

ver a caer en ellos, y que incidamos en lo que

mejor hacemos en favor de los demás, espe-

cialmente de los más necesitados. Quiere

escucharnos, que le contemos qué es de

cada uno de nosotros, de nuestro exis-

tir... Y hablarnos para devolvernos la

ilusión perdida en las refriegas de la

vida y rellenarnos de esperanza

nuestro reducido recipiente de

miras, para que este rebo-

se, para que en él nunca

nos falte la dosis de

justicia, libertad,

amor y perdón

que alberga toda

utopía; valores, entre otros, que Jesús nos

enseñó para comenzar a saborear el Reino

de Dios, un Dios que nunca defrauda.

Navidad es la prueba de que otro mundo

mejor es posible, y de que debemos empezar a

construirlo en nuestro interior. Jesús se empe-

ña en convencernos de ello y llega a hacerse

uno de nosotros para enseñarnos el camino a

recorrer. Un sendero en el que no cabe la indi-

ferencia, la pasividad frente a los desafíos, el

bienestar propio por encima de las urgentes

necesidades de los demás. En nuestros días se

sigue muriendo de hambre y sed, de enferme-

dad y pobreza, mientras una minoría practica

un consumismo desaforado. Hoy la violencia de

las guerras, del terrorismo, de la venta de

armas... continúa sembrando la tierra de cuer-

pos destrozados por los disparos y las explosio-

nes de las bombas. Actualmente la esclavitud y

la explotación están lejos de ser abolidas, y la

persecución por motivos políticos, religiosos, de

raza o económicos está a la orden del día...

A pesar de tanta desgracia acumulada en el

planeta, para la que no tenemos soluciones

milagrosas, la Navidad se empeña en conven-

cernos de que, también en las periferias de la

vida –o allí más necesariamente que en ningún

otro lado–, la esperanza es posible. Para ello

debemos estar ahí, sentirnos cercanos con

todos los que caminan en las fronteras de la

necesidad. Salir al encuentro de todos, porque,

como ha dicho el papa Francisco, "caminar solo

es feo y aburrido. Caminar en comunidad, con

los amigos, con aquellos que nos quieren, esto

nos ayuda, nos ayuda a llegar a la meta a la

cual nosotros tenemos que llegar": la renova-

ción y esperanza de una Navidad compartida.

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a muerte de Alejandro FernándezPombo –el pasado 12 de julio, a los83 años de edad– nos ha llenado de

tristeza a cuantos trabajamos en ObrasMisionales Pontificias y, en especial, atodo el equipo de redacción de Super-gesto, donde él ha colaborado desde elprimer al último número, el anterior aeste, en que se ocupó de Camboya, y queya tuvo que revisar desde el cielo.

Son más de 20 años, por tanto, losque Alejandro ha permanecido junto avosotros a través de estas páginas. Dosdécadas en las que ha recorrido "País apaís" el mundo, contándoos su historia,repasando sus problemas, detallando suscostumbres y sus recursos naturales, lasituación que vive la Iglesia allí..., espe-cialmente en aquellas tierras de misiónen las que están presentes nuestros mi-sioneros. Y lo ha hecho con una inque-brantable fidelidad y lealtad hacia los lec-tores; nunca, ni siquiera en los peores

Por primera vez desde que Montserrat Sarto fundara esta revistaen septiembre de 1991, las primeras páginas de esta publicación noestán dedicadas a conocer mejor un país concreto, sino a recor-dar a una maravillosa persona que nos ha dejado, a la que todosnosotros siempre echaremos de menos y que no podremos olvidar

por lo mucho que nos ha dado: su gran fe en Dios y en la vida,su amor por el periodismo y los jóvenes, su profesionalidad, su

sencillez y humildad... Y, sobre todo, su sonrisa. Esa sonrisa par-ticular que siempre le acompañaba y que era igual para todos.

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decir y que contar! Alejandro ha sido unmaestro del periodismo en España. Sí, li-teralmente. Porque la de maestro fuesiempre su gran vocación (se doctoró enCiencias de la Educación), y el periodis-mo, su profesión y la gran pasión de suvida. Alejandro fue director de Ya en laépoca en la que el periódico era el másvendido en Madrid y una referencia dela prensa española; profesor de la Es-cuela de Periodismo de la Iglesia (dondeél sacó el número uno de su promoción);presidente de la Asociación de la Prensade Madrid (APM); presidente de la Fede-ración de Asociaciones de Periodistas deEspaña (FAPE); director de las revistasSigno, Vida Rural y Nuestra Ciudad…

Para OMP y Supergesto ha sido un au-téntico lujo haber podido contar con uncolaborador como él, con su experienciay su buen hacer periodístico. Alejandrosiempre fue el alma de nuestras reunio-nes de trabajo. Cada vez que los miem-

bros de la redacción nos juntábamos pa-ra programar el número, llegaba cargadocon sus papeles y recortes de periódicos:no solo sobre el país del que iba a escri-bir en la siguiente revista, sino con ideasy propuestas para el resto de las seccio-nes. Porque así era él, siempre ayudandoy colaborando con los demás. Debatiéra-mos el tema que debatiéramos para tra-tarlo en Supergesto, ahí estaba él con sucascada de conocimientos y sus anécdo-tas. También, con su insólita bondad ysencillez. Y con una humildad que le ha-cía querer pasar como uno más de la re-dacción, cuando, por supuesto, no lo era.

Ninguno de nosotros tenemos una tra-yectoria profesional como la suya; ningu-no hemos escrito más de una treintena delibros entre ensayos, biografías y narra-ciones; ninguno hemos sido merecedoresde premios como el Mesonero Romanos,del Ayuntamiento de Madrid (1992), elBravo, de la Conferencia Episcopal Espa-

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momentos de su enfermedad, cuando sucansado pulmón le obligaba a estar hos-pitalizado, se ha permitido faltar a la citaque tenía con vosotros. Fuera cual fuerael esfuerzo y sacrificio que tuviera quehacer. Como mucho, se permitía echarmano de su nieta Teresa, que le ayudabahaciendo las tareas de secretaria.

Hablar de Alejandro Fernández Pom-bo -natural de Mora, Toledo- no resultafácil. ¡Habría tantas y tantas cosas que

ñola (1996), o el Doncel, por la biografíaMaestro Azorín. Ninguno, tampoco, so-mos académicos de número de la Acade-mia Hispánica de Filatelia o de la de Be-llas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

Alejandro ha sido antes que nada unabuena persona. Un hombre de profun-da fe en Dios y extraordinarios valoreshumanos, algo que siempre ha tratadode transmitiros a los jóvenes. Era tam-bién un enamorado de la literatura y,sobre todo, de la filatelia, afición que haocupado un destacado lugar en su vida;aunque el más importante, sin duda, lohaya reservado siempre para su familia,a quien adoraba: su esposa, María Te-resa, y sus cinco hijos; entre ellos, Te-resa, que, en cada número de Super-gesto, ha hecho los mapas de los paí-ses sobre los que escribía su padre.

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La filatelia, como decíamos, ha si-do la gran afición de Alejandro duranteaños, aunque también le gustaba colec-cionar otros cosas, como cerámicas. Es-te es el motivo por el que, yendo a con-tracorriente de las modas, ha tratado,desde la sección "¿Qué sé yo de se-llos?", de que los jóvenes os acercaseisal mundo de la filatelia y que coleccio-naseis sellos. De cualquier temática, laque vosotros queráis: España, otros pa-íses, monumentos, deportes, el Vatica-no... Porque él, que disfrutaba cada do-mingo yendo a la Plaza Mayor para en-contrar ese sello que le faltaba para en-riquecer su colección, lo tenía muy cla-ro: a través de la filatelia se conoce lahistoria y cultura de un país.

La biografía de Alejandro, por tanto,podría estar llena de datos y referen-cias. Así lo ha escrito Bernardino M. Her-nando, uno de los muchos periodistasque han publicado en la prensa artícu-los preciosos sobre Alejandro tras su fa-llecimiento. Bernardino decía en El País:"… tuvo una vida larga y fértil. Tantosilustres datos pudieron hacer de Alejan-dro un personaje. Nunca lo fue, nuncase dejó constreñir por la bambolla ton-ta de los brillos sociales y siempre estu-vo a lo suyo: a trabajar cuanto podía, in-cluso en momentos poco propicios; aquerer a su familia, su queridísima Ma-ría Teresa, sus cinco hijos; a ser honra-do y bueno a carta cabal, respetuoso,escrupulosamente respetuoso con to-

dos. Y hay que tener mucha categoríapara tanto respeto. Sus amigos bromeá-bamos: «Eres tan bueno que algunos vana creer que eres tonto», «cuando subasal empíreo, como no sueltes algún tacoen la subida, te vas a pasar»".

Nosotros esperamos que no, Alejan-dro. Que no te hayas pasado y que ya es-tés disfrutando del Señor en el cielo.Desde allí, ruega por nosotros.

Trabajar contigo ha sido un gran re-galo que nos ha brindado Dios. Un re-galo que siempre echaremos de menos,pero que nunca dejaremos de agrade-cer. Muchas gracias, Alejandro. Jamáste olvidaremos.

ROSA LANOIX

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¿Y qué voy a hacer yo ahora sin ti?

Pero ¿y qué voy a hacer yo ahora sin

ti? Esa sonrisa con la que me recibías

cada día, aunque te hiciese sufrir cuan-

do parecía que no llegaba nunca. A ve-

ces esperándome ya con los papeles en

la mano dispuesto a trabajar el tiempo

que hiciera falta y otras que estabas

tan concentrado que apenas me sentías.

La enfermedad decidía si trabajábamos

o no, pero nunca te quejaste. A veces

me molestaba que trabajases tanto por-

que quería que invirtieses tiempo en

otras cosas, pero tenía que comprender

que eso era tu mayor regalo. Me pre-

guntabas cada día cómo estaba y qué

había hecho hoy, me escuchabas, me ani-

mabas si tenía un mal día y me conta-

bas alguna anécdota que me alegrase.

Tantas anécdotas, tantas historias, tan-

tos consejos. Guardándonos a mí o a mi

hermana cualquier artículo que nos pu-

diese interesar de nuestras respectivas

carreras, dabas por hecho que seríamos

grandes en lo que estamos estudiando.

Todo lo que te hacía para comer siem-

pre me decías que estaba buenísimo,

esas ganas y siempre con hambre. Real-

mente ¿cómo eras capaz de hacer todo

por la gente que te rodeaba? Aún no

me lo explico, era lo que veía día tras

día, y hasta el último, que intentabas no

parecer que estabas mal, decías que es-

tabas contento. Verdad, lealtad, hones-

tidad, bondad... así te definen a todas

horas, leo en el periódico, escucho a

tus amigos y compañeros, "Nadie dice

nada malo de él"... Para mí eres mi

abuelo pero no un abuelo cualquiera,

creo que he tenido la suerte de estar

los dos últimos años muy cerca, la vida

me puso a su lado, me dio la oportuni-

dad de aprender

de él, de aprove-

char. Claro que ha

habido veces que

no tenía ganas de

subir a su casa o

de trabajar, o me

he ido corriendo

para aprovechar el

fin de semana, pe-

ro estos años no

los cambiaría por nada del mundo. Qui-

zás él y mi abuela, que tantas veces me

llevaron al teatro cuando era pequeña,

me crearon este amor a la profesión

que ahora les agradezco tanto. Me vie-

nen tantos recuerdos bonitos que no

soy capaz de empezar porque no termi-

naría nunca. Orgullosa y afortunada, así

me siento. Gracias por estos años, gra-

cias por lo que le has regalado al mun-

do, gracias por todo. Somos tan dife-

rentes pero creo que me llevaré muchas

cosas de ti a lo largo de mi vida, pro-

meto intentar no enfadarme como a ti

te gustaba que hiciera y ser responsa-

ble en la vida. Te quiere tu secretaria

personal y ante todo tu segunda nieta.

Aquí te dejo tu canción favorita. Un ra-

mito de violetas, de Cecilia

Teresa, niet a de Alejandro y su "secret aria", ha querido comp artir con vosotros este texto, cargado de emoción y

sentimientos, que subió a Facebook recién fallecido su abuelo.

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Cristina

Rodríguez

(Madrid) y

Blanca Serres

(Tarragona) son las dos

jóvenes españolas que, junto con

el sacerdote Juan Martínez, han

representado a las Obras

Misionales Pontificias de España

en la JMJ de Río de Janeiro. Allí

han podido compartir su fe, y

numerosas actividades, con otros

jóvenes de las OMP de América

Latina y Angola, en esa Semana

Misionera previa a la llegada del

papa Francisco. Después, asistir a

los encuentros con el Santo

Padre y escuchar sus mensajes

para los jóvenes. De todo ello

nos hablan en esta entrevista.

10 SUPERGESTO NÚM. 112, NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013

representantes de OMP en la JMJ Río 2013

Cristina Rodríguez y Blanca Serres,

“La JMJ de Río ha supuesto ungran refuerzo para nuestra fe”Presentaros a nuestros lectores…C: Yo soy Cristina, y nací en Madrid

(1990). Actualmente estoy finalizando misestudios en CC Matemáticas por la UAM(Universidad Autónoma de Madrid).

B: Yo me llamo Blanca, tengo 27 años, ytrabajo en Barcelona en una agencia depublicidad, aunque soy de Tarragona.

¿Cómo fue esa llegada a Río?C: Llegamos por la noche al aeropuerto

de Galeão donde ya nos estaban esperan-do una docena de brasileños cantando y

bailando. Y, no conformes con esto, cuan-do llegamos a la parroquia del SagradoCorazón de Jesús, en San Gonzalo, nosrecibió una gran representación de lasOMP de América Latina (y Angola), juntocon los feligreses de la parroquia que pro-siguieron con las danzas que dejamos amedias en el aeropuerto ¡Fue increíble!

B: Yo recuerdo que, ya en el túnel desalida, se oían los cantos y pensé: "¿Quiénarma ese jaleo?". Enseguida comprobé queesas voces eran las de aquellos que sentí-

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an tanta alegría por conocernos y acoger-nos. Ellos nos llevaron en coche a la parro-quia y, si ya me había conmovido reciénaterrizada, una vez allí, empecé a intuirque la emoción iba a ser la tónica de lospróximos días. Los gestos y abrazos deesos jóvenes me hicieron sentir como encasa. En terreno amigo, en familia.

¿Habíais participado ya en alguna JMJ?C: Yo tuve la gran fortuna de ayudar en

la JMJ de Madrid como voluntaria, peronunca había asistido a ninguna otra comoperegrina. Es una bendición haber podidovivir dos JMJ, de dos maneras diferentes, yvalorar el trabajo de los voluntarios desdeel otro lado de la barrera.

B:Para mí, Río ha sido la primera JMJ. Nopude asistir a la de Madrid, aunque estuvecolaborando en la acogida diocesana delos jóvenes en Tarragona.

La acogida fue entonces estupenda...C: Desde el primer instante. Las familias

que nos recibieron se desvivieron por no-sotros en todo momento. No solo no nosfaltaba de nada, sino que además te lo pro-porcionaban todo con una sonrisa. Y aligual que estas familias, los voluntarios ylas personas con las que convivimos.

B: Yo estuve en casa de un matrimonio,con otra joven paraguaya. Tenían la casallena de carteles de bienvenida. Esa gentese sentía especialmente emocionada depoder ofrecernos todo lo que son. Fueronpadres y madres en un lugar desconocido,con un corazón inmensamente predis-puesto hacia los demás.

¿Qué ambiente se respiraba en lascalles y qué os llamó más la atención?

C: Era una alegría constante, una fiestalas 24 horas del día. Yo temía que tanta"fiesta" repercutiera negativamente en losactos litúrgicos y me sorprendió mucho elgran respeto que se vivía en ellos y cómola fiesta la transformaban en oración.

B: Hemos conocido a muchos jóvenes.¡Tan diferentes! Cada día descubríamoscosas nuevas. El ambiente era festivo, feli-ces todos de sabernos unidos en la fe. Paramí, ha sido una experiencia muy enrique-cedora en la medida que he comprobadocómo, en cada país, en cada sociedad, encada realidad, la Iglesia se adapta a lasnecesidades de su pueblo, y toma la forma

que corresponde, sin variar el contenido,que es el mensaje de Cristo.

¿Impresionaba ver a tantos jóvenescompartiendo la misma fe?

C: Gracias a Dios, vivo en una diócesiscon gran actividad juvenil y misionera, y,aunque esté acostumbrada a las multitu-des, siempre impresiona ver que no haylímites en cuestiones de fe. Es imposiblecuantificar el número exacto de jóvenesque nos encontrábamos allí, pero fe, solohabía una misma fe.

B: Si, impresionaba y también asustaba.Yo no paraba de preguntarme: "¿Puedeser esto un hecho puntual? ¿Y si esto essolo un espejismo, sin continuidad ennuestro día a día?" Pero rápidamente otraspreguntas se agolparon en mi mente...¿Había peligro de que la comida en casa deZaqueo fuera un hecho puntual? ¿Existíariesgo de que las enseñanzas de Jesús no

tuviesen continuidad en la vida de los dis-cípulos por miedo y debilidad? Claro quesí. Una JMJ celebra la fe y ofrece al jovenuna experiencia en Dios. Y es una oportu-nidad para remover los corazones y sentira Jesús muy cercano. Por solo un joven aquien la JMJ acaricie el alma, y le impulse avivir su fe hacia Dios y los demás, ya habrávalido la pena.

¿Cómo vivisteis la Semana Misioneraprevia a la llegada del Papa?

C: Con mucha alegría y con ganas desaber más. Participábamos con otras OMPen las celebraciones litúrgicas, en las dis-tintas actividades, en las comidas… y, encuanto podíamos, les preguntábamossobre qué iniciativas llevaban a cabo ensus respectivos países. Fue muy enrique-cedor, ya que no escatimaban en detallesy siempre contándolo con ilusión.

B: Los voluntarios habían preparado

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actividades que nos acercaran a la rea-lidad de su barrio y la vida de su parroquia.Las jornadas giraban en torno a la respon-sabilidad misionera que gravita sobretodos los cristianos. Y, a pesar de que esta-mos muy acostumbrados a hablar de lamisión ad gentes y que a veces lo sentimosun concepto alejado de nuestra realidad, elcristiano tiene que saber acercarse a estemundo para reconocerse responsable detodos los hermanos, y para ubicarse enuna familia mucho más amplia que es estahumanidad amada por Dios hasta el últimorincón. Un cristiano, con espíritu misione-ro, es el que no le da la espalda al herma-no, viva donde viva, ni aparta su mirada delos que pasan necesidad.

De los encuentros con el Papa,¿qué destacaríais?

C: El ambiente que se vivía. Era increíblela cantidad de personas que había enCopacabana, que, junto con la lluvia, elcansancio... hacían que algunos peregrinosperdiesen la paciencia y se escucharanalgunos comentarios feos. Pero, en mediode ese caos, al comienzo de los actos, no seoía queja alguna, solo los responsorios delas celebraciones y el silencio.

B: Yo, ese "Reflexionad, en el silencio...".No pude participar en la JMJ de Madrid y,ante esta nueva oportunidad, sentía temorde encontrarme con un evento protagoni-zado por una euforia vacía o poco medita-da. Quizá el Papa también llevaba estainquietud en el corazón, y no paraba depropiciar momentos para que reflexioná-ramos en el silencio, en la oración. Nospreguntaba si éramos lo suficientemente

valientes como para encontrarnos solosante Dios, y desnudar nuestra alma a losojos del Padre. Y no, yo no lo soy. No losomos. Lo que queremos que sea nuestravida comienza por nosotros mismos, ymuchas veces solo miramos la de losdemás, evitando la mirada de Aquel queconoce más profundamente nuestros mie-dos y debilidades. No me avergüenza reco-nocer que me sentí "descubierta" por él enmuchas ocasiones, y que lloré, y que almismo tiempo me sentí en completa sinto-nía con un Papa que, como apuntó, "tam-bién necesita un confesor".

De los mensajes que transmitió a losjóvenes, ¿qué os caló más hondo?

C: Mensajes, muchos; la inmensa mayo-ría, procedentes de la Vigilia de oración.Ahora mismo, la primera frase que meviene a la cabeza es: "... los pasos paraseguir a Jesús son: la oración, los sacra-mentos y la ayuda a los demás. Te pregun-to: ¿Yo rezo? ¿Yo hablo con Jesús? O letengo miedo al silencio". Eso me recordóque yo descubrí mi fe a través del silenciode un sacerdote.

B: Durante la Vigilia, fue cuando más na-tural y más cómodo encontré al Papa. Ha-bíamos comentado entre los jóvenes cómohabía increpado a los políticos, a las auto-ridades y al clero con contundencia.Aquella noche nos tocó a nosotros. Todosnos lamentábamos de no haber podidocelebrar el evento en el Campus Fidei, enGuaratiba, por causa de la lluvia. "QuizásDios, con este contratiempo, nos ha queri-do decir que el verdadero campo de la fesomos nosotros mismos...", comenzó. Con

las palabras justas y el énfasis que lo carac-teriza, el Papa nos recordó que el cristianodebe cultivar su corazón, como si de trescampos se tratara. El campo para sembrar,el campo de entrenamiento, el campo parala construcción. Nos invitó a acoger laPalabra de Dios y dejarla crecer en no-sotros a pesar de nuestras imperfecciones.Nos recordó la importancia de la oracióncomo entrenamiento, junto con la celebra-ción de los sacramentos, en nuestra rela-ción con Dios y con la Iglesia.

¿La JMJ ha cambiado algo en vosotras?C: Yo no lo llamaría cambio, pero sí que

ha supuesto un gran refuerzo a lo que yahabía y un gran impulso a querer conocermás. Más, del trabajo de las OMP, de lagran labor de los misioneros, a indagar enlas distintas espiritualidades misioneras(por si encuentro por ahí alguna que enca-je conmigo y mis rarezas… jeje)...

B: Tras las palabras del Papa, me sientoresponsable de que la llama de Río no seapague nunca. Estoy profundamente agra-decida de cómo me han tratado las familiasde la parroquia de San Gonzalo. Ahora metoca a mí. Quiero estar disponible a Dios, yque las personas de mi entorno percibanesta disposición también hacia ellos.

¿Algo que transmitir a los jóvenesdespués de vivir esa JMJ?

C: Me gustaría recordar las palabras delPapa en la misa de clausura: "Vayan, sinmiedo, para servir." Porque como decía laBeata Teresa de Calcuta: "El que no vivepara servir, no sirve para vivir".

B: Los jóvenes españoles vivimos hoy unperiodo de turbulencias, de dudas profun-das y de desencanto. Podríamos creer quenos toca pensar en nosotros mismos, ennuestros problemas, en nuestra miseria.Pero vale la pena levantar la cabeza y vertodo lo que el mundo es y responsabilizar-nos de lo que pasa en cada rincón del pla-neta. Sentirnos parte de la Iglesia universalnos enriquece, nos llena de coraje y nosanima a vivir el precioso don de la fe encomunión con los hermanos. Es especial-mente necesario que los jóvenes partici-pen de este tipo de encuentros y se llenende fuerza para desafiar lo establecido.

LETICIA GONZÁLEZ

Blanca Serres, Cristina Rodríguez y Juan Martínez

compartieron en Río numerosas actividades

con representantes de las OMP de otros países.

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Natural de Madrid –nació en el popular barrio de Carabanchel, el 7 de ju-

nio de 1966–, Lorenzo Silva se licenció en Derecho en la Universidad Complu-

tense y estuvo trabajando como abogado de una gran empresa del sector

energético desde 1992 hasta 2002, tras pasar un año como auditor de

cuentas y otros dos como asesor fiscal en una firma multinacional. Sin em-

bargo, él siempre supo que su camino era otro: la literatura. Desde que se

volcara en ella, allá por 1980, ha escrito numerosos relatos, poemas, novelas

y ensayos, que le han valido el reconocimiento internacional, así como nume-

rosos premios; entre ellos, el Nadal 2000, por El alquimista impaciente, o el

Planeta 2012, por La marca del meridiano. Otra de sus obras, La flaqueza

del bolchevique, fue adaptada al cine por el director Ma-

nuel Martín Cuenca, junto al cual fue nomina-

do al Goya al mejor guión adapta-

do en 2004. Es asiduo colabora-

dor de periódicos, revistas y radio,

y su obra ha sido traducida al ruso,

francés, alemán, italiano, catalán, portu-

gués, danés, checo, árabe e inglés. Tam-

bién ha escrito algunos títulos para el pú-

blico infantil y juvenil, como Algún día,

cuando pueda llevarte a Varsovia, Laura y

el corazón de las cosas o la reciente

Suad (ver reseña de este libro en la pá-

gina 41 de nuestra revista), con la que

ha obtenido el Premio La Brújula 2013

de valores. Por todo ello, Supergesto le

ha pedido que dé el "pistoletazo de sa-

lida" a nuestro Premio Montserrat Sar-

to "Lo aprendí en un libro", y que nos

cuente su experiencia personal de có-

mo le ha enriquecido a él la lectura.

En un libro aprendí no diré que to-do, porque he tenido la suerte de

que mis mayores, aquellos a los quepude conocer (mis padres, mis abuelosy mi abuela paterna), hablaran a me-nudo conmigo, tuvieran historias quecontar y supieran contarlas. Peroaparte de lo que les debo a ellos, y aesa media docena de maestros de car-ne y hueso que como mucho (y consuerte) le depara a uno la vida, y aesas pocas decenas de personas conlas que uno (de nuevo si es afortuna-do) llega a entablar una conversacióncon sustancia y a sacarles el jugo desus vivencias, todo los demás que sé loaprendí en las páginas de un libro.

Por eso me cuesta entresacar algo, yprefiero hacer una lista, aunque nopretenderé que sea exhaustiva y pro-curaré limitarme a lo esencial.

Lo primero que aprendí es que elmundo es ancho y complicado, que so-lo vemos una parte pequeña y que delo que vemos es poco lo que entende-mos. "Hay más cosas en el cielo y enla tierra de las que sueña tu filosofía",

le dice aquel persona-je de Shakespeare aotro que cree sabermucho. Y es un buenpunto de partida paraechar a caminar por elmundo. Las hemerote-cas están llenas de ton-terías dichas por perso-nas que no tuvieron laprecaución (o el privile-gio) de hacer este apren-dizaje. Y eso, lo dicho, ca-si es lo de menos, aunquea veces las palabras seancapaces de herir como pu-ñales. Lo malo es lo quemuchas personas hacen, yhacen a otros, ignorandoesa limitación.

Lo segundo que aprendíen los libros es que en la vi-da uno tiene que tratar deservir de algo a los demás,porque a la postre esa es laúnica manera de servir de al-

20 SUPERGESTO NÚM. 112, NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013

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go a uno mismo, durante el rato quese nos deja estar por aquí, que porlo común es demasiado corto paraalterar nada decisivamente perotambién demasiado largo como paramalgastarlo mirándose el ombligo.

Lo tercero que aprendí, y a estasalturas debe quedar claro que esteorden es el orden en que me van vi-niendo las ideas a la cabeza, y no im-plica ninguna jerarquía, es que cadauno tiene derecho a construir en li-bertad sus pensamientos y sus cre-encias, y es una gran necedad, ade-más de una gran descortesía, atrin-cherarse en los pensamientos y lascreencias propias para desacreditar,ridiculizar o en cualquier modo des-preciar las creencias y pensamientos

de los demás. Hay muchas formas desentir y concebir el mundo, y ningu-na es esencialmente superior a otra.Lo que sí existen, sin duda, son mo-dos más nobles y más ruines de viviren relación con las propias ideas ysentimientos, y más vale tratar conquienes son coherentes y leales conlo que dicen ser que con quienes

pretendenser una co-sa cuandoen realidad son otra.

Lo cuarto que aprendí es que nin-gún camino que lleve a algo valiosoes fácil ni rápido (temo que la Lote-ría, que tantos entusiasmos suscita,es uno de los inventos más nocivos

y torpes que ha producido el hom-bre) y que en la paciencia y la ca-pacidad de sacrificio tiene el hom-bre sus armas más valiosas.

Y lo quinto y último, por lo que aestas líneas se refiere, se lo debo alos estoicos y al Evangelio, y secondensa en dos ideas que para mí

forman las ca-ras de unamisma mone-da: no creasser lo que tie-nes, porque alfinal solo ereslo que das, sinexigir ni mirar

que el otro lo merezca; de nadie hasde quejarte y a nadie has de pedir-le cuentas por tus adversidades, an-tes que a ti mismo.

LORENZO SILVA

NÚM. 112, NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013 SUPERGESTO 21

Sg

"Cada uno tiene derecho a construir en

libertad sus pensamientos y sus creencias...

Hay muchas formas de sentir y concebir

el mundo, y ninguna es superior a otra".

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