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Juan Salvador Gaviota Richard Bach Juan Salvador Gaviota Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo. Chapoteaba un pesquero a un kilometro de la costa cuando, de pronto, rasgó el aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida. Comenzaba otro día de ajetreos. Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el viento no fue mas que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el aliento, forzó aquella torsión un... sólo... centímetro... más... Encrespáronse sus plumas, se atascó y cayó. Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergüenza, y es deshonor. Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas en aquella temblorosa y ardua torsión - parando, parando, y atascándose de nuevo-, no era un pájaro cualquiera. La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar.

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la historia de una gaviota que pensaba y queria ser libre...

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  • 1. Juan Salvador Gaviota Richard BachJuan Salvador Gaviota Amaneca, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas deun mar tranquilo. Chapoteaba un pesquero a un kilometro de la costa cuando, de pronto, rasgel aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotasse aglomer para regatear y luchar por cada pizca de comida.Comenzaba otro da de ajetreos. Pero alejado y solitario, ms all de barcas y playas, est practicando JuanSalvador Gaviota. A treinta metros de altura, baj sus pies palmeados, alz su pico, y se esforzpor mantener en sus alas esa dolorosa y difcil posicin requerida para lograr unvuelo pausado. Aminor su velocidad hasta que el viento no fue mas que un susurro en sucara, hasta que el ocano pareci detenerse all abajo.Entorn los ojos en feroz concentracin, contuvo el aliento, forz aquellatorsin un... slo... centmetro... ms... Encrespronse sus plumas, se atasc ycay.Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen.Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergenza, y es deshonor.Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez susalas en aquella temblorosa y ardua torsin - parando, parando, y atascndose denuevo-, no era un pjaro cualquiera. La mayora de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas devuelo ms elementales: como ir y volver entre playa y comida.Para la mayora de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer.Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar.

2. Ms que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.Este modo de pensar, descubri, no es la manera con que uno se hacepopular entre los dems pjaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan pasarse das enteros, solo,haciendo cientos de planeos a baja altura, experimentando. No comprenda por qu, por ejemplo, cuando volaba sobre el agua a alturasinferiores a la mitad de la envergadura de sus alas, poda quedarse en el aire mstiempo, con menos esfuerzo; y sus planeos no terminaban con el normal chapuznal tocar sus patas en el mar, sino que dejaba tras de s una estela plana y larga alrozar la superficie con sus patas plegadas en aerodinmico gesto contra sucuerpo. Pero fue al empezar sus aterrizajes de patas recogidas -que luego revisabapaso a paso sobre la playa - que sus padres se desanimaron an ms.-Por qu, Juan, por qu? -preguntaba su madre-. Por qu te resulta tan difcil ser como el resto de la Bandada, Juan? Porqu no dejas los vuelos rasantes a los pelcanos y a los albatros? Por qu nocomes? Hijo, ya no eres ms que hueso y plumas! -No me importa ser hueso yplumas, mam.Slo pretendo saber qu puedo hacer en el aire y qu no.Nada ms.Slo deseo saberlo.-Mira, Juan -dijo su padre, con cierta ternura-.El invierno est cerca.Habr pocos barcos, y los peces de superficie se habrn ido a lasprofundidades.Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y cmo conseguirla. Esto de volar es muy bonito, pero no puedes comerte un planeo, sabes? Noolvides que la razn de volar es comer.Juan asinti obedientemente. Durante los das sucesivos, intent comportarse como las dems gaviotas; lointent de verdad, trinando y batindose con la Bandada cerca del muelle y los 3. pesqueros, lanzndose sobre un pedazo de pan y algn pez. Pero no le di resultado. Es todo intil, pens, y deliberadamente dej caer una anchoa duramentedisputada a una vieja y hambrienta gaviota que le persegua. Podra estar empleando todo este tiempo en aprender a volar. Hay tanto que aprender! No pas mucho tiempo sin que Juan SalvadorGaviota saliera solo de nuevo hacia alta mar, hambriento, feliz, aprendiendo. El tema fue la velocidad, y en una semana de prcticas haba aprendido msacerca de la velocidad que la ms veloz de las gaviotas. A una altura de trescientos metros, aleteando con todas sus fuerzas, se metien un abrupto y flameante picado hacia las olas, y aprendi por qu las gaviotasno hacen abruptos y flameantes picados. En slo seis segundos volo a cien kilmetros por hora, velocidad a la cual elala levantada empieza a ceder. Una vez tras otra le sucedi lo mismo. A pesar de todo su cuidado, trabajando al mximo de su habilidad, perda elcontrol a alta velocidad. Suba a trescientos metros. Primero con todas sus fuerzas hacia arriba, luego inclinndose, hasta lograrun picado vertical. Entonces, cada vez que trataba de mantener alzada al mximo su alaizquierda, giraba violentamente hacia ese lado, y al tratar de levantar su derechapara equilibrarse, entraba, como un rayo, en una descontrolada barrena. Tena que ser mucho ms cuidadoso al levantar esa ala. Diez veces lo intent, y las diez veces, al pasar a ms de cien kilmetros porhora, termin en un montn de plumas descontroladas, estrellndose contra elagua. Empapado, pens al fin que la clave debia ser mantener las alas quietas aalta velocidad; aletear, se dijo, hasta setenta por hora, y entonces dejar las alasquietas. Lo intent otra vez a setecientos metros de altura, descendiendo en vertical, 4. el pico hacia abajo y las alas completamente extendidas y estables desde elmomento en que pas los setenta kilmetros por hora.Necesit un esfuerzo tremendo, pero lo consigui.En diez segundos, volaba como una centella sobrepasando los ciento treintakilmetros por hora.Juan haba conseguido una marca mundial de velocidad para gaviotas! Peroel triunfo dur poco.En el instante en que empez a salir del picado, en el instante en que cambiel angulo de sus alas, se precipit en el mismo terrible e incontrolado desastre deantes y, a ciento treinta kilmetros por hora, el desenlace fue como un dinamitazo.Juan Gaviota se desintegr y fue a estrellarse contra un mar duro como unladrillo.Cuando recobr el sentido, era ya pasado el anochecer, y se hall a la luz dela Luna y flotando en el ocano.Sus alas desgreadas parecan lingotes de plomo, pero el fracaso le pesabaan ms sobre la espalda.Dbilmente dese que el peso fuera suficiente para arrastrarle al fondo, y asterminar con todo.A medida que se hunda, una voz hueca y extraa reson en su interior.No hay forma de evitarlo.Soy gaviota.Soy limitado por la naturaleza.Si estuviese destinado a aprender tanto sobre volar, tendra por cerebrocartas de navegacin.Si estuviese destinado a volar a alta velocidad, tendra las alas cortas de unhalcn, y comera ratones en lugar de peces.Mi padre tena razn.Tengo que olvidar estas tonteras.Tengo que volar a casa, a la Bandada, y estar contento de ser como soy: unapobre y limitada gaviota.La voz se fue desvaneciendo y Juan se someti. 5. Durante la noche, el lugar para una gaviota es la playa y, desde esemomento, se prometi ser una gaviota normal. As todo el mundo se sentira ms feliz. Cansado se elev de las oscuras aguas y vol hacia tierra, agradecido de loque habia aprendido sobre cmo volar a baja altura con el menor esfuerzo. -Pero no -pens-. Ya he terminado con esta manera de ser, he terminado con todo lo que heaprendido. Soy una gaviota como cualquier otra gaviota, y volar como tal. Asi es que ascendi dolorosamente a treinta metros y alete con ms fuerzaluchando por llegar a la orilla. Se encontr mejor por su decisin de ser como otro cualquiera de laBandada. Ahora no habra nada que le atara a la fuerza que le impulsaba a aprender,no habra ms desafos ni ms fracasos. Y le result grato dejar ya de pensar, y volar, en la oscuridad, hacia las lucesde la playa. La oscuridad!, exclam, alarmada, la hueca voz. Las gaviotas nunca vuelan en la oscuridad! Juan no estaba alerta paraescuchar. Es grato, pens. La Luna y las luces centelleando en el agua, trazando luminosos senderos enla oscuridad, y todo tan pacfico y sereno... Desciende! Las gaviotas nuncavuelan en la oscuridad! Si hubieras nacido para volar en la oscuridad, tendras losojos de buho! Tendras por cerebro cartas de navegacin! Tendrias las alascortas de un halcn! All, en la noche, a treinta metros de altura, Juan SalvadorGaviota parpade. Sus dolores, sus resoluciones, se esfumaron. Alas cortas! Las alas cortas de un halcn! Esta es la solucin! Qu neciohe sido! No necesito ms que un ala muy pequeita, no necesito ms que doblarla parte mayor de mis alas y volar slo con los extremos! Alas cortas! Subi a 6. setecientos metros sobre el negro mar, y sin pensar por un momento en el fracasoo en la muerte, peg fuertemente las antealas a su cuerpo, dej solamente losafilados extremos asomados como dagas al viento, y cay en picado vertical. El viento le azot la cabeza con un bramido monstruoso. Cien kilmetros por hora, ciento treinta, ciento ochenta y an ms rpido. La tensin de las alas a doscientos kilmetros por hora no era ahora tangrande como antes a cien, y con un mnimo movimiento de los extremos de lasalas afloj gradualmente el picado y sali disparado sobre las olas, como una grisbala de can bajo la Luna. Entorn sus ojos contra el viento hasta transformarlos en dos pequeasrayas, y se regocij. A doscientos kilmetros por hora! Y bajo control! Si pico desde mil metrosen lugar de quinientos, a cunto llegar... ? Olvid sus resoluciones de hace unmomento, arrebatadas por ese gran viento. Sin embargo, no se senta culpable al romper las promesas que haba hechoconsigo mismo. Tales promesas existen solamente para las gaviotas que aceptan lo corriente. Uno que ha palpado la perfeccin en su aprendizaje no necesita esa clase depromesas. Al amanecer, Juan Gaviota estaba practicando de nuevo. Desde dos mil metros los pesqueros eran puntos sobre el agua plana y azul,la Bandada de la Comida una dbil nube de insignificantes motitas en circulacin. Estaba vivo, y temblaba ligeramente de gozo, orgulloso de que su miedoestuviera bajo control. Entonces, sin ceremonias, encogi sus antealas, extendi los cortos yangulosos extremos, y se precipit directamente hacia el mar. Al pasar los dos mil metros, logr la velocidad mxima, el viento era unaslida y palpitante pared sonora contra la cual no poda avanzar con ms rapidez. Ahora volaba recto hacia abajo a trescientos viente kilmetros por hora. Trag saliva, comprendiendo que se hara trizas si sus alas llegaban adesdoblarse a esa velocidad, y se despedazara en un milln de partculas de 7. gaviota. Pero la velocidad era poder, y la velocidad era gozo, y la velocidad era purabelleza. Empez su salida del picado a trescientos metros, los extremos de las alasbatidos y borrosos en ese gigantesco viento, y justamente en su camino, el barcoy la multitud de gaviotas se desenfocaban y crecan con la rapidez de una cometa. No pudo parar; no saba an ni cmo girar a esa velocidad. Una colisin sera la muerte instantnea. Asi es que cerr los ojos. Sucedi entonces que esa maana, justo despus del amanecer, JuanSalvador Gaviota se dispar directamente en medio de la Bandada de la Comidamarcando trescientos dieciocho kilmetros por hora, los ojos cerrados y en mediode un rugido de viento y plumas. La Gaviota de la Providencia le sonri por esta vez, y nadie result muerto. Cuando al fin apunt su pico hacia el cielo azul, aun zumbaba a doscientoscuarenta kilmetros por hora. Al reducir a treinta y extender sus alas otra vez, el pesquero era una miga enel mar, mil metros ms abajo. Slo pens en el triunfo, La velocidad maxima! Una gaviota a trescientosviente kilmetros por hora! Era un descubrimiento, el momento ms grande ysingular en la historia de la Bandada, y en ese momento una nueva epoca se abripara Juan Salvador Gaviota. Vol hasta su solitaria rea de practicas, y doblando sus alas para un picadodesde tres mil metros, se puso a trabajar en seguida para descubrir la forma degirar. Se di cuenta de que al mover una sola pluma del extremo de su ala unafraccin de centmetro, causaba una curva suave y extensa a tremenda velocidad. Antes de haberlo aprendido, sin embargo, vio que cuando movia ms de unapluma a esa velocidad, giraba como una bala de rifle... y as fue Juan la primeragaviota de este mundo en realizar acrobacias areas. No perdi tiempo ese da en charlar con las otras gaviotas, sino que sigui 8. volando hasta despus de la puesta del Sol. Descubri el rizo, el balance lento, el balance en punta, la barrena invertida,el medio rizo invertido. Cuando Juan volvi a la Bandada ya en la playa, era totalmente de noche. Estaba mareado y rendido. No obstante, y no sin satisfaccin, hizo un rizo para aterrizar y un tonel rpidojusto antes de tocar tierra. Cuando sepan, pens, lo del Descubrimiento, se pondrn locos de alegra. Cunto mayor sentido tiene ahora la vida! En lugar de nuestro lento ypesado ir y venir a los pesqueros, hay una razn para vivir! Podremos alzarnossobre nuestra ignorancia, podremos descubrirnos como criaturas de perfeccin,inteligencia y habilidad. Podremos ser libres! Podremos aprender a volar! Los aos veniderossusurraban y resplandecan de promesas. Las gaviotas se hallaban reunidas en Sesin de Consejo cuando Juan tomtierra, y pareca que haban estado as reunidas durante algn tiempo. Estaban, efectivamente, esperando. -Juan Salvador Gaviota! Ponte al Centro! -Las palabras de la Gaviota Mayorsonaron con la voz solemne propia de las altas ceremonias. Ponerse en el Centro slo significaba gran vergenza o gran honor. Situarse en el Centro por Honor, era la forma en que se sealaba a los jefesms destacados entre las gaviotas. Por supuesto, pens, la Bandada de la Comida... esta maana: vieron elDescubrimiento! Pero yo no quiero honores. No tengo ningn deseo de ser lder. Slo quiero compartir lo que he encontrado, y mostrar esos nuevoshorizontes que nos estn esperando. Y dio un paso al frente. -Juan Salvador Gaviota -dijo el Mayor-. Ponte al Centro para tu Vergenza ante la mirada de tus semejantes! Sinticomo si le hubieran golpeado con un madero. 9. Sus rodillas empezaron a temblar, sus plumas se combaron, y le zumbaronlos odos. Al Centro para deshonrarme? Imposible! El Descubrimiento! Noentienden! Estn equivocados! Estn equivocados! -... por su irresponsabilidadtemeraria -enton la voz solemne-, al violar la dignidad y la tradicin de la Familiade las Gaviotas... Ser centrado por deshonor significaba que le expulsaran de lasociedad de las gaviotas, desterrado a una vida solitaria en los LejanosAcantilados. -... algn da, Juan Salvador Gaviota, aprenders que la irresponsabilidad sepaga. La vida es lo desconocido y lo irreconocible, salvo que hemos nacido paracomer y vivir el mayor tiempo posible. Una gaviota nunca replica al Consejo de la Bandada, pero la voz de Juan sehizo oir: -Irresponsabilidad? Hermanos mos! -grit-. Quin es ms responsable que una gaviota que ha encontrado y quepersigue un significado, un fin ms alto para la vida? Durante mil aos hemosescarbado tras las cabezas de los peces, pero ahora tenemos una razn paravivir; para aprender, para descubrir; para ser libres! Dadme una oportunidad,dejadme que os muestre lo que he encontrado... La Bandada pareca de piedra. -Se ha roto la Hermandad -entonaron juntas las gaviotas, y todas de acuerdocerraron solemnemente sus odos y le dieron la espalda. Juan Salvador Gaviota pas el resto de sus das solo, pero vol mucho msall de los Lejanos Acantilados. Su nico pesar no era su soledad, sino que las otras gaviotas se negasen acreer en la gloria que les esperaba al volar; que se negasen a abrir sus ojos y aver. Aprenda ms cada da. Aprendi que un picado aerodinmico a alta velocidad poda ayudarle aencontrar aquel pez raro y sabroso que habitaba a tres metros bajo la superficiedel ocano: ya no le hicieron falta pesqueros ni pan duro para sobrevivir. Aprendi a dormir en el aire fijando una ruta durante la noche a travs del 10. viento de la costa, atravesando ciento cincuenta kilmetros de sol a sol. Con el mismo control interior, vol a traves de espesas nieblas marinas ysubi sobre ellas hasta cielos claros y deslumbradores...mientras las otrasgaviotas yacan en tierra, sin ver ms que niebla y lluvia. Aprendi a cabalgar los altos vientos tierra adentro, para regalarse all con losms sabrosos insectos. Lo que antes haba esperado conseguir para toda la Bandada, lo obtuvoahora para si mismo; aprendi a volar y no se arrepinti del precio que habapagado. Juan Gaviota descubri que el aburrimiento y el miedo y la ira, son lasrazones por las que la vida de una gaviota es tan corta, y al desaparecer aquellasde su pensamiento, tuvo por cierto una vida larga y buena. Vinieron entonces al anochecer, y encontraron a Juan planeando, pacfico ysolitario en su querido cielo. Las dos gaviotas que aparecieron juto a sus alas eran puras como luz deestrellas, y su resplandor era suave y amistoso en el alto cielo nocturno. Pero lo ms hermoso de todo era la habilidad con la que volaban; losextremos de sus alas avanzando a un preciso y constante centmetro de lassuyas. Sin decir palabra, Juan les puso a prueba, prueba que ninguna gaviota habasuperado jams. Torci sus alas, y redujo su velocidad a un slo kilmetro por hora, casiparndose. Aquellas dos radiantes aves redujeron tambien la suya, en formacin cerrada. Saban lo que era volar lento. Dobl sus alas, gir y cay en picado a doscientos kilmetros por hora. Se dejaron caer con l, precipi tndose hacia abajo en formacin impecable. Por fin, Juan vol con igual velocidad hacia arriba en un giro lento y vertical. Giraron con l, sonriendo. Recuper el vuelo horizontal y se qued callado un tiempo antes de decir: -Muy bien. 11. Quines sois? -Somos de tu Bandada, Juan. Somos tus hermanos. -Las palabras fueron firmes y serenas -. Hemos venido a llevarte ms arriba, a llevarte a casa. -Casa no tengo! Bandada tampoco tengo. Soy un Exilado. Y ahora volamos a la vanguardia del Viento de la Gran Montana. Unos cientos de metros ms, y no podr levantar ms este viejo cuerpo. -S que puedes, Juan. Porque has aprendido. Una etapa ha terminado, y ha llegado la hora de que empiece otra. Tal como le haba iluminado toda su vida, tambin ahora el entendimientoilumin ese instante de la existencia de Juan Gaviota. Tenan razn. El era capaz de volar ms alto, y ya era hora de irse a casa. Ech una larga y ltima mirada al cielo, a esa magnfica tierra de plata dondetanto haba aprendido. -Estoy listo -dijo al fin. Y Juan Salvador Gaviota se elev con las dos radiantes gaviotas paradesaparecer en un perfecto y oscuro cielo. Juan Salvador Gaviota: un relato Segunda Parte Primera parte De modo queesto es el cielo, pens, y tuvo que sonrerse. No era muy respetuoso analizar el cielo justo en el momento en que uno esta punto de entrar en l. Al venir de la Tierra por encima de las nubes y en formacin cerrada con lasdos resplandecientes gaviotas, vi que su propio cuerpo se haca tanresplandeciente como el de ellas. En verdad, all estaba el mismo y joven Juan Gaviota, el que siempre habaexistido detrs de sus ojos dorados, pero la forma exterior haba cambiado. Su cuerpo senta como gaviota, pero ya volaba mucho mejor que con elantiguo. 12. Vaya, pero si con la mitad del esfuerzo, pens, obtengo el doble develocidad, el doble de rendimiento que en mis mejores dias en la Tierra! Brillabansus plumas, ahora de un blanco resplandeciente, y sus alas eran lisas y perfectascomo lminas de plata pulida. Empez, gozoso, a familiarizarse con ellas, a imprimir potencia en estasnuevas alas. A trescientos cincuenta kilmetros por hora le pareci que estaba logrando sumxima velocidad en vuelo horizontal. A cuatrocientos diez pens que estaba volando al tope de su capacidad, y sesinti ligeramente desilusionado. Haba un lmite a lo que poda hacer con su nuevo cuerpo, y aunque ibamucho ms rpido que en su antigua marca de vuelo horizontal, era sin embargoun lmite que le costara mucho esfuerzo mejorar. En el cielo, pens, no debera haber limitaciones. De pronto se separaron las nubes y sus compaeros gritaron: -Felizaterrizaje, Juan -y desaparecieron sin dejar rastro. Volaba encima de un mar, hacia un mellado litoral. Una que otra gaviota se afanaba en los remolinos entre los acantilados. Lejos, hacia el Norte, en el horizonte mismo, volaban unas cuantas mas. Nuevos horizontes, nuevos pensamientos, nuevas preguntas. Por qu tan pocas gaviotas? El paraso debera estar lleno de gaviotas! Ypor qu estoy tan cansado de pronto? Era de suponer que las gaviotas en el cielono deberan cansarse, ni dormir. Dnde haba odo eso? El recuerdo de su vida en la Tierra se le estabahaciendo borroso. La Tierra haba sido un lugar donde haba aprendido mucho, por supuesto,pero los detalles se le hacan ya nebulosos; recordaba algo de la lucha por lacomida, y de haber sido un Exilado. La docena de gaviotas que estaba cerca de la playa vino a saludarle sin queni una dijera una palabra. Slo sinti que se le daba la bienvenida y que esta era su casa. 13. Haba sido un gran da para l, un da cuyo amanecer ya no recordaba. Gir para aterrizar en la playa, batiendo sus alas hasta pararse un instante enel aire, y luego descendi ligeramente sobre la arena. Las otras gaviotas aterrizaron tambien, pero ninguna movi ni una pluma. Volaron contra el viento, extendidas sus brillantes alas, y luego, sin quesupiera l cmo, cambiaron la curvatura de sus plumas hasta detenerse en elmismo instante en que sus pies tocaron tierra. Haba sido una hermosa muestra de control, pero Juan estaba ahorademasiado cansado para intentarlo. De pie, all en la playa, sin que an se hubiera pronunciado ni una solapalabra, se durmi. Durante los proximos das vi Juan que haba aqu tanto que aprender sobreel vuelo como en la vida que haba dejado. Pero con una diferencia. Aqui haba gaviotas que pensaban como l. Ya que para cada una de ellas lo ms importante de sus vidas era alcanzar ypalpar la perfeccin de lo que ms amaban hacer: volar. Eran pjaros magnficos, todos ellos, y pasaban hora tras hora cada daejercitndose en volar, ensayando aeronutica avanzada. Durante largo tiempo Juan se olvid del mundo de donde haba venido, eselugar donde la Bandada viva con los ojos bien cerrados al gozo de volar,empleando sus alas como medios para encontrar y luchar por la comida. Pero de cuando en cuando, slo por un momento, lo recordaba. Se acord de ello una maana cuando estaba con su instructor mientrasdescansaba en la playa despus de una sesin de toneles con ala plegada. -Dnde estn los dems, Rafael? -pregunt en silencio, ya bienacostumbrado a la cmoda telepata que estas gaviotas empleaban en lugar degraznidos y trinos-. Por qu no hay ms de nosotros aqu? De donde vengo haba... -... miles ymiles de gaviotas. Lo s. 14. -Rafael movi su cabeza afirmativamente-.La nica respuesta que puedo dar, Juan, es que t eres una gaviota en unmilln. La mayora de nosotros progresamos con mucha lentitud.Pasamos de un mundo a otro casi exactamente igual, olvidando en seguidade donde habamos venido, sin preocuparnos hacia donde bamos, viviendo soloel momento presente.Tienes idea de cuntas vidas debimos cruzar antes de que logrramos laprimera idea de que hay mas en la vida que comer, luchar. o alcanzar poder en la Bandada? Mil vidas, Juan, diez mil! Y luego cien vidasms hasta que empezamos a aprender que hay algo llamado perfeccin, y otrascien para comprender que la meta de la vida es encontrar esa perfeccin yreflejarla.La misma norma se aplica ahora a nosotros, por supuesto: elegimos nuestromundo venidero mediante lo que hemos aprendido de ste. No aprendas nada, y el prximo ser igual que ste, con las mismaslimitaciones y pesos de plomo que superar. Extendi sus alas y volvi su cara al viento. -Pero t, Juan -dijo-, aprendiste tanto de una vez que no has tenido que pasarpor mil vidas para llegar a esta. En un momento estaban otra vez en el aire, practicando. Era difcil mantener la formacin cuando giraban para volar en posicininvertida, puesto que entonces Juan tena que ordenar inversamente supensamiento, cambiando la curvatura, y cambindola en exacta armona con la desu instructor. -Intentemos de nuevo -deca Rafael una y otra vez-: Intentemos de nuevo. -Y por fin-: Bien. -Y entonces empezaron a practicar los rizos exteriores. Una noche, las gaviotas que no estaban practicando vuelos nocturnos sequedaron de pie sobre la arena, pensando.Juan ech mano de todo su coraje y se acerc a la Gaviota Mayor, de quien, 15. se deca, iba pronto a trasladarse ms all de este mundo. -Chiang... -dijo, un poco nervioso. La vieja gaviota le mir tiernamente. -Si, hijo mo? En lugar de perder la fuerza con la edad, el Mayor la habaaumentado; poda volar ms y mejor que cualquier gaviota de la Bandada, y habaaprendido habilidades que las otras slo empezaban a conocer. -Chiang, este mundo no es el verdadero cielo, verdad? El Mayor sonri a laluz de la Luna. -Veo que sigues aprendiendo, Juan -dijo. -Bueno, qu pasar ahora? A dnde iremos? Es que no hay un lugar quesea como el cielo? -No, Juan, no hay tal lugar. El cielo no es un lugar, ni un tiempo. El cielo consiste en ser perfecto. -Se qued callado un momento-.Eres muy rpido para volar, verdad? -Me... me encanta la velocidad -dijoJuan, sorprendido, pero orgulloso de que el Mayor se hubiese dado cuenta. -Empezars a palpar el cielo, Juan, en el momento en que palpes la perfectavelocidad.Y esto no es volar a mil kilmetros por hora, ni a un milln, ni a la velocidadde la luz. Porque cualquier nmero es ya un lmite, y la perfeccin no tiene lmites. La perfecta velocidad, hijo mo, es estar alli.Sin aviso, y en un abrir y cerrar de ojos, Chiang desapareci y apareci alborde del agua, veinte metros ms all.Entonces desapareci de nuevo y volvi en una milsima de segundo, juntoal hombro de Juan. -Es bastante divertido -dijo. Juan estaba maravillado. Se olvid de preguntar por el cielo. -Cmo lo haces? Qu se siente al hacerlo? A qu distancia puedesllegar? -Puedes ir al lugar y al tiempo que desees -dijo el Mayor-. 16. Yo he ido donde y cuando he querido. -Mir hacia el mar-. Es extrao. Las gaviotas que desprecian la perfeccin por el gusto de viajar, no llegan aninguna parte, y lo hacen lentamente. Las que se olvidan de viajar por alcanzar la perfeccin, llegan a todas partes,y al instante.Recuerda, Juan, el cielo no es un lugar ni un tiempo, porque el lugar y eltiempo poco significan. El cielo es... -Me puedes ensear a volar asi? -Juan Gaviota temblaba antela conquista de otro desafo. -Por supuesto, si es que quieres aprender. -Quiero. Cundo podemos empezar? -Podramos empezar ahora, si lo deseas. -Quiero aprender a volar de esa manera -dijo Juan, y una luz extraa brill ensus ojos-. Dime qu hay que hacer. Chianghabl conlentitud, observando a la joven gaviota muycuidadosamente. -Para volar tan rpido como el pensamiento y a cualquier sitio que exista -dijo-, debes empezar por saber que ya has llegado... El secreto, segn Chiang,consista en que Juan dejase de verse a s mismo como prisionero de un cuerpolimitado, con una envergadura de ciento cuatro centmetros y un rendimientosusceptible de programacin. El secreto era saber que su verdadera naturaleza viva, con la perfeccin deun nmero no escrito, simultneamente en cualquier lugar del espacio y deltiempo.Juan se dedic a ello con ferocidad, da tras da, desde el amanecer hastadespus de la medianoche.Y a pesar de todo su esfuerzo no logr moverse ni un milmetro del sitiodonde se encontraba. 17. -Olvdate de la fe! -le deca Chiang una y otra vez-.T no necesitaste fe para volar, lo que necesitaste fue comprender lo que erael vuelo. Esto es exactamente lo mismo.Ahora intentalo otra vez... As un da, Juan, de pie en la playa, cerrado losojos, concentrado, como un relmpago comprendi de pronto lo que Chianghabale estado diciendo. -Pero si es verdad! Soy una gaviota perfecta y sin limitaciones! -Y seestremeci de alegra. -Bien! -dijo Chiang, y hubo un tono de triunfo en su voz. Juan abri sus ojos.Qued solo con el Mayor en una playa completamente distinta; los rbolesllegaban hasta el borde mismo del agua, dos soles gemelos y amarillos giraban enlo alto. -Por fin has captado la idea -dijo Chiang-, pero tu control necesita algo masde trabajo... Juan se qued pasmado. -Dnde estamos? En absoluto impresionado por el extrao paraje, el Mayorignor la pregunta. -Es obvio que estamos en un planeta que tiene un cielo verde y una estrelladoble por sol.Juan lanz un grito de alegra, el primer sonido que haba pronunciado desdeque dejara la Tierra: -RESULTO! -Bueno, claro que result, Juan. Siempre resulta cuando se sabe lo que se hace. Y ahora, volviendo al tema de tu control...Cuando volvieron, habaanochecido. Las otras gaviotas, miraron a Juan con reverencia en sus ojos dorados,porque le haban visto desaparecer de donde haba estado plantado por tantotiempo. Aguant sus felicitaciones durante menos de un minuto. -Soy nuevo aqui. Acabo de empezar. 18. Soy yo quien debe aprender de vosotros.-Me pregunto si eso es cierto, Juan -dijo Rafael, de pie cerca de l-.En diez mil aos no he visto una gaviota con menos miedo de aprender quet.-La Bandada se qued en silencio, y Juan hizo un gesto de turbacin.-Si quieres, podemos empezar a trabajar con el tiempo -dijo Chiang-, hastaque logres volar por el pasado y el futuro.Y entonces, estars preparado para empezar lo ms difcil, lo ms colosal, loms divertido de todo.Estars preparado para subir y comprender el significado de la bondad y elamor.Pas un mes, o algo que pareci un mes, y Juan aprenda con tremendarapidez.Siempre haba sido veloz para aprender lo que la experiencia normal tenapara ensearle, y ahora, como alumno especial del Mayor en Persona, asimil lasnuevas ideas como si hubiera sido una supercomputadora de plumas.Pero al fin lleg el da en que Chiang desapareci.Haba estado hablando calladamente con todos ellos, exhortndoles a quenunca dejaran de aprender y de practicar y de esforzarse por comprender msacerca del perfecto e invisible principio de toda vida.Entonces, mientras hablaba, sus plumas se hicieron ms y msresplandecientes hasta que al fin brillaron de tal manera que ninguna gaviota pudomirarle.-Juan -dijo, y estas fueron las ltimas palabras que pronunci-, siguetrabajando en el amor.Cuando pudieron ver otra vez, Chiang haba desaparecido.Con el pasar de los das, Juan se sorprendi pensando una y otra vez en laTierra de la que haba venido.Si hubiese sabido all una dcima, una centsima parte de lo que ahorasaba, cuanto ms significado habra tenido entonces la vida! Quedse all en laarena y empez a preguntarse si habra una gaviota all abajo que estuviese 19. esforzndose por romper sus limitaciones, por entender el significado del vueloms all de una manera de trasladarse para conseguir algunas migajas cadas deun bote. Quizs hasta hubiera un Exilado por haber dicho la verdad ante la Bandada. Y mientras ms practicaba Juan sus lecciones de bondad, y mientras mstrabajaba para conocer la naturaleza del amor, ms deseaba volver a la Tierra. Porque, a pesar de su pasado solitario, Juan Gaviota haba nacido para serinstructor, y su manera de demostrar el amor era compartir algo de la verdad quehaba visto, con alguna gaviota que estuviese pidiendo slo una oportunidad dever la verdad por s misma. Rafael, adepto ahora a los vuelos a la velocidad del pensamiento y a ayudara que los otros aprendieran, dudaba. -Juan, fuiste Exilado una vez. Por qu piensas ahora que alguna gaviota de tu pasado va a escucharteahora? Ya sabes el refran, y es verdad: Gaviota que ve lejos, vuela alto. Esas gaviotas de donde has venido se lo pasan en tierra, graznando yluchando entre ellas. Estn a mil kilmetros del cielo. Y t dices que quieres mostrarles el cielo desde donde estn paradas! Juan,ni siquiera pueden ver los extremos de sus propias alas! Qudate aqu. Ayuda a las gaviotas novicias de aqui, que estn bastante avanzadas comopara comprender lo que tienes que decirles. Se qued callado un momento, y luego dijo: -Qu habra pasado si Chianghubiese vuelto a sus antiguos mundos? Dnde estaras t ahora? El ltimo puntoera el decisivo, y Rafael tena razn. Gaviota que ve lejos, vuelta alto. Juan se qued y trabaj con los novicios que iban llegando, todos muy listosy rpidos en sus deberes. Pero volvile el viejo recuerdo, y no poda dejar de pensar en que a lo mejorhaba una o dos gaviotas all en la Tierra que tambin podran aprender. Cunto ms habra sabido ahora si Chiang le hubiese ayudado cuando era 20. un Exilado! -Rafa, tengo que volver -dijo por fin-. Tus alumnos van bien. Te podrn incluso ayudar con los nuevos. Rafael suspir, pero prefiri no discutir. -Creo que te echar de menos, Juan -fue todo lo que le dijo. -Rafa, qu vergenza! -dijo Juan reprochndole-. No seas necio! Qu intentamos practicar todos los das? Si nuestraamistad depende de cosas como el espacio y el tiempo, entonces, cuando por finsuperemos el espacio y el tiempo, habremos destruido nuestra propia hermandad!Pero supera el espacio, y nos quedar slo un Aqui. Supera el tiempo, y nos quedar slo un Ahora. Y entre el Aqui y el Ahora, no crees que podremos volver a vernos un par deveces? Rafael Gaviota tuvo que soltar una carcajada. -Ests hecho un pjaro loco -dijo tiernamente-. Si hay alguien que pueda mostrarle a uno en la Tierra cmo ver a mil millasde distancia, se ser Juan Salvador Gaviota. -Quedse mirando la arena-: Adis, Juan, amigo mo. -Adis, Rafa. Nos volveremos a ver. -Y con esto, Juan evoc en su pensamiento la imagen de las grandesbandadas de gaviotas en la orilla de otros tiempos, y supo, con experimentadafacilidad, que ya no era slo hueso y plumas, sino una perfecta idea de libertad yvuelo, sin limitacin alguna. Pedro Pablo Gaviota era an bastante joven, pero ya saba que no habapjaro peor tratado por una Bandada, o con tanta injusticia. -Me da lo mismo lo que digan -pens furioso, y su vista se nubl mientrasvolaba hacia los Lejanos Acantilados-. Volar es tanto ms importante que un simple aletear de aqui para alla! Esolo puede hacer hasta un... hasta un mosquito! Slo un pequeo viraje en tonelalrededor de la Gaviota Mayor, nada ms que por diversin, y ya soy un Exilado!Son ciegos acaso? Es que no pueden ver? Es que no pueden imaginar la 21. gloria que alcanzaran si realmente aprendiramos a volar? Me da lo mismo lo quepiensen. Yo les mostrar lo que es volar! No ser ms que un puro Bandido, si eso eslo que quieren. Pero har que se arrepientan... La voz surgi dentro de su cabeza, y aunqueera muy suave, le asust tanto que se equivoc y dio una voltereta en el aire. -No seas tan duro con ellos, Pedro Gaviota. Al expulsarte, las otras gaviotas solamente se han hecho dao a s mismas, yun da se darn cuenta de ello; y un da vern lo que t ves. Perdnales y aydales a comprender. A un centmetro del extremo de su ala derecha volaba la gaviota msresplandeciente de todo el mundo, planeando sin esfuerzo alguno, sin mover unapluma, a casi la mxima velocidad de Pedro. El caos reino por un momento dentro del joven pjaro. -Qu est pasando? Estoy loco? Estoy muerto? Qu es esto? Baja ytranquila continu la voz dentro de su pensamiento, exigiendo una contestacin: -Pedro Pablo Gaviota, quieres volar? -SI, QUIERO VOLAR! -Pedro PabloGaviota, tanto quieres volar que perdonars a la Bandada, y aprenders, yvolvers a ella un da y trabajars para ayudarles a comprender? No habamanera de mentirle a este magnfico y hbil ser, por orgulloso o herido que PedroPablo Gaviota se sintiera. -S, quiero -dijo suavemente. -Entonces, Pedro -le dijo aquella criatura resplandeciente, y la voz fue muytierna-, empecemos con el Vuelo Horizontal... Juan Salvador Gaviota: un relatoTercera Parte Segunda parte Juan giraba lentamente sobre los LejanosAcantilados; observaba. Este rudo y joven Pedro Gaviota era un alumno de vuelo casi perfecto. Era fuerte, y ligero, y rpido en el aire, pero mucho ms importante, tena undevastador deseo de aprender a volar! Aqu venia ahora, una forma borrosa y grisque sala de su picado con un rugido, pasando como un blido a su instructor, adoscientos veinte kilmetros por hora. 22. Abruptamente se meti en otra pirueta con un balance de diecisis puntos,vertical y lento, contando los puntos en voz alta. ... ocho... nueve... diez... ves -Juan-se-me-est-terminando-la-velocidad -del-aire... once... Quiero-paradas-perfectas -yagudas -como-las-tuyas... doce...... pero-caramba!-no-puedo-llegar... trece... a-estos -ltimos- puntos... sin...cator... aaakk... ! La torsin de la cola le sali a Pedro mucho peor a causa de suira y furia al fracasar.Se fue de espaldas, volte, se cerr salvajemente en una barrena invertida, ypor fin se recuper, jadeando, a treinta metros bajo el nivel en que se hallaba suinstructor.-Pierdes tu tiempo conmigo, Juan! Soy demasiado tonto! Soy demasiadoestpido! Intento e intento, pero nunca lo lograr! Juan Gaviota lo mir desdearriba y asinti.-Seguro que nunca lo conseguirs mientras hagas ese encabritamiento tanbrusco.Pedro, has perdido sesenta kilmetros por hora en la entrada! Tienes queser suave! Firme, pero suave, te acuerdas? Baj al nivel de la joven gaviota.-Intentmoslo juntos ahora, en formacin.Y concntrate en ese encabritamiento.Es una entrada suave, fcil.Al cabo de tres meses, Juan tena otros seis aprendices, todos Exilados, perocuriosos por esta nueva visin del vuelo por el puro gozo de volar.Sin embargo, les resultaba ms fcil dedicarse al logro de altos rendimientosque a comprender la razn oculta de ello.-Cada uno de nosotros es en verdad una idea de la Gran Gaviota, una ideailimitada de la libertad -dira Juan por las tardes, en la playa -, y el vuelo de altaprecisin es un paso hacia la expresin de nuestra verdadera naturaleza.Tenemos que rechazar todo lo que nos limite.Esta es la causa de todas estas prcticas a alta y baja velocidad, de estasacrobacias... ... y sus alumnos se dormiran, rendidos despus de un da devolar. 23. Les gustaba practicar porque era rpido y excitante y les satisfaca esahambre por aprender que creca con cada leccin. Pero ni uno de ellos, ni siquiera Pedro Pablo Gaviota, haba llegado a creerque el vuelo de las ideas poda ser tan real como el vuelo del viento y las plumas. -Tu cuerpo entero, de extremo a extremo del ala -dira Juan en otrasocasiones-, no es ms que tu propio pensamiento, en una forma que puedes ver. Rompe las cadenas de tu pensamiento, y rompers tambin las cadenas detu cuerpo. -Pero dijralo como lo dijera, siempre sonaba como una agradable f iccin, yellos necesitaban ms que nada dormir. Haba pasado un mes tan slo cuando Juan dijo que haba llegado la hora devolver a la Bandada. -No estamos preparados! -dijo Enrique Calvino Gaviota-. Ni seremos bienvenidos! Somos Exilados! No podemos meternos donde noseremos bienvenidos, verdad? -Somos libres de ir donde queramos y de ser loque somos -contest Juan, y se elev de la arena y gir hacia el Este, hacia elpas de la Bandada. Hubo una breve angustia entre sus alumnos, puesto que es Ley de laBandada que un Exilado nunca retorne, y no se haba violado la Ley ni una solavez en diez mil aos. La Ley deca qudate, Juan deca partid; y ya volaba a un kilmetro maradentro. Si seguan all esperando, l encarara por si solo a la hostil Bandada. -Bueno, no tenemos por qu obedecer la Ley si no formamos parte de laBandada, verdad? -dijo Pedro, algo turbado-. Adems, si hay una pelea, es all donde se nos necesita. Y as ocurri que, aquella maana, aparecieron desde el Oeste ocho de ellosen formacin de doble-diamante, casi tocndose los extremos de las alas. Sobrevolaron la Playa del Consejo de la Bandada a doscientos cincokilmetros por hora, Juan a la cabeza, Pedro volando con suavidad a su aladerecha, Enrique Calvino luchando valientemente a su izquierda. 24. Entonces la formacin entera gir lentamente hacia la derecha, como si fueseun solo pjaro... de horizontal... a... invertido... a... horizontal, con el vientorugiendo sobre sus cuerpos. Los graznidos y trinos de la cotidiana vida de la Bandada se cortaron como sila formacin hubiese sido un gigantesco cuchillo, y ocho mil ojos de gaviota lesobservaron, sin un solo parpadeo. Uno tras otro, cada uno de los ocho pjaros ascendi agudamente hastacompletar un rizo y luego realiz un amplio giro que termin en un estticoaterrizaje sobre la arena. Entonces, como si este tipo de cosas ocurriera todos los das, Juan Gaviotadio comienzo a su crtica de vuelo. -Para comenzar -dijo, con un sonrisa seca-, llegasteis todos un poco tarde almomento de juntaros... Un relmpago atraves a la Bandada. Esos pjaros son Exilados! Y han vuelto! Y eso... eso no puede ser! Laspredicciones de Pedro acerca de un combate se desvanecieron ante la confusinde la Bandada. -Bueno, de acuerdo: son Exilados -dijeron algunos de los jvenes -, pero,oye, dnde aprendieron a volar asi? Pas casi una hora antes de que la Palabradel Mayor lograra repartirse por la Bandada: Ignoradlos. Quien hable a un Exilado ser tambin un Exilado. Quien mire a un Exilado viola la Ley de la Bandada. Espaldas y espaldas de grises plumas rodearon desde ese momento a Juan,quien no dio muestras de darse por aludido. Organiz sus sesiones de prcticas exactamente encima de la Playa delConsejo, y, por primera vez, forz a sus alumnos hasta el lmite de sushabilidades. -Martn Gaviota -grit en pleno vuelo-, dices conocer el vuelo lento! Prubaloprimero y alardea despus! VUELA! Y de esta manera, nuestro callado y pequeoMartn Alonso Gaviota, paralizado al verse el blanco de los disparos de suinstructor, se sorpendi a s mismo al convertirse en un mago del vuelo lento. En la ms ligera brisa, lleg a curvar sus plumas hasta elevarse sin el menor 25. aleteo, desde la arena hasta las nubes y abajo otra vez. Lo mismo le ocurri a Carlos Rolando Gaviota, quien vol sobre el GranViento de la Montana a ocho mil doscientos metros de altura y volvi, maravilladoy feliz y azul de fro, y decidido a llegar an ms alto al otro da. Pedro Gaviota, que amaba como nadie las acrobacias, logr superar su caida"en hoja muerta", de diecisis puntos, y al da siguiente, con sus plumasrefulgentes de soleada blancura, lleg a su culminacin ejecutando un tonel tripleque fue observado por ms de un ojo furtivo. A toda hora Juan es taba all junto a sus alumnos, enseando, sugiriendo,presionando, guiando. Vol con ellos contra noche y nube y tormenta, por el puro gozo de volar,mientras la Bandada se apelotonoba miserablemente en tierra. Terminado el vuelo, los alumnos descansaban en la playa y llegado elmomento escuchaban de cerca a Juan. Tena l ciertas ideas locas que no llegaban a entender, pero tambin lastena buenas y comprensibles. Poco a poco, por la noche, se form otro crculo alrededor de los alumnos; uncrculo de curiosos que escuchaban all, en la oscuridad, hora tras hora, sin deseode ver ni de ser vistos, y que desaparecan antes del amanecer. Un mes despus del Retorno, la primera gaviota de la Bandada cruz la lneay pidi que se le enseara a volar. Al preguntar, Terrence Lowell Gaviota se convirti en un pjaro condenado,marcado por el Exilio y octavo alumno de Juan. La prxima noche vino de la Bandada Esteban Lorenzo Gaviota, vacilante porla arena, arrastrando su ala izquierda hasta desplomarse a los pies de Juan. -Aydame -dijo apenas, hablando como los que van a morir-. Ms que nada en el mundo, quiero volar... -Ven entonces -dijo Juan-. Subamos, dejemos atras la tierra y empecemos. -No me entiendes. Mi ala. No puedo mover mi ala. 26. -Esteban Gav iota, tienes la libertad de ser t mismo, tu verdadero ser, aqu yahora, y no hay nada que te lo pueda impedir.Es la Ley de la Gran Gaviota, la Ley que Es.-Ests diciendo que puedo volar? -Digo que eres libre.Y sin ms, Esteban Lorenzo Gaviota extendi sus alas, sin el menor esfuerzo,y se alz hacia la oscura noche.Su grito, al tope de sus fuerzas y desde doscientos metros de altura, sac ala Bandada de su sueo: -Puedo volar! Escuchen! PUEDO VOLAR! Alamanecer haba cerca de mil pjaros en torno al crculo de alumnos, mirando concuriosidad a Esteban.No les importaba si eran o no vistos, y escuchaban, tratando de comprendera Juan Gaviota.Habl de cosas muy sencillas: que est bien que una gaviota vuele; que lalibertad es la misma escencia de su ser; que todo aquello que le impida esalibertad debe ser eliminado, fuera ritual o supersticin o limitacin en cualquierforma.-Eliminado -dijo una voz en la multitud-, aunque sea Ley de la Bandada? -Lanica Ley verdadera es aquella que conduce a la libertad -dijo Juan-.No hay otra.-Cmo quieres que volemos como vuelas t? -intervino otra voz-.T eres especial y dotado y divino, superior a cualquier pjaro.-Mirad a Pedro, a Terrence, a Carlos Rolando, a Maria Antonio! Sontambin ellos especiales y dotados y divinos? No ms que vosotros, no ms queyo.La nica diferencia, realmente la nica, es que ellos han empezado acomprender lo que de verdad son y han empezado a ponerlo en prctica.Sus alumnos, salvo Pedro, se revolvan intranquilos.No se haban dado cuenta de que era eso lo que haban estado haciendo.Da a da aumentaba la muchedumbre que vena a preguntar, a idolatrar, adespreciar.-Dicen en la Bandada que si no eres el Hijo de la misma Gran Gaviota -le 27. cont Pedro a Juan, una maana despus de las prcticas de VelocidadAvanzada-, entonces lo que ocurre contigo es que ests mil aos por delante de tutiempo. Juan suspir. Este es el precio de ser mal comprendido, pens. Te llaman diablo o te llaman dios. -Qu piensas t, Pedro? Nos hemos anticipado a nuestro tiempo? Un largosilencio. -Bueno, esta manera de volar siempre ha estado al alcance de quien quisieraaprender a descubrirla; y esto nada tiene que ver con el tiempo.A lo mejor nos hemos anticipado a la moda; a la manera de volar de lamayora de las gaviotas. -Eso ya es algo -dijo Juan, girando para planear invertidamente por un rato. Eso es algo mejor que aquello de anticiparnos a nuestro tiempo. Ocurri justo una semana ms tarde. Pedro se hallaba explicando los principios del vuelo a alta velocidad a unaclase de nuevos alumnos. Acababa de salir de su picado desde cuatro mil metros -una verdadera estelagris disparada a pocos centmetros de la playa -, cuando un pajarito en su primervuelo plane justamente en su camino, llamando a su madre. En una dcima de segundo, y para evitar al joven, Pedro Pablo Gaviota girviolentamente a la izquierda, y a mas de trescientos kilmetros por hora fue aestrellarse contra una roca de slido granito. Fue para l como si la roca hubiese sido una dura y gigantesca puerta haciaotros mundos. Una avalancha de miedo y de espanto y de tinieblas se le ech encima juntocon el golpe, y luego se sinti flotar en un cielo extrao, extrao, olvidando,recordando, olvidando; temeroso y triste y arrepentido; terriblemente arrepentido. La voz le lleg como en aquel primer da en que haba conocido a JuanSalvador Gaviota. -El problema, Pedro, consiste en que debemos intentar la superacin de 28. nuestras limitaciones en orden, y con paciencia. No intentamos cruzar a travs de rocas hasta algo ms tarde en el programa. -Juan! -Tambin conocido como el Hijo de la Gran Gaviota -dijo su instructor,secamente. -Qu haces aqu? Esa roca! No he... no me haba... muerto? -Bueno,Pedro, ya est bien. Piensa. Si me ests viendo ahora, es obvio que no has muerto, verdad? Lo que slograste hacer fue cambiar tu nivel de conciencia de manera algo brusca. Ahora te toca escoger. Puedes quedarte aqu y aprender en este nivel -que para que te enteres, esbastante ms alto que el que dejaste-, o puedes volver y seguir trabajando con laBandada. Los Mayores estaban deseando que ocurriera algn desastre y se hansorprendido de lo bien que les has complacido. -Por supuesto que quiero volver a la Bandada. Estoy apenas empezando con el nuevo grupo! -Muy bien, Pedro. Te acuerdas de lo que decamos acerca de que el cuerpo de uno no es msque el pensamiento puro... ? Pedro sacudi la cabeza, extendi sus alas, abri susojos, y se hall al pie de la roca y en el centro de toda la Bandada all reunida. De la multitud surgi un gran clamor de graznidos y chillidos cuando empeza moverse. -Vive! El que haba muerto, vive! -Le toc con un extremo del ala! Loresucit! El Hijo de la Gran Gaviota! -No! El lo niega! Es un diablo! DIABLO!Ha venido a aniquilar a la Bandada! Haba cuatro mil gaviotas en la multitud,asustadas por lo que haba sucedido, y el grito de DIABLO! cruz entre ellascomo viento en una tempestad ocenica. Brillantes los ojos, aguzados los picos, avanzaron para destruir. -Pedro, te parecer mejor si nos marchsemos? -pregunt Juan. -Bueno, yo no pondra inconvenientes si... Al instante se hallaron a unkilmetro de distancia, y los relampagueantes picos de la turba se cerraron en el 29. vaco.-Por qu ser -se pregunt Juan perplejo- que no hay nada ms difcil en elmundo que convencer a un pjaro de que es libre, y de que lo puede probar por smismo si slo se pasara un rato practicando? Por qu ser tan dificil? Pedro anparpadeaba por el cambio de escenario.-Qu hiciste ahora? Cmo llegamos hasta aqu? -Dijiste que querasalejarte de la turba, no? -Si! pero, cmo has... ? -Como todo, Pedro.Prctica.A la maana siguiente, la Bandada haba olvidado su demencia, pero noPedro.-Juan, te acuerdas de lo que dijiste hace mucho tiempo acerca de amar losuficiente a la Bandada como para volver a ella y ayudarla a aprender? -Claro.-No comprendo cmo te las arreglas para amar a una turba de pjaros queacaba de intentar matarte.-Vamos, Pedro, no es eso lo que t amas! Por cierto que no se debe amar elodio y el mal.Tienes que practicar y llegar a ver a la verdadera gaviota, ver el bien que hayen cada una, y ayudarlas a que lo vean en s mismas.Eso es lo que quiero decir por amar.Es divertido, cuando le aprendes el truco.Recuerdo, por ejemplo, a cierto orgulloso pjaro, un tal Pedro Pablo Gaviota.Exilado reciente, listo para luchar hasta la muerte contra la Bandada,empezaba ya a construirse su propio y amargo infierno en los LejanosAcantilados.Sin embargo, aqu lo tenemos ahora, construyendo su propio cielo, y guiandoa toda la Bandada en la misma direccin.Pedro se volvi hacia su instructor, y por un momento surgi miedo en susojos.-Yo guiando? Qu quieres decir: yo guiando? T eres el instructor aqui.T no puedes marcharte! -Ah, no? No piensas que hay acaso otrasBandadas, otros Pedros, que necesitan ms a un instructor que sta, que ya va 30. camino de la luz? -Yo? Juan, soy una simple gaviota, y t eres... -... el nico Hijode la Gran Gaviota, supongo? -Juan suspir y mir hacia el mar-. Ya no me necesitas. Lo que necesitas es seguir encontrndote a t mismo, un poco ms cada da;a ese verdadero e ilimitado Pedro Gaviota. El es tu instructor. Tienes que comprenderle, y ponerlo en prctica. Un momento mas tarde el cuerpo de Juan trepid en el aire, resplandeciente,y empez a hacerse transparente. -No dejes que se corran rumores tontos sobre m, o que me hagan un dios. De acuerdo, Pedro? Soy gaviota. Y quiz me encante volar... -JUAN! -Pobre Pedro. No creas lo que tus ojos te dicen. Slo muestran limitaciones. Mira con tu entendimiento, descubre lo que ya sabes, y hallars la manera devolar. El resplandor se apag. Y Juan Gaviota se desvaneci en el aire. Despus de un tiempo, Pedro Gaviota se oblig a remontar el espacio y seenfrent con un nuevo grupo de estudiantes, ansiosos de empezar su primeraleccin. -Para comenzar -dijo pesadamente-, tenis que comprender que una gaviotaes una idea ilimitada de la libertad, una imagen de la Gran Gaviota, y todo vuestrocuerpo, de extremo a extremo del ala, no es ms que vuestro propio pensamiento. Los jvenes lo miraron con extraeza. Vaya, hombre!, pensaron, eso no suena a una norma para hacer un rizo...Pedro suspir y empez otra vez: -Hum... ah... muy bien -dijo, y les mircrticamente-. Empecemos con el vuelo horizontal. -Y al decirlo, comprendi de pronto que, en verdad, su amigo no haba sidoms divino que el mismo Pe dro. 31. No hay lmites, Juan? pens. Bueno, llegar entonces el da en que me aparecer en tu playa, y teensear un par de cosas acerca del vuelo! Y aunque intent pareceradecuadamente severo ante sus alumnos, Pedro Gaviota les vi de pronto tal ycomo eran realmente, slo por un momento, y ms que gustarle, am aquello quevi. No hay lmites, Juan?, pens, y sonri. Su carrera hacia el aprendizaje haba empezado... Fin