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AÑO VIII ENERO DE 1922 No. L
T E AS DE El carácter de la Arquitectura y su estética, son pro·
blemas que siempre han de apasionar por su complej idad.
No existe un acuerdo, u na sola manera de encararlos.
¿La arquitectura es solo un arte de formas impues·
tas por las leyes d el equilibrio o fuera de ellas el genio
del hombre ha podido realizar la belleza sin sujetarse a
sus dictados? T rataremos de analizar el pensamiento de
algunos filósofos que se han expresado sobre Ar.quitectura.
Dice Nietzsch e h ablando de este arte:
" L a piedra, es hoy más piedra que antaño.-En ge
" neral. no compren dem os la arquitectura de la misma
" manera como compre ndem os la m úsica. (1) Hemos
" crecido fuera d e la simbólica de l as líneas y de las
" figuras como nos h em os desacostumbrado a los efectos
•• sonoros de la retórica y nosotros h·emos dejado de re·
•• cibir desde el primer momento de nuestra vida, esta
" espe·cie de leche mater nal de la educación. En u n edi
" ficio griego o cristiano, todo en e l origen significaba
" alguna cosa con relación a u n orden superior; esta idea
" de una significación inagotable quedaba alrededor del
" edificio, semejante a u n velo en cantado. La belleza n o
" entraba sino como accesono en el sistema, sin intere·
, ( 1) Para N iet2sche, la música, no es en si ni por s i de tal
motlo s ig nif icativ·a de n uestro ser intimo, tan profundamente e.motiV'a, q ue pueda pasar por el lenguaje inmediato uel sentim¡iento, s ino que su a ntigua unión con la ¡)Qesía ha puesto tan to s imbolismo en el movim iento rí tm ico, en las fuerzas y en las debilidades del sonido, qu e a hora tenemos la ilusión de que habla d irectam ente a l ser íntim o 'Y· proviene del .mismo. La música dramática no es posib le sino cuando el arte de los sonidos ha conquistado un in menso imperio de m edios simbólicos por la cancion, la ópera y cien ot ras for~mas de ensayo de pintura por el sonido.
Anterior a l leng'Ua je es a ún la im ita;ción de •los gestos q ue se l)l·o<J uce involuntaria mente y todavía hoy, ap-esar de una restricción general del lenguaje de los gestos y un dominio adqu irido de los músculos, es tan fuerte que no podemos m irar un rostro en movimien to s in innervación ael nue s t ro. El gesto invitado llevaba. a l im itador al sentimiento que dicl:o gesto expresaba en el rostro o e l cuer po del im itado, y de a.hi nada una ~anera. de comprenderse. Entend iéru:looe por gestos, podía naoer a su vez una simbólLca de los gestos, es Cleeir, un lenguaje de ::;onidos, a condición <.le producir Primero el sonido y l·uego el gesto al cual aquel se agregaba como símbolo; m ás tarde solament e e l sonido. Así, de antiguo, ht m úsica fonma ba un solo cuerpo con la poesía, la mímioa y la danz~L ( lengooj e de g'estos), ¡y si desprovistos de estos elem entos que Ja ex plican no er a más que un v.ano ruiido, el oido, por un la rgo h á bito a esta asociación de ~úsica y de movimiento, aprend ió a inte r pre tar de inmeda;to las figuras de los son idos y .Jlegó al ·n n a un g rado .de comprensión rápido en el cual no hay necesidad ele! movimiento v is ible para comprender al compositor. Se habla entonces de música .a:bsomta, donde todo se co.mprende simbólicamente s in nec esidad ·de l socorro de la poesía o el movimiento, desp ués que una la r ga evolución ha cargado la forma musical de .idea s y sent imientos. L os hombres que han quedado retrasados en la evoloción de la músi·ca p uede sent ir el mismo -trozo de un a manet'a pura me n te formal, donde los más avanzad-os oyen simbolicamente. E n sí, ning una música es profunda o signiücati va; no h a bla de vohmtad, (A ) de cose¡, en sí. Es el intelecto q uien ha introd ucido la significadón en los sonidos, de ·la misma manera que ha pue.sto ¡,g·ua lmente en l·as rela-ciones de líneas y de m asas en arquitectu ra, una s ig nificación que en si es completamente extraña a las leyes de la m ecá.nica. -( A) Se refiere Niet;r.sclle al valor ele la voluntad en la fi-losorra de ISchopenhauer .
ES T E TI CA " sar esencialmen te e l sentimiento profundo de siniestra
" s u bl imidad, d e consagración por la vecindad de los
" dioses y la magia; la belleza dulcificaba extraordinar ia· " mente
" d ic ión
" d za e
el horror, pero este horror era siempre la con·
primera. ¿Que es ahora para nosotros la belle
u n edificio? La misma cosa que el hermoso
" rostro de u n a m ujer s in espíritu : algo así como una
" másc ara. (Nietzsche: H umano. af. 218) ".
Segú n lo que dejamos citado, nuestra manera de
comprender la arquitectura es puramente formal. De este
formalism o n o está desterrada la belleza según el mismo
pensamiento nietzscheano, pues siguiendo el paralelo bos•
quejado en tre la Arquitec·tura y la música, la interpreta·
ción form al , e s u n a interpretación grosera en la .cual la
medida del sonido y sus diferentes acentos, en general,
producen placer sin l.legar por eso a colmar el grado más
alto de la em oción. Pero mientras en la música el hombre
puede alcanzar la interpretación simbólica por una su·
pervivencia in consciente de la relación entre el sonido y
la significación del gesto, en Arquitectura se ha perdido
por completo todo simbolismo y hoy el ordenamiento de
masas y de líneas no evoca e n n uestro espíritu la verda
dera s ignificación que pudo haber tenido para los prime·
ros pueblos que la crearon.
La manera de pe nsar d e Nietzsc·he en estos proble
mas está indudablemente sistematizada dentro del espÍ·
r itu que h a presidido a la elaboración de la obra citada.
Como él m ism o lo dice :
" Todo idealismo m e es extraño. El título de mi libro
quiere decir esto: donde vosotros veis cosas ideales, yo
veo . ... cosas humanas, más que humanas! Si se le mira
de más cerca, se descubre u n espíritu despiadado que
con oce todos los vericuetos en que se abriga el ideal,
donde se encuen tran sus e scondijos y su úLtimo refugio.
Armado de u na antorcha, cuya .Uama no tiembla, proyecta
una luz cruda e n este m u ndo suhterraneo del ideal. Es
la guerra, pero la guerra sin pólvora ni humo, sin actitu·
des guerreras, s in gestos paté ticos ni contorsiones por·
qu e todo eso sería idealismo" (Ecce Homo, Capítulo Hu
mano más que Humano).
Volvie·n do a nuestro problema, es muy posible que
bajo una forma simbólica, los templos antiguos habla
r an a las m u l titudes de fieles de una manera m uy dis
tinta a la que hoy lo hacen. Casi todos los tratadistas,
procurar siempre en una forma más o menos tímida, ex·
plicar ciertas relaciones o proporciones de masas y de
líneas por un s imbolismo que de ser facilmente com·
- 1 -
1
'
•
•
Ak()UttECTURÁ
prendido, agregaría a la belleza del monumento una sÍg'·
nificación que hoy no tiene para nosotros. Huysman, al
hablar de las catedrales góticas, no deja un solo elemento
sin atribuirle una virtud simbólica. Puertas, ventanas,
botareles, colaterales, etc., etc., todo tiene su significa• ., , , . ,
c1on, y ya esten en un numero o en otro, ya esten ag'ru·
pados en una forma o de manera distinta, ya existan o
dejen de existir, la Teología le proporciona siempre mate·
rial para e firmarse en sus teorías. Todo es-te lujo de eru
dición pesada y fastidiosa ostentada en un libro del que
León Bloy asegura no haber nadie en el mundo que haya
sido capaz de leerlo íntegro, tiene e.fectos contraprodu·
centes, por cuanto el análisis se resiste a la aceptación de
teorías demostradas con tanto rebuscamiento.
Pero muy bien puede haber existido en la ordenación
de los elementos en forma agena, como dice Nietzsche, a
las necesidades de la mecánica, un simbolismo oculto y
es quizá quimérico querer subordin·ar a consideraciones
puramente de técnica constructiva la génesis de las combi
naciones formales. Solo que, el tiempo pasando en lento
aluvión sobre la humanidad, ha borrado para siempre la
facultad preciosa de alcanzar en todo su significado el
valor integral de los monumentos que heredamos del pa·
sado. El ·problema no tiene solución para nosotros, y por
eso mismo es justo ponerse en guardia contra teorías
exclusivistas que al pretender explicarlo todo en una for•
ma unilateral, dejan enormes claros que luego son lle·
nados con grandes palabras sin significación precisa y sin
límites reconocidos.
La significación religiosa del gran arte era un ele·
mento más de emoción pero no constituía en sí la emo•
ción estética: se superponía a ésta. Nietzsche lo dice cla·
ramente: La belleza no entraba sino como accesorio en el
sistema (a f. citado). Creadas las formas, se les asignaba
un valor de símbolo, se las agrupaba, como las palabras
de una frase, para que hablaran al alma de las muche·
dumbres creyentes, pero no estaba en eso la belleza.
De manera pues que Música y Arquitectura represen•
tan dos grados distintos de evolución de una estética se· •
mejante: la primera habla todavía con el valor del sím·
bolo y evoca ideas y sentimientos con formas cuyo signi·
ficado de convención nos aparece ahora •como valor esen·
cial, mientras la segunda, detenida su evolución, se .
manifiesta sólo como belleza formal sin ninguna signi·
ficación simbólica. En la primera la supervivencia del
símbolo refuerza ad.mirab.lemente la belleza pero en la
seg'und·a ¿hemos de aceptar por la carencia de un simbo·
lismo preciso, la falta del sentimiento? Contestamos ense·
guida no, y todo aquel que dotado de alguna ·sensibilidad
se haya encontrado alguna vez frente a un monumento con·
testará de la misma manera con nosotros. Si se ha per·
dido un significado, hemos hallado otro. Y .la belleza de
un edificio está muy lejos de ser lo que es el rostro de
una mujer hermosa y sin espíritu.
Es imposible que una cosa bella, por mas formal que
sea su belleza de líneas o de masa, sea sólo un placer
para los ojos y no despierte afinid·ades simpáticas en otros
órdenes, capaces de hacer nacer a su vez ideas y sentÍ· • m1entos.
En la realización de toda obra arquitectónica a todo
problema artístico va unido un postulado de orden prác·
tico: es necesario someterse lo mas habilmente posible a
las leyes de la gravedad y existiendo Ía facultad de eÍec ..
ción en las propor·ciones de .los materiales, hay ritmo y
en consecuencia fijación y trasmisión de una emoción
personal. En esta forma expresa J ean D'Udine (2) el
problema arquitectónico. Sin duda, agrega, las líneas de
un monumento por el hecho que nuestro ojo las percibe,
crean en nosotros los ritmos motores que acompañan
todas nuestras sensaciones visuales cinemáticas, pero esto
no es sino una sensación artística secundaria, juxtapues·
ta a la emoción arquitectural, de orden puramente está·
tico. Buscar cuando se construye un monumen·to, a rea·
lizar primerame·nte la belleza de la línea, es cometer un
error anti·artístico que data del Renacimiento. La be
lleza Óptica de las formas monumentales debe ser una
consecuencia del equilibrio de las ·masas grávidas: estas
no deben someterse a priori a un ·postulado de la visión
de las formas. Solamente toda construcción perfectamen
te lógica, proporciona a posteriori un placer a nuestro
sentido motor visual.
El templo griego bien construido para su destino y la
iglesia gótica que se esfuerza en subir hacia el cielo para
dar mucho aire y mucha luz a una muchedumbre abrigada
de la lluvia bajo un clima húmedo, realizan un conjunto
de líneas que seducen nuestras miradas. Pero la ojiva y
el contrafuerte no son dibujos inventados para que gus·
ten por sus formas, sino que son órganos que per.fecta·
mente adaptados a su función estática, crean movimien
tos que nuestros ojos encuentran hermosos por añadidura.
La belleza que nuestro intelectualismo moderno cree
descubrir en las piezas de un museo de historia natural,
no es beHeza artística.· De la misma manera la belleza
arquitectónica de un monumento no existe en sus formas,
sino en su equilibrio material, en su ritmo estático, en
la imitación mas o menos perfecta de la gravedad que nos •
sug1ere.
He ahí, claramente definida la belleza formal.
La arquitectura sería así un arte mimético, y es in
dudable que si esas juiciosas reflexiones no expresan
toda la verdad están muy cerca de ella.
Pero si allí estuviera definida toda la estética que•
daría aun un claro muy grande que llenar pues eso solo
no basta para explicar en su totalidad todo el carácter
emocionaL La vista de un hermoso monumento conmueve
toda nuestra sensibilidad artística, no solamente nuestro
sentido visual líneal y cromático, sino también nuestro
sentido musical pues la rítmica espacial puede traducirse
en ritmos de duración, sugestivos siempre de sonorida
des melódicas.
Según J ean d'Udine, en el fondo tal cosa es un
fenómeno sinestésico (traducción de una sensación de
un orden a otra sensación de orden distinto). Si pensa·
mos que el tacto (dentro siempre de su teoría) ha edu
cado todos nuestros sentidos y se asocia todavía a todas
sus operaciones, comprendemos tam-bién que está como
impregnado de emociones de nuestros .diversos cantones
sensoriales y que por lo tanto la división de .las art.es en
artes sinestética~, (poesías, danza, etc.) artes cinemá·
ticas (música .. pura") y ·artes estáticas (arquitectura)
no es sino un artificio de análisis. Cada vez que uno
de nuestros sentidos se halla estéticamente interesado,
todos los otros se conmueven indirectamente porque
' ( ~) L' Art et le Crt>ste.
-2-
ARQlritséTURÁ ' '
tiuestro tacto, entrando siempre en función, arrastra por
medio de ligaduras indestructibles, la resonancia de
nuestros otros órganos. De tal manera que no existe
prácticamente sino artes sinestésicas y que la mas sim
ple y la más mecánica de todas, la arquitectura, no puede
conmovernos sin que nuestras sensibilidades plásticas y
musicales se despierten enseguida.
No trataremos explicar los fundamentos de estas
afirmaciones, de un atrevimiento poco común. Solo dire
m os que si el tacto interviene en tal forma en la estética
de J ean d'Udine es porque este af·irma que e l fenómeno
natural de donde derivan en último análisis todas las
formas de arte es la gravedad, y aquel no comporta so·
lamente actividades motrices, sino que es ante todo el
sentido del peso de las cosas y es como sentido de.l peso
que viene en ayuda de nuestro sentido de la visión de
líneas y colores y de la audición de sonidos. El mismo
D'Udine no deja de reconocer que todo esto es dema
siado obscuro. Su experiencia no sobrepasa casi a las in
tuiciones de la humanidad que desde hace m ucho tiempo
se expresa sobre lo mismo en términos sujestivos. Por
que no solamente los epítetos motores de "ritmo" y de
"movimiento"' se han unido, con el consentimiento uni
versal, a las formas de las obras plásticas, de las frases
musicales y literarias, sino que la potencia atractiva de
la tonalidad, los límites naturales de 1os versos y de las
estancias, la densidad de los vocablos revelan todavía, a
quien quiere comprenderlo, su verdadera naturaleza por •
este admirable término de •• cadencia, ( cadere, caer) que
pinta tan maravillosamente la obediencia de la materia
artística a las exigencias de la gravedad.
•
. ' D e manera que en el fenómeno de .la emoción érqui~
tectural hay la producción de dos sinestesias: sinestesia
visión-tacto, sinestesia tacto-sonido. Y el ritmo de Hneas
y de masas se traduce en un r.itmo musical de espacids
y acentos, en un conjunto melódico. Pero entiéndase
bien! no es la audición del sonido material la que se pro
voca, sino justamente la sugestión simbólica musical, las
ideas y s entimientos que puede hacer brotar el ritmo so•
noro y de los cuales é ste no es más que el símbolo. De
esta manera comprendemos bien que aun habiéndose
perdido todo el simbolismo que Nietzsche asigna a las
líneas y mas.as arquitecturales, no por eso estas dejan
de hablar al espíritu pues a este por las sensaciones vi·
sua.les, se abre todo el campo de la simbólica musical,
tan llena de sugestiones de diverso orden.
Las coilsideraciones que dejamos expuestas, comple
tan las a-firmaciones de Nietzsche sobre la belleza formal
y reputan su opinión de que esa mis!,lla belleza es so.lo ,
una mascara.
En todo lo que antecede solo he tratado de exponer
algunas 'ideas sobre estética; la verdad de las distintas
afirmaciones es tarea superior a mis fuerzas para que yo
intente emprenderla. De todas maneras, creo que algún
interés despertará en los afectos a esta clase de proble
mas y es a ellos a quienes me dirijo, pues en Arquitec•
tura no todo debe ser construcción y cálculo. Si es justo
recurrir a la ciencia para perfeccionar la técnica, no olvi·
demos tampoco la ayuda de la filosofía y el prove,cho que
de ella puede sacar el arquitecto para conocer y escudri·
ñar en el fondo de los obscuros problemas de •la estética.
f:,eo{wldo Carlos Agorio.
. •. '
ODia e conv esc1entes Resultado de un concurso
Transcribimos a continuación el fallo del jurado que
entendió en el concurso de proyectos para la Colonia de
Convalescientes a construirse con la donación Saint Bois,
como así mismo publicamos como complemento del
fallo la fotografía del proyecto que mereció el primer •
premto.
. . . .. . Proyecto Lema: "Colonia"- Primer Premio Fachada
' "Montevideo, Diciembre 181921. - Señor Director
General de la Asistencia P. Na·cional, Doctor ]osé Mar· • 1
hrene. ~ '1 ~ ~~t El jurado designado para dictaminar sobre los pro·
yectos presentados al Concurso para la Colonia ~e Con
valescientes a construirse con la donación Saint Bois
después de estudiados los 12 proyectos en particular por
cJu. de sus miembros y en conjunto por todos ellos, en
las varias reuniones efectuadas con ese objeto, resuelve:
1." Proceder por unanimidad a la eliminación de los
proyectos "Fe''. .. Ombú,, 'Caridad'', "Ubi bene, ¡.. . • , ··e v d , ··E •• ··e uot patna , ruz . er e , speranza y on-
dor ,, por considerar que no responden de una
manera conveniente a las exigencias del prog'ra·
ma, excediendo además algunos de ellos el costo •
Arqtos. Carlos C. Massa y Enrique G. Quincke
fijado como máximo por la base 3." del mismo.
2.0 Después de un estudio detenido de la compo•
sición arquitectónica y de una estimación deta·
llada de los presupuestos de los cinco proyectos
(··e 1 · •• ··v d d'' ··n · b •• "C restantes o onta , er a , 1m a , ruz
Dorada,, y "Mirland") proceder a la eliminación
de los tres últimos ( .. Bimba'', .. Cruz Dorada, y
"Mirland" por exceder su costo de la suma es·
tablecida en la base 3." del programa.
ARQUitECtU~A
3.0 Otorgar por u nanimidad al proyecto "Colonia,
el primer premio por llenar de una manera con·
veniente las exigencias del programa, contener
todos los locales pedidos dispuestos en forma que
facilita el funcionamiento del establecimiento y
contemplar al mismo tiempo sus condiciones
higiénicas.
u n o ,
mas
de ellos un estudio meritorio y digno ade
de estímulo, por la labor realizada, una
remuneración de quinientos pesos a cada uno.
Abiertos los sobres de los proyectos premiados re·
sultaron corresponder el lema "'Colonia, a los Señores
Arqtos. Carlos C. Massa y Enrique G. Quincke y el lema
"Verdad" al Sr. Arqto. Alejo Martínez (hijo).
Planta del proyecto que obtuvo el Primer Premio
• •
Otra de las plantas del mismo proyecto
4," Otorgar por cinco votos sobre siete el 2.0 premio
al proyecto "Verdad" por constituir también una
solución conveniente aunque inferior a la del
proyecto "Colonia".
5." Solicitar se acuerde a los proyectos "Bimba .. ,
"Cruz Dorada,, y "Mirland" por representar cada
-4 -
Saludamos al señor Director muy atentamente.
Firmados: ]. Martirin é. - A. ]ones Brown. - ]. A. Scasso. - H. Acosta y Lara. - ]. S cre·
mini.- M. M oreau.- G. Arri
:zabalaga.
•
ARQUITECTURA
La o 11 uncton de !a ~~· crn"aca SU INFLUENCIA EN AR~UITECTURA
A fin de que sea conocido y meditado por todos nues
tros arquitectos, consideramos de utilidad reproducir el
interesante art1culo del Arqto: Dn. Carlos A. Herrera M ac
Lean sobre "La /unción renovadora de la cr1tica ...
Hasta ahora, ,Por una mal entendida solidaridad pro
fesional , todos nuestros colegas pre,Parados y eruditos,
han cre1do o,Portuno ccz.llar sus apreciaciones sobre el
desarrollo de la obra arquitectónica en nuestro ,Pa1s en·
tendiendo en esta forma evitar enfriamientos que pudie·
ran traer aparejados trastornos capaces de dañar la ar·
mon1a que ha caracterizado siem,Pre las relaciones entre
arquitectos. Creemos que esto no ha de suceder; la cul
tura de nuestros ,Profesionales es garantia suficiente d e
que sabr~n ace,Ptar toda cr1tica hecha con altura y tenien·
do sólo en. cuenta el progreso arquitectónico.
Por otra parte, si los ,Profesionales no han olvidado
aun su vida de ta17er, deben recordar que la labor Jel~
profesor no es más que labor de cr1tica y que si esta es
necesaria para la pre,Paración del alumno, lo es tanto o
más ,Para el arquitecto , muchas v eces inca,Paz de reaccio
nar an.te las sugestiones de una moda o las exigencias de
un ,Pro-Pietario, olvidando as1 lo que la cr1tica podr1a ha
cerle recordar: que al aceptar su misión de arquitecto, ha
contra1do la obligación de educar al público sirviendo los
verdaderos intereses del Arte.
Si el arte es el •• espejo de la vida., y nuestra arqui
tectura, por ende, refleja nuestra hora actual inquieta,
apresurada, vanidosa, ¿quiere decir esto que es necesario
esperar con paciencia ·musulmana a que cambie nuestra
vida para que ese cambio se marque en nueva arquitectu·
ra, ya como un avance, ya como un atraso? Si así creyé
ramos, estas modestas crónicas no tendrían un objeto
inmediato y eficaz porque ¿a que lamentar un mal que
no tiene remedio y que debe sujetarse a una inevitable
evolución? Más no creemos así:
Nuestra arquitectura, como no encierra valor artís·
tico, no puede ser fiel reflejo de nuestra vida. Ha sido
levantada sin espíritu y ante nosotros aparece muda.
Acusa sí. nuestros defectos, pero calla nuestras virtudes.
Nos muestra utilitarios y egoístas y oculta nuestra sen
cillez, nuestra buena fé, nuestra generosidad, nuestro don
hospitalario, nuestro entusiasmo viril, nuestra exponta· neidad, nuestra juventud.
Por todas esas virtudes que no delata la arquitectura,
cabe esperar su renovación. La ductilidad espiritual de
nuestro pueblo lo hace apto para todas las reformas. Y si
en ese intercambio de ideas y tendencias extranjeras, que
acepta a veces su preocupación de su valor intrínseco,
pierde personalidad, vive por .lo menos. abierto a las co·
rrientes civilizadoras, Que es preferible no for·mar una
envoltura característica, a solidificar una rígida y porfia
da cristalización de raza.
Nuestra sutil envoltura, que cubre agitada mezcla de
sangres conquistadoras, tiende, creemos, a independizar·
se. Y mientras se forma la corteza nueva, no nos ·es dado
a nosotros, glóbulos activos que circulamos con la fresca
savia, ver la floración original y definitiva de nuestra
planta. Pero ella se efectúa con lentitud en ambiente de
fecundo eclectisismo.
Este eclecticismo es beneficioso en el campo de las
ciencias y de las otras arte~. Es fatal para la arquitectura.
Poco importa que sean extranjeras, las últimas máquinas '
que simplifiquen nuestra vida o las últimas creencias que
l il exaltan, o la última frase sonora, la última vibración
del verso, la última forma de la estatua. Pero la arquitec
tura quieta y adherida al suelo no puede .sufrir las in
fluencias nove.dosas y a la moda. Debe estar sujeta a las
órdenes del cielo que la cubre y de la tierra, que la so
porta, únicas órdenes que le dan unidad y que le hacen
vivir en el ambiente .
Pero con el eclecticismo que ha removido nuestra
ciudad. dándole aspecto de abigarrado catálogo de arqui
tecturas diversas. con él podremos entrar dentro de la vía
renovadora. Donde han triunfado las tendencias más ab
surdas importadas de los blancos países nevados, o de
las ariscas tierras montañosas, podrán entrar las nobles y
calmas tendencias que nos convienen. Si antes triunfó la
vanidad y la moda no nos será difícil hacer triunfar la
· verdad de nuestra hora, la verdad de nuestro cielo, de
nuestra tierra, de nuestro espíritu.
Es necesario y es posible infundir como un fermento,
virtudes nuevas en nuestro pueblo. Virtudes revoluciona·
doras, virtudes que formen en el organismo endeble de la
arquitectura las defensas necesarias para cuidar su vida
del contagio extranjero y para mantenerla con noble y
fuerte fibra.
Estas virtudes pueden inocular.se por medio de la
crítica, pueden y deben ser inoculadas. El juicio crítico
es el juicio renovador por excelencia. uEn una época sin
crítica de arte, dice Osear Wilde, el arte no existe o por
lo menos permanece estancado, herático, limitándose a re•
producir modelos consagrados.
Hay épocas de crítica que no fueron creadoras en el
sentido vulgar de la palabra, el espíritu humano solo ten•
taba poner en orden sus tesoros, separando el oro de la
plata y la plata del plomo, contando las joyas y dando
nombre a las perlas. Pero no ha existido jamás época
creadora, que no fuera al mismo tiempo crítica. Porque es
el espíritu crítico el que inventa formas nuevas. La crea
ción tiende a repetirse. Al instinto crítico debemos el na
cimiento de toda nueva escuela, de todo nuevo molde
q ue el arte encuentra preparado para cuando quiera em• plearlo ...
Esto que es ley general ·para todas las artes, tiene
más verdad aún para la arquitectura, arte hecho de sere·
nidad y de lógic a, arte que debe ser discutido y pesado,
arte que debe unir la rigidez de la fórmula matemática al
r itmo ondulante de la línea, arte que no admite los arre•
batos extraños y fantásticos de las nuevas estéticas. Por
eso, del estado de pobreza y de decadencia en que vive la
arquitectura en todo el mundo, hacemos culpable a la
crítica. La crítica que fuera una vez el nervio de su be
lleza y que desde hace tiempo, herida o despreciada, se
- 5-
•
ARQUITECTURA
alejó de la piedra a cuya sombra acostumbraba dictar su cátedra · del buen g'usto.
En las épocas gloriosas en que el arte pertenecía al
pueblo, en que había gerarquías y valores, '})ero no aisla·
miento, el hombre, elevado artista o humilde obrero, dió
vida a su arquitectura por dos medios: por .la acción y por
la crítica. Con su cerebro que creaba formas, con su brazo
nervudo que aparejaba los muros, con su ma·no hábil que
esculpía el ornamento, con sus ojos refinados que aplica·
ban el color . .. y además con su espíritu crítico. El en tu·
siasmo por el arte despertaba la crítica. Y el pueblo hacía
y criticaba. Así tomando la arquitectura desde Grecia,
primera época de inspiración y lógica, .allí encontramos el alto florecimiento de la crítica.
Con un sentido crítico, 5teniales ordenadores de la
carg'a lujosa y fantástica del Oriente, los griegos pudieron
obtener los inmortales efectos de equilibrio, de armonía,
de perspectiva, de ritmo, de luminosidad, de contraste. Su
gusto, como una herramienta filosa y prolija, fué puliendo
los perfiles, afinando el galibo de sus columnas, aligeran
do el equino de los capitr les. Y los sútiles detalles que ha
encontrado la arqueología y que parecían accidentes for·
tuitos, no, no lo son, son consecuencias de la crítica. De
esa crítica serena, modelo de crítica, ejercitada al aire
libre, a la som·bra de los blancos muros o a la sombra
de las verdes copas, como los ritos solemnes, como los
dramas pomposos, como los jueg'os olímpicos. J ueg'o ella
misma del espíritu en tensión continua, vibra·ndo en el
aire transparente y azul de la península, que cual inmenso
anfiteatro se abría para el canto salvaje de las olas, para
la blanca decoración de los templos y los dioses de már·
mol, para sus poetas, para sus filósofos.
Mientras Platón divagaba sobre belleza y Sócrates
sobre filosofía, los oyentes afirmaban sus facultades es·
pirituales. Y aprendían a discernir y a discutir la belleza
natural y a emparentarla con la deleznable belleza que
pueden hacer los hombres.
Roma vencedora arrastra su lujoso botín de esclavos
y de arte. Roba los mármoles de Grecia. Contrata sus ar·
tistas. Esclaviza sus obreros. Y ebria de aparato y de
grandilocuencia, al traer de Grecia Dioses y mármoles,
deja olvidada a la Crítica. La olvida, o esta diosa sútil se
esconde entre las ruinas para llorar la belleza en derrota.
La obra del imperio no acusa espíritu de selección ni de
lógica. Para los Cesares, todo siendo enorme y rico, todo es .arte; el gusto muere aplastado por el amontonamiento
de lujo y de trofeos. Y el inspirado equilibrio de Grecia
desaparece de la inmensa mampostería romana que ya no
se levanta con espíritu ~rítico.
La crítica olvidada en Roma volvió a dar sus lucidos
consejos al brillante estilo de Bizancio y al litúrgico y sa·
cerdotal románico. Pero adquirió su antiguo dominio con
el lirismo del gótico. Lirismo ordenado, sabio lirismo de
la fuerza que soporta y que empuja, lirismo del orna·
·mento afilado que decora. El pueblo vivió día a día con su
arquitectura en contemplación y en juicio. Y las agudas
flechas penetraban en los plomizos cielos del Norte em•
pujadas hacia arriba por miles de ojos que junto a su es•
píritu de fe y de entusiasmo, ponían su espíritu observa· dor y crítico.
Vino después con la decadencia del Gótico el período
sabio y erudito del Renacimiento.
Entonces se establecieron las categorías y las dig
nidades. Se catalogaron las ocupaciones humanas y se
dispensaron títulos. El jefe se aisló del pueblo que cons·
truía y este perdió su libertad de juicio. En el día en que
nació el Renacimiento puede decirse que murió la crítica.
No fué muerte rápida y decidida, sinó agonía dolorosa.
Tal día se estableció la honda y triste diferencia que hoy
persiste entre el artesano y el artista. Se creó el esca·
lafón de méritos, no reales sino aparentes. El pueblo per·
dió su facultad de admirador juzgando y ·pasó al elogio
servil. Poco demoró en ir a la más fría indiferencia. Mien•
tras tanto todo se reglamentaba: carreras, profesiones, es·
tudios, títulos, medallas, diplomas. Se abrieron escuelas,
academias, cenáculos. Y el arquitecto, sujeto a un difícil
régimen de "estudios clásicos", era el único capacitado
para hacer arquitectura, para hacerla y para juzgarla.
Así repetía sus conocimientos flamantes, no ya más ex•
traídos de la vida, sino importados de Grecia o de Italia.
Cualquier problema lo resolvía por medio de los órdenes
griegos. Y el triglifo, la voluta, y el acanto se distribuye·
ron por doquiera. Desde ese día, arquitectura llevada al
rango de un conocimiento hermético, se volvió un privi·
legio de círculo, como la ciencia de conocer los astros,
como la ciencia de curar los cuerpos, como la ciencia de
endulzar las almas. La crítica quedó como privilegio de
los iniciados. Se hizo al oído, de un colega a otro colega.
Y el pueblo dominado de respeto por los valores acadé
micos enmudeció o admiró por imposición extraña. Y así
sin entusiasmo, si a veces hizo algo glorioso por orden
de un cerebro privilegiado, lo hizo a despecho de ese ais· !amiento en que vivía la arquitectura.
Este aislamiento se hizo sentir más en arquitectura
que en las otras artes. En música, en pintura, en escultu·
ra, en lit·eratura, el pueblo fué más irreverente con las
dignidades togadas~ le pareció que en estas artes no ha·
bía nada de ciencia infusa y que le bastaba ver u oír para poder juzgar.
Las artes pasaron por todas las revoluciones. T uvie·
ron períodos críticos, períodos de difícil gestación, períodos
dolorosos como partos, pero siempre una época traía un
aporte nuevo sobre la época pasada. La burla, el sar•
casmo, la ironía cayeron sobre los heróicos defensores
de las ideas nuevas. Era la crítica siempre en acción, fe·
cunda y renovadora, ya abriendo horrible boca para el
colérico insulto, o ya dejando escapar de suaves labios la almibarada lisonja. Pero muda y opaca para la ar·
• quitectura que siguió porfiada distribuyendo sus sabias
ordenaciones clásicas. Las griterías de los grupos reno•
vadores pasaron a su lado sin mirarla y sin herirla. Los
muros se erguían cada vez más ufanos de esta indife·
rencia, que ellos interpretaban como dignificante res·
peto.
Después de este viaje rápido a través de las glorias
pasadas de la arquitectura, nos cuesta volver a la mo•
destia de nuestra vida cotidiana. Pero en ella. como ve·
remos después, se han repetido los fenómenos que he·
mos anotado. Nuestra arquitectura vive dormida y mu·
da, por que no la alienta la crítica. Pero es necesario des· pertarla. Despertarla por boca de esa crítica, aún gri·
tando, si fuese necesario. Así iremos al análisis, al jui·
cío razonado, a la rigurosa valorización. Así aprenderemos
a ver. Limpiaremos con la discusión nuestros ojos de
-6-
1
ARQUITECTURA
tanto polvo que los cubre~ y nos parecerá que por ve~
primera están abiertos cuando veámos nuestra arquitec
tura con nuestras facultades sin auxilio de libros, ni de
cátedras, ni de dogmas, sin prejuicios-clara y sencilla-
mente-llenos de amor, como vemos florecer las mar•
garitas de seda en el verde manto primaveral o las
margaritas de plata en el negro manto nocturno.
C. A. Herrera Mac Lean.
CASAS CONSISTORIALES DE ARAGON (NO.TA§ DE EXCURSIONISTA)
El Concejo o Municipio medieval comprendía geo·
gráficamente un centro urbano (villa o urbe), con el
ter11itorio que le rodeaba (término municipal). Este te
rritorio había sido separado, por concesión especial, del
Condado o de la jurisdicción feudal de la cual había
formado parte, o bien era un dominio real adquirido por
conquista. El comes o el señor feudal y su5 oficia.les
judiciales fueron reemplazados por el iudex y. por los
alcaldes, que, elegidos en la Asamblea de vecinos, ejer•
cían jurisdicción dentro de los límites del Municipio (1).
La tradición de la Casa Consistorial o del Consis
torio en donde se reunían los ciudadanos designados
para regir la ciudad, es romana. Avanzado el régimen
' . ... .. ...
Lena (Huesca) Casa Consistorial
;,.; . . ~~ :;, •. .
feudal, los ciudadanos lograron del señor el reconoci
miento de ciertas libertades, como imponer tributos,
administrar justicia, organizar milicias o somatenes, re
parar las fortificaciones o defensas, poseer sello, rela
cionarse con otros Concejos en hermandad para defen
derse de los malhechores, dividir la villa (si era popu•
losa) ·en cuartones o distritos para designar ciudadanos que eligiesen los jurados y demás cargos concejiles, etc.
En Aragón, .desde el siglo XII, la cabeza de la ciudad
era el justicia~ le seguía el ·prior de jurados o jurado
en cap, los jurados, almutazafe, el zalmedina, y más
tarde el padre de huérfanos, el regidor del hospital, etc. (2).
( 1) E . rle Hinojosa, Estwlios sob1·e la H istol'ict clel D erecho (.Madrid, 19 03).
( 2) Véanse las Onli11nr:iones <le la citul<tcl <le Cantqoca (z • • vols .. Zaragoza, 1908), por D. Manuel Mora y Gaudó; el Fonon
Ttwolii (Zaragoza, 1905), por D. Francisco Aznar Navano; la Cm·ta de población de l<t ciud<ul de Santa Ma1·ia de Alban·acín (Z'a.ragoza, 1915), por D. Carlos Riba y Garcfa: las 0 1·ditUtciones v paramientos de la cittdad de BarbastJ·o, p or D. Mariano Pano , e n la Revista <le Arag6n (años 1903 1y s iguientes) ; mis A¡Juntes sob1·e el antiguo 1·égimen mtmicipal de H uesca (Huesca, 1911 ) ; lla Colecoión de fueros y ca1·tas ¡n¿ebl.as, de Muñoz Rome ro: los Doc1t11tetttos histln-kos de Dm·oca 11 stt comtmidad, edición Campillo ( 1915) ; el T?·atadu del f.}nt1·onado. . . de Calatayttd, por 1\fartlnez del Villar (Zaragoza, 1598), y la historia de esta ciudad, por Lafuente, etc.
A medid·a que se fué desenvolviendo el régimen
municipal, aument·aron las prerrogativas concejiles. El
domim·o de Concejos y Regim~entos comen:zó, 'Como dice
Lampére~ (3), muy humilde o de prestado, como tantas
otras Instituciones medievales. Iglesias, -corrales, mer
cados, gradas, torres, y otros impropios loca•les daban
pobre albergue a los Concejos. Pero, av·anzada la Edad
Media, se observó la necesidad, a favor del auge de la
Institución municipal, de poseer el Concejo casa pro{Jia
( 4) ~ y entonces esta casa del Consistorio pudo tener,
cual otra cualquiera mansión noble, una o dos torres, el
escudo de ar·mas de la ciudad sobre la puerta, signifi
cativos adornos en el hastial de fachada, etc., alusiones
sensibles a los privilegios comunales que otorgaron re
yes o señores, y del incremento de >los Municipios.
En los siglos XIII y XIV, el Concejo oscense se reu
nía en la que se denominaba C:asa de la Caridad. ¿Dónde
estaba ésta 1 Lo ignoramos. Lo cierto es que así se la
denomina en las Ord-enanzas del siglo XIII~ y para su
conservación se destinaba una parte (la tercera gene
ralmente) de las multas que se imponían por infrac
ciones de las disposiciones concejiles. En el siglo XV la
Casa comunal es lla·mada Casa o Casas de la Ciudad, y
también Casas de la Corte. Esta, que debió habilitarse
para tal objeto el año 1461, estaría probablemente situa
da en el mismo lugar que la actual, construída desde
1577, o aquella muy ampliamente modificada. Que eran
distintas la Casa de la Caridad y la de la Ciudad, es
decir, que fueron dos edificios, que el s·egundo sucedió
en destino al pri·mer~ en el siglo XV. lo prueba un privi
legio del rey Juan II, dado desde Calatayud, a 20 de
Noviembre de 1461, por el que concedió licencia al Con
cejo para mudar la Caja de los Oficios de las Casas de la Oaridad a las de la Ciudad. Mas ola corte o audiencia •
del justicia de Huesca, para dictar sentencias en los
agr.avios, se tenía en el siglo XII en el palacio real.
Es de suponer que los Consejos ordinarios no se tendrían en el real palacio donde todavía habitaban tem·
4
poralmente los monarcas aragoneses, sino en algún tem-plo, o alguna casa, o algún atrio.
Los Consejos Generales solían celebrarse antigua
mente en el cementerio o fosal de la iglesia de San
Miguel (vulgarmente llamada d·e las Miguelas). Entre
otros ejem·plos, lo prueba que en el ·año 1450 dictó el
( 3) Las cittda(les es11a1iolas y stt m·quitecttt1"<t m.unicipal . al · finaliza1· la Eda<l M edi a (Madrid, 1917, pá,g. 65 ). En AJlcalA.. se
gún el F1te1·o, se r eun11a en un patio o corral ; en. Burgos, en ~1 palacio de San Llorente, en la. catedral TomA.nlca, en una torre <'le la muralla., en el claustro .de la catedral gótica y e n el me rcado de madera¡:; ; en Sevilla, en las g1·adas d e la oatedml , que era aün aa mezquita purificada; en Barcelona, en el siglo XII. e l CQ11ce jo .alquHaba casas particulares para sus reuniones ; en GtJanad•a, en la mad1·aza m ora, a primeros del siglo XVI, y en Ma drid. en la misma fecha, en un salón de la iglesia del Salvador.
( 4 ) Al comenzar el •sig lo XIV, Burgos habita una torre <le la muralla; Valladolid construy-e en 1338 un. edificio exprofeso. En 1480 los R{!!Yes Católicos ordenaron que todas las ciudades y villas que no tuviesen Casa Consistorial propia. la construyesen en e.l término de d os aoos. (Lampérez, ob. el t., pA.g. 66.)
-7-
ARQUITECTURA
Concejo un estatuto acerca del número de cabezas de
ganado que ·la aljama de los judíos debería tener, y de
la forma en que se llevarían ·a pacer, y al final del do
cumento se previene que .. los presentes estatutos y or·
dinaciones no puedan ser r evocados sino por el C on
sejo general de los que se tienen en el fosal de San Miguel .. . "(1). Y el cronista Aynsa afirma en la página
607 de s u obra (2) que los del gobierno de la ciudad te
nían en lo antiguo sus J untas y Consejos en el cernen-
-
Graus (Huesca) - Plaza Mayor y Casa Consistorial (A la derecha )
terio de esta iglesia de San Miguel (antiguamente fu.é parroquia), "de que dan claro ·testimonio m uchos actos
y deliberaciones hechas en este puesto; y el año 1501
(debe de ser 1510) a un duraba este uso, pues se halla
dieron entonces en é l leyes y estatutos a los sastres".
Esto nos hace sospechar que en el siglo XII, fre
cuentemente se reu niría el Consejo en la Iglesia de San
Miguel, pues esta tradición en el siglo XV, evidentemen
te anterior, revela antiguo origen y costumbre. También
se tendría en otros sitios ocasionales, y, como anterior
mente se dice, de prestado, como a conteció en otras par
tes, en aquel siglo d e embrión para la organización mu·
nic ipal, que no comienza a desarrollarse en forma hasta
el final de esta centuria duodécima. '
No se conserva en Aragón Casa Consistorial de fá-
brica anterior al siglo XV. Ya se ha dicho que en este
tiempo debía ser lamentable el estado material de los
Ayu ntamientos, puesto que los Reyes Católicos se vieron
en la precisión de mandar, en un ordenamiento de 1480,
que todas las ciudades y villas donde los Concejos no
tuviesen edificio propio, lo construyesen en el término
de dos años (3) . . La mayor parte de aquellas no lo tendrían y los irían
levantando lentamente, y a entrado el siglo XVI; y en
las que, como Zar agoza y Huesca, lo tenían, el renaci
miento, con su pomposidad, substituyó las medievales
Casas de la Cort, h umildes, que en bien poco se diferen·
ciarían de las demás ciudadanas, por edificios de dila
tadas proporciones, aunque difiriendo apenas en lo ex
terno de las mansiones nobles o señoriales de la ciu
dad. El tipo de la Casa Consistorial en Aragón es el ___. ___ _
( 1 ) Yl'a~c mi cs.tutlio a ce n :a de In J ude ría de H uesc.a. e n e l /Jolctín ele la R eal A ca<lcnda <le la H istoria, n6mero ele A bril d (• 1!11 5.
( 2 ) FuHda c:ió n, c.x:cel e1td(l:; , !JI"Ciltclc ::a s y cosas 1/ICIIIOI'ables d r l a m rt iQ11fsi1rw d w lud ele Huesca ( Huesca. 1619 ).
( 3 ) Lo t·en zo de Santa yana. Go bi er1to JWiítico ele los Jlltebl os de .1!.'~ 1)((.ii(t (Za ragoza, 1742) , citado Jlor Lamp é rez, página 66.
de la gran solariega, aunque con locales obligados y de·
pendencias privativas pertinentes; y su manera, en la
mayor parte, más se acerca a la italiana que a la fran·
cesa, en la cual última nación se conservan notab)es
Hotels de Vi77e de los siglos XIII y siguientes, de un
tipo más feudal por su aspecto y más minucioso y cuidado .
Es muy corriente que la Casa Consistorial se alce
sobre una plaza rodeada de arcadas, o porches en Ara·
gón, ya semicirculares, ya ojivales, que perpetúa el /orum
antiguo. Tal en Graus (Huesas), La Fresneda (Teruel)
etc. La base de la fachada es asímismo un pórtico con
arquería, caso bastante común, tanto en Francia como
en Italia y España, desde el siglo XII; y transpuesta
esta especie de lonja o atrio, se ve la entrada a las de
pendencias municipales, y la de la cárcel al lado. Así,
en Bielsa, Loarre, Sena, Alcolea de Cinca, Graus, en la
provincia de Huescas, y Valderrobres, en la de T eruel.
Y en este porche se reunían, y se reúnen, mercaderes,
generalmente forasteros, que allí realizan sus contrata· •
ctones.
Por lo mismo que el tipo corriente de Casa Consis
torial es el de la solariega ciudadana, están en minoría
los edificios consistoriales que, recordando la torre feu
dal o señorial, la poseen a modo de donjón municipal. El
más severo y característico, en este orden, es el de
Huesc a, que tiene dos torres de flanco, con mirador de
arquería y su espadaña en el remate y en ella la campa-
Casa Consistorial en Huesca
na para llamar al pueblo a las Asambleas comunales o
a correr el apellido, como se decía el toque de somatén.
La Casa Consistorial de Barbastro tiene una que aún
conserva también la campana. La de Bielsa ostenta en
un flanco un tambor aspillerado, con todo y ser obra del
siglo XVI.
Realmente~ estas torres simbolizaban los privilegios
comunales, como el donjón o la torre del Homenaje la
condición señorial.
(Cune/u iní ) Ricardo del Arco.
-8-
•
ARQUITECTURA ~ ••
Trabajos presentadO$ al Cong~reso
Pallll Am®ricano de Ar«¡uite<etcs CREACION DE LIGAS MllJNHCIPALES
Las aglomeraciones url-,anas, focos de la civilización
m oderna, son organismos cuyo crecimiento no debe li
brarse al azar. Los Gobiernos y los pueblos tienen el
deber ineludible de intervenir en su transformación fí
sica y moral, y de hacerlas bellas, sanas y atrayentes.
La mayor parte de las ciudades latino americanas,
es necesario constatar, no han abordado todavía en
forma amplia y previsora, ese inmenso programa que
comprende el estudio de sus n umerosos y variados pro·
blemas de urbanización. Las autoridades municipales se
han limitado en la generalidad de los casos a atender las
n ecesidades más inmediatas y dar trámite a asuntos de
interés secundario promovidos por la iniciativa privada.
La a cción de los municipios se ha esterilizado con la
aplicación de ese estrecho criterio de administración.
Altamente perjudicial para el desarrollo de las ciu
dades es ese criterio. Postergar indefinidamente la so·
lución de los problemas fundamentales y vitales, es falta
grave de previsión, cuya responsabilidad recaerá fatal
mente en el futuro sobre aquellos m unicipios que no han
cumplido con su deber o n o han comprendido su misión.
Esa misión es la de asegurar la circulación, defender
la salud pública comprometida, proyectar los ensanches, . . .
embellecer y adaptar las c iudades a los progresos y al
confort modernos. Pero como la vida de las ciudades n o
es limitada como la vida humana, y se desarrolla ante
un horizonte siempre abierto, esos objetivos, destinados
a ser alcanzados en largas etapas, deben ser previstos
con la mayor amplitud.
¿Pueden los municipios cumplir tan vasto programa
sin elaborar previamente un m editado plan de conjunto
que prevea todos los t rabajos necesarios y cordine los
esfuerzos para ejecutarlos sistemáticamente 1 Imposible.
Un gran plan de acción, aunque sea. esquemático, se con·
sidera imprescindible para abordar cuestiones tan com·
plejas cÓmo son las de urbanización.
El establecimiento de planos generales de extensión
y de embellecimiento para cada aglomeración urbana,
que prevean ampliamente los problemas de circulación,
de higiene y de estética, debe ser pués, la primera preo·
cupación de los municipios. La importancia de los pla
nos reguladores, desde cualquier punto de vista que se
les considere, es indiscutible. Toda obra, en efecto, que
implique un progreso para una ciudad está directa o in
directamente relacionada con su plano regulador .
El estado anormal de cosas determinado por la iner
cia de los municipios y la indiferencia del público, exige
una soluc·ión. La experiencia demuestra que las Ligas
Municipales, constituidas por elementos seleccionados,
pueden jugar un rol decisivo combatiendo aquellas cau
sas, y provocando movimientos en favor del renacimiento
de las ciudades.
Las Ligas Municipales tendrían por misión contro•
lar, asesorar y estimular la acción municipal, a la vez
que abordar la obra de la educación del público, incul-
cándole nocion es de higiene, despertándole ideales de
belleza e interesándole por medio de vigorosas propa
gandas y de encuestas en la solución de los más .vitales
problemas de las ciudades . .
De acuerdo con las consideraciones precedentes y
basadp en los magníficos r esultados que la obra de las
Ligas MuQicipales ha alcanzado en Europa Y. especial
mente en los Estados Unidos de .. América donde ha he
cho prodigios, tengo el honor de someter a la _ conside
ración del Primer Congreso . Pan Americano de .Arquitec
tos las siguiente.s conclusiones :
1." Las Ligas Municipales desempeñan un rol efi
caz en 1~ obra de ensanche, transfor mación y embelleci
miento de las aglomeraciones urbanas.
2." Los arquitectos, Sociedades de Arquitectos .. y d e
más entidades interesadas deben tomar la iniciativa en
el sentido de fundar una Liga Municipal en cada ciudad
de América .
3." Las Ligas M u nicipales que se organicen, mante~drán entre si estrecha relación con el fin de facilitar el
in tercambio de ideas y asegurar la unidad de acción. •
Montevideo, M arzo de 1920.
Raúl Lerena Acevedo.
C O N 1F E R E N C 1 A ·s Las artes, al igual de aquellas otras ramas de la hu
mana producción cuyo orígen está regido por 1os distintos
sentimientos y temperamentos a la par de la razón pura,
tienen la característica, en sumo grado, de ser fiel re
flejo de un m edio ambiente o de una idiosindracia de
terminada. Y aunque fijen reglas generales los cánones . determinantes de muchos de sus variados aspectos de
concepción y presentación, por ser sus producciones re
sultado exclusivo de ese medio ambiente o de esa idio
sincracia, son desde luego - y salvo muy raras excep
ciones - hijas de un punto de vista reducido por las
cüriosas limitaciones que le significan el criterio de una
hora particular y los convencionalismos de una época
dada.
No otra cosa resulta-excepción hecha de los proce
dimientos de ejecución-la serie indefinida de escuelas
que, en ciertos países primero y luego en el mundo cuando
su propagación escalara las cumbres, han fijado, en sus
aspectos generales y en sus finalidades quintaesencia·
das, el sentir de las naciones y de las razas para dejar
al margen de la historia, con las hijas de su ingenio, el
acuse de su existencia misma.
Y es así como, después que los siglos han pasado,
req u e braj ando con el andar del tiempo las telas sedien
tas de barniz y dejando en los mármoles de ·los monu
mentos la verdinegra ·pátina de los años muertos, puede
el crítico estudioso, a la manera de Taine, descubrir,
por el arte, los pueblos, o por la historia de los pueblos
la razón de su arte, en el más · seguro y eficiente aná
lisis estético.
ARQUITECTURA
Porque el hombre en su perp.ét~a ansia de avanzar.
que en resumen constituye el :iJe;al ae su tiempo. al
producir obra en las distintas ramas de las bellas artes.
no hace más que fijar. con la mate·mática precisión de
las reglas obligadas, ese sentir que tiene de suyo solo
el quantum de genialidad con que lo expresa, pues es él
exclusivo patrimonio de su patria o de su familia étnica.
que lo produjera a cada instante en el •parto portentoso
de todos sus dolores y de todas sus esperanzas.
Siguiendo este orden de ideas. ·la arquitectura-án
fora de alabastro desbordante de Chipre-al satisfacer
con su continente la expresión de belle:$ de IU hora y
con su contenido las necesidades materiales de •u época,
vino a constituir para los pueblos la síntesis de -arte que,
como ninguna otra. reducía a un solo término la com•
plicada fórmula de sus ideales y de sus necesidades.
De este modo, eligiendo de la historia sus m4s
notables modelos de expresión y objetivo, resumen la
prepotencia de su autocracia, las pirámides de los Farao
nes; la espiritualidad de los siglos medios, las enhiestas
catedrales de los góticos; la serenidad del dogma budis
ta, las columnas de Acoka que decoran las orillas del
sagrado río; y el remate de .la civilización quéchua el
formidable conjunto de Tiahuanaco. -Con las sucesivas jornadas de ·los tiempos que se
hacían pretéritos, van poco a poco adquiriendo las masas
arquitectónicas ese justo equilibrio que, resultante del
fin a que se destinaba la obra y .de los medios con que
se contaba para erigirla, producen despues de la inquie·
tud de los ensayos, las clásica5 proporcione5 modulares
salvadas del olvido hasta nosotros ·por la perseverante
tarea del Baro:zi.
En adelante-poco son los siglos en la evolución del
mundo-todos habrían de deber en esa Castalia de las
inspiraciones esenciales, los principios viñolescos, sea
para seguir sus huellas, sea para tratar de erigir sobre
sus cimientos las atrevidas líneas de las nuevas crea-• • • ~ ..... - · -~¡· • .,...
ctones. · '
De tal manera, como las ideas, como los hombres, co·
mo la vida, se renovaron los estilos, sin que se pudiera a
ciencia cierta asegurar que no fuera cáda uno de ellos~ en
sus novedosos aspectos, como obligadas reencarnaciones -permítaseme el término-de concepciones pasadas, de
elucubraciones anteriores; al igual que en lo humano nadie
salvó los lindes de su nacimiento sin estar sujeto a las
influencias de la herencia, de las vidas anteriores, de
los muertos.
Por tal motivo fué que en lo grande resultara la
originalidad casi imposible de llevarse a la práctica,
dentro de los lineamientos de la civilización occidental.
salvo en la fa: puramente utilitaria de las distribuciones.
Y solamente en u'n orden más relativo de cosas, aunque
el más voluminoso en su carácter numérico, ·la · edificación
de la casa privada, adaptándose a cada medio ambiente,
como los hombres a quienes servía, produce la variedad
considerable de aspectos con que el ••Jtome •• de los in
gleses se repite siempre, gramaticalmente hablando, pa·
d , ''h .. d d d. ra ser en ca a pa1s otro ome a ecua o a una 1s·
tinta necesidad. Es este, sencillamente, el principal aspecto de la
arquitectura de hoy. sujeta a reglamentación. a medida
y a prejuicios, para dejar de ser. en sus grandes líneas,
el gentil resultado de una manifestación artística y vol
verse, llanamente, un intrincado problema de técnica civil.
Súmese a lo anterior el estudio de los distintos as•
pectos con que se presenta la cuestión fundamental: pues
mientras se pinta ésta como la ciudad moderna con el
enorme fárrago de sus exigencias, son aquellos la fina•
lidad del edificio, su adaptación al medio, la idiosincracia
de sus propietarios y su valor de construcción.
De ahí, pues, la diferencia entre el alarife de ayer y
el arquitecto de hoy.
De ahí también, la suma de atención que debe mere•
cernos, en esta oportunidad de intercambio panamericano
de ideas, todo aquello que tienda a ampliar y mejorar,
aún dentro de lo relativo de estas cuestiones, el bagaje
de conocimientos que constituye el exponente de progre·
10 cultural de nuestra profesión.
Especializados en los problemas de la enseñanza,
tomaremos por esta senda.
Las más de las escuelas de arquitectura de América,
son de reciente data. Fundadas en una copia formal de
establecimientos similares exóticos, han iniciado y con·
tinuado el desarrollo de sus respectivos programas a ba
se de planes de estudio y procedimientos de enseñanza
vaciados en los modelos europeos. Europeos también han
sido y son buena parte del selecto conjunto de sus profe
sores. A la europea, for:osamente, ha sido el resultado
obtenido hasta el presente.
Particularidad que explica en forma ámplia el por
qué en las calles de las principales ciudades de la América
meridional se suceden, en una alarmante monotonía, los
elementos preponderantes de los estilos Luises; particu·
laridad que aclara también el retardo que nuestra obra
gremial acusa al no haber hallado todavía solución defi
nitiva para el problema de nuestra edificación de campaña.
Y es que cerrados los esfuerzos de los estudiantes de
nuestras escuelas por el límite reducido de una aplica•
ción que se repite a modo in~efinido, puede llegar,-y
llega-a ser francamente académica, pero no siempre prác·
tica conforme al sano criterio que enseña a producir de
acuerdo al medio. hasta satisfacer la ley de adaptación. El fin que perseguimos tiende a reducir·. en lo posi
ble, los efectos de esta marcada tendencia.
Mucho contribuirá a ello la obra directa y la bené
fica influencia del Primer Congreso. El estudio por parte
de nuestros profesionales de los temas capitales y la
exposición de arquitectura con la eficiente representa•
ción de los estudiantes, constituirá buena base y ex·
periencia como punto de partida, para conocer el estado
actual de nuestro gremio y las amplias esperanzas que
en nuestros sucesores podemos cifrar.
Y como, dentro de la finalidad 'que cada una per·
s-igue, el ambiente particular de las escuelas de arqui
tectura puede reaccionar por distintos caminos, bueno
·Será que una firme vinculación de todas ellas sea la
fuente de futuros éxitos panamericanos.
Que así, cuando busquemos nuevas rutas a la en•
señanza y nuevos métodos para la práctica aplicación,
nos sorprenderá en el mútuo trabajo por hallar el desi
'deratum de nuestra arquitectura americana, el saber que
-10-
• .
•
'•
ARQUITECTURA
hemos cumplido, con fraternal satisfacción el .. todo nos
una, nada nos separa.. del clásico dicho.
Que así igualmente, cuando por el esfuerzo de la
obra común, contemplemos alborozados el templo de
nuestros ideales iluminado por las siete lámparas de la
crítica ruskiniana, podamos volver con satisfacción el
pensamiento a la pasada hora en que, sembradores de
una feliz idea, derramamos en el seno de la juventud
estudiosa la semilla que tales frutos iba a producir.
Persiguiendo tales resultados, propicio ante este .Pri·
mer Congreso y solicito su aprobación para la práctica
y viable idea que encierra mi conclusión:
•• Propóngase a las universidades de América que
•• propendan a un intercambio cultural panamericano,
•• con vistas al mayor progreso de la enseñanza de la
•• arquitectura y todas sus materias afines, por el esta·
•• blecimiento de ciclos anuales de conferencias a carg'o
.. de catedráticos de las diversas Escuelas de Arquitec·
.. tura, para cuyo fin gestionará cada una el envío de los
•• conferencistas que considere más oportuno, proveyen•
" do a los gastos de viaje y estada",
Buenos Aires, Febrero de 1920.
... CarlCJs E. Becker.
Arquitecto.
. . . • ~ ..... K •
·a. • ..r.·- """ -~ ~··"' ~'$.! -
.·.,/~t . ..,.~~ . CASA-=HABITACION S 0 R 1 A N O 1318 - A r q u i t e e t o s A Z Z A R 1 N 1 . y V 1 L A M A J 6
La casa propiedad del señor Don Pilar Muñoz Silva,
cuyas plantas y fachada, proyecto de los arquitectos
. Azzarini y Vilamajó, llenan hoy el espacio destinado por
ARQUITECTURA a las nuevas construcciones partícula-
res de nuestra ciudad, presenta una car-acterística que es
bueno hacer notar sobre todo por la necesida.d, en que
se encuentra hoy el arquitecto, de ubicar en terrenos de
poco frente, como son la mayoría de los que dividen nues·
Fachada
- 11 -
ARQUITECTURA
- .
Hall
tra ciudad, una gran cantidad de elementos distintos, que
acusados al exterior hacen, por su distinta importancia
dificilísima la composición arquitectónica, dando a cada
uno de ellos la debida importancia, en fachadas de espa
cio muy reducido. Es fácil comprender esto con solo
observar muchas de nuestras construcciones en las que
se muestra, en pocos metros, aberturas diversas como
ser: entrada principal, entrada de servicio, puerta de
garage, etc. Es casi imposible conservar con esos ele
mentos tan distintos la tranquila sucesión de línea, que
requiere una buena composición arquitectónica.
La disposición adoptada para esta casa soluciona
este inconveniente haciendo que la independencia de los
diversos locales se haga en el interior mismo de la casa,
a la que se accede por u na entrada única la que adquiere
por eso mismo una mayor importancia. El garage y al
gunos servicios, están dispuestos en la planta baja. Las
habitaciones tienen en el primer piso la debida indepen-:.
dencia. La parte destinada al servicio del comedor se co
munica con este, de un modo directo e independiente
también, lo que evita hacer de la galería y Hall, lugar
de pasaje obligado para todo el servicio de la casa.
La iluminación y ventilación de la casa se hace
lateralmente lo que facilita la conservación de u na tem
peratura constante. Los demas detalles de ubicación van
indicados en las plantas correspondientes.
. . 12 . - --
Comedor
: 1
• •
. ' l 1
,/ l
A~QUtTBCTURA
Por r eputarla de alto interés parn. los prof.&sionales, transcribimos a. continua·ción la opinión del Arqultlecto Carlos Pér e7. Monte ro, profesor ad junto de Arquitectura legal en la. l<'"'acultad de Arquitectura, sobr e um~ consulta <le med ia ne1ría que l:e !1icier a. el arquitecto Leopol do J . To~L D ic ha
opin16n contribu~·e a -aclarar un punto qu>e ha v enido d i:;cutiénclose en vn ríos núnler os de Al'tQUl'l'ECTUHA.
Montevideo, Diciembre 24 de 1921
Señor Arquitecto Leopoldo ] . T osi
Presente
Muy estimado colega:
Acuso recibo a su m uy estimada fecha 29 de Noviem·
bre ppdo. en la que V d. hace la siguiente consulta: .. He construido una casa haciendo uso de una pared
• .. divisoria que ya estaba construida, pero no ocupo toda
•• la pared sinó una parte. Esa misma parte que he ocu
•• pado se divide en dos fra.cciones, porque una e·s ocu
•• pada con edificio y la otra simplemente como muro de ,, . ,,
cerram1ento .
"Ahora bien: yo deseo saber si al pagar la mediane·
" ría tengo dereoho a deducir un sexto del valor de la
•• pared que queda de exclusiva propiedad del lindero y •• d .. por concepto e recargo .
He estudiado detenidamente el caso que V d. me con·
sulta y he llegado a la conclusión de que V d. no tiene de
recho a cobrar a su vecino por concepto de recargo la
sexta parte del valor de la pared que ya estaba constru1da
y que queda de exclusiva propiedad de su vecino.
Lo único que V d. puede y debe hacer, es tener en
cuenta la sobrecarga al tasar el muro medianero el que
tendrá un valor menor que si no estuviera cargado.
1
A pesar de ser un punto bien especificado en el ar·
tículo 602 de nuestro Código Civil. últimamente se ha
discutido entre lo·s Arquitectos, apareciendo varias opiniones en la Revista .. ARQUITECTURA" (números de
Junio, Julio. Setiembre y Octubre de 1921). Los que opinan que se tiene derecho a cobrar la
sexta parte sostienen: "Que siendo el principio estable
•• cido en el Código indemnizar un perjuicio que se c~usa,
•• en este caso el de soportar el muro común, un mayor
.. peso de la propiedad de uno solo de los condominios
•• de la pared medianera, no puede admitirse que ese
•• perjuicio existe cuando prim-ero se levant~ una parte y
.. luego la otra y no existe, cuando el muro se ha levan-. " tado de una vez en aquella misma altura total".
Los otros sostienen que el ar tículo del Código es
bien claro, y que solo se pagará la· sexta parte cuando
se trata de una nueva obra "la sexta parte de lo que valga la nuevamente levantada".
Es interesante en ese sentido un artículo firmado
por A. aparecido en dicha revista (número de Octubre)
en el que trascribe la opinión de Guillot sobre este purt~ to. Opina este distinguido comentarista, lo siguiente:
1.0 Que al constr uirse la pared, su propietario ha he
cho uso de una facultad absoluta en el sentido de
que no estaba obligado, a indemniz.ar al vecino
qu e no era entonces condueño del muro.
2.0 Que el vecino podría hacerse condomino de una
parte de la pared sin pagar nada, alegando la . ,
compensacxon.
3.0 Q ue con es>a interpretación, se podría facilmente
b urlar la ley en perjuicio de los derechos del dueño primitivo de la pared divisoria, puesto que
el vecino que tuviese la intención de comprar la
medianera de toda la pared, empezaría por com
prar la parte inferior de la misma, para poder
así alegar la compensación y luego adquiriría el
r esto de modo que sería ·co-propietario de todo el
m uro pagando menos de lo que establece clara· mente la Ley.
Y por ·último Guillot dá la solución sobre lo que se debe hacer y dice a ese respecto:
. "Al fijar el precio de la parte inferior de la pared, " los peritos tendrán en cuenta el menor valor de ella, " por el aumento de peso que soporte, pero prescindiendo •• de lo que dispone el Núm. 2 del Artículo 577. (hoy ar.. t1culo 602)".
En esta forma se contempla el perjuicio a que alu·
den los que sostienen que se tiene derecho a cobr ar la sexta parte.
II
El artículo 658 del Código Francés que trata sobre el
alzamiento de la pared medianera es diferente al nuestro. Dice dicho artículo:
" El con.domino puede levantar más la pared media
.. nera, pero debe pagar solo el costo de la mayor altura,
•• la.s composturas de conservación de la pa.rte nueva·men
•• te edificada y ·además la carga en razón de la mayor .. altura y según su valor ••.
El "Manuel des Lois du Batiment" de la sociedad
Central de los Arquitectos Franceses comenta este ar· tículo del Código y dice entre otras cosas:
"La indemnización por el aumento de peso está mo· " tivad,a por el perjuicio que causa al muro medianero, la
" parte nuevamente levantada la que debido a su peso,
" disminuye la duración del muro. Esta indemnización
u estaba fijada por la Coutume de París (Art. 197) en la -•• sexta parte del valor de la pared levantada pero el
.. Código Civil no ha indicado nada en este sentido.
"La experiencia ha demostrado que esta avaluación es
.. exagerada en la m"ayor parte de los casos debiendo
•• variar dicha indemnización entre 116 y 1112 según las ' ,. . .
c•rcunstanc1as •
" La indemnización por sobrecarga no puede jamás " igualar el valor del muro cargado".
Y Pothier dice :
" Porqué es evidente que por medio del peso que
•• se le hace soportar el muro no durará tanto y tendrá
•• necesidad de ser reparado más pronto que si no tuvie·
•• r a encima aquel peso; es pues justo que el otro vecino
•• con quien se tiene el muro en común sea indemnizado ••.
- 13-
ARQUITECTUftA '!' anto eÍ uno como el otró sé refieren al caso gene·
ral de muro nuevamente levantado.
Refiriéndose al caso especial que se consulta, Fremy·
Ligneville en el Traité de la Legislation des Batimets Tomo II N.o 551 dice:
•• Aquel que solo compra la medianería de un muro
•• hasta la altura del cerramiento no puede recl•amar más
•• tarde en virtud del artículo 658 del Código Civil, una
•• indemnización por concepto de sobrecarga en razón del
•• excedente que carga sobre la parte medianera; se pre·
•• sume que se han tenido en cuenta los inconvenientes
.. de la sobrecarga al avaluarse el precio de adquisición.
•• Por lo demás el artículo 658 no obliga a pagar una in·
•• demnuación sinó en el caso de haber abado la pared
•• sobre un muro que ya es medianero y en razón de la
·•• sobrecarga que viene a imponérsele y no por el exceso
•• de muro que ya existía antes de la adquisición de la •• d. , ,,
me 1anena •
Y Lepage en su libro .. Lois des Batiments" página
86, Tomo l, dice :
•• Un vecino hace solo medianera su pared hasta la
•• altura de un muro de cerramiento. Pero cuando sea
•• co-propietario de dicho muro de cerramiento ¿no podrá
•• pedir en virtud del artículo 658 del Código Civil el pago
.. de una indemnización por la sobrecarga producida por el
•• excedente de altura del muro? El caso a que refiere el
•• artículo citado no sucede sino cuando el nuevo muro
•• se alza posteriormente al estado de medianería; mi en·
.. tras que en el caso en cuestión se supone que existe un
•• muro elevado perteneciente exclusivamente a uno de
•• los vecinos, habien·do obtenido el otro vecino solamente
•• la medianería de una parte .de dicho muro. En el caso
.. previsto por el Código la propiedad común habiendo
•• sufrido un desmérito a causa del al:zamiento hecho
•• posteriormente evidentemente el que alza su pared
.. debe una indemnización al otro. Ahora bien: el que
•• compra la medianería hasta la altura de un muro de
•• cerramiento compra ese derecho por el valor actual de
•• la pared y en este caso, en la avaluación debe haberse
•• tenido en cuenta que la parte de muro hecho media·
•• nero tenía la sobrecarga del muro ya existente no me· •• d' ., 1anero :
•• De manera pues que el vecino que solo compra la
•• medianería hasta la altura del cerramiento no puede
•• más adelante quejarse por la sobrecarga . que existía
•• cuando hizo su convenio ni por consiguiente reclamar
•• una indemni~ación por lo que excede de la ·altura del
•• cerramiento; puesto que el precio que ha pagado ha
•• sido tanto menor cuanto mayor era la sobrecarga pro·
•• ducida por el muro existente".
Como puede verse tanto Gui.Uot como Fremy Leg
neville y Lepag'e opinan que al hacerse medianera solo
una par·te del muro existente no debe pagarse una in·
demnización por sobre•carg'a puesto que al ava•luarse la
pared que se ha hecho medianera debe haberse tenido
en cuenta esa sobrecarga; en otras palabras, que al pa·
gar la medianería, como el valor de la pared es menor
debido a la sobrecarga, existe de hecho una índemniza•
ción a favor del que compra una parte de muro con so•
brecarga.
IIÍ
En la República Argentina le han dado tan poco
valor a la sobrecarga que no se paga nad~ por ese con·
cepto, cuando se trata de pared nuevamente levantada.
El artículo 2732 dice : .. Cada uno de los condominos
•• puede alzar a su costa la pared medianera sin indem• " nizar al vecino por el mayor peso que cargue sobre . " 11 n e a •
Los codificadores argentinos se han inspirado en
el Código Civil de Freitas (artículo 4395).
Como hemos dicho se trata en este caso de pared
nuevamente levantada. En cuanto al punto consultado
puede aplicarse nuestra tésis pues el artículo 2736 del
Código Civil Argentino dice:
.. Todo propietario cuya finca linda inmediatamen·
" te con una pared ó muro no medianero, tiene la facul
•• tad de adquirir la 'Medianería en toda la extensión de
.. la pared, o solo en la parte que alcance a tener la fin·
.. ca de su propiedad hasta la altura ·de las paredes di
.. visoria•s, reembolsando la mitad del valor de la pared
"como esté construida, o de la porción de que adqui
.. riera medianería".
Y a·l tasar el valor de la pared como está construída
deberá tenerse en cuenta el desmérito producido por la
sobrecarga • De manera pues, que aún en este caso existe di
ferencia fundamental .si se trata de muro medianero con
sobrecarga ya existente o de muro nuevamente levantado
sobre la medianera.
IV
Estudiado pues el punto consultado bajo sus diver·
sos aspectos y después ·de oir la opinión del estimado
profesor Dr. Luis V arela, he llegado a la conclusión re·
ferida al principio de esta carta, es decir "que cuando " existe un muro divisorio no medianero, propiedad úni· " ca de A. si el vecino B. adquiere la medianer1a de
" una parte de ese muro, A no está obligado a pagar a " B la sexta parte del valor del exceso de muro ya exis" tente. Al fijarse el valor del muro medianero los peritos " tendrán en cuenta el desmérito que produce la sobre· .. . '' carga ex1stente •
Pido a V d. disculpa por la tardanza en contestar a
su consulta, pero como se trataba de un punto que desea·
ba dejar bien aclarado he preferido estudiarlo con dete·
nimiento, ya que puede servir de precedente para casos • semeJantes.
Respecto ·a lo que V.d. me dice sobre que "la pared
•• más alta lo perjudica porque le tapa el sol, perjudi•• cando la higiene de su casa" debo manifestarle que el
vecino puede alzar su muro hasta la altura que las leyes
y reglamentos vigentes se lo ·permitan, sin que V d. pueda
impedírselo.
El perjuicio a que V d. alude, sería fácilmente rebatido
por su vecino que le podría decir que V d. al construir su
casa debió prever de que en el futuro sus linderos podían
edificar hasta la altura reglamentaria.
Esperando haber satisfecho su pedido de consulta,
lo saluda su siempre afectísimo amigo. y colega.
• ••
Arq. Carlos Pérez Montero,
Profesor adjunto de Arquitectura Legal
1 -14-1
ARQUITECtURA
FACULTAD DE AROVITECTURA
.,
Prof. Arq.: José P. Carré Fachada Alumno: Leonida·s Chiappara
Proye<eto de arquatectura Vll Y. Vlll - Segundo proyecto - Alñ\o 1911 - Tema- Un ediflcio para los <eon<eursos de Gran PR""emio.
De nuestro número anterior correspondien·
te a Diciembre, publicamos, conjuntamente
con las bases de este tema, el trahajo ej ecu•
tado por el alumno Evaldo Roux. Las exigen·
cías de la com-paginación no no~ permitió dar 1"
los dos trabajos que sobreslaieron en este
tema, razón por la cual insertamos el poster•
gado en este número, obra del alumno Leo•
nides Chia·ppara.
Las bases a las cuales hubo necesidad de
sujetarse para la ejecución de este trabajo,
puede encontrarlas el lector en la página 159
de ARQUITECTURA N." XLIX de la misma.
'
- ' . • •
Planta • J ~ - • . .
CRÓNICA
En honor del A rquiteeto Horacio Acos-
• ta y Lara.
El sábado J 4 de Enero del corriente año se verifkó en el Hotel Lanata el banquete que en homenaje al arquitecto Horacio Acosta y Lara le tributaban sus colegas y amigos por su bri· liante actuación en el Decanato de la Facultad
de Arquitectura que dejó por expiración de su mandato legal. Alrededor de la mesa, artísticamente preparada, tomaron
asiento los · señores Horacio Acosta y Lara, doctor Manuel Quintela, arquitecto Jacobo Vásquez Vareta, arquitecto Leopoldo Carlos Agorio, docto~s Ernesto Quintela y Julio C. Bauzá, arquitectos Daniel Rocco, Carlos Pérez Montero, Elzeario Boix, Emilio Conforte, José BeUoni, Iglesias Higes, Alfredo Nin, Rodolfo Amargós, M. Cravotto, Armando Acosta y Lara, Pedro &Uoni y
Gadea, Román Berro, Mario Coppetti, J. Lerena Juanicó, Eugenio Baroffio, Claudio Williman, Arrarte Vidoria, Carcavallo, Gómez Ferrer, Durán Guani, J. Ma;zara, Vázquez Barderi, José P. Carré, A. R. Campos, O. Sambucetti, Alberto Muiños, Herran ,José Gimeno y Antonio Vázquez y señores Perfecto López Campaña, ltalo Di~hiero e Ignacio P. Ferro.
Al descorcharse el champagne, el señor Belloni y Gadea leyó adhesio~s de los señores Rector de la Universidad doctor Emilio Barbaroux, ingeniero Donato Gaminara, arquitectos Millot Grané, Horado Auarini y Quartino, y señor Luis Zerbino • •
Acto continuo, el señor Daniel Rocco, presidente d·e la So-ciedad de Arquitectos, ofreció la demostración en un conceptuoso discurso en el que puso de relieve la obra que ha impreso a la
- 15 -
A ~QU ITECttJ~A ' .,
F~a1tad efe Arquitectura et homenajeado, obra que por si sola aica~:a para consagrar una personalíd~d. Se extendió en otra serie de consideraciones tendientes a poner de manifiesto las relevantes condiciones de laboriosidad e inteligencia que caracterizan al señor Acosta y Lara.
A continuación, éste pronunció el siguiente discurso agradeciendo la demostración.
Señores: Hay una recompensa muy grande para los que han tenido la oportunidad alguna vez de hacer algo en favor de una causa común, recompensa que es la estimación general y el aprecio de los amigos, que Vds. me ofr.ecen esta noche y que me
·-:_permitirá en el futuro perfumar mis recuerdos de Decano con el aroma que dejará en mí espíritu esta fiesta de amistad.
Me falta le elocuencia que necesitaría para poder agradecer solo con la palabra esta adhesión a la poca obra personal que haya podido realizar, pero puedo decir con entera sinceridad que esa falta la suple toda la inextinguible gratitud que este ado hace nacer en el fondo de mí alma.
Y o debo a todos, miembros del Consejo Directivo de nuestra Facultad, profesores, colegas, estudiantes y demás personal de la misma, un profundo agradecimiento por la valiosa cooperación que me prestaran para su organización y funcionamiento y me proporciona un gran placer el poder expresárselos ahora.
La cooperación que ya he recibido de todos ellos y la forma en que la recibí, fué siempre mí mayor estímulo y será en el futuro el más grato recuerdo de mí vida universitaria.
Yo ·Creo que durante .estos primeros años de vida, en la Facultad se ha hecho todo lo que humanamente se ha podido hacer, todo lo que los medíos y las circunstancias han permitido hacer, peto posiblemente no se ha hecho todo lo que era necesario hacer.
Institución ;oven, la F acuitad de Arquitectura necesita aclarar un pasado para abrirse un porvenir. Tiene que abrirse camino a través de una trama de prejuicios que influyen para que la profesión del arquitecto y la arquitectura no sean comprendidos tal cual deben ser, resultando así un estado de cosas poco favorable para su progreso.
Es por eso que esta F acuitad tiene un vasto programa que desarrollar y grandes compromisos que cumplir. Primero con los jóvenes a quienes va a formar otorgándoles el hermoso título de arquitecto y luego con la sociedad a quien a modo de foco debe iluminar, devolviendo amplificado y modificado en un solo haz de luz todos esos elementos que caracterizan un arte y que dispersos sin unidad ni dirección nada valen.
Por eso mis votos son para que no decaiga en el esfuerzo sino que al contrarío se intensifique, porque para progresar, para avanzar, para elevarnos no solo nos es necesaria la fuerza capaz de vencer la gra vítadón natural de las cosas que las atrae hacia abajo o la inercia que las inmoviliza, sí no la pujanza vigorosa que nos haga marchar hacía adelante o la conquista de todo lo que sea necesario para dignificar a nuestra querida Facultad, dignificando así nuestra profesión y dignificándonos nosotros mismos
Señores, por la felicidad y prosperidad de todos Vds. Por el progreso de la F acuitad de Arquitectura.
la elección de Decano '" la Facultad de Arquitectura.
Realizase el día 20 de Enero la elección de Decano de la Facultad de Arquitectura, saliendo triunfante la candidatura del Arquitecto Don Ja-cobo V azquez V arel a.
El nuevo Decano, Señor V azquez V arela, es ante todo, un distinguido universitario, y es este uno de los mayores elogios que pueden hacerse de su persona, sobre todo en una época en que la mayoría de los que han pasado por nuestra Universidad, olvidan lo que esta es y lo que a ella deben. Dotado de una clara inteligencia y de una gran bondad, conserva frescos en su espíritu, el entusiasmo, el optimismo y la fe por la gran acción educadora y de renovación que incumbe realizar a nuestra Universidad.
Como miembro del Consejo Central Universitario o del Consejo de la F acuitad de Arquitectura, su acción desinteresada siempre tuvo por finalidad el beneficio de la enseñanza y la afirmación de nuestros prestigios comunes. Al difícil cargo que le toca desempeñar !h_ora, no exento de preocupaciones y sinsabores, llevará el rico caudal de experien-cia recogida en su larga actuación universitaria.
Por otra parte, la destacada obra profesional del Señor V azquez Vareta, unida a su meritoria labor de profesor d,esarrollada
en su cátedra de la Facultad .de Arquitectura, permiten caracterizarlo como una de .las. personalidades de mayor relieve y de más sanos. prestigios entre nuestros colegas.
ARQUITECTURA, que no puede ¡::ermanecer agena a la marcha de la Facultad de Arquitectura, al saludar al nuevo Decano Arqto. Dn. Jacobo Vázquez Vareta, hace votos porque el éxito más amplío acompañe su elevada misión.
El eJC Decano de la facultad de Altquitectul'a.
Por terminación de su mandato, ha dejado de desempeñar el alto cargo de Decano de la Facuitad de Arquitectura, el Arqto don Horado Acosta y Lara. Historiar la larga y meritoria labor de este distinguido colega, sería relatar
todos los progresos que desde su .creación ha venido realizando la F acuitad de Arquitectura. Sus condiciones de organizador y su reconocida laboriosidad, han sido puestas a prueba durante los seis años de su ejercicio, saliendo triunfante de todas las dificultades con que debía tro¡::ezar la joven F acuitad al dar sus
• primeros pasos. ARQUITECTURA, al saludar al Decano saliente, se
adhiere al homenaje c!,e los arquitectos nacionales y une sus felicitaciones por el éxito de la labor realizada.
El Presidente de la República y la Sociedad de Arqui· tectos.
El Presidente de la República, doctor Baltasar Brum ha pasado a la Sociedad de Arquitectos la nota cuyo texto a continuación transcribimos.
"Montevideo, Diciembre 22 de J 92J. Señor Presidente de la Sociedad de Arquitectos Dn.
Daniel Rocco. Distinguido Señor: Deseando responder a las distinciones con que me ha honrado
el Centro que V d. dignamente pr·eside, tengo el proyecto de donar, como ya lo he hecho a la Sociedad de Arquitectos de Buenos Aires, una medalla para que sea otorgada como premio al estudiante vencedor en el próximo concurso anual de arquitectura.
Al efecto de la acuñación de la medalla que ofrezco le ruego me comunique los datos necesarios para la leyenda a poner en la misma.
Saluda a V d. con mí consideración más distinguida
Baltasar Brum.
Con este número se reparte el índice del tomo In dice del tomo VIl, VII, correspondiente al año J 92J, a fin de que
año 1921. los suscriptores puedan encuadernar la colecdón.
Los interesados que por cualquier circunstancia . no lo recibieran, pueden reclamarlo a la Administración ·de la Revista.
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Montevideo, ~ 1 de D iciembre 1921.
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