Transcript
Page 1: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

TEMA 24. LA COHERENCIA TEXTUAL. DEIXIS, ANÁFORA Y CATÁFORA. LA

PROGRESIÓN TEXTUAL

A. Introducción

B. La gramática cognitiva

C. Patrones globales

D. Semántica de la coherencia

E. La deixis: anáfora y catáfora

F. La progresión textual

G. El teatro del absurdo como modelo literario de incoherencia

Page 2: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

A. Introducción

Las dos normas programáticas de tipo lingüístico que debe cumplir toda producción que se

denomina texto son: la cohesión, que descansa sobre dependencias gramaticales, y la

coherencia, que se encarga del establecimiento de las relaciones entre la configuración de los

conceptos y las relaciones subyacentes.

Del mismo modo que no pocos elementos cohesivos pueden jugar un papel determinante en

la coherencia textual, los modelos globales que configuran la coherencia textual pueden ayudar a

la cohesión textual, haciendo innecesaria la presencia de ciertos conectores o marcadores del

discurso.

B. La gramática cognitiva

Para intentar comprender mejor los modelos de conocimiento mediante los cuales

aprehendemos el mundo, es preciso definir en breves líneas los postulados de una nueva manera

de concebir la gramática. Los presupuestos de la gramática cognitiva son: a) Simbolismo: el

lenguaje es de naturaleza simbólica, no existiendo diferencia entre sentido propio y figurado,

pues no es la palabra o su significado lo que cambia, sino los contextos en que se emplean; b)

Percepción: la percepción de un objeto se produce mediante modelos cognitivos idealizados, lo

que implica que dicha percepción está mediatizada por la asociación con otros objetos, es decir,

la coherencia visual está relacionada con la coherencia lingüística; c) Concepción del mundo:

la concepción del mundo influye en la reacción que tenemos frente a las formas lingüísticas; d)

Discreción: muchos aspectos del lenguaje son materia de grados, de prototipos regulados

mediante uno o varios parámetros que forman un campo continuo cuya segregación analítica es

artificiosa.

Dos notas finales caracterizan el modelo: la exhaustividad (es preciso hacer un inventario

de todas las situaciones y contextos significativos a favor del empirismo) y la complejidad,

frente a los modelos deductivos de la gramática estructural y generativa. Desde este punto de

vista, el lexicón, la morfología y la sintaxis forman un continuum de unidades simbólicas que

sirven para estructurar el contenido conceptual.

La combinación de las fuerzas de activación, de descomposición, de memoria episódica y

semántica, la economía y los patrones globales darán lugar a las unidades básicas y a las

operaciones cognitivas. Desde este punto de vista, la coherencia es el resultado de la

combinación de conceptos y de las relaciones de una red compuesta por espacios de

conocimientos alrededor de los temas principales del texto.

C. Patrones globales

Cada tipo textual posee un patrón global que lo caracteriza. Así, en los textos descriptivos

es el marco su patrón global, caracterizado cognitiva y lingüísticamente porque los centros de

control son las situaciones y los objetos, se observan relaciones conceptuales de atribución de

características, de estados, de ejemplos y especificaciones, y en la superficie textual existirá una

gran densidad de modificadores y complementos. En los textos narrativos su patrón global es

Page 3: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

el esquema, que, cognitiva y lingüísticamente, se caracteriza porque la organización de acciones

y acontecimientos sigue un orden secuencial determinado, las relaciones conceptuales marcan la

causa, la razón, el propósito, la proximidad temporal… y en la superficie textual aparecerá una

gran cantidad de oraciones subordinadas. Y en los textos argumentativos su patrón global es el

plan, caracterizado cognitiva y lingüísticamente porque se usan estrategias para defender la

verdad o no de las ideas o creencias, las relaciones conceptuales expresan la razón, la

significación, la volición, el valor, la oposición… y la superficie textual se llenará de elementos

cohesivos que expresen el énfasis (repeticiones, paráfrasis, paralelismos, etc.).

Junto a esos patrones globales, existen otros como los textos literarios, que presentan una

relación de excepcionalidad. Los textos poéticos, con idéntica alternativa frente al mundo real,

presentan una organización peculiar de sus estrategias de representación y su cohesión viene

determinada por ciertas convenciones tipográficas; los textos científicos se emplean para

ampliar el conocimiento acumulado por la sociedad en el campo de los hechos; los textos

didácticos sirven para distribuir el conocimiento almacenado a una audiencia no especializada;

etc.

Podemos decir, pues, que un tipo de texto es una serie de mecanismos de invención para

producir, predecir y procesar secuencias textuales.

D. Semántica de la coherencia

Para Enrique Bernárdez (Teoría y epistemología del texto, Madrid, Cátedra, 2002), la

coherencia es un sistema de autorregulación de sistemas en interacción que tiene lugar de forma

dinámica en la comunicación: el productor desea transmitir al receptor un mensaje formado por

un contenido y una intención en un contexto a través de un texto, y será coherente cuando

represente un estado estable u óptimo. Él habla fundamentalmente de dos características para la

coherencia textual: a) la prototipicidad: se refiere a que algunos textos son más automáticos

que otros, se acercan más a un prototipo, están más fijados culturalmente como unidades

inanalizables, no permitiendo la variación individual (cartas comerciales, de pésame, recetas de

cocina, etc.). Aquí, la buena formación significa adecuarse a una configuración prototípica muy

estable, siendo de esta forma coherente con el tipo de texto; y b) la previsibilidad: como los

textos están construidos para un tipo de lectores, se presupone que debe tener una forma, debe

cumplir un horizonte de expectativas (Jauss) para ser coherente.

Según Van Dijk en La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 1983, la coherencia es una

propiedad semántica de los discursos y se basa en el hecho de la relación de una frase con la

interpretación de lo que dice. Podemos referirnos a los mismos individuos por su nombre, por

medio de deícticos, por sus propiedades y relaciones (mi padre, mi cuñado), etc. Ayudas

significativas para esa coherencia textual son las frases tópicas, que sirven para marcar el

comienzo y el fin y proponen directamente qué macroestructura se va a usar, facilitando así la

comprensión y evitando rodeos al hablante-oyente, las macroconexiones, que se suelen servir

de elementos conectivos como además, por eso… y la referencia, que se sirve de proformas,

pronombres demostrativos, verbos… para señalar hechos mencionados por una macroestructura

anterior.

Una teoría semántica del discurso debería dar cuenta de nociones tales como el alcance, la

Page 4: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

dimensión, la compatibilidad y la similitud del significado. Según el modelo de Van Dijk, es

preciso separar entre la manifestación textual o microestructura (coherencia local) y su

dimensión propiamente estructural o macroestructura (coherencia global). La coherencia se

logra en su modelo mediante la identidad referencial, que agrupa conceptos tales como la

inclusión, la pertenencia, la parte-todo y la posesión, la serie (dos individuos unidos a dos

conceptos), el marco (la normalidad de los mundos implicados) y los mundos incrustados. La

ordenación lógica de hechos y secuencias (el mundo y el texto) contaría con estructuras básicas

del tipo "antes/después", "presuposición/aserción", "tópico/comento", "condición/consecuencia",

"estados iniciales/estados finales", etc. Imprescindible para comprender la macroestructura

textual es el conocimiento del discurso implícito y explícito, es decir, la presencia de todas las

acciones.

Hay que tener en cuenta que todas las oraciones complejas del discurso están unidas por lo

que Gravisse ha llamado coordinación implícita. Las conexiones textuales parecen constituirse

sobre la idea de isomorfismo con respecto a las relaciones oracionales, siendo la coherencia la

correspondencia en el nivel textual de la gramaticalidad en el nivel oracional. Dicha coherencia

pivota, según D. Maingueneau, Introducción a los métodos del análisis del discurso, Buenos

Aires, Hachette, 1980, sobre dos ejes: a) la ausencia de contradicción, que reposaría sobre los

conectores lógicos; y b) la cohesión textual, encargada de explicar la integración o interconexión

de los enunciados gracias a los conectores léxicos, a conceptos como la isotopía greimasiana y a

otros procedimientos de implicación. Es por ello que tanto coherencia como cohesión están

íntimamente imbricadas.

E. La deixis: anáfora y catáfora

La deixis es un proceso lingüístico mediante el cual determinadas partes de un mensaje

remiten o señalan al propio acto comunicativo. J. C. Moreno Cabrera en su Curso

universitario de lingüística general, Madrid, Cátedra, 1994, 2 vols., afirma que “todas las

lenguas del mundo poseen unidades lingüísticas (ya sean palabras o morfemas) deícticas, es

decir, elementos que remiten a las coordenadas del acto comunicativo”, que son el emisor y el

lugar en el que se haya, el momento en que se produce el acto comunicativo y el destinatario y el

lugar que ocupa.

Siguiendo a Moreno Cabrera en “Verbo y oración: morfosintaxis interlingüística de la

deixis verbal de persona”, Revista de investigación lingüística, 4, 2001, pp. 1109-1156, podemos

distinguir dos tipos de deixis (también llamada mostración): a) Exodeixis o deixis no textual:

unidades señaladoras de elementos identificados en la realidad exterior; y b) Endodeixis o

deixis textual: unidades señaladoras de elementos individualizados en la oración o en el texto.

En la deixis textual la referencia puede ser anafórica, cuando el elemento deíctico nos

remite a un elemento ya aparecido anteriormente en el texto (“Mi amigo me saludó cuando él

entró”), o catafórica, cuando el elemento deíctico remite a algo que vendrá después en el texto

(“Le compré un regalo a Juan”). Y es que un uso que va cada vez más en aumento es el

pleonasmo, especialmente con el pronombre oblicuo anafórico, que, aunque suele hacer

referencia a un elemento de la oración anterior, no pocas veces se duplica y hace referencia a un

elemento de su misma oración. Suele ocurrir cuando el complemento directo se antepone al

verbo por razones de conexión y por intereses expresivos: “Hoy esas operaciones las hace

Page 5: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

cualquiera”. Las construcciones más frecuentes ocurren con pronombre dativo y especialmente

tras las formas nadie, quien y los relativos: “A nadie le puede extrañar”.

El campo indicativo, la mostración, la divide K. Bühler (Teoría del lenguaje, Madrid,

Alianza Editorial, 1985) en tres partes: a) deixis ad oculos: señala lo que está dentro del círculo

que el hablante-oyente puede abarcar con los ojos; b) deixis fórica: indicaciones verbales del

contexto lingüístico, que se divide en anafórica (lo que está antes en el discurso, ya

mencionado) y catafórica (lo que está después en el discurso, lo que se habrá de decir; y c)

deixis ad phantasma o de fantasía: tiene que ver con los acontecimientos de la memoria.

Klaus Heger en Teoría semántica II, Madrid, Alcalá, 1974, pp. 33-51 desarrolla con total

explicitud el análisis de los elementos integrantes del campo mostrativo-personal, señalando

cómo dicho sistema se encuentra estructurado sobre bases esencialmente comunicativas, al

oponerse en él los siguientes elementos:

PUNTO INICIAL DEL ACTO COMUNICATIVO vs. PUNTO NO INICIAL DEL

ACTO COMUNICATIVO

(YO) (RESTANTES FORMAS)

A su vez, el miembro no marcado de la oposición puede ser definido mediante una nueva

oposición binaria:

PARTICIPACIÓN EN EL ACTO COMUNICATIVO vs. NO PARTICIPACIÓN

EN EL ACTO COMUNICATIVO

(TÚ) (ÉL)

En la propuesta de Heger descansa sobre el emisor, YO, el papel de centro o punto cero

de todo el sistema. Es desde ese YO (el que habla) desde donde se fijan siempre las

identidades correspondientes del TÚ y del ÉL. Heger ha señalado también este mismo

esquema de la centralidad del YO respecto de otros subsistemas deícticos como el de los

posesivos (mío, tuyo, suyo), demostrativos (este, ese, aquel), temporales (ahora, no ahora) o

locativos (aquí, ahí, allí).

De esta forma, basándonos en A. Vera Luján en “La estructura del campo deíctico-personal

en español: el pronombre”, Analecta Malacitana, II, 1, 1979, pp. 3-25, podemos afirmar que es

posible encontrar un punto de conexión entre formas aparentemente tan heterogéneas

(demostrativos, posesivos, indefinidos, temporales, locativos) si incluimos dichas unidades en el

campo semántico deíctico-personal. Es esta peculiaridad la que hace que se hayan agrupado

tradicionalmente en una sola categoría (pronombre), unidas por un solo rasgo común, el

significado, que para Vera es un significado deíctico.

César Hernández Alonso en su Gramática funcional del español, Madrid, Gredos, 1984,

señala que el valor fundamental del artículo es su capacidad deíctica o mostrativa, pero se trata

de una deixis que de su evolución del latín ille al castellano se ha indeterminado, se ha

debilitado. El artículo tiene una función identificadora que convierte al elemento que acompaña

en un ente concreto.

Page 6: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

Por lo que respecta al espacio, junto a los demostrativos, hay otros elementos que cumplen la

misma función de señalar los elementos de lugar con relación al “yo”, que crea el espacio como

sujeto de la enunciación: adverbios (cerca, lejos, arriba, abajo, delante, detrás, a la derecha, a la

izquierda, etc.), locuciones prepositivas (delante de, detrás de, cerca de, lejos de, etc.), verbos

de movimiento (ir, venir, acercarse, alejarse, subir, bajar, etc.), etc.

Eugenio Coseriu en su trabajo clásico “Determinación y entorno. Dos problemas de

lingüística del hablar”, en Teoría del lenguaje y lingüística general, Madrid, Gredos, 1971, pp.

282-323, propone la utilización de entorno como término designativo de los distintos

elementos que pueden ser incluidos dentro de la dimensión tradicional de contexto,

diferenciando cuatro tipos: a) Situación: “espacio-tiempo” del discurso por el hecho mismo

de hablar (inmediata) o producto de lo verbal (mediata); b) Región: espacio dentro de cuyos

límites un signo funciona en determinados sistemas de significación. Puede ser: 1) zona:

“región” en la que se conoce y se emplea corrientemente un signo (coincide con los límites

que marca en la geografía lingüística una isoglosa); 2) ámbito: “región” en la que el objeto se

conoce como elemento del horizonte vital de los hablantes o de un dominio de la experiencia y

la cultura de los hablantes (por ejemplo, un ámbito técnico o no técnico, que repercute en el

uso de determinado léxico); 3) ambiente: “región” establecida social y culturalmente, que

determina formas de hablar específicas (familia, escuela, etc.); c) Contexto: puede ser: 1)

idiomático: la lengua misma como fondo del hablar, pues todo acto de habla remite a su

propio código; 2) verbal: lo dicho lingüísticamente antes (anáfora) y después (catáfora) en

cada parte del discurso, pudiendo ser positivo (integrado por lo que efectivamente se dice) o

negativo (integrado por lo que intencionadamente se omite); 3) extraverbal: todas las

circunstancias no lingüísticas que se perciben directamente o son conocidas por los hablantes,

pudiendo ser físico (realidad física, deixis ad oculus, etc.), natural (realidades únicas como el

sol, por todos conocido), práctico u ocasional (coyuntura ocasional en que tiene lugar un

discurso y que condiciona los enunciados, pues “un mitad” no necesita de aclaraciones si se

pronuncia en una cafetería), histórico (las circunstancias históricas de los hablantes de forma

particular, como lo sucedido en una familia o población, o de forma general, como lo

sucedido en la batalla de Lepanto), etc.; y d) Universo de discurso: sistema universal de

significaciones al que pertenece un discurso y que determina su validez y sentido (mitología,

literatura, ciencia, etc.).

F. La progresión textual

La noción tema/rema presupone la existencia de un principio estructurador que influye en

los procesos comunicativos y en su configuración. Según esa pareja de conceptos, la articulación

de todo mensaje frástico se produce partiendo de una serie de informaciones básicas de las que

tendrá lugar la predicación de informaciones nuevas. Margarita Suñer en Syntax and

Semantics of Spanish Presentational Sentence-Types, Georgetown University Press, 1982, ha

aportado apreciaciones de importancia a propósito de los conceptos de TEMA/REMA, conceptos

que traducen la organización informativa de los enunciados sobre la base, respectivamente, de

aquello de que se habla/lo dicho de ello, y que puede, a los efectos aquí considerados,

considerarse sinónima de la de información dada/información nueva

Podemos clasificar la información emitida en un texto en estas cuatro categorías: a)

Page 7: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

información básica o nuclear: es la aportación informativa propiamente dicha,

presumiblemente desconocida por el destinatario; b) información fática: si tenemos en cuenta

que toda información nueva debe presentarse de manera que supere las resistencias naturales de

quien la va a recibir (resistencias de orden psíquico, pues se acepta mejor lo que se acomoda a

nuestras expectativas, y resistencias de orden cognitivo, pues lo excesivamente nuevo es

también ininteligible), la información fática puede ser una información ya conocida, pero que

sirve de apoyo a la información básica, teniendo la misión de iniciar o establecer el contacto

comunicativo; c) información preparatoria: tiene como objetivo facilitar el tránsito a la

información básica mediante argumentos, ejemplos, opiniones autorizadas, etc.; y d)

información derivada: desarrolla la información básica (consecuencias, implicaciones,

derivaciones informativas, etc.).

Atendiendo a Greimas en su Semántica estructural, Madrid, Gredos, 1971, existen dos

mecanismos lingüísticos que permiten la progresión de un discurso: a) la expansión, mediante

la fórmula de la definición; y b) la condensación, mediante la fórmula de la denominación.

Según Casalmiglia y Tusón en Las cosas del decir, Barcelona, Ariel, 1999, existen varios

tipos de progresión temática: a) Progresión de tipo lineal: lo que se presenta como información

nueva (rema) se convierte en el tema (información conocida a la que se le atribuye otro rema, y

así sucesivamente); b) Progresión de tema constante: a un mismo tema se le van asignando

remas diferentes; c) Progresión de temas derivados: a partir de un tema general van surgiendo

diferentes temas o subtemas con sus respectivos remas; y d) Progresión de tema extendido o

ramificado: el tema o el rema se expande en diversos subtemas o subremas.

Es preciso decir que los textos extensos y elaborados no suelen mantener un único tipo de

progresión temática, sino que aparecen combinados, poniendo de manifiesto una progresión

compleja, que puede llegar a la ruptura temática, con la irrupción de temas incrustados y con la

posibilidad de retornar al mismo tema.

Frente a la teoría de que todos los enunciados poseen una estructura dicotómica (tema-

rema), Manuel Casado Velarde en Introducción a la gramática del texto del español, Madrid,

Arco Libros, 2000 (4ª ed.), dice que existen dos tipos de enunciados: a) los de estructura

informativa dicotómica, con el orden sujeto-verbo, bimembres, analizables en tema-rema, que

son los enunciados que denomina con Miorita Ulrich enunciados categóricos; y b) los de

estructura unimembre, sin tema y sin rema, que se expresan esencialmente mediante el orden

verbo-sujeto, denominados enunciados téticos. La oposición tético/categórico se refiere al tipo

de información que proporciona el enunciado, establecida en términos de “referencia a un

hecho”/ “referencia a un actante” respectivamente. Así, “Llegaron las lluvias” es una estructura

unimembre con información tética, pues refiere un hecho; en cambio, “Las lluvias son

insuficientes” es una estructura bimembre con información categórica por medio de un tema (las

lluvias) y un rema (son insuficientes), predicándose algo de un actante (lluvias). El orden tético

tiene una función introductiva, enmarcadora y descriptiva, mientras que el orden categórico es

continuativo y, por ello, narrativo.

Desde un punto de vista textual, la unidad narrativa elemental es la proposición. El paso

siguiente es establecer relaciones proposicionales cuya unión origina la unidad superior o

secuencia, constituida por una combinatoria de proposiciones cuya sintagmación obedecerían a

dos tipos básicos de relación: la temporal y la causal. Las secuencias narrativas funcionarían

Page 8: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

con el constituyente superior, el texto, definido por Todorov como la sucesión de secuencias

sometida a tres posibilidades combinatorias: a) la simultaneidad: desarrollo en el mismo tiempo

lógico de dos o más secuencias diferentes; b) el encadenamiento: cuando una de las secuencias

viene a interrumpir la otra; y c) la alternancia, cuando el final lógico de una se convierte en el

inicio de la siguiente.

H. Isenberg en “Cuestiones fundamentales de tipología textual”, en E. Bernárdez

(comp.), Lingüística del texto, Madrid, Arco Libros, 1987, pp. 95-129, propondrá una serie de

fenómenos para la progresión informativa textual: a) las anáforas; b) el artículo; c) el orden de

los sintagmas en el enunciado; d) las pronominalizaciones y los pro-adverbiales; e) la posición

del acento; f) la entonación; g) el énfasis y el contraste; h) las relaciones causales entre

enunciados; i) la aplicación de reglas de un enunciado a otro; j) las restricciones contextuales; k)

las marcas de objeto para el complemento directo; l) las propiedades referenciales de los

nombres; y m) la sucesión de los tiempos.

A partir de ahí, Isenberg estableció diferentes tipos de textualizaciones, relaciones entre

enunciados que vendrían regidas desde un principio textual superior. Son las siguientes: a)

tematización de objetos no nuevos: “Esta mañana vino Pedro”; b) conexión causal: “La lámpara

no se enciende. Se ha ido la luz.”; c) conexión de motivos: “Ven aquí. Hay una carta para ti”; d)

interpretación diagnóstica: “Esta noche ha helado. Han saltado las tuberías”; e) especificación:

“Ayer hubo un accidente. Pedro se ha roto el brazo”; f) ordenamientos metalingüísticos: “Mi

hermano se ha comprado un vestido. Juan, un coche. De todo esto me he enterado esta mañana”;

g) conexión temporal: “El delantero corre hacia la portería y el defensa le quita la pelota”; h)

conexión de presupuestos: “El niño ha ido al cine. Alguien ha debido darle dinero”; i) contraste

adversativo: “Pedro es simpático. Su hermano es un mentiroso”; j) Pregunta-respuesta: “¿Qué

hiciste ayer? - Fui al cine”; k) comparación: “Pedro tiene un abrigo largo. Su hermano, uno más

largo”; y l) corrección de acciones precedentes: “Antonio ha visto a María. - No, ha sido Juan

quien la ha visto”.

Van Dijk en La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 1983, propone un primer paso de

ligazón de proposiciones: “Dos proposiciones están ligadas entre sí cuando sus denotados, es

decir, las circunstancias que les han sido asignadas en una interpretación, están ligados entre sí”.

Los casos generales de esa conexión serían: A es causa de B; A es una fundamentación de B; A

y B ocurren en la misma situación; A es parte conceptual de B, o al revés; A es parte

convencional de B, o al revés. Estas condiciones fundamentan el uso de los conectivos naturales.

G. El teatro del absurdo como modelo literario de incoherencia

Tras la Segunda Guerra Mundial, dentro de la renovación teatral que se está produciendo,

ocupa un lugar destacado el denominado teatro del absurdo, desarrollado en Francia por

Ionesco y Beckett. Por su concepción del mundo, este teatro enlaza con los enfoques

existenciales de Sartre o Camus: el hombre perdido en un mundo absurdo, la angustia ante el

tiempo, la soledad y la incomunicación, etc.

Pero lo verdaderamente novedoso son las formas de expresión dramática, pues se tratará de

una presentación absurda del absurdo: situaciones ilógicas, acciones incoherentes, personajes

vacíos en un marco insólito, mezcla de lo grotesco y lo trágico, frases sin sentido, balbuceos,

Page 9: T. 24. Coherencia Textual. Deixis, Anáfora y Catáfora. La Progresión Temática

banalidades, etc.

En España cobran especial importancia Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Del

primero destaca su obra Eloisa está debajo de un almendro, teatro en libertad que destaca por la

destipificación del lenguaje, que no refleja categoría social alguna, por el encadenamiento de

situaciones inverosímiles a partir de una situación base igualmente inverosímil, por la

dosificación de la comicidad en el lenguaje (chiste fonético, juego de palabras, equívocos, etc.) y

por la diversificación de la comicidad de situación.

Como señala Luciano García Lorenzo en El teatro español hoy, Barcelona, Planeta

(Biblioteca Cultural RTVE, 6), 1975, Jardiel Poncela acumula de tal manera efectos y enredos

en sus comedias que, al final, cuando intenta organizar todo aquel cúmulo de materiales

ofrecido, sale con dificultades del laberinto que ha ido creando a lo largo de muchas escenas. En

este sentido, afirma Alfredo Marqueríe en el prólogo a la citada obra del escritor (Madrid,

Salvat y Alianza Editorial, 1969) que existe una travesura dialéctica jardielesca consistente en

las falsas relaciones de causalidad y la aplicación del principio paradójico de que una misma

causa puede producir efectos diferentes y tantos y tantos resortes más, que no son juegos de

palabras, sino juegos de ideas y oraciones vueltas por pasiva o reducciones al absurdo.

El teatro de Miguel Mihura tiene como sustancias fundamentales el humor y la ternura. Un

humor – dice Luciano García Lorenzo (op. cit., 1975) –, el de nuestro autor, que nace del muy

particular código lingüístico empleado, un código que ha huido del cliché y de la frase hecha, del

término vacío a fuerza de repetición y aceptación social, de la paradoja de la respuesta

convencional a la pregunta absurda o de la absurda intervención que sigue a la frase hecha. Un

humor limpio y superador del chiste tradicional o el puro juego de palabras; una corteza

humorística nacida del ingenio y de una imaginación en libertad, pero que da productos

coherentes aun dentro del irracionalismo en que, a veces, desemboca.

Todo ello es aplicable a su obra fundamental, Tres sombreros de copa, donde la tensión

entre el absurdo lógico y la realidad existencial es el vértice de apoyo de la nueva risa. El

lenguaje busca la incongruencia, como cuando Paula pregunta a Dionisio en el primer acto si sus

padres también eran artistas y él contesta azorado: “Sí. Claro. Mi padre era comandante de

infantería”. Aquí, la incongruencia por “despiste” puede producir una suspensión de la

evidencia, la búsqueda de lo absurdo, la desviación de los comportamientos normales.


Recommended