6553449 Joanne Entwistle El Cuerpo y La Moda

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  • 5/28/2018 6553449 Joanne Entwistle El Cuerpo y La Moda

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    Joanne Entwistle

    El cuerpo y la modaUna visin sociolgica

    PAIDSCONTEXTOS

    2002 Barcelona

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    Ttulo original: The Fashioned BodyOriginalmente publicado en ingls, en 2000, por Polito Press, Cambridge, RU, enasociacin con Blackwell Publishers, Ltd., Oxford, RU

    Traduccin de Alicia Snchez Mollet

    Cubierta de Mario Eskenazi

    2000 Joanne Entwistle

    2002 de la traduccin, Alicia Snchez Mollet 2002 de todas las ediciones en castellano,Ediciones Paids Ibrica, S. A.,Mariano Cub, 92 08021 Barcelona

    Y Editorial Paids, SAICF,Defensa, 599 Buenos Aireshttp://www.paidos.com

    ISBN: 84-493-1258-2Depsito legal: B.20.177-2002

    Impreso en Espaa Printed in Spain

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    Este libro est dedicado a la

    Memoria de mi abuela

    Winnie Cowhig

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    Sumario

    Agradecimientos 5Introduccin 6

    1. Dirigirse al cuerpo 112. Teoras sobre la moda y el vestir 51

    3. Moda, indumentaria y cambio social 934. Moda e identidad 1305. Moda y gnero 1616. Moda, adorno y sexualidad 2067. La industria de la moda 236

    Conclusin 269Bibliografa 273

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    Agradecimientos

    Este libro no se habra podido realizar sin la ayuda y el apoyo de una seriede personas que desempearon un papel importante en mi vida durante lapoca en la que lo escrib. Agradezco a la Universidad de North London(UNL) el respaldo que ha prestado a mi investigacin desde el principio ascomo la concesin de una excedencia para estudiar en la primavera-veranode 1999, a fin de que pudiera completar el manuscrito. Tambin quiero darlas gracias a mis compaeros de la UNL por su colaboracin durante este

    perodo, especialmente a Elizabeth Wilson, que tuvo la amabilidad de leerlas versiones anteriores de este libro y particip en toda la investigacin;tambin a Milly Williamson y Des Freedman por animarme cuando lo henecesitado. Asimismo, quiero dar las gracias a los estudiantes de la UNL

    por su entusiasmo e inters en el material de los seminarios. Graciastambin a Reina Lewis y a Sean Nixon por su apoyo, consejo ycompaerismo intelectual, especialmente en los primeros das de mi

    investigacin en la British Library. Puesto que algunas de las ideas de estelibro han surgido de mi tesis doctoral, quisiera expresar mi gratitud alpersonal del Goldsmiths' College por la ayuda que me ha prestado. Estoyespecialmente agradecida a Helen Thomas por haber supervisado lainvestigacin y por su gua intelectual y apoyo constante. Gracias tambina Paul Filmer, Ros Gil, Chris Jenks, Celia Lury, Angela McRobbie y Mica

    Nava por sus valiosos comentarios y a Ruth Thackeray por su esmeradoconsejo editorial. El personal de la biblioteca fotogrfica del Victoria and

    Albert Museum se prest amablemente a localizar algunas de lasilustraciones. Por ltimo, estoy en deuda con Don Slater por su orientacinintelectual y consejo editorial desde el principio hasta el final, as como porcocinar tantas cenas excelentes durante toda esa etapa. Su apoyo y alientonunca podrn ser recompensados, pero jams sern olvidados.

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    Introduccin

    La moda est pensada para el cuerpo: es creada, promocionada y llevadapor el cuerpo. La moda va dirigida al cuerpo y este ltimo es el que ha de irvestido en casi todos los encuentros sociales. En Occidente, y cada vez mstambin fuera de l, la moda estructura la mayor parte de nuestraexperiencia del vestir, aunque, tal como expongo en este libro, no es elnico factor que influye en la vida cotidiana, puesto que otros factores,como el sexo, la clase social, los ingresos y la tradicin, tambin influyen.El vestido de moda es aquel que encarna la ltima tendencia esttica; es la

    prenda definida en un momento dado como deseable, bella y popular. Almanifestar la ltima tendencia esttica y al poner a disposicin del pblicociertos tipos de prendas, la moda ofrece la materia prima para lavestimenta diaria, fabricada por multitud de entidades que operan en unavariedad de sitios. Para comprender la moda se necesita comprender larelacin entre los distintos organismos que operan dentro del sistema de lamoda: escuelas tcnicas de moda y sus alumnos, diseadores y firmas dediseo, sastres y costureras, modelos y fotgrafos, as como editores,

    distribuidores, minoristas, compradores, tiendas y consumidores. Es decir,estudiar la moda implica ir desde la produccin hasta la distribucin y elconsumo: sin las innumerables costureras y sastres no habra prendas queconsumir; sin la promocin de la moda que realizan los intermediariosculturales, como los periodistas de moda, la moda en su funcin demarcar el ltimo estilo no llegara muy lejos; y sin la aceptacin de losconsumidores, los trajes de moda se quedaran colgados en las fbricas, en

    las tiendas y en los armarios. As, cuando hablamos de moda, nos estamosrefiriendo simultneamente a una serie de organizaciones interconectadas ycon puntos de coincidencia implicadas en la produccin y promocin delvestido, as como en las acciones de las personas al actuar sobre suscuerpos cuando se visten.

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    Fine y Leopold (1993; tambin Leopold, 1992) en su explicacin sobre lamoda arguyen que sta es un sujeto hbrido: el estudio de la modarequiere comprender la interrelacin entre formas de produccin

    altamente fraccionadas y los igualmente diversos y, a veces, voltilespatrones de demanda (Fine y Leopold, 1993, pg. 93). As pues, el estudiode la moda abarca el concepto dual de la moda como fenmeno culturaly como un aspecto de la fabricacin cuyo nfasis recae en la tecnologa de

    produccin (Leopold, 1992, pg. 101). Sin embargo, este carcter hbridono suele ser reconocido en las obras de este gnero que tiende hacia unaspecto u otro de la moda sin admitir las relaciones entre los distintoselementos de la produccin y el consumo. Segn Leopold (1992, pg.

    101), esta dualidad ha provocado una separacin en la que las historiasdel consumo y de la produccin aran grandes surcos paralelos y distantes.La historia del consumo sigue la trayectoria de la subida y la cada en lademanda de un producto y la vinculan a los desarrollos sociales. Tiende acentrarse en la psicologa del individuo y en el propio objeto de moda y locontempla como la encarnacin de los valores sociales y culturales que

    prevalecen en un momento y lugar especficos (Fine y Leopold, 1993,

    pg. 93). En el marco de este tipo de literatura, la produccin se vuelvepasiva, las explicaciones la presentan no slo como un reflejo de lademanda del consumidor, sino que en muchas ocasiones lo hacen como unreflejo de los fluctuantes (e irracionales) deseos de las mujeres. El segundoestudio de la moda desde el prisma de la produccin afronta la historiaindustrial y la del suministro. Esta literatura traza las innovaciones en latecnologa, as como el crecimiento y la organizacin del trabajo dentro dela industria de la moda. Lanza suposiciones generales sobre las razones del

    aumento de la demanda, pero no se detiene en los detalles, ni en lascaractersticas especficas de la misma en algunos mercados de laindumentaria, de modo que, tal como dice Leopold (1992, pg. 101), lahistoria de la produccin textil no ha contribuido mucho a la comprensindel sistema de la moda. Adems, estas obras varias no estninterconectadas para ofrecer una concepcin integrada.Tanto Fine como Leopold exponen un argumento para un anlisismaterialista de la moda. Sealan la necesidad de la especificidad histrica

    en el anlisis del sistema de la moda, arguyen que dentro del sistema de lamoda hay diferencias en el suministro de ropa. No hay un solo sistema dela moda, sino una serie de sistemas que producen prendas para distintosmercados. Junto a la produccin masiva, persisten pequeos sistemas de

    prendas hechas a medida en la alta costura y en los diseos exclusivosque funcionan con formas de produccin, tcnicas de mercado,

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    distribucin y consumo bastante distintas a las de la produccin en seriepara el gran pblico. Una historia sobre la moda que se precie de sercompleta habr de reconocer las diferentes prcticas dentro de la industria

    de la moda y reunir las prcticas de produccin y consumo, vinculadas ysuperpuestas de manera decisiva. Sin embargo, hasta la fecha, la teorasocial no ha realizado muchos intentos de unir el abismo que media entrela produccin y el consumo. La sociologa, los estudios culturales y la

    psicologa se han inclinado por el lado del consumo, mientras que la teoraeconmica, el marketing y la historia industrial se han decantado porexaminar el desarrollo de la produccin. Este libro ofrece un resumen detoda la bibliografa que existe sobre este tema y, as, explora la que existe

    sobre el consumo y sobre la produccin, aunque trata la primera con msdetalle. La razn para ello es la importancia contempornea que poseen lasobras sobre el consumo, que han aumentado exponencialmente desde losochenta en comparacin con la bibliografa sobre la produccin. Estosignifica que este libro replica hasta cierto punto la divisin que existeentre la literatura sobre el consumo y sobre la produccin: slo el captulo7 trata especficamente de la literatura sobre la produccin, mientras que

    los otros captulos se centran ms en el consumo y en el sentido de lamoda. No obstante, comparto la opinin de Fine y Leopold respecto a queesta divisin es artificial y que los nuevos estudios sobre la moda y elvestir han de citar las interconexiones entre la produccin y el consumo.Por consiguiente, en este libro expongo que una visin sociolgica de lamoda debera reconocer las conexiones entre produccin y consumo,teniendo en cuenta la relacin entre las diferentes agencias, instituciones,

    personas y prcticas.

    Tambin argumento que dicho estudio debera conectar la moda con laprenda cotidiana, puesto que ambas estn estrechamente vinculadas. Lamoda es un determinante importante en el vestir de diario, pero sta slo esampliamente reconocida cuando las personas la integran en su vestuario.Sin embargo, de nuevo, hallamos un cisma dentro de la bibliografa, entrelos estudios sobre la moda (como sistema, idea o esttica) y los estudiossobre la indumentaria (como en los significados que adoptan distintas

    prcticas de vestir y de adornarse). La literatura sobre la moda procedente

    de la sociologa, los estudios culturales, la historia de la indumentaria y lapsicologa tienden a ser tericas y a pasar por alto los mecanismos por loscuales la moda se traduce en prenda cotidiana. En gran parte de estasobras, la moda suele ser estudiada como un sistema abstracto y se

    buscan explicaciones tericas para explicar sus misteriosos movimientos.Por otra parte, los estudios sobre el vestir, realizados principalmente por

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    antroplogos, suelen tener un criterio emprico: examinan la ropa de todoslos das dentro de comunidades especficas e individuos concretos y, dadoque principalmente se enfocan en pueblos no occidentales y tradicionales,

    poco tienen que contar sobre la moda, tal como la vivimos en Occidente.Las explicaciones de los psiclogos sobre la indumentaria tambin estnlimitadas, puesto que tienden a ser individualistas, en lugar de sociales, ensus anlisis sobre las prcticas del vestir. En este libro expongo que ladivisin entre moda y vestir es tan problemtica como la diferenciacinentre produccin y consumo, y sugiero que se necesita una sociologa de lamoda-vestir para salvar las diferencias que existen entre estas distintasliteraturas y que contemple el modo en que la moda determina el vestir y

    cmo este ltimo interpreta la moda. Esa visin acabara con la tendenciade cosificar la moda y convertirla en un sistema abstracto, lo cual, tal comoindico en el captulo 2, conduce a una generalizacin excesiva y a unasimplificacin que pasa por alto la complejidad de la moda. Esta literaturaexcesivamente terica se niega a examinar el lugar que ocupa la moda enla cultura y el modo en que es interpretada, aceptada o rechazada por las

    personas en su experiencia cotidiana de vestirse. En otras palabras, estas

    explicaciones no tienen demasiada importancia para la experiencia de lamoda en las vidas cotidianas de las personas.En el captulo 1 se introduce y desarrolla el concepto de la prcticacorporal contextuada como marco para salvar el abismo entre la moda yel vestir. Este marco intenta comprender la moda como un determinanteestructural sobre el vestir, pero examina la forma en que la moda se traduceen la indumentaria cotidiana. Con ello, se centra en el cuerpo como elvnculo entre ambos: la moda expresa el cuerpo, creando discursos sobre el

    mismo que se traducen en prendas, mediante las prcticas corporales devestirse que realizan las personas. Dicho de otro modo, la moda sematerializa en la vida cotidiana. Esta situacin del cuerpo en el centro delanlisis de la moda-vestir nos permite examinar prcticas y estrategiasdesde el micronivel de la experiencia individual del vestir, hasta elmacronivel de la industria de la moda, las estrategias corporativas y elmarketing, que han de tener presente el cuerpo cuando disean, hacen

    publicidad y venden la moda.

    Este libro pretende bsicamente detallar la forma en que se ha pensado y seha escrito sobre la moda. Por consiguiente, se centra en la actitud de losintelectuales respecto a la misma, en examinar cmo los tericos socialeshan intentado ignorar el cuerpo (e indirectamente la moda); cuando hancontemplado la moda-vestir, han intentado despersonificarla. Losintelectuales que han escrito sobre la moda han hecho todo lo posible para

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    excluir al cuerpo y para concentrarse en otros aspectos como los escritossobre moda (Barthes, 1985), fotografas de moda (Ewen, 1976; Evans yThornton, 1989; Lewis y Rolley, 1997) o la teora general, por ejemplo, la

    emulacin y la competitivi-dad social (Simmel, 1971; Veblen, 1953) ola zona ergena cambiante (Laver, 1950, 1995). Hay algunasexcepciones: Tselon (1997), Wilson (1985, 1992) y Wright (1992), porejemplo, investigan el modo en que la moda acta sobre el cuerpo. Pero, engeneral, no se ha tenido en cuenta la forma especfica en que se manifiestala moda. Lo mismo ha sucedido con la relacin entre los discursos entre elcuerpo y la corporeidad. Incluso la literatura que tiene en cuenta el cuerpointenta enfocarse en el cuerpo textual o discursivo y no en el cuerpo vivo y

    experimental que se manifiesta mediante las prcticas del vestir. Ataviarseen la vida cotidiana est relacionado con la experiencia de vivir y actuarsobre el cuerpo, pero a este aspecto personificado del vestir no se le haconcedido mucha importancia en las obras de este gnero, tal como indicoen los captulos 1 y 2.Este libro ofrece un resumen de la literatura existente sobre moda y vestir,y se ocupa de las formas (tremendamente inadecuadas) en que han sido

    concebidos. Sin embargo, al proponer un estudio sobre la moda-vestircomo prctica corporal contextuada, tambin apunta a exponer un marcopara un futuro anlisis sociolgico, como veremos en los captulos 1 y 2.El captulo 1 tambin expone los recursos tericos para dicho estudiodesde la perspectiva del cuerpo y de la corporeidad. El resto de loscaptulos destaca algunas de las principales preocupaciones y temas quehan despertado el inters de los tericos que trabajan en toda una gama dedisciplinas. La mayora de las obras de estos captulos, tal como he

    mencionado antes, se centra en el consumo ms que en la produccin.Concretamente, suelen explicar la moda como una forma modernaespecfica de vestir; la aparicin de esta tendencia se explica en el captulo3. Gran parte de la bibliografa sobre este tema se centra en la forma en quela moda expresa la identidad en la modernidad y la posmodernidad; estetema se trata en el captulo 4. Dos temas relacionados con la identidad y,de hecho, con el cuerpo, concretamente el gnero y la sexualidad, secomentan con detalle en los captulos 5 y 6. Al criticar lo escrito sobre el

    tema desde la perspectiva de la prctica corporal contextuada, este libroapunta no slo a mostrar algunas de las formas en que el cuerpo y la ideade la prctica contextuada se pueden incluir en estas obras, sino que sealala direccin de una futura sociologa de la moda y el vestir.

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    CAPTULO

    1Dirigirse al cuerpo

    VESTIR Y EL CUERPO

    Hay un hecho evidente y prominente sobre los seres humanos, diceTurner (1985, pg. 1) al comienzo de su libro El cuerpo y la sociedad:exploraciones en teora social, tienen cuerpos y son cuerpos. Es decir,el cuerpo constituye el entorno del yo, es inseparable del yo. Sinembargo, lo que Turner omite en su anlisis es otro hecho evidente y

    prominente: que los cuerpos humanos son cuerpos vestidos. El mundosocial es un mundo de cuerpos vestidos. La desnudez es totalmenteinapropiada en casi todas las situaciones sociales e incluso en situacionesdonde se exhibe demasiada carne (en la playa, en la piscina, incluso en eldormitorio); es probable que los cuerpos que se encuentran en estassituaciones vayan adornados, aunque slo sea con joyas o con perfume:cuando a Marilyn Monroe se le pregunt qu llevaba puesto para irse a lacama, sta respondi que slo llevaba Chanel nmero 5, lo cual ilustra

    cmo el cuerpo, incluso sin adornos, puede seguir adornado oembellecido de algn modo. El vestir es un hecho bsico de la vida socialy esto, segn los antroplogos, es comn en todas las culturas humanas:todas las personas visten el cuerpo de alguna manera, ya sea con

    prendas, tatuajes, cosmticos u otras formas de pintarlo. Es decir,ninguna cultura deja el cuerpo sin adornos, sino que le aade algo, lo

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    embellece, lo resalta o lo decora. En casi todas las situaciones sociales, serequiere que aparezcamos vestidos, aunque lo que constituye la prendavare de una cultura a otra, puesto que lo que se considera apropiado

    depender de la situacin o de la ocasin. Un traje de bao, por ejemplo,sera inadecuado y escandaloso para ir a comprar, mientras que baarsecon abrigo y con zapatos sera absurdo para el propsito de nadar, peroquizs apto como reclamo publicitario para recoger fondos. Elsignificado cultural del vestir comprende todas las situaciones, inclusoaquellas en las que se puede ir desnudo: hay estrictas reglas y cdigos

    para cuando pdeme aparecer desnudos. Aunque los cuerpos puedan irdesnudos en ciertos espacios, sobre todo en la esfera privada del hogar,

    en el terreno social casi siempre se requiere que un cuerpo vaya vestidoapropiadamente, hasta el punto de que la ostentacin de la carne, o suexposicin inadvertida en pblico, es molesta, perturbadora y

    potencialmente subversiva. Los cuerpos que no se conforman, los que sesaltan las convenciones de su cultura y no llevan las prendas apropiadas,son considerados subversivos en lo que respecta a los cdigos sociales

    bsicos y corren el riesgo de ser excluidos, amonestados o ridiculizados.

    El streaker que se quita la ropa y echa a correr desnudo por el campo decricket o por el estadio de ftbol llama la atencin hacia estasconvenciones en su acto de romperlas: de hecho, si una mujer hace lomismo, se considera una infraccin del orden pblico, mientras que elexhibicionista puede ser castigado por exposicin indecente (Young,1995, pg. 7).La ubicua naturaleza del vestido parece apuntar al hecho de que la ropa olos adornos son uno de los medios mediante los cuales los cuerpos se

    vuelven sociales y adquieren sentido e identidad. El acto individual ymuy personal de vestirse es un acto de preparar el cuerpo para el mundosocial, hacerlo apropiado, aceptable, de hecho, hasta respetable y

    posiblemente incluso deseable. Vestirse es una prctica constante, querequiere conocimiento, tcnicas y habilidades, desde aprender a atarse loscordones de los zapatos y abrocharse los botones de pequeo, hastacomprender los colores, las texturas y las telas y cmo combinarlas paraque se adecuen a nuestros cuerpos y vidas. La ropa es la forma en que las

    personas aprenden a vivir en sus cuerpos y se sienten cmodos con ellos.Al llevar las prendas adecuadas y tener el mejor aspecto posible, nossentimos bien con nuestros cuerpos y lo mismo sucede a la inversa:aparecer en una situacin sin la ropa adecuada nos hace sentirincmodos, fuera de lugar y vulnerables. En lo que a esto respecta, laropa es una experiencia ntima del cuerpo y una presentacin pblica del

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    mismo. Moverse en la frontera entre el yo y los dems es la interfaseentre el individuo y el mundo social, el punto de encuentro entre lo

    privado y lo pblico. Este encuentro entre la experiencia ntima del

    cuerpo y el mbito pblico, mediante la experiencia de la moda y elvestir, es el tema de este captulo.Tal es la fuerza del cuerpo desnudo que, cuando se permite aparecer as,como en el caso del arte, se rige por convenciones sociales. Berguer(1972) argumenta que dentro del arte y de las representaciones de losmedios de difusin hay una diferencia entre ir sin ropa y el desnudo; esteltimo se refiere al modo en que los cuerpos, incluso sin adornos, estnvestidos por las convenciones sociales y sistemas de representacin.

    Perniola (1990) tambin ha considerado la forma en que las distintasculturas, particularmente la de la Grecia clsica y la judaica, expresan yrepresentan la desnudez. Segn Ann Hollander (1993), el vestido esesencial para nuestra comprensin del cuerpo hasta el punto de quenuestra forma de ver y representar el cuerpo desnudo est influida por lasconvenciones del vestir. Tal como ella dice: El arte prueba que ladesnudez no es experimentada ni percibida universalmente en mayor

    medida que la indumentaria. En cualquier momento, el yo sin adornostiene ms afinidad con su propio aspecto vestido que con cualquier otraentidad humana sin ropa en otros momentos o lugares (1993, pg. xiii).Hollander seala las formas en las que las representaciones de desnudosen el arte y en la escultura corresponden a las modas dominantes delmomento, de modo que el desnudo nunca est desnudo, sino vestidocon las convenciones contemporneas del vestir.Los cuerpos desnudos o semidesnudos que rompen con las convenciones

    culturales, especialmente las del gnero, son potencialmente subversivosy se los trata con horror o con burla. Las mujeres que practicanculturismo de competicin, como las que aparecen en la pelculadocumental Pumping Iron II: The Women (1984), suelen verse comomonstruosas, pues sus msculos desafan las suposiciones culturales

    profundamente arraigadas y suscitan las preguntas siguientes: Qu esun cuerpo de mujer? Se llega a un punto en que el cuerpo de la mujer setransforma en algo ms? Cul es la relacin entre un cierto tipo de

    cuerpo y la feminidad? (Kuhn, 1998, pg. 16; vanse tambin Schulze,1990; St. Martin y Gavey, 1996). En el culturismo, los msculos soncomo la ropa, pero a diferencia de sta son supuestamente naturales.Sin embargo, segn Annette Kuhn:

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    los msculos son una especie de travestismo, especialmente para las mujeres culturistas:

    mientras los msculos se pueden considerar como prendas, la formacin de msculos en la

    mujer implica una transgresin de las barreras propias de la diferencia sexual (1998, pg.

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    Con estas ilustraciones, es evidente que los cuerpos sonpotencialmente molestos. Las convenciones del vestir pretendentransformar la carne en algo reconocible y significativo para unacultura; es fcil que un cuerpo que no encaja, que transgrede dichoscdigos culturales, provoque escndalo e indignacin y que sea tratadocon desprecio o incredulidad. sta es una de las razones por las que laindumentaria es una cuestin de moralidad: vestidos de forma

    inadecuada nos sentimos incmodos, estamos expuestos a la condenasocial. Segn Bell (1976), llevar las prendas apropiadas es tanimportante que incluso las personas que no estn interesadas en suaspecto se vestirn con la suficiente correccin como para evitar lacensura social. El autor arguye que, en este sentido, entramos en elmbito de los sentimientos prudenciales, ticos y estticos, y en lamecnica de lo que podramos denominar conciencia de la elegancia

    (1976, pgs. 18-19). Bell nos da un ejemplo de una barba de cinco dascon la que no se poda ir al teatro sin sufrir la censura y desaprobacinexactamente comparable a la ocasionada por una conductaincorrecta. De hecho, con frecuencia se habla de la ropa en trminosmorales, con palabras como impecable, muy bien, correcta(1976, pg. 19). Pocos son inmunes a la presin social y la mayor partede la gente se siente incmoda cuando comete errores en el vestir,como darse cuenta de que lleva la bragueta desabrochada o descubrir

    una mancha en la chaqueta. Por consiguiente, tal como exponeQuentin Bell: Nuestras prendas forman demasiada parte de nosotrospara que la mayora nos sintamos totalmente indiferentes por su estado:es como si la tela fuera una extensin del cuerpo o incluso su espritu(1976, pg. 19).Este hecho bsico del cuerpo de que, en general, debe presentarseapropiadamente vestido seala un aspecto importante del vestir, esdecir, su relacin con el orden social, si bien con el orden microsocial.

    Esta importancia del vestir en el orden social parece convertirlo en untema primordial de la investigacin sociolgica. Sin embargo, la tradicinclsica dentro de la sociologa no ha sabido reconocer la importancia de laindumentaria, en gran parte debido a que ha descuidado el cuerpo y lascosas que ste hace. ltimamente, la sociologa ha empezado areconocerla, pero esta literatura todava es marginal y relativamente

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    escasa en comparacin con otras reas sociolgicas. Parece que hasurgido una sociologa del cuerpo que se hermanar con la literaturasobre el vestir y la moda. Sin embargo, estas obras, al igual que sucede

    con la principal corriente sociolgica, tambin han tendido a noexaminar la vestimenta. Mientras la sociologa no ha sabido reconocer laimportancia de la indumentaria, las obras sobre historia, estudiosculturales, psicologa y dems, donde se suelen examinar, lo han hechocasi pasando por alto la importancia del cuerpo. Los estudios sobre lamoda y el vestir tienden a separar el vestido del cuerpo: la historia delarte celebra la prenda de vestir como un objeto, analizando el desarrollode la confeccin a lo largo de la historia y considerando la fabricacin y

    el detalle del traje (Gorsline, 1991; Laver, 1969); los estudios culturalessuelen entender el vestir semiolgicamente, como un sistema designos (Hebdige, 1979; Wright, 1992), o analizar los textos y no loscuerpos (Barthes, 1985; Brooks, 1992; Nixon, 1992; Triggs, 1992); la

    psicologa social contempla los significados y las intenciones del vestir enla interaccin social (Cash, 1985; Ericksen y Joseph, 1985; Tselon,1992a, 1992b, 1997). Todos estos estudios tienden a descuidar el cuerpo

    y los significados que ste aporta a la indumentaria. Sin embargo, elvestido de todos los das no se puede separar del cuerpo vivo, querespira y al que adorna. La importancia del cuerpo para el vestido es talque los casos en los que la prenda se presenta divorciada del cuerpo sonextraamente alienantes. Elizabeth Wilson (1985) capta la importanciadel cuerpo en trminos de comprensin del vestir y describe laincomodidad que uno siente ante la presencia de los maniques delmuseo de la indumentaria. Lo inquietante del encuentro procede del

    polvoriento silencio y quietud de los trajes y de una sensacin de queel museo est habitado por los espritus de los seres humanos vivoscuyos cuerpos adornaron una vez esas prendas:

    El observador se mueve con una sensacin de pnico creciente por el mundo de los

    muertos [...]. Al contemplar los trajes que tuvieron una estrecha relacin con seres

    humanos que yacen ya desde hace mucho en sus tumbas, experimentamos el sentido de lo

    inexplicable, pues los trajes forman parte de nuestra existencia hasta tal punto que al

    mover identidades, congeladas en su exposicin en los mausoleos de la cultura, indicanalgo comprendido slo a medias, siniestro, amenazador, la atrofia del cuerpo y la

    evanescencia de la vida (Wilson, 1985, pg. 1).

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    Al igual que la concha abandonada de cualquier criatura parece muertay vaca, la toga o el traje una vez abandonado parece sin vida,inanimado y alienado de su propietario. Esta sensacin de alienacin

    del cuerpo es an ms profunda cuando la prenda o los zapatos todavallevan las marcas del cuerpo, cuando la forma de los brazos o de los

    pies son claramente visibles. Sin embargo, la prenda cotidiana siemprees algo ms que una concha, es un aspecto ntimo de la experiencia y la

    presentacin de la identidad y est tan estrechamente vinculada con laidentidad de estos tres prenda, cuerpo e identidad que no se

    perciben por separado, sino simultneamente, como una totalidad.Cuando el traje es separado del cuerpo-identidad, como en el caso del

    museo de la indumentaria, captamos slo un fragmento, una instantneaparcial del vestido, y por ende nuestra comprensin queda limitada. Elmuseo de la indumentaria convierte el traje en un fetiche, explica cmose fabric, las tcnicas de costura, los bordados y adornos empleados,as como la etapa histrica en la que fue usado. Lo que no nos puededecir es cmo se llev ese traje, cmo se mova cuando estaba en uncuerpo, cmo sonaba al moverse y cmo haca sentir a quien lo llevaba.

    Sin un cuerpo, un traje carece de plenitud y de movimiento, no estcompleto (Entwistle y Wilson, 1998).Una perspectiva sociolgica sobre el vestir requiere apartarse delconcepto de la prenda como objeto y contemplar en su lugar la forma enque el traje encarna una actividad y est integrado en las relacionessociales. El anlisis de Wright sobre la confeccin (1992) reconoce laforma en que el vestido influye en el cuerpo y cmo la prenda,deliberadamente pequea (como las mallas o los pantalones que no

    llegan a los tobillos) pretende resaltar partes concretas del cuerpo. Sinembargo, en general, los estudios sobre la vestimenta no tienen encuenta la forma en que sta acta sobre el cuerpo y sigue siendonecesario considerar la prenda que usamos todos los das como prctica

    personificada: cmo acta el vestido en un cuerpo fenomnico que semueve y de qu forma es una prctica que implica acciones individualesde prestar atencin al cuerpo con el cuerpo. En este captulo seconsideran los recursos tericos para una sociologa del vestir que

    reconozca el significado del cuerpo. Propongo la idea del vestir comouna prctica corporal contextuada a modo de marco terico ymetodolgico para comprender la compleja relacin dinmica entre elcuerpo, la ropa y la cultura. Este marco reconoce que los cuerpos estnconstituidos socialmente, que estn siempre ubicados en la cultura yque el resultado de las prcticas individuales dirigidas al cuerpo, es

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    decir, la vestimenta, es el resultado de vestirse o de estarvistindose. Examinar las influencias estructurales sobre el cuerpo vestidorequiere tener en cuenta las restricciones histricas y sociales del mismo,

    limitaciones que influyen sobre el acto de vestirse en un momento dado.Adems, es necesario que el cuerpo fsico est constreido por la situacinsocial y, por ende, es el producto del contexto social, tal como ha dichoDouglas (1973, 1984).Convertirse en un miembro competente implica conocer las normasculturales y las expectativas exigidas al cuerpo, algo que Mauss (1973)ha examinado en trminos de tcnicas corporales. Goffman (1971)ha descrito enrgicamente las formas en que las normas y expectativas

    culturales se imponen en la presentacin del yo en la vida cotidianaen la medida en que los individuos intentan salvar las apariencias y

    buscan ser definidos por los dems como normales. Vestirse requiereatender consciente o inconscientemente a estas normas y expectativas,cuando se prepara el cuerpo para presentarlo en un entorno social en

    particular. La expresin estar vistindose capta esta idea del vestirsecomo una actividad. Vestirse es, por consiguiente, el resultado deprcticas socialmente constituidas, pero puestas en vigor por elindividuo: las personas han de atender a su cuerpo cuando se estnvistiendo y es una experiencia tan ntima como social. Cuando nosvestimos, lo hacemos dentro de las limitaciones de una cultura y de susnormas, expectativas sobre el cuerpo y sobre lo que constituye un cuerpovestido.La mayor parte de los tericos sobre los que hablo no relacionanespecficamente su explicacin del cuerpo con la ropa, pero yo he

    intentado extraer las implicaciones de cada perspectiva terica para elestudio del cuerpo vestido. El tema principal se centra en los usos ylimitaciones de los criterios estructuralistas y postestructuralistas, puestoque stos han influido en el estudio sociolgico del cuerpo;concretamente los trabajos de Mauss (1973), Douglas (1973, 1984) y elcriterio postestructuralista de Foucault (1911, 1980) son pertinentes encualquier discusin sobre el cuerpo en la cultura. Sin embargo, otratradicin, la de la fenomenologa, especialmente la de Merleau-Ponty

    (1976, 1981), tambin se ha ido haciendo cada vez ms influyente entrminos de producir una explicacin de la corporeidad. Estas dostradiciones tericas, segn Crossley (1996), han sido consideradas poralgunos como inconmensurables, pero, tal como l mismo dice, puedenofrecer visiones diferentes y complementarias del cuerpo en lasociedad. Segn la lnea de Csordas (1993, 1996) y Crossley (1995a,

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    1995b, 1996), a mi entender una explicacin del vestir como prcticacontextuada requiere beber de las fuentes de estas dos tradicionesdiferentes, el estructuralismo y la fenomenologa. El estructuralismo

    ofrece el potencial para comprender el cuerpo como un objetosocialmente constituido y contextuado, mientras que la fenomenologaofrece el potencial para comprender el vestir como una experienciacorprea. En lo que se refiere a una explicacin del cuerpo vestidocomo un logro prctico, hay otros dos tericos que son especialmenteimportantes: Bordieu (1984, 1994) y Goffman (1971, 1979). Sus puntosde vista se expondrn al final de este captulo para ilustrar las formasen que una sociologa del cuerpo vestido podra unir el abismo que

    separa las tradiciones del estructuralismo, el postestructuralismo y lafenomenologa.

    RECURSOS TERICOS

    El cuerpo como un objeto cultural

    Todos los tericos de los que se habla en este captulo se pueden describiren general como constructivistas sociales, en el sentido en que toman elcuerpo como algo que pertenece a la cultura y no meramente a una entidad

    biolgica. Esto va en contra de las perspectivas que aceptan lo que ChrisShilling (1993) denomina cuerpo naturalista. Estos criterios, como, porejemplo, la sociobiologa, consideran el cuerpo una base biolgica

    presocial sobre la cual se fundan las superestructuras del yo y de lasociedad (1993, pg. 41). Puesto que el cuerpo tiene una presencia

    evidente como fenmeno natural, este criterio naturalista es atractivoy, de hecho, resultara extrao sugerir que ste es un objeto socialmenteconstruido. Sin embargo, dado que el caso es que el cuerpo posee una

    presencia material, tambin es cierto que el material del cuerpo siempreest siendo interpretado culturalmente en todas partes: la biologa no seencuentra excluida de la cultura sino que est dentro de ella. La suposicincomnmente aceptada de que la biologa no pertenece a la cultura fue,durante mucho tiempo, una de las razones por las que los tericos sociales

    descuidaron el cuerpo como objeto de estudio. Aunque ahora ste sea unobjeto de investigacin en el campo de la antropologa, de los estudiosculturales, literarios, de la teora del cine y la feminista, vale la penadestacar las formas en que la teora social clsica descuid o reprimi anteriormente el cuerpo, puesto que esto puede explicar, al menos en parte, larazn por la que tanto ha olvidado el vestir.

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    Turner (1985) da dos razones para justificar su descuido acadmico delcuerpo. En primer lugar, la teora social, concretamente la sociologa,hered el dualismo cartesiano que daba prioridad a la mente y a sus

    propiedades de conciencia y de razn sobre el cuerpo y a suspropiedades de emocin y de pasin. Adems, como parte de sus crticastanto del conductismo como del esencialismo, la tradicin sociolgicaclsica tendi a evitar las explicaciones del mundo social que tena encuenta al cuerpo humano, centrndose en su lugar en el actor humanocomo un creador de signos y de significados. Asimismo, la

    preocupacin sociolgica por la historicidad y el orden social en lassociedades modernas, a diferencia de las cuestiones ontolgicas, no

    pareca involucrar al cuerpo. Tal como arguye Turner, en lugar denaturaleza-cultura, la sociologa se ha preocupado del yo-sociedad o dela agencia-estructura. Otra razn para el olvido del cuerpo es que lotrat como un fenmeno natural, no social, y, por consiguiente, nocomo un objeto legtimo para la investigacin sociolgica.Sin embargo, cada vez se reconoce ms que el cuerpo tiene una historia yesto ha influido en establecer el cuerpo como objeto primordial de la

    teora social (Bakhtin, 1984; Elias, 1978; Feher y otros, 1989; Laquer yGallagher, 1987; Laquer y Bourgois, 1992; Sennett, 1994). NorbertElias (1978) seala las formas en que nuestra comprensin yexperiencias modernas sobre el cuerpo son histricamente especficas ysurgen de procesos sociales y psicolgicos que se remontan al sigloXVI. Examina de qu modo los desarrollos histricos, como lacentralizacin cada vez mayor del poder en manos de un nmero msreducido de seores con la aparicin de la aristocracia y cortes reales,

    sirvieron para frenar la violencia entre las personas y los grupos, einducir a un mayor control social sobre las emociones. Las cortesmedievales exigan cdigos de conducta cada vez ms elaborados einstauraron en los subditos la necesidad de controlar sus cuerpos paraconvertirse en personas con buenas maneras y cvicas. Las cortesmedievales, como centros relativamente mviles, promovieron la idea deque el propio xito o fracaso dependan de la demostracin de las

    buenas maneras, de la civilizacin y del ingenio y, en este aspecto, el

    cuerpo era el portador de la posicin social, tema posteriormenteinvestigado en la cultura contempornea por Bourdieu (1984, 1994) ensu explicacin sobre el capital cultural y el habitus. El impacto deestos avances fue la promocin de nuevas estructuras psicolgicas quesirvieron para inducir una mayor conciencia de uno mismo comoindividuo en un cuerpo con identidad propia.

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    Junto a las historias sobre el cuerpo, la antropologa ha influid.) especialmente en trminos de establecer la legitimidad del cuerpo comoobjeto de estudio social (Benthall, 1976; Berthelot, 1991; Feathersto-ne

    1991a; Featherstone y Turner, 1995; Frank, 1990; Polhemus, 1988;Polhemus y Proctor, 1978; Shilling, 1993; Synnott, 1993; Turner, 1995,1991). Turner (1991) da cuatro razones para ello. En primer lugar, laantropologa se ocupaba en un principio de cuestiones ontolgicas y dela dicotoma naturaleza-cultura; esto la llev a considerar el modo enque el cuerpo, como objeto de la naturaleza, fue mediado por la cultura.Una segunda caracterstica de la antropologa fue su preocupacin porlas necesidades y por cmo stas son afrontadas por la cultura, rea de

    inters que se enfoca en parte en el cuerpo. Hay dos clases ms de reasde inters que se centran en el cuerpo como entidad simblica: porejemplo, el cuerpo en la obra de Mary Douglas (1973, 1979b, 1984) seconsidera como un sistema de clasificacin primario para las culturas,el medio a travs del cual se representan y manejan los conceptos deorden y desorden; en el trabajo de personas como Blacking (1977) yBourdieu (1984), el cuerpo se considera como un importante portadorde la clase social.

    Para el antroplogo Marcel Mauss, la cultura da forma al cuerpo ydescribe con detalle lo que l denomina las tcnicas del cuerpo, queson el modo en que de sociedad en sociedad los seres humanos [sic]saben cmo usar sus cuerpos (1973, pg. 70). Estas tcnicas corporalesson un medio importante para la socializacin de los individuos en lacultura: de hecho, el cuerpo es el medio por el que un individuo llega aconocer una cultura y a vivir en ella. Segn Mauss, el modo en que los

    hombres y las mujeres llegan a usar sus cuerpos es diferente, puesto quelas tcnicas corporales tienen gnero. Hombres y mujeres aprenden acaminar, a hablar, a correr, a luchar de forma diferente. Adems,aunque diga poco sobre la ropa, s comenta el hecho de que las mujeresaprenden a andar con tacones, hazaa que requiere entrenamiento paraser realizada con xito y que, como consecuencia de la socializacin, noes practicada por la mayora de los hombres.

    Douglas (1973, 1979b, 1984) tambin ha reconocido el cuerpo

    como un objeto natural moldeado por las fuerzas sociales. Ella sugiere,por tanto, que existen dos cuerpos: el cuerpo fsico y el cuerposocial. Resume la relacin entre ambos en Smbolos naturales: explora-ciones en cosmologa:

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    [...] El cuerpo social restringe el modo en que se percibe el cuerpo fsico. La

    experiencia fsica del cuerpo, siempre modificada por las categoras sociales mediante las

    cuales es conocido, mantiene una particular visin de la sociedad, Existe un continuo

    intercambio de significados entre los dos tipos de experiencia corporal, de modo que cadauna de ellas refuerza la categora de la otra (1973, pg. 93).

    Segn Douglas, las propiedades fisiolgicas del cuerpo son, pues, elpunto de partida para la cultura, que hacen de mediadoras y las traduceen smbolos significativos. De hecho, la autora arguye que hay unatendencia natural en todas las sociedades a representar el cuerpo, puestoque el mismo y sus propiedades fisiolgicas, como sus productos

    residuales, alimentan a la cultura con un rico recurso para el trabajosimblico: El cuerpo es capaz de alimentar a un sistema de smbolosnatural (1973, pg. 12). Esto significa que el cuerpo es un medio deexpresin altamente restringido, puesto que est muy mediatizado por lacultura y expresa la presin social que tiene que soportar. La situacinsocial se impone en el cuerpo y lo cie a actuar de formas concretas; dehecho, el cuerpo se convierte en un smbolo de la situacin. Douglas(1979b) da el ejemplo de la risa para ilustrar esto. La risa es una

    funcin fisiolgica: empieza en la cara, pero puede afectar a todo elcuerpo. Ella pregunta: Qu es lo que se comunica? La respuesta es:informacin sobre el sistema social (1979b, pg. 87). La situacin socialdetermina el grado en que el cuerpo se puede rer: cuantas menosrestricciones, ms libre est el cuerpo para rer en voz alta. De este modo,el cuerpo y sus fronteras expresan simblicamente las preocupacionesdel grupo en particular en el que se encuentra y, en realidad, se convierte

    en un smbolo de la situacin. Los grupos que se preocupan por lasamenazas contra sus fronteras culturales o nacionales pueden manifestareste temor mediante rituales en torno al cuerpo, especialmente ritualesde contaminacin e ideas sobre la pureza (1984). El anlisis de Douglas(1973) sobre el pelo a lo rastafari y el pelo liso tambin ilustra larelacin entre el cuerpo y el contexto. El pelo a lo rasta, una vezsmbolo de rebelda, puede verse entre esos profesionales que estn esuna posicin de crtica de la sociedad, concretamente, entre acadmicos y

    artistas. El pelo liso, sin embargo, es ms habitual entre los conformistas,como abogados y banqueros. Este enfoque en el cuerpo como smbolo haconducido a Turner (1985) y a Shilling (1993) a considerar el trabajo deDouglas no tanto una antropologa del cuerpo, sino ms bien unaantropologa del simbolismo del resgo y, podemos aadir, de ubicaciny estratificacin social (Shilling, 1993, pg. 73).

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    No cabe ninguna duda de que este anlisis se puede extender a laindumentaria y los complementos. La ropa en la vida cotidiana es elresultado de las presiones sociales y la imagen del cuerpo vestido puede

    ser un smbolo del contexto en el que se encuentra. Las situacionesformales como bodas y funerales tienen normas de vestir ms elaboradasque las situaciones informales y tienden a incluir ms reglas, como laestipulacin sobre el traje de etiqueta y el esmoquin. Este traje a su veztransmite informacin sobre la situacin. En dichas situacionesformales tambin podemos hallar cdigos convencionales de gneroimpuesto con mayor rigidez que en los entornos informales. Lassituaciones formales, como entrevistas de trabajo, reuniones de

    negocios y actos formales nocturnos, tienden a exigir claras fronteras degnero en el vestir. Una situacin que exija traje de noche no slotender a ser formal sino que la interpretacin de dicha prenda tendrunas claras connotaciones de diferencia de gnero: generalmente eso setraduce en traje largo para la mujer y traje de etiqueta y esmoquin parael hombre. Los hombres y mujeres que opten por invertir este cdigo eintercambiar las prendas se arriesgan a ser excluidos del evento. Otras

    situaciones especficas que requieren claros cdigos de vestir parahombres y mujeres se dan en el terreno profesional, especialmente en lasprofesiones antiguas como la abogaca, los seguros y las finanzas de laCity. Aqu, una vez ms, las barreras de gnero suelen estar claramentemarcadas por la obligacin, unas veces explcita y otras implcita, del usode la falda en la mujer. El color tambin tiene gnero, sobre todo en eltrabajo: el traje pantaln que llevan los hombres en la City normalmentees negro, azul o gris, pero las mujeres que ejercen las profesiones

    tradicionales pueden llevar rojos brillantes, naranjas, turquesas y dems.Las corbatas de los hombres aaden un elemento decorativo a los trajes,

    puesto que pueden ser claras, incluso chillonas, pero esto es por logeneral contrarrestado por un fondo oscuro y formal. El lugar de trabajo

    profesional, con sus normas y expectativas, reproduce las ideasconvencionales de lo femenino y lo masculino mediante laimposicin de cdigos particulares de vestir. De este modo, los cdigosde vestir forman parte de la actuacin de los cuerpos en el espacio y

    funcionan como medio para disciplinarlos a que acten de formasconcretas. Segn la idea de Douglas sobre el cuerpo como smbolo de lasituacin, la imagen del cuerpo transmite informacin sobre la situacin.Incluso dentro de cada profesin existe algn grado de variacinrespecto a la formalidad de la presentacin del cuerpo; cuanto mstradicional sea el lugar, ms formal ser y mayores sern las presiones que

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    se ejerzan sobre el mismo para que se vista segn los cdigosparticulares estrictamente regidos por el gnero. Ms adelantevolver a este tema, cuando examine las aplicaciones del trabajo de

    Foucault en el anlisis del poder del vestir, que es un discurso degnero sobre cmo acta el vestir en el puesto de trabajo.Mientras la antropologa ha influido en sugerir cmo el cuerpo ha

    sido moldeado por la cultura, Turner (1985) sugiere que el trabajo delhistoriador y filsofo Michel Foucault es el que verdaderamente hademostrado la importancia del cuerpo en la teora social,contribuyendo con el mismo a la inauguracin de la sociologa delcuerpo. A diferencia de los tericos sociales clsicos que ignoran o

    reprimen el cuerpo, la historia de la modernidad de Foucault (1976,1977, 1979, 1980) coloca al cuerpo humano en el centro del escenario, alconsiderar el modo en que las disciplinas emergentes de la modernidadestaban principalmente enfocadas en la actuacin de los cuerposindividuales y de las poblaciones de cuerpos. Su explicacin del cuerpocomo objeto moldeado por la cultura nunca ha sido aplicadaespecficamente a la ropa, pero su importancia es considerable paracomprender la moda y el vestir como puntos de partida para losdiscursos sobre el cuerpo.

    La influencia de Foucault

    La explicacin de Foucault sobre la modernidad se centra en el modo enque poder y conocimiento son interdependientes: no hay poder sinconocimiento, ni conocimiento que no est implicado en el ejercicio

    del poder. Segn Foucault, el cuerpo es el objeto que utiliza elconocimiento-poder moderno y al que inviste de poder, puesto quenada es ms material, fsico, corpreo que el ejercicio del poder(1980, pgs. 57-58). Las ideas de Foucault sobre las relaciones entre elpoder-conocimiento estn implcitas en su nocin de discurso. Losdiscursos para Foucault son regmenes de conocimiento que dictan lascondiciones de la posibilidad de pensar y hablar: en cualquiermomento, slo algunas frases pueden ser reconocidas como ciertas.

    Estos discursos tienen repercusiones en el modo en que acta la gente,puesto que no son meramente textuales, sino que se ponen en prcticaen el micronivel del cuerpo. El poder invierte en cuerpos y en el sigloXVIII y XIX esta inversin sustituye a los rituales en torno al cuerpo delmonarca: En lugar de los rituales que sirvieron para restaurar laintegridad corporal del monarca, se emplean remedios y recursos

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    teraputicos como la segregacin de los enfermos, el control de loscontagiosos y la exclusin de los delincuentes (Foucault, 1980, pg.55). Turner (1985) sugiere que el trabajo de Foucault nos permite ver

    cmo los cuerpos individuales son manipulados por el desarrollo deregmenes especficos, por ejemplo la dieta y el ejercicio, que hacen queel individuo se responsabilice de su propia salud y de estar en forma (ladisciplina del cuerpo), y la forma en que son controlados y coordinados(biopoltica) los cuerpos de las poblaciones. Estos dos aspectos estnntimamente relacionados, en especial respecto al modo en que seconsigue el control, concretamente mediante un sistema de vigilancia ode panopticismo. Esto se encuentra forzosamente ilustrado en Vigilar y

    castigar, donde Foucault describe cmo los nuevos discursos sobre lacriminalidad desde finales del siglo xvill en adelante dieron comoresultado nuevos mtodos para tratar a los criminales, es decir, elsistema de prisiones. Desde principios del siglo XIX han surgido nuevasformas de pensar sobre la criminalidad: se dijo que los criminales se

    podan reformar (en lugar de ser considerados como seresinherentemente malvados o posedos por el diablo) y se impusieron

    nuevos sistemas para estimular esta reforma. Concretamente, el sistemade vigilancia fomenta que los prisioneros se relacionen con ellos mismosy con sus cuerpos y que acten de ciertas formas. Esto se ve apoyado

    por la organizacin del espacio en los edificios modernos en torno alprincipio de un ojo omnividente: un observador invisible peroomnipresente como el descrito en la dcada de 1780, a finales del sigloxvill por Jeremy Bentham (1843) en su diseo para la prisin perfecta,el Panptico. Esta estructura permita la mxima capacidad de

    observacin: las celdas baadas en luz estn dispuestas alrededor de unatorre central de vigilancia que siempre est oscura, con lo que los

    prisioneros no pueden saber cundo ni por quin son observados. Estaestructura es empleada por Foucault a modo de metfora de la sociedadmoderna que l vio como carcelaria, dado que es una sociedad basadaen la observacin institucional, en las escuelas, hospitales, barraconesmilitares, etc., cuya meta ltima es la normalizacin de los cuerpos yde la conducta. La disciplina, en lugar de ser impuesta sobre el cuerpo de

    carne y hueso a travs de la tortura y el castigo fsico, acta medianteel establecimiento del cuerpo vigilado por la mente, que advierte a losindividuos que controlen su propia conducta. Sin embargo, mientras quedesde el siglo XVIII hasta principios del XX se crea que la inversin enel cuerpo por parte del poder tena que ser fuerte, laboriosa, meticulosay constante, Foucault sugiere que a mediados del siglo XX esto dio

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    paso a una forma ms liberal de poder sobre el cuerpo y a nuevasinversiones en la sexualidad (1980, pg. 58). El poder para Foucault esrelaciones de fuerza; no es propiedad de nadie ni de ningn grupo de

    individuos, sino que invierte en todas partes y en cualquier persona.Aquellos en quienes el poder ha invertido en sus cuerpos pueden, porconsiguiente, derrocar a ese mismo poder ofrecindole resistencia oderrotndolo. Por ende, arguye que donde haya poder habr resistenciaal mismo. Una vez que el poder ha invertido en cuerpos, surgeninevitablemente las reivindicaciones y afirmaciones como respuesta,las del propio cuerpo contra el poder, las de la salud contra el sistemaeconmico, las del placer contra las normas morales de la sexualidad, el

    matrimonio, la decencia [...] el poder, tras haber invertido en el cuerpo, sehaya expuesto a un contraataque del mismo (1980, pg. 56). Esta ideade discurso inverso es muy poderosa y puede ayudar a explicar larazn por la que los discursos sobre la sexualidad a partir del siglo XIXen un principio solan etiquetar y patologizar los cuerpos y los deseos;por consiguiente, crearon tipos sexuales como el homosexual. Estasetiquetas fueron adoptadas para nombrar los deseos individuales y

    producir una identidad alternativa.Las visiones de Foucault se pueden aplicar a la sociedad contempornea,que fomenta que las personas se responsabilicen de ellas mismas. Talcomo observa Shilling (1993), los peligros potenciales para la salud hanalcanzado proporciones globales. Sin embargo, en Occidente, losgobiernos les dicen a las personas que han de responsabilizarse de suspropios cuerpos como buenos ciudadanos. Los discursoscontemporneos sobre la salud, la imagen y dems vinculan al cuerpo

    y a la identidad, y sirven para promover ciertas prcticas de cuidadoscorporales tpicas de la sociedad moderna. El cuerpo en las sociedadesoccidentales contemporneas est sujeto a fuerzas sociales de unandole bastante distinta al modo en que se experimenta el cuerpo en lascomunidades tradicionales. A diferencia de las comunidadestradicionales, el cuerpo est menos sometido a los modelos heredados decuerpos socialmente aceptables que eran bsicos para la vida ritual, lasceremonias comunales de una comunidad tradicional, y ms ligado a

    los conceptos modernos de identidad individual y personal. SegnShilling (1993) y otros (Giddens, 1991; Featherstone 1991b), se ha convertido en un proceso ms reflexivo. Nuestros cuerpos sonconsiderados como coberturas del yo, que se concibe como nico ysingular.

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    Mike Featherstone (1991a) investiga el modo en que se experimenta elcuerpo en la cultura de consumo contempornea. Arguye que desde

    principios del siglo XX ha habido un espectacular aumento en los

    regmenes de autocuidado del cuerpo.*El cuerpo se ha convertido en elcentro de un trabajo cada vez mayor (ejercicio, dieta, maquillaje,ciruga esttica, etc.) y hay una tendencia general a ver al cuerpo como

    parte del propio yo que est abierto a revisin, cambio ytransformacin. El crecimiento de regmenes de estilo de vida mssanos son testimonio de esta idea de que nuestros cuerpos estninacabados y son susceptibles al cambio. Los manuales de ejercicios ylos vdeos sobre este tema prometen la transformacin de nuestros

    estmagos, caderas, muslos y dems partes del cuerpo. Ya no noscontentamos con ver el cuerpo como una obra completada, sino queintervenimos activamente para cambiar su forma, alterar su peso ysilueta. El cuerpo se ha convertido en parte de un proyecto en el quehemos de trabajar, un proyecto cada vez ms vinculado a la identidaddel yo de una persona. El cuidado del cuerpo no hace referencia slo ala salud sino a sentirse bien: cada vez ms, nuestra felicidad y

    realizacin personal est sujeta al grado en que nuestros cuerpos seajustan a las normas contemporneas de salud y de belleza. Los librossobre salud y los vdeos para estar en forma se complementan,ofrecindonos una oportunidad para sentirnos mejor, ms felices y mssanos. Giddens (1991) observa cmo los manuales de autoayuda se hanconvertido en una creciente industria en los ltimos tiempos, que nosanima a pensar y a actuar sobre nosotros mismos y nuestros cuerpos deformas concretas. El vestir encaja en este proyecto reflexivo general

    como algo en lo que se nos insta a tener cada vez ms en cuenta: losmanuales sobre vestirse para triunfar (como el clsico de Molloy,Women: Dress for Success, 1980), los servicios de asesoramiento deimagen (el Color Me Beautiful, basado en el modelo estadounidense,quiz sea el ejemplo ms evidente) y programas de televisin (como elClothes Show y Style Challenge en Reino Unido) que estn ganandouna gran popularidad, todos ellos fomentan la visin de que podemostransformarnos segn nuestra forma de vestir.

    Featherstone (1991a) argumenta que el aumento de productos asociadoscon las dietas, la salud y elfitness no slo demuestra la crecienteimportancia que tiene nuestro aspecto, sino la que se le concede a laconservacin del cuerpo en esta ltima sociedad capitalista. Aunque ladieta, el ejercicio y otras formas de disciplina corporal no sean deltodo nuevas para la cultura de consumo, actan para disciplinar al

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    cuerpo de nuevas formas. Con el paso de los siglos y en todas lastradiciones, se han recomendado distintas disciplinas corporales: elcristianismo, por ejemplo, ha defendido durante mucho tiempo

    disciplinar el cuerpo mediante la dieta, el ayuno, las penitencias ydems. Sin embargo, mientras se empleaba disciplina para mortificarla carne, como una defensa contra el placer que era consideradopecaminoso en la cristiandad, en la cultura contempornea, las tcnicascomo la dieta son empleadas para aumentar el placer. El ascetismo hasido sustituido por el hedonismo, la bsqueda del placer y lagratificacin de las necesidades y deseos del cuerpo. La disciplina delcuerpo y el placer de la carne ya no estn enfrentadas; en su lugar, la

    disciplina del cuerpo mediante la dieta y el ejercicio se ha convertido enuna de las claves para conseguir un cuerpo atractivo y deseable que a suvez proporcionar placer.

    Discursos sobre el vestir

    Dado que Foucault no dijo nada sobre la moda o el vestir, sus ideas

    acerca del poder-conocimiento en un principio no parecen tener unagran aplicacin para el estudio del cuerpo vestido. Sin embargo, su cri-terio sobre el poder y su dominio sobre el cuerpo se pueden utilizarpara hablar sobre el modo en que los discursos y las prcticas del vestiractan para disciplinar el cuerpo. Tal como he dicho al principio deeste captulo, el cuerpo vestido es un producto de la cultura, el resultadode las fuerzas sociales que ejercen presin sobre el cuerpo. Por con-siguiente, la explicacin de Foucault plantea una forma de pensar sobre

    la estructurada influencia de las fuerzas sociales sobre el cuerpo, a la vezque ofrece un modo de cuestionarse las opiniones ms habituales sobrela indumentaria moderna. Es bastante comn considerar laindumentaria del siglo XX ms liberada que en siglos anteriores, es-pecialmente en el siglo XIX. El estilo de prendas que se llevaban en el sigloXIX ahora nos parece rgido y que oprima el cuerpo. El cors parece unperfecto ejemplo de la disciplina corporal del siglo XIX: para las mujeresera obligado, y a las mujeres que no lo llevaban se las considerabainmorales (o ligeras, que metafricamente se refiere a las ballenas delcors sueltas). Como tal, el cors se puede ver como algo ms que unaprenda de vestir, como algo vinculado a la moralidad y a la opresinsocial de las mujeres. Por el contrario, los estilos de vestir actuales seconsideran ms relajados, menos rgidos y fsicamente menosconstrictivos: habitualmente se llevan prendas informales y los cdigos

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    genricos no parecen tan restrictivos. Sin embargo, esta historia convencin al de la creciente liberacin del cuerpo se puede explicar de unmodo distinto si aplicamos el criterio foucaultiano a la historia de la

    moda: un contraste tan simple entre los estilos de los siglos XIX y XX hademostrado ser problemtico. Tal como arguye Wilson (1992), en lugar delcors de huesos de ballena del siglo XIX, tenemos el cors de msculosmoderno que exigen las normas contemporneas de belleza. Ahora la

    belleza requiere una nueva forma de disciplina en lugar de que sta noexista en absoluto: para conseguir el vientre firme que exige el guin, seha de hacer ejercicio y controlar lo que se come. Mientras el estmagode la encorsetada mujer del siglo XIX sufra la disciplina desde fuera, la

    mujer del siglo XX, al hacer dieta y ejercicio, ha disciplinado a suestmago mediante la autodisciplina (una transformacin de los re-gmenes disciplinarios, algo parecido si concepto de Foucault del pasodel cuerpo de carne y hueso al del cuerpo vigilado por la mente).Lo que se ha producido ha sido un cambio cualitativo en la disciplinams que uno cuantitativo, aunque se podra argir que la autodisciplinaque requiere el cuerpo moderno es msfuerte y exigente por parte de lamujer que la requerida por la usuaria del cors.El concepto del poder de Foucault se puede aplicar al estudio de laindumentaria para considerar los modos en que el cuerpo adquieresignificado y es influido por las fuerzas sociales y discursivas y para vercmo estn implicadas estas fuerzas en el ejercicio del poder. Lasfeministas como McNay (1992) y Diamond y Quinby (1988) alegan queFoucault no trata el tema del gnero, caracterstica esencial de laconstruccin social del cuerpo. Sin embargo, aunque haya estado ciego

    para el gnero, se pueden aplicar sus conceptos tericos e ideas sobrecmo el cuerpo recibe la influencia del poder para explicar el gnero. Aeste respecto, podemos usar sus ideas y discurso sobre el poder paraexaminar de qu modo la ropa desempea una funcin vital al marcar lasfronteras de gnero que el sistema de la moda est redefiniendo en cadatemporada. Gaines (1990, pg. 1) arguye que la indumentaria favoreceque el gnero sea evidente o natural, cuando, de hecho, el gnero esuna construccin cultural que la ropa ayuda a reproducir. Los cdigos

    del vestir reproducen el gnero: la asociacin de las mujeres con trajesde noche largos o en el mbito profesional, con faldas, y la de loshombres con esmoquin y pantalones es arbitraria, pero a pesar de todo esconsiderada como natural, as que la feminidad se plasma en el trajede gala, y la masculinidad en el traje de etiqueta y el esmoquin. La obrade Butler sobre la funcionalidad (1990, 1993), influida por Foucault,

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    contempla ms el gnero como producto de los estilos y de lastcnicas como el vestir que cualquier otra cualidad* esencial delcuerpo. Ella defiende que la naturaleza arbitraria del gnero se revela de

    un modo ms evidente en los drag queens, quienes exageran las tcnicasy las vuelven antinaturales. Asimismo, Haug (1987), recurriendoclaramente a Foucault, desnaturaliza las tcnicas y estrategias comunesempleadas para hacerse femenina: el cuerpo femenino es un efectode estilos, de postura corporal, conducta e indumentaria. A pesar delhecho de que Foucault pasa por alto el gnero en su explicacin sobreel cuerpo, sus ideas sobre el modo en que ste es moldeado por lasprcticas discursivas proporciona un marco terico con el que examinar

    la reproduccin del gnero a travs de tecnologas corporales concretas.Otro ejemplo de cmo la indumentaria est ntimamente relacionadacon el gnero y, de hecho, con el poder es el modo en que los discursossobre el vestir la convierten en una cosa femenina. Tselon (1997)ofrece una serie de ejemplos sobre cmo se ha asociado histricamente alas mujeres con las trivialidades del vestir, a diferencia de loshombres, que se considera que estn por encima de estas preocu-

    paciones mundanas tras haber renunciado al traje decorativo (Flgel,1930). Tal como sugiere Tselon (1997), las mujeres han sido definidas alo largo de la historia como triviales, superficiales, banales e inclusomalvadas, debido a que han sido relacionadas con las vanidades delvestir en los discursos que abarcan desde el campo de la teologa hasta elde la moda. Adems, los discursos sobre la moda han hecho de lamujer el objeto de la misma, incluso su vctima (Veblen, 1953; Roberts,1977). La ropa no se consideraba un asunto de igual inters para el

    hombre como para la mujer y, adems, la supuestamente naturaldisposicin femenina a arreglarse y embellecerse sirvi para hacer deella un ser dbil o estpido y, por ende, merecedor de la condenamoral. Un anlisis foucaultiano podra ofrecer una visin sobre cmo lamujer es considerada ms prxima a la moda y a la vanidad, quizs alexaminar al igual que ha hecho Efrat Tselon (1997), tratados especficossobre las mujeres y el vestir, como los que se encuentran en la Biblia o enlas Epstolas de san Pablo.

    Estas asociaciones de las mujeres con el vestir continan incluso hoy enda y se demuestran por el hecho de que lo que lleva una mujer siguesiendo un asunto de mayor preocupacin moral que lo que lleva unhombre. Las pruebas podemos hallarlas en los casos de acoso sexual enel trabajo, en las agresiones sexuales y en las violaciones. Los discursossobre la sexualidad femenina y el aspecto de la mujer, dentro de

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    instituciones como la jurisprudencia, relacionan ms a las mujeres conel cuerpo y la indumentaria que a los hombres. Wolf (1991) observaque los abogados en los casos de violacin en todos los estados

    americanos, salvo en Florida, pueden citar legalmente lo que llevabapuesto la mujer en el momento del ataque y decir si su ropa era o nosexualmente provocativa. Lo mismo sucede en otros pases. Lees(1999) demuestra que los jueces en el Reino Unido, en los casos deviolacin, con frecuencia basan sus sentencias en cmo iba vestida unamujer en el momento del ataque. Una mujer puede sercontrainterrogada y se puede mostrar su ropa como prueba de suculpabilidad en la agresin o como una evidencia de su

    consentimiento al acto sexual. En un caso, los zapatos de una mujer(que no eran de piel sino de los ms baratos del mercado) fueronutilizados para dar a entender que era demasiado vulgar (1999, pg.6). De este modo, la indumentaria se utiliza discursivamente para creara la mujer que lo estaba pidiendo. Aunque ni Wolf ni Lees recurrena Foucault, es posible imaginar un anlisis del discurso de los casoslegales, como el de los que se construye el concepto de una mujer

    vctima culpable, mediante un discurso sobre la sexualidad, lamoralidad y el vestir. Adems, a la mujer se le exige ms en su aspectoque al hombre, y el nfasis en la imagen femenina sirve para aadir loque Wolf (1991) denomina un tercer turno al trabajo y a las tareasdel hogar que realizan las mujeres. De ah que el cuerpo femenino seauna desventaja potencial en el mundo laboral. Las mujeres estn msidentificadas con el cuerpo, como Ortner (1974) y otros han sugerido;las pruebas antropolgicas parecen confirmarlo (Moore, 1994). La

    asociacin cultural con el cuerpo da como consecuencia mujeres quetienen que controlar sus cuerpos y su aspecto con mucho ms cuidadoque los hombres. Por ltimo, los cdigos del vestir en situacionesparticulares imponen regmenes ms severos a los cuerpos femeninosque a los masculinos. De este modo, los discursos y regmenes delvestir estn vinculados al poder de diversas y complejas formas,sujetando los cuerpos de las mujeres a un mayor escrutinio que los delos hombres.

    Volviendo al tema de la indumentaria en el puesto de trabajo, podemosaplicar las ideas de Foucault para demostrar cmo las prcticasdiscursivas e institucionales del vestir influyen sobre el cuerpo y se em-plean en los trabajos como parte de las estrategias institucionales ycorporativas de direccin. Carla Freeman (1993) recurre a la nocin depoder de Foucault, especialmente a su idea del Panptico, para

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    examinar de qu modo se utiliza la vestimenta en una corporacin deprocesamiento de datos, Data Air, como estrategia de disciplina cor-porativa y control sobre las empleadas femeninas. En esta empresa, un

    estricto cdigo de vestir insiste en que las empleadas vistan elegante-mente a fin de proyectar una imagen moderna y profesional dela corporacin. Si su forma de vestir no se ajusta a estas reglas, son so-metidas a medidas disciplinarias por sus jefes e incluso las puedenmandar a casa a que se cambien de ropa. La oficina abierta propici laimposicin de este cdigo del vestir porque somete a las mujeres a laconstante mirada de sus jefes. Estas prcticas son comunes en muchasoficinas, aunque los mecanismos para imponer los cdigos del vestir

    varan mucho. Algunas corporaciones utilizan discursos especficossobre el vestir, clasificando como ropa elegante o profesional, porejemplo, y estrategias particulares, como la imposicin de uniformes ycdigos del vestir en el trabajo, para ejercer control sobre los cuerpos delos trabajadores.

    Tal como he demostrado, el marco de Foucault es bastante til paraanalizar la prctica del vestir contextuada. Concretamente, este con-

    cepto de discurso es un buen punto de partida para analizar las rela-ciones entre las ideas sobre el vestir, el gnero y las formas de disciplinar elcuerpo. Sin embargo, hay problemas con este concepto de discurso, ascomo dificultades que surgen de su conceptualizacin del cuerpo y delpoder, es decir, su incapacidad de reconocer la corporeidad y elagente. Estos problemas surgen de la filosofa postestructuralista deFoucault y ahora quiero resumirlos para sugerir cmo esta perspectivaterica, aunque til en muchos aspectos, tambin es problemtica para

    el estudio del vestir como prctica contextuada.

    Problemas con la teora y el mtodo de Foucault

    Foucault, como postestructuralista, no nos dice demasiado sobre cmoel individuo adopta y traduce los discursos. Es decir, la suya es unaexplicacin del cuerpo procesado socialmente y nos dice cmo se habladel cuerpo y cmo se influye sobre l, pero no proporciona unaexplicacin de la prctica. Para comprender la moda y el vestir, sumarco no describe la ropa tal como sta es vivida y experimentada porlas personas. Por ejemplo, la existencia del cors y su conexin con losdiscursos morales sobre la sexualidad femenina poco o nada nos dicesobre cmo sentan las mujeres victorianas dicha prenda, sobre cmoelegan acordonrsela y cunto apretrsela y cules eran las sensaciones

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    corporales que les produca. Ramazanoglu (1993) alega que el conceptode discurso inverso es potencialmente muy til para las feministas, peroen su anlisis no est totalmente desarrollado. Podra parecer que, al

    conceder importancia al cuerpo, la indumentaria abre un potencial paraque las mujeres lo usen para sus propios fines. De modo que mientrasalgunas feministas (Roberts, 1977) ven el cors como una prenda cuyo fines el de disciplinar a la mujer y hacerla dcil y servil, una esclavaexquisita, Kunzle (1982) ha dicho en relacin a las mujeresencorsetadas (y tambin algunos hombres) que no eran pasivas, nivctimas masoquistas del patriarcado, sino asertivas social y sexualmente.Lo que Kunzle sugiere es que las mujeres en mayor medida que los

    hombres han utilizado su sexualidad para ascender por la escala socialy, si se acepta su anlisis, quiz se podra contemplar como un ejemplode discurso inverso. El autor ilustra (sin pretenderlo, puesto que nohabla de Foucault) que una vez se ha investido poder en el cuerpofemenino como cuerpo sexual, sta tiene el potencial de utilizarlo en supropio beneficio.La particular forma de postestructuralismo de Foucault no tiene encuenta, pues, el tema de la prctica. En su lugar presupone efectos, en elplano de la prctica individual, tomando slo como referencia eldiscurso, de modo que lee textos como si fueran prctica, en lugar desuponer una posible influencia estructuradora sobre la misma que nonecesariamente ha de ser llevada a cabo. Al asumir ese discurso,automticamente se producen efectos sociales, el mtodo de Foucaultreduce el agente individual al de un loro socializado que ha dehablar-actuar de una determinada forma de acuerdo con las normas del

    lenguaje (Turner, 1985, pg. 175). Al no poder ofrecer ningunaexplicacin sobre cmo se llevan a la prctica dichos discursos, Foucaulttampoco puede dar una explicacin adecuada sobre cmo es posibleresistirse a los mismos. Ms bien, produce una explicacin de los cuerposcomo los objetos controlados por el poder-conocimiento. Esto, tal comoMcNay (1992) arguye, da como fruto una explicacin de los cuerpospasivos; se supone que los cuerpos carecen por completo decapacidad de accin y de poder. Este concepto debilita la contencin

    explcita de Foucault de que, una vez el poder ha invertido en cuerpos,est facilitando y produciendo su propia resistencia.Turner (1985) elogia el trabajo de Volosinov como una alternativa a estaversin del estructuralismo. En la obra de Volosinov, el lenguaje es unsistema de posibilidades en lugar de reglas fijas; no tiene efectosuniformes, sino que los individuos lo adaptan y rectifican en el

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    transcurso de la accin. Bourdieu (1989) tambin proporciona unacrtica del estructuralismo que reivindica conocer de antemano, por lamera existencia de las normas, cmo se producir la accin humana.

    Intenta una teora de la prctica que considera cmo los individuosse orientan a ellos mismos y a sus acciones hacia las estructuras, perostas no estn totalmente predeterminadas por ellos. Su concepto deprctica tiene en cuenta el tempo de la accin, la forma en que, en elcurso de la misma, los individuos improvisan ms que limitarse areproducir las reglas. (La crtica del estructuralismo por parte deBourdieu se ver con ms detalle al final de este captulo.)

    Este enfocarse en las estructuras (en contraposicin a las prcticas)

    en la obra de Foucault est ntimamente relacionado con el segundogran problema del estructuralismo y postestructuralismo, concreta-mente con la falta de cualquier explicacin sobre el agente. ParaFoucault, el cuerpo sustituye el concepto liberal-humanista delindividuo y el marxista de la accin humana en la historia. Sin embargo,la visin de los cuerpos pasivos no explica cmo los individuospueden actuar autnomamente. Si los cuerpos son producidos y

    manipulados por el poder, entonces esto parece contradecir lapreocupacin de Foucault por ver el poder como relaciones de fuerzaque nunca son slo opresivas. El antihumanismo extremo del trabajo deFoucault, especialmente en Vigilar y castigar, es puesto en tela de juiciopor Lois McNay (1992) porque no deja sitio para los conceptos desubjetividad y experiencia. Con este problema en mente, McNay criticala atencin que las feministas han prestado a este aspecto de su obra yrecurre al ltimo trabajo de Foucault sobre la tica del yo. Destaca

    que el autor en su ltimo trabajo desarrolla una visin sobre lascuestiones del yo y de cmo los yoes influyen en ellos mismos,contrarrestando de ese modo algunos de los problemas de susanteriores anlisis. l se dio cuenta de los problemas que planteaba sutrabajo y respondi a algunas de las crticas argumentando que:

    [...] si uno quiere analizar la genealoga del sujeto en la civilizacin occidental, ha de

    tener en cuenta no slo las tecnologas de la dominacin, sino tambin las del yo [...].

    Cuando estudiaba los asilos, las prisiones y dems, quizs insist demasiado en lastecnologas de la dominacin [...], es slo un aspecto del arte de gobernar a la gente en

    nuestras sociedades (Foucault, en McNay, 1992, pg. 49).

    De ah que Foucault en su ltimo trabajo empezara a examinartcnicas de subjetivizacin cmo se relacionan los seres humanos y

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    cmo construyen el yo y considerara, por ejemplo, cmo surge la se-xualidad en el perodo moderno como un importante campo para laconstitucin del yo. En el segundo volumen deHistoria de la sexualidad,

    Foucault (1985; tambin, 1986, 1988) sigue analizando cmo el yollega a actuar sobre s mismo con un deseo consciente de mejorar. Estastecnologas del yo de algn modo contrarrestan los problemas de suanterior trabajo y son potencialmente tiles para comprender de quforma los individuos se moldean a ellos mismos. Por ejemplo, losdiscursos sobre el vestir en el trabajo no tienen tanta fuerza cuandoimponen cierto tipo de ropa en los cuerpos de los trabajadores, sinembargo, sta aumenta cuando estimulan formas de pensamiento y

    actuacin sobre el yo. El poder-vestirse se puede analizar como unatecnologa del yo: en los manuales sobre el vestir y en los artculos delas revistas las normas del poder-vestirse son expuestas en trminosde tcnicas y estrategias para actuar sobre el yo para vestirse paratriunfar. De ah que el discurso sobre el poder y el vestirse, que aparecien la dcada de los ochenta para abordar el tema de cmo deban

    presentarse en el trabajo las mujeres con profesiones cualificadas,invocara nociones del yo como emprendedor. Como ya he mencionadoantes (Entwistle, 1997b, 2000), la mujer que se identific con el poderdel vestir fue la que lleg a pensar en ella misma como un sujetoemprendedor, alguien ambicioso, con iniciativa, individualista. Lastcnicas para vestir que se exponen en estos manuales implicaban al yoy estimulaban a que uno actuara sobre su propio cuerpo de ciertosmodos. No obstante, la dificultad con las tecnologas del yo deFoucault es que son peculiarmente incorpreas y esto pone de

    manifiesto un problema endmico en su obra, es decir, la explicacin delcuerpo.

    El cuerpo frente a la corporeidad

    Aunque el criterio de Foucault sobre el cuerpo sea til, puesto quepermite el anlisis del mismo sin recurrir al determinismo biolgico, a su

    cuerpo curiosamente le faltan caractersticas que parecen esencia les.Tal como hemos citado anteriormente, la explicacin de Foucault sobreel cuerpo y su relacin con el poder es problemtica para feministascomo McNay (1992) y Ramazanoglu (1993), porque no tienen presentela cuestin del gnero que, segn ellas insisten, es vital para cualquierexplicacin del cuerpo y sobre cmo ste se ve manipulado por el

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    poder. Tal como arguye McNay (1992), no slo el gnero es ladiferencia ms fundamental entre los cuerpos, sino que el poder no esequitativo respecto a los cuerpos femeninos y los masculinos.

    Adems, el anlisis de Foucault es, a veces, internamente incohe-rente y su concepcin sobre el cuerpo confusa. Turner observa queFoucault vacila entre cierta idea de un cuerpo material real y uncuerpo constituido por el discurso:

    [...] A veces trata el cuerpo como una entidad real, como en los efectos del crecimiento

    de la poblacin en el pensamiento cientfico o en su anlisis del efecto de la ciencia penal

    sobre el cuerpo. Foucault parece tratar el cuerpo como un aspecto unificado y concreto de

    la historia humana que se mantiene constante a travs de las pocas. Esa postura, sinembargo, no concuerda con su visin de las discontinuidades de la historia ni con su ar-

    gumento de que el cuerpo es constituido por el discurso (1985, pg. 48).

    Por una parte, la biopoltica de Foucault parece constituir un cuerpoconcreto, una entidad material, manipulada por las instituciones y las

    prcticas; por la otra, su enfoque en el discurso parece producir unconcepto del cuerpo que carece de materialidad fuera de la represen-

    tacin. Esta falta de definicin es problemtica, dado que la preguntade qu es lo que constituye un cuerpo no se puede evitar, tiene elcuerpo un carcter material fuera del lenguaje y de la representacin?El cuerpo no puede ser al mismo tiempo un objeto material fuera dellenguaje y una nica construccin lingstica. Terrance Turner consi-dera que el cuerpo de Foucault es contradictorio y problemtico en loque respecta a la propia reivindicacin del autor a criticar la esencia: esuna tabula rasa sin caractersticas a la espera de las animadas disciplinasdel discurso [...], una unidad individual a priori que recuerdaconciliadoramente a su gran rival, el sujeto trascendental (1996, pg.37). Adems, el dominio del cuerpo discursivo en la obra de Foucault

    parece debilitar su objetivo de producir una historia de los cuerpos yde las inversiones e influencias del poder sobre los mismos. Qu esms material y vital respecto al cuerpo que no sea su carne y sus hue-sos? Qu hace el poder, sino influir, controlar y dominar el cuerpo

    material? Turner enfatiza sobre este punto, arguyendo que el conceptode Foucault sobre el cuerpo como la cosa ms material es claramenteun espurio. El cuerpo de Foucault no tiene carne; es un engendro deldiscurso sobre el poder (que es de por s una fuerza inmaterial similar alman) (1996, pg. 36).

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    La visin de Foucault niega el hecho de que, por difcil que pueda ser elacceso al cuerpo como un campo independiente, nosotros estamosencarnados y contenemos los parmetros de una entidad biolgica y que

    esta experiencia, aunque est mediatizada por la cultura, es fundamentalpara nuestra existencia. Los cuerpos no son simples representaciones;tienen una realidad concreta y material, una biologa que, en parte, vienedeterminada por la naturaleza. Los cuerpos son producto de unadialctica entre la naturaleza y la cultura. Este reconocimiento del cuerpocomo un objeto natural no desemboca forzosamente en un biologismo y,de hecho, una serie de explicaciones constructivistas sociales reconoce elcuerpo como una entidad biolgica, pero consideran el modo en que est

    sujeto a la construccin social (Douglas, 1973,1979a, 1979b, 1984; Elias,1978; Mauss, 1973). Sin embargo, si el cuerpo cuenta con su propiarealidad fsica fuera o ms all del discurso, cmo podemos teorizaresta experiencia?Thomas Csordas (1993, 1996) tuvo presente estos temas y describe loque l denomina un paradigma de la corporeidad, como alternativa alparadigma del cuerpo que caracteriza al criterio estructura-lista. Su

    objetivo expreso es contrarrestar la fuerte tendencia representativa delparadigma semitico-textual que se puede observar en obras como la deDouglas (1979a), Foucault (1977) y Derrida (1976). Csordas apela a uncambio para alejarse del marco semitico-textualista y llegar a unconcepto de corporeidad y de estar en el mundo extrado de lafenomenologa. Nick Crossley hace una distincin similar, al decir que lasociologa del cuerpo, aunque sociologa carnal, examina lo quehace el cuerpo (1995b, pg. 43). El cambio metodolgico que ambos-

    reivindican requiere que el cuerpo sea entendido como el mbitoexistencial de la cultura, no como un objeto con el que es bueno pensar,sino como un sujeto cuya existencia es necesaria (Csordas, 1993, pg.135). Csordas defiende un estudio de la corporeidad que tome comoreferencia la fenomenologa de Maurice Merleau-Ponty (1976, 1981),as como la teora de la prctica de Fierre Bour-dieu (1989). Su

    paradigma de la corporeidad marca, pues, un alejamiento de los textospara centrarse ms en la experiencia corporal y la prctica social.

    Crossley tambin identifica la preocupacin por la experiencia corporalcon Merleau-Ponty y Erving Goffman. A continuacin entrar en detallesrespecto a las suposiciones tericas y mtodo lgicas subyacentes alparadigma de la corporeidad, veremos primero la fenomenologa y noscentraremos en el trabajo de Merleau-Ponty (1976, 1981), luego en el deGoffman (1971, 1972, 1976) y por ltimo en el de Bourdieu (1989),

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    cuyos conceptos son especialmente tiles para desarrollar unaexplicacinsociolgica de la corporeidad.

    Merleau-Ponty y la corporeidad

    Merleau-Ponty (1976, 1981) sita el cuerpo en el centro de su anlisis dela percepcin. Segn l, el mundo nos llega a travs de la conciencia

    perceptiva, es decir, el lugar que ocupa nuestro cuerpo en el mundo.Merleau-Ponty hace hincapi en el sencillo hecho de que la mente est enel cuerpo y llega a conocer el mundo a travs de lo que denomina elesquema postural o corpreo: captamos el espacio externo, las

    relaciones entre los objetos y nuestra relacin con ellos mediantenuestro lugar en el mundo y nuestro paso por l. De ah que la meta desu trabajo sobre la percepcin, tal como seala en The Primacy ofPerception, es restablecer las races de la mente en su cuerpo y en sumundo, en contra de las doctrinas que consideran la percepcin comoun simple resultado de la accin de las cosas externas sobre nuestrocuerpo, as como contra aquellos que insisten en la autonoma de la

    conciencia (1976, pgs. 3-4).A raz del nfasis de Merleau-Ponty en la percepcin y la experiencia, lossujetos son reinstaurados como seres temporales y espaciales. En lugar deser un objeto en el mundo, el cuerpo forma nuestro punto de vistasobre el mismo (1976, pg. 5). La tendencia de Foucault a ver elcuerpo como un objeto pasivo es contrarrestada de este modo. SegnMerleau-Ponty, llegamos a entender nuestra relacin con el mundo atravs de la situacin de nuestros cuerpos fsica e histricamente en el

    espacio. Lejos de ser meramente un instrumento u objeto en elmundo, nuestros cuerpos son los que nos dan nuestra expresin en elmismo, la forma visible de nuestras intenciones (1976, pg. 5; lacursiva es ma). Es decir, nuestros cuerpos no son slo el lugar desde elcual llegamos a experimentar el mundo, sino que a travs de nuestroscuerpos llegamos a ser vistos en l. El cuerpo forma la envoltura denuestra existencia en el mundo; la yoidad procede de esta ubicacin enel cuerpo. Por consiguiente, para Merleau-Ponty, la subjetividad no es

    esencial ni trascendental: el yo est ubicado en el cuerpo, que a su vezest ubicado en el tiempo y en el espacio.

    La nocin del espacio es crucial para la experiencia vivida segnMerleau-Ponty, dado que el movimiento de los cuerpos por el mismo esuna caracterstica importante de la percepcin que las personas tienensobre el mundo y su relacin con los dems y con los objetos que hay

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    en l. Esta preocupacin por el espacio tambin es evidente en el trabajode Foucault, tal como he dicho antes. Foucault en su explicacin delespacio reconoce sus dimensiones sociales y polticas, el modo en que

    ste se infunde de las relaciones de poder, algo que Merleau-Pontypasa por alto. No obstante, la obra de Foucault carece por completo deexplicacin alguna acerca de cmo las personas experimentan el espacio,cmo lo usan y cmo se mueven por l; esto podemos hallarlo en lafenomenologa. Para Merleau-Ponty, siempre somos sujetos en elespacio, pero nuestra experiencia acerca del mismo procede de nuestromovimiento alrededor del mundo y depende de nuestra comprensinde los objetos en ese espacio gracias a nuestra conciencia sensorial.

    Al principio puede resultar difcil aplicar estos conceptosfenomenolgicos, como un mtodo filosfico, al anlisis del cuerpovestido. No obstante, al poner la corporeidad en primer plano y hacernfasis en que toda experiencia humana procede de una posicincorporal, Merleau-Ponty ofrece algunas visiones muy tiles para elanlisis del vestir como prctica corporal contextuada. El vestir en lavida cotidiana siempre est situado en el espacio y en el tiempo: al

    vestirnos nos orientamos hacia una situacin y actuamos de formasconcretas sobre el cuerpo. Sin embargo, uno no acta sobre el cuerpocomo si ste fuera un objeto inerte, sino como una envoltura del yo.En su lugar, nuestros cuerpos son, con las palabras de Merleau-Pontyque he citado ms arriba, la forma visible de n