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Se debaten con mucha frecuencia cuáles serán los mejores caminos para con- cretar si estamos avanzando hacia sistemas alternativos de vida o si seguimos en estos sistemas cuyos indicadores pronostican mayores cuotas de desigual- dad, de despilfarro o de unos recursos que se agotan. El presente artículo pre- tende avanzar más allá de los debates de unos principios filosóficos enfrenta- dos, polarizados, que todo lo fíen a lo bueno o lo malo, sin los matices que toda situación compleja nos plantea. En la actual fase del capitalismo, tanto el neoliberalismo como los neokey- nesianismos que no rompen con la estructura básica de la financiarización y la especulación de los capitales globales nos dejan claro lo que no sirve ya para la humanidad. No creo que se tenga que seguir argumentando que la especulación financiera e inmobiliaria, por ejemplo, sean caminos para resol- ver los problemas que nos han creado. Es posible que no sepamos bien a dónde debemos ir colectivamente, y este es el punto de partida del debate que proponemos, pero sí sabemos bien en qué aspectos ya no nos pueden engañar. 2 Johan Galtung, José Manuel Naredo, 3 entre otros autores, van más allá en sus análisis de la división de posiciones entre el Mercado del Capital y la 61 TOMÁS R. VILLASANTE 1 El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos para medir los avances en la calidad de vida y la sustentabilidad Tomás R. Villasante, CIMAS 1 Actualmente es asesor en el Proyecto «Elementos que motivan la participación social», Programa ACOR- DES, Universidad de Cuenca (Ecuador), financiado por el Programa Prometeo de la SENESCYT. 2 En este texto no voy a argumentar este postulado, dándolo por un punto de partida, pues en otros textos creo que ya se documenta suficientemente en T. R. Villasante, Redes de vida desbordantes. Fundamentos para el cambio desde la vida cotidiana, Los Libros de La Catarata, Madrid, 2014. 3 J. Galtung, Hay alternativas, Tecnos, Madrid, 1984; J. M. Naredo, Economía, poder y política. Crisis y cam- bio de paradigma, Díaz&Pons, Madrid, 2013. de relaciones ecosociales y cambio global Nº 128 2014/15, pp. 61-78

T R Villasante

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  • Se debaten con mucha frecuencia cules sern los mejores caminos para con-cretar si estamos avanzando hacia sistemas alternativos de vida o si seguimosen estos sistemas cuyos indicadores pronostican mayores cuotas de desigual-dad, de despilfarro o de unos recursos que se agotan. El presente artculo pre-tende avanzar ms all de los debates de unos principios filosficos enfrenta-dos, polarizados, que todo lo fen a lo bueno o lo malo, sin los matices quetoda situacin compleja nos plantea.

    En la actual fase del capitalismo, tanto el neoliberalismo como los neokey-nesianismos que no rompen con la estructura bsica de la financiarizacin yla especulacin de los capitales globales nos dejan claro lo que no sirve yapara la humanidad. No creo que se tenga que seguir argumentando que laespeculacin financiera e inmobiliaria, por ejemplo, sean caminos para resol-ver los problemas que nos han creado. Es posible que no sepamos bien adnde debemos ir colectivamente, y este es el punto de partida del debateque proponemos, pero s sabemos bien en qu aspectos ya no nos puedenengaar.2

    Johan Galtung, Jos Manuel Naredo,3 entre otros autores, van ms all ensus anlisis de la divisin de posiciones entre el Mercado del Capital y la

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    TOMS R. VILLASANTE1

    El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos para medirlos avances en la calidad de vida y la sustentabilidad

    Toms R.Villasante, CIMAS

    1 Actualmente es asesor en el Proyecto Elementos que motivan la participacin social, Programa ACOR-DES, Universidad de Cuenca (Ecuador), financiado por el Programa Prometeo de la SENESCYT.

    2 En este texto no voy a argumentar este postulado, dndolo por un punto de partida, pues en otros textoscreo que ya se documenta suficientemente en T. R. Villasante, Redes de vida desbordantes. Fundamentospara el cambio desde la vida cotidiana, Los Libros de La Catarata, Madrid, 2014.

    3 J. Galtung, Hay alternativas, Tecnos, Madrid, 1984; J. M. Naredo, Economa, poder y poltica. Crisis y cam-bio de paradigma, Daz&Pons, Madrid, 2013.

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  • Administracin del Estado. Superan el debate de si quien debe consumir es el Estado pararedistribuir el excedente, o si se deja el excedente en manos de las fuerzas econmicasdominantes. Lo que plantean es que hay una pirmide en cuya cumbre est la financiariza-cin por encima de los dems elementos de poder de produccin, de consumo o de regu-lacin. Una financiarizacin que est construyendo unos poderes globales, sobre la base dela especulacin con un dinero artificialmente creado, que entra en contradiccin con la pro-pia produccin real y hasta con el consumo de la mayora de la poblacin del mundo. Lasmediciones en trminos financieros o monetarios ofrecen una descripcin de la realidad muydiferente que si recurrimos a mediciones en trminos de produccin real fsica, o en trmi-nos de puestos de trabajo y de consumos de productos bsicos. En la parte inferior de lapirmide hay otros aspectos que ni siquiera se pueden medir en trminos econmicos con-vencionales, como las labores que se realizan en el mbito domstico o la ayuda que seofrece voluntariamente a las comunidades, la productividad de los pro-comunes o de losecosistemas naturales.

    Este esquema piramidal tambin es referido por textos de pensadores de raz indgena4

    que contraponen los movimientos del sumak kawsay o del suma qamaa en las zonas andi-nas. Hacen una crtica del capitalismo y las formas de vida y consumo que introducen en lascomunidades tradicionales, pero tambin del socialismo entendido como una presencia delEstado modernizador que les quiere sacar de sus formas de convivencia y meterles en lalgica de desarrollo occidentalizado. En estos casos la crtica a las formas de medir no solose extiende a los indicadores de consumo del mercado, sino tambin a los indicadores deeducacin o de las infraestructuras que no respetan sus formas de conocimiento o de habi-tar los espacios, y por tanto al Estado que las promueve. (Vese ilustracin Luchas de laPirmide y los Manglares en pgina siguiente).

    En este esquema, aparte de la pirmide dominante citada (que se basa en clientelismosy explotaciones, rivalidades, miedos, patriarcados y fetichismos), aparecen desde abajo losmanglares de las construcciones alternativas. Movimientos del buen vivir y ayuda mutuacon sus cargas de creatividad social, que se mueven entre sus productividades (monetari-zadas) y las actividades no monetarias (pero insustituibles para la reproduccin social). Estaseconomas populares y solidarias son muy diversas y no estn exentas de las contradiccio-nes ya sealadas que aprovecha la misma pirmide dominante. Pero he querido sealar tam-bin la tensin hacia otras formas de articulacin solidaria que interesara conocer mejor, ytal vez medir, para distinguir dentro de los movimientos emergentes los sentidos alternativosque realmente se estn construyendo (banca tica, mercados justos, trabajos cooperativos,consumos responsables, servicios participados, o tecnologas apropiadas).

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    4 A. Oviedo, Qu es el sumakawsay. Vitalismo andino: cosmocimiento de la vida, Garza azul y Sumak editores, La Paz, 2012;E. Gudynas, O. lvarez Medina, Bifurcacin del buen vivir y el sumak kawsay, Ediciones Sumak, Quito, 2014.

  • La imagen de los manglares emergentes parece adecuada si se piensa que surgendesde la tierra-lodos que no se ven (no se contabilizan), mantienen una gran vida vegetaly animal bajo el agua y en la parte area, y adems son vistos por los turistas como fen-

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    El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos

    Financiarizacin NEO-LIBERAL

    Burocracias Capitales

    (keynesianismos) CONSUMO (fordismos) Administraciones Mercados

    PRODUCCIN(izquierdas) - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - (derechas)

    Banca Comerciotica Justo

    Clientelismos Explotaciones MOVIMIENTOS(BUEN VIVIR)

    Tecnologas Trabajos Apropiadas Cooperativos

    Oculto - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

    Rivalidades Creatividad Social Miedos

    Servicios ConsumosParticipativos Responsables

    Ayuda Mutua

    No monetario - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

    PRO-COMUNESPatriarcados Fetichismos

    Sustentabilidades Reequilibrios Bio-Diversas Puntuados

    Depredacin ECOSISTEMAS Catstrofes

    Luchas de la Pirmide y los Manglares

  • menos exticos (muchas veces sin percibir que son la cuna de la vida). Crecen por s mis-mos si nadie los destroza, an con las contradicciones que tienen internamente, y en esesentido pueden ser una metfora til de la labor de los movimientos populares que surgenentre los humanos. Sus races estn en la propia naturaleza de los ecosistemas, en los pro-comunes biodiversos y en evolucin, con sus catstrofes y depredaciones incluidas, puesno conviene idealizar ni a la naturaleza biolgica ni a los movimientos pro-comunes. Cabeponderar y hasta medir estos procesos pero desde sus propias lgicas, tal como queremossugerir.

    Dentro de estas luchas conviene distinguir entre las propuestas alternativas que se vie-nen debatiendo, aunque sea con conceptos no muy precisos o contradictorios, como es elcaso del desarrollo sostenible, de las alternativas al desarrollo, del ecosocialismo, deldecrecimiento, del convivencialismo, del suma kawsay o buen vivir, del swaraj o autogo-bierno gandhiano, etc. En muchos de estos debates, frente a sistemas tan burdos de medi-das como el PIB o la renta per cpita, se contraponen principios de la ideologa corres-pondiente, pero no sistemas de medicin o ndices que puedan dejar en evidencia las dife-rencias patentes con el actual modelo de especulacin financiera o de destruccin de eco-sistemas. Por los resultados del PIB o de la renta per cpita ya podemos establecer quesolo abarcan una parte muy pequea de los intereses generales de la gente e, incluso, quevan en contra de muchas de las necesidades ms sentidas. Si tenemos en cuenta que unaguerra puede aumentar el PIB, igual que puede hacerlo la produccin de un desastre eco-lgico, es fcil ver las contradicciones en las que nos sumerge esta forma de medir el pro-greso. No siempre se ha tratado de tener ms de todo, muchas sociedades se han regidopor buscar lo mejor antes que lo ms, la calidad (de vida) antes que la cantidad (nivelde vida).

    Algunos indicadores internacionales tratan de mezclar los ndices tradicionales y otrosmenos economicistas, como el caso del ndice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD, ins-pirado en las definiciones de desarrollo de Amartya Sen.5 Pero si se comparan los resulta-dos por pases de este ndice y el del PIB per cpita se puede comprobar sospechosas coin-cidencias, lo que da que el PIB siga mandando a pesar de sus contradicciones. Por ejem-plo, los pases de Oriente Medio estn muy por delante de los latinoamericanos. Pero si estendice se corrige con el factor de desigualdad interna, entonces solo los pases europeosdestacan, y caen pases como Canad, EEUU, Israel o Corea de Sur, y mucho ms caenlos pases de Oriente Medio. Todo depende de los criterios que se apliquen a la priorizacinde unos aspectos sobre otros en las mediciones, y que dependen de intereses y de ele-mentos culturales. En esta lnea suelen estar los que tratan de medir la pobreza, o los indi-cadores de barrios vulnerables.

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    5 A. Sen, Nuevo examen de la desigualdad, Alianza Editorial, Madrid, 2004.

  • En otros casos directamente se desmarcan hacia el ndice de Felicidad Bruta en Butn,y en general quienes rechazan los ndices macroeconmicos convencionales. Es el caso delndice de Planeta Feliz, de la New Economics Foundation,6 que prioriza medir la expectati-va de vida, la percepcin subjetiva de felicidad y la huella ecolgica. Segn este ndice, ocu-pan los primeros lugares los pases del Caribe (Colombia, Costa Rica o Cuba), muy porencima de EEUU y Rusia, en la franja inferior se sitan los pases centroafricanos. En algu-nos casos, como suele ser la tendencia de bastantes de los inspiradores indigenistas delbuen vivir, lo que se plantea es si tiene sentido medir elementos tan subjetivos y vivencia-les, que se escapan necesariamente de parmetros objetivos. Entremos en estas cuestio-nes previas y luego veamos cmo se pueden realizar mediciones que resulten eficientespara las comunidades respectivas.

    Por un lado, tratar de medir de forma universal con los mismos parmetros solo sirvepara comparar situaciones que tenga sentido que puedan competir entre s. Tanto si es enfelicidad o en produccin, etc. Pero, qu sentido tiene establecer estos rankings? Paraqu quiero saber si soy ms feliz que el otro, o si tengo ms zonas verdes o una mayor pro-duccin que los vecinos? Desde una lgica competitiva puede verse como un incentivo,pero desde una lgica de mejor convivencia no tiene mucho sentido. Ser ms lgico pen-sar en trminos locales y procesuales. O sea, si dadas mis condiciones locales de partidahe mejorado en estos aos o al revs, he retrocedido sobre mis propios valores de referen-cia, y no tanto comparar con los valores de otras comunidades o situaciones diferentes. Deigual modo, cuando se hayan superado determinados ndices, habr que irlos cambiandopara ajustarlos a las necesidades de cada momento y lugar.

    El debate en los Andes

    El debate que vivimos en los Andes y el mundo sobre el buen vivir nos puede servir de ejem-plo de estos debates y propuestas. El mismo debate sera aplicable a medir el desarrollosostenible, el decrecimiento, la convivencialidad, o la calidad de vida. Una primera cues-tin es si vale la pena establecer mediciones en cuestiones que tienen mucho de subjetivo.Y hay que reconocer como cierto el carcter subjetivo para cada cultura de la mayora deestos conceptos. Lo cierto es que hay que tener en cuenta que si no precisamos parme-tros ms o menos concretos, tendemos a debatir sobre principios, terreno que torna en ideo -lgica, cuando no sectaria, la interpretacin de estos conceptos. Por ejemplo, el conceptode desarrollo sostenible se utiliza para todo y tanto se usa para justificar el capitalismoverde como propuestas opuestas al capital, hasta el punto de que casi ya no quiere decirnada. Y lo mismo nos empieza a suceder con el trmino buen vivir que lo utilizan tanto

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    El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos

    6 New Economics Foundation, ndice de Planeta Feliz, 2012 [http://www.neweconomics.org/publications/happy-planet-index].

  • algunos gobiernos extractivistas como tambin las comunidades indgenas antiextractivis-tas. El resultado es que se acaba discutiendo sobre cules sern las intenciones ocultas deunas posiciones u otras, por ejemplo, y no se concreta en cada caso.

    El debate por los conceptos y las definiciones es eterno. Una posible salida es pensarque solo cabe renunciar a medir y concretar, y dejar a la vivencia de cada cual lo que quie-ra creer. Sin embargo, esta opcin no contribuye a una construccin colectiva y permite quelos ms poderosos puedan irse apropiando de todo lo que va emergiendo de la sociedad,como viene ocurriendo en la actualidad. Otra salida es plantear la construccin de nuevosconceptos ms precisos cada vez, y que se puedan concretar de manera que se pueda indi-car dnde estn los fallos y los avances en cada caso. Si reflexionamos un poco no haynada tan subjetivo que sea de una sola persona, sino que casi todo es intersubjetivo, esdecir, suele ser una construccin colectiva de grupos y redes en que nos retroalimentamos.Y ms bien dentro de cada grupo o red se suelen hacer comparaciones y evaluaciones(antes y despus, mejores o peores) para ver cmo se va evolucionando.

    En el caso del buen vivir la corriente ms indigenista o pachamamista construye ahoraargumentos para distanciarse del concepto que manejan los gobiernos de Ecuador oBolivia, que tratan de medir en trminos ms convencionales sus Planes del Buen Vivir. Eltercer Plan del Buen Vivir de Ecuador, por ejemplo, ya incluye indicadores que los primerosplanes no incluan. Esto es un valor a su favor frente a los anteriores (para que al menos sepueda rendir cuentas), pero tambin un compromiso ms concreto que puede conllevar cr-ticas. Tanto por lo que propone medir como por lo que olvida y, despus, por los resultadosque consiga. Pero es precisamente ah donde se ven las diferencias con los conceptos ori-ginarios de sumak kawsay. Dime lo que te interesa medir y te dir qu quieres, sera lacrtica de los cambios de orientacin que aprecian estos movimientos en los gobiernos.Dado que desde las posiciones de que el sumak kawsay no se debe medir sino solo viven-ciar, estas pierden un punto de mayor concrecin en la crtica para el cambio. El debatedesde las vivencias se queda en lo personal y en la conciencia de cada cual, lo que dificul-ta el avance en la construccin colectiva.

    No obstante, hay puntos muy interesantes en las aportaciones sobre el sumak kawsay quevienen desde las posiciones ms indigenistas o pachamamistas. La primera cuestin es quesin los movimientos de base indgena nada de este debate se hubiera producido en estos tr-

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    El concepto de desarrollo sostenible se utiliza para todo hasta el punto de que casi ya no quiere decir nada.

    Y lo mismo nos empieza a suceder con el trmino buen vivir

  • minos, al menos en los Andes. Aunque tambin es verdad que en los ltimos aos ha habidobastantes divisiones internas y esto dificulta establecer si cuando hablamos de buen vivir habla-mos de convivir en armona con la naturaleza y la comunidad, o si hablamos de salir de lapobreza con carreteras y educacin occidental, o unas terceras o cuartas posiciones hbridas.En cualquier caso, el sumak kawsay ha supuesto una crtica al desarrollismo capitalista y alsocialismo estatalista (recuperando el ayni como reciprocidad), como defienden sus principalesautores.7 Y tambin una crtica a la filosofa subyacente euro-cntrica y neo-colonial. ParaAtahualpa Oviedo (Ecuador) y Javier Medina (Bolivia), por ejemplo, la lgica aristotlica del ter-cero excluido queda superada por las ecosofa (Estermann) tetrdica (Oviedo) andinas.

    De ah deducen muchos de ellos que al ser una vivencia personal y comunitaria, no cabeestablecer indicadores del buen vivir por llevar a un tecnicismo sin criterios. Pero y sifuera con los criterios de la propia comunidad? Esta corriente de interpretacin del sumakkawsay o suma qamaa tiene algunas contradicciones internas que deberan aclararsemejor. Por ejemplo, citan a los pueblos originarios (incluso a los no contactados, cmo pue-den saber lo que piensan?) como fuente de esta sabidura. Sin embargo, parecen eviden-tes las grandes diferencias de estos pueblos, tanto con el imperio Inka como con el EZLNde Chiapas, a los que tambin citan como referencias. Ms que una sola posicin parecehaber una pluralidad de interpretaciones hbridas, tanto por la evolucin histrica como porla diversidad geogrfica y cultural.

    Es cierto que damos la razn a numerosos autores actuales del posdesarrollo y de laposcolonialidad en sus crticas al capitalismo desarrollista y al pensamiento eurocntrico, yas lo reconocen con sus citas. Pero esto es un argumento para un mestizaje creativo conmuchas de las dialcticas orientales y de los avances de la fsica y la biologa de los siste-mas emergentes, y no tanto para la defensa de una sola interpretacin del buen vivir. Criticarla Constitucin del Ecuador como una mezcla irrespetuosa para el buen vivir parece tantocomo erigirse jueces de su pureza ontolgica (esto no es un occidentalismo, nada rela-cional?). Construir un vitalismo universal o un corazonar nos coloca en un saber porabduccin o chamnico, ms para los iniciados?8

    Qu hacer a partir de las comunidades indgenas que mezclan casi todo lo que lescae? La vivencia es una sola y ya est decidida9 o el buen vivir no es uno solo yhomogneo?10 Se critica a la izquierda progresista11 porque cambia de conceptos al

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    El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos

    7 E. Gudynas, O. lvarez Medina, Bifurcacin del buen vivir y el sumak kawsay, Ediciones Sumak, Quito, 2014.8 A. Oviedo, en E. Gudynas, O. lvarez Medina, Bifurcacin del buen vivir y el sumak kawsay, Ediciones Sumak, Quito,

    2014.9 Ibidem, p. 142.

    10 Ibidem, p. 144.11 Ibidem, p. 214.

  • estilo posmoderno muy rpidamente, o como se afirma un poco ms abajo, por la repeticinreiterada de las consignas del Partido y del Estado? Para ser coherentes con criticar los dile-mas eurocntricos no deberamos caer en simplificar en dos posiciones la crtica. La posi-cin aristotlica del tercero excluido deberamos superarla siendo ms inclusivos. Tantocon posdesarrollistas como con las comunidades indgenas y mestizas, disputando el sen-tido del buen vivir y del sumak kawsay a las tendencias ms encubridoras del estatismo yel capitalismo.

    Posiciones constructivas

    Junto a las corrientes ms pachamamistas o las ms estatalistas, hay otras que se deba-ten en cmo concretar los valores alternativos. Desde posiciones constructivas e integra-doras queremos entrar en la crtica de los parmetros a medir, que son ms difciles deencubrir que el debate sobre los conceptos. Es una forma de obligar a aterrizar los con-ceptos ms all de meras discusiones nominalistas por algunos autores. Si bien tiene inte-rs el debate sobre los conceptos, puesto que introduce mayor precisin en lo que se quie-re construir, lo cierto es que tarde o temprano los poderes se apropian de los conceptos ylos van descafeinando para adaptarlos a sus intereses. As pas en dcadas pasadas conel ecodesarrollo, el desarrollo a escala humana, el desarrollo sustentable, el eco-socialismo,y seguramente con las alternativas al desarrollo tambin pasar. El cambiar a otros con-ceptos ms fuertes como el del decrecimiento, sumak kawsay, swaraj, etc., no va a garanti-zar que no se apropien o adulteren ms all de su sentido original.

    La obligacin de quienes queremos transformar la sociedad y caminar por una transicinhacia una vida pro-comn y sustentable, es ir poniendo nuevos retos conceptuales y tratarde que se vayan concretando en la vida cotidiana. Aun sabiendo que seguramente serncooptados y manipulados, pero luchando porque sean lo ms precisos y concretos posible,de manera que nos ayuden a mejor-vivir. A finales de los aos noventa en Buenos Aires mepublicaron dos libros bajo el ttulo de Cuatro redes para mejor-vivir (1998), donde argumen-taba ese concepto, que entonces se planteaba como crtica al concepto de bienestar y susmedidas. No se trataba ya entonces de tan solo estar pasivo en un Estado que redistri-buye, sino de vivir. No se trataba de esperar a que el capital o el Estado nos facilitaranestar aunque fuera bien, sino de vivir o mejor an convivir, con unas posiciones pro-acti-vas hacia los semejantes y hacia la naturaleza, poder ser protagonistas de nuestras vidasen comn.

    El estar en la versin pachamamista es un estar vinculado a la naturaleza y disponi-ble a lo que vaya apareciendo. Es sentirse parte y no una concepcin tan pasiva como ladel estado del bienestar. La concepcin indgena del sumak kawsay es tetrdica pues

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  • trata de mantener en armona cuatro conceptos bsicos: ushay (poder), ruray (hacer),munay (querer) y yachay (saber). El estar o querer est vinculado al cuidado de laPachamama. El hacer, a la economa comunitaria y a la comercializacin y tecnologassaludables. El poder es la organizacin comunitaria, mediante la justicia y las alianzas. Elsaber se refiere a la educacin, a la comunicacin y a los conocimientos. Estos conceptostomados de ECUARUNARI, son retomados por el PYDLOS, y constituyen la base de losaspectos fundamentales que no se deben olvidar en la comunidad.12 Veremos ms adelan-te cmo en otros movimientos y autores se repiten como cuatro intercambios bsicos.

    El adjetivo mejor aunque sea con un guion (mejor-vivir como lo planteaba entonces)ha recibido crticas porque se asimila a conseguir lo mejor en los trminos de competen-cia con los dems. Pero tambin se puede entender en el sentido de cmo mejorar cadacual su grupo o su comunidad, no en competencia con otros sino consigo mismo. Pero sepuede cambiar por otra expresin mejor, por ejemplo, vivir mejor, con menos,13 que da ttu-lo a un libro que tambin abunda en este tipo de planteamientos. Cuando se plantea ahorala vida plena14 parece que se absolutiza demasiado una sola forma de entender la vida (esque no ha de evolucionar este concepto?), como si alguien o alguna ideologa pueda decircul es esa vida buena o plena de una vez para todas. El concepto de mejor, mejorable, esms relativo y relacional, ms cercano a lo que puede estar en las manos de una comuni-dad o un grupo, o una red del tamao que sea, para perfeccionarse.

    Desde luego, como dice Gudynas,15 hay muchos buenos vivires. Y eso les da muchams creatividad a los procesos. Algunos son simples formas de nombrar el desarrollo y elcrecimiento con nuevos disfraces, pero precisamente en sus aplicaciones se ve la trampa,y algunos indicadores nos lo pueden descubrir. De ah nuestro inters en procurar aclararestos aspectos. En otros casos cabe recordar que como puedan entender el sumak kawsay,los quichua o los shuar, los caaris o los pueblos originarios no contactados, seguramentees muy diferente. Y a su vez diferente de los aymaras del suma qamaa, de los mapuches,etc. Cierto que su raz comn apunta en contra del modelo de desarrollo de tipo occidental,

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    El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos

    Desde posiciones constructivas e integradoras queremos entrar en lacrtica de los parmetros a medir, es una forma de obligar a aterrizar los

    conceptos ms all de meras discusiones nominalistas por algunos autores

    12 A. L. Hidalgo-Capitn et al., El Buen Vivir, PYDLOS, Universidad de Cuenca, 2012.13 J. Sempere, Mejor con menos, Crtica, Barcelona, 2008.14 J. Estermann, en E. Gudynas, O. lvarez Medina, op. cit., 2014.15 E. Gudynas, O. lvarez Medina, op. cit., 2014.

  • pero ms por negativo de ste que por positivo. Pero tambin cabe entender que el imperioInka frente a los Caaris tuvo sus guerras de conquista como el imperio de Castilla-Aragnlo tuvo con Galicia o Canarias, antes de invadir Abya Yala. No conviene mitificar ningunaexperiencia como la nica referencia plena.

    Entre las muchas aportaciones a estos vivires pro-comunes estn en Asia la referenciaal swaraj o auto-gobiernos de la comunidad que populariz Gandhi en su subcontinente, olas races taostas o del budismo zen que implican igualmente otras formas de vida comu-nitarias y de integracin con los dems seres del ecosistema. Y en occidente-norte se harecuperado formas de transicin al poscapitalismo como son los ecosocialismos, los decre-cimientos, las comunidades en transicin, el convivencialismo, etc. Son muy diversas lasraces de las que derivan cada uno de estos movimientos, y no parece tener sentido desta-car de todos ellos ms que su confluencia en la crtica de los desarrollismos. No es tantomirar hacia atrs por una esencia perdida, como mirar hacia adelante para la posible cons-truccin colectiva de las alternativas de transicin hacia los poscapitalismos posibles.

    Solo contando con las redes cercanas, y a ser posible con las ms amplias, podrnlograrse las mejoras en la vida. Ya en los dos volmenes de 199816 me planteaba las cua-tro redes colectivas o comunitarias y a distintas escalas, por lo que no se pueden entendertan solo como opciones individuales. Se trata de concretar los avances en comn, o pro-comn, como se suele precisar ms actualmente o en el convivencialismo.17 Tal vez debe-ramos construir mejor el vivir pro-comunes mejorables o creativos, para borrar toda alu-sin de individualidad y de competencias con otras formas que no fueran hacia una mejorasolidaria.

    Interacciones bsicas y equivalentes de valor

    Si pretendiramos recoger todas las propuestas que se han ido generando en el mundosobre los temas del desarrollo, la felicidad, etc., el documento sera extenssimo. Adems,recurrir a ellas en su amplitud obligara a dos operaciones realmente difciles de establecer.Por un lado ponderar el peso de cada una de las propuestas, lo que lleva a considerar (encada cultura) cmo llevar a cabo la operacin de priorizar necesidades. Y por otro lado, rea-lizar numerosas mediciones de muchsimos factores para no dejar fuera ninguno que debaser tenido en cuenta. Estos son aspectos que hacen poco operativas estas formas de pro-ceder. Cuando son muchos los ndices a los que referirse (y medirlos con cierta solvencia)

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    16 T. R. Villasante, Cuatro redes para mejor-vivir (dos volmenes) Lumen Humanitas, Buenos Aires, 1998.17 P. H. Martins, B. F. Nunes, A. Caill et al.), A nova orden social. Perspectivas da solidaridade contempornea, Paralelo 15,

    Brasilia, 2004.

  • la operatividad se vuelve en contra, pues cuando acaba uno de tener los datos, ya es posi-ble que hayan cambiado. Algunos estn accesibles, pero otros han de ser construidos y sedemoran bastante tiempo.

    Cabe hacer algunas operaciones ms sencillas para establecer estos seguimientos, yque sirvan a las comunidades respectivas para sus fines. Incluso la tabla que se suele citarde Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn,18 con 36 posiciones bsicas (1993) se vuelve dema-siado complicada para establecer las necesidades a medir. Ellos mismos proponen no tantomedir las necesidades, como los satisfactores, que al ser sintticos muestran una mayordidctica y operatividad para cada comunidad que quiera usarlos. De esta tabla lo ms inte-resante son las cuatro necesidades axiolgicas que definen con los verbos: estar, tener,hacer y ser. Y pueden ser interesantes porque vienen a coincidir con las cuatro interaccio-nes bsicas que hemos encontrado en otros autores, y en varios de los movimientos socia-les que hemos estudiado.

    Los listados muy amplios estn bien y pueden ser utilizados como recordatorios, paraque no se nos olvide ningn tema en un descuido. Pero se pueden resumir en las pautas quela humanidad siempre ha tenido. Levi-Strauss ya estableci desde la antropologa el inter-cambio bsico de bienes, de personas, de mensajes. Esto viene a coincidir con los verboscitados, si le sumamos el intercambio de espacios-tiempos. O, desde el enfoque de JessIbez,19 las explotaciones de la naturaleza, del trabajo y de la produccin, la dominacinde unos sujetos sobre otros por raza, genero, etc., y la explotacin de uno mismo por losdogmas en que ha sido educado y cree. En un libro reciente20 me refiero ms en extenso aestos intercambios bsicos, que tambin podemos encontrar en forma de sociologa de lasausencias en Boaventura de Sousa Santos21 y en otros autores.

    Por si quedara muy erudito citar tan solo a algunos autores de referencia, quisiera dejarpatente que los principales movimientos sociales tambin nos muestran con sus prcticas lasnecesidades que les interesa descubrir y reclamar. As, por ejemplo, los movimientos vecinalesy ecologistas destacan la necesidad de hacer un seguimiento de los retrocesos o avances enlos espacios y tiempos de los ecosistemas urbanos o rurales; si las tecnologas estn mejoran-do o empeorando ambientes y si el mejor convivir se resiente o se recupera. Los mo -vimientos obreros y campesinos llevan aos luchando por sus derechos en el trabajo y la pro-duccin, contra las desigualdades y contra abusos en la economa de acumulacin especulativa.Los movimientos de mujeres o de diferentes etnias se han rebelado contra la dominacin que

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    El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos

    18 M. Max-Neef, A. Elizalde, M. Hopenhayn, Desarrollo a escala humana, Nordan, Montevideo, 1993.19 J. Ibez, El regreso del sujeto: la investigacin social de segundo orden, Siglo XXI, Madrid, 1994.20 T. R. Villasante, op. cit., 2014.21 B. S. Santos, El milenio hurfano, Trotta, Madrid, 2005.

  • por razones biolgico-culturales han impuesto el patriarcado y los pases colonizadores. Y con-tra el pensamiento nico y dogmtico de las ideologas heredadas se han venido rebelandomovimientos, sobre todo de jvenes, que no renuncian a la creatividad propia.

    Podrn ser tres, cuatro o cinco las interacciones bsicas que aglutinan la larga lista denecesidades que los humanos (y nuestra relacin con los ecosistemas) hemos ido constru-yendo en nuestra historia milenaria. En cada interaccin bsica siempre se sita unEquivalente de Valor, que opera para cada cultura como elemento externo que sirve de refe-rente y que no es cuestionado en principio. Entre los diferentes ejemplos se pueden citar: lapropiedad y el dinero en los intercambios materiales de nuestra economa; tambin la reve-lacin divina por algn mito fundador del ser e identidad de una comunidad entre las tradi-ciones ms antiguas; o las formas tecnolgicas como manera de superar las constriccionesdel espacio o del tiempo en cada cultura humana; o el orden mediante una autoridad parasuperar los conflictos de la familia o entre comunidades. Si se est de acuerdo en estosequivalentes de valor, de ah se pueden deducir los parmetros principales a medir. Pero sihay discrepancias en que estos sean los valores incuestionables, entonces la forma deencarar las mediciones se torna ms compleja.

    Por eso, previo a establecer las mediciones, hay que abrir el debate de cules son loscriterios de medicin. Esto supone una deconstruccin de los sistemas de medidas en vigory la justificacin de nuevos criterios y equivalentes de valor aceptados por cada comunidad.Por ejemplo, con Luis Tapia,22 quisiera recordar que siempre se lucha por un excedente yluego est la cuestin de qu hacer con ese excedente. En el pasado, algunas culturas, unavez obtenido, lo quemaban (mediante diversos ritos) para no crear ms desigualdades,otras lo repartan como dones del poderoso, otras lo utilizaban para armarse y guerrear enconquistas de territorios, etc. Y no solo el excedente de bienes, tambin el tecnolgico, laerudicin, el simblico, etc. Por lo tanto, la cuestin de a qu destinar los excedentes formaparte del fondo del problema, y desde ah se justifican las comparaciones con otras comu-nidades y las comparaciones antes y despus de la propia comunidad de referencia. En elcontexto actual, la obtencin del excedente lleva a algunos a armarse, a otros a especularinventando burbujas de dinero, y hay quien quiere distribuir los beneficios a travs delEstado, otros hacen despilfarros ostentosos, mientras otros solo intercambian sus formas dereciprocidad en economas populares o solidarias.

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    22 L. Tapia, Poltica Salvaje, CLACSO/Muela del Diablo, Comunas, La Paz, 2008.

    La cuestin no es saber medirlo todo, se trata de saber qu medir y con qu prioridades, qu es lo significativo en cada momento

  • La conclusin fcil es que cada cultura ha de construir sus propios equivalentes devalor y sus propios criterios de medicin. La cuestin no es saber medirlo todo, como si qui-siramos ser eruditos y poseer todos los conocimientos y todos los trminos sin que se nosescape nada. Ms bien se trata de saber qu medir y con qu prioridades. Es decir, no espasin por reducirlo todo a los nmeros, sino por saber qu es lo significativo en cadamomento. Incluso en cada comunidad los criterios tampoco son estables. Es decir, valoresque eran incuestionables para una generacin (energa nuclear) pueden dejar de serlopara otra, ndices muy significativos en una situacin (por ejemplo, la alfabetizacin) pue-den dejar de ser tan interesantes cuando se alcanza su saturacin. Por esto los criterioshan de revisarse cada cierto tiempo de forma participativa por lo ms amplio de la comu-nidad local, e irse mejorando segn se vayan produciendo nuevos avances. En realidad setrata de una construccin colectiva de forma permanente. Les podemos llamar equivalen-tes de valor, ideas-fuerza, escenarios de futuro, o lo que en general desee conseguir cadacomunidad organizada.

    Un proceso participativo posible

    Tcnicamente cabe ir deconstruyendo al tiempo que se van reconstruyendo los cambios enlos criterios de medicin. Al menos en cada una de las 4 interacciones bsicas. Para ello sepueden usar tcnicas como los penta o multi-lemas, que permiten pasar de los dilemasbsicos y ms superficiales de cada sociedad, a causalidades y mediaciones ms profun-das. En los trabajos de Johan Galtung23 y en los nuestros del CIMAS24 se pueden ver ejem-plos prcticos de cmo operar para distintas situaciones. De forma participativa con lascomunidades que se impliquen se puede avanzar en estas de y re construcciones con-sensuadas. Si hiciera falta priorizaciones participativas entre estos supuestos, tambin sepueden usar los flujogramas que Carlos Matus plante en los Planes EstratgicosSituacionales,25 y que tambin se pueden seguir en los textos y los DVD de la red CIMAS.26

    Son dispositivos tcnicos que permiten a comunidades pequeas y grandes formalizaracuerdos para establecer los criterios que les permitan avanzar y construir colectivamente.

    Proponemos este tipo de dispositivos participativos para saltarnos otros sistemas de tipoms convencional, que puedan enfrentar a las mayoras con las minoras en juegos msperversos (como sera una votacin representativa); o que puedan dejar en manos solo delos tcnicos y unos pocos directivos algunas herramientas (DAFO, rbol de problemas, etc.)

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    23 J. Galtung, Transcender y transformar, Quimera ediciones, Mxico, 2004.24 CIMAS, Manual Metodologas Participativas, www.redcimas.org, 2009.25 C. Matus, Estrategia y plan, Siglo XXI Editores, Mxico, 1993 y El mtodo PES: Planeamiento Estratgico Situacional,

    Fondo de Cultura Econmica, 1996.26 CIMAS, Manual Metodologas Participativas, www.redcimas.org, 2007.

  • de la Planificacin Estratgica convencional, con un manejo no participativo de decisionesmuy importantes. Bajo la idea de Planificacin Estratgica suelen quedar encubiertos dis-positivos tcnicos con una alta tendencia a imponer valores dominantes no cuestionados.De ah que las aportaciones crticas de los autores citados no solo superan los defectos dela planificacin al uso, sino que proponen unos dispositivos tcnicos que ofrecen muy bue-nos resultados desde nuestra prctica con muy diversas comunidades, urbanas y rurales,as como en sectores amplios estatales como la salud, la ecologa, etc.

    Una vez que la comunidad correspondiente ha llegado a un consenso bsico de culesson sus criterios, sus satisfactores, sus ideas-fuerza o sus equivalentes de valor ms gene-rales (segn como los queramos nombrar), es cuando se puede pasar a tratar de estable-cer los ndices con que se van a medir. Sentados los criterios en las cuatro interaccionesbsicas, por lo menos, ahora toca ver cmo se puede medir cada una. Y si algunas de lasmediciones ya estn en marcha o hay otros documentos que lo acreditan, revisarlos desdeel punto de vista de los criterios establecidos. No porque ya tengamos los datos elaboradospor otras instancias van a valer sin ms. Cada dato tiene un contexto (no explicitado habi-tualmente) de equivalentes de valor que se ha de revisar.

    Por ejemplo, el debate sobre qu se entiende por desarrollo sostenible es puramentenominal y solo se puede resolver como se propuso con los foros de sustentabilidad de lasagendas locales 21. Un concepto en s mismo tan contradictorio, cuando lo bajamos a quse quiere medir en concreto es cuando sabemos qu quieren de l quienes lo usan. Hayagendas 21 locales, como la de Seattle desde el ao 1993, que han servido de referencia aotros muchos foros en ciudades de todo el mundo. Si se renen los sectores interesados deuna ciudad o una regin en los temas de hacer seguimiento con indicadores de su evolu-cin de la calidad de vida, de la sustentabilidad o del buen vivir, entonces resulta creble quesus consensos sobre criterios puedan ser un buen comienzo para el proceso.

    Un foro de sustentabilidad o de buen vivir puede estar compuesto por las comunidadesque estn interesadas, por los sectores sindicales, ecologistas, feministas, etc., de la zona,por las universidades, ONG, Iglesias y entidades culturales que quieran participar. Los gobier-nos sensibles a hacer un seguimiento de la calidad de vida de su zona deberan apoyar y noponer trabas a la informacin o tratar de influir en ella sino respetar los consensos de la socie-dad civil. No es que en estos foros se vaya a votar si est bien o mal la calidad de vida o elsumak kawsay, se trata ms bien de ver qu se ha de medir, qu acuerdos se alcanzan paraque los aspectos ms importantes de la vida local se vean reflejados en un seguimiento, parair dando cuenta de los resultados locales y en un cierto periodo de comparacin.

    Por ejemplo, si queremos medir la situacin econmica, es ms importante cuntodinero entra y sale de la ciudad o regin, o tal vez la desigualdad de ingresos entre los que

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  • ms ganan y los que menos? O, desde el punto de vista del gnero, es ms importante elnmero de puestos en guarderas infantiles o la variacin en la distribucin del tiempo y acti-vidades en la vida cotidiana entre mujeres, varones, mayores y criaturas? Y con respecto ala toma de decisiones democrticas, se le da ms importancia al nmero de votantes o alnmero de propuestas e iniciativas desde colectivos de base?

    La tcnica de medir no ha de seguir siendo un asunto del foro, que solo se centra en pro-poner los criterios y seguir el proceso. Por otra parte, cada cierto tiempo se puede cambiaralgn criterio que deje de ser relevante para la comunidad, y eso no tiene por qu alterardemasiado el conjunto de las referencias. De lo que se trata es de que en cada uno de loscuatro mbitos de estas mediciones se pueda seguir una serie cronolgica de resultados.La comparacin siempre es antes y despus para un territorio, no tanto con otros territoriosvecinos. La calidad de vida es ms comparable sobre las expectativas de una comunidadconcreta, y no tanto sobre las rivalidades entre comunidades diferentes. Parece ms lgicomedir la felicidad de un territorio en relacin con la satisfaccin de sus propios escenariosde futuro, como se quiere subrayar, que en relacin con el vecino.

    Las tcnicas de medicin pueden ser cualitativas y cuantitativas, una vez planteadodesde el inicio el proceso participativo de lanzamiento y de seguimiento. Del que ya se pue-den tener datos elaborados, solo cabe verificarlos y adecuarlos a los requisitos previamenteplanteados por el foro. En otros casos, cabe hacer una investigacin especfica con algunosndices sintticos que se estimen oportunos. Por ejemplo, el nmero de peces que se hallanen un ro puede significar tanto un ndice de agua limpia, como el rescate de una memoriahistrica perdida. Establecer una serie de grupos de discusin, con una buena muestra,sobre algn aspecto nuevo puede dar al foro informaciones de tipo cualitativo a considerar.

    El debate de un caso concreto

    El PYDLOS es un centro de investigacin en la Universidad de Cuenca (Ecuador) presti-gioso por su implicacin en temas sociales (migraciones, apoyo a procesos municipales,etc.). En los ltimos aos ha lanzado debates sobre el buen vivir y en la actualidad apues-ta por lograr mediciones que concreten estos aspectos que venimos discutiendo. En princi-pio, all plantean cinco grandes ejes a los que reducir la interminable lista de posibles nece-sidades que se les ocurren a los investigadores de todo el mundo. Ejes que tienen que vercon las cinco preguntas bsicas del buen vivir que rescatan de su propia prctica.

    Entiendo que cuatro de ellas tienen que ver con las cuatro interacciones bsicas que yahemos visto en otros movimientos y autores. Y la quinta veremos que ya no tiene tanto sen-tido, desde mi punto de vista, pues est contenida en las anteriores cuestiones planteadas.

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  • Incluso en un libro sobre la (re) creacin del pensamiento del PYDLOS27 se citan los cua-tro elementos de la concepcin de ECUARUNARI como punto de partida para el sumakkawsay: poder (ushay) o sea organizacin, hacer (ruray) o sea economa, querer (munay) osea, cuidado de la naturaleza, y saber (yachay) o sea, conocimientos. Lo que se corres-ponde con participacin y democracia; con economa popular y solidaria; con conservacinterritorial y ambiental; y con satisfaccin cultural respectivamente. El quinto, inclusin socialy acceso a servicios, est incluido en los anteriores segn argumentare ms adelante.

    El eje de participacin y democracia puede recoger estudios muy variados en el mundo.El que haya referendos quiere decir que hay democracia directa? Recordemos que tantodictaduras como movimientos sociales han realizado referendo, con sentidos muy distintos.Los sistemas de partidos son ndice por s mismos de democracia? Asistimos en todo elmundo a protestas contra las partidocracias por muchos movimientos de indignados.Cmo y quin puede medir la confianza y la tica, la comunicacin, la libertad y equidad,etc.? No podemos partir de un solo modelo de lo que sea la democracia y la participacin.Ms bien cabe pensar en cada caso cmo mejorar lo que cada localidad o pas tiene segnsu propia tradicin y cultura poltica.

    La propuesta en el caso de Ecuador, y del Cantn Cuenca, es que se parta de laDeclaracin de Bogot sobre Presupuestos Participativos. Hay unas quince recomendacio-nes sobre lo que son las experiencias latinoamericanas, despus de haberlas llevado a laprctica, desde hace 25 aos en varias ciudades, y sabiendo ya los puntos dbiles de estosintentos de democracias participativas. En temas de participacin hay varias escaleras departicipacin segn los autores que hacemos el seguimiento de estos procesos. En elCIMAS28 tenemos tambin una escalera que nos sirve de referencia. Pueden servir tambinpara este eje, pero siempre son preferibles las experiencias de territorios semejantes que yapasaron por estos procesos. Y sobre todo, el debate en el Foro de la propia ciudad o terri-torio para ajustar necesidades y criterios.

    En el eje de Economa Popular y Solidaria tampoco es fcil la formulacin de criterios parala medicin y el seguimiento. Cmo ponderar las condiciones de empleo por cuenta ajena,de lo que significa el autoempleo, del trabajo domstico no retribuido, etc.? Con qu criteriosvalorar el sistema financiero en relacin con la economa internacional y con las necesidadeslocales? Cmo valorar la planificacin participativa o no de los diferentes factores econmi-cos? Cul debe ser la relacin entre el sector estatal, el privado, el social y los bienes comu-nales, por ejemplo? Qu se ha de medir en cada caso? Se ha de partir de algn consensopara usar unos datos u otros, pues hay datos econmicos y laborales para todos los gustos.

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    27 A. L. Hidalgo-Capitn et al., op. cit., 2012.28 CIMAS, op. cit., 2009.

  • La propuesta es basarse en los diversos estudios latinoamericanos sobre economapopular y solidaria, que tienen tambin una amplia experiencia prctica de xitos y fracasos.Desde el Foro Social Mundial de Porto Alegre venimos discutiendo seis aspectos centralesy complementarios para las economas populares, que parten de los estudios de Razeto,pero que tienen en cuenta tambin estudios de Coraggio, Singer, Arruda, etc. Evaluar encada experiencia cunto hay de finanzas solidarias y de las especulativas; cunto de comer-cio justo y de comercializaciones discriminadoras; cunto de trabajo cooperativo y de con-diciones laborales de explotacin; cunto de consumo responsable y de distancia entre lasrentas; cunto de servicios bsicos (salud, educacin, transporte) que sean participativos ycuntos servicios ineficientes; cunto de tecnologas adecuadas y apropiadas a las comu-nidades y al ecosistema local. En conjunto debe aclararse en qu medida se va articulandoun sistema que apoya a una economa alternativa, o por el contrario si los ndices llevan ala dependencia de la especulacin econmica internacional.

    En el eje de la Conservacin Territorial y Ambiental, no solo est la gestin de los recur-sos limitados de la naturaleza (fuentes de energa, agua, suelos y flora, etc.) sino que hayque tener en cuenta la extraccin de todo tipo de minerales, y la construccin de viviendase infraestructuras, que afectan a los ecosistemas de forma muy notable. Los procesosmigratorios y su presin sobre los territorios son cuestiones tambin ambientales y de lasalud en su conjunto, por lo que los planes han de tener en cuenta sus efectos sobre lasustentabilidad actual y futura. Los criterios en este campo suelen ser muy contrapuestos:lo que para unos son externalidades a corregir (efectos colaterales de la extraccin deminerales), para otros son la fuente de la vida (el agua que riega la produccin agraria, elatractivo turstico o de calidad para la vecindad, e incluso lo sagrado de la Pachamama).

    La recomendacin en este eje es usar un estudio de la huella ecolgica en alguna desus varias modalidades, de forma que se pueda evaluar las condiciones territoriales de sus-tentabilidad. Este tipo de estudios se centran en los consumos (tanto domsticos comoindustriales o pblicos) y de sus repercusiones en metros cuadrados que son necesariospara mantener el modelo actual. El caso del Ecuador en su conjunto resulta equilibrado an,por las grandes extensiones de la zona oriental. Pero en el caso de las ciudades o cabece-ras cantonales cabe establecer tambin su huella sobre el resto del territorio y se podrapreciar en qu aspectos hay dficits claros y en qu otros aspectos cabe reducir el impac-to. Los Estudios de Impacto Ambiental, si es que estn bien hechos, tambin pueden ayu-dar a precisar los impactos posibles sobre el territorio y la salud del lugar y de las personas.

    En el Eje de la Satisfaccin Cultural la dificultad es an mayor si cabe. Cmo valorarlos mitos o las simbologas locales? Se puede valorar el uso de los vestidos, los idiomas,los ritos? El disponer de instalaciones e infraestructuras culturales supone que haya crea-tividad colectiva e iniciativas sociales? Cmo recoger la importancia de la memoria y de los

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    El debate sobre el buen vivir y los problemas-caminos

  • patrimonios materiales e inmateriales de cada lugar, las artesanas, etc.? La educacin y losusos de nuevas tecnologas de la comunicacin son aqu fundamentales para evaluar esteeje. Pero no parece suficiente el ndice de alfabetizacin o el fracaso escolar, sino otrasvariables menos formales que recojan la cultura y la creatividad social desde las propias tra-diciones de cada comunidad en s misma.

    La diversidad tnica en un Cantn como Nabn, por ejemplo, a diferencia del CantnCuenca mucho ms mestizo, hace que no sea fcil hacer propuestas de medicin equipa-rables para ambas situaciones. Si en los dems ejes la recomendacin principal es que elForo Social de cada lugar pueda ser quien concrete los criterios de medicin, en este casoes inevitable. Y adems resulta casi imposible recomendar algn listado de elementos demedicin del buen vivir cultural, pues las situaciones son tan dispares que solo desde tra-bajos cualitativos parece posible acercarse a las consideraciones locales tan propias ya nosolo de cada cantn, sino incluso de cada parroquia o barrio. Todo lo que se puede avanzares tratar de hacer una serie de grupos de discusin focales, a partir de los criterios del foropara recoger las posiciones discursivas predominantes y emergentes en cada uno. Y desdeesas posiciones establecer algn tipo de comparacin y valoracin.

    En cuanto al quinto eje sobre inclusin social y acceso a servicios, ya hemos indicado queen gran medida ya puede estar recogido en los ejes anteriores. La adecuacin territorial, lavivienda y el transporte, la salud, etc., ya deben estar contemplados en conservacin territo-rial y ambiental. Lo que se refiere a empoderamiento de la poblacin, gestin pblica, dere-chos, etc., ya debera estar en participacin y democracia. Educacin, nuevas tecnologas yservicios culturales est recogido en satisfaccin cultural. Por lo que solo queda la conside-racin para grupos en situacin de exclusin social, pero este tipo de procesos debe estarcontemplado dentro de la economa popular y solidaria. Pues si no estuviera incluida en esteeje, seguramente estaramos hablando ms de caridad que de soluciones de justicia social.

    Presentar un eje exclusivo de pobreza o de exclusin, aparte de los otros ejes, puedeser entendido como una faceta de integracionismo en esta sociedad, como un valor de quenuestra sociedad ya ha alcanzado el nivel suficiente como para acoger a los que no hanpodido integrase a ella, y nosotros vamos a medir cmo los incluimos. Poner ndices depobreza al margen de considerar la riqueza como la causa de la anterior puede ser un ejer-cicio peligroso. En todo caso, debe de ser el Foro social quien decida qu es lo que hay quevalorar y por qu. Pero no dejar de ser interesante el debate de si debemos medir la inclu-sin social aparte de los otros ejes que son para toda la sociedad, sean ricos o pobres.Entiendo que si los otros cuatro ejes van mejorando (trabajo, participacin, servicios y cul-tura) ya dejara de tener sentido uno de inclusin.

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