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14 | DESCUBRIR LA HISTORIA Julián Casanova Ruiz (Fotografia: Lucas Torres Espejo). Por Álvaro López Franco y Miguel Vega Carrasco «Utilizo la historia para analizarla con fuentes y prismas diversos, no para enjuiciarla a través del debate político» Julián Casanova Ruiz Catedrático de Historia Contemporánea Entrevista

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14 | DESCUBRIR LA HISTORIA

Julián Casanova Ruiz (Fotografia: Lucas Torres Espejo).

Por Álvaro López Franco yMiguel Vega Carrasco

«Utilizo la historia paraanalizarla con fuentes y

prismas diversos, no paraenjuiciarla a través del

debate político»

Julián Casanova RuizCatedrático de Historia Contemporánea

Entrevista

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Cuando decidimos embarcarnos en elapasionante proyecto de imprimir larevista trimestral Descubrir la Histo-ria, tuvimos muy claro que necesitá-bamos contar con la voz de Julián Ca-sanova Ruiz, brillante investigador,historiador, catedrático de HistoriaContemporánea de la Universidad deZaragoza. Teníamos un gran interéspor conocer su punto de vista comohistoriador de diversos temas. JuliánCasanova es una voz autorizada sobrelos movimientos sociales, una de susprincipales líneas de investigación. Poreso le preguntamos sobre temas tancomplejos como la cuestión catalana,el partido político Podemos o la Tran-sición española.

DESCUBRIR LA HISTORIA. No sé sicompartirá con nosotros la opinión deque la historia interesa a los ciudada-nos pero no siempre se acerca a ellosde la manera más adecuada. ¿Cree quees necesario hacer reformas en los pla-nes de estudio o la forma de enseñar lahistoria desde los niveles educativosmás básicos?

JULIÁN CASANOVA. Los ciudada-nos, en general, prefieren la novelahistórica, la ficción y la historieta a lahistoria. No es un problema de planesde estudio, sino de cómo se enseña ycómo se difunde en los medios de co-municación. Somos los historiadoresquienes debemos transmitirla mejor,aunque para ello también se necesitanlectores críticos y con ganas de pensar(y no abundan).

DLH. ¿Qué aporta la historia a lasociedad tanto a nivel individual co-mo colectivo?

J. C. Una amplia visión de las vidasy acciones de los hombres y mujeres

en las sociedades del pasado. Una hui-da del presentismo —leer el pasado através del presente—. Pero el análisishistórico requiere interpretación, noes una mera narrativa de no ficción.

DLH. En esta línea, querríamos fe-licitarle por su obra Breve Historia dela Guerra Civil Española, porqueacercan el fenómeno al lector medio, yes un objetivo que compartimos.

J. C. Gracias. Es lo que he intenta-do en algunos de mis libros recientes,acercar la historia, sin renunciar al ri-gor y la interpretación, a un públicoamplio. En este caso, como fue un en-cargo de una editorial inglesa (A ShortHistory of the Spanish Civil War, I. B.Tauris, Londres), y salió primero eninglés, pensé mucho en ese lector ex-tranjero que no sabe demasiado de laguerra civil española. Y cuando salió laedición en español, en Crítica, nocambié nada porque sé que en Españatambién hay muchas personas «ex-tranjeras» a ese tema, porque no loestudiaron nunca o porque solo tie-nen visiones sesgadas, incluidas las fa-

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miliares.DLH. Usted participó activamente

en la recuperación de restos e identifi-cación de víctimas de la represiónfranquista a iniciativa del juez Garzónhaciendo una gran labor. ¿Por quécree que es importante recuperar la

memoria histórica? ¿Qué sensacionesle han quedado respecto a este proyec-to y de un tema tan politizado?

J. C. Los pasados traumáticos, deguerras y dictaduras, deben conocerse,aunque la memoria de ellos, mal lla-mada histórica, lejos de ser un terrenoneutro, se convierte en un campo debatalla cultural, de apropiación desímbolos, y político.

El olvido oficial, que es lo que al-gunos persiguen, no hará desaparecerel recuerdo de esas víctimas ocultas ydesaparecidas durante tanto tiempo,porque nadie ha encontrado todavíala fórmula para borrar los pasadostraumáticos, que vuelven a la superfi-cie una y otra vez. El futuro de la me-moria pasa por transmitir esas expe-riencias de violencia política y de vio-lación de los derechos humanos anuestros jóvenes, a quienes no forma-ron parte de esa historia.

DLH. No queremos dejar pasar laoportunidad de hablar con usted so-bre temas muy importantes de la ac-tualidad española en los que podemosencontrar una raíz histórica. Por ejem-plo, si empezamos por Cataluña: ¿qué

piensa sobre esta cuestión? ¿Respondea una necesidad histórica y social o,por el contrario, es utilizado tanto porla política catalana como la del Go-bierno central para desviar la atenciónsobre otros temas? ¿Cree que se puedealcanzar algún tipo de acuerdo?

RESPUESTA. Una parte importantí-sima de la sociedad civil, un conceptoprimordial para comprender la cultu-ra política, pidió a gritos en Cataluñaun referéndum y el derecho a decidirsobre su futuro. Cuando hay una basesocial tan amplia solicitando algo tanimportante para ellos, los poderes es-tablecidos, democráticos, constitucio-nales, no pueden ignorar esa realidad.El acuerdo va a ser difícil porque se hallegado a una situación bastante in-sostenible. Podemos analizar por quése ha llegado a esta situación, pero nisiquiera en eso habría acuerdo. Yoquiero que Cataluña siga en España,pero el proceso de separación, en estemomento, es imparable.

DLH. Usted ha dedicado gran par-te de su trabajo como investigador aestudiar los movimientos sociales. EnEspaña estamos viendo cómo han sur-gido algunos partidos políticos nue-vos, como Podemos, que están res-pondiendo, según parece, a una de-manda de la ciudadanía por la crisispolítica que vivimos. ¿Podría darnosalgún tipo de explicación a este fenó-meno o compararlo con alguna situa-ción precedente de la historia de Es-paña o de Europa?

J. C. Podemos se presenta como unnuevo movimiento-partido, pero noes fácil especificar qué es lo que definea un «nuevo» movimiento y qué eslo que distingue a un movimiento so-cial respecto a un partido político o

«El futuro de la memoria pasa portransmitir las experiencias de violenciapolítica y de violación de los derechoshumanos a nuestros jóvenes, a quienesno formaron parte de esa historia».

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grupo de interés.Podemos, frente a los nuevos mo-

vimientos sociales que surgieron des-de los años sesenta en el mundo capi-talista democrático, no abandona elsueño revolucionario de un cambioestructural y parece defender, comoaquellos, la sociedad civil frente al Es-tado y la economía de mercado. Pero,dado que su objetivo es conquistarparcelas del poder político, deberáaclarar cómo evitará la maraña bu-rocrática de organizaciones formalespara poner en práctica el Estado debienestar y mantener el crecimientoeconómico —se supone que para to-dos los ciudadanos—.

Podemos afirma que sus identida-des, objetivos y modos de asociaciónson históricamente nuevos compara-dos con la «vieja» y «nueva» iz-quierda. No obstante, dado que lamayoría de sus dirigentes proceden delas profesiones liberales y clases me-dias, para ampliar su base social, pron-to o tarde tendrá que aclarar si sus ob-jetivos políticos e identidades colecti-vas están determinados desde el puntode vista de una «clase socioeconómi-ca» concreta. La apelación al pueblovale para los primeros momentos; des-pués, resulta que «el pueblo» es unacategoría inservible porque, como lahistoria demuestra, no comparte iden-tidades colectivas o los mismos intere-ses. En fin, el debate interminable so-bre la influencia de la experiencia depertenecer a una clase.

Podemos ha subrayado siempreque, frente a la «casta», presta aten-ción a los aspectos populares y coti-dianos de la política y forma asociacio-nes democráticas «horizontales» va-gamente federadas en el ámbito

nacional. Pero, esa supuesta democra-tización de las estructuras de la vidacotidiana, un objetivo ineludible pararomper con la política establecida, en-trará pronto en contradicción con lajerarquización, también ineludible,que resulta de organizar un partido,con dirigentes y bases, para participaren elecciones, ganar asientos en parla-mentos y conquistar parcelas de po-der. Los anarquistas lo sabían bien ynunca solucionaron esa tensión, in-cluso aunque no participaban en lapolítica oficial.

En suma, que no vale con tenernuevos objetivos y nuevos valores. Alpasar de movimiento a partido, con

aspiraciones de poder, las bases socia-les se amplían y el modelo «producti-vista» —crear riqueza— volverá alcentro del debate. Y cuando se trate derepartir esa riqueza, una buena partede esa supuesta «nueva» base socialse retirará a puertos más seguros. Perohasta ese momento, Podemos va a te-ner durante un tiempo el viento decara —de la protesta frente a la «cas-ta»—. Está todavía en el terreno de lasociedad civil. Habrá que ver qué pasacuando entre en el territorio del Esta-do.

DLH. Con la sensación de crisispolítica que se respira actualmente ennuestro país, cada vez se discute más sirealmente la transición a lademocracia ha funcionado e incluso si

«Podemos pronto tendrá que aclararsi sus objetivos políticos e identidadescolectivas están determinados desde elpunto de vista de una clasesocioeconómica concreta».

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se puede hablar de una Transiciónreal. ¿Qué opina al respecto? ¿Creeque fue la mejor solución posible oque, por el contrario, solo acalló mo-mentáneamente los fantasmas del pa-sado?

J. C. La transición fue un procesodifícil, incierto, lleno de obstáculos,resultado de las negociaciones entrelos representantes del franquismo dis-puestos a «desmontar» el aparato pa-ra preservar lo esencial y los políticosde la oposición, con un trasfondo decoacciones y amenazas de las fuerzasarmadas y grupos de ultraderecha y de

presión desde abajo de movimientossociales antifranquistas y en muchoscasos rupturistas. El resultado fue unamonarquía parlamentaria basada enuna constitución democrática, perono estaba escrito ni fijado de antema-no.

El proceso forma parte de la histo-ria. Yo utilizo la historia para analizar-la con fuentes y prismas diversos, no

para enjuiciarla a través del debatepolítico. El análisis histórico enningún caso debería conducir a expli-car los vicios de la democracia actual,que son abundantes, a través de ungran pecado originado en la transi-ción. Y en la perspectiva comparada,un análisis de las similitudes y diferen-cias con los otros procesos de transi-ción de dictaduras a democracias en elmismo tiempo, de los escenarios dis-ponibles o imposibles, el español no estan peculiar ni tan modélico como secree.

DLH. Este año se cumple el 40aniversario de la muerte de Franco. Sunueva obra, 40 años con Franco, se pu-blicó en febrero de 2015 en Crítica, yen él varios especialistas hacen un ba-lance de la dictadura de Franco. ¿Quénos puede contar sobre esta obra?

J. C. El rasgo distintivo de la histo-ria de España en el siglo XX fue la lar-ga duración de la dictadura de Franco.En este volumen se ofrece una visiónglobal de la dictadura, con contribu-ciones mías en torno a su origen y so-bre la violencia de la posguerra; dePaul Preston sobre sus tres principalescentros de poder: «Ejército, Iglesia,Falange»; de Ángel Viñas, que seocupa de los «años de gloria y desombra»; de Borja de Riquer, queanaliza su crisis; y de Carlos Gil, quetraza la silueta biográfica de los prin-cipales actores. Esta visión del marcopolítico se complementa con una seriede análisis de la sociedad y de la cultu-ra: Mary Nash se ocupa de las mujeres,«vencidas, represaliadas y resisten-tes»; José-Carlos Mainer nos habla de«letras e ideas bajo (y contra) el fran-quismo», Agustín Sánchez Vidal es-tudia el cine español de esos años; y

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Enrique Moradiellos, «las narrativassobre el régimen y su caudillo». Igna-cio Martínez de Pisón, finalmente,cierra ese panorama con una mirada alos «cuarenta años sin Franco».

DLH. Usted ha estudiado la Iglesiadurante el franquismo, aunque tam-bién en la II República y en la GuerraCivil en su obra La Iglesia de Franco.Este es un tema recurrente, así que nosgustaría que nos diera alguna pincela-da sobre el papel que jugó dicha insti-tución en este periodo de nuestra his-toria reciente.

J. C. La contribución de la Iglesiacatólica al origen y evo-lución de la dictadurade Franco fue inmensa.No se conoce otro régi-men autoritario, fascistao no, en el siglo XX, ylos ha habido de dife-rentes colores e intensi-dad, en el que la Iglesiaasumiera una responsa-bilidad política y poli-cial tan diáfana en elcontrol social de losciudadanos. Ni la Iglesiaprotestante en la Ale-mania nazi, ni la católicaen la Italia fascista. Y enFinlandia y Grecia, traslas guerras civiles, laIglesia luterana y orto-doxa sellaron pactos de amistad conesa derecha vencedora que defendía elpatriotismo, los valores morales tradi-cionales y la autoridad patriarcal en lafamilia. En ninguno de esos dos casos,no obstante, llamaron a la venganza yal derramamiento de sangre con lafuerza y el tesón que lo hizo la Iglesiacatólica en España. Es verdad que nin-

guna otra Iglesia había sido perseguidacon tanta crueldad y violencia como laespañola. Pero, pasada ya la guerra, elrecuerdo de tantos mártires fortalecióel rencor en vez del perdón y animó alos clérigos a la acción vengativa.

Tres ideas básicas resumen la rela-ción entre la Iglesia y la dictadura. Laprimera, que la Iglesia católica se im-plicó y tomó parte hasta mancharse enel sistema «legal» de represión orga-nizado por la dictadura de Franco trasla guerra civil. La segunda, que la Igle-sia católica sancionó y glorificó esaviolencia no solo porque la sangre de

sus miles de márti-res clamara vengan-za, sino, también ysobre todo, porqueesa salida autoritariaechaba atrás de unplumazo el impor-tante terreno gana-do por el laicismoantes del golpe mili-tar de julio de 1936 yle daba la hege-monía y el mono-polio más grandeque hubiera soña-do. La tercera, quela simbiosis entreReligión, Patria yCaudillo fue decisi-va para la supervi-

vencia y mantenimiento de la dicta-dura tras la derrota de las potenciasfascistas en la Segunda Guerra Mun-dial.

No obstante, la jerarquía eclesiásti-ca, el catolicismo y el clero no perma-necieron inmunes a los cambios so-cioeconómicos que desde comienzosde los años sesenta desafiaron el apa-

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rato político de la dictadura franquis-ta, que coincidieron en el tiempo contendencias generales de cambio quellegaban desde el Concilio Vaticano II.Cuando murió Franco, el 20 de no-viembre de 1975, la Iglesia católica es-

pañola ya no era el bloque monolíticoque había apoyado la Cruzada y lavenganza sangrienta de la posguerra.Pero el legado que le quedaba de esaépoca dorada de privilegios era, noobstante, impresionante en la educa-ción, en los aparatos de propaganda yen los medios de comunicación. Loque hizo la Iglesia en los últimosaños del franquismo fue prepararsepara la reforma política y la transicióna la democracia que se avecinaba.

Naturalmente, la Iglesia cambiómucho si se compara con el otro pilarbásico de la dictadura, el ejército, quese identificó con Franco y con el régi-men sin fisuras y lo sostuvo hasta elfinal. Pero en la larga perspectiva delos cuarenta años del régimen dictato-rial, la Iglesia hizo mucho más por le-gitimarlo, afianzarlo, protegerlo y si-lenciar sus numerosas víctimas y atro-pellos de los derechos humanos quepor combatirlo. Proporcionó a Francola máscara de la religión como refugiode su tiranía y crueldad. Sin esa más-cara y sin el culto que la Iglesia forjóen torno a él como caudillo, santo ysupremo benefactor, Franco hubieratenido muchas más dificultades en

mantener su omnímodo poder.DLH. Ahora que se han cumplido

100 años del comienzo de la PrimeraGuerra Mundial, ¿siguen resonandode fondo algunos de los problemasque llevaron a la guerra?

J. C. Como decía Mark Twain, lahistoria no se repite pero a veces rima.El historiador puede encontrar ecos enaquel escenario de posguerra, peroaquella guerra —a la que siguió unasegunda— cambió tanto Europa quees difícil buscar similitudes entre 1914y 2014.

DLH. Para terminar, nos gustaríareconocer su labor y perspectiva abso-lutamente divulgativa de la historia.No solo es investigador, sino quetambién es profesor y escribe librosaccesibles para cualquier público. Pe-ro, también nos llama la atención lagran actividad en las redes sociales, al-go no muy común hasta hace relativa-mente poco en el mundo de la histo-ria. ¿Qué le aporta esto como histo-riador? ¿Considera que las redessociales y medios de comunicación si-milares pueden ayudar a la divulga-ción de la historia?

J. C. Los historiadores debemos es-cribir con precisión, claridad y narra-tiva elegante. Si no, somos seres ajenosa la sociedad en la que vivimos. Noconcibo la historia como un territoriosólo para profesionales o especialistas.Por eso creo que las redes sociales sonun lugar ideal para transmitir conoci-mientos, abrir debates y reflexiones yconectar el pasado con el presente. Es-tamos en la era digital y el historiadordebe cambiar los métodos de divulgarla historia, sin que eso signifique quetengamos que simplificar nuestras in-vestigaciones e interpretaciones.

«Ninguna otra Iglesia había sidopeseguida con tanta crueldad como laespañola. Pero pasada la guerra, elrecuerdo de tantos mártires fortalecióel rencor en vez del perdón».