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“ESTOICISMO Y UTOPÍA: REFLEXIONES SOBRE EL TEMA AMOROSO EN LAS NOVELAS DE CARITÓN Y LONGO” Jesús Abellán Cultura griega a través de los textos III Humanidades. UA. 2011 La novela de Caritón de Afrodisias es ante todo una historia de amor. La figura central es el amor, los viajes y las aventuras son el fondo; como fondo es el paisaje que acoge la figura de Afrodita en el cuadro de BoYcelli: la diosa se eleva sensual y majestuosa sobre una naturaleza apenas dibujada, a grandes trazos, sin vida. Quéreas y Calírroe nos caen bien. Quizá, sea ese aire ingenuo que les caracteriza el mo‘vo de nuestra simpaaa hacia ellos. Pero esta clase de amor que los dos jóvenes se procesan se nos antoja un tanto dulzón, es decir empalagoso, incluso ridículo. Y si lo suyo sale adelante es porque se alinean todos los astros para finalmente favorecerlo. La Fortuna juega un tanto con ellos, posiblemente por necesidad del autor, que quiere contar una historia donde sucedan cosas. Visto de esta manera, el cuadro de BoYcelli habría que recomponerlo: el paisaje sería, ahora, el protagonista y la diosa reposaría en un ángulo, sin brillo. El mar ocuparía el lugar central y podríamos pintar sobre él barcos y piratas; en las costas suntuosos templos griegos o ciudades con palacios o batallas con héroes o grandes fiestas. Afrodita desde su esquina observaría el mundo, pero no par‘ciparía de él. Céfiro, se limitaría a soplar para levantar el posible ves‘do de la diosa, ahora ves‘da. Pero podemos ver, o mejor mirar, las cosas de otra manera, como lo hizo el pintor renacen‘sta: el amor iluminando al mundo. Es cues‘onable cuál pudiera ser la intención de Cariton al componer su novela: si el amor es fin o medio para alcanzar sus obje‘vos. Yo me inclinaré por lo primero y desde aquí parto. No creo equivocarme si dijo que, en nuestro ‘empo, este ‘po de cuadro ya no se hace. En el mejor de los casos la diosa debería mostrarse con algo más de ero‘smo, pues con sensualidad no es suficiente. Tampoco estaría de más que además se nos quisiera vender o prometer algo. Quéras y Calírroe descubren el amor, ese ‘po de amor gobernado por el deseo, del que se sirve la naturaleza para perpetuarse y que todas las criaturas prac‘can (unas con deseo, otras sin él, posiblemente) En la especie humana las razones de la elección de la pareja son muy complejas y obedecen a cues‘ones culturales, psicológicas o intelectuales, entre otras muchas posibilidades. Un filósofo, un tanto pesimista, definía a la especie humana como replicantes (termino llevado al cine): el macho de la especie, de forma obsesiva, ‘ene como misión úl‘ma, esparcir su esperma por todo el planeta, si bien, la hembra es más selec‘va (no voy a tratar aquí sobre la poligamia o la monogamia, pero añado que cada cultura lo resuelve

Estoicismo y utopía: consideraciones sobre el amor en las novelas de Caritón y Longo

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Trabajo de J. AbellánCultura griega a través de los textos IIIHumanidades. Univ. Alicante 2011

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“ESTOICISMO  Y  UTOPÍA:  

REFLEXIONES  SOBRE  EL  TEMA  AMOROSO  EN  LAS  NOVELAS  DE  CARITÓN  Y  LONGO”

Jesús  Abellán

Cultura  griega  a  través  de  los  textos  III

Humanidades.  UA.  2011

 La  novela  de  Caritón  de  Afrodisias  es  ante  todo  una  historia  de  amor.  La  figura  central  es  el  amor,  los  viajes  y  las  aventuras  son  el  fondo;  como  fondo  es  el  paisaje  que  acoge  la  figura  de  Afrodita  en  el  cuadro  de  BoYcelli:   la  diosa  se  eleva  sensual  y  majestuosa  sobre  una  naturaleza  apenas  dibujada,  a  grandes  trazos,  sin  vida.

 Quéreas  y   Calírroe  nos  caen  bien.   Quizá,   sea  ese  aire  ingenuo  que  les  caracteriza  el  mo`vo  de  nuestra  simpaaa  hacia  ellos.  Pero  esta  clase  de  amor  que  los  dos  jóvenes  se  procesan  se  nos  antoja  un  tanto  dulzón,  es  decir   empalagoso,   incluso  ridículo.  Y  si  lo  suyo  sale  adelante  es  porque  se  alinean  todos  los  astros  para  finalmente  favorecerlo.  La  Fortuna  juega  un  tanto  con  ellos,  posiblemente  por  necesidad  del  autor,  que  quiere  contar  una  historia  donde  sucedan  cosas.  Visto  de  esta  manera,  el  cuadro  de  BoYcelli  habría  que  recomponerlo:  el  paisaje  sería,  ahora,  el  protagonista  y   la  diosa  reposaría  en  un  ángulo,   sin  brillo.   El  mar   ocuparía  el  lugar   central  y  podríamos  pintar   sobre  él  barcos  y   piratas;   en   las  costas  suntuosos  templos  griegos  o  ciudades  con  palacios  o  batallas  con  héroes  o  grandes  fiestas.  Afrodita  desde  su  esquina  observaría  el  mundo,  pero  no  par`ciparía  de  él.  Céfiro,  se  limitaría  a  soplar  para  levantar  el  posible  ves`do  de  la  diosa,  ahora  ves`da.  

  Pero  podemos  ver,   o  mejor  mirar,   las  cosas  de  otra  manera,  como  lo  hizo  el  pintor  renacen`sta:   el   amor   iluminando   al   mundo.   Es   cues`onable   cuál   pudiera   ser   la  intención  de  Cariton  al  componer  su  novela:  si  el  amor  es  fin  o  medio  para  alcanzar  sus  obje`vos.  Yo  me  inclinaré  por  lo  primero  y  desde  aquí  parto.

  No  creo  equivocarme  si  dijo  que,   en  nuestro  `empo,  este  `po  de  cuadro  ya  no   se  hace.  En  el  mejor  de  los  casos  la  diosa  debería  mostrarse  con  algo  más  de  ero`smo,  pues  con  sensualidad  no  es  suficiente.   Tampoco  estaría  de  más  que  además  se  nos  quisiera  vender   o   prometer   algo.   Quéras  y   Calírroe  descubren  el  amor,   ese  `po   de  amor  gobernado  por  el  deseo,  del  que  se  sirve  la  naturaleza  para  perpetuarse  y   que  todas  las  criaturas  prac`can  (unas  con  deseo,  otras  sin  él,  posiblemente)  En  la  especie  humana   las     razones  de   la  elección   de  la  pareja  son  muy   complejas  y   obedecen  a  cues`ones  culturales,   psicológicas  o  intelectuales,   entre  otras  muchas  posibilidades.  Un  filósofo,  un  tanto  pesimista,  definía  a  la  especie  humana  como  replicantes  (termino  llevado  al  cine):  el  macho  de  la  especie,  de  forma  obsesiva,  `ene  como  misión  úl`ma,  esparcir  su  esperma  por  todo  el  planeta,  si  bien,   la  hembra  es  más  selec`va  (no  voy  a  tratar  aquí  sobre  la  poligamia  o  la  monogamia,  pero  añado  que  cada  cultura  lo  resuelve  

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a  su  manera).   En  defini`va,   deseo,   sexo  y   reproducción   forman   parte  de   la  misma  estrategia,  pero  en  los  humanos  puede  haber  algo  más,  mucho  más.  Así  que  volvamos  a  la  novela.  

  Podríamos  simplificar   los   sen`mientos  de   los  dos   jóvenes  diciendo   que   su   amor-­‐  pasión,   del  uno  por   el  otro,   parte  exclusivamente  del  deseo   (de  la   imposibilidad  de  sa`sfacerlo),   pero   parece  que   los  protagonistas  no   se  ocupan   tanto   de  estas  cosas  como   de   un   sen`miento   superior   que   expresan,   pero   que   no   definen.   Intentaré  echarles  una  mano,  si  acaso,  con  una  buena  dosis  de  osadía.  

El  primer   encuentro   es  fortuito,   tanto   a  Quéreas   como   a  Calírroe   les  podría  haber  sucedido  lo  mismo  con  otras  personas,  este  es  privilegio  de  la  diosa  Afrodita.  Pero  una  vez  que  el  encuentro  se  ha  consumado,  desaparecen  todas  las  demás  posibilidades  y    ni  Afrodita  y   Fortuna  juntas  pueden  deshacer   el  lazo  que  ellas  mismas  propiciaron.  Pueden  entorpecerlo  o  favorecerlo,  pero  no  dirigirlo.   Y  es  que  estas  deidades  griegas  tropiezan  siempre  con  la  voluntad  de  los  humanos,  cuando  estos  se  empeñan  en  hacer  uso  de  la  libertad  que  caracteriza  a  su  raza.   Los  dioses  griegos  `enen  poder  absoluto  sobre   el  mundo   de   los   hombres,   pero   limitado,   sobre   los  hombres  mismos.   Aquí  encontramos  una  notable  diferencia  con  nuestro  mundo  cris`ano:  el  dios  cris`ano  es  omnipotente,  pero  no  parece  que  muestre  gran  interés  en  inmiscuirse  en  este  `po  de  asuntos  humanos.  Se  limita  a  dictar  leyes  para  establecer  qué  está  bien  y  qué  está  mal.  Quéreas  y  Calírroe  eran  paganos  y  entendían  el  bien  y  el  mal  de  otra  manera  a  como  se  en`ende  hoy.   En   cualquier   caso,   tampoco   en   nuestro   `empo   parece   que   cuando  aparece  este  sen`miento  los  dioses  sean  capaces  de  remediarlo  y   se  conforman  sólo  con  legislarlo.

 Los  dos  jóvenes  siracusanos  también  se  casaron  y  a  pesar  de  que  su  amor  era  sincero  y  de  haber   cumplido  con  el  deber   de  todo  buen  ciudadano,   a  los  dioses  no  les  pareció  oportuna  tanta  felicidad.   Quizá,   los  dioses  no   estén  al  corriente,   pero   los  humanos  sabemos  que  así  no  se  destruye  un  amor,  sino  que  se  aumenta.  Y  así  ocurrió.  ¿En  qué  se  equivocaron  Afrodita  y   Fortuna?  Creo,  sinceramente,  en  que  no  supieron  medir   la  calidad.   Cuando   el   sen`miento   amoroso  es  débil   al  menor   obstáculo   se  rompe.   El  amante  se  siente  decepcionado  y   considera  que  es  mucho  el  esfuerzo  para  conservar  algo   que   pudiera   encontrar   en   otra   parte   con   más   suerte.   Mas,   la   altura   de   los  sen`mientos  de  los  enamorados  siracusanos  anula  cualquier  fórmula  que  no  sea  la  de  ser  el  uno  para  el  otro.  Quizá,  a  algunos  les  pueda  parecer  excesivo  o  inadecuado,  pero  superado  el  deseo  (no  significa  renunciar   a  él)  se  crean  otros  lazos,  más  resistentes,  que  dan  origen  a  la  fidelidad,  a  la  é`ca  y  al  compromiso  con  uno  mismo.  Anagona  fue  fiel  a  una  idea  y   eso   le  costó   la  vida.   Quéreas  o   Calírroe  prefieren  morir   antes  que  renunciar   a  las  suyas.  Schiller  situaba    lo  sublime  precisamente  en  la  tragedia,  donde  los  personajes  son  conscientes  de  que  la  fidelidad  les  lleva  a  su  propia  destrucción  y    aceptan   su   des`no   fatal   por   no  mudar   sus   ideas.   Calírroe   es  dueña  de   su   des`no  porque   no   se  mide   por   sus   cualidades   jsicas,   sino   por   sus   sen`mientos.   Incluso  renuncia  a  su  belleza,  si  ésta  es  un  obstáculo.  El  falso  amor  la  asedia  a  cada  paso,  este  

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`po  de  amor  se  esconde,  agazapado,  en  los  rincones  de  su  largo  viaje.  Es  un  viaje  vital  que  todo  hombre  o  mujer  recorre  a  través  de  un  mundo  que  pretende  esclavizarlos.  La  convicción  de  Calírroe  no  viene  impuesta  por  el  mundo,  sino  que  nace  de  ella  misma  y  quiere  imponerse  al  mundo.  También  sabe  que  la  batalla  será  dura  y  que  al  final  ganara  el  mundo,  cuando  todo  haya  acabado.

 Nunca  nadie  amó  tanto  la  belleza  como  los  griegos,  quizá  sea  esta  la  razón  por  la  que  para  un  griego  la  bondad  o  la  nobleza  son  consecuencia  de  aquella.  Los  seres  con  taras  morales  son  representados  en  el  arte  y   la  literatura  sin  belleza  jsica.  Por   lo  tanto,   si  Calírroe    es  empalagosamente  bella  por   fuera,  debe  serlo  también  interiormente  (el  autor   es,   también,   empalagosamente   reitera`vo   en   mostrar   una   y   otra   vez   este  aspecto  de   la  joven),   pero   esta  cualidad  no  le  proporciona  felicidad,   no   lo   que  ella  en`ende  por   felicidad.   Con   su   belleza  lo   podría  conseguir   todo,   fama,   lujo,   placer,  honores,  cualquier  hombre  se  sometería  a  sus    deseos,  pero  tendría  que  renunciar   a  ser   ella  misma,   a   la  verdadera  belleza.   Esta   sería  la  clave:   si  dejarse   seducir   por   el  mundo,   adaptarse  a  las  circunstancias  o  despreciar   el  mundo  cuando  este  amenaza  nuestra   integridad.     Dionisio   la   ama,   es   un   amor   sincero,   pero   `ene   mucho   de  conveniencia  y  en  cualquier  caso  él  está  enamorado  de  la  belleza  de  su  esposa  robada  y  poco  más  (otros  más  informados  que  yo  sos`enen  que  Dionisio  es  el  gran  perdedor,  que  representa  el  personaje  trágico  de  la  obra,  y   que  yo  no  pongo  en  duda  -­‐creo  que  las   dos   opiniones   son   compa`bles-­‐).   Dionisio   se   quedó   en   el   primer   estadio,   el  siguiente   paso   es  más  dijcil   y   `ene  que  ver   con   la   voluntad   de   ser   autén`co.   En  cualquier   caso,   tampoco   le  habría  servido  de  mucho  no   conformarse.   La  diferencia  entre  Dionisio  y  Quéreas,  es  que  este  úl`mo  no  se  habría  conformado.    Calírroe,  en  el  fondo  lo  acepta  porque  Dionisio  es  un  hombre  honrado  y  no  por  su  posición  (aunque  esto   úl`mo   también   ayuda).   Los  otros  pretendientes   son  más  mundanos,   es  decir,  portadores  de  sen`mientos  ejmeros  y   no   los  acepta  porque   la  heroína  es  también  sensata.  Son  individuos  que  poseen  el  mundo,  que  ponen  a  prueba  la  calidad  del  amor  de  Calírroe,  y  que  fracasan.  

  Al  pobre  de  Quéreas  el  autor   le  da  menos  oportunidades  de  poner   a  prueba   sus  sen`mientos.   Ninguna.   Su  misión   en   la  obra   es   el   de   receptáculo   del   amor   de  su  esposa.  Su  gesta  no  está  adscrita  al  conflicto  amoroso.  No  hay   pruebas  a  superar.  Al  final  de  la  novela  alcanza  el  éxito  en  el  campo  de  batalla,   pero   tampoco  hacía  falta,  salvo  que  el  autor   quisiera  elevar   algo   su   figura  para     hacerle  digno   del  amor   de  Calírroe  (sobre  todo,  después  de  haber  sido  el  causante  del  desaguisado).

 Sobre  el  tema  de  la  sexualidad  la  obra  es  bastante  escurridiza  y  tocada  de  pudor.  En  las  dos  ocasiones  que  los  dos  jóvenes  se  entregan  al  acto  amoroso  el  autor  despacha  el  asunto  rápidamente.  Incluso  en  la  segunda  ocasión,  cuando  se  produce  el  reencuentro,  Caritón  osa  interrumpir  tan  delicado  momento  (no  `ene  perdón  nuestro  autor  y  no  es  merecedor  del  apellido  que  exhibe).  Así,  nuestro  autor  idealista  nos  da  una  versión  del  amor  donde  el  acto  de  amar   es  diferente  al  acto  amoroso  que  es  considerado  como  premio  o  compensación  del  primero.  

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   Un  cierto  espíritu  estoico  recorre  la  novela,  que  observamos  en  la  é`ca  amorosa  de  los  amantes.   Es  preciso  aclarar  que  la  filosoja  estoica  no  renuncia  a  las  riquezas  o  al  pres`gio.   El  gran  estoico  Antonio  Séneca  era  un  hombre  rico,   también  el  emperador  Marco  Aurelio  y  otros  muchos  hombres  ilustres  de  la  an`güedad  fueron  estoicos.  Esta  doctrina  influyó  en  el  cris`anismo,  aunque  su  significado  se  diluyó  o  adoptó  posturas  más  acordes  con  la  nueva  religión  del  imperio.  El  estoicismo  no  rehúsa  la  riqueza,  pero  sí  exige  no  ser  afectado  por  ésta.  Una  lectura  interesada  de  la  novela  nos  haría  ver  esa  conexión  con  la  doctrina  estoica    que  descubrimos  en  la  ac`tud  de  los  héroes  respecto  de  las  cosas  mundanas.  Su  amor  es  una  postura  é`ca  que  se  eleva  por  encima  de  los  avatares  y   la  complejidad  del  mundo.  También  ahora  sabemos  que  las  cosas  podrían  haber  salido  mal,  pero  también  sabemos  que  no  habrían  cambiado  los  sen`mientos  de  los  protagonistas.   El  premio   está  en   este  mundo,   porque  ya  ha  sido  some`do   a  la  voluntad  y,  cuando  esto  no  es  posible,  el  mundo  ya  no  vale  la  pena  .En  eso  consiste  la  libertad,  también  la  belleza  y  Caritón  de  Afrodisias  lo  sabía.  

 Otro  escritor  de  novelas  román`cas,  Longo,  posiblemente  contemporáneo  de  Caritón,  no   habría  puesto  muchos  reparos  a  la  obra  de  BoYcelli,   pero  sí   algunos.   Él  mismo  cuenta  que    el  romance  entre  Dafnis  y  Cloe  le  vino  inspirado  por  unas  pinturas  que  vio  en   una   cueva.   Seguro   que   el   papel   secundario   de   la   naturaleza  en   la   pintura   de  BoYcelli  no   se   da  en   la  visión  que  Longo   tuvo   en   la  gruta.   La  diosa  Afrodita  y   la  Naturaleza  compar`rían  el  mismo  protagonismo.  Longo  asegura  que  nos  va  a  describir  la  pintura;   para  ello  u`lizará  palabras  y  no  colores  (  pictura  ut  poiesis  de  la  que  habla  Horacio).   Aquí,   efec`vamente,   el   amor   y   la   naturaleza   se   confunden.   Los   dos  pastorcillos  buscan   el  amor   a  través  de   la  naturaleza,   no  a  pesar   de  ésta  como   en  Calírroe.  Pero  la  naturaleza  de  la  que  habla  Longo  es  una  naturaleza  no  contaminada  o,  si   se   quiere,   primigenia   y   posiblemente   inexistente.   Las   dificultades   sobrevienen  cuando  los  elementos  extraños  tratan  de  corromper   el  orden  natural,   en  donde  está  incluido  el  amor.  Así  amor   y   naturaleza  se  funden,   lás`ma  que  Longo,   al  final  de  su  relato,  obligara  a  tan  deliciosas  criaturas  a  casarse  y  dejara  la  utopía  a  mitad  de  camino.    

 Jesús  Abellán

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