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COLOR Y TÉCNICAS DE EXPRESIÓN GRÁFICA I. ESTUDIOS SUPERIORES DE DISEÑO, ESD DE CIUDADREAL. 1 Técnicas secas I. Lapiceros de color 7 7 7 Introducción ¿Lápices o minas de colores? En realidad, da lo mismo, pues en definitiva se trata de un material de dibujo que, igual que sucede con el lápiz de grafito, puede llevarse en un bolsillo y utilizarse en cualquier momento. Ambos tipos de lápices están también emparentados desde otro punto de vista, como tendremos ocasión de ver. La diferencia decisiva de los primeros, el saldo positivo, su mayor riqueza frente al lápiz de grafito es, naturalmente, el color, que se suma así a las múltiples y variadas posibilidades del dibujo a lápiz. No obstante, el paralelismo con los lápices de grafito no es tan fácil de mantener: las diferencias en cuanto al grado de dureza y a las propiedades de desgaste han originado un sinnúmero de formas de utilización, hasta el punto de que el concepto de «lápices de colores» va hoy mucho más allá de lo que tiempo atrás se entendía por tal en la escuela o la oficina. El siglo XX ha traído consigo una serie de hitos en el desarrollo de este material, como son el lápiz de color de mina fina (hoy día totalmente normal), la posibilidad de pintar a la acuarela o las minas utilizables sobre cualquier material, incluido el vidrio y las lámi- nas de plástico. Hasta llegar aquí, el lápiz de color ha recorrido un largo trecho. Breve historia de la obtención de colorantes La base de todos los materiales de color y, por tanto, también de los lápices, son los pigmentos insolubles y los colorantes solubles. Los colores naturales como, por ejemplo, las tierras y minerales de color, el carbón vegetal y la greda eran ya conocidos y utiliza- dos en tiempos muy remotos. En la Antigüedad se conocían ya métodos sencillos para la obtención química de colo- rantes: el albayalde (blanco de plomo) se con- vertía, por calcinación, en litargirio (óxido de plomo) amarillo claro o rojizo y en minio rojo; el silicato de cobre, en azul de Egipto, etc. Es cierto que muchos de los colores así conse- guidos eran tóxicos y demasiado frágiles para fabricar con ellos minas delgadas; no obstan- te, sí permitían obtener barras de tizas gruesas. Junto a estos colores minerales se elaboraban también colorantes orgánicos, en su mayoría en forma de colorantes solubles que servían

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Técnicas secas I. Lapiceros decolor

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Introducción

¿Lápices o minas de colores? En realidad, da lo mismo, pues en definitiva se trata deun material de dibujo que, igual que sucede con el lápiz de grafito, puede llevarse en unbolsillo y utilizarse en cualquier momento. Ambos tipos de lápices están tambiénemparentados desde otro punto de vista, como tendremos ocasión de ver. La diferenciadecisiva de los primeros, el saldo positivo, su mayor riqueza frente al lápiz de grafito es,naturalmente, el color, que se suma así a las múltiples y variadas posibilidades del dibujoa lápiz.

No obstante, el paralelismo con los lápices de grafito no es tan fácil de mantener: lasdiferencias en cuanto al grado de dureza y a las propiedades de desgaste han originadoun sinnúmero de formas de utilización, hasta el punto de que el concepto de «lápices decolores» va hoy mucho más allá de lo que tiempo atrás se entendía por tal en la escuelao la oficina.

El siglo XX ha traído consigo una serie de hitos en el desarrollo de este material, comoson el lápiz de color de mina fina (hoy día totalmente normal), la posibilidad de pintar ala acuarela o las minas utilizables sobre cualquier material, incluido el vidrio y las lámi-nas de plástico. Hasta llegar aquí, el lápiz de color ha recorrido un largo trecho.

Breve historia de la obtención de colorantes

La base de todos los materiales de color y, por tanto, también de los lápices, son lospigmentos insolubles y los colorantes solubles. Los colores naturales como, por ejemplo,las tierras y minerales de color, el carbón vegetal y la greda eran ya conocidos y utiliza-

dos en tiempos muy remotos.

En la Antigüedad se conocían ya métodossencillos para la obtención química de colo-rantes: el albayalde (blanco de plomo) se con-vertía, por calcinación, en litargirio (óxido deplomo) amarillo claro o rojizo y en minio rojo;el silicato de cobre, en azul de Egipto, etc. Escierto que muchos de los colores así conse-guidos eran tóxicos y demasiado frágiles parafabricar con ellos minas delgadas; no obstan-te, sí permitían obtener barras de tizas gruesas.Junto a estos colores minerales se elaborabantambién colorantes orgánicos, en su mayoríaen forma de colorantes solubles que servían

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para teñir. La púrpura, por ejemplo, se obtenía trabajosamente de un determinado cara-col del Mediterráneo (para conseguir 1,5 gramos de púrpura se necesitan 12.000 cara-coles), el azul de índigo es un colorante vegetal, el amarillo de la India se fabricaba conla orina de las vacas de la India...

Sin embargo, muchas de estas materias colorantes teñían muy débilmente y -lo que espeor- no resistían la acción de la luz. Por otra parte, para darles forma de barras, se«enlacaban», es decir, un pigmento blanco fuerte (por ejemplo, greda blanca) se impreg-naba con estos colorantes, muy parecidos a la tinta, lo que proporcionaba tonos suaves.

Este método se utiliza aún hoy, pero tanto el colorante como el sustrato blanco se hanperfeccionado de tal modo que el resultado satisface plenamente las exigencias de nuestraépoca.

La fabricación de los lápices de colo-res hoy

El fundamento fue, sin duda, el revolucio-nario descubrimiento de los colores de anilinaen la segunda mitad del siglo pasado. En pri-mer lugar hicieron posible el llamado «lápizde tinta», que ha sobrevivido hasta nuestrosdías como lápiz copiativo, tanto los primeroscolorantes de anilina como los lápices de co-lor fabricados con ellos eran tóxicos, lo mismoque algunos lápices a base de cinabrio, amari-llo de cromo o albayalde (blanco de plomo)que se usan aún en la actualidad. Tampocoeran todavía resistentes a la luz.

Mucho más tarde, hacia los años 30, se lo-gró finalmente desarrollar otros grupos de ani-linas colorantes que eran muy resistentes a la luz y que, además, no eran tóxicos.

En la actualidad, junto a los pigmentos naturales pueden obtenerse unos 10.000 co-lorantes de anilina, 500 de los cuales han adquirido gran importancia.

Para fabricar minas de color los colorantes, a los que se añaden pigmentos blancos amodo de sustrato, (por ejemplo, tierras arcillosas blancas) se pulverizan finalmente, semezclan con los aglomerantes adecuados a la clase de mina de que se trate y se elabo-ran como las minas de grafito, pero sin cocerlas. El agua sobrante se elimina por filtra-ción. La masa resultante se amasa y se lamina debidamente y, a continuación, se hacepasar a gran presión por una boquilla cuyo diámetro es el de la mina que se pretendefabricar. Una vez secas, las hebras elásticas se cortan y, por último, se introducen y enco-lan entre dos tablitas de madera en las que previamente se ha practicado una ranura.Cada tablita corresponde exactamente a la mitad del grosor del lápiz. A continuación,las minas se fresan, se cortan, se afilan y se esmaltan.

Del lápiz de tinta al lápiz de color

Al principio, las minas de color no eran tan fáciles de manejar como estamos acos-tumbrados hoy. Los primeros lápices de anilina, los sobradamente conocidos lápices detinta, absorbían la humedad del aire y, en los climas húmedos y cálidos, enseguida co-

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menzaban a rezumar desagradablemente. Porotra parte, los trazos resultaban muy difíciles deborrar, y ello tanto más cuanto más antiguoseran. El sucesor directo del lápiz de tinta es ellápiz copiativo actual, que no es tóxico. Al igualque el primero, es totalmente soluble al agua y,al pintar con él, da tonos de color extraordina-riamente brillantes, por desgracia, a costa de suestabilidad a la luz, por lo que la gama cromáti-ca se limita a los seis colores más utilizados enla oficina. Para pintar en seco con minas decolores se necesitan partículas sólidas depigmentos que puedan utilizarse comocubrientes completos con ayuda de unaglomerante deslizante. A un buen lápiz de co-lor se le exige además que, a ser posible, puedaborrarse con goma y que al lavarlo con aguano atraviese el papel de soporte, como sucedecon el lápiz de tinta. Por todo ello, los coloresde anilina tenían que mezclarse artificialmentecon pigmentos blancos.

Como utilizar los lápices de colores

Las minas de color son frágiles y necesitanun engarce estable. Por su composición básicacarecen de la capacidad de deslizamiento delgrafito y con frecuencia oponen resistencia a lacuchilla del sacapuntas. Las minas de coloresson unas veces más blandas que la madera yotras, más duras, de modo que la cuchilla pasa

también sus apuros con ellas. La única alternativa es recurrir a un portaminas. Existenmodelos para todos los grosores de minas y, por tanto, hacen superfluo el afilado (y lapérdida de la punta que esta operación lleva consigo).

Todo lo anterior es pura teoría, pues ¿a quién le gusta estar cambiando constantemen-te de mina y de portaminas para cualquier pequeñez? El trabajo con minas de coloresexige en algunos casos disponer de un surtido completo de portaminas, debidamentecargados con las minas más usuales. Este método resulta, sin embargo, bastante caro, siuno no puede limitarse, como sucede en el dibujo técnico, a uno o, como máximo, dosgrosores de minas, siempre de la misma clase.

Por tanto, el lápiz de madera no está, ni con mucho, relegado al olvido, sino que, alcontrario, la selección es cada día mayor y con ello, cada vez más difícil abarcar de unvistazo todos los modelos.

A pesar de ello, todos tienen algo en común: los lápices de madera se desgastanconstantemente, es decir, hay que sacarles punta, lo que impone una serie de requisitosa la clase de madera utilizada y a su elaboración. Esta ha de ser de fibra fina y sin nudos,pero tampoco demasiado blanda, para que la cuchilla del sacapuntas no arrastre lasfibras, sino que las separe con facilidad. Por esta razón, la industria ha desarrollado enlas últimas décadas un procedimiento basado en una impregnación de plástico que

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proporciona a la madera la estabilidad necesa-ria para que los lápices puedan afilarse con faci-lidad.

En el dibujo de siguiente se representan loslápices siguientes:

1. Lápiz normal de mina delgada,hexagonal.

2. Lápiz copiativo redondo de minafina.

3. Lápiz graso redondo de mina gruesa.

4. Lápiz redondo con minaextremadamente gruesa.

5. Lápiz de madera corto,extremadamente grueso.

6. Lápiz gigante de mina gruesa,hexagonal.

7. Lápiz redondo de mina gruesa detira de aceite.

8. Minilápiz redondo con mina de trescolores.

9. Mina de color de 5,6 mm de grosorsin el engarce correspondiente.

Breve panorámica de los tipos delápices de colores

La diversidad de la oferta actual de lápicesde colores hace necesario clasificarlos en función de sus características más sobresalien-tes y grosores.

El lápiz de tinta se comercializa actualmente en seis colores como lápiz copiativo (notóxico) con mina fina que corre fácilmente. Para obtener el brillo máximo se puede lavarcon agua o con alcohol. El lápiz de color se difumina con facilidad sobre papel rugoso y,con el tiempo, resulta cada vez más difícil de borrar. Es apto para copias heliográficas,puede utilizarse en documentos y no es necesariamente resistente a la luz.

Los lápices de mina fina acuarelables satisfacen todos los requisitos que se exigenactualmente a los lápices de colores: colorido brillante, muy resistente a la luz, buenaspropiedades de rascado, fácilmente borrables, difícilmente difuminables; no es necesa-rio fijarlos. Los productos de marca ofrecen un amplio surtido de colores; los lápicespueden adquirirse también por separado.

Los llamados «carboncillos de color» son parecidos a los lápices al pastel. Las minasgruesas tienen, como los pasteles, poco aglomerante pero, al contrario que éstos, sonduros y frágiles cuando se frotan y su adherencia en seco es extraordinariamente preca-ria. Es evidente que han sido concebidos para lavarlos con agua. A pesar de ello, hayque fijarlos posteriormente. Los «carboncillos de color» pueden borrarse con una goma

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de miga de pan y, frecuentemente, basta con soplar ocon tamponar los trazos con un paño suave. Son muyresistentes a la luz y la oferta incluye un amplio surtidode colores, también en forma de barras.

Las minas de colores extremadamente gruesas (5,6 mm)pueden utilizarse también sin portaminas. Varias firmasque las comercializan en un modesto surtido de 24 colo-res y, normalmente, no pueden adquirirse por separado.

Los lápices de madera cortos de mina gruesa son rela-tivamente recientes, pero a pesar de su corta vida, hantenido gran éxito: La mina es supergruesa y extremada-mente blanda (es decir, sólo puede borrarse con gomahasta cierto punto); el trazo de color puede lavarse com-pletamente, como en la técnica de la acuarela, y en cier-tos casos, las líneas del dibujo base desaparecen.

El lápiz de color convencional de mina fina lleva unaglomerante a base de ceras y aceites y no siempre pue-de lavarse al agua; tiene, sin embargo, buenas propieda-des para dibujar en seco. Estos lápices (siempre que setrate de una buena marca) pueden adquirirse por separa-do, con distintos grados de dureza.

La mina de color de 2 mm corresponde al diámetro dela mina delgada de los lápices normales y se ha desarro-

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llado para el dibujo técnico. Las minas se suministran condistintos grados de dureza, y Faber, por ejemplo, ofrece17 tonos distintos, que pueden adquirirse por separado.Por lo demás, son resistentes a la luz, copiablesheliográficamente, lavables al agua, fácilmente borrablescon goma y difuminables; es innecesario fijarlos.

Las minas finas de color son, naturalmente, duras y, enconsecuencia, también se rompen con facilidad al me-nor esfuerzo; son lavables al agua. Tienen un atractivoespecial porque su trazo conserva siempre el mismo gro-sor. Por lo demás, sus propiedades son comparables a lasde las minas de color de 2 mm, aunque, por desgracia,sólo pueden adquirirse en muy pocos tonos.

Los lápices suaves se fabrican a base de tiza al aceite;la mina es gruesa y son resistentes al agua, solubles entrementina y de colores intensos. Si se aplican superfi-cialmente, se difuminan con facilidad y el aglomerante alaceite desarrolla entonces las propiedades de un productopulidor con brillo. Estos lápices, que se fabrican en unaamplia gama de colores, pueden adquirirse por separa-do, son muy resistentes a la luz, se borran fácilmente congoma y no necesitan fijarse.

Los lápices de mina gruesa para pintar sobre vidrio ovidriográficos, son en realidad minas grasas, como lasminas de 3,8 mm, que requieren un portaminas especial.Ambos tipos de minas pintan incluso sobre materiales muy lisos y no son lavables alagua. Su gran poder luminoso lo desarrollan sobre vidrio o sobre láminas transparentes.Se difuminan bien y se eliminan totalmente con alcohol.

Cómo afilar los lápices de colores

Quien haya intentado sacar punta a un lápiz de madera de mala calidad y haya vistocómo disminuye a ojos vistas, comprenderá la importancia que tiene la madera utiliza-da. Pero esta propiedad de los lápices no se aprecia desde fuera.

El usuario debe elegir productos de marca que reúnan también otras propiedades:uniformidad en la elaboración dentro de un mismo surtido, buen deslizamiento sobre elpapel y la posibilidad de adquirir lápices sueltos.

Sacar punta a los lápices de colores es un arte especial. La afilabilidad depende tantodel grado de dureza de la mina como de su acomodación a la calidad de la madera. Unamina de color blanda, que contenga aceite, y esté recubierta por madera de calidad, defibra elástica y fina, puede afilarse con más facilidad y rapidez y, por tanto, a la larga resultamás rentable que una mina gruesa pigmentada, dura y frágil, escasamente aglomerada(«carboncillo de color»), cuya consistencia embota la cuchilla del sacapuntas a las pocasvueltas. La consecuencia inmediata es que la mina se rompe al intentar afilarla y, por tanto,se consume sin haberla utilizado. En tal caso no cabe más que una cosa: introducir la minacon mucho cuidado en el sacapuntas y afilarlas girándola como si fuese una delicadapluma, sin que la cuchilla toque la madera. A menudo, la diferencia de tensiones entre lamina y la madera es demasiado grande y si la mina es más frágil que la madera, se rompe

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inevitablemente por muy afilada que esté la cuchilla. En estos casos se recomienda utilizarsacapuntas estables y precisos con cuchillas intercambiables.

Gomas de borrar

En la actualidad, casi todos los lápices de color pueden borrarse, más o menos bien,con una goma apropiada, satisfaciéndose así las exigencias del usuario. La diversidad delápices existentes y los aglomerantes utilizados en ellos exige saber elegir correctamentela goma de borrar idónea. La denominada goma de borrar universal de plástico puedeutilizarse con la mayoría de los productos, a excepción de los lápices de carbón o paste-les. Estos exigen una goma tipo «miga de pan» que absorba el polvo desprendido. Loslápices de goma (que pueden adquirirse con dos grados de dureza diferentes) resultanmuy útiles para borrar detalles concretos, pero sólo si el color no es muy intenso y no seha agarrado fuertemente a la textura del papel. Cuando se hayan utilizado minas muyblandas o ligadas con aceite o cera, es aconsejable efectuar una prueba previa, puessólo así pueden evitarse las antiestéticas manchas del papel engrasado.

Algunos lápices de borrar incorporan en un extremo un práctico cepillo para eliminarlos molestos residuos de goma. Si se borra mucho, quizá sería conveniente adquirir unaescobilla de mano. Especialmente en el dibujo con lápices de colores es muy importanteque la goma esté siempre limpia: los residuos que quedan al borrar se introducen en latextura del papel y ensucian el dibujo con manchas antiestéticas. Por esta razón, unbuen método consiste en ir cortando trozos de una goma de borrar grande, ya que así seobtienen muchos cantos limpios que pueden repasarse frotándolos con fuerza contrauna tablilla rugosa.

Productos fijadores

El fijado es innecesario en la mayoría de los dibujos realizados con lápices de coloresy en los productos de fabricación antigua incluso era peligroso: algunas minas son solu-bles en los disolventes y, por tanto, también en los productos fijadores y «exudan», esdecir: el color se disuelve y se corre como si fuese tinta.

La excepción la constituyen los colores al pastel y los «carboncillos de color». Ambostipos de minas tienen un aglomerante muy débil; la mina está formada fundamentalmen-te por polvo de color prensado, pero su adherencia sobre el papel de dibujo es tanescasa que desaparece en gran parte con tan sólo soplarlo. Por eso es imprescindible elfijado, a no ser que el trabajo vaya a enmarcarse inmediatamente bajo un cristal (separa-do 1 mm de él). Los productos fijadores son, en esencia, los mismos que se utilizan parael grafito y para el lápiz normal.

El atomizador de boca permite dosificar muy bien el fijador y no contamina el medioambiente, pero su manejo requiere algo de práctica. El fijador se vierte en un vaso y alsoplar fuertemente por la boquilla, la corriente de aire aspira el líquido y lo pulveriza. Elatomizador de boca se guarda plegado.

El fijador en aerosol es mucho más cómodo de manejar, pero produce vaporesmuy desagradables. Debe utilizarse con moderación, si no se quiere estropear lasuperficie del dibujo o para evitar que aparezcan manchas brillantes no deseadas.La laca para el cabello puede utilizarse también como fijador, sobre todo si sólo hayque proteger el trabajo para que no se difumine y no importa que tome un ligerotono amarillento.

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La técnica del difuminado

El difuminado permite obtener efectos pictóricos muy específicos, que difierensegún la clase de lápices utilizados. El color debe extenderse de forma superficial,con independencia de la cantidad de polvo de color que se aplique sobre el papel.Lo importante es que el difumino pueda ligar ligeramente las partículas de colorentre sí, lo que, como es natural, resulta mucho más fácil sobre una superficie que enuna línea.

Realmente, la técnica del difuminado es propia de la pintura al pastel; la barras decolor no tienen el claro carácter lineal de las minas. Algunas barras constituyen, sinembargo, auténticos casos límite como, por ejemplo, el «carboncillo de color» que, enseco, puede elaborarse casi como el pastel. El difuminado refuerza, además, la adhe-rencia entre el pigmento y la textura del papel,aumentando así la inalterabilidad del trabajo.

Para difuminar superficies grandes puede utili-zarse un trapo blando o la palma de la mano. Esteprocedimiento se usa también para obtener unatonalidad de color de fondo sobre el que las mi-nas que no son totalmente difuminables dejan unahuella nítida, lo que permite reproducir una tex-tura determinada. Los difuminos se fabrican conpapel muy absorbente, tipo secante, enrollado enforma de barrita, y los hay de diferentes grosores ytamaños. Si se utilizan con minas al aceite o conminas muy blandas e intensamente emulsionadas,su superficie se atora con gran rapidez; el difumi-no contribuye entonces a que el color penetre enel papel, fijándolo, y dejar la superficie con unpulido liso.

Una superficie así preparada es la mejor basepara las técnicas de rascado y arañado: para ellose cubre cuidadosamente una capa de fondo decolor claro con otra capa oscura, hasta obteneruna base de color uniforme. Con la ayuda de uninstrumento punzante o con un rascador usadode canto se puede trazar sobre esta superficie undibujo a base de arañazos y rascados. Las agujasromas o el rascador que se incluye en las cajasde colores de cera (de donde se ha tomado pres-tada esta técnica) permiten obtener efectos muysugerentes.

Los instrumentos no deben tener los cantosdemasiado vivos ni acabar en punta, pues de loque se trata es de descubrir la superficie de tra-bajo, pero sin dañarla. El difumino de papel selimpia afilándolo, con lo que se deja listo paravolverlo a usar; esta operación debe hacerse conun sacapuntas bien afilado.

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La técnica del lavado

El lavado o aguada sólo está indicado si el dibujo se harealizado con lápices denominados «acuarelables». En elmercado existe actualmente un amplio surtido de lápicesapropiados para la técnica del lavado que permiten obtenerefectos muy similares a la acuarela. Los instrumentos necesa-rios son tan fáciles de adquirir y de manejar como los mismoslápices: pincel, vaso para agua y trapos. Aunque para el lava-do propiamente dicho basta un buen pincel de acuarela, tam-bién es útil disponer de otro tipo brocha para empapar lasuperficie del dibujo, aplicándolo como si se tratara de untampón. Para lavar superficies grandes y uniformes, el instru-mento idóneo es el pincel en abanico, que permite esparcir odesplazar las partículas de color, sin que queden demasiadashuellas del dibujo (siempre que el lápiz sea realmenteacuarelable). El lavado con agua debe efectuarse moderada-mente y sin frotar, para evitar que el papel se deteriore. Lospigmentos o, en su caso, el colorante debe quedar en sus-pensión en las gotas de agua. La función del pincel consisteen reunir, o desplazar, las partículas de color para conseguirel efecto deseado. El exceso de agua se absorbe con el trapo.Durante el trabajo, el pincel arrastra cierta cantidad de colo-rantes y pigmentos que es preciso eliminar antes de lavar elcolor siguiente. Esta operación es muy importante, sobre todocon los colores claros, pues los oscuros los ensucian con mu-cha facilidad. Por esta razón, el vaso de agua no debe serdemasiado pequeño. Las tizas de aceite y los lápices grasospueden lavarse también en muchos casos con trementina,obteniéndose un brillo muy luminoso.

La técnica de las plantillas

Las «plantillas», como la regla y el cartabón, pertene-cen realmente al ámbito del dibujo técnico. Sin embargo,pueden abrir nuevas posibilidades al trabajo artístico si seutilizan adecuadamente como medio auxiliar de configu-ración. Precisamente porque el empleo de lápices de co-lores exige trabajar con la máxima precisión, las plantillasy demás recursos son inseparables de esta técnica. Inclusolas fotografías pueden colorearse con lápices de colores.

Entre los métodos utilizados para ello destaca el que con-siste en colocar una plantilla de cartón directamente sobreel papel y difuminar una serie de rayas que surgen del moti-vo a modo de radios. Con un poco de práctica pueden ob-tener así transiciones de claro a oscuro totalmente nítidas eintencionadas; por su parte, la plantilla puede utilizarse tan-to en positivo como en negativo. Muchos motivos escalo-nados a modo de bambalinas (por ejemplo, un paisaje concolinas) sólo pueden representarse con esta técnica.

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Técnicas de dibujo y pintura con lápices decolores

El «lenguaje» de las líneas monocromas

Aunque cuando hablamos de lápices de colores, pensa-mos en cajas con un surtido más o menos amplio, tambiénpueden obtenerse efectos muy sugestivos con un solo color,tal como evidencian los ejemplos reproducidos a continua-ción. El color del pigmento no es el único factor determinan-te; también los trazos y el grosor y grado de dureza de lasminas desarrollan un lenguaje propio.

Línea y color

Las líneas monocromas no adquieren propiamente colo-rido hasta que se ponen en relación con su entorno: nadiediría que los ejemplos de las páginas anteriores son dibujosen color, pues el contraste de claroscuro entre el dibujo y elpapel se impone al efecto del color y lo convierte en un meromatiz. Es ahora, en el sencillo dibujo realizado con lápiz degrafito, cuando la línea azul se convierte realmente en unelemento cromático.

Aunque, en sentido estricto, no existen líneas polícromas,ya que una línea sólo puede ser el resultado de la aplicaciónsobre el papel de una mina de color, podemos obtener unefecto de policromía repitiendo la forma inicial en los trescolores fundamentales. El tema se repasa, por así decirlo, enamarillo, azul y rojo, y la superposición de estos tres coloresda como resultado un alegre dibujo multicolor con distintocarácter según el tipo de lápiz elegido. A pesar de todo, enlos ejemplos siguientes se aprecia hasta qué punto la ejecu-ción de los trazos, severa o libre, determina el resultado final.

El grosor de lámina y el grado de dureza desempeñan asi-mismo un papel importante: una mina gruesa y blanda pro-duce trazos más enérgicos que una mina fina que trata deampliar su esfera de acción por medio de movimientos quetienen mucho de pasos de baile.

Mezclas ópticas de colores

Lo mismo que las líneas, también las superficies obtienensu colorido al ponerlas en relación con el entorno. El obser-vador necesita al menos dos matices para encontrar dichocolorido a través del contraste entre claro y oscuro.

El color necesita extensión superficial, pero el lápiz decolor es, al menos en la técnica de dibujo en seco, un instru-mento lineal. Sus medios para la representación de superfi-cies son estructuras lineales y punteados.

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Si se superponen dos estructuras rayadas o punteadas dedistinto color, el ojo del observador percibe una mezcla óp-tica con amarillo, rojo y azul se obtiene naranja, verde y vio-leta, así como todos los matices intermedios.

Mezclas de pigmentos

Los lápices de colores sólo permiten conseguir mezclasauténticas sobre los dibujos propiamente dichos. Lospigmentos se mezclan entre sí al superponer varias capas deestructuras cromáticas. Los lápices de colores actuales ofre-cen varias posibilidades: el lavado al agua es, sin duda, elmétodo más utilizado. Esta técnica favorece la mezcla de lospigmentos, lo mismo que la del difuminado o la mezcla enseco del polvillo que desprende los «carboncillos de color».Sea cual sea el método empleado, el color claro debe apli-carse siempre sobre el oscuro. Si se hace a la inversa, el coloroscuro cubriría todo y no sería posible la mezcla.

Formas plásticas por medio de trazos suaves

La plasticidad de un cuerpo y su color están tan pocointerrelacionados como el relieve y el color. La suavidad delas formas de un cuerpo sólo puede expresarse por mediodel juego recíproco de las luces y las sombras. Los trazosduros entre las zonas claras y las oscuras son necesarios pararepresentar la plasticidad de un cuerpo y poder modularmediante luces y sombras. El «sombreado» es la técnica ob-via para este fin, pues permite todo tipo de transiciones suti-les. Para ello, el lápiz se apoya plano sobre el papel y se des-plaza suavemente a un lado y otro procurando que la minano deje huellas perceptibles. El lápiz debe moverse con lige-reza y de manera uniforme para sorpresas desagradables quepueden echar a perder el trabajo. Al igual que en la técnicade las estructuras planas, la plasticidad y la sensación de re-lieve pueden conseguirse también mediante la dispersión yla concentración. Si en lugar de la técnica del sombreadoplano se realiza un rayado sistemático, la fuerza expresiva esaún mayor.

Espacio y color

La tridimensionalidad y el color no tienen relación entresí, pero precisamente por ello pueden combinarse muy bien:el motivo gana así en frescura y efecto inmediato. En cual-quier caso, el contraste entre claro y oscuro prevalecerá engeneral sobre los colores.

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Sensación de espacio por medio de la luz y de las som-bras

La tridimensionalidad no es una cuestión de colorido, sinode luces y de sombras. El efecto de claroscuro se consiguecon el lápiz de grafito, el color es secundario en este caso. Elintenso contraste de colores puede desvirtuar la sensaciónde espacio hasta hacerla desaparecer por completo.

En el dibujo monocromo, la creación de ilusión espacialse consigue simplemente por medio de la intensidad en laaplicación del color: una vez determinada la fuente lumino-sa, el color sólo tendrá que reforzarse o rebajarse en las zo-nas correspondientes. Ello obedece a una lógica fácil de com-prender y, conforme aumenta la experiencia, el ojo la irá cap-tando cada vez mejor. El uso de un papel ligeramente colo-reado que dé el valor medio de los tonos de gris exigidosfacilita mucho el trabajo. De este modo, el motivo puede irseelaborando prácticamente en dos sentidos, utilizando un lá-piz blanco para las zonas claras y otro oscuro para las zonassombreadas.

Sensación de espacio y plasticidad

La plasticidad de las superficies y de los cuerpos de unafigura tridimensional se pone de manifiesto a través del con-traste entre las zonas claras y oscuras. En la superficie de unacaja cuidadosamente plegada, de un papel arrugado o de unpaquete atado con un cordel es frecuente encontrar auténti-cos paisajes esculturales. Aplicando colores apropiados enla forma debida, el efecto pueda intensificarse.

Reposo y movimiento

La estática y la dinámica forman parte de los problemasfundamentales de la representación. Un motivo estático es,naturalmente, mucho más fácil de dominar que otro en mo-vimiento. Pero, algunas veces, las apariencias engañan: latensión crujiente en una hoja de papel plegada o el equili-brio entre el platillo y la carga pueden suponer un gran reto.El problema en sí no está determinado ni por la luz y las som-bras, ni tampoco por el color: el principal foco de interés loconstituyen el reposo y el movimiento. Los restantes princi-pios de la composición y de la superficie se dan por sabidos.El hecho de que también estas situaciones tan difíciles y com-plicadas puedan resolverse sin más con los lápices de colo-res se debe al inmenso repertorio de este excelente materialde dibujo.

No en vano muchos amigos de los lápices de colores sehan dejado fascinar por él desde su primer cuaderno de di-bujo. Muchos artistas se niegan también a renunciar a ellos, apesar de los modernos, y a menudo sugestivos, materiales e

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instrumentos que se les ofrecen constantemente. Los arqui-tectos colorean hoy los trabajos que presentan a los concur-sos con lápices de colores e incluso los fotógrafos los handescubierto como utensilios para retocar las fotos artísticasmates. Evidentemente, el mundo gráfico les abrirá tambiénsus puertas. Al parecer, todos estos usuarios conocen el se-creto de los lápices de colores:

Facilidad de manejo y múltiples aplicaciones. Ninguna otrafórmula podría describir mejor al modesto lápiz de color, eseinsignificante objeto cotidiano, que pasa prácticamente des-apercibido. Utilizar el lápiz de colores realmente cosa de ni-ños, pero aprovechar de verdad todas sus posibilidades cons-tituye un auténtico reto para el profesional.

Texto extraído de «Los lápices para dibujo. T.Meilhammer. CEAC.1988»

Papeles para dibujo

En principio todos los papeles son aptos para el dibujo alápiz de color. De todos modos hay que tener en cuenta al-gunas cosas: en las superficies muy delicadas (como la ma-yoría de los papeles para acuarela) no conviene borrar. Lospapeles muy lisos (todos los papeles de dibujo técnico, cartu-lina, etc.) admiten bien el lápiz blando, mientras que los pa-peles más ásperos (Ingres, papel de acuarela, papeles de di-bujo rugosos) se prestan mejor a los lápices duros. Si se su-perponen varias capas de lápiz para conseguir tonos oscurosprofundos, solamente valen los papeles ásperos; de lo con-trario, el trazo adquiere rápidamente un desagradable aspec-to grasiento. Para los dibujos de color muy intenso hay queemplear papeles lisos y bien encolados (p.e. Schoeller, Durex).

El dibujo con lápices de colores.

Según el efecto buscado, se necesitan para el trabajo conlápices de colores superficies muy diferentes. En todo caso,los extremos son inapropiados. Mientras que los papeles paraacuarelas muy blandos y con profundo relieve en el mejorde los casos puede aplicarse un velo de color porque el pa-pel cede fácilmente bajo una solicitación enérgica, los pape-les para dibujo muy lisos y resistentes (se reconocen por susuperficie menos brillante) aun con fuerte presión y aplica-ción repetida no absorben pigmento suficiente o tienen unhilo superficial «grasiento» y desagradable. Para la aplicaciónóptima de los lápices de colores y la obtención de los efectoscromáticos más brillantes, lo mejor es un papel de dibujo mate

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y fuerte. La superficie debe ser tan áspera que incluso con lasminas más duras el pigmento se extienda y se absorba sintener que apretar demasiado. Si se va a trabajar con papelestexturados se penetrará por así decirlo, con minas perfecta-mente afiladas en cada uno de los «valles» de la superficiepara conseguir una aplicación uniforme del color. Si no sehace así, se mantendrá la textura como elemento determi-nante de la imagen.

Los lápices de colores solubles en agua pueden emplear-se con papel para acuarela, siempre de que efectivamente sedesee usarlos con agua; de lo contrario, se procederá comocon los lápices de colores normales.

Lápices de colores sobre papel de acuarela.

Trabajando con lápices de colores sobre papel para acua-rela pueden conseguirse interesantes efectos expresivos. Hayque tener en cuenta que en muchos papeles de acuarela escompletamente imposible borrar y que incluso en las clasesde superficie relativamente resistente no se puede borrar nun-ca de la misma manera que en el cartón de dibujo. Para bo-rrar sólo puede emplearse en realidad una goma plástica, queruede sobre la superficie del papel (y no frote). También pue-de ser conveniente en este caso rociar el papel con barnizacrílico antes de empezar el trabajo.

A causa de la sensibilidad del papel, tampoco es posiblesuperponer ilimitadamente capas de lápiz de color, ya quesólo difícilmente se conseguirán efectos cromáticos muy in-tensos. En todo caso, es una ayuda que la superficie relativa-mente áspera de la mayoría de los papeles para acuarelaadmita especialmente bien partículas de color o de grafito.