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Mucha tela por cortar Por: Carlos Rojas, Investigador social, Mg políticas públicas (m) Llegamos casi a las diez de la mañana al Corregimiento de Puerto Frazadas en el Municipio de Tuluá, después de casi una hora y media de recorrido en una de las “chivas” (vehículos grandes que hace muchas décadas transportan más de 40 pasajeros en los campos de Colombia) contratada por la Alcaldía para transportar a los funcionarios y los equipos de trabajo de las demás entidades que se convocan a este tipo de jornadas. En esta jornada se descentralizan los servicios más importantes de las entidades públicas y se van a recorrer los campos y las zonas más alejadas de su cabecera principal, se llevaron carpas, sillas, mesas, pendones, papelería y toda la logística que la jornada demanda. En esta ocasión la jornada le correspondió al Corregimiento que lleva el nombre de “Puerto Frazadas”. La verdad, no sabía que en el Valle del Cauca existía un lugar con este nombre, la verdad es que el Valle del Cauca está lleno de lugares maravillosos y de gente bella que desconocemos, es una verdadera lástima que así sea, pues seguramente con un poco de conciencia, conocimiento y algo de aventura podríamos dedicarnos muchos fines de semana a conocer la maravillosa gente que habita nuestros territorios rurales. Quise investigar un poco más sobre el origen del nombre de este corregimiento, pero pocos me dieron razón en primera instancia, pero la infalible cadena de afectos y vecindades del campo me llevaron a una fuente única, dos casas de dos vecinos ya mayores, que me relataron su historia tras la pregunta por el origen del nombre del corregimiento. Solo contaré una de las dos historias, la otra, me tomaré algo de

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Mucha tela por cortarPor: Carlos Rojas, Investigador social, Mg políticas públicas (m)

Llegamos casi a las diez de la mañana al Corregimiento de Puerto Frazadas en el Municipio de Tuluá, después de casi una hora y media de recorrido en una de las “chivas” (vehículos grandes que hace  muchas décadas transportan más de 40 pasajeros en los campos de Colombia) contratada por la Alcaldía para transportar a los funcionarios y los equipos de trabajo de las demás entidades que se convocan a este tipo de jornadas. En esta jornada se descentralizan los servicios más importantes de las entidades públicas y se van a recorrer los campos y las zonas más alejadas de su cabecera principal, se llevaron carpas, sillas, mesas, pendones, papelería y toda la logística que la jornada demanda. En esta ocasión la jornada le correspondió al Corregimiento que lleva el nombre de “Puerto Frazadas”. La verdad, no sabía que en el Valle del Cauca existía un lugar con este nombre, la verdad es que el Valle del Cauca está lleno de lugares maravillosos y de gente bella que desconocemos, es una verdadera lástima que así sea, pues seguramente con un poco de conciencia,  conocimiento y algo de aventura podríamos dedicarnos muchos fines de semana a conocer la maravillosa gente que habita nuestros territorios rurales.

Quise investigar un poco más sobre el origen del nombre de este corregimiento, pero pocos me dieron razón en primera instancia, pero la infalible cadena de afectos y vecindades del campo me llevaron a una fuente única, dos casas de dos vecinos ya mayores, que me relataron su historia tras la pregunta por el origen del nombre del corregimiento. Solo contaré una de las dos historias, la otra, me tomaré algo de tiempo para elaborarla un poco más y poderla contar. Ya parado en la puerta de una casona vieja del corregimiento, una vecina me presenta y le dice a la otra vecina, “que el señor necesita que le explique algo de la historia del corregimiento”, doña Luz Mary  me recibe con una suave voz y una acogida que no me esperaba, llena de afecto de cariño, doña Luz Mary por un instante me recordó a mi mamá, algo que no me queda fácil decir qué es, pero así fue, me dice que si quiero seguir a su casa, le digo que claro que muchas gracias, me dice que perdone lo pobre, le digo que no se preocupe, vi rápidamente varias camas en la sala, me llevó al patio de atrás, me presenta a su esposo, don Odinse, trigueño,  de buen color de piel, manos grandes, lo sentí fuerte, me siguió la mirada y me dijo “siéntese por favor”, le dije gracias, estábamos en el comedor, allí casi pegado a la cocina, había una cortina recogida que me dejaba ver otra habitación y vi más camas, dije wow, mi mamá vivió sola por un largo tiempo en su casa y tenía camas en todas partes, nunca lo entendí, pienso, que tal vez sea una forma de sentir la presencia de los hijos que por alguna razón ya no habitan la casa de los padres.

La conversación con Don Odinse empezó, el hombre sin que yo le explicara nada

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dijo, …”pues yo llegué acá en el año 49, 1949”, fue un inicio  rápido, pareciera que me estaba esperando y sabía lo que yo estaba buscando, siguiéndome con la mirada a los ojos, me relató su vida en algo más de una hora, mucha anécdota, mucha, doña Luz Mary al instante preguntó, ¿un cafecito?, le dije “pero como no”, dos sorbos del delicioso e inconfundible café campesino, y me dice ¿me recibe un caldito?, le dije, “imposible decirle que no”, me dijo, ¿arrocito?, le dije “inmediatamente, para mí es inseparable el caldito y el arroz”. Es obvio, estaban dadas todas las condiciones para avanzar en mi búsqueda. Afuera yo no sé que pasaba, imagino que había mucho movimiento, pero yo me perdí en la conversación con Don Odinse, me dio muchos detalles de esas montañas Tulueñas, de la gente que la habitó, de la forma en que muchos llegaron a esta zona y como fue su llegada, la conversación que tuvimos en aquella casona de este corregimiento aún sigue presente en mi interior, esta conversación apenas ha empezado.

Que bello intercambio tuvimos con el viejo, a sus 86 años, su memoria está casi intacta, Doña Luz Nelly con quien vive hace unos quince años, lo secunda en todo, vi que lo sabe llevar; Odinse me metió en los cincuentas de una, época de arrieros, me dijo que por esa época en lo que habían eran caminos de herradura, las carreteras eran muy pocas, me cuenta que por un largo período de tiempo, tal vez una cuatro o cinco décadas, llegaban de 50 a 60 mulas llenas de carga, tanto de lo que producían los campesinos en otro corregimiento que queda mucho más arriba que se llama Barragán, como de todo aquello que se compraba en Tuluá y se subía para la montaña, ese recorrido se hacía más o menos en tres etapas, y una de las paradas siempre era allí en Puerto Frazadas, he allí la primera respuesta a mi pregunta, según don Odinse, pues al llegar los arrieros con sus cargas, ellos bajaban sus cargamentos a una bodega que habían construido al frente de donde está la Iglesia del corregimiento, es decir Puerto Frazadas, según lo que me explica Odinse, era un puerto. Habían por esa época muchos negocios de mujeres, me explica, y se tomaba trago por días, y la cerveza se compraba no por cajas sino por bultos, y cada bulto de cerveza tenía tres docenas y media, en su relato me dice que una vez tomó trago ocho días de seguido, le dije como así, usted era un verraco para el trago, me dijo si, y además mujeriego, me gustaron mucho las mujeres y tuve muchas, doña Luz Mary interrumpió y dijo, “dígale que tuvo muchas, dígale cuántas.”

Ya metido de cabeza en la conversación, perdí la noción del tiempo, es que Don Odinse, hacía gala de su memoria e inteligencia, además con una actitud y con una capacidad de relatar su experiencia que realmente me tenía extasiado. Puerto Frazadas ha sido zona de orden público me dijo, desde hace muchos años esta zona ha tenido problemas, los negocios decayeron desde los ochentas, se acabaron los negocios de mujeres y esto ya no es lo que era, esto ya no es ni la sombra de su pasado, desde la presencia de los chulavitas en los cincuentas hasta hoy ha pasado de todo en este corregimiento, guerrilla, paracos. Me dije hacia mis adentros, cuantas cosas habrán pasado de las que no tenemos ni idea, y hacen parte de la historia de este pueblo, y todo ello está en la memoria de su

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gente, de los que aún sobreviven. Me queda más o menos una idea general en relación con el concepto de “Puerto” pero nadie me explica porqué “Frazadas”, esa tarea me queda, y seguro que rápidamente encontraremos la historia que nos explique su origen; fui remitido a otros vecinos, pero cuando salí de aquella casona campesina, me andaban buscado porque la chiva ya estaba saliendo con todo el personal para la cabecera. Antes de salir y despedirme de aquellas bellas personas, Doña Luz Mary me dijo, “y cuando suba a Barragán no deje de pasar por acá, y si quiere quedarse con mucho gusto”, en ese instante, volví a recordar a mi madre…muchas gracias a Don Odinse, y a Doña Luz Mary, nos queda mucha tela por cortar.