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1. Facetas del alma contemporánea

Mientras que la Edad Media, la Antigüedad e incluso la humanidad enteradesde sus primeros balbuceos vivieron en la convicción de un alma sustancial,

en la segunda mitad del siglo xix se asiste al nacimiento de una psicologa !sinalma". #a$o la in%uencia del materialismo cient&co, todo lo que no puedeverse con los o$os ni aprehenderse con las manos se pone en duda ' hastasospechoso de meta(sico, se vuelve comprometedor. )esde ese momento sóloes !cient&co" ', por consiguien*te, admisible, lo que es mani&estamentematerial o lo que puede ser deducido de causas accesibles para los sentidos.

 +al trastrocamiento se haba ini*ciado mucho antes, en una lenta gestación,mu' anterior al materialismo. uando la era gótica, que se haba al-ado con unimpulso unánime hacia el cielo aunque apo'ándose en una base geográ&ca 'en una concepción del mundo estrechamente cir*cunscritas, se derrumbó,quebrantada por la catás*tro(e espiritual de la e(orma, la ascensión verti*cal

del espritu europeo se vio (renada por la ex*pansión hori-ontal de laconciencia moderna. /a conciencia no se desarrolló 'a en altura, sino que ganóen extensión geográ&ca e intelectualmente. Fue la 0poca de los grandesdescubrimientos ' del ensanchamiento emprico de nuestras nociones delmundo. /a creencia en la sustancialidad del esp*ritu cedió, poco a poco, anteuna a&rmación cada ve- más intransigente de la sustancialidad del mundo(sico, hasta que, al &ntras una agona de casi cuatro siglos, losrepresentantes más avan-ados de la conciencia europea, los pensado*res ' lossabios, consideraron al espritu como to*talmente dependiente de la materia 'de las cau*sas materiales .

2era un error, sin duda, imputar a la &loso(a ' a las ciencias naturales unainversión tan total. 2iempre hubo numerosos &lóso(os ' hombres de cienciainteligentes que no de$aron de protestar, gracias a una suprema intuición ' contoda la pro*(undidad de su pensamiento, contra esta inversión irracional de lasconcepciones3 pero les era di(cil imponerse, perdan popularidad ' suresistencia resultaba impotente para vencer la pre(erencia sentimental 'universal quecomo una marea de (ondollevó al orden (sico hasta elpináculo. 4o se crea que trans(ormaciones tan considerables en el seno de laconcepción de las cosas pueden ser el (ruto de re%exiones racionales3 pues5existen aca*so especulaciones racionales capaces de probar o de negar

alternativamente el espritu o la ma*teria6 Estos dos conceptos 7cu'oconocimiento ca*be esperar de todo contemporáneo culto8 no son sinosmbolos notables de (actores desconocidos, cu'a existencia es proclamada oabolida seg9n los humores, los temperamentos individuales ' los altiba$os delespritu de la 0poca. 4ada impide a :la especulación intelectual ver en la psiqueun (e*nómeno bioqumico comple$o, reduci0ndola as, en 9ltimo t0rmino, a un

 $uego de electrones, o, por el contrario, decretar que es vida espiritual laapa*rente ausencia de toda norma que reina en el cen*tro del átomo .

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/a meta(sica del espritu, a lo largo del si*glo xix, tuvo que ceder el puesto auna meta(sica de la materia3 intelectualmente hablando, esto no es más queun giro caprichoso, pero desde el punto de vista psicológico signi&ca unarevolución inau*dita en la visión del mundo; el más allá toma asiento en este

mundo3 el (undamento de las cosas, la asignación de los &nes, lassigni&caciones 9l*timas, no deben salir de las (ronteras empricas3 si damoscr0dito a la ra-ón ingenua, parece que toda la interioridad oscura se convierteen exterio*ridad visible, ' el valor no obedece 'a sino al cri*terio del supuestoacontecimiento .

 +ratar de abordar este trastocamiento irracio*nal por la va de la &loso(a es ira un (racaso se*guro. Es pre(erible abstenerse, pues si en nuestros das aalguien se le ocurre deducir la (enomenolo*ga intelectual o espiritual de laactividad glandu*lar, puede estar seguro a priori, de la estima ' de la

receptividad de su p9blico3 si, por el contrario, alguien quisiera ver en ladescomposición atómica de la materia estelar una emanación del espritucreador del mundo, ese mismo p9blico no hara sino deplorar la anomalamental del autor. <, sin embargo, estas dos explicaciones son igualmentelógicas, igualmente meta(sicas, igualmente arbi*trarias e igualmentesimbólicas. )esde el punto de vista de la teora del conocimiento, tan lcito esha*cer descender al hombre de la lnea animal como a la lnea animal delhombre. =ero, como es sa*bido, este pecado contra el espritu de la 0pocatuvo para )acqu0 penosas consecuencias acad0*micas. 4o se puede $ugar conel espritu de la 0poca, pues constitu'e una religión, más a9n, una con(esión oun credo, cu'a irracionalidad no de$a nada que desear3 tiene, además, la

molesta cuali*dad de querer pasar por el criterio supremo de toda verdad ' lapretensión de detentar el privilegio del sentido com9n .

El espritu de la 0poca escapa a las categoras de la ra-ón humana. Es unpenchant, una inclinación sentimental que, por motivos inconscientes, act9acon una soberana (uer-a de sugestión sobre todos los espritus d0biles ' losarrastra. =ensar de una manera di(erente a como se piensa ho' en generaltiene siempre un aire de ilegitimidad intempes*tiva, de agua&estas3 es,incluso, algo casi incorrec*to, en(ermi-o ' blas(ematorio, que no de$a de im>plicar graves peligros sociales para quien nada de (orma tan absurda contra

corriente. En el pasado era un presupuesto evidente que todo lo que exis*tadeba la vida a la voluntad creadora de un )ios espiritual3 el siglo xix, por suparte, ha dado a lu- la verdad, no menos evidente, de la universali*dad de lascausas materiales. ?o', no es la (uer-a del alma la que se edi&ca un cuerpo,sino que, al contrario, es la materia la que, por su quimismo, engendra unalma. Este cambio radical hara sonrer si no (uera una de las verdadescardinales del espritu de la 0poca. =ensar as es popular3 ', por tanto, decente,ra-onable, cient&co ' normal. El espritu debe ser concebido como un

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epi(enó*meno de la materia. +odo contribu'e a esta con*cepción, inclusocuando en lugar de hablar de !es*pritu" se dice !psique", ' en ve- de!materia" !el cerebro", !las hormonas", !los instintos", !las pul*saciones". Elespritu de la 0poca se niega a con*ceder una sustancialidad propia al alma,'a que, a sus o$os, ello sera una here$a .

?emos descubierto ho' que nuestros antepasa*dos se abandonaban a unapresunción intelectual arbitraria; suponan que el hombre posee un almasustancial, de naturale-a divina ', por consiguien*te, inmortal3 que una (uer-apropia del alma edi*&ca el cuerpo, mantiene su vida, cura sus males, haciendoel alma capa- de una existencia extra>corporal3 que existen espritusincorpóreos, con los que el alma tiene relaciones, ' un mundo espi*ritual másallá de nuestro mundo emprico, que con&ere al alma una ciencia de las cosasespiritua*les, cu'os orgenes no se podra encontrar en el mundo visible .

=ero nuestra conciencia contemporánea no ha descubierto todava que esigualmente presuntuo*so ' (antástico admitir que la materia es, de un modonatural, generadora del alma3 que los hom*bres descienden del mono3 que lartica de la ra-ón pura de @ant ha surgido de una me-cla ar*moniosa dehambre, amor ' voluntad de poder3 que las c0lulas cerebrales engendran lospensa*mientos3 admitir, en &n, que todo esto obedece a la necesidad de lascosas 9ltimas, ' que no podra ser de otro modo .

=ues, 5qu0 es en el (ondo esta materia todopo*derosa6 Es, todava, un )ios

creador, pero despo*$ado de su antropomor&smo ' vertido, a cambio, en elmolde de un concepto universal cu'a signi*&cación cada cual cree penetrar.ierto es que la conciencia general ha adquirido una extensión inmensa, peropor desgracia sólo desde el punto de vista del espacio ' no del de la duración3si no (uera as, nuestro sentimiento histórico sera mu*cho más viva-. 2inuestra conciencia general no (uera puramente e(mera, ' tuviese al menos unpoco de sentido histórico, sabramos que en la 0poca de la &loso(a griega hubotrans(ormaciones análogas de la divinidad, trans(ormaciones que po*dransuscitar algunas crticas a propósito de nuestra &loso(a contemporánea. =eroel espritu de la 0poca se opone con violencia a estas re%exio*nes. /a historia,para 0l, no es más que un arsenal de argumentos utili-ables, que permiten, por

e$emplo, decir; 'a el vie$o Aristóteles saba que..., etc0tera .

2eme$ante situación obliga a que nos pregunte*mos sinceramente de dóndeproviene la inquietan*te potencia del espritu de la 0poca. 2in duda al*guna,constitu'e un (enómeno psquico de impor*tancia primordial, un pre$uicio3 portanto, un per*$uicio tan esencial en todos los casos, que no po*dremos llegaral problema del alma sin haber pasa*do por sus horcas caudinas .

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omo deca más arriba, la propensión incoerci*ble a extraer pre(erentementeprincipios explica*tivos en el orden (sico corresponde a la extensión hori-ontalde la conciencia a lo largo de los cuatro 9ltimos siglos. Esta tendenciahori-ontal es una reacción (rente a la verticalidad exclusiva de la era gótica. Es

una mani(estación de la psicologa de los pueblos que, como tal, se desarrollasiempre al margen de la conciencia individual. Exactamen*te igual que losprimitivos, actuamos primero de (orma totalmente inconsciente, nodescubriendo el porqu0 de nuestro acto hasta mucho despu0s de haberloreali-ado. Entre tanto, nos contentamos con una multitud de racionali-acionesaproximativas. 2i tuvi0ramos conciencia del espritu de nues*tro tiempo ' unma'or sentido histórico, compren*deramos que si damos pre(erencia a lasexplica*ciones basadas en el orden (sico es porque en el pasado se recurrióde un modo abusivo al espritu .

 Esta toma de conciencia despertara nuestro sen*tido crtico. 4os diramos; esprobable que este*mos cometiendo ahora el error inverso, que viene a ser, enel (ondo, el mismo. 2obrestimamos las causas materiales cre'endo haberencontrado as la clave del enigma, mecidos como estamos por la ilusión deconocer me$or la materia que el espritu !meta(sico". Ahora bien, la materianos es tan desconocida como el espritu. 4ada sabemos de las cosas 9ltimas.2ólo esta con(esión nos de*vuelve el equilibrio .

4o negamos por ello la estrecha intrincación del alma ' de la psicologa delcerebro, de las glándulas ' el cuerpo entero3 nos asiste siempre la pro(unda

convicción de que los datos de la con*ciencia están pro(undamentedeterminados por nuestras percepciones sensoriales3 no dudamos en absolutode que la herencia inconsciente nos imprime rasgos de carácter inmutables,tanto (*sicos como psquicos3 estamos indeleblemente marcados por lapotencia de los instintos, que obstaculi-an, (avorecen o in%u'en de m9ltiples(ormas el devenir espiritual. +enemos que con(e*sar, incluso, que el almahumana, en principio, ' cualquiera que sea el aspecto en que se la consi*dere,se presenta, sobre todo en sus causas, sus &nes ' su sentido, como una copia&el de todo lo que llamamos materia, empirismo, mundo. <, &nal*mente, comoremate de estas concesiones, nos pre*guntamos si el alma no será, a pesar detodo, una creación de segundo orden, una especie de epi(e*nómeno

totalmente dependiente del sustrato (sico. +odo lo que en nosotros es ra-ónpráctica ' participación en las cosas del mundo parece con*&rmarlo, ' sólo laduda respecto a la omnipoten*cia de la materia nos lleva a considerar con unamirada crtica este esquema cient&co del alma .

2e le ha reprochado 'a a esta concepción que asimile lo psquico a unasecreción glandular3 los pensamientos no seran sino una secreción cere*bral3

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se trata, en e(ecto, de una psicologa sin al*ma. El alma, en esta concepción,no es un ens per se, una entidad que existe por s misma, sino una simpleemanación de los procesos (sicos del sus*trato. El que estos procesos tenganla calidad de conciencia es un hecho que, en resumidas cuentas, ha' queaceptar tal como es, pues, si no (uera as, no se podra hablar de psique3 mása9n, no se po*dra hablar de nada, al (altar hasta el propio len*gua$e. /aconciencia es, pues, la condición sine qua non de lo psquico, es decir, es elalma misma. =or este motivo todas las !psicologas sin alma" modernas sonpsicologas de la conciencia, exclu*'endo todo psiquismo inconsciente .

4o ha', en e(ecto, una, sino numerosas psicolo*gas modernas. El hecho escurioso; 5no existe una matemática, una geologa, una -oologa, una bo>tánica,etc6 2e cataloga un n9mero tan grande de psicologas modernas que unauniversidad ameri*cana puede publicar cada ao un grueso volumen titulado/as psicologas de 1BCD, etc. <o creo que ha' tantas psicologas como

&loso(as. =ues existe no una, sino numerosas &loso(as. 2i hago esta alusión esporque entre la &loso(a ' la psicologa reina una conexión indisoluble,conexión que se debe a la compenetración de sus ob$etos. En pocas palabras;el ob$eto de la psicologa es el alma3 el de la &loso(a, el mundo. ?asta hacepoco, la psi*cologa constitua una de las partes de la &loso(a, pero, comoprevio 4iet-sche, se inicia un desarrollo de la psicologa que amena-a conengullir a la &*loso(a. /a seme$an-a interior de estas dos discipli*nas se debea que ambas consisten en una (orma*ción sistemática de opiniones sobretemas que es*capan a un dominio total de la experiencia ', por consiguiente,a la trama de la ra-ón emprica. =or ello mismo, ambas estimulan a la ra-ónespecula*tiva que empie-a a elaborar concepciones3 esta elaboraciónadquiere proporciones ' aspectos de tal diversidad que, tanto en &loso(a comoen psi*cologa, se necesitan numerosos vol9menes para resumir lamultiplicidad de las opiniones. 4ingu*na de estas dos disciplinas podrasubsistir sin la otra3 cada una proporciona a la otra, en un inter*cambio mutuo,tácito ', en general, inconsciente, el principio mismo del que procede .

/a convicción moderna de la primaca de lo (sico conduce, en 9ltimo t0rmino, auna psicolo*ga sin alma, es decir, a una psicologa en la que lo psquico nopodrá ser sino un e(ecto bioqumi*co. 4o existe, por otra parte, psicologamoderna, cient&ca, cu'o sistema explicativo se base 9nica*mente en el

espritu. 4adie se atrevera ho' a (un*dar una psicologa cimentada en lahipótesis de un alma autónoma, independiente del cuerpo. /a idea de unespritu en s, de un cosmos espiritual que (ormara un sistema cerrado,postulado nece*sario para la existencia de almas individuales ' separadas, es,al menos entre nosotros, absoluta*mente impopular. )ebo aadir, es cierto,que to*dava en 1B1, en el curso de una oint 2ession de la !Aristotelian2ociet'", de la !Mind Associa>tion" ' de la !#ritish =s'chological 2ociet'",asis*t en el #ed(ord ollege de /ondres a una reunión de estudio cu'o tema

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era; !/as almas individua*les, 5están contenidas en )ios o no6" 2i alguien, enGnglaterra, dudara del carácter cient&co de estas sociedades que re9nen a lacrHme de la intelectualidad inglesa, no sera escu*chado por su auditorio. Enrealidad, 'o era uno de los pocos asistentes que senta extrae-a ante aqueldebate en el que se recurra a argumentos dignos del siglo xiii. Este e$emplodemuestra que la idea de un Espritu autónomo, cu'a existencia se postulanaturalmente, no está todava proscrita del intelecto europeo ni petri&cada enel estado de (ósil medieval .

Este recuerdo podra alentarnos a considerar la posibilidad de una psicologacon alma, es decir, de una teora del alma basada en el postulado de unespritu autónomo. /a impopularidad de seme*$ante empresa no debeasustarnos, dado que la hipótesis del Espritu no es más (antástica que la de lamateria. Ggnorando por completo el modo mediante el cual lo psquico essusceptible de deri*varse de lo (sico, ' siendo lo psquico, sin embar*go, un

hecho de experiencia innegable, tenemos derecho a invertir, por una ve-, lashipótesis ' su> poner que el alma proviene de un principio espi*ritual taninasequible como lo es el origen de la materia en la hipótesis contraria. iertoes que seme$ante psicologa no podra ser moderna, 'a que se opone a lo quees actual. =or ello, mal que nos pese, tendremos que remontarnos a la doctrinadel alma tal como la conceban nuestros antepa*sados que se alimentaron deesta hipótesis .

2eg9n la vie$a concepción, el alma representaba la vida del cuerpo porexcelencia, el soplo de vida, una especie de (uer-a vital que, durante la

gestación, el nacimiento o la procreación, penetra*ba en el orden (sico,espacial, ' abandonaba de nuevo el cuerpo moribundo con su 9ltimo suspi>ro.El alma en s, entidad que no participaba del espacio pues era anterior 'posterior a la realidad corporal, se encontraba situada al margen de la duración' go-aba prácticamente de la inmorta*lidad .

Evidentemente, esta concepción, vista desde el ángulo de la psicologacient&ca moderna, es una pura ilusión. omo no pretendemos hacer aqu!meta(sica", ni moderna ni antigua, busquemos sin pre$uicios lo que ha' deempricamente $usti*&cado en esta concepción pasada de moda .

/os nombres que el hombre da a sus experien*cias son a menudo mu'reveladores. 5)e dónde proviene la palabra 2eele 7alma8 6 El alemán 2eele7alma8 ' el ingl0s soul son en gótico 2aiIala, en germánico primitivo saiIalJ,emparentado con el griego aiolos, que signi&ca movedi-o, abigarra*do,tornasolado. /a palabra griega ps'ch0 signi&ca tambi0n, como es sabido,mariposa. =or otra parte, saiIáló, es un compuesto del vie$o eslavo sila K

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(uer-a. Estas relaciones aclaran la signi&*cación original de la palabra 2eele7alma8; el alma es una (uer-a motri-, una (uer-a vital .

/os nombres latinos animus K espritu ' ani*ma K alma, son lo mismo que el

griego anemos K viento. /a otra palabra griega que designa al viento, pneuma,signi&ca tambi0n, como se sa*be, espritu. En gótico, encontramos el mismot0r*mino en la (orma de us>anan K ausatmen K ex*pirar, ' en latn, an>helareK respirar di&cultosa*mente. En el vie$o alto alemán spiritus sanctus seexpresa con atum, Atem K aliento. En árabe, rih K viento, ruh K alma, espritu.El griego ps'ch0 tiene un parentesco análogo con ps'cho soplar, ps'chos K(resco, ps'chros K (ro ' ph'sa K (uelle. Estas relaciones muestranclaramen*te que en latn, en griego ' en árabe el nombre dado al alma evocala representación de viento agitado, de !soplo helado de los espritus" .

=aralelamente, los primitivos tienen una visión del alma que le atribu'e uncuerpo (ormado de soplos invisibles .

Fácilmente se comprende que la respiración, que es un signo de vida, sirvepara designarla con el mismo derecho que el movimiento o la (uer*-a creadorade movimiento. Ltra concepción pri*mitiva ve al alma como un (uego o unallama, siendo el calor tambi0n una caracterstica de la vida. Ltrarepresentación curiosa, pero (recuente, identi&ca el alma ' el nombre. Elnombre de un individuo sera, seg9n esto, su alma, ' de aqu la costumbre dereencarnar en los reci0n nacidos el alma de los antepasados dándoles los

nombres de 0stos. Esta concepción equivale a identi&car la parte con el todo,el 'o consciente con el alma que expresa3 (recuentemente, el alma escon(undida tambi0n con las pro(undidades oscuras, con la sombra delindividuo3 de aqu que pisar la som*bra de alguien sea una o(ensa mortal. Estaes la ra-ón de que el medioda 7la hora de los espritus en el hemis(erio sur8sea la hora peligrosa; la disminución de la sombra equivale a una amena*-acontra la vida. /a sombra expresa lo que los griegos llamaban el s'nopados,ese algo que nos sigue detrás, esa sensación imperceptible ' viva- de unapresencia; tambi0n se ha llamado sombra al alma de los desaparecidos .

Estas alusiones bastan para demostrar de qu0 manera la intuición originalelaboró la experien*cia del alma. /o psquico apareca como una (uen*te devida, un primum movens, como una presen*cia sobrenatural pero ob$etiva.Esto explica que 0l primitivo pudiera conversar con su alma3 0sta tiene unavo-, que no es exactamente id0ntica a 0l mismo ni a su conciencia. /o psquico,para la experiencia originaria, no es, como para nosotros, la quintaesencia delo sub$etivo ' de lo arbitrario3 es algo ob$etivo, algo que brota de (ormaespontá*nea ' que tiene en s mismo su ra-ón de ser .

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Esta concepción, desde un punto de vista emp*rico, está per(ectamente $usti&cada3 no sólo al nivel primitivo, sino tambi0n en el hombre civili-ado, lopsquico resulta ser algo ob$etivo, sustra*do en gran medida a la arbitrariedadde la con*ciencia; as, somos incapaces, por e$emplo, de re>primir la ma'ora

de nuestras emociones, de trans(ormar en buen humor un humor detestable,de provocar o impedir sueos. ?asta el hombre más inteligente del mundopuede ser presa en ciertas ocasiones, de ideas de las que no logradesembara-arse, a despecho de los ma'ores es*(uer-os de voluntad. 4uestramemoria da los sal*tos más increbles sin que podamos intervenir más quecon nuestra admiración pasiva3 nos pa*san po