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    FACULTAD DE PSICOLOGA Y TRABAJO SOCIAL

    CURSO: LGICA

    FACULTAD DE PSICOLOGA Y TRABAJO SOCIAL

    CURSO: LGICA

    RESUMEN: III UNIDAD

  • 3. El orador y su auditorio .................................................................... 79 4. El auditorio como construccin del orador ........................................... 81 5. Adaptacin del orador al auditorio ..................................................... 84

    Actividades de la Tercera Unidad.................................................................... 86

    N D I C E

    TERCERA UNIDAD Argumentacin y Lgica .............................................................................. 5 9

    Leccin 8

    La teora de la argumentacin y la lgica .................................................... 61 1. Demostracin y argumentacin ......................................................... 61 2. El contacto intelectual ...................................................................... 62

    Leccin 9 y 10

    Razonamiento y argumentacin ................................................................ 65

    1.4.2. Premisas implcitas ................................................................ 69

    1.4.3. Un razonamiento para probar que el enunciado condicional

    no es un razonamiento ........................................................... 69

    1.4.4. Sobre responsabilidades del autor y del lector de

    un texto argumentativo .......................................................... 73

    1.4.5. Una ayuda en la identificacin de los elementos

    de un razonamiento ............................................................... 75

    Leccin 11

    Contexto de la argumentacin .................................................................. 65

  • t e r c e r a

    UNIDAD

    Argumentacin y Lgica

  • Qu es la argumentacin?

    Cules son los fundamentos de una buena argumentacin?

    Cul es la relacin entre auditorio y orador?

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    L e c c i n V I I I

    LA TEORA DE LA ARGUMENTACIN Y LA LGICA

    1. demostracin y argumentacin

    Para exponer bien los caracteres particulares de la argumentacin y los problemas

    inherentes a su estudio, nada mejor que oponerla a la concepcin clsica de la

    demostracin y, ms concretamente, a la lgica formal que se limita al examen de los

    medios de prueba demostrativos.

    En la lgica moderna, la cual tuvo su origen en una reflexin sobre el razonamiento,

    ya no se establece una relacin entre los sistemas formales y cualquier evidencia

    racional. El lgico es libre de elaborar como le parezca el lenguaje artificial del sistema

    que est construyendo, es libre de determinar los signos y las combinaciones de signos

    que podrn utilizarse. A l, le corresponde decidir cules son los axiomas, o sea, las

    expresiones consideradas sin prueba alguna vlidas en un sistema, y decir, por ltimo,

    cules son las reglas de transformacin que introduce y que permiten deducir, de las

    expresiones vlidas, otras expresiones igualmente vlidas en el sistema. La nica

    obligacin que se impone al constructor de sistemas axiomticos formalizados y que

    convierte las demostraciones en apremiantes, es la de elegir los signos y las reglas de

    modo que se eviten las dudas y edades. Sin vacilar e incluso mecnicamente,

    es preciso que sea posible establecer si una serie de signos est admitida dentro del

    sistema, si su forma es idntica a otra serie de signos, si se la estima vlida, por ser

    un axioma o expresin deducible, a partir de los axiomas, de una forma conforme a

    las regias de deduccin. Toda consideracin relativa al origen de los axiomas o de las

    reglas de deduccin, al papel que se supone que desempea el sistema axiomtico en la

    elaboracin del pensamiento, es ajena a la lgica as concebida, en el sentido de que se

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    l g i c a

    sale de los lmites del formalismo en cuestin. La bsqueda de la univocidad indiscutible

    ha llevado, incluso, a los lgicos formalistas a construir sistemas en los que ya no se

    preocupan por el sentido de las expresiones: se sienten satisfechos con que los signos

    introducidos y las transformaciones que les conciernen estn fuera de toda discusin.

    Dejan la interpretacin de los elementos del sistema axiomtico para quienes lo apliquen

    y tengan que ocuparse de su adecuacin al objetivo perseguido.

    Cuando se trata de demostrar una proposicin, basta con indicar qu procedimientos

    permiten que esta proposicin sea la ltima expresin de una serie deductiva cuyos

    primeros elementos los proporciona quien ha construido el sistema axiomtico en

    el interior del cual se efecta la demostracin. De dnde vienen estos elementos?,

    acaso son verdades impersonales, pensamientos divinos, resultados de experiencias

    o postulados propios del autor? He aqu algunas preguntas que el lgico formalista

    considera extraas a su disciplina. Pero, cuando se trata de argumentar o de influir, por

    medio del discurso, en la intensidad de la adhesin de un auditorio a ciertas tesis, ya

    no es posible ignorar por completo, al creerlas irrelevantes, las condiciones psquicas

    y sociales sin las cuales la argumentacin no tendra objeto ni efecto. Pues, toda

    argumentacin pretende la adhesin de los individuos y, por tanto, supone la existencia

    de un contacto intelectual.

    Para que haya argumentacin, es necesario que, en un momento dado, se produzca

    una comunidad efectiva de personas. Es preciso que se est de acuerdo, ante todo y

    en principio, en la formacin de esta comunidad intelectual y, despus, en el hecho de

    debatir juntos una cuestin determinada. Ahora bien, esto no resulta de ningn modo

    evidente.

    En el terreno de la deliberacin ntima, incluso, existen condiciones previas a la

    argumentacin: es preciso, principalmente, que uno mismo se vea como si estuviera

    dividido en dos interlocutores, por lo menos, que participan en la deliberacin. Y, esta

    divisin, nada nos autoriza a considerarla necesaria. Parece que est constituida sobre el

    modelo de la deliberacin con los dems, por lo que es previsible que, en la deliberacin

    con nosotros mismos, volvamos a encontrarnos con la mayora de los problemas

    relativos a las condiciones previas a la discusin con los dems. Muchas expresiones lo

    testimonian. Mencionemos slo algunas frmulas, como: No escuches a tu mal genio,

    No discutas de nuevo este punto, que aluden, respectivamente, a las condiciones

    previas que afectan a las personas y al objeto de la argumentacin.

    2. el contacto intelectual

    La formacin de una comunidad efectiva de personas exige una serie de condiciones.

    Lo ms indispensable para la argumentacin es, al parecer, la existencia de un lenguaje

    comn, de una tcnica que permita la comunicacin. Esto no basta. Nadie lo muestra

    mejor que el autor de alicia en el pas de las maravillas. En efecto, los seres de ese pas

    comprenden ms o menos el lenguaje de Alicia. Pero, para ella, el problema reside en

    entrar en contacto con ellos, en iniciar una discusin; pues, en el mundo de las maravillas

    no hay ningn motivo para que las discusiones comiencen. No se sabe por qu uno se

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s dirige a otro. A veces, Alicia toma la iniciativa y utiliza simplemente el vocativo: oh,

    ratn! Considera un xito el haber podido intercambiar algunas palabras indiferentes

    con la duquesa. En cambio, al hablar con la oruga, pronto se llega a un punto muerto:

    Creo que, primero, debera decirme quin es usted; Y por qu? pregunt la oruga?

    En nuestro mundo jerarquizado, ordenado, existen generalmente reglas que establecen

    cmo se puede entablar la conversacin, un acuerdo previo que procede de las mismas

    normas de la vida social. Entre Alicia y los habitantes del pas de las maravillas no hay

    ni jerarqua, ni prelacin, ni funciones que hagan que uno deba responder antes que

    otro. Incluso las conversaciones, una vez iniciadas, a menudo se paran en seco, como la

    conversacin con el lorito, quien se vale de su edad:

    Pero Alicia no quiso que siguiera hablando sin decir antes su edad, y, como el

    lorito se negara a confesar su edad, no se le permiti decir nada ms.

    La nica condicin previa que se cumple es el deseo de Alicia de iniciar la conversacin

    con los seres de este nuevo universo.

    El conjunto de aquellos a quienes uno desea dirigirse es muy variable. Est lejos de

    comprender, para cada uno, a todos los seres humanos. En cambio, el universo al cual

    quiere dirigirse el nio aumenta, en la medida en que el mundo de los adultos le est

    cerrado, con la adjuncin de los animales y de todos los objetos inanimados a los que

    considera sus interlocutores naturales.

    Hay seres con los cuales todo contacto puede parecer superfluo o poco deseable. Hay

    seres vivos que no nos preocupamos por dirigirles la palabra. Hay tambin seres con los

    que no queremos discutir, sino que nos contentamos con ordenarles.

    Para argumentar, es preciso, en efecto, atribuir un valor a la adhesin del interlocutor,

    a su consentimiento, a su concurso mental. Por tanto, una distincin apreciada a veces

    es la de ser una persona con la que se llega a discutir. El racionalismo y el humanismo

    de los ltimos siglos hacen que parezca extraa la idea de que sea una cualidad el

    ser alguien cuya opinin cuenta, y, en muchas sociedades, no se le dirige la palabra a

    cualquiera, igual que no se batan en duelo con cualquiera. Adems, cabe sealar que el

    querer convencer a alguien siempre implica cierta modestia por parte de la persona que

    argumenta: lo que dice no constituye un dogma de fe, no dispone de la autoridad que

    hace que lo que se dice sea indiscutible y lleve inmediatamente a la conviccin. El orador

    admite que debe persuadir al interlocutor, pensar en los argumentos que pueden influir

    en l, preocuparse por l, interesarse por su estado de nimo.

    Los seres que quieren que los dems, adultos o nios, los tengan en cuentan, desean

    que no se les ordene ms, que se les razone, que se preste atencin a sus reacciones,

    que se los considere miembros de una sociedad ms o menos igualitaria. A quien le

    importe poco un contacto semejante con los dems, se le tachar de altivo, antiptico,

    al contrario de los que, fuere cual fuere la relevancia de sus funciones, no dudan en

    mostrar, a travs de los discursos al pblico, el valor que atribuyen a su apreciacin.

    Repetidas veces, sin embargo, se ha indicado que no siempre es loable querer

    persuadir a alguien: en efecto, pueden parecer poco honorables las condiciones en las

    cuales se efecta el contacto intelectual. Conocida es la clebre ancdota de Aristipo,

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    l g i c a

    a quien se le reprochaba que se haba rebajado ante el tirano Dionisio, hasta el punto

    de ponerse a sus pies para que lo oyera. Aristipo se defendi diciendo que no era culpa

    suya, sino de Dionisio por tener los: odos en los pies. Era, pues, indiferente el lugar en

    que se encontraban los odos?

    Para Aristteles, el peligro de discutir con ciertas personas est en que con ello se

    pierde la calidad de la propia argumentacin:

    [...] no hay que discutir con todo el mundo, ni hay que ejercitarse frente a un individuo

    cualquiera. Pues, frente a algunos, los argumentos se tornan necesariamente viciados:

    en efecto, contra el que intenta por todos los medios parecer que evita el encuentro, es

    justo intentar por todos los medios probar algo por razonamiento, pero no es elegante.

    No basta con hablar ni escribir, tambin es preciso que escuchen sus palabras, que

    lean sus textos. De nada sirve que le oigan, que tenga mucha audiencia, que lo inviten a

    tomar la palabra en ciertas circunstancias, en ciertas asambleas, en ciertos medios; pues,

    no olvidemos que escuchar a alguien es mostrarse dispuesto a admitir eventualmente

    su punto de vista. Cuando Churchill les prohibi a los diplomticos ingleses incluso que

    escucharan las proposiciones de paz que pudieran hacerles los emisarios alemanes,

    o cuando un partido poltico comunica que est dispuesto a or las proposiciones que

    pudiera presentarle la persona encargada de formar gobierno y a estamos ante dos

    actitudes significativas, porque impiden el establecimiento o reconocen la existencia de

    las condiciones previas a una argumentacin eventual.

    Formar parte de un mismo medio, tratarse, mantener relaciones sociales, todo esto

    facilita la realizacin de las condiciones previas al contacto intelectual. Las discusiones

    frvolas y sin inters aparente no siempre carecen de importancia, dado que contribuyen

    al buen funcionamiento de un mecanismo social indispensable.

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    L e c c i n I X y X

    RAZONAMIENTO Y ARGUMENTACIN

    En las secciones anteriores hemos utilizado repetidamente las palabras razon ento

    y r u ent c n, sin haberlas definido previamente. Lo hicimos as bajo el supuesto

    de que todos tenemos ms o menos la misma idea sobre su significado, pero ahora nos

    proponemos formalizar estas nociones.

    Usualmente se denomina razonamiento a una forma especial de pensamiento,

    raciocinio o actividad mental: Es la accin de discurrir, ordenando ideas en la mente,

    para llegar a una conclusin, dice el Diccionario de la Real Academia Espaola, DRAE

    [Vigsima primera edicin, 1992]. El texto siguiente, tomado de El hombre anumrico:

    El analfabetismo matemtico y sus consecuencias, ilustra magnficamente la definicin

    anterior. El autor presenta un razonamiento para mostrar que algunos clculos sencillos

    pueden resultar interesantes:

    Cul es el volumen total de la sangre humana existente en el mundo? El macho

    adulto medio tiene unos cinco litros de sangre, la hembra adulta un poco menos, y

    los nios bastante menos. As, si calculamos que en promedio cada uno de los 5 mil

    millones de habitantes de la tierra tiene unos cuatro litros de sangre, llegamos a que

    hay unos 20 mil millones (2x1010) de litros de sangre humana. Como en cada metro

    cbico caben 1.000 litros, hay aproximadamente 2x107 metros cbicos de sangre. La

    raz cbica de 2x107 es 270. Por tanto, toda la sangre humana del mundo cabra en

    un cubo de unos 270 metros de largo, un poco ms de un dieciseisavo de kilmetro

    cbico! [Paulus, 1988, p. 22].

    En este caso, el razonamiento es el proceso mismo mediante el cual se articulan unas

    ideas con otras hasta llegar a la conclusin. Este sentido de razonamiento como cc n

    ent l es tambin el que utiliza Moore en Los mejores problemas lgicos 2 al referirse

    a las habilidades necesarias para resolver la clase de problemas que conforman su libro:

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    l g i c a Todo lo que se precisa es sentido comn, una cierta capacidad de razonamiento,

    [Moore, 1991, p. 7]. Y es tambin el que utilizamos cuando explicamos la forma en

    que llegamos a la solucin de un problema diciendo: Yo lo pens as: o Este fue mi

    razonamiento.

    Ejemplo 1.5 El siguiente es un razonamiento muy utilizado por los profesores de

    lgebra para mostrarles a sus estudiantes que un descuido al usar propiedades de los

    nmeros reales puede ocasionar resultados absurdos: Vamos a de ostrar que 1 = 2.

    Supongamos, para empezar, que a y b denotan nmeros reales iguales, y diferentes de 0:

    a = b

    1. Multipliquemos ambos miembros de la igualdad anterior por b: ab = b2

    2. De los dos miembros de la igualdad anterior restemos a2: ab a2 = b2 a2

    3. Los trminos de la igualdad anterior se pueden factorizar as: a (ba) = (b+a)(ba)

    4. Dividamos ambos miembros de esta igualdad entre (ba): a = b + a.

    5. Utilicemos la hiptesis de que a y b son iguales y remplacemos a por b en la expresin

    anterior: b = b+b =2b

    6. Ahora, dividamos por b ambos miembros de b = 2b, para obtener el resultado

    propuesto: 1 = 2

    El desafo: Encontrar el error en el razonamiento, error que evidentemente existe.

    A diferencia de la nocin de razonamiento como proceso ent l conducente a una

    conclusin, en lgica formal se considera que un razonamiento es un bloque especial

    de proposiciones, ms que una actividad mental. En este sentido, cada uno de los tres

    bloques siguientes de afirmaciones, en los que algunas de ellas constituyen el soporte,

    fundamento o justificacin de otra afirmacin del mismo bloque, es un razonamiento.

    Sin embargo, ninguno da cuenta del proceso mental mediante el cual se va pasando de

    una afirmacin a la siguiente:

    1. Todos los hombres son mortales. Scrates es hombre. Por lo tanto, Scrates es mortal.

    2. Los p n inos vuelan. Porque todas las aves vuelan, y los p n nos son aves.

    3. Es martes o no es martes. En consecuencia, la luna es un pedazo de queso amarillo.

    En efecto, si es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo. Y si no es martes,

    la luna es un pedazo de queso amarillo.

    Lo importante para resaltar aqu es que entre el razonamiento cotidiano y el

    razonamiento lgico formal hay un elemento comn, que sirve de fundamento a la

    siguiente definicin aplicable en ambos casos:

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    Definicin 1.6 Un argumento o razonamiento es un bloque de proposiciones con

    el cual se afirma que una de ellas, llamada conclusin, se deriva, se desprende o

    se sigue como consecuencia de otras proposiciones del mismo bloque, llamadas

    premisas.

    Sobre la base de la definicin anterior, identificaremos la conclusin y las premisas

    en cada uno de los tres ejemplos que la preceden. Preste atencin a la funcin de las

    expresiones en negrillas; ellas contribuyen a tal identificacin:

    1. Todos los hombres son mortales. Scrates es hombre. Por lo tanto, Scrates es

    mortal. La expresin Por lo t nto separa la afirmacin Scrates es ort l de otras

    dos, que la justifican: Todos los hombres son ort les y Scrates es hombre.

    Es claro que si aceptamos que todos los hombres son mortales y que Scrates es

    hombre, tendremos que aceptar que Scrates es mortal. Se trata de un razonamiento

    con dos premisas: Todos los hombres son ort les y Scrates es hombre. La

    conclusin, Scrates es mortal, va despus de las premisas. Es un esquema de

    razonamiento de la forma: [premisas]. Por lo tanto [conclusin].

    2. Los p n inos vuelan. Porque todas las aves vuelan, y los p n nos son aves.

    En este caso aseguramos que [conclusin], Los pinginos vuelan. Y lo hacemos sobre

    la base de dos afirmaciones [premisas]: Todas las aves vuelan, primera premisa, y

    Los p n nos son aves, segunda premisa. En este caso la conclusin precede a las

    premisas. Es un esquema de la forma: [conclusin]. Porque [premisas].

    3. Es martes o no es martes. En consecuencia, la luna es un pedazo de queso amarillo.

    En efecto, si es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo. Y si no es martes,

    la luna es un pedazo de queso amarillo. Este es un caso en el que la conclusin, l

    luna es un pedazo de queso amarillo, va entre las premisas:

    P1 Es martes o no es martes.

    P2 Si es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo.

    P3 Si no es martes, la luna es un pedazo de queso amarillo.

    Ejercicio 1.7 Establezca, por analoga con los dos casos anteriores, el esquema del

    razonamiento anterior.

    Observe que si en cualquiera de los razonamientos anteriores se aceptan como

    verdaderas las premisas, entonces debe aceptarse como verdadera la conclusin; es

    decir, es imposible que las premisas sean verdaderas y que la conclusin sea

    falsa. A estos razonamientos se les llama razonamientos deductivos vlidos; son

    los razonamientos correctos mencionados en la definicin 1.2. A los argumentos que

    se dan a favor o en contra de una opinin, o para justificar o explicar una decisin o la

    solucin de un problema, o a los que eventualmente permiten llegar a acuerdos sobre

    asuntos polmicos, se les llama razonamientos dialcticos. El razonamiento de Paulus

    en El hombre anumrico, citado en la seccin 1.4.1, es un razonamiento dialctico.

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    l g i c a

    La definicin 1.6 es compatible con las dos clases de razonamiento mencionadas en

    el prrafo anterior, pues en ambos casos se sustenta una conclusin sobre la base de un

    conjunto de premisas. Slo que mientras el argumento cotidiano conlleva usualmente la

    intencin no siempre explcitamente declarada de convencer de algo a un interlocutor,

    o de influir sobre sus opiniones o creencias, tal intencin puede no estar presente en

    los razonamientos deductivos. Por otra parte, como la definicin no diferencia entre los

    trminos argumento y razonamiento, uno puede utilizar indistintamente ambos trminos.

    Sin embargo, cuando se hable de validez o correccin, diremos preferentemente

    razonamiento vl do o razonamiento correcto.

    Antes de presentar algunos ejemplos de razonamientos, es necesario hacer una

    observacin adicional: la validez de un razonamiento es una caracterstica formal;

    hace referencia solamente a la calidad de la relacin entre las premisas y la

    conclusin, y no a su contenido o veracidad. En particular, el calificativo de verd dero

    se aplica solamente a los enunciados; no a los razonamientos. Es por esto que hablamos

    de premisas verdaderas o de premisas falsas, y de conclusin verdadera o de conclusin

    falsa. Pero no decimos el razonamiento es verdadero o el razonamiento es f lso

    sino el razonamiento es vlido o el razonamiento es invlido. Un razonamiento es

    vlido cuando la conclusin est implicada por las premisas en forma necesaria, esto es,

    cuando no es posible que las premisas sean verdaderas, o se acepten como tales, y que

    la conclusin no lo sea, o no se acepte como tal. Veamos un ejemplo:

    Co o los seres terrestres tienen alas y los marcianos son seres terrestres, entonces

    los marcianos tienen alas. No hay duda de que si aceptramos como verdaderas las

    dos premisas, tendramos que aceptar como verdadera la conclusin, pues ella se

    sigue de las premisas en forma necesaria. Se trata entonces de un razonamiento vlido,

    a pesar de que las dos premisas son falsas. (Muy posiblemente la conclusin tambin lo

    es). Un razonamiento es invlido cuando la conclusin no se desprende necesariamente

    de las premisas. Este es el caso del razonamiento Los mdicos saben primeros auxilios.

    Entonces Juan es mdico, porque Juan sabe primeros auxilios.

    Aqu la conclusin Ju n es d co no se desprende de las premisas en forma necesaria.

    En efecto, la primera premisa asegura que los mdicos saben primeros auxilios, pero no

    asegura que slo los mdicos saben primeros auxilios. De hecho, Juan puede saber de

    primeros auxilios si es paramdico, por ejemplo. La validez de un razonamiento no est

    dada entonces por la verdad de las premisas o de la conclusin sino por la forma en

    que las premisas sustentan la conclusin. Ya mencionamos el hecho de que los tres

    razonamientos que ilustran la definicin 1.6 son vlidos. Sin embargo, en el primero de

    ellos las premisas y la conclusin son verdaderas; en el segundo, la conclusin es falsa

    (los p n inos no vuelan) lo cual indica que por lo menos una de las premisas tambin

    lo es y en el tercero slo la primera premisa es verdadera.

    Ejercicio 1.8 Identifique las premisas y la conclusin en el razonamiento siguiente.

    Es un razonamiento vlido? Es un razonamiento verdadero? Es un razonamiento

    correcto?

    Dado que los calamares son mariscos y que los mariscos se descomponen a altas

    temperaturas, se concluye que los calamares se descomponen a altas temperaturas.

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    1.4.2 PREMISaS IMPLCITaS

    Cuando una persona afirma que Ju n cree en Dios porque es catlico, est razonando

    a partir de dos premisas: una explcita, Ju n es catlico, y la otra implcita, Todos

    los catlicos creen en Dios. La incorporacin explcita de tal premisa al razonamiento

    produce este razonamiento vlido: Ju n cree en Dios. Porque Juan es catlico, y todos

    los catlicos creen en Dios. En forma anloga, una premisa implcita en el razonamiento

    Hoy tengo clase de lgica puesto que es lunes, es: Los lunes tengo clase de lgica.

    Si escribimos Hoy tengo clase de lgica puesto que es lunes y los lunes tengo

    clase de lgica, es fcil apreciar la estructura vlida del razonamiento. En trminos

    generales, llamaremos premisas implcitas a aquellas premisas que hacen parte de

    un razonamiento pero que no se enuncian en el mismo, sino que se sobrentienden, o se

    espera que se sobrentiendan, por parte del lector o de la contraparte en la argumentacin.

    Determinar las premisas implcitas e incorporarlas al argumento es esencial para decidir

    sobre su validez, en el caso de los razonamientos deductivos, o sobre su fuerza, en el

    caso de los razonamientos inductivos (clasificacin que estudiaremos posteriormente).

    Sin embargo, no siempre es tan sencillo como en los ejemplos anteriores identificar las

    premisas implcitas o coincidir en ellas. Y es fcil entender el porqu de esto: algunas

    piezas de informacin que el autor del argumento considera tcitas, sobrentendidas,

    bien pueden no serlo para quien lee o escucha el argumento.

    Ejemplo 1.9 La afirmacin No es lgico que un defensor del derecho a la vida est

    de acuerdo con el aborto, porque el aborto quita la vida a un ser hu no, es un

    razonamiento. Su conclusin, No es lgico que un defensor del derecho a la vida est

    de acuerdo con el aborto, se sustenta en dos afirmaciones. La primera es una premisa

    explcita: El aborto quita la vida de un ser humano. La segunda es una premisa implcita:

    No es lgico que un defensor del derecho a la vida est de acuerdo con acciones que

    quitan la vida a un ser humano.

    Ejercicio 1.10 Considere este argumento: (De la globalizacin) no se puede afirmar

    que se trate de un fenmeno realmente global, ya que ms de la mitad de los pases del

    mundo no se han integrado en forma intensa a la economa und l [La globalizacin.

    Portafolio, jueves 16 de enero de 2003, p. 30]. El columnista no est de acuerdo con

    calificar de fenmeno global un mundo slo parcialmente integrado desde el punto

    de vista econmico. Cul o cules son las premisas del argumento? (Debe incluir la

    premisa implcita). Cul es la conclusin?

    Ejercicio 1.11 Determine la premisa implcita en el argumento siguiente y reescriba

    el argumento incorporndole dicha premisa: Las promesas hechas cuando se tiene un

    arma apuntando a la cabeza carecen de fuerza moral o legal. Nadie est obligado a

    cumplir con una promesa hecha bajo amenaza [Copi & Cohen, 1998, p. 46].

    1.4.3 UN RazoNaMIENTo PaRa PRobaR qUE EL ENUNCIaDo CoNDICIoNaL No ES UN RazoNaMIENTo

    En trminos generales, el condicional S ... entonces... no expresa un razonamiento.

    Veamos por qu, con un ejemplo: Si es domingo entonces los catlicos van a misa.

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    l g i c a

    Determinemos el nmero de afirmaciones contenidas en el enunciado. Afirma que

    es domingo? No. Afirma que los catlicos van a misa? Tampoco. Entonces, cuntas

    afirmaciones contienen el condicional? Solamente una: cuando es domingo, los catlicos

    van a misa. Pero en un razonamiento deben identificarse por lo menos dos afirmaciones,

    premisa y conclusin, la primera de las cuales es el soporte o justificacin de la segunda.

    Entonces, el enunciado condicional S , entonces no expresa un razonamiento.

    Insistamos en la conclusin del prrafo anterior: es un error suponer que en un

    enunciado de la forma s p entonces q, el antecedente, p, es una premisa, y el

    consecuente, q, la conclusin. El condicional no afirma ninguna de ellas.

    Ejercicio 1.12 Considere el texto siguiente: S hoy es domingo, entonces los catlicos

    acudirn a misa porque los preceptos de su religin as lo establecen. Discuta esta

    afirmacin: el texto expresa un razonamiento. Determine las premisas y la conclusin.

    Compare con el condicional del prrafo anterior, y explique la diferencia.

    Lo que s puede suceder es que un enunciado condicional S , entonces sea una

    de las premisas de un razonamiento en el que la conclusin y la otra premisa son

    afirmaciones implcitas, y que generalmente se usa para rechazar enfticamente un

    juicio de valor. Este uso se ilustra en los dos ejemplos siguientes:

    Ejemplo 1.13 Suponga que alguien exclama: Ad ro a Adolfo Hitler, por su

    humanitarismo!. A lo cual usted responde: Si Adolfo Hitler fue humanitario, entonces

    yo soy san Pedro Claver. Este condicional tiene el propsito de rechazar tajantemente

    la afirmacin de que Adolfo Hitler fue admirable por su humanitarismo. Hace parte de

    un razonamiento en el que la otra premisa y la conclusin son afirmaciones implcitas, y

    que es este, en su forma completa: Si Adolfo Hitler fue humanitario, entonces yo soy

    san Pedro Claver. Pero es un hecho que yo no soy san Pedro Claver. Por lo tanto, Adolfo

    Hitler no fue humanitario. Este uso del condicional, por cierto un uso interesante en

    argumentacin, origina razonamientos deductivos vlidos.

    Ejemplo 1.14 Con ese gran desprecio por las minoras y esa absurda intolerancia por

    lo diferente, si el ministro Rmulo puede administrar justicia y la congresista Vivianne

    legislar sobre moral, Marulanda es monseor Rubiano y Amparo Grisales, sor Teresa de

    C lcut [Correo del lector. El Tiempo, Bogot, 26 enero 2002].

    Segn la definicin de razonamiento dada en 1.6, no todo texto formado por un

    bloque o grupo de proposiciones es, o contiene, un argumento o razonamiento. En

    efecto, en un texto argumentativo debe ser identificable el propsito de mostrar la

    validez de un resultado, o de defender un punto de vista, o de persuadir o convencer

    al auditorio para que acepte una idea u opinin. Deben tambin ser identificables las

    razones [premisas] del autor en favor de su opinin o punto de vista [conclusin], aunque

    una o varias premisas, e inclusive la conclusin, puedan ser implcitas. Evidentemente,

    muchos textos no tienen los propsitos anotados sino que cumplen funciones diferentes.

    Puede tratarse de textos que simplemente describen un hecho, explican un concepto o

    situacin, o cumplen una funcin de tipo narrativo, por ejemplo.

  • z 71 z

    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    Ejemplo 1.15 Consideremos el texto siguiente, tomado de un peridico colombiano

    de circulacin nacional:

    L construccin de la nueva lnea de Transmilenio sobre la avenida

    Ciudad de Quito nos forz a varios vecinos de la calle 88A a negociar nuestras

    viviendas que habitamos por ms de 30 aos. El IDU1 propone una negociacin

    basada en un avalo de la Lonja de Propiedad Raz, con el que no estamos de

    acuerdo porque no refleja los precios del mercado ni cubre el costo de reposicin

    de las viviendas.

    En toda negociacin comercial debe haber una propuesta del comprador

    y una contrapropuesta del vendedor. En este caso no: el IDU fija el precio,

    que debe ser aceptado o de lo contrario expropia. Tambin fija la forma de pago:

    una suma este ao, a la entrega de la propiedad en un trmino de 60 das, y el

    saldo el ao entrante, sin reconocimiento de intereses.

    El afn del alcalde Mockus de cerrar su administracin con la puesta en marcha

    de su proyecto bandera, indiscutiblemente necesario para Bogot, le impide ver el

    atropello contra muchos de los propietarios afectados.

    [El Tiempo, Seccin Foro del lector, 8 de julio de 2003]

    El remitente expresa su inconformidad con las condiciones impuestas por la entidad

    oficial encargada de negociar las viviendas de los residentes de un sector de la capital:

    Describe tales condiciones, manifiesta por qu son inaceptables y declara que ellas

    constituyen un atropello contra los propietarios afectados.

    La carta es un texto argumentativo puesto que en ella se identifican una opinin y

    varias afirmaciones que la sustentan. La opinin es que las condiciones de negociacin

    constituyen un atropello contra los propietarios (conclusin), opinin que es respaldada

    con la descripcin de las condiciones de negociacin (premisas).

    En el ejemplo siguiente se le da al texto anterior una estructura ntida de razonamiento,

    en la cual son fcilmente identificables las premisas y la conclusin:

    Ejemplo 1.16

    El afn del alcalde Mockus de cerrar su administracin con la puesta en marcha de

    su proyecto bandera la nueva lnea de Transmilenio sobre la avenida Ciudad de

    Quito, indiscutiblemente necesario para Bogot, le impide ver el atropello contra

    muchos de los propietarios afectados. En efecto, varios vecinos de la calle 88A

    fuimos forzados a negociar nuestras viviendas de acuerdo con condiciones injustas

    establecidas unilateralmente por el IDU: en primer lugar, el IDU fija el precio

    con base en un avalo de la Lonja de Propiedad Raz, con el que no estamos de

    acuerdo porque no refleja los precios del mercado ni cubre el costo de reposicin

    de las viviendas. Este precio debe aceptarse, pues de lo contrario se produce la

  • z 72 z

    l g i c a

    expropiacin de la vivienda. En segundo lugar, el IDU fija la forma de pago: una

    suma este ao, a la entrega de la propiedad en un trmino de 60 das, y el saldo

    el ao entrante, sin reconocimiento de intereses.

    En el texto anterior se identifica:

    La conclusin: El afn del alcalde Mockus de cerrar su administracin con la puesta

    en marcha de su proyecto bandera la nueva lnea de Transmilenio sobre la avenida

    Ciudad de Quito, indiscutiblemente necesario para Bogot, le impide ver el atropello

    contra muchos de los propietarios afectados.

    Premisa 1: Varios vecinos de la calle 88A fuimos forzados a negociar nuestras

    viviendas de acuerdo con condiciones injustas establecidas unilateralmente por el IDU.

    Observe que las afirmaciones mencionadas en primer lugar y en segundo lugar,

    son razones dadas por el remitente para justificar la premisa 1. Por lo tanto esta

    premisa es tambin la conclusin de un argumento contenido a su vez en el

    argumento global. Las premisas de tal argumento son:

    Premisa 2: El IDU fija el precio con base en un avalo de la Lonja de Propiedad Raz,

    con el que no estamos de acuerdo porque no refleja los precios del mercado ni cubre el

    costo de reposicin de las viviendas.

    Premisa 3: El IDU fija la forma de pago: una suma este ao a la entrega de la

    propiedad, en un trmino de 60 das, y el saldo el ao entrante, sin reconocimiento de

    intereses.

    Ejercicio 1.17 El siguiente es un texto argumentativo. Lalo atentamente. De qu

    espera el autor convencer a los lectores? Qu afirmaciones utiliza para lograrlo? El

    texto es tomado de la misma fuente del ejemplo 1.15.

    Seor Director:

    Sobre el sugestivo editorial del primero de julio, titulado Derrot r el hambre

    en el undo y relacionado con los alimentos transgnicos quiero hacer unas

    observaciones.

    El final del hambre en el mundo es una falacia propalada por las transnacionales

    que se lucran con este gigantesco negocio. Cifras de la FAO muestran que el

    hambre no se debe a la falta de produccin de comida sino a que cerca del 80 por

    ciento de la poblacin no tiene forma de acceder a ella. Las pruebas sobre posibles

    aumentos en la productividad de semillas transgnicas en centros de investigacin

    de Estados Unidos, Mxico, Gran Bretaa y otros pases, indican que no hay un

    aumento consistente de aquella. Tambin, segn la FAO, en el mundo hay unos

    1.400 millones de agricultores de subsistencia, que guardansus semillas de un

    ao a otro. No pueden comprar las transgnicas por obvios motivos. Qu pasar

    con ellos?

  • z 73 z

    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    Los genes tienen su propio sistema de interactuar entre todos ellos. Uno solo que

    se introduzca en el ADN, cmo va a afectar a todo el organismo y por cunto

    tiempo? Hasta el momento nadie lo puede decir.

    [El Tiempo, seccin Foro del lector, 3 de julio de 2003]

    1.4.4 SobRE RESPoNSabILIDaDES DEL aUToR Y DEL LECToR DE UN TExTo aRgU- MENTaTIvo

    Es pertinente mencionar que, de acuerdo con una de las reglas para la composicin de

    buenos argumentos, hubiera sido conveniente que el remitente de la carta del ejercicio

    1.17 citara las fuentes de la informacin contenida en el prrafo principal de la misma.

    Si la doble referencia a cifras de la FAO, y la referencia a pruebas de productividad con

    el uso de las semillas transgnicas, se hubieran documentado citando las fuentes, se

    hubiera dado ms credibilidad al argumento, tendra ms fuerza. Adems, un lector

    interesado en el tema hubiera tenido as la posibilidad de consultar directamente tales

    fuentes y de conocer con ms detalles los documentos referidos. (No obstante, en este

    caso la omisin de fuentes pudo ser deliberada: o porque el autor no consider necesario

    incluirlas, o para ajustarse a las limitaciones de extensin que generalmente fijan los

    peridicos para publicar las cartas de sus lectores).

    Las consideraciones del prrafo anterior se centran en responsabilidades del autor

    de la carta. Pensemos un poco en las del lector: Su primera responsabilidad es conocer

    el significado contextual de todas las palabras, frases y smbolos utilizados. Alimentos

    transgnicos? Semillas transgnicas? Falacia propalada por las transnacionales? FAO?

    No puede comprenderse un texto si se ignora el significado de algn trmino contenido

    en el mismo. Una vez superadas las etapas sintctica y semntica el lector interesado

    se formula y responde algunas preguntas como: Qu opinin sostiene el autor? Con

    cules afirmaciones la fundamenta? Son crebles estas afirmaciones? Constituyen un

    soporte adecuado para la conclusin?

    Para finalizar esta seccin presentamos dos ejemplos de textos que no son

    argumentativos, dado que carecen de los elementos caractersticos de estos, y que

    fueron mencionados inmediatamente despus del ejercicio 1.14.

    Ejemplo 1.18 El texto siguiente cumple una funcin expositiva. El autor muestra

    algunos errores que se cometen cuando se enfrenta por primera vez la tarea de escribir

    un ensayo basado en argumentos:

    L s reglas que rigen los argumentos, entonces, no son arbitrarias: tienen un

    propsito especfico. Pero los estudiantes (al igual que otros escritores) no siempre

    comprenden ese propsito cuando por primera vez se les asigna la realizacin de

    un ensayo basado en argumentos; y si no se entiende una tarea, es poco probable

    que se realice correctamente. Muchos estudiantes invitados a argumentar a

    favor de sus opiniones respecto a determinada cuestin, transcriben elaboradas

    afirmaciones de sus opiniones, pero no ofrecen ninguna autntica razn para

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    l g i c a

    pensar que sus propias opiniones son las correctas. Escriben un ensayo, pero no

    un ensayo basado en r u entos

    [Weston, 1999, p. 15].

    Ejemplo 1.19 En el siguiente texto-poema el poeta describe la prdida gradual de la

    memoria y su premonicin de lo inevitable:

    ESCRITURAS, 1

    Luego fueron

    las palabras cotidianas.

    Las que bendecan los alimentos

    las que deseaban los buenos das

    las de nombrar los dolores:

    Se te fueron muriendo en la boca

    a pesar tuyo.

    Entonces

    te valdras del papel

    para salvar esas palabras urgentes.

    al deletrear penosamente tus fatigas

    ibas leyendo

    el itinerario de tu muerte.

    [Galn, 2008, p. 7]

    Ejercicio 1.20 Decida si el texto siguiente es o no argumentativo. Explique la razn

    de su decisin y el propsito del texto:

    El anumerismo o incapacidad de manejar cmodamente los conceptos

    fundamentales de nmero y azar, atormenta a demasiados ciudadanos que, por

    lo dems, pueden ser perfectamente instruidos. Las mismas personas que se

    encogen de miedo cuando se confunden trminos como pl c r e nfer r,

    reaccionan sin el menor asomo de turbacin ante el ms egregio de los solecismos

    numricos [Paulus, 1988, p. 9].

  • z 75 z

    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    1.4.5 UNa aYUDa EN La IDENTIfICaCIN DE LoS ELEMENToS DE UN RazoNaMIENTo:

    Los indicadores

    La identificacin de las premisas y de las conclusiones explcitas e implcitas es un

    elemento indispensable para establecer la estructura de un razonamiento o de un texto

    argumentativo y para pronunciarse sobre su validez o sobre su admisibilidad.

    Algunas veces el texto incluye expresiones conocidas como indicadores (de premisas

    o de conclusin), que contribuyen a identificarlas. Son expresiones como las destacadas

    en negrillas en la seccin 1.4.2 y en algunos ejemplos posteriores.

    Indicadores de conclusin: Son expresiones que nunc n la (o una) conclusin

    en un argumento. La siguiente es una lista no exhaustiva de indicadores de conclusin:

    en consecuenc , luego, por esto, por lo anterior, por esta(s) r zn(es), por lo

    tanto, se sigue que, as que, podemos deducir que (concluir que, inferir que), lo

    cual muestra que (indica que, significa que, implica que), como resultado, de acuerdo

    con lo anterior

    Ejemplo 1.21 Los seres humanos destruyen anualmente millones de hectreas de

    bosques y son los directos culpables de la desaparicin masiva de fuentes de agua

    potable. Ningn otro ser viviente ocasiona tanto dao a la naturaleza. Por esto, de

    todos los seres que pueblan la tierra, los seres humanos son los ms nocivos para el

    ecosistema.

    El razonamiento anterior tiene dos premisas. La primera es la conjuncin de dos

    afirmaciones: Los seres humanos destruyen anualmente millones de hectreas de

    osques y (Los seres humanos) son los directos culpables de la desaparicin masiva de

    fuentes de agua potable. La segunda premisa afirma que N n n ser viviente ocasiona

    tanto dao a la naturaleza como lo hacen los seres humanos. Sobre la base de estas

    afirmaciones el argumento concluye que De todos los seres que pueblan la tierra, los

    seres humanos son los ms nocivos para el ecosistema, conclusin anunciada por el

    indicador Por esto.

    Indicadores de premisas: Son expresiones que nunc n una premisa o una lista

    de premisas en un argumento: d do que, como, porque, la razn es que, puede

    deducirse de (concluirse de, inferirse de), en vista de, puesto que

    Ejemplo 1.22 Me ir a narrar ftbol en Etiopa. Porque promet hacerlo si Colombia

    no clasificaba al mundial de ftbol.

    En el ejemplo la conclusin precede a las premisas y una de las premisas es implcita.

    Porque, indicador de premisas, anuncia las razones para la afirmacin que la precede.

    Conclusin: Me ir a narrar ftbol en Etiopa.

    Premisa 1: Pro et que si Colombia no clasificaba al mundial de ftbol, me ira a

    narrar ftbol en Etiopa.

  • z 76 z

    l g i c a

    Premisa 2 (implcita): Colo no clasific al mundial de ftbol.

    Tenga presente que los indicadores de premisa y de conclusin constituyen una ayuda

    y no un requerimiento. Por esta razn no siempre se utilizan. Tal es el caso del argumento

    siguiente en el que no se usaron indicadores, y en el que la conclusin, seguida de las

    premisas, es la primera afirmacin: He os hecho del ms privilegiado territorio del

    continente una desoladora pesadilla. Las sierras elctricas aniquilan una naturaleza que

    podra salvarnos; la conquista de Amrica prosigue con su viejo rostro brutal contra los

    hombres y las selvas; la peste del olvido borr nuestros orgenes y nuestros sueos

    [Ospina, 1997, p. inicial]. Note que la ltima afirmacin, importante en el texto como

    expresin del sentir del autor, no hace parte de las premisas.

    Aunque la definicin 1.6 estipula que los elementos de los razonamientos son

    proposiciones, hay otras formas alternas de expresin, propias del lenguaje natural y

    equivalentes a frases declarativas. Por ejemplo, la frase Que el cigarrillo no es nocivo

    para los llamados fu dores pasivos?, puede entenderse, segn el tono en que se

    pronuncie, como una afirmacin: el cigarrillo tambin es nocivo para los no fumadores

    en el entorno del fumador, o como: Claro que el cigarrillo tambin es nocivo para los

    fumadores pasivos!

    Ejercicio 1.23 Identifique un razonamiento en cada situacin siguiente. Indique

    las premisas (esto significa incluir premisas implcitas si considera que existen) y la

    conclusin.

    1. Estudiaste el domingo?

    Noooo!

    Y eso?

    Porque yo estudio el domingo slo si el sbado no he alcanzado a preparar

    algn examen que tenga el lunes.

    2. Que el cigarrillo no es nocivo para los llamados fu dores pasivos? Convenza de

    esto a quienes, despus de convivir por aos con familiares fumadores, desarrollaron

    enfermedades asociadas con el hbito de fumar, a pesar de nunca haber fumado!

    Ejemplo 1.24 En el ejemplo siguiente el argumento tiene dos premisas explcitas y

    una premisa implcita. Tambin la conclusin es implcita, pero su contenido se infiere

    fcilmente a partir de las premisas:

    Si el incremento en las penas de prisin fuera suficiente para disminuir los niveles de

    delincuencia, el ndice de secuestros ira en disminucin. Pero es un hecho que, en lugar

    de disminuir, el nmero de secuestros va en aumento.

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    Premisas:

    P1 Si el incremento en las penas de prisin fuera suficiente para disminuir los niveles

    de delincuencia, el ndice de secuestros ira en disminucin.

    P2 El nmero de secuestros, en lugar de disminuir, va en aumento.

    Adems, del texto se infiere la siguiente premisa implcita:

    P3 (implcita). La pena de prisin para el delito del secuestro ha sido incrementada.

    Conclusin (tambin implcita). El incremento en las penas de prisin no es, por s

    sola, una medida suficiente para disminuir los niveles de delincuencia.

    Ejemplo 1.25 El enunciado S un nmero entero tiene exactamente dos divisores

    positivos, entonces es un nmero pr o no es un razonamiento (ver seccin 1.4.3).

    Se trata, simplemente, de una proposicin condicional verdadera que enuncia una

    condicin suficiente para que un entero sea primo: que el entero tenga nicamente

    dos divisores positivos. En cambio, y no obstante estar expresado en una sola frase, el

    enunciado 8 no es un nmero primo porque tiene ms de dos divisores, contiene un

    argumento: Afirma que 8 no es un nmero primo y respalda esta afirmacin con dos

    premisas: una premisa explcita, 8 tiene ms de dos d v sores y una premisa implcita,

    s un entero tiene ms de dos divisores, no es primo.

  • z 79 z

    L e c c i n X I

    CONTEXTO DE LA ARGUMENTACIN

    3. el orador y su auditorio

    Con frecuencia, los autores de comunicaciones o de memorias cientficas piensan que es

    suficiente con relatar ciertas experiencias, mencionar ciertos hechos, enunciar cierto nmero

    de verdades para suscitar infaliblemente el inters de los posibles oyentes o lectores.

    Esta actitud procede de la ilusin, muy extendida en diversos ambientes racionalistas

    o cientificistas, de que los hechos hablan por s solos e imprimen un sello indeleble en

    todo ser humano, cuya adhesin provocan, cualesquiera que sean sus disposiciones. K.

    F. Bruner, secretario de redaccin de una revista psicolgica, compara estos autores,

    pocos interesados por el auditorio, con un visitante descorts:

    Se desploman en una silla, apoyando sosamente los zapatos, y anuncian

    bruscamente, a ellos mismos o a otros, nunca se sabe, lo siguiente: Fulano

    y mengano han demostrado [...] que la hembra de la rata blanca responde

    negativamente al choque elctrico [...]. Muy bien, seor les dije y qu?

    Dganme primero por qu debo preocuparme por este hecho, entonces escuchar.

    Es verdad que estos autores, por mucho que tomen la palabra en una sociedad culta

    o publiquen un artculo en una revista especializada, pueden ignorar los medios de

    entrar en contacto con el pblico, porque la institucin cientfica, sociedad o revista, ya

    proporciona el vnculo indispensable entre el orador y el auditorio. El papel del autor

    solo consiste en mantener, entre l y el pblico, el contacto que la institucin cientfica

    ha permitido establecer.

  • z 80 z

    l g i c a

    Todo el mundo, empero, no se halla en una situacin tan privilegiada. Para que se

    desarrolle una argumentacin, es preciso, en efecto, que le presten alguna atencin

    aquellos a quienes les est destinada. La mayor parte de los medios de publicidad y

    de propaganda se esfuerzan, ante todo, por atraer el inters de un pblico indiferente,

    condicin imprescindible para la aplicacin de cualquier argumentacin. No hay que

    ignorar la importancia de este problema previo por el mero hecho de que, en un gran

    nmero de campos ya sea educacin, poltica, ciencia o administracin de la justicia

    toda sociedad posea instituciones que faciliten y organicen el contacto intelectual.

    Normalmente, es necesario tener cierta calidad para tomar la palabra y ser escuchado.

    En nuestra civilizacin, en la cual el impreso, convertido en mercanca, aprovecha la

    organizacin econmica para captar la mxima atencin, esta condicin slo aparece

    con claridad en los casos en los que el contacto entre el orador y el auditorio no pueda

    establecerse gracias a las tcnicas de distribucin. Por tanto, se percibe mejor la

    argumentacin cuando la desarrolla un orador que se dirige verbalmente a un auditorio

    determinado que cuando est contenida en un libro puesto a la venta. La calidad del

    orador, sin la cual no lo escucharan, y, muy a menudo, ni siquiera lo autorizaran a tomar

    la palabra, puede variar segn las circunstancias: unas veces, bastar con presentarse

    como un ser humano, decentemente vestido; otras, ser preciso ser adulto; otras,

    miembro de un grupo constituido; otras, portavoz de este grupo. Hay funciones que,

    solas, autorizan a tomar la palabra en ciertos casos o ante ciertos auditorios; existen

    campos en los que se reglamentan con minuciosidad estos problemas de habilitacin.

    El contacto que se produce entre el orador y el auditorio no se refiere nicamente a

    las condiciones previas a la argumentacin: tambin es esencial para todo su desarrollo.

    En efecto, como la argumentacin pretende obtener la adhesin de aquellos a quienes

    se dirige, alude por completo al auditorio en el que trata de influir.

    Cmo definir semejante auditorio? Es la persona a quien el orador interpela por

    su nombre? No siempre: el diputado que, en el Parlamento ingls, debe dirigirse al

    presidente, puede intentar convencer, no slo a quienes lo escuchan, sino tambin a

    la opinin pblica de su pas. Es el conjunto de personas que el orador ve ante s

    cuando toma la palabra? No necesariamente. El orador puede ignorar, perfectamente,

    una parte de dicho conjunto: un presidente de gobierno, en un discurso al Congreso,

    puede renunciar de antemano a convencer a los miembros de la oposicin y contentarse

    con la adhesin de su grupo mayoritario. Por lo dems, quien concede una entrevista a

    un periodista considera que el auditorio lo constituyen los lectores del peridico ms que

    la persona que se encuentra delante de l. El secreto de las deliberaciones, dado que

    modifica la idea que el orador se hace del auditorio, puede transformar los trminos de

    su discurso. Con estos ejemplos, se ve de inmediato cun difcil resulta determinar, con

    ayuda de criterios puramente materiales, el auditorio de aquel que habla. Esta dificultad

    es mucho mayor aun cuando se trata del auditorio del escritor, pues, en la mayora de

    los casos, no se puede localizar con certeza a los lectores.

    Por esta razn, nos parece preferible definir el auditorio, desde el punto de vista

    retrico, como el conjunto de aquellos en quienes el orador quiere influir con su

    argumentacin. Cada orador piensa, de forma ms o menos consciente, en aquellos a

    los que intenta persuadir y que constituyen el auditorio al que se dirigen sus discursos.

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    4. el auditorio como construccin del orador

    Para quien argumenta, el presunto auditorio siempre es una construccin ms o menos

    sistematizada. Se puede intentar determinar sus orgenes psicolgicos o sociolgicos;

    pero, para quien se propone persuadir efectivamente a individuos concretos, lo

    importante es que la construccin del auditorio sea la adecuada para la ocasin.

    No sucede lo mismo con quien se dedica a intentos sin alcance real. La retrica,

    convertida en ejercicio escolar, se dirige a auditorios convencionales y puede, sin

    dificultad alguna, atenerse a las visiones estereotipadas de estos auditorios, lo cual ha

    contribuido, tanto como lo facticio de los temas, como a su degeneracin.

    La argumentacin efectiva emana del hecho de concebir al presunto auditorio lo

    ms cerca posible de la realidad. Una imagen inadecuada del auditorio, ya la cause la

    ignorancia o el concurso imprevisto de diversas circunstancias, puede tener las ms

    lamentables consecuencias. Una argumentacin considerada persuasiva corre el riesgo

    de provocar un efecto revulsivo en un auditorio para el que las razones a favor son, de

    hecho, razones en contra. Lo misma medida, alegando que es susceptible de disminuir

    la tensin social, levantar contra esta medida a todos aquellos que deseen que se

    produzcan confusiones, El conocimiento, por parte del orador, de aquellos cuya adhesin

    piensa obtener es, pues, una condicin previa a toda argumentacin eficaz.

    La preocupacin por el auditorio transforma ciertos captulos de los antiguos tratados

    de retrica en verdaderos estudios de psicologa. En la Retrica, Aristteles, al hablar de

    auditorios clasificados segn la edad y la fortuna, inserta varias descripciones, sutiles y

    siempre vlidas, de psicologa diferencial 12. Cicern demuestra que es preciso hablar de

    manera distinta a la especie humana ignorante y vulgar, que prefiere siempre lo til a lo

    honesto, y a la otra, ilustrada y culta que pone la dignidad moral por encima de todo.

    A su vez, Quintiliano estudia las diferencias de carcter, importantes para el orador.

    El estudio de los auditorios podra constituir igualmente un captulo de sociologa,

    pues, ms que de su carcter propio, las opiniones de un hombre dependen de su medio

    social, de su entorno, de la gente con la que trata y entre la que vive. Como deca M.

    Millioud: voulezvous que vhomme inculte change dopinions? Transplantezle 15 (Quiere usted que el hombre inculto cambie de opinin? Trasplntelo). Cada medio podra

    caracterizarse por sus opiniones dominantes, por sus convicciones no discutidas, por

    las premisas que admite sin vacilar: estas concepciones forman parte de su cultura, y a

    todo orador que quiera persuadir a un auditorio particular no le queda otro remedio que

    adaptarse a l. Tambin la cultura propia de cada auditorio se transparenta a travs de los

    discursos que le destinan, de tal modo que, de muchos de estos discursos, nos creemos

    autorizados a extraer cualquier informacin sobre las civilizaciones desaparecidas.

    Las consideraciones sociolgicas que son tiles para el orador pueden aludir a un objeto

    particularmente concreto, a saber: las funciones sociales desempeadas por los oyentes.

    En efecto, a menudo estos adoptan actitudes relacionadas con el papel que se les confa

    en ciertas instituciones sociales, hecho que seal el creador de la psicologa de la gestalt:

    Se pueden observar cambios maravillosos en los individuos, como cuando una

    persona apasionadamente sectaria se convierte en miembro de un jurado, rbitro

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    l g i c a

    o juez, y entonces sus acciones muestran el delicado paso de la actitud sectaria a

    un esfuerzo honesto por tratar el problema en cuestin de forma justa y objetiva.

    Lo mismo sucede con la mentalidad de un hombre poltico, cuya visin cambia cuando,

    despus de haber pasado aos en la oposicin, se convierte en miembro del gobierno.

    El oyente, dentro de sus nuevas funciones, adopta una nueva personalidad que el

    orador no puede ignorar. Y lo que sirve para cada oyente en concreto no es, por eso,

    menos vlido para los oyentes, tomados globalmente, hasta tal punto incluso que los

    tericos de la retrica creyeron poder clasificar los gneros oratorios segn el papel que

    cumple el auditorio al que se dirige el orador. Los gneros oratorios, tal como los definan

    los antiguos (gnero deliberativo, judicial, epidctico), correspondan respectivamente,

    segn ellos, a auditorios que deliberan, juzgan o solo disfrutan como espectador del

    desarrollo oratorio, todo ello sin tener que pronunciarse acerca del fondo del asunto.

    Se trata, aqu, de una distincin puramente prctica cuyos defectos e insuficiencias

    son manifiestas, sobre todo dentro de la concepcin que dicha distincin presenta del

    gnero epidctico; deberemos volver sobre este punto J8. Pero, si quien estudia la

    tcnica de la argumentacin no puede aceptar esta clasificacin de la argumentacin tal

    cual, esta tiene, sin embargo, el mrito de resaltar la importancia que ha de conceder el

    orador a las funciones del auditorio.

    En muchas ocasiones, sucede que el orador debe persuadir a un auditorio heterogneo,

    el cual rene a personas diferenciadas entre s por su carcter, relaciones o funciones. El

    orador habr de utilizar mltiples argumentos para conquistar a los diversos miembros

    del auditorio. Precisamente, el arte de tener en cuenta, en la argumentacin, a este

    auditorio heterogneo caracteriza al buen orador. Se podran encontrar muestras de

    este arte analizando los discursos pronunciados en los Parlamentos, en los cuales es fcil

    discernir los elementos del auditorio heterogneo.

    No es necesario encontrarse ante varias facciones organizadas para pensar en el

    carcter heterogneo del auditorio. En efecto, se puede considerar que cada uno de los

    oyentes es una parte integrante desde diversos puntos de vista, pero simultneamente

    de mltiples grupos. Incluso cuando el orador se halla frente a un nmero ilimitado

    de oyentes, hasta con un nico oyente, puede que no sepa reconocer cules son los

    argumentos ms convincentes para este auditorio. En tal caso, el orador lo inserta, en

    cierto modo ficticiamente, en una serie de auditorios diferentes. En Tristram Shandy

    obra a la que nos referiremos ms veces an, porque la argumentacin constituye

    uno de sus temas principales, Sterne describe una discusin entre los padres del hroe

    y, por boca de este, dice:

    [Mi padre, que quera convencer a m madre para que requiriera los servicios de un

    partero], trat de hacerle ver sus razones desde todas las perspectivas; discuti la

    cuestin con ella como cristiano, como pagano, como marido, como padre, como

    patriota, como hombre. Mi madre le responda a todo tan slo como mujer; lo cual

    era bastante duro para ella; pues al no ser capaz de asumir tal variedad de facetas

    y combatir protegida por ellas, la lucha era desigual: siete contra uno.

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s

    Ahora bien, tengamos cuidado, el orador no es el nico que cambia as de rostro,

    sino que ms bien es el auditorio al que se dirige la pobre esposa, en este caso;

    auditorio al que transforma al capricho de su fantasa para captar sus puntos ms

    vulnerables. Pero, dado que el orador posee la iniciativa de esta descomposicin del

    auditorio, a l se le aplican los trminos como cristiano, como pagano, como

    marido, como padre...

    Ante una asamblea, el orador puede intentar clasificar al auditorio desde el punto

    de vista social. Entonces se preguntar si el auditorio est totalmente englobado en un

    nico grupo social o si debe distribuir a los oyentes en mltiples grupos, incluso opuestos

    entre s. En este caso, siempre es posible la existencia de varios puntos de partida: se

    puede, en efecto, dividir de forma ideal al auditorio en funcin de los grupos sociales a

    los que pertenecen los individuos (por ejemplo: polticos, profesionales, religiosos), o

    segn los valores a los que se adhieren ciertos oyentes. Estas divisiones ideales no son,

    en absoluto, independientes entre s. No obstante, pueden conducir a la constitucin de

    auditorios parciales muy diferentes.

    La subdivisin de una asamblea en subgrupos depender, por otra parte, de la propia

    postura del orador: si, sobre una cuestin, mantiene puntos de vista extremados,

    nada se opondr a que piense que todos los interlocutores son integrantes de un nico

    auditorio. En cambio, si es de opinin moderada, tender a considerarlos componentes,

    al menos, de dos auditorios distintos.

    El conocimiento del auditorio no se concibe independientemente del conocimiento

    relativo a los medios susceptibles de influir en l. En efecto, el problema de la

    naturaleza del auditorio est vinculado al de su condicionamiento. Este vocablo implica,

    a primera vista, que se trata de factores extrnsecos al auditorio. Y todo estudio de

    este condicionamiento supone que se lo considera aplicable a una entidad que sera el

    auditorio tomado en s mismo. Pero, examinndolo ms de cerca, conocer al auditorio

    tambin es saber, por un lado, cmo se puede garantizar su condicionamiento y, por otro,

    cul es, en cualquier momento del discurso, el condicionamiento que se ha realizado.

    Para poder influir mejor en un auditorio, se lo puede condicionar por diversos medios:

    msica, iluminacin, tono demaggico, decorado, control teatral. De siempre se han

    conocido estos medios: los aplicaron tanto los primitivos como los griegos, los romanos,

    los hombres de la Edad Media, y, en nuestros das, los adelantos tcnicos han permitido

    desarrollarlos poderosamente, tanto que se ha visto en estos medios lo esencial de la

    influencia sobre los oyentes.

    Adems de este condicionamiento, cuyo estudio no podemos abordar, existe otro

    que se deriva del propio discurso, de modo que, al final del discurso, el auditorio

    ya no es exactamente el mismo que al principio. Slo se puede realizar este ltimo

    condicionamiento gracias a la continua adaptacin del orador al auditorio.

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    l g i c a

    5. adaPtacin del orador al auditorio

    Todo objeto de la elocuencia escribe Vico concierne a nuestros oyentes y,

    conforme a sus opiniones, debemos regular nuestros discursos. En la argumentacin,

    lo importante no est en saber un., lo que el mismo orador considera verdadero o

    convincente, sino cul es la opinin de aquellos a quienes va dirigida la argumentacin.

    Hay discursos que son tomando una comparacin de Gracin como un festn, en el

    que no se preparan las viandas a gusto de los sazonadores sino d los convidados.

    El buen orador, aquel que tiene mucho ascendiente sobre los dems, parece animarse

    con el ambiente del auditorio. No es el caso del hombre apasionado que slo se preocupa

    por lo que siente l mismo; si puede ejercer alguna influencia sobre las personas

    sugestionables, con mucha frecuencia, a los oyentes, su discurso les parecer poco

    razonable. Aunque el discurso del apasionado pueda impresionar, no ofrece declara M.

    Pradines un tono vrai (verdadero); la figura verdadera siempre (agujerea la mscara

    lgica), pues la passion dice Pradines est in (xia commensurable aux raisons (la

    pasin no se puede medir con razones) . Lo que parece explicar este punto de vista

    es el hecho de que el hombre apasionado, cuando argumenta, lo hace sin prestar la

    atencin suficiente al auditorio al que se dirige: llevado por el entusiasmo, imagina que

    el auditorio es sensible a los mismos argumentos que aquellos que lo han persuadido a

    l. Por tanto, por este olvido del auditorio, lo que la pasin provoca es menos ausencia

    de razones que una mala eleccin de las razones.

    Porque los jefes de la democracia ateniense adoptaban la tcnica del orador hbil, un

    filsofo como Platn les reprochaba que adulaban a la muchedumbre a la que habran

    debido dirigir. Pero ningn orador, ni siquiera el orador consagrado, puede ignorar ^

    este esfuerzo de adaptacin al auditorio. A los oyentes, dice Bossuet, les corresponde la

    formacin de los predicadores. En su lucha contra los demagogos, Demstenes le pide

    al pueblo ateniense que mejore para mejorar el estilo de los oradores:

    [...] en ningn momento los oradores os hacen o perversos u hombres de provecho,

    sino vosotros los hacis ser de un extremo o del otro, segn queris; pues no sois

    vosotros los que aspiris a lo que ellos desean, sino que son ellos los que aspiran a

    lo que estimen que vosotros deseis. As pues, es necesario que seis vosotros los

    primeros en fomentar nobles deseos, y todo ir bien; pues, en ese caso, o nadie

    propondr ningn mal consejo, o bien ningn inters le reportar el proponerlo

    por no disponer de quienes le hagan caso.

    Al auditorio, en efecto, le corresponde el papel ms importante para determinar la

    calidad de la argumentacin y el comportamiento de los oradores.

    Si se ha podido comparar a los oradores, en sus relaciones con los oyentes, no slo

    con cocineros, sino incluso con parsitos que pour avoir place dans les botines tables

    tiennent presque ioujours un langage contraire a leurs sentiments (para tener un

    sitio en las buenas cenas emplean casi siempre un lenguaje contrario a sus

    sentimientos),

    no olvidemos, sin embargo, que casi siempre, el orador es libre cuando slo podra

    serlo eficazmente de una manera que le repugna de renunciar a persuadir a un

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    C h r i s t i a n C r d o v a r o b l e s auditorio determinado. No se debe creer, por ello, que, en esta materia, sea siempre

    honrado conseguirlo ni siquiera proponrselo. El conciliar los escrpulos del hombre

    honesto con la sumisin al auditorio es uno de los problemas que ms le preocuparon a

    Quintiliano, para quien la retrica, scientia bene dicendi, implica que el orador perfecto

    persuade bien, pero tambin que dice el bien. Ahora, si se admite que (hay auditorios

    de gente depravada a la que no se quiere renunciar a convencer, y si uno se sita en el

    punto de vista que corresponde a la calidad moral del orador, est incitado, para resolver

    la dificultadla establecer disociaciones y distinciones que no son evidentes.

    Para el orador, la obligacin de adaptarse al auditorio y la limitacin de este ltimo

    a la muchedumbre incompetente, incapaz de comprender un razonamiento ordenado

    y cuya atencin est a merced de la ms mnima distraccin, no slo han provocado

    el descrdito de la retrica, sino que han introducido en la teora del discurso reglas

    generales cuya validez parece, empero, que est limitada a casos especiales. No vemos,

    por ejemplo, por qu, en principio, la utilizacin de una argumentacin tcnica nos

    alejara de la retrica y de la dialctica.

    En esta materia, slo existe una regla: la adaptacin del discurso al auditorio, cualquiera

    que sea; pues, el fondo y la forma de > ciertos argumentos, que son apropiados para

    ciertas circunstancias, pueden parecer ridculos en otras.

    No se debe mostrar de igual forma la realidad de los mismos acontecimientos

    descritos en una obra que se considera cientfica o en una novela histrica; as, aquel

    que habra encontrado descabelladas las pruebas suministradas por J. Romains sobre

    la suspensin voluntaria de los movimientos cardacos, si hubieran aparecido en una

    revista mdica, puede, en cambio, ver una hiptesis por la que siente inters, cuando la

    halla desarrollada en una novela.

    El nmero de oyentes condiciona, en cierta medida, los procedimientos argumentativos,

    y esto independientemente de las consideraciones relativas a los acuerdos que sirven de

    base y que difieren entre s segn los auditorios. Al estudiar el estilo en funcin de las

    circunstancias en que se hace uso de la palabra, J. Marouzeau advierte:

    (la especie de deferencia y de respeto humano que impone el nmero; a medida que

    disminuye la intimidad, aumenta el escrpulo, escrpulo de ser bien juzgado, de recibir

    los aplausos o, al menos, el asentimiento de las miradas y las actitudes...).

    Se podran exponer igualmente otras muchas reflexiones relativas a las particularidades

    de los auditorios que influyen en el comportamiento y en la argumentacin del orador.

    Pero, a nuestro juicio, el presente estudio ser fecundo si nos basamos en el aspecto

    concreto, particular, multiforme, de los auditorios. Sin embargo, en los cuatro pargrafos

    siguientes, nos gustara analizar especialmente los rasgos de algunos auditorios cuya

    importancia es innegable para todos y, sobre todo, para el filsofo.

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    l g i c a

    Actividades de la tercera unidad

    a. Reflexiona sobre la importancia de la argumentacin en tu

    carrera profesional.

    b. Responde argumentativa a las siguientes interrogantes:

    Ests de acuerdo con el aborto?

    Ests a favor o en contra de la corrida de toros?

    Crees que la nueva ley laboral juvenil es positiva?

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