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^ Sexualidad y matrimonio en la América hispánica Siglos XVÍ-XVÍII Asunción Lavrin, coordinadora áliÚ A. Consejo Nacional grijalb© CRISTINA BARILE MÉXICO, D.F. PROFESORA EN HISTORIA

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^ Sexualidad y matrimonio en la América

hispánica Siglos XVÍ-XVÍII

Asunción Lavrin, coordinadora

áliÚ A . Consejo Nacional

grijalb© C R I S T I N A B A R I L E M É X I C O , D . F .

P R O F E S O R A E N H I S T O R I A

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PREFACIO

En j u n i o de 1984, D i ck Boyer, A n n T w i n a m y yo decidimos reunir los tres trabajos que acabábamos de presentar en el congreso de Berkshire sobre h is tor ia de la mujer e intentar la realización de una obra sobre la sexualidad y el m a t r i m o n i o en la América La t i na de la época co lon ia l . A mí se me encargó la dirección del proyecto . L a búsqueda de colaboradores llevó casi dos años más; a pesar de su interés intrínseco, este tópico no había sido estudiado con suficiente p ro fund idad por muchos histor iadores. Creo que los esfuerzos realizados en la localiza­ción de colaboradores para la presente obra han sido recompen­sados. A h o r a contamos con varios estudios bien documentados e interesantes sobre la interacción del hombre y la mujer duran ­te la época co lonia l . Se hace un análisis, desde diversos ángulos, del proceso que llevó a ambos sexos a in ic iar relaciones perso­nales antes del establecimiento de la fami l i a , y de los mecanis­mos sociales y religiosos con que se pretendía regirlas; todo esto revela el carácter intensamente humano del tema. Se t ra ­ta de u n l i b ro sobre hombres y mujeres, sus amores y odios, inhib ic iones, pre ju ic ios , temores y alegrías en el proceso de relación entre ambos. Espero que el lector encuentre en esta obra muchas novedades, pero también muchas similitudes con

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el m u n d o contemporáneo. También confío en que la publ ica­ción de este t raba jo colect ivo servirá de estímulo a otros histo­riadores para investigar los diversos matices y las fascinantes complej idades del tema.

Todos nosotros debemos nuestro agradecimiento a muchas personas e inst i tuciones por su apoyo y a l iento, y así lo man i ­festamos a l f ina l de cada t rabajo . Quiero dar las gracias especial­mente a W i l l i a m L . Sherman y Silvia A r r o m por sus valiosas crit icas. E l personal de ia Bibl ioteca del congreso y ia rtauü-book o f L a t i n A m e r i c a n Studies merecen una mención m u y especial. Superaron los límites de la paciencia y la coopera­ción ante mis peticiones, y me b r i n d a r o n su generosa y cálida amistad durante muchos años. Agradezco a Georgette D o r n , Dolores M a r t i n , Everett Larsen, John Herber t , K l i 'm B loch , A n n Monser ra t Alayón, Za ida A lca lde Re ina ldo , Andrea y Guadalupe Jiménez, y A r m a n d o González, de la División de Leyes Hispánicas, por fac i l i tarme en f o r m a permanente el mater ia l especializado. También debo mencionar el apoyo de Ed i th Coutur ie r y Enr ique Pupo-Walker , quienes siempre se han mostrado dispuestos a hablar conmigo sobre cualquier tema de la h is tor ia co l on ia l . L a paciencia, comprensión y res­pa ldo de m i esposo, D a v i d , han sido proverbiales, y siguen siendo mis mayores bienes.

INTRODUCCIÓN: EL ESCENARIO, LOS ACTORES Y EL PROBLEMA

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Pocas decisiones en la v ida deberían ser más personales que la elección del cónyuge o la pareja. Sin embargo, a l o largo de la histor ia , esta experiencia tan íntima se ha visto sujeta al r i gu­roso con t r o l rel igioso y social a través de una legislación d i ­recta o normas sociales restrictivas, lo cual ind ica que en la formación de la pareja humana y la f ami l i a intervienen facto­res que van más allá de una s imple función fisiológica. A u n ­que la reproducción de la especie y la formación del hogar para la educación de los jóvenes han sido consideradas como el ob je t i vo fundamenta l de la unión entre los sexos, el estado y la iglesia también han visto en la institución fami l iar un medio de socialización de la mora l y la política. Las relaciones que comienzan a n ive l personal maduran hasta convertirse en el núcleo social básico que mantiene las costumbres, el orden y determinadas tradiciones. Por lo t an to , la identificación y elección de la pareja y el reconocimiento de dicho compromiso dentro de la relación tienen más de u n signi f icado personal. Estas dos decisiones establecen vínculos y crean intereses entre fami l ias, y , como tales, inevitablemente amplían la esfera de participación de otros elementos. Las irregularidades en el proceso de compromiso y m a t r i m o n i o ponen en acción todos

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los mecanismos de salvaguarda establecidos por la iglesia, el estado y la fami l ia para mantener tanto la regularidad en el com­portamiento como la legitimación de la herencia, sin las cuales no sería posible la protección del pa t r imon io . Así, siempre han sido de v i ta l impor tanc ia las reglas que cont ro lan la relación entre hombres y mujeres, y las tensiones y conf l ic tos deriva­dos del ale jamiento de las reglas sociales inherentes a la unión de las personas. También se han vuelto un tema importante de estudio en ia investigación histórica de lo¿ últimos t iempos.

Son muy pocos los estudios históricos de la América La t ina co lon ia l en que se abordan los aspectos part iculares y/o socia­les de la relación entre los sexos, ya sea dentro del m a t r i m o n i o o sin éste. E l m a t r i m o n i o ha sido t ra tado como un mecanismo social y económico mediante el cual se. unen intereses f ami l i a ­res y se manif iestan objetivos de grupo b clase más que emocio­nes personales. Los especialistas en cuestiones demográficas se han concentrado en la información estadística sobre el m a t r i ­mon io como u n fenómeno social o en los patrones estableci­dos al respecto por los diferentes grupos étnicos que pob l a ron América L a t i n a . 2 A u n q u e su t raba jo es de gran u t i l i d a d , deja muchas preguntas s in contestar, algunas de las cuales serán abordadas en los ensayos de este l i b r o . En t r e ellas se encuen­tran las definiciones religiosas de las relaciones socialmente aceptadas entre los sexos y la respuesta real a las restricciones sociales y religiosas durante la Co lon ia ; las diversas formas de expresión sexual como or igen de las relaciones personales en distintos periodos y entre ind iv iduos de diferente nivel econó­mico , social y étnico; la política del m a t r i m o n i o como la en­tendían la pareja y las familias involucradas; los mecanismos de unión dentro de la fami l ia ; las tensiones generadas por el desa­cuerdo social y personal con las normas establecidas por la iglesia y el estado, y la disolución del vínculo m a t r i m o n i a l .

En la América La t ina co lonia l el ma t r imon i o no era ni el resul­tado exclusivo del noviazgo n i el único canal de expresión sexual. Las relaciones sexuales antes del ma t r imon io , la unión consen-sual, la homosexualidad, la bigamia y la pol igamia, la concepción extramarital y las aventuras clandestinas entre religiosos y segla­res han sido prácticas frecuentes desde el siglo x v i . Sin embargo, sólo recientemente los historiadores han empezado a analizar las circunstancias, la naturaleza, la legislación y las consecuen­cias sociales de la sexualidad en la América La t ina de la Co lon ia . 3

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Las pocas obras sobre dichos temas son básicamente el resultado de estudios de archivos o fuentes pr imar ias impresas, llevados a cabo por historiadores que a menudo trabajan en equipo o seminarios. A l igual que los ensayos aquí publ icados, dichos trabajos se basan en la hipótesis de que las relaciones persona­les y domésticas son el pun to de par t ida para entender formas más complejas de comportamiento social y el papel inst i tucional de la iglesia y el estado como mecanismos de c on t r o l . En el se­m ina r i o sobre ia menta l idad cíe los mexicanos, real izado en ei Depar tamento de Investigaciones Históricas del Ins t i tu to Na­cional de Antropología e H is to r i a , se ident i f ica la interconexión de las relaciones domésticas y de la comun idad como punto básico de la investigación. E l ob je t ivo consiste en estudiar el mode lo más comúnmente aceptado de relaciones domésticas, el compor tamien to d ia r i o de las personas en la medida en que aceptaban o rechazaban los patrones de conducta y la f o rma de interacción de los modelos y el compor tamien to . " Por lo tanto , se han abordado temas como las formas "desv i adas " del c ompor tamien to y la manera en que los ind iv iduos que no pertenecían a la élite man ipu laban y re interpretaban los mo­delos sexuales impuestos por la iglesia. Los historiadores bra­sileños han seguido estas mismas directrices de estudio.

Todos los trabajos disponibles señalan que, a l abordar el tema de la sexualidad y el m a t r i m o n i o en la América La t ina de la Co lon ia , es necesario recurr i r a las fuentes eclesiásticas y estatales, debido a los intereses mutuos de ambas instituciones en cuanto a su reglamentación. E l comprender la necesidad de un con t r o l convenido en benef icio del o rden social llevó a la iglesia y al estado a mantener u n del icado equ i l i b r i o entre sus respectivas esferas de in f luenc ia .

E l estado se interesaba básicamente en aspectos más con­cretos, y se concentraba en los aspectos legales relacionados con el compor tamien to sexual y la institución m a t r i m o n i a l . Ent re ellos estaba el dar u n carácter legal a la unión mar i t a l para asegurar la herencia y la división de bienes entre los cón­yuges y los h i jos , c omo un aspecto de v i ta l impo r t anc i a . 5 L a iglesia estableció una cohesión sacramental para v incular lo material con lo espiritual. Su f inal idad era enmarcar todas las manifestaciones de la sexualidad en u n obje t ivo teológico: la salvación del a lma. Por lo tanto , el contro l eclesiástico era más amp l i o que el del estado, y se inmiscuía más en la v ida ín-

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t ima de los ind i v iduos , pues definía los rituales propios de la unión y los tabúes sobre la a f in idad y el parentesco.

L a conquista y la colonización del nuevo m u n d o plantea­r o n problemas específicos a la iglesia y al estado ibéricos cuando se veía implícita la interacción de las tradiciones euro­peas con las de otras culturas, con lo que se dio un experimento único en la adaptación cu l tu ra l de las conductas sexuales y en

'SÍ..

los aspectos personales y sociales del m a t r i m o n i o . Los con a instadores encontraron toda una variedad de normas sexua­les autóctonas que comprendían la definición estricta de la moral idad sexual, como en las sociedades azteca e inca, y menos severa entre muchas comunidades de Centro y Sudamérica.6 D u ­rante el periodo inicial de v io lencia y anarquía, se observaban muy pocas pautas morales o legales. Los hombres cohabitaban con las indígenas, quienes eran raptadas u ofrecidas por los con- ; quistados. 7 Los pequeños grupos de inmigrantes ibéricas al nuevo mundo in f luye ron en los modelos sexuales de la Co lon ia y mot i va ron la unión entre españoles e indígenas o negras, y con f i r i e ron u n a l to va lor social a la minoría re lat iva de i n m i ­grantes blancas y sus descendientes.8 Después de que la corona y la iglesia for ta lec ieron su con t r o l físico y político sobre las nuevas colonias a pa r t i r de 1530, la urgencia de imponer u n correcto compor tamien to cr ist iano entre los nativos y co lon i ­zadores llevó al análisis p r o f u n d o de la f o r m a en que se unían los ind iv iduos en las nuevas sociedades. A u n q u e la cronología de adaptación de normas sexuales y sociales europeas a la reali­dad colonial es diferente en la América española y portuguesa, la esencia es s imi lar . M u y al in i c i o del proceso de sus respectivas expansiones terr i tor ia les , ambas coronas eran conscientes de la necesidad de establecer políticas poblacionales para mante­ner comunidades estables. Su objet ivo consistía en est imular la formación de fami l ias según modelos ibéricos y aplicar sus procedimientos legales. C o n la fami l i a como núcleo social básico, podían esperar reproducir sus propias comunidades cul­turales, legales, sociales y económicas en el m u n d o recién des­cub ier to . España d i o pasos más decisivos que Por tuga l en su intento de cont ro lar d icho proceso. N o obstante, durante gran parte del per iodo co lon ia l , los reyes tanto de España como de Portugal resolvieron los problemas conforme se fueron presentando, apl icando básicamente políticas adecuadas. 9

Por su parte , la p r inc ipa l preocupación de los abogados y

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teólogos eclesiásticos del siglo x v i era la aceptación del m a t r i ­m o n i o cr is t iano entre la sociedad indígena. 1 0 L a po l i gamia entre muchos grupos era un prob lema difícil de desarraigar, y se h ic i e ron grandes esfuerzos para entender él sentido del mat r imon io entre las distintas comunidades. Sin embargo, mien­tras los teólogos anal izaban la validez del m a t r i m o n i o indíge­na, empezó a darse la unión consensual entre los tres grupos étnicos básicos, y surgió la población de mestizos, que se con­virtió 2n IZL mayoría deniograr ica del oi^io XYii* *̂ ct I & I C M C I n o se concentró sistemáticamente en este prob lema sino hasta después del conci l io de T r en to (1542-1563). La sexualidad sin con t ro l de la creciente población heterogénea se volvió una de las principales preocupaciones de la inquisición después de haberse ins t i tu ido en el Nuevo M u n d o . " La iglesia secular se encargó de de f in i r el m a t r i m o n i o en sus importantes concil ios pastorales y sínodos regionales.

La normalización de las relaciones sexuales tenía que i n i ­ciarse con la ejecución de las nuevas leyes sobre esponsales y mat r imon io emitidas por el concil io de Trento. Los ensayos re­copi lados en este l i b r o destacan la imposición de modelos " c o l o n i a l e s " o europeos de sexual idad en el Nuevo M u n d o . Puesto que los ritos de esponsales y matr imonio practicados en las colonias ibéricas y en la E u r o p a católica eran los únicos o f i c ia lmente aceptados por la iglesia y el estado en América La t ina , es necesario analizarlos para comprender la f o rma en que los objet ivos eclesiásticos y estatales influían en el i n d i v i ­duo como m i embro de la soc iedad. 1 2

L a pa labra de casamiento era la clave para in ic iar las rela­ciones regulares o irregulares entre los hombres y mujeres de la Co lon ia . E l r i tua l medieval ibérico de la palabra de casa­miento c omo cont ra to de enlace entre ind iv iduos se resume mejor en las Siete partidas españolas, las cuales in tentaban conci l iar las dist intas interpretaciones de la palabra de casa­miento enunciadas por los canonistas Grac iano y Pedro L o m ­bardo. En su Decretum (1140), Graciano consideraba la palabra de casamiento como el acto de compromiso entre dos perso­nas para una unión f u t u r a , y , como t a l , se t rataba de un acuerdo irrevocable. A u n q u e el t i empo verbal en que se ex­presaba d icha pa labra de casamiento era el fu tu ro {verba de futuro), in ic iaba el m a t r i m o n i o , que se veía consumado con la unión carnal de la pareja. L o m b a r d o daba menos i m p o r t a n -

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cia a la palabra de m a t r i m o n i o dicha en fu tu ro en su Senten-tiae (1152). Solamente la promesa hecha en presente {verba de praesentí), cuando los miembros de la pareja se aceptaban como mar ido y mujer , constituía el vo to m a t r i m o n i a l . Por lo tanto , eran revocables las palabras de casamiento que se llevarían a cabo en el f u t u r o (desposorios).

L a iglesia, que durante algún t iempo había estado t ra tando de reglamentar los pr inc ip ios del m a t r i m o n i o , unificó las pos­turas de L o m b a r d o y Grac iano en 1179, cuanao el Papa A le ­j a n d r o n i (1159-1181) aceptó la promesa de m a t r i m o n i o en el futuro como una unión no consumada {matrimonium iniiiatum).

Si se daba la unión carnal antes de la promesa futura, con o sin la intervención de la iglesia, el m a t r i m o n i o era consumado y va­ledero {matrimonium consummatum). Las promesas verbales eran revocables, siempre y cuando no hubiera hab ido relación sexual. E l carácter central de la unión física era de suma i m ­portanc ia . 1 3

En las Siete partidas se explicaba detalladamente en qué con­sistía el desposorio, o la " p a l a b r a de f u t u r o " . 1 4 L a interpreta­ción de Grac iano al respecto era la más popular en Cast i l la , y las partidas conferían gran impor tanc ia a los desposorios y aceptaban el derecho de los obispos de compeler a quienes se habían desposado para que cumpl i e ran su palabra si la habían dado con consent imiento m u t u o , aunque no hubiese hab ido testigos. 1 5 E l énfasis que se daba a los desposorios y la deci­sión de convert i r los en un con t ra to público, y no personal, se basaba en la suposición de que, al llevarse a cabo en secreto, se podía evitar la presión social para formal i zar el m a t r i m o ­n i o . A l ocu l ta r l o , el hombre podía engañar a varias mujeres con la promesa de casamiento, o mantener una unión indesea­ble oponiéndose al deseo de los padres o a los intereses de la f a m i l i a . ' 6

El conci l io de T r en to d io el último paso en la reglamenta­ción del m a t r i m o n i o . E n v i r t u d del decreto de Tametsi, p ro ­mulgado el 11 de noviembre de 1563, la iglesia católica romana estableció u n r i tua l de f in i t i vo de m a t r i m o n i o , en ei que se requerían testigos para la ceremonia, que debía celebrar un sacerdote. ' 7 Este decreto marcó un momen to decisivo para el derecho canónico. Se definió la c landest inidad como imped i ­mento canónico válido, y se le dio a la iglesia una herramienta teórica para impedir el intento encubierto de escapar a su control .

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Todo esto explica el uso y poder de la palabra de casamiento en la América La t ina de la Co l on ia . La tradición popular con­servó algunas características del ceremonial peninsular y, sobre t odo , su intención fundamenta l : dar validez a los desposorios como el in ic io del m a t r i m o n i o . A u n q u e la redac­ción de los registros históricos hace difícil determinar si las parejas veían a lguna di ferencia entre consent imiento f u tu r o o presente, la mayoría de los casos presentados en las cortes eclesiásticas v civiles se basaba en el r omp im i en t o de la pro­mesa antes de iniciar las relaciones sexuales.' 6

O t r o aspecto impor tan te en el proceso de m a t r i m o n i o era el del consent imiento . Si el m a t r i m o n i o debía ser la expresión del deseo de la pareja o si tenía que responder a la vo luntad e intereses de los padres y la fami l ia , también fue algo muy de­bat ido desde la Edad Med ia y seguía siendo u n punto impor ­tante en la América La t i na co l on ia l . Grac iano estableció el p r inc ip i o de consent imiento y el l ibre albedrío para contraer m a t r i m o n i o , y declaraba su anulación ante cualquier clase de coerción. L a pareja era l ibre de concertar y l levar a cabo el m a t r i m o n i o mediante promesa m u t u a y/o la subsecuente unión carnal. E l concilio de Trento no modificó la idea sobre la necesidad del consent imiento m u t u o , que permaneció como uno de los pilares del matr imonio cristiano en la iglesia católica romana . Sin embargo, en la práctica, las leyes civiles seguían reconociendo los intereses de la f ami l i a y el estado. Las Siete partidas observaban una mezcla de elementos concernientes a los intereses famil iares y personales. Se establecía con c lar i ­dad que los padres no podían casar a una hi ja en ausencia de ella o sin su consentimiento. N o obstante, las Siete partidas con­ferían a los padres el derecho de desheredar a aquellas hijas que desobedecieran sus consejos sobre un m a t r i m o n i o ade­cuado. Las Leyes de Toro re i teraban este p r inc ip i o , mientras que las Ordenacoes do Rey D. Manuel de Por tuga l también aprobaban la desheredación en condiciones parecidas. 1 9 Esta última era vo luntar i a , no ob l i ga tor ia , y no se tienen pruebas que demuestren su práctica común. E l derecho c iv i l conserva­ba un gran cont ro l sobre el m a t r i m o n i o para reforzar los derechos sobre herencia y propiedad, y para fortalecer la famil ia como un idad social básica. 2 0

El impac to to ta l de las re formas matr imonia les t r ident inas en Hispanoamérica y Brasi l ta l vez.no se dejó sentir sino hasta

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fines del siglo X V I . E n la p r imera , las leyes sobre desposorios, el r i t o del m a t r i m o n i o y el consent imiento m u t u o comenzaron a exponerse en los conci l ios provinciales que tuv i e ron lugar en L i m a en el año 1582 y en la Nueva España en 1585. E n Brasi l , las leyes sobre el m a t r i m o n i o se recop i laron f inalmente en 1707, en las Constitucoesprirneiras do Arcebispado da Bahia.2[

Los rituales y cánones de desposorios y m a t r i m o n i o se vie­r on reforzados mediante el sermón y la confesión, y a través de confesionarios y tratados sobre teología mora l impresos a lo ¡cugo de ios sigíos x v n y x v n i . Así, los sacerdotes trasmitían a sus feligreses una serie de normas de conducta que se hicie­r o n morales en su naturaleza, en la med ida en que se creía que su incumpl imien to llevaba a la condenación del a lma. A l aso­ciar la trasgresión de las leyes canónicas sobre la relación entre hombres y mujeres al concepto de pecado, la iglesia mantuvo sus mecanismos de con t r o l personal y social , además de sus prerrogat ivas en el p lano esp ir i tua l . De esta manera, los con­fesionarios y las teologías morales se vo l v i e ron una guía para la exploración del terreno del a lma, pues estudiaban todas las posibles debilidades de la human idad , sondeaban todos los r i n ­cones de la mente y descubrían todas las fuentes oscuras de la vergüenza humana . Establecieron un diálogo íntimo entre el sacerdote y el feligrés, e h ic ie ron el discurso sobre los pecados accesible e íntimamente fami l i a r .

Asunción L a v r i n y Serge Gruzinski recurren a los confesiona­rios para iniciar su análisis sobre la manera en que la sexualidad y el pecado afectaban a los indígenas y extranjeros. Las def i ­niciones de pecado en su contexto sexual, como se entendían y predicaban a par t i r del conc i l io de T r e n t o , eran universales y se podían aplicar al neófito y al cristiano versado. L a i n ­terpretación eclesiástica de los pecados sexuales es más que u n catálogo teológico de represión. Hace evidente el p r o f u n d o conoc imiento que tenía la iglesia sobre la fisiología y psicolo­gía de los deseos carnales, adqu i r ido después de varios siglos de minucioso estudio y disección. Era muy poco lo que se dejaba a la suposición. Las sombras y los matices de la conducta y el pensamiento se cubrían completamente para reducir al mínimo el margen de desviación por omisión. Estas superestructuras conceptuales son la guía básica para el estudio de los contor ­nos mentales de la sexual idad porque representan más que el bagaje inte lectual de una institución. Fueron una real idad

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para los que fueron educados creyendo en su validez, y dicha creencia está detrás de la autoacusación y la denuncia. E l diá­logo entre la n o r m a y los hechos, muchas veces contrad ic to­r ios, de la conducta personal se estableció porque , al aceptar el concepto de pecado, la gente no dejaba de cometerlo n i de intentar su encubr imiento .

E n su ensayo, Asunción L a v r i n también sondea diversas manifestaciones del compor tamien to sexual entre le* hnrn~ bies y mujeres promedio de la Nueva España central para enten­der la f o r m a en que la gente común percibía y vivía su prop ia sexual idad, y la manera en que trataba de reconci l iar sus pro­pias debil idades con los rigores de la mora l i dad prescrita. E l estudio de las formas más discutidas de relación sexual en las fuentes eclesiásticas coloniales sirve como pun to de par t ida para el examen de las actitudes y respuestas populares, y como introducción para el análisis de temas que otros ensayos en este l i b ro exp loran en diferentes circunstancias y formas. A n n Tw inam, Kathy Wa ldron , Susan Socolow y Thomas Calvo escriben sobre los desposorios como u n estímulo para las relaciones sexuales antes del m a t r i m o n i o , la consensualidad como una real idad social , el honor como un parámetro de la posición dentro de la sociedad y el pecado como una carga i n ­terna para los habitantes de la Nueva España centra l , los cua­les encuentran cierto paralelo con la experiencia de la gente de otros sitios del cont inente. L a v ig i lancia y definición eclesiás­ticas de las relaciones conyugales abordadas por Asunción Lavr in también sientan las bases para comprender los elemen­tos construct ivos y destructivos en la política de la vida m a t r i ­mon ia l presentada por R ichard Boyer y María Beatriz Nizza da Si lva. A l contrastar la dureza del discurso eclesiástico sobre el pecado y la sexualidad con la indulgente real idad de la v ida cot id iana, Asunción Lav r i n demuestra que la tensión generada por estos elementos, en ocasiones antagónicos, raras veces alcanzó un punto de ruptura . Dicha tensión repre­senta la confrontación del poder entre los dictámenes sociales y sexuales de la iglesia y el estado, y el i nd i v i duo , que»tomaba una decisión haciendo caso omiso de las restricciones espirituales o institucionales, o las manejaba para su propio beneficio.

Este ensayo sugiere que la clave para comprender la natura­leza de las relaciones entre las inst i tuciones encargadas del contro l social, como la iglesia, y la comunidad en general, con-

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siste en descifrar los términos de su diálogo. E n este último, cada parte conocía el s igni f icado de todos los términos; se permitían pocos o ningún cambio . E l lenguaje de la iglesia era estricto en los preceptos, pero susceptible de cambios y cons­ciente de las desoladas realidades conocidas en los confesio­nar ios . El lenguaje de la c o m u n i d a d , s imbol i zado po r las acciones de los individuos, que en un momento u otro de su vida l legaron a desobedecer a la iglesia, era condescendiente en la superficie. Las expresiones de respetuosa obediencia, sin embargo, ocul taban las decisiones conscientes dictadas por otros móviles. En cierta medida, la iglesia era presa del carác­ter con t rad i c to r i o de sus propios preceptos. Se promulgaba a favor del libre albedrío, pero condenaba a quien se apartaba de sus cánones teológicos. Podía imponer la dura condenación espir i tua l , pero también estaba obl igada a perdonar a los pe­cadores. En términos prácticos, con frecuencia se veía forzada a perdonar y o lv idar .

E n el contexto histórico general de la conquista del m u n d o indígena, el aspecto que permanece menos estudiado es el de la conquista de la mente . 2 2 G ruz insk i ut i l i za la confesión como el medio para entender la forma en que se hicieron llegar los r i tos y el mensaje de cr is t iandad a los nahuas (aztecas) de la Nueva España. Su principal preocupación radica en seguir la ruta menta l de la transferencia de los conceptos cristianos como el pecado y el l ibre albedrío a la mente de los indígenas. L a confesión es una técnica psicológica de persuasión, una suti l f o rma de subvertir valores culturales, de conseguir la acep­tación y lograr la aculturación. Gruzinski se basa en la hipótesis de que la confesión es una herramienta para obtener conoci­miento y conseguir su imposición. T a n t o confesores como confesados se conocieron entre sí a través de un compl i cado proceso en el que quienes buscaban la conversión recurrían a la indagación como una forma de reducir y, a la larga, destruir las estructuras mentales y sociales existentes. Por su parte, los conversos empleaban la aceptación, adaptación y subversión en una variedad de estrategias de contraofensiva.

Gruz insk i ubica el concepto de pecado dentro de un amp l i o contexto cultural de "occidentalización". En el mundo cristiano se ponía énfasis en la experiencia del i nd i v i duo , y se intentaba sust i tu i r los valores indígenas enfocados a la comun idad por la orientación más personal de la religión europea. N o fue u n

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proceso fácil, como asegura Gruz insk i . E l pr isma de la confe­sión p r o d u j o muchas refracciones en la menta l idad indígena. T a n t o nat ivos como confesores par t i c ipa ron en un proceso de manipulación recíproca que se transformó en lo más irónico debido a su persistencia en el siglo XVI I I . Por último, nos enfrentamos a la comprensión " p o p u l a r " de los valores re l i ­giosos, en la que los conversos desempeñaban un doble papel de ob je to y sujeto, y alteraban los signif icados originales y los adaptaban a sus necesidades espirituales. E n este sentido, los na­huas eran s implemente parte de una real idad co lon ia l más amp l i a descrita en los demás ensayos de este l i b r o , los cuales ponen de relieve las diversas estrategias aplicadas por los dife­rentes elementos de la población para romper y restaurar, de manera a l ternada, los preceptos y leyes morales sobre el com­por tamien to personal y social en formas a veces cautivadoras y m u y indiv iduales .

E l hecho de que los estratos sociales altos y bajos se hayan visto afectados por las ambigüedades de las hipótesis escritas y no escritas sobre la conducta sexual está muy bien documentado en el ensayo de A n n T w i n a m sobre el hono r , la sexualidad y la i l e g i t im idad en la Hispanoamérica co lon ia l . E l concepto del honor personal en esos t iempos elude una definición precisa, puesto que se t rataba de un esquema menta l expresado a t ra ­vés de u n comple jo con junto de códigos de conducta que regían el comportamiento personal y social. Los actos de un i n ­d i v iduo determinado tenían que concordar con los códigos mentales de sus conciudadanos para ganar su aprobación y ser considerado como u n sujeto de honor u honorable . A l m i smo t i empo , el sentirse d i gno de honor era de v i ta l i m p o r ­tancia para tener seguridad en sí mismo y para reforzar los valores famil iares y sociales. Las presiones para lograr y con­servar la " h o n o r a b i l i d a d " eran muchas porque el honor dis­tinguía a las personas entre sí, y estas distinciones servían para marcar las distancias en una sociedad estratificada por fac­tores de índole étnica, cu l tura l y económica. 2 3

Entre todos los elementos del compor tamien to personal, el considerado como el más cercano a la piedra de toque del ho­nor era la conducta sexual. Las restricciones y el con t ro l de la sexual idad de hombres y mujeres eran parcialmente def inidos en términos de h o n o r debido a sus múltiples consecuencias so­ciales. A lo largo de los siglos, la iglesia logró imponer un

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complejo cuerpo de reglas sobre el comportamiento sexual para asegurar la existencia de intereses sociales y políticos que eran mejor servidos po r la f ami l i a patr iarca l y el con t ro l que ejer­cían los padres sobre sus hi jos . Estas restricciones definidas por los hombres conferían a la mujer las más pesadas cargas del cu idado del honor : la protección del suyo p rop i o y del fa­mi l i a r . E l ob je t i vo fundamenta l del hono r fami l ia r era garan­tizar la l eg i t imidad de los h i jos , esencial para conservar la posición socioeconómica de la f a m i l i a . 2 4

U n elemente importante dentro ciei concepto del honor, como se apl icaba a las mujeres, era la conservación de su v i r g in i ­dad. Esta tenía u n doble s igni f icado físico y espir i tual en la tradición cr is t iana, pero también impl icaba importantes con­notaciones sociales. A l denotar una condición física, también s imbol izaba la castidad y el respeto de los cánones morales de la ig lesia. 2 5 L a v i r g in idad era m u y impor tan te dentro de la po­lítica de los intereses matr imonia les y famil iares, en la medida en que una nov ia v i rgen representaba una linea segura de sucesión libre de indeseables " m a n c h a s " o intrusiones. E n t iem­pos de la Co l on ia , la doncel la era d is t inta a la soltera. L a p r i ­mera era v irgen; la última, no . Cuidadosamente establecida en gran parte de los registros eclesiásticos en que las mujeres eran sujetos act ivos, se ut i l i zaba la condición física de la v i r g i ­n idad como un parámetro de super ior idad m o r a l , con lo que ascendía, en f o r m a inferencia l , su posición social.

E l apego a las restricciones sexuales era u n pun to favorable para toda mujer y su fami l ia , y podía manejarse con astucia para propósitos m u y var iados. Las arras, dote del hombre a la no­via, siempre tenían relación con la v i r g in idad y pureza de la mujer cuando se cumplían tales condiciones. Los testamentos de las mujeres que morían solteras y vírgenes establecían cla­ramente la doncellez de la testadora, su última expresión de orgu l l o social y persona l . 2 6 En un medio en donde eran fre­cuentes las relaciones sexuales fáciles entre mujeres de niveles socioétnicos bajos, la v i r g in idad denotaba una cual idad social que valía la pena conservar, si bien, como se podrá apreciar en muchos de los ensayos de este l i b r o , no era una condición absolutamente necesaria para el m a t r i m o n i o o el honor . A u n ­que impor tan te , la v i r g in idad no era la única condición del honor . T a n t o hombres como mujeres casados debían obser­var ciertas pautas de conducta propias de su situación para

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mantener su honor y el de su fami l i a . L a f ide l idad y una v ida de recogimiento eran las virtudes que salvaguardaban el ho­nor de una esposa. 2 7

L a tensión entre el honor y la sexualidad afectaba a las m u ­jeres de todas las clases sociales. E n la misma medida que las demás, las mujeres ricas, ante las tentaciones de la carne, t omaban decisiones que afectaban el honor p rop i o y el de su famil ia . ¿Cómo manejaban ellas y sus familias semejantes sitúa-cienes? Lss damas de buena ^ocicúaú que rompían con ios eoui-gos de honor establecidos respecto a la sexualidad se hallaban en lo que Tvvinam describe como una situación " i n t e r m e d i a " entre el con t ro l sexual y la fa l ta de c on t r o l . E l m a t r i m o n i o era la única a l ternat iva ante la d isyunt iva del deshonor. Cuando esto era impos ib le , había diversas estrategias sociales que permitían vencer los cánones sociomorales de aspecto inf lexi­ble. E l manejo de situaciones sociales y personales era, en gran medida , una estrategia para que el t i empo devolviera el honor y la d i gn idad . L a estrategia de legitimación con el re­curso "grac ias a sacar " , a l alcance de un l im i t ado número de sol icitantes, representaba el astuto uso del t i empo y las cir­cunstancias; sus posibil idades de éxito dependían de las con­diciones de la trasgresión. Sin embargo, para las mujeres de clase alta la trasgresión no era un juego de " a j u s t e " , como aclara T w i n a m en su análisis acerca del destino f ina l de las madres solteras. t

Las clases sociales altas no tenían un monopo l i o del honor . Simplemente contaban con los recursos f inancieros necesarios para comparecer ante el consejo de Ind ias , y conseguir, a t ra ­vés de la legitimación, importantes objet ivos personales, fa­mil iares y económicos. Otros que se consideraban honorables pero que no podían valerse del m a t r i m o n i o o la legitimación, recurrían a otras formas de enmienda, como la educación o donación de bienes para sus hi jos ilegítimos. 2 8 Más abajo en la escala social estaban quienes simplemente ignoraban los ta­búes sociales y reconocían a sus descendientes ilegítimos. ¿Acaso pagaban ellos y sus hijos por la violación de las leyes canóni­cas y las normas sociales? E n los siglos x v n y x v m , la i leg i t i ­m idad penetraba en las ciudades coloniales. E l ensayo de Thomas Ca lvo menc iona un al to índice de hijos ilegítimos en Guadala jara . Todavía es necesario de f in i r mejor el alcance de este prob l ema social , pero los pocos trabajos recientes que lo

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abordan ind ican que, t omando en cuenta su frecuencia, las tasas de i l eg i t im idad no podían haber s igni f icado u n grave p rob l ema . 2 9 Destacados hombres y mujeres de esa época, como el inca Garcilaso de la Vega y Sor Juana Inés de la Cruz , l og ra ron destacar en su quehacer a pesar de ser hi jos fuera del m a t r i m o n i o . N o obstante, c omo observan T w i n a m y Ca lvo , el acceso a las inst i tuciones, las oportunidades educativas y las posibilidades de recibir una herencia eran difíciles de conse­guir para quienes habían nacido en ia i legit imidad y no contaban con la protección de u n padre r i co . 3 0

T w i n a m señala que un gran número de estos miembros de la élite social que aspiraban a su legitimación o a la de los miembros de su fami l i a argüían el " h o n o r " como la razón más frecuente. Las mujeres que demandaban a los hombres por la pérdida de la v i r g in idad , en toda la América La t i na co­l on ia l , buscaban en parte la restitución del honor , a través del m a t r i m o n i o o de una compensación económica. L a razón fundamenta l de hacer pública la pérdida del honor sexual ra ­dicaba en recuperar lo mediante los mismos mecanismos de pub l i c idad implícitos en una sentencia eclesiástica o c i v i l . L a cua l idad social y personal de poseer honor siguió siendo una poderosa fuerza por la que había que luchar , una motivación lo suficientemente fuerte como para tentar a muchos a ad­qu i r i r cierta posición adoptando los cánones del compor ta ­miento honorab le . E n términos sexuales, signif icaba seguir la ru ta del santo m a t r i m o n i o .

E l comple jo papel que desempeñaba la iglesia en estas con-fl ict ivas situaciones i lustra una vez más el carácter ambiguo de su posición como institución de con t r o l social. A u n q u e sus registros bautismales y matr imonia les ponían una marca per­manente en la vida de las personas, empleaba eufemismos para proteger a los afectados por tales registros, y , a través del derecho canónico, brindaba la salida de la legitimación a algu­nos de los que habían caído en algún compor tamien to peca­minoso. Así, el honor co lon ia l era u n concepto f lexible, capaz de doblegarse con la presión, pero que poseía la fuerza su f i ­ciente para seguir siendo una no rma m o r a l . E l estudio de los mecanismos de protección y ostentación del honor en las a l ­tas esferas sociales durante la Co lon ia debería dar pie a la rea­lización de más investigaciones sobre la respuesta al concepto de honor entre los miembros menos favorecidos de la sociedad.

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Los elevados índices de i l eg i t imidad , nacimientos fuera del m a t r i m o n i o y abandono i n f an t i l en muchas ciudades y zonas rurales en Latinoamérica requieren un estudio más p r o fundo . L a demografía urbana y la elevada migración labora l entre habitantes de áreas ganaderas o mineras son factores que de­berán analizarse. Son de igual impor tanc ia los mecanismos de dominación sexual entre esclavos, la posible persistencia de actitudes africanas frente al m a t r i m o n i o , el a l to costo de los estipendios matr imonia les y ia ausencia de supervisión episco­pal debido a la fa l ta de clérigos o a las grandes distancias entre las par roqu ias . 3 1

Tanto T w i n a m como Calvo sugieren, en f o rma implícita, la necesidad de estudiar el destino de los niños nacidos fuera del m a t r i m o n i o . E l origen social de los expósitos y huérfanos plantea interesantes cuestiones sociales. A u n q u e es imposible que todos hayan nacido del embarazo de mujeres cuya condi ­ción social impedía la exposición pública de su matern idad ilegítima, sabemos que algunos niños abandonados recibían consideraciones especiales de la sociedad co lon ia l debido a su origen ambiguo. La mayoría de los niños abandonados en Sao Paulo eran blancos. Claude Mazet señala que estas cr iaturas podían ascender en la escala social al ser adoptadas por una fami l i a blanca o registradas como " b l a n c a s " , ya que la sola inseguridad sobre su origen actuaba a su favor. Socolow habla de suposiciones parecidas en Buenos Aires . Es signif ica­t i vo el hecho de que muchas de las inst i tuciones de car idad que aceptaban huérfanos durante la Co l on i a pusieran cond i ­ciones cuando se trataba de niños no blancos. 3 2 Estas correlacio­nes merecen u n estudio más pro fundo.

Las muchas contradicciones y ambigüedades del compor ta ­miento personal y sexual en el m u n d o de la Co l on i a fueron presenciadas y registradas por la misma institución que se abocó a la supervisión y cont ro l de algunas de sus manifes­taciones más importantes. Las actividades inquisitoriales y j u d i ­ciales no son las únicas fuentes donde es posible estudiar la act iv idad y reacción de la iglesia ante las expresiones sexuales. O t r a trayector ia que se debe seguir para comprobar las reac­ciones de la iglesia ante los problemas planteados por normas sociales confusas está en las visitas pastorales. L a visita del obispo M a r i a n o Martí a su diócesis en Venezuela en el último cuarto del siglo x v m es un impor tan te test imonio de la cons-

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tante tensión entre los controles social y religioso y los retos de la v ida d iar ia de la población.

Todos los obispos de la época hacían por lo menos una visita pastoral para conocer la situación espir i tual y mater ia l de su s feligreses.3 3 El in forme del obispo Martí acerca de las normas so­ciales de la p rov inc i a de Venezuela es u n relato poco común sobre las actividades de u n severo y decidido min i s t ro com­promet ido en una campaña de "moralización" con su heterogé­nea congregación. Martí representaba un intento de devolver la v i ta l idad ai imperio moral episcopal, y las notas tomadas d u ­rante su visita son actualmente u n impor tan te tes t imonio del hombre m i smo , del pe r f i l de las relaciones entre hombres y mujeres en una sociedad de esclavos, y de las aplicaciones y límites del contro l eclesiástico. En su ensayo sobre la visita del ob ispo, W a l d r o n descubre la naturaleza racista y sexista de las relaciones entre hombres y mujeres en la comun idad vene­zolana, y también con f i rma las conclusiones de otros ensayos en cuanto a la frecuencia de relaciones sexuales l ibres entre hombres y mujeres de todos los estratos sociales. Empero , W a l d o n nos deja ver la sociedad con los ojos del juez , más que de los " p e cado r e s " , y este cambio de perspectiva es i m ­portante , especialmente si se t o m a en consideración el per io­do en que tuvo lugar. E n la rectificación de los problemas, el obispo Martí representó tan to a las altas jerarquías eclesiásti­cas ibéricas como al espíritu de la re forma de la iglesia de f ina­les del siglo X V I I I . Su reacción ante los desórdenes sexuales en Venezuela s imbol i za las actitudes asumidas po r una España monárquica empeñada en re fo rmar el orden social sin m o d i f i ­car su es t ruc tura . 3 4

¿Fue la visita de este obispo una reacción típica o eficaz de supervisión clerical? L imitados por la falta de estudios sobre el gobierno episcopal, sólo podemos señalar que el obispo fue i n ­capaz de modif icar la esencia del problema. Intentó imponer el buen compor tamien to porque la proyección de imágenes era m u y impor tan te para mantener el orden social , f ami l ia r y per­sonal en esa época. L a jerarquía eclesiástica estaba tota lmente abocada a mantene r u n a imagen de orden y mora l i dad en la c omun idad para reforzar el t raba jo hecho a nivel personal. L a visita de Martí fue una grandiosa escenificación, la pers­pectiva desde lo a l to , y el val iente, y quizá vano, esfuerzo por correg ir los problemas sociales que tan fuerte resistencia

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habían opuesto durante varios siglos a los ministros de la iglesia.

¿D» qué manera una perspectiva más íntima de los incidentes relacionados con la sexualidad nos habría pe rmi t ido perc ibir las motivaciones de esos " p e cado r e s " denunciados e impug­nados por obispos como Martí? ¿Podríamos tener un pun to de vista inve r t ido para determinar la interacción de la acu l tu-ración rel igiosa, la raza y el género sobre la sexualidad? E l es­tud io de Ruth Rphar cnkro lo brujería se::ua! cr. c! México de fines de l a Co l on i a ofrece la pos ib i l idad , poco común, pero s igni f icat iva , de analizar no sólo las creencias " p o p u l a r e s " y las prácticas para man ipu la r el compor tamien to sexual, sino también la manera en que las mujeres encaraban las formas inst i tucionales de subordinación sexual.

A di ferencia de Europa del nor te , los países de la América La t i na co lon ia l no conocieron una " m o d a por la brujería". 3 5

Esto se debió en parte a la difusión l im i t ada de la obsesión por las brujas en la península ibérica y, en parte, a la necesidad de resolver aspectos más importantes de conversión religiosa. N o obstante, la magia y la brujería f o rmaban parte de la cosmología menta l peninsular, y el vocabular io empleado por las autor idades eclesiásticas involucradas en la conversión re­l igiosa ref le ja sus preocupaciones por el demon io , l o ocul to y lo sobrenatura l . Los dioses preco lombinos se vo lv ieron ídolos o demonios ; los líderes religiosos locales son descritos como brujos; las mujeres que practicaban ritos ceremoniales antiguos son conocidas como hechiceras. 3 6 Antes de instaurada la i n ­quisición en las colonias españolas (1570-1571), las purgas de las religiones indígenas y sus seguidores fueron m o t i v o de car­gos de n i g romanc ia cont ra los hombres y mujeres a cargo de los r i tos (n igromantes ) . 3 7 E n la visita inqu i s i t o r i a l de 1591 a Brasi l se descubrieron casos de " n i g r o m a n c i a " en Grao Para y Maranháo, pero aquí y en otros sitios era difícil desarraigar tales prácticas. 3 8

E l or igen cu l tu ra l y la relación entre hombres y mujeres son básicos para el análisis de la hechicería. Las tradiciones peninsu­lares, indígenas y africanas con t r i buye ron a la formación de una r ica ciencia popu lar de brujería sexual . 3 9 E n casi todas partes, estas prácticas revelan el interés po r las curaciones mé­dicas y el c on t r o l sexua l . 4 0 Son m u y importantes los diversos tópicos que surgen con el estudio de la brujería sexual como

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expresión de la adaptación popular sincrética de diversas creencias, pero, en su estudio, Ru th Behar pone énfasis en otros tres temas cardinales: el reto al mode lo aceptado en cuanto a la subordinación femenina, la subyugación de la vo luntad masculina ante los objetivos sentimentales de la mujer y el papel de la iglesia como mediadora entre ambos sexos. E n estos temas es fundamenta l de f in i r las formas alternativas con respecto al poder de la mujer en una sociedad pat r iarca l . E l discurso sobre el poder femenino en la América La t ina colo­nial es calificado por factores como la posición social y étnica. Las mujeres sometidas a in te r roga tor io por las autoridades inquis i tor ia les pertenecían, en gran medida, a la casta o tenían una mezcla de sangres; algunas n i siquiera eran l ibres. La brujería era fundamenta lmente la manera en que una m u ­jer pobre buscaba el c on t r o l sexual, étnico o de clase, una herramienta eficaz para crear una mística de poder al alcance de quienes tenían menos probabilidades de poseerlo en la sociedad co lon ia l . Sin embargo, la presencia de mujeres blancas en los interrogator ios sugiere que el tema del sexo era u n impor tante elemento de unión entre las mujeres. Los diversos motivos y ob­jetivos las hacían participar en un diálogo de experiencias com­partidas. L a venganza, los celos y el deseo de amor y compañía l levaban a las mujeres a unirse para intercambiar conoc imien­tos sobre las estrategias encaminadas a la subyugación de los hombres elegidos. E ra menos común el deseo de lograr la libertad sexual de que gozaban los hombres. Incluso en el estu­d io sobre los medios de inver t i r la jerarquía del poder , las m u ­jeres most raban cierta resignación implícita ante los papeles femeninos. Deseaban ser amadas por el hombre elegido, más que poder amar a muchos.

Es importante la relación entre la iglesia y quienes practicaban la magia. R u t h Behar sugiere que la iglesia del siglo x v m bus­caba debi l i tar y devaluar el intento de las mujeres de de f in i r el poder mediante prácticas no or todoxas , y en este sentido comparte los puntos de vista manifestados por Bartolomé Be-nassar sobre España. 4 1 Queda por estudiarse el grado de éxito de tales estrategias. Puesto que la brujería sexual prevaleció hasta finales de la Co lon ia — y más allá de la m i s m a — , sigue siendo una incógnita la eficacia de las políticas religiosas contra la hechicería y las mujeres que practicaban ritos no ortodoxos.

Hasta aquí hemos considerado la conducta sexual desde

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una perspectiva personal o social, relacionada, de una manera u o t ra , con la evasión o degradación del m a t r i m o n i o . N o obs­tante, el hogar y la v ida fami l i a r eran la aspiración de todos los pueblos coloniales, independientemente de que se alcanzara dentro o fuera del m a t r i m o n i o . E n los siguientes ensayos se analizan las políticas sociales y personales del matr imonio . Se es­tud ia a f ondo la manera en que los aspectos más personales del m a t r i m o n i o — c o m o la elección de esposo o esposa, o el

los intereses más importantes de la iglesia y el estado, como el for ta lec imiento del orden social a través del con t ro l m a t r i m o ­nia l o la protección de la estabi l idad del m a t r i m o n i o cr ist iano. E n estos ensayos, la sexual idad sigue siendo un impor tan te elemento histórico. Las bases afectivas para integrar una pa­reja dentro o fuera del m a t r i m o n i o son un punto relevante en el estudio de los temas sociales.

La supervisión y el control mat r imon ia l en el Nuevo M u n d o se unían con los intereses demográficos de España y Por tuga l , pero, en su tentat iva de establecer un orden fami l i a r básico en las nuevas colonias, reconocían que el m a t r i m o n i o tenía un aspecto sacramental que iba más allá de las leyes civiles. Se suponía que el apoyo estatal a las bases eclesiásticas del m a t r i ­m o n i o era incond i c i ona l , pero entre estas dos entidades había ciertas tensiones. E n la medida en que el m a t r i m o n i o tenía re­levantes consecuencias económicas y hasta sociopolíticas, nunca dejó de ser m u y impor tan te para el estado, cuya estra­tegia consistía en obtener los términos más favorables para los intereses famil iares sin poner en pel igro los cánones de la ig lesia. 4 2

El l ibre albedrio y el consent imiento paterno seguían ínti­mamente unidos en las leyes civiles y canónicas, y hacían del matr imonio un proceso variado en el cual convergían aspectos sexuales, famil iares, estatales y canónicos, y ref le jaban una variedad de intereses en ocasiones con t ra r i os . 4 3 U n estudio de la reprobación paterna en casos de desposorio y m a t r i m o n i o en la Nueva España a mediados y finales de la Colonia postula que la iglesia era capaz de apoyar el l ibre albedrío durante el siglo x v n , aunque su poder comenzó a menguar en el siglo x v i i i y se v io bastante l im i t ado después de que la ejecución de la pragmática real sobre el m a t r i m o n i o se hizo extensiva al Nuevo M u n d o en 1779. 4 4 E l hecho de que la iglesia apoyara el

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l ibre albedrío de las parejas no s igni f ica, sin embargo, que ne­gara el derecho de los padres y la f ami l i a a tener voz en el ma­t r i m o n i o de sus miembros . Los intereses de la f ami l i a y la sociedad ponían énfasis en la conveniencia de que la unión se diera entre " i g u a l e s " . A u n q u e n inguna ley c iv i l o eclesiástica aprobaba el m a t r i m o n i o forzado , en la l i t e ra tura sobre conse­jos y educación se aconsejaba la conservación de las clases so­ciales y el orden social general a través del m a t r i m o n i o entre iguales. 4 5 L a l iber tad de elección de! cónyuge y el enlace con éi siempre se v io moderada po r la recompensa esperada de res­peto f i l i a l . Padres e hi jos debían equ i l ib rar sus derechos y obligaciones en un armonioso acuerdo de voluntades. Tan to la iglesia c omo el estado concordaban en estas premisas.

E l siglo x v m v io el endurec imiento de esa posición dent ro de la iglesia, que comenzó a mostrarse a favor de una mayor intervención paterna en el m a t r i m o n i o de los hi jos. D i cha i n ­tervención se sustentaba en una encíclica emi t ida en 1741 po r Benedicto X I V , en la que se prohibía la omisión de algunos aspectos del r i t u a l m a t r i m o n i a l cuando existía la oposición paterna, y con el paso del t i empo cobró más impor tanc ia . E n la década de 1770, el sínodo de L a P lata y el cuar to conc i l io prov inc ia l mexicano apl icaron medidas para asegurar que se t omara en cuenta la oposición paterna en las consideraciones eclesiásticas respecto a la oposición m a t r i m o n i a l en casos de evidente desigualdad social . Es difícil comprobar si dichos puntos tenían una fuerte in f luenc ia social , puesto que es m u y escasa la l i t e ra tura histórica especializada en ios modelos maritales. N o obstante, en la práctica, la endogamia siempre ha­bía sido una regla entre la élite blanca y la población indígena.46

A u n q u e estos dos grupos no perseguían los mismos objet ivos socioeconómicos, conservaban las actitudes tradicionales so­bre la observación del respeto f i l i a l y comuna l que tal vez ex­p l ique la semejanza en los resultados.

Sin embargo, se puede argumentar que el m a t r i m o n i o en sí no era el pun to más impor tan te en el estudio de las normas sociales. La libertad sexual, sí. Todo parece indicar que tanto los miembros pertenecientes a la élite co l on ia l como los aje­nos a ella hacían una diferencia clara entre los dos. E l t raba jo de A n n T w i n a m señala que, aunque la élite ponía mucho én­fasis en el m a t r i m o n i o para l i m i t a r los pr iv i leg ios socioeconó­micos, se v in i e ron abajo ante los accidentes y retos. Ent re la

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gente que no pertenecía a los grupos priv i legiados, la o p o r t u ­n idad de t omar decisiones sexuales fue más frecuente desde el p r inc ip io , como lo señalan los trabajos de W a l d r o n , L a v r i n , Ca lvo y Behar. Las uniones ocasionales con mujeres de clases sociales y económicas más bajas permitían a los hombres ca­sarse con sus " i g u a l e s " sin dejar de tener relaciones sexuales fuera del m a t r i m o n i o . 4 7

La pragmática de 1776 fue la expresión del patr iarcado

concebida y puesta en práctica en España durante 1776, y se extendió a las colonias de América en 1778, como parte de un esquema mayor de re fo rma imper i a l . N i la corona española ni la portuguesa habían considerado alguna vez la idea de esta­blecer una sociedad de iguales en sus colonias. La pragmática española sobre el m a t r i m o n i o era la mejor expresión del deseo de mantener una élite social. Este in tento de reglamentar el mat r imon io mediante una legislación presumía el poder de cam­biar las prácticas sexuales en las colonias, pero el destino de esa ley fue ser ignorada por la mayor parte de la población en la que podía aplicarse. La pragmática establecía la necesidad del consent imiento paterno en cuanto a los desposorios y el m a t r i m o n i o antes de cierta edad; sin embargo, estas leyes so­lamente se apl icaban entre los españoles y , de manera consul­t i va , entre los indígenas. Su ob je t i vo era reaf i rmar el deseo de igua ldad , o por lo menos de proporción, en la elección de cónyuge y en el proceso de integración fami l i a r .

A pesar de las mejoras y enmiendas, no resulta impresionante la cant idad de pruebas de acatamiento a través del permiso escrito concedido por los padres españoles. Solamente se ha pod ido encontrar una pequeña cant idad de este t i po de docu­mentos, pero en realidad no bastan para fundamentar ninguna hipótesis en el sentido de que un gran número de parejas se ajustaban a los dogmas legales. La fuerza de los prejuicios y el deseo de mantener el prestigio social y económico — n o la legislación— determinaron el éxito de la endogamia. El ensayo de Susan Socolow sobre la elección de cónyuge en e! v irrei­nato de L a Plata apoya esta conclusión al estudiar los casos de disent imiento legal ante el m a t r i m o n i o por parte de los padres que deseaban imped i r los planes nupciales de sus hijos o de las parejas que buscaban rea f i rmar sus preferencias amorosas i n ­div iduales. L a m o v i l i d a d social y los intereses propios de las

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élites urbanas eran factores impor tantes en los l i t ig ios y en las decisiones legales tomadas por los cuerpos judiciales del v i r re inato .

C o m o en todos los estudios de legislación apl icada, este t ra ­bajo destaca la observación de que la interpretación co lonia l de la ley podía cambiar o modi f i car sus objet ivos originales. Los l i t ig ios po r disenso representaban casos de sentimientos personales exacerbados, y ponían al descubierto actitudes e ideas que, de otra manera, quizás habrían quedado oculta^ ba jo los eufemismos sociales. Tienen especial impor tanc ia los diversos patrones de desigualdad m a t r i m o n i a l evidente entre ind iv iduos de varios estratos socioeconómicos. Las di feren­cias que observa Socolow entre una sociedad tradicional, como Córdoba, y el medio más ñuido del puerto de Buenos Aires sugieren que los recursos legales ref lejaban tanto las condic io­nes económicas regionales o locales como los factores persona­les. Asimismo, no es sorprendente el hecho de que la concepción económica de los comerciantes respecto a la igualdad influyera bastante en sus decisiones en casos de disent imiento ma t r imo ­n ia l , si se t o m a n en cuenta las consecuencias tan relevantes que tenía la elección de pareja en su prop ia clase social. L a so­ciedad dé fines de la Co lon ia , consciente de sí misma, tenía tanto que decir sobre la igualdad como la corona m i s m a . 4 9

¿Se t ra ta de actitudes observadas exclusivamente a finales de la Colonia? E l análisis de los casos en que la legislación ma t r imon ia l podía ser legalmente comprobada sugiere que los indicadores aplicados por los pueblos coloniales para medir la igualdad social tenían profundas raíces en el pasado y respon­dían a las circunstancias socioeconómicas, geográficas e his­tóricas. Es muy probable que haya cambiado el énfasis puesto en tales indicadores con el paso del t iempo, y debe ser estudiado más a fondo . Sin embargo, en este punto parece que, a pesar del carácter cambiante en cuanto a la composición de las cla­ses priv i legiadas, las actitudes ante el m a t r i m o n i o como me­d io para conservar la posición social en el per iodo co lon ia l estaban bien definidas desde hacía mucho t i e m p o . 5 0 También es s igni f icat ivo el hecho de que la oposición a la pragmática haya sido expresada por algunos burócratas, quienes la consi­deraban como una ley inadecuada para sus t iempos, y argu­mentaban que el crecimiento demográfico requería una política sin restricciones respecto al m a t r i m o n i o . A lgunos miembros

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de la iglesia s iguieron apoyando la l ibertad de elección en el m a t r i m o n i o . Su ac t i tud en verdad contribuyó a la d i sm inu­ción de la eficacia en cuanto al con t ro l m a t r i m o n i a l , a pesar de la mayor dureza de la legislación real después de 1780. 5 1

U n a pregunta in t r igante es ¿en qué medida estas actitudes se pro longaron hasta el siglo x i x ? E l texto de la pragmática fue adoptado por las leyes chilenas promulgadas después de la i n ­dependencia, como una protección deseable para la ins t i tu ­ción m a t r i m o n i a l lo cual señala oue como oolític? estatal, !? reglamentación m a t r i m o n i a l todavía era atract iva para las éli­tes tradicionales. 5 2 Resulta evidente que aún no se pronuncia la última palabra sobre el tema de la correlación entre la legis­lación m a t r i m o n i a l y la respuesta social , pero estos pr imeros pasos hacia el esclarecimiento de su comple j idad son m u y prometedores.

Si la elección de pareja planteaba tantos problemas sociales y personales, la comprensión de la naturaleza, los derechos y obligaciones del m a t r i m o n i o representaba di f icultades s imi la­res para las parejas, los legisladores y las autoridades eclesiás­ticas. E l aspecto más relevante de los derechos y obligaciones que con f o rman la base del m a t r i m o n i o y enlazan al hombre y la mujer es evasivo y cambia en el t i empo . Las t rans formac io ­nes en la u rd imbre social y sus estructuras socioeconómicas determinan los cambios en la comprensión de las relaciones personales. Captar el per f i l in te rno del m a t r i m o n i o , en con­traposición con la descripción de sus características demográ­ficas, es el ob jet ivo de los tres últimos ensayos en este l i b r o .

Los trabajos de Boyer y Nizza da Si lva, que estudian el mat r imon io en épocas de tensión o a través del proceso de desin­tegración, revelan mucho sobre su naturaleza. Boyer descubre Jas tensiones privadas que conducían a problemas en la pareja, y las estrategias uti l izadas po r las mujeres para hacer frente a las desgracias del abuso; Silva se concentra en situaciones que alcanzaron un punto de ruptura y condujeron al empleo de los mecanismos oficiales de separación que aceptaba la iglesia. Sin embargo, en esencia, las situaciones y mot ivos de queja son similares a pesar de que Boyer centra su atención en los hombres y mujeres que in tentaban la solución de sus proble­mas evi tando el c on t r o l social impuesto sobre el m a t r i m o n i o a través de la b igamia y el abandono.

A m b o s autores demuestran que la " m a l a v i d a " era común,

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aunque no se t ra taba necesariamente de una no rma en la ma­yoría de los ma t r imon ios . " M a l a v i d a " signif icaba el abuso de poder por parte de a lguno de los cónyuges, pero su de f in i ­ción con mucha frecuencia tenía un carácter femenino porque la mujer era el elemento subordinado en la pareja y la sociedad. Precisamente por tales mot i vos Boyer observa que debemos recurr i r a las mujeres para aprender sobre las estrategias ten­dentes a correg ir las fallas del m a t r i m o n i o . Tan to él c omo Nizza da Si lva señalan que, aunque el c on t r o l físico y legal que tenía el esposo sobre su cónvupe 1P confería mucho puder , J. uou ¡nctuecuacio de este poder dio pautas de equi l ibr io para la mujer . E l mar i do era responsable de trasgredir el equ i l ib r io entre el orden y la jus t i c i a que supuestamente debía mantener dent ro del m a t r i m o n i o . Los límites de su responsabi l idad es­taban def in idos con toda c lar idad en cuatro áreas dist intas del compor tamien to personal : 1. A s u m i r la obligación de dar apoyo mater ia l a la fami l i a . E l abandono o el descuido del bienestar de la esposa y los hi jos eran mora l y legalmente ina­ceptables, una i r responsabi l idad; 2. Respetar a la esposa y su persona, c omo sujeto de la relación m a r i t a l . A u n q u e la posi­b i l idad del m a r i d o de recurr i r al ma l t ra to como u n medio correct ivo se consideraba como su derecho y obligación, la violencia física no era propia.de u n dir igente j u s t o ; 3. Obser­var una conducta adecuada en las relaciones sexuales. E l abuso en los derechos maritales a través de prácticas sexuales ina­ceptables se convirtió en otra fa l ta a la conf ianza y la jus t i c i a ; 4. Respetar la f ide l idad que debía a la esposa. A pesar de que la iglesia y el estado daban al hombre u n amp l i o margen para quebrantar la obligación canónica de la mutua f ide l idad, el desacato con t inuo y público representaba una violación ina­ceptable del sacramento matr imonia l , y era una act i tud indigna de un jefe de f ami l i a .

Cuando los hombres no cumplían sus obligaciones éticas de moderación a las que estaban sujetos, destruían el equ i l i b r i o de las jerarquías entre mar i do y mujer y la proporción de m u ­tua l idad y rec iproc idad inherentes a ese orden, y las mujeres tenían el derecho de desafiar su poder. Boyer nos t ra ta de de­cir en su t raba jo que ia definición del poder y la au to r i dad masculinos también impl i caba el poder y la au to r idad que co­rrespondían al sexo femenino. Sin embargo, la deb i l idad del sistema radica en el hecho de que la mujer tenía que esperar

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hasta que el abuso en el compor tamien to del padre de fami l i a llegara a los extremos y se echaran a andar los mecanismos disponibles para su protección.

Las desigualdades sexuales implícitas en el m a t r i m o n i o eran subrayadas por la iglesia, en la medida en que la fa l la de armonía o la insatisfacción no se consideraban como mot ivos válidos de d i vorc io o anulación. A nivel personal, la iglesia sacrif icaba el placer y la alegría para mantener la respetabil i­dad social y el p r inc i p i o de ind i so lub i l i dad , a pesar de que el pr imero era más una meta que una rea l idad, como lo ind ican la frecuencia de las relaciones consensúales y la tolerancia de patrones dobles de mora l i dad .

Las alternativas ofrecidas a las mujeres que se enfrentaban a un mal m a t r i m o n i o no sólo ref lejan los supuestos persona­les sobre la manera en que se debían relacionar entre sí los miembros de la pareja, sino la f o r m a en que los demás espera­ban que lo h ic ieran. E l patr iarcado establecía una relación conyugal de poder que, en el mejor de los casos, era reconocida y ayudaba a mantener la armonía personal ; en el peor de los casos, los esposos entablarían una competencia para contro­larse entre sí. E l p u n t o crítico de la crisis podía hacer a las mujeres más susceptibles de abuso, pero, f inalmente, el "conte­n ido ético del p a t r i a r c a d o " , como plantea Boyer, les permitía buscar ayuda contra la imposición injusta del poder concedido al h o m b r e . "

E l estudio del d i vo rc io en el Sao Paulo co lon ia l también permite comprender las circunstancias personales de la host i ­l idad m a r i t a l . A u n q u e el t raba jo de Nizza da Silva se centra en una c iudad brasileña, revela muchas cosas comunes a la institución matr imonia l en otras partes. Él estudio del divorcio en L i m a durante el siglo x v u , real izado por Bernard Lavallé, nos permi te establecer algunas relaciones importantes entre los ejemplos brasileños e hispanoamericanos, y determinar la medida en que la sociedad as imi laba los cánones legales y eclesiásticos que definían la relación m a t r i m o n i a l . 5 4

Aunque la iglesia había luchado en la Edad Medía por esta­blecer el p r inc ip i o de ind i so lub i l i dad m a t r i m o n i a l , había dado pauta para la separación de parejas casadas y hasta para el divorcio y las segundas nupcias. 5 5 E n el concil io de Trento no se hic ieron modi f icaciones sobre la separación o la anulación. E n este pun to de nuestra investigación, es difícil establecer el

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índice de divorcios o anulaciones en América Latina con cierta exact i tud, pero debemos suponer que eran m u y pocos quienes recurrían a dichas instanc ias . 5 6 E n las pequeñas poblaciones al sur de Brasi l , las mujeres blancas libres de dist intos niveles socioeconómicos eran las principales demandantes. E n L i m a , el espectro étnico era más var iado , e incluía a mujeres de ascendencia mixta y a las criollas. E l margen ocupacional feme­nino es, por supuesto, l i m i t a d o , v el hecho de que en las demandas paulistas pocas veces fueran tomadas en cuenta esas ocupaciones, ind ica que el reconocimiento social del papel femenino era prácticamente nulo . Las ocupaciones de las lime­ñas, cuando eran tomadas en consideración, seguían la trayec­t o r i a esperada de las "ocupac iones f emen inas " , aunque podían ser las adjudicadas a las mujeres de los niveles bajos, como vendedoras callejeras o costureras. Los hombres invo­lucrados en u n d i vorc io pertenecían a un var iado espectro ocupac iona l , especialmente en L i m a : artesanos, mercaderes, profesionales y burócratas, se mezclaban con trabajadores y hasta uno que otro caballero en la senda del desacuerdo mar i ta l .

Dos cosas que l l aman la atención sobre el d ivorc io y la anu­lación en la América L a t i n a co lon ia l son la naturaleza p r i -mordialmente femenina en la toma de decisiones en los procesos de d i vo rc i o y la constante referencia de ma l t ra to de la esposa, como su fundamento . Estos dos aspectos se relacionan entre sí, t omando en cuenta la naturaleza de la relaciones entre los géneros. Si la educación, el amor o la comprensión m u t u a eran incapaces de establecer lazos psicológicos entre los espo­sos, el poder era de f in ido y establecido en f o r m a física. E l grado de violencia al que se veía sujeta la mujer , sin embargo, es impactante para el lector moderno. La demostración pública de afecto no era especialmente favorecida por la iglesia n i po r los pedagogos, y, al parecer, era poco frecuente. Por otra parte, puesto que la obediencia de la mujer al mar ido era aceptada por todos como un mandato " d i v i n o " , la sumisión femenina era más aprobada como demostración pública.

U n a di ferencia impor tan te entre Sao Paulo y L i m a es que en esta última los argumentos presentados para llevar a cabo un d i vo rc i o eran más var iados. Mientras que las mujeres en Sao Paulo recurrían a las razones más tradicionales de ma l ­t ra to o adul ter io ; en L i m a , los mat r imon ios forzados o los anulados por la iglesia, la desigualdad de condiciones y el

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engaño eran bastante comunes. La sociedad de Sao Paulo prefe­ría recurr i r a los eufemismos, como lo sugiere Nizza da Si lva, y ocultarse en el decoro de las razones aceptables como parte de las prerrogat ivas del sexo socialmente más débil. Nizza da Silva se refiere a una impor tan t e concesión en el proceso de separación: el divorcio por mutuo consentimiento permit ido en Sao Pau lo . Queda por corroborarse si existía o no su con­traparte en Hispanoamérica, y también si este importante pr iv i ­legio puede ser el resultado de las normas iocaies o ía expresión de la f lexibi l idad eclesiástica de la iglesia brasileña.

Thomas Calvo presenta u n análisis de los diversos factores de interacción humana implícitos en el establecimiento del nú­cleo f ami l i a r . E n su ensayo se t ra tan con brevedad los muchos elementos presentes en los demás ensayos de este l i b r o , y los relaciona con la experiencia urbana de Guadala jara en el siglo x v n . Parte de las premisas de que la f ami l i a difícilmente es una institución u n i f o r m e y de que no existen las famil ias típi­cas, a pesar de los fuertes elementos culturales inherentes a dicha institución, y de que debemos empezar a exponer las d i ­ferentes experiencias personales ocultas en las realidades esta­dísticas con el f i n de comprender las diversas experiencias famil iares en América La t ina .

Ta l vez el aspecto social más sorprendente de la relación entre hombres y mujeres en el medio urbano en Guadalajara durante el siglo x v n sea la elevada incidencia de casos de i l eg i t im idad y el carácter penetrante de este fenómeno, que poco a poco fue infiltrándose por todos los estratos sociales a lo largo del siglo. A u n q u e no era sancionada por las leyes, la po l i gamia era pract icada por u n gran número de mujeres y una pobla­ción mascul ina móvil. L a inef icacia y , en ocasiones, incluso la ac t i tud indulgente de la iglesia l i m a r o n las asperezas de su p rop ia d isc ip l ina y mode ra ron el fenómeno de la i l eg i t im idad . Pero, aunque la experiencia común de haber nacido fuera del m a t r i m o n i o unía a la gente en términos económicos y étnicos, los resultados indiv iduales de las uniones sospechosas podían ser crueles e impredecibies. Por último, Ca lvo cuestiona la es­tab i l idad de la v ida fami l i a r en el siglo x v n . Bajo las tensiones creadas por un medio social y económico en proceso de autode-finición, la cohesión interna de muchas familias de Guadalajara se vio debil itada por las fisuras creadas por la consensualidad. A u n q u e el pe r f i l de la sociedad tapatía es representativo del

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per iodo de estudio, la correlación de elementos sociales, inte­lectuales y demográficos presentados en este t rabajo podría servir para f o r m u l a r preguntas semejantes acerca de las con­diciones de l a v ida f ami l i a r en otras partes y en distintas épo­cas de la Co l on i a en América L a t i n a . 5 7

Estos ensayos han intentado sentar las bases para la elabo­ración de una h is tor ia más personal de la sociedad co lonia l estableciendo un puente entre los aspectos personales e institu­cionales del c ompor tamien to sexual y el m a t r i m o n i o . A ' hacerlo de esta manera, hemos supuesto que ios valores sociales y el comportamiento social son complementarios, y que se debe buscar la explicación de muchos " h e c h o s " históricos a través de las intr incadas líneas legales, las formas religiosas de con­t r o l social y esp i r i tua l , las convenciones dictadas por los ma­teriales didácticos, y el t ono d i s imulado de la información personal que cont ienen las frases legales y los interrogator ios judiciales. Idealmente, estos elementos serán entrelazados con las realidades de las conf iguraciones estadísticas del compor­tamiento social . C o m o lo demuestran los ensayos aquí ex­puestos, la conclusión deberá ofrecer una imagen más rica y humana del pasado; una perspectiva más interesante por la gran cant idad de matices que descubrirá sobre la experiencia de la vida cot id iana. M e refiero a un fu tu r o que está por venir. Los patrones de m a t r i m o n i o y d i vo rc io , consensualidad e ile­g i t i m i d a d , las regularidades e irregularidades respecto a los nacimientos, ma t r imon i o s y muertes son aún m u y escasos en nuestra l i t e ra tura histórica, al igual que los análisis sobre la relación personal entre hombres y mujeres compromet idos en los eternos r ituales del amor y el establecimiento de la fami l i a . Esperamos habernos aprox imado , o dado un paso, para estar más cerca de ese f u t u r o .

A S U N C I Ó N L A V R I N

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HU NOTAS

1 Ver, po r e j emp lo , Peter Las le t t , ed . , Family Life and Illicit Love in Earlier Ceneralions, Cambr i dge Un i v e r s i t y Press, C a m b r i d g e , 1977; Lawrence Stone, The Family, Sex and Marriage in England, 1500-1800, H a r p e r and R o w . ¡'4uevA V o , ' k , i > 7 7 , í dui -óaunci b o u c e , e d . , ¿exuality tn Ltghteenth-Century B/ilain Manches t e r U n i v e r s i t y Press, Manches t e r , 1982; R. B . O u t h w a i t e , ed . , Marriage and Sociely. Sttidies in the Social Hislory of Marriage, St . M a r t i n Press, N u e v a Y o r k , 1981 ; A l a n M a c F a r l a n e , Marriage and Love in England, ¡300-1840, Basi l B l a c k w e l l , L o n d r e s , 1986; B e l i n d a M e t e y a r d , " I l l e g i t i m a c y a n d M a r r i a g e i n E i g h t e e n t h - C e n t u r y E n g l a n d " , en Journal of Interdisciplinary History, 10, núm. 3, i n v i e r n o , 1980, pp . 479-489. También c o n s u l t a r P h i l i p p c A r i e s y André Béjin, eds. , Western Sexualily: Practice and Precept in Past andPresent Times, Bas i l B l a c k w e l l , L o n d r e s , 1985. E n Esta­dos U n i d o s , ver Roge r T h o m p s o n , Sex in Middlesex, T h e U n i v e r s i t y o f M a s -sachusetts Press, A m h e r s t , 1986.

2 Ver M a r c e l o C a r m a g n a n i , "Demog ra f í a y soc iedad : L a e s t ruc tu ra social de los centros mineros del nor t e de México, 1600-1720" , en Historia Mexicana, 2 1 , e n e r o - m a r z o , 1972, p p . 419-459 ; D a v i d A . B r a d i n g , " G r u p o s étnicos, clases y e s t r u c t u r a o c u p a c i o n a l en O u a n a j u a t o ( 1 7 9 2 ) " , en Historia Mexica­na, 2 1 , ene ro -mar zo , 1972, p p . 460-480 ; D a v i d .1. R o b i n s o n , " P o p u l a t i o n Pa t t e rns i n a N o r t h e r n M e x i c a n región: P a r r a l i n the L a t e E i g h t e e n t h C e n ­t u r y " , en Papers in Honor of Robert C. West, Geoscience and Man, 2 1 , I . W i l l i a m V . D a v i d s o n y James J . Parsons , eds., L o u i s i a n a State U n i v e r s i t y , B a t o n R o u g e , 1980, p p . 83-96; -S i l v ia M . A r r o m , " M a r r i a g e Pat te rns i n Mé­x i co C i t y , 1 8 1 1 " , en Journal of Family History, 3, núm. 4, i n v i e r n o , 1978, p p . 3 7 6 - 3 9 1 ; M i c h a e l M . S w a n , " T h e S p a t i a l D i m e n s i o n s o f a Soc ia l P i ocess: M a r r i a g e a n d M o b i l i t y i n La te C o l o n i a l N o r t h e r n M é x i c o " , en Social Fabric and Spatial Structure in Colonial Lalin America, D a v i d J . R o b i n s o n , ed . De ­p a r t a m e n t o de Geograf ía de Syracuse y U n i v e r s i t y M i c r o f i l m s I n t e r n a t i o n a l , Syracuse , N . Y . , 1979; Susan M . S o c o l o w , " M a r r i a g e , B i r t h , a n d I n h e r i l a n -

e: T h e M e r c h a n t s o f E i g h t e e n t h - C e n t u r y Buenos A i r e s " , en Hispanic Amer­ican Histórica! Review, 60, núm. 3, agosto , 1980, p p . 387-406; L i n d a L . G r e e n o w , " M a r r i a g e Pa t t e rns a n d Reg i ona l I n t e r a c t i o n i n L a t e C o l o n i a l N u e v a G a l i c i a " , en Studies in Spanish American Population History, D a v i d J . R o b i n s o n , ed . , W e s t v i e w Press, B o u l d e r , C o l o r a d o , 1981 , p p . 119-147; E d u a r d o Cav ieres , " F o r m a s de v i da y es t ruc turas demográficas de u n a sociedad co lon ia l : San Felipe en la segunda m i l a d del siglo x v i l l " . en Cuader­nos de Historia, San t i ago de C h i l e , 3, j u l i o , 1983, pp . 79-98; Robe r t M c C a a , "Calidad, Clase a n d M a r r i a g e i n C o l o n i a l Méx ico : T h e Case o f P a r r a l , 1788-9 0 " , en Hispanic American Histórica! Review, 6 4 , núm. 3, agos to , 1984, p p . 477-502. Cabe destacar e l sesgo de la historiografía m o d e r n a a favor de la N u e v a España de f ines d e l p e r i o d o c o l o n i a l .

3 Solange A l b e r r o , ed . , La actividad del santo oficio de la Inquisición en Nueva España, I n s t i t u t o N a c i o n a l de Antropo log ía e H i s t o r i a , Méx ico , 1981 ;

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Familia y sexualidad en Nueva España, F o n d o de C u l t u r a Económica, Méx i ­co , 1982; Serg io Or t ega , ed . , De la santidad a la perversión E d i t o r i a l G r i j a l -b o , C i u d a d de Méx ico , 1985; R o n a l d o V a i n f a s , ed . , Historia e sexualidade no Brasil, EdicOes G r a a l , R í o de Jane i ro , 1986. E n todos los casos, ha s ido de­c is iva la i n f l u e n c i a de h i s t o r i ado r es europeos —espec ia lmente f ranceses—, c o m o Jean -Lou i s F l a n d r i n , M i c h e l F o u c a u l t , Georges D u b y y P h i l i p p e A r i e s .

4 Sergio O r t e g a N o r i e g a , " S e m i n a r i o de h i s t o r i a de las menta l idades y r e l i ­gión en Méx ico c o l o n i a l " , en Familia y Sexualidad en Nueva España, F o n d o de C u l t u r a Económica, Méx ico , 1982, p p . 100-118.

5 Las leyes civi les q u e c o m p r e n d e n las re lac iones entre h o m b r e s y mu j e r e s , antes, d e n t r o y fue ra de l m a t r i m o n i o están con t en idas p r i n c i p a l m e n t e en l a j Siete puniuas y las Leyes de Toro, en Los códigos españoles, concordados y anotados, 12 vo ls . , I m p r e n t a de M . R ivadene i ra , M a d r i d , 1847-1851. Ver v o l . 3 en e l caso de las Partidas y el 6, p p . 557-567 en el de Leyes de Toro. T a m ­bién consu l t a r Novísima recopilación de las leyes de España, 6 vo ls . , Boletín O f i c i a l de l Es tado , M a d r i d , 1805, v o l . 5; Recopilación de leyes de los reinos de las Indias, 2 vo ls . , 5a. ed . , Bo i x E d . , M a d r i d , 1841; Ordenacóes e leis do reino de Portugal, recopiladas per mandado del rei D. Fillppe O Primeiro, 3 vo ls . , Rea l I m p r e n s a de U n i v e r s i d a d e , C o i m b r a , 1824, v o l . 3; "Ordenacóes d o Senhor Rey D . M a n u e l " , en Coleccao da Legislagao Amiga e Moderna do Reino de Portugal, p a r t e I ; Constitucóesprimeiras do arcebispado da Bahia, feitas e ordenadas pelo. . . D. Sebastiao Monteiro de Vide. . ., C o i m b r a , 1720; A l e x a n d r o H e r c u l a n o , Estudos sobre o casamento civil, Typogra f ía U n i v e r s a l , L i s b o a , 1866. Pa ra u n análisis genera l de la legislación en la H i s ­panoamérica c o l o n i a l , ver José Mar ía O t s C a p d e q u i , El estado español en las indias, F o n d o de C u l t u r a Económica, Méx ico , 1946, pp . 83-115; R i c h a r d Kone t zke , Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica, 1493-1810, 3 v o l s . , C o n s e j o Supe r i o r de Invest igac iones Científicas, M a d r i d , 1962, 2: pp . 229, 232; 3: p p . 214, 394, 396.

6 E l d i scurso de l m a t r i m o n i o y la s exua l idad en las sociedades indígenas sigue sin estudiarse m u y a f o n d o , a pesar de la p r o f u n d a preocupación que ins­p i r a b a a las au t o r i dades eclesiásticas d u r a n t e la C o l o n i a . Ve r A l f r e d o L ó p e z A u s t i n , " L a s exua l i dad en t r e los an t i guos n a h u a s " , en Familia y sexualidad en Nueva España, F o n d o de C u l t u r a Económica, México, 1982, p p . 177-206; Serge G r u z i n s k i , " M a t r i m o n i o y s exua l i dad en Méx ico y Texcoco en los a lbo ­res de la c o n q u i s t a o la p l u r a l i d a d de los d i s c u r s o s " , en La actividad del santo oficio de la inquisición en Nueva España, 1571-1700, Solange A l b e r r o , ed . I n s t i t u t o N a c i o n a l de Antropo log ía e H i s t o r i a , Méx ico , 1981, p p . 19-74; t a m ­bién ver su o b r a " L a M e r e D e v o r a n t e : A l c o o l i s m e , sexualité et déculturation chez les Mex i cas ( 1 5 0 0 - 1 5 5 0 ) " , en Cahiers des Amériques Latines, 20 , 1979, p p . 7-35 e " I n d i o s reales y fantásticos e n d o c u m e n t o s de la Inquis ic ión" , en Boletín del Archivo General de la Nación, 2, núm. 4, o c t u b r e - d i c i e m b r e , 1978, p p . 18-39. Inga C l e n d i n n e n a b o r d a brevemente el t ema de la sexua l idad ent re las mujeres mayas en su obra " Y u c a t e c M a y a W o m e n and T h e Span ish Conques ! : Ro le a n d R i t u a l i n H i s t o r i c a l Recons t ruc t i o n " , en Journal of So­cial History, v e r a n o , 1982, p p . 427-442 .

" S i r v i n a c u y " o " t i n c u n a c u s p a " e ra u n a práctica de enlace m a t r i m o n i a l p r e inca i ca que las a u t o r i d a d e s civi les o re l ig iosas no l o g r a r o n desarra igar , y q u e sobrevivió a l o l a r go de l s ig lo x x . Ver R o b e r t o M a c - L e a n y Estenos , Sociología Peruana, L i m a , n . p . , 1942, p p . 249-259. W i l l i a m E . Cárter en u n a

I N T R O D U C C I Ó N 43

interpretación rev is ionista de la s i r v inacuy la redefinía c o m o par te " d e los esta­dos consecut i vos de l d e sa r r o l l o m a r i t a l " . Ver W . E . Cárter, " T r i a l M a r r i a g e i n the A n d e s ? " , en Andean Kinship and Marriage, R a l p h B o l t o n y E n r i q u e M a y e r , eds. , A m e r i c a n A m h r o p o l o g i c a l A s s o c i a t i o n , W a s h i n g t o n , 1972, p p . 177-216. Cabe c o m e n t a r que estas prácticas s i g n i f i c a b a n la " c o n v i v e n c i a c on ­s e n s u a r ' p a r a la ig lesia católica r o m a n a .

7 Las n o r m a s sexuales en las sociedades p r e c o l o m b i n a s v a r i a b a n de mane­ra s i gn i f i c a t i v a , pe ro en grandes zonas de l c o n t i n e n t e , la v i r g i n i d a d de las m u ­jeres n o tenía p a r t i c u l a r i m p o r t a n c i a pa ra la contracción de nupc ias , aunque no era sanc i onado el a d u l t e r i o . M u c h o s v ia jeros e h i s to r i adores an t i guos t i enen en sus l i b r o s secciones sobre los r i tua l es de l m a t r i m o n i o , r u e s t o que en este p u n t o no es m u y i m p o r t a n t e la bibliografía sobre el t ema , sólo se men­c i o n a n a lgunos títulos c o m o re ferenc ia . Ve r . p o r e j e m p l o , F e rnao C a r d i m , Tratados de ierra e gente do Brasil, C o m p a n h i a E d i t o r a N a c i o n a l , SSo Pau l o , 1978, p . 103; Jean de Léry, Viagem á térra do Brasil, l i v r a r i a M a r t i n s E d i t o ­r a , Sao P a u l o , 1967, pp . 105-106, 189-194. N i z za da S i l va invest iga los r i tos según la perspect i va de a lgunas fuentes re l ig iosas y p ro f anas en Sistema de casamento no Brasil colonial, E d i t o r i a l de Un i v e r s i dade de Sao P a u l o , Sao P a u l o , 1984, p p . 31-36. También rev isar B e r n a r d i n o de Sahagún, Historia de las cosas de Nueva España, 3 vo ls . E d i t o r i a l Porrúa, Méx ico , 1956, v o l . 3; A l v a r Núñez Cabeza de Vaca , Naufragios y comentarios, Espasa-Calpe , Mé­x i c o , 1985, p p . 48 , 73 , 140, 158-159, 234; P ed ro Simón, Tercera noticia histó­rica de la conquista de tierra firme en las Indias Occidentales, Pub l i cac i ones Españolas, M a d r i d , 1961, p p . 39-47. Este a u t o r observa que casi todas las j ó ­venes de t i e r r a f i r m e gozaban de l i b e r t a d sexua l . M e n c i o n a la f o r m a en que el c o n q u i s t a d o r D o n P e d r o de He r ed i a y su ejército r e c i b i e r on c o m o obsequ io de l cac ique de Cipacuá c ien jóvenes mu j e r e s : " T o d a s e ran t an bel las, a t r a c t i ­vas, hermosas y alegres, que bau t i z amos ese lugar c o n el n o m b r e de Las He r ­m o s a s . " También ver Fe l ipe G u a r n a n P o m a de A y a l a , Nueva coránica [sic]y buen gobierno, I n s t i t u t d ' E t h n o l o g i e , París, 1936, p . 395. "Después de haber c o n q u i s t a d o y de haber r o b a d o c o m e n z a r o n [los españoles] a q u i t a r las m u j e ­res doncel las y desvirgar po r fuerza y n o quer i endo le ma taban c o m o p e r r o s . " V e r también Inga C l e n d i n n e n : " Y u c a t e c M a y a W o m e n " , p p . 4 3 1 , 433 ; Ro ­bert P a d d e n , The Hummingbird and the Hawk: Conques! and Sovereignly in the Valley of México. 1503-1541, H a r p e r a n d R o w , N u e v a Y o r k , 1967, p p . 230-232.

8 Peter B o y d - B o w m a n , " P a t t e r n s o f Spanish E m i g r a t i o n to the Indies u n t i l 1 6 0 0 " , - e n Hispanic American Historical Review, 56, núm. 4, n o v i e m b r e , 1976, p p . 580-604.

9 Susan Soe i ro es tudia brevemente las razones que t u v o el rey de P o r t u g a l para apoya r e l m a t r i m o n i o c o n propósitos demográf icos. Ve r Susan Soe i ro , " T h e F e m i n i n e O r d e r s i n C o l o n i a l B a h i a , B r a z i l : E c o n o m i c , Soc ia l , a n d De-m o g r a p h i c l m p l i c a t i o n s , 1677 -1800 " , en Latin American Women: Historical Perspectives, Asunción L a v r i n , ed . , G r e e n w o o d Press, Wespor t , C o n r i . , 1978, p p . 173-197; Repertorio geral ou Índice alphabelico das Leis Extravagantes do reino do Portugal, I m p r e n s a da U n i v e r s i d a d e , C o i m b r a , 1843; M a g n u s M O r n e r , Estado, razas y cambio social en la Hispanoamérica colonial, Sepse-tentas , Méx ico , 1974, p p . 24-33.

1 0 P a r a u n a h i s t o r i a general de la revolución de l m a t r i m o n i o en H i s p a n o ­américa, ver Da i s y Rípodas A r d a n a z , El matrimonio en Indias: Realidad so-

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44 S E X U A L I D A D Y M A T R I M O N I O

cial y regulación jurídica, C o n i c e t , Buenos A i r e s , 1977; Car los Seco C a r o , " D e r e c h o canónico par t i cu la r referente a l m a t r i m o n i o en I n d i a s " , en Anuario de Estudios Americanos, 15, 1958, núms. 1-112. Pa ra tener información sobre la A.mérica po r tuguesa , ver María Beatr i z N i zza da S i l va , Sistema de casamento no Brasil colonial. L a preocupación teológica p o r las cuest iones m a t r i m o n i a l e s comenzó i n m e d i a t a m e n t e después de la c o n q u i s t a de Méx ico , c o m o resu l tado de l a l t o ca l ib re in t e l e c tua l de los mis i oneros que p a r t i c i p a r o n en la evangelización de N u e v a España. Ver Sergio Or t e ga N o r i e g a , " T e o l o g í a n o v o h i s p a n a sobre el m a t r i m o n i o y c o m p o r t a m i e n t o s sexuales, 1 5 1 9 - 1 5 7 0 " , en De la santidad a la perversión, Serg io Or t ega , ed . , pp . 19-48; Ernest J . B u r r u s , " A l o n s o de la Ve ra C r u z : P ioneer De f ender o f the A m e r i c a n In-d i a n s " , en Catholic fflstortcc! Xe.U-, 7 « , n u m . 4, o c tub r e 1984, p p . 5 3 1 -J H O . u n e j e m p l o de la rec iente investigación sobre el p r o b l e m a de la po l i ga ­m i a entre la élite indígena es el e s t u d i o de W a l d e m a r Esp inosa S o r i a n o " L a p o l i g i n i a señorial en e l Re ino de C a j a m a r c a : Sig los x v y x v i " , en Revista del Museo Nacional, Perú, 43, 1979, p p . 399-466.

1 1 L a crec iente preocupación respecto a la p o l i g a m i a y la consensua l idad ent re los g rupos no indígenas se hace ev idente en las ac t i v idades de la I n q u i s i ­c ión. Ver R i c h a r d E . Green lea f , The Mexican Inquisition of the Sixteenth Cenlury, U n i v e r s i t y o f N e w Méx i co Press, A l b u q u e r q u e , 1969. C u a l q u i e r a de las obras de José T o r i b i o M e d i n a sobre la Inquisición en Hispanoamérica o frece u n m a t e r i a l a b u n d a n t e c on relación a los j u i c i o s de un iones sexuales i r r egu la res . Ve r , p o r e j e m p l o , su Historia del tribunal de la Inquisición en Lima (1569-1820), 2 vo l s . I m p r e n t a E r c i l l a , San t i ago de C h i l e , 1890; E r n e s t o C h i n c h i l l a A g u i l a r , La Inquisición en Guatemala, E d i t o r i a l de l M i n i s t e r i o de Educación Pública, G u a t e m a l a , 1953; R o n a l d o V a i n f a s , " A te ia d a i n t r i g a : De lacSo e m o r a l i d a d e na sociedade c o l o n i a l " , en Historia e sexualídade, R o ­n a l d o V a i n f a s , ed . , p p . 67-88; E . D . O . F r a n c a y S. S i que i ra , " S e g u n d a v i s i -tacao d o S a n t o O f i c i o ás partes d o B ras i l : Confissóes e ra t i f i cacoes da B a h i a , 1 6 1 8 - 1 6 2 0 " , en Anais de Musen Paulista, 17, Un i v e r s i dade de S3o P a u l o , Sao P a u l o , 1963. L a Inquisición realizó var ias v is i tas a B r a s i l , p e r o n u n c a es­tableció u n a sede p e r m a n e n t e en la Amér ica po r tuguesa .

1 2 Los h i s t o r i ado r es europeos se han c o n c e n t r a d o demas iado en las pres­c r ipc iones canónicas y en las prácticas popu l a r e s en los r i tua les d e l m a t r i m o ­n i o . Ve r las siguientes ob ras : André Burguiére, " T h e M a r r i a g e R i t u a l i n F rance : Ecc les iast ica l Pract ices a n d P o p u l a r Pract ices (S i x t een th to E i g h ­teenth C e n t u r i e s ) " , en Ritual, Religión, and the Sacred: Selections from the Annales, Robe r t Fors ter y Orest R a n u m , eds., J o h n H o p k i n s U n i v e r s i t y , B a l -t i m o r e , 1982, p p . 8-23. Ve r en el m i s m o v o l u m e n C h r i s t i a n e K l a p i s c h - Z u b e r , " Z a c h a r i a s : O r the O u s t i n g o f the F a t h e r ; T h e Rites o f M a r r i a g e i n T u s c a n y f r o m G i o t t o to the Counc i i o f T r e n t " , pp . 24-56; y Nico le Be lmont , " T h e S y m -bol ic F u n c t i o n o f the W e d d i n g Procession in the Popu la r Rituals o f M a r r i a g e " , pp . 1-7.

1 3 D o m i n g o C a l v a r i o , Instituciones del derecho canónico, 3 vo l s . . Librería de D o n V i c en t e Sa lva . París. 1846, 2: p p . 15S-177; A u g u s l K n e c h t , Derecho matrimonial católico E d i t o r i a l Rev is ta de De r echo P r i v a d o , M a d r i d , 1932, p p . 419-483; O b i s p o Jus t o D o n o s o , Instituciones de derecho canónico ameri­cano, 2 v o l s . , I m p r e n t a y Librería de l M e r c u r i o , Valparaíso, 1849, 2 : p p . 148-152; H e a t h D i l l a r d , Daughters of the Reconquest: Women in Caslilian Town Society, 1100-1300, U n i v e r s i t y o f C a m b r i d g e Press, C a m b r i d g e , 1984, p p .

I N T R O D U C C I Ó N 45

36-47; Georges D u b y , Medieval Marriage, J o h n H o p k i n s U n i v e r s i t y Press, B a l t i m o r e , 1978. D u b y ana l i z a la posición de la iglesia antes de la c o n t r o v e r ­sia G r a c i a n o - L o m b a r d o . También consu l t a r Char les D o n a h u e , " T h e C a n o n L a w on the F o r m a t i o n o f M a r r i a g e and Soc ia l Prac t i ce in the L a t e r M i d d l e A g e s " , en Journal of Family History. v e rano , 1983. p p . 144-158. E l Papa Inocenc i o t i l , G r e g o r i o IX, S a n t o T o m á s de A q u i n o y e l especial ista en dere­cho canónico del s ig lo x v n , Tomás Sánchez, acep taban la teoría de que el m a t r i m o n i o tiene lugar una vez que se ha dec l a rado el c o n s e n t i m i e n t o m u t u o . S in e m b a r g o , había i m p e d i m e n t o s canónicos b ien de f i n i dos que podían inva ­l idar u n m a t r i m o n i o inc luso después de haberse c o n s u m a d o .

1 4 Quarta Partida, p p . 404-405. Existían Hn^r» f^rm?r H?r*¡-,f-- f^*-posonos : tres po r expresión ve rba l , i n c l u y e n d o una basada en el j u r a m e n t o sobre la B i b l i a ; la c u a r t a expresada m e d i a n t e u n obsequ io y una promesa ver­b a l ; y l a q u i n t a , m e d i a n t e la entrega de u n a n i l l o c o m o señal de c o m p r o m i s o . Los vo tos m a t r i m o n i a l e s s in unión ca rna l establecían u n m a t r i m o n i o vál ido, c o n o c i d o c o m o matrimonio rato.

1 5 D i l l a r d , Daughters of the Reconquest, p. 40 . 16 Pa ra proteger a las mujeres y su f a m i l i a , el c u a r t o c onc i l i o de Letrán

(1215) prescribía u n r i t u a l de m a t r i m o n i o que haría públicos los desposor ios y daría t i e m p o a la c o m u n i d a d para enterarse e invest igar posibles i m p e d i ­mentos . Las un iones c landest inas s i gu i e r on t en i endo lugar no sólo en Espa­ña, s ino en o t ras partes de E u r o p a . E n España, la iglesia no anu laba este t i p o de un iones . Después de u n a r e p r i m e n d a , los m a t r i m o n i o s eran legal izados. Ve r , D i l l a r d , Daughters of the Reconquest, p . 39 .

1 7 K n e t c h , Derecho, p. 82 . E l o b j e t i v o de la iglesia era e l im ina r todas las pos ib i l i dades de verse o b l i g a d a a dar va l idez a los m a t r i m o n i o s " c l a n d e s t i ­n o s " , p e r o en esta ta rea tenía que l i b r a r u n a d u r a ba t a l l a .

1 8 A d i f e r enc ia de los casos es tud iados po r D o n a h u e en la F ranc i a del s ig lo x v n , en d o n d e la p romesa r o t a de m a t r i m o n i o i m p l i c a b a u n número r e la t i va ­mente pequeño de casos de consumación sexua l , en América L a t i n a la consu­mación m a t r i m o n i a l era el aspecto más i m p o r t a n t e , puesto que en la gran mayo­ría de los casos la pare ja había t en ido relaciones sexules.

19 Quarta Partida, Ley x , p. 410. Ver también la Ley X I , que t r a t a de las posibles c omp l i cac i ones de l c o m p r o m i s o m a t r i m o n i a l c u a n d o los padres, tenían u n cons ide rab l e p o d e r lega l ; Leyes de Toro; L e y X L I X ; Ordenacóes del Senhor Rey D. Manuel, 5 vo l s . , Real I m p r e n s a da Un i v e r s i dade . C o i m b r a , 1797, Q u a r t o L i b r o , T i t . x x x i l , p . 9 1 .

2 0 Ve r R i p o d a z , El matrimonio, y N i z za da S i l va , Sistema de casamento, para conocer el análisis de ta l l ado de la legislación. F.l t r a b a j o de Kone t zke , Colección de documentos, debe ser c o n s u l t a d o p a r a conoce r la legislación ad hoc sobre el m a t r i m o n i o es lab lec ida po r la c o r o n a española c o m o respuesta a pet ic iones personales .

2 1 María Bea t r i z N i z za da S i l va , Sistema de casamento, p p . 39, 45 , 75, 84 . En 1564. el rey Sebastián recomendó la aplicación de las resoluciones de T r en t o . y en 1569 autor izó a los p r e l ados y jueces eclesiásticos a poner las en práclica. Ver Código Philippino ou ordenacóes e leis do Reino de Portugal, 2 vo ls . , T y p o g r a f i a d o I n s t i t u t o P h i l o m a t h i c o , R ío de J a n e i r o , 1870, 1: p p . 503-507.

2 2 E l t r a b a j o de R o b e r t R i c a r d sobre la conversión e sp i r i tua l de México aún destaca c o m o u n agudo análisis de las d i s t in tas facetas del proceso. E l a u t o r era m u y consc iente de la i m p o r t a n c i a de los aspectos sacramenta les ,

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46 S E X U A L I D A D Y M A T R I M O N I O

lingüísticos e inte lectuales de la conversión. Rober t R i c a r d , La conquista es­piritual de México, E d i t o r i a l Jus , Méx ico , 1947.

2 3 Las p r o h i b i c i o n e s re l ig iosas , c o m o las inc lu idas en los m a n d a m i e n t o s , sen taban las bases de la c o n d u c t a h o n o r a b l e de los i n d i v i d u o s y la soc i edad , a u n q u e no eran cons ideradas c o m o la esencia de l h o n o r . S i n e m b a r g o , a l establecer l o que era " p e c a m i n o s o " y condenar el a l m a , m a r c a r o n la fuer t e relación ent re el h o n o r y la m o r a l i d a d .

2 4 Para u n análisis más p r o f u n d o del concepto del hono r en Latinoamérica, ver Ramón A . Gutiérrez, " F r o m H o n o r t o L o v e : T r a n s f o r m a t i o n s o f the M e a n i n g o f Se.xuality i n C o l o n i a l M é x i c o " , en Kinship, Ideology and Practice in Latín America, R a y m o n d T . S m i t h , ed . , U n i v e r s i t y o f N o r t h C a r o l i n a Press. C h a p e ! H i l ! ! 984 . pp 237-263. A ú n ¿jueda por a s e d i a r s e axki a f o n d o el d i scurso de l h o n o r , la v i r g i n i d a d y la cas t idad en la l i t e r a t u r a e información religiosas de t i empos de la C o l o n i a . Ver N i zza da Si lva , Sistema de casamento, p p . 70-74. P a r a u n análisis más p r o f u n d o del t ema en o t ra soc iedad l a t i n a , ver Sand ra C a v a l l o y S i m o n a C e r u t t i , " O n o r e f e m m i n i l e e c o n t r o l l o sociale de l la r i p r o d u z i o n e i n P i e m o n t e t r a sei e s e t t e c e n l o " , en Quaderni Storici 18; núm. 2, agos to , 1983, p p . 346-383.

2 5 Pa ra el es tud io del c oncep to de v i r g i n i d a d en la teología c r i s t i ana , ver J o h n M . Bugge , Virginitas: An Essay in the History of a Medieval Idea, M a r -t inus N i j h o f f . L a H a y a , 1975; J u a n de la T o r r e y Balcárcel, Espejo de la filo­sofía y compendio de toda la medicina theórica y práctica, I m p . P l a n t i n i a n a de Ba l thasa r M o r e t o , A m b e r e s , 1668, p p . 57-58. Este a u t o r definía e l h o n o r c o m o " l a h i j a inseparab le de la v i r g i n i d a d " . C o m o médico y sacerdote , De la T o r r e l amen t aba la pérdida de la v i r g i n i d a d antes del m a t r i m o n i o , p e r o procedía a dar consejos médicos sohre la f o r m a de estrechar la en t r ada de la vag ina pa ra f i n g i r la v i r g i n i d a d , m i e n t r a s o r a b a p o r el éxito de d ichos conse­j o s " p a r a u n a m a y o r gloría d i v i n a " . P a r a u n análisis más p r o f u n d o , ver C l a -rissa W . A t k i n s o n , " P r e c i o u s Ba l sam i n a Fragüe Glass : T h e I deo l o gy o f V i r -g i n i t y i n the L a t e r M i d d l e A g e s " , en Journal of Family History, v e rano , 1983, p p . 131-143.

2 6 Este análisis se basa en mis p r op i a s invest igac iones . 2 7 F r . A l o n s o de H e r r e r a , Espejo de la perfecta casada, B las Martínez,

G r a n a d a , 1636, p p . 131 , 143, 155, 426 ; F r . A n t o n i o de G u e v a r a : Libro pri­mero de las epístolas familiares. Rea l A c a d e m i a Española, M a d r i d , 1950, p p . 370-374; Reloj de príncipes y Libro de Marco Aurelio, S i gno , M a d r i d , 1936, p p . 48-66. G u e v a r a fue p r ed i cado r y c r o n i s t a d u r a n t e el r e inado de Car l os V, y sus escritos f u e r o n t r a d u c i d o s a seis i d i o m a s d u r a n t e el s ig lo x v n .

2 8 A r c h i v o de Notarías de México, n o t a r i o M a r t i n del R i o , 1695; testamento de l capitán Dámaso de Saldívar, mercader y p r i o r de l C o n s u l a d o ; t es tamento de José de Retes, Caba l l e r o de C a l a t r a v a . Estos h o m b r e s , c o m o muchos o t ros de la élite l o ca l , tenían h i jos na tura l es . Saldívar tenía u n varón y u n a m u j e r . E l p r i m e r o había r e c ib ido u n a buena educación y era abogado de la aud i enc i a ; la segunda heredó 5 m i l pesos. Retes, qu i en murió so l t e ro , dotó a su h i j a n a t u r a l c on 8 m i l pesos.

2 9 R ena t o P i n l o V e n a n c i o , " N o s l im i t e s d a sagrada f a m i l i a : I l e g i t i rn idade e casamento n o B ras i l c o l o n i a l " , en Historia e sexualidade, R o n a l d o Vaín-faz, ed . , p p . 107-123. P i n t o Venanc i o calculó índices de i l e g i t i m i d a d de ent re 11 y 40 po r c i e n t o en c u a t r o c o m u n i d a d e s brasileñas d u r a n t e varías décadas en t r e 1760 y 1800. María-Luíza M a r c i l i o , La Ville de Sao Paulo: Peuplemenl

I N T R O D U C C I O N 47

el population, 1750-1850, Presses Un i ve r s i t a i r e s de France , París, 1973, op . 183-185, 215. P a r a el Sao P a u l o c o l o n i a l (1741-1815) , M a r c i l i o calculó que 35 por c i en t o de los niños bau t i z ados e r a n expostos o i legítimos; A l z i r a L o b o de A . C a m p o s , " A configuracáo dos agregados c o m o g r u p o soc ia l : M a r g i n a -l idade e p a n e i r a m e n t o (o e x e m p l o da c idade de SSo P a u l o n o século x v m " , en Revista de Historia ( N o v a Serie) 117, j u l i o - d i c i e m b r e , 1984, p p . 71-86. En la p a r r o q u i a de Sé, entre 1775 y 1882, 67 por c i en to de los niños esclavos fue ron reg is t rados c o m o " d e padre d e s c o n o c i d o " . E n t r e la población l i b r e , 24 por c i en to f u e r o n reg is t rados ba jo la m i s m a categoría y 17.8 po r c i en to carecían de l ape l l i do de a m b o s padres . E n el caso de L i m a , Maze t encontró oue entre españoles v mes ' i7 r *s los h i j os «?.tiírp!?:> r?pr?-c~t?.V '^r . u n 27.5 c i en to de los bau t i smos reg is t rados en la p a r r o q u i a de San Sebastián entre 1562 y 1689. E n t r e 1590 y 1599, el po rcen ta j e de niños natura l es era po r l o menos de 40 ; en el s ig lo x v n , era de en t r e 25 y 40. L a f recuenc ia era m u c h o m a y o r entre las sangres mezc ladas. Ver C l a u d e Maze t , " L i m a aux x v i e el x v i n e siécles", en Cahiers des Amériques Latines, 13-14, 1976, p p . 51-102. E n el p u e b l o m i n e r o de Charcas , a l n o r t e de Méx ico , M a r c e l o C a r m a g n a n i encontró u n índice de 30.8 p o r c i en to de nac im i en to s ilegítimos ent re 1635 y 1639, y de 51 p o r c i en t o en t re 1650 y 1654 entre los g rupos étnicos. E n el caso de los españoles, estos índices v a r i a b a n en t r e 26 .2 y 47.7 por c i en t o en los dos pe r i odos , m i en t ras que , entre los m u l a t o s , la i nc idenc i a crecía de 65 .1 a 75 p o r c i en to de t odos los nac im i en t o s . L a i l e g i t i m i d a d iba en a u m e n t o entre todos los grupos étnicos. Ver C a r m a g n a n i , "Demogra f ía y s o c i e d a d " , pp . 456-457. E n t r e la población indígena de N u e v a España, la tasa de i l e g i t i m i d a d era más ba ja . Ver C l a u d e M o r i n , " L o s l i b r o s pa r roqu ia l e s c o m o fuente para la h i s t o r i a demográf ica y soc ia l n o v o h i s p a n a " , en Historia Mexicana, 2 1 , núm. 3, ene ro -mar zo , 1972, pp . 389-418.

3 0 María Bea t r i z N i z za da S i lva ha e n c o n t r a d o que , en B r a s i l , t r a t a r de recibir parte de una herencia f a m i l i a r era u n proceso difícil pa ra los h i jos " n a ­t u r a l e s " o ilegítimos. Ver su " F a m i l i a e heranca no Bras i l c o l o n i a l " , en Anuís da VI Reuniáo da Sociedade Brasileira de Pesquisa Histórica, Sociedade Bras i l e i r a de Pesquisa Histórica, Sao P a u l o , 1987, p p . 19-25. E n teoría, las leyes españolas l i m i t a b a n los derechos de los h i j os natura les . Ve r , po r e j em­p l o , Siete Partidas, t r a d . Samue l P a r s o n Sco t t , A m e r i c a n Bar Assocíation, Ch i cago , 1931 , Quarta Partida, título x v , p p . 952-955.

3 ' Ver D o n a l d R a m o s , " M a r r i a g e a n d F a m i l y i n C o l o n i a l V i l l a R i c a " , en Hispanic American Historical Review, 55, núm. 2, m a y o , 1975, p p . 200-225; María L u i s a L a v i a n a Cue tos , " L a descripción de G u a y a q u i l p o r F ranc i sco Requena, 1 7 7 4 " , en Historiografía y Bibliografía Americanista, 26, 1982, pp . 3-134. Requena , u n ingen i e ro m i l i t a r b ien i n f o r m a d o acerca de la a u d i e n ­cia de Q u i t o , comentó el a b a n d o n o pas to ra l de los ind ios y los elevados impuestos que debían pagar para poder casarse, l o cual los ob l i gaba a v i v i r en c o n c u b i n a t o d u r a n t e m u c h o s años, p . 49 .

3 2 Por supuesto , n o se descar taba el a b a n d o n o de los h i j o s po r razones de carácter económico . Ver la interpretación de E lsa M a l v i d o en " E l a b a n d o n o de los h i j o s : una f o r m a de c o n t r o l del tamaño de la f a m i l i a y el t r a b a j o indí­gena, T u l a , 1683, 1 8 3 0 " , en Historia Mexicana, 34, núm. 4, a b r i l - j u n i o , 1980, p p . 521 -561 .

3 3 E n r i q u e D . Dusse l , El episcopado hispanoamericano, 4 vo ls . CIDOC, Cue rnavaca , 1969, 3: p p . 217-248. L a v i s i t a de l ob i spo de Truj í l lo (Pe rú ) ,

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. l o

48 S E X U A L I D A D Y M A T R I M O N I O

Ba l tasar Ja ime Martínez Compañón, fue una de las visitas episcopales más notab les en t re 1779 y 1789. Ver Jesús Domínguez B o r d o n a , Trujillo del Perú a fines del siglo xvm, M a d r i d , 1936. C o m o e j e m p l o de u n a v is i ta brasileña (devassa), ver Franc i sco Fídal L u n a e I r a c i de! Ñero de Cos ta , " D e v a s s a ñas M i n a s Gera is : Observacóes sobre casos de c o n c u b i n a t o " , en Anais do Museo Paulista, 3 1 , Sao P a u l o , 1982, p p . 221-233; D o n a l d Ramos . " M a r r i a g e a n d the F a m i l y " , p p . 224-225; F e r n a n d o To r r e s Londoño , El concubinato y la Iglesia en el Brasil Colonial, C e n t r o de Es tudos de Demograf ía Histórica de Amér ica L a t i n a , Sao P a u l o , 1988. L o n d o ñ o da más referencias bibliográficas sobre las visitas episcopales en B ras i l .

3 4 Las leyes civi les que afectan el desposor io y m a t r i m o n i o son u n e i emplo de i n t e n t o Uc i ¿ forma soc ia i p o r p a n e de ios b o r b o n e s . Pa ra u n es tud io

de l t ema de la r e f o r m a ent re la ig lesia y el estado, ver Adrián C. van Oss, Ca-tho/ic Colonialism: A Parish History of Guatemala, ¡524-1821, C a m b r i d g e U n i v e r s i t y Press, C a m b r i d g e , 1986, p p . 142-152; N a n c y Far r i ss , Crown and Clergy in Colonial México, 1759-182¡: The Crisis of Ecclesiatical Privilige, T h e A t h l o n e Press, L o n d r e s , 1968; Asunción L a v r i n , " E c c l e s i a t i c a l R e f o r m o f Nunner i e s i n New Spa in ¡n the E i g h t e e n t h C e n t u r y " , en The Arnericas 22 , núm. 2, o c t u b r e , 1965, p p . 182-203. Había d i f e renc ias mora les i m p o r t a n t e s d e n t r o de l c l e r o m i s m o . E n las categorías i n f e r i o r e s , sus integrantes se veían envue l tos en escándalos de carácter sexua l , entre los cuales el ga l an t eo o " i n ­s inuación" a las mujeres era el más común. Ve r Jorge Rene González N . , "C lé r i gos so l i c i tantes , perversos de la con f es i ón " , en De la santidad a la per­versión, Serg io Or t e ga , ed . , pp . 239-252, y " P e c a d o s v i r tuosos : E l d e l i t o de solicitación en la N u e v a España (siglo x v m ) " , en Historias, 11 , o c t u b r e -d i c i e m b r e , 1985; L a u r a de M e l l o e Souza , " O padre e as f e t i c e i r a s " , en His­toria e sexualidade, R o n a l d o V a i n f a s , ed . , p p . 9-18.

3 5 P a r a u n es tud io genera l de la cacería de b ru j a s en E u r o p a , ver Joseph Ka i t s , Servants of Satán: The Age of Witch Hunts, I n d i a n a U n i v e r s i t y Press, B l o o m i n g t o n , 1985. H . R. T r e v o r Rope r , " T h e E u r o p e a n W i t c h - C r a z e o f the Sixteenth and Seventeenth C e n t u r i e s " , en su ob ra The European Witch-Craze of the Sixteenth and Seventeenth Centuries and Other Essays, H a r p e r T o r c h -b o o k s , N u e v a Y o r k , 1969, p p . 90-192, hay u n breve y accesible e s tud io . Pa ra España, ver G u s t a v H e n n i g s e n , The Witches' Advócate: Basque Witchcraft and the Spanish Inquisilion, U n i v e r s i t y o f Nevada Press, Reno , 1980; A n g e l A lca lá , ed . , Inquisición española y mentalidad inquisitorial. E d i t o r i a l A r i e l , Barce l ona , 1984.

3 6 L a brujería europea i m p l i c a b a el c u l t o a l d i a b l o , el c omer c i o ca rna l c o n el Príncipe de las T i n i e b l a s , orgias de b ru jas y o t r o s e lementos n o m u y f re ­cuentes en las américas. L a Inqusíción buscaba ind i c i o s de la formación de teorías en c u a n t o a la hechicería, y quizá las incorporó a los i n t e r r o g a t o r i o s . Pa ra conocer e j emplos sobre el uso de l lenguaje y conceptos de E u r o p a , ver Joseph de A c o s t a , Historia natural y moral de las Indias, ¡590, F o n d o de C u l t u r a Económica, Méx ico , 1985, p p . 217-279; y C a r m e l o Sáenz de Santa María, "Rev i s ión étnorreligiosa de la Guaíemaia de 1 7 0 4 " , en Revista de In­dias, 4 1 , j u l i o - d i c i e m b r e , 1981 , p p . 445-49S.

3 7 R i c h a r d D . Green l ea f , The Mexican ¡nquisítion in the Sixteenth Centu­ry, U n i v e r s i t y o f N e w Méx ico Press, A l b u q u e r q u e , 1969, p p . 8 0 - 8 1 , 104, 217, 223, 224. Los procesos empeza ron a prac t i carse a med iados de la década de 1530; Green lea f , " T h e Inquisítion i n Eíghleenth-Century N e w M é x i c o " , en

I N T R O D U C C I Ó N 49

New México Historical Review, 60, núm. 1, p r i m a v e r a , ¡985, pp . 29-60; Ire­ne S i l v e r b l a t t , Moon, Sun, And Witches: Gencler Ideo/ogies and Class in inca and Colonial Perú, P r i n c e t o n U n i v e r s i t y Press, P r i n c e t o n , 1987, pp . 159-196.

53 Anais do Musen Paulista, 17, Sao P a u l o , 1963, p p . 128, 449, 452 , 453. Estos casos de n i g r o m a n c i a brasileña a p r in c i p i o s del s ig lo x v n t ienen que ver más con la s a l u d , resolución de h u r l o y p reocupac iones de la v ida c o t i d i a n a que con cuest iones sexuales Ver L a u r a de M e l l o e Souza . " O s padres e as fe­t i c e i r a s " . U n o de los casos de i n t e r r o g a t o r i o l levados a cabo en 1591 que se m e n c i o n a n en este l i b r o es el de una esclava negra que había a d q u i r i d o sus c o n o c i m i e n t o s sexuales en L i sboa .

3 9 L u i z M o t t , " E t n o d e m o n o l o g i a : Aspectos de v ida sexual do D i a b o no • i iunóo íbero-aniel icai io (.¡«cilios x v i ao x v m ) " , en Kehgióo e Sociedade, 12, p p . 265-290; Barto lomé Bennasar , L' Inquisilion Espagnole. xve-xtxe siécle, Hache t t e , Par is , 1979, p p . 229-239; Noemí Quezada , Amor y magia amorosa entre los aztecas, U N A M , Méx ico , 1975. E n el caso de Perú, ver Feder ico K a u f f m a n D o i g , Comportamiento sexual en el antiguo Perú, K o m p a k t o s G . S. Ed i t o r e s , L i m a , 1978. María E m m a M a n n a r e l l i , " Inquis ic ión y muje res : Las hechiceras en el Perú d u r a n t e el s ig lo x v n " , en Revista Andina, 3, núm. 1, 1er. semestre 1985, p p . 141-154.

" E n t o t a l , hemos r eg i s t r ado 21 581 baut i zos de niños l ibres en la p a r r o q u i a de Sé, entre 1741 y 1845. D u r a n t e ese pe r i odo , de la c i f ra antes menc ionada de niños b a u t i z a d o s , 3 468 e ran expósitos, y 5 032 hi jos ¡legítimos, l o cua l representa u n a proporción de 15.99 po r c i en t o de expósitos y 23.20 po r c i en to de h i jos i legítimos. E n o t ras pa labras , de cada 100 recién nac idos de la p a r r o ­q u i a de Sé, entre 1741 y 1845, p o r l o menos 39 eran bas ta rdos . Veamos de más cerca las c i f ras co r respond ien tes a cada u n a de las dos categorías y la evolución de l fenómeno d u r a n t e pe r i odos de 15 a ñ o s . " M a r c i l i o , Ville de Sao Paulo, p . 183.

4 0 La información de S i l v e rb l a t t c on relación a Perú apoya esta i n t e rp r e t a ­ción, a u n q u e la a u t o r a se i n c l i n a más a ver una tendenc ia c o n fuertes mat ices europeos en las demandas presentadas ante la Inquisición. E n sus dec lara­ciones, las indígenas e m p l e a b a n el v o c a b u l a r i o español, pero en ellas se hace ev idente que sus prácticas no tenían n i n g u n a semejanza con las t rad i c i ones contemporáneas europeas . E n todos los países l a t i n o a m e r i c a n o s , los reg istros i n q u i s i t o r i a l e s y de con f e s i onar i o s d a n t e s t i m o n i o de la fuerza con que con ta ­b a n las diversas re l ig iones " p o p u l a r e s " . Para a t rae r los favores de personas de l sexo opues t o , se recurría a pa labras mágicas, hechizos y ad i v inac i ones c o n cuernos , agua , a lgodón, hongos , diversas p l an tas y aves.

1 , 1 Bartolomé Benassar, ed . , inquisición española: Poder político y control social, E d i t o r i a l Crítica, Ba r ce l ona , 1981 , p p . 171-207.

4 2 Rafae l G i b e r t , " E l c o n s e n t i m i e n t o f a m i l i a r en el m a t r i m o n i o según el derecho med i e va l e spaño l " , en Anuario de Historia del Derecho Español, 18, 1947, p p . 706 -761 . E l t ex to de la Ley X , Título 2 de la Novísima recopilación ele las leyes de España, que re formó la legislación sobre el c o n s e n t i m i e n t o pa­t e r n o , establecía que el rey hab in ped ido a sus m i n i s t r o s p r o p o n e r r e f o rmas al " c o n t r a t o c i v i l y efectos t e m p o r a l e s " de l m a t r i m o n i o , y " s a l v a g u a r d a r la au­t o r i d a d eclesiástica y las d ispos ic iones canónicas sobre el sac ramento m a t r i ­m o n i a l en sus efectos e s p i r i t u a l e s " .

4 3 F ranc i a debatió la fuente de a u t o r i d a d del conse jo , y procedió a es ta tu i r sus p rop ias leyes sobre la reglamentación del m a t r i m o n i o , c o n l o que p e r m i -

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50 S E X U A L I D A D V M A T R I M O N I O

l i a a la f a m i l i a lener bastante c o n t r o l sobre el proceso . Ve r James F. T r a e r , Marriage and ihe Family m Eighleenih-Century France, C o r n e l l U n i v e r s i t y Press, I taca , 1980, pp . 22-47; J ean -Lou i s Flandrín, Families in Former Ti­mes: Kinship, Household and Sexuallly in Early Modern France, C a m b r i d g e U n i v e r s i t y Press, C a m b r i d g e , 1979, p p . 130-134. E n España, el respetado ca­n o n i s t a Tomás Sánchez aseguraba que , en p r i n c i p i o , la elección de cónyuge era u n a decisión de la pare ja , no de la f a m i l i a . Este c r i t e r i o lo seguian o t r o s especial istas en de recho canónico de l N u e v o M u n d o .

4 4 Ver Pat r i c ia Seed, " P a r e n t s vs. C h i l d r e n : M a r r i a g e Oppos i t i ons in Co l o ­n i a l Méx ico , 1610 -1779 " (disertación d o c t o r a l ) , U n i v e r s i d a d de W i s c o n s i n , 1980; 7 o Love, Honor and Obey in Colonial México: Conflicl over Marriage Choice, 1574-1821, S t a n f o r d U n i v e r s i t y Press, S l a n f o r d , 1988.

4 5 t n s p I 'jft V i ves , ÜiSii'uíXÍúu "V ni mujer cristiana, Espasa-Ca lpe , Bue­nos A i r e s , 1940; f r a y L u i s de León , La perfecta casada. E d i t o r i a l Porrúa, Méx ico , 1970; Josefa A m a r y Borbón, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, I m p r e n t a de D . B e n i t o C a n o , M a d r i d , 1790; Franc isco M a n u e l de M e l l o , Carla de guía de casados, Ed i cSo da "Renascenca P o r t u ­g u e s a " , O p o r t o , 1916, p p . 49-50. M e l l o F ranco aseguraba que " u n o de los factores que más c o n t r i b u y e n a la f u t u r a f e l i c i dad de las pare jas es el e q u i l i ­b r i o (proporcáo) en el m a t r i m o n i o . L a des i gua ldad de sangres, edad y p rop i e ­dades es m o t i v o de an tagon i smos , y éstos l l evan a la d iscord ia [. . . ) . Se pierde la paz y la v ida se conv i e r t e en u n i n f i e r n o . Para satisfacción de los padres, es m u y conven i en t e la i g u a l d a d de sangres; p a r a bene f i c i o de los h i j o s , la i gua l dad de las prop i edades , y para el placer de la pare ja , la i g u a l d a d de eda­des [. . . ] . L a f e l i c i dad p l ena en el m a t r i m o n i o surge de la i g u a l d a d s u p r e m a " . U n a de las teologías mora les más popu la res del s ig lo x v n permitía la anulación de los desposor ios — a u n después de pe rd ida la v i r g i n i d a d — si era m u y marcada la des igualdad entre los cónyuges. Ver Rípodaz, El matrimo­nio, p. 65. E l teólogo era E n r i q u e de V i l l a l obos , au to r de Suma de teología mo­ral y canónica, p u b l i c a d o p o r p r i m e r a vez en M a d r i d en 1622 y r e impre so 13 veces ent re 1622 y 1682. Sigo el t e x t o de Rípodaz en el análisis histórico de l l i b re albedrío y e l c o n s e n t i m i e n t o de los padres; ver pp . 259-310.

4 6 S tua r t B . Schwar t z , Sugar Plantations in the Formation of Brazilian So-ciely, 1550-1835, C a m b r i d g e U n i v e r s i t y Press, C a m b r i d g e , 1985, p p . 264-275. U n es tud io rec iente sobre el m a t r i m o n i o de esclavos e i n d i v i d u o s l ibres en Bras i l a b o r d a los p r o b l e m a s que p lan teaba la unión " d e s i g u a l " de las pa­rejas en los niveles sociales ba jos . Ve r E l i ana G o l d s c h m i d t , " A mol ivacáo m a t r i m o n i a l nos casamentos mis tos de e s c ravos " , en Revista da Sociedade brasileira de Pesquisa Histórica, 3, 1986/87, p p . 1-16.

4 7 Ver los c omen ta r i o s de Jorge J u a n y A n t o n i o de U l l o a sobre las un iones consensúales en Perú; cu r i o samen t e , esios autores c u l p a n a las muje res de l " d e s e n f r e n o " que c r i t i c a b a n (Jorge J u a n y A n t o n i o de U l l o a , Discourse and Política! Reflections on the Kingdoms of Perú, T r a d . J o h n J . TePaske y Besse A . C l e m e n t , U n i v e r s i t y o f O k l a h o m a Press, N o r m a n , 1978, p . 291) ; R i p o -daz , El matrimonio, p . 265. Para una breve investigación histórica de las un iones sexuales " d e s i g u a l e s " en Bras i l , ver E l i ana M a n a Rea G o l d s c h m i d t , " O senhor e suas escravas: U m aspecio das unióes mistas no século x v m na c a p i i a n i a de Sao P a u l o " , en Anais da VReunido da Sociedade Brasileira de Pesquisa Histórica, Sociedade Bras i l e i ra de Pesquisa Histórica, Sao P a u l o , 1986, pp . 191-195.

I N T R O D U C C I Ó N 51

•»8 E l t ex to o r i g i n a l de la pragmática ponía énfasis en la " i n d i s p e n s a b l e y na tu ra l obligación de los h i jos de respetar a sus p r o g e n i t o r e s " , y la intención de las leyes de " c o n s e r v a r la a u t o r i d a d inheren te a los padres de f a m i l i a " . Novísima recopilación de las leyes de España, v o l . 5, T í t . 2 , Ley i x . L a legis­lación por tuguesa de 1775 dec la raba que no se debía l levar a cabo ningún m a t r i m o n i o s in el c onsen t im i en to de padres o tu to res , y establecía los mecanis­mos para casos de i n c o n f o r m i d a d . E n 1784, la c o r o n a emitió o t ras leyes que establecían los p r o c ed im i en t o s adecuados para da r c o n s e n l i m i e n t o , y ob l i ga ­ban la atestación n o t a r i a l de los desposor ios . N o c o n t a m o s con ningún estu­d i o sobre la aplicación de estas leyes. Ver Repertorio gerai, pp . 105, 549. E n Ing la ter ra , el Decreto de M a t r i m o n i o de 1753 puso f i n a siglos de l i be r tad en la elección r o n v i lea l , al establecer oue las persona* r«ew>r^« H*. «,*;pri,',n ^ « h ' « « tener permiso de sus padres pa ra cont rae r nupc ias . Ver A l a n MacFa r l ane , Marria­ge and Love in England, 1300-1840, Basi l B lackwe l l L t d . , O x f o r d , 1986, p . 127.

4 9 L a interpretación casuística de ia pragmática pa ra ap l icarse en casos l o ­cales es destacada p o r Rípodaz . Ver El matrimonio, p . 274.

50 M a g n u s Mórner , " E c o n o m i c Fac t o r s a n d Stratifícation i n C o l o n i a l Spa­n ish A m e r i c a w i t h Spec ia l Regard to E l i t e s " , en Hispanic American Histori­cal Review, 63 , núm. 2, m a y o , 1983, p p . 335-369; F r ed B r o n n e r , " P e r u v i a n Encomende ros i n 1630: E l i t e Círculation and C o n s o l i d a t i o n " , en Hispanic American Histórica! Review, 57, núm. 4, n o v i e m b r e , 1977, p p . 633-659. Ver también J o h n E . K i c z a , Colonial Entrepeneurs: Families and Business in Bourbon México, U n i v e r s i t y o f N e w Méx ico Press, A l b u q u e r q u e , 1983, p p . 13-42, y Susan S o c o l o w , The Merchants of Viceregal Buenos Aires: Family and Commerce, ¡778-1810, C a m b r i d g e U n i v e r s i t y Press, C a m b r i d g e , 1978.

5 1 Rípodaz, El matrimonio, p p . 279-289 , 292-315. E l uso que d a b a n las éli­tes a la pragmática para sus p r o p i o s ob j e t i v o s está i l u s t r a d o po r una f a m i l i a cubana a cauda l ada , que demandó a u n h o m b r e de c incuen ta años, m i e m b r o de la f a m i l i a q u e deseaba da r va l idez a su l a r go c o n c u b i n a t o c o n u n a parda (mu la ta de pie l c lara ) . Este y otros dos casos de adul tos que deseaban cont rae r nupc ias c o n muje res de estratos sociales y étnicos más bajos d i o o r i g en a una cédula r ea l , f echada el 15 de o c t u b r e de 1805, d i r i g i d a a la A u d i e n c i a de P u e r t o Príncipe, y en la que se establecía el deseo de la C o r o n a de que l odos los m i e m b r o s de la nob leza y/o de c o n o c i d a pureza de sangre se somet i e ran a los p r inc ip i os de la cédula de 1803. L a mayoría de los " o i d o r e s " de la aud ien­cia de P u e r t o Príncipe habían c o m p a r t i d o la opinión de q u e estos m a t r i m o ­nios podrían " h e r i r los s e n t i m i e n t o s " de las f am i l i a s a fectadas, pero los in te ­reses de l es tado p l a n t e a b a n la neces idad de pro teger el m a t r i m o n i o , d e b i d o a que la polí l ica más i m p o r t a n t e de aquél era f o m e n t a r el c r e c im i en t o p o b l a c i o -n a l . U n a necesidad demográf ica, a r g u m e n t a b a n , afectó los intereses persona­les de las f a m i l i a s . L a c o r o n a no a p o y a b a esta opinión. A r c h i v o Gene ra l de la Nación, Méx i co , Secretaría de Cámara, Serie H i s t o r i a , Colección Hernán­dez Dávalos, v o l . 2, doc . 167, b a n d o de l 18 de d i c i e m b r e de 1810, f i r m a d o por F ranc i s co X a v i e r Venégas.

5 2 Ramón Bríones L u c o , Origen y desarrollo de' matrimonio y el divorcie en ta familia humana, 1 vo l s . . I m p r e n t a de " L a I lustración" , Sant iago de C h i l e , 1909-1910, 2: p. 2 6 1 ; Juan C a r l o s Rébora, La familia chilena y la familia argentina, 2 vo ls . , Tal leres Gráficos Tomás P a l u m b o , L a P lata , 1938, 1: p . 37. E n 1856, el ob i spo José Hipól i to Salas emitió un decreto para re fo rzar el nuevo código c i v i l , que defendía el p r inc ip i o del consent imiento fami l iar ante el

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52 S E X U A L I D A D Y M A T R I M O N I O

m a t r i m o n i o hasta los v e i n t i c i n co años de edad . Ver Pedro Fel ipe de Azúa e I t u r g o y e n , Sínodo de Concepción, Chile, 1744, Conse j o Super i o r de Inves t i -eaciones Científicas y U n i v e r s i d a d P o n t i f i c i a de Sa lamanca , M a d r i d y Sala­manca , 1984, pp . 203-207. Es interesante el hecho de que la a u t o r i d a d paterna fuera a p o y a d a en a l gunos códigos legales, m ien t ras que los esponsales perd ie­r o n sus efectos legales en la legislación r e p u b l i c a n a .

" L a definición de p a t r i a r c a d o que emplea Boye r exc luye la es t r i c ta in t e r ­pretación de este c oncep t o en el s en t i do de que que el h o m b r e tenía c o n t r o l a b s o l u t o sobre la m u j e r d e n t r o de la f a m i l i a y en la soc iedad . Para más co­m e n t a r i o s , ver S i l v i a M a r i n a A r r o m , The Women of México Cily, 1790-1857, S t a n f o r d U n i v e r s i t y Press, S t a n f o r d , 1985, p p . 5 9 - 6 1 .

5 4 Los comenta r i o s sobre el d i v o r c i o se basan en el t r aba j o de María Beatr iz i N i z z a d a S i l va i n c l u i d o en este v o l u m e n , y en el de Bei n a r d Laval lé , Divorcio y nulidad de matrimonio en Lima (1651-1700), G r o u p e I n t e r d i s c i p l i n a i r e de Recherche et de D o c u n i e n t a t i o n sur PAmér ique L a t i n e , Burdeos , 1986, Do-cument de Travail, núm. 2. Los e j emp los t o m a d o s de los a rch i vos mex i canos han s e r v ido para c o r r o b o r a r las p r inc ipa l e s características de los mode los pe­r u a n o y brasileño. Los pa t rones demográf icos de d i v o r c i o y sus pe cu l i a r i da ­des cu l tu ra l e s y sociológicas son u n aspecto descu idado en la h i s t o r i a de la soc iedad c o l o n i a l .

5 5 Ver Georges D u b y , Medieval Marriage: Two Models from Twelfth-Centu-ry France. L a anulación permitía volver a casarse, mientras que el " d i v o r c i o " s i gn i f i c aba la separación física de la pare j a . Las segundas nupc ias después de l " d i v o r c i o " so lamente podían tener lugar después de haber m u e r t o a l g u n o de los cónyuges.

5 6 Para la legislación de las Partidas sobre el d i v o r c i o , ver la Quarta partida, T i t . x , pp . 929-945 en la traducción de Scott . En su estudio del d i vo rc i o en L i m a d u r a n t e la segunda m i t a d del s ig lo x v n , B e r n a r d Lavallé encontró 1 533 l i t i ­g ios ; de e l los , 928 (60.5 por c i en to ) e ran de d i v o r c i o , y 603 (39.4 por c i ento ) de anulación. N o se d ispone de c i f ras sobre los f a l l o s . Los l i t i g i os no s i empre eran l l evados hasta su conclusión, y en m u c h o s casos no se reg is t ra el r e su l l a -d o . Laval lé , Divorcio y nulidad, p . 7. P a r a el d i v o r c i o en Méx ico d u r a n t e el s ig lo x i x , ver S i l v i a A r r o m , Women of México City. Se notará la c o n t i n u i d a d en el carácter y la práctica de l d i v o r c i o d u r a n t e las p r ime ras décadas de H i s ­panoamérica después de la C o l o n i a .

3 7 U n aspecto soc ia l i m p o r t a n t e sobre la formación de la f a m i l i a en la C o ­l o n i a es la f r e cuenc ia de casos en que la m u j e r ejercía su c o n t r o l en la casa. E l fenómeno se c o r r e l a c i o n a con la i n e s t ab i l i dad soc ia l en de t e rm inadas áreas geográficas, pe ro también se debe asoc iar c on las cos tumbres sexuales de la soc iedad c o l o n i a l , en la que muchas muje res tenían re lac iones fue ra de l m a ­t r i m o n i o , concebían h i j os na tura l es o ilegítimos y f o r m a b a n f am i l i a s de n a t u ­raleza no c o n v e n c i o n a l . Ver D o n a l d Ramos , " M a r r i a g e a n d the F a m i l y i n C o l o n i a l V i l a R i c a " , pp. 200-225; E l i z a b e t h Kuzneso f , " T h e Role o f the Fe-m a l e - H e a d e d H o u s e h o l d in Brazilían M o d e r n i z a r o n : Sao P a u l o , 1765 t o 1 8 3 6 " . en Journal of Social History, 13, 1980, p p . 589-613; R o d n e y D . A n -d e r s o n , " R a c e and Soc ia l S t r a l i f i c a t i o n : A C o m p a r i s o n o f W o r k i n g - C l a s s Spaniards , Ind ians , and Castas i n Guada la j a ra , Méx ico , i n 1 8 2 1 " , en Hispan­ic American Historical Review, 68, núm. 2; m a y o de 1988, pp. 209-244. E l a u t o r a f i r m a que u n a c u a r t a par te de las f am i l i a s de G u a d a l a j a r a en 1821 era d i r i g i d a p o r mu je r es .

P R I M E R A PARTE

S E X U A L I D A D

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Capítulo V I

CÓNYUGES ACEPTABLES: LA ELECCIÓN DE CONSORTE EN L A ARGENTINA COLONIAL, 1778-1810

SUSAN M . SOCOLOW

En muchas sociedades, el m a t r i m o n i o es u n mecanismo me­diante el cual dos personas se unen en una relación socialmente reconocida, así como una institución a través de la cual se for­man las famil ias legítimas. Pero también es una institución para cimentar los lazos entre famil ias ya establecidas. Por lo tanto, la elección del consorte es una decisión que interesa a otras personas, además del novio y la novia. Debido a su rele­vante papel en la estructuración de la sociedad, en la formación de alianzas y la definición de grupos fami l iares, la elección de consorte, denominada " formación m a t r i m o n i a l " , podía re­presentar u n área de conñictos entre las diferentes partes. 1

Por lo general, el matr imonio se da entre individuos pertene­cientes a grupos endogámicos. L a gente tiende a contraer nupcias con quien ella misma, y la sociedad, considera igual socialmente, y que pertenece a la misma clase socioeconómica, o a una cont igua. N o obstante, siempre existen importantes excepciones a esta regla. A pesar de todas estas l imitaciones formales, algunos ind iv iduos l legan a transgredir los estánda­res sociales por razones bastante personales como la atracción sexual, la camaradería o el deseo de protección y seguridad. L a reacción de la sociedad ante esta clase de excepciones sirve

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para explicar su ac t i tud ante la mov i l i dad y el cambio social. Aunque pocos grupos aceptan el ma t r imon i o con quienes son marcadamente desiguales, sus esfuerzos por evitar que se lleven a cabo dichos matr imonios van desde la act i tud pasiva hasta la acción legal. Así, la respuesta ante los consortes " inadecua­d o s " es un impor tan te ind ic io de la rigidez o imparc ia l idad de un sistema social dado en una época determinada y un meca­nismo que puede ser empleado por un grupo social para prote-

al m a t r i m o n i o a fines del siglo x v m en Río de la Plata, en un intento por analizar cómo se apl icaban las leyes sobre el com­promiso y la unión mat r imon ia l . As imismo, permite compren­der el m a t r i m o n i o , la sociedad co lon ia l y el papel femenino.

En las sociedades católicas romanas, el mat r imon io es uno de los sacramentosdelaiglesia. C o m o ta l , hasta fines del siglo x v m su c on t r o l dependía exclusivamente de la jurisdicción legal del obispado y de las cortes eclesiásticas.2 A l basar sus decisiones en el derecho canónico, la iglesia determinaba si los miembros de una pareja en part icular podían unirse o no. Sus cortes tenían plena l iber tad de llegar a una decisión sin tener que verse su­jetas a la supervisión c iv i l d irecta, y, la mayoría de las veces, tampoco debían comparecer ante las cortes civiles. 3

Era de v i ta l impor tanc ia para el derecho católico romano la idea de que el m a t r i m o n i o sólo podía tener lugar entre dos personas que hubieran decidido compar t i r d icho sacramento. E n rea l idad, el conc i l io de T r en to decretaba que las parejas tenían derecho a casarse por su p rop ia v o lun tad , y podían ha­cerlo s in el consent imiento pa t e rno . 4 A u n q u e los padres inten­taban evitar los mat r imon ios no deseados, la iglesia siempre estaba del lado de las parejas, y hasta llegaba a dispensar las amo­nestaciones a pesar de la oposición de los padres. Las cortes ecle­siásticas por lo general rechazaban las objeciones paternas basadas en la diferencia económica o étnica que existía entre los novios; mientras no hubiera impedimentos canónicos, las po­líticas de la iglesia favorecían la unión m a t r i m o n i a l . 5

CONTROL REAL

E n 1776, Carlos t i l , el rey Borbón de España, emitió una pragmática real que mod i f i caba radicalmente las leyes y auto-

C O N Y U G E S A C E P T A B L E S : A R G E N T I N A C O L O N I A L 23 !

1 idades respecto al m a t r i m o n i o . 6 Ap l i cada a sus posesiones en América dos años más tarde mediante la cédula del 7 de abri l de 1778, esta ley representaba el apartamiento de las normas pre­vias, y demos!raba que las reformas borbónicas implicaban más que u n cambio político o económico. L a pragmática real, y las subsiguientes leyes matr imonia les , en real idad represen­taban un intento de transformar las costumbres sociales al nivel básico del m a t r i m o n i o y la formación f am i l i a r . 7 Según la pragmática, todos los sujetos, "desde las clases más altas del estado hasta los ind iv iduos de los estratos más bajos, sin ex­cepción a l g u n a " , debían ceñirse a las leyes, aunque en Améri­ca " l o s mula tos , negros, mestizos y miembros de otras razas mixtas similares, que son reconocidos y aceptados pública­mente como t a l e s " , serían específicamente excluidos.

A par t i r de 1778, el consent imiento paterno, nunca antes exigido por las leyes canónicas, se convertiría en un requisi to indispensable para que los españoles pudieran contraer nupcias. Asimismo, cualquier disputa en relación con el matr imonio debía presentarse ante una corte civ i l (casi siempre el juzgado del alcalde), donde se decidiría si podía llevarse a cabo la unión matr imon ia l ; las apelaciones debían presentarse ante la audien­cia real. E n la mayoría de los casos que impl icaban la oposición al m a t r i m o n i o , fueron destituidas las cortes eclesiásticas. Además, cualquier persona que se casara a pesar de la oposi­ción de sus padres, podía verse desheredada para siempre. E l poder sobre la decisión de contraer nupcias fue t ransfer ido , de esa f o r m a , de la persona que ejercía su prop ia l iber tad , y la iglesia, a los padres de los consortes y el estado.

La redefinición de " causa j u s t a " para evitar un ma t r imo ­nio era igual de impor tan te que la redistribución del poder confer ido po r la pragmática real . A u n q u e los impedimentos de las leyes canónicas seguían representando una causa válida para evitar un m a t r i m o n i o , la desigualdad entre el nov io y la novia empezó a ser considerada como el m o t i v o pr inc ipa l para que el disenso, o desacuerdo paterno, tuviera éxito. Si, ante la negativa del permiso para contraer m a t r i m o n i o , un joven deseaba demandar al progeni tor incon fo rme , este último so­lamente necesitaba demostrar la desigualdad entre los futuros esposos para imped i r su enlace.

La pragmática no representaba el p r imer in tento del estado por inter fer i r abiertamente en asuntos matr imoniales . Laco rona

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232 S E X U A L I D A D Y M A T R I M O N I O

española había promulgado algunas leyes sobre dicho part icular en relación con los burócratas reales y los mi l i tares durante el siglo x v i . 8 Pero era la pr imera vez que toda la población española se veía sujeta al con t ro l paterno y real directo en tales asuntos. E n la pragmática de 1776 y en la cédula de 1778, se establecía claramente la razón de dicho c o n t r o l : ' 'para contener la anarquía que se ha in f i l t r ado lentamente en la sociedad con el transcurso del t i e m p o " . Para la realeza borbónica, n i la iglesia n i la deci­sión de cada joven habían o r i g inado una sociedad ordenada. Ya era t iempo de asumir por ellos importantes asuntos sociales. Las leyes emitidas durante los siguientes tre inta años sólo refor­zarían la nueva ac t i tud evidente en la pragmática, restringiendo aún más la jurisdicción de la iglesia en asuntos relacionados con el apoyo de las esposas y los hijos y la b i gamia . 9

A u n q u e al p r i n c i p i o se tenían dudas sobre los efectos de la cédula real de 1778 en relación con el compromiso y la unión matr imonia les , en 1783 fueron emit idas dos cédulas más para veri f icar la l i be r tad de elegir consor te . 1 0 L a pr imera de ellas, emi t ida el 26 de mayo , establecía que si la corte hal laba " r a ­c i o n a l " la oposición de u n padre para que se casara su h i j o , la madre no podría dar n inguna herencia a sus descendientes." La segunda, publicada el 31 de mayo, hacía del consentimiento paterno o la decisión de una corte a favor de los hi jos una condición indispensable para la celebración del m a t r i m o n i o . 1 2

Cuat ro años más tarde, en 1787, una cédula más vendría a re­forzar el c o n t r o l paterno sobre el m a t r i m o n i o , al establecer específicamente que los sacerdotes no podrían celebrar ningún matr imon io sin la previa aprobación de los padres o la corte. 1 3

E n 1803, una nueva pragmática con respecto al compromiso y la unión matr imon ia l es restablecería los pr inc ip ios originales de la legislación de 1778, y volvería a ampl ia r la ley. Los negros y los miembros de las castas (que tenían mezcla de san­gres) debían ser inc lu idos en la pragmática. Además, los padres podían negar su permiso sin tener que especificar las ra­zones. F ina lmente , los casos de disenso no debían presentarse más ante las cortes de los cabi ldos. A par t i r de ese momento , sólo la audiencia podía juzgar dichos casos. 1 4 U n a vez más, a los sacerdotes se les ordenaba no celebrar n inguna boda cuando los fu turos cónyuges carecieran del consentimiento paterno. Los clérigos corrían el riesgo de perder sus puestos y bienes eclesiásticos si no obedecían las órdenes.

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Además de expandir su c o n t r o l sobre la iglesia, Carlos m deseaba dominar la fuerza más peligrosa, el desorden, como se aprecia claramente en la pragmática. También se especifica la causa de ese desorden social: el m a t r i m o n i o entre personas de diferente clase que se había vue l to tan frecuente, que repre­sentaba " e l más serio peligro. . . y ponía en riesgo el adecuado orden social , [produciendo] fr icciones y perjuicios cont inuos a las f a m i l i a s " . L a unión entre desiguales constituía una afrenta d i v ina porque casi siempre tenía lugar a pesar de la oposición paterna, y "desa f iaba el honor , respeto y obedien­cia que los hijos debían observar para con sus padres en asuntos de ta l seriedad e i m p o r t a n c i a " . E l estado pretendía contro lar lo que consideraba una peligrosa confusión entre los grupos sociales. Para lograr d icho ob je t i vo , en la pragmática de 1776 se hacía del permiso paterno u n requisi to prev io para cual­quier hombre o mujer españoles que desearan contraer nup­cias y fueran menores de ve int ic inco años. Se suponía que los padres y descendientes adul tos , más conscientes de la i m p o r ­tancia del m a t r i m o n i o y de los peligros planteados por las uniones desiguales, se comportarían de una manera más con­veniente a nivel social.

A l imponer la necesidad del consent imiento paterno entre mujeres y hombres hasta los veinticinco años, la nueva legisla­ción intentaba, pr imord ia lmente , contro lar la elección conyu­gal de u n pequeño grupo mascul ino —esos pocos indiv iduos que se casaban antes de alcanzar la mayoría de edad— y de casi todas las mujeres. E n Río de la Plata durante el siglo x v n i , era m u y extraño que las españolas l legaran a los ve int ic inco años sin haberse casado. Casi todas contraían nupcias o i n ­gresaban a algún convento entre los catorce y los veintiún años de edad . 1 5 Por o t ra parte , los hombres tendían a casarse cerca de los treinta años, o después, cuando tenían suficientes medios económicos para mantener a esposa e hijos. Establecer que la edad en que se requería el permiso paterno era a los ve int ic inco años o menos, s igni f icaba esencialmente que las mujeres necesitaban el permiso f o rma l de sus padres para contraer nupcias.

N o sería sino hasta 1803 que se corregiría este sesgo contra las mujeres, cuando se promulgó una nueva cédula " sobre el m a t r i m o n i o de los h i j o s " , en la que se reducía la escala de la edad . 1 6 Si su padre estaba v i vo , el hombre necesitaba su per-

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miso hasta los ve int ic inco años de edad, y la mujer , hasta los veintitrés. Si el progen i tor estaba muer t o , pero vivía la madre, la edad del hombre bajaba a los veinticuatro y la femenina, a ios veintidós. E n el caso de individuos huérfanos, si los abuelos ma­ternos o paternos ejercían la potestad, los hombres debían tener veintitrés años y las mujeres, ve in t iuno . Por último, quienes estuvieran a cargo de u n tu t o r , podían casarse a los veintidós (en el caso de los hombres) y a los veinte (en el de las mujeres). Aunque las leves seeuían d i sc r iminando a la mu i e r í tenían menos au to r idad que los padres) al reducirse la edad en que necesitaban el consent imiento paterno, se d io l ibertad a muchas para que se casaran sin el c on t r o l de sus padres.

L a corona era consciente de que algunos padres quizá se opondrían a conceder su permiso por razones caprichosas o irracionales, abusando del poder que les confería la ley sobre sus descendientes. A los progenitores, o quienes desempeña­ran su papel , se les permitía desaprobar una unión si tenían motivos justos y racionales para hacerlo. También se les advertía no aplicar dichas leyes para obl igar a sus hi jos a contraer un m a t r i m o n i o cont ra su vo lun tad o vocación. As im i smo , tam­bién se describía el proced imiento que debía seguirse cuando los futuros consortes optaban por desafiar la au to r idad pater­na. L a oposición de los padres a un m a t r i m o n i o antes y des­pués de 1776, ref leja cierto grado de independencia personal por parte de los jóvenes casaderos. Aunque muchos mat r imo­nios eran dispuestos con la participación de los padres, dichos casos demuestran que el con t ro l paterno no era una práctica universal . A l gunos jóvenes t omaban decisiones sin el consen­t im ien to de sus progenitores.

E L MATRIMONIO EN LA ARGENTINA COLONIAL

Por costumbre y tradición, el proceso m a t r i m o n i a l en Argen­t ina , como en otros países hispanoamericanos, durante la Co­lon ia , constaba de cuatro pasos. E l p r ime ro era la palabra de casamiento, promesa verbal que hacía el hombre para casarse con una mujer, y con lo que se entablaba una relación conyugal. Esta palabra podía darse con la promesa de contraer nupcias dentro de u n lapso determinado , o podía dejarse abierta. El siguiente paso consistía en acudir a la pa r roqu ia local , donde

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podía encontrarse la información necesaria sobre el estado c i ­v i l de los futuros esposos (el expediente ma t r imon i a l ) . Si el promet ido no procedía del p r imer al segundo paso dentro de un periodo razonable, la novia podía entablar un ju i c i o por i n ­cumpl imiento de esponsales ante las autoridades eclesiásticas.

U n a vez que se cumplían todos los requisitos y el párroco estaba convencido de que no existía ningún impedimento canó­nico para que se casara la pareja, corrían las amonestaciones d u r a n t e tres dominóos c o n s e c u t i v o s rara Har a r n n i w r nñl-ili-camente la intención de la pareja de contraer nupcias. Cua l ­quier información adicional referente a un posible impedimento debía ser p roporc ionada entonces al sacerdote. Aunque , en teoría, se requería el permiso paterno para comprometerse en matr imonio , siempre era después de que la pareja había acor­dado unirse cuando los padres, abuelos, tutores, o algún o t r o pariente, se oponían a que tuviese lugar d icho enlace. Si la pa­reja seguía insist iendo en contraer nupcias, podía acudir al juzgado de pr imera instancia, y sol ic i tar que se obl igara a la parte en desacuerdo a presentar el mo t i v o rac ional en que se basaban sus objeciones. E n suma, el hi jo o hi ja a quien se le ha­bía negado permiso para casarse se convertía en el querel lante que demandaba al progeni tor , el acusado.

Aunque los jur is tas y eruditos no concuerdan en si la prag­mática l im i taba el m a t r i m o n i o o solamente los esponsales, en Río de la P lata resulta evidente que las leyes cont ro laban el m a t r i m o n i o . 1 7 También es bastante claro que la iglesia podía seguir o f i c iando mat r imon ios válidos a pesar de las oposicio­nes paternas. Si b ien en teoría la iglesia tenía la capacidad de dispensar ese sacramento, todo sacerdote que oficiara una boda corría el riesgo de verse sujeto a alguna sanción social. En real i­dad, 'sólo en cierta ocasión un sacerdote casó a una pareja sin previo consent imiento , a rgumentando que había supuesto que no transgredían la pragmática, pues actuaba con licencia del párroco de aquella pare ja . 1 8

A par t i r de 1776, los casos de oposición ma t r imon ia l eran presentados ante el juzgado de pr imera instancia en los cabi l ­dos Quzgado del alcalde p r imero ) , o el del alcalde segundo. U n a vez que fue establecida la audiencia de Río de la Plata y comenzó a func ionar en Buenos Aires (1785), todos los casos iniciados en los cabi ldos pertenecientes a la jurisdicción de la audiencia podían comparecer ante el t r i b u n a l superior. L a au-

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diencia nunca era el juzgado de primera instancia en los casos de disenso, sino que era la institución capaz de revisar y anular las decisiones de los cabildos.

E n teoría, las nuevas leyes sobre ma t r imon i o restablecerían el orden social , pero ¿qué sucedía en realidad? E l análisis con­cienzudo de los casos iniciados a raíz de la pragmática nos permite saber la frecuencia con que los hijos realmente desafia­ban a sus progenitores en la arena matr imonia l . As imismo, los casos legales concernientes a! disenso ofrecen valiosa in forma­ción sobre los padres con más aptitudes para oponerse a la de­cisión mat r imon ia l de sus descendientes, las razones que daban por lo general de su disentimiento y su grado de éxito. Aunque no son numerosos, estos casos nos dan la interesante posibil idad de entender la sociedad de fines del siglo XVin, y lo que se pensa­ba del amor , el sexo y la sexualidad en el m u n d o de la Colonia.

Estudié los casos del juzgado de pr imera instancia en dos áreas urbanas contrastantes de la A rgen t ina co lon ia l . Tam­bién analicé los que fueron presentados ante la audiencia. La pr imer área urbana , la c iudad de Córdoba, era una urbe tra­d i c i ona l , centro de al ta cu l tura en el v i r re ina to de Río de la Plata. Se había vinculado estrechamente con Potosí a través del comercio de muías durante el siglo x v n , y , en la pr imera m i t a d del siglo x v m , había experimentado un per iodo de es­tancamiento económico y demográfico. 1 9 Si b i en tuvo un renacimiento económico y demográfico durante el virreinato, las bases financieras siempre fueron demasiado pequeñas para sostener a la población local ; a mediados del siglo x v m , mu­chos de sus habitantes emigraban hacia el norte (Jujuy) o r u m b o al sur (Buenos Aires ) . A u n q u e todos los sectores de la población habían crecido desde 1750, los grupos de ind iv i ­duos no españoles habían registrado una expansión más ace­lerada. E n esa c iudad de aproximadamente 7 800 habitantes en 1785, sus 2 500 ciudadanos españoles muchas veces se compor­taban como si estuvieran amenazados por otros grupos raciales.

Por o t r o lado, la c iudad porteña de Buenos Aires había conocido un desarroUo económico y demográfico constante des­de la segunda m i t ad del siglo x v n . De ser una c iudad eminen­temente comercial, había sido elevada a capital del virreinato de Río de la P lata , y se le habían ad jud icado un sinfín de nuevas funciones administrat ivas . Contaba con u n considerable gru­po de artesanos y u n vasto sector v incu lado con la peletería de

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exportación. A u n q u e en Buenos Aires la riqueza estaba desi­gualmente d i s t r ibu ida , la c iudad también b r indaba muchas oportunidades para la gente emprendedora y a fo r tunada . Se­gún las pruebas proporc ionadas po r el censo y los archivos parroquia les , era relat ivamente sencil lo para la creciente po­blación de mulatos traspasar las confusas fronteras racia les. 2 0

¿Con qué frecuencia la oposición paterna se traducía en demandas legales? Aunque no se tiene información sobre el nú­mero de ma t r imon i e s que se l l evaron a cabo entre españoles en toda la jurisdicción de Buenos Aires o Córdoba, podemos recurr i r a los datos sobre la cant idad t o ta l de uniones en la c iudad capi ta l c omo u n sust i tuto ap rox imado . Los casos de disensión que l levaron a un l i t i g i o representaban cerca del 10 por ciento de todos los ma t r imon ios celebrados en el área de Córdoba, mientras que la c i f ra correspondiente a Buenos A i ­res era in fe r io r al uno por c i ento . 2 1 (Ver cuadro v i . ) Evidente­mente, en la sociedad más ant igua y t rad ic iona l se presenta­b a n más conf l i c tos entre los padres y sus descendientes en relación con el m a t r i m o n i o . 2 2

N o se tiene f o r m a de saber el número exacto de casos en que los padres se oponían a la elección de sus hi jos respecto al cónyuge. En los procesos legales no hay información sobre cuántos padres lograban disuadir a sus descendientes de que se casaran, s implemente negándoles su consent imiento. Los casos de disenso solamente representan aquellos en que los h i ­jos decidían desafiar la decisión paterna. T o m a n d o en cuenta otras pruebas del poder de los padres y su con t r o l económico sobre hijos e hi jas, quizá estos casos sólo sean la proverb ia l punta del iceberg de los conf l ictos entre las generaciones. Sin embargo, es obv io que la mayoría de los hi jos aceptaban las decisiones de sus padres en cuanto a los planes de m a t r i m o ­nio. Sólo unos cuantos obstinados decidían rebatirlas, y optaban por demandarlos ante la corte para oponerse a su autor idad . 2 3

Era una medida muy drástica demandar a los padres, abuelos o tutores, especialmente en asuntos tan importantes y trascen­dentales como el m a t r i m o n i o . L a corona se mostraba sensible ante la delicada naturaleza del t es t imonio que podía ser pre­sentado en estos casos. Por lo tanto , imponía a todos los jue ­ces " e v i t a r d i f amar a las personas y f a m i l i a s " . Deb ido a la naturaleza de los procedimientos , era esencial la discreción. Los procesos siempre debían llevarse a cabo ' 'a puertas cerradas' ' .

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«— - l " o

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A u n q u e los testigos j u r a b a n mantenerlos en secreto, su tes­t i m o n i o a veces hace evidente que los casos de disent imiento m a t r i m o n i a l m u y rápido se hacían del d o m i n i o público, fo­mentando las habladurías locales ricas en información sobre la f ami l i a o fami l ias en cuestión. 2 4 Deb ido a la clase de testi­mon i o presentado y las estrategias legales empleadas, estos casos se convertían en d inamita social, puesto que podían con­ducir a una investigación acerca de los antecedentes étnicos famil iares. M u y pocas personas en la sociedad Argen t ina co­lon ia l podían estar lo suficientemente seguras de sus orígenes sociales como para exponerse al examen riguroso de su pasado, que se remontaba a tres o cuatro generaciones atrás. Por lo menos, estos casos generaban "od iosos test imonios, pruebas y maniobras legales que son resultado de la inevitable persis­tencia de las partes interesadas, pero que por lo general pro ­ducen resentimientos p r o l o n g a d o s " . 2 5 E r a n riesgos que no podían correr los pusilánimes.

S in embargo, m u y pocos demandantes se detenían en los juzgados de p r imera instancia. Insistían en apelar los veredic­tos negativos ante la audiencia, aumentando la pos ib i l idad de poner al descubierto secretos famil iares y progenitores som­bríos. Entre los 46 casos presentados ante la audiencia de Buenos A i res , la mayoría de ellos (52 por ciento) se habían inic iado en el cabi ldo de esa c iudad . Seguían en impor tanc ia (20 por cien­to) los sectores del noreste en el v i r re inato (Asunción, Monte ­v ideo, Corrientes y Santa Fe), seguidos por los del noroeste (Mendoza, San Juan , Catamarca) , y, por último, la región de Córdoba. 2 6 (Ver cuadro v.) T a n sólo en la zona de Buenos Aires se presentaron más casos que en el resto del v irre inato j u n t o .

E n otras palabras, entre los 45 casos expuestos pr imero ante el cabildo de Buenos Aires, poco más de la m i tad (53 por cien­to) fueron apelaciones ante la suprema corte. Esta prueba acerca de la fac i l idad con que los residentes locales podían apelar a la audiencia, ref leja las ventajas relativas de v i v i r en una c iudad donde se encontraba la suprema corte. E n realidad, antes de que comenzara a funcionar la audiencia en Buenos Aires (1783), no fue apelado n inguno de los siete casos de d isent imiento mat r i ­m o n i a l expuestos ante el cab i ldo . Nunca se apeló el 93 por ciento de los casos llevados ante los alcaldes de Córdoba, lo cual demuestra lo difícil que era, tanto en relación al costo como al t i empo , para la gente de las ciudades del in te r io r buscar el

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beneficio p leno de la jus t i c ia real . E n suma, los cabildos de las ciudades del inter ior eran arbi tros con mucho mayor poder legal y social que los de Buenos Aires, donde por regla general se recu­rría al rápido expediente de comparecer ante la suprema corte.

E l análisis de los casos de apelación ante la audiencia de Bue­nos Aires, y el de aquellos en que no hubo apelación lleva a sacar interesantes conclusiones sobre los procesos de disenti­miento m a t r i m o n i a l . 2 7 (Ver cuadro Vi l . ) Las decisiones de los juzgados menores que procedieron a los casos cíe apelación eran d iv id idas casi equi tat ivamente entre las categorías de " r a c i o n a l " (decisión a favor de los padres o tutores) e " i r r a ­c i o n a l " (a favor de la pareja que pretendía contraer m a t r i m o ­n io ) . Por o t ra parte , el estudio de los casos en que no hubo apelación ofrece u n mode lo bastante di ferente. E n tales ca­sos, la decisión del alcalde siempre favorecía a la pareja com­promet ida . E n otras palabras, aunque los padres se dividían por igual entre los que aceptaban una decisión con la que no estaban de acuerdo y los que insistían en recurr i r a instancias superiores, los jóvenes, más decididos a casarse con el cónyu­ge de su elección, apelaban todas las decisiones desfavorables ante la suprema corte.

E l costo de una demanda por d isent imiento era relat iva­mente elevado, aunque la corona, en un esfuerzo por hacer que d icho proced imiento legal estuviese al alcance de todas las partes interesadas, había especificado que " e n tales casos, la corte no deberá cobrar n inguna cuota , gasto o estipendio. Las partes [en con f l i c to ] sólo deberán pagar los cargos necesarios para cubr i r los gastos de papel y los servicios del e s c r i bano . " 2 8

Los casos llevados hasta la audiencia también incurrían en "gastos de registro y asignación". E n los casos en que es posible de­terminar los gastos totales, éstos var iaban entre 57 pesos, seis reales y 283 pesos con siete reales; el p romed io era de 123 pe­sos y dos reales. Estos costos, aunque elevados, no evitaban que una amp l i a var iedad de l it igantes comparecieran corno demandantes o acusados en casos de disenso.

Razones de disentimiento paterno

E n el caso de Río de la P lata , los querellantes, los demanda­dos y las cortes in terpre taban el edicto real vagamente redac-

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tado como la referencia a u n o de los cuatro t ipos diferentes de desigualdad: racia l , social, m o r a l y económica. T o m a n d o en cuenta l a obsesión española po r la " p u r e z a de sangre " , no es sorprendente que la raza imp l i ca ra u n imped imento m a t r i m o ­nia l . E n Córdoba y Buenos A i res , la desigualdad racial era la razón más impor tan t e po r la que se oponían los padres a u n m a t r i m o n i o . Por e jemplo, en 1791, Pab lo Beru t i , escribano bonaerense intentó impedir la unión de su h i j o José con María Josefa Rocha, descendiente de o t r o escribano de esa loca l i ­dad , a f i rmando que el padre de la nov ia era m u l a t o . 2 9 A u n q u e los padres de esta pare ja pertenecían al m i smo g rupo ocupa­c ional y socioeconómico, Be ru t i argumentaba que el nov io y la nov ia no "tenían la misma sangre " .

E l solo hecho de tener antepasados negros — n o indígenas— era una razón aceptable, basada en la raza, para oponerse al m a t r i m o n i o . 3 0 Además, casi nunca los posibles consortes eran considerados como la causa del problema. Muchas veces, el transgresor or ig inal , la persona responsable de la " m a n c h a " f ami l i a r , era u n abuelo mu la t o . L a frecuente mención de un abuelo (o bisabuelo) m u l a t o permite observar, en gran medi­da, el g rado de mestizaje, den t ro y fuera del m a t r i m o n i o , que tuvo lugar a pr inc ip ios del siglo x v m . Casi siempre, el padre de la persona a qu ien se acusaba de tener una " m a n c h a " ha­bía conseguido casarse con una española, e hispanizar más su estirpe. Efect ivamente, si vamos a creer en los test imonios presentados en los casos de d isent imiento m a t r i m o n i a l , d u ­rante las generaciones precedentes a la pragmática, eran bas­tante comunes, si no demasiado aceptadas, las uniones entre dist intas razas e inc luso los mat r imon ios interraciales. En consecuencia, después de la pragmática, los jóvenes, que con frecuencia se creían españoles, veían amenazada su pureza racial.

La desigualdad social , inc luso la desigualdad de nacimiento y l inaje, era la segunda razón más frecuente de oposición ma­t r i m o n i a l . E n estos casos, el padre o tu t o r en desacuerdo i n ­tentaba demostrar que uno de los futuros consortes era hi jo ilegítimo o h i j o de u n padre ilegítimo. María A n t o n i a Martí­nez, empobrecida v iuda de A lonso García, quien era sargento de dragones, se oponía al enlace de su h i j o con María Mier , descendiente de u n comerciante minor ista en Buenos Aires, por­que a f i rmaba que la madre de María había sido h i ja na tu ra l . 3 1

En la Argen t ina co lon ia l eran m u y frecuentes los cargos de

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i l eg i t im idad , especialmente porque , antes de 1750, las uniones consensúales estaban m u y d i fundidas entre todos los grupos urbanos que no pertenecían a la élite, y aún eran comunes en las zonas rurales. E l t i p o de i l e g i t im idad , más que la i l eg i t im i ­dad en sí, determinaba la incapacidad social de cada persona. E n realidad, existía una clara distinción entre hijos "na tu ra l e s " , descendientes de padres solteros que habrían pod ido casarse si lo hub ie ran deseado, y los hi jos verdaderamente "ilegíti­mos' , cuyos padres nunca habrían pod ido contraer nupcias debido a la existencia de algún imped imento canónico. 3 2 E n la sociedad colonial , era una carga social menos severa ser el h i jo bastardo de una " p a r e j a de so l t e ros " que el f r u t o de una rela­ción adúltera, u n desliz con u n pariente o con u n clérigo.

O t r a clase de desigualdad social que se argumentaba en los casos de disenso m a t r i m o n i a l era la distinción entre nobles y plebeyos. Los padres nacidos en España destacaban su h ida l ­guía, a rgumentando que ésta los apartaba de otros que, aun­que de "sangre p u r a " , no podían a f i rmar lo mismo. E ra lo que argumentaba Pedro Medrano , m in i s t r o de la hacienda real en Buenos Aires , para imped i r que su h i j o Martín se casara con la c r i o l l a Pascuala I r a o l a . 3 3

La mora l i dad personal representaba o t ra razón de disen­t im ien to m a t r i m o n i a l . L a m o r a l sexual dudosa era un cargo frecuentemente i m p u t a d o a las jóvenes de las clases sociales bajas, pero no a los hombres . 3 4 Se presentaban demandas en las que se aseguraba que las mujeres habían ten ido relaciones sexuales con varios hombres, que eran "prost i tutas comunes" , que habían contag iado a sus amantes a lguna enfermedad ve­nérea y que vivían abiertamente en unión consensual con sus promet idos . Los argumentos ut i l i zados cont ra los hombres en casos de disenso imp l i caban cargos c omo el r o b o , el juego , la vagancia y la deshonestidad persona l . 3 5 En el insólito caso de un padre que se valió del embarazo de su hi ja para evitar que se casara, al j o v en se le acusó no de mora l i dad dudosa, sino de seducción. 3 6 A u n q u e tales acusaciones tendían a describir a la mujer en cuestión como una víctima inocente, representa­ban una mínima afrenta para la reputación mascul ina.

L a desigualdad económica imp l i caba una razón válida para evitar el m a t r i m o n i o . Era el a rgumento más común al que re­currían no sólo las élites mercantiles de Buenos Aires y Cór­doba cuando se oponían al mat r imon io de sus hijos e hijas, sino

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también la defensa presentada por almaceneros (dueños de pequeñas tiendas) y artesanos. Pedro Ferreira, descrito como tendero, pulpero (dueño de una cantina) y vendedor de mate, llegó al extremo de secuestrar a su h i jo de la Casa de Santos Ejercicios para evitar que contra jera nupcias con la h i ja de un hacendado de una zona rural cercana. La pobreza en que se ha­llaba la f ami l i a de la promet ida era la razón p r imo rd i a l de su d i sent imiento . 3 7 E l argumento de desigualdad económica siempre se basaba en ia demostración de que uno de ios no­vios tenía un nivel económico marcadamente in fe r io r . E n los casos de d isent imiento por razones económicas se incluía la prueba de que el pretendiente era demasiado pobre para po­der sostener a su esposa.

Siempre que era posible, el padre en desacuerdo intentaba presentar varias razones para fundamentar su disent imiento. L a desigualdad económica también podía superponerse a la cuestión del l inaje (noble contra plebeyo) y a la de la legi t imi­dad ; tanto la desigualdad social como la mala conducta eran argumentos válidos en los casos de disenso. A l t ra tar de evitar la unión de su hi ja D o m i n g a , que tenía ve int icuatro años, con José Raymundo Navarro de Velazco, Francisco Gutiérrez acusó al pretendiente de pertenecer a o t ro g rupo racial (mula to ) , de dedicarse a la vagancia, de ser h i j o ilegítimo y económicamen­te incapaz de sostener a la que sería su esposa: además se le impu taba haber seducido a la inocente muchacha . 3 8 En este caso, el que su hi ja hubiera perd ido la v i r g in idad y el honor signi f icaba menos para el padre que evitar su enlace con al­guien considerado social y económicamente indeseable.

H u b o también unos cuantos casos de disentimiento matr imo­nial que se apoyaron en aspectos técnicos de la pragmática. Según las leyes de 1778, las parejas no podían comprometerse sin haber antes obten ido el permiso de sus padres. Por lo me­nos en dos casos, los padres aseguraban haberse opuesto a un posible mat r imon io porque los hijos no se habían ceñido a esta obligación. 3 9 E n este aspecto, !os progenitores que no tenían ninguna o t ra razón legal para evitar el m a t r i m o n i o , recurrían a los tecnicismos para retrasar la boda, y ut i l i zaban el t iempo para presionar a sus descendientes y hacerlos cambiar de opinión.

Los casos de d isent imiento m a t r i m o n i a l que se or ig inaron en los juzgados de primera instancia de Buenos Aires diferían de los presentados en la jurisdicción de Córdoba debido al relati-

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vo s igni f icado de las cuatro just i f icaciones mayores para in­tentar imped i r el m a t r i m o n i o de los hi jos. Era mucho más probable que los querellantes de Buenos Aires basaran sus ca­sos en la desigualdad económica, y que los antecedentes racia­les, sociales y morales fueran aspectos menos relevantes. Por otra parte, en los casos de Córdoba, se ponía mayor énfasis en la desigualdad racial y social, relegando a tercer término las con­sideraciones económicas. Estos patrones dist intos indican que

poucüC^ , v^uc alerta v>opcrioao economiza, es ta ­ban más dispuestos a pasar por a l to antecedentes raciales ne­bulosos, para concentrarse en la posición económica fami l ia r del fu tu ro consorte. Por el c on t ra r i o , los cordobeses, hab i tan­tes de una c iudad económicamente estancada, se concentra­ban en la posición social y racial para defender su situación socioeconómica. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que ambas sociedades se preocupaban por la raza, la posición eco­nómica y social, y la mora l i dad . L a di ferencia entre Buenos Aires y Córdoba era de grado , no de valores absolutos.

Dependiendo de la situación en que se daba el disentimiento m a t r i m o n i a l , los jóvenes tenían m u y pocas estrategias para sortear los obstáculos. Cuando había d isent imiento por razo­nes raciales o de l inaje , la a l ternat iva más directa y difícil con­sistía en presentar test imonios convincentes, como actas de baut ismo y m a t r i m o n i o , así como testigos vivientes, para rebatir las acusaciones. Muchas veces era imposible aplicar dicho criterio debido a la falta de cuidado con que habían sido llevados los archivos eclesiásticos.4 0 Casi siempre, los testigos, requeridos por la ley, eran de m u y poca u t i l i dad . Por cada testigo que aseguraba que la abuela de alguien era española y bien nacida, parecía haber o t r o que declaraba que sólo se t ra­taba de una mulata y sirvienta común. Realmente, a menos que deseemos creer que muchos testigos sin ningún parentesco con el querellante o con el demandado pretendían cometer per jur io , nos sorprende la vaga concepción racial de muchas personas de la Co l on ia . Esta fa l ta de precisión y la pos ib i l idad de que un cuarterón u ochavón i r rump i e ran en la sociedad española convertían a esas personas en sujetos peligrosos para las cla­ses sociales dominantes en la loca l idad.

Deb ido a las di f icul tades implícitas en dicha estrategia directa, las parejas comprometidas intentaban otra serie de tác­ticas. E n casos de desigualdad rac ia l , muchas veces preten-

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díari argumentar que la sangre africana hallada en la famil ia del p romet ido en rea l idad era indígena, y, t omando en cuenta las leyes reales sobre la nobleza de los ind ios , no existía estigma a lguno. Esta medida era más eficaz si se podía comprobar que el antepasado en cuestión era u n noble indígena y no un yana­cona común. 4 1

Otra estrategia era la que se ceñía al cr i ter io de "nosot ros también". E n este caso, el joven admitía la impureza de linaje en cuanto a su promet ida, pero intentaba demostrar que también sufría la misma " m a n c h a " sanguínea. M u y pocos en esa región podían comprobar que la pureza de sus antepasados se re­montaba a tres o cuat ro generaciones, ya que sólo unos cuan­tos descendían de inmigrantes españoles.4 2 Se había dado cierto mestizaje en las líneas de muchas fami l ias supuestamente "es­pañolas", en las que prevalecía más la mezcla racia l conforme se descendía en la escala socioeconómica. Cuando el padre había inmig rado de España, se estudiaba a f ondo la fami l ia criol la de la madre para hallar algún vestigio de sangre mestiza. Las lagunas en los archivos parroquiales siempre podían ser empleadas para poner en tela de j u i c i o a los antepasados de algún i n d i v i d u o . E l resultado neto de esta estrategia, y de los disentimientos matr imonia l es en general, consistía en des­cubr i r los secretos famil iares por mucho t i empo escondidos.

Demandantes y demandados

¿Entre qué g rupo o grupos sociales era más probable que los padres se opusieran al m a t r i m o n i o de sus hijos? E l análisis ocupac ional del jefe de f am i l i a en los casos presentados ante el juzgado de pr imera instancia en Buenos Aires demuestra que el g rupo más grande, 39 por ciento de los demandantes, estaba compuesto por artesanos, peones y pequeños terrate­nientes. Estos eran los españoles pobres de la Colonia que tenían mayor contacto social con personas de sangre mix ta , pero también era u n g rupo que creía perder mucho si permitía que sus descendientes se casaran con indiv iduos de esas clases socia­les y raciales inferiores. E l segundo grupo más grande de de­mandantes (22 por ciento) estaba f o rmado por miembros de las élites dedicadas al comercio, generalmente implicados en pleitos por evitar que sus hi jos establecieran uniones desastrosas (es

CÓNYUGES ACEPTABLES: ARGENTINA COLONIAL 245

decir, con personas que no se dedicaran al comercio ) . E n 3 7 por ciento de los casos de d isent imiento se veían implícitos funcionar ios mi l i tares , y los pequeños comerciantes represen­taban el 13 por c iento. F ina lmente , los burócratas constituían el nueve por ciento de los casos. A l clasif icar a los sujetos se­gún su ocupación (por u n lado , comerciantes, burócratas y mi l i tares ; por el o t r o , artesanos, pequeños terratenientes y peones), encontramos que el 44 por ciento de los querellantes podían ser considerados como miembros de la élite local , mientras que el 56 po r ciento, aunque españoles, era más bien gente común. E n todos los niveles de la sociedad española es­taba presente el temor de la contaminación social o racial, pero los miembros de las clases dominantes también buscaban proteger a sus descendientes de elegir consortes que fueran de­masiado inferiores en su nivel económico.

E l análisis de las relaciones entre demandante y acusado demuestra que con mucha frecuencia era el padre del acusado, como je fe de f ami l i a , qu ien se oponía a conceder el permiso m a t r i m o n i a l (40 po r c iento) . E n 27 por ciento de los casos era el tu to r el que se oponía al enlace. N o es sorprendente en una sociedad pat r ia rca l . Resulta más s igni f icat ivo que el 27 por ciento de los casos de disenso fueran iniciados por madres v iudas, y o t r o seis por ciento po r hermanas o tías. L a c i f ra re­lat ivamente elevada de mujeres que intentaban evitar el m a t r i ­m o n i o de sus hi jos demuestra su interés y poder , y es una prueba indirecta del número considerable de viudas más o menos jóvenes que debían hacerse cargo de sus famil ias des­pués de la muerte de u n cónyuge mayor . Su tes t imonio casi siempre alude a las di f icultades económicas que impl icaba la manutención de sus hi jos y su determinación de luchar contra un m a t r i m o n i o que haría decl inar socialmente a su f a m i l i a . 4 3

Según la cédula de 1778, ante la ausencia de padres o tutores, el estado mismo podía ser el demandante en matr imonios desi­guales en que se vieran afectados sujetos nacidos en España. E l material de Río de la Plata ind ica que era una alternativa poco común. Ent re los casos de disenso analizados, solamente una vez el estado intentó impedir un ma t r imon i o entablando un pro­ceso de disentimiento, sin duda alguna debido a las ambiciones profesionales de u n burócrata loca l que creía poder hacerse de cierta reputación si impedía la unión entre u n tejedor de seda español y una m u l a t a . 4 4 Unicamente en u n caso una promet ida

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B 0

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demandaba al nov io . " 5 Es evidente que el promet ido después de haber dado su palabra de casamiento y procreado un niño, ha­bía dejado de interesarse por cumpl i r su palabra. Argumentaba haberse comprome t i do creyendo que su novia era española, pero que había oído rumores que lo desmentían. Exagerando el sentido de la pragmática, comprometía a la mujer en cues­tión a demostrar que no era mula ta para poder casarse con ella.

¿Las decisiones objetadas tendían a ser hechas por los hijos o las hijas? E l análisis de tre inta casos de d isent imiento m a t r i ­m o n i a l demuestra una división casi i gua l entre los progeni to­res de los hombres (16 casos) y los de las mujeres (14 casos), y sugieren que ambos decidían en f o r m a independiente con quién contraer ian m a t r i m o n i o . E l estudio de esta muestra también permite observar algunas variaciones interesantes se­gún el g rupo social. Ent re los casos de disenso de las élites, era más probable que la oposición prov in iera de los padres del hombre (once demandas presentadas po r los padres o tutores del hombre cont ra siete por parte de los de la mu je r ) . Es decir, el d isent imiento se presentaba en el caso de las decisiones masculinas más que en el de las femeninas. Aunque los mat r imo­nios desventajosos económica o racialmente de los hombres o las mujeres ponían en pel igro la reputación y posición fami l iar , los parientes parecían estar más a la defensiva contra los erro­res de los hi jos varones, ta l vez porque eran éstos quienes más probabi l idades tenían de cometerlos. E l modelo mencionado ar r iba también sugiere que los hombres de las élites tenían más oportunidades de conocer a mujeres de otras clases sociales que sus hermanas, a quienes se les cuidaba con mayor celo.

Para los grupos que no pertenecían a las clases dominantes, la situación es exactamente la opuesta. Aquí, la objeción de los padres se centraba con más frecuencia en las hijas que en los h i ­jos (cuatro casos iniciados por los padres del hombre contra siete abiertos por los padres de la muje r ) . A u n q u e es algo arriesgado generalizar con base en esta información debido a los pocos casos impl icados, esta diferencia sugiere que, mien­tras las españolas de las clases bajas gozaban de cierto grado de mov i l i dad geográfica c independencia social, no se les alen taba a optar po r un m a t r i m o n i o que f rus t rara el deseo de su fami l ia de mantener cierta posición social . A l mismo t iempo, el caso de d isent imiento m a t r i m o n i a l en sí demuestra los es­trechos límites de la l ibertad de todas las mujeres.

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Las parejas impl icadas en casos de d isent imiento ma t r i mo ­nia l se most raban ansiosas po r llegar a un veredicto lo más rápido posible, con la esperanza de que sus planes matr imonia­les pudieran llevarse a cabo con rapidez. Pero sus padres o t u ­tores muchas veces deseaban obstacul izar los procedimientos legales, con la certeza de que el t iempo los haría cambiar de parecer. Para quienes deseaban a toda costa evitar un ma t r i ­mon i o , los procedimientos podían aportar argumentos ade­cuados. Los retrasos como estrategia de los padres eran más comunes cuando se trataba del d isent imiento por parte de los padres del hombre . Los largos retrasos no ponían en peligro la reputación de un j o ven , pero podían impl icar mayores ries­gos para las jóvenes, especialmente cuando el embarazo pre-mar i t a l demandaba celeridad.

E n teoría, la rapidez era esencial en todos los casos. La corona, consciente del riesgo social que ello representaba, pedía a los juzgados de pr imera instancia que concluyeran sus sesio­nes y presentaran sus fallos a los siete días de abierto el caso. Se otorgaban otros siete días para presentar una apelación, y la audiencia debía emi t i r un fa l lo f inal a las dos semanas de expuesto el caso. Por lo tanto, el t iempo total entre el comienzo del proceso y la decisión de apelación era de un mes. 4 6

E n su afán de llevar a cabo los procedimientos en el per iodo prescri to, el cabi ldo y la audiencia real intentaban establecer tiempos límite: a los acusados se les daban entre dos y tres días para exponer las razones que los l levaban a oponerse al m a t r i m o n i o , y otros tres o cuatro días para presentar testigos que pudieran veri f icar sus test imonios. Sin embargo, en una muestra de 19 casos en que es posible documentar por com­pleto el t i empo t ranscurr ido , el juzgado de pr imera instancia requería un promed io de 37.75 días para juzgar un caso. La apelación agregaba otros 53.2 días al proceso. E n lugar de un mes, en el d isent imiento m a t r i m o n i a l promedio se requerían tres meses del p r inc ip i o al f i n . Además, cuando se presentaba alguna cuestión de trámites, el caso se atrasaba por lo menos otros dos meses. U n problema jur isdicc ional mayor , como de­f in ir s¡ los casos de d isent imiento en que se veía impl icado un mi l i t a r debian ser llevados por una cor le c iv i l , podía retrasar el proceso hasta cuatro meses. 4 7

Es posible apreciar la preocupación por el honor de una mujer en las pocas ocasiones en que una futura esposa o sus

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padres abrían un caso de disenso porque el nov io había cam­biado de opinión en cuanto a la conveniencia del m a t r i m o n i o . 4 8

Estos casos, y los que se lograron conservar respecto a la palabra i n cump l i da de casamiento bajo jurisdicción eclesiástica, su­gieren tanto la necesidad de salvar el honor femenino llevando a su término el m a t r i m o n i o una vez hecha la promesa f o r m a l , como la impo r t anc i a del m a t r i m o n i o para la posición social de una muje r .

A u n q u e el honor de una mujer se relacionaba con su v i rg i ­n idad , es evidente en los casos de d isent imiento , que se hacía una distinción entre las relaciones sexuales una vez que se había compromet ido la pareja y o t ro t ipo de uniones. 4 9 Para las masas, era no rma l tener relaciones sexuales después de los es­ponsales. De hecho, a veces parece haber existido una confusión entre las jóvenes respecto a los esponsales y el m a t r i m o n i o , ya que ambos podían ser ceremonias sociales que generaban obl i ­gaciones duraderas . 5 0 L a aceptación de las relaciones sexuales entre parejas compromet idas también explica el g ran número de mujeres con niños que presentaban alguna demanda por incump l im i en to de la promesa de m a t r i m o n i o . Las élites de las dos ciudades protegían con mayor cuidado a sus hijas que las famil ias que no pertenecían a las élites, pero parece haber sido general la sospecha de las relaciones sexuales entre pare­jas compromet idas . 5 1

La mujer no perdía tanto el honor si entregaba su virginidad a l hombre con quien iba a casarse como cuando no contraía nupcias con él. Para muchas mujeres impl icadas en este t ipo de casos, verse derrotadas en una demanda de disent imiento s igni f icaba, por lo t an to , la pérdida de más que u n caso legal. Podía s igni f icar, al m ismo t i empo , la pérdida de la posición social deb ido a una herencia racial " i n f e r i o r " y la pérdida del honor personal . Además, debido a que se suponía que las pa­rejas compromet idas tenían relaciones sexuales, la mujer que no se casaba con su p rome t ido ( independientemente de que se supiera o no que había perd ido la v i rg in idad ) era vista como una persona manchada, in fe r io r y deshonrada. 5 2

Supuestamente, era aún más deshonrada la mujer que ha­bía tenido experiencias sexuales previas con o t ro hombre sin haber existido la palabra de casamiento. En realidad, no había nada que la di ferenciara de una pros t i tu ta , ya que ambas eran consideradas como " p r o f anas , corruptas y l i b e r t i n a s " . 5 3 Era

todavía peor cuando la mujer conservaba alguno de los f rutos de su escandalosa conducta, y se dedicaba al cuidado abierto de los hijos procreados en sus deslices. Tales conductas eran re­probables porque iban en cont ra de los ideales referentes a la modest ia f emen ina . 5 4 N o es de extrañar que los archivos de Córdoba y Buenos A i res estén llenos de niños expósitos espa­ñoles, abandonados a las puertas de donde vivían los c iudada­nos más d is t inguidos de la l o ca l i dad . 5 5

Paradójicamente, podía haber incluso otras ventaias al abandonar a u n niño en lugar de baut i zar lo como h i j o na tu ­ra l . E n una cédula real emi t ida en 1794, a los expósitos espa­ñoles se les confería la misma condición legal c i v i l que a los niños legítimos. 5 6 Por lo menos en Buenos Aires , esta cédula era interpretada de manera re troact iva , y favorecía a los ex­pósitos nacidos en años anter iores . 5 7 Además, con ta l que dichos expósitos parecieran (por fenot ipo ) españoles, serían reconocidos como tales (por genot ipo) y quedarían debida­mente registrados en el l i b ro de bautismos españoles. E n un m u n d o tan consciente de la raza como el rioplatense, era me­j o r ser supuesto español que reconocido m u l a t o . 5 8

Además de la información sobre los conceptos del honor , los casos de disenso permi ten apreciar de qué manera las élites veían a las mujeres y su ubicación social. E l ideal de las mujeres españolas era ser protegidas, de hecho estar sujetas a los h o m ­bres de su f a m i l i a . 5 9 U n a soltera nunca debía quedarse sola, aun en su mismo hogar, " y a que nadie sabía quién podría entrar n i l o que pudiera suceder " . 6 0 Para conservar su honor , las mujeres no debían salir a las calles sin ser acompañadas al me­nos por u n sirviente; el que anduvieran solas era señal de que eran extremadamente pobres o se dedicaban a la prostitución. Realmente, apegándose a los ideales, las mujeres de las élites preferían no comparecer en las audiencias en público, y sol ic i ­taban a los jueces y escribanos que acudieran a sus domic i l ios para interrogarlas siempre que fuera necesario.

L a élite local era la que más se apegaba a esta visión de la mujer protegida y resguardada, pero otros grupos sociales mos­traban realidades diferentes, que con frecuencia hacían un mar­cado contraste con los ideales. Las l imitac iones económicas muchas veces impedían a las mujeres que se consideraban es­pañolas ajustarse al mode lo social. Había españolas encarga­das de admin is t ra r pulperías, y vendían tripas y carne, para

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mantenerse a sí mismas mientras el ma r i do viajaba a las es­tancias del in ter ior a comprar cabezas de ganado. 6 1 Las espa­ñolas y mulatas de pocos recursos (quienes por definición no tenían que preocuparse por su honor ) podían dedicarse a ven­der pan, empanadas de carne y otros al imentos en las plazas públicas. Otras más, cosían, tejían prendas de l ino , hi laban o t rabajaban como nodrizas ( "amas de leche" ) . Las españolas, casadas o solteras, se dedicaban a real izar ' ' trabaj os mujeriles".«

Otras mujeres, generalmente huérfanas de las clases medias urbanas, eran colocadas con ancianas respetables después de la muerte de su madre o eran enviadas al Colegio de Niñas Huér­fanas. 6 3 Incluso a estas españolas legítimas y criadas en un me­d io proteg ido les resultaba problemático encontrar consorte s¡ provenían de familias con bajos recursos económicos.6 4 La con­cepción de la sociedad en cuanto a la posición social, aunque ba­sada en gran parte en la idea de la pureza étnica, también tenía dimensiones económicas.

La salvación del honor de una mujer se relacionaba de ma­nera íntima con el honor de su fami l ia . De hecho, la medida en que una persona se v inculaba con su fami l ia , y en la que su conducta era u n reflejo fami l ia r , se hace demasiado evidente en los casos de disent imiento m a t r i m o n i a l . La sociedad del si­glo x v m estaba organizada en t o rno a la fami l ia , su posición social y la conservación de su honor . Puesto que era muy am­plio el concepto de la famil ia, la elección de consorte resultaba cruc ia l no sólo para la f ami l i a nuclear de un ind i v iduo , sino también para tías, tíos, pr imos y otros miembros del ampl io g rupo de parientes. E l m a t r i m o n i o inadecuado con quien per­teneciera a una clase social o racial más baja podía manchar a todos los miembros de la f ami l i a , poner en duda su hidalguía y l im i ta r las alternativas nupciales de pr imos en pr imero y en segundo grados, sobrinas y sobr inos . 6 5 Según un testigo, " l a igualdad entre los consortes es de gran impor tanc ia para to­dos los descendientes, así como la n o b l e z a " . 6 6

Con tal de proteger el honor fami l iar , los padres muchas veces intentaban recurr i r a la fuerza para evitar matr imonios no deseados. Por lo menos en cuatro casos, los hijos fueron encarcelados, secuestrados o enviados fuera de la ciudad para separarlos de sus promet idas . 6 7 En los casos analizados no se empleaba esta clase de fuerza cuando se trataba de las hijas. Por su misma naturaleza, se pensaba que las mujeres eran más

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dóciles y manejables, y, por lo tanto , podían ser mantenidas con más fac i l idad dentro de los confines del hogar. A lgunos jóvenes l legaban a pedir que sus promet idas fueran retiradas del d o m i n i o paterno y colocadas en "depós i to " para que de­jaran de verse sujetas a indebidas presiones de sus padres, pero los juzgados m u y pocas veces cedían ante tales peticiones por temor a mayores escándalos.6 8 Esta act i tud de la corte c iv i l esta­ba en drástico contraste con el anterior deseo de los funciona­rios eclesiásticos de trasladar a las jóvenes a un terreno seguro v neutral , política que salvaguardaba el ejercicio del l ibre albe­drío de los consortes. 6 9

Los jóvenes también se fugaban de sus hogares paternos, y por lo general buscaban refugio con la fami l ia de su promet i ­da . 7 0 Aunque quizás esta estrategia concediera cierto grado de libertad a corto plazo, a la larga generalmente servía como argu­mento a los padres en los procesos legales. Además, se suponía que si el novio vivía en casa de su futura esposa era inevitable que tuvieran relaciones sexuales lascivas, y ese cargo podía u t i l i ­zarse en contra de el la. Solamente en un caso una mujer se es­capó del hogar, y exigió ser depositada en un sitio seguro, pero sus mot ivos eran bastante dramáticos: evitar que la v io lara su padrastro . 7 1

Aunque la tenacidad con que muchos pretendientes luchaban contra los padres en casos de d isent imiento ma t r imon ia l y las ocasionales cartas de amor incluidas en los documentos de los juzgados no dejan dudas sobre la existencia del amor román­tico a fines del siglo x v m , para los padres y autoridades eran "pe l i g rosas " las relaciones románticas. Si bien los jóvenes sentían amor romántico, la obligación de los mayores era consi­derar objet iva y racionalmente las consecuencias sociales de tal emoción. El amor , la pasión y la j u v e n t u d debian ser con­trolados para la supervivencia del orden social.

Tanto el eslado como los padres habrían preferido evitar las cuestiones del amor y el m a t r i m o n i o , y seleccionar consortes adecuados para sus descendientes. Sin embargo, la cont inua existencia de casos en que los hijos desafiaban las decisiones y el d isent imiento paternos respecto a su m a t r i m o n i o refleja el deseo de la gente j o ven de elegir a su p r op i o cónyuge. A pesar de que por lo general los padres protegían a sus hi jas, los ca­sos de d isent imiento ma t r imon i a l demuestran que las jóvenes podían conocer muchachos, inv i tar los a su casa e in ic iar reía-

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ciones sin que se enteraran sus progeni tores . 7 2 Para algunos padres la l iber tad representaba u n pel igro. Con el mestizaje, y la mov i l i dad geográfica, habían surg ido ind iv iduos que no podían ser fácilmente ident i f icados a nive l social o étnico, y era m u y probable que los jóvenes, susceptibles de caer en la t rampa del amor romántico, no pudieran protegerse. Quienes tenían oscuros antecedentes eran considerados como una amena­za omnipresente po r otros ind iv iduos del mismo g rupo socioe­conómico que, sin i m p o r t a r lo pobres que fueran podían al menos vanagloriarse de ser españoles p u r o s . 7 3

L a porosidad de las categorías raciales y el miedo por parte de los españoles de que las pudieran traspasar los mulatos , se ven muy claros en el caso de Juan B r u n o , t ratante español avecin­dado en Córdoba, y Eugenia Te jada, vendedora ambulante. A u n q u e nunca quedó bien c laro si Eugenia era mu la ta , cuar-terona o mestiza, después de un largo, no t o r i o y tempestuoso romance, la pareja se casó por la iglesia. A l enterarse de tal unión, el cabildo de Córdoba dedicó toda una sesión a censurar a la pareja, y prohibió a Eugenia que se vistiera como españo­la, so pena de m u l t a y castigo físico. Es de especial interés esta prohibición en cuanto a la manera de vestir, ya que la ropa re­presentaba u n d is t in t i vo esencial, la f o r m a de d is t inguir espa­ñoles de mulatos y negros, en una sociedad caracterizada por una gran confusión rac i a l . 7 4 L a feroc idad con que la élite so­cial de Córdoba censuró a aquel la pareja por haberse casado ind ica una parano ia social y racial intensi f icada por la habi l i ­dad de las mujeres de hacerse pasar por españolas. Eugenia Te jada no era la pr imera con sangre m ix ta que se casaba con un español, pero esta unión sentaba un peligroso precedente en cuanto a l f eno t ipo de la nov ia ; por lo tanto , la pareja debía rec ib ir u n castigo e jemplar . 7 3

Era más difícil superar las barreras raciales en sociedades tradicionales como la de Córdoba que en las más dinámicas, como Buenos A i res . E n las zonas rurales aledañas a estas dos urbes, la pobreza y el servicio m i l i t a r tendían a reducir las d i ­ferencias raciales entre españoles y mulatos o mestizos. La me­d ida en que se había dado esta fusión podía ser percibida no sólo por lo difícil que resultaba muchas veces para los testigos ponerse de acuerdo en la raza de alguien sino también por la f o r m a bastante descuidada en que se l levaban los archivos en las parroquias rurales. Hacía 1770, los sacerdotes que pres-

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taban sus servicios en las iglesias rurales ya no in tentaban anotar a sus feligreses en los registros correspondientes a su raza; en lugar de el lo, todos quedaban inscritos en los l ibros matr imonia les y bautismales reservados para los españoles. 7 6

Parece que gran parte de este proced imiento se observaba en los alrededores semiurbanos.

E l a l to índice de m o v i l i d a d geográfica a lo largo de toda el área de Buenos Aires y Córdoba contribuía igualmente a la

de residencia, también era posible mod i f i car las categorías ra­ciales, aunque no las sociales. 7 7 N o es casual que la pareja an­tes mencionada, sujeta a los escarnios del cabildo, haya dejado la c iudad, buscando refugio p r imero en la zona r u r a l cercana a Río Segundo, y luego en L u j a n , en los límites de la p r o v in ­cia de Buenos Aires. Juan Bruno , al igual que muchos otros, era consciente de que la v ida de su mujer mejoraría en Buenos Aires, "porque , en Córdoba, a la gente como ella no se le puede tratar como a una d a m a " . 7 8 C o n el t i empo llegó a ocupar el cargo de comandante del río y admin is t rador p r inc ipa l de la c iudad. Como esposa de u n funcionario local y dueño de una quinta fue­ra de Buenos Aires , doña Eugenia , aunque nunca aceptada en las altas esferas de la sociedad porteña, se hacía d igna de ser tratada como española.

L a capacidad de moverse de u n g rupo social y racia l a o t ro podía darse en menor grado dentro del contexto u rbano . Ese mov im i en to no necesariamente era hacia arr iba , y existen a l ­gunos indic ios de que en el caso de las mujeres, su categoría no sólo rac ia l , sino social , se veía determinada por el g rupo al que perteneciera el m a r i d o . Es m u y i lus t rador el caso de A n a María Josefa Rodríguez, española de bajos recursos que con­t ra j o m a t r i m o n i o con u n m u l a t o l ibre , Francisco Pozo . 7 9 Para el encargado de realizar el censo, y de hecho para toda la so­ciedad, la misma A n a María se había conver t ido en m u l a t a . 8 0

La realidad social y legal

Los padres y tutores, po r regla general, esperaban que los juz ­gados fal laran a su favor. Sin embargo, es sorprendente que las decisiones de los tr ibunales inferiores y superiores no siempre apoyaran la oposición de los padres. En t r e los 83 casos pre-

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sentados en Buenos Aires o Córdoba, o ante la audiencia, los jue­ces de te rminaron que era rac ional la oposición paterna en 26 de ellos, mientras que su fa l l o favoreció a la pareja compro­met ida en 37 casos. 8 1 A u n q u e disponían, más que nunca, de una gran capacidad para tomar decisiones en casos que afecta­ban una de las áreas más personales en la vida de un individuo, los jueces de Río de ia Plata tendían a insistir en la presentación de pruebas de desigualdad (la «arta legal) para emi t i r su vere­d ic to . A u n q u e ref le jaban los prejuic ios de su ciase, no des­cuidaban los aspectos legales.

A l emit ir su fal lo, el t r ibunal de primera instancia de Buenos Aires solía decidir con mayor frecuencia en contra del padre o tu to r que se oponía al m a t r i m o n i o , que la corte de Córdoba. 8 2

As imismo , el 19 po r c iento de los casos presentados ante un t r i b u n a l de pr imera instancia en Córdoba fueron revocados por los pretendientes antes de que concluyera el proceso legal, mientras que todos los casos en Buenos Aires fueron llevados hasta su término. A m b a s tendencias sugieren un mayor grado de intransigencia paterna en la sociedad más t rad ic iona l .

E n los casos presentados, la audiencia generalmente apoya­ba los fal los emit idos por el t r i b u n a l in fe r io r . Sólo uno de los cinco casos expuestos ante la suprema corte fue inval idado, pero, al revocar el fa l lo del t r i b u n a l in f e r io r , también era pro­bable que la audiencia abrogara las decisiones favorables para u n j oven , o viceversa. L a audiencia falló a favor del disenti­miento paterno en menos de una tercera parte de los casos pre­sentados.

E n términos generales, las cortes ponían muy poca atención a las circunstancias atenuantes que en otras épocas habrían precipitado un mat r imon io . E l embarazo antes del matr imonio, la necesidad de " u n enlace de conciencia que exige pronta re­solución" influían m u y poco en el juez . 8 3 T ampoco lo hacía el amancebamiento pro longado en el que se hubiesen procreado varios h i j o s . 8 4 A pesar de que la iglesia siempre se había mos­t rado deseosa de legalizar las uniones (aunque no siempre lo lograba) , el estado tenía otras pr ior idades. A u n en aquellos casos en que era evidente que seguiría existiendo una relación ilegítima si se negaba el permiso para contraer nupcias, el es­tado prefería defender el concepto de igualdad por sobre todas las cosas.

E n efecto, las nuevas políticas estatales ante el ma t r imon io

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quizás hayan c o n t r i b u i d o , por lo menos en cierta medida, al incremento de los índices de i l eg i t imidad . La tasa de naci­mientos ilegítimos españoles que alcanzaba el 19 por ciento antes de 1778, poco a poco se fue incrementando, y llegó a 32 por ciento en la década de 17 80 . 8 5 Aunque los nacimientos de-hijos ilegítimos españoles nunca alcanzaron los mismos nive­les que en el caso de los negros (estos últimos representaban un promed io de 44 por c iento) , el peso confer ido entonces al

ñas a optar por v i v i r una relación consensual antes de pensar en el m a t r i m o n i o . Sin embargo, l o que resulta evidente es que las relaciones antes o fuera del m a t r i m o n i o seguían siendo co­munes.

Los veredictos de oposición mat r imon ia l son una fuente im­portante de información sobre la concepción que tenían las élites, de la sociedad. E n el caso de Buenos Aires, los alcaldes de primer o segundo voto, los hombres que daban la resolución in ic ia l , eran, sin excepción, poderosos comerciantes locales. Entre 1785 y 1805, época en que los alcaldes juzgaron estos casos, todos eran de ascendencia española. 8 6 En suma, la for­ma en que apl icaban las leyes reflejaba su concepción del mundo y las pr ior idades de una élite comercia l peninsular. No hace fa l ta decir que nunca apl icaban de manera imparc ia l la pragmática. L a tendencia de los padres o tutores a oponerse al m a t r i m o n i o t o m a n d o en cuenta varios aspectos (es decir, la raza y la posición económica), j u n t o con las lagunas en los ar­chivos locales y los test imonios contrad ic tor ios , daban a los jueces mucho margen para emi t i r sus fa l los.

En Buenos Aires, al igual que en Córdoba, la idea fundamen­tal en todos los casos de disentimiento era la "des igua ldad" ; padres y tutores siempre jus t i f i caban su oposición porque los novios no pertenecían a la misma clase. E n muchos casos, las pruebas de desigualdad eran claras y contundentes, y los alcaldes apl icaban las leyes correspondientes. S in embargo, la mayoría de las veces los casos eran más comple jos, y las pruebas, más contradictorias. En tales circunstancias, los alcaldes de Buenos Aires —más que los de Córdoba— siempre tomaban en cuen­ta la desigualdad económica, aunque n i el demandante ni el acusado decidieran basar su caso en esas consideraciones. E n la c iudad comercia l de Buenos Aires , los padres, en casos difí­ciles, muchas veces demostraban que la posición en la socie-

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dad porteña era más impor tan te que la raza, la l eg i t imidad y la educación.

Basta comparar, por ejemplo, el caso de García contra Mar ­tínez, con el de Castro y U l l o a contra Rub i o . E n el p r imero , el alcalde de pr imer vo to encontró inadmis ib le el d isent imiento paterno. A u n q u e la madre de la novia había sido evidente­mente h i ja ilegítima (razón suficiente para alegar desigualdad de nac imiento ) , su f am i l i a gozaba de una posición económica modesta. En el último caso, la oposición era respaldada ñor la corte. L a nov ia era española, legítima, b ien educada, pero de una f ami l i a " n o t a b l e por su pob r e za " , y, po r lo t an to , esposa inaceptable para el h i j o de u n comerciante de Cádiz. 8 7

Los alcaldes no sólo interpretaban la ley para que se ajustara a su concepción de la igualdad, sino también procedían a cerrar rápidamente sus filas cuando se veía impl icado algún miembro de la élite loca l en u n proceso de d isent imiento m a t r i m o n i a l . Los prominentes comerciantes o burócratas que se oponían a la elección mat r imon ia l de sus hi jos contaban con el apoyo de los alcaldes, aun cuando las razones de su disentimiento fueran tan ambiguas como " e l que el nov i o proviene de una fami l ia desco­n o c i d a " . 8 8 Por lo menos en dos casos, los alcaldes comercian­tes de Buenos Aires apoyaron a sus colegas cuando t ra ta ron de imped i r que dos jóvenes empleados españoles l levaran a cabo ma t r imon ios que habrían l i m i t a d o seriamente sus futuros co­mercia les . 8 9 A u n q u e los alcaldes quizás actuaban por órdenes del consejero legal del cab i ldo , este asesor, u n abogado de o f i ­c io , abr igaba los mismos prejuicios sociales que los jueces.

L a raza y posición social eran importantes variables con respecto a su prop io grupo, aunque los alcaldes comerciantes re­sultaban muy poco afectados por ellas en casos de disentimiento mat r imon ia l en que se veían implicadas otras personas. E l poco interés por la raza se puede apreciar en el caso de Casco con­tra A r a m b u r u , en que un silletero se negaba a dejar que su hija se casara con u n o f i c ia l de platería. 9 0 A u n q u e la oposición pa­terna se basaba parc ia lmente en la raza del nov io , la corte no reunió suficientes pruebas al respecto. Esto no impidió que el alcalde declarara que el d isent imiento m a t r i m o n i a l carecía de méritos. D i cho veredicto ref lejaba la concepción social y los prejuicios de una élite que, aunque defendía su prop ia posi­ción social y su pureza rac ia l , dejaba de apoyar a los artesa­nos pobres en su in t en to de hacer l o m i smo .

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U n estudio del veredicto legal c o r robo ra la in f luenc ia de la posición social y la ocupación paterna en las decisiones de las cortes locales. Los comerciantes eran quienes más éxito te­nían, venciendo toda oposición, mientras que los almacenistas en pequeño y los burócratas sólo l ograban sus propósitos en un 50 por c iento de los casos que imp l i caban a sus descendien­tes o proteg idos. Los artesanos, peones y pequeños terrate­nientes ganaron solamente una tercera parte de los casos de d isent imiento . A los mi l i tares les iba aún menos bien, y la cor­te les d io su apoyo en sólo 25 por ciento de sus procesos. Consti­tuían el g rupo cuyos argumentos tenían más probabi l idades de ser considerados " i r r a c i o n a l e s " y " a u t o r i t a r i o s " . 9 1

E l hecho de que la jus t i c ia de los cabi ldos tendiera a recha­zar sus alegatos basados en consideraciones raciales, no signi­ficaba que los artesanos españoles aceptaran pasivamente la mezcla de sangre entre sus h i jos . A u n q u e parece haber exist i­do muy poca di ferencia entre u n artesano y o t ro para las élites locales, los artesanos mismos, especialmente quienes habían inmigrado de España, luchaban por apartarse de la masa de m u ­la tos . 9 2 Los marcados pre juic ios raciales de los artesanos se ven reflejados en varios casos de d isent imiento , así como en la atención que prestaban a los emblemas que designaban la raza y la clase. 9 3 L a confusión racial general en Río de la Plata ob l i ­gaba a sus habitantes a estar en guard ia cont ra los m a t r i m o ­nios desiguales.

T a n t o en Buenos Aires c omo en Córdoba, los fallos en ca­sos de d isent imiento m a t r i m o n i a l no sólo ref lejaban la act i tud de las clases dominantes en cuanto a la raza, sino también sus expectativas respecto al comportamiento sexual. Para los alcal­des, las muchachas pobres, sin impor tar su raza, supuestamente habían tenido experiencias sexuales después de la puber tad . E n rea l idad, cuando se intentaba demostrar lo con t ra r i o , los jueces no podían concebir que las chicas de bajos recursos se mantuv i e ran puras . 9 4 L a gente pobre era, por naturaleza, l i ­ber t ina .

¿En qué medida podía la pragmática evitar el desorden so­cial p rovocado po r el m a t r i m o n i o entre dist intas razas o entre personas de diferente clase social? A juzgar por los casos con­siderados aquí, y po r los de legislaciones ulter iores, era poco menos que totalmente eficaz, y con el t iempo se promulgaron me­didas más severas. E n 1805, u n a cédula real proscribía la

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unión entre españoles de cualquier edad con los miembros de alguna casta, sin la prev ia autorización del v irrey o la audien­c i a . 9 5 Ev identemente , las leyes anteriores no habían pod ido mantener el orden, y ya era t iempo de que el estado asumiera un papel aún más activo en el contro l del comportamiento social.

E l examen de los m a t r i m o n i o s realizados entre 1750 y 1810 en tres de las seis parroquias de Buenos Aires revela que la pragmática tenía una in f luenc ia que, aunque no to ta l , sí era i m p o r t a n t e . 0 6 Antes de 1778, año de promulgación de 1?, prag­mática, el número to ta l de m a t r i m o n i o s entre personas que, evidentemente, pertenecían a di ferente clase social (entre es­pañoles y miembros de otras razas o entre descendientes legí­t imos e ilegítimos) representaba el 23.4 por c iento. E l índice de tales uniones después de 1778 disminuyó a 10.1 por c iento. Los padres, los tutores y la sociedad platense en con jun to se oponían cada vez más a los m a t r i m o n i o s desiguales, aunque los juzgados no necesariamente compar t i e ran esa opinión.

Las re formas y leyes borbónicas, como la pragmática, ayu­daron a intensificar la categorización racial. Anter iormente, en las zonas urbanas y rurales, la clasificación racial había sido ambigua. E n una sociedad en la que mucha gente mestiza había pod ido pasar de una categoría a o t ra , y los campesinos logra­ban emigrar a las ciudades, cambiar de o f i c io y hasta bo r ra r algunos detalles sobre sus antecedentes, los ind i v iduos eran cada vez más conscientes de su in f e r i o r i dad rac ia l . Siempre había sido impo r t an t e la raza, pero las categorías se habían c o n f u n d i d o antes de que la pragmática permi t i e ra a los padres y al estado volverlas a establecer.

E n Río de la P la ta , la pragmática tendía a fomentar el estre­chamiento de la mov i l idad social y racial en el preciso momento en que esa área exper imentaba u n crecimiento económico y demográfico. Este deseo de reducir el margen de consortes aceptables no estaba exento de claras ironías. Cabe conside­rar, por e jemplo, el caso de Francisco Ramos, fabr icante de ladr i l los , quien se había casado con una presunta mula ta a p r in ­cipios de la década de 1770. E n 1796, el m ismo Ramos se vería impl i cado en un caso de d isent imiento m a t r i m o n i a l contra su h i j o porque éste pretendía casarse con una supuesta m u l a t a . 9 7

Las nuevas leyes no p r odu j e r on una reacción un i f o rme en toda la Co l on ia . E n el caso de Córdoba, el considerable nú­mero de disent imientos en proporción con el número tota l de

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ma t r imon ios celebrados indica que los habitantes de las zonas urbanas que experimentaban poca o nula expansión económica tenían mayores probabi l idades de verse inmersos en este t i po de l i t ig ios que quienes vivían en áreas donde se registraba un desarrol lo económico. As im i smo , se puede conc lu ir que, en las áreas estancadas a nivel económico, ta l vez había una ma­yor tendencia a que la gente eligiera consorte entre ind iv iduos de o t ra clase social o racial d is t inta y/o u n mayor deseo de de­safiar la au to r i dad paterna nara defender ta l decisión. T a n t o en los casos de Buenos Aires como en los de Córdoba también se aprecia que los ciclos económicos no necesariamente co­rresponden a patrones cambiantes de c o n t r o l racia l y m a t r i ­m o n i a l . 9 8

E n América, la pragmática de 1776 daba una justificación legal para levantar barreras raciales y económicas en el terre­no más personal , el de la f ami l i a y el m a t r i m o n i o . A s im i smo , ya que la legislación era un ref le jo de la filosofía social de la época, sus efectos trascendieron la institución m a t r i m o n i a l . Otras organizaciones religiosas y civiles, como la del tercer or­den, que ya pract icaban la discriminación social y rac ia l , al l i ­m i ta r el derecho de ingreso a los españoles de cierto abolengo social, j us t i f i c aban su conducta valiéndose de la pragmática r ea l . 9 9 L a pragmática no creaba las actitudes que generaban la discriminación económica y social, pero sí hacía legítimos los pre juic ios y las prevenciones ya existentes.

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