Zodiaccía, un mundo diferente

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Zodiacca, un mundo diferente Laura Gallego Garca

ZODIACCA, UN MUNDO DIFERENTE

Captulo I: AURORA

La cartera cay estrepitosamente al suelo, despus de que se oyera cmo alguien cerraba con mucho ruido la puerta de la calle. Para los de la casa, aquello era una seal inequvoca de que Aurora acababa de llegar. -Ya estoy aqu! - anunci Aurora. -No hace falta que lo digas - sonri su madre -. Se te ha odo en todos los rincones de la casa. Por qu no dejas colgada la cartera, como te digo siempre? Aurora puso cara de culpable. - Es que, como hoy comienzan las vacaciones, pues estoy... eufrica! Te das cuenta? Ya hemos acabado el curso! - S, me doy cuenta... pero haz el favor de colgar de una vez la cartera. Aurora lo hizo y, ya de vuelta en la cocina, le coment a su madre: - No tengo ningn plan para este fin de semana. La mitad de mis amigas estn ya ocupadas, y la otra mitad quiere dedicarse a descansar y hacer el vago. No lo comprendo! - Mujer, es natural que quieran descansar. Sptimo de E.G.B. no es un curso fcil, y a muchas les ha costado sacarlo adelante. Ahora que pueden olvidarse de los estudios por algn tiempo, lo aprovechan. Las ms movidas lo hacen yndose a algn sitio a pasar el verano, y las otras prefieren tranquilizarse ms. -Y por qu no nos vamos a veranear a algn pueblo junto al mar? O a la montaa! Nadie es tan tonto como para quedarse aqu, con el calor que hace. Cristina se va a su apartamento, Regina a su chalet en la montaa, Lourdes al campo, Olga a casa de sus tos, Mara a la playa, Teresa y Sandra a una acampada, Ana y Marin se van a Inglaterra... Fjate, a Inglaterra! Adems, Isabel se va a... -Ya basta, ya basta...! Ser posible que conozcas los planes de todas tus amigas? -Todas se marchan en verano. Es muy aburrido. No se queda nadie aqu -Se queda Vctor - intervino Miguel, el hermano pequeo de Aurora, de siete aos, que hasta entonces haba estado contemplando las evoluciones de un par de peces rojos que nadaban en el interior de una pecera. -S, y la mayora de los de la clase tambin se quedan. Pero los del barrio se marchan casi todos.

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-Bueno, no os pongis as -dijo la madre-. En agosto iremos quince das a casa de Fanny... Fanny era Estefana, la hermana mayor de Miguel y Aurora, ya casada y con una hijita de tres aos, Teresa, a quien todos llamaban Terry, debido a que a Fanny siempre le haban gustado mucho los nombres ingleses. Por eso desde que era muy pequea haba insistido en que la llamaran Fanny. Los padres recordaban muy bien cuando ella deca: "No me llamo Estefana! Mi nombre es Fanny". Fanny, Terry y Andrs, su marido, vivan en una ciudad muy lejos de la de Aurora. - Y por qu no vienen ellos aqu? - quiso saber Miguel. - Porque Fanny va a tener un beb, y es mejor que se quede en su casa. Aurora dej a su madre y a su hermano hablando y fij su vista en los dos peces rojos, sumindose en sus propios pensamientos. Era una chica de trece aos, con una negra melena que se recoga en una coleta, detrs de la cabeza. Tena mucha imaginacin, era dinmica y atrevida. Era muy sociable, y, por ello, tena amigos por todas partes. Ms de uno se haba sorprendido, al ir con ella por la calle, de cantidad de personas que la saludaban. Su padre deca en broma que Aurora se conoca a media ciudad. - Me gustara irme a la playa con Mara - dijo a media voz. Su madre la oy. - A la playa? - dijo-. No! Hay otra cosa mejor... - Qu? - preguntaron a do Aurora y Miguel. -Qu os parece...si nos vamos maana a la feria? - Viva!!- fue la respuesta unnime de los dos hermanos. - Ocurre algo? - quiso saber el padre, asomando la cabeza por la puerta -. Os ha tocado la lotera? - Nos vamos maana a la feria! - inform Aurora, cogindole del brazo. - Es que no lo sabais? A propsito Aurora, tendrs que llevarte tu dinero. De cunto capital dispones? - Poco. Estoy prcticamente sin blanca despus de haber comprado tantas cosas para el decorado de la Fiesta de Fin de Curso. Slo tengo cuatrocientas. Cundo iremos? - Si es parece, maana, despus de comer. Pero a Aurora no le haca demasiada ilusin. Pensaba que un da divertido no solucionara el aburrimiento de todo un verano. Estaba convencida que aquellas vacaciones

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las iba a pasar ms inactiva que una ostra. Pero se equivocaba. Al da siguiente, sbado veintids de junio, a eso de las cuatro de la tarde, la familia se dirigi a la feria. Al llegar, la madre dio permiso a Aurora para irse donde quisiera. - Pero a las siete en punto debes estar aqu en la puerta - le advirti. - Okey. - Pues entonces, nos vemos aqu dentro de tres horas. Ten cuidado. Espero poderme fiar de ti. - Pues claro. - No lo tengo yo tan claro, Aurora. - No te preocupes, que a las siete, ni un minuto ms, ni un minuto menos, me tendrs aqu plantada. - Bueno, pues hasta luego. Aurora observ cmo sus padres marchaban hacia el tiovivo y, seguidamente, mir a su alrededor, pensando hacia dnde poda ir primero. Y entonces sinti algo muy extrao en su interior. Era como una llamada, no sabra definir cmo era, pero saba que algo o alguien la necesitaba...ms bien reclamaba su ayuda. Por un momento se qued all, parada en el sitio, completamente inmvil, sin saber muy bien lo que deba hacer, mirando a la gente que la rodeaba, desorientada. Pero la llamada volvi a insistir, esta vez con ms fuerza, ms apremiante todava. Y entonces Aurora ech a correr. No tena idea de a dnde iba, ni lo que buscaba, ni siquiera porqu corra. Sencillamente lo que se preguntaba a s misma en realidad no le importaba. Slo corra y corra, abrindose paso entre la multitud, que la miraba extraada. De pronto, todo esto le pareci absurdo y se detuvo, jadeante. "Nadie necesita tu ayuda, Aurora, lo nico que ocurre es que lees demasiados libros de fantasa y cienciaficcin", deca su parte juiciosa de adulta. "Deja tu imaginacin volar. Quiz, al fin y al cabo, sea cierto", deca su parte soadora de nia. Porque era una adolescente. Y los adolescentes son mitad nio, mitad adulto. Y, en la mayora de los casos, cuando hay que escoger entre imaginar y tener los pies en el suelo, es la parte adulta la que gana. Pero en el caso de Aurora esto no sucedi as, pues, como hemos dicho antes, era muy imaginativa y fantasiosa, as que se dej llevar por sus ilusiones.

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La llamada se oa cada vez ms fuerte, y Aurora supo entonces que no podra resistirse. Continu corriendo y, en aquel momento, nada ni nadie hubiera podido detenerla. Su parte soadora, su parte de nia, haba ganado. Corra y corra, acuciada por la apremiante voz que reclamaba su auxilio. No miraba a los tenderetes, y se habra detenido ms de una vez a hacerlo si la llamada no se lo hubiera impedido. Se abra paso a empujones entre la gente. "Quin eres?", pens. No hubo respuesta. Tan slo el llamamiento segua dejndose or en su interior. "Qu quieres de m?", interrog. Otra vez tan slo se escuch la llamada. "Quin eres? Qu quieres?", insisti. Y por fin crey or una respuesta, lejana, all en el fondo de su corazn: "Mi nombre es PISCIS. Te necesito. Acude sin demora". De pronto, la llamada dej de orse y Aurora se detuvo, desorientada. Un gran vaco llen su mente. No pareca escuchar el tumulto que haba a su alrededor. A la espera de una nueva seal del misterioso PISCIS, dio una mirada circular, en busca de alguna pista que le indicara el medio de llegar hasta l. Sus ojos se detuvieron entonces en un puesto a su derecha. All vio muchas pulseras, pendientes y collares, todo bisutera. Pero un amuleto viejo atrajo su atencin antes que cualquier otra cosa. Era un medalln redondo y dorado. En su centro destacaban dos peces. "PISCIS...", pens Aurora. Hechizada por aquel amuleto, pregunt a la duea del tenderete: - Cunto cuesta? - y seal el Medalln. La mujercita se volvi hacia ella y mir fijamente al colgante. - Qu cosa tan curiosa - dijo-. Estoy convencida de que ese amuleto no es mo. No lo traje yo a la feria. - Cunto cuesta? - insisti Aurora. - Bueno, tal vez est equivocada. Pero una cosa es indudable: es muy viejo, y est muy rooso. No puedo pedirte demasiado por l. Te lo doy por doscientas pesetas... Aurora tena mil, puesto que su padre le haba dado seiscientas para la feria. El Medalln era muy barato, pero tal vez su madre se enfadara si viera que se haba gastado el dinero en una cosa tan vieja y que no serva para nada. Sin embargo quera comprarlo, tena que comprarlo, deba comprarlo. Se decidi y dijo: - Est bien. Me lo llevo.

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Pag y se llev el medalln, mientras la tendera se quedaba atnita, pensando por qu aquella muchacha tena tanto inters en un pedazo de hojalata oxidada como aqul. Qu tendra de especial? Aurora se sent en un solitario banco y comenz a dar vueltas y ms vueltas al Medalln. -Cmo puedo ayudarte? - musit. Y entonces la oy. En su interior, muy hondo, oy la Cancin de PISCIS: "Doce ramos mis hermanos y yo y de los doce slo uno qued. Once ocultos aguardan en silencio que una Princesa llegue a socorrerlos". - Aydame t primero, PISCIS - susurr Aurora -. Quiero penetrar en tu secreto. Al fin hall en un costado del Medalln un pequeo botoncito. Lo oprimi y el amuleto se abri, dejando al descubierto un pequeo espejo y un nombre, grabado en el oro viejo con letras trazadas caprichosamente:

PISCIS

Volvi a cerrarlo, y entonces cay en la cuenta de que su signo zodiacal era PISCIS. Y pens que no era una casualidad. Se colg el Medalln al cuello. Trat de descifrar mentalmente las palabras de PISCIS... no lo consigui. Abri entonces el Medalln y, en voz baja, dijo: "PISCIS!". Al instante, una gran luz surgi del amuleto. El espejito brillaba con todos los colores del arco iris. El resplandor era tan cegador que Aurora tuvo que cerrar los ojos...

CAPTULO II: ZODIACCA

Cuando los volvi abrir, vio que se encontraba en una sala de doce paredes. En cada una de ellas haba dibujado un Signo Zodiacal. En el centro de la estancia haba una mesa dorada con forma de dodecgono, dividida en doce porciones, como si fuera un pastel, por doce ranuras. Cada una de estas ranuras iba del centro de la mesa a un vrtice del dodecgono. En cada una de las doce porciones haba grabado un Signo Zodiacal. La habitacin estaba iluminada con una luz violcea. Aurora se recost en su silla y sigui observando atentamente la estancia. Haba una silla en cada uno de los lados de la

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mesa. Se dio cuenta de que ella estaba sentada en la silla que tena delante la porcin de PISCIS. Tras ella estaba tambin la pared de PISCIS. Cada lado de la mesa era paralelo a una pared, y Aurora se percat de que el Signo de una pared y el de la porcin de mesa que tuviera enfrente coincidan siempre. Apoy los codos en la parte de mesa que se hallaba frente a ella, y observ largo rato los dos peces grabados. Trat de descifrar los signos que rodeaban los peces, pero eran palabras escritas en una lengua extraa. Estaba an en esta operacin cuando una voz la sobresalt. - Bienvenida a la Casa del Zodaco, Princesa Auren; te estaba esperando. Aurora vio que, cuatro sillas a su izquierda, en la pared de SAGITARIO, se sentaba un anciano de largas barbas y cabellos de plata. Llevaba una tnica que constantemente cambiaba de color, y un cinturn rojo le cea la cintura. - Soy Bhepcilus, Maestro y Guardin de ZODIACCA, del Signo SAGITARIO -se autopresent-. PISCIS te ha llamado porque necesitamos tu ayuda. - Qu puedo hacer yo, si ni siquiera s dnde estoy? - Paciencia. Te lo explicar todo -dijo Bhepcilus-. Te encuentras en ZODIACCA, el pas de los Horscopos. Aqu todo se rige mediante el Orden Zodiacal. Existen doce Medallones, uno para cada signo de Zodaco. Son poderosos, mucho, pues contienen lo poco que quede de Magia en el mundo. Por ello se guardaban celosamente aqu... hasta hace poco. Porque tu predecesora, la Princesa Petilay, quiso un da poseerlo todo y se rebel contra ZODIACCA y su Gobierno. Por eso atac este lugar, la Casa del Zodaco. Afortunadamente, May y yo logramos repeler la ofensiva, y expulsar a Petilay de nuestro pas. No obstante la Princesa, furiosa, logr consumar su venganza ante el fracaso de su Traicin: rob los Doce Medallones y, luego, con Magia Negra, arroj una Maldicin sobre los habitantes de ZODIACCA. La Magia Negra tan slo se puede contrarrestar con los Medallones y al ser indestructibles, Petilay no poda acabar con ellos para que nadie deshiciera su Sortilegio. Entonces los ocult, rodendolos de trampas y engaos. Se dice que slo la sucesora de la Princesa puede hallarlos de nuevo. Pero la Nueva Princesa estaba en el Mundo Exterior... haba que ir a buscarla. PISCIS, Duodcimo Medalln, escap de las garras de Petilay para emprender la bsqueda de una Princesa. Sali al Exterior para buscarte, y te encontr. Slo la Princesa Auren puede encontrar de nuevo los Medallones, y devolver el Orden a ZODIACCA. - Y... soy yo? Yo, la Princesa Auren?

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- Eso parece. Si has escuchado la llamada de PISCIS ya no hay lugar a dudas. Conoces la Cancin de PISCIS? Aurora asinti y recit: "Doce ramos mis hermanos y yo y de los Doce slo uno qued; Once ocultos aguardan en silencio que una Princesa llegue a socorrerlos" - Efectivamente. Todo ello prueba que t eres la Nueva Princesa, Auren. - Y qu debo hacer? - Con PISCIS puedes deshacer la Maldicin de los habitantes de la regin de PISCIS. Luego tendrs que ir a la regin de ARIES para buscar all el Primer Medalln, esto es, ARIES. Con l logrars acabar con el Hechizo de los de all. Despus ve a TAURO, y as sucesivamente. - Ha de ser por orden? - S. No debes olvidar seguir estrictamente el Orden Zodiacal. De lo contrario, de nada servir todo lo que hayamos hecho. - Otra cosa... quin esa May que mencionaste hace un rato? - Soy yo -dijo suavemente una voz-. Yo soy May. Auren vio que, dos sillones a su derecha, estaba sentada una conejita de rosadas orejas y semblante grave. Haba llegado sigilosamente mientras Bhepcilus y Auren hablaban, y se haba colocado en la parte de TAURO. -En caso de que aceptes ir contigo en la Misin, Auren -dijo Bhepcilus. - Exacto -apoy May, mientras ella y Auren se observaban mutuamente-, porque nadie te obliga. T eres quien debe decidir si quieres ayudarnos a encontrar los Doce o prefieres no correr riesgos, y volver entonces a tu casa. En ese caso, te llevaremos nosotros y tendrs que olvidar que una vez nos conocimos, porque no volveremos a encontrarnos. La eleccin est en tus manos. Bhepcilus y May miraron fijamente a Auren. sta se removi en su silla, inquieta. Saba que no poda dejar a ZODIACCA en la estacada. Bhepcilus y May confiaban en ella para hallar los medallones y salvar su pas. Pero, por otra parte, podra ser peligroso. Saba que aquello no iba en broma. Se jugaba mucho, tal vez tambin la vida. Auren se encontraba entre la espada y la pared. No era una cobarde. Jams haba sido una cobarde. Se atreva con todo. Mir el Medalln, que todava conservaba colgado del cuello, y vio con asombro que ya no estaba viejo ni abollado. Pareca en verdad una joya valiossima, finamente engarzada. Tuvo por un instante la sensacin de que PISCIS la animaba a aceptar....

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Auren era una muchacha que no sola echarse atrs ante nada y, probablemente, gracias a este rasgo de su carcter, su parte soadora venci de nuevo. - De acuerdo, acepto -dijo al fin-. Cundo nos vamos? Bhepcilus y May sonrieron, relajndose as un tanto el ambiente tenso que se respiraba en la estancia. - Ahora mismo -dijo May-. Partiremos inmediatamente. - Auren, cierra los ojos, abre a PISCIS y di su nombre -orden Bhepcilus. Auren cogi a May en brazos e hizo lo que le haba dicho el Maestro y Guardin de ZODIACCA. Abri de nuevo los ojos y se encontr con May en la orilla de un gran lago. - Es el lago PISCIS -dijo May-. Aqu viven los piscos. Son peces con aspecto algo humano, y con unas antenas en la cabeza dotadas de una sensibilidad increble. Pueden percibir muchas cosas que a un humano le pasaran inadvertidas. Suelen ser de tu tamao, ms o menos. - Hay otra cosa que quiero saber. Dnde est situada ZODIACCA? No figura en los mapas, ni nadie ha odo nunca hablar de ella. - ZODIACCA es una isla. Una isla en el Caribe. No la conoce nadie porque nadie puede traspasar la barrera de rocas que la rodea. Esto es debido a que sas no son rocas corrientes. Son transparentes, y no se aprecian a simple vista. Hay que acercarse mucho para lograr verlas. Pero aunque sean difanas como el cristal, son tan duras como el hierro. Los barcos que se aproximaban a ZODIACCA chocaban contra esta barrera; era como una fuerza invisible que los hunda. Por tal motivo esta zona se consider un misterio, y ahora la llaman "El mortal Tringulo de las Bermudas". "Tampoco los aviones tuvieron mejor suerte. Las rocas transparentes son tan elevadas que no pueden sobrevolarlas, y se estrellan contra ellas al igual que los navos. Hoy en da, muchos dan un rodeo para no pasar por aqu. De este modo el Pas de los Horscopos est a salvo de cualquier invasin del mundo real exterior. Este sitio es Magia. Por eso nada de lo que hay aqu es completamente igual a lo de fuera. Tanto en el tiempo (pues aqu las horas pasan muchsimo ms deprisa) como en el clima, ZODIACCA es diferente. "Los hombre no tienen mala intencin; pero no pueden vivir junto a la Magia. La destruiran casi sin darse cuenta. Debido a esto ZODIACCA est con los hombres, pero a la vez separada de ellos. -Por qu? A m me gusta mucho la Magia. Dragones, sirenas, brujas... a quin no le atrae todo esto?

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- T eres una Elegida. Aqu, en el Pas de los Horscopos, necesitamos seres humanos. Al fin y al cabo, la Magia la crearon ellos. Pero la mayora prefieren tener los pies en el suelo. Por tal motivo necesitamos Prncipes y princesas; personas escogidas entre una Humanidad prosaica como gente que an posee imaginacin y que cree en la Magia. Y esos son los Doce Elegidos. A ti te atrae la Magia porque eres una de ellos, la Elegida del Signo PISCIS. Pero a los dems no. Los Elegidos tienen la misin de recordar al resto de los humanos que existimos, y que seguiremos existiendo mientras haya gente que crea en nosotros". Este es el ltimo vestigio de Magia que queda en el mundo. La Magia debe seguir junto a los hombres, pero, a la vez, estar separada de ellos, pues Magia y Realidad no pueden convivir juntas. An as, la Ilusin es necesaria en la vida del hombre. Por eso ZODIACCA est dentro del mundo de la Realidad, pero slo pueden entrar en ella los que poseen imaginacin; porque la Magia debe salir fuera del Pas de los Horscopos (gracias a los Elegidos), pero la Realidad no puede entrar aqu. Por lo tanto slo los Doce Elegidos pueden entrar y salir, pero siempre para llevar la Magia a los hombres; nunca para traer la Realidad a los zodiccicos. -Cmo se sabe quines son los Elegidos? - Los Doce Medallones lo saben. Siempre hay un Elegido gobernando ZODIACCA, y se es el Prncipe. Pero si por lo que sea no puede seguir reinando, los Doce Medallones salen al Exterior para encontrar a los otros, que nada saben de su condicin de Elegidos. Porque, al fin y al cabo, t no lo supiste hasta que PISCIS te encontr, no? Cada uno de los Medallones slo puede buscar a la persona Elegida de su Signo. Como son Doce, no tardan mucho en hacerlo, aunque los Elegidos estn repartidos por todo el mundo. Pero en esta ocasin estaba PISCIS solo. No poda buscar a cualquier Elegido; slo poda ser el del Signo PISCIS. Le cost mucho, pero al fin lo logr. - Comencemos ya -propuso Auren-. Pero cmo vamos a investigar dentro del lago? Yo no puedo respirar bajo el agua. - Qu ingenua eres! -sonri May-. Estamos protegidas por un encantamiento de Bhepcilus. Podremos respirar bajo el agua, hablar y no nos mojaremos. -Estupendo! Comencemos, pues. Caa la tarde sobre ZODIACCA cuando ambas amigas se zambulleron en el lago.

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CAPTULO III: PISCIS

Una vez estuvieron en el agua, bucearon hasta el fondo y luego se dirigieron a la parte este del lago, donde May deca estaban las Colinas de Coral; esas colinas, segn May, estaban recubiertas de coral multicolor, y llenas de agujeros que los piscos usaban como viviendas. Auren se dio cuenta de que todo era como May haba dicho: no se mojaba y poda respirar perfectamente. - Cul es la Maldicin de los piscos? - le pregunt a May. - No lo s -fue la respuesta. -Y cmo puedo deshacerla? - Usando a PISCIS. - Eso ya lo s. Pero... qu debo hacer con l? -No lo s. Auren suspir. "Pues estamos apaadas!", pens. Nadaron un rato en silencio por el agua tranquila. - Alerta! -grit Auren de pronto, haciendo que May diera un respingo-. Qu es eso? Detrs de una roca se haba movido algo. -Es un pisco -susurr May-. Bueno... eso creo. - Sal, pisco! -dijo Auren-. No vamos a hacerte dao. - Estamos aqu para ayudaros -aadi May-. Vamos, no te escondas. El pisco sali de detrs de la roca. Era tan pequeo como May, y pareca muy asustado. En lugar de aletas pectorales tena unos pies descalzos en el vientre. - No me habas dicho que tuvieran pies -susurr Auren a May-, ni que fueran de tu tamao. - Es que este pisco es an muy joven. Y... -se estremeci-, adems, tengo la impresin de que los pies son su Maldicin. Es una salvaje. Auren la mir extraada, hasta que se dio cuenta de que su compaera se refera a Petilay. - Ah! Ya comprendo -musit. - Ven, pisco -dijo May, con voz dulce-. Acrcate. Cmo te llamas? - Cirzus -contest el pisco, tembloroso-. Quines sois? -Soy la Princesa Auren -dijo Auren-, traigo a PISCIS y os voy a ayudar. Guanos hasta las Colinas de Coral, por favor.

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Mas Cirzus no se movi. No pareca fiarse mucho an. - Vamos -dijo May suavemente-. Ella es la Princesa Auren, de veras, y yo soy May. Creme. No debes temer nada. Cirzus dud unos instantes, pero luego dijo: - Est bien; seguidme. No est muy lejos. Nadaron durante un rato. Al fin llegaron a una zona llena de rocas y montaas submarinas que parecan hechas de coral, de diversos colores. All haba cuevas, y multitud de piscos tan grandes como Auren, que entraban y salan de ellas, o bien recogan algas. Se poda diferenciar fcilmente los machos de las hembras, porque aquellos presentaban una coloracin muchsimo ms viva y, adems, tenan las antenas ms largas. Cuando los piscos vieron a Auren y a May con Cirzus se agruparon curiosos alrededor. - Son May y la Princesa Auren -explic Cirzus-, tienen a PISCIS y nos van a ayudar. Vienen de parte de Bhepcilus. Inmediatamente, los piscos prorrumpieron en susurros de admiracin y extraeza: - PISCIS! - Han venido a ayudarnos! - La Princesa Auren! - De parte de Bhepcilus! - Y tambin ha venido May! Los piscos seguan murmurando entre s, como si no dieran crdito a sus ojos. - Es que ha pasado tanto tiempo desde que PISCIS se escap -dijo May- que ya haban perdido la esperanza de que te encontrara y regresara contigo. Auren asinti. - Dejadme pasar! -dijo una voz autoritariamente. Todos enmudecieron y se apartaron un poco. Otro pisco, que tena en la aleta caudal una mancha con forma de estrellase aproxim a ellos. - Es el jefe -susurr Cirzus. El Jefe se acerc ms y le dijo a Auren: -Traes a PISCIS, sabes cmo deshacer el Sortilegio? - N... No -balbuce Auren. El Jefe entonces pareci enfadarse. - Entonces... para qu has venido? -inquiri, montado en clera. Y en ese momento toda la multitud comenz a gritar:

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- Eso, eso! Qu has venido a hacer aqu? Qu buscas en nuestro lago, si no puedes ayudarnos? Tanto tiempo esperando para nada! - Tarde o temprano hallaremos la solucin, estoy segura! -La voz de May se elev por encima de las de los piscos, convencida-. Tan slo tenemos que esperar, y tratar de descubrir el Secreto de PISCIS! - Esperar! -dijo un pisco, despectivamente-. Y qu crees que llevamos haciendo todo este tiempo? Y una nueva oleada de protestas envolvi a May y Auren. El nico pisco que crea en ellas era Cirzus que, algo alejado, pensaba lo que poda decir para defenderlas. Al fin una idea cruz su mente. - Escuchad! -grit-. Tengo algo muy importante que deciros! Por naturaleza los piscos son curiosos, as que se callaron para poder escuchar lo que tena que decir Cirzus. - Por qu no le preguntamos al Ermitao del Monte Piscazul? -propuso Cirzus-. Seguro que l conoce la respuesta. La multitud mir expectante al Jefe, que se haba quedado pensativo. - Es buena idea -dijo ste al fin-. Vamos a verle. l nos puede dar la solucin. No cuesta nada probar. - De qu estn hablando? - En la parte oeste del lago -fue la respuesta-, hay un monte recubierto de coral azulturquesa. Solamente se encuentran en ese monte. De lejos parece que la montaa sea de color azul-turquesa, y por eso la llamamos el Monte Piscazul. Pero lo ms importante es que all vive el Sabio Pleyk, el Ermitao del Monte Piscazul. Es el pisco ms anciano y sabio de todo el lago, y por eso debemos ir all. - Ah, bueno. Pues vamos. Comenzaron a nadar hacia las afueras del crculo de Colinas de Coral. Eran cuatro: el Jefe, Cirzus, May y Auren. Por orden del primero todos los dems piscos se quedaron all. Lejos ya de las Colinas de Coral comenz a verse en la lejana una montaa color azulturquesa. - El monte Piscazul -anunci Cirzus. Y comenzaron a hablar animadamente, hasta que el Jefe los cort para llevarse aparte a Auren.

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- He de advertirte una cosa -dijo-: a Pleyk no le gusta que entre demasiada gente a la vez en su caverna, de modo que tendrs que ir t sola. Mas si te da miedo entrar, ya puedo ir yo en tu lugar. - No, ir yo sola -decidi Auren. - Como quieras, Princesa. Auren se uni de nuevo a la conversacin que mantenan Cirzus y May. Pero el Jefe volvi a interrumpirles: - Silencio, que ya falta muy poco -hizo notar-, y a Pleyk no le agradan los ruidos. Cuando alcanzaron la falda del monte, el Jefe los gui hasta una caverna. - Es aqu -dijo en voz baja. Los otros no se atrevieron a hablar. Auren agit la mano con gesto de despedida y entr. La cueva estaba oscura en el primer tramo, pero PISCIS emita un suave resplandor dorado que permita al menos la visibilidad. Auren avanz con precaucin, preparndose un discurso para cuando estuviera frente al pisco ms sabio de PISCIS. "Dicen que es el ms anciano", pens. "Si tanto ha vivido, seguro que conoce la forma en que tengo que usar a PISCIS para conseguir deshacer la Maldicin". Segn fue adentrndose en el tnel, las paredes de roca recubiertas de algas comenzaron a brillar con un bello fulgor azul-turquesa, que devolvi a Auren la confianza en s misma. "Qu hermoso!", pens. Del techo colgaban estalactitas de coral azul de caprichosas formas, que se movan con el vaivn de la corriente. No se oa ni un ruido, todo era paz y serenidad. De vez en cuando un pececillo curioso asomaba por entre las rocas, volvindose a ocultar rpidamente al ver a Auren, que miraba admirada todo lo que le rodeaba. "No me extraa que Pleyk quiera vivir slo aqu, alejado de las Colinas de Coral", se dijo. "Esto es un verdadero paraso de silencio y calma". Al cabo de un rato Auren vio que la luz se haca ms intensa all, al final del pasadizo. Nad un poco ms aprisa; por fin lleg a un lugar donde el tnel se ensanchaba bruscamente, dando lugar a una amplia sala. Auren entr. Al fondo de la estancia haba un trono de coral, que pareca hecho naturalmente. Y Pleyk, el Ermitao, haba sabido aprovecharlo. El trono estaba ocupado por un viejo pisco de cabellos muy blancos y aspecto venerable. Sus ojillos, inquietos y cansados a la vez, miraban a Auren con curiosidad. En su rostro se reflejaba todo el tiempo que haba vivido. Era Pleyk, el Ermitao del Monte Piscazul.

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Se observaron mutuamente, sin decir una palabra. Pleyk estaba tranquilo, Auren nerviosa. Al ver al Ermitao, todo lo que haba pensado decirle en un principio se le haba olvidado, como si su mirada tuviera un efecto mgico. Pleyk la miraba con calma, como diciendo con sus ojos grises: "Por fin has venido eh? Eres como yo te imaginaba". Y Auren se percat de una cosa: Pleyk no tena la Maldicin. Tena las aletas pectorales en su sitio, y, desde luego, no se parecan en nada a los pies que tenan los piscos de fuera, desfigurados. "Qu raro", pens. "Tendr algn poder, alguna clase de Magia que pueda combatir la de Petilay?". Se estremeci. "O tal vez es aliado de ella. No tendra sentido que a un partidario suyo le echara una Maldicin". Se acerc ms, an sin saber qu decir. Entonces fue el Ermitao quien, por primera vez desde que Auren llegara, despeg los labios, para decir con voz cansina: - Bienvenida a mi humilde morada, Princesa Auren. Te esperaba desde hace mucho, s, desde hace mucho... Auren retrocedi instintivamente. El Ermitao se le antojaba tan misterioso... Pleyk se dio cuenta de su vacilacin y dijo, con un cierto matiz burln en su voz: -Me tienes miedo, acaso? Quin lo hubiera dicho de la Princesa de ZODIACCA...! Auren se enderez. - Yo no le tengo miedo a nada -declar, pero tu voz no sonaba muy convincente, tal vez porque segua sintiendo respeto por el Anciano, y no se atreva a levantarle la voz. Pero, de todas formas, se aproxim ms. Pleyk ri sofocadamente. - Has venido a pedirme consejo, no? -dijo-. Y yo s muy bien cul es tu pregunta, s, la conozco, y tambin la respuesta. Pareca como si estuviera entablando una batalla consigo mismo para poder continuar hablando. Sus aos ya le fallaban y probablemente no podra seguir vivo mucho tiempo. "Debe ser muy anciano", se dijo Auren, conmovida y admirada. - Bueno, en realidad -pudo decir al fin Auren-, yo he venido para preguntarle una cosa, pero adems quisiera que me dijera... bueno.. -tartamude- yo... querra que me respondiese a otra pregunta. Y es la siguiente... por qu no tiene usted la Maldicin? Es que es usted mago... o aliado de Petilay? El Ermitao sonri.

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- No, no soy aliado de Petilay -dijo-. No lo soy, ni lo ser nunca, despus de lo que hizo con los piscos. Tampoco soy mago. -Se removi en su silln con regocijo; era evidente que la idea le haba parecido muy divertida-. Si lo fuera... no te parece que ya habra acabado con la Maldicin, si pudiera? Sabes muy bien que la Magia Negra de Petilay no se puede combatir sino con los Medallones. Y t tienes a PISCIS, no? - Entonces...? -quiso saber Auren, desorientada-. Por qu se libr usted y los dems no? - La respuesta es muy sencilla: Petilay quera hacer dao, comprendes? Auren neg con la cabeza. - Quera hacer dao -repiti Pleyk- Y conmigo no lo hubiera conseguido. A m no me importara tener pies o no. Esto Petilay lo saba, y por eso hizo lo que ms me poda herir: no echarme a m la Maldicin. Crees que a m me gusta estar aqu, completamente normal, mientras all fuera los piscos estn deformados? Y entonces Auren comprendi. "Se siente culpable", se dijo. "Y precisamente de ser como es. No debe ser agradable salir y encontrarse con que todos lo sealan con el dedo, diciendo: "Ese pisco no tiene la Maldicin. Es aliado de Petilay, es un brujo o es que esconde a PISCIS y no nos lo ha dicho..." Por eso se oculta. No quiere que los piscos se pongan contra l, porque siente como si todos fueran hijos suyos". - Petilay lo saba -prosigui el Anciano-, conoca el medio de hacerme infeliz. Fue muy astuta, s, muy astuta... Y Pleyk termin hablando para s mismo. - Ehemmmmmm... - carraspe Auren. El Ermitao volvi a la realidad. - Eh? Qu?... Ah, s, es verdad, queras preguntarme algo -dijo confuso-. Dmelo de una vez, porque nos hemos andado por las ramas, no es cierto? -Esto... bueno... - No balbucees tanto - dijo Pleyk, molesto -, y haba ya. - Lo que... lo que yo querra saber... es... cmo deshacer la Maldicin de los piscos. - Mediante PISCIS puedes lograrlo. -Eso ya lo s -gru Auren -. Pero... cmo lo uso? - T eres la Princesa, y slo t lo sabes. - Eh? Cmo? Yo...? - Y quin si no? Es muy sencillo. Slo tienes que mirar en tu corazn, porque PISCIS y t sois una sola cosa. T conoces todos sus secretos, aunque no lo sepas. Tienes que mirar en tu interior, leer en tu corazn, y entonces sabrs lo que PISCIS quiere que hagas. Es muy

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sencillo, s, muy sencillo... Disculpa, estoy cansado. Ya soy viejo, y hablar durante tanto tiempo me agota. De forma que adis, de nada y que tengas suerte. Y el Ermitao cerr los ojos. - No, espere! -grit Auren-. Usted me dijo que tena una respuesta a mi pregunta! - Y, efectivamente, la tena -dijo Pleyk, abriendo los ojos-. Y te he dado mi respuesta. Me has preguntado cmo curar a los piscos, y yo te he dicho que mirando en tu corazn... qu ms quieres? Pleyk cerr los ojos. - Oiga! -insisti Auren. - Qu? -pregunt el Ermitao, abriendo los ojos. - Y ... y si me equivoco? - Pues te equivocaste! -Y cerr definitivamente los ojos. - Por favor! - Demasiado tarde. Auren se dio por vencida. Saba que nada ms iba a sacar de l, de forma que sali de la sala y comenz a nadar en direccin a la salida. A sus espaldas oy la voz criticona de Pleyk: - No te da vergenza? Eres la Princesa de toda ZODIACCA y no eres capaz de tomar tus propias decisiones! Habrse visto! Auren no contest. "En el fondo tiene razn", pens. Pero no se desanim. "PISCIS", se dijo, "PISCIS" me ayudar. Liberaremos a los piscos de su Maldicin. Con PISCIS lo lograr. Juntos encontraremos la manera de conseguirlo..." Cuando sali de la gruta, Cirzus se abalanz sobre ella, en tanto que May y el Jefe la miraban interrogantes. - Qu te ha dicho? -preguntaba Cirzus . Quiero saberlo todo. "Pues se va a quedar con las ganas", pens May al ver la mirada de Auren. Y, efectivamente, Auren no dijo nada sobre su visita al Ermitao del Monte Piscazul. El viaje de vuelta a las Colinas lo hizo sumida en un mutismo total, meditando las palabras de Pleyk. El Jefe la mir de reojo un par de veces, pero saba que en aquellos momentos no poda ni deba molestarla, de forma que no le dijo nada. Al llegar, Auren encarg al Jefe que congregara all a todos los piscos del lago. - Y Pleyk? - No hace falta que venga.

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Y Auren no dijo nada ms hasta que, pasadas dos horas, le anunciaron que ya estaban todos. Entonces murmur, como perdida en sus propios pensamientos: - Muy bien; aseguraos que no falta nadie. Cuando se lo confirmaron, Auren asinti. Se acerc a la multitud de piscos y trep a un montculo cubierto de algas rojas. Luego alz la mano, solicitando silencio y atencin. Cuando todos callaron y un silencio total rein en el lago, Auren se decidi a hablar por fin. Y dijo: - Yo soy, como todos sabis, la Princesa Auren. PISCIS sali al Exterior a buscarme y, cuando me encontr, me llam solicitando ayuda. Me trajo hasta aqu para que yo pudiera deshacer el Sortilegio de Petilay. No conoca el modo de hacerlo hasta ahora y, an as, no estoy todava segura de que sea ste. Por eso quiero que os atengis a las instrucciones que yo os d, pues lo nico que s es que si esto sale mal, no sabr qu hacer despus, as que, por favor, os ruego la mayor colaboracin posible. Respir profundamente y continu: - Quiero que, a una seal ma, cerris todos los ojos y digis el nombre del Medalln que os representa. Yo tendr PISCIS puesto y lo abrir cuando sea el momento. Dos cosas son imprescindibles: la primera, que no abris los ojos, porque la energa liberada por el Duodcimo Medalln en forma de luz os hara dao a los ojos. Y, la segunda, que no se despiste nadie, porque todos debis decirlo a la vez. Se puso a PISCIS al cuello y lo abri. Todos estaban expectantes, aguardando. - Ahora! -grit Auren. Segn sus instrucciones, todos los piscos cerraron los ojos y dijeron a una: - PISCIS! Una luz brillante eman entonces del Medalln, envolvindolo todo. Los que cometan la imprudencia de abrir los ojos tenan que volver a cerrarlos inmediatamente ante la cegadora luz que emita PISCIS. Cuando ces el resplandor, algunos se atrevieron a abrir los ojos, y lo que vieron les dej asombrados. Todos agitaron alegres sus recuperadas aletas pectorales; ya no haba Maldicin, al menos all, en el lago PISCIS. Auren pensaba en esto mientras escuchaba los gritos de alegra de los piscos. Hizo una seal a May. - Ahora toca ARIES -le dijo. May asinti. - No podemos quedarnos aqu por ms tiempo. Toda ZODIACCA pide nuestra ayuda, Auren.

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Auren estaba de acuerdo con May en este punto, as que, cuando los piscos las invitaron a las grandes fiestas que se celebraran en su honor, rehus: - No, gracias. Tenemos una Misin que cumplir, y partiremos sin demora, verdad, May? - Arriba es casi de noche -dijo May, sensatamente, mirando a Auren-. Saldremos al amanecer. - Prometedme que volveris - pidi Cirzus, dolido por tener que separarse de sus amigas. Auren y May se miraron. - Lo intentaremos, al menos. Puedes estar seguro, Cirzus -dijeron. Despus de una nutritiva cena a base de algas, Solia, la madre de Cirzus, les ofreci alojamiento en su casa. Auren se durmi nada ms tocar las sbanas, pues las emociones del da la haban agotado. Al da siguiente Auren y May se despidieron de los piscos y nadaron hacia la superficie, provistas de mantas y provisiones que seguramente les seran de mucha utilidad en su viaje hacia ARIES. Cuando alcanzaron la orilla, se sentaron a descansar. Al rato May llam la atencin de Auren: - Fjate. PISCIS est brillando: Auren lo mir. Emita destellos rojos y dorados, como si fueran seales. Obedeciendo a un impulso, lo abri. En el espejo irisado apareca ahora la imagen de Bhepcilus, que le deca: - Has logrado efectuar el sortilegio que permite deshacer la Maldicin de los piscos. Ahora May y t debis encaminar vuestros pasos hacia la regin de ARIES. Cuando os encontris all, os revelar cuanto s sobre su paradero. Dicho esto la imagen se esfum. Auren cerr el Medalln y dijo a May: - Por dnde se va a ARIES? Ella se qued pensativa unos instantes. - Vamos al camino -dijo al fin-. All sabr dnde estamos y te lo dir. Atravesaron las hileras de rboles que separaban el lago del camino, y se encontraron en la frontera. May mir frente a ella. - Las regiones estn delimitadas por caminos que recorren toda ZODIACCA -explic-. Esa regin que tenemos enfrente es LEO, luego... a la izquierda! Es elcamino ms corto. Y comenzaron a caminar. Mientras, May narraba a Auren cmo un da Petilay haba atacado la Casa del Zodaco.

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Ya haca tiempo que se rumoreaba que la Princesa preparaba una traicin. Adems, la desaparicin de Talen el Magno y Talon el Magnnimo, Zogmenes Reales de Petilay (segn explic May, los zogmenes eran los habitantes de GMINIS), sirvi para echar ms lea al fuego. May se interrumpi cuando vio que el camino se bifurcaba. Tomaron el sendero de la derecha, y luego siguieron recto. Entonces May reanud su relato: Petilay crea que un ataque a la Casa del Zodaco podra ser la solucin; si lograba que sta cayese en su poder, toda ZODIACCA se rendira. -Pero... dnde est situada la Casa del Zodaco? May le dijo que ya se enterara ms adelante, que nadie en ZODIACCA salvo Bhepcilus y ella, saba su situacin exacta. Un da Petilay haba atacado por sorpresa la Casa del Zodaco pero May, pese a que no quera dar crdito a las habladuras, estaba preparada. Haba sido una batalla en carnizada en la que, afortunadamente, Petilay se haba llevado la peor parte. Furiosa por su fracaso, ocult los Medallones para que nadie pudiera deshacer la Maldicin que iba a lanzar sobre los habitantes de ZODIACCA. En casos extremos, los Medallones no salen de sus regiones. Petilay lo saba y por eso tuvo que ocultar cada Medalln en su regin. De lo contrario, los Doce hubieran vuelto con Bhepcilus. Luego la expulsaron de ZODIACCA, quitndole el poder que tena para abrir una Puerta entre el Pas de los Horscopos y su mundo. Sin embargo, los Medallones estaban escondidos, y en cada regin haba una Maldicin diferente. Y slo podan ser encontrados por una persona Elegida. Pero ni May ni Bhepcilus podan salir al Exterior a buscar a una. As estaban las cosas cuando PISCIS, Duodcimo Medalln, logr escapar de su escondite para llegar hasta Bhepcilus, que lo envi al Exterior en busca de un Elegido. No era tan fcil. Los Doce Elegidos estaban repartidos por todos los rincones del mundo y, si hubiesen estado todos los Medallones, tal vez hubiera resultado ms sencillo. Pero no, PISCIS estaba solo, y solamente era capaz de encontrar al Elegido de su Signo. Una bsqueda que aparentemente no tena sentido, pues encontrar a una persona determinada en todo el mundo podra llevarle mucho tiempo. Pero el poder del Horscopo era muy grande. Los Medallones y los Elegidos se atraan mutuamente, porque Magia e Imaginacin son una misma cosa. Si no hubiera influido el Horscopo, cualquiera del los Doce Elegidos podra

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haber estado ahora en ZODIACCA en lugar de Auren. Pero no, porque PISCIS slo poda encontrar a la persona Elegida de su Signo. Era muy difcil. Sin embargo, PISCIS y Auren se atraan mutuamente. Por eso sta haba guiado a PISCIS hasta su pas, su ciudad y su barrio. Y luego el Duodcimo Medalln la haba llamado, y ella haba escuchado, la llamada, y haba acudido. Terminaba de hablar May cuando, al caer la tarde, encontra ron un sendero que se cruzaba con el que ella seguan. - ste es el fin del camino -dijo May-. Y de nuestro viaje a ARIES tambin. Ya era la hora del crepsculo, y tras el camino slo se vean sombras. May y Auren haban agotado todas sus provisiones durante el viaje, pero ahora estaban por fin frente a la regin de ARIES. - Vamos, antes de que se nos eche encima la noche -dijo May-. Cruzaron la senda y penetraron en la Primera Regin.

CAPTULO IV: ARIES

Ya era de noche cuando May y Auren decidieron acampar. Haban llegado casi hasta las riberas del Arroyo Masyr, quedando a su derecha la Cordillera del Oeste. Pero no haban encontrado a ningn fauno (segn May, los faunos eran los habitantes de ARIES). Desistieron entonces de seguir caminando y lo dispusieron todo para pasar la noche en un claro del bosque. Se hicieron sendas camas de musgo, encendieron una fogata delimitada por piedras, se sentaron y se quedaron pensativas durante un rato, hasta que May dijo: - No es va la hora de cenar? - Eh? -pregunt Auren, como si cayese de las nubes. - Digo que tendramos que buscar algo de comer; ya se nos han agotado las provisiones, y es hora de cenar. - No me lo recuerdes -gru Auren-. Ya no queda nada de comer, o sea, que habr que confiar en la hospitalidad de los faunos maana. - No hace falta -dijo May alegremente-. Aqu en el bosque debe haber algo comestible, no te parece? Confiemos mejor en la Naturaleza.

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Auren acept y ambas se levantaron para buscar algo de cenar. Antes de irse, cogieron dos ramas y les prendieron fuego, para iluminarse el camino, a modo de antorchas. No se alejaron de masiado, por miedo a perder de vista el campamento. Hasta que, explorando el lugar a la vacilante luz de las antorchas, May descubri algo. - Trboles! -dijo, y sali disparada, perdindose en la oscuridad. Auren no se movi del sitio durante un rato. Luego, despacio, comenz a buscar a May. - May! -susurr. Oy entonces la voz de su amiga: - Ven, Auren. Este sitio es formidable. Auren por fin localiz a May, y se coloc junto a ella. Mir entonces alrededor. - El suelo est cubierto de trboles -inform May-. La ventaja de ser conejo es que puedes comer prcticamente en cualquier sitio. En cuanto a ti, mira. -Y seal a su alrededor-. Esto est lleno de rboles frutales. Sus frutas estn bajas, fciles de coger. Auren asinti. Tom una manzana de un rbol que haba por all, y, mientras la mordisqueaba, dijo distradamente: - Creo que ser mejor que traslademos el campamento aqu. May estaba de acuerdo, de modo que volvieron para recoger las mantas y apagar la hoguera, que se haban dejado encendida. Pero al llegar comprobaron con sorpresa que las cosas no se encontraban de la forma en que ellas las haban dejado. Los lechos de musgo estaban muy desordenados, casi deshechos. Las mantas estaban por ah tiradas de cualquier manera, haban apagado la hoguera arrojando agua encima y la chaqueta de Auren estaba colgada de un rbol, afortunadamente, no demasiado alta. Todo haba sido sometido a un minucioso registro. - Quin puede haber hecho esto? -dijo Auren, recogiendo su chaqueta. May se encogi de hombros. - Debe de haber sido algn Vigilante. - Vi...Vigilante? -Auren crey no haber odo muy bien. - Aj -dijo May, mientras ambas lo recogan todo-, los faunos nombran a los Vigilantes, que son otros faunos que se dedican a cuidar el bosque y la montaa de los intrusos, las basuras y los incendios. Los faunos son grandes amantes de la Naturaleza. - Cmo son los faunos?

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- Son hombrecillos de patas de cabra y cuernos tambin. Viven en aldeas, y tocan armnicas de caas hechas por ellos. May meti todo el musgo en la chaqueta de Auren y la cogi por las mangas, como si fuera una cesta. Auren, por su parte, recogi las mantas y las dobl. Ambas se encaminaron, antorchas en ristre, al claro de los rboles frutales. - Cmo viven los faunos? - quiso saber Auren. - En poblados -le contest -May-. Estn formados por diez o doce casas, hechas de barro y piedras con techo de paja. En las aldeas ms importantes, como son Ebifos, Taminos y Arres, suele haber ms faunos, y por eso son de veinticinco casas o ms. Al amanecer algunos se van al bosque, otros al monte. All fabrican armnicas y las tocan. Son seres solitarios y, sin embargo, hogareos. Se pasan el da fuera y al anochecer vuelven a sus casas. - Y, qu comen? - Poseen un huerto en cada aldea. Se reparten las hortalizas equitativamente entre cada familia y, como es un huerto grande, tienen para bastante tiempo, contando con las frutas y bayas que recogen en el bosque. Por la maana los hombres adultos se van a su lugar predilecto donde suelen componer las melodas, ya que cada mes se celebra el Concurso de Melodas. El que lo gana... -Ya hemos llegado - anunci Auren . Encendieron otra fogata, arreglaron el musgo y se sentaron sobre l. -...el fauno que gana el Concurso de Melodas es proclamado Jefe de su poblado durante un mes, hasta que, al mes siguiente, eligen a otro -prosigui May-. Si es el Jefe el que gana el Concurso, sigue siendo Jefe hasta que le gane otro. Son los nios los que se ocupan del huerto, y las mujeres las que cuidan de las faenas del hogar. Cuando un fauno considera que su hijo ya tiene el juicio suficiente lo lleva al monte o al bosque con l, y le ensea todo lo que un fauno debe saber: a tocar melodas, a componerlas, a construir armnicas, etc. Cuando ha aprendido, lo lleva ante el Jefe de la aldea, que lo presenta a los dems como un adulto ms. Si es nia, cuando su madre ya cree que es lo suficientemente mayor, la instruye en el arte del hogar; le ensea a cocinar, a coser, a limpiar, a distribuir la comida... en fin, todo lo que debe saber una buena ama de casa. Cuando la nia ya est preparada, su madre la lleva ante la pariente femenina ms prxima al Jefe, si ste no est casado. Y si lo est, a su esposa, que la presenta a la aldea como una adulta ms. Sobre esa edad ya comienzan los faunos a buscar pareja. Si uno se enamora, lleva a la que le gusta hasta el lugar donde suele buscar meloda, y se le declara. A continuacin, le

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obsequia tocando para ella la meloda ms bonita que haya inventado. Muchos inventan una meloda especial para la ocasin. Eso, ltimamente est de moda. Decir "sta la he compuesto slo para ti" es lo que les gusta hacer ahora. Si la fauno dice que s, los casa el Jefe de la aldea y se construyen una cabaa. Si dice que no, el frustrado enamorado se va de peregrinacin por toda ARIES y no vuelve hasta pasadas dos semanas, como mnimo. Despus, cuando regresa, vive solitario hasta que la fauno acceda o hasta que encuentre a otra y se vuelva a enamorar. - Y el Jurado de los Concursos de Melodas ...quines lo constituyen? - Los ancianos que por su vejez ya no pueden subir a los montes y estn retirados. Siempre son imparciales, y por eso cada mes reina en cada aldea la persona que por sus melodas ms se lo merece. Respecto a la geografa de ARIES, te dir que da al mar, y que sus ros principales son el Ro de Plata y el Arroyo Masyr. Cerca de nosotras est la Cordillera del Oeste, aunque ms bien est situada en el Suroeste. Tambin, al norte, junto al mar, est el Bosque Dorado. Y al este, la Montaa Gris. Pero no s exactamente dnde est situada cada cosa. - Mejor ser que durmamos ya; ahora que conozco las costumbres de los faunos, me siento menos extraa. Pero el fuego est casi apagado, es muy tarde y ms nos vale descansar esta noche. Se echaron sobre las camas de musgo y se cubrieron con las mantas. - Buenas noches -dijo Auren-, maana tenemos mucho que hacer. - Cmo? - la voz de May le lleg soolienta desde su lecho de musgo. - Nada. Durmete. La hoguera se extingui a los diez minutos, pero, para entonces, las dos amigas estaban ya profundamente dormidas. Al da siguiente, Auren not que le tiraban de la manta. - Levntate ya, pesada!. Hace rato que ha amanecido y tenemos mucho que hacer. - May repiti la frase que Auren pronunciara la noche anterior como su mejor arma para conseguir despertarla. Auren se levant, bostezando. - Necesito lavarme la cara, estoy legaosa -dijo. May le seal la ribera del Arroyo Masyr, que no estaba lejos de donde ellas haban acampado. Despus de lavarse, volvi junto a May. Ambas desayunaron y luego recogieron las cosas. No sabiendo a dnde dirigirse, optaron por caminar simplemente hacia adelante, siguiendo el curso del arroyo.

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Al rato, May seal una columna de humo entre los rboles que se elevaba hacia el cielo. - Mira! - dijo a Auren. - Es un incendio! Vamos, corre...! -Y Auren ech a correr en direccin a la negra columna. May se qued boquiabierta, pero luego reaccion y comenz a correr hasta ponerse a la altura de Auren. - Espera! - grit. Auren no hizo caso. Amaba la Naturaleza y no poda soportar la idea de que un incendio pudiera destruir todo aquel paraso sin contaminacin. May se agarr de su pierna fuertemente, tratando de frenarla en su loca carrera. Auren segua sin detenerse y May le chill: - Para Auren!. Piensa que, si hubiera un incendio, los faunos ya lo tendran controlado... tienen Vigilantes! No te lo dije anoche? Paraaaaa! Mas Auren continu corriendo. Una llamada se haba odo en ella desde su ms tierna infancia: una llamada de auxilio de la Naturaleza y, sobre todo, de los rboles. Cuando alguien encenda un cigarro en el bosque o arrojaba all basura, parecan decir: "Aydanos! El fuego nos destruir y, con el tiempo, las basuras pudrirn nuestras races. Estamos encadenados a la tierra, no podemos escapar!". May pens que no tena sentido seguir sujeta a la pierna de Auren porque, de todas formas, no se iba a detener, as que la solt. Observ exhausta cmo su amiga se alejaba corriendo y cruzaba el Arroyo en direccin al humo. Moviendo la cabeza, volvi al campamento, recogi las cosas y pens mientras lo haca: "Va directa a Taminos. Tal vez la encuentre all. Me lleva mucha ventaja, pero..." Auren corra por el bosque, cuando crey escuchar un suspiro, seguido de un sollozo incontenido. Se dirigi hacia all, movida por la curiosidad. Cuando comenzaba a pensar que haba sido fruto de su imaginacin, otro suspiro an ms fuerte rasg el silencio. Se aproxim un poco ms y, apartando unos matorrales, vio a un joven fauno sentado sobre una roca con aspecto muy abatido. Era ms bien bajito, y llevaba el torso desnudo. Su rostro reflejaba una tristeza profunda y, a la vez pareca enfadado, enfadado y furioso consigo mismo y con los dems. Auren, por el momento, decidi permanecer oculta. El fauno comenz a dibujar algo en al suelo, luego lo borraba, lo dibujaba de nuevo, lo borraba otra vez y vuelta a empezar. Su dedo se deslizaba sobre la tierra trazando la imagen de algo que l conoca muy bien.

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Auren se incorpor ligeramente y se estir para ver lo que era. Descubri que se trataba de una armnica, era el dibujo de una armnica de caas. Al intentar volver a su anterior posicin tras el matorral, ste cruji y el fauno se incorpor, asustado. - Quin anda ah? - pregunt con desconfianza. - Soy yo -dijo Auren, saliendo de su escondite-. Soy Princesa Auren, y tengo a PISCIS. El fauno se relaj al ver el Medalln. - Y qu? -dijo malhumorado-. Si no tienes a ARIES, podrs hacer. - No eres muy hospitalario -observ Auren . Claro que no tengo a ARIES; he venido para buscarlo. A... a propsito -aadi-, cul es vuestra Maldicin? - Bah! Ni siquiera sabes eso. Vaya Princesa! - No crees en m? Pues entonces, ve al lago PISCIS y comprueba por ti mismo que all ya no hay Sortilegio! El fauno asinti de mala gana. - Pero no tienes idea de dnde est ARIES, verdad? -dijo-. Pues as, poco vas a conseguir, me parece, porque en toda la regin nadie sabe nada. Es muy fcil ir a PISCIS con el Duodcimo Medalln y curar a los piscos, pero aqu no te va a ser tan fcil si no tienes a ARIES. - Creo que tienes razn. Sin embargo, Bhepcilus sabe algo, me lo dijo -Auren adopt un tono de voz a la vez amistoso y confidencial. Cualquiera hubiera pensado, al orla hablar, que ella y el fauno se conocan de toda la vida-. De todas formas, antes de comenzar nada, me gustara saber cul es vuestra Maldicin. Entonces el fauno comenz a lamentarse: - Qu horror! Ya no puedo tocar, nadie puede tocar ahora, y no ser Jefe, y seguirn considerndome un holgazn para siempre. Ya ni siquiera Sol cree en m, y, si toco la armnica, Terak vendr, pero yo quiero demostrar a todos que puedo... Oh, es espantoso, sencillamente espantoso!. - Eh, para! Por qu no puedes tocar? Quin es Terak? - Terak es el Habitante Eterno de las entraas de la tierra de ARIES. Vive bajo el suelo, desde que existe ZODIACCIA, debajo de ARIES, siempre debajo de ARIES. Duerme. Es muy, muy grande. -Qu... qu quieres decir? Do.. do... dnde has dicho que viv... que vive? - tartamude Auren. El fauno seal el suelo.

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- Bajo nuestros pies -inform. Al ver el creciente nerviosismo de Auren aadi-: No pasa nada. l duerme, ya te lo he dicho. Hemos convivido en paz desde los tiempos remotos de Pan. Los faunos y l somos como hermanos. Desde el Pacto que Pan hizo con Terak, no ha pasado nada. Nosotros no lo molestbamos y l no nos molestaba a nosotros. Le gustaba el arrullo de nuestras melodas, le ayudaba a dormir. Pero fue Petilay... hubo un encantamiento. Algo hay que el sueo de Terak... algo en nuestras armnicas de caas. Se enfurece. No puede ya aguantar el sonido de nuestra msica. Si alguien osa tocar su armnica, se despierta y surge de las entraas de la tierra para castigarlo. Destruye su aldea. Hemos tenido que reconstruirlas todas. La ltima fue Arres. An estn trabajando en ella. Y despus de aquella masacre, los Jefes se reunieron y tomaron la decisin de hacer una hoguera en cada aldea... para quemar TODAS las armnicas. Slo una dejaron. Est en Ebifos, es la armnica de Pan, nuestro ms antiguo Antepasado, Patriarca de los Faunos. Se guarda como pieza histrica all, en Ebifos. - Entonces ...slo queda una? El fauno asinti abatido. - Hoy quemaron las ltimas. -Mir a Auren, con un brillo extrao en la mirada-. Tienes que encontrar a ARIES -dijo-. Llevo cinco meses esperndote, esperando que lo encuentres y que pueda tocar de nuevo una armnica. Desde que el Consejo tom la decisin de incinerarlas todas, llevo aguardando el momento en que yo pueda volver a trabajar en mi Sinfona Silvestre. Si la acabo, la tocar en el prximo Concurso y, si gano... -Volvi a fijar su mirada en Auren y dijo con amargura-: Quin soy yo? Qu sobrenombre me han puesto los faunos de mi aldea? S, yo soy Sen, el Holgazn, el Gandul. Mis melodas jams han sido ni dignas de participar en el Concurso, porque prcticamente desde que aprend a tocar he estado componiendo una que hiciera historia en ARIES: mi Sinfona Silvestre. La tena casi acabada, slo unas notas y ya estara lista. Se dej caer sobre una roca, y suspir: - Ahora ya no sirve para nada. Para nada. - Encontrar a ARIES - prometi Auren-. Cmo te llamas? - Sen. Oye, es cierto que estuviste en la Casa del Zodaco? Auren mir a Sen, pensando que otra vez se burlaba de ella. Sin embargo, corrigi su primera impresin al no encontrar en sus ojos nada ms que curiosidad. - Naturalmente -dijo. - Conociste a May? Entonces, Auren se acord de una cosa: - Es cierto, May! -exclam-. No pudo alcanzarme cuando yo corra hacia el incendio.

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- Venas con May? Auren asinti. -De qu incendio hablabas antes? Auren seal la negra columna de humo, que ahora ya no era ms que un hilo que suba hacia el azul del cielo entre los rboles. Sen se ech a rer. - Eso no es un incendio -dijo-. Es la hoguera en la que han quemado las ltimas armnicas hoy. En ARIES no suele haber incendios. Tenemos Vigilantes, que guardan da y noche el bosque, la montaa y los prados. Auren se reprendi a s misma por haber olvidado lo que May le dijera la noche anterior. - De todas formas -gru- yo no he venido aqu para apagar fuegos. De pronto, Sen seal a PISCIS. -Mira tu Medalln! - dijo. Auren lo mir. Ya volva otra vez a relucir con destellos rojizos. Sonri y le explic a Sen: - Me lo imaginaba. Es cosa de Bhepcilus, es su manera de llamarme la atencin. Y, por si no lo sabas, PISCIS no es mo, no pertenece a nadie; slo a s mismo. Abri el Medalln y de nuevo la imagen de Bhepcilus apareci en el espejito. Sen se coloc tras Auren para poder mirar el Medalln por encima de su hombro. - Qu sabes del asunto? -pregunt Auren a la imagen. - Poca cosa -fue la respuesta-. Sin embargo, prefiero decrtelo todo cuando est May contigo. Y la imagen desapareci. - Era Bhepcilus? - interrog Sen, mientras Auren cerraba el Medalln. Auren asinti. - Llvame a tu aldea -pidi-. Quiero que todos sepan que May yo hemos llegado. - No est lejos. Se llama Taminos, y es una de las ms grandes de ARIES. Se encaminaron hacia all, y, mientras, Sen iba hablando a Auren de su Sinfona Silvestre. - Quiero -deca- que todos se den cuenta de que no se puede hacer una buena meloda de un mes para otro. Las melodas de los dems no son muy bonitas, pero, como nadie las supera, pueden competir entre s. Sin embargo, cuando uno se pone de veras a trabajar en una meloda, no slo para ganar un estpido concurso, sino adems porque le gusta arrancar msica a la armnica, siempre sale mucho mejor si trabaja duro en ello. En un mes mi Sinfona Silvestre no lista, y sera slo una meloda de tantas otras. Todos me consideran un

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holgazn porque cuando toco en los Concursos lo hago improvisando, porque no tengo tiempo para componer una meloda, pensando en mi Sinfona Silvestre. Y as, quin puede ganar? Pero eso a m no me importa. No me importa ganar o perder, ser Jefe o no, pero todos los de Taminos has sido Jefes por lo menos una vez, y yo ni eso. Y, como consecuencia, la gente no me toma en cuenta, los nios se burlan de m, mi padre se avergenza de tener un hijo tan perezoso, y Sol, la que antao fue mi mejor amiga, hace todo lo posible por molestarme, porque dice que la he decepcionado. - Y por qu no les cuentas lo que ests haciendo? - Porque quiero que sea una sorpresa par todos, y sobre todo para Sol; quiero que me quieran por lo que soy, y no por lo que hago, pero, puesto que no es posible, quiero que se den cuenta de que las apariencias engaan, y que no soy un holgazn. Al fin llegaron a Taminos. Haba all una hoguera limitada con piedras y varios faunos alrededor, contemplndola silenciosos. - Ejem... - carraspe Sen. Los faunos entonces repararon en ellos y miraron a Sen con ojos interrogantes. - Es la Princesa Auren -explic Sen-. Tiene a PISCIS y ha venido a buscar a ARIES. Los faunos miraron a Auren con incredulidad y escepticismo. Muchos se esforzaron por contener una carcajada, y otros rieron sin intentar eso siquiera. Slo una fauno estaba seria. Pareca enfadada, y miraba a Auren de arriba a abajo. Auren se mir a s misma. Comprenda los sentimientos de los faunos, porque all estaba ella, vestida con unos pantalones vaqueros, una camiseta de manga corta y una chaqueta roja de chandal atada a la cintura; su madre se haba empeado en que se la llevase con la excusa de que cuando volvieran de la feria hara fro. En verdad, no pareca una Princesa, ni mucho menos. Era natural que los faunos, que haban esperado con impaciencia la llegada de la Princesa Auren, la que deba encontrar los Medallones y salvar a ZODIACCA, pensaran en otra clase de Princesa. En realidad era muy normal que no creyeran a Sen, pero a Auren le dio rabia pensar que tal vez no lo crean porque lo consideraban un intil. - T no has sido Jefe ni siquiera una sola vez desde que fuiste mayor de edad -dijo la fauno que estaba seria a Sen-. No has conseguido que alguna de tus melodas sea digna ni de participar en el Concurso ni un slo mes. Qu haces cada vez que te vas al bosque, tumbarte sobre la hierba a contemplar los pajaritos? Todos rieron a carcajadas ante la irona de la fauno. Ella y Auren se observaron mutuamente.

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Sen trataba de conservar la calma, aunque odiaba que se burlaran de l. Iba a replicar cuando not que una mano se posaba sobre su hombro. Era Auren que, imperceptiblemente, le deca que no con la cabeza. Sen asinti, y trat de tranquilizarse. - Esperas que te creamos? -continu la fauno-. Te presentas aqu con una humana cualquiera y dices que es la Princesa Auren, cuando ni siquiera sabes cmo es una Princesa. Entonces Sen estall: - Sol, debes creerme! Es verdad, lo juro, ella tiene a PISCIS, y ha hablado con Bhepcilus mediante l... crees que soy ciego? - Ciego no -admiti Sol-, pero no hay duda de que tienes alucinaciones de vez en cuando. La carcajada fue general. Sen, humillado, iba a contestar, pero alguien se le adelant: - Es cierto! -La voz de Auren, que hasta entonces haba estado callada, hizo cerrar la boca a los faunos-. Yo -prosigui- soy la Princesa Auren. He venido a buscar ARIES y no voy a permitir que por culpa de vuestra cabezonera no lo encuentre y no pueda buscar los dems Medallones. Queris, acaso, ser culpables de que los Doce no se vuelvan a encontrar y toda ZODIACCA contine sumida en la Maldicin de Petilay? Adems, aqu tengo a PISCIS. "Tiene coraje", pens Sol satisfecha. En realidad, le gustaba ser siempre la ltima en hablar y, por eso, estaba contenta de poder entablar una disputa verbal con aqulla que pretenda ser la Princesa de ZODIACCA. Vio cmo Auren mostraba el Medalln a los faunos y replic framente: - Puede ser cualquier otro medalln. Y quin nos asegura a nosotros que eso que llevas al cuello es uno de los Doce? "Tiene respuesta para todo", pens Auren admirada. -Es PISCIS! - grit, para que todos la oyeran. Sol no quiso ser menos que su interlocutora, y voce: - No es cierto! - S lo es! - No! -S! - No! - S! - No! - Silencio! -orden una voz. Todos enmudecieron. El Jefe se aproximaba al lugar de la disputa.

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- Qu sucede? - pregunt. Un fauno se acerc, se arrim a l y le dijo algo al odo. "El tpico pelota", pens Auren. Ya estaba cansada de tanta tontera, y hubiera sido capaz de criticar a todos los faunos (y especialmente a Sol) a gritos. - As que dices ser la Princesa Auren, eh? -inquiri el Jefe-. No pareces una Princesa. Hay alguien que pueda afirmarlo? - S, yo! Todos volvieron la cabeza hacia el lugar de donde haba salido la voz. De detrs de un matorral sali triunfante la propia... - May!!! -exclamaron todos. - Ella -dijo May, sealando a Auren- es la Princesa Auren, la Elegida del Signo PISCIS, y lleva el Duodcimo Medalln. Los faunos se quedaron inmviles. No saban que decir, y Sol era la ms avergonzada de todos. En aquel momento, PISCIS comenz a relucir, y Auren lo abri. - ARIES siempre hablaba en acertijos -dijo Bhepcilus-, y dej uno en la Roca Gris. La imagen desapareci. - Dnde est la Roca Gris? -pregunt Auren a los faunos. Ninguno se movi. La intervencin de May los haba sorprendido mucho, tanto que an no se lo crean. - DNDE EST LA ROCA GRIS? - repiti Auren. - En la Montaa -fue Sol la que habl-. Est en la Montaa Gris. Ruego me disculpes por todo lo que te dije antes, Princesa. No saba lo que haca. El tono de humildad con que Sol hablaba sorprendi. - No tiene importancia -pudo decir al fin. - Te nombraremos un gua para que os lleve hasta all -dijo el Jefe, adoptando un tono oficial -. Es una montaa muy alta, pero la Roca Gris est al pie. - Gracias -dijo May-. Propongo que partamos inmediatamente. Al cabo de unos momentos una comisin formada por Auren, May, el Jefe, Sen y Sol, que se haba ofrecido a guiarles, se pona en marcha hacia la Montaa Gris. Sol conoca bien el camino, pues de pequea sus padres la haban llevado muy a menudo all. Ahora ella y Sen haban hecho las paces, desde el momento en que ste le dijera que tena una sorpresa reservada para ella.

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- Desde que fui mayor de edad -haba dicho Sen- he estado trabajando en una cosa. Es para todos, pero, en realidad, la hice pensando en ti. Por eso no dispona de tiempo para componer melodas para los Concursos, y no me salan bien cuando tocaba porque me las iba inventando segn soplaba la armnica. Est casi acabada. Ya vers, Sol. Y a Sol le haban brillado los ojos de ilusin... Mientras caminaban, May iba explicando a Auren que ARIES haba logrado poner un mensaje en algn lugar de la regin, indicando dnde se encontraba, pero Petilay se dio cuenta y, como no poda contra la Magia del Medalln, haba transformado ese mensaje en una adivinanza. Era lo nico que poda hacer si quera evitar que alguien encontrase al Primer Medalln, pues no poda borrarlo y tampoco estaba en sus manos destruir lo, porque no tena poder suficiente. Adems lo haba escondido, pero Bhepcilus se haba enterado por fin del lugar donde se hallaba: en la Roca Gris. Al caer la tarde llegaron por fin a la Montaa Gris, que se abra ante ellos como un picacho hostil y amenazador. Sol los condujo hasta una enorme piedra vertical, que se asemejaba a un ttem indio. - La Roca Gris -anunci. Se sentaron a descansar. Auren, al rato, se acerc a la Roca para examinarla. La mir, alzando la vista, desde su base hasta su vrtice. Pareca tan imponente... Era sobrecogedor. Auren se acercaba, la mirada fija en la parte ms alta de la Roca, despacio... sin mirar nada ms que arriba, Auren tropez con una piedra y hubiera cado al suelo de no haberse cogido a tiempo de una pequea roca que sobresala de la Roca Gris. Murmurando por lo bajo, se frot su magullado brazo, mientras May se acercaba. - Te has hecho dao? -le pregunt sta. Auren neg con la cabeza, mas de pronto record algo, observ detenidamente el saliente que le haba servido de apoyo. - Ocurre algo? - inquiri May. Auren no respondi. Aquello pareca una palanca. Si su teora era cierta, entonces... Oprimi el saliente, ante las miradas extraadas de los dems. - No pasa nada -dijo Sen-. Qu esperabas encontrar? Auren se encogi de hombros. - Era slo una idea - dijo. - Escuchad... -dijo el Jefe -. Qu es ese ruido? Todos callaron y escucharon atentamente.

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Hubo entonces una especie de lamento, que pareca venir de muy hondo, all abajo, bajo tierra. "Terak?", se preguntaron los faunos. Pero no. No, porque, con un chirrido, una corteza de piedra se corri, dejando al descubierto un prrafo escrito toscamente en la Roca. - Creo que es esto lo que buscamos, chicos - dijo Sol. Y Auren ley:

"SOY ARIES, ESTOY OCULTO Y SLO ME ENCONTRARS SI CONSIGUES ACLARAR ESTE ENIGMA TAN OSCURO Y DE SENTIDO PROFUNDO: EXISTE UN RBOL EN ARIES DE RAMAS LARGAS Y GRANDES Y MUCHAS HOJAS DORADAS. UNA HAY QUE NO ARDER EN LLAMAS; BAJO SA TAN IMPORTANTE".

Auren copi los versos en un papel y volvieron a la aldea. Era noche cerrada, muy tarde ya. En la aldea, tras una hora de devanarse los sesos, Auren, May, Sen y Sol an no se aclaraban. Cada verso del poema constitua una fuente inagotable de discusin. - Es que es imposible -deca Sen-. En ARIES no puede nunca quemarse un rbol. - Y, adems -deca Sol-, qu rbol hay que tenga hojas doradas? - En otoo -dijo May, en un momento de lucidez-. En otoo las hojas de los rboles son doradas. -Pero si estamos en primavera -dijo Auren -. Y, adems, en otoo es ms difcil que haya incendios. Si fuera en verano, pues an, pero... May no estaba dispuesta a que algo tan evidente como eso echara por tierra su idea, as que dijo: - En tu mundo es verano, no? - Pero situmonos, chicos, aqu dice "Existe en ARIES", s o no? Pues entonces... qu importa. que en mi mundo sea verano, si aqu estamos en mayo y es primavera? - Doradas -dijo Sen soador-. Doradas como las caas de los arroyos.

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- Pero -dijo Tar, el hermano pequeo de Sol, que rondaba por all para ver si los mayores sacaban algo en limpio-, puede estar el Medalln bajo la hoja de un rbol? Y, en qu clase de rbol una hoja puede ser ms importante que las dems? Por otra parte, si un rbol se quema... puede salvarse solamente una hoja? Ante las miradas de los dems, que parecan decir: "Deja de molestar y vete a la cama, que ya es muy tarde como para que ests levantado", Tar decidi poner pies en polvorosa. - Estooo... mejor me voy a dormir. Ya tengo sueo. Bostez ruidosamente y sali de la habitacin. Se volvieron a centrar en la tarea de aclarar el enigma. "No se por qu", pensaba Auren, "pero creo que no tiene sentido que sigamos pensando en rboles". Y entonces, una palabra que lo explicaba todo le vino a la mente, una palabra que conoca pero que haba olvidado: "Alegora". Y record lo que deca el acertijo: "De sentido profundo". Pues claro! No se refera a hojas, ni a ni siquiera a rboles. Era una alegora, varias metforas encadenadas, tena doble significado. Y se acord entonces de las palabras de Sen: "Doradas como las caas de los arroyos". Todo le vino de repente, como un rayo de luz, a la cabeza: comprendi la adivinanza de principio a fin. - Madre ma! Ya lo tengo! Tar, Sen... sois fantsticos!. Mientras los otros la miraban sin comprender Tar, que ni mucho menos se haba marchado, sino que estaba espiando tras la puerta, se asom complacido. - Todo concuerda -sigui Auren-. No os dais cuenta? Sen ha dicho, adems, que las caas de los arroyos son doradas... pues ya est. Tar ha tenido ms juicio que nosotros cuatro juntos, pues se ha dado cuenta de que el poema no tena ni pies ni cabeza, sino que era como una alegora. Es decir, que muchas veces una poesa no dice de forma directa lo que quiere decir, me explico? Todos pusieron cara de no enterarse muy bien del asunto. -Es muy sencillo -dijo Auren-. Ahora, he aqu mi versin. del enigma. Repasemos la adivinanza lnea por lnea: "EXISTE UN RBOL EN ARIES"... bueno, segn mi teora, se trata de la gran familia de los faunos, cuyo antepasado es Pan, Patriarca de los faunos. "DE RAMAS LARGAS Y GRANDES". Esto se refiere a las familias que componen el pueblo de los faunos. "Y MUCHAS HOJAS DORADAS". Si las armnicas se construyen con caas y las caas tienen un brillo dorado, es de cajn que las armnicas tambin lo tengan. Eso, para m, quiere decir que esas hojas simbolizan las armnicas de los faunos. "UNA HAY QUE NO ARDER EN LLAMAS". Pues, cul es la nica que no ha sido quemada? La de Pan!

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Una vez aclarado esto, la siguiente lnea ya te dice claramente dnde se encuentra el Primer Medalln: Bajo la armnica de Pan! Adems, es la ms importante, la ms valiosa de todas. Por eso no la echaron en la hoguera, me equivoco? Pues bien, come ya dije antes, si mi hiptesis no es errnea, hallaremos a ARIES debajo de la Armnica de Pan. Todos se quedaron mudos y slo Tar dijo: - Bravo, fantstico! - Realmente Auren... -dijo May- No s qu decir.. - Pues no digas nada. Lo que queda por hacer ahora es ir hasta Ebifos para comprobarlo. Media hora ms tarde, los mismos que fueran a la Montaa Gris partan de nuevo de Taminos, pero esta vez con direccin a Ebifos. Sol senta ahora un gran respeto por Sen, y se notaba que a ste le encantaba el cambio. Ahora iban siempre juntos. May coment a Auren en voz baja que formaban una bonita pareja. Llegaron a Ebifos sobre las cinco de la madrugada, completamente muertos de sueo, pues haban viajado durante toda la noche; pero el asunto no admita demora. El Jefe de all, aunque sorprendido de recibir tales visitantes a aquellas horas, los acogi cordialmente y al final accedi a que miraran bajo la armnica de Pan. Estaba en una vitrina, sobre un cojn de hierbas trenzadas, todo apoyado en un pedestal de madera de roble. Era vieja, muy vieja y cuando el Jefe de Ebifos la levant lo hizo con sumo cuidado, para que no se rompiesen las finsimas y desgastadas cuerdecillas que ligaban una caa con otra. Segn l, haca muchsimo tiempo que no se levantaba aquella vitrina. Apartaron tambin el cojn y entonces Auren dio unos tos en el pedestal con los nudillos. - Suena a hueco -coment. Busc con los dedos entre los orificios del pedestal, hasta que hall un saliente, parecido al de la Roca Gris. Lo oprimi y de nuevo un panel se corri, y todos vieron que all haba un hueco grande y dentro un cofre maravillosamente tallado.. Dominando su emocin, Auren lo tom y, despus de mirar a todos los que la rodeaban, lo abri con dedos temblorosos. Dentro estaba el Primer Medalln, dorado, reluciente. Lo abri y pudo comprobar que dentro estaba el espejito y su nombre:

ARIES

Auren dio orden de buscar a todos los faunos de ARIES.

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- De Arres a Taminos, desde el Arroyo Masyr hasta la Montaa Gris, desde la Cordillera del Oeste hasta el Bosque Dorado, que no falte nadie -haba dicho. Con las luces del alba, los mensajeros partieron hacia todos los rincones de ARIES, en busca de todos los faunos. Mientras, Auren, May, Sen, Sol y el Jefe de Taminos apro vecharon para dormir un rato, pues no lo haban hecho en toda la noche. Al anochecer estuvieron ya todos reunidos; los emisarios haban sido veloces. Auren cogi a ARIES y se coloc sobre una banqueta para que todos la vieran, de pie. - Faunos de ARIES! -dijo-. El Medalln ha sido encontrado, y podemos alegrarnos. Sin embargo, ahora solicito la colaboracin de todos. Cerrad los ojos y, cuando yo os avise, decid: ARIES. Algunos faunos sonrieron con escepticismo. Auren oy algn que otro murmullo que deca: "Pues vaya tontera". Auren y May comenzaban a perder la paciencia. - Si no lo hacis, no servir de nada! -chill sta-, Por qu no lo intentis, a ver qu pasa? Los faunos estuvieron de acuerdo. Todos cerraron los ojos, en tanto que Auren abra el Medalln. - Ya! - ARIES! El mismo resplandor que haba surgido de PISCIS en el lago de los piscos ilumin la regin de ARIES, procedente ahora del Primer Medalln. Cuando todos abrieron de nuevo los ojos, no apreciaron ningn cambio. Hubo murmullos de desconfianza. - Y quin nos asegura que ya no hay Maldicin? - Os lo dije! Esa humana no es la Princesa, y ese amuleto es ms falso que Petilay. - Hemos visto una luz... bien, y qu? No significa nada. - Quin es el guapo que se atreve a tocar la armnica? - Yo no, desde luego. No quiero ser el culpable de que Terak se enfurezca y destruya Ebifos de nuevo. - Claro que no. No podemos arriesgarnos. Auren estaba a punto de tirarse de los pelos. - Ser posible que sean tan cabezotas? - Oye, Auren -dijo May- . No nos queda otra solucin. Ya sabes lo que quiero decir. Auren asinti, y habl con el Jefe, que se puso muy plido. Despus de mucho insistir, accedi, marchndose a buscar lo que le haba pedido Auren.

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- Escucha, Sen -le dijo a su amigo. ste se acerc. Auren le murmur algo al odo, y Sen se llev un dedo a la sien. - Ests loca o qu? Pero la mirada de Auren era tan autoritaria que no se atrevi a desobedecer. Tom la armnica de Pan (con sumo cuidado) que le tenda el Jefe y mir a los dems. Al darse cuenta de sus intenciones, comenzaron a protestar vivamente. - Yo asumo la responsabilidad! -chill Auren. Y todos callaron, aunque de mala gana. - Ya sabes -susurr a Sen-. La Sinfona Silvestre. Sen mir a Sol, que le sonrea, y comenz a tocar su todava incompleta Sinfona Silvestre. Rein un silencio total, en parte por la preocupacin de que Terak se enfureciera y en parte por la maravillosa msica que sala de la Armnica de Pan. Sin embargo, a Auren le sonaba de algo aquella meloda. Y por fin record: era muy parecida a la "Pastoral" de Beethoven. No igual, pero parecida. Cuando Sen acab, le pregunt: - Has odo hablar de Beethoven? - Be... qu? -pregunt Sen, extraado. Auren no contest, pero sonri, orgullosa de su amigo. - Chico, eres un genio -le dijo. Dej a Sen y observ preocupada los rostros de los faunos. Todava estaban hechizados despus de escuchar la Sinfona Silvestre. Una msica tan maravillosa como aqulla no se haba odo en mucho tiempo en ARIES. Pero los faunos esperaban, recelosos. Pasaron cinco minutos. Todo sigui igual. Diez Nada se mova. Quince minutos. Todava silencio total. A los veinte, los faunos prorrumpieron en risas; en todo Ebifos fue una fiesta, porque ya saban que la Maldicin estaba rota y que nada perturbara en mucho tiempo el sueo de Terak En un rincn, Sen deca a Sol que aqul haba sido el regalo sorpresa que le haba prometido. Y, en otra parte, May y Auren le devolvan la Armnica de Pan al Jefe de Ebifos y aceptaban su invitacin para pasar all la noche. Despus de cenar, Auren dijo: - Qu vamos a hacer con ARIES? - Debe regresar al Mosaico Zodiacal -respondi May Ante la mirada extraada de Auren, explic:

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-Es un muro en el que hay dibujadas muchas imgenes zodiacales, todas entrelazadas y formando un gran Mosaico. All hay adems doce oquedades ordenadas en las que se encajan los Medallones... cuando estn, claro. Siguiendo las instrucciones de May, Auren se puso a PISCIS al cuello, cogi a ARIES en la mano, abri ambos Medallones y dijo: "ARIES". Entonces en el espejo de PISCIS apareci el Mosaico Zodiacal, pintado con enrevesadas figuras de variados colores, formando todo ello un maravilloso conjunto de armona y colorido excepcionales. Y, en el primer orificio de la pared, se hallaba el Primer Medalln, ARIES. Despus de aquello, se fueron a dormir. Al da siguiente, pese a que no queran entretenerse demasiado, tuvieren que hacerlo en vista de la gran multitud de faunos que las aguar daba para darles las gracias. Les cost mucho abrirse paso entre la muchedumbre y salir do Ebifos para encaminarse a TAURO, que limitaba con ARIES por la frontera sur. A Sen lo haban elegido Jefe de Taminos, y haba aprovechado para proponer que los Concursos de Melodas se celebrasen cada tres meses. As tendran ms tiempo para componer msica y las sinfonas seran mucho mejores. Eso fue aceptado por unanimidad por los Jefes de todas las aldeas de ARIES, en vista de lo hermosa que haba sido la Sinfona Silvestre. Auren y May avanzaron hacia el sur, bordeando Arres. Puesto que haban partido tarde, no llegaron al camino hasta medioda. Antes de entrar en TAURO comieron algo. Luego se fijaron en que, siguiendo el camino hacia la derecha, llegaban hasta el mar. Entonces, como Auren expusiera su deseo de ver rocas transparentes, llegaron hasta all. Las rocas eran de una belleza incomparable. Parecan de cristal, mas no tenan nada de frgiles. Presentaban colores diversos, muy suaves, que slo se apreciaban desde cerca. De lejos parecan iguales e incoloras. Se poda mirar a travs de ellas. Detrs, el inmenso mar...

CAPTULO V: TAURO

Despus, cruzaron la senda. Detrs haba muchas montaas y picos. May dijo que aquello eran los Grandes Picos de Henn. All vivan muchos minotauros, pero al que May quera ver era a Tracor, el Rey.

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Los minotauros, segn May, eran los habitantes de TAURO. Tenan cabeza de toro y cuerpo de hombre, y se alimentaban de carne humana. Pero, estando con ella, Auren no tena nada que temer. Era del signo TAURO y, adems, gozaba de cierta reputacin entre los habitantes de ZODIACCA. Cuando alcanzaron la ladera de los Grandes Picos hallaron una cueva. - Puede ser un acceso al interior -dijo May-. Hay un valle entre los Grandes Picos, rodeado de montaas. All hay muchas cuevas, y all viven muchos minotauros... y tambin el Rey Tracor. Tengo mucho inters en verle porque hay quien dice que l sabe dnde est el Segundo Medalln. Se disponan a entrar cuando una voz muy profunda y aterradora que pareca de ultratumba las detuvo: - Atrs! Marchaos! Si no los hacis, extranjeros, os comer! - Soy May - dijo May -. Vengo con La Princesa Auren para encontrar a TAURO. -La Princesa... atjo atjo ! -La voz comenz a toser desaforadamente; continu, con una voz mucho ms aguda-. Es verdad, atjo, lo que dices?... Atjo, atjo, atjo! - Me temo que est resfriado - susurr Auren a May. - Nada de eso - le respondi sta -. Lo nico que ocurre es que los minotauros fingen una voz cavernosa para asustar a los intrusos. Pero est claro que ste es novato. - Atjo, atjo! - segua tosiendo la voz. - Sal! Necesitamos que nos gues hasta el Rey Tracor. - No! - Vamos, s razonable. Venimos a buscar a TAURO. -No! N... atjo,atjo! Bueno... de acuerdo, atjo! Sali el minotauro de detrs de la roca y Auren y May comprobaron sorprendidas que en lugar de cuernos tena sendos ramos de flores en la cabeza. Auren trat de que no se le notara que estaba a punto de romper a rer. "Qu pintas!" pens. Pero se control al ver la cara seria de May, y que el minotauro estaba tan avergonzado que quera salir corriendo. Llevaba, por toda vestimenta, una piel que le cea la cintura, a modo de taparrabos. - Mira -Le ense a PISCIS-. Es el Duodcimo Medalln. Soy la Princesa Auren. Cmo te llamas? - Vultran -gru el minotauro-. Seguidme. Las condujo hasta el interior de la cueva. Haca mucho calor all, y haba varios huesos en el suelo. Auren se estremeci cuando Vultran las llev pasadizo adelante.

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Estaba iluminado con antorchas. Ms adelante haba un minotauro grande y fuerte guardando la entrada. Tambin tena flores en la cabeza, por lo que Auren dedujo que aqulla era su Maldicin. - Por qu has trado a estas humanas, Vultran? Son para la despensa? -inquiri el minotauro. - No reconoces a May ? -le replic el otro-. El haber nacido bajo el signo TAURO la protege, y a todos los que van con ella, Forcam... Adems... -Baj la voz-. No te olvides de QUIN es.. "Pues... quin es ella?", se pregunt Auren. - Y esta muchacha -prosigui Vultran-, es la Princesa Auren. Han venido a buscar a TAURO. - Les va a ser difcil -dijo Forcam en tono resignado con un suspiro-. En fin, seguidme. Forcam camin por el pasadizo seguido de Vultran, May y Auren. Al cabo de un rato, las antorchas disminuyeron en cantidad y todos notaron una claridad. El tnel terminaba en una llanura en mitad de las montaas, al aire libre. All haba muchos minotauros. Todos se volvieron hacia los recin llegados con extraeza. Forcam les explic quines eran Auren y May y para qu haban venido, y seguidamente anunci que iban a hablar con el Rey Tracor. Penetraron en una cueva ms grande que las dems. Siguieron por un tnel hasta llegar a una habitacin que tena varias ventanas excavadas en la roca que daban al exterior, permitiendo as que estuviera bien iluminada. Haba una cama de paja en un rincn y varios libros en una estantera adosada a la pared. Vultran se sent en la cama y pregunt a Forcam: - Dnde est el Rey? Vive aqu, no? Forcam no respondi inmediatamente. Se asom a una de las ventanas y, despus de contemplar unos instantes el paisaje le seal a Auren una montaa a lo lejos. - Aquella es la Montaa Vencalat -le dijo- All se encuentra una prueba que nadie ha logrado superar: la Cueva de Mil Trampas. - Qu tiene que ver eso con TAURO? -pregunt May exasperada-. Te hemos pedido que nos conduzcas ante Tracor Llvanos hasta l.. - Pero es que no podemos -casi grit Forcam. En aquel momento rein la confusin entre los que estaban all. - Pero... por qu no? -pregunt Vultran, que no entenda la negativa de su amigo. A Forcam le costaba mucho decirlo.

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- Es que... - Qu? Se decidi por fin y dijo, adoptando un tono oficial: - Como Capitn de la Guardia, considero mi deber decroslo: el Rey Tracor muri hace cinco meses. Todos se quedaron de piedra. - Y todo este tiempo ha estado TAURO sin Rey? - dijoVultran, incrdulo. Forcam asinti. - Es un secreto entre los componentes de la Guardia del difunto Rey. Hace tiempo, cuando el Rey viva, nos reuni a los Guardianes y nos dijo que iba a morir... pero que no quera que nadie lo supiera, porque no haba dejado descendencia y habra muchas batallas por el Trono. As que, cuando muri, lo mantuvimos en secreto hasta ahora. Como no haba decisiones importantes que tomar, no importaba que no hubiera Rey. Todo segua su curso, no suceda nada anormal y los dems minotauros no hacan preguntas. May entonces estall: - Y por qu no lo dijiste a Bhepcilus? l es el Maestro y Guardin de ZODIACCA y tendra que estar enterado! No puedes permitir que se muera un Rey ante sus mismas narices y mantenerlo como si fuera un secreto de estado... Forcam baj la cabeza. - Es cierto -musit -. Pero fue la ltima voluntad del Rey el que nadie se enterara de que l haba muerto. Y yo opino igual que l. Si mantenemos el secreto, nadie reclamar el Trono de TAURO... s, por qu no dejar las cosas como estn? - Qu sabes del Segundo Medalln? Forcam seal la Montaa Vencalat que se vea desde ventana. - Est all - dijo-. En la Cueva de las Mil Trampas. Luego les dio un papel que cogi de la estantera. - Me lo dio Tracor, antes de morir - aclar. May y Auren lo leyeron. Deca: "Mi nombre es Tracor, Rey de TAURO. Quiero dejar un mensaje antes de morir a Auren, Princesa de ZODIACCA: Conozco el lugar donde Petilay ocult el Segundo Medalln. Es la Cueva de las Mil Trampas de la Montaa Vencalat. Se divide en tres ramas: Cueva del Laberinto, Cueva del Tiempo y Cueva del Silencio. Una ltima advertencia: no vayas sola, porque contra la Cueva de las Mil Trampas la mejor arma es la colaboracin y el trabajo en

Zodiacca, un mundo diferente Laura Gallego Garca

equipo. Si alguien tiene problemas, los otros lo ayudarn, porque el lema en la Cueva de las Mil Trampas tiene que ser "Ayudar a tus compaeros antes que a ti mismo". Mucho cuidado, y buena suerte, Tracor

- Bueno - dijo Auren, cuando acab de leerlo -. No hay duda de que tendremos que ir tres por lo menos. Y eso de las ramas... en la Cueva del Laberinto habr un laberinto, pero ...y en las otras? - Ya s -dijo May-. En la Cueva del Silencio habr que caminar sin hacer ruido para no provocar un desprendimiento, y en la del Tiempo habr una Puerta Temporal que te enviar al futuro o al pasado. - Pues entonces vamos ya. Quin va a acompaarnos a May y a m? Vultran y Forcam se ofrecieron, pero Auren se neg a que ste participase en la expedicin, diciendo que deba permanecer en los Grandes Picos por s los minotauros preguntaban por ellos; as, de paso, si cuando anocheciera no haban vuelto, poda ir a buscarlos. - Tened mucho cuidado- advirti Forcam -. Esa Cueva maldita es muy peligrosa. Se despidieron y Auren, May y Vultran salieron de la gruta y fueron hasta donde estaban los minotauros. Desde all bordearon los Grandes Picos de Henn y llegaron por fin a la Montaa Vencalat.

Forcam segua en la gruta de Tracor. No se haba movido desde que los otros se marcharan. Estaba todo el rato en la misma posicin, mirando casi sin verlo el lecho de paja donde haca cinco meses agonizara su Rey. Luego volvi a la realidad, y se encamin a donde estaban los dems. Haba tomado una decisin. Se dijo que l, como Capitn de la Guardia, deba ser el encargado de tomar las medidas oportunas. "No puedo seguir mintiendo", se dijo.

Cuando llegaron a la Cueva de las Mil Trampas, buscaron ramas largas y gruesas y las encendieron a modo de antorchas. No queran entrar en la gruta sin una luz; cualquiera saba lo que les esperaba all dentro, y deban saber siempre lo que tenan delante.

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Penetraron por fin en el interior, y con paso vacilante, caminaron por el pasadizo que se abra ante sus ojos. May, mirando a las paredes, pis una piedra del suelo e inmediatamente sinti que algo pasaba silbando por encima de su cabeza. Todos miraron hacia la pared. Una flecha parecida ms bien a un dardo apareca clavada all, en una hendidura de la roca. Haba salido de la pared contraria, sin duda activada por la piedra que May acababa de pisar. - Vaya, May -coment jocosamente Auren, para que no se le notara que estaba muerta de miedo y a la vez para que sus compaeros no se asustaran-. Si llegas a ser ms alta no lo cuentas... Todos sonrieron, pero haba que estar alerta, pues ya saban cmo se las gastaba la Cueva de las Mil Trampas. Aquello no era una broma, ni mucho menos. - Con cuidado, con cuidado -advirti Vultran antes de que prosiguieran la marcha-. Petilay se tom sus precauciones para impedir que encontrsemos el Medalln. Ahora sabemos por qu a este sitio se le llama la Cueva de las Mil Trampas. Auren no contest. Estaba seguro de que aquello no era ms que una advertencia ...de que las verdaderas trampas comenzaran ms adelante. Caminaron por el tnel con ms precaucin que antes. - Aaaaah! - grit de repente Auren. Sus compaeros se vo