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Otros padres apologistas

3. el gnosticismo y sus contrarios

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Otros padres apologistas

San Justino tuvo como discípulo

a Taciano, quien mantuvo con

más vehemencia la

“superioridad” del pensamiento

cristiano ante la filosofía griega.

Además expresa con más

claridad que su maestro el

carácter temporal de la

materia y la temporalidad

de la creatura.

Atenágoras, “filósofo

aeniense” alrededor del

año 177 dirigió al

emperador Marco Aurelio

su Embajada en Favor de

los Cristianos.

En ella los defiende de la

acusación de ateísmo y

propone un método racional

para entender el carácter

temporal de la materia, y por

contraste el carácter eterno e

increado de Dios.

Los apologistas del siglo II

no se preocuparon por

construir sistemas filosóficos,

pero proponen los

problemas que después

llamarán la atención de los

filósofos cristianos: Dios, la

creación, la naturaleza y la

finalidad del hombre.

Además el fenómeno de los

apologistas muestra cómo

desde sus inicios el

cristianismo impuso un

cambio en la filosofía de

occidente.

De hecho, no fue una

evolución lenta, con

periodo de transición, sino

un abrupto cambio de

perspectiva en los intereses

filosóficos

y en las soluciones que la

nueva religión ofrecía a la

razón para resolver

problemas antiguos y

siempre actuales.

No se trata simplemente de

buscar una nueva

expresión a fórmulas ya

conocidas,

sino de ofrecer otro punto de

vista, con una cosmovisión

diferente a la griega y que da

respuesta cada vez más

satisfactoria a las inquietudes

filosóficas planteadas por la

“vieja filosofía”.

El gnosticismo y

sus adversarios

El siglo II es una época de

activa fermentación

religiosa.

Desde todos los puntos de

vista y bajo todas las formas

se buscan los medios de

alcanzar la unión del alma

con Dios,

como un ideal planteado

por el platonismo y el

estoicismo, las filosofías

dominantes junto con las

religiones provenientes del

medio oriente.

Ya no se trata de saber si

Dios existe o qué se puede

afirmar de él por la luz de la

razón, ese problema ya

está superado.

Ahora se desea una gnosis,

es decir, una experiencia

unificante y divinizadora

que permita llegar a Él en

un contacto personal y real.

Medio oriente y occidente,

con sus filosofías muy

animadas de espíritu

religioso, la degradación de

las religiones órficas

oficiales de Grecia y Roma,

y con la entrada de

religiones mistéricas y de

otros tipos, hacen un

excelente caldo de cultivo

para la difusión del

cristianismo,

el ingreso de religiones

orientales y la aparición de

nuevas religiones con

explicaciones

barroquísimas sobre la

divinidad.

Durante este siglo apareció

una serie de fundadores de

grupos religiosos

que se apropiaban de

todas las religiones y

sistemas filosóficos para

componer sus teogonías y

cosmovisiones

complicadas.

Pero a pesar de sus

estrambóticas

descripciones de las

divinidades, esa no era la

nota importante,

sino la posibilidad de que el

hombre alcanzara una

unión directa con Dios a

través de la gnosis o

conocimiento infuso,

que solamente poseen

algunos privilegiados, o que

se alcanza mediante

técnicas muy elaboradas.

No se trata de un

misticismo, sino de un

conocimiento parte

racional y parte fideísta

que procede de seres

divinos como una chispa

arrojada por luminosos

entes superiores, lo que

constituye teosofías

mágicas y esotéricas.

No hubo una propuesta

común que aglutinara a

estos pensadores,

más bien hubo una serie

larga de pseudomísticos

que tenían ciertos rasgos

comunes, entre ellos la

afirmación de la gnosis.

Gnósticos

Marción de Sínope,

Valentín, Saturnino, Basílides

y Manes, entre otros,

construyen teogonías,

unas más complicadas que

otras, pero todos ellos

afirman poseer el

conocimiento que lleva a la

relación directa con la

divinidad.

Ante esta ola de religiones un

poco filosóficas, reacciona un

grupo de padres de la Iglesia

que defienden la recta doctrina

cristiana y luego de mucho

tiempo y esfuerzos,

que se traducen en filosofía

perene, logran desterrar,

aunque no para siempre, a

estas complicadas teorías

de Dios y del cosmos.