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VALORES ETICOS DE LA EMPRESA JUAN CRUZ CRUZ C U A D E R N O S EMPRESA Y HUMANISMO I N S T I T U T O 50

VALORES ETICOS DE LA EMPRESA - Universidad de Navarradadun.unav.edu/bitstream/10171/3922/1/Cuaderno050.pdf · 2020-03-03 · valores eticos de la empresa juan cruz cruz cuadernos

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VALORES ETICOSDE LA EMPRESA

JUANCRUZ CRUZ

C U A D E R N O S

EMPRESA Y HUMANISMOI N S T I T U T O

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INDICE

CAPÍTULO PRIMERO PORTADORES DEL VALOR ÉTICO EN LAEMPRESA

Introducción: La reflexión sobre losvalores éticos de la empresa

I. ASPECTOS DETERMINANTES DE LAEMPRESA

II. EL EMPRESARIO Y LA ACCIONEMPRESARIAL

CAPÍTULO SEGUNDOCódigos corporativos, valores y normaséticas.

Introducción: Sentido de los «códigoscorporativos»

I. ACCIONES, NORMAS Y VALORESÉTICOS

II. LA MORALIDAD EMPRESARIAL

III. LA REFLEXION ÉTICA SOBRE LAEMPRESA

NOTA BIOGRAFICA

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CAPÍTULO PRIMERO PORTADORES DEL VALOR ÉTICO EN LAEMPRESA Introducción: Reflexión sobre losvalores éticos de la empresa

La empresa moderna es una de las estruc-turas más importantes de nuestra sociedad,especialmente por su capacidad de crearriqueza y elevar la calidad de vida. Pero estefenómeno institucional, a pesar de la ingentecantidad de bienes y servicios que ofrece, y queha hecho incluso posible la existencia de lasdemocracias occidentales, permanece comouna realidad incomprendida, incluso amenudo atacada. Probablemente la empresamoderna no tenga necesidad de abogados: elmejor alegato a su favor es la función impres-cindible que tiene en nuestra sociedad. Maspara trazar las líneas de nuestro mundo futuroes preciso que, al señalar el papel que laempresa debe desempeñar en él, se indiquetambién el orden de valores por el que ha deregirse.

En este capítulo preguntamos por los sujetosque con sus actos personales se hacen «porta-dores de valor» en la empresa. Y nos referimos

a valores tales como la justicia, la honestidad,la laboriosidad, la lealtad, etc.

Pero, ¿qué es el valor? El valor es una per-fección, una plenitud por la cual una cosa esdigna de ser apetecida o de figurar comotérmino de una voluntad. Mas el valor no esalgo extrínseco a la cosa, sino una cualidadinterna a ella. Por eso, mero síntoma de queuna cosa «vale» es que se relacione de maneraidónea, conveniente, a un sujeto que laapetece. Valor es el bien que puede perfec-cionar a la tendencia humana; y por eso esatractivo. Pero no es agotado por el acto inte-lectual que lo aprehende o por la tendenciaque lo desea. La respuesta individual que elsujeto da al valor no consume su contenido. Enfin, para la voluntad humana, la inexistenciade una cosa no valiosa es un valor, mientrasque no es valiosa la inexistencia de un valor

Portador de valor es el sujeto que con susactos personales incorpora o realiza en distintamedida esos bienes referenciales, esas perfec-ciones.

Pero, ¿cuáles son los sujetos portadores devalor en la empresa? Para responder a estapregunta es preciso diferenciar el conjunto deelementos que se dan cita en ella, para tratarde definir aquellos que son verdaderos sujetosde consideración ética. Los ejemplos, sacados

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de nuestra cotidiana vida económica, nos ayu-darán, a fuer de simples, a entender mejoralgunos conceptos.

I. ASPECTOS DETERMINANTES DE LAEMPRESA 1. Materia de la empresa: capital ytrabajo operativo

No nos preocupemos ahora por definir teó-ricamente una empresa. Hagamos antes unanálisis descriptivo, fenomenológico, de“alguna” empresa, por modesta que sea, porejemplo, la que conocemos cerca de nuestrobarrio y que puede ser de transportes. ¿Quéobservamos en ella? En primer lugar, bastantemovimiento, no sólo de vehículos, sinotambién de personal que limpia carrocerías,revisa motores, traslada equipajes, anotasalidas...; observamos un “conjunto de activi-dades”. Pero además caemos en la cuenta deque el edificio, los vehículos, las máquinas y losmedios son de alguien, deben pertenecer auna o a varias personas físicas o jurídicas, son“bienes patrimoniales”. Por último, obser-vamos que todos los individuos que se muevendentro de la empresa cumpliendo funcionesprecisas (de conductor, de cargador, de ano-tador, de secretario, etc.), no deambulan al

azar, sino que mantienen “relaciones dehecho” orientadas por una finalidad.

Sigamos observando. Esa modesta empresa,instalada en una próspera ciudad que man-tiene vínculos comerciales con el resto del país,se inserta en un “proceso económico” amplio,dentro del cual cumple ella una “función”peculiar: es el «aspecto dinámico» de laempresa. Por último, dicha empresa presentauna organización interna y externa cuyas rela-ciones están sometidas a leyes establecidas porórganos competentes: es el «aspecto estático»de la empresa, la cual se encuentra siemprebajo un marco institucional, jurídico y político.Sea estáticamente, sea dinámicamente, laempresa contiene, en su composición materialuna serie de recursos:

• Trabajo: un conjunto de actividades, reali-zadas por hombres que operan en la empresay obtienen de ella su medio de subsistencia. Laíndole de estas actividades está en función deltipo de empresa. Pues hay empresas deextracción, que sacan los productos de la natu-raleza, creando los bienes útiles; empresas detransformación, que hacen que los bienescambien de forma y se hagan más útiles;empresas de transportes, que desplazan en elespacio los distintos bienes para que muchospuedan utilizarlos; de comercio, que propor-

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cionan al consumidor la cantidad necesaria deproductos; y de servicios, que facilitan lagestión económica, como las entidades ban-carias, las compañías de seguros, etc.

• Capital, entendido de manera generalcomo un bien económico aplicable a la pro-ducción de otros bienes: capital puede ser unbien particular, como el oro, o una actividadindustrial. • Bienes materiales son los conse-guidos por el hombre en su esfuerzo pordominar el mundo exterior. Los bienes mate-riales pueden tener carácter real y efectivo,como los bienes «físicos», o pueden tenercarácter abstracto. Los bienes físicos sondurables o efímeros: los primeros, también lla-mados «capital fijo», subsisten al término decada acto de producción (máquinas, equipos,almacenes); los segundos, llamados «capitalcirculante», desaparecen durante el procesode producción en provecho de otros bienes(materias primas o productos semiacabadosque se incorporan a la producción). Ahorabien, el capital físico, por muy estable que sea,acaba desgastándose y extinguiéndose a lolargo del tiempo. Mas no con ello se reduce suexpresión monetaria, capital en abstracto, sinoque aumenta; el capital financiero es la dispo-nibilidad misma del capital, variable en eltiempo.

• Bienes inmateriales son los recursos deconocimiento: la empresa es cada vez más unaorganización de saber, cuyos precios de costereales son los que corresponden a los trabaja-dores de la inteligencia, mucho más caros quelos trabajadores manuales. Imprescindiblesson, por ejemplo, el investigador y el analistade mercados, los cuales, aunque no tenganpoder decisorio, indican con claridad el pro-yecto que se debe impulsar o abandonar, lasposibilidades concretas, las necesidades porcubrir y los resultados deseables.

• Relaciones subsiguientes de integraciónsocial, económica y jurídica.

• La empresa busca, en el ámbito de losbienes reales, la combinación más favorableentre los factores utilizados y los productos.

• La empresa realiza, en la esfera financiera,el equilibrio entre los medios financieros y lasobligaciones contraídas.

• La empresa es una célula de creación derenta o ingresos: de ella se benefician moneta-riamente al menos la mano de obra y losequipos, los cuales revierten ese flujo mone-tario en otras unidades económicas.

• La empresa es un centro sociológico depotenciación regional en la moderna sociedadindustrial.

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En resumen, los elementos materiales de laempresa son los factores de producción:

• Trabajo operativo: mano de obra.

• Capital: bienes materiales e inmateriales.

¿Pero definen de verdad estos elementos laempresa como tal? No. Son su mero cuerpo;pero les falta el alma, el espíritu de iniciativaque marca el «hacia dónde», la imagen de unorden destinado a producir beneficio, imagenque, por su poder de atracción, pone enmarcha todos los elementos materiales, dán-doles una forma ordenada a un fin, y propiciaunas relaciones de integración social. El bene-ficio buscado puede ser evaluado en términosampliamente sociales (por ejemplo, el bene-ficio cultural y educativo de una institucióndocente e investigadora) y no sólo en términosespecíficamente económicos. Sin embargo,para ejemplificar los problemas es convenienteatenerse a los términos económicos.

2. La forma de la empresa: trabajodispositivo

En la empresa, además de los elementosmateriales, podemos indicar los formales, loscuales se resumen en el trabajo dispositivo 1,tanto originario como derivado:

Originario: Dirección. Trabajo dispositivo

Derivado: Planificación.

Organización.

La dirección, en sentido estricto, es la fuerzaque mueve el proceso empresarial y no puedeser delegada. En cambio, pueden ser dele-gadas la planificación y la organización.

La función directiva constituye la forma dela empresa. El acto directivo decide qué tipo defactores elementales se deben adquirir, cómose deben combinar para conseguir un pro-ducto o una prestación de servicios, qué tipode financiación se debe aplicar y cómo sedeben distribuir y vender.

En la actualidad se tiende a separar lasnociones de «directivo» y «empresario». Eldirectivo es el que ejerce el trabajo dispositivode planificar y organizar: es capaz deencontrar problemas y proponerles jerárquica-mente soluciones alternativas, indicando laspersonas idóneas que pueden llevarlas a cabo.Mas el trabajo dispositivo del empresario esmuy peculiar, pues dirige innovando, como severá más adelante.

Cuestión distinta es dónde se halla esaforma, si dentro o fuera de la empresa misma.Pues ocurre que la dirección económica

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general se encuentra a veces centralizadafuera de la empresa, en ámbitos estatales degobierno. Tanto en el sistema de «economíalibre» (uno de cuyos ingredientes es la pro-piedad privada de los medios de producción),como en el sistema de «economía centra-lizada» (donde los medios de producción sonde propiedad estatal) existe una dirección, unaorganización y una conducta de la empresafrente a los consumidores. Pero en una eco-nomía con dirección centralizada, productoresy consumidores dependen del plan económicogeneral.

Sea cual fuere el sistema social-económico(libre/centralizado), la empresa realiza las fun-ciones económicas que, por una parte, sos-tienen el sistema social íntegro y, por otraparte, dan ocupación laboral a un elevadonúmero de ciudadanos en activo. Sea deretroceso o sea de progreso, la coyuntura eco-nómica por la que pasa la empresa condicionalos comportamientos de la población, negati-vamente en un caso, positivamente en otro.

3. La universalidad del trabajo en laempresa

Tanto el trabajo operativo como el dispo-sitivo son auténticas formas de mantenimiento

y desarrollo de la humanidad del hombre.Trabajo entendido como una actividad tran-sitiva que empieza en el sujeto humano y sedirige hacia el objeto externo, hacia el mundopara dominarlo y, en esta tarea, para hacerseel hombre más libre, más sujeto. Mediante eltrabajo el hombre transforma la naturalezapara adaptarla a sus propias necesidades y, enesta adaptación, el hombre se cambiatambién: se realiza a sí mismo como hombre.El trabajo en la empresa es un reflejo de estedestino universal del hombre, pero en un nivelhistórico propicio, en el cual el hombreelabora, mediante la técnica y la cooperaciónsolidaria, productos adaptados a sus necesi-dades, contando con los recursos naturales. Enesta tarea se dan cita el trabajo físico y el inte-lectual.

Pero la actividad del trabajo proviene delsujeto humano como ser que de modo racionalobra por proyectos y decide en cada caso supropia realización y su destino. O sea, el sujetodel trabajo es la «persona», a la que debeservir toda forma de realización humana. Deahí se sigue el valor ético del trabajo, en el quelo importante no es tanto el tipo de trabajorealizado (por extraordinario que éste puedaser) cuanto el carácter personal de quien loejecuta. El trabajo no es una fuerza anónima,

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o una mercancía que el trabajador vende alempresario. Pues no está el hombre en funcióndel trabajo, sino inversamente el trabajo enfunción del hombre. El trabajo humano -tantooperativo como dispositivo- no puede sercolocado, dentro de la empresa, como un ins-trumento, en el mismo nivel que los medios deproducción. Dentro de la empresa moderna, lapersona humana, en cualquier caso, ha de serreconocida como sujeto, autor y fin deltrabajo. Si de otro modo fuera, la empresapondría las bases para la degradación delhombre como sujeto de trabajo, por ejemplo,mediante su explotación para el beneficio,haciendo que el capital fuese el agente y el finde la producción. Sería contradictorio que enel proceso de ennoblecer la materia quedarael hombre mismo disminuido en su propia dig-nidad.

4. La empresa como institución social

En cualquier caso, dentro de su entornosocial y económico, la empresa puede serreflejada en el siguiente cuadro:

La empresa es una institución social con vidapropia, en la cual se pueden apreciar dos direc-ciones de actividad: hacia dentro y haciafuera2:

Hacia dentro, mediante la selección y con-trato del trabajo operativo (los trabajadores),disposición y distribución de los recursos finan-cieros, materiales y técnicos, y coordinación delconjunto para obtener un buen rendimiento.El beneficio se obtiene no sólo por la apariciónde nuevas oportunidades, sino por la precisaorganización interna que reduce costos,aumenta la productividad y suprime la inefi-ciencia.

Hacia fuera, mediante la compra dematerias, acogimiento de capitales a crédito,estudio de mercados, venta de productos yrelación con empresas e instituciones. Siemprela actividad interna se subordina a la actividadexterna, pues el objetivo de la empresa está envender (bienes y servicios). Quiere esto decirque en la empresa, aparte de las exigencias delos propios trabajadores, aparecen tambiéncomprometidas las actividades intencionadasde socios inversores, de proveedores, declientes e incluso del mismo Estado comogarante del bien común. En ella cuentan nosólo los riesgos del empresario, sino la de todoslos que, por sus intereses y derechos, se vencoordinados a ella interna e externamente.Dos órdenes de actividades que se han deencontrar también en la empresa colectiva,como la sociedad anónima.

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5. Las empresas en el sistema de«economía libre»

Son:

• Centros de inversión (exigen bienes,capital) y de producción (necesitan equipos,instalaciones y materias primas).

• Órganos de decisión económica: el empre-sario toma de manera autónoma, previendo elcomportamiento del mercado, las decisionessobre la planificación de la actividad empre-sarial, disponiendo los factores de producción,calculando costos y beneficios, fijando libre-mente los precios.

• Órganos de gestión individual: las deci-siones se toman por la empresa, aunque seanvarias las personas que intervienen en el desa-rrollo de la gestión.

• Órganos que persiguen la rentabilidadmáxima del capital invertido, incrementándolode la mejor forma posible.

• Órganos de ejecución.

La empresa se mueve por la «busca delbeneficio máximo», mediante una oferta com-petitiva, siguiendo unas veces la convenienciade reducir los costes, y otras veces la oportu-nidad de elevar los precios de venta.

El beneficio es el motor de la acción empre-sarial, el estímulo que, de un lado, orienta a losempresarios y, de otro lado, atrae a los factoresde producción (capital y trabajo), pues estosúltimos buscan la oferta más rentable. Peroson los consumidores, en última instancia, losque con sus preferencias condicionan el bene-ficio. Y cuando el mercado es abierto y a élconcurren libremente varios empresarios,tiende a producirse un equilibrio entre laoferta y la demanda, reduciéndose el beneficioa límites normales.

El empresario pone las condiciones de suextinción cuando se desentiende de la librecompetencia y pide al gobierno subvenciónpara sus compras, créditos baratos, privilegios,protección de la competencia y fijación dealtos precios para sus productos. Desapareceentonces la economía de mercado y surge laeconomía centralizada.

6. Las empresas en el sistema de«economía centralizada» o intervenida

Son:

• Órganos estatales de una planificaciónexterna a la empresa que señala el tipo, elmodo y las expectativas de la producción. La

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empresa no es autónoma dentro del sistemaeconómico, sino que es un «órgano» de la ins-tancia superior de planificación.

• Unidades de control: los controles son rea-lizados por los distintos grupos implicados enla empresa, mediante codeterminación o auto-gestión vinculadas a una esfera de acción pla-nificada desde fuera y limitadas a su carácterde órganos del conjunto económico: la auto-gestión se refiere sólo a los problemasinternos.

• Unidades de producción: aunque lesvienen fijados externamente los costes de pro-ducción, los precios, la cantidad de productos,los rendimientos y los tipos de mercado.

• Órganos de ejecución del plan, depen-dientes del centro de planificación económica,mas no unidades de rentabilidad máxima.

7. Empresa y orden económico:¿Capitalismo o Empresarismo?

Determinados economistas -en una líneaque va de Marx a Keynes y Galbraith- afirmanque el proceso capitalista ha sido impulsadopor abundante inversión corriente y, debido aesta inversión, se ha hecho posible la economíade mercado; pero indican que cada vez más las

oportunidades de inversión privada escasean oestán desapareciendo. En primer lugar, argu-mentan que en nuestra sociedad económica-mente desarrollada adquieren mayor relievelos gastos de equipamiento social que nopueden ser compensados con «beneficios»económicos -o están más allá de la oferta y lademanda-, como los referidos a la salud, a laenseñanza, a la conservación del medioambiente, y al patrocinio de las artes y lasciencias. En segundo lugar, sostienen que latecnoestructura está asumiendo el poder delas relaciones económicas y obliga a que desa-parezca el control del empresario sobre elcapital. El desarrollo económico exige la tecno-estructura, la planificación computerizada,llevada a cabo por un grupo pequeño decerebros que guían la empresa. La clasetécnico-gerencial, precisamente en cuantogrupo que posee información especializada,constituye la tecnoestructura, la cual desplazaal accionista (cuya función empresarial sereduce a aprobar la gestión de los managers) yal empresario individual3.

Pero, otros economistas -en la línea que vade Friedmann a von Mises- aunque aceptanque los gastos de equipamiento social sonnecesarios, sostienen que no por ello debedesaparecer la inversión empresarial. A parte

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ante, debe reconocerse que es imposible hacerun buen equipamiento social, no gravoso paraotras necesidades ciudadanas, sin que existapreviamente un soporte económico, un fuerteenriquecimiento general generado por la ini-ciativa empresarial. Y a parte post, no se venrazones de peso por las que esos serviciospúblicos no puedan ser realizados por la ini-ciativa privada. Aun reconociendo que demanera creciente aparecen en el ámbito de lagestión pública las actividades industriales des-plegadas en puertos, centrales energéticas,medios de comunicación y otros tantos focoseconómicos que muestran gran capacidadpara regirse por el método público de adminis-tración, no por ello las oportunidades deinversión deben desplazarse de la esferaprivada a la pública, polarizándose la empresa-rialidad en los poderes públicos. ¿Por qué nopuede ser compatible la titularidad del serviciopúblico con la gestión privada de su pres-tación? La reducción del «servicio público» a la«gestión pública» proviene de un postuladoque nada tiene que ver con la economía, sinocon una ideología política de signo colecti-vista. En fin, ¿por qué la actividad pública nopuede inducir una intensa actividad privada?

De otro lado, aunque tampoco puedanegarse la importancia económica de las

grandes empresas, no es menos cierto que suexistencia no se ha debido en la mayoría de loscasos a la «maduración del sistema industrial»o a las «exigencias tecnológicas», sino a la«interferencia de los gobiernos». La concen-tración industrial se debe menos a causas eco-nómicas que a causas políticas que lafomentan: la presión fiscal, por ejemplo,provoca un mecanismo de autodefensa, por elque muchas empresas acaban fusionándose.Además, el conjunto del mercado actual no semueve prácticamente por las grandes concen-traciones de manufacturación y de serviciospúblicos; existen también las redes económicasde comercio y servicios, individualizadas y cadavez más pujantes. Aparte de que las grandesindustrias, como las relacionadas con ladefensa, tienen, por referencia a los demásvalores, una rentabilidad inestable y siemprefluctuante. Por último es un cuento de hadasla «responsabilidad desindividualizada» de ungrupo que no es nadie en concreto. El procesopsicológico de la «autoridad» en la decisióndimanada de un staff arranca siempre, demanera más o menos manifiesta, de un indi-viduo, cuyo prototipo es justamente el empre-sario.

• La empresa desempeña en el conjuntosocial una «función financiera» triangular, de

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importancia decisiva: de un lado, se hace«órgano de inversiones de capital» (por lacolocación del ahorro de la colectividad quebusca beneficios); de otro lado, contribuye ver-ticalmente a la renta nacional dinamizando lacirculación de otros capitales y pagandoimpuestos; y, de otro lado, culmina horizontal-mente en la «creación de rentas personales»,conseguidas por los factores de producción,una vez que el empresario les retribuye su par-ticipación en el mismo producto social queellos contribuyen a formar. Esta retribución espropiamente un «descuento del productosocial». La empresa viene a ser así el cauce fun-damental por el que la renta nacional discurrey se distribuye funcionalmente entre los fac-tores de producción: la empresa es «instru-mento de distribución de la renta nacional».

De aquí se puede concluir que el sistema deeconomía de mercado no es propiamente uncapitalismo, sino un empresarismo. Porqueaun cuando capital y trabajo son imprescin-dibles, no entran en juego sino cuando hasurgido del empresario una decisión paraemplearlos en un proyecto4. El sistema eco-nómico debe ser definido no en función delcapital, sino en función del empresario. Elsistema de economía intervenida o centra-lizada se contrapone así al sistema de eco-

nomía de libre empresa. El «capital» solopuede producir explotación humana y acumu-lación en manos de unos pocos: se constituyeentonces en ideología, la del «capitalismo».Pero la actividad «empresarial» no debe con-cebirse como una fijación «capitalista», porquede hecho ni el capital de la empresa pertenecela mayoría de las veces al empresario, ni elempresario es auténtico hombre cuando sólose pone al servicio del capital.

¿Qué es, pues, un empresario?

II. EL EMPRESARIO Y LA ACCIóNEMPRESARIAL 1. La función directiva en la empresa

En la «economía libre» es fundamental lapersona que lleva la dirección o gestión de laempresa. La acción directiva, pretendiendo elbeneficio, implica una función intelectual yuna función volitiva:

a) La función intelectual tiene dos aspectos:previsión y mando.

De un lado, es función de previsión: ha deanalizar la situación presente (diagnóstico)para prever la situación futura (pronóstico), deacuerdo con expectativas de producción y demercado. El empresario dictamina lo que con

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el trabajo y el capital debe hacerse en cadacaso particular. Pero ese dictamen no es mera-mente teórico o descriptivo, sino práctico oprescriptivo, de gobierno.

• En la previsión se imbrican dos niveles defunciones que, por su cercanía a la acción con-creta, podemos llamar el próximo y el inme-diato. De manera próxima, el empresario ha deindagar los medios que debe utilizar y las cir-cunstancias en que tiene que operar. Demanera inmediata, empero, ha de juzgar porsí mismo y determinar lo que hay que emplearu omitir en el caso concreto. Mas para poderprever perspicazmente ha de tener algunascualidades intelectuales, como la experienciade éxitos y fracasos pasados, el discernimientodel carácter bueno o malo de lo presente, ladocilidad para dejarse aconsejar por enten-didos, la sagacidad para resolver lo urgente einaplazable, la reflexión pausada para tratarlas cosas que requieren tiempo, la conside-ración circunspecta del entorno para juzgar sies conveniente aplicar sobre él un conjunto deacciones (como introducir demasiado prontoun producto en un mercado insuficientementepreparado por la publicidad) y cautela paraestar alertado o evitar los elementos externosque pueden comprometer el éxito de la

empresa (por ejemplo, el estado psicológico delos vendedores o representantes)

De otro lado, es función imperativa demando: ordena que se aplique el programaaconsejado y juzgado sobre la inversión, laproducción y la distribución de bienes, segúnlas exigencias de la demanda.

¿Cual de estas dos actividades intelectualeses la determinante de la esencia del empre-sario? Las dos funciones son necesarias, peronadie debe discutir seriamente que alrededorde la «función imperativa» de ordenar se aglu-tinan propiamente todos los elementos consti-tutivos del acto empresarial.

b) La función volitiva se centra en ladecisión: aplica a la realidad lo que la menteha ordenado.

Una característica de la «función directiva»en la empresa es su inalienabilidad: nadiepuede decidir por el empresario. En primerlugar, el empresario no es ejecutor de lavoluntad de los que han colocado su capital enla empresa. En segundo lugar, la llamada«cogestión» de los obreros en la empresa nopuede ser una cogestión con el empresario: laempresa, como sociedad coherente, sólopuede tener una decisión y, por ende, unmando unitario, con unos objetivos definidos

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claramente. Cuestión distinta es que, para con-seguir una decisión firme, el empresariopondere responsablemente aquello que losimplicados le advierten. La función autónomay específica de crear y configurar es el principioformal de la empresa, cuyos factores elemen-tales son el capital y el trabajo. La decisiónempresarial, de un lado, es tomada por elpropio empresario sin contar con los demás y,de otro lado, se responsabiliza ante todos losafectados, que son:

• Los propietarios del capital, que esperanobtener beneficios.

• Los trabajadores, que confían incrementarsu renta y mantener su empleo.

• Los terceros, de difícil determinación, enlos que repercuten las consecuencias de susactuaciones. El empresario conlleva el «factorde gestión». Parece claro que la capacidadempresarial no está sujeta a la posesión de losbienes. Ni lo formal del empresario consiste enasumir riesgos de propietario. El derecho deser empresario no deriva de la propiedad. Enuna fase avanzada de la economía, lo decisivono es a quién pertenecen los medios de pro-ducción, sino quién hace algo positivo conellos. De ahí que el «empresario» no sea, comoel capitalista y el obrero, un agente económicomás, sino el que promueve la mejor combi-

nación posible de uno y otro con objeto deobtener beneficios para uno y para otro. Ladecisión del empresario no es efecto de irres-ponsabilidad; arranca de un cálculo y de unaprevia ponderación de las posibilidades, de losrecursos, de los factores y del mercado. El buenempresario es el que logra superar la incerti-dumbre del futuro, ofreciendo seguridad alcapital y al trabajo.

La tarea subsiguiente del empresario sería,pues, la de controlar efectivamente el procesoproductivo, coordinando los esfuerzos de losfactores de producción (capital y trabajo) convistas a un objetivo programado por él. Elempresario establece por sí mismo los obje-tivos que puede alcanzar, los medios que debeutilizar y las posibilidades con las que debecontar, con vistas a una maximización delbeneficio para el capital, de la renta o salariopara el trabajo operativo y directivo; siendo entodo caso responsable tanto de los interesesdel capital, como de los intereses de los traba-jadores. Es insostenible, por inhumana, la ideade que el empresario sólo debe representar losintereses del capital.

A la persona que asume esa competenciaintelectual y volitiva en la empresa se le llama«empresario».

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En un sistema de «economía libre» la notaesencial de la actividad del empresario es la dedirigir libremente la producción. Que sudecisión sea libre, no significa que haya de serarbitraria, sino fundada precisamente en lasposibilidades de los factores de producción yen las perspectivas del «mercado».

* * *

Este tipo de empresario cuadra también aveces en los llamados «sistemas económicosmixtos», en los cuales los factores de pro-ducción de la empresa son de propiedadestatal, pero la planificación de su economíasingular es descentralizada; en este caso, alempresario se le fija un objetivo fundacional,en orden al cual puede planificar su propiaactividad. Este tipo de empresa se crea a vecespara que cumpla una determinada función;pero se le permite en otros casos que puedaregirse por el principio de rentabilidad; encualquier caso, su gestión está sometida a con-troles estatales.

* * *

2. Exigencia de la función directiva: lainnovación

Los dos niveles funcionales de la previsión(aconsejarse y juzgar) se dirigen al pronósticode lo futuro y de sus consecuencias: el empre-sario ha de «verlas venir» innovando, ha de serperspicaz, hábil para captar la información quele lleve a encontrar oportunidades de bene-ficio, una vez que infiere el «plebiscito delmercado», con sus componentes y fluctua-ciones, con las motivaciones y conductas de losconsumidores, con la posible influencia quesobre ellos haría la publicidad. La exigencia dela función directiva no es tanto la «maximi-zación del beneficio» cuanto la «maximizaciónde oportunidades».

Este quehacer deductivo es escaso o nulo enla «economía con dirección centralizada»,pues en ella el mercado no es una manifes-tación espontánea de necesidades, sino que lasnecesidades del grupo son configuradas concriterios políticos previos y la producción seordena planificadamente a esas necesidades.

El empresario se determina por el «factor depronóstico e innovación». Pues alguien puedeser el «administrador» de una empresa, sin serpropiamente «empresario».

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a) En un sistema de «economía dirigida ocentralizada», el «director» que está al frentede la empresa no es propiamente un «empre-sario», sino el que «administra» los objetivos ymedios que se le han dado: sus decisionesadministrativas son puntuales, dentro de unaplanificación sobreimpuesta. Y es «eficiente»si sabe indicar «cómo se hacen las cosas» conunos recursos que ya tiene.

b) En el sistema de «economía libre o demercado» no se trata simplemente de aplicarde modo eficiente y fiel unos medios dados aunos fines dados también (mera función admi-nistrativa de combinación y control), sino depercibir o ver el sistema de fines y medios ensu globalidad y en la viveza de sus cambiantesrelaciones para sacar el máximo rendimiento obeneficio de una posible aplicación nueva deunos a otros 5. Además de «eficiente» -cómohacer las cosas- el empresario ha de ser«eficaz», encontrar las cosas que hay que hacery los recursos convenientes para hacerlas. Puesno cuenta propiamente con recursos, sino conoportunidades.

En un mundo de población que cambia, decapital que fluye y refluye, de necesidades ypreferencias que surgen y desaparecen, elempresario se constituye en la labor de diag-nosticar (interpretar) la realidad y de pronos-

ticar el futuro, bien para lograr nuevas combi-naciones internas de los factores productivos,bien para obtener nuevos productos, bien,para conseguir nuevas fuentes de materias,bien para allegar nuevas formas de finan-ciación, o bien para encontrar nuevos tipos demercado. El empresario es un innovador, no uninventor, aunque suele aprovechar lainvención.

Es alguien que, para obtener beneficios,aporta ideas y procesos no realizados hastaahora y que rompen el equilibrio existente. Demodo que su «beneficio empresarial» se debemenos al factor de riesgo que a la anticipaciónde resultados introducida en un ámbito eco-nómico. La actividad directiva del empresarioes pronosticadora e innovadora.

Mas la verdadera novedad no está, porejemplo, en el nuevo producto o método queintroduce, sino en la visión que tiene de lasoportunidades, de los ámbitos en que susnuevos productos se han hecho valiosos parala gente. La presencia o ausencia de exactituden su pronóstico dará éxito o fracaso a sugestión. Por la índole arriesgada e innovadorade su acción el «empresario» representa lasantípodas del «burócrata», que espera de lasubordinación su seguridad, del estancamientosu justificación para cobrar, de la rutina su

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mérito para ascender. Pero la acción deinnovar no siempre es transformadora: bastaque propicie la explotación de las variacionesque en la misma realidad acontecen. Asi-mismo, perturba las pautas erróneas ante-riores y desmonta las oportunidades perdidas;por lo que su disonancia real es sólo previa auna instauración del equilibrio y de la orde-nación más racional del mercado.

En resumen, el empresario:

• Encuentra oportunidades.

• Moviliza recursos para aprovecharlas.

• Gestiona la organización eficazmente.

3. Consecuencia de la función directiva:el riesgo

El momento decisorio del acto empresarialcomporta siempre un riesgo en la gestión eco-nómica, teniendo en cuenta los elementoscompetitivos, pues las previsiones económicaspueden fracasar, bien en la relación entreprecios y costes, bien en la cantidad de pro-ducto calculada, o bien en otras relaciones.

La compensación del riesgo sería en parte el«beneficio empresarial».

Algunos dicen que las consecuencias de unadeficiente gestión productiva son soportadasen la «economía libre» por el «empresario» -responsable y víctima de sus fracasos-. Esto esincontestable cuando él mismo es el propie-tario del «capital», o sea, es «capitalista».Ahora bien, ¿son también portadores deriesgo (de que las cosas no resulten económi-camente como se habían previsto) todos losmiembros que participan en la empresa, comolos obreros, los proveedores y los consumi-dores? No exactamente: unos soportan elriesgo, que es la posibilidad de sufrir unapérdida; mas para perder algo, hay antes quetenerlo: son, pues, los propietarios del capitallos que verdaderamente soportan el riesgo.

No hay «empresario» sin riesgo ni aventura.En verdad todo existir humano es unaaventura, en el sentido de que no vienedefinido por los instintos que moldean unaespecie animal. Cada uno ha de inventarse suvida en una circunstancia incierta, poniendoen juego el «haber» humano que posee: susrecursos físicos, psicológicos y económicos.Empresario es el carpintero, el albañil, el estu-diante y el político6. Siendo «racional» elhombre -o sea, abierto a todas las cosas y porninguna ocupado previamente-, la empresaria-lidad se sigue de la racionalidad. Todo actuar

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humano en una circunstancia incierta esempresarial o emprendedor. A mayor abunda-miento lo es el que con una actividad pro-ductiva tipificada procura lograr el máximobeneficio en un mercado limitado.

a) Pero en sentido estricto, el empresario nosoporta directamente su propia planificacióndeficiente o sus propios errores cuando no espropietario de los medios de producción, yaque puede carecer incluso de patrimonio. Lo essólo cuando un negocio comienza: en estemomento no puede haber actividad empre-sarial sin poseer recursos financieros ogarantías patrimoniales; el empresarioentonces coincide casi siempre con el propie-tario del capital. Pero de hecho, el empresariono es forzosamente el capitalista. ¿Sobre quiénrecae, pues, el riesgo, o sea las consecuenciasreales de sus aciertos o errores? De modo prin-cipal y directo, sobre los que arriesgan elcapital, expuestos siempre a perder sus inver-siones. El capital lo pierde el propietario de losbienes, no el empresario. La renta que generael riesgo es de una categoría especial que debeacumularse al capitalista. La acción empre-sarial es «arriesgada», pues su resultado nopuede garantizarse. No sólo corre riesgo deequivocarse teóricamente, sino de perder prác-ticamente el capital del propietario. Éste se

arriesga en una acción empresarial que no pro-viene de él, pero que de suyo comporta riesgo,por ejemplo, el de sufrir pérdidas y el dequebrar7.

b) También el trabajador y el empresario seencuentran fluctuantes de cara al futuro:ponen su trabajo -operativo y directivo- en unquehacer cuyos resultados son contingentes,aleatorios, inciertos. No el riesgo, sino la incer-tidumbre -el conocimiento parcial de una cosatan contingente como el futuro- acompaña altrabajo operativo y directivo dentro de laempresa8:

• Es incierto el futuro del trabajo operativo,que puede perderse o consolidarse.

• También es incierto el trabajo directivo, eldel empresario como tal. El empresario nopuede garantizar los resultados de su acción.

• Primero arriesga su personalidad y su pres-tigio en el trabajo directivo, con el que puedeponer en peligro esferas de relacioneshumanas muy alejadas entre sí. Pero este es unaspecto sociológico y psicológico.

• En cambio, desde el punto de vista eco-nómico, sólo soporta la incertidumbre de suremuneración o «beneficio de empresario».

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Tanto el capital como el trabajo están unidosa la empresa mediante una estipulación con-tractual: al capital se le asegura un interés; altrabajo, un salario. Interés y salario pertenecena la renta contractual. El empresario puederecibir un «interés» si tiene acciones en laempresa. Y debe recibir además un «salario»por su trabajo directivo. Pero ni el interés desu capital, ni el salario de su dirección son el«beneficio empresarial».

• ¿Qué queda de más cuando esos factoresson satisfechos? Lo que resta es justo una«renta residual», que es el «beneficio delempresario»: el exceso del precio de los bienessobre sus costos. En los costos hay que incluirtodos los referentes a los factores de pro-ducción, a la distribución y comercialización, alos seguros y a las cargas fiscales. Que estarenta excedente sea mayor o menor que laasignada a cada factor de producción, oincluso nula, dependerá del acierto organi-zativo, de los resultados, dentro de un ordeneconómico racional.

En cualquier caso, la actividad del empre-sario es intelectual, pues pone su inteligenciaen encontrar oportunidades de ganancia, paraobtener «algo» «a cambio de nada». Sugenuina aportación al proceso económico esracional (la perspicacia), la cual es tan impor-

tante que pone en marcha los factores de pro-ducción. Ni el capital ni el trabajo por separadoserían tan productivos. El empresario anticipala mejor distribución posible de los recursosexistentes para explotar una oportunidad. Veque la satisfacción de una demanda puedeproporcionar ingresos superiores a los costosde los factores que se emplean. Y de esa antici-pación le viene su «beneficio empresarial».

También es claro que en la «economía cen-tralizada» el fracaso lo soporta el «consu-midor», sometido entonces a un forzosoconsumo condicionado.

4. Empresario directo e indirecto

La organización real del trabajo está condi-cionada -como se vio en el apartado I,3 sobrela empresa como institución social- poragentes internos y externos a la empresa. El«empresario directo» es una persona o una ins-titución con la que el trabajo estipula un con-trato laboral. El «empresario indirecto» es uncomplejo de factores que influyen en el modode plasmarse el contrato laboral, y por cuyavirtud se produce una relación salarial y profe-sional justa o injusta 9. Observemos que uncontrato colectivo vinculante figura comoexpresión de las personas e instituciones que

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han intervenido en él; también unos principiosde obligado cumplimiento en el comporta-miento social, económico y laboral son mani-festación de una serie de personas e institu-ciones implicadas en su determinación. Todasestas personas e instituciones que influyen enla empresa constituyen -en el acto de esta-blecer unas pautas, unas normas o un con-trato- un agente poderoso que hace sentir suefecto en el modo de organizar el trabajo decara a producir un beneficio: son los «empre-sarios indirectos».

Comprometidos en el trabajo de la empresaestán no sólo los empresarios directos,aquellos sobre los que directamente recae laresponsabilidad del trabajo directivo, sinotambién los empresarios indirectos que con suspautas, principios o determinaciones vincu-lantes modifican básicamente aspectos de lasrelaciones laborales y condicionan el compor-tamiento del empresario directo con el traba-jador. El Estado que propicia una políticalaboral, los Sindicatos que establecen pautaspara defender los intereses de los trabaja-dores, las Organizaciones Empresariales queinterrelacionan tipos de bienes económicos, lasAsociaciones de Consumidores que deciden laclase de productos más convenientes para lasalud o para el ahorro, etc., todos ellos son, en

diversa medida, empresarios indirectos y, comotales, han de asumir sus responsabilidades decara a la empresa.

En este entramado de relaciones es fácilperder de vista al hombre, a la persona traba-jadora, en aras del beneficio máximo; yentonces se tiende a fijar condiciones laboralespor debajo de las exigencias objetivas delhombre, haciendo que los derechos delhombre se supediten a los sistemas econó-micos y a sus estructuras reflejadas en laempresa.

5. Conclusión

Con todo lo dicho, y teniendo presente queen la «función directiva» se enhebran todosesos factores, podemos adelantar una defi-nición, siquiera descriptiva, del empresariocomo portador de valores y sujeto de conside-ración ética:

• El empresario es la persona que, con ánimode beneficio máximo y espíritu de innovacióny riesgo, interpreta la realidad social paraencontrar oportunidades económicas y dirigeresponsablemente el proceso de producción,controlando sus factores (capital y trabajo),poniendo su consideración última en la pro-moción del hombre a través del trabajo.

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Es fácil comprender que la figura de unapersona creativa, arriesgada, perspicaz y res-ponsable no pueda encajar en un ámbito socialque, obsesionado por la seguridad y el iguali-tarismo, vea en el Estado el único garante dela justicia social. Quiere esto decir, a sensu con-trario, que el principal protagonista de unsistema de economía libre o de mercado es,desde luego, el empresario 10.

* * * Los aspectos de la empresa enfocadosen este tema llevan a concluir en la necesidadde una consideración ética sobre la acciónempresarial interna y externa, en atención alas actividades de todos aquellos que -desdelos trabajadores hasta los clientes y provee-dores, pasando por la regulación del Estado-comparecen de modo directo o indirecto en laempresa realizando o incorporando valores.

CAPÍTULO SEGUNDO CÓDIGOS CORPORATIVOS, VALORES YNORMAS ÉTICAS Introducción: Sentido de los códigoscorporativos

Se suele decir que ser bueno es rentable.Sabido es que el fondo moral de los japoneseses uno de los componentes esenciales de su

“milagro económico”. Cuando una empresa sedesenvuelve en un clima de deterioro moral,ni despierta confianza ni da seguridad: sus pro-ductos pueden estar averiados, sus pagospueden diferirse, etc.

De hecho el comportamiento éticamentehonesto de un empresario es más previsibleque una conducta inmoral. Sencillamente porel carácter habitual y continuo con que seexpresa, pues nadie es honrado a ratos. Si tratoen los negocios con un empresario honesto -que tiene criterios constantes, permanentes,«de una pieza»- sabré a qué atenerme.

• De ahí que si todos los miembros de unaorganización empresarial consiguen una sólidaconstitución moral, será muy alta la fiabilidady la confianza que muestre el tejido socialhacia ellos, siendo muy pequeño el margen deinseguridad.

Esto explica en parte que en los EstadosUnidos y en el Canadá, para elevar la competi-tividad frente a la industria japonesa y mejorarla cotas de productividad, se preste cada vezmás atención a la Business Ethics, una reflexiónsobre el comportamiento que proporcione a laempresa un «código corporativo» de valoreséticos.

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• Pero, ¿qué tipo de valores? ¿Valores prag-máticos de utilidad o valores de sentido per-sonal?

Veamos los aspectos éticos que contiene untípico «código corporativo» americano1:

Los códigos corporativos vienen a remediarun vacío moral en la conducta de las empresas.Se inspiran de una manera general en lasDeclaraciones de Derechos Humanos o en lascostumbres de «policy» observadas en lamayoría de los países avanzados. Y en prin-cipio nada hay que objetarles, salvo la ausenciade una idea fundamentada del hombre y deuna aspiración sistemática. El número de susproposiciones es aleatorio y el sentido de susenunciados obedece a criterios pragmáticos deutilidad.

Verdad es que a corto plazo parece útil unadecisión inmoral: es inmediatamente más ren-table verter sustancias contaminantes en unrío, en vez de instalar una cara planta depu-radora; pero a largo plazo eso origina unoscostos sociales de enorme magnitud: puesprovoca el deterioro del medio ambientedurante décadas, el almacenamiento de sus-tancias cancerígenas en los productos horto-frutícolas, la quiebra de empresas agrícolas porel estado adulterado de sus cosechas, etc. Paracolmo, es el conjunto social el que, mediante

crecientes impuestos, asume los costos desaneamiento.

• La carencia de valores éticos suele pagarsemuy caro. No basta la necesaria «competenciatécnica» para lograr eficacia. Es necesariatambién la «competencia personal», una decuyas dimensiones decisivas es la «compe-tencia ética».

El empresario ha de encarar el desafío dealcanzar unos niveles éticos que dentro y fuerade su país lo hagan acreedor de competencia yresponsabilidad.

Sin embargo, es insuficiente y mezquinovalorar la conducta ética sólo por sus rendi-mientos utilitaristas. La persona vale por loque vale, por sí misma, y no por su carácter decosa útil. El trabajador, el directivo, el con-table, dentro de la empresa, son personas queprimeramente han de ser promovidas interior-mente a su perfección absoluta. Sólo por lasuperabundancia que el comportamiento éticotiene de suyo, se puede razonablementeesperar la cosecha de beneficios económicos.Pero si no los hubiere, porque circunstanciasexternas lo impidieran, ello no sería óbice paraseguir afirmando el carácter absoluto de cadauna de las personas que componen la empresa.

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• Inculcar los valores éticos sólo por los ren-dimientos que reportaran, no sería de verdadético; sería como empeñarse en construir uncírculo cuadrado: hacer que una persona (quees algo absoluto) se convirtiera en una cosa(que es algo relativo), en un útil.

Pero la reflexión sobre los valores éticos esuna tarea positiva y puede prestar una ayudainestimable. Pues es innegable que el verti-ginoso ritmo actual de cambio económicoprovoca en el empresario perplejidadesmorales ante la avalancha de la competencia,la ofensiva de la publicidad, la presión fiscal, lapolítica de personal y de empleo, etc. ¿Quépautas de conducta se deben seguir para solu-cionar de modo responsable tales cuestiones?

Es preciso saber los criterios de valor éticoque deben orientar las decisiones del empre-sario, criterios que se enmarcan a su vez enuna visión filosófica del hombre y del mundo,desde cuyos principios se comprende mejor elsentido de la actividad empresarial y sus obje-tivos específicos. Y aquí comienza la tarea dereflexionar sobre los valores éticos de laempresa.

I. ACCIONES, NORMAS Y VALORESÉTICOS

Si comenzásemos diciendo que el objeto dela reflexión ética viene designado por las «cos-tumbres» -término que traduce el griego ethos(de ahí «Ética») y el latino mores (de ahí«Moral»)- habríamos apuntado a una cosamuy cierta, pero también muy general y vaga.

Pues hay muchos aspectos en las «cos-tumbres» del hombre que no interesan a lareflexión ética. ¿Sobre qué objeto se interesa?

Para responder a esta pregunta vamos a darun rodeo, proponiendo, a modo de ejemplo,en primer lugar una observación corriente, ydespués, como aplicación de esa observación,el relato de un caso concreto.

1. Frecuencia de calificativos morales

La observación que proponemos ahora es elhecho de que muy a menudo utilizamos califi-cativos morales en nuestra vida. Hablamos de«bueno» y «malo» para calificar a la gente; nosparece que muchas conductas son justas, otrasinjustas; que unos proceden con generosidad yotros con egoísmo; en definitiva, que unos sonportadores de valores, otros de disvalores.

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¿A qué referimos propiamente estos califi-cativos? Indudablemente a las acciones de loshombres; nunca a las de los animales o a las delos fenómenos atmosféricos. Es cierto quehablamos también de «buen» tiempo o «mal»tiempo; pero en estos casos no damos a talestérminos una connotación moral, sino simple-mente física.

Además, ¿hacemos aquellas calificacionesmorales caprichosamente, gratuitamente? No.Calificamos un acto humano de injusto porqueestimamos que ha vulnerado un valor del quedimana una norma, una ley objetiva a la quetodos estamos acostumbrados a respetar y aseguir.

Un valor es aquello que por su perfección oprestancia no nos deja indiferentes y mereceser buscado: atrae una tendencia humana, seasensitiva, sea espiritual. Todo ser, en su orden,es valioso. El valor es el carácter que una cosamuestra de ser digna de aprecio y, por lo tanto,de satisfacer el fin de una tendencia humana:es una perfección que despierta el deseo delhombre, que lo cautiva, que no lo deja indife-rente. Mas no es valor por ser buscado, sinoque es valor porque se impone a nuestrodeseo, porque nos saca de la indiferencia yatrae nuestra voluntad, sin que ésta lo apureen su esfuerzo de alcanzarlo.

Esta imposición del valor es peculiar: pues,de un lado, no se presenta como una fuerzafísica o mecánica, sino de otra índole; y, deotro lado, es un «ideal», no porque carezca derealidad -su existencia está en la existenciamisma de las cosas y si no hubiera cosas nohabría valores-, sino todo lo contrario, porquesu realidad no es puntual o fugaz: la difusiónde su esencia no es agotable por los actosreales concretos que el sujeto ejecuta. De estarealidad inconsumible que se difunde eimpone al sujeto se deriva el carácter nor-mativo del valor. El valor saca al sujeto de suindiferencia frente al objeto. El valor de la jus-ticia se impone, y de él toma pie la concienciaindividual para establecer una norma de con-ducta. Lo mismo hay que decir del valor vital,del valor estético, del valor cognoscitivo, delvalor económico, etc.

De manera que las calificaciones moralesque con tanta frecuencia hacemos (bueno-malo, justo-injusto, generoso-egoísta, etc.)tienen al menos estas dos notas:

1ª Van dirigidas a las acciones humanas.

2ª Remiten a un valor objetivo del que pro-viene una norma.

Pero, ¿no queda resecada y sin jugo la vidapersonal cuando la actividad moral descansa

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solamente en áridas reglas, en rigorosas«normas»? ¡Cuán innaturales, cuál alejadas delos afanes, quereres y «fines» propios delhombre parecen estar de ordinario las«normas»! ¿Son de verdad innaturales?

2. ¿Normas de la naturaleza o normasde la razón?

La naturaleza humana tiene sus fines. Siestos se consiguen, el hombre alcanza su per-fección o plenitud. ¿Hay que seguir entonces ala naturaleza? Sí. Pues no tenemos otra fuentede empuje ni otro foco de orientación. Ahorabien, si la naturaleza humana fuese simple-mente biológica o animal, sus fines serían muyconcretos, no serían universales, no llega-ríamos con ellos a una «plenitud». Pero ocurreque en la naturaleza humana hay además unelemento espiritual. ¿A qué instancia debemosseguir, a la biológica o a la espiritual? A las dos,en tanto que están jerarquizadas; o sea, entanto que hay un orden tal que el elementobiológico se subordina al espiritual. La natu-raleza, en el hombre, es un orden real de ins-tancias o tendencias dirigidas a un orden devalores. Y el hombre debe reflejar y hacerpatente también ese orden en sus acciones.

Si la naturaleza humana es «racional»,«espiritual», entonces el bien de esta natu-raleza consiste en realizar su fin universal(pues el espíritu es apertura a todos los seres),no saturable con la mera acumulación de cosasconcretas, sino con la posesión de un bien ovalor único y absoluto. De aquí se desprendeuna máxima de acción humana: sigue a lanaturaleza; hemos de llegar a ser con esfuerzolo que tenemos esbozado por naturaleza.

Pero el fin natural del hombre es definiblepor la razón, la cual, al conocerlo, lo ve valiosoy dicta lo que es bueno o malo para conse-guirlo: la razón propone la norma de la acción.De ahí que la máxima de la acción humana(sacada de la naturaleza) pueda formularsetambién así: obra conforme a la razón o siguea la razón. Se trata, claro está, de una razónrectamente formada. Pero, ¿cuándo quedaformada rectamente la razón? Cuando expresael orden de valores de la realidad, respetandola jerarquía de los elementos naturales delhombre y de las cosas; o sea, cuando atiende ysigue la llamada de los valores de la naturalezadel hombre y del mundo, de sus estructuras yde sus fines objetivos.

• Son equivalentes, pues, las dos máximas:«obra conforme a la naturaleza» y «obra con-forme a la razón». Las dos expresan un sólo

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orden de valores: los que conciernen a losactos humanos.

3. El rendimiento empresarial de unaofensa. El todo moral de la persona

Intentemos reforzar esta conclusión con ladescripción de una ofensa.

Alguien, X, me cae mal; entre otras cosas,porque, teniendo los dos una empresacomercial de parecidas características en elmismo barrio, él me supera en ventas. Su com-petencia me avasalla. Una noche penetro en sutienda sin que nadie me vea, y coloco en susanaqueles algunos productos que llevan mifirma comercial mal disimulada, porque contoda intención la he borrado dejando sólo unapartecita con la que poder dar la pista com-pleta. Al día siguiente, le acecho, espero elmomento de más concurrencia de clientes ensu negocio, lo abordo gritándole que es unladrón, que me roba mercancía, que me hacecompetencia desleal, que podría denunciarloporque muchos productos llevan mi firmacomercial mal borrada... Los clientes, demomento, comprueban y asienten. Le digoque así es fácil obtener buenas ganancias. Él seturba, y apenas tiene tiempo de reaccionar.Aunque intenta balbucear algo así como que

aquello es un atropello, que tuvo que haber unequívoco, ya de nada le vale: la gente se arre-molina, sonríe y comenta. El lance le ha cogidodesprevenido. Yo, que tengo aprendida lalección, me vuelvo al público para incitarlocontra él. Muchos me apoyan. Después, conaire digno, doy media vuelta y lo dejo justifi-cándose ante unos clientes que ya no le creen.La noticia corre como la pólvora. Cuando Xsalga a la calle encontrará miradas maliciosas.Su honra, su honor, su prestigio comercialsobre todo, estarán por los suelos. Irá a lapolicía, pero no podrá probar nada. Todo locontrario: podría hacerse sospechoso de robo.Yo podré ahora hacer mi agosto.

Al ofender, he descalificado las acciones deX, en este caso inexistentes. Y además, a él, ensu intimidad y en su exterioridad (relacionessociales) lo he dejado «hecho polvo», comosuele decirse: he desequilibrado también susestructuras psicológicas.

Pero, ¿y yo? ¿Qué ha sido la ofensa en mí,que la he realizado? La ofensa es: 1º Unaacción humana, la mía. 2º Esta acción se hasalido fuera de las normas que dimanan de losvalores de la justicia, del honor y del respeto.Pero hay algo más: 3º La acción es mala, peroyo, en mi totalidad personal, me he hecho unmalvado, un deshonesto, un ser inicuo. No sólo

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la acción es injusta; la persona misma, en suintegridad, se ha hecho injusta al cometer elacto injusto. He aquí una tercera nota quedebemos añadir al hecho moral que es objetode la reflexión ética.

Resumiendo. Nuestras calificaciones moralesestán presididas por tres referencias funda-mentales:

1ª A las acciones mismas que se hacen o seomiten: puede haber una injusticia en las omi-siones que hago en mi negocio, por ejemplo,al no advertir al cliente que el producto quevendo al precio de siempre ha rebasado conmucho la fecha de caducidad, declaración a laque estoy obligado por consideración al valorde la salud.

2ª A las normas o leyes objetivas, dimanadasde los valores que guían las acciones en con-creto. Cuando pregono las cualidades de misproductos, por ejemplo, debo atenerme a unosvalores, a unas normas de veracidad y dehonor respetadas por los ciudadanos.

3ª A la totalidad de la persona, cuyos son losactos puestos u omitidos.

Pues bien, la reflexión ética versa sobre larelación que las acciones humanas hacen a unvalor y, por tanto, a una norma (a una ley, a undeber-ser) por la cual el sujeto, en su inte-

gridad, se hace bueno o malo. Estudia lasacciones humanas en cuanto sometidas anormas dimanadas de valores «objetivos» o«naturales». ¿Cuáles son las acciones sobre lascuales puede recaer el calificativo moral,acciones referibles a una norma o deber-ser?

II. LA MORALIDAD EMPRESARIAL

La reflexión ética sobre la empresa estudiatanto las actividades de trabajo operativo ydispositivo que surgen del interior de unaempresa, como las actividades del entorno querepercuten en ella y la condicionan, en cuantotodas se refieren a valores y a normas por lasque deben regirse. Tales actividades no son éti-camente neutras, y a ellas se dirigen califica-tivos morales de «bueno y malo» de «justo einjusto».

De ahí que en la elaboración de un pro-grama que abarque el mayor número posiblede valores, hay que tener en cuenta los ele-mentos que confluyen en el planteamiento yen la solución de los problemas éticos de laempresa, a saber: los sistemas éticoeconómicosque inspiran la empresa, los fines que dirigensu conducta básica, los hombres que laintegran, los medios de que dispone, las acti-tudes morales permanentes que incita, el

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entorno en que se mueve y las consecuenciasque provoca.

1. La «moralidad» de las acciones en laempresa.

Hemos dicho que las calificaciones moralesestán presididas por una referencia a lasacciones humanas. Estas son el objeto sobre elque versa la reflexión ética. Pero debemos caeren la cuenta de que, en el hombre, las accionesse pueden considerar como «actos delhombre» y como «actos humanos». Parece queson los mismo; pero no lo son.

• «Actos del hombre» son aquellos que hansalido del hombre mismo, como de su sujeto.Se hacen en el hombre sin la libertad delhombre, como caminar, amar, digerir, razonar,etc.. Si yo, con alguno de estos actos perjudicoa otro empresario, puedo sentir pesar, pero noremordimiento, ni arrepentimiento. Unejemplo. El otro día, mientras ordenaba losenseres de mi negocio, pisé un objeto duroque se desmenuzó bajo el peso de mi cuerpo.Cuando levanté el pie me dí cuenta de que erauna joya, una valiosa joya lacada al estilochino. Dejé los trozos del objeto encima de unmostrador. A los pocos minutos penetraba enmi local la dueña de una tienda de bisutería

que momentos antes me había estado com-prando algunas cosas. Miraba a uno y otrolado, buscando afanosamente. Cuando vio loque buscaba -su valiosa joya- echó a llorar des-consoladamente. Me contó que acababa derecibir en exclusiva de China aquél objeto ytenía la esperanza de que, al exponerlo en unainmediata feria de muestras, recibiría nume-rosos pedidos, cosa que relanzaría a suempresa comercial. No pude decir nada. Nopodía arrepentirme, porque el acto de trituraraquella pieza ni había sido premeditado, niestaba previsto como remota posibilidad en miconducta diaria. Sentí «pesar». Pero el pesarno puede borrar nada.

• Los «actos humanos», en cambio, son reali-zados por el hombre con advertencia cons-ciente y libertad (sin ser coaccionado o vio-lentado); tales son: amar, razonar, pero nopisar o digerir. La conducta ahora está dirigidapor un juicio de valor. De manera que los actoshumanos connotan, de un lado, la voluntadconsciente como origen y, de otro lado, elvalor al que uno responde libremente. Losactos humanos propiamente dichos son los«internos», los realizados inmediatamente porla voluntad. Los actos «externos», mandadospor la voluntad en otra facultad (los brazos, la

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lengua, los músculos) para que se realicenexternamente, están supeditados a aquéllos.

Pues bien, sólo los «actos humanos» tienenla cualidad de ser dignos de alabanza o dereprobación; y a esta cualidad se le llama«moralidad». Pero el conocimiento y lalibertad son simples presupuestos o requisitosde la moralidad. Sin advertencia consciente ysin libertad no hay, desde luego, moralidad.Pero la moralidad misma consiste en larelación de la acción humana a un valorobjetivo, por cuya virtud la acción estásometida a una regla o norma dictada pornuestra razón atenta a los valores.

• En el caso de la reflexión ética sobre laempresa, la moralidad se aplica a los actoshumanos tanto del trabajo operativo y dispo-sitivo, como de los agentes del entorno impli-cados condicionativamente en aquellos, actosque tienen su origen en el interior del sujeto,en la voluntad libre. De una manera derivadason también morales las acciones externasimperadas voluntariamente desde dentro delhombre para que se manifiesten y plasmen enel exterior.

En realidad, la acción libre no está deter-minada siempre a lo bueno o siempre a lomalo; los clásicos decían que está «indeter-minada al bien o al mal moral». Por lo tanto,

no es regla de sí misma. Tiene que ser deter-minada por una regla distinta de la libertadmisma. La acción libre se hace moralmentebuena o mala por su conformidad o disconfor-midad con una regla que surge de un valor noproducido por la misma libertad.

Esta última observación es de gran actua-lidad. El existencialismo moderno y los movi-mientos vitalistas inspirados en Nietzsche pos-tularon una moral basada exclusivamente enel ejercicio mismo de la libertad, sin valoresobjetivos, sin normas establecidas por la tra-dición o por la realidad misma. No habría másnorma de acción que el querer mismo delsujeto. Nietzsche vació la moral de valores, deórdenes objetivos obligatorios. A este vacia-miento llamó «nihilismo», el cual implicatambién apartar todo rastro de la divinidad enel hombre. Solamente el hombre (que porcierto, según Nietzsche, al no haber sidocreado, es absolutamente independiente),puede crear y destruir valores. Es la moral delsuperhombre, el cual está más allá del bien ydel mal considerados por los demás mortales.

• Frente a este nihilismo no es ociosorecordar que la moralidad (cualidad por la quelos actos humanos son dignos de alabanza oreprobación) consiste en la relación de la

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acción humana a un valor objetivo, del queproviene una norma real que la rige.

2. Normas, fines y valores

Hasta el momento hemos dicho que el actohumano es moral porque se regula pornormas. Quizás estamos dando la impresióncon esto de que la reflexión ética es excesiva-mente «legalista», atada a normas y reglas queservirían más para asfixiar a los hombres queconcurren en la empresa que para hacerlosverdaderamente libres. Ya lo advertíamosantes.

Sin embargo, esta impresión hay que dese-charla enseguida. Lo que el obrero, eldirectivo, el proveedor y el vendedor buscanprimeramente en todos sus actos, como todoslos hombres, no son normas ni reglas, sino laconsecución de los fines profundos de su natu-raleza como el fin básico de ser felices en suactividad. Su voluntad, en concreto, está pola-rizada (determinada) hacia un fin, aunque sealibre para elegir los medios que conducen a esefin.

El fin objetivo de la voluntad es a la vez subien valioso: éste es el principio que profunda-mente pone en marcha su dinamismo y eltérmino en que ha de desembocar para

saciarse. Si no hay un fin real y último que con-seguir, tampoco hay dinamismo subjetivo quese dispare hacia él. Este fin del hombre, que essu bien, es el valor.

Que ha de haber un fin último en la accióndel obrero o del directivo -y en la de todohombre- es fácil de comprender. Si el fin por elque, por ejemplo, obra el empresario es sóloun simple medio para un fin superior, entoncesel fin-medio saca su eficacia de atracción delfin ulterior; éste, a su vez, de otro ulterior.

• Es necesario que haya un bien o finsupremo, último, en el que desemboquentodos los fines particulares. Si no hay fin, nohay deseo en la voluntad. Luego si hay deseoen la voluntad, entonces tiene que haber unfin. Y los fines particulares se explican por lapresencia polarizante de un fin supremo yúltimo.

Por lo tanto, los fines que deseamos formanuna cadena y una jerarquía; y subordinamosespontáneamente los fines secundarios a unfin último, que es el máximo bien que apete-cemos. Por eso los valores forman una cadenajerárquica. Todos los actos de la voluntad librese insertan en este finalismo, en esta tensiónfranca hacia la consecución de un bien últimoy definitivo que sacie plenamente el quereruniversal del hombre.

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La determinación de la voluntad humanapor el fin último es necesaria, no puede ser eli-minada. Todo lo que la voluntad desea, esquerido por relación a ese fin. Pero la voluntadhumana está hecha precisamente con unanaturaleza tal que aspira al bien universal, albien que la sacie en su sed infinita. Y en todoslos bienes particulares que desea, como el delos bienes que la empresa tiene y reporta, secristaliza también parcialmente este deseo uni-versal de un bien absoluto.

• El bien último, querido necesariamentepor la voluntad, no es objeto de elección libre.Estamos determinados a querer nuestro bien ynuestra felicidad; aunque seamos libres acercade los medios y de los fines particulares que senos presentan de cara a ese fin último. La fina-lidad profunda de la voluntad (su polarizaciónhacia un fin último) es el principio que ha deregir la actividad moral de los que integran ocondicionan la empresa.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con elproble- ma de las normas y de las reglas, ante-riormente explicado? Pues tiene que ver de unmodo muy estrecho.

Decimos que las actividades empresarialeshan de llevar a que el sujeto consiga no sólo eléxito económico de la empresa, sino moral-mente el fin último de su vida. La cuestión que

inmediatamente surge es la siguiente: ¿Cómodeben regularse los actos empresariales paraque puedan llevar a que el sujeto consigamoralmente el fin último? ¿Cuál es la regla, lanorma de su vida, cara a ese fin último? Heaquí el problema de la regulación, de la nor-matividad.

No hay que ver la norma moral como unfactor de asfixia, sino de liberación: nos liberade todos aquellos caminos, de todas aquellasdirecciones que no apuntan a un fin último, avalores elevados que sacien de verdad, en pro-fundidad, nuestra sed de un bien absoluto.

• La incardinación de la norma en el fina-lismo de la voluntad humana es lo que la hacedigna y profunda. Una norma por la norma(como quieren algunas filosofías rigoristas)carece de atractivo, de eficacia y de huma-nidad. Los hombres dirigimos nuestros actos aciertos fines valiosos y, por eso, seguimosdeterminadas normas para conseguir el fin.

He aquí la «ultimidad» del hecho moral:pues en cada acción humana los hombres de laempresa van decidiendo el sentido de su per-fección última, de su destino como personas enel mundo. En conclusión:

• La reflexión ética enfoca los actoshumanos tanto del trabajo operativo y dispo-

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sitivo como de los agentes del entorno impli-cados condicionativamente en aquellos, encuanto dirigidos a un fin último, a valoresabsolutos, para cuya consecución siguen deter-minadas normas.

3. Proyección de los valores: objetos ymotivos

¿Qué es el valor? Ya lo dijimos: es la per-fección, la dignidad, el grado de excelenciaque un bien tiene, por la cual ese bien se hacefin de una tendencia humana.

A los grados del ser corresponden losgrados de valor. Hay el orden del valor en sí yel orden del valor en otro. El valor en sí es con-siderado por razón de sí mismo y es pre-tendido por sí mismo; el valor en otro se con-sidera por razón de otra cosa. Los antiguosdecían que si el valor en otro se toma porrazón del goce que produce se llama «valordeleitable»; si se toma por razón de la utilidadque reporta, se llama «valor útil». El valordeleitable surge del valor en sí y, por tanto,atrae hacia él, e incluso se sigue de la posesióngratificante del valor en sí.

Los modernos, como Max SCHELER2,ofrecen una tabla de valores, cuya clasificaciónofrece un punto de referencia básico:

A estos valores fundamentales corres-ponden, según Scheler, cinco modelos de per-sonas: el artista en el arte de gozar la vida, elconductor de la civilización (en cuya categoríase encuentra normalmente el empresario), elhéroe, el genio y el santo.

En esta escala ocurre que cuando un valorfundamenta a otro es más alto que éste; porejemplo, lo vital funda lo agradable y, portanto, es más alto que éste. Esto es importantea la hora de dirimir un conflicto de deberes:hay que renunciar a un valor vital o estéticoantes que lesionar un valor ético.

El valor en sí mismo moral no es subjetivo, niarbitrario, ni relativo, ni cambiante. Lo queexpresamos en un juicio de valor es objetivo,real y permanente: la mayor o menor plenitudde ser, la mayor o menor perfección real. Si deotro modo fuera, la ética perdería todo valorabsoluto. Los diversos valores particulares (elmoral, el deleitable, el útil) están enraizadosen los diversos aspectos del ser. El valor es larelación del ser a una tendencia humana col-mable por ese mismo ser. La cosa valiosa escapaz de satisfacer una necesidad.

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El valor es un fin interno a toda tendenciadel hombre y proyecta su «valiosidad» sobrelos fines concretos de la actividad humana.Estos fines concretos son, de un lado, el delobjeto, de otro lado, el del sujeto con su moti-vación, que pueden no coincidir.

El «objeto» es aquello a que tiende natural-mente un acto humano; los clásicos ponían unejemplo ilustrativo: el acto de dar «limosna»tiende de suyo a socorrer al necesitado. El«motivo» es el fin subjetivo que el hombre per-sigue al obrar: por ejemplo, dar limosna paraadquirir fama de altruista.

Un caso real ilustrará esta distinción. Laempresa americana Johnson & Johnson -dedicada a productos de higiene personal,como el champú-, detectó en 1982 que una desus elaboraciones, el «Extra Strength Tylenol»,provocaba efectos nocivos para la salud eincluso la muerte. Inmediatamente ladirección, aparte de desembolsar cien millonesde dólares para afrontar los daños ocasio-nados, ordenó retirar del mercado treinta y unmillones de botes, sometió a prueba miles deellos, cuyos resultados, contro- lados federal-mente, eran ofrecidos a la opinión pública. Porúltimo, dispuso que se reemplazaran gratuita-mente todas las botellas que los preocupadosclientes devolvían. Asimismo, remodeló parte

del proceso de producción, introduciendonuevos sistemas de empaquetado. Estasmedidas ayudaron a elevar el grado de credi-bilidad del consumidor hacia la empresa «J&J»,la cual vio crecer rápidamente sus beneficios.

Ahora bien, ¿qué valoración ética tiene elconjunto de tales medidas? Unos periódicosresaltaron el fin objetivo, lo justo, de la ope-ración, a pesar del alto precio que supuso.Otros insinuaron que «J&J» se había movidopor fines subjetivos egoístas, por motivos cre-matísticos, de manera que la operación moralhabría sido un simple lavado de cara paraatraer de nuevo la atención del consumidor.

Pues bien, ¿qué es lo que hace «éticamentebuena» una acción: el fin objetivo, el objeto, oel fin subjetivo, los motivos del agente? Ade-lantemos la respuesta: primariamente y demodo esencial se hace éticamente buena porel objeto valioso; secundariamente por losmotivos.

El acto humano recibe del objeto su mora-lidad primera; pero recibe del motivo (fin sub-jetivo) su moralidad última. Aquella funda suesencia moral; ésta, su importancia moral.Aquí lo esencial no siempre es más importanteque lo accidental.

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El objeto es «bueno» cuando concuerda conla «norma de la moralidad» surgida del valor,como el beneficiar a un necesitado; y es«malo» cuando no concuerda con ella, como elrobar. Así, la moralidad del acto de robarreside de modo esencial y primario en elobjeto (quitar lo ajeno), el cual se destaca demodo invariable por encima de cualquiermotivo o fin subjetivo.

El motivo, el fin que el agente se propone(por ejemplo, entregarse a la concupiscencia),encierra un elemento voluntario, que sueletener más «importancia moral» que la acciónmisma. Por eso decía Aristóteles que “el queroba para cometer adulterio es más adúlteroque ladrón”; pues utiliza el robo como mediopara cometer adulterio. La voluntariedad, eldeseo explícito en el motivo, hace que el adul-terio sea moralmente más importante. Pero elsujeto también es ladrón, claro está. La moti-vación, pues, no es el fin que el acto incluye ensí mismo (apoderarse de lo ajeno), sino el finextrínseco que se le sobreañade. También elmotivo que impulsa a obrar debe concordarpor sí mismo con la recta razón, conseguida enrelación con el valor.

En cualquier caso, el motivo «refuerza» lamoralidad del acto, el cual mejora o empeoraéticamente por el carácter bueno o malo del

motivo. De aquí se desprenden tres leyesimportantes: Primera: un buen motivo no hacemoralmente bueno a un acto esencialmentemalo. Segunda: un mal motivo altera en mayoro menor medida la acción esencialmentebuena: por ejemplo, un beneficio públicopuede otorgarse exclusivamente para dañar aun tercero o simplemente para adquirir fama;es claro que en el primer caso se lesiona grave-mente la pureza moral del acto. Tercera: paraque un acto no malo sea moralmente buenoha de hacerse por un fin honesto; y así el biendeleitable, que tiene razón de medio, debeorientarse al fin honesto; y lo mismo le ocurreal fin útil. Descansar en un mero medio comosi fuera un fin en sí es un desorden moral. Lasociedad del bienestar, por el bienestar mismo,expresa un desorden moral.

4. Moralidad e imputabilidad

Aunque moralidad e imputabilidad parecenconceptos equivalentes, en realidad no lo son.Para comprender esto, es preciso considerar elacto humano bajo dos aspectos, el objetivo yel subjetivo:

a) Hay un aspecto que mira al objeto pre-tendido por el acto y a la norma que lo regula:en este sentido el acto se llama moral. La

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«moralidad» es la propiedad que los actostienen de estar referidos a un objeto y a unanorma que los regula.

Dicho de otra manera: la moralidad es larelación de conformidad o disconformidad delos actos humanos con la regla racional de con-ducta. La relación que el acto hace a la normamoral puede ser de conformidad (entonces elacto es bueno) o de disconformidad (yentonces el acto es malo).

Por ejemplo, «moral» es propiamente elacto humano del empresario. Sin embargo,derivadamente se aplica el calificativo de«moral» también a otros elementos queinciden en el acto: así se llama moral al sujetoo empresario (causa eficiente del acto); sellama moral a la norma reguladora (causaejemplar a la que se acomoda el acto), se llamamoral al objeto (término del acto). Pero en símismos los objetos no tienen propiamentemoralidad: se denominan morales por laconexión que tienen con el acto humano en elque pueden suscitar la moralidad. Así, la mora-lidad de una cinta de vídeo consiste en laaptitud que su contenido tiene para provocaractos morales (buenos o malos) en loshombres.

b) Hay otro aspecto que mira a cada uno delos integrantes de la empresa como sujetos de

los que procede el acto, o sea, a los sujetos encuanto libres y conscientes. Bajo este aspectolos actos son «imputables» a un sujeto; quienes digno de alabanza o reprobación es elsujeto. La imputabilidad es la propiedad quelos actos humanos tienen de ser atribuidos a suautor. A la imputabilidad responde en el sujetoo autor la responsabilidad: pues ser respon-sable significa considerarse autor y señor de lospropios actos.

Observemos que la relación a una norma oregla moral está embebida en el acto internode la voluntad libre, causa eficiente del acto, yradicalmente en el sujeto personal, del quebrota la voluntad.

Esta indicación no carece de importancia.Sale al encuentro de aquellos que afirman queel sujeto de la moralidad es la «sociedad», o laspersonas morales (por ejemplo, la empresacomo entidad jurídica). El sujeto de la mora-lidad es siempre una persona física, cada unode los integrantes de la empresa, con nombresy apellidos. La sociedad, la empresa, como con-junto de personas, ni tiene libertad ni poseeadvertencia racional de las cosas. He aquí, puesuna nueva nota del hecho moral: su imputabi-lidad.

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5. Realismo del acto moral. Análisis delarrepentimiento

De los actos propiamente humanos, ademásde sentir pesar, puedo arrepentirme.

Volvamos a la ofensa que hice al empresarioque me hacía la competencia. La ofensa comotal me ha separado del otro, del ofendido, desus amigos y también de mis amigos (porqueante estos no quiero ya aparecer tal como real-mente soy).

Además de esta distancia horizontal o psico-lógica, he puesto otra distancia vertical, causade aquella: una distancia entre lo que mi razónreconocía como valor y lo que mi libertad hahecho de mí al enviscarme en la falta. Milibertad me ha separado de la norma racionaly, por lo tanto, de mi último fin. La dinámicade mi existencia ha quedado desviada. Esta dis-tancia se vive interiormente como una disgre-gación, una escisión.

La falta (la ofensa) me ha aislado de lasnormas (que me harían moralmente bueno) yde los demás hombres. Al aislarme por arriba ypor delante, mi voluntad se endurece: ella sólose tiene a sí misma. Triturar esta dureza, hacersaltar su rigidez es doloroso. Pues bien, el actopor el que hago saltar la dureza que ha pro-

vocado la falta en mi voluntad es el «arrepen-timiento».

• Arrepentirse no es sólo sentir dolorosa-mente la distancia que hay entre lo que uno es(un ofensor) y lo que se debe ser (un hombrebueno). Además consiste en romper la rígidaestructura que mantenía a la voluntad en sufalta. El arrepentimiento me restaña, meunifica: concilia mi decir con mi hacer, o sea, lasnormas que digo conocer con los actos volun-tarios que pongo.

El arrepentimiento es una vuelta a la orien-tación fundamental de la voluntad a su propiofin natural, a los valores que la perfeccionan, y,por lo tanto, a las normas que, obedecidas,elevan su perfección. Estos valores me atraenobjetivamente; no por un capricho de mivoluntad. Hay en el arrepentimiento una pro-funda afirmación realista, una actitud meta-física, por la que el hombre se supedita a esosvalores objetivos. Sin esta realidad de losvalores mi arrepentimiento carecería desentido. ¿Arrepentirme? ¿Para qué y por qué?Por fines profundos, por valores. Mi ser enteroqueda transformado de nuevo a la luz de estosvalores. Por ellos me veré obligado a pedirperdón, a reparar la ofensa, a compensar pér-didas... Es la totalidad del sujeto -por ejemplo,del empresario con nombre y apellidos- la que

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se refiere a la totalidad de los valores obje-tivos, no caprichosamente puestos o inven-tados.

6. «Competencia técnica» y«competencia moral». Por una «manovisible» en la empresa

Toda empresa tiene que responder a tresproblemas económicos fundamentales: ¿Quédebo producir? ¿Cómo producirlo? ¿Por quéproducirlo? Para responder a lo primero, laempresa destina ciertos recursos escasos a unobjetivo particular; por ejemplo, puede des-tinar el acero a fabricar frigoríficos o automó-viles. Para responder a lo segundo, el modo deproducir bienes o servicios, la empresa seorganiza bajo los supuestos de un modelo filo-sófico que puede ser colectivista, privativista omixto; de uno o de otro modelo dependerámuchas veces tanto la calidad del producto,como la fuerza de la competitividad y de lademanda; y sea cual fuere el modelo, laempresa ha de aplicar un capital suficiente yuna tecnología adecuada. En fin, para res-ponder a lo tercero, el destinatario del bene-ficio, en la empresa se ha de examinar la distri-bución de los beneficios y de los costes econó-micos.

Estos tres órdenes de problemas alcanzan susolución, en primer lugar, mediante la «com-petencia técnica», especialmente en el procesode producción, para obtener el mejor pro-ducto con pocos recursos, al mínimo costo y almáximo beneficio.

• Con una correcta eficiencia empresarial,desde el punto de vista técnico, los japoneseshan logrado producir la tonelada de acero aun costo menor que los norteamericanos, loscuales se quejan de que aquellos practican eldumping (la supuesta venta del acero a unprecio inferior al real para eliminar competi-dores en el mercado). O sea, los japoneses sonacusados de comercio inmoral.

Pero la «eficiencia empresarial» no se basasolamente en la mera «competencia técnica»,sino también en la «competencia ética» conque se trabaja.

• Por ejemplo, en la «eficiencia empresarial»de los japoneses confluyen valores moralestales como la protección de la libertad de lostrabajadores y de los propietarios, el cumpli-miento de los contratos por ambas partes, lafidelidad a la empresa y la honradez en la ela-boración de los productos, la promoción de laresponsabilidad, de la laboriosidad y de lahonestidad personal en el trabajo.

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La «competencia ética» se expresa, pues, enlas relaciones entre los diversos sujetos que sedan cita en la empresa persiguiendo ciertosfines, operando en unas estructuras y cum-pliendo determinadas funciones. Estas rela-ciones se reabsorben en el ámbito de la jus-ticia.

Sin embargo, no todos los sectores econó-micos comparten una misma idea de justicia.Por ejemplo, no es infrecuente encontrarempresarios para quienes lo justo es aquelloque no va contra la ley meramente civil opolítica. Se podría hacer lo que no estáprohibido por una legislación civil. Lo moralsería lo legal. Otros argumentarían con mássensatez diciendo que no todo lo legislado esjusto moralmente, como es el caso delapartheid en Sudáfrica.

• Por fortuna, en la actualidad la mayoría delas leyes civiles son hechas con criterios que almenos aceptan unos códigos internacionalesde conducta, por ejemplo, los que se refieren alas operaciones económicas internacionales,recogidos en el Foreign Corrupt Practices Actde los Estados Unidos (1977), donde se hacemención de las falsas declaraciones sobreimportaciones o exportaciones, de las prácticasque especulan con oscilaciones artificiales deprecios, del tráfico con bienes defectuosos, etc.

Tales «códigos morales» no son de máximos,sino de mínimos, y se basan en una idea muygeneral de la justicia, en una ética que todoslos países podrían compartir. Pero esto, con serbueno, es insuficiente.

La justicia en sentido ético no puede ser des-conectada del «bien común», entendido comoel mútuo interés personal. Adam SMITHpensaba que cuando cada uno busca su propiointerés hay una «mano invisible» que lo llevatambién a conseguir el bien común. No habríaque preocuparse de alcanzar el bien común,pues lo importante y decisivo es el bien propio.El bien común vendría de suyo. Esta regla éticalleva derechamente a la «ley de la jungla»: a lacompetencia desleal, al fraude de los pro-ductos, etc., provocando la pobreza de los másdébiles. Bajo esta máxima moral quedó carac-terizado el primer «capitalismo» por los movi-mientos del «socialismo», los cuales intentaroneliminar los efectos disgregadores de aquella«máxima moral» mediante la limitación de lainiciativa privada y la redistribución del pro-ducto social para satisfacer las necesidades detodos: todos satisfechos a costa de su iniciativa.Otra «máxima moral», la de «la participaciónigualitaria», venía a sustituir la «jungla» capi-talista por el «zoo» socialista.

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Aunque es fácil demostrar que la pobrezano es un mal social causado por la empresaprivada y que sus raíces se hunden en todo eltejido social, lo que importa es encontrar unaconcepción filosófica que, como la del «perso-nalismo», se aplique a la economía con un con-cepto más adecuado y profundo de hombre yempresa. En el concepto de «persona» serecogen, por ejemplo, las libertades y losderechos humanos expresados en la Decla-ración de las Naciones Unidas sobre losderechos del hombre; el concepto de«persona» permite eliminar la desigualdad deoportunidades, aleja la coacción en el modo deelegir la propia felicidad y estimula la iniciativadel emprendedor para aportar una riquezaque pueda ser compartida por todos. Estariqueza será una parte del «bien común». Laempresa tendrá la misión de aportar a lasociedad lo mejor de sí misma desde un puntode vista ético.

• El personalismo no permite que elmercado se regule a espaldas de la persona;aunque admite las leyes propias y objetivas dela «competencia técnica» (por ejemplo, en elfuncionamiento de los precios), exige unamano «más visible» para lograr, mediante elejercicio consciente de la libertad, «compe-tencias éticas», sólo las cuales pueden hacer

que no sea violado el «bien común», que nohaya corrupción, ni discriminación de mano deobra, ni contaminación ambiental, nidumping, ni evasión de divisas, ni soborno,etc., sino la firme actitud de la responsabilidadante un mundo que cada vez debe ser mejorcon el esfuerzo empresarial.

Por lo tanto, es imprescindible que los com-ponentes de la empresa tengan asimilada unaidea de los valores, por ejemplo, de la justicia,que dirija y estimule la acción de todos cuantosen ella se relacionan, para que los fines empre-sariales no sean aquejados del mal moral quereduce la acción empresarial al esqueleto deuna mera «competencia técnica», fácilmenteasimilable a la «ley de la jungla», sin persona-lidad interna y sin capacidad de aportar unsentido moral a la sociedad en que se desa-rrolla.

III. LA REFLEXION ÉTICA SOBRE LAEMPRESA 1. El carácter práctico de la reflexiónética sobre la empresa

La reflexión ética sobre la empresa es un«saber» y además este saber es «directivo».

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a) El «saber» al que nos referimos es unsistema de verdades demostradas, no unamera clasificación externa de leyes sobre losactos humanos, ni tampoco una simple doc-trina que exponga las costumbres que históri-camente se han dado, ni un centón de pre-ceptos.

Este saber tiene principios universales, desdelos cuales saca sus conclusiones o hace susdemostraciones. En la Ética estos principiosestán sacados básicamente de la «naturalezahumana». La naturaleza y sus fines figurancomo «principios» de la reflexión ética sobre laempresa. Y desde estos principios saca sus con-clusiones.

b) Pero el saber de esta reflexión ética es«directivo», no puramente contemplativo oteórico. El saber teórico se dirige a su objetosólo para contemplarlo en su verdad: quieresaber por saber. En cambio, hay otro saber queel hombre enfoca hacia el objeto para cono-cerlo y para dirigir con él la conducta: quieresaber para dirigir. A este tipo de saber se lellama «ciencia práctica», para distinguirlo de la«ciencia teórica».

Pero la reflexión ética sobre la empresa noes la «vida práctica» de la empresa, ni la«puesta en marcha» moral de la existencia delempresario, sino el conocimiento lejano de

esta «puesta en marcha». Es ciencia, no vida:es el conocimiento de un objeto que esreferido a la acción. Esto significa que unempresario que sabe mucha moral no es nece-sariamente un empresario moralmente bueno:aquél sabe cómo se refiere la acción humana asu objeto y cómo es regulada por una norma;éste hace la referencia misma de la acción alobjeto bajo una norma en una situación con-creta. Aquél no hace lo que dice; éste hace loque dice: procura que la relación a una normao regla moral quede embebida realmente enel acto interno de su voluntad libre.

2. Sentido filosófico de la reflexiónética sobre la empresa

Cuando el empresario oye la palabra «filo-sófico» tiende a ponerse en guardia y escaparcuanto antes de un compromiso que aparente-mente sólo es una elucubración vacía. Losasuntos «filosóficos» son para él demasiadoenrevesados y de nula aplicación. Sin embargo,los clásicos procuraban dar a sus palabras unsentido elemental y claro. Decían que la Filo-sofía es una disciplina que estudia la realidaden su totalidad, las propiedades universalesque convienen a todos los seres, así como elfundamento y la causa de ellos. Mas, para

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nuestro caso, no es preciso seguir los abs-tractos razonamientos del filósofo, sino sim-plemente atender a sus principios y a sus con-clusiones. Y uno de los principios, que estambién conclusión reforzada, de la Filosofíaes el «realismo» de todos los seres, o sea, elhecho de que éstos existen por sí mismos y noestán sacados de nuestra mente ni de nuestroarbitrio, que no son productos de nuestra sub-jetividad. Así, la Filosofía quiere conocer la rea-lidad y esencia de la naturaleza humana, sufinalidad, el carácter universal de la idea debien y valor, la esencia y existencia de lalibertad y de la espiritualidad del alma, dife-rente de lo biológico y de lo material.

Precisamente la reflexión ética sobre laempresa supone todos estos conceptos (bien,naturaleza humana, finalidad, libertad, etc.).La solidez de sus pruebas depende entonces dela solidez de la Filosofía.

• Una reflexión ética sobre la empresa sinFilosofía no puede ya suponer un orden realestable, asumible y afirmable por el hombre.Por lo tanto, acabaría diciendo que la reflexiónética se reduce a la conciencia subjetiva decada empresario, a la obediencia de los dic-tados de cada razón particular. No interesaentonces la vida en coherencia con los «prin-cipios» o valores objetivos, sino la conducta

compatible o incompatible con las «conse-cuencias».

• De la Filosofía ha de aceptar la reflexiónética sobre la empresa la realidad de la natu-raleza humana, con sus propiedades y fines, asícomo la realidad del comportamientohumano. En caso contrario, habría quesuponer en el mundo un orden arbitrario,expuesto a variación y a polémicas sin límite.Sólo la realidad de una naturaleza (necesaria yuniversal) con sus valores objetivos funda elorden de la moralidad.

3. Enfoque ético y enfoque psicológicode la empresa

El estudio del hombre en la empresa puedeser enfocado no sólo por la Ética, sino tambiénpor la Psicología, la Sociología y otras disci-plinas.

Por supuesto que la reflexión ética es una«ciencia del hombre», pero sólo en cuantoenseña los principios y valores que rigen lasacciones humanas empresariales e indica elmodo de gobernarlas.

El enfoque psicológico estudia, por ejemplo,el modo de ser del empresario (sus facultades,sus talentos, sus móviles, etc.). O sea, estudia

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«hechos», no suministra «imperativos»:obtiene un saber descriptivo, fotográfico,porque se limita a trazar los mecanismos quehay entre sus elementos y las leyes que losrigen «de hecho».

Pero una cosa es estudiar la naturaleza ypropiedades de los actos empresariales(enfoque psicológico) y otra estudiar los actosempresariales en su ordenación a valores ynormas a las que el hombre se debe conformarlibremente (enfoque ético). Aparte de queesta reflexión ética no extiende su investi-gación a la totalidad del empresario comosujeto, ni al conjunto de sus manifestacionesfenoménicas (eso se hace desde un enfoquepsicológico): considera solamente los actoshumanos empresariales en cuanto voluntarios,libres y advertidos, en su tensión hacia un valoro fin último, referidos a normas; prescribe, porejemplo, las reglas generales de la conductadel empresario, para que ésta se haga buenamoralmente. Determina no cómo «son» losactos empresariales, sino cómo «deben ser». Esun saber «normativo», no descriptivo.

En cualquier caso, esta reflexión éticasupone el estudio de la Psicología empresarial,pues el conocimiento de muchos hechos psico-lógicos (una estimación técnica, un senti-miento, un acto libre, una pasión, un hábito,

etc.) es necesario para deducir después las per-tinentes nociones de obligación, de persona-lidad moral, de responsabilidad empresarial,de mérito, de virtud empresarial, etc.

4. Determinación ética y determinaciónsociológica de la empresa

La reflexión ética propuesta es «ciencia decomportamientos sociales en la empresa». Estoes cierto. Pero las conductas sociales puedenser enfocadas de dos maneras: en lo quetienen de «hechos» y en lo que tienen de «nor-malizables». Efectivamente hay muchas yvariadas conductas sociales, cuya descripciónpositiva y sistemática realiza el enfoque socio-lógico. En lo que tienen de «normalizables», osea, en cuanto que las conductas sociales nosólo existen en la empresa, sino deben existirsegún una medida, una norma, son enfocadaspor la reflexión ética: ésta investiga las con-ductas sociales «tal y como deben ser».

Pero este sometimiento a normas, propio delas conductas sociales, ha de ser matizado paraentrar en la moral. No cabe duda de que lasconductas están siempre cambiando: siempreinfluidas, siempre medidas y guiadas poroscuros «intereses», por «pautas» inveteradase inconscientes, jamás sometidas a crítica, por

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«adaptaciones» utilitarias y espontáneas de lossujetos al medio empresarial. Intereses, pautas,adaptaciones se despliegan de modo incons-ciente, sin advertencia racional por nuestraparte.

• La reflexión ética sobre la empresa noestudia las conductas sociales en tanto que sonnormalizadas por adaptación o por oscurosintereses, sino en tanto responden a normasconscientemente advertidas y referidas avalores, a las nociones de bien y mal objetivos.

El enfoque ético, a diferencia del socio-lógico, estudia en la empresa las accioneshumanas libres de cara a la perfección y orde-nación última del hombre, referidas a valores ya normas conscientemente asumidas. Al con-junto de sus principios y conclusiones se lellama «Ética empresarial».

5. Ética empresarial y Ética general

La Ética, tanto la general como la especial,estudia los actos humanos (voluntarios, libres,advertidos) que, dirigidos a fines o valores,siguen determinadas normas. La Ética se pre-gunta qué tipos universales de fines o valoresse proponen los hombres y qué reglas gene-rales utilizan para ello. El conjunto de estos

temas forma la parte «general» de la Ética, asaber:

a) Ética General

1. Es de experiencia común que el hombreobra por fines, pero, ¿cual será el fin último dela vida humana? Para responder a esta«cuestión del fin último», del valor definitivo,es imprescindible conocer a fondo los datos dela psicología y de la antropología. En esteámbito debemos preguntar:

• ¿Cuál es el sumo bien del hombre? O sea,¿cual es el objeto que le da la felicidad? Es elproblema de la felicidad objetiva.

• ¿Con qué acto consigue el hombre el sumobien o su felicidad? Es el problema de la feli-cidad subjetiva.

2. ¿Cómo deben regularse los actos quepueden llevar a que el hombre consiga el finúltimo? Este es el problema de las reglas onormas de nuestra vida; y desde luego escentral en la Ética general.

• La regla o norma objetiva a la que debenconformarse los actos humanos, para que seanmorales, se llama también ley. De ahí que sedeba estudiar la ley moral, sus propiedades yla obligación que resulta de seguir la ley.

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• La norma subjetiva de la moral, aquellaentidad que hace que la objetividad de lanorma moral se convierta en regla de conductaes la conciencia. La conciencia moral hace quela universalidad y exterioridad de la norma ola ley llegue a la singularidad e interioridad deljuicio concreto de valor que hace el sujeto.

3. De otro lado, la disposición subjetiva queconvierte al hombre en un ser apto para obrarbien moralmente se llama hábito o virtud. Poreso debe ser estudiado el tema de las virtudesy los vicios.

El estudio del fin último, de la felicidad(objetiva y subjetiva), de la norma (objetiva ysubjetiva) y de la virtud compete a la Éticageneral.

b) Ética Especial

Pero, entendido que la Ética dirige los actoshumanos al bien moral siguiendo las reglasracionales, se han de estudiar también las apli-caciones de los principios universales de lamoralidad tanto al individuo concreto, comoal conjunto de individuos que formansociedad. Estos son los dos grandes apartadosde la parte «especial» de la Ética, la cual sedivide en «Ética individual» y «Ética social».

1. La «Ética individual» prescinde metódica-mente del hecho de que efectivamente los

hombres viven en sociedad, y considera única-mente los derechos y deberes de los individuoscomo personas privadas: estudia los derechos ydeberes de la persona en tanto que es un «yo»autónomo («Ética personal») y en tanto serelaciona con otro «yo» de tú a tú, privada-mente («Ética interpersonal»).

a) La «Ética personal» enfoca a la personacomo integridad o totalidad biológica y espi-ritual (inteligente y libre) que tiende a su finúltimo mediante el desarrollo armónico de susfacultades. De ahí que abarque tres ámbitosmorales:

• Los deberes de la persona relativos a sucuerpo (deber de conservarlo y no eliminarlopor el suicidio).

• Los deberes de la persona relativos a suespíritu (formación o cultura de la inteligenciay de la voluntad). Tanto en el desarrollo delcuerpo como en el del espíritu, el trabajo esuna función necesaria y perfectiva del hombreen cuanto individuo (aunque el trabajo no sólotenga esta dimensión).

• Los deberes de la persona relativos a suCreador (culto interior o religión).

b) La «Ética interpersonal» enfoca las rela-ciones de un «yo» a otro «yo» como personasprivadas, sin hacer mención directa del todo

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social en que están insertas. Se refiere a losdeberes de respeto y justicia conmutativa deun hombre para con otro, independiente-mente de la sociedad a que pertenezcan, enatención a su dignidad de personas. Estas rela-ciones interpersonales se imponen, pues, conanterioridad e independencia de las leyes posi-tivas adoptadas por una sociedad. Engloba la«Ética interpersonal» tres aspectos básicos:

• Derecho a la vida (con las cuestiones delaborto, la mutilación y la eutanasia).

• Derecho a la comunicación (con la cuestiónde la veracidad).

• Derecho a la propiedad y al trabajo (conlas cuestiones anejas de contrato, salario y pro-fesión).

2. La «Ética social» considera a los individuosen cuanto forman parte de un todo social quelos engloba y en el que cumplen determinadasfunciones. Estas funciones se regulan por lajusticia distributiva.

Ya no se miran las relaciones entre personasprivadas, sino las relaciones de personas quepersiguen un mismo «fin común», en funcióndel cual se distribuyen los bienes sociales y loscargos públicos mediante la autoridad de unjefe. Abarca una parte «general» y otra«especial».

a) La«Ética social general» estudia trestemas íntimamente unidos:

• La naturaleza de la sociedad.

• El bien común, como razón de ser de lasociedad.

• La autoridad, como condición de lasociedad.

b) La «Ética social especial» aplica el núcleounitario de la parte general a tres ámbitosespecíficos:

• A la familia o sociedad doméstica (estu-diando su origen, su naturaleza y sus funcionesen la sociedad, incluido el derecho a la edu-cación de los hijos): Ética familiar.

• A la sociedad civil (investigando su origen,su naturaleza, los deberes de los poderespúblicos y de los miembros): Ética política.

• A la sociedad internacional (estudiando lamoralidad de la organización jurídica de lasrelaciones internacionales, así como el pro-blema de la guerra y de la paz): Ética interna-cional.

* * *

En esta ordenación no ha aparecido la «Éticaempresarial». ¿Por qué? ¿Acaso carece de sufi-ciente entidad como para ser incluida en una

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clasificación de derechos y deberes? De ningúnmodo. Lo que ocurre es lo siguiente:

• La «Ética empresarial» es un saber inter-disciplinar; y ello por el amplio espectro de ele-mentos y dinamismos que se imbrican en laempresa, la cual viene a ser, cada vez más, elinstrumento o cauce por el que la rentanacional se distribuye a los factores de pro-ducción. Y por eso debe ser considerada comouna disciplina moral que asume competenciasde «Ética interpersonal» (por ejemplo, en lostemas concernientes a la propiedad, al trabajo,al contrato, al salario y a la profesión), de«Ética social» (por ejemplo, en lo concernienteal estudio sectorial del bien común y de laautoridad social) y de «Ética internacional»(pues las relaciones comerciales de todo tipose dinamizan cada vez más y se extienden aámbitos supranacionales).

NOTA BIOGRAFICA

Juan Cruz Cruz, actualmente Profesor Ordi-nario de Historia de la Filosofía en la Univer-sidad de Navarra y Director de la revista cuatri-mestral «Anuario Filosófico», estuvo becadoen Alemania, tras realizar su tesis doctoral, porla Fundación March y por la Humboldtstiftungpara realizar estudios filosóficos. Cultiva dos

líneas de investigación: la Historia de la Filo-sofía y la Antropología de la cultura alimen-taria.

1. En la línea de la historia filosófica -a laque preferentemente se dedica-, es autor deocho libros y de varias decenas de artículos enrevistas especializadas, españolas y extranjeras.Entre sus obras figuran: Filosofía de laestructura; Intelecto y razón; Libertad en eltiempo: ensayo sobre la historicidad; La bar-barie de la reflexión según Vico; Existencia ynihilismo en Jacobi; El sentido del curso his-tórico; Ontología de la razón en el últimoSchelling; Conciencia y absoluto en Fichte. Harealizado abundantes traducciones de filó-sofos alemanes al español.

2. En la línea de la cultura alimentaria,además de impartir un curso anual sobreAntropología de la conducta alimentaria en elInstituto de Dietética y Alimentación humanade la Universidad de Navarra, ha publicadotres libros: Alimentación y Cultura (PremioEuzkadi de Gastronomía a la mejor publicaciónsobre el tema), Dietética Medieval y El refrándietético. Ha colaborado asimismo con variosartículos en publicaciones especializadas.

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1 Erich GUTENBERG afirma que el “factordispositivo” de la empresa es el que configurala combinación de los factores elementales decapital y trabajo (mano de obra): “es aquelcentro de la actividad empresarial que dirigeplanificando y configurando el acontecer delconjunto empresarial” (Grundlagen derBetriebswirtschaftslehre, I Die Produktion,1970 17, p. 6. De modo que el componentehumano de la empresa se reparte entre eltrabajo vinculado directamente al objeto y eltrabajo dispositivo. Hay traducción castellanade la obra de Gutenberg bajo el título de Fun-damentos de economía de la empresa, Bar-celona, 1960-61.

2 Juan Marcos DE LA FUENTE, El empresarioy su función social, Fundación Cánovas del Cas-tillo, Madrid, 1983, p. 101.

3 Juan Marcos DE LA FUENTE, op.cit. pp. 42-55.

4 Juan Marcos DE LA FUENTE, op. cit., p.29.

5 Israel M. KIRZNER, Competencia y funciónempresarial, Unión Editorial, Madrid, 1975, pp.44-46.

6 Pedro SCHWARTZ, Empresa y libertad,Madrid, 1982, p.108.

7 Israel M. KIRZNER, Competencia y funciónempresarial, Unión Editorial, Madrid, 1975, p.93.

8 Frank H. KNIGHT, Riesgo, incertidumbre ybeneficio, Aguilar, Madrid, 1947, p.250.

9 Esta distinción entre «empresario directo»y «empresario indirecto» es realizada porJUAN PABLO II en la Encíclica Laborens exer-cens.p17

10 Ludwig VON MISES, La acción humana,Unión Editorial, Madrid, 1980, p. 385.

CAP.2

1 Ronald E. BERENBEIM, Corporate Ethics,The Conference Board, Research Report nº900, New York, Bruselas, Washington, Ottawa,1987, p. 2.

2 Der Formalismus in der Ethik und diemateriale Wertethik, Gesammelte Werke,Band 2, Bern, 1954, pp. 107-125; y Vorbilderund Führer, Gesammelte Werke, Band 10,Bern, 1957, pp. 263-275.

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